Vosotros los sarmientos” - Archidiocesis de Madrid · Curso 2007 / 2008 parroquia de San Alfonso...

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Curso 2007 / 2008 parroquia de San Alfonso 1 “Yo soy la Vid, Vosotros los sarmientos”... Jn 15, 5 “Id también vosotros a mi viña.” Mt 20, 3-4 Escalona 109 28024 Madrid Tel y Fax: 91 711 19 35. e-mail: [email protected]

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Curso 2007 / 2008 parroquia de San Alfonso 1

“Yo soy la Vid, Vosotros los sarmientos”... Jn 15, 5

“Id también vosotros a mi viña.” Mt 20, 3-4

CURSO 2007- 2008

Escalona 109

28024 Madrid Tel y Fax: 91 711 19 35. e-mail: [email protected]

Curso 2007 / 2008 parroquia de San Alfonso 2

1 «Yo soy la vid verdadera, y mi Padre es el viñador. 2 Todo sarmiento que en mí no da fruto, lo corta, y todo el que da fruto,

lo limpia, para que dé más fruto. 3 Vosotros estáis ya limpios gracias a la palabra que os he dicho.

4 Permaneced en mí, como yo en vosotros.

Lo mismo que el sarmiento no puede dar fruto por sí mismo, si no

permanece en la vid; así tampoco vosotros si no permanecéis en mí. 5 Yo soy la vid; vosotros los sarmientos.

El que permanece en mí y yo en él, ése da mucho fruto;

porque separados de mí no podéis hacer nada. 6 Si alguno no permanece en mí, es arrojado fuera, como el sarmiento,

y se seca; luego los recogen, los echan al fuego y arden. 7 Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros,

pedid lo que queráis y lo conseguiréis. 8 La gloria de mi Padre está en que deis mucho fruto,

y seáis mis discípulos. 9 Como el Padre me amó, yo también os he amado a vosotros;

permaneced en mi amor. 10 Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor,

como yo he guardado los mandamientos de mi Padre, y permanezco en su

amor. 11 Os he dicho esto, para que mi gozo* esté en vosotros, y vuestro gozo sea

colmado. 12 Este es el mandamiento mío:

que os améis los unos a los otros como yo os he amado. 13 Nadie tiene mayor amor que el que da su vida por sus amigos.

14 Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando. 15 No os llamo ya siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su amo;

a vosotros os he llamado amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre

os lo he dado a conocer. 16 No me habéis elegido vosotros a mí,

sino que yo os he elegido a vosotros,

y os he destinado

para que vayáis y deis fruto,

y que vuestro fruto permanezca;

de modo que todo lo que pidáis al Padre en mi nombre

os lo conceda.

17 Lo que os mando es

que os améis los unos a los otros.

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Escucha, hijo mío, acoge mis palabras

y se te alargarán los años de vida.

Te he indicado el camino de la sabiduría,

te he encaminado por sendas rectas.

Cuando camines, no vacilarán tus pasos,

y si corres, no tropezarás.

Aférrate a la instrucción, no la sueltes;

consérvala, porque te va la vida en ello

Prov 4 10-13

La escucha a Dios ha sido y será siempre nuestra tabla de salvación. Por

eso cada curso intentamos afinar el oído para escuchar por dónde Dios nos marca

el camino a seguir como comunidad. Es su Palabra, su presencia entre nosotros

nuestra brújula diaria en medio de tantas oscuridades y ambigüedades.

Llevamos una andadura en la que cada año intentamos ahondar y

subrayar en algún aspecto fundamental de nuestra vida como discípulos de

Jesús que queremos caminar juntos en este querido lugar que es nuestra

parroquia siempre vivo, siempre cambiante a pesar de nuestras resistencias o

inercias.

Dios nos ha ido instruyendo en estos años como comunidad y un año más

nos ponemos en camino para caminar fieles a El. Habrá novedades a las que nos

abriremos, pues cada curso es una oportunidad para acoger el misterio de la vida

comunitaria. Seguro que con la lámpara de la oración, de la comunión y , en

definitiva, de la fe afrontaremos lo que llegue. Por eso con el Salmo 16 decimos.

11 Me enseñarás el camino de la vida,

me hartarás de gozo en tu presencia,

de dicha perpetua a tu derecha.

Es por ello que pedimos líneas de fuerza para poder caminar y no de

cualquier manera. Queremos caminar avanzando, dando pasos nuevos, de suerte

que nuestro itinerario sea ascendente y en comunión. Ascendente porque

recordamos cómo cada curso hemos profundizado en algún aspecto central de

nuestro ser discípulos de Cristo en nuestra Iglesia. Por eso este año abordaremos

nuestra vocación e identidad dentro de la Iglesia.

Decimos, además, que queremos caminar en comunión. Un curso más

continuamos señalando que nuestro estilo de avanzar es hacerlo juntos y al paso

de toda la Iglesia diocesana. Entendemos que no podemos ser auténticos si no es

unidos. Así este año acogemos la tarea que nuestra diócesis se marca de

priorizar la misión a los jóvenes, continuando lo ya iniciado, además de subrayar

la pastoral con y desde la familia como eje central.

Así el tema del laicado, la pastoral familiar y la misión juvenil se

convierten en los ejes de este curso.

Además este año estamos de suerte, pues tendremos una visita especial.

Podremos acoger a nuestro obispo en su visita pastoral y así tendremos la

oportunidad de ver y tocar lo que significa vivir en comunión y sentir que somos

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parte de la Viña de Jesús. Acogeremos y tendremos ocasión de pensar y revisar

cómo estamos siendo fieles al encargo que toda la Iglesia nos hace.

Cada año hemos escogido un elemento bíblico que nos oriente y sea

material de reflexión y de cohesión de las acciones. Así este año , para dar forma

a todo eso dejaremos que sea la imagen de la Vid y la Viña la que nos dé pistas,

nos sugiera y sea la plantilla sobre la que reflexionaremos, oraremos y dejaremos

que todas las acciones pastorales tengan alma.

La Vid, que es Jesucristo, nos invita a vivir injertados a su Cuerpo y, al

mismo tiempo trabajar en su viña como realidad que explica quienes somos cada

uno y como parroquia. Dejaremos, por tanto que las parábolas de la viña nos

sugieran y nos interroguen. Al mismo tiempo queremos que sea la experiencia de

estar injertados en comunión a Cristo, verdadera vid, sea una fuente vida

interior este curso.

Tema eje:

Yo soy la vid,

vosotros los

sarmientos”

Jn 15,5

Siguiendo la exhortación que hacía Juan Pablo II en la Christefideles laici

nos encontramos que “la imagen de la viña se usa en la Biblia de muchas

maneras y con significados diversos; de modo particular, sirve para expresar el

misterio del Pueblo de Dios. Desde este punto de vista más interior, Por eso los

laicos no son simplemente los obreros o asalariados que trabajan en la viña, sino

que forman parte de la viña misma: «Yo soy la vid; vosotros los sarmientos» (Jn

15, 5), dice Jesús....Él es la vid y nosotros, sus discípulos, somos los sarmientos;

Él es la «vid verdadera» a la que los sarmientos están vitalmente unidos (cf. Jn

15, 1 ss.).

Ya en el Antiguo Testamento los profetas recurrieron a la imagen de la

viña para hablar del pueblo elegido. Israel es la viña de Dios, la obra del Señor,

la alegría de su corazón: «Yo te había plantado de la cepa selecta» (Jr 2, 21); «Tu

madre era como una vid plantada a orillas de las aguas. Era lozana y frondosa,

por la abundancia de agua (...)» (Ez 19, 10); «Una viña tenía mi amado en una

fértil colina. La cavó y despedregó, y la plantó de cepa exquisita (...)» (Is 5, 1-2).

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Jesús retoma el símbolo de la viña y lo usa para revelar algunos aspectos

del Reino de Dios: «Un hombre plantó una viña, la rodeó de una cerca, cavó un

lagar, edificó una torre; la arrendó a unos viñadores y se marchó lejos» (Mc 12, 1;

cf. Mt 21, 28ss.).

El evangelista Juan nos invita a calar en profundidad y nos lleva a

descubrir el misterio de la viña. Ella es el símbolo y la figura, no sólo del Pueblo

de Dios, sino de Jesús mismo. Él es la vid y nosotros, sus discípulos, somos los

sarmientos; Él es la «vid verdadera» a la que los sarmientos están vitalmente

unidos (cf. Jn 15, 1 ss.).” (nº 8)

El Concilio Vaticano II, haciendo referencia a las diversas imágenes

bíblicas que iluminan el misterio de la Iglesia, vuelve a presentar la imagen de

la vid y de los sarmientos: «Cristo es la verdadera vid, que comunica vida y

fecundidad a los sarmientos, que somos nosotros, que permanecemos en Él por

medio de la Iglesia, y sin Él nada podemos hacer (Jn 15, 1-5)».

La Iglesia misma es, por tanto, la viña evangélica. Es misterio porque el

amor y la vida del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo son el don absolutamente

gratuito que se ofrece a cuantos han nacido del agua y del Espíritu (cf. Jn 3, 5),

llamados a revivir la misma comunión de Dios y a manifestarla y comunicarla en

la historia : «Aquel día —dice Jesús— comprenderéis que Yo estoy en mi Padre y

vosotros en mí y yo en vosotros» (Jn 14, 20).

La Iglesia entera es la que tiene un destino, una misión y una esencia,

esta es el ser misionera, evangelizar; la misión pertenece a todos los que estamos

entroncados a esta Vid; atañe a todos; todos, por la sabia que recibimos, tenemos

ese deber evangelizador básico. “La misión es de todo el pueblo de Dios... es

responsabilidad de todos los fieles” (RM 71).

Pero esta misión evangelizadora no podemos entenderla si no es desde su

ser mismo, es decir, desde el sujeto que realiza esta misión y desde quien es

quien anuncia. Para evangelizar no se hace cada uno según su empeño o sus

posibilidades, tampoco se evangeliza por libre ni separado de la misma Iglesia.

El anuncio del evangelio se hace desde la Vid, esto es en comunión;

asumiendo que la comunión pertenece al misterio más profundo de la Iglesia.

Sentirse en comunión, esto es, unido a Cristo, verdadera Vid. Así el mismo

Jesús pide al padre: “ que sean uno para que el mundo crea”(Jn 17, 21. Es por

ello que no es anecdótico que estemos llamados a la unidad y la comunión. Nos

jugamos la misión de la misma Iglesia y en concreto de la parroquia.

Nuestra comunidad tiene, por tanto, un encargo que es el que le hace ser

parroquia: reunir al pueblo de Dios, a los creyentes: en la escucha de la Palabra,

en la comunión fraterna, en la fracción del Pan ( ver Hechos 1y2), y así

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transformar el barrio y el mundo haciendo posible que a nuestro alrededor se

generen espacios de salvación.

Y esa misión la realiza, en primer lugar “siendo uno”, en comunión, unidos

1.- Unidos cada uno con Cristo, verdadera Vid a

través de la Iglesia.

2.-Unidos como comunidad que realiza, y

sacramentaliza la presencia de Cristo y su Cuerpo, la

Iglesia, en nuestro barrio

3.-Unidos a toda la Vid que es la Iglesia

Esas son las claves que nos dan identidad a todos los miembros de esta Vid, y en

concreto al laicado y sobre las que reflexionaremos este curso.

Desde aquí presentamos este texto para la lectura y reflexión en grupos:

Curso 2007 / 2008 parroquia de San Alfonso 7

“ Yo soy la Vid, Vosotros los

sarmientos”... Jn 15, 5

“Id tambien Vosotros a mi viña.”

MT 20, 3-4

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OBJETIVOS GENERALES POR ÁREAS

Ser laico en nuestro mundo, miembros de la vid del Señor OBJETIVO 1: Acompañar a la comunidad parroquial en la profundización sobre la identidad y misión de los laicos en la Iglesia

RESULTADOS QUE PRETENDEMOS desde este objetivo:

1.1.-Al final del período todos los agentes de pastoral de la Parroquia y los integrantes de grupos de adultos habrán estudiado e interiorizado los elementos principales de la Exhortación Apostólica "Christifideles Laici" 1.2.-Al final del período todas las personas que participan en alguna actividad parroquial (eucaristías, preparación y celebración de sacramentos, grupos de catequesis, preas, y jóvenes…) habrán avanzado en su comprensión de la identidad y misión laical

Tareas y actividades

resultado que se pretende

- Reflexión sobre la identidad del laicado en tres aspectos, SEGÚN REFLEJAN LOS

MATERIALES PREPARADOS:

- - significado e identidad laical

- - la misión del laico en la vida de la Iglesia

- - la identidad del laicado en la familia cristiana

1.1

1.1

1.1

1.2

1.1

1.2

- Tratar el tema en todos los grupos DE VIDA Y DE ACCIÓN dedicando sesiones

a su reflexión:

Documentos que se proponen:

1.- Documento sobre los textos de la Vid y los sarmientos

2.- Documento sobre la identidad de los laicos ( Christefideles laici)

- Dos Jornadas parroquiales de estudio y reflexión del tema COMO REFUERZO Y

COMO ESPACIO DE ENCUENTRO Y CELEBRACIÓN sobre la temática

ofrecida.

- Reflexiones cuaresmales sobre este tema

-

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.-“Sois mis sarmientos y os destino a dar fruto: OBJETIVO 2: Promover una activa participación laical en las diferentes dimensiones de la comunidad parroquial

RESULTADOS QUE PRETENDEMOS desde este objetivo

2.1.- Se habrá promovido a lo largo del período la participación laical en los diverso espacios: Palabra, celebración, acción... 2.2 De habrá promovido la formación en la identidad laical y en la misión de la Iglesia: misterio-comunión- misión

Tareas y actividades

resultado que se pretende

1.Programación y desarrollo de la catequesis de iniciación cristiana

* Programación de reuniones de formación y preparación

* Evaluación de mitad de curso y final

* Programación del próximo curso

2.Programación y desarrollo de la catequesis de preas, y jóvenes

* Programación de reuniones de formación y preparación

* Evaluación de mitad de curso y final

Programación del próximo curso

Trabajar la dimensión vocacional.

3 - Formación de los agentes de pastoral:

- Escuela de arciprestazgo los últimos sábados de mes. 2.1

Asistencia para todos los agentes de pastoral. 2.1

( Fin del tercer ciclo de Octubre a Enero)

4 Formación específica para los miembros de pastoral social 2.1

o Sesiones mensuales de lectura creyente de la realidad

o Curso para miembros del grupo de menores y Dovela

5 - Formación litúrgica una vez al mes para todos.

Incidir en le sacramento de la penitencia y su celebración litúrgica.

2.1

2.1

2.1

2.1

2.2

1.2

2.2

2.1

2.2

6.1

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.-“Sois mis sarmientos y os destino a dar fruto: Objetivo 3: Descubrir la identidad laical en el mundo de la familia

RESULTADOS QUE PRETENDEMOS desde este objetivo

3.1 Se habrá impulsado la pastoral familiar en la parroquia

Tareas y actividades

resultado que se pretende

1.- Programación y desarrollo de la catequesis prematrimonial

Cursillos prematrimoniales ESPECIALES para parejas comprometidas de

la comunidad

Acompañamiento a las parejas que hacen el cursillo prematrimonial

desde el propio equipo

Reorganización y ampliación del equipo de catequistas.

2.- Programación y desarrollo de la catequesis prebautismal: reuniones periódicas

del equipo y revisión de las catequesis.

3- Acompañamiento específico a las parejas que se acercan a solicitar el

bautismo especialmente después del mismo. Destinar unas personas para ello

2.1

3.1

3.1

3.1 y

2.1

3.1

21. 2.2

3.1

3.1 y

4.1

2.1

2.2

3.1

3.1 y

4.1

3.1 y

4.1

3.1

2.1

4.1

4-Taller de familias: “café y dialogo en familia”

Sesiones de formación y dialogo abiertas a padres y madres de

iniciación cristiana, Menores, jóvenes y Dovela

5-Convocatoria de grupos nuevos de matrimonios jóvenes.

6-Reuniones de padres y madres de 1ª etapa de Iniciación cristiana

7- Excursión de familias a final de curso

8- Preparación y potenciar el “Día de la familia”.

9.- Potenciar el café después de misa de 11 y de 12 como lugar de encuentro.

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4.1

2.1

4.1

2.1

4.1

“Vosotros sois los sarmientos”: Objetivo 4.-Promover la participación laical en la comunidad

RESULTADOS QUE PRETENDEMOS desde este objetivo

4.1 se habrá promovido la participación en la construcción de la comunidad en sus dimensiones de comunidad de vida, de dones y bienes

.1- Pastoral de adultos

a- Profundizar en la actitud de ser constructores del buen ambiente comunitario.

Cada uno se siente responsable de ser instrumento de unidad, como sarmientos

de la misma vid.

b- Fomentar en todos los grupos la necesaria vida comunitaria más allá de ellos

mismos poniendo lo general por encima de lo particular.

c- Asentar el grupo de coordinación de los grupos de vida.

d- Hacer del método e la lectio divina la dinámica normal de los encuentros

e- Utilizar el itinerario de trabajo acordado en años anteriores para todo grupo

parroquial:

Evangelios Sinópticos—Hechos de los apóstoles --- Corpus Paulino --- Apocalipsis

4.1

6.1

2.2

4.1

f- Afianzar la oración de la liturgia de las horas como oración de la comunidad.

6.1

4.1

g- Insistir en los compromisos básicos de todo miembro comprometido de la

comunidad y que se revisan en cada grupo:

4.1

1.- Participación en los momentos fuertes de la comunidad.( Inicio de curso, encuentros generales, Pascua, Pentecostés, final de curso, fiestas de la Parroquia…)

2.- Compromiso de oración con la liturgia de las horas.

3.- Compromiso semanal de oración personal por la comunidad los jueves.

2- Colaboración estrecha y cordial con el arciprestazgo. 2.2

3.1

4.1

2.1

3.1

a- Prioridad en fechas

b- Apoyo y seguimiento del Consejo de arciprestazgo

3- Pastoral de inmigrantes

a-Seguimiento de los grupos de inmigrantes y favorecer el encuentro entre ellos.

b-Creación de un nuevo catecumenado para inmigrantes los domingos en la

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mañana

4.1

2.1

4- Crecer en la corresponsabilidad económica de la comunidad

- a-Campaña de suscripciones

- b-Presencia del Consejo económico en los grupos de la parroquia para

Informar y sensibilizar.

“Id vosotros también a trabajar a mi viña”: Objetivo 5: Sentirnos Viña con el encargo de convocar a los hijos por medio del amor”

RESULTADOS QUE PRETENDEMOS desde este objetivo

5.1 Se habrá profundizado en la diaconía , en su triple dimensión de asistencia, promoción

y transformación del entorno y las estructuras.

1- Pastoral social

a.- Impulso de la formación y la comunicación de experiencias entre todos los

agentes de la pastoral social de la casa desde la Doctrina Social de la Iglesia.

Reuniones mensuales y cursillo a principio de curso.

b.-Conseguir mayor relación y coordinación entre Iniciación Cristiana y el

proyecto Rakapaka Rakapaka

c.- Impulso del proyecto Dovela: darlo a conocer, conseguir voluntariado y

gestionar los recursos.

d.- Reorganización del aula de informática.

e- Potenciar la presencia de la pastoral social en el conjunto de acciones de

la parroquia y de la asamblea dominical informando asiduamente.

2- Pastoral de la salud.

a.- Afianzar el equipo de visitadores de enfermos

b.- Plantear la coordinación de forma más intensa entre centro de día,

visitadores de enfermos y despacho de acogida de caritas.

5.1

5.2

1.1

5.1

3.- Incorporar en los diversos ámbitos de la comunidad y en los tiempos fuertes

del año, la sensibilización sobre la justicia en las relaciones Norte-Sur

5.2 Se habrá promovido la participación laical desee la dimensión misionera de la Iglesia

5.1

5.2

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tanto en el testimonio de la vida cristiana como en el anuncio del Evangelio a los no creyentes y alejados

1.- Continuar pasos de la misión joven:

5.1

3.1

5.2

a-Preparación del día misionero del arciprestazgo

b-Mantener la representación y participación en la mesa de juventud de

arciprestazgo

2- Mantenimiento y creación de un equipo que mantenga la pagina Web 5.2

3- Potenciar y dar tareas al equipo de delegados de Bloque: 5.1

3.1

5.2

5.1

2.2

5.2

5.2

5.2 y

6.1

a- Conseguir completar los bloques que aun no hay representación

b- Crear una red solidaria y de información entre la parroquia y los

bloques

c- Posibilitar oraciones y encuentros en el bloque( o bloques contiguos)

entre los vecinos creyentes.

4.Preparar y celebrar las jornadas misioneras (Domund, infancia misionera…)

5-Realizar un diagnóstico de los desafíos misioneros que presenta el territorio

parroquial

Objetivo 6.- Sentir y ahondar en la experiencia de vinculación a la Vid: Ahondar en nuestra experiencia de Dios desde la vocación laical recibida.

RESULTADOS QUE PRETENDEMOS desde este objetivo

6.1 Promover la participación laical en la vida litúrgica

1-Taller de Oración

a-Continuar con los encuentros mensuales sobre diversas formas de oración

para dar claves personales.

6.1

b- Apoyar la oración de jóvenes y apoyar la del arciprestazgo 6.1 y 4.1

2.- Liturgia

a-Preparación de las claves homiléticas para los tiempos fuertes del año

b- Reuniones de preparación en Adviento, Navidad, Cuaresma y Pascua

c.- Preparación en el equipo de las lecturas del domingo: abrir el grupo a los

miembros de la asamblea dominical.

d- Participación de los grupos en la preparación de las celebraciones según

calendario

2.1

6.1

e- Potenciar un equipo de animadores de la liturgia en Iniciación Cristiana 2.1

6.1

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f.- Potenciar la animación y el canto en las eucaristías que no

tienen coro de animación.

TEXTO 1( reflexión personal y en grupo)

Yo soy la vid: reflexión de Joseph Ratzinguer en “ Jesús de Nazaret”

EL VINO: FRUTO DE LA VID

Mientras el agua es un elemento fundamental para la vida de todas las criaturas de la tierra, el pan de trigo, el vino y el aceite de oliva son dones típicos de la cultura mediterránea. El canto solemne de la creación, el Salmo 104, habla en primer lugar de la hierba, que Dios ha pensado para el ganado, y después menciona lo que Dios regala al hombre a través de la tierra: el pan que se obtiene de la tierra, el vino que le alegra el corazón y, finalmente, el aceite, que da brillo a su rostro. Luego habla otra vez del pan que lo fortalece (cf. vv. 14s). Los tres grandes dones de la tierra se han convertido, junto con el agua, en los elementos sacramentales fundamentales de la Iglesia, en los cuales los frutos de la creación se convierten en vehículos de la acción de Dios en la historia, en «signos» mediante los cuales Él nos muestra su especial cercanía. Los tres dones presentan características distintas entre sí y, por ello, cada uno tiene una función diferente de signo. El pan, preparado en su forma más sencilla con agua y harina de trigo molida -a lo que se añade naturalmente el fuego y el trabajo del hombre- es el alimento básico. Es propio tanto de los pobres como de los ricos, pero sobre todo de los pobres. Representa la bondad de la creación y del Creador, pero al mismo tiempo la humildad de la sencillez de la vida cotidiana. En cambio, el vino representa la fiesta; permite al hombre sentir la magnificencia de la creación. Así, es propio de los ritos del sábado, de la Pascua, de las bodas. Y nos deja vislumbrar algo de la fiesta definitiva de Dios con la humanidad, a la que tienden todas las esperanzas de Israel. «El Señor todopoderoso preparará en este monte [Sión] para todos los pueblos un festín... un festín de vinos de solera... de vinos refinados...» (Is 25, 6). Finalmente, el aceite proporciona al hombre fuerza y belleza, posee una fuerza curativa y nutritiva. En la unción de profetas, reyes y sacerdotes, es signo de una exigencia más elevada. El aceite de oliva -por lo que he podido apreciar no aparece en el Evangelio de Juan. El costoso «aceite de nardo», con el que el Señor fue ungido por María en Betania antes de su pasión (cf. Jn 12, 3), era considerado de origen oriental. En

Curso 2007 / 2008 parroquia de San Alfonso 15

esta escena aparece, por una parte, como signo de la santa prodigalidad del amor y, por otra, como referencia a la muerte y a la resurrección. El pan lo encontramos en la escena de la multiplicación de los panes, ampliamente documentada también por los sinópticos, e inmediatamente después en el gran sermón eucarístico del Evangelio de Juan. El don del vino nuevo se encuentra en el centro de la boda de Caná (cf. 2, 1-12), mientras que, en sus sermones de despedida, Jesús se presenta como la verdadera vid (cf. 15, 1-10). Centrémonos ahora en estos dos últimos textos. A primera vista, el milagro de Caná parece que se separa un poco de los otros signos empleados por Jesús. ¿Qué sentido puede tener que Jesús proporcione una gran cantidad de vino -unos 520 litros- para una fiesta privada? Debemos, pues, analizar el asunto con más detalle, para comprender que en modo alguno se trata de un lujo privado, sino de algo con mucho más alcance. Para empezar, es importante la datación: «Tres días después había una boda en Caná de Galilea» (2,1). No está muy claro a qué fecha anterior hace referencia con la indicación del tercer día; pero precisamente por eso parece evidente que el evangelista otorga una gran importancia a esta indicación temporal simbólica que él nos ofrece como clave para entender el episodio. En el Antiguo Testamento, el tercer día hace referencia al día de la teofanía como, por ejemplo, en el relato central del encuentro entre Dios e Israel en el Sinaí: «Al amanecer del tercer día, hubo truenos y relámpagos... El Señor había bajado sobre él en medio del fuego» (Ex 19, 16-18). Al mismo tiempo, es posible percibir aquí una referencia anticipada a la teofanía final y decisiva de la historia: la resurrección de Cristo al tercer día, en la cual los anteriores encuentros con Dios dejan paso a la irrupción definitiva de Dios en la tierra; la resurrección en la cual se rasga la tierra de una vez por todas, sumida en la vida misma de Dios. Se encuentra aquí una alusión a que se trata de una primera manifestación de Dios que está en continuidad con los acontecimientos del Antiguo Testamento, los cuales llevan consigo un carácter de promesa y tienden a su cumplimiento. Los exegetas han contado los días precedentes en los que, según el Evangelio de Juan, había tenido lugar la elección de los discípulos concluyen que este «tercer día» sería al mismo tiempo el sexto o séptimo desde el comienzo de las llamadas; como séptimo día sería, por así decirlo, el día de la fiesta de Dios para la humanidad, anti-cipo del sábado definitivo descrito, por ejemplo, en la profecía de Isaías que se cita poco antes en el texto. Hay otro elemento fundamental del relato relacionado con esta datación. Jesús dice a María, su madre, que todavía no le ha llegado su «hora». Eso significa, en primer lugar, que Él no actúa ni decide simplemente por iniciativa suya, sino en consonancia con la voluntad del Padre, siempre a partir del designio del Padre. De modo más preciso, la «hora» hace referencia a su «glorificación», en que cruz y resurrección, así como su presencia universal a través de la palabra y el sacramento, se ven como un todo único. La hora de Jesús, la hora de su «gloria», comienza en el momento de la cruz y tiene su exacta localización histórica: cuando los corderos de la Pascua son sacrificados, Jesús derrama su sangre como el

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verdadero Cordero. Su hora procede de Dios, pero está fijada con extrema precisión en el contexto de la historia, unida a una fecha lítúrgica y, precisamente por ello, es el comienzo de la nueva liturgia en «espíritu y verdad». Cuando en aquel instante Jesús habla a María de su hora, está relacionando precisamente ese momento con el del misterio de la cruz concebido como su glorificación. Esa hora no había llegado todavía, esto se debía precisar antes de nada. Y, no obstante, Jesús tiene el poder de anticipar esta «hora» misteriosamente con signos. Por tanto, el milagro de Caná se caracteriza como una anticipación de la hora y está interiormente relacionado con ella. ¿Cómo podríamos olvidar que este conmovedor misterio de la anticipación de la hora se sigue produciendo todavía? Así como Jesús, ante el ruego de su madre, anticipa simbólicamente su hora y, al mismo tiempo, se remite a ella, lo mismo ocurre siempre de nuevo en la Eucaristía: ante la oración de la Iglesia, el Señor anticipa en ella su segunda venida, viene ya, celebra ahora la boda con nosotros, nos hace salir de nuestro tiempo lanzándonos hacia aquella «hora». De esta manera comenzamos a entender lo sucedido en Caná. La señal de Dios es la sobreabundancia. Lo vemos en la multiplicación de los panes, lo olvemos a ver siempre, pero sobre todo en el centro de la historia de la salvación: en el hecho de que se derrocha a sí mismo por la mísera criatura que es el hombre. Este exceso es su «gloria». La sobreabundancia de Caná es, por ello, un signo de que ha comenzado la fiesta de Dios con la humanidad, su entregarse a sí mismo por los hombres. El marco del episodio -la boda- se convierte así en la imagen que, más allá de sí misma, señala la hora mesiánica: la hora de las nupcias de Dios con su pueblo ha comenzado con la venida de Jesús. La promesa escatológíca irrumpe en el presente. En esto, la historia de Caná tiene un punto en común con el relato de san Marcos sobre la pregunta que los discípulos de Juan y los fariseos hacen a Jesús: «¿Por qué tus discípulos no guardan el ayuno?». La respuesta de Jesús dice así: «¿Es que pueden ayunar los amigos del novio, mientras el novio está con ellos?» (cf. Mc 2, 18s). Jesús se presenta aquí como el «novio» de las nupcias prometidas de Dios con su pueblo, introduciendo así misteriosamente su existencia, Él mismo, en el misterio de Dios. En Jesús, de manera insospechada, Dios y el hombre se hacen uno, se celebran las «bodas», las cuales, sin embargo -y esto es lo que Jesús subraya en su respuesta-, pasan por la cruz, por el momento en que el novio «será arrebatado». Hay que considerar todavía otros dos aspectos del relato de Caná para sondear en cierta medida su profundidad cristológica: la autorrevelación de Jesús y su «gloria», que se nos ofrece. El agua, que sirve para la purificación ritual, se convierte en vino, en signo y don de la alegría nupcial. Aquí aparece algo del cumplimiento de la Ley, que llega a su culminación en el ser y actuar de Jesús. No se niega la Ley, no se deja a un lado, sino que se lleva a cumplimiento su intrínseca expectativa. La purificación ritual queda al fin y al cabo como un rito,

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como un gesto de esperanza. Sigue siendo «agua», al igual que lo sigue siendo ante Dios todo lo que el hombre hace sólo- con sus fuerzas humanas. La pureza ritual nunca es suficiente para hacer al hombre «capaz» de Dios, para dejarlo realmente «puro» ante Dios. El agua se convierte en vino. El don de Dios, que se entrega a sí mismo, viene ahora en ayuda de los esfuerzos del hombre, y con ello crea la fiesta de la alegría, urca fiesta que solamente la presencia de Dios y de su don pueden instituir. La investigación de la historia de las religiones cita como paralelismo precristiano del relato de Caná el mito de Dionisos, el dios que habría descubierto la vid y a quien se atribuye la transformación del agua en vino, un suceso mítico que se celebraba también litúrgicamente. El gran teólogo judío Filón de Alejandría (c. 13 a.C. hasta c. 45/50 d.C.) dio a este relato una nueva interpretación desmitificándolo: el verdadero dispensador del vino -afirma- es el Logos divino; Él es quien nos pro-porciona la alegría, la dulzura, el regocijo del vino verdadero. Pero además, Filón relaciona esta teología del Logos, en la perspectiva de la historia de la salvación, con Melquisedec, que presentó pan y vino para ofrecerlos en sacrificio. En Melquísedec el Logos es quien actúa y nos ofrece los dones esenciales para el ser humano; así, aparece al mismo tiempo como el sacerdote de una liturgia cósmica (Barrett, pp. 211 s). Es más que dudoso que Juan pensara en antecedentes de este tipo. Pero dado que Jesús mismo al explicar su misión hace referencia al Salmo 110, en el que aparece el sacerdocío de Melquisedec (cf. Mc 12, 3537); dado que la Carta a los Hebreos -relacionada teológicamente con el Evangelio de Juan- revela de forma precisa la teología de Melquisedec; dado que Juan presenta a Jesús como el Logos de Dios y Dios mismo; dado, en fin, que el Señor nos ha dado el pan y el vino como vehículos de la Nueva Alianza, seguramente también es licito razonar basándose en tales relaciones, y ver reflejado así en el relato de Caná el misterio del Logos y su liturgia cósmica, en la cual el mito de Dionisos es radicalmente transformado, pero también llevado a la verdad que encierra.

Lee el texto con detenimiento. Lee en casa el texto de las bodas de Caná. ¿ Qué dice Jesús en este relato a mi vida y a nuestra parroquia ( fíjate el significado de la “hora”, la sobreabundancia, el decir quien es para nosotros)? Comenta en grupo lo que más te llama la tención

LA IMAGEN DE LA VID

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Mientras la historia de Caná trata del fruto de la vid con su rico simbolismo, en Juan 15 -en el contexto de los sermones de despedida- Jesús retoma la antiquísima imagen de la vid y lleva a término la visión que hay en ella. Para entender este sermón de Jesús es necesario considerar al menos un texto fundamental del Antiguo Testamento que contiene el tema de la vid y reflexionar brevemente sobre una parábola sinóptica afín, que recoge el texto veterotestamentario y lo transforma. En Isaías 5, 1-7 nos encontramos una canción de la viña. Probablemente el profeta la ha cantado con ocasión de la fiesta de las Tiendas, en el marco de la alegre atmósfera que caracterizaba su celebración, que duraba ocho días (cf. Dt 16, 14).

Para la reflexión personal: Lee el texto con detenimiento:

Canción de la viña.

1 Voy a cantar a mi amigo

la canción de su amor por su viña.

Una viña tenía mi amigo

en un fértil otero.

2 La cavó y despedregó,

y la plantó de cepa exquisita.

Edificó una torre en medio de ella,

y además excavó en ella un lagar.

Y esperó que diese uvas,

pero dio agraces.

3 Ahora, pues, habitantes de

Jerusalén

y hombres de Judá,

venid a juzgar entre mi viña y yo:

4 ¿Qué más se puede hacer ya a mi

viña,

que no se lo haya hecho yo?

Yo esperaba que diese uvas.

¿Por qué ha dado agraces?

5 Ahora, pues, os hago saber,

lo que pienso hacer con mi viña:

quitar su seto, y será quemada;

desportillar su cerca, y será

pisoteada.

6 Haré de ella un erial que ni se

pode ni se escarde,

crecerá la zarza y el espino,

y a las nubes prohibiré

llover sobre ella.

7 Pues bien, viña de Yahvé Sebaot

es la Casa de Israel,

y los hombres de Judá

son su plantío exquisito.

Esperaba de ellos justicia, y hay

iniquidad;

honradez, y hay alaridos

Uno se puede imaginar cómo en las plazas, entre las chozas de ramas y hojas, se ofrecía todo tipo de representaciones, y cómo el profeta apareció entre los

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que celebraban la fiesta anunciándoles un canto de amor: el canto de su amigo y su viña. Todos sabían que la «viña» era la imagen de la esposa (cf. Ct 2, 15; 7, 13); así, esperaban algo ameno que correspondiera al clima de la fiesta. Y, en efecto, el canto empezaba bien: el amigo tenía una viña en un suelo fértil, en el que plantó cepas selectas, y hacía todo lo imaginable para su buen desarrollo. Pero después cambió la situación: la viña le decepcionó y en vez de fruto apetitoso no dio sino pequeños agracejos que no se podían comer. Los oyentes entienden lo que eso significa: la esposa había sido infiel, había defraudado la confianza y la esperanza, el amor que había esperado el amigo. ¿Cómo continuará la historia? El amigo aban-dona la viña al pillaje, repudia a la esposa dejándola en la deshonra que ella misma se había ganado.

Ahora está claro: la viña, la esposa, es Israel, son los mismos espectadores, a los que Dios ha mostrado el camino de la justicia en la Torá; estos hombres a los que había amado y por los que había hecho de todo, y que le han correspondido quebrantando la Ley y con un régimen de injusticias. El canto de amor se convierte en amenaza de juicio, finaliza con un horizonte sombrío, con la imagen del abandono de Israel por parte de Dios, tras el cual no se ve en ese momento promesa alguna. Se hace alusión a la situación que, en la hora angustiosa en que se verifique, se describe en el lamento ante Dios del Salmo 80: «Sacaste una vid de Egipto, expulsaste a los gentiles, y la trasplantaste; le preparaste el terreno... ¿Por qué has derribado su cerca para que la saqueen los viandantes...?» (vv. 9-13). En el Salmo, el lamento se convierte en súplica: «Cuida esta cepa que tu diestra plantó.... Dios de los ejércitos, restáuranos, que brille tu rostro y nos salve» (v 16-20).

Para la reflexión personal: ¿ Cual es la historia de amistad y amor de Dios en mi? ¿ Cómo descubro que la historia de nuestra comunidad es historia de amistad con Dios?

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Tras los profundos cambios históricos que tuvieron lugar a partir del exilio, todavía era ésta fundamentalmente la situación antigua y nueva que Jesús se encontró en Israel, y habló al corazón de su pueblo. En una parábola posterior, ya cercano a su pasión, retoma el canto de Isaías modificándolo (cf. Mc 12, 1-12). Sin embargo, en sus palabras ya no aparece la vid como imagen de Israel; Israel está ahora representado más bien por los arrendatarios de una viña, cuyo dueño ha marchado y reclama desde lejos los frutos que le corresponden. La historia de la lucha siempre nueva de Dios por y con Israel se muestra en una sucesión de «críados» que, por encargo del dueño, llegan para recoger la renta, su parte de la vendimia. En el relato, que habla del maltrato, más aún, del asesinato de los criados, aparece reflejada la historia de los profetas, su sufrimiento y lo infructuoso de sus esfuerzos. Finalmente, en un último intento, el dueño envía a su «hijo querido», el heredero, quien como tal también puede reclamar la renta ante los jueces y, por ello, cabe esperar que le presten atención. Pero ocurre lo contrario: los viñadores matan al hijo precisamente por ser el heredero; de esta manera, pretenden adueñarse definitivamente de la viña. En la parábola, Jesús continúa: «¿Qué hará el dueño de la viña? Acabará con los labradores y arrendará la viña a otros» (Mc 12, 9). En este punto la parábola, como ocurre también en el canto de Isaías, pasa de ser un aparente relato de acontecimientos pasados a referirse a la situación de los oyentes. La historia se convierte de repente en actualidad. Los oyentes lo saben: Él habla de nosotros (cf. v 12). Al igual que los profetas fueron maltratados y asesinados, así vosotros me queréis matar: hablo de vosotros y de mí. La exegesis moderna acaba aquí, trasladando así de nuevo la parábola al pasado. Aparentemente habla sólo de lo que sucedió entonces, del rechazo del mensaje ; de Jesús por parte de sus contemporáneos; de su muerte en la cruz. Pero el Señor habla siempre en el presente y en vista del futuro. Habla precisamente también con nosotros y de nosotros. Si abrimos los ojos, todo lo que se dice ¿no es de hecho una descripción de nuestro presente? ¿No es ésta la lógica de los tiempos modernos, de nuestra época? Declaramos que Dios ha muerto y, de esta manera, ¡nosotros mismos sere-mos dios! Por fin dejamos de ser propiedad de otro y nos convertimos en los únicos dueños de nosotros mismos y los propietarios del mundo. Por fin podemos hacer lo que nos apetezca. Nos desembarazamos de Dios; ya no hay normas por encima de nosotros, nosotros mismos somos la norma. La «viña» es nuestra. Empezamos a descubrir ahora las consecuencias que está teniendo todo esto para el hombre y para el mundo...

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Para reflexión personal ¿ Cuando y cómo intento desembarazarme de Dios? ¿ Cómo me siento colaborador de Dios y evito “apropiarme de su acción?. Hago examen de conciencia. Para la puesta en común: ¿ Cómo acojo mi ser parte de esta vid en las cosas concretas, en mi vida de comunidad? ¿ Que actitudes o pecados comunitarios reconocemos de cara a este texto?

Regresemos al texto de la parábola. En Isaías no había en este punto promesa alguna en perspectiva; en el Salmo, en el momento en que se cumple la amenaza, el dolor se convierte en oración. Ésta es la situación de Israel, de la Iglesia y de la humanidad que se repite siempre. Una y otra vez volvemos a estar en la oscuridad de la prueba, pudiendo clamar a Dios: «¡Restáuranos! ». En las palabras de Jesús, sin embargo, hay una promesa, una primera respuesta a la plegaria: «¡Cuida esta cepa!». El reino se traspasa a otros siervos: esta afirmación es tanto una amenaza de juicio como una promesa. Significa que el Señor mantiene firmemente en sus manos su viña, y que ya no está supeditado a los criados actuales. Esta amenaza-promesa afecta no sólo a los círculos dominantes de los que y con los que habla Jesús. Es válida también en el nuevo pueblo de Dios. No afecta a la Iglesia en su conjunto, es cierto, pero sí a las Iglesias locales, siempre de nuevo, tal como muestra la palabra del Resucitado a la Iglesia de Éfeso: «Arrepiéntete y vuelve a tu conducta primera. Sí no te arrepientes, vendré a tí y arrancaré tu candelabro de su puesto...» (Ap 2, 5). Pero a la amenaza y la promesa del traspaso de la viña a otros criados sigue una promesa mucho más importante. El Señor cita el Salmo 118,22: «La piedra que desecharon los arquitectos es ahora la piedra angular». La muerte del Hijo no es la última palabra. Aquel que han matado no permanece en la muerte, no queda «desechado». Se convierte en un nuevo comienzo. Jesús da a entender que Él mismo será el Hijo ejecutado; predice su crucifixión y su resurrección, y anuncia que de Él, muerto y resucitado, Dios levantará una nueva edificación, un nuevo templo en el mundo.

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Se abandona la imagen de la cepa y se reemplaza por la imagen del edificio vivo de Dios. La cruz no es el final, sino un nuevo comienzo. El canto de la víña no termina con el homicidio del hijo. Abre el horizonte para una nueva acción de Dios. La relación con Juan 2, con las palabras sobre la destrucción del templo y su nueva construcción, es innegable. Dios no fracasa; cuando nosotros somos infieles, Él sigue siendo fiel (cf. 2 Tm 2, 13). Él encuentra vías nuevas y más anchas para su amor. La cristología indirecta de las primeras parábolas queda superada aquí gracias a una afirmación cristológica muy clara. La parábola de la viña en los sermones de despedida de Jesús continúa toda la historia del pensamiento y de la reflexión bíblica sobre la vid, dándole una mayor profundidad. «Yo soy la verdadera la vid» (Jn 15, 1),dice el Señor. En estas palabras resulta importante sobre todo el adjetivo «verdadera». Con mucho acierto dice Charles K. Barrett: «Fragmentos de significado a los que se alude veladamente mediante otras vides, aparecen aquí recogidos y explicitados a través de Él. Él es la verdadera vid» (p. 461). Pero el elemento esencial y de mayor relieve en esta frase es el «Yo soy»: el Hijo mismo se identifica con la vid, Él mismo se ha convertido en vid. Se ha dejado plantar en la tierra. Ha entrado en la vid: el misterio de la encarnación, del que Juan habla en el Prólogo, se retoma aquí de una manera sorprendentemente nueva. La vid ya no es una criatura a la que Dios mira con amor, pero que no obstante puede también arrancar y rechazar. Él mismo se ha hecho vid en el Hijo, se ha identificado para siempre y ontológicamente con la vid. Esta vid ya nunca podrá ser arrancada, no podrá ser abandonada al pillaje: pertenece definitivamente a Dios, a través del Hijo Dios mismo vive en ella. La pro-mesa se ha hecho irrevocable, la unidad indestructible. Éste es el nuevo y gran paso histórico de Dios, que constituye el significado más profundo de la parábola: encarnación, muerte y resurrección se manifiestan en toda su magnitud. «Cristo Jesús, el Hijo de Dios... no fue primero "sí" y luego "no"; en Él todo se ha convertido en un "sí"; en Él todas las promesas de Dios han recibido un "sí"» (2 Co 1, 19s): así es como lo expresa san Pablo. El hecho es que la vid, mediante Cristo, es el Hijo mismo, es una realidad nueva, aunque, una vez más, ya se encontraba preparada en la tradición bíblica. El Salmo 80, 18 había relacionado estrechamente al «Hijo del hombre» con la vid. Pero, puesto que ahora el Hijo se ha convertido Él mismo en la vid, esto comporta que precisamente de este modo sigue siendo una cosa sola con los suyos, con todos los hijos de Dios dispersos, que Él ha venido a reunir (cf. Jn 11, 52). La vid como atributo cristológico contiene también en sí misma toda una eclesiología. Significa la unión indisoluble de Jesús con los suyos que, por medio de Él y con Él, se convierten todos en «vid», y que su vocación es «permanecer» en la vid. Juan no conoce la imagen de Pablo del «cuerpo de Cristo». Sin embargo, la imagen de la vid expresa objetivamente lo mismo: la imposibilidad de separar a Jesús de los suyos, su ser uno con Él y en Él. Así, las palabras sobre la vid muestran el carácter irrevocable del don concedido por Dios, que nunca será retirado. En la encarnación Dios se ha comprometido a sí mismo; pero al mismo tiempo estas palabras nos hablan de la exigencia de este don, que siempre se dirige de nuevo a nosotros reclamando nuestra respuesta.

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Como hemos dicho antes, la vid ya no puede ser arrancada, ya no puede ser abandonada al pillaje. Pero en cambio hay que purificarla constantemente. Pu-rificación, fruto, permanencia, mandamiento, amor, unidad: éstas son las grandes palabras clave de este drama del ser en y con el Hijo en la vid, un drama que el Señor con sus palabras nos pone ante nuestra alma. Purificación: la Iglesia y el individuo siempre necesitan purificarse. Los actos de purificación, tan dolorosos co-mo necesarios, aparecen a lo largo de toda la historia, a lo largo de toda la vida de los hombres que se han ' entregado a Cristo. En estas purificaciones está siempre presente el misterio de la muerte y la resurrección. Hay que recortar la autoexaltación del hombre y de las instituciones; todo lo que se ha vuelto demasiado grande debe volver de nuevo a la sencillez y a la pobreza del Señor mismo. Solamente a través de tales actos de mortificación la fecundidad permanece y se renueva. La purificación tiende al fruto, nos dice el Señor. ¿Cuál es el fruto que Él espera? Veamos en primer lugar el fruto que Él mismo ha producido con su muerte y resurrección. Isaías y toda la tradición profétíca habían dicho que Dios esperaba uvas de su viña y, con ello, un buen vino: una imagen para indicar la justicia, la rec-titud, que se alcanza viviendo en la palabra de Dios, en la voluntad de Dios; la misma tradición habla de que Dios, en lugar de eso, no encuentra más que agracejos inútiles y para tirar: una imagen de la vida alejada de la justicia de Dios y que tiende a la injusticia, la corrupción y la violencia. La vid debe dar uva de calidad de la que se pueda obtener, una vez recogida, prensada y fermentada, un vino de calidad. Recordemos que la imagen de la vid aparece también en el contexto de la última Cena. Tras la multiplicación de los panes Jesús había hablado del verdadero pan del cielo que Él iba a dar, ofreciendo así una interpretación anticipada y profunda del Pan eucarístico. Resulta difícil imaginar que con las palabras sobre la vid no aluda tácitamente al nuevo vino selecto, al que ya se ha había referido en Caná y que Él ahora nos regala: el vino que vendría de su pasión, de su amor «hasta el extremo» (Jn 13, 1). En este sentido, también la imagen de la vid tiene un trasfondo eucarístico; hace alusión al fruto que Jesús trae: su amor que se entrega en la cruz, que es el vino nuevo y selecto reservado para el banquete nupcial de Dios con los hombres. Aunque sin citarla expresamente, la Eucaristía resulta así comprensible en toda su grandeza y profundidad. Nos señala el fruto que nosotros, como sarmientos, podemos y debemos producir con Cristo y gracias a Cristo: el fruto que el Señor espera de nosotros es el amor -el amor que acepta con Él el misterio de la cruz y se convierte en participación de la entrega que hace de sí mismo- y también la verdadera justicia que prepara al mundo en vista del Reino de Dios. Purificación y fruto van unidos; sólo a través de las purificaciones de Dios podemos producir un fruto que desemboque en el misterio eucarístico, llevando así a las nupcias, que es el proyecto de Dios para la historia. Fruto y amor van unidos: el fruto verdadero es el amor que ha pasado por la cruz, por las purificaciones de Dios. También el «permanecer» es parte de ello. En Juan 15, 1-10 aparece diez veces el verbo griego ménetn (permanecer). Lo que los Padres llaman perseve-rantia -el perseverar pacientemente en la comunión con el Señor á través de todas las vicisitudes de la vida- aquí se destaca en primer plano. Resulta fácil un primer

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entusiasmo, pero después viene la constancia también en los caminos monótonos del desierto que se han de atravesar a lo largo de la vida, la paciencia' de proseguir siempre igual aun cuando disminuye el romanticismo de la primera hora y sólo queda el «sí» profundo y puro de la fe. Así es como se obtiene precisamente un buen vino. Agustín vivió profundamente la fatiga de esta paciencia después de la luz radiante del comienzo, después del momento de la conversión, y precisamente de este modo conoció el amor por el Señor y la inmensa alegría de haberlo encontrado. Si el fruto que debemos producir es el amor, una condición previa es precisamente este «permanecer», que tiene que ver profundamente con esa fe que no se aparta del Señor. En el versículo 7 se habla de la oración como un factor esencial de este permanecer: a quien ora se le promete que será escuchado. Rezar en nombre de Jesús no es pedir cualquier cosa, sino el don fundamental que, en sus sermones de despedida, Él denomina como «la alegría», mientras que Lucas lo llama Espíritu Santo (cf. Lc 11, 13), lo que en el fondo significa lo mismo. Las palabras sobre el permanecer en el amor remiten al último versículo de la oración sacerdotal de Jesús (cf. Jn 17, 26), vinculando así también el relato de la vid al gran tema de la unidad, que allí el Señor presenta como una súplica al Padre.

Para la reflexión personal: Purificación, fruto, permanencia, mandamiento, amor, unidad: ¿ cómo afronto mi vida desde estas claves? ¿cómo me dejo moldear por Dios desde estos parámetros? ¿ cual me cuesta más?. Para la puesta en común. Pon en común experiencias que sean ejemplo de lo que has leido en este ultimo texto. ¿ Que experiencias o aspectos crees que debemos trabajar en la comunidad para vivir desde estas claves? Terminamos leyendo alguno de los textos del evangelio propuestos

Así este año hemos de plantearnos nuestra

vinculación a la Vid, nuestra identidad como vid, y

nuestra fidelidad como trabajadores en esta viña.

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Tema eje (II parte):

Id también vosotros a

mi viña: Mt 20, 3-4

El laicado en nuestra Iglesia.

Somos PARTE DE LA VID Y TRABAJADORES EN LA VIÑA.

Lo recuerda San Gregorio Magno quien, predicando al pueblo, comenta de este

modo la parábola de los obreros de la viña: «Fijaos en vuestro modo de vivir,

queridísimos hermanos, y comprobad si ya sois obreros del Señor. Examine cada

uno lo que hace y considere si trabaja en la viña del Señor».

Por ello es urgente que reavivemos nuestra vinculación a la viña del Señor desde

la Vocación bautismal que hemos recibido. Reflexionaremos sobre nuestra

identidad de la mano de esta exhortación , así trabajaremos directamente los

textos.

TEXTO II( reflexión personal y en grupo) EXHORTACIÓN APOSTÓLICA POST-SINODAL

CHRISTIFIDELES LAICI DE SU SANTIDAD JUAN PABLO II SOBRE VOCACIÓN Y MISIÓN DE LOS LAICOS EN LA IGLESIA Y EN EL MUNDO

N ·3

La voz del Señor resuena ciertamente en lo más íntimo del ser mismo de cada cristiano que,

mediante la fe y los sacramentos de la iniciación cristiana, ha sido configurado con Cristo, ha

sido injertado como miembro vivo en la Iglesia y es sujeto activo de su misión de salvación.

Pero la voz del Señor también pasa a través de las vicisitudes históricas de la Iglesia y de la

humanidad, como nos lo recuerda el Concilio: «El Pueblo de Dios, movido por la fe que le

impulsa a creer que quien le conduce es el Espíritu del Señor que llena el universo, procura

Curso 2007 / 2008 parroquia de San Alfonso 26

discernir en los acontecimientos, exigencias y deseos, de los cuales participa juntamente con

sus contemporáneos, los signos verdaderos de la presencia o del designio de Dios. En efecto,

la fe todo lo ilumina con nueva luz, y manifiesta el plan divino sobre la entera vocación del

hombre. Por ello orienta la mente hacia soluciones plenamente humanas».(6)

Es necesario entonces mirar cara a cara este mundo nuestro con sus valores y problemas, sus

inquietudes y esperanzas, sus conquistas y derrotas: un mundo cuyas situaciones económicas,

sociales, políticas y culturales presentan problemas y dificultades más graves respecto a

aquél que describía el Concilio en la Constitución pastoral Gaudium et spes.(7) De todas

formas, es ésta la viña, y es éste el campo en que los fieles laicos están llamados a vivir su

misión. Jesús les quiere, como a todos sus discípulos, sal de la tierra y luz del mundo (cf. Mt

5, 13-14). Pero ¿cuál es el rostro actual de la «tierra» y del «mundo» en el que los cristianos

han de ser «sal» y «luz»?

Es muy grande la diversidad de situaciones y problemas que hoy existen en el mundo, y que

además están caracterizadas por la creciente aceleración del cambio. Por esto es

absolutamente necesario guardarse de las generalizaciones y simplificaciones indebidas. Sin

embargo, es posible advertir algunas líneas de tendencia que sobresalen en la sociedad

actual. Así como en el campo evangélico crecen juntamente la cizaña y el buen grano,

también en la historia, teatro cotidiano de un ejercicio a menudo contradictorio de la libertad

humana, se encuentran, arrimados el uno al otro y a veces profundamente entrelazados, el

mal y el bien, la injusticia y la justicia, la angustia y la esperanza.

...Sólo dentro de la Iglesia como misterio de comunión se revela la «identidad» de los fieles

laicos, su original dignidad. Y sólo dentro de esta dignidad se pueden definir su vocación y

misión en la Iglesia y en el mundo.

Para la reflexión personal: ¿ cómo vivo mi identidad en la Iglesia? ¿ siento mi vida en la Iglesia como una vocación a entroncarme con Jesucristo?

Quiénes son los fieles laicos

9....Al dar una respuesta al interrogante «quiénes son los fieles laicos», el Concilio,

superando interpretaciones precedentes y prevalentemente negativas, se abrió a una

visión decididamente positiva, y ha manifestado su intención fundamental al afirmar la

plena pertenencia de los fieles laicos a la Iglesia y a su misterio, y el carácter peculiar de

su vocación, que tiene en modo especial la finalidad de «buscar el Reino de Dios

tratando las realidades temporales y ordenándolas según Dios».(14) «Con el nombre de

laicos —así los describe la Constitución Lumen gentium— se designan aquí todos los

fieles cristianos a excepción de los miembros del orden sagrado y los del estado religioso

sancionado por la Iglesia; es decir, los fieles que, en cuanto incorporados a Cristo por el

Bautismo, integrados al Pueblo de Dios y hechos partícipes a su modo del oficio

sacerdotal, profético y real de Cristo, ejercen en la Iglesia y en el mundo la misión de

todo el pueblo cristiano en la parte que a ellos les corresponde».(15)

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1.- Los fieles laicos y la índole secular

13. Con otra imagen —aquélla del edificio— el apóstol Pedro define a los bautizados como

«piedras vivas» cimentadas en Cristo, la «piedra angular», y destinadas a la «construcción de

un edificio espiritual» (1 P 2, 5 ss.). La imagen nos introduce en otro aspecto de la novedad

bautismal, que el Concilio Vaticano II presentaba de este modo: «Por la regeneración y la

unción del Espíritu Santo, los bautizados son consagrados como casa espiritual».(18)

El Espíritu Santo «unge» al bautizado, le imprime su sello indeleble (cf. 2 Co 1, 21-22), y lo

constituye en templo espiritual; es decir, le llena de la santa presencia de Dios gracias a la

unión y conformación con Cristo.

Con esta «unción» espiritual, el cristiano puede, a su modo, repetir las palabras de Jesús: «El

Espíritu del Señor está sobre mí; por lo cual me ha ungido para evangelizar a los pobres, me

ha enviado a proclamar la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos, a poner en libertad

a los oprimidos, y a proclamar el año de gracia del Señor» (Lc 4, 18-19; cf. Is 61, 1-2). De

esta manera, mediante la efusión bautismal y crismal, el bautizado participa en la misma

misión de Jesús el Cristo, el Mesías Salvador.

15. La novedad cristiana es el fundamento y el título de la igualdad de todos los bautizados

en Cristo, de todos los miembros del Pueblo de Dios: «común es la dignidad de los miembros

por su regeneración en Cristo, común la gracia de hijos, común la vocación a la perfección,

una sola salvación, una sola esperanza e indivisa caridad».(28) En razón de la común

dignidad bautismal, el fiel laico es corresponsable, junto con los ministros ordenados y con

los religiosos y las religiosas, de la misión de la Iglesia.

Pero la común dignidad bautismal asume en el fiel laico una modalidad que lo distingue,

sin separarlo, del presbítero, del religioso y de la religiosa. El Concilio Vaticano II ha

señalado esta modalidad en la índole secular: «El carácter secular es propio y peculiar

de los laicos».(29)

...Ciertamente, todos los miembros de la Iglesia son partícipes de su dimensión secular; pero

lo son de formas diversas. En particular, la participación de los fieles laicos tiene una

modalidad propia de actuación y de función, que, según el Concilio, «es propia y peculiar»

de ellos. Tal modalidad se designa con la expresión «índole secular».(32)

En realidad el Concilio describe la condición secular de los fieles laicos indicándola,

primero, como el lugar en que les es dirigida la llamada de Dios: «Allí son llamados por

Dios».(33) Se trata de un «lugar» que viene presentado en términos dinámicos: los fieles

laicos «viven en el mundo, esto es, implicados en todas y cada una de las ocupaciones y

trabajos del mundo y en las condiciones ordinarias de la vida familiar y social, de la que su

existencia se encuentra como entretejida».(34) Ellos son personas que viven la vida normal

en el mundo, estudian, trabajan, entablan relaciones de amistad, sociales, profesionales,

culturales, etc. El Concilio considera su condición no como un dato exterior y ambiental,

sino como una realidad destinada a obtener en Jesucristo la plenitud de su

significado.(35) Es más, afirma que «el mismo Verbo encarnado quiso participar de la

convivencia humana (...). Santificó los vínculos humanos, en primer lugar los familiares,

donde tienen su origen las relaciones sociales, sometiéndose voluntariamente a las leyes

de su patria. Quiso llevar la vida de un trabajador de su tiempo y de su región».(36)

Curso 2007 / 2008 parroquia de San Alfonso 28

De este modo, el «mundo» se convierte en el ámbito y el medio de la vocación cristiana de

los fieles laicos, porque él mismo está destinado a dar gloria a Dios Padre en Cristo. El

Concilio puede indicar entonces cuál es el sentido propio y peculiar de la vocación divina

dirigida a los fieles laicos. ..

En efecto, los fieles laicos, «son llamados por Dios para contribuir, desde dentro a modo de

fermento, a la santificación del mundo mediante el ejercicio de sus propias tareas, guiados

por el espíritu evangélico, y así manifiestan a Cristo ante los demás, principalmente con el

testimonio de su vida y con el fulgor de su fe, esperanza y caridad».(37)

...En efecto, Dios les manifiesta su designio en su situación intramundana, y les

comunica la particular vocación de «buscar el Reino de Dios tratando las realidades

temporales y ordenándolas según Dios».(38)

Para la reflexión personal: ¿ Que realidades están esperando nuestra presencia? ¿ A dónde te llama Dios?

2.- vocación: Llamados a la santidad

16

La dignidad de los fieles laicos se nos revela en plenitud cuando consideramos esa

primera y fundamental vocación, que el Padre dirige a todos ellos en Jesucristo por medio del

Espíritu: la vocación a la santidad, o sea a la perfección de la caridad. El santo es el

testimonio más espléndido de la dignidad conferida al discípulo de Cristo.

El Concilio Vaticano II ha pronunciado palabras altamente luminosas sobre la

vocación universal a la santidad. Se puede decir que precisamente esta llamada ha sido la

consigna fundamental confiada a todos los hijos e hijas de la Iglesia, por un Concilio

convocado para la renovación evangélica de la vida cristiana.(41) Esta consigna no es una

simple exhortación moral, sino una insuprimible exigencia del misterio de la Iglesia. Ella es

la Viña elegida, por medio de la cual los sarmientos viven y crecen con la misma linfa santa

y santificante de Cristo; es el Cuerpo místico, cuyos miembros participan de la misma vida

de santidad de su Cabeza, que es Cristo; es la Esposa amada del Señor Jesús, por quien Él se

ha entregado para santificarla (cf. Ef 5, 25 ss.). El Espíritu que santificó la naturaleza humana

de Jesús en el seno virginal de María (cf. Lc 1, 35), es el mismo Espíritu que vive y obra en la

Iglesia, con el fin de comunicarle la santidad del Hijo de Dios hecho hombre.

Es urgente, hoy más que nunca, que todos los cristianos vuelvan a emprender el camino de la

renovación evangélica, acogiendo generosamente la invitación del apóstol a ser «santos en

toda la conducta» (1 P 1, 15).

Curso 2007 / 2008 parroquia de San Alfonso 29

3.- Santificarse en el mundo

17. La vocación de los fieles laicos a la santidad implica que la vida según el Espíritu se

exprese particularmente en su inserción en las realidades temporales y en su

participación en las actividades terrenas. ... Refiriendo estas palabras del apóstol a los fieles

laicos, el Concilio afirma categóricamente: «Ni la atención de la familia, ni los otros deberes

seculares deben ser algo ajeno a la orientación espiritual de la vida».(45)

...A su vez los Padres sinodales han dicho: «La unidad de vida de los fieles laicos tiene una

gran importancia. Ellos, en efecto, deben santificarse en la vida profesional y social

ordinaria. Por tanto, para que puedan responder a su vocación, los fieles laicos deben

considerar las actividades de la vida cotidiana como ocasión de unión con Dios y de

cumplimiento de su voluntad, así como también de servicio a los demás hombres, llevándoles

a la comunión con Dios en Cristo».(46)

Los fieles laicos han de considerar la vocación a la santidad, antes que como una obligación

exigente e irrenunciable, como un signo luminoso del infinito amor del Padre que les ha

regenerado a su vida de santidad. Tal vocación, por tanto, constituye una componente

esencial e inseparable de la nueva vida bautismal, y, en consecuencia, un elemento

constitutivo de su dignidad. Al mismo tiempo, la vocación a la santidad está ligada

íntimamente a la misión y a la responsabilidad confiadas a los fieles laicos en la Iglesia y en

el mundo.

Para la reflexión personal: ¿ Cómo participo de la realidad de nuestro mundo desde mi bautismo? ¿La Parroquia me ayuda a ser sal en nuestro mundo? ¿ me lanza o me aísla? ¿ Que lugares de salvación veo y cuales obstaculizan el reino?

Curso 2007 / 2008 parroquia de San Alfonso 30

3.-Concreción de la misión de transformar el mundo:

Participación en la vida parroquial

.1 La parroquia

26. La comunión eclesial, aún conservando siempre su dimensión universal, encuentra su

expresión más visible e inmediata en la parroquia. Ella es la última localización de la Iglesia;

es, en cierto sentido, la misma Iglesia que vive entre las casas de sus hijos y de sus hijas.(90)

En definitiva, la parroquia está fundada sobre una realidad teológica, porque ella es una

comunidad eucarística.(94) Esto significa que es una comunidad idónea para celebrar la

Eucaristía, en la que se encuentran la raíz viva de su edificación y el vínculo sacramental de

su existir en plena comunión con toda la Iglesia. Tal idoneidad radica en el hecho de ser la

parroquia una comunidad de fe y una comunidad orgánica, es decir, constituida por los

ministros ordenados y por los demás cristianos, en la que el párroco —que representa al

Obispo diocesano(95)— es el vínculo jerárquico con toda la Iglesia particular.

El compromiso apostólico en la parroquia

27... Los fieles laicos deben estar cada vez más convencidos del particular significado que

asume el compromiso apostólico en su parroquia. Es de nuevo el Concilio quien lo pone de

relieve autorizadamente: «La parroquia ofrece un ejemplo luminoso de apostolado

comunitario, fundiendo en la unidad todas las diferencias humanas que allí se dan e

insertándolas en la universalidad de la Iglesia.”

Los laicos han de habituarse a trabajar en la parroquia en íntima unión con sus

sacerdotes, a exponer a la comunidad eclesial sus problemas y los del mundo y las cuestiones que se refieren a la salvación de los hombres, para que sean examinados y

resueltos con la colaboración de todos; a dar, según sus propias posibilidades, su personal

contribución en las iniciativas apostólicas y misioneras de su propia familia eclesiástica».

La indicación conciliar respecto al examen y solución de los problemas pastorales «con la

colaboración de todos», debe encontrar un desarrollo adecuado y estructurado en la

valorización más convencida, amplia y decidida de los Consejos pastorales parroquiales,

en los que han insistido, con justa razón, los Padres sinodales.(102)

En las circunstancias actuales, los fieles laicos pueden y deben prestar una gran ayuda al

crecimiento de una autentica comunión eclesial en sus respectivas parroquias, y en el dar

nueva vida al afán misionero dirigido hacia los no creyentes y hacia los mismos creyentes

que han abandonado o limitado la práctica de la vida cristiana.

Si la parroquia es la Iglesia que se encuentra entre las casas de los hombres, ella vive y obra

entonces profundamente injertada en la sociedad humana e íntimamente solidaria con sus

aspiraciones y dramas. A menudo el contexto social, sobre todo en ciertos países y

ambientes, está sacudido violentamente por fuerzas de disgregación y deshumanización. El

hombre se encuentra perdido y desorientado; pero en su corazón permanece siempre el

deseo de poder experimentar y cultivar unas relaciones más fraternas y humanas. La

respuesta a este deseo puede encontrarse en la parroquia, cuando ésta, con la

Curso 2007 / 2008 parroquia de San Alfonso 31

participación viva de los fieles laicos, permanece fiel a su originaria vocación y misión: ser

en el mundo el «lugar» de la comunión de los creyentes y, a la vez, «signo e instrumento» de

la común vocación a la comunión; en una palabra ser la casa abierta a todos y al servicio de

todos, o, como prefería llamarla el Papa Juan XXIII, ser la fuente de la aldea, a la que todos

acuden para calmar su sed.

2.- Anunciar el Evangelio :tarea fundamental

33. Los fieles laicos, precisamente por ser miembros de la Iglesia, tienen la vocación y

misión de ser anunciadores del Evangelio: son habilitados y comprometidos en esta tarea por

los sacramentos de la iniciación cristiana y por los dones del Espíritu Santo.

. Alimentados por la activa participación en la vida litúrgica de la propia comunidad, -

participan con diligencia en las obras apostólicas de la misma,

- conducen a la Iglesia a los hombres que quizás viven alejados de Ella;

-cooperan con empeño en comunicar la palabra de Dios, especialmente mediante la

enseñanza del catecismo;

-poniendo a disposición su competencia, hacen más eficaz la cura de almas

-y también la administración de los bienes de la Iglesia».(122)

3.- Ha llegado la hora de emprender una nueva evangelización

....Ciertamente urge en todas partes rehacer el entramado cristiano de la sociedad

humana.

Los fieles laicos —debido a su participación en el oficio profético de Cristo— están

plenamente implicados en esta tarea de la Iglesia. En concreto, les corresponde testificar

cómo la fe cristiana —más o menos conscientemente percibida e invocada por todos—

constituye la única respuesta plenamente válida a los problemas y expectativas que la vida

plantea a cada hombre y a cada sociedad. Esto será posible si los fieles laicos saben superar

en ellos mismos la fractura entre el Evangelio y la vida, recomponiendo en su vida

familiar cotidiana, en el trabajo y en la sociedad, esa unidad de vida que en el Evangelio

encuentra inspiración y fuerza para realizarse en plenitud.

Repito, una vez más, a todos los hombres contemporáneos el grito apasionado con el que

inicié mi servicio pastoral: «¡No tengáis miedo! ¡Abrid, abrid de par en par las puertas a

Cristo! Abrid a su potestad salvadora los confines de los Estados, los sistemas tanto

económicos como políticos, los dilatados campos de la cultura, de la civilización, del

desarrollo. ¡No tengáis miedo!...

Esta nueva evangelización —dirigida no sólo a cada una de las personas, sino también a

enteros grupos de poblaciones en sus más variadas situaciones, ambientes y culturas— está

destinada a la formación de comunidades eclesiales maduras, en las cuales la fe consiga

liberar y realizar todo su originario significado de adhesión a la persona de Cristo y a su

Evangelio, de encuentro y de comunión sacramental con Él, de existencia vivida en la

caridad y en el servicio.

Los fieles laicos tienen su parte que cumplir en la formación de tales comunidades eclesiales,

no sólo con una participación activa y responsable en la vida comunitaria y, por tanto, con su

Curso 2007 / 2008 parroquia de San Alfonso 32

insustituible testimonio, sino también con el empuje y la acción misionera entre quienes

todavía no creen o ya no viven la fe recibida con el Bautismo.

En relación con la nuevas generaciones, los fieles laicos deben ofrecer una preciosa

contribución, más necesaria que nunca, con una sistemática labor de catequesis. Los Padres sinodales han acogido con gratitud el trabajo de los catequistas, reconociendo que

éstos «tienen una tarea de gran peso en la animación de las comunidades eclesiales».(125)

Los padres cristianos son, desde luego, los primeros e insustituibles catequistas de sus hijos,

habilitados para ello por el sacramento del Matrimonio; pero, al mismo tiempo, todos

debemos ser conscientes del «derecho» que todo bautizado tiene de ser instruido, educado,

acompañado en la fe y en la vida cristiana.

CUESTIONARIO PARA EL TRABAJO EN GRUPOS:

1.-Señala los aspectos más interesantes del texto, los interrogantes y las dudas que te han surgido a raíz de la misma lectura. 2.- La espiritualidad laical se concreta en el mundo, donde estamos llamados a anunciar la Buena Noticia. ¿ Qué lugares de tu vida están siendo de forma más intensa espacio de Dios, lugar de santificación ( realización de la vida cristiana) Coméntalos en grupo. ¿Qué dificultades encuentras a la hora de llevar a la práctica tu compromiso cristiano en el mundo? ¿CÓMO NOS AYUDA LA PARROQUIA A ELLO? 4.- ¿ CÓMO VIVES LA CORRESPONSABILIDAD EN LA PARROQUIA? ¿ Que impulso o nuevos elementos hemos de incorporar para ser más fieles a la misión recibida? ¿Qué pasos se pueden ir dando para avanzar en corresponsabilidad y en un compromiso que sea evangelizador y transformador de las personas.?

Curso 2007 / 2008 parroquia de San Alfonso 33

Consejo de pastoral

parroquia

Catequesis

Iniciación

cristiana

De infancia

I Etapa

8 a 10 años

EUCARISTIA Encuentros semanales

IIEtapa : Preas

11 a 14 años

CONFIRMACIÓN Juegos y encuentros

Domingos 12:00

De Reiniciación en

la fe

Grupo de adultos

Equipo de

acompañamiento

personal a quienes

solicitan los

sacramentos de

iniciación en edad

adulta Catequesis

sacramental

Bautismales

BAUTIZOS ULTIMOS

SÁBADOS DE MES

Prematrimoniales

Cursos y acompañamiento

Juventud

Vida comunitaria Acción social

Liturgia

Grupo de jóvenes

Domingos –mañana

Confirmación

Monitores de campamento

de verano y urbano

Oración joven

Encuentros

Equipo Misión Joven

Escuela de formación

Ultimo sábado de cada mes

Curso 2007 / 2008 parroquia de San Alfonso 34

Consejo de pastoral parroquia

Vida de comunidad

Vida litúrgica

Catequesis

Vida en caridad

Acción social

Equipo de liturgia

Taller de oración

Mensual

Oración

2º y 4º Lunes de mes

Coros de animación:

11; 12; 13; 17

Retiros de oración

BAUTIZOS

Oración

eucarística

Jueves 19:30

Equipo de ministros de la comunión a

enfermos

Oración de

jóvenes

Curso 2007 / 2008 parroquia de San Alfonso 35

Consejo de

pastoral

parroquial

Liturgia

Vida comunitaria Catequesis

Vida en caridad

Acción social

Pastoral de

familia

Vida ascendente

Servicios Grupos de

vida cristina: Lectura

Bíblica

Pastoral de inmigrantes

Equipo

coordinador

Equipo de despacho parroquial

Equipo de mantenimiento del templo

Delegados de Bloque

(1 por cada

bloque)

3 Grupos de vida cristiana

Domingos- mañana

Equipo de

Economía

11 Grupos de lectura Bíblica.

Grupo de vida para jóvenes

Comunidad de

Jóvenes

Grupo de matrimonios

Jóvenes

Taller de familia Formación un

domingo al mes

Equipo de acompañamiento a los matrimonios

jóvenes. Bautizos y

prematrimoniales

Equipo cordinador

De inmigrantes

4 grupos de vida cristiana

Jueves 17:00

Equipo de padres y madres

de Iniciación

cristina

Curso 2007 / 2008 parroquia de San Alfonso 36

Acción social

Equipo

Coordinador

Menores

RAKAPAKA

JUVENTUD

Dovela

Mayores: Inmigrante

s

Equipo de

seguimiento a

familias

Proyecto

Canguro: Acogida

Bielorrusa

Equipo de acogida: trabajadores sociales y voluntariado

Despacho y atención primaria

Martes y Miércoles

Equipo de

COORDINACIÓN

EQUIPO DE VISITAS

A COLEGIOS

Apoyo escolar LUNES

Informática MIERCOLES

Talleres VIERNES

Tiempo

libre SABADOS

Campamento

Aula de

Informátic

a

Mujer

inmigrante

Mayores

Lunes,

miércoles y

sábados:

Servicio

jurídico

EQUIPO DE SENSIBILIZACIÓN a

la comunidad: campañas y acciones

comunes

Ludoteca

Zona de

juegos

Zona -

Deportes

SERVICIO DE EMPLEO

Soie (arciprestal) COMERCIO JUSTO

Difusión y oferta de

productos

CENTRO DE DIA SAN ALFONSO

Grupo coordinador:

tres parroquias

Actividades

culturales

Coro

Memorización

LUNES A

SABADOS

Salidas y

excursiones

Pastoral de la

salud

grupo de

atención

domiciliaria

ESCUELA DE FORNACIÓN DEL

VOLUNTARIADO: ENCUENTROS

MENSUALES SOBRE LECTURA

CREYENTE DE LA REALIDAD Y

DSI

CAMPAMENTO

DE VERANO

ZONA -INFORMATICA

Servicio de atención e

información

Grupos

Taller de formación para

padres y madres

( formación de talante

cristiano en coordinación con otros grupos parroquiales)

CONSEJO PASTORAL PARROQUIAL

ACCIÓN SOCIAL EN LA PARROQUIA