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VOLUMEN MEXICO. XI e NUMERO 12 AGOSTO DE 1957 E J EM P LAR: $ 2.00 exlCO .P-U'BL-I CA DA POR LA UNIVERSIDAD NACIONAL AUTONOMA DE MEXICO MUNDO EL y hasta la entraña misma de nuestro vivir. Y no hay más remedio que escuchar. Co- mo a regañadientes el público se siente atraído hacía el escritor. Empieza por aprenderse su nombre, pues por todas partes le aseguran que 'se trata de un autor de verdadero mérito. Después le llegan como por casualidad noticias de segunda o tercera mano sobre algunas de las ideas de !nuestro escritor. Por capilaridad esas ideas se filtran hacia abajo y van afectando a grupos cada vez más amplios. A ese grupo de ensayistas que inter- pretan el vivir de nuestros pueblos per- tenecen, por ejemplo, Martí- nez Estrada, que en su Radiografía de ia Por Manuel DURAN Ya Francisco Ayala ha expuesto la dura realidad de la situación del escritor en nuestros países en una serie de brillantes y amargos ensayos. Lo que nos interesa subraya.r hoy no es la regla sino su excepción.. De vez en cuando aparece . un libro de ensayos -ensayos de inter- pretación histórica, filosófica o socioló- gica de la vida en uno de estos países- que parece penetrar con certero golp" , CASTRO, - . H .1 S P- AN1 eo :en .París 'es vivir; escri- - bir en Madrid -afirmaba Larra . '. a principios del pasado, y h.oy, agregaria sin duda 'y en es mo¡:i"r." '¡':1'esCritor serio, el· es<;rit9r 'que trata temas científicos, sociológicos, históricos, el ensayista no periodístico, el novelista y el poeta viven en nuestros países de lengua española -o portugue- sa- de milagro; actúan sobre Un público ínfimo,. les es n,egada casi siempre la satisfacción de poder vivir de' sus escri- tos, y si vez. les arrastra la ilu- sión a creer que pueden -influir en forma definitiva o' inmediata en' la sociedad de ,del nlundq contemporáneo' no tardan; .Pt:9nto, "La teorta parece' aplicable a otros pueblos de lengua espafíolo" . . ., M ID' L" d 1 días e Biblioteca americana, por Ern-::sto SUMARIO: To)'nbee, América Castro y el mundo hlspamco, por. al}ue uran a t e . r1a e ¡¡s . d ntal de mis libros por Alfonso Mejía Sánehéz e Dos poemas de Jaime Torres Bodet e El baleon, FranClsel? Tano e Islario. oeume r Ildefonso Valdés e Reyes e El n/ur smtido v el sentido del mar, por M. P. e De un caP1tUi'0 del Qltl}ote al teatro de Cervantes, po Nieholsoll e Música por Marsias y Grfeo, por Tomis Segovia e Confesión p por Johalllly.f;' e. Csrta e Dibujos (le AI;drée Luis Sandi v Jesús Ea! y Gay e Teatro, por Juan (,arela onee e I 10J, p.or omas la .. Burg y Juan Sonano.

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VOLUMEN

MEXICO.

XI e NUMERO 12

AGOSTO DE 1957

E J E M P LAR: $ 2.00

• •exlCO

.P-U'BL-I CA DA POR LA UNIVERSIDAD NACIONAL AUTONOMA DE MEXICO

MUNDOELyhasta la entraña misma de nuestro vivir.Y no hay más remedio que escuchar. Co­mo a regañadientes el público se sienteatraído hacía el escritor. Empieza poraprenderse su nombre, pues por todaspartes le aseguran que 'se trata de unautor de verdadero mérito. Después lellegan como por casualidad noticias desegunda o tercera mano sobre algunasde las ideas de !nuestro escritor. Porcapilaridad esas ideas se filtran haciaabajo y van afectando a grupos cadavez más amplios.

A ese grupo de ensayistas que inter­pretan el vivir de nuestros pueblos per­tenecen, por ejemplo, Ezequ~el Martí­nez Estrada, que en su Radiografía de ia

Por Manuel DURAN

Ya Francisco Ayala ha expuesto la durarealidad de la situación del escritor ennuestros países en una serie de brillantesy amargos ensayos. Lo que nos interesasubraya.r hoy no es la regla sino suexcepción.. De vez en cuando aparece

. un libro de ensayos -ensayos de inter­pretación histórica, filosófica o socioló­gica de la vida en uno de estos países­que parece penetrar con certero golp"

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AME~I.CO CASTRO,- .

H .1 S P- A N 1 e o"'ESCR~BIR :en .París 'es vivir; escri­- bir en Madrid -afirmaba Larra. '. a principios del sigl~ pasado, y

h.oy, agregaria sin duda 'y en Mé~ico'­

es mo¡:i"r." '¡':1'esCritor serio, el· es<;rit9r'que trata temas científicos, sociológicos,históricos, el ensayista no periodístico, elnovelista y el poeta viven en nuestrospaíses de lengua española -o portugue­sa- de milagro; actúan sobre Un públicoínfimo,. les es n,egada casi siempre lasatisfacción de poder vivir de' sus escri­tos, y si ;1lgup.~ vez. les arrastra la ilu­sión a creer que pueden -influir en formadefinitiva o' inmediata en' la sociedadde masq~ ,del nlundq contemporáneo' notardan; .Pt:9nto, ~n _q~edar deseng~ñados.

"La teorta parece' aplicable a otros pueblos de lengua espafíolo"

. . ., M ID' L" d 1 días e Biblioteca americana, por Ern-::stoSUMARIO: To)'nbee, América Castro y el mundo hlspamco, por. al}ue uran ~ a te.r1a e ¡¡s . d ntal de mis libros por AlfonsoMejía Sánehéz e Dos poemas de Jaime Torres Bodet e El baleon, ~r FranClsel? Tano e Islario. oeume r Ildefonso Per~da Valdés eReyes e El n/ur smtido v el sentido del mar, por M. P. e De un caP1tUi'0 del Qltl}ote al teatro de Cervantes, po Nieholsoll e Música porMarsias y Grfeo, por Tomis Segovia e Confesión p?éti~a, ppor Johalllly.f;' ~eeheT e. Csrta ~e Iyn~f~:;;:'l~~Ji:J~Uño e Dibujos (le AI;dréeLuis Sandi v Jesús Ea! y Gay e Teatro, por Juan (,arela onee e I 10J, p.or omas ego~ la

. . Burg y Juan Sonano.

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..... UNIVERSIDAD DE MEXICO

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Doctor Nabar Carrillo.

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toriador de hoy no tiene más remedioque forjarse y pulirse su propio instru­mento de óptica que, -permitiéndOle verli1ás allá de sus propias narices, le mues­tre la nariz de C1eopatra. Un instrumen­to, desde luego, _con potentes filtros 'quedejen pasar' ciertos hechos y: no otros.Las teorías históricas son. ante todo cri­terio de sel~ción y, hechos y' valores.La historia económica, más o menos -te­ñida de materialismo histórico, como enPirenne, y sobre todo en Mare B,Ioch,es uno de tales instrumentos. Las teorías~íclicas de Toynbee, con su reto y elcontragolpe de la reacción, sus estadosuniversales y sus iglesias-crisálidas, ,hanayudado al historiador inglés a eliminarel caos a su manera. La de Castro, quenudiéramos sintetizar como un estudiode los íntimos conflictos de valores enel alma de un pueblo en formación, haayudado sobremanera a reinterpretar to­da la historia medieval española, y pa­rece aplicable -a la de los otros paísesde lengua española.

Como ha escrito Edmundo D'Gorman,(véase su artículo '~Historia y vida", pu­blicado en Dianoia), la historia. no puedeser una ciencia acumulativa porque a ca­da generación cambian sus postulados.,Con los montones de ladrillos acarrea­dos pacientemente por las generacionesanteriores no podemos hacernos la casade hoy; nuestro gusto en materia de la­drillos ha cambiado. "La historia -se­ñala Castro- -es, ante todo, la conexiónde valores en que un pueblo articula suexistencia; su realidad se hace presente enla expresión temporal y geográfica desus dimensiones valiosas." ("]:<:n el um­bral de la historia", NRFH, VII). Ve­mos lo que nuestra constelación de valo~res nos permite ver, y actuamos a suluz. Más que los hed;os históricos, in-'teresan a Castro las posturas vitales quepermitían a los hombres de! pasado ar­ticular y valorar los hecho.s y valoresque se dibujaban en el honzonte de laépoca. Y también le interesa lo que nose hiz.o. lo que no se pudo hacer. (Yengran parté lo que no se pudo hacer enEspaña, o se hizo muy parcial y margi­nalmente, es la ciencia, el racionalismo, e!confort). "He tenido así -nos dice- queconstruir una figura historiable en la cualcupiesen tanto las posibilidades de losdesarrollos como sus opuestos. He tomadocomo centro y agente de esta historia eltaller de vida en que la historia ha idof raguándose, y no parciales rasgos psico­lógicos, siempre genéricos e i~conexos. ~ohe pensado tampoco que la~ cIrcunstancIasexteriores fueran aislables del curso mis­mo de la vicia, como si ésta fuese unarealidad ya previamente dada sobre lacual cayeran causas o motivos, La vidahistórica consiste en un curso o procesointerior a ella misma, dentro del cual lasmotivaciones exteriores adquieren fOT­

ma y realiclad, es decir, se convierten enhechos y- acontecimientos dotados de sen­tido, Estos últimos dibujan la peculiarfisonomía de un pueblo, y hacen patenteel 'dentro' de su vida, nunca igual al. deotras comunidades' Hitiúarias." ,

(Señalemos desde ahora, y a riesgo dedistraernos en una digresión, que Toyn­bee, en su afán de trazar grandes líneasg-enerales, no habla más que de una solacultura occidental; para Castro -aun­Que hasta ahora no se haya ocupado afondo más que de lo hispánico- lasituación resulta mucho lúás compleja y

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"importada" funciona en el hispáni!:oCastro como instrumento al servicio deúna angustiadora pregunta. No se tratade averiguar aué es "lo eterno español"como si Séneca y Lucano (o incluso losvisigodos) hubieran ya sido españole~,

como si lo español fuera una esencIaplatónica llovida de un misterioso cielo.Para precisar cómo nace España hay querechazar un supuesto "carácter nacional"eterno y fijo. Pero evitando también elver lo histórico como una fluidez cons­tante y completa, siempre al mismo rit­mo, sin polarizaciones, sin crisis; sinpuntos culminantes. "En todo caso -de­clara Castro- el caos confuso de hechosy acontecimientos fragmentados que elhistoriador del pasado ,o del presente sacaa luz, no es por sí solo historia." (Toyn­bee critica también duramente este tipo dehistoria cuando afirma que en eIla elhistoriador nos ofrece 'one damned thingafter another', un hecho tras otro sinton ni son, sin orden, conexión ni estruc­tura) .

La reconstrucción integral d~l pasado,a base d{. un número infinito de datos,es una utopía positivista en la que soña­ba el Mommsen joven pero a la que,a la postre, tuvo que renunciar. El his-

La Revista no se hace responsable de losoriginales que no hayan sido solicitados.

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Jaime Garda Terrés.

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Doctor Efrén C. del Pozo.

UNIVERSIDAD NACIONALDE MEXICO

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Juan Martín.

pampa nos da una vblón desolada delgaucho en conflicto con un paisaje quele impide arraigar en parte alguna, conun proyecto de vida que suprime todaestabilidad y en relación de desamor conla tierra misma que lo sustenta. Y Oc­tavio Paz, cuyo Laberinto de la soledades quizá hoy todavia, (por encima delas obras de interpretación sociológicay filosófica del grupo Hiperión, más -ri­cas algunas en detalles, pero derivadascon frecuencia de su ejemplo y llevadaspor una similar tendencia). la máximainterpretaci6n dcl 'vivir de! ,mexicano.Vivir en conflicto, conflicto frente allaberinto de espejos de la propia sole­dad y a-l laberinto de tendencias que seentrecruzan de la historia. El mexicanose busca en la maldición, se exalta enla imprecación o se desgarra en la có­lera, se eleva en vilo '¡en la emocióncolectiva de la fiesta, buscando salida asu soledad; se transforma a veces, fue­ra del país, en pachuco, como protestacontra una sociedad demasiado diferen­te; se aferra a su propio yo en su ambi­valente actitud frente a la mujer o a lamadre; crea y es destruido en el res­pirar inmenso e ininterrumpido del pre­sente histórico. Angustia y búsqueda queno son ya puramente las del mexicanosino las de todo hombre moderno delmundo occidental que se haya quedadosin las dos defensas tradicionales frentea la 'muerte:- una rteligión vitalmentesatisfactoria o una posición racionalistad.e confianza en e! progreso y en la cien­cIa.

"¡ Que inventen ellos!" clamaba otrobuscador angustiado, Unamuno, sin aban­donar el proyecto de "españolizar a Eu­ropa". Los mismos "inventos" extranje­ros toman a veces en el mundo hisDánicouna direccióI~ algo distinta de la original.América Castro, nutrido de filología(un "invento" alemán-suiza-francés) yde historicismo y existencialismo germa­nos, experto en las técnicas históricas delos medievalistas franceses, nos da unejemplo, con sus ensayos de interpreta­ción histórica del vivir hispánico a par­tir de España en su histor·ia, de cómo lafilología- y el análisis de textos, técnicasrelativamente "objetivas", científicas yabstractas. pueden, al aplicarse a lo his­oánico, adquirir matices de insospechado

, interés vital, de dramatismo, de creaciónartística, de obsesionante inmediatez ('nsus contactos con el pasado. "Como re­sultado de ser como es la vida histórica(nos aclará el propio Castro), las activi­dades y cualidades val·iosas de un PllP­

blo no siempre se incorporan autén­ticamente, y en el mismo modo, en lavida de otro. Los valores de cada "mo­rada" ry por "morada" entiende Castroel vivir dentro de cierto horizonte deposi,bilidades o preferencias y de imposi­bilidades1 arraigan únicamente en otrasde parecida disposición, y, aun así. ufunción y sus resultados son muy dife­rentes. Descartes no ha funcionado enAlemania como en Francia, ni Hegel enFrancia como en Alemania. Incluso ob­servamos cómo dentro de un mismo paísciertos fenómenos valiosos quedan ais­lados o con escaso cultivo, cuando sonexcepcionales o inesperados respecto delos hábitos y preferencias dominantes:'las ciencias en España, la filosofía en los

, Estados Unidos,ia música en los pue­blos anglosajones, tendencias místicas y:pascalianas eil Francia, la literatura he­roic2 en Italia." La técnica filológica

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CASTROHISPANICO

pieron a llorar. La mayor parte del díalloraron, sin saber aproximadamente porqué. Recorrían la casa llorando. Visita­ron toda la casa y el patio, sin dejar niun instante de llorar. Todo a la vez losconmovía y todo los inundaba de gozo.Todo era leve y claro y nuevo para ellos,como en una clara dicha.

Por la tarde, alrededor de las tres,abrieron de par en par el balcón y se sen­taron en él, como de costumbre. Era elúltimo día del verano y se podían contaruno a uno los árboles en el bosque. Pre­guntó ella:

-Dime, ¿ soñaste algo?

Pero eran ya perfectamente invisibles,y la casa entera, desde hacía muchos años,permanecía cerrada, incluyendo el balcón.Ningún vecino en el pueblo recordaba yaquién habría podido habitar en otro tiem­po la casa.

definitiva, a los "lujos": poesía lírica,confort, actitudes racionalistas. Todo ellollegará a España más tarde que a otrospaíses. El racionalismo, sobre todo, su­pone cierta objetivización de q u e elespañol, sumido en sus conflictos ínti­mos, se siente incapaz. A nadie se lepuede exigir que piense con claridad so­bre problemas externos mientras se sien­te agobiado por hondas crisis interiores.En lo que el racionalismo tenía de ele­mento perturbador del orden religiosoy teológico, era también grave amenazapara la conciencia española, que se ha­bía impuesto frente a la superior culturaárabe ayudada en gran parte por lacreencia en la superioridad de sus valo­res religiosos.

Naturalmente habría que distinguiraquí por una parte la aplicación de lasteorías históricas de Castro a la historiade España, y por otra el cuerpo teóricomismo. La interpretación que da Castroa la historia de España ha sido criticadaen algún punto concreto por varios es­pecialistas, rechazada en su totalidadpor otros. Parece más útil en su carácterde hipótesis de formación del pueblo es­pañol Ique p~ra explicar las sucesivasvicisitudes de este pueblo en siglos pos­teriores, tales como el XVIII y el XIX, enque los factores racionalistas y europei­zantes pesan más. Jean Sarrailh, enL'Espagne éc!airée dans la 2ft moitié duXVII/e. siecle, muestra cuán intensa esla corriente racionalista en España enaquella época; Campomanes hace deHobbes (más que el del Leviatán,el Hobbes del De Cive) la clave del pen­samiento político español de ciertos gru­pos. Vicente L10rens ha analizado socio­lóg-icamente con gran finura las posibi­lidades de adaptación y desarrollo deciertas ideas dieciochescas en los g-ruposde españoles desterrados en Inglaterraen la época romántica. El libro de Batai­1I0n sobre Erasmo indica un poderosoinflujo "moderado" en la España rena­centista. Toda interpretación "liberal" o"progresista" de la historia de Españasubraya la presencia de valores racio­nalistas en España. Finalmente, la obrade Menéndez Pelayo sobre la ciencia es-

Le pareclO· comoque se dormía, peropor una eternidad deaños.

"D e b o s e g u i r-admitió-o He deregresar a casa cuan­to antes". Y luego:"No me dejaré em­baucar; no debo. Esprobable que él meespere, pues va sien­do hora del desayu­no".

TOYNBEE, AMERICOy EL MUNDO

y así lo hizo, sa­cudiendo de sus fal­das hasta la últimahoja. Allá iba.

y he aquí que cuando llegó a su casa,ya muy entrada la mañana, se encontrócon que su hijo sí estaba allí, como supo­nía. Acababa de levantarse y los dos rom-

(Viene de la pág. 2)

matizada, y le interesa diferenciar a lospueblos occidentales entre sí).

"Parto de la creencia -afirma- dehaber realizado el pueblo hispano obrasde alto valor, en enlace casi siempre consituaciones muy apretadas y desapacibles."Esas situaciones quedan ya definidas enEspaña en su. historia, y los estudios sub­siguientes no han modificado en esenciala trayectqria Ide Cmstro,. "Un pueblomantiene sus preferidas (y por tanto po­sibles) maneras de actividad valiosa,mientras le dura el ímpetu vital, o hastaque es modificado interiormente porotras gentes que vengan a mezclarse conél, o es aniquilado por algún cataclismo.Las invasiones germánicas acabaron pormodificar la vividura [es decir, el. modocomo los hombres viven dentro de lamorada de la vida y reaccionan frentea su horizonte vital] del pueblo romano;los franconormandos cambiaron la es­tructura de los britániC'Os; gentes delNorte de la Península Ibé Ica, entrela­zadas con la acción secular de moros yjudíos, forjaron la especial disposiciónde vida de los es.pañoles." España nacecomo drama como conflicto, en las vi­vencias de esas gentes del Narte en con­tacto agobiador con otros grupos -mo­ros, judíos- más poderosos, ricos, há­biles o pacientes que ellos, frente a losque había que imponerse por un ·~s­

fuerzo de cordial y apasionada auto­afirmación. El mito de Santiago, hermanode .Tesucristo, ayuda a los primitivos es­pañoles a sobreponerse a sus terrores.Sólo una constante vigilancia -que noexcluye la insidiosa asimilación de ele­mentos, materiales y actitudes ele mo­ros y judíos en la estructura del idiomaesnañol yen la vida íntima de los espa­ñoles, permite a los hombres del Nortesobrevivir y, finalmente, imponerse. ha­biendo sido previamente moldeados porel conflicto interior que su convivenciacon árabes y judíos les imponía. La si­tuación de crisis permanente que Castrove en la formación de los españoles en laEdad Media impone, claro está, ciertaslimitaciones. Hay que renunciar, de mO­mento, y quizá en algún caso en forma

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perdido. Lo presentía ahora sobre el pue­blo. Aquí o allá, pero sobre el pueblo, amerced del aire y a oscuras. Aquella ini­cua oscuridad del cielo la cegaba. No ladejaba mirar, buscarlo.

Ya iba camino del bosque, sin saberlo,revolviendo con los pies las hojas, levan­tando torbellinos de hojas, asustando depaso a los pájaros. Sin saberlo, iba yaformando parte de aquella presurosa no­che que le encogía el ánimo. ¿ Qué tiempollevaría el niño caminando, llamándola sincesar por entre los árboles, tropezándosey enredándose en las ramas, tratando devolver a casa? Echó cuentas del tiempo:qué mortal consancio. Aunque pudiera serque el niño durmiera. Para aquella horassiempre estaba dormido. Entonces recor­dó un sueño, la primera noche que llamóal doctor. El niño, en su sueño, dormía,mas en tanto su cabeza crecía, crecía y es­tallaba de improviso. Simultáneamente elcuarto se llenaba de mariposas. Mas eldoctor había dicho que ni aun en sueñosocurren semejantes cosas y que hacía malen imaginárselo de esa manera.

Ya estaba haciéndose de día, una esplen­dorosa mañana, y el bosque iba quedandoatrás, cubierto de hojas. De no haber lle­vado tamaña prisa le habría agradado de­tenerse y escuchar durante un buen ratoel raro rumor de las hojas. Quizás, a pe­sar de todo, se sentara. ¿ Hacía mal en es­cucharlo? ¿ Qué mal podría haber en queuna mujer, a quien su hijo se le ha per­dido, se siente un momento en el bosquey se ponga a escuchar esa música? ; Quéotra música mejor y más suave que la deesas limpias hojas que nacen y mueren enel árbol y que después caen y vuelven avivir de nuevo, tan pronto empieza a so­plar un poco de viento? Se sentaría allí,desde luego, aunque después siguiera bus­cando a su hijo.

Pensaba ahora en el balcón. Yen cuan­do era joven. No recordaba, por cierto,haber sido niña alguna vez. Aquel día enque se casó todo el firmamento estabaazul y su balcón cubierto de flores. Teníapresente su rostro como si se mirara a unespejo. Cuán lejos se hallaba aquel díade imaginar que su marido moriría tanpronto. La última vez de todas lo vio ves­tido de soldado. Adiós, adiós, le decía. Desoldado su marido. ¿ Y para qué? Se echóa reir, sin quererlo. Mas tanto y tantopensaba, tal era el ruido de sus pensa­mientos que había dejado de prestar aten­ción al raro ruido de las hojas. La vida lepareció extraña, hermosa, triste y largacomo un monótono sueño. Sintió ganasde llorar y después de reir alocadamentey por fin, de cubrirse todo el cuerpo conaquellas hojas.

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pañola fue un intento, en gran partef~ustrado, encaminado a mostrar que enEspaña había ciencia "como en cualquierotra parte".

Pero no basta mostrar que en Españahaya habido ciencia, racionalismo, ateís­mo, erasmismo, etc., pues lo que Castropostula no es la exclusión de tales ideasy valores de la historia de España, sinosu carácter marginal, y, a la postre, ino­perante. El estudio de Castro sobre elerasmismo en España muestra, por ejem­plo, cómo las tendencias utópicas y con­ciliadoras difundidas por España en laprimera mitad del siglo XVI se desvane­cen a la primera dificultad sin dejar ras­tro en la política española o en la acti­tud vital del pueblo. El trabajo de EarlHamilton sobre la política económica delos Austrias, War and Prices in Spain :1500-1750, permite observar una vez másla imposibilidad de objetivar valores (eneste caso los económicos) característicade un pueblo no racionalista: los Aus­trias (e incluso los primeros Barbones,antes de que se impongan las nuevasteorías económicas) se preocupan antétodo de la justicia social, muy poco dela economía como tal. Hamilton estudiala curva de los salarios obreros y la delos precios y observa que la primerasiempre se sitúa por encima de la segun­da. Se produce, pues, la crisis de la in­dustria española en gran parte porquelos precios que el gobierno obliga a man­tener bajos no dejan margen de benefi­cios suficiente para hacer frente a unacrisis o para ampliar las empresas. EnInglaterra ocurre todo 10 contrario.

EL siglo XVIII, que señala el apogeo delas ideas racionalistas, es tambi¿n el deltriunfo de 10 popular. El Gaya que ana­liza Ortega y Gasset (en Papeles sobreVelázquez y GO'\Kl) es el ejemplo má­ximo de fusión de estas dos tendencias:el hombre del pueblo se convierte a lasideas progresistas, las incorpora a suobra, y hace que sus imágenes -violen­tas, chillonas, sombrías, desesperadas­se pongan con frecuencia al servicio delas ideas liberales. Pero esta síntesis serepite pocas veces a 10 largo de la his­toria de España.

y cuando la síntesis no se produce, 10raCIOnal queda en posición marginal. Cu­riosidad, novedad, instrumento para al­canzar fines muy concretos; no formade vida. Y, al mismo tiempo, lo his­pánico penetra en la conciencia de otrospueblos más racionales y objetivos co­mo curiosidad y también con caráctermarginal. Quienes no sientan previasimpatía por las acciones v creaciones deun pueblo -señala Castró~ no las acep­tarán por valiosas por mucho que lasencarezcamos. Sin una adecuada recep­tividad para cierta clase de valores, és­tos pueden resbalar sobre la sensibilidaddel lector; así aconteció al teatro de Sha­kespeare en el siglo XVIII, v lo mismoocurre hoy con grandes valores de lahistoria asiática, o ignorados o incolll­prendidos." "Todos los pueblos poseenuna morada vital y a veces hay entreellas aparentes analogías, e incluso unanálogo mobiliario humano rferrocarri­les, carreteras, hoteles, etc.] Piénsase en­tonces que el mundo de los hombres esuno, y que llegará a serlo del todo cuan­de los beneficios de la civilización seextíendan aún más. Obsérvese, no obs­tante, que mucho de lo visible en di­cho 'mobiliario' vital no deriva autén­ticamente de las posibilidades de la pro-

pia vividura." La existencia en el mundohispánico de instituciones consagradas ala ciencia y al racionalismo, y la pre­sencia, incluso abundancia a veces, deciertas manifestaciones exteriores deciencia y técnica -ferrocarriles, automó­viles, incluso centros de energía atómi­ca, como pronto los habrá- no significaque dichas instituciones y tales produc­tos de la ciencia y la técnica ocupen enel mundo hispánico el mismo lugar queen otras partes. El mundo hispánicoacepta los varares técnicos "objetivos",pero colocándolos al servicio de la glori­ficación de la persona, de la exaltaciónde los valores humanos tales como elvoluntarismo, el personalismo, el caudi­llismo. Lo abstracto y general se haceconcreto y apasionado, personal, violen­to, arrebatado. Un ejemnlo literario ayu­da a precisar estas diferencias: pense­mos en los sutiles matices que separanel Don Juan español de Tirso, vendaval

Toynbee- "es también dialéctico"

de pasiones, en que e! desbordamiento dela voluntad de vivir v triunfar desem­boca en problemas Ú~ológicos frente aun Dios personal, y e! Don Juan refle­jado en la cultura francesa por obra ygracia de Moliere. El Don Juan españoles arrebatado y violento; el francésmás refinado y razonador, trata' de in~d~cir a que blasfeme a un pobre men­dwo que le pide limosna por amor delCielo, yac ab a socorriéndolo "pourI'amour de l'~~manité". Mientras Que­vedo y GraClan transforman el estiloliterario en la más personal de las armasofensivas y defensivas, Descartes 10 des­nuda y simplifica para llegar a "ideasclaras y distintas" y abrir paso a todoel racionalisnlo moderno. La línea que".a de De~cartes, el que creía que el sen­tIdo comun era la cosa mejor repartidadel mundo, a la Revolución Francesa,con su culto a la Diosa Razón a la Hu­manidad, al Progreso, ha sido' exploradanumero.sas veces. Baste señalar que noes pOSIble trazar línea análoga en e!mundo de lengua española: las influen­cias visibles de la Revolución Francesay su culto al racionalismo en las Cons­tituciones de los países de lengua espa­ñola hacen más patentes las diferencias(me separan ambos mundos. Bien sabidoes que las Constituciones de dichos paí­ses encubren con frecuencia el más des­nudo personalismo y caudillismo. Los"factores reales de poder" se concentrancon frecuencia en estos países en manosde un "condottiere", tirano, cacique, o

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dictador, que gobierna con frecuenciaamparándose en la Constitución viola­da y pretendie~do salvaguardar los prin­cipios democráticos y racionalistas enella inscritos. Se nos dirá que las Cons­tituciones no se cumplen a la letra -tan­to si son racionalistas y democráticas co­mo si no lo son- en ningún país delmundo. También en este caso se tratade una cuestión de matiz. Es cierto queno se cumplen. exactamente en otrospaíses; pero las diferencias entre la teo­ría y la práctica son menos descaradase irritantes en otras partes. Los re­cientes estudios sobre la Constituciónmexicana de 1857 vienen a confirmareste carácter efímero, artificial y mar­ginal de las grandes ref~)fmas. li~e:alesy progresistas en los paIses hIS~a11lCos.

Las reformas impuestas desde arnb~ porminorías "europeizantes" y progresI.stas,bien intencionadas, y con frecuencia lle­vadas a cabo por hombres de intelirenciay heroísrrio jamás bastante alabados, sehallan siempre en peligro al no ser acep­tadas sino a regañadientes por la m~sa

de la población. Tal cosa ha ocurndocon el erasmismo en el siglo XVI, con laConstitución de 1812 en la España ocho­centista, con 'la Reforma en el .Méxicoporfirista. No es extraño que SI suma­mos tantos matices diferenciales, si aña­dimos uno a otro todos los rasgos queseparan el mundo. hispánico de las otraszonas de la civilización occidental. v nro­cedemos con un criterio no lJIistó¡'¡co\,basado simplemente en la situación ?c­tual del mundo v no en herencias cll1­turales comunes. llegaremos a conclusio­nes tan imprevistas como irritantes: ellector de la reciente obra de Vera Mi­rheles Dean, The Structure of the NonT;jIestern W orld, se da cuenta con indig­nada sorpresa de que la obra contieneun largo capítulo consag-rado a la Amé­rica Latina considerada como parte delmundo en ~ue impera un modo de vidanI) occidental. Si definimos lo occidentalsimple y puramente en términos de d~­mocracia. tecnología y racionalismo, el lI­bro de Vera Micheles Dean tiene razón,dentro, claro está, de un esquematismoalgo forzado, dentro de una visión enblanco y negro que desdeña matices yobliga a la autora a clasificar a todoslos países, a todas las zonas, en dos úni­cas casillas, la del mundo occidental vla de! mundo no occidental. Y claro estállue en ese Laso forzoso es reclamar tam­bién .para España el "privilegio" de per­tenecer al mundo no occidental. La cosaes mucho más compleja, y no cabedefinir al mundo occidental de maneratan somera. Si subravamos su aspectoracional. saltan a la vista, en pleno co­razón histórico de este mundo -o de lacivilización precedente, afiliada a la pre­sente con relación de parentesco, comoquiere Toynbee- una serie de posturasirracionales en el mundo gTie¡;o: el 01'­

fismo, el misticismo neoplatónico (y va­rios aspectos de la obra del propio Pla­tón, etc.). Sin hablar del irracionalismomedieval, de las invasiones de demoniosen el siglo XIV y xv, de los delirios co­lectivos que con frecuencia sacuden aEuropa y culminan en el nazismo. Siqueremos definir lo occidental por unacendrado amor a la cultura, por la pai­deia de que largamente habla \VernerJaeger, los monasterios medievales, loshumanistas del Renacimiento y los enci­clopedistas dieciochescos, no nos pareceque en el mundo hispánico sea la cultura

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Leviatán- "C!a1 le del rmsamiento rspmio/"

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menos apreciada que en otros sectores.Un poeta ilustre es más apreciado y es­cuchado en México, España o la Argen­tina que en el Canadá o en Estados Uni­dos. Pasión y razón, aventura y orden,entusiasmo y contención se mezclan enproporciones diversas en las diversas re­giones del mundo occidental; la razónpura y desnuda es una abstracción. dela que la filosofía europea moderna vieneabjurando desde Kierkegaard y Nietzs­che, desde Bergson y Unamuno. (Obser­vemos de paso cómo el mundo hispánicosólo ha producido filósofos de ",alla enel siglo veinte, en la bajamar del racio­nalismo) .

Si, en cambio, definimos 10 occidentalcomo una zona de inquietud, de dinamis­mo, de inestabilidad, no tendremos yaescrúpulo alguno en incluir en ~l al m~n­do hispánico. Inquietud, dinamismo e m­estabilidad que no excluyen cierta actituddefensiva, e incluso· cierta absorción deelementos no occidentales allí donde eloccidente (y el mundo hispánic.o) quedaadyacente a culturas no oCClder:tal~:;:absorción de elementos moros y JUdlOSen España, de elementos precortesiano:'(o en algunos puntos de r.estos de cu~­

turas africanas) en el contmente amen­cano. Esto obliga al mundo occidental aentablar un diálogo con culturas no oc­cidentales. El diálogo no ha concluído.y tales diálogos, aunque sean incómodos,aunque nos estorben en nuestro afán cla­sificador, aunque nos impongan nuevosproblemas y matices nuevos, suelen serhistóricamente fecundos.

Ahora bien: la técnica del diálogo tieneotro nombre: se llama dialéctica. La dia­léctica aplicada a la historia cuenta conraíces no occidentales: la tensión armó­nica entre Ying y Yang, la lucha entreun mundo de luz y un mundo de tinie­blas entre los primitivos persas (cuyo ecose ha observado recientemente en unode los textos del Mar Muerto), el mani­queísmo del joven San Agustín. En elmundo occidental, la dialéctica -Herá­clito, Sócrates, Proclo, Schleiermacher,Hegel, Marx- es un intento por orga­nizar la naturaleza y la historia segúnciertos ritmos, y hacer que de las opo­siciones v contrastes surja una posibili­dad de ~lOvimiento, cambio y progreso.(Para el griego, más interesado en lanaturaleza que en la historia, la dialéc-

tica es un método para investilTar la rea­lidad y ~legar a. definir las bideas quesustentan tal realidad.) A partir del sigloXIX la historia ocupa en el mundo oc­cidental, obsesionado con la evolución elcambio, el progreso, un lugar central '; yla dialéctica, en Hegel o Marx, es elpunto, que sin cesar se desplaza y pro­gresa, en que historia y filosofia se unenen apretada conexión. Para Hegel, segúnfrase de Ferrater Mora, "los momento;;dialécticos de la tesis, la antítesis y lasíntesis son los momenots del desenvol­vimiento de lo que es en sí hasta llegar,a través de su ser en otro, al ser en ypara sí mismo". Es éste el gran descu­brimiento del romanticismo alemán ex­plícito ya en Fichte, implícito en la' viday la obra de Holderlin, Novalis, y otrospoetas románticos: para llegar al ser hayque perderse en la otredad; sólo dejandode ser nosotros mismos podemos volver,enriquecidos, a nuestro propio centro;nos conocemos y nos definimos, no me­diante el aferrarnos a nuestro propio ser,sino en la entrega, el abandono, el diá­\ogo; como dirá en nuestro tiempo Bre­ton, la véritable existence est ailleurs. Elyo necesita del no-yo para definirse yprecisarse; el hombre necesita del amor,que lo exalte y lo saque fuera de sí, parano perderse en un estéril narcisismo. Elser de Hegel vuelve a sí mismo tras unalarga marcha por la naturaleza y la his­toria. Todo diálogo -toda dialéctica­implica un salirse fuera de uno mismo,un escuchar que nos convierte por unmomento en nuestro interlocutor. Marxaplica el diálogo a un plano estrictamentehistórico, halla en la oposición entre lasclases sociales las fuentes más activasdel cambio histórico y del progreso, yapunta hacia el día en que cese el diálogoporque ya haya llegado el hombre a laplenitud de su ser histórico, a la armonía

. de sus ímpetus, y pueda dedicarse a latarea de ser, no a la de luchar por llegaral ser.

En una u otra forma son también dia­lécticas las grandes obras sobre el ser delos pueblos hispánicos de que hablábamosen la primera parte de este capítulo, ylo es también el libro, más amplio y ge­neral, puesto que abarca todas las civi-

,!izaciones y todos lus períodos históricos,/1 Study 01 History, de Toynbee. Nosinteresa ahora aclarar en qué sentido secomplementan tales visiones dialécticas dela historia.

Para Martínez Estrada lo esencial es 'el diálogo -diálogo desolado y desola­dor- entre el gaucho y la pampa. ParaPaz, el laberinto de la soledad de queel mexicano trata de escapar es la vidacompleja e incompleta en que un pueblotrata de interiorizar su proceso históricoy poner paz en los hondos problemas in­ternos que lo desgarran. Para AméricaCastro el diálogo entre cristianos, morosy judíos crea la España moderna y tam­bién la lastra con una serie de actitudespeculiares y problemas insolubles que hayque ir llevando a cuestas. Si consideramosal paisaje como creación humana -encontraposición a la naturaleza o la geo­grafía, ajenas al hombre, el paisaje essiempre, como quería Amiel, un estadode alma- se trata en todos estos casosde problemas internos, de "vivir desvi­viéndose". y la en fermedad propia de lospueblos hispánicos será un desgarramien­to íntimo a duras penas superado. Frentea esta dialéctica interna, la dialéctica quepropugnan o t r a s tendencias históricas(con excepción, quizá, de algunas páginasde Dilthey) es al mismo tiempo másabstracta y más exterior. No nos reco­nocemos a nosotros mismos, con nuestrosproblemas y nuestras esperanzas, en lastríadas de Hegel. Marx es ya más terreti terre, y la indígnación de sus mejoresmomentos tiene un sabor más humanoque la espléndida serenidad sideral deHegel. Pero en los pensadores hispánicosa que nos hemos referido hay una recrea­:ión artística de las esencias históricas quepresta a los conflictos íntimos que des­criben toda la grandeza trágica y ator­mentada de un héroe de novela dosto­yevskiana y una complicación psicológicasin la cual personas y momentos histó­ricos nos parecen hoy desdibujados y co­mo de cartón. Hegel nos dice que lo con­creto puede hacerse espíritu. Castro, Es­trada o Paz nos muestran el rítmico fluirde lo concreto espiritualizado, del espírituconcretizado, en el inquieto discurrir in­terno, en la dialéctica subjetiva de lospueblos hispánicos.

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Frente a estos tres pensadores la obrade Toynbee es a la vez más y menos.Más, porque es de una ambición y unacomplicación casi ilimitadas, superadastan sólo por las más completas sumasmedievales y por la obra de Hegel. Me­nos, porque en su afán de trazar grandeslíneas generales Toynbee nos lleva a unplano menos vivo, concreto e inmediato;le interesan demasiado el nacimiento y lamuerte de las culturas (o su conserva­ción y supervivencia en las iglesias-cri­sálidas) para prestar minuciosa atencióna las situaciones de conflicto en que lasculturas se debaten y tratan de tomarconciencia de sí mismas. La obra. comen­zada en 1921 y terminada en 1954, se hamodificado sensiblemente durante el cur­so de su elaboración: la creciente impor­tancia dada a las religiones crea unafalta de equilibrio entre el final de laobra y sus primeros volúmenes. Pero elhecho esencial que nos interesa destacarahora es que Toynbee da cabida en suidea de la historia a varios tipos de dia­léctica, algunos de los cuales se acercanmucho a ·los de las obras hispánicas ci­tadas. La dialéctica de "reto y reacción"es, de todas, quizá la más mecánica, aun­que, aplicada a pueblos tan dispares comolos egipcios y los esquimales, produzcar e s u 1t ados sumamente interesantes. Avaincre sans péril on triomphe sans gloiresegún el clásico verso de Corneill'e: lo~egipcios triunfan no porque la vida seafácil y abundante en el valle del Nilosino por todo lo contrario: porque eÍtrabaj~ de cultivo, arduo y complicado,les obhga a coo.rdinar esfuerzos y volun­tades. Los esqUImales quedan paralizadosporque el ambiente exterior, duro en de­masía,. polariza todas sus energías y noles deja un sobrante de esfuerzo sin elcual, por mínimo que sea, toda empresade progreso y civilización resulta impo­sible. La dificultad debe, pues, ser gran­de, pero no excesiva. Ya fundada unacultura, ésta se vitaliza con frecuencian:e.~iante un proceso de dialéctica y opo­SIClOn frente a culturas vecinas: al diá­logo, frecuentemente áspero, con el mun­do ext~rior, sigue el diálogo con las cul­turas cIrcundantes: los egipcios, por ejem­plo, fueron galvanizados por los sucesivos1J:1pactos de los Hyksos, los "pueblos m:l­nnos", los asirios. persas y mecedonios.lo cual les permitió prolongar la vida desu cultura en forma casi increíble. Y,finalmente, en las partes IX y x de suobra trata Toynbee de los contactos dia­lécticos y de "colisión" entre civililiacio­nes contemporáneas, y de la dialéctica enel tiempo, o sea de los contactos entreuna civilización viva y otra muerta, quetodo renacimiento. presupone. Estamos yaen terreno conOCIdo: el de un conflictode valores. El conflicto se desarrolla enla intimidad de los pueblos -o de susdirigentes- y culmina con decisiones ten­dientes a aceptar o rechazar los nuevosvalores. Se analiza así en forma sistemá­tica el conflicto con "la otredad". Si "losotros" no son "el infierno", como quiereSartre, poco les falta: son un eterno vturbador problema. Lo más cómodo essin duda, la postura de los fanáticos que: .,como el yemenita de que habla Toynbee,rechazan en bloque todo lo extranjero,por temor de que si aceptan una parte,111cluso en apariencia insignificante ten­gan después que ir aceptando otras.' Pueslas culturas son un todo unitario, y elfra~mento que aceptamos retoñará y aca­hara por reproducir la totalidaci. Cabe,

"Jil mito dr Sontia.!Jo se sobrepone al terror"

también, la postura opuesta: la tensiónculmina en un intento de reforma totalen que una cultura vuelve a moldearse aimagen y semejanza de otra, con éxitomás o menos completo. En todo caso, elcontacto entre dos culturas determina unacrisis. La invasión total de que el mundooccidental ha hecho víctima a los demáspaíses les ha obligado a una revisión devalores en que todavía se debaten. A su

EL MAR SENTIDO Y

QUIEN podría vivir en la tierraSi no fuera por e! mar.

Cernuda.-j Oh cuánto yerra

Delfín que sigue en agua corza en tierra!GÓngora.

Porque están las dos Osasele bañarse en el mar siempre medrosas.

Fmy Luis de León.Escollo de cristal, meta del mundo.

El Padre de las aguas coronadode blancas olas y de espuma verde,l~esiste obediente y tierra pierde.

Si hay ondas mudas y si hay tierra leve.Vencida al fin la cumbre-del mar siempre sonante.La selva se confunde, el Mar se altera,Rompe Tritón su caracol torcido,Sordo huye -e! bajel a vela y remo.

GÓngora.y para los gentiles carros de alas de linoen relevos constantes hay corceles de

(viento.Ramón Pérez de Ayala.

Derramado y sonoro el Océano.Quevedo.

No es agua ni arenala orilla del mar.El agua sonora,La espuma sencilla.El agua no puedeformarse la orilla.

José Gorostiza.Voluta ancha 'de acero quedaríaele súbito fraguada si el instantesiguiente no derribase la alta fábrica

. . . .Bajo cielos altísimos y negros111uge -c1amor- la honda

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vez, el ·mundo occidental está recibiendoel impacto de otras culturas, y su inse­guridad frente a sus propios valoree;; crecepor momentos. Infierno o espejo, abismoo tierra firme, la otredad, lo extraño, lono occidental, lo no europeo es ahora unindispensable interlocutor. N o 11ay cuadrosin marco que lo encierre, que lo limitey lo niegue.

Pensemos que en,. el mundo hispánicoeste proceso dialéctico viene producién­dose desde hace ya muchos sigl?s y queello ha producido nuevos y ricos modosde vida. Ello ayudará a no d~sesperar alos epígonos de "la decadencia de occi­dente". El propio Toynbee cree en unsincretismo religioso y cultural. Tales in­tercambios no son cosa fácil ni placentera.No se trata de intercambiar pacíficamenteunos cuantos dioses, unas cuantas costum­bres, unas cuantas instituciones; se tratade que formas de vida parecidas, quizá,a las del mundo hispánico, con su senti­miento trágico de la vida y de la historiaproducido por incesantes conflictos devalores occidentales y [10 occidentales,pueden -y quizá deben- generalizarsepronto en el resto del mundo. SegúnTovnbee la combinación de' culturas esya 'inevitable. Y también lo serán, portanto, los conflictos y el "vivir desvivién­dose" que tal combinación forzosamenteacarrea: el mundo hispánico, con sus es­plendores y sus miserias, puede habersido una especie de ensayo general delsincretismo anunciado por Toynbee.

EL SENTIDO DEL MAR

boca, y pide nocheBoca -mar- toda ella, pide noche:N oche extensa, bien prieta y grandepara sus fauces hórridas, y enseñatodos sus blancos dientes de espuma.

Vicente Aleixandre.Castellanos de CastillaN unca habéis visto ·la mar.Alerta que en estos ojosdel Sur os traigo toda la mar.

Pronto el verde de la marla escama azul del pescadoy el remo para remar.

Alberti.... Siente la inmensidaddé lo breve y humilde en ritmo diversoque palpita en el alma de su pobre uni-

(V:ersoy ante lo ignoto siente un ansia de llorar..

Y yo pienso que RosaNo ha visto nunca e! mar.

Enrique González Martínez.En Córdoba, la serrana,En Sevilla, marineray labradora, que tienehinchada hacia el mar la vela.

Antonio Machado.¡Hola! que me lleva la ola.¡hola! que me lleva la mar.N o hay tiempo para mi faltarme el tiem­

(poYa son de! mar las olas mis cuidadosLa que se acaba crece con la que viene.

Lope de Vega.La sal del mar en los labios¡Ay de mí!La sal del mar en las venasY en los labios recogí.

José Gorostiza.