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341 “Yo, sí puedo”, esperanza alfabetizadora Irene Gatica Ramírez* No hay igualdad social posible sin igualdad de cultura. JOSÉ MARTÍ El mundo de la indiferencia Aunque estamos ya en el tercer milenio de nuestra era, una mirada revela que la conquista de la verdadera civilización es todavía una asignatura pendiente. Nos circundan peligros y lacras con diferentes rostros: terro- rismo, racismo, xenofobia, agresión al ambiente, analfabetismo, insalu- bridad, pandemias. Los medios de comunicación nos informan a diario de guerras y sofisticadas armas que aumentan la productividad en el macabro oficio de segar vidas, mientras no se repara lo suficiente en esa otra silenciosa, y no menos inhumana, cuota de muerte que cobran el hambre y las enfermedades. Resulta paradójico que se haya avanzado más en la ciencia que en el desarrollo de la conciencia sobre los graves problemas de la humanidad. Como nunca antes se evidencia que la educación es un formidable instrumento para contribuir al perfeccionamiento del ser humano y de la sociedad; las ideas que los educadores logremos sembrar, la con- tribución a forjar conciencia en nuestros respectivos países, pueden * Licenciatura en Economía. Instituto Politécnico Nacional (IPN). Secretaría de Movimientos Sociales del Partido de la Revolución Democrática, en Gustavo A. Madero, México, D.F.

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“Yo, sí puedo”, esperanza alfabetizadora

Irene Gatica Ramírez*

No hay igualdad social posible sin igualdad de cultura.

José Martí

El mundo de la indiferencia

Aunque estamos ya en el tercer milenio de nuestra era, una mirada revela que la conquista de la verdadera civilización es todavía una asignatura pendiente. Nos circundan peligros y lacras con diferentes rostros: terro­rismo, racismo, xenofobia, agresión al ambiente, analfabetismo, insalu­bridad, pandemias. Los medios de comunicación nos informan a diario de guerras y sofisticadas armas que aumentan la productividad en el macabro oficio de segar vidas, mientras no se repara lo suficiente en esa otra silenciosa, y no menos inhumana, cuota de muerte que cobran el hambre y las enfermedades. Resulta paradójico que se haya avanzado más en la ciencia que en el desarrollo de la conciencia sobre los graves problemas de la humanidad.

Como nunca antes se evidencia que la educación es un formidable instrumento para contribuir al perfeccionamiento del ser humano y de la sociedad; las ideas que los educadores logremos sembrar, la con­tribución a forjar conciencia en nuestros respectivos países, pueden

* Licenciatura en Economía. Instituto Politécnico Nacional (ipn). Secretaría de Movimientos Sociales del Partido de la Revolución Democrática, en Gustavo A. Madero, México, D.F.

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abrir esperanzadores cauces hacia un auténtico encuentro con la civi­lización.

La humanidad enfrenta hoy grandes desafíos en un contexto en que se han profundizado las desigualdades económicas y sociales entre los países y las personas. Existen millones de seres humanos analfa­betos y semianalfabetos, sin posibilidad de acceso a una educación de calidad.

A pesar de los compromisos contraídos por las naciones en Jomtien y ratificados en Dakar para alcanzar la meta de “educación para todos”, el analfabetismo tiene sumidos en la más absoluta ignorancia, a más de 781 millones de adultos en el mundo, mientras que 120 millones de niños, uno de cada cinco en edad escolar, no asisten a la escuela primaria.

La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (unesco) ha reconocido que no es posible cumplir la meta de “educación para todos” en 2015, fecha en que el mundo continuará teniendo más de 700 millones de analfabetos, y el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (unicef) ha alertado que habría que esperar al año 2100 para lograr la escolarización de todos los niños y niñas.

Estremece saber que 140 millones de niños y niñas viven en la po­breza y que, de ellos 16 por ciento de los menores de cinco años en los eufemísticamente llamados “países en desarrollo”, sufren desnutrición; que cada año mueren 11 millones de niños por enfermedades que pueden ser prevenidas o curadas; que más de 200 millones de niños y niñas trabajan, y que millones más son víctimas de explotación sexual.

Ante este panorama parece no existir la voluntad política de los go­biernos de países desarrollados por ayudar a los pueblos que, durante siglos fueron explotados como colonias y ahora, lo son mediante el pago de la deuda externa, además del saqueo despiadado de sus riquezas. De­sengañémonos, existe un imponente muro de indiferencia, más grande que todos los históricos muros físicos, por parte de aquellas minorías que rigen los destinos económicos del mundo, para las cuales su preocu­pación principal es aumentar sus riquezas.

Para enfrentar los retos de este siglo resulta imprescindible una cul­tura general e integral para entender el mundo actual y su complejo entramado y así poder contribuir a su transformación. Es por ello que las nuevas generaciones deben poseer una cultura política, histórica, geográfica, económica, filosófica, científica, artística, literaria y jurídica.

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La alfabetización, vía de acceso a la igualdad plena

Las nuevas exigencias en materia de educación de jóvenes y adultos, no sólo se deben al gran número de personas a quienes se destina, sino a la necesidad, cada vez más patente, de que en esta educación se mejoren los rendimientos y sus repercusiones sean más dinámicas, competentes, masivas y eficaces.

Por una parte los diversos destinatarios requieren de nuevas mo­dalidades de enseñanza­aprendizaje y por otra, de nuevos enfoques y métodos que les permitan acceder al conocimiento de forma más rápida y efectiva, de acuerdo con sus motivaciones, intereses y necesidades, sin olvidar que la prioridad de estos beneficiarios, en su gran mayo­ría, es garantizar la supervivencia propia y la de sus familiares.

Asimismo, es evidente que para satisfacer las exigencias de las per­sonas jóvenes y adultas, que no conocen de las letras, han de recurrirse a medidas especiales para que la alfabetización llegue de modo intere­sante y provechoso para la vida.

A la alfabetización debe dársele un lugar prioritario dentro de la educación de jóvenes y adultos, pues uno de sus objetivos principales es proporcionar a la población que no pudo asistir a la escuela o que de­sertó de ella muy tempranamente, las habilidades inherentes a la lec­toescritura. De hecho, la población analfabeta se convierte en un po­tencial significativo de la educación de jóvenes y adultos.

El analfabetismo es un fenómeno que no afecta de forma homo­génea a los países y poblaciones. Por diversas razones de desarrollo educacional y de situaciones políticas, sociales, económicas, étnicas, geo­gráficas y de otra índole, incide más fuertemente en determinados países, sectores o grupos poblacionales que en otros.

Es por ello que podemos afirmar que la alfabetización constituye la base de la educación de jóvenes y adultos, dentro de una perspectiva de desarrollo posterior y como una etapa de iniciación del aprendizaje sistemático. Esto no significa que se vea la alfabetización como un fin en sí misma, sino como el ascenso a la cultura general, al conocimiento de la lectoescritura. Es un instrumento ineludible para la interacción

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humana en la sociedad moderna.1 La alfabetización debe convertirse en la vía de acceso a la igualdad plena, a la información y al desarrollo de las potencialidades de los seres humanos en la búsqueda de expli­caciones al mundo en que viven para contribuir a transformarlo.

El término “analfabeto” o “analfabeta” es utilizado con un cierto tono despectivo y como sinónimo de ignorante e inculto. Desde la praxis, en diferentes países caribeños, africanos y latinoamericanos y por el contacto directo con analfabetos en los lugares donde viven, éstas son personas con dominio de la expresión oral, de su lengua materna, que conversan con gracia y naturalidad, aunque utilicen sin corrección algu­na palabra, pero lo hacen con propiedad. Poseen conocimientos del cálculo aritmético y del comportamiento de la naturaleza, tienen habi­lidades y valores desarrollados a lo largo de su vida. Se impone que se les asuma como seres humanos inteligentes, conscientes, con intereses, sentimientos, experiencias significativas, formas específicas de actua­ción. La única diferencia respecto a la población letrada, es que su fuen­te de conocimiento ha sido la vida y no la escuela.

Acudiremos a la palabra “analfabeto” porque es la que de modo ge­neral se utiliza en el mundo, pero considerando a estas personas como seres humanos con saberes y no siempre responsables de sus carencias cognoscitivas de la lectoescritura. Desde esta perspectiva, el analfabeto es un ser disciplinado, capaz de aprender y de enseñar, de educarse y educar, y de aportar al proceso alfabetizador. Una persona alfabetiza­da es aquella que logra comunicarse por escrito de forma sencilla, lee lo que a su paso aparece, o lo que sea de su interés y además lo inte­rioriza. Sus reacciones o respuestas están en correspondencia con el acto de leer o de escribir.

Alfabetizar a jóvenes y adultos es una actividad compleja que exige esfuerzo y capacidad, donde resulta imprescindible que los contenidos se vinculen con sus motivaciones, necesidades e intereses, para que alcancen un valor significativo. Mediante el uso de la radio, la televisión y el video, es factible obtener los objetivos antes mencionados y conver­

1 Cfr. Leonela Inés Relys Díaz, Yo sí puedo. Un programa para poner fin al analfabetismo, Habana, 2005. Doctor Luis I. Gómez Gutiérrez, Ministro de Educación de la República de Cuba, conferencia especial “Cuba: una Revolución en la Educación”, impartida en el Teatro Karl Marx, en La Habana, Cuba, Encuentro de Pedagogía, 2005.

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tirlos en soportes de la motivación de los usuarios y del proceso alfa­betizador. De lo que se trata es de conjugar el aspecto técnico­metodo­lógico y las voluntades, tanto políticas y financieras así como de toda la sociedad. Dos aspectos estrechamente relacionados sostienen estos pro­gramas alfabetizadores: el pedagógico y el social.

Con la voluntad de contribuir al desarrollo de sociedades y pueblos alfabetizados en el mundo, y con el propósito de continuar apoyando los principios declarados en el marco de acción de Dakar “educación para todos”, en Cuba se ha trabajado con intensidad desde 1999 en la implementación de la alfabetización por medio de la radio en la Repú­blica de Haití, y en 2003 en la República Bolivariana de Venezuela, a través de la televisión y el video, con programas de alfabetización que pueden no sólo reducir significativamente los índices de analfabetismo, sino también propiciar un impacto transformador en la sociedad con­temporánea.

Cuba pone estos métodos al servicio de quienes los necesiten y soli­citen. Con el uso de la radio y la televisión ha quedado demostrado que es posible erradicar el analfabetismo, sobre todo si se encara como una tarea educativa de toda la sociedad.

La unesco premió tres veces a Cuba

Pedagogos cubanos han elaborado métodos muy efectivos para alfa­betizar primero y luego alcanzar la educación básica con el empleo de la radio, la televisión y el video como medios de enseñanza. Diferentes acciones de alfabetización con estimulantes resultados se han desarro­llado y se desarrollan con modesta y desinteresada participación de experiencias cubanas en Haití, Nicaragua, Nueva Zelanda, Guinea Bissau, México, Mozambique, Guatemala, República Bolivariana de Venezuela, Belice, Argentina, Paraguay, Ecuador, Bolivia, Honduras, Perú, Brasil y Nigeria.

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Cuadro 1Población atendida por el programa “Yo, sí puedo”

Países En clases actualmente Alfabetizados Total

VenezuelaHaití ParaguayArgentinaMéxicoEcuadorBoliviaPerúNicaraguaATVNueva Zelanda Mozambique

15,457–

3,3803,500

148,2078,912

206,292–––

5,1683,163

1’484,543239,972

7,6208,330

360,0007,857

16,14097

2,8321,5813,092

13,745

1’500,000239,97211,00011,830

508,20716,769

222,43297

2,8321,5818,260

16,908Total 394,079 2’145,809 2’539,888

La televisión ha sido instrumento de propaganda comercial para fomentar hábitos de consumo, inalcanzables para la inmensa mayoría de la población, y también para inculcar conductas violentas, discri­minatorias y socialmente aberrantes. Se ha demostrado, sin embargo, que podemos convertirla en un fabuloso medio de enseñanza, lo cual se ha evidenciado con el empleo del método “Yo, sí puedo” en diferen­tes latitudes del planeta, desde América Latina hasta Nueva Zelanda.

Cuba ha puesto a disposición de la unesco y de todos los países necesitados su experiencia pedagógica en el campo de la educación de adultos, su potencial científico y los programas cubanos de alfabetiza­ción y de educación básica en aras de contribuir en los esfuerzos man­comunados de subescolarización de jóvenes y adultos.

Entre los resultados de esta labor, Cuba ha obtenido dos mencio­nes honoríficas del Premio Rey Sejong (años 2002 y 2003), que otorga la unesco por resultados destacados en materia de alfabetización y en ambos casos fue precisamente porque puso a disposición de todos los resultados obtenidos con la aplicación del programa cubano en Haití primero, y con la conceptualización del “Yo, sí puedo” en su versión para TV y videos después. En 2006 nuevamente Cuba obtuvo el Premio Rey Sejong.

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Los soportes científicos del “Yo, sí puedo” se recogen en proyectos de investigación que expertos del Instituto Pedagógico Latinoamerica­no y Caribeño (iplac) viene desarrollando y que destacan, entre otros resultados, cuatro producciones científicas ya publicadas que ponen de manifiesto las concepciones teóricas y metodológicas que funda­mentan la propuesta cubana, así como las investigaciones científicas en procesos de obtención del título Master y el grado científico de doctor, que docentes cubanos trabajan sistemáticamente para acompañar el proceso de perfeccionamiento continuo a que está sometida la concep­ción, conceptualización y evaluación del programa “Yo, sí puedo”.

El “Yo, sí puedo” más que un método constituye un programa de alfabetización que incluye el proceso de la alfabetización o el apren­dizaje de la lectoescritura en sí, una etapa de tránsito o nivelación en que los participantes recién alfabetizados continúan desarrollando las habilidades implicadas en ese aprendizaje, a la vez que fomentan há­bitos de lectura y consolidan el desarrollo de las habilidades comuni­cativas.

Se han editado diversos documentales, multimedias y publicacio­nes que están a disposición y que fueron presentadas en el marco del Seminario Internacional sobre Políticas y Programas de alfabetización que con el coauspicio de la unesco y su aprobación en la 33a Confe­rencia General, se desarrolló en Cuba del 5 al 9 de junio de 2006 y contó con la presencia de 609 participantes procedentes de 32 países, cuyo pronunciamiento ratificó la pertinencia de la aplicación del pro­grama cubano “Yo, sí puedo”, como uno de los más viables, flexibles y pertinentes en las actuales condiciones.

En febrero de 2005 se desarrolló en Cuba el primer Congreso Mun­dial de Alfabetización, en el marco del Congreso de Pedagogía 2005. El programa ha sido expuesto por especialistas y directivos cubanos del más alto nivel en foros y encuentros regionales e internacionales. El Convenio Andrés Bello lo asumió como programa internacional para atender a las poblaciones analfabetas de los países en frontera.

Desde el propio título, “Yo, sí puedo”, se está colocando al ser hu­mano en el centro del proceso, así como sus saberes y experiencias, para contribuir en la elevación de su propia autoestima y en la trans­formación de los modos de actuación. Este título pretende coadyuvar

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a la elevación de la autoestima, lo que de hecho se ha logrado, y a despertar en los participantes la confianza en sí mismos y en su ca­pacidad para aprender a leer y escribir y contribuye también a elevar la confianza en la obtención de buenos resultados de supervisores y facilitadores, quienes ante la hermosa tarea que realizan sienten que pueden orientar, controlar, y enseñar.

• “Yo” es la identidad, es reconocerse, es lo que se tiene por dentro, los sen­timientos, las dudas y posibilidades. Desde este “Yo” se compromete al participante con su asistencia y resultados en el aprendizaje y a todos los que se involucren en este programa.• “Sí” es la afirmación, lo que se puede lograr. En este caso sería aprender a leer y a escribir, pero el método va más allá de ese objetivo, es ver lo que existe afuera, ver y leer la realidad, decodificarla, saber que existe y qué significa. Imprime optimismo a los participantes. Contribuye a eli­minar o, al menos, a disminuir los sentimientos de culpa, frustración y temor, es decir, los síntomas psicológicos negativos que influyen, tanto en la incorporación como en la prosecución en la alfabetización.• “Puedo” es la capacidad, es el poder para transformar una duda, tal vez un miedo, en este caso, el de no saber leer ni escribir.

“Yo, sí puedo” es generador de esperanzas y de optimismo, ese es su objetivo. La coma después del pronombre personal yo, tiene un carác­ter enfático. Se ha ubicado para indicar una pausa intencional dirigida especialmente a los analfabetos participantes como una afirmación de la conciencia individual.

Al finalizar el programa, se comprueba que el yo lleva a los parti­cipantes al tú y al nosotros. Desde la conciencia individual se llega a la colectiva, esta idea se convierte en un principio fundamental. Se tra­baja en los valores humanos que requieren de un cultivo constante: la formación de valores en y para la colectividad. Se trata de que cada alfabetizando reconozca, incremente y confíe en sus potencialidades y, a la vez sea capaz de trasladar sus conocimientos a los más necesi­tados del grupo.

Una de las mayores problemáticas en la labor de alfabetización es cómo abordar el analfabetismo en cada región, sobre todo, en las zonas dispersas y más aisladas, o donde no se cuenta con suficiente personal especializado y recursos económicos para utilizar la vía presencial.

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Una respuesta a estas limitantes es la alfabetización por televisión o videocasetes y para realizarla se tuvo en cuenta la diversidad geográ­fica, histórica, social, económica y política de los países donde las tasas de analfabetismo son más altas, así como las características sociocul­turales y lingüística de las poblaciones analfabetas, además de su mo­tivación para alfabetizarse.

Este tipo de alfabetización se ha concebido en un sentido amplio y latinoamericanista, con posibilidades de un proceso de contextualiza­ción en el país al que se dirija. Se ha tratado de que estén reflejadas las características de la población beneficiaría para aproximarnos a satis­facer sus necesidades en el conocimiento de la lectoescritura, y en la ampliación de su horizonte cultural.

En el proceso de montaje del sistema televisivo se ha tenido cuidado en la interacción profesor­analfabeto, buscando una adecuada persona­lización, de modo tal que el televidente sienta que todo lo que se dice está relacionado con él.

Con la televisión se obtienen resultados superiores en lo referente a la calidad y disminución del tiempo de la alfabetización, aunque hay mayores limitaciones en cuanto a la cantidad de iletrados a atender, ya que éste es un medio audiovisual más avanzado que no todos los analfabetos poseen.

Se han grabado diferentes versiones del material audiovisual del pro­grama con la participación de actores de Cuba, México, Argentina, Bra­sil, Ecuador, Bolivia, Colombia, Uruguay y Granada. Hoy se trabaja en la preparación del mismo en lenguas de nuestros pueblos originarios y se ha iniciado con el aymará, el quechua y el guaraní.

Los cuatro peldaños del “Yo, sí puedo”

Creado por la profesora cubana Leonela Relys, es un método que va desde lo conocido (los números) hacia lo desconocido (las letras) y fun­damentado en la experiencia. Es un método integrador que tiene tres etapas: adiestramiento, enseñanza de lectoescritura y consolidación. Cada clase tiene un carácter global por lo que se recomienda que los participantes la observen primero en su totalidad. El soporte esencial

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de la enseñanza de la lectoescritura es el medio audiovisual que se com­pagina con la cartilla. La cartilla sigue la ruta de tres logotipos: oído­ojo (escuchar­ver), oído­libro (escuchar­leer), oído­lápiz (escuchar­escribir).

Este programa se desarrolla a través de un método de alfabetiza­ción audiovisual que consta de 65 teleclases de 30 minutos de duración y en sólo siete semanas las personas aprenden a leer y escribir, nada menos, dedicando una hora diaria, es decir dos clases diarias de lunes a viernes. Aunque quien pone el ritmo de las clases son precisamente los alumnos y su facilitador.

¿En qué consiste?

A continuación una explicación detallada de la Metodología “Yo, sí puedo”:

1. Etapas del Método de Enseñanza de la Lectura y la Escritura.2. Encuentro Presencial.3. La Cartilla Yo, sí puedo.4. Videos.

Etapas del Método de Enseñanza de la Lectura y la Escritura

Primera etapa: Adiestramiento

Adiestrar es practicar, entrenar, guiar, es preparar para algo, en este caso, para aprender a leer y escribir. En esta etapa están comprendidas las 10 primeras clases de nuestro método.

Las cinco primeras permiten:

a) La familiarización. Desarrollo de la expresión oral y de habilidades psicomotoras. b) El aseguramiento de la representación gráfica de los números del 0 al 30.

Las cinco clases restantes están dirigidas al estudio de las vocales.

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Segunda etapa: Aprendizaje de la lectoescritura

A esta etapa se dedican 42 clases:

a) En las primeras 23 clases se aprende cada día una nueva letra o fonema. b) En las 19 restantes se van introduciendo las dificultades que se presentan en nuestro idioma. Ejemplo: combinación de ce-ci, güe-güi, uso de la rr en sonidos fuertes y suaves.c) Ubicación del alfabetizando en un número que conoce acompañado de una letra que desconoce.Reconocer una figura fácil y debajo, la palabra objeto de estudio.d) Presentación de una idea u oración.

• Extraer la palabra clave.• Palabra clave se divide en sílabas.• Combinaciones normales e inversas.• Producción verbal de nuevas palabras e ideas.

e) Cuando los iletrados dominen todas las grafías, se va introduciendo, paulatinamente, la letra cursiva, el cual es uno de los objetivos de la po­salfabetización.

Tercera etapa: Consolidación

El objetivo es fijar los conocimientos. Asegurar lo que cada determi­nado tiempo se ha enseñado y verificar hasta qué punto se ha apren­dido bien. Se dedican 11 clases y dos finales de redacción.

a) Consolidar las dificultades de las grafías a modo de juego o entreteni­miento. Ejemplo: clase número 14. b) Desarrollar la escritura y la lectura inteligentes a un nivel muy elemen­tal. El iletrado debe organizar palabras hasta lograr que éstas tengan un sentido lógico.c) Con diferentes imágenes, decir el nombre y escribirlo, mediante el auxilio de los números y localizando las letras en el recuadro de la página de que se trate.

El papel del facilitador deberá dirigirse hacia aquellos conocimientos que requieran de algún tipo de explicación solicitada por los alfabeti­zandos y al reforzamiento de los diferentes ejercicios de escritura.

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Encuentro presencial

Es imprescindible que los facilitadores conozcan muy bien a cada uno de sus participantes y tengan claro en qué se les debe ayudar.

Clasificación adecuada de los participantes:

• Iletrados puros: son las personas que nunca han asistido a la escuela.• Semiiletrados: personas que en algún momento asistieron a la escuela. Se incluye también a quienes reconocen las letras y saben escribir algunas palabras.• Iletrados especiales: son personas con necesidades educativas especiales, por lo que se debe tomar en cuenta las limitaciones físicas que presentan.

Encuentros presenciales

–Utilizar los primeros cinco minutos del encuentro para motivar a los par­ticipantes, controlar la asistencia y conocer las dificultades que puedan haber presentado en el aprendizaje o en su vida personal.–Treinta minutos de clase televisiva, posteriormente 15 minutos para el intercambio activo.–Diez minutos de receso o cambio de actividad. –Treinta minutos de la próxima clase y 15 minutos para intercambio y análisis.–De ser posible se utilizará alguna sesión para un sábado o domingo, para realizar repasos o consolidar los contenidos en una clase televisiva en espe­cífico. Esta sesión debe ser previamente coordinada con los participantes.–El facilitador no debe pasar a un nuevo ejercicio sin comprobar que sus alfabetizandos dominan el anterior. –Es necesario que el facilitador observe y estudie las clases previamente, con la finalidad de que sea capaz de establecer adecuadas relaciones entre éstas y el encuentro presencial, así como copiar algunos ejercicios de la clase.

La cartilla “Yo, sí puedo”

Presenta el mismo formato en cada una de sus páginas y está conce­bida estableciendo un vínculo entre los números y las letras, de ma­nera que el alfabetizando establezca un proceso de asociación entre lo conocido (los números) y lo desconocido (las letras).

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En la cartilla se le ha otorgado a cada una de las letras un número de la siguiente manera:

A la a se le ha otorgado el número 1 A la e el número 2A la i el número 3 A la o el número 4A la u el número 5 A la l el número 6A la r (suave y fuerte) el número 7 A la f el número 8A la m el número 9 A la c el número 10A la p el número 11 A la t el número 12A la v el número 13 A la s el número 14A la n el número 15 A la rr (por una cuestión metodológica), 16 A la q el número 17 A la y el número 18 A la d el número 19 A la b el número 20A la h el número 21 A la ñ el número 22A la ch el número 23 A la j el número 24A la x el número 25 A la ll el número 26A la z el número 27 A la g el número 28A la k el número 29 A la w el número 30

–En el centro de la cartilla aparece un recuadro que tiene el objetivo de resumir las letras o fonemas estudiados, con el propósito de que los alfabetizandos puedan llenar los espacios en blanco de cualquier ejercicio que se les indique con más rapidez y facilidad.

–En la última página de la cartilla se han ubicado algunas de las combinaciones de tres letras (trilíteras) o más, también conocidas por sílabas mixtas.

–Los espacios señalizados en la cartilla con la imagen de un lápiz tienen el propósito de que los alfabetizandos escriban, pero son insu­ficientes, por lo que deberán auxiliarse de una hoja de papel o una libreta.

–Resulta fundamental que el facilitador trabaje en los ejercicios encaminados al desarrollo de habilidades psicomotoras, previstas en las páginas para estos efectos o realizando ejercicios al aire.

Videos

Videos didácticos sobre la Metodología “Yo, sí puedo”. La puesta en prac­tica del método “Yo, sí puedo” requiere de los siguientes materiales:

• Un módulo integrado por 17 videocasetes vhs con 65 clases.• Una cartilla para el iletrado.• Un manual para el facilitador.

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Estas 65 videoclases están divididas metodológicamente en tres etapas:

1) Aprestamiento o adiestramiento para la sensibilización y desarrollo de habilidades psicomotoras.2) Enseñanza de la lectoescritura o fonema nuevo, siempre asociados a los números para facilitar el aprendizaje, partiendo de lo conocido (los nú­meros) para llegar a lo desconocido (las letras).3) Consolidación. Destinada a consolidar las letras o fonemas estudiados y al estudio de la redacción.

Todas las clases tienen un mensaje educativo en función de la so­cialización del individuo.

Se parte para el aprendizaje de la lectoescritura de una idea o fra­se para motivar el debate y la reflexión. Se tratan temas como:

• Ambiente• Higiene y salud• La comunidad• La familia y otros

Ventajas y desventajas del método�

El número de razones positivas es indiscutiblemente superior a las nega­tivas en cuanto al uso de la televisión en la alfabetización y, si se quiere, se pueden eliminar las desventajas de este medio, sobre todo, en un mundo como el de hoy, donde los avances tecnológicos se pro­ducen a pasos vertiginosos.

Ventajas

• Garantiza el proceso de alfabetización a una mayor cantidad de perso­nas con menos facilitadores.• Los equipos de transmisión de las clases se pueden utilizar para varios grupos en horarios diferentes.• Propicia el desarrollo de las potencialidades del usuario y del facilitador con su organización metodológica.

2 Cfr. Jaime Canflux Gutiérrez, “La experiencia cubana de alfabetización ayer y hoy”, Honda, La Habana, 2006; Memorias multimedia, pedagogía 2007, 10a. ed., Encuentro por la Unidad de los Educadores, apartado “Yo, sí puedo”, La Habana, febrero de 2007; Metodología Yo, sí puedo, Edición Electrónica, en http://www.misionrobinson.gov.ve/metodologia.htm (Consultado el 10 de junio de 2007).

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• Coadyuva al incremento del trabajo individual y a la elevación de la auto­estima del iletrado, con la presencia del estímulo constante en las clases.• Incrementa la cooperación familiar y los estrechos vínculos entre las personas letradas y las iletradas, propiciando un proceso socializador muy amplio, al utilizar las casas de los participantes y los facilitadores o las sedes de organizaciones políticas y sociales, lugares donde se realizan cultos reli­giosos, escuelas y hasta la propia naturaleza. Además, surgen valores colec­tivistas al compartir bienes materiales y espirituales. Al culminar las 65 clases, los participantes se manifiestan con un compromiso colectivista: “Sí pudimos” o “Sí podemos”. Del compromiso individual “Yo sí puedo”, surge la satisfacción colectiva.• El beneficiario aprende en su propia casa o en lugares próximos a su residencia. • Permite la flexibilización del proceso al posibilitar la aplicación de va­riantes organizativas y la toma de diversas medidas que se adecuan a las necesidades de los participantes y a las condiciones económicas del país en que se aplique.• Presenta modelos de actuación en las teleclases, similares a las de los be­neficiarios: forma de comportamiento, vestimenta, modos de actuación al escribir y hablar. • Convierte el corto tiempo de duración del programa en un fuerte estimu­lo para que el iletrado decida alfabetizarse y continuar superándose.• Cumple el principio de voluntariedad, pues el analfabeto es quien deci­de si recibe las clases o no.• Realiza el aprendizaje de forma agradable, con materiales concebidos para estos fines.• Simplifica los materiales docentes, ya que en las clases televisivas se suplen algunos elementos necesarios en la alfabetización presencial.• Aumenta la motivación de los alfabetizandos y contribuye a la amplia­ción de su horizonte cultural.• Produce con mayor rapidez el aprendizaje de la lectoescritura, al inter­venir más órganos sensoriales.• Garantiza una alfabetización sin exclusiones, a la que las mujeres y personas con determinados impedimentos pueden acceder. No existen límites etéreos. Contribuye a la eliminación de prejuicios.

Desventajas

Esta vía alfabetizadora también presenta algunas desventajas que pueden solucionarse si existe una verdadera voluntad del gobierno, de los be­

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neficiarios y de toda la sociedad, y que se sintetizan en los siguientes aspectos:

• Falta de equipos de televisión y video. Con la ubicación de estos medios audiovisuales en las comunidades donde radican los analfabetos, se les posibilitaría el análisis de los problemas comunitarios para resolverlos y generaría conductas en bien de la colectividad.• Carencia de electricidad en lugares de difícil acceso. La solución estaría en ubicar paneles solares o plantas de generación de electricidad para que se puedan observar las clases televisivas, sobre todo, en las comunidades indígenas y barrios más pobres.• La actitud asumida por personas iletradas que viven en lugares carentes de electricidad es impactante. Sus ojos se llenan de lágrimas, sus manos se dirigen a descubrir los equipos que han llegado, esperan la clase con gran ansiedad para conocer ese mundo diferente, desconocido hasta el momento de la alfabetización.

Por todo lo anterior, recordemos a Simón Rodríguez quien señaló: “necesitamos escuelas que desarrollen las luces y virtudes sociales, que formen ciudadanos que combatan el individualismo y transformen a los egoístas en seres sociales”.3

3 Cfr. Doctor Luis I. Gómez Gutiérrez, conferencia especial “Cuba: una Revolución en la Educación”, op. cit.