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    Zapatismo con vista al mar:

    El socialismo maya de

    Yucatn*

    Armando Bartra

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    Cada presente evoca sus pasados y las recientes autono-

    mas neozapatistas de Chiapas como los altermundismos

    andino- amaznicos de Bolivia y Ecuador, llaman a repen-

    sar el socialismo maya de hace 90 aos. Hoy, cuando los

    pueblos originarios de Nuestra Amrica (Mart: 21-30) se

    sacan la espina, es oportuno asomarse de nuevo a la ex-periencia libertaria yucateca impulsada entre 1915 y 1924

    por el adelantado del neoindianismo revolucionario que

    fue Felipe Carrillo Puerto.

    Lo ms importante es elegir en el mundo

    ilimitado de lo historiable, lo que nos

    conviene para determinado fn, e historiarlo

    sensatamente.

    Manuel Gamio. Forjando Patria.

    El lugar del indio maya en la comunidad comoun ciudadano libre, autosufciente y seguro

    de s mismo, determinar la medida en que

    los sacrifcios y la amargura de la Revolucin

    tendrn que ser jusfcados. Todo lo dems

    es asunto sin importancia, todo lo dems no

    ene consecuencia. Qu ha ganado el indio

    con la Revolucin en Yucatn? La respuesta a

    esta pregunta debe ser la base de cualquier

    juicio honesto respecto de nuestro trabajo.

    Felipe Carrillo Puerto. El nuevo Yucatn.

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    Modernidad canalla

    En el sureste mexicano del siglo XIX la divisin internacio-

    nal del trabajo que imponen el colonialismo y despus el

    imperialismo, se muestra en el surgimiento y expansin de

    plantaciones tropicales y monteras, orientadas al mercado

    externo y sostenidas por ingentes inversiones extranjeras.

    Una economa de enclave que, a diferencia de lo que ocu-rra en el centro del pas, donde las mudanzas tenan cierta

    continuidad y se insertaban en la dinmica socioeconmica

    nacional, impone un brusco quiebre en el curso de forma-

    ciones agrarias locales de origen colonial que se ven abrup-

    tamente arrastradas al torbellino del capital trasnacional.

    A fines del siglo XIX la Pennsula de Yucatn se erizade henequenales, el Soconusco chiapaneco es invadido por

    plantaciones de caf, el oaxaqueo Valle Nacional se cubre

    de vegas de tabaco, los bosques de Balancn y Tenosique

    en la frontera de Tabasco con Guatemala, son abiertos al

    saqueo masivo de maderas preciosas y las selvas de Quin-

    tana Roo a la extraccin de chicle, las riveras del Usuma-cinta se llenan de platanares y los hulares se extienden por

    Chiapas y Oaxaca. Todo para satisfacer las urgencias de

    una industria en constante renovacin y el gusto europeo y

    estadounidense por lo extico.

    Pero la contraparte del humeante caf, los tabacos

    aromticos, los muebles de caoba, el suave rodar de losautomviles sobre llantas de caucho y el placer de rumiar

    chicle es el infierno social en que se transforman las regio-

    nes tropicales de Mxico y del mundo. El trabajo forzado,

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    la esclavitud por deudas, las crceles privadas, los castigos

    corporales son el lado podrido del milagro porfirista, la

    letra pequea de los contratos con el Progreso, el retrato deDorian Grey de la Civilizacin.

    Y la barbarie es obra de modernidad: la gran deman-

    da de hilos para engavillar trigo, resultante de la masiva in-

    corporacin de trilladoras a la agricultura estadounidense

    explica la explosin henequenera de Yucatn, el soez enri-

    quecimiento de la burguesa agroexportadora peninsular yla progresiva esclavitud del pueblo maya.

    Con cultivos de maz, frijol, frutales y hortalizas para

    el consumo local; y explotaciones comerciales de ganado,

    caa de azcar, algodn y tabaco, hasta mediados del siglo

    XIX la diversidad agrcola haca de Yucatn un estado auto-

    suficiente en alimentos, donde coexistan comunidades li-bres con haciendas, sitios de ganado y ranchos. Esto, que no

    era idlico, termina cuando a raz de la destruccin causada

    por los alzamientos indgenas que estallan en 1845 y se pro-

    longan por ms de medio siglo, remiten los cultivos de caa,

    algodn y tabaco sustituidos por el de henequn. Para 1883

    los plantos abarcan unas 40 mil hectreas, 160 mil en 1910y 400 mil en 1917 (Gonzlez: 182-186). Y el expansivo agave

    barre con las milpas devorando comunidades y pobladores

    que son incorporados de grado o por fuerza a las haciendas.

    En 1908 Turner estima que de los 300 habitantes del estado

    100 mil son peones acasillados (Turner: 12) y poco despus

    Alvarado calcula que son 80 mil, de los cuales 60 mil traba-jan en el henequn (Alvarado: 45).

    La separacin del campesino de sus medios de vida,

    operada con radicalidad principalmente en el centro de la

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    pennsula, no desemboca en un mercado de fuerza de tra-

    bajo y bienes de consumo, sino en la apropiacin directa

    del trabajador por el hacendado (Bartra,1999: 335). Para fi-nes del XIX no se intercambiaban en Yucatn ms que dos

    mercancas: henequn y mayas esclavizados que se ven-

    dan en 1,500 y hasta 3,000 pesos, cuando la demanda de

    sisal (planta cuya fibra obtenida de sus hojas sirve para fa-

    bricar cuerdas) estaba en alza, y en 400 cuando descenda

    (Katz: 28). Trabajo forzado haba en casi todo Mxico, peroen el sureste era ms rudo, y el de la Pennsula rayaba en

    esclavitud.

    Este es el testimonio del mozo de hacienda Manuel

    Pist nacido en 1896: Nos trataban como animales, era la

    poca de la esclavitud [...] Te dan una limpia, por ejem-

    plo, porque no saliste a hacer tu fajina [...] En una paca teembrocan y te pegan. Luego tienen una naranja con sal ya

    preparada y despus de la limpia te la untan en la espalda

    y ya ests listo para ir a trabajar, a cortar (Iglesias: 10-11).

    Yucatn no es excepcin sino espejo de la moderni-

    dad brbara imperante en los suburbios del sistema impe-

    rial; sociedades inhspitas cuyas torpezas no provienen delos rdenes despticos sometidos por el capital sino de la

    procaz codicia del gran dinero.

    La oligarqua agroexportadora yucateca, que haba

    hecho su fortuna a fuerza de trabajo esclavo y henequn,

    era una moderna burguesa agroindustrial entenada de la

    International Harvester Co., trasnacional estadouniden-se que regenteaba el negocio a travs de la casa comercial

    Olegario Molina y Ca. El contrato que firmaron en octubre

    de 1902 da constancia de cmo se las gastaban: Queda

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    entendido que Molina y Ca. emplearn cuantos esfuerzos

    estn de su parte para deprimir el precio de la fibra sisal y

    que pagarn solamente aquellos precios que sean [...] dicta-dos por la International Harvester Co., (la que) coloca 10 mil

    pacas de sisal, o cuantas de ellas fueran necesarias, a dis-

    posicin de Molina y Ca., para su venta y ofertas de venta,

    con objeto de bajar los precios (Lara: 3). Como veremos, la

    manipulacin a la baja del precio dividi a los hacendados,

    creando un contexto favorable a la revolucin que una d-cada despus llegara del norte.

    Mansiones seoriales en el Paseo Montejo, vertigi-

    nosas haciendas, eficaces desfibradoras, un puerto pujan-

    te y una extensa telaraa de vas de ferrocarril son la cara

    visible de la burguesa agroexportadora integrada por no

    ms de 300 familias que eran dueas de tierras y hombres,es decir de la economa peninsular; que controlaban el go-

    bierno local y tenan el respaldo del federal; que gozaban

    de amplios privilegios sociales sustentados en la presunta

    superioridad racial de los criollos sobre los mayas. Lo dijo

    bien Alvarado: la oligarqua yucateca era una casta divina,

    que combinaba el dominio de clase con la opresin tnicade raz colonial.

    Diversos periodistas haban denunciado la mosca

    en el coac porfiriano: en 1885 el chiapaneco ngel Pola

    publica en El Socialista una serie de artculos sobre su es-

    tado titulada Los escndalos de la esclavitud en Mxico,

    ms tarde el estadounidense Herman Whitaker documentael trabajo forzado en las plantaciones huleras en el art-

    culo The Planter, publicado en American Magazine, y los

    ingleses Arnold y Frost dedican 20 pginas de su libro de

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    arqueologa Yucatn, el Egipto mexicano, a describir la es-

    clavitud por deudas; pero ms escuecen los reportajes es-

    critos por socialistas estadounidenses vinculados al Parti-do Liberal, de los hermanos Flores Magn, como Elizabeth

    Darling, John Murray y sobre todo John Kenneth Turner,

    cuyo documentado y cido Barbarous Mexico amerita la

    obsequiosa respuesta de Otheman Stevens y Alfred Henry

    Lewis, periodistas al servicio del zar de la prensa amarillis-

    ta, William Randolf Hearts, y por su mediacin, a las rde-nes del presidente Daz (Bartra 1999: 214-221).

    Los intentos de justificar la esclavitud, en respuesta

    a los periodicazos crticos, exhiben el cinismo de los finque-

    ros, la impudicia de los polticos y las argucias de los soci-

    logos. Dice Felipe Cantn, Secretario de la Cmara Agrcola

    de Yucatn: Es necesario pegarles, muy necesario; porqueno hay otro modo de obligarles a hacer lo que uno quiere

    [...] Si no los golperamos no haran nada (Turner: 20). Ra-

    tifica otro hacendado entrevistado por Turner: Tenemos

    que castigarlos. As es su naturaleza, lo piden (Ibid: 19).

    A la pregunta de un periodista sobre el traslado de indios

    yaqui de Sonora a servir como esclavos en las haciendas deYucatn, contesta el Presidente Daz: No existe aqu cosa

    alguna parecida al peonaje que se ha descrito para difa-

    mar a Mxico [...] Los yaquis son una raza admirable [...] si se

    excepta su instinto sanguinario [...] que desgraciadamente

    constituye el rasgo dominante de su carcter [...] En cuanto

    a su deportacin, sta fue una medida poltica exigida porconsideraciones humanitarias (El imparcial: 1910).

    El alemn Paul Furbach, doctorado en la Universidad

    de Heidelberg y establecido en Chiapas como finquero es-

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    Emancipando mozos

    Madero tuvo que consecuentar por un tiempo a Zapata ysus aspiraciones sociales, porque el Ejrcito Liberador delSur dominaba Morelos y partes de otros estados, pero elcoahuilense no era demasiado sensible a la injusticia im-perante en el sureste y no impuls reformas en los estados

    de la regin en que su bando se impuso. As, en Yucatn, niPino Surez ni Patrn Correa ni Cmara Vales, que fuerongobernadores en el lapso que va del estallido de la Revolu-cin al cuartelazo huertista, tocaron el tema social. Otrosson el talante y la coyuntura del carrancismo, cuyos per-soneros incursionan en el sureste con espritu justiciero yvoluntad reformadora. Salvo motines y rebeldas comunitarias aisladas, quecon frecuencia responden a reacomodos polticos oportu-nistas, en el Mxico de las plantaciones y las monteras larevolucin que cunde en el norte y el centro no tiene en losprimeros aos mayor eco social.

    Esto empieza a cambiar a fines de 1914 y en 1915,cuando las diversas fuerzas polticas incursionan enrgi-camente en el basto territorio. Conocedores de la barba-rie tropical, cuando menos por los escndalos que en laspostrimeras del porfiriato haban causado las noticias so-bre el trabajo forzado, los personeros poltico- militaresdel carrancismo tienen al principio una visin nortea deldrama social del sureste, y honestamente ofendidos por unvasallaje infrecuente en sus estados, tratan de remediarlocon Leyes de mozos que sobre el papel suprimen deudas,tiendas de raya y enganches forzosos.

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    Nombrado por Carranza gobernador y comandan-

    te militar de Chiapas, el primer acto del duranguense Jos

    Agustn Castro es emitir un decreto que libera a los peo-nes acasillados, accin que repite en junio de 1915 cuan-

    do desempea el mismo cargo en Oaxaca. En Yucatn, el

    teniente coronel Eleuterio vila, designado por Carranza

    gobernador y comandante miliar, instruye la liberacin de

    mozos en un decreto de septiembre de 1914, y un ao

    despus, en Tabasco, el decreto emancipador es promul-gado por Luis Felipe Domnguez, primer gobernador mi-

    litar constitucionalista de la entidad.

    Dice el decreto yucateco de 1914: Artculo 1: Se

    desconocen y declaran nulas y de ningn valor todas las

    cartas-cuentas o cuentas corrientes, llamadas de sirvientes

    [...] Artculo 3: Los jornaleros de campo quedan en absolutalibertad para permanecer en las fincas [...] o para cambiar de

    residencia (Gamboa: 252). Mandata el decreto tabasqueo

    de 1915: Artculo 1: Quedan amortizadas las deudas de

    los peones del campo. Artculo 2: Queda abolido el sistema

    de servidumbre adeudada. Artculo 3: Todo sirviente adeu-

    dado que pise territorio tabasqueo queda libre por estesolo hecho (Gonzlez: 477).

    Quiz asustado por su osada y sin duda presionado

    por los finqueros, el gobernador militar de Yucatn entibia

    su incendiario decreto desde las propias recomendaciones

    anexas: El gobierno del Estado recomienda a los jornale-

    ros de campo y dems favorecidos con este decreto, que alejercer todos y cada uno de los derechos que l les restituye,

    obren de una manera prudente y razonada, no abandonan-

    do de una manera violenta sus labores, a fin de que no se

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    perjudiquen los intereses pblicos y privados; conservando

    siempre el orden, para corresponder a la gestin guberna-

    mental en su beneficio y no incurrir en las severas penas queles ocasionara la transgresin de la Ley (Gamboa: 255). Y

    como algn emancipado tirara para el monte, donde el go-

    bierno no tena control, vila instruye que para abandonar la

    finca hay que avisar con 15 das de antelacin, especificando

    el lugar y direccin de la nueva residencia.

    En realidad no haba por qu alarmarse tanto. Elhistoriador Gonzlez Calzada resea lo ocurrido en Tabas-

    co a raz de la presunta emancipacin: Enterados los mozos

    del decreto todos ellos irrumpieron en los caminos, con

    familia quienes la tenan, para salir de su acasillamiento; la

    idea era sentirse libres y gozarlo [...] las labores del campo

    se interrumpieron transitoriamente [...] Cuando los libera-dos se dieron cuenta que haba que ganar el sustento con

    el trabajo, que la Revolucin no era un ngel tutelar [...] vol-

    vieron a sus hogares y renovaron el contrato de servicio

    con sus patrones [...] Al volver los liberados a sus fuentes

    de trabajo, luego de la transitoria ebriedad del triunfo, la

    vida en el campo continu igual. Aunque sin deudas ellos,sus horas de jornada, salarios, condiciones de vida, respeto

    reverencial al amo y su familia a quienes saludaban con los

    brazos cruzados y la cabeza baja eran costumbres tan an-

    tiguas que su erradicacin haba de confiarse al tiempo y no

    a decretos y disposiciones de polica (Gonzlez: 150-153).

    Algo parecido ocurri en Yucatn: Dnde ms ibasa ir? reflexiona un ex esclavo de la Hacienda Xuah, si all

    tenas tu milpa que el patrn te permita hacer [...] pues all

    mismo te quedabas (Aboites: 195).Si bien el 6 de enero de

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    1915, en Veracruz, Carranza emite una Ley para el reparto

    de tierras, lo cierto es que cuando menos en el sureste su

    alternativa es ms laborista que agrarista. Dado que los quealguna vez fueron comuneros y campesinos estn masi-

    vamente incorporados a las fincas, el Constitucionalismo

    piensa que su emancipacin radica en exonerarlos de coac-

    ciones extraeconmicas de modo que obreros agrcolas y

    empresarios del campo puedan armonizar sus intereses en

    el mbito propicio de un libre mercado laboral. Una utopa,s, pero una utopa capitalista, acorde con su visin nortea

    de la modernidad.

    Y una utopa irrealizable, porque el trabajo forzado

    no era ocurrencia de rudos y arcaicos finqueros sino im-

    periosa necesidad de capitales modernos que se movan

    en mbitos de tenue demografa y fuerte presencia de co-munidades indgenas tradicionales, y que lo hacan en ac-

    tividades productivas con una demanda laboral sincopada

    que obliga a atraer y despedir estacionalmente a la mano

    de obra. La excepcin a esto ltimo eran las labores prc-

    ticamente continuas que demanda el henequn, y por eso

    mientras que en otras plantaciones y monteras el trabajoforzado era estacional, en la Pennsula privaba la esclavi-

    tud. La deuda no era ms que un subterfugio para forzar

    el trabajo sin violar la ley, de modo que la libertad del indio

    supona mucho ms que declararla amortizada. Cuando

    las grandes haciendas son privadas del trabajo esclavo no

    pueden continuar subsistiendo, observ con agudeza Ca-rrillo Puerto (Paoli, 1977: 223).

    Adems, ni la Revolucin se exporta ni la libertad se

    decreta.

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    El sueo de Salvador Alvarado

    El gobernador vila recula con sucesivas circulares que me-

    llan el filo de su libertario decreto, pero su sustituto, el tam-

    bin carrancista de los Santos, radicaliza de nuevo el dis-

    curso... y slo dura dos semanas en el puesto. En febrero de

    1915, Abel Ortiz Argumedo se alza contra la usurpacin

    y declara a Yucatn pas soberano, buscando el reconoci-miento de los Estados Unidos.

    La reaccin separatista de las oligarquas regionales

    a un centro revolucionario que se apersona en sus regio-

    nes como ejrcito de ocupacin, se repite en Oaxaca con la

    convergencia soberanista de los cacicazgos de Meixueiro

    y Dvila, y en el alzamiento finquero de los Fernndez y losPineda en Chiapas, pero mientras que estos movilizan a sus

    propios peones y con frecuencia a las comunidades libres,

    contra unos invasores que vienen del norte, Argumedo no

    mueve ms que a unos cuantos hijos de hacendados, em-

    pleados y comerciantes y a la escasa tropa de que disponen

    los comandantes militares de Izamal, Espita, Valladolid, Ti-zimn y Temax, que se le unen. La hegemona consensual

    que ciertas oligarquas del sureste ejercen sobre sociedades

    regionales amenazadas por militares constitucionalistas

    que ciertamente violan, roban y depredan (carrancean),

    es un recurso al que no puede, o no quiere, apelar la gran

    burguesa yucateca, quiz porque apenas ayer termin laGuerra de Castas y los ltimoscruzoobhaban resistido en

    Chan Santa Cruz hasta 1901, en que fueron diezmados por

    el ejrcito.

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    En todo caso, lo cierto es que en marzo de 1915 el

    general sonorense Salvador Alvarado llega a Yucatn con

    7 mil hombres y en un par de escaramuzas derrota a Ar-gumedo. El considerable despliegue militar que se explica

    por la importancia que tienen para Carranza las divisas que

    reporta la exportacin de henequn no habra modificado

    en la Pennsula el carcter de cuerpo extrao, de fuerza de

    ocupacin que adoptaba el Constitucionalismo en otros

    estados del sureste, de no combinarse ah con otra serie defactores que distinguen el proceso yucateco del chiapaneco

    y el oaxaqueo.

    En primer lugar, la oligarqua regional no est en

    condiciones de apoyarse en los mayas para desarrollar una

    resistencia masiva al Constitucionalismo; en segundo lu-

    gar, las contradicciones interburguesas son ms enconadase irreconciliables ah que en otros estados, pues no se dan

    entre regiones sino dentro de un mismo sistema econmico:

    el del henequn; en tercer lugar, la mayor demanda de sisal

    generada por la Primera Guerra Mundial permite mejorar los

    trminos de intercambio con los compradores, propiciando

    la generalizada bonanza econmica de los hacendados; encuarto lugar, el crecimiento de la produccin incrementa los

    requerimientos de mano de obra pero al mismo tiempo el

    alza de precios y utilidades permite mejorar las condiciones

    de los trabajadores sin modificar las relaciones de explota-

    cin ni recortar notablemente las ganancias.

    Alvarado percibe de inmediato la fisura en la oligar-qua: En los quince o veinte aos de dominio de esa CASTA

    PRIVILEGIADA, de especuladores y financieros, no slo se

    arruinaron muchos y se cargaron de hipotecas las hacien-

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    das formadas por los viejos henequeneros con tan noble

    esfuerzo; sino que perdieron sus barcos, sus ferrocarriles,

    sus muelles, sus bancos, sus cordeleras y dejaban morirsin fuerzas la magna institucin de la Reguladora (del Mer-

    cado del Henequn), para caer cegados por el poco oro que

    reciban, en las garras de los trustsextranjeros (Alvarado,

    1918: 87).

    Pero, para negociar holgadamente con el sector re-

    sentido y antimolinista de los hacendados no bastaba unejrcito de ocupacin, haca falta base social propia, y Al-

    varado se la procura entre los obreros, sobre todo rieleros

    y alijadores, que comienzan a organizarse gracias a que el

    acuerdo entre la Casa del Obrero Mundial y el Constitucio-

    nalismo propiciaba la combinacin de avances militares y

    formacin de sindicatos. Para fines de 1915 se han consti-tuido 418 asociaciones que le proporcionan al gobernador

    los cuadros necesarios integrar un aparato poltico-electo-

    ral y participar en los comicios municipales y legislativos.

    Ms arduo era el avance de los agitadores alvara-

    distas entre los acasillados de las haciendas, no slo por el

    frreo control que stas ejercan sobre sus peones, sinotambin porque no se quera provocar la insubordinacin

    de un sector fundamental para enfrentar el crecimiento de

    la demanda de sisal. De hecho el gobierno organiza un re-

    clutamiento masivo de trabajadores en todo el pas, con lo

    que 17 mil nuevos braceros o 19 mil, segn Alvarado (Alva-

    rado: 118) se incorporan a las labores en los henequenales.Paralelamente el gobernador utiliza la bonanza econmica

    y su posicin de fuerza para negociar algn progreso en las

    condiciones de vida y trabajo de los peones de campo. As

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    mejoran vivienda, salud y escuela, al tiempo que aumentael salario: de unos 60 centavos que se pagaban en 1914, el

    jornal pas a $1. 50 en 1916, el ao de mayor produccinhenequenera (Betancourt: 71). En el contexto de la Primera Guerra Mundial y gra-cias a la alianza con los henequeneros que haban sidomarginados por Olegario Molina y su grupo, Alvarado logramodificar los inicuos trminos de intercambio con la Inter-

    national Harvester y en general con los compradores, peroa su vez el aumento de precios y de ingresos le permitenegociar mejoras significativas para los trabajadores. Ha habido pocas en que debido al florecimiento dela industria henequenera y la escasez de mano de obra, lospeones gozaron de un bienestar que nunca han conocido losindios de otros estados [...] La Revolucin comenz en unode estos perodos de prosperidad y su fase ms aguda coin-cidi con el auge del henequn, sostiene Siegfried Askinasy,socilogo ruso que a principios de los treinta del pasado si-glo realiza un estudio sobre el henequn: (Askinasy: 35). Pero el beneficio mayor es para el sector no mono-polizado de la oligarqua, y as lo reconoce Julio Rendn,gerente de la Comisin Reguladora de los Precios del He-nequn, en un discurso ante los hacendados: El gobiernocomprende perfectamente que para que los intereses de lacomunidad, los intereses del estado progresen, se necesi-ta hacer que las primeras bolsas que se llenen sean las devosotros [...] Pblico y notorio es que los que tenan deudaslas han pagado [...] y los que no tenan deudas estn acu-mulando dlares (Montalvo: 101). Deploro [...] no haber cumplido mi deber [...] repar-tiendo todas las tierras segn me lo ordenaba el decreto

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    del 6 de enero, escribe Alvarado en 1918. Lo cierto es quela jugada de todos ganan slo era posible relegando el

    tema agrario, de modo que la reglamentacin yucateca dela Ley del 6 de enero, donde se afirma que: Todo mexica-no o extranjero residente en el estado, mayor de 17 aos,tiene derecho siempre que quiera dedicarse personalmentea cultivarlo, a poseer un lote de terreno (Gamboa: 518), notuvo mayores efectos prcticos y las pocas tierras que se

    asignaron fueron nacionales y en dotacin provisional quea veces no se ejecut. Quiz la coyuntura poltica y econmica que en-frentaba Alvarado demandaba prudencia, pero en todocaso hay evidencias de por qu por s mismas, ni las leyesde mozos ni las leyes agrarias eran capaces de provocar unvuelco social. En 1915, Pacheco Cruz fue contratado por elgobierno yucateco como Agente de Propaganda que, se-gn las instrucciones, ms que discursos o mtines (de-ban) procurarse plticas con los grupos de obreros de lospueblos y peones de las fbricas del campo (Pacheco: 122).De sus minuciosos informes al Gobernador se desprendeque pocos acasillados estaban interesados en ejercer, asnoms, su recin concedida libertad: la finca Tzama tieneveinte sirvientes a quienes inform el motivo de mi visita i(sic) al interrogarlos manifestaron estar satisfechos en todoi (sic) por todo, salvo uno que dijo separarse por su volun-tad (Ibid: 199).

    En algunos casos los trabajadores piden aumentode salarios: la hacienda de Cixhuh tiene en servicio a 20

    jornaleros quienes manifestaron descontento por pagrse-les un jornal de 62 centavos por mecate i (sic) piden se lespague un peso de lo que igualmente habl en mi informe

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    Zapatismo con vista al mar

    No. 17 (Ibid: 200). Conformidad y moderacin sospecho-sas, cuyo origen se vislumbra en el informe nmero 18: C.

    Gobernador del Estado Mrida. Tengo el honor de comu-nicar a usted que ayer en la maana se me presentaron lasesposas de los sirvientes Victoriano Caamal i (sic) GenaroCiau, de la Finca Santa Mara de los seores Lizrraga i (sic)Urcelay, manifestndome que el encargado de la citada fin-ca los haba encalabozado por haber expuesto deseos de

    separarse (Ibid: 206). Alvarado fue un reformador que, como Saint- Simon,confiaba ciegamente en el progreso cientfico y como HenryGeorge crea en un capitalismo con rostro humano. Lo queno hubiera sido impedimento si no fuera porque su con-cepto de la redencin de los esclavos del henequn no tenanada que ver con la idea maya de la libertad. Su percepcindel indgena sometido como un ser indolente y sin nece-sidades, y por tanto insensible al imperativo de progresar,se parece mucho a la de Paul Furbach y Otto Peust, con ladiferencia de que los alemanes concluyen que es necesa-rio el trabajo forzado y el sonorense busca procedimientoscivilizatorios ms suaves. En Mi sueo, texto que es unasuerte de utopa, escribe Alvarado: Cuando se le dijo queestaba emancipado [...] su primer movimiento fue echarse ano hacer nada. (Pero) aguijoneado poco a poco por el est-mulo, fue acrecentando sus necesidades. Se fue civilizando[...] y sintiendo agudizarse las exigencias de la civilizacin,dese mejores vestidos, mejores calzados [...] Y entonces el

    jornalero trabaj, no slo como antes sino mucho ms. Elresultado fue que [...] el capital y el trabajo, en vez de ir unocontra otro se sumaban y engranaban (Moe: 43).

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    Semlia y Volia!

    Imposibilitado de reelegirse, debido al Artculo 115 de la

    Constitucin de 1917, Alvarado le hereda el cargo a un

    hombre fiel: el sindicalista ferrocarrilero Carlos Castro Mo-

    rales. Entre tanto crece y se radicaliza la organizacin pol-

    tico-social encabezada por el Partido Socialista del Sureste

    (PSS), al punto de que el moderado gobierno de Carranzainterviene para enfriar la situacin. Fuerzas federales to-

    man locales y apresan lderes, pero cuando la derecha can-

    taba victoria, Carranza es derrocado y la izquierda regresa

    a la Pennsula en ancas del Plan de Agua Prieta.

    Esta nueva etapa de la Revolucin en Yucatn que

    de hecho arranca aos antes con el trabajo de los activistasdel PSS tiene un ingrediente adicional llegado a la Pennsula

    a la vera del carrancismo: el radicalismo campesino del que

    es portador un motuleo que haba militado casi tres aos

    en las filas del zapatismo morelense: Felipe Carrillo Puerto.

    Y el radicalismo campesino tiene historia.

    En 1861, el Zar Alejandro II se vio obligado a de-cretar la emancipacin de los siervos, pues, como el mis-

    mo dijo: Es mejor liberar a los campesinos desde arriba

    que esperar a que conquisten su libertad mediante levan-

    tamientos desde abajo (Paz, s. f., p 22). Pero el mujik no

    estuvo conforme con una reforma que a cambio de pocas

    y malas tierras lo cargaba con deudas impagables y la efer-vescencia rural persisti. En 1862, como resultado de los

    trabajos de Chernishevsky en San Petersburgo y de Herzen

    y Ogariov en el extranjero, se forma en Rusia una organi-

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    Zapatismo con vista al mar

    zacin revolucionaria denominada Semlia y Volia:Tierra yLibertad (Paz: 46).

    El nombre prende como consigna entre el movi-miento campesino europeo y posiblemente a travs delanarquismo llega a los animadores del Partido Liberal Mexi-cano (PLM), que encabeza Ricardo Flores Magn. Enarbo-lad la bandera roja gritando con entusiasmo: Viva Tierray Libertad! Pero no os conformis con gritar: tomad la tie-

    rra y dadla al pueblo para que la trabaje sin amos (Bartra,1972: 360); escribe en un manifiesto de mayo de 1911 dadoa conocer enRegeneracin,por la Junta Organizadora delPLM; y unos das antes un artculo de la misma publicacininforma que donde avanzan las fuerzas del partido: labandera roja flota en las azoteas de nuestros cuarteles os-tentando nuestro querido lema: TIERRA Y LIBERTAD (Ibid:343), lo que se puede constatar en las fotos de la toma de

    Tijuana por los liberales (Ibid: s.n.p.) Despus de 1911 los magonistas se desperdigaronentre las diferentes corrientes revolucionarias, pero desdesu exilio en California, la Junta Organizadora del PLM siem-pre hizo pblicas sus simpatas por el zapatismo, a cuyoCuartel General lleg a principios de 1913 un enviado suyo,el magonista Jos Guerra, adems de que intercambiaronuna nutrida correspondencia. En Regeneracin se publica-ron manifiestos zapatistas y, segn Ricardo Flores Magn,en 1915 Emiliano Zapata ofreci a Antonio de P. Arau-

    jo poner a disposicin deRegeneracintodo el papel quese necesitara, en caso de que el peridico se publicase enterritorio controlado por las fuerzas surianas (Ibid: 442).Invitacin que no prosper, entre otras cosas porque los

    redactores estaban encarcelados en Estados Unidos.

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    La relacin poltica entre magonistas y zapatistas

    fue estrecha, pero la consigna del PLM Tierra y Libertad, en

    ningn momento fue adoptada formalmente por el Ejr-cito Liberador del Sur, que siempre rubric sus comuni-

    cados con la leyenda Reforma, Libertad, Justicia y Ley. Sin

    embargo, a partir de 1914 comienzan a llegar al Morelos

    insurgente intelectuales urbanos familiarizados con el ma-

    gonismo y tambin con el marxismo y el anarquismo, como

    Rafael Prez Taylor, Miguel Mendoza Lpez y Antonio DazSoto y Gama, quienes van integrando un cuerpo doctrinario

    agrarista articulado en torno al concepto Tierra y Libertad,

    y est documentado que Soto y Gama, que fue delegado

    zapatista en la Convencin de Aguascalientes, empleaba el

    lema magonista en sus discursos.

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    El zapatismo llega al mayab

    Y a Morelos va a parar en 1913 el yucateco Felipe Carrillo Puerto. Nacido en 1874, segundo de 14 hijos de un pequeoabarrotero mestizo de Motul, Carrillo estudia slo la pri-maria, pero con buen desempeo, y en premio su padre leregala una parcela en Uc, donde aprende a cultivar la tierra;

    luego es sucesivamente vaquero, conductor de ferrocarril,leador, carretero, periodista, coronel de caballera en elEjrcito Zapatista, estibador en Nueva Orlens, diputado ygobernador socialista de Yucatn. De joven, el motuleo absorbe la cultura maya de suconvivencia con campesinos y en particular de los relatosde la anciana Xbatab, con la que a los 18 aos promueve ladestruccin de una albarrada con que los hacendados deDzununcn impedan que los campesinos de Kaxatah lle-garan a su poblado, accin por la que cae preso (Bolio: 28).Al socialismo se asoma a travs del espaol Serafn Gar-ca, prroco de la iglesia de Motul (Irigoyen: 7), despus leea Proudhon, Kropotkin, Reclus y un captulo de El capitalde Carlos Marx, publicado en la Revista de Mrida(Carrillo1972: 12). En 1907 funda el peridico El Heraldo de Motul,en apoyo a la candidatura de Delio Moreno Cantn, cau-sa por la que va a prisin. En enfrentamiento por motivospolticos en 1911 mata a Nstor Arjonilla y es encarceladode nuevo por un ao. En la crcel traduce al maya la Cons-titucin de 1857, versin de la que luego leer artculos enreuniones con campesinos (Ibid: 17 y 18). Indianidad, cam-pesinismo, mesianismo cristiano, socialismo, anarquismo yuna pizca de liberalismo decimonnico; una mezcla que al

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    combinarse con el radicalismo agrario del Ejrcito Libera-dor del Sur, deviene explosiva.

    En 1913, al salir de la crcel, Carrillo marcha a Mo-relos, ah se cartea con Emiliano Zapata, con quien puedeconversar en 1914 en Milpa Alta, y ms tarde en el cuartelgeneral de Tlatizapn. Hablan, entre otras cosas, de llevar lalucha agraria a Yucatn, y Zapata lo nombra Coronel de ca-ballera. Esto lo sabemos por el reporte que realiz el coro-

    nel Pablo A. Lonngi, a peticin de Acrelio Carrillo, hermanode Felipe (Paoli 1977: 81), el resto de su incursin zapatistay su decisin de regresar a la Pennsula lo narra el entoncespasante de agronoma Marte R. Gmez, quien trabaj conel yucateco en las Comisiones Agrarias del Sur, encargadasde realizar los trabajos de agrimensura necesarios para larestitucin de tierras a los pueblos. Me avisan que el general Alvarado est repartien-do tierras entre los indios mayas. Yo estoy muy contento [...]ayudando a [...] los campesinos de Morelos [...], pero aqu tie-nen a Zapata, as es que yo no hago falta, me voy a Yucatn,le comunic Carrillo al joven agrnomo (Gmez: 140). Sinembargo, en la perspectiva zapatista del motuleo, la accinconstitucionalista en Yucatn resultaba tibia, limitada, y encarta de tono irnico enviada en 1915 a su hermano Acrelioformula lo que, aos despus, ser su programa de gobierno: Supongo que ya habrn dejado de tratar a los in-dios como a tales, que ya les habrn devuelto las tierras [...]como [...] se ha hecho en los estados de Morelos, Guerrero yMxico, que son los [...] que domina el bandido de Zapata,[...] supongo [...] que las plantas desfibradoras de las ha-ciendas han quedado en beneficio de los ayuntamientos...Supongo, tambin, que ya no robarn despiadadamente los

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    comerciantes [...], que ya se habrn establecido las escue-las racionalistas para ensear a los nios que no se dejen

    explotar ni exploten [...], que ya no habr sacerdotes [...] Sitodo lo que te he dicho se hace ah, entonces [...] te felicito[...] Pero la realidad me hace ver que no son tan felices (Ca-rrillo 1972: 169-171). Antes de trasladarse a Yucatn, Carrillo marcha aNueva Orlens, donde su presencia no pasa desapercibida

    al cnsul de Mxico, quien poco despus avisa a Alvaradoque el lder Carrillo Puerto se haba embarcado a (Yuca-tn), trayendo proclamas firmadas por el caudillo EmilianoZapata, dirigidas a los indgenas mayas, alentndolos a lu-char por la causa agraria y contra el carrancismo (Pao-li 1984: 113-114). En consecuencia el gobernador ordenasu aprehensin en calidad de enemigo poltico. Pero, pocodespus, cambia de idea y decide incorporarlo a su trabajoproselitista, lo que no era extrao en el sonorense, quinhabitualmente reclutaba para su causa an a quienes no sehaban adherido al Constitucionalismo desde el tiempo enque Carranza operaba con base en Veracruz. La ComisinAgraria de Yucatn recuerda Marte R. Gmez era casiel nico lugar donde los que no habamos estado en Vera-cruz, podamos trabajar (Gmez: 140). As, de fines de 1915 a fines de 1918 el motuleo la-bora para el gobierno de Alvarado en la Comisin Agrariay desarrolla gran activismo en el Partido Socialista y sobretodo en sus Ligas de Resistencia: estructura de base que ha-ca de la Organizacin Revolucionaria Yucateca partido demasas ms que vanguardia de cuadros y movimiento socialms que simple aparato poltico. Carrillo tena claras las eta-pas por las que deba pasar la mudanza social yucateca: La

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    Revolucin lleg verdaderamente a Yucatn encabezada porel general Alvarado; [...] Alvarado comenz por dar libertad

    a todos los trabajadores, y al mismo tiempo [...] fomentabala Comisin Reguladora del Henequn (que) hizo ms ricos alos ricos de Yucatn [...] Nos aprovechamos de ese momentopara implantar [...] el Partido Socialista, que llevaba en susideales la libertad econmica, como la libertad poltica [...]

    Todos los trabajadores del campo, todo el estado de Yucatn

    porque hay que advertir [...] que el Partido Socialista [...] no haido de las ciudades al campo sino del campo a las ciudadesse nos uni (Paoli 1977: 127). En trminos historiogrficos, el origen rural del n-cleo poltico de la revolucin yucateca no se sostiene: elPartido Socialista Obrero se forma en junio de 1916 poriniciativa del gobernador y jefe militar designado, en unaaccin operada por activistas de la Casa del Obrero Mun-dial, cuya finalidad es crearle una base poltica a la candi-datura de Alvarado a la gubernatura constitucional, y susprimeros militantes son ferrocarrileros, alijadores, artesa-nos y pequeos comerciantes.

    Sin embargo, tambin es verdad que para 1917 y yacon Carrillo Puerto como presidente, el partido, rebautiza-do Socialista de Yucatn y ms tarde, al extenderse a Cam-peche y Quintana Roo, Socialista del Sureste, transformasus subcomits en Ligas de Resistencia que embarnecensobre todo en el agro, con lo que se opera una suerte derefundacin que, en efecto, va del campo a las ciudades.La organizacin proletaria del estado de Yucatn es esen-cialmente agraria, escribe el activista Juan Rico, en un librode 1922 (Rico: 7).

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    Campesinismo VS leninismo

    El yucateco no es el nico socialismo que viene del campo.

    Desde 1881, fecha en que en carta a Vera Zasulich, Marx

    autoriz con asegunes que la comuna rusa se liberara

    sin pasar por el rgimen capitalista (Marx: 40), los rsti-

    cos se saltaron las trancas, soaron utopas y se pusieron

    a hacer revoluciones que a veces se llamaron socialistas.En la Amrica continental, donde hay una fuerte presen-

    cia rural de pueblos originarios, la aventura subversiva de

    los excntricos ha corrido por cuenta de indios como los

    mayas peninsulares y como los incas andinos, a quienes

    hace 80 aos el peruano Jos Carlos Maritegui asign ta-

    reas socialistas y que hoy pisan fuerte en Bolivia, Ecuador,Colombia y Per.

    No muy distinto del quechua y aymara del XXI, el al-

    termundismo maya del siglo XX, fue diseado por el PSS en

    los Congresos de Motul (1918) y el de Izamal (1921). En el

    primero se establece que: La libertad poltica es un mito si

    no descansa sobre la libertad econmica (Paoli, 1977: 191),y el segundo va an ms lejos al sostener que: La finali-

    dad comunista que desde el punto de vista agrario deben

    perseguir las Ligas de Resistencia, es la expropiacin de la

    tierra sin indemnizacin de ninguna especie, efectundose

    la explotacin de ella por los habitantes de la misma [...] La

    finalidad comunista desde el punto de vista industrial [...]es la expropiacin sin rescate de los elementos de la pro-

    duccin industrial en beneficio del estado Proletario; estos

    elementos [...] debern ser explotados por los trabajadores

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    y para los trabajadores [...] La finalidad comunista desde el

    punto de vista del reparto de la produccin [...] es la supre-

    sin del intermediario [...] que deber ser sustituido por elintercambio [...] entre productores (Tema VII). Que el go-

    bierno socialice los servicios pblicos, desempeados hasta

    ahora por empresas privadas, como tranvas, luz y fuerza

    elctrica (Tema IX) (Ibid1977: 107, 108).

    La primera ponencia presentada en el Congreso

    de Motul se titula Tierra y Libertad, que adems era ellema del PSS, sin embargo la retrica de la reunin de 1918,

    como de la de 1921, est ms cerca del discurso de los co-

    munistas ortodoxos que de las formulaciones del capesi-

    nismo radical zapatista, cuyos equivalentes al otro lado del

    Atlntico eran los herederos del populismo decimonnico

    ruso: el ala izquierda del Partido Social Revolucionario, quedio organicidad y contenido programtico a la participa-

    cin campesina en la Revolucin de 1917, y cuyo lema era

    precisamente Tierra y Libertad.

    Sin duda la participacin en el Congreso del mar-

    xista rumano de nacionalidad estadounidense Roberto

    Haberman, miembro del Partido Socialista de ese pas, ladifusin en Mxico del Manifiesto Comunista y otros es-

    critos de ese tenor, desde fines del siglo XIX, y la lectura de

    El capital, por los fundadores del PSO (Espadas: 4), explican

    el empleo en el Congreso de algunas frmulas cannicas

    de dicha doctrina. Pero las razones de la poca visibilidad y

    diferenciacin del proyecto poltico especfico del campesi-nado revolucionario, que termina oculto tras la fraseologa

    de un comunismo marxista, por lo dems terica y prcti-

    camente muy poco generoso con los pequeos producto-

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    res agrcolas, y menos an con las posibilidades libertarias

    de los indgenas en cuanto tales, hay que buscarlas en la

    poderosa irradiacin ideolgica que acompaa al triunfo dela Revolucin rusa de 1917, a cuya cabeza est la corriente

    bolchevique del Partido Comunista.

    As, paradjicamente, el liderazgo del agrarismo

    rojo que domina en la Liga Nacional Campesina durante

    los aos veinte y primeros treinta del siglo pasado y est

    ideolgicamente emparentado con el socialismo yucateco ,es ms leninista que zapatista: Si nuestro Zapata hubiere

    tenido la preparacin de un Lenin! Si hubiere podido abar-

    car en su visin todos los aspectos del problema! (Agetro:

    99) se lamenta en 1923 rsulo Galvn, lder de la Liga de

    Comunidades Agrarias de Veracruz. Esto pese a que Lenin

    no vea en los campesinos ms que un aliado transitorio

    del proletariado y que por esos aos la Revolucin sovitica

    triunfante estaba aniquilando militarmente al movimiento

    campesino encabezado por Nstor Majno, el zapata ruso.

    En su etapa carrillista, la Revolucin yucateca es in-

    soslayablemente campesindia y tanto su estrategia comosu dispositivo social, estn muy lejos del modelo bolche-

    vique. Sin embargo, la simpata de sus lderes por la revo-

    lucin triunfante en Rusia, los asimila discursivamente al

    leninismo, con cuyo esfuerzo libertario se solidarizan ma-

    terialmente: en 1923 el gobierno de Carrillo apoya al go-

    bierno sovitico con un envo de medicinas y otros artcu-los, obteniendo una respuesta de Lenin donde ste les hace

    recomendaciones polticas para el manejo de la cuestin

    agraria (Irigoyen: 18).

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    No ser sino diez aos despus, que un comunis-

    ta peruano, Jos Carlos Maritegui, trate de incorporar al

    marxismo la perspectiva libertaria de los pueblos origina-rios de Amrica. Una tarea que entre la segunda y la tercera

    dcada del siglo XX los mayas peninsulares emprendieron,

    empleando la terminologa leninista convencional, pero

    deslindndose en la prctica de la ortodoxia.

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    El verdadero comienzo

    Proveniente del centro, la Revolucin llega a Yucatn conAlvarado, pero arraiga y se convierte en subversin localtres aos despus, al irse desplegando un verdadero movi-miento popular ya no slo inducido desde arriba, sino conmotivaciones propias, e impulsado desde abajo. Es con Ca-

    rrillo y no antes, que la Revolucin peninsular comienza ahablar en lengua maya. Sin duda el de Motul quera ir ms a fondo que elsonorense, pero la radicalizacin del proceso yucateco noes asunto de ideologa sino de coyuntura. Desde 1916, elfin de la guerra europea provoca la cada de los precios delsisal, que har crisis en 1919, cuando ante la existencia enalmacenes de 125 millones de kilos de henequn, se aban-done la regulacin y se regrese al mercado libre, en reali-dad controlado por la International Harvester. Al irse reduciendo las exportaciones de la fibra, de1916 en adelante se acumulan inventarios, se reducen lasplantaciones, disminuye la demanda de fuerza de trabajo,bajan los ingresos del pen, se agudiza el conflicto rural,entra en crisis la alianza del gobierno con los hacendadosy se cuestiona a la Comisin Reguladora de los Precios delHenequn. Toda la armazn de la estrategia alvaradista sederrumba, al tiempo que el sonorense, impedido de reele-girse como gobernador, se ve obligado a replegarse dejan-do en el cargo a Castro Morales, un personaje sin fuerzapropia. Pero en el ocaso de Alvarado, amanece una opcinafilada y visionaria que se haba ido forjado en el Partido

    Socialista y las Ligas de Resistencia.

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    dependencias de Yucatn que dejen de fraccionar hene-

    quenales, porque dichos terrenos continuarn en poder de

    sus legtimos propietarios (Gamboa: 133), con lo que el go-bierno federal desautoriza abiertamente la Reforma Agraria

    emprendida por el PSS. Durante la segunda mitad del ao, el

    conflicto rural se torna violento y el Ejrcito de la Federacin

    se ensaa contra los agraristas, mientras que Carranza le da

    alas a un Partido Liberal Yucateco (PLY), destinado a contra-

    rrestar al PSS. A fines de 1919 y principios de 1920, las fuer-zas federales ocupan y queman locales socialistas y apresan

    y sacan del estado a Carrillo Puerto, a la sazn presidente del

    partido. Pero las Ligas intensifican sus acciones y en marzo

    de 1920 arden las haciendas de Ticop, Kantoina, Naban-

    ch, Hunkanab, Bella Flor, Santa Mara, Mulsay, San Juan Kop,

    Yaxcacab, Itzincab, Tekik, entre otras. A la larga, el enfrentamiento con las bayonetas fede-

    rales hubiera acabado con la resistencia del PSS y sus Ligas,

    si no fuera porque la derrota de Carranza a manos de los

    impulsores del Plan de Agua Prieta, le permite al socialismo

    yucateco rehacerse a la vera del obregonismo triunfante.

    As, en el 18 de junio de 1920, en el puerto de Progreso,una multitud en vilo dominada por el blanco de la manta

    que viste y el rojo de las banderas que enarbola, recibe en

    triunfo al Carretero de Motul, a sucun(hermano) Felipe, al

    Presidente del PSS, a su lder Felipe Carrillo Puerto.

    Sin maz no hay Mayab

    Carrillo Puerto regresa a Yucatn con las Fuerzas Armadas

    de la Federacin y hubiera podido tomar el mando del es-

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    tado sin ms trmite, pero el zapatista peninsular rechaza

    de inicio lo que califica de un cuartelazo poltico, y se in-

    digna porque los candidatos a diputados del PSS a quie-nes la represin carrancista haba impedido llegar al cargo,

    conforman la Cmara, respaldados por las tropas y sin que

    medie nueva eleccin, cosa que para el motuleo es una

    traicin al pueblo.

    En vez de montarse en la ocupacin militar, de junio

    de ese ao a mayo del siguiente, Carrillo desata una inten-sa movilizacin popular contra la oligarqua y las tendencias

    oportunistas dentro del PSS, que culmina con una arrollado-

    ra campaa electoral en la que gana con 62 mil 801 votos,

    contra 2 mil 818, del candidato del PLY. Con 19 de cada 20

    sufragios y habiendo logrado esta abrumadora aprobacin

    en el curso de una lucha larga y enconada, el PSS no slo haconquistado la gubernatura; en un sentido ms amplio, ha

    tomado efectivamente el poder tanto arriba como abajo.

    Pero la economa peninsular est en crisis por la cada

    de los precios del sisal, la desaparicin de la Comisin Regu-

    ladora y el regreso de la International Harvester. Y en tiempos

    de vacas flacas cualquier intervencin del gobierno del estadosupone beneficiar a un sector de los productores y enajenar-

    se a otro. As, en diciembre de 1921 Carrillo crea una nueva

    instancia de control, la Comisin Exportadora de Yucatn, e

    implementa una reduccin de la produccin conforme a una

    tasa variable segn el volumen, que va de 15%para los pro-

    ductores menores, a 50%para los mayores. El saldo polticoes que los grandes hacendados le declaran la guerra, mientras

    que los modestos, agrupados en una Liga de Pequeos y Me-

    dianos Productores de Henequn, lo apoyan.

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    Pero la clave del gobierno socialista no est en regular

    la produccin para enfrentar el estrangulamiento econmi-

    co y ganarse a los pequeos henequeneros; la preocupacincentral de Carrillo es la crisis social, pues su principal com-

    promiso es con los trabajadores del campo, que son su ma-

    yor base de apoyo.

    La desocupacin y el hambre son habituales en m-

    bitos donde dominan monocultivos de materias primas

    con demanda fluctuante, y en este caso se agravan por elnotable incremento que durante el auge haba tenido la

    poblacin dependiente del sisal. Decenas de miles de tra-

    bajadores del campo se encuentran de pronto sin trabajo,

    pero la habitual estrategia rural de refugiarse en la econo-

    ma domstica y la produccin de autoconsumo, resultan

    cuesta arriba en la zona henequenera, donde las tierras sonpoco adecuadas para la agricultura de subsistencia y la mil-

    pa ha sido erradicada casi del todo por el agave. En un es-

    tado como Yucatn, que importaba masivamente alimen-

    tos, entre ellos unas 40 o 50 mil toneladas anuales de maz,

    que representaban casi el 60%del consumo (Askinasy: 59),

    la crisis de la economa agroexportadora era sinnimo dehambre, hambre sin atenuantes.

    De 1916 a 1923, a raz de la cada de la demanda, los

    henequenales se haban reducido en casi un 40%, al pasar

    de 36 mil a 22 mil hectreas, provocando una contraccin

    del empleo y el ingreso que la lucha de las Ligas por pre-

    servar el monto de los salarios no poda contrarrestar, pueslo que se reduca drsticamente eran los das trabajados.

    En este contexto no slo era inviable la lucha de corte pro-

    letario por ms trabajo y mayor sueldo, sino que chocaba

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    Armando Bartra

    con la nica poltica posible para enfrentar la mermada de-

    manda, que era reducir la oferta y la produccin. Tampo-

    co tena sentido expropiar y pasar a manos campesinas lasplantaciones, entregndoles un negocio en quiebra. Cuan-

    do el precio de la fibra se reduce 80%en slo 4 aos, se hace

    evidente que el sisal no puede sostener a la totalidad de la

    fuerza de trabajo que absorba en tiempos de auge.

    Ante un problema que es literalmente de vida o muer-

    te, el PSS y el gobierno de Carrillo apelan al paradigma campe-sino y disean una salida bsicamente agrarista: sin abandonar

    la defensa de los intereses laborales de los jornaleros y acasilla-

    dos, las Ligas de Resistencia impulsan con fuerza la expropia-

    cin y dotacin de tierras.

    Pero aunque muchas zonas reivindicadas han sido o

    an son henequeneras, no se trata de crear inviables ha-ciendas sin hacendados, como planteara el presidente Cr-

    denas aos despus, aqu se trata de recampesinizar a los

    mayas en un sentido radical. Lo que supone devolver la tie-

    rra, restituir la milpa, regenerar la comunidad, reanimar la

    cultura, recuperar la dignidad y todo en el ejercicio de una

    libertad recin conquistada. Nada ms y nada menos. Y le llovieron crticas. Los hacendados rechazan el

    regreso al maz con argumentos en apariencia contunden-

    tes: ya en 1918 un administrador de fincas y cabildero de

    la Casta Divina afirma: Yucatn [...] tiene una gran ventaja

    adquirida con ser MONOCULTOR (Torre: 67). El haber in-

    ducido a los braceros de las fincas al CULTIVO DEL MAIZ, hasido uno de los motivos principales por los que han aban-

    donado el henequn, y hay que convencerse de que nuestra

    fibra siempre ha dado y seguir dando para importar no slo

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    Zapatismo con vista al mar

    maz sino todos aquellos productos de los que carecemos. El

    tiempo que un hombre invierte para producir una carga de

    este cereal, es el mismo que invertir para producir una pacade henequn de 200 kilos, y el valor que se obtiene por sta

    es cuatro veces mayor que el se puede obtener por una carga

    de maz (Ibid: 20). El cultivo de maz no slo es perjudicial

    sino ANTIPATRITICO(Ibid: 54).

    Ms inquietante es que veinte aos despus Siegfried

    Askinasy, que haba sido militante del gran partido agraristaruso, el Partido Social Revolucionario, participante en 1917

    en el sovietde Petrogrado y que se felicita por reencontrar en

    Mxico la bandera Tierra y Libertad que enarbolaban sus co-

    rreligionarios rusos (Askinasy: 2), coincida con el argumento

    finquero: en la zona henequenera que da irrisorias cosechas

    de 200 a 300 kilos por hectrea, (el maz) no es actividadeconmica sino ms bien ritual. Sembrando su milpa [...] el

    maya obedece inconscientemente a sus antiguas creencias

    cosmolgicas segn las cuales el maz es la vida [...] Es una

    fantasa pensar siquiera en transformar en milpas los ridos

    campos de Yucatn. Plantear el problema agrario es hablar

    del henequn (Ibid: 58- 59). Otros 20 aos despus, un estudioso progresista como

    Antonio Betancourt, sostiene lo mismo: La solucin del retor-

    no al maz, como medio para resolver las consecuencias de la

    crisis henequenera que afectaban a los campesinos mayas era

    de un efecto regresivo (Betancourt: 78).

    Veinte aos ms tarde, Francisco Paoli y Enrique Mon-talvo, remachan la misma crtica: El PSY, pretenda lograr

    la autonoma, evitando la necesidad de importar alimentos.

    Trataba de crear una infraestructura agrcola suficiente para

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    Armando Bartra

    autoabastecimiento de maz y frijol. Desarrollaba la estrate-

    gia trazada en el Congreso Obrero de Motul, expresado por

    Carrillo Puerto en estos trminos: El estado de Yucatn biencultivado, ser un centro de produccin agrcola capaz de

    bastarse a s mismo, puesto que acabar con la tendencia

    de acaparar todas las tierras para slo cultivar henequn.

    Esta posicin de Carrillo Puerto en 1918 es bastante utpica

    y prxima a los ideales tradicionales aprendidos en los cam-

    pesinos zapatistas y en las lecturas anarquistas. La posicincambi despus (Paoli, 1977: 100-101).

    Tal parece que la teora de las ventajas comparati-

    vas es un dogma de fe que unifica a derechas e izquierdas

    contra la utopa carrillista del regreso al maz. Pero, pri-

    mero habra que atender a los argumentos del motuleo y

    sus compaeros. El 27 de diciembre de 1920 la XXVI Legislatura Local

    aprueba una Ley de Tierras Ociosas, en cuyos consideran-

    dos se establece que: Yucatn [...] es de carcter monocul-

    tor en la actualidad; pero histricamente est comprobado

    que sus tierras producen algodn, higuerilla, chicle, maderas

    preciosas, maz, frijol, caa de azcar y otros [...] cuyo cul-tivo se ha reducido [...] o abandonado [...] Es indudable que

    si la direccin econmica del estado estuviera entregada en

    manos competentes [...] se hubiera hecho ya una divisin de

    zonas agrcolas [...] Naturalmente el sistema capitalista aleja

    la posibilidad de la distribucin de la propiedad agrcola e

    industrial por regiones, lo que slo es factible cuando el in-ters comunal est sobre el particular o privado; pero nues-

    tro estado requiere urgentemente tener un granero, es decir

    una regin dedicada exclusivamente al cultivo de cereales de

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    Zapatismo con vista al mar

    primera necesidad [...] para evitar, o mitigar, los rigores del

    hambre por carencia de estos productos bsicos en la ali-

    mentacin indgena (Carrillo, 1972: 113-114). Estas son razones agroecolgicas y econmicas.

    Pero hay otras.

    En el artculo El nuevo Yucatn, Carrillo Puerto es-

    cribe: La distribucin de la tierra tiene [...] grandes conse-

    cuencias polticas, sociales y econmicas. La [...] ms obvia

    y [...] difcil de alcanzar, es la diversificacin de los cultivoscomo resultado de la distribucin de los ejidos. Yucatn

    ha sido por muchos aos un estado monocultivador. Todo

    nuestro esfuerzo se ha ido en el cultivo del henequn [...]

    Cosas que podramos producir en Yucatn estn siendo

    importadas. Una de las razones para esto es que es ms

    fcil administrar una plantacin de un solo producto quetiene asegurado el mercado.

    Otra razn es que la importacin de comida para

    dar a los indios pone a estos en desventaja mayor que si

    ellos mismos la produjeran en su casa. Nominalmente el

    indio era libre; pero en realidad estaba siendo endeudado

    por su comida y, en tanto siguiera debiendo su comida, nopoda abandonar la plantacin [...] Hasta hace cuatro aos

    importbamos todo lo que comamos [...] Importbamos

    maz, que es la principal comida del indio; importbamos

    pollos y huevos. Ahora cosechamos el maz que necesita-

    mos y cosechamos algunos otros comestibles, incluso para

    exportar una pequea parte. En lugar de importar leche en-latada estamos propiciando la importacin de vacas. Cose-

    chamos, pues, nuestros propios frutos; y esperamos que

    pronto cada poblacin ser sostenida por los frutos que

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    generen sus propias tierras. Todo est dando al indio in-

    dependencia econmica y mayor confianza en s mismo

    (Paoli, 1977: 220).En ese mismo artculo Carrillo sostiene que: En un

    pas agrcola, tierra y libertad son sinnimos. Esto expli-

    ca nuestro lema revolucionario Tierra y Libertad (Paoli,

    1977: 218).

    Para los carrancistas, Alvarado incluido, liberar era

    sinnimo de emancipar a los peones de las labores forzo-sas mediante la reglamentacin del trabajo, mientras que

    para el zapatista Carrillo, es claro que la contratacin libre y

    la sindicalizacin son inviables en un mundo de haciendas;

    un capitalismo canalla como el del sur y el sureste mexica-

    nos, donde pretender la libertad de los campesindios sin

    recuperar la tierra es simple demagogia. La perspectiva decambio del Constitucionalismo es proletarista y apunta

    hacia un capitalismo armnico y equitativo, en cambio la

    visin del zapatismo y el indianismo yucateco es campesi-

    nista y vislumbra un orden de comunidades, cooperativas

    y productores libres. Por esto el carrillismo es calificado de

    utpico, tanto por la derecha cuyo paradigma es el capita-lismo, como por la izquierda cuyo modelo es un socialismo

    al que slo se llega por la va de la proletarizacin de los

    campesinos y la civilizacin de los indios.

    El regreso al maz es propuesta social y econmi-

    ca, pero tiene sustento agroecolgico que bien cabe desta-

    car en tiempos como los nuestros de crisis ambiental y ali-mentaria. Carrillo haba sido campesino, en las Comisiones

    Agrarias de Morelos convivi con agrnomos y se preocu-

    paba por las cuestiones del cultivo. En el primer Congreso

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    Zapatismo con vista al mar

    Obrero, el motuleo interviene sobre el Tema 1 referente

    a la produccin agrcola: Hasta este momento no hemos

    comprendido bien lo que este punto significa. En la vidaeconmica de todos los pueblos debe procurarse prime-

    ramente que los elementos de primera necesidad no sean

    importados (PSY: 26). Pero no se queda en la generalidad,

    despus de cuestionar los bajos rendimientos que ha en-

    contrado en algunas zonas del estado, expone su labor de

    extensionismo agronmico: En la regin de oriente procu-r convencer a los trabajadores del campo que no deban

    quemar los montes en su totalidad y que era mucho mejor

    que removieran las tierras, pues obtendran dos ventajas:

    [...] no consumir todas las materias que la tierra contiene

    [...] y que no haya un desperdicio [...] de madera (PSY: 26-

    27). Sensata recomendacin que sin duda hubieran aplau-dido los agrnomos campesinistas como Augusto Prez

    Toro, Luis A. Vrguez Pasos y Efran Hernndez Xolocotzi,

    que sesenta aos despus estudiaron las milpas yucatecas

    (Vrguez: 1-113).

    En consideracin a lo que en el arranque del siglo

    XXI es polticamente correcto, no est de ms mencionar elsegundo punto del Declogo Social de Carrillo Puerto: La

    tierra es la madre y el trabajo el padre del gnero humano.

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    Restablecer la comunalidad

    Carrillo y el PSS consideran la posibilidad de operar la pro-duccin henequenera mediante cooperativas de trabajado-res. Pero esto es asunto menor que puede esperar, lo esen-cial y urgente es dar al indio maya su estatus de hombrelibre, emanciparlo de la sumisin y el envilecimiento en el

    que lo ha sumido un rgimen de explotacin- dominacindonde la opresin econmica de clase se entrevera con elsometimiento tnico y de casta. Y esto no se logra norma-lizando la posicin del indio como fuerza de trabajo de lashaciendas ni tampoco instruyendo que algunas fincas setransformen en cooperativas, como lo pondr en evidenciala poca vitalidad del colectivismo por decreto, tanto duran-te el gobierno de Crdenas como en experiencias semejan-tes de otros pases. La nica posicin polticamente libera-dora es la zapatista, aunque pudiera parecer una utopao un retroceso. No encuentro mejor forma de sustentarlo que ci-tando en extenso las palabras de Carrillo en El nuevo Yu-catn, un artculo escrito hace casi un siglo que, como losbuenos aguardientes, mejora conforme pasa el tiempo. Nuestra primera tarea ha sido distribuir las tierrascomunes [...] a nuestra gente. La apropiacin de la tierra porlas comunidades indgenas [...] es hasta ahora la contribu-cin fundamental de la Revolucin. Estamos tomando esastierras [...] de las propiedades de los hacendados, dejando aestos por lo menos 500 hectreas. Esta tierra no se da a ningn individuo [...] la tierras[...] pertenecen a la comunidad; [...] cada quien tiene sola-

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    Zapatismo con vista al mar

    mente el derecho a trabajar la tierra y disfrutar los frutos

    que produzca [...] En conjunto, cerca de 80 mil jefes de fa-

    milia obtendrn sus parcelas en tierra comn. Esta distribucin [...] est teniendo consecuencias

    de largo alcance. La primera [...] es que los indios se estn

    mudando de las grandes propiedades donde vivan y es-

    tn construyendo sus hogares en pequeos pueblos [...] Los

    hombres viejos que no han conocido la libertad, que nunca

    han tenido el disfrute de la posesin, que nunca han plan-tado y cosechado por ellos mismos, estn [...] empezando a

    vivir la vida de los hombres libres.

    Pero lo ms importante ha sido el surgimiento de

    una nueva vida [...] una nueva existencia poltica, con or-

    ganizaciones y problemas comunales. La distribucin de

    la tierra tiene [...] grandes consecuencias polticas, socialesy econmicas. La [...] ms obvia [...] es la diversificacin de

    los cultivos como resultado de la distribucin de los eji-

    dos. Yucatn ha sido por muchos aos un estado mono-

    cultivador. Todo nuestro esfuerzo se ha ido en el cultivo del

    henequn [...] Cosas que podramos producir en Yucatn

    estn siendo importadas. Una de las razones [...] es que [...]la importacin de comida para dar a los indios pone a estos

    en desventaja mayor que si ellos mismos la produjeran en

    su casa. Nominalmente el indio era libre; pero en realidad

    estaba siendo endeudado por su comida y, en tanto siguie-

    ra debiendo [...], no poda abandonar la plantacin [...] Hasta

    hace cuatro aos importbamos todo lo que comamos. Importbamos maz que es la principal comida del

    indio; importbamos pollos y huevos. Ahora cosechamos el

    maz que necesitamos [...] Cosechamos pues nuestros pro-

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    pios frutos; y esperamos que pronto cada poblacin ser

    sostenida por los frutos que generen sus propias tierras.

    Todo est dando al indio independencia econmica y ma-yor confianza en s mismo.

    El futuro de Yucatn pertenece a los mayas (Paoli,

    1977: 218-219).

    Las tierras del latifundio finquero yucateco no cam-

    biaron drsticamente de manos, ni era tal el propsito

    inmediato de la Reforma Agraria que emprende la admi-nistracin de Carrillo, quien prefiere entregar terrenos na-

    cionales o incultos que expropiar henequenales, aunque su

    ltimo decreto, del 28 de noviembre de 1923, establece que

    las fincas abandonadas podrn ser incautadas y entregadas

    a los campesinos a pedimento de las Ligas. Sin embargo, en

    menos de tres aos, que es lo que dura su gobierno, el re-parto agrario es importante. Basndose en documentacin

    del Archivo General del estado de Yucatn, Gilbert M. Jose-

    ph sostiene que No hay duda de que Felipe Carrillo Puerto

    s haba expropiado algunos henequenales ya en 1922 [...]

    Adems, bajo el liderazgo de Carrillo, la Reforma Agraria

    en Yucatn avanzaba ms rpidamente que en ningunaotra regin, salvo en Morelos, antes de 1924 (Joseph: 26).

    Hasta ahora ms de la mitad de las villas y pueblos

    del estado han recibido sus tierras y son ms de 80 es-

    cribe Carrillo en el multicitado artculo de fines de 1923.

    Cada jueves, y a veces dos das por semana, se distribuye

    tierra en alguna poblacin. Esta parte de nuestro programadebe ser completada dentro de un ao [...] En conjunto cerca

    de 80 mil jefes de familia obtendrn sus parcelas en la tierra

    comn (Paoli, 1977: 219). Fusilado el 3 de enero de 1924,

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    Carrillo ya no tuvo el ao que necesitaba para cumplir sus

    metas. Sin embargo, en el primero de su gobierno entreg

    209 mil hectreas, en beneficio de casi 11 mil campesinos, yen el segundo lleg al medio milln (Carrillo, 1972: 23).

    Ni en la sociedad yucateca ni en las comunidades

    mayas privaba lo que hoy llamamos equidad de gnero. Si

    los indgenas sufran opresin tnica y de clase, las mujeres

    padecan una carga adicional por el simple hecho de serlo.

    Pero los socialistas yucatecos eran sensibles a una urticantecontradiccin que cruza los rdenes civilizatorios.

    En el sueo de Alvarado el protagonismo de la mu-

    jer no pasaba de sociedades altruistas para satisfacer el

    hambre material y espiritual de los pobres, un feminismo

    que no deba caer en ningn extremo ridculo ni contra-

    producente. Pero en los tiempos de Carrillo las mujerescomienzan a empoderarse en serio. Su hermana Elvia, que

    en 1912 haba fundado en Motul la primera organizacin

    femenina de campesinas, participa activamente en el PSS

    y en 1922 es elegida diputada al Congreso local (Carrillo,

    1959: 83). Ella y Rosa Torre impulsan fuertemente las cues-

    tiones de gnero en los Congresos de Motul e Izamal. En elprimero se resuelve que: El hombre ha sufrido la tirana de

    las leyes y del capital y la mujer no slo ha sufrido la tirana

    de las leyes y del capital sino tambin la oprobiosa tirana

    de los esposos, de los padres y an a veces, de los hijos. Los

    gobiernos anteriores no han querido darle significacin a

    los derechos que tiene la mujer, como individualidad hu-mana (PSY: 74), y se acuerda: Elevar un ocurso a la hono-

    rable Cmara del estado para que se decrete que la mujer

    yucateca tiene derecho a votar y ser votada (Ibid: 94). En el

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    Armando Bartra

    segundo se asume como tarea del partido la emancipacin

    integral de la mujer. No se llega al acuerdo con facilidad,

    pues en la Comisin hay socialistas que sostienen la infe-rioridad intrnseca de la mujer con citas de Schopenhauer

    y de presuntos estudios fisiolgicos. Con estos resolutivos

    es previsible que el PSS agrupe a numerosas organizaciones

    de mujeres, entre ellas la Liga Obrera Feminista, formada

    por vendedoras del mercado y trabajadoras de la Coopera-

    tiva Nueva Industrial, de productos de henequn. Pero el sexismo del que no estn ausentes los socia-

    listas, es ms furibundo entre la buena sociedad yucateca

    y clases medias que la acompaan. As, en 1922, cuando

    consecuente con sus acuerdos, la Liga Central publica 5 mil

    ejemplares del folleto La Brjula del Hogar: medios segu-

    ros y cientficos para evitar la concepcin, de la luchadorafeminista Margarita Sanger, la derecha se escandaliza por

    la obscenidad de aludir al sexo. En una carta pblica que

    hoy, cuando en Mxico se insiste en penalizar el aborto, de-

    beramos firmar, los socialistas yucatecos ratifican su im-

    pecable postura: Es o no es la mujer duea de su cuerpo?

    Si lo es puede, si quiere, limitar el nmero de sus hijos paraevitar la miseria y la esclavitud (Sanger: 36).

    Otra gran preocupacin del socialismo yucateco es

    la educacin de los nios. Desde 1915 algunos maestros

    iniciaron la revisin crtica de los principios autoritarios

    y mtodos represivos de la enseanza, que se debatieron

    en el Primer Congreso Pedaggico, donde bajo el concep-to de enseanza racional se estableci que en educacin

    el principio bsico es la libertad y que el maestro, ms

    que instruir debe incitar. En el Congreso de Motul se

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    Zapatismo con vista al mar

    ratifican estas definiciones y se acuerda crear una Normal

    Socialista para formar al nuevo magisterio. En 1922, ya go-

    bernador Carrillo Puerto, se instituye por ley la Escuela Ra-cionalista (Rico: 144-164).

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    El partido es movimiento

    El Partido Obrero de Yucatn, luego Socialista de Yucatn

    y ms tarde Socialista del Sureste, surge de arriba hacia

    abajo, como iniciativa del gobierno militar de Alvarado que

    necesita respaldo de un grupo poltico local, y al principio

    no es muy distinto de otros institutos forjados al calor de

    la lucha armada o en la inmediata posrevolucin, que sonapndices corporativos del poder estatal y en ocasiones

    desarrollan prcticas fascistas, como lo hace el Radical So-

    cialista de Tabasco que encabeza Garrido Canabal.

    La vanguardia poltica de la Revolucin yucateca

    es, pues, una organizacin fuertemente centralista y nota-

    blemente clientelar, cuyo rpido crecimiento (se funda en1916; en 1918 tiene 26 mil miembros, y 80 mil en 1924) se

    explica, en parte, porque para conservar su empleo los ser-

    vidores pblicos tienen que hacerse socialistas (PSY: 89-

    103) y por qu a los trabajadores del campo y las ciudades

    les conviene ser miembros del partido para que avancen

    sus demandas. Pero esto comienza a cambiar a fines de la segunda

    dcada del pasado siglo. Si el respaldo del Centro Consti-

    tucionalista y la alianza con el sector no monopolizado de

    la oligarqua local haban permitido a Alvarado estabilizar-

    se en el poder local y crear una fuerza poltica propia, es

    la oposicin activa del Centro Carrancista, la ruptura delacuerdo con la gran burguesa henequenera y la prdida del

    gobierno local lo que permite y obliga a Carrillo a trans-

    formar un partido de discurso avanzado pero corporativo

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    y clientelar, en el instrumento sociopoltico de un amplio

    movimiento de masas. Una insurgencia popular cuya fuer-

    za mayor viene del campo, pues paradjicamente en lostiempos del motuleo y cuando el proceso se radicaliza,

    algunos organismos sindicales que haban sido base pri-

    mera del Partido Socialista Obrero, como la Liga Obrera Fe-

    rrocarrilera, se dividen y parte de sus miembros viran a la

    derecha y se alinean con la oposicin (Rico: 3- 120).

    De 1918 en adelante y, sobre todo en las cruentasbatallas de 1920, el PSS y sus Ligas de Resistencia se refun-

    dan como movimiento social mayormente agrario que ya

    no es recurso poltico del gobierno impuesto por el cen-

    tro sino instrumento de los mayas para hacerse del poder

    tanto el social como el administrativo y ejercerlo con

    prestancia y en su beneficio. En esta perspectiva, las Ligasrepresentan en la Revolucin yucateca un papel semejante

    al de los sovietsen la rusa.

    El poder que ha hecho posible la reparticin de tie-

    rras en Yucatn es la Liga de Resistencia escribe Carrillo

    en El nuevo Yucatn una organizacin que alcanza has-

    ta la ltima aldea, que est en todas las ciudades, caserosy haciendas. Esta organizacin es la que ha cosechado los

    frutos de la Revolucin y los ha guardado para los indios.

    Actualmente (1923) tiene alrededor de 80 mil miembros [...]

    La Liga es ms que un partido poltico; es ms que una ins-

    titucin educativa; es ms que un instrumento para gober-

    nar: Es todo esto combinado. La Liga es un instrumento queest rejuveneciendo al indio maya y dndole el poder que

    necesita para llevar a cabo un amplio programa social [...]

    Las Ligas son Yucatn. Sin ellas no podramos hacer nin-

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    guna de las cosas que estamos haciendo (y) los indios [...]

    no tendran el instrumento de educacin y autodesarrollo

    que tienen. Porque esto es una Liga, un instrumento para elcrecimiento espiritual [...] Es el medio donde se desarrolla la

    vida social, poltica y econmica de las pequeas comuni-

    dades [...] Cada Liga verifica una vez por semana su Asam-

    blea [...] donde se discuten asuntos locales y se obtienen

    soluciones; all se discuten problemas relacionados con la

    tierra; en ellas se organizan equipos debasebally compe-tencias atlticas (Paoli 1977: 221).

    Las juntas semanales de la Liga Central renen en-

    tre 800 y mil personas, en las poblaciones medianas como

    Acanceh, Tixkokob o Maxcan, se congregan entre 400 y

    500, y alrededor de 200 en poblaciones menores. El Yuca-

    tn de Carrillo es una asamblea permanente.

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    Socialismo en maya

    El 1 de febrero de 1922, al tomar posesin del gobierno del

    Estado, y en un anticipo de su compromiso social y de la

    heterodoxia de su administracin, Carrillo Puerto intercala

    en el texto protocolar de su protesta ante el Congreso las

    palabras: igualmente protesto cumplir y hacer cumplir los

    postulados de los Congresos Obreros de Motul y de Izamal(Rico: 54).

    Luego se traslada al Palacio de Gobierno y des-

    de el balcn que da a la plaza repleta de seguidores que

    lo vitorean, les dirige un discurso en maya: Ha llegado el

    momento de demostrar a los seores que sabemos admi-

    nistrar; que somos nosotros los constructores y no ellos;es necesario que les digamos que sin los trabajadores no

    existira esta catedral suntuosa; que sin los trabajadores no

    existira este palacio; que sin los trabajadores no existira

    ese parque donde vienen a recrearse [...]; sin los trabaja-

    dores no existiran los ferrocarriles, los automviles, los

    coches; nada de lo que es til al hombre existira sin lostrabajadores [...] La tierra es de ustedes (y) ustedes la van a

    recuperar [...] Y siendo de ustedes la tierra, y siendo ustedes

    quienes la trabajan, lo natural es que las cosechas tambin

    les pertenezcan (Ibid: 55- 57).

    La referencia a los trabajadores como creadores de

    toda la riqueza es muy semejante a lo que al respecto diceMarx en sus escritos econmico- filosficos de juventud

    y que Haberman haba repetido en el Congreso de Motul,

    pero ms que resonancias marxistas lo que cabe resaltar

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    Armando Bartra

    del debut de una administracin que, segn Carrillo, cons-

    tituye el primer gobierno socialista de Amrica, no es

    tanto el socialismo discursivo como la apuesta del motule-o y su partido por la identidad maya como cohesionadora

    del polo revolucionario en el conflicto social yucateco: si la

    Casta Divina haca gala de su criollismo, los socialistas pe-

    ninsulares celebran su indianidad.

    Y no era retrica, en 1923, inscritos por el PSS, llegan

    a diputados locales indgenas mayas como Jos Ceh, PedroCrespo, Braulio Eun, Demetrio Yam. El gobierno de Carri-

    llo inaugura en Kanasin un monumento dedicado a Cecilio

    Chi, Manuel Antonio Ay y Jacinto Pat, hroes del alzamien-

    to indgena conocido como Guerra de Castas y satanizados

    por la oligarqua. Crea, igualmente, el Museo Arqueolgico

    e Histrico de Yucatn, que en su primer ao es visitado por17 mil personas, y con el apoyo de la Carnegie Institution

    of Washington, emprende la exploracin de Chichen Itz y

    la reconstruccin de ese centro arqueolgico, que es la pri-

    mera obra de este tipo realizada en Mxico. Se acerca a ma-

    yistas ilustres, como Edward Thompson, autor deEl pueblo

    de la serpiente, y Sylvanus Morley, que escribieraLa civiliza-cin maya, entre otras obras sobre el tema. A Morley, gran

    apologista de los logros culturales mayas, Carrillo lo invita

    a dar una conferencia en la Liga Central. En la basta obra

    editorial de su administracin, en la que abundan textos en

    maya, como las Cartas Desfanatizadoras, ocho opsculos

    dirigidos a un indio y escritas por Santiago Pacheco Cruz,alias Zez Chi (Pacheco: 412-426), y laRevista Tierra y Liber-

    tad, rgano de la Liga Central; figura destacada en elPopol

    Vuh, por entonces slo conocido por expertos.

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    Zapatismo con vista al mar

    En 1923 el gobierno termina una carretera que une

    a Dzits con las ruinas mayas de Chichen Itz, en cuyo mo-

    numento conmemorativo se lee: Caminante: esta carreteraque une el presente con el pasado de la tierra yucateca es

    obra del Gobierno Socialista del C. Felipe Carrillo Puerto.

    En la fiesta inaugural, que dura dos das, y a la que asis-

    ten 5 mil personas, el gobernador pronuncia un discurso

    en maya, con resonancias delPopol Vuh. Compaeros: El

    corazn de los mayas, la sangre de los mayas, se levantanhoy con este nuevo sol, en este nuevo da, porque ya se

    han hecho verdad todas las cosas que decan los hombres

    antiguos [...] Compaeros: As como los antiguos mayas

    hicieron Chichen, igualmente ustedes han hecho una ca-

    rretera [...] Este da nos ensea dos cosas; nos ensea las

    grandes obras de los antepasados y nos ensea el caminoque, ahora, han hecho sus descendientes con su corazn y

    su sangre (Irigoyen: 12-13).

    La Revolucin rusa puso de manifiesto el protago-

    nismo campesino en las grandes convulsiones sociales del

    siglo XX. Despus, las revoluciones en China y en India evi-

    denciaran la importancia de la cuestin tnica. Pero ya an-tes, la Revolucin mexicana en su versin zapatista y, sobre

    todo, en su versin carrillista, haba puesto en primer plano

    la cuestin indgena: el peso que en las gestas libertarias

    de Nuestra Amrica tienen los pueblos originarios en lu-

    cha contra una colonizacin que los oprime desde hace 500

    aos, pero no ha podido negarlos. En el discurso del nuevoindianismo revolucionario que en el cruce de los milenios

    conmueve al subcontinente, se escuchan los ecos del casi

    centenario socialismo maya.

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    Yucatn es maya escribe Carrillo en su texto ps-

    tumo. Fuimos fsicamente conquistados por el espaol,

    pero nuestra vida cultural persisti [...] nuestro lenguaje [...],nuestras costumbres, [...] nuestra religin bajo un nuevo

    nombre, [...] tambin nuestras relaciones sociales que han

    seguido realizndose [...] a pesar de la negacin [...] Todo

    Yucatn estaba en manos de unos doscientos propietarios.

    El indio [...] fue arraigado [...] como un rbol y era vendido

    junto a la tierra que cultivaba. El lugar del indio maya en lacomunidad como ciudadano libre, autosuficiente y seguro

    de s mismo, determinar la medida en que los sacrificios

    [...] de la Revolucin tendrn que ser justificados. Todo lo

    dems es asunto sin importancia(Paoli, 1977: 217-218).

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    El crimen del miedo

    Quiz fue la amenaza implcita en el decreto del 28 de no-

    viembre de 1923, que autorizaba la expropiacin de los he-

    nequenales que no se cultivaran, pero prefiero pensar que la

    decisin de la oligarqua de recuperar a toda costa el control

    del gobierno y del estado provino del espanto, del terror que

    les causaba el vuelco que estaba ocurriendo en la pobreramaya; el estentreo empoderamiento de quienes pocos aos

    antes los saludaban con la vista baja y los brazos cruzados y

    les besaban la mano, y que ahora, ensoberbecidos, enarbo-

    laban a un tiempo los smbolos de su ancestral indianidad y

    de un recin adquirido bolcheviquismo.

    Una ofensa social y racial que se repeta semana asemana en los Lunes Rojos, que en Mrida organizaba la

    Liga Central. En los llamados Lunes Rojos relata Edmundo

    Bolio se foment el feminismo y se teoriz sobre la ho-

    micultura, las Universidades Populares, el birth control, la

    eugenesia y el anticlericalismo. En estos lunes culturales [...]

    se celebraban con frecuencia unos bautizos socialistas queconsistan en la presentacin social del nio o de la nia

    que siempre iba desnudo, a quien luego se cubra con flores

    rojas, por medio de un discurso que generalmente pronun-

    ciaba el Apstol Felipe Carrillo Puerto, cuyas palabras de

    igualdad, fraternidad, amor y trabajo, eran epilogadas con

    acordes de La Marsellesa, La Internacional o La Cucaracha,siguiendo despus los poetas o las personas (que) con pen-

    samientos revolucionarios le ofrendaban a los padres del

    nio una flor roja (Bolio: 78).

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    Esto, cuando no haba tomas de tierras, quemas de

    henequenales, marchas y mtines con discursos flamge-

    ros. Aunque se refiere a 1915 y no a los primeros vein-te, la vvida descripcin de Carlos Loveira da cuenta de un

    estado de nimo duradero: Y fue en aquellos das que la

    sociedad yucateca sintiose conmovida profundamente, por

    primera vez, con el terror revolucionario: prstamos for-

    zosos, expulsin de sacerdotes, nuevo decreto radicalsimo

    de liberacin de los indios, mtines y conferencias del mssubido calor y color, rojos; persecuciones sistemticas de

    cuantos eran tenidos como enemigos de las nuevas doctri-

    nas; expropiaciones violentas de casas y terrenos en alguna

    forma requeridos por la Revolucin, y ruidosas y escalo-

    friantes manifestaciones populares de millares de obreros

    y campesinos por las calles de Mrida, a los acordes de LaInternacional, entonando himnos ravacholescos, fulmina-

    dos por discursos incendiarios en cada esquina cntrica

    y por grandes lienzos desplegados en las plazas pblicas,

    con leyendas truculentas: Jugar con el pueblo es jugar con

    dinamita [...] Aquel terror espantoso, que a los espritus

    superficiales parecales algo as como un sueo absurdo,un inconcebible y brbaro exotismo [...], fue de efectos [...]

    contraproducentes [...] porque [...] hizo de reactivo en los

    elementos conservadores de la regin, presas de [...] miedo

    (Loveira: 35-36).

    Y efectivamente, a lo largo de 1923 la oligarqua yu-

    cateca busca la oportunidad de desembarazarse de Carrilloy la encuentra en la rebelin nacional encabezada por el ex

    presidente provisional De la Huerta. El 12 de diciembre de

    ese ao la guarnicin de Campeche se rebela ponindose a

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    favor de los infidentes, y las fuerzas enviadas desde Yuc