10 poemas por la libertad de expresión
14 de febrero de 2016.
Certeza (Carmen Martin Gaite)
Me habéis amurallado
para que me acostumbre. Pero aunque ahora no pueda
ni intente dar un paso, ni siquiera proyecte fuga alguna,
ya sé que es por allí por donde quiero ir, sé por dónde se va. Mirad, os lo señalo:
por aquella ranura de poniente.
Las personas curvas (Jesús Lizano)
Mi madre decía: a mí me gustan las personas rectas.
A mí me gustan las personas curvas, las ideas curvas,
los caminos curvos, porque el mundo es curvo
y la tierra es curva y el movimiento es curvo;
y me gustan las curvas y los pechos curvos y los culos curvos,
los sentimientos curvos; la ebriedad: es curva; las palabras curvas:
el amor es curvo; ¡el vientre es curvo!; lo diverso es curvo.
A mí me gustan los mundos curvos; el mar es curvo, la risa es curva,
la alegría es curva, el dolor es curvo; las uvas: curvas;
las naranjas: curvas; los labios: curvos;
y los sueños; curvos; los paraísos, curvos
(no hay otros paraísos); a mí me gusta la anarquía curva.
El día es curvo y la noche es curva;
¡la aventura es curva!
Y no me gustan las personas rectas, el mundo recto, las ideas rectas;
a mí me gustan las manos curvas, los poemas curvos,
las horas curvas: ¡contemplar es curvo!;
(en las que puedes contemplar las curvas y conocer la tierra);
los instrumentos curvos, no los cuchillos, no las leyes:
no me gustan las leyes porque son rectas, no me gustan las cosas rectas;
los suspiros: curvos; los besos: curvos;
las caricias: curvas. Y la paciencia es curva.
El pan es curvo y la metralla recta.
No me gustan las cosas rectas ni la línea recta:
se pierden todas las líneas rectas;
no me gusta la muerte porque es recta, es la cosa más recta, lo escondido
detrás de las cosas rectas; ni los maestros rectos ni las maestras rectas:
a mí me gustan los maestros curvos, las maestras curvas. No los dioses rectos:
¡libérennos los dioses curvos de los dioses rectos! El baño es curvo,
la verdad es curva, yo no resisto las verdades rectas.
Vivir es curvo, la poesía es curva,
el corazón es curvo.
A mí me gustan las personas curvas y huyo, es la peste, de las personas rectas.
La primera noche (Maikowski)
La primera noche
ellos se acercan y cogen una flor
de nuestro jardin,
y no decimos nada.
La segunda noche
ya no se esconden
pisan las flores, matan nuestro perro
y no decimos nada.
Hasta que un día
el más frágil de ellos
entra sólo en nuestra casa,
nos roba la luna, y
conociendo nuestro miedo
nos arranca la voz de la garganta.
Y porque no dijimos nada
ya no podemos decir nada.
Para la libertad, Miguel Hernández
Para la libertad sangro, lucho, pervivo. Para la libertad, mis ojos y mis manos,
como un árbol carnal, generoso y cautivo, doy a los cirujanos.
Para la libertad siento más corazones que arenas en mi pecho: dan espumas mis venas, y entro en los hospitales, y entro en los algodones
como en las azucenas.
Para la libertad me desprendo a balazos de los que han revolcado su estatua por el lodo.
Y me desprendo a golpes de mis pies, de mis brazos, de mi casa, de todo.
Porque donde unas cuencas vacías amanezcan, ella pondrá dos piedras de futura mirada
y hará que nuevos brazos y nuevas piernas crezcan en la carne talada.
Retoñarán aladas de savia sin otoño reliquias de mi cuerpo que pierdo en cada herida.
Porque soy como el árbol talado, que retoño: porque aún tengo la vida.
La lechuza de la mañana (Lila Calderón)
Desafortunados maniquíes
Sin derecho a rebelión
Títeres tristes sin voz
Mutilados para servir mejor
Al proceso del modelado
De la compra y venta en la vitrina
O al parpadear a crédito
De la vida y los neones
Puesta en escena
En donde estatuas de cera
O plásticos maniquíes
Bailan
Marionetas
Apresadas
En sus hilos
Al cambiar de vestidura
Van dejando parte de sus cuerpos
Entre el vidrio o la red que los atrapa
Tejiendo cárceles
Arañas
Afirmando sus nudos
Al trapecio
Equilibristas entre resistencia y exclamaciones
No quiero (Ángela Figuera)
No quiero que los besos se paguen
ni la sangre se venda ni se compre la brisa
ni se alquile el aliento. No quiero
que el trigo se queme y el pan se escatime.
No quiero que haya frío en las casas,
que haya miedo en las calles, que haya rabia en los ojos.
No quiero
que en los labios se encierren mentiras, que en las arcas se encierren millones,
que en la cárcel se encierre a los buenos.
No quiero que el labriego trabaje sin agua
que el marino navegue sin brújula, que en la fábrica no haya azucenas, que en la mina no vean la aurora,
que en la escuela no ría el maestro.
No quiero que las madres no tengan perfumes,
que las mozas no tengan amores, que los padres no tengan tabaco,
que a los niños les pongan los Reyes camisetas de punto y cuadernos.
No quiero
que la tierra se parta en porciones, que en el mar se establezcan dominios,
que en el aire se agiten banderas que en los trajes se pongan señales.
No quiero
que mi hijo desfile, que los hijos de madre desfilen
con fusil y con muerte en el hombro; que jamás se disparen fusiles
que jamás se fabriquen fusiles.
No quiero que me manden Fulano y Mengano, que me fisgue el vecino de enfrente,
que me pongan carteles y sellos que decreten lo que es poesía.
No quiero amar en secreto,
llorar en secreto cantar en secreto.
No quiero
que me tapen la boca cuando digo NO QUIERO...
Me llamarán (Blas de Otero)
Me llamarán, nos llamarán a todos. Tú, y tú, y yo, nos turnaremos,
en tornos de cristal, ante la muerte. Y te expondrán, nos expondremos todos
a ser trizados ¡zas! Por una bala. Bien lo sabéis. Vendrán
por ti, por ti, por mí, por todos. Y también
por ti. (Aquí
no se salva ni dios. Lo asesinaron.) Escrito está. Tu nombre está ya listo
temblando en un papel. Aquél que dice: abel, abel, abel... o yo, tú, él...
Pero tú, Sancho Pueblo, Pronuncias anchas sílabas,
Permanentes palabras que no lleva el viento...
Defensa de la alegría (Mario Benedetti)
Defender la alegría como una trinchera defenderla del escándalo y la rutina
de la miseria y los miserables de las ausencias transitorias
y las definitivas defender la alegría como un principio defenderla del pasmo y las pesadillas
de los neutrales y de los neutrones de las dulces infamias
y los graves diagnósticos defender la alegría como una bandera
defenderla del rayo y la melancolía de los ingenuos y de los canallas
de la retórica y los paros cardiacos de las endemias y las academias
defender la alegría como un destino defenderla del fuego y de los bomberos
de los suicidas y los homicidas de las vacaciones y del agobio
de la obligación de estar alegres defender la alegría como una certeza
defenderla del óxido y la roña de la famosa pátina del tiempo del relente y del oportunismo
de los proxenetas de la risa defender la alegría como un derecho
defenderla de dios y del invierno de las mayúsculas y de la muerte
de los apellidos y las lástimas del azar
y también de la alegría
El poeta es un fingidor (Pessoa)
El poeta es un fingidor. Finge tan completamente
que hasta finge que es dolor el dolor que en verdad siente, Y, en el dolor que han leído, a leer sus lectores vienen,
no los dos que él ha tenido, sino sólo el que no tienen.
Y así en la vida se mete, distrayendo a la razón,
y gira , el tren de juguete que se llama corazón.
Si el hombre pudiera decir lo que ama (Luis Cernuda)
Si el hombre pudiera decir lo que ama, si el hombre pudiera levantar su amor por el cielo
como una nube en la luz; si como muros que se derrumban,
para saludar la verdad erguida en medio, pudiera derrumbar su cuerpo,
dejando sólo la verdad de su amor, la verdad de sí mismo,
que no se llama gloria, fortuna o ambición, sino amor o deseo,
yo sería aquel que imaginaba; aquel que con su lengua, sus ojos y sus manos
proclama ante los hombres la verdad ignorada, la verdad de su amor verdadero.
Libertad no conozco sino la libertad de estar preso en alguien
cuyo nombre no puedo oír sin escalofrío; alguien por quien me olvido de esta existencia mezquina
por quien el día y la noche son para mí lo que quiera, y mi cuerpo y espíritu flotan en su cuerpo y espíritu
como leños perdidos que el mar anega o levanta libremente, con la libertad del amor,
la única libertad que me exalta, la única libertad por que muero.
Tú justificas mi existencia:
si no te conozco, no he vivido; si muero sin conocerte, no muero, porque no he vivido.
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