El crimen perfecto
Guía de conversación en clase
Vocabulario
¿Masculino o femenino?
monjita
la monjita
lápida
la lápida
orilla
la orilla
lancha
la lancha
juez
el / la juez
Vocabulario:
¿Hay preguntas de pronunciación?
Pronunciación
Pronunciación: R
ENTERRAR
R y vocales
DAR PARTE
R y vocales
ORILLA
R y vocales
CAVAR
DIPTONGO
JUEZ
DEFINICIONES
DEFINICIONES
Por ejemplo:
Es un lugar alrededor de un mar, océano, río olago por donde se puede caminar.
DEFINICIONES
Por ejemplo:
Es un lugar alrededor de un mar, océano, río olago por donde se puede caminar.
la orilla
Resumen del cuento
Usad las preguntas de anticipación (pg. 4) y de ¿Qué pasó? (pg. 5) como guía para hacervuestra narración.
• No leáis directamente de la tarea.• Usad el pasado.
Exprese su opinión (pg. 8): #2, 3 y 6
ADEMÁS: also YA QUE given that / becauseDADO QUE
AUNQUE: although POR UN LADO… POR OTRO LADO…: on the one hand … on the other hand..
CON RESPECTO A: with respect to SIN EMBARGO: howeverNO OBSTANTE:
POR ESO : so; because of that
A PESAR DE: despite (that)
NO SÓLO …. SINO TAMBIÉN…
not only…. but also
• Elabora tu respuesta y explica tu opinión.
• Usa conectores:
2. ¿Qué relación hay entre el nombre del pueblo y el problema del cuento?
3. ¿Por qué el asunto del cuento, a pesar de ser macabro, resulta humorístico?
6. ¿Qué opinas sobre la pena de muerte para personas como el narrador del cuento?
¿Estás a favor de este tipo de castigo? Explica tu respuesta?
“Ojo por ojo, diente por diente”
Análisis lingüístico del texto:Líneas 10-19
Subraya todos los verbos en pretérito,imperfecto o pluscuamperfecto y explica su uso.
Líneas 10-19Mi error: olvidé que mi víctima había sido un furibundo ateo. Horrorizadas
por el compañero de sepulcro que les acosté al lado, esa noche las muertas
decidieron mudarse: cruzaron a nado el río llevándose consigo las lápidas y
arreglaron el cementerio en la otra orilla, con Jesucristo y todo. Al día siguiente
los viajeros que iban por lancha al pueblo de Fray Bizco vieron a su derecha el
cementerio que siempre habían visto a su izquierda. Por un instante se les
confundieron las manos y creyeron que estaban navegando en dirección
contraria, como si volvieran de Fray Bizco, pero en seguida advirtieron que se
trataba de una mudanza y dieron parte a las autoridades.
Mi error: olvidé que mi víctima había sido un furibundo ateo. Horrorizadas
por el compañero de sepulcro que les acosté al lado, esa noche las muertas
decidieron mudarse: cruzaron a nado el río llevándose consigo las lápidas y
arreglaron el cementerio en la otra orilla, con Jesucristo y todo. Al día siguiente
los viajeros que iban por lancha al pueblo de Fray Bizco vieron a su derecha el
cementerio que siempre habían visto a su izquierda. Por un instante se les
confundieron las manos y creyeron que estaban navegando en dirección
contraria, como si volvieran de Fray Bizco, pero en seguida advirtieron que se
trataba de una mudanza y dieron parte a las autoridades.
Mi error: olvidé que mi víctima había sido un furibundo ateo. Horrorizadas
por el compañero de sepulcro que les acosté al lado, esa noche las muertas
Decidieron mudarse: cruzaron a nado el río llevándose consigo las lápidas y
arreglaron el cementerio en la otra orilla, con Jesucristo y todo. Al día siuiente
los viajeros queiban por lancha al pueblo de Fray Bizco vieron a su derecha el
cementerio que siempre habían visto a su izquierda. Por un instante se les
confundieron las manos y creyeron que estaban navegando en dirección
contraria, como si volvieran de Fray Bizco, pero en seguida advirtieron que se
trataba de una mudanza y dieron parte a las autoridades.
Mi error: olvidé que mi víctima había sido un furibundo ateo. Horrorizadas
por el compañero de sepulcro que les acosté al lado, esa noche las muertas
Decidieron mudarse: cruzaron a nado el río llevándose consigo las lápidas y
arreglaron el cementerio en la otra orilla, con Jesucristo y todo. Al día siuiente
los viajeros queiban por lancha al pueblo de Fray Bizco vieron a su derecha el
cementerio que siempre habían visto a su izquierda. Por un instante se les
confundieron las manos y creyeron que estaban navegando en dirección
contraria, como si volvieran de Fray Bizco, pero en seguida advirtieron que se
trataba de una mudanza y dieron parte a las autoridades.
Mi error: olvidé que mi víctima había sido un furibundo ateo. Horrorizadas
por el compañero de sepulcro que les acosté al lado, esa noche las muertas
decidieron mudarse: cruzaron a nado el río llevándose consigo las lápidas y
arreglaron el cementerio en la otra orilla, con Jesucristo y todo. Al día siuiente
los viajeros queiban por lancha al pueblo de Fray Bizco vieron a su derecha el
cementerio que siempre habían visto a su izquierda. Por un instante se les
confundieron las manos y creyeron que estaban navegando en dirección
contraria, como si volvieran de Fray Bizco, pero en seguida advirtieron que se
trataba de una mudanza y dieron parte a las autoridades.
Mi error: olvidé que mi víctima había sido un furibundo ateo. Horrorizadas
por el compañero de sepulcro que les acosté al lado, esa noche las muertas
decidieron mudarse: cruzaron a nado el río llevándose consigo las lápidas y
arreglaron el cementerio en la otra orilla, con Jesucristo y todo. Al día siguiente
los viajeros queiban por lancha al pueblo de Fray Bizco vieron a su derecha el
cementerio que siempre habían visto a su izquierda. Por un instante se les
confundieron las manos y creyeron que estaban navegando en dirección
contraria, como si volvieran de Fray Bizco, pero en seguida advirtieron que se
trataba de una mudanza y dieron parte a las autoridades.
Mi error: olvidé que mi víctima había sido un furibundo ateo. Horrorizadas
por el compañero de sepulcro que les acosté al lado, esa noche las muertas
decidieron mudarse: cruzaron a nado el río llevándose consigo las lápidas y
arreglaron el cementerio en la otra orilla, con Jesucristo y todo. Al día siguiente
los viajeros queiban por lancha al pueblo de Fray Bizco vieron a su derecha el
cementerio que siempre habían visto a su izquierda. Por un instante se les
confundieron las manos y creyeron que estaban navegando en dirección
contraria, como si volvieran de Fray Bizco, pero en seguida advirtieron que se
trataba de una mudanza y dieron parte a las autoridades.
Mi error: olvidé que mi víctima había sido un furibundo ateo. Horrorizadas
por el compañero de sepulcro que les acosté al lado, esa noche las muertas
decidieron mudarse: cruzaron a nado el río llevándose consigo las lápidas y
arreglaron el cementerio en la otra orilla, con Jesucristo y todo. Al día siguiente
los viajeros que iban por lancha al pueblo de Fray Bizco vieron a su derecha el
cementerio que siempre habían visto a su izquierda. Por un instante se les
confundieron las manos y creyeron que estaban navegando en dirección
contraria, como si volvieran de Fray Bizco, pero en seguida advirtieron que se
trataba de una mudanza y dieron parte a las autoridades.
Mi error: olvidé que mi víctima había sido un furibundo ateo. Horrorizadas
por el compañero de sepulcro que les acosté al lado, esa noche las muertas
decidieron mudarse: cruzaron a nado el río llevándose consigo las lápidas y
arreglaron el cementerio en la otra orilla, con Jesucristo y todo. Al día siguiente
los viajeros que iban por lancha al pueblo de Fray Bizco vieron a su derecha el
cementerio que siempre habían visto a su izquierda. Por un instante se les
confundieron las manos y creyeron que estaban navegando en dirección
contraria, como si volvieran de Fray Bizco, pero en seguida advirtieron que se
trataba de una mudanza y dieron parte a las autoridades.
Mi error: olvidé que mi víctima había sido un furibundo ateo. Horrorizadas
por el compañero de sepulcro que les acosté al lado, esa noche las muertas
decidieron mudarse: cruzaron a nado el río llevándose consigo las lápidas y
arreglaron el cementerio en la otra orilla, con Jesucristo y todo. Al día siguiente
los viajeros que iban por lancha al pueblo de Fray Bizco vieron a su derecha el
cementerio que siempre habían visto a su izquierda. Por un instante se les
confundieron las manos y creyeron que estaban navegando en dirección
contraria, como si volvieran de Fray Bizco, pero en seguida advirtieron que se
trataba de una mudanza y dieron parte a las autoridades.
Mi error: olvidé que mi víctima había sido un furibundo ateo. Horrorizadas
por el compañero de sepulcro que les acosté al lado, esa noche las muertas
decidieron mudarse: cruzaron a nado el río llevándose consigo las lápidas y
arreglaron el cementerio en la otra orilla, con Jesucristo y todo. Al día siguiente
los viajeros que iban por lancha al pueblo de Fray Bizco vieron a su derecha el
cementerio que siempre habían visto a su izquierda. Por un instante se les
confundieron las manos y creyeron que estaban navegando en dirección
contraria, como si volvieran de Fray Bizco, pero en seguida advirtieron que se
trataba de una mudanza y dieron parte a las autoridades.
Mi error: olvidé que mi víctima había sido un furibundo ateo. Horrorizadas
por el compañero de sepulcro que les acosté al lado, esa noche las muertas
decidieron mudarse: cruzaron a nado el río llevándose consigo las lápidas y
arreglaron el cementerio en la otra orilla, con Jesucristo y todo. Al día siguiente
los viajeros que iban por lancha al pueblo de Fray Bizco vieron a su derecha el
cementerio que siempre habían visto a su izquierda. Por un instante se les
confundieron las manos y creyeron que estaban navegando en dirección
contraria, como si volvieran de Fray Bizco, pero en seguida advirtieron que se
trataba de una mudanza y dieron parte a las autoridades.
Mi error: olvidé que mi víctima había sido un furibundo ateo. Horrorizadas
por el compañero de sepulcro que les acosté al lado, esa noche las muertas
decidieron mudarse: cruzaron a nado el río llevándose consigo las lápidas y
arreglaron el cementerio en la otra orilla, con Jesucristo y todo. Al día siguiente
los viajeros que iban por lancha al pueblo de Fray Bizco vieron a su derecha el
cementerio que siempre habían visto a su izquierda. Por un instante se les
confundieron las manos y creyeron que estaban navegando en dirección
contraria, como si volvieran de Fray Bizco, pero en seguida advirtieron que se
trataba de una mudanza y dieron parte a las autoridades.
Mi error: olvidé que mi víctima había sido un furibundo ateo. Horrorizadas
por el compañero de sepulcro que les acosté al lado, esa noche las muertas
decidieron mudarse: cruzaron a nado el río llevándose consigo las lápidas y
arreglaron el cementerio en la otra orilla, con Jesucristo y todo. Al día siguiente
los viajeros que iban por lancha al pueblo de Fray Bizco vieron a su derecha el
cementerio que siempre habían visto a su izquierda. Por un instante se les
confundieron las manos y creyeron que estaban navegando en dirección
contraria, como si volvieran de Fray Bizco, pero en seguida advirtieron que se
trataba de una mudanza y dieron parte a las autoridades.
Mi error: olvidé que mi víctima había sido un furibundo ateo. Horrorizadas
por el compañero de sepulcro que les acosté al lado, esa noche las muertas
decidieron mudarse: cruzaron a nado el río llevándose consigo las lápidas y
arreglaron el cementerio en la otra orilla, con Jesucristo y todo. Al día siguiente
los viajeros que iban por lancha al pueblo de Fray Bizco vieron a su derecha el
cementerio que siempre habían visto a su izquierda. Por un instante se les
confundieron las manos y creyeron que estaban navegando en dirección
contraria, como si volvieran de Fray Bizco, pero en seguida advirtieron que se
trataba de una mudanza y dieron parte a las autoridades.
Mi error: olvidé que mi víctima había sido un furibundo ateo. Horrorizadas
por el compañero de sepulcro que les acosté al lado, esa noche las muertas
decidieron mudarse: cruzaron a nado el río llevándose consigo las lápidas y
arreglaron el cementerio en la otra orilla, con Jesucristo y todo. Al día siguiente
los viajeros que iban por lancha al pueblo de Fray Bizco vieron a su derecha el
cementerio que siempre habían visto a su izquierda. Por un instante se les
confundieron las manos y creyeron que estaban navegando en dirección
contraria, como si volvieran de Fray Bizco, pero en seguida advirtieron que se
trataba de una mudanza y dieron parte a las autoridades.
Mi error: olvidé que mi víctima había sido un furibundo ateo. Horrorizadas
por el compañero de sepulcro que les acosté al lado, esa noche las muertas
decidieron mudarse: cruzaron a nado el río llevándose consigo las lápidas y
arreglaron el cementerio en la otra orilla, con Jesucristo y todo. Al día siguiente
los viajeros que iban por lancha al pueblo de Fray Bizco vieron a su derecha el
cementerio que siempre habían visto a su izquierda. Por un instante se les
confundieron las manos y creyeron que estaban navegando en dirección
contraria, como si volvieran de Fray Bizco, pero en seguida adviertieron que se
trataba de una mudanza y dieron parte a las autoridades.
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