[Ide@s CONCYTEG 6 (67): Enero, 2011] ISSN: 2007-2716
Cmo citar: Jimnez, M.A. (2011), Irona, Ide@s CONCYTEG, 6 (67), pp. 109-119.
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Irona Marco A. Jimnez 1 Resumen El contenido del presente texto ms que presentarnos una apologa abierta de la irona, nos hace una extensa invitacin a reconsiderar la importancia de rescatar tanto una actitud como una conciencia irnicas. Lejos de la ordinaria y burda concepcin que de la irona tenemos, el presente texto nos muestra una visin panormica sobre dicha nocin, exponindonos los elementos casi imperceptibles, y muy poco valorados, que hacen de la irona un momento digno de resistencia, un acto que quebranta la cotidianidad mediante la cual un sujeto puede ser sumergido a un mundo globalizado. Palabras claves: irona, sarcasmo, cinismo, burla, conciencia. Summary The following content, beyond to present an open apology of irony, its more about an invitation to reconsider the importance of rescue attitude as well as ironic conscience. Far from the ordinary and crude conception we have about irony, this article shows us a broad vision about such notion. Presenting elements almost imperceptibles and low valued that makes of irony, a decent moment of resistance. An action that breaks through the daily, by means of any individual can be immersed into a globalized world. Keywords: irony, sarcasm, cynicism, mockery, conscience.
1 Profesor Investigador de la Facultad de Estudios Superiores Acatln- Universidad Nacional Autnoma de Mxico y del Posgrado en Humanidades y Ciencias Sociales de la UACM. Miembro del SNI. [email protected]
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Al noble Alberto por su irona constante
La irona nos remite a la identidad en tanto que lo que es alguien, es slo lo que aparenta ser, porque si ese alguien fuera exactamente quien es ni siquiera se le parecera tanto.
Eplogo
omo Tieck2 hubiera deseado en su
Mundo al revs, espero se me
permita ofrecer este ensayo bajo los
designios de una dialctica de la irona, donde
en ocasiones el final est al principio, como si
la biografa de cada personaje iniciara con el
ao de su muerte y el epitafio grabado en su
tumba. No se trata slo de invertir las
manecillas del reloj, el sentido del tiempo,
como en el cuento platnico que nos habla
sobre el nacimiento de viejos que vuelven a la
tierra en condicin de infantes. Mostrar, que
las cosas que por lo regular estamos
dispuestos a aceptar, nunca son lo que
aparentan, o lo que parecen a primera vista, y
mucho menos lo que son, es el propsito de la
irona.
La irona es un recurso del pensamiento que
transgrede todo formalismo del lenguaje y la
experiencia, unas veces envileciendo y otras
2 Me refiero al trabajo Verkherte Welt donde el autor se divierte escribiendo una obra que empieza por el eplogo y concluye con el prlogo (Jankelevitch, 1982: 71).
tantas vitalizando al espritu. Es una afeccin
que provoca rencor o risa, creadora de
mltiples sentidos. Puede presentarse tambin
como un tropo, que a manera de metfora,
metonimia o sincdoque, irrumpe en los
mortificados espacios que los agrios y
retorcidos burcratas, con solemne
gesticulacin, pretenden administrar.
La irona motiva al cuerpo, produce
sensaciones, o quizs ms bien al contrario,
sea el cuerpo y sus sensaciones las que
promuevan la irona. Basta un guio, un
ademn o un simple sonido para desarmar al
ms tieso, orgulloso y engredo de los
individuos. Es un doble acontecer de la
conciencia, un ritmo sincopado que suprime
cierto modo de ser de las cosas y las
personas, que anula, invierte o complementa
la existencia.
La gran diferencia que separa al ironista del
cnico o el sarcstico, es que el primero
ofrece siempre una cuerda para recuperar al
ironizado, procura no reventar la situacin,
sino que tensando la elasticidad propia de la
circunstancia la lleva hasta su lmite slo para
C
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desnudar sus sentidos y prefigurar otros. Por
supuesto que cuando hablamos de cinismo no
nos referimos a quien conoce los artilugios
del atropello, la corrupcin y la
deshonestidad o el abusivo utilitarismo. Por
ello, reconocemos que Digenes puede ser
un cnico, irnico desenfrenado que, como
perro, perfectamente y sin preocupacin
alguna puede alzar la pata y orinar la puerta
del ms sabio o rico, vivir en un tonel, o
mendigar por comida, pero nunca obtener
indigna ventaja sobre otro.
Por otro lado, no concuerdo del todo con
Jankelevitch cuando afirma que el arte, lo
cmico y la irona slo pueden existir cuando
se afloja la urgencia vital (1982: 11) An en
el lecho de muerte, en plena agona y
sufrimiento, hay quienes ironizan de su
dramtica condicin, cuntos no hacen de su
miseria y desgracia un hecho propio de la
irona? Parafraseando a West, como dira
aquella muchacha tengo los mejores
vestidos, las mejores zapatillas, bailo muy
bienpero no tengo nariz. Irnico para
quien mira desde fuera (y tiene nariz) tanto
como para quien lo vive. (Cfr. En Goffman
2006: 9)
La irona es un modo de educar la
imaginacin porque el ironista no da
respuesta a la pregunta, todo lo contrario,
cada cuestionamiento se gasifica y expande
en una atmsfera vital en donde se recrea la
libertad para que el sujeto se haga cargo de s
mismo mediante una confrontacin constante
con los otros. El ironista no aconseja, no dice
verdad ni mentira, slo disloca los sentidos
petrificados por una gramtica formal y
remite a una multiplicidad de referentes. El
ironista es amante del caos, reniega del orden,
de la regla y de la norma aunque no deja de
reconocerse en ellas pero slo con la
intencin de provocarlas, de alterarlas, de
mostrarles su inmunda, rgida y pesada
inmediatez.
La irona fluye con virtud en la medida de
que quien ironiza asume que l mismo puede
ser su propio objeto, por lo contrario, cuando
la irona slo resulta una va para humillar al
otro o arruinar la circunstancia entonces el
carcter catico y recreativo de sta es
mediatizado por el abuso, la falsedad y el
resentimiento. Con frecuencia resulta que el
ironista acta por un mal encargo ya sea de
otro, de su propia conciencia o de los
estertores de su putrefacto cuerpo, estos
sarcsticos personajes son aquellos que con
elocuencia adelantan la burla para luego, con
gracia, huir tras bambalinas a fin de eludir la
crtica a su persona. Ironistas de marfil que
peroran desde un pedestal, incapaces de
arriesgar el pellejo ni un cntimo, debido,
quizs, a la imposibilidad de aceptar las
propias debilidades de su alma o cuerpo.
Impugnar tanto las propias, como las ajenas
esperanzas, ilusiones, creencias,
originalidades, xitos, sacralidades es prctica
comn de quien ironiza, pero al suspender las
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certidumbres sobre la naturaleza de la ciencia
y el progreso, no toda irona cancela de modo
simultneo a la naturaleza misma. Sabernos
perpetuos ignorantes del mundo no es lo
mismo que ignorar su existencia. Como
Valry piensa al responder una carta a una
amiga quien le interroga sobre diversas cosas:
Se trataba de fingir conocimientos que no
tengo y de los que no me hacen sentir celoso
quienes los poseen. Afortunados quienes los
tienen! Pero por muy slidos que sean,
infortunados si se apoyan en ellos! (1993:
235).
Provocar a la socarronera relativista, igual
que al mojigato monismo, es la constante de
la irona, no para construir un amurallado
camino de infinitas analogas que sobre un
mapa previamente trazado despliega la
humana existencia a fin de confirmar algn
secreto divino o una terrenal utilidad.
Se trata de una doble conciencia lcida y
ldica que en un primer instante se fija a la
experiencia; crdula, analtica, seria y
confiada del mundo, siempre como
conciencia afirmativa de algo. En un segundo
momento, la conciencia irnica es esa alegre
mueca descreda e interrogativa que ya no
busca sincronizar la sensibilidad con la razn
sino recrear el mundo en los confines de su
experiencia. La irona es la conciencia de la
revelacin a travs de la cual, en un momento
fugaz, lo absoluto se realiza y al mismo
tiempo se destruye (Jankelevitch, 1982: 19)
La irona pertenece al orden del goce que
como sensacin plenipotenciaria, exuberante,
como sublime exceso y simultneamente en
su condicin de ausencia, de vaco y falta,
tensan de una manera placenteramente
dolorosa, los fluidos corporales y el espritu.
En ocasiones emerge de modo involuntario
en el colectivo inconsciente para iluminar lo
invisible, atrayendo fantasmas, espectros y
figuras condenadas al olvido por una
legalidad arraigada en las costumbres. No
todo en la irona es del orden de la
conciencia, tambin en su no conciencia la
irona se realiza, ya que nos revela aquello
que ni nosotros mismos sabamos que
ignorbamos y que a la vez ignorbamos que
sabamos. Otras tantas, es la manifestacin de
una clara conciencia, hermana del logos y
prima de la razn que vislumbra con singular
astucia los caprichos de las emociones,
desnuda su instintivo cinismo, haciendo
sonrojar hasta la ms plida sombra.
Transmuta afecciones en razones e impulsos
vitales, en analticas reflexiones.
Entre otros motivos, Scrates fue condenado
por hacer ms fuerte el argumento ms dbil,
segn cuentan las actas de su juicio, algo as
como si la apasionada entrega, como algunos
llaman al ejercicio de la tauromaquia,
consistiera en coger al toro por la cola y
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mostrar lo ridculo que resulta enfrentarlo por
los cuernos. No porque la irona provenga de
la simple inversin, de negar las leyes o
contravenir las costumbres por s mismas o a
capricho como suele suceder en la rebelde
adolescencia. Sino porque como tambin
aparece en esa juvenil edad, nos negamos a
aceptar el acartonamiento, las veleidosas
formalidades del mundo y los ftiles arreglos
de los adultos.
Si la conciencia implica cierto alejamiento
del mundo, Ironizar [] es ausentarse: la
conciencia involucrada en ese segundo
movimiento, que es la irona, transforma la
presencia en ausencia; es poder hacer otra
cosa, estar en otra parte, en otro momento;
aliud et alib! Junto con la posibilidad de
echarnos para atrs nos concede la de estar
disponibles (Jankelevitch 1982: 21).
Tambin no hay que olvidar que la irona
sonre frente a las anheladas ideas de justicia
y derecho, ya que ambas nacieron de una
generosa violencia que hace de la ley un valor
universal que aplica para todos sin distincin
como dira Anatole France la ley prohbe de
igual manera a ricos y pobres el pernoctar
bajo puentes (Benjamin, 2001: 40) Para la
irona la libertad no es otra cosa que la
conciencia de necesidad, una conciencia que
es irreverente que impugna lo asombroso, lo
original, lo sagrado y que alegra los rostros
demasiado solemnes (Jankelevitch, 1982).
Como una orquesta de gitanos en medio de
una misa oficiada por cardenales.
Y bien, la irona nos remite a la identidad en
tanto que lo que es alguien, es slo lo que
aparenta ser, porque si ese alguien fuera
exactamente quien es, ni siquiera se le
parecera tanto. Pero eso que sucede con un
individuo tambin ocurre en lo social. Al
igual que la violencia, la irona es una partera,
slo que en este caso no de revoluciones sino
de pensamientos dislocados, fuera de lugar,
amenazantes del orden. Ms all del
sarcasmo simple y burln, la irona teje
finamente enredos que permiten librarnos de
un mundo insignificante, aburrido y banal.
Quizs la irona ms universal es aquella que,
por ms que nos engaemos, nos hace
reconocer que la vida, que el mundo, no
tienen ningn sentido en s mismo y que a
pesar de todo, hacemos como si.
Irona. Literatura y sociedad
Con cierta razn, no todos ven en la irona un
modo digno de proceder, pues como se ha
dicho, este afecto puede ser utilizado con
perversa malicia, a fin de atacar o destruir a
otros, sobre todo cuando con resentimiento,
odio o simple burla por ejemplo, los mayores
la usan contra los nios, aunque tambin bajo
ciertas circunstancias y sentimientos puede
ser profundamente amarga entre todos.
Irona Marco A. Jimnez
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Como Alexander Blok (2008) lo refiere al
inicio de su bello texto que precisamente
intitula La irona, en el epgrafe que recupera
del poeta ruso Nekrsov: No me gusta tu irona. Djala para los decrpitos y desvados. Para nosotros, que tan locamente nos amamos. Y que hemos guardado un trozo de sentimiento. No es tiempo an para entregarnos a ella.
Dice Blok, que nos cuidemos de esa epidemia
denominada irona, ya que hace a las
personas estar como ausentes. Conozco
gente dispuesta a desternillarse de risa al
saber que su madre se est muriendo, o que la
novia los ha engaado con otro, o que el
hambre los est matando. Aun ms, Para
m es muy gracioso que esta misma persona,
desgarrada de risa, que pregona que es vejada
y abandonada por todos, es como si estuviera
ausente; como si no existiera como si slo su
boca se carcajeara. Yo lo quisiera sacudir por
los hombros, tomar de las manos, gritarle
para que deje de rerse de lo que le es ms
valioso en la vida, pero no puedo.
Esto recuerda aquel pasaje entre Buck
Mulligan y Stephen Kinch en el Ulises de
Joyce: La ta cree que mataste a tu madre dijo Buck Mulligan. Por eso no quiere que tenga nada que ver contigo. Alguien la mat dijo Stephen, sombro. Podas haberte arrodillado, maldita sea, Kinch, cuando te lo pidi tu madre agonizante dijo Buck Mulligan. Yo soy tan hiperbreo como t. Pero pensar que tu madre te pidi con su ltimo aliento que te arrodillaras y rezaras por ella. Y te negaste. Tienes algo siniestro
[Buck Mulligan se afeitaba] Se interrumpi y volvi a enjabonar ligeramente la otra mejilla. Una sonrisa tolerante curv sus labios. Pero un farsante delicioso, murmur para s Kinch, el ms delicioso de los farsantes. (Joyce 1984:78)
Para el ironista todo da lo mismo, segn
Blok, y aunque l escriba esto a principios
del siglo veinte de algn modo anunciaba la
insignificancia del relativismo actual, mismo
que podra asociarse con cierta irona
perniciosa. Ante el rostro de la maldita
irona todo le da lo mismo a la gente: la
bondad y la maldad, el cielo limpio y la
pocilga hedionda, [] La verdad vnica, in
vino veritas se apodera del mundo, todo es
nico, lo nico es el mundo; yo estoy
borracho, ergo quiero acepto todo el mundo
entero como es, []. Bajo el principio de la implicacin mutua de todas las relaciones sociales se dio paso a una forma de autocontrol que super todos los regmenes disciplinarios que el capitalismo experiment en su devenir, logrando con ello una de sus mximas aspiraciones. Mientras la disciplina buscaba hacer trabajar y garantizar la obediencia de los individuos, sobre todo a travs de instituciones como la escuela, la familia, la fbrica, las prisiones, los hospitales, etctera. La sociedad de autocontrol pretende enraizarse en todos los mbitos de la vida social e individual, en la conciencia, el pensamiento y el cuerpo de todos y cada uno de los sujetos, en el conjunto de las prcticas sociales. Por eso lo que antao podra mirarse como una extraa obsesin hoy resulta lo ms frecuente, pero ya no como una compulsin a la repeticin sino con la confianza y la seguridad plenas de que lo que se hace tiene que ser as y de ninguna otra manera, no hay lazo social. Lo que actualmente persiste es una red irracional que atrapa a los cuerpos, sus conciencias y sus afectos (Jimnez, 2009: 235).
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Pero por qu la irona puede ser planteada
como una enfermedad, como una
epidemia provocada por vampiros
chupasangre a qu alude Blok cuando desde
su pequeo ensayo hace crtica literaria y
social.
Si el siglo XIX fue un incendio sin flamas
como l lo sugiere, podramos decir que el
siglo XX inici con las mquinas de acero, las
locomotoras, los autos y concluy en el
Silicon Valley con las mquinas de silicio (y
con los cuerpos rellenos de silicn) mismas
que enfriaron el incendio y acabaron con la
historia, por lo menos con aquella narracin
universal que situaba al mundo entre
liberalismo y socialismo, entre
individualismo y colectivismo. De esa y de
otras historias ya no queda sino tan slo un
recuerdo ciberntico, (algunos textos e
imgenes en un link). Hoy la otra historia o
poshistoria tambin nos narra un gran
acontecimiento denominado globalizacin,
pero sta no tiene hroes ni revoluciones sino
funcionarios, periodistas y aseguradoras que
se desenvuelven no en las ciudades y el
campo, sino a la velocidad y fuerza medibles
en Kbps y MHZ desplegadas en pantallas y
bocinas.
Precisamente y a pesar de la crtica de Blok a
la irona sta surge como una respuesta al
tedio, al aburrimiento tan caracterstico de
nuestra poca, hoy mejor que nunca las
palabras de Baudelaire se encarnan en
nuestros yertos cuerpos, cuando Al lector
dice, entre otras cosas, lo siguiente: La necedad, el yerro, el pecado, la roa, ocupan nuestras almas, trabajan nuestros cuerpos [] Nuestro pecado es terco, nuestra contricin floja [] En la almohada del mal es Satn Trismegisto quien largamente acuna nuestro ser hechizado, [] El diablo es quien maneja los hilos que nos mueven! [] Tal como un libertino pobre que besa y muerde el seno magullado de una vieja ramera [] Denso y hormigueante como un milln de helmintos, un pueblo de Demonios hierve en nuestras cabezas, [] Pero entre las panteras, los monos, y los linces, los buitres, escorpiones, serpientes y chacales, []hay uno que es ms feo, ms inmundo, ms malo! [] Es el tedio! De llanto involuntario llena la mirada, su pipa fuma y suea patbulos. T conoces lector, al delicado monstruo, hipcrita lector-mi igual-, hermano mo!
Incendio baudelaireano que a mitad del siglo
XIX provoc la censura y persecucin del
poeta, hoy hasta la ingenua dedicatoria Al
lector parece un exceso, en todo caso habra
que obrar como cuentan que el propio
Baudelaire hizo frente a un auditorio vaco al
leer algunos de sus poemas, hacer una
reverencia a las desoladas butacas y retirarse
con dignidad o por lo menos agregar a esas
primeras dos palabras de Las Flores del Mal
un par de signos Al lector?
Vivimos en una sociedad donde el valor ms
alto es el de la seguridad, la eliminacin del
riesgo, con lo que la vida en todas sus
posibilidades es vista como un bien
asegurable. Aunque paradjicamente todo
aquello que hace posible una paz y seguridad
perpetuas tenga que ser prohibido, por eso la
historia actual no es otra que aquella que
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relata y describe las condiciones en que
tcnicamente la existencia humana tiene que
ser asegurada. Pertenece a las ironas de las circunstancias modernas que hubiera que prohibir retroactivamente todo lo que se arriesg para hacerlas realidad. De ah se sigue que la llamada poshistoria slo en apariencia representa un concepto histrico-filosfico, en realidad representa un concepto tcnico-asegurador. Poshistricas se llaman aquellas circunstancias en que son inadmisibles acciones histricas (fundacin de religiones, cruzadas, revoluciones, guerras de liberacin, lucha de clases, junto con sus promesas correspondientes) a causa de un riesgo no asegurable (Sloterdijk, 2007: 118).
Pero vayamos al filo lgico de la irona como
cabalgadura del lenguaje, se trata, dice
Helena Beristain (2008), de una figura
retrica de pensamiento porque afecta la
lgica ordinaria de la expresin; tambin
conocida como: antfrasis, astesmo,
carientismo, cleuasmo, epicertomesis,
prospoiesis, diasirmo, sarcasmo, hipcrisis,
mimesis, micterismo, meiosis, simulacin,
disimulacin, illusio, exutenismo,
scomma, caricatura, antimettesis, irrisin,
hipocorismo.
En realidad, en casi todas las lenguas
indoeuropeas y en otras ms la palabra irona
se escribe y se pronuncia de modo muy
semejante, lo que le da al trmino una
circulacin universal. Aunque cabe reconocer
que, muy probablemente el tono flemtico de
la irona inglesa, poco o casi nada tenga que
ver con la broma irnica de los
latinoamericanos. A pesar de esto sabemos
que algo queda en la estructura y en el
sistema de las lenguas que permite identificar
esta figura, aun con todos sus particularismos.
O no? La irona consiste en oponer, para burlarse, el significado a la forma de las palabras en oraciones, declarando una idea de tal modo que, por el tono, se pueda comprender otra, contraria (aunque para algunos es antfrasis la frase que significa lo contrario de lo que expresa: bonita respuesta!). Cuando lo que se invierte es el sentido de las palabras prximas, la irona es un tropo de diccin (un metasemema) y no de pensamiento (metalogismo); a este tipo de conversin semntica o contraste implcito han llamado algunos antfrasis sobre todo cuando alude a cualidades opuestas a las que un objeto posee, es decir, se refiere implcitamente (y al explcito le han llamado oxmoron). Se trata del empleo de una frase en un sentido opuesto al que posee ordinariamente, y alguna seal de advertencia en el co-texto (o contexto lingstico prximo), revela su existencia y permite interpretar su verdadero sentido. As, las marcas que permiten rescatar ese verdadero sentido pueden ser tanto los significados de las palabras correlacionadas, como los de las frases, como el contexto situacional. En este ltimo caso se tratara de una irona in absentia. En todos los casos invierte la entonacin (Beristain, 2008: 277).
Despus de todo uno se puede interrogar qu
sentido tiene la irona ms all de representar
un recurso literario o un tropo de la lengua?
Sirve de algo socialmente, acaso es til
como instrumento analtico para estudiar y
entender la sociedad o slo es un asunto de
sensaciones y afectos individuales que
entretiene y hace menos aburrida la
existencia? Bien podra tratarse de una
trampa relativista que opaca los asuntos
serios e importantes de la vida. O de una
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propuesta que pretende hacer universal un
estado de cinismo e insignificancia.
Desde la irona, uno puede interesarse,
ocuparse del otro, ser universal y particular al
mismo tiempo, alejarse del mundo sin salirse
de l, burlar aparentes compromisos y
reelaborar responsabilidades frente a los
otros, al considerarse a uno mismo, como una
tensin con el otro, no como un espejo, una
imagen, un smbolo y menos an un
insignificante significante. Tampoco se es por
analoga, o como resultado de
interpretaciones infinitas que me alejan o me
aproximan de un plan universal, sea este el de
mi voluntad o el de una ley que se me
impone.
Introduccin
No debe parecer extrao que se cierre este
breve texto al revs, no slo porque as se
propuso desde el eplogo, arriba escrito, sino
porque un mundo invertido hace que el tango
cambalache, parezca una cancin de cuna: Que el mundo fue y ser una porquera ya lo s Hoy resulta que es lo mismo ser derecho que traidor!... Ignorante, sabio o chorro, generoso o estafador! Todo es igual!Nada es mejor! Lo mismo un burro que un gran profesor! [] Si uno vive en la impostura y otro roba en su ambicin, da lo mismo que sea cura, colchonero, rey de bastos, caradura o polizn! Que falta de respeto, que atropello a la razn Cualquiera es un seor! Cualquiera es un ladrn! Siglo veinte cambalache problemtico y febril!... El que no llora no mama y el que no afana es un gil! Dale noms! Dale que va! Que all en el
horno nos vamos a encontrar! (Discpolo Enrique, Tango: 1934)
En una poca en la que no hay grandes
batallas que dar, en donde los movimientos
sociales son como arrebatos de vecindad que
no duran ms de lo que un simple comercial
televisivo, quizs las pequeas escaramuzas
dispersas dejen algo distinto para el sentido
de la existencia en inagotables experiencias
que nos permita reconocernos en aquello que
hacemos; en el decir, el pensar y el obrar,
porque no se puede creer que slo se tiene
experiencia cuando se practica, cuando se
obra, sino tambin cuando se habla y se
piensa.
Lo que ha hecho las utopas o la ausencia de
ellas no son una masa biolgica o un espritu
inerte, que pasivos con esperanza o sin ella,
se montan en la historia, todo lo contrario es
el sujeto de la experiencia, el individuo de la
accin quien crea el mundo, por eso, en parte,
no concuerdo con Kierkegaard cuando critica
a Schlegel y Tieck por su posicin dispersa
pues dice que nunca ganaron una batalla
decisiva sino un sinfn de escaramuzas. Para
l, Hegel, [] tiene el mrito absoluto de
hacer que su positiva intuicin de conjunto
venza el pudor polmico que, como la
virginidad de la reyna Brunilda, necesitaba
ms que un esposo corriente, necesitaba que
un Sigurd Svend la dominara.3
3 Referencia a la leyenda nrdica en la que la valquiria Brunilda, habiendo encendido un muro
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Cierto, como dice Kierkegaard cuando habla
de otros autores, que es frecuente mencionar
a la irona ms no por ello fundamentamos
nuestra propia posicin con respecto a ella.
Este trabajo no se agota en esa ineludible
demanda, valga mencionar que eso fue algo
que con toda intencin no se hizo, lo cual no
quiere decir que en breves lneas no lo
pretendamos. Como ya se ha mencionado
hablar, pensar y hacer son experiencias
subjetivas. Podemos reconocer con
Kierkegaard una determinacin comn a toda
irona, a saber: que el fenmeno no es la
esencia, sino lo contrario de la esencia.
Cuando hablo, el pensar lo pensado es la
esencia y la palabra es el fenmeno. Estos
dos momentos son absolutamente necesarios,
y en este sentido Platn observaba que todo
pensar es un hablar. Ahora bien, la verdad
exige la identidad; pues si tuvisemos
pensamiento sin tener palabra, no tendramos
tampoco pensamiento, y si tuviramos
palabra sin tener pensamiento, no tendramos
tampoco la palabra. [] Si tomo, por otro
lado, al sujeto hablante, tengo tambin una
determinacin comn a toda irona, a saber
que, el sujeto es negativamente libre. Cuando,
al hablar, cobro conciencia de que aquello
que digo es lo que pienso, y que lo dicho es la
expresin adecuada para lo que pienso, y
de fuego en torno a su morada proclama que aceptar por esposo a quien sea capaz de atravesarlo (Kierkegaard, 2000: 353).
presupongo que aqul a quien hablo recibe
cabalmente en lo dicho aquello que pienso, en
ese caso estoy atado a lo dicho, es decir, soy
positivamente libre. A esto se aplica el
antiguo verso: semel emissum volat
irrevocabile verbum [tan pronto como se la
emite, la palabra vuela irrevocable]
(Kierkegaard, 2000: 276).
Reducir la irona a una simple broma, a una
huida graciosa, a un cinismo vil, un sarcasmo
o a una refinada y cultivada actitud lgica es
un error. Aunque puede ser todo aquello, en
realidad el sentido irnico que la vida y con
ello la literatura nos brinda dista mucho de lo
anterior. La irona es una armadura que
permite, como a los guerreros, entablar una
batalla, dignificarse en un mundo
insignificante, vaco, dignificar al otro, no
slo aqul con el que se conviene, con quien
se est de acuerdo o con quien no se
comparte el modo de pensar las cosas, sino
sobre todo aqul que ignoramos, para
empezar uno mismo. En un mundo como el
actual, globalizado y donde todo aparece
como relativo, la irona es como para Derrid:
un pharmakon, un veneno y un remedio
contra la sansima podredumbre de la
claridad, un acto de resistencia poltica y
cultural, la irona es un medicamento muy
potente nada inofensivo que alivia sin curar,
que al contrario abre heridas para luego slo
en apariencia volverlas a cerrar. La irona
como pharmakon, como tecnologa del
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sujeto, de manera alguna puede mirarse como
un instrumento manipulable al gusto de
cualquier conciencia o destreza, todo lo
contrario, como tcnica la irona es el hombre
mismo.
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