U N I V E R S I D A D D E L M A R
CAMPUS HUATULCO
RELACIONES INTERNACIONALES
LA TRANSFORMACIÓN DE LA SOCIEDAD JAPONESA:
SU IMPACTO SOBRE LA IDENTIDAD CULTURAL
DE LA NACIÓN DURANTE EL PERÍODO 1992-2007
DIRECTORA: DRA. VALENTINA PRUDNIKOV ROMEIKO
Huatulco, Oaxaca Marzo 2009
T E S I S
QUE PARA OBTENER EL TÍTULO DE
LICENCIADA EN RELACIONES INTERNACIONALES
P R E S E N T A
SANDRA JOSEFINA LÓPEZ REYES
1
LA TRANSFORMACIÓN DE LA SOCIEDAD JAPONESA: SU IMPACTO SOBRE LA IDENTIDAD CULTURAL DE LA NACIÓN, DURANTE EL PERÍODO 1992-2007 Introducción…………………………………………………………………………….3 Capítulo 1. La soberanía del Estado japonés y su identidad cultural…..….13
1.1. La construcción de la unidad nacional……………………...………….21
1.1.1. La integración territorial: demarcando la identidad………………29
1.1.2. La homogenización lingüística……………………….…….…..…..34
1.2. Una ideología para la identificación social…………………..…..…….36
1.2.1. La importancia de la educación…………………………..….…….43
1.3. Valores y patrones de conducta……………………………….…..…...46
1.4. La transformación del estilo de vida………………….………….……..52
Capítulo 2. La transformación socioeconómica de Japón…………...………59
2.1. La ocupación estadounidense y sus consecuencias (1945-1960)….61
2.1.1. La reforma al sistema político y económico…………...………….64
2.2. El auge económico y la urbanización (1960-1970)……….….……….71
2.3. Japón moderno y su internacionalización (1970-1990)………………80
2.4. Japón en la sociedad de la información (1990-2007)…….……..……91
Capítulo 3. El carácter de la sociedad japonesa ante la globalización del
Siglo XXI……………………………………………………………………….……..101
3.1. Los valores en la sociedad de la información……………..……..…..104
3.1.1. El papel de la mujer en la familia…………………….…………...108
3.1.2. Los jóvenes y la educación………………………….………….…116
3.2. Estilo de vida en la sociedad globalizada………………….………....121
3.2.1. La sociedad del consumo……………………………………….…123
3.2.2. La industria cultural en la determinación del estilo de vida........126
3.2.3. Las relaciones sociales en la familia y en la comunidad……….131
3.3. La respuesta de los japoneses a la globalización…………...….…..136
3.3.1. La diversidad de identidades en la sociedad actual……………139
3.3.2. Reafirmación de identidades en el Japón contemporáneo….....143
2
Capítulo 4. La organización social en el Japón actual……………..………..145
4.1. Sociedad civil y gobierno ante los nuevos reto..……………...….….147
4.2. Los desafíos de la multiculturalidad a la gestión del Estado….....…154
4.2.1. La reafirmación de identidades subnacionales……………….…155
4.2.2. La incorporación de los migrantes a la sociedad…………….…161
Conclusiones…………………………………………………………………..……170
Bibliografía y Electrografía……………………………..……….………………..178
3
INTRODUCCIÓN
La entrada al siglo XXI hizo evidente que el Sistema Internacional se ha
transformado de manera radical desde el siglo XX. El Estado se ha visto
envuelto en un proceso de cesión de poder, tanto en los ámbitos económico y
político como en el cultural. En cierto sentido, perdió su exclusividad en la
determinación de la organización de la política global, al igual que en la
representatividad ante su propia sociedad. De hecho, surgieron nuevos actores,
tales como: la sociedad civil, las ONG’s (Organizaciones No Gubernamentales) y
las empresas trasnacionales (TN’s), producto del fenómeno conocido como
“Globalización”.
Particularmente, desde el fin de la Guerra Fría, la rigidez de las ideologías
fue decreciendo y el pragmatismo de los Estados se convirtió en una forma de
supervivencia ante el embate de los nuevos actores en la arena internacional.
De manera que conceptos como el pluralismo, diversidad, identidad,
localización, y globalización cobraron relevancia en la dinámica de los estudios
internacionales, conduciendo a las diversas disciplinas que abordan esta
temática ha ampliar su espectro de análisis para dar una visión interdisciplinaria
más acertada de la realidad mundial.
El Realismo Político, que tradicionalmente ha sido la teoría domiante en el
área de Relaciones Internacionales y cuyos parámetros están confinados al
análisis del Estado como centro de toda actividad internacional, no permite
explicar la diversidad de acontecimientos que ocurren en el escenario
internacional. Lo cual ha conducido a revaluar y ampliar su perspectiva, como en
el caso del interés nacional que ahora considera relevante la fenomenología de
la cultura, particularmente la visión sociológica de la identidad. Así una de sus
vertientes universalistas abarca el Paradigma de la Sociedad Global (también
denominado “Interdependencia”).
4
Las aproximaciones teóricas pueden variar, de acuerdo al contexto crítico
de cada estudioso de las relaciones internacionales, sin embargo, la
interdisciplinariedad permite rescatar aspectos metodológicos que no se pueden
circunscribir a la rigidez de un sólo punto de vista, sino que absorben
aportaciones académicas polivalentes sobre la compleja realidad internacional
como objeto de estudio, enriqueciendo las investigaciones y vislumbrando
nuevas posibilidades de entendimiento sobre viejas percepciones, rebasadas
desde su concepción, a la luz de nuevos elementos y escenarios.
La fenomenología de las relaciones internacionales se desenvuelve ahora
a partir de parámetros diferentes que incluyen no sólo el análisis de conflictos
entre Estados, sino que abarcan cuestiones culturales en torno a las minorías
étnicas y religiosas, a las migraciones internacionales, a los nuevos roles de
nuevos actores, y a un sinnúmero de condiciones que alteran cualquier visión
tradicionalista.
Dentro de una nueva visión de la realidad internacional se encuentran
problemáticas como la dialéctica de la globalización (local, global, “glocal”), el
debilitamiento del significado de las fronteras, la homogeneización de principios
y valores, la reafirmación de lo local al interior de los Estados, la
desterritorialización de los procesos económicos y la revalorización de los
nacionalismos sin la carga ideológica pero con un sentido de pertenencia ante el
vacío que causa la globalización.
En este revisionismo de viejos y nuevos fenómenos se ubica, en el papel
del Estado y de los gobiernos, una búsqueda para encajar sus acciones en la
dinámica global. El Estado ante los embates económicos, sociales o culturales,
modifica su papel y reordena su estructura para responder eficazmente a los
retos que le impone una sociedad cada vez más transnacionalizada y al mismo
tiempo sofisticada y preparada para cuestionar la política estatal. En este
contexto, los gobiernos se dirigen al interior del Estado en su necesidad de
5
entender los cambios sociales desde la perspectiva de la mediatización de la
cultura.
Por otra parte, los Estados con alto nivel de desarrollo han llegado a una
etapa en la cual es difícil determinar si las metas alcanzadas satisfacen el
proyecto nacional o si es necesario revalorar la flexibilidad con la que se han
asumido los costos del desarrollo industrial y del bienestar social existente. Es
decir, las reivindicaciónes de grupos sociales y culturales, que en un momento
histórico estuvieron determinadas por necesidades económicas, ahora tienen un
impacto sobre la estabilidad nacional, junto con los efectos de factores exógenos
en el nuevo orden internacional. Por lo que estos Estados se encuentran en
constante reacción ante todo tipo de cambio en el contexto de la globalización,
haciendose necesaria una definición de su política estatal en términos de la
redefinición de su identidad cultural y nacional para no perderse en la vorágine
de la lucha entre los valores universales versus los valores locales.
Ante este entorno, el caso de Japón resulta de particular interés al ser uno
de los países más involucrados en la dinámica globalizadora, y por lo tanto de
los más afectados. Si bien, ha detentado un soft power por la influencia que
ejerce su economía, desde 1992 padece una crisis de la que no ha podido
recuperarse y que se intensifica con el agotamiento económico mundial.
Paradójicamente, es referente inmediato de desarrollo y éxito en el escenario
capitalista internacional, y tiene la primicia de haber sido el país “no occidental”
incluido en los 7 países más ricos del mundo, convirtiéndose en ejemplo a seguir
no sólo en el Este asiático, sino en el resto del mundo.
Japón se incorporó a la dinámica de la modernización, desde 1868,
motivado por su rivalidad con Occidente, en una constante lucha por mantener
su independencia, adoptó y adaptó algunos principios de éste, se desarrolló
tardíamente respecto de los parámetros del mundo europeo, y copió
innovaciones institucionales de las potencias de la época. Al tiempo que la
nación se insertó en un intercambio internacional que no sólo le permitió la
6
industrialización del Estado, sino que también involucró a la sociedad en un
proceso de construcción de identidades necesarias para la definición de una
nación fuerte, unida, y congruente con los principios del Estado.
Después de su derrota en la Segunda Guerra Mundial ─hecho que marcó
su dependencia de Estados Unidos ─, Japón se convirtió en una potencia
económica y se involucró completamente en la dinámica internacional.
Actualmente, enfrenta una serie de retos, para mantener su estatus
internacional, este Estado solitario, por su peculiar y única cultura, como lo
califica Samuel P. Huntington, se encuentra ante un futuro incierto entre los
países desarrollados, principalmente por los fracasos de sus más recientes
gobiernos para reactivar su economía, prácticamente estancada desde el
estallido de la burbuja económica en 1992 y la crisis asiática de 1997. La
estabilización económica de este país se complica en un contexto en el que la
sociedad despierta, se desvincula de sus tradiciones y se abre a la influencia
internacional a una velocidad sin precedentes. Los valores culturales
tradicionales del Japón de antaño (si acaso estereotipados) pierden peso frente
a los ideales universalistas de la sociedad global.
Entonces, Japón, enfrenta retos no sólo en el contexto global, por la
amenaza China o la crisis económica mundial, también atraviesa por una serie
de problemas internos tanto de orden político, económico como social, la erosión
de los valores tradicionales; el surgimiento de organizaciones y cultos fanáticos
de vocación terrorista; los trastornos psicosociales de la juventud; la
desvalorización del trabajo por parte del sector más joven; la creciente migración
y convivencia multicultural; el debilitamiento de la ideología del Nihonjinron y la
idea de una nación culturalmente homogénea como constructo de la identidad
cultural; la multiplicación de los roles de la mujer en la sociedad y sus
implicaciones en la familia; así como el envejecimiento de la sociedad y la
reducción de la tasa de natalidad, son hoy en día preocupaciones centrales del
gobierno.
7
Como se ha dicho anteriormente, la realidad japonesa hace ineludible
abordar su problemática desde el análisis de la identidad cultural como parte de
los factores a comprender para evaluar su presente, prever su futuro y entender
así, su papel en el escenario internacional. Y es aquí donde se enlazan los
estudios sociológicos con los estudios internacionales.
En este sentido, el propósito de la presente investigación es reflexionar
cómo y en qué grado la globalización ha impactado a la cultura japonesa. Ya
que es importante comprender en qué medida se ha transformado su identidad
cultural, como realidad social y como discurso1, dado que, han sido las
herramientas ideológicas del Estado las que han mantenido la idea de Japón
como una sociedad monocultural, homogénea, y "singular". De la misma
manera, se pretenden resaltar algunas repercusiones de la transformación social
en el ejercicio del poder de los diversos gobiernos y la respuesta de éstos ante
los retos de una sociedad abierta.
El marco teórico bajo el cual se desarrolla el presente trabajo se conforma
a partir de los estudios de la globalización, que en su aspecto más acabado
incluyen estudios interdisciplinarios y revisionistas en teoría social, teoría política
y teoría económica, entre otros. Se consideran, particularmente, los estudios
sobre identidad de la teoría social y el Paradigma de la Sociedad Global (o de la
Interdependencia) de las Relaciones Internacionales.
Como se mencionó anteriormente, el paradigma de la Sociedad Global,
que se enmarca dentro de la disciplina de las Relaciones Internacionales rompe
con la tradición del Realismo Político o Estato-céntrico. Y a partir de sus
postulados fundamentales pueden analizarse algunos de los sucesos que
acontecen en la realidad internacional. Analiza el comportamiento del Estado
como un actor cambiante en la sociedad internacional.
1Stuart Hall comenta que la identidad se refiere al punto de encuentro, el punto de sutura entre, por un lado, los discursos y prácticas que intentan interpelarnos, hablarnos o ponernos en nuestro lugar como sujetos sociales de discursos particulares y por el otro, los procesos que producen subjetividades, que nos construyen como sujetos susceptibles de decirse. Hall, Stuart y Paul du Gay (comps.) Cuestiones de
identidad cultural, Argentina: Amorrortu, 2003 (Traducido por Horacio Pons) p. 20.
8
Este paradigma que parte de premisas como: que el mundo ha
consecuencia del desarrollo social, económico, científico-técnico y
comunicacional se ha transformado en una verdadera sociedad mundial, con
intereses y valores comunes, en la cual las relaciones internacionales no
corresponden únicamente al conflicto interestatal, sino a un modelo que abarca
además, factores culturales y tecnológicos; que se ha debilitado el papel y
significado del Estado frente la aparición de nuevos actores; y que ya no es
posible separar la política interna de la internacional, de manera que el
comportamiento de los Estados ya no puede explicarse sólo en términos
políticos y militares. Permite realizar estudios, dentro de la disciplina de las
Relaciones Internacionales, bajó una visión más completa. Como Celestino del
Arenal manifiesta, este paradigma induce a una visión e interpretación holística
de los fenómenos sociales, de ahí el hecho de que permita estudios
interdisciplinarios y acepte destacar el papel de otros actores, por encima o por
debajo del Estado.2
Para complementar el análisis internacional desde la perspectiva local, la
presente investigación se apoya en la sociología, particularmente, en los
estudios culturales. En este orden de ideas, Stuart Hall, teórico social, propone
el resurgimiento de la identidad cultural como motivo de estudio en una serie de
disciplinas dentro de las ciencias sociales, dada la presente complejidad de la
globalización, la afirmación y la reafirmación de identidades locales. Hall sugiere
que la globalización en el nivel cultural ha traído, también, la fragmentación y
multiplicación de identidades que paradójicamente requieren el regreso al
entorno familiar (local), es preciso entonces, señala, que los debates sobre
identidad se sitúen dentro de los desarrollos y prácticas históricamente
específicos que perturbaron el carácter relativamente estable de muchas
poblaciones y culturas, en relación con los proceso de globalización.
2 Del Arenal, Celestino. Introducción a las relaciones internacionales. España: Editorial Tecnos, 1994, pp. 30-33.
9
Además este especialista asegura que la identidad no puede ser
concebida con un carácter esencialista, como en los estudios de antaño, ya que
no sólo consiste en un yo colectivo de un pueblo con una historia y una
ascendencia compartidas, ni en una garantía de unicidad o pertenencia cultural
sin cambios. En realidad, las identidades tienen que ver con las cuestiones
referidas al uso de los recursos de la historia, la lengua y la cultura en el proceso
de devenir y no de ser, no quiénes somos o de dónde venimos sino en qué
podríamos convertirnos, cómo nos han representado y cómo atañe ello al modo
como podríamos representarnos.3
Entonces, las reflexiones de este teórico permiten enmarcar el presente
estudio como un intento por determinar el proceso de devenir de la sociedad
japonesa, a partir de la representación que ha hecho de ella el Estado y que ha
permeado en su conciencia misma. De igual manera, enfatizan el modo en que
ésta puede representarse en el entorno de la globalización, donde por un lado
existe una aculturación a partir de los modelos globales y por el otro, una
reafirmación identitaria en términos cada vez más locales.
A través de la aplicación de este marco teórico, la presente investigación
analiza la realidad del Japón, no sólo para conocer el estado de su cultura e
identidad en el entorno de la globalización, sino también para entender cómo
llegó a este estadio, y cuáles son las implicaciones en el presente y futuro de la
nación, parte de una sociedad mundial cada vez más fragmentada y en busca
de elementos que la identifiquen y la rescaten del vacío que implica la
globalización.
Por otra parte, el objetivo general de este trabajo es analizar el impacto
del proceso de globalización sobre los aspectos culturales de la identidad
japonesa, como resultado de una transformación social a lo largo de su devenir
histórico y por el entorno internacional. Transformación misma que se hace
evidente y se pone a prueba con el auge de la globalización de las
3 Hall, Stuart., Op. Cit. pp. 17-18.
10
comunicaciones y la crisis socioeconómica acaecida desde 1992 que ha puesto
en relieve la aparente debilidad del Estado, al igual que en otras partes del
mundo capitalista, en este fin de la historia de Francis Fukuyama. Este objetivo
se específica en cinco objetivos particulares que guían la investigación:
El primero comprende una revisión histórica de las características de la
sociedad japonesa conformada por los prototipos establecidos durante la
Restauración Meiji (1868-1912), como el inició del Estado-nación moderno. El
segundo objetivo gira en torno a la medida en que el desarrollo económico y la
globalización han conformado los cambios en los patrones de vida y los valores
de la nación japonesa, tan inmersa en el progreso tecnológico. El tercero busca
establecer las nuevas pautas de comportamiento de la sociedad japonesa actual
para determinar en qué medida éstas se encuentran globalizadas o localizadas.
El cuarto objetivo estudia la trascendencia de la transformación de la sociedad
japonesa y el posible cambio de su identidad cultural. El último objetivo intenta
exponer las dificultades del Estado para administrarse en esta nueva realidad
social del país.
Ante estos objetivos es importante mencionar que la hipótesis que se
definió como inició de la investigación fue: “el proceso de globalización propició
que la sociedad japonesa adoptara pautas exacerbadas de comportamiento
occidental, las cuales determinaron su transformación, trastocaron su propia
identidad y debilitaron el poder de su gobierno sobre la sociedad”.
Para satisfacer el objetivo académico, ha sido necesario dividir la
investigación en cuatro apartados que permiten dilucidar las contradicciones,
aciertos y descubrimientos personales que guiaron el interés vocacional de
haber elegido dicha temática, especialmente por abordarla como no nativa del
país a estudiar.
En el primer capítulo se realiza un análisis histórico-descriptivo de la
sociedad japonesa antes de 1945, con el fin de entender las características
11
culturales de la nación y sus procesos de cambio en los primeros años de vida
como Estado-nación, para después contrastar el pasado con la situación actual,
y determinar si efectivamente hubo un cambio en la identidad cultural y en qué
términos ocurrió, ya que la percepción inicial, desde el exterior, pareciera
presentar esa disyuntiva.
En la segunda parte se examinan las etapas de la transformación
económica, política y social del país a partir de su plena apertura a la influencia
occidental, particularmente a Estados Unidos, después de la Segunda Guerra
Mundial, partiendo de las premisas de la modernización a ultranza, de la
dominación hegemónica, de los conflictos ideológicos de la Guerra Fría, y de la
occidentalización de la cultura en Japón, todos eventos que coadyuvaron al
desarrollo que transformó a la sociedad nipona.
En el tercer capítulo se estudia cómo las transformaciones de la sociedad
japonesa, en los albores del siglo XXI, afectan la identidad cultural de la nación
japonesa. En esta parte abarca el cambio en las necesidades básicas del
japonés, las transformaciones en sus pautas de consumo, el individualismo en la
nueva sociedad global y el papel de la mujer en la sociedad a partir de la
globalización.
En el último capítulo se observa el peso actual del gobierno japonés en la
determinación de los parámetros de actuación de la sociedad y la manera en
que éste se enfrenta a las transformaciones sociales del país. Destaca, en éste
el papel cada vez más activo de la sociedad civil, la influencia de movimientos
sociales de grupos culturales “no japoneses” y la importancia de la regulación
gubernamental de las condiciones sociales en que viven los migrantes, como
efectos de políticas estatales contradictorias en diferentes momentos históricos.
Finalmente, es preciso decir que este trabajo tiene como finalidad aportar
elementos de análisis para el estudio de la realidad internacional, a partir del
estudio de caso de la sociedad japonesa, considerando el doble efecto de la
12
globalización en los Estados-nación. Concretamente, refiriendo, al impacto sobre
la sociedad, misma que al tiempo que se enlaza a procesos globales con
tendencias hacia la homogeneización, se vincula más a la búsqueda de su
propia tradición, rescatando vestigios de un pasado muchas veces construidos
por el Estado-nación, y que se formó, en la mayoría de los casos, bajo la idea
forzada de homogeneidad cultural como carácter nacional.
De modo que, parte de la ideología que mantenía la cohesión social
antaño, en muchos Estados ha sido debilitada por el propio despertar de las
sociedades quienes, ante la posibilidad de desarrollo social, conforman nuevos
entes que actúan como nuevos actores, algunas veces antagónicos al Estado, lo
cual conlleva a nuevas problemáticas y retos para los gobiernos que deben ser
capaces de hacer contrapeso a los embates de la globalización.
En este sentido, esta investigación pretende incentivar el interés hacia los
estudios culturales, que han sido por tanto tiempo ignorados por la disciplina de
Relaciones Internaciones y por los estudios internacionales en general.
13
CAPÍTULO 1
LA SOBERANÍA DEL ESTADO JAPONÉS Y SU IDENTIDAD CULTURAL Por mucho tiempo se tuvo la falsa idea de que Japón era un país completamente
homogéneo, la labor discursiva y las políticas de asimilación hacia la periferia,
incorporada a la soberanía del país, forjaron, en diversas épocas, un sentido de
identidad cultural único, tanto al exterior como al interior del propio Japón. Sin
embargo, la actual globalización ha puesto en entredicho esta noción, al incitar
movimientos de reafirmación identitaria por parte de minorías étnicas, no
asimiladas sino más bien, aculturizadas, que fueron minimizadas por parte del
Estado y la sociedad.
Pese a lo anterior, Japón es considerado una civilización única que por
mucho tiempo se desarrolló aislada del resto del mundo, y consolidó una fuerte
identidad, que en el discurso ha sido única. Pero, ¿Cómo logró esta nación
concebirse como un grupo culturalmente homogéneo?, ¿Hasta qué grado
realmente lo ha sido?, ¿Cómo el Estado consiguió tal cohesión social? y ¿A qué
hace referencia la “Identidad Cultural japonesa”?
Antes de responder estas preguntas es necesario aclarar la noción de
“Identidad Cultural”, dado que el término identidad, en los últimos años, ha sido
motivo de una gran controversia entre especialistas y entre distintas disciplinas
académicas, por los diversos puntos de vista o el particular interés del
investigador en turno. En un contexto en el que las identidades son cambiantes y
responden a distintas fuentes de identificación, una conceptualización de
identidad puede resultar satisfactoria para un caso de estudio, pero no para otro.
Por esta razón, es preciso hacer una diferenciación del concepto identidad,
distinguiendo los términos identidad colectiva, identidad cultural, e identidad
nacional.
14
La identidad colectiva, es aquella conciencia de un grupo de individuos
que se consideran a sí mismos como similares, los cuales se relacionan entre sí,
generando un sentido de pertenencia al grupo que se refuerza a través de
normas, ideas y símbolos que éstos comparten. Al tiempo que ocurre la
identificación dentro del grupo, se origina una diferenciación mediante la cual se
determina quiénes no son parte del grupo, de manera que la conciencia del
“nosotros” conlleva a la diferenciación de “los otros”. En este sentido, Gilberto
Giménez Montiel establece: “No existe identidad en sí ni para sí, sino sólo en
relación con “alter”…es el resultado de un proceso de identificación en el seno
de una situación relacional….la identidad es una construcción social que se
realiza en el interior de los marcos sociales que determinan la posición de los
actores y, por lo mismo, orientan sus representaciones y acciones”.4
Kart-Heinz Hilmann define a la identidad colectiva como: “La experiencia o
conciencia de los individuos de pertenecer a una determinada comunidad social
que se puede reconocer de forma inconfundible por determinadas características
(lengua, historia específica, religión y raza), esta identidad se basa en la
idiosincrasia de las normas sociales y las formas de conducta, en el sentido de
pertenencia, en la conciencia del “nosotros” y la autocomprensión común de los
individuos pertenecientes al mismo colectivo”.5
Aunado a lo anterior; la identidad colectiva se caracteriza por: el hecho de
ser construida a partir de intercambios sociales; por persistir en el tiempo y
espacio; y por el valor que representa para los individuos. Con relación a la
temporalidad, Giménez Montiel precisa que no se trata de una permanencia en
el tiempo y espacio sino de una continuidad en el cambio, ya que éstas se
mantienen a través de su adaptación al entorno, sin dejar de ser las mismas, de
4 Chihu, Amparan Aquiles (Coord), Sociología de la identidad, México: Universidad Autónoma Metropolitana, 2002, pp 38-39. 5 Hilman, Karl-Heinz, Diccionario enciclopédico de sociología, España: Herder, 2001, p. 449.
15
manera que los procesos de aculturación6 no implican necesariamente una
pérdida de identidad, sino sólo una recomposición adaptativa.7
Lo anterior no significa que las identidades no se pierdan o transformen
en otras, Donald L. Horowitz propone que las identidades se transforman como
parte de un cambio étnico que ocurre por procesos de asimilación8 o
diferenciación. Él dice que cuando hay una asimilación (la fusión de fronteras de
dos o más grupos) puede ocurrir un amalgamamiento (la unión de dos grupos
que dan origen a otro) o una incorporación (cuando uno de los grupos pierde su
identidad como tal y la sustituye por la del otro al que se unió). En el caso de una
diferenciación, puede darse una división (un grupo da origen a dos grupos
nuevos cada uno con identidades) o una proliferación (grupos originales, que no
desaparecen ni pierden su identidad, dan origen a grupos con identidades
diferenciadas).9
En otro sentido, el término “identidad colectiva” puede hacer referencia a
cualquier grupo social en el que sus miembros se identifiquen entre sí, por
cuestiones que van desde la cultura hasta la afiliación política, por ello es
necesario determinar el concepto de identidad a partir de las afinidades
culturales de sus miembros.
Al respecto, Kart-Heinz Hilmann, señala que: “en las sociedades
tradicionales la identidad cultural de los individuos está determinada por una
identificación con el propio colectivo que se supone natural. Esta identidad
constituye una dimensión dominante de la identidad personal de los individuos,
6 Recepción de elementos de una cultura ajena a través de individuos, grupos o clases de la cultura que se recibe: ideas, palabras, valores, normas, formas de conducta, relaciones de poder, técnicas, productos. Puede ser total o parcial y ocurre mediante el contacto con distintas culturas, a través de las relaciones comerciales, las conquistas o los movimientos migratorios. Mediante la aculturación se relativiza y cuestiona la propia cultura, antes vivida como natural y evidente. Ibídem, p.50. 7 Chihu, Amparan Aquiles (Coord) Op. Cit. pp. 42-44. 8 Adopción de valores socioculturales, de pautas de conducta, de intereses vitales básicos, y maneras de pensar de otro grupo étnico. Hilman, Karl-Heinz, Op. Cit. p.55. 9 Citado en: Giménez, Gilberto (Coord), Reseñas bibliográficas II: Teorías y análisis de la identidad
social, Vol. 2, México: Instituto Nacional Indigenista, Instituto de Investigaciones sociales de la UNAM, 1992, p. 31.
16
que viven más como parte de un colectivo que como individuos
singulares…Relaciona a los individuos contribuyendo al mantenimiento de la
pertenencia al grupo, a la comunidad, a la familia y el sentimiento de patria… Y
su supervivencia, como tal colectivo, depende de hasta que punto la herencia
cultural puede trasmitirse a las generaciones siguientes “
Para Gilberto Giménez la identidad cultural es: “el conjunto de repertorios
culturales interiorizados (representaciones, valores, símbolos), a través de los
cuales los actores sociales demarcan sus fronteras y se distinguen de los demás
actores en una situación determinada, todo ello dentro de un espacio
históricamente especifico y socialmente estructurado”.10
Stuart Hall, va más allá y afirma que las identidades “son producidas en
ámbitos históricos e institucionales específicos en el interior de formaciones y
prácticas discursivas específicas, mediante estrategias enunciativas específicas.
Por ello son más un producto de la marcación de la diferencia y la exclusión que
signo de una unidad única idéntica y naturalmente constituida: una identidad en
su significado tradicional; es decir una identidad omniabarcativa, inconsútil y sin
diferenciación interna”.11
En el mismo sentido, Gilberto Giménez, señala que la identidad cultural es
administrada en primera instancia por el Estado, mediante la expedición de
documentos que acreditan identidad. Generalmente el Estado tiende a
reconocer una única identidad cultural legítima para todos los ciudadanos dentro
de un territorio, aplicando categorías reductivas a las minorías y a los
extranjeros12, es en este contexto que se inserta el concepto de identidad
nacional.
De ésta, Aquiles Chihu Amparan subraya que es una identidad colectiva
específicamente moderna, y que los estudios sobre la misma giran en torno a las
10 Chihu, Amparan Aquiles (Coord) Op. Cit, p. 38. 11 Hall, Stuart, Op. Cit. p. 18. 12 Chihu, Amparan Aquiles (Coord) Op. Cit. p. 13.
17
maneras en que los actores sociales, particularmente las elites, crean o
manipulan dicha identidad. Este especialista define la identidad nacional como:
“el proceso histórico de construcción de las imágenes colectivas del yo nacional
en el cual una serie de factores políticos y culturales convergen en un momento
histórico particular”.13
Al respecto, Habermas considera que: “la nación es una forma moderna
de identidad que ha aliviado y hecho soportable la contradicción entre el
universalismo intraestatal de la legalidad y moralidad burguesas, por una parte, y
el particularismo de los diversos Estados por otra”.14
Benedict Anderson lo explica de ésta manera: “la identidad es una
construcción ensamblada mediante símbolos y rituales con relación a categorías
territoriales y administrativas”.15
Otro especialista, Anthony Smith, comenta que las naciones suelen tener
líneas de continuidad directa con comunidades étnicas anteriores, o con sus
étnias, que son grupos que comparten ciertas ideas relativas a antepasados
comunes, una misma identidad cultural y un vínculo con una determinada
patria.16
Así pues, la identidad nacional refiere más a la conciencia que posee un
grupo, nación17, a partir de parámetros determinados por el Estado, los cuales
no sólo giran en torno a la cultura, sino también a instituciones políticas y
normas jurídicas establecidas por el gobierno que administra el pueblo. Pero la
identidad nacional puede estar fundada en más de una identidad cultural, dado
13 Ibídem, p. 247. 14 Citado en: Giménez, Gilberto, Op. Cit. p. 22. 15 Citado en: Barker, Chris, Op. Cit. p. 116. 16 Citado en: Giddens, Anthony, Sociología, 4ed. España: Alianza editorial, 2004, p 565. 17 “El término nación hace referencia a un ente cultural o social, significando con ello a un grupo de personas que tienen y comparten una experiencia histórica (generalmente enraizada en una lengua común, en una raza común y en otras características culturales)… y un mismo destino. Una nación puede crear a un Estado o en su defecto puede ser creada por este último” Pearson, Frederic S. y J. Martin Rochester, Relaciones Internacionales, situación global en el siglo XXI, 4ed. Colombia: Mc Graw Hill, 2000, pp.40-41.
18
que la formación de los Estados no ocurrió, necesariamente, a partir de la
identificación dentro de una única cultura, sino a intereses políticos o por
expansión territorial. Sin embargo, en caso de haber ocurrido, en la formación
del Estado, un proceso de asimilación, o que éste se haya formado a partir de un
único grupo étnico, la identidad nacional refiere también a la identidad cultural.
Además, la identidad nacional motiva un sentimiento de nacionalismo que
exalta la nación propia, en detrimento de las demás, lo cual lleva a un intento de
liderazgo a nivel internacional. Éste fue un fenómeno característico en los siglos
XVIII y XIX, por la importancia que tuvo el Estado en la definición de las
relaciones tanto al interior de su nación como entre naciones. Según el
Diccionario de Ciencia Política, de Andrés Serra Rojas: “el nacionalismo es un
sentimiento individual o colectivo que tiende al planteamiento y resolución de
problemas políticos, sociales y económicos, tomando en cuenta exclusivamente
los intereses del país, con prescindencia de los intereses foráneos. Éste se
caracteriza por su xenofobia aunque con ello se perjudiquen los intereses del
propio país”.18
Después de definir identidad, es necesario precisar a qué se denomina,
en la presente investigación, “Estado japonés soberano” es decir el Japón
completamente independiente del exterior, relativamente aislado de las
influencias globales, y un gobierno con soberanía política. En este Estado
soberano se gobernaba el territorio y la población bajo un rejimen de gobierno,
que no necesariamente se adecuaba a los principios preconizados por
Occidente, aunque sí con algunos elementos de este último, y había ese margen
de discrecionalidad porque no se encontraba adscrito a fuertes regímenes
internacionales y no había sido colonizado.
De manera que el “Estado soberano” se encontraba ajeno a influencias
directas de algún país extranjero, haciendo, particularmente, referencia a la
18 Serra, Rojas Andrés, Diccionario de ciencia política, 2ed. México: UNAM, Facultad de Derecho : Fondo de Cultura Económica, 1998, p. 768.
19
presencia de las naciones de Europa Occidental y Estados Unidos, en la vida
tanto política, económica como social de Japón, es decir, a la cultura occidental
que bajo la bandera de la modernización impuso su cultura a muchos países del
mundo.19
El periodo que abarca este Estado va de 1868, año en el que se
considera la conformación de Japón como un Estado-nación moderno20, ha
1945, cuando las fuerzas vencedoras de la Segunda Guerra Mundial penetraron
la soberanía del Estado japonés y lo moldearon según sus propias convicciones,
y si bien es cierto la ocupación sólo duro siete años, el legado que dejó
cambiaría el rumbo del país.
Entonces, “Identidad Cultural en el Estado japonés soberano” se refiere a
la identidad cultural creada en un entorno de “aislamiento” que permitió, junto
con otros factores, el surgimiento de una conciencia de grupo, que más tarde
facilitaría el ultranacionalismo, al considerarse los japoneses, a sí mismos, como
únicos. Este aislamiento, fue promovido por el gobierno Tokugawa (1603-1868)
desde el siglo XVI, en la etapa formativa del Estado moderno, para evadir la
amenaza de las potencias europeas que pretendían cristianizar el archipiélago e
incluso podían colonizarlo, al igual que hicieron en el Sudeste Asiático.
Por esta razón, si bien es cierto que desde el periodo de la Restauración
Meiji (1868-1912) el gobierno japonés rompió su hermetismo frente a Occidente,
al iniciar su proceso de modernización basado en las ideas de desarrollo
19 Mientras que Occidente ha significado modernidad, Oriente fue concebido como estático e inmóvil. Debido a esta imaginación el mundo fue según la geografía dividido en Occidente ilustrado y Oriente sumido en la oscuridad. En este contexto cultural Europa se cerró a la realidad Oriental, y obligó a ésta a abrirse a la realidad Europea, pues no era posible cerrarse al dinamismo cultural de Occidente. Hall Stuart, Op. Cit. p. 109. 20 La periodización de la historia japonesa señala que la época moderna Kinsei inicia en las eras Azuchi Momoyama (1568-1603) y Edo (1603-1868) por lo tanto la modernidad o Kindai abarca el periodo 1868-1945. Maeda considera al Kinsei como la etapa formativa del Estado-nacional y al Kindai como la etapa propia del Estado japonés. Maeda, Tsutomu, Historia del pensamiento Kinsei: Antecedentes históricos de
la formación del Estado japonés, Istor, revista de historia internacional, Año VI, Núm. 21“Japón según los japoneses”, verano del 2005: [citado en mayo 2008] Disponible en Internet: www.istor.cide.edu/archivos/num_21/dossier2.
20
adoptadas de la civilización occidental, fue hasta 1945 que Japón perdió plena
soberanía para definir la organización política, económica y social de su país,
momento a partir del cual la soberanía del Estado japonés se volvería relativa.
Porque, los siete años posteriores a la guerra, una potencia extranjera, Estados
Unidos, tuvo control pleno de la administración del territorio, y si bien es cierto
que los japoneses recuperarían su soberanía ésta se volvió relativa, al tener que
asumir compromisos con Estados Unidos y con el entorno internacional.
De modo que su margen de discrecionalidad para determinar la política,
economía y cultura del país se redujo en favor de factores exógenos, y más
adelante incluso en beneficio de grupos por debajo del Estado, como la sociedad
civil, ya que aunque los movimientos de exigencias sociales no fueron ajenos al
gobierno Meiji, el margen de acción de estos grupos fue limitado hasta esta
ruptura.
Así, con base en los parámetros proporcionados líneas arriba, se
presentan a continuación las particularidades que conformaron la identidad de la
sociedad japonesa, desde la consolidación de su Estado-nación moderno hasta
el fin la Segunda Guerra Mundial. Durante este periodo, pese a haber
comenzado el proceso modernización del país, la cultura japonesa, conformada
desde tiempos remotos, tuvo pocas alteraciones porque la modernización
sociocultural21, en términos de Tominaga, estuvo lejos de realizarse plenamente,
por la influencia que ejerció el tradicional sistema familiar y el sistema rural. Por
tanto la identidad cultural japonesa en este periodo histórico no fue alterada en
demasía por los parámetros occidentales y los elementos culturales extranjeros,
a través del sincretismo cultural, fueron adaptados a la cultura propia.
21 Tominaga Kenichi distingue tres dimensiones de la modernización: la económica (industrialización), la política (democratización) y la sociocultural (realización de los valores de la libertad, igualdad y racionalismo). Citado en: Sugimoto, Yoshio y Johann P. Arnason, Japanese encounters with
postmodernity, Londres: Kegan Paul International, 1996, p. 195.
21
1.1 LA CONSTRUCCIÓN DE LA UNIDAD NACIONAL La unidad nacional constituye un elemento básico que promueven los gobiernos
para que sus ciudadanos tengan conciencia de pertenecer a una nación
determinada, dentro de la cual existe un gobierno que administra las relaciones
sociales y delimita el territorio en que habita dicho grupo, generándose así, un
sentido de identidad nacional que puede o no partir de una identidad cultural
única. El propio proceso de unidad nacional puede reafirmar la identidad cultural
mediante la acción discursiva de la elite gobernante, mediante la creación de
mitos, el establecimiento de una base ideológica, y demás elementos de
cohesión social que se funden socialmente al grado que se convierten en un
crisol cultural que define también las actitudes y modos de ser de una
comunidad determinada, y como en el caso japonés reduce la importancia de las
minorías étnicas.
Como afirma Benedict Anderson “La nación es una comunidad política
imaginada; e imaginada como intrínsecamente limitada y soberana, imaginada
porque hasta los miembros de la nación más pequeña nunca conocerán a la
mayoría de los demás miembros y sin embargo en las mentes de cada cual
pervive la imagen de su comunión, limitada, porque aun la nación más
extensa… posee fronteras finitas, aunque elásticas.22 Así, a través de la acción
del Estado, y de la comunidad misma, se forma una identificación entre los
habitantes de determinado territorio que desarrollan una sociedad con
características originales que se distingue de otras.
En el caso de la construcción de la unidad nacional japonesa, es preciso
remontarse a los siglos III y IV, cuando inició la labor de los gobernantes por
conformar las bases de lo que sería la nación nipona. Conforme a la
investigación de John Whitney Hall, fue en esta época que un grupo de familias
en Yamato adquirió suficiente control político, militar y religioso como para forjar
22 Citado en: Giménez, Gilberto (Coord), Reseñas bibliográficas II: Teorías y análisis de la identidad
social, Vol. 1, México: Instituto Nacional Indigenista, Instituto de Investigaciones sociales de la UNAM, 1992, p. 20.
22
lo que serían los cimientos del Estado japonés. Según la mitología japonesa, el
líder de este “Estado Yamato”, Jimmu, era descendiente directo de la Diosa del
Sol, Amaterasu, por lo que se considera a éste como el primer emperador
japonés.23 Este mito, basado en las creencias religiosas del shintoismo24, se
convirtió en el factor principal de la unidad nacional en el proceso de
modernización, durante el periodo Meiji (1868-1912), se observa aquí la
importancia de los mitos y las creencias religiosas para forjar la nación, y un
sentido de identidad cultural.
Michiko Tanaka señala que: “fue a fines del siglo IV, a más tardar, cuando
surgió, en la región de Yamato, un gobierno central lo suficientemente poderoso
y próspero, capaz de movilizar a una gran población a su servicio. El nuevo
Estado unificado estaba encabezado por un gran rey que al extender su
influencia marcaba en cada región un territorio bajo su dominio directo y
obsequiaba objetos de bronce (símbolos de poder) a los jefes locales que
reconocieran su autoridad central”. 25 De modo que el gran rey del grupo Yamato
inició un proceso para que la población que habitaba en el archipiélago japonés
reconociera su autoridad, ello llevó a la formación de una conciencia colectiva de
pertenencia a ese territorio, de respeto a sus leyes, y de comunión social.
Sin embargo, el gobierno no fue el único responsable de la creación de la
conciencia de grupo, las propias prácticas sociales y las relaciones
interpersonales fueron determinantes para conformar una comunidad con una
propia cultura. Al respecto, el cultivo del arroz, que desde siempre ha sido el
alimento básico de la población de ese territorio, forjó en el pueblo japonés una
23 Whitney, Hall John, Historia universal siglo xxi, Vol. 20: El imperio japonés, 16ed. México: Siglo XXI editores, 2006, pp. 21-30. 24 El Shintoismo (El camino de los Dioses) Es la religión nativa de Japón. Con la introducción del sistema de cultivo de arrozales, durante el periodo Yayoi (300 a.C –300 d.C.), comenzaron a desarrollarse los rituales agrícolas y los festivales que luego se convirtieron en parte del shintoismo. En parte como respuesta a la llegada en el siglo VI de las doctrinas budistas altamente estructuradas, las creencias nativas, arraigadas aunque desorganizadas hasta entonces, empezaron a ser sistematizadas por el shintoismo. Web Japan, Religión: Raíces nativas e influencia extranjera “Ficha informativa sobre Japón”: [citado en abril 2008]. Disponible en Internet: http://web-japan.org/factsheet/es/pdf_Spanish/S20_religi.pdf 25 Toledo, B. J. Daniel, Michiko Tanaka et. al. Japón: Su tierra y si historia, México: COLMEX, 1991, p. 72.
23
gran conciencia de grupo por su peculiar forma de cultivo. La producción de este
cereal requería de un trabajo en equipo, para mantener y distribuir el agua de
manera adecuada era necesaria la cooperación entre los individuos; ninguna
persona de manera individual podía cultivarlo, por ello, para sobrevivir las
familias debían integrarse al grupo. Este trabajo en conjunto concibió una unión
incomparable de esta sociedad, donde el bienestar del grupo es el bienestar
personal.
Otro componente determinante en la unidad nacional fue la situación
geográfica del país del sol naciente. En un territorio conformado por una serie de
islas alejadas del continente y con condiciones inhóspitas de navegación para la
época, la sociedad se desarrolló con muy poco contacto con el exterior, incluso
con sus vecinos (Corea, China o Rusia). Si bien, en un primer momento, los
japoneses adaptaron elementos culturales del imperio chino (la escritura, el
budismo, el confucianismo, entre otros) a su propia cultura, la posición
geográfica del archipielago permitió el florecimiento de una nación original con
rasgos particulares, en donde el aislamiento constituyó un elemento notable.
Así, una vez conformada la nación japonesa a través del poderío de un
reino, hubo una continuidad de gobiernos que consolidaron el carácter nacional,
la estabilidad y la evolución del pueblo japonés, hasta el siglo XII.26 Cuando
sobrevino un intenso periodo de guerras (1156-1603), que provocó una ruptura
en esta tendencia, al implantarse una nueva organización social, ciertamente
clasista, y una nueva forma de gobierno, el shogunato.27
26 A finales del periodo Heian (794-1185), Kioto (la capital) había empezado a deteriorarse, sacerdotes armados y mercenarios la atacaban y el gobierno en turno no hacia nada por evitarlo, pues sus miembros difícilmente podían montar a caballo o esgrimir una espada. El gobierno dirigido por la aristocracia (Tennoo), había concentrado su atención en la diversión y las artes, descuidando su administración, y las artes marciales habían quedado olvidadas para ellos. En 1156 un grupo de clanes militares rivales tomaron la capital y el poder, a lo que siguieron 400 años en los cuales los samurai vivieron intensas guerras civiles hasta que el país fue unido de nuevo con el triunfo de Ieyasu Tokugawa, quien en 1603 se proclamó shogun, en nombre del Emperador, iniciándose lo que se conoce como el periodo Edo (1603-1868). 27Shogunato: es el gobierno de un Shogun (generalísimo), un gobierno militar nominalmente subordinado a las órdenes del emperador pero en realidad todopoderoso. Downer, Lesley, Geisha. La historia secreta de
un mundo que desaparece, México: Diana, 2004, (Traducido por: Diana J. Méndez Defossé), p. 381.
24
Durante este periodo, conocido como Edo (1603-1868), la sociedad
japonesa fue dividida en rígidas clases y cada una era gobernada con un
conjunto de normas claramente diferenciado, por ejemplo se establecieron leyes
relativas al estilo de vida de las personas según su clase. El gobierno regulaba
incluso la vestimenta, la comida, la forma de arreglarse el cabello, dónde vivir,
con quién casarse o cómo decorar las casas. La individualidad y el libre albedrío
no existían, no había ningún tipo de libertad y los grupos sociales,
prácticamente, no convivían entre ellos.28
Este hecho provocó que algunos rasgos culturales entre clases fuera
diferenciado, incluso podría afirmarse que durante este periodo las personas
poseían identidades colectivas distintas no sólo por la clase social a la que
pertenecían, también porque se encontraban sometidas a la unidad
administrativa a que pertenecían más que a un Estado central. Ello no significa
que la identidad cultural que se había venido forjando desde tiempos remotos
desapareciera, si no que fue un periodo de cambio, ya que los elementos
culturales desarrollados, principalmente por la burguesía, serían adheridos al
balaje cultural que hoy pervive en el país.
Si bien es cierto, que la unidad nacional fue fracturada, también es verdad
que permitió el desarrollo de algunas características económicas y culturales
tales como: la economía monetaria y mercantil, las artes formales aristocráticas
que motivan al formalismo y refinamiento, la importancia de la educación, la
investigación, las prácticas cortesanas, el auge del budismo y el confucianismo.
Estas características apoyarían a la conformación del Estado moderno en el
periodo siguiente, la Restauración Meiji.
El especialista Renato Ortiz, califica al pueblo japonés de la era Edo,
gobernado por el Clan Tokugawa, como una sociedad “compartimentada”,
donde cada clase constituía una unidad de oficio, de status y de ocupación, por
28 Ortiz, Renato, Lo próximo y lo distante: La modernidad del mundo, Argentina: Inter Zona, 2003, pp. 71-73.
25
lo cual tenían estilos de vida y costumbres distintas. Y agrega que la estabilidad
de esta sociedad se sostuvo, en gran medida, por el fuerte aislamiento del país
durante este periodo. Prácticamente no había ningún tipo de intercambio con
otras naciones, además de que el gobierno tenía el monopolio en las relaciones
exteriores, mismas que se limitaban al comercio y únicamente a través del
puerto de Nagasaki.29
Mapa 1. Comercio durante el periodo Edo
Fuente: Université Lumière-Lyon, Map of trade routes in Tokugawa Japan, “Histoire de l'asie orientale et méridionale”. (Traducción libre de la autora). versión original, disponible en Internet: http://iao.ish-lyon.cnrs.fr/francais/Henriot/AKQ Web/Mapjpeg/MpJTradR.jpeg
Como se observa en el Mapa 1, en dicho puerto sólo algunos
comerciantes chinos y holandeses, (los portugueses e ingleses, en el periodo
Edo, ya no tenían permiso de comerciar con Japón) poseían licencia para
comerciar dado que el gobierno temía que el territorio fuese colonizado, como
29 Ibídem, p. 70.
26
estaba ocurriendo en el resto del mundo. Si bien no había existido ningún intento
directo de conquista al territorio japonés, el hecho de que misioneros
extranjeros, como los portugueses, hubieran intentado en algún tiempo,
evangelizar a la nación alertó al gobierno de tomar sus precauciones para evitar
una invasión. Este aislamiento no sólo garantizó la independencia del
archipiélago sino también el desarrollo de una sociedad sui generis que se
mantuvo por más de 200 años, autosuficiente, estable y sin influencia extranjera.
Sin embargo, la propia evolución de las características económicas, (el
surgimiento de la economía monetaria y mercantil) y la presencia de una
poderosa potencia extranjera, Estados Unidos, quebrantarían el orden
establecido, dando paso un verdadero Estado japonés en el que tuvo gran peso
la identidad nacional.
Pero, ¿Cómo ocurrió la ruptura en el gobierno Tokugawa?, en un primer
momento el Estado se financió a través de la agricultura, el trueque y el cobro de
impuestos a los campesinos, que no se involucraban en un sistema monetario
porque los impuestos se pagaban con arroz. Esta medida mantenía la
separación de clases, sin embargo no fue la clase campesina la que debilitó el
sistema clasista, serían los comerciantes, ubicados en la escala social incluso
por debajo de los campesinos, quienes al adquirir el control del dinero obtuvieron
el poder para debilitar la estructura política y social del país.
Los comerciantes de la ciudad de Osaka adquirieron fuerza económica,
ya que acumulaban grandes cantidades de dinero y productos; en tanto que los
daimios30 llevaban diversos productos regionales y el arroz de los impuestos y
los cambiaban por dinero que necesitaban para adquirir otro tipo de bienes.
Además, cuando se empezaron a cultivar productos comerciales como el tabaco
o a elaborar seda, se incentivó la economía monetaria y mercantil, y dinero
influyó en la vida de los campesinos y los samurai, naciendo pese a la
30 Daimio: era el jefe militar o príncipe provinciano que gobernaba sus propios dominios, pero tenía que ser leal al Shogun. Downer, Lesley Op. Cit, p. 377.
27
inconformidad del gobierno, relaciones interpersonales entre individuos ajenos al
propio grupo social.
Lo anterior provocó que las clases samurai y campesina perdiera poder
frente a los comerciantes, que poseían el poder económico. Ante la
desestimación del estatus social, que trajo consigo el poder que proporciona el
dinero, surgieron a mediados del siglo XVIII, movimientos de pensamiento como
el kokugaku31 (Aprendizaje nacional) cuya finalidad era definir la identidad de la
nación, no contraponiéndose al sistema clasista, al contrario, delimitando la
importancia del dinero en la vida del país, puesto que rompía con el tradicional
respeto por el linaje y la posición social. Sea cual fuere la motivación del
movimiento lo cierto es que fue el primer intento por hacer conciencia de la
identidad nacional elogiando la cultura del país y la moralidad del tennoo.
La inestabilidad generada por el empoderamiento de los comerciantes
causó, para mediados del siglo XIX, una crisis política. Coincidentemente con la
inestabilidad interna, en 1853 desembarcaron “barcos negros” estadounidenses
del Comodoro Matthew C. Perry y con ello ocurrió la primera amenaza real para
la autonomía del archipiélago. Con el fin de asegurar su soberanía e
independencia, el shogunato cedió a la presión externa, firmando una serie de
tratados desiguales con potencias occidentales32, mismos que fueron el
31“Sus principales representantes, Mabuchi Kamono, Norinaga Motoori y Atsutane Hirata, decidieron justificar la superioridad de Japón retomando la mitología. Así, basándose en una minuciosa investigación de los principales textos antiguos, buscaron establecer la “verdadera” imagen de su país. Los textos antiguos los llenaban de un gran orgullo. En contraposición a los confucionistas, quienes veneraban los textos chinos, ellos buscaron resaltar la belleza, el contenido y la pureza de los textos tradicionales japoneses, con la firme convicción de que esto les permitiría recuperar su Japón”. Maeda, Tsutomu, Op.
Cit. p. 26.| 32 “El Comodoro Matthew C. Perry, al mando del escuadrón de “Barcos Negros”, entró en la Bahía de Edo. Entregó al Shogun una carta del Presidente estadounidense Fillmore, donde explicaba la intención de firmar un tratado de amistad, comercio, aprovisionamiento de carbón y ayuda para sus náufragos”. En 1854 a seis meses de su primera visita, llegó a Japón acompañado por un escuadrón de 8 buques bien armados. Ajeno a la tecnología occidental y el armamento moderno, el gobierno japonés no tuvo otra opción que firmar un tratado para abrir sus puertos a barcos estadounidenses. Mediante éste se establecía la apertura a Estados Unidos del puerto de Nagasaki y dos más; el suministro de combustible para sus barcos, el permiso para el establecimiento de un consulado y la cláusula de la nación mas favorecida. En 1858 se firmó otro tratado, éste relacionado con el principio de exterritorialidad. Además, entre los años 1854 y 1857, Inglaterra, Rusia y Holanda negociaron tratados muy similares a los de Estados Unidos, poniendo en una gran desventaja a Japón en el comercio internacional. Toledo, B. J. Daniel, Op. Cit. pp. 175-176.
28
parteaguas para la paulatina apertura del Estado a la influencia extranjera y la
eventual caída del régimen instaurado 200 años atrás.
Precisamente, la incertidumbre generada a partir de la presión
estadounidense y europea para que Japón abriera sus fronteras, fue el elemento
que puso en evidencia la fragilidad del sistema. Para este tiempo, la clase
comerciante tenía mayor peso y los samurai poco a poco perdían el control
administrativo del país, lo cual los orilló a revelarse contra el orden establecido.
Cuando el regente del shogun firmó el primer tratado con Estados Unidos
y otras potencias occidentales sin el consentimiento del emperador33, algunos
samurai indignados comenzaron a reunirse en Kioto (donde se encontraba el
palacio imperial) bajo la premisa de restituir al emperador y expulsar a los
extranjeros. La lucha armada estalló en 1864 en las calles de Kioto y para 1868
el shogun había huido y el emperador Mitsuhito (conocido como el emperador
Meiji) fue instalado en el palacio del shogun en Edo, rebautizándolo con el
nombre de Tokio, “La Capital del Este”. Los samurai que encabezaron la
rebelión se convirtieron en líderes del nuevo gobierno, precedido por el
emperador Meiji.34
De este modo, el país del sol naciente entró en la era Meiji, que se
inauguró con la llamada “restauración”, que no sólo significó el restablecimiento
del poder del tennoo, sino la restauración de la nación misma. El nuevo gobierno
imperial, relativamente abierto al extranjero, emprendió un proyecto de
modernización a partir de ideas Occidentales, bajo el espíritu de “civilización e
Iluminación”, pero con una base ideológica conservadora. En este sentido, inició
un proceso hacia la unidad nacional, a partir de las ideas de civilización de
Occidente, como: la nacionalidad, la ciudadanía (que no necesariamente
33 Aunque el emperador no dirigía el gobierno, era una especie de Jefe de Estado y el shogun requería su consentimiento para actos como ese, recordemos que cuando se estableció el primer shogunato se hizo en nombre del emperador. 34 Downer, Lesley, Op. Cit. pp. 105-110.
29
significó igualdad de derechos y libertades), el concepto de raza (jinshu), grupo
ético (minzoku) y civilización (bunmei).
El nuevo gobierno forjó un sentido de identidad nacional a través de un
conjunto de proyectos que reforzaron, también, la idea de una única identidad
cultural en todo el archipiélago. Destruyó el orden impuesto por el clan
Tokugawa y en su lugar estableció una organización política y social de corte
occidental. Como comenta Tessa Morris Suzuki, se abolió el sistema de clases
sociales junto con las restricciones al código de vestimenta, el estilo de vida, y a
la migración interna, incluso a la práctica del cristianismo, lo cual alentó a los
habitantes a que todos eran miembros de un Estado claramente demarcado y al
que todos debían rendir lealtad por igual.35
Las ideas de Occidente reforzaron la identidad cultural del país, ya que
proporcionaron el elemento comparativo que permitió un mayor grado de
conciencia del “nosotros”, a partir de la diferenciación del “otro”. Esta
diferenciación ocurrió a partir de dos distintos ejes; por un lado, el geográfico, en
el que las ideas de raza y grupo étnico tuvieron gran peso; y por el otro, el de
tiempo, en el que la noción de civilización fue importante.36 Para el ámbito
geográfico, el proyecto de integración territorial y homogeneidad lingüística
fueron esenciales para promover el sentido de una única identidad cultural en la
nación.
1.1.1 LA INTEGRACIÓN TERRITORIAL: DEMARCANDO LA IDENTIDAD La delimitación geográfica constituye la base esencial para la conformación de
un Estado, ya que como proponen Frederic S. Pearson y J. Martin Rochester el
Estado es: “Una entidad con un gobierno soberano que ejerce autoridad
suprema sobre una población relativamente fija que reside dentro de unas
35 Morris, Suzuki Tessa, Cultura, Etnicidad y globalización, la experiencia japonesa, México: Siglo XXI Editores, p. 95. 36 Ibídem, p. 96.
30
fronteras territoriales y no reconoce una autoridad superior fuera de ellas…Esta
entidad puede conformar una nación o ser constituido por ésta última”.37 Así
pues, el elemento espacial, permite al régimen observar las características de la
población que gobierna, para determinar la amplitud de su nación y concientizar
a la población del límite del “nosotros”.
El territorio, desde el punto de vista geopolítico y según explican Joan
Nogué Font y Joan V. Rufí: “es entendido como el principio básico de la
identificación social para la gran mayoría de sociedades modernas y
tradicionales”. Los mismos autores señalan que: “la frontera es la delimitación
física y simbólica más palpable de lo que podría denominarse espacio de
producción y reproducción de la identidad nacional”.38
De manera que, durante la era Meiji, la integración territorial formó parte
de la estrategia estatal hacia la unidad nacional, pues el recién restaurado
gobierno se encontró con una población claramente separada por la
circunscripción territorial y no existía una nación, en sentido estricto, que se
identificara con su gobierno. Entonces, el gobierno desmanteló los dominios de
los han y redistribuyó la tierra con la convicción de que cada pedazo de suelo
era parte de una misma entidad nacional y las personas que ahí habitaban
formaban parte de una única nación.
Por otra parte, fue una constante del gobierno de la Restauración Meiji la
delimitación de fronteras, pues en un afán expansionista incorporó los pueblos
de su periferia, colonizó algunos territorios y redefinió sus límites con Rusia.
Como ilustra el Mapa 2, fue en 1855 cuando Japón y Rusia completaron la
definición de su frontera común, sin embargo, para 1875 ésta se modificó, en
benefició de Japón, lo cual pasaría nuevamente en 1905.
37 Pearson, Frederic S. Op. Cit. p. 40. 38 Nogué, Font Joan y Joan Vicente Rufí, Geopolítica, identidad y globalización, España: Ariel Geografía, 2001, p. 162.
31
Mapa 2. Definición de fronteras Japón-Rusia (Tratado de Shimoda 1855, Tratado de San Petersburgo 1875 y 1905)
Fuente: Rekacewicz, Philippe, Discorde russo-japonaise autour des îles Kouriles, “Le Monde diplomatique”, Septembre 2001: (Edición libre de la autora), versión original, disponible en Internet: http://www.monde-diplomatique.fr/cartes/kouriles
Con relación a la incorporación de los territorios de su periferia, Japón
anexó a su soberanía las Islas Ryukyu, el país de los Ainu39, y las Islas
Ogasawara, que si bien es cierto forman parte del archipiélago, hasta ese
momento no se encontraban dentro del dominio de Japón. A pesar de haberlos
considerado países, a los pueblos que ahí habitaban, el Estado japonés no les
brindaba el mismo estatus que poseían otros países vecinos como China o
Corea. Para éste, eran pueblos bárbaros que no tenían organización social
(hecho que fue utilizado para justificar la expansión japonesa). De manera que la
anexión ocurrió bajo el principio de civilizar estos “países“, “poblados por
personas peligrosas y salvajes”, que aparentemente constituían una amenaza
para la renovada nación nipona.
Así pues, la incorporación territorial inició en 1869, cuando el país de los
Ainu fue anexado a la soberanía japonesa con el nombre de Hokkaido (Distrito
39 Los ainu son un grupo étnico distinto a los japoneses, han vivido en el Japón desde el comienzo de la historia de este país, pero en la actualidad viven sólo en la isla septentrional de Hokkaido. Originalmente habitaban otras islas del Japón, pero comenzaron su traslado involuntario a Hokkaido hace casi 3.000 años, después de un largo período de guerra con el pueblo Yamato. A mil años de batallas siguieron muchos años de lucha cultural. Se alentó a los hombres ainu a que se afeitaran la barba y se recogieran el pelo, y se prohibió la práctica tradicional de las mujeres de hacerse tatuajes azules en la cara. Se promulgaron leyes que limitaban el derecho de los ainu a los recursos naturales, e incluso su captura anual de salmón ceremonial. Organización de Naciones Unidas, La ONU trabaja por la diversidad cultural: [citado en abril 2008]. Disponible en Internet: http://www.un.org/spanish/works/culture/japan_story.html
32
del Mar del Norte), iniciándose a partir de ese momento, la colonización del
grupo étnico ainu. Este país, tradicionalmente dedicado a la caza y pesca, al
formar parte del Estado japonés o propiedad privada de colonizadores
japoneses, fue convertido a la agricultura. Además, el gobierno minimizó su
cultura e incentivó un proceso de asimilación de la cultura japonesa, promovido
por la Ley de Protección de Antiguos Nativos, de 1899, sin embargo, ésta lejos
de incorporar a este grupo a la cultura japonesa, lo excluyó, pues se les trató
como personas diferentes y poco confiables.40
Otro territorio adherido a la circunscripción japonesa fue el de las
llamadas Islas Ogasawara, que después de largo tiempo de estar inhabitadas,
fueron reclamadas por Inglaterra y Estados Unidos al gobierno japonés, que no
las controlaba en realidad (incluso habían sido habitadas por aventureros de
diversas partes del mundo). La anexión fue posible gracias a que, en la década
de 1870, tanto Inglaterra como Estados Unidos renunciaron a reclamar las islas
a Japón. La política de asimilación de los habitantes de estas islas llegó al grado
de enviar a los lugareños al centro para “elevar su estilo de vida y mejorar sus
costumbres”. Aunque en un primer momento, se les permitió recibir una
educación bilingüe inglés-japonés.41
Por su parte, las Islas Ryukyu fueron incorporadas, con el nombre de
Prefectura de Okinawa en 1879, su proceso de anexión al Estado japonés
ocurrió de manera paulatina. Históricamente este territorio había sido zona de
influencia china, por lo que una integración rápida a la soberanía del gobierno
japonés habría provocado tensiones con China, lo cual era indeseable para
Japón, debido a la fuerza bélica del vecino país. Por lo tanto, el proceso de
adhesión fue distinto al del país de los ainu. El imperio japonés, conciente de
que había ofendido el poderío chino al incluirse estas islas, decidió que lo menos
que podía hacer era respetar su organización social y no someterlo
radicalmente.
40 Morris, Suzuki Tessa, Op. Cit. p.27. 41 Ibídem, pp. 25-31.
33
Según comenta Tessa Morris Suzuki, el gobierno Meiji estableció una
administración japonesa, pero conservando el esquema de propiedad comunal
de la tierra que había tenido la sociedad Ryukyu, sin embargo, la condición de
reservas, respecto al trato que se le daba a las islas, cambió desde la década de
1890 cuando Japón ganó una guerra a China en 1895, el gobierno obtuvo la
libertad y seguridad para colonizar abiertamente la ahora llamada Prefectura de
Okinawa .42
Respecto a los territorios colonizados, Japón sometió a Taiwan en 1895, a
Sakhalin del Sur y Kuantung en 1905, a Corea en 1910, a Machuria en 1931 y a
China del Norte en 1937, además de que poseía la administración de Territorios
en mandato, bajo el esquema de la Sociedad de Naciones, en el Pacífico. 43
Mapa 3. Expansión territorial del gobierno de la Restauración Meiji
Fuente: Université Lumière-Lyon, Map of the territorial expansion of Meiji, 1868-1912, “Histoire de l'asie orientale et méridionale”. (Edición libre de la autora). versión original, disponible en Internet : http://iao.ish-lyon.cnrs.fr/francais/Henriot/AKQWeb/Mapjpeg/MpJaExp1.jpeg
42Ibídem, pp. 25-32.
43Ibídem. p. 97.
34
Como muestra el Mapa 3, la expansión fronteriza y la integración del
territorio, perduró durante todo el gobierno Meiji, de manera que fue necesario,
para el gobierno, replantear las dimensiones del Estado-nación, no sólo en
términos geográficos sino también, socioculturales, dado que las poblaciones
incorporadas no eran culturalmente japonesas.
Aunado a las diferencias étnicas de los nuevos ciudadanos japoneses, el
régimen anterior le había heredado una población sin uniformidad lingüística,
producto de la separación de clases, lo cual dificultaba la integración e
identificación de la población, también porque los habitantes de los territorios
anexados no hablaban japonés, ni tenían tradiciones iguales a las del resto de
los japoneses, es decir, no había una sola identidad cultural para todo el Estado-
nación, y ello dificultaba el control del régimen. Ante esta situación, el gobierno
incentivó la homogeneidad lingüística, como parte de un proceso de asimilación
para los pobladores de los recién integrados territorios con el fin de forjar una
imagen de nación unida y centralizada.
1.1.2 LA HOMOGENIZACIÓN LINGÜÍSTICA El lenguaje es, indiscutiblemente, una herramienta fundamental para la
construcción de la identidad. Con base en las afirmaciones de Chris Barker, se
considera que éste facilita la interacción social que genera la conciencia social
que conlleva a la identificación de una comunidad, porque las identidades se
construyen en el discurso y en maneras compartidas y reguladas de hablar
socialmente. Evidentemente, no puede existir identidad o experiencia social que
no se construya a través del lenguaje, en el sentido de que los objetos
materiales y las prácticas sociales reciben significado y son representados ante
nuestra vista por el lenguaje, lo que hace que se configuren de manera
discursiva, en palabras de este especialista: “el lenguaje es la herramienta con la
35
que estamos hechos y con la que nos hacemos creativamente a nosotros
mismos, es el camino que conduce directamente a la identidad”.44
Bajo esta premisa, el gobierno Meiji implementó un programa de
homogeneización de la lengua japonesa en todo el país, puesto que para esa
época convivían aún amplias diferencias dialectales al interior del territorio
japonés tradicional. Y en los pueblos anexados, Hokkaido, Okinawa y
Ogasawara, las poblaciones nativas hablaban lenguas diferentes al japonés.
Además de las diferencias dialectales había notables discrepancias entre
la lengua hablada y la escrita, dado que en el periodo Edo los samurai habían
adoptado un lenguaje estándar para los documentos oficiales que no compartían
con el resto de la población. Estos documentos gubernamentales eran escritos
con ideogramas chinos que el pueblo en general no conocía, por lo que cuando
necesitaban presentar algún manuscrito al gobierno tenían que acudir a los
escribanos.45 Adicionalmente, el japonés hablado era principalmente de dos
tipos, el Edogodo –hablado en el actual Tokio- y el Kyotogodo – utilizado en
Kyoto, y las diferencias lingüísticas entre las distintas clases sociales eran muy
notorias.46
Desde principios del periodo Meiji el lenguaje en los escritos oficiales,
utilizados por funcionarios del gobierno cambió notablemente, además, el
régimen impuso la “lengua normal” en Okinawa y Hokkaido. En un primer
momento, esto trajo conflictos al interior de la elite gobernante, pues no se ponía
de acuerdo respecto a cuál sería el lenguaje considerado como “normal”. Hubo
una confrontación entre los que sugerían que fuera el Edogodo y los que
pugnaban por el Kyotogodo, incluso existieron propuestas para la creación de
una lengua franca artificial como una forma oficial del japonés común.
44 Barrer, Chris, Televisión, globalización e identidades culturales, España: Paidós Comunicación, 2003, pp. 58-65. 45 Shunsuke, Tsurumi, Ideología y literatura en el Japón moderno, México: COLMEX, 1980, p. 83. 46 Ortiz, Renato, Op. Cit. p. 75.
36
Finalmente, el dialecto hablado en Tokio, el Edogodo, se convirtió en la lengua
oficial japonesa.
Una vez conseguido el consenso respecto a la lengua que se utilizaría era
necesario difundirla no sólo en los nuevos territorios integrados al Estado-nación
japonés sino a la nación en general, y la mejor manera de conseguirlo fue a
través del sistema educativo y el entrenamiento militar. Estas transformaciones
del lenguaje japonés ayudaron a un mejor entendimiento entre la comunidad y a
forjar un mayor sentido de integración entre la misma, rompiendo así, con la
compartimentada sociedad heredada de la era Edo. Entonces, en general, la
unidad nacional en el Japón moderno inició en el periodo Meiji y fue el resultado
de los esfuerzos del tennoo por recuperar la organización social, la identidad
nacional y el poder político perdido desde el siglo XII.
Por otra parte, la política de modernización, emprendida para consolidar
un Estado-nación moderno que hiciera frente a la amenaza de dominación
extranjera, que rompiera con la desigualdad aceptada con los tratados firmados
en la etapa previa, provocó reacciónes sociales que giraron, principalmente, en
dos sentidos, por un lado hubo quienes exaltaban la completa occidentalización
del país y por el otro quienes abogaban por la reafirmación de la identidad
nacional frente a los cambios introducidos de Occidente. Ante este hecho, el
gobierno, conservador, promovió una base ideológica que permitió la unidad
nacional y en cierto punto relativizó la modernización, consolidándola sólo en
términos económicos.
1.2 UNA IDEOLOGÍA PARA LA IDENTIFICACIÓN SOCIAL Para que exista una verdadera identificación entre los miembros de una
sociedad es necesario un elemento que relacione a las personas entre sí,
creencias o ideas comunes incuestionables que constituyan cohesión no sólo
entre los ciudadanos, sino entre éstos y su gobierno. Ésta es la función de la
37
ideología nacional, la creación de mitos, ideas o dogmas, aceptados y
recordados indiscutiblemente por la población, que permiten un sentido de
pertenencia a una sociedad y a un pasado común.
Si bien es cierto que la ideología no surge en el imaginario colectivo sino
que es inculcada por los gobiernos, con el fin de legitimarse, justificar sus
acciones y garantizar la lealtad de sus gobernados, ésta trasciende la
institucionalización de las elites gobernantes y con el tiempo se vuelve propia del
imaginario colectivo y parte esencial de la identidad del pueblo. Como manifiesta
Benedit Anderson, las naciones son comunidades imaginadas, la pertenencia a
una nación no sólo habrá de ser imaginada, sino también comunicada, creída y
recordada. Esto es un trabajo, que en un primer momento realizan las elites,
colocadas en la posición de crear mitos, construir de manera sistemática los
vínculos entre una sociedad y un imaginario, donde el sentimiento de
pertenencia a un pasado mítico y un espacio físico, es capaz de movilizar
multitudes y promover sentimientos comunes hacia el objeto abstracto que es la
nación.47
Al parecer, la función de la ideología fue muy clara para el gobierno Meiji,
ya que desde el inicio de su administración rescató los mitos del imperio para
legitimar el restaurado poder de la nobleza, pues durante el periodo Kamakura
(1185-1333), el tennoo había perdido su capacidad para gobernar, así como el
reconocimiento de la sociedad de que era una verdadera realeza. Entonces, la
estrategia gubernamental para conseguir de nuevo la lealtad del pueblo japonés
se conjugó en la ideología kokutai (Esencia nacional) que se basa,
principalmente, en el mito de la relación entre el emperador y la Diosa del
shintoismo Amaterasu. Según este mito el emperador Meiji era descendiente
directo de dicha divinidad y por lo tanto tenía el don para gobernar ese
territorio.48 Convenientemente ésta se convirtió en un elemento ideológico que
47 Citado en: Yáñez, Rosado Juan Antonio, Japón identidad nacional e ideología: La construcción del otro
interno, México: Centro de Estudios de Asia y África, COLMEX, 2007, p. 34. 48 Según el Kokijki, libro que relata la historia antigua de Japón. Rubio, Martín Raquel, Análisis del
discurso: discurso del emperador Hirohito con motivo de la rendición de Japón de la guerra del Pacífico
38
legitimó el poder del emperador y lo transformó en el elemento unificador de la
nación, después de dos siglos de una marcada separación.
Pero, hay que recordar que para esta época Japón había iniciado su
apertura al exterior, y con ello a importar, no sólo tecnologías sino también
conceptos occidentales, como la idea de civilización, basada no solamente en la
armonía y la jerarquía, como históricamente Japón lo había hecho, sino en las
relaciones de producción, como en Occidente. En este tenor, la ideología
kokutai, fue esencial para la construcción de la identidad nacional del país.
Al respecto, Tessa Morris Suzuki proporciona la explicación siguiente: “La
idea del kokutai combinaba imágenes tomadas del nacionalismo shintoísta, de
fines del siglo XVIII, con ideas importadas posteriormente sobre pureza racial.
Se esgrimía que los japoneses estaban vinculados por sangre con una sola
familia imperial, cuyos orígenes se remontaban a la era de los Dioses.49 Lo
anterior, aunado a la promoción del shintoismo, la restauración de la institución
imperial, y el proyecto de unidad nacional creó en el imaginario colectivo una
idea de nación como una “gran familia” cuyo padre era el emperador.
De la misma manera, a los habitantes de los territorios adheridos a la
circunscripción japonesa se les consideró como “hijos adoptivos” de esa gran
familia. De esta manera fue la ideología del kokutai la que vinculó al pueblo
japonés con su gobierno, incluso después de 1945, y forjó un sentido de
identidad cultural único, principalmente por las ideas pregonadas sobre pureza
racial que minimizaban la cultura de las minorías.
Al ser el proceso de modernización una de las estrategias centrales del
gobierno Meiji, el Estado importó sistemas, tecnologías y técnicas occidentales,
seleccionando de los diferentes países lo que consideraba más adecuado a sus
“Colección española sobre investigación de Asia Pacífico” Num. 1, Universidad de Granada, [citado en abril 2008] Disponible en Internet: http://www.ugr.es/~feiap/granada/ceiap1/ceiap/capitulos/capitulo04pd.
pdf 49 Morris, Suzuki Tessa, Op. Cit, pp.101-102.
39
intereses.50 Los elementos adquiridos de Occidente fueron imitados o innovados
según fuera el caso. Factor que quizá fue determinante para el éxito del
desarrollo del país, ya que es indiscutible que el principal problema de los países
aun en desarrollo ha sido el hecho de que reproducen modelos, sin que estos
sean necesariamente adecuados a su realidad.
Pero el gobierno no fue el único que reaccionó ante la presencia
extranjera, entre la población surgieron movimientos, tanto de intelectuales como
de organización cívica, que propugnaban por una mayor adaptación al
pensamiento occidental, principalmente, para garantizar un gobierno más
representativo. Si bien estos no tuvieron gran éxito en la definición de los
parámetros de modernización del Estado, sí incentivaron a la creación de un
Estado menos centralizado, por lo menos de jure.51
De la misma manera, ante el temor de que la modernización tuviera un
impacto negativo sobre la identidad de la nación, resurgió el movimiento
kokugaku, cuya nueva preocupación no era la moral confuciana sino la influencia
extranjera. Éste fue esencial para recuperar los vestigios del pasado y no
permitir la total influencia de Occidente en la cultura japonesa.52 Contrario a lo
ocurrido en el periodo anterior, el gobierno actuó en favor de esta corriente de
pensamiento, estableciendo por ejemplo, al shintoísmo como la religión del
Estado.
Por otra parte, dentro de la base ideológica impulsada por el gobierno se
encuentra también la promoción de un sistema clasista adecuado al Estado
moderno y garante del fomento de la inteligencia y sabiduría japonesa. Dado
50 Estableció: la marina según el modelo británico, el ejercito inspiración francesa y después alemana, el Sistema educativo con base en los modelos, francés, americano y alemán, el sistema de comunicación fue británico, la policía basada en el modelo francés, y el sistema legal francés y alemán. Arnason Johann P. Social theory and japanese experience: the dual civilization: Londres, Kegan Paul International, 1997, p. 437. 51 Desde 1885 se estableció la figura de Primer Ministro. En 1889 se promulgó la llamada Constitución Meiji, que estuvo vigente hasta 1945. Para 1890 se conformó el Parlamento Imperial (la Dieta), el cual estaría compuesto por dos cámaras, como en Occidente. Los Partidos Políticos empezaron a constituirse desde 1880 cuando se convocó a Asambleas Municipales. Toledo, B. J. Daniel, Op. Cit. p. 192. 52 Ortiz, Renato, Op. Cit. p. 77.
40
que, el ideal revolucionario, que había restaurado el imperio, era que “Todas las
personas deberían alcanzar una altura acorde con su talento natural y
esfuerzo”53, surgió una especie de “amor a la educación” pues, entre mejor
estudiante se fuera mayores oportunidades habría para tener un mejor futuro.
Sin embargo, este ideal, llamado “ideología del éxito” fue replanteado y
las oportunidades de ascenso para la población más pobre fueron limitadas,
porque era imposible absorber, en el sistema gubernamental o en la industria,
toda la capacidad humana que se desarrollaba y también porque se
reestablecieron las jerarquías del antiguo imperio, y por supuesto en la cúspide
de las oportunidades se encontraba el tennoo, luego los miembros del Gabinete
y la Dieta (el parlamento), y finalmente, la gente común.54
Indiscutiblemente, este sistema de clases no era el mismo del periodo
Edo. Si bien en un primer momento, parece que se contraponía con el ideal de
igualdad de oportunidades que rompía con la tradición Tokugawa, no tenía la
rigidez ni segregación del anterior sistema clasista. No obstante, el gobierno no
deseaba que la energía hacia la excelencia decayera necesitó una manera de
conjugar los límites al ascenso con el ideal de la perfección para vivir mejor.
De acuerdo con Mita Munesuke, la solución surgió de las masas
populares, en la llamada “ideología del Sontoku” que establecía el ideal del
trabajo y el estudio como la guía moral básica junto a la austeridad y la fidelidad.
El Sontoku se convirtió en el sustento ideológico que necesitaba el gobierno
para promover el impulso a la excelencia educativa y al mismo tiempo advertir el
limitado ascenso de la población en general a un nivel de vida mucho mejor. Así
pues, desde 1906, después de la Guerra ruso-japonesa, este pensamiento fue
inculcado en las escuelas primarias de todo Japón, aunque desde 1882 había ya
cobrado popularidad, el Sontoku era un modelo de conformismo para las masas
53 Ideal manifestado por Itoo Jirobumi en el primer año de Meiji. En: Munesuke, Mita, Psicología social
del Japón moderno, México: COLMEX, 1996, (Trad. Michiko Tanaka), p. 345. 54 Ibídem, p. 347.
41
y servía como guía moral para los campesinos y los empleados administrativos
urbanos.55
En este tenor, la ideología del éxito, base del pensamiento en el Japón
moderno, tanto en la clase dominante como en las masas, se caracterizó por
tres principales elementos, que en palabras de Mita Munesuke son: “la
moralización por el énfasis en las actitudes mentales; la propiciación de un vacío
crítico hacia el régimen; y la bipolaridad de las expectativas comunitarias”.56
Respecto a la moralización por el énfasis en las actitudes mentales, este
especialista señala que se determina por el hecho de considerar que la esencia
para ascender en el mundo está en el respeto de las tradicionales, en las formas
de lealtad y piedad filial y no necesariamente en la obtención de cosas
materiales.
Con relación a la falta de actitud crítica, el Sontoku fue el responsable de
su impulso, ya que fungió como la imagen fundamental del éxito en el ámbito
popular, garantizando el conformismo de la población respecto a trascender las
estructuras jerárquicas. Además de darle a la ideología del éxito un sello
particular, “la armonía entre la búsqueda del triunfo personal y la prosperidad del
Estado”; es decir, había que anteponer los intereses del Estado, entendidos
éstos como los del tennoo, frente a los personales antes de tomar cualquier
decisión relacionada con la riqueza, el estatus o el poder.
Finalmente, la bipolaridad de las expectativas comunitarias consiste en
que las acciones de los habitantes se condicionaban por la lealtad a la nación y
por el honor de la familia.57
La ideología del éxito permitió, entonces, mantener una estructura social
compatible con la nueva industrialización y con los valores del pueblo japonés,
no sólo en favor de los intereses de la clase dominante, sino como un esfuerzo
55 Ibídem. p. 349. 56 Ibídem, p.350. 57 Ibídem, pp. 350-356.
42
personal por mantenerse lo más cerca a la moral tradicional, a las costumbres y
a los valores milenarios del país. En este sentido, la ideología del éxito, y
particularmente el Sontoku, determinaron no sólo la identidad cultural también, y
en gran medida, la identidad individual de las personas.
De la misma manera, este pensamiento ayudó a fomentar el apreciable
valor dado a los intereses de la comunidad, particularmente al tennoo, que la
representaba y guiaba. Por lo tanto, antes de tomar alguna decisión, una
persona tendría que pensar no sólo en las repercusiones en su vida individual
sino en el impacto de determinada acción en la moral familiar y comunitaria;
siendo el deshonor, tanto personal como familiar, el mayor castigo para una
mala acción. Este deshonor contrario a lo que podría ocurrir en Occidente ha
tenido un peso muy importante en la conciencia del japonés pues al ser
deshonrada una familia por alguna irresponsabilidad de uno de sus integrantes,
la única salida es el suicidio, bajo la lógica de que habría cometido un acto grave
y no merecía más la vida.
El entrenamiento militar ayudó también al adoctrinamiento de una parte
de la población, principalmente en las comunidades campesinas que se
encontraban más alejadas de la capital (Tokio). Si bien es cierto que en un
principio los jóvenes campesinos se rehusaban a servir al ejército, después del
triunfo japonés en la Guerra chino-japonesa (1895), el papel heróico de los que
participaron en las batallas fomentó el orgullo nacional, el patriotismo, la
atracción hacia la milicia, el orden y la conciencia de una nueva idea nacional. A
pesar de que con el entrenamiento militar los reclutas ampliaban su visión más
allá de sus aldeas, éstos, lejos de forjar un sentimiento de libertad, se
convirtieron en verdaderos patriotas que exaltaban el orgullo de ser japonés y la
grandeza de su país.58
58 Hane, Mikiso, Peasants, rebels, women and outcastes. The underside of modern Japan, 2da. Edición, Estados Unidos, Rowman and Littlefield Inc, 2003, p. 20.
43
Otro valor esencial, que se consolidó a través de la base ideológica
inculcada por el régimen, fue la apreciable importancia dada a la educación,
como la única manera de obtener éxito, no sólo en el sentido material del
término. Como dice Mikiso Hane: “El sistema educativo tuvo un impacto cada
vez mayor en la vida de los campesinos - que constituían la clase mayoritaria
durante la época, particularmente al servir como vehículo para el
adoctrinamiento nacionalista”,59 además, al tiempo que la educación impulsaba
la ideología, promovía el amor al conocimiento.
1.2.1 LA IMPORTANCIA DE LA EDUCACIÓN La educación constituye uno de los elementos más importantes para lograr el
desarrollo de una sociedad, aparentemente los gobernantes japoneses siempre
han estado concientes de esto, puesto que desde épocas muy tempranas la
educación ha sido impulsada por el Estado. Particularmente, desde la era Meiji
la educación sirvió para promover la integración de la sociedad y con ello la
unidad nacional, pero también para sobresalir como individuos y como nación.
En palabras de Mita Munesuke: “No es exagerado decir que, a comienzos del
periodo Meiji, se echaron las bases de la educación universal, grabando en la
mente de los niños la idea de “ponerse de pie y exaltar su nombre con
entusiasmo”.60
Sin embargo, no fue en el periodo Meiji cuando se inició la dedicación al
estudio, la historia de la educación en Japón es tan antigua como la nación
misma. Desde la adopción de la escritura china en el Siglo VI, el gobierno inició
la instrucción en lectura y escritura y para el año 701 decretó el Código Taiho, el
cual establecía escuelas para los niños de la nobleza. Siguiendo la historia de la
enseñanza se ubica que durante el periodo Kamakura (1185-1333) la mayoría
de los hijos de los samurai recibía educación académica. Y en el periodo Edo el 59 Ibídem, p. 21. 60Munesuke Mita Op. Cit. p. 346
44
gobierno creó las bases de la cultura educativa que ha caracterizado al Japón y
que fue muy promovida durante el gobierno Meiji.61
El régimen Tokugawa generalizó la educación entre la clase dirigente y el
resto del pueblo, la enseñanza se basó en los principios del confucianismo, la
memorización como principal técnica de aprendizaje, y el estudio de los clásicos
chinos. A finales de este gobierno, en la década de 1860, según los cálculos de
R. P. Dore, entre el 40 y 50 por ciento de la población masculina y el 15 por
ciento de la femenina sabía leer y escribir.62 Lo anterior no significa que todos
tuvieran el mismo tipo de enseñanza ya que había una clara diferencia de
clases, por lo que las clases bajas tenían apenas la instrucción básica, pese a
esto la escuela sirvió para despertar la curiosidad científica y el amor a la
educación, siendo un entrenamiento de las facultades cognoscitivas.63
En este sentido el Japón de la era Meiji dio particular importancia a la
enseñanza como una estrategia de modernización y al mismo tiempo como una
herramienta para proteger la identidad nacional. Con base en la afirmación de
Tominaga de que la democracia política, es decir la modernización política fue
restringida por la estructura tradicional en la Constitución Meiji y el Edicto
Imperial de la Educación,64 puede afirmarse que el gobierno tuvo una actitud
conservadora que le permitió consolidar la identidad nacional a partir de
elementos tradicionales.
Concientes de la importancia de la educación para el desarrollo del país,
el gobierno Meiji, en 1871 creó el Ministerio de Educación e impulsó un sistema
escolar basado en el método francés, en 1872,65 ya que, se había iniciado la
adaptación de estrategias de desarrollo occidentales. Además, en 1873, emitió
61 Web Japan, Educación: Los cimientos para el crecimiento y la prosperidad, "Ficha informativa": [citado en agosto 2008] Disponible en Internet: http://web-japan.org/factsheet/es/pdf_Spanish/S35_educat.pdf 62 Whitney, Hall John, Op. Cit, p. 200. 63 Según Ronald Dore, la importancia de la educación primaria es que “aunque se le mire conservadoramente, lo que se va acumulando es un entrenamiento para recibir más entrenamiento”. Takajusa, Nakamura, Economía japonesa estructura y desarrollo, México: COLMEX, 1990, p. 77. 64Citado en: Sugimoto, Yoshio, Op. Cit. p. 195. 65 Ortiz, Renato, Op. Cit, p. 84.
45
un decreto que promovía la enseñanza sin distinción de sexo o clase social, éste
establecía que: “Entre todos los estamentos, sean nobles, samurai, campesinos,
artesanos o comerciantes, así como mujeres y niños, por ningún motivo habrá
una casa, en cualquier aldea, que no reciba educación, ni habrá familia con un
miembro iletrado”.66 Lo cual muestra la convicción del gobierno por impulsar la
educación y la importancia que le otorgó a la misma.
Sin embargo, el sistema francés no fue funcional por contraponerse a la
moral confuciana, lo mismo ocurrió con el sistema descentralizado
estadounidense, y el sistema prusiano, aunque este último más adecuado a los
requerimientos japoneses por ser centralizado, de orden y disciplina. Así que,
fue hasta 1890, con la promulgación del Edicto Imperial sobre Educación, que
los problemas relacionados con la enseñanza fueron resueltos, el gobierno
implementó un método educativo que fundía los valores del shintoismo, la ética
confuciana, y ciencia occidental.67
La estrategia educativa, cuidando el bagaje cultural del país, siguió
consistiendo en el aprendizaje de memoria y la escuela ética, con libros
didácticos que exaltaban las virtudes del pensamiento religioso y confuciano.
Este hecho permitió la socialización de los niños dentro de valores netamente
japoneses, como: la piedad, el valor, la lealtad, el patriotismo y el fomento del
pensamiento religioso y el conformismo político. Igualmente, surgió una gran
competencia por ingresar a las mejores escuelas y obtener los mejores
resultados, incluso se enviaron muchos estudiantes japoneses a Europa y
América para que aprendieran las técnicas y ciencia occidentales.
Finalmente, puede decirse que la educación en Japón siempre tuvo una
importancia vital no sólo para el desarrollo del país, sino también para fomentar
la base ideológica que mantendría la cohesión social y respaldaría el sentido de
identidad cultural ya que la enseñanza se centró no sólo en cuestiones técnicas
66 Munesuke, Mita, Op. Cit. p. 346. 67 Whitney, Hall John, Op. Cit, p. 269.
46
sino en inculcar valores y principios que a su vez propiciaron una sociedad
exitosa, en la que todos juntos impulsaron el desarrollo de su nación, con gran
lealtad a la figura imperial y a las instituciones.
1.3 VALORES Y PATRONES DE CONDUCTA
No podría entenderse la identidad de la sociedad japonesa en este periodo si no
se hace hincapié en sus valores culturales y la importancia de éstos a lo largo
del desarrollo de la nación. Contrario a lo que podría suceder en otras
sociedades, los valores en la sociedad japonesa han constituido históricamente
la base del comportamiento de sus individuos. Ya que éstos, inculcados a través
de la familia, la escuela y otras instituciones determinan el sentimiento de
colectividad que insta a anteponer los intereses del grupo a los individuales. De
manera que la identidad individual estuvo totalmente determinada por estos, al
ser la guía para el comportamiento dentro de la sociedad. Además, como
muestra el apartado anterior, fueron los valores los que permitieron fortalecer la
ideología nacional y con ello la identidad nacional.
Para comprender el carácter único de los valores en la cultura japonesa
es acertado enfatizar en la peculiaridad que representa el hecho de que la
nación se haya conformado en un ambiente de completo aislamiento, donde la
influencia extranjera fue prácticamente nula. A excepción del periodo Yamato,
cuando se importaron de China la escritura, la religión budista, el ordenamiento
social, las prácticas cortesanas y el ritual confuciano de las normas sociales,
Japón se conformó como una sociedad asilada y con gran cohesión interna.
Incluso, se puede inferir que los habitantes de las comunidades desarrollaron, en
la primera etapa imperial, relaciones interpersonales muy estrechas, que junto
con la promoción cultural del régimen Meiji forjaron un conjunto de valores que
fortalecieron el carácter japonés.
47
Particularmente, la familia fue fuente fundamental para el surgimiento de
los valores, la principal institución para la preservación de éstos, y un valor en sí
misma. En el seno familiar se inculcaron, principalmente; la solidaridad y la
obediencia, haciendo hincapié en la subordinación de los intereses individuales
ante los del grupo; la importancia del orden jerárquico determinado por el sexo y
la edad; la lealtad; y la piedad filial. De la misma manera, la familia representó un
valor en el sentido que ésta, liderada por el Padre68, debía ser respetada y
honrada. Además, la misma nación era concebida como una gran familia que de
igual manera merecía respeto.
Entonces, el comportamiento del japonés estuvo determinado por las
relaciones familiares, de modo que las relaciones sociales fueron diseñadas en
el interior del ie (hogar, familia, residencia, linaje) y la preservación de la
tradición familiar era de vital importancia. Ello explica por qué para la familia
tradicional japonesa era esencial tener un hijo, al cual se le heredaría no sólo
bienes sino el legado familiar; los hijos menores a su vez constituirían sus
propios hogares, permitiendo que el ie creciera, ya que a pesar de no vivir en
casa de los padres la familia seguía unida y garantizaba el culto a los
antepasados, vital para alimentar la tradición familiar.
Además, las pautas de conducta dentro de la familia trascendían a las
relaciones sociales en general, en tanto, ie provocaba a su vez las relaciones
sociales de subordinación, ya que los individuos estaban acostumbrados a
respetar siempre a una autoridad mayor. Esto facilitó las relaciones laborales
pues se les concibió bajo el esquema de subordinación familiar. El trabajo se
percibió, desde el punto de vista del confucianismo, como un valor fundamental
y un incentivo para la realización personal pero limitado por el orden jerárquico
del régimen.
68 Según el Código Civil de 1898 el orden jerárquico estaba liderado por el Padre, quien inclusive tenía el control total de los bienes de la familia y la facultad de aprobar o rechazar los matrimonios y divorcios. Hane, Mikiso, Op. Cit. p. 69.
48
Por otra parte, el confucianismo, ampliamente promovido durante el
periodo Edo, tuvo también un papel relevante en la formación de los valores de
esta sociedad. La moral confuciana desacredita completamente la noción de
diversión y el lujo, su ideal gira en torno a la moralidad, el perfeccionamiento
personal, los estudios, el trabajo y la obediencia a las reglas establecidas.69 De
aquí la gran importancia que para los japoneses tuvo la moral.
Y es la moral confuciana la que justifica el papel subalterno de la mujer,
según ésta, la mujer debía practicar tres formas de obediencia a lo largo de su
vida. “Una niña debía respetar y obedecer a sus padres; Una mujer adulta
respetaría y obedecería a su marido, el cual por su puesto ella no elegiría; Una
anciana, que generalmente sería viuda, debía obediencia a su hijo”.70 Por esta
razón, las relaciones extramaritales de las mujeres eran muy castigadas y no
podían solicitar divorcios ni establecer acción legal de ningún tipo si no tenían el
consentimiento de su padre o esposo.71
El hombre por su parte podía incluso tener a varias concubinas, aunque
su esposa estaría por encima de éstas. A pesar de que el Código Civil,
promulgado en 1898, exigía la monogamia, la costumbre de que los hombres
tuvieran amantes fue algo socialmente aceptable, por lo cual ésta práctica se
siguió llevando a cabo, pues con el concubinato el varón aseguraría el
nacimiento de un primogénito y eso era justificable.
Convenientemente, la figura de la geisha fue esencial para la continuación
de esta costumbre, ya que debido a la concepción pragmática del matrimonio y
la poca relación con su esposa, los hombres tenían aventuras con las geishas.72
69 Ortiz, Renato, Op. Cit. p. 118. 70 Downer, Lesley, Op. Cit. p. 55. 71 Beauchamp, Edward, Dimensions of contemporary Japan. A collection of essays, Estados Unidos: Garland Series, 1998, p. 99. 72 “El trabajo de una geisha consistía en reforzar el ego del hombre, hacerlo sentir bien, tranquilo y relajado entre sus colegas. Ella se aseguraba de que todo fluyera, yendo y viniendo como una adorable mariposa; interviniendo cuando era necesario para mediar si alguien decía algo impropio, aligerando el tono cuando éste se hacia pesado y saliendo discretamente para buscar sake cuando la plática sobre asuntos de negocios tomaba un giro confidencial” Downer, Lesley, Op. Cit, p. 292.
49
Éstas se convirtieron en la salida perfecta para sus anhelos románticos, como
geishas estaban comprometidas a permanecer solteras y no eran un peligro
para la estabilidad del matrimonio. Incluso, las mujeres preferían que su marido
tuviera aventuras con una geisha, pues ésta no lo acosaría para que dejara a su
esposa. Es necesario resaltar, con relación a las geishas que su papel en la
sociedad era distinto al de una mujer ordinaria, ya que éstas al no tener que
casarse, tenían mayor grado de independencia, y eran libres de hacer lo que
quisieran, siempre y cuando respetaran las reglas de la casa en la que vivían.
Con base también en la moral confuciana, la educación constituyó un
valor esencial, la escuela, al igual que la familia ayudó a la preservación de los
valores, ya que era el lugar donde los jóvenes recibían enseñanza moral al
tiempo que aprendían las herramientas necesarias para desenvolverse en la
vida diaria y honrar a la familia. Además, el valor de la educación, fue
conveniente para que Japón saliera del atrasó que tenía respecto de Occidente,
al permitir la adaptación de la tecnología occidental y la creación de capital
humano para la industria.
Otro rasgo de los valores de esta sociedad es sin duda alguna el honor, el
cual, sustentado en el budismo por el hecho de no temer al peligro ni a la
muerte; en el shintoismo por el sentido de lealtad a la familia; y en el
confucianismo por la importancia de las jerarquías, permite el mantenimiento del
orden y garantiza la confianza en los demás miembros de la sociedad. La
importancia del honor radica en que el individuo debe actuar conciente de que
es parte del ie (una gran familia) por lo cual su deshonor, constituiría el deshonor
de su familia y a la vez el deshonor de su comunidad. En los libros de texto de la
época Meiji se encuentra, por ejemplo, esta especie de advertencia “Para que el
deshonor no manche el nombre familiar por la conducta indecorosa de uno de
sus integrantes, cada miembro de la familia debe asumir el deber de
comportarse virtuosamente”.73
73 Munesuke, Mita, Op. Cit. p. 356.
50
Por último, pero quizá uno de los valores más importantes de la identidad
cultural japonesa ha sido la armonía (wa) en todos los aspectos de la vida; con
el entorno, con la naturaleza y con las personas. Puede afirmarse que la
importancia de este valor surgió en el hecho de que Japón es una zona proclive
a los desastres naturales, producto de su ubicación geográfica y forma de su
territorio, trascendió en el tiempo constituyendo no sólo la búsqueda de un
equilibrio con la naturaleza sino con la nación en general.
Este sentido la armonía al interior del Estado permitió la diferenciación
necesaria para delimitar la identidad, ya que la noción de wa define también al
“nosotros” y establece la diferencia con el yo (ellos, los otros), de manera que
genera la conciencia de lo que los japoneses son quienes son a partir de la
armonía, como una característica única del pueblo japonés. De modo que la idea
de wa se fortaleció durante el periodo Meiji, cuando Japón se encontró con
Occidente y quiso diferenciarse de éste.
Por otra parte, de acuerdo a John Whitney Hall, al inició del proceso de
esta “relativa modernización” surgieron dos movimientos con posiciones
contrarias respecto a la estrategia de desarrollo; por un lado, estaban los que
propugnaban por adoptar de Occidente no sólo la técnica, sino también los
valores sociales de igualdad e individualismo; y por otro, los tradicionalistas, que
instaban a conservar el sentimiento de identidad cultural japonesa frente a la
influencia extranjera, afirmando que la civilización occidental era útil a causa de
su técnica, pero que los valores espirituales y éticos japoneses eran superiores a
los de Occidente y debían ser preservados.74
Evidentemente, fue el movimiento tradicionalista, propugnado por las
elites del gobierno, el que tuvo mayor influencia, y los valores tradicionales,
durante este periodo, fueron muy cuidados. Sin embargo algunos sectores de la
sociedad organizaron movimientos de protesta, principalmente, porque el
gobierno hizo promesas que no cumplió, de manera que estos grupos
74 Whitney, Hall John, Op. Cit, pp. 266-268.
51
presentaron propuestas alternativas a los proyectos oficiales, con estas
organizaciones que se incentivarían durante el periodo de la Democracia Taisho
(1912-1926) hubo mayor difusión de valores que promovieron el individualismo y
sindicalismo.75
Pese a lo anterior, Hane Mikiso afirma que “los conceptos de libertad;
igualdad en el sentido Occidental; independencia; y derechos individuales, se
mantuvieron básicamente como extraños, principalmente, entre los campesinos,
hasta el final de la Segunda Guerra Mundial”.76 Por lo tanto, el régimen
aprovechó la orientación grupal para que juntos sociedad y gobierno trabajaran
en favor del desarrollo. Esta orientación grupal incluía la idea de la igualdad
dentro del grupo, por lo que la trascendencia de algún miembro del grupo (de la
misma clase social) era vista como una provocación al grupo en general y
generaba un clima de competitividad, lo cual resultó positivo en el proceso
modernizador puesto que todos tenderían a buscar la prosperidad y continuar el
esquema de igualdad.77
Además, a principios del periodo Showa (1926-1989), cuando el
militarismo adquirió preponderancia para el orden político y económico78,
durante la década de 1930, se propagó un fuerte nacionalismo, que al mismo
tiempo inculcó valores como: la disciplina; la consagración al deber; la lealtad y
reverencia al emperador; la valentía; y la sencillez, y una de sus finalidades fue
obstaculizar la propagación de nuevas ideas y costumbres occidentales.79
Entonces, los valores y patrones de conducta se conservaron,
prácticamente, intactos entre la sociedad durante este periodo, principalmente
75 Romero, Maria Elena, Arturo Santa Cruz, et al, Sociedad Civil y reforma del Estado en Japón: Un
espacio para la acción, México: Japan Foundation y Universidad de Colima, 2007, pp. 70-73. 76 Hane, Mikiso, Op. Cit. p. 64. 77 Taichi, Sakaiya, ¿Qué es Japón? Contradicciones y transformaciones, Chile: Editorial Andrés Bello, 1996, p. 160. 78 Los militares lograron una posición privilegiada entre los grupos de poder, adquirieron acceso directo al emperador e influyeron sobre la formación del gabinete y el sistema educativo; además tenían prestigio con la población en general. Toledo, B. J. Daniel, Op. Cit. p. 225. 79Ibídem, p. 227.
52
por la labor discursiva del gobierno y de los movimientos nacionalistas, que
exaltaban las virtudes de la moral japonesa. Aunque también porque la
penetración de Occidente era relativa y no había demasiado intercambio con la
idiosincrasia occidental. Sin embargo, la sociedad no permaneció inmóvil,
evidentemente, muchos cambios fueron motivados por las nuevas condiciones
de vida que estableció la modernización, mismos que se tradujeron en la
transformación del estilo de vida.
1.4 LA TRANSFORMACIÓN DEL ESTILO DE VIDA
El estilo de vida, que refiere, según el Diccionario Enciclopédico de Sociología
de Kart-Heinz Liman, a la manera como determinadas personas, unidades
sociales, sectores de la población o sociedades enteras configuran su existencia
cotidiana, que depende sobre todo de las particularidades culturales de la
sociedad, de la situación social de cada individuo, de sus valores y conceptos de
la vida80 ha sido uno de los factores más dinámicos de la identidad japonesa,
puesto que al constituir la parte de la práctica cotidiana cambian con rapidez a
causa del desarrollo.
Abundando al respecto, Michael E, Sobel define el término como los
modos de conducta, la vestimenta, el habla y el pensamiento, que definen las
actitudes de los grupos y sirven como modelo de conducta a aquellos que
aspiran a ser miembros de determinado grupo,81 estos elementos permiten
medir el grado de transformación de este aspecto de la identidad. De manera
que desde el inicio de la modernización Meiji puede identificarse una
combinación de elementos occidentales con los tradicionales, lo cual fue
resultado tanto de la propia modernización (urbanización, importación de bienes,
80 Hilman, Karl-Heinz, Op. Cit. p. 310. 81 Citado en: Gil, Juárez Adriana (Coord.), Psicología económica y del comportamiento del consumidor,
España: Editorial UOC, 2004, p. 121.
53
el desarrollo industrial, entre otros), como de los movimientos en pro de la
occidentalización de la cultura japonesa.
Sin embargo, hasta la Segunda Guerra Mundial los vínculos sociales en
Japón estuvieron basados en factores meramente sociológicos y no en una base
económica como es propio de los países industrializados. Esto se explica
porque, hasta ese momento, el sistema de valores tuvo un peso mayor que el
poder económico.
Así, el estilo de vida permaneció influido por la tradición japonesa en
cuestiones como: la organización de las viviendas, ya que por el hecho de que la
unión de la comunidad fuera de gran importancia, las casas en las ciudades
estaban muy juntas una de otra y parecían más una unión de aldeas con casas
continuas donde todos los habitantes conviven entre ellos, por lo tanto existía un
espíritu de comunidad. Además, aunque las zonas rurales poco a poco fueron
cediendo paso a la urbanización (la población urbana alcanzaba para 1940 el 50
por ciento82) no hubo una transformación radical del estilo de vida de la sociedad
en general, ésta ocurrió básicamente en las clases altas.
De igual forma, el fuerte lazo del individuo con la comunidad influyó
abiertamente sobre su comportamiento y manera de vivir, pues el ciudadano
debía acatar los ideales y deseos del grupo. A este respecto, Renato Ortiz
comenta que: “el individuo debía sofocar sus deseos y tentaciones egoístas en
nombre del respeto al orden público”.83 Pero, dado que muchas veces era la
esfera pública, a causa de la modernización, la que exigía comportamientos y
costumbres diferentes, estos se limitaron ahí, a la esfera pública, y en el hogar
se conservaba el comportamiento y costumbres tradicionales.
En el mismo sentido, Renato Ortiz, cita un relato escrito en 1938, muy
ilustrativo al respecto: “La multitud de hombres y mujeres vestidos con ropas
occidentales que salen de la estación de Tokio todas las mañanas y que va a
82 Toledo, B. J Daniel, Op. Cit. p. 29. 83 Ortiz, Renato, Op. Cit. p. 204.
54
trabajar en las oficinas de enormes edificios de hierro y concreto en el barrio
Marunouch, tienen la apariencia de una sociedad totalmente modernizada. Pero
cuando esas personas regresan a la noche, viven en pequeñas casas de
madera, cada una con un pequeño jardín, de un modo no demasiado diferente
que al comienzo de la era Meiji. Quieren vestir ropa japonesa, comer y beber lo
que sus padres acostumbraban consumir”.84
Entonces, las características del estilo de vida tradicional como: la
importancia de tener un primogénito; la libertad de los hombres de tener varias
concubinas; las familias compuestas por tres generaciones; los baños con
personas de sexo distinto; y los matrimonios arreglados por los padres, fueron
una constante en el Japón de la preguerra, a pesar de contrastar con las ideas
occidentales. Ello aseguró, al mismo tiempo, la permanencia de los valores y la
moral tradicional. El ocio, por ejemplo, tenía una connotación negativa ya que
era considerado como no productivo, y usar el tiempo libre en actividades no
laborales significaría desperdiciarlo, de modo que los japoneses nunca
pensaban en él, y siempre fueron disciplinados en su trabajo.
Sin embargo, esto no significa que no aceptaran nada que fuera de
Occidente, ya que los movimientos pro occidentales desarrollaron una
admiración por el hombre occidental y su ideal era llegar a ser como él, se le
consideraba como una persona superior, con mucho prestigio, y lo principal, una
persona “civilizada” de la cual los japoneses tenían que tomar el ejemplo, así
que existieron algunos aspectos de la vida occidental que fueron retomados por
imperio japonés con la finalidad de estar a nivel de occidente.
En este tenor, se proclamaron algunos decretos gubernamentales cuya
finalidad era mejorar la presencia del hombre japonés en Occidente. Desde
1872, el recién creado Ministerio de Justicia introdujo una serie de normas
acerca del comportamiento que debían tener los japoneses. Entre las nuevas
reglas se encontraban: depilarse las cejas y no ennegrecerse los dientes, para
84 Ibídem, p. 126.
55
las mujeres; a los hombres se les recomendaba cortarse el cabello al estilo
occidental y usar ropa occidental, por lo menos en el área de trabajo.85
Por su parte, el emperador Meiji apareció en público vestido de manera
occidental, y la emperatriz dejó de vestirse al estilo japonés y recomendó a las
mujeres portar modelos occidentales. Sin embargo, fueron imitados sólo por la
elite, la gente común sólo portaba ropa occidental en sus trabajos y al llegar a
sus casas todos optaban por la comodidad del kimono.86 Además, las mujeres
en zonas rurales siguieron ennegreciéndose los dientes.
Otra modificación establecida por este código fue el uso del calendario
occidental y la ampliación del calendario oficial de festividades, incluyéndose en
él celebraciones tradicionales de Occidente, como navidad o año nuevo, además
de la adopción del día domingo como descanso. Una vez más, para la población
en general las fiestas tradicionales tuvieron mayor preponderancia que las recién
adoptadas.87
Adicionalmente, en 1884 el Ministerio de Relaciones Exteriores autorizó la
construcción del Pabellón Rokumeikan, que fue uno de los primeros clubes de
estilo occidental donde los oficiales y sus esposas se reunían, junto con
representantes estadounidenses, para festejar y bailar del modo en que lo
hacían en Occidente. Esta acción causó gran conmoción al interior del país,
pues no era común que las mujeres salieran de sus casas a festejar con sus
esposos y más raro aún que lo hicieran en un lugar tan diferente a las
tradicionales casas de té.88
Por otra parte, pese al inicio de la industrialización, el consumo no
impactó drásticamente los hábitos alimenticios o el destino del presupuesto
familiar debido a que la mayoría de los productos que se comercializaban eran
nativos y fabricados de la manera tradicional. Con relación a la alimentación, 85 Hane, Mikiso, Op. Cit. p.63. 86 Ortiz, Renato, Op. Cit, p. 82. 87Hane, Mikiso, Op. Cit. p.63. 88 Downer, Lesley, Op. Cit. p. 128.
56
hubo sólo una ligera disminución del consumo de cereales, para 1926 éste
representaba el 96 por ciento de los alimentos consumidos, para 1938 bajó sólo
a 93.3. La distribución del gasto familiar, por su parte, sufrió un cambio mayor,
por la variedad de productos que consumir, pese a que el gobierno restringía el
consumo de productos occidentales, mientras que en 1875 dos tercios del
presupuesto familiar se destinaban a gastos en comida, para 1940 la cifra se
redujo a un medio.89
Los ejemplos anteriores muestran como el desarrollo industrial de Japón y
el objetivo del gobierno de modernizar al país hizo necesaria la adopción de
productos y modos de vida ajenos a la tradición japonesa. La modernización
modificó algunas costumbres de la población, al incluirla en un proceso de
transformación social que llevó consigo un estilo de vida diferente del tradicional.
Pero, éstas no fueron, necesariamente, perjudiciales a la identidad cultural, ya
que proporcionaron elementos para una nueva evolución de la misma,
permitiendo incorporar mecanismos como la búsqueda del bienestar
socioeconómico, y la idea de ser mejor, no de manera individual sino como
sociedad.
De manera que el nuevo estilo de vida permitió garantizar la seguridad y
estabilidad del grupo en el sentido de que con el crecimiento de los empleos y
mejora de las condiciones sanitarias, por ejemplo, mejoró la calidad de vida de
las personas, reduciéndose la tasa de mortalidad, garantizando más ancianos
que eran cuidados con dedicación en los hogares de sus hijos.
Ante las anteriores reflexiones cabe preguntarse, ¿Qué fue lo que falló en
la estrategia de desarrollo y conservación de la soberanía del país del sol
naciente?, ¿En qué momento el gobierno perdió el control de su nación y dejó
de ser guía de comportamiento y de la vida social en general? y ¿Por qué la
Segunda Guerra Mundial fue un punto de inflexión en la historia y tradición
japonesa? Para responder estos cuestionamientos es necesario, primero, hacer
89 Ortiz, Renato, Op. Cit. p. 125.
57
un balance de la situación que vivió el Estado japonés en la etapa previa a la
Guerra del Pacífico. Y comprender los sucesivos acontecimientos. Ya que los
eventos ocurridos durante la última etapa de los que se ha denominado Estado
japonés soberano, es decir, durante los periodos Taisho (1912-1926) y Showa
(1926-1989), fueron determinantes para los sucesos que más tarde provocarían
las transformaciones de la nación.
Por un lado, fueron los cambios en el sistema internacional los que
desviaron los objetivos del país, y la estabilidad del mismo. Para esta época
Japón era considerado un país industrializado y al igual que lo habían hecho las
potencias occidentales buscaba expandir su influencia en el Pacífico Asiático.
Sin embargo, desde el fin de la Primera Guerra Mundial (1914-1918) las
naciones desarrolladas se introdujeron en un proceso de “democratización
internacional” por lo que la etapa de imperialismo y colonización abierta había
“llegado a su fin”. Y Japón se enfrentó al dilema de abandonar sus intereses
expansionistas y democratizarse, para seguir el camino de los países
desarrollados; o continuar con su expansión imperialista y enfrentar las
hostilidades internacionales.90
Pero, la industrialización había creado una sociedad más conciente, que
exigía mejoras sociales e económicas, lo cual hizo necesario un cambio de
régimen, pero no sería siguiendo el modelo establecido por las potencias
occidentales, dado que limitaba los intereses expansionistas del país y porque lo
habían sumido en la miseria a causa de la Gran Depresión de 1929. Entonces,
para muchos japoneses lo que el país necesitaba era un gobierno autoritario que
sólo podría proporcionar un régimen militar, ya que deificaría al Estado y con ello
a las masas. De modo que la clase militar tomó el poder en sus manos y
fortaleció la estrategia expansionista del país, bajo un marcado nacionalismo.91
90 Whitney, Hall John, Op. Cit. pp. 283-284. 91 Con la conquista de Manchuria (China) en 1931, sin el consentimiento del gobierno central, el poder político queda en manos de los militares principalmente por el apoyo que éstos consiguen de los grandes capitalistas que no estaban dispuestos a seguir apoyando al gastado régimen ministerial que se había convertido en una intensa lucha de partidos políticos. A partir de este momento el ejército japonés inicia su
58
Dado que esta decisión causó diferencias con Occidente, este último se
convirtió en una verdadera amenaza para la nación. Así que ésta se dirigió hacia
un mismo objetivo, la defensa de la nación, cobrando gran importancia las
creencias y mitos del país. El gobierno, conservador, promovió ampliamente el
shintoismo y sociedades secretas difundieron ideas acerca de la grandeza de la
nación y el carácter único de la cultura japonesa, preconizando un
antioccidentalismo y la purificación de la vida japonesa respecto de toda
influencia occidental.
Así, acciones como el veto de las películas extranjeras en las salas
cinematográficas; la eliminación de los letreros en inglés de las estaciones
ferroviarias; el abandono del golf; y la introducción de textos con mayor énfasis
en la historia mítica japonesa y los dogmas shintoistas de la divinidad del
emperador,92 representan el rechazó por el estilo de vida occidental que años
atrás algunos incluso había sido anhelado.
Estos factores llevaron al Estado japonés a la aliarse con Alemania e
Italia, que vivían situaciones políticas similares. Posteriormente, ingresó a la
Segunda Guerra Mundial en 1941 de lado de los países del eje (Berlín-Roma-
Tokio). Y la aventura militar japonesa concluiría con su rendición en 1945, y la
ocupación del territorio por parte las fuerzas triunfantes de la guerra, lideradas
por Estados Unidos. A partir de este momento se transformarían las reglas y
organización del Estado nipón, con base en los deseos e intereses de los
ganadores de la guerra. Sin embargo, éste es un tema del cual se ocupa en el
siguiente capítulo.
política de extensión de su espacio vital, principalmente en China, creando el 18 de febrero de 1932 el Estado de Manchuco bajo la protección japonesa, lo cual provocaría el reclamo de la Sociedad de Naciones y la consecuente retirada japonesa de la organización Dore, Francis, Los regimenes políticos en Asia, México: Siglo XXI, 1976, p 353. 92 Whitney, Hall John, Op. Cit. p. 285.
59
CAPÍTULO 2
LA TRANSFORMACIÓN SOCIOECONÓMICA DE JAPÓN En 1945, Japón como un país perdedor de la Segunda Guerra Mundial sufrió la
primera ocupación militar a su territorio por parte de un país extranjero, Estados
Unidos.93 En este momento histórico el Estado japonés se encontraba devastado
no sólo económica sino también moralmente. El saldo de la guerra fue
desastroso94; la escasez de alimentos y bienes básicos para la supervivencia del
pueblo y la repatriación de aproximadamente 6 millones de japoneses en
territorios asiáticos, que el Estado había ocupado durante la guerra, causaron
una severa hambruna que para el regimen era urgente resolver.
El panorama era, ciertamente, desalentador y la recuperación económica
se convirtió en una prioridad no sólo para el gobierno sino para toda la nación.
De manera que el factor económico tendrá, a partir de este momento, gran peso
en la vida del país, dado que, el progreso económico será considerado como
una “virtud” de la sociedad, y determinará en cierta medida los cambios en la
identidad cultural de la nación.
Sin embargo, en la posguerra, no sólo había que superar la devastación
económica, primordial para la supervivencia del Estado, también era necesario
reordenar la estructura política, y garantizar la cohesión social. Todo ello, en un
primer momento, bajo las reglas y condiciones impuestas por las potencias
ganadoras de la guerra, cuya firme intención sería abrir completamente el
93 “Los mecanismos de control de la posguerra fueron suministrados a Japón, a través de la “Comisión del Lejano Oriente, en Washington, y el Consejo Aliado en Tokio, con representantes de E.E.U.U, la Unión Soviética, Gran Bretaña y China. Las reuniones del Consejo Aliado frecuentemente terminaban en inútiles argumentos, y en la práctica la dirección de los asuntos estaba en manos del SCAP, Comandante Supremo de las Fuerzas Aliadas, el General Douglas Mac Arthur.” Morton, W. Scott J. y Kennet Olenik, Japan its
history and culture, 4ta. Ed, Estados Unidos: McGrall-Hill, 2005, p. 191. 94 Más del 40 por ciento de las zonas urbanas estaban destruidas, uno de cada tres japoneses había perdido su hogar, el país se había quedado sin conexiones marítimas y sin una red de comunicaciones terrestres, la producción agrícola había decrecido, y el comercio internacional se encontraba paralizado. Toledo, B. J. Daniel, Op. Cit. p. 244.
60
Estado japonés a Occidente e insertarlo en la dinámica liberal, bajo la bandera
de una “verdadera modernización”, que sería el parteaguas para el cambio
social, ya que en esta ocasión la penetración de la influencia occidental tanto en
el ámbito político, económico como cultural sería pobremente controlada por el
régimen.
En este contexto comenzó una profunda transformación socioeconómica
que haría necesaria la creciente incorporación de Japón a la dinámica liberal,
preconizada por Occidente, y que traería consigo la inmersión de la nación en el
proceso de globalización, que con el tiempo sobrepasaría la esfera económica
impactando incluso la identidad cultural japonesa. Al grado de que actualmente
se considera a Japón, junto con Australia, como las sociedades más adentradas
en la globalización.
Entonces, desde la reindustrialización y a lo largo de más de sesenta
años la sociedad japonesa ha presenciado cambios económicos, políticos y
sociales, provocados por factores tanto endógenos como exógenos, estos
últimos motivados por el dinamismo económico mundial en el marco de la
globalización. Estos cambios han provocado a su vez una paulatina
transformación de las costumbres y valores del país, dado el intercambio con la
cultura occidental, predominante en el mundo y la pérdida del control
gubernamental sobre los procesos de transformación social.
De este modo, al interior del país: la creciente urbanización; los apogeos y
declives de la economía; la variación de la tasa de natalidad y mortalidad; el
bienestar social; la adopción de valores universales; la incorporación a
organizaciones internacionales, y de manera global: el auge de las
comunicaciones; el fortalecimiento de las empresas trasnacionales, de la
sociedad civil y de las organizaciones internacionales no gubernamentales, en
menoscabo del Estado, han provocado la modificación de la mentalidad del
japonés promedio. Su estilo de vida es distinto, sus aspiraciones son diferentes y
los valores no tienen el peso de antaño. En fin una serie de alteraciones a la
61
cultura que si bien sirvieron para insertar de manera eficiente a Japón en el
mundo y ser incluso, desde la década de 1980, ejemplo de éxito, también han
provocado inestabilidad social y un sentido de “pérdida de identidad”.
Bajo esta premisa, el presente capítulo analiza los principales sucesos,
que han influido en la constante transformación social japonesa. Para ello,
resalta los acontecimientos que más impacto han tenido en la conciencia social
del japonés, destacando la importancia de la globalización económica y el
desarrollo tecnológico.
Con base en las aportaciones del especialista Mita Munesuke, quien en
su libro Psicología Social del Japón Moderno realiza un análisis de la mentalidad
japonesa hasta 1990, se estudian los cambios en la percepción de la identidad
cultural del país, a partir de cuatro grandes periodos de transformación
socioeconómica: de 1945 a 1960 “previo al rápido crecimiento”, de 1960 a 1975
“rápido crecimiento”, de 1975 a 1990 “posterior al rápido crecimiento”95 y de
1990 al presente. En estos periodos se describen los factores endógenos y
exógenos que han guiado el proceso social de Japón y son el hilo conductor del
presente apartado.
2.1 LA OCUPACIÓN ESTADOUNIDENSE Y SUS CONSECUENCIAS (1945-1960) La ocupación militar de Estados Unidos sentó las bases de la constante
transformación socioeconómica del país, pues en los siete años que duró los
estadounidenses reorganizaron el sistema político y económico japonés, según
sus propios intereses. Reformaron ambos sistemas, de acuerdo a los principios
de democracia y liberalismo económico, insertando al país nipón en la dinámica
internacional de lo que se denominaría, durante la Guerra Fría, bloque
capitalista.
95 Munesuke, Mita, Op. Cit. p. 619.
62
En el aspecto económico, las fuerzas estadounidenses pretendieron, en
un primer momento, hacer de Japón fuente de materia prima para su desarrollo
industrial, pero, en 1948 sus propósitos viraron hacia el impulso de un fuerte
sector industrial en el país nipón, para complementar su propia industria y
abastecerse en sus misiones bélicas en Oriente. En el ámbito político, impulsó
una serie de reformas que convertirían a Japón en una nación democrática,
alineada a la esfera capitalista y a las tendencias internacionales, así como en
un país totalmente desmilitarizado96 cuya seguridad depende casi
completamente de Estados Unidos.
Con dichas reformas el Estado japonés se adentró en una
interdependencia con Estados Unidos, evidentemente a favor de este último; por
su parte, la sociedad empezó a cambiar de manera radical su estilo de vida y
paulatinamente algunos aspectos que se consideraban característicos de su
identidad cultural.
Con relación a la sociedad, es preciso plantear la reacción del pueblo
japonés ante las fuerzas de ocupación, ya que en la medida en que ésta fue
aceptada, fue admitida una forma de vida diferente y un nuevo objetivo nacional.
Entonces, la presencia extranjera, en términos generales, fue considerada como
la oportunidad de enmendar los errores del pasado y ser una sociedad cada vez
mejor.
Si bien es cierto que existen opiniones contradictorias respecto al
beneplácito social que provocó esta ocupación, lo cierto es que, para sorpresa
de las fuerzas occidentales, fue aceptada sumisamente por los japoneses.
Quizá, por el temperamento y actitud la sociedad para asimilar los desastres y
reorganizarse constantemente (a causa de los desastres naturales que
constantemente azotaban la isla); por la resignación; por ver la ocupación como
96 En la nueva Constitución, en el artículo 9, se estableció que el pueblo Japonés renunciaba a la guerra, la amenaza o el uso de la fuerza, como medio para resolver las controversias que surjan con otra nación. Aunado a esto en 1951, Estados Unidos y Japón concluyeron un Tratado de Seguridad, que prevé el estacionamiento de las fuerzas de Estados Unidos en los alrededores de Japón a efectos de la seguridad interna y externa de Japón. Morton, W. Scott, Op. Cit. p. 196.
63
un castigo merecido por su exaltación ultranacionalista que los llevó a la
agresión; por la inconformidad con las restricciones sociales del régimen de la
preguerra; o por el vacío ideológico que quedó ante el fracaso del nacionalismo
y desvanecimiento de la creencia acerca de la divinidad del emperador.
Como comentan Jorge Alberto Lozoya y Víctor Kerber “Pocas sociedades
han sido tan revisadas, transformadas y rehechas por una potencia extranjera.
Sin embargo, a lo largo de los siete años de ocupación (1945-1952) no se
produjo ningún incidente importante”.97 En el mismo sentido, Scott Morton y
Kenneth Olenik establecen que: “Al termino de los siete años, que duró la
ocupación estadounidense, pocas de las reformas introducidas fueron
rescindidas, y las líneas generales del rumbo trazado fueron aceptadas tanto por
la izquierda como por la derecha. La disposición y reacción del pueblo japonés
hacia la ocupación pasó por las fases de miedo, alivio, gratitud, aburrimiento, y
por último, un previsible pero soportable resentimiento”.98
La actitud frente a la ocupación es comprensible por los rápidos cambios
que ocurrieron durante este periodo y por la urgencia del momento o el grado de
recuperación económica. Sin embargo, una constante durante estos años fue el
anhelo por el estilo de vida estadounidense, al difundirse la idea de la sociedad
estadounidense como la “sociedad perfecta” por su vanguardista forma de vida,
que se traducía en el bienestar social.
De manera que, las secuelas de la derrota de Japón en la Segunda
Guerra Mundial marcaron las características de la transformación
socioeconómica del país, al establecer, las bases para una renovada economía,
una diferente forma de hacer política, y nuevos derechos y valores sociales.
Todo ello enmarcado en un esquema de comportamiento universal establecido
por Occidente.
97 Toledo, B. J. Daniel, Op. Cit. p. 245. 98 Morton, W. Scott, Op. Cit. p. 191.
64
2.1.1 LA REFORMA AL SISTEMA POLÍTICO Y ECONÓMICO. La reforma del Estado japonés fue dirigida por el General Douglas MacArthur,
quien comenzó su estrategia con la reestructuración del sistema político
japonés, para sentar las raíces de la democracia y a partir de ella organizar al
país con base a los intereses estadounidenses. Bajo esta convicción MacArthur
cambió la posición que el emperador tendría en el gobierno de la nación. Si bien,
mantuvo al emperador Hirohito como símbolo de la unidad de la nación y la
piedra angular del arco social que preservaría al país, le quitó el poder para
definir el rumbo del mismo. Además, el emperador, a petición de las fuerzas de
ocupación, públicamente renunció a su divinidad, rompiendo con uno de los
principales mitos del nacionalismo del pueblo japonés, y con todo el simbolismo
que ello implicaba.
Para beneplácito de los líderes japoneses y quizá de la propia sociedad,
la ideología del kokutai continuó en la conciencia social gracias a que se permitió
al emperador seguir siendo el símbolo de la nación. Lo cual representó un triunfo
para el régimen, pues la principal preocupación del tennoo fue la preservación
de esta ideología. Incluso según afirma Ian Buruma “La preocupación fanática
por la preservación del kokutai es lo que impidió a los jefes de la época bélica
aceptar la derrota antes de Hiroshima y Nagasaki”. 99
Sin embargo, en la política, el emperador dejó de ejercer el poder central.
Tal como lo establece la Constitución de 1946, cuya vigencia inició en mayo de
1947, en su Preámbulo: “Nosotros, el pueblo japonés, a través de nuestros
representantes elegidos en la Dieta Nacional… proclamamos la soberanía de la
voluntad de los pueblos, ordenamos y establecemos esta Constitución, fundada
sobre el principio universal de que el gobierno es un encargo sagrado, la
autoridad que se deriva del pueblo, de cuyos poderes se ejercen por los
representantes del pueblo, y los beneficios son disfrutados por el pueblo”. Y en
su Primer Artículo: “El Emperador será el símbolo del Estado y la unidad del
99 Buruma, Ian, La creación de Japón 1853-1964, España: Mondadori, 2003. p. 153.
65
pueblo, su posición deriva de la voluntad de la gente en quienes reside el poder
soberano”.100
Así, Japón fue transformado en una Monarquía Constitucional, donde el
emperador se convirtió en una figura protocolaria, que sirvió como base de la
unidad nacional y evitó la resistencia del pueblo, o por lo menos, así lo pensaron
los dirigentes de las fuerzas aliadas. La preservación de la monarquía facilitó la
aceptación del sistema democrático por parte de la sociedad, ya que
probablemente el cambio se hubiera dificultado si se establecía un sistema
presidencial como el de Estados Unidos, pues se hubiera roto drásticamente con
la base de la organización social, y con los principios y valores del país.
Entonces, la reconstituida política del Japón funcionaria a través de un
sistema parlamentario, en el que, el poder ejecutivo es ejercido por un Primer
Ministro que designa la Dieta (el poder legislativo), y un poder judicial en manos
de la Suprema Corte, cuyo Presidente es elegido por el gabinete. Según señala
el Artículo 41 de la Constitución de 1947: “La Dieta es el órgano supremo del
poder del Estado, y el único órgano legislador del Estado”. Completamente
contrario a lo que establecía la Constitución de 1889 que en su Artículo 5
proclamaba que era el emperador el que decidía en última instancia sancionar
las leyes y ordenar su publicación y ejecución. Con relación al legislativo, se
conservó el bicameralismo, la Dieta, se constituyó con la Cámara de
Representantes y la de Consejeros, que representan a todo el pueblo y son
elegidas ambas mediante el sufragio universal, para periodos de cuatro años.101
A partir de esta reconstrucción, la vida política de Japón fue más activa,
surgieron una serie de partidos políticos que pronto se adhirieron a aquellos que
predominarían en la escena política. Para 1955 el reagrupamiento de las fuerzas
socialistas y las conservadoras consolidaron un bipartidismo, indiscutiblemente
100 Morton, W. Scott, Op. Cit. pp. 192-193. 101Dore, Francis, Op. Cit. pp. 355-365.
66
dominado por el Partido Liberal Demócrata (PLD).102 Se conformó, de la misma
manera, una burguesía que desempeñaría, junto con el gobierno y las
empresas, un papel central en la definición del interés nacional y por ende el
destino del país. De manera que el régimen prevaleciente a la fecha fue
establecido con la renovación de las instituciones durante la ocupación
estadounidense.
Adicionalmente, se abolió el shintoismo de Estado, suprimiendose el
apoyo estatal a los santuarios shintoistas que se había instaurado con el
gobierno Meiji, se reformó el sistema educativo, y se asignaron nuevas
libertades y derechos a los ciudadanos. Particularmente, al derogarse la
Constitución Meiji, se proscribieron las leyes que restringían los derechos
fundamentales del individuo, promovidos por Occidente (libertad de
pensamiento, religión, reunión, organización y libertad de expresión).
De manera que el reconocimiento de estas libertades incluyó a Japón
dentro de la esfera de las libertades públicas de democracias occidentales, pero
como la nueva legislación promovía libertades individuales que se contraponían
con el tradicional principio de anteponer el interés colectivo al individual, inició el
paulatino cambio en la percepción japonesa de la importancia del grupo, y del
sentido de comunidad. Si bien es cierto que esto no se tradujo en un giro radical
hacia el individualismo (muestra de ello es que la recuperación de Japón y su
sorprendente desarrollo, se dieron bajo un espíritu de colectividad), sí sentó las
bases para que poco a poco el individuo se desligara del resto de su sociedad y
de su gobierno.
Aunado a lo anterior, la nueva Constitución reconoció a hombres y
mujeres como iguales en la política, la legislación, el trabajo y la educación. En
1947 se reformó el Código Civil y no sólo se introdujo el sufragio universal,
mediante el cual las mujeres también podrían votar para elegir a sus
gobernantes, sino también tendrían la oportunidad de participar en la política,
102 Ibídem, p. 365.
67
incluso postulándose para el Parlamento (después de las elecciones de 1946,
hubo 39 mujeres legisladoras en la Dieta). Además, en el Artículo 24 de la
Constitución se estableció que el matrimonio debería basarse únicamente en el
consentimiento mutuo de ambos sexos.103 Dado que todos estos derechos
otorgados a la mujer fueron completamente revolucionarios para la tradición del
pueblo japonés, se generó una especie de revolución social, ya que al ser la
mujer la plataforma del sistema familiar y del orden social tradicional, las familias
comenzarían a hacerse más pequeñas y menos unidas, impactando
directamente a la moral japonesa al debilitarse la estructura educativa al interior
de la familia.
Por otra parte, a pesar de que la educación japonesa era una de las más
exitosas del mundo, fue ampliamente reformada, porque tenía un alto contenido
ideológico y moral que se contraponía al individualismo occidental. De modo
que, a través de la Ley Fundamental de Educación Pública de 1947, se
descentralizó el sistema educativo, se adoptó la educación mixta y la escuela
secundaria se volvió obligatoria; además se introdujeron nuevos libros de texto y
se renovaron los planes de estudio. Con la modificación de estos últimos se
reemplazaron los cursos de moral y ética por los de ciencias sociales; y los
tradicionales valores confucianos fueron sustituidos por valores occidentales
centrados en el individualismo y la democracia.104
La reforma económica, que guiaría a partir de ese momento el destino del
país, giró en torno al establecimiento de una economía liberal, aunque en
práctica proteccionista, que garantizaría la apertura comercial del país y su
paulatina inserción en el mercado mundial. En un primer momento la estrategia
se centró en el desarrollo agrícola del archipiélago, para lo cual se configuró la
reforma agraria a través de la Ley de la Reforma Agraria de 1946, y se
desmantelaron los zaibatsu105, que hasta el momento constituían la columna
103 Downer, Lesley, Op. Cit. p. 181. 104 Toledo, B. J. Daniel, Op. Cit. p. 250. 105 Los Zaibatsu estaban constituidos por un reducido número de individuos, generalmente familias, que tenían un conglomerado industrial que incluía, no solamente la rama fabril, sino también la comercial, la
68
vertebral del sector industrial, como resultado de la Ley Antimonopolio y porque
habían colaborado estrechamente con el sector militar en la aventura bélica.
Sin embargo, la acción contra los zaibatsu fue abandonada y el
desmantelamiento de sus plantas fue suspendido.106 Ésta fue una de las
primeras acciones del nuevo programa de Estados Unidos para convertir a
Japón en el “taller industrial del Lejano Oriente”.107
Porque, en 1948, Manchuria cayó en manos de los comunistas chinos,
un año después Chiang Kai Shek, líder del movimiento pro capitalismo en China,
se vio obligado, por el gobierno comunista de Mao Zedong, a huir de la China
Continental y establecer su gobierno capitalista en Taiwán. Esto, junto con las
primeras confrontaciones de Estados Unidos con la Unión Soviética, provocó un
cambio en el escenario internacional, iniciaba la Guerra Fría. Y Estados Unidos
decidió que en lugar de centrarse en la democratización japonesa debía
enfocarse en su real recuperación económica y convertir al Estado japonés en
su aliado contra al comunismo, para lo cual fue necesario revisar sus políticas
contra el desarrollo industrial y la importancia de los monopolios.
Bajo esta nueva estrategia hacia Japón, el Consejo de Estabilización
Económica108 elaboró, en 1948, un plan quinquenal para duplicar la producción.
Con este objetivo se creó, un año después, el Ministerio de Comercio
Internacional e Industria (MITI) que estableció el Banco de Desarrollo como una
fuente de financiamiento a la inversión industrial a bajas tasas de interés;
introdujo los subsidios a la inversión; y pactó acuerdos de cooperación técnica y
científica con firmas extranjeras, principalmente estadounidenses. El MITI,
financiera y hasta contactos con el gobierno, a través del cual y en el transcurso de la historia moderna de Japón, lograron aumentar paulatinamente su poder y tamaño. Los cuatro más importantes eran Mitsui, Mitsubishi, Sumitomo y Yasuda. Nacht Pablo A, Detrás del Milagro Japonés, “Asociación Latinoamericana de Estudios de Asia y África”, Argentina: 2004, [citado en julio 2008] Disponible en Internet: http://www.uba.ar/ceca/download/nacht-p.pdf 106 Morton, W. Scott, Op. Cit. pp. 194-195. 107 Toledo, B. J. Daniel, Op. Cit. p. 254. 108 Creado en 1946 para coordinar la producción. Beasley, W. G, The rise of modern japan, Inglaterra: Weidenfeld and Nicolson, 1990, p. 245.
69
además, patrocinó la formación de renovados conglomerados llamados keiretsu,
mismos que se centraron en los bancos y que estaban estrechamente
relacionados con los zaibatsu de la preguerra; además este ministerio invitó a
los productores de hilado de algodón y los de acero a conformar cárteles para
que asignaran sus cuotas de producción y proveyeran materias primas para el
desarrollo industrial.109
Con la reconstitución de la industria japonesa, se incrementaron las
exportaciones del país, convirtiéndose éstas en la fuente del crecimiento. Así,
para 1950, en un contexto internacional favorable, por el estallido de la Guerra
de Corea, los keiretsu incrementaron sus exportaciones al suministrar a las
tropas estadounidenses, a altos precios, lo que necesitaban para su aventura
bélica.110
Por otra parte se incentivó el desarrollo científico-tecnológico enfocado al
desarrollo industrial, en este tenor; se importaron gran cantidad de innovaciones
tecnológicas que desarrollarían la industria japonesa (de 1956-1960 se
importaron 831 innovaciones tecnológicas).111 Además, el MITI se encargó de
proteger, promover, apoyar financieramente a las corporaciones privadas
siderúrgicas, navieras, químicas, y de maquinaria, consideradas claves para
posicionar a Japón en el mercado mundial; y de difundir los nuevos logros
científicos-tecnológicos, aplicados a la industria, en todas las empresas.112
Un balance de la economía de este periodo muestra que: la tasa de
crecimiento promedio de 1950 a 1965 fue de 10 por ciento; los salarios
recuperaron el nivel de la preguerra, en 1954, después de ubicarse por la mitad
109 Ibídem, pp. 245-246. 110 Buruma, Ian, Op. Cit. p. 168. 111 Toledo, B. J. Daniel, Op. Cit. p. 270. 112 Uscanga, Carlos, Martha Loaiza Becerra et al. Las políticas de desarrollo de la ciencia y tecnología en
Japón, México: Universidad Nacional Autónoma de México, Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, 2008, p. 24.
70
del nivel de 1934.113 Lo cual fue muy positivo considerando el hecho de que la
economía tuvo que empezar desde abajo.
Por tanto, se considera que a partir de este momento el sistema
económico se estabilizó e inició su camino hacia el pleno desarrollo. Entonces,
el aumento de los ingresos generó un incremento de la demanda de bienes de
consumo básico empezando a forjarse, de esta manera, un mercado interno,
que después se convertiría en el motor de la economía japonesa.
Una vez establecidas las reformas, las fuerzas de ocupación se retiraron
del Japón, con la clara convicción de haber logrado un aliado más en el sistema
internacional. En septiembre de 1951, Japón firmó, junto con 52 países, el
Tratado de Paz de San Francisco, mediante el cual reconoció la independencia
de Corea y renunció a sus reclamos sobre Taiwán, las Islas al Sur de Sakhalin y
las Kuriles, así como sus mandatos sobre las Islas del Pacífico.
Con la entrada en vigencia del Tratado de Paz, el 28 de abril de 1952, se
desintegró el Comando Supremo de las Fuerzas Aliadas, con lo cual Japón
recuperó su independencia.114 Pero no en los términos de antaño, no sólo por la
interdependencia con Estados Unidos, sino por sus compromisos con el sistema
internacional. Ingresando en 1953 al Fondo Monetario Internacional, y en 1955
al Acuerdo General de Aranceles y Comercio (GATT), Japón se incorporó a los
mecanismos de regulación del orden económico mundial de libre empresa y
adoptó los regímenes internacionales que guían la dinámica internacional
liderada por el capitalismo.
Por su parte, la sociedad japonesa tradicional cedería paso a una
sociedad moderna e inmersa en la dinámica capitalista, pronto valores y
costumbres universalizados por la cultura occidental, tales como: la igualdad
entre hombres y mujeres; el libre albedrío; el individualismo; entre otros, se
convertirían en el ideal de muchos sectores de la población.
113 Morton, W. Scott, Op. Cit. p. 196. 114 Toledo, B. J. Daniel, Op. Cit. p. 261.
71
Particularmente, la reforma política incorporó los valores de la democracia
en general y los principios de libertad e igualdad en particular, desvinculando la
religión del gobierno y a la escuela de la enseñanza ética y moral. Por su parte,
la reforma económica, además de que insertó a la nación misma en el
intercambio global, reafirmó la importancia del progreso económico y la
obtención de bienes materiales. Sin embargo, en la inmediata posguerra, la
sociedad aun tenía un fuerte sentido de su identidad cultural y si bien
consideraba el estilo de vida estadounidense como un ejemplo a seguir estaba
orgullosa de sus valores y su moral, por lo que no hubo una radical asimilación
de la forma de vida estadounidense, sino que se incorporaron poco a poco los
elementos que fueron ajustándose a la moral del país y viceversa.
De manera que, la importancia de este periodo radica en el hecho de que
la ocupación de las fuerzas aliadas promovió una serie de reformas y cambios
en la estructura política, económica, y social que marcarían el tránsito de la
sociedad japonesa tradicionalista (atenta a los valores, la tradición, la cultura, el
interés colectivo, un tanto subyugada a su gobierno) a una sociedad moderna y
vanguardista. El acelerado crecimiento económico y la mejora de las
condiciones de vida provocarían una renovada conciencia social, al disponer de
nuevos recursos y mayores posibilidades para acceder a cosas que quizá, los
japoneses antes no hubieran imaginado.
2.2 EL AUGE ECONÓMICO Y LA URBANIZACIÓN (1960 - 1970) El periodo que va de la década de 1960 hasta la primera mitad de los 1970 se
caracterizó por un rápido crecimiento económico del país nipón. Todo el
esfuerzo del pueblo y el gobierno se enfocó en el progreso económico,
dejándose de lado los conflictos de orden político e ideológico, que por un lado
afectaban el desempeño económico y social, y por el otro limitaban el poder del
grupo gobernante. Ésta fue una estrategia emprendida desde la gestión del
72
Primer Ministro Hayato Ikeda (1960-1964), cuya administración ha sido calificada
como de “tolerancia y perseverancia”115, y su principal aportación fue alejar la
atención del público de los conflictos políticos y centrarla en mejorar el bienestar
económico y social de la población, a través del llamado “Plan de Duplicación
del Ingreso”, establecido desde 1960.
Este plan, que continuaría el gobierno de Eisaki Sato, junto con los planes
de política industrial promovidos por el MITI116, desarrollaron rápidamente la
economía japonesa. El perfeccionamiento de tecnologías importadas; el
desarrollo industrial; la inversión en infraestructura y equipo; la fuerte y
abundante fuerza de trabajo; el incremento de la competitividad; junto con los
ahorros personales y la inversión de éstos en el sector privado, lograron, desde
mediados de la década de 1960, que la economía japonesa; mantuviera
superávit en su balanza de pagos (con excepción de 1973 cuando ocurrió la
crisis del petróleo); tuviera un crecimiento promedio de 10 por ciento; aumentara
su nivel de ingreso y renta; y se colocara como el segundo Producto Nacional
Bruto (PNB) más alto del mundo, llamando la atención de la mayoría de las
economías.117
Entre los principales proyectos desarrollados desde la administración de
Ikeda destaca el programa de transformación social que promovió el crecimiento
económico del país a través de la modernización de la estructura social. El
objetivo primordial de éste, fue la consolidación de un capital, una mano de obra
y un mercado que funcionaran adecuadamente para suscitar rápidamente el
115 Mamoru, Sorai, Historia de una democracia diferente: la posguerra en Japón, Istor Revista de Historia Internacional “Japón según los japoneses”, Año VI, Núm. 21, Verano del 2005, [citado en agosto 2008] Disponible en Internet: http://www.istor.cide.edu/archivos/num_21/dossier4.pdf 116 La política industrial de los años sesenta se basó en la demanda internacional, la liberalización del comercio, y en la necesidad de fortalecer la competitividad a nivel que pudiera soportar la competencia de las importaciones. Con este objetivo en 1963 hubo un cambio hacia las industrias pesada y química, lo cual condujo al desarrollo de la industria automotriz, electrónica y de partes. Para los años setenta la orientación industrial se dirigió al desarrollo de computadoras, control numérico, maquinaria de herramientas, y moda. Uscanga, Carlos, Op. Cit. p.31. 117 Mientras que entre 1956 y 1960 se importaron 831 innovaciones tecnológicas, durante el periodo de 1961-1965 fueron 2 184 y para 1966-1970 alcanzaron 4 784. Toledo, B. J. Daniel, Op. Cit. p. 272.
73
progreso económico. Con este objetivo, Ikeda lanzó un proyecto enfocado en la
modernización agrícola y un programa para el desarrollo urbano.118
Desde el establecimiento de este plan se consolidó la alianza que guiaría
el desarrollo económico del país y por tanto su transformación social. Ésta,
conocida como el “triángulo de hierro”, dirigió y guió el desarrollo del país, y los
ciudadanos se mostraron satisfechos, siempre y cuando aumentaran sus
ingresos y se garantizara su bienestar social, lo cual dejaría de ocurrir desde la
Crisis del Petróleo, en 1973, cuando el gobierno ya no pudo proveer de manera
adecuada los servicios sociales y propuso su privatización. Mientras tanto, el
triángulo de hierro, particularmente el gobierno, tuvo gran influencia en el
desarrollo de la sociedad, por la arraigada idea estatocéntrica de la población
japonesa.
Esta idea de superioridad y “omnipotencia” del Estado permitió que el
gobierno, aliado con el sector empresarial y la burocracia, organizara la
economía y política según su particular punto de vista, sin que esta última se
sintiera incómoda. El discurso del sacrificio personal en favor del servicio
público119 fue aceptado por la comunidad, porque veían al gobierno como la
estructura cuya capacidad está por encima de todo. Además, dado el tradicional
respeto y lealtad a las autoridades sus acciones fueron aceptadas por la
sociedad. Y considerando el hecho de que realmente los japoneses tuvieron un
desarrollo humano considerable el triángulo de hierro no tuvo gran oposición
social durante mucho tiempo.
Bajo estas condiciones, el triunfo económico japonés fue tal, que para
mediados de los 1960 ya atraía la atención internacional y se convirtió en un
118 La Ley Básica de Agricultura (1961) eliminó la protección a los pequeños agricultores, los cuales, al quedarse sin su fuente de ingresos, pasaron a ser mano de obra disponible para cubrir las necesidades del desarrollo industrial, lo cual conllevó a la migración campo ciudad y a la creciente urbanización del país. Y el “Programa Nacional de Desarrollo General”, que arrancó en 1962, promovió la construcción de nuevas ciudades industriales, y su objetivo básico fue el fomento a la industrialización. Munesuke, Mita, Op. Cit.
p. 620. 119 Romero, María Elena, Op. Cit. p. 67.
74
ejemplo para las economías emergentes, principalmente en el Sudeste Asiático
(Corea del Sur, Hong Kong y Taiwán).
En el ámbito interno, el desarrollo provocó la acumulación de riqueza
material, no sólo en las áreas urbanas sino también en las zonas rurales, pues la
agricultura funcionaba con alta tecnología, y no había gran disparidad entre los
ingresos de los campesinos y los obreros. Este enriquecimiento permitió a los
japoneses satisfacer necesidades individuales cada vez más variadas, dando
como resultado el crecimiento del mercado interno que estimularía el desarrollo
económico, pero que también promovería el valor de poseer bienes materiales y
la necesidad de trabajar para conseguirlos, de manera que el trabajo perdió su
valor como virtud, y se convirtió en el camino para obtener bienestar económico.
Durante este periodo ocurrió, también, el crecimiento de las zonas
urbanas, debido a la migración campo-ciudad; si bien en el campo se
incrementaron los salarios, el uso de alta tecnología provocó desempleo y las
personas que perdieron su oportunidad migraron a las ciudades con el fin de
convertirse en asalariados de las industrias que se estaban desarrollando. En
1955, el 45.5 por ciento de la población vivía en ciudades de más de 50 000
habitantes, para 1965 el porcentaje se había incrementado a 58.120 Entre las
megalópolis surgidas destacan Tokio, Osaka, y Nagoya. Éstas y otras ciudades
cambiaron radicalmente su infraestructura, construyeron rascacielos, trenes
subterráneos, anuncios luminosos, en fin infraestructura que cualquier gran
ciudad del mundo poseía.
La concentración de la población en las grandes ciudades, conllevó a
dificultades con la vivienda. El número de viviendas aumentó, aproximadamente,
60 por ciento, entonces, como no era sencillo adquirir terrenos, muchos de los
obreros que llegaron a vivir en las grandes ciudades se tuvieron que conformar
con un alquiler, y en las ciudades fue creándose, un nuevo tipo de vida, mismo
que propició: la reducción del tamaño de la familia “nuclearización de la familia”.
120Toledo, B. J. Daniel, Op. Cit, p. 275.
75
La nuclearización de la familia, uno de los principales cambios de esta
época, constituyó un factor importante para el desarraigo de la tradición, ya que
fue la familia la que desde siempre inculcó las costumbres y los valores; de
modo que entre más pequeña fue ésta, menor fue el grado de convivencia e
intercambio de la cultura. En 1960 la familia estaba constituida en promedio por
4.5 miembros y las familias se encontraban bastante vinculadas con sus
parientes, ante la modernización esta cifra se redujo rápidamente y para 1971
era de 3.48. A Estados Unidos le llevó 60 años (1890-1950) reducir la familia de
4.5 a 3.5 miembros a la sociedad japonesa sólo le tomó 10 años,121 este hecho
muestra el acelerado proceso cambio en el estilo de vida japonés.
Así, bajo una relación causa-efecto, la nuclearización de la familia fue
producto de la diversificación de actividades. Dado que las mujeres empezaron a
dedicar más tiempo a sí mismas; al trabajo asalariado, y los hombres se
dedicaron a trabajar todo el día, se volvió complicado tener familias grandes
puesto que no habría tiempo, ni dinero suficiente para atenderlas según es
debido, ya que la preocupación por el bienestar familiar y el honor de la familia
no dejaron de constituir un valor para la sociedad japonesa.
Pese al valor aun otorgado a la familia, la multiplicidad de roles que
conlleva la modernidad, provocó el debilitamiento de las relaciones
intrafamiliares, los hombres, prácticamente, dejaron de ver a sus hijos; y las
mujeres incorporaron nuevas actividades a su rutina por lo que dejaron de
dedicar tiempo a los niños. Además la rutina y la dispersión de las familias en las
ciudades, hizo más difícil la convivencia con los parientes, incluso, cercanos.
Dado lo anterior, se infiere que la nuclearización de la familia, y más aun
su desvinculación impactaron el aspecto identitario de la sociedad, pues, entre
menos convivencia hubo entre padres e hijos, menores fueron las posibilidades,
de los primeros, de inculcar costumbres, valores y todo el bagaje cultural de la
nación. De manera que las nuevas generaciones estuvieron menos inmersas en
121 Munesuke, Mita, Op. Cit. p. 623.
76
prácticas tradicionales y más involucradas en un estilo de vida moderno y
valores universales aunque en esta etapa aun de manera incipiente.
Por otra parte, como consecuencia también de la urbanización, hubo un
cambio en los patrones de consumo y la masificación del mismo, que fue posible
por el crecimiento económico; el incremento del ingreso; la alta tasa de ahorro;
la ampliación y protección del mercado; y la buena infraestructura en
comunicaciones. El progreso industrial y la vocación de comercio de las
empresas produjeron una serie de productos para el hogar, hasta el momento
desconocidos para la mayoría de los japoneses. Así, los electrodomésticos y el
automóvil se convirtieron rápidamente en bienes altamente consumidos, al grado
que el refrigerador, la televisión y la lavadora de ropa llegaron a ser conocidos
como “three holy durables” (tres bienes sagrados), pues fueron concebidos
como vitales para cubrir las necesidades domésticas.122
El ambiente social, que la masificación del consumo provocó en este
periodo, se caracterizó por la acumulación de riquezas materiales y la búsqueda
del bienestar personal, al grado que ambos se reconocieron como virtudes. Y la
sociedad japonesa cayó en un automatismo y materialismo que incluso resultó
incomodo para los más tradicionalistas. Como comenta Tchin Kanehisa, “la
sociedad japonesa inició su etapa de consumismo pleno al grado que consumir
fue considerado como una virtud, y el ideal de la época era “posea las mismas
cosas que su vecino”.123
A este respecto, surge una pregunta, ¿cómo pudo convertirse el consumo
en uno de los ideales de la época? Takajusa Nakamura, nos aproxima la
respuesta. Él afirma que esto fue posible por la motivación heterómana, es decir,
seguir los patrones de conducta de los demás de manera pasiva sin
cuestionarse si son correctos o no, sólo por el hecho de estar actualizado, por
122 “En 1957 del total de domicilios urbanos sólo el 8.7 por ciento tenía televisión sin embargo para 1965 este porcentaje se incrementó a un 95 por ciento. Con la llegada de la televisión a color, diez años después los aparatos en blanco y negro prácticamente fueron sustituidos por los nuevos en un 90 por ciento”. Ortiz, Renato, Op. Cit. p. 136. 123 Ibídem, p. 138.
77
ejemplo; “un niño sin televisión en casa no puede hablar con sus amigos en la
escuela, en la comida de la escuela se acostumbran el pan, la leche, la carne y
se siente avergonzado de vivir en una casa antigua al ver que toda la gente
reconstruye su casa”.124 Así, al subir el nivel de consumo de determinadas
familias subió el consumo de las que estuvieran relacionadas con ellas, al copiar
los patrones de conducta para estar acorde a la tendencia y tener una mejor
convivencia según esta motivación, lo cual implicó la homogenización del
consumo.
A la vez, este patrón de conducta provocó un fenómeno conocido como
“my homism” que fue básicamente la idealización del hogar como un espacio
privilegiado para el consumo.125 Los productores de electrodomésticos
aprovecharon la imagen que se le otorgó al hogar para expandir su mercado,
generando gran cantidad de publicidad dirigida a la familia, más que el individuo,
y centrándola en cuestiones relacionadas con el hogar y la convivencia familiar.
La masificación del consumo fue tal que se puede considerar incluso
como una de las transformaciones más determinantes de la época. A partir de
este hecho se hizo evidente que la sociedad japonesa abandonaba parte de su
carácter tradicional, principalmente en lo relativo su estilo de vida. Por ejemplo,
los hábitos alimenticios se diversificaron, pasando del arroz al trigo, e
incrementándose el consumo de proteínas animales y frutas. Esto a su vez
causó la modificación en la complexión física de los nipones, aumentando su
estatura y peso promedio, pasaron de 161.8 en 1950 a 168.1 en 1976.126
Además, las mujeres fueron altamente influenciadas por las imágenes
globales de las revistas, que por un lado las acoplaron con otras elites
cosmopolitas, desarrollando una identidad sexual individualizada; y por el otro,
desacoplaron sus vidas de la cultura tradicional, evidentemente de manera aun
incipiente.
124 Takajusa, Nakamura, Op. Cit. p. 247. 125 Ortiz, Renato, Op. Cit. p. 137. 126 Takajusa, Nakamura, Op. Cit. p. 244.
78
En otro sentido, si bien es cierto que la sociedad japonesa no se
encontraba muy vinculada al exterior, ya que el mercado japonés estaba
relativamente cerrado a los productos extranjeros, las tendencias de
socialización de la juventud de los países industrializados, rápidamente, tuvieron
eco en Japón. Al quedar atrás la actitud insular y la desesperación de la
posguerra, Japón se encontraba económicamente al nivel de las economías más
desarrolladas del mundo y su juventud empezó a actuar como tal.
Así pues, durante los años setenta los jóvenes japoneses adoptaron la
actitud rebelde de la juventud de Estados Unidos, Francia y Alemania, trataron
de liberarse de las formas de control establecidas por el gobierno, atacando todo
aquello que tuviera que ver con la democracia e incluso el comunismo soviético,
que al inicio de la década de 1960 había estado en boga, y adoptaron actitudes
de movimientos como los hippies. Como lo interpreta Mita Munesuke, fue una
época de rebelión total contra los ideales de la posguerra.127
Pese su actitud rebelde, los jóvenes no se involucraron completamente en
una vida occidentalizada, ya que persistía un comportamiento delimitado por los
lazos familiares y tradicionales, por el valor de la disciplina y el respeto inculcado
tanto en la escuela como en al interior de la familia, que si bien se encontraba
menos unida no dejó de ser la moldeadora del carácter del japonés, por tanto los
valores tradicionales tenían preponderancia frente a los universales.
Además, el intercambio con el exterior en materia cultural aun era mínimo,
los productos que se adquirían eran fabricados por la industria nacional. Y
aunque para este momento el auge de la televisión se hizo evidente, los
programas que en ella pasaban eran en su mayoría nacionales; las revistas eran
producidas al interior (aunque proyectaban imágenes globales, también
incorporaban elementos de la cultura japonesa) y las grandes cadenas de moda,
comida y demás artículos no se establecían todavía.
127 Munesuke, Mita, Op. Cit. p. 627.
79
Asimismo, hasta los setenta el gobierno todavía ejercía control real sobre
la sociedad y delineaba claramente sus objetivos. A través de lemas, el triángulo
de hierro conseguía que la nación completa luchara por el mismo ideal y
caminara hacia un mismo objetivo. En este contexto, la identidad cultural
japonesa adquirió relevancia en los debates, principalmente en los círculos
intelectuales. Si bien durante la inmediata posguerra los discursos sobre
identidad eran limitados, a partir del rápido crecimiento económico se les dio una
dimensión preponderante.
Según el especialista Harumi Befu, fue el debilitamiento de los símbolos
nacionales (la bandera, el himno, y la monarquía), a causa de la guerra, lo que
incentivo la redefinición de la identidad, como una forma de llenar el vacío que
dejó el fin del imperialismo.128 El Nihonjinron, se convirtió entonces en la
ideología dominante, y esencia de la unidad nacional a partir de este momento.
Ross Mouer y Yoshio Sugimoto identifican dos principios fundamentales de esta
ideología: la sociedad japonesa es "única", y la orientación grupal es el patrón
cultural dominante. Además, que los japoneses son un pueblo homogéneo
(tan'itsu minzoku) que constituyen una nación unificada racialmente.129
De este modo, en la sociedad japonesa se forjó la idea de una nación con
una única identidad cultural, lo cual le dio un carácter casi único, pues pocos
Estados-nación poseen esa “virtud”. Pese a esta “sólida identidad” y exaltación
de su tradición, Japón se convirtió en una sociedad completamente moderna,
que en tan sólo unas décadas alcanzó a Occidente. Sin embargo, en general, el
país se consideró como una nación homogénea que se estaba desarrollando en
conjunto y que aun desarrollada continuaría siendo tradicionalista, por el peso
que tenía el sistema de valores y la idiosincrasia de la población.
128Citado en: Burgess, Chris, Maintaining identities: discourses of homogeneity in a rapidly globalizing
japan “Electronical Journal of Contermporary Japanese Estudies”: [citado en octubre de 2008], Disponible en Internet: http://www.japanesestudies.org.uk/articles/Burgess.html 129 Ibíbem.
80
Pero, el cambio no podría ser lineal, pronto, la dinámica mundial, junto
con el elevado nivel de desarrollo de la sociedad, darían un giro al proceso de
transformación socioeconómica e iniciaría una nueva etapa de la misma. Así
pues, la crisis del petróleo de 1973 y la caída del sistema de Bretton Woods
mostrarían los primeros síntomas de un nuevo cambio en la política del Estado
japonés, mismo que impactaría la identidad cultural del país al colocar a la
sociedad en un entorno de diversas influencias culturales.130
2.3 JAPÓN MODERNO Y SU INTERNACIONALIZACIÓN (1970 –1990) Durante este periodo se complementó el proceso de apertura del país y el
gobierno dio el paso definitivo hacia la globalización no sólo de su economía,
sino de la nación en general. Esto repercutió directamente sobre la percepción
de la identidad cultural, por la pérdida de control de las instituciones
tradicionales, así como por la gran cantidad de influencias globales que
permearon en la conciencia de la sociedad.
El deterioro en el crecimiento económico de Japón, producto de las crisis
del petróleo, generó una serie de cuestionamientos acerca de la eficacia de la
política económica y social del país. La respuesta del gobierno en el aspecto
económico se centró en la reducción de costos de las industrias, a través de la
disminución de la demanda de energéticos, y el incremento de su eficiencia.
Particularmente, la segunda crisis del petróleo (1979), incentivó la
modificación de la estructura industrial, dejando de lado la industria pesada, y
promoviendo las industrias relacionadas con la tecnología e información. En el
130 Desde 1973 el precio del petróleo de cuadruplicó, lo cual provocó; que los países importadores de petróleo, como Japón, tuvieran problemas económicos; que subieran de precio los productos básicos; y que hubiera una especulación en bienes raíces y en acciones. Aunado a ello, desde 1971 el Presidente de Estados Unidos, Richard Nixon, había acabado con el patrón de convertibilidad oro-dólar, por lo que alteró las transacciones financieras al modificarse las tasas de cambio fijas. Japón tuvo que revaluar el yen y dejar flotar su moneda de manera libre desde 1973. Estos acontecimientos provocaron que; para 1974 la tasa de crecimiento del país descendiera hasta 0.5 por ciento, su balanza de pagos fuera deficitaria; y se generara inflación. Toledo, B. J. Daniel, Op. Cit. p. 284.
81
aspecto social, el régimen puso mayor énfasis en la mejora de las condiciones
de vida de la población, principalmente, en la vivienda y el desarrollo de
infraestructura urbana. Pues, el mayor bienestar social se hacía necesario en la
medida en que la economía crecía, aunque el ritmo de crecimiento sería más
bajo.131
Tabla 1: Evolución de los principales indicadores económicos en Japón (1960-1990)
Años Tasa de crecimiento del PIB Inflación
Tasa de desempleo
Promedio 1960´s 10.4 5.3 1.3
Promedio 1970´s 5.2 9.0 1.7
Promedio 1980´s 3.8 2.5 2.9
1985 4.2 2.0 2.6
1986 3.2 0.6 2.8
1987 5.1 0.1 2.8
1988 6.3 0.7 2.5
1989 4.9 2.2 2.3
1990 5.5 3.1 2.1
Fuente: Elaboración libre con datos de: Aquino, Rodríguez Carlos, Introducción a la economía asiática. Y Pelegrin, Ángeles “La economía japonesa en 2007: En reconstrucción tras la burbuja” Anuario Asia-Pacífico 2007.
Así pues, a pesar de que la economía se mantuvo estable dejó de crecer
al ritmo que lo había venido haciendo. La Tabla 1 ilustra que mientras que en los
sesenta el promedio de crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) fue de 10.4,
para la década de 1970, éste descendió a 5.2 manteniéndose relativamente
estable hasta principios de 1990. Se observa también que se empezaron a
superar los problemas de inflación y desempleo. De manera que inicia la
madurez de la economía japonesa y por tanto la época de cambios de diverso
orden.
131 Durante el periodo de la burbuja (1986-1991), el promedio real de tasa de crecimiento económico fue de 4,7. por ciento. Takenaka, Heizo y Chida Ryokichi, Japan, Domestic Adjustments to Globalization, “Japan Center for International Exchange”: [citado en agosto 2008] Disponible en Internet: http://www.jcie.org/researchpdfs/DomAdjst/takenaka-chida.pdf
82
Además, Japón se recuperó antes que ningún otro país capitalista de la
crisis de 1979, e inició el llamado “crecimiento económico estabilizado”,
obteniendo una de las tasas de crecimiento más altas, entre los países
industrializados. Asimismo, su economía se sustentó más en los servicios; en el
uso intensivo de conocimientos científico-tecnológicos; en la internacionalización
de su industria, su comercio y sus finanzas, que en su sector manufacturero,
extractivo y de transformación.132 Paralelamente, desde principios de 1980
sobrevino una “burbuja económica” o “boom económico” y en 1985 el gobierno
nipón convino el Acuerdo del Plaza133, que trajo consigo la reevaluación del yen,
incrementando su valor en tres veces el que tenía en 1971.
Por lo tanto, en plena crisis económica mundial, la economía japonesa se
encontraba en apariencia estable, incluso tenía superávit en su balanza de
pagos, así que pronto recibió presiones internacionales, y tuvo que abrir más su
mercado nacional a los productos extranjeros. Estados Unidos y otros países
bombardearon a Japón con exigencias y requerimientos, que iban desde
restricciones voluntarias a la exportación hasta la expansión de sus
importaciones; también se incluyeron peticiones como una mayor participación
de las compañías extranjeras en los proyectos de obras públicas; la
desregulación financiera; y el incremento de su ayuda a los países en
desarrollo.134 Cediendo a las presiones relativas a la expansión de las
importaciones el Estado japonés introdujo políticas como el recorte unilateral de
132 León, José Luis, José Luis Estrada et. al. Cooperación y conflicto en la cuenca del pacífico, México: Universidad Autónoma Metropolitana, Miguel Ángel Porrúa, 2005, p. 269. 133 “Durante el primer gobierno de Reagan se aplicó una política de laissez-faire en los mercados cambiarios, pero en febrero de 1985 el dólar había alcanzado un nivel tan alto y el déficit comercial de Estados Unidos era tan amplio que hubo que tomar medidas. Conforme a lo estipulado en el Acuerdo del Plaza, celebrado el 11 de septiembre de 1985, los ministros de Hacienda y los gobernadores de banco central de Estados Unidos, Francia, Alemania, Japón y el Reino Unido convinieron en depreciar el dólar y estrechar su cooperación”. Benoît, Coeuré y Jean Pisani-Ferry, Por qué debe prestarse atención a la
estabilidad de los tipos de cambio: [citado en agosto 2008] Disponible en Internet: http://www.imf.org/external/pubs/ft/fandd/spa/1999/09/pdf/coeure.pdf 134 Taichi, Sakaiya, Op. Cit. p. 45.
83
tarifas; la eliminación de restricciones a la importación; la reforma del sistema de
normas de certificación; y campañas de promoción de la importación.135
Además, se consolidó lo que se conoce como el “proceso de
internacionalización de Japón”, que implica la expansión de la influencia
internacional de la economía japonesa. Por ejemplo, para la segunda mitad de la
década de 1980 las estructuras y prácticas de la administración japonesa se
exportaban a muchas partes del mundo. Sin embargo, la creciente influencia de
Japón en el globo no significó la independencia de su economía del resto del
mundo, al contrario, conllevó a una creciente interdependencia que tuvo impacto
tanto en el área económica, política como social del país.
Entonces, desde que Japón rompió definitivamente con su aislamiento del
mundo, empezó a ser más activo en el escenario internacional; conformó sus
propios procesos de integración y cooperación con las naciones del Sudeste
Asiático; proporcionó más ayuda para los países en desarrollo, incluso se
convirtió en el acreedor número uno del mundo. Sin embargo, esta
internacionalización no sería del todo positiva para la tradición, pues el creciente
empoderamiento ocasionó al país mayor presión del exterior, y la sociedad se
involucró más en el proceso de globalización, a través de actividades como: la
migración; la expansión del sector turismo; y la adquisición de productos de
moda en Occidente. Quedando atrás la sociedad aislada de las influencias
culturales globales.
Con relación a la migración cabe decir que, para mediados de la década
de 1980 el crecimiento industrial, y la falta de mano de obra barata, como en
cualquier país desarrollado, puso en entredicho la política de puertas cerradas
de Japón. Así que, en 1989, a través de la Ley de Migración, promulgada en
1990 el gobierno japonés, se permitió el ingreso, como fuerza laboral en las
135 Wen Japan, Comercio e Inversión: Una transcisión hacia el comercio horizontal, "Ficha Informativa sobre Japón" [citado en agosto 2008], Disponible en Internet: http://web-japan.org/factsheet/es/pdf_Spanis
h/S05_tradei.pdf
84
fábricas, a los llamados nikkei (descendientes de emigrantes japoneses) y a los
kenshusei (aprendices extranjeros).136 Los primeros en su mayoría de Perú y
Brasil y los últimos provenientes principalmente del Sudeste Asiático. Con esta
ley se pretendió que los kenshesei migraran de manera temporal, pero la
mayoría permaneció en el país y poco a poco se fue integrando a la sociedad.
Por su parte, la ola migratoria nikkei sí recibió incentivos por parte del
gobierno para desarrollarse económicamente y vivir en el país, pues al fin de
cuentas eran japoneses y el gobierno esperaba reinsertarlos en la “homogénea”
sociedad japonesa. Sin embargo, el régimen japonés no contaba con que los
miembros de la tercera generación de nipones que llegaron al país, poco tenían
que ver con la sociedad japonesa, pues estos “japoneses” pensaban, actuaban y
se comportaban como latinos más que como japoneses, ya que traían consigo el
bagaje cultural latinoamericano con tan sólo algunos aspectos de la cultura
japonesa.
Lo anterior representó una importante transformación en la composición
social del país, pues si bien es cierto la cantidad de migrantes, durante este
periodo fue mínima, sentó las bases para un mayor intercambio cultural. Hasta
1985 en Japón, prácticamente, no había trabajadores inmigrantes cuya intención
fuera permanecer y hacer una vida en el país, con excepción de la migración
coreana de antes de la Segunda Guerra Mundial,137 ya que toda la fuerza laboral
migrante era de especialistas o profesionistas; y la prioridad del régimen en
política migratoria había sido incentivar la emigración japonesa para adquirir
conocimiento del exterior principalmente de Estados Unidos y Europa.
Otra consecuencia de la internacionalización japonesa fue la necesidad
de adecuarse cada vez más a las normas globales relacionadas con los
derechos humanos. De esta manera, en 1982, Japón fue parte de la Convención
136 Sachie, Asaka, La política multicultural en Japón y sus perspectivas, “The Center for Latín-American Studies” Nanzan University: [citado en agosto 2008], Disponible en Internet: http://www.nanzan-
u.ac.jp/LATIN/kanko/documents/13SachieASAKA_000.pdf 137 Ibídem
85
del Estatus de Refugiados y se comprometió a acoger a un número considerable
de refugiados provenientes de Vietnam, Laos, y Camboya, y a darles un trato
igual al de sus ciudadanos.
Así, la firme barrera que existía entre extranjeros y nacionales se empezó
a debilitar porque estos refugiados extranjeros adquirieron los mismos derechos
a recibir seguridad social que los ciudadanos japoneses.138 Entonces los
japoneses empezaron a experimentar la convivencia con personas cuyas raíces
culturales eran distintas a la propia, por lo tanto la identidad nacional empezó a
desligarse de la identidad cultural, dado que la conciencia de pertenecer a
determinada nación, como ente legal, no necesariamente significó compartir
rasgos étnicos y culturales, ni siquiera una misma cosmovisión.
Entonces, la internacionalización de la economía japonesa, aceleró el
proceso de transformación social, induciendo cambios, principalmente en la
esfera de la familia y la empresa, mismos que alterarían de diversas maneras la
identificación social japonesa. A estas influencias globales que intervinieron en la
vida cotidiana; en los valores; y en general en la sociedad japonesa, el
académico Hatsuse Ryuhei les llamo “internacionalización interna”.
Pronto el gobierno y los medios de comunicación adoptaron esta palabra
para hacer referencia a la influencia externa sobre la vida del pueblo japonés.
Principalmente al hacer alusión al impacto de la inmigración. Hatsuse afirmó, en
este periodo, que el éxito de la “internacionalización interna” de Japón
dependería de la capacidad que tuviera el país para aceptar una sociedad más
diversa, y sobre todo su capacidad para dar cabida a los migrantes de otras
partes de Asia.139
Asimismo, las transformaciones sociales estimuladas por la
“internacionalización” continuaron con la tendencia al desmembramiento del
poder que poseía la familia para articular el comportamiento social. Ésta poco a
138 Yáñez, Rosado Juan Antonio, Op. Cit. p. 17 139 Tessa, Morris Suzuki, Op. Cit. p. 224.
86
poco perdió estabilidad y fuerza. Además de su nuclearización, provocada por el
alto costo de la vivienda, la educación y la falta de facilidades para el cuidado de
los niños140, se incrementaron: la tasa de divorcio, el número de solteros y la
cantidad de parejas sin hijos, volviéndose poco común las familias en las que
tres generaciones convivieran en la misma casa, como en antaño. Esto, sin duda
alguna tuvo consecuencias en la estructura de los valores tradicionales,
principalmente por el papel cada vez más liberal que asumieron las mujeres y
por la poca convivencia familiar que se generalizó a partir de este tiempo.
Conjuntamente, se modificó la administración del tiempo libre. Las
mujeres redujeron el tiempo que pasaban en sus casas dedicándose a las
labores del hogar, pues el poseer aparatos electrónicos, electrodomésticos, y
servicios de guardería se hicieron más sencillas las labores del hogar, y al
terminar más rápido sus quehaceres tuvieron más tiempo libre, el cual
normalmente ocuparon para el consumo de servicios personales. Con relación al
tiempo dedicado al trabajo, como señala el Ministerio de Salud, Trabajo y
Bienestar, mientras que en 1970 el 71.4 por ciento de la fuerza laboral asistía a
su lugar de trabajo seis días a la semana, en 1980 la tasa cayó a 23.7 por
ciento.141
El incremento del tiempo libre de las personas abrió nuevos espacios para
el consumo, que dejó de girar en torno a la familia y el hogar, y se volvió más
individualizado, creciendo así el sector servicios, principalmente, los servicios
personales como: paseos, viajes, y cenas fuera de casa. Por tanto, el ocio
empezó a ser practicado con mayor regularidad en la sociedad, ejemplo de ello
es que mientras en1964 sólo 128 mil personas viajaron fuera de Japón, para
1994, esta cifra se incrementó a 13.5 millones.142 Particularmente, el sector
140 En 1992 el número de hijos nacidos por japonesa cayó hasta 1.5, por debajo del número necesario para mantener el nivel de población hasta ese momento. Jones, Bronwen, et al. Seeking a new reality: The
Japanese people in the 1990’s, Estados Unidos: JETRO, 1993, p.14. 141 Masakazu, Yamazaki, Signs of a new individualism; the state, the family and the company in Japan
today, UNESCO Courier, [citado en mayo 2008]: Disponible en Internet: http://findarticles.com/p/articles/mi_m1310/is_1987_Dec/ai_6195102 142 Ortiz, Renato, Op. Cit. p. 167.
87
turismo empezó a cobrar relevancia, y cada vez se demandaron servicios
adicionales como, agencias de viajes, hospedaje y tarjetas de crédito. Además,
contrario a lo que ocurrió en el pasado los desplazamientos fueron ya de manera
individualizada.
Asimismo, la apertura, impulsada por la creciente integración del país a la
globalización económica, provocó que la valorización del consumo creciera
ampliamente y que los bienes consumidos comenzaran a ser seleccionados de
acuerdo a preferencias individualizadas. Esto ocurrió, en parte porque la
apertura del mercado puso a disposición del consumidor japonés productos que
no existían en el mercado interno, mismos que difunden patrones de belleza,
gusto, y comportamiento universales; también porque el boom económico incitó
a la ahorrativa sociedad a consolidarse como un comprador consumado, y no
cualquier tipo de comprador, los japoneses sólo deseaban comprar marcas
reconocidas mundialmente, así, el objetivo de todo japonés era poseer bienes
lujosos producidos en Occidente.
Otra transformación evidente, fue la actitud de los jóvenes de entre 15 y
30 años, llamados shinjinrui (nuevo tipo de hombre). Éstos eran muy diferentes a
la generación que había vivido en la posguerra, vivían en un país próspero;
donde el consumismo se encontraba en apogeo y la familia perdía fuerza para
establecer pautas de conducta. Por lo que, entre los shinjinrui, los valores
tradicionales, como: la cortesía, la vergüenza de crear problemas a otros y a la
comunidad, fueron perdiendo importancia.143
La poca relación de la generación shinjinrui con el Japón de la posguerra
es evidente en situaciones como su inclinación hacia el cambio de trabajo. Así,
en 1987 el 70 por ciento de la gente joven, estaba dispuesta a cambiar de
trabajo sí sus habilidades y aptitudes podían ser usadas de manera más
completa.144 Quedando de lado, el ideal de diligencia y lealtad a la compañía,
143 Ibídem, p. 293. 144 Jones, Bronwen, Op. Cit. p. 25.
88
reflejado en el empleo de por vida, el sacrificio por la empresa y por el país. Este
último dejó de ser un lema funcional en un Japón donde la mejora de la calidad
de vida y el bienestar personal cobraron prioridad.
Por otra parte, el auge económico del país del sol naciente no duraría
para siempre y a finales de la década de 1990, después de 50 meses de
crecimiento ininterrumpido, comenzó un periodo de recesión económica que
puso en evidencia no sólo el agotamiento económico del país sino sus
debilidades políticas y la transformación social, que repercute no sólo en la
actitud de la sociedad hacia el gobierno, también en la identificación cultural.
Tabla 2: Evolución de los principales indicadores económicos en Japón (1990- 1998)
Años
Tasa de crecimiento
del PIB Real
Índice Nikkei
(Yenes)
Índice precio del
suelo
Tasa de desempleo
1989 4.9 34 967 87,99 2.2
1990 5..5 26 872 103, 31 2.1
1991 2.5 23 350 96, 41 2.1
1992 0.4 17 189 79, 03 2.2
1993 0.4 19 641 67, 13 2.5
1994 1.1 19 509 59, 25 2.9
1995 2.5 19 868 51, 51 3.2
1996 3.4 19 361 46, 57 3.4
1997 0.2 15 259 43, 72 3.4
1998 -0.6 13 842 41, 22 4.1
Fuente: Pelegrin, Ángeles “La economía japonesa en 2007: En reconstrucción tras la burbuja” Anuario Asia-Pacífico 2007. (Edición libre de la autora) versión original, disponible en Internet: www.anuarioasiapacifico.es/anuario2007/php/visit.php?docfile=Economia3.pdf
De manera que, en el ámbito político, el Partido Liberal Democrático, que
gobernó 40 años de manera continua, perdió su liderazgo en la Dieta y tuvo que
iniciar una serie de gobiernos de coalición. En el aspecto económico, en la
segunda mitad de 1991, ocurrió lo que se conoce como el “estallido de la
burbuja especulativa”. Como ilustra la Tabla 2, de 1989 a 1990 el índice de la
Bolsa de Valores de Tokio cayó aproximadamente 24 por ciento, mientras que
89
de 1990 a 1991 el precio de los terrenos descendió un 7 por ciento. Además, la
tasa de crecimiento económico se redujo, con un promedio, entre 1991 y 1997,
de 1.4 por ciento; y la tasa de desempleo alcanzó el 4.1 por ciento para 1998.
En definitiva los cambios ocurridos durante este periodo provocaron que
la imagen del Estado se deteriorara, no sólo porque Japón había sido impactado
por los problemas mundiales en la primera mitad de los noventas, sino por la
actitud crítica que adquirieron los japoneses, respecto de las acciones de su
gobierno frente a las necesidades de la población. Por esta razón, el gobierno
tuvo que ser más cuidadoso al definir su política social, pues perdió su carácter
“omnipotente”. Se enfrentaría a una sociedad con necesidades cada vez más
diversificadas que exigiría cuentas de todo lo que éste hiciera.
Como explica Masakazu Yamazaki “En la década de 1970 se produjo una
rápida disminución del Estado en la percepción individual. Durante los cien años
de industrialización y modernización que se inició con la Restauración Meiji de
1868, el Estado fue percibido como una fuerza poderosa en la determinación de
las actitudes nacionales. Para el japonés moderno ha cambiado radicalmente el
concepto de nación, éste dejó de referirse simplemente a una comunidad étnica,
y llegó a describir un instrumento de efectos colectivos”.145
En estas condiciones, la pérdida de control del triángulo de hierro se hizo
evidente con la aparición de movimientos ciudadanos vinculados directamente a
intereses locales más que nacionales, es decir la percepción del japonés dejó de
tener ese sentido de nación para preocuparse por un ámbito más cercano, y
más reducido: su comunidad.146 Las pocas protestas que hasta ese momento
habían ocurrido prácticamente habían sido sobre la base de políticas del
gobierno o por una ideología específica, no por un ámbito tan local. Es decir, los
ciudadanos empezaron a preocuparse más por su identificación con su
comunidad inmediata que con la nación en su conjunto.
145 Masakazu, Yamazaki, Op. Cit. 146 Ibídem
90
De manera que se debilitó el poder de la identidad nacional en la
conciencia de los ciudadanos, al dejar de ser la nación la principal motivación de
sus actos. Este hecho muestra, también, que los grupos de identificación de las
personas tienden a ser más reducidos, llegando incluso al individualismo, en el
que la identidad cultural pierde relevancia.
De la misma forma, a comienzos de la década de 1990 la ciudadanía (al
sentir que el control del gobierno sobre ciertas áreas de la vida pública era
limitado) decidió actuar por su propia cuenta e incrementó su peso como
sociedad civil. Con relación a esto, María Elena Romero explica que: “en la
década de 1990 el incremento de la comunicación entre la población, dado el
intenso avance de la tecnología aplicada. La velocidad con que se difunde la
información permitió que la sociedad japonesa se vinculara de una forma más
libre y rápida a los acontecimientos internacionales. A través del uso de Internet,
los japoneses tuvieron una esfera social más independiente del sistema
económico y se vieron más libres del control del Estado, asimismo, se
sensibilizaron frente a la problemática mundial cuestionando la posición de
Japón ante la comunidad internacional y su misma situación interna”.147
Entonces, las tres instituciones que forjaron la sociedad japonesa
moderna; la familia, el gobierno y la escuela, perdieron control sobre la misma, si
bien no dejaron de ser los principales entes de concientización identitaria,
compartieron este privilegio con diversas fuentes tanto nacionales como
globales. Dado que los individuos se involucraron en varias actividades y
empezaron a convivir con más personas agrupadas según determinadas
características, los grupos de identificación se redujeron, perdiendo
preponderancia la identificación a nivel nacional en la vida cotidiana.
147Romero, María Elena, Op. Cit. p. 92.
91
2.4 JAPÓN EN LA SOCIEDAD DE LA INFORMACIÓN (1990 -2007) Los noventa han sido considerados como la “década perdida” de la economía
japonesa, a causa de la recesión provocada por la crisis asiática, en general, y
por el estallido de la burbuja económica, en particular, pero también fue la
afirmación de una época de grandes avances en el campo científico y
tecnológico, que colocarían a Japón como una de las sociedades más
avanzadas y vanguardistas a nivel global. Pese a los problemas económicos, la
posición de Japón en el mundo siguió siendo privilegiada, gracias a un soft
power (económico) que le permitió mantener su liderazgo regional y su papel en
la política mundial.
Aunque, hoy en día es amenazado por el rápido asenso de China en el
escenario internacional, que cuestiona no sólo el papel de Japón como líder de
la región sino también como la segunda economía del mundo. Según resultados
mostrados por el Word Economic Forum (Foro Económico Mundial), en su
reporte 2008-2009 "The Global Competitiveness Report 2008-2009", Japón se
ubica en el lugar número 9 por su competitividad a nivel mundial, 4 niveles por
debajo de su posición en 2006, cuando ocupaba el lugar número 5.
Según muestra la Tabla 3, los principales problemas del país nipón son su
inestabilidad macroeconómica y las dificultades en su mercado financiero;
mientras que sus ventajas se ubican en el área de innovación y desarrollo
tecnológico.
De la misma manera, la Figura 1 ilustra el nivel de desarrollo de Japón
comparado con el de las economías más industrializadas, en ésta, se observa
que en estabilidad macroeconómica y eficiencia de su mercado laboral se
encuentra en menor rango que los demás países desarrollados, lo cual es
consecuencia directa de la crisis de 1992, pues no ha sido completamente
superada.
92
Tabla 3. Índice de competitividad global
Fuente: Word Economic Forum, The Global Competitiveness Report 2008-2009 (Edición libre de la autora) versión original, disponible en Internet: http://www.weforum.org/pdf/GCR08/GCR08.pdf
Figura 1. Nivel de desarrollo
Nota: La figura muestra el desempeño de los 12 pilares del Indice de Competitividad Global (línea azul) comparados con los puntajes promedio de todos los países que se encuentran en el mismo nivel de desarrollo (línea negra). Fuente: Word Economic Forum, The Global Competitiveness Report 2008-2009 (Edición libre de la autora) versión original, disponible en Internet:http://www.weforum.org/pdf/GCR08/GCR08.pdf
Posición
(de 134 países) GCI 2008-2009 9
GCI 2007-2008 (de 131) 8
GCI 2006-2007 (de 122) 5
Requisitos básicos 26
1er pilar: Instituciones 26
2 º pilar: Infraestructura 11
3 º pilar: Estabilidad macroeconómica 98
4 º pilar: Salud y la educación primaria 22
Potencializadores de eficiencia 12
5 º pilar: Educación superior y capacitación 23
6 º pilar: Eficiencia del mercado de bienes 18
7 º pilar: Eficiencia del mercado laboral 11
8 º pilar: Sofisticación del mercado financiero 42
9 º pilar: Disposición de uso de tecnologías 21
10a pilar: Tamaño de mercado 3
Factores de innovación y sofisticación 3
11 ª pilar: Sofisticación de los negocios 3
12 ª pilar: Innovación 4
*GCI por sus siglas en inglés (Global Competitiveness Index)
93
Sin embargo, a rápida difusión e innovación en la tecnología de la
información llevó a Japón a convertirse en uno de los países más adelantados
en materia de comunicaciones y entretenimiento, y también en uno de los más
involucrados en la dinámica de la globalización. Ya que dichos avances
acarrearon, evidentemente, una mayor transformación social y un creciente
intercambio en la “sociedad global”. Particularmente, la propagación de
tecnología de la información, entre la sociedad japonesa, que se hizo visible
desde la segunda mitad de la década de 1990, con la difusión generalizada del
Internet. Así, Japón experimentó una nueva forma de intercambio e interacción
social que ha modificado de diversas maneras el comportamiento social. La
nación está transitando a un nuevo nivel de desarrollo social, lo que hasta hoy
puede denominarse como la “sociedad de la información”.
Sociedad de la información, hace referencia a “un estadio de desarrollo
social caracterizado por la capacidad de sus miembros (ciudadanos, empresas y
administración pública) para obtener y compartir cualquier información,
instantáneamente, desde cualquier lugar y en la forma que se prefiera”.148
Incluso, uno de los primeros académicos en utilizar este término fue el
sociólogo japonés Yoneji Masuda, quien en su libro The Information Society as a
Post-industrial Society señaló que; “la era de la información es el periodo
durante el cual tiene lugar una innovación, la cual se convierte en la fuerza
latente de la transformación social, capaz de acarrear una expansión en la
calidad y en la cantidad de información y un aumento en gran escala del
almacenamiento de la información”.149
Pero, ¿Cómo medir el nivel de desarrollo hacia la sociedad de la
información, en un país? Evidentemente, la difusión y utilización masiva de
tecnología de la información es un factor clave para determinar qué tan inmersa
148 El concepto de Sociedad de la Información: [citado en agosto 2008], Disponible en Internet: http://www.telefonica.es/sociedaddelainformacion/pdf/informes/espana_2000/parte1_1.pdf 149 Estudillo, García Joel, Surgimiento de la Sociedad de la Información, [citado en agosto 2008], Disponible en Internet: http://www.dgbiblio.unam.mx/servicios/dgb/publicdgb/bole/fulltext/volIV22001
/pgs_77-86.pdf
94
se encuentra una nación en el proceso hacia una sociedad de la información.
Así pues, la estimación de indicadores como; el grado de penetración de
Internet; el número de líneas de banda ancha; la cantidad de los contenidos
digitales creados; y el crecimiento de la telefonía, permiten comprobar sí una
sociedad se dirige o no hacia el estadio de la información. De los indicadores
anteriores, es sin duda la penetración de Internet el que establece el camino de
una nación hacia la sociedad de la información, al ser éste un medio universal
de comunicación.
Particularmente, en Japón el crecimiento de Internet ocurrió hasta
aproximadamente 1995 (tarde comparado con los demás países desarrollados)
por la poca asistencia gubernamental; la baja tasa de propiedad de
computadoras en los hogares; el elevado costo de la alta velocidad, de las líneas
digitales y de líneas telefónicas de origen; y por el monopolio de Nipón
Telegraph and Telephone Corporation (NTT), en las telecomunicaciones hasta
esa época. Sin embargo, cuando se diversificaron los proveedores y se abrió la
posibilidad de acceder a Internet a la sociedad en general, el número de
usuarios se elevó rápidamente; de aproximadamente 129 mil usuarios a finales
de 1995 pasó a casi 27 millones para finales de 1999.150
La rápida difusión del Internet en Japón, que fue posible, también, por la
reducción del precio de las computadoras, y ha ido de la mano con el acceso a
telefonía móvil multimedia, que actualmente se encuentra ampliamente difundida
en la sociedad. Aproximadamente, el 80 por ciento de los usuarios de los
servicios de telefonía posee aparatos con tecnología multimedia. Así, la mayoría
de los teléfonos tiene acceso a Internet y demás servicios totalmente
vanguardistas151, lo cual pone a Japón como el líder mundial en Tecnologías de
la Información.
150 Gordon, Bill, Internet's Influence on Social Interactions in Japan: [citado en agosto 2008]: Disponible en Internet: http://wgordon.web.wesleyan.edu/papers/wwwpap1.htm 151 Para el año 2000 navegaban por Internet a través del móvil, vía i Mode, prácticamente la mitad de los usuarios registrados, unos 27 millones de japoneses. Desde hace años el móvil incorpora nuevos servicios como videollamadas, tarjetas chips sin contacto que permiten pagar en tiendas o el transporte, servir de
95
Según el propio gobierno japonés: “el crecimiento de las tecnologías de la
información ha eliminado las limitaciones de tiempo y la distancia, y ha
contribuido a la oportunidad para establecer nuevas relaciones. Por ejemplo, las
personas que viven lejos de sus hogares pueden compartir información a través
de sus teléfonos móviles y su correo electrónico, lo que provoca un sentimiento
de unión con sus familias. En la comunidad también hay casos en los que el uso
de servicios de redes sociales y otros servicios anima a las actividades locales.
Aunque el uso de las tecnologías de la información, en algunos casos, lleva a
una disminución del contacto cara a cara, la comunicación y el diálogo”.152
Pero, a pesar de todos los beneficios que tiene la sociedad japonesa,
debido al avance tecnológico que posee, no está exenta de serios problemas,
principalmente en el aspecto económico, lo cual provoca mayor inestabilidad
social. Pues, si bien la recesión económica ha empezado a ceder, no está del
todo paleada. Y se ha convertido en un incentivo para el cambio de actitud
dentro de la misma sociedad.
Es difícil determinar en qué momento ocurre la recuperación de la
economía del país, pues existen signos de evidente recuperación seguidos por
nuevos problemas. Precisamente, desde la segunda mitad de la década de 1990
parecía que la economía se estaba recuperando, debido al descenso del valor
del yen y el aumento de la demanda interna; sin embargo, la crisis financiera de
Asia, en 1997, echó a la borda los esfuerzos de recuperación. De la misma
manera, para principios del año 2000, con el incremento de los precios de las
acciones y el aumento del ingreso en algunas industrias, parecía llegar
nuevamente la recuperación, pero en 2001 la lenta demanda doméstica, la
deflación, la falta de pagos de los bancos japoneses y la caída de las
llave de la casa entre otros. Castañeda, Javier, La Sociedad de la Información en Asia- Pacífico “Anuario Asia Pacífico” [citado en agosto de 2008], Disponible en Internet: www.anuarioasiapacifico.es/anuario2006/php/visit.php?docfile=030Javier_Castaneda.pdf 152 Cabinet Office, A comfortable way of life for the Japanese people, founded on personal relationships “White Paper on the National Lifestyle 2007”: [citado en agosto 2008], Disponible en Internet: http://www5.cao.go.jp/seikatsu/whitepaper/h19/06_eng/index.html
96
exportaciones japonesas a Estados Unidos, afectó la relativa estabilidad
económica.153
Favorablemente, el crecimiento de la demanda externa ha incrementado
las exportaciones de Japón, las cuales a su vez han permitido la expansión
económica del país desde el 2002. El aumento de las exportaciones a su vez ha
estimulado la producción industrial. De forma que, las exportaciones han
sostenido en gran medida la reciente estabilidad económica al extender el
crecimiento del PIB (Véase Tabla 4). Esta débil pero constante recuperación
económica del país ha sido pregonada desde el 2006. Múltiples estudios, desde
este año, muestran las tendencias de la recuperación económica del país, luego
de cinco años de estabilidad.
Tabla 4. Evolución de los principales indicadores de Japón 1999-2007
Año Tasa de
crecimiento del PIB Consumo Privado Exportaciones
1999 0.7 1.1 6.0
2000 2.6 0.7 9.5
2001 -0.8 1.4 -7.9
2002 1.1 1.2 11.5
2003 2.1 0.6 9.8
2004 2.0 1.2 11.4
2005 2.4 1.9 9.0
2006 2.3 1.7 8.4
2007 1.9 1.4 9.5
Fuente: Elaboración libre con datos de: Cabinet Office Annual Report on National Accounts “Economic and Social Research Institute”: http://www.esri.cao.go.jp/en/sna/data.html#annual
Pero, con todos los indicadores de la recuperación económica de Japón,
nuevamente en 2008 la economía global puso en entredicho la salud económica
del país. Recientemente, el 13 de agosto de dicho año, la Oficina de Gabinete
del gobierno japonés publicó desalentadores datos acerca del crecimiento
153 Web Japan, La economía de Japón entró en la era de la globalización, “Ficha Informativa sobre Japón”, [citado en agosto 2008] Disponible en Internet: http://web-japan.org/factsheet/es/pdf_Spanish/S04_econom
97
económico del país; el PIB real se contrajo en un 0.6 por ciento respecto al
trimestre anterior y un 2.4 por ciento con relación al año anterior. Por lo que se
ha afirmado que técnicamente la economía japonesa se encuentra en recesión y
que ha concluido el largo periodo de expansión experimentado desde el 2002.
Entre las principales causas de la contracción se han identificado: la
desaceleración económica de Estados Unidos y el incremento global de la
inflación, a causa de las alzas en los precios de combustibles y alimentos. La
desaceleración de Estados Unidos ha impactado a Japón, principalmente porque
éste es uno de los principales mercados del país nipón. De esta manera, junto
con la desaceleración económica mundial y la revalorización del valor del yen
frente al dólar, los problemas de Estados Unidos provocaron la caída de las
exportaciones japonesas en un 2.3 por ciento.154
Asimismo, la demanda interna se contrajo durante el segundo trimestre de
2008, aunque el consumo público se incrementó en un 0.1 por ciento, el
consumo privado, que representa el 57 por ciento del PIB, se redujo un 0.5 por
ciento, lo cual se debe al debilitamiento del mercado laboral, al lento crecimiento
de los salarios, al aumento de la inflación, y a las preocupaciones sobre la
situación política interna.155 Sin duda, éste ha sido un periodo difícil para la
sociedad japonesa, ya que la situación económica y política ha generado
diversas reacciones, principalmente por el impacto de la recesión sobre el
empleo y el consumo.
En lo que concierne al empleo, las empresas, en su afán de hacer frente a
sus problemas financieros, han despedido trabajadores cuyo estatus era de
empleo vitalicio para reemplazarlos por empleados a tiempo parcial con
contratos de poca duración. Esto causó preocupación entre la fuerza laboral
japonesa, principalmente los jóvenes, pues dejó de existir la seguridad de
154 La Jornada, Atraviesa Japón periodo de "contracción" económica, publicado: 13 de Agosto de 2008: [citado en agosto 2008], Disponible en Internet: http://www.jornada.unam.mx/ultimas/2008/08/13/atraviesa
-japon-periodo-de-contraccion-economica 155Economist, A slowing economy in Japan, Publicado: 14 de Agosto de 2008: [citado en agosto 2008], Disponible en Internet: http://www.economist.com/displayStory.cfm?story_id=11921486
98
mantener un empleo de por vida y el matrimonio entre empresa y empleado
poco a poco está desapareciendo.156
Particularmente, la generación nacida entre 1973-1978 tiene dificultades
para incorporarse a un trabajo a tiempo completo, ahora no sólo porque las
empresas no lo estén requiriendo, sino porque durante el periodo de crisis
muchos de ellos se emplearon en trabajos temporales que no son parte de los
programas formativos de la compañía, para garantizar la práctica del ascenso y
permanencia en la empresa. Además, al no haber adquirido, técnicas y una
formación especializada tienen limitadas posibilidades de crecer
profesionalmente.
Si bien es cierto que una vez superados los problemas económicos
algunas empresas han vuelto a contratar a tiempo completo, muchos
universitarios ya no ven un futuro seguro en éstas, como sus padres o abuelos.
Además, las nuevas ofertas de trabajo generadas, a consecuencia de la masiva
jubilación de la generación de la posguerra, se están cubriendo con puestos de
trabajo cuyos salarios son relativamente bajos, por lo que la proporción de
empleos a tiempo parcial sigue aumentado, lo cual no sólo trae repercusiones
económicas sino también un cambio en la conciencia social.
Así, la tendencia de los jóvenes de no atarse a una compañía y trabajar
sólo parcialmente, iniciada incluso antes de la crisis, se vio reforzada por ésta y
actualmente existe gran cantidad de jóvenes en esta condición, conocidos como
freeters (trabajadores libres) trabajan a tiempo parcial y se cambian de trabajo
constantemente. Obviamente, estos jóvenes no tienen aspiraciones de crecer
profesionalmente u obtener estabilidad económica, la mayoría no planea
casarse o vivir lejos de sus padres. Existen también los llamados NEET (Nor in
Education, Employment or Training) que son jóvenes sin ocupación alguna que
siguen siendo mantenidos por sus padres.157
156 Citrin, Daniel, Op. Cit. 157 Goy, Yamamoto Ana María, Op. Cit.
99
También relacionado con las dificultades en el empleo, se encuentra el
incremento de la mano de obra migrante. En los últimos 15 años los
trabajadores migrantes dejaron de concentrarse sólo en las grandes ciudades
como Tokio y Osaka. La estrategia de las empresas de contratar de manera
temporal y con mínimas prestaciones, atrajo al país extranjeros dispuestos a
trabajar por bajos salarios que, comparados con los de sus países, son
suficientes para tener una mejor calidad de vida. Si bien estos extranjeros no
acaparan los potenciales empleos de los japoneses, sí alteran la frágil armonía
social.
Las nuevas comunidades de extranjeros conviven cada vez más con
ciudadanos japoneses, quienes se enfrentan ahora con una diversidad de
costumbres y tradiciones ajenas a su cultura. Un ejemplo de ello es la
convivencia con musulmanes, antes el Islam era percibido como una religión
totalmente ajena y exótica, ahora es más familiar, pues algunos japoneses
conviven con inmigrantes procedentes de Bangladesh e Irán.158 Entonces, los
cambios en la esfera social, están más relacionados con la influencia del entorno
mundial y el auge de la tecnología de la información. Y algunos especialistas
han afirmado incluso que la transformación social ocurrida desde la década de
1990 no tiene similar.
Al respecto, Inoue Nobutaka, comenta: “No cabe duda que los cambios
representan un impacto drástico en nuestra sociedad. Si uno reflexiona sobre el
grado en que nuestro estilo de vida, la tecnología y el entorno social han
cambiado en sólo los últimos cinco años, a veces se siente que ha sido
equivalente a toda una generación”.159 Alan Touraine y Daniel Bell, por su parte,
afirman que la actual sociedad japonesa es “una sociedad pos-industrial, donde
la presencia de la tecnología de la información y el conocimiento (científico y
158 Nobutaka, Inoue, Globalization's challenge to indigenous culture, “Institute for Japanese Culture and Classics”, Kokugakuin University, 1997: [citado en agosto 2008], Disponible en Internet: http://www2.kokugakuin.ac.jp/ijcc/wp/global/02inoue.html 159 Ibídem.
100
especializado) adquieren una dimensión preponderante”.160 De manera que las
alteraciones del orden social japonés tienen mucho que ver con el desarrollo
tecnológico; con la inestabilidad económica y política; así como con la actual ola
de globalización, caracterizada por el creciente intercambio cultural a través de
la interacción con otras culturas por: el Internet, la adquisición de bienes y
servicios culturales de otros países, el turismo, o por la migración.
La convivencia y las estrechas relaciones personales, han dejado de ser
preponderantes; en el hogar, los miembros de la familia tienen estilos de vida
cada vez más individualizados; las personas de una comunidad, participan
menos en actividades del barrio o en asociaciones de residentes; la empresa,
antes considerada como un segundo hogar para los japoneses, ha perdido ese
privilegio y actualmente pocos trabajadores se identifican con la misma.
Pero, ¿Qué tan cambiada se encuentra la mentalidad del japonés
promedio?, ¿Quién o Qué tiene la primacía en la definición y comportamiento de
la sociedad?, ¿Qué tanto han perdido primacía los valores tradicionales en el
psique de los individuos? Eso se definirá en el próximo capítulo.
160 Ortiz, Renato, Op. Cit. p. 167.
101
CAPÍTULO 3
EL CARÁCTER DE LA SOCIEDAD JAPONESA ANTE LA GLOBALIZACIÓN DEL SIGLO XXI El inicio del siglo XXI marcó un cambio de era en todos sus sentidos, el fin de
milenio hizo evidente la transformación del mundo, la globalización se consolidó
como el fenómeno que por excelencia determina las decisiones y acciones de
los Estados, al tiempo que les resta primacía en la definición del comportamiento
social, tanto en el ámbito económico, político como cultural. Desde los noventa,
la nostalgia por el viejo siglo, más aún la emoción por el nuevo milenio, dio lugar
a una serie de investigaciones que hacen hincapié en la modificación de la
sociedad mundial, principalmente en los países con mayor desarrollo económico
y social.
Si bien no existe consenso entre los intelectuales, respecto de la
universalización del pensamiento occidental, la homogeneización cultural, la
consolidación de las diferencias culturales, o la diversidad de pensamiento entre
las distintas regiones. Lo cierto es que las sociedades no son lo que eran antes,
difícilmente existen sociedades “originales” que no hayan sido influenciadas, en
algún aspecto, por la idea de Occidente. Y quizá no existe una homogenización
de la ideología y los valores a escala mundial, pero sí una mezcla del ideal
occidental con las culturas tradicionales, lo cual debilita la identidad cultural de
determinado país o región, y el principal responsable de esto es el fenómeno de
la globalización. En términos de Ulf Hannerz: “ahora hay una cultura mundial
pero esta cultura se caracteriza por la organización de la diversidad y no por la
reproducción de la uniformidad”.161
Esta globalización, que si bien está liderada por los países más
desarrollados, entre los cuales se encuentra Japón, realmente no está
determinada, en ningún sentido, por algún Estado en particular. Es de origen 161 Citado en: Morris, Susuki Tessa, Op. Cit. p. 182.
102
multinacional, y no sólo se rige por las normas occidentales, como ocurrió
durante la globalización del siglo XX. No sólo afecta la esfera pública, sino cada
vez penetra más en la vida cotidiana y la intimidad del ser humano. Ha
universalizado el estilo de vida, el cual está determinado por tendencias cuyo
origen no es nacional sino global. Además ha creado un mundo en el que los
valores y los gustos humanos ya no están ligados a la geografía ni a la etnicidad.
Como sostiene Ohmae Kenichi: “Cuanto mejor informada esté la gente, más
querrá tomar sus propias decisiones, y estas elecciones coincidirán cada vez
menos con las líneas fronterizas trazadas hace años en los mapas”.162
Así pues, la globalización cultural difícilmente puede ser controlada, ya
que, contrario a lo que pasa con la política o la economía, los gobiernos no
pueden tomar decisiones con relación al intercambio entre sus nacionales y los
de otros países, a través de la industria cultural163, el Internet, la migración, el
turismo u otras formas de interacción. La comercialización actual de productos
culturales como música, películas, programas informáticos, entre otros, se
realiza a través de estrategias multinacionales cuyo objetivo no es llegar a un
mercado único sino penetrar de manera global en el gusto del individuo,
independientemente de su origen nacional. Por esta razón, es difícil, para
cualquier Estado, evitar la influencia exterior, dado que siempre existirán canales
a través de los cuales el individuo interactúe con algo o alguien que le provea
imágenes o símbolos que no son propios de su cultura, mismos que de manera
individual decidirá tomar o dejar.
162 Ibídem, 181. 163 La Industria Cultural: Es aquella encargada de producir objetos culturales con la intención de comercializar con ellos. En ésta todo objeto cultural es concebido como un producto, por lo que tiene un valor monetario además de un valor estético o moral, y es en función de aquel, que el mercado selecciona la oferta objetiva de bienes y servicios culturales, así como también la posibilidad de producirlos. Los bienes culturales consisten en una variedad de productos tales como libros, revistas, productos multimedia, software, discos, CDs, películas, videos, programas audiovisuales y diseños de moda. Los servicios por su parte, se componen de bibliotecas, centros documentales, museos, teatros y orquestas, circos, incluso, la prensa, las emisiones de noticias por cable, y las emisiones por satélite. Yusuf, Örnek, Globalization and cultural identity: [citado en agosto 2008], Disponible en Internet: http://www.studienkreis.org/common/news/referat_oernek.pdf
103
En determinado momento el Estado puede establecer políticas que limiten
la migración o incluso restrinjan el uso de Internet, pero difícilmente será capaz
de evitar la interacción social a nivel mundial, menos aún en países tan
desarrollados como Japón, donde el acceso a Internet es masivo, los viajes al
exterior pueden realizarse en el momento que se desee, el consumo de
productos extranjeros está verdaderamente consolidado y la migración es cada
vez más real. A este respecto el comentario de Tessa Morris Suzuki resulta muy
acertado, según la autora: “En esta era de tecnología de la información, los flujos
de influencia son complejos y entrecruzados. Si bien Japón exporta películas de
dibujos animados, juegos de computadora, y tecnología de radiodifusión,
también está en el extremo receptor de los nuevos sistemas de información que
se diseñan y desarrollan en el extranjero”.164
De manera que, la sociedad japonesa del siglo XXI, poco tiene que ver
con el Japón culturalmente homogéneo, pregonado durante la década de 1980,
como un país completamente diferente a Occidente. Esta transformación, que no
ocurrió de repente con el cambio de siglo o milenio, ha sido un proceso iniciado
desde la apertura de Japón a Occidente y su paulatina incorporación a los
esquemas de pensamiento europeo y americano. Si bien es verdad que la
globalización ha acelerado este tránsito hacia una sociedad totalmente moderna
y vanguardista, de no haber existido un desarrollo económico y social orientado
hacia Occidente, no ocurriría tal nivel de penetración de parámetros universales,
que aunque han dejado de ser determinados totalmente por los países
occidentales tienen muchos de sus principios.
Sin embargo, con la entrada al nuevo milenio ha sido más visible la
metamorfosis que ha sufrido la sociedad japonesa, ya que al cerrarse un ciclo
surgen evaluaciones respecto al estado en que todo se encuentra, qué tanto
cambio la sociedad, qué tan visible se ha vuelto el desarraigo de la tradición. En
fin una serie de cuestionamientos que junto con la inestabilidad social que
conlleva la recesión económica permiten apreciar que difícilmente hoy puede 164 Citado en: Morris, Susuki Tessa, Op. Cit. p. 198.
104
afirmarse que en sentido estricto ésta sea una sociedad que conserva intactos
su cultura y valores tradicionales. El grado de desarrollo del país y su inmersión
en el fenómeno de la globalización hacen que esta nación se aleje cada día más
y a un ritmo cada vez más acelerado, de la tradición y los valores, que siempre
ha exaltado, pero que sin duda alguna ha deteriorado. Afectando por tanto el
fuerte sentido de identidad cultural de antaño.
Bajo estas premisas, el presente capítulo esboza el esquema de valores
que actualmente predomina en el comportamiento social de Japón, para
entender en qué medida la nación se ha desvinculado de su tradición y cómo se
ha modificado su identidad cultural. Del mismo modo describe algunos aspectos
del estilo de vida actual, y algunas características sin las que ahora no se
entendería a la sociedad japonesa, mismas que no forman parte de la imagen
que desde la década de 1980 el mundo tiene de este país.
3.1 LOS VALORES EN LA SOCIEDAD DE LA INFORMACIÓN
El sistema de valores de una cultura no cambia de manera radical ni
espontáneamente, permanece durante un largo período para brindar estabilidad,
orden, y previsibilidad a todos los aspectos de la vida de una nación. Sin
embargo, el actual estadio de desarrollo humano y el fenómeno de la
globalización han propiciado, en algunas de la sociedades del mundo, cambios
tales que parece que la base que soportaba y reforzaba los diferentes valores
culturales se ha debilitado al grado que éstos difícilmente permanecen íntegros,
y actualmente perviven, conviviendo con parámetros universales a veces
cambiantes.
En este orden de ideas y conforme a los resultados del estudio realizado
por la World Values Survey, (Encuesta Mundial de Valores), que se encarga de
medir, analizar y comparar los valores culturales de distintos países, se infiere
105
que, aunque los valores culturales de los países, de las distintas regiones
geográficas del mundo, no tienden a converger, sí existe una especie de
“homogeneización cultural” entre países con un elevado nivel de desarrollo. En
este sentido, Ronald Inglehart, Director de esta organización y profesor de
Ciencia Política en la Universidad de Michigan, afirma: “que es en los países
pobres donde hay menos propensión a cambios culturales por lo que en éstos
se mantienen realmente los valores culturales. Por lo tanto parece ser que el
desarrollo económico empuja a los países a una posición común en la cual
valores como la igualdad de género, la tolerancia, el buen gobierno y la
democracia (definidos por el Banco Mundial) son preponderantes ante la
tradición misma”.165
Entonces, como señala Inglehart, los procesos de industrialización
conllevan a la sustitución de “valores tradicionales” -que enfatizan, de manera
generalizada; la importancia de la religión, la obediencia, el patriotismo, la
voluntad de los hijos de hacer que sus padres se sientan orgullosos de ellos, la
no justificación del divorcio ni el aborto, y el proteccionismo económico - por los
que él llama “valores racionales-seculares”, los cuales tienden a buscar todo lo
contrario a lo tradicional. Sin embargo, la transformación de los valores no
termina con la industrialización, pues, los países con un alto desarrollo
tecnológico y de conocimiento, es decir las sociedades post-industriales, giran
nuevamente sus valores, ahora hacia una dimensión transcultural, que se
caracteriza por la apreciación subjetiva del bienestar propio y donde los valores
pueden ser de autoexpresión o autorrealización.
Estos valores de autoexpresión y autorrealización, que señala Inglehart,
otorgan prioridad al cuidado del medio ambiente, a la tolerancia de la diversidad,
y a la participación en la toma de decisiones en materia económica y política.
Con relación al cuidado de los hijos hay un cambio de la tradicional enseñanza a
165 Citado en: Golden, Sean, Cultura y sociedad: visión general, “Anuario Asia Pacífico, 2004”: [citado en julio de 2008], Disponible en Internet:http://www.anuarioasiapacifico.es/anuario2004/php/visit.php?docfi
le=ASIA_CID_351_360.pdf
106
trabajar duro y hacer bien las cosas, hacia la importancia de enseñarles a ser
tolerantes y valorar la imaginación. Por tanto, en estas sociedades la libertad
individual y la autoexpresión tienen gran valor junto con la participación política.
De ahí la importancia y el gran desarrollo de la sociedad civil en estos
Estados.166
De modo que en los países desarrollados los valores tradicionales dejan
de ser los únicos que determinan el comportamiento social, y sólo perviven
aquellos que pueden ser adaptados a la nueva realidad cultural en la que se
desenvuelven los individuos en estas sociedades, o en su defecto los valores
modernos se adaptan a la tradición si ésta es aun preponderante. Conviviendo
así, valores tradicionales junto con valores posindustriales.
La sociedad japonesa, cuyo nivel de desarrollo, tanto económico como
humano, se encuentra entre los más altos del mundo167, es un claro ejemplo de
la transición de valores netamente tradicionales, descritos en el primer capítulo,
hacia valores de carácter subjetivo, evidentemente, pasando por los valores
racionales- seculares. Actualmente, esta sociedad se encuentra en un nivel tal
de desarrollo que ha empezado su transición hacia lo que se considera valores
de una sociedad post-industrial. Aunque persiste un bagaje cultural propio, la
transculturación168 es innegable, la amplia cobertura de los medios de
comunicación; la occidentalización del consumo; y la adopción de los valores de
igualdad y democracia, ponen a este país entre las sociedades que más se han
166 Ibídem 167 El Producto Interno Bruto de este país, según el Foro Económico Mundial fue para el 2007 de 4,383.8 billones de dólares, lo cual lo coloca como la segunda economía del mundo. En: "The Global Competitiveness Report 2008-2009": [citado en noviembre 2008], Disponible en Internet: http://www.weforum.org/pdf/GCR08/GCR08.pdf
Con relación al desarrollo humano, según el Informe Sobre Desarrollo Humano 2007-2008 del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo, para el año 2005 el Índice de Desarrollo Humano de Japón fue de 0,953 ubicándose en el lugar número 8, entre los países con mayor desarrollo humano superado sólo por Islandia, Noruega, Australia, Canadá, Irlanda, Suecia y Suiza. Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo:[citado en noviembre 2008], Disponible en Internet: http://hdr.undp.org/en/media/HDR_20072008_SP_Indictables.pdf 168 Proceso gradual por el cual una cultura adopta rasgos de otra hasta culminar en una aculturación.
107
transformado, pero también, entre las que más preocupación existe por rescatar
la cultura y la unidad como nación.
Como Hatsuse Ryûhei asegura: “la modernización produce una
“asimilación global” cada vez mayor, en la que la gente acepta los mismos
valores universales de los derechos humanos y la igualdad, así como estilos de
vida estandarizados, los mismos gustos en música de rock, modas y comidas
preparadas. Pero, a pesar de ello la cultura sobrevive en la esfera privada de la
familia a través del mantenimiento de la lengua, la religión, los patrones
alimentarios, los festivales, o algunas costumbres particulares”.169
En el mismo orden de ideas, a pesar de la transformación que ha sufrido
la mentalidad japonesa, su nivel de libertad, se encuentra aun por debajo de
otros países desarrollados. En parte debido a la falta de políticas adecuadas que
respondan a las necesidades y exigencias de la población, porque esta última
cambió su conciencia quizá rápidamente pero el Estado no desea adecuarse y
continúa funcionando con la estructura política establecida desde la posguerra.
Así, se pueden identificar una serie de exigencias sociales como; la falta de
oportunidades para la mujer; algunos problemas en materia de educación; el
envejecimiento de la población; el descenso de la tasa de natalidad; el
incremento de la migración; entre otros, y el gobierno enfrenta el reto de
resolverlos adecuándose a los valores actuales de la sociedad, contrario a lo
que hizo en antaño al inculcarlos.
Sin duda el papel de la mujer en la sociedad es uno de los principales
retos y en el que más esfuerzo ha puesto el gobierno japonés para controlar y
proteger, al ser ésta el pilar moral de la familia y la principal responsable de
inculcar valores, a pesar de la igualdad que exigen, para que los hombres
tengan también la obligación de participar en la educación de los hijos.
169 Citado en: Morris, Suzuki Tessa, Op. Cit. p. 226.
108
3.1.1 EL PAPEL DE LA MUJER EN LA FAMILIA
Desde finales de la década de los cuarenta la Constitución japonesa garantiza la
igualdad de género y de oportunidades en todos los aspectos, sin embargo no
fue sino hasta 1986, cuando el gobierno inició realmente su labor en busca de la
igualdad de oportunidades para hombres y mujeres, debido a las presiones no
sólo a nivel interno sino también internacional. Sin embargo, las universidades y
el propio sistema de seguridad social han incitado a las mujeres a permanecer
en sus hogares como devotas amas de casa o en trabajos de bajo estatus y de
medio tiempo, tal como se idealizó desde la posguerra.170
Así, el papel del gobierno ha sido determinante para el mantenimiento del
ideal familiar de la posguerra, que si bien rompía con la tradición en el sentido de
que buscaba el fortalecimiento de la familia nuclear, urbanizada, donde la mujer
tiene los mismos derechos que los hombres, y es libre de participar en cualquier
actividad económica, política y social; promovía la costumbre de que la mujer
permaneciera en su hogar (aunque no estuviera obligada a ello) cuidando de sus
hijos y siendo la guía en la formación de los valores familiares.
Entonces, para tener bajo control el papel de la mujer en la sociedad, el
Estado japonés se apoyó del esquema de seguridad social y del de tributación,
así, el esposo de un ama de casa de tiempo completo, o de una esposa que
ganara menos de 10 000 dólares al año pagaba menos impuestos, y la esposa
170 Con la reforma al Código Civil en 1947, se eliminó el sistema “ie” (que otorgaba a las mujeres un estatus muy limitado, al no tener derecho a heredar, pedir el divorcio, ni quedarse con sus hijos en caso de que su esposo decidiera separarse de ella). Así el nuevo ideal de la familia provocado además por la urbanización y el crecimiento económico, promovía la estructura familiar nuclear en lugar de la extensa familia patriarcal de la preguerra: la nueva familia estaría conformada por el marido, la esposa, y dos o tres hijos que viven en una ciudad o un suburbio. Normalmente el marido sería el sostén económico de la familia y la esposa la ama de casa, pues los hijos tendrían que estar muy bien cuidados y educados por la madre. Además los hijos varones irían a la universidad para obtener un título de grado superior y las hijas tan sólo en grado medio, y permanecerían en su casa hasta que se casaran. Mita Kazue, Mujeres asiáticas
cambio social y modernidad, “Documentos CIDOB”, Serie Asia, Núm. 12. Barcelona, España, 2006. [citado en septiembre 2008] Disponible en Internet: www.cidob.org/es/publicaciones/documentos_cidob/asi
a/num_12_mujeres_asiaticas_cambio_social_y_modernidad
109
exenta de pagar seguridad social, tenía asegurada una pensión durante su
vejez.171
De modo que las mujeres que decidían trabajar de la misma manera que
un hombre, no cumplían con su rol de madre, y por tanto no tenían los beneficios
sociales que otorgaba la administración. El gobierno centraba las políticas
relativas al trabajo femenino más en la importancia de la familia que en la
verdadera igualdad para la mujer. Además, beneficiaba a la empresa privada, ya
que, al tener las mujeres incentivos para no trabajar de manera regular hubo una
constante subcontratación de éstas que trabajaban sólo tiempo parcial y por
tanto no tenían opciones de ascenso como los hombres, siempre ganaban poco
dinero, y podían ser despedidas en cualquier momento.
Sin embargo, desde hace casi dos décadas el ideal de la familia de la
posguerra ha sufrido una fractura. Cada vez son más las mujeres que participan
en el mercado laboral, no sólo porque ya no están dispuestas a tan sólo asumir
el rol de madres, sino porque los problemas económicos del país han hecho que
el salario del esposo no alcance para todos los gastos del hogar; aun más,
considerando el hecho de que las “necesidades” se han incrementado como
resultado de la occidentalización del consumo y la amplia variedad de productos
que las familias están deseosas de adquirir.
Además, cada vez aumenta más el número de mujeres que permanecen
solteras o se casan a mayor edad, actualmente contraen matrimonio hasta los
28 años en promedio, haciéndose necesario tener un empleo para mantenerse
por sí solas y desarrollarse profesionalmente. Asimismo muchas de ellas
deciden tener un hijo sólo hasta después de haber trabajado durante algún
tiempo y cuando es seguro que su trabajo podrá ser recuperado en cualquier
momento.
171 Ibídem
110
Es decir, las mujeres japonesas asumen papeles cada vez más diversos
en la sociedad. Esta situación ha sido definida, desde la década de los noventa
por el Profesor Sumiko Iwao, como la “Revolución Invisible”,172 pues poco a poco
la mujer se ha ido abriendo espacios, buscando equipararse con la posición de
los hombres, a pesar del deseo del gobierno de conservar a las mujeres como
amas de casa, más aún pese a los problemas que conlleva el hecho de que la
mujer no desee tener más de dos hijos cuando la población japonesa se
encuentra en un evidente declive.
Tabla 5. Tasa de Natalidad y Longevidad en los países desarrollados
1950
1960
1970
1980
1990
2000
País
T. E
nve
jecimie
nto
T. F
ertilida
d
T. E
nve
jecimie
nto
T. F
ertilida
d
T. E
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T. E
nve
jecimie
nto
T. F
ertilida
d
T. E
nve
jecimie
nto
T. F
ertilida
d
Japón 4.94 3.65 5.73 2.00 7.06 2.13 9.10 1.75 12.05 1.54 17.34 1.29
EE.UU. 8.26 3.02 9.19 3.64 9.84 2.46 11.21 1.84 12.21 2.08 12.28 2.01
Francia 11.38 2.92 11.64 2.72 12.87 2.47 13.97 1.99 13.99 1.78 15.96 1.89
Alemania 9.72 2.05 11.52 2.34 13.69 2.01 15.60 1.46 14.96 1.45 16.31 1.31
Italia 8.26 2.52 9.31 2.31 10.89 2.43 13.15 1.61 15.32 1.33 18.07 1.24
Suecia 10.25 2.32 11.97 2.17 13.67 1.94 16.29 1.68 17.78 2.13 17.40 1.65
UK 10.73 2.19 11.68 2.67 12.94 2.38 15.07 1.90 15.94 1.85 15.86 1.64
Nota: 1) Tasa de envejecimiento: Proporción de gente de 65 años o más del total de la población. 2) El total de la tasa de fertilidad de Alemania antes de 1990 incluye sólo a Alemania Occidental Fuente: Ministry of Health, Labour and Welfare, Labour Policy Issues in a Society with a Declining Population, “White Paper on the Labour Economy” (Edición libre de la autora) versión original, disponible en Internet: http://www.mhlw.go.jp/english/wp/l-economy/2005/index.html}
Como muestra la Tabla 5, que compara el nivel de longevidad y natalidad
de los países más desarrollados, Japón que en 1950 era el país con menor tasa
de longevidad y mayor fertilidad; para el año 2000 se convirtió en uno de los tres 172 Jones, Bronwen, Op. Cit. p.28.
111
países con mayor proporción de adultos mayores, y en el segundo país con
menor índice de natalidad, sólo superado por Italia.
El comportamiento mostrado en la tabla puede explicarse porque las
mujeres japonesas no desean tener hijos, al considerarlos, quizá, como una
limitante para sus carreras al obligarse a abandonarlas para desempeñar el rol
social de madre devota que la sociedad espera. Además, el hecho de que el
hombre no participe en la crianza de los hijos, al pasar todo el día en el lugar de
trabajo, hace que algunas mujeres consideren que no pueden cuidar más de dos
hijos. Aunado a ello, la crianza de los hijos se ha vuelto costosa, desde el punto
de vista material como emocional y la política de la división del trabajo según el
sexo se ha vuelto en este sentido ineficiente.
Otro motivo por el cual algunas mujeres no contraen matrimonio y no
tienen hijos, es el hecho de que han optado por vivir con sus padres aún siendo
adultas; habiendo concluido sus estudios; y poseyendo un trabajo relativamente
estable. Según Mita Kazue “casi el 70 por ciento de las jóvenes trabajadoras
entre 30 y 40 años viven con sus padres” viviendo de esta manera, al igual que
los varones, no tienen que contribuir al ingreso familiar, gastan la mayor parte de
su dinero en artículos de moda, viajes al extranjero o coches de moda.173 Si
estos jóvenes decidieran casarse tendrían que renunciar a muchos de estos
lujos y están tan cómodos con ello que no desean hacerlo. También porque
consideran que si se casan y pierden su empleo, debido a las presiones
económicas del país, no serán capaces de mantenerse por sí solos, por lo que
prefieren estar seguros en el hogar familiar antes que arriesgarse a perder su
calidad de vida.
De manera que la paulatina modificación del rol de la mujer en la
sociedad japonesa, ha propiciado la pérdida de control gubernamental sobre el
papel que desempeñan éstas en el ámbito social. Entonces, con el afán tener
mayor intervención, el gobierno estableció, en 1999, la Ley Básica para la 173 Mita, Kazue, Op. Cit. p. 31.
112
Igualdad Social de Género, que promueve la igualdad de oportunidades y un
entorno social no discriminatorio.174
Dicha legislación se ha convertido en la base para la implementación de
planes y programas que buscan garantizar la igualdad de género en la sociedad.
En este sentido, el gobierno creó, en el año 2001, toda una maquinaria nacional
para la promoción de ésta, la cual está liderada por el Consejo para la Igualdad
de Género, que se encarga de implementar las medidas permisibles para este
fin, así como de la formulación del Plan Básico para la Igualdad de Género, cuyo
objetivo es identificar las debilidades del gobierno, para corregirlas y garantizar a
las mujeres el trato igualitario que tanto exigen.
Así pues, la sociedad está modificando su percepción respecto al papel
de la mujer y el gobierno está trabajando por garantizar el logro de las
aspiraciones de las féminas, pero aún hacen falta muchas oportunidades para
que éstas cumplan el ideal de libertad e individualidad que adoptaron de
Occidente. Ya que el sexo femenino continúa teniendo problemas para combinar
su desarrollo profesional, con el cuidado de su familia.
Entre las razones de que las mujeres aún tengan que elegir entre su
desarrollo profesional y el rol de madres, se ubican algunas deficiencias en la
legislación. A este respecto, Mita Kazue explica la debilidad en la Ley Básica
para la Igualdad Social de Género, afirmando, que ésta, lejos de generar mayor
control ha provocado conflictos con el sector feminista al no tener un efecto
directo sobre las empresas, principales discriminadoras de las mujeres en el
174 Esta ley consta de cinco principios básicos: 1) El respeto a los derechos humanos de hombres y mujeres, tanto hombres como mujeres pueden ejercer sus habilidades libremente como individuos que son. 2) Tener en cuenta el sistema social y las prácticas sociales, donde tanto hombres como mujeres pueden realizar distintas actividades sociales estando libre de estereotipos la percepción de los roles de género. 3) La participación compartida en la planeación y toma de decisiones políticas. 4) Compartir responsabilidades en el hogar, es decir que ambos participen en el cuidado de los hijos y tienen derecho a trabajar. 5) Cooperar a nivel internacional no sólo para apoyar el desarrollo de la igualdad en otras sociedades sino ir de la mano con el entorno internacional para aplicar políticas de igualdad de género. Gender Information Site, Framework for the promotion of the gender equality / Basic Law for a gender equal society, "Woman In Japan Today 2004": [citado en agosto 2008], Disponible en Internet : http://www.gender.go.jp/english_contents/women2004/framework/f01.html
113
ámbito laboral. Además, señala que continúan faltando reglas reales contra la
discriminación, ya que la ley se centra, en realidad, en la promoción de la tasa
de natalidad. Según la especialista, el gobierno intenta nuevamente establecer
un estereotipo de “familia ideal”, el cual varía del anterior porque busca que ésta
trabaje fuera de casa pero que al mismo tiempo críe a sus hijos.175
Sin embargo, la mujer japonesa actual no sigue un estereotipo, prefiere
tener libertad de elegir: casarse o no; cuántos hijos tener; establecer una
relación con una mujer o un hombre. En fin, escoger de manera individual que
hacer con su vida, sin que la sociedad o el gobierno decidan que es lo mejor
para ella. Tal como ocurre en las demás naciones altamente desarrolladas,
cuyos valores están encaminados hacia la autoexpresión.
Pero, la dificultad de las mujeres para encontrar un buen empleo y de
tiempo completo, coloca a Japón, entre los países industrializados, como una de
las sociedades donde las mujeres tienen menor igualdad de oportunidades, tan
sólo antes de Italia. Según señala el documento White Paper on the Labour
Economy 2005 (Libro Blanco sobre la Economía Laboral del 2005): Con relación
a la participación de la mujer en la fuerza de trabajo en los países desarrollados,
en Estados Unidos las mujeres tienen mayor contribución con un 59.5 por ciento,
seguido por los Países Bajos, Reino Unido, Alemania y Francia; Japón por su
parte ocupa el penúltimo lugar con una participación de 48. 3 por ciento.176
De la misma manera, una encuesta con relación al empleo de las
mujeres, realizada por el Ministerio de Salud, Trabajo y Bienestar de Japón
revela: que el 41.9 por ciento de los japoneses considera que “la mujer debe
seguir trabajando, incuso después de tener un hijo”; el 37 por ciento cree que
“La mujer debe dejar el empleo cuando tenga un hijo y regresar a éste cuando el
niño sea mayor”. Tan sólo el 9 por ciento afirma que “la mujer debe trabajar nada
175 Ibídem 176 Ministry of Health, Labour and Welfare, Labour Policy Issues in a Society with a Declining Population, "White Paper on the Labour Economy": [citado en mayo 2008], Disponible en Internet: http://www.mhlw.go.jp/english/wp/l-economy/2005/index.html}
114
más hasta que tenga un hijo”, el 5.4 por ciento asegura que “la mujer debe
trabajar hasta que se case” y únicamente el 1.7 por ciento está convencido de
que “las mujeres no deben trabajar”.177
Los datos anteriores muestran la tendencia de la sociedad japonesa, en
general, a preferir la participación de la mujer en el mercado laboral aún
teniendo hijos. Cada vez son menos las personas que piensan que la mujer sólo
debe dedicarse al hogar, y normalmente son quienes nacieron en el periodo
inmediato a la Segunda Guerra Mundial, ya que mantienen el ideal familiar de la
posguerra.
Sin embargo, como muestra el “Informe sobre la Encuesta de
Investigación acerca de las Políticas de Apoyo para la Crianza de los Hijos” del
Ministerio de Salud, Trabajo y Bienestar: el 40.3 por ciento de las mujeres
dejarían de trabajar después de tener a su hijo, no porque lo deseen, sino
porque no podrían cuidarlo de otra manera.
Complementando la información anterior, el Estudio Básico del Empleo de
la Mujer, del mismo ministerio, señala que los hombres prácticamente no
colaboran con el cuidado de los niños; en el 2003 tan sólo el 0.44 por ciento de
los hombres ayudaba al cuidado de los hijos.178 Ellos trabajan mucho durante la
semana, lo cual les deja poco tiempo para apoyar en el cuidado de los hijos.
Lo anterior, no significa que los valores de la familia hayan desaparecido
por completo, ni que en Japón no persistan valores tradicionales., ya que, las
madres, en la medida de lo posible, inculcan a sus hijos los valores como la
disciplina y armonía con el grupo, valores milenarios de la sociedad nipona.
Aunado a ello, el Ministerio de Educación, Cultura, Deportes, Ciencia y
Tecnología (MEXT) continúa sus esfuerzos para que se preserven los valores de
la cultura tradicional, supervisando, muy de cerca, los programas educativos de
los distintos niveles escolares.
177
Ibídem 178 Ibídem
115
Entre los principales valores, que este ministerio promueve, se encuentra,
el sentido de pertenencia a una cultura única, donde debido al sistema de
relaciones verticales existen diferencias sociales y cada quien debe respetar el
lugar que le corresponde, este valor sin duda alguna es de los más
contrastantes con los valores globales, de ahí la dificultad para convivir como
grupo, ya que, quienes optan por los valores globales van en contra de los
ideales del gobierno, cuya intención es mantener la tradición lo más intacta
posible. En esta situación, la identidad cultural se debilita en la percepción
individual, al chocar los valores de las personas dentro de una misma sociedad,
pues hay quienes tienen aun muy arraigada la tradición, siendo los más jóvenes
los que adoptan más valores universales.
Por otra parte, aunque las mujeres japonesas tienen limitaciones para
cumplir su ideal de independencia y desarrollo profesional, su impacto en la
estructura y educación familiar es ya un hecho. El tradicional sistema de la
familia patriarcal que como afirma Manuel Castells, “fue el ingrediente esencial
del Estado desarrollista japonés”,179 que mantuvo la estabilidad personal y la
reproducción cultural se encuentra en claro declive.
Poco a poco se ha ido borrando la imagen de la madre abnegada cuya
principal función es la de educar a sus hijos; inculcarles valores morales; cuidar
del hogar; y someterse a los deseos de su esposo, como la estructura vertical lo
indicaba. El papel más liberal de éstas, junto con la influencia externa, suscita el
desarraigo de los valores tradicionales, principalmente, porque los hijos no
reciben la misma atención de sus madres y no tienen la instrucción moral
tradicional. Entonces, se afirma que son los jóvenes quienes mejor representan
la transformación social, al ser éstos los futuros adultos de la nación y los que se
encargarán de inculcar principios y valores a las nuevas generaciones, son una
preocupación central de los adultos y el gobierno.
179 Castells, Manuel, La era de la información: Economía, Sociedad y Cultura, Vol. II: El poder de la Identidad, México: Siglo XXI Editores, p. 282.
116
3.1.2 LOS JÓVENES Y LA EDUCACIÓN
Históricamente, la sociedad japonesa ha dado prioridad a poseer una buena
educación no sólo en el sentido del aprendizaje en ciencias y arte, sino también
en lo relativo a los valores tradicionales. Sin embargo, con la ocupación
estadounidense y la transformación económica, política y social, se agregaron
algunos valores como la democracia y libertad, en los cuales, el individualismo
se vuelve preponderante para el desarrollo personal. A decir verdad, la
educación orientada a Occidente nutrió el conocimiento científico y tecnológico
de los jóvenes japoneses, pero también los volvió, como describe Edwin
Reisschauver. “más directos, casuales, e indisciplinados, aunque también más
independientes, espontáneos y animados”.180
De modo que, es difícil emitir un juicio de valor respecto a qué tan positiva
o negativa fue la introducción de parámetros occidentales en la educación de los
japoneses, lo que si es innegable, es la contradicción que se generó, por
contraponerse el individualismo, que inculca la modernidad, con la armonía de
grupo, pilar de la sólida identidad cultural japonesa. Así en la medida en que las
nuevas generaciones adoptan el individualismo como un valor esencial para su
vida, rechazan la tradición de anteponer al grupo al momento de tomar
decisiones, y más aún la importancia de concebirse como parte de un
“nosotros”, fuertemente consolidado.
Indudablemente, la modificación de los esquemas de educación
impuestos por Occidente, desde el periodo de la posguerra, ha traído serias
preocupaciones para el gobierno japonés, que no considera que la total
occidentalización de las técnicas educativas sea ideal para el óptimo desempeño
de los estudiantes, pues este tipo de educación da prioridad a los derechos en
comparación con las obligaciones de los jóvenes, lo cual invita a descuidar la
disciplina y el respeto en las áreas de estudio.
180 Citado en: Morton, W. Scout, Op. Cit. p. 262.
117
Muestra de la inquietud del gobierno, es el “Primer Informe del Consejo de
Educación Ad Hoc de 1984”, que señala que los derechos individuales de los
estudiantes no tienen que ser tan acentuados como en Occidente, porque la
tradición japonesa anima obligaciones mutuas morales entre una autoridad
benévola y unos ciudadanos respetuosos.181 Este primer informe, buscaba poner
mayor énfasis sobre los valores tradicionales como la armonía y la cooperación,
para evitar que fueran traspasados por las nociones de individualismo de
Occidente. Ya que, si esto no se inculca desde la escuela, difícilmente se
formarán ciudadanos con la disciplina de antaño.
Sin embargo, la obsesión por los estudios entre los niños y jóvenes182,
además de la diversidad de lugares de entretenimiento y la cantidad de
actividades y juegos con que divertirse, mantienen a la juventud tan ocupada
que sus relaciones amistosas se han vuelto superficiales, dado el poco tiempo
que destinan para convivir con sus amigos.
Por esta razón, se ha afirmado, desde la década de los noventa, que, los
niños japoneses están satisfechos con un gran número de relaciones poco
profundas, y no esperan establecer relaciones profundas, como ocurría en
antaño.183 La socialización es importante para ellos, pero no es primordial
establecer grandes lazos de confianza, pues, aparentemente no poseen tiempo
para ello y tampoco están interesados en hacerlo, quizá por el alto grado de
individualidad en el que viven y la gran cantidad de personas con quienes
conviven.
181 Eccleston, Bernard, State and society in post-war japan, Gran Bretaña: Polity Press, 1989, p. 212. 182 Las familias japonesas de manera generalizada llevaron a la realidad, el ideal de “una mejor educación para un mejor futuro” a tal grado que, la enseñanza de los hijos se convirtió en una obsesión; tanto, que surgieron una serie de instituciones de educación extraescolar, cuya finalidad era complementar la educación de los niños. A pesar de que la jornada escolar es más larga en Japón que en Estados Unidos, e incluye asistir a la escuela medio día los sábados. Entonces, los centros de estudio más populares de instrucción extraescolar son los juku, los cuales representan para las familias el camino para llegar a una prestigiosa universidad y después conseguir un buen empleo, en la burocracia o empresas privadas, el cual estará garantizado de por vida y en el cual se tiene oportunidades de ascenso. Aunque hoy en día esa garantía se ha ido reduciendo. Ibídem, pp. 217-218. 183 Jones, Bronwen, Op. Cit. p.18.
118
Aunado a lo anterior, las transformaciones sociales; los desgloses
relacionados con la globalización; y el cambio común en las sociedades
posmodernas, han provocado fenómenos juveniles como: el desinterés en el
aprendizaje; el acoso a los compañeros de clase (ijime); el aislamiento; e incluso
la violencia en contra de los profesores.
Muchos jóvenes son perseguidos y acosados por algún compañero de
clase desarrollando un trastorno llamado hikikomori que se caracteriza porque
los chicos se encierran en sus habitaciones, cortan todo tipo de relación con sus
familias y dejan de asistir a la escuela. Algunos estudiantes hacen esto no sólo
por problemas con sus compañeros de escuela, sino también por problemas
amorosos, por su bajo rendimiento escolar o por la presión de la sociedad,
extremadamente competitiva. El hikkomori no es un fenómeno exclusivamente
japonés, sin embargo, es en este país donde más eco tiene. Según una
investigación de la Nihon Ho-so Kyokai (NHK), la cadena de radio y televisión
más importante de Japón, aproximadamente millón y medio de jóvenes son
parte de este fenómeno.184
Indudablemente, los problemas juveniles afectan la estabilidad familiar y
ponen en entredicho la estrategia educativa del país. Las nuevas generaciones
consideran cáducas las estructuras de jerarquía en que se ordena Japón, es
decir, tienen poco respeto por el sistema escolar, la empresa (en el caso de los
más grandes), el valor de la familia, y por la administración pública. De manera
que, tanto la escuela, la familia, la empresa como el propio gobierno, han
perdido primacía en la definición del comportamiento e identificación social. El
liberalismo económico, junto con la globalización, proporcionan una amplia gama
de parámetros de tipo cosmopolita, individual y creativo, bajo los cuales se
puede redefinir la propia identidad como japonés; y las instituciones
tradicionales, no sólo son incapaces de controlar la “revolución juvenil” en su
184 Gallego, Andrada Elena, Literatura y realidad: estudio comparativo la mirada social sobre los
hikikomori y los tumbados,” Bulletin of the Faculty of Foreign Studies”, Sophia University, No.42, 2007: [citado en octubre de 2008], Disponible en Internet: http://www.info.sophia.ac.jp/fs/staff/kiyo/kiyo42galle
go.pdf
119
contra, sino que están debilitadas lidiando con contradicciones que en ellas
mismas convergen.
De este modo, actualmente, y no necesariamente de manera
generalizada, el principal valor para los jóvenes es el individualismo, y vivir un
estilo de vida globalizado. Sin embargo, esto no significa que no persistan en
ellos, valores heredados de la tradición, sólo que muchas veces se contraponen
con el ideal universal plasmado en las revistas, en Internet, en la televisión,
etcétera. Este hecho puede ser una de las principales causas de los trastornos
psicosociales que padecen algunos jóvenes japoneses de hoy. Sus problemas
quizá, en parte, sean producto del dilema de coordinar los diversos códigos que
les llegan y que pueden ser contradictorios, por un lado desean cumplir el ideal
universal de la individualidad, la creatividad, y la apertura al exterior; y por el otro
están obligados a respetar el valor de la sumisión, la importancia del grupo, y la
afirmación de su diferencia con el resto del mundo.
Además, desde el declive económico, la incertidumbre en la sociedad
japonesa, propició un clima de inestabilidad, donde la juventud se convirtió en
una gran preocupación, porque éstos pasan gran parte de su tiempo como
esclavos del mercantilismo o se vuelven adeptos a algún movimiento de moda,
sólo se preocupan por disfrutar su juventud, y estar a la vanguardia en todo tipo
de tendencias, como si no les importara el futuro, y a pesar de que no se les
exige la dedicación de la posguerra, los adultos esperan que obtengan
excelentes calificaciones y se conviertan en fuerza productiva para el país, pero,
a algunos jóvenes parece que eso no les interesa.
Al respecto, Scott Morton añade que: “La Segunda Guerra Mundial tuvo
lugar hace más de cincuenta años, de manera que ningún joven de hoy tiene
alguna experiencia directa de la pesadilla que significó, la escasez, el deseo, la
vergüenza y la angustia. Al contrario, hasta el declive económico de la década
de los noventa la generación más joven vivía en un tiempo sin precedentes, de
paz y prosperidad, por lo que se sentían orgullosos de los logros de Japón.
120
Además, ellos han tenido un acceso instantáneo al mundo a través de la
televisión, la publicidad internacional, y el Internet. Así, las barreras de la
distancia, el idioma, la cultura se han superado como nunca antes. Los jóvenes
son del mundo en el que viven y de las aspiraciones de la gente de otros países,
principalmente de Estados Unidos”.185
Entonces, la sociedad japonesa se encuentra en cierto grado confundida,
ya que su juventud creció en la opulencia, pero con una guía moral imprecisa
que los inquieta al tener que escoger entre valores pregonados universalmente y
los valores tradicionales, que se debilitaron al desmoronarse el sistema de
familia patriarcal. Además, la pérdida de poder del gobierno, frente a los flujos de
información procedentes de diversas partes del mundo, dificulta la capacidad del
Estado, para imponer una base ideológica fuerte, que vincule a la nación como
en antaño. Como describe Eric Seizelet: “Poco a poco se pasa de un sistema
jerarquizado y autoritario a un modelo liberal e individualista en el cual las
nuevas generaciones son atraídas por valores materiales que cada vez se
vinculan menos con los objetivos de seguridad o de acumulación material”.186 Se
pasa de valores materialistas y totalitarios a espirituales y libertarios.
Asimismo, las relaciones sociales han perdido su carácter especial, las
personas han cambiando su actitud frente a la sociedad, han dejado atrás las
estrechas relaciones con la comunidad, la familia, el lugar de trabajo, o la
escuela, los individuos prefieren una amplia gama de relaciones poco profundas.
Esto se debe en parte, a que como individuos, los japoneses viven estilos de
vida distintos, lo cual conlleva a una menor interacción e intercambio que
consolide valores y costumbres tradicionales. Es decir, se están reduciendo los
canales de difusión para todo aquello que sea tradicional. La vanguardia y el
mercado globalizado han acaparado la atención de la sociedad japonesa.
185 Morton, W. Scott, Op. Cit. p. 276. 186 Citado en: Ortiz, Renato, Op. Cit, p. 205.
121
3.2 EL ESTILO DE VIDA EN LA SOCIEDAD GLOBALIZADA
La actual globalización ha alterado la manera de vivir de las personas en
prácticamente todo el mundo, y al igual que con los valores, provoca variaciones
en las costumbres según el nivel de desarrollo o nivel social que el individuo
posea. Entonces, en las sociedades más desarrolladas, en las sociedades
posindustriales, es más fácil que el estilo de vida de las personas se transforme,
absorbiendo y creando modos de vida que difieren de la tradición. Sin embargo,
no se trata sólo de la adopción de un estilo de vida creado por la imagen de la
publicidad y mercadotecnia global, la individualidad añade el elemento de la
autenticidad y libertad, por lo tanto, en las sociedades desarrolladas no es raro
encontrar personas que intentan ser auténticas, a partir de parámetros globales
o intentando romperlos. Lo cual significa “ser diferente en un mundo que tiende a
la homogeneidad”, por lo menos en relación con el estilo de vida.
Pero, ¿Dónde queda la tradición en esta madeja de hábitos y estilos de
vida? Incuestionablemente, la tradición es la que más ha perdido, primero frente
a la idea de modernidad. En su afán por ser modernos, gobiernos de muchos
países poco desarrollados, junto con sus sociedades, se empeñaron por adoptar
o adaptar elementos traídos del exterior -léase Occidentales- dejando de lado,
en mayor o menor medida, factores tradicionales de su organización política,
económica y social.
Actualmente, los Estados modernos se encuentran en una nueva etapa
de adaptación de agentes foráneos, motivados por la tecnología de la
información, lo cual parece estar deteriorando más tradición. En palabras de
Renato Ortiz: “la tradición, a pesar de su diversidad y riqueza, ya no posee el
poder de organizar a la sociedad como un todo. Su manifestación empírica es
evidente, y se materializa en objetos y costumbres, sin desempeñar no obstante
el papel sociológico que anteriormente detentaba”.187 En este sentido, las
instituciones tradicionales; la familia; la comunidad; o el Estado, dejan de definir 187 Ibídem, p. 244.
122
el estilo de vida de la sociedad, cediendo su lugar a agentes que no tienen
origen nacional ni objetivo social determinado.
Pero no se puede ser dogmático respecto a lo anterior, la globalización no
tiene un impacto uniforme, ni preciso en ninguna sociedad, y tampoco totalmente
positivo o negativo. Es tan sólo un fenómeno que penetra la vida de las
personas y según el bagaje cultural propio, imprime una imagen en las mentes y
de ahí el impacto que tenga en la vida de alguien. Por lo tanto, aun se
encuentran sociedades o grupos sociales que lejos de buscar incorporarse a la
ola globalizadora tratan de reafirmar sus valores y costumbres tradicionales
alejándose de todo aquello que tenga el sello de la globalidad.
No obstante, la cuestión que atañe es la del desarraigo de la tradición en
sociedades altamente globalizadas, por ser éste el caso japonés. En estos
casos, la tradición lejos de ser el ente determinante del carácter de la sociedad,
parece estarse convirtiendo, en la memoria histórica de la nación o parte del
marketing internacional. Ya que, las costumbres, tradiciones y demás elementos
originarios de una sociedad se están volviendo productos de la industria cultural,
y la globalización al ir minando la tradición cultural, ha desconfigurado lo que
antes conformó a la sociedad; las relaciones sociales, en el lugar de trabajo, la
escuela, y la comunidad, han perdido profundidad y ahora tienden a no ser más
que relaciones superfluas que no sobrepasarán al individualismo.
De esta forma, pareciera que la sociedad japonesa se ha desvinculado de
su estilo de vida tradicional, pocas personas viven acorde a las costumbres y
tradiciones de antaño. Siendo, este país, uno de los más desarrollados,
vanguardistas y globalizados del mundo, no sólo vive y convive según sus
principios y tradiciones. Sus costumbres han pasado a ser más un producto para
vender al exterior o un valor que se intenta rescatar sólo para mostrar un retrato
particular de lo que implica Japón. Paradójicamente, son las relaciones con el
exterior las que incitan a la promoción de costumbres “originarias”, dichas
relaciones van desde atraer turismo hasta inversión. Sin embargo, al interior de
123
la sociedad, algunas de estas costumbres promovidas podrían incluso pasar
desapercibidas, tornarse ajenas o practicadas sólo como parte del ocio, y no
como una forma de vida.
3.2.1 LA SOCIEDAD DEL CONSUMO
Una de las principales herramientas de la globalización cultural es sin duda el
consumo de una amplia gama de productos de diversas partes del mundo. En
un primer momento, las estrategias de marketing, cuyo origen es ya global,
bombardean a las personas; de información de uno u otro producto, el cual
deben adquirir por tal o cual razón, provocando una fijación por obtener toda una
gama de productos que no necesariamente son útiles pero que algunas
personas creen necesitar y consideran parte de su bienestar, se produce así,
una sociedad consumista. Después, el consumir determinado tipo de productos
provoca un impacto en el estilo de vida, dado que éstos a veces influyen en las
decisiones acerca de cómo un individuo vive su vida y convive con los demás.
Japón es una de estas sociedades consumistas. El consumo ha adquirido
importancia central en la vida cotidiana de todos los japoneses, como la mayoría
de la población se concentra en las grandes ciudades, existe una especie de
compromiso con el consumo como una forma de vida, mismo que se ve
reforzado por la saturación de los medios de comunicación, la intensidad de la
publicidad y los flujos de información de todo el mundo. En este tenor, existen
cambios en las costumbres, provocados por la completa expansión y
penetración del consumo desde la década de 1960.
Pese a ello, los japoneses son consumidores muy informados y exigentes,
lo cual le da al individuo mayor margen de discreción para discriminar productos
y elegir tan sólo los que considere estéticamente sofisticados. Aunque de
ninguna manera esto signifique que con un sinfín de sitios para el consumo los
124
japoneses estén exentos de la influencia del consumo en la vida cotidiana. Sin
embargo, existe una paradoja en los efectos de éste sobre el comportamiento de
la sociedad; por un lado, fomenta el individualismo y la libertad de elección tanto
de objetos como de estilos de vida; y por otro, existe una estandarización en los
productos consumidos -contrario a lo que ocurre en Occidente la diversidad de
presentaciones o imágenes de un producto o servicio no es atractivo para los
nipones- de modo que no hay una verdadera diferenciación en productos
similares.
En la misma línea, y parafraseando a John Clammer: el acto del consumo
en la sociedad japonesa tiene un efecto en la cultura, ya que el estilo de vida se
produce en gran medida (lo cual no ocurría en el pasado) a través de la cultura
del consumidor. Esto ha provocado una profunda y a la vez sutil transformación
que impregna a toda la sociedad, y sin el conocimiento de la historia moderna de
Japón, simplemente no podría comprenderse. Pues, a pesar de la influencia que
tiene el marketing en la sociedad, existe todavía una fuerza centrípeta que
intenta mantener el propio rostro de su cultura ante el embate de la
globalización. Esta fuerza a través de los empresarios o intelectuales trata de
crear opinión y administrar imágenes de la identidad nacional, a nivel global y
nacional, a nivel interno dicha función es realizada por los profesores en las
aulas.188
De manera que, las elites, cuyo grado de conciencia de la transformación
japonesa es más claro, se esfuerzan por preservar la tradición del país y
conservar la idea de un Japón homogéneo, aunque nunca haya sido
necesariamente cierto, con una sólida identidad cultural, la cual refuerza a su
vez a la identidad nacional, ya que fue la conciencia de una sola cultura la que
permitió el sentido de nación dentro del país. Así mientras que los empresarios e
intelectuales promueven la cultura japonesa en el exterior, en el nivel interno
188 Clammer, John, Contemporary urban japan. A sociology of consumption, Gran bretaña: Blackwell publishers, 1997, p. 20.
125
junto con los profesores intentan crear conciencia de la identidad del país entre
la población más desvinculada de la tradición, los jóvenes.
Este efecto, Stuart Hall lo explica de la siguiente manera: “la gente en la
más reciente era industrial está a la vez cosida y descosida. Cosida fuertemente
a la comunidad local y moral; y al mismo tiempo descosida desde el momento
que participa en una elite global de la cultura del consumo” En el primer sentido,
se encuentra cosida porque está anclada a las raíces de Japón. En el trabajo, la
escuela y la familia, las personas están obligadas a cubrir las imágenes ideales
de la sociedad madura. Por ejemplo las amas de casa deben ser modestas,
sensibles a los demás, también poseer un lenguaje apropiado, y modales. En el
segundo sentido, que refiere el “intercambio con el exterior”, hay una tendencia
al desarraigo de los vínculos sociales, al estar cada persona invitada a prestar
atención sólo así misma y a su grupo de amigos, con el fin de satisfacer sólo
deseos individualistas entre los que se incluye el ocio, los viajes y adquisición de
bienes que se encuentran en todo el mundo como parte del circuito del
consumo.189
Así pues, la dimensión económica de la globalización impacta la
dimensión cultural, a través del comercio de mercancías y servicios, que en un
primer momento llevan a cabo los países como parte del sistema económico
mundial. Evidentemente, no son todas las mercancías, que se comercializan
entre estos países, las que llevan a un cambio o transformación de algunos
aspectos de la cultura como los hábitos y costumbres, que se enmarcan en el
estilo de vida. Los productos comercializados, a que se hace referencia con la
influencia del consumo en el modo de vida de las personas, son principalmente
los bienes y servicios culturales, enmarcados en lo que Horkhaimer y Adorno, de
la Escuela de Frankfurt llamaron industria cultural. Que inició su auge desde la
década de 1980, y en la sociedad de la información son considerados el
componente más importante, al expandirse a un ritmo sin precedentes.
189 Citado en: Skov, Lise y Brian Moeran, Women, media and consumption in Japan: Estados Unidos: University of Hawai’I press Honolulu, 1995, p. 146.
126
3.2.2 LA INDUSTRIA CULTURAL EN LA DETERMINACIÓN DEL ESTILO DE VIDA
Uno de los mayores exportadores de bienes y servicios culturales es Japón,
pero, al igual que varios países desarrollados se encuentra, también, en el
extremo receptor de los mismos. Según el informe de la Organización de las
Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO),
“International Flows of Selected Cultural Goods and Services, 1994-2003”, Japón
exportó en el 2002: 1, 805, 132 miles de dólares en bienes culturales, de los
cuales el 66 por ciento fue de medios audiovisuales entre los que se incluyen
juegos de video y películas. Sus importaciones de bienes culturales fueron de 2,
014, 173 miles de dólares, de los cuales el 36 por ciento fue de medios
grabados, de los cuales un gran porcentaje se refiere a música, el 16 por ciento
libros y 6 por ciento periódicos y revistas.190
Entonces, la mayor parte de los bienes culturales importados por Japón
tienen que ver con la música, misma que proviene principalmente de Estados
Unidos. Desde mediados de la década de 1950, con la entrada al mercado
japonés del rock and roll de Elvis Presley, este género se propagó en el gusto
del público japonés y a partir de ese momento, se estableció el patrón de
importar cada uno de los géneros nuevos de la música popular occidental
(principalmente la estadounidense), además de que surgieron gran número de
bandas nacionales de música occidental, fenómeno conocido por el término J-
pop.
Sin embargo, el consumo de productos culturales de origen extranjero no
ocurre sólo a través de la importación de bienes y servicios. Algunas compañías
trasnacionales se han establecido en Japón y desde ahí elaboran productos con
contenido cultural extranjero para después distribuirlos entre el mercado
japonés, donde tienen ya gran aceptación. Entre estos bienes culturales, los más
populares son las publicaciones periódicas, principalmente revistas enfocadas al 190 Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), International flows of selected cultural goods and services, 1994-2003: [citado en octubre 2008], Disponible en Internet: http://www.uis.unesco.org/template/pdf/cscl/IntlFlows_EN.pdf
127
público femenino. La publicación de revistas extranjeras dentro de Japón, inició
a finales de la década de 1970 y hoy algunas de ellas se encuentran
ampliamente consolidadas. Así, por ejemplo, entre 1980 y 1985 ediciones
japonesas de revistas occidentales como Cosmopolitan (1980), Elle y Marie
Claire (ambos en 1982) se pusieron en marcha.191
Indudablemente, son las revistas las que mayor influencia tienen en la
determinación del estilo de vida de los japoneses, particularmente en las
mujeres, ya que ofrecen ideas e imágenes de la manera cómo hay que
comportarse, cómo vestirse, qué comer, cómo decorar el hogar, qué tipo de
música escuchar, en fin una serie de parámetros que debe cumplir toda mujer
cosmopolita. La imagen de mujer que se presenta en estas revistas es,
obviamente, la imagen de la mujer occidental, incluso para describirlas se
utilizan términos en Inglés, que después son incorporados al lenguaje común en
Japón, incrementando el número de prestamos lingüísticos en el vocabulario del
país, de modo que es más grande la cantidad de palabras extranjeras
incorporadas al lenguaje japonés que las palabras japonesas que se han
incorporado a otros idiomas.192
Entre los ideales y el estilo de vida, prescrito por las revistas, predomina
la imagen de la mujer independiente y liberal, lo cual se presenta como una
alternativa a las tendencias de la sociedad tradicional, donde el principal ideal de
la mujer es casarse y formar una familia. De este modo, las revistas inducen a la
mujer a posponer el matrimonio, cada vez más, y a pensar demasiado antes de
decidir tener un hijo, éstas se han convertido en el espacio donde las japonesas
191Assmann, Stephanie, Japanese Women's Magazines: Inspiration and Commodity “Electronical Journal of Contermporary Japanese Estudies”: [citado en octubre 2008], Disponible en Internet: http://www.japanesestudies.org.uk/discussionpapers/Assmann/html 192Al mismo tiempo que continúa la acuñación de nuevas palabras, es común que se empleen palabras occidentales tal como aparecen en su uso regular, por ejemplo, volunteer (voluntario), newscaster (presentador de noticias), etc. Los hablantes japoneses también han inventado palabras seudo-inglesas, como nighter, para los juegos nocturnos, y salaryman, para el trabajador asalariado. Esta tendencia se ha incrementado notablemente en años recientes. Web Japan, Lengua Japonesa: Una rica combinación de influencias externas e innovación interna “Ficha informativa sobre Japón”: [citado en febrero 2009], Disponible en Internet: http://web-japan.org/factsheet/es/pdf_Spanish/S20_religi.pdf
128
encuentran una alternativa a los discursos dominantes de las tradicionales
instituciones culturales, como son la familia, la escuela y el trabajo. Así pues,
mientras las instituciones reprimen a las mujeres, estas encuentran, en las
revistas, plena libertad.
Asimismo, estas revistas que se centran principalmente en cuestiones de
consumo, proporcionan información sobre las últimas tendencias de moda,
cosméticos, estilo de vida, restaurantes y eventos culturales. Incluso, algunas de
ellas, informan sobre nuevas tendencias en educación, cursos de idiomas y uso
de computadoras; o se concentran en temas específicos, como el hogar;
aparatos eléctricos; o almacenamiento en las pequeñas casas japonesas. Es
decir, muestran toda una gama de imágenes acerca del modo en que debe vivir
una “mujer moderna”. Generan pautas de consumo de tipo individualista y otras
costumbres como; el interés por la moda, por los viajes o por el placer, lo cual
entra en clara contradicción con las costumbres japonesas del cuidado de la
familia, el ahorro para la vejez, entre otros.
De forma que, las lectoras de estas revistas, asumen un compromiso
como parte de la elite cosmopolita, se identifican a través de su identidad sexual
y se alejan poco a poco de la tradición de asumirse en primer lugar como
japonesas dentro de un esquema de relaciones jerárquicas, provocando así, un
desequilibrio en la organización y el carácter de la sociedad nipona. Con relación
a la identificación, estas revistas enfatizan en la formación de grupos y
subgrupos de identificación a través de la diferenciación de género, grupo de
edades o diferencias socioeconómicas. Dejando de lado la primacía de la
identificación cultural. Una clara clasificación entre las revistas enfocadas: al
público adolescente, a las mujeres en los veinte, a las mujeres entre 25 y 30
años, entre otras. Además, enfatizan las desigualdades socioeconómicas,
existen revistas para el público más pudiente y las hay para jóvenes con
menores ingresos.
129
Estas clasificaciones de las revistas permiten una identificación de
subgrupos, y con base en las prescripciones dadas, según el tipo de revista, las
mujeres deben arreglarse, vestirse, y disfrutar. Es decir, éstas cubren toda la
gama de posibilidades en que puede vivir una mujer, para convertirse alguna de
éstas en la guía de su estilo de vida,193 dejando las costumbres a un lado.
En este sentido, muchos de los aspectos que conforman el estilo de vida
de un japonés han cambiado en mayor o menor medida. En las zonas urbanas,
por ejemplo, en donde más notoria es la desvinculación entre el modo de vida
moderno y el tradicional, aspectos tan cotidianos como: la forma de vestir, tanto
de hombres como mujeres; la manera como se decoran o construyen los
hogares; los patrones de alimentación; la manera de administrar el tiempo libre y
los ratos de ocio, ha ido cambiado paulatinamente.
Lo anterior no necesariamente significa que no se mantengan aspectos
tradicionales, pues, se ha producido una especie de sincretismo, en el sentido
que muchos japoneses, no sólo reproducen las ideas e imágenes provenientes
del exterior, sino que las adaptan a su modo de ser y conforman estilos de vida
tan variados que no encajan con lo tradicional ni con lo moderno, al ser más una
combinación de hábitos tradicionales con imágenes del estilo de vida moderno y
vanguardista, difundidas globalmente.
No obstante las características del estilo de vida de la sociedad japonesa,
contemporánea, no son sólo resultado de la penetración de la industria cultural
de otros países, su influencia sí llega a ser determinante para el desarraigo de la
tradición. En el caso de la forma de vestir, por ejemplo, difícilmente se encuentra
en Japón a mujeres jóvenes portando el tradicional kimono194, de no ser que
estén asistiendo a alguna festividad especial como: el hatsumode (la primera
193 Ibídem 194 Lo visten, regularmente, sólo: algunas personas mayores que lo han vestido desde su juventud, las camareras en ciertos restaurantes tradicionales; o gente que da o toma clases, de artes y costumbres japonesas tradicionales, como la danza japonesa, la ceremonia del té o arreglos florales. Web Japan, Moda :
De los trajes de la corte a las marcas de diseñadores, “Ficha Informativa sobre Japón”: [citado en octubre 2008], Disponible en Internet: http://web-japan.org/factsheet/es/pdf_Spanish/S34_fashio.pdf
130
visita a santuarios o templos en Año Nuevo), el shigoto-hajime (primer encuentro
del año en el lugar de trabajo), seijinshiki (ceremonias que celebran la mayoría
de edad de los jóvenes), a ceremonias de graduación en universidades, a
bodas, otra celebración importante o fiestas formales.195
Las jóvenes japonesas buscan estar al último grito de la moda parisina,
newyorkina o, en su defecto, diseñar sus propios atuendos tomando elementos
de muchos lugares. Así, por ejemplo existen en Tokio, barrios completos, como
la estación Harajuku, enfocados a la venta de productos de moda, producidos
tanto en Japón como el extranjero, donde los jóvenes se reúnen no sólo para
comprar sino para mostrar sus combinaciones de atuendos, lo cual incluso se
han vuelto un atractivo turístico.
Más allá de las transformaciones relacionadas directamente con el
consumo, una de las principales preocupaciones del gobierno y parte de la
sociedad, es el modo en que hoy en día ocurren las relaciones con la
comunidad, con la familia y en el lugar de trabajo, pues está muy relacionado
con la pérdida del valor de la armonía (wa). Al encontrarse los japoneses tan
inmersos en diversas actividades, cumpliendo distintos roles, dentro de las
ciudades cosmopolitas, difícilmente encuentran tiempo para convivir e
intercambiar con vecinos, compañeros de clase o de trabajo. Pues, como parte
de la elite cosmopolita, con la idea del individualismo y la libertad, éstos realizan
actividades, según su particular punto de vista, sin importar si en ellas conviven
o no con más personas.
195 Ibídem.
131
3.2.3 LAS RELACIONES SOCIALES: LA FAMILIA Y LA COMUNIDAD Las relaciones estrechas, con la familia, con los miembros de la comunidad, o
con sus compañeros de trabajo, ayudan a conformar muchas de las actitudes y
modos de comportarse de una persona, es decir, afecta su estilo de vida.
Además ayudan a llevar una vida más confortable, al tener personas cercanas
con quien compartir ideas e intercambiar puntos de vista acerca de una situación
determinada. Sin embargo, en una sociedad tan inmersa en la globalización,
como la japonesa, hay una tendencia hacia el menosprecio de este tipo de
relaciones, muchas personas las consideran innecesarias, pues tienen muchos
ámbitos donde convivir con distintas personas aunque ni siquiera las conozcan.
De este modo, hombres y mujeres de entre 30 y 40 años pasan cada vez
menos tiempo con sus familias, y entre las principales razones que el gobierno
ha identificado se encuentran, principalmente, las largas horas de trabajo que
tienen durante la semana.196 Las repercusiones de esta tendencia están
directamente relacionadas con la educación de los más jóvenes, ya que el
horario de trabajo deja poco tiempo a los padres para disciplinar a sus hijos,
quienes a su vez prefieren ocupar su tiempo libre a solas o en actividades con
algunos de sus amigos, que con su familia.
Obviamente, las relaciones familiares son aún estrechas, y con respecto a
otro tipo de relaciones sociales, como las comunitarias o laborales, son las que
menos se han debilitado, aun así son una preocupación para el Estado por la
importancia que tiene la familia para la cultura. Muestra de ello son los
constantes estudios que realiza la Oficina del Gabinete para identificar las
tendencias y tratar de buscar solución a los problemas.
Esta oficina cada año realiza un informe titulado, “Libro Blanco sobre el
Estilo de Vida Nacional” (White Paper on the National Lifestyle) y en el del año
196 Cabinet Office, A comfortable way life for the Japanese, founded on personal relationships, “White Paper on the National Lifestyle 2007”: [citado 08 octubre 2008], Disponible en Internet: http://www5.cao.go.jp/seikatsu/whitepaper/h19/06_eng/chapter1.pdf
132
2007, se observa, tal como se aprecia en la Figura 3, que: para 1985 el 57.9 por
ciento de las personas pasaba más de tres horas diarias con su familia, y para el
2005 tan sólo lo hacia el 50.8 por ciento.197 Entonces, hay una tendencia hacia
una menor convivencia familiar, lo cual trae consigo una menor disciplina en
valores tradicionales a los hijos y un mayor desarraigo de la familia.
Figura 3: Tiempo durante el espacio de un día en que toda la familia está unida
Fuente: Cabinet Office, “White Paper on the National Lifestyle 2007: A comfortable way life for the Japanese, founded on personal relationships” (Edición libre de la autora), versión original, disponible en Internet: http://www5.cao.go.jp/seikatsu/whitepaper/h19/06_eng/chapter1.pdf
Sin embargo, esto no parece ser de gran preocupación para las personas
en general, éstas se encuentran completamente inmersas en un estilo de vida
tan complejo que consideran quizá que el hecho de convivir menos con la familia
no es para nada un problema, creen lógico que cada miembro del hogar tenga
distintas actividades que realizar por su cuenta. Esta tendencia se observa en la
Figura 4, del mismo estudio: Poco más del 80 por ciento de los encuestados
consideran pasar suficiente tiempo con sus familias. Y son los hombres de más
de cuarenta años los más preocupados por el tiempo de convivencia familiar, lo
197 Ibídem
133
cual puede explicarse porque son los que más tiempo pasan en el trabajo y
también los que más conciencia tienen de la tradición de una familia unida.
Figura 4: Disponibilidad de tiempo para pasar con la familia
Fuente: Cabinet Office, “White Paper on the National Lifestyle 2007: A comfortable way life for the Japanese, founded on personal relationships” (Edición libre de la autora), versión original, disponible en Internet: http://www5.cao.go.jp/seikatsu/whitepaper/h19/06_eng/chapter1.pdf
Respecto de las relaciones con la comunidad, en la actualidad, a
diferencia que en antaño, pocas personas poseen vínculos profundos con sus
vecinos o personas de su propia comunidad. Ahora, las relaciones con los
vecinos son más superficiales y cada vez son menos las actividades que los
unen. Siguiendo el estudio de la Oficina del Gabinete, tan sólo el 16 por ciento
de los encuestados dijo tener relaciones estrechas con sus vecinos. Además, el
51 por ciento ni siquiera participa en algún tipo de actividades con éstos y el 35
por ciento sólo lo hace pocas veces al año. Aunqe, alrededor del 30 por ciento
está conciente de que los vínculos con la comunidad se han deteriorado con
respecto a hace 10 años.
Lo anterior, ciertamente trae repercusiones en la formación de los valores
y la conservación de un estilo de vida más apegado a las tradiciones. Se aprecia
134
así, que hay un deterioro de las habilidades educacionales de la comunidad,
pues ya no hay un intercambio sobre la educación de los jovenes entre vecinos.
Del mismo modo, ya no es común que entre vecinos se apoyen en el cuidado de
los hijos, no existe confianza para comentar problemas de los hijos, o pedir
consejos acerca de su cuidado. Y el cuidado mutuo de los hijos es una fuerte
causa para el intercambio entre vecinos.
Figura 5. Las habilidades educacionales comparadas con la época de la niñez de la gente, y las razones para su deterioro
Fuente: Cabinet Office, “White Paper on the National Lifestyle 2007: A comfortable way life for the Japanese, founded on personal relationships” (Edición libre de la autora), versión original, disponible en Internet: http://www5.cao.go.jp/seikatsu/whitepaper/h19/06_eng/chapter2.pdf
Pero, existen una serie de razones, que identifica la propia sociedad, por
las cuales los padres ya no conviven con otros padres, como puede apreciarse
en la Figura 5: del 55 por ciento que considera deterioradas estas relaciones, la
mayoría encuentra la razón en el incremento del individualismo; la creciente
135
inseguridad; el poco tiempo de que disponen para hacer amigos en la
comunidad; y el hecho de que muchas madres trabajan.
Por otra parte, las relaciones con los colegas de trabajo de igual manera
se han debilitado, no sólo por el individualismo de los trabajadores, sino también
por los esquemas de trabajo a tiempo parcial o porque la difusión de la
tecnología de la información en las oficinas permite que muchas personas
trabajen por su propia cuenta y cada vez sea menos vital la interacción personal
con el resto de los trabajadores de la compañía.
Entonces, las relaciones paulatinamente se han vuelto más frágiles,
debido a los cambios en el entorno tanto económico como social. Las actitudes
de los miembros de una familia o una comunidad son más individualizadas. Si
bien es cierto que éstas no han desvinculado totalmente a la familia, sí lo han
hecho con las relaciones comunitarias y laborales. Y entre los factores que el
propio gobierno ha identificado se encuentran: las mejoras en la calidad de vida;
la comodidad; la diversidad de programas de televisión; la cantidad de máquinas
recreativas; y el avance de la tecnología de la información, principalmente
Internet.198 Por lo que existe una tendencia hacia relaciones menos intrusivas.
Ante la pérdida de relaciones estrechas, es posible que la sociedad esté
perdiendo el confort espiritual y la satisfacción de compartir de la mejor manera
con los demás, estando en armonía con la comunidad y la familia. La falta de
este tipo de relaciones no permite la creación de valores comunitarios, que se
forjan por medio de la ayuda y cooperación con otras personas. Este hecho
genera un estado de tensión e insatisfacción con la vida y lleva a buscar, en
actividades como el consumo, llenar el vacío que deja el hecho de vivir una
sociedad tan informatizada y al mismo tiempo incomunicada.
198 Cabinet Office, A comfortable way life for the Japanese, founded on personal relationships “White Paper on the National Lifestyle 2007”: [citado en octubre 2008], Disponible en Internet: http://www5.cao.go.jp/seikatsu/whitepaper/h19/06_eng/conclusions.pdf
136
Ya que si bien es cierto que existe tecnología para comunicarse en
cualquier momento y a cualquier parte del mundo, muchas veces un individuo no
encuentra, dentro de su multiplicidad de actividades, espacio para comunicarse,
incluso con su propia familia. Y es en este momento, en que el malestar se
vuelve tal, que algo es necesario hacer algo para romper con el círculo vicioso
que lleva el estar inmerso en una sociedad tan enmadejada y tan plástica, a la
que es difícil quizá encontrarle sentido.
3.3 LA RESPUESTA DE LOS JAPONESES A LA GLOBALIZACIÓN
La globalización, junto con factores como el rápido desarrollo económico y
tecnológico, ha hecho evidente el sinsentido que vive una sociedad tan
cosmopolita como lo es la japonesa, y eso indudablemente trae consecuencias
en la búsqueda del bienestar de los individuos, quienes están preocupados ya
no por cuestiones materiales, sino más bien por las espirituales o morales. Al
estar las personas tan inmersas en ésta, influidas por distintos pensamientos,
culturas, valores o patrones, es probable que busquen su individualidad, salir de
lo cotidiano, y traten de diferenciarse de sus semejantes.
De este modo, la identidad individual adquiere un papel preponderante, el
individuo busca afirmar su identidad individual y sobrepasar a la colectividad, ya
que la identidad colectiva en determinado momento se convierte en un obstáculo
para el desarrollo pleno de la libertad y los intereses individualistas. Dado que el
reconocimiento de una identidad colectiva o más precisamente, la identidad
cultural, es a la vez el reconocimiento de valores y normas que es necesario
respetar y por tanto se pierde el libertinaje al que incita el individualismo.
Como señala Corina Yturbe: “el hombre moderno se define ante todo por
una identidad individual, por actividades, creencias y valores que él reivindica
como propios y válidos, incluso en las confrontaciones con los colectivos a los
137
que pertenece, adhiriéndose a ellos sólo en la medida en que es compatible con
su propia identidad. Ese hombre que fue o incluso sigue siendo parte de la
cultura de masas, que se ha dejado influenciar y manipular por los medios de
comunicación, al cual el Estado limitó y moldeó a sus intereses a través de sus
aparatos ideológicos –religioso, familiar, jurídico, político, sindical, informacional,
y cultural- busca ser él mismo e intenta reivindicar sus derechos, ya no como
humano sino como individuo”.199
Además, este individuo, está inmerso en la globalización y convive con
diferentes identidades culturales, de los diferentes Estados, por lo que siente la
necesidad de buscar su propia identidad, la cual en todo momento es
comparable con las demás. Así, se identidad tanto individual como colectiva, no
está claramente definida, y no depende, ya, únicamente de la identidad cultural,
e incluso no es sólo una, alguien puede identificarse en un primer momento
como nacional de un país, luego como perteneciente a una etnia y al mismo
tiempo como hombre o mujer.
En este tenor, Manuel Castells hace una interesante distinción respecto a
la creación de las identidades en el contexto de la sociedad moderna. Por un
lado, encuentra la “identidad legitimadora” que es introducida por instituciones
dominantes de la sociedad y su objetivo es extender y racionalizar su
dominación frente a los actores sociales, ésta impulsa el nacionalismo. Por otro,
destaca la “identidad de resistencia” la cual es creada por aquellos individuos
que se encuentran en posiciones devaluadas o estigmatizadas, por la lógica de
la dominación, por lo que buscan crear una resistencia oponiéndose a las
instituciones que rigen la sociedad. Finalmente, la “identidad proyecto”, que
califica como aquella en la que los actores, con base en los materiales culturales
de que disponen, construyen una nueva identidad que redefine su posición en la
199 Centro Latinoamericano de la Globalidad, Visión crítica de la globalidad, “Cuadernos de la globalidad”, México: CIDE, 1998, p. 226.
138
sociedad y con ello buscan transformar la estructura social, un ejemplo de ello
es el feminismo.200
Así, la multiplicidad de identidades en las cuales un individuo, en este
caso el japonés, está inmerso, genera, a veces, un conflicto consigo mismo,
pues el estar en contacto con diferentes influencias y posibilidades de
desenvolverse en la sociedad, cae en un sinsentido y prefiere aislarse de la
sociedad o unirse a grupos de personas que de la misma manera no encuentran
un espacio en la sociedad moderna. De ahí, que en Japón existan muchos
problemas sociales relacionados con el comportamiento de los jóvenes201, así
como movimientos de moda que pretenden la reafirmación de identidades
individuales.202
Entonces, sociedades como la japonesa llegan a tal nivel, que
nuevamente se vuelve necesario creer en algo, pertenecer a un grupo
determinado. La individualidad crea un vacío que se busca llenar a cualquier
costo. Es en este tenor en que la tradición empieza a cobrar sentido, los grupos
étnicos empiezan a ser añorados, y los valores tradicionales se vuelven más
necesarios que nunca, al no existir reglas fijas ni parámetros de actuación frente
a la exacerbada libertad.
200 Castells, Manuel, Op. Cit. p. 30. 201 Makoto Watabe, divide los problemas juveniles en tres categorías: Los problemas en las escuelas (ijime,
la intimidación a los estudiantes más débiles; el ausentismo escolar; la interrupción en las aulas, que no permite a los maestros dar su clase; la disminución del desempeño educativo); el comportamiento atípico (conductas criminales); y los jóvenes asociales (no tienen un compromiso real con la sociedad y no desean asumir el rol de adultos). Watabe, Makoto, Youth Problems and Japanese Society, The Japan Foundation Newsletter, Vol. XXVIII, Num. 3-4, Junio 2001, [citado en febrero 2009], Disponible en Internet: http://www.jpf.go.jp/e/publish/periodic/jfn/pdf/jfn28_3_4.pdf 202 “Las chicas japonesas actuales pertenecen, no obstante, a una época mucho más emancipada, las chicas de Tokio, principalmente, rivalizan en extravagancia y originalidad: colores fluorescentes, abrigos de pieles de imitación en colores ácidos, minifaldas muy cortas y plataformas altas que componen un look chocante que pone en evidencia la búsqueda de una identidad y la mutación del rol femenino en la sociedad japonesa. Además de seguir un código en el vestir, se trata también de cambiar la imagen para adaptarla a los clichés de las portadas de las revistas: cabellos rubios descoloridos, tez exageradamente bronceada, maquillaje exacerbado que construyen una máscara social y creadora de identidad común. Como una respuesta de la subcultura a la tradición japonesa”. Fundación Joan Miró “Tomoko Sawada – Identidades, 08 Mayo 2008”, [citado en febrero 2009], Disponible en Internet: http://fundaciomiro-bcn.org/exposicio.php?idioma=6&exposicio=919
139
3.3.1 LA DIVERSIDAD DE IDENTIDADES EN LA SOCIEDAD ACTUAL
En la actualidad, la construcción de identidades ya no tiene que ver sólo con el
imaginario creado por instituciones como el Estado, la escuela o la familia. La
globalización ha traído consigo una multiplicidad de símbolos e imágenes con
las que un individuo se puede identificar. En términos de Castells la “identidad
legitimadora” (Identidad Nacional) no es la única fuente identitaria de las
personas. Ya que el nacionalismo ha perdido su sentido unificador y las
instituciones políticas están perdiendo fuerza para controlar y definir el
comportamiento y estructura de la sociedad.
Con relación al nacionalismo, por ejemplo, el discurso del Nihonjinron,
que desde la década de 1960, difundido por la elite intelectual de Japón, se
convirtió en la ideología central que determinó la identidad nacional del Japón de
la posguerra. Entendiéndose ésta como la identidad de un pueblo homogéneo
constituido por una única raza, con una sociedad única y un único patrón cultural
que forma el comportamiento social. Ha perdido cierta vigencia ante las nuevas
discusiones acerca del multiculturalismo y al hacerse evidente que la
“homogeneidad japonesa” era más un mito que una realidad.
Además, desde el fin de la guerra, el papel del Estado en la creación y
difusión de la ideología de identidad es mucho menor que durante el periodo
previo. En palabras de Harumi Befu “No hay policía secreta, ni textos sobre
moralidad en las escuelas, la coacción del Estado es menos abierta, más sutil e
indirecta”.203 Así que fueron principalmente los intelectuales, y los medios de
comunicación los que en los años de la internacionalización propagaron el
discurso del Nihonjinron y ahora son ellos quienes se han encargando de
debatirlo. De modo que el Estado tan sólo lo ha aprovechado para sus propios
fines porque no tiene control absoluto de la ideología como en antaño.
203 Burgess, Chris, Op. Cit.
140
Asimismo, este discurso ya no es suficiente para la identificación del
japonés, no sólo porque existe un duro cuestionamiento acerca de la
homogeneidad cultural que éste pregona, sino porque como afirma Chris
Burgess “en la globalización hay una flexibilización en la medida en que los
individuos se identifican con la nación, lo cual provoca nuevas y más fuertes
identidades que se ubican por encima o por debajo del nivel del Estado”.204
Entonces, estas personas se identifican en determinado momento como
japoneses, principalmente, en el exterior o ante un extranjero, pero también
como hombres o mujeres, osakeños o tokiotas, etcétera, y por supuesto, una
identidad no deslegitima a la otra, simplemente son utilizadas en contextos
distintos, según la contraparte con que se esté comparando. Como señala Stuart
Hall, las identidades surgen y se afirman en el momento que es necesario
diferenciarse del otro.205
De modo que, como en la sociedad japonesa actual, los individuos tienen
conciencia de los múltiples roles que desempeñan en su comunidad o su país y
a partir de éstos se identifican con determinado grupo de personas, no se
asumen sólo como Japoneses -como parte de una cultura única y una sociedad
homogénea- sino también como jóvenes, estudiantes, mujeres, hombres o como
parte de cualquier grupo del que decidan formar parte, y con el cual consideran
identificarse. Lo anterior no significa que la identidad cultural no sea importante,
pero no está presente en la conciencia del día a día de los individuos. Está
perdiendo sentido la nación, la gran familia confuciana con la que había que
estar bien y con quien había que mantener el honor y lealtad. Ahora, los
espacios se han reducido y si el valor del honor y la lealtad se conservan, son
sólo en ámbitos más pequeños como la comunidad, la familia o el grupo social al
que se pertenece.
204 Ibídem 205 Hall, Stuart, Op. Cit. p. 18.
141
Por otra parte, la creciente migración y las reivindicaciones étnicas, de
grupos como los ainu o los okinawos, han hecho evidente que en Japón no hay
una sola identidad cultural que englobe al Estado, en general, o determine la
vida de los japoneses. También, han concientizado a la sociedad de que el
nacionalismo no es sinónimo de homogeneidad o de pertenencia a un solo
grupo étnico, es más bien una percepción que sienten las personas por sí
mismas, por poseer alguna característica que los identifique con la nación, la
cual, generalmente, es el haber crecido en Japón, convivir con demás
japoneses, y compartir algunas costumbres y valores sin importar tanto el origen
étnico.
Por lo tanto, la identidad nacional deja de significar identidad cultural,
pues los japoneses de origen coreano, por ejemplo pueden identificarse como
nacionales de Japón pero no necesariamente compartir con los demás
japoneses un origen, una historia común, o incluso una misma cultura.
Por esta razón, no es idóneo afirmar que Japón posee una identidad
cultural única y que es una sociedad completamente homogénea. Es más, la
idea de la identidad cultural a nivel nacional pierde un poco su sentido, al ser, a
veces, más importante la identificación del individuo con personas cuyos
intereses sean afines a los propios, sin que la historia o tradiciones culturales
sean un obstáculo para ello. Porque dentro del Estado conviven diferentes
grupos culturales que en un momento dado no fueron reconocidos y porque
ahora la identificación con un grupo de personas determinado no tiene que
ocurrir necesariamente entre personas dentro del mismo país.
Parafraseando a Néstor García Canclini: estamos pasando de las
“identidades territoriales y monolingüísticas” que subordinaban a las regiones y
etnias dentro de un espacio más o menos delimitado llamado nación,
escondiendo de esta manera la multiculturalidad bajo un solo dominio, a
“identidades trasterritoriales y multilingüísticas” que se estructuran menos desde
la lógica de los Estados que de los mercados, y en vez de centrarse en las
142
relaciones con la comunidad se efectúan a través la industria cultural, la
comunicación tecnológica y el consumo.206
Aunado al desvanecimiento de las identidades definidas en términos
nacionales, conviene decir que no sólo hay una transición hacia identidades
multiculturales y extraterritoriales sino también una reafirmación de identidades
culturales dentro de un sólo Estado. Es decir, al romperse la rígidez de la
definición de la identidad nacional, se vuelve visible y factible la diversidad de
identidades culturales que conviven en un propio territorio nacional, como en el
caso japonés que se dice totalmente homogéneo. Es en este sentido en que se
afirma que la globalización no sólo conlleva a un proceso de internacionalización
o mundialización de la cultura sino también a la localización de la misma, a una
reafirmación de la tradición en el sentido más original posible. Se trata de un
proceso, que especialistas, como Canclini, llaman “glocalización” que incluso va
más adentro de los Estados-nacionales, llegando a comunidades tan pequeñas
en peligro de perder su cultura y tradiciones frente a la modernidad.
De esta manera, la tolerancia que trae consigo la globalización y el
conocimiento de diferentes culturas desempeña un papel central en el desarrollo
de la diversidad de identidades en el Japón de hoy. Ello explica porque es hasta
ahora que se han difundido las reivindicaciones étnicas de grupos, como los ainu
y los okinawos, que desde hace casi dos siglos son parte del Estado japonés.
Por otra parte, la pérdida de sentido y diversidad de identidades, en la
sociedad japonesa actual, ha traído consigo vacío espiritual y moral que ha
llevado a algunas personas a buscar la reivindicación de las tradiciones y
costumbres japonesas. Estas reivindicaciones tienen como base principal una
vida más religiosa, a pesar de que los japoneses nunca han tomado la religión
como una forma de vida, ni como el centro de su moral. En busca de una
206 García, Canclini Néstor, Consumidores y ciudadanos: conflictos multiculturales de la globalización,
“Pontificia Universidad Católica de Perú”, Red Internacional de Estudios Interculturales, [citado en octubre 2008], Disponible en Internet: http://www.pucp.edu.pe/ridei/b_virtual/archivos/canclini_introduccion.pdf
143
reafirmación de su identidad algunos japoneses se han adscrito a grupos
religiosos que muchas veces caen en el fanatismo.
3.3.2 REAFIRMACIÓN DE IDENTIDADES EN EL JAPÓN CONTEMPORÁNEO
La globalización, que genera procesos de segregación de la identidad cultural,
provoca en paralelo proyectos que buscan la reafirmación de la misma. En
palabras de Timothy W. Luke y Gearóid Ó Tuathail: “se trata de solidificar la
porosidad de las fronteras, de reforzar la contención violada, de detener la
erosión de las identidades, y revitalizar las esencias difuminadas”.207 Estos
procesos de reforzamiento de la identidad pueden ser emprendidos por grupos
de la sociedad misma o desde arriba, por las elites gubernamentales, lo cierto es
que hay una constante promoción de elementos característicos de la sociedad
originaria que en algún momento sirvieron para unir e identificar a la sociedad
como un todo aparentemente homogéneo.
Con relación a los grupos sociales que han surgido dentro de la nación
japonesa, con el fin de reafirmar los valores y tradiciones, se encuentra el caso
del grupo religioso Aum Shinrikyo. Éste es una secta religiosa, surgida a
mediados de la década de 1980, se centra en algunas ideas y prácticas
retomadas del yoga y el budismo tibetano. Fue reconocido por el gobierno
japonés a finales de esta misma década, al grado que con el respaldo de unos
10, 000 miembros incursionó en la política con el objetivo de transformar a la
sociedad desde ese ámbito, sin embargo no tuvo mucho éxito, al obtener
limitados votos al Congreso en las elecciones de 1990. Esto según comenta
Manuel Castells fue el punto de inflexión de la secta, a partir de ese momento,
en lugar de buscar la reivindicación de la tradición a través de la política, lo haría
al margen de la misma, entrando en abierta confrontación con el gobierno.
207 Citado en: Burgess, Chris, Op. Cit.
144
En una actitud indudablemente fanática, el objetivo del grupo, a partir de
ese momento, sería “sobrevivir al Apocalipsis inminente, salvar a Japón, de la
guerra de exterminio que provocarían las empresas japonesas y el capitalismo
estadounidense”.208 Según éstos, para luchar contra el enemigo era necesario
crear un nuevo tipo de ser humano centrado en la espiritualidad y el
perfeccionamiento mediante la meditación y el ejercicio. Con la finalidad de
cumplir su misión el 20 de Marzo de 1995, este grupo perpetró un ataque con
gas sarín en tres vagones del tren de Tokio matando a 12 personas e hiriendo a
más de 5 000.209
Algo que llama la atención de la secta es que la mayoría de sus
sacerdotes y adeptos eran jóvenes con una carrera universitaria. Comprensible,
en el sentido que en la sociedad moderna no existe una fuerte estructura
cultural, ni satisfacción espiritual. Quizá estos jóvenes encontraron en esta secta
un espacio para llenar su espíritu y la comprensión que necesitaban, sin
embargo al caer en el fanatismo, se volvieron intolerantes a lo diferente llegando
a agredir incluso a su propia sociedad.
Por otra parte, el gobierno japonés necesita promover el fortalecimiento
de la identidad cultural, ya no a través de la ideología de un Japón homogéneo y
monoétnico, tampoco rechazando ni minimizando a los migrantes y sus
descendientes, o limitando a las minorías étnicas que si bien no son muchas si
las hay, sino incluyéndolas e incorporándolas a la idea de un solo Japón que si
bien no es culturalmente homogéneo si tiene unidad nacional y por tanto una
identidad como nación. Con la inclusión de las minorías no sólo aceptaría su
“nueva” realidad social, también obtendría un mayor control del comportamiento
y ordenamiento social en el cual coexisten de manera irreversible diferentes
culturas.
208 Castells, Manuel, Op. Cit. pp. 120-127. 209 Discovery Channel, Ataque de gas sarín en Tokio, Hora Cero series 3. Disponible en Internet: http://www.tudiscovery.com/horacero/series1/gas_sarin_tokio/index.shtml
145
CAPÍTULO 4
LA ORGANIZACIÓN SOCIAL EN EL JAPÓN ACTUAL
Los cambios paulatinos al interior de la sociedad japonesa, provocados por las
transformaciones tanto económicas, políticas como culturales, han complicado la
organización de su sociedad, ya no se puede estudiar a partir de parámetros
meramente tradicionales. Ahora es una sociedad diversa, abierta y un tanto
individualista en la que el gobierno ya no ejerce un control similar al de antaño,
la sólida fortaleza del triángulo de hierro se ha debilitado y los ciudadanos lejos
de acatar las reglas establecidas por el gobierno, las cuestionan, opinan, y
participan cada vez más activamente en la toma de decisiones.
Por otro lado, la actual ola de globalización ha hecho visible las
diferencias étnicas que siempre han existido en el país, pero, que habían sido
relegadas como consecuencia de la idea del Estado homogéneo culturalmente.
En la actualidad, es bien conocido que en Japón existen minorías étnicas que no
necesariamente son resultado de la migración sino que han vivido por siglos en
el país, al grado que su identidad cultural ha sido deteriorada por las tradiciones
y costumbres del grupo mayoritario.
De modo que, los Ainu en Hokkaido, y el pueblo Ryukyuan en Okinawa,
cuyo proceso de asimilación de la cultura nipona no fue completo, buscan
reivindicaciones culturales y el gobierno tiene el reto de garantizarles el respeto
a su propia identidad, al tiempo que debe proporcionarles iguales derechos y
obligaciones que cualquier ciudadano japonés, lo cual a veces puede resultar
contradictorio, pues los usos y costumbres pueden contraponerse a los derechos
y obligaciones que el Estado otorga.
Asimismo, la creciente inmigración ha dificultado el control y la aplicación
de políticas sociales, por parte del gobierno. Al no existir un ministerio enfocado
146
únicamente a atender la migración, es complicado para el régimen, canalizar las
políticas de bienestar social a estos grupos minoritarios, más aún porque por
mucho tiempo la migración no representó una preocupación para el grupo en el
poder por lo que no tiene bien desarrollado este aspecto.
Sin embargo, el gobierno poco a poco ha ido aceptando que Japón es un
país receptor de migrantes, mismos que, contrario a lo deseado no poseen la
misma cultura ni forma de pensar de los japoneses a pesar de ser, algunos de
ellos, descendientes de japoneses en otros países como Brasil y Perú.
Entonces, la creciente ola migratoria provoca dos problemas para el gobierno:
uno de ellos es la garantía de la seguridad social de estas personas y de sus
ciudadanos; el otro, es el conflicto cultural que se genera como resultado de la
diversidad de pensamiento, que atenta contra la imagen del país y más aún
contra la identidad cultural. Ya que si bien es cierto que la idea de
homogeneidad cultural del país, está ya deteriorada, Japón sigue siendo uno de
los países con menor diversidad cultural y el gobierno no pretende que ocurra lo
contrario.
De manera que pueden identificarse, tres características “nuevas”, que
son ahora necesarias para entender la organización social de Japón: en primer
lugar, se encuentra, la presencia de una sociedad civil cada vez más
consolidada, que paulatinamente presiona más al gobierno, en diversos temas
que son de su interés. En segundo lugar se ubican, las minorías étnicas
tradicionales, que por mucho tiempo fueron negadas como grupos étnicos
diferentes al japonés. Por último, los residentes extranjeros, que constituían ya
para el 2005 más de dos millones.
147
4.1 SOCIEDAD CIVIL Y GOBIERNO ANTE LOS NUEVOS RETOS La sociedad civil ha ganado gran espacio en la determinación de la política
social en el mundo entero, principalmente, en los Estados con alto nivel de
desarrollo. Y Japón si bien no es una excepción a esta regla, si lleva un camino,
relativamente corto, su ciudadanía apenas ha empezado a cobrar peso, como
sociedad civil, en la toma de decisiones del gobierno.
Hasta hace un par de décadas, la sociedad tenía muy arraigada una idea
estatocéntrica, la autoridad era concebida como aquella estructura que se ubica
por encima de todo y por tanto sus acciones debían ser aceptadas, aunque eso
conllevara al sacrificio personal en aras del servicio público. Esta característica,
junto con el valor del respeto y la lealtad, hicieron de la sumisión y subordinación
una particularidad de la identidad japonesa, que no permitía a la sociedad tomar
en sus manos el destino de su país, lo cual no significa que no estuvieran
comprometidos como ninguna otra sociedad en asegurar un mejor futuro para su
nación, sólo que este compromiso se cumplía acorde a las metas y objetivos
determinados por el gobierno.
Pero, antes de abordar la problemática de la sociedad civil en el país
nipón es necesario aclarar que se entiende por ésta. Según Susan Pharr: “la
noción de sociedad civil hace referencia a la actividad social organizada y
sostenida que ocurre en grupos que se forman por fuera del Estado, del
mercado y la familia”. Nahuel García Arenas agrega “los actores no persiguen
lucro en el mercado, ni poder dentro del Estado”.210 Si bien es cierto, no es un
concepto nuevo en Japón211, fue hasta la posguerra que la noción de sociedad
210Citado en: Arenas, García Nahuel, La noción de sociedad civil y la relación sociedad civil-gobierno en
Japón. Una perspectiva sociocultural: [citado en octubre 2008]. Disponible en Internet : http://www.casaasia.es/documentos/arenas_socivi.pdf 211 Desde el periodo Meiji, este concepto ya se estudiaba, aunque de manera limitada, debido a que la idea misma amenazaba la soberanía imperial en un marco donde “no había ciudadanos sino sujetos del Emperador”. Romero, María Elena, Op. Cit. p. 25.
148
civil se generalizó entre el pueblo.212 Particularmente, fue durante los sesenta,
que el término se difundió ampliamente por la ideología marxista, sin embargo,
las características culturales y la rígida legislación no permitieron la propagación
de organizaciones de este tipo.
Así, fue hasta la década de 1980, cuando la sociedad se percató que
muchos de los fondos y políticas sociales del gobierno eran manipulados por las
relaciones de amistad o de familia de los burócratas, que la sociedad civil se
volvió más activa e incluso se levantó en protesta contra el gobierno, exigiendo
el rendimiento de cuentas de los trabajadores del Estado, lo cual hizo evidente
que la idea estatocéntrica de la nación perdía fuerza frente a los ideales de
libertad y democracia participativa pregonados a nivel universal. El gobierno del
país del sol naciente no tuvo otra opción que tomar más en cuenta a la sociedad,
tratando de no perder mayor poder, ni su legitimidad frente al pueblo.
Aunado a lo anterior, para principios de la década de 1990, los
ciudadanos notaron que el gobierno central tenía limitaciones para controlar
algunos aspectos de la vida pública y que no era necesariamente el velador de
los intereses de la nación. Así que se deterioró aún más la tradicional sumisión y
subordinación hacia gobierno; la ciudadanía decidió que era tiempo: de ser más
participativa, de colaborar junto con el Estado en algunas necesidades y también
de exigir el rendimiento de cuentas de las acciones de los gobernantes. La
burocracia, entonces, perdió parte de su poder para adoctrinar y movilizar a las
personas según el interés público, el cual, hasta ese momento, era definido por
la elite en el poder. Parafraseando a Yoshida Shin’ ichi, ahora lo público ya no es
igual a lo oficial como en antaño, sino igual al interés de los ciudadanos y las
compañías.213
212 En la etapa previa a la Segunda Guerra Mundial cualquier movimiento social o agrupación era directamente monitoreado por organizaciones oficiales, pendientes de mantener el orden establecido, y fue hasta después de la guerra que empezaron a surgir pequeños grupos organizados para atender problemas del medio ambiente o necesidades precisas de la comunidad. 213 Arenas, García Nahuel, Op. Cit.
149
Particularmente, fue el terremoto de Hanshin-Awaji, en Kobe (1995) el
parteaguas para el desarrollo de organizaciones de la sociedad civil en Japón.
La ineficacia del gobierno para auxiliar a las víctimas, frente a la pronta
respuesta de organizaciones de ciudadanos para atender la emergencia, hizo
evidente para el gobierno que la participación de la sociedad civil podría ser
positiva. El impacto de la acción voluntaria, durante el terremoto de Kobe, fue tal
que para 1998 el Estado promulgó la primera Ley de Organizaciones Sin Fines
de Lucro (NPO Law).
Esta ley proporciona una clasificación específica de este tipo de
organizaciones: Las Organizaciones No Gubernamentales (ONG`s o NGO por
sus siglas en Inglés), denotan, en Japón, sólo a las organizaciones activas en el
ámbito de la cooperación internacional, aquellas que sus actividades trasciendan
las fronteras nacionales. Y las organizaciones que operan sólo dentro del país,
son conocidas como Organizaciones Sin Fines de Lucro (NPOs).214 A partir de
esta ley, muchas organizaciones de ciudadanos han tenido la oportunidad de
conformarse y colaborar estrechamente con el Estado, siempre y cuando tengan
una estructura y objetivos bien definidos.
Aunque la NPO Law no garantizó la efectiva operación de organizaciones
de la sociedad civil, al no proporcionar incentivos como deducciones de
impuestos. Si permitió la actuación dentro del marco de la ley a las mismas y las
descentralizó del gobierno nacional, que les daba más un carácter de
subsidiarias del Estado, por lo que ahora operan en conjunto con los gobiernos
locales, sin tener que rendir cuentas al gobierno central. Con relación al
problema de los impuestos, éste quedó, relativamente, resuelto cuando, en el
año 2001, el régimen consintió que las donaciones a asociaciones sin fines de
lucro pasaran a ser deducibles de impuestos, sí la burocracia lo consideraba
214 De acuerdo a la Agencia de Planificación Económica, existen 4 categorías de NPOs (en nivel creciente de amplitud del término): corporaciones sin fines de lucro específicas (serían las NPOs en el sentido más estricto); grupos cívicos voluntarios; personas jurídicas corporativas, fundaciones, y organizaciones de bienestar social, religiosas, medicas y escuelas (que incluye algunas organizaciones con fines de lucro); y los sindicatos y cooperativas. Ibídem
150
pertinente; sin embargo los requisitos son tan complejos que muy pocas
organizaciones lo consiguen.
Sin duda alguna, el gobierno ha flexibilizado sus políticas frente a una
sociedad civil cada vez más movilizada, pero ejerce, aun, un fuerte control de
sus acciones y no hace concesiones. Sin prever el impacto que pueda tener en
la administración gubernamental, pretende seguir siendo el que moldee la
estructura y organización social sin afectar su imagen con la sociedad. Bajo esta
lógica se entiende que el gobierno haga limitados consentimientos a la
participación ciudadana en la arena política.
Respecto a las restricciones que todavía tiene la sociedad civil en la
nación nipona, Makoto Imada identifica cinco condiciones que deben superar los
grupos de ciudadanos, para que realmente formen una ciudadanía fuerte e
influyente en el proceso de toma decisiones gubernamentales.
La primera de ellas es: conseguir “la descentralización y la autonomía
local” que no existe en su totalidad en el país debido a que la mayoría de los
órganos públicos dependen de las asignaciones del gobierno central y ciertas
funciones del gobierno central son delegadas a los gobiernos locales, por lo que
estos últimos terminan actuando más como agentes del gobierno central. Este
esquema permite a la administración central, mantener bajo control a los
gobiernos locales y su autonomía no es total, y ésta es una condición necesaria
para el desarrollo de una sociedad civil participativa.
Otra situación es la primordial “descentralización de los medios masivos
de comunicación”. Es importante que los medios se encuentren descentralizados
porque son los encargados de informar objetivamente las acciones del gobierno,
los problemas y los éxitos del país. Actualmente, sólo cinco periódicos
nacionales y cinco grandes cadenas de televisión son los encargados de
proporcionar información a los ciudadanos por lo que no existe diversidad en la
información que éstos reciben. Y como comenta Makoto para construir una
151
sociedad civil es muy importante tener medios de comunicación diversificados y
medios alternativos pequeños.
La tercera condición a superar, propuesta por este especialista, es “el
empoderamiento de las organizaciones de la sociedad civil”. El principal
problema de la falta de poder de estas organizaciones son los financiamientos
inadecuados, y la carencia de recursos humanos. Este problema es resultado de
la inexperiencia de las personas para recaudar fondos y la inexistencia de
organizaciones de beneficencia desarrolladas en el país.
Un reto más para la sociedad civil es “revitalizar a las Organizaciones
Comunitarias”, es decir, aprovechar el esquema de ayuda tradicional de la gente
en las zonas rurales y colaborar con éstas para desarrollar estrategias de ayuda
comunitaria, lo cual se dificulta por el hecho de que las comunidades
tradicionales no son muy amistosas con las organizaciones de la sociedad civil,
porque aun confían en el esquema paternalista del gobierno y no apoyan a
organizaciones que incluso puedan ir contra de éste.
Finalmente, el quinto desafío para la sociedad civil del país del sol
naciente es el “aceptarse como una sociedad multicultural”, cerrar el ciclo del
arraigado nacionalismo que aun persiste en algunas esferas de la sociedad,
porque la idea misma de sociedad civil conlleva a pensar en la ciudadanía global
y sociedad multicultural principalmente porque muchas organizaciones trabajan
temas globales e intercambian información e inquietudes en un ámbito global.215
Pese a las complicaciones que aún tiene la sociedad civil en Japón, lo
cierto es que su labor ha sido de gran importancia para la toma de decisiones en
el país, por ejemplo, como María Elena Romero menciona: “La NPO Law es el
resultado de un esfuerzo de la sociedad civil organizada, de la presión que
ejercieron los grupos para abrir foros de discusión donde la voz de la población
215 Makoto, Imada, From the iron triangle to civil society: changing Japan´s society, “The Japan Foundation Newsletter”, Vol. XXVIII/, No. 2, Enero 2001. [citado en octubre 2008], Disponible en Internet: http://www.jpf.go.jp/e/publish/periodic/jfn/pdf/jfn28_2.pdf
152
tuviera lugar y se incorporara en la toma de decisiones. Así mismo, es resultado
de un proceso internacional en donde la sociedad civil ha sido incorporada en el
diseño de la agenda política, económica y social, legitimando decisiones y
promoviendo sus acciones de manera que las agrupaciones responden a
necesidades sociales en las que el gobierno ha perdido competencia”.216
Además, el impacto que la sociedad civil tiene sobre la tradicional
organización social, determinada con base en los intereses y la perspectiva del
gobierno, es innegable. Actualmente el triángulo de hierro se ha debilitado,
entonces, el grupo en el poder, el Partido Liberal Democrático (PLD), ha optado
por replantear sus relaciones y establecer nuevas alianzas que garanticen el
control de la sociedad y su permanencia en el poder. Incluso, algunos
especialistas afirman que la adopción de la NPO Law no fue otra cosa que un
intento del PLD por consolidar su posición y mantenerse en el poder,
mostrándose más abierto a las transformaciones de la sociedad, capacitado
para atender los intereses de la población.
Pero, más allá de las razones que haya tenido el gobierno para darle
mayor participación a la sociedad civil, lo cierto es que ésta significó un avance
para el desarrollo social de la nación y para garantizar el ideal democrático del
país. Al grado que la participación de estas organizaciones ha sido esencial para
el avance de la reforma del Estado japonés, esta última necesaria para adecuar
a Japón a su nueva realidad tanto económica como social.
Aunque la reforma estructural de Japón se encuentra en una etapa
incipiente, parece ser un planteamiento serio mediante el cual el gobierno
pretende adecuarse a las nuevas condiciones que hizo evidente la globalización,
no sólo por los problemas sociales a que conlleva, sino también por la necesidad
de mantener la posición del país como potencia económica y líder de la región
de Asia Pacífico, en un entorno económico poco favorable. A este respecto, el
Primer Ministro del país durante el periodo 2001-2006, Junichiro Koizumi,
216 Romero, María Elena, Op. Cit. p.29.
153
impulsó fuertemente la llamada “tercera ola de reformas”, promoviendo una
reforma estructural que se centró, principalmente, en una economía de corte
neoliberal y la revisión del Artículo 9 de la Constitución, en donde se cuestiona la
efectividad de la ausencia de un verdadero sector militar en el país.
A través de la reforma, Koizumi, también intento resolver a algunos
problemas sociales, mediante acciones como: la construcción de obras públicas,
la provisión de servicios médicos, entre otras. Con esto atendió algunas de las
exigencias de la sociedad civil y legitimó su proyecto de reforma frente a una
ciudadanía participativa, organizada y demandante. Sin embargo, como afirma
Eisuke Sakakibara, ex viceministro de finanzas del país, para que Japón pueda
sostener su proceso de reforma tendrá que trabajar en la reafirmación de su
sentido de identidad como nación, que hoy se encuentra muy gastado, y lo
logrará sólo a través de su historia y su cultura.217 De manera que el gobierno no
puede dejar de lado el ámbito cultural en la reforma japonesa puesto que
necesita que la sociedad colabore con él hacia un único objetivo y mientras no
haya una fuerte identificación de la ciudadanía con su gobierno y más aun con
su país, esto difícilmente ocurrirá.
Mientras tanto, día a día el gobierno se enfrenta a una sociedad civil más
preocupada por su futuro, debido a la incertidumbre e inseguridad sin
precedentes, provocada por el estallido de la burbuja económica. Pero, también,
por la incomodidad de vivir en una sociedad tan cambiada e individualista, donde
el valor del wa se encuentra ciertamente deteriorado. Ejemplo de ello es la ola
de violencia, que se hizo visible gracias a los medios de comunicación, quienes
como nunca antes informaron sobre la gran cantidad de suicidios colectivos
pactados por Internet, el incremento de robos a los hogares y demás actos
delictivos de los que poco ocurrían en el Japón de antaño.
217 Ibídem, p. 89.
154
4.2 LOS DESAFÍOS DE LA MULTICULTURALIDAD A LA GESTIÓN DEL ESTADO Aunado a las dificultades que enfrenta el gobierno nipón para administrar a la
nación frente al creciente activismo de su sociedad civil, éste tiene otros
problemas que obstaculizan la eficiencia de su gestión gubernamental.
Dificultades mismas que atentan con la imagen que ha pregonado acerca de la
identidad cultural de su país. Si bien es cierto la total homogeneidad no era real,
la poca diversidad racial y étnica pretende seguir siendo, desde el punto de vista
del gobierno, una característica de la sociedad japonesa. Pese a la existencia de
grupos minoritarios entre los que se destacan: Los ainu, los Burakumin, los
chinos, los coreanos, los nikkei, y los okinawanos de los cuales se ocupa este
apartado.
De manera que, la idea de multiculturalidad no es bien recibida por el
régimen, quien procura migraciones controladas para evitar residentes
extranjeros y limita las reivindicaciones de grupos minoritarios cuya aculturación
no ha sido un obstáculo para exigir el respeto de sus usos y costumbres.
El problema de las reivindicaciones étnicas se presenta por el hecho no
sólo de negarlos como grupos con identidades culturales distintas sino porque
son grupos históricamente marginados. Se les ha otorgado quizá los mismos
derechos, pero no las mismas oportunidades, en el entorno de la globalización
Tessa Morris Suzuki lo explica de la siguiente manera: “con el crecimiento de la
migración internacional y la reafirmación de las identidades por parte de las
minorías étnicas en varias partes del mundo, es cada vez más evidente que el
acceso efectivo a los derechos de los ciudadanos se han restringido a quienes
poseen diferencias de lenguaje, historia y tradición”.218 De manera que, a pesar
de intentar asimilarlos a la cultura mayoritaria la diferenciación, junto con la
glocalización, les ha permitido mayor grado conciencia de su propia historia y
cultura.
218 Tessa, Morris Suzuki, Op.Cit. p. 222.
155
En un contexto como éste, el gobierno debe adecuar sus políticas a las
nuevas exigencias de la sociedad. Sin embargo, no es una tarea sencilla para el
régimen japonés ya que día a día, como en prácticamente todo el mundo, el
Estado pierde peso frente a: los intereses globales de las compañías, las
organizaciones internacionales y ahora frente a la sociedad, más involucrada en
el proceso de toma de decisiones. Entonces, éste necesita ajustar sus políticas a
todos estos intereses y al mismo tiempo garantizar su papel como actor principal
en la organización, tanto nacional como internacional. Además, debe lograr una
armónica convivencia, al interior de su país, de culturas diferentes que podrían
en determinado momento ser contradictorias.
4.2.1 LA REAFIRMACION DE IDENTIDADES SUBNACIONALES Las reivindicaciones de identidades culturales subnacionales, por parte de etnias
no japonesas puede resultar un hecho inesperado, dado que el Estado siempre
ha suscitado la imagen de Japón como un país completamente homogéneo
cultural y racialmente. Sin embargo esto no es así, hay que recordar que en el
siglo XIX fueron incorporados a la soberanía japonesa territorios cuyas
poblaciones poseían modos de vida distintos al de la nación japonesa, e incluso
eran considerados parte del extranjero. Estas sociedades, que sufrieron un
proceso de aculturación, a través de: la educación, la adopción de la lengua
japonesa y la transformación de sus actividades económicas. No borraron,
completamente, sus tradiciones y diferencias del resto del país, los ainu y los
okinawanos mantuvieron vivas algunas costumbres, que ahora son fuente de
exigencias al gobierno japonés de un trato no discriminatorio pero diferenciado,
respetando su propia identidad cultural.
156
Okinawa; un caso especial para la administración nipona, debido a sus
problemas para incorporarse a la economía del país219, es una de las
prefecturas donde existen reivindicaciones étnicas. El fracaso de la asimilación,
y por ende del hecho de que no se perdiera la identidad cultural de este pueblo,
radica en el aislamiento de la prefectura, desde la instalación de bases militares,
estadounidenses, durante la posguerra, y en que durante la ocupación
estadounidense hasta 1972, la administración norteamericana favoreció el uso
de la lengua local y demás costumbres y prácticas propias del grupo étnico
uchinanchu, como ellos se hacen llaman Con ello se incentivó el sentido de una
identidad cultural diferente a la japonesa y al mismo tiempo permitió cierta
conformidad ante la presencia estadounidense.
A más de treinta años de la devolución de Okinawa a la soberanía
japonesa, Estados Unidos mantiene bases militares en la prefectura y la
economía no se ha desmilitarizado por completo. Entonces, las reclamaciones
de los okinawanos al gobierno de nipón giran en dos sentidos: por una parte, la
objeción a la presencia estadounidense y por otro la inconformidad por la
marginación de la prefectura dentro del Estado japonés. En paralelo, las
generaciones más jóvenes, han iniciado un intenso activismo que pretende
revitalizar las tradiciones de las regiones de la prefectura e incluso obtener su
autonomía dentro del Estado japonés. Y han empezado este proceso
autoidentificándose como uchinanchu en primer lugar y sólo en segundo lugar
como japoneses.
Sin embargo, es necesario señalar que este activismo no se ha dado de
manera generalizada entre los okinawanos y muchos de ellos todavía no se
identifican con la búsqueda del reconocimiento como una minoría étnica dentro
de Japón o como un pueblo indígena, el movimiento hacia la diferenciación
étnica es más bien una inquietud del sector más joven, quizá por la conciencia
que tienen estos de la reafirmación de identidades en un contexto globalizado.
219 Desde la posguerra, con la instalación de bases militares estadounidenses, la economía de la región se militarizó y a la sociedad okinawana se le aisló del desarrollo del país.
157
Así, en una encuesta llevada a cabo por Murphy Shigematsu en 1995, el
especialista encontró una clara tendencia de los jóvenes a hacer hincapié en
identificarse primero como okinawanos y después como japoneses, el 75 por
ciento, expresó una identificación con Okinawa y después con Japón.220 Pese a
esta conciencia, pregonada al exterior, de su distinto origen étnico y diferencias
del resto de los japoneses, dentro de Japón, los jóvenes uchinanchu no hacen
muy evidente su diferenciación quizá por temor a ser más discriminados.
Contrario a lo que sucede con los okinawanos, la comunidad ainu tiene
más desarrollado su sentido de identidad cultural y un ejemplo de ello es su
participación en diversos foros internacionales, centrados en los problemas que
viven los pueblos indígenas.
Los ainu son reconocidos a nivel internacional como una comunidad
indígena al norte de Japón y al igual que los okinawanos fueron incorporados a
la soberanía japonesa durante la administración Meiji, en el siglo XIX.
Experimentaron una completa incorporación a la economía japonesa así como la
adopción de un esquema educativo obligatorio de corte nacionalista impuesto
por el gobierno japonés, como una estrategia para erradicar su lengua y
costumbres locales. Sin embargo, hoy en día aún persisten características
peculiares de la cultura ainu que les permite identificarse del resto de Japón y
abogar por su reivindicación étnica. Para Tessa Morris Suzuki la permanencia de
una identidad distinta se debe al hecho de que la comunidad ainu fue hasta
cierto punto discriminada principalmente en el empleo y el matrimonio, lo cual
provocó una resistencia silenciosa a la asimilación que pasó de generación en
generación a través de las historias.221
Para principios de 1970, los ainu emprendieron la lucha en favor de su
cultura e identidad. Y fueron los movimientos en el exterior los que incentivaron
su propia lucha, particularmente, encontraron motivación en el movimiento a
220 Lee, Soo im, Japan´s diversity dilemmas, ethnicity, citizenship, and education, Estados Unidos: iUniverse Inc, p. 78. 221 Tessa, Morris Suzuki, Op. Cit. p.204.
158
favor de los derechos civiles en Estados Unidos y en los movimientos
estudiantiles en otras partes de Japón, que generaron el resurgimiento de
políticas de identidad. De esta forma, para la década de 1980, el activismo ainu
obligó al gobierno llevar a la mesa de debate la situación de su pueblo, para
establecer una nueva ley que sustituyera a la antigua “La Ley de Protección de
los Antiguos Aborígenes de Hokkaido” de 1899, que más que proteger,
garantizaba el trato discriminatorio hacia ese pueblo, al tiempo que pretendía
asegurar su asimilación como únicamente japonés.222 De ahí la necesidad de los
ainu a ser reconocidos como un pueblo indígena con derechos característicos,
pero sin perder sus derechos como ciudadanos japoneses.
La labor ainu rindió sus primeros frutos en 1997, cuando la Dieta aprobó
la “Ley para el Fomento de la Cultura Ainu y la Difusión del Conocimiento de las
Tradiciones Ainu” que busca promover la cultura ainu a través de instituciones
que favorezcan su difusión y su reproducción, para el disfrute de las nuevas
generaciones. Con esta ley se abolió la discriminatoria ley de 1899, pero no se
reconoció a los ainu como un pueblo indígena con una cultura y una identidad
distinta, de modo que la tarea por la reivindicación ainu no terminó ahí.
Por otra parte, Los foros internacionales y las organizaciones
internacionales, han tenido creciente importancia en la labor de presionar al
gobierno japonés para que reconozca la diversidad étnica de su país y adecúe
sus políticas de ciudadanía para garantizar un trato equitativo más no igual a sus
ciudadanos, en el entendido de que los pueblos indígenas abogan por el respeto
a sus tradiciones y sistemas de organización, pero sin ser discriminados, ni
delegados de sus derechos como ciudadanos del Estado. Se ubica aquí, el
222 La Ley de Protección de los Antiguos Aborígenes de Hokkaido de 1899 estableció las bases legales que justificaban la eliminación de los “bárbaros” a través de la obliteración de su cultura y su memoria histórica. La violencia emocional y verbal que acompañó este proceso fue ampliamente eficaz: en espacio de cincuenta años la lengua ainu dejó de utilizarse en la vida cotidiana de una gran parte de familias. Las nuevas generaciones aprendieron japonés en las escuelas segregadas en las que se les enseñaba a sentir vergüenza de ser ainu y a convertirse en dignos súbditos del Tennoo. Muñoz, González Yolanda, ¿Ainu o
Emishi? - El mito del "bárbaro" en el norte de Japón. “Asociación Latinoamericana de estudios de Asia y África ALADAA” México: COLMEX: [citado en octubre 2008], Disponible en Internet : http://ceaa.colmex.mx/aladaa/imagesmemoria/yolandamunoz.pdf
159
trabajo de la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la
Cultura (UNESCO), por la difusión de información acerca de los problemas que
enfrenta la comunidad ainu, principalmente porque su lengua se encuentra en
peligro de desaparecer. También, el reconocimiento de la Asociación Ainu de
Hokkaido en diversos foros internacionales que abogan por los derechos de los
pueblos indígenas.
Así, por ejemplo, desde 1995 cuando se celebró la “La Primera Asamblea
del Año de los Pueblos Indígenas del Mundo” organizada en el marco de la
Organización de las Naciones Unidas, la Asociación Ainu de Hokkaido fue
invitada a participar y a partir de ese momento ha colaborado estrechamente con
Naciones Unidas. Desde el año 2000, lo hace primordialmente a través del
recién creado Foro Permanente para las Cuestiones Indígenas (UNPFII). Esto le
ha permitido tener el apoyo de la organización en su lucha por el respeto a su
identidad dentro de Japón.
Al parecer, el trabajo de los ainu en los foros internacionales ha sido
exitoso, poco a poco han logrado cambios en la forma en que su gobierno los
trata. En el año 2007, Japón formó parte de la “Declaración de los Derechos de
los Pueblos Indígenas” y se comprometió a garantizar los derechos de los
pueblos indígenas ubicados en su Estado. Aunque no había reconocido
legalmente que los ainu son un pueblo indígena.
Razón por la cual, en el marco de la celebración de la cumbre de los
Pueblos Indígenas “Cumbre de los pueblos indígenas en Ainu MOSIR 2008” del
1 al 4 de Julio223, en paralelo con la Cumbre del G8 en Hokkaido (del 7 al 9 de
Julio del 2008) la Dieta japonesa adoptó (el 6 de Junio de 2008), una resolución
mediante la cual solicita al ejecutivo, el reconocimiento legal de la comunidad 223 En dicha cumbre se reunieron representantes de ainu Mosir (Hokkaido), Uchinanchu (Okinawa), los Estados Unidos, Canadá, Hawai, Guam, Australia, Bangladesh, Filipinas, Noruega, México, Guatemala, Nicaragua, Taiwán, y Aotearoa (Nueva Zelandia). Fue la primera vez que los pueblos indígenas se reunieron en torno a una Cumbre del G8, para reflexionar sobre los temas abordados por éste y analizar cómo estos se relacionan con los indígenas. NIBUTANI Declaración de la Cumbre de los pueblos
indígenas en Ainu MOSIR 2008: [citado en octubre 2008], Disponible en Internet: http://www.ainumosir2008.com/img/NibutaniDeclaration-S.pdf
160
ainu "un pueblo indígena con su propia lengua, religión y cultura", su protección
y apoyo; reconociendo que durante el proceso de modernización fue una
comunidad discriminada por lo que hoy se encuentra marginada.224
Se aprecia entonces, que el eco internacional de algunos problemas
nacionales permite encontrar respuestas en el ámbito mundial, además, que la
globalización al tiempo que incentiva un proceso de localización de las
identidades, proporciona instrumentos globales para conseguirlo.
Por lo tanto, las reclamaciones de los ainu como las de los okinawanos
son una consecuencia de los intercambios dentro de la nueva ola globalizadora,
en un entorno internacional de lucha por las reivindicaciones étnicas y contra la
discriminación, estos grupos han levantado la voz y se han vuelto concientes de
su situación, confiando en que los esquemas internacionales pueden ayudarles.
Por ejemplo, los okinawanos exigen su autonomía, en parte incentivados
por el renacimiento de vínculos comerciales y culturales del gobierno local con
sus vecinos del sur. Los ainu por su parte, motivados por los vínculos
establecidos con grupos indígenas de otras partes del mundo, han recobrado
conciencia de su propia identidad y gracias a sus conexiones con éstos han
conseguido beneficios por parte del gobierno japonés. Estas relaciones con el
exterior de las comunidades japonesas no sólo incentivan la globalización, sino
también proporcionan soluciones a las dificultades que conlleva presionar al
Estado para ser reconocidos como diferentes, sin ser excluidos.
Más aún, ahora que el Estado ha dejado de ser “omnipotente”, el externar
los problemas sociales y buscar apoyo de organizaciones internacionales es una
alternativa viable para los grupos de presión, ya que a través de estas
organizaciones se puede presionar al Estado para que ceda en algunas
exigencias. Lo anterior es posible porque el Estado ya no es el único ente de
soberanía política, ahora comparte su poder con instituciones internacionales
224 BBC, Aborígenes, al fin, Domingo, 8 de junio de 2008: [citado en octubre 2008], Disponible en Internet: http://news.bbc.co.uk/hi/spanish/misc/newsid_7439000/7439902.stm
161
como la Organización de Naciones Unidas e incluso puede llegar a verse
obligado por grupos subnacionales.
Dado que los derechos que garantiza la comunidad internacional deben
ser respetados por los países, el Estado japonés está obligado, de manera
relativa a decir verdad, a garantizar el bienestar de todos los habitantes que
viven en su territorio y acatarse a las normas internacionales a las que él mismo
se comprometió, hecho que parece evidente con el reconocimiento de los ainu
como un pueblo indígena, aceptando su identidad diferente. Este suceso ha roto
con la idea de homogeneidad del país, aunque este Estado no ha dejado de ser
altamente homogéneo, por este hecho, pues los ainu tan sólo constituyen unas
70 000 personas, lo cual es muy poco frente a los 127 millones de habitantes
que tiene Japón y que en teoría son japoneses.
Sin embargo, si a esos 70 000 habitantes, se agrega la población de
Okinawa, que se considera a sí misma como uchinanchu, y la población
migrante, entonces sí sería más adecuado hablar de heterogeneidad étnica y
por tanto de diversidad de identidades culturales dentro del país. Esta
multiculturalidad es sin duda alguna resultado del proceso de globalización, en
dos sentidos: Por un lado, incentivando las reafirmaciones étnicas de grupos
minoritarios al interior del país y facilitando la cooperación internacional en favor
de estos grupos. Y por otro lado, promoviendo los movimientos migratorios
desde diferentes partes del mundo, sin que la distancia geográfica o las
diferencias culturales sea un obstáculo.
4.2.2 LA INCORPORACIÓN DE LOS MIGRANTES A LA SOCIEDAD La migración internacional se ha convertido en un problema de múltiples
dimensiones. Por parte de los países expulsores de migrantes, el movimiento de
sus ciudadanos hacia otros países es un escape a los problemas económicos, al
grado que existen países, como México, en los que las remesas constituyen
162
gran parte de los ingresos al país. Pero evidentemente este escape lleva
grandes costos sociales principalmente porque los ciudadanos de estos países
son discriminados y excluidos en las sociedades donde deciden ya no sólo
trabajar sino establecer su residencia. Por el lado de los países receptores, esta
migración no es deseada porque es vista como un problema de cohesión social
e incluso como una amenaza a la seguridad nacional, pero la mano de obra
migrante es parte esencial del crecimiento económico de estos países, razón por
la cual continúan atrayendo personas de orígenes diversos que están dispuestas
a emplearse en cualquier trabajo, con el fin de cubrir sus necesidades
económicas.
El problema que aquí atañe es el de los Estados desarrollados, pues
Japón se ha convertido en parte de este club desde la década de 1980. Además,
éste es un claro ejemplo de los países que ven a los inmigrantes como un
problema para la identidad, la cohesión social y la seguridad. La importancia que
el gobierno ha dado a la unidad nacional y la homogeneidad cultural, limitan en
cierto sentido los beneficios de la migración, viéndosele sólo como perjudicial
para el desarrollo social cuando eso no es necesariamente cierto.
Por mucho tiempo el gobierno ha ejercido estricto control de la
inmigración, y sólo se abrió relativamente, a partir de la Ley de 1990, cuando su
mano de obra no fue suficiente y se cubrió con trabajadores extranjeros. De
manera que, hay poco desarrollo en sus políticas de migración y más aún en las
de convivencia multicultural. Y pese al férreo control gubernamental, Japón es
receptor de migrantes de diversas nacionalidades, los cuales no se conforman
con programas de empleo temporal y establecen su residencia en la nación
aunque eso les cueste estar al margen de la ley y recibir todo tipo de
discriminación. Por esta razón es necesario para el gobierno establecer nuevas
políticas en este sentido, para con ello no sólo garantizar su seguridad social,
sino también la de los migrantes.
163
Si bien Japón no es un país altamente receptor de migrantes, según
información proporcionada por la Organización para la Cooperación y el
Desarrollo Económico (OCDE), para el 2005 su población de extranjeros fue de
2, 011, 000. Esto representa un 1.6 por ciento de la población del país, lo cual
comparado con el 8.8 por ciento de Alemania, el 4.2 de Holanda o el 5.3 de
Reino Unido,225 es un porcentaje bajo. Pero, no deja de tener un impacto fuerte
en una sociedad tan “celosa” culturalmente.
Tabla 6. Población de Migrantes en Japón
CATEGORIA 2007 2001 1997 1992
Población Total 127,771,000 127,316,000 126,157,000 124,567,000
Naturalizaciones (kikakyokasha) 14,680 15,291 15,100 9,400 EXTRANJEROS LEGALES ENTRANTES
9,152,298 5,286,310 4,669,514 3,926,347
RESIDENTES LEGALES 2,152,973 1,778,462 1,482,707 1,281,644
Residentes Permanentes 869,986 684,853 625,450 635,422
Residentes Permanentes Especiales 430,229 500,782 543,464 590,193
Residentes Permanentes en General 439,757 184,071 81,986 45,229
Residentes No Permanentes 1,282,987 1,093,609 857,257 646,222 RESIDENTES ILEGALES 208,444 307,618 337,314 323,090
Fuente: Burgess Chris, Celebrating multicultural Japan: writings on 'minorities' and the discourse on difference, Electronical Journal of Contermporary Japanese Estudies” (Edición libre de la autora), versión original, disponible en Internet: http://www.japanesestudies.org.uk/articles/Burgess.html
Como se puede observar en la Tabla 6, la población de migrantes va en
incremento, así por ejemplo, la entrada de migrantes casi se triplicó entre 1992 y
2007. Sin embargo, dadas las políticas restrictivas del gobierno, existe una
225 Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), Stock of foreign in selected
OECD countries. [citado en octubre 2008], Disponible en Internet: http://www.oecd.org/dataoecd/25/56/39331383.xls
164
mayor tendencia a permanecer de manera temporal, el incremento en esta
categoría ha sido constante desde 1992, mientras que ha sido sólo entre el 2001
y 2007 cuando los residentes permanentes han aumentado, tenencia que
evidencia las necesidades de leyes de convivencia multicultural.
Figura 6. Migrantes Registrados por Nacionalidad, 1961-2005
Fuente: Arudou Debito, “Japan’s Future as an International, Multicultural Society: From Migrants to Immigrants”. (Traducción libre de la autora), versión original, disponible en Internet: http://japanfocus.org/products/details/2559
Además, los migrantes provienen de diversas nacionalidades entre las
que predominan coreanos en un 28 por ciento, chinos en un 27 por ciento,
165
brasileños en un 15 por ciento,226 filipinos, peruanos y de Estados Unidos,
(información contenida en la Figura 6.); ello incrementa la preocupación tanto del
gobierno como de la sociedad japonesa, en el sentido que no es fácil alcanzar
una buena convivencia entre diferentes culturas si el gobierno no establece
normas estrictas de convivencia que garanticen los derechos de todas las
personas sin importar su cultura o raza.
Aunado a ello, la discriminación hacia estas minorías es muy evidente. Si
bien es comprensible que cuando personas con distintas culturas intentan
convivir surjan prejuicios, prácticas de exclusión y demás fricciones por el
choque cultural, el hecho de que en Japón no haya a nivel nacional una política
de integración de los migrantes a la sociedad, que garantice sus derechos y una
sana convivencia, hace que este fenómeno sea más complejo.
Durante el 2007, la Oficina de Derechos Humanos de Japón, reportó unos
126 casos de discriminación hacia extranjeros, entre los cuales se destacan la
negación a proporcionarles servicios en los lugares donde rentan o en los baños
públicos y hoteles, más aún si éstos no hablan japonés. Además, esta oficina no
tiene facultad para exigir reparación de daños a los afectados y se limita a hacer
advertencias dado que no hay ninguna ley de protección a los derechos de los
extranjeros.
Igualmente, el Relator Especial sobre Derechos Humanos de Naciones
Unidas, Doudou Diene, en su informe del 2005, aseguró que en Japón las
autoridades no hacen suficiente para hacer frente a lo que calificó como un
“profundo racismo y xenofobia”.227 Por ejemplo, en el ámbito laboral, los
extranjeros padecen también abusos como la explotación, el trabajo infantil y en
general violaciones a sus derechos humanos.
226 Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), International Migration Outlook
2008: Japan country note: [citado en octubre 2008], Disponible en Internet: http://www.oecd.org/dataoecd/57/9/41255844.pdf 227 The Asahi Shimbun, Japan’s Entrenched Discrimination Toward Foreigners, October 5, 2008: [citado en octubre de 2008], Disponible en Internet: http://www.debito.org/?p=1971
166
Por otra parte, causa preocupación, la falta de educación para los hijos de
estos migrantes; el bajo nivel de afiliados al seguro social y el hecho de que se
relacione directamente, el aumento de la delincuencia con el incremento de
residentes extranjeros en el país, se ha creado entre la sociedad japonesa un
estigma de que los extranjeros son personas poco confiables e incluso
criminales. La propia policía ha distribuido información para alertar a la población
de grupos delictivos, conformados por extranjeros, lo cual fomenta la imagen
negativa que los japoneses tienen de los migrantes, principalmente de los que
provienen del países pobres del Sur de Asia. Parafraseando al Dr. Yoko Sellek,
el gobierno ha fomentado imágenes negativas acerca de los migrantes, como un
peligro para la “armonía” de la sociedad japonesa y la seguridad pública.228
Con respecto al bajo nivel educativo que tienen los hijos de los migrantes,
es necesario decir que su principal causa es la dificultad que tienen éstos para
entender el idioma japonés de manera fluida. Según el Ministerio de Educación,
el número de estudiantes extranjeros que necesitan aprender bien japonés,
conforme datos del 2005, es de 20,692, lo cual representa casi el 30 por ciento
de todos los estudiantes extranjeros. De éstos mas de 20, 000 estudiantes
extranjeros, el 37 por ciento habla portugués, el 22 por ciento chino y el 15 por
ciento español.229 Lo preocupante del caso es que, dado que estos jóvenes no
hablan japonés tienden a dejar la escuela al no tener un pleno aprovechamiento
de sus clases, hecho que más adelante repercute en sus oportunidades para
conseguir empleo.
Ante esta situación el gobierno no ha sido capaz de encontrar soluciones
óptimas y duraderas. El Profesor Ikuo Kawakami propone que el Estado japonés
establezca un sistema similar al estadounidense o australiano, que consiste en
fomentar a los profesores a enseñar inglés a los niños que no pueden hablar el
idioma. En este caso el sistema japonés consistiría en enviar expertos y
228 Citado en: Yáñez, Rosado Juan Antonio, Op. Cit, p. 27. 229 The Yomiuri Shimbun, 20,000 in language pickle / foreign students in need of specialized Japanese
teachers, 2007: [citado en noviembre 2008] Disponible en Internet: http://www.debito.org/?p=409
167
profesores de japonés a las escuelas. Ya que actualmente sólo 70 de los 885
municipios acogedores de migrantes se han especializado en la instrucción del
japonés a los inmigrantes en las escuelas.230
Además, Stephen Murphy-Shigematsu, asegura que el plan de estudios
necesita ser modificado, ya que deben incluirse otras lenguas en el currículum
escolar así como mencionar a las minorías en los libros de texto. Los temas
acerca de la raza, la religión y el origen étnico deben ser incluidos, lo que
rompería completamente con la imagen homogénea de la nación para dar paso
a una sociedad multicultural.
Con esta reforma al sistema educativo no sólo se cubriría el problema
educativo de los hijos de los inmigrantes sino que también se alentaría a los
niños japoneses a ser más empáticos con los extranjeros al tener que conocer
mejor su cultura y reconocerlos como personas con iguales derechos y
obligaciones que ellos. Sin embargo, una reforma hacia la educación
multicultural desafía sin duda alguna los límites que establece el modelo
tradicional con relación a la restricción de parte de la comunidad para ejercer
plenamente la libertad individual y la diversidad de comportamiento.231 Lo cual
evidentemente se contrapone con el ideal universal, adoptado ya por algunos
sectores de la sociedad japonesa, pero que no pretende ser totalmente aplicado
por el gobierno.
Una preocupación más que identifica Arudou Debito, es que el actual
debate sobre la contrariedad de la migración, por parte de los ministerios, no gira
en torno a encontrar la manera de ayudar a los trabajadores extranjeros a
integrarse en la sociedad sino que busca la manera de garantizar que estos
permanezcan en el país sólo de manera temporal y sean reemplazables.232 Es
decir no está buscando una solución a las dificultades de las comunidades de
230 Ibídem 231Stephen, Murphy-Shigematsu, Challenges for Multicultural Education in Japan. [citado en octubre 2008] Disponible en Internet: http://www.newhorizons.org/strategies/multicultural/murphy-shigematsu.htm 232 Arudou, Debito, Op. Cit.
168
extranjeros que han decidido permanecer en el país, no sólo por el bien de los
migrantes sino de su propia sociedad. Ya que, muchos migrantes continuarán
estableciendo su residencia en el país aunque esto los obligue a estar fuera de
la ley, y la economía japonesa seguirá absorbiendo gran cantidad de migrantes.
Los migrantes, a pesar de que obtengan sólo visas temporales de trabajo, se
quedarán en el país y el problema migratorio continuará, ya que es un fenómeno
social irreversible.
Por ello, es importante que el gobierno cree políticas adecuadas que
permitan a los trabajadores migrantes y a sus familias, integrarse en la sociedad
japonesa y a encontrar empleos adecuados para maximizar sus contribuciones,
en un momento en que Japón enfrenta una aguda escasez de mano de obra,
que aumenta la necesidad de migrantes. Así pues, es evidente que la sociedad
japonesa está encaminada hacia la multiculturalidad y aunque el gobierno e
incluso parte de la misma se rehúsen a aceptarlo es necesario que Japón se
adecúe a su nueva realidad, no sólo para hacer más armónica la convivencia
social sino para garantizar la estabilidad tanto económica, social como política
del país.
Entre las dificultades para establecer una política adecuada para la
incorporación de los residentes extranjeros a la sociedad de este país, Sachie
Asaka destaca: “el gobierno japonés no tiene actualmente una política que esté
interrelacionada con la de las ciudades de alta concentración de extranjeros,
además de que cada ministerio actúa de manera independiente dada la
estructura vertical de la administración pública. Por ejemplo, el Ministerio de
Asuntos Interiores y Comunicaciones tiene competencia sobre la vida cotidiana
en general de los extranjeros. El Ministerio de Justicia atiende cuestiones
relacionadas con el visado. El Ministerio de Salud, Trabajo y Bienestar asuntos
relacionados con la seguridad social y problemas de trabajo, y el Ministerio de
Educación sobre la educación”.233
233 Sachie, Asaka, Op. Cit.
169
Mientras tanto, algunas prefecturas donde la cantidad de residentes
extranjeros es elevada, ya han establecido algunos planes y programas
encaminados a garantizar una armónica convivencia entre las distintas culturas,
estos municipios tienen diversas políticas de integración de extranjeros y
recursos humanos propios, para llevar a cabo medidas que permitan una mayor
armonía en la localidad. Frente a estas acciones individuales por parte de los
municipios, el Ministerio de Asuntos Interiores y Comunicaciones, desde el mes
de abril de 2007 ha asignado partidas presupuestarias para la aplicación de
políticas públicas de convivencia multicultural en 70 ciudades y municipios, con
el objetivo de promover la armonía social característica de la nación .234
Se considera, entonces, que al Estado japonés aun le falta camino por
recorrer para adaptarse a las nuevas necesidades de su sociedad, y para
escuchar y cumplir sus exigencias. Poco a poco va quedando atrás ese Japón
homogéneo y estatocéntrico al que por mucho tiempo el gobierno administró con
relativa facilidad y que tenía una actitud pasiva frente sus acciones y decisiones.
Ahora el gobierno debe mantener la armonía social, que sigue siendo un
importante valor en Japón, aunque quizá no con la misma intensidad, en un
contexto económico poco favorable, donde la incertidumbre por la economía
acapara la atención del Estado y causa malestar entre la población.
234 Ibídem
170
CONCLUSIONES El Japón contemporáneo se enfrenta, al igual que muchas otras sociedades
industriales, a las contradicciones causadas por la crisis del capitalismo
contemporáneo y por el fenómeno de la globalización. Entre estas
contradicciones se encuentran, por ejemplo, rupturas en los aspectos más
íntimos de la construcción estatal y en las definiciones de la cuestión identitaria,
las cuales modifican profundamente el propio sentido de las sociedades.
De lo anterior se desprende que la íntima interacción entre los factores
económicos, políticos, sociales y culturales, tanto en el ámbito global como en el
nacional, hace incomprensible cualquier evento si se le trata de manera aislada.
De ahí, que en la presente investigación haya sido muy útil la aplicación del
Paradigma de la Sociedad Global combinado con los estudios identitarios de la
Teoría Social.
Japón ha pasado por esquemas de modernidad cuyas consecuencias han
sido cada vez más determinantes para su transformación antes y después de la
Segunda Guerra Mundial. Este país ha transitado del tradicionalismo hacia el
vanguardismo, con este cambio la sociedad parece desvincularse de su cultura
tradicional y el Estado ha cedido espacios a otros actores, tanto globales como
subnacionales. Incluso se ha puesto en tela de juicio la estructura ideológica y
simbólica (Metahistoria) que sostiene la unidad nacional desde la posguerra o,
siendo más aventurados, desde la propia construcción del Estado-nación
moderno, durante la Era Meiji.
Particularmente, el factor económico ha sido uno de los de mayor impacto
para la problemática que vive Japón. El estallido de la “Burbuja Económica”,
acaecido en 1992, y la generalización de la crisis en 1997, hizo evidente el
agotamiento del “Sistema de la Posguerra” y la transformación social del país ya
no pudo ocultarse. El malestar que causó entre la población la inestabilidad
económica (provocada por los efectos del Neoliberalismo a ultranza y la
globalización de capitales) intensificó la “división de la sociedad”, motivó cierto
171
individualismo y desarraigo de las tradiciones. Las reacciones de la población y
del Estado fueron diversas y no ofrecieron una alternativa, al contrario trajeron
como consecuencia una nueva serie de problemas sociales y políticos.
De manera que, después de analizar los diferentes aspectos y etapas del
desarrollo japonés, desde su consolidación como un Estado-nación moderno
(Meiji) hasta 2007, se han obtenido una serie de reflexiones que permiten
consolidar algunas de las aportaciones de esta investigación.
En primer lugar, se observa que el Estado japonés se conformó como un
Estado-nación moderno, utilizando parámetros occidentales, como resultado del
agotamiento del régimen feudal y de la presión que ejercían las potencias
occidentales que amenazaban su soberanía. Durante esta época –Restauración
Meiji- El Imperio intentó establecer un régimen democrático en el que de facto el
poder residió en el emperador y fueron restringidas las libertades políticas y
sociales.
Este imperio desarrolló una política expansionista que le permitió
incorporar territorios de su periferia, cuyas poblaciones intentó asimilar a la
propia cultura japonesa. Pero estos nuevos ciudadanos, los ainu y los
okinawanos, fueron discriminados y, paradójicamente, esto les permitió
mantener su propia identidad con relación a la población mayoritaria de la isla
principal, aunque en la percepción generalizada del Estado japonés, la cultura
de estos pueblos fue minimizada.
A pesar de casos como el de los ainu y okinawanos, y dado que la
población mayoritaria de la totalidad de los territorios era “genealógicamente
descendiente de la divinidad shintoísta”, es decir, constituían una raza pura, la
nueva unidad nacional japonesa se conformó a partir del mito de la divinidad del
emperador y de la sociedad como una gran familia, donde todos poseían una
cultura única por la virtud de su moral. Es decir los nuevos grupos fueron
aculturizados.
172
La identidad nacional se concibió, entonces, a partir de la construcción de
una identidad cultural única, que excluía a las minorías al tiempo que se les
consideraba “asimiladas” a la cultura mayoritaria. Aunado a ello, la ideología
fundada en el shintoísmo y la moral confuciana, forjó el carácter japonés a partir
de un sólido y “virtuoso” sistema de valores que llevó a la exaltación
nacionalista, misma que, junto con las circunstancias internacionales, llevaron a
Japón a ingresar a la Segunda Guerra Mundial bajo una filosofía fascista, que en
1945 fue derrotada, y Japón fue ocupado por los Estados Unidos, como parte de
los “Aliados”.
Por otra parte, después de la derrota en la Segunda Guerra Mundial, el
Estado fue reformado en su totalidad por las potencias vencedoras y el gobierno
inició un nuevo proceso de apertura al exterior, en gran parte forzado, que
involucró a Japón en una serie de regímenes internacionales (FMI, BM, GATT),
bajo los cuales delineó sus acciones y emprendió una nueva carrera para
desarrollar su industria, comercio y desarrollo económico y social. La madurez
económica del país nipón, desde la década de 1980, provocó que éste avanzara
hacia una nueva fase de apertura que, ya en el marco de la globalización
cultural, que hacia la década de 1990, incluyó la entrada indiscriminada de
costumbres y valores extranjeros que fueron, sin duda, el parteaguas de la
transformación social.
Asimismo, una vez que Japón superó la devastación de la guerra e inició
su etapa de crecimiento económico, la cultura cobró nuevamente un valor
especial. Desde la década de 1960 empezaron a gestarse una serie de debates
sobre de la identidad cultural de la nación, desarrollándose de esta manera una
nueva base ideológica, emergida entre los intelectuales y sustentada en los
discursos acerca de la raza de la época Meiji. Esta ideología giró en torno al
carácter singular de la sociedad japonesa, el cual sintetizado en el discurso del
“Nihonjinron”, establece la imagen de la nación como un pueblo homogéneo
constituido por una única raza, una etnia única y un único patrón cultural que
conforma su comportamiento social.
173
El discurso del Nihonjinron difundido ampliamente durante la época de la
internacionalización del país, en la década de 1980, creó la imagen de Japón
como un país cuya identidad nacional se basa en una identidad cultural
milenaria. Esta idea actualemente sólo puede ser aceptable por el hecho de que
en Japón más del 90 por ciento de la población es étnicamente japonesa, de
modo que la identidad cultural de éstos es considerada la identidad cultural de
Japón, no sin anotar la presencia de minorías étnicas que con la creciente
inmigración se están ampliando.
Así pues, esta investigación trae a la luz que el proceso de globalización
en el que se involucró la sociedad japonesa desde la posguerra, y que se
intensificó con el auge de las tecnologías de la información durante la década de
1990, ha traído consigo una oleada de transformación social que ha convertido a
los japoneses en una sociedad “posindustrial”, adoptado muchas pautas de
comportamiento Occidental, particularmente de Estados Unidos, debido a la
imposición política y económica al final de la Segunda Guerra Mundial y también
por ser este último el principal impulsor de valores a nivel mundial.
La sociedad japonesa, debido a su transformación, ha trascendido los
valores meramente tradicionales y su comportamiento se configura no sólo a
partir de la identidad cultural sino de una multiplicidad de factores que incluyen la
diversidad de identidades “desterritorializadas” o incluso “localizadas”, términos
que definen el doble efecto de la globalización como reivindicador de
condiciones “locales” al interior de los Estados. En este sentido, la identidad
cultural japonesa, si bien nunca ha tenido las dimensiones propuestas por el
discurso del Nihonjinron, conserva su esencia a pesar de los embates que ha
sufrido y mantiene su concepción, si acaso estereotipada, a veces, hacia el
exterior, ya que no se ha transformado en su totalidad, como lo establecen los
estudios teóricos de las identidades, éstas no se vuelven otras por el simple
hecho de haber evolucionado, pues se trata más bien de una incorporación de
nuevos parámetros e ideas que nutren el bagaje cultural existente previamente.
174
A menos que ocurra un proceso de asimilación de otra cultura, las
identidades sólo son trastocadas por la adopción de nuevos esquemas
culturales, que bajo un carácter sincrético se reinventan constantemente. Y
aunque parte de esa conciencia identitaria sea inventada y reinventada en el
discurso pervive en el imaginario colectivo de la sociedad una idea “del nosotros”
y es esa la que determina su carácter. Incluso, muchos japoneses continúan
exaltando la “singularidad” cultural como mecanismo de defensa, con reflejos de
xenofobia, discriminando a las minorías exógenas, que crecen conforme se
incrementa la inmigración al país.
Si bien es imposible afirmar que la sociedad imaginada por los dirigentes
de la Restauración Meiji perdura hasta nuestros días, es verdad que en su
esencia sigue teniendo muchos rasgos que se delinearon a fines del siglo XIX,
por lo que continúa diferenciándose del mundo occidental, aun con muchos
rasgos adoptados de Estados Unidos y de Europa. Como dice Samuel P.
Huntington, es un país que pertenece a ambos mundos, es un país “Oriental”
con desarrollo “occidental” que ha sobrevivido a la modernización y que lucha
por recuperar su poderío lidiando con problemas políticos y sociales al interior,
en el establecimiento de su proyecto de nación en el Siglo XXI.
De esta manera, se observa que la sociedad japonesa ha experimentado
un proceso de aculturación que la ha inmerso en una revalorización de sus
principios y valores tradicionales, le ha incorporado nuevas ideas y la ha vuelto
más pragmática. Este pragmatismo ha fragmentado de cierta manera la unidad
del país y ha alejado el sentido de comunidad en las nuevas generaciones, lo
cual ha provocado la añoranza social de los antiguos esquemas de vida,
incentivando movimientos de localización y reafirmación de identidades. Es en
este contexto en el que las minorías inician su labor por reivindicar sus étnias,
apoyadas por movimientos globales a favor del respeto a las culturas originarias.
Como en caso de los ainu, que se han convertido en una fuerza subnacional,
consiguiendo poco a poco el reconocimiento del Estado.
175
Entonces, Japón debate el multiculturalismo como parte de un nuevo
elemento que el Estado debe considerar al momento de establecer su política
social. Sin embargo, este discurso se pierde, según los intereses nacionales,
entre discusiones más políticamente redituables como la recuperación
económica235, la reforma política y la recuperación del control gubernamental de
la economía, que fue puesto en entredicho a partir de la recesión desde 1992 y
por la mayor participación disidente de la sociedad civil. Por lo tanto, estos
debates sobre multiculturalidad han pasado a segundo plano o se adaptan a las
necesidades políticas del “meta-relato” ideológico, que también está siendo
cuestionado desde dentro del propio Estado por una ciudadanía cada vez más
participativa, que por el contacto con el exterior ha adquirido mayor grado de
conciencia colectiva respecto de su realidad nacional al compararse con otras
sociedades de igual desarrollo.
En cuestiones políticas, la participación de la sociedad civil en la toma de
decisiones del gobierno, el creciente poder de las empresas multinacionales, la
presión ejercida por los organismos internacionales y la reformulación de
regímenes internacionales dificulta la gestión del Estado, que poco a poco ha ido
cediendo espacios a otros actores en la determinación de políticas
gubernamentales.
Debe reconocerse que el país del sol naciente ha tenido desde la
posguerra una serie de gobiernos cuya continuidad se ha basado en una
democracia restrictiva e impositiva sobre la ciudadanía, con la justificación de la
defensa del interés nacional que ha sido determinado por el triángulo de hierro.
No obstante el gobierno continúa definiendo la política nacional, se infiere que
para las nuevas generaciones, así como para la sociedad civil en general, este
estilo de gobernar ya no es funcional.
235 Incluso se ha considerado que enfrenta su crisis más grave, desde la Segunda Guerra Mundial, al caer 12.7 % entre octubre y diciembre del 2008. El País, Japón se enfrenta a su crisis más grave desde la II
Guerra Mundial, publicado 16 de Febrero de 2009, Disponible en Internet: http://www.elpais.com/articulo/
economia/Japon/enfrenta/crisis/grave/II/Guerra/Mundial/elpepueco/20090216elpepueco_1/Tes
176
Es importante destacar que la crisis económica, hizo evidente para la
sociedad que el bienestar social no era óptimo, lo que provocó una revaloración
de la actuación del grupo en el poder para encontrar las causas y las posibles
soluciones a la situación prevaleciente. A pesar del trabajo del gobierno por
mantener un fuerte control sobre la sociedad, difícilmente recuperará el poder
que tuvo antaño, lo cual no es un acontecimiento que sólo ocurra en Japón, ya
que es característico de la actual ola de globalización, principalmente en los
países desarrollados. La participación de la sociedad civil en la toma de
decisiones del gobierno, el creciente poder de las empresas multinacionales, la
presión ejercida por los organismos internacionales y la formulación de
regímenes internacionales dificulta la gestión de los Estados, que poco a poco
han ido cediendo espacios a otros actores en la determinación de políticas
gubernamentales.
Por lo que el gran reto para el gobierno japonés es renovarse, lo cual en
el contexto actual de crisis económica a nivel mundial, no es una tarea sencilla.
Este proceso se inició desde el año 2001, con la llegada al poder ejecutivo del
Primer Ministro Junichiro Koizumi. Sin embargo, los gobiernos sucesores no han
logrado el liderazgo necesario para continuar las reformas estructurales
emprendidas por Koizumi, cuya finalidad era recuperar la confianza del país en
las políticas públicas. Esto ha creado aun mayores expectativas en el recién
nombrado Primer Ministro Taro Aso, quien representa una nueva esperanza de
estabilidad política, económica y social en el país.
Del mismo modo, el gobierno tiene la necesidad de regular los flujos
migratorios adecuándolos a los intereses del propio Estado al tiempo que debe,
por el propio bienestar de su sociedad y su economía, establecer las directrices
de la convivencia con extranjeros, no sólo para que éstos tengan una mejor
calidad de vida en el país, sino para que se comprometan más con la sociedad
en la que están inmersos y tengan un carácter positivo para la nación. Al igual
que ocurre en otros Estados, el gobierno japonés no tiene una política integral
que estructure y/o coordine todas las acciones gubernamentales involucradas en
177
el trato a los extranjeros. Asimismo, los presentes debates en torno a la
migración lejos de estar encaminados al mejor aprovechamiento, tanto en el
aspecto económico como social de los residentes extranjeros en el país, tienden
más a buscar cómo limitar su permanencia.
Indiscutiblemente, el régimen no puede permanecer inerte a las
transformaciones sociales sino que tiene que reaccionar, positiva o
negativamente ante las demandas de sus gobernados. La acción gubernamental
entonces se convierte en un ejercicio de poder representativo de la eficiencia y
eficacia gubernamental tendiendo, por ende, a la búsqueda de propuestas que
justifiquen su existencia y provoquen una reacción positiva en la población.
Por otra parte el próspero futuro de este Estado-nación depende de las
políticas gubernamentales y de las propias dinámicas sociales que nacen y
renacen en el propio imaginario colectivo que considera a la nación nipona como
modelo a seguir en su entorno geopolítico y para lo cual apuesta a sus
tradiciones más conservadoras. Puede afirmarse que el sincretismo social,
cultural y económico en la región asiática ha sido definido por el desarrollo
japonés. Y lo seguirá siendo en la medida que supere el reto que representa el
fuerte surgimiento de China como potencia económica.
Finalmente, la transformación social de Japón, provocada por su
inmersión en la globalización, ha tenido un impacto en menoscabo de la
identidad cultural, sin embargo no ha sido capaz de eliminar su esencia, y por
tanto Japón continúa siendo referente de éxito. Su riqueza cultural difícilmente
desaparecerá y el gobierno ha jugado un papel central para ello, al cuidar
permanentemente, aun con sus limitaciones, el aspecto cultural. Lo cual, le ha
permitido basar su desarrollo a partir de factores internos y no confiarse del
entorno internacional, de ahí la preocupación actual ante el deterioro de la
identidad.
178
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