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AUDIENCIA NACIONAL
SALA DE LO PENAL
SECCIÓN 002
Teléfono: 917096575
Fax: 917096578
20107
N.I.G.: 28079 22 2 2010 0201233
ROLLO DE SALA: 1-1998
ÓRGANO DE ORIGEN: JUZGADO CENTRAL INSTRUCCION nº: 2
PROCEDIMIENTO DE ORIGEN: SUMARIO (PRC.ORDINARIO): 1 /1998
S E N T E N C I A nº 21/2016
ILMOS. SRES. MAGISTRADOS:
DÑA. CONCEPCIÓN ESPEJEL JORQUERA (Presidenta y
Ponente)
D. ANGEL HURTADO ADRIAN
D. JULIO DE DIEGO LÓPEZ
En Madrid, a doce de julio de dos mil dieciséi s.
Visto, en juicio oral y público, ante la Sección Se gunda
de esta Sala de lo Penal de la Audiencia Nacional, el
presente Rollo de Sala 1/1998, dimanante del Sumari o
1/1998 del Juzgado Central de Instrucción nº2, segu ido
por delitos de asesinato terrorista en grado de
tentativa y tenencia de explosivos contra ENEKO
GOGEASKOETXEA ARRONATEGUI nacido el 29 de abril de 1967,
en Guernica (Vizcaya), con DNI nº 44556097, hijo de
Ángel y Lourdes, representado por el Procurador D.
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Javier Cuevas Rivas y defendido por el Letrado D. Kepa
Landa Fernández, privado de libertad por esta causa
desde el 20 de julio de 2012 hasta el 29 de noviem bre
de 2012.
Ha sido parte el Ministerio Fiscal, representado po r el
Ilmo. Sr. D. Marcelo de Azcárraga Urteaga.
ANTECEDENTES DE HECHO
PRIMERO.- Las presentes actuaciones se incoaron a
raíz de un oficio remitido con fecha 14 de junio de 1997
por la Policia Autonoma Vasca, en el que se
manifestó haber encontrado una bomba trampa en la
localidad de Durango (Vizcaya), lo que dio lugar a que
por el Juzgado Central de Instrucción nº 2 de esta
Audiencia Nacional, se incoaran Diligencias Previas con
el 321/97-J, a las que, con fecha 10 de noviembre d e 1997,
se unió testimonio de las Diligencias Previas 420/9 7-M, del
mismo Juzgado Central de Instrucción .
Dichos hechos dieron lugar a la formación del Sumar io
1/1998 del Juzgado de Instrucción 2, el cual, una v ez
concluso, fue elevado a esta Sección Segunda; incoá ndose
el rollo de Sala 1/1998, en el que, con fecha 29 de
octubre de 1999, fue condenado Kepa Arronategui
Azurmendi, como autor de un delito de asesinato ter rorista
en grado de tentativa y como autor de un delito de tenencia
de explosivos.
Puesto a disposición del Tribunal Eneko Gogeaskoet xea
Arronategui con fecha 20 de julio de 2012 y reabier ta
la causa respecto del mismo fue dictado auto de
conclusión del sumario con fecha 4 de septiembre de 2015
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y, previas las actuaciones oportunas, fue señalado para
el inicio de las sesiones del juicio oral el día 13 de
junio de 2016.
SEGUNDO.- Por el Ministerio Fiscal en sus
conclusiones definitivas formuladas en el Acto del
Juicio Oral fueron calificados los hechos como
constitutivos de un delito de asesinato terrorista en
grado de tentativa, previsto y penado en el artícul o 572
números 1,1° y 2 en relación con los artículos 139, 15,
16 y 62 del Código Penal vigente en el momento de l os
hechos y de delito de tenencia de explosivos del
artículo 573 del Código Penal vigente en el momento de
los hechos; considerando autor de dichos delitos al
acusado, sin la concurrencia de circunstancias
modificativas de la responsabilidad criminal;
solicitando por el primero de dichos delitos la pen a de
dieciocho años de prisión, así como la accesoria d e
inhabilitación absoluta durante el tiempo de la
condena y por el segundo delito mencionado la pena de
ocho años de prisión, así como la accesoria de
inhabilitación especial para el ejercicio del derec ho
de sufragio pasivo durante el tiempo de la condena y
costas.
TERCERO.- Por la defensa del acusado en sus
conclusiones provisionales que fueron elevadas a
definitivas en el acto de la Vista Oral, se mostró su
disconformidad con el relato de los hechos del escr ito
de conclusiones del Ministerio Fiscal; por no ser e l
acusado autor de los delitos imputados; interesand o la
libre absolución de su representado de los delitos que
se le imputan por el Ministerio Fiscal. Alegando, c on
carácter subsidiario, tentativa inacabada y, en cas o de
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considerarse acabada, desistimiento que impidió e l
resultado.
SE DECLARAN LOS SIGUIENTES HECHOS PROBADOS:
En junio de 1997, el acusado Eneko Gogeaskoetxe a
Arronategui pertenecía a la Organización terrorista
ETA y, junto con Kepa Arronategui Azurmendi, ya
condenado por estos hechos en sentencia de esta Sec ción
de fecha 29 de octubre de 1999, integraba el coman do
KATU.
Como miembro del referido comando y actuando al
servicio de los fines de ETA, el referido acusado
Eneko Gogeaskoetxea Arronategui, de común acuerdo y
junto con el otro integrante del talde KATU, Kepa
Arronategui Azurmendi, en hora no exactamente
determinada del día 14 de junio de 1997, colocaron en
un solar sito en la C/ Antso Estegiz de la localida d de
Durango una bomba trampa con una carga base oculta de
tres kilos de cloratita, unida a un conjunto de
cócteles molotov, los cuales eran la única parte vi sible
del artefacto.
El artefacto fue confeccionado en un caserío de
Olagorta, en el que vivían los dos citados integran tes
del comando y en el que guardaban los explosivos;
siendo colocado por ambos en el solar de Durango c on la
finalidad de que explosionara y causara la muerte c uando
acudieran a desactivarlo a algún agente de la Polic ía
Autónoma Vasca, cuyos integrantes eran objetivos de
la Banda, con el pretexto de disuadir a la
Ertzaintza de que siguiera practicando detenciones
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de miembros del Movimiento de Liberación Nacional
Vasco M.L.N.V..
El artefacto explosivo estaba compuesto de una ca rga
base formada por tres kilos de cloratita azucarada y
azufrada ubicada en un recipiente de plástico que s e
encontraba oculto y contaba con un sistema de
iniciación formado por un mecanismo de tracción
consistente en un sedal de nylón que atravesaba una zanja
y que fue colocado en disposición de ser accionado por
el paso de la victima, la cual involuntariamente
tropezaría con el sedal, lo que provocaría la retir ada
de una cartulina que aislaba las mordazas de una pi nza
que cerraba el circuito eléctrico del sistema de
ignición del explosivo, lo que produciría la
explosión. Como señuelo el artefacto explosivo cont aba
con varios cócteles incendiarios, lo cuales resulta ban
visibles, a diferencia de la carga explosiva que es taba
cubierta con piedras y basura, ocultación que, junt o con
la oscuridad de la noche, impedían que el explosivo
pudiera ser observado por las posibles víctimas.
Mediante dicho explosivo oculto, unido a lo que
aparentaban ser únicamente unos cócteles molotov, los
dos integrantes del comando KATU, el acusado Eneko
Gogeaskoetxea Arronategui y Kepa Arronategui Azurme ndi
pretendían alcanzar de lleno y mortalmente a algún
miembro de la Ertzaintza que acudiera al lugar para
desactivar el artefacto incendiario.
En ejecución de lo planeado, sobre la 1,00 horas de l día
14 de junio efectuaron una llamada a la Policía Mun icipal
de Durango en nombre de la Banda terrorista E.T.A.,
advirtiendo de la colocación de unos cócteles molot ov,
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los cuales no fueron localizados en una primera
inspección.
Por ello, sobre las 15 horas, volvieron a llamar, e sta
vez a la emisora Eguin Irradia advirtiendo de la
colocación de una bomba trampa e indicando que habí an
avisado la víspera y que no habían hecho nada, que
habían dejado unos cócteles y que era muy urgente.
El artefacto no llegó a explosionar por la accident al
rotura de la cartulina que impedía que se cerrara e l
circuito eléctrico, la cual se mojó por la lluvia c aída
durante la noche anterior.
Finalmente, sobre las 17,22 horas del mismo día la
Unidad Especial de Desactivación de Explosivos de l a
Ertzaintza logró su neutralización.
FUNDAMENTOS DE DERECHO
PRIMERO.- Los hechos declarados probados son
constitutivos de un delito de asesinato terrorista en
grado de tentativa, previsto y penado en el artícul o 572
números 1,1° y 2 en relación con los artículos 139. 1,
15, 16 y 62 del Código Penal vigentes en el momento de
los hechos.
Los hechos son igualmente constitutivos de delito de
tenencia de explosivos cometido por integrante de u na
organización terrorista y actuando al servicio de l a
misma, del artículo 573 del Código Penal vigente e n la
fecha de comisión.
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Ha quedado plenamente acreditado, en base a las pru ebas
que seguidamente se analizarán, que el acusado, al
igual que Kepa Arronategui, ya condenado en la pre sente
causa, se integró en la Banda terrorista ETA en el año
1996 y que siguiendo las directrices de la misma pa ra
subvertir el orden constitucional y llevar el temor y
desasosiego a las personas planearon, elaboraron y
llevaron a término su propósito criminal de la form a que
se ha descrito en el factum.
No queda la menor duda de que el propósito crimi nal
del acusado era -siguiendo las directrices y propós itos
de la banda terrorista ETA- atemorizar a las person as y
subvertir gravemente el orden constitucional,
determinándose la finalidad terrorista en los dos
delitos cometidos.
SEGUNDO.- Respecto del asesinato terrorista en grado de
tentativa, es de indicar que resulta indiscutible l a
concurrencia de un animus necandi en quienes coloca ron
una bomba trampa cargada con tres kilos de cloratit a,
unida a varios cócteles molotov mediante una pinza
sujeta a un sedal, el cual, al ser pisado o someti do a
tracción, produciría el cierre del circuito y la
consiguiente explosión, que atendida la carga hubie ra
podido producir la muerte de la víctima. En tal sen tido
en la pericial practicada en el plenario se señaló que,
si el artefacto hubiera explosionado, tanto la expl osión
como la onda expansiva hubieran podido causar el
fallecimiento de la persona que hubiera efectuado
tracción con su paso sobre el sedal.
Por otro lado, concurre el subtipo agravado del art .
572.2 CP vigente en la fecha del hecho, dada la
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condición de agente de la Ertzaintza de la víctima
contra la que se pretendía atentar, lo que se infie re de
la propia admisión del coautor del hecho ya condena do en
la causa.
Reconoció Kepa Arronategui en todas sus declaracion es
que el ataque se dirigía contra la Ertzaintza, a cu yo
fin se dio aviso a la Policía Local, sabiendo que d icho
Cuerpo no disponía de medios para la desactivación , por
lo que los municipales llamarían a la Policía Autón oma
Vasca.
La disposición del artilugio, en el que únicamente se
encontraban visibles los cócteles molotov, permanec iendo
el resto (incluido el explosivo) oculto bajo piedra s y
basura y la circunstancia de que el aviso se dio a la
una de la madrugada, de modo que la oscuridad de la
noche hubiere dificultado aún más su posible percep ción
por la víctima desprevenida, evidencian el carácter
alevoso del ataque.
La circunstancia de alevosía, prevista en el párraf o 1º
del artículo 139 del C.P., exige, según reiterada
Jurisprudencia, el desarrollo de una conducta agres ora
que, objetivamente, pueda ser valorada como orienta da al
aseguramiento de la ejecución, en cuanto tiende a l a
eliminación de la defensa, y correlativamente a la
supresión de eventuales riesgos para el actor
procedentes del agredido, lo que debe ser apreciado en
los medios, modos o formas empleados; y que,
subjetivamente, venga caracterizada por el conocimi ento
por parte del autor del significado de los medios, modos
o formas empleados en la ejecución, en cuanto tende ntes
a asegurar el resultado; impidiendo la defensa del
atacado y suprimiendo los riesgos que de ella pudie ran
derivarse para el agresor; siendo la forma tradicio nal
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del ataque alevoso la constituida por la agresión a
traición, pues es claro que en esos casos la acción
agresiva pretende principalmente la supresión de un a
posible defensa. Así, es ataque alevoso el realizad o por
sorpresa, de modo súbito e inopinado, imprevisto,
fulgurante y repentino (entre otras muchas, SsTS 2
octubre de 2013 y 15 de junio de 2012); siendo tamb ién
reiteradas las sentencias del TS que recogen las tr es
modalidades de la alevosía, a saber, a) la prodito ria,
equivalente a la traición y que incluye la asechanz a,
insidia, emboscada o celada, situaciones en que el
sujeto agresor se oculta y cae sobre la víctima en
momento y lugar que aquélla no espera; b) la súbit a o
inopinada, llamada también «sorpresiva», en la que el
sujeto activo, aun a la vista o en presencia de la
víctima, no descubre sus intenciones y aprovechando la
confianza de aquélla actúa de forma imprevista,
fulgurante y repentina (en estos casos es precisame nte
el carácter sorpresivo de la agresión lo que suprim e la
posibilidad de defensa, pues quien no espera el ata que
difícilmente puede prepararse contra él y reacciona r en
consecuencia, al menos en la medida de lo posible) y
c) la de desvalimiento, en que el sujeto agente
aprovecha una situación de absoluto desamparo de la
víctima, como acontece en los casos de niños de cor ta
edad, ancianos debilitados, enfermos graves o perso nas
ebrias en fase letárgica o comatosa, dormidas o pri vadas
de conocimiento (SsTS 27 de enero de 2013 y 8 de ju lio
de 2011, entre otras muchas).
Se ha pronunciado también el TS en el sentido de qu e
resulta alevoso el envío a la víctima de un artefac to
explosivo especialmente preparado para ocasionarle la
muerte, al tratarse de un medio de ejecución que ti ende
directamente a asegurarla, sin riesgo para el agres or
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que pudiera proceder de la defensa del ofendido (ST S 30
de octubre de 1998).
Pues bien, la dinámica comisiva descrita en el fact um no
permite dudar de la concurrencia de la circunstanci a de
alevosía, que cualificaría la causación de la muert e
como asesinato.
TERCERO.- No cabe admitir la invocación del ya condenado
y de la defensa del ahora acusado relativa a que el
artefacto no podía explosionar, en base a la cual s e
invoca que la tentativa sería inidónea.
El informe pericial ratificado en juicio señala
claramente la aptitud del artefacto para deflagar p or
tracción y con potencia mortal, y ello contradice
enteramente la reserva sobre la intención de matar
efectuada por Kepa Arronategui en sus diversas
declaraciones y que ahora reproduce la defensa de E neko
Gogeaskoetxea.
Se desprende del informe pericial que la humedad af ectó
a la cartulina que separaba los dos elementos metál icos
colocados en la pinza, de modo que, rota aquella ca rtulina y
habiendo quedado una parte adherida a la pinza, los dos
extremos continuaban quedando separados y no se ce rraba el
circuito.
Sin embargo, no cabe olvidar que para que ello suc ediera
tuvo que pasar toda una noche y la mañana del día
siguiente. Dicha rotura accidental de la cartulina no
hubiera ocurrido si, con la primera llamada a la Po licía
Local, los autores hubieren logrado atraer al lugar a los
funcionarios encargados de la desactivación, lo qu e
habría acaecido de noche y estando el explosivo cu bierto
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de piedras y basura y unido a un sedal que, ante la
carencia de luz, hubiera sido accionado por tracció n,
cerrando así el circuito y produciendo la detonació n.
Ratificaron los peritos en el juicio que todos los
componentes de la bomba trampa, que contenía una ca rga
base de tres kilogramos de cloratita, estaban en
perfecto estado de funcionamiento y que el disposit ivo
era apto para detonar en el momento en que la vícti ma
involuntariamente efectuase al pasar tracción sobre el
sedal.
Por otro lado, se ha de poner de relieve que en e l
juicio el mencionado condenado Kepa Arronategui ofr eció
un argumento sobre el pretendido defecto del dispos itivo
distinto del sostenido en su primera declaración. E n el
juicio dijo que habían colocado un papel que impedi ría
el cierre del circuito, mientras que en su primera
manifestación había sostenido que tanto él como Ene ko
sabían que no podía explotar porque habían colocado un
temporizador digital, en vez de uno de cuerda.
Explicaron los peritos que la función del temporiz ador
era precisamente evitar riesgos para los miembros d el
comando durante el transporte; asegurando que la
detonación no se produjera hasta que estos lo hubie ren
colocado y se hubieren alejado del lugar y que, una vez
expirado el tiempo de seguridad programado, el arte facto
quedaba listo para explotar en cuanto el paso de la
víctima tirase del sedal, desplazase la cartulina y
cerrase el circuito y que, si no ocurrió así, fue p or la
rotura accidental de la cartulina por paso de algún
animal o, con mayor probabilidad, por haberse mojad o con
la lluvia caída durante la noche.
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CUARTO.- Tampoco cabe acoger la invocación de que las
llamadas efectuadas para dar aviso de la existencia del
artefacto puedan constituir un desistimiento por pa rte de
los autores.
Como señala la STS 881/2012 de 28 septiembre no pue de
hablarse de un desistimiento voluntario como exige el
art. 16 del CP si el autor abandona el propósito
criminal por causas ajenas a la propia voluntad (no se
desarrolla la acción como se esperaba; se ha perdid o de
vista a la víctima; la entrada en el domicilio prev ista
por el ladrón resulta imposible por el blindaje). E n
dichos supuestos no hay una motivación autónoma, o según
otra concepción, una decisión de “retornar a la
legalidad" (concepción normativa), que permitan
calificar de "voluntario" el desistimiento.
La mencionada STS 881/2012 añade que “el hecho d e
avisar de la colocación del artefacto no constituye la
base de ese desistimiento, cuando, atendido el esca so
margen de tiempo con que se anunció la explosión, l a
inexistencia de margen de actuación o las circunsta ncias
concurrentes, se evidencia que la actuación estaba
ideada para causar el mayor número de víctimas posi bles,
entre cuyos candidatos primeros se incluían los
ocupantes de las viviendas y quienes acudieren al lugar
a desactivar el explosivo, tal como ha ocurrido en otras
ocasiones”.
Dicha resolución, citando la sentencia 1232/2005 d e 25
de octubre, añade que “para valorar el desistimient o en
la tentativa, es necesario analizar cuidadosamente todas
las secuencias del hecho probado. Habida considerac ión
de que el desistimiento positivo desactiva el inici al
propósito criminal, convirtiendo el hecho en impune por
la no exigencia de responsabilidad criminal, como p rima
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al comportamiento del acusado, para llegar a esta
conclusión se exige que, de forma inequívoca, este
demuestre su voluntad de desistimiento, bien abando nando
la ejecución ya iniciada o bien impidiendo la produ cción
del resultado. De modo que la valoración de estas
circunstancias, que llevaría a la exención de la
responsabilidad criminal, debe realizarse en funció n de
la naturaleza del hecho delictivo y de la estructur a de
la acción. Valorando estos factores se podrá decir, con
mayor o menor precisión, si ha habido actos volunta rios,
efectivos y decididos encaminados a evitar que se
produzca el resultado. Los actos tienen que ser tan
claros y eficaces que por su propia naturaleza hubi eran
hecho prácticamente imposible, el resultado dañoso.
Ello no resulta predicable cuando la actuación se
interrumpió por razones absolutamente ajenas a la
voluntad del recurrente; siendo ante estas
circunstancias y no por abandono, cuando el autor
abandona sus propósitos iniciales”.
En el caso enjuiciado las llamadas efectuadas no pu eden
ser consideradas como desistimiento voluntario.
Como resulta de las declaraciones prestadas en el
juicio por los policías vascos, 60181, 60182, 60185 y 60188
(y ya constaba en el propio atestado ratificado en el
plenario) los autores del hecho realizaron una prim era
llamada a la Policía Municipal de Durango sobre la 1,00
horas del día 14 de junio de 1997, avisando de la
existencia de unos cócteles molotov en el lugar, av iso
que no fue confirmado por dicha Policía Local, pues
aunque visitaron la zona no descubrieron el artefac to.
Fue ya a las 15 horas de ese día cuando se recibió otra
llamada en la emisora de radio Eguin Irratia, dando cuenta
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de la existencia en el mismo lugar de cócteles molo tov y
una bomba trampa; llamando la citada emisora de rad io al
servicio de coordinación de la Policía Vasca, que e nvió
una patrulla y comprobó la existencia del artefacto .
Concluye esta Sala, como ya se hizo en la sentencia en la
que fue condenado el otro autor del hecho, Kepa
Arronategui, que el primer aviso, lejos de apuntar a la
intención de evitar el resultado, tendía a asegura r la
llegada al lugar y la causación de la muerte de, a l
menos, un miembro de la Ertzaintza, ya que, atendi do
que la Policía Municipal carece de equipos de desac tivación
de explosivos, los autores contaban con que ésta
av isar ía a la Pol ic ía Autónoma Vasca.
E l prop io coautor admitió en el plenario que sabí an
que la Policía Local no disponía de medios para la
desactivación y que llamarían a la Ertzaintza.
De modo que si sus agentes hubieran acudido al lug ar en
aquel momento nada hubiera obstado a que se produje ra la
explosión, la cual no se produjo por circunstancias
ajenas a la voluntad de los autores del atentado, l os
cuales pusieron todos los medios para alcanzar el
resultado.
Tampoco cabe admitir que pueda considerarse como
desistimiento el hecho de que se llamara para avisa r de
la colocación del explosivo pasadas las quince hora s del
día 14 de junio; indicando que era una bomba trampa .
Como hemos indicado, se ha de tener en consideració n que
hubo una primera llamada a la Policía Local sobre l a una
de la madrugada y que en esa ocasión no consta que se
indicara que era una bomba trampa. Al folio 52 de l as
actuaciones se reseña el contenido literal de la ll amada
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y del mismo se infiere que, aunque en la segunda
llamada, según informó el periódico EGIN, el comuni cante
dijo que llamaba en nombre de ETA y que el día ant erior
habían avisado de la colocación de una bomba trampa y
que no se había hecho nada y que había unos cóctele s
molotov y que era muy urgente, según las mismas fue ntes,
en relación con la primera llamada el comunicante
aseveró que la llamada anterior la había hecho a l a una
de la madrugada a la Policía Local diciendo que “ha blaba
en nombre de ETA y que habían dejado unos cóctele s en
el lugar ”.
Por otro lado, consta en el atestado que el aviso
cursado a la Policía Local en la madrugada del día 14
junio se refirió exclusivamente a la presencia en e l
lugar de unos jóvenes sospechosos.
Así lo ratificó en el plenario el funcionario de la
Ertzaintza 60181, instructor del atestado, que indi có
que el día anterior al de la desactivación existió una
llamada a la Policía Municipal en las que se alerta ba de
la presencia de los jóvenes sospechosos; que acudie ron
al lugar pero que no encontraron nada; siendo al dí a
siguiente, después de la segunda llamada, cuando
hallaron el explosivo.
De lo expuesto se infiere, como se concluyó también en
la sentencia de fecha 29 de octubre de 1999, en la que
fue condenado Kepa Arronategui, que el aviso de la bomba
trampa se efectuó muchas horas después del primero,
porque textualmente del aviso primero nadie había h echo
caso; siendo enteramente razonable concluir que la bomba
trampa se dejó con intención de matar al menos a al gún
agente que tropezara con el sedal, pero que, avanz ado el
día, para evitar daños civiles, dado lo céntrico de l lugar,
ya se avisó a la emisora de radio de que en realida d se
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trataba de una bomba trampa, lo que no elimina el a nimus
inicial, mantenido toda la noche y la mañana.
En cualquier caso, la llamada a la una de la madrug ada a
la Policía Local, sabiendo que esta daría aviso a l a
Autónoma y que alguno de los agentes de desactivaci ón se
personaría en el lugar de noche, lejos de permitir
considerar que existió un desistimiento, apunta a q ue lo
pretendido fue precisamente asegurar el resultado,
atrayendo al lugar, como se ha dicho, de noche a lo s
miembros de la Ertzainza y que cuando alguno de ell os
viera los cócteles molotov, única parte del artilug io que
podía ser visible, se acercase para examinarlos y, no
pudiendo ver el sedal que cerraría el circuito, lo
accionaría por tracción, explotando la bomba que, c omo
ratificaron todos los funcionarios que acudieron al lugar,
estaba oculta bajo piedras y basura, lo cual, unido a la
nocturnidad, hubiera producido al nefasto resultado .
Entre otros, el funcionario 60185 ratificó el acta de
inspección ocular efectuada al día siguiente de la
retirada del artefacto y dio razón de la ubicación y
disposición del mismo.
CUARTO.- De los mencionados delitos es responsable en
concepto de coautor el acusado, por haber ejecutado
voluntaria, directa y materialmente los hechos que lo
constituyen, convicción a la que llega esta Sala a la
vista de la valoración conjunta de las pruebas
practicadas, que seguidamente pasamos a exponer.
La STS 141/2016 de 25 febrero, citando las SSTS
338/2010, de 16 de abril; 383/2010, de 5 de mayo;
708/2010, de 14 de julio; 1180/2010, de 22 de
diciembre; 109/2012, de 14 de febrero; 575/2012, de 3 de
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julio y 729/2012, de 25 de septiembre, señala que l a
coautoría por condominio funcional del hecho puede
sintetizarse en los siguientes apartados:
1) La coautoría se aprecia cuando varias personas, de
común acuerdo, toman parte en la ejecución de un he cho
típico constitutivo de delito. Ello requiere, de un a
parte, la existencia de una decisión conjunta, elem ento
subjetivo de la coautoría, y, de otra, un dominio
funcional del hecho con aportación al mismo de una
acción en la fase ejecutiva, que integra el element o
objetivo. Será coautor quien dirija su acción a la
realización del tipo con dominio de la acción, que será
funcional si existe la división de funciones entre los
intervinientes, pero todas con ese dominio de la ac ción
característico de la autoría.
2) La existencia de una decisión conjunta, elemento
subjetivo de la coautoría, puede concretarse en una
deliberación previa realizada por los autores, con o sin
reparto expreso de papeles, o bien puede presentars e al
tiempo de la ejecución cuando se trata de hechos en los
que la ideación criminal es prácticamente simultáne a a
la acción o, en todo caso, muy brevemente anterior a
esta (coautoría adhesiva o sucesiva). Y puede ser
expresa o tácita, lo cual es frecuente en casos en los
que todos los que participan en la ejecución del he cho
demuestran su acuerdo precisamente mediante su
aportación.
3) No es necesario que cada coautor ejecute por sí mismo
los actos materiales integradores del núcleo del ti po.
En consecuencia, a través del desarrollo del "pactu m
sceleris" y del co-dominio funcional del hecho cabe
integrar en la coautoría, como realización conjunta del
hecho, aportaciones no integrantes del núcleo del t ipo,
que sin embargo contribuyen de forma decisiva a su
ejecución.
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4) Cada coautor, sobre la base de un acuerdo, previ o o
simultáneo, expreso o tácito, tiene el dominio
funcional, que es una consecuencia de la actividad que
aporta en la fase ejecutiva y que lo sitúa en una
posición desde la que domina el hecho al mismo tiem po y
conjuntamente con los demás coautores. Su aportació n a
la fase de ejecución del delito es de tal naturalez a,
según el plan seguido en el hecho concreto, que res ulta
imprescindible. Deben, por el contrario, excluirse de la
coautoría los actos realizados en la fase de prepar ación
del delito y aquellos que se ejecutan cuando este y a se
haya consumado.
5) Según la teoría del dominio del hecho, son coaut ores
los que realizan una parte necesaria en la ejecució n del
plan global aunque sus respectivas contribuciones n o
reproduzcan el acto estrictamente típico, siempre q ue,
aún no reproduciéndolo, tengan el domino funcional del
hecho, de suerte que sea este, en un sentido muy pr eciso
y literal, un hecho de todos que a todos pertenezca . A
este respecto, se afirma que entre los coautores se
produce un vínculo de solidaridad que conlleva la
imputación recíproca de las distintas contribucione s
parciales; esto es, cada coautor es responsable de la
totalidad del suceso y no solo de la parte asumida en la
ejecución del plan conforme a un criterio de la
distribución de funciones.
6) La realización conjunta del hecho solo requiere que
los coautores sumen conscientemente sus actos en fu nción
de una finalidad objetiva común manifestada en la
acción. Solo pueden ser dominados los hechos que se
conocen.
7) Cuando uno de los coautores "se excede" por su c uenta
del plan acordado, sin que los demás lo consientan, el
exceso no puede imputarse a los demás, porque más a llá
del acuerdo no hay imputación recíproca. De no
entenderlo así se vulneraría el principio de
19
responsabilidad subjetiva y el de culpabilidad por el
hecho. No obstante, sí responderán los coautores de las
desviaciones de uno de ellos que fueran previsibles y
asumidas por los restantes, de suerte que en la con ducta
de estos concurran los elementos propios del dolo
eventual.
Añade la STS 141/2016 de 25 febrero que el acuerdo de
voluntades, el condominio funcional del hecho, entr e los
varios intervinientes en el actuar delictivo, no pr ecisa
que sea previo y expreso, pues es posible la existe ncia
de un acuerdo tácito y sobrevenido. La responsabili dad
conjunta de los coautores se basa en que el dolo de cada
uno de ellos abarca el resultado, el menos como dol o
eventual, ejecutando su parte del hecho con conocim iento
del peligro concreto que genera, junto con las
aportaciones de los demás.
La doctrina habla en estos supuestos de «imputación
recíproca» de las distintas contribuciones causales , en
virtud de la cual todos los partícipes responden de la
«totalidad» de lo hecho en común.
Igualmente la STS 474/2013, de 24 de mayo, señala que
la coautoría por condominio funcional del hecho
requiere, en primer lugar, un elemento subjetivo, un
mutuo acuerdo encauzado a la realización conjunta d el
hecho delictivo, ya sea en un momento previo a la
ejecución o durante el curso de esta y, en segundo
lugar, un elemento objetivo, la aportación de una p arte
esencial en la realización del plan durante la fase
ejecutiva, sin que sea preciso que los actos realiz ados
aparezcan descritos formalmente en el tipo penal.
Apunta la STS de 21 mayo de 2013, con cita de la de 17
de febrero de 2012, que el art. 28 CP contempla
20
expresamente la coautoría como una forma de realiza ción
conjunta del hecho, dirigida por un dolo compartido que
es fruto del acuerdo previo y mutuo, de modo que el
reparto de papeles permite intercomunicar las accio nes
desplegadas por cada uno de los partícipes conforme al
plan diseñado conjuntamente; añadiendo que cuando v arios
partícipes dominan en forma conjunta el hecho (domi nio
funcional del hecho), todos ellos deberán responder como
coautores. Dado que la coautoría no es una suma de
coautorías individuales, sino una forma de
responsabilidad por la totalidad del hecho, no será
autor solo el que ejecuta la acción típica, esto es , el
que realiza la acción expresada por el hecho rector del
tipo, sino también todos los que dominan en forma
conjunta, dominio funcional del hecho. De forma que ,
mediante el acuerdo o plan trazado se integran en l a
coautoría, como realización conjunta del hecho,
aportaciones ajenas al núcleo del tipo, como la de
quienes planifican, organizan y dirigen a distancia la
organización, sin intervenir directa y materialment e en
su ejecución. Especifica dicha sentencia que la
Jurisprudencia, por ello, viene sosteniendo que en los
delitos en los que el contenido de ilicitud está da do
por una especial organización, -terrorista o no- la
coautoría se apoya en el dominio del hecho, criteri o que
no limita la condición de autor, coautor o autor me diato
a las aportaciones puramente causales al hecho, sin o que
tiene en cuenta el factor directriz de la participa ción
en la organización del hecho. En definitiva, como
explica la STS 28 de febrero de 2013, el dominio
funcional del hecho significa que el autor, individ ual o
conjuntamente, domina la dirección de las acciones
comunes y necesarias para el cumplimiento del tipo
penal, pero no es necesario que cada coautor ejecut e,
por sí mismo, los actos materiales integradores del
núcleo del tipo. Cuando varias personas dominan de forma
21
conjunta el hecho, todos ellos deben responder como
coautores, aun cuando alguno de ellos no haya reali zado
materialmente la acción típica (teoría formal objet iva
de la autoría, STS. 24 de septiembre de 2008);
concluyendo la mencionada STS 21 de mayo de 2013 qu e,
por ello, la coautoria material no significa sin má s que
deba identificarse como una participación comitiva
ejecutiva, sino que puede tratarse también de una
autoría por dirección o disponibilidad potencial
ejecutiva.
En igual línea, la STS 22 de diciembre de 2010 seña la
que la coautoría por condominio funcional del
hecho requiere, en primer lugar, un mutuo acuerdo
encauzado a la realización conjunta del hecho
delictivo, ya sea en un momento previo a la ejecuci ón o
durante el curso de ésta (elemento subjetivo); deb iendo
sumarse a este requisito otro imprescindible de car ácter
objetivo: la aportación de una parte esencial en la
realización del plan durante la fase ejecutiva, sin que
sea preciso que los actos realizados aparezcan desc ritos
formalmente en el tipo penal.
Especifica dicha sentencia, glosando las de 16 de
mayo y 19 de julio de 2007, 27 de febrero de 2008, 27 de
enero, 29 de septiembre y 14 de octubre de 2009 y 1 6 de
abril y 5 de mayo y 14 de julio de 2010, que no es
necesario que cada coautor ejecute por sí mismo los
actos materiales integradores del núcleo del tipo, de
forma que, a través del desarrollo del "pactum
scaeleris" y del co-dominio funcional del hecho cab e
integrar en la coautoría, como realización conjunta del
hecho, aportaciones no integrantes del núcleo del t ipo,
que sin embargo contribuyen de forma decisiva a su
ejecución. Según dicha teoría son coautores los que
realizan una parte necesaria en la ejecución del pl an
22
global, aunque sus respectivas contribuciones no
reproduzcan el acto estrictamente típico, siempre q ue,
aún no reproduciéndolo, tengan el dominio funcional del
hecho, de suerte que sea éste, en un sentido muy pr eciso
y literal, un hecho de todos que a todos pertenezca . A
este respecto, se afirma que entre los coautores se
produce un vínculo de solidaridad que conlleva
la imputación recíproca de las distintas contribuci ones
parciales; esto es, cada coautor es responsable de la
totalidad del suceso y no sólo de la parte asumida en la
ejecución del plan conforme a un criterio de la
distribución de funciones; concluyendo que la
realización conjunta del hecho sólo requiere que l os
coautores sumen conscientemente sus actos en funció n de
una finalidad objetiva común manifestada en la acci ón.
De parecido tenor, STS de 16 abril de 2010, que
señala que lo importante, en definitiva, es que cad a
individuo aporte una contribución objetiva y causal para
la producción del hecho típico querido por todos;
produciéndose entonces una "imputación recíproca" de
las distintas contribuciones causales, en virtud de la
cual todos los partícipes responden de la "totalida d" de
lo hecho en común. Tal conceptuación requiere, de u na
parte, la existencia de una decisión conjunta, elem ento
subjetivo de la coautoría y una aportación al hecho que
pueda valorarse como una acción esencial en la fase
ejecutoria, lo cual integra el elemento objetivo, l o que
puede tener lugar aun cuando el coautor no realice
concretamente la acción nuclear del tipo delictivo.
También la STS de 21 de febrero de 2001, señaló que
la autoría conjunta referida en el artículo 28.1
CP/1995, que constituye a los sujetos en autores en
sentido estricto, no implica que cada uno de los
coautores deba realizar la totalidad de la conducta
23
típica, sino que el papel de cada uno puede alcanza r
distinta entidad o grado en la ejecución, pero de f orma
que es atribuible la totalidad de la acción a cada uno,
es decir, el hecho delictivo les pertenece en igual
medida, no son partícipes en lo hecho por otro y po r
ello no juega el principio de accesoriedad propio d e la
participación en un hecho ajeno; añadiendo que, par a
reconocer esta forma de autoría directa, en el plan o
subjetivo, como señala, entre muchas, la STS de 11 de
abril de 2000, se precisa «la decisión conjunta de los
autores que permite engarzar las respectivas actuac iones
emanadas en una división de funciones acordadas»,
acuerdo mutuo, no necesariamente previo, dirigido a la
ejecución del hecho con asignación de papeles a cad a uno
de los autores, y en el plano objetivo, ya en la fa se de
ejecución, despliegue de la conducta encomendada de
forma conjunta y funcional que constituye la base d el
dominio compartido del hecho típico (de semejante t enor
STS 18 de septiembre de 2000).
Precisa, igualmente, la STS 20 julio de 2001 que l a
autoría material que describe el art. 28 del Código
penal, no significa, sin más, que deba identificars e con
una participación comisiva ejecutiva, sino que pued e
tratarse también de una autoría por dirección y
por disponibilidad potencial ejecutiva, que requier e el
conocimiento expreso o por adhesión del pacto crimi nal,
al que se suma en la consecución conjunta de la
finalidad criminal, interviniendo activa y
ejecutivamente, o solamente si el caso lo requiere, en
función de las circunstancias.
Por otro lado, es reiterada la Jurisprudencia que
aplica la coautoría en los delitos de tenencia ilí cita
de explosivos y de armas a todos quienes se concier tan
para la comisión de un delito, contribuyendo con
24
aportaciones causales previamente distribuidas o
asignadas entre ellos; bastando el conocimiento de que
el hecho se realizaría mediante el empleo de armas o
explosivos que estuvieran a disposición de todos
ellos.
Como se ha apuntado precedentemente, para aplicar l a
coautoría respecto del delito de tenencia de explos ivos
es suficiente que, siquiera sea con escasa antelac ión a
la perpetración del delito que conjuntamente se pro ponen
cometer los autores, existiera, con carácter de mín ima
estabilidad, una coposesión o titularidad compartid a con
posibilidad de hacer un uso indistinto del explosiv o o
del arma en cualquier momento, STS 10 de febrero d e
2009. En igual sentido SsTS 9 de febrero de 2006 y 25 de
noviembre de 2004, que señalan que, desde la exigen cia
de disponibilidad típica, el tipo se aplica a tod os
los intervinientes; reconociéndose la coautoría en
casos de tenencia compartida siempre que exista
disponibilidad indistinta por parte de los coacusa dos
que constituyan una asociación, aun transitoria, pa ra la
ejecución de hechos delictivos poniendo a disposici ón
común e indistinta aquellas armas (o explosivos), a un
cuanto pertenezcan individualmente a uno de ellos, pero
resultan afectadas para la perpetración de los hech os en
su conjunto, dependiendo su uso individual del pape l o
«rol» asignado a cada uno de los partícipes, pues t odos
las emplearon en los hechos y de ellas se sirvieron para
su comisión.
Criterio reiterado en STS 16 de abril de 2014, que
cita otras anteriores, entre ellas, la de 27 de ene ro de
2010 y que, en relación a la tenencia ilícita de ar mas,
aunque extrapolable a la de explosivos, señaló que el
delito extiende sus efectos, en concepto de tenenc ia
compartida, a todos aquellos que conociendo su
25
existencia en la dinámica delictiva, la tuvieron
indistintamente a su libre disposición; reiterando que
hay tenencia compartida siempre que exista
disponibilidad indistinta por parte de los coacusa dos
que constituyan una asociación, aun transitoria, pa ra la
ejecución de hechos delictivos poniendo a disposici ón
común e indistinta las armas, aun cuando pertenezca n
individualmente a uno de ellos, pero resultan afect adas
para la perpetración de los hechos en su conjunto;
añadiendo que a modo de "societas sceleris" los
coposeedores tienen una indistinta libre disposició n del
arma, sin que, en ultimo termino, sea precisa para la
comisión del delito, una perduración posesoria del arma
durante un cierto periodo de tiempo pues basa "la
posesión y disponibilidad del arma con plena autono mía"
Considera esta Sala que, en el supuesto que nos
ocupa, concurren, sin lugar a dudas, los requisitos
exigidos para considerar a los dos integrantes del
comando coautores de los delitos cometidos, por cu anto
ambos tenían el condominio funcional de las accione s
delictivas, que de común acuerdo decidieron ejecut ar;
realizando conjuntamente los actos esenciales, sin los
cuales aquellas no se hubieran producido.
En efecto, los dos integrantes del comando recibier on
las remesas de explosivos procedentes de ETA y los
poseyeron conjuntamente en el caserío de Olagorta e n el
que ambos residían y de común acuerdo fabricaron lo s
diversos artefactos explosivos, en concreto, la bom ba
trampa compuesta por tres kilogramos de cloratita q ue
ambos colocaron en el solar de Durango.
QUINTO.- La coautoría del acusado de los delitos que se
le imputan resulta acreditada a la vista de la
26
valoración conjunta de las pruebas practicadas que
seguidamente pasamos a analizar.
DECLARACIÓN DEL ACUSADO EN EL ACTO DEL JUICIO
Nada aportó dicha declaración para el esclarecimie nto
de los hechos.
El mismo se negó a responder a las preguntas del
Ministerio Fiscal y, a preguntas de la defensa,
manifestó que en el año 1997 no pertenecía a ETA y que
no intervino en la colocación del explosivo .
Sin embargo, su versión queda plenamente desvirtuad a
por datos objetivos obrantes en la causa, entre otr os,
por el hallazgo en el caserío en el que vivían el m ismo
y el coautor Kepa Arronategui de documentación, ens eres
y huellas dactilares pertenecientes a Eneko, por el gran
número de explosivos que se encontraban a la vista del
salón de la vivienda e igualmente por la identifica ción
de una huella dactilar de Eneko en un vehículo marc a
Citröen 25 sustraído a punta de pistola por el suje to
que huyó tras el intento de atentado contra el muse o
Guggenheim en el que fue asesinado un agente de la
Ertzaintza.
También las declaraciones del entonces coimputado Kepa
Arronategui, a las que aludimos a continuación
desvirtúan lo expuesto por el acusado.
DECLARACIONES DEL YA CONDENADO EN ESTA CAUSA KEPA
ARRONATEGUI
En relación con dicha prueba, procede recordar
inicialmente que, como apunta, entre otras muchas, la
27
STS 472/2016 de 1 junio, que glosa las SSTS 1290/2 009
de 23 de diciembre, 84/2010 de 18 de febrero, 60/ 2012
de 8 de febrero, 129/2014 de 26 de febrero, 622/2 015
de 23 de octubre y 849/2015, de 1 de diciembre, ta nto
el TS como el TC han afirmado de manera reiterada q ue
las declaraciones de coimputados son pruebas de car go
válidas para enervar la presunción de inocencia, pu es se
trata de declaraciones prestadas por quienes han te nido
un conocimiento extraprocesal de los hechos imputad os,
sin que su participación en ellos suponga necesaria mente
la invalidez de su testimonio, aunque sea un dato a
valorar al determinar su credibilidad. Sin embargo,
ambos Tribunales vienen llamando la atención acer ca de
la especial cautela que debe presidir la valoración de
tales declaraciones a causa de la posición que el
coimputado ocupa en el proceso, en el que no compar ece
como testigo, obligado como tal a decir la verdad y
conminado con la pena correspondiente al delito de falso
testimonio, sino como acusado y por ello asistido d e los
derechos a no declarar en su contra y a no reconoce rse
como culpable, por lo cual no está obligado legalme nte a
declarar, pudiendo callar total o parcialmente.
Precisamente en atención a esas reticencias es reit erada
la doctrina que afirma que la declaración
incriminatoria del coimputado carece de consistenci a
plena como prueba de cargo cuando, siendo única, no
resulta mínimamente corroborada. De modo que es la
existencia de alguna corroboración lo que permite
proceder a la valoración de esa declaración como pr ueba
de cargo. Es, en definitiva, una prueba peculiar qu e
exige un plus, unas condiciones externas, verificab les
desde fuera, más allá de que el proceso racional po r el
que un Tribunal llega a conferirles credibilidad es té
fuertemente asentado y sea convincente.
28
En orden a superar las reticencias que derivan de l a
especial posición del coimputado, la Sala Segunda ha
establecido una serie de pautas de valoración que s e
mueven en cánones paralelos a los elaborados para l as
declaraciones de la víctima aunque, en palabras, en tre
otras, de la STS 513/2015, de 9 de septiembre, en este
caso suponen algo más que simples orientaciones. En tre
ellas y de manera especial la existencia de motivac iones
espurias, lo que enlaza con las ventajas derivadas de la
heteroimputación.
Resume dicha STS 472/2016 la doctrina consolidada del
Tribunal Constitucional sobre esta materia, señalan do
que la declaración incriminatoria de un coimputado es
prueba legítima desde la perspectiva constitucional .
Ello no obstante la referida declaración es prueba
insuficiente y no constituye por sí misma actividad
probatoria de cargo mínima para enervar la presunci ón de
inocencia. La aptitud como prueba de cargo de la
declaración incriminatoria de un imputado se adquie re a
partir de que su contenido quede mínimamente
corroborado. Se considera corroboración mínima la
existencia de hechos, datos o circunstancias extern as
que avalen de manera genérica la veracidad de la
declaración. La valoración de la existencia de
corroboración mínima ha de realizarse caso por caso .
Cita, entre otras, la STC 233/2002, de 9 de diciem bre,
que reitera que la exigencia de corroboración se
concreta en dos ideas, a saber, que la corroboraci ón
no ha de ser plena sino mínima, y que no cabe establecer
qué ha de entenderse por corroboración en términos
generales, más allá de la idea obvia de que la vera cidad
objetiva de la declaración del coimputado ha de est ar
avalada por algún hecho, dato o circunstancia exter na,
debiendo dejar al análisis caso por caso la
29
determinación de si dicha mínima corroboración se h a
producido o no.
También la STS 871/2015 de 28 diciembre, apunta que las
declaraciones de los coimputados carecen de consist encia
plena como prueba de cargo cuando, siendo únicas, n o
resultan mínimamente corroboradas por otros datos
externos; añadiendo que la exigencia de corroboraci ón se
concreta, por una parte, en que no ha de ser plena, sino
mínima y, por otra, en que no cabe establecer qué h a de
entenderse por corroboración en términos generales, más
allá de que la veracidad objetiva de la declaración del
coimputado ha de estar avalada por algún hecho, dat o o
circunstancia externa, debiendo dejarse al análisis caso
por caso la determinación de si dicha mínima
corroboración se ha producido o no.
La mencionada STS 871/2015, glosa otras muchas del
Tribunal Constitucional 34/2006 de 13 de
febrero, 230/2007 de 5 de noviembre, 102/2008 de 28 de
julio, 56/2009 y 57/2009 de 9 de marzo, 125/2009 de 18
de mayo y 134/2009 de 1 de junio y puntualiza una s
cuestiones esenciales, a saber, que la exigencia de que
la declaración incriminatoria del coimputado cuente con
un elemento externo de corroboración mínima no impl ica
la existencia de una prueba directa o indiciaria so bre
la participación del condenado en los hechos que se le
imputan, sino, más limitadamente, una prueba sobre la
veracidad objetiva de la declaración del coimputado
respecto de la concreta participación del condenado y en
la misma dirección ha matizado que esa corroboració n
externa mínima y suficiente que constitucionalmente se
exige para completar el carácter incriminatorio de las
declaraciones de coimputados, no constituye una pru eba
en sí misma, pues en ese caso bastaría ésta sin
necesidad de las declaraciones que respalda. La
30
corroboración es una confirmación de otra prueba, q ue es
la que por sí sola no podría servir para la destruc ción
de la presunción de inocencia, pero que con dicha
corroboración adquiere fuerza para fundar la conden a.
En igual línea la STS 129/2014 de 26 febrero, rec oge
los parámetros o pautas de valoración de la declara ción
del coimputado; señalando que no basta la comprobac ión,
a cargo del Tribunal de instancia, de la inexistenc ia de
motivos espurios que pudieran privar de credibilida d a
tales declaraciones, como la existencia de razones de
enemistad o enfrentamiento, odio o venganza, afán d e
autoexculpación u otras similares, a cuyos efectos han
de valorarse, de existir, las relaciones existentes
entre quien acusa y quien es acusado. De modo que “ la
declaración incriminatoria del coimputado carece d e
consistencia plena como prueba de cargo cuando, sie ndo
única, no resulta mínimamente corroborada por otras
pruebas”, en el sentido de que “el umbral que da pa so al
campo de libre valoración judicial de la prueba
practicada está conformado en este tipo de supuesto s por
la adición a las declaraciones del coimputados de algún
dato que corrobore mínimamente su contenido, debien do
dejarse el análisis caso por caso la determinación de si
dicha mínima corroboración se ha producido o no (SS TC.
118/2004 de 12 de julio, 190/2003 de 27 de
octubre, 65/2003 de 7 de abril, 102/2008 de 28 de
julio).
Es, pues, reiterada la doctrina que aclara que la
exigencia de que la declaración incriminatoria del
computado cuente con un elemento externo de
corroboración mínima no implica la existencia de un a
prueba directa o indiciaria sobre la participación del
condenado en los hechos que se le imputan sino, más
limitadamente, una prueba sobre la veracidad objeti va de
31
la declaración del coimputado respecto de la concr eta
participación del condenado, STC. 57/2009 de 9 de m arzo.
Apuntan también las SSTC 233/2002 de 9 de diciembr e y
92/2008 de 21 de julio, que, si bien no cabe consi derar
elementos de corroboración mínima la inexistencia d e
contradicciones o de enemistad manifiesta, la exist encia
de una coincidencia entre lo declarado por un coimp utado
y las circunstancias del condenado atinentes a su
conducta delictiva, “configuran una realidad extern a e
independiente a la propia declaración del coimputad o que
la avalan”.
Pasamos seguidamente a analizar desde la referida
perspectiva jurisprudencial las declaraciones prest adas
por el que fue coimputado y ahora ya ha sido conde nado
en esta causa.
DECLARACIÓN DEL YA CONDENADO PRESTADA EN EL PLENARIO
El ya sentenciado por estos hechos Kepa Arronategui ,
igualmente condenado junto con el ahora acusado en otras
causas por la comisión conjunta de diversos atentad os
terroristas, compareció en el juicio y fue interro gado
minuciosamente sobre el contenido de sus declaracio nes
policial y judicial; manifestando a la práctica
totalidad de las preguntas que se le efectuaron qu e no
se acordaba.
Afirmó que el actual acusado Eneko Gogeaskoetxea es
primo y amigo suyo.
Contradiciendo sus manifestaciones anteriores, Kepa dijo
que Eneko no vivía con él en el caserío, aunque pue de
que hubiera allí ropa o alguna cosa suya.
32
Negó haber propuesto a Eneko integrarse en ETA. Afi rmó
que él sí aceptó pertenecer a la Banda, pero Eneko no.
Aseveró que este último no formaba parte del talde. Dijo
que él (Kepa) era el responsable del comando KATU y
que no daba cuenta a nadie; que Anboto no era la
responsable del talde, que no sabía si la referida
Anboto era Soledad Iparraguirre.
Reconoció que ETA les dio charlas sobre la fabrica ción
de bombas, incluidas las bombas trampa. Admitió que hubo
varias entregas de explosivos y, al ser preguntado por
el Fiscal en relación con el listado de explosivos
recibidos y los intervenidos, dijo que no recordaba y
que “son cosas pequeñas", sorprendente afirmación s i se
tiene en cuenta que en el caserío fueron recuperado s,
entre otros muchos elementos destinados a la fabric ación
de bombas de diversas clases, muy importantes canti dades
de explosivos y armas de guerra, entre los que se
encontraban granadas del tipo de las destinadas a
atentar contra el museo Guggenheim, atentado que no
llegó a consumarse por la intervención de la Policí a
Autónoma Vasca y en cuya acción resultó muerto uno de
sus agentes, hechos por los que en su momento fue
condenado el actual testigo Kepa Arronategui y por el
que recientemente ha sido condenado por esta misma Sala
Eneko Gogeaskoetxea, en sentencia de 6 de mayo de 2 016.
Exhibida la firma obrante en su declaración polici al,
indicó inicialmente Kepa Arronategui que no sabía s i era
su garabato; indicando después que no era su firma; para
terminar diciendo que “no es que diga que no lo ha
firmado”, que “igual sí".
33
De otro lado, dijo que no recordaba donde trabajab a
Eneko en aquella época; insistiendo en que no vivía en
su casa.
Describió seguidamente la bomba trampa colocada en
Durango; reconociendo su fabricación y que se trata ba de
una bomba trampa con pinza, de unos tres kilos de
cloratita y gasolina, que contaba con un sedal y u n
temporizador digital.
Añadió, sin embargo, que el artefacto fue hecho co mo
aviso a la Policía Autónoma, pero que lo hicieron p ara
que no explotara porque existía un papel que impedí a que
se juntaran los dos extremos del circuito.
Reconoció que el artefacto lo colocaron él y otra
persona, pero que no era Eneko.
Aseveró que dio aviso a la Policía Municipal, por que
sabían que llamarían a la Ertzaintza y que era para que
sus miembros dejaran de actuar contra el Movimient o de
Liberación Vasco.
Le fue exhibido el folio en el que consta el
reconocimiento fotográfico que efectuó, identifican do al
hoy acusado como el otro integrante del talde que
cometió junto con él una pluralidad de atentados, entre
los que se encuentra el de autos.
Reconoció su firma en el reconocimiento. Indicó que la
declaración fue prestada bajo tortura, malos tratos y
chantaje contra su mujer.
Aseveró que lo relativo a Anboto se lo inventaron los
policías, que firmó el reconocimiento fotográfico d e
Anboto pero que no la conocía.
34
Admitió que es cierto que dio el nombre de Eneko c omo
el del otro integrante del comando que cometió con él
los atentados, pero que lo hizo amenazado. Dijo q ue no
denunció torturas por miedo. Preguntado por la razó n de
que, habiendo pasado más de veinte años, no haya
denunciado nunca, manifestó que “para qué”.
Preguntado sobre la existencia de una directriz de ETA a
sus miembros, en la que se les dice que denuncien
torturas, aseveró que no es cierto.
El referido Kepa Arronategui seguidamente fue
interrogado por su declaración judicial, en la que
reconoció en su integridad la veracidad de lo expue sto
ante la Policía, con la excepción de la implicación
inicial efectuada respecto de Ibon Gogeaskoetxea
(hermano de Eneko).
Reconoció también haber prestado esa declaración y
dijo que era cierto que declaró que el talde lo for maban
Eneko y él, pero que lo hizo porque así se lo orden aron
decir, pero que no era verdad.
Interrogado por lo que era verdad de lo que dijo en sus
declaraciones, indicó que era cierto lo de los curs illos
y entregas de material y que él colocó la bomba tra mpa
con pinza en Durango, pero que no fue Eneko.
En relación con las armas y explosivos encontrados en
el caserío, en relación con las cuales dijo ante la
Policía y en el Juzgado que eran suyas y de Eneko ,
rectificó diciendo que eran sólo suyas.
Admitió que en el Juzgado ratificó los actos de
reconocimiento fotográfico efectuados ante la Polic ía y
35
su declaración, pero dijo que lo hizo ante abogado de
oficio y no de su confianza.
Preguntado por qué en el Juzgado negó la participa ción
de Ibon y, sin embargo, mantuvo la implicación de E neko,
dijo que rectificó lo relativo a Ibon “porque le en tró
la lucidez”; pero no explicó por qué esa pretendida
lucidez no afectó al mantenimiento de la imputación
respecto de Eneko; limitándose a decir que eso tamp oco
era cierto.
Afirmó que se desmayó varias veces y que los forens es no
le hicieron caso y que incluso uno de los profesion ales
ni siquiera le dijo que era el forense.
Sostuvo que se desmayó en el caserío durante el
registro, en las dependencias y “en algún sitio más ” y
que no sabía por qué, que podía ser que le metieran
algún producto raro y que fuera drogado. Indicó qu e le
interrogaban continuamente y no sólo en la declarac ión
policial.
En contra de lo sostenido en el juicio, Kepa
Arronategui tanto en su declaración policial como e n la
judicial sostuvo que el hoy acusado era el otro
integrante del Talde y el que cometió junto con él una
pluralidad de atentados, entre los que se encuentra el
que ahora enjuiciamos.
DECLARACIÓN POLICIAL DE KEPA ARRONATEGUI
En la declaración policial aseveró que el talde KA TU lo
formaban exclusivamente Eneko Gogeaskoetxea y él.
36
Relató su captación en 1996 para integrarse en ET A, cómo
le propuso a Eneko integrase también y la aceptació n de
ambos, sus contactos en Francia, la recepción por p arte de
los dos entre el 15 y el 17 de Junio de 1996 de un cursillo
sobre fabricación de toda clase de explosivos, entr e
otros, granadas para cetme, para hacer lanzaderas, bombas
lapas y bombas trampa, así como las de amonal o amo sal
de gran tamaño.
Mantuvo que la responsable del talde era Anboto, que la
misma es Soledad Iparraguire. Que en una de las oca siones
que contactaron con Anboto esta les entregó a Eneko y a él
unas fotos de la ubicación de un buzón a través de l cual
podían comunicarse y un croquis del lugar. Dijo q ue era
Eneko el que iba al buzón porque tiene familia en Urrugne
(Iparralde), siendo sus padres los que tienen una c asa allí
como residencia habitual.
Refirió que recibieron tres entregas de material. Q ue la
primera entrega consistía en bombas pequeñas, de un o o dos
kilos de cloratita con sus detonadores y también gr anadas
pequeñas; produciéndose dicha entrega en Francia. Aseveró
que dicha entrega y las demás se produjeron
utilizando un vehículo de su propiedad, un Skoda d e
color verde y un R-19 de color rojo matrícula de B ilbao
perteneciente a Eneko.
Relató que recibieron una segunda entrega de explos ivos
antes de la campaña de verano consistente en amonal o
amosal, detonadores, temporizadores, granadas grand es y
pequeñas, un cetme, dos pistolas y una metralleta. Que en
la tercera entrega recibieron doce granadas, recept ores,
emisores, materiales destinados a atentar contra el Museo
Guggenheim.
37
Afirmó que el declarante y Eneko residían en el cas erío
Olagorta del barrio de Natxitua y que Eneko empezó a vivir
allí desde que entró a trabajar en Iberdrola.
Aseveró que los explosivos eran fabricados por los dos en
dicho caserío.
Enumeró la pluralidad de atentados cometidos por él y por
Eneko.
En relación con el cometido contra el Cuartel de la Policía
Nacional en Oviedo, dijo que colocaron cinco granad as
pequeñas con temporizadores y que así mismo colocar on
una bomba trampa que iba a explotar una hora despué s de
las granadas para la Policía de desactivación. Esta
bomba trampa era de unos dos o tres kilos de clorat ita.
Entre otros detalles, indicó que utilizaron un coc he
alquilado por Eneko, un Seat Ibiza rojo y que lo al quilaron
porque tenía matricula de Madrid.
Respecto del hecho que ahora enjuiciamos, aseveró q ue e l
primer atentado de la campaña de verano fue cometi do en
Durango en un solar del centro, en el que colocaron una
bomba trampa con pilas, compuesta por tres kilos de
cloratita y cinco botellas con gasolina y que en su acceso
se puso una cinta con una pinza para que se rompies e al
pasar por ella. Sostuvo, sin embargo, que sabían Eneko y él
que no podía explotar, porque en vez de un temporiz ador de
cuerda le pusieron uno digital. El motivo de esta a cción
era Que la Ertzaintza dejase de realizar acciones c ontra
el M.L.N.V. (Movimiento de Liberación Nacional Vas co).
Añadió que el atentado no se reivindicó, sino que s e hizo
una llamada a la Policía Municipal de Durango para que
avisase de que había cócteles molotov en ese barri o.
38
Describió minuciosamente la preparación y ejecución del
atentado del Guggemheim por Eneko y por él mismo y la
huida de ambos. La intervención de Eneko en este h echo
resulta adverada por varios testigos y por el halla zgo
de una huella dactilar suya en un coche sustraído a
punta de pistola en el que se dio a la fuga.
Aseveró que las bombas eran preparadas por él y por
Eneko en el Caserío de Olagorta del barrio de Natxi tua.
Refirió haber sido detenido tras forcejear con un
policía que, para desarmarle, le derribó al suelo c on su
moto.
DECLARACIÓN JUDICIAL DE KEPA ARRONATEGUI
En la declaración ante el Juzgado el entonces dete nido se
afirmó y ratificó en la declaración prestada en las
dependencias policiales, en su totalidad salvo en l os
part iculares que se ref ieren a Ibon Gogeaskoetxea,
el cual dijo no había tenido intervención alguna e n ningún
tipo de actuación.
Manifestó ser cierta su pertenencia a la organizac ión
ETA, desde antes de junio de 1996; habiéndose produ cido
su captación en los términos y en la forma que rela ta en su
declaración policial.
También dijo ser cierto que el talde lo integraban el
declarante y Eneko Gogeaskoetxea; precisando que lo que no
era cierto es que Ibon Gogeaskoetxea hubiera colab orado
con el declarante y con Eneko en el atentado del m useo
en Bilbao, toda vez que el citado Ibon no tuvo
ningún tipo de intervención en tales hechos.
39
Reiteró que al talde formado por el declarante y En eko se
le da el nombre "Katu" y adveró cuanto relató en s ede
policial sobre el cursillo que recibieron en Franci a;
manifestando que también es cierto cuanto relató
en el atestado acerca de las entregas de material
que se habían producido así como sobre cómo y cuando
estas tuvieron lugar.
Adveró que mantenían contacto con la organización a
través de un buzón que les proporcionó Anboto, es d ecir,
Soledad Iparraguirre y que la responsable del tald e en la
organización ETA, era Anboto.
Afirmó ser cierto que el declarante y Eneko intervinieron en
todos los hechos, en los términos que relató en el atestado
policial, entre ellos, la colocación de una bomba t rampa con
pinza en un solar del centro de Durango.
Reconoció que todas las armas, explosivos y demás e fectos
incautados en su domicilio, pertenecían al declaran te y a Eneko,
ya que vivían juntos en esa parte de la vivienda, y que nada tenía
que ver su hermano Jon Mikel.
Señaló que fue Eneko el que disparó cerca del museo contra el
ertzaintza que resultó fallecido y que estuvieron p reparando ese
atentado dos o tres meses; añadió que, en el supues to de que
hubiera probl emas en la colocación de las jardineras en el
museo, Eneko y el declarante tenían previsto huir a Francia
inmediatamente, haciendo uso de un vehículo R-19 ro jo, propiedad
de Eneko, que este previamente había estacionado en una calle
próxima al museo ( el coche de Eneko fue localizado después de ese
hecho tras la detención de Kepa y la fuga de Eneko del lugar).
40
Reiteró que en todas las acciones referidas en la
declaración fueron llevadas a cabo por Eneko y el
declarante, sin que interviniera ninguna otra perso na.
Se afirmó y ratificó en el contenido las actas de
reconocimiento fotográfico que obran a los folios 1 56 a 182
del atestado policial y reconoció como suyas las
firmas obrantes en aquellas.
Resumido en dichos términos el contenido de las div ersas
declaraciones del que fuera coimputado, ya condenad o en la
causa, antes de valorar el contenido de unas y otra s y
decidir a cuales ha de otorgarse mayor credibilidad , procede
examinar, primer término, si las iniciales pudiera n
adolecer de nulidad, por haber sido obtenidas con
vulneración de derechos fundamentales, como apunta la
defensa.
Considera este Tribunal que carece de fundamento la
sospecha de ilegalidad que se pretende introducir
respecto de las declaraciones policiales, luego
ratificadas en el Juzgado, con base en la invocació n de
que pudieron ser obtenidas mediante coacciones, ame nazas
o incluso malos tratos.
No cabe olvidar que el propio condenado admitió que
nunca denunció los pretendidos malos tratos, conduc ta
que indicó fue debida al temor a represalias. Sin
embargo, a preguntas del Fiscal sobre la razón por la
cual tampoco ha denunciado jamás, durante los vein te
años posteriores a las declaraciones, aseveró vagam ente
que “para qué”.
De otro lado, el mismo negó en el plenario un hec ho
notorio, cual es la existencia de directrices de la
Banda ETA a sus integrantes para que aleguen
41
sistemáticamente haber sufrido torturas durante su
detención y prestación de declaración policial.
En el caso examinado, no solo no se han probado los
malos tratos alegados, sino que tal afirmación ha
quedado desvirtuada por las pruebas practicadas.
Prestaron declaración en el juicio tres médicos
forenses, los cuales relataron que las leves lesion es
que objetivaron en el detenido, ligeras erosiones, no
hematomas, eran compatibles con la detención violen ta y
con el roce de las esposas y que así lo reconoció e l
propio explorado, que les manifestó no haber sufrid o
malos tratos.
Así, el médico forense D. Guillermo Portero Lazca no,
que reconoció al entonces detenido Kepa Arronategu i con
fecha 14 de Octubre de 1997, ratificó su informe
obrante en las actuaciones al folio 946, indicando que
fue efectuado a presencia del Juez y del Secretario y
reiteró que el mismo le manifestó no haber sufrido
maltrato físico, que el detenido presentaba erosion es
ligeras y que el propio explorado le dijo que se le
habían producido la detención; apuntando que únicam ente
se quejó de que en el calabozo estaba la luz encend ida y
tenía dificultades para dormir.
Igualmente declaró en el juicio la forense Dª Milag ros
Arbella Lasunción, que ratificó su informe obrante al
folio 961 efectuado el 15 octubre 1997; indicando q ue el
detenido durante su exploración también negó haber
sufrido maltrato; añadiendo que no tenía síntomas d e
malos tratos y que las lesiones ligeras que present aba
eran propias de la detención; explicando que el pro pio
detenido así se lo manifestó. Aseveró igualmente qu e
refirió no haber podido dormir y que también le dij o
42
haber sufrido amenazas y coacciones, pero que no
encontró ningún síntoma objetivo en la exploración.
También declaró en el juicio el forense Don Alberto
Herrero Ruiz, que ratificó su informe 15 octubre 19 97 y
manifestó que el explorado se encontraba lúcido,
orientado, que no presentaba patología psiquiátrica
activa, que estaba en buen estado para declarar y q ue a
él no le refirió malos tratos, ni amenazas.
En base a lo expuesto, hemos de concluir, como lo h a
hecho esta propia Sala en otras sentencias en las q ue
fueron analizadas estas mismas declaraciones, que l as
meras insinuaciones vertidas por el entonces deten ido
no pueden determinar la nulidad de su declaración.
Por el contrario, lo que sí está acreditado es qu e la
policía judicial en su investigación desconocía
absolutamente la participación de Eneko en estos y otros
hechos, así como todas las circunstancias declarada s por
el testigo, de tal forma que resulta absolutamente
imposible la versión del testigo de que declaró lo que
le ordenaron, hecho, por otro lado, incompatible co n la
prestación de la declaración ante una abogada de
oficio, que junto con que la que le asistió en el
Juzgado, son dos profesionales sobre las que no se puede
extender ninguna sombra de duda en el correcto dese mpeño
de sus funciones y obligaciones profesionales.
Como hemos concluido en otras resoluciones, en
definitiva, tampoco en el presente caso se han
acreditado los malos tratos o torturas insinuados y , en
cuanto al hecho referido a la luz existente en el
calabozo como medida de seguridad, de ser cierto qu e el
detenido dormía poco, tampoco ha sido justificada s u
43
virtualidad coercitiva que pudiera excluir la valid ez de
esta prueba.
Tampoco se ha evidenciado la alegación de que exist ieron
interrogatorios sin letrado, lo cual no se alegó an te el
Juzgado ni en ningún momento anterior a ser vertido el
alegato como exculpación en los diferentes juicios. No
cabe admitir, porque nada lo avala, que el ahora
testigo fuera forzado a declarar por parte de la
Policía. Por el contrario, hemos de concluir que el
mismo prestó declaración como imputado con todas la s
garantías ante la policía judicial y después lo rat ificó
todo ante el Juzgado competente.
Considera, en base a lo expuesto, esta Sala que la
declaraciones policial y judicial del coacusado fue ron
prestadas voluntariamente y con todas las garantías y no
adolecen de vicio alguno que pudiera privarlas de
validez.
Una vez declarada la validez de las declaraciones,
habremos de analizar su aptitud para desvirtuar la
presunción de inocencia del acusado, en función de la
existencia de elementos de corroboración ajenos a l a
propia declaración.
Ante las versiones discrepantes del ya condenado, e sta
Sala otorga credibilidad a las prestadas ante la po licía
y ratificadas en el Juzgado, a presencia de abogada
defensora.
Ello forma parte de las facultades de libre valorac ión
de la prueba otorgadas al Tribunal.
44
Como apunta, entre otras muchas, la STS 16 de Marz o de
2005, tanto el Tribunal Constitucional como el pro pio
TS vienen señalando reiteradamente que “el Tribunal de
Instancia puede otorgar prevalencia para fundar su
convicción a la prueba practicada en la fase de
instrucción sobre la practicada en el plenario, cas o
de discordancia entre ambas, siempre que aquella se
halla practicado judicialmente con las debidas gara ntías
y se haya sometido a efectiva contradicción en el a cto
del juicio oral. Concretamente en el caso de testim onios
contradictorios previstos en el artículo 714 de la
L.E.Criminal, la doctrina constitucional y la de la
Sala Segunda, admiten que el Tribunal pondere la
mayor o menor verosimilitud de las versiones
contrapuestas, contrastándolas con los datos deducidos
de otras pruebas practicadas y con la credibilidad de
las razones expuestas para justificar las
contradicciones, correspondiendo al Tribunal de
Instancia dicha valoración, conforme a lo dispuesto
en el artículo 741 de la L.E.Criminal.”
Continúa razonando dicha resolución que e l
Tribunal que conoce de la causa y ha de dictar
sentencia tiene la facultad de conceder su
credibilidad a unas u otras de tales declaraciones, en
todo o en parte, como una manifestación más de los
principios de inmediación y de apreciación conjunta de
la prueba, de modo que puede redactar en su
sentencia los hechos probados tomando datos de unas
o de otras de tales declaraciones, conforme a la
verosimilitud que les merezcan según su propio
criterio (art. 741 LECrim.), siempre que se cumplan
dos requisitos de carácter formal: 1° que aquellas
manifestaciones de las que se toman los datos de
cargo hayan sido practicadas con observancias de la s
45
correspondientes normas procesales aplicables a la
misma; y 2° que, genéricamente consideradas (es
decir, no en sus detalles específicos), hayan sido
incorporadas al debate del plenario, de modo que la s
partes hayan tenido oportunidad de interrogar sobre
estos extremos. Añade seguidamente la sentencia que
ello resulta predicable no solo respecto de la prueba
testifical sino también a - las declaraciones de los
acusados.
Ello resulta predicable en el caso que examinamos
respecto de las declaraciones policial y sumarial d el
coacusado, las cuales fueron coherentes y facilita ron
múltiples datos que la policía judicial desconocía con
anterioridad, como puntualizaron varios de los agen tes
que intervinieron en las actuaciones policiales. Di chos
datos han sido corroborados mediante otras pruebas,
explosivos, documentos y otros efectos intervenidos ,
huellas dactilares obtenidas, pruebas periciales e
informes de inteligencia, testificales etc.
Por el contrario, la versión exculpatoria para el h oy
acusado vertida por el coautor en el juicio fue mu y
vaga; limitándose el declarante a afirmar, con nula
convicción, que no recordaba nada de aquello por lo que
se le preguntaba; dando respuestas contradictorias sobre
si las firmas de sus diversas declaraciones eran o no
suyas; negándolas inicialmente, para después
reconocerlas y finalmente decir que no decía que no
fueran suyas, que podía ser que sí. Luego reconoció , sin
embargo, los reconocimientos fotográficos.
Lo que, aprovechando las ventajas de la inmediación pudo
percibir la Sala, fue el claro propósito del ahora ya
testigo, antes coencausado, de favorecer a su parie nte y
amigo Eneko Gogeaskoitxea, con el que resultó obvió que
46
le unen profundos lazos afectivos, que pudimos comp robar
por los abrazos que intercambiaron nada más verse c uando
el ya condenado entró en la sala de juicios y que s e
repitieron al final de la declaración.
En ese afán exculpatorio, el testigo llegó a negar
hechos plenamente acreditados por otras pruebas, la s
cuales tienen alcance bastante para ser considerada s
como elementos mínimos de corroboración de la verac idad
de la declaración del coimputado en los términos
exigidos por la doctrina jurisprudencial antes cita da.
Así, es de destacar que el testigo negó en el acto del
juicio que Eneko viviera en el caserío Olagorta, pe ro
consta el acta de registro del mismo que fueron
recuperados múltiples documentos y efectos y obten idas
huellas dactilares que llevan a la indudable concl usión
de que el acusado, como declaró inicialmente Kepa,
vivía en el caserío junto con este, realizando una plena
comunidad de vida, convivencia que se prolongó en e l
tiempo más de un año, abarcando el periodo en que s e
cometió el atentado que ahora enjuiciamos e igualme nte
los meses precedentes y los posteriores, hasta qu e en
octubre de 1997 Arronategui fue detenido y Gogeasko itxea
se dio a la fuga tras el atentado fallido al Museo
Guggenheim, en el que resultó asesinado un agente d e la
Ertzaintza.
Efectivamente, en el registro del caserío en la
habitación reseñada como A-6 (habitación sita en la
primera planta) se encontraron numerosas evidencias que
vinculan al acusado de forma directa con el lugar:
---Evidencia 29, Maletín de lona negra, conteniendo diverso
material informático y una cartera con la
siguiente documentación toda ella a nombre Eneko
47
Gogeaskoetxea, historial académico, tarjeta de la C aixa,
carnet de conducir, tarjeta de trabajo de la compañ ía
IBERDROLA, tarjeta de la Seguridad Social.
---Evidencia 30, localizada en la misma habitación: Funda
de plástico conteniendo un sobre sin abrir de TRAVE L,
sobres de la Caixa, sobre con la inscripción Oro, t odo
ello a nombre de Eneko Gogeaskoetxea.
--- Evidencia 34: Archivador metálico conteniendo e ntre
otra documentación: pasaporte a nombre de Eneko
Gogeaskoetxea, factura de fecha 18 de junio de 1997 ,
emitida por Muebles Rústica, por la compra de un ca becero
a nombre de Eneko Gogeaskoetxea y en la que figura como
su domicilio el caserío Olagorta. Esa factura es de solo
cuatro días después de la colocación de la bomba tr ampa en
Durango.
Por otro lado fueron localizados de diversos rastros
lofoscópicos pertenecientes a Eneko Gogeaskoetxea , en
diversas evidencias que se encontraban en distintas
estancias del caserío Olagorta (salón, habitación y
baño).
Además, en el salón del caserío y a la vista, se
localizó abundante material explosivo, todo ello co nfirma
la afirmación de Kepa Arronategui relativa a que En eko
compartía con él la vivienda, tanto en la fecha en que se
confeccionó y colocó la bomba trampa en Durango com o en
los meses anteriores y posteriores hasta que el tal de se
desarticuló con la detención de Kepa y la huida al
extranjero de Eneko.
Por otro lado, el hecho de que los explosivos estuv ieran a
la vista en el salón de la casa que ambos compartía n
corrobora que el acusado tenía conocimiento de la
existencia de los materiales y los tenía a su dispo sición,
al igual que Kepa, como integrante del comando KAT U,
48
como aseveró el coacusado en sus primeras declaraci ones;
pareciendo obvio e incluso infiriéndose de las
declaraciones de Kepa (tendentes a evidenciar que o tras
personas que pasaban por el caserío ignoraban la
existencia de los explosivos) que solo quienes
pertenecen a la comando podían tener conocimiento y
disponibilidad de las armas y explosivos.
Además, es de destacar que los explosivos encontrad os en
el caserío coincidían con los que Kepa manifestó
recibieron él y Eneko en las tres entregas de mater ial.
Obran en autos informes periciales comparativas de
explosivos que permiten concluir que en el caserío en el
que Eneko vivía junto con Kepa existían materiales con
los que se podían fabricar artefactos explosivos co mo
los empleados en las múltiples acciones terroristas que
Kepa manifestó cometieron conjuntamente el acusado y él.
En concreto, la bomba trampa que nos ocupa contaba, como
sistema de activación, con un reloj despertador di gital
marca LEXON, modelo AN 2000; siendo recuperado otro
despertador de la misma marca y modelo en el caserí o.
Como iniciador, contaba con un detonador pirotécni co del
tipo de los usados por ETA, de punto rojo, modifica do a
eléctrico. En el registro también se hallaron deton adores
iguales a este y a los usados en otros dos atentado s más
reconocidos por Kepa como cometidos por él y por En eko.
Su carga base era de tres kilos de cloratita (Clor ato de
sod io, azufre y azúcar). Dicho explosivo es
coincidente con los 151 kgs. de cloratita recogidos
en el registro domiciliario del caserío Olagorta.
Esa carga coincide igualmente con la utilizada en
otros cinco atentados también reconocidos por Kepa
49
como cometidos por el comando que integraban él y
Eneko.
El explosivo se encontraba dentro de un recipiente de
plástico tipo tupperware de la marca Eroski. En el
registro se encontraron recipientes coincidentes co n el
indicado y también coincidentes con los empleados e n otros
seis atentados, cuya autoría conjunta con Eneko rec onoció
Kepa en sus primeras declaraciones.
Por otro lado, Kepa dio en su declaración datos
relativos al vehículo que poseía Eneko en aquella é poca,
un R-19 rojo matrícula de Bilbao, coche que indicó
usaron en varias ocasiones. En concreto, dijo que E neko
lo había dejado aparcado cerca del Guggenheim para
usarlo en la huida.
Dicho coche fue recuperado después de que se produj era
la detención de Kepa y la fuga de Eneko cerca del m useo.
En el coche fue encontrada documentación con una hu ella
dactilar de Eneko.
Además, fue encontrada una huella dactilar de Enek o en
un vehículo de la marca Citroen modelo C-25 y con p lacas
de matrícula 81-7594-BF, el cual fue sustraído,
intimidando con un arma de fuego al conductor del m ismo,
por el miembro del comando que, tras disparar y mat ar a
un agente de la Ertzainza, se dio a la fuga, utili zando
el referido coche para huir del lugar del atentado
ocurrido en el museo Guggenheim.
De otro lado, aseveró Kepa que Eneko empezó a vivir con
él en el caserío a raíz de empezar a trabajar en
Iberdrola, fueron intervenidos en los registros el
contrato de trabajo de Eneko y nóminas de dicha em presa.
50
En relación con otro atentado cometido contra un Cu artel
de la Policía en Oviedo, cometido un mes antes que el
que nos ocupa, declaró Kepa que lo cometieron, al i gual
que todos los demás reconocidos en su declaración, él y
Eneko e indicó que fueron antes a ver el lugar y qu e, en
dicha visita y en la posterior ejecución, fueron en un
vehículo alquilado por Eneko. Aseveró que era un Se at
Ibiza rojo y que lo alquilaron porque tenía matrícu la de
Madrid. En el registro d,el domicilio sito en el n°
31, piso 1° izquierda, de la Calle Altamira de Bust uria
(BIZKAIA), se ocupó la factura del alquiler del co che
marca SEAT, modelo Ibiza y con placas de matricula M-
1194-UP, a nombre de Eneko Gogeaskoetxea . Dicho
contrato fue realizado por la empresa HERTZ, por el
periodo desde el día 18 de julio de 1997 al 21 de j ulio de
1997, fecha esta coincidente con el atentado contra el
Cuartel de la Policía Nacional, acaecido el día 21 de
julio de 1997. En este atentado se colocaron cinco
granadas y además una bomba trampa, que según decl aró
Kepa iba a explotar una hora después que las granad as
para la Policía de desactivación. Esta bomba trampa era
también de unos dos o tres kilos de cloratita.
Finalmente, es de indicar que, aunque tanto el acus ado
como Kepa Arronategui negaron que fuera Eneko el ot ro
miembro del comando KATU que intervino en el atenta do
del Guggenheim, la autoría del acusado tanto del at aque
al museo como del asesinato de un agente de la
Ertzaintza resultó acreditada, no solo por las
declaraciones de Kepa, por el resultado del regist ro
del caserío, las periciales comparativas de explosi vos,
las huellas dactilares encontradas (especialmente l a
hallada en el vehículo que el autor del atentado
sustrajo a punta de pistola para huir del lugar), s ino
51
también por las declaraciones de varios testigos qu e
identificaron a Eneko como la persona a la que vier on
huyendo de las inmediaciones del museo tras el aten tado;
habiendo sido recientemente dictada sentencia
condenatoria por este propio Tribunal, en fecha 6 d e
mayo de 2016.
Finalmente, con fecha 8 de agosto de 1998, un ciuda dano
francés encontró en las proximidades de una autopis ta
próxima a la ciudad de Bidart una carta envuelta en
papel de celofán dentro de un bote de cristal diri gida
por Anboto al comando Kattu, en la que daban
instrucciones para solventar problemas que dicho co mando
había encontrado para el funcionamiento de explosiv os
accionados por control remoto. En dicha carta se al ude a
la solicitud por el comando de una cita de urgencia .
Copia de dicha carta fue obtenida por cooperación
internacional y obra unida al informe de inteligenc ia.
Su contenido también otorga credibilidad a la vers ión
que inicialmente mantuvo ante la Policía y el Juzga do
Kepa Arronategui respecto de la intervención de Sol edad
Iparraguirre como responsable del talde y las reuni ones
y comunicaciones mantenidas con la misma a través de un
buzón situado cerca de la autopista en territorio
francés, buzón que dijo habitualmente recogía Eneko , por
contar su familia con una casa próxima; restando
credibilidad a la rectificación introducida en el
juicio, en el que el testigo afirmó que ni siquiera
conocía a Anboto ni sabía que era Soledad Iparragui rre,
a la que reconoció inicialmente fotográficamente, c uyo
reconocimiento ratificó ante el Juez Instructor.
Los extremos expuestos nos llevan a considerar como
creíbles y verosímiles las declaraciones policial y
judicial del coencausado, frente a las rectificaci ones
introducidas en el juicio, las cuales fueron
52
contradictorias, vagas y quedaron desvirtuadas por otras
pruebas practicadas.
Por otro lado, los explosivos encontrados a la vist a en
el salón del caserío en el que los dos miembros del
comando Katu habitaban, la coincidencia de dichos
explosivos con las entregas relatadas por Kepa y co n los
empleados en la totalidad de los atentados reconoci dos
por este como cometidos por él y por Eneko
Gogeaskoitxea, el hallazgo en la casa de numerosísi ma
documentación del acusado (incluidas cartas dirigid as al
mismo en ese domicilio y una factura de una tienda de
muebles fechada cuatro días después de la colocació n de
la bomba trampa en Durango), la existencia de numer osas
huellas dactilares del acusado en el caserío, en el
coche robado a punta de pistola tras el atentado de l
Guggenheim y en el R-19 propiedad del acusado, la
ocupación de la factura de alquiler de otro coche u sado
en un atentado cometido con una bomba trampa semeja nte a
la colocada en Durango constituyen múltiples indici os
corroboradores de la participación del acusado en l os
hechos enjuiciados que permiten otorgar valor proba torio
a las declaraciones, aún rectificadas, del coimputa do.
Procede reiterar que la corroboración ha de ser mín ima,
no plena, y que no resulta exigible que los indicio s
corroboradores de la veracidad de la declaración de l
testigo sean suficientes por sí mismos para acredit ar la
autoría.
TESTIFICALES DE LOS AGENTES DE LA ERTZAINTZA
Fueron practicadas en el acto del juicio otras test ificales que
permiten acreditar la espontaneidad de las declarac iones del
coimputado, las características del artefacto, las
53
circunstancias en que se produjeron los avisos tele fónicos, los
vestigios y huellas hallados en el caserío en el qu e los
miembros del talde KATU residían, guardaban los exp losivos y
fabricaban las bombas y los datos que corroboran l a veracidad
de la declaración sumarial del coencartado.
El funcionario 60185 ratificó el acta de inspección
ocular efectuada al día siguiente de la retirada d el
artefacto y dio razón de la ubicación del mismo.
El funcionario 60376, indicó que fue el que tomó la declaración
a Kepa y que lo que consta en la misma fueron los d atos que
este facilitó; añadiendo que esos datos ellos los d esconocían.
Explicó la forma en que se produjo la detención de Kepa tras el
atentado intentado contra el museo Guggenheim y en el que se
produjo la muerte de uno de los agentes de la Ertza intza
intervinientes; explicó que, al igual que el otro m iembro del
comando que había disparado al policía, Kepa iba ar mado, que la
detención fue violenta, que hubo un forcejeo y que finalmente
fue derribado por un funcionario que iba en una mot o. Indicó
que a él no le avisaron de que el detenido hubiera sufrido
ningún desmayo y que lo único que le dijeron es que se negaba a
comer; indicó que en los calabozos existe luz, por motivos de
seguridad, pero que no tiene por qué impedir el des canso.
Igualmente el funcionario 60377 señaló haber presen ciado la
declaración de Kepa e indicó que de todo lo que el mismo dijo
ellos no sabían nada. Desconocían la existencia del comando
KATU y quienes lo integraban.
Afirmó que fue Kepa el que indicó que el otro miemb ro del talde
era Eneko; añadiendo que el día del ataque al museo Guggenheim
un testigo identificó a Eneko como el sujeto que hu ía del lugar
y que le vio subirse en un coche.
54
Indicó el funcionario que, en un primer momento, Ke pa implicó
también a Ibon (hermano de Eneko), aunque cree que después
rectificó esa parte del jugado. Igualmente manifest ó que no le
constaba que se hubiera desmayado, que lo vio el fo rense tres
veces y que bebió agua pero no quiso comer.
INFORMES PERICIALES
Los funcionarios 12251, 06196 y 03779 ratificaron e n el
juicio el informe efectuado. Explicaron que recogie ron
once evidencias en el solar de Durango.
El funcionario que desactivó el explosivo refirió s us
características y afirmó que todos los componentes
estaban en buen estado de funcionamiento; tratándos e de
una bomba trampa que se activaba por tracción al ti rar
la víctima del sedal. Que estaba colocado de manera que
solo se veían las botellas de gasolina, pero no lo
demás. De modo que se hubiera activado al pisar la
víctima o tirar con la pierna del sedal. Explicó qu e no
se cerró el circuito porque la cartulina que lo evi taba
y que se hubiera desplazado al tirar del sedal se h abía
mojado por la lluvia y se rompió, evitando que se
cerrara el circuito. Que contaba con un temporizado r
colocado para dar seguridad en el transporte a los
terroristas; que el líquido inflamable era gasolina y el
explosivo cloratita, con un peso de unos tres
kilogramos. Explicó que el detonador era igual que los
habitualmente utilizados por ETA y que igualmente
coincidía la cerilla eléctrica.
Por su parte, los agentes 51089 y 55448 ratificaron el informe
ampliatorio realizado por ellos; explicando que com pararon los
materiales utilizados en diez atentados y los eleme ntos
encontrados en el caserío. Que analizaron los eleme ntos de
55
iniciación, temporizadores, explosivos, recipientes y
configuración de unos y otros.
En relación con la bomba trampa de Durango encontra ron
coincidencias relevantes. Que el temporizador emple ado era de
una marca muy específica, que coincidía con otro en contrado en
el caserío; que el detonador era también semejante a los del
caserío. Que la cloratita que componía la bomba tra mpa
coincidía en porcentajes de explosivos con la enc ontrada en
el registro del caserío. Por otro lado, el recipien te de
plástico en que se ubicaba la cloratita era exactam ente igual
que los hallados en el caserío; aclarando que puede haber
recipientes semejantes tipo tupperware pero que eso s elementos,
de fácil adquisición, suelen ser comprados directam ente por los
propios comandos y que el usado en este atentado er a
exactamente igual que los hallados en la casa.
En base a todas las coincidencias halladas, concluy eron los
peritos que la bomba trampa de Durango fue fabrica da por el
comando KATU, cuyos dos integrantes residían en el caserío.
INFORME DE INTELIGENCIA
En relación con los denominados “informes policiale s de
inteligencia” se ha pronunciado reiteradamente la
Jurisprudencia, entre otras muchas, la STS 28 de marzo
de 2012, la cual con cita de las SSTS 480/2009 de 22 de
mayo (caso Ekin); 290/2010, 1097/2011 de 25 de
noviembre, 2084/2001 de 13 de diciembre, señala qu e se
trata de una prueba, cuya utilización en los supue stos
de delincuencia organizada es cada vez más frecuent e y
que está reconocida en nuestro sistema penal que
participa de la naturaleza de una variante de la
pericial, de naturaleza personal en cuanto el medio de
56
prueba se integra por la opinión o dictamen de una
persona y al mismo tiempo, una prueba indirecta en tanto
proporciona conocimientos técnicos para valorar los
hechos controvertidos, pero no un conocimiento dire cto
sobre cómo ocurrieron los hechos. De modo que en l os
funcionarios policiales que elaboran los llamados
"informes de inteligencia" puede concurrir esa dobl e
condición de testigos, sean directos o de referenci a, y
peritos. Se trata de una prueba singular que se uti liza
en algunos procesos complejos, en donde son necesar ios
especiales conocimientos, que no responden a los
parámetros habituales de las pruebas periciales más
convencionales. En consecuencia, no responde a un p atrón
diseñado en la Ley de Enjuiciamiento Criminal, no
obstante lo cual, nada impide su utilización en el
proceso penal cuando se precisan esos conocimientos ;
pudiendo ser analizada racional y libremente por el
Tribunal. Aunque cuando se trate de una prueba que
participa de la naturaleza de pericial y testifical , es,
desde luego, más próxima a la pericial, pues los au tores
del mismo, aportan conocimientos propios y
especializados, para la valoración de determinados
documentos o estrategias.
Recoge igualmente la indicada STS 28 de marzo de 20 12,
otras de la Sala
Segunda (119/2007, 556/2006 y 1029/2005) que se
inclinaron por no calificar estos informes de
inteligencia como prueba pericial, precisando que: "es
claro que apreciaciones como la relativa a la
adscripción o no de alguien a una determinada
organización criminal, o la intervención de un suje to en
una acción delictiva a tenor de ciertos datos,
pertenecen al género de las propias del común saber
empírico. Salvo, claro está, en aquellos aspectos
puntuales cuya fijación pudiera eventualmente recla mar
57
una precisa mediación técnica, como sucede, por eje mplo,
cuando se trata de examinar improntas dactilares. P ero
ese plus de conocimiento global no determina, por e llo
solo, un saber cualitativamente distinto, ni
especializado en sentido propio. Y, así, seguirá
perteneciendo al género de los saberes comunes,
susceptibles de entrar en el área del enjuiciamient o por
el cauce de una prueba testifical, apta para ser
valorada por el juez o tribunal, directamente y por sí
mismo". Ahora bien, aun cuando esta sentencia
119/2007 niega la condición de prueba pericial a e stos
informes, sí precisa que: "participan de la natural eza
de la prueba de indicios, en la medida que aportan datos
de conocimiento para el Tribunal sobre determinadas
personas y actividades. Y esos datos si son coheren tes
con el resultado de otros medios de prueba pueden
determinar, en conjunción con ellos, la prueba de u n
hecho, siempre que éste fluya del contenido de todo s
esos elementos valorados por el órgano sentenciador ".
En base a ello la mencionada STS 28 de marzo de 201 2
concluye que se trata de un medio probatorio que n o
está previsto en la Ley, siendo los autores de dich os
informes personas expertas en esta clase de informa ción
que auxilian al Tribunal, aportando elementos
interpretativos sobre datos objetivos que están en la
causa, siendo lo importante si las conclusiones que
extraen son racionales y pueden ser asumidas por el
Tribunal, racionalmente expuestas y de forma
contradictoria ante la Sala.
En igual línea se pronunciaron las SSTS 25 de octub re de
2011 y 7 de marzo de 2012. Esta última añade que las
declaraciones de los autores de los informes en el
juicio oral, basada en las vigilancias policiales y
documentación intervenida, puede constituir un indi cio
58
más en el que fundamentar la convicción de la Sala. Por
otro lado, citando las STS 22 de mayo de 2009 y 19 de
enero de 2007, precisa que no cabría admitir una t acha
de falta de imparcialidad de los testigos-peritos p or su
adscripción al Ministerio del Interior, y su presun ta
vinculación al éxito de la investigación desarrolla da,
dado que artículo 5 de la L.O. 2/1.986 , de Fue rzas
y Cuerpos de Seguridad del Estado, impone a sus mie mbros
que su actuación sea siempre políticamente neutral y, a
tenor del art. 5.b de la mencionada LO. 2/86 ta les
funcionarios actúan en el cumplimiento de sus funci ones
con absoluta neutralidad e imparcialidad; limitándo se a
cumplir con el mandato normativo previsto en el art . 11
de la norma antes citada, al elaborar los informes
procedentes. Igualmente la STS. 792/2008 de 4 de
diciembre, señaló que los funcionarios de la Polic ía
Judicial llevan a cabo sus declaraciones de forma
imparcial y profesional, teniendo las manifestacion es
que prestan un alto poder convictivo, en cuanto no
existe elemento subjetivo alguno para dudar de su
veracidad, precisamente en función de la profesiona lidad
que caracteriza su cometido profesional, la formaci ón
con la que cuentan y la inserción de la Policía Jud icial
en un Estado social y democrático de Derecho, como es el
nuestro, todo ello de conformidad con los arts. 104 y
126 CE. Por ello, habida cuenta de que precisament e,
como funcionarios públicos, deben servir con objeti vidad
los intereses generales, la vinculación laboral de los
mismos con el Estado que ejercita el ius puniendi n o
genera, en absoluto, interés personal en la causa n i
inhabilita a los funcionarios técnicos especializad os
para actuar como peritos objetivos e imparciales. T odo
ello, obviamente, sin perjuicio de la necesidad de que
el dictamen se someta al procedente debate
contradictorio y a la debida valoración judicial
conforme a las reglas de la sana crítica, pudiendo en
59
todo caso la parte acusada proponer los dictámenes
alternativos que estime procedentes, los cuales,
asimismo, habrán de ser valorados por el Tribunal.
Obra en la causa un informe de inteligencia, en el que se
exponen minuciosamente datos objetivos que permiten concluir
que el acusado era el otro miembro del comando KATU que, junto
con Kepa Arronategui, cometió una pluralidad de ate ntados,
incluido el que ahora enjuiciamos, y que ambos tení an la
disponibilidad conjunta de materiales explosivos, e ntre ellos
la cloratita empleada en la bomba trampa de Durango .
El informe de inteligencia mencionado parte de
evidencias objetivas que constan en diversos infor mes
de explosivos obrantes en la causa.
Por otro lado, se tienen en consideración en el i nforme
las huellas dactilares encontradas en los registro s y en
varios vehículos, entre otros, en un documento hall ado en
el R-19 del acusado y en un citroen 25 sustraído
intimidando a su dueño con un arma por uno de los
integrantes del comando que atentó contra el Museo
Guggenheim. Se analizan también los documentos y ef ectos
intervenidos.
En base a todo ello, se llega en el informe de
inteligencia a las siguientes conclusiones:
Los hechos recogidos en las presentes diligencias
(incluyen todos los atentados reconocidos por Kepa
desde junio de 1996 a octubre de 1997) fueron comet idos
por el comando KATU de la organización terrorista E TA.
Los componentes del comando KATU almacenaban los
componentes utilizados para la fabricación de explo sivos
en el caserío Olagorta, sito en el barrio Natxitua de la
60
localidad de BIZKAIA. Esta afirmación se desprende de los
siguientes datos:
Localización en el caserío Olagorta de abundantes
materiales y componentes para la fabricación de
explosivos.
Informe técnico con n° de referencia 162U9700635 (A 1)
elaborado por la Unidad de Desactivación de Explosi vos
de la Ertzaintza en el que se concluye que los
materiales y componentes localizados en el caserío
Olagorta son coincidentes con los distintos
artefactos localizados en diversos atentados, entre
los que . se encuentra la colocación de la bomba trampa
en Durango.
Eneko Gogeaskoetxea y Kepa Arronategui, residían en el
caserío Olagorta. Esta afirmación se desprende de l os
siguientes datos:
Declaraciones de Kepa Arronategui confirmando que E neko
y él residían en el Caserío Olagorta.
Respecto a la relación de Eneko Gogeaskoetxea con el
caserío Olagorta, usado por el comando KATU como lu gar
para la confección de artefactos explosivos, duran te la
diligencia de entrada y registro fueron hallados diversos
rastros lofoscópicos pertenecientes a Eneko
Gogeaskoetxea, en diversas evidencias que se
encontraban en distintas estancias del caserío Olag orta
(salón, habitación y baño). Se hace consta igualmen te
que en el salón del caserío y a la vista, se locali zó
abundante material explosivo, lo que confirma que Eneko
compartía la vivienda con Kepa Arronategui y que te nía
61
conocimiento de la existencia de los materiales y, por
consiguiente, formaba parte del comando KATU.
Además de los rastros lofoscópicos fue incautada
en el caserío numerosa documentación a nombre de En eko
Gogeaskoetxea (D.N.I, Carnet de conducir, historial
académico, tarjeta de la Caixa, pasaporte y una fac tura de
compra donde figura como domicilio el caserío Olago rta,
todo lo cual prueba que el mismo residía en el cita do
lugar.
Eneko Gogeaskoetxea y Kepa Arronategui integraban e l
comando KATU. Esta afirmación se desprende de los
siguientes datos:
Declaraciones de Kepa Arronategui confirmando que E neko
y él formaban parte del comando KATU y que ambos
cometieron, entre otros, la tentativa de atentado c ontra
el Museo Guggenheim, en el cual falleció un agente de
la Ertzaintza.
Declaraciones de los testigos en los que vincularo n a
Eneko Gogeaskoetxea con el atentado del
Museo Guggenheim y por consiguiente al comando KATU .
Según el informe elaborado por la BPPC y los
elaborados por la Unidad de la Policía Científica d e la
Ertzaintza, se llega a la conclusión de que un
rastro perteneciente a Eneko Gogeaskoetxea fue
localizado en el vehículo de la marca Citroen model o
C25 y con placas de matrícula 81-7594-BF, utilizado por
el mismo para huir del lugar del atentado ocurrido en el
Museo Guggenheim, intimidando con un arma de fuego al
conductor. Estos hechos confirman que Eneko
Gogeaskoetxea formaba parte del comando KATU, ya que
62
quedó probado que el citado comando cometió el aten tado
ocurrido en el museo Guggenheim.
En el caserío de Olagorta se almacenaban y
confeccionaban los artefactos explosivos utilizados
en las diferentes acciones terroristas llevadas a c abo
por el comando KATU integrado por Kepa Arronategui y
Eneko Gogeaskoetxea.
En relación a la composición de la bomba trampa de
Durango se tienen en consideración varios informes
realizados por la Unidad de Desactivación de Explos ivos:
informe con referencia 163U9600607, inspección Ocul ar e
Informe con referencia 162U9600607 (A 1) en el que se hace
una comparativa con el material hallado en el caser ío
Olagorta de Natxitua.
El citado informe concluye que se puede aseverar qu e con
los elementos hallados en el Registro domiciliario
efectuado en el Caserío Olagorta, se puede fabricar uno o
varios artefactos explosivos iguales o similares en
potencia, características y elementos al empleado e n la
explosión que enjuiciamos.
En ese informe se señalan todas las coincidencias d e los
explosivos y materiales incautados en el caserío
(temporizadores, detonadores, cerillas eléctricas,
recipientes, cloratita etc.) con los diversos artef actos
utilizados en los atentados cuya autoría conjunta c on
Eneko reconoció Kepa Arronategui.
Tras cometer el atentado del Guggenheim el 13 de oc tubre
de 1997 Eneko GOGEASCOECHEA huyó, estando el paradero
desconocido hasta su detención en Cambridge
(INGLATERRA), el 7 de julio de 2011.
63
Dicho informe de inteligencia fue ratificado en el juicio por
el funcionario 60377; indicando que inicialmente e l Juzgado
les pidió evidencias de la participación de Eneko e n el
atentado de ENAGAS pero después se extendió a las d e otros
atentados, entre los que estaba la bomba trampa col ocada en
Durango que nos ocupa.
Explicó que compararon los datos ofrecidos por Kepa en sus
declaraciones con las huellas y evidencias encontra das, las
cuales corroboraban las manifestaciones contenidas en dicha
declaración.
Así aseveró que las características de la bomba tra mpa,
comprobadas tras su hallazgo y neutralización eran las
descritas por Kepa, con una pequeña diferencia rela tiva al
número de cócteles molotov (seis en vez de cinco).
Indicó que lo encontrado en el caserío en el que vi vían Kepa y
Eneko coincidía con las diversas entregas de materi ales
facilitados por ETA que Kepa dijo haber recibido.
Por otro lado, los materiales dedicados a la fabric ación de
explosivos hallados en el caserío resultaban coinc identes con
los empleados en los diversos atentados que Kepa as everó haber
cometido junto con Eneko.
Apuntó que en 1998, después de los atentados, fue e ncontrada en
Francia una carta que Anboto dirigió al comando KAT U; dando
instrucciones y que la fecha en el se redactó la ca rta era
próxima al atentado del Guggenheim.
Por otro lado, mencionó que en el caserío de Kepa s e
encontraron en una concreta habitación (la rotulada en el
informe como A6) muchos documentos y efectos de Ene ko: DNI,
pasaporte, carnet de conducir, tarjeta de la Seguridad
64
Social, tarjeta de la Caixa, tarjeta de trabajo de la
compañía IBERDROLA, historial académico, cartas
destinadas al mismo en el que aparecía como domicil io el
caserío, factura de un cabecero comprado por Eneko y que se
entregó en dicho caserío.
Además indicó que fueron encontradas huellas en div ersos
elementos comunes de la casa, las cuales pertenecía n a la misma
persona que otras encontradas en el coche de Eneko y en un
citroen 25 que fue robado a punta de pistola por la persona que
huyó tras matar a un agente de la Ertzaintza en las
proximidades del museo Guggenheim. Explicó que cuan do Eneko fue
entregado por el Reino Unido en el año 2012 obtuvi eron su
filiación y comprobaron que esas huellas eran las del ahora
acusado.
La Sala comparte las conclusiones que se contienen en el
informe de inteligencia, las cuales se apoyan en da tos
objetivos y se ajustan a los dictados de la lógica y la
experiencia.
En base a la valoración conjunta de todas las prueb as
practicada llegamos a la plena convicción de que el acusado es
autor de los dos delitos que se le imputan en este
procedimiento.
SEXTO. - No concurren circunstancias atenuantes de
la responsabilidad criminal, sin que haya lugar a
plantear la circunstancia analógica de dilaciones
indebidas, atenuante que no fue solicitada por la
defensa, la cual, por tanto, no concretó ningún lap so
temporal de paralización o demora en la tramitación .
Pese a que los hechos enjuiciados datan de 1997,
no cabe olvidar que el ahora acusado se puso
65
voluntariamente fuera de la disposición del Tribuna l;
permaneciendo fugado en Inglaterra; no siendo entr egado
hasta el año 2012.
En tal situación, resulta obvio que la demora que
ha sufrido el procedimiento resulta totalmente impu table
al acusado que se fugó nada más ser cometido el ate ntado
fallido contra el Museo Guggenheim el 13 de octubre de
1997, en el que causó la muerte de un agente de la
Ertzaintza.
Como se ha indicado, la defensa no alegó dicha
atenuante ni consecuentemente concretó ningún perio do de
paralización que pudiera calificarse como dilación
indebida.
Sería, por tanto, de aplicación la reiterada
doctrina que analiza los presupuestos exigibles par a la
aplicación de la atenuante analógica del art. 21.6 del
anterior CP como la introducida en la reforma oper ada
por la LO 5/2010 . Entre otras muchas, la STS 2012 de
19 septiembre 2012 hace una glosa de la doctrina
imperante en la materia y señala que es cierto que la
Sala Segunda del Tribunal Supremo acordó, en el Pl eno
celebrado en fecha de 21 de Mayo de 1999, seguido p or
numerosas Sentencias posteriores como las de 8 de Junio
de 1999 , 28 de Junio de 2000 , 1 de Diciembre de
2001 y 21 de Marzo de 2002 la procedencia de
compensar la entidad de la pena correspondiente al
delito enjuiciado, mediante la aplicación de la
atenuante analógica del artículo 21.6º del Códi go
Penal, en los casos en que se hubieren producido en el
enjuiciamiento dilaciones excesivas e indebidas, no
reprochables al propio acusado ni a su actuación
procesal, dando con ello cumplida eficacia al manda to
constitucional que alude al derecho de todos a un
66
proceso sin dilaciones indebidas del art. 24.2 CE.
Añade dicha resolución que en la actualidad, tras l a
Reforma operada por la LO 5/2010 La dilación
extraordinaria e indebida en la tramitación del
procedimiento, siempre que no sea atribuible al pro pio
inculpado y que no guarde proporción con la complejidad
de la causa, ha sido expresamente admitida por nue stro
legislador como una de las circunstancias atenuante s del
artículo 21, en concreto con el ordinal 6º de dicho
precepto.
Sin embargo, puntualiza dicha resolución, que
dicho derecho al proceso sin dilaciones, configura do
como la exigencia de que la duración de las actuaci ones
no exceda notablemente de lo prudencial, siempre qu e no
existan razones que lo justifiquen, no permite la
aplicación de la atenuante cuando esas propias
dilaciones no se produzcan a causa de verdaderas
"paralizaciones" del procedimiento que se debieran al
mismo acusado que las sufre, supuestos de rebeldía, por
ejemplo, o a su conducta procesal, motivando
suspensiones.
Semejante derecho no debe, así mismo, equipararse
a la exigencia de cumplimiento de los plazos proces ales
legalmente establecidos, aunque debe recordarse que el
contenido de los instrumentos internacionales suscr itos
por nuestra Nación, en esta materia, hacen referenc ia (
art. 6.1 CEDH , por ejemplo, al derecho a un juicio
celebrado en plazo razonable, lo que supone no tant o la
determinación de episodios concretos de dilación
injustificada del procedimiento sino la valoración
global de lo proporcionado de la duración de la cau sa en
relación con las características que le fueren prop ias.
67
En todo caso, la "dilación indebida" (o el "plazo
razonable") es, por naturaleza, un concepto abierto o
indeterminado, que requiere, en cada caso, una
específica valoración acerca de si ha existido efec tivo
retraso verdaderamente atribuible al órgano
jurisdiccional , es el mismo injustificado y constituye
una irregularidad irrazonable en la duración mayor de lo
previsible o tolerable ( Ss. del TC 133/1988, de 4 de
Junio y del TS de 14 de Noviembre de 1994, entre
otras).
En el presente caso, es obvio que la dilación es
debida a la propia conducta del acusado, lo que exc luye
cualquier tipo de atenuación de su responsabilidad
criminal.
SEPTIMO.- En cuanto a la penalidad, la Sala estima
proporcionadas las penas solicitadas por el Ministe rio
Fiscal.
El atentado terrorista con resultado muerte llevaba
aparejada en el art. 571.1.1º a vigente en la fecha de
comisión una pena de veinte a treinta años de pris ión,
la cual, por aplicación del art. 572.2 CP, debería ser
impuesta en su mitad superior (de veinticinco años y un
día a treinta años), atendida la condición de miemb ro de
la Policía Autónoma Vasca de la persona a la que se
pretendía matar.
El atentado quedó en grado de tentativa, consideran do el
Tribunal que, en aplicación del art. 62 CP., únicam ente
procede bajar al pena prevista para el delito consu mado
en un grado, atendidos el grado de ejecución alcanz ado y
68
la peligrosidad inherente al intento, ya que los au tores
ejecutaron todos los actos necesarios para alcanzar el
resultado, colocando una bomba trampa en perfecto e stado
de funcionamiento apta para causar la muerte de qui enes
se acercaren al lugar para su desactivación.
De modo que la acción ejecutada hubiere producido el
resultado mortal pretendido, lo que no ocurrió por
causas ajenas a la voluntad de los autores, ya que el
artefacto no fue descubierto hasta pasadas muchas h oras
de la colocación, lo que provocó que, por efecto de la
lluvia, se deteriorase durante la noche y la mañana
siguiente la cartulina que permitía el cierre del
circuito.
En base a ello, el arco penológico aplicable iría d e
doce años, seis meses y un día a veinticinco años.
Por otro lado se ha de considerar la concurrencia d e la
alevosía, dado el medio de comisión empleado, una b omba
trampa, colocada de noche y dando aviso con la fina lidad
de atraer al lugar a alguno de los agentes de la
Ertzaintza que hubieran a acudido para la desactiva ción
de los cócteles molotov, única parte visible del
explosivo.
Atendido todo ello, la pena de dieciocho años de pr isión
interesada por el Ministerio Fiscal se estima ajust ada a
la gravedad de los hechos, circunstancias concurren tes y
personalidad del culpable.
Igualmente, se estima proporcionada la pena de ocho años
de prisión por la tenencia de explosivos, la cual s e
sitúa en la mitad de la prevista para el delito en el
art. 573 CP vigente en la fecha de comisión.
69
Procede imponer además las penas accesorias previst as en
los arts. 55 y 56 CP vigentes en la fecha de comisi ón.
OCTAVO. - Procede imponer al condenado el pago de la
mitad de las costas procesales, en virtud de lo
dispuesto en los arts. 123 C.P. y 239 y ss. de la
L.E.Cr.
F A L L A M O S
Que debemos condenar y condenamos a ENEKO GOGEASKOE TXEA
ARROANTEGUI, en concepto de autor de un delito de
atentado terrorista dirigido a causar la muerte de un
agente de la Policía Autónoma Vasca, previsto y pen ado
en el art. 572.1.1º y 2 CP vigente en la fecha de
comisión, en relación con el art. 139.1 CP, por
concurrir alevosía, a las penas de dieciocho años de
prisión e inhabilitación absoluta durante el tiempo de
la condena. Igualmente debemos condenar y condenamo s a
ENEKO GOGEASKOETXEA ARROANTEGUI, en concepto de aut or de
un delito de tenencia de explosivos cometido por
integrante de organización terrorista y al servicio de
los fines de esta del art. 573 CP vigente en la fec ha de
comisión, a las penas de ocho años de prisión e
inhabilitación especial para el derecho de sufragio
pasivo durante el tiempo de dicha condena. Condenam os al
referido acusado al pago de la mitad de las costas
procesales devengadas en la presente causa.
Abonamos al condenado el tiempo que ha estado priva do de
libertad por esta causa, sin perjuicio de ulterior
70
liquidación y compatibilidad con otras
responsabilidades.
Notifíquese la presente resolución al Ministerio Fi scal,
a la representación del condenado y al interesado
personalmente, haciéndoles saber que frente a la mi sma
cabe recurso de casación….
Así por esta nuestra sentencia, de la que se unir á
certificación al Rollo de Sala, lo pronunciamos,
mandamos y firmamos.
PUBLICACION.- Leída y publicada fue la anterior
sentencia por la Ilma. Sra. Magistrada Ponente Doña
Concepción Espejel Jorquera de esta Audiencia
Provincial, estando la misma celebrando Audiencia
Pública en el día de su fecha, certifico.
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