SPINOZA: PSICOLOGÍA, ÉTICA Y POLÍTICADE LOS AFECTOS.
Carlos Rojas Osorio
Lev Vigotski afirma que Benedicto Spinoza encaminó la psicología de los afectos
por una vía científica. Por esta razón el psicólogo ruso se adhiere a la teoría espinocista.
En el presente trabajo me propongo exponer la teoría espinocista de los afectos, pero
también considerar cuál es el equivalente análogo en Spinoza al enfoque histórico
cultural de Vigotski. En efecto, no se puede comprender bien la psicología de los afectos
de Spinoza si no la ubicamos, como la ubica él, dentro de la Ética y la Política.
Aunque Spinoza tenía a Descartes como su maestro e inspirador, sin embargo, su
definición del ser humano difiere completamente. Como buen racionalista, Descartes
define la mente solo por el pensamiento. El ser humano es res cogitans, cosa pensante. La
mente, afirma Descartes es más fácil de conocer que el cuerpo. Spinoza, en cambio, nos
dice que el ser humano es deseo. La Naturaleza es la única sustancia que existe, y el
pensamiento y la extensión son los atributos de esta sustancia. Los individuos son modos
de la sustancia. El ser humano no constituye un reino aparte, un estado dentro del estado,
sino que es parte de la Naturaleza. ¿Qué significa la tesis espinocista según la cual el ser
humano es deseo? En realidad no es, como podría pensarse una definición irracionalista.
Y no lo es porque el deseo es consciente, es, como dice él mismo, apetito consciente. Con
el término apetito designaba la filosofía escolástica las tendencias que constituyen la
dinámica humana. Que el deseo sea apetito consciente es una idea muy importante
porque Spinoza distingue, como veremos enseguida, entre afectos pasivos y afectos
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activos, y estos últimos son conscientes. El ser humano como deseo significa que lo que
domina en nosotros son los afectos y que algunos de estos pueden llegar a ser
conscientes.
Hay, para Spinoza, una primera tendencia connatural a todos los seres y es la
tendencia a la conservación. Todo ser por el mero hecho de ser tiende a perseverar en su
ser. Nótese que esta es una afirmación ontológica, es decir, que Spinoza la hace valer
para todos los seres, y no solo para los seres humanos. El esfuerzo con el cual el ser
humano tiende a perseverar en su ser es su esencia. La esencia es potencia o poder y es
en razón de dicha potencia que el ser humano tiende a perseverar en su ser. Spinoza saca
dos consecuencias importantes de esta afirmación. Primero que la filosofía o sabiduría es
una meditación sobre la vida, no sobre la muerte. Y segundo, que el suicidio no es
éticamente bueno. El suicidio es impotencia, es negación de la esencia o potencia del ser
humano, potencia que nos inclina a perseverar en el ser.
Spinoza distingue entre afecciones y afectos. Afección es todo lo que modifica
en algo nuestro cuerpo o nuestra mente. La percepción es una afección. Nuestro cuerpo y
nuestra mente son afectados continuamente por causas exteriores. Las afecciones son
instantáneas; en cambio, los afectos implican alguna duración temporal. Los afectos son
las pasiones y las acciones. Los afectos pueden ser pasivos o activos. Los afectos pasivos
son las pasiones. Los afectos activos son las acciones. Spinoza se pregunta qué hace que
las acciones sean afectos activos y qué hace que las pasiones sean afectos pasivos. Las
pasiones son afectos pasivos porque uno no es la causa completa de lo que hace, sino
solo una causa parcial. Alguna causa exterior domina sobre nosotros y hace que no
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seamos la causa completa sino parcial. En cambio, las acciones son afectos activos
porque somos la causa completa de lo que hacemos.
Todavía queda por decir qué hace que una causa sea parcial y la otra una causa
completa o adecuada. Las pasiones son afectos pasivos de las cuales no somos la causa
adecuada porque no tenemos la idea adecuada de lo que hacemos. En cambio, las
acciones son afectos activos de las cuales somos la causa adecuada porque tenemos la
idea adecuada de lo que hacemos o queremos hacer. Dicho de otra forma. Es la
conciencia o conocimiento la que eleva la acción, la que nos hace ser activos. Este es el
deseo consciente que define al ser humano. Actuar siguiendo una idea adecuada de lo que
hacemos es lo que nos hace ser activos, y no pasivos. La idea adecuada es la guía de la
acción. Nos dejamos dominar por causas exteriores porque no tenemos una idea
adecuada de lo que hacemos o queremos hacer. Las ideas adecuadas son las ideas
verdaderas. Las ideas verdaderas son claras y distintas. La verdad es índice de sí misma.
Hay dos conclusiones que deduce Spinoza de las anteriores consideraciones. La
primera, es que una pasión no se supera por una mera represión de la razón. Una pasión
que es un afecto pasivo se supera por otro afecto, el afecto activo. Es aquí donde con
mayor énfasis Spinoza se opone a Descartes. El dominio total de las pasiones por la razón
le parece a Spinoza un racionalismo irreal. La segunda consecuencia no es menos
importante. Es ésta: está en nosotros ser activos o pasivos. Si somos activos somos
libres, si somos pasivos somos esclavos de nuestras propias pasiones. Podemos pasar de
la servidumbre a la liberación. Está en cada uno de nosotros ser libres o esclavos. Pues el
salto desde la pasión a la acción depende de la conciencia, del conocimiento, de la acción
dirigida por ideas adecuadas. Finalmente, puesto que el ser humano puede ser activo, es
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decir, dirigir su vida según su conciencia, entonces tiene suficiente libertad para la
realización de lo bueno. Lo bueno no es una imposición externa a mi ser. Las acciones
son buenas en la medida en que contribuyen a la realización del modelo de ser humano
que yo mismo me propongo.
Ahora bien, hasta aquí un lector de Spinoza podría pensar que su teoría de
los afectos es puramente individualista. No hemos salidos de la dinámica de los afectos
tal como acaece en cada persona. Y nos habíamos propuesto hallar el equivalente
analógico de lo que Vigotski denomina el enfoque histórico cultural. Es evidente que no
podemos hablar en Spinoza de un enfoque histórico cultural. Pero sí podemos hablar en
Spinoza de un enfoque socio-político. Por tanto, vamos a considerar el individuo humano
no ya solo como individuo sino en su condición social. (Sea dicho entre paréntesis, el
racionalismo del siglo XVII era bastante ajeno a la historia, y eso pasa también en
Spinoza. Spinoza toma en consideración los hechos históricos cuando hizo su famosa
exégesis bíblica, en la cual trata de explicar todo lo que en la Biblia parece milagroso por
hechos naturales o hechos históricos. En buena exégesis racionalista).
La teoría de los afectos la desarrolla Spinoza en la Ética. Para la adecuada
comprensión del nivel social de la teoría espinocista es preciso ir a su filosofía política.
Aquí enlazamos lo afectivo, lo ético y lo socio-político. La primera afirmación de
Spinoza es que el derecho de cada individuo alcanza hasta donde llega su poder o
potencia. El poder que cada uno detenta. Esa potencia del individuo es su derecho natural
y no se pierde por el mero hecho de entrar en un pacto político de asociación humana. Si
los estados en los cuales realizamos nuestra asociación no cumplen el fin para el cual
fueron concertados, entonces el individuo puede hacer uso de esa potencia natural que es
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su derecho. El fin de la asociación es potenciar los poderes del ser humano. La potencia
de obrar aumenta al asociarse unos con otros. Asociados podemos realizar mejor la
felicidad y la virtud que aislados. Por eso, si somos sabios hemos de preferir la vida en
comunidad a la vida solitaria. El ser humano aislado “no se determina por la sana razón,
sino por el grado de su poder y de sus deseos”. (TTP, 57) El ser humano nace ignorante
de las leyes y mientras se educa en la razón no tiene otra alternativa que vivir según las
leyes naturales del apetito, es decir, de sus tendencias naturales. El ser humano sigue sus
apetitos (o tendencias naturales) como el gato o el león sigue los suyos. Bajo el imperio
de la naturaleza cada uno obra de acuerdo a su propia utilidad. Los seres humanos,
siguiendo sus apetitos, tienen odios, engaños, disputas y afecciones iracundas1. Cada uno
“tiene por enemigo a quienes pretenden entorpecer sus deseos”. (TTP, 57) La naturaleza
sólo atiende a las necesidades y utilidades de cada uno de los seres. Si todo esto nos
parece absurdo o rídículo es que desconocemos el orden esencial de la naturaleza.
Aislados los seres humanos viven en soledad, inseguridad y hasta en la miseria, pues aún
viven desprovistos de razón. Su libertad dura poco tiempo. Aislados no podemos estar
seguros, pues se nos hace muy difícil que cada uno pueda protegerse por sí solo. No es,
pues, extraño que los seres humanos se hayan decidido a una vida en común guiada por la
razón. “Los hombres, para llevar una vida feliz, y llena de seguridad, han debido de
esforzarse para hacer de modo que había recibido cada uno de la naturaleza, y que ya no
se determinase según la fuerza y el apetito individuales, sino mediante la potencia y la
voluntad de todos juntos”. Luego continúa: “Por eso debieron firmemente convenirse en
1 “En la medida en que los hombres se ven atormentados por la cólera, la envidia o cualquier otro sentimiento odioso, se ven arrastrados hacia direcciones diferentes y, por tanto, en pugna unos con otros. Por consiguiente, son tanto más temibles cuanto más poder tienen y más superan en habilidad y astucia a los demás animales”. (Tratado político, p. 151)
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dirigir todas las cosas por los solos consejos de la razón”. (TTL, 58)2 Spinoza, como
Hobbes, no describe en forma paradisíaca el estado natural del hombre. Veremos, como
bien muestra Negri, Spinoza se distingue de Hobbes porque los seres humanos no pierden
sus derechos naturales al entrar en el estado civil (tesis que también aparece en John
Locke) y también porque no insiste en la idea del “pacto”, (excepto en algunos pocos
textos del Tratado teológico-político).3 La acción mediante la cual los seres humanos
unen sus potencias para constituir la vida civil la describe Spinoza como la reunión o
asociación de las potencias individuales para producir una mayor potencia: la potencia de
la multitud. En el Tratado político escribe: “Si dos individuos se ponen de acuerdo para
unir sus fuerzas, tienen más poder y, por tanto, más derecho juntos del que tenían en el
seno de la naturaleza, cada uno aisladamente. Cuanto mayor sea el número de los que se
unen, mayor será el derecho de que gocen todos unidos”. (TP, 151) Y en el Tratado
teológico-político explica: “En verdad se llama democracia este derecho de la sociedad
que por esta razón se define; la asamblea de todos los hombres que tienen colegiadamente
soberano derecho en todas las cosas que pueden, de lo cual se deduce que la soberana
potestad no es está obligada por ninguna ley, y que todos deben obedecerla en todo”.
(TTL, 61). Un estado democrático es superior a cualquier otra forma de gobierno porque
la mayoría está menos dispuesta a caer en absurdos e insensateces.
La vida de los seres humanos en sociedad es superior a la vida aislada. Y el
hombre sabio sigue la acción de su conciencia y su razón y prefiere vivir en sociedad a
2 “[…] Los hombres, auxiliándose mutuamente, se procuran con mucho mayor felicidad las cosas que necesitan, y que sólo juntando las fuerzas pueden evitar los peligros que los amenazan”. (Etica, IV, pr. 35, sch). 3 Rábade Romeo insiste en otra diferencia “Mientras en Hobbes se trata de pasar de la guerra de todos contra todos a la paz civil que nos ofrece el pacto de estado, en nuestro filósofo se busca con el pacto aprovechar y dirigir la fuerza racional que constituye el elemento fundamental del hombre. Es la aplicación de una ley eterna que nos hace elegir lo mejor u optar por el ante el mal”. (1992, p. 255)
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vivir aislado. La unión de los seres humanos para formar asociaciones políticas le da
mayor potencia que en una vida solitaria.
Vigotski defiende un enfoque histórico cultural porque sus bases filosóficas son
las del materialismo histórico, aunque coincide plenamente con Spinoza en su teoría de
los afectos. La racionalidad que defiende Vigotski es una de tipo dialéctico siguiendo a
Hegel y Marx. La racionalidad de que habla Spinoza es muy diferente porque no es ni
dialéctica ni histórica. La razón de Spinoza comulga con Descartes en cierto espíritu
matemático, de ahí que su Etica se subtitule “more geometrico”. Pero el espíritu
geométrico de Spinoza es genético, en un sentido muy específico. “El se pregunta cómo
se generan las figuras geométricas. Así, una línea se genera como una sucesión continua
de puntos. Un círculo se genera por una línea fija en un punto central pero girando a
partir de ahí. Vigotski tomó nota de este espíritu genético. Pero las diferencias continúan.
Vigotski se fija en el marco social partiendo de la tesis del materialismo histórico que
privilegia el análisis en términos de clases sociales y por ende, en términos económicos.
Spinoza se fija más en lo político, en el poder que tienen los seres humanos por derecho
natural, lo cual lo acerca más a Nietzsche que a Marx. “La democracia consiste en la no
enajenación del poder político de la multitud, y la sumisión del gobierno ese poder”.
(María Pía López “Elogio de la sociedad”. En Spinoza: concavo y convexo, 1999, p.
177).
Nietzsche considera que Spinoza es su único precursor. Pero, por otra parte, en
el renacimiento spinocista del siglo XX, la lectura que se hizo es la de un Spinoza
materialista. Sería materialista en cuanto no admite ninguna otra sustancia que la
Naturaleza. Si alguien quiere llamar a esa Naturaleza Dios puede hacerlo, pero la verdad,
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dice Spinoza es que no hay nada más que Naturaleza, y el hombre es parte de ella, no un
reino aparte. Los intérpretes marxistas de Spinoza en cuanto materialistas, prefieren al
filósofo holandés por sobre la dialéctica hegeliana. Es decir, tratan de alejar a Marx de
Hegel y acercarlo a Spinoza. Asimismo el estructuralismo contemporáneo prefiere a
Spinoza por sobre Hegel y el historicismo.
Desconozco si se han hecho estudios donde la filosofía de Spinoza se aplique a
alguna de las ramas del saber que configuran la Educación. En una de las pocas
ocasiones en que se refiere a la educación escribe Spinoza: “Dado que entre las cosas
singulares no conocemos nada más excelente que un hombre guiado por la razón, nadie
puede probar cuánto vale su habilidad y talento mejor que educando a los hombres de tal
modo que acaben por vivir bajo el imperio de la razón”. (Etica) El tema del deseo sí se ha
abordado en temas educacionales, siguiendo directamente a Gilles Deleuze, pero este a su
vez sigue completamente la ética y la psicología de los afectos de Spinoza.
El salón de clases es una comunidad de aprendizaje. No son máquinas robóticas,
sino seres humanos quienes constituyen esta comunidad. Cada ser humano es una
personalidad con múltiples dimensiones. Vigotski destacó la idea según la cual las
emociones constituyen la respuesta de toda la personalidad. Asimismo, enfatizó en el
hecho de no separar la dimensión cognitivo de la dimensión afectiva y todo ello de
nuestra ser social. De Tomás de Aquino se dice que enseñaba con el cerebro y con el
corazón. “Con cerebro dio a entender con profundidad, claridad, orden, brevedad, fuerza
integradora [...] Enseñar con el corazón desde al amor de benevolencia”. (Soto 2006:
23) Y Miguel de Montaigne decía. “Quiero que la delicadeza, la civilidad, las buenas
maneras se modelen al mismo tiempo que el espíritu, pues no es un alma, no es un
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cuerpo lo que se educa; es un hombre, es preciso no hacer de él dos”. (Ensayos, Lib. I.
Cap. XXVI). Y John Locke afirmaba: “Se debe agregar cierta amabilidad a todas las
clases, y por medio de cierta ternura en su actitud, dejar percibir al niño que es amado y
que el profesor no tiene otra intensión que no sea el bien del niño; ‘esa es la única
manera de crear amor en el niño; lo cual hará que él ponga atención a las clases y sienta
placer por lo que el profesor enseña”. (Pensamientos sobre la educación).
En el espíritu espinocista podemos decir que la comunidad de aprendizaje es una
asociación de seres humanos que se potencia por el mismo hecho de compartir
conocimientos, valores y actitudes. En una comunidad de aprendizaje no solo aprende el
estudiante aprende también el maestro. Hay un enriquecimiento mutuo. La teoría
espinocista nos enseña que el conocimiento de las emociones y afectos nos ayudan a
conducirnos más sabiamente, o como si dice hoy, a mejorar nuestra inteligencia
emocional. Ya Martí decía que la “educación es una obra de amor”. La educación es
parte de la socialización de los seres humanos. Y la socialización conlleva un proceso de
subjetivación. El gobierno de nuestros afectos que enseña Spinoza es un modo de
subjetivación. Una subjetivación en la cual podemos llegar a ser libres o siervos de
nosotros mismos. “Quien es incapaz de gobernarse a sí mismo y a sus asuntos privados,
más incapaz será de velar por las cosas públicas”.
O, como comenta María Pia López. “Así como el sujeto puede ser campo de aplicación
del poder, es también lugar de poder, espacio de subjetivación. Así como la sociedad
puede ser momento de enajenación de las potencias humanas, debe ser campo de la
promesa inacabable de la felicidad de los hombres”. (p. 179)
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BIBLIOGRAFÍA
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Altamira, 1999. Eugenio María de Hostos, Lecciones de derecho constitucional, San Juan, Obras
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