Post on 06-Jul-2022
22
CAPÍTULO II
MARCO CONCEPTUAL Y BIBLIOGRÁFICO15
El objetivo de este capítulo es proporcionar información puntual sobre la ubicación de la
lexicografía, la definición de diccionario y el desarrollo que ésta ha tenido desde la
antigüedad. Asimismo se hace una descripción de los tipos de diccionarios, al igual que
una precisión del objeto de estudio de la metalexicografía, así como otros elementos
conceptuales que son esenciales para llegar entender el concepto de ‘revisión de
diccionarios’ en esta área de conocimiento, misma que se fundamenta en la localización y
descripción de la macroestructura y la microestructura de las denominadas obras
lexicográficas.
2.1 Ubicación de la lexicografía
Considero que en general la mayoría tenemos acuerdo de que el registro de la
información es por medio de las palabras y del discurso mismo que ha sido transmitido de
generación en generación, y en ese sentido, uno de los compendios donde la cultura está
plasmada para satisfacer la búsqueda de información y significados es precisamente el
diccionario. Este extracto de la civilización es un fruto de su cultura, mostrando su
entidad, pero usualmente restringida por sus particularidades ya sean socioculturales,
15 Una parte significativa de este capítulo, donde se discuten algunas nociones conceptuales y metodológicas, están tomadas de algunos apartados de las siguientes referencias bibliográficas: Acosta (2011), “Los diccionarios que vinieron del norte: una contribución al estudio de la lexicografía mexicana”, María Eugenia Vázquez, Klaus Zimmermann y Francisco Segovia (eds.), de la lengua por sólo la extrañeza. Estudios de lexicología, norma lingüística, historia y literatura en homenaje a Luis Fernando Lara, México: El Colegio de México, pp. 699-719; y de Acosta (2009), Lexicografía del español de Sonora. Hermosillo: Universidad de Sonora.
23
políticas o religiosas, y afectada en ocasiones por el pensamiento del mismo autor de la
obra.
Crystal (1997) nos dice que el diccionario en realidad es un libro de referencia que
contiene un listado de palabras de uno o más idiomas, usualmente en orden alfabético,
junto con la información sobre su ortografía, pronunciación, condición gramatical,
significado, historia y uso. El proceso elaboración de diccionarios es conocido como
lexicografía y las personas que llevan a cabo esta tarea son lexicógrafos.
Según el Diccionario de Lexicografía práctica de Martínez de Sousa (1995),
diccionario se define como “Recopilación de las palabras, locuciones, giros, y sintagmas
de una lengua o, dentro de ella, los términos de una ciencia, técnica, arte, especialidad,
etc., generalmente dispuestos en orden alfabético (p. 115). En cambio, el Diccionario de
Lingüística de Lewandowski (2000) nos dice que un diccionario es:
Libro con descripción semántica del vocabulario de una lengua o de un terreno
especializado o técnico, que puede estar ordenado alfabéticamente o por conceptos; inventario del vocabulario en el que se ordenan y explican las palabras, seleccionadas según determinados criterios”. Puede tratarse de un diccionario mono- o bilingüe o multilingüe, especializado o especial, histórico o etimológico, orto-épico, u ortográfico, fraseológico, estilístico o idiomático, de dialectos, de palabras extranjeras, de acentuación, de sinónimos, de imágenes, de un diccionario de frecuencias o un diccionario inverso.
Por otra parte, Crystal (1997)16 menciona los trabajos más relevantes que se han
realizado a lo largo de la historia en relación con la lexicografía, además hace referencia a
los primeros diccionarios que tenían un objetivo práctico ya que regularmente se trataba
16 Debo aclarar que gran parte de la información que aparece en las páginas 20, 21 y 22 del apartado sobre “Ubicación de la lexicografía” está tomada del artículo “Dictionaries” que aparece en el texto The Cambridge Encyclopaedia of Language (Crystal 1997: 108-111).
24
de listados de palabras bilingües o multilingües, los cuales estaban dirigidos a los viajeros
o misioneros. Asimismo este investigador nos recuerda el uso de glosarios, mismos que
tenían la función de auxiliar a las personas a entender palabras que formaban parte de un
dialecto, que eran poco comunes o tecnicismos que pertenecían a alguna área de
conocimiento. De igual forma, continúa diciendo que desde la época clásica de los
griegos el propio Homero, a principios del siglo V, elaboró algunos glosarios con esta
misma función de ayudar a los lectores de la época. Las primeras listas de vocabulario en
inglés fueron similares, estas eran glosas anglosajonas del siglo VIII, en donde las
palabras en inglés fueron escritas entre los enunciados en latín. Tiempo después, estas
glosas eran colectadas como listas. Pero el conjunto de palabras o glosas al azar no es un
diccionario como anteriormente se pensaba, ya que la información que aparece en un
diccionario debe estar ordenada de manera sistemática.
La historia de la lexicografía se remonta a hace más de 2000 años en la antigua
China, Grecia y Roma. Es interesante señalar que en la Antigüedad hubo periodos que
fueron particularmente fructíferos para la lexicografía. Veamos como el propio Crystal
(1997) nos recuerda noticias de suma importancia para la historia lexicográfica, por
ejemplo: i) los diccionarios árabes florecieron alrededor del siglo VIII; ii) Después de la
invención de la imprenta hubo un flujo de actividad en varios idiomas; iii) La Accademia
de lla Crusca produjo su diccionario en 1612 con la aclaración que era el primero en ser
compilado por un grupo de personas y esto promovió bastantes proyectos de diccionarios
nacionales en Italia; iv) Los diccionarios multilingües fueron particularmente numerosos
en el siglo XVII con el desarrollo del trueque y las actividades misioneras alrededor del
mundo; v) En el siglo XVIII se vio una nueva dirección en lexicografía siguiendo los
25
descubrimientos de los filólogos comparatistas, y esto trajo consigo los grandes
diccionarios históricos; vi) En el siglo XIX aparecieron bastantes proyectos lexicográficos
a gran escala, producidos por equipos de compiladores y varios diccionarios
especializados sobre zonas dialectales o de tecnicismos; vii) a partir de 1856 aparecieron
los diccionarios escolares de editorial Larousse para usuarios que requerían información
enciclopédica. viii) El siglo XX se ha visto como el desarrollo de la lexicografía como
materia escolar, influenciada notoriamente por la lingüística, y promovida especialmente
por el crecimiento de sociedades académicas como la “Dictionary Society of North
America” (1975) y la “European Associaton for Lexicography” (EURALEX 1983) (Crystal
1997: 108-111).
Ahora bien, el estudio de los diccionarios tiene su lugar en una rama de la amplia
ciencia que estudia el lenguaje. De acuerdo con la lingüística, las lenguas están integradas
por varios niveles que requieren estudiarse, por ejemplo el fonético-fonológico que se
centra en el estudio de los fonos y los fonemas, el nivel morfosintáctico enfocado al
estudio la estructura y formación de las palabras y las oraciones de un sistema lingüístico,
el componente léxico-semántico que abarca precisamente la lexicología, la lexicografía y
la semántica de la lengua, y por último el nivel pragmático que se interesa por explicar
cómo influye el contexto situacional para entender el significado de lo que comunicamos.
De todos los niveles que son objeto de estudio de la lingüística, analizaré únicamente
parte del nivel léxico el cual, como se menciona anteriormente, es objeto de estudio de la
lexicología.
La lexicografía tiene relativamente poco tiempo de ser parte integral de la
lingüística. Tradicionalmente ha sido definida como “El arte de hacer diccionarios”
26
(véase Casares,1959), de hecho esta idea concuerda con el DRAE (1970) cuando dice que
esta disciplina se define como el “Arte de componer léxicos o diccionarios, o sea de
coleccionar todas las palabras de un idioma y descubrir y fijar el sentido y empleo de cada
una de ellas”. Igualmente Marcos-Marín (1980) afirma que: “La lexicografía [...] no es
una ciencia. Es un arte, una técnica si se quiere, con un objeto práctico concreto, que se
condensa en el volumen del diccionario una vez acabado” (p. 436). Y así se consideró a la
lexicografía casi todo el siglo XX, pero esta área de la lingüística aplicada no solamente es
eso, por ejemplo Medina (2003) menciona:
A partir de los años setenta del siglo XX comienza a producirse un acercamiento
entre la lexicografía y la lingüística teórica; pero hay que esperar a los años ochenta específicamente en 1983 cuando se celebra en la universidad inglesa de Exeter el Congreso Internacional de Lexicografía (tras el que se constituye la European Associaton for Lexicography), para que se produzca el asentamiento definitivo de esta disciplina. (p. 25).
El interés que los lingüistas le dieron a los diccionarios, no solamente como
instrumento de trabajo, sino como objeto de estudio, es lo que hizo que comenzaran a ver
a la lexicografía desde una nueva perspectiva. Y así después de 14 años, la Academia de
la Lengua Española, en sus ediciones 1984, 1992 y 2001, definió a la lexicografía como:
“Técnica de componer léxicos o diccionarios. Parte de la lingüística que se ocupa de los
principios teóricos en que se basa la composición de diccionarios” y ha mantenido esta
definición en las ediciones posteriores. Incluso, varios autores coincidieron con esta
definición, ya que esta área de conocimiento de la lingüística aplicada no sólo se interesa
por confeccionar diccionarios sino también de estudiar el contenido de los mismos.
La información que proporciono anteriormente hace posible poder distinguir entre
una lexicografía teórica o metalexicografía y una lexicografía práctica. Esto es, la
27
metalexicografía permite perfeccionar la lexicografía práctica, estudia la historia de los
trabajos lexicográficos, realiza investigaciones con respecto a su estructura y
metodología, así como críticas de los mismos, y la comercialización de los mismos, y la
lexicografía práctica es la que se encarga de hacer los diccionarios.
2.2 Tipo de obras lexicográficas
Bajo (2000) afirma que el diccionario es un catálogo o colección de unidades léxicas
definidas o explicadas de tal forma que se disponen en un orden determinado. A este
conjunto de unidades no nada más se les conoce como diccionarios, hay distintos tipos de
obras que recogen un conjunto de unidades léxicas para fines determinados, por ejemplo
el vocablo ‘diccionario’ funciona como hiperónimo de glosario, vocabulario, tesoro,
concordancias, léxico, enciclopedia. En relación con la noción de glosario, Campos y
Pérez (2003) nos dicen que es aquel estudio que posee distintas definiciones, se concibe
en general como un inventario léxico para aclarar el sentido de ciertos vocablos poco
familiares a los lectores de una obra. De igual forma (Bajo 2000) afirma que el glosario
recoge y explica únicamente voces que no son muy conocidas, desusadas o bárbaras, no
suele constituir una obra independiente, si no que se añade al final de los textos para
facilitar su comprensión. Por otra parte el vocabulario es un catálogo de voces dialectales
que se refieren a los términos de ciertas regiones determinadas, y al conjunto de palabras
o expresiones genuinas de un autor (Campos y Pérez 2003), en cambio Elena Bajo
(2000) lo entiende como la relación y explicación de todas las unidades léxicas que
aparecen en una obra. La obra lexicográfica denominada como thesaurus o tesoro es un
diccionario total al que se le incorpora todo el léxico de un idioma, según Campos y Pérez
(2003). A este respecto Bajo (2000) únicamente nos dice que es un término ambiguo,
28
puede ser un diccionario que tiene un gran número de unidades léxicas, o un diccionario
ideológico o de conceptos, o un diccionario de diccionarios, etc.
En relación con las concordancias, Bajo (2000) nos dice que “Registran al menos
todas las palabras no gramaticales que la forman, reproduciendo un contexto mínimo, e
indicando el pasaje en el que aparecen”. En cambio, Campos y Pérez (2003) se refieren a
ellas como “[…] listas exhaustivas y pormenorizadas de todas las palabras de una obra, o,
con menor frecuencia, de un autor, con indicación expresa del lugar en que aparecen o, en
la versión más corriente, relación detallada de esas palabras insertadas en el contexto en
el que figuran”. De igual forma estos lexicógrafos definen al léxico y a las enciclopedias
como el conjunto y explicación de palabras inusuales o formas difíciles que se
encontraban en una o más obras; y como la recopilación amplia de materias y conceptos
que pertenecen a la mayoría de los campos de conocimiento, además de incluir
ilustraciones, gráficas, mapas y diagramas para ampliar la información que se
proporciona en las entradas.
Al observar el desarrollo que la lexicografía ha tenido en el mundo hispánico
naturalmente aparecen un número significativo de obras lexicográficas que han marcado
hitos importantes en la historia de España, de México y de muchos otros países donde se
han desarrollado diccionarios. Una de las primeras clasificaciones que se han dado en
relación con los tipos de diccionarios es la que proporcionan Günther Haensch et al
(1982) ya que dedican un capítulo completo sobre la tipología de las obras lexicográficas,
mismas que se clasifican de acuerdo con criterios de diferente tipo, tales como los
propiamente históricos, culturales y prácticos hasta los lingüísticos. A continuación
29
proporciono de manera esquemática aquellos parámetros que permiten hablar de
diversidad lexicográfica:17
a) Según el NÚMERO DE LENGUAS, se distingue entre diccionarios monolingües
que registran el léxico de una sola lengua y plurilingües. Günther Haensch et al.
(1982) divide estos últimos en bilingües y multilingües. Los primeros reproducen
el léxico de dos lenguas y los segundos, de más de dos.
b) Según el EJE TEMPORAL es posible hablar de diccionarios sincrónicos y
diacrónicos. El primero de ellos registra el léxico de una lengua en un
determinado periodo de su evolución, o los propiamente históricos que examinan
el desarrollo de una lengua y evolución de una lengua histórica del mismo; esto
anterior permite una subclasificación, como por ejemplo los thesaurus, los
diccionarios históricos, los etimológicos y los cronológicos.
c) Según el MATERIAL LÉXICO REGISTRADO es posible dividir a las obras en
exhaustivas o integrales y representativas. Los primeros compilan el léxico íntegro
de un idioma y los representativos no son tan ambiciosos, sin embargo, presentan
una muestra extensa de los vocablos que se encuentran en esa lengua. Justo es
decir que ambas obras se ubican dentro de lo que podemos llamar diccionario
general. Es decir, los de tipo general son aquellos que comprenden el léxico usual
de una lengua, mientras que en los restringidos o especializados, se representa una
17 La información que se presenta en este apartado sobre tipos de diccionarios está tomada básicamente de los textos: “Introducción a la lexicografía teórica o metalexicografía” de Elena Bajo Pérez (2000) y “El diccionario y otros productos lexicográficos” de Mar Campos Souto y José Ignacio Pérez (2003).
30
fracción del léxico de una lengua, por ejemplo, los diccionarios de regionalismos,
neologismos o arcaísmos.
d) Según la DENSIDAD DE SUS ARTÍCULOS.18Los lexicógrafos suelen clasificar los
diccionarios en integrales y definitorios y no definitorios. En los primeros se
registra toda la información lingüística de los lemas y lo que determina la división
entre los segundos es la inclusión o exclusión de definiciones.
e) De acuerdo con la sujeción o desatención a un CRITERIO PURISTA, los
diccionarios se clasifican en normativos o descriptivos, de tal manera que es
posible ubicar aquí las obras de tipo normativas y las de uso. De igual forma, los
diccionarios tienen la finalidad de solucionar dudas ortográficas, sinonímicas,
corrección de uso o de significados. Recordemos que los diccionarios normativos
tienen un exagerado afán purista en donde lo que se registra es el léxico “ideal” de
una lengua, excluyendo los neologismos, barbarismos o vulgarismos. Por el
contrario, el diccionario de uso renuncia a la función reguladora y selecciona el
léxico sin prejuicios normativos. A estos repertorios se incorporan los vocablos
usados en una lengua en una época determinada, junto con la aceptación de
neologismos, tecnicismos, préstamos, etc.
f) De acuerdo con el EJE SINTAGMÁTICO y el EJE PARADIGMÁTICO es posible
hablar de diccionarios sintagmáticos y paradigmáticos ya que los primeros
describen la combinación sintáctico-semántica de las palabras de la lengua que
pueden ser, los diccionarios de valencias verbales, las colocaciones del español,
los diccionarios fraseológicos y de refranes. Mientras que los diccionarios 18 Cabe aclarar que Campos y Pérez (2003: 68) se refieren de manera específica a la microestructura y citan a su vez a Porto Dapena (2002).
31
paradigmáticos registran las palabras en función de sus relaciones paradigmáticas;
en estos diccionarios entran los diccionarios onomasiológicos, los ideológicos, los
de sinónimos, antónimos, homónimos, parónimos, de rima y los inversos.
g) Según la ORDENACIÓN DE LAS ENTRADAS que puede ser semasiológicas ya que
se parte del significante u onomasiológica debido a que el principio está en el
concepto y de aquí partimos hacia los vocablos que se relacionan con él en una
lengua determinada. Dentro de los diccionarios semasiológicos se encuentran los
diccionarios alfabéticos y esta es la ordenación más popular y más identificada por
los usuarios ya que favorece una consulta más rápida y eficaz. Dentro de los
diccionarios onomasiológicos se pueden mencionar los diccionarios de familias de
palabras, los diccionarios pictóricos, los diccionarios de crucigramas, entre otros.
h) Según su NATURALEZA PEDAGÓGICA. A pesar de que todos los diccionarios
tienen una pretensión didáctica ya que orientan o auxilian al usuario o lector
potencial, bien podemos hablar de diccionarios escolares, de aprendizaje y los
infantiles.
i) Según su EXTENSIÓN Y SU FORMATO. Los diccionarios breves, manuales o de
bolsillo no presentan la misma información que pudiera tener por ejemplo un
tesoro, cuentan con una mínima definición pero son populares entre los hablantes
debido a su conveniencia, agilidad en la consulta y lo propiamente práctico.
j) Según su SOPORTE, es decir hoy en día ya es más conveniente hacer una
búsqueda por un diccionario electrónico que uno impreso. Y la traslación de
diccionarios publicados en papel a formato electrónico proporciona grandes
ventajas.
32
2.2.1 La macroestructura del diccionario
Considerando la información proporcionada por los autores citados anteriormente (Bajo
2000; Campos y Pérez 2003; Haensch, et al. 1982) podemos concluir que el diccionario
puede tener diferentes enfoques ya que todos los diccionarios están formados por
determinada cantidad de artículos en un orden comúnmente alfabético y cuentan con dos
estructuras: una serie vertical de artículos llamados también entradas (macroestructura) y
una serie de definiciones de cada una de éstas de forma horizontal (microestructura) (Bajo
2000; Rey 1995; Castillo 2003).
Castillo (2003) menciona que el conjunto de entradas o lemas que se lee
verticalmente es la macroestructura y también se le conoce como nomenclatura. La
mayoría de las entradas se registran en la macroestructura y otras se localizan dentro de
los artículos lexicográficos. Por su parte, Porto Dapena (2002) afirma que lo que da lugar
a dos tipos de entrada: las independientes en el diccionario que constituyen cabecera del
artículo y las subentradas que pertenecen a la microestructura. Es así como entendemos la
macroestructura como el listado de entradas que contiene el diccionario, su
representación, y su distribución en general como un todo, cabe hacer notar que el
término entrada tiene otras denominaciones, ya sea artículo, ítem, o lema pero todas se
refieren a la unidad delimitada por dos blancos tipográficos (Bajo 2000).
El lema representa todas las variedades de la palabra, una de las particularidades
macroestructurales es la selección de los lemas o entradas que formarán parte del
diccionario, esta elección se rige por una serie de criterios de acuerdo con la categoría
gramatical a la que pertenezcan (Porto Dapena 2002):
33
a) Los sustantivos según su género, masculino o femenino (diente m./ escuela f.) o
ambas (amigo –a).
b) Los adjetivos se lematizan en su forma singular masculina y femenina.
c) Los pronombres personales se registran en entradas diferentes.
d) Al igual que los pronombres los artículos se registran en entradas diferentes.
e) Los verbos se catalogan en infinitivo.
Así, un diccionario puede tener una o más macroestructuras según el número de
entradas que registre, es decir, dependiendo de la estructura del mismo se puede clasificar
de diferente forma, ya sea si se manejan una o más lenguas, o si se enfoca a la definición
de un léxico en particular, tal y como lo menciona Rey (1995), al referirnos a las distintas
estructuras de un diccionario: “ […] hablamos de diccionarios monolingües, bilingües y
multilingües que representan y reflejan dos realidades distintas que implican métodos
diferentes de producción para conseguir objetivos variados” (p. 114). Por su parte, Bajo
(2000) nos dice que la macroestructura se compone de la selección de los lemas y de la
manera de ordenar las entradas en los distintos tipos de diccionarios, además, continúa
afirmando la lexicógrafa que debemos prestar especial atención si el diccionario que se
analiza incluye ilustraciones, cuadros o apéndices.
2.2.2 La microestructura del diccionario19
19 Las obras lexicográficas en lengua española coinciden, en términos generales, en incluir información homogénea en la microestructura, es decir, en los artículos lexicográficos las marcas son muy parecidas. En ese sentido, las ideas e información que proporciono en este apartado sobre microestructura se ha tomado de Garriga (2003) “La microestructura del diccionario: las informaciones lexicográficas”, y del artículo “Introducción a la lexicografía teórica o metalexicografía” de Bajo (2000).
34
La microestructura es la información que contiene ese listado vocablos que encabezan las
entradas, el orden en el que aparecen y la manera en que están representadas, sin
embargo, el tratamiento de las subentradas o las acepciones es otro punto igualmente
relevante en la microestructura del diccionario. Garriga (2003) afirma que una de las
características más importantes en la organización del artículo lexicográfico son las
acepciones, las cuales suelen aparecer más de una vez; suelen estar numeradas y
funcionan autónomamente. Existen varios criterios para determinar el orden de las
acepciones dentro de los artículos lexicográficos, mismos que se pueden dividir en
diacrónicos y sincrónicos y con este último se refiere a que están ordenados de acuerdo
con su frecuencia de uso. Por ejemplo, veamos la entrada que muestra Garriga (2003):
choricero1, ra. adj. Perteneciente o relativo al chorizo1.|| 2. m. y f. Persona que hace o vende chorizos. || 3. M. coloq. El Salv. Agente de policía municipal. || 4. f. Máquina para hacer chorizos || 5. coloq. Cuba. caos ( || confusión). || 6. Méx. ristra ( || conjunto de cosas colocadas unas tras otras). Una choricera de automóviles.
Es interesante señalar que Garriga (2003) coincide con Bajo (2000), en su
división de características de la microestructura, lo que sí es verdad es que difieren en la
clasificación de las características, sin embargo, ambas propuestas presentan los tipos de
marcaciones en el mismo orden, tal y como se presentan en el siguiente apartado:
ETIMOLOGÍA DE LA PALABRA. Dichos lexicógrafos coinciden en que la etimología
tiene una larga tradición en la lexicografía española ya que se presenta
inmediatamente después del lema y suele marcarse entre paréntesis, aunque en
algunos casos es común que también se proporcione en la información
35
morfológica. Asimismo nos dicen que la información etimológica llega a omitirse
cuando es obvia o cuando es incierta o desconocida.
INFORMACIÓN SOBRE LA CLASE DE PALABRA. Algo extremadamente común es el
lugar que ocupa la información gramatical en los diccionarios, ya que sabemos
que se indica si la palabra es un sustantivo, un verbo, un adjetivo o una
preposición. En unidades léxicas complejas se señala si son locuciones, frases,
modismos y cuando es preciso se marca el género, número, régimen preposicional,
transitividad, etc. Los autores (Bajo 2000; Garriga 2003) mencionan que
dependiendo del tipo de diccionario se puede incluir en su microestructura, la
pronunciación del lema, pero esto va dirigido especialmente a los diccionarios
para extranjeros. También se incluye la correcta ortografía la cual la proporciona
el lema, no obstante, hay información sobre la ortografía en la microestructura,
sobre todo cuando la forma flexiva genera cambios en la misma. En algunas
ocasiones la microestructura incluye además sinónimos y antónimos al final de
cada acepción.
MARCAS. La presencia de las marcas en los diccionarios es fundamental debido a
que se utilizan para señalar las restricciones de uso de una palabra. Estos autores
mencionan que se clasifican en diacrónicas, diatópicas, diafásicas, diastráticas y
diatécnicas, además de las marcas de transición semánticas.
MARCAS DIACRÓNICAS. Por un lado Garriga (2003) afirma que son marcas que
muestran la vigencia de uso de una palabra, es decir, esta información nos indica
el estado actual de la palabra, si su uso es anticuado, neologismo, arcaísmo,
desusado, poco usado, obsoleto, arcaico, palabra histórica, etc. Este lexicógrafo
36
nos advierte que no existe mayormente la costumbre de marcar los neologismos,
sin embargo, Bajo (2000) decide incluirlos dentro de las marcas diacrónicas, pero
aconsejando actuar con cuidado a la hora de incorporarlos al diccionario, ya que
muchos de ellos no llegan a establecerse en la lengua.
MARCAS DIATÓPICAS. Esta información dentro de las obras lexicográficas señalan
las restricciones de tipo geográfico en el uso de una palabra o acepción cuando no
pertenece al léxico común general. Esta marca se puede aludir a grandes
extensiones (América), países enteros (Colombia), regiones (Galicia), o pequeñas
provincias (Salamanca).
MARCAS DIASTRÁTICAS. Esta información sociolingüística que suele aparecer en
algunos diccionarios indica que las unidades léxicas que aparecen como entradas
están restringidas a ciertos grupos de hablantes en relación con su edad, raza, sexo,
clase socioeconómica, profesión, actividades, ocupaciones, su nivel educativo y su
formación cultural. No obstante, en los diccionarios generales suelen distinguirse
sólo las marcas de germanía y argot, y otras ocasiones jergas o términos de
marginal. Asimismo, pueden aparecer marcas como ‘vulgar’ en el significado de
ciertas entradas; a este respecto Haensch (1982: 493) nos dice que este tipo de
acotaciones son difíciles de clasificar según criterios rigurosos.
MARCAS DIAFÁSICAS. En relación con esta categoría pueden registrarse
indicaciones como coloquial, vulgar, o familiar, sin embargo, no son aceptadas
por algunos autores, tal es el caso de Haensch (1982) quien defiende la
eliminación de estas marcas por su extrema vaguedad y subjetividad. En este
mismo sentido, Bajo (2000) coincide al decirnos que se presta a mayor confusión,
37
la falta de distinción lógica entre las marcas diastráticas y las diafásicas, de tal
manera que esta lexicógrafa termina proponiendo una clasificación de las de la
categoría ‘vulgar’ en ‘vulgar malsonante’, ‘malsonante’, ‘coloquial’ como la
forma más usual del nivel subestándar, asimismo ‘afectado’, ‘informal’,
‘familiar’.
MARCAS DIATÉCNICAS. Aquí los autores se refieren al uso de formas
terminológicas que provienen de diversas áreas de conocimiento como los
tecnicismos en la ciencia y la tecnología, las artes, la cultura, etc. Los diccionarios
actuales dan cabida a gran número de tecnicismos y utilizan una amplia gama de
marcas para señalarlos. La dificultad se presenta cuando hay que determinar si
efectivamente es un tecnicismo y si debe marcarse.
MARCAS DE TRANSICIÓN SEMÁNTICA. A este respecto Bajo (2000) nos dice que
este tipo de marcación no es tan común, sin embargo suelen indicarse en algunos
diccionarios generales. De esta manera tenemos etiquetas como: ‘figurado’; ‘por
extensión’; ‘por translación’; ‘metafórico’; ‘metonímico’; ‘irónico’; ‘por
antífrasis’; ‘por excelencia’; ‘por antonomasia’.
Para finalizar con el apartado sobre microestructura debo decir que una de las
características que usualmente aparece en el diccionario son los ejemplos. A este respecto
Garriga (2003) afirma que los ejemplos forman parte esencial en la microestructura de un
diccionario de la lengua. Según Luis Fernando Lara (citado en Garriga 2003) el ejemplo
tiene las siguientes funciones: provee de contorno sintáctico al vocablo en cuestión,
información sobre sus posibles colocaciones, reintroducir el vocablo al uso del que fue
abstraído, y servir de vehículo para la transmisión indirecta de datos culturales y sociales.
38
Tal y como vimos anteriormente, los diccionarios cuentan con distintos enfoques y
particularidades de suma importancia que requieren una reflexión sistemática de mayor
alcance. A continuación abordaré el tema de los diccionarios monolingües ya que forman
parte de mi objeto de estudio.
2.3 El diccionario monolingüe
Este tipo de obras lexicográficas se refieren a la descripción, uso y significado de formas
léxicas y unidades fraseológicas que aparecen en una lengua determinada. Existen
también, diccionarios monolingües para extranjeros que no serán analizados en este
trabajo, sin embargo igualmente merecen atención por parte de la lexicografía. Los
diccionarios monolingües se distinguen de otros materiales porque están enfocados a
describir y dar una amplia información en una sola lengua. Lara (1997) establece que los
diccionarios monolingües son catálogos donde se indica la escritura, la categoría
gramatical, la pronunciación, entre otra información.
Algunos autores como Hernández (1995) considera a los diccionarios
monolingües como un simple recurso que descodifica los mensajes de la lengua materna:
“Los diccionarios monolingües cumplen con una función meramente descodificadora de
mensajes elaborados en la propia lengua materna del usuario” (p. 203). De igual forma
Trujillo (1994), en su artículo “El diccionario frente a la semántica”, nos dice que: “El
diccionario monolingüe que todo mundo conoce solo sirve en realidad para buscar alguna
palabra desconocida, o algún dato sobre la estructura externa de un significante conocido,
una verificación ortográfica […]”; sin embargo, otros lexicógrafos como Lara (1997), van
más allá de un simple recurso de definición de palabras, al decirnos que los diccionarios
deben concebirse, como: “[…] la lengua de la sociedad en su conjunto, [...] es decir,
39
constituyen una verdad para las comunidades lingüísticas” (p. 16). Asimismo, continúa
diciendo que “El diccionario monolingüe es un fenómeno verbal que antecedió
históricamente a la constitución de su propia metodología, porque fue un resultado de la
evolución de la cultura en varias civilizaciones, particularmente la europea”. (p. 17). En
esta misma idea es interesante destacar la investigación desarrollada por este mismo
lexicógrafo respecto del diccionario monolingüe, dentro del contexto del Diccionario del
Español de México (DEM), ya que realizó un estudio exhaustivo de los orígenes y el
significado del diccionario monolingüe. En la cita textual que aparece enseguida podemos
observar tres ideas fundamentales que indican la importancia de los orígenes y la
evolución de estas obras lexicográficas y su repercusión en la sociedad.
Del diccionario monolingüe se revelan varios hechos sorprendentes: en primer lugar, el diccionario materializa una parte muy importante de la memoria social de la lengua, en donde se construyen unidades léxicas, unidades cortas, y términos fonológicos y morfológicos. En segundo lugar, que esa memoria se convierte en uno de los medios principales para que haya condiciones de entendimiento entre todos los miembros de la comunidad lingüística y en tercer lugar que en virtud del hecho de que el diccionario es un depósito de memoria social manifiesta en palabras, es un texto cuya veracidad cree la comunidad lingüística; una poderosa creencia, de la que derivan no solamente condiciones de validez de muchos actos verbales, sino también un sentimiento social de identidad, una creatividad semiótica socialmente controlada, y desgraciadamente también una posibilidad de autoritarismo y de represión social de la libertad de pensamiento y expresión (Lara 1997: 18).
El propósito de mi trabajo es el estudio de varios diccionarios monolingües
mexicanos de distintas épocas, de tal manera que al investigar el significado de lo que es
un diccionario monolingüe, localicé una respuesta sumamente sencilla: es una obra que
está escrita en un solo idioma (Martínez de Souza 1995: 161). No obstante, detrás de esta
definición aparentemente sencilla localizamos toda una problemática teórica respecto de
40
la técnica y método lexicográfico de este tipo de obras, tal y como lo señala Lara (1997),
es decir, detrás de un diccionario monolingüe se encuentran una serie de elementos y
factores que constituyen a este tipo de obras, incluyendo su historia, su valor cultural y la
importancia lingüística que surge del estudio de un diccionario:
El diccionario monolingüe ha sido históricamente uno de los agentes lingüísticos más importantes en la difusión de las ideas sobre la lengua y en su conocimiento social, pues aunque trata solamente el léxico, la manera en que en el vocablo se manifiestan la fonética, la morfología la rección verbal, la multiplicidad de significados con que se hace referencia al mundo sensible, la diversidad y la riqueza dialectal, y las valoraciones sociales del uso de la lengua lo han convertido en símbolo y en agente principal en el conocimiento social de la lengua. El “hecho diccionario” es por eso un fenómeno lingüístico de primera importancia, que interesa a la lingüística por cuanto representa la lengua en su realidad concreta y en cuanto fenómeno colectivo, de un orden completamente distinto a la colección cuantitativa, incluso “representativa” de datos lingüísticos individuales, que es como, en los mejores casos, la puede investigar la dialectología y la sociolingüística. Para poderlo analizar hay que explicar cómo llega el diccionario monolingüe a representar el carácter social de la lengua concreta y como ha logrado que la sociedad en su conjunto lo conciba de esa manera (Lara 1997: 84).
Es así como podemos concluir que el diccionario es una compilación que nos sirve
para consultar y resolver nuestras dudas con respecto al léxico, pero más que simples
herramientas decodificadoras, los diccionarios nos pueden mostrar una visión del ámbito
social en donde se desarrolló dicha obra. El diccionario se convierte en un espejo de la
cultura y ofrece un entendimiento de la conducta de la sociedad reflejada en el acervo
lexicográfico.
2.4 Ámbito de la metalexicografía
La importancia del estudio de los diccionarios, ya sean monolingües, multilingües,
generales, especializados, o de cualquier tipo, dio lugar a que se abriera campo a una
nueva disciplina, que se encarga de realizar esta tarea. Tal y como se menciona
41
anteriormente, la lexicografía dejó de ser únicamente el arte de componer léxicos o
diccionarios para ampliar sus límites con nuevos contenidos que se concretaron en esta
disciplina denominada metalexicografía o lexicografía teórica, la cual según el
Diccionario de lexicografía práctica (Martínez de Sousa 1995) se define como:
“Lexicografía teórica. Rama de la lexicografía que tiene por finalidad el análisis de los
diccionarios desde el punto de vista de su historia, estructura, tipología, metodología, etc.
(p. 253). Considerando la definición anterior puedo decir que la metalexicografía es una
disciplina que se encarga de estudiar los diversos aspectos que componen la estructura de
un diccionario. Como bien podemos observar, tuvieron que pasar varios años para que se
diera el surgimiento de la metalexicografía, ya que Haensch (1999) nos comenta que
surgió entre 1940 y 1950 con los primeros diccionarios de aprendizaje, los cuales
mostraban como se construían gramaticalmente las palabras. Así, en 1960 se realizaron
varios estudios metalexicográficos en Estados Unidos de Norteamérica. No obstante
tendríamos que decir que en realidad la metalexicografía apareció hasta 1950 por el
hecho de que el estudio de la lengua contemporánea se consideraba poco científico y
anteriormente estaban más enfocados en el análisis histórico de la lengua. Al surgir de la
práctica lexicográfica, la lexicografía teórica adquirió tanta importancia que desarrolló
una metodología propia. La investigación metalexicográfica ha sido estructurada de tal
forma que el alcance de su estudio esta ordenado de manera que abarque todo lo que
compone un diccionario.
Por otra parte, Wiegand (1984) propone una estructuración del campo propio de la
metalexicografía diferenciando cuatro apartados que componen el ámbito de esta
disciplina: la historia de la lexicografía, la teoría general de la lexicografía, la
42
investigación sobre el uso del diccionario y la crítica de los diccionarios. El más
importante de estos cuatro es la ‘teoría general de la lexicografía’ que a su vez se divide
en cuatro apartados: i) sección general, ii) la teoría de la organización, iii) la teoría de la
investigación lexicográfica del lenguaje, y iv) la teoría de la descripción lexicográfica del
lenguaje (Wiegand 1984, citado en Medina 2003: 40). Para este autor la metalexicografía
no es únicamente la teoría general de la lexicografía sino además la historia, la
investigación y la crítica que no están directamente vinculados con lo que es la
elaboración de un material lexicográfico, pero en realidad sí son importantes al momento
de analizar una obra, que finalmente también es parte del estudio y por lo tanto de la
metalexicografía misma. En su artículo “La crítica lexicográfica: métodos y
perspectivas”, Hernández (1998) coincide con este planteamiento afirmando que la
lexicografía debe también ocuparse del análisis de los diccionarios ya existentes,
utilizando criterios claros para valorarlos con justicia. Asimismo menciona que existe la
necesidad de una crítica lexicográfica a donde podamos acudir los consultores, ya que en
ausencia de ésta se tiene que confiar en los diccionarios sin poder juzgar su fiabilidad. El
objetivo de la labor crítica debe ser el de hacer patentes las virtudes de los diccionarios en
unos casos y los errores y carencias en otras, con la finalidad de informar y orientar a sus
potenciales usuarios para ir abriendo el camino hacia una lexicografía más responsable y
profesional. Este autor nos explica la metodología que se tiene que emplear para realizar
la crítica lexicográfica como investigación, en donde plantea cómo realizó este análisis
crítico de los diccionarios escolares en un estudio en 1989. Según Hernández (1998) al
realizar este análisis con el modelo critico que él mismo diseñó se consiguieron
conclusiones interesantes y el método fue satisfactorio. Además de su propuesta
43
menciona también esquemas de diferentes autores que se han preocupado por realizar una
crítica lexicográfica más a fondo, en donde el punto es procurar no dejar cabos sueltos en
la indagación. También habla sobre la crítica lexicográfica ocasional donde el objetivo es
determinar si la obra en cuestión se acomoda a las necesidades de un usuario en concreto,
que será pues el que realice el análisis.
A partir de que la lexicografía efectivamente es la disciplina que estudia la
planificación y elaboración de compilaciones léxicas, ya sean diccionarios, glosarios,
tesoros, concordancias, etc. éstos proporcionan información sobre el vocabulario de una
sola lengua o de dos o más, entonces se genera una distinción entre una lexicografía
teórica o metalexicografía y una práctica, a pesar de que algunos autores usen el término
metalexicografía y lexicología indistintamente. Por su parte, Bajo (2000) nos recuerda
que no debemos confundirlas, ya que mientras la lexicografía práctica que se denomina
simplemente lexicografía se encarga de la elaboración de diccionarios, en cambio la
metalexicografía estudia la historia, la estructura y la metodología de los diccionarios,
incluso hasta las particularidades de su manejo y comercialización. De igual forma, cabe
decir que Hausmann (citado en Medina, 2003: 41) es quien incorpora al campo de
investigación de la metalexicografía este último aspecto sobre el estatuto cultural y
comercial del diccionario. Siguiendo a Porto Dapena (2002: 24) es interesante señalar, tal
y como se muestra en la tabla 2, la metalexicografía se interesa por incorporar elementos
o aspectos de diferente tipo, relacionados precisamente con la historia, la metodología y
la manera en que los diccionarios están estructurados, incluso su comercialización como
objetos de consumo. De esta manera, ‘lexicografía teórica’ o metalexicografía’ se
estructura precisamente a partir de dos grandes apartados: el primero de tipo descriptivo,
44
crítico e histórico, que se ocupa a su vez del estudio de los diccionarios que ya se han
elaborado; el segundo, junto a otra de carácter técnico o metodológico. La propuesta de
este lexicógrafo muestra, de forma general, lo que se ha explicado en las páginas
anteriores, es decir, Porto Dapena (2002), en su Manual de técnica lexicográfica realiza
una separación entre el objeto de estudio de la lexicografía para decirnos exactamente que
ésta se proyecta hacia el estudio del léxico como un componente o sistema de las lenguas;
en cambio la lexicografía se define básicamente como el estudio científico o técnico de
los diccionarios, y dependiendo del tipo de estudio, se le da cabida a la metalexicografía.
Enseguida este investigador continúa diciendo que la lexicografía es la disciplina que se
ocupa de todo lo concerniente a los diccionarios tanto en lo que se refiere a su contenido
científico que viene siendo el estudio del léxico, como a su elaboración material y las
técnicas adoptadas en su realización o, en fin, al análisis de los mismos (Porto Dapena
2002: 24). Lo anterior se muestra en la tabla que a continuación se presenta.
Tabla 2. Ubicación de la metalexicografía (tomado de Porto Dapena (2002)
45
2.5 La fraseología20como objeto de estudio Una de las grandes categorías en la cual se fundamenta esta investigación
metalexicografía es sin lugar a duda la fraseología, misma que se proyecta precisamente
en las denominadas ‘unidades fraseológicas’, ya que como todos sabemos, los
diccionarios no se elaboran a partir de un corpus de lexemas o formas léxicas sino de
construcciones idiomáticas que se han lexicalizado dentro de la lengua a partir de una
serie de factores lingüísticos y extralingüísticos que determinan que ciertos elementos de
la lengua se unan y queden ‘congelados’ para formar un nuevo significado. En ese sentido
es fundamental destacar que el significado que enseguida adquieren las unidades
fraseológicas ya no se determina a partir de los elementos o clases de palabras que la
constituyen, sino que ahora se utilizan y funcionan como un todo, como una totalidad.
Para poder entender mayormente este fenómeno de la fraseología, véanse los ejemplos
(1), (2) y (3):
(1) El gato es un animal doméstico que come y persigue ratones.
(2) La liebre es un animal salvaje que tiene orejas muy largas como los conejos.
(3) Te engañaron… porque finalmente Te dieron gato por liebre.
Ahora bien, cuando ciertos elementos de la lengua dejan de funcionar como
elementos aislados y después se agrupan para quedar completamente estáticos pasan a
formar parte de un nuevo significado, es decir, lo que antes funcionaba como un simple 20 “Entendemos por fraseología el conjunto de combinaciones estables formadas al menos por dos palabras gráficas y cuyo límite superior se sitúa en el nivel de la oración compuesta, las cuales se caracterizan por su alta frecuencia de coaparición y su institucionalización en la lengua, así como los diversos grados de idiomaticidad y variación que éstas pueden presentar. El término fraseología es también la denominación que recibe la disciplina que estudia tales combinaciones” (Corpas y Mena 2003: 181).
46
gato o una liebre sencilla, ahora se reorganiza para otorgar un significado nuevo y
diferente como podemos observar en (3).
De acuerdo con lo que se menciona anteriormente las unidades fraseológicas que
se encuentran en los diccionarios tienen una sistematización algo variable, pero por lo
general aparecen en las subentradas de los diccionarios:
Existen entradas léxicas más amplias que la palabra, por lo que una unidad léxica
será una unidad conceptual. En este sentido, cualquier fraseologismo se compondrá de un número determinado de palabras, pero será una sola unidad léxica con un sentido concreto. Esto condiciona que los diccionarios también reflejen la fraseología, aunque dándole una ubicación, en la mayoría de los casos, distinta a la que le proporciona a la palabra (Castillo 2003: 83)
Considerando que la metalexicografía tiene como objeto de estudio la estructura
de los diccionarios, los cuales están conformados de distintas maneras, dentro de los
mismos podemos encontrarnos con diferentes aspectos que se pueden analizar. Uno de
estos elementos son las locuciones o frases existentes en una lengua y el estudio de éstas
es precisamente el objetivo de mi investigación. Por otra parte, cabe destacar que Coseriu
(1981: 297-302) llamó a estas locuciones ‘discurso repetido’, es decir, aquello que
tradicionalmente está fijado como ‘expresión’, ‘giro’, ‘modismo’, ‘frase’ o ‘locución’ y
cuyos elementos constitutivos no son reemplazables o recombinables según las reglas
actuales de la lengua. Este mismo autor continúa diciendo que dichas locuciones se
refieren a una gama de frases prefabricadas que el hablante utiliza a través de las
generaciones, ya sean refranes, metáforas, trabalenguas, frases célebres, etc. Con el paso
del tiempo, los hablantes, y principalmente los lingüistas se interesaron en el estudio de
estas frases, locuciones o modismos, y a este campo se le dio el nombre de fraseología.
La fraseología es una disciplina bastante reciente; realmente son pocos los trabajos que se
47
han publicado en relación con este tema. Los primeros estudios que sentaron las bases
teóricas para la investigación de la fraseología surgieron en la década de los cincuentas
con los trabajos de V.V. Vinogradov en la antigua URSS, según dice Corpas (1996) en su
Manual de fraseología española. Por su parte, el DRAE (2001) define la fraseología en su
quinta acepción como: “Parte de la lingüística que estudia las frases, los refranes, los
modismos, los proverbios y otras unidades de sintaxis total o parcialmente fijas”.
Asimismo Martínez de Sousa (1995) nos dice que es el “Conjunto de expresiones, frases
hechas, locuciones figuradas, metáforas y comparaciones fijadas, modismos y refranes” y
que es “Parte del artículo lexicográfico en que se agrupan y definen las frases formadas
en torno a la voz de entrada”. De estas definiciones me interesa propiamente la quinta
acepción del DRAE y la segunda y tercera acepción que menciona Martínez de Souza, ya
que coinciden con el hecho de que la fraseología es aquella parte de la lingüística que
estudia las diferentes expresiones y frases hechas que son agrupadas y definidas en el
diccionario.
De igual forma, debo decir que en las dos últimas décadas se incrementó el interés
de los lingüistas hacia este campo, pero aun existe cierta inestabilidad en la terminología
utilizada así como en los elementos que se incluyen en esta rama. Zuluaga (1975)
menciona que en la lingüística moderna han sido frecuentemente señaladas, casi siempre
con útiles observaciones parciales, con nombres como ‘expresiones fijas’ (Zuluaga);
‘stehende Formeln’; ‘feste Verbindungen’ (Paul); ‘stehende Redensarten’ (Gabelentz);
‘locutions toutes faites’ (Saussure); ‘unités phraséologiques’ (Bally); ‘locuciones’
(Casares); ‘coded wordgroups’, ‘idioms’, ‘stereotyped utterances’ (Jakobson); ‘ready-
made utterances’ (Lyons).
48
No obstante, ciertos autores coinciden con Bally al llamar a estas expresiones
‘unidades fraseológicas’. Las unidades fraseológicas engloban los diferentes tipos de
expresiones, sean locuciones, refranes, frases, etc. y es uno de los términos más
aceptados para la fraseología. Unidad fraseológica (UF) es el término que utilizaré para
referirme a las locuciones que se analizarán en los distintos diccionarios, primeramente
porque varios autores utilizan este término y realizan su clasificación fraseológica por
medio de distintos tipos de locuciones, y además es así como se identifica a las unidades
fraseológicas en la mayoría de los diccionarios. Por tanto, considero que es de gran
importancia definir qué es una locución en el ámbito lexicográfico: “Locución (del lat.
locutio, -tionis) Expresión pluriverbal, de forma fija o con flexión en algún elemento,
cuyo sentido unitario no responde siempre a la suma de los significados de sus
componentes” (Martínez de Souza 1995). Julio Casares (1950) define ‘locución’ como
una combinación estable de dos o más términos que funcionan como elemento oracional
y cuyo sentido unitario consabido no se justifica sin más, como una suma del significado
normal de los componentes. Según el DRAE (2001) es el “Grupo de palabras que forman
sentido o la combinación fija de varios vocablos que funciona como una determinada
clase de palabras”.
Gloria Corpas Pastor (1996) expone que el panorama actual en lo que a los
estudios de fraseología se refiere no parece haber cambiado demasiado, a la luz de los
contenidos de las obras lexicográficas de reciente aparición. No sólo se observan
deficiencias en los diccionarios generales, pues incluso los especializados no aplican
criterios claros de inclusión ni de clasificación (p. 11). A pesar de las deficiencias
49
anteriores existe una producción de diccionarios y repertorios fraseológicos en los últimos
tiempos que nos dan idea del gran interés que representa esta fracción de la lingüística.
Los estudios sobre fraseología española comenzaron a proliferar aproximadamente
en 1990, lo cual ha influido directamente a la elaboración de obras lexicográficas que
ahora muestran los fraseologismos, pero que quizá no están etiquetados de la manera
correcta, y generalmente estaban destinadas a formar parte de las últimas páginas del
diccionario, pudiendo ser esto un error debido a que a pesar de ser una unidad
fraseológica equivalen a una palabra y deberían de tener el mismo estatus que el resto de
las entradas, con igual independencia (Castillo 2003: 90). Asimismo esta lexicógrafa
también menciona que la falta de estudios serios, hasta ya entrada la época de 1990,
influyó en la confección de los diccionarios, ya que estos han incluido estas unidades de
un modo irregular, y la manera de etiquetar los fraseologismos no es la ideal, pero esto
también se ve influido por el hecho de que las unidades fraseológicas presentan una gran
variedad de estructuras, lo cual repercute en la dificultad del registro de las mismas en las
obras lexicográficas. Por su parte, Garrido (2003) afirma que desde el punto de vista de la
microestructura, estas unidades se tratan de una manera uniforme, suelen aparecer al final
del artículo lexicográfico después de las acepciones, además que pueden estar
ejemplificadas. Asimismo nos dice que aparecen lematizadas bajo una de las palabras de
la estructura. También su tipografía los diferencia del resto del artículo. Usualmente se
marcan en negrita, en ocasiones están separadas por la doble pleca [| |], o incluso
sublematizadas como si se tratara de una entrada nueva.
50
De igual forma, Corpas (1996) presenta un listado de características lingüísticas de
las unidades fraseológicas y nos dice que estos rasgos surgen debido a las similitudes que
existen entre las propuestas de los diversos investigadores sobre el tema:
i) Se trata de una expresión formada por varias palabras.
ii) Se caracteriza por estar institucionalizada.
iii) Por ser estable en diverso grado.
iv) Por presentar cierta particularidad sintáctica o semántica.
v) Y por la posibilidad de variación de sus elementos integrantes ya sea como
variantes lexicalizadas en la lengua o como modificaciones ocasionales en
contexto.
Al final de este listado concluye que las unidades fraseológicas –objeto de estudio
de la fraseología– son unidades léxicas formadas por más de dos palabras: “[…] dichas
unidades se caracterizan por su alta frecuencia de uso, y coaparición de sus elementos
integrantes, por su institucionalización, entendida en términos de fijación y
especialización semántica, por su idiomaticidad y variación potenciales, así como por el
grado en el cual se dan todos estos aspectos en los distintos tipos” (Corpas 1996). De este
conjunto de características se desglosan una serie de subapartados donde se tratan
específicamente los aspectos mencionados anteriormente, y finalmente esta propuesta de
Corpas es la más aceptada por los lexicógrafos, ya que ha sido punto de partida para
estudios y análisis posteriores. Ahora bien, estos cincos rasgos mencionados
anteriormente permiten a Corpas plantear las características lingüísticas de las unidades
fraseológicas: frecuencia, institucionalización, estabilidad, idiomaticidad, variación y
51
gradación. En el siguiente apartado se proporciona información relevante sobre dichas
características.
a) FRECUENCIA. Corpas (1996) considera que éste es uno de los aspectos más
sobresalientes de este rasgo. Se divide a su vez en: i) frecuencia de coaparición
que son las que presentan las unidades fraseológicas21 cuyos elementos que la
integran aparecen con mayor frecuencia dentro de la UF que lo que aparecen
individualmente y, ii) frecuencia de uso, es decir, entre más se utilicen las UF
tendrán mayor oportunidad de constituirse en expresiones fijas.
b) INSTITUCIONALIZACIÓN. El uso frecuente de una UF puede desembocar en su
institucionalización, es decir, cuando una construcción sintagmática pasa por el
proceso de lexicalización para establecerse y quedarse en la lengua con un nuevo
significado.
c) ESTABILIDAD. Esta característica está formada a partir de los rasgos de
‘institucionalización’ y ‘lexicalización’. A su vez la institucionalización incluye
dos aspectos más a considerar: ‘fijación’ y ‘especialización semántica’. En
relación con la fijación Zuluaga (1975: 230) comenta que “[…] es la propiedad
que tienen ciertas expresiones de ser reproducidas en el habla como
combinaciones previamente hechas”. Es decir, la fijación es una expresión ya
determinada que el hablante reproduce sin hacer ningún cambio en sus elementos.
Respecto de la especialización semántica, Corpas y Mena (2003) nos dicen que
primeramente se produce la fijación y posteriormente debido a esto se da el
21 De aquí en adelante la categoría ‘unidad fraseológica’ la abreviaré como UF por razones propiamente prácticas.
52
cambio semántico y por esta razón, toda expresión que presente especialización
semántica es fija, sin embargo, no ocurre lo mismo a la inversa.
d) IDIOMATICIDAD. Respecto de esta característica Corpas (1996) afirma que se
considera como uno de los aspectos esenciales de una unidad fraseológica. De
igual forma continúa diciéndonos que “Esta característica se refiere a aquella
propiedad semántica que presentan ciertas unidades fraseológicas por la cual el
significado global de dicha unidad no es deducible del significado aislado de cada
uno de sus elementos constitutivos” (p. 26).
e) VARIACIÓN. Según Zuluaga (1975; 1980) la fijación de las UF es relativa ya que
en ocasiones se suele dar cierto nivel de variación léxica. Este lexicógrafo llama
variantes a las alternativas de este tipo. Para que dos unidades fraseológicas sean
consideradas variantes, deben de darse dentro de una misma lengua funcional, no
presentar diferencias de significado, ser libres e independientes de los contextos
en que aparecen. Asimismo no deben confundirse con modificaciones, ya que
entre mayor es su fijación más posibilidad existe de que sufran modificación en el
discurso.
f) GRADACIÓN. Esta característica ha sido utilizada por ciertos autores para
fundamentar la clasificación de las unidades fraseológicas. Las UF presentan una
escala gradual, la cual Carter (1989b) utilizó para clasificar estas unidades de la
lengua inglesa. Los criterios más importantes según este autor son el grado de
restricción colocacional, de fijación sintáctica estructural y de opacidad semántica
o idiomaticidad.
53
2.5.1 Clasificación de unidades fraseológicas
En primer término debo decir el tema y la problemática que enfrentan las unidades
fraseológicas y su clasificación surgió a partir de los problemas prácticos que fueron
apareciendo al incluir fraseología en la elaboración de diccionarios. En relación con este
punto Corpas (1996) afirma que la primera clasificación de unidades fraseológicas fue
propuesta por Casares en 1950 y, al parecer, sigue teniendo una gran importancia para el
estudio de la fraseología en la lengua española. Casares (1950) distingue entre locuciones
y formulas pluriverbales, tales como refranes y frases proverbiales. En la década de 1960
Coseriu (1966) realiza una distinción entre la técnica libre y el discurso repetido. La
técnica libre es la que abarca las unidades léxicas y gramaticales, mientras que el discurso
repetido se refiere a lo que está fijado como expresión, giro, modismo, frase o locución.
Tiempo después Thun (1978) realiza un trabajo sobre la fraseología de las lenguas
romances, en donde estudia las unidades fraseológicas desde su estructura interna,
ocupándose fundamentalmente de la fijación y el aspecto semántico de dichas unidades.
Por otra parte, Zuluaga (1980) realiza un estudio de las UF, y al igual que Casares no
incluye las colocaciones como parte de la fraseología, sino que realiza una doble
clasificación de las UF según sus rasgos de estructura interna y su valor semántico-
funcional al ser empleadas como unidades en el discurso. Por su parte, Haensch et al.
(1982) distinguen dos tipos de unidades: las colocaciones y las combinaciones fijas de
lexemas, donde además se incorporan todas aquellas UF que no constituyen colocaciones.
En 1996 Corpas Pastor realiza una nueva propuesta de clasificación de las unidades
fraseológicas en el español en donde distingue tres esferas o niveles donde se incluyen las
54
colocaciones, las locuciones y los enunciados fraseológicos. A continuación vamos a
exponer las características y taxonomía de las unidades de cada esfera:
i) Las COLOCACIONES o sintagmas completamente libres a los que el uso le ha
asignado cierta restricción combinatoria, por lo que están fijadas en la norma.
Entendiendo por colocación aquella propiedad de las lenguas por la que los hablantes
tienden a producir ciertas combinaciones de palabras entre una gran cantidad de
combinaciones teóricamente posibles (véase Haensch et al. 1982: 251).
(4) Estallar una guerra Sustantivo (sujeto) + Verbo
(5) Desempeñar una función Verbo + Sustantivo (objeto)
(6) Error garrafal Adjetivo + Sustantivo
(7) Rebanada de pan Sustantivo + preposición + sustantivo
(8) Felicitar efusivamente Verbo + Adverbio
(9) Profundamente dormido Adjetivo + Adverbio
ii) Las LOCUCIONES o unidades fijadas en el sistema, que tienen un sentido global,
que no constituyen enunciados completos y funcionan como elementos oracionales:
(10) Nominales Cero a la izquierda
(11) Adjetivas Sano y salvo
(12) Adverbiales Con la boca abierta
(13) Verbales Dormir como un tronco
(14) Prepositivas Gracias a; con objeto de
(15) Conjuntivas Tan pronto como; como si
55
(16) Clausales Subírsele la sangre a la cabeza
iii) ENUNCIADOS FRASEOLÓGICOS “constituyen enunciados y actos de habla por sí
mismos, además de estar fijados en el habla y formar parte del acervo sociocultural de la
comunidad de hablantes” Corpas, (1996). En los enunciados fraseológicos caben:
(17) Paremias Las penas con pan son menos; Las paredes oyen
(18) Citas Verde que te quiero verde
(19) Refranes Agua que no has de beber déjala correr
(20) Formulas rutinarias:
Formulas discursivas ¿Cómo estás?; ¿qué hay?
-Formulas psicosociales:
(a) Expresivas Perdone que le moleste; lo siento mucho
(b) Comisivas Ya me las pagarás
(c) Directivas Déjame en paz
(d) Asertivas Palabra de honor
(e) Rituales ¿Qué te trae por aquí?
Castillo (2003) afirma que de los tipos anteriormente mencionados, las locuciones
son las que se presentan más sistemáticamente en el diccionario, son las más abundantes
y aparecen como entradas en la macroestructura o como subentradas en la
microestructura.
Como ya mencioné anteriormente, las características lingüísticas de las unidades
fraseológicas, así como su clasificación, propuestas por Corpas Pastor (1996)
56
establecieron una diferencia en el estudio de la fraseología, y con esta propuesta de
clasificación alternativa y globalizadora, marcó un nuevo punto de partida en donde
maneja las tres esferas: colocaciones, locuciones y enunciados fraseológicos,
mencionadas en párrafos anteriores. Sin embargo, no solamente son estas dos propuestas
las que sirvieron de impulso para nuevos estudios, sino también la clasificación de las
locuciones, aunque ésta tiene un poco más de variación entre autores. Tiempo después,
en 1996 surgieron otras propuestas de clasificación de locuciones, tal es el caso de la Ruiz
Gurillo (2001), en donde realmente casi no hay ningún cambio, únicamente el hecho de
sustituir la clase de las conjuntivas por la de las marcadoras (ej. sin embargo), lo cual no
es del todo conveniente. Ahora bien, respecto de las construcciones conjuntivas García-
Page et al. (2008) nos dicen que “[…] debe mantenerse la clasificación tradicional de las
conjuntivas por diversas razones: por coherencia con el criterio seguido para delimitar el
resto de las clases locucionales y por su propio carácter excluyente” (p. 89). Por su parte,
Álvarez de la Granja (2002-2003) mantiene la clasificación tradicional de las locuciones,
sin embargo hace un cambio al agregar locuciones pronominales. García-Page et al.
(2008) nos dicen que parece algo muy arriesgado analizar morfológicamente como
pronombres los cuantitativos indefinidos (mucho…) que modifican a un sustantivo.
Asimismo, las locuciones genuinamente pronominales (uno que otro) pueden desempeñar
otra función que no sea la estrictamente nominal de ahí que la mayoría de los fraseólogos
actuales las incluyan como un subgrupo no independiente de las locuciones nominales. (p.
90).
La propuesta de García-Page (2008) toma como punto de partida la clasificación
de locuciones de Corpas (1996), tal y como podemos observar en apartado siguiente:
57
(21) Nominal Noche toledana
(22) Pronominal Cada quisque
(23) Adjetival Largo de manos
(24) Verbal Cantar las cuarenta
(25) Adverbial A salvamano
(26) Prepositiva En pos de
(27) Conjuntiva Para que
(28) Oracional Ir la procesión por dentro; ¡qué le vamos a hacer!
Como se puede observar hay ciertos cambios en relación con la propuesta de
Corpas (1996), en donde, se agrega la locución pronominal, y propone el término de
locución oracional para dar cuenta de las oraciones ‘semioracionales’ que de ser cadenas
libres, formarían oraciones desde un punto de vista sintáctico al estar gramaticalmente
compuestas de sujeto léxico, salvo las impersonales y predicado. En relación con la idea
anterior, Corpas (1996) nos dice que “Las locuciones funcionan generalmente como
elementos anafóricos referidos a acontecimientos, situaciones, o comentarios hechos
previamente” (p. 219) y forman gran parte de la rama de la fraseología, no obstante, los
trabajos lexicográficos que se analizarán en el capítulo III de esta investigación, no
solamente clasifican las unidades fraseológicas como locuciones, o colocaciones, nos
encontraremos con distintos tipos de marcación de estas unidades que se presentan en los
diccionarios del español de México.
Con base en la exposición de un conjunto de referencias bibliográficas, en este
capítulo se describe el marco conceptual que permite discutir las categorías
58
metodológicas que sustentan el objetivo de esta investigación metalexicográfica. Para tal
fin se hace un recorrido de la producción lexicográfica desde la Antigüedad hasta la época
moderna, misma que se ubica precisamente en el desarrollo del estructuralismo
lingüístico. Igualmente presento la propuesta de cada uno de los autores para
preguntarnos no sólo qué es un diccionario sino lograr diferenciarlo de otros trabajos
como los vocabularios, glosarios, concordancias y thesaurus. Por otra parte se menciona
el papel que ha tenido la presencia del DRAE en la lexicografía hispánica. De igual forma,
un apartado importante lo tiene el tipo de obras lexicográficas y la explicitación de los
criterios que permiten dicha clasificación, tales como el número de lenguas, el eje
temporal, el material registrado, la densidad de los artículos, así como los ejes
sintagmáticos y paradigmáticos, entre otros. Lo interesante de esto es que estos criterios
hacen posible diccionarios diversos. Así también la microestructura y la macroestructura
tienen un lugar privilegiado ya que se le da relevancia a la estructura de los artículos
lexicográfica, debido a que de este lugar se proyecta la fraseología. Tal y como mencioné
anteriormente la fraseología y el estudio de las unidades fraseológicas es un área de
estudio y de investigación medianamente reciente, de tal forma que la fraseología, los
tipos de unidades fraseológicas y la investigación sobre las denominadas ‘colocaciones’,
dentro de la sintaxis y de la lexicografía requieren una mayor reflexión debido a que no se
han realizado las suficientes investigaciones que permitan pisar sobre terreno firme. Un
aspecto interesante a resaltar es el hecho que cada uno de los tipos de unidades
fraseológicas que aparecen al final de este capítulo está ejemplificado a partir de los datos
que proporcionan los diferentes lexicógrafos.