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EL VALLE DE LAS
VIDAS PERDIDAS
Luis Ernesto Romera
Ediciones LERSSOFTwww.elescriturario.blogspot.com
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A todos los que buscan sus raíces
en el inmenso bosque de este mundo.
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SINOPSIS
Tras un viaje al sur de Francia junto con un grupo de amigos aficionados a la
historia del medievo, Luigi, un joven técnico en electrónica industrial, queda
fascinado por las ciudades y castillos medievales del Languedoc. Pero sufre una
extraña experiencia en una pequeña aldea, hasta ese momento desconocida por él.
Una experiencia mental que le hará iniciar una búsqueda de sus raíces, búsqueda, que
a su vez le hará romper con todo lo que hasta ese momento era su realidad. Eso
significará enfrentarse contra un enemigo al que no ve y descubrir que todo a su
alrededor era una impresionante mentira. La búsqueda de su felicidad va íntimamente
ligada a la de su verdadera identidad y el sentido de su vida al encuentro del
verdadero amor. Un libro, contado en forma de vivencias del personaje principal,
lleno de intriga, emoción y a la vez con dosis de comedia romántica en el que la
timidez del protagonista le hace pasar por situaciones rocambolescas.
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Me crié en los hermosos valles del sur de la Toscana, territorio de los
ancestrales etruscos, quienes a su vez fueron los primitivos habitantes de lo
que llegó a convertirse en el gran imperio romano, cuna de la lengua italiana
actual y de la mayoría de las lenguas mediterráneas occidentales. Claro
que de eso hace ya mucho tiempo y poco importa hoy día, pero siempre me
gusta recordar eso a todo el que me pregunta dónde diablos está Grosseto, la
tierra que me vio crecer y que siempre añoraré. Lo más encantador que
recuerdo de esa región era su clima estable, poco lluvioso, solo lo suficiente
para que se obtenga buenos frutos del campo y se vea el sol en todo su brillo
y esplendor casi todo el año.
Viví mis alegres tiempos de indocumentado en lo que podría ser la
rodilla de Italia, a pocos kilómetros del mar, de hecho desde una de las
lomas de la Maremma de Alberese, también en la provincia de Grosseto,
donde teníamos una casa de verano, podía ver, no de muy lejos, los bellos
acantilados que dan al Tirreno. Algo que jamás podré olvidar son aquellas
hermosas puestas de sol en otoño, verdaderamente bellas y espectaculares,
evocan la paz y la tranquilidad que durante buena parte de mi vida disfruté.
Fui un niño del montón, como cualquiera de mi edad, eso sí, tuve una
buena educación en un colegio privado, mis padres tenían cierto poder
adquisitivo y podían costearlo. Mi adolescencia se podría decir que fue un
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poco más dura, sobre todo después de ciertos sucesos traumáticos en el seno
de mi familia, que enturbiaron esa felicidad de la que hasta ese momento
disfrutaba. Pasé por momentos difíciles para un joven preadolescente, pero
considero que no hay heridas que el tiempo no pueda cicatrizar, y a veces
con el paso inexorable del tiempo, te puedes dar cuenta que ciertas cosas son
casi mejor que hayan sucedido de esa manera. Todo lo que nos sucede son
engranajes de un mecanismo que nos ayuda a descubrirnos a nosotros
mismos.
De hecho al pasar el tiempo y llegado a la vida de adulto, no podría
quejarme, pues no se puede decir que haya sufrido muchas dificultades, en
cuanto concluí los estudios de electrónica industrial, obtuve un buen empleo
en una importante empresa de fabricación y programación de equipos de
Domótica. Si, muchos de mis familiares me preguntan qué es eso de
domótica, y si está relacionado con los robots.
-¡He dicho: Domotica, no robótica! Y de momento poco tiene que ver
salvo por aquello de los programas inteligentes, o salvo que se consideren
robots a los sistemas de iluminación, ventilación y a los equipos
audiovisuales, aunque desde luego estos son cada vez más listos, porque a
decir verdad, dominan incluso la manera y el tiempo que le dedicamos al
ocio hogareño. Más, no creo que convenzamos a nadie si le decimos que su
tele tiene inteligencia artificial, aunque nosotros con nuestros sistemas,
logramos que se encienda cuando nota la presencia del dueño en el sillón y
se ponga su canal favorito a determinada hora deseada. Tampoco por el
hecho de que su nevera se conecte a Internet y pueda, previo acuerdo
suscrito con ciertas grandes superficies, comprar determinados alimentos
básicos, aún así, nunca la llamaríamos nevera-robot. Aunque también es
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posible que algún día se utilicen los robots para nuestro confort formando
parte de los electrodomésticos inteligentes de la casa, entonces
probablemente sí se podrá decir que la domótica se acercará a la robótica, o
viceversa. Bien pues a eso era a lo que yo dedicaba la mayor parte de mi
tiempo, a que determinados ricos snobs, y caprichosos artistas disfrutaran de
sus casas inteligentes con toda clase de confort automatizados o controlados
por un mando a distancia. Por mis manos pasaban toda clase de invenciones
y sistemas de control, y conocía absolutamente todas las funciones de cada
dispositivo, ya que trabajaba en la sección de verificación y control de
calidad de la fábrica. Era el rey de la domotica.
Eso que a cualquier otro le serviría para ligar en los bares de copas, o
en reuniones sociales, creando una aureola de curiosa especialización y
utilizado el tema para llamar la atención de las féminas, en mi caso no me
servía de mucho. Quizás una de las razones es que no frecuentaba esos
sitios, ni era asiduo de reuniones sociales, y a decir verdad, las mujeres se
me daban mal.
Aunque de ninguna manera me consideraba un friki, ni alguien aislado
de la sociedad, pues en la empresa en la que trabajaba, tenía buenas
relaciones con los compañeros, algunos de ellos como Roberto los
consideraba como de mis mejores amigos. Tenía incluso una amiga, con la
que deseaba poder ir más lejos, Belina, la secretaria del jefe, amiga de la
infancia, una joven de carácter apacible, inteligente pero nada altiva. Sus
ojos verdes o marrones, no sabría precisar, pero de una profundidad
suficiente para cautivarme. Su boca no demasiada grande ni sus labios
demasiado carnosos, pero suficientemente llamativos para seducirme. De
ellos sale una dulce y suave voz que me da paz y me inspira confianza. Su
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exuberante melena de bellos rizos negros es lo primero que siempre buscaba
por las mañanas al llegar al trabajo, y su ausencia hacía que la jornada fuera
como una monotonía sin resultados.
Acostumbraba a acompañarla hasta su casa, sobre todo en invierno, en
su barrio solía haber calles un tanto peligrosas y ella lo agradecía, y yo
notaba que mi compañía le agradaba, pues a veces me esperaba cuando por
algún problema de funcionamiento de algún sistema, salía más tarde. En el
camino a casa, solíamos tener muy buenas conversaciones, lo que llevó a
entablar una noble y profunda amistad. Yo la pretendía desde hace algún
tiempo, aunque no me decidía a hacer saber eso a ella, siempre he temido al
fracaso y no quería echar a perder una buena amistad si ella no me
correspondía. No sé, en las películas parece todo tan fácil, solo se trata de
una cena, acompañar a la chica en cuestión a su casa, una mirada frente a
frente y un beso que da inicio una relación profunda y luego a la cama,
incluso eso último al revés. Pero eso no iba conmigo, en la realidad, por lo
menos en la mía, nunca encontraba esa ocasión para lanzarme con un beso
que la convenciera sin palabras de lo que sentía por ella.
Por otro lado, temía un poco a los compromisos, por eso quizás
postergaba la decisión, también porque en el fondo pensaba que la tenía en
el bote, o eso me parecía a mí, pues a menudo las miradas, esas sonrisas al
verme y los casuales encuentros en el comedor de la empresa o en la puerta
al salir, por eso no tenía prisa por romper esa emoción y esa sensación
intrigante, pero a la vez agradable de ser y no ser.
En cualquier caso, no me veía preparado para adquirir compromisos
como casarme y compartir mi vida con una persona. Y no porque estuviese
acostumbrado a vivir solo, yo vivía en una cómoda casa de clase media alta
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con mis tíos Betonna y Casano. Ellos habían vivido en Suiza durante varios
años y con los ahorros alcanzados allí volvieron cuando yo cumplí los 8 y se
establecieron más cerca del clan familiar. Cuidaron de mí desde que tenía 12
años, cuando quedé huérfano al sufrir un accidente automovilístico en el
norte, en un viaje a Milán. Ese fue el trágico suceso al que antes hice
referencia; mis padres solían hacer ese viaje a menudo por asuntos de
negocios, esa fue la primera vez que les acompañaba y la última. Íbamos
también a visitar los Alpes, y otras regiones que yo no conocía, de la zona
norte de Italia, incluso llegaríamos a Suiza, por deseo de mis tíos. Pero un
imprevisto truncó todos los planes, haciendo girar el camino que seguiría en
mi vivir, y aunque no ha sido el único suceso que ha cambiado
drásticamente mi vida, pero si fue del más duro que tengo constancia, de
alguna manera eso me llevaría con el tiempo, unido a otros acontecimientos
a descubrir cosas asombrosas sobre mi familia, mi pasado y mi historia.
De que manera sucedió aquello, realmente no lo recuerdo bien, se que
el viaje transcurría normalmente según lo previsto, llevábamos varias horas
de viaje y solo faltaban dos para llegar al primer destino. No habíamos
sufrido ni atascos ni ningún incidente que nos atrasara, hasta que en una
carretera de alta montaña, un animal grande, no podría precisar que fue, se
nos atravesó en medio de la calzada, mi padre intentó esquivarlo pero con
tal mala fortuna que nos salimos de la carretera y caímos por un barranco.
Yo salvé la vida casi milagrosamente, quizás, por el hecho de ir detrás, pues
el coche cayó de frente, dejando como un acordeón casi todo el vehículo,
salvo un pequeño hueco justo donde yo estaba sentado. Todo esto
afortunadamente no lo recuerdo, más bien me lo contaron, hubiese sido
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demasiado duro para mi tener delante tal imagen grabada en mi mente, aún
infantil, a esos 12 años.
Desde el accidente en el que perdí a los más directos familiares, me
aficioné a los recuerdos, sobre todo a los fotográficos, era como si no
quisiera borrar de mi mente la imagen de mis padres, no quería enterrarlos
en el tiempo. Realmente se puede decir que soy un nostálgico recalcitrante,
colecciono fotos, e ilustraciones de toda clase, sobre la ciudad donde me
críe, tengo decenas de recortes de periódicos que mencionan nuestra ciudad
o la región a través de los años y décadas. Pero me han interesado sobre
todo mis raíces familiares, llegué a lograr conseguir, un árbol genealógico
con hasta ocho generaciones atrás, con toda clase de fotos por año y mes
relacionando las con acontecimientos históricos, pues la historia es otra de
mis pasiones. De hecho gané un premio a la originalidad por mi trabajo con
el álbum genealógico, en un concurso en el instituto en secundaria.
Mi familia siempre ha tenido dinero y posibilidades para conservar su
legado a través de la fotografía. Con una excepción, en mi caso faltan
muchas fotos desde antes de mis tres años de edad. Al parecer, según me
contaron mis padres, había ocurrido una gran inundación y la casa donde
vivíamos a unos kilómetros de aquí había quedado sumergida por la crecida
del Ombrone, el río que riega la comarca. Se perdieron muchos recuerdos
familiares y gran parte del patrimonio tradicional de la familia.
Aún así, he logrado conseguir un inmenso álbum que organizo de
forma genealógica de todos mis parientes, remontándome a los abuelos de
los bisabuelos de mis bisabuelos allá por el 1770. Aunque en estos casos
lógicamente solo dispongo de retratos pintados, que se conservan en algunas
de las grandes casas de algunos de mis tíos ricos. Me he dedicado a
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fotografiarlos para poder colocarlos en mi álbum genealógico. La primera
fotografía directa de la que dispongo es de los abuelos de mis bisabuelos
paternos allá por 1887, fue difícil convencer a mi abuelo para que se
desprendiera de ella por un tiempo, de hecho tuve que llevarme todo mi
equipo, para escanearla in situ y así volver a sacarla una vez editada y más o
menos reparada de sus daños.
Esto me ha ayudado a conocer algunos detalles e historias de mi
familia, que se remontan a muchas generaciones. Entre ella ha habido
condes, duques, grandes generales, incluso algún cardenal del vaticano.
Algo común en casi todas las generaciones y que identifica mucho a los
miembros de mi familia, sobre todo la de mi padre, es el perfil de la nariz, la
mayoría tiene el perfil grecorromano, larga y acabada en punta gorda. Es
curioso que incluso en pinturas de miembros antiguos de la familia, este
detalle los identifica, aunque bien es verdad que después de muchas
mezclas, ese perfil se está perdiendo, en mi caso por ejemplo, he heredado
una nariz muy larga, recta, pero con la punta más fina. Otros tienen la nariz
más corta pero gruesa, proveniente de una línea de mi madre, el caso es que
de una manera u otra casi todos tenemos una nariz llamativa.
Así que dentro de mi gran colección de fotos e imágenes, aunque
faltan muchísimas que no logro conseguir, tengo copias de más de 7000
fotos de familia. Esto ha ocupado gran parte de mi tiempo libre, por eso, soy
poco asiduo a fiestas y lugares de diversión, y por ello también, el poco
éxito con las mujeres, más que poco éxito es que me doy poca oportunidad
para el éxito o el fracaso en esas lides.
En ese proyecto fotográfico, me faltan además, algunas del tiempo de
la guerra, debido a la crisis económica y ciertas destrucciones por la propia
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situación, desaparecieron las de algunos tíos y familiares en su niñez, al
igual que casi ninguna de mis padres o mía de la época de mis primeros 3
años de vida. Solo tengo algunas de cuando se supone que era yo “recién
nacido”. Este vacío me ha hecho buscar en diferentes lugares y visitar a toda
la familia, intentando poder llenar el hueco, pero todos tienen las mismas
fotos mías de los primeros meses de vida. Este asunto aparte de ser una
pequeña frustración en mi proyecto, no habría detenido más importancia
para mí, de no haber sido por otro suceso que cambió mi vida.
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EL VIAJE
Fue en el verano de 2005, cuando contaba con 26 años, junto con unos
amigos, entre los que se encontraban Roberto, quien era además compañero
de trabajo y mi más cercano confidente; luego estaba Giovanni y Renato,
amigos de afición y colegas de un pequeño club de coleccionistas
medievales al que pertenecíamos, era otra pasión que ocupaba gran parte de
mi tiempo libre. Reconozco que mis aficiones no son desde luego nada
comunes, pero aún así no me considero un friki, aunque a los ojos de la
gente lo sea.
Bien pues, aprovechando unas vacaciones en las que después de varios
intentos fallidos, por fin coincidía con mis amigos, decidimos ir de visita al
sur de Francia. Aunque siempre he tenido predilección por el norte de Italia,
los Alpes, y Suiza, después del accidente he evitado dichos lugares. Por otro
lado la zona el sur francés y los Pirineos son mi otra debilidad, sobre todo
Carcassone con sus castillos y fortalezas, siempre había querido hacer la
famosa “Ruta de los Cataros”.
Había convencido a mis amigos para que vinieran con nosotros, Belina
y otra amiga suya, Tania, compañera en la oficina, a lo cual algunos
entusiasmados otros no tanto, accedieron. Pero por circunstancias laborales,
a Belina, no pudieron concederle vacaciones para esa época, y su amiga al
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no venir ella, decidió no acompañarnos, lógico por otro lado. -
Mejor, -opinaba Renato- así no tenemos que arrastrar de ninguna carga.
Para él, misógino convencido, el que las chicas viniesen iba a quitarle
la libertad y la agilidad a un viaje cuyo principal propósito era visitar
castillos, buscar artilugios para coleccionistas de la época y revivir el
espíritu del medievo, no pasaríamos desde luego por muchas tiendas de
suvenir a comprar postales.
A decir verdad, para ellas tampoco hubiera sido un viaje precisamente
divertido, pues nosotros teníamos en común una afición que para los demás
quizás les pareciera excéntrica o poco corriente. Solemos frecuentar una
librería de nuestra localidad que además de libros antiguos, vende cómics y
otros objetos de coleccionistas, esta es frecuentada por muchos “raros
personajes” interesados en los temas más extraños y diversos.
En nuestro caso, pese a que trabajamos en actividades más
tecnológicas y relacionados con las necesidades de nuestro tiempo, a los
cuatro nos fascinaba la historia y sobre todo como ya he mencionado antes,
el medievo. Giovanni, quién trabaja en una empresa de seguridad y
vigilancia, instalando sistemas avanzados de circuitos cerrados de televisión,
tiene en su casa un verdadero arsenal, entre lanzas, sables, mazas, hasta
alguna fusta.
Roberto, compañero de trabajo en la misma empresa que yo,
especializado en robótica y autómatas programables, luce en su habitación
una armadura metálica completa, se gastó los ahorros de varios años para
adquirirla, además de coleccionar escudos de armas, y cabezas y otros restos
de esqueletos, de las que desconocemos su procedencia. Según él,
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corresponden a famosos caballeros cruzados, aunque a decir verdad a mí
siempre me parecieron huesos de perro.
Luego estaba Renato, al que llamamos el ecologista, trabaja en una
empresa de reciclaje de materiales plásticos, papel, cristal y aparatos
electrónicos, el es un tanto más místico y espiritual, como yo, pero en otra
dirección, le interesaban mas los documentos y manuscritos de la época,
sobre todo lo relacionado con las diferentes ordenes de caballeros, los
templarios, los hospitalarios, merovingios y todo lo que tenga que ver con la
defensa del catolicismo.
Por otro lado, al contrario que a Renato, a mí siempre me ha interesado
de la edad media, las luchas con los movimientos disidentes de la época, los
albigenses, los valdenses, petrobrusianos y los misteriosos cátaros, grupos
que defendieron sus ideales en una época de fanatismo y escasa libertad de
pensamiento. Es un tema que me apasiona, tengo decenas de libros
relacionados con estos movimientos religiosos de entre el siglo IX al XIV.
Claro en mi familia no siempre me comprenden, pues tienen unas fuertes
raíces católicas muy tradicionalistas.
-Te vas a volver loco con tantas historias medievales, solía decirme mi
tío Casano, un buen hombre, sencillo, muy devoto a la tradición católica, y
muy papista. A menudo discutíamos porque yo siempre sacaba a relucir las
atrocidades cometidas por los papas católicos en la edad media, la
inquisición, la caza de brujas y la intromisión constante en la política. Son
discusiones que nunca llevaban a ningún sitio, pues el casi siempre
terminaba la conversación con un -Hereje, te van a excomulgar. A lo que
yo respondía:
-Menos mal que no a quemar.
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Bien, pero volviendo a nuestro viaje, escogimos el sur de Francia, y
sobre todo la ruta de los cátaros, por la cantidad de castillos y fortalezas
históricas que ostenta, además porque aunque no tengo facilidades para los
idiomas, sin embargo, siempre se me ha dado bien el francés, cosa que no
me ha sucedido con el inglés, u otras lenguas, que mis tíos siempre han
intentado que estudie. Así que gracias a mis conocimientos de la lengua
gala, serví de guía a mis amigos en lo que tenía que ver con el idioma. No
tuvimos muchas dificultades para movernos de un lugar a otro, pues
habíamos visto imágenes, documentales, mapas de la zona y después de
leernos decenas de guías turísticas, en realidad conocíamos los diferentes
lugares casi como nuestra casa. Aparte de eso, nuestro coche iba equipado
con un moderno GPS de gran pantalla, con los mapas actualizados de toda
Europa, conectado al sistema de sonido del vehículo, de tal manera que
cuando va a dar una instrucción baja el nivel de sonido de la música y
procede a hablar.
En mi caso, soy un obsesionado de los datos, busqué información en
Internet, sobre cada lugar que visitaríamos, guardaba la pagina de la web, la
convertía en formato de lectura y la introducía en mi PDA, ya que era más
fácil llevar toda la información en un pequeño dispositivo a tener que cargar
con decenas de guías y libros o papeles explicativos.
Por fin llegó el deseado momento, partimos raudos hacia nuestro
destino, nos esperaba una tierra desconocida y la vez conocida, tierra de
aventuras y leyendas, estábamos cual niños que los llevan a un parque de
atracciones.
El punto clave de nuestro tour fue la ciudad medieval de Carcassona,
al llegar allí tengo que reconocer que me embargó una especie de nostalgia
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mezclada con admiración por su historia y los sucesos que allí se
desarrollaron.
La ciudadela de Carcassona, ubicada a la orilla del Río Aude, no
dejaba de maravillarme, al parecer es la ciudad fortificada que mejor se
conserva del mundo. Y no pongo en duda eso, porque al entrar en aquella
hermosa villa medieval, llena de torres, llegue a contar hasta 26 y al
contemplar sus dos murallas de más de 3 kilómetros de longitud, aquello fue
para mí y mis amigos como retroceder al pasado de repente. Y tal como
decía una guía turística que pude leer, “uno sentía que podía esperar en sus
puertas que en cualquier momento cientos de caballeros se adentraran por el
puente colgante con sus lanzas y armaduras”. La calle principal de la ciudad,
es la Cross-Mayrevielle, y esta conduce directamente al castillo llamado
Comtal con una extraña forma de cuadrilátero. A todos nos pareció increíble
el grado de conservación de sus muros, teniendo en cuenta que algunos
tramos tenían más de mil años; desde luego, ya no hacen construcciones así
hoy día.
Después, al día siguiente fuimos al castillo de Queribus situado en el
municipio de Cucugnan, en pleno Languedoc francés, en su día al parecer
fue frontera entre los reinos de Francia y Aragón, refugio de los Cátaros y
punto estratégico de defensa y control de la zona. Según cuenta la guía, sus
orígenes se remontan al siglo XI. Está situado a unos 630 metros de altitud,
en la misma sierra escoltada por el puerto conocido como el Grau de Maury,
en el departamento de Aude, desde donde pudimos tener una sobrecogedora
panorámica de las crestas montañosas, el mar y los Pirineos. Al llegar a la
base del castillo, el camino a subir prometía dureza y no apto para cardiacos,
pero una vez que empezamos a andar, a un ritmo lento pero sin pausas, en
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poco menos de 15 minutos ya estábamos arriba. Una vez llegado a la cima,
vimos sus paredes ruinosas, sus restos de lo que algún día fue un enorme
castillo, pero que poco quedaba de él, no obstante, no quedamos
defraudados, porque lo mejor es la visión que se obtiene desde arriba
Desde Queribus, nos dirigimos al castillo que todos los expertos nos
habían indicado como el más el más bello de todos, el Perypertuse. Aunque
de él también queda poco, algunas bóvedas y unas cuantas murallas
derruidas, pero teniendo en cuenta que su historia se remonta a antes del
1070, ya era bastante; se le menciona como el territorio que era dominio de
los condes catalanes de Besalú y en 1240, tras el fracaso de los Cátaros,
pasó a ser posesión francesa.
En realidad nos dimos cuenta que el gran Perypertuse, está dividido
como en dos castillos, dos fortificaciones, unidas entre sí por unos restos de
piedras y malezas. Algunos de los turistas, que bajaban mientras subíamos
hasta allí comentaban lo deteriorado que estaba y que no valía la pena tanto
esfuerzo para llegar hasta allí para ver unas piedras apiladas.
Que incultura y poca sensibilidad por la historia, pensé al escucharles,
pero por otro lado comprendí que realmente había que echarle mucha
imaginación para ver en aquellos restos la monumental obra de la que
hablaban las guías turísticas, por lo menos al entrar parece que no vamos a
encontrar nada más que paredes derrumbadas. Pero lo que yo siempre
pienso al ver estas antiguas construcciones es el gran esfuerzo requerido
para en aquel peñasco construir una fortaleza como esa, sobre todo
pensando en los medios técnicos de aquella época. Aunque también tuvo su
mérito conquistarla y hacerla caer, ¿Cómo pudieron montar un campamento
y armar la catapultas, en un terreno tan escarpado? En fin, no puedo evitar
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esconderme en mis pensamientos, sin siquiera entrar, cuando me di cuenta
Roberto y los demás ya salían del castillo, mientras yo allí estaba en la
entrada envuelto en mis historias, ensimismado en mis pensares.
Los acantilados que protegen el castillo son impresionantes. Parece
como si sus murallas nacieran directamente del macizo de roca, y que sus
paredes son las mismas rocas en forma de muralla. Ese día pasamos bastante
frío, pues a esa altura corren muchas corrientes de aire, el viento azota
fuertemente incluso en esta época primaveral del año. Aquel día tuvimos la
primera experiencia con la lluvia francesa. Pero eso le dio un toque más
mágico al lugar.
De regreso a la Cité, como suelen llamar los locales a Carcassone, nos
desviamos por un camino alternativo, a Giovanni le encantaba meterse en
esos jaleos, así que bajamos por una carretera espectacular, aunque
peligrosa. El ambiente era sublime, de las montañas surgían árboles, que
cuales monjes reclinados hacia la carretera en señal de veneración, nos
rodeaban hasta casi cubrirnos. La calzada era tan estrecha que se podía decir
que era de un solo coche, había tramos en los que mejor era no encontrarte
con otro de frente y para colmo vimos como muchas personas caminaban
por la carretera, de repente había mucha niebla. Cuando preguntamos a uno
de los viandantes dónde estábamos, respondió con cierto acento español-
catalán, fácil de entender para cualquier italiano, que nos encontrábamos en
la garganta de Galamus, además nos preguntó como habíamos subido el
coche hasta allí. No fue difícil entender el porqué de esa pregunta, de
repente nos encontramos en un camino aun más estrecho y mal asfaltado, el
Galamus era una enorme grieta que se mostraba a la derecha, mientras el
techo del vehículo parecía que en cualquier momento rozaría las rocas de la
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montaña que se asomaban a la carretera. Por ello comprendimos la razón
por la que había tantas personas andando y muchos dejaban los coches en
ciertas salidas laterales de la estrecha carretera. Eso fue lo que hicimos en la
siguiente salida, dejar el coche y ver aquello en directo, el terreno se abría
ante nosotros con una espectacularidad dantesca, realmente valió la pena
llegar hasta allí.
Fue imposible seguir bajando en coche, así que en esa primera salida
que encontramos dimos la vuelta y regresamos por el mismo camino, de
repente empezó a llover de forma escandalosa. Tras una hora de angustiosa
salida, más lentos que los caracoles que veíamos pegados a las piedras,
llegamos de nuevo a la carretera que conducía a Carcassone. Como dejó de
llover, cosa común en estos lares, y en esta época, llueve, sale el sol, luego
la niebla. En los momentos en los que se despejaba pudimos contemplar sus
espectaculares vistas; desde allí pueden verse hacia el norte las montañas
Negras, con sus densos bosques llenos de madera que según leímos previene
del calor en verano, no sé para qué si allí el verano no creo que se note
mucho; luego a un costado se ven a lo lejos los Pirineos, todavía nevados en
aquella época primaveral. Además, desde la parte alta se nos ofreció una
vista del Río Aude y el cruce del Canal del mediodía, o Canal del Miègjorn,
como se diría en occitano, el único canal que une el Mediterráneo con el
Atlántico, además de ser navegable, según leímos aquel canal se había
realizado por un tal Pierre-Paul Riquet, nada menos que en 1680, en menos
de veinte años, todo un récord para aquellos tiempos, claro que se basó en
obras iniciadas por los romanos y continuadas por Carlomango y otros
gobernantes franceses que nunca pudieron terminar la monumental obra.
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Tuve la suerte de viajar con amigos que como yo, les interesa la
historia y sobre todo la de aquella dura época de oscurantismo medieval, así
que cada vez que parábamos en algún sitio interesante, yo consultaba una
guía completa y la Wikipedia, adaptada a mi PDA, que siempre iba
conmigo. Mis amigos la llaman agenda electrónica, yo prefiero como debe
ser, PDA (personal device assistent), pues aunque según ellos es para
almacenar direcciones, yo la utilizaba principalmente para leer libros
digitalizados, gracias a que su pantalla retro-iluminada y con fondo blanco
bien imitaban las hojas de los libros, y era posible leer en ella en plena
oscuridad. Para mí, ávido lector, el poder llevar cientos de libros en un
dispositivo tan minúsculo era una gran comodidad, aparte de la gran
cantidad de papel que se ahorra con estos dispositivos.
Roberto prefería esperar a que se desarrollara y perfeccionara el papel
electrónico, más flexible, aunque también tenía su propio dispositivo lector,
un e-book de los primeros modelos.
Tras varios días por aquellas tierras, viajamos a Ariége, un poco más al
sur, donde se encuentran los restos de Montsegur, último feudo de los
cátaros, la experiencia fue fascinante, era increíble haber sobrevivido
encima de un gigantesco peñasco y haber construido semejante castillo. Eso,
o era ganas de complicarse la vida, o espíritu de superación, ¿Instinto de
supervivencia?, no lo sé, pero me parece increíble y extraordinario que
perdure hasta ahora para contemplarlo. Algunos de estas construcciones las
hacían con el fin de perdurar y superar a sus propias generaciones, igual que
ahora, que con 50 años las casas están que se caen.
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EXTRAÑA EXPERIENCIA
Hasta ese día yo me encontraba extasiado por las maravillas que estaba
descubriendo. Por mucho que yo haya leído en las guías, libros, en mi PDA,
en Internet y las imágenes presentadas en las pelis y documentales que tuve
la oportunidad de ver antes de mi viaje, jamás se puede comparar con la
realidad vista por mis ojos, todos mis compañeros coincidíamos en esa
apreciación.
Mi éxtasis, pronto se convertiría en obsesión, y no por observar algo
más llamativo o bello, todo era tal como lo esperaba. Más bien, fue por una
experiencia extraña, que jamás había tenido, en un lugar totalmente
desconocido para mí, un sitio del que no habíamos oído hablar, un paraje
que ni siquiera era zona de turismo, y que no entraba en nuestros planes. No
era llamativo especialmente, por algo en particular, de hecho era una simple
aldea de montaña, pero de toda mi experiencia en el país galo, fue el sitio
que cambiaría mi vida para siempre.
Aquello ocurrió el cuarto día de nuestro periplo en el Languedoc
francés, decidimos hacer una excursión hacia Lastours en el macizo de la
Montaña Negra. Queríamos revivir la lucha por la defensa de sus castillos
por parte de albigenses y cátaros, frente al temible Simón de Monfort.
Lastours está constituida por cuatro castillos: Quertinheux, Surdespine,
Torre Régine y un poco más lejano Cabaret, posados en la cumbre de una
cresta que domina el valle de más de 300 metros. Hay un mirador situado
sobre la ladera opuesta que permite observar un panorama magnífico. Y un
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escarpado camino permite llegar hasta los castillos del bajo valle. La
excursión prometía, bellas vistas, muchos castillos y un magnifico entorno.
Pero debido a que se trataba de carreteras secundarias el camino sería largo,
por ello dado que yo era el único que no conducía, decidí ir leyendo durante
el camino, estaba entusiasmado por un libro electrónico que tenía en mi
PDA.
-¿Cómo puedes leer algo en esa pantalla tan pequeña? -preguntaba
Roberto-
-Sin problemas, tu pones el tamaño de letra que más cómoda te resulte
y listo.
-Pues yo prefiero el e-book, por lo menos tiene el tamaño de un libro,
además tiene más brillo y contraste, se lee más natural, conozco uno que
tiene un efecto de pasar páginas, como un libro de verdad.
-Bobadas, yo, donde esté el tacto de un libro y el olor a papel, que me
quiten todos esos trastos, -interrumpe Renato, mientras de reojo me veía
leyendo-
-Pues tus viejos libros que coleccionas, solo huelen a moho, no es
precisamente agradable olerlos. -responde Roberto-
-Te diré una cosa, a este -señalando hacia mí- se le acaba la batería a
su cacharro y se queda sin leer.
-No importa, traigo un cargador de coche
-¿Y si se te descarga en el campo o en una excursión?
-Tengo el cargador solar
-Si, claro, como aquí tenemos tanto sol, eso te servirá para la costa,
pero aquí....
Apagando mi dispositivo lector, y respondiendo a Renato dije:
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-¡Anda que si tuviese que llevar los 100 libros como los que ahora
llevo mi en Palm!, no cabríamos en el coche. Tienes que actualizarte
Renato, que el papel se acaba, nos quedamos sin árboles, mira, lo mío es
mas ecológico.
-Además esto es el futuro, lo tuyo el pasado -añadía Roberto-
-Bastante llena de basura electrónica está la tierra, no sabéis bien la
cantidad de cacharros de esos que pasan por la recicladora donde trabajo, y
que apenas tienen nada aprovechable. El plástico se reutiliza en envases
nuevos, el vidrio en botellas, hasta las ruedas de coche en asfalto, pero de
esos aparatos, juntamos toneladas de móviles y calculadoras de esas y
apenas se saca un gramo de algo valioso o útil. -afirmaba Renato- ah y de
los libros sacamos mas papel, reutilizable.
-De los tuyos solo papel higiénico, ¿No?, Porque no negarás que tus
libros viejos para poco mas pueden servir. -respondía Roberto a fin de sacar
de sus casillas a Renato-
-Calla que para incultura, me basta y me sobra la de mis compañeros
de la fábrica, que de Francia solo saben lo de la torre Eiffel y poco más.
-replicaba Renato-
Mientras discutíamos sobre mi PDA, e-books, libros y reciclaje,
Giovanni, quien conducía, decide emprender el camino por una pequeña
carretera de comarca, pues las vistas según nos dijeron en el hotel, eran
magnificas por allí, así que seguimos la carretera que nos habían indicado
dirección a un pueblo llamado Mazamet, al norte. No obstante, debíamos
desviarnos a mitad de camino y tomar una pequeña carretera a la derecha
hacia la pequeña ciudad de Saissac, pero por despiste de parte de Roberto
quien olvidó el cargador de coche del GPS, este se apagó justamente en ese
26
preciso momento. De esa manera nos quedamos sin poder saber cuál era el
desvío hacia Saissac, ni cuanto quedaba para este, y era el único camino
según nos dijeron que llevaba directamente a Lastours, nuestro destino.
Después de dar varias vueltas por carreteras minúsculas, que ni
siquiera el incompleto mapa que llevábamos encontraba y ya sin saber
donde estábamos, nos dirigimos por una carretera que en un momento quedó
cubierta cual túnel por un denso bosque de hayas y coníferas, las copas de
los arboles cerraban a nuestro alrededor la visión del cielo, era realmente
misterioso y bello a la vez. Pero quisimos salirnos de esta, girando a la
derecha, pensando en encontrarnos con alguna salida. Este camino, solo nos
condujo a una pequeña aldea semi-abandonada llamada según el cartel “Les
Martys” en el valle de l´Orbiel. Por el reducido número de casas, no debía
tener ni 50 habitantes. A decir verdad parecía un pueblo fantasma, ni
siquiera aparecía en nuestro mapa. Pero dada la hora que era, decidimos
comer allí, aunque no confiábamos encontrar ningún restaurante en aquel
lugar, por suerte llevábamos bocadillos que conseguimos en una tienda antes
de salir de Carcassone. A mí me pareció llamativo el pueblo, quizás hubiese
alguna ermita o monasterio abandonado para ver.
Aparcamos el vehículo en lo que supongo, sería la calle principal del
minúsculo pueblo, en realidad una pequeña aldea, en otros tiempos quizás
más habitado, pero ahora claramente en estado de desahucio. Al bajar del
coche, solo alcanzamos a ver un hombre mayor paseando con su perro, no
menos viejo, a lo lejos. Con ello nos percatamos que la pequeña localidad si
estaba habitada, mas no se escuchaba de niños ni perros ladrando, quizás el
de aquel hombre mayor era el último que quedaba.
27
En cualquier caso decidimos echar un vistazo antes de partir y buscar
un lugar para comer. Mas el sentimiento que me invadió al bajarme del
vehículo, fue algo nunca experimentado por mi hasta aquel día. De repente
sentí que todo aquello que se presentaba delante de mí, me era familiar. Y
aunque la luz del sol, muy brillante y claro ese día, a diferencia de lo que era
común en aquellas tierras, me impidió en un principio ver claramente los
detalles del pueblo, me fui adentrando en una calle perpendicular a la que
daba entrada y sin perder de vista donde aparcamos el coche. Tomamos el
camino a la izquierda, dejando atrás un estrecho camino sin asfaltar que
conducía a una casa con un establo donde descansaban un buen número de
caballos. Pero a la derecha, tras un viejo muro del resto de una antigua
vivienda ahora derruida, había una calle empedrada con adoquines que se
adentraba en el pueblo.
-Vamos por aquí. Les insté a mis amigos.
-¿Por qué tenemos que ir por allí? -Preguntaba extrañado Renato, el
más reticente de los 4 a pararnos en el pueblo-.
-Es cierto, -allí no hay nada especial comentaba también Giovanni-.
-Seguidme, esto me suena -respondí, sin siquiera percatarme bien de lo
que estaba diciendo-
-Si claro, como llevas tres días en Francia y ya conoces hasta el
pueblo más minúsculo.
-¡Pero Luigi si esto ni siquiera aparece en el mapa! -argumentó de
nuevo Renato-.
-Por esa próxima calle a la derecha, creo que se va a una plaza que
tiene un gran árbol en medio. -Eso lo mencioné con la convicción del que
sabe lo que dice-.
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Roberto, adelantando a los demás, llegó hasta la intercesión mencionada y
se quedó asombrado mirando lo que tenía enfrente.
-Pero Luigi. ¿Tú te has aprendido la guía de memoria o qué? ¿Para qué
queremos tanto mapa, ni GPS, teniendo a este? -dijo en son de broma, pero
a la vez de admiración por la exacta descripción que di del lugar, sin
siquiera haberlo visto de lejos, pues la aldea apareció de pronto entre el
denso bosque.
Cuando todos los demás compañeros se acercaron, también quedaban
perplejos de admiración.
-Si claro, dinos ¿Que más hay en esa plaza? -Preguntó Giovanni con
cierto tono escéptico-.
-Creo que hay una tienda de comestibles con cajas de frutas. Y una
estatua grande al lado del árbol.
Efectivamente al llegar a la pequeña plaza, a la derecha, había una pequeña
y abandonada tienda que aún se podía leer D'outre-mer, o “Ultramarinos”. Y
también estaba la estatua metálica enfrente de la tienda y al lado del árbol.
-Os lo aseguro, no sé cuándo pero yo he estado aquí antes.
Aquello solo sucedió en ese lugar del minúsculo pueblo, pero al
acercarme a la plaza, por la calle que llegaba hasta allí, también observé un
gran portal de un viejo edificio de piedra que me atrajo tal fijación, que se
me pusieron los bellos de punta. Me venía a la mente un vago recuerdo, me
veía entrando en él y subiendo por una escalera, con azulejos de colores
llamativos. No pude comprobar si eso estaba allí o no, porque el portón
estaba cerrado con un candado, es posible que allí ya no viviera nadie, pues
el edificio se veía en estado de abandono y ruina. Mientras caminaba por la
plaza, me llovían recuerdos, como si de pronto se me abriera una parte de la
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memoria que tuviera escondida o encerrada en lo más recóndito de mi
cerebro. Recuerdos de muchedumbres, de personas muy altas, saludando y
sonriendo. Y el rostro de una mujer que me acompañaba, pero que no logré
asociar con ninguna persona conocida. Además me venían a la mente
sonidos como de música, personas hablando hacia mí como si me trataran
de decir algo, pero sin lograr entender lo que me decían. También me vino a
la mente una gran casa de madera, pero no logramos encontrarla en la
pequeña villa.
Todos estábamos extrañados por la experiencia. ¡Jamás había salido de
Italia en mi vida! Apenas había salido de la Toscana, solo aquella ocasión
del accidente donde perdí a mis padres.
Sin poder olvidar la curiosa experiencia, abordamos a un habitante del
pueblo para preguntar por algún sitio para comer, y este nos dirigió a una
venta a la salida del pueblo además muy amablemente nos dijo que cerca de
allí había una especie de garganta montañosa y caída de agua de las nieves
fundidas muy bonita de ver. Conversamos un poco sobre el pueblo y su
historia, el hombre nos contó que él había escuchado de su abuelo que el
nombre “Les Martys”, era en honor a un grupo de cristianos que fueron
quemados vivos hace muchos siglos. Tengo que reconocer que vinieron a
mi mente imaginaciones sobre ese suceso, pero lo atribuí a la cantidad de
veces que leí sobre las hogueras de gente en la inquisición. Aquel sencillo
hombre, no pudo concretar qué clase de cristianos fueron torturados allí,
pues según contaba era una leyenda del pueblo.
Haciendo caso a aquel amable hombre nos dirigimos hacia ese valle
del que nos habló buscando la garganta. En un momento dado vimos un
pequeño letrero que indicaba el camino, decidimos por mayoría, solo con la
30
oposición de Renato, bajarnos del auto y seguir por un sendero andando
hasta el lugar. Al ir por el camino un tanto lejos del pueblo que ya no
lográbamos ver por lo escarpado del lugar, encontramos una casa de madera
y de nuevo la extraña sensación, mientras mis amigos comentaban la curiosa
casa y seguían por el camino comentando lo que significaría para cada uno
de ellos vivir aquí, con tanta paz y naturaleza, yo sentía la curiosidad por
entrar en la casa, algo me decía que yo había estado allí. Subí por la pequeña
escalera que conducía a la puerta y toqué. En poco tiempo me abrió un señor
que me preguntó rápidamente si era alguien interesado en comprar la casa.
-No le dije, solo quería verla.
-Esto no es un museo, para que usted la vea, sino es porque esté
interesado en comprarla. -me respondió el hombre, ofendido por mi
petición-
La curiosidad por entrar era superior a mi timidez ante aquel antipático
señor de unos 60 años, parece que vivía con su mujer, de unos 50, con
aspecto más de sueca que dé francesa, con unas gruesas gafas, y que no
hacía más que mirarme de arriba abajo, como tratando de estudiar si era o
no de fiar .
-Bueno, tal vez si esté interesado por comprar.
-Entonces, adelante, pase.
Alcancé a ver a mis amigos de lejos haciendo señas, como queriendo decir
qué clase de locura estaba haciendo. El hombre, que ahora se había tornado
un poco menos brusco y más amable, me ofreció un café.
-No gracias, es que tengo que comer pronto y no suelo tomar café
antes.
31
-Quiere comer algo, -dijo la mujer, sin mucho interés como esperando
un no de mi parte-
-No, gracias tengo a unos amigos afuera que me esperan para comer
juntos, muy amable señora.
Según me iban enseñando la casa, yo iba reviviendo momentos muy
borrosos y lejanos, pero como si ya la conociera, casi todo me era familiar.
Al salir, tomé nota del precio, su nombre Marcel Larroux y su teléfono en el
bloc de notas de mi PDA, simulando cierto interés para llamarle si me
convenía la oferta. Y me despedí de ellos, no sin antes preguntarle al señor
de la casa, como podía ir al valle y el salto de agua del que habló el otro
hombre del pueblo.
-Siga por ese camino, va directo allí.
-Adiós, gracias Bon Homme.
Esto último lo dije, sin percatarme de que le había usado una expresión
occitana utilizada por los antiguos cátaros y relacionada con los que habían
recibido el llamado Consolamentum, o ritual de iniciación, el hombre
extrañado por tal expresión, se echó a reír. Culpa de todo lo tenía el libro
que iba leyendo por el camino. La expresión de extrañeza de aquel hombre y
su reacción por el término utilizado hacia él fue lo que hizo darme cuenta
que no era eso lo que quería decir.
Bien, después de esa anécdota, nos pusimos rumbo a disfrutar de las
vistas, según iba transcurría el tiempo, decidimos dejar para el siguiente día
la excursión a Lastours, en realidad, ya ninguno de los cuatro opuso
resistencia a seguir por el camino que andábamos, el paraje era realmente de
increíble belleza, se respiraba aire puro. Todo el camino por donde iba me
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parecía familiar, conocido, pero ya no me atrevía a decir nada de ello a mis
amigos, para no seguir incordiando con mi "déjà vu".
Seguimos la senda, tras dejar una densa arboleda, llegamos a un paraje
de sobresaliente y exuberante vegetación, el camino casi se cerraba y se
escondía entre el verdor, y la humedad hacía que la temperatura, pese a ser
Mayo, pareciera Febrero. Entonces fue cuando llegamos a una explanada
amplia. Se colmaron todas nuestras expectativas al ver lo más bello que
habían visto nuestros ojos en cuanto a naturaleza, una montaña que acababa
abruptamente y dejaba un amplio hueco, al otro lado una inmensa grieta en
el terreno, hacía que el agua cayera desbordada en una fina pero
impresionante caída de agua, que convertía aquel paraje en un paraíso a la
vista.
-Deberíamos comer aquí no os parece. -Reclamó Roberto-.
Todos mis amigos estaban extasiados del lugar y no paraban de hacer fotos
de un lado y de otro. Yo en cambio sabía que esto también lo había visto
antes y el sonido del agua caer me hacia abrir los ojos cual infante que ve
por primera vez algo grande y llamativo.
Después de un buen tiempo, quizás dos o tres horas, realmente
ninguno deseábamos abandonar aquel tranquilo y relajante lugar, decidimos
que era hora de regresar, pues se acercaban nubes amenazadoras en el
horizonte, y siendo Francia, ya sabíamos lo que eso podía significar.
Por fin al día siguiente cogimos de nuevo carretera camino a Lastours
y esta vez si llegamos al destino, todo lo que esperábamos en cuanto a
majestuosidad y belleza lo tenía aquel lugar y no nos decepcionó. Pero ya no
era lo mismo, por lo menos para mí. El recuerdo de la experiencia del día
anterior me había dejado bloqueado, como si algo de mí se había perdido
33
allí, no dejaba de pensar en aquella plaza, la gente pasar de un lado y otro, la
casa de madera, gente muy alta y sonriente todo el tiempo.
Tenía que saber que podía significar todo aquello. Me lleve un buen
número de fotografías, que hice con el propósito de saber algo más sobre
aquel lugar y su historia. En el hotel no pude encontrar nada, y hablar con el
recepcionista tampoco me sirvió de mucho. En la oficina de turismo en
Carcassona, me dieron un folleto sobre un hotel rural en los alrededores y
solo pude averiguar que aquel pueblo había sido abandonado
paulatinamente por sus habitantes, quedando actualmente solo unos 200
aproximadamente. Pero no me pudieron dar más información sobre su
historia o sucesos llamativos que indicasen el porqué me era tan familiar.
Me cercioré por si había salido en alguna película o reportaje, como había
sucedido en Lastours, Carcassone, incluso en Cabaret, Montreal y otros
lugares pintorescos de Languedoc, pero no era un lugar llamativo en ese
sentido.
-A todo el mundo le ha ocurrido alguna vez esto Luigi. Afirmaba
Renato
-Eso fue un “"déjà vu"”, son visiones de una vida pasada, aseguraba
Roberto
-Anda, no digas tonterías Roberto, esas son cosas de la mente, alguna
fotografía o un documental de la tele que habrás visto y ahora lo recuerdas,
o es mas que eso. Respondía el escéptico de Giovanni.
-Según me han dicho, esto nunca ha salido por televisión, ni se han
hecho películas en ese lugar.
-Pero si todas estas carreteras salen siempre en el Tour de France con
los ciclistas, por eso te parece familiar. Dijo Renato
34
-Si pero en la cerrera siempre enfocan a los ciclistas no las vivencias ni
los interiores de un pueblecito, y menos siendo tan poca cosa.
-Bueno, pues lo habrás visto en alguna enciclopedia, pero seguro que
lo has visto, además pueblos como estos habrá muchos por aquí. Pasa como
en la Toscana que casi todos los pueblos pequeños son iguales.
-Pero cuando estaba allí, en mi mente veía además personas y me
venían recuerdos de voces, música y hasta palabras que me hablaban. No
llego a recordar bien que me decían pues parecía como un francés, pero
distinto. Es difícil de describir.
-No sigas Luigi, eso es un "déjà vu". Seguro que tú en tu vida
anterior has sido alguien que vivía aquí. Y ese áurea de vida anterior te hizo
venir con algún propósito.
-Anda, Roberto, tú sí que has visto muchas películas, replicaba
Renato.
Después, la conversación de tornó en bromas sobre las diferentes personas
que pude haber sido en esa supuesta vida anterior. Yo nunca he creído en
esas cosas que decía Roberto, pero el realismo de mis sensaciones allí, me
hicieron pensar.
Por fin el viaje concluyó, y se puede decir que fue una experiencia
magnifica, prometimos volver a viajar juntos en otra ocasión y quedaríamos
para poder decidir dónde.
35
EL MENTALISTA
Al volver a la realidad, en la Toscana, ver otra vez el sol y el mar, del
que casi había olvidado que existían en la nublada Francia, esto me devolvió
la alegría que empezaba a perder en aquel país tan lluvioso, acostumbrado
como estaba yo a las escasas lluvias de mi provincia. Como tenía todavía
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unos días más de mis vacaciones, decidí ir a la ciudad de Grosseto, desde
que tengo Internet no lo había hecho, pero fui a la biblioteca principal en
busca de más información sobre el misterioso pueblo francés que tanto
atrajo mi atención.
Ya que no se cumplieron mis expectativas, siendo escasa la
información encontrada y nada relevante, simplemente se hace mención
como un pequeño pueblo de Langudoc francés. Entonces indagué aún más
en Internet donde tampoco encontré nada importante o revelador, casi lo
mismo que en la Biblioteca. Recordando las palabras de Roberto, busqué
información sobre “Déjà vu”, o “paramnesia”, lo que me llevó a una
asociación de expertos en el tema, que curiosamente tenían un centro en la
ciudad.
Al día siguiente, armado de valor fui allí en busca de información
sobre mi experiencia, pues llevaba varios días en los que además soñaba con
aquel lugar y no lograba quitarme de la mente la visión de las personas
saludando como si fuera desde lo alto y hablando cosas totalmente
indescriptibles, he de reconocer que me intrigaba muchísimo lo que esto
pudiera significar. Decidí ir solo, pues sabía que ninguno de mis amigos iba
a entender que consultara a uno de esos chiflados, o como los llamaba
Giovanni, los “mentalistos”, expertos en engañar a los ingenuos.
Al llegar a la vía Bobetonna en el número 10, hallé un portal con una
gran placa en la que aparecía el nombre Juiliano Gaztanelli “Mentalista”.
Estuve un tiempo pensando si entrar o no, jamás había confiado en este tipo
de personas, me parecían charlatanes que solo hablaban palabrerías para
ganar dinero. Bueno, ya que estoy aquí, que puedo perder me dije, total
siempre me puedo levantar en cualquier momento e irme.
37
Así que atravesé aquella entrada defendida por una especie de cortina
negra con letras y símbolos extraños. Una vez dentro, me encontré con la
recepción, me resultaron llamativas las imágenes llenas de símbolos
orientales, algunos cuadros con especie de escudos con letras inteligibles
que colgaban de la pared, triángulos con formulaciones extrañas. Todo
parecía esotérico. Espero no haberme metido en un grupo de locos
espiritistas, pensé.
En la recepción había una joven de penetrantes ojos verdes, y larga y
lisa cabellera negra, con una sonrisa seductora y una voz de muñeca, vestida
con un ceñido corpiño que hacía resaltar una delantera de infarto, su
presencia me hizo tartamudear, y solo con su ayuda pude terminar de
formular la razón de mi visita. Ya que no tenía cita previa, me hizo esperar
un poco en una especie de estancia, una pequeña sala con iluminación
suficiente como para poder leer, aunque ninguno de los temas de las revistas
o libros que pude ver allí llamaron mi atención, salvo uno con un repulsivo
pero llamativo tema : “La curación por la orina”, me pareció tan absurdo y
la vez tan inquietante que lo tomé en mis manos para darle una ojeada y reír
un poco, pensando en lo ridículo del tema, pero me escandalizó la manera
de presentarlo como un libro serio y con base científica, estuve por lanzarlo
de asco al leer consejos tan repulsivos sobre métodos para ingerir orina que
el libro sugería, que si tomar orina por las mañanas, que si mezclarla en
ensaladas y otras recetas a cual más repugnante.
Aunque en realidad solo lo solté de forma precipitada, como si algo
malo estaba haciendo, como cuando mi madre, siendo yo adolescente, me
descubrió con una revista de adultos. En este caso, sentí lo mismo, cuando la
acaramelada voz de la recepcionista me indicó que era mi turno y a la vez
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mencionó que si me interesaba el libro podía obtener uno. Algo ruborizado,
rechacé la oferta, agradeciendo el detalle, pensando en que podía pensar de
mi leyendo semejantes ideas. Aunque por otro lado si estaba el libro allí es
porque esta gente creerá en esas cosas, en fin, preferí olvidar el episodio.
Acto seguido me hizo pasar a otra sala interior en la que parece ser estaba la
consulta del mentalista.
Me recibió un hombre alto y muy delgado, melena canosa y poco
arreglada, con unos ojos grandes que parecían salirse de las órbitas y con tal
penetrante vista que me intimidaba. La verdad es que aquella situación me
estaba poniendo un tanto nervioso, pues al hablar, me sentía torpe y no me
salían las palabras, tartamudeaba como nunca lo había hecho. El hombre,
muy seguro y afianzado en su espacio, me hizo pasar a una sala pequeña
donde tenía su despacho. Parecía como si me iba a comer con la vista, de
arriba a abajo como si de un examen corporal se tratase. ¿Será gay? , me
pregunté por un momento. Hasta que llamó a la joven recepcionista con un
seco, pero fuera de dudas,
-Cariño, lleva estas notas al archivo, por favor, ah y trae el libro del Dr.
Moody.
-Es guapa, eh. Siempre le digo que venga un poco mas recatada, pero
ella es así.
Esto lo dijo, tras haber observado como mis ojos se plasmaban en lugares
prohibidos de la superdotada recepcionista, ni que decir tiene que, apartando
rápidamente la vista intenté torpemente aparentar que no me había dado
cuenta de su extraordinario y llamativo físico.
-Si, si, no me había fijado, pero tiene usted suerte de tener una esposa
tan...
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-¿Tan buena? ¿Maciza? ¿Cañón? no sea tímido, suelte lo que piensa,
no sabe que yo puedo leer sus pensamientos
Aquello, lejos de relajar mis nervios, me los tensó aún más. Solo la
explicación posterior me tranquilizó un poco, al parecer se lo hacía a todos
los clientes para romper el hielo.
A continuación empezó un interrogatorio exhaustivo y pormenorizado
de mi viaje y de la experiencia que tuve en Francia. Le di todos los detalles
de lo que vi, sentí, las razones que me llevaron a Francia, las circunstancias
que me llevaron a ese pueblo, y un sin fin de preguntas que me parecían
poco relacionadas con el tema, pero que obedientemente respondí sin
rechistar. Mientras preguntaba, no hacia más que anotar datos en su libreta,
casi sin quitarme la vista de encima.
A partir de ese momento, empezó a formular una serie de teorías a cual
más extraña y rocambolesca. Me dijo que todos estamos en un círculo
vicioso de reencarnaciones y a veces quedan ciertos recuerdos de vidas
pasadas. Por lo que me explicó, lo que yo había experimentado fue un “Déjà
visité”, que según me dijo, se trataba de una experiencia aunque menos
frecuente que un “deja vú”, abarcaba más que eso pues era el extraño
conocimiento de un lugar del que nunca se había oído hablar, pero que a uno
le parece totalmente conocido. Uno puede saber encontrar el camino por una
ciudad o lugar nuevo sabiendo al mismo tiempo que no puede ser posible.
También me habló de los “Déjà vécu”, una experiencia que envuelve más
que la simple vista, por lo que incluye una gran cantidad de detalles, pero
solo percibiéndose las sensaciones vividas no solo imágenes.
Así, por las explicaciones del supuesto experto, al parecer yo
experimenté ambas sensaciones juntas, lo cual según el indicaba, eran cosas
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y sucesos que había vivido con seguridad en una vida anterior. Me invadían
un sin fin de preguntas al respecto, pero temía formularlas, quizás para que
no pensara que no le creía, aunque en el fondo era así.
Pregunté el porqué de tantas reencarnaciones, y él me respondió que,
esto era con el propósito de mejorar el alma, con cada reencarnación
podíamos mejorar algo que teníamos deficiente en vidas anteriores e ir
perfeccionandonos.
-¿Hasta cuándo?
-Hasta alcanzar lo que los budistas e hindúes conocen como el
Nirvana. Llamalo séptimo nivel, o nivel de purificación absoluto.
¿Cómo puede estar seguro de eso? -le pregunté pues no cabía en mi
cabeza tal explicación.
Me habló de viajes astrales, de transferencia mental y de los
experimentos de un tal Dr. Moody, al que citaba frecuentemente. Insistió en
que probara algunos de esos métodos, en los que él era experto, eran los
mejores métodos para descubrir vidas anteriores y cosas por el estilo.
Pese a que por momentos casi me convence, con lo poco de exceptivo
que me quedaba le dije no, en el fondo es que no me resultaban muy
atractivas dichas actividades, sin ser tajante, le indiqué que ese tipo de
experimentos mejor lo dejaríamos para otra sesión. Realmente reconozco
que tuve cierto reparo, mejor dicho miedo, pues aunque siempre he sido
escéptico en ese tipo de cosas, la manera tan convincente de explicar los
asuntos, exponiendo todo con una lógica aplastante, casi convincente.
Antes de marcharme, y cobrar la cita, me dijo algo, no sé si para atraer
mi atención o para suavizar el sablazo económico que me iba a dar, o si
realmente se trataba de verdadera intuición de su parte.
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-Sabe una cosa, señor D´Pascola, estoy seguro que usted en su vida
anterior fue un cátaro. Y vivía en una aldea de Languedoc.
-¿Cómo puede saber eso? -fue mi inocente e intrigante pregunta-.
-Usando mi poder extrasensorial he podido leer en su mente las
imágenes que usted observó.
He de reconocer que al principio me dejó sin argumentos en contra, la
seguridad con que hacía aquellas afirmaciones, con una naturalidad, como si
de cosas normales se tratase. Me explicó todo sobre ciertas extrañas teorías
acerca de la vida después de la muerte, mas y mas teorías del mencionado
Dr. Raymond Moody. También me citó comentarios de un tal Allan Kardec,
con los cuales explicó asuntos sobre reencarnaciones, vidas paralelas y otras
cosas de las que jamás había escuchado. Tenía varios libros que me ofreció,
pero por falta de fondos, pues la cita me costó un buen puñado de euros, los
rechacé, con la excusa de que tal vez los compraría en la próxima ocasión
que volviera. Después me dijo que debería tener una sesión de hipnosis para
poder sacar más de mi interior y poder determinar quien se supone que fui y
el lugar exacto de esa supuesta vida anterior.
A mí personalmente no me gustaba la idea de una sesión de ese tipo,
pues había escuchado sobre personas que se habían aprovechado de dormir
a otras y habiendo desvalijado sin que se dieran cuenta. En mi caso, no hizo
falta dormirme para desvalijarme pues la sesión ya me costó un buen dinero.
El problema es que no tuve valor para decirle que no y acepté para la
próxima visita. En realidad fue difícil negarse cuando rápidamente me envío
de nuevo a la recepción, donde me esperaba la despampanante secretaria-
esposa o novia del mentalista, quien para tomar nota de la próxima cita, se
me acercó de tal manera que me hizo sentir incomodo y aunque mi instinto
42
masculino me hacía dejarme llevar y recrearme por la buena vista de su
llamativa y protuberante delantera, que casi por momentos me la acercaba a
un palmo, el saber que la indiscreta joven, no estaba libre me hacía mirar
para otro lado, para evitar pasar por mas apuros como los de antes.
Salí con una extraña sensación de haber sido embaucado y estar
cayendo en las redes de un hábil timador, pero a la vez, con la sensación de
que quizás algo de razón tuviese aquel extraño personaje. Pero todo aquello
lejos de aclarar nada, me dejó aun más intranquilo si cabe. Ahora tenía una
cita con el mentalista para la próxima semana y me debía enfrentar a algo
que desconocía y de lo cual desconfiaba mucho. Pero por otro lado pensaba
que tal vez me daría respuestas a mis interrogantes sobre mi supuesta vida
anterior.
Curiosamente tan solo unos días después, mientras iba caminando
hacia mi casa tras dar un paseo meditativo de los que últimamente solía
hacer, con el solo fin de tratar de comprender lo que me pasaba, fui
abordado por una pareja de personas bien arregladas que representaban a
una religión alternativa, estos me invitaron a aceptar unas revistas religiosas,
una de estas llamó mi atención, sobre todo por el tema de la portada. “¿Ha
vivido usted antes?”, decía aquella revista. ¡Vaya! -pensé-¡Era justo lo que
necesitaba saber! Sin más, las acepté con gusto, simulando simple cortesía
aunque no fascinación, para que no pensaran que estuviese muy interesado
en el tema. Bueno, en realidad, las cogí, casi arrancando las revistas de las
manos de la joven que me las ofrecía, les agradecí la información y la pareja
se despidió cordialmente, curiosamente sin pedirme nada a cambio. Bueno,
pensé, por lo menos estos no son como el mentalista, que me cobró tarifa de
lujo.
43
Al leer la información que aquel folleto contenía, por un lado me abrió
los ojos, aunque me creo otras dudas. Si, me di cuenta que por un lado,
aquello era lo que necesitaba saber, en varios artículos exponía las diferentes
razones por las que a veces se tienen recuerdos o sensación de familiaridad
con lugares o personas. Por increíble que pareciera, se hablaba del famoso
Dr. Moody del que citó el mentalista que visité, es increíble que alguien más
que aquel charlatán conociera al tal Moody. Pero la revista, lejos de darle la
pompa y el halo de sabiduría que el mentalista le dio, al contrario, razonaba
sobre lo ilógico de sus ideas y afirmaciones. Aquello desbarataba todas las
teorías del mentalista sobre sus supuestas vidas anteriores. La razón por la
que se renace es para tener otra oportunidad de mejorar nuestra situación.
Pero sería una gran desventaja haber vivido otras vidas y no recordarlas,
pues solo podemos aprender de nuestros errores pasados si los recordamos.
Entre otros argumentos, mostraba lo inútil de una
La revista indicaba que los que defienden la llamada terapia de la
reencarnación piensan que se pueden afrontar mejor los problemas actuales
si, mediante la hipnosis, podemos recordar las vidas pasadas. Según me
explicó el mentalista volvemos a nacer para mejorar algo, y la revista
explicaba que si esto fuera así porqué hemos olvidado lo que ese algo es.
Fue entonces cuando caí en la cuenta que el mentalista sacó a colación lo de
los cátaros y mi vida anterior por la explicación dada por mi mismo
previamente cuando me preguntó la razón de nuestro viaje, efectivamente
yo le había explicado mi interés por la historia de estos. Pero el
razonamiento más sencillo fue el más convincente para mí, entre otras cosas
decía: Si solo son los buenos los que vuelven a nacer como seres humanos,
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¿de dónde vinieron todos los malos? ¿No tendría que haber cada vez menos
malos?
Los razonamientos y el planteamiento de aquella revista en cierto
modo fue una liberación, algún día quizás busque mas sobre aquellas
personas que me abordaron y conocer más a ese grupo alternativo a mi
religión, aunque intentaré que no se entere de esto mi tío Cassano, por
aquello de su tradicionalismo papal. Aunque no aclaró el significado de mi
experiencia en Francia, lo leído en ese artículo, me hizo decidir no perder
más dinero ni tiempo con el mentalista. Ahora tenía la seguridad de que no
acudiría a la cita, en cualquier caso me alegré de no haberle dejado ni mi
teléfono ni mi dirección. Fue un alivio tomar esa decisión, pues no me hacía
mucha gracia pasar por ningún tipo de experiencia en la que sea o no
verdad, me lean la mente.
Claro que ahora volvía a estar confundido, ya que seguía sin tener
claro a qué se debía la extraña experiencia en aquel desconocido pueblo de
los bosques franceses, pues si no eran rastros de mi vida pasada, ¿Que es lo
que me sucedió? ¿Por qué recuerdo voces y expresiones en un idioma
distinto al mío? ¿Por qué me parecían tan reales todas las imágenes y las
sensaciones? Quizá en realidad alguna vez pude haber estado allí con mis
padres de visita en algún pueblo similar, concluí.
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TÍO IACCO
Después de un tiempo, tras mi experiencia con el falso experto en
vidas pasadas y tras semanas en frustrada búsqueda de la pareja que me
obsequió aquellas revistas que en cierto modo abrieron mis ojos a otra
realidad, sigo sintiendo la necesidad de encontrar más respuestas a mis
inquietudes, por ello decidí iniciar la búsqueda y la lógica a todo esto por mi
cuenta, busque infructuosamente en Internet, aunque casi todas las paginas
consultadas, me llevaban a lo trascendental y las vidas mas allá, eso para mí
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eran cuentos, tenía que haber otra explicación. Fue entonces cuando me
dediqué a visitar a mis parientes en busca de datos, iba anotando mi PDA
que siempre me acompañaba, cual libreta de periodista de los de antes,
aunque más moderna. También portaba un grabador de audio digital, por
aquello de que nada se perdiera. Así empecé a bombardear con preguntas
sobre mi pasado tras lo cual hablaba a todos sobre mi déjà vu, a tíos, primos
mayores incluso vecinos que conocieron mi infancia. Lo curioso es que
todos coincidían en afirmar que yo jamás había salido de Grosseto, que mis
padres nunca habían vivido ni viajado a Francia, ni siquiera solos, como
para haberme contado historias de allí.
Pero en medio de toda esa búsqueda, hubo algo que me hizo plantear
ciertas dudas y me hizo pensar y sospechar en todo lo que mis parientes me
habían dicho. Fue algo que mencionó a quien ahora se consideraba la oveja
negra de la familia, alguien un tanto ya alejado, pero al que yo siempre he
apreciado mucho. Fue el tío Iaccobo, “Tío Iacco”, como le llamábamos
familiarmente. El estaba alejado de la familia, ser el ex-esposo de una de las
más agrias e influyentes de mi familia, la tía Giusta, una hermana de mi
padre, le había costado convertirse en un paria. Se decía que se habían
divorciado por desavenencias personales, y por maltrato hacia ella por parte
de él. Aunque la realidad había sido otra, Giusta una mujer de armas tomar,
que con un grito de los suyos hacía sentarse al más duro. Desde luego
difícilmente sería mujer maltratada, más bien maltratadora, recuerdo las
veces que ridiculizaba a Iacco en público y siempre le menospreciaba, como
que era poca cosa para ella. Ella siempre se salía con la suya, y en muchas
ocasiones, como a la hora de dividir los bienes demostró quien cortaba el
bacalao en esa casa, el se “conformó” con el coche y la víctima Giusta, se
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quedó con la casa que había sido patrimonio de la familia de Iacco por
muchas décadas, con los ahorros de ambos en el banco, a cuenta de la
pensión que debía pasarle. El bueno de Iacco aceptó la desventajosa
propuesta, para evitar las acusaciones de malos tratos con la que ella le
amenazó.
Tío Iacco, siempre había sido muy querido por todos, desde pequeño
recuerdo que recogía a todos los sobrinos y nos llevaba a la montaña o a la
playa y era muy divertido estar con él. Ahora vivía lejos del clan familiar, en
Santa Liberata, a unos kilómetros al sur de Albarese, en la costa, cerca del
fascinante y famoso Porto Santo Stefano, no solo lejos en la distancia, sino
también como si se tratara de un proscrito, al mismo tiempo de romper con
su esposa, perdió su empleo en los astilleros del poderoso tío Julietto, allí
había trabajado en el mantenimiento de la maquinaria eléctrica.
Mas no podía quejarse, afirmaba el, en realidad aquello supuso una ventaja,
pues ahora trabajaba en una pequeña tienda de electrónica aplicada a la
marina, vendiendo sistemas de navegación, radares para la detección de
bancos de peces, herramientas y artilugios electrónicos para la pesca, el
buceo y otras actividades relacionadas con el mar. En realidad, años atrás
fue él quien despertó en mí el interés por la tecnología. Nunca olvidaré
aquel juguete didáctico que me regaló cuando apenas tenía siete años;
basado en experimentos electrónicos, llenos de resistencias, cables incluso
transistores y otras piezas para experimentar. Construí mi primer radio con
ese sencillo kit experimental.
Lo encontré casi por casualidad en una calle del centro de la ciudad,
parecía como si muchos años había pasado sobre él,
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-El contacto con el mar envejece, -me dijo, el siempre muy positivo- ,
ahora navego mucho los fines de semana, y oye, me está gustando la pesca,
tengo un amigo que me deja su velero y con eso me entretengo cuando no
trabajo.
Aunque sus pelos canos y su aspecto excesivamente delgado, delataba
otra realidad que quizás se negaba a reconocer. Me invitó a tomar algo en
una cafetería y aproveché para contarle lo de mi experiencia francesa. Le
pregunté, como ya había hecho con otros familiares, si sabía de algún viaje
que yo haya realizado a Francia con mis padres, quizás de muy pequeño, o
si recordaba si yo hubiera vivido en otro lugar antes. Su semblante cambio
mientras le iba dando detalles de mi deja´vu en aquella aldea minúscula de
Les Martys. Me miró a los ojos y dándome una palmada en el hombro,
intentó decir algo sin hacerlo. No llegué a captar muy bien en ese momento
lo que intentó decirme, pero desde luego abría una nueva línea para
investigación personal o de confusión en este lio.
-Luigi, sabía que tarde o temprano descubrirías la realidad, se lo dije
en su día a tu padre. -me dijo, con el ceño fruncido y llevándose la mano
derecha a la barbilla, como rememorando acontecimientos pasados, que
quizás hacía tiempo no desempolvaba.
-¿De que hablas tío Iacco? -fue la pregunta que se me ocurrió, tras una
negación a la evidente idea que ahora Iacco trataba estaba colocando delante
mía ¡Qué tengo yo que descubrir, que no me hayan dicho mis padres!
Por un lado, no me había gustado la manera en que expuso el asunto,
dejando caer algo sin decirlo, esto pensaba, podía ser rencor por el rechazo
que tiene de parte de la familia, quizás por hacerlo culpable del fracaso con
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la tía Giusta. Pero, por otro lado si en verdad había algo, es que algo sabía,
cosa que por un lado me ocultaba y por otro dejaba entrever.
-Luigi, no puedo decirte más, es más, no digas a nadie lo que te he
dicho, por favor, a nadie. Pero tú debes buscar tus raíces, tienes derecho a
ello.
-Pero que tengo que descubrir sobre mis raíces. Yo solo quiero saber si
he vivido en otro lugar durante algún tiempo o no. No se a que viene
decirme eso de descubrir mis raíces, ni lo de ocultarme la verdad. ¿Que
realidad? ¿Porque me iban a ocultar mis padres y toda la familia que
estuvimos viviendo en otro país? ¿Hay algo malo en eso?
-La verdad, Luigi, a veces es muy difícil decirla, y mas dura es
aceptarla.
-mirando a un lado y otro, como si sospechara de los que estaban alrededor
nuestro, continuó y bajando la voz volvió a decirme algo, mas intrigante
aún.
-Sigue buscando y llegarás a descubrirla, estoy seguro que con el
tiempo llegarás a saber quién eres realmente. Pero lo siento, creo que te he
dicho demasiado, yo no puedo contarte nada mas, querido Luigi, lo debes
descubrir por ti mismo.
-No digas bobadas tío Iacco, mis padres no tenían secretos para mí,
siempre me estaban contando cosas de cuando era pequeño. ¿Porque
entonces ni ellos, ni nadie de la familia me ha dicho nada? Y porqué...
-¡Porque todos comen del mismo plato Luigi y nadie quiere perder su
porción! -dijo interrumpiendo lo que yo a continuación quería decir sobre su
actitud rencorosa.
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-Bueno, no sigas tío Iacco, ya veo que tu rencor y tu odio hacia mi
familia ha crecido.
-Te equivocas Luigi, nada tengo contra tu padre ni tu madre, tarde o
temprano lo comprenderás. Pronto quizás lo veras todo tan claro, solo deseo
que lo hagas por ti mismo. Bueno, Luigi, ¿Te enseño mis últimas
adquisiciones tecnológicas? -dijo esto, intentando cambiar de tema-
Accedí a su invitación, pero nada era lo mismo, cuando llegué a su
apartamento y mientras me enseñaba sus aparatos electrónicos con la
fascinación de siempre, yo quise aparentar normalidad, pero me corroía la
mente todas lo que me soltó antes, y lo que no quiso soltar, que era aún más
inquietante. Sus palabras realmente abrieron una grieta en el cuadro de
perfección y harmonía que hasta ese momento yo veía en mi familia.
Tras volver a Albarese, empecé a meditar sobre lo que quiso decir
Iacco, quizás había veneno en sus palabras o tal vez no, simplemente me
animó a seguir buscando la verdad. Pero, ¿Que verdad debía descubrir? No
podía entender todo lo que encerraban sus palabras.
Recuerdo que mis tíos a menudo me contaron porqué tuvieron que emigrar a
Suiza, la crisis que hubo tras aquella inundación en la que perdieron su
negocio y su casa, tal como también sucedería con mis padres; atando cabos,
empecé a pensar si quizás tío Iacco se refería a que mis origines no eran de
aquí, y tal vez estuve viviendo en Francia con mis padres como inmigrantes,
por eso los recuerdos, tal mis padres se hayan sufrido alguna mala
experiencia, como mis tíos en Suiza, quizás algo trágico o peor los obligara
a volverse a Italia, ¿sería que mi padre había sido prófugo de la justicia
francesa por algún mal negocio allí?, o tal vez mi madre haya tenido algún
desliz allí y yo sea el fruto de ese “pecado” que les obligó a dejar aquello, y
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tal vez por eso ese mutismo, no lo sé, pero en cualquier caso. Esa hipótesis
cobraba valor, el honor de la familia en juego, el apellido DiPascola
manchado por un adulterio, que ahora debía ser cubierto y escondido,
argumento ideal para una novela sudamericana, pero no para mi familia,
además de ser así, en cualquier caso eso, se podía haber quedado en la
intimidad matrimonial de mis padres y no salir de allí. Sea lo que sea,
tendría que estar relacionado con aquella insignificante aldea francesa, pero
¿Entonces por qué no impidieron que viajase hasta allí, sabiendo que
pudiera ocurrir esto?
Lo que si sabía ahora, es que ya nada era lo mismo, todo lo que me
decían los demás sobre las cosas del pasado, eran sospechosas de no ser
verídicas o cuanto menos de no ser completas. Cuando referí a Betonna las
cosas mencionadas por Iacco, se le descompuso el semblante.
¡Como se te ocurre hablar con ese sinvergüenza, gusano mal nacido,
traidor, inhumano, hijo del mismo diablo!
-¿Traidor por qué? -pregunté- ¿Acaso hay algo de lo que me dijo que
no debía yo saber, para llamarle traidor?
Me sentía contrariado también ya que jamás había escuchado a tía
Betona hablar así. El haber utilizado tales términos contra Iacco, en mi
mente solo hacía germinar mas sospechas, sospechas de si tal vez de alguna
manera esto les delataba, como que un mínimo de razón podía tener el
despreciado Iacco. ¿Me estarán ocultado algo importante de mi pasado que
debía saber?
Por un momento, intuí por su rostro que se le había escapado algo que no
quería decir. Con voz nerviosa respondió:
-No hijo, lo que quise decir es que ha traicionado a tu tía Giusta.
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-Pero si él no se ha ido con nadie, más bien ella es la traidora por estar
con...
-¡Calla! No sigas. No te pongas contra la familia. No luches contra el
que te da de comer. -interrumpió, para evitar que dijera nada del hombre con
el que ahora está, Carlo, quien fue asignado de entre los primos a dedo por
la “mamma Gina”, para que sustituyera a Iacco.
-A mí nadie me da de comer, yo puedo valerme por mi mismo, no
necesito a la familia. Y menos a una familia que me oculta la verdad
-¡No hables así de la familia! ¿Por qué vamos a ocultarte nada? ¡Ese
hombre solo trata de dividirnos y que nos enfrentemos unos a otros como
ahora lo estás haciendo conmigo! Dicho eso, preferí no seguir con la
discusión y me retiré a mi habitación. No pude conciliar el sueño esa noche,
empecé a comparar las palabras de uno y de otro y entendí que algo había
que no se me quería decir. Aunque totalmente opuestas, había similitud en
las ideas expresadas por mi tía y por Iacco; el afirmaba que todos comían
del mismo plato y ella habló del que me da de comer, son dos manera de
señalar a un mismo punto. Por otro lado, la forma en que mi tía perdió los
nervios, si, todo era muy confuso ahora en mi familia, mi bienestar se estaba
derrumbando. Esa noche me levanté de la cama y me puse a repasar mi gran
álbum familiar para ver si descubría alguna pista. Empecé a pensar en las
fotos que faltaban de mi niñez, sabía lo de la catástrofe, pero quizás esas
fotos, si lograse encontrar alguna copia serían reveladoras. La sola idea de
que tal vez haya sido un hijo ilegitimo, que realmente mi padre fuera otro,
sobre todo por no haber sacado casi nada en lo físico de mi parentela, era lo
que más me inquietaba.
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A la vez, fui entendiendo algunas de las cosas que me dijo Iacco. En
realidad la empresa en la que yo trabajaba pertenecía a un holding en el que
un familiar mío era socio mayoritario, el tío Julietto, con el que nunca
congeniaba, me parecía muy altivo y jamás veía en él, el cariño que tenía
con los demás. Ni siquiera me recibió cuando quise hablar con él sobre mi
experiencia francesa, me dijo que tenía una reunión muy importante y no
tenía tiempo para mí.
Muy diferente era sin embargo su esposa, la tía Gina, toda una mamma
al más estilo tradicional, siempre estaba en todos los jaleos de la familia, y
era ella quien por otro lado la mantenía unida. Mientras el tío Julietto, era el
dueño y que daba trabajo directa e indirectamente a todo el clan familiar.
Las palabras de mi tía defendiendo al que me da pan; casi todos en mi
numeroso clan familiar, trabajaban en empresas relacionadas con el. Por
ejemplo Lucca hermano de mi tía, lo hacía en los astilleros Julietto y Cia, al
igual que muchos de mis primos. La mayoría de mis primas trabajaban de
cajeras en dos grandes supermercados, que estaba a cargo de otro tío. Hasta
mi tío Casano que hacía de padre, era el contable de una de las empresas de
Julietto. Todo lo cual encajaba con lo que me dijo Iacco sobre comer del
mismo plato. Pero ¿Que tenía que ver eso con mi pasado?
Al día siguiente, el ambiente en casa era frío, nada era igual que antes,
ni el saludo de los míos fue el mismo.
-No des disgustos a tu tía, que está enferma y se altera muy fácilmente.
-me reprendió mi tío-
-Lo siento tío Casano, en realidad no tiene importancia. No te
preocupes no va a volver a ocurrir.
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No quise seguir con la discusión y me callé, ese día fui al trabajo con la
meta de tratar de olvidar todo ese incidente y volver a la felicidad que tenía
hasta entonces, después de todo, que iba a resolver el conocer cosas que ya
son historia pasada y que nada pueden afectar a mi vida actual. No podía
permitir que una experiencia que parece más común de lo que parece y llena
de falsas interpretaciones, terminara dominando mi vida.
EL ÁRBOL DE SU VIDA
Al explicar a Roberto todas las dudas que ahora me agobiaban, este
intentó hacer que me olvidara del asunto y pensara solo en el presente. Pero
en vista de mi insistencia, y mi obsesión por el tema, me habló de una
página en Internet que se dedicaba a la búsqueda de raíces familiares.
Al principio, me sentí un tanto culpable por querer buscar lo que mi
familia negaba rotundamente, pero lo consideré como un deber mío ahora
demostrar y descubrir por mi mismo que las insinuaciones que dejó caer
Iacco, no tenían base. Así que buscando en esa página, en un banner
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encontré un link que me llevó a otra web en la que se ofrecía un servicio un
tanto original. La pagina tenía el curioso título “El árbol de su vida” y su
lema de intenciones decía: “Envíe sus datos y le hacemos un árbol
genealógico con sus ascendientes”. La idea me llamó la atención sobre todo
por el hecho de que se relacionaba con el trabajo que tantos años llevaba
haciendo, la genealogía de los DiPasccola. ¿Cómo no había encontrado esta
página antes?
Mencionaba casos de personas que tenían sus raíces originales en el
siglo X. A algunos incluso se les asocia con algún emperador. En otros casos
se encuentran parentescos con algún duque o conde famoso. Aunque yo no
buscaba ser ascendiente de ningún famoso histórico, decidí no obstante
aprovechar esa oportunidad, quizás descubriría que por fin fui un cátaro,
como afirmó el mentalista.
Los que más me sorprendió del método, era que tan solo necesitaban
fotos, fotos personales en los que se percibiera bien el rostro de la persona,
unas de la actualidad, otras con quince años, otras con diez, con cinco, con
uno o dos años y de recién nacido, todo eso junto con antecedentes
familiares, diferentes apellidos en la familia y fotos de familiares de hasta la
cuarta generación. Gracias a mi trabajo con el archivo fotográfico, no tuve
dificultades para conseguirlas, simplemente tenia de sobra. Salvo la foto
con dos años, que como era lógico, estaban perdidas, todo lo demás no era
problema para mí. Al parecer usaban un método de comparación de rasgos
distintivos y búsqueda de detalles comunes, que luego aparte de los
apellidos, podían servir para compararla con antiguos personajes de quienes
se tienen retratos o bustos.
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Por un lado, si no me servía para aclarar los asuntos, por lo menos me
podría ser útil para prolongar mi árbol genealógico. Eso me debía hacer
olvidar todo lo ocurrido en estos últimos días, tanto lo de Francia, como las
conversaciones con Iacco. Y así fue, ahora volvía a sentirme feliz en mi
entorno, volvía a retomar mis proyectos, pensaba más en Belina y en buscar
un momento oportuno para declararme.
Pasaba el tiempo y en mi trabajo las cosas se me presentaban muy
bien, mi equipo había logrado desarrollar un sistema de sonido que podría
ser innovador, un equipo digitalizado que era capaz de hacer que desde un
sencillo “pendrive” o lápiz de memoria, conectado a la central, enviase la
música que este contenía a las diferentes zonas a las que estuviese
conectado, ya sean habitaciones de hotel o de una casa y con un control en
cada una de estas, se podía elegir la música que se deseara escuchar en cada
habitación o zona. Aquella solución seguro que la venderíamos muy bien.
Esto significó un aumento de sueldo y sobre todo lo que más me satisfacía,
el reconocimiento como el empleado del mes.
Belina fue la primera en darme la enhorabuena, ya que ella tenía
acceso a los documentos de la dirección, supo de primera mano a quien se
había escogido para tal noble designación, que significaba salir en el
catalogo como empleado modelo y una placa especial, que se me daría en la
próxima reunión de empleados. Ahora, hasta en mi casa de nuevo se
respiraba el buen ambiente que reinaba tiempo antes de mi viaje a Francia, y
con mis amigos ya estábamos planeando un nuevo viaje, esta vez a España,
a Toledo y la zona de, Ciudad Real, en busca de otros castillos y otras
historias del medievo que tanto nos entusiasmaban.
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Pero algo nuevo iba a dar un vuelco negativo y de desconfianza a mi
vida. Unos meses después de haber enviado las cosas que me solicitaron los
de la pagina del Árbol de su vida”, recibí un e-mail con la respuesta de los
investigadores. En parte la misiva decía: “Sentimos no poder ayudarle Sr.
DiPasccola, pero debe asegurarse de enviarnos fotos y documentos
correspondientes a su familia biológica. No tratamos casos de adoptivos o
familiares segundos.” Indicando además que por el estudio foto
fisionómico, así le llamaban al sistema utilizado para determinar las raíces
familiares, mi perfil no se correspondía con las fotos de familiares enviadas,
pero si deseaba continuar, podían hacerlo solo teniendo en cuenta los rasgos
de los supuestos familiares de los que envíe las fotos, para ello bastaba solo
con el consentimiento de estos.
Aquello fue de nuevo como un jarrón de agua fría, precisamente
cuando ya estaba superando las palabras que Iacco me había dicho, de
nuevo me perseguía la idea de que después de todo haya quizás yo haya sido
un hijo ilegitimo fruto de algún desliz y por aquello del honor de los
DiPasccola, la familia haya hecho un voto de silencio.
Aunque más preocupante fue lo que descubrí al releer la carta, me hizo
descartar lo de hijo ilegitimo, pues al parecer los expertos no encontraron
ningún rasgo común con los de ningún familiar ni de mi padre, y aún peor,
ni de mi madre. Lo que me llevó a pensar que tal vez fuese hijo adoptado.
Por un momento incluso pensé en romper la carta y olvidarme de todo, pues
esto me podría traer problemas, pero en el fondo sabía que temía
enfrentarme a una realidad y a una verdad muy distinta a la que yo esperaba.
Tampoco quería enfrentarme a toda la familia que con tanto amor y
desinterés me había cuidado en estos últimos años. ¿Habré sido uno de esos
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niños abandonados o dados en adopción por padres que no fueron capaces
de darme las atenciones mínimas? Pero en ese supuesto no cabe el
hermetismo de todos, creo tener la suficiente madurez como para considerar
familia a los que me han criado y dado todo lo que tengo, no soy ningún
desagradecido, solo quería saber si esto era así o no. ¿Por qué se me ha
negado ese derecho de conocer mis antecedentes?
-No te fíes de esos estudios. -me decían tanto Roberto como Belina, esta
última me animó incluso a hacerme una prueba de ADN, ella tenía una
amiga que trabajaba en un laboratorio y podía hacerme la prueba a buen
precio, era además algo sencillo de hacer.
Por un lado la idea de una prueba de ADN, me parecía interesante, así
podía quedarme más tranquilo y olvidarme del tema, o no.
Decidí que lo mejor en ese momento, sería, hablar de nuevo con Iacco,
debía sacarle toda la información que en su día también me negó, él era el
único que podía estar dispuesto a revelarme la verdad sobre mi pasado. Así
de nuevo el tema de mis origines se había convertido en una obsesión. Pensé
que le debía llamar, y así lo hice, el me invitó a ir a su casa en Santa
Liberata mas al sur a unos 40 km de aquí. Pero mientras hablábamos para la
cita, noté que mi tía estaba cerca y probablemente haya estado pendiente de
la conversación.
-Hijo, ¿porqué tienes que juntarte con ese cizañero? Es el demonio en
persona. Solo te va a traer problemas. -Dijo ella, cuando colgué-.
-Con quien yo me asocie es cosa mía, además yo busco lo que los
demás me negáis. Solo quiero saber algo de mi pasado y nada más.
-¿Sigues insistiendo en ese asunto? No nos crees a nosotros y te vas a
fiar de lo que esa serpiente venenosa te va a decir.
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En ese momento llegó mi tío e interrumpió la conversación. Yo no quería
seguir hablando del asunto, así que esa interrupción me vino bien. Aunque
tampoco le di importancia a que escuchara o no, con esta situación quizás
podría hacer presión y lograría que me contaran la verdad. Ella por otro lado
calló, quizás para evitar que mi tío, más razonable y tendente a ceder, se
fuera de la boca. La verdad, no entendía por qué esa oposición a que hablara
con Iacco y porqué evitar hablar de mi pasado.
Investigué la manera de poder hacerme las pruebas de ADN, en el
laboratorio de la amiga de Belina, pedía demasiada documentación además
firmada por los afectados, por lo que desistí, no quería peleas ni discusiones
en mi casa. Así que pensé que en Internet hallaría algo mejor y más fácil, y
así fue, tras visitar diferentes paginas al respecto en seguida encontré una
que captó rápidamente mi interés, se hacían llamar : “Vidas Perdidas”. En
un apartado indicaban sus razones de ser: Buscamos sus raíces y orígenes.
Centro especializado en búsqueda de padres biológicos para hijos
adoptivos, ilegítimos, abandonados o perdidos. La pagina estaba avalada
por una sociedad llamada BVP, desconocía el significado de dichas siglas,
pero me pareció esperanzador, por lo menos un buen punto de partida.
Después de rellenar un larguísimo cuestionario, tuve que explicar
también detalladamente las dudas razonables que tenía para desconfiar de
mi procedencia, haciendo mención sobre el estudio fisionómico que me
habían hecho en la web del Árbol de la Vida”, y cómo esto fue el detonante
para que empezara a dudar de mi identidad. También me indicaron lugares
para poder hacer la prueba de ADN, o si quería mas discreción podría
hacerlo a través de un servicio especial que ellos daban, previo pago, por
supuesto. Por un momento pensé en la oferta de Belina, pero prefería
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hacerlo con los de la BVP, pues el solo hecho de tener que ir a una clínica y
convencer a mis tíos para que aceptaran la prueba podía ser tarea difícil. En
esta asociación, podían hacerlo con solo enviarles muestras de cabellos de
familiares directos, a ser posible mis padres, tíos y por supuesto míos. Sin
decir nada a mis tíos, conseguí, gracias a que en casa cada uno utiliza de
manera sumamente celosa su propio cepillo o peine y jamás lo compartimos,
así obtuve algunos cabellos de mi tío, que era hermano de mi padre, así
compensaba hasta cierto grado la imposibilidad de conseguir algo de mi
fallecido padre; de mi tía, quien a su vez era prima de mi madre y
curiosamente aunque de hacía varios años, envíe un mechón de pelo de mi
madre que celosamente guardaba como recuerdo, entre tarjetas y fotos que
tenía en una caja de mi armario, era todo lo que quedaba de ella, aparte de
mis recuerdos, pero en aquel momento me vino muy bien.
También en aquella pagina daban algunos consejos sencillos para
poder hacer una investigación particular, a que organismos debía ir y
solicitar información sobre adopciones legales o aceptadas en la región
donde vivía, y una serie de pautas a seguir.
Mientras esperaba el resultado del ADN, hice tal como me aconsejaron
en la página de “Vidas perdidas”. Lo cual significó sacrificar todos los días
libres para usos personales que me quedaban, si quería más tiempo libre
tendría que decir adiós a las vacaciones y cualquier viaje que quisiera hacer
en este año, eso no me lo perdonarían mis amigos, ya que teníamos casi
preparado el viaje en Noviembre. Necesitaba obtener más días pues el ir a
los diferentes organismos, oficinas de censo, y otros, requería muchas citas
en diferentes lugares de la provincia de Grosseto, pero tampoco quería
sacrificar mi viaje a España, utilizando mis vacaciones para estos
61
menesteres, no, mi viaje era sagrado y nada iba a trastocarlo, pensé. En mi
empresa, incluso si se trataba de alguna falta, sea por vistas al médico, por
enfermedad u otros asuntos personales, debía ser llegada por el interesado o
por algún familiar, un justificante firmado en el mismo día. En mi caso,
puesto que no podía contar con mi familia sin darles una explicación y esta
no cabía darla, me era imposible. Entonces vino la inestimable ayuda de mi
querida y aún solo amiga, Belina, el plan era que ella guardaba varios
documentos en blanco firmados por mí para ser rellenados y entregados
cuando fuere necesario, como notas que yo entregaba para justificar mi
ausencia.
Parece que su interés por mi iba siendo notable, yo tenía planeado una
vez se aclarara todos estos asuntos en los que ahora volcaba todos mis
esfuerzos y tiempo, poder hacer claras mis intenciones hacia ella, viendo
que parecía que ente los dos se estaba desarrollando un feeling, que iba más
allá de una simple amistad, a menudo soñaba con ella, era mi otra obsesión.
El caso es que los resultados de todas mis pesquisas no fueron muy
fructíferos, o por lo menos como yo esperaba. Todo lo relacionado conmigo
parecía estar en regla, tenia documentos de nacimiento, no constaba en
ningún sitio, ninguna petición o aceptación de adopción aplicada a la familia
DiPasccola entre los años 1978 a 1985, hasta en el hospital constaba los
datos de mi nacimiento, la entrada y salida de mi madre al centro y mi
nombre siempre ha sido al parecer el mismo. Constaba también por las
fechas cuando yo debía tener de dos a cinco años, cuando mi familia vivía
en Spergolaia, en una casa situada cerca de las márgenes del Río Ombrone,
hasta la llegada de la inundación. Todo parecía encajar con la realidad que
hasta ahora había aceptado y me habían contado.
62
Así que legalmente y según los datos oficiales no había pruebas para
pensar en que fuese un hijo adoptado. Aquello me tranquilizó en gran
manera, quizás después de todo, el famoso estudio fisionómico, no servía
para detectar familiaridades. Pensé que había gastado el tiempo y el dinero
en nada, por aquello de la prueba de ADN, que sin haber llegado el resultado
había tenido que pagar por adelantado. De nuevo me sentí timado cuando
me di cuenta que la página del Árbol de la vida, tenía links con la de “vidas
Perdidas”. Por eso no me fue difícil encontrarla, ahora seguro que me dirían
algo para que invirtiera más dinero. Así que pensé que sea cual fuese el
resultado de las supuestas pruebas de ADN, iba a ignorarlas y olvidarme del
tema. Después de todo concluí que así era mejor, me olvidaría
definitivamente del asunto una vez que quedara confirmado que
biológicamente soy un DiPasccola, entonces solo me centraría en mi
relación con Belina y poner las cosas claras ante nosotros.
Por supuesto no olvidé la cita con el tío Iacco, pero esta vez ya no solo
para que me aclarara nada sino para que entrara en razones y dejara sus
rencores y su odio a la familia y nos dejara vivir la vida. Resultó extraño que
no contestara a mis numerosos mensajes y no me llamara para confirmar
que estaría en su casa para el último fin de semana de Octubre. Parece
mentira que ya habían pasado casi cinco meses desde que mi vida giraba en
torno al tema de mis raíces y aquel “"déjà vu"” francés. Aunque él no
contestara la llamada para confirmar decidí ir y con la información que ya
disponía por un lado poner claro ante el que no iba a conseguir nada
sembrando dudas en mi familia. Quizás en el fondo mi tía Betonna tuviese
razón y el solo tenía intención de crear división entre nosotros, siendo como
somos una familia muy unida. Tal vez no perdonase que nadie le haya dado
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la razón en relación al fracaso de su matrimonio y haya perdido la custodia
de sus hijos, en cualquier caso arriesgué y decidí acudir a su casa.
El caso es que una vez llegado a Santa Liberata, esa pequeña localidad
del suroeste de la Toscana, situada cerca del puerto Santo Stefano, en un
cabo al que yo llamo un grano en la pantorrilla de Italia, hacía un calor
inusual para esas fechas otoñales, por ello que me dije que después de hablar
con Iacco, aprovecharía para hacer una visita al puerto. Una vez en el
pueblo, llegué a un pequeño edificio de apartamentos donde vivía Iacco, ya
había estado allí en otras ocasiones la última aquella en la que me enseño
todas sus novedades tecnológicas. Me resultó muy extraño que la puerta
estuviese llena de polvo, como si llevase meses sin haber nadie. Pregunté a
los vecinos y decían no haberle visto desde hace ya algunas semanas. Tal
vez le haya surgido un viaje, se que últimamente según me había contado lo
hacía a menudo para asistir a ferias del sector en el que trabajaba, de hecho
nos citamos tres semanas después por asuntos de viajes que debía realizar.
El caso es que tampoco me había avisado de su ausencia. ¡Que viaje
tan infructífero! -pensé-. Pero eso no significó que dejara pasar la
oportunidad de visitar el hermoso Porto Santo Stefano y disfrutara de sus
vistas y sobre todo de su puesta del sol, hacía años estuve con mis tíos
comiendo en un reconfortante restaurante en el malecón. Ahora me
encontraba allí rememorando aquellos buenos tiempos con mis queridos
tíos, pensando en cómo una pequeña experiencia podía cambiar mi vida de
esta manera, tantos años después.
De regreso, pasé de nuevo por casa de Iacco, con el mismo resultado,
concluyendo que este probablemente estuviese de viaje y olvidara nuestra
cita, pensé que quizás eso demostraba que tampoco era tan importante lo
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que en aquella ocasión trató de decirme sin acabar de contarlo todo. O
quizás es que no me lo quería decir, en cualquier caso, ya no era tan
necesario lo que lo hiciera, por lo menos con la información de la que hasta
ese momento yo disponía.
BELINA
Quise demostrar mi agradecimiento a Belina por la gran ayuda que en
todo este asunto me había brindado desinteresadamente. Al salir, compré
una cadena en una joyería cerca de mi casa, y aunque la vendedora me
sugirió un anillo a juego, pensé que sería demasiado directo si le obsequiaba
un anillo, y si todo fallaba ¿Ahora qué? No -pensé-, el anillo lo dejaría
cuando tuviese las cosas totalmente claras y el camino despejado. La
observaba últimamente hablando mucho con el contable, que venía todos los
miércoles, para ajustar las cuentas. Incluso salía con él a tomar café, lo cual
me inquietaba, había demasiado colegueo entre ellos.
Pero fue eso precisamente lo que me dio la idea, invitarla a cenar, eso
sería una buena manera de mostrar mi agradecimiento, darle el regalo y
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demostrarle claramente mis sentimientos hacia ella. Así que estuve varios
días, haciendo intentos para que coincidiéramos solos en la cafetería de la
empresa, pero siempre había alguien por medio, a veces Roberto, otras
Tania, otras lo dos, cuando no, el pegajoso contable, que si no fuera por lo
amanerado de sus gestos y afeminado de su habla, pensaría que estaba
intentando algo con ella. Por fin un día, cuando tuve de nuevo la
oportunidad de acompañarla a casa después de varias semanas en las que no
pude, ya que tuve la obligación de quedarme a trabajar hasta más tarde por
causa de varios prototipos y la preparación de una feria de muestras del
sector, pude aprovechar la oportunidad, en el último momento cuando nos
habíamos despedido, me volví bruscamente y de forma errática y
tropezosamente, le mencioné lo de la invitación a cenar.
-Haber si quedamos a, a comer, o bueno, a cenar un día de estos...
Me costó sudores hacer esto, varios ensayos en casa y en los lavabos
de la oficina, era algo que jamás había hecho con ninguna mujer en mi vida.
Por un momento pensé que quizás me había precipitado en esa invitación,
pero quería aprovechar el buen momento de nuestra relación, de paso, tal
vez pudiera adelantar el momento de declarar mis sentimientos hacia ella,
yo ya no era ningún niño, ni adolescente para andarme con rodeos, si ella no
aceptaba mi propuesta, nada iba a impedir que continuara con su agradable
amistad, ¿O sí?
Su respuesta me dejó alucinado.
-Bueno pues dime cuando, ah, y yo preferiría a cenar -me dijo,
mientras se alejaba, y yo me quedé sin palabras, mientras, ella se adentraba
al pasillo que da a su oficina, se detuvo, se encogió de hombros e hizo señas
con sus brazos, diciendo: -Pon tu la fecha y luego me dices, vale?
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-Si, si, vale, mañana te lo diré...
La verdad es que no me esperaba que me lo pusiese tan fácil, por ello,
no tuve una reacción rápida como cabía de esperar. Esa noche no hice más
que pensar en lo que sería esa cena, lo que vendría después, como darle el
regalo, la proposición, en fin apenas pude conciliar el sueño.
Por torpeza mía, no pude evitar que lo que iba ser una romántica
velada, Belina y yo a solas, se convirtiera en una reunión de amigos. Por
torpeza, al día siguiente abordé a Belina y le mencioné el Miércoles por la
noche, sin caer en la cuenta que aquella noche coincidía, con una reunión
que teníamos Roberto y yo con Renato y Giovanni, para preparar nuestro
viaje a España, así que no tuve más remedio que explicarles a estos la razón
por la que no iba a ir, Renato y Giovanni, lo entendieron, incluso me
desearon suerte. Pero no así Roberto, quien pese a sus buenas capacidades
tecnológicas, tenía menos perspicacia que un caracol en una acera, se quiso
unir a nosotros, yo traté de insinuarle que en esta ocasión no era apropiado,
pero no captando la indirecta, muy entusiasmado me dijo que él conocía el
lugar y se iba a encargar de reservar la mejor mesa para los cuatro. Si, los
cuatro, pues no tardó ni cinco minutos en llamar a su nueva chica, que era
nada más y nada menos que Tania, la compañera de oficina de Belina. Esta
al parecer tampoco tenía el tacto y el cerebro suficiente para darse cuenta
que no queríamos compañía, y al día siguiente sacó el tema y le informó a
Belina que estarían en la cena, claro, por lo menos Belina me consultó.
-¿Que me dices? ¿Pueden venir Tania y Roberto a la cena, o es algo
entre tú y yo? -preguntó con un tono sugerente y con su rostro reflejando el
deseo de que mi respuesta fuese lo que ella y yo queríamos.
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La respuesta sería fácil para cualquier mortal que tuviera las ideas
claras, tenía la situación ofrecida en bandeja, por lo que un sencillo no,
hubiese dejado todo despejado y listo para mis planes. Pero en ese momento
vi acercarse a un alegre Roberto, y no sabía como decirle que no. En
cualquier caso, ya lo había invitado contra mi voluntad y sin que Belina
supiera nada.
-Bueno, no sé, si quieren venir, así por lo menos nos hacen compañía,
¿No te parece? -mientras mi boca soltaba esa desatinada idea, dentro de mí,
me auto insultaba con toda clase de improperios, mientras Belina arrugaba
la frente y apretaba sus labios, asentaba mis palabras, con poco
convencimiento-
Después con expresión de extrañeza y encogiéndose de hombros,
como no entendiendo nada, hizo intento para irse, no sin antes insistirme,
-Luigi, que a mí me da igual, le digo ahora mismo a Tania que no y no
pasa nada, eh.
Mas no pude aprovechar esa segunda oportunidad, de esas que pocas
veces se nos presentan en la vida, era la ocasión para rectificar, quizás con
un, “tienes razón mejor solos tu y yo”, pero en ese momento llegó Roberto,
e interrumpiendo de la manera menos oportuna, alejó de forma definitiva la
posibilidad de una cena romántica a solas con Benina.
-Todo arreglado chico -dirigiendo la voz hacia mí, mientras Belina
quien todavía estaba cerca observaba con atención-, he reservado la mejor
mesa del Marterolo, justo la que da al ventanal, tiene unas vistas únicas. ¿A
qué hora nos vemos entonces?
- ¿Tu lo sabías? -dijo Belina, con expresión entre sorprendida y
decepcionada
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-Tierra trágame, pensé en ese momento,
-Claro, si vamos Tania y yo, ya lo veréis que bien lo vamos a pasar,
después os llevaremos a un sitio de baile guapo.
-Bueno, vale, una comida de amigos, bueno chicos, me voy que tengo
mucho trabajo, nos veremos después. -se despidió Belina, sin esperar mi
explicación, claro que tampoco podía explicar mucho, el desatino ya estaba
hecho.
Llegó el día y los cuatro nos vimos en la puerta del restaurante, yo
corrí, con la idea de llegar antes y si Belina, que también era puntual
llegaba, darle alguna explicación sobre el asunto, pero llegó junto con
Roberto y Tania, riéndose de las gracias de este, quien iba a ser el bufón de
la noche.
Era difícil para mi entender cómo era posible que Roberto tuviese a
Tania, siendo esta una chica tan fina y de gustos más bien pijos. No sé
cuanto iban a durar estos dos, sobre todo por las rarezas y excentricidades de
mi amigo, es posible que se asustara al entrar en su casa al descubrir la
gigantesca armadura que presidía su habitación, junto con sus paredes llenas
de escudos y su afición por coleccionar esqueletos o cabezas humanas,
conseguidas de forma fraudulenta, que dice pertenecer a antiguos caballeros.
Por lo que sé, la última chica con la que salió, le abandonó asustada por sus
rarezas. En mi caso, con mi pretendida Belina, creo que no tendré los
mismos problemas, ella acepta mis hobbies, es más, le parecen interesantes.
El caso es que al venir estos, la cita se convirtió en una reunión de amigos,
lógicamente no tuvo la intimidad necesaria para poder hablar con ella y
decirle lo que pretendía decirle, eso sí, por lo menos no noté en ella ninguna
incomodidad, ni molestia por compartir cena con la otra pareja. Gracias a
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que Tania, se sintió indispuesta al finalizar y Roberto tuvo que acompañara
al ambulatorio más próximo, Belina y yo nos quedamos solos, y no sé, pero
me dio la impresión, cuando al final la acompañe a su casa que ella esperaba
algo de mí.
Pensé en ser franco con ella y declarar a ella mis intenciones, mientras
la acompañaba a su casa, era por otro lado lo más lógico, pensé. Pero mis
temores pudieron con mi deseo de declararle mi amor, me limité a hablar de
cómo iba toda la investigación de mis asuntos, asuntos de familia y del
trabajo y otras cosas sin importancia. Pero cuando todo parecía que se iba a
quedar en eso, se me presentó una oportunidad única y magnifica para
lanzarme,
-Bueno y, ¿Que piensas hacer con tu vida cuando todo esto se aclare?
-preguntó ella, con una sonrisa persuasiva, y sus ojos clavados en los míos-
Siendo como ella es, clásica para estas cosas esperaba de mi que tomara la
iniciativa, y tratando de ayudarme, me dijo aquello, tal vez esperando que
yo dijera algo que hiciera que nuestros corazones se fundieran y como en las
películas, termináramos con un beso apasionado. Desde luego, no podía
negar que fácil me lo estaba poniendo.
Pero eso solo ocurre en las películas, la realidad, por lo menos la mía,
es que mi pudor, mi inexperiencia con las chicas, reconozco que jamás he
salido formalmente con ninguna, y mi timidez, se juntaron para estropear el
momento con un simple:
-No lo sé.
-¿Solo eso? -preguntó sorprendida de mi simple y pueril respuesta-
¡Puede ocurrir algo que puede cambiar tu vida por completo y no sabes que
vas a hacer!
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-Es que no me lo he planteado, -fue mi respuesta que lejos de mejorar
mis perspectivas, vino a estropear aún más la visión que tenía ella de mí-
-Ah, que no te lo has planteado, ya. -dijo mientras agachaba la mirada
y asentía, como en tono de decepción-
Entonces se hizo un silencio que hasta los pájaros parece que dejaron de
cantar y los coches dejaron de pitar en las calles. El mundo se detuvo, sentía
que toda la gente a mí alrededor me miraba, esperando mi reacción.
-Si, la verdad es que tengo que pensar en que voy a hacer. -llegué a
decir, para quizás estropear aún más la hermosa velada-.
-¡Pero pedazo de idiota! Llevas años esperando este momento,
planeando tu vida con ella, pensando en cómo hacerla feliz, ¡Estás
desperdiciando la oportunidad de tu vida! - gritaba la voz de mi conciencia-
Ella entonces con un rostro serio, tal vez indicando una mayor decepción se
despidió, con una sonrisa forzada y algo nerviosa.
-Bueno, es tarde, debo irme, me voy, hasta mañana Luí.
Me quedé petrificado, no supe reaccionar. ¡Como era posible que dejara
pasar la oportunidad de mi vida! Había ensayado días atrás la manera de
abordar la situación, como decírselo, pero tal como se presentó la situación
fue totalmente sorprendente para mi, y no supe reaccionar. Ni siquiera le
llegué a dar el regalo, que guardaba en el bolsillo, y que tanto trabajo me
había costado envolver. Aquel día tuve el presentimiento de que difícilmente
podría aprovechar una ocasión mejor, estaba seguro que no olvidaría aquella
noche en toda mi vida.
A la mañana siguiente quise arreglar el estropicio de la velada anterior,
planeaba hablar con ella y explicarle mis verdaderos planes de futuro en los
que deseaba incluirla a ella, pero no pudo ser, ese día se ausentó al trabajo.
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Al parecer la cena del día anterior no le debió sentar bien, tal como le pasó a
Tania y enfermó.
Decidí llamarla por teléfono, y quizás esto, pensé, abrirá una nueva
oportunidad para decirle lo que siento por ella, pero contestó su madre, al
parecer ella estaba en cama indispuesta. No pudo ser, pero tal vez el que ella
vea interés por mi parte no apague lo que pueda haber en su corazón.
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LA TRAICIÓN
Lo que a continuación sucedió, significo otro giro en los
acontecimientos que de nuevo me tomó por sorpresa. Al llegar a casa
encontré una carta de la BVP, la agencia que se encargaba de la pruebas de
ADN. Por un momento pensé que por fin dejaría zanjado el asunto que tan
intranquilo me había hecho estar en estos últimos meses. Pero el resultado
de las pruebas fue todo menos esclarecedor.
“Sr. Luigi DiPasccola, por lo datos obtenidos en el estudio del ADN
comparando las diferentes muestras que envío de sus familiares, con las
suyas, todo nos indica que usted genéticamente no tiene nada en común con
la familia a la que dice pertenecer. Es posible que en su día haya sido
adoptado. Esto debería estar documentado en los diferentes archivos
legales o datos consignados en los estamentos gubernamentales de su
ciudad o provincia. Si no es el caso y si desea más información, puede
ponerse en contacto con nosotros y le ayudaremos a buscar sus orígenes.
Envíe respuesta urgente si desea seguir con la investigación.”
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Esta noticia me dejo sin aliento y sin respuesta lógica alguna. ¿Cómo
podía ser posible tener todos los papeles y certificados legales atestiguando
mi nacimiento, origen y confirmando mi pertenecía clara a la familia?
Familia, que por otro lado conocía siempre. Jamás, salvo la extraña
experiencia en el Languedoc francés, he tenido otros recuerdos que no sean
en mi tierra, en Alberese, en la provincia de Grosseto, en mi querida
Toscana. No tengo recuerdos de otras personas que no sean las que siempre
me han rodeado de atención y amor familiar. Algo debía fallar o esto es una
siniestra broma.
Como no podía esperar mucho tiempo escribiendo y esperando
respuesta, el resultado de la prueba de ADN tardó casi dos meses. Y llevo ya
casi siete desde que estoy envuelto en este asunto, decidí presentarme en la
oficina directamente. El plan sería esperar al próximo fin de semana,
estábamos en Martes, lo que significaba menos de una semana de espera,
además podría viajar el domingo, dormir allí y amanecer el Lunes para
buscar la oficina desde temprano. De paso volví infructuosamente a intentar
contactar con Iacco, para explicarle mi descubrimiento, por si el me podría
ayudar a ver mas luz en este asunto. Su teléfono ya ni siquiera daba cabida
para más mensajes. Parece como si la tierra se lo hubiese tragado.
Al siguiente día, ya repuesta Belina de su malestar, pude explicarle la
novedad sobre el asunto. Pese a que la notaba mas seria y con pocas
palabras, se mostró dispuesta a colaborar con las notas informativas, que
acostumbrábamos ha hacer, esta vez se supone que iba a actualizar mi
documento de conducir. Roberto, estaba dispuesto incluso a llevarme en su
coche a Roma, para que pudiera ir mas relajado, además presume que el se
mueve en Roma como pez en el agua. En principio me pareció buena idea,
74
pero eso podría levantar sospechas en la empresa si faltasen dos trabajadores
del mismo turno y de la misma sección, así que le desanimé de
acompañarme, no quería que el tuviese problemas en el trabajo por mi
culpa.
Bien, los días pasaron lentos y por mi parte, con sentimientos
encontrados. No veía oportuno hablar con Belina sobre lo nuestro, pero
tampoco quería dejar la situación así, desde la última conversación aquella
noche después de la cena, la notaba más seria y su rostro denotaba un halo
de tristeza, quizás decepción, incluso cierto resentimiento. Me convencí a
mi mismo que debía esperar a un momento mas oportuno, quizás una vez
que toda la investigación se pusiera en marcha, así cuando volviera de Roma
iba a ser mi momento. Aunque por otro lado pensaba que seguir
posponiendo ese momento iba en mi contra.
Algo extraño que estaba notando últimamente o por lo menos a mí me
parecía, era que me sentía vigilado, en por lo menos dos ocasiones veía a
alguien que seguía mis pasos y cuando yo me detenía, este lo hacía. No se,
quizás sean imaginaciones mías, pero para evitar situaciones que hicieran
peligrar mi integridad física, empecé a cambiar de rutas para ir al trabajo.
Por fin llegó el Domingo, ese día decidí organizar toda la
documentación que tenía disponible para llevarla a la oficina de la BVP día
siguiente, estaba casi todo, pero me percaté que faltaba la carta que había
recibido días atrás informando del resultado de las pruebas del ADN.
Busqué por todas partes, en todas mis chaquetas y bolsillos, cajones y hasta
debajo de la cama, sin resultados, está claro que alguien la había sustraído.
Mis tíos en apariencia actuaban conmigo con toda la normalidad, no parecía
que ellos hubiesen descubierto aquel documento, de lo contrario estoy
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seguro eso hubiera suscitado una gran disputa sobre todo por mi tío, por el
hecho de usar material genético sin su consentimiento. Decidí preguntar a
mi tía por si alguien había entrado en mi habitación en los últimos días, o si
ella lo había limpiado. Su respuesta negativa, no me sorprendió, era lo que
lamentablemente esperaba, todas mis sospechas recaían sobre ella.
Pero eso no iba ser impedimento para que yo fuera a Roma y poder
aclarar todo este asunto, estaba dispuesto a llegar hasta el final, con
independencia de los tropiezos que me pusiesen. Al no tener acceso a la
carta, decidí actuar lo más astutamente posible, no pude tomar nota del
teléfono indicado allí y tampoco lo había memorizado, no se me da muy
bien recordar números de teléfono. Pero si recordé la dirección, Vía
Bufalotta. Solo era cuestión de buscar, esperando tener la suerte de
encontrarme con una calle corta.
Una vez en Roma, no fue difícil dar con la Vía Bufalotta, pero me
llevó casi dos horas encontrar entre los muchos edificios de la larga calle el
lugar donde se encontraba la oficina de la BVP, que no debía ser muy
llamativa. Cuando por fin di con el lugar, una pequeña oficina en un
céntrico edificio cerca de una clínica medica. Me recibió un funcionario
muy amable, llamado Martino Caperalli. Al parecer Caperalli era el director
de la agencia y uno de sus fundadores. El otro al parecer era un tal
Mescanelli, que no se encontraba allí.
El propósito de la asociación BVP, siglas que todavía desconocía,
según me explicó Caperalli, era en un principio ayudar a padres a buscar a
hijos desaparecidos. El mismo Caperalli según me contó, había perdido a su
hija pequeña 15 años atrás. -Si vive cumplirá los 17 el próximo mes. -me
llegó a decir, esperanzado aún de poder encontrarla-.
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También en otro despacho contiguo, estaba Antonella, quien desde hacía
diez buscaba a su hijo, perdido en un parque cuando vivían en un pueblo
pequeño en Milán. Mescanelli, encontró a su hijo muerto después de una
intensa búsqueda de tres años, al parecer había muerto tratando de escapar
de sus captores, el niño contaba con tan solo cinco años. Por ello ahora
dedicaban su vida a ayudar a otros en la búsqueda de esos seres queridos
que un día misteriosamente los hicieron desaparecer seres desaprensivos.
Dada la dificultad para poder iniciar las búsquedas con los escasos
datos aportados por los padres, decidieron actuar a la inversa, utilizaban la
pagina web “El Árbol de su vida” y la propia de “Vidas perdidas”, para que
personas que tuviesen dudas sobre sus orígenes, se acercaran y a partir de
allí, con ayuda de la inmensa base de datos que disponían podían averiguar
fácilmente si se corresponde con alguien buscado por sus progenitores.
Yo no me sentía muy identificado con las situaciones descritas por
estos, ni por sus traumáticas experiencias, además en este caso no se trataba
de un padre buscando a su hijo perdido si no en todo caso de lo contrario.
Pero simplemente pensaba que en mi caso se trataba de alguna adopción de
la que no había sido informado, tal vez porque mis orígenes no fueran algo
de lo que me pudiera orgullecer.
Sin embargo al parecer no se había avanzado mucho en mi caso, de
hecho el asunto se había archivado. Alguien se me había adelantado y había
detenido el asunto. Pero ¿Cómo podía alguien detener la investigación de
algo que para mí se había convertido en asunto crucial? Era la pregunta que
yo me hacía.
Caperalli me explicó que mi solicitud estaba paralizada
temporalmente, por propio deseo de mi parte. ¡No podía entender nada de lo
77
que estaba pasando! Al parecer, alguien había llamado en mi nombre para
anular todo el proceso, explicando que no estaba interesado. Dado que fue
telefónicamente, según me informó Martino, ellos habían pedido a la
persona con la que hablaron, (que supuestamente era yo), que enviara un
escrito firmado indicando que no deseaba que se siguiera la investigación.
Insistí en ver ese documento, pues me negaba a creer lo que estaba
sucediendo, no podía ser, yo jamás había ningún papel o escrito al respecto.
No hacía mas que pensar quien podría haberse hecho pasar por mí, debía ser
la misma persona que extrajo el informe del ADN.
Gracias a mi persistencia, y por las muchas explicaciones y razones
que le di, el funcionario accedió y me sacó el papel, un documento
perfectamente redactado, en el que entre otras cosas, expresaba que no
deseaba que se siguiera con la investigación, dado que ya había resuelto el
asunto y había sido informado de todo ello, por medio de la oficina de
registros de mi localidad. Además de pedir que bajo ningún concepto
hicieran accesible esta información a terceros. El escrito terminaba con un
atentamente, mi nombre.... ¡Y con mi firma autentica! Si, era la verdadera,
pues si hay algo difícil de imitar es mi elaborado garabato. ¿Como era eso
posible? No creo tener doble personalidad, estaba seguro que yo no había
llamado y aún menos escrito para detener la investigación cuando era todo
lo que deseaba hacer. ¡Había pospuesto una relación con la mujer que amaba
solo por esto!
Al pensar en Belina recordé lo de los documentos en blanco firmados
por mí que ella guardaba. Pero no podía ser ella la autora de esta astuta treta
para detener mi búsqueda. Me costó convencer al funcionario de la BVP, de
que se trataba de documentación falsificada. Todo, después de explicarle lo
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del robo de las pruebas de ADN, de la misteriosa desaparición de Iacco, la
sensación de sentirme vigilado y lo de los documentos en blanco.
Ahora debía redactar otro documento firmado de mi puño y letra para
reactivar la investigación.
Caperalli me dio instrucciones y después de hacer unas cuantas
llamadas, me indicó que ellos se pondrían en contacto conmigo y me
advirtió de no informar nada a nadie, ni familiares cercanos, ni amigos,
novia, ni compañeros de trabajo. Lo de novia estaba claro que sería difícil, si
ni siquiera era capaz de tenerla.
Con todas estas condiciones me sería imposible poder llevar una vida
normal, era una carga difícil de llevar para mí, pero me propuse mantener
silencio. No obstante, al regresar a mi ciudad con mis amigos y sobre todo
con Belina, a la que ahora me tocaba pedirle explicaciones para esclarecer
algunas cosas, me di cuenta de lo difícil que iba a ser todo esto para mi,
alguien poco acostumbrado a desconfiar de la gente, que ahora tendría que
convertirme en alguien totalmente suspicaz y receloso de los más cercanos a
mí.
Al llegar a casa, tuve el primer asalto, el interrogatorio de mis tíos. Yo
les expliqué que había ido con unos amigos a ver un museo nuevo, aquello
fue una pobre excusa, pues al parecer Giovanni y Renato habían llamado
insistentemente preguntando por mi, para reanudar la cita anulada por la
cena con Belina, y no sabían nada de mi últimamente, ni por supuesto de mi
viaje a Roma. Por ello, mis tíos sospechaban que en realidad había ido a
visitar a Iacco, y preferí que aceptaran eso como la realidad, antes de
mencionarles el verdadero motivo y lugar de mi viaje.
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Después en el trabajo también se complicaban las cosas, Roberto me
dijo que alguien de la dirección de la empresa, no hacía más que preguntar
sobre mí, sobre mis ausencias, viajes y movimientos. Y más preocupante
aún, también según Roberto, era posible que alguien de aquí estuviese
informando de todo, pues le preguntaron por cosas que solo él y Belina,
supuestamente sabían. El, al ser quien me informaba de estos pormenores,
se excluía lógicamente, toda sospecha de filtración venia de otra parte. De
hecho me dijo algo que aumentaría las sospechas sobre quien debía ser el
traidor o traidora en este caso, al parecer esos interrogatorios los hacía
siempre que salía de la secretaría. ¡Donde trabajaba Belina!
-Te están vigilando Luí, precisamente el Lunes, sabían que habías ido
a Roma.
-me dijo en tono preocupado Roberto-.
-¿Quien te informó sobre eso? --le pregunté-, no entendiendo porqué,
ni quienes podían estar tan interesados en mi vida privada, no siendo yo
ningún famoso, ni asiduo a la prensa rosa.
-Eran algunos de los directivos, el señor Paccini, Otto Mambrissi y
otro hombre al que no conozco. Pero lo peor es que no viene de ellos esa
información, Lui.
-Pero lo del viaje lo sabían también algunos familiares míos, sospecho
que alguien de mi familia está detrás de todo esto.
-Ya saben lo de tus pruebas de ADN y de muchas cosas que muy pocos
conocemos, ni siquiera tu familia.
-No estarás insinuando que ....
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-Luigi, abre los ojos, solo ella, (aludiendo a Belina), en esa oficina
sabe lo de tu viaje a Roma, lo de tus pruebas y el resultado de esta. ¿Quien
si no va a ser?
-Tú que les respondiste.
-¡Que les voy a decir! Que conmigo solo hablas de libros, de historia
y de coleccionismo.
-Gracias amigo, no sabes lo difícil que es para mí todo esto y encima
el que me estén poniendo trabas desde la familia.
-No te preocupes Lui, yo estoy contigo para cualquier cosa, cuenta
conmigo. Pero es mejor que no nos vean hablando mucho, para que no me
sigan intentando sacar información.
Todo esto por un lado, me hacía confiar en que se pueden tener amigos
aún en estas circunstancias y me sentí más cómodo al poder explicarle la
situación actual y el hecho de confirmar que efectivamente alguien de aquí
me estaba traicionando, por el asunto de la carta enviada al BVP con mi
supuesta solicitud de renuncia a la investigación.
Pero estaba dispuesto a llegar hasta el fondo, de repente perdí el
miedo, debía aclarar quién y con qué interés me vigilaban, quien se había
encargado de detener la investigación del BVP. Belina parece que intentaba
esquivarme y o salía antes o después que yo, el caso es que durante varios
días no pude acompañarla a casa como de costumbre.
En una de esas ocasiones, cuando salí de mi jornada, iba mirando de
reojo de un lado a otro, simulando que leía, fue entonces cuando pude ver al
que me vigilaba, aproveché doblar una esquina para esperarle y cogerle
cuando este doblase, pero me di cuenta que era muy listo, había cruzado la
calle para observarme desde el otro lado. Decidí entonces ir hacia él, así que
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aligeré mis pasos esta vez en su dirección, le hice ver que había notado su
presencia y que iba a pedirle explicaciones. Dándose cuenta de ello, huyó
calle abajo y en cuestión de segundos le había perdido el rastro. Pero si pude
notar algunos aspectos físicos, era un hombre no muy alto, pelo negro y con
algo de entradas, las gafas oscuras me impidieron verle los ojos, pero si su
corta pero ancha nariz, en eso era yo experto. Aunque no pude alcanzarle, se
que le había dado una lección, ya sabía quién me seguía y solo era cuestión
de tiempo para que le cogiera.
Por otro lado no hacía más que pensar en el escrito con mi firma, al
principio pensaba que probablemente al igual que robaron de mi propia casa
y de mi habitación el informe del ADN, no iba a ser mas difícil si se trataba
de alguien de la dirección acceder a los documentos que guardara Belina.
Pero para ello, debía conocer su existencia. Esos papeles firmados por mi
solo los conocía ella, y recuerdo que me dijo que los escondía bien, pues si
la descubrían la echarían en el acto, sin embargo no la habían echado del
trabajo, salvo que la tuvieran amenazada y quizás por eso colaboraba con
ellos, me era difícil pensar que podría traicionarme por su propia iniciativa,
ni por dinero. Pero la conversación con Roberto y lo que sucedió pocos días
después me hicieron cambiar de opinión. Fue algo que me haría sospechar
por primera vez y muy a mí pesar de la persona que mas apreciaba y quería.
Un par de días después de volver de Roma, al llegar al trabajo, Belina me
abordó con sigilo, como quien no quiere que nadie se diera cuenta y me
pidió que firmara otro de los papeles en blanco. Le indiqué que ya había
firmado varios a lo que ella me respondió que necesitaba uno más.
-Pero yo ya no tendré que necesitar más de eso, le dije.
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-Si, pero el jefe está furioso, sabe que te ausentaste el Lunes y le
aseguré que me habías entregado el justificante firmado y ahora debo hacer
el documento, para entregarlo urgentemente.
-¿No me dijiste antes de irme que tenías varios de esos papeles con mi
firma y a buen recaudo?
-Si, lo recuerdo y estaba segura de ello, pero es extraño, no los
encuentro, quizás el otro día que hice limpieza en la oficina, no sé, es
posible que los haya tirado accidentalmente. En cualquier caso, necesito que
me firmes otro si no quieres que los dos tengamos problemas.
-Rellena tu eso y luego lo firmo. Alcancé a decirle, justamente cuando
interrumpió el jefe con su llegada.
En el momento de entrar el jefe, el rostro de Belina se tornó pálido, su
semblante asustadizo y sus movimientos erráticos. A él sin embargo se le
notaba cordial, me saludó como si nada y me pregunto sobre la producción
del nuevo dispositivo de control de acceso que pretendían introducir en
América.
Respondí, disimulando mi sorpresa por tanta amabilidad y afabilidad
de su parte, que muy bien, que ya casi estaba preparada toda la remesa para
su exportación. Luego hizo unas preguntas a Belina sobre asuntos de
empresa y se marcho, no sin saludarme de nuevo y desearme buena jornada.
No parecía desde luego una persona de malhumor, todo lo contrario, otras
veces lo he notado más seco. Fue entonces cuando pensé que lo mejor sería
irme inmediatamente sin mediar más palabras con ella. Mis sentimientos
confusos y contradictorios no me dejaban ordenar los pensamientos y antes
de decir cosas de las que arrepentirme, prefería callar.
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-Te espero después en la salida. Tengo que contarte algo. Eso dijo ella
mientras yo me alejaba sin siquiera despedirme.
Su tono me sonó en ese momento sospechoso, no le notaba la
serenidad típica de su voz y por otro lado su extraña actitud ante el jefe, me
pareció pobre la argumentación sobre la perdida de los papeles firmados.
Todo eso me hizo reaccionar negativamente contra ella, todos los buenos
pensamientos que tenía a su favor de pronto se esfumaron. Como si se me
abrieran los ojos y entonces viera a otra mujer, no a la amiga confiable, a la
mujer con la que quisiera compartir mis ideas, pensamientos, frustraciones y
alegrías. Ahora empezaba a verla, como quien no sé porqué oscuros
intereses, era capaz de fríamente colaborar con los que ponían tropiezos en
la búsqueda de mi verdadera identidad. Todo el futuro que había planeado y
del cual quería pronto hacerla participe, todas mis metas y mis expectativas
basadas en compartir con ella mi vida, ahora todo eso se empezaba a
desmoronar, sin tan siquiera haber empezado.
Por otro lado, tampoco entendía quien de mi empresa tenía interés en
meterse en mi vida y dificultar el camino que llevo, hasta el grado de utilizar
a la persona de más confianza y aprecio que tenía para colocar obstáculos en
la búsqueda de mi verdad.
Pensé entonces en el tío Julietto, el era accionista y copropietario de
mi empresa, era el único que podía estar interesado en este asunto. Aunque
apenas hacía acto de presencia por aquí, a veces en las reuniones de los
socios enviaba a su esposa. Tampoco entendía el porqué no me preguntaban
o interrogaban a mi directamente. Constantemente empecé a recordar las
palabras de tía Bettona, “no te opongas al que te da de comer”. ¿En qué
sentido me estaba oponiendo a él? Quizás el sepa más de lo que yo podría
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imaginar de mi pasado. En este caso, yo ahora estaba dispuesto a todo, no
me importaba si tenía que perder mi empleo, o abandonarlo todo, de todas
formas, a Belina ya la daba casi por perdida. Nada me importaba en esos
momentos.
Ese día, una vez terminada la jornada, salí todo lo rápido que mis pies
me permitían andar, pero algo me hizo detener, a lo lejos puede observar que
ella me esperaba, notaba que veía constantemente hacia dentro y constaba su
reloj de forma insistente. Sin que ella se diera cuenta, pude observarla desde
lejos como a modo de nostálgica vista de algo deseado y no conseguido.
Ella seguía despertando dentro de mí, sensaciones extrañas y no podía dejar
de contemplar su especial belleza, su hermosa cabellera, las curvaturas de su
cuerpo que su ajustada vestimenta dejaban notar y su estilizado perfil. Si,
todavía había en ella algo que me cautivaba y atraía, sabía que iba a ser
difícil olvidarla.
Realmente en mi interior se gestaba una lucha, mis sentimientos hacia
ella por un lado, pues no quería perderla de mi vida definitivamente, y por
otro lado la razón, esta me repetía que en estos momentos esa relación no
era lo más conveniente. Pero en mis pensamientos no hacía más que
revolotear la pregunta, ¿Por qué? Si, ¿Porqué esa dulce boca habría de
vender mis secretos a mis enemigos? ¿Por qué tenía que ser la persona que
llenaba mi corazón con solo mirarla a la que ahora tendría que evitar para
que no me traicionara?
No encontraba razones ni argumentos para que esto fuese posible. Por
un lado, pensé que debía volver y escuchar su versión de los hechos, tal vez
había algo que yo desconocía en todo este asunto. Ella misma había
mencionado que había algo importante que tenía que decirme. Estaba
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dispuesto a darme la vuelta y volverme, si, en ese momento se que tanto
Belina como yo necesitábamos hablar y aclarar estas dudas. Pero no había
dado apenas dos o tres pasos en dirección a ella, cuando me topé con
Roberto y este empezó a preguntar sobre la conversación con Belina y todo
lo sucedido.
Si tenía una pequeña posibilidad de hablar con ella y aclarar los
asuntos, Roberto la apagó.
-Hay gente en la empresa que son verdaderos confidentes de los
directivos, no hay un paso que demos que no lo sepan ellos, así que anda
con cuidado -me dijo- ella no es de fiar, tengo pruebas que demuestran que
es una de las que pasa información confidencial de los demás, incluyéndote
a ti.
En otras circunstancias hubiera defendido a uñas y dientes la
trasparencia y lealtad de Belina, pero yo mismo guardaba serias dudas, no sé
si bien fundadas o no pero dudas que me angustiaban. Así que haciendo caso
a mi amigo me alejé de ella aún a mi pesar y con la conciencia intranquila y
el corazón dividido.
Después de la conversación con Roberto, empecé a pensar que sería
mejor ir directamente a los que de alguna manera estaban interesados en mis
pasos y saber de primera mano porqué podía interesarle a alguien mis
inquietudes. Probé con el tío Julietto, pero fue inútil, aparte de lo inaccesible
y difícil que era, casi tan difícil como solicitar audiencia con un monarca o
con el mismo papa. El caso es que después de varias visitas a su casa,
siempre era recibida por la amable mamma Gina, quien me atendía, me
invitaba a té y escuchaba todas mis inquietudes como nadie lo hacía.
Cuando le hice mención de mi experiencia en Francia, ella me contó una
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historia bastante creíble de un conocido suyo que después de haber visto una
película en la que salían imágenes de cierto lugar, soñaba con ese sitio
pensaba que él había vivido allí antes, pero después por casualidad encontró
en casa de su abuelo, un libro que al parecer de pequeño ojeaba, donde
venían imágenes de ese mismo lugar, y esa era la razón por la que la mente
le hacía pensar y soñar con aquel lugar como si fuera conocido.
Aquello me sonó bastante lógico, fue una de las explicaciones,
después de las de la revista que me dieron, más satisfactorias que había
escuchado. Pero al notar mi inquietud y dudas sobre mi origen, ella,
conocedora de todos los secretos de la familia, y mediadora en todos los
problemas, que se sabía las fechas de nacimiento, de todos y cada unos de
los sobrinos y nietos que tenía, me aseguró, como ella decía por lo mas
santo, que jamás había escuchado nada de ninguna adopción ni de ningún
hijo ilegitimo dentro de los DiPascola. Es más, me dijo que cuando yo nací,
dieron una gran fiesta y hasta me enseñó fotos de aquel acontecimiento, ya
que era el único hijo de Pietro, su hermano favorito. Tuve la tentación de
mencionarle lo de mis investigaciones y las pruebas de ADN, pero recordé
la promesa hecha al enviado de la BVP de no decir nada a nadie de la
familia y menos a nadie cercano a Julietto.
Aunque la conversación con Gina, en cierto modo me tranquilizó, no
aclaró el asunto del ADN, por ello, no lograba entender que es lo que no
encajaba en toda esta historia, como era posible que familiares de confianza,
mis tíos más cercanos, los documentos acreditados en todos los estamentos
oficiales demostraran lo contrario que las pruebas genéticas.
Una curiosa situación que me hizo pensar en lo que podía haber
pasado, fue el que vi una noticia en la que se mencionaba como una gemela
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había sido separada de su hermana y cambiada por otra accidentalmente en
el hospital, con lo cual todo encajaría, quizás fui cambiado de pequeño y
ahora el verdadero DíPascola, pertenezca a otra familia, todos dicen la
verdad, pero la realidad genética es otra. Pero si esto es así, ¿Porque tanto
secretísimo por parte de la BVP? Y ¿Por qué tiene alguien interés en que no
investigue?
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RUPTURA
Pasaron varios días tratando de esquivar a Belina y evitarla,
sencillamente no sabía cómo reaccionaría yo mismo de confirmarse que
fuera ella la traidora, temía enfrentarme a esa realidad.
Pero la verdad, no era fácil evitar encontrarme con su presencia, pues
mientras una parte de mi quería rehuirla, siempre la otra la buscaba con la
mirada. Además, puesto que para acceder a mi puesto debía pasar cerca del
acceso a las oficinas, había un pasillo y una entrada a la derecha y otra a la
izquierda, la de la derecha era el acceso a nuestra sección dedicada a las
pruebas de control de calidad y de allí pasaba la mercancía a la sección de
manufactura que era la sala contigua a la nuestra. La puerta de la izquierda
conducía a un pasillo donde estaba en primer lugar, la oficina donde
trabajaba Belina, a solo dos metros y enfrente el despacho del jefe de
sección, cuya ventana daba a la sala de manufactura y control de calidad,
donde trabajábamos Roberto y yo, junto a otros 15 operarios. Así que de vez
en cuando a través del ventanal era posible verla entrar a la oficina del jefe
cuando este quería darle alguna orden importante. Desde allí se podía
observar cómo se realizaba el trabajo de nuestra sección y mantener el
control de todo., pero a la vez podíamos ver parte de la oficina del jefe y con
quien hablaba, el corazón me seguía latiendo más deprisa cuando ella se
asomaba al ventanal viendo hacia nosotros.
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Cierto día vi entrar a Belina en el despacho del jefe y parecía hablar
secretamente con alguien. Puesto que ese día había reunión de directivos
estaba claro que no era con el jefe con quien hablaba. Ella no hacía más que
mirar por la ventana mientras hablaba con la misteriosa persona, yo veía de
reojo, para que no sospechara que me había dado cuenta, pero noté como
parecía darle muchas explicaciones. Roberto, dirigiendo la vista hacia ella
me indicó por señas que estaba pasando información.
Al poco tiempo nos enteramos que dos operarios que trabajaban en
nuestra sección fueron despedidos. También era curioso que desde que yo
no hablaba con ella, ahora me sentía más vigilado, ya no me parecía solo
uno el que seguía mis pasos de cerca sino dos personas. Estaba cada vez
más convencido que de alguna manera todas estas cosas guardaban relación.
Así transcurrieron varios días, mi investigación estaba casi detenida,
ya me había cansado de buscar en vano asuntos relacionados con
adopciones en Francia, en Italia, incluso en Suiza, tampoco tenía noticias de
los de la agencia. Por otro lado yo me lo había tomado con calma, no tenía
prisa por adelantar acontecimientos, simplemente trataba de llevar una vida
normal, no salía ni los fines de semana, para aburrir de alguna manera a mis
vigilantes.
Mientras, trataba de no encontrarme frente a frente con Belina, quizás
el tiempo haría olvidarla o perdonarla, en cualquier caso me auto convencí
que debía dejar pasar el tiempo. Todo parecía tranquilo y bajo control, hasta
que en uno de esos días al llegar al trabajo y pasar cerca de la puerta que
conducía a la oficina de Belina, ella estaba allí, me esperaba con una
sonrisa de la que hacía tiempo no disfrutaba de ver, aunque en ese momento
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no me pareció oportuna. Ella me abordó, y con voz dulce y sugestiva, como
pretendiendo seducirme, o por lo menos así lo interpreté.
-Hola Lui ¿Podemos hablar?
-No, tengo mucha prisa, tengo mucho trabajo atrasado. -Respondí con
una excusa poco sostenible-
Por otro lado ella, pocas veces usaba ese diminutivo para hablar conmigo,
recuerdo que siempre me gustaba que lo usara, solo los más íntimos amigos
míos lo hacían y para mí el que lo hiciera significaba mucho. Mi respuesta,
un tanto cortante, hizo que su sonrisa desapareciera tan rápido como una
huella borrada por el mar.
-¿Que pasa contigo Luigi? ¿Te he hecho yo algo para que me evites de
ese modo? -preguntó cogiendo mi brazo, como queriendo ganar mi
confianza-.
-Tú lo sabes muy bien. De hecho, creo que sabes demasiado -contesté
de forma brusca-
Si, quizás mi respuesta fue demasiado seca, pero no porque abrigara odio o
rencor, realmente estaba confuso y quería de alguna manera demostrarle que
si era ella la que se había ido de la lengua, yo ya me había dado cuenta. Y
por otro lado mi corazón palpitaba aceleradamente y suspiraba internamente
al oír otra vez su voz, realmente deseaba que me respondiera claramente y
demostrara que era inocente. Ella solo respondió preguntando de nuevo,
pero con el semblante un tanto decaído y triste y a la vez sorprendida:
-¿Saber bien el que? No te entiendo, parece que estuvieras hablando en
clave. ¿No confías en mi o qué?
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Mientras, yo permanecía callado y ni siquiera me atrevía a mirarla a los
ojos, ella seguía, no sé si fingiendo o no, pero como si no entendiera porqué
de mi actitud.
-Tenía algo importante que decirte y no quieres hablar conmigo, no te
entiendo.
-¿Algo importante que decirme? ¿No sería que buscabas algo
importante que sacarme?
-¿Que dices? Habla claro Luigi. De verdad, no sé de qué me hablas.
-Deja las apariencias, que ya sé porqué tanto interés en que firmara
papeles en blanco, ya se lo de la falsa renuncia enviada a Roma con mi
firma. Ya sé por qué tanta vigilancia y porqué y como todo el mundo sabe a
dónde voy y de donde vengo. Ya sé porque sabían otros que guardaba
documentación importante y donde.
Al decir esto, su rostro pasó de esa tristeza a una expresión de sorpresa e
indignación y dijo:
-¿Intentas culparme de algo? ¡No me lo puedo creer, pensé que entre
nosotros!
-No sigas, no hace falta seguir con el teatro. Lo sé todo de ti. Di
¿Cuanto pagan por la traición?
Dicho esto, la joven, no pudiendo reprimir el llanto, por las acusaciones y
difamaciones que salían de mi boca, concluyó con una declaración
contundente que me dejo sin palabras.
-¡Vete! No sabes lo injusto y cruel que estas siendo y lo equivocado
que estás conmigo. Desde luego, ¡No sabes nada de mí! Pero a partir de
ahora, te aseguro que vas a saber aún menos..... Y no te preocupes, que de
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mi boca no ha salido nada. Ni saldrá nada que tenga que ver contigo. Para
mí, desde ahora ya no existes. Firma este papel y vete por favor...
Me dio el documento rellenado por ella, en el que pude leer una explicación
de mi ausencia. Firmé tembloroso y tenso a la vez, sin poder articular
palabra alguna, cualquier cosa que dijera en ese momento podría empeorar
aún más las cosas. Ella puso el papel sobre la mesa y sin mediar palabra,
salió de la oficina, tratando de contener sus lagrimas se dirigió al cuarto de
baño, en ese momento llegaba Tania, preguntando que le ocurría, la abrazó y
consoló, dirigió la mirada hacia mí como preguntando que le había hecho.
En ese momento no sabía qué hacer, ni decir, simplemente hice el
gesto de ignorar lo sucedido, pero en el fondo solo deseaba desaparecer, que
se abriera el suelo y cayera dentro y este se cerrara sobre mí para siempre.
Ese incidente me hizo sentirme realmente mal, de repente me había
dado cuenta de lo cruel e injusto que había sido, ella mismo lo había dicho.
¡Ni tan siquiera le había dado la oportunidad para defenderse o explicarse!
No sé que me ocurrió, quizás estaba tan envenenado, o sencillamente soy
nefasto para la diplomacia, pero al fin al cabo. ¿Que pruebas tenía contra
ella? Solo mis suposiciones, solo las sospechas, y las acusaciones indirectas
de Roberto contra ella.
Yo se que todas las cosas tienen explicación, pero yo ni siquiera le di
la oportunidad de que se explicara. Ella quería decirme algo importante, y
yo por mi dureza e incomprensión, me quedaré con las ganas de saber que
era aquello tan importante que ella deseaba decir.
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SECRETO DESVELADO
Los días posteriores transcurrieron sin ninguna novedad, aunque me
estaba sumiendo en una sensación de desanimo insoportable. Ya nada de lo
que antes me divertía, mis hobbies, el estar con los amigos. Estaba a punto
incluso de anular el viaje a España, nada se me había perdido allí, ni nada
iba a cubrir el vacío que ahora sentía. Nada de lo que antes me
entusiasmaba, significaba algo para mí. Ni siquiera el deseo de saber sobre
mi pasado me llenaba de alguna razón para seguir luchando. Me sentía inútil
y no porque no fuera hábil en mi trabajo, en realidad estaba logrando
avances importantes, incluso me habían subido la categoría, lo cual me
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sorprendió. Pero toda mi vida se estaba convirtiendo en una monotonía sin
resultados. De vez en cuando me encontraba frente a frente con Belina,
pero ella me evitaba, a veces quería acercarme y pedirle perdón y
escucharla, pero no encontraba el valor suficiente para hacerlo.
Decidí concentrarme solo en mi trabajo y no pensar en mis fracasos
sentimentales. Por otro lado también quise volcarme más en la búsqueda de
mis orígenes, quizás el dar con mis verdaderos padres y mi verdadera
familia, me suministre el sentido y la dirección a mi vida y me devolviera
las ganas de seguir luchando en esta vida que cada vez me parecía vacía y
sin propósito.
El problema es que todo transcurría tan lentamente, no recibía nada de
información de la BVP, parece como si se los hubiese tragado la tierra.
Decidí buscar por mis propios medios, en los ratos libres que ahora tenía
más, pues no salía con amigos y apenas tenía tratos con nadie, salvo con
Roberto que siempre me llamaba para invitarme a ir con ellos. Estudiaba
francés, pues tenía la sensación de que allí podría encontrar esos orígenes.
Descartada la idea de haber sido adoptado legalmente, decidí escribir a una
asociación de búsqueda de hijos entregados por madres desesperadas que
ahora los buscan. Había más casos de los que nadie puede imaginar. Pero en
ningún caso encontré algún perfil o fecha que coincidiera conmigo. Así que
escribí a una asociación francesa que llevaba el registro de búsquedas de
personas perdidas, donde de nuevo me topé con listas inmensas, pero
¿Como podría saber si alguno de estos niños perdidos fui yo, si ni siquiera
podría saber el nombre que tenía en el supuesto caso de haber nacido allí?
Además, desconocía el momento en que desaparecí, podía oscilar entre los
años 80 al 85. Eso significaba cientos de casos para poder buscar, además de
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la gran dificultad para localizar a los familiares que muchas ocasiones me
topaba con que ya no vivían en los lugares originales, ni coincidían sus
teléfonos.
Una semana después, mientras me dirigía a mi casa desde el trabajo,
una persona me abordó, era como de unos 40 años, vestía traje gris con finas
rayas verticales, una corbata con notas musicales que no parecía muy seria y
lucía una grandes gafas oscuras que ocultaban sus ojos. Se presento como
Giano Mescanelli, me instó a que lo acompañara a una cafetería en una
pequeña calle que transcurría paralelo a la que habitualmente yo recorría. Al
llegar me entregó la tarjeta como representante de la BVP, eso al menos me
tranquilizó, no se trataba de un matón enviado por alguien. Después me dijo
que debía reunirme con ellos para explicarme la situación de la
investigación. Me recordó que debía actuar con mucha prudencia, pues
había alguien interesado en obstaculizar la investigación, y no dudaría en
tomar cualquier acción para evitar que se llegara al fondo de la cuestión.
Huelga decir que no paré de preguntar sobre todos los detalles, a lo que me
respondía que no era un lugar seguro donde hablar.
-Cuide de no hablar con nadie, -repitió constantemente. Me dijo la
fecha de la cita, el próximo sábado a las 12 en las oficinas de la BVP y yo
tomé nota de ello en un papel de una vieja libreta que solía llevar en mi
chaqueta, luego pensaba ponerlo en la PDA, ya que la escritura a mano
alzada en la pantalla táctil todavía no la dominaba bien, así que decidí
escribir a mano y luego mas tranquilamente pasarla a mi verdadera agenda.
Al día siguiente y desatendiendo al consejo del misterioso Mescanelli,
referí el asunto al único en el que podía confiar en ese momento, Roberto, lo
hice, porque era la primera vez que realmente sentía miedo, pensé que si
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pasa algo, me secuestran, me matan o lo que sea, (así notaba que se estaban
poniendo las cosas), había alguien que podía dar alguna pista de mi
paradero. Aunque le dije que debía viajar a Roma, procuré no mencionar
nada ni del lugar exacto de la cita ni la hora, el mismo me pidió que no lo
hiciera, por mi seguridad y quizás también por la suya. Sin embargo, ambos
pensamos que para despistar, sería mejor que viajara en tren, salía uno a las
7 y tenía suficiente tiempo para poder llegar a la cita. Era más fácil controlar
si alguien me seguía de esa manera.
La verdad que todo esto cada vez me parecía una película de gánsteres,
no entiendo cómo es posible que se hayan tornado las cosas de esta manera.
Para no levantar sospechas, a mis tíos les dije que iba a visitar a unos
amigos en Grosseto y que volvería tarde el sábado. A otros amigos, les hice
creer que iba a visitar a un familiar a Porto Santo Stefano. Incluso, como
sugerencia de Roberto, dejé caer en la puerta de la oficina cerca del
escritorio de Belina, una nota, en una hoja arrancada de mi libreta. Ella
conocía muy bien esas hojas, pues tenían un símbolo de una rana con un
bolígrafo en la lengua en una esquina de cada página, recuerdo que esta le
hacía mucha gracia y siempre me pedía que le consiguiera una libreta como
esa. Bien, en la nota escribí una dirección y un teléfono, el de Iacco, con una
hora como indicando que iría a Santa Liberata el sábado, todo esto para
despistar a la supuesta informante.
Aunque poco creo que pudiera ella informar, pues desde aquella
discusión, no habíamos cruzado palabra alguna, ni siquiera a la hora de
firmar las nominas, que lo hacíamos en su oficina, yo procuraba hacerlo
cuando ella se ausentaba, pero cuando no podía ser observaba como en el
momento que yo entraba, tenía los papeles colocados en la mesa, esperando
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mi rubrica, mientras ella disimulaba buscando en los archivos cualquier
cosa, todo con tal de no encontrarnos cara a cara.
Reconozco que aquello me hacía sentir muy mal, jamás imaginaría que
aquel estúpido episodio en Francia, alterara de tal manera mi vida y mis
relaciones personales. Solo, una curiosa situación alivio un poco la tristeza
que me invadía y me hacía ver que no estaba todo perdido o eso creía. Hubo
alguna mirada de lejos, en mi caso con ojos nostálgicos, echando de menos
su presencia cerca de mí, su voz y su sonrisa. Aunque a veces no hacen falta
las palabras, algunas miradas dicen mucho. No olvidaré lo que ocurrió en
cierta ocasión en una reunión general de la empresa, pocos días antes del
sábado, nuestras miradas no solo se cruzaron sino que se clavaron.
Era una gran sala circular, con una enorme mesa de por lo menos 10
metros o mas de largo por 2 de ancho, en ella se hacían las reuniones
importantes con los directivos, o importantes clientes, aquel día nos citaron
para explicarnos los proyectos económicos de la empresa, un absoluto
aburrimiento de cifras y balances, que nos lo enseñaban para según
pensaban ellos, motivarnos a hacer más por nuestra empresa. Ella estaba
sentada justamente enfrente de mí, en el otro extremo de la mesa, en un
momento dado de la reunión, me quedé observando, aquel bello semblante,
su ojos, la dulzura de su boca, aquella melena rizada, su perfilada nariz, todo
en ella me parecía algo hermoso para contemplar, sobre todo mientras ella
no se daba cuenta. Recordando los buenos momentos que pasamos juntos,
mientras duró lo nuestro, (o lo que nunca llegó a ser), yo mantenía mis ojos
dirigidos hacia ella y lo hice durante un buen rato, mientras ella iba
ordenando algunos papeles y notas que tenía, podía observar su perfilada
nariz, sus labios, que si bien denotaban seriedad, deseaba que algún día se
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uniesen a los míos, llevaba una blusa ajustada que perfilaba bien su
anatomía superior. De repente levantó la vista al frente y yo pensando que se
volvería hacia otro lado, seguí observando, esperando que el encuentro
visual no durase ni un segundo. Cuál fue mi sorpresa al ver que ella también
mantuvo su mirada dirigida hacia la mía.
Al principio en su mirada y en su rostro se denotaban desprecio, casi
cercano al odio, una mirada rencorosa, casi como si quisiera disparar un
rayo fulminante que me quitara de su presencia, no obstante aún así, no era
capaz de apartar su vista. Yo, cual estatua de piedra también continuaba sin
bajar ni desviar mis ojos de su hermoso y aunque serio rostro, seguía
viéndola con esa especial belleza que me cautivaba, quizás ella notó que mis
ojos, lejos de irradiar rencor, la buscaban como llenos de triste nostalgia por
lo que había perdido.
Poco a poco, noté que su semblante iba cambiando, sin abandonar su
seriedad, pero como si empezara a ceder, ya no me dirigía esa mirada de
desprecio de antes y poco a poco fue pasando a un rostro como de añoranza
y a la vez como si quisiera comunicar sus verdaderos sentimientos. Sus ojos
apenas parpadeaban y se mantuvieron unidos a los míos, yo sentía su
llamada, parecía como si me pidiera con la vista que me acercara a ella y la
tomara en mis brazos y olvidáramos todas nuestras desavenencias.
Bueno, tal vez esto último no sea nada más que fruto de mi
imaginación, pero mantuvimos la mirada uno enfrente del otro durante un
buen tiempo, solo interrumpida por alguien que solicito su atención para
pedirle algún documento. En ese momento yo disimulé como si cambiara
la vista a otro lado, pero de reojo noté como ella volvía sus ojos hacia mí,
como esperando que reanudáramos esa conexión visual para comunicarnos
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de la única manera que ahora podíamos. Lo hice, pero entonces ella bajó su
vista, como si de pronto su mente recordara que lo nuestro ya no era posible,
y era inútil llegar a una solución solo basada en las miradas. Aquello no
obstante me llenó de esperanza, quizás todo no estuviese perdido, es posible
que pudiéramos recuperar al menos la amistad tan agradable que antaño
tuvimos. Pero yo ya no me conformaría con eso, ahora estaba seguro de mis
sentimientos hacia ella y resolver nuestros asuntos significaba algo más que
mantener la amistad.
Pasaron los días y llegó el esperado sábado, cuando ya me disponía a
tomar el tren, apenas había podido dormir esa noche y realmente me sentía
nervioso y tenso. Me di cuenta que había perdido la nota que tome en la
libreta con la cita y sobre todo el teléfono que me dio el tal Mescanelli. No
lo podía entender, creí haberla anotado en mi libreta y esta no la había
soltado desde entonces, por despiste no la pasé a la PDA y ahora estaba
perdido, y no porque no recordara la hora y el lugar, ya había estado antes
en la oficina de la BVP, pero si algo fallaba no podía llamar a Mescanelli.
Busqué por todos los bolsillos, pero tampoco recordaba haberla arrancado
de la libreta. Esta situación me inquietó aún más, si la nota caía en manos de
los desconocidos enemigos, descubrirían mi trama y no sé que podría pasar.
Mientras registraba mi maletín, en busca de la nota perdida, entonces
apareció alguien misteriosamente por allí y me entregó un sobre, un
desconocido, quien sin embargo me reconoció, desapareciendo rápidamente
entre las multitudes. Al abrir el sobre, había una hoja con el membrete y
cabecera de la BVP donde se daban instrucciones indicando que por motivos
de seguridad, la cita se cambiaba a las 10:30 horas del sábado y en otro
lugar. En la vía Livenza, esquina con Vía Po, en una cafetería llamada
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Provenza café. Ya no podía cambiar el billete de tren, así es que ya no iba a
tener la oportunidad de poder pasar una mañana de paseo por Roma, como
tenía planeado. Pero ¿Por qué cambian mi cita sin contar si puedo o no
puedo? ¿Por qué no me avisaron por teléfono? Más extraño aún, ¿Cómo
sabían que iba a tomar el tren de las siete? Era un mar de preguntas sin
respuestas, empecé a pensar si Roberto no estaría también en mi contra, ya
que él era el único que sabía la hora de mi partida. El problema es que al
haber perdido la nota con el teléfono, no podía llamarles para indicarles mi
desacuerdo con ese cambio. Tampoco podía regresar a casa para buscarla,
por si me la hubiese dejado allí.
En fin, como tenía suficiente tiempo para llegar al lugar de la cita,
pensaba dedicarlo a buscar alojamiento económico y cercano al punto de
encuentro. Así que no hice nada por cambiar el billete del viaje, subí en el
tren correspondiente, no sin antes lanzar miradas de un lado a otro en busca
de los posibles espías. Nada sospechoso había visto, salvo el hombre de la
BVP que me dio la nota con el cambio de hora y lugar de la cita y este se
había mezclado entre la muchedumbre desapareciendo sin dejar rastro.
Estando ya en el tren en marcha, como a la media hora, recibí un mensaje en
el teléfono de un número desconocido y oculto. -Si te cambian los planes,
no vayas a la cita, es una trampa.
No podía entender nada de lo que estaba pasando, por un lado alguien
aparentemente de la BVP me da una nota cambiando la cita, lo cual podían
haber hecho por teléfono y ahora otro desconocido me envía un mensaje,
advirtiendo de una trampa. ¿Cual era la trampa? ¿La cita que personalmente
concreté con Mescanelli a las 12:00? O ¿La de la vía Livenza, que me dio el
desconocido en la estación? Estuve por llamar a mi amigo Roberto, pero
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una llamada a él quizás lo hubiese puesto en peligro. Además de haber
sabido algo, el hubiera sido el primero en llamarme advirtiendo de cualquier
novedad.
Después de darle vueltas al asunto, decidí ir a la oficina del BVP a las
12 como había acordado originalmente, total entre las dos opciones sin duda
era la más segura, puesto que la había tratado directamente con Mescanelli,
difícilmente podría tratarse de una trampa pensé. Aunque reconozco que
tuve la tentación de pasarme por la vía Livenza y desde algún punto
estratégico observar quien llegaba, pero por otro lado el mensaje me dejó
desconcertado y con cierto temor. ¿Que hay si alguien me sigue? ¿Y si todo
es un engaño? En un momento dado incluso estuve a punto de dejarlo todo,
olvidarme del asunto y quizás librarme de tanta presión. Pero sabía que la
incógnita me perseguiría el resto de mis días y era mejor aclararlo todo de
una sola vez.
Cuando por fin llegué al lugar, unos quince minutos antes de la hora
acordada, el local permanecía cerrado. Toqué a la puerta, pero nadie abrió.
Notaba no obstante que alguien desde el otro lado de la calle no me quitaba
ojo. Empezaba a sospechar de todo el mundo que pasaba por allí, de repente
alguien toco mi espalda con el dedo. Mi reacción fue dar un salto y poco
faltó para darle un manotazo a una pobre anciana que preguntaba por la Vía
Goletta. De forma brusca y bajo una gran tensión y quizás con un tono un
tanto grosero, le dije que no sabía nada, que me dejara, que yo no era de
aquí, ante la mirada de estupor de la pobre mujer.
Realmente, toda esta situación me estaba desquiciando. Observé que el
vigilante del otro lado de la calle seguía allí. De repente veo que se
encuentra con otra persona, alguien con una gabardina muy sospechosa,
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aunque no puedo explicar que puede tener de sospechoso una gabardina,
pero en aquellos momentos de tensión, cualquier cosa me inspiraba
desconfianza. Veo que hablan dirigiendo la mirada hacia mi posición, en
esos momentos pensé que sería aconsejable alejarme de ese lugar, pero
decidí por lo menos cumplir con la hora acordada y si no llegaba nadie de
confianza irme.
Pocos minutos después llega otra persona, tampoco me daba buena
espina, pelo largo y barba abundante, un tanto desaliñada, se volvió y dirigió
su mirada hacia mí con ojos fijos haciendo unos comentarios, sin quitar la
vista hacia el lugar donde yo estaba. Ahora los tres parece que al unísono se
dan la vuelta y parecían dirigirse hacia mí. En ese momento, decidí salir
huyendo del lugar, parece que efectivamente era una trampa, quizás alguien
tiene interés en hacerme desaparecer y han mandado tres matones para
quitarme de en medio concluí.
Al darme la vuelta para salir en dirección hacia otra calle, choqué con
una persona que estaba detrás de mí, era Mescanelli, el hombre que me
había citado aquí, por fin podía respirar aliviado, una cara conocida que me
inspiraba algo de confianza. Tras saludarnos, los tres hombres de la otra
acera nos habían alcanzado. Mescanelli, sin ningún temor los saluda y pasa
a presentarme a los tres desconocidos. Uno de ellos, al verlo de cerca, caí en
la cuenta que era nada menos que Martín Caperalli, con el primer
funcionario de la BVP con el que traté, reconozco que no tengo muy buena
memoria visual y por supuesto me alegro de haberme equivocado con él,
claro quizás solo me había llamado la atención su gabardina, de la que pensé
que saldría la ametralladora con la que me acribillarían. El otro, al primero
que vi resultó ser el detective Pastella, del cuerpo de investigaciones
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especializadas de la policía, encargado de investigar casos de secuestros y
desapariciones internacionales. Al tercero me lo presentó Mescanelli, como
un tal Marcel Valdú, era el de las melenas y la barba, tenía un arraigado
acento francés, y solo balbuceaba algo el italiano, Mescanelli, hacía las
veces de traductor, aunque en realidad yo podría entenderle, pese a mi
reducido francés.
Al entrar al edificio, mientras los demás pasaban a un despacho
amplio, abordé a Mescanelli aparte y le conté todos los detalles de lo
ocurrido, el papel que me dieron en la estación con el cambio de cita, el
mensaje del móvil con la advertencia, etc. Este me tranquilizó indicando que
no me preocupara, que todo está en manos de la policía y que ya podemos
decir que el caso se puede dar casi por terminado.
-¿Que quiere decir con terminado? Pregunté. A lo que me respondió
-Tranquilo, pase y tome asiento por favor, y escuche lo que le vamos a
explicar, le interesa mucho.
A partir de ese momento, me pasó a explicar, junto al detective, todos los
hechos relacionados con mi caso. Según iba escuchando, no salía de mi
asombro ante la magnitud que el asunto había adquirido.
Al parecer, según el resultado de la investigación, yo fui el eslabón que
llevó a la detención de una red dedicada al secuestro y venta de niños a nivel
internacional. Esta llevaba operando impunemente desde hacía 25 años. Una
macro organización, que tenía contactos en agencias de adopción, en
oficinas gubernamentales relacionadas con documentación y certificados de
nacimiento, que en muchos casos se dedicaban a suministrar documentos
falsificados. Disponían de empresas tapadera tanto en Francia, Italia, España
y el norte de África, y actuaban incluso en América. Además tenían
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contactos y ramificaciones en redes de pederastas, algunos de los niños y
niñas secuestradas, eran utilizados como bardajes. Tenían incluso una rama
de secuestradores de niños con fines de extracción de órganos, aunque eso
solo lo hacían en Centroamérica y norte de África.
Yo solo fui una víctima más, de las miles que había. En su mayoría, se
dedicaban al robo de bebes y niños con edades no superiores a un año, con
el fin de dificultar su posterior identificación y evitar que los niños
recordasen a su familia. Los niños secuestrados eran entregados en adopción
utilizando métodos fraudulentos a familias pudientes que pagaban sumas
astronómicas para poder tener el hijo que no podían conseguir de forma
natural.
En mi caso, fui de las pocas excepciones que se hicieron con respecto
a la edad, pues fui secuestrado, cuando contaba con unos tres años. Según
parece, el método fue de lo más sutil, unas personas, sin usar ninguna clase
de acción violenta, sino por medio de atracción y confianza, de allí que no
tenga recuerdos negativos que me hayan marcado y que normalmente se
quedan grabados en la mente de un niño para toda su vida, me llevaron
consigo y posteriormente me entregaron previo pago, a la familia que hasta
ahora yo había considerado mi familia natural.
Si queda un residuo en mi memoria más profunda, esa fue la causa de
mi "déjà vu" en Francia, pues yo vivía con mi familia real en la pequeña
aldea de Les Martys, al parecer aquel portal de aquella plaza que yo
recordaba como si hubiera vivido allí, efectivamente esa fue mi casa. Pero
por circunstancias, las personas que me secuestraron, me llevaron como de
paseo, el método de parecer cordiales y ganarse la confianza de los niños
resultaba asombrosamente fácil. Los convencían para que los acompañaran,
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quizás con promesas de llevarlos a algún parque o lugar atractivo para él.
Me retuvieron por algún tiempo en aquella casa de madera a las afueras del
pueblo, que al parecer por ese tiempo estaba alquilada por uno de los
colaboradores de la banda.
Poco tiempo después, hicieron la entrega a una familia rica italiana de
la Toscana, que justamente tiempo antes habían perdido su hijo de 3 años en
una inundación, el incidente había ocurrido en una cabaña que tenían para
sus vacaciones a la orilla del Río Ombrone. Su hijo se llamaba Luigi y no
hubo aviso de su muerte a las autoridades, por ello no consta en los archivos
oficiales.
Pero tampoco culpo a mi madre impuesta, según explicó alguien
cercano, ella estuvo por perder la cabeza por la perdida, sobre todo porque
era imposible para ellos tener más hijos, debido a dificultades en su primer
parto, había perdido toda oportunidad de volver a ser madre y esto la sumió
en una profunda tristeza. Fue entonces cuando alguien de la familia, los
convenció para adoptar a un niño para sustituir al perdido. Todo se haría
saltándose los largos procesos envueltos en ello. En estos momentos ya se
ha constatado que huesos encontrados enterrados en la zona donde estuvo la
casa, pertenecen al niño al que yo he suplantado casi toda mi vida.
Por otro lado también según iba descubriendo en la conversación, la
familia que perdió a su hijo, es decir a mí, que por cierto respondía al
nombre de Louis, era una familia de escasos recursos, hizo todos los
esfuerzos por encontrarlos, pero no tenía poder económico para hacer una
búsqueda mas allá de lo que otros le ofrecieran. Aun así, la foto del niño
apareció en todos los periódicos y letreros durante varios meses, hasta que el
caso se archivó debido a que no se había dejado rastro alguno, y nadie había
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visto a ningún sospechoso. Todo eso explica el porqué no tengo
absolutamente ninguna foto mía entre los dos y los cinco años.
Según me explicaron, la labor de investigación se inicio por pura
casualidad, cuando el funcionario de la BVP, en vista de mi petición, solicitó
las fotos a la sociedad “Árbol de la vida” a quien había enviado yo esos
datos anteriormente para que buscaran mis antecesores, y quienes habían
hecho el estudio fisionómico, que puso en duda mi parentesco familiar. Fue
entonces cuando el detective Pastella, quien se encargó de mi caso, empezó
a cotejarlas con las que disponía a nivel nacional sobre niños de esa época
perdidos o desaparecidos y luego pasó a otros países. En su investigación y
comparación de datos dio con unas fotos de un pequeño de 3 años
desaparecido en el sur de Francia. Vio mucha coincidencia y por ello de
nuevo las mando junto con las mías a la agencia “Árbol de la vida” Allí
confirmaron que se trataba de la misma persona.
Se pusieron en contacto con mis familiares más directos, pudiendo
localizar solo a Marcel Valdú, hermano del desaparecido. ¡El hombre con
barba y desaliñado resultó ser mi hermano mayor! El pobre ha tenido que
vivir más de 22 años sintiendo la carga de creerse culpable por no haber
podido cuidar de su hermanito, al que sus padres, quienes trabajaban en el
campo habían dejado a su cuidado. Mi madre según me explico Marcel,
todavía vive, pero en otro mundo, perdió la cabeza al poco tiempo del
suceso, no pudo superar la perdida, Hace poco tiempo, pude tener la
oportunidad de conocerla en un hospital psiquiátrico cerca de Carcassona.
Cerca de allí pude ver el rostro de mi verdadero padre, era una vieja foto
colocada en su lapida, en el cementerio local. Ocurrió pocos años después,
para él, el ver a mi madre en esas condiciones fue superior a sus ganas de
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vivir y acabó lanzándose por el precipicio en aquel mismo lugar donde hace
pocos meses, con mis amigos, disfrutamos de las bellas vistas y de aquella
caída de agua cerca de la casa de madera en Les Martys. Mi hermano
encontrándose huérfano como yo, se crío con unos tíos en una localidad del
norte de Francia, pero en su memoria nunca ha olvidado la búsqueda de su
hermano perdido. ¡Jamás había podido ni en la más compleja de las
hipótesis, pensar en que tenía algún hermano en algún lugar buscándome!
Por lo demás, he podido saber quien fue la persona que contrató los
servicios de aquella banda de traficantes de niños, quien además era parte
importante de esa red. Resultó ser la misma que después, hizo que mis tíos,
me cuidaran cuando murieron mis falsos padres. También esa persona fue la
que hizo que desaparecieran los documentos relacionados con las pruebas de
ADN, fue quien se encargó de escribir sobre el documento firmado por mí
que salió de la oficina de personal, a fin de detener la investigación,
haciendo parecer que yo no estaba interesado en el asunto. Fue también esa
misma persona quien contrató detectives privados para que vigilaran todos
mis movimientos. También fue quien pagó a matones para que hicieran
desaparecer a Iacco sin dejar rastro, y después lo intentaran conmigo,
conocían muy bien a los de la BVP, pues en mas de alguna ocasión habían
estado cerca de alguno de los casos de desapariciones.
Esa persona resultó ser, no a quien yo imaginaba como cerebro de
todas la empresas del grupo, no, no era el tío Julietto, el que era un hombre
tan metido en sus negocios ni siquiera supo de las maniobras y los negocios
paralelos que a sus espaldas de fraguaban en su propia casa. Sí, porque su
encantadora y adorable esposa, “la mamma” para todos, la que conocía
todos los secretos de la familia y velaba porque se mantuvieran así, la tan
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amable y cariñosa tía Gina, era la encargada de todos los oscuros asuntos.
Ella gozaba de una doble vida, las ganancias del holding de tío Julietto
provenía no solo de sus empresas, sino de una red de traficantes de niños, de
la que ella era la cabeza. No pudo soportar que siendo para ella tan fácil
traficar con niños pequeños y bebés, su hermana favorita a la que había
cuidado cual hija suya cuando su madre murió perdiera su único hijo en
aquella catástrofe, por ello, hizo arreglos para, saltando sus propias reglas,
se secuestrara a un niño de más edad, con ciertos rasgos parecidos a los del
verdadero Luigi, todo hay que decirlo, a fin de que nadie sospechara.
Ella se encargó de que a la muerte de mis padres impuestos, fueran
mis tíos Bettona y Casano, los que cuidaran de mi, eran los mejores para
guardar el secreto de mi procedencia, pues ignoraban todo, ellos siempre
habían creído que yo era el verdadero Luigi, al que solo habían visto cuando
nació, posteriormente se trasladaron a Suiza y allí vivían cuando sucedió la
inundación que significo la muerte del verdadero Luigi DiPasccola. Gina le
ofreció un buen puesto de trabajo en la empresa de su marido y una ayuda
económica especial por el cuidado del pequeño Luigi. Por eso, ellos, no
podían entender que yo dudara y pensaban que era la mala influencia de
Iacco la que me hacia hablar así. Esos comentarios pusieron en alerta a Gina
y esta se movilizó para evitar que se descubriera todo el entramado. Iacco,
quien anteriormente había trabajado para Gina, estaba amenazado de muerte
si abría la boca, cosa que lamentable sucedió sin que lo hiciera, no había
sido la primera víctima del sucio entramado, y de no haber sido por la ayuda
que recibieron por una llamada anónima, yo mismo hubiese sido el siguiente
en desaparecer.
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Sobre la persona que informaba a Gina acerca de mis investigaciones,
la respuesta me dejó de piedra. Según me explicaron, había una mujer que
trabajaba en las oficinas y que tenía alguna relación cercana conmigo a la
que pagaron para mantenerlos informados de todo. Esa mujer una vez
enterada de mis movimientos y pesquisas, se ponía en contacto con un tal
Otto Mambrissi, miembro de la dirección, quien a su vez informaba a Gina.
Ni siquiera me atreví a preguntar el nombre de la mujer, pues en mi mente
no cabía otra, lamentablemente para mí, todas las sospechas recaían en
Belina.
Pero también me hablaron de que alguien hasta ese día anónimo, les
puso en guardia acerca de estos asuntos, es decir, alguien de dentro de la
empresa se puso en contacto con ellos para informar sobre los planes que
tenía la red, tanto para vigilarme, como para incluso acabar conmigo, por
ello sabían ya lo de la falsa cita y enviaron un señuelo para capturar y a
partir de allí tirar del hilo. Me preguntaron si yo podría saber quién era esa
persona que había hecho esas llamadas y les había alertado. Lógicamente
pensé en Roberto, pero al decirme que se trataba de una voz femenina, no
podía suponer quien era esa informante. En las oficinas trabajaban unas seis
chicas, Belina por mis sospechas quedaba descartada y la otra más conocida
era Tania, pero desconocía que supiera algo del asunto, pues nunca hablé
con ella de esto, salvo que Roberto se lo hiciera saber. Fue entonces cuando
si quise conocer la identidad de la agente confidente de Gina.
No salí de mi asombro cuando me enseñaron una foto, se trataba de la
persona que se había encargado de pasar la información a la red de Gina.
Por un lado no me atrevía a verla, para no encontrarme al rostro de quien mi
corazón aún añoraba, no sabía si podría soportarlo. Pero ahora me sentía
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obligado a identificar a las diferentes personas de todo este entramado.
Cuando alcancé a ver la foto, ¡Dios mío! Los asuntos ahora daban un giro de
180º , todas las ideas y pensamientos en mi mente se revolvieron en una
confusión. ¡Era Tania!, la amiga de Belina y novia de Roberto. No podía
creer lo que estaba descubriendo.
Si, la persona de la que menos podía sospechar, de hecho ignoraba que
ella supiera algo de mis asuntos. Al parecer esta actúo astutamente, se
acercó persuasivamente ganándose a Roberto, solo para sacarle información
de mis movimientos, al ver que de Belina podía sacar poco. Por el, supo de
los documentos que Belina guardaba con mi firma, así pudo sustraerlos y
entregarlos a la tía Gina, a cambio de suculentas comisiones.
Entonces, que papel tenía Belina en todo esto. Me dijeron que por
accidente yo había dejado caer la nota con los datos de la cita y gracias esto
la persona anónima se puso en contacto con ellos y gracias a eso salvé la
vida. Cuando escuché eso, mi corazón empezó a latir de forma acelerada y
de repente se juntaron las piezas del complejo puzle que había en mi mente,
en ese momento comprendí lo terriblemente injusto que había sido con la
persona que todo este tiempo había estado de mi parte, incluso pese a mi
rechazo, me había salvado.
Belina, quien accidentalmente se dio cuenta de que su amiga Tania
tramaba algo, cuando cierto día escuchó a Otto Mambrossi darle
instrucciones a esta, al respecto de mí, para que tratara de enterarse de mis
viajes y pesquisas. Esto resultó ser la cosa importante que Belina iba a
decirme aquel fatídico día en el que yo eche a perder nuestra relación.
Roberto, ignorante de todo, confiaba a Tania, todo lo que yo a la vez
confiaba a él, fue ella la que predispuso a este contra Belina, para hacer que
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sospechara negativamente de ella, consiguió sacarle la hora en que partiría a
Roma, por ello pudieron enviar al mensajero con aquel mensaje falso, hasta
habían falsificado hojas con el logotipo de la BVP, para que pareciera
convincente. Pero a irse de la lengua con su falsa novia, tengo que agradecer
a mi amigo, su buena idea de hacerle llegar a Belina aquella nota en la que
trataba de confundirla en cuanto a la cita, bueno gracias a él y a un despiste
de mi parte. Yo había escrito en una hoja de mi libreta la dirección y
teléfono de Iacco, para dar a entender que iba a ir ese fin de semana allí,
pero sin darme cuenta, lo había hecho en reverso del mismo papel en el que
había anotado por la otra cara la cita en la oficina de la BVP, la hora y el
teléfono. Gracias a eso Belina, pese al mal trato que había recibido de mi
parte, quiso ayudarme.
El día anterior a mi viaje a Roma, Belina había escuchado planes de
liquidarme si seguía con la investigación, en una conversación entre Tania,
Gina y Otto en un despacho de la oficina, no se percataron de su presencia
en el pequeño cuarto donde se guardan archivos. Fue allí donde escuchó el
plan de cambiarme la cita y conducirme a otro lugar y hora para acabar
conmigo, puesto que ellos no sabían adonde ni a qué hora estaba yo citado.
Así, Belina decidió que debía actuar rápido, primero llamó Iacco, pero
puesto que este ya había desaparecido y lógicamente no contestaba el
teléfono, decidió enviarme el mensaje desde un teléfono desconocido para
mí, el de su madre, para que no supiera que era ella y desconfiara del
mensaje. Llamó a Mescanelli al teléfono que aparecía en la nota, explicando
todo lo que sabía. Gracias a eso, aunque yo hubiese acudido a la otra cita, se
había preparado un plan B.
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Me sentí inmensamente aliviado al saber que Belina no solo era
inocente, sino que me había salvado la vida, pero a la vez, me invadió un
remordimiento y una sensación de culpa por haber actuado tan cruelmente
con ella al desconfiar sin darle la oportunidad para su defensa. Después de
saber todo esto, sabía que no me quedaba otra que ir a verla, le debía una
disculpa y además todo esto incrementó el amor que sentía por ella, ya no
me avergonzaba de ello. Ahora si estaba dispuesto a declararme, aunque sin
esperanzas de éxito, después de todo el desprecio y la desconfianza a la que
la había sometido. ¿Como podía ella acercarse a mí y decirme que si? Pero
sería justo castigo por todo aquello recibir un no por respuesta, por ello hice
acopio de valor y la llamé por teléfono para entre otras cosas citarla a mi
vuelta, esta vez solos. La noté seria y sin mucho entusiasmo, solo me llegó a
decir que se alegraba por mí que todo haya salido bien. Pero ante mi
insistencia accedió a la cita y quedamos para hablar en cuanto regresara de
Roma, un par de días después.
Tuve que quedarme en la ciudad, puesto que la investigación aún
estaba abierta y debía hacer algunas identificaciones más. Por fin cogí el ten
de vuelta a casa, sabiendo que nada volvería a ser igual, con la seguridad de
haber perdido el trabajo, la relación con mi familia ahora se vería truncada,
en realidad a veces todavía me invadían pensamientos negativos con
respecto a todo esto, de no haber sucedido nada, todo sería tan feliz como
antes. Pero por otro lado, me alegraba de haber sido la clave para
desmantelar esa mafiosa red, que todavía veinte años después continuaba
secuestrando criaturas inocentes, esta vez al parecer servían de apoyo a una
red de tráfico de chicas jóvenes de Europa del este, para la prostitución.
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Llegó el momento de volver, todo había cambiado en mi vida, la
empresa en la que trabajaba, se vio afectada directamente por el escándalo,
lógicamente, por obvias razones se iba a prescindir de mi, de Roberto,
Belina y de los directamente implicados, Tania, y algunos directivos, y no
sabía si quiera si sobreviviría, sobre todo porque con la inmensa fianza que
Julietto tuvo pagar por su esposa, aquello supuso la venta de algunas de las
empresas y la caída en desgracia de las demás. Pero aunque yo disfrutaba de
mi trabajo, me gustaba, era lo mío, mas no me preocupa demasiado haber
perdido todo aquello, creo que he salido ganando.
Fueron tres los días que permanecí en Roma, suficiente tiempo para
pensar en mi futuro, no hacía más que recordar aquella conversación con
Belina, y su ¿después que? y lamentarme por no haber aprovechado las
ocasiones que tuve, ahora mis posibilidades, si es que las hubiese eran
mínimas, aunque esta vez procuré no decir nada a Roberto del día de mi
llegada para evitar intrusos. Aunque aquel amigo también me necesitaba,
después de todo su novia lo había utilizado y ahora la perdía
obligatoriamente, según me dijo el mismo, ya no quería seguir en vista de
las circunstancias, ni siquiera en el trabajo, el ambiente en la fábrica se
había enturbiado y enrarecido, después de esto. Jamás pensé que un simple
deja´vú pudiera causar tal desastre, pero así es la vida.
Llegó el Martes, el día de partir, todo estaba seguro ya en mi ciudad,
todas las detenciones se habían efectuado y el camino libre, ahora me tenía
que ver cara a cara con una nueva realidad, no sabía como reaccionarían mis
tíos, ni el resto de la familia, pero no era eso lo que me traía de cabeza, en
realidad la mayor parte de mis pensamientos, los tenía en Belina, la tensión
era máxima, intentaba hacerme una idea. Barajaba todas las posibilidades,
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sobre todo el no , o el vamos a esperar un tiempo, no sabría decir que sería
pero para mí, pero en cualquier caso, tenía la obligación de hacerle saber a
ella que todo este tiempo, aunque no lo pareciera, siempre estaba por ella y
nadie más.
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EL REENCUENTRO
El encuentro fue en la estación de tren, era Martes por la noche, ella
estaba radiante, como nunca la había visto, se había vestido de forma
especial para la ocasión. Yo llevaba todo el camino en el tren, meditado en
todas las palabras que quería decir, las disculpas que le debía por mi
desconfianza y sospechas sobre ella. Sobre todo, pensaba en la manera en
que trataría de volver a conquistarla, había dedicado tiempo ensayando las
palabras más adecuadas y acertadas para llegar a su corazón. Tal vez
recobrando la conversación aquella sobre mis proyectos después que pasara
todo, quizás decirle que ella era todo mi futuro, o que mi futuro dependía de
ella, no sabía realmente que sería mejor,
Pero, al vernos, prácticamente sobraron las palabras, nos miramos fijamente
durante unos segundos, su rostro serio se tornó sonriente, se acercó a mí, yo
tenía como frío, pese ir bien abrigado y no podía salir de mi boca ni siquiera
un hola, aunque ella parecía como si supiera todo, nos acercamos
peligrosamente uno frente a otro y sin mediar palabras nos fundimos en un
efusivo abrazo, de forma tímida al principio, pudo salir de mi boca un “Te
quiero”, ella entonces se separó y con rostro serio pero sin acritud, me pidió
que repitiera lo que había dicho. Entonces, tuve el valor de poder decirle
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mirando a sus bellos ojos, no sé si verdes o marrones, lo que tantas veces me
había costado
-Te quiero.
Sonrojada y emocionada a la vez, sonrío y dijo: -Yo también te quiero,
Lui, ¡Y no sabes cuánto he deseado escuchar eso de ti y cuantas veces te lo
he dicho yo en silencio!, no sabes cuantas veces te observaba mientras
hablábamos y me acompañabas a casa, esperando que tú me tomaras de la
mano y me abrazaras y me besaras. Después de aquello fuimos a cenar y no
puedo recordar cuantas horas estuvimos hablando, recuperando el tiempo
perdido y planeando lo que sería nuestra vida a partir de entonces. Ese fue el
inicio de una especial relación que espero nunca termine.
Jamás iba imaginar que lo que sucedió aquella mañana de Mayo, en
aquella pequeña aldea del Languedoc francés, en la que los recuerdos de una
vida perdida volvían tras años escondidos en los lugares más recónditos de
mi mente, llegase a desembocar en todo esto. Nunca pensé que estos lejanos
recuerdos, sobre personas gigantes para un niño de apenas tres años, que le
sonreían al pasar, que le hablaban cosas que después de años no entendía,
aquella plaza, el portal y el rostro de aquella mujer entrañable, llegasen a
conducir a este gran giro que ha dado mi vida.
Ahora, gracias a la buena indemnización recibida por los daños y
perjuicios sufridos, pude dejar aquel trabajo en la fábrica y decidí
trasladarme a Francia. Sigo coleccionando fotos, pero esta vez de mi
verdadera familia, trato de reconstruir lo que otros en su momento
destruyeron.
Hecho de menos el clima de mi también querida tierra de la Toscana,
sus praderas, sus viñedos y añoro la brisa del mar en mi querido Alberese,
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en Grosseto, quien nada de culpa tuvo en todo esto. De hecho todavía
vuelvo de vez en cuando a visitar aquellas tierras, sus hermosas y cálidas
playas, la naturaleza de su Maromma, y vuelvo a ver a los que todavía
considero como parte de mi familia, a mis tíos Betonna y Cassano, quienes
tanto hicieron por mí, desconociendo absolutamente todo, ellos siempre
vivieron con la seguridad de que yo era su querido sobrino. Eran los únicos
de la familia que no sabían de mis orígenes y ahora son los únicos a los que
sigo considerando como parte de mi familia, siguen siendo, mis tíos de la
Toscana.
Me establecí en el sur francés, allí pude encontrar trabajo en una planta
de reciclaje de plásticos, aparatos electrónicos y baterías usadas. O sea, que
ahora me dedico a algo que aunque no está en contra de la tecnología, algo a
lo que yo he estado unido durante tanto tiempo, sin embargo ahora trato de
darle utilidad a los objetos que esta era del usar y tirar desaprovecha, y hasta
en este sentido creo que he ganado una nueva personalidad.
Belina, el amor de mi vida y yo, nos casamos, ahora vivimos felices en
esa pequeña aldea de Les Martys. Pude contactar con el señor Marcel
Lerroux, cuyo nombre y teléfono anoté aquel día en mi PDA y ahora Belina
y yo vivimos en aquella casita de madera, antaño inicio de la perdida de mi
verdadera identidad, cerca de aquella explanada y de aquel verde valle,
desde la que podemos contemplar la hermosa caída de agua y recuperar la
vida que un día se perdió.
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L.E. R 2007
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