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TEMA 18: DELITOS CONTRA LA SEGURIDAD VIAL
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GUIÓN:
I. Introducción. Cuestiones comunes.
II. Conducción a mayor velocidad de la permitida.
III. Conducción bajo la influencia de drogas tóxicas, estupefacientes, sustancias psicotrópicas o bebidas
alcohólicas.
IV. Conducción temeraria: modalidades.
V. Negativa a someterse a las pruebas de alcoholemia.
VI. Conducción sin permiso o licencia.
VII. Creación de grave riesgo para la circulación.
VIII. Relación entre los delitos de peligros y los relativos a la lesión o al daño sobrevenido.
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I. CUESTIONES COMUNES:
A. BIEN JURÍDICO :
La conducción de un vehículo a motor puede generar un elevado peligro para la vida, la salud y la
integridad física de una pluralidad de personas, así como para otros bienes jurídicos individuales. Como
en otros ámbitos que generan riesgos elevados para bienes jurídicos personales especialmente relevantes,
el Ordenamiento jurídico ha optado por establecer, en relación con los vehículos, con determinados
espacios, con los conductores y con la propia conducción, unas condiciones en la que esta actividad
constituye un riesgo permitido y se desarrolla en condiciones de “seguridad vial”.
La seguridad vial es el conjunto de las condiciones fijadas por el Ordenamiento jurídico —para la
protección de la vida, la salud, la integridad física y otros bienes jurídicos individuales— en las que la
conducción de un vehículo a motor representa un riesgo jurídicamente permitido. También se ha definido
como la confianza de los ciudadanos en la seguridad de las vías públicas. Considerada en sí misma
constituye un bien jurídico autónomo de carácter colectivo.
La dimensión colectiva y la autonomía de la seguridad vial se diluyen si el acento se pone en los bienes
jurídicos individuales que se intenta proteger, y se exige su propia puesta en peligro. Desde esta
perspectiva, la atención se desplaza hacia a los bienes jurídicos personales que en cada caso concreto
pueden resultar lesionados mediante la conducción de un vehículo a motor u otras conductas relacionadas
con ella.
B. NATURALEZA JURÍDICA :
En los arts. 379, 380, 381 y 385 se describen conductas cuya realización menoscaba la seguridad vial y
genera un peligro (abstracto o concreto) para la vida, la salud o la integridad física de las personas. Los
delitos pueden ser de:
Peligro abstracto :
o En el art. 379 se prevén dos delitos de peligro abstracto que consisten en conducir un
vehículo a motor o ciclomotor concurriendo dos factores concretos de riesgo:
Una velocidad elevada.
La influencia de drogas tóxicas, estupefacientes, sustancias psicotrópicas o
bebidas alcohólicas.
o Con penas no coincidentes se prevé otro delito de peligro abstracto en el art. 385, cuya
realización ya no requiere la conducción de un vehículo a motor o ciclomotor.
o En el art. 381.2 se prevé un delito de peligro abstracto, cuya singularidad radica en que
el autor actúa “con manifiesto desprecio por la vida de los demás”.
Peligro concreto :
o En los arts. 380 y 381.1 se prevén dos delitos de peligro concreto, cuya diferencia
radica en que el segundo también exige que el autor actúe con “manifiesto desprecio
por la vida de los demás”.
La regulación se completa con la modalidad específica del delito de desobediencia del art. 380, y los
delitos formales previstos en el art. 384: conducir sin haber obtenido nunca permiso o licencia de
conducción, cuando éstos han perdido su vigencia debido a la pérdida de los puntos asignados, o cuando
el autor ha sido privado judicialmente del permiso o licencia.
C. LEY PENAL EN BLANCO
La interpretación de los delitos contra la seguridad vial debe partir de lo dispuesto en la Ley sobre
Tráfico, Circulación de Vehículos a Motor y Seguridad Vial (LSV) y en la extensa normativa que la
desarrolla (especialmente, el RGCirc. y el RGCond.), y de las infracciones administrativas allí
previstas (art. 65 LSV).
D. OBJETO MATERIAL
Los conceptos vehículo a motor y ciclomotor son conceptos normativos, definidos, de forma no
vinculante en relación con la regulación penal, en los ap. 7 y 9 del Anexo I LSV.
Anexo I Ley Seguridad Vial
7. Ciclomotor: tienen la condición de ciclomotores los vehículos que se definen a continuación:
a) Vehículo de dos ruedas, provistos de un motor de cilindrada no superior a 50 cm3, si es de
combustión interna, y con una velocidad máxima por construcción no superior a 45 km/h.
b) Vehículo de tres ruedas, provisto de un motor de cilindrada no superior a 50 cm3, si es de
combustión interna, y con una velocidad máxima por construcción no superior a 45 km/h.
c) Vehículos de cuatro ruedas cuya masa en vacío sea inferior a 350 kg, excluida la masa de las
baterías en el caso de vehículos eléctricos, cuya velocidad máxima por construcción no sea superior
a 45 km/h y con un motor de cilindrada igual o inferior a 50 cm3 para los motores de explosión, o
cuya potencia máxima neta sea igual o inferior a 4 kW, para los demás tipos de motores.
9. Vehículo de motor: Vehículo provisto de motor para su propulsión. Se excluyen de esta definición
los ciclomotores, los tranvías y los vehículos para personas de movilidad reducida.
Es preferible mantener una interpretación de carácter descriptivo, y conforme a ella considerar
vehículo de motor todo artefacto apto para las comunicaciones terrestres y para el transporte de
personas o cosas, dotado de propulsión mecánica propia. Otro tanto cabe decir de los ciclomotores y
definirlos como vehículos de dos ruedas dotados de motor de pequeña cilindrada para su propulsión.
E. CONDUCTA TÍPICA
La conducción, en determinadas circunstancias, es la conducta típica de distintos delitos contra la
seguridad vial. Como tal, requiere:
- El control del mecanismo de dirección del vehículo.
- Que el motor esté en marcha.
- Que sea lo que impulsa el movimiento del vehículo.
El control de la dirección y de la propulsión motora del vehículo puede realizarse por personas
distintas, que no es preciso que hayan obtenido la preceptiva autorización administrativa. La conducción
sólo es típica cuando la longitud y el resto de las circunstancias del trayecto recorrido (o que se pretendía
recorrer) permiten afirmar la presencia de un peligro para la vida y/o la salud de terceros.
Ejemplo: Esta exigencia plausible en líneas generales, no está exenta de reparos, pues sería incorrecto decir que ha
conducido un vehículo quien se ha limitado a empujarlo, utilizando el volante para acercarlo a la acera ; pero también sería
incorrecto estimar que no lo ha hecho el que deja deslizar un automóvil por una carretera de acentuada pendiente, durante
un buen trecho, manejando la dirección.
En este caso, el sujeto habría conducido, al dirigir la trayectoria del vehículo mediante la manipulación de los mandos de
dirección; pudiendo entrañar esta maniobra idénticos riesgos, si no superiores, a los producidos, en iguales condiciones, con
el motor en marcha.
También es imaginable el supuesto en el cual un sujeto se ocupa del volante y otro, del cambio, del embrague y del freno.
Ambos incurrirían en responsabilidad criminal.
Por tanto, conducir un vehículo es manejar los mecanismos de dirección y control del mismo, en
general, mientras se desplaza a impulsos de su motor.
F. ÁMBITO DE APLICACIÓN
Al respecto, debe tenerse presente el ámbito de aplicación de la LSV (art. 2):
Artículo 2. Ámbito de aplicación.
Los preceptos de esta Ley serán aplicables en todo el territorio nacional y obligarán a los titulares y
usuarios de las vías y terrenos públicos aptos para la circulación, tanto urbanos como interurbanos, a
los de las vías y terrenos que, sin tener tal aptitud sean de uso común y, en defecto de otras normas, a
los titulares de las vías y terrenos privados que sean utilizados por una colectividad indeterminada de
usuarios.
Y el Reglamento General de Circulación (art. 1):
Artículo 1. Ámbito de aplicación.
1. Los preceptos de la Ley sobre tráfico, circulación de vehículos a motor y seguridad vial, los de este
reglamento y los de las demás disposiciones que la desarrollen serán aplicables en todo el territorio
nacional y obligarán a los titulares y usuarios de las vías y terrenos públicos aptos para la circulación,
tanto urbanos como interurbanos, a los de las vías y terrenos que, sin tener tal aptitud, sean de uso
común y, en defecto de otras normas, a los de las vías y terrenos privados que sean utilizados por una
colectividad indeterminada de usuarios.
2. En concreto, tales preceptos serán aplicables:
a) A los titulares de las vías públicas o privadas, comprendidas en el párrafo c), y a sus usuarios, ya
lo sean en concepto de titulares, propietarios, conductores u ocupantes de vehículos o en concepto
de peatones, y tanto si circulan individualmente como en grupo.
Asimismo, son aplicables a todas aquellas personas físicas o jurídicas que, sin estar comprendidas
en el inciso anterior, resulten afectadas por dichos preceptos.
b) A los animales sueltos o en rebaño y a los vehículos de cualquier clase que, estáticos o en
movimiento, se encuentren incorporados al tráfico en las vías comprendidas en el primer inciso del
párrafo c).
c) A las autopistas, autovías, carreteras convencionales, a las áreas y zonas de descanso y de
servicio, sitas y afectas a dichas vías, calzadas de servicio y a las zonas de parada o estacionamiento
de cualquier clase de vehículos; a las travesías, a las plazas, calles o vías urbanas; a los caminos de
dominio público; a las pistas y terrenos públicos aptos para la circulación; a los caminos de servicio
construidos como elementos auxiliares o complementarios de las actividades de sus titulares y a los
construidos con finalidades análogas, siempre que estén abiertos al uso público, y, en general, a
todas las vías de uso común públicas o privadas.
No serán aplicables los preceptos mencionados a los caminos, terrenos, garajes, cocheras u otros
locales de similar naturaleza, construidos dentro de fincas privadas, sustraídos al uso público y
destinados al uso exclusivo de los propietarios y sus dependientes.
3. El desplazamiento ocasional de vehículos por terrenos o zonas de uso común no aptos para la
circulación, por tratarse de lugares no destinados al tráfico, quedará sometido a las normas contenidas
en el título I y en el capítulo X del título II de este reglamento, en cuanto sean aplicables, y a lo
dispuesto en la regulación vigente sobre conductores y vehículos, respecto del régimen de
autorización administrativa previa, previsto en el título IV del texto articulado de la Ley sobre tráfico,
circulación de vehículos a motor y seguridad vial, con objeto de garantizar la aptitud de los
conductores para manejar los vehículos y la idoneidad de éstos para circular con el mínimo riesgo
posible.
4. En defecto de otras normas, los titulares de vías o terrenos privados no abiertos al uso público,
situados en urbanizaciones, hoteles, clubes y otros lugares de recreo, podrán regular, dentro de sus
respectivas vías o recintos, la circulación exclusiva de los propios titulares o sus clientes cuando
constituyan una colectividad indeterminada de personas, siempre que lo hagan de manera que no
desvirtúen las normas de este reglamento, ni induzcan a confusión con ellas.
Por lo cual, conductas de conducir vehículos dotados de motor, diseñados para discurrir por vías
distintas de las terrestres, que resultan tan peligrosas para la vida y la integridad de las personas, como
las que claramente se reprimen en los arts. 379 y ss, quedan extra muros de éstos (conductas tales como
conducir una moto náutica o una lancha a motor bajo la influencia de bebidas alcohólicas por una zona
en la que se encuentran bañistas o navegan otros barcos).
Sin embargo, las mencionadas referencias a la seguridad de las vías no impiden que los mismos
puedan cometerse en cualquier vía o espacio abiertos al público, aun cuando no estén destinados a la
circulación de vehículos: una acera, una calle peatonal, una zona ajardinada, son lugares por los que
se puede conducir bajo la influencia de determinadas sustancias, de manera temeraria… En cambio,
Muñoz Conde y Molina Fernández restringen a las vías destinadas al tráfico motorizado el lugar de
comisión del delito.
Los delitos de conducción temeraria, bajo la influencia de determinadas sustancias, con manifiesto
desprecio por la vida de los demás pueden cometerse en cualquier espacio abierto al uso público. Opinión
no contradicha explícitamente por el contenido del artículo 2 de la LSV.
Ejemplo: En la STS 2/Jun/1999 se estimó que había conducido temerariamente la persona que
irrumpió en su vehículo en una calle peatonal a gran velocidad, tanto que una persona que llevaba a su
nieta en un cochecito la sacó de mismo, al ver como el vehículo se acercaba, e instantes después
golpeaba al referido cochecito. Y en la SAP de Madrid 27/Oct/2005 se consideró aplicable el delito
a maniobras realizadas en un garaje de fincas comunitarias, de uso reservado a los vecinos.
Sería chocante que hubiera delito si se irrumpe en un paso de cebra, con el semáforo en rojo, cuando está
cruzando un peatón reglamentariamente, al que se roza y casi se derriba, y no cuando se está a punto de
atropellar a una persona que camina por una plaza, un jardín o el paseo central de un bulevar (más
dudoso resulta que entre los sujetos pasivos puedan incluirse las personas que se encuentran en el
interior de inmuebles próximos al lugar donde se ha generado el peligro y que pueden resultar
afectados, por un fuerte impacto, por ejemplo).
Por el contrario, es atípica la conducta de conducir temerariamente por un camino de uso privado, con
dos excepciones:
Que ese camino esté abierto al público o a determinadas personas (vecinos de una urbanización,
empleados de una empresa y personas autorizadas).
Que, no estándolo, sea indebidamente utilizado por quien carece de derecho para ello y lo haga
conduciendo temerariamente.
Ahora bien, puntualizar que la realización de la conducta específica del art. 379.1 y del art. 385 queda
circunscrita a vías urbanas e interurbanas, para la circulación por las cuales exista una limitación de
velocidad.
G. PENALIDAD
La pena de prisión prevista con carácter alternativo en los arts 379, 383, 384 y 385 podrá rebajarse en un
grado, atendiendo a la menor entidad del riesgo y a las demás circunstancias del hecho (art. 385 ter).
Artículo 385 ter
En los delitos previstos en los artículos 379, 383, 384 y 385, el Juez o Tribunal, razonándolo en
sentencia, podrá rebajar en un grado la pena de prisión en atención a la menor entidad del riesgo
causado y a las demás circunstancias del hecho.
Cuando tal pena se sustituya conforme al art. 88, también serán inferiores las penas de multa y de
trabajos en beneficio de la comunidad que deberán cumplirse.
En relación con los delitos previstos en los arts. 379 y 384, resultará una pena de prisión de 1 mes y 15
días - 3 meses menos un día y, por lo tanto, con un límite temporal inferior al previsto en los arts. 33.3 y
36. Ello no supondrá la degradación a falta de aquellos delitos, pero sí la necesidad de sustituir la pena
de prisión conforme a lo dispuesto en el art. 88, y sin perjuicio de la suspensión de la ejecución de la pena
en los casos en que proceda (art. 71.2).
En los arts. 379, 380, 381 y 382 se prevé, como pena principal, la pena de privación del derecho a
conducir vehículos a motor y ciclomotores. El contenido de esta pena es el que establece el art. 47.I:
Artículo 47
La imposición de la pena de privación del derecho a conducir vehículos a motor y ciclomotores
inhabilitará al penado para el ejercicio de ambos derechos durante el tiempo fijado en la sentencia.
La privación del derecho a conducir vehículos a motor y ciclomotores durante el tiempo fijado en la
sentencia, no se trata de la pérdida definitiva de un derecho, ni la incapacidad para obtenerlo durante
el tiempo de la condena. La duración de esta pena se fijará atendiendo al marco penal previsto en
aquellos preceptos y a las reglas generales de determinación de la pena.
En el art. 47.3º se alude a un efecto de esta pena que no está claro si forma parte de lo que es
estrictamente su contenido:
Cuando la pena impuesta lo fuere por un tiempo superior a dos años comportará la pérdida de
vigencia del permiso o licencia que habilite para la conducción o la tenencia o porte,
respectivamente35.
En estos casos, para la obtención de un nuevo permiso o licencia de conducción, la DA 13ª LSV exige:
Disposición adicional decimotercera. Obtención del permiso o licencia de conducción cuando su
titular haya sido condenado por sentencia penal con la privación del derecho a conducir.
1. El titular de una autorización administrativa para conducir que haya perdido su vigencia de acuerdo
con lo previsto en el artículo 47 del Código Penal, al haber sido condenado por sentencia firme a la
pena de privación del derecho a conducir vehículos a motor y ciclomotores por tiempo superior a dos
años, podrá obtener, una vez cumplida la condena, una autorización administrativa de la misma clase
y con la misma antigüedad, de acuerdo con el procedimiento establecido en el artículo 63.7 para la
pérdida de vigencia de la autorización por la pérdida total de los puntos asignados. El permiso que se
obtenga dispondrá de un saldo de 8 puntos.
2. Si la condena es inferior a dos años, para volver a conducir, únicamente deberá acreditar haber
superado con aprovechamiento el curso de reeducación y sensibilización vial al que hace referencia el
primer párrafo del citado artículo 63.7.
Remitiendo al procedimiento establecido en el art. 63.7 LSV para la pérdida de vigencia de la
autorización por la pérdida total de los puntos asignados.
6. La Administración declarará la pérdida de vigencia de la autorización para conducir cuando su
titular haya perdido la totalidad de los puntos asignados, como consecuencia de la aplicación del
baremo recogido en el anexo II. Una vez constatada la pérdida total de los puntos que tuviera
asignados, la Administración, en el plazo de quince días, notificará al interesado, en la forma prevista
en la Ley 30/1992, de 26 de noviembre, de Régimen Jurídico de las Administraciones Públicas y del
Procedimiento Administrativo Común, el acuerdo por el que se declara la pérdida de vigencia de su
permiso o licencia de conducción.
En este caso, el titular de la autorización no podrá obtener un nuevo permiso o una nueva licencia de
conducción hasta transcurridos seis meses, contados desde la fecha en que dicho acuerdo fuera
notificado. Este plazo se reducirá a tres meses en el caso de conductores profesionales.
Si durante los tres años siguientes a la obtención de la nueva autorización fuera acordada su pérdida
de vigencia por haber perdido nuevamente la totalidad de los puntos asignados, no se podrá obtener
un nuevo permiso o licencia de conducción hasta transcurridos doce meses, contados desde la fecha
en que dicho acuerdo haya sido notificado. Este plazo se reducirá a seis meses en el caso de
conductores profesionales.
7. El titular de una autorización para conducir, cuya pérdida de vigencia haya sido declarada como
consecuencia de la pérdida total de los puntos asignados, podrá obtener nuevamente un permiso o
licencia de conducción de la misma clase de la que era titular, transcurridos los plazos señalados en el
apartado anterior, previa realización y superación con aprovechamiento de un curso de
sensibilización y reeducación vial (con una duración máxima de 30 horas) y posterior superación
de las pruebas que reglamentariamente se determinen.
El titular de una autorización, que haya perdido una parte del crédito inicial de puntos asignado, podrá
optar a su recuperación parcial, hasta un máximo de seis puntos, por una sola vez cada dos años,
realizando y superando con aprovechamiento un curso de sensibilización y reeducación vial, con la
excepción de los conductores profesionales que podrán realizar el citado curso con frecuencia anual.
Se remite así a lo dispuesto en el art. 38 Reglamento General de Conductores, que se refiere a aquel
curso de sensibilización y reeducación vial y, además, exige la superación de la prueba de control de
conocimientos a que se refiere el art. 47.2: una prueba de control de conocimientos sobre las materias
descritas en la Orden INT/2596/2005, de 28 de julio, por la que se regulan los cursos de sensibilización y
reeducación vial para los titulares de un permiso o licencia de conducción.
Cuando la pena de privación del derecho a conducir impuesta en la condena es inferior a dos años, la
DA 13ª LSV establece que, para volver a conducir, el condenado “deberá acreditar haber superado con
aprovechamiento el curso de reeducación y sensibilización vial al que hace referencia el primer párrafo
del citado artículo 63.7”.
H. COMISO
El art. 385 bis dispone que se acordará el comiso del vehículo, a los efectos de los arts. 127 y 128,
salvo cuando:
- Su valor no guarde proporción con la naturaleza y gravedad de la infracción penal.
- Se hayan satisfecho completamente las responsabilidades civiles.
Artículo 385 bis
El vehículo a motor o ciclomotor utilizado en los hechos previstos en este Capítulo se considerará
instrumento del delito a los efectos de los artículos 127 y 128.
II. CONDUCCIÓN CON EXCESO DE VELOCIDAD (art. 379.1)
Se castiga en el art. 379.1 a:
1. El que condujere un vehículo de motor o un ciclomotor a velocidad superior en 60 kilómetros por
hora en vía urbana o en 80 kilómetros por hora en vía interurbana a la permitida reglamentariamente,
será castigado con la pena de prisión de tres a seis meses o a la de multa de seis a doce meses o con la
de trabajos en beneficio de la comunidad de treinta y uno a noventa días, y, en cualquier caso, a la de
privación del derecho a conducir vehículos a motor y ciclomotores por tiempo superior a uno y hasta
cuatro años.
i. Tipo objetivo :
La realización del tipo objetivo requiere:
La conducción de un vehículo de motor o un ciclomotor a velocidad superior en 60 km/h en
vía urbana a la permitida reglamentariamente.
La conducción de un vehículo de motor o un ciclomotor a velocidad superior en 80 km/h en
vía interurbana a la permitida reglamentariamente.
De esta forma, al ser concebido en estos términos, aparece claramente como un delito de peligro
abstracto.
En todo caso, aunque no se dice en el precepto, parece razonable exigir, para la apreciación del delito,
que la conducción tenga una cierta duración.
Aquí se señalan algunos aspectos problemáticos del precepto:
1. Implica un cierto olvido del carácter subsidiario y fragmentario del Derecho penal al adentrarse
en el Derecho administrativo, más allá de lo imprescindible.
2. Su aplicación puede entrar en colisión con los principios de ofensividad y proporcionalidad y
con el derecho a la presunción de inocencia.
Si no se crea el menor riesgo y los bienes jurídicos no resultan sometidos a algún peligro, ni siquiera
de manera potencial, la eventual imposición de las penas previstas no respetaría las exigencias de
los dos principios citados; como tampoco respetaría las derivadas del derecho a la presunción de
inocencia, toda vez que del mencionado art. tanto se puede decir que define unas modalidades de
conducción temeraria, como que ambas se asientan en la presunción, iuris et de iure, de que quien
conduce de la forma descrita lo hace temerariamente.
La vigencia de los referidos principios obliga, como es obvio, a efectuar una interpretación y
correlativa aplicación del reiterado precepto acorde con ellos. Por lo que, a pesar de no ser necesaria
la presencia efectiva de terceros en el ámbito de posible eficacia causal de la conducción, es necesario
que, ex ante , esa presencia fuera posible .
3. Problemas de carácter aplicativo en lo que se refiere a:
o La necesidad de identificar al conductor del vehículo que se desplaza a elevada
velocidad.
o Al presumible colapso de los juzgados y la escasez de espacio en los centros
penitenciarios, ya saturados, si los preceptos se aplicaran según las previsiones
iniciales.
De acuerdo con el Anexo I LSV, es vía interurbana “toda vía pública situada fuera de poblado”, mientras
la vía urbana es la “toda vía pública situada dentro de poblado, excepto las travesías”, que son el “tramo
de carretera que discurre por poblado”, salvo “aquellos tramos que dispongan de una alternativa viaria o
variante a la cual tiene acceso”.
El art. 379.1 es una ley penal en blanco, que remite a los preceptos de carácter reglamentario que
desarrollan lo dispuesto en el art. 19 LSV, que establece:
Artículo 19. Límites de velocidad.
1. Todo conductor está obligado a respetar los límites de velocidad establecidos y a tener en cuenta,
además, sus propias condiciones físicas y psíquicas, las características y el estado de la vía, del
vehículo y de su carga, las condiciones metereológicas, ambientales y de circulación y, en general,
cuantas circunstancias concurran en cada momento, a fin de adecuar la velocidad de su vehículo a las
mismas, de manera que siempre pueda detenerlo dentro de los límites de su campo de visión y ante
cualquier obstáculo que pueda presentarse.
2. Las velocidades máximas y mínimas autorizadas para la circulación de vehículos serán las fijadas
de acuerdo con las condiciones que reglamentariamente se determinen, con carácter general, para los
conductores, los vehículos y las vías objeto de esta ley, en función de sus propias características. Los
lugares con prohibiciones u obligaciones específicas de velocidad serán señalizados con carácter
permanente, o temporal en su caso. En defecto de señalización específica, se cumplirá la genérica
establecida para cada vía.
3. Se establecerá también reglamentariamente un límite máximo, con carácter general, para la
velocidad autorizada en las vías urbanas y en poblado. Este límite podrá ser rebajado en travesías
especialmente peligrosas, por acuerdo de la autoridad municipal con el titular de la vía, y en las vías
urbanas, por decisión del órgano competente de la Corporación Municipal.
4. Las velocidades máximas fijadas para las vías rápidas y carreteras convencionales que no discurran
por suelo urbano, sólo podrán ser rebasadas en 20 kilómetros por hora, por turismos y motocicletas,
cuando adelanten a otros vehículos que circulen a velocidad inferior a aquéllas.
5. Se podrá circular por debajo de los límites mínimos de velocidad en los casos de los ciclos,
vehículos de tracción animal, transportes y vehículos especiales, o cuando las circunstancias de tráfico
impidan el mantenimiento de una velocidad superior a la mínima sin riesgo para la circulación, así
como en los supuestos de protección o acompañamiento a otros vehículos, en las condiciones que
reglamentariamente se establezcan.
En el art. 19 LSV se distingue entre:
- La velocidad máxima fijada con carácter general y a través de un reglamento.
- Las prohibiciones u obligaciones específicas de velocidad fijadas a través de la señalización.
- Las rebajas fijadas respecto de travesías y vías urbanas mediante acuerdo de la autoridad
municipal con el titular de la vía, o decisión del órgano competente de la Corporación municipal.
En el art. 53 LSV se establece el carácter vinculante de las señales de circulación, y en el art. 131
RGCirc. se indica que su misión es advertir e informar a los usuarios de la vía, o bien ordenar o
reglamentar su comportamiento.
También son jurídicamente vinculantes las rebajas y ampliaciones del límite máximo de velocidad
fijado, con carácter general, en el art. 50 RGCirc para las vías urbanas y travesías.
Es discutible si el art. 379.1 remite sólo a los límites máximos de velocidad fijados con carácter general
en el RGCirc. o remite también a las modificaciones de tales limites fijadas por aquéllos que se
mencionan en el art. 59 LSV y en el art. 50 RGCirc, o en otras disposiciones. Al respecto, deben tenerse
en cuenta los datos siguientes:
1º El art. 48 RGCirc. fija las velocidades máximas que no deberán ser rebasadas en vías fuera de
poblado, salvo en los casos de adelantamiento.
Con carácter general, los turismos y motocicletas no podrán circular a más de:
120 km/h en autopistas y autovías.
100 km/h en carreteras convencionales señalizadas como vías para automóviles y en el resto de
carreteras convencionales que cumplan los requisitos allí previstos.
90 km/h en el resto de las vías fuera de poblado.
2º Los límites de velocidad en vías urbanas y travesías se fijan en el art. 50 RGCirc:
Con carácter general, la velocidad máxima se fija en 50 km/h.
Se indica que “en defecto de señalización, la velocidad máxima que no deberán rebasar los
vehículos en autopistas y autovías dentro de poblado será de 80 km/h”.
3º En relación con los tramos de autovías y autopistas interurbanas de acceso a las ciudades en
que se hayan establecido límites inferiores a 100 km/h, la LSV dispone (Anexo IV) que los
excesos de velocidad se sancionarán con la multa económica correspondiente al cuadro de
sanciones allí previsto.
El resto de los efectos administrativos y penales sólo se producirá cuando los excesos superen los 100
km/h y en los términos establecidos para este límite.
La ubicación sistemática del art. 379.1 entre los delitos contra la seguridad vial nos lleva a rechazar que
la remisión que este precepto realiza a los límites de velocidad fijados reglamentariamente alcance a
aquellos límites de velocidad que no se han fijado atendiendo a la peligrosidad derivada de la velocidad
del vehículo para la vida o la integridad física de las personas, sino atendiendo a otros factores como los
medioambientales o la reducción del consumo de energía.
En la introducción del RD 303/2011, por el que se modifica el RGCirc, indica: “Los límites genéricos se
fijan, en función del tipo de vía y del vehículo, atendiendo a las consecuencias que la superación de los
mismos implicaría en la producción de accidentes de tráfico, por una parte, y en el agravamiento de las
consecuencias para los lesionados, una vez producido el accidente. No obstante lo anterior, razones
diferentes a las relacionadas con la siniestralidad pueden exigir el establecimiento de determinados
límites de velocidad que permitan conseguir objetivos en otros ámbitos o áreas no relacionados con la
seguridad vial como la reducción del consumo de energía. Por tanto, vistas las actuales circunstancias
resulta aconsejable reducir el límite genérico de velocidad para turismos y motocicletas, en autopistas y
autovías, de 120 km/h a 110 km/h. Con esta finalidad se modifica el artículo 48 del Reglamento General
de Circulación”.
La modificación temporal de aquel límite de velocidad no afectó a la detracción de puntos por exceso
de velocidad, que se mantuvo en los límites preexistentes.
ii. Tipo subjetivo :
Se trata de un delito doloso.
El error sobre:
- La velocidad a la que circula el vehículo será un error de tipo.
- El límite máximo de velocidad podrá ser constitutivo de un error de prohibición.
La realización del tipo no será antijurídica cuando concurra una causa de justificación, p.ej. estado de
necesidad.
iii. Prueba e identificación :
La prueba de la comisión del delito previsto en el art. 379.1 será muy difícil cuando:
No se haya producido una colisión.
La velocidad del vehículo no haya podido determinarse mediante alguno de los instrumentos
destinados a tal fin, cuyo funcionamiento deberá verificarse conforme a lo dispuesto en la Orden
ITC/3699/2006. Ha de tenerse en cuenta el margen de error aquí previsto.
Ejemplo: En sentencia del juzgado de Jerez, de 17 de febrero de 2008, se absolvió al conductor de un
automóvil que circulaba por una autovía a 186 km/h, según el cinemómetro, porque dicha velocidad está tan
próxima al límite legal de 180 km/h, que separa el delito de la infracción administrativa, que existe la
posibilidad, por error del aparato legalmente admitido, de que circulara a menos de 180 km/h. Lo que genera
una duda sobre la concurrencia o no de un elemento esencial del tipo que impide el dictado de una sentencia
condenatoria.
La identificación del conductor también puede ser problemática, cuando no se produce inmediatamente
después de la comisión de la conducta típica.
Ejemplo: Si varios empleados se desplazan a diario en un vehículo de la empresa para la que trabajan, y se
turnan en la conducción, hacen diferentes rutas, se detienen en diferentes lugares, etc., es muy verosímil que
ni ellos mismos recuerden quién conducía en el momento en que sobrepasaron holgadamente la velocidad
permitida.
III. CONDUCCIÓN BAJO LA INFLUENCIA DE BEBIDAS ALCOHÓLICAS U OTRAS
SUSTANCIAS.
En el art. 379.2 se castiga:
2. Con las mismas penas será castigado el que condujere un vehículo de motor o ciclomotor bajo la
influencia de drogas tóxicas, estupefacientes, sustancias psicotrópicas o de bebidas alcohólicas. En
todo caso será condenado con dichas penas el que condujere con una tasa de alcohol en aire espirado
superior a 0,60 miligramos por litro o con una tasa de alcohol en sangre superior a 1,2 gramos por
litro.
Se trata de distintas modalidades de un delito de peligro abstracto (STS 214/2010). No es necesaria la
presencia efectiva de terceros en el ámbito de posible eficacia causal de la conducción, pero sí es
necesario que, ex ante , esa presencia fuera posible .
Cuando la conducción se considere manifiestamente temeraria y se ponga en concreto peligro la vida o
la integridad de las personas, el art. 379.2 quedará desplazado por el art. 380 o por el art. 381, cuando
concurran todos sus elementos.
i. Tipo objetivo
1) Conducción bajo la influencia de drogas o bebidas alcohólicas (art. 379.2.I):
Los elementos típicos son que:
1º El conductor haya consumido drogas tóxicas, estupefacientes, sustancias psicotrópicas o
bebidas alcohólicas.
2º Se conduce un vehículo de motor o un ciclomotor en tal estado.
3º El consumo de aquellas sustancias influya negativamente en la conducción, por haber
producido una afectación significativa de las facultades psíquicas y/o físicas del conductor
(disminución de la atención, percepción, reflejos, sobrevaloración de las propias capacidades,
reducción del sentido crítico…), que permita afirmar la presencia de un peligro para la vida y/o
la salud de terceros, atendiendo al conjunto de las circunstancias concurrentes (STC 2/2003):
o Clase de vehículo.
o Velocidad de la conducción.
o Condiciones meteorológicas, del terreno, fluidez y densidad del tráfico.
o Consumo de medicamentos.
o Cansancio del conductor…
La superación de las tasas de alcohol en sangre o aire espirado prevista como infracción
administrativa (arts. 12 y 65.5 c) LSV, art. 20 RGCirc.) con carácter general, 0,5 gr. de alcohol por litro
de sangre y 0,25 mgr. por litro de aire espirado no determina, siempre y necesariamente, la comisión de
aquella modalidad del delito descrito en el art. 379.2.
La jurisprudencia constitucional determina que este es un tipo autónomo que con independencia de los
resultados lesivos, sanciona, entre otros supuestos, la conducción de un vehículo a motor bajo la infl
uencia de bebidas alcohólicas y que requiere:
La presencia de una determinada concentración alcohólica.
Que esta circunstancia influya o se proyecte sobre la conducción.
De modo que para subsumir el hecho enjuiciado en el tipo penal no basta comprobar que el conductor
ha ingerido alcohol o alguna otra de las sustancias mencionadas en el precepto , sino que, aun
cuando resulte acreditada esta circunstancia, es también necesario comprobar su influencia en el
conductor (STC 68/2004). Por esta razón, el delito puede cometerse sin superar aquellas tasas.
La prueba de la influencia de las sustancias mencionadas en el art. 379, como factor determinante
(único o no) del riesgo típico, es un tema complejo y controvertido. A menudo se confunden la cuestión
relativa a los elementos del tipo y la relativa a los elementos que permiten considerar probada su
concurrencia:
En relación con el alcohol, tiene extraordinaria importancia el resultado de la verificación del
aire espirado mediante etilómetros junto con el análisis de sangre, orina u otros análogos.
Los arts. 12 LSV y 28 RGCirc. se refieren a pruebas para la detección de sustancias
estupefacientes, psicotrópicos, estimulantes y otras análogas.
La comprobación de la concentración de alcohol en sangre, orina o aire espirado no es
indispensable para afirmar la realización de la conducta típica (STC 319/2006).
En este sentido, el TC ha señalado que mientras la infracción administrativa es meramente formal y de
aplicación automática, pues basta con la comprobación de que se ha conducido con una tasa superior a la
marcada, la penal requiere la constatación de que se ha visto afectada la capacidad de conducir y, en
consecuencia, la conducción se ha vuelto peligrosa (STC 2/2003). Y TC y TS han insistido en que el solo
dato del nivel de alcoholemia, sin otras connotaciones, es suficiente en principio para motivar una sanción
administrativa, pero no un delito, pues para la fundamentación de éste es necesario que se haya producido
una alteración de las facultades psíquicas y físicas de quien conduce; para la determinación de lo cual tiene
especial importancia el testimonio de quienes hayan observado la forma de conducir o de comportarse el
conductor o su estado, en particular el de los policías o guardias civiles actuantes, y es a partir de aquellos
signos externos desde donde puede deducirse después (mediante prueba indirecta) ese grado de
influencia en la conducción (STC 2/2003).
Por ello la prueba de impregnación alcohólica puede dar lugar, tras ser valorada conjuntamente con otras
pruebas, a la condena del conductor del vehículo, pero ni es la única prueba que puede producir esa
condena, ni es una prueba imprescindible para su existencia. Igualmente, se ha reiterado que no es
imprescindible la prueba de alcoholemia para condenar a un conductor por el delito del art. 379.
En cuanto a las garantías que deben reunir aquellas comprobaciones, destacan especialmente:
Los etilómetros deben haber superado los correspondientes controles metrológicos.
La práctica de segunda prueba y ofrecimiento de contraanálisis.
La incorporación al juicio oral respetando los principios de inmediación, publicidad, oralidad y
contradicción.
Cuestiones problemáticas :
o ¿Es necesario que un conductor presente unas tasas de alcoholemia superiores a las
permitidas en la regulación administrativa, para estimar que se encuentra bajo la
influencia de bebidas alcohólicas?
Si una persona no puede ser castigada como autor de una infracción administrativa parece
razonable entender que tampoco puede ser castigada como autor de un delito del art. 379.2.
Ahora bien, si una persona ingiere bebidas alcohólicas que determinan una tasa de
alcoholemia inferior a la fijada reglamentariamente, pero que le provocan limitaciones
psicomotrices, ¿incurre en el reiterado delito?
Desde la perspectiva del bien jurídico y del tenor literal del precepto, resulta verosímil
afirmar la existencia de delito, pues aquella persona ha conducido bajo la influencia de
bebidas alcohólicas, con sus capacidades psicofísicas debilitadas, que es lo que se castiga.
o Cuando alguien conduce un vehículo de motor o un ciclomotor bajo los efectos de un
medicamento que limita sus condiciones psicofísicas.
Prima facie, en rigor no comete el delito del art. 379.2, porque un medicamento recetado
por un médico no es formalmente una droga tóxica. Sin embargo, de nuevo surge la duda
porque hay fármacos que pueden encajar entre los estupefacientes o que sin serlo producen
igualmente alteraciones en las aptitudes psicomotrices del paciente; y, en este orden de
cosas, ha de recordarse la jurisprudencia que incluye entre las drogas a ciertas
medicinas. d)
No basta con que se conduzca bajo la infl uencia de bebidas alcohólicas o de drogas si de ello no
deriva alguna suerte de riesgo para los bienes jurídicos protegidos, aunque no sea necesaria la creación de
un peligro concreto, pero un cierto riesgo al menos potencial para los demás sí es imprescindible.
En resumen, cometerá este delito quien:
Conduzca un vehículo a motor o un ciclomotor, con sus facultades psícofísicas disminuidas a
causa de haber consumido bebidas alcohólicas o drogas tóxicas, estupefacientes o substancias
psicotrópicas.
Siempre que con su proceder genere un peligro cuanto menos potencial para la vida o la
integridad de los demás usuarios de las vías públicas.
Con la finalidad de ofrecer seguridad jurídica se incrimina expresamente la conducción superando
las tasas que se mencionan en el art. 379.2.II.
Por sí sola, la conducción con una tasa inferior será insuficiente para considerar probada la
comisión de la modalidad prevista en el art. 379.2.I. En estos casos, y en aquellos en los que no puede
determinarse la tasa de alcohol, la jurisprudencia centra su atención en otros indicios como:
Conducción anómala.
Producción de un accidente.
Comisión de infracciones administrativas.
Condiciones físicas del conductor (aliento, ojos vidriosos o enrojecidos, pupilas dilatadas,
equilibrio, habla pastosa, titubeante, embrollada y/o repetitiva, nerviosismo, coordinación de
movimientos…).
Cantidad de alcohol consumido…
El conjunto de los indicios debe ser coherente, pero no existe un criterio claro y unánime acerca
del valor que se les debe dar, ni acerca de si es necesaria la existencia de una conducción
externamente anómala.
2) Conducción con superación de tasas de alcohol (art. 379.2.II)
Partiendo de que:
La conducción de un vehículo de motor con las facultades necesarias para ello disminuidas o
limitadas por el consumo de bebidas alcohólicas disminuye la seguridad vial, e incrementa el
peligro de lesionar bienes jurídicos individuales.
La dificultad que puede suponer la comprobación por quienes carecen de conocimientos médicos
de la presencia y grado de tal limitación o disminución mediante el examen externo del
conductor o de la conducción del vehículo.
El consumo de alcohol no afecta de igual manera a todas las personas, sino que sus efectos
dependen de distintos factores.
Los conocimientos científicos sobre la materia y a la regulación legal o a la jurisprudencia de los
países de nuestro entorno.
Se introdujo en el art. 379 la incriminación expresa de la conducción cuando se superan
determinadas tasas de alcohol en aire espirado o en sangre, fijando así el límite del riesgo
penalmente relevante, por lo menos en relación con aquella modalidad.
El tipo objetivo se realiza con la mera superación de las tasas allí indicadas; no es necesario que la
peligrosidad de la conducción pueda advertirse observando sólo la trayectoria y velocidad del vehículo, o
se manifieste efectivamente en una conducción que deba calificarse de irregular o antijurídica, atendiendo
a aquellos criterios o a otros, distintos de la negativa influencia del alcohol en las facultades del
conductor.
Pero sí es necesario tener en cuenta el margen de error de los etilómetros previsto en la Orden ITC
3707/2006.
Esta modalidad queda reservada para el consumo excesivo de bebidas alcohólicas, al no hacerse
mención en ella a tasas equivalentes del consumo de drogas.
ii. Tipo subjetivo :
Es un delito doloso y, consecuentemente, el sujeto ha de saber que conduce en estado de intoxicación.
En la hipótesis más frecuente, la del sujeto que sabiendo que ha de conducir consume drogas o bebidas
alcohólicas, nos encontramos ante una actio libera in causa, en la cual el dolo se aprecia en el momento
en que se decide la referida ingesta, no en el de la conducción.
iii. Consumación del delito :
La consumación del delito se produce cuando un sujeto, bajo la influencia de bebidas alcohólicas, drogas
tóxicas, estupefacientes o substancias psicotrópicas, conduce un vehículo de motor y crea con su proceder
un riesgo potencial para la vida o la integridad de otras personas.
Autor del delito es el que conduce un vehículo de motor o un ciclomotor en el reiterado estado.
Quien no conduce, pero insta o colabora responde como partícipe.
Es posible la tentativa:
- Idónea , cuando el sujeto es sorprendido justo al iniciar la marcha o en el momento
inmediatamente anterior.
- Inidónea , cuando sólo ex ante y con arreglo al criterio del hombre medio, más los eventuales
conocimientos especiales del autor, exista un riesgo significativo de que el conductor se
encuentre bajo la influencia de las sustancias mencionadas en el art. 379 y comprometa, así, la
seguridad vial.
iv. Circunstancias modificativas de la responsabilidad penal :
Sobre la causa del artículo 20.2 o del artículo 21.1 o .2 ha de aceptarse como regla general la de la
incompatibilidad. Podemos decir que aunque al tiempo de conducir el sujeto se encuentre en estado de
inimputabilidad era imputable cuando decidió consumir aquellos productos, sabiendo que iba a conducir a
continuación (recuérdense las «actiones liberae in causa»).
Sin embargo, tal vez ese criterio sea demasiado tajante y con la causa del artículo 20.2 sea lícito
mantener cierta compatibilidad, pues no habiéndose buscado de propósito la intoxicación por alcohol o
drogas, para cometer la infracción, ni habiéndose previsto o debido prever su comisión, parece razonable
admitir la exención o la atenuación de la responsabilidad en algún caso.
v. Concursos
Entre los delitos del art. 379 y 380 existe un concurso de leyes (doctrina mayoritaria), incluso cuando
el peligro abstracto se extienda a objetos distintos de aquel que se haya puesto en peligro concreto.
El art. 382 comporta que, cuando la realización de los delitos previstos en el art. 379 ocasione un
resultado lesivo constitutivo de delito (un resultado de muerte o lesiones), los Jueces o Tribunales sólo
apreciarán la infracción más gravemente penada, aplicando la pena en su mitad superior y, condenando,
en su caso, al resarcimiento de la responsabilidad civil que se hubiera originado.
vi. Penalidad
Las penas de prisión, multa y trabajos en beneficio de la comunidad son alternativas. Además, se
impondrá la pena de privación del derecho a conducir vehículos a motor y ciclomotores por tiempo
superior a 1 y hasta 4 años.
En atención a la menor entidad del riesgo causado y a las demás circunstancias del hecho, el Juez o
Tribunal podrá rebajar en un grado la pena de prisión prevista en el art. 379 (art. 385 ter).
IV. CONDUCCIÓN TEMERARIA: MODALIDADES.
Se regula en el artículo 380, que está redactado como sigue:
Artículo 380
1. El que condujere un vehículo a motor o un ciclomotor con temeridad manifiesta y pusiere en
concreto peligro la vida o la integridad de las personas será castigado con las penas de prisión de seis
meses a dos años y privación del derecho a conducir vehículos a motor y ciclomotores por tiempo
superior a uno y hasta seis años.
2. A los efectos del presente precepto se reputará manifiestamente temeraria la conducción en la que
concurrieren las circunstancias previstas en el apartado primero y en el inciso segundo del apartado
segundo del artículo anterior.
A. CONDUCCIÓN CON TEMERIDAD MANIFIESTA :
i. Tipo objetivo .
Se castiga de forma genérica la conducción temeraria, sin exigir que el carácter temerario proceda de
un factor concreto de riesgo (velocidad o la influencia del consumo de bebidas alcohólicas). Se exige:
El peligro abstracto derivado del carácter temerario de la conducción.
La producción de un peligro concreto para la vida o la integridad de las personas.
De este delito interesa examinar lo que sea temeridad manifiesta y poner en concreto peligro la vida o
la integridad de las personas:
a. Conducir con temeridad manifiesta
Equivale a manejar los mecanismos de dirección y tracción de un vehículo de motor o de un ciclomotor
con omisión de la diligencia más elemental exigible a un conductor. La omisión debe ser evidente,
patente, para un conductor medio, y esta valoración de la imprudencia debe realizarse ex ante,
conforme al criterio del hombre medio con los conocimientos especiales que, eventualmente, pudiera
tener el autor (es decir, para alguien con conocimientos, experiencia de conducción y diligencia medios,
que supiera las condiciones del conductor y del lugar, el estado del vehículo y la conducta realizada, en
el momento de los hechos), y ha de establecerse a partir de las normas que regulan la circulación vial.
Puede decirse que equivale a imprudencia grave o temeraria, siempre que no se olvide que estamos
ante un delito doloso, esto quiere decir que se conduce infringiendo una norma de cuidado elemental y
creando un riesgo significativo, atendiendo al conjunto de las circunstancias concretas en las que se
produce la conducción.
No es necesario que la temeridad pueda apreciarse mediante la simple observación del
desplazamiento del vehículo: es manifiestamente temeraria la conducción bajo la influencia de bebidas
alcohólicas, sin haber dormido en las últimas 24 horas y con un vehículo en el que el sistema de frenado
no funciona adecuadamente.
En el art. 380.2 se menciona un supuesto concreto de conducción manifiestamente temeraria: cuando
se superan los límites de velocidad y las tasas de alcohol que se indican en el art. 379 CP. Lo que no
significa que baste la concurrencia de una de estas dos circunstancias para la aplicación del tipo del
art. 380, porque además es necesaria la puesta en peligro concreto de la vida o de la integridad de
las personas.
Ejemplo: Cuando alguien simplemente conduzca un vehículo a más velocidad o con tasas de alcohol
mayores a las expresadas incurrirá en el delito del art. 379, que, como vimos, es un delito de peligro
abstracto, a diferencia del de conducción temeraria del art. 380, que es de peligro concreto.
b. Que la conducción ponga en concreto peligro la vida o la integridad de las personas
Esta exigencia delimita el delito previsto en el art. 380 frente a los delitos de peligro abstracto (arts. 379,
381.2 y 385) y frente a la infracción administrativa (art. 65.5.e) LSV). Además obliga a tomar en
consideración las consecuencias que la conducción ha producido efectivamente (ex post).
Es necesaria:
- La presencia de una o varias personas cuya vida o integridad haya sido puesta en peligro con
la conducción temeraria, por encontrarse dentro de su ámbito de posible eficacia causal.
- La proximidad de un resultado de muerte o lesiones, cuya producción escapa al dominio del
conductor que conduce temerariamente.
Se ha considerado típica la conducta de quien:
Se salta un semáforo en rojo a gran velocidad y está a punto de colisionar con otro vehículo
(STS 312/2003).
Conduce en sentido contrario y provoca daños en dos vehículos (STS 103/2003).
Circula a gran velocidad, por el arcén y zig-zagueando entre los automóviles (STS 2251/2001).
Conduce a gran velocidad por calle peatonal , arrollando a un cochecito del que el abuelo
acababa de sacar a su nieta, tras advertir que se acercaba el vehículo del acusado (STS
877/1999).
Conduce aceleradamente con tráfico denso, se salta la mediana, y huye en dirección prohibida ,
hasta colisionar con un vehículo (STS 341/1998).
Huye a gran velocidad, saltándose semáforos en rojo , de modo que los otros vehículos tuvieron
que apartarse o detenerse bruscamente para evitar las colisiones (ATS 16/Mayo/2003).
Por concreto peligro ha de entenderse el riesgo efectivo para la vida o la integridad de las personas, pero
no de la vida o la integridad del sujeto activo. Si éste arriesga su vida, pero no la de los demás, no hay
delito.
La vida o integridad de las personas puestas en peligro pueden ser la de:
Otros conductores que circulan por la misma vía que el conductor temerario.
Las personas que se encuentran próximas al lugar de los hechos.
Si a quien se pone en peligro es al acompañante del conductor habrá de distinguirse según
que el primero:
o Estuviera conforme con la forma de conducir del segundo (autopuesta en peligro), en
este caso, no incurriría en responsabilidad por la acción del conductor, y al aceptar el
riesgo inherente a ésta la haría atípica.
o No estuviera conforme con la forma de conducir del segundo , en este caso, si estuviera
en desacuerdo y así lo manifestara, el conductor cometería el delito de conducción
temeraria (en concurso con unas posibles detenciones ilegales, si el acompañante le
insistiera en que le permitiese apearse del coche y aquél hiciera caso omiso y le
retuviera contra su voluntad).
Por razones sistemáticas, las lesiones a las que se refiere el peligro concreto deben presentar, como
mínimo, la gravedad de las previstas en el art. 147.1.
La prueba del peligro concreto no exige la declaración de la persona afectada, ni su identificación (STS
1209/2009), bastando la declaración testifical de la policía o de terceros.
ii. Tipo subjetivo
El dolo debe extenderse a (STS 1039/2001):
- La conducción temeraria.
- Al resultado de peligro concreto.
El conductor ha de querer conducir de la forma arriesgada en que lo hace, lo que no equivale a
querer causar un resultado lesivo. La STS 27/Sept/2000 habla de dolo de peligro.
Si el dolo se extendiera al resultado de muerte o lesiones estaríamos ante una tentativa de homicidio o
lesiones.
iii. Circunstancias modificativas de la responsabilidad penal :
Sólo cabrán las eximentes o atenuantes cuando no se hubiera previsto dolosamente o se hubiera
debido prever tal situación (actio libera in causa).
iv. Relación con otros delitos :
Cuando la conducción temeraria es una conducta de auto-encubrimiento, la jurisprudencia sólo admite
la impunidad si no se crea un peligro para otros bienes jurídicos (STS 1489/2005).
Existirá un concurso con el delito de atentado cuando se acometa de los agentes, pudiendo entenderse
que el vehículo es medio peligroso (STS 1039/2001).
B. CONDUCCIÓN TEMERARIA CON “MANIFIESTO DESPRECIO POR LA VIDA DE LOS
DEMÁS”/CONDUCCIÓN SUICIDA (art. 381):
En el art. 381 se castiga:
Artículo 381
1. Será castigado con las penas de prisión de dos a cinco años, multa de doce a veinticuatro meses y
privación del derecho a conducir vehículos a motor y ciclomotores durante un período de seis a diez
años el que, con manifiesto desprecio por la vida de los demás, realizare la conducta descrita en el
artículo anterior.
2. Cuando no se hubiere puesto en concreto peligro la vida o la integridad de las personas, las penas
serán de prisión de uno a dos años, multa de seis a doce meses y privación del derecho a conducir
vehículos a motor y ciclomotores por el tiempo previsto en el párrafo anterior.
i. Tipo objetivo :
Conocida también como conducción suicida u homicida, la comete el que realiza la conducta descrita en
el artículo anterior, variando la pena en función de si se pone o no en concreto peligro la vida o la
integridad de las personas (art. 381). Por tanto, la realiza el que:
- Conduce un vehículo a motor o un ciclomotor.
- Con temeridad manifiesta.
- Poniendo en concreto peligro la vida o la integridad de las personas.
De no haberse puesto en concreto peligro la vida o la integridad de las personas se impone al
autor una pena inferior. Por tanto, son delitos de peligro:
o De peligro concreto el del párrafo primero.
o De peligro abstracto el del párrafo segundo.
- Con manifiesto desprecio por la vida de los demás.
Este delito, que castiga la conducción con temeridad manifiesta y “consciente desprecio por la vida de los
demás”, se introdujo pensando en los llamados “conductores homicidas” o “conductores suicidas”, los
que hacen apuestas relacionadas con la conducción en autopista o autovía en dirección prohibida.
Existen dos posiciones acerca de la interpretación del art. 381:
a) La jurisprudencia y doctrina mayoritarias entendían que la referencia al “consciente
desprecio” servía para describir los supuestos en los que el conductor actúa con dolo eventual
respecto del resultado de muerte.
En el caso de que se considerara acertada, no nos parece que la referencia al “manifiesto desprecio”,
acompañada de la modificación del marco penal previsto en el art. 381.1, sean suficientes para abandonar
aquella interpretación del delito aquí previsto: Sin perjuicio de que se pueda entender que abarca también
otros supuestos (especialmente cuando no se produce un concreto peligro para la vida o la integridad de
las personas), el art. 381 incriminaría la tentativa de homicidio con dolo eventual, dispensándole en
estos casos un tratamiento que puede ser más leve que el que resultaría de aplicar los arts. 138 y 62.
Semejante trato privilegiado se vería intensificado cuando se pone dolosamente en peligro la vida de
varias personas, puesto que también en estos casos existirá un único delito.
b) Un sector de la doctrina y la jurisprudencia entiende que la singularidad de las conductas
descritas en el art. 381 radica en la especial gravedad de la norma de cuidado que se infringe,
generando un claro peligro para la vida de una pluralidad de personas, pero sin que el dolo se
extienda al resultado de muerte.
ii. Tipo subjetivo :
Conducir con manifiesto desprecio significa que el sujeto ha de manejar los mandos de un vehículo en
marcha de tal manera que, con arreglo a la experiencia general, sea evidente para cualquiera que su forma
de hacerlo representa un grave y claro peligro para la seguridad de los otros usuarios, que es muy
probable que de resultas de su conducta pueda producirse un accidente mortal o que menoscabe la
integridad de otras personas. El conductor asume que el reiterado resultado se pueda producir, aunque no
lo busque ni lo desee; esto es: que actúa con el llamado dolo eventual.
El legislador parece adoptar la denominada teoría positiva del consentimiento, según la cual hay dolo
eventual cuando el autor decide actuar con independencia de que el resultado lesivo ocurra o no; si al
autor no le importa que la muerte de otra persona ocurra, si dice: «aunque produzca una o varias muertes,
voy a conducir en sentido contrario al de la calzada», entonces hay dolo eventual.
Se trata de realizar la conducta típica del art. 380, pero con un elemento más, pues, mientras el delito
de conducción con temeridad manifiesta requiere gobernar un vehículo a motor o un ciclomotor con
inobservancia del deber de cuidado exigible a todo conductor, queriendo conducir precisamente de esa
manera, con consciencia de que es una manera peligrosa de hacerlo, pero sin que pueda hablarse de un
compromiso con el previsible resultado lesivo, el de conducción homicida necesita, además, que el
peligro sea más incuestionable si cabe, a los ojos de un observador medio, y, de rechazo, para el
conductor que, de forma inevitable tiene que pensar en la alta probabilidad de que su
comportamiento produzca un accidente, sin desistir por ello de su propósito.
Si se entiende que el tipo subjetivo del delito previsto en el art. 381 está formado por el dolo eventual
en relación con el resultado de muerte, en principio la efectiva producción de este resultado deberá
considerarse dolosa (STS 1464/2005).
iii. Consumación :
Tiene lugar cuando alguien conduce con temeridad manifiesta un vehículo a motor o un ciclomotor,
poniendo en concreto peligro la vida de otras personas, en el caso de la figura del primer párrafo; o
simplemente con la práctica de la conducción temeraria, con peligro potencial para otros posibles
usuarios.
La comisión en grado de tentativa es imaginable pero poco verosímil.
iv. Concursos :
En el terreno concursal se ha de diferenciar según:
Haya habido lesión para la vida o la integridad de las personas.
Habrá de precisarse, porque si se ha causado la muerte de otro conductor, pero al tiempo se ha
puesto en peligro la vida de otras personas, surgirá un concurso, generalmente ideal, de delitos entre:
Homicidio con dolo eventual.
Conducción homicida.
Claro que a raíz de la regla concursal del art. 382, se habrá de imponer la pena del delito más
gravemente penado en su mitad superior.
No haya habido lesión para la vida o la integridad de las personas.
Si no ha resultado ninguna persona muerta o herida, la existencia o no de peligro concreto
determinará la apreciación del delito del párrafo primero o del segundo.
V. NEGATIVA A SOMETERSE A LAS PRUEBAS DE ALCOHOLEMIA.
En el art. 383 se describe:
Artículo 383
El conductor que, requerido por un agente de la autoridad, se negare a someterse a las pruebas
legalmente establecidas para la comprobación de las tasas de alcoholemia y la presencia de las drogas
tóxicas, estupefacientes y sustancias psicotrópicas a que se refieren los artículos anteriores, será
castigado con la penas de prisión de seis meses a un año y privación del derecho a conducir vehículos
a motor y ciclomotores por tiempo superior a uno y hasta cuatro años.
Esta es una modalidad autónoma del delito de desobediencia, consistente en negarse, tras ser requerido
por un agente de la de la autoridad, a someterse a las pruebas legalmente establecidas para la
comprobación de las tasas de alcoholemia y la presencia de drogas tóxicas, estupefacientes y sustancias
psicotrópicas que supondrían la comisión de los delitos previstos en los arts. 379 a 382.
i. Bien jurídico protegido :
Es la eficacia de los requerimientos legítimos de los agentes de la autoridad, y los fines que persiguen.
Además, de forma mediata se protege la seguridad vial y, por lo tanto, la vida e integridad de las
personas (STC 161/1997).
El TC ha admitido la compatibilidad de este delito con la CE (STC 234/1997), siendo decisivas:
- La singularidad de las pruebas a las que se refiere el art. 383.
- Las aludidas dificultades para la comprobación del delito descrito en el art. 379.
- La importancia de los bienes jurídicos que protege.
La trascendencia del derecho de defensa, a la presunción de inocencia, a la intimidad, así como la de los
principios de proporcionalidad, igualdad y legalidad se reduce al ámbito de la interpretación del art.
383.
ii. Tipo objetivo :
Incurre en esta negativa
El conductor de un vehículo de motor o de un ciclomotor, que
Lo conduce por un espacio de uso público, y
Al ser requerido por un agente de la autoridad,
Se niega a someterse a las pruebas legalmente establecidas para la comprobación de las tasas de
alcoholemia o la presencia de las drogas tóxicas, estupefacientes y sustancias psicotrópicas.
Las pruebas legalmente establecidas a las que se refiere el art. 383 son las previstas en los arts. 12.2 y
3 LSV y los arts. 21, 22, 23, 24, 26 y 28 RGCirc.
En cuanto a las personas obligadas, el art. 12 LSV establece que:
Artículo 12 Bebidas alcohólicas y drogas
1. No podrá circular por las vías objeto de esta ley el conductor de cualquier vehículo con tasas de
alcohol superiores a las que reglamentariamente se establezcan.
Tampoco podrá circular por las vías objeto de esta ley el conductor de cualquier vehículo con
presencia de drogas en el organismo, de las que quedarán excluidas aquellas substancias que se
utilicen bajo prescripción facultativa y con una finalidad terapéutica, siempre que se esté en
condiciones de utilizar el vehículo conforme a la obligación de diligencia, precaución y no distracción
establecida en el artículo 9.
2. Todos los conductores de vehículos quedan obligados a someterse a las pruebas para la detección
de alcohol o de la presencia de drogas en el organismo, que se practicarán por los agentes encargados
de la vigilancia del tráfico. Igualmente, quedan obligados los demás usuarios de la vía cuando se
hallen implicados en un accidente de tráfico o hayan cometido una infracción conforme a lo tipificado
en esta Ley.
3. Las pruebas para la detección de alcohol consistirán en la verificación del aire espirado mediante
dispositivos autorizados y, para la detección de la presencia de drogas en el organismo, en una prueba
salival mediante un dispositivo autorizado y en un posterior análisis de una muestra salival en
cantidad suficiente.
No obstante, cuando existan razones justificadas que impidan realizar estas pruebas, se podrá ordenar
el reconocimiento médico del sujeto o la realización de los análisis clínicos que los facultativos del
centro sanitario al que sea trasladado estimen más adecuados.
4. El procedimiento, las condiciones y los términos en que se realizarán las pruebas para la detección
de alcohol o de drogas se establecerán reglamentariamente.
5. A efectos de contraste, a petición del interesado, se podrán repetir las pruebas para la detección de
alcohol o de drogas, que consistirán preferentemente en análisis de sangre, salvo causas excepcionales
debidamente justificadas. Cuando la prueba de contraste arroje un resultado positivo será abonada por
el interesado.
El personal sanitario vendrá obligado, en todo caso, a dar cuenta del resultado de estas pruebas al Jefe
de Tráfico de la provincia donde se haya cometido el hecho o, cuando proceda, a los órganos
competentes para sancionar en las Comunidades Autónomas que tengan transferidas las competencias
ejecutivas en materia de tráfico y circulación de vehículos a motor, o a las autoridades municipales
competentes.
El art. 21 RGCirc. dispone que:
Artículo 21 Investigación de la alcoholemia. Personas obligadas
Todos los conductores de vehículos y de bicicletas quedan obligados a someterse a las pruebas que se
establezcan para la detección de las posibles intoxicaciones por alcohol. Igualmente quedan obligados
los demás usuarios de la vía cuando se hallen implicados en algún accidente de circulación (artículo
12.2, párrafo primero, del texto articulado).
Los agentes de la autoridad encargados de la vigilancia del tráfico podrán someter a dichas pruebas:
a) A cualquier usuario de la vía o conductor de vehículo implicado directamente como posible
responsable en un accidente de circulación.
b) A quienes conduzcan cualquier vehículo con síntomas evidentes, manifestaciones que denoten o
hechos que permitan razonablemente presumir que lo hacen bajo la influencia de bebidas
alcohólicas.
c) A los conductores que sean denunciados por la comisión de alguna de las infracciones a las
normas contenidas en este reglamento.
d) A los que, con ocasión de conducir un vehículo, sean requeridos al efecto por la autoridad o sus
agentes dentro de los programas de controles preventivos de alcoholemia ordenados por dicha
autoridad.
El art. 28 remite a las situaciones análogas en cuanto a la obligación de someterse a las pruebas para la
detección de drogas tóxicas, estupefacientes y sustancias psicotrópicas.
Artículo 28 Pruebas para la detección de sustancias estupefacientes, psicotrópicos, estimulantes u
otras sustancias análogas
1. Las pruebas para la detección de estupefacientes, psicotrópicos, estimulantes u otras sustancias
análogas, así como las personas obligadas a su realización, se ajustarán a lo dispuesto en los párrafos
siguientes:
a) Las pruebas consistirán normalmente en el reconocimiento médico de la persona obligada y en
los análisis clínicos que el médico forense u otro titular experimentado, o personal facultativo del
centro sanitario o instituto médico al que sea trasladada aquélla, estimen más adecuados.
A petición del interesado o por orden de la autoridad judicial, se podrán repetir las pruebas a efectos
de contraste, que podrán consistir en análisis de sangre, orina u otros análogos (artículo 12.2,
párrafo segundo, in fine, del texto articulado).
b) Toda persona que se encuentre en una situación análoga a cualquiera de las enumeradas en el
artículo 21, respecto a la investigación de la alcoholemia, queda obligada a someterse a las pruebas
señaladas en el párrafo anterior. En los casos de negativa a efectuar dichas pruebas, el agente podrá
proceder a la inmediata inmovilización del vehículo en la forma prevista en el artículo 25.
c) El agente de la autoridad encargado de la vigilancia del tráfico que advierta síntomas evidentes o
manifestaciones que razonablemente denoten la presencia de cualquiera de las sustancias aludidas
en el organismo de las personas a que se refiere el artículo anterior se ajustará a lo establecido en la
Ley de Enjuiciamiento Criminal y a cuanto ordene, en su caso, la autoridad judicial, y deberá
ajustar su actuación, en cuanto sea posible, a lo dispuesto en este reglamento para las pruebas para
la detección alcohólica.
d) La autoridad competente determinará los programas para llevar a efecto los controles preventivos
para la comprobación de estupefacientes, psicotrópicos, estimulantes u otras sustancias análogas en
el organismo de cualquier conductor.
2. Las infracciones a este precepto relativas a la conducción bajo los efectos de estupefacientes,
psicotrópicos, estimulantes u otras sustancias análogas, así como la infracción de la obligación de
someterse a las pruebas para su detección, tendrán la consideración de infracciones muy graves,
conforme se prevé en el artículo 65.5.a) y b) del texto articulado.
El reconocimiento del consumo previo de alcohol no exime de la obligación de someterse a las
pruebas (SAP Barcelona 14/Sept/2006).
En lo relativo al tipo de pruebas, el art. 12 LSV remite al RGCirc, que al desarrollar esta materia añade
que:
Artículo 23 Práctica de las pruebas
1. Si el resultado de la prueba practicada diera un grado de impregnación alcohólica superior a 0,5
gramos de alcohol por litro de sangre o a 0,25 miligramos de alcohol por litro de aire espirado, o al
previsto para determinados conductores en el artículo 20 o, aun sin alcanzar estos límites, presentara
la persona examinada síntomas evidentes de encontrarse bajo la influencia de bebidas alcohólicas, el
agente someterá al interesado, para una mayor garantía y a efecto de contraste, a la práctica de una
segunda prueba de detección alcohólica por el aire espirado, mediante un procedimiento similar al que
sirvió para efectuar la primera prueba, de lo que habrá de informarle previamente.
2. De la misma forma advertirá a la persona sometida a examen del derecho que tiene a controlar, por
sí o por cualquiera de sus acompañantes o testigos presentes, que entre la realización de la primera y
de la segunda prueba medie un tiempo mínimo de 10 minutos.
La previsión del sometimiento a una segunda verificación comporta que la negativa podrá ser típica,
aunque se haya practicado ya una primera prueba (no hay unanimidad en la jurisprudencia).
3. Igualmente, le informará del derecho que tiene a formular cuantas alegaciones u observaciones
tenga por conveniente, por sí o por medio de su acompañante o defensor, si lo tuviese, las cuales se
consignarán por diligencia, y a contrastar los resultados obtenidos mediante análisis de sangre, orina u
otros análogos, que el personal facultativo del centro médico al que sea trasladado estime más
adecuados.
4. En el caso de que el interesado decida la realización de dichos análisis, el agente de la autoridad
adoptará las medidas más adecuadas para su traslado al centro sanitario más próximo al lugar de los
hechos. Si el personal facultativo del centro apreciara que las pruebas solicitadas por el interesado son
las adecuadas, adoptará las medidas tendentes a cumplir lo dispuesto en el artículo 26.
El importe de dichos análisis deberá ser previamente depositado por el interesado y con él se atenderá
al pago cuando el resultado de la prueba de contraste sea positivo; será a cargo de los órganos
periféricos del organismo autónomo Jefatura Central de Tráfico o de las autoridades municipales o
autonómicas competentes cuando sea negativo, devolviéndose el depósito en este último caso.
Al atribuirse a estos análisis una función de contraste, es típica la conducta de quien se niega a realizar
primero la verificación del aire espirado. La negativa a realizar las pruebas con etilómetro evidencial
es típica aunque previamente se haya realizado una prueba de muestreo con un aparato digital o
alcoholímetro que no reúna suficientes garantías en cuanto a su precisión (SAP Barcelona
10/Mayo/2005).
La negativa sólo es típica cuando el sujeto reúne las condiciones necesarias para someterse a las pruebas.
De acuerdo con el art. 22.2 RGCirc.:
2. Cuando las personas obligadas sufrieran lesiones, dolencias o enfermedades cuya gravedad impida
la práctica de las pruebas, el personal facultativo del centro médico al que fuesen evacuados decidirá
las que se hayan de realizar.
Entre las obligaciones del personal sanitario, el art. 26 prevé la de proceder a la obtención de muestras y
su remisión al laboratorio correspondiente, dando cuenta a la autoridad judicial del resultado y del
porcentaje de alcohol en sangre que presente el individuo examinado.
Además de la negativa abierta y expresa a practicar las pruebas, es típica la conducta consistente en
soplar con una intensidad deliberadamente insuficiente para frustrar así la obtención de una
medición válida (SAP Barcelona 10ª 430/2010).
Las pruebas para la detección de drogas tóxicas y estupefacientes, sustancias psicotrópicas se regulan en
el art. 28.1 a) RGCirc.:
Artículo 28 Pruebas para la detección de sustancias estupefacientes, psicotrópicos, estimulantes u
otras sustancias análogas
1. Las pruebas para la detección de estupefacientes, psicotrópicos, estimulantes u otras sustancias
análogas, así como las personas obligadas a su realización, se ajustarán a lo dispuesto en los párrafos
siguientes:
a) Las pruebas consistirán normalmente en el reconocimiento médico de la persona obligada y en
los análisis clínicos que el médico forense u otro titular experimentado, o personal facultativo del
centro sanitario o instituto médico al que sea trasladada aquélla, estimen más adecuados.
A petición del interesado o por orden de la autoridad judicial, se podrán repetir las pruebas a efectos
de contraste, que podrán consistir en análisis de sangre, orina u otros análogos (artículo 12.2,
párrafo segundo, in fine, del texto articulado).
b) Toda persona que se encuentre en una situación análoga a cualquiera de las enumeradas en el
artículo 21, respecto a la investigación de la alcoholemia, queda obligada a someterse a las pruebas
señaladas en el párrafo anterior. En los casos de negativa a efectuar dichas pruebas, el agente podrá
proceder a la inmediata inmovilización del vehículo en la forma prevista en el artículo 25.
c) El agente de la autoridad encargado de la vigilancia del tráfico que advierta síntomas evidentes o
manifestaciones que razonablemente denoten la presencia de cualquiera de las sustancias aludidas
en el organismo de las personas a que se refiere el artículo anterior se ajustará a lo establecido en la
Ley de Enjuiciamiento Criminal y a cuanto ordene, en su caso, la autoridad judicial, y deberá
ajustar su actuación, en cuanto sea posible, a lo dispuesto en este reglamento para las pruebas para
la detección alcohólica.
d) La autoridad competente determinará los programas para llevar a efecto los controles preventivos
para la comprobación de estupefacientes, psicotrópicos, estimulantes u otras sustancias análogas en
el organismo de cualquier conductor.
La LO 5/2010 ha modificado el art. 796.1.7º LECrim., que queda redactado así:
7º. La práctica de las pruebas de alcoholemia se ajustará a lo establecido en la legislación de
seguridad vial. Las pruebas para detectar la presencia de drogas tóxicas, estupefacientes y sustancias
psicotrópicas en los conductores de vehículos a motor y ciclomotores serán realizadas por agentes de
la policía judicial de tráfico con formación específica y sujeción, asimismo, a lo previsto en las
normas de seguridad vial.
Cuando el test indiciario salival, al que obligatoriamente deberá someterse el conductor, arroje un
resultado positivo o el conductor presente signos de haber consumido las sustancias referidas, estará
obligado a facilitar saliva en cantidad suficiente, que será analizada en laboratorios homologados,
garantizándose la cadena de custodia.
Todo conductor podrá solicitar prueba de contraste consistente en análisis de sangre, orina u otras
análogas. Cuando se practicaren estas pruebas, se requerirá al personal sanitario que lo realice para
que remita el resultado al Juzgado de guardia por el medio más rápido y, en todo caso, antes del día y
hora de la citación a que se refieren las reglas anteriores.
Una delimitación del tipo objetivo acorde con el principio de proporcionalidad obliga a considerar las
circunstancias en las que se produce la negativa y sus consecuencias.
El ámbito propio del art. 383 se circunscribe a los supuestos en los que el requerimiento policial se
formula sobre la base de indicios de la comisión del delito descrito en el art. 379.2 (STS 1/2002) y,
además, tales indicios son claramente insuficientes para garantizar una sentencia condenatoria firme. La
negativa del conductor al requerimiento formulado sin la presencia de aquellos indicios sólo será
constitutiva de una infracción administrativa (art. 65.5 b) LSV).
En orden a la demarcación entre la sanción penal y la administrativa, ha de partirse de lo dicho por el
TC, según el cual la determinación de si el tipo del art. 383 ha de ser aplicado cuando existen indicios de
conducción bajo la influencia de bebidas alcohólicas o de drogas o como medida de prevención general es
una cuestión de legalidad ordinaria (STC 165/2000). El TS, por su parte, ha diferenciado la sanción
penal de la administrativa mediante los siguientes criterios orientativos:
a. La negativa a someterse al control de alcoholemia, en los supuestos previstos en los números
1 y 2 del art. 21 de Reglamento de circulación debe incardinarse en el art. 380.
b. La negativa, en los supuestos 3 y 4 del precepto y Reglamento citados, dará lugar al referido
delito, si los agentes que pretenden efectuar la prueba advierten en el requerido síntomas de estar
conduciendo bajo las efectos bebidas y así se lo hacen saber.
Si no se advierten tales síntomas, la negativa no rebasa los límites de la sanción administrativa de
los arts. 65 y 67 de la LSV (STS 9/Dic/1999).
De manera que ha venido exigiendo para la apreciación del delito que:
El conductor requerido a someterse a las pruebas de alcoholemia esté implicado en un accidente
de circulación.
El conductor requerido a someterse a las pruebas conduzca con síntomas que permitan
razonablemente suponer que conduce bajo la influencia de bebidas alcohólicas o de drogas
tóxicas estupefacientes o sustancias psicotrópicas.
Todo ello sin perjuicio de apreciar un delito de resistencia cuando el comportamiento del conductor no
se limite al rechazo del requerimiento formulado por los agentes encargados de la vigilancia del tráfico.
Al tratarse de una modalidad específica del delito de desobediencia, el art. 383 requiere:
Un requerimiento previo, directo y claro del agente.
Una negativa contumaz y reiterada.
Es discutible si el tipo objetivo requiere que el conductor haya sido informado de las consecuencias
penales de su comportamiento.
iii. Tipo subjetivo .
Se trata de un delito doloso. Cuando la persona requerida sopla por el etilómetro con una intensidad
insuficiente para que el aparato pueda determinar la tasa de alcohol, sólo estaremos ante una conducta
dolosa si el sujeto perseguía o aceptaba que no sería posible realizar aquella medición.
El tipo subjetivo no exige la concurrencia de un elemento subjetivo adicional. Sin embargo,
ocasionalmente la jurisprudencia ha exigido que de la negativa se desprenda una actitud de rebeldía y
desprecio a la autoridad. En la mayoría de casos, ello ha servido para absolver cuando, en realidad, ya no
concurrían los elementos objetivos del delito de desobediencia.
Ejemplo: Negativa de quien acaba de sufrir un accidente y no se encuentra en condiciones de someterse a la
prueba del etilómetro.
iv. Circunstancias modificativas de la responsabilidad penal :
Tendrá lugar la correspondiente eximente o atenuante cuando no se hubiera previsto dolosamente tal
situación (actio libera in causa). Debe tenerse presente que la embriaguez que determina la comisión del
delito previsto en el art. 379.2 no alcanza necesariamente la intensidad suficiente como para apreciar una
disminución o exclusión de la culpabilidad.
Cuando concurran los delitos previstos en los arts. 379.2 y 383, debería ser excepcional que la
embriaguez sólo atenúe la pena del segundo; debe tenerse en cuenta que la comisión del delito previsto
en el art. 383 requiere que el sujeto presente síntomas de embriaguez.
v. Concursos :
Es polémica la cuestión de si puede apreciarse un concurso entre los delitos descritos en los arts. 379 y
383. La jurisprudencia mayoritaria admite esa posibilidad (STC 1/2009, niega que la condena por los
dos delitos infrinja la prohibición de bis in idem), considerando que hay dos bienes jurídicos
implicados, los específicos del delito contra la seguridad del tráfico y del de desobediencia, y que la
solución del concurso de normas es inadmisible.
Además, se aprecia a menudo la circunstancia atenuante de embriaguez en relación con el delito del
art. 383.
VI. CONDUCCIÓN SIN PERMISO O LICENCIA.
EL art. 384 castiga a quien:
Artículo 384
El que condujere un vehículo de motor o ciclomotor en los casos de pérdida de vigencia del permiso o
licencia por pérdida total de los puntos asignados legalmente, será castigado con la pena de prisión de
tres a seis meses o con la de multa de doce a veinticuatro meses o con la de trabajos en beneficio de la
comunidad de treinta y uno a noventa días.
Las mismas penas se impondrán al que realizare la conducción tras haber sido privado cautelar o
definitivamente del permiso o licencia por decisión judicial y al que condujere un vehículo de motor o
ciclomotor sin haber obtenido nunca permiso o licencia de conducción.
A. CONDUCCIÓN SIN HABER OBTENIDO NUNCA PERMISO O LICENCIA DE
CONDUCCIÓN
La conducción de un vehículo a motor de forma segura requiere determinadas facultades y
conocimientos. Para intentar garantizar que el conductor reúne tales cualidades, en los arts. 59 y 60 LSV
se exige la obtención previa de una autorización administrativa y se prohíbe la conducción
careciendo de ella.
En los arts. 4 y ss. RGCond. se regulan diversas clases de permisos y licencias de conducción, la edad y
el resto de los requisitos necesarios para obtenerlos, las condiciones de expedición, las solicitudes, la
vigencia… De los permisos de conducción expedidos en otros países se ocupan los arts. 15 y ss.
El mero hecho de conducir un vehículo a motor sin haber obtenido nunca permiso o licencia de
conducción no comporta que:
El conductor carezca de las capacidades, conocimientos y habilidad necesarios para obtener el
correspondiente permiso o licencia siguiendo los trámites previstos legalmente para ello.
La conducción genere un peligro para la vida o la integridad física de terceros superior al que
generaría si el conductor lo hubiera obtenido.
Por ello, en esta figura delictiva es difícil identificar un bien jurídico que no sea el interés estatal en
comprobar, a través de los trámites previstos legalmente para obtener un permiso o licencia de
conducción, que quien conduce tiene una mínima aptitud para ello. Ello violenta los principios de
subsidiariedad y proporcionalidad.
Es atípica la conducción de quien:
Sí ha obtenido un permiso o licencia en otro país , aunque no sean válidos para conducir en
España (arts. 15 y ss. RGCond, ATS 23/Jul/2009).
Sí los obtuvo, pero conduce después de que se haya declarado su nulidad, lesividad, o la pérdida
de vigencia (arts. 63 LSV, 34-40 RGCond).
La conducción de un vehículo distinto de aquel a cuya conducción autoriza el permiso o
licencia obtenidos, o en condiciones distintas de las autorizadas: no realiza el tipo quien sí ha
obtenido algún permiso o licencia que le autoriza a conducir (SAP Valencia 3ª 129/2010).
B. CONDUCCIÓN EN LOS CASOS DE PÉRDIDA DE VIGENCIA DEL PERMISO O
LICENCIA POR PÉRDIDA TOTAL DE LOS PUNTOS ASIGNADOS
La titularidad de un permiso o licencia de conducción comporta la asignación de un número de
puntos. El número de puntos asignado se verá reducido por cada sanción firme que se imponga en vía
administrativa por la comisión de las infracciones graves o muy graves que lleven aparejada la pérdida de
puntos, de acuerdo con el baremo establecido en el anexo II LSV. El art. 60.4 LSV dispone que la
vigencia del permiso o la licencia de conducción estará condicionada a que su titular no haya perdido la
asignación total de puntos.
El art. 40.3 RGCond dispone:
La declaración de pérdida de vigencia por haber perdido el titular del permiso o de la licencia de
conducción la totalidad del crédito de puntos, o por haber sido condenado a la pena de privación del
derecho a conducir vehículos de motor y ciclomotores por tiempo superior a dos años, afectará a
todas las clases del permiso o licencia de conducción de que sea titular, así como a cualquier otro
certificado, autorización administrativa o documento cuyo otorgamiento dependa de la vigencia de la
clase o de las clases del permiso o licencia de conducción objeto del procedimiento.
Sólo es típica la conducción realizada mientras no se haya recuperado u obtenido nuevamente el
permiso o licencia de conducción, tras el cumplimiento de los requisitos y plazos establecidos legal y
reglamentariamente (arts. 63 LSV y art. 38 RGCond.)
C. CONDUCCIÓN TRAS LA PRIVACIÓN CAUTELAR O DEFINITIVA DEL PERMISO O
LICENCIA POR DECISIÓN JUDICIAL
El art. 384 se refiere a la conducción que se produce quebrantando la privación del derecho a conducir
vehículos a motor y ciclomotores derivada de la imposición, en un proceso penal, de la correspondiente
pena, medida de seguridad o medida cautelar.
La conducta prevista supone una modalidad del delito de quebrantamiento de condena (art. 468.1). Se
protege aquí la eficacia de la resolución judicial en la que se impone la pena, medida de seguridad o
medida cautelar quebrantadas y, en definitiva, la función preventiva que legitima su imposición.
La referencia al carácter definitivo de la privación del permiso o licencia presupone:
- La imposición en sentencia firme de la pena prevista en el art. 47.
- La medida de seguridad prevista en el art. 96.3.
En contraposición a la privación cautelar, impuesta en un momento procesal anterior.
Sin embargo, un sector jurisprudencial minoritario entiende que “en el vigente Código Penal sólo
existe la pena de privación del derecho a conducir vehículos de motor y ciclomotores y que esta pena no
puede imponerse con carácter definitivo”. Puesto que los órganos judiciales sólo revisan las decisiones
administrativas en caso de recurso, no tiene sentido extender el tipo a:
Las decisiones judiciales referidas a la sanción de suspensión de las autorizaciones.
Las decisiones judiciales referidas a la suspensión cautelar, impuestas en un proceso
administrativo.
A pesar de esto, se castigan tanto los supuestos de privación judicial como los de administrativa del
permiso o licencia, para la definición de los cuales ha de acudirse al art. 60 de la LSV. Equiparación
punitiva que no deja de ser discutible.
No realiza la conducta típica quien conduce después de:
Haber cumplido la pena o medida de seguridad.
Que se haya acordado el cese de ésta o se haya dejado sin efecto.
Con independencia de si el condenado ha obtenido un nuevo permiso o licencia, o ha superado el curso
indicado en la DA 13ª LSV.
El art. 384.2º se refiere a la privación del permiso o licencia, por lo que la realización del tipo no
presupone haber obtenido previamente un permiso o licencia de conducción, ni que hayan sido
retirados.
La consideración de esta figura delictiva como una modalidad del delito de quebrantamiento de condena
nos lleva a entender que, en relación con este delito, existirá un concurso de leyes.
D. TIPO SUBJETIVO
Se trata de delitos dolosos.
E. CONSUMACIÓN y PARTICIPACIÓN
El delito se consuma cuando la persona privada del permiso o que nunca lo ha obtenido conduce un
vehículo a motor o un ciclomotor en un espacio público, durante cierto tiempo y recorre una distancia tal
que permita asegurar que su conducta ha podido representar algún riesgo para los demás. Es verdad que
en el tipo no se habla de la necesidad de que el conductor sin habilitación genere un peligro para los
demás, pero parece contrario al principio de prohibición de exceso y al de legalidad castigar a alguien
simplemente por estacionar un vehículo o hacerlo recorrer unos pocos metros.
Se ha de reiterar aquí lo dicho en torno al lugar de comisión del delito: cualquier espacio abierto al uso
público. No lo comete, en consecuencia, quien conduce un vehículo en un espacio privado.
Quien proporciona el vehículo puede ser considerado partícipe. El art. 9.3 LSV dispone:
Los titulares y, en su caso, los arrendatarios de los vehículos tienen el deber de actuar con la máxima
diligencia para evitar los riesgos que conlleva su utilización, manteniéndolos en las condiciones legal y
reglamentariamente establecidas, sometiéndolos a los reconocimientos e inspecciones que correspondan e
impidiendo que sean conducidos por quienes nunca hubieren obtenido el permiso o la licencia de conducción
correspondiente” (vid. también art. 9 bis.1.b) LSV).
VII. CREACIÓN DE GRAVE RIESGO PARA LA CIRCULACIÓN
En el art. 385 se castiga:
Artículo 385
Será castigado con la pena de prisión de seis meses a dos años o a las de multa de doce a veinticuatro
meses y trabajos en beneficio de la comunidad de diez a cuarenta días, el que originare un grave
riesgo para la circulación de alguna de las siguientes formas:
1.ª Colocando en la vía obstáculos imprevisibles, derramando sustancias deslizantes o inflamables o
mutando, sustrayendo o anulando la señalización o por cualquier otro medio.
2.ª No restableciendo la seguridad de la vía, cuando haya obligación de hacerlo.
i. Tipo objetivo .
Se prevé un delito de peligro abstracto cuya principal característica es que se trata de un delito de
medios indeterminados. Lo esencial es la presencia de un grave riesgo para la circulación derivado
de:
La alteración de la seguridad del tráfico vial, por los siguientes medios:
o Colocando en la vía obstáculos imprevisibles .
Por tal se ha entendido todo objeto material abandonado o colocado de propósito para
dificultar el tráfico, produciendo «angostamiento o bloqueo de la vía», caracterizado
porque:
Su presencia en ésta no puede ser prevista por un individuo medio.
Puede ser un objeto fijo o móvil.
Es indiferente que el bloqueo afecte a la totalidad o a parte de la vía.
El elemento no puede ser esperable desde ninguna perspectiva.
Es indistinto que tenga un carácter totalmente permanente o que la colocación
sea de corta duración, siempre que durante algún tiempo obstaculice de
forma significativa el paso por la vía, como lo es que:
– Se emplace en la vía misma o sobre ella.
– Incida en ella aun cuando el foco que lo crea se encuentre en los
aledaños de la misma.
No tiene que ser un estorbo sólido.
Una obstaculización momentánea y de inmediato avisada no es típica.
o Derramando sustancias deslizantes o inflamables .
Estas han de ser de las capaces de producir el efecto de:
Deslizamiento o incendio de los vehículos.
Deslizamiento o incendios peligrosos para los usuarios de la vía, entre los que
no están los peatones.
Ejemplo: Si un caminante resbalara y se lesionara al caer al suelo podría existir un delito de
lesiones imprudentes o dolosas.
o Mutando, sustrayendo o anulando la señalización .
Es la relativa a la seguridad del tráfico, que no es la misma que la de peligro, incluyéndose
la de balizamientos, semáforos, señales verticales de circulación, informativas que
advierten de determinadas características o circunstancias de las vías, de peligro y
preceptivas (de prohibición u obligación) y las marcas viales; pero no toda manipulación
de dichas señales genera inseguridad que provoque un grave riesgo para la circulación.
Las conductas penadas, que sólo serán típicas cuando realmente conviertan a ésta en inútil
o engañosa o la hagan desaparecer y con ello generen un grave riesgo para la circulación ,
son las de:
Mudar la señalización: Acción que supone cambiar el sentido de la
indicación de que se trate o sustituirla por otra, igualmente de distinto
significado siempre que entrañe un peligro para la seguridad vial.
Sustraer la señalización: Acción que comprende
– La realizada con ánimo de lucro.
– La que se contrae a retirar una señal y arrojarla lejos del lugar en que
estaba colocada.
En ambos casos se plantea un concurso con un delito o una falta de hurto;
concurso que parece debe resolverse otorgando preferencia al art. 385.
Anular la señalización: Acción que equivale a hacer que ésta resulte
inservible para la finalidad para la que ha sido diseñada y colocada, sea porque
– Se la destruye.
– Se impide que cumpla aquella fi nalidad.
o Cualquier otro medio .
Se pueden incluir en el tipo otros comportamientos susceptibles de alterar la seguridad
del tráfico, tan peligrosos como arrojar piedras sobre la vía pública o contra los
automóviles, conducir peligrosamente un vehículo que no sea a motor, «torear»
automóviles, correr con patines por una autopista… siempre que:
Estos comportamientos tengan alguna similitud con los expresamente
descritos.
Alteren la seguridad del tráfico de forma general.
No deja de plantear dudas la conducta de arrojar objetos a la vía, respecto de la cual ha de distinguirse:
Si se arrojan voluntariamente objetos que dificultan y hacen peligrosa la circulación y
quedan depositados en la vía, estaremos en presencia de un caso de colocación de
obstáculos del art. 385.1.
Si los objetos, obviamente, de cierta entidad, impactan contra un vehículo, ha de
distinguirse según cuál sea la intención del sujeto:
Si los lanzó con ánimo de matar o lesionar y aquellos eran idóneos para alcanzar dicho
objetivo, habrá de pensarse en un homicidio consumado o intentado, cometido con ocasión del
tráfico, que como, además, puede generar peligros o accidentes entrará en concurso con el
correspondiente delito contra la seguridad del tráfico.
El lanzamiento de objetos contra vehículos por «diversión» es una forma de alterar la
seguridad del tráfico por otros medios diferentes de los del art. 385, toda vez que obliga o
induce a sus ocupantes a efectuar maniobras que pueden encerrar peligro para sí mismos
y/o para los demás usuarios.
Si da lugar a un accidente debe determinar la apreciación de un concurso con el
correspondiente delito de homicidio o lesiones, imprudentes o, incluso, con dolo eventual.
La omisión del restablecimiento de la seguridad de la vía , cuando haya obligación de hacerlo.
Esta figura ha sido calificada como un delito de comisión por omisión, El art. 385.2º parece más
bien un delito de omisión pura, puesto que lo que se castiga en él es no restablecer la seguridad de
la vía. Sólo cuando la inseguridad ha sido creada por quien omite restaurarla podría hablarse con
alguna propiedad de comisión por omisión.
En este artículo se contemplan supuestos de:
o Omisión del restablecimiento de la seguridad por parte de quienes la han alterado.
o Omisión del restablecimiento de la seguridad por parte de cualquiera que tenga la
obligación de hacerlo.
De manera que el tipo de acción se reprime por no corregir lo que entorpece y disminuye las
garantías de una tranquila utilización de las vías.
En cuanto a qué debe entenderse por restablecer la seguridad de la vía, se ha subrayado que
equivale a la restauración de las condiciones objetivas de la vía que aseguran una circulación sin
riesgos para los bienes jurídicos.
El art. 10.3 LSV dispone: Quienes hubieran creado sobre la vía algún obstáculo o peligro, deberán
hacerlo desaparecer lo antes posible, adoptando entretanto las medidas necesarias para que pueda
ser advertido por los demás usuarios y para que no se dificulte la circulación.
Es especialmente controvertida la extensión del tipo a los supuestos en los que la alteración de la
seguridad se ha producido de forma imprudente o fortuita.
Por tanto, han de confluir dos elementos:
La realización de alguno de las conductas indicadas.
La creación de un grave riesgo para la circulación.
La producción de un resultado de peligro concreto sólo es relevante para la determinación de la pena;
cuando el peligro concreto se genere conduciendo un vehículo a motor o un ciclomotor se producirá,
en principio, un concurso de leyes y el art. 380 desplazará al art. 385.
En el art. 385 se tipifican conductas activas y omisivas que no consisten en la conducción de un
vehículo —aunque cabría pensar en algún supuesto en el que el obstáculo sea el propio vehículo y que
por no generar una situación de peligro concreto no sea subsumible en el art. 380—, sino en provocar
un deterioro, una alteración de las condiciones o de la señalización de las vías que genera un grave
riesgo para la circulación. Dicha alteración se producirá:
- Sobre la propia vía (colocación de obstáculos, derramamiento de sustancias…).
- Por de alteraciones que tienen su origen fuera de la propia vía, debido a la admisión de
«cualquier otro medio», resultando indiferente que:
o Lleguen a pasar o no por el lugar usuarios.
o Se produzca o no un peligro concreto para los mismos.
En relación con lo anterior, se ha señalado que el entendimiento de la alteración como modificación de
las condiciones anteriores al tiempo de la realización de la conducta , impide incluir las deficiencias
iniciales dentro del ámbito de aplicación de este precepto. De modo que quienes proyectan o
construyen la vía no realizan alteración alguna de unas condiciones de seguridad anteriores que
simplemente no existían. Y, en efecto, la alteración supone la previa realidad de una vía, cuyas
condiciones de seguridad se empeoran. Los defectos de diseño o construcción pueden dar lugar a la
correspondiente responsabilidad en el orden civil o en el administrativo. Una carretera mal
construida, mal trazada, incluso mal construida o mal trazada a propósito no propicia la aplicación del
tipo.
Para valorar la gravedad del riesgo se atenderá a la probabilidad y proximidad de la producción de
resultados de muerte o lesiones graves, sin que pueda considerarse suficiente el riesgo para otros bienes
jurídicos.
La obstaculización de vías que no ocasione un grave riesgo puede ser constitutiva de coacciones.
ii. Penalidad :
El legislador ha previsto un marco penal extraordinariamente amplio: prisión de 6 meses a 2 años o
multa de 12 a 24 meses. La individualización de la pena deberá realizarse atendiendo a:
Las circunstancias personales.
La mayor o menor probabilidad y proximidad de la lesión de bienes jurídicos individuales.
Es excepcional en la jurisprudencia la imposición de una pena de prisión. Aunque la redacción legal
del art. 385 no excluye que sea el conductor quien origine el riesgo típico, el hecho de que la conducta
típica no se identifique con la conducción podría explicar que no se haya previsto como pena principal la
privación del derecho a conducir vehículos a motor y ciclomotores, que sólo podrá imponerse como
accesoria cuando la pena principal sea una pena de prisión (art. 56).
VIII. RELACIÓN ENTRE LOS DELITOS DE PELIGROS Y LOS RELATIVOS A LA
LESIÓN O AL DAÑO SOBREVENIDO.
A. PRODUCCIÓN DE RESULTADOS LESIVOS
Como regla general, debe recordarse, los delitos de peligro ceden ante los de lesión (por el principio de
consunción); de tal manera que producida ésta aquéllos pierden su razón de ser, salvo que el peligro se
haya cernido sobre otros bienes, además del lesionado. Pues bien, en el art. 382 se dice:
Artículo 382
Cuando con los actos sancionados en los artículos 379, 380 y 381 se ocasionare, además del riesgo
prevenido, un resultado lesivo constitutivo de delito, cualquiera que sea su gravedad, los Jueces o
Tribunales apreciarán tan sólo la infracción más gravemente penada, aplicando la pena en su mitad
superior y condenando, en todo caso, al resarcimiento de la responsabilidad civil que se hubiera
originado.
El significado expansivo de la reforma de los delitos contra la seguridad vial por la LO 15/2007, y el
tenor literal de la nueva redacción del art. 382, sugieren que el legislador quiso configurar:
Una modalidad agravada de los delitos previstos en los arts. 379, 380 y 381 cuando su
comisión supone también la de un delito de lesión que tenga señalada pena inferior.
Una modalidad agravada de los delitos de homicidio y lesiones imprudentes cuando:
o Se cometen conduciendo un vehículo a motor en las condiciones allí descritas.
o El delito de peligro tiene prevista una pena inferior.
La interpretación del art. 382 plantea las siguientes alternativas:
1º Constituye una regla especial para la determinación de la pena sólo aplicable en los casos de
concurso de leyes (el peligro generado por la conducción no se extiende a terceros):
El art. 382 sólo introduce una modalidad agravada de los delitos de homicidio y lesiones imprudentes y
de los delitos contra la seguridad vial “cualificados por el resultado” en los términos antes indicados, pero
sin excluir la aplicación del régimen general del concurso de delitos, siendo por ello posible apreciar un
concurso ideal de delitos, y condenar entonces por la comisión de todos ellos, determinándose la pena
conforme a lo previsto en el art. 77.
2º Constituye una regla especial para la determinación de la pena sólo aplicable a los casos de
concurso ideal de delitos (el peligro generado por la conducción sí se extiende a terceros):
El art. 382 sólo ha establecido una regla especial de determinación de la pena (distinta de la prevista en el
art. 77) para los supuestos en los que concurren idealmente aquellos delitos contra la seguridad vial, un
delito de homicidio imprudente y/o un delito de lesiones imprudentes.
3º Constituye una regla especial para la determinación de la pena en los casos de concurso de
leyes y de delitos:
La decisión sobre la existencia de un concurso de delitos o de leyes se adoptará atendiendo a la definición
general de estos conceptos; ello será relevante en relación con el número de delitos por los que el autor
resulta condenado, pero no será relevante en relación con la determinación de la pena, porque el art. 382
establece un tratamiento especial para esta cuestión, tratamiento que es común para los supuestos de
concurso de delitos y de leyes; ello comporta que el tratamiento punitivo será siempre el mismo, pero
cuando se produzca un concurso ideal de delitos (el peligro no se refería sólo a la lesión efectivamente
producida y afectaba también a terceros) deberá condenarse por la comisión de todas las infracciones
concurrentes, que nunca podrán penarse separadamente, y en los casos de concurso de leyes (no existió
peligro para otras personas) sólo se condenará por el delito que tenga prevista una pena más grave, que se
impondrá en su mitad superior;
4º Introduce una “modalidad agravada” de los delitos de homicidio y lesiones imprudentes y de
los delitos de peligro previstos en los arts. 379, 380 y 381 (aplicación de la pena superior en
grado), que desplaza la aplicación de la “modalidad básica” de aquellas figuras delictivas y
la convierte en subsidiaria: sólo se apreciará la infracción más gravemente penada.
Se excluye, así, la posibilidad de apreciar un concurso entre aquellos delitos contra la seguridad vial y los
de homicidio y/o lesiones, y acudir al art. 77 para determinar la pena. Siempre que, por ejemplo, el riesgo
generado mediante la conducción bajo la influencia de bebidas alcohólicas se concrete en la muerte de un
tercero, deberá apreciarse sólo un delito de homicidio con imprudencia temeraria e imponerse en su mitad
superior las penas previstas en el art. 152.
Creemos que la última de estas interpretaciones es la que mejor se ajusta a la voluntad del legislador
y al tenor literal del art. 382.
La interpretación de esta cláusula no es sencilla, siendo la más correcta la siguiente:
Cuando se pone en peligro la vida de la misma o de las mismas personas que sufren un
accidente, el delito o los delitos de lesión absorben al de peligro, y se castigan sólo los primeros
en concurso real, pues de acuerdo con una regla de lógica elemental básica producida la lesión
del bien jurídico que se quiere proteger carece de sentido reprimir su puesta en peligro, entrando
en juego el principio de consunción.
Si se causan varias muertes habrá varios hechos relevantes para el Derecho penal, porque varias
veces se ha realizado la acción prohibida de matar y producido los correspondientes resultados
típicos (se han realizado varios hechos). La expresión «un resultado lesivo» no significa que si
se produce más de un resultado lesivo haya de apreciarse la existencia de un solo delito.
La frase «cualquiera que sea su gravedad» no hace referencia al número de infracciones
cometidas sino a la gravedad de las mismas.
Ejemplo: De manera que si un conductor, a causa de su ebriedad o de conducir con temeridad o manifi
esto desprecio por la vida de los demás, ocasiona un accidente que cuesta la vida de tres personas, habrá
cometido tres homicidios por imprudencia, en los dos primeros casos, o con dolo eventual en el tercero,
en concurso real entre sí.
Y si además su conducta ha representado un peligro, abstracto o concreto, para las demás personas,
deberá aplicarse la regla del art. 382.
Sería disparatado concluir que al conductor debe imponérsele únicamente la pena del delito más
gravemente penado en su mitad superior (la del homicidio del art. 138, en el supuesto de que la muerte
subsiga a una conducción con manifiesto desprecio por la vida de los demás, o la del art.142, si las
muertes son atribuibles a imprudencia grave), como si sólo hubiese matado a una persona.
En suma, la lectura del art. 382 que lleva a aplicarlo siempre que, junto a un delito de peligro de los arts.
279, 380 ó 381, haya un delito de lesión contra la vida o contra la integridad de las personas, es
insatisfactoria, cuando:
- Hay un resultado lesivo, porque se desatienden las exigencias del ne bis in idem (al castigar
dos veces por la puesta en peligro y la lesión del mismo bien; es como si se castigara al que
dispara contra otro y falla, vuelve a disparar y acierta, como autor de una tentativa de homicidio
y como autor de un homicidio consumado).
- Hay varios , porque la apreciación de un único homicidio, imprudente o doloso, cuando se ha
causado la muerte de varias personas, y un delito contra la seguridad vial no abarca ni de lejos el
desvalor de la conducta.
Por consiguiente, ha de preferirse la solución apuntada, consistente en hacer operar la regla del art. 382
solamente en las ocasiones en las que además del bien lesionado se haya creado un peligro, al menos
potencial, para otros.