19 de Agosto San Ezequiel Moreno Cancer

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Su padre Félix, sastre de profesión, y su madre, Josefa Díaz, modelos de honradez y piedad, inculcaron a sus cinco hijos las más puras esencias del vivir cristiano. Ezequiel sintió desde niño la llamada de Dios a la vida religiosa y misionera. Quería ser misionero en las Islas Filipinas. Conocía bien las gestas de los agustinos recoletos en aquellas tierras lejanas. Siguiendo el ejemplo de su hermano mayor, Eustaquio, el 21 de septiembre de 1864 vistió el hábito religioso en el convento de los agustinos recoletos de Monteagudo, Navarra (España). Tomó el nombre de Fray Ezequiel de la Virgen de Rosario, nombre con el que le gustaba llamarse. Un año más tarde, el 22 de septiembre, hacía su profesión religiosa a los pies de la Virgen del Camino, a la que amaba con singular ternura. En 1866 pasa al teologado de Marcilla, donde emite la profesión de votos solemnes. Libro de Visitas Páginas Religiosas Páginas Genealógicas San Ezequiel Moreno Díaz Infancia y juventud: Dios elige a los humildes para hacer cosas grandes. Y humildes fueron los orígenes del que había de ser el restaurador de la Orden de Agustinos Recoletos en Colombia, Obispo de Pasto y defensor de la Iglesia en los momentos difíciles que atravesó la nación colombiana a finales del siglo pasado. 3er hijo de un matrimonio de pobres en bienes de fortuna pero rico en virtudes, nació Ezequiel Moreno 9 abril de 1848, en Alfaro, provincia de La Rioja, España. Ecuatorianos y Extranjeros, Fallecidos en Olor de Santidad. Santos y Beatos Latinoamericanos y de Las Américas Hacia tierras de misión: El 4 de octubre de 1869 se embarcaba en Cádiz, junto con 17 religiosos, rumbo a las islas Filipinas, tierra de sus ensueños. El 10 de febrero de 1870 llega a Manila. Donde el 3 de junio de 1871 fue ordenado sacerdote y destinado a la Isla de Mindoro para iniciar sus actividades misioneras junto a su hermano Eustaquio. La integridad de su conducta, su amor por los enfermos y sus insaciables ansias misioneras le ganaron la estima de los superiores, que pronto le confiaron el delicado encargo de misionero y capellán castrense en una expedición del gobierno español a la isla de Palawan. Pudo allí desplegar su celo apostólico en la colonia militar y sus afanes misioneros en sus correrías por la isla. Su intensa actividad y el paludismo acabaron con su salud y a los nueve 1

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Santo Protector para el cáncer

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Su padre Félix, sastre de profesión, y su madre, Josefa Díaz, modelos de honradez y piedad, inculcaron a sus cinco hijos las más puras esencias del vivir cristiano. Ezequiel

sintió desde niño la llamada de Dios a la vida religiosa y misionera. Quería ser misionero en las Islas Filipinas. Conocía bien las gestas de los agustinos recoletos en aquellas tierras lejanas. Siguiendo el ejemplo de su hermano mayor, Eustaquio, el 21

de septiembre de 1864 vistió el hábito religioso en el convento de los agustinos recoletos de Monteagudo, Navarra (España). Tomó el nombre de Fray Ezequiel de la

Virgen de Rosario, nombre con el que le gustaba llamarse. Un año más tarde, el 22 de septiembre, hacía su profesión religiosa a los pies de la Virgen del Camino, a la que amaba con singular ternura. En 1866 pasa al teologado de Marcilla, donde emite la

profesión de votos solemnes.

Libro de Visitas Páginas Religiosas

Páginas GenealógicasSan Ezequiel Moreno Díaz Infancia y juventud: Dios elige a los humildes para hacer

cosas grandes. Y humildes fueron los orígenes del que había de ser el restaurador de la Orden de Agustinos Recoletos en Colombia, Obispo de Pasto y defensor de la Iglesia en

los momentos difíciles que atravesó la nación colombiana a finales del siglo pasado. 3er hijo de un matrimonio de pobres en bienes de fortuna pero rico en virtudes, nació

Ezequiel Moreno 9 abril de 1848, en Alfaro, provincia de La Rioja, España.Ecuatorianos y Extranjeros, Fallecidos en Olor de Santidad.

Santos y Beatos Latinoamericanos y de Las Américas

Hacia tierras de misión: El 4 de octubre de 1869 se embarcaba en Cádiz, junto con 17 religiosos, rumbo a las islas Filipinas, tierra de sus ensueños. El 10 de febrero de 1870 llega a Manila. Donde el 3 de junio de 1871 fue ordenado sacerdote y destinado a la

Isla de Mindoro para iniciar sus actividades misioneras junto a su hermano Eustaquio. La integridad de su conducta, su amor por los enfermos y sus insaciables ansias

misioneras le ganaron la estima de los superiores, que pronto le confiaron el delicado encargo de misionero y capellán castrense en una expedición del gobierno español a la isla de Palawan. Pudo allí desplegar su celo apostólico en la colonia militar y sus afanes

misioneros en sus correrías por la isla. Su intensa actividad y el paludismo acabaron con su salud y a los nueve meses se vio obligado a volver a Manila. Apenas

convaleciente, fue nombrado párroco de Calapán y vicario provincial de los agustinos recoletos de la Isla de Mindoro, de 10.000 km2, campo extenso para nuevas correrías e inquietudes misioneras. De 1876 a 1880 ocupó los cargos de párroco de Las Piñas, y de

Santo Tomás de Batangas, de 1880 a 1885, fue predicador del convento de Manila, párroco de Santa cruz y administrador de la hacienda de Imus.

Santo Agustino Recoleto- Patrono de los enfermos de cáncerEl capítulo provincial de 1885 nombra a Fray Ezequiel superior del convento de

Monteagudo, donde se forjan las conciencias de los futuros misioneros. Ninguno mejor que él, misionero experimentado con aureola de santo, podía suscitar en el corazón de

los jóvenes el espíritu apostólico. En los 15 años de su estancia en Filipinas había

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dejado en los diversos ministerios un halo de santidad por su acendrada piedad, su celo apostólico y caridad con los enfermos. Esta fama de santidad se acrecentará durante

los tres años de su priorato en el convento de Monteagudo.

Agosto 19 ORACIÓN Te damos gracias, Padre y Señor Nuestro, porque has querido darnos en San Ezequiel Moreno un acabado modelo de fidelidad al evangelio,

un perfecto y ardiente operario de tu viña y un Pastor según el Corazón de tu Hijo. Te pedimos por su intercesión, nos concedas vivir

con alegría nuestro testimonio cristiano e imitar sobre todo, su ardiente amor a Ti y su plena disponibilidad al servicio de la Iglesia y

de los hombres AménRestaurador de la orden en Colombia

Acabado su mandato de superior de Monteagudo, la Providencia le deparó una excelente oportunidad para colmar su celo apostólico. Los hermanos de Colombia piden

ayuda a España. Fray Ezequiel se ofrece enseguida como voluntario. Nombrado superior de la expedición de siete misioneros, parte de España en noviembre de 1888 rumbo a Colombia. Su primer objetivo será restablecer la observancia religiosa en las

comunidades. Está convencido de que sólo los buenos religiosos pueden ser auténticos misioneros. Sueña con reactivar las misiones de Casanare, donde los agustinos

recoletos de Colombia, habían ejercitado antiguamente su apostolado. Allí va él, como pionero, a recorrer los poblados esparcidos por la inmensa llanura y las escarpadas

montañas. Sus cartas desde las misiones suscitan el entusiasmo del gobierno y autoridades eclesiásticas y estimulan el ánimo de los religiosos.

Vicario apostólico de Casanare. Obispo de Pasto. En 1892 fray Ezequiel, conocido por su celo misionero y por sus virtudes, fue nombrado obispo titular de

Pinara y Vicario apostólico de Casanare. Fue ordenado el 1º de mayo de 1894. Hubiera deseado terminar allí sus días en medio de privaciones y sufrimientos (como

manifestaba en una de sus cartas) pero Dios lo tenía destinado para una misión más ardua y delicada. En efecto en 1895 fue nombrado Obispo de Pasto. Al recibir la noticia le vino a la mente la pregunta angustiosa, "¿Nos habremos hecho indignos de sufrir por

Dios nuestro Señor?". En su nueva misión le esperaban situaciones más dolorosas: humillaciones, desprecios, calumnias, persecuciones y, en algún momento, la

sensación de abandono por parte de algunas autoridades eclesiásticas. Verdadera noche oscura del espíritu con la cual Dios purifica las almas llamadas a una eminente

santidad. Su profunda vida interior, siempre en tensión hacia Dios, y su amor a la contemplación suscitaron en torno a sí un grupo de almas selectas a las que, con

sabiduría iluminada, dirigió en los caminos de la santidad.Amigo de la verdad y de los hombres hasta el punto de exponer repetidas veces su

vida, fue el blanco preferido de los insultos y persecuciones de cuantos querían herir a la Iglesia. Con ocasión de las polémicas suscitadas en torno a su persona por su firmeza en la defensa de la fe, durante su visita ad limina en 1898, presentó su

renuncia al Papa León XIII. Lo hizo no por falta de fortaleza, sino para evitar "conflictos" o "disgustos" a la Santa Sede y para no mermar la fama "de un hermano en el

episcopado". La renuncia no fue admitida y fray Ezequiel tuvo que volver a su diócesis, donde lo esperaban nuevos ataques y las angustias de una guerra civil.

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La última enfermedad y muerteEn 1905 se les manifestó una grave enfermedad - cáncer de nariz - que le iba a ir aumentando los dolores y el sufrimiento. Los médicos le aconsejaron que viaje a

Europa para operarse, y él se resiste porque "descansa dulcemente en los brazos de Jesús" Las reiteradas súplicas de sus fieles y las presiones de los sacerdotes y religiosos

de la diócesis lo convencieron para viajar a España, donde llega a principios de 1906. En febrero se somete a una operación muy dolorosa, en gran parte sin anestesia, que

según el cirujano Compaired soportó con "heroísmo de santo y bienaventurado", operación que se tuvo que repetir en marzo de ese mismo año, sin éxito alguno.

Consciente de que había llegado su fin, decide pasar los últimos días de su vida en su celda conventual de Monteagudo, para rendir allí al Señor el homenaje de su vida. El 19 de agosto, tras soportar con fortaleza sobrenatural intensos dolores, con su mirada fija

en el crucifijo, exhaló su último suspiro y entregó su alma al Señor. Sepultado en la Iglesia de la Virgen del Camino del Convento de Monteagudo, sus restos reposan hoy

en una capilla construida recientemente dentro del recinto de la misma iglesia. Su fama de santidad se difundió por todas partes y sobre todo en Colombia. Se

atribuyeron por su intercesión innumerables curaciones, especialmente de cáncer. La curación de dos enfermos de cáncer, atribuida a su intercesión, servirá como milagro para su beatificación y su canonización. Se diría que habiendo sufrido personalmente las consecuencias de esta terrible enfermedad, tiene una especial sensibilidad por esa clase de enfermos. Beatificado por Pablo VI el 1º de Noviembre de 1975 y canonizado

en la ciudad de Santo Domingo el 11 de Octubre de 1992 por Juan Pablo II, ha sido presentado al mundo como ejemplo de pastor y misionero.

La Virgen de Guadalupe y San Ezequiel, unidos en Colima

Todo comenzó en una de las situaciones más cotidianas para muchas personas en este mundo cambiante y medio nómada: el cambio del lugar de residencia. La familia Castellot Mondragón estaba acostumbrada a vivir entre México D.F. y la ciudad de Colima, a unos 800 kilómetros, capital del estado del mismo nombre. Con el tiempo, decidieron quedarse a vivir en Colima y dejar la macro urbe capitalina. Pero Laura, como se llama la madre de familia, le impuso a Gonzalo, su marido, una condición: “quiero vivir en una casa que esté cerca de una iglesia, tan cerca como para ir caminando diariamente a la misa”. Hasta entonces, habían vivido en su casa de Arboledas, pero la iglesia más cercana quedaba lejos de allí. Después de ver muchos lugares, donde estuvieron a punto de comprar terrenos, y dadas las dificultades para encontrar algo apropiado cerca de una iglesia, Gonzalo decidió “negociar”. Y propuso a su mujer: “¿Y si nos quedamos en nuestra casa de Arboledas y te construyo a cambio una capilla?”. Y así fue como nació la capilla, que fue bautizada como “Capilla de la Morenita del Tepeyac”, en honor a Juan Pablo II. Se compraron los terrenos para la iglesia y el arquitecto José Manuel Torres fue el encargado de proyectarlo. Se trata de una capilla abierta por todas partes, para aprovechar la bondad del clima del lugar y dejar que la naturaleza forme parte del espacio sagrado. Aquella capilla casi privada de

27-06-2007: Una serie de casualidades hicieron de San Ezequiel Moreno un santo conocido y querido en Colima, capital de uno de los Estados con mayor índice porcentual de enfermos de cáncer en México.

El presbiterio de la nueva capilla, con la Morenita y San Ezequiel.

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una familia es hoy una iglesia preciosa, con capacidad para 300 personas. En la construcción prácticamente ya solo falta una parte del techo para que quede cerrada. El templo cuenta con capilla para el Santísimo, baptisterio y coro en la parte superior, además de un lugar destino a nichos con cenizas, que también servirá para financiar su construcción. También se ha construido una oficina y un departamento para el posible párroco. Junto con la construcción del templo ha crecido la propia comunidad, que sigue adelante con la construcción y acepta donativos para terminarla. La capilla se empezó a construir hace seis años, y con el tiempo ha resultado ser el lazo de unión entre toda la Colonia. La Virgen de Guadalupe ha creado una familia donde todos se conocen y todos han apoyado de una u otra manera la construcción del templo. Para ello se han organizado varias veces pequeñas fiestas donde se han vendido tacos y tamales, se han rifado pasteles y gelatinas, libros, etc.

La familia Castellot Mondragón es bien conocida por los agustinos recoletos de México, dada su relación durante años con la Parroquia de Nuestra Señora de Czestochowa de Tecamachalco (México D.F.) a través de la familia Ballín Bernal, que les acercó a la espiritualidad agustino-recoleta y al amor a sus obras. En una de sus visitas a la familia en Colima, los recoletos conocieron la obra de la Capilla de la Morenita del Tepeyac y decidieron que ése era un lugar perfecto para que estuviese presente San Ezequiel Moreno, y así propagar su devoción. Una de las curiosidades de este asunto es que cuando los recoletos propusieron esto a la familia Castellot, todavía no tenían conocimiento de una de las realidades que hizo más interesante su propuesta: Colima es uno de los estados en México con mayor índice porcentual de enfermos de cáncer entre su población. De hecho, al poco tiempo de haber puesto a San Ezequiel en la capilla, se celebró la Semana del Cáncer y las voluntarias del Hospital de Oncología pidieron que se llevara durante esa semana a San Ezequiel Moreno a la capilla del hospital. Así se hizo, y así se ha conseguido que la población conozca y tenga devoción al santo recoleto. Desde hace un año, la capilla cuenta con una figura del santo. El problema es que los dos recoletos que la llevaron confundieron las medidas de la hornacina preparada para el santo alfareño, y aunque se esperaba una imagen de 130 centímetros llegó una de 30 cm. Ahora se buscan otras opciones para que el santo tenga una escultura “a su altura”.Hace unos meses los lugareños observaron lo que para ellos ha sido el primer milagro de San Ezequiel de Colima: una muchacha que vivía en Estados Unidos y tenía cáncer recibió de un familiar unos libros y estampas de San Ezequiel. Al poco tiempo estaba curada. Otras personas han sentido muy de cerca la intercesión del patrono de los enfermos de cáncer en sus diversas enfermedades. La población de la Arboleda asegura que la Capilla de la Morenita del Tepeyac y la llegada de San Ezequiel Moreno a Colima han sido de los regalos más grandes que han tenido. Hoy se sienten más unidos con la Orden. “Nada nos hace más honrados que ser el consulado de los Agustinos Recoletos en Colima”, afirman. Actualmente, dado que la construcción sigue adelante, San Ezequiel pasa la semana en casa de la familia Castellot Mondragón. Junto a su imagen, unas reliquias que fueron solemnemente entregadas en una bonita celebración. Y los domingos va de paseo a la iglesia, donde los fieles le muestran su devoción y cariño.http://www.agustinosrecoletos.org/noticias_detail.php?pkeyNoticia=9883&AGUSTISESSION=b030fa336b4e51275cbffe19a69f6274 La fiesta del patrono de los enfermos de cáncer: Salta, AGO 27 (AICA): Al cumplirse el

primer aniversario de su erección canónica de la parroquia San Ezequiel Moreno, patrono de los enfermos de cáncer, el arzobispo de Salta, monseñor Mario Cargnello, presidirá el domingo 29, a las 11, la misa que será precedida por una procesión por las calles del barrio. Entre los festejos está previsto también un desfile de gauchos y entidades locales, y la salva de bombas.

SAN EZEQUIEL MORENO (1848 - 1906). Su fiesta se celebra el 19 de agosto

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Recientemente se ha celebrado los 100 años de la muerte de san Ezequiel Moreno Díaz, un «obispo molesto», como lo ha titulado don José María Iraburu, un santo polémico por la claridad y contundencia de sus pastorales. A orillas del Ebro, en Alfaro, pequeña ciudad agrícola de la Rioja, el modesto sastre Félix Moreno y su mujer, Josefa Díaz, tuvieron seis hijos, cuatro mujeres y dos varones. Ezequiel, el segundo varón y cuarto de los hermanos, nació el 9 de abril de 1848. Era un niño inteligente, sumamente responsable, sereno y constante. Asistió a la escuela con regularidad. Le encantaba jugar con sus compañeros al tejo

y a la pelota. Pero en las fiestas del pueblo se privaba de las vaquillas para acompañar a un niño enfermo, despuntaba ya su inmensa caridad. Aficionado al canto, tenía una excelente voz y se acompañaba bien con la guitarra. Cuentan que siendo Ezequiel muy pequeño le preguntaron en el convento qué iba a ser de mayor. « i Fraile! », contestó. « ¡Tú, fraile! ¡Tan calandrijo!». Pero él, sin inmutarse solucionó el problema. “Me pondré un sombrero de copa para ser más alto”. El 21 de septiembre de 1864, a sus 16 años, ingresa en el noviciado para aprender a ser agustino recoleto, como lo era su hermano Eustaquio, buen violinista, por cierto. Acababa de morir su padre y la familia había quedado en situación económica muy precaria; pero la madre lo ofrendó generosamente. Un año después, Ezequiel profesa y hace voto de ir como misionero a Filipinas. En 1869, sin terminar los estudios, parte para aquellas tierras, donde es ordenado sacerdote. Es un joven de 23 años lleno de energía espiritual y de ilusión. Su amor al Señor, y la convicción de ser apóstol, van a constituir de manera absorbente el único motivo de su actividad. Tras unos meses de ministerio junto a su hermano, es enviado a la expedición que trata de colonizar la siempre difícil isla de Paragua. El celo de fray Ezequiel se desborda en esta su primera misión, de la que es responsable. Predica, instruye, construye la capilla... Su labor con los expedicionarios es heroica. El esfuerzo y las pésimas condiciones le producen la malaria y ha de volver a Manila. Su disponibilidad y su celo apostólico se manifiestan de mil maneras: como párroco y catequista, después predicador en Manila, y más tarde administrador de una hacienda, pero siempre cercano a las gentes sencillas. Los filipinos lo llaman «el santulón», el hombre santo.Formador de misioneros: En 1885 es nombrado prior del noviciado de Monteagudo (Navarra). Son tres años de profundo influjo espiritual en los jóvenes. Cuidó mucho de la vida litúrgica, del rezo coral de las Horas, de la vida comunitaria aspecto esencial de la religiosidad agustiniana. Las epidemias del cólera y de viruelas extreman su atención y delicadeza con los enfermos. Predica en los alrededores, participa en novenas... Su gran amor a los pobres se califica de <casi exagerado». Hasta quinientas raciones logra dar dos veces al día a los pobres, gracias en buena parte a las privaciones de sus frailes. En un mundo nuevo: En agosto de 1888 una nueva llamada: se necesitan voluntarios para Colombia. «Hace tiempo que me parece que el Señor me llama para esta misión». Con siete compañeros, en los primeros días de 1889, llegaba el padre Ezequiel a Bogotá. Le esperaba una labor ardua. Vive en la capital de la república cinco años de intensísima actividad, que brota del manantial fecundo de su vida espiritual, sin otras miras que los intereses de Cristo (Fl 2,21). Predica, confiesa, atiende a enfermos incansablemente. Austero e intachable, adquiere fama de predicador lleno de piedad y de unción.

Casanare: «Una sola alma vale más que la vida del hombre»: Casanare es una tierra casi inexplorada de 45.000 km2 de extensión, con caudalosos ríos, donde tanto trabajaron y tan grata y gloriosa memoria dejaron los agustinos recoletos. El padre Ezequiel piensa en aquellas gentes. En cuanto le es posible recorre las inabarcables planicies acompañado de tres religiosos. Explora, visita enfermos, administra

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sacramentos, regula matrimonios. Conservamos ocho cartas como testimonio de su labor misionera y que ya entonces conmovieron la conciencia de Colombia y contagiaron su preocupación por tantos infieles. Roma, de acuerdo con el gobierno, erige el vicariato apostólico y le nombra su pastor. Es una nueva etapa en la vida de nuestro santo. Allí según su propósito permanecería hasta la muerte. «¡Quién me diera poder decir al exhalar mi último suspiro en una mala choza, o en arenosa playa, o al pie de un árbol: ya no quedan infieles en Casanare. No llegaron a dos años los transcurridos en Casanare, pero, con su estilo personal de total entrega, dejó una huella imperecedera. Una pobre choza le sirve de palacio episcopal. Cuando no lo impide la guerra, recorre misión, desafiando la lluvia torrencial y cualquier inclemencia. Como él dirá, <<hago de obispo, de misionero y de sacristán>>. Porque, «una sola alma vale más que la vida del hombre».

Pasto: Una década de plenitud: En febrero de 1896 llegó a Casanare comunicación oficial de que monseñor Ezequiel Moreno había sido nombrado obispo de Pasto. De 1896 a 1906, en diez intensísimos años servirá a sus fieles con todos los medios a su alcance. El nuevo obispo vivió, como era su costumbre, en máxima sencillez. Comida frugal y, en su alcoba, un jergón de paja. Se preocupa de los colegios, lucha para que se imparta una formación católica, alienta la llegada de misioneros, promueve el culto y las devociones, fomenta la construcción de iglesias y santuarios, escribe y propaga cartas pastorales y desvela los ardides de la propaganda antirreligiosa. Se convierte en el abanderado y símbolo de la defensa de los valores cristianos en Colombia.

Una luz en lo alto: Sus cartas pastorales resonaron con fuerza en todo el país. Los liberales se burlan de su doctrina, la ridiculizan. Todo eso conmueve el alma ardorosa del padre Ezequiel. Él los desenmascara. En pago lo convertirán en blanco de diatribas y persecuciones. «Ahora toda la saña de esos periódicos es contra mí>>. Me han puesto y me ponen de vuelta y media. Números enteros no contienen otra cosa que insultos contra mí. ¡Bendito sea Dios!». Pero el obispo no claudicará ante la difamación o el insulto. Por el contrario, los fieles de la diócesis y otros muchos cristianos, sacerdotes y obispos, le prestaron adhesiones entusiastas. Lo doloroso fue sufrir la incomprensión y, en ocasiones, la persecución de algún obispo o las advertencias provenientes de Roma (en concreto, de Mons. Ragonesi). Para quien la sumisión a la voz de la Iglesia era un postulado básico de vida espiritual, esto constituyó una tortura íntima. La más lacerante.

Enfermedad y muerte: Quien se asome al interior de la vida de San Ezequiel descubrirá de inmediato un paisaje poblado de esencias humanas y divinas. Su intensa actividad provenía de manantial fecundo, fluía de una vida de oración continua. Su identificación con Cristo, su Señor, había llegado a lo más radical, pudiendo exclamar, arrebatado, que no podía gloriarse sino de la cruz de Cristo. <<Yo quiero sufrir en Tu compañía, con Tu divina gracia>>. Yo me compadezco de tus agonías, y te las agradezco con toda mi alma y te amo, Jesús mío, te amo con todo mi corazón... Yo, Amado de mi alma, para imitarte, abrazo con el más tierno afecto los dolores, las enfermedades, la pobreza y las humillaciones, y las considero como hermosas partecitas de tu Cruz». A mediados de 1905 se siente cansado, con una llaga sangrante en el paladar que no se cierra, aunque intenta llevar una vida normal de trabajo. En octubre el diagnóstico es claro: es cáncer y hay que operar. Me he puesto en manos de Dios. Él hará su santa voluntad. Hay que descansar en lo que Él quiera hacer. ¡Qué consolador es todo esto!», exclama. Se le pide venir a España. En Madrid es operado urgentemente. Es una operación muy dolorosa, que soporta con paz absoluta. De vez en cuando exclama: <<Bendito sea Dios. Dios mío, dame resignación para sufrir por Ti>>. En la clínica decían: «Es un santo». El 29 de marzo, es operado de nuevo. Todo resultó inútil.

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Ahora su decisión es clara: <<Me voy a morir a los pies de mi Madre la Virgen del Camino». En Monteagudo elige una celda austera, con una pequeña tribuna que le permite ver el sagrario y el camarín de la Virgen. Los dolores son atroces, pero no se le observa un acto de impaciencia ni pierde su dulzura habitual. Y a las ocho y media del 19 de agosto, a los 58 años, descansa en el Señor. Su fama de santidad ha pervivido incesante entre los hermanos de religión y en quienes le conocieron personalmente u oyeron hablar de él. En 1975 es beatificado por Pablo VI y el Papa Juan Pablo II lo canonizó en Santo Domingo, el 11 de octubre de 1992, en el V Centenario de la evangelización de América. El santo de la evangelización. El incansable misionero. Un hombre de Dios. Es patrono de los enfermos de cáncer y su fiesta se celebra el 19 de agosto.ORACIÓN: Te damos gracias, Padre y señor nuestro, porque has querido darnos en San Ezequiel Moreno un acabado modelo de fidelidad al evangelio, un perfecto y ardiente operario de tu viña y un Pastor según el Corazón de tu Hijo. Te pedimos por su intercesión, nos concedas vivir con alegría nuestro testimonio cristiano e imitar sobre todo, su ardiente amor a Ti y su plena disponibilidad al servicio de la Iglesia y de los hombres. Amén.NOVENA: ORACIÓN PREPARATORIA (para todos los días)Padre, perdona todas mis culpas; dame fuerza de voluntad para enmendarme y perseverar en tu amistad. Por la intercesión de San Ezequiel, haz que te sirva mejor en el cumplimiento fiel de mis obligaciones; concédeme también la gracia especial de... Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

Invocación final. San Ezequiel, ruega por nosotros.DÍA PRIMERO: "Dios nos llama a la perfección a todas horas y desde niños". San Ezequiel nació y creció en un hogar sencillo, pero cristiano. Allí desarrolló un carácter cuajado de virtudes cristianas que lo llevó a la perfección. Señor, siembra en tu iglesia hogares como el suyo; ayúdanos a formar cristianamente a nuestros jóvenes. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.DÍA SEGUNDO: "Hagámonos con nuestras virtudes instrumentos aptos de Dios". San Ezequiel respondió con generosidad a la vocación recibida. Supo ser, siempre y en todo lugar, instrumento obediente en las manos de Dios. Señor, concédenos cumplir fielmente, a imitación suya, los deberes del estado a que Tú nos has llamado. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.DÍA TERCERO: "Dios me dio un don inapreciable al llamarme a la vida religiosa" Aun siendo obispo, san Ezequiel vivió siempre como fraile. Fue pobre, casto y obediente, entregado sin reservas al servicio de la Iglesia. Señor, que nuestros religiosos sean siempre abundantes y estén, como san Ezequiel, dedicados a tu Reino. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.DÍA CUARTO: Hay que estar desprendido de todo para llevar vida de misionero" San Ezequiel tenía de los misioneros una idea elevadísima; a gusto se habría cambiado por ellos. Señor, asiste a nuestros misioneros. Multiplícalos. Que sean como san Ezequiel. Te lo pedimos por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.DÍA QUINTO: "Sólo en la voluntad divina se puede encontrar el verdadero gozo". La perfección consiste en cumplir siempre la voluntad de Dios. Fray Ezequiel llegó a ser santo porque en todo momento intentó seguirla. Señor, haznos aceptar tus planes sin condiciones. Que, igual que san Ezequiel, seamos así felices. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.DÍA SEXTO: "Buscad gente que pida mucho al Señor y le fuerce con sus oraciones"

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Todos los días, san Ezequiel pasaba varias horas ante el sagrario; de allí brotaba su ardiente caridad, su celo incansable, su fortaleza y austeridad. Señor, enséñanos a rezar como él lo hacía. Danos una oración perseverante que fecunde la vida de la Iglesia. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.DÍA SÉPTIMO: "Amar a María es amar la cosa más bella que todo lo que no es Dios"San Ezequiel profesó a la Virgen un entrañable amor, como lo demuestran sus escritos y los recuerdos que nos dejó. Señor, como hiciste con san Ezequiel, aumenta nuestra devoción a la Madre de tu Hijo y Madre nuestra. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.DÍA OCTAVO: "La renta del prelado era el pan, el vestido, y el contento de los pobres" San Ezequiel consagró toda su vida a servir a los demás. Su caridad con los pobres, enfermos y necesitados, no tuvo límites. Señor, que su ejemplo nos estimule a prodigarnos en favor de los necesitados. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.DÍA NOVENO: "Si no hubiera sufrimientos, pocos se acordarían de que hay Dios"Unido a Cristo, san Ezequiel sufrió con dulzura admirable el cáncer de nariz que lo llevó a la tumba. Que aprendamos a imitar su ejemplo, Señor. Que el sufrimiento nos purifique y nos acerque a Ti. Por Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

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San Ezequiel Moreno Noticias | General (Pastoral) 11/01/2006

Este año 2006 los agustinos recoletos recordamos a San Ezequiel Moreno, en el primer centenario de su muerte. Con ese motivo se ha editado un calendario de bolsillo que se ha entregado a todos los alumnos. A lo largo del año nos iremos haciendo eco de su persona y de su mensaje en los sucesivos boletines Canta y Camina. La santidad de Ezequiel, reconocida por el pueblo cristiano, se forjó en la fidelidad a la Iglesia, en la atención esmerada a los más necesitados, en su deseo incontenible por extender el Evangelio y en sus virtudes personales. Al final de su vida soportó con entereza y paz una dolorosa enfermedad (cáncer en el paladar). Esto le ha valido el ser considerado patrono de los enfermos de cáncer. En este año el colegio ha propuesto el lema 'Comprometidos con la misión'. Vemos en Ezequiel también un modelo y un estímulo para este compromiso. Él fue durante bastantes años misionero en Filipinas, en los lugares más difíciles, y también fue el creador del Vicariato Apostólico de Casanare en Colombia, de donde llegó a ser obispo. Su deseo, repetidamente expresado, era el entregar del todo, su vida por esas personas, transmitiéndoles la mayor riqueza: el evangelio. Descarga la biografía en formato PDF.Reportaje especial sobre San Ezequiel Moreno en Agustinosrecoletos.orghttp://www.agustinosrecoletos.org/reportajes/200601/200601_ezequiel.php

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Juan Pablo II quiso canonizar a un santo que simbolizara la gigantesca obra de la evangelización de América. Y eligió a san Ezequiel Moreno. El 11 de octubre de 1992, víspera del quinto centenario del descubrimiento, en Santo Domingo, en el marco de las solemnes celebraciones del V Centenario de la evangelización de América y de la IV Conferencia general del episcopado latinoamericano, ante más de trescientos obispos y miles de fieles, proclamó que Ezequiel “en su vida y en su obra apostólica compendia admirablemente los elementos de la efemérides que celebramos. En efecto, en su vida aparecen España, Filipinas y América Latina como los lugares en que desarrolló su incansable labor misionera este insigne hijo de la Orden agustina

recoleta…. El nuevo santo se nos presenta ante todo como modelo de evangelizador, cuyo incontenible deseo de anunciar a Cristo guió todos los pasos de su vida”.

La forja de un santo: San Ezequiel Moreno es hijo de una tierra generosa, a orillas del Ebro. Alfaro es una población de larga historia, con una rica vega, con poco más de 4.000 habitantes cuando nació nuestro santo, dedicado fundamentalmente a la agricultura. Su padre Félix tenía una pequeña sastrería, su madre Josefa Díaz es ama de casa hacendosa y sencilla. Fue 3ro de 6 hijos, de los que una niña murió muy pronto. Nació el 9 de abril de 1848 a las 11 de la mañana y fue bautizado al día siguiente en la colegiata de San Miguel.

Su familia se distinguía por su laboriosidad, honradez y piedad. En ese ambiente fue moldeando su espíritu. Era un niño inteligente y muy responsable. Su carácter era sereno y constante. Recordará a sus 37 años, hablando de su niñez: “A este templo (de las monjas dominicas) me traía mi padre de la mano y aquí rezábamos y

cantábamos el rosario, cuando yo apenas podía balbucir las palabras”. Asistió a la escuela con regularidad y estudió latín con algunos sacerdotes. Jugaba con sus compañeros a los juegos tradicionales del tejo y de la pelota. Pero ya mostraba su generosa caridad privándose de las vaquillas en las fiestas del pueblo por acompañar a un niño enfermo. Su genio vivaz y decidido lo mostró muy pronto. Era monaguillo de las dominicas. A la pregunta de la sacristana: — ¿Tú qué piensas ser?, respondió decidido: —Yo, fraile. Se le objetó: — ¿Tú fraile, tan calandrajo? ¿Para qué te quieren en el convento? La respuesta fue rápida y sin dudas: — ¡Ya me pondré un sombrero de copa para parecer más alto! Ezequiel, aún niño, se dejó seducir por Cristo. Imperceptiblemente se abrió a un misterio que se le ofrecía hecho carne en la vida cristiana de su familia, en las oraciones, en los actos de culto. Poco a poco se sintió invadido por una llamada cierta, incuestionable. Vivir con Jesús, ser de los suyos, darlo a conocer se irá convirtiendo en la pasión arrebatadora de su vida.Poseía una hermosa y expresiva voz de tenor que lo hizo ser cantor en la real colegiata de Alfaro. Cuando lo oyó el obispo de Tarazona, lo invitó a ingresar en el seminario y le ofreció una beca. Su madre también le animó, pues había quedado viuda en enero de 1864 y tendría cerca de sí a su hijo sacerdote. Pero el adolescente Ezequiel mostró su entereza. Había participado a sus 13 años en la profesión de su hermano Eustaquio en Monteagudo, se sintió muy conmovido y había tomado la firme decisión de ser misionero en las lejanísimas tierras de Filipinas. Y así lo hizo: el 21 de setiembre de 1864, a sus 16 años, ingresaba en el noviciado para aprender cómo ser fraile. Un año intenso de vida de comunidad y retiro en que se va asimilando un estilo de vida con siglos de experiencia, encauzada por la vida de comunidad. Un año después profesa vivir en pobreza, castidad y obediencia y jura ir como misionero a Filipinas.

Óleo de José María Díaz Castán. Convento de Monteagudo (Navarra, España).

Diligente sembrador de la Palabra. Escultura de Alfonso Cabrera. Parroquia Madre de Dios de Czestochowa. Naucalpan de Juárez (México).

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Estudia la filosofía en Monteagudo y al año siguiente, 1866, pasa a Marcilla, donde estudia la teología durante tres cursos. Ya entonces era tenido por sus compañeros como “el bueno”. El padre Juan Gascón inculcará en los jóvenes tres devociones que marcarán la vida de fray Ezequiel: al sagrado Corazón de Jesús, a María Inmaculada y la fidelidad al Papa.

El desafío de Oriente: Filipinas: Pero la revolución de 1868 rompe la normalidad y pone en peligro la vida religiosa. Los superiores deciden enviar cuanto antes a Filipinas a dieciocho jóvenes estudiantes. Embarcan en Cádiz en octubre de 1869 y, tras una navegación de cuatro meses, llegan a Manila, donde continúa su formación para el sacerdocio. En los ratos de ocio alegra la convivencia con su guitarra entonando canciones con su expresiva voz. Vive intensamente la preparación espiritual y es ordenado sacerdote el 2 de junio de 1871.

Es un joven de 23 años lleno de energía espiritual y de ilusión. Su amor al Señor y la conciencia de ser su enviado para anunciarlo a todos va a

constituir de manera absorbente el único motivo de su actividad. Es enviado como compañero de su hermano Eustaquio a Calapán (Mindoro), donde aprende el tagalo, la lengua de los nativos, y la pastoral para atender a los fieles según la larga tradición de los misioneros. Su hermano es un excelente maestro y Ezequiel un aprovechado alumno. Apenas siete meses más tarde el superior lo juzga el misionero más adecuado para acompañar a la expedición que trata de colonizar la siempre difícil isla de Palawan, nunca dominada hasta entonces a causa de las correrías de los piratas moros.El celo de fray Ezequiel se desborda en esta su primera misión como responsable. Predica, instruye, construye la capilla. Su labor con los expedicionarios es heroica, pues en su mayoría son personas marginadas. Pero no por ello se desanima. Y se abre a la conversión de los nativos de la isla, intentando llevarlos a poblado y evangelizarlos. El esfuerzo y las pésimas condiciones le producen la malaria y debe volver a Manila.Su disponibilidad y su celo apostólico lo van a aprovechar los superiores para los más variadas encomiendas: en una primera etapa será párroco en Calapán (1873-76), Las Piñas (1876-79) y Santo Tomás de Batangas (1879-80); después predicador en Manila (1880-82) y más tarde administrador de la hacienda de Imus (1882-85). Las encomiendas podían ser diversas, pero siempre será el mismo religioso de profunda vida interior, cercano a las gentes sencillas, predicador, catequista. Para los filipinos es “el santulón”, como lo llaman, el hombre santo a quien quieren porque se ven queridos. ¡Cómo disfruta con ellos en las celebraciones litúrgicas, en las novenas, en las primeras comuniones! Su recuerdo quedará grabado profundamente en aquellas sencillas gentes.

Forjador de misioneros: Estamos en 1885. Ha cumplido 37 años. Es un hombre bien curtido en diversos avatares y un religioso ejemplar. Lo han nombrado prior de Monteagudo, la casa donde se comienza la forja de los buenos religiosos. Son tres años de profundo influjo espiritual en los jóvenes. La dignidad y devoción en la liturgia y el culto en general y la observancia de las leyes comunitarias serán la brújula de su conducta. Siempre ecuánime, amable, exacto cumplidor, irá moldeando una comunidad fervorosa. Primero el cólera y al final de su trienio las viruelas pondrán en evidencia su cuidado y delicadeza con los religiosos enfermos, visitándolos a cualquier hora, procurando medicinas, poniéndoles enfermeros. Necesita también participar en la vida de los fieles. Predica en los alrededores, participa en novenas, atiende a las

religiosas, goza con las celebraciones solemnes, como en el centenario de la conversión de san Agustín. Y demuestra, una vez más su caridad con los necesitados. Continuando con la tradición de la casa, a mediodía se reparte la comida a los pobres;

Óleo de Juan Barba. Marcilla (Navarra, España).

Óleo de Francisco Massería. Agustinos Recoletos. Roma.

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ahora, en tiempos de gran escasez, logra dar hasta quinientas raciones dos veces al día, para lo que cuenta con las privaciones de sus frailes y hasta pide préstamos extraordinarios.En un mundo nuevo: En agosto de 1888 ha llegado la llamada: se necesitan voluntarios para Colombia, donde quedan algunos recoletos de edad, supervivientes de las persecuciones contra los religiosos, y esperan la savia renovadora de España. “Hace algún tiempo que me parece que el Señor me llama a esta misión”. Y son siete los religiosos de Monteagudo que se suman a su decisión, lo que indica cómo había ido calando el celo y disponibilidad de su prior.

Salen de Santander contando con las oraciones de muchas comunidades, especialmente de las monjas agustinas recoletas, a quienes ha insistido que lo apadrinen. En los primeros días de 1889 llegaba el padre Ezequiel a Bogotá. Le esperaba una labor ardua. Son pocos, pero cuenta con una confianza grande en el Señor. Procura organizar la nueva vida de los recoletos. Instala una comunidad en el histórico convento de El Desierto de la Candelaria, cuna de la Orden en América, y organiza el noviciado. El otro centro

de actividad será Bogotá. Cinco años va a vivir en la capital de la república, cinco años de intensísima actividad que brota del manantial fecundo de su vida espiritual. No busca sus intereses, sino los de Cristo (Fl 2, 21). Y el camino es claro: convivencia amorosa con el Señor en su interior, aliviar a todos los pobres –enfermos, tristes, necesitados– y contagiar a todos de la fe en un Señor que nos ama. Y él se siente instrumento de ese delicado amor. Por eso, es reclamado para predicar en todas las iglesias, para confesar a las comunidades de religiosas, para atender a enfermos, moribundos, presos. Alienta deseos de mejora, anima incansablemente con generosa y delicada paciencia en el confesionario. Le reclaman las damas de la alta sociedad y las pobres y sencillas gentes. Austero e intachable, adquiere fama de predicador lleno de piedad y unción, que se disputan todos los púlpitos de la ciudad, desde la catedral hasta las capillas de las monjas. Acude a los campos, dirige ejercicios espirituales. Se prepara con esmero y escribe sus sermones. Con su voz clara, llena de fervor, habla al corazón. Él mismo expresará bien el norte de su predicación: —No subo a este púlpito para entreteneros con frases escogidas o con flores de estilo… He subido a este sitio para dar gloria a Dios y excitaros a que también se la deis vosotros.Como superior debía guiar a la comunidad recoleta en Colombia. Para ello centró su preocupación en la vida en comunidad. Todos debían vivir en comunidades de al menos tres o cuatro religiosos, guiados por las normas de la Orden, con un ideal de convivencia fraterna, de estímulo para el apostolado. Tuvo que pedir con insistencia a España religiosos que engrosaran el pequeño número de los ocho primeros. Poco a poco fueron llegando y pudo pensar en nuevas casas y nuevos trabajos. Se preocupa de cada uno de ellos y de sus necesidades -sobre todo en los puestos difíciles-, los anima, alaba sus trabajos, los sustituye en algún trabajo difícil. Nunca reprendía, sino que llamaba la atención con dulzura. Su delicadeza se expresaba aun en su fórmula de encomendar un trabajo: “Podía, si le parece, encargarse de esto…”.

"Una sola alma vale más que la vida del hombre": Casanare es una extensa tierra llana casi inexplorada, al noreste de Colombia, de 45.000 km2 de extensión, tierra de muchas aguas y caudalosos ríos. Allí “donde tanto trabajaron y tan grata y gloriosa memoria dejaron” los agustinos recoletos. Y el aliento misionero del padre Ezequiel se enciende desde la llegada a Colombia cada vez que piensa en ellos. En cuanto puede –a los dos años de su llegada, cuando vienen refuerzos de España- recorre aquellas inabarcables planicies acompañado de tres religiosos. Como evocara el poeta:

Convento de El Desierto de la Candelaria, Ráquira (Boyacá, Colombia).

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“¡Son Los Llanos, Los Llanos!”, exclamaron los guías. Detuviste el caballo frente a la inmensidad.“¡Son Los Llanos, Los Llanos!” con fervor repetías, alumbrados tus ojos de interior claridad”.Explora, visita enfermos, administra sacramentos, regula matrimonios. Relató la exploración en ocho cartas, que fueron publicadas y que conmovieron la conciencia cívica y religiosa del país. En varias poblaciones recibieron la visita con cierta frialdad, pero en muchas la acogida fue cordial y emocionada: “inmensa multitud de fieles nos rodeaba por todas partes, besándonos el hábito y llorando a grito vivo”. Hay que abrir una nueva etapa a Casanare. Para él no hay razonamientos ni prudencias humanas. Cristo reclama una respuesta ante tantos que no le conocen. “Una sola alma vale más que la vida del hombre”. Escribe cartas que se publican en la prensa; contagia su preocupación por tantos infieles, divulga las carencias de aquella población, cuestiona a los políticos. El no puede de momento quedarse allí, pero deja a tres misioneros.

—Siento que mi corazón desea volver a estas tierras para quedarme en ellas y entregar mi alma al Señor en el temido Casanare. Queda prendido allí el ardor de su corazón misionero. A sus religiosos a quienes alienta, mima y cuida desde Bogotá. Les envía ayudas, les pide que cuiden su salud. En cuanto puede les envía otros tres compañeros llegados de España.

Promueve un movimiento amplio de colaboración. Sus gestiones dan fruto. Roma, de acuerdo con el gobierno, erige el vicariato apostólico. Le alcanza una grave y pesada responsabilidad: el 25 de noviembre de 1893 es nombrado vicario apostólico de la misión. Lo acepta por obediencia. Nada ni nadie le detendrá en su misión. Es consagrado obispo el 1 de mayo de 1894 en Bogotá. El mismo día firma una carta a sus fieles de Casanare: a ellos quiere consagrar su vida hasta el fin y sin condición. Allí –según su propósito- “permanecerá hasta la muerte”.

— ¡Quien me diera, al exhalar mi último suspiro en una mala choza, o en arenosa playa, o al pie de un árbol, pudiera decir: ya no quedan infieles en Casanare. Cumple su ideal de comunidad. Establece cuatro centros en que vivirán los dieciséis misioneros formando comunidades de a cuatro, desde donde evangelizarán. Concibe un amplísimo programa de cristianización y de desarrollo humano. Para ello buscará toda clase de apoyos, desde el apoyo del gobierno a la colaboración de instituciones y particulares. En lo espiritual promueve la predicación y los sacramentos, funda la asociación del Sagrado Corazón de Jesús como recurso de intensificación de la piedad. Lleva religiosas que colaboren en lo espiritual y en lo social. Funda orfanatos, promueve la creación de escuelas. No llegaron a dos años los transcurridos en Casanare, pero dejó una huella imperecedera con su estilo de total entrega personal. Vive en una pobre choza como palacio episcopal, recorre -cuando no lo impide la guerra- su misión, desafía la lluvia torrencial, casi solo, por inmensas llanuras, ríos abundosos. Y organiza el vicariato, escribe folletos de propaganda, realiza toda la labor burocrática. En las

correrías misionales, predica, confiesa, visita enfermos, arregla matrimonios, escribe las partidas de bautismos y matrimonios. Como él dirá,

—Hago de obispo, de misionero y de sacristán.

Fotografiado en Bogotá,

seguramente en 1894.

El padre Ezequiel con sus frailes, el día de su ordenación episcopal (29/4/1894).

El día de su ordenación, en

Bogotá (29/4/1894).

Como Vicario Apostólico de Casanare, en Ráquira (Boyacá, Colombia), a fines de febrero de 1896.

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En la inhóspita comarca de Los Llanos de Casanare, inmensos y dilatadísimos territorios en el oriente colombiano, contagiará de su divina impaciencia a un grupito de agustinos recoletos, perdiéndose en un eterno cabalgar por las planicies para cristianizar a aquellos pueblos de Orocué, Támara, Sabanalarga... ¡Qué ardiente deseo de llegar a todos para que descubran a Cristo!

Pasto: una década de plenitud: En febrero de 1896 llegó a Casanare comunicación oficial de que monseñor Ezequiel Moreno había sido nombrado obispo de Pasto. Poco después, en abril, fue ordenado obispo su sucesor en el vicariato, el padre Nicolás Casas, y en seguida partió el padre Ezequiel a su nuevo destino, Pasto, a unos 900 kilómetros al sur de Bogotá.

De 1896 a 1906, en diez intensísimos años, ya como obispo de Pasto, guiará a sus fieles con todos los medios a su alcance. Colombia sufría los terribles embates de un liberalismo antirreligioso, que con frecuencia había logrado hacerse con los resortes del poder. El obispo no claudicará ante la avalancha de la propaganda, la difamación y el insulto. Se preocupará por los colegios y la enseñanza católicos, motivará a los padres y a los maestros en su labor educadora; alentará la llegada de misioneros a las regiones extremas de Tumaco y de Caquetá; promoverá el culto y las devociones, principalmente al sacramento de la eucaristía, al Corazón de Jesús y a María; fomentará la

construcción de iglesias y santuarios; escribirá y propagará ediciones de pastorales y folletos para la instrucción de los fieles; desvelará los ardides de la propaganda antirreligiosa... A pesar de ser obispo de una diócesis de la periferia, se convierte en el abanderado y símbolo de la defensa de los valores cristianos en Colombia. La diócesis de Pasto se sitúa al sur de Colombia, en la frontera con Ecuador. Ocupa un territorio extensísimo, con los mayores contrastes geográficos: el calor húmedo y sofocante de los extremos, lejanos y atrasados: al este la depresión amazónica con indígenas semicivilizados, al oeste la costa del Pacífico con grupos de negros; en el centro las alturas de la cordillera, con poblaciones mejor organizadas, con clima templado y frío, con Pasto a casi 2.600 metros de altitud. Las vías de comunicación eran casi inexistentes: para viajar a la capital de la nación se necesitaban semanas de camino en lentas cabalgaduras. La diócesis de Pasto, con unos 460.000 habitantes en una superficie de 160.000 Km2, tenía 46 parroquias, cada una con su templo, 6 viceparroquias y 56 capillas rurales. Muy poco, poquísimo, para una extensión tan enorme. Contaba con comunidades de capuchinos y filipenses, y los jesuitas dirigían el Seminario; los maristas regían un colegio. Contaba, además, con varias congregaciones femeninas. La sede tenía una digna catedral y un decoroso palacio. El nuevo obispo buscó, como era su costumbre, la máxima sencillez y en su alcoba puso un jergón de paja. Desde el primer momento el padre Ezequiel se ganó el corazón de los pastusos, que le fueron siempre fieles, hasta en los momentos más adversos. Inmediatamente se dedicó a animar toda actividad que fomentase la vida cristiana. Muy pronto comienza la visita a todas las parroquias de su extensísima diócesis. Eran largas y extenuantes, de las que, agotado o enfermo, regresaba tras semanas de actividad por malos caminos, posadas pésimas, con incontables privaciones. Confesaba varias horas, predicaba por la tarde, dirigía la catequesis, a veces sentado en el suelo.

Óleo de Carlos Aguilar Durán. Seminario San Ezequiel Moreno. Pozos de Santa Ana. (San José, Costa Rica).

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Todo le parecía poco; y exclamaba: —¡Hoy sí que he gozado, porque esos pobres morenitos han aprendido lo necesario para salvarse! Cuando reside en Pasto, visita las parroquias, anima a los curas, atiende a las religiosas, participa en las celebraciones, escribe pastorales. Introduce la adoración nocturna, fomenta el mes de mayo dedicado a la santísima Virgen, promueve los días 19 en honor de San José. Instruye y enciende el fervor con sus homilías e instrucciones con ocasión de retiros o reuniones. Visita a los enfermos y a los pobres, que fueron siempre su amor predilecto... Esta vida pastoral ordinaria es lo que se llevó la mayor parte de sus días y de sus fuerzas.

Una luz en lo alto: Muy pronto, a pesar de su situación periférica, las cartas pastorales del obispo de Pasto iban a resonar con fuerza en todo el país y aun fuera de él. Se erguirá como el debelador de los excesos del liberalismo. Sus orientaciones van a ser faro de conducta de gran parte del catolicismo colombiano. Más allá de las reflexiones teóricas, él ve que los liberales –y su sistema doctrinal- van minando los valores más sagrados, que conducen en quienes los siguen a la indiferencia y al sectarismo antirreligioso. Se burlan de la doctrina cristiana, la ridiculizan. Todo eso conmueve el alma ardorosa del padre Ezequiel.

Se daba la circunstancia de que el límite sur de la diócesis coincidía unos 600 kilómetros con la frontera de la república del Ecuador, donde la Iglesia sufría violenta persecución religiosa del gobierno liberal del general Eloy Alfaro, quien desencadenó una sistemática persecución contra la Iglesia: supresión de diócesis y conventos, destierro de obispos y religiosos extranjeros, asesinato de algunos sacerdotes y acoso sistemático por medio de la prensa y de las leyes. Entre ambas partes de la frontera había una comunicación constante, favorecida por la tradición y la identidad de lengua y cultura. De Ecuador llegaba ayuda a los revolucionarios liberales de

Colombia, de Ecuador llegan armas y pertrechos para las tropas liberales, de Ecuador llegan libros y panfletos irreligiosos, de Ecuador llegarán religiosos y hasta obispos perseguidos por el furor antieclesiástico del gobierno. Acoge a monseñor Schumacher, expulsado de su diócesis de Portoviejo, y lo defenderá como a hermano querido; acoge a los capuchinos perseguidos, a los que encomendará muchas de las misiones apostólicas más exigentes; protege y ayuda a la hoy beata madre Caridad Brader. Desde el primer momento, el padre Ezequiel desvela en sus escritos y en su predicación las insidias de quienes bajo el disfraz de la libertad del hombre quieren barrer toda piedad. Afirma con fuerza la excelencia de la fe cristiana y los beneficios inmensos que ésta trae a los hombres y a los pueblos. Los liberales se dan cuenta del peligro que para sus tácticas constituye un obispo que habla con osadía y sin prudencias políticas. Para ellos será el blanco de todas las diatribas y persecuciones. Los liberales comprendieron en seguida que era urgente desprestigiar al obispo de Pasto.—Ahora toda la saña de esos periódicos es contra mí. Me han puesto y me ponen de vuelta y media. Números enteros no contienen otra cosa que insultos contra mí. ¡Bendito sea Dios!. Por el contrario, los fieles de la diócesis y otros muchos cristianos prestaron al padre Ezequiel adhesiones entusiastas. Entre éstas, una de las más significativas fue la del propio arzobispo ecuatoriano de Quito, que se atrevió a publicar la primera de las pastorales aludidas en su Boletín oficial. En cuanto a los obispos colombianos, muchos pensaban como el obispo de Pasto, y la mayoría le apoyó siempre públicamente. Pero ninguno hasta entonces había denunciado las persecuciones antirreligiosas de los liberales con la claridad y la fuerza con que él lo hacía.

Abril de 1898. En compañía de monseñor Pedro Schumacher y la comunidad de capuchinos de Pasto, el día en que se inauguraba la iglesia de éstos.

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Muy largas e insidiosas fueron las persecuciones que tuvo que sufrir. Pero lo más doloroso fue sufrir la incomprensión y aun la persecución de algún obispo y las advertencias que llegaron de Roma. Para quien la sumisión a la voz de la Iglesia era uno de sus principios básicos de vida espiritual, constituyó una tortura íntima, la más lacerante.

Conflicto del Colegio de Tulcán: Junto a la frontera, en Tulcán (Ecuador), regía un colegio Rosendo Mora, educador irreligioso. Casi todos sus alumnos provenían de la diócesis de Pasto y ya el obispo anterior había prohibido a sus feligreses, bajo graves censuras eclesiásticas, llevar a sus hijos a tal colegio. Monseñor Moreno se vio obligado en conciencia a renovar la prohibición dada por su antecesor. Pero Federico González Suárez, obispo de Ibarra, diócesis a la que pertenecía Tulcán, puso el grito en el cielo acusando en la prensa al padre Ezequiel de invadir su

jurisdicción y llevó hasta Roma sus quejas. El padre Ezequiel prefirió callar y no dar pábulo a la alegría de los liberales al ver enfrentados a dos obispos. Se limitó a informar a la Santa Sede. Llega en abril de 1898 la sentencia: «que el obispo de Pasto desista de su actitud belicosa contra el colegio de Tulcán». El obispo de Pasto, cuando tuvo conocimiento de la sentencia, la aplicó inmediatamente. Los liberales cantaron triunfo y se burlaron de los católicos: aquella aprobación vaticana del colegio de Tulcán, decían, era una aprobación práctica del liberalismo. El clero de Pasto elevó a León XIII una exposición del asunto, haciendo ver que «estos enemigos declarados del magisterio infalible del Romano Pontífice, hoy lo invocan irónicamente para hacer creer a los pueblos que el Papa infalible acaba de autorizar las tantas veces condenadas doctrinas liberales». No quería crear ningún problema. Y como le correspondía realizar la visita ad limina a Roma, aprovecharía para renunciar a su sede. Ya en Roma, el 6 de setiembre presentó en la Santa Sede el documento de su renuncia. Tras una larga investigación, recibe la sentencia, en que se reconocía su “perfectísimo derecho de mantener la prohibición”. Su regreso a Pasto fue con arcos de triunfo y cantos, banderas y discursos, a los que tuvo que contestar con una carta pastoral: —No os figuréis que deseemos ni queramos que esos honores terminen en nuestra pobre persona. El honor y la gloria son para solo Dios: Soli Deo honor et gloria (Sal 115,1). Un pacifismo claudicante: Ya desde fines de 1899 pudo verse que la guerra civil iba a encenderse en Colombia. Tropas ecuatorianas entraban en el sur de Colombia y el gobierno del Ecuador prestaba su ayuda a las fuerzas colombianas rebeldes impulsadas por el espíritu liberal y antirreligioso. Por ello el obispo de Pasto publicó sobre el tema varias cartas y circulares, con el fin de que «se piense a lo católico respecto de la guerra actual». En la victoria del ejército colombiano sobre los liberales rebeldes y sobre los ecuatorianos cómplices tuvo buena parte el obispo de Pasto, con sus ardientes escritos, en los que expuso la doctrina de la Iglesia acerca del liberalismo y las condiciones de la guerra justa. Los liberales ecuatorianos y colombianos sentían la apremiante necesidad de silenciarlo y apartarlo como fuese. La Santa Sede inició conversaciones con el Gobierno ecuatoriano. Para no dificultarlas, se transmitió al padre Ezequiel: «quiere Su Santidad que usted se abstenga de toda publicación u otros actos cualquiera». De nuevo una lucha de conciencia.—¿Qué hago yo de obispo de Pasto? Si tuviera dinero, iría de nuevo a Europa, a ver si me admiten la renuncia, o me rehabilitan de algún modo, porque aquí ¿qué provecho podré hacer? Los pueblos no saben más que esas cosas que se dicen del obispo y que el papa lo ha hecho callar, porque los liberales se han quejado de él.En septiembre el delegado apostólico le hacía llegar una nota en la que le expresaba la satisfacción del Papa por su obediencia, le reiteraba la orden de seguir callado y le apremiaba a que silenciase «la campaña que el clero de Pasto ha emprendido contra el

Dibujo de René Paglinawan, OAR.

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Gobierno del Ecuador». Por su parte, el Gobierno ecuatoriano, en 1903, envió a Bogotá a su vicepresidente para que gestionara la deposición del obispo de Pasto.Los liberales colombianos, que habiendo perdido en la guerra estaban a punto de ganar en la paz, comprendieron en seguida que la concordia por ellos propugnada no era posible sin el previo aplastamiento del obispo de Pasto. Era necesario acabar de una vez con aquellas cartas pastorales y circulares que suscitaban el entusiasmo de los católicos, y eran publicadas y reimpresas aquí y allá, con el apoyo de un buen número de obispos.La prensa liberal, dada la urgencia del caso, se aprestó con toda solicitud al linchamiento de fray Ezequiel. El obispo Moreno era un fraile ignorante, incapaz de comprender las libertades modernas, y que para «firmar los mil disparates que publica en sus cartillas pastorales necesita de mano extraña». El pobre obispo de Pasto pertenece «a esa cáfila de frailes importados de España y rechazados hoy de allá y de todas las naciones civilizadas». Por esas fechas, en conspiraciones de Bogotá, se intrigó cuanto se pudo para conseguir la deposición del obispo de Pasto, llegando a formarse una terna de candidatos a la sustitución. De Tulcán llegaban amenazas más claras:—Si no retiran de Pasto al fraile Moreno, ya sabremos nosotros cómo retirarlo. La eliminación física del padre Ezequiel era una posibilidad que sus enemigos no descartaban. El padre Julián Moreno vio en una ocasión, al abrir la puerta de la habitación del obispo, al padre Ezequiel y a un frustrado asesino que, arrodillado y todavía con el cuchillo en la mano, le pedía perdón.Una concordia desconcertante: En noviembre de 1904 llega a Bogotá un nuevo delegado apostólico con la misión de facilitar al presidente de Colombia sus esfuerzos en favor de la paz. Al menos así se presenta la pretendida “concordia”, un intento de llegar a un consenso. Monseñor Ragonesi, a las tres semanas de su llegada, envía al obispo de Pasto unas instrucciones precisas. Según ellas, debe abstenerse de toda intervención en temas de política y, atendiendo a los deseos del Papa, debe apoyar con todos sus medios, con los demás obispos, al presidente Reyes.Así las cosas, un telegrama ambiguo de Roma produce gran confusión en los medios católicos, pues con él pretenden justificar los liberales la nueva etapa de entreguismo a sus postulados. Varios obispos lo advierten y lo lamentan. El padre Ezequiel envía un telegrama al presidente de la república, precisando el sentido de la palabra concordia y asegurándole que en modo alguno el Papa se reconciliaba con el liberalismo moderno.El dicho telegrama cayó en Bogotá como una bomba. El gobierno envió un diplomático a Roma para que obtuviera la deposición del obispo. Monseñor Ragonesi lo llamó y le obligó a escribir una explicación pública del telegrama. Así lo hizo humilde y pacientemente, aunque sin contrariar su propia conciencia. En todas estas luchas contó siempre con el apoyo de varios obispos, y sobre todo con la adhesión entusiasta de su clero y de sus feligreses diocesanos. En conjunto puede decirse que recibió aún más alabanzas que insultos.Una mirada al interior: Pero lo más interesante de la vida de cualquier persona, especialmente de los santos, es asomarse a su interior, percibir el latido íntimo, las fuerzas que motivan sus acciones. ¡Qué rico panorama de dinamismo humano y divino, divino y humano! Su actividad tan intensa provenía de manantial fecundo, fluía de una vida de oración continua, que dinamizaba su actuar. Sabemos, desde luego, que dormía a menudo en el suelo, unas cinco horas, y que dedicaba diariamente a la oración unas seis horas, distribuidas desde las cinco de la mañana en diversos momentos del día. Durante la oración, como él mismo atestigua, el Señor le dejaba normalmente sin consuelos sensibles en el desierto de la aridez: —Es lo ordinario que nuestro buen Dios me tenga amándole sólo con la voluntad, sin que este corazón sienta lo que la voluntad quiere. ¡Él sea bendito!Su identificación con Cristo su Señor había llegado a lo más radical, pudiendo exclamar, arrebatado, que no podía gloriarse de otra cosa que de la cruz de Cristo. Su especial

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devoción al Corazón de Jesús -que campeaba en su escudo y que difundió por todos los medios- está en esta experiencia de amor entregado. Ha llegado a una profunda simbiosis con los sentimientos de Cristo. Sólo así se explica su deseo de participar en los dolores del Corazón de Cristo, en los que se produjo la expiación suprema por el pecado del mundo. No puede evitar que cuando escribe a las personas más cercanas en su vivencia espiritual, aflore en un estallido de pasión espiritual, como un volcán lleno del fuego que le quema.—Yo quiero sufrir en tu compañía, con tu divina gracia. Yo me compadezco de tus agonías, y te las agradezco con toda mi alma y os amo, Jesús mío, os amo con todo mi corazón…—Yo, Amado de mi alma, para imitaros, abrazo con el más tierno afecto los dolores, las enfermedades, la pobreza y las humillaciones, y las considero como hermosas partecitas de tu Cruz. Como vos, oh amor mío, quiero vivir pobre, ultrajado, menospreciado, adolorido, llagado de pies a cabeza, clavado con Vos en la Cruz. Y si os place, llegar en ella, como Vos, hasta el extremo de ser abandonado y privado de la sensible asistencia del Padre Celestial.Comprendemos ahora el atrevimiento sin límites de su acción pastoral, únicamente buscando el honor de Dios y el bien de los hombres. Y ese enamoramiento de Cristo nos abre al sentido de su extremada pobreza, miseria casi, en sus ropas personales, escasas, viejas y remendadas; frugalidad en sus comidas; austeridad absoluta en sus viajes -absteniéndose a veces de visitar santuarios o familiares, o de acudir a restaurantes, alojándose en conventos pobres, o de socorrer a sus propios parientes necesitados; privaciones personales máximas para máximas limosnas a los pobres... Con tal de gozar del amor de Cristo, todo lo demás le parecía nada (Flp 3,8). — ¡Oh Jesús de mi alma! Déjame amarte así, aprisa, aprisa, por si me queda poco tiempo y por el tiempo que he perdido! ¡Oh, sí, sí, Jesús mío; déjame amarte a montones, no poco a poco; quiero más, más!. Enfermedad y muerte: A mediados de 1905 se siente cansado, con una llaga en el paladar que sangra y que no cierra, aunque él intenta llevar su vida de trabajo. En octubre el diagnóstico es claro: es cáncer y hay que operar. — Me he puesto en manos de Dios. Él hará su santa voluntad. Hay que descansar en lo que él quiera hacer. ¡Qué consolador es todo esto!, exclama. Una comisión del clero le insta a acudir a España. Él les atiende. Llega a Madrid el 10 de febrero de 1906 y, ante el estado del enfermo, sus hermanos recoletos le urgen a operarse allí mismo, sin ir a Barcelona. A los cuatro días, en el sanatorio del Rosario, el doctor Celestino Compaired lo opera casi sin anestesia. Es una operación dolorosísima, con cauterizaciones al rojo vivo, con raspaduras. Todo lo soporta el enfermo con paz absoluta, exclamando de vez en cuando:

—“Bendito sea Dios”, “Dios mío, dadme resignación para sufrir por vos”. Es un santo, decían en la clínica. De nuevo el 29 de marzo se repite la operación. Todo resultó inútil. Se agravaba el enfermo, continuaban los dolores. El cáncer avanzaba inexorable. Ya había perdido un oído y hablaba con dificultad. Su decisión es clara: Me voy a morir a los pies de mi madre la Virgen del Camino. Siempre vivió como agustino recoleto, buscó la compañía de sus hermanos, vistió el hábito. Ahora podía volver a su añorada celda conventual, anegado en su vida interior. El 31 de mayo sale en tren rumbo a Monteagudo, adonde llega al día siguiente.

Sus dolores son atroces, pero en todo el tiempo de la enfermedad no se le observa ni un acto de impaciencia ni perder un momento su dulzura habitual y su modo de ser. Hasta el 19 de junio pudo levantarse y hasta pasear por la huerta. Después ya no salió de su celda. Vive ensimismado en su oración, más allá de las realidades de este mundo. Mira con ternura al crucifijo, acaricia alguna estampa de María. Casi el último día de su vida escribe

Con el doctor Compaired y otras personas, a la entrada del Sanatorio del Rosario, en Madrid, la víspera de la intervención.

En Madrid, después de la operación. Elige una celda austera, con una pequeña tribuna que le permite ver el sagrario y el camarín de

la Virgen.

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penosamente un telegrama de agradecimiento al Papa, de quien ha recibido una bendición. Siempre hijo fiel de la Iglesia.El 18 de agosto pasa una noche muy agitada. Hasta que a las seis de la mañana se sienta en la cama, arregla cuidadosamente las ropas, alisándolas y estirándolas bien. Queda inmóvil un par de horas, en absoluta tranquilidad. Y a las ocho y media, teniendo 58 años de edad, descansa en el Señor.

Su fama de santidad ha pervivido intensa tanto entre sus hermanos religiosos como aún más en el sencillo pueblo cristiano, que no le olvida. Pocos obispos han alegrado y confortado tanto con sus acciones a los católicos fieles. En 1910 se abrió el proceso de canonización en Tarazona. En 1975 es beatificado por Pablo VI. Y el papa Juan Pablo II lo canoniza en Santo Domingo, el 11 de octubre de 1992, en el V Centenario de la evangelización de América.http://www.sanperegrino.com.ar/protector.swf

SAN EZEQUIEL MORENO - 1848-1906 - 1. ORACIÓN

Agustino Recoleto Obispo de Pasto, Colombia Nacionalidad: española Festividad: 19 de agosto Fecha beatificación: 1 de noviembre de 1975 por el Papa Pablo VI Fecha canonización: 11 de octubre de 1992 por el Papa Juan Pablo

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"¡Jesús de mi alma! ¿Que hago para amarte mucho? Dime, Bien mío, dime… ¿Qué hago? ¿Por que, buen Jesús, por que no obras el prodigio de matarme de amor hacia ti? ¡Ven, Jesús mío, ven y sacia mi pobre alma! ¡Ven y andemos juntos por estos montes y valles cantando amor!.... ¡Que yo oiga tu voz en el ruido de los ríos, de los torrentes, de las cascadas! ¡Que me llame hacia ti el suave roce de las hojas de los árboles agitadas por el viento!... ¡Que te vea Bien mío en la hermosura de las flores! ¡Que los ardientes rayos del sol de la costa sean fríos, muy fríos, comparados con los rayos de amor que me lance tu Corazón! ¡Que las gotas de agua que me han caído y me caigan sean pedacitos de tu amor que me hagan prorrumpir en otros tantos actos de ese amor! ¡Que mi sed y mi cansancio y mis privaciones y mis fatigas, sean.... ¿que amor mío, que han de ser? ¡Ah! Ya lo se y Tú me lo has inspirado!... ¡que sean suspiros de mi alma enamorada, cariños, amor mío, ternuras, afectos, rachas huracanadas de amor, pero loco… Jesús mío, amor loco!... ¡Te lo he pedido tantas veces!... ¿Cuándo, mi Jesús, cuando me oyes? ¡Ah! ¡Te amo de todos modos.... Si, Jesús mío, de todos modos te amo."

(De una carta de San Ezequiel)

http://www.devocionario.com/santos/ezequiel_1.html

Glorificación de san Ezequiel. Óleo de Juan Barba. Monteagudo (Navarra, España).

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