A 60 Años de La Declaracion Universal de Los Derechos Humanos

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    Artculo

    La Declaracin Universal de Derechos Humanos,los primeros 60 aos

    Rigoberto Gerardo Ortiz Trevio*

    RESUMEN:A 60 aos de la promulgacin de la Declaracin Universal de Derechos Humanos,se cuestiona el fundamento objetivo de stos (la comn dignidad de todo ser humano). Locual arriesga una de las caractersticas ms importantes tanto de los derechos humanos,como de todo el sistema de derecho internacional pblico que en ellos se sustenta. El pro-psito de este ensayo es reexionar en torno del fundamento de los derechos humanos.

    ABSTRACT: Sixty years after the proclamation of the Universal Declaration of Human Rightstheir objective foundation (the common dignity shared by all human beings) is being ques-tioned. This jeopardizes one of the most important foundations of both Human Rights andPublic International Law. The purpose of this essay is to reect about this foundation of Hu-man Rights.

    SUMARIO: I. Planteamiento introductorio. II. Breve aproximacin a la gnesis de la Declara-cin. III. Conclusiones

    I. Planteamiento introductorio

    A60 aos de la promulgacin de la Declaracin Universal de Derechos Huma-nos, algunos sectores de la doctrina se han cuestionado el fundamento destos: la comn dignidad de todo ser humano. Negar tal fundamento, pone

    en riesgo una de las caractersticas ms importantes tanto de los derechos huma-nos, como de todo el sistema de derecho de gentes que en ellos se sustenta. El pro-psito perseguido en este modesto ensayo es reexionar en torno a la realidad delfundamento meta-positivo de los derechos humanos. No se sita en el debate yasuperado de oponer al ius-positivismo frente al ius-naturalismo.1En principio, por-

    * Investigador del Centro Nacional de los Derechos Humanos, CNDH.1Pese al victimismo de algunos antipositivistas que se complacen en ser minora, creo que no esaventurado decir que hoy el positivismo se bate en retirada y, aunque seguramente son varios los frentesabiertos, parece tambin que uno de los ltimos sucesos que anuncian su crisis o muerte es precisamen-

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    que no hay un ius-positivismo qumicamente puro (podramos aqu sealar las dife-rencias entre Hart y Kelsen, por poner un ejemplo) ni un solo ius-naturalismo comocorriente atmica, inquebrantable (as, bien podr uno cuestionarse sobre qu ius-naturalismo debe traerse a colacin, el clsico?, el hobbesiano?, el racionalista?,etctera). Adems, debe tenerse presente que los derechos humanos han sido de-clarados e implementados en textos jurdicos del derecho internacional pblico (iusgentium), cuyas fuentes formales y materiales vigentes, ms all de la convenciones,declaraciones, pactos, protocolos, etctera, son la costumbre internacional, los prin-cipios generales del derecho de gentes y el ius cogens, quizs esto sea reiterativo,pero bien merece la pena preguntarse esto dnde se encuentra codicado? Noobstante que Gayo (jurista de inclinacin estoica), ya en el atardecer del derecho ro-mano clsico, deni al ius gentiumcomo algo basado en la razn natural,2en ver-

    dad describi una realidad que en tal cultura jurdica abri la puerta a la posibilidadde un desarrollo jurisprudencial fundado ms en la razn jurdica que en la escrita.Eso provoc la jurisprudencia clsica, que todava da respuestas para la solucin deproblemas jurdicos, principalmente de derecho privado.

    Entrando pues, en materia, en la obra Derechos humanos depredados. Hacia unadictadura del relativismo3Janne Haaland Matlary, profesora de la Universidad deOslo, advierte de la conveniencia de no perder de vista la nalidad de todo este no-vedoso4sistema de derecho internacional (rerase aqu al de los derechos huma-nos): la defensa de todo ser humano, de toda persona, en virtud de su dignidad, esdecir, de su valor por s misma, esto incluso, por encima de un Estado-nacin y su or-denamiento soberano. Tal primaca se haba sentado con toda claridad en el artcu-lo primero de la Declaracin de 1948: Todos los seres humanos nacen libres e igua-

    les en dignidad y derechos y, dotados como estn de razn y conciencia, debencomportarse fraternalmente los unos con los otros.5

    te el triunfo del constitucionalismo o del Estado constitucional democrtico. Luis Prieto Sanchs, Consti-tucionalismo y positivismo, Mxico, Fontamara, 1997, p. 8.

    2Cf. Gayo, Institutas, I, I. Edicin: Institutas (texto traducido, notas e introduccin de Alfredo di Pie-tro, Buenos Aires, Abeledo Perrot, 1997, 824 pp.).

    3Cf. Janne Haaland Matlary, Derechos humanos depredados. Hacia una dictadura del relativismo, Ma-drid, Ediciones Cristiandad, 2008, 261 pp.

    4Despus de todo 60 aos no son muchos, si reexionamos en que la cultura jurdica romana en-cuentra su origen en el siglo VIII a. C., o que el fenmeno codicador moderno tiene como hito el CodeCivil napolenico de 1804.

    5Explica Leah Levin: Los seres humanos nacen iguales en dignidad y derechos. stos son derechosmorales inalienables e inherentes que, por el mero hecho de ser hombres, poseen todos los seres huma-

    nos. Estos derechos se articulan y formulan en lo que hoy llamamos derechos humanos y se han plasma-do en derechos legales, establecidos de conformidad con los procesos legislativos de las sociedades,tanto nacionales como internacionales. Leah Levin, Derechos Humanos, preguntas y respuestas, Mxico,Librera Correo de la UNESCO, 1998, p. 15.

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    Pero, como ya se ha adelantado, esta armacin, hoy en da se ha puesto en telade juicio. As, han surgido diversas interrogantes como las siguientes: es la digni-dad un concepto meramente retrico y no estrictamente jurdico? Es la dignidaduna mera entelequia? Acaso no hay un fundamento universal de los DerechosHumanos?6En tal orden de ideas, Juan Manual de Prada advierte:

    Occidente a la vez que reclama el cumplimiento de los derechos humanos a otrasnaciones, se niega a denir objetivamente el contenido de tales derechos; se niega,incluso, a reconocer la existencia de una naturaleza humana. Los redactores de Declaracin consideraban que la igualdad es la idea central delDerecho; y, aceptado que todos los seres humanos son iguales por naturaleza, seaceptaba que la naturaleza humana tiene algo que puede conocerse y que siemprey en todo lugar es lo mismo.7

    Tal planteamiento losco, en esencia, ha sido compartido por la propia Se-cretara General de la Organizacin de las Naciones Unidas. Por ello el actual Secre-tario General, Ban Ki-moon, asumi como tema central para la conmemoracin detal 60 aniversario, el tema: Justicia y dignidad para todos: la campaa nos recuerdaque, en un mundo que apenas empezaba a recuperarse de los horrores de la Segun-da Guerra Mundial, la Declaracin fue la primera armacin mundial de lo que ac-tualmente damos por sentado: la dignidad e igualdad inherente de todos los sereshumanos.8

    En tal consonancia, en abril de 2008, un lder espiritual, Benedicto XVI, el Papaprofesor, enfatiz en su discurso ante la Asamblea General de la Organizacin de lasNaciones Unidas:

    La referencia a la dignidad humana, que es el fundamento y el objetivo de la res-ponsabilidad de proteger, nos lleva al tema sobre el cual hemos sido invitados acentrarnos este ao, en el que se cumple el 60 aniversario de la Declaracin Uni-versal de Derechos del Hombre. El documento fue el resultado de una convergen-cia de tradiciones religiosas y culturales, todas ellas motivadas por el deseo co-mn de poner a la persona humana en el corazn de las instituciones, leyes yactuaciones de la sociedad, y de considerar a la persona humana esencial para elmundo de la cultura, de la religin y de la ciencia. Los derechos humanos son pre-

    6Vid. Gregorio Peces-Barba Martnez, La dignidad de la persona desde la losofa del derecho, Madrid,Instituto de Derechos Humanos Bartolom de Las Casas, Universidad Carlos III, Dykinson, 2002, 78 pp.

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    Cf. Juan Manuel de Prada, Los derechos humanos se quedan sin fundamento. http://www.soli-daridad.net/_articulo5481_enesp.htm (8 diciembre 2008)8Cf. www.ohchr.org/EN/UDHR/Documents/60UDHR/bookletsp.pdf (consultada en diciembre de

    2008).

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    sentados cada vez ms como el lenguaje comn y el sustrato tico de las relacio-

    nes internacionales.9

    La preocupacin externada por el Papa Ratzinger, es adems compartida porlderes de otros credos o incluso por pensadores agnsticos o ateos.10En suma, nopuede pasar por indiferente, salvo carencia de sentido comn, pues la gravedad dela prdida del fundamento meta-legal, conlleva a dejar la denicin de los derechoshumanos a una voluntad general contingente y no necesariamente objetiva. La ra-zn por la cual se dio tal Declaracin fue precisamente para evitar que esa voluntadfuese omnipotente y arbitraria.

    Pero, cundo se puso en riesgo el fundamento objetivo de los derechos huma-nos? En 1964, Norberto Bobbio haba expuesto en su ensayo Sobre los fundamen-tos de los derechos del hombre, un argumento atractivo y peligroso a la vez, de ah,que convenga darle la extensin justa a su voz, o de lo contrario, en esta reexin sepodra pecar de parcialidad:

    9Discurso de Benedicto XVI ante la Naciones Unidas. Abril 18, 2008. www.vatican.va (consultadaen diciembre de 2008). Ya en octubre de 1995, Juan Pablo II haba advertido sobre tal problemtica: Esimportante para nosotros comprender lo que podramos llamar la estructura interior de este movimien-to mundial. Una primera y fundamental clave de la misma nos la ofrece precisamente su carcter plane-tario, conrmando que existen realmente unos derechos humanos universales, enraizados en la natura-leza de la persona, en los cuales se reejan las exigencias objetivas e imprescindibles de una ley moraluniversal. Lejos de ser armaciones abstractas, estos derechos nos dicen ms bien algo importante sobrela vida concreta de cada hombre y de cada grupo social. Nos recuerdan tambin que no vivimos en unmundo irracional o sin sentido, sino que, por el contrario, hay una lgica moral que ilumina la existencia

    humana y hace posible el dilogo entre los hombres y entre los pueblos. Si queremos que un siglo deconstriccin deje paso a un siglo de persuasin, debemos encontrar el camino para discutir, con un len-guaje comprensible y comn, acerca del futuro del hombre. La ley moral universal, escrita en el corazndel hombre, es una especie de gramtica que sirve al mundo para afrontar esta discusin sobre su mis-mo futuro. En este sentido, es motivo de seria preocupacin el hecho de que hoy algunos nieguen la uni-versalidad de los derechos humanos, as como niegan que haya una naturaleza humana comn a todos.Ciertamente, no hay un nico modelo de organizacin poltica y econmica de la libertad humana, yaque culturas diferentes y experiencias histricas diversas dan origen, en una sociedad libre y responsa-ble, a diferentes formas institucionales. Pero una cosa es armar un legtimo pluralismo de formas de li-bertad, y otra cosa es negar el carcter universal o inteligible de la naturaleza del hombre o de la expe-riencia humana. Esta segunda perspectiva hace muy difcil, o incluso imposible, una poltica internacionalde persuasin. Discurso del papa Juan Pablo II a la Quincuagsima Asamblea General de las NacionesUnidas, Nueva York, 5 de octubre de 1995, en http://www.vatican.va/holy_father/john_paul_ii/spee-ches/1995/october/documents/hf_jp-ii_spe_05101995_address-to-uno_sp.html (consultada en octu-bre de 2008).

    10

    Para apuntalar tal armacin, se sugieren las siguientes lecturas: de Thomas de Koninck, De ladignidad humana, Madrid, Instituto de Derechos Humanos Bartolom de Las Casas, Universidad CarlosIII, Dykinson, 2006, 217 pp., y de Emilio Jos Martnez Gonzlez, Gandhi: experiencia de Dios y exigenciatica, Bilbao, Descle, 1999, 220 pp.

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    [] no se puede decir que los derechos del hombre hayan sido ms respetados en

    las edades en que los doctos se mostraban de acuerdo en pensar que haban en-contrado para defenderlos un argumento irrefutable, o sea un fundamento absolu-to: su derivabilidad de la esencia o de la naturaleza del hombre. En segundo lugar,pese a la crisis de los fundamentos, por primera vez en estas dcadas la mayor partede los gobiernos existentes han proclamado de comn acuerdo una DeclaracinUniversal de los Derechos del Hombre (sic). En consecuencia, despus de esta de-claracin el problema de los fundamentos ha perdido gran parte de su inters. Si lamayor parte de los gobiernos existentes se han puesto de acuerdo en una declara-cin comn, es indicio de que se han encontrado buenas razones para hacerlo.[] El problema de fondo relativo a los derechos del hombre es hoy no tanto el de

    justicarlos, como el deprotegerlos. Es un problema no losco, sino poltico.11

    En principio, el problema debe abordarse, en primera instancia, desde unaperspectiva losca, pues subsiste en el mbito de tal perspectiva jurdica, tan li-gada a la teora y losofa polticas. Si considersemos que no fuese tan necesarioremitirnos a la losofa jurdica u otras disciplinas no necesariamente enfocadas alderecho positivo como objeto inmediato de estudio, qu caso tendra por ejem-plo cuestionarse sobre la legitimidad de un poder constituyente (es decir, del re-dactor de una Constitucin) o incluso de una asamblea internacional? No obstante,Bobbio haba puesto el dedo en la llaga: la pobreza ius-losca de la dcada de lossesentas del siglo pasado (y quizs en general de todo el siglo). Lo cual era un malaugurio en la historia de la defensa de los derechos humanos, ya que al perder sufundamento real, stos se relativizaran y manipularan acorde a la voluntad de losfactores reales de poder, al legislador (que optimistamente se ha llegado a creer in-

    maculada y carente de inuencias) o a un consenso cuya infalibilidad es cuestiona-ble, incluso ms que la opinin de los ius-naturalistas que Bobbio apuntaba. Sin em-bargo, el reto planteado por el maestro de la Escuela de Turn, ha sido asumido ycontinuado por otros autores de tal estatura. ste ha sido el caso de John Rawls. Denuevo, conviene leer con atencin sus palabras con la suciente extensin para po-der calar en su signicado, y concederle la voz indispensable para la dialctica deeste modesto trabajo:

    Esto (fundamentar in generelos derechos humanos en la dignidad de la persona)requerira una muy profunda teora losca que muchas, si no todas, las socieda-des jerrquicas podrn rechazar como liberal o democrtica o en alguna forma ca-racterstica de la tradicin poltica occidental y por tanto discriminatoria frente aotras culturas. []

    11Norberto Bobbio, El problema de la guerra y las vas de la paz, Barcelona, Gedisa, 2000, pp. 127-128.

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    Adoptamos, por consiguiente, un enfoque diferente: los derechos humanos fun-

    damentales expresan un patrn mnimo de instituciones polticas bien ordenadaspara todos los pueblos que pertenecen, como miembros de buena fe, a una justasociedad poltica de los pueblos. Cualquier violacin sistemtica de tales derechoses una falta grave que afecta a la sociedad de los pueblos todos, liberales y jerrqui-cos. Puesto que ellos expresan unos parmetros mnimos, sus requisitos deberanser muy dbiles.12

    Para un pensador que fue reconocido como el Rousseau del siglo XX, es casi im-posible encontrar una respuesta diferente. En efecto, desde una perspectiva con-tractualista, el derecho positivo es el producto necesario de un acuerdo entre losintegrantes de una sociedad determinada (lo cual, paradjicamente, implica un fun-damento meta-legal o meta-positivo: el estado de naturaleza).

    Si retomramos el pensamiento del propio Rousseau, para hacer referencia a lacompleja idea de una naturaleza humana, tendramos que remitirnos a aqul esta-do de naturaleza en el que el bon savageencontraba su felicidad. El contrato sociales un acuerdo necesario para la pacca convivencia entre los individuos, no obstan-te, stos podrn revisarlo en virtud de conservar la voluntad general y en ltima ins-tancia, el depsito de la soberana.13Un ordenamiento jurdico positivo, es por tan-to, el producto de acuerdos humanos. Aceptando tal postura o no, hay un hechoque no se puede soslayar: el problema de la fundamentacin del derecho o ultimaratio iuris, ha sido una constante en la historia del pensamiento jurdico. Es pues unproblema losco, y de manera ms concreta, tico. En consecuencia, la tica debeser considerada como una referencia de lo jurdico.14Sin ambigedad, Francisco To-ms y Valiente expuso con claridad esa problemtica:

    Recientemente se ha denunciado este fenmeno y se ha demandado la recupera-cin por parte de los juristas de una conciencia poltica no desgajada de su trabajoprofesional. Las valoraciones ticas y la postura crtica respecto al Derecho vigenteson enfoques que el jurista no debe situar en un plano lejano y metajurdico, aun-que en su mano no est siempre, como es obvio, la posibilidad de derogar o simple-mente de arrinconar en el olvido las normas formalmente vigentes [] En esa en-crucijada entre la aplicacin de unas normas procedentes de poderes legtimos ysuperiores y la crtica de las mismas normas desde postulados ticos y desde valo-

    12John Rawls, El derecho de gentes, en Stephen Shute etal., De los derechos humanos, Madrid,Trotta, 1998, pp. 71-72.

    13Encontrar una forma de asociacin que deenda y proteja de toda fuerza comn a la persona ya los bienes de cada asociado, y gracias a la cual cada uno, en unin de todos los dems, solamente se

    obedezca a s mismo y quede tan libre como antes. Juan Jacobo Rousseau, El contrato social, L1, C6. Ma-drid, Espasa-Calpe, 1992, p. 67.14Sobre el problema tica y derecho, cf. Hans Kelsen, Teora pura del derecho, Mxico, Porra, 1997,

    pp. 71-72, e Inmanuel Kant, Introduccin a la teora del derecho, Madrid, Marcial Pons, 2005, pp. 34-59.

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    res socialmente aceptados, se debate el quehacer profesional del jurista de nuestro

    tiempo.15

    En efecto, el debate es de plena actualidad, y no es una mera cuestin entreposturas en apariencia irreconciliables, o vinculadas a un credo determinado. Ya enel siglo XIX, Von Ihering (1818-1892) haba propuesto analizar (por parte del juzga-dor) los valores e intereses involucrados en una controversia jurdica, lo cual se haconocido como jurisprudencia de intereses, que como bien lo arma Alfred Ver-dross:

    Sin gnero [] de duda, la jurisprudencia de intereses signic un indudable pro-greso respecto de la jurisprudencia conceptual, ya que mediante la pura deduccinlgica de las normas abstractas no puede realizarse la justicia del caso concreto,

    para alcanzar este resultado es en todo caso indispensable tener a la vista el n decada una de las instituciones jurdicas.16

    II. Breve aproximacin a la gnesis de la Declaracin

    Hoy, a 60 aos de la promulgacin de la Declaracin Universal de Derechos Huma-nos, los contextos sociales, econmicos y polticos han padecido transformacionesque slo pueden ser calicadas de dramticas, y que parecieran marcar una brechacon lo planteado en 1948. Las instituciones que forman parte de la Organizacin delas Naciones Unidas, esas mismas que haban sido constituidas bajo el noble idealde la cooperacin internacional, contemplan, admitiendo con tibieza, una crisis glo-

    bal econmica que ellas provocaron. Aqu es oportuno preguntarse en dnde estla Declaracin sobre el Derecho al Desarrollo adoptada por la Asamblea General el4 de diciembre de 1986? Quin habla en nombre de quienes padecen de la crisisalimentaria en frica, Latinoamrica o Asia? Una crisis, y hay que subrayarlo que an-tecedi a la crisis nanciera que tantas primeras planas ha provocado. Una crisis quele antecedi, que sigue, y que la esperanza de su superacin se ve muy distante.

    15Francisco Toms y Valiente, Manual de historia del derecho espaol, Madrid, Tecnos, 1992, p. 630.16Alfred Verdross, La losofa del derecho en el mundo occidental,Mxico, UNAM, Instituto de Inves-

    tigaciones Filoscas, 1983, p. 272: En el campo del derecho privado, las nuevas corrientes se reejan enla jurisprudencia de intereses, cuya iniciacin corresponde al romanista alemn Rodolfo Ihering, en vir-

    tud de la cual se trata de que el concepto como inspirador de la decisin del juez sea sustituido por laponderacin de intereses de las partes en litigio, abandonando la abstraccin para acudir a la vida y susrealidades concretas. Jess Lalnde Abada, Iniciacin histrica al derecho espaol, Barcelona, EUB, 1998,p. 425.

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    Desde luego, el contexto en el que surgieron las Naciones Unidas, hoy en danos parece inimaginable. Cuando se haba tipicado como crimen de lesa humani-dad el concepto que en 1944 haba acuado el jurista judo-polaco Raphael Lemkin,es decir el genocidio (de la raz griega genos, esto es, origen y del latn caedere, osea, matar),17no se haba dimensionado lo que se descubri al trmino de la Segun-da Gran Guerra Mundial (o incluso con la desaparicin de la Unin de RepblicasSoviticas Socialistas). Cmo puede ser explicado el Holocausto? Cmo puedecomprenderse el uso de dos bombas atmicas sobre cientos de miles de inocentes?Cmo puede justicarse el bombardeo de Dresden? Cmo puede ignorarse el ex-terminio armenio? Cmo puede olvidarse la marcha mortal de Batn?18De ah quela naciente ONU se planteara en su prembulo constitutivo:

    NOSOTROS LOS PUEBLOS DE LAS NACIONES UNIDAS RESUELTOS

    a preservar a las generaciones venideras del agelo de la guerra que dos veces du-rante nuestra vida ha inigido a la Humanidad sufrimientos indecibles,

    a rearmar la fe en los derechos fundamentales del hombre, en la dignidad y el va-lor de la persona humana, en la igualdad de derechos de hombres y mujeres y de lasnaciones grandes y pequeas []19

    As las cosas, la Carta sentaba las bases para emitir una ulterior declaracin uni-versal sobre los derechos humanos. Ya el 16 de febrero de 1946 fue instalada la Co-misin de Derechos Humanos por el Consejo Econmico y Social de la Organizacin

    17Eric D. Wetiz,A Century of Genocide, Utopias of Race and Nation, Princeton, Nueva Jersey, PrincetonUniversity Press, 2003, pp. 8-10.

    18Vid. Norman Davies, Europa en guerra (1939-1945), Barcelona, Planeta, 2008.19[] a crear condiciones bajo las cuales puedan mantenerse la justicia y el respeto a las obligacio-

    nes emanadas de los tratados y de otras fuentes del derecho internacional, a promover el progreso socialy a elevar el nivel de vida dentro de un concepto ms amplio de la libertad,

    Y CON TALES FINALIDADESa practicar la tolerancia y a convivir en paz como buenos vecinos,a unir nuestras fuerzas para el mantenimiento de la paz y la seguridad internacionales,a asegurar, mediante la aceptacin de principios y la adopcin de mtodos, que no se usar; la fuer-

    za armada sino en servicio del inters comn, ya emplear un mecanismo internacional para promover el progreso econmico y social de todos los

    pueblos,HEMOS DECIDIDO UNIR NUESTROS ESFUERZOS PARA REALIZAR ESTOS DESIGNIOSPor lo tanto, nuestros respectivos Gobiernos, por medio de representantes reunidos en la ciudad

    de San Francisco que han exhibido sus plenos poderes, encontrados en buena y debida forma, han con-venido en la presente Carta de las Naciones Unidas, y por este acto establecen una organizacin interna-cional que se denominar las Naciones Unidas. Prembulo de la Carta de las Naciones Unidas, del 26 de

    junio de 1945, www.un.org (consultada en diciembre de 2008).

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    de las Naciones Unidas.20El proyecto haba iniciado bajo el nombre de Carta Gene-ral de los Derechos Humanos. El Comit de Redaccin fue integrado por ochomiembros. La presidente del mismo fue Eleanor Roosevelt, viuda del ex presidentede los Estados Unidos, Franklin Delano Roosevelt. El integrante ms importante fueRen Cassin (1887-1976) de Francia. El jurista galo fue el principal autor de la hist-rica Declaracin, amn de ser el constructor de la teora de las generaciones de De-rechos Humanos. Su trayectoria es remarcable. Ya haba sido delegado de Francia enla fallida Sociedad de Naciones (entre 1921 y 1938), luego de un paso por el gobier-no francs lleg (en 1965) a presidir el Tribunal Europeo de Derechos Humanos. Me-recidamente, obtuvo en 1968 el premio Nobel de la Paz. Destacaron tambin, Char-les Malik de Lbano, Peng Chung Chang de China, y John Humphrey de Canad,quien a la postre sera Secretario General.

    Bajo el liderazgo moral de Eleanor Roosevelt se redact la Declaracin, aunquesu proyecto no goz de un apoyo unnime. La Declaracin Universal de DerechosHumanos fue aprobada por la Asamblea General de las Naciones Unidas, el 10 dediciembre de 1948.21En ese momento, slo 58 Estados integraban al organismo in-ternacional. 48 votaron en favor de la Declaracin y ocho se abstuvieron, con dosausencias. No obstante, fue una mayora suciente para hacer la diferencia en la his-toria del derecho:

    La Declaracin Universal de Derechos Humanos es el primer instrumento jurdicointernacional general de derechos humanos proclamado por una organizacin in-ternacional de carcter universal. Como ha sealado Thomas Buergenthal, antiguopresidente de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, la Declaracin porsu carcter moral y la importancia jurdica y poltica que ha adquirido con el trans-

    curso del tiempo, se puede situar a la altura de la Carta Magna inglesa, de la Decla-racin Francesa de los Derechos del Hombre y del Ciudadano (1789) y de la Declara-cin de Independencia Americana (1776), como un hito en la lucha de la humanidadpor la libertad y la dignidad humana.22

    Si lo dicho por Buergenthal, son slo hitos, se puede coincidir con tal arma-cin, de lo contrario, es menester hacer algunas precisiones, en aras de comprendery valorar la naturaleza y alcances de la Declaracin Universal de 1948. En principio,

    20Vid. Carlos Villn Durn, Curso de derecho internacional de los derechos humanos, Madrid, Trotta,2002, pp. 91-94.

    21Sin embargo, no se debe soslayar que la primera declaracin en la materia fue la DeclaracinAmericana de los Derechos y Deberes del Hombre, aprobada como recomendacin por la IX Conferencia

    Interamericana, reunida en Bogot del 30 de marzo al 2 de mayo de 1948. Cf. Jos Manuel Zumaquero,Textos de derechos humanos, Pamplona, EUNSA, 1998, pp. 17-23.22Jaime Ora y Felipe Gmez Isa, La Declaracin Universal de los Derechos Humanos (un breve comen-

    tario en su 50 aniversario), Bilbao, Instituto de Derechos Humanos, Universidad de Deusto, 1998, p. 42.

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    la Carta Magna inglesa de 1215, fue un pacto celebrado en ese ao entre nobles,eclesisticos y el Rey Juan Sin Tierra. Sus efectos jurdicos se limitaban a reconocerlos privilegios de los dos primeros grupos. La Declaracin francesa de 1789, no reco-noca los derechos de las mujeres y limitaba sus alcances a ser una reivindicacin ala burguesa. La Declaracin de Independencia, lo era de la Confederacin integra-da por las otrora 13 colonias inglesas de Norteamrica. Su verdadera inspiracin fuela Declaracin de Derechos de Virginia, atribuida a Thomas Jefferson (1776). En todocaso y a pesar de su innovacin, el ltimo documento se limitaba al mbito compe-tencial de un Estado-nacin. El salto cualitativo que implic la Declaracin de 1948fue mucho mayor, ya que su pretensin es el reconocimiento de derechos universa-les en el seno de la comunidad internacional. A n de cuentas los Derechos Huma-nos representan el conjunto de facultades e instituciones que, en cada momento

    histrico, permiten realizar las exigencias de la dignidad, la libertad e igualdad hu-manas, las cuales han de ser reconocidas positivamente por todos los ordenamien-tos jurdicos, tanto a nivel nacional como internacional.23

    Ahora bien, la Declaracin es eso, un conjunto de enunciados, otro problema essu vigencia y la consecuente exigibilidad de los derechos enunciados a lo largo de30 artculos. El contexto de la Guerra Fra implic 18 aos de espera para que seaprobasen hasta el 16 de diciembre de 1966, los Pactos Internacionales de DerechosEconmicos Sociales y Culturales, as como el propio de los Derechos Civiles y Pol-ticos.

    Conscientes de la importancia de precisar el lenguaje tico, es convenienteaqu hacer un esfuerzo por denir el trmino dignidad. Etimolgicamente, el voca-blo dignidad proviene del latn dignus, que signica merecedor de un premio o de

    un castigo. Desde una perspectiva ms tcnica, al decir merecedor se habla de po-sesin de titularidad de un derecho o el ser acreedor a una sancin. Ser titular de de-rechos, implica in genere,poseer la capacidad para ejercitarlos, o bien, de contraerobligaciones. Esta potencialidad se funda en la naturaleza humana, es decir, en supeculiar modo de ser.

    La losofa aristotlico-tomista y el derecho romano clsico, no son, sin embar-go, las inuencias inmediatas para los redactores de la Declaracin Universal de De-rechos Humanos de 1948. Ms bien, fue el neotomismo de Jaques Maritain (1882-1973) lo que dej huella en Ren Cassin. Adems del tomismo renovado, Maritainacusa la inuencia del Personalismo, que fuera una escuela losca que enfatizel carcter ontolgico, tico y social, de la persona. En este tenor, el representante

    23Narciso Martnez Morn, Los derechos humanos, entre la utopa y la realidad, en Narciso Mart-nez Morn, ed., Utopa y realidad de los derechos humanos en el cincuenta aniversario de su DeclaracinUniversal, Madrid, Universidad Nacional de Educacin a Distancia, 1999, pp. 25-26.

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    ms destacado fue otro francs: Emmanuel Mounier (1905-1950). Grosso modo, lapersona no slo es considerada como causa material del todo social, sino como sunalidad. Mounier o Maritain sern lcidos crticos del individualismo, del idealis-mo, y desde luego, del colectivismo. Y sin embargo, es en el pensamiento de Emma-nuel Kant donde se encuentra el punto de partida de esta revaloracin de cada serhumano. En la Fundamentacin de la metafsica de las costumbres, el de Kenisberg,escribi: [] el hombre, y en general todo ser racional, existe como n en s mismo,no como medio para usos cualesquiera de esta o aquella voluntad.24

    Mounier y Maritain sostendrn la misma armacin, pero con un sustento on-tolgico de inspiracin aristotlica. En consecuencia, cada persona es consideradacomo un n en s misma, acorde a su condicin ontolgica, es decir, a su forma deser como tal. De su condicin racional y volitiva, deriva su capacidad para actuar con

    libertad. Entendindose aqu por libertad, una propiedad de la voluntad del ser hu-mano, por la cual ste autodetermina sus actos en orden a su n. La voluntad, sinembargo, no es una potencia que opera de manera aislada, sino que es orientada(es regulada, ordenada) por la razn. Esto es lo que explica su intrnseca juridicidad.Maritain, en coherencia con estas ideas, puntualiza: Cada persona humana tiene elderecho de decidirse por s misma en lo que mira a su destino personal [].25

    Pero, cmo relacionar esto con el derecho positivo? Luigi Ferrajoli, quizs unode los ms lcidos autores en torno al constitucionalismo y el garantismo, escribi:

    [] el fundamento democrtico del pacto constitucional sobre los derechos funda-mentales est no ya en el hecho de que ninguno est excluido de su estipulacin[] sino en que se pacte en l la no exclusin de ninguno [] Se conrma as el papel de los derechos fundamentales como leyes del ms dbil

    y, al mismo tiempo, como criterios para trazar los connes entre el respeto a todoslos individuos en cuanto personas, y el debido a sus diferencias culturales.26

    Como puede verse, Ferrajoli ha puesto el acento en la slaba correcta: el dere-cho positivo debe proteger al ms dbil, respetar a cada ser humano como personay propiciar condiciones para el respeto a la pluralidad cultural. En efecto, la valora-cin del ser humano, como persona, es la expresin de su dignidad. Empero, no bas-ta una valoracin moral, sino que adems, es indispensable un reconocimiento decarcter jurdico-positivo. Ese es el deber del derecho como un ordenamiento en

    24Emmanuel Kant, Fundamentacin de la metafsica de las costumbres; crtica de la razn prctica; la

    paz perpetua, Mxico, Porra, 1998, captulo II, p. 44.25Jaques Maritain, Los derechos del hombre y la ley natural. Cristianismo y democracia, Madrid, Pala-bra, 2001, p. 67.

    26Luigi Ferrajoli et al., Los fundamentos de los derechos fundamentales, Madrid, Trotta, 2005, p. 359.

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    servicio de la persona. A su vez, bien merece la pena escuchar otras voces para re-construir la posicin de la persona como puntal de todo derecho.

    Francesc Torralba Rosell, retomando a Emmanuel Levinas (respecto del con-cepto vulnerabilidad) y a Sren Kierkegaard (en torno a la posibilidad), redene a lapersona como un [] ser radicalmente vulnerable con unas posibilidades singula-res en el conjunto de la naturaleza.27En consecuencia: la armacin de que la per-sona humana, de que toda persona humana tiene una dignidad inherente signicaque debe ser aceptada incondicionalmente, no por lo que dice o por lo que hace,sino, simplemente, por el hecho de ser.28

    Esto empata con la tesis de Ferrajoli: la defensa de los derechos fundamentales(que por extensin lo es de los derechos humanos) es la defensa de toda persona,incluso del dbil as como de aquel que en virtud de su cultura (o condicin) es dife-

    rente. Por ello, el derecho positivo no debe perder de vista su telos: la persona, n ens misma, valiosa por s. La ley (el derecho positivo), es slo un medio, como bien loexplica Carlos Massini:

    La ley es como la escalera que permite acceder al templo, pero que por eso mismo,adquiere sentido slo en razn de este objetivo. Es cierto que lo ms urgente escontar con el medio que nos permita la posterior obtencin del n; pero el n es loimportante, aquello por lo cual el medio existe y a cuyo servicio se ordena. Lo ur-gente es que las leyes imperen el obrar justo en la convivencia; lo importante es quelos hombres, real y efectivamente, realicen en los hechos ese orden en la conviven-cia, que merece ser perseguido por tratarse de un n comn. El n de la ley, enton-ces, es la obra justa; ella es la que justica su existencia y da razn a sus contenidos;lo que permite que la ley sea calicada, por analoga, como derecho.29

    Si el derecho positivo pervierte tal n, no obstante cumpla con las formalidadesrespectivas, es materialmente injusto. En ese sentido, Toms de Aquino concluyecon contundencia: no es ley, sino corrupcin de la ley.30

    Para ilustrar lo anterior, conviene traer a la memoria un caso concreto: las Leyesde Nuremberg de 1935,31aquellas que excluyeron a los judos alemanes de la vidaeconmica, cultural y cvica de su nacin. En 1946 el jurista alemn Gustav Rad-bruch escribi al respecto:

    27Francesc Torralba Rosell, Qu es la dignidad humana? Ensayo sobre Peter Singer, Hugo Tris TamEngelhardt y John Harris, Barcelona, Herder, 2005, p. 397.

    28Ibid., p. 401.29Carlos Massini, Sobre el realismo jurdico, Buenos Aires, Abeledo Perrot, 1978, pp. 24-25.30

    Vid. Summa de teologa, Ia.-IIae q. 95 a. 2 co. Editio latina, Opus Tomisticum, Madrid, Biblioteca deAutores Cristianos, 1965.31Vid. David Engel, El holocausto, el Tercer Reich y los jud os, Buenos Aires, Nueva Visin, 2006, pp.

    125-126.

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    El derrumbamiento del Estado nazi, basado en la negacin del derecho, coloca con-

    tinuamente a la judicatura alemana ante preguntas que el caduco, pero an vivopositivismo, no sabr nunca contestar. He aqu algunas de ellas: deben mantener-se en vigor las medidas adoptadas en cumplimiento de las leyes raciales de Nurem-berg? Siguen teniendo validez jurdica, hoy, los actos de conscacin de propieda-des de los judos, realizados en su da al amparo del que era derecho vigente en elEstado nazi? Deberemos considerar rme y jurdicamente vlida la sentencia porla que la judicatura del Estado nazi, a tono con la legislacin vigente en l, condena muerte, como delito de alta traicin, el simple hecho de escuchar una emisora deradio enemiga? Deberemos reputar ajustada a la ley la denuncia que en su da ini-ci el proceso criminal coronado por esta sentencia? []32

    Radbruch encontraba una alternativa de solucin, reconocer un derecho supe-

    rior a la ley positiva, es decir el bergesetzliches recht(derecho supralegal).33A este

    ordenamiento se le conoce como derecho natural, es decir, el fundado en la natura-leza humana (entendindose por naturaleza, la esencia como principio de opera-ciones). 60 aos despus, el problema denunciado por Radbruch parece prevalecer,y de ah la advertencia del Papa Ratzinger:

    La experiencia nos ensea que a menudo la legalidad prevalece sobre la justiciacuando la insistencia sobre los derechos humanos los hace aparecer como resulta-do exclusivo de medidas legislativas o decisiones normativas tomadas por las diver-sas agencias de los que estn en el poder. Cuando se presentan simplemente entrminos de legalidad, los derechos corren el riesgo de convertirse en proposicio-nes frgiles, separadas de la dimensin tica y racional, que es su fundamento y sun.34

    En este sentido, conviene recordar lo advertido por Karl Jaspers, es decir, que elnazismo debera ser una advertencia para la historia.35Y esto es vlido para todo to-

    32Gustav Radbruch, Introduccin a la losofa del derecho, Mxico, FCE, 1993, p. 179.33Por donde vemos cmo, a la vuelta de un siglo de positivismo jurdico, resucita aquella idea de

    un derecho superior a la ley, supralegal, aquel rasero con el que medir las mismas leyes positivas y con-siderarlas como actos contrarios a derecho, como desafueros bajo forma legal. Hasta qu punto debaatenderse a la justicia cuando sta exija la nulidad de las normas jurdicas contrarias a ella, y en qumedida debe darse preferencia al postulado de la seguridad jurdica, si sta impone la validez y el reco-nocimiento del derecho estatuido, aun a trueque de su injusticia, [] El camino para llegar a la solucinde estos problemas va ya implcito en el nombre que la losofa del derecho ostentaba en las antiguasUniversidades y que, tras muchos aos de desuso, vuelve a resurgir hoy: en el nombre y en el concepto

    de derecho natural. G. Radbruch, op. cit., p. 180.34Discurso de Benedicto XVI ante las Naciones Unidas. Abril 18, 2008. www.vatican.va (consultadoen diciembre de 2008).

    35Karl Jaspers, Entrevista de Franois Bondy, en Der Monat, Berln, nm. 152, mayo de 1961, p. 16.

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    talitarismo o para las tentaciones autoritarias, ya sean de gobiernos o de factoresreales de poder. He aqu el gran riesgo en la coyuntura presente:

    Nos hallamos, en denitiva, ante la emergencia de un nuevo totalitarismo, aunqueesta vez a diferencia de los totalitarismos clsicos, tan ceudos y despticos sedisfrace de aritmtica parlamentaria y lantropa. La satisfaccin de apetencias, an-helos, pulsiones, incluso caprichos, convenientemente disfrazada con los ropajesde la emotividad, se erige en coartada para la formulacin de nuevos derechos. Delos cuales, adems, quedan excluidos los nonatos, los ancianos, los enfermos, por-que son dbiles; esto es, menos humanos.

    Esta desnaturalizacin de los derechos humanos es, en el fondo, el triunfo de unnominalismo radical. No puede haber se nos dice conocimiento de la esencia delas cosas sino a travs del nombre que les asignamos.36

    Hasta aqu slo es posible concluir que cuando al ser humano ya no se le reco-noce como una persona valiosa por s, y deja de ser el n del derecho, el riesgo derepetir un Auschwitz, un Gulag o una guerra fratricida, ser inevitable.

    Hecha la advertencia de no perder la estrella polar, a 60 aos, tambin puedenreconocerse luces. En principio, el hecho de contar con una Declaracin Universal, ylos consecuentes compromisos de la comunidad internacional, son ya de por s sig-nos positivos en la defensa de la persona. Y aunque en riesgo, el hecho de que la De-claracin Universal partiera de un fundamento meta-positivo es tambin una sealesperanzadora. Al respecto, Carlos Massini arma: en toda declaracin de derechosest supuesta una postura iusnaturalista, porque los derechos humanos son por sumisma denicin anteriores a la legislacin positiva, tanto en sentido temporalcomo en el sentido axiolgico.37Por ello:

    A decir verdad, el hecho primario en la fundamentacin de los derechos humanosno son los derechos correlativos, sino la dignidad inconmensurable que todo hom-bre posee, y de la que participan en mayor o menor grado todas las dimensio-nes de su ser que hacen posible o integran el buen ejercicio de su libertad: porejemplo, la vida, la salud, su inclinacin a establecer vnculos afectivos, etctera.38

    36J. M. de Prada, op. cit.37Carlos Ignacio Massini, Entrevista concedida a Enrique Adad Marinez,Acepresa, Madrid, ao

    XXIX, envo nm. 8, 25 de febrero de 1998. Lneas atrs, Massini reconoce que nos encontramos en unasituacin de resurgimiento. El positivismo tuvo su culminacin entre los aos treinta y cincuenta de este

    siglo, pero despus su inuencia en el pensamiento y el actuar losco jurdico ha sido un declive [...]Por tanto, el iusnaturalismo ha resurgido y mantiene varias escuelas en su seno.38

    Gabriel Chalmeta Olaso, tica especial, el orden ideal de la vida buena , Pamplona, EUNSA, 1996,p. 84.

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    Y he ah la clave, que las exigencias de la dignidad sean alcanzables, y si es elcaso, exigibles. En esto bien merece la pena resaltar lo que s se ha logrado en estos60 aos. Jos Antonio Pastor Ridruejo lo ilustra, no sin emotividad, al referirse a lasfunciones de la Asamblea General de las Naciones Unidas como un rgano de repre-sentacin poltica internacional:

    [] esta Asamblea General est movilizando la vergenza, est ejerciendo presinpoltica y moral respecto a ese Estado. Y la experiencia demuestra que en algunoscasos esta presin poltica y moral da resultados positivos. Voy a citar tres supuestos: Chile, objeto de un procedimiento especial en la Comi-sin de Derechos Humanos de Naciones Unidas. Nadie duda. Lo admiten las auto-ridades democrticas, que este procedimiento contribuy a la erradicacin de ladictadura. El Salvador, donde la situacin fue parecida. Y el caso estrella: frica delSur, objeto de presiones insostenibles por parte de la Asamblea General de Nacio-nes Unidas de modo que, aunque corri antes mucha sangre, a la larga esas presio-nes contribuyeron a la erradicacin del apartheid.39

    La transicin en Chile, intervenciones humanitarias exitosas y sobre todo, la ca-da delApartheid, perfectamente encarnada en la liberacin de Nelson Mandela, sonsignos visibles de que los derechos humanos no son una utopa ni palabras carentesde sentido. Si la Guerra de Irak o las actitudes unilaterales de los Estados Unidos deAmrica, pudieran poner en guardia al derecho internacional de los derechos hu-manos, desde una visin optimista esto ha despertado conciencias, y tal perspecti-va se ha hecho desde la posicin de la defensa de la legalidad, del derecho y de laracionalidad. As lo apunt Luigi Ferrajoli: si esto es as, la tesis de la crisis o, peoran, del n de la ONU y de la Unin Europea podra, aunque pueda parecer parad-

    jico, invertirse.40Y explica en consecuencia que: por primera vez, el Consejo de Se-guridad de la ONU, situado frente a una pretensin ilegtima de los Estados Unidos,ha respetado su estatuto y ha sido el a su razn de ser: el mantenimiento de la paz.La legalidad internacional, por su parte, se ha convertido, como nunca antes lo ha-ba sido, en el criterio de valoracin de la guerra.41As las cosas, la condena interna-cional se ha producido en nombre del derecho [] la mayora de los gobiernos delos pases miembros de la ONU, el Papa y las diferentes iglesias, todas han ledo, in-terpretado e impugnado esta guerra con el lenguaje del derecho.42

    39Jos Antonio Pastor Ridruejo, Derechos humanos y proteccin jurdica, en Fernando lvarez deMiranda y Torres et al., eds., 50 aos de derechos humanos, Madrid, Asociacin Pro Derechos Humanos,Fundamentos, 2000, p. 83.

    40

    Luigi Ferrajoli, Eplogo a La guerra y el futuro del derecho internacional, en Linda Bimbi, ed., Noen mi nombre, guerra y derecho, Madrid, Trotta, 2003, p. 277.41Idem.42Ibid., p. 228.

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    Finalmente, y en tal sintona, Julio Gonzlez Campos reexiona:

    Si los derechos y libertades fundamentales del hombre se obtuvieron por una lu-cha frente al Estado absoluto y en las batallas frente al poder en la era de la socie-dad industrial, acaso no ser factible moralizar el poder estatal, por la accin delhombre, mediante no compromiso y responsabilidad, frente a cualquier negacinde los derechos humanos hoy existente? Las Naciones Unidas han consagradounos principios, han creado una conciencia universal de un problema del hombrey han establecido unas tcnicas jurdicas de accin: por encima de las decienciasde estas tcnicas, es la solidaridad responsable de todos con esta conciencia y es-tos principios el gran factor de impulso hacia la aceptacin y realizacin de los de-rechos humanos a escala universal.43

    III. Conclusiones

    Reconociendo las limitantes de espacio en un ensayo como ste, las reexiones na-les (a manera de conclusiones), invitan a un debate abierto, no a la mera descalica-cin de las posturas que aqu se han trado a colacin. El consenso, es una realidadpoltica, es ms, es una expresin del Estado moderno, ya que es la realizacin de lademocracia. El consenso, desde luego, tambin puede pertenecer al mbito del De-recho Internacional Pblico, se es el papel de una Asamblea General de las Nacio-nes Unidas o, en su caso, del Parlamento Europeo. Sin embargo, la voluntad pro-ducto del consenso es incuestionable? La voluntad general no debe ser guiada olimitada por determinados valores o fundamentos? La pregunta no es ociosa. El pro-psito de los pensadores contractualistas, como Rousseau o Locke, era la defensa

    de libertades individuales limitando a quien ejerce el poder, basado en un contratosocial. Como bien lo dice Miguel Artola, una Constitucin moderna, es el contrato so-cial puesto por escrito.44Locke y Rousseau buscaban evitar el ejercicio arbitrario delpoder, estableciendo a la ley (producto de tal contrato) como el lmite para las auto-ridades. Lo que ser el capitulado dogmtico de una Constitucin moderna, es pre-cisamente eso: un conjunto de derechos que implican lmites a la autoridad y, porende, garantes de la seguridad jurdica del ciudadano. sa fue la gran aportacin delorden jurdico codicado en el Nuevo Rgimen.

    Tras los totalitarismos que provocaron la Segunda Guerra Mundial, la comuni-dad de las naciones decidi elevar al mbito del derecho internacional pblico esadefensa de las libertades individuales, partiendo de lo que se haba olvidado en los

    43Julio Gonzlez Campos, citado por Antonio Truyol y Serra, Los derechos humanos, Madrid, Tecnos,2000, pp. 51-52.

    44Cf. Miguel Artola, Constitucionalismo en la historia, Barcelona, Crtica, 2005, pp. 8-12.

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    regmenes colectivistas: el valor de cada ser humano, en concreto, como individuo.A eso, desde el pensamiento estoico, hasta el kantiano, se le ha denominado digni-dad. La comn dignidad de todo ser humano, le concede a los derechos humanos(y valga aqu la redundancia), su carcter universal. Sin tal fundamento y conse-cuencias, tendra sentido hablar de crmenes de lesa humanidad? Por ello, los ries-gos del relativismo jurdico deben ser advertidos. Un fundamento real, slido, noobstante no ser de la autora de un legislador, o de un proceso formalmente estable-cido, no lo hace menos jurdico. Y esto, no es producto de un credo determinado,sino de la comn razn natural de todos los seres humanos, como hace siglos lo dijoGayo. Ese fundamento, da certeza, y esa, tcnicamente hablando, es la seguridad

    jurdica que se ha reivindicado en el Nuevo Rgimen. La legalidad internacionalpuede garantizar a todo ser humano la posibilidad del ejercicio de sus derechos

    esenciales, ya sean individuales o sociales. La humanidad ha decidido reconocerloe implementar la manera para hacer de tales derechos algo exigible, el fundamentoslido, la piedra angular de la seguridad jurdica internacional.