Alí Chumacero

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"...Porque el tacto ilumina tu desnudoque a su trmulo encuentro se ha mudadoen sal, paloma, vuelo, rosa y llama..."

"La primavera" (detalle)Sandro Boticelli

Resea biogrficaPoeta mexicano nacido en Acaponeta, Nayarid en 1918.Estudi preparatoria en Guadalajara y muy joven se traslad a la ciudad de Mxico, donde en 1940, fund la revista Tierra nueva.Ha dedicado parte de su vida a la crtica literaria, pero es en sus versos donde denota unagran sensibilidad y un fino talento lrico, que lo sealan como uno de los precursores de la poesa moderna de su pas.Algunas de sus obras ms renombradas son: Imgenes desterradas 1948, Palabras en reposo 1956 y Pramo de sueos 1994.De su trayecto potico merecen destacarse los siguientes premios: "Xavier Villaurrutia", "Alfonso Reyes", "Nacional de Lingstica y Literatura", "Amado Nervo", "Nayarid" , y el "Premio Internacional de Poesa Jaime Sabines-Gatine Lapointe" en 2003.

A tu vozA una estatuaA una flor inmersa Amor es mar

Anunciacin De tiempo a espacioDebate del cuerpoDesvelado amor

Dilogo con un retratoEl hijo natural

El pensamiento olvidadoEl sueo de adn

Elega del marino En la orilla del silencioEntre mis manosEspejo de zozobra

Espejo y aguaJardn de cenizaLa forma del vaco Mi amate

Monlogo del viudo Muerte del hombre Mujer deshabitadaOlaPoema de alta flor Poema de amorosa raz

Poema donde amor dice...Realidad y sueoResponso del peregrino

Retorno

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A TU VOZErgese tu voz en mis sentidostornndose en mi cuerpo sueo helado,y me miro entre espejos congelado,y mis labios en sombra doloridos.Cuando hablo, mi dolor a ti se vierte,clida flor de ceniciento aroma,y tu voz a mis labios ya no asomasino en duro temor de viva muerte.Porque tu sueo en m su voz levanta,y enemigo de luz y de sonidodestroza la palabra en mi garganta;as al fin en tinieblas alojado,ciego de ti, tal un rbol vencidoflota mi cuerpo entre tu voz ahogado.

A UNA ESTATUACesa tu voz y mueresobre tus labios mi alegra.No habr palabra que en tu piel levanteni un incierto sabor de brisa oscurecidacomo el recuerdo que en mis ojos dejael paso de tu aliento,porque vives inmersa en tu silencio,impenetrable a mis sentidosy si mis manos en tu piel se posaninclinas la cabeza,navegas en un tiempo que escucha tu latido,y entre sus aguas, inundndotebajo la tersa forma de su espejo,ests abandonada,prxima a ser violenta permanencia,enemiga de olvidos,casi perdida en ntima zozobray sin ms voluntadque la crueldad entre tus labios muda.Toma tu cuerpo ahora, vuelve el rostro,mrate as, segura y desplomadahacia un estanque donde mora el miedo,donde slo hay imgenesy el cuerpo deja su cautivo duelopara entrar en la fuente de su origen.Vers nacer el sueo de tu cuerpoanegando en pureza toda vida,todo impulso negado en puro movimientoy toda forma sostenida en puro resplandorya no ser la flor sino su aroma,ya no sers t misma.No importa entonces que de pronto muerasy pierdas toda sombraquedndote en escombros defendida,si toda t pereces,nufraga de tu propio mar,presa dentro de ti, vencidacomo ngel que asolado por el fuegolanzara su impotencia,y slo un desengaoentre rocas de olvido y de tinieblasdejan tus labios mudosy la pureza intil de tu cuerpo.Muere, desnuda forma,hielo que mata mi alegra,crueldad vertida en mrmol fatigado;muere ya, y deja que contemplela lucha de tu cuerpo con la sombra,el debatir intil de tus labioscontra el vaco olvido de tus ruinas,que en atad o tumbas duermesentre un querer o no de tus sentidos.

A UNA FLOR INMERSACae la rosa, caeatravesando el agua,lenta por el cristal de sombraen que su tallo ahoga;desciende imperceptible,clara, ingrvida, puray las olas la cubren, la desnudan,la vuelven a su aroma,hcenla navegante por la saviaque de la tierra nacey asciende temblorosa,desborda la ternura de su tactoen verde prisionero,y al fin revienta en florcomo el esclavo que de noche sueaen una luz que rompalos orgenes de su sueo,como el desnudo ciervo, cuando la fuente brota,que moja con su vaho la corrientedestrozando su imagen.Cae ms an, caems all de su savia,sobre la losa del sepulcro,en la mirada de un canario heridoque atreve el ltimo aletazopara internarse mudo entre las sombras.Cae sobre mi manoinclinndose ms y ms al tacto,cede a su suavidad de sbana mortuoriay como un plido recuerdoo ngel desaladopierde una estela de su aroma,deja una huella pie que no se posay yeso que se apaga en el silencio.

AMOR ES MARLlegas, amor, cuando la vida ya nada me ofrecasino un duro sabor de lenta consunciny un saberse dolor desamparado,casi ceniza de tinieblas;llega tu voz a destrozar la nochey asciendes por mi cuerpocomo el clido pulso hacia el latir postrerode quien a solas sabeque un abismo de duelo lo sostiene.Nada haba sin ti,ni un sueo transformado en vida,ni la certeza que nos precipitahasta el total saberse consumido;slo un pavor entre mi nochelevantando su voz de precipicio;era una sombra que se destrozaba,incierta en hmedas tinieblasy engaosas palabras destruidas,trocadas en blasfemias que a los ojosni luz ni sombra daban:era el temor a ser slo una lgrima.Mas el mundo renace al encontrarte,y la luz es de nuevoascendiendo hacia el airela tersa calidez de sus alientoslentamente erigidos;brotan de fuerza y cleray de un aroma suave como espuma,tal un leve recuerdoque de pronto se hiciera un muro de durezao manantial de sombra.Y en ti mi corazn no tiene formani es un crculo en paz con su tristeza,sino un pequeo fuego,el grito que florece en medio de los labiosy torna a ser el finun sencillo reflejo de tu cuerpo,el cristal que a tu imagen desafa,el sueo que en tu sombra se aniquila.Olas de luz tu voz, tu aliento y tu miradaen la dolida playa de mi cuerpo;olas que en m desndanse como alas,hechas rumor de espuma, oscuridad, aroma tierno,cuando al sentirme junto a tu desnudose ilumina la forma de mi cuerpo.Un mar de sombra eres, y entre tu sal oscurahay un mundo de luz amanecido.

ANUNCIACIN

Inserto en soledad de palabra vertida que apenas hiriera el silencio, siento la voz del sueo con su descenso casi imperceptible y sus labios de hielo, mas no el letal dolor que de m nace, ni la perenne dicha del misterio aclarado ms all de las cosas, del ltimo verano de la sangre que en su final latir crece trmula y nos inunda de su postrer sollozo, sino el misterio mismo con su propia presencia, sus invisibles alas, sus invencibles olas y la marea con que ahoga la ms inundada palabra o aun la propia voz, y llega sobre el lecho, silencioso, negando su sonido, a destacar su dura esencia a despertar mi sueo con su sombra, a rescatarse en m como cristal que guarda el recuerdo del aire, como cuando el silencio navega en aguas del silencio, y sobre mi cuerpo desnudo, tocando con su piel la hmeda frialdad de mis labios y voz, llegando hasta debajo de mis prpados, me inunda lentamente, me apresa con sus redes y en su ocano quedo como ltima voz abandonada o el naufragio de sombra sobre sombra, y comprendo que sueo y sombra, confusos para siempre, no pueden exclamar: "sta es mi sangre".

DE TIEMPO A ESPACIONaciste desde el fondo de la noche,del sueo donde el tiempo comienza a ser razy la mirada slo tibio aire,cuando an no era ojo sino apenas un viento suave,un aroma erigido sin mano que lo toque.Eras la flor ahogada flotando sobre el cuerpoen nuestro amanecer hacia la luz;destrozabas la noche con tus ojos,hundida en mi desnudotal un vivo rumor de brisa que al odovolcara la virtud de su marea,y mi aliento en tu savia navegaba,y tu voz en mi pulso se moracomo sombra de ave agonizante,transformando mi cuerpo en sueo tuyo,en vivo espejo abandonadoo silencio que cruza los espacios.

DEBATE DEL CUERPOLamento que entre tumbas se consumecomo poca de sombra en una desatada tempestad,mi corazn esparce su evidencia,su dura flor de roca desoladay al desbordarse formaun clido latir sobre la piel;golpean ms all del cuerpo sus defendidos lmitesprolongando su extrema vigilanciacontra un mundo al fin eco de mi sueo. En ceniza y olvido ha de morir,mas hoy insiste aqu como quien baacon un lenguaje mudo sus palabras,surgido de una voz que interminable se repiteacaso en sombra madurando,a travs de su luz dormida sobre los sentidospara crear un mundo de armona,como un deshecho aliento que retoma a su origeny vuelve a ser imagen de su fuente.Y soy yo mismo su violento impulsoal anegarme entre mi propia carne,viviendo en ella defendido,cmplice de mi ser que contra el tiempo me levantacon su voraz sentir la vida dentro,y me abandona a cleras y miedos,me hunde en tmpanos de espadas,cuando al mover sus aguas con mis labios,en lucha contra mi recuerdo,frente a formas ajenas a mi imagen,como un abismo ya sin nada cercano al corazn,en ella me refugio, convencidode que existo en la vida de mi piel,habitando el sepulcro de mi cuerpo.Aqu me encuentro oscuro e incorpreo,sin un viento que cambie mi identidad continua,y luego me someto a su olvidado duelode lgrimas calladas,como nace un olvido de otro olvidoy una roca es igual a su dureza.Habito mi probable noche, mi laurel de adversariosobre la arena trmulo abatido,y viajo por mi cuerpoen testimonio de que no existe un espejoo simple fuente contra m rebelde,porque soy mi enemigo sentenciado,mi propia vctima, la orillasaciada entre sus lmites, en un constante incestoo presagio de mar que no requiere playa.

DESVELADO AMORCay desnuda, virgen, la palabra;cay la virgen desnudadabajo mi cuerpo, trmulo latirque hoy apenas si me pertenecey me embriaga con clido rumor,rodea mi epidermis,se introduce letal bajo mi lengua,y mis prpados no lo miran pero lo sienten desalado,desolado que busca entre la nochela amarga conjuncinde dos manos eternamente unidasen el estrecho abrazo de la muerte.Call la voz. Mudos los labioscironse a la sombraincendiando el incienso de su cada flor;tan quietos como el sueo que tambin esperabancon ansiedad de ciego sobre el tacto;descansando angustiosos como el rbol sin frutobajo la primavera. Y mi cuerpo caya un desesperado cuerpo,y desde entonces sientecmo crecen sus nervios en una dura ruinahecha de sombra y voz estremecidaspor el vivo temor de estrecharse a la noche,como el mar a las aguas que lo nutreno la voz a los labios, fuente muda;y en la quietud nacidade este limpio silencio que por mi cuerpo corre,destrozados los labios, la voz y la palabra,anclado entre m mismo,el fuego de mi tacto se adormeceen esta soledad bajo la flor del sueo.

DILOGO CON UN RETRATOSurges amarga, pensativa,profunda tal un mar amurallado;reposas como imagen hecha hieloen el cristal que te aprisionay te adivino en duelo,sostenida bajo un mortal cansancioo bajo un sueo en sombra, congelada.En vano te defiendescuando tus ojos alzas y me mirasa travs de un desierto de ceniza,porque de ti nada existe que delatesi por tu cuerpo corre luzo un efluvio de rosas,sino temor y sombra, la cadade una ola transformadaen un simple roco sobre el cuerpo.Y es verdad: a pesar de ti desciendesy no existe recuerdo que al mundo te devuelva,ni quien escuche el lnguido sonar de tus latidos.Eres como una imagen sin espejoflotando prisionera de ti misma,crecida en las tinieblas de una interminable noche,y te desles en suspiros, en humedad y lgrimasy en un soar ternuras y silencio.Slo mi corazn te precipitacomo el viento a la flor o la mirada,reducindote a voz an no erigida,disuelta entre la lengua y el deseo.De all has de brotar hecha ceniza,hecha amargura y pensamiento,creada nuevamente de tus ruinas,de tu temor y espanto.Y desde all dirs que amor te crea,que crece con terror de ejrcitos luchando,como un espejo donde el tiempo muereconvertido en estatua y en vaco.Porque quin eres t sino la imagende todo lo que nutre mi silencio,y mi temor de ser slo una imagen?

EL HIJO NATURALA su pregunta, yo sobre la pielvea los silencios cruzar el transparenteorigen del pecado.Quiz fue por la tardeo cierta madrugada, cuando el insomnio eraescndalo antes y despus, y al almaen sordo interrogar de prisionerourda entre la sombra la varonil esperade la perduracin.De su mirar volabanretratos, somnolencias, un rostro femeninoen lucha contra el tiempo: ala o pesteque deja la ciudad e incendia callesy alcobas sin historia, propicias luego al sbitonacer de la amargura.

Noches de perversinderrmanse en sus ojos, materia luminosade una mujer que en ellos perdura.

EL PENSAMIENTO OLVIDADOPensar en tu mirada y en mi olvidodejando el pensamiento dilatadoa travs de tus ojos, anegadode su mismo vivir con tu sentido;despus mirar tu olvido que en m asomacomo una rosa que al espacio dieraleve prolongacin y luego fuerala propia luz que toca con su aroma,es entregarme a ti sin ms denuedoque la lucha del cuerpo contra el viento,y contigo soando estar tan quedocomo nufrago mar o vano intento:porque ya que pensarte en m no puedo,dejo olvidado en ti mi pensamiento.

EL SUEO DE ADNLigera fue tu voz, mas tu palabra duracon vuelo de paloma sin ms pesoque su inmvil cruzar el mar del viento;y persistes como un sonido bajo el agua,desde mi piel al aire levantada,ligera como fuiste, como esa alaque olvidada del mundo se recrea,convertida en ausencia y en olvido.Vivo de orme el cuerpo y de entregarme al tiempocomo a un rumbo sin luz la adormecida rosa,como asoma en el sueo y luego muereel cielo que una tarde contemplamos,y oigo la vida en m, su aliento te recuerdaingrvida, en latidos desprendida,con un temblor de silenciosas aguasde su propia amargura renaciendo.sufres conmigo cuando slo miroque el amor es un cuerpo de imgenes poblado,y caricia se llama al tocar el recuerdo,a sentir las tinieblas en las manosy en un esfuerzo intil oponersea ese tiempo que arrastra nuestro duelohasta inclinar los labios a la nievey tender en ceniza nuestros cuerpos.Te siente el corazn como un aromaque en un eco perdiera sus imgenes,y me palpo la piel tocando en ellala tersura del agua donde yaces,y despus quedo solo, enamoradode esta voz que del cuerpo te desprendetornada en pensamiento, y en palabras te crea,nacida nuevamente de mi sueo.

ELEGA DEL MARINO

Los cuerpos se recuerdan en el tuyo: su delicia, su amor o sufrimiento. Si noche fuera amar, ya tu mirada en incesante oscuridad me anega. Pasan las sombras, voces que a mi odo dijeron lo que ahora resucitas, y en tus labios los nombres nuevamente vuelven a ser memoria de otros nombres. El otoo, la rosa y las violetas nacen de ti, movidos por un viento cuyo origen viniera de otros labios an entre los mos. Un aire triste arrastra las imgenes que de tu cuerpo surgen como hlito de una sepultura: mrmol y resplandor casi desiertos, olvidada su danza entre la noche. Mas el tiempo disipa nuestras sombras, y habr de ser el hombre sin retorno, amante de un cadver en la memoria vivo. Entonces te hallar de nuevo en otros cuerpos.De "Amor entre ruinas"

EN LA ORILLA DEL SILENCIOAhora que mis manosapenas logran palpar dctilmente,como llegando al mar de lo ignorado,este suave misterio que me nace,tnica y aire, clida agona,en la arista ms honda de la piel,junto a m mismo, dentro,ah donde no crece ni la noche,donde la voz no alcanza a pronunciarel nombre del misterio. Ahora que a mis dedosse adhiere temblorosala flor mas pura del silencio,inquebrantable muerte ya iniciadaen absoluto imperio de roca sin apoyo,como un relmpago del sueodilatndose, cndido desplomehacia el abismo unsono del miedo.Ahora que en mi pielun solo y nico sollozogermina lentamente, apagado,con un silencio de cadver insepultorodeado de lgrimas cadas,de sbanas heladas y de negro,que quisiera decir: "An existo".Comienzo a descubrir cmo el misterio es unonadando mutiladoen el supremo aliento de mi sangre,y desnudo se afina, agudiza su sombrapara cavar mi propia tumbay decirme la fiel palabraque slo para m conservaescondida, cuidada rosa fresca:"Eres ms mo que mi sombra,en tus huesos florezcoy nada hay que no me pertenezcacuando a tientas persigo, destrozando tu pielcomo el invierno fro de la daga,el vaho ms cernido de tu angustiay el poro ms callado de tu postrer silencio".Entonces me saturo de m mismoporque el misterio no navegani crece desolado,como germina bajo el aire el pjaroque ha perdido el recuerdo del nido all a lo lejos,sino que es piel y sombra,cansancio y sueo madurados,fruta que por mis labios dejael ms alto sabor y el supremo silencio endurecido.Y empiezo a comprendercmo el misterio es uno con mi sueo,cmo me abrasa en desolado abrazo,incinerando voz y labios,igual que piedra hundida entre las aguasrodando incontenible en busca de la muerte,y siento que ya el sueo navega en el misterio.

ENTRE MIS MANOS VIVES...Entre mis manos vivesen confusin de nacimiento y corazn herido,como desvanecerse o contemplarun alto simulacro de ruinas;sobre mis dedos mueres,materia pensativa que se abatebajo el murmullo de mi tacto,y eres tristeza en m,suave como la forma de la nieve,como cerrar la puertao mirar la inocencia de una pluma.Nacida para mi caricia,con un perdn que olvida y un comienzode xtasis y aromas,me acerco hacia tu aliento,tu odo con mis labios toco y digoque nuestro amor es agona,que escuches mi temor y mi palabra de humoy que yo, como t, de noche oigocmo se pierde el pensamiento,confuso entre mi carne y tu recuerdo.Mas retiro mi rostro de tus ojosporque ya no podr pensar una palabraque no habite tu nombre,y porque surges hasta del silenciocomo enemiga que desdea el armay de improviso nace entre las sombras,cuando sin ti yo no serasino un olvido abandonadoentre las ruinas de mi pensamiento.

ESPEJO DE ZOZOBRA

Me miro frente a m, rendido, escuchando latir mi propia sangre, con la atencin desnuda del que espera encontrarse en un espejo o en el fondo del agua cuando, tendiendo el cuerpo, ve acercarse su sombra, lenta e inclinada, a la suprema conjuncin de dos pulsos perdidos en s mismos, como doble sueo o palabra inserta en eco hasta llegar a la primera orilla del silencio. En espejo de sueos estoy junto a m mismo y mi imagen se asoma alargando los brazos, buscando asir lo inasidero, lo que dentro de m resuena como sombra apresada en las tinieblas que quisiera hallar una luzpara poder nacer. Estoy junto a la sombra que proyecta mi sombra, dentro de m, sitiado, intacto, descansando leve sobre mi propia forma: mi agona, y en vano quiero ya cerrar los ojos, dejar los brazos a su propio peso o que el agua del silencio lave mi cuerpo, pues ya mi sueo frente a m me nombra, ya destroza el espejo en que se guarda y reclina su voz sobre la ma: ya estoy frente a la muerte.

ESPEJO Y AGUATu alma en m dej su fra imagen,slo recuerdo de lo que vivas,y si al espejo miro y me reflejoall encuentro tus ojos, tu silencio de ceracon un reposo de apagado aliento,como si descendiendo arenaso un tropel de recuerdossobre mi piel, con sosegado pasohacia el cristal cayeran.No caen hojas como frases muertas,y mis ojos en ti no fueron rosasahogadas en tu aroma?Si al agua miras, mirami corazn ornado de sepulcrosbajo las olas que lo mueven,crecido entre las ruinas de tu nombre,entre perderse en muerte o florecercomo una eterna espera o el lamentode un Adn impasible que soabacontigo y tu mentido Paraso.Porque al mirarte contra el agua, mirasmi pensamiento en tu alma suspendido.

JARDN DE CENIZAHaber credo alguna vezviendo la noche desplomarse al mundoy una tristeza al corazn volcada,y despus ese cuerpo que oprimen nuestras manos:la mujer que sonrey sobre el lecho se nos vuelvecadver mutilado en el recuerdo,como mentira nfimao rosa desde siglos viviendo en el silencio.Y sin embargo en ella nos perdemos,muertos contra sus brazos, en su misterio mudostal una voz que nadie escucha,frutos ya de cadver de amor, petrificados;su placer nos sostiene sobre un mentido mundo,ah nos consumimos continuandoen la vana tarea interminable,y luego no creemos nada,somos desolacin o cruel recuerdo,vaco que no encuentra mar ni forma,rumor desvanecido en un duro lamento de atades.

LA FORMA DEL VACO

Pienso que el sueo existe porque existo; pero si contra el mundo cruzo rostros y de ligeros vientos alzo vuelos, tnicas que no han de vestir estatuas, y con palabras que despus desaparecen, violadas de improviso, evoco su mirada y sus palabras: "cielo", "vida" que eran como un andar a oscuras, tan tristes como yo y como mi alma, como cuando la noche se derrumba y viene hasta mis manos decada, pienso que existo porque el sueo existe. Puedo encontrar las huellas que abandono: la mujer que una vez amaba, sus brazos, sus cansancios, su mirada y su visible pensamiento, olvidada columna en mi memoria, y todo lo que puedo enumerar: la tarde que a su lado haba, la noche de su voz y la desierta despedida de entonces.

Pienso tambin: "La tierra es mi enemiga", mas los seres que habitan su amargura defienden mi existencia, luchan con mi tristeza y cada da presiento que he de hallar diversas tierras, otras miradas, nuevas formas hacia mi sueo transportadas, hechas amor o cndidas caricias como viajeras que en lo oscuro mueren sin conocer la tierra donde yacen.

Encontrar tambin nuevas tristezas, ojos que ya no miran, cadveres vacos y otra vez el recuerdo de sus ojos, el anhelar sediento que abandonaba en m, su muerta voz, su despedida. Pero jams conocer mi propio sueo, el alma que pretende defenderme, mi corazn vaco, ni mi forma.

MI AMANTEDesnuda, mi funesta amantede piel vencida y casta como deshabitada,sacudes sobre el lecho vocesy ternuras contrarias a mis manos,y un crepsculo escucho entre tu cuerpocuando al caer en ti agonizoen un nacer marchito, sin el duelocomparable al temor de tu agona.Contigo transparento la cadade un alud o huracn de rosas:suspiros de manzanas en tumultodicindome que el hombre est vencido,confuso en amarguras y vacas miradas.En ti respondo al mundo, y en tu cuerporespiro ese sabor de los sepulcros;una noche no ms, y tu miradapersiste, implora y vence entre mis ojos,decidida a una lucha prolongadadonde el recuerdo se convierteen esa rea languidez del pensamiento,como materia de tus ojos mismos.Lloras a veces arrojandofnebres aguas de perfume ciego,como si desprendida de una antigua ideavinieras hasta m, tan claracomo un ngel dormido en el espacio,a dejar evidencia, luz y vida;y en tus lgrimas miro surgir tu suave pielcomo si en ellas prolongaraso hicieras ms probable tu existencia,derramando el aroma de tu sueosobre esta soledad de tu desnudo.

MONLOGO DEL VIUDO

Abro la puerta, vuelvo a la misericordiade mi casa donde el rumor defiendela penumbra y el hijo que no fuesabe a naufragio, a ola o fervoroso lienzoque en cidos estosel rostro desvanece. Arcaico reposarde dioses muertos llena las estancias,y bajo el aire aspira la concienciala rfaga que ayer mi frente an buscabaen el descenso turbio.

No podra nombrar sbanas, cirios, humoni la humildad y compasin y calmaa orillas de la tarde, no podradecir "sus manos", "mi tristeza", "nuestra tierra"porque todo en su nombrede heridas se ilumina. Como seal de espumao epitafio, cortinas, lecho, alfombrasy destruccin hacia el desdn transcurrenmientras vence la cal que a su desnudo niegala sombra del espacio.

Ahora empieza el tiempo, el agrio sonrerdel husped que en insomnio, al desvelarsu ira, canta en la ciudad impurael calcinado sn y al labio purificanfuegos de incertidumbreque fluyen sin respuesta. Astro o delfn, allbajo la onda el pie desaparece,y tnicas tornadas en emblemashunden su ardiente procesin y con cenizala frente me sealan.

MUERTE DEL HOMBRE

Si acaso el ngel desplegara la sbana final de mi agona y levantara el sueo que me diste, oh vida, un sueo como ave perdida entre la niebla, igual al pez que no comprende la ola en que navega o el peligro cercano con las redes; si acaso el ngel frente a mi dijera la ultima palabra, la decisin mortal de mi destino y plegando las alas junto a mi cuerpo hablara, como cuando el roco desciende lento hacia la rosa al dar el primer paso la maana, ya mirara en mi sangre el negro navegar, la noche incierta, el pjaro que sufre sin sus alas y la ms grave lentitud: la muerte. Aun cerca de la ntima agona ests, oh muerte, clara como espejo; ms abierta que el mar, ms segura que el aire que entr por la ventana, ms ma y ms ajena por mi sangre y mis brazos en esta soledad. Ests tan frtil como nio que, angustiado, llora antes de ser, entre la sangre siendo y por la piel ms vivo que la piel; te llevo como rbol, tierra y cauce, y eres la savia pura, la flor, la espuma y la sonrisa, eres el ser que por mi sangre es como la estrella ultima del cielo.

Si acaso el ngel sigiloso abriera la ventana te mirara salir interminablemente como un tiempo cansado hacia su sombra vuelto, como quien frente al mundo se pregunta: "En qu lugar est mi soledad?"

Si acaso el ngel me mirara, abierta ya la niebla de mi carne, sin nubes, sin estrellas, sin tiempo en que mecer la luz de mi agona, encontrara tan slo a ti, oh muerte, llevndome a tu lado, fiel; te encontrara tan sola a ti, sin m, ya sin cuerpo ni voz, sin angustia ni sueos, te hallara entonces pura, oh muerte ma.

MUJER DESHABITADADe rosa y canto saturada,contra el origen de tu ser sublevasun recuerdo de labios naufragandoy la temida enemistadde presuroso y fugitivo aroma,bajo el silencio idnticoa tu intil sosiego de virgen desolada.Mudas fueras al tiempo, pero sabesdejarte abandonada y te sometescomo la flor al mar,igual que entre los labios vuela el canto,e insiste sobre el mundo tu fatiga,la dura soledad de tus sentidos,suma de amor y lgrimas que mi latir inundande este vano sentirte agonizando.Opones slo amor y te conservala esperanza invencible de mi cuerpo,como si al derrumbartecuando cierras los ojos y en ti mismasoportas la caricia que en inmvil te torna,entonces navegaras a m y te defendieras,ya sin saber de ti,deshabitada flor y canto destrozado,rescatada del mundoy hecha estatua abatida en un invierno.

OLAHacia la arena tibia se deslizala flor de las espumas fugitivas,y en su cristal navega el aire herido,imperceptible, desplomado, oscurocomo paloma que de pronto niegade su mrmol idntico el estoo el miedo que en silencios se apresuray slo huella fuese de un viraje,melanclica niebla que al ododejara su tranquilo desaliento.mas el aire es quien fragua, sosegado,la caricia sombra, el beso amargoque al fin fatigar el oculto aromade la arena doliente, deseosa,vida, estril sombra pensativa,cuerpo anegado en un cansancio oscurosometido al murmullo de aquel beso.Hermosa as, desnuda, ya no esla carne iluminada cual la flechaque en el viento describe lujuriosael temblor que despus ha de entregar;ni es la boca ardiente, enamorada,insaciable al contacto, al beso vidacomo profundo aroma silencioso;Ni la pasin del fuego hacia el alientodestruyendo lo inmvil de la sombrapara precipitarla en lo que ha sido,sino que, ya ternura del cautivoque sabe dnde amor le est esperando,quiebra su forma, pierde su albedroy en un instante de candor o alaahogada en un anhelo suspendido,como ciega tormenta despeadaabandnase al cuerpo que la acosay a su encuentro es caricia, oscura imagende rudo impulso convertido en plumaso tinieblas perdidas para siempre,y sabe cmo al fin la arena es tumba,frontera temblorosa donde se abrenlas flores fugitivas de la espuma,resueltas ya en silencio y lentitud.

POEMA DE ALTA FLOR

Y cuando el viento sea flor marchita,y la noche no viva sino en puro recuerdo;cuando el silencio reiney descienda implacable sobre lunas y estrellas.

Y cuando slo quede la cenizade todo aquello que fue luz, montaa y sombra;al final de los lmites vertidos en los seres;ms all de los tiempos.

Cuando est la esperanza destruiday los ngeles mudos perdidos para siempre,y el agua tan exigua que ni Dios beber;despus de esto, despus.

Cuando el rosal se halle en plena muerte,perdidas en la nada las sendas y las flores,y aunque el dolor y el ser no sean ms que sueo,seremos todava.

POEMA DE AMOROSA RAZAntes que el viento fuera mar volcado,que la noche se unciera su vestido de lutoy que estrellas y luna fincaran sobre el cielola albura de sus cuerposAntes que luz, que sombra y que montaamiraran levantarse las almas de sus cspides;primero que algo fuera flotando bajo el aire;tiempo antes que el principio.Cuando an no naca la esperanzani vagaban los ngeles en su firme blancura;cuando el agua no estaba ni en la ciencia de Dios;antes, antes, muy antes.Cuando an no haba flores en las sendasporque las sendas no eran ni las flores estaban;cuando azul no era el cielo ni rojas las hormigas,ya ramos t y yo.

POEMA DONDE AMOR DICE...Eres el tallo que los ojos hieremurmurando una luz anochecida;eres aliento encadenado al fuego,paloma navegando en la miradacon inocencia de disuelto aroma.Eres perfume espeso, flor vencida,caricia de un aroma enamorado;eres espacio donde se originaun oscuro gemido prisionero,como latido de ala en el roco.Eres lenta penumbra que los labioscruza en silencio; apenas leve huellade un sabor a la sombra derramado;espuma prisionera en su cristal,hecha sonido, luz, aroma y pluma.Eres tal un murmullo transparenteen temblorosa vibracin vertido;eres flor de aire que navega inciertacomo sonoro viaje hacia el odoo aleteo herido de azucena.Eres aroma preso entre mis manoshasta decir caricia fugitiva;una huida paloma sobre el cuerpo,al contacto del mo temblorosa,bajo el clido vuelo de mi tacto.Mas cruzas como un sueo desnudado,fugaz como el correr del agua pura;sueo que se desborda de su forma,ltima espuma que en tu piel murmurala postrera fatiga del deseo.Slo un aroma erige la blancurao aurora de tu voz acariciada,as de alba es la antigua olaque urdida en sal y caracol asciendey despus en afn queda anegada.As tambin mis labios en silencioreciben el murmullo de tu piel,al or a las alas de tus porosconvertirse en alientos y gemidosy en un suave sudor de flor tranquila.Entonces ya no labios, sino odosardientes para asirte y contemplarte,como a estatua baada por la msicade una tristeza o ngel deslizadoque mordiera tu imagen silenciosa.Porque el tacto ilumina tu desnudoque a su trmulo encuentro se ha mudadoen sal, paloma, vuelo, rosa y llama,y oye cmo por tu piel florecey madura la sombra de la muerte.

REALIDAD Y SUEO

Nufrago de mi propio sueo, como si transportara en la flor de los labios el silencio desnudo, ms que la sangre muda de hospital muerta en el abandono; con la tristeza del que viaja por un aire sin viaje, reducido al silencio bajo un olor de rosa no pensada, cuando el jardn no sabe si la flor es un sueo o la esperanza presentida; fijo en mis latitudes con el lmite sueo entre las manos, en su cauce la sangre detenida y el temor de que llegue hasta mi tacto la presin ms efmera o la ms fina flor ya derribada; lmite y carne, sueo ilimitado bajo la sbana, tan blanca, por la que corre sangre como la vena rota en la piel de una virgen; amigo de m mismo igual al hombre que presiente la altura de su sombra a la hora del ltimo camino, cara al ngel que viaja hacia mi encuentro con la blancura ntima del nio an no nacido, me recuesto en mis venas doloroso y sediento, sin mis nervios ni el recuerdo inicial, aquel primer encuentro con la muerte tan clara, pura y sombra. Siento que un mar lejano, hundido como puerto bajo niebla, hasta m llega, cuando poso mi mano vida sobre el temor de mi sombra piel, igual que un ro inmvil camina por los campos, y de la sombra de mi aliento, lento y desnudo, fiel a mi destino, con mi sangre en el hielo, ms fra que la estatua bajo el agua, con el fro en las manos y la desnuda voz enmudecida, hacia mi sombra vuelvo, retorno a mi naufragio.

Responso del peregrino

IYo, pecador, a orillas de tus ojosmiro nacer la tempestad.

Sumiso dardo, voz en la espesura,incrdulo desciendo al manantial de gracia;en tu solar olvida el coraznsu falso testimonio, la serpiente de luzy aciago fallecer, relmpago vencidoen la lmpida zona de ladesque a mi maldad desplega tu ternura.

Elegida entre todas las mujeres,al ngelus te anuncias pastora de esplendoresy la alondra de Herclito se agostacuando a tu piel acerca su denuedo.

Oh, ctara del alma, armnica al pesar,al luto hermana: aslas en tu efigieel vrtigo camino de Damascoy sobre el aire dejas la orla del perdn,como si ungida de piedad sintierasel aura de mi paso desolado.

Mara te designo, paloma que insinapramos amorosos y esperanzas,reina de erguidas arpas y de soberbios nardos;te miro y el silencio atnito presientepudor y languidez, la corona de mirtollevada a la ribera donde mis pies reposan,donde te nombro y en la voz flameascomo viento imprevisto que incendiarala meloda de tu nombre y fuese,slaba a slaba, erigiendo en olasel muro de mi salvacin.Hablo y en la palabra permaneces.No turbo, si te invoco,el tranquilo fluir de tu mirada;bajo la insomne nave tomas el cuerpo emblemadel ser incomparable, la obediencia fugazal eco de tu infancia milagrosa,cuando, juntas las manos sobre el pecho,limpia de infamia y destruccinde ti ascenda al mundo la imagen del laurel.

Petrificada estrella, temerosafrente a la virgen tempestad.IIAunque a cuchillo caigan nuestros hijose impvida del rostro airado baje a ellosla furia del escarnio; aunque la iraen signo de expiacin seale el fiel de la balanzay encima de su voz suspendael filo de la espada incandescente,prolonga de tu barro mi linaje-contrita descendencia secuestradaen la fnebre Pathmos, isla ma-mientras mi lengua en su afliccin te nombrala primognita del alma.

Ofensa y bienestar sern la compaade nuestro persistir sentados a la mesa,pltica y pltica en los labios nios.Mas un da el murmullo cederal arcngel que todo inmoviliza;un hlito de sueo llenar las alcobasy cerca del caf la espumeante sbanadir con su oleaje: "Aqu reposaen paz quien bien mora".

(Bajo la inerme noche, nadadominar el turbio fragorde las beatas, como acordes:"Ruega por l, ruega por l...")

En ti mis ojos dejarn su mundo,a tu llorar confiados:llamas, ceniza, msica y un mar embravecidoal fin recobrarn su aureola,y con tu mano arrojars la tierra,polvo eres triunfal sobre el despojo ciego,jbilo ni penumbra, mudo frente al amor.leo en los labios llevars mi angustiacomo a Edipo su bculo filial lo conducapor la invencible noche;hermosa cruzars mi derrotado himnoy no podr invocarte, no podrni contemplar el duelo de tu rostro,pursima y transida, arca, paloma, lpida y laurel.Regresars a casa, y si alguien te pregunta,nada responders: slo tus ojosreflejarn la tempestad.IIIRuega por m y mi impa estirpe, ruegaa la hora solemne de la horael da de estupor en Josafat,cuando el juicio de Dios levante su dominiosobre el glido valle y lo iluminede soledad y mrmoles aullantes.

Tiempo de recordar las noches y los das,la distensin del alma: todo petrificadoen su orfandad, cordero fidelsimoe inmvil en su cima, transcurriendopor un inerte imperio de sollozos,lejos de vanidad de vanidades:

Acaso entonces alce la nostalgiahorror y olvidos, porque acasoel reino de la dicha slo seatocar, or, oler, gustar y verel despeo de la esperanza.

Sola comprenders mi fe desvanecida,el pavor de mirar siempre el vacoy gemirs amarga cuando sientas que erescristiana sepultura de mi desolacin.

Fiesta de Pascua, en el desierto inmensoaorars la tempestad.

RETORNODonde estoy nada queday existir es vivir en tu recuerdo,ver una luz atravesandoel rumor arrancado de un cadver,escuchar a pesar del miedola palabra de un nio que gemay tener en las manos un hlito, un temblory un profundo lamento ensombrecido.Pensar en ti no es pensarcon alguien o con algosino hundirme en m mismo y mi principio,como llegando a un extremo donde fluyenuna tranquilidad de corazn rodo,una amargura de rencor oscuro,un retornar al hombre desgarrado,y recordar que el pensamiento muerea travs de ese tiempo que a ti te pertenece,sin ms impulso que tu desamparo,como una prolongada enfermedad,como sonido que flotara en un abismo. Y todo vive intilmente:adonde miro all me encuentroen vano espejo de mi soledad,con simulado rostro de Narcisoo humo que pretende conservarse;hallo slo tinieblasy empiezo a caminar por dentro de mi cuerpo,y aqu te palpo y me maldigoporque vuelves a ser, pero en recuerdo.Vivo ahora contigo y nada turbala posesin del tiempo en que viviste,y nada ha de cambiar mi pensamientocuando pensar en ti es contemplarmi propia voz por sueos invadiday dolerme de haber credo en mcomo en algo que existe fuera de todo tiempo,de m mismo nutrido,seguro de mi voz.Amarte hoy sera desertar,huir del odio que por m acrecientobajo el latido de mi corazn;fuera negar la luz que al rumor sobrevive,o afirmar que la florno crecer jams en mis entraascon un sabor de imagen prolongadaa travs de la carne,sobre el silencio hmedo del tmulode esta mi soledad que resucita y me regresaal desierto en que siempre haba credo.