America Latina Mujeres, Resist en CIA y Movimientos Sociales

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    Amrica Latina: Mujeres, resistencia y movimientos sociales

    Introduccin a cargo de Marina Moretti

    Gafas violetas para mirar a nuestra Amrica

    Si la Historia la escriben los que ganan,

    eso quiere decir que hay otra historia,

    la verdadera historia

    Ms an en el caso de las mujeres que somos las que ms perdemos entre los perdedores, pese a

    nuestro protagonismo, pese a nuestras creaciones y a las luchas emprendidas.

    La dificultad para abordar uno de los aspectos centrales de la historia revolucionaria y

    emancipatoria de las mujeres en Amrica Latina est, en primer lugar, en el ms o menos amplio

    desconocimiento sobre el tema y, por otro lado, en la hegemona de una cultura patriarcal o

    androcntrica que lo dificulta an ms.

    Tal vez sea til ponernos las gafas violetas, esas que Mara Paula, citando a Nuria Varela,

    recomendaba en la primera jornada de este taller.1 No tenemos, sin embargo, pretensin de

    exhaustividad, ya que el escenario de lucha de emancipacin de las mujeres en nuestra Amrica no

    es para nada simple o lineal. Hemos podido intercambiar algunos materiales importantes que tienen

    el mrito de recopilar historias, enhebrndolas y ponindolas a andar para articular el mosaico

    propio de Amrica Latina. Algunos de esos materiales los hemos volcado en el cuadernillo

    preparatorio de esta jornada, pero sin duda nos falta mucho ms que, seguramente, podremos

    continuar en lo sucesivo.

    Nuestra intencin es ofrecer algunos fragmentos de estas historias y elaboraciones que pensamos

    pueden ayudarnos a entender el presente y a buscar colectivamente nuestros desafos. Lo haremos

    con la conviccin de que no habr transformacin social sin liberacin de las mujeres y, al mismo

    tiempo, que no habr liberacin de las mujeres sin una radical transformacin social. As, siguiendo

    el hilo conductor de la primera jornada, buscaremos en el recorrido feminista una contribucin

    fundamental para la transformacin social y revolucionaria; y en las luchas y los movimientos

    sociales de las mujeres una connotacin particular que interpela a los feminismos, a su permanente

    transformacin radical.

    1 Ver Mara Paula Garca,Introduccin a la primera jornada del taller Feminismo como lucha social, autonoma yrevolucin, enhttp://tallerfeminismta.wordpress.com

    http://tallerfeminismta.wordpress.com/http://tallerfeminismta.wordpress.com/http://tallerfeminismta.wordpress.com/http://tallerfeminismta.wordpress.com/
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    Queremos vincularnos con las experiencias pasadas y presentes sin Biblia sagrada, sin dogmas, pero

    tambin sin modas pasajeras y con la madurez suficiente para entender que muchos conceptos y

    muchas prcticas que surgieron en un momento determinado, que tuvieron un valor enorme y que

    arrojaron luz sobre determinadas circunstancias histricas, necesitan recrearse a partir de nuestra

    propia experiencia y reflexin. Con las gafas violetas podemos recorrer algunos momentos de lahistoria desde la conquista, las dictaduras, hasta las expresiones del capitalismo actual. Veremos

    que las distintas formas de relaciones sociales de explotacin, opresin y dominacin han tenido al

    patriarcado como un gran aliado, funcional al capitalismo y promotor de una cultura androcntrica

    que ha logrado sobrevivir y recrearse. Una cultura y una prctica que se han enraizado socialmente

    y que las encontramos en distintas clases sociales. Una observacin que debemos al aporte

    feminista que ampla el horizonte del concepto de opresores y oprimidos al advertir que dentro de

    los oprimidos hay tambin opresores: opresores pueden ser los hombres de cualquier clase social yde cualquier minora tnica. En la opresin y discriminacin hacia las mujeres los hombres seran

    algo as como una nobleza (no actan como clase sino como un sector que goza de privilegios y

    de estatus social).2

    Volviendo sobre la jornada pasada quisiera proponerles recoger aquellos elementos del feminismo

    que consideramos tiles y que nos interesa continuar:feminismo como teora; feminismo como

    movimiento social y poltico; feminismo como prctica cotidiana.3Se trata de tres elementos

    presentes de manera diferente de cmo se present en Europa y Estados Unidos. Una diferencia que

    tambin nos sealar elementos distintivos de la praxis liberadora.

    La cuestin es sumamente compleja porque la historia de la opresin y de lucha de la mujer se

    pens frecuentemente como una historia euro y etnocntrica. Y si bien el feminismo es en s un

    movimiento internacionalista, en el sentido que sus ideas nunca han sido consideradas especficas

    de un grupo, la historia de las mujeres latinoamericanas, asiticas y africanas ha sido enfocada

    desde la ptica occidental. No slo su historia sino la teora de su emancipacin. Frente a este

    panorama podemos retomar las enseanzas del marxista peruano Jos Carlos Maritegui, cuando

    deca: Ni calco ni copia, creacin heroica. Tal vez, sin buscar heronas y mucho menos hroes,

    podemos retomar esta observacin y dar vida, desde nuestra propia realidad y con nuestro propio

    lenguaje, a una teora y prctica de transformacin social para terminar con las jerarquas y los

    privilegios, con la explotacin de una clase sobre otras, con la opresin hacia las mujeres por el

    simple hecho de ser mujeres o hacia cualquier tipo de eleccin sexual.

    2 Pierre Bourdieu,La dominacin masculina, Anagrama, 2000.

    3 Ver Mara Paula Garca, dem.

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    Si bien la idea de la identidad mestiza se extendi por casi todo el subcontinente, el caso de

    Argentina es particular. Hasta fechas recientes los argentinos se han visto a s mismos,

    mayoritariamente, como un pueblo homogneamente blanco, construido a partir del aporte de una

    variedad de races europeas armnicamente integradas en una unidad nacional. Esto los converta en

    diferentes y nicos en el contexto de una Amrica Latina mestiza. Pero esta asuncin colectiva delos argentinos como nacin de raza blanca y cultura europea no existi siempre, por el contrario,

    se puede datar. Se remonta a finales del siglo XIX y fue documentada por el censo de 1895, que

    estableci que ms del 80% de la poblacin del pas era de raza blanca y de origen europeo.7 Recin

    el censo poblacional del 2000 reconoci por primera vez la existencia de comunidades indgenas en

    el territorio nacional. Ms de un siglo de negacin de la presencia de indgenas en el territorio

    argentino que dio por tierra el imaginario colectivo de que no hay indios en Argentin a, porque los

    mataron a todos.El racismo como discurso cientfico y como prctica se hace sentido comn en las sociedades

    latinoamericanas y se erige permanentemente como fuente de explicacin de los conflictos de clase

    y como aliado de la opresin de gnero a comienzos del siglo XX intentando definir lo nacional.

    El racismo siempre clasifica y jerarquiza. Es un racismo de clase. As encontramos frases de

    representantes de las elites polticas e intelectuales blancas que definen que el aymara es como el

    paisaje del altiplano, hurao y salvaje;cuando se refieren a los quechuas nos advierten que ante la

    brutalidad del blanco, buscan, como toda raza dbil, su defensa en los vicios femeninos de la

    mentira, la hipocresa, la emulacin y el engao. Pero estos mismos vicios no son innatos de la raza.

    Los ha adquirido por contagio. Podemos encontrar tambin referencias al mulato como irritable y

    veleidoso como una mujer y, como una mujer, como degenerado, como demonio mismo, fuerte de

    grado y dbil por fuerza [] nuevo Luzbel, es el eterno Rebelado.8

    Es comn que el discurso racista apele a metforas vitalistas y a determinados valores sociales

    sexuados: energa, decisin, iniciativa (y sus contrarios) y todas las representaciones viriles del

    poder (y sus contrarios), que se entrecruzan con lo que se entiende es una manifiesta degeneracin

    femenina y hasta demonaca. Todos argumentos que unen despectivamente raza y gnero para

    legitimar a una clase social que detenta el poder econmico y poltico.

    El feminismo latinoamericano tiene historia

    7Mnica Quijada, De mitos nacionales, definiciones cvicas y clasificaciones grupales. Los indgenas en laconstruccin nacional argentina, siglos XIX a XXI, en Calidoscopio latinoamericano. Imgenes histricas para undebate vigente, Waldo Ansaldi coordinador, Emec Editores, 2006.

    8Patricia Funes y Waldo Ansaldi, Cuestin de piel. Racialismo y legitimidad poltica en el orden oligrquicolatinoamericano, en Calidoscopio latinoamericano, Ob. Cit.

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    Se suele creer que las mujeres latinoamericanas estuvieron muy retrasadas respecto de las europeas

    y estadounidenses en las luchas por el derecho al voto o de otras reivindicaciones liberales y

    democrticas. Pero esto no fue as y podemos realizar una breve sntesis.

    En 1870, la poetisa y maestra mexicana Rita Cetina Gutirrez fundLa Siempreviva, un grupo

    sufragista en Yucatn, compuesto fundamentalmente por maestras que teorizaban sobre laeducacin y, en especial, la educacin de las mujeres. Sabemos tambin que entre 1910 y 1915,

    ocho estudiantes de la Escuela de Derecho de Mrida presentaron tesis sobre el tema del divorcio y

    los derechos de las mujeres. Con estos antecedentes se convoc en Mrida a los dos primeros

    congresos feministas de la historia de Mxico, en enero y noviembre de 1916. En ellos las

    delegadas apoyaron el derecho al voto y a la participacin poltica de las mujeres, divulgaron

    informaciones sobre anticonceptivos y abortivos, se pronunciaron a favor de la educacin laica,

    exigieron el fin del fanatismo, la intolerancia y la supersticin religiosa. En las elecciones de 1923,el Partido Socialista de Yucatn obtuvo tres diputadas mujeres y una suplente. All por 1880

    organizaciones femeninas en Brasil conformaron asociaciones abolicionistas de la esclavitud. En

    1910 en Argentina se realiz el Primer Congreso Feminista Internacional, con delegadas extranjeras

    y nacionales, para tratar las mejoras sociales, la lucha por la paz, el acceso femenino a la educacin

    superior y para expresarse en contra de la doble moral. En Colombia, en 1912, se manifestaron a

    favor de los derechos civiles de la mujer casada. En Panam, en 1916, fundaron el primer Centro de

    Cultura Femenina, cuyo lema era virtud y patria. En Honduras, en 1924, se fund un Crculo de

    Cultura Femenina para el estudio con las mujeres de sectores populares; ellas se enfrentaron

    machete en mano a la intervencin militar norteamericana.9

    En cuanto al derecho al voto nos encontramos con una amplitud de grupos y personalidades que

    desarrollaron un variado accionar y con la particularidad de que un sector lleg a practicar de hecho

    el ejercicio del voto en la segunda mitad del siglo XIX.10 Lucha que continu en el siglo XX,

    llegando a obtener el derecho al voto en Ecuador en 1924, en Brasil y Uruguay en 1932, es decir

    antes que en Francia y muy pocos aos despus que en Inglaterra. En Uruguay, la Constitucin de

    1917 abri la posibilidad de otorgar el voto femenino en cuestiones municipales y nacionales pero

    definitivamente se logr en 1932. En Cuba la mujer obtuvo dos importantes conquistas en 1917 y

    1918: la patria potestad y el divorcio. El voto se obtuvo en 1934, el mismo ao que las francesas.

    9 Ver Francesca Gargallo, Ob. Cit.

    10 A principios de la dcada de 1920 se acentu la lucha de la mujer ecuatoriana por el derecho al voto. Estas mujeresaprovecharon que la Constitucin hablaba en general de los derechos ciudadanos para que Matilde Hidalgo, primera

    doctora en Medicina, se inscribiera en los registros electorales. Recin ante este hecho los miembros de la JuntaElectoral se desconciertan e indican que el voto es nicamente para hombres. No obstante, ellas no se rinden yconsiguen el voto cuatro aos despus.

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    En 1939 se obtuvo en El Salvador, en 1942 en Repblica Dominicana, en 1944 en Jamaica, en 1945

    en Guatemala, Venezuela11 y Panam, en 1949 en Chile12 y Costa Rica, en 1952 en Bolivia, en

    1953 en Mxico y en 1954 en Colombia. El ltimo pas latinoamericano fue Paraguay en 1961.

    En Argentina la lucha por el derecho al voto se vena llevando adelante desde 1862. En 1914 las

    mujeres votaron sin clasificacin en algunos municipios y en 1928 se obtuvo en la provincia de SanJuan. En Buenos Aires la lucha vena siendo planteada, entre otras, por Alicia Moreau de Justo y

    por Elvira Rawson de Dellepiane quienes practicaron un simulacro de votacin. La organizacin del

    Partido Feminista Nacional, en 1919, promovido por Alfonsina Storni y Julieta Lanteri, aceler la

    lucha que, no sin retrocesos, obtuvo el derecho al voto en 1947 con el apoyo de Eva Duarte durante

    el gobierno de Pern.13 Sin embargo, la hegemona de la Rama Femenina del Partido Justicialista,

    supeditada a los dictados del propio Pern, nunca tendr autonoma para levantar reivindicaciones

    especficas.Un recorrido similar de lucha protagonizaron las mujeres latinoamericanas respecto del derecho al

    divorcio.

    Seguramente no todas estas mujeres supieron ir ms all de la ardua reivindicacin de algunos

    derechos fundamentales, dentro de los cuales el derecho al voto apareca como el que habilitara

    todos los dems. Tampoco tuvieron mayor conciencia sobre la necesidad de salir de la dicotoma

    mujer-hombre construida por la cultura patriarcal y rebatida con fuerza recin en los aos 70. No

    obstante, conformaron movimientos de mujeres que reivindicaban transformaciones sociales y

    polticas que buscaban revertir la opresin, explotacin y subordinacin de las mujeres. Lo hicieron

    buscando la igualdad de derechos y reivindicando una idea de nacin para la cual rescataron

    personajes de culturas prehispnicas, de la poca colonial o de la lucha independentista con quienes

    identificarse.

    Otro sector de mujeres para destacar y que an permanece oculto es el de las corrientes anarquistas,

    que irrumpieron en Amrica Latina a partir de la segunda mitad del siglo XIX. Procedentes de

    Europa, fundamentalmente de Italia y Espaa, sern muy influyentes para la construccin de ideas

    sobre la emancipacin femenina. Retomaremos el tema en la prxima jornada sobre Argentina, pero

    queremos adelantarnos mencionando aquella famosa consiga Ni Dios, ni Patrn, ni Marido,

    11Las mujeres venezolanas en su campaa reivindicativa expresaron: No queremos el voto como un obsequio, ni comouna ddiva que un corazn generoso deposita en manos de un necesitado, sino como un derecho impostergable. Todaslas mujeres estamos unidas en esta contienda.

    12En Chile las mujeres tambin votaron de facto en 1874 y 1876 lo cual oblig a cambiar la Constitucin con el finde establecer categricamente que la mujer no tena derecho a elegir ni ser elegida. El Movimiento pro Emancipacinde la Mujer Chilena expres en su lucha: Qu preparacin se le exigi al hombre? Saber leer y escribir, tener 21 aos

    de edad e inscribirse en los registros electorales. Son exigencias muy sencillas de cumplir.

    13 Lus Vitale,La mujer latinoamericana y el derecho al voto , en http://www.archivochile.com/ideas_autores/vitalel

    http://www.archivochile.com/ideas_autores/vitalelhttp://www.archivochile.com/ideas_autores/vitalel
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    expresada en un artculo en el peridicoLa Voz de la Mujer(que sali en Buenos Aires entre los

    aos 1896 y 1897), publicado por mujeres inmigrantes. En esta publicacin se reconoca la

    especificidad de la opresin de las mujeres y se convocaba a movilizarse contra su subordinacin

    como mujeres y como trabajadoras, aadiendo la crtica a la sexualidad y a la familia. Desarrollan

    su actividad a travs de centros de estudios sociales y de propaganda, de comits de presas socialesy organizaciones gremiales mixtas y de mujeres. De esta lucha surgirn personalidades muy

    importantes como Juana Rouco Buela en Argentina, Juana Beln Gutirrez de Mendoza en Mxico,

    Luisa Capetillo en Puerto Rico, Petronila Infantes en Bolivia, entre otras.

    De los aos del silencio a los de la radicalizacin

    Lo que sucedi entre 1950 y 1970 la feminista chilena Julieta Kirkwood lo llam los aos del

    silencio. Fueron aos en los que las mujeres se movilizaron polticamente aunque estuvieronausentes las reivindicaciones feministas. Fueron aos de populismo y de intervencionismo en

    Guatemala y Repblica Dominicana en los que las mujeres mayoritariamente fueron parte de los

    movimientos clasistas y populares, as como de los partidos polticos y sindicatos. Francesca

    Gargallo plantea que esos fueron aos de un fervor literario sin precedentes entre las mujeres de

    Amrica Latina y aventura que sta fue una forma de encontrarse a s mismas.14

    Durante la dcada de 1970 y al comps de la radicalizacin social propia de aquellos aos, como la

    lucha contra la guerra de Vietnam, el Mayo Francs o el Cordobazo en Argentina, el feminismo se

    afirm consustancindose con todas estas expresiones por una nueva sociedad. A diferencia de sus

    manifestaciones anteriores, plante el problema de la identidad de las mujeres y de su diferencia

    con los hombres, es decir afirm que los hombres no eran ni su medida ni su modelo. Respondieron

    a la construccin naturalizada de la mujer como la Otra respecto del hombre percibido como lo

    humano universal. Rechazaron ser naturaleza, madre fecunda, regalo, castrada, impura o musa y

    dijeron el otro es l. El feminismo de la segunda mitad del siglo XX foment el encuentro entre

    mujeres y las reconoci como protagonistas de su propio proceso de liberacin.

    En Mxico, las feministas de la autonoma radical fundaron el colectivoLa Revuelta y empezaron a

    reunirse en pequeos espacios para hablar politizando la sexualidad y criticando al lenguaje y a sus

    categoras conceptuales.

    En Chile, el golpe de Estado de Pinochet, en septiembre de 1973, reencauz la lucha feminista hacia

    la militancia de la resistencia al gobierno militar, planteando desde este lugar una salida poltica a

    su subordinacin.

    14 Francesca Gargallo, Ob. Cit.

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    En Argentina, la radicalizacin obrera, estudiantil y popular de los aos 70 supuso la participacin

    militante de muchas mujeres en diferentes corrientes de izquierda y en la guerrilla que, en la

    mayora de los casos, consideraban al proyecto feminista como portador de una contradiccin

    secundaria, pequeo-burguesa o antirrevolucionaria. Ms adelante, la dictadura tambin demostr

    que la propia tortura tena una saa particular contra la sexualidad femenina. Tiempo despus,muchas mujeres comenzaron a enfrentar su especfica condicin en la sociedad y a desarrollar

    reflexiones crticas, por ejemplo cuestionando la prdica del hombre nuevo, que ninguneaba la

    rabia de las mujeres.15

    En otros pases, aun enfrentando situaciones polticas y econmicas diferentes, el feminismo radical

    se expres en grupos de autoconciencia que se construyeron involucrndose con los problemas de

    su pas y solidarizndose con la lucha de las mujeres en los pases bajo gobierno militar.

    Las mujeres que se reivindicaban feministas queran libertad, por eso negaban la feminidad que lesera impuesta como un molde, un modelo y un cors. Ya no luchaban slo por la igualdad (por otra

    parte algunos derechos se haban conseguido) sino que luchaban por la liberacin y se reconocan

    como parte de un mismo movimiento. La maternidad voluntaria y el derecho al aborto fueron dos

    ejes importantes del feminismo de aquellos aos.

    Tambin aportaron con reflexiones propias que quedaron opacadas por la hegemona del

    pensamiento occidental. Ya en la dcada de 1970, las mexicanas Eli Bartra y Adriana Valads

    plantean una idea de transformacin revolucionaria del sistema y de la liberacin de las mujeres.

    El feminismo es la lucha consciente y organizada de las mujeres contra el sistema opresor

    y explotador que vivimos: subvierte todas las esferas posibles, pblicas y privadas, de ese

    sistema que no solamente es clasista, sino tambin sexista, racista, que explota y oprime de

    mltiples maneras a todos los grupos fuera de las esferas delpoder.16

    Por su parte Marta Lamas, otra feminista mexicana, introdujo la idea de que las funciones de

    educadora, alimentadora y cuidadora se podan traducir en el trabajo de maternazgo,17 es decir

    15 Como parte de estas reflexiones crticas se puede consultar el libro de Raquel Gutirrez Aguilar, A desordenar! Poruna historia abierta de la lucha social, CEAM y Tinta Limn Ediciones, Mxico, 2006. Una de sus reflexiones es lasiguiente: Caamos en la misma dicotoma que en trminos discursivos sometamos a crtica: la subversin orevolucionarizacin de las formas patriarcal-burguesas de dominacin no eran una y la misma cosa que la revolucinsocial y la lucha por ella, sino que era, ms bien, algo que por ah exista y a lo que se daba mayor importancia segnla ocasin.

    16 Eli Bartra y Adriana Valads,La naturaleza femenina, Tercer coloquio nacional de filosofa, UNAM, 1985, p. 129.Citado en Francesca Gargallo, Ob. Cit.

    17En su artculo Maternidad y Poltica, Marta Lamas construye la categora de maternazgo para referirse a al trabajoemocional y fsico de la crianza y cuidado infantil y poner as en evidencia la diferencia entre lo biolgico (gestacin yparto) de la maternidad y lo social. Jornadas Feministas, Mxico, 1987.

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    actividades que hombres y mujeres podan asumir por igual y cuyos derechos deberan ser

    reconocidos por el Estado.

    Como vimos en la primera jornada fueron justamente las feministas afroamericanas, latinas y

    lesbianas las que denuncian la construccin de un estereotipo de mujer blanca, de clase media,

    heterosexual, que supuestamente nos representara a todas. Denuncian incluso la miradapaternalista, el inters extico por parte de las estadounidenses. Entre ellas, Luiza Bairros, una

    feminista militante de Movimiento Negro Unificado de Brasil tambin ha intentado contestar a la

    pregunta: Qu es lo que podra existir en comn entre mujeres de diferentes grupos raciales y

    clases sociales en sociedades racistas, sexistas y clasistas? Ella cuenta una escena culinaria

    televisiva en la que se ve a una conductora blanca y a una ayudanta negra, sin voz y muy poco

    captada por las cmaras. La presentadora blanca no escapa del estereotipo de una mujer confinada

    al espacio desvalorado de la cocina, mientras la ayudanta negra tena la peor parte sin siquieraocupar un lugar de transmisin de su conocimiento.

    Luiza Bairros reivindica al feminismo socialista en tanto procura extender la interseccin entre

    gnero, raza, orientacin sexual y clase. No obstante, polemiza con la idea de doble o triple

    explotacin (clase + sexismo + racismo + homofobia), porque impide ver cmo todas y todos

    somos afectados por el sexismo en sus diferentes formas (homofobia, machismo, misoginia). Al

    mismo tiempo, plantea que la raza, el gnero, la clase social y la orientacin sexual se reconfiguran

    o alimentan mutuamente. No es que una mujer trabajadora negra es triplemente oprimida o ms

    oprimida que una mujer blanca de su misma clase social, sino que la opresin que experimenta

    proporciona un punto de vista diferente sobre lo que es ser mujer en una sociedad desigual, racista y

    sexista.18

    Slo mencionamos algunos aportes que han sido menoscabados por el discurso feminista

    dominante, que ha mostrado poca o ninguna comprensin de la supremaca blanca como impacto en

    una realidad clasista, en un Estado racista, sexista y capitalista. En todo caso una mayor

    comprensin todava nos compete y de ella se desprende no slo una articulacin de las distintas

    esferas sino un proyecto de revolucin social y feminista que comprenda la lucha contra el racismo,

    el sexismo y toda forma de explotacin y opresin como parte de la misma bsqueda.

    Comienzan los aos 80: Encuentros Feministas Latinoamericanos y del Caribe

    Los aos 80 comienzan con una verdadera novedad y una fortaleza: el feminismo o los feminismos

    latinoamericanos empiezan a organizarse de manera propia, a encontrarse y conocerse, empiezan a

    18Luiza Bairros, Nuestros feminismos revisitados, Poltica y Cultura, nm. 014, Universidad AutnomaMetropolitana, Xochimilco, Mxico, 2000. Tambin en: http://redalyc.uaemex.mx

    http://redalyc.uaemex.mx/http://redalyc.uaemex.mx/
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    debatir. La historia de casi 30 aos de encuentros19 comienza en Colombia en 1981 y con una

    alternancia bianual se suceden brindando nuevos elementos, planteando nuevas controversias y

    desafos.

    Desde su segunda apuesta en Lima, Per, en 1983, queda generalizada y asumida la categora de

    patriarcado. A travs de ella las feministas queran comprenderlo todo. El patriarcado eraresponsable de la heterosexualidad obligatoria, de la represin, de la doble moral, de la

    subordinacin de las mujeres, de la violencia, de la prohibicin del aborto y del maltrato, de las

    guerras e injusticias, etc. El patriarcado as planteado sufra una excesiva carga abarcadora de la

    realidad social, que desatenda o menoscababa las relaciones de dominacin capitalista en las que se

    entreteje la propia historia social y la fuerza de las situaciones concretas de subordinacin de las

    mujeres.

    Fueron aos en los que las sociedades empezaban a salir de la cruel represin de las dictaduras y enlos que se cultiv la consigna democracia en el pas, en la casa y en la cama que enunciaron las

    feministas chilenas Julieta Kirkwood y Margarita Pisano. Ponan sobre el tapete la insoluble unin

    entre la violencia en el mbito pblico y privado. Fue una consigna que recorri Amrica Latina y

    que se combin con otra igualmente dramtica: Vivos los llevaron, vivos los queremos de las

    Madres de Plaza de Mayo.

    Diez aos ms tarde en Costa del Sol, San Salvador, el VI Encuentro tuvo que hacer frente a la

    ofensiva neoliberal que intentaba captar especialistas para los centros del poder. Los distintos

    feminismos se dividieron entre lo que ms tarde sera conocido como feminismo institucional y

    feminismo autnomo. El agrupamiento conformado alrededor del Manifiesto de las Cmplices a

    sus compaeras de ruta, en el que participaban feministas chilenas y mexicanas como Margarita

    Pisano, Ximena Bedregal, Francesca Gargallo, Amalia Fischer, Edda Gabiola, Sandra Lilia y Rosa

    Rojas tuvo el gran mrito de delimitarse y plantear una opcin radical y autnoma. Si bien se sigui

    nombrando al patriarcado como un sistema de sistemas que justifica las relaciones desiguales

    entre los sexos y la inferiorizacin de las mujeres y que construye una idea patriarcal de libertad

    que permite a los hombres el trfico de mujeres y la guerra, tambin plantearon la necesidad de

    una tica y de una poltica feminista:

    Negumonos a considerar hermoso lo que nos denigra o ningunea: no nos inspiran las

    musas de Apolo. Rechacemos las catedrales de perfectas proporciones en las que el culto

    masculino ensalza a una de nosotras para condenar la sexualidad de todas, pero sobre todo

    19El primero fue en Colombia, 1981; despus Per, 1983; Brasil, 1985; Mxico, 1987; Argentina, 1990; El Salvador,1993; Chile, 1996; Repblica Dominicana, 1999; Costa Rica, 2002; Brasil, 2005; Mxico, 2009.

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    no las construyamos nosotras como peaje para ser aceptadas por los sacerdotes de la

    cultura patriarcal.20

    El Manifiesto fue una declaracin de deslindamiento contra lo que aos despus conoceramos

    con el nombre de globalizacin, contra la poltica econmica mundial y el origen de los fondos delas ONG. Por eso agregaban:

    No queremos acceder al poder que esta cultura construye, que supuestamente nos otorga

    derechos. Las Cmplices no queremos esa complicidad. No creemos ni en su justicia ni en

    algunos de sus paradigmas porque su dinmica de dominio me hace cmplice de su

    perpetuacin. Esa cultura es una utopa negativa del ser humano, pues no apela a su

    libertad.

    21

    En el siguiente encuentro se consumara la divisoria de aguas. Realizado en Cartagena, Chile, el VII

    Encuentro termin por apellidar a algunas feministas como autnomas y a la mayora como

    institucionales. De all en ms los encuentros continuarn bajo el signo de la autonoma con

    nuevas controversias para desandar. Otros simplemente se emprendern como parte de las agencias

    gubernamentales o no y con la trampa de la pluralidad.

    Deslindamiento poltico y anclaje tico marcarn el comienzo del propio camino de los feminismos

    que empezaron aglutinndose como autnomos y que luego tambin tomarn diversas opciones. Lo

    que podemos aventurar del recorrido del feminismo latinoamericano es que nunca surge como un

    fenmeno aislado o slo como un quiebre patriarcal. De alguna manera, la acertada lucha del

    feminismo autnomo sufri tambin de cierto corporativismo que soslay su construccin dentro de

    los distintos movimientos sociales y polticos.

    Los aos 90 y el capitalismo neoliberal

    En los aos 90 empieza un fenmeno llamado globalizacin, que no es ms que el capitalismo en

    una nueva fase, a travs del cual el planeta intent ser convertido en un espacio nico y sin fronteras

    para el dinero, las mercancas y los servicios. El mercado se present como la garanta de la

    realizacin humana a travs de la sociedad de consumo. Amrica Latina fue particularmente

    golpeada acrecentando dramticamente la desocupacin, la flexibilizacin del trabajo e

    20Manifiesto de las Cmplices a sus compaeras de ruta, presentado por Margarita Pisano, Ximena Bedregal,Francesca Gargallo, Amalia Fischer, Edda Gabiola, Sandra Lilid y Rosa Rojas, 1993.

    21Manifiesto de las Cmplices, dem.

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    introduciendo los respectivos soportes ideolgicos y de penetracin cultural e intelectual. Las

    ciudades latinoamericanas empezaron a parecerse unas a otras: zonas de pobreza extrema

    conviviendo con grandes shoppings, espacios pblicos privatizados y una sociabilidad

    condicionada y desgarrada. Las privatizaciones y la exclusin social creciente fueron la constante

    en un panorama por dems conocido en Argentina.Pero adems se consolid un tipo de cultura narcisista en la que las personas estn obligadas a

    vivir su propia vida, son el centro de todos los derechos y especialmente el derecho al placer

    anclado en la inmediatez del consumo. Presenciamos durante estos aos un cambio cultural sin

    ningn cambio en las relaciones sociales de dominacin que fue tapando a la gran masa de pobres y

    excluidos por el circuito capitalista, atomizando y separando a los pueblos de sus races culturales y

    sociales, y mucho ms an separndolos de toda una cultura de lucha y resistencia revolucionaria.

    Este panorama, que logr sus xitos, impact naturalmente tambin entre sectores de mujeres eincluso en sectores del feminismo. Mujeres de capas medias y altas se convirtieron, ms que antes,

    en un objetivo principal de las estrategias de mercado y consumo de las grandes corporaciones.

    Durante estos aos a la par que creca la participacin femenina en el trabajo creca tambin el

    trabajo precario e informal. Y esto no es ninguna casualidad. Las ocupaciones no reglamentadas, sin

    derechos laborales, sin contrato de trabajo y en condiciones precarias implican en primer lugar a las

    mujeres. Al mismo tiempo que se acrecienta el trabajo precario continan las responsabilidades

    domsticas.

    La pobreza fue adquiriendo rostro de mujer latinoamericana, en su triple discriminacin de

    gnero, de clase y etnia mientras varios fenmenos de precarizacin se acrecentaban:

    El aumento de las madres jefas de hogar que trae aparejado una gran debilidad econmica; tasas de

    desempleo cuatro puntos ms altas que las masculinas (entre 2002 y 2005); precariedad en los

    puestos de trabajo y las brechas salariales respecto de los hombres; trabajo domstico que

    representa ms horas de trabajo que todo el trabajo remunerado; aumento de los embarazos a

    temprana edad; flujos migratorios con un gran porcentaje de mujeres que se insertan en circuitos

    informales como el trabajo domstico y de cuidados hasta la prostitucin y la industria del sexo;22

    destruccin de bienes naturales como el desmonte y la deforestacin, el monocultivo de soja o la

    instalacin de grandes empresas mineras trasnacionales que impactan sobre las mujeres rurales,

    campesinas e indgenas.

    Las mujeres fuimos y somos las ms afectadas a tal punto que se acu la expresin feminizacin

    de la pobreza, es decir las ms pobres entre los pobres. La necesidad de sobrevivir hizo surgir el

    modelo de trabajadoras genricas e intercambiables (flexibles, con capacidad de adaptacin a

    22 Ver Alba Carosio, Feminismo Latinoamericano: imperativo tico para la emancipacin, Clacso, enhttp://bibliotecavirtual.clacso.org.ar

    http://bibliotecavirtual.clacso.org.ar/http://bibliotecavirtual.clacso.org.ar/
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    Con la causa feminista ya profesionalizada el capitalismo, en su fase neoliberal, pudo golpear y

    tener xito en la despolitizacin del movimiento. Esto es algo que percibe Victoria Sau Snchez,

    una feminista espaola, que en el ao 2000 escriba:

    Mientras una parte delfeminismo se pregunta, individual y cmodamente recostada en el

    divn, Quin soy yo? , y otra parte busca afanosamente la referencia necesaria para una

    nota a pie de pgina que acredite como fiable su trabajo, y otra se lanza a la diversidad

    sexual para demostrartodava hay que demostrarque se es libre (pero sigue sufriendo el

    mal de amor, porque cambian ellas pero no ellos), y otra an se moja apuntndose a la

    poltica activa, he aqu que el mundo revienta de pobreza: millones de criaturas, nacidas de

    mujer, se suman a un modelo de sociedad que les reserva una cuna de espinas

    25

    Sin embargo, otros sectores de mujeres se unieron en organizaciones campesinas, de desocupadas,

    de pobladoras, de desplazadas por problemas ecolgicos, etc. Las organizaciones de mujeres se

    multiplicaron al interior de los movimientos sociales, pero muchas no tenan ninguna relacin con

    el movimiento feminista. Por otra parte surgi un feminismo popular, que de alguna manera se

    plante y privilegi la relacin con el movimiento amplio de mujeres. Es el caso de feministas

    socialistas, revolucionarias, libertarias, cristianas o de feministas independientes con distintas

    preocupaciones y alcances en todos estos aos.

    Frente a la divisin actual de los feminismos no se nos escapa que algunos de estos sectores son

    potencialmente antagnicos en cuanto a sus proyectos, lo que no invalida converger en alguna

    circunstancia particular. Pero lo que nos parece relevante y actual es buscar nexos de resistencia

    comn y renovada entre la lucha que el movimiento de mujeres plantea y el hacerse de los distintos

    feminismos radicales. Nexos renovados que no slo comprendan cmo las batallas feministas y

    anticapitalistas se entrelazan y se enredan ntimamente, sino que tambin sepan construirse y

    desafiarse da a da como un movimiento con toda su amplitud y diversidad.

    Estamos hablando de un desafo que integre tanto la violencia desatada contra las mujeres hasta el

    hecho de que una mayora de mujeres ven cmo diariamente sus hijas e hijos mueren de hambre o

    son excluidas/os de todos los beneficios, porque ellas acceden nicamente a los trabajos peor

    remunerados o directamente viven excluidas.

    Propuestas para el debate

    25 Victoria Sau Snchez, Adnde va el feminismo? En Reflexiones feministas para principios de siglo , Horas y horas,Madrid, 2000.

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    Podemos plantearnos algunos interrogantes y puntos de debate. A m se me ocurren los siguientes,

    que lgicamente pueden tomarse o reemplazarse por otros en los talleres que realizaremos por la

    tarde.

    1.- Qu pasa cuando ponemos en el centro la poltica de demandas? En general, se pierde

    autonoma y autogestin. La poltica de demandas es siempre una apuesta a lograr ser escuchadaspor el poderoso. Las demandas se dirigen para bien o para mal a quien controla el poder. Y aunque

    muchas veces tengamos que luchar por fuertes demandas, no implica o no debera implicar

    renunciar a la denuncia de la responsabilidad del sistema capitalista y patriarcal, a la explotacin de

    las trabajadoras, a la omisin que sufrimos en el terreno de la justicia, a la ardua tarea de buscar

    cambiar colectivamente nuestras mentalidades y, fundamentalmente, saber construir y preservar los

    propios movimientos.

    2.- Cmo podemos interpretar lo universal para las mujeres? Hablamos de universal como aquelloque nos une, sin caer en esencialismos o biologisismos conservadores y, finalmente, sistmicos y

    patriarcales. Cmo podemos proyectar y vivir la causa de la emancipacin de las mujeres y qu

    lmites ponemos a la pluralidad? Aqu, podemos distinguir entre la pluralidad de las diferencias y

    contrastes auspiciosos de un movimiento popular y el pluralismo entendido como un estar juntas sin

    motivo vlido para esa unin.

    3.- Cmo evitar que el feminismo se convierta en una lucha corporativa, incapaz de involucrarse y

    enriquecerse con los movimientos sociales y con las luchas que se dan da a da? El feminismo

    como lucha social y autnoma no quiere decir lucha escindida del movimiento de mujeres o de los

    movimientos sociales en general.

    4.- Y fundamentalmente: Qu experiencias extraemos de nuestra Amrica, con sus diferencias

    nacionales y regionales, para proyectar una transformacin social anticapitalista y antipatriarcal?

    Necesitamos mirar a los pueblos en lucha, con sus avances y repliegues, contra el saqueo de los

    bienes naturales en marcha y el desastre ecolgico y social que implica, contra la precariedad del

    trabajo y la feminizacin de la pobreza, contra la falta de justicia hacia las mujeres vctimas de la

    trata, de la explotacin sexual, de violaciones, torturas o asesinatos. Necesitamos deshacernos de

    una Amrica Latina que el imperialismo siempre vio como su esposa esclavizada.

    5.- Por ltimo: Cmo contribuir con un pensamiento y una prctica que integren la explotacin de

    clase, el sexismo y el racismo, que sepa, al mismo tiempo, rechazar y resistir al multiculturalismo

    promovido desde el poder que nos disgrega y desagrega a la vez que el capitalismo patriarcal no

    pierde su dominacin? Y cmo todo esto puede ser fuente de revolucin y emancipacin de las

    mujeres y del conjunto de las/los explotadas/os y oprimidas/os.

    Algunos de estos temas son los que queremos empezar a ahondar en este taller.