Antigüedades - A. Gramsci (1916)

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  • 7/26/2019 Antigedades - A. Gramsci (1916)

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    Antigedades

    Antonio Gramsci (Avanti!, ao XX, n193, Torino, Italia, 13 de julio de 1916).

    Nos acusan de ser viejos. Incluso se mofan de nosotros porque no mantenemos todas

    nuestras promesas, porque prometemos ms de lo que podemos cumplir. En ciertosmomentos, inmersos como estamos en esta vida tumultuosa que nos circunda, sensibles

    como somos a los reproches, a las expresiones rabiosamente burlonas de nuestros

    adversarios, tambin nosotros nos sentimos debilitados, nos parece por cierto que somos

    decrpitos, que no logramos hacer brotar de nuestros labios la palabra definitiva, la palabra

    que le de fuerza a nuestros rganos, que infunda vigor a los miembros encogidos y los

    restituya elsticos, para la lucha y la conquista fecunda.

    Pero una breve reflexin elimina este pesimismo. Nos sentimos viejos porque el destino

    perverso nos ha hecho nacer en una vieja poca. Es el aire que respiramos, las

    instituciones nos gobiernan, los hombres contra los que luchamos los que son viejos. Con

    cada golpe vigoroso que damos contra estos miserables, una tufarada de trastos viejos nostapa las narices, cada vez que revolvemos esta materia en descomposicin, nos da tanto

    asco que ineluctablemente nos sentimos nosotros mismos atacados. Como Lao-tse en la

    leyenda china, somos los nios viejos, gente que nace con ochenta aos. Un cmulo de

    tradiciones pesa sobre nosotros y debemos arquear ms los riones para sostenerlo. Leyes

    centenarias rigen nuestra actividad actual y el esfuerzo por superarlas debe sintetizar todos

    los esfuerzos de las generaciones pasadas, que no se preocuparon por combatir por

    nosotros, por abrirnos un camino menos lleno de abrojos, de obstculos que uno a uno no

    son nada pero en su conjunto son formidables. Era necesaria la guerra para arrojarnos

    encima este blandito colchn de prejuicios, para convertir tantos hilos sutiles de seda en

    una red inextricable.Pero la nuestra no es palabra de desnimo. Necesita, por el contrario, poner bien claro ante

    los ojos lcidos el obstculo complejo para destruirlo mejor con un golpe de maza. La visin

    de la vida social, que se nos presenta ya integral, renueva la fe y el propsito que en el

    pasado solo pocos podan tener. Nuestros mismos compaeros de lucha nos han llamado

    msticos de la revolucin, y lo fuimos en el pasado, porque la nuestra era slo intuicin de la

    realidad, no representacin plstica, viva, de lo que se deba derribar. Donde todos vean

    solamente hechos singulares, posiciones a conquistar para llegar finalmente a la cima,

    nosotros veamos un muro compacto sobre el cual lanzar con un acto enrgico, voluntario,

    la masa de nuestra fuerzas.

    O todo o nada, decamos. Y la guerra nos dio la razn. O todo, o nada debe ser nuestroprograma de maana. El golpe de maza, no el resquebrajamiento paciente y metdico. La

    falange irresistible, no la lucha de topos de las ftidas trincheras. Somos los jvenes viejos.

    Viejos por el enorme cmulo de experiencias que en poco tiempo hemos acumulado,

    jvenes por el vigor de los msculos, por el irresistible deseo de victoria que nos anima.

    Nuestra generacin de viejos jvenes es la que deber realizar el socialismo. Nuestros

    adversarios se han agotado en el enorme esfuerzo sostenido para defender cada uno su

    parcela. Entonces, sobre ese tronco verdaderamente decrpito daremos el golpe final con

    nuestra maza, y por aadidura llegar nuestra hora por nuestra voluntad irresistible, s, pero

    reflexiva.