Asidos y derramados - Aguas Vivas

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Asidos y derramados Comprobando una vez más la fidelidad de nuestro Dios, hemos llegado a la revista 72. Agradecemos las constantes oraciones y también las diversas manifestaciones de afecto de los lectores que nos escriben desde distintos y, a veces, distantes lugares. Gracias al Señor que se ha dignado usar esta senci- lla publicación. En medio de un mundo tan cibernético, aún hay muchos que valoran la palabra escrita. Los mensajes centrales de la presente edición nos ayudarán a «asirnos de la Cabeza», a participar de las aflicciones de Cristo con esperanza, a seguir las pisadas de Abraham, a vivir bajo el régimen del Espíritu, a temer y agradar a nuestro Señor, y a derramarnos ante él, nuestro primer amor, seguros de que «nada que sea gastado para Cristo se ha desperdiciado». A su vez, a los jóve- nes creyentes, Marcelo Díaz comparte valiosos consejos que, sin duda, serán de aplicación general. Todos estos son mensajes impartidos en nuestro medio, que esperamos sean de ayuda y aliento para nuestros lectores; son las riquezas de Cristo, te- soro disponible para todo el cuerpo de Cristo en cualquier lugar. Que el fiel Consolador utilice este trabajo de amor como herramienta útil para alentar en el trabajo, en la lucha y en la carrera de la fe a todos nuestros estimados lectores.

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Asidos y derramados

Comprobando una vez más la fidelidad de nuestro Dios, hemos llegado ala revista 72. Agradecemos las constantes oraciones y también las diversasmanifestaciones de afecto de los lectores que nos escriben desde distintos y,a veces, distantes lugares. Gracias al Señor que se ha dignado usar esta senci-lla publicación. En medio de un mundo tan cibernético, aún hay muchos quevaloran la palabra escrita.

Los mensajes centrales de la presente edición nos ayudarán a «asirnos dela Cabeza», a participar de las aflicciones de Cristo con esperanza, a seguir laspisadas de Abraham, a vivir bajo el régimen del Espíritu, a temer y agradar anuestro Señor, y a derramarnos ante él, nuestro primer amor, seguros de que«nada que sea gastado para Cristo se ha desperdiciado». A su vez, a los jóve-nes creyentes, Marcelo Díaz comparte valiosos consejos que, sin duda, seránde aplicación general.

Todos estos son mensajes impartidos en nuestro medio, que esperamossean de ayuda y aliento para nuestros lectores; son las riquezas de Cristo, te-soro disponible para todo el cuerpo de Cristo en cualquier lugar.

Que el fiel Consolador utilice este trabajo de amor como herramienta útilpara alentar en el trabajo, en la lucha y en la carrera de la fe a todos nuestrosestimados lectores.

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El fin de la privacidad

El caso Snowden: las osadas revelaciones que confrontan a paísestradicionalmente aliados.

ENFOQUE DE ACTUALIDAD

Un joven norteamericano deunos treinta años de edad,deambula por los pasillos del

aeropuerto de Moscú. Pasan días y se-manas, y su situación no se resuelve.La noticia reciente causa revuelo entodo el mundo; algunos países le ofre-cen asilo político, pero la noticia es des-mentida en horas. Ningún país euro-peo autorizaría que un avión utilizarasu espacio aéreo y menos sus aero-puertos, si a bordo de aquella naveestuviese este joven. ¿Quién es estepersonaje y en qué asunto tan delica-do está involucrado?

Se trata de Edward Snowden exanalista de sistemas de la CIA, quiendiera a conocer a algunos medios losalcances de la vigilancia de llamadastelefónicas y correos electrónicos porparte de la Agencia Nacional de Segu-ridad de Estados Unidos (NSA, siglaen inglés). El joven, sabiendo que sutemeraria acción desencadenaría unafrenética búsqueda por su captura yjuicio, alcanzó a abordar a tiempo enHong Kong un vuelo hacia Moscú.

Finalmente, Rusia decidió conce-derle asilo político, en calidad de re-fugiado, por un año. Y se niega a en-

tregarlo a las autoridades norteameri-canas.

Escándalo globalEste escándalo ha tenido inéditas

repercusiones globales, pues luego deconocer las actividades ultrasecretasdel programa Prisma, a partir de lasrevelaciones obtenidas a través deSnowden, se vino a conocer la escu-cha e intrusión en la red a organismosde la Unión Europea y a varios paísesde esta organización. También estanoticia tuvo una fuerte repercusión enBrasil, pues importantes actores de lavida nacional habrían sido objeto desimilares prácticas.

Luego de conocido el programaPrisma, la UE y sus principales paísesmiembros han exigido una rápida y ex-haustiva explicación. Obviamente, estaactitud ha perjudicado la confianza es-tratégica entre EE.UU. y Europa. Elpresidente del Consejo Europeo,Herman Van Rompuy, hizo una decla-ración, el 1 de julio de 2013, en la queexigía a Estados Unidos investigar sindemora las denuncias sobre escucha ycontrol de los organismos de la UE porparte de la mencionada NSA.

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Control hegemónicoEste escándalo ha abierto un nue-

vo capítulo en la sociedad del riesgomundial. En los decenios pasados he-mos conocido una serie de riesgosglobales: el cambio climático, el peli-gro nuclear, el financiero, el terroris-mo... y ahora el riesgo digital global,que amenaza a la libertad.

Todas estas amenazas (con excep-ción del terrorismo) en cierto modoforman parte del desarrollo tecnológi-co, pero también cristalizan temoresque se habían expresado durante lafase de modernización de estas nue-vas tecnologías. Sin embargo, ahora seproduce un acontecimiento en que «unriesgo se constituye de golpe en unproblema mundial», como ocurre enla amenaza para la libertad que hanpuesto en evidencia las revelaciones deEdward Snowden. Estamos ante unalógica del riesgo completamente dis-tinta.

En el caso del riesgo nuclear, losaccidentes de Chernóbil y de Fuku-shima fueron accidentes espacial, tem-poral y socialmente delimitados. Éste,en cambio, carece de límites en cual-quiera de estas dimensiones.

En relación al riesgo para la liber-tad, lo decisivo no fue el «caso catas-trófico», puesto que aquí la catástrofesería «la hegemonía del control im-puesta en el nivel global».

La alarma se enciende cuando sepiensa que, sin estas filtraciones, lacatástrofe habría ocurrido, pero nadiese habría dado cuenta. Y todos sonefectos colaterales de los éxitos de lamodernización, que, a su vez, ponenretrospectivamente en cuestión las ins-tituciones de modernización existen-

tes. En el caso del riesgo para la liber-tad, lo que se pone en tela de juicio sonlas posibilidades de control de los pro-pios Estados nacionales democráticos.

Objetivos oscurosLa especialista Constanze Kurz, en

entrevista con DW (Deutsche Welle)tras las revelaciones sobre el proyectoPrisma, consultada acerca de cuálesserían los objetivos que persiguen losservicios secretos con estas prácticas,respondió en forma categórica:

«El objetivo de combatir el terrorismo,que siempre se esgrime, no tiene sentidodesde mi punto de vista. Más bien se tratade ejercer el control, cosa que por lo gene-ral se les reprocha a los dictadores. Si seescudriñara esa enorme cantidad de datoscon el fin de combatir el terrorismo, seríaun método increíblemente ineficiente. Losmétodos tradicionales de los servicios se-cretos serían mucho más efectivos. En elfondo, se trata solo de un afán cada vezmayor de controlar que tienen los gobier-nos. Me parece sumamente inquietante yno deberíamos resignarnos a ello».

Defensa y resguardoSi se busca un actor poderoso que

tenga auténtico interés en que se tome

La generación de facebookestá sacrificando gran par-te de su libertad individual

y de su esfera privada.

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conciencia pública de ese riesgo y, porconsiguiente, mueva a adoptar accio-nes políticas, lo primero que nos vie-ne a la cabeza es el Estado democráti-co. Pero eso sería poner al lobo a guar-dar las ovejas.

Es precisamente el Estado, en co-operación con las grandes corporacio-nes digitales, el que ha levantado esepoder hegemónico para optimizar suinterés esencial, que es la seguridadnacional e internacional. Pero esto po-dría suponer un paso histórico que nosapartara del pluralismo de los Estadosnacionales en dirección a «un Estadodigital mundial libre de cualquier con-trol».

El segundo actor que podría mo-vilizarse es el propio ciudadano. Al finy al cabo, los usuarios de los nuevosmedios de comunicación digital se hanconvertido en una especie de cyborgs(organismos cibernéticos). Ellos utili-zan esos medios como órganos senso-riales, forman parte de su forma deactuar en el mundo. La generación defacebook vive en esos medios y está sa-crificando, al hacerlo, gran parte de sulibertad individual y de su esfera pri-vada.

Imperio amenazadoSe habla sin cesar de que está sur-

giendo un nuevo imperio digital. Peroninguno de los imperios históricos queconocemos tiene los rasgos que carac-terizan al actual imperio digital. Esteimperio se basa en señas de identidadde la modernidad que no se han pen-sado a fondo. No se basa en el podermilitar, ni posee la capacidad para unaintegración político-cultural a distan-cia. Pero sí dispone de posibilidades

de control de una amplitud y profun-didad capaz de evidenciar todas laspreferencias y debilidades individua-les: de esta manera, todos nos volve-mos de cristal, transparentes.

Y a esto se añade además unaambivalencia esencial: disponemos deinmensas posibilidades de control,pero al mismo tiempo estos controlesdigitales son de una vulnerabilidadinimaginable.

Ningún poder militar ni revoluciónamenazan al imperio del control, sinoun único y valeroso individuo:Snowden, un treintañero experto enseguridad, es capaz de hacer que setambalee, y además lo logra «volvien-do al propio sistema de informacióncontra sí mismo».

Es decir, en este sistema aparente-mente hiperperfecto de control, existeuna posibilidad de resistencia del in-dividuo que jamás hubo en ningúnotro imperio. El ciudadano corrientedispone, en contraste con Snowden, deun conocimiento mucho más limitadode la estructura y el poder de ese su-puesto imperio. Pero eso no se aplicaa la generación joven, que como unCristóbal Colón irrumpe en ese Nue-vo Mundo y hace de las redes socialesuna prolongación de su propio cuer-po comunicativo.

Muerte sin dolorY aquí se evidencia una consecuen-

cia esencial. El riesgo de una vulnera-ción de los derechos a la libertad sevalora de forma diferente a la vulne-ración de derechos relativos a la salud,como la que se deriva del cambioclimático. La vulneración de la liber-tad no duele, no se nota, no se experi-

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menta como una enfermedad, unainundación o una carencia de oportu-nidades laborales. La libertad mueresin que las personas sean heridas físi-camente.

En todos los sistemas políticos, lapromesa de seguridad constituye elverdadero meollo del poder del Esta-do y de la legitimación del Estado,mientras que la libertad siempre pa-rece ser un valor de segundo rango.

Propuestas¿Qué se puede hacer? Algunos ex-

pertos están proponiendo que se for-mule algo así como un «humanismodigital». Pensando en convertir el de-recho fundamental a la protección delos datos y a la libertad digital en «underecho humano global» e intentarhacer valer este derecho al igual queel resto de los derechos humanos, encontra de las resistencias.

Quienes conocen profundamenteestos delicados temas advierten quehoy carecemos de una instancia inter-nacional capaz de imponer estas rei-vindicaciones. En ese aspecto, el ries-go para la libertad no se distingue deaquel que supone el cambio climático.No hay ningún actor en el plano inter-nacional capaz de afrontarlos. Pero lainquietud es internacional, y bien sa-bemos que todo riesgo global tiene unacapacidad de movilización enorme.

Habrá que esperar que surjan nue-vos liderazgos capaces de aunar y en-cauzar políticamente esa inquietud, lacual, en grados diversos, corre a tra-vés de los movimientos sociales y par-tidos políticos de distintos países.

«Precisamos», dicen los expertos,«una invención transnacional de la

política y la democracia que posibiliterevivir y hacer valer los derechos de-mocráticos fundamentales en contradel dominio de esos monopolios delcontrol completamente emancipados».

Quinto espacioEn la actualidad, el ciberespacio se

ha convertido en un «quinto espacio»,luego del terrestre, marítimo, aéreo yespacial, y el ámbito de la seguridadnacional se ha expandido desde éstosámbitos, digamos tradicionales, hastala frontera informática.

La ciberseguridad se ha vuelto unapreocupación para la mayoría de lasnaciones. La comunidad internacional,o más bien los actuales líderes de lasprincipales potencias, deben estar, porestos días, pensando en cómo intensi-ficar la cooperación para elaborar, loantes posible, un código de ética en lared y desarrollar un ciberespacio pa-cífico, seguro, abierto y cooperativo.

Por otra parte, el tema del comba-te al terrorismo, propiciado por lasgrandes potencias y que dio excusapara el hoy vilipendiado espionajecibernético, no es un asunto menor.Muchos deben temer que esta «pugnaentre aliados» no esté sino dando ven-tajas a quienes necesitan más y más ca-muflar sus oscuras intenciones.

El tema se encuentra hoy en plenodesarrollo. ¿Qué le espera a Snowdencuando se cumpla el año de asilo quele dio Rusia? ¿Se convertirá en una es-pecie de «moneda de cambio» parafuturas negociaciones de alto nivel? Ensu país ha sido definido por algunoscomo héroe, por otros como un vil trai-dor. Esperamos que predomine lacordura, para bien de todos.

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Una reflexiónLos conceptos «libertad» y «con-

trol» pueden ser fácilmente destacadosen el presente análisis. Mientras el serhumano valora y defiende su libertad,a menudo olvidamos que nuestra his-toria como raza humana siempre haestado atravesada por el control deunos pocos sobre los muchos. En laantigüedad, esto era grotesco en extre-mo. ¿A quién no le produce hoy repul-sión el denigrante negocio del tráficode esclavos, tan común en épocas notan lejanas?

Hoy casi no imaginamos la vida sintecnología, sin Internet. Esta palabradel idioma inglés, que está en boca detodos, significa, simplemente «red».Network se puede traducir como red ocadena. Del mismo modo, Web, sinó-nimo de Internet, significa red o tela-raña. En otras palabras, es algo que sibien nos conecta, también nos atrapa.Con un computador u otro dispositi-vo, conectados a Internet, podemos

sentir una libertad inmensa. Nuncaantes tuvimos esa posibilidad de ‘na-vegar’ (¿libres?) por el ciberespacio.

Pero los creadores de este monu-mental sistema han instalado una si-lenciosa trampa. Nuestros datos pue-den ser rastreados. ¡Nos hemos vuel-to vulnerables sin darnos cuenta! Consolo un click en «Aceptar», en un con-trato que ni leímos, cedemos derechospermanentes a personas que jamás ve-remos, y el material que subimos a lared ya quedó cautivo.

No somos esclavos bajo látigo, perono es menos cierto que nos hemosvuelto vulnerables a un tipo de con-trol cuyos alcances aún desconocemos.

Hay una libertad que el hombrenecesita conocer. «Estad, pues, firmes enla libertad con que Cristo nos hizo libres,y no estéis otra vez sujetos al yugo de es-clavitud» (Gál. 5:1). ¿Conoce usted esalibertad?

Fuentes:elpais.com, BBC Mundo, Terra, Google

La evidencia de Dios

«¡Oh Jehová, Señor nuestro, cuán glorioso es tu nombre en toda la tierra! Haspuesto tu gloria sobre los cielos» (Sal. 8:1)

Aproximadamente a 150 millones de kilómetros de la tierra, una bola res-plandeciente de energía viaja en el espacio a una velocidad de casi 19 kiló-metros por segundo. Esta bola de energía, el sol, tiene un diámetro 110 vecesmayor que el de la tierra, y un volumen 1.300.000 veces superior al de la tie-rra.

¡Su temperatura en la superficie es de aproximadamente 6.000 grados cen-tígrados! ¿No te alegras que esté a 150 millones de kilómetros de la tierra?Afortunadamente, solo una quinta diez mil millonésima parte de la energíadel sol llega a la superficie de la tierra. La distancia del sol a la tierra es justa-mente la adecuada para sustentar la vida en nuestro planeta.

Este es un poderoso testimonio de él mismo que Dios nos ha provisto en lacreación, principalmente de la inmensa y ordenada disposición del universo.

Samson Eicher, en «Junto a Aguas de Reposo».

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El Novio celestial

El Señor Jesús ama a su iglesia con amor eterno, y los creyentes sondesposados con él para que lleven fruto para Dios.

EVANGELIO

Henry Law(1797-1884)

«Esto es ahora hueso de mis huesosy carne de mi carne» (Gén. 2:23).

Nuestra Biblia es un verdaderoparaíso de hermosas flores ydulces frutos. Pero el creyente

se encuentra más a gusto, sobre todo,en aquellos parajes escogidos pobla-dos de señales de la ternura del Salva-dor. Nuestra felicidad se eleva hasta elcielo cuando, apoyados en la Escrituray bajo la luz del Espíritu Santo, el almadiscierne que Jesús ama con amoreterno.

TierTierTierTierTierno lenguajeno lenguajeno lenguajeno lenguajeno lenguajeNo podemos andar mucho por las

páginas de la Palabra sin que prontoescuchemos la voz que nos dice:«Presten atención, quiero hablarles demi amor». Con este propósito, cadaimagen de ternura habla en su turno.¿Ama un padre con la fortaleza delamor varonil? Jesús es nuestro PadreEterno. ¿Es una madre amorosa en susdulces caricias? El Señor es más cons-tante todavía, pues aunque padre ymadre te olvidaran, «yo no te olvidarénunca». ¿Es generoso el afecto delhermano? Cristo es el primogénito en-tre muchos hermanos. ¿Es la unión de

las hermanas tan tierna como las fibrasdel corazón? La iglesia es su hermana,su esposa. ¿Es noble la simpatía de unamigo? Leemos: «Ya no os llamaré sier-vos... pero os he llamado amigos».

¿No bastan estos paralelos? No, sino se les añade otro. Así como paraformar la luz más pura se precisa lacombinación de todos los colores, asítodos los matices deben juntarse paradarnos el retrato completo de un aman-te Salvador. Falta el cariño perfecto quefluye de un corazón a otro corazón enel enlace nupcial. Pero, ¿llamará tam-bién Jesús a su pueblo con el califica-tivo de «novia»? Sí, así lo hace. Y elloconstituye la delicia del Espíritu. Encon-tramos este trato en el jardín del Edén.Camina a nuestro lado a lo largo detodos los verdes pastos de la Palabra.Nos deleita hasta el final del Apocalip-sis. «El Espíritu y la Esposa dicen: Ven».Un eco responde a otro eco: «Como elgozo del esposo con la esposa, así segozará contigo el Dios tuyo (Isaías 62:5)… Te desposaré conmino para siempre;te desposaré conmigo en justicia, jui-cio, benignidad y misericordia» (Oseas2:19).

Siguiendo esta dirección santa, vi-vamos en busca de Jesús con aque-llos sentimientos puros que inocente-

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mente se albergaron en el corazón deAdán antes de que el pecado entrasey lo profanase. La narración es simple:«Entonces Jehová Dios hizo caer sue-ño profundo sobre Adán, y mientraséste dormía, tomó una de sus costillas,y cerró la carne en su lugar. Y de lacostilla que Jehová Dios tomó del hom-bre, hizo una mujer, y la trajo al hom-bre» (Gén. 2:21-22). Pero el misterio deesta porción es profundo.

MaMaMaMaMayyyyyor que Adánor que Adánor que Adánor que Adánor que AdánUno mayor que Adán, el primer es-

poso, se encuentra en esta historia deunión sin pecado. A la fe se le ha ense-ñado, y lo ha aprendido rápidamente,que el novio espiritual y la esposa mís-tica se hallan en esta narración. Losprimeros esposos terrenos no son másque una sombra del amor celestial. Elsegundo Adán duerme un sueño, elsueño de la muerte, sobre el duro altarde su ignominiosa cruz. Su costado esatravesado. Y de allí fluyen los mediospara constituir la iglesia. Hay sangrepara expiar cada pecado y agua paralavar cada mancha. El Padre presentala esposa a Adán. El mismo Padre en-trega a Cristo su favorecida esposa.Adán la recibe como parte de sí mis-mo. La palabra de Cristo otorga la mis-ma bienvenida: «…porque somosmiembros de su cuerpo, de su carne yde sus huesos» (Ef. 5:30).

Nos sentimos animados a trazar lassemejanzas con reverencia. Los matri-monios entre personas de muy distintaposición social resultan difíciles de rea-lizar. Aquí se trata de una novia muybaja en cuanto a sus orígenes. Está for-mada de barro. En cambio Jesús moraen el brillante palacio del cielo, glorio-so, con todos los atributos de su dei-dad. ¿Cómo podrá efectuarse semejan-te unión? Él deja su alta morada. Un

velo cubre su poner omnipotente. Ydesciende a nuestra choza. No se mofade nuestros harapos. Nace como hom-bre en Belén. Vive en naturaleza huma-na el Hijo del Hombre.

¡Oh, alma mía! ¿Se ha detenido elSeñor en tu camino para hacerte suyopara siempre? La distancia es infinita,pero él vino con la velocidad de la luzsobre alas de amor y no paró hasta queposó en nuestro hogar lejano.

EnEnEnEnEnvía carvía carvía carvía carvía cartastastastastasEl novio tiene por pocos todos los

esfuerzos para ganarse una mirada dela novia. ¿Es posible que Jesús luchepara ganar nuestras desagradablesalmas? Sí, Jesús batalla por ello. Él vivecuando nosotros amamos. Apenas pa-rece reinar si no le presentamos el co-razón para que haga de él su trono. Ahí,en las Escrituras, envía carta tras car-ta solicitando y ardiendo en la pura lla-ma de la ternura divina. Nos sigue conel clamor constante: «Vuelve a mí, vena mí, quédate conmigo». Por esto en-vía a sus fieles ministros, los amigos delnovio, para pleitear su causa, para su-plicar en su lugar, para buscar en Sunombre, para presentar sus inma-culados encantos, para mostrar que suamor es fuerte como la muerte y purocomo la luz, tan infinito como la eterni-dad.

Ese ministerio es tanto más fiel aCristo, más rico en frutos eternos, cuan-to más vívidamente presenta a Cristo.Pero aún hay más. El Espíritu Santo esenviado por el Padre y el Hijo, y revelaal Señor en todas las bellezas de supersona, todas las maravillas de su gra-cia, todas las glorias de su obra. Derri-ba todos los prejuicios, tuerce la co-rriente de la voluntad opuesta y encien-de una flameante antorcha en los os-curos rincones de nuestra alma. Así es

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consumada la unión. El alma fiel olvidaa su propio pueblo y la casa de suspadres. Echa lejos los antiguos preten-dientes que cautivaron sus pensamien-tos. Sale afuera y se separa del mundoque antes tanto amaba. Lo deja todo yse une a Cristo.

Los lazos nupciales anulan los an-tiguos documentos en cuanto al esta-do y, a veces, el domicilio. Un nuevoapellido y una nueva dirección mues-tran que la novia ya no es independien-te, que ya no se pertenece a ella sola.Lo mismo ocurre en la unión espiritual.La persona de Cristo proclama su divi-nidad, y esta es la diadema de la igle-sia. ¿No está escrito así en Jeremías23:6 y 33:16? Se nos dice primeramen-te que «El Señor, justicia nuestra», essu nombre. Y la misma porción es parala esposa, porque añade que: «El Se-ñor, justicia nuestra» es el nombre deella también.

Íntima comuniónÍntima comuniónÍntima comuniónÍntima comuniónÍntima comuniónEl novio busca la comunión íntima.

Igual ocurre con Jesús. Por su palabra,y por medio de sus mensajeros, lleva asu pueblo a su lado. Abre delante de éllos propósitos de su gracia y los se-cretos de su Reino. Le anima a que lecuente sus necesidades, temores, de-seos y esperanzas. Invita tiernamente:«Hazme oír tu voz...». ¿Quién puededescribir el cariño de un novio? Y, sinembargo, es como una gota de aguacomparada al océano de una caricia

del Salvador. «No tenemos un SumoSacerdote que no pueda compadecer-se de nuestras debilidades» (Heb.4:15). «Quien os toca, toca la mismaniña de sus ojos» (…). «Él es afligidoen todas nuestras aflicciones» (…). Aúnno han dañado a uno de sus miembrossufrientes y ya la Cabeza llora en loscielos: «¿Por qué me persigues?», pre-gunta a un enemigo de su esposa, laiglesia.

Querido lector, tú has escuchadoquizá a menudo estas verdades. ¿Hanvibrado en ti de manera que han halla-do una respuesta en tu corazón? Si noes así, no tienes el espíritu de la novia.

El novio trae su dote. ¿Y no nos en-riquece Cristo con toda suerte de do-nes? Los mismos ángeles pueden ma-ravillarse y sorprenderse al contemplarlas riquezas de la iglesia. Cristo no leesconde nada a ella. Todos sus atribu-tos son su gran herencia. Su sabiduríaestá lista para su dirección. Su poderpara su socorro. Su amor para conso-lar. Su fidelidad y Su verdad son sucayado. Su Espíritu Santo es vertidosobre ella sin medida, para enseñarle,enlazarla y bendecirla. Suya es la justi-cia de Cristo, para ataviarse con ellaen las moradas celestes. Sus cielos sonlos cielos de la esposa mística. Su tro-no es el suyo también. Y Su gloria y Sucorona. La misma eternidad es paraella, para que pueda gozarse siempre.¡Feliz el alma que responde a esta invi-tación amorosa!

Al presente, la iglesia ve a su Novio solo con los ojos de la fe.El velo de la carne impide la visión clara. Pero aún un poco

y el día de la gran boda llegará.

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Sin descansoSin descansoSin descansoSin descansoSin descansoEl novio no rehúye fatigas para po-

der traer sostén y abundancia a suamada. Así Cristo vive una vida de tra-bajo vigilante. No descansa de día nide noche. Sus manos horadadas estánsiempre intercediendo y derramandosuministros de gracia desde el cielo,para que, cada vez que surjan necesi-dades, él pueda satisfacerlas.

Las uniones terrenas conocen amenudo la pena de la separación. Lasevera voz del deber puede ordenar aveces: «Vete». La necesidad puedeobligar a partir lejos. Pero nada en elcielo ni en la tierra, ni en el infierno,puede romper el abrazo que se ciñeen torno al Novio divino. En cada mo-mento se halla más cerca que la mis-ma sombra del que la proyecta. La vidase apoya en sus manos. La muerte sue-ña en su pecho. Ningún lazo puede fa-llar en el mundo de seguridad celes-tial: «No te desampararé, ni te dejaré»(Heb. 13:5).

En este frío mundo, los afectos sue-len enfriarse. El día que amaneció conamor puede terminar con odio. Losgustos cambian y producen cambios.Los temperamentos discordes no con-cuerdan. Pero muy distinto es el matri-monio celestial. Siempre es verdadaquel texto: «El que se une al Señor, unespíritu es con él» (1ª Cor. 6:17). Cuan-do el Señor llama con amor, nos cam-bia por su Espíritu. Imparte una nuevanaturaleza, cuyas pulsaciones van alunísono con las del Esposo. Es la mis-ma armonía del cielo cuando Cristo esel todo.

Aquí, en este mundo, un hogar tie-ne que llorar a veces por causa de laimpiedad que brota de allí mismo. Mu-chos han tenido que lamentar: «¡Oh,Absalón, hijo mío!». Pero de la unióncelestial no surge más que simiente

celestial. Los creyentes son desposa-dos con Cristo para que lleven fruto aDios (Rom. 6:22). Aparte de Cristo, elcorazón es un nido de maldad; unido aél, es el progenitor santo de cada gra-cia santa.

Con los ojos de la fCon los ojos de la fCon los ojos de la fCon los ojos de la fCon los ojos de la feeeeePero, al presente, la iglesia ve a su

Novio solo con los ojos de la fe. El velode la carne impide la visión clara. Peroaún un poco y el día de la gran bodallegará. Un mundo sorprendido oirá lallamada: «¡He aquí, viene el Novio!». Seescucharán las voces de una gran mul-titud, como voz de muchas aguas ycomo voz de trueno que prorrumpiráen exclamaciones: «¡Aleluya, porque elSeñor nuestro Dios Todopoderoso rei-na! Gocémonos y alegrémonos ydémosle gloria; porque han llegado lasbodas del Cordero, y su esposa se hapreparado» (Apoc 19:6-7).

Entonces Cristo brillará y será ad-mirado en sus santos y glorificado entodos los que creen. La novia será traí-da delante del Rey, con alegría y gozoentrará en el palacio. El cántico nup-cial será un incesante Aleluya. ¡Feliz elalma que responde a esta invitaciónamorosa!

AdAdAdAdAdvvvvvererererertenciatenciatenciatenciatenciaLector, ¿es tu feliz privilegio el co-

nocer esta unión, que dura siempre,que cimenta tu corazón en Cristo y aCristo en ti? Recuerda, pues, que estabendita relación exige tu fidelidad. ElSeñor es celoso del amor de su pue-blo. No debes alejarte de él ni un solomomento, ni en un solo pensamiento.Hay que ir con cuidado, porque ya hanllegado los días cuando vienen extra-ños profesando ser los amigos del No-vio. Incluso se levantan en púlpitos yhablan en Su nombre. Pero es posible

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conocerlos por esta señal: Exaltan mása la novia que al Señor, enaltecen mássus ordenanzas que a Él mismo, la in-citan a contemplarse a sí misma, a apo-yarse en sí misma, a confiar en sí mis-ma y a decorarse a sí misma con losdisfraces de la falsa humildad y la su-perstición. Andemos con cuidado, elterreno es resbaladizo. Puede pareceragradable a nuestra naturaleza egoís-ta, pero ello desliza hacia el anticristo.

Si algún alma mundana, cuya vidaestá ligada a otros afectos, lee estas lí-neas, ¿no querrá volverse atrás y rom-per sus lazos? Las promesas del prínci-pe de este mundo son mentiras; su por-ción es angustia, su abrazo la muerte,su morada la oscuridad, su lecho las lla-mas del fuego, su unión un grito angus-tiado de agonía. Hombres y mujeressumidos en la mundanalidad, ¿puedenustedes amar a semejante consorte?

Los malhechores

Cierta vez estaba el predicador A.J. Gordon conversando con unos amigosdespués de un servicio, cuando le informaron que alguien le buscaba en elvestíbulo. Al salir, vio a un hombre con las facciones ásperas quien se le acercópara pedirle bruscamente dinero para pagar la cama por la noche.

Gordon respondió suavemente que le ayudaría y sacó su lápiz para escribiruna orden. Sin embargo, esto no parecía hacer otra cosa que exasperar más alextraño. Dijo violentos insultos contra la sociedad y la iglesia, acusando a Dioscomo el responsable de su pobreza y del estado miserable en que había caído.En el transcurso de sus dichos, reveló el hecho de que ese mismo día habíasalido de la cárcel después de haber estado preso por robo.

Gordon trató en vano de sosegarle, así que desistió por completo. Entretanto,otro hombre que había estado escuchando a cierta distancia, se acercó ycolocando una mano sobre el hombro del otro, empezó a hablarle de lacrucifixión de Jesús. Describió con detalle la libertad de Barrabás, el camino alGólgota, y las burlas de los soldados. Luego habló de los malhechores.

– Le clavaron en medio de dos ladrones – dijo –. Uno de ellos se burló y lemaldijo; el otro se arrepintió, fue perdonado, y recibió la promesa delcompañerismo de Jesús.

Se detuvo y preguntó con énfasis:– ¿Sabe quién fue ese hombre?– No – contestó el otro, suavizando su tono áspero por la curiosidad – nunca

lo he oído.– Pues bien – dijo con emoción su interlocutor –. Fui yo. Por años fui un ladrón,

quebrantando las leyes de Dios y de los hombres. Al fin me metieron en lacárcel. Allí me quedé mes tras mes. Quieto en mi celda, veía un rostro triste,manchado con lágrimas, que me miraba con ojos que parecían rogarme. Mesiguió fuera de la cárcel; me encontró en una misión en la ciudad, me constriñó,y cedí. Clamé: «Acuérdate de mí, Señor, cuando vengas en tu reino». Deinmediato, la promesa de Jesús vino a mi corazón. ¡Yo era aquel malhechor!

Hubo un momento de silencio. Luego, el extraño dijo en un tono quedo:– Sí, y yo era el otro.

En A.J. Gordon, su Vida y su Obra, de Ernesto B. Gordon

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12 AGUAS VIVAS

Lectura: Colosenses 1:13-20.

Romeu Bornelli

Para que la vida fluya y la iglesia sea edificada, se requieren colabora-dores que estén dispuestos a tomar el camino de la cruz.

TEMA DE PORTADA

Cumpliendo lasaflicciones de Cristo

Compartiendo algunos as-pectos de la oración de Pa-blo en Colosenses 1:9-12,

hemos visto su relación con la ex-presión «asiéndonos de la Cabeza» oglorificando a la Cabeza. Esta ora-ción nos habla del pleno conoci-miento de Dios y de su voluntad,de la potencia de su gloria, de nues-tro llamado para contemplar sumajestad personal y del poder queesta contemplación ejerce sobrenosotros.

Contemplando su gloriaLa contemplación de Cristo, de

sus glorias y de sus virtudes, tiene

la capacidad de transformar todolo que nosotros somos. Por eso, He-breos llama, a nuestra salvación,«una salvación tan grande», porqueella comprende todo lo que hay ennosotros: espíritu, alma y cuerpo.

Ahora, veremos algo sobre elsignificado de las aflicciones deCristo en nuestra carne. No se tra-ta de las aflicciones de Cristo en lacruz. Aquí, Pablo, siervo del Señor,dice que él cumple en su propiacarne lo que resta de las afliccio-nes de Cristo, para que algo acon-tezca. ¿Qué es este algo? Lo dice elversículo 24: «Ahora me gozo en loque padezco por vosotros, y cumplo en

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mi carne lo que falta de las afliccionesde Cristo por su cuerpo, que es la igle-sia». Es a favor de la iglesia.

Sin embargo, antes de entrar eneste tema, veremos los versículosya citados, porque ellos son parteimportante de lo que Pablo llama«glorificando a la Cabeza», y con-tienen una expresión magnífica delas glorias de Cristo. Nosotros fui-mos llamados por el Espíritu deDios para contemplar la potenciade su gloria y, de esta forma, sertransformados por aquel poder.

Atraídos a Él«…el cual nos ha librado de la po-

testad de las tinieblas, y trasladado alreino de su amado Hijo» (Col. 1:13).Esta es la base en la cual estamos,y nos hace recordar Éxodo capítu-lo 19, cuando el Señor llamó a supueblo desde Egipto, y ellos cru-zaron el Mar Rojo. La sangre delcordero pascual ya había sido de-rramada, y ellos fueron libradosdel exterminador. Después de tresmeses de caminata, llegaron almonte Sinaí, y allí el Señor les ha-bló a través de Moisés. «Vosotrosvisteis lo que hice a los egipcios, y cómoos tomé sobre alas de águilas, y os hetraído a mí» (Éx. 19:4).

«…os he traído a mí». Canaán esfigura de las riquezas insondablesde Cristo. El propósito de Dios esatraernos hacia sí mismo. En Éxo-do 19:4-6, el Señor se compara auna gran águila. Allí estaba el pue-

blo, esclavo en Egipto, y un día,aquella águila de la gracia, del po-der y del amor de Dios descendiósobre Egipto y puso sobre sí mis-ma a todos aquellos que eran su-yos, para sacarlos de Egipto.

Hemos sido transportados alreino del Hijo de Su amor. ¡Graciasal Señor! Colosenses 3:12 dice quenosotros somos escogidos de Dios,santos y amados, habiendo sidoaceptos por él en el Amado.

Redimidos«…en quien tenemos redención por

su sangre» (v. 14). La palabra reden-ción significa comprados en el mer-cado de esclavos. Somos redimidos;el Señor fue al mercado de escla-vos y allí nos compró por un pre-cio. «…el perdón de pecados». Noso-tros, que ni siquiera podíamos le-vantar nuestros ojos al cielo, mu-cho menos llamar, a Dios, Padre,ahora tenemos la remisión de nues-tros pecados. ¡Esto es maravilloso!

Dios nos ve a nosotros en Cris-to, como Balaam en lo alto de aquelmonte, mirando a Israel y dicien-do: «No he notado iniquidad enJacob». ¿Acaso Dios es ciego? No.Él veía, a aquel pueblo, en su Hijo,porque la sangre del cordero ha-bía sido derramada por ellos, en latipología, apuntando a Cristo. Se-gún Romanos 3, todos aquellospecados cometidos antes, fueronreservados para que un día, cuan-do viniese el verdadero Cordero,

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éstos fuesen depositados sobre elCordero de Dios que quita el pe-cado del mundo. Por eso, él no vioiniquidad en Jacob, ni ve maldaden nosotros.

Cristo, imagen del Dios invisible«Él es la imagen del Dios invisi-

ble». En la Trinidad, solo una de suspersonas expresa aquello que Dioses: el Verbo, el Hijo. Él es el Logos,«la imagen del Dios invisible». «El queme ha visto a mí, ha visto al Padre»(Jn. 14:9). «Yo y el Padre uno somos»(Jn. 10:30). «A Dios nadie le vio ja-más; el unigénito Hijo, que está en elseno del Padre, él le ha dado a cono-cer» (Jn. 1:18). Al contemplar sugloria, nosotros somos transforma-dos de gloria en gloria en su pro-pia imagen, por la gracia de Dios.

¡Qué importante es la palabraimagen! «Hagamos al hombre a nues-tra imagen» (Gén. 1:26). «Él es laimagen del Dios invisible». Esto sig-nifica que, cuando Dios quiso crearal hombre, había un prototipo ce-lestial, el Hijo, el Logos de Dios. Poreso la oposición del diablo es tangrande, para destruir la imagen deDios en nosotros, porque él sabeque el propósito de Dios es quenosotros compartamos la imagendel Hijo.

«…levantaré mi trono… subiré, yseré semejante al Altísimo» (Is. 14:13-14). Lo que Lucifer codició fue ellugar del Hijo, que es la imagen deDios. Por eso, Pablo dice: «Y el Dios

de paz aplastará en breve a Satanásbajo vuestros pies» (Rom. 16:20).Entonces, el Señor Jesús nos mira-rá y dirá: «Esto es ahora hueso de mishuesos y carne de mi carne». Aquelloque Adán dijo de Eva, es lo que laiglesia oirá del Señor Jesús. «Hue-so de mis huesos (ella tiene su reali-dad interior) y carne de mi carne» (suexpresión exterior).

El primogénito de toda creación«…el primogénito de toda crea-

ción». En el texto citado al princi-pio, es mencionada dos veces lapalabra primogénito. Esta es la glo-ria de Cristo, «el primogénito de todacreación» (v. 15), y «el primogénito deentre los muertos» (v. 18). La pala-bra primogénito está interpretada enSalmos 89:27, diciendo, con respec-to a David: «Yo también le pondré porprimogénito, el más excelso de los re-yes de la tierra». Primogénito signifi-ca el más elevado. El Señor Jesúses «el primogénito de toda creación»,no porque él haya sido creado. Élno fue creado, sino engendradoesencialmente en la Trinidad. Dioses eterno. El Padre es eterno, el Hijoes eterno.

El «primogénito de toda creación»,significa que el Señor Jesús es másalto que toda la creación. Losversículos que siguen nos ayudana entender cómo él es «el primogé-nito de toda creación». El versículo16 empieza con la palabra: «Por-que…», que explica el hecho de ser

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el más excelso de toda creación.Aquí, la preposición «porque» esmuy importante.

«Porque en él fueron creadas todaslas cosas». Cristo Jesús, el Verbo, elHijo de Dios, es la esfera de la crea-ción. «En él fueron creadas…». Estosignifica que, si el Señor Jesús pu-diese sufrir alguna mudanza, algu-na variación, si en él hubiese peca-do, injusticia o mancha, toda lacreación se desintegraría.

«Todo fue creado por medio de él».Él es el medio, el vehículo. Juandice: «Y sin él nada de lo que ha sidohecho, fue hecho» (1:3). El Señor Je-sús es el agente de la creación deDios; en otras palabras, él es elCreador.

Reconciliación y regeneraciónEn la crucifixión, los evangelis-

tas registran que, al mediodía,hubo tinieblas sobre la faz de la tie-rra. Cuando el Señor Jesús murió,los montes temblaron. ¿Por qué?Porque allí en la cruz estaba suCreador, Dios hecho carne. Enton-ces, cuando él murió, la creación semanifestó, porque el propio Crea-dor estaba entregándose, asumien-do el lugar de una criatura; sin de-jar de ser Dios, pero asumiendouna naturaleza humana. ¿Paraqué? Para traer a toda criatura a lareconciliación.

Todas las cosas, en los cielos, enla tierra y debajo de la tierra, fue-ron reconciliadas con Dios por la

sangre de Jesús. Esto quiere decirque, por causa de su muerte, enestos tres niveles, toda rodilla sedoblará y todos confesarán que Je-sucristo es el Señor. Por medio dela sangre de su cruz, él reconcilióconsigo mismo todas las cosas.

Sin embargo, nosotros fuimosmás que reconciliados – fuimosregenerados, recibimos la natura-leza de Dios en nosotros. Aun losdemonios se postrarán y confesa-rán que Jesucristo es el Señor; perono serán regenerados. Nosotros yafuimos regenerados, y participa-mos de la naturaleza divina.

El propósito de Dios en el hombreHay un versículo muy intere-

sante en Zacarías 12:1, que nosmuestra cuatro esferas. «Profecía dela palabra de Jehová acerca de Israel.Jehová, que extiende los cielos y fundala tierra, y forma el espíritu del hom-bre dentro de él». La primera esferaes la Palabra (el Señor); la segundason los cielos; la tercera, la tierra, yla cuarta, el espíritu del hombre.

Este versículo es maravilloso.Delante de la majestuosidad de loscielos, ¿qué es el espíritu del hom-bre? «¿Qué es el hombre, para que ten-gas de él memoria, y el hijo del hom-bre, para que lo visites?» (Sal. 8:4). Estan pequeño delante del Señor queextendió los cielos y fundó la tie-rra. ¿Y qué es la tierra delante deeste universo? Solo un granito dearena. Pero el Señor fundó la tie-

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16 AGUAS VIVAS

rra y aquí colocó al hombre, y alespíritu del hombre dentro de él.

¿Cuál es el propósito de Dios enesto? Formar al hombre, y ponerdentro de él el espíritu del hombre,para que Dios, que es Espíritu,pudiese habitar en el espíritu delhombre. Este es un ítem central enel propósito de Dios al extender loscielos y fundar la tierra.

El propósito de Dios no está enlos cielos, ni en la tierra, sino en elhombre. En el propósito de Dios,nosotros seríamos elevados paracompartir, con el Hijo, su gloria,sus virtudes y aun su trono. Loscielos y la tierra fueron fundadoscon este propósito. No hay propó-sito en los cielos ni en la tierra, nien la vida, si este propósito de Dioscon el hombre no es cumplido.

Poder integradorRegenerarnos, santificarnos,

transformarnos y conformarnos aimagen de su Hijo, tal es el signifi-cado de la frase: «todo fue creado pormedio de él… y para él». Esta últimaparte significa que él es la razón delo creado. «En él (él es la esfera), pormedio de él (él es el vehículo, el pro-pio Creador) y para él» (él es el pro-pósito, él es el fin, él es la razón).

«Y él es antes de todas las cosas, ytodas las cosas en él subsisten» (v. 17),para que Cristo no sea confundidocon la creación. La palabra tradu-cida como subsisten, en el original,es muy especial. Significa que, enél, todas las cosas se mantienenvinculadas, cohesionadas. Es a cau-sa del poder integrador de la ple-nitud de Cristo que todas las cosasson como son y no se desintegran,porque todo subsiste en él. Aun larebelión del diablo y sus demoniosestá bajo el gobierno del Señor,porque todo subsiste en él. Satanásno es un ser autónomo; él está bajorestricción, bajo autoridad, porquehay un solo Señor, en el cual todosubsiste.

Primogénito de entre los muertosLuego, el apóstol introduce de

nuevo la palabra «primogénito», di-ciendo que Cristo es «el primogéni-to de entre los muertos». ¡Qué mara-villoso! Vamos a entender esto des-de otro ángulo.

«El primogénito de toda creación»significa que el Señor Jesús es lacabeza de toda creación, y «el pri-mogénito de entre los muertos» sig-nifica que él es la cabeza de unanueva creación, porque la muerte

Hablar acerca de la cruz es fácil; pero andar este caminoes nuestra respuesta voluntaria a los planes del Señor.

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17AGUAS VIVAS

significa el fin. «La paga del pecadoes muerte» (Rom. 6:23). CuandoAquel que no tuvo pecado entró enel seno de la muerte, ésta no lopudo retener, porque no tenía de-rechos sobre él.

El día en que el Señor Jesúsmurió fue el día de la muerte de lamuerte. Por eso, Pablo señala queel Salvador «sacó a luz la vida y lainmortalidad». Hebreos capítulo 2dice que él destruyó a la muerte.Entonces, «el primogénito de entre losmuertos» hace del Señor Jesús lacabeza de una nueva creación.

Como cabeza de toda creación,él creó todas las cosas; todo es pormedio de él y en él, todo subsisteen él. Pero, ¿qué significa la cabe-za de una nueva creación? 2ª Cor.5:17 dice: «De modo que si alguno estáen Cristo, nueva criatura es». Nuevacreación en Cristo. Porque él es «elprimogénito de entre los muertos»,Jesucristo se torna la cabeza de estanueva creación. Solo que esta nue-va creación es más que el Señor Je-sús – es el Señor Jesús como Cabe-za, y un cuerpo de muchos miem-bros, unidos orgánicamente.

Primogénito entre muchos herma-nos

El Señor había muerto como elUnigénito, el único grano de trigode Dios; pero no resucitó comoUnigénito, sino como «el primogé-nito entre muchos hermanos». En losdías de su carne, él enfrentó a la

muerte más de una vez, antes queél mismo entrase en la muerte.

Recordemos el maravilloso pa-saje de la resurrección de Lázaro.El Señor Jesús llegó a aquel lugardonde había muchos sepulcros. Suamigo había muerto. Entonces, porla voluntad del Padre, él obró unaseñal, para que quedase claro queél es la resurrección y la vida. Je-sús dijo: «Quitad la piedra». Y lue-go, vean, él no dijo: «¡Salid fuera!»,pues si hubiese hablado así, todoslos muertos habrían salido. «Losmuertos oirán la voz del Hijo de Dios;y los que la oyeren vivirán» (Jn. 5:25).En cambio, él dijo: «¡Lázaro, ven fue-ra!», porque, en aquel momento,solo Lázaro debía salir.

Jesús es la resurrección. Este es«el primogénito de entre los muertos»;él murió solo, mas resucitó acom-pañado, como «el primogénito entremuchos hermanos», cabeza de unanueva creación. Por eso, Pablo usade nuevo la palabra primogénito –«el primogénito de entre los muertos».

La Biblia ve a este mundo comouna gran urna, cuya cubierta na-die podía romper. Cuando el Señorresucitó, él fue el primer hombreque rompió esa caja de muerte yfue más allá de ella. Como hom-bre, él se sentó a la diestra de lamajestad en las alturas, y fue cons-tituido sumo sacerdote, no por unaley de mandamiento carnal, sino«según el poder de una vida indestruc-tible» (Heb. 7:16).

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Cristo, cabeza del cuerpo que esla iglesia

«…y él es la cabeza del cuerpo quees la iglesia» (v. 18). El versículo 15dice: «…de toda creación». Vean elcontraste. Ahora, «de la iglesia».Aquí hay contrapuestas dos crea-ciones. La primera, la creación na-tural, y la segunda, una creaciónespiritual, una nueva creación enCristo, permanente. La primeracreación es sombra. Hebreos 1 diceque los cielos y tierra que ahoraexisten serán envueltos como unvestido viejo, y entonces surge unanueva creación, un nuevo cielo yuna nueva tierra. ¡Gracias al Señorpor su victoria!

Las aflicciones para edificaciónDespués de este trasfondo de

las glorias del Señor Jesús comocabeza de la nueva creación, Pabloentra en un asunto consecuente conello. En el versículo 24, él dice:«Ahora me gozo en lo que padezco…».Alguien podría decir: «Pablo, elasunto iba tan bien, estabas mos-trando las glorias de Cristo, y aho-ra nos estás hablando sobre el su-frimiento…».

«Ahora me gozo en lo que padezcopor vosotros…». Esto significa queesta nueva creación, ya hecha y es-tablecida en Cristo, no tendrá unarevelación y una expresión auto-mática. Es necesario que se cum-pla un proceso, que acontezca algoen nosotros aquí y ahora. Para que

ocurra esta revelación de la gloriadel Hijo de Dios, «toda la creacióngime a una, y a una está con doloresde parto hasta ahora», aguardando«la libertad gloriosa de los hijos deDios» (Rom. 8:21-22). Algo tieneque ocurrir con nosotros, y este esel asunto a partir del versículo 24,en relación con «las aflicciones deCristo».

Sabemos que las aflicciones deCristo para redención ya fueroncumplidas por Cristo mismo. Na-die podría participar de eso. Aquellagar lo pisó el Señor solo; nadiemás era digno de hacerlo. Nadiepodría soportar la ira de Dios, sinosolo el Señor Jesús. Estas son lasaflicciones de Cristo para reden-ción.

Pero no es de esto que Pabloestá hablando aquí, porque no se-ría correcto decir que él cumple lasaflicciones de Cristo para reden-ción. Pablo es un pecador redimi-do. Las aflicciones que él está di-ciendo que cumple no son las aflic-ciones de Cristo para redención,sino las aflicciones de Cristo en loque se refiere a la edificación. Estoes muy importante.

Participando de Sus afliccionesEn cuanto a las aflicciones de

Cristo para edificación, él llama acolaboradores para participar enellas. Esto es muy serio. Esto es loque nosotros debemos experimen-tar ahora: participar de las afliccio-

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19AGUAS VIVAS

nes de Cristo en nuestra carne, afavor de su Cuerpo, para que éstesea edificado, para que los hijos deDios sean llevados a la madurez.

Sabemos esto porque, al final deeste texto, en los versículos 28 y 29,Pablo dice que él se esfuerza, sefatiga, sufre, para «presentar perfectoen Cristo Jesús a todo hombre». «Per-fecto» significa un hombre comple-to, adulto, maduro, no un bebé.

«El Espíritu mismo da testimonioa nuestro espíritu, de que somos hijosde Dios» (Rom. 8:16). La palabrahijos, aquí, es teknós, niños de pe-cho. El Señor ama a sus bebés; peroél no desea que permanezcan enesa condición. Un bebé requierecuidados permanentes. En la vidade la iglesia, hay hermanos quesiempre necesitan ser cuidados, aveces por años. El tiempo pasa,pero ellos no crecen. ¡Qué extrañoes esto! El cabello está blanco, lapiel está arrugada, pero el bebé si-gue dando trabajo a todos, sinavanzar. Pablo se esfuerza y sufre,para presentar a todo hombre ma-duro, perfecto, completo, en Cris-to.

El segundo rasgo de un bebé esconsecuencia del primero. Un bebéen Cristo no asume responsabili-dad por otras vidas, pues él no sabecuidar ni de sí mismo. No puedeasumir responsabilidades, no pue-de aconsejar, amonestar, exhortar,cuidar, porque solo piensa en símismo. Pablo trabajaba para queotros fuesen adultos, maduros. Ta-les son «las aflicciones de Cristo… enmi carne».

El camino de la cruzNosotros somos colaboradores

de Dios; él nos llamó para eso. En-tonces, necesitamos experimentarlas aflicciones de Cristo. Esto sig-nifica el camino de la cruz, la úni-ca vía para la edificación de la igle-sia.

Veamos esto en figura. Recuer-den cuando los sacerdotes fuerona cruzar el Jordán. El Jordán es untipo de la muerte. Jordán significa«yendo hacia abajo, descendien-do». Así es el crecimiento espiri-tual. Cuando nosotros nos conver-timos a Cristo, todos creíamos va-ler un 10. En su tiempo, eso era algonecesario. ¡Qué dádiva nos dio elSeñor cuando nos compró! Tenía-mos un concepto muy alto de no-sotros mismos; pero, entonces, elEspíritu Santo, usando la cruz, nosva reduciendo. El crecimiento es-piritual va de 10 a cero. «Es necesa-rio que él crezca, pero que yo mengüe»(Jn. 3:30).

La cruz no es el sufrimiento,sino nuestra respuesta

a aquel sufrimiento.

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20 AGUAS VIVAS

Cuando el pueblo llegó a orillasdel Jordán, el arca se adelantó. Elarca es figura de Cristo; en los hom-bros de los sacerdotes, es la prima-cía de Cristo. Los sacerdotes fue-ron al frente y, tocaron las aguasdel Jordán, que estaban desbordán-dose. Había épocas en que el ríopodía ser fácilmente cruzado a pie.Pero el Señor no llevó a su puebloal Jordán en ese tiempo, sino en lacrecida del río.

Dios dijo a Josué: «Yo os he en-tregado todo lugar que pisare la plan-ta de vuestro pie» (Jos. 1:3). Enton-ces, cuando los sacerdotes tocaroncon la planta de su pie las aguasdel Jordán, éstas se abrieron. Ellasdebían abrirse por la fe. «El justopor la fe vivirá» (Gál. 3:11). Después,ellos entraron con el arca sobre loshombros, se pararon sobre el lechodel Jordán y allí permanecieronhasta que todo el pueblo pasó.Cuando el pueblo pasó, entonceslos sacerdotes salieron del Jordán.

¿Cuál es la lección que el Señorquiere enseñarnos aquí? «Porquenosotros que vivimos, siempre estamosentregados a muerte por causa de Je-sús, para que también la vida de Jesússe manifieste en nuestra carne mortal.De manera que la muerte actúa ennosotros, y en vosotros la vida» (2ªCor. 4:11-12).

Esta es una clara interpretacióndel paso del Jordán. Los sacerdo-tes permanecieron en el fondo delrío, porque en ellos operó la muer-

te, y todo el pueblo pasó y entró enla herencia.

Disponiendo el corazónCuando pensamos en la edifi-

cación de la iglesia, aquí hay unapregunta fundamental. Si desea-mos la edificación de la iglesia,¿cuántos de nosotros vamos a mo-rir? Porque en nosotros actúa lamuerte para que en otros opere lavida. No hay otro camino para quela vida fluya si en la asamblea nohay hermanos que se dispongan aparticipar de las aflicciones deCristo, para que la cruz trabaje ennuestras vidas.

Hablar acerca de la cruz es muyfácil; pero andar este camino esnuestra respuesta voluntaria a losplanes del Señor, a los arreglos delas circunstancias, de la providen-cia de Dios. El sufrimiento no escruz, porque éste viene sobre no-sotros sin que lo pidamos. No ne-cesito orar a Dios: «Dame sufri-mientos». En cada momento, eldolor viene sobre nosotros, peroesto no es la cruz.

Cuanto más sufrimos, podemosvolvernos peores, más amargos,más egocéntricos. La cruz no essufrimiento, sino nuestra respues-ta al sufrimiento. Cuando estamospasando por el dolor, si oramos:«Señor, he recibido esto de tusmanos», y añadimos: «Habla, Se-ñor, que tu siervo oye», eso es lacruz.

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21AGUAS VIVAS

Job no fue transformado por elsufrimiento. Cuanto más sufría,más se quejaba de Dios. Pero, cuan-do el Señor habló con él a travésde Eliú y de aquel torbellino, en-tonces, los sufrimientos más la pa-labra de Dios, lo quebrantaron. Lossufrimientos y la palabra de Diosson el camino de la cruz.

Un aprendizaje necesarioCuando el Señor ordena las cir-

cunstancias, necesitamos aprendera doblegarnos y besar la mano quetrata con nosotros; pero nuestraactitud en general no es de humi-llarnos, ponernos en sus manos,diciendo: «Habla, Señor, que tusiervo oye; trabaja en mi vida».

«Pasamos por el fuego y por elagua, y nos sacaste a abundancia»(Sal. 66:12). Esas son las afliccionesde Cristo. Nunca llegaremos a lu-gar espacioso sin pasar por el fue-go y por el agua. El Señor nos ayu-de a ver esto con claridad.

«Ahora me gozo en lo que padezcopor vosotros, y cumplo en mi carne loque falta de las aflicciones de Cristopor su cuerpo, que es la iglesia». Noson las aflicciones de Cristo porPablo. Son las aflicciones de Cristoen él, para la edificación de la igle-sia, porque en algunos opera lamuerte, pero en otros la vida, «lle-vando en el cuerpo siempre por todaspartes la muerte de Jesús, para quetambién la vida de Jesús se manifiesteen nuestros cuerpos» (2ª Cor. 4:10).

«Las aflicciones de Cristo… en micarne». ¡Qué gran expresión! Es eltrabajo de la cruz, el arreglo de lascircunstancias y el trabajo de laPalabra.

No es el azar; es la providenciade Dios, ordenando circunstanciasdidácticas. Él nos dio a nuestrasesposas, a nuestros hijos, a nues-tros hermanos, nos dio todo unambiente para trabajar en nuestrasvidas. Pero esto no será algo auto-mático, sino que depende de nues-tra respuesta. Si nos doblegamos,entonces él obrará en nosotros;pero si nos resistimos, nada nosaprovechará.

Lo mismo ocurre con relación ala palabra de Dios. La acción de lapalabra de Dios en nosotros no esautomática. Ella necesita ser aco-gida. Necesitamos obedecerla, ne-cesitamos decir Sí a aquello que elSeñor nos ha revelado, recibir conmansedumbre la palabra implan-tada, la cual puede salvar nuestrasalmas (Stgo. 1:21). Eso es llevar ennosotros la muerte de Jesús.

Visión de sí mismoHermanos, aun en el servicio a

Dios, hay mucha carne en acción –carne que alaba, carne que sirve,carne que predica. Filipenses 3:3dice: «Porque nosotros somos la cir-cuncisión, los que en espíritu servimosa Dios y nos gloriamos en Cristo Je-sús, no teniendo confianza en la car-ne». ¡Qué importante es esto! Para

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22 AGUAS VIVAS

poder adorar a Dios en espíritu ygloriarnos en Cristo, necesitamosconocer la carne.

¿Y quiénes somos nosotros? Enlos cinco primeros capítulos del li-bro de Isaías, el profeta tenía un«¡Ay!» para todo el pueblo. Era lavisión sobre Judá y Jerusalén. «¡Ayde ti!». Pero, en el capítulo 6, aque-llo cambia. «En el año que murió elrey Uzías vi yo al Señor» (Is. 6:1).Ahora no es una visión para Judáni para Jerusalén, sino una visiónde sí mismo.

«Vi yo al Señor… Entonces dije:¡Ay de mí!». Ya no es «¡Ay de ti!»,sino «¡Ay de mí!». La traducción enespañol dice: «¡Ay de mí, que soymuerto!». Pero la expresión origi-nal es más fuerte: «¡Ay de mí, quesoy un hombre digno de muerte!».Isaías, un profeta de Dios, ahoravio quién era él – un hombre dig-no de muerte.

Esto no es algo superficial. Esfácil decir: «Señor, yo soy el mayorpecador, soy un miserable», perola realidad espiritual es muy dife-rente, porque, cuando hemos vis-to al Señor, las marcas de la visiónde Cristo son evidentes en nuestravida. Pablo dice: «Nadie me causemolestias, porque yo traigo en mi cuer-po las marcas del Señor Jesús» (Gál.6:17). ¿Qué marcas eran éstas? Elcamino de la cruz. «Ya no vivo yo,mas vive Cristo en mí» (Gál. 2:20).

¿Cuántos de nosotros queremosmorir? Es voluntario. Podemos

decir: «No, yo no soporto esto, yono quiero morir»; pero, si nos ofre-cemos al Señor, las circunstanciasy la Palabra harán su obra, y el re-sultado serán colaboradores deDios que presentarán a todo hom-bre perfecto en Cristo.

Dolores de partoLas aflicciones de Cristo, cita-

das en Colosenses, son llamadas deotra forma en Gálatas 4:19, y sonexactamente la misma cosa. «Hiji-tos míos, por quienes vuelvo a sufrirdolores de parto, hasta que Cristo seaformado en vosotros».

¡Qué hermosa figura usa Pablo!Siendo un hombre, ¿qué sabía él delos dolores de parto? Él se ve comouna mujer en trance de parto.Aquello es tan doloroso; pero,cuando el niño nace, la madre seolvida del dolor, por causa deaquella alegría.

Eso es lo que Pablo quería de-cir con los dolores de parto. «Hiji-tos míos –mis bebés– por quienesvuelvo a sufrir dolores de parto, hastaque –un proceso– Cristo sea formadoen vosotros». ¿Cuál es el caminopara que Cristo sea plenamenteformado en nosotros? Experimen-tar las aflicciones de Cristo, la cruz,en nosotros, real, profunda, verda-deramente actuando.

«(Cristo) a quien anunciamos,amonestando a todo hombre…». Pa-blo tenía tal claridad de este pro-pósito de Dios de formar a Cristo

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23AGUAS VIVAS

en nosotros, que él usa la expresión«amonestando (advirtiendo) a todohombre». Esa palabra, en la lenguaoriginal, significa tomar a alguiendel cuello, sacudiéndolo, para quevea el error de su conducta.

Eso es amonestar; es más fuer-te que exhortar. Pablo dice que élhacía esto todos los días. Ese es ellado negativo. Entonces, él lo equi-para con el lado positivo: «…ense-ñando a todo hombre…». ¡Qué ma-ravilloso! Amonestar y enseñar,como nosotros hacemos con nues-tros hijos. Pablo hacía eso con «todohombre», para presentar a todohombre perfecto, maduro, capazde asumir responsabilidades porotros. ¿Por qué? Porque ha experi-mentado el camino de la cruz.

Versículo 29: «…para lo cual tam-bién trabajo, luchando según la poten-cia de él, la cual actúa poderosamenteen mí». Necesitamos sondear estoprofundamente. No hay ningunaotra meta en la obra de Dios queno sea ésta. «amonestando y enseñan-do… para presentar perfecto en Cris-to Jesús a todo hombre». Es para estoque Pablo se fatiga, esforzándose.

¡Cuánta necesidad hay en laobra de Dios! Todos nosotros so-

mos colaboradores, «luchando se-gún la potencia de él, la cual actúapoderosamente en mí». Aquí hay unequilibrio divino. Mi esfuerzo, y elpoder de Dios. Pablo no se cruza-ba de brazos diciendo: «Estoy es-perando en Dios».

A veces, necesitamos esperar enDios; pero, cuando él nos da su luz,nos esforzaremos en aquello que élnos ha mostrado. Su potencia tie-ne que obrar poderosamente ennosotros. Tal es el equilibrio entreel esfuerzo y la gracia soberana deDios, que viene a habilitar nuestroesfuerzo.

Que el Señor nos ayude a veresto con claridad. Necesitamos in-teresarnos unos por otros, cuidar-nos unos a otros, amarnos y exhor-tarnos unos a otros, «estimularnosal amor y a las buenas obras». El sen-tido de la palabra «estimular» alu-de a aquel aguijón que se usa parapinchar al ganado. Tenemos quetomar el aguijón de la verdad, enamor, para incentivar a nuestroshermanos a avanzar.

¡Gracias al Señor! Así es glorifi-cada la Cabeza.

Mensaje impartido en Iquique, Chile,en noviembre de 2012.

La predicación no es ni más ni menos que la preparación del únicosacrificio que puede ofrecerse a Dios, el corazón contrito y humillado, por símismo, por su pueblo, por el mundo. De ahí que la predicación del evangeliosea un acto de adoración.

Raymond Calkins, El Romance del Ministerio.

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24 AGUAS VIVAS

Lectura: Gálatas 3:1-7.

Rodrigo Abarca

La bendición más grande de Abraham es que él llegó a entender quela más grande de todas las promesas no era la tierra física, sino que suverdadera herencia era Dios mismo.

TEMA DE PORTADA

Abrahamy la vida en el Espíritu

El elemento esencial para lavida de llenura en el Espíri-tu es la fe. Pablo pregunta:

«¿Recibisteis el Espíritu por las obrasde la ley, o por el oír con fe? ¿Tan ne-cios sois? ¿Habiendo comenzado porel Espíritu, ahora vais a acabar por lacarne?». «…las obras de la ley», alu-den al esfuerzo del hombre porguardar los mandamientos deDios. Es decir, ¿van a usar los re-cursos de la carne para perfeccio-nar su vida cristiana?

Por supuesto, esta es una pre-gunta retórica. La respuesta implí-cita es que ellos no pueden volvera confiar en su carne. Si la regene-ración vino por medio de la fe, en-tonces también la madurez de lavida cristiana viene por el mismocamino – por el Espíritu, por me-dio de la fe.

Luego, Pablo introduce unejemplo de la vida del Espíritu:«Así Abraham creyó a Dios, y le fuecontado por justicia. Sabed, por tanto,que los que son de fe, éstos son hijos de

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Abraham» (v. 6). «…para que en Cris-to Jesús la bendición de Abraham al-canzase a los gentiles, a fin de que porla fe recibiésemos la promesa del Espí-ritu» (v. 14).

Abraham es el padre de todoslos creyentes, y todos los que so-mos de la fe somos hijos espiritua-les de Abraham. Su vida es unejemplo para todos aquellos que«siguen las pisadas de la fe que tuvonuestro padre Abraham» (Rom. 4:12).Antes de él, hubo otros creyentes,pero, estrictamente, en el sentidoevangélico, fue el primer hombrellamado de las tinieblas a la luz.

La promesa: el EspírituEspiritualmente, la vida de

Abraham es muy rica. Examinan-do su vida de fe, nosotros obtene-mos y entramos en esa vida delcumplimiento de la promesa. Lapromesa a Abraham fue una tierray una descendencia en esa tierra.

Pablo declara aquí que la ver-dad del cumplimiento de la prome-sa es el Espíritu. «…a fin de que porla fe recibiésemos la promesa del Espí-ritu». Es decir, el cumplimiento detodo lo que Dios prometió aAbraham, y la verdad del cumpli-miento de todas las promesas enel Antiguo Testamento es el derra-mamiento y la habitación del Es-píritu Santo. Por eso, él es llamado«el Espíritu Santo de la promesa».

Hechos 7:2-3 es un resumen decómo Abraham comenzó su cami-

no de fe, el camino de la vida llenadel Espíritu. «El Dios de la gloriaapareció a nuestro padre Abraham,estando en Mesopotamia, antes quemorase en Harán, y le dijo: Sal de tutierra y de tu parentela, y ven a la tie-rra que yo te mostraré».

Este es el mismo llamamientoque nosotros hemos recibido deDios. En el caso de Abraham, erauna tierra; pero esto tiene ahora unsignificado espiritual. «Sal de tu tie-rra y de tu parentela». Ur de loscaldeos era una tierra sumida enlas tinieblas, en la idolatría, era eldominio del pecado, de la muertey de Satanás. «Y él os dio vida a vo-sotros, cuando estabais muertos envuestros delitos y pecados, en los cua-les anduvisteis en otro tiempo, siguien-do la corriente de este mundo, confor-me al príncipe de la potestad del aire,el espíritu que ahora opera en los hijosde desobediencia» (Ef. 2:1-2).

Abraham estaba en Babilonia,que tipifica al mundo. La cabeza deBabilonia es Satanás (Isaías 14).Abraham estaba, como todos no-sotros, sin conocimiento de Dios,perdido, condenado, bajo el poderde la muerte, del pecado y de Sa-tanás. Pero vino entonces el llama-miento.

«El Dios de la gloria apareció aAbraham». Todo comenzó con unarevelación de la gloria de Dios. Esefue el comienzo de la fe deAbraham. La fe no surge en noso-tros naturalmente; es siempre la

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26 AGUAS VIVAS

respuesta a la revelación de Diosmismo. La fe que viene del conoci-miento de Dios es dada en formasobrenatural.

La fe, don sobrenaturalNuestra tentación es pensar que

la fe es una cualidad especial quealguien tiene, y que algunos tienenmás que otros. Pero no es así. ¿Porqué Abraham llegó a ser un hom-bre de fe? Porque el Dios de la glo-ria se le apareció. En esa revelacióninicial, se le otorgó una medida defe. Romanos 12:3 dice que cada unode nosotros, junto con la revela-ción, ha recibido una medida de fe.

«Porque Dios, que mandó que delas tinieblas resplandeciese la luz, esel que resplandeció en nuestros cora-zones, para iluminación del conoci-miento de la gloria de Dios en la faz deJesucristo» (2ª Cor. 4:6). Este es elpunto de partida de la vida cristia-na. Quien no tiene ese conocimien-to de primera mano, aún no ha ini-ciado su jornada. Abraham tuvouna visión de la gloria de Dios, unavisión que está más allá de lo quepodemos definir o comprender. Asícomenzó la jornada de Abraham.

Pero ahora Dios le dijo: «Sal detu tierra y de tu parentela, y ven a latierra que yo te mostraré». En Géne-sis 12 tenemos el mismo relato:«Pero Jehová había dicho a Abram:Vete de tu tierra y de tu parentela, yde la casa de tu padre, a la tierra que temostraré». Cuando el Dios de glo-

ria apareció en nuestras vidas, estemismo llamamiento de Abrahamvino a nosotros.

«Vete de tu tierra y de tu parente-la, y de la casa de tu padre». El padrede Abraham era Taré. Pero, hablan-do estrictamente, el llamamiento asalir de su parentela se refiere a lageneración humana completa, quelleva a Abraham y a cada uno denosotros hasta el primer hombre –Adán. Todos nosotros estamos in-cluidos en Adán, y, según la Escri-tura, «en Adán todos mueren». Todosllegamos a ser pecadores en Adán,y, en él, fuimos separados, destitui-dos de la gloria de Dios.

Salir de AdánTodos somos de la misma na-

turaleza de Adán; por tal razón,estamos bajo el poder de las tinie-blas, muertos en delitos y pecados.Por tanto, el llamamiento de Dioscomienza con salir de esa primerahumanidad y venir ahora a unasegunda humanidad, que está enCristo. Salir de Adán, de todo loque recibimos de él, no solo la na-turaleza biológica, sino tambiéntodo el sistema de vida que eso sig-nifica.

«…a la tierra que te mostraré». Latierra prometida representa las ri-quezas insondables de Cristo. Elllamamiento ordena dejar todaaquella herencia de Adán y venira un nuevo punto de partida, paraechar raíces en un principio total-

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mente nuevo, que es Cristo, el nue-vo Hombre. Ese llamamiento go-bernará todos los tratos de Dioscon Abraham.

Abraham es llamado a entrar enla tierra y a tomar posesión de ella.En este llamamiento a salir de eseantiguo sistema de vida y venir aesta nueva realidad, la fe deAbraham tiene importancia funda-mental. Porque eso lo hizoAbraham por medio de la fe, comovemos en Hebreos 11.

«Por la fe Abraham, siendo llama-do, obedeció para salir al lugar quehabía de recibir como herencia; y saliósin saber a dónde iba» (Heb. 11:8). Élobedeció al llamamiento y fue a latierra que Dios le había de mostrar,aun sin saber cuál era esa tierra.Pero obedeció y salió; y la Palabradice que fue «por la fe».

Definiendo la fe¿Cómo podríamos definir la fe?

La fe es el elemento vital en nues-tra relación con Dios. Sin ella, nopodemos vivir una vida de unióncon Cristo y, por medio de él, conel Padre. Vamos a examinar prime-ro la naturaleza de la fe, esa fe quepermitió a Abraham introducirseen la tierra prometida, es decir, enesa vida de plenitud en Cristo.

Una traducción subjetiva«Es, pues, la fe la certeza de lo que

se espera, la convicción de lo que no seve» (Heb. 11:1). Este versículo, la-

mentablemente, ha hecho tropezara muchos cristianos, debido a unadeficiente traducción. En nuestraversión Reina-Valera 1960, con lacual muchos de nosotros hemoscrecido, la traducción nos lleva auna comprensión errada, porque elénfasis del traductor está en la fecomo algo subjetivo.

La fe, según esta traducción, esuna certeza, un estado subjetivo,un estado interior de nuestro ser.La fe, en este caso, sería un senti-miento de certeza o un sentimien-to de convicción respecto a lo queno se ve. Si eso es la fe, tenemosproblemas, porque en verdad esmuy difícil vivir con un permanen-te sentimiento de seguridad, decerteza y de convicción.

Ahora, ¿cuál es la traducciónobjetiva del versículo? La palabragriega traducida como certeza eshipóstasis, la misma que aparece alprincipio de Hebreos, cuando diceque el Hijo de Dios es «la imagenmisma de su sustancia». Vean cómofue traducida de una manera tandistinta en ambos casos.

¿Por qué tanta diferencia? Lapalabra griega hipóstasis significa«lo que está por debajo de una cosay la sustenta». Por eso, se traducetambién como fundamento. Es aque-llo que no se ve, pero que da reali-dad, sustenta, la existencia de algo.En otras palabras, es la esencia, lasustancia, de una cosa. La sustan-cia de una cosa no la vemos, pero

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28 AGUAS VIVAS

es lo que hace real aquello que estáallí. Eso es la hipóstasis.

El hecho objetivo de la feY aquí se nos dice que la fe es la

hipóstasis de lo que se espera. Enotras palabras, por la fe, nosotrosobtenemos la sustancia, el funda-mento firme, de aquello que espe-ramos. Es algo muy distinto. Elénfasis no está en lo que sentimossubjetivamente, sino en un hechoobjetivo. La fe nos da el hecho ob-jetivo, la sustancia, el fundamentocierto, de lo que esperamos. Por lafe, recibimos la sustancia. La dife-rencia es muy grande, porque la fese refiere a un hecho objetivo quenos es impartido.

«…la convicción de lo que no seve». Otra vez, la palabra convicciónhace referencia a lo que uno sientecon respecto a algo. Pero el énfasisaquí no es la convicción. La palabragriega significa evidencia. La tra-ducción correcta es: «la evidenciade lo que no se ve». Por la fe, tene-mos la evidencia, la prueba contun-dente, de lo que no se ve.

La fe no se apoya en el vacío.Siglos atrás, un filósofo cristiano,interpretando este versículo en estaversión, describió la fe como «unsalto en la oscuridad». «Tengo con-fianza, tengo certeza, pero no sé enqué, y salto en la oscuridad, no séhacia dónde». Pero no dice eso laEscritura.

La sustancia de la fe«El Dios de la gloria apareció a

Abraham». La sustancia de la fe yla evidencia de esa fe es Dios mis-mo. Es porque lo hemos visto, lohemos tocado, y él nos ha dado laevidencia en nuestro corazón. Asísurge la fe. La fe se apoya en Diosy en el conocimiento de Dios. Laesencia de la fe es Dios mismo. Esoes maravilloso. Y, porque lo cono-cemos y tenemos la evidencia deél dentro de nuestro ser, el Dios degloria resplandeció en nuestro co-razón, es que le creemos a él, a suPalabra. Es muy importante enten-der esto.

La fe se apoya en Dios. Nadamenos que él puede ser el objetode nuestra fe. Así comienza el ca-mino de la fe. Por eso, dice el ver-sículo 2: «Porque por ella alcanzaronbuen testimonio los antiguos». La

La sustancia de la fe y laevidencia de la fe es Dios

mismo. Es porque lo hemosvisto, lo hemos tocado, y él

nos ha dado la evidencia ennuestro corazón.

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medida de fe se relaciona con lamedida de evidencia que tenemosde la gloria de Dios, depende decuánto conocemos a Dios. Cuantomás le conocemos, mayor seránuestra fe. Ese es el gran secreto dela fe de Abraham.

Abraham no era una personaextraordinaria. Era como todosnosotros, pero él había visto; teníaevidencia. Él sabía lo que otros nosabían; había visto al Dios de lagloria, y eso explicaba su fe. Por esoobedeció, porque la garantía noestaba en la tierra. Dios no le mos-tró la tierra que le daría. No, la ga-rantía era Dios mismo.

Abraham le creyó a Dios. Elobjeto de la fe es Dios. Por la fe co-nocemos a Dios. La fe no tiene nadaque ver con los sentimientos. Aveces, sentimos su presencia; perola fe no es un estado subjetivo. Lafe es entendimiento, conocimiento,evidencia, y es la respuesta del co-razón a esa evidencia.

Riqueza insondableVeamos un pequeño principio

en la vida de Abraham, respecto deesa vida de plenitud en el Espíri-tu. Dios llamó a Abraham a viviren esta tierra que representa la ple-nitud de Cristo. Es por medio deuna vida llena del Espíritu que nosapropiamos de las riquezas inson-dables de Cristo, y es por medio delEspíritu que tales riquezas se con-vierten en nuestra experiencia.

«Vete de tu tierra y de tu parente-la, y de la casa de tu padre, a la tierraque te mostraré. Y haré de ti una na-ción grande, y te bendeciré, y engran-deceré tu nombre, y serás bendición.Bendeciré a los que te bendijeren, y alos que te maldijeren maldeciré; y se-rán benditas en ti todas las familias dela tierra» (Gén. 12:1-3).

Esta promesa de Dios aAbraham se desenvuelve a lo lar-go de todo el Antiguo Testamentoy alcanza su completa realizacióncon el Señor Jesucristo. La Escritu-ra dice que a Abraham y a su si-miente fueron hechas las prome-sas, y la simiente de Abraham esCristo. Todas las promesas de Diosa Abraham tienen su realización enCristo. Por medio de Cristo, la ben-dición de Abraham llegó hasta no-sotros.

«Y se fue Abram, como Jehová ledijo; y Lot fue con él» (v. 4). Esto esmuy importante. ¿Cuál es el ma-yor obstáculo para esa vida de feque Dios desea para todos noso-tros? ¿Por qué no todos viven esavida de plenitud? ¿Por qué es tandifícil, aparentemente, apropiarsede esas riquezas de Cristo?

La presencia del viejo hombre«Lot fue con él». Aquí tenemos

una luz muy grande de la Escritu-ra. Dios le había dicho a Abrahamque saliera de su tierra y de su pa-rentela. Él salió, pero se llevó conél a Lot, una parte de su parentela.

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30 AGUAS VIVAS

¿Qué significa eso en nuestra vidacristiana? Que, cuando somos uni-dos a Cristo por el Espíritu, nues-tra carne, ese conjunto de hábitos,costumbres y pensamientos, aúnviene con nosotros.

El viejo hombre, aunque fuecrucificado juntamente con Cristo,aún vive en nuestro cuerpo y ennuestra mente. Pero el propósito deDios es que dejemos atrás esa anti-gua vida, para que podamos deverdad disfrutar la vida de abun-dancia que él preparó para noso-tros en Cristo.

La labor del enemigo«Y era Abram de edad de setenta y

cinco años cuando salió de Harán.Tomó, pues, Abram a Sarai su mujer,y a Lot hijo de su hermano, y todossus bienes que habían ganado y laspersonas que habían adquirido en Ha-rán, y salieron para ir a tierra deCanaán; y a tierra de Canaán llega-ron. Y pasó Abram por aquella tierrahasta el lugar de Siquem, hasta elencino de More; y el cananeo estabaentonces en la tierra» (v. 4-6).

Presten atención a este segun-do elemento: «…y el cananeo estabaentonces en la tierra». Dos grandesobstáculos se levantan contra esavida de plenitud en la tierra pro-metida. El primero es Lot, que vie-ne pegado con Abraham desde elpasado; y el segundo, el cananeo.¿Qué representa el cananeo?Efesios 6:12: «Porque no tenemos lu-

cha contra sangre y carne, sino contraprincipados, contra potestades, contralos gobernadores de las tinieblas de estesiglo, contra huestes espirituales demaldad en las regiones celestes».

«…y juntamente con él nos resu-citó, y asimismo nos hizo sentar en loslugares celestiales con Cristo Jesús».En esos lugares celestiales, tene-mos lucha. Satanás y sus huestesintentarán apartarnos, para estor-bar, para sofocar, si fuera posible,esa vida que tenemos en Cristo. Enesa misma tierra, en esa vida nue-va, está el cananeo para oponerse.

La permanente contienda entre elEspíritu y la carne

Ahora, si queremos venir a esavida de plenitud en Cristo, tene-mos que separarnos de Lot. Es Lot,nuestra carne, lo que impide esavida plena. «Porque el deseo de lacarne es contra el Espíritu, y el delEspíritu es contra la carne; y éstos seoponen entre sí, para que no hagáis loque quisiereis» (Gál. 5:17).

No hay arreglo posible entre lacarne y el Espíritu. Si vivimos parala carne, entonces el Espíritu no tie-ne lugar. Es excluyente: o la carne,o el Espíritu; pero no es posibleservir a ambos a la vez. Si servi-mos al Espíritu, él hace morir lasobras de la carne. Esa fue la granlección que tuvo que aprenderAbraham.

«Subió, pues, Abram de Egiptohacia el Neguev, él y su mujer, con todo

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31AGUAS VIVAS

lo que tenía, y con él Lot» (Gén. 13:1).En el capítulo 12, se registra queAbraham descendió a Egipto.Egipto es el mundo con todos susrecursos. Abraham dejó esa vida defe y descendió a Egipto, porque Lotandaba con él. Si andamos la car-ne, ella nos llevará siempre fuerade la vida de plenitud en Cristo.Cuando Abraham volvió de Egip-to, todavía Lot estaba con él. Perono podía seguir así para siempre.

«Y Abram era riquísimo en gana-do, en plata y en oro» (13:2). En Cris-to tenemos todo lo que necesita-mos. «Y volvió por sus jornadas... has-ta el lugar donde había estado antessu tienda entre Bet-el y Hai, al lugardel altar que había hecho allí antes…».Al llegar a la tierra prometida, loprimero que Abraham hizo fue edi-ficar un altar. El altar señala unavida de consagración, de abando-no en las manos de Dios. Cuandoél vuelve de Egipto, reedifica el al-tar, regresa al punto en el cual ha-bía caído.

Persistencia de la carne«También Lot, que andaba con

Abram, tenía ovejas, vacas y tiendas»

(v. 5). No hay nada más insistenteque nuestra carne. La carne, decíaun escritor, puede crecer y desarro-llarse aun alrededor del altar deDios. Pero ella nos puede traer laruina. ¿Por qué esa tentación per-manente de volver a confiar en lacarne y depender de ella? Porquela carne está llena de recursos, yestá a la mano. Eso le aconteció aAbraham.

«Hubo entonces hambre en la tie-rra» (12:10). Aquello era para pro-bar la fe. La vida en los lugares ce-lestiales nos lleva a una dependen-cia más profunda de Dios. Pero,cuando parece que él no responde,echamos mano a la carne. Y la car-ne le dijo a Abraham: «En Egiptohay comida», y él descendió allá.Cuando se ha vivido toda una vidaconfiando en los recursos de la car-ne, es fácil volver a apelar a ella.

El versículo 6 es casi una trans-cripción del pasaje de Gálatas, don-de dice que la carne y el Espírituse oponen entre sí: «Y la tierra noera suficiente para que habitasen jun-tos, pues sus posesiones eran muchas,y no podían morar en un mismo lu-gar». Versículo 7: «Y hubo contienda

Llegó un momento en la vida de Abraham en que él se diocuenta que, si Lot seguía con él, su vida con el Señor

estaba arruinada.

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entre los pastores del ganado de Abramy los pastores del ganado de Lot; y elcananeo y el ferezeo habitaban enton-ces en la tierra».

El cananeo y el ferezeo estabanallí. Satanás estaba allí. Y la acciónde Satanás sobre nuestra vida espor medio de la carne. Si alguienhalaga a su carne, la consiente, laprotege y la justifica, tiene que sa-ber una cosa: un día, esa carne lohará sufrir, porque hay huestes es-pirituales de maldad determinadasa destruir su vida en Cristo. Y labase de apoyo de ellos es la carne.

La carne carece de valor para Dios«Entonces Abram dijo a Lot: No

haya ahora altercado entre nosotrosdos, entre mis pastores y los tuyos,porque somos hermanos. ¿No está todala tierra delante de ti? Yo te ruego quete apartes de mí. Si fueres a la manoizquierda, yo iré a la derecha; y si tú ala derecha, yo iré a la izquierda» (v. 8-9). Abraham tomó una decisiónradical – no dar más lugar a su car-ne. Abraham amaba a Lot; pero lle-gó un momento en su vida en quese dio cuenta que, si Lot seguía conél, su vida con el Señor estabaarruinada.

Solo hay una manera de tratarcon este problema. Nuestra carnefue crucificada juntamente conCristo. Observen esto con atención– la carne no tiene ningún valorpara Dios. «Yo sé que en mí, esto es,en mi carne, no mora el bien» (Rom.

7:18). No hay nada en ella que pue-da agradar a Dios. Dios, simple-mente, ha tomado nuestra carne yla ha crucificado definitivamenteen Cristo.

Aceptando el veredicto de DiosDios desechó la carne para

siempre, y nosotros tenemos queaceptar el veredicto de Dios sobreella. Si entendemos y aceptamoseste veredicto, en un acto de fe yde obediencia, entonces tomare-mos la determinación de no tenernada que ver con la carne. Eso eslo que hizo Abraham. «Si fueres ala mano izquierda, yo iré a la derecha»,es decir, voy a poner una distanciainseparable entre tú y yo.

El Señor Jesús dijo: «Por tanto,si tu ojo derecho te es ocasión de caer,sácalo, y échalo de ti» (Mat. 5:29).¿Qué cosa puede ser más impor-tante para alguien que su ojo dere-cho, su mano o su pie derecho?Imaginen lo que sería su vida sinalguno de estos miembros. Pero elSeñor dice: «…pues mejor te es quese pierda uno de tus miembros, y noque todo tu cuerpo sea echado al in-fierno». Así debemos tratar connuestra carne, aceptando el vere-dicto de Dios sobre ella, y obrar conella según ese veredicto. Eso fue loque hizo Abraham.

La estrecha visión de Lot«Y alzó Lot sus ojos, y vio toda la

llanura del Jordán, que toda ella era

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33AGUAS VIVAS

de riego, como el huerto de Jehová,como la tierra de Egipto en la direc-ción de Zoar, antes que destruyeseJehová a Sodoma y a Gomorra» (v. 10).Lot tipifica aquí a un creyente car-nal, una persona regenerada, peroque vive para su carne.

Veamos la figura mostradaaquí. La tierra de Israel es una pen-diente que va desde las alturas delGolán y desciende a lo largo delJordán hasta llegar a una depresióna 400 metros bajo el nivel del mar,la llanura del Jordán, el lugar másbajo. Y allí, en el extremo sur, esta-ban las ciudades de Sodoma yGomorra.

Abraham miró desde la altura– los lugares celestiales. Y Lot viocuán atractiva era la tierra, cuán-tas posibilidades, cuántos benefi-cios ofrecía. Pero Abraham veía loque los ojos físicos no ven y tocabalo que los sentidos no tocan. Él veíaal Dios de la gloria, en tanto los ojosde Lot solo veían lo que estaba de-lante de él, lo externo, lo aparente.

Lot no pensó en Abraham, sinoque escogió de inmediato lo mejorpara sí mismo. Así es la carne.«Aquí podré prosperar». No eranada pecaminoso; no había peca-do allí, no inmediatamente. Pero lacarne, siempre, al final, nos lleva-rá al pecado y a la muerte.

«…y se fue Lot hacia el oriente, yse apartaron el uno del otro. Abramacampó en la tierra de Canaán, en tan-to que Lot habitó en las ciudades de la

llanura, y fue poniendo sus tiendashasta Sodoma» (v. 11-12). Abrahampermaneció en la tierra donde Dioslo puso, y Lot llegó a establecerseen Sodoma.

«Mas los hombres de Sodoma eranmalos y pecadores contra Jehová engran manera» (v. 13). Esa fue la tra-gedia de Lot, porque él siguió losdictados de su carne. «Porque el quesiembra para su carne, de la carne se-gará corrupción; mas el que siembrapara el Espíritu, del Espíritu segarávida eterna» (Gál. 6:8).

Dos caminosAhí tenemos los dos caminos.

Abraham sembró para el Espíritu,y cosechó vida eterna; Lot sembrópara su carne, y cosechó destruc-ción. Un día, Lot vio tras de sí unrastro de muerte, y su vida se con-virtió, no solo para él, sino para sudescendencia, en una fuente demaldición. Así es la carne.

Una vez que la carne fue juzga-da y fue puesta a un lado, «Jehovádijo a Abram, después que Lot se apar-tó de él: Alza ahora tus ojos, y miradesde el lugar donde estás hacia el nor-te y el sur, y al oriente y al occidente.Porque toda la tierra que ves, la daré ati y a tu descendencia para siempre»(v. 14-15). Esta promesa alude a laposesión plena de las riquezas in-sondables de Cristo.

Conocemos la historia de Lot.La Escritura dice que Lot era unhombre justo y afligía su alma cada

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día estando en Sodoma (2ª Ped. 2:7-8). Y, ¿por qué estaba él allí? Por-que había salido en su carne. Esta-ba atrapado en Sodoma, y no po-día salir. Cuántas personas hemosconocido que se han deslizado, yllega un momento en que estánatrapadas, se angustian y lloran,sin poder salir, porque un vicio,una adicción o alguna cosa terri-ble se apoderó de ellos.

La carne nunca tendrá frutos,pues Dios la condenó para siem-pre. Sin embargo, Dios tuvo mise-ricordia de Lot y lo mandó a bus-car a Sodoma, por la intercesión deAbraham. Él nunca nos abandona,ni aun en nuestros pecados másterribles. Lot se salvó, pero, comodice Pablo, «así como por fuego» (1ªCor. 3:15).

La vida de Lot se consumió, yél lo perdió todo. Su mujer se con-virtió en estatua de sal, porqueSodoma se había metido en su co-razón. Sus hijas se corrompieron;tuvieron hijos de su propio padre.Así es la carne, lo corrompe todo,lo destruye todo. La descendenciade Lot fue maldecida, porque deél nacieron los amonitas y losmoabitas, excluidos para siemprede la congregación; ellos han sidolos grandes enemigos del pueblode Dios.

Los resultados¡Qué rastro de muerte dejó Lot!

Sin embargo, Abraham siguió alEspíritu y continuó avanzando. Y,¿qué pasó con él? «Era Abraham yaviejo, y bien avanzado en años; yJehová había bendecido a Abraham entodo» (Gén. 24:1). Es maravilloso.

Las bendiciones de la vida defe, y las maldiciones de la vida enla carne, están registradas enDeuteronomio capítulo 28. En lahistoria de Abraham y de Lot, ve-mos una vida que segó bendicióny otra vida que cosechó maldición.Pero la bendición más grande deAbraham es que él conoció y ca-minó con Dios y, a lo largo de losaños de su caminar con Dios, llegóa descubrir que la más grande detodas las promesas y del cumpli-miento de ellas no era la tierra físi-ca, sino que su verdadera herenciaera Dios mismo.

Quien gana a Cristo, lo ganatodo. La vida en el Espíritu, la vidade fe, no se apoya en lo que se ve,sino en lo que no se ve. No siga-mos nuestra vista ni nuestros de-seos, no obedezcamos a nuestracarne, sino aceptemos el juicio deDios sobre ella y caminemos connuestros ojos puestos en el Señor.

Mensaje impartido en Santa Clara,Cuba, en marzo de 2013.

Nunca estamos tan alto como cuando estamos sobre nuestras rodillas.Anónimo, en Revista Betel

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35AGUAS VIVAS

Rubén Chacón

Sirviendo bajo el régimen nuevo del Espíritu.

TEMA DE PORTADA

El Espíritu Santo:la Biblia del nuevo pacto

El apóstol Pablo, en su cartaa los Romanos, nos presen-ta la buena noticia del evan-

gelio que él predica. Esta buenanoticia en relación con el pecado esdoble; por una parte, nos dice quenuestros pecados tienen perdón através de la preciosa y eficaz san-gre de Cristo y, por otra, anunciaque hay liberación del pecado. Elperdón de los pecados sin la libe-ración del pecado, convertiría lavida cristiana en un círculo vicio-so de pecar-perdón-pecar. Sin em-bargo, la buena noticia del evan-gelio es que en Cristo ha sido pro-visto tanto el perdón como la libe-ración del pecado.

Muertos al pecadoEn efecto, a partir del capítulo

seis de Romanos, el apóstol Pablodeclara que los creyentes no per-severaremos en el pecado, porquelisa y llanamente hemos muerto alpecado. En lo objetivo, nuestramuerte al pecado se ha producidode una manera doble. En primerlugar, en la cruz inclusiva de Cris-to: «Sabiendo esto, que nuestro viejohombre fue crucificado juntamentecon él, para que el cuerpo del pecadosea destruido, a fin de que no sirva-mos más al pecado» (6:6). Y en segun-do lugar, ese hecho objetivo se hahecho válido, oficial y personal enel bautismo en agua. La cruz de

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36 AGUAS VIVAS

Cristo es universal y potencialmen-te liberadora del pecado de todoslos hombres; no obstante, debe serapropiada por medio de la fe y delbautismo: «¿O no sabéis que todos losque hemos sido bautizados en CristoJesús, hemos sido bautizados en sumuerte?» (6:3).

Muertos a la leyNo obstante lo anterior, cuan-

do Pablo concluye en el v. 14 intro-duce otro elemento vital en esteasunto de la liberación del pecado.El dice: «Porque el pecado no seenseñoreará de vosotros; pues no es-táis bajo la ley, sino bajo la gracia»(6:14). Y este es el punto vital queacaparará nuestra atención. Paraexperimentar la liberación del pe-cado no es suficiente saber que es-tamos muertos al pecado en CristoJesús. Además, necesitamos estarlibres de la ley. Sin la liberación deella no podemos experimentar laliberación del pecado. Pero la bue-na noticia del evangelio es que loscreyentes no estamos bajo la ley. Y¿cómo fue posible esto? En la cruzde Cristo. En ella no solo hemosmuerto al pecado, sino también ala ley: «Así también vosotros, herma-nos míos, habéis muerto a la ley me-diante el cuerpo de Cristo…» (7:4).

Ahora bien ¿por qué necesitá-bamos ser liberados de la ley paraser libres del pecado? Por la senci-lla, pero profunda razón, de que elpoder del pecado está en la ley:

«Ya que el aguijón de la muerte es elpecado, y el poder (gr. dinamis) delpecado, la ley» (1ª Cor. 15:56). SegúnPablo, la ley no hacía otra cosa quedespertar las malas pasiones ennosotros. Él, con mucha honesti-dad, dice: «Yo no conocí el pecado,sino por la ley» (7:7). Y: «Pero venidoel mandamiento, el pecado revivió y yomorí» (7:9). Por supuesto, el proble-ma no estaba en la ley; Pablo diceque ella es espiritual y es santa,«mas yo soy carnal, vendido al peca-do» (7:14).

El hecho subjetivoPablo declara entonces que «sin

la ley el pecado está muerto» (Rom.7:8). El asunto es que, para que estaverdad opere en la experiencia,necesitamos de la bendita personadel Espíritu Santo. En efecto, ycomo ya dijimos, la liberación ob-jetiva tanto del pecado como de laley, ocurrió en la cruz de Cristo. Encambio, la liberación subjetiva dela ley –y por tanto del pecado- de-pende del hecho de andar en elEspíritu: «Pero si sois guiados por elEspíritu, no estáis bajo la ley» (Gál.5:18). En otras palabras, sólo si soisguiados por el Espíritu, no estáisbajo la ley. Para el hecho objetivoes suficiente Cristo; pero, para elhecho subjetivo es necesario el Es-píritu Santo.

Esta es la importancia del capí-tulo 8 de Romanos. Para vivir Ro-manos 6 se requiere de Romanos

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8. Si a Romanos 6 le sigue en la ex-periencia Romanos 8, entonces noserá necesario pasar por Romanos7. Pero si no es así, entonces Ro-manos 7 es una advertencia de que,por muy glorioso que sea Roma-nos 6, no será nuestra experiencia.

El régimen nuevo del EspírituEl Espíritu Santo es, pues, la

salvaguarda divina a la preguntapaulina: «¿Pecaremos, porque no es-tamos bajo la ley, sino bajo la gracia?En ninguna manera» (6:15). ¿Por quéfue necesario que Pablo hiciera estaadvertencia? ¿Qué significa el he-cho de que no estamos bajo la ley?Significa que ya no estamos bajoninguna demanda de Dios dadaexternamente. Recuerde que la leyestaba escrita en tablas de piedrafuera de nosotros. Dios mismo enCristo nos ha eximido de toda obli-gación externa de su voluntad. Poreso la pregunta de Pablo era total-mente pertinente. Si estamos libresde todo mandamiento externo deDios ¿podemos entonces hacer loque se nos ocurra? Si estamos li-bres de la ley, entonces ¿somos li-

bres para adulterar, robar o men-tir? Como contestaría el apóstol: Enninguna manera. Pero ¿por qué no?Porque la buena noticia del evan-gelio anuncia que «ahora estamoslibres de la ley, por haber muerto paraaquella en que estábamos sujetos, demodo que sirvamos bajo el régimennuevo del Espíritu y no bajo el régi-men viejo de la letra» (7:6). El térmi-no «régimen» significa «gobierno».Fuimos rescatados de un tipo degobierno y trasladados a otro. Yano estamos bajo la ley, sino bajo lagracia. Ya no estamos bajo el go-bierno de la letra, pero sí bajo elgobierno del Espíritu.

Libres del régimen viejo de la letraY a propósito de la expresión

«régimen de la letra» quisiera pro-fundizar en algo delicado, pero quees de vital importancia para ayu-dar a la experiencia de estas ver-dades. ¿Cuántos ven que el térmi-no «letra» que usa Pablo aquí esperfectamente aplicable, no solo alos 613 mandamientos de la ley deMoisés, sino a toda la letra de laBiblia? Por supuesto que el espíri-tu de la letra de las Escrituras es laPalabra de Dios, pero en cuanto yen tanto «letra», la Biblia es una leyexterna y, por tanto, parte tambiénde la ley. De manera que no debe-mos servir a Dios, ni bajo el régi-men viejo de la letra de la ley nitampoco bajo el régimen de la le-tra de la Biblia.

La letra de la Biblia es eleco de la voz interior del

Espíritu Santo en nosotros.

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38 AGUAS VIVAS

La gran diferencia entre el vie-jo pacto y el nuevo consiste preci-samente en este hecho: «Pondré misleyes en sus corazones, y en sus men-tes las escribiré» (Heb. 10:16).¿Cuántos ven esto? En el nuevopacto los creyentes no somos go-bernados desde afuera, ni siquierapor la letra de la Biblia, sino quesomos gobernados interiormente.Los mandamientos que nos rigenson los mismos que leemos ennuestras Biblias, pero ahora estándentro de nosotros y no fuera. Pero¿cómo fue posible esta gloria? Elprofeta Ezequiel, profetizandoacerca del nuevo pacto, lo explicaasí: «Y pondré dentro de vosotros miEspíritu», dice el Señor, «y haré queandéis en mis estatutos, y guardéis mispreceptos, y los pongáis por obra»(36:27). ¿Te das cuenta? Por el he-cho glorioso de ser habitados porel Espíritu Santo, tenemos escritoen nosotros sus mandamientos.Las leyes divinas están en el Espí-ritu Santo, o mejor dicho, el Espí-ritu Santo es la ley que ahora nosgobierna; él es el espíritu de la le-tra de la Biblia. El glorioso y ben-dito Espíritu Santo es, pues, la Bi-blia para los que están en el nuevopacto. Y él no es un libro, es unapersona y es Dios mismo.

El lugar de las Escrituras¿Cuál es entonces la utilidad y

la función del libro llamado la Bi-blia? En este punto debemos ser

absolutamente claros, firmes y ab-solutos si queremos vivir la gloriadel nuevo pacto. ¿Realmente nece-sitamos el libro? ¿No queda la im-presión con lo expuesto hasta aquí,que está sobrando? Si es verdadque a través del Espíritu mora ennosotros el espíritu de la Biblia¿para qué necesitamos el libro? Sipara fundamentar la necesidad dela Biblia afirmamos que el libro esnecesario para poder saber la vo-luntad de Dios, cabe entonces lapregunta: ¿Acaso no es el EspírituSanto el que en el nuevo pacto nosda a conocer la voluntad de Dios?Si es así: ¿para qué necesitamosentonces Las Escrituras? O ¿El Es-píritu no es suficiente para tal efec-to? Y si afirmamos que la necesi-dad de la Biblia radica en el hechode que a través de ella somos guia-dos ¿para qué entonces mora ennosotros el Espíritu Santo? ¿No sesupone que es el Espíritu el que nosguiará a toda la verdad?

¿No debiéramos entonces des-hacernos del libro? En ningunamanera. Porque ¿cómo reconoce-ríamos la voz del Espíritu Santo sino conociésemos las Escrituras?¿Cómo nos aseguraríamos de noestar confundiendo al Espíritu San-to con nuestros pensamientos,emociones, sentimientos y motiva-ciones? No olvidemos que el Espí-ritu Santo es el espíritu de la letrade la Biblia. Por lo tanto, la letra dela Biblia es el eco de la voz interior

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del Espíritu Santo en nosotros. Yes precisamente ese eco objetivo, elque permite reconocer que es elEspíritu Santo el que nos está ha-blando de manera subjetiva. Por lotanto, podemos afirmar con toda lafuerza, lo siguiente: Mientras me-nos conozcamos Las Escrituras,menos capacitados estaremos parareconocer la dirección del EspírituSanto. Por el contrario, mientras másprofundamente conozcamos la Biblia,más profundamente conoceremos lavoz del Espíritu.

No obstante, en ningún casoesto significa que estamos gober-nados por una ley externa llama-da la Biblia. Ella simplemente es elespejo que permite conocer, des-cubrir y reconocer que efectiva-

mente es el Espíritu Santo el quenos está hablando y guiando. Cadavez que estudiamos las Escrituras,no lo hacemos para ponernos bajolas demandas de lo que leemos –pues ello sería ponernos bajo la leyy otorgarle al pecado poder sobrenosotros– sino para tener los ele-mentos necesarios de re-conoci-miento a la hora de percibir al Es-píritu Santo. Ya no estamos bajo elrégimen viejo de la letra, sino bajoel régimen nuevo del espíritu de laletra, esto es, del Espíritu Santo. Elnuevo pacto también tiene una ley.Pero esa ley no es un libro, sino unapersona divina. Es la ley del Espí-ritu de vida que en Cristo Jesús nosha librado de la ley del pecado yde la muerte. Amén.

El volantín insatisfecho

Había una vez un volantín (cometa o barrilete) al que le gustaba volaralto. Nada lo hacía más feliz que quedar atrapado en una fuerte brisa que loremontara bien alto, mucho más arriba de las praderas cubiertas de hierba.Le encantaba sentir el viento y ver el vasto panorama lejano.

Sin embargo, poco a poco el volantín se fue sintiendo insatisfecho. ¿Nosería maravilloso poder volar incluso más alto de lo que le permitía la cuer-da? En lo único que pensaba era en el día en que flotase tan alto que lascasas le parecieran pequeños puntitos abajo, y que pudiera rozar las nu-bes. Así que tiraba más y más la cuerda con la esperanza de zafarse.

Un día, la cuerda se rompió. Por un momento, el volantín se sintió muyexaltado, pues se elevó aún más. Pero entonces empezó a dar volteretas y aperder el control. Al poco tiempo se estrelló contra el suelo.

Desafortunadamente nosotros somos así a veces. Queremos ir a lugaresy hacer cosas que moralmente están fuera de nuestras fronteras. Tiramosdel señorío de Cristo, pensando que si pudiésemos ser libres seríamos feli-ces. Pero, al igual que el volantín, cuanto más libres parecemos ser, nos es-trellamos. Nuestra verdadera libertad consiste en estar ligados a Cristo.

Adaptado de Nuestro Pan Diario

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«…para que andéis como es digno del Señor, agradándole en todo, llevando fruto en todabuena obra, y creciendo en el conocimiento de Dios; fortalecidos con todo poder, conformea la potencia de su gloria» (Col. 1:10-11).

Álvaro Astete

La expectativa del Señor es ser agradado en todo lo que nosotroshacemos; no solo en el culto, en la alabanza o en la predicación.

TEMA DE PORTADA

Agradando al Señoren todo

Una norma superior

Vivimos en una sociedad enla cual, a menudo, se hacecomplejo vivir. Estamos

rodeados de preceptos, de princi-pios, de estatutos morales que in-tentan guiar nuestra conducta.Pero, el mundo como sistema, noestá moralmente capacitado pararegular la conducta humana. Estaes una sociedad que ha llamado, talcomo dijo el profeta Isaías, «a lo quees dulce, amargo, y a lo amargo, dul-ce» (Isaías 5).

Esta es una sociedad cuya nor-ma moral es muy baja; en conse-

cuencia, nosotros, los que somos deDios, quienes nos identificamoscon la persona y obra de nuestroSeñor Jesucristo, no podemos vivirde acuerdo a esa medida. Hay unafrase muy importante, que Pabloseñala en Colosenses y repite en sucarta a los Efesios – «agradándole entodo». El énfasis en Efesios, es lla-mar a los hermanos a que vivancomprobando lo que es agradableal Señor. Por lo tanto, este «agra-dar al Señor», esta norma de con-ducta cristiana, es mucho más ele-vada que aun la misma ley de Moi-sés.

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Comprobando su agradoNosotros solemos pensar,

erradamente, que por estar hoyviviendo bajo la gracia del Señor,podemos permitirnos ciertas licen-cias. Pareciera ser que estar bajo lagracia nos da oportunidad de pe-car, porque tenemos la sangre delSeñor para perdón de nuestros pe-cados.

Sin embargo, lo que el EspírituSanto nos está diciendo, a través deambas cartas, es que nuestra ma-nera de vivir no debe ya estar suje-ta a mandamientos o a ordenanzasexternas, ni estamos bajo los anti-guos preceptos acerca de lo que esbueno o es malo. Pero sí, nuestrasvidas, deben estar guiadas por esteprincipio: agradar al Señor en todo.

En cuanto a normas de conduc-ta, a qué hacer en tal o cual oca-sión, hay cosas que no están explí-citamente registradas en las Escri-turas. Sin embargo, cuando nosvemos enfrentados a este tipo desituaciones, nuestra pregunta debeser: «Señor, ¿esto agrada a tu cora-zón?».

Agradecemos las preciosas en-señanzas respecto al gobierno delEspíritu Santo, y, especialmente,cómo ese gobierno se hace prácti-co en lo concerniente a comprobarlo que es grato al Señor. En primerlugar, es el Espíritu de Dios, ennuestro corazón, quien nos dará taltestimonio. Luego tenemos su Pa-labra escrita, la cual es nuestra hoja

de ruta en la vida. Podemos ir a ellay consultar. Y, en tercer lugar, te-nemos la iglesia, la comunión delos hermanos; allí también hallare-mos la voz del Señor. Entonces, enbase a estas tres instancias, pode-mos comprobar lo que satisface Sucorazón.

Por tanto, si, enfrentados a unasunto en particular que deseamosrealizar, no tenemos una respues-ta evidente del Señor, e ignoramossi aquello le agrada, no nos mova-mos sin tener antes el testimonioclaro en nuestro corazón.

Estamos hoy viviendo un tiem-po muy peligroso. Son tiempos debatalla, en que la verdad del Señores fuertemente resistida. Tal vez nolo percibimos; pero el enemigo estátodos los días trabajando, elabo-rando mentiras cada vez más suti-les, a fin de engañarnos y robarnosla fe, para que nuestra vida no seadel agrado del Señor.

Dos hijos perdidosVamos a ilustrar esto a través de

una parábola del Señor en Lucascapítulo 15. Es la llamada parábo-la del hijo pródigo, aunque ese tí-tulo no se corresponde muy biencon el contenido, porque el foco deatención allí no es el hijo perdido,sino el amor grande y sublime delpadre.

El relato habla de un padre quetenía dos hijos. Uno de ellos le pidela herencia a su padre, en vida. Y,

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una vez que la recibe, el hijo se vadel hogar y despilfarra su heren-cia, quedando sin nada. En tal si-tuación de absoluta pobreza, élasume un trabajo denigrante y des-ciende a un estado inferior al de uncerdo, llegando a desear comer lacomida de aquellos animales.

Estando allí, entre los cerdos, seda cuenta de la condición en la cualha caído, toma la determinación deregresar a casa y prepara un dis-curso. «Padre, he pecado contra elcielo y contra ti, ya no soy dignode ser llamado tu hijo; hazme comoa uno de tus jornaleros». Luego,con el triste discurso en su corazón,emprende el largo camino de retor-no. Cuando el padre ve venir a suhijo, se ciñe sus vestiduras y correa su encuentro. ¿Y lo recrimina?No. El hijo venía de un lugar su-cio; sin embargo el padre lo abra-zó y lo besó.

Esto es muy importante: la ac-titud del padre para con este hijoes una actitud llena de amor. Élmandó a los siervos traerle ropa,anillo y calzado, y ordenó que pre-pararan un becerro gordo, parahacer fiesta, porque este, su hijoque había muerto, ahora había vi-vido; aquel que estaba perdido,ahora había sido hallado.

El segundo hijoEl corazón del padre se alegra

profundamente. Pero, después,aparece el otro hijo, aquel que

siempre había estado en casa.¿Cuál fue su reacción? Él venía delcampo, y preguntó a uno de los sir-vientes acerca de la fiesta que se oíaen la casa. Y, cuando le contaron loque ocurría, éste se enojó y dijo:«Padre, yo he estado todo el tiem-po contigo, no te he desobedecidojamás. Yo no he sido como él, y nome has dado ni un cabrito paramatar y alegrarme con mis ami-gos».

Al hijo pródigo siempre lo iden-tificamos con un no creyente, al-guien que está sin Cristo y que vie-ne a los pies del Señor, y el Señorse alegra por aquel pecador arre-pentido. Y eso es así. Pero, si el hijopródigo representa a este tipo depersonas, ¿a quién representa esteotro hijo que estaba en la casa?

A la luz del relato, aquí hay doshijos perdidos, no solo uno. Sí, hayuno que se fue lejos y desperdicióla herencia de su padre. Sí, aquelhijo se perdió. Pero, este otro, quepermaneció en casa, cuya jactanciaera haber estado siempre allí, ¿aquién representa? A un hombre re-ligioso, o a una mujer religiosa.Porque él se gloriaba por estar enla casa.

Pero, ¿cuál fue la actitud de éste,que siempre estuvo «cerca»? ¿Tuvoél la misma actitud de su padre?No. El padre se alegró, hizo fiesta;ordenó ponerle a su hijo túnicanueva y un anillo, que significa quevolvía a ser heredero. El que había

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perdido la herencia, volvió a tener-la. Era la gracia del padre. Pero, laactitud del hijo que estaba en casafue completamente contraria.

Actitud religiosa¿Qué nos indica esto? Esta es

una actitud religiosa. Ser religiosono es tener una religión; ser reli-gioso es una actitud del corazón.Este hijo estaba cerca, siempre enla casa del padre. Sin embargo, élse indignó; cuando el padre estabaalegre, él se enojó. Frente a la mis-ma situación, el padre y este hijotuvieron sentimientos distintos.Vemos que aquí hay dos hijos per-didos, porque aquel que estaba fí-sicamente en casa, estaba igual-mente perdido; llegó a estar «muylejos del corazón» de su padre.

Estar en la casa no significa ne-cesariamente estar cerca y tenerplena comunión o intimidad con elPadre; no significa necesariamen-te que nuestro corazón y el cora-zón de Dios sean uno. Nos volve-mos religiosos cuando tenemoseste tipo de argumentos, cuandotenemos por nuestra la gloria elhaber permanecido en las reunio-nes de la iglesia, y creer que esta-mos bien porque estamos física-mente allí.

Podemos estar presentes en to-das las reuniones, asistir a cuantoevento se organice entre los herma-nos y aun llenarnos de abundanteinformación bíblica. Esto puede ser

semejante a «estar en la casa delpadre»; pero convengamos en quetal cosa no garantiza que nuestrocorazón sea como el suyo.

Este hijo se enojó profundamen-te, y el padre, paciente, viene a ha-blar a su corazón. Noten el amordel padre. Tampoco lo reprende,sino que le dice: «Hijo, tú siemprehas estado conmigo». En esta fra-se, hay una exhortación implícita,como diciendo: «Por lo mismo, yodemando de ti una reacción seme-jante a la mía. Has estado aquísiempre, pero aún no me conoces.Hemos tenido todo este tiempojuntos; es verdad que nunca te hasido. Pero, hijo, ¿no deberías habersabido tú cuál sería mi reacciónante un eventual regreso de mihijo? ¿Cómo es posible que el re-greso de tu hermano no te conmue-va también a ti?».

Vemos que el corazón de estehijo quedó en evidencia. Él no sa-bía cómo era el corazón de su pa-dre. ¿Cómo podría haberle agrada-do?

El «tercer» hijoAquí tenemos dos hijos; pero

también hay un tercero. Y este esel mismo primero, aquel hijo queestaba muerto y ahora ha vivido.Éste, que estaba perdido, ahora eshallado y viene a ser nueva criatu-ra. En realidad, aquí tenemos treshijos: el hijo perdido que se fue almundo; el hijo que estaba en casa,

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44 AGUAS VIVAS

que es el religioso, y el hijo queverdaderamente nació de nuevo.Ahora, el punto es con cuál de es-tos tres hijos nos identificamos no-sotros, ¿cuál de los tres nos repre-senta hoy?

Nuestro objetivo en esta vidadebe ser éste: agradar al Señor. Entodo lo que realicemos; no solo denuestros cultos, de nuestra alaban-za o de nuestra predicación, sinoen todas las cosas y áreas de nues-tras vidas, él debe ser complacido.

Semilla y frutoEn Colosenses se señala que

agradar al Señor implica, primera-mente, dar «fruto en toda buenaobra». El problema de muchos cris-tianos es que por años han acumu-lado semillas, pero sus vidas refle-jan muy poco fruto. ¿Qué logramoscon tener una tierra llena de semi-llas, si ella no produce fruto? Po-demos tener el corazón repleto,

saber muchas cosas, pero aun así,llevar vidas estériles.

Podemos tener luz y revelaciónde la Palabra, podemos leerla yentenderla, y ella nos da luz. Sinembargo, si alguien tiene solo laluz de la palabra y no la vida queella debería producir, es muy fácilque el enemigo venga con sutile-zas, con engaño, y pueda conver-tirlo en un apóstata. Ese es el ries-go que muchos corren hoy.

Un apóstata no es alguien quenunca ha recibido luz o que nuncaha conocido la verdad, sino alguienque en algún momento recibió laluz del Señor, pero, como no tuvola vida de esa Palabra, sino que éstafue en él solo semilla sin fruto, fá-cilmente cayó bajo engaño. Ese esel peligro que hoy corremos, y esaes la batalla que hoy libramos,como iglesia de Jesucristo, en me-dio de una sociedad en la cual elrelativismo se impone de formacreciente.

El relativismo es, de alguna for-ma, una especie de dictadura. Hoydía, ya nadie acepta la verdad; na-die acepta verdades absolutas.Todo es relativo; todo puede serbueno o malo, dependiendo de laperspectiva en la cual te encuen-tres.

Hermanos amados, recibamosseriamente esta advertencia delEspíritu: si la verdad que hemosrecibido del Señor no da fruto ennuestro corazón, estamos en ries-

Nuestra vida está diseñadapara agradar Su corazón.Tenemos la vida de Cristo

en nosotros, y esta es la vidaque complace al Padre.

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go de convertirnos en apóstatas dela fe. No debemos vivir estos díasde manera relajada, como si nadaestuviese pasando, como si todoestuviese normal. En el ámbito es-piritual, están ocurriendo muchascosas. Cada día hay una mentiranueva, un nuevo engaño arrastran-do a muchos, y nosotros debemosestar preparados para ello. Estosson riesgos reales.

El lenguaje de AsdodVeamos un relato en el libro de

Nehemías. El profeta habla sobrela restauración, y él juzga muchascosas equivocadas en Israel en esetiempo. Pero hay una de ellas quees muy particular. Veamos: «Vi asi-mismo en aquellos días a judíos quehabían tomado mujeres de Asdod,amonitas, y moabitas; y la mitad de sushijos hablaban la lengua de Asdod,porque no sabían hablar judaico, sinoque hablaban conforme a la lengua decada pueblo» (Neh. 13:23-24).

Este pasaje es muy interesante.Es fácil entender lo que ocurríaaquí. Históricamente, el pueblo ju-dío se mezcló con otros pueblos, yen ese mezclarse ocurrió un fenó-meno lingüístico. La lengua de losjudíos fue desapareciendo, y fuepredominando la lengua de losotros pueblos, a tal punto que lle-gó a haber una mezcla entre dosidiomas, de manera que la mitadde los hijos de Israel usaba la len-gua de Asdod o de otros pueblos,

y no sabían hablar su propia len-gua.

Trayendo esto al plano espiri-tual, ¿qué lenguaje hablamos no-sotros y nuestros hijos? El lengua-je siempre está asociado a la iden-tidad de un pueblo. Y nosotros, ¿te-nemos identidad? Sí, por supues-to que la tenemos. Nosotros somosdel cielo, somos de Cristo, amamossu gloria; por lo tanto, nuestro ha-blar es celestial, es el lenguaje deDios, la lengua de la fe.

Sin embargo, estamos en el mis-mo riesgo de sufrir lo que le ocu-rrió al pueblo de Israel, y hablarhoy un lenguaje mezclado. ¿Seráque ya no hablamos un lenguajepuro, el idioma de la patria de lacual somos? Lo más terrible aquíes que la nueva generación no sa-bía hablar el idioma judío. Era talla mezcla, que ya habían perdidolos sonidos de su lengua. Con no-sotros también puede ocurrir lomismo. Si nuestra identidad noestá firme en nuestro corazón, sinuestro corazón está lleno de se-millas, pero no de frutos, si tene-mos la luz de la Palabra pero no lavida de esa Palabra, esto indica queno estamos complaciendo al Señor;porque él se agrada, como veíamosen Colosenses, en que demos fru-to.

La higuera frondosa¿Recuerdan cuando el Señor

pasó junto a la higuera? (Mat.

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46 AGUAS VIVAS

21:19). Esa higuera era frondosa,grande y hermosa. Cualquiera semaravillaría de ella. Pero el Señor,que tiene ojos como llama de fue-go –al cual no podemos impresio-nar con cosas externas, porque élconoce el corazón–, fue hacia lahiguera, la examinó cuidadosa-mente, y no encontró fruto alguno.Sabemos la sentencia que vino des-pués sobre ella. Y, cuando ellospasaron por allí, de vuelta, el ár-bol estaba seco.

Nosotros podemos, perfecta-mente, caer en la trampa de la hi-guera frondosa. A los ojos de losdemás, podemos aparecer muy«frondosos», pero el Señor no sedeslumbra por eso. Él, que es eldueño de la higuera, examinará sihay fruto en ella. Él no se alegra delas hojas verdes, sino del fruto.

Que, cuando el Señor venga aexaminarnos, encuentre no solosemillas, sino frutos. Debemos re-flexionar en qué es lo que pasa connosotros. ¿Por qué, teniendo tantasemilla en nuestro corazón, no haysuficiente fruto? ¿Por qué, si sabe-mos tantas cosas, muchas vecesvivimos como si no supiésemosnada? ¿Por qué, si tenemos la luzde la Palabra, no tenemos la vida?

Removiendo obstáculosQue el Señor nos permita, en

estos días, vivir nuestra vida de talmanera que ella sea grata al Señor.

Sin embargo, puede ser que hayaalgo en nosotros que esté impidien-do que la vida germine para que elfruto aparezca. El Señor nos alum-bre, con el fin de descubrir y qui-tar cualquier impedimento paraque demos fruto hoy.

El Señor también nos sacuda detodo espíritu de religiosidad. Enfa-tizamos esto: No se necesita teneruna religión para transformarse enun religioso. Ser religioso es unaactitud del corazón. De acuerdo alo que hemos visto hoy, ser religio-so es no sentir lo mismo que el Pa-dre siente.

Nuestra gloria puede ser el per-tenecer a la iglesia en determina-do lugar, pero eso no basta. Tene-mos que llegar a tal punto en nues-tra vida en que, cuando el Padre sealegre con algo, nosotros tambiénnos alegremos con él; que, cuandoel Padre juzgue algo, nosotros tam-bién lo juzguemos. Pero lo que nopuede darse es que él se alegre ynosotros nos enojemos. Si eso ocu-rre, es un indicador de que nues-tro corazón está muy lejos del Se-ñor, aun cuando permanecemoscongregados como iglesia.

El Señor nos socorra. Nuestravida está diseñada para agradar Sucorazón. Tenemos la vida de Cris-to en nosotros, y esta es la vida quecomplace al Padre.

Resumen de mensaje impartido en Temuco(Chile), en agosto de 2013.

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LEGADO

El vaso de alabastroC.H. Makintosh

Un ejemplo de cómo Dios el Padre valora los propósitos y las realiza-ciones del hombre solo en la medida en que ellos están conectadoscon el Hijo de su amor.

En este tiempo de tantos afa-nes e incesante actividad, esmuy necesario considerar

que Dios ve todo desde un únicopunto de vista, mide todo por unasola regla, lo prueba todo por unamisma piedra de toque, y esa pie-dra de toque, esa regla, ese puntode vista, es Cristo. Él valora las co-sas solo en la medida en que estánconectadas con el Hijo de su amor,y nada más. Lo que se hace a Cris-to, lo que se hace por él, es precio-so para Dios. Todo lo demás care-ce de valor.

Complaciendo a los hombresSe puede realizar una gran can-

tidad de trabajo y obtener de estaforma muchos elogios de los hom-bres; pero cuando Dios venga a

examinar esa obra, él buscará solouna cosa, y esta es la medida en queella está conectada con Cristo. Lagran pregunta será: ¿Ha sido he-cha en el nombre de Jesús y paraél? Si es así, aquella obra recibiráaprobación y recompensa; si no,será rechazada y quemada.

No importa en lo más mínimolo que los hombres piensen sobrecualquier obra en particular. Pue-den alzar a alguien hasta los cielospor algo que esté haciendo; puedenpublicar su nombre en la prensadel día; pueden hacerlo el tema deconversación en su círculo de sa-lón; él puede tener fama como pre-dicador, profesor, escritor, refor-mador moral; pero, si no puedeconectar su obra con el nombre deJesús, si no lo ha hecho para el Se-ñor y para Su gloria, si no es el fru-to del amor de Cristo que constri-ñe, todo aquello será como el tamode las eras del verano, y hundidoen el olvido eterno.

«Y estando Jesús en Betania, en casa deSimón el leproso, vino a él una mujer, conun vaso de alabastro de perfume de granprecio, y lo derramó sobre la cabeza de él,estando sentado a la mesa» (Mat. 26:6-7).

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Un camino más excelentePor el contrario, un hombre

puede seguir un camino de servi-cio tranquilo, humilde, modesto,desconocido e inadvertido. Sunombre puede quedar en el anoni-mato, su obra puede ser ignorada;pero aquello que ha hecho, lo hahecho en el sencillo amor a Cristo,lo ha hecho en la oscuridad, con losojos puestos en su Maestro. La son-risa de su Señor ha sido más quesuficiente para él. Él no ha pensa-do en ningún momento buscar laaprobación de los hombres, ni haintentado captar la sonrisa o evi-tar el ceño de ellos; sino que ha se-guido el mismo tenor de su cami-no, simplemente mirando a Cristoy trabajando para él. Su obra per-manecerá. Será recordado y recom-pensado, aunque él no lo hizo porel reconocimiento o la recompen-sa, sino por el sincero amor a Je-sús. Esta es la obra del sello genui-no, la moneda auténtica que resis-te el fuego del día del Señor.

Es una misericordia indescrip-tible ser librado del espíritu decomplacer a los hombres, del díapresente, y estar en condiciones decaminar siempre solamente delan-te del Señor, para que todas nues-tras obras tengan su origen, conti-nuidad y conclusión en él.

La intención del corazónVeamos, por algunos momen-

tos, la ilustración preciosa y con-

movedora de esto, que presenta elevangelio de Mateo, capítulo 26. «Yestando Jesús en Betania, en casa deSimón el leproso, vino a él una mujer,con un vaso de alabastro de perfumede gran precio, y lo derramó sobre lacabeza de él, estando sentado a lamesa».

¿Cuál era la intención de estamujer cuando se encaminó a casade Simón? ¿Era mostrar el aromaexquisito de su perfume, o el ma-terial y la forma de su vaso de ala-bastro? ¿Era para obtener la ala-banza de los hombres por su acto?¿Era para conseguir un reconoci-miento por su devoción extraordi-naria a Cristo, en medio de un pe-queño grupo de amigos persona-les del Salvador?

No, lector, no era ninguna deestas cosas. ¿Cómo lo sabemos?Porque el Dios Altísimo, el Crea-dor de todas las cosas –quien co-noce los secretos más profundos decada corazón y el motivo verdade-ro de cada acción– estaba allí en lapersona de Jesús de Nazaret. Su ojosanto, que todo lo escruta, fue di-recto a lo más profundo del almade esta mujer. Él sabía no solo loque ella había hecho, sino cómo ypor qué ella lo había hecho. Y elSeñor declaró: «Ella ha hecho conmi-go una buena obra».

En una palabra, entonces, Cris-to mismo era el objetivo inmedia-to del alma de esta mujer; y eso fuelo que dio valor a aquel acto, y en-

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vió el aroma de su perfume direc-to hasta el trono de Dios.

Entonces, el Señor no sólo lavindicó por el momento, sino quela proyectó hacia el futuro. Esto fuesuficiente para el corazón de esamujer. Teniendo la aprobación desu Señor, ella bien podría darse ellujo de soportar el enojo, aun de losdiscípulos, y oír el reclamo de ellospor aquel «desperdicio». Fue bas-tante para ella que su corazón hu-biera sido restaurado. Todo lo de-más podía ser ignorado por aque-llo que realmente valía la pena.

Ella nunca había pensado enasegurarse la alabanza de los hom-bres o en evitar el desprecio deellos. Su único objetivo indivisible,de principio a fin, era Cristo. Des-de el momento en que puso sumano sobre ese vaso de alabastro,hasta que ella lo rompió y derra-

mó su contenido sobre Su santapersona, ella pensaba solo en Él.

Ella tenía una especie de per-cepción intuitiva acerca de qué se-ría conveniente y grato a su Señor,en las circunstancias solemnes enlas cuales él estaba puesto en aquelmomento y, con un tacto exquisi-to, ella obró de aquella manera.Ella nunca había pensado en lo quepodría valer el ungüento; o, si lohabía hecho, ella sentía que Él va-lía diez mil veces más. En cuanto a«los pobres», sin duda, ellos teníansu lugar y también sus demandas;pero sintió que Jesús era para ellamás que todos los pobres del mun-do.

En resumen, el corazón de lamujer estaba lleno de Cristo, y estofue lo que le dio carácter a su ac-ción. Otros podrían calificarla de«desperdicio»; pero podemos des-cansar seguros de que nada que segaste para Cristo se ha desperdi-ciado. Así lo juzgó esta mujer, y ellatenía razón.

Un sublime acto de servicioHonrar al Señor, en el mismo

momento en que la tierra y el in-fierno se levantaban contra él, fueel mayor acto de servicio que unser humano o un ángel podríanrealizar. El Señor iba a ser elevadoen ofrenda. Las sombras se alarga-ban, la oscuridad se profundizaba,las tinieblas se hacían densas. Lacruz – con todos sus horrores – es-

Cristo mismo era el objetivodel alma de esta mujer;

y eso fue lo que dio valor asu acción, y envió el aroma

de su perfume directo hastael trono de Dios.

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taba próxima; y esta mujer lo anti-cipó todo, y vino, de antemano,para ungir el cuerpo de su adora-ble Señor. Y esto marca el resulta-do. Vean cómo de inmediato elbendito Señor interviene en su de-fensa y la protege de la indignacióny el desprecio de aquellos que de-berían haber sabido mejor.

«Y entendiéndolo Jesús, les dijo:¿Por qué molestáis a esta mujer? Puesha hecho conmigo una buena obra.Porque siempre tendréis pobres convosotros, pero a mí no siempre me ten-dréis. Porque al derramar este perfu-me sobre mi cuerpo, lo ha hecho a finde prepararme para la sepultura. Decierto os digo que dondequiera que sepredique este evangelio, en todo elmundo, también se contará lo que éstaha hecho, para memoria de ella».

En todo lo que haces, procurafijar tu atención directamente so-bre el Maestro. Haz a Jesús el obje-to inmediato de cada pequeño actode servicio, no importa cuál sea.Ocúpate en todo de manera que élpueda decir: «Ha hecho conmigo unabuena obra». No te preocupes porlos pensamientos de los hombresen relación a tu camino o a tu la-bor. No te importe su indignacióno su incomprensión, sino derrama

el perfume de tu vaso de alabastrosobre la persona de tu Señor. Pro-cura que cada acto de servicio tuyosea el fruto del aprecio de tu cora-zón hacia él; y ten seguridad de queél valorará tu obra y te vindicarádelante de muchos.

Así ocurrió con la mujer dequien hemos leído. Ella tomó suvaso de alabastro y caminó a la casade Simón el leproso, con un soloobjetivo en su corazón, a saber, Je-sús y lo que estaba ante él. Toda suatención estaba puesta en él. Ellano pensaba en ninguna otra cosa,sino en derramar su ungüento pre-cioso en la cabeza del Señor.

Y observen el bendito detalle. Elacto de esta mujer ha llegado has-ta nosotros, en el registro del evan-gelio, asociado con el bendito nom-bre de Jesús. Nadie puede leer elevangelio sin leer, asimismo, elmemorial de su personal devoción.

Los imperios se han alzado yhan prosperado, para luego des-aparecer en la región del silencio ydel olvido; los monumentos erigi-dos para celebrar la gloria del ge-nio humano se han convertido enpolvo; pero el acto de esta mujeraún vive, y vivirá por siempre. Quetengamos la gracia de imitarla.

Las oraciones que ascienden al cielo son las que son enviadas por elEspíritu Santo; solo esa oración es eficaz.

Juan Bunyan

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LEGADO

La cruz de CristoJ.C. Ryle

La muerte de Cristo en la cruz, en expiación por los pecadores, es laverdad central de toda la Biblia.

«Pero lejos esté de mí gloriarme, sino en lacruz de nuestro Señor Jesucristo» (Gál.6:14).

¿Qué piensas tú acerca de lacruz de Cristo? La preguntapuede ser considerada de

poca importancia: pero ella se re-fiere profundamente al bienestareterno de tu alma.

Hace mil ochocientos años,hubo un hombre que dijo que él se«gloriaba» en la cruz de Cristo.Este fue el apóstol Pablo. Él fuequien trastornó al mundo con lasdoctrinas que predicaba; fue quienhizo más que ningún otro hombreen todo el mundo por establecer lafe cristiana. Con todo, él dice a losgálatas: «Pero lejos esté de mí gloriar-me, sino en la cruz de nuestro SeñorJesucristo» (Gál. 6:14).

Significados de la cruzLa «cruz de Cristo» debe ser

necesariamente un tema importan-te, cuando un apóstol inspirado

puede referirse a él de esta mane-ra. Quisiera intentar demostrar loque significa esta expresión. Unavez que tú conoces el significadode la cruz de Cristo, entonces po-drás, con la ayuda de Dios, ver laimportancia de ella para tu alma.

En la Biblia, la cruz se refiere, aveces, a aquel madero en la cual elSeñor Jesús fue clavado y muertoen el monte Calvario. Esto es lo quePablo tenía en mente cuando dijoa los filipenses que Cristo se hizo«obediente hasta la muerte, y muertede cruz» (Flp. 2:8).

Sin embargo, esta no es la cruzen la cual el apóstol se gloriaba. Élse habría estremecido horrorizadoante la idea de gloriarse en un sim-ple pedazo de madera. No cabeduda que él hubiera denunciado laadoración del crucifijo como pro-fana, blasfema e idólatra.

La cruz significa, a veces, lasaflicciones y pruebas que los cre-yentes tienen que afrontar si siguena Cristo fielmente, por causa de su

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fe. Este es el sentido en el cual nues-tro Señor utiliza la palabra, cuan-do él dice: «…y el que no toma sucruz y sigue en pos de mí, no es dignode mí» (Mat. 10:38). Este tampocoes el sentido en el cual Pablo utili-za la palabra cuando él se dirige alos gálatas. Él conocía esa cruz muybien, y la llevaba pacientemente;pero, aquí, él no está hablando deeso.

Énfasis de la cruz en la vida dePablo

Sin embargo, la cruz tambiénseñala, en algunos pasajes, la doc-trina de que Cristo murió por lospecadores sobre la cruz –la expia-ción que él hizo por los pecadores,por su sufrimiento por ellos en lacruz–, el sacrificio completo y per-fecto por el pecado que él ofreció,cuando él dio su propio cuerpopara ser crucificado.

En fin, esta expresión, «la cruz,»es sinónimo de Cristo crucificado,el único Salvador. Este es el senti-do en el cual Pablo la utiliza cuan-do dice a los corintios: «Porque lapalabra de la cruz es locura a los quese pierden» (1ª Cor. 1:18). Este es elsentido en el cual él escribe a losgálatas: «Pero lejos esté de mí gloriar-me, sino en la cruz de nuestro SeñorJesucristo» (Gál. 6:14). Él se limitósimplemente a decir: «No meglorío en nada, sino en Cristo cru-cificado como la salvación de mialma».

Jesucristo crucificado era elgozo y la delicia, el consuelo y lapaz, la esperanza y la confianza, elfundamento y el lugar de reposo,el arca y el refugio, el alimento y lamedicina del alma de Pablo. Él nopensaba en lo que él mismo habíahecho y había sufrido. No medita-ba en su propia bondad y su pro-pia justicia. Él amaba pensar enaquello que Cristo había hecho, yCristo había sufrido – en la muertede Cristo, en la justicia de Cristo,en la expiación de Cristo, en la san-gre de Cristo, en la obra acabadade Cristo. En esto él se gloriaba.Este era el sol de su alma. Este erael tema sobre el cual él amaba pre-dicar.

Pablo era un hombre que iba yvenía por la tierra, proclamando alos pecadores que el Hijo de Dioshabía derramado la sangre de Supropio corazón para salvar sus al-mas. Caminaba por todo el mun-do diciendo a la gente que Jesucris-to les había amado y había muertopor los pecados de todos en la cruz.

Observen cómo habla a loscorintios: «Porque primeramente oshe enseñado lo que asimismo recibí:Que Cristo murió por nuestros peca-dos» (1ª Cor. 15:3). «Pues me propu-se no saber entre vosotros cosa algunasino a Jesucristo, y a éste crucificado»(1ª Cor. 2:2). Él, un fariseo blasfe-mo y perseguidor, había sido lava-do en la sangre de Cristo: no podíaguardar silencio sobre esto, y nun-

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ca se cansaba de contar la historiade la cruz.

Este es el tema que él amabaabordar cuando escribía a los cre-yentes. Es maravilloso observarcuán llenas están generalmente susepístolas de los sufrimientos y dela muerte de Cristo. Su corazónparece estar henchido del tema: éllo amplía constantemente; vuelvea él una y otra vez. Es el hilo dora-do que corre a través de toda suenseñanza doctrinal y sus exhorta-ciones prácticas. Pablo parece pen-sar que aun el cristiano más avan-zado nunca podrá oír demasiadosobre la cruz. Esto es lo que él vi-vió durante toda su vida, desde suconversión. Dice a los gálatas: «…loque ahora vivo en la carne, lo vivo enla fe del Hijo de Dios, el cual me amó yse entregó a sí mismo por mí» (Gál.2:20).

¿Qué lo hizo tan fuerte en sulabor? ¿Qué lo hizo tan dispuestoa trabajar? ¿Qué lo hizo tan incan-sable en el esfuerzo por salvar aotros? ¿Qué lo hizo tan perseveran-te y paciente? Les diré el secreto detodo. Él siempre se estaba alimen-tando, por fe, en el cuerpo de Cris-to y en la sangre de Cristo. Jesúscrucificado era la comida y la be-bida de su alma.

La verdad central de las Escritu-ras

Lector, tú puedes estar segurode que Pablo tenía razón. Cuenta

con esto: la cruz de Cristo, la muer-te de Cristo en la cruz en expiaciónpor los pecadores, es la verdad cen-tral de toda la Biblia. Esta es la ver-dad que vemos desde cuando abri-mos Génesis. La simiente de lamujer que hiere la cabeza de la ser-piente, no es sino una profecía deCristo crucificado.

Esta es la verdad que resplan-dece, aunque velada, a través de laley de Moisés y la historia de losjudíos. El sacrificio diario, el cor-dero pascual, el derramamientocontinuo de la sangre en el taber-náculo y el templo, todos estos eransímbolos de Cristo crucificado.Esta es la verdad que vemos hon-rada en la visión del cielo, antes deque cerremos el libro de Apocalip-sis. «En medio del trono y de los cua-tro seres vivientes», se nos dice, «yen medio de los ancianos, estaba en pieun Cordero como inmolado» (Apoc.5:6).

Aun en medio de la gloria ce-lestial, captamos una visión deCristo crucificado. Quitemos lacruz de Cristo, y la Biblia será unlibro oscuro. Es como los jeroglífi-cos egipcios sin la clave que inter-prete su significado – curiosos ymaravillosos, pero sin ninguna uti-lidad real.

Tú puedes saber mucho acercade la Biblia. Puedes conocer loscontornos de las historias que con-tiene y las fechas de los aconteci-mientos descritos, así como alguien

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sabe la historia de Inglaterra. Pue-des saber los nombres de los hom-bres y de las mujeres mencionadosen ella, tal como un hombre sabede César, Alejandro Magno oNapoleón. Puedes conocer los di-ferentes preceptos de la Biblia, yadmirarlos, de la misma forma queun hombre admira a Platón,Aristóteles o Séneca. Pero si tú aúnno has descubierto que Cristo cru-cificado es el fundamento de todoel libro, has leído su Biblia con muypoco provecho hasta ahora. Tu fees un cielo sin sol, una brújula sinaguja, un reloj sin cuerda, una lám-para sin aceite. Eso no te conforta-rá ni librará tu alma del infierno.

Lo reitero, tú puedes saber mu-cho acerca de Cristo, por una es-pecie de conocimiento intelectual.Puedes saber quién era él, dóndenació y qué hizo él. Puedes cono-cer sus milagros, sus dichos, susprofecías y sus ordenanzas. Puedessaber cómo él vivió, cómo sufrió ycómo murió. Pero, a menos queconozcas el poder de la cruz de

Cristo por experiencia, a menosque sepas y sientas interiormenteque el derramamiento de la sangreen esa cruz ha lavado tus propiospecados, a menos que estés dis-puesto a confesar que tu salvacióndepende enteramente de la obraque Cristo hizo sobre la cruz, amenos que éste sea el caso, Cristono te aprovechará de nada.

El peligro de una religión sin lacruz

El solo conocimiento del nom-bre del Cristo nunca te salvará. Túdebes conocer su cruz y su sangre;de lo contrario, morirás en tus pe-cados. Entre tanto tú vivas, ten cui-dado de una religión en la cual nohay mucho de la cruz. Vivimostiempos en que la advertencia eslamentablemente necesaria. Guár-date, reitero, de una religión sin lacruz.

Hoy en día, hay cientos de lu-gares de culto, en los cuales se vecasi de todo, excepto la cruz. Hayroble tallado y piedra esculpida,vitrales y pinturas brillantes; hayservicios solemnes y una constan-te ronda de ordenanzas; pero laverdadera cruz de Cristo no estáallí. Jesús crucificado no es procla-mado en el púlpito. El Cordero deDios no es exaltado, y la salvaciónpor la fe en él no es libremente pro-clamada. Por lo tanto, todo estámal. Lector, guárdate de tales lu-gares de culto; no son apostólicos,

Hoy en día, hay cientosde lugares de culto, en loscuales se ve casi de todo,

excepto la cruz.

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55AGUAS VIVAS

y ellos no hubiesen satisfecho aPablo.

Hay miles de libros religiosospublicados en nuestro tiempo, enlos cuales hay de todo, excepto lacruz. Están llenos de indicacionessobre sacramentos y elogios de laiglesia; abundan en exhortacionessobre la vida santa y reglas para ellogro de la perfección; están llenosde fuentes y de cruces, tanto en elinterior como en el exterior, perola cruz verdadera de Cristo es omi-tida. El Salvador y su amor hastala muerte no se encuentran allí, ose mencionan de una manera noescritural. Por lo tanto, son peoresque inútiles. Lector, guárdate detales libros; no son apostólicos, yellos nunca habrían satisfecho aPablo.

Una palabra de exhortaciónPablo no se gloriaba en nada,

sino en la cruz. Esfuérzate en sercomo él. Ante los ojos de tu alma,enfoca totalmente a Jesús crucifi-cado. No prestes oídos a enseñan-za alguna que interponga cual-

quier cosa entre tú y él. No caigasen el viejo error de los gálatas. Nopienses que alguien en este díapueda ser un guía mejor que losapóstoles. No te avergüences de lassendas antiguas en las cuales loshombres que caminaron fueroninspirados por el Espíritu Santo.

No permitas que el parloteo delos hombres que hablan cosas va-nas sobre la universalidad, la igle-sia y el ministerio, perturben tu pazy te hagan soltar tus manos de lacruz. Las iglesias, los ministros ylos sacramentos tienen su lugar,pero ellos no son Cristo crucifica-do. No entregues el honor de Cris-to a otros. «El que se gloría, gloríeseen el Señor» (1ª Cor. 1:31).

Lector, dejo estas reflexionesante tu mente. Yo no sé lo que túpiensas ahora acerca de la cruz deCristo; pero no puedo deseartenada mejor que esto – que tú pue-das ser capaz de decir con el após-tol Pablo, antes de que mueras o teencuentres con el Señor: «Pero lejosesté de mí gloriarme, sino en la cruzde nuestro Señor Jesucristo». Amén.

Dios todavía es fiel

Cuando leí la biografía de Müller, quedé sorprendido al enterarme porqué comenzó con el orfanato. Su propósito principal no era cuidar loshuérfanos. En cambio, escribió en su diario: «El objetivo primero y principaldel trabajo fue (y sigue siendo) que Dios pueda ser magnificado al verseque los huérfanos bajo mi cuidado reciben todo lo que necesitan, solomediante la fe y la oración, sin que yo ni mis compañeros le pidamos nadaa nadie, y así pueda verse que Dios todavía es fiel y escucha la oración».

David Platt

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BIBLIAClaves para el estudio de la Palabra

La humanidad divinamente perfecta del Hijo de Dios es aquí retratada y su ge-nealogía trazada más allá de David y Abraham, llegando hasta Adán. El Hombredivino, el segundo Adán, es para el hombre, como hombre, cercano y amigo,rescatador y hermano. Mas él es también el Señor que descendió del cielo y queconcede la sanidad divina; es también Ayudador, Profeta y Salvador. Lucas eraamigo y compañero de Pablo, y escribió especialmente para los griegos, siendoprobablemente él mismo un prosélito gentil.

LucasA.T. Pierson

Palabra clave: Hijo del Hombre Versículo clave: 19:10

El nacimiento humano y la genea-logía de Cristo son preeminentes, y lasparábolas y milagros registrados tocantoda la humanidad. Él es visto ocupa-do en hacer el bien. Aproximadamentecien pasajes en la narración son típi-cos del evangelio de Lucas. Muchosincidentes atraen la especial atencióndel “médico amado”; pero, lo que máscaracteriza a este evangelio es su es-pecial propósito de presentar a Cristocomo el más sabio de los maestros yaun el mejor de los hombres. Así, elautor destaca parábolas, milagros yeventos que revelan Su incomparableenseñanza y Su identificación con lahumanidad.

Lucas registra, por ejemplo, el inci-dente en el cual la mujer pecadoraunge los pies del Señor (7:37-50), lahistoria de Zaqueo, la cariñosa amones-tación a Simón Pedro, asegurando Susoraciones por él (22:31-32), la prome-sa al ladrón a las puertas de la muerte

y la conversación en el camino aEmaús. Registra aun las parábolas delbuen samaritano, de la gran cena, dela oveja perdida, de la moneda de pla-ta perdida y del hijo pródigo (capítulo15); del fariseo y del publicano, de laviuda importuna – que ilustra la ternu-ra y compasión del Señor con el mar-ginado y despreciado, el afligido y elpecador, el publicano y aun el criminal.El capítulo central es el 15, donde, através de un grupo de tres parábolas,es maravillosamente presentada la ale-gría por causa del perdido que ha sidohallado. Las últimas palabras son debendición.

DiDiDiDiDivisionesvisionesvisionesvisionesvisiones1. Lucas 1:1 - 4:13. Introducción al

ministerio público de Cristo.2. Lucas 4:14 - 21:38. Hasta la última

pascua.3. Lucas 22 - 24. Hasta su bendición

en la ascensión.

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57AGUAS VIVAS

Símbolos de la servidumbrey la redención de Israel

Aunque las Sagradas Escrituras son un relato literal e histórico; con todo,por debajo de la narración, hay un significado espiritual más profundo.

A.B. Simpson

BIBLIA

Las eras de ladrillos de Egipto

En los pasajes de Éxodo 1:13-14y Éxodo 5:6-19, podemos ver elcuadro que Dios nos ha dado de

la amarga servidumbre de su antiguopueblo, que es el tipo de la estricta es-clavitud del pecado y de Satanás. Latierra que había sido su asilo al princi-pio, se había transformado en un hor-no ardiente y un lugar de opresión.

A lo largo de los siglos siguientes,las palabras: «Yo soy Jehová tu Diosque te saqué de la tierra de Egipto, decasa de servidumbre», han sido el cua-dro más vívido de nuestra redencióndel poder de Satanás y de este presen-te mundo malo.

Para nosotros, como para ellos,todo empezó en una escena de inocen-cia y bendición. Pero pronto se levan-tó otro rey, sobre el que había sido an-tes un Edén santo y feliz, y el príncipede este mundo tiene hoy a sus cauti-vos en una esclavitud más completa yservil y una servidumbre más degra-dante que aquella que Israel conocióbajo Faraón.

Las eras de ladrillos de Zoan sonsímbolos apropiados de algunos desus rigores. El mismo material del la-

drillo nos sugiere la idea de lo terre-nal y lo perecedero. El símbolo de laobra permanente de Dios no es ladri-llo, sino piedra. La casa celestial estáfundada sobre la roca, y su materialson piedras vivas. Pero las casas deEgipto y Babilonia están hechas de ar-cilla, y simbolizan todo lo que perte-nece a este mundo malo. Aquel quesigue a Mamón emplea toda su fuerzaen edificar una casa que se va a des-moronar en polvo, como él mismo,dentro de poco tiempo.

La agravación de esta servidum-bre, sin embargo, fue que el opresorexigiera tareas más severas, sin suplirlos materiales y recursos. Esto es exac-tamente lo que hace Satanás con todassus víctimas – exigir que hagan ladri-llo sin paja.

Él es el gran capataz de una malaconciencia, y disfruta poniendo sobreel corazón turbado el yugo de la ley,con la misma alegría con que él rompesus obligaciones. Uno de sus métodosfavoritos para aplastar a sus víctimases exigirles una justicia imposible, paraluego acusarlos, condenarlos yhostigarlos hasta la desesperación,porque no la han cumplido, aunque él

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sabe muy bien que ellos son comple-tamente incapaces de hacerlo.

Qué espantosa es la esclavitud deun alma consciente de su pecado y susdeficiencias, que está deseando cons-tantemente obrar mejor, y realmentese lanza a mil resoluciones y propósi-tos de hacer lo bueno, pero no obstan-te se va hundiendo más y más en lacautividad de la corrupción, fustigadoa cada paso por la vara cruel de unaconciencia que acusa y por un remor-dimiento desesperado.

Y qué diferente es el dulce señoríode Cristo, que no manda nada sin darel poder para cumplirlo, y que dice almundo abatido y abrumado por elpecado: «Venid a mí todos los que es-táis trabajados y cargados, y yo os harédescansar. Tomad mi yugo sobre vo-sotros y aprended de mí, que soy man-so y humilde de corazón, y hallaréisdescanso para vuestras almas. Porquemi yugo es fácil y liviana mi carga».

La figura llega a su punto culmi-nante cuando se añade que el salariode este trabajo era literalmente lamuerte. El cruel decreto no solo exigíaque la raza fuera aplastada y postradapor estas demandas severas, sino quedebía al final extinguirse, al decidiraplicar un cruel destino sobre todo hijovarón.

Del mismo modo, nuestro durocapataz no solo requiere nuestro ser-vicio, sino que ha decidido extermi-narnos. No hay nada, excepto la san-

gre de nuestra alma, que satisfaga suodio y maldad. No está satisfecho connuestra muerte física, sino que nosazota con una herida y nos abate conuna muerte que son eternas.

¡Qué necios son los hombres! Es-tán edificando lo que ellos creen ciu-dades de tesoros; pero, como lo acu-mulado por los antiguos Ramsés, pa-san a manos de otros, y los que se afa-nan van a la tumba eterna. «La pagadel pecado es muerte; pero la dádivade Dios es vida eterna en Cristo JesúsSeñor nuestro».

La cruel servidumbre es inexora-ble. Faraón no tenía intención de sol-tar a sus cautivos. Amañó una compo-nenda y consintió en que fueran unosdías al desierto para adorar a Dios,pero no deberían ir más lejos. En todocaso, no debían salir de Egipto; y aunasí, debían dejar su ganado y sus hijoscomo rehenes.

El mundo retiene así a los suyos.No se opone a un poco de religión,mientras no nos separemos de él o va-yamos demasiado lejos de sus prácti-cas y espíritu. Y, al igual que Faraón,siempre insiste en tener a su disposi-ción nuestra familia y nuestras pose-siones.

Cuando Satanás no tiene todo elcorazón de alguno, por lo menos con-trola gran parte de su capital, inclusode los que profesan ser hijos de Dios.Los mismos padres que no se atreve-rían a permitirse asociaciones dudosas

Las casas de Egipto y Babilonia están hechas de arcilla, ysimbolizan todo lo que pertenece a este mundo malo.

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y placeres frívolos permiten a sus hi-jos que disfruten del mundo sin corta-pisa alguna.

Es una bendición que Dios haga laservidumbre tan amarga, para que supueblo acabe dándose cuenta de susignificado y clame pidiendo libera-ción, como Israel. Como el de ellos,aquel clamor recibirá respuesta, nosolo en la misericordia de Dios, sinotambién en un aumento de la severi-dad de las pruebas.

Cuanto más próxima sea la hora dela liberación, más tremendo va a ser elcalor en el horno. Y así es, con frecuen-cia, que en las mismas profundidadesde la desesperación, viene la mañana,y el libertador viene con ella. «Cuan-do ellos doblan el número de ladrillos,entonces viene Moisés», es el prover-bio en que la triste historia de Israel secristaliza la esperanza; y muchas almashan visto que es verdad en la experien-cia de la salvación o la liberación pro-videncial.

Detengámonos un momento y pre-guntémonos qué significa todo estopara nosotros. ¿Nos hallamos en laseras de ladrillos de Egipto o en las tien-das libres y felices de los redimidos?¿Estamos edificando una casa de are-na que se derrumbará dentro de poco,o estamos edificando no solo la roca,sino con materiales valiosos e indes-tructibles como oro, plata y piedraspreciosas, que no solo van a resistir laprueba, sino que resplandecerán másen las llamas del último día?

¿Estamos sirviendo a un amo cruel,el mundo, que nos engaña con sus her-mosas promesas y que nos hace creerque nos edificamos palacios y luego loshace desaparecer ante nuestra vista,

para repetir el engaño de las prome-sas del mundo en las vidas de los quevienen detrás de nosotros?

¿Somos los esclavos desgraciadosde un tirano que no solo agota nuestrafuerza para sus fines egoístas, sino quenos va aplastando inexorablemente auna muerte eterna; y ha decidido nosolo destruir nuestras vidas sino tam-bién devorar nuestras almas inmorta-les?

¿O estamos bajo la servidumbre deuna mala conciencia y una ley que nopuede salvar ni santificarnos, malgas-tando nuestras vidas y fuerza en es-fuerzos vanos de guardar nuestras re-soluciones y reformar nuestras vidas,vencer nuestras pasiones y cumplir lasexigencias de esta ley que nos hacehundir más y más en la desesperacióny la impotencia en cada fracaso?

Bendito sea Dios, porque se haacercado para nosotros la hora de laredención. Los rigores de nuestra es-clavitud son los últimos esfuerzos fre-néticos del tirano que quiere retener-nos. El gran Libertador ha venido paravendar a los de corazón quebrantado,predicar libertad a los cautivos, a sol-tar a los oprimidos y librarnos del po-der de las tinieblas y trasladarnos alreino de su amado Hijo.

Reconozcamos nuestra verdaderacondición; pongámonos a su lado encontra del opresor; no rehusemos oír-le, como hicieron los israelitas conMoisés; elevemos nuestro clamor alcielo, y la respuesta ya la tenemos. «Elclamor de los hijos de Israel que ha ve-nido delante de mí, y también he vistola opresión con que los egipcios losoprimen». «He visto la aflicción de mipueblo que está en Egipto, y he oído

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su clamor a causa de sus opresores,porque conozco sus aflicciones; y hevenido para librarlos».

Las diez plagasEl primer estadio de la liberación

de Israel fue el juicio de Dios sobre susopresores. Y las plagas de Egipto sontipos de la forma en que trata Dios asus adversarios espirituales en la granobra de la redención, tanto en su prin-cipio como en su consumación final.

Ya hemos visto el principio de lasalvación por destrucción ilustradovívidamente en la historia del diluvio,en que Noé y su familia fueron salva-dos por el agua. La destrucción de Fa-raón es una ilustración similar del mis-mo principio. Las diez plagas de Egip-to iban dirigidas no contra las perso-nas y la propiedad del rey de la na-ción, sino de modo especial contra losdioses demónicos y el naturalismodeificado de la tierra. «Contra todoslos dioses de Egipto», dice Dios, «eje-cutaré juicio».

Las diez plagas sucesivas que lle-naron el río de sangre, y la tierra deenjambres de ranas, moscas, langostas;que hirieron el ganado con enferme-dades, los campos con granizo y fue-go, el cielo de oscuridad y los hogaresde Egipto, finalmente, con la muerte,no solo fueron muestras del desagra-do de Dios contra el pueblo corruptoy el tirano malvado, sino un golpe másdirecto y fatal al que era el verdaderoseñor de Egipto: el príncipe de la po-testad del aire, el gobernador de lasnaciones impías de la tierra, y el diosde este mundo.

El Nilo, los ganados, los escaraba-jos, los rebaños, el sol y el mismo rey,

todos ellos eran representantes del di-vino principio y objetos de adoraciónidolátrica. Y todos ellos fueron heridosen el juicio implacable por la mano delcielo, para que Egipto supiera que noeran sino fraudes de una religión falsae imitaciones del Dios verdadero, queiba a engrandecerse en la redención yla historia del pueblo escogido.

Estas plagas prefiguraron los jui-cios que empezaron a caer sobre la ca-beza de Satanás en el ministerio terre-nal del Señor Jesús, y que han de al-canzar su cima en las plagas del juiciodel último día.

Las tres primeras cayeron sobreIsrael y sobre los egipcios, implicandocon ello hasta cierto punto que el pue-blo de Dios compartía los sufrimien-tos y la retribución que su pecado ha-bía traído sobre la tierra. Pero las sieteúltimas fueron confinadas exclusiva-mente a los egipcios y parecen conte-ner una profecía, o por lo menos unaprefiguración de las siete última pla-gas que, dentro de poco, han de llenarla copa de las calamidades de la tierray preceder de modo inmediato el ad-venimiento personal del Señor Jesu-cristo (Apocalipsis 16).

El fin de Faraón en el Mar Rojo esel tipo del derrocamiento final de Sa-tanás y de sus agentes en la tierra, alintroducirse el reino milenial de Cris-to. No siempre el derecho se hallaráen la horca y la injusticia en el trono.«El que ha de venir vendrá, y no tar-dará». «Los malvados impostores iránde mal en peor...». «Porque no reposa-rá la vara de la impiedad sobre la he-redad de los justos» (Salmo 125:3).

Ya ha sido afilada la espada y for-jada la cadena que van a derribar y

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apresar al tirano de los siglos, y pron-to se oirá el clamor: «El acusador denuestros hermanos ha sido derribado...Regocijaos, oh cielos, y los que moráisen ellos». «Aleluya, porque el SeñorDios Todopoderoso reina».

Como en la lejana orilla del maregipcio cantan el cántico de Moisés,terminarán con un gran coro mayoraún, y cantarán el cántico de Moisés y

el cántico del Cordero delante del marde vidrio, diciendo: «Grandes y mara-villosas son tus obras, señor Dios To-dopoderoso; justos y verdaderos sontus caminos, Rey de los santos. ¿Quiénno te temerá, oh Señor, y glorificará tunombre? Pues solo tú eres santo; porlo cual todas las naciones vendrán y teadorarán, porque tus juicios se hanmanifestado» (Apoc. 15:3-5).

Cómo afinar la plata

«Transformados a la imagen de Cristo».

Un grupo de mujeres realizaba un estudio bíblico sobre el libro deMalaquías. Al llegar al capítulo 3, se encontraron con el versículo 3 que diceasí: «Y se sentará para afinar y limpiar la plata». Este versículo intrigó a lasmujeres, que se preguntaron lo que esta declaración significaba en cuantoal carácter y la naturaleza de Dios.

Una de ellas se ofreció para investigar cómo es el proceso de refinado dela plata. En la próxima reunión, ella le contaría al grupo.

Esa semana, la mujer llamó por teléfono a un orfebre y consiguió untiempo con él para observar su trabajo.

Mientras ella miraba, él mantenía un trozo de plata en el fuego y lo dejabacalentar. Él explicó que en el refinado era necesario mantener la plata en elmedio del fuego, en las llamas que eran más calientes, con el fin de quemartodas las impurezas.

Ella pensó que Dios nos mantiene en un lugar muy caliente y, en su mente,recordó el versículo: «Y se sentará para afinar y limpiar la plata». Y le preguntóal orfebre si era verdad que él tenía que estar sentado delante del fuegotodo el tiempo en que la plata estuviese siendo refinada.

El hombre dijo que sí, y que no sólo tenía que sentarse cuidando de laplata, sino que también debía mantener sus ojos en ella el tiempo que fueranecesario, porque si la plata fuera dejada demasiado tiempo en las llamas,en un solo instante sería destruida.

La mujer quedó en silencio durante un momento.

A continuación, preguntó: «¿Cómo se sabe que la plata está totalmenterefinada?». Y el hombre le contestó: « ¡Oh, es muy fácil! El proceso está listocuando veo mi imagen reflejada en ella».

Tomado de la Web

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VIDA CRISTIANA

Eliminando las diferencias

Watchman Nee

Lecciones básicas sobre la vida cristiana práctica.

«...donde no hay griego ni judío, circunci-sión ni incircuncisión, bárbaro ni escita,siervo ni libre, sino que Cristo es el todo, yen todos» (Col. 3:11).

Después de haber confesado alSeñor delante de los hombresy de haber sido separados del

mundo, los nuevos creyentes debenmostrar que todos los creyentes sonuno en el cuerpo de Cristo. Podemosllamar a esto la eliminación de las di-ferencias o la supresión de las discri-minaciones.

«Porque por un solo Espíritu fuimostodos bautizados en un cuerpo, sean ju-díos o griegos, sean esclavos o libres; y atodos se nos dio a beber de un mismo Espí-ritu» (1ª Cor. 12:13). La palabra «sean»implica que todas las distinciones hansido eliminadas. En el cuerpo de Cris-to no puede haber discriminaciones te-rrenales. Todos nosotros somos bauti-zados para ser un solo cuerpo, y luegoa todos se nos dio a beber de un mis-mo Espíritu.

«...porque todos los que habéis sidobautizados en Cristo, de Cristo estáis re-vestidos. Ya no hay judío ni griego; no hay

esclavo ni libre; no hay varón ni mujer;porque todos vosotros sois uno en CristoJesús» (Gál. 3:27-28). Los que están enCristo son aquellos que han sido re-vestidos de Cristo. Las distincionesnaturales de judíos y griegos, esclavosy libres, hombres y mujeres, han sidoabolidas.

«…y revestido del nuevo, el cual con-forme a la imagen del que lo creó se va re-novando hasta el conocimiento pleno, don-de no hay griego ni judío, circuncisión niincircuncisión, bárbaro ni escita, siervo nilibre, sino que Cristo es el todo, y en to-dos» (Col. 3,10-11). Una vez más, se nosdice que las distinciones naturales yano existen entre los creyentes, porquenos hemos convertido en un nuevohombre creado a imagen de Dios. Eneste nuevo hombre, todas las diferen-cias de griego y judío, circuncisión eincircuncisión, bárbaro y escita, sier-vo y libre han desaparecido, ya queCristo es el todo, y en todos.

Después de leer estos tres pasajesde la Biblia, podemos ver fácilmenteque todos los creyentes son uno enCristo. Todas y cada una de las dife-rencias naturales han sido abrogadas.Esta es una cuestión fundamental para

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la edificación de la iglesia. Si nosotrosintrodujéramos todas estas distincio-nes terrenales en la iglesia, veríamosque la relación entre hermanos y her-manas nunca podría ajustarse correc-tamente, y que la iglesia no podría serestablecida delante de Dios.

De las distinciones mencionadas enestos pasajes, hay cinco contrastes, asaber: griegos y judíos, esclavos y li-bres, varones y mujeres, bárbaros yescitas, circuncisión e incircuncisión.Sin embargo, el apóstol nos dice queen Cristo nosotros somos uno.

El mundo presta gran atención a lacondición personal – raza, condiciónsocio-económica, y así sucesivamente.Tengo que mantener mi honra, deboproteger mi status. Pero cuando nosconvertimos en cristianos, debemosexcluir tales discriminaciones. Nadiedebe traer su posición o situación per-sonal a Cristo y la iglesia –el nuevohombre–, porque ello sería traer al vie-jo hombre. Nada de lo que perteneceal viejo hombre debe ser jamás arras-trado a la iglesia.

La abolición de las diferencias nacio-nales

Que Dios en su gracia pueda abrirlos ojos de los jóvenes creyentes per-mitiéndoles ver que, no importa si eranoriginalmente judíos o gentiles, ahorason uno en Cristo. Todas sus limita-ciones nacionales han sido rotas; lasdistinciones nacionales simplementeya no existen. Si algunos son creyen-tes norteamericanos, otros creyentesbritánicos, otros creyentes indios o cre-yentes chinos, todos ellos son herma-nos y hermanas en el Señor. Nadiepuede dividirlos como hijos de Dios.

No podemos tener un cristianismonorteamericano, y si tal fuese el caso,no podríamos tener a Cristo. Ambascondiciones se oponen entre sí. EnCristo, todos somos hermanos y her-manas. Es indudable que en Cristo nopuede existir ninguna frontera nacio-nal. El cuerpo de Cristo es el hombrenuevo, enteramente uno, sin ningunadistinción de nacionalidad. Aun unfuerte nacionalismo, tal como aquelque tenían los judíos, debe ser roto enCristo.

Cada vez que nos encontramos conun hermano en Cristo, ya no debería-mos etiquetarlo como chino o ameri-cano, porque todos somos uno en Cris-to. Es un error de las más graves con-secuencias tratar de establecer unaiglesia china o de levantar un testimo-nio estadounidense. En Cristo no hayni judío ni gentil. Intentar introducircosas externas, tales como las diferen-cias nacionales, destruirá por comple-to las cosas al interior de la iglesia. EnCristo, todos se coordinan entre sí sinningún tipo de discriminación. En elmomento en las diferencias son lleva-das al cuerpo de Cristo, éste se con-vierte en una institución carnal.

La eliminación de las diferencias declase

La identidad de clase presenta otradificultad en relación con el cuerpo deCristo. No percibimos las diferenciasnacionales hasta que nos encontramoscon un extranjero, pero la distinciónentre el esclavo y el libre también eseliminada en Cristo.

Supón que tú perteneces a la clasede los sirvientes o que eres un emplea-do o subordinado. En el hogar o en la

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oficina, debes mantener tu lugar yaprender a escuchar y obedecer. Perocuando tú y tu patrón o jefe se reúnendelante de Dios, tú no necesitas escu-charlo en base a su posición en el ám-bito laboral. Las diferencias de claseno tienen cabida en los asuntos espiri-tuales.

Esta eliminación de las diferenciasde clase solo es posible entre los cris-tianos. Sólo los cristianos podemosrealizar esto en forma cabal. Nosotrospodemos estrechar mutuamente nues-tras manos y declarar que somos her-manos. Tenemos el amor que superalas diferencias. En el mundo, una cla-se de personas trata de desplazar a otrapara elevarse a sí mismos a un nivelsuperior. Pero nosotros, los que esta-mos en Cristo, somos capaces de eli-minar por completo la discriminaciónde clase. Esa diferencia de clase inque-brantable entre hombre libre y escla-vo debe ser totalmente destrozada.

Nosotros tenemos comunión conotros hermanos y hermanas sobre elúnico terreno de aquello que el Señornos ha dado – su vida. De esta manerarecibiremos una gran bendición deDios. Tal iglesia será llena del amor deCristo, y seremos aquellos queministran a Cristo el uno al otro.

Cuando alguien se convierte a Cris-to, debe dejar sus características nacio-nales fuera de la iglesia, porque no haylugar para tales cosas en la casa deDios. Hoy en día, en muchas iglesias,hay problemas causados por la intro-misión de las peculiaridades naciona-les. Aquellos que son más locuacesbuscan a los que son comunicativos, yasí hacen también aquellos a los cua-les no les gusta hablar. Los más expre-

sivos se reúnen y los más callados ha-cen lo mismo. Por lo tanto, existenmuchas diferencias entre los hijos deDios.

Por favor, recuerden: las caracterís-ticas nacionales no tienen lugar en laiglesia, en el nuevo hombre en Cristo.No juzgues a los demás porque tienenun temperamento diferente. Ellos tejuzgarán de la misma manera si lo ha-ces. Tú puedes preguntarte por quéellos son tan fríos cuando tú les hablascon tanta calidez. Tal vez, al mismotiempo, sin embargo, ellos están su-friendo con tu forma de ser.

Muchos de los que llegan a la igle-sia afirman que ellos son así por natu-raleza. Dicen esto con cierto orgullo.Pero se les debe decir que la iglesia nonecesita de su ser natural. Ellos nodeberían traer sus viejas naturalezas ala iglesia, pues aquellas no están enCristo y eso tiende a dividir.

En consecuencia, debemos recha-zar todo lo que pertenece al viejo hom-

Las distinciones naturalesya no existen entre loscreyentes, porque nos

hemos convertido en unnuevo hombre creado a

imagen de Dios.

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bre. Sólo así podemos proseguir contodos los hijos de Dios.

El adiós a las divergencias culturalesHay un contraste en Colosenses

3:11, el de los bárbaros y escitas, quedesconcierta a los comentaristas. Unbárbaro es un hombre en un estadoincivilizado, tosco; a veces, especial-mente en un estado entre la barbarie yla civilización. Pero, qué es un escita,es un misterio. Algunos lo considerancomo alguien más bárbaro que el bár-baro, porque el salvajismo de losescitas es proverbial, mientras queotros, como estudiosos reflexionan quesi, en los escritos de los clásicos, losescitas son mencionados a menudojunto a los gálatas, deben ser personasmuy respetables. Sea cual sea la inter-pretación que podamos aceptar perso-nalmente, el punto es que ciertos lu-gares son conocidos por sus cualida-des específicas.

Como cuestión de hecho, la diver-gencia cultural, causa un montón deproblemas, pero debemos recordarque esto también ha sido eliminado enCristo. Nosotros, los que estamos enCristo, somos grandes hombres y mu-jeres. Entre toda la gente, solo noso-tros podemos soportar aquello que elmundo no puede admitir. No hacemosdistinción entre los hermanos. Noso-tros, como individuos, no nos fijamosa nosotros mismos como el estándarpara juzgar a todos los demás en con-secuencia. Esta situación simplemen-te no existe en Cristo, en la iglesia, enel nuevo hombre.

Algunos hermanos pueden prove-nir de la India, otros de África. Susculturas son muy diferentes de las

nuestras, pero nosotros hacemos solouna pregunta: ¿Están ellos en el Señor?Sin embargo, ellos también hacen lamisma pregunta con respecto a noso-tros. Si todos están en el Señor, todoestá resuelto. Mantenemos nuestrocontacto en el Señor; nos amamos unosa otros en el Señor. Podemos soportartodo lo demás y negarnos a permitirque cosa alguna nos divida como hi-jos de Dios.

Podríamos reunir a todos los her-manos sofisticados y formar una igle-sia con ellos? ¿O reunir a todos loshermanos simples y formar otra igle-sia? No, ninguno de estos grupos se-ría la iglesia. Es cierto que el conflictode cultura es una cuestión muy difícilde soportar. Sin embargo, no es me-nos cierto que esta divergencia cultu-ral no tiene cabida en la iglesia. Es algoque está fuera del cuerpo de Cristo. Nolo pongamos en la iglesia. Nunca per-mitamos que se convierta en un pro-blema.

Sin una señal de piedad en la carneOtro contraste es «circuncisión e

incircuncisión». Esto habla de las dis-tinciones basadas en signos externosde piedad en la carne. Todos sabemosque los judíos recibe la circuncisión ensu carne. Tienen la señal sobre ellos.Ellos profesan que pertenecen a Dios,que son temerosos de Dios y que nie-gan la carne. Por esta señal en su car-ne, ellos están seguros de tener parteen el pacto de Dios.

Los judíos hacen gran hincapié enla circuncisión. Esta es una caracterís-tica del judaísmo. Aquel que es circun-cidado está incluido en el pacto deDios, en tanto aquel que es incir-

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cunciso está excluido del pacto. A na-die se le permite casarse con los no cir-cuncidados. En Hechos 15, la circun-cisión fue el centro de la discusión,porque algunos creyentes judíos que-rían forzar a los gentiles a circunci-darse. Toda la epístola a los Gálatastrata con este asunto de la circuncisión.Pablo declara que si predicase la cir-cuncisión, la salvación de la cruz ya noexistiría, porque el pueblo simplemen-te dependería de una señal exterior depiedad en la carne.

Pablo deja muy claro que la circun-cisión no quita la inmundicia de la car-ne, sino que solo apunta a restringir laactividad de la carne. Lo importantees el interior, no las cosas externas. Sila visión interna es la misma, aunquela expresión externa pueda ser leve-mente diferente, no habrá división.

La suspensión de la desigualdad en-tre los géneros

La última distinción que se suspen-de en Cristo es la cuestión de género.En el gobierno de la Iglesia, hombresy mujeres tienen sus respectivas posi-ciones. Cuando la iglesia se reúne, elhombre funciona de forma diferente ala mujer. En la familia, el esposo y laesposa tienen diferentes responsabili-dades. Sin embargo, «en Cristo», nopuede haber hombre y mujer. Ni el

hombre ni la mujer tienen una posi-ción especial. ¿Por qué? Debido a queCristo es el todo, y en todos. Noten lapalabra «todos», que se utiliza dos ve-ces. Cristo es el todo, y en todos. Porlo tanto, en la vida espiritual no hayabsolutamente ninguna manera de di-ferenciar entre hombre y mujer.

Sin duda, en el ámbito del servi-cio, las hermanas tienen a veces unministerio diferente al de los herma-nos. Esto es debido a la disposición delorden de la autoridad de esta edadpresente; pero, cuando lleguemos a laedad futura, la disposición será distin-ta. Sin embargo, aún hoy, no puedehaber ninguna diferencia en Cristo.Tanto el hermano como la hermana sonsalvados por la vida del Hijo de Dios.Ambos se convierten en hijos de Dios.La palabra «niños» (griego, teknon) nohace distinción entre macho o hembra(aunque, según su raíz, es masculinaen forma).

Todos somos hermanos y herma-nas. Cada uno de nosotros es una nue-va creación en Cristo. Somos miem-bros de un solo cuerpo. Todas las dis-tinciones naturales han sido anuladasen Cristo. Por tanto, debemos dejarfuera de nuestros corazones cualquierespíritu de parcialidad, cualquier es-píritu divisivo. Así avanzaremos unpaso más.

¿No nos insta toda la naturaleza a alabarlo a Él? Si permaneciésemos ensilencio, seríamos las excepciones del universo. ¿No le alaba el trueno comoel son de los tambores del ejército de Dios que avanza? ¿No le alaban lasmontañas cuando las copas de los árboles se mecen en adoración? ¿Noescribe el relámpago Su nombre en letras de fuego en la oscuridad demedianoche? La tierra entera alza una voz, ¿y podemos nosotrospermanecer en silencio?

Charles Spurgeon

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Consejos a un joven creyente

Marcelo Díaz

Reflexionando sobre las enseñanzas de Pablo a su hijo espiritual, cuyavigencia permanece en los tiempos peligrosos que vivimos hoy.

JÓVENES

«Después llegó a Derbe y a Listra; y he aquí,había allí cierto discípulo llamado Timoteo,hijo de una mujer judía creyente, pero depadre griego; y daban buen testimonio de éllos hermanos que estaban en Listra y enIconio. Quiso Pablo que éste fuese con él; ytomándole, le circuncidó por causa de losjudíos que había en aquellos lugares; por-que todos sabían que su padre era griego»(Hechos 16:1-3).

A quí aparece en la escenaTimoteo, un joven que fuecriado en la fe desde niño, por

su abuela y su madre. En la primera yla segunda epístola a Timoteo hay al-gunos asuntos importantes que quisie-ra compartir hoy con ustedes.

Pablo toma a Timoteo y comienzaa traspasarle sus enseñanzas. En lascartas a Timoteo, hay consejos prácti-cos del apóstol. Timoteo era un discí-pulo que fue formado desde la juven-tud y, aparentemente, era un joven quenecesitaba siempre un aliento, un im-pulso. Al leer las cartas, se percibe queel joven tenía una personalidad tími-da, asociada a aspectos más melancó-licos, más bien introvertidos, por eltono en que le habla Pablo.

Pablo le advierte y le anima: «Hazesto, ocúpate de eso, huye de esto, si-gue aquello». Pareciera que Timoteonecesitaba una exhortación permanen-te. Aparentemente, su padre no esta-ba presente en su vida, pues solo semenciona a su madre y su abuela. Solose dice que el padre era griego. Tal vezfaltó esta figura masculina.

EquilibrioLa masculinidad es un componen-

te importante en nuestras vidas; asícomo lo femenino añade un elementomás emotivo. La masculinidad poneuna firmeza que todos necesitan, hom-bres y mujeres. Es importante que us-tedes se preparen en esto, porque undía serán padres y tendrán que trans-mitir esos rasgos a sus hijos.

Cuando esos ingredientes no estándel todo equilibrados, tendemos adesequilibrarnos en nuestra persona-lidad. Por eso somos todos tan distin-tos. Si la alimentación que recibimosno es del todo balanceada, produceciertas secuelas en nuestra personali-dad. Por ello, es importante que ten-gamos un autoconocimiento de cómosomos y cómo funcionamos.

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Si tú tuvieses que escribir ahorauna definición de cómo eres, ¿qué con-testarías? ¿Qué dirías de ti mismo?¿Qué aspectos tuyos reconoces y tie-nes como un autoconocimiento? ¿Sa-bes quién eres, cuáles son tus prefe-rencias, cómo reaccionas, cuáles sontus rasgos predominantes?

El autoconocimiento es bueno. Esbueno saber cómo uno es, pero el me-canismo de conocer eso es riesgoso. Laintrospección no es el mejor caminopara conocerse. Ahora, espiritualmen-te, el camino para conocerse es cono-cer a Dios y pedir que él nos examine.«Examíname, oh Dios», como diceDavid. Es una compenetración con él,es como ir conociéndolo a él y cono-ciéndonos en él. Este camino de cono-cerse es algo que ustedes tienen que irexplorando.

Cuidando de sí mismoVeamos algunos elementos a con-

siderar para ir creciendo en nuestravida como hijos de Dios. Por ejemplo,lo que dice Pablo en el versículo 4:16de su primera carta: «Ten cuidado de timismo». Este es un concepto muy inte-resante, porque conlleva la idea de queyo conozca quién soy y de qué mate-rial fui hecho; que conozca mis virtu-des y, especialmente mis defectos.

«Ten cuidado de ti mismo», porque,cuando uno no tiene cuidado de símismo corre el riesgo de pecar una yotra vez, de exponerse en extremo, yentonces arruinar el camino de santi-dad que Dios nos ha trazado. Enton-ces, los que no se conocen, aquellosque creen tener competencias suficien-tes y son autosuficientes en todo, seexponen a situaciones riesgosas.

Nosotros llevamos un hombre muyperverso dentro de nosotros mismos,una persona que es capaz de muchascosas. Entonces, es bueno cuidarse deeso, porque, si tú lo expones, ese mons-truo va a salir, y no solo te dañará a ti,sino también a otros.

Lutero decía: «No temo al papa, nia sus príncipes; solo le temo a una per-sona: a mí mismo, porque tengo unpapa dentro de mí». Él tenía conoci-miento de sí mismo. Y aunque parez-ca contradictorio, y tal vez ustedes aúnno lo entiendan mucho, porque estánen ese descubrimiento, tienen que sa-berlo. Cuídense de ustedes, no se ex-pongan a situaciones de peligro. ¡Cui-dado con eso, hijos; no se confíen!«Cuídate». Es una indicación que elapóstol le da a Timoteo, un siervo delSeñor. «Ten cuidado de ti mismo». In-cluso, «cuídate de la doctrina». «Cuí-date de esto, que es peligroso. Aun túeres un peligro para ti». Pareciera ex-traño, pero es verdad. Esta es una bue-na advertencia de Pablo.

Buena concienciaHay otras indicaciones. Pablo, con

todo el amor que le tenía a Timoteo,con el deseo de cercanía, de afecto, ledice en 1ª Timoteo 1:5: «Pues el propó-sito de este mandamiento es el amor naci-do de corazón limpio, y de buena concien-cia, y de fe no fingida, de las cuales cosasdesviándose algunos, se apartaron a vanapalabrería, queriendo ser doctores de la ley,sin entender ni lo que hablan ni lo que afir-man».

Algunos se apartaron del corazónlimpio, de la buena conciencia, de lafe no fingida. Veamos el versículo 18.«Este mandamiento, hijo Timoteo, te en-

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cargo, para que conforme a las profecíasque se hicieron antes en cuanto a ti, mili-tes por ellas la buena milicia, mantenien-do la fe y buena conciencia, desechando lacual naufragaron en cuanto a la fe algu-nos, de los cuales son Himeneo y Alejan-dro». Estos son los mismos del versí-culo 5. ¿Qué les pasó a estos «algunos»?Desecharon la buena conciencia.

Aquí hay otro elemento importan-te. En las cartas a Timoteo hay variasparejas. Por ejemplo en 2ª Timoteo1:15. «Ya sabes esto, que me abandonarontodos los que están en Asia, de los cualesson Figelo y Hermógenes». Versículo2:17: «Y su palabra carcomerá como gan-grena; de los cuales son Himeneo y Fileto,que se desviaron de la verdad, diciendo quela resurrección ya se efectuó, y trastornanla fe de algunos».

¿Qué pasó con estos hermanos?Desecharon la buena conciencia. Laconciencia es algo muy importante.Ella funciona en nuestro interior.«Lámpara de Jehová es el espíritu del

hombre», dice Proverbios. Es eso queilumina el camino; eso que tratas deahogar, pero que te habla. Es una voz:«Eso estuvo mal». Y sale de la nada. Yuno dice: «Soy yo, son solo mis pensa-mientos». Pero te molesta una y otravez.

La conciencia es un elemento denuestra vida interior. ¿Qué ocurre enla conciencia? En un tiempo, en el es-píritu, ella tenía una función comoatrofiada. Pero, cuando viene el Espí-ritu de Dios, él da vida a nuestro espí-ritu, activa la conciencia, la regenera,la restaura, y ella comienza a operar, ahablar. «El Espíritu mismo da testimonioa nuestro espíritu…» (Rom. 8:16). ElEspíritu comienza a dar vida, y esavida despierta la conciencia. El Espíri-tu de Dios y el espíritu del hombre sehacen uno, en una relación preciosa.El hombre comienza a tener vida, y laconciencia habla.

Es tan importante la conciencia,que, aun en aquellas personas que noconocieron nunca al Señor, de algunamanera, ella va a atestiguar delante deltrono de Dios (Romanos capítulo 2).Pablo habla de aquellos que, por algu-na razón, no conocieron la ley o notuvieron el evangelio, y llegaron anteel trono de Dios. ¿Cómo serán juzga-dos? Pablo resuelve esto diciendo:

«Porque todos los que sin ley han pe-cado, sin ley también perecerán; y todoslos que bajo la ley han pecado, por la leyserán juzgados; porque no son los oidoresde la ley los justos ante Dios, sino los ha-cedores de la ley serán justificados. Por-que cuando los gentiles que no tienen ley,hacen por naturaleza lo que es de la ley,éstos, aunque no tengan ley, son ley parasí mismos, mostrando la obra de la ley es-

Espiritualmente, el caminopara conocerse a sí mismoes conocer a Dios y pedir

que él nos examine.«Examíname, oh Dios»,

como dice David.

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crita en sus corazones, dando testimoniosu conciencia, y acusándoles o defendién-doles sus razonamientos, en el día en queDios juzgará por Jesucristo los secretos delos hombres, conforme a mi evangelio»(Rom. 2:12).

La conciencia es un elemento im-portante que puso Dios en el hombre,que atestiguará en aquel día. Enton-ces, cuando un nativo, que no ha oídoel evangelio, se encuentre ante el tro-no de Dios, y vea a Jesucristo, su con-ciencia testificará y dirá: «Esto era loque yo siempre quise». Entonces, Diosdirá: «Este es mío». En aquel día, laconciencia va a operar. Entonces, ellaes importante. ¡Cuánto más cuandoviene el Espíritu Santo!

Hebreos 9:14. «… ¿cuánto más lasangre de Cristo, el cual mediante el Espí-ritu eterno se ofreció a sí mismo sin man-cha a Dios, limpiará vuestras concienciasde obras muertas para que sirváis al Diosvivo?». ¿Qué ocurre en la regenera-ción? La sangre del Señor nos restau-ra; limpia nuestra conciencia, la equi-libra, la pone en un estado depurado,para que comience a operar ahora con-forme a la voluntad de Dios.

El Espíritu Santo y la concienciaPor eso, en Romanos 9:1, Pablo dice

esto, y aquí hay una hermosa relaciónentre el Espíritu y la conciencia: «Ver-dad digo en Cristo, no miento, y mi con-ciencia me da testimonio en el EspírituSanto». La conciencia equilibrada aho-ra por la sangre del Señor comienza aoperar conforme al Espíritu Santo, acolaborar con Dios. Ella ha sido vivifi-cada, y comienza a hablar en nuestravida interior.

«Mira, no me ve absolutamente

nadie». Pero Dios me ve, y mi concien-cia me habla. Entonces yo me expon-go. Hago algo, y la conciencia va con-migo. Y aunque nadie en todo el mun-do haya visto lo que estoy haciendo,Dios sí, y la conciencia atestigua y mehabla. ¡Qué bueno es Dios, porque asínos cuida! Cuando alguien va a dar elpaso, la conciencia le dice: «¡Eh, unmomentito...!». Allí está el EspírituSanto, operando en la conciencia.

Por eso, Pablo manda a Timoteo:«No deseches la buena conciencia», lacual desecharon algunos y naufraga-ron, quedando a la deriva, sin saberadónde ir ni qué hacer. Su concienciaya no les testifica.

«Pero el Espíritu dice claramente queen los postreros tiempos algunosapostatarán de la fe, escuchando a espíri-tus engañadores y a doctrinas de demo-nios; por la hipocresía de mentirosos que,teniendo cauterizada la conciencia…» (1ªTim. 4:1). Cuando alguien no oye al Es-píritu Santo que habla en la concien-cia una, dos o más veces, y no obede-ce, ésta comienza a cauterizarse y adebilitarse, y ya no habla, y él queda ala deriva. Eso es terrible.

Por eso, cuando alguien ha come-tido un error, es bueno que se sientamal. Si esto ocurre, y él viene y pideperdón, es porque tiene conciencia, esporque hay vida y oportunidad de sal-vación. Pero, aquel que no viene, quecalla, que ahoga la conciencia, corre elriesgo tremendo de cauterizar su con-ciencia, y cada vez se va adentrandomás en el mar como un náufrago, per-dido.

Piensen lo que es, en la vida espi-ritual, no escuchar al Señor que habla.Y uno sabe que es el Señor; no puede

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negarlo. Uno puede volverse obstina-do y tratar de acallar esta voz, perosabe internamente que es el Señor. Asíque tienes dos caminos: o hacer lotuyo, o atender a su voz. ¿Qué caminovas a tomar? Ese es un elemento quePablo entrega a Timoteo.

Tal vez algunos de ustedes están enmomentos importantes de decidir susvidas. Dan un paso, y al dar ese paso,se pueden exponer, puede salir a luzlo peor de ustedes, y corren un riesgoenorme. Entonces, los padres, losorientamos, les advertimos. Y a vecessufrimos, porque ya no son los niñospequeños que obedecían en todo. En-tonces, tenemos la persuasión, la pa-labra. Pero ellos insisten. Claro, unavez que están en su habitación, la con-ciencia les habla, pero las emociones yaun su sexualidad les dice otra cosa.Sin embargo, la conciencia es libre, yles habla: «No está bien; cuídate».

Tomando decisionesTodos tenemos la libertad de esco-

ger y de decidir, pese a mí, pese a millamado hormonal, pese a mis emocio-nes, pese a lo que quiero. Mi concien-cia me habla, y yo digo: «Señor, yoquiero creer, quiero obedecer, y escojopor ti». Ese acto de salvación es un actopotente en tu vida. ¡Hazlo! Porque laconciencia es para salvación, no es paraperdición.

Pero el que no lo hace, el que sigueel otro camino, la pasa mal. Y ese pa-sar mal puede ser riesgoso; él puedevivir una experiencia trágica, que de-jará secuelas espirituales y aun físicasen su vida. No podrá tener una vidaplena, porque no oyó a su concienciacuando le habló oportunamente. Y en

aquel día, cuando estemos con el Se-ñor, cuando los secretos de los hom-bres sean revelados, no podré decir:«Señor, yo no lo sabía». No, porque miconciencia me va a testificar y me dirá:«Yo te lo dije».

Es mejor hacerle caso a la concien-cia, cuanto más si ha sido iluminadapor el Espíritu Santo. ¿Cómo se haceesto? Pablo también da instruccionesal respecto. Hasta aquí vamos bien,pero, ¿cómo llevarlo a la práctica? Deuna forma muy sencilla.

Simplemente huyeEn 1ª Timoteo 6:11, Pablo dice:

«Mas tú, oh hombre de Dios, huye de es-tas cosas…». ¡Huye! Eso es lo que tie-nes que hacer; es muy simple. Para lascosas difíciles, las instrucciones sonfáciles. No se requiere explicación. Sivas a caer en pecado, es muy fácil:¡Huye, arranca! Eso le dice Pablo aTimoteo. Si yo sé que, si paso este lí-mite, me expongo y corro un riesgo, yla conciencia comienza a hablar, ¿quéhago? ¿Tomo la palabra, busco un ver-sículo, me acorazo? Nada, hombre.¡Huye! No tienes que enfrentar nada.

Escucha, el tema de la sexualidades una pelea perdida si confías en tucapacidad, en tus fuerzas. Tarde o tem-prano, vas a perder. Y no solo correriesgo tu vida e integridad ética, sinotu vida espiritual. Así que no des lapelea. Sólo huye. Así de sencillo.

Una vez que se ha caído, duele ha-ber perdido tanto. ¡Qué necio fui, al nohacer caso a mi conciencia ni a los con-sejos de quienes me ayudaron. Si tú,joven, estás teniendo un amorío, y sa-bes que no hay testimonio espiritual,los afectos o las emociones no son

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confiables para dirigir tu vida, porqueellos te llevan solo a satisfacer tus ape-titos.

Y, como ustedes van creciendo, lasexualidad hay que resolverla de al-guna manera. Hay que mantenerla enel trono del Señor, hay que saber lle-varla, hay que saber educarla. Enton-ces, si tú sabes que estás en riesgo conuna persona, si te lo han dicho perso-nas que tienen visión espiritual, noinsistas. Tu conciencia te da testimo-nio interior de ello, aun cuando tusafectos sean diferentes. Pero, si la con-ciencia, al final, casi ahogada, de pron-to te dice: «No insistas», hazle caso.¡Huye! Si sabes que él o ella va a estarahí, no vayas. ¡Huye! Es muy simple,pero salvarás tu vida.

Todos han sido enseñados respec-to de la vida de José. Ahí tenemos unejemplo muy práctico. En una situa-ción de exposición extrema, él fue ilu-minado y huyó desnudo. Más vale huirasí que perder todo.

«Huye también de las pasiones juve-niles» (2ª Tim. 2:22). Huye de eso, noalimentes las pasiones juveniles. ¿Yqué es esto? Organiza tu vida. Todo loque exagere tu vida sexual, lo que exa-

gere tu comportamiento, tu figura, tucuerpo, tu forma de vestir, todo, pla-nifícalo, comienza a rehacerlo. Huyede toda pasión que te pueda envolvery destruir, «y sigue la justicia, la fe, elamor y la paz, con los que de corazón lim-pio invocan al Señor». Espero que así seaen el corazón de cada uno de ustedes.

Como una rosa que pasa de manoen mano, así es la sexualidad. Si no lacuidas, cada contacto es un pétalo quese va deshojando, que se va quitando,que se va dañando, que se va arruinan-do. Es al revés de cómo dice el mundo– que se gana experiencia. No se ganaexperiencia; se arruina la vida. Cadaclic, cada página prohibida que ves, teva ensuciando, te va contaminandomás.

Jóvenes, tengan conocimiento dequiénes son. Busquen, aprendan, co-nózcanse bien. Pidan a Dios: «Examí-name, Señor, y conoceré cómo soy».Escuchen su conciencia, oigan al Espí-ritu Santo. Y, frente a las situacionesextremas, huyan, pidan ayuda. El Se-ñor les guarde. Amén.

Resumen de un mensaje impartidoa los jóvenes en Temuco, en Julio de 2013.

Ante el altar

En la vida de John G. Paton se nos dice que la costumbre de la oración porla mañana y por la noche se mantuvo siempre en la casa de su padre. Hastael día de su muerte, a los setenta y siete años, no falló, y cuando el últimodía de su vida llegó, se le oyó repetir los Salmos e irrumpir en oración.

Paton dice: «No puedo recordar que haya pasado un día de mi vida enque esto se haya omitido. No había prisa para el mercado, no había prisapara el negocio, hubiese problemas o alegría, nunca nada nos impidió es-tar arrodillados ante el altar. La peor mujer del pueblo donde vivíamos seacercó hasta la ventana y escuchó a mi padre abogando por los pecadoresen su oración, y se salvó».

Paul E. Holdcraft, Enciclopedia de la Biblia

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Ciencia y cristianismo:¿conflicto o coherencia? (1)

Dr. Henry F. Schaefer III 1

Se sigue afirmando que la ciencia y la fe no son compatibles. Más aún,se dice que no es posible ser científico y creyente. Este artículo nosdemuestra lo contrario.

APOLOGÉTICA

Una perspectiva sobre la relación en-tre la ciencia y el cristianismo

Vamos hablar acerca de la rela-ción entre la ciencia y el cris-tianismo con los términos más

amplios y razonables posibles. La re-lación entre la ciencia y las otras disci-plinas intelectuales no ha sido siem-pre buena. Por eso, muchos creen queha habido siempre un estado de gue-rra entre la ciencia y el cristianismo.Pero yo creo que esto no representa lahistoria completa.

Ha habido conflictos entre la cien-cia y virtualmente todas las demás dis-ciplinas intelectuales, así que no es desorprender si existe algo de conflictoentre la ciencia y el cristianismo.

¿Ha desacreditado la ciencia a Dios?Muchas veces se oye que «la cien-

cia ha desacreditado a Dios». C.S.Lewis, en su autobiografía Surprised byJoy (Sorprendido por el gozo), dice queantes él creía así. Habla sobre su ateís-mo cuando era joven, y le echa la cul-pa a la ciencia. «Entenderá usted que mi

ateísmo se basaba inevitablemente en lo queyo consideraba los descubrimientos de loscientíficos, y aquellos descubrimientos,como yo no era científico, los aceptaba porfe; en realidad, por la autoridad de los cien-tíficos».

Lo que dice Lewis, es que alguienle había explicado que la ciencia habíadesacreditado a Dios, y él se lo creyó,aunque no sabía nada de la ciencia.

Un punto de vista un poco másequilibrado es el de uno de mis héroesde la ciencia, Erwin Schrödinger, fun-dador de la mecánica ondulatoria: «Mequedo asombrado al ver que el retrato cien-tífico del mundo es tan deficiente. Nos damucha información sobre los hechos, or-dena toda nuestra experiencia de una for-ma maravillosamente consistente, pero esterriblemente silenciosa en cuanto a todaslas cosas que tocan nuestros corazones, yque nos importan de verdad. No nos pue-de decir nada sobre el rojo y el azul, loamargo y lo dulce, el dolor o el placer físi-cos; no sabe nada de lo bello ni de lo feo,del bien ni del mal, de Dios o de la eterni-dad. La ciencia a veces finge contestar a

1 Catedrático de Química y Director del Center for Computational Quantum Chemistry (Departa-mento de Química Cuántica Computacional) en la Universidad de Georgia, USA. Ha sido nomi-nado para el Premio Nobel y hace poco fue nombrado el tercer químico más citado del mundo.

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este tipo de preguntas, pero las respuestasa menudo son tan necias que no las toma-mos en serio».

Las alternativas a la creencia en elDios soberano del universoLev Landau

Quiero poner a dos ateos comoejemplo. El primero es Lev Landau, elfísico soviético más brillante de estesiglo. Fue autor de muchos libros, encolaboración con su colega, Lifchets.Este relato viene de su biografía, es-crita por su amigo, Kolotnikov, publi-cada en Physics Today. Cuenta algo queocurrió al final de su vida. Dice Kolot-nikov: «La última vez que vi a Landaufue en 1968, después de una operación quetuvo. Su salud se había deteriorado apre-ciablemente. Nos llamaron a mí y a Lifchetsal hospital. Allí nos dijeron que no habíaninguna posibilidad de salvarle. Cuandoentré en su habitación, Landau estaba acos-tado, mirando hacia la pared. Oyó mis pa-sos, giró la cabeza, y dijo: «Kollat, sálva-me, por favor». Fueron las últimas pala-bras que pronunció. Aquella noche murió».

Subrahmanyan ChandrasekharEste astrofísico recibió el Premio

Nobel de Física en 1983. Fue académi-co de la Universidad de Chicago du-rante muchos años. Al final de su bio-grafía, en una entrevista, él dice: «Enrealidad, me considero ateo. Pero tengo unasensación de desilusión porque la esperan-za de contentamiento y de una visión depaz en mi vida que esperaba sentir comoresultado de haber tenido una meta ha que-dado en general insatisfecha».

Su biógrafo queda atónito, y res-ponde: «No lo entiendo. ¿Usted quiere de-cir que su dedicación exclusiva a la cien-

cia, a entender la naturaleza y su exitosacomprensión de la naturaleza aún le dejacon un sentimiento de desasosiego?». Elcientífico continúa de forma seria, di-ciendo: «Realmente no disfruto de un sen-tido de satisfacción. Todo lo que he hechoparece ser poco».

El biógrafo intenta hacer que laconversación sea un poco más liviana,diciendo que todo el mundo se sienteasí. Pero Chandrasekhar no le deja,diciendo: «Bueno, puede ser, pero el he-cho de que otras personas sientan lo mis-mo que yo, no cambia el hecho de que unolo esté experimentando. No se vuelve me-nos personal por esa consideración». Ytermina afirmando: «Lo que es cierto enmi caso personal, es que no siento la ar-monía que había anhelado de joven. Heperseverado en la ciencia durante más decincuenta años. El tiempo que he dedicadoa otras cosas ha sido minúsculo».

¿Es posible ser cristiano y científicoa la vez?

Este tema tiene que ver con la pre-gunta que un joven me hizo despuésde una clase de química de primer añoen Berkeley: «¿Es posible ser científi-co y a la vez cristiano?». Aquel estu-diante, obviamente, pensaba que noera posible.

Charles P. SnowEmpezaré desde terreno neutral,

citando a dos personas que no tienenninguna posición teísta. El primero esC.P. Snow, autor de un famoso librotitulado The Two Cultures (Las dos cul-turas). Fue físico-químico en la Univer-sidad de Oxford. A la mitad de su ca-rrera profesional, descubrió que era unbuen escritor, y empezó a escribir no-

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velas. El tema principal de sus nove-las es la vida universitaria en Inglate-rra. Una de ellas se llama Masters.Snow se hizo rico ejerciendo este don,y así pudo ocupar una posición entreel mundo de las ciencias y el mundode la literatura.

Este libro versa sobre las dos cul-turas: las ciencias y las humanidades.El autor dice que, según las estadísti-cas, la cantidad de científicos incrédu-los es un poco mayor que la cantidadde incrédulos del resto del mundo in-telectual, aunque hay muchos científi-cos que son religiosos, sobre todo en-tre científicos jóvenes. Así que, ¿esposible ser científico y cristiano? C.P.Snow, que definitivamente no era cris-tiano, dijo que sí.

Richard FeynmanRichard Feynman, Premio Nobel

de Física 1965, fue una persona muysingular. Unos años antes de recibir elpremio Nobel, dijo: «Muchos científicoscreen en la ciencia al igual que creen en elDios del Apocalipsis, y de una forma per-fectamente consistente». Así que, ¿esposible ser científico y cristiano? Se-gún Feynman, sí.

Un buen resumen respecto a estolo escribió Alan Lightman, autor de unlibro llamado Origins, publicado porla editorial Harvard University Press.Él dice: «Las referencias a Dios son co-

munes en la literatura científica hastamediados o finales del siglo XIX. Es pro-bable que la falta de referencias religiosasdespués de esto se deba más bien a un cam-bio en las formas sociales y científicas acep-tadas entre los científicos que no a cual-quier cambio en el pensamiento fundamen-tal de ellos. En realidad, y al contrario delos mitos populares, los científicos suelentener la misma variedad de actitudes quetiene la población en general».

Ahora bien, lo anterior se podríaentender como una aseveración estric-tamente anecdótica. A los americanosnos encantan las estadísticas. He aquílos resultados de una encuesta de lasociedad profesional Sigma Zi. Tresmil trescientas personas respondieron,por lo que las cifras no sufren de nin-guna incertidumbre estadística. El tí-tulo del artículo en cuestión declaraque los científicos se encuentran bienanclados en la corriente de la sociedad.Además, dice que la mitad de ellosparticipan regularmente en activida-des religiosas. Según la encuesta, el43% de los científicos doctorados seencuentra en la iglesia los domingos.De la población en general, 44% asistea la iglesia los domingos. Así que que-da claro que sea lo que fuere la cosaque precipita los sentimientos religio-sos en las personas, no tiene nada quever con tener un título universitario enciencias.

«Muchos creen que ha habido siempre un estado de guerraentre la ciencia y el cristianismo. Pero yo creo que esto no

representa la historia completa».

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Michael PolanyiVamos a profundizar un poco más

al considerar una afirmación deMichael Polanyi, catedrático de quími-ca y posteriormente de filosofía en laUniversidad de Manchester. Su hijo,John Polanyi, ganó el premio Nobel en1986. Yo creo que, cuando se haya ol-vidado por completo la obra científicade John Polanyi, aunque ha sido mag-nífica, la obra de su padre seguirá sien-do importante.

Michael Polanyi fue un gran físi-co-químico en la Universidad deManchester. Cuando llegó a la mitadde su vida profesional, cambió a la fi-losofía. Allí también se distinguió. Sulibro de mayor influencia se titula Per-sonal Knowledge (Conocimiento perso-nal). Polanyi era de ascendencia judía,nacido en Hungría. Por las mismas fe-chas en que cambió a filosofía, tambiénse hizo cristiano. Dijo: «Voy a reexami-nar las suposiciones que subyacen a nues-tra fe en la ciencia, y me propongo demos-trar que estas suposiciones son mucho másextensas de lo que normalmente se piensa.Parecerán entretejerse con todos los fun-damentos espirituales del hombre, y llegarhasta las mismas raíces de su existenciasocial. Por lo tanto, propondré que nues-tra fe en la ciencia se debe de considerarcomo parte de unas convicciones muchomás amplias».

Si usted lee el resto del libro, llega-rá a la misma conclusión que yo. Meparece que la hipótesis de Polanyi esque el observador siempre está allí enel laboratorio. Siempre llega a conclu-siones. Nunca es neutral. Cada cientí-fico trae suposiciones a su trabajo. Uncientífico, por ejemplo, nunca cuestio-na la solidez del método científico.

Históricamente, esta fe surgió de lacreencia cristiana que Dios Padre creóun universo perfectamente ordenado.

Ahora quiero mostrarles la eviden-cia de esto.

La ciencia se desarrolló dentro de unambiente cristiano

Quisiera empezar con una decla-ración escandalosa que siempre causauna reacción. Es algo que dijo RobertClark, un científico británico. Les harápensar. Él dice: «A pesar de cómo inter-pretemos el hecho, la verdad es que el de-sarrollo científico solo ha ocurrido dentrode una cultura cristiana. Los antiguos te-nían cerebros tan buenos como los nues-tros. En todas las civilizaciones, Babilonia,Egipto, Grecia, la India, Roma, la China,etc., la ciencia avanzó hasta cierto puntoy entonces se detuvo. Es fácil especular,diciendo que la ciencia a lo mejor habríapodido avanzar igual sin el cristianismo.Pero en realidad, no fue así. Y no es extra-ño que no fuera así, porque el mundo pa-gano creía que había algo moralmente maloen la ciencia. En Grecia, esta convicciónse basaba en la leyenda de Prometeo, elportador del fuego, y prototipo científico,que robó el fuego de los cielos atrayendoasí la ira de los dioses».

Yo habría preferido que Clark di-jera «desarrollo científico sostenido». Creoque se ha pasado un poco de la líneaaquí, pero nos da algo en qué pensar.

Francis BaconVamos a explorar la idea que for-

ma la base de las declaraciones deClark y de Polanyi, o sea, que la cien-cia creció en un ambiente cristiano. Amí me enseñaron que Francis Baconhabía descubierto el método científi-

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co. Los críticos ahora mantienen quelo robó de otro, y que solo lo hizo po-pular. Pero esa polémica la dejamos alos historiadores de la ciencia.

Una de las declaraciones de FrancisBacon se llama la Declaración Dos Li-bros. Es muy famosa. Bacon dijo: «Quenadie piense o sostenga que una personapueda investigar demasiado o ser dema-siado erudita ni en el libro de la palabra deDios, ni en el libro de las obras de Dios».

Está hablando de la Biblia como ellibro que contiene las palabras de Dios,y de la naturaleza como el libro de lasobras de Dios. Él está animando aaprender lo máximo posible sobre losdos. De modo que, justo en el comien-zo del método científico, nos encontra-mos con esta declaración.

Johannes KeplerKepler propuso la idea de las órbi-

tas elípticas de los planetas. Á él se leconsidera el descubridor de las leyesdel movimiento planetario. Era cristia-no luterano devoto. Cuando le pregun-taron: «¿Por qué estudias la ciencia?»,respondió que en sus investigacionescientíficas, deseaba conseguir unaprueba ejemplar del deleite del Crea-dor en su obra, y así participar en esegozo. Esto se ha dicho desde entoncesde muchas maneras. Se podría consi-derar a Kepler como teísta, solo segúnla primera declaración. Pero más tar-de dijo: «Creo solamente en el servicio aJesucristo. En él habita todo refugio y con-suelo».

Blaise PascalBlaise Pascal fue un científico mag-

nífico, el padre de la teoría matemáti-ca de la probabilidad y del análisis de

combinaciones. Proveyó el enlaceesencial entre la mecánica de los flui-dos y la mecánica de los cuerpos rígi-dos. Es el único científico físico quehizo contribuciones profundas al pen-samiento cristiano. Muchos de estospensamientos se encuentran en el pe-queño tomo titulado Pensées (Pensa-mientos) sobre la religión (1669).

La teología de Pascal se centra enel personaje de Jesucristo como Salva-dor y está basada en la experienciapersonal. Pascal declaró: «Dios hace alhombre consciente de su vileza interior, lacual la Biblia llama «pecado» y de Su mi-sericordia infinita. Se une a lo más pro-fundo del alma del hombre y la llena dehumildad y de gozo, de confianza y deamor, haciéndole incapaz de cualquier finque no sea Él mismo. Jesucristo es el fin detodo y el centro hacia el cual todo tiende».Pascal también dijo: «En el centro decada ser humano hay un vacío en formade Dios, que solo Jesucristo puede llenar».

Robert BoyleRobert Boyle fue quizás el primer

químico. Desarrolló la idea de los áto-mos. Muchos estudiantes de químicade primer año conocen la ley de Boyle.Boyle escribió muchos libros. Uno deellos fue The Wisdom of God Manifestedin the Works of Creation (La sabiduríade Dios manifestada en las obras de lacreación). Proveyó personalmente unfondo para conferencias dedicadas ala defensa del cristianismo en contrade la indiferencia y el ateísmo. Amigode Richard Baxter, uno de los grandesteólogos del puritanismo, Boyle fue di-rector de la Sociedad para la extensióndel Evangelio en Nueva Inglaterra.

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Isaac NewtonAunque no estoy de acuerdo con

ella, una reciente encuesta sobre quiénes la persona más importante de la his-toria, le dio ese honor a Sir IsaacNewton.

Newton fue matemático, físico,descubridor junto con Leibnitz del cál-culo, y el fundador de la física clásica.Curiosamente, Newton escribió mássobre teología que sobre ciencia. Éldijo: «Este sistema tan bello del sol, de losplanetas y cometas solo podría proceder delconsejo y del dominio de un Ser Poderosoe Inteligente». Y la siguiente cita de-muestra que Newton era un verdade-ro creyente: «Hay más marcas de auten-ticidad en la Biblia de las que hay en cual-quier otro libro de historia profano».

Newton fue literalista bíblico. Nofue suficiente para él deducir un artí-culo de fe de las Escrituras. Dijo: «Tie-ne que ser expresado de la misma forma,con palabras firmes, como lo expresaronlos apóstoles. Porque los hombres son da-dos a formar divisiones por culpa de lasdeducciones. La fe verdadera se encontra-ba en los textos bíblicos».

George Trevellian, un historiadorsecular, resumió así las contribucionesde estos individuos: «Boyle, Newton ylos miembros fundadores de la SociedadReal fueron hombres religiosos que refuta-ban las doctrinas escépticas de ThomasHobbs. Pero familiarizaron a sus compa-triotas con la idea de la ley en el universoy con los métodos científicos de búsquedapara descubrir la verdad. Se creía que es-tos métodos nunca les llevarían a conclu-siones inconsistentes con la historia bíbli-ca y con la religión de los milagros. Newtonvivió y murió en esa fe».

Michael FaradaySeguramente el mayor científico

experimental de todos fue MichaelFaraday. El aniversario del 200 aniver-sario de su nacimiento se celebró hacepoco en la Royal Institution (un labo-ratorio multidisciplinario de investiga-ciones en Londres).

Mi amigo Sir John Thomas publi-có un artículo muy interesante, quedecía que si Michael Faraday hubieravivido en la época del Premio Nobel,se habría ganado por lo menos ochode ellos. Faraday descubrió la bencina(éter del petróleo) y la radiación elec-tromagnética, inventó el generadoreléctrico, y fue el principal arquitectode la teoría clásica de campos.

Hay un contraste entre el final desu vida y el final de la vida de LevLandau. Faraday estaba cerca de lamuerte. Un amigo que vino a verle,queriendo introducir un poco de hu-mor en la situación, le dijo: «Don Mi-guel, ¿qué clase de especulaciones tieneusted ahora?».

Faraday solía hacer especulacionessobre la ciencia, y en seguida se ibacorriendo al laboratorio para probar-las. Fue un comentario razonable. PeroFaraday lo tomó muy en serio, y res-pondió: «Especulaciones, amigo, no ten-go ninguna. Sólo tengo certezas. Doy gra-cias a Dios de que no tengo que descansarmi cabeza agonizante sobre las especula-ciones, porque yo sé a quién he creído yestoy seguro que es poderoso para guardarmi depósito para aquél día».

James Clerk MaxwellEl segundo de los tres grandes fí-

sicos teoréticos de todos los tiemposfue James Clerk Maxwell.

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Alguien ha dicho que Maxwell po-seía todos los dones necesarios para losavances revolucionarios en la físicateorética: un entendimiento profundode la realidad física, una gran capaci-dad matemática, una ausencia total deideas preconcebidas, y una imagina-ción altamente activa. También teníala capacidad de reconocer un trabajodigno de su genio: la interpretaciónmatemática del concepto de Faradaydel campo electromagnético. Uno delos logros más grandes de la inteligen-cia humana ha sido este trabajo, cuyosfrutos son las ecuaciones matemáticasde los campos electromagnéticos quellevan el nombre de Maxwell.

De lo anterior, hay una cosa con laque no estoy de acuerdo. Si Maxwellhubiera sufrido una ausencia total deideas preconcebidas, habría logradouna total ausencia de ciencia. Así queesto no fue escrito, desde luego, porun científico». Sin embargo, esta de-claración es básicamente buena.

Maxwell dijo: «Considere lo que Diosha pensado hacer con todos los que se so-meten a su justicia y que están dispuestosa recibir su don [de vida eterna en CristoJesús]. Serán conformados a la imagen desu Hijo, y cuando se haya cumplido eso, yDios vea que están conformados a la ima-gen de Cristo, ya no puede haber más con-denación».

Maxwell y Charles Darwin fueroncontemporáneos. Muchos se pregun-tan: ¿Qué habrá pensado Maxwell delas ideas de Darwin? De hecho, unavez Maxwell fue invitado a asistir unaconferencia en la Riviera italiana en elmes de febrero para hablar sobre la

Biblia y los nuevos desarrollos cientí-ficos de la época. Si usted ha vivido enCambridge, Inglaterra, sabe que el cli-ma es muy deprimente en invierno. Siyo hubiera sido catedrático allí, creoque habría aprovechado la oportuni-dad de ir a la Riviera en invierno. Sinembargo, Maxwell no aceptó la invi-tación, diciendo: «La velocidad de cam-bio en las hipótesis científicas es natural-mente más rápida que la de la interpreta-ción bíblica. Así que, si una interpretaciónse basa en alguna nueva hipótesis, puedeayudar a que la hipótesis siga a flote mu-cho tiempo después de que tendría que serhundida y olvidada».

Y esto es verdad. Un ejemplo deesto es la teoría steady-state (estadopermanente), hecha popular por FredHoyle y otros. Es una de dos teoríasen conflicto sobre el origen del univer-so. Esta hipótesis dice básicamente quelo que se ve ha estado siempre allí. Yano hay muchos defensores de aquellahipótesis. Es interesante volver atrás,a eso de 1960, y encontrar estudios so-bre el libro de Génesis para ver cómoreconcilian esta hipótesis con el primercapítulo de Génesis. Cualquier perso-na razonable puede ver que el Géne-sis habla de un principio que sale dela nada (ex nihilo), así que requiere ex-plicaciones muy interesantes para re-conciliar un principio con la hipótesissteady-state.

Esta hipótesis será olvidada encuestión de unos 20 años; pero los es-tudios sobre el Génesis seguirán dis-ponibles en las bibliotecas sin que na-die pueda entenderlos. (Continuará).Tomado de http://tallerapologetica.blogspot.com/

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ClaridadLa revista Aguas Vivas nos ha traídomucha claridad de la verdad. Nos da-mos cuenta cuánto necesitamos delcuerpo de Cristo. Gracias a Dios por ha-berles puesto a ustedes en nuestro ca-mino. Que el Señor Jesucristo esté convosotros y que podamos seguir tenien-do comunión con el resto del cuerpo.Efraín Argueta Díaz (México).

InterésHace unos meses llegó a mis manos unarevista Aguas Vivas, y la verdad me haencantado. Platicaba con el hermanoque me la obsequió y estoy muy inte-resado en ella, no solo para mi, sino parabendecir a los demás hermanos de lacongregación. Bendiciones y que la pazde Cristo more en sus corazones.Ángel Salazar (México).

EnseñanzasSu hermosa revista es una bendiciónpor sus impresionantes enseñanzaspara nuestra vida y nuestro ministerio.Sigo orando para que esta revista seade bendición en todos los lugares y paí-ses que llegue. Para nosotros es unajoya tenerla. Se lo agradecemos mucho.William López (Cuba).

Edificación de los santosAgradezco muchísimo el trabajo de to-dos ustedes en editar la revista AguasVivas, que ciertamente ha sido usadacomo instrumento en las manos delSeñor para edificación de los santos.Que nuestro Dios pueda seguir animán-doles en la publicación de esta revistapara bendición de muchos.Billy Pinheiro (Brasil).

Riquezas espiritualesDamos gracias a nuestro Dios por con-tar con ustedes para el apoyo de nues-tro ministerio, al enviarnos la revista. Esde gran utilidad para la enseñanza enla iglesia. Cada una es una fuente glo-riosa de riquezas espirituales en nues-tras manos. Gracias al Señor que pormedio de su Espíritu Santo inspira a tra-vés de las Escrituras a sus siervos parabendecir a muchos.Leonardo Arboláez (Cuba).

LumbreraLa revista ha venido a ser lumbrera ennuestras vidas. Ha traído gran discerni-miento en el Espíritu para entender unpoco más las innumerables grandezasde Dios escondidas en Cristo.José Raúl Carpio (México).

Toda bendición procede de Dios; por tanto, toda la gloria es para Dios.

AGUAS VIVASPara la proclamación del Evangelio y la edificación del Cuerpo de Cristo

Año 14 · N° 72 · Octubre - Noviembre - Diciembre 2013REDACCION: Rodrigo Abarca, Roberto Sáez, Marcelo Díaz, Gonzalo Sepúlveda, Álvaro Astete.

DISEÑO: Mario Contreras.

PÁGINA DEL LECTOR

C A R T A S