AUDITORIA FISCAL2015
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CAPÍTULO IV
ASPECTOS MÁS CONTROVERTIDOS DE LA AUDITORÍA FISCAL
1. Trascendencia fiscal del informe de auditoría
Si la auditoría concluye con la emisión de una opinión sobre los estados
financieros, ya sea con salvedades o sin salvedades, está claro que la declaración
tributaria que fuera conforme con los estados financieros auditados, teniendo en
cuenta las salvedades en su caso, también la podemos considerar como auditada,
aunque sólo sea parcialmente y en cierto sentido.
Analizando más detenidamente cada una de las circunstancias que pueden tener
efecto en la opinión del auditor, se puede señalar que, generalmente, aquellas
párrafos que pudieran ser indicadores de la existencia de un cierto riesgo fiscal,
párrafos de salvedades por incertidumbre o de limitaciones al alcance, pueden
conducir a una inspección, aunque para nosotros es obvio que el descubrimiento
del hecho en cuestión con la finalidad de iniciar un procedimiento de
comprobación tendente a exigir el ingreso de cantidades al erario corresponde a la
administración tributaria, ya que, al menos en nuestro país, y a la vista de cómo se
ha desarrollado la legislación en materia de auditoría de cuentas, la administración
tributaria no tiene acceso a los papeles de trabajo del auditor, de forma inmediata.
Concretamente, párrafos de salvedades que se manifiesten en el sentido de que
en la contabilidad de la entidad se ha formulado un beneficio demasiado prudente,
de forma contraria a la resultaría de la aplicación, son campo abonado para que la
inspección actúe, siempre y cuando tal exceso de prudencia no haya sido
corregido en la declaración del impuesto sobre sociedades, mediante la
instrumentación de algún ajuste extracontable positivo.
En general, y con la precisión mencionada, todos aquellos párrafos que reflejen
que la entidad ha intravalorado activos o ingresos, o sobrevalorado pasivos o
gastos, pueden ser una vía abierta a la actuación de la inspección fiscal. Lo mismo
sucede para párrafos de incertidumbres y de limitaciones al alcance (de origen
fiscal), que pueden ser indicativos de algún tipo de fraude u ocultación fiscal, por lo
que es normal que si la administración tributaria utiliza los informes de auditoría
como uno de los medios para la selección de contribuyentes, sean seleccionados
aquellos con este tipo de párrafos en los mismos.
2. Colaboración entre el auditor y la administración tributaria
El auditor es, por antonomasia, el profesional independiente y cualificado para
interpretar y dar su opinión sobre los estados financieros de las empresas. Aunque
diversos tratadistas separan las disciplinas contables y jurídicas de la propia de la
auditoría, cuestión con la que estoy de acuerdo, el hecho incuestionable es que
resulta cada vez más difícil mantener separados los criterios objetivos de la
auditoría sin relacionarlos de alguna forma con la contabilidad y la fiscalidad.
El auditor, al examinar los estados financieros en una auditoría externa, debe
pronunciarse sobre si las afirmaciones contables reflejadas en los mismos quedan
o no sujetas a posibles contingencias fiscales, ya que los estados financieros que
la empresa somete al auditor para su verificación están sujetos a las exigencias de
la administración tributaria, por imperativo de Ley, en dos aspectos fundamentales:
La importancia relativa, la complejidad y la posibilidad de fraude, circunstancias
que pueden concurrir de forma alternativa o simultánea, hacen que los hechos de
índole fiscal deban ser objeto de revisión por parte del auditor y, al igual que sobre
otros hechos económicos, habrá de pronunciarse en el supuesto de que, en su
opinión, una interpretación no correcta de la normativa tributaria por parte de la
entidad de lugar a la aparición de posibles pasivos contingentes fiscales,
independientemente de si dichos pasivos pueden o no cuantificarse
razonablemente.
Si hablamos de auditoría total es evidente que la misma debe recoger también el
aspecto fiscal de los impuestos, verificando si las liquidaciones son conforme al
derecho fiscal vigente y si las previsiones, en este orden, están correctamente
calculadas, pues es lógico que, en caso contrario, se dejarán de considerar
importantes contingentes pasivos que incidirían sobre el informe económico de la
entidad auditada.
3. Secreto profesional del auditor
Existen motivos para pensar que tal acceso a los papeles de trabajo por parte de
la administración tributaria puede lesionar seriamente la confianza que las
empresas depositan en el auditor; al respecto volveremos más adelante al
comentar los resultados del segundo estudio empírico.
En resumen, se puede concluir este apartado destacando que salvaguardar el
secreto profesional del auditor es un aspecto básico, pues detrás de este principio
fundamental se encuentra la base de confianza mutua en relación entre el auditor
y la empresa que le contrata.
En este sentido, es necesario que las excepciones al citado principio se
encuentren tasadas en las leyes, expresando en qué situaciones y qué órganos
pueden acceder a la documentación custodiada por el auditor. Asimismo, sería
conveniente expresar sobre qué documentación se levanta el mencionado secreto.
4. Independencia del auditor fiscal
La función del auditor fiscal debe ser ejercida en forma independiente por
profesionales que lejos de dejarse atemorizar se responsabilizan de convocar a la
Asamblea general y de objetar decisiones de la junta directiva o de la Asamblea si
fuera necesario.
Para elegir auditor fiscal no es suficiente que la compañía que lo nomina crea en
él, es necesario que aquellas a quienes interese el tema lo acepten sin discusión,
como un profesional a quien la comunidad de los negocios le reconoce las
cualidades de saber opinar en forma independiente; es decir no subordinar la
opinión propia a la de terceros interesados en ella. En todos los asuntos
relacionados con su trabajo, el auditor fiscal debe mantener una actitud mental
independiente. Debe estar libre de prejuicios o parcialidades con respecto a sus
clientes o a quienes interese su dictamen.
Esta independencia no significa que el auditor fiscal deba tomar actitud de un
acusador, sino más bien la de un juez imparcial que conoce como obligación la
equidad, no sólo hacia la administración. Los accionistas o socios de una
compañía, sino también hacia los acreedores, financiadores, el gobierno y
terceros.
La independencia e integridad del profesional es un aspecto fundamental para
demostrar que éste puede desarrollar su labor de forma totalmente objetiva. Esta
independencia es un aspecto esencial para "la eficacia y credibilidad de su trabajo,
y por tanto de la calidad de su informe sobre la regularidad, veracidad e imagen
fiel de las cuentas anuales"
4. El auditor frente al fraude fiscal
El término “fraude” se refiere a un acto intencional por parte de uno o más
individuos de la administración, los encargados de mando, empleados, o terceras
partes, que impliquen el uso de engaño para obtener una ventaja injusta o ilegal.
Aunque el fraude es un concepto legal amplio conciernen al auditor los actos
fraudulentos que son causa de una representación errónea en los estados
financieros. La representación errónea de los estados financieros puede no ser el
objetivo de algunos fraudes. Los auditores no hacen determinaciones legales de si
el fraude ha ocurrido realmente. El fraude que implica sólo a empleados de la
entidad es conocido como “fraude de empleado”. En cualquiera de los dos casos
puede haber colusión con terceras partes fuera de la entidad.
El fraude fiscal, tanto en los impuestos directos como indirectos, es un fenómeno
que preocupa cada vez más a los gobiernos de los países; diversas instituciones
ocupan tiempo y dinero en estudiarlo y en proponer y aconsejar medidas para
combatirlo. Entre otras muchas, la OCDE y el Banco Mundial dedican importantes
esfuerzos en el sentido indicado.
La auditoría fiscal es una herramienta para combatir la evasión de impuestos, una
de las razones principales por las cuales se comenzó a implementar la auditoría
fiscal, fue debido a que un 90% de las empresas cometen fraude fiscal, es decir
que evade impuestos. Es importante que consideremos a la evasión de impuestos
como un acto grave de corrupción, por lo que cuando un auditor descubre,
mientras lleva a cabo la auditoría fiscal correspondiente, que una empresa a
cometido este acto, no solo procede a elevar documentos que comprueben dicha
afirmación sino que también, se procederá a la obligación del pago de todo los
debido junto con una multa.
Habitualmente, estas multas suelen ser descomunalmente altas, y es por esta
razón es que la auditoría fiscal, es considerada como una herramienta
fundamental para combatir el fraude al fisco. Por último queremos destacar que, la
evasión de impuestos suele generarse principalmente por no “blanquear” a los
empleados que trabajan en una empresa, o bien, pagarles parte de su sueldo en
negro.
En estos casos, si durante una auditoría fiscal se descubre esto, se labrará un
acta en la cual se intimará a la empresa o al responsable de la misma para que
regularice su situación fiscal. Ahora bien, si el mismo procede a pagar de
inmediato todo el dinero que se debe, la multa estará considerablemente
atenuada; en cambio, si el mismo se rehúsa o no cumple con las normas
establecidas durante la auditoría fiscal, la multa que se le aplicará se situará entre
el 80% y el 200% del total del valor correspondiente a los impuestos omitidos,
además de tasas de interés realmente altas.
Puede darse una distinción conceptual utilizada en varios modelos teóricos:
Evasión: Pago de impuestos inferior al correcto, llevado a cabo de forma
intencionada o voluntaria.
Incumplimiento: Fraude fiscal estimado desde el punto de vista de la
administración tributaria; es sólo una estimación que se vería materializada en
caso de llevar a cabo una auditoría fiscal.
Sanción: Depende del incumplimiento, no de la evasión.