[Babini Jose] Historia de La Ciencia Argentina(BookFi.org)

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  • Historia de la ciencia argentina

    Jos Babini

    Fondo de Cultura Econmica,

    Mxico, 1949

    La paginacin se corresponde con la edicin impresa. Se han

    eliminado las pginas en blanco.

  • EL VIRREINATO Y LA REVOLUCIN

    1. AMRICA Y EL RENACIMIENTO

    LA HERMOSA frase de Francisco Romero: Hasta el descu- brimiento, el mundo sufra oscuramente por la ausencia americana, no es slo una bella imagen. Ella expresa claramente el ntimo afn de intercomunicacin que sien- ten y presienten los mbitos culturales, afn que luego se traduce, ms que en un injerto o en un trasplante, en una verdadera simbiosis.

    Amrica naciente y el Renacimiento europeo viven esta simbiosis. Mientras el espritu renacentista impulsa a los hombres de los siglos XV y XVI a intentar y realizar la gran aventura del descubrimiento, de la conquista y de la colo- nizacin, el nuevo mundo, con el asombro que provoca, estimula a aquel espritu y lo acompaa y penetra.

    Amrica, por su sola presencia y existencia, y el descu- brimiento, con todo lo que signific de aporte geogrfico, histrico y tnico, ofrecieron a la cultura occidental nuevos motivos de expresin, nuevos campos donde extender e irradiar su accin; motivos y accin que, a su vez, impreg- nan a esa cultura con matices jams conocidos.

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    En el mundo del saber, en el campo de la ciencia, este proceso se revela claramente. Los viajes de descubrimiento son posibles gracias a los conocimientos, nuevos unos, otros renovados, que el Renacimiento posee sobre astronoma, nutica y cartografa. Son las medidas geogrficas de Pto- lomeo, por suerte errneas, las que inducen a Coln a intentar la proeza que lo conduce a las nuevas tierras, en las que l, terca y obstinadamente, ve o quiere ver las tie-

  • rras del Cathay. Es la tcnica metalrgica de la poca la que permite la explotacin inmediata de los filones de Mxico y del Per.

    Pero al mismo tiempo, el incremento cientfico europeo lleva ya el sello americano. Si al principio no se hace cien- cia en Amrica, Europa hace ciencia con Amrica. Los viajes de descubrimiento y de circunnavegacin, as como los viajes terrestres que cruzaron el continente de orilla a orilla, abrieron nuevos horizontes a la geografa y a la car- tografa, a la cosmografa y a la nutica. Recordemos que es el Almirante quien descubre la declinacin magntica, su variacin con el lugar y la existencia de lneas sin decli- nacin. El comercio ultramarino enriquece con nuevos ca- ptulos a la economa. El derecho colonial sienta nuevas normas jurdicas. Las crnicas acrecientan el saber hist- rico, y las ciencias del hombre: antropologa, etnografa, lingstica, explotan la rica veta que les ofrece el hombre americano con sus ritos y costumbres, con sus mitos y sus dioses, mientras nacen gramticas, vocabularios y traduc- ciones en lenguas jams odas.

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    Pero es en el campo de las ciencias naturales donde la cosecha es ms abundante. El estudio de la fauna, flora y gea que contienen los nuevos continentes y los nuevos ma- res; las posibilidades del intercambio mutuo entre las espe- cies indgenas de ambos mundos; las aplicaciones de es- pecies americanas a la farmacia y a la medicina (pinsese en la quina y que ya en 1565 Nicols Monardes escribe su Historia medicinal de las cosas que se traen de nuestras Indias...); el perfeccionamiento de los mtodos de los minerales en las explotaciones americanas (Alvaro Alonso Barba experimenta en las minas de Potos el procedimiento de amalgamacin de los minerales de plata por medio del

  • azogue, Juan Capellin lo hace en Mxico); son otros tantos progresos que la ciencia debe al nuevo mundo.

    2. NACIMIENTO DE LA ARGENTINA

    La zona austral de Amrica nace tarde a la vida de la cultura. Mientras en Mxico y en Per los conquistadores penetran en reas culturales extraamente iluminadas, en el desolado Ro de la Plata se despuebla la recin fundada Buenos Aires.

    En estas regiones no hay ms imperios que los fabulo- sos y legendarios. Habitan o recorren su suelo naciones primitivas o semiprimitivas. Estribaciones incaicas moran en el noroeste, en el dilatado sur vagan los fornidos y des- nudos patagones que asombran a los hombres de Magalla- nes, despertando en ellos extraas sugestiones, como tres siglos despus, los gigantes fsiles de la extinguida fauna pampeana asombrarn a Darwin, afirmando en l la idea del transformismo.

    Mientras en Mxico y en las Antillas nacen las pri- meras universidades y se imprimen los primeros libros, en el Tucumn se fundan recin las primeras ciudades. Y mientras criollos mexicanos cantan en versos lricos a la verde primavera y al oro ensortijado, el frondoso Cen- tenera bautiza en su epopeya, fruto potico de una ilusin, a un nuevo pas a quien titulo y nombro Argentina to- mando el nombre del sujeto principal que es el Ro de la Plata. En verdad, ste era otro mundo.

    3. LA LABOR DE LAS RDENES RELIGIOSAS

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    El despertar y los primeros balbuceos de la vida cultural

  • se deben en la Argentina a las rdenes religiosas. La evan- gelizacin, la docencia y la labor cientfica, que en la edad media fueron los motivos cardinales que presidieron a su creacin y en cuyo desempeo descollaron figuras emi- nentes (pinsese, en el campo del pensamiento: Bacon, Al- bertus Magnus, Santo Toms), fueron tambin las tareas que las rdenes se impusieron en Amrica, aunque en estas regiones las condiciones de sus habitantes obligaron a que la misin evangelizadora absorbiera la mayor parte de sus esfuerzos.

    Los conventos de las rdenes, adems de ser centros de evangelizacin y de proselitismo, cumplan una funcin docente al formar el sacerdocio colonial y, ms tarde, al per- sonal que monopolizara la educacin de la juventud.

    Si bien en el virreinato del Per actuaron franciscanos, mercedarios, agustinos, dominicos y jesuitas, fueron sin duda estos ltimos, por lo menos hasta su expulsin en 1767, los que realizaron una labor preponderante en la docencia y en el estudio.

    Del primer colegio importante establecido en el virrei- nato del Per (el del Rosario de Lima en 1565, regenteado por los dominicos) nace la primera universidad surameri- cana, en 1551, que, convertida en 1574 en la Universidad de San Marcos, constituye hasta 1580 el nico centro su- perior que otorga ttulos profesionales. Pero ya por esa poca empieza a advertirse el predominio jesutico, y a me- diados del siglo XVII, de las tres universidades suramerica- nas existentes, dos ya son jesuitas: Chuquisaca y Crdoba.

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    Los jesuitas fueron extendiendo su obra a travs de todo el continente, bajando por el Alto Per hacia el Ro de la Plata se establecen en Tucumn, Salta, Crdoba, Santiago del Estero, y en Paraguay, en 1607, fundan la provincia jesutica en la que establecern aquellas misio-

  • nes, que, al decir del padre Furlong, a la par de ser el gran cuartel de soldados con que cont el Ro de la Plata durante siglo y medio, fue tambin el emporio de las artes grficas, de la arquitectura, pintura, escultura, dorado, m- sica, etc., y en las que en todos los pueblos haba biblio- teca pblica y era escaso o nulo el analfabetismo.

    Es en la labor de los jesuitas donde deben verse los primeros rudimentos de las ciencias en la Argentina. La geografa, la lingstica, la etnografa, la historia y las cien- cias naturales inician su aparicin en las relaciones y crnicas de los numerosos viajes y exploraciones que los jesuitas realizaron, principalmente con fines evangelizado- res. As, tienen inters geogrfico las distintas expedicio- nes (1662, 1703, 1767) realizadas a la regin cordillerana de Nahuel Huap y de Tierra del Fuego; la expedicin (1721) que reconoci el ro Pilcomayo como distinto del Bermejo; la expedicin, ahora por orden del rey, que en 1745 recorre las costas de la Patagonia por va martima y cuya jefatura ejerce el padre Jos Quiroga, maestro en matemticas; y la expedicin (1766) que sali en procura de un camino directo y lo encontr entre el Paraguay y el Per, sin tener que pasar por Buenos Aires. Nume- rosos mapas de estas regiones, el primero de los cuales pa- rece remontarse a 1609, se deben a los jesuitas; asimismo, se les deben trabajos especiales, como el que a mediados del siglo XVII publica el padre Atanasio Kircher sobre los flu- jos y reflujos de las corrientes martimas en las costas magallnicas y patagnicas con una teora sobre el sistema hidrogrfico andino, ilustrando ambos estudios con sendos mapas.

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    Por otra parte, en todas las obras de los cronistas y etngrafos existen noticias de inters para las ciencias natu- rales, destacndose la Historia Natural y Moral de las In-

  • dias, que en 1590 publica en Sevilla el padre Jos Acosta, que recorriera Amrica entre 1572 y 1587 y fuera profesor en San Marcos y rector en Salamanca, tan bien recordado por Humboldt. Adems de consignar cuanto se conoca a fines del siglo XVI sobre la flora y la fauna americanas, desde Mxico hasta el Per, se destaca el padre Acosta por su posicin discretamente polmica frente a los prejuicios tradicionales. l quiere tratar las causas y razones de las novedades: si afirma que las tierras ms altas son ms fras, no lo hace basndose en los autores, sino porque ha escalado el Titicaca y ha descendido hasta el Pacfico. Dis- cute la cuestin de los antpodas, de la Atlntida y de la posibilidad de vida en la zona trrida: Confieso que me re e hice donaire de los meteoros de Aristteles y de su filo- sofa, viendo en el lugar y en el tiempo que, conforme a sus reglas haba de arder todo y de ser un fuego, yo y todos mis compaeros tenamos fro. Tambin se refiere a la posibilidad de un canal interocenico en Panam: Han platicado algunos de romper este camino de siete leguas, y juntar el un mar con el otro, para hacer cmodo el pasaje al Pir, en el cual dan ms costa y trabajos diez y ocho leguas de tierra que hay entre Nombre de Dios y Panam, que dos mil y trescientas que hay de mar. Mas para m tengo por cosa vana tal pretensin, aunque no hubiese el inconveniente que dicen...

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    Recordemos adems al hermano Pedro Montenegro, cuyo libro Historia Mdica misionera, de 1710, con 148 lminas, es considerado el primer tratado de materia mdi- ca del Ro de la Plata; y al padre Buenaventura Surez, autor de las primeras observaciones astronmicas realizadas en estas regiones. Surez era argentino y jams estuvo en Europa; haba nacido en Santa Fe, en cuyo Colegio estu- di, siguiendo los estudios superiores en Crdoba. En

  • 1706 inici sus observaciones astronmicas en la reduccin de San Cosme y San Damin con aparatos fabricados con materiales indgenas, pues escribe en 1739: No pu- diera haber hecho tales observaciones por falta de instru- mentos (que no se traen de Europa a estas provincias, por no florecer en ellas el estudio de las ciencias matemticas) a no haber fabricado por mis manos los instrumentos nece- sarios para dichas observaciones, cuales son reloj de pndu- lo con los ndices de minutos primeros y segundos; cua- drante astronmico para reducir, igualar y ajustar el reloj a la hora verdadera del Sol, dividido cada grado de minuto en minuto; telescopio, o anteojos de larga vista de slo dos vidrios convexos, de varias graduaciones desde ocho hasta veintitrs pies. De los menores de 8 y 10 pies us en las ob- servaciones de los eclipses de Sol y Luna, y de los mayores de 13, 14, 16, 18, 20 y 23 pies en las inmersiones de los cuatro satlites de Jpiter, que observ por espacio de trece aos en el pueblo de San Cosme y llegaron a ciento y cuarenta y siete las ms exactas.

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    Con tales instrumentos, algunos de los cuales hall lue- go Azara abandonados, realiz Surez las observaciones que consign en su Lunario de un siglo (cuya primera edicin es probablemente de Lisboa, 1744), del cual reproducimos el largo ttulo de la edicin de 1748, que da clara cuenta de su contenido: Lunario de un siglo Que comienza en Enero del ao de 1740, y acaba en Diziembre del ao de 1841 en que se comprehenden ciento y un aos cumplidos. Contiene los aspectos principales del Sol, y Luna, esto es las Conjunciones, Oposiciones, y Quartos de la Luna con el Sol, segn sus movimientos verdaderos: y las noticias de los Eclipses de ambos Luminares, que sern visibles por todo el Siglo en estas Misiones de la Compaa de Jess en la Provincia del Paraguay. Regulada, y aligada la hora

  • de los Aspectos y Eclipses al Meridiano del pueblo de los esclarecidos Mrtyres San Cosme y San Damin, y esten- dido su uso a otros Meridianos por medio de la Tabla de las diferencias meridianas, que se pone al principio de el Lunario. Danse al fin de l reglas fciles para que cual- quiera, sin Mathemtica, ni Arithmtica, pueda formar de estos Lunarios de un siglo los de los aos siguientes, desde el 1842 hasta el de 1903.

    Posteriormente, desde 1745 hasta 1750, el padre Su- rez realiz nuevas observaciones, pero ahora ayudado por instrumentos adquiridos en Europa.

    Consignemos, para terminar, que en el primer semestre de 1787 Manuel Torres, un fraile dominico, desentierra de las barrancas del ro Lujn el primer esqueleto completo de megaterio. Lo hace dibujar, encajonar y enviar a Ma- drid, donde es estudiado por varios sabios europeos. Cuvier lo bautiza en forma cientfica y es tal el inters que des- pierta este gigantesco esqueleto de cerca de cinco metros de largo, que Carlos III, entusiasmado, reclama el envo de otro, pero. . . vivo.

    Con Manuel Torres, nativo de la villa de Lujn, se ini- cia el renombre cientfico de esta localidad argentina. Su megaterio no es sino el sntoma de la extraordinaria riqueza paleontolgica de la regin, su hallazgo preludia las exca- vaciones y estudios de Muiz, Ameghino, etc.

    4. LA IMPRENTA

    En el Ro de la Plata los primeros impresos nacen en los talleres instalados por los jesuitas en las misiones. De la ndole de esos talleres da cuenta la frase de Bartolom Mitre, tantas veces citada: La aparicin de la imprenta en el Ro de la Plata es un caso singular en la historia de la

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  • tipografa, despus del invento de Gutenberg. No fue im- portada: fue una creacin original. Naci o renaci en medio de las selvas vrgenes, como una Minerva indgena armada de todas sus piezas con tipos de su fabricacin, manejados por indios salvajes recientemente reducidos a la vida civilizada, con nuevos signos fonticos, hablando una lengua desconocida en el nuevo mundo, y un misterio envuelve su principio y su fin.

    Se ha establecido que el primer libro impreso en esos talleres, un Martirologio romano, data de 1700. Le siguie- ron dos traducciones debidas al padre Serrano: el Flos Sanctorum del padre Rivadeneyra y la obra del padre Juan Eusebio Nieremberg De la diferencia entre lo temporal y lo eterno (1705). Mientras de las dos primeras no se conservan ejemplares, de la ltima existe un solo ejemplar que basta para atestiguar que es sta, sin duda, la mejor impresin de los talleres misioneros. Contiene 472 pginas y la adornan numerosas vietas y lminas grabadas en cobre, a buril, seguramente de mano indgena. Algunas de ellas estn firmadas.

    De inters cientfico, slo podran consignarse algunos trabajos menores de la imprenta, como las Tablas astron- micas y los Calendarios del padre Surez.

    El papel para los impresos era importado, aunque pa- rece que los jesuitas proyectaban instalar una fbrica de papel (as como una de vidrio); y si bien aparecen pies de imprenta con localidades diferentes (Loreto, San Ja- vier, etc.), se supone que en realidad se trataba de un solo taller rodante.

    En 1747 la imprenta misionera deja de dar seales de vida, y para encontrar nuevos impresos argentinos debe llegarse hasta 1766, fecha de las primeras publicaciones de la imprenta cordobesa del Colegio Montserrat, de los jesui-

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  • tas. Esta imprenta que, cronolgicamente, es la segunda imprenta argentina, enmudece poco despus a raz de la expulsin de la orden, pero reaparece, ms tarde, en Bue- nos Aires, gracias al celo del virrey Vrtiz, con el nombre de Real Imprenta de los Nios Expsitos, creada con el objeto de allegar fondos para el sostenimiento de la Casa de Nios Expsitos y confirindosele el privilegio para la impresin de los catones, catecismos y cartillas de todo el virreinato. No se conoce con precisin el primer impreso de estos talleres, pero se sabe que la imprenta inicia su labor a principios de 1781.

    La importancia histrica de este taller, nico en el territorio durante un largo cuarto de siglo, reside en que fue la imprenta de la revolucin. De ella salieron los ban- dos, proclamas y manifiestos de la primera poca revolu- cionaria.

    En sus talleres se imprimieron los primeros peridicos y los primeros tratados didcticos elementales. Sus posibi- lidades tipogrficas no han debido ser amplias, pues cuan- do en 1810, bajo el fervor revolucionario, y para instruc- cin de los jvenes americanos, se resuelve imprimir el Contrato Social, hubo de hacerlo en dos partes, por caren- cia de tipos.

    En 1808 se le incorporan elementos de una imprenta que los ingleses haban instalado en Montevideo el ao anterior, y en 1824, ya existiendo en la ciudad y en el pas otras imprentas (Tucumn, 1817; Santa Fe, 1819; Mendoza, 1820; Paran, 1821) se desmantela para for- mar, en parte con sus elementos, la Imprenta del Estado que crea Rivadavia.

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  • 5. LA LITERATURA Y EL PERIODISMO

    Fuera de los escritos de los misioneros, tambin pueden encontrarse en la literatura de la conquista y de la colonia datos histricos, geogrficos, etnogrficos, lingsticos, etc., de inters cientfico. Ya, entre los libros ms antiguos, en- contramos en los Comentarios de Alvar Nez Cabeza de Vaca (1555), de Pedro Hernndez, interesantes descripcio- nes geogrficas y de costumbres indgenas, intercaladas en el tema mayor del relato.

    Tambin contiene una descripcin de las provincias del Ro de la Plata la Argentina (1612, indita) del asun- ceo Ruy Daz de Guzmn, quien toma el ttulo de su obra seguramente de: Argentina y conquista del Ro de la Plata, con otros acaecimientos de los reinos del Per, Tu- cumn y estado del Brasil (1602), del arcediano Martn del Barco Centenera, cuyo inters mayor parece residir en el ttulo, pues en l aparece por primera vez el nombre de este pas.

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    En cambio, posee un inters especial el clebre Viaje (primera edicin alemana, 1567), del primer historiador de las regiones del Plata: Ulrico Schmidl. De esta obra ha aparecido recientemente (1938) una versin castellana del manuscrito alemn existente en la Biblioteca Real de Stuttgart, con el ttulo Derrotero y viaje a Espaa y las Indias. 1534-1554. Esta erudita versin crtica de Ed- mundo Wernicke, con numerosos comentarios, salva los errores y omisiones existentes en las versiones europeas, dado el general desconocimiento, por parte de los traduc- tores, del idioma castellano y de la historia de la conquista del Ro de la Plata, y convierte al relato del viejo Utz en una obra llena de interesantes aportes lingsticos y etno- grficos.

  • Tambin los peridicos pueden servir para un mejor conocimiento del desarrollo y difusin de las nociones cientficas durante la poca colonial y los primeros aos de la emancipacin. Ya antes de la instalacin de la im- prenta de los Nios Expsitos, haban aparecido en Bue- nos Aires algunos noticiosos manuscritos de vida efmera, pero es en 1781 cuando se publican los primeros peri- dicos impresos, de los cuales se conocen, aunque con ttu- los algo distintos, slo dos ejemplares de ese mismo ao.

    Al iniciarse el nuevo siglo, exactamente cuando ste contaba un trimestre, nace el primer peridico de vida no tan efmera y en el que se hace or por primera vez en estas regiones, pblicamente aunque no muy sonoramente, la voz de la ilustracin. Es el Telgrafo Mercantil, Rural, PolticoEconmico e Historiogrfico del Ro de la Plata. Su director, Francisco Antonio Cabello y Mesa, que en Lima haba editado un peridico semejante, se propona constituir una Sociedad Patriticoliteraria y Econmica y, mientras sta se consolidara, publicar un peridico que concurriendo sino a instruir y cultivar al pueblo le d (a lo menos) un entretenimiento mental e inspire inclinacin a las ciencias y artes. Ambos: la Sociedad y el peridico deban promover la fundacin de nuevas escuelas filos- ficas donde para siempre cesen aquellas voces brbaras del escolasticismo que, aunque expresivas en los conceptos ofuscaban, y muy poco o nada trasmitan las ideas del ver- dadero filsofo. Empiece ya a reglarse nuestra agricultura, y el noble labrador a extender sus conocimientos sobre este ramo importante. Empiece a sentirse ya en las provincias argentinas, aquella gran metamorfosis que a las de Mjico y Lima elev a par de las ms cultas, ricas e industriosas de la iluminada Europa.

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  • Hasta octubre de 1802, en que es clausurado por orden virreinal, el peridico apareci, primero bisemanalmente y luego semanalmente. En sus artculos se trataron cuestio- nes de educacin, agricultura, medicina, etc., y entre sus colaboradores asiduos figur el naturalista Tadeo Haenke, entonces en Cochabamba.

    Cuando muere el Telgrafo, hace un mes y medio que ve la luz otro peridico: el Semanario de Agricultura, In- dustria y Comercio (el Semanario de Vieytes), que se pro- pone tratar de la agricultura en general y los ramos que la son anexos, como son cultivo de huertas, planto de rboles, riego, etc. De todos los ramos de industria que sean fcil- mente acomodables a nuestra presente situacin, del co- mercio interior y exterior de estas provincias, de la educa- cin moral, de la economa domstica, de los oficios y las artes, de las providencias del gobierno para el fomento de los labradores y artistas, de los elementos de qumica ms acomodados a los descubrimientos tiles, a la economa del campo y a la mejor expedicin de los oficios y las artes. Y agrega en el nmero siguiente: Nacin alguna puede prosperar sin el fomento de la industria: su extensin es inmensa, sus objetos innumerables, sus utilidades inde- cibles.

    Mencionemos que el Semanario public unas leccio- nes elementales de agricultura, por preguntas y respues- tas, y que fue un decidido defensor de la introduccin de la vacuna contra la viruela.

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    Las invasiones inglesas provocaron su suspensin tran- sitoria, y luego su desaparicin definitiva en 1807, y hay que esperar tres aos ms para que surja un nuevo peri- dico en el Plata: es ahora el Correo de Comercio de Ma- nuel Belgrano, quien en la Dedicatoria a los Labradores, Artistas y Comerciantes del nmero inicial se refiere a

  • la obra til del Semanario y a la necesidad de dotar a la ciudad de un peridico en que autnticamente se diese cuenta de los hechos que la harn eternamente memorable e igualmente sirviese de ilustracin en unos pases donde la escasez de libros no proporciona el adelantamiento de las ideas a beneficio del particular y general de sus habitado- res. El Correo, que contribuy al despertar revoluciona- rio, muere casi al ao de vida, cuando Moreno ya haba creado la Gaceta de Buenos Aires, primer peridico argen- tino posterior a la revolucin.

    En los aos siguientes, y en especial a raz de la funda- cin de la Universidad de Buenos Aires, surgen en Buenos Aires instituciones y peridicos ms directamente vincu- lados a la ciencia y a la educacin.

    A fines de 1815 Senillosa edita un peridico mensual: Los amigos de la patria y de la juventud, que logra vivir seis meses, y que si bien estaba consagrado a discutir cuanto pudiera interesar a la instruccin pblica, no so- bresali, segn Gutirrez, ni por la novedad ni por la pro- fundidad en las materias que trat.

    En cambio, en 1822 aparece una de las ms brillantes revistas de la poca: La Abeja Argentina, redactada por la Sociedad Literaria que tambin editaba El Argos, y que en sus 15 nmeros, hasta mediados de 1823, public cuestio- nes relacionadas con las ciencias y la educacin. En uno de sus nmeros aboga por la creacin de un observatorio astronmico. Citemos por ltimo la Crnica poltica y lite- raria de Buenos Aires, redactada por Jos Joaqun de Mora y Pedro de ngelis, que aparece en 1827, y en la que tam- bin aparecieron cuestiones vinculadas directa o indirecta- mente con la ciencia.

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  • 6. LOS VIAJEROS Y LOS VIAJES

    Fuera de los viajes y expediciones realizados con fines cientficos, encontramos en los relatos de algunos viajeros que recorrieron las regiones del Plata, datos de inters cientfico.

    Por su carcter especial, se destaca en la literatura de los viajeros de la poca colonial El lazarillo de ciegos cami- nantes desde Buenos Aires hasta Lima con sus itinerarios segn la ms puntual observacin, con algunas noticias tiles a los nuevos comerciantes que tratan en mulas; y otras histricas (1773), que contiene datos interesantes respecto de los lugares de ese recorrido y cuyo autor, que dice ser Calixto Bustamante Carlos Inca, alias Concolorcor- vo, declara haber realizado ese viaje con un funcionario, al cual se le comisionara para el arreglo de correos y estafe- tas, situacin y ajuste de postas, desde Montevideo. Respecto de los motivos declarados de este viaje podemos agregar que el servicio de correos entre Buenos Aires y Potos, as como con el reino de Chile, fue implantado durante el gobierno de Jos de Andonaegui (1745-1755), y que bajo el gobierno de Bucarelli (1766-1770) se am- pliaron los servicios terrestres, mientras se inauguraba el correo martimo entre La Corua y el Ro de la Plata.

    Pero ya a fines del siglo XVIII recorre las regiones del Plata un naturalista y gegrafo que es considerado como uno de los fundadores del estudio de las ciencias naturales: Flix de Azara. De origen espaol, haba llegado al Plata en 1781 como miembro de la comisin demarcadora de lmites de acuerdo al tratado de 1771 entre Espaa y Portugal. Ante la dilacin de los trmites para los cuales

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  • haba sido comisionado, Azara emprende una serie de via- jes por toda la provincia del Paraguay, reconociendo el Uruguay, el Iguaz, el alto Paran, el Chaco, etc. Des- pus de haber pasado as cerca de trece aos, recib orden de regresar prontamente a Buenos Aires. Se me dio el mando de toda la frontera del sur, es decir del territorio de los indios pampas, y se me orden reconocer el pas, avan- zando hacia el sur, porque se queran extender las fronteras espaolas en esa direccin. Cuando termin esta comisin, el virrey me permiti visitar todas las posesiones espao- las al sur del Ro de la Plata y del Paran. Como poste- riormente se le encomend el establecimiento de colonias en las fronteras del Brasil, y otros trabajos de ndole militar y cientfica, recin pudo regresar a Espaa en 1801, des- pus de haber recorrido el Plata durante veinte aos.

    En memorias, algunas ya redactadas durante su estada en Amrica, y en libros, dio cuenta del fruto de sus viajes y de sus estudios. En 1809 aparecieron, traducidas sin consentimiento del autor, muchas de esas memorias como Voyage dans lAmerique mridionale, y en 1847, pstuma, la Descripcin e historia del Paraguay y Ro de la Plata. Sus dos obras zoolgicas, muy importantes por la poca en que las escribi, son Apuntamientos para la historia de los cuadrpedos del Paraguay y Ro de la Plata (en francs, 1801, y en castellano, 1802) y Apuntamientos para la his- toria natural de los pjaros (1805), y en ellas se describen, a veces con observaciones biolgicas, todas las especies de aquellos vertebrados, entonces conocidas. No utiliza la nomenclatura linneana, consecuencia de su carcter de autodidacto y de haberse hecho naturalista en Amrica, dando de los pjaros y mamferos sus nombres vulgares en espaol o guaran. Azara fue adems un notable cartgrafo y sus obras, fuera del inters geogrfico e histrico, conser-

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  • van an un gran valor etnogrfico por haber sentado en ellas las bases del conocimiento de las tribus indgenas de la poca.

    Mientras Azara recorra las zonas del noreste, las costas patagnicas eran recorridas por Alejandro Malaspina con las corbetas Descubierta y Atrevida. En 1789 estaba en Montevideo, donde la expedicin qued varios meses esta- bleciendo un observatorio para los clculos de longitud y otras tareas. La Costa, desde el Cabo de Santa Mara has- ta la Colonia del Sacramento, por el espacio de unas se- senta leguas se haba sujetado casi en un todo a operaciones trigonomtricas. Se haban trazado cuidadosamente los planos de Maldonado y Montevideo, y el todo ligado con la posicin absoluta de Montevideo y con excelentes relojes marinos en operaciones repetidas y encontradas con latitud observadas con la mayor confianza en el sextante. Las islas de Lobos y de Flores, el Banco Ingls, los bajos a lo largo de la costa del N. y las restingas temibles de las Puntas de la Carreta y Brava, se haban colocado con la mayor exactitud sobre las operaciones geodsicas y astro- nmicas. El prolijo examen del fondeadero del Santa Lu- ca, cuya barra tena menos de dos pies de agua, disipaba ya cualquier proyecto sobre su utilidad... Por otra parte, en el Observatorio de Montevideo se haba sujetado al ms prolijo examen la marcha de los relojes marinos.

    En ese mismo ao Malaspina dio una Carta del Ro de la Plata, rica en sondajes, de un ancho de 2 de latitud por 2 30de longitud.

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    La expedicin de Malaspina, que tena por objeto realizar estudios de oceanografa, geologa, flora, fauna, climatologa, etc., de las posesiones espaolas, parti luego de Montevideo dirigindose a Puerto Deseado, golfo de San Jorge, San Julin, Santa Cruz, y Puerto Gallegos. De

  • aqu pas a las Malvinas, para regresar a la costa patagnica cerca del cabo Vrgenes y costeando siempre la parte orien- tal de la Tierra del Fuego cruz el estrecho de Lemaire, dobl el cabo de Hornos y fue a parar a Chilo, para seguir a Concepcin y Valparaso, desde donde pas a Santiago. En esta ciudad (1790) se incorpor el naturalista Tadeo Haenke, quien por haber perdido la expedicin en Monte- video, hizo el viaje por tierra cruzando el continente. La expedicin continu costeando el Per hasta Mxico, Ma- rianas, Filipinas, Nueva Zelandia, para volver al Callao y Concepcin en 1794, regresando a Espaa por va del Pa- cfico, mientras Tadeo Haenke lo haca por Buenos Aires, atravesando la ciudad de Mendoza y el pas del Tucumn que entonces comprenda las ciudades de Crdoba, San- tiago del Estero, San Miguel del Tucumn, Salta, Jujuy, Catamarca y San Esteban de Miraflores, tratando, como l dice, de aprovechar las coyunturas que se presentasen para establecer la situacin geogrfica de los puntos principales de esta dilatada travesa. En Espaa escribi una Descrip- cin del Per, Buenos Aires, etc., cuyos originales existen en el Museo Britnico y de los que recientemente (1943) se public el fragmento relativo a la Argentina. Ms tarde Haenke regres a Amrica, radicndose en Cochabamba, siendo luego designado profesor de ciencias naturales, vale decir, naturalista de las Provincias Unidas, cargo en que le sucedi Bonpland.

    Otro naturalista de la expedicin de Malaspina fue Luis Ne, francs naturalizado espaol, quien describi luego las plantas recogidas en Montevideo, Buenos Aires, Puerto Deseado y Malvinas, dejando a su regreso en el jardn botnico de Madrid un herbario de unas 10,000 plantas.

    De los viajes realizados despus de la revolucin, el

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  • primero es el viaje de circunnavegacin cumplido por una expedicin armada por el canciller ruso conde de Roman- zoff y en la que iba, como naturalista, el poeta y botnico alemn Chamisso. Aunque no tocaron las costas argenti- nas, pues del Brasil pasaron al archipilago fueguino, el material recogido en la zona austral interesa a la flora argentina. Chamisso estudi y clasific el material recogido por l y por otros naturalistas. As encontramos entre ese material estudiado, un Cocos Romanzoffiana, nombre con que Chamisso, para honrar al organizador de la expedi- cin, design la palmera que caracteriza al brazo del ro Paran denominado Paran de las Palmas.

    De los dems viajes cientficos realizados a las regiones del Plata durante la primera mitad del siglo, slo recorda- remos a los de DOrbigny y de Darwin, cuyas exploracio- nes por estas tierras dieron lugar a estudios cientficos que, fuera de su valor histrico, constituyen an hoy fuentes de consulta indispensables en muchos campos de las ciencias naturales.

    Alcides dOrbigny recorri los pases de Amrica del sur desde 1826 hasta 1833, visitando, en la Argentina, el Carmen de Patagones, las barrancas del Paran y la pro- vincia de Corrientes. En su obra monumental Voyage dans LAmerique mridionale, muchos captulos traen no- ticias de inters para la geologa, paleontologa, botnica, zoologa y antropologa argentinas.

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    Aproximadamente en esa misma poca otro joven hom- bre de ciencia recorre el pas. Es Charles R. Darwin, natu- ralista del Beagle, que cumple entre 1831 y 1836 un crucero cientfico. En 1832, despus de haber tocado tierra en varios puntos de la Patagonia y de Tierra del Fuego, Darwin desembarca en Ro Negro; a caballo se dirige a Baha Blanca, de reciente fundacin, cruza la sierra de la

  • Ventana por los ramales de Pilliahuinc y llega a orillas del Tepalqun, en cuyas barrancas descubre los capara- zones de los gliptodontes, cuyo parecido con especies ac- tuales le asombra. Ms tarde, cuando vuelve a entrar en el pas, por el lado chileno, volver a sorprenderse ante un grupo de cuarenta o cincuenta araucarias petrificadas, con- vertidas en slice y espato calizo. Sent al principio tal sorpresa que no quera creer en las pruebas ms evidentes. Este viaje de Darwin por las regiones suramericanas sem- brar en su espritu la duda acerca de la estabilidad de las especies, duda que la lectura de los Principios de Lyell, cuyo primer tomo lee a bordo, no har sino fortificar. Los cambios que advierte en los animales y en las plantas al bajar de norte a sur, la similitud de la fauna y de la flora indgenas del archipilago de los Galpagos con las del continente; y el asombroso parecido de las especies extin- guidas y actuales, que el rico depsito de fsiles de la Pa- tagonia le revela, son sntomas que preludian el adveni- miento de la teora que un cuarto de siglo despus desarro- llar ampliamente.

    Los resultados de las observaciones de Darwin estn consignados en su Viaje de un naturalista alrededor del mundo, en el cual casi la mitad est consagrada a la Argen- tina, y en obras ms especiales como las Observaciones geolgicas sobre la Amrica del Sur, y Zoology of the Beagle (en colaboracin con otros autores), en las que una gran parte est dedicada a la geologa y a la fauna actual y fsil de las regiones del Plata.

    Cuando en 1833 Darwin pasa por Lujn, reside en esa villa un mdico argentino, con el cual ms tarde entablar correspondencia cientfica. Es Francisco Javier Muiz, considerado el primer naturalista argentino.

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  • La vida de este estudioso autodidacto tiene contornos heroicos: a los doce aos es herido, luchando en la segunda invasin inglesa; interviene como mdico militar en la gue- rra del Brasil, en Cepeda, donde es malamente herido, y en la guerra del Paraguay; y muere durante la epidemia de fiebre amarilla que contrae al atender a un enfermo.

    Si bien Muiz actu tambin durante la organizacin nacional, como hombre pblico y como profesor y decano de la Facultad de Medicina, nos ocupamos en este cap- tulo de su labor cientfica, pues sta se desarroll princi- palmente durante su permanencia en Chascoms (1825) y en Lujn (18281848).

    Su actuacin como mdico fue notable para su poca; en 1832 la Real Sociedad Jenneriana de Londres le con- fiere el grado de socio correspondiente en mrito a sus estudios sobre la vacuna y la accin de sta como agente teraputico en algunas enfermedades cutneas; pero sin duda es en el campo de las ciencias naturales, en especial en la paleontologa, donde la figura de Muz adquiere sus contornos ms ntidos.

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    Ya en Chascoms Muiz inicia los trabajos que pue- den considerarse corno los primeros esfuerzos paleontolgi- cos argentinos. Recoge y reconstruye fsiles, algunos cono- cidos, pero otros nuevos que por no dar a conocer a tiempo no le permiten hoy hacer valer sus indiscutidos dere- chos de prioridad. Pero es en Lujn donde durante largos aos realizar la fructuosa tarea de remover y sacar a luz el extraordinario mundo fsil sepulto en las barrancas de su ro. Rene, estudia y clasifica un material apreciable que en 1841 obsequia al gobernador Juan Manuel de Rosas (Ameghino insistir ms tarde que no fue un obsequio, sino un despojo, pues Rosas habra obligado a Muiz a hacer la pretendida donacin). El material contenido en

  • once cajones comprenda restos de nigatenos, elefantes, mastodontes, toxodontes, orangutanes, milodontes, glipto- dontes... y hasta las reliquias de tres especies ltima- mente encontradas. Y Rosas, magnnimo, regala todo este material, fruto de tantos aos de trabajo, al almirante Dupotet. Parte de la coleccin ser estudiada luego por Gervais, del Museo de Pars, y en ella se encontrarn pie- zas que darn lugar a nuevas especies. Otros restos fueron a Londres por intermedio de Woodhine Parish, escritor ingls que vivi en la Argentina entre 1839 y 1852, autor de un libro: Buenos Aires and the provinces of the Ro de la Plata (1839. 1852), importante para la mineraloga y paleontologa.

    Ante el destino que Rosas depara a sus fsiles, Muiz vuelve a las barrancas, reconstruye y ampla la coleccin, que en 1857 deposita en el Museo de Buenos Aires.

    En 1844 realiza su descubrimiento paleontolgico ms importante, el del tigre fsil, hoy bautizado como Smilo- don bonaerensis (Muiz), y del cual da cuenta en un ejemplar de la Gaceta Mercantil del ao siguiente, circuns- tancia que, por supuesto, hace que el hallazgo pase total- mente inadvertido.

    Tambin pas inadvertido, por publicarse en ese mismo peridico, el trabajo de 1848 El and o avestruz ameri- cano, excelente monografa en la que no slo se describen extensamente los hbitos del animal, sino tambin los del gaucho y de la vida campera de entonces.

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    En 1847 da fin a sus Apuntes topogrficos del territo- rio y adyacencias del Departamento del Centro de la Pro- vincia de Buenos Aires, con algunas referencias a los dems de su campaa, con datos de inters para la geolo- ga, la geografa, la etnografa y la medicina social. Res- pecto de las observaciones geolgicas sobre la formacin

  • pampeana dir ms tarde Ameghino: Mis descripciones, demostrando que los mamferos extinguidos quedaron se- pultados en el barro de antiguas lagunas, parecen copiadas de Muiz. Es que ambos, aunque con 40 aos de inter- valo, hemos escrito sobre el terreno, con el cuerpo del delito a la vista, que da siempre una idea distinta de la que se hace el sabio desde el bufete. En el mismo caso se en- cuentran muchas otras observaciones de Muiz, exactsi- mas, pero que slo se conocen desde un cortsimo nmero de aos.

    Ya aludimos a la correspondencia con Darwin. Ella se inicia con el deseo expresado por Darwin de poseer mayo- res informaciones respecto de la vaca ata, curiosa espe- cie domstica que haba observado en su viaje y que le interesaba y le preocupaba. Muiz contest con precisin a las preguntas formuladas por Darwin, quien utiliz esa respuesta en la segunda edicin de su Viaje, as como ms adelante en el Origen de las especies.

    Todos los escritos cientficos de Muiz, o casi todos, fueron recopilados y publicados por Sarmiento en 1885, acompandolos con comentarios y con una nota biogr- fica.

    7. LA ENSEANZA PRIMARIA Y LA ENSEANZA SECUNDARIA

    Volvamos nuevamente a la colonia para considerar otros aspectos de la naciente cultura argentina.

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    La primera noticia que se posee de un maestro de pri- meras letras en el territorio argentino procede de Santa Fe, donde en 1577 se habla de un Pedro de Vega, que ensea la doctrina christiana los nios de poca edad y leer y escribir los dems, aunque parece que despus de ese

  • maestro, la ciudad estuvo desamparada un tiempo en ma- teria de enseanza primaria.

    La instruccin primaria en la colonia fue principal- mente obra de los vecindarios, quienes por intermedio de los cabildos, o establecieron directamente escuelas, o exi- gieron a los religiosos la obligacin de ensear como condi- cin para la fundacin de sus conventos. Su nica finali- dad fue la de ensear a leer, escribir y contar (para artesanos y comerciantes) e impartir la doctrina cristiana.

    A fines del siglo XVIII, con el advenimiento de Car- los III, se manifiesta un mayor inters por la instruccin pblica. Se crean nuevas escuelas fiscales, con los fondos de las temporalidades de los jesuitas expulsados, y muni- cipales, con los fondos propios de los cabildos; se reclaman perfeccionamientos y hasta asoma el concepto de enseanza obligatoria. As en Buenos Aires, inspirado por la prdica de Belgrano, el virrey Cisneros en 1810 decreta la concu- rrencia obligatoria de los nios a las escuelas.

    Mas el progreso real no fue muy grande. Los prejuicios raciales excluan de la instruccin a los ms. Los negros no podan recibir ninguna clase de enseanza, excepto la doc- trina cristiana, una vez por semana. Los indios no estaban mejor (las misiones haban constituido una excepcin).

    Por otra parte, la enseanza se limitaba generalmente a los varones, pues recin a fines del siglo XVIII, y en algu- nas provincias, se establecieron escuelas para hurfanas y para nias.

    Tambin bajo Carlos III aparecen los primeros regla- mentos que fijan los requisitos que deben satisfacer los maestros de escuela. Figuraban como tales requisitos: la aprobacin eclesistica, la limpieza de sangre y un examen ante escribano sobre la pericia del Arte de Leer, Escribir, y Contar, hacindole escribir a su presencia muestras de

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  • las diferentes letras, y extender ejemplares de las cinco Cuentas.

    En los conventos e iglesias, por lo general, los clrigos y regulares delegaban la enseanza primaria en sacristanes o hermanos legos con resultados no evidentemente satis- factorios. En las escuelas donde los alumnos eran nume- rosos, se acuda al mtodo de Lancaster. Ms tarde (1822), ante la necesidad de lograr una mayor difusin de la ins- truccin primaria, el mtodo fue oficializado; al crearse el Departamento de primeras letras anexo a la Universidad de Buenos Aires, se fund para su vigilancia una Sociedad Lancasteriana.

    El mtodo de enseanza consista en el abecedario, los palotes y las cuatro reglas con enteros y fracciones y la regla de tres. En algunas escuelas se enseaba gramtica y ortografa castellanas.

    Los castigos corporales estaban en boga, aunque no parece que por eso la disciplina fuera ejemplar. A veces el juicio de los contemporneos respecto de las escuelas fue lapidario. En el Semanario de Vieytes se lee, en un nme- ro de 1805: Entregbamos los nios a maestros ignoran- tes y que apenas saban ms que leer y escribir, y que les abatan con castigos viles e ignominiosos.

    En definitiva: desde fines del siglo XVI se van fundan- do en el territorio argentino escuelas de primeras letras de tal manera, que al estallar la revolucin la enseanza pri- maria est difundida a travs de casi todas las provincias argentinas.

    Respecto de la enseanza secundaria, los centros ms importantes se desarrollaron en Crdoba y en Buenos Aires.

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    En Crdoba los jesuitas establecieron en 1607 un novi-

  • ciado que sirvi de base al Colegio Mximo declarado en 1610, y cuyos cursos quedaron definitivamente instalados en 1614, sirviendo, a su vez, de base a la futura Universi- dad cordobesa.

    Mientras tanto, con los bienes donados por el presb- tero Ignacio Duarte y Quirs, se funda en 1687 el Colegio Real Convictorio de Nuestra Seora de Montserrat, sujeto al Real Patronato y subordinado al Provincial de la Com- paa de Jess.

    La fundacin de este Colegio es importante, pues du- rante mucho tiempo es a l donde acudirn los estudiantes de Buenos Aires y Paraguay, y no pocos del Alto Per y Chile. Por lo dems, sirvi de modelo al Real de San Car- los de Buenos Aires.

    Desde el siglo XVII se trat de instalar en Buenos Aires establecimientos de enseanza media y superior, pero ya por indiferencia de la corona, por rivalidades de las con- gregaciones o por oposicin de las ciudades que posean colegios o universidades, esos proyectos no tuvieron reali- zacin, hasta que el gobernador Vrtiz, en 1771, consulta a la junta de temporalidades con el propsito de estable- cer escuelas y estudios generales para la enseanza y edu- cacin de la juventud. La Junta, previo informe de los cabildos eclesistico y secular, resuelve en 1772 la creacin de una escuela de primeras letras y una ctedra de gram- tica, con lo que se fundan reales estudios pblicos que se completan en 1776. Y en 1783 el ahora virrey Vrtiz ins- tala solemnemente el Real Colegio Convictorio de San Carlos (o Carolino), en el que se educaron casi todos los hombres que encabezaron y sostuvieron la revolucin y honraron a la patria con sus talentos. (Gutirrez.)

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    Los estudios reales y el Colegio Carolino pasaron por vicisitudes diversas provocadas por los sucesos militares

  • (invasiones inglesas) y polticos (movimiento revolucio- nario), de tal manera que en 1810 la Junta de Gobierno reconoca la necesidad de crear un nuevo establecimiento ms adecuado a las circunstancias del momento, y para formar un plantel que produjera algn da hombres que fueran el honor de la patria. No obstante estos buenos deseos, recin en 1818 se transform el Colegio de San Carlos en Colegio de la Unin del Sud.

    Pese a la frase de Gutirrez, Salvadores, a travs de un anlisis del carcter de la enseanza que se imparta en el Real de San Carlos, afirma que la influencia que el colegio pudo tener sobre la formacin moral de la juven- tud que encabez el movimiento revolucionario, fue nula.

    Esa enseanza, en la que imperaba an la doble verdad y en la cual la ciencia en el sentido ordinario del trmino estaba incluida, tena su libertad restringida por motivos polticos y religiosos, que impedan que se ense- asen doctrinas contrarias a la autoridad y regala de la corona, o que contradijesen a los principios del dogma.

    Manuel Moreno refleja el carcter de esa enseanza al decir ...en las lecciones de filosofa se omite la aritm- tica y la geometra, que como llevo dicho, ignora siempre el maestro mismo, de que resulta, que en todas las cues- tiones de fsica se pasan por alto las pruebas de la demos- tracin matemtica..., los ramos de lgica, fsica natural y experimental, tica y metafsica que se ensean a los alumnos por el espacio de tres aos, antes de pasar a la teologa, que como lo ms necesario y lo que deben sacar ms fresco en sus cabezas, se deja para lo ltimo. Pero es doloroso aadir que en estos ramos se advierte todava el escolasticismo en todo su rigor, y que an se defienden con calor las tesis que han sido abandonadas en Europa hace cincuenta aos, o se ignoran los descubrimientos he-

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  • chos por los modernos en esta parte tan provechosa de los conocimientos humanos. En cuanto a la utilidad que deba esperarse de promover los conocimientos y las cien- cias, estando reducidas sus lecciones a formar de los alum- nos unos telogos intolerantes, que gastan su tiempo en agitar y defender cuestiones abstractas sobre la divinidad, los ngeles, etc., y consumen su vida en averiguar las opiniones de autores antiguos que han establecido siste- mas extravagantes y arbitrarios sobre puntos que nadie es capaz de conocer, debemos decir que es absolutamente ninguna.

    Ya creada la Universidad, Rivadavia, en 1823, trans- forma el Colegio de la Unin del Sur en Colegio de Cien- cias Morales, y con el objeto de facilitar la venida de jve- nes a Buenos Aires, y al mismo tiempo favorecer a la formacin del plantel de futuros estudiantes universita- rios, se resuelve costear el sostenimiento en los colegios de la ciudad (se proyectaba crear otros de tipo cientfico- natural) de seis jvenes por cada territorio dependiente gobierno.

    Las clases pblicas las reciban los alumnos en el De- partamento preparatorio de la Universidad, no obstante lo cual el Colegio logr cierto prestigio, llegando a tener durante los cursos de 1825 y 1826 ms de un centenar de alumnos.

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    Pero los tiempos cambian, y en 1830, Siendo incom- patible con las graves y urgentes atenciones del erario pblico de esta Provincia la permanencia del Colegio de la Provincia de Buenos Aires, y no correspondiendo sus ventajas a las erogaciones que causa, ni a los fines que debieron motivar su fundacin, el Gobierno... resuelve disolver el Colegio de Ciencias Morales, que el ao ante-

  • rior se haba refundido en el Colegio de la Provincia de Buenos Aires.

    Mientras tanto, en Mendoza, por obra de San Martn, se creaba el Colegio de la Santsima Trinidad, que empe- z a funcionar en 1818. Estaba destinado principalmente al estudio de las ciencias, pues era su propsito establecer ctedras de humanidades, en que se ensearn los sa- grados derechos y deberes del hombre en sociedad, las facultades mayores, la fsica, las matemticas, la geogra- fa, la historia y el dibujo.

    Como se ve, en tales estudios falta la teologa, y esa falta, dice el historiador Vicente F. Lpez, revelaba ya un progreso tanto ms evidente en las ideas de los que haban dirigido la fundacin de este establecimiento, cuan- to que la enseanza de la filosofa en manos del rector Guiraldes, estaba calcada sobre el mtodo de Condillac y tomaba por punto de partida, como este grande maes- tro, la observacin experimental y la observacin efecti- va de la conciencia individual.

    8. LA ENSEANZA UNIVERSITARIA

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    En 1614 fallece en Crdoba fray Fernando Trejo y Sanabria, quien el ao anterior haba concretado una do- nacin al colegio jesutico, a fin de que con sus rentas se sustentaran ctedras de latn, artes y teologa y se otor- gara con licencia real grados de bachiller, licenciado, maes- tro y doctor. Aunque tal donacin, complicada por otra del donante a Santiago del Estero, dio lugar a una serie de pleitos, el hecho es que a principios de 1614 se inician en el Colegio Mximo los estudios, pero sin facultad para otorgar grados, hasta que en 1622 Gregorio XV autoriza,

  • por un trmino de diez aos, a conferir grados a los que hubiesen cursado estudios en colegios de la Compaa que funcionasen a ms de 200 millas de la universidad ms prxima, en este caso la de Charcas.

    Recin en 1664 se dan las primeras constituciones que se amplan en 1710. Por ellas, la Universidad com- prenda las facultades de artes y de teologa. La primera otorgaba los grados de bachiller, licenciado y maestro, y sus estudios comprendan la filosofa (lgica, fsica, me- tafsica).

    A raz de la expulsin de los jesuitas, la Universidad pasa a manos de los franciscanos, inicindose una larga lucha entre stos y el clero secular por el predominio en la Universidad, hasta que en 1790 se inicia la seculari- zacin con la creacin de la ctedra de Instituta, en 1795 se confieren grados en derecho civil y, finalmente, en 1799 se resuelve fundar de nuevo en Crdoba una uni- versidad mayor con el nombre de Real Universidad de San Carlos y de Nuestra Seora de Montserrat.

    Pero esta nueva universidad recin se instala en 1808, cuando asoman los nuevos tiempos y asciende al recto- rado un hombre de actuacin en la historia argentina: el den Funes (Gregorio Funes). El primer signo de los tiempos nuevos es la creacin, a costa del peculio particu- lar del rector, de una ctedra de matemtica que empieza a funcionar en 1809.

    Tal es la universidad que existe en la Argentina al estallar la revolucin. Nada pudo influir sobre sta, pues el espritu nuevo que se le pretenda animar, era coetneo con el de la revolucin.

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    En 1815 se aprueba una modificacin en la estruc- tura de los estudios, propuesta por el den Funes, con la

  • que se pretende mejorar la enseanza de las ciencias: in- tensificacin de la matemtica, estudio experimental de la fsica, aunque no se contaba an con material para ello; sin demostrar, empero, igual pretensin en la filosofa. Se sigue sosteniendo que las escuelas de los escolsticos son un campo cerrado donde se puede caminar a pie segu- ro, que las doctrinas de los nuevos filsofos (Descartes, Malebranche, Locke y Leibniz) son ocurrencias antoja- dizas, etc.

    Que las cosas no mejoran cuando la Universidad en 1820 pasa a depender de la provincia, lo comprueba el intil esfuerzo del rector Bedoya para que se modificara el estudio de la fsica de puro capricho que entonces se enseaba, y que se adoptara para ese estudio el castellano en lugar del latn, como se segua haciendo en la univer- sidad cordobesa.

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    Mientras tanto, en Buenos Aires continan en forma intermitente las gestiones para fundar una universidad, gestiones que se haban iniciado en 1771 con la funda- cin de los reales estudios y continuado en 1783 con la creacin del Colegio Carolino. Las creaciones educaciona- les de Belgrano desde el Consulado, y el espritu nuevo que trae la revolucin, mantienen latentes esos propsitos, pero es recin en 1816 cuando la idea vuelve a ser consi- derada oficialmente. El auspicio del gobierno y los esfuer- zos del presbtero Antonio Senz permiten finalmente que, el 9 de agosto de 1821, el gobernador Rodrguez y su ministro Rivadavia firmen el decreto de creacin de la Universidad de Buenos Aires. En realidad, los trabajos de organizacin de la Universidad estaban muy adelanta- dos, pues con anterioridad se haban designado el rector, que lo fue Antonio Senz, y los catedrticos, de modo que

  • el 12 de agosto pudo instalarse solemnemente la Univer- sidad y el da siguiente conferirse los primeros grados.

    En la Universidad de Buenos Aires se trat de dar, desde sus comienzos, carta de ciudadana a la ciencia. Se compona de departamentos cientficos, que de acuerdo a la organizacin de 1822 eran: Departamento de ciencias exactas (dos ctedras y dos ayudantes); Departamento de medicina (tres ctedras); Departamento de jurispruden- cia (dos ctedras); Departamento de ciencias sagradas (tres ctedras), que funcion recin desde 1924, y el De- partamento de estudios preparatorios (seis ctedras, entre las cuales una de fsicomatemticas y una de economa poltica). Tambin en 1822 se creaba un Departamento de primeras letras, por el cual quedaban incorporadas a la Universidad y bajo su inspeccin inmediata todas las escuelas existentes en la ciudad y en la campaa. Como los departamentos cientficos, a su vez, haban incorpora- do los establecimientos educacionales preexistentes, la Universidad se constitua en un verdadero poder pbli- co, al cual estaba sometida la direccin de la inteligencia en sus relaciones con el estudio de las ciencias y de las artes y contina Gutirrez, cuyos inmediatos subordi- nados eran los profesores y los jvenes desde que comen- zaban a asistir a las escuelas primarias hasta que vestan las insignias de graduados en facultades mayores.

    Toda la instruccin pblica estaba unificada en la Universidad, y en el presupuesto para 1825 se observa que ms de la mitad de sus gastos se insume en el depar- tamento de primeras letras, y del resto, parte de los gastos se proyecta para gastos del jardn de aclimatacin y del laboratorio de qumica, conservacin de la sala de fsica y establecimiento de estudios de mineraloga y geologa.

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  • En 1826 el presidente Rivadavia fij el orden de los estudios preparatorios: 1 latn y griego; 2 filosofa; 3 aritmtica, geometra y lgebra; 4 fsica experimental, imponiendo la obligacin de aprobar esos cursos para in- gresar en las facultades mayores.

    Pero en verdad los acontecimientos polticos impidie- ron que la vida activa de la Universidad fuera de larga duracin. En 1835 slo funcionaban los cursos prepara- torios, y en 1838 se suprime la subvencin oficial a la universidad y el sueldo a los profesores, con lo que poco a poco van desapareciendo las ctedras.

    Ya se dijo algo respecto del carcter de la enseanza de la poca; agreguemos algunas noticias sobre el papel asignado a la ciencia en esa enseanza.

    Durante la colonia, la ciencia, por lo menos en el sen- tido actual del vocablo, no figura en la universidad cor- dobesa. La fsica se estudia en los cursos de filosofa que se siguen a Aristteles y al padre Surez, y durante el siglo XVIII, no slo en Crdoba sino en todo el virreinato, se refuta a Newton con silogismos y se utilizan recursos semejantes para oponerse a Descartes, Gassendi y al liber- tino Voltaire. Pero si estos autores se refutaban, era por- que se lean y, poco a poco, ellos ejercen su accin de manera que a fines del siglo la fsica, dice Orgaz, se mues- tra con un atraso afligente y el odio a los libertinos se mantiene, pero en cambio, circula ya la duda cartesiana, unida a un cierto desdn por el aristotelismo.

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    En Buenos Aires, durante el siglo, las cosas no estn mejor, aunque Orgaz, que no acepta en su integridad, los juicios mordicantes de Manuel Moreno, dice que ya en el San Carlos se dicuten y a veces se adoptan las ideas

  • de Coprnico, Nollet, Euler, Franklin y Feijo, y se recu- rre a Descartes para dar solucin al problema del alma de los brutos, y al referirse al presbtero Chorroarn, que fue rector y catedrtico de filosofa del Colegio, dice que ste acepta, con el cartesianismo, que el conocimiento claro y distinto es criterio de verdad; mas ello debe tomarse con un sentido sobrio, porque, qu respondera Des- cartes a Lutero y a Calvino que afirman que ellos entien- den las Escrituras y los misterios divinos por las ideas cla- ras que Dios les ha concedido? No est de acuerdo con los que critican el valor del silogismo, til si se usa caute- losa y moderadamente; rechaza la mana del experimen- to en las cosas fsicas...

    Con el nuevo siglo asoman nuevas ideas y nuevos hombres. Juan Crisstomo Lafinur inici sus estudios en Crdoba, de cuya universidad fue expulsado al graduarse de maestro en Artes. Se incorpor al Ejrcito del Norte frecuentando la Academia de Matemticas que Belgrano fundara en Tucumn. Baja luego a Buenos Aires, donde en 1819 conquista por oposicin la ctedra de filosofa del Colegio, pero la lucha que promueve su orientacin filo- sfica, lo obliga a abandonarla y se dirige a Mendoza, en cuyo Colegio profesa y donde las polmicas que sostiene para defender sus convicciones filosficas lo llevan ahora a Chile desterrado, donde completa sus estudios, muriendo poco despus. Con Lafinur la enseanza de la filosofa ad- quiere un nuevo espritu. Antes de l dice Gutirrez los profesores de Filosofa vestan sotana: l, con el traje de simple particular y de hombre de mundo, seculariz el aula primero y en seguida los fundamentos de la ense- anza. Y agrega Gutirrez que en la introduccin de su curso, Lafinur pasa en revista a toda la antigedad, y

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  • encarndose con Aristteles, le arrebata el cetro del mundo literario por la mano de Gassendi, de Galileo, de Descartes y especialmente de Newton, de cuyo sistema dice que es el dominante en todas las academias cientficas del mundo. Con Lafinur la fsica sale del perodo escolstico, pero no ingresa an en el perodo experimental. La fsica ex- perimental aparece de nombre, mas no de hecho, en 1825, con el curso que dicta sin el auxilio de los instrumentos, Avelino Daz, como profesor de ciencias fsicomatemti- cas en el Departamento de estudios preparatorios. Daz, que luego fue profesor en el Departamento de ciencias exactas y presidente del Departamento topogrfico y esta- dstico, public los tratados elementales de las ramas ma- temticas de su curso, mas no el de fsica, que slo se conserva en apuntes incompletos, seguramente redactados por algn discpulo. Pero Daz ya recorre la buena senda, y en la introduccin de su curso habla de que la expe- riencia conducir a establecer principios fundamentales y valindonos del anlisis deduciremos las consecuencias. Dos aos despus se dicta en Buenos Aires el primer cur- so de fsica experimental que merezca tal nombre.

    Un laboratorio de qumica, y una sala de fsica la ms completa, han sido conducidas de Europa para servir a la enseanza de las ciencias naturales, informa el go- bernador Rodrguez en su mensaje del ao 1824, y a mediados de 1827 se lee en la Crnica Poltica y Lite- raria de Buenos Aires: De todos nuestros recientes esta- blecimientos, el que fijar algn da la atencin de los extranjeros, as como hoy excita poco la de los nacionales, es el gabinete de fsica y de historia natural que se aumenta silenciosamente en el convento de Santo Do- mingo. Apenas cuenta seis meses de existencia aunque la

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  • primera demanda que se hizo a Europa de un surtido de instrumentos tuvo lugar en 1823.

    En efecto, se haba destinado el convento abandona- do de los dominicos como local para reunir todos los obje- tos relativos a la enseanza de las ciencias naturales, que comprendan, adems del gabinete de fsica y laboratorio de qumica, las colecciones de historia natural del Museo pblico, y una rica coleccin numismtica con que este museo se haba enriquecido en 1823.

    Para el dictado de la fsica experimental, Rivadavia contrat en Londres al mdico italiano Pedro Carta Moli- na, antiguo profesor en la Universidad de Turn y ex- patriado por razones polticas, quien lleg a Buenos Aires en 1826 con una dotacin de instrumentos para comple- tar el gabinete y con un ayudante: Carlos Ferraris. Carta inici su curso en 1827 con un discurso inaugural, pu- blicando ms tarde las dos primeras lecciones de intro- duccin al curso de fsica experimental, que dedic a Ri- vadavia; pero parece que Carta dej su ctedra antes de dictar sus lecciones ya preparadas, como consecuencia de la cada de su benefactor y amigo Rivadavia.

    A Carta sucedi Octavio Fabricio Mossotti, sabio ita- liano que haba sido llamado a Buenos Aires con el objeto de establecer un observatorio astronmico. Mossotti dict el curso de fsica desde 1828 hasta 1834, fecha en la que regres a su patria, quedando entonces vacante la ctedra en Buenos Aires durante 20 aos,

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    Mossotti es el precursor de la plyade de sabios y pro- fesores extranjeros que ms tarde cimentarn la ciencia argentina. Ya era conocido como fsico y astrnomo cuan- do lleg a Buenos Aires, despus de haber residido un par de aos en Londres como emigrado poltico.

  • Sobre la base de los restos del instrumental dejado por la comisin demarcadora de lmites del siglo anterior, Mossotti instal un pequeo observatorio astronmico en una de las celdas altas del convento de Santo Domingo, al cual anex un gabinete meteorolgico. Vena a albergar as el viejo convento a la totalidad de los incipientes re- cursos con que contaba el pas para el estudio cientfico de la naturaleza.

    Colabor en la organizacin y en las tareas del De- partamento topogrfico y determin la latitud de Buenos Aires, refirindola a la pirmide de la plaza de la Victo- ria (hoy plaza de Mayo).

    Fuera de un agradecido recuerdo, poco se ha conser- vado de la actuacin argentina de Mossotti, quien Au- sente de una patria desgraciada y aislado en un pas casi del todo ajeno a las ciencias que l profesaba, deba con- siderarse dos veces desterrado (Gutirrez).

    Del curso de fsica experimental redactado en castella- no y que parece circulara solamente en copias manuscri- tas entre sus discpulos, se public nicamente una parte muy breve y general de la introduccin.

    Las diarias observaciones meteorolgicas realizadas du- rante ms de seis aos (fue el primero en anotar datos de lluvia haciendo construir al efecto un pluvimetro) slo se conservan por las informaciones periodsticas, pues se han perdido: tanto los originales que Mossotti dejara al abandonar el pas, como una serie de observaciones y noticias sobre el clima que, despus de haber sido utiliza- das por Humboldt, fueron a parar a manos de Arago para ser presentadas al Instituto de Francia.

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    Las nicas cuatro pginas impresas en la Argentina, que se conocen de Mossotti, son las Noticias astronmicas

  • con que se abre un calendario para 1832 editado por una imprenta portea, y en las que da cuenta de las cosas de inters que ofrecer el cielo de Buenos Aires durante ese ao; aparecieron en cambio en las memorias de la Real sociedad astronmica de Londres, dos artculos de Mossotti sobre las observaciones de un eclipse de Sol y del cometa Enke, realizadas desde las celdas de Santo Domingo.

    9. OTRAS INSTITUCIONES CULTURALES

    Durante la colonia y la poca de la primera Argenti- na, se realizaron algunos otros esfuerzos culturales vincu- lados con la ciencia. Algunos de ellos dieron lugar a insti- tuciones permanentes, varias de las cuales ms tarde fueron incorporadas a la Universidad. Con tales esfuer- zos estn ligados los nombres de Vrtiz, Belgrano, More- no, Rivadavia.

    A Vrtiz se le debe la creacin del protomedicato, origen de los estudios mdicos en el Plata.

    Ya desde el siglo XV, Espaa haba sentido la necesi- dad de crear cuerpos tcnicos encargados de vigilar el ejercicio del arte de curar y que al mismo tiempo ejercie- ran una funcin docente y de formacin de profesionales. Al efecto cre el protomedicato, institucin que luego extendi a las colonias, crendose en 1570 los protomedi- catos de Mxico y del Per, del cual dependa el Ro de la Plata, y ms tarde el de Chile.

    Al asumir Vrtiz el virreinato, y ante el evidente aban- dono de la asistencia pblica y las serias deficiencias de los servicios hospitalarios y farmacuticos, resuelve crear en 1779 el protomedicato del Ro de la Plata, indepen- diente del de Lima y del de Castilla, instalndolo solem- nemente el ao siguiente.

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  • De las razones que presidieron esa creacin, da cuenta este prrafo de la memoria que aos ms tarde Vrtiz eleva al marqus de Loreto: Otro de los establecimientos que me dict la humanidad fue, el del Real Protomedicato que se erigi en esta Capital, pues el del Per estaba, se- gn la ley de Indias, unido y anexo a la ctedra de prima medicina de la Universidad de Lima, aquel Protomdico, descuidaba en ambas partes extremadamente sus obliga- ciones; y an se dio caso de que algunos que aqu deban ejercitar la materia mdica, los aprobase sin examen y comparecencia personal ante l, contraviniendo a otra expresa disposicin de las mismas leyes; y en cuya virtud les retir sus nombramientos, de modo que, este experi- mental conocimiento y la reflexin de que a la distancia de mil leguas nunca podran remediar bastantemente desrdenes que perjudicaban la salud y conservacin de los vasallos del rey, y menos precaver el desarreglo de las Boticas, estando siempre a la mira de la bondad de los me- dicamentos y composiciones, y de la equidad de los pre- cios, de esta inaveriguable y enmaraable administracin, me indugeron con precisin no desamparar unos objetos tan importantes, como es mantener la sociedad y la vida del ciudadano, y aprovechar la oportunidad de hallarse aqu el primer mdico de la expedicin a esta Amrica Meridional, Dr. Don Miguel OGorman, mandado rete- ner para el arreglo de los Hospitales y economizar sus consumos. Con esta ocasin y por la notoria suficiencia y conducta de este Profesor de Medicina, le despach ttulo de Real Protomdico, concedindole cuantas facultades por las leyes a esta extensin y distrito de todo el virrey- nato...

    OGorman, de origen irlands, haba estudiado en

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  • Pars y Reims revalidando su ttulo en Madrid. En 1766 ingres al servicio de Espaa y en 1776 forma parte de la expedicin a la Colonia del Sacramento que dirige don Pe- dro de Cevallos. Se le debe, primero en Espaa y luego en el Plata, la introduccin del mtodo de inoculacin contra la viruela. Despus de medio siglo de servicios, achacoso y pobre, se jubila y muere en 1819.

    Una interesante iniciativa, que parece no haberse con- cretado, fue el proyecto de OGorman de crear una Aca- demia de Medicina con asiento en Montevideo, para ase- gurar su independencia como corporacin cientfica, ajena a las influencias burocrticas y oficiales del protomedicato residente en Buenos Aires. En el proyecto OGorman expone la necesidad de dotar a los prcticos empricos, que pululaban, de un saber terico y cientfico, agregan- do que muchos inconvenientes anotados seran menores si ya se hubiese fundado la Universidad en Buenos Ai- res (estamos en 1783) y en ella las correspondientes ctedras de ciencias mdicas. Si la Academia no prospe- r, en cambio el protomedicato pudo iniciar su funcin docente, para la cual se le facult en 1793, aunque los cursos recin se iniciaron en 1801. Estos cursos que fue- ron los primeros de carcter universitario que se dictaron en Buenos Aires y los primeros de esta ndole en la Argen- tina, pues en Crdoba no haba estudios mdicos, se des- arrollaron de acuerdo a un plan modelado sobre el de la universidad de Edimburgo, con seis aos de estudios, curso nuevo cada tres aos y ajustado a dos catedrticos.

    En ese plan apareca, por primera vez en los estudios argentinos, la qumica y la botnica, que se estudiaran por el texto de Lavoisier. Estos estudios figuraban en se- gundo ao y deban ser impartidos por OGorman, pero debido a su precario estado de salud fue sustituido, en

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  • 1802, por Cosme Argerich, mdico argentino secretario del protomedicato que haba estudiado en Espaa y una de las figuras prceres de la medicina argentina. Puede dar una idea del contenido de esos estudios los siguientes prrafos del acta de examen: ...fueron preguntados por los maestros y por varios literatos concurrentes sobre la qumica pneumtica, filosofa botnica, farmacia. No slo fueron examinados en todas las partes de la qumica filo- sfica, sino que hicieron la aplicacin de los principios de stas a las operaciones de la farmacia que estn en uso en la operacin de las enfermedades. Trataron as mismo de la meteorologa explicando sus fenmenos ms o me- nos, cuales son la formacin del agua en la atmsfera, la de la nieve, granizo, y escarcha; el admirable fenme- no del rayo y su comunicacin, con cuyo motivo disertaron de los fluidos elctrico, magntico y galvnico, de la aurora boreal, vientos peridicos y dems meteoros gneos y areos. Igualmente dieron bastantes noticias de la mineraloga con gran satisfaccin de los inteligentes, que conocen la suma necesidad que hay de estos conocimientos para los progresos de nuestras minas.

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    Fueron con especialidad muy satisfactorias para el P- blico las nuevas ideas que presentaron sobre la qumica vegetal, ya demostrando los principales rganos de las plantas, ya explicando el vario juego que tienen en la eco- noma vegetal, ya como se produce el desarrollo. Todos estos conocimientos se aplicaron a la agricultura, expli- cando la therica de los abonos y los principales funda- mentos de la primera y ms necesaria de todas las artes. Se trat con mucha extensin de los materiales inmediatos de los vegetales y con especialidad del principio curtien- te, y therica del curtimbre, de las materias colorantes y therica de los tintes y mordientes; del modo y terica

  • de la vitrificacin; objetos los ms interesantes para la prosperidad del comercio de estas Provincias.

    Pero los acontecimientos militares y polticos, as como la escasez de material, hacen que los cursos se desarrollen irregularmente y languidezcan, de modo que en 1812 la escuela se cierra por falta de alumnos.

    La Asamblea del ao 13 aprueba un plan, proyectado por Argerich, para una nueva escuela de ciruga y medi- cina que parece no haber funcionado nunca, crendose en cambio un Instituto Mdico, con carcter de cuerpo militar, que funcion precariamente hasta 1820, fecha en la que muri su director Argerich, suprimindosele ofi- cialmente el ao siguiente.

    Con ese Instituto est vinculado, aunque circunstan- cialmente, otro gran naturalista extranjero residente en el Plata: Aim Bonpland, quien haba acompaado a Hum- boldt en sus viajes a las regiones equinocciales de Amrica y luego colaborado con l en la obra Nova genera et spe- cies. Bonpland lleg a Buenos Aires en 1818, trayendo desde Europa muchas plantas y semillas con las que esta- bleci un pequeo jardn; ms tarde sustituy a Haenke en el cargo de profesor de historia natural de las Provin- cias Unidas, y fue catedrtico en un colegio, probable- mente el de la Unin. En 1821 fue nombrado profesor en el Instituto, pero parece no haber desempeado el car- go a causa de una cuestin litigiosa que suscit su nom- bramiento. A fines de ese ao se retira a la provincia de Corrientes, donde cae bajo el poder del dictador Francia quien lo retiene detenido en el Paraguay hasta 1829, fe- cha en que, segn Gutirrez ...se estableci en San Borja y all dej correr su vida de filsofo, haciendo el bien y cultivando su ciencia favorita, hasta que falleci...

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    Durante su estada en Buenos Aires Bonpland public

  • en los peridicos locales cuestiones de inters general, vinculadas con las ciencias naturales. El primero de esos artculos parece ser uno sobre la cochinilla y sus aplicacio- nes, a raz de haberse encontrado este insecto en una es- tancia de la provincia, no lejos de la ciudad.

    Creada la Universidad, los estudios mdicos se incor- poran a ella constituyendo uno de sus departamentos y con el objeto de dignificar la profesin de la medicina y dar participacin a esta ciencia en la mejora de la socie- dad, el gobierno crea, a principios de 1822, la Academia de Medicina, reuniendo en su seno a los ms ilustrados profesores, nativos o extranjeros, que residan entonces en Buenos Aires. La Academia inicia sus sesiones en 1823 y a mediados de ese ao publica, como fruto de su labor, el primer volumen de sus Anales.

    En ese volumen, fuera de otros trabajos, figura un discurso del secretario de la Academia que informa que En este mismo ao la escuela de medicina ha sufrido reformas remarcables. Se ha construido a expensas del Gobierno una sala de disecciones con todos los tiles ne- cesarios a las preparaciones anatmicas, y por primera vez en nuestro pas el arte de las inyecciones principiar a practicarse en este invierno, y un par de trabajos cient- ficos y un extenso Discurso para servir de introduccin a un curso de qumica, de Manuel Moreno, profesor de qumica en el Departamento de estudios preparatorios y que es el iniciador de los estudios qumicos en la Argen- tina.

    Con el nombre de Manuel Belgrano se vinculan va- rias creaciones educacionales, destinadas principalmente a los estudios matemticos. Ya a principios de 1799 el Consulado, por inspiracin de Belgrano, creaba una Es-

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  • cuela de geometra, arquitectura, perspectiva y toda espe- cie de dibujo, que tuvo vida efmera, pues parece que en ella slo se enseara el dibujo y que poco despus de su creacin uniera su destino al de la Escuela Nutica. sta fue creada tambin por el Consulado a fines de 1799, previo asesoramiento de Azara. Si bien tuvo una existen- cia ms brillante que la otra, dificultades internas y exter- nas minaron su vida. Por lo pronto se produjo entre sus directores un conflicto, muy frecuente y an hoy latente, acerca de la orientacin y prioridad de la enseanza ma- temtica en la formacin de no matemticos (en este caso, pilotos). Por lo dems no se haba obtenido la auto- rizacin peninsular, y en 1806 se desaprueba el estable- cimiento de la referida Escuela y los certmenes expresa- dos, como que todo se ha verificado sin autoridad legtima y contra su terminante soberana voluntad, y la Escuela se cierra. Ella continu un ao ms por la iniciativa pri- vada de Carlos ODonell, quien luego fue llamado a Crdoba a regentear la ctedra creada por el den Funes.

    Los cursos de matemtica que se dictaban en la Es- cuela consistan en los elementales (aritmtica, lgebra, geometra, trigonometra plana y esfrica) y nociones de geometra analtica, amn de un curso de cosmografa.

    Vida an ms breve tuvo una Escuela de matemti- cas, creada despus de la revolucin y siempre por inicia- tiva de Belgrano. Esta Escuela, que se inaugur en setiem- bre de 1810 con un plan semejante al anterior, fue dirigida por Felipe de Sentenach, comandante de arti- llera que en 1812, complicado en la conspiracin de l- zaga, es fusilado, terminando con l la Escuela.

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    No obstante las dificultades de todo orden de los pri- meros aos revolucionarios, los hombres del gobierno mantenan el deseo de propagar la ilustracin de todos

  • los ramos concernientes a la prosperidad pblica, y en un anuncio oficial de 1812, se lee: Al fin ha llegado esa poca tan suspirada por la filosofa: los pueblos bendeci- rn su destino, y el tierno padre que propende a hacer felices los recuerdos de su ser, no necesitar ya despren- derse de ellos, ni afligir su ternura para ver perfeccionado su espritu en las ciencias y artes que sean ms propias de su genio. Cerca de s y a su propio lado ver formarse al qumico, al naturalista, al gemetra, al militar, al poltico, en fin, a todos los que deben ser con el tiempo la colum- na de la sociedad y el honor de sus familias. Este doble objeto en que tanto se interesa la humanidad, la patria y el destino de todo habitante de la Amrica, ha decidido al gobierno a promover en medio de sus graves y notorias atenciones, un establecimiento literario en que se ensee el derecho pblico, la economa poltica, la agricultura, las ciencias exactas, la geografa, la mineraloga, el dibujo, lenguas, etc. Con este objeto ha determinado abrir una suscripcin en todas las Provincias Unidas, para cimentar el Instituto sobre el pie ms benfico y estable, luego que lleguen los profesores de Europa que se han mandado ve- nir con este intento. Pero ni la suscripcin ha de haber tenido xito, ni los profesores de Europa llegaron y habr que esperar una dcada antes de que el establecimiento literario (la Universidad) abra sus puertas.

    Pero felizmente los estudios matemticos lograron es- tructurarse en forma permanente desde 1816 con la crea- cin de la Academia de matemticas y arte militar, cuyo edicto de ereccin se inicia con las palabras: El estudio de las matemticas se ha considerado siempre como el pri- mero y nico elemento slido de la ilustracin, y jams podr esperarse el progreso de los conocimientos en nin- guno de los ramos tiles al hombre en particular y a la

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  • sociedad en general sin la aplicacin de los axiomas que hacen el alma de aquella ciencia;... La direccin de la Academia estuvo desde el principio en manos expertas: Jos Lanz y Felipe Senillosa.

    Lanz, mejicano de origen, haba estudiado en Francia y los azares de la poca lo llevaron a Londres, donde Ri- vadavia lo indujo a venir a Buenos Aires a regentear la clase de matemtica. Lanz estuvo slo un ao al frente de la Academia, quedando luego como nico director Se- nillosa. Lanz es conocido en el mundo cientfico por varias obras y trabajos sobre mquinas y mecanismos.

    Senillosa era espaol y haba llegado en 1815, siendo an muy joven, a Buenos Aires donde despleg de inme- diato gran actividad como escritor y publicista. Fund Los amigos de la patria y de la juventud, destacndose ms tarde como miembro activo de la Sociedad de Ciencias fsicomatemticas que se haba fundado en 1822, bajo el ministerio de Rivadavia. A esa Sociedad present en 1823 Senillosa un Programa de curso de geometra, que es un trabajo metodolgico redactado a raz de un decreto del gobierno de ese ao que indicaba a los profesores de la Universidad la obligacin de redactar y publicar las lec- ciones dadas a los alumnos para comodidad de stos y regularidad del estudio. Tal Programa, que motiv varios informes, revela, segn Dassen, en Senillosa un espritu prctico. Tambin se le debe un texto elemental de arit- mtica, corto pero bueno, dice Dassen. Senillosa form parte de la Comisin topogrfica y ms tarde fue miem- bro y luego presidente del Departamento topogrfico, que tuvo a su cargo, en colaboracin con Mossotti la com- paracin de la vara al metro, fijndose desde entonces (1835) la equivalencia 1 vara 866 mm. Con este mo-

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  • tivo Senillosa public un opsculo titulado Memoria sobre las pesas y medidas.

    Los cursos de la Academia duraban dos aos y su pro- grama era superior al de las escuelas anteriores. Si bien el reglamento prevea que En el segundo ao se darn algunos principios del clculo diferencial e integral... de hecho parece que esas nociones, nacidas un siglo y medio antes, no se impartieron en la Academia,

    Cuando se crea la Universidad, la Academia se incor- pora a la misma bajo forma de uno de sus departamen- tos: el de ciencias exactas, cuyo prefecto ser Senillosa mientras dicta la ctedra de geometra descriptiva. En 1826 renuncia y le suceden Avelino Daz, del cual ya he- mos hablado, y un francs contratado. Romn Chauvet, que parece haber dictado nicamente un solo curso, ahora s, de clculo infinitesimal y sus aplicaciones a la mec- nica.

    Chauvet haba trabajado con Lacroix y con Cauchy y su clase inaugural de 1827, publicada en la Crnica poltica y literaria de Buenos Aires, revela cabalmente el estado del clculo infinitesimal de la poca, an envuelto en brumas metafsicas, que precisamente Cauchy contri- buir a disipar. Los prrafos finales de esa clase que trans- cribimos aluden, con el tono romntico de la poca, a una esperanza que bien pronto se convertir en desilusin y a un destino que deber aguardar todava ms de medio siglo para iniciar su trayectoria.

    La dificultad del clculo infinitesimal no existe sino en su metafsica; conocida una vez sta, el mecanismo del clculo es mucho ms sencillo que el de las teoras del l- gebra superior.

    En mi primera leccin empezar a exponer sus prin- cipios, y demostrar que adems de la dificultad de elegir

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  • bien los datos, de ponerlos en relacin con los que han de conducir al resultado, existe otra que no puede ser explicada ni tampoco demostrada y que no puede realmen- te ser concebida sino por el alma; esta dificultad es la del trnsito de la existencia a su aniquilamiento.

    Venzamos este obstculo y todo es hecho; tendremos la llave para penetrar en el santuario de las ciencias fsi- comatemticas, y para apropiarnos todos los recursos que ofrecen en todo gnero; y si no somos todava capaces de hacer progresar las ciencias, aprovechmonos de los desvelos de los europeos, enriquezcmonos con los esfuer- zos que hace su genio para elevar la ciencia al apogeo y para derramar toda suerte de nuevos goces, sobre todas las clases de la sociedad; apliquemos sus descubrimientos a esta interesante parte de la Amrica, saquemos los tesoros que el suelo nos ofrece tan generosamente aqu; trabaje- mos, en fin, en el progreso de la industria y la Amrica mudar de semblante.

    Las mquinas hidrulicas distribuirn en todas partes del suelo aguas saludables que vivificarn las produccio- nes; las fbricas, los caminos, los canales, las mquinas de vapor, todo insensiblemente se instituir; las relaciones comerciales con las provincias, las ligarn las unas a las otras de una manera tanto ms ntima cuanto sern ms frecuentes; el laboreo de las minas, la agricultura, el co- mercio, la industria, la enriquecer; y Buenos Aires, a la cabeza de este gran movimiento, ser su alma y ejercer un influjo tanto ms grande, cuanto mayores esfuerzos habr hecho para centralizar las ciencias y las artes.

    Con el nombre de Mariano Moreno se vinculan otras obras culturales. A los pocos das del establecimiento del nuevo gobierno que haba producido una feliz revolu- cin en las ideas, crea la Gaceta de Buenos Aires con la

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  • que afirma la libertad de escribir, pues: Si se oponen restricciones al discurso vegetar el espritu como la mate- ria, y el error, la mentira, la preocupacin, el fanatismo y el embrutecimiento harn la divisa de los pueblos y cau- sarn para siempre su abatimiento, su ruina y su miseria.

    A la iniciativa de Moreno se debe tambin la creacin de la Biblioteca Pblica de Buenos Aires, en cuyo docu- mento de creacin de mediados de 1810 ya se alude a un nuevo establecimiento de estudios adecuado a nuestras circunstancias, sobre cuya creacin se volver infructuo- samente en 1812 y: Entretanto que se organiza esta obra cuyo progreso se ir publicando sucesivamente, ha resuel- to la junta formar una biblioteca pblica en que se faci- lite a los amantes de las letras un recurso seguro para aumentar sus conocimientos.

    Moreno, designado protector de la biblioteca, se dedi- c de inmediato a la organizacin de la casa de libros, que se constituy mediante una contribucin popular en dinero o en libros (entre los donantes figur OGorman con una rica coleccin) e incorporndole varias bibliote- cas particulares, as como las del Colegio San Carlos y la de los jesuitas de Crdoba. Ms tarde se enriqueci con un archivo de documentos y una coleccin de mapas.

    La obra cultural de Belgrano y de Moreno fue con- tinuada por Rivadavia. Como secretario del Triunvirato inspir en 1812 el decreto de apertura de la Biblioteca, ordenando que se hiciera con la dignidad y lucimiento que corresponde.

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    Ms tarde (1823) Rivadavia revive un decreto ema- nado de la asamblea del ao 12 y que no haba tenido ejecucin, creando un Museo Pblico en Buenos Aires en el que organiza un gabinete de historia natural que se instal en el convento de Santo Domingo con los labora-

  • torios, el observatorio de Mossotti y, ms tarde, con una coleccin mineralgica y otra numismtica. Una noticia del ao 1827 da cuenta que el gabinete posee 150 pja- ros, un ciervo, una iguana, 180 conchas, algunos peces y 800 insectos. Como se ve, la botnica estaba ausente. A cargo del gabinete estuvo principalmente Carlos Ferraris, el ayudante que Carta Molina haba trado de Europa, y que parece haberse ocupado especialmente de las colec- ciones zoolgicas. Ms tarde, con el retiro de Carta y de Ferraris, el Museo languidece; Rosas desvirta su finali- dad remitindole trofeos militares e histricos, mientras el laboratorio de qumica fue a parar a un stano de don- de se le sac en 1852 casi inservible y, el gabinete de fsica se entregaba a los jesuitas, junto con los trastos, muebles y utensilios que haya dems en el estableci- miento.

    Por ltimo, en 1826, Rivadavia, ahora presidente, crea un Departamento de ingenieros arquitectos y orga- niza un Departamento topogrfico y estadstico sobre la base de la Comisin topogrfica creada en 1823 y el Re- gistro estadstico de 1821.

    Pero al finalizar el primer tercio del siglo, las institu- ciones culturales argentinas estn aletargadas: sus dos universidades, su museo, su biblioteca yacen inertes, muer- tos. Se haba cerrado un ciclo de vida cultural: ciclo que haba iniciado un virrey progresista y que clausuraba un presidente ilustrado; ciclo en cuyo vrtice haba vibrado el grito de la revolucin, ciclo que pasando por la inde- pendencia iba desde la colonia hasta la tirana.

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    La colonia haba vivido encerrada en s misma, intro- vertida, alejada e incontaminada del fermento cultural que agitaba y vivificaba a Europa. Las misiones, impri- miendo sus libros con material indgena y Surez obser-

  • vando el ciclo con instrumentos construidos por su propia mano, son los smbolos vivos de esta actitud.

    Mas tal actitud cambia en el medio siglo que va de Vrtiz a Rivadavia, en el que nace una nueva Argentina: es la primera Argentina que despierta y se incorpora dirigiendo sus miradas a Europa en demanda de luces y de ilustracin. Pero si el deseo es grande, el esfuerzo es dbil y el efmero contacto con la ciencia europea no deja huella: todo ha sido un sueo.

    Y nuevamente, despus de este breve e infecundo pe- riodo extrovertido, la Argentina se encierra en s misma. Las luchas intestinas, el caudillismo, la tirana, cierta pos- tura antiextranjera la atan a la tierra y la enlarvan a su suelo; a ese suelo que naturalistas europeos recorren, como aves de paso, mientras en un rincn correntino un natura- lista francs cuida su jardn y en las barrancas del Lujn un naturalista argentino desentierra fsiles.

    Mas all, teln de fondo, asoma el espritu de la colonia.

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  • LAS DCADAS GLORIOSAS

    10. LA ENSEANZA

    DESPUS de Caseros (1852) y del perodo de convul- siones que siguieron a la cada de Rosas y de luchas entre la Confederacin y Buenos Aires que culmin con Cepe- da y con Pavn, se inicia en la Argentina, con la presi- dencia de Mitre, una era de resurreccin cientfica. Es la era en que, paralelamente a la organizacin nacional, se organiza tambin la ciencia. Es la era en que los hombres de gobierno son hombres de cultura: historiadores, escri- tores, poetas. Mitre, Sarmiento, Avellaneda, Gutirrez, no slo dirigen los destinos polticos de la nacin, sino tambin estructuran y conforman su vida cultural. Es una etapa constructiva, que acertadamente Jos Luis Romero ha denominado la segunda Argentina, y que se cierra con la crisis polticoeconmica del 90. Es un nuevo pero- do extravertido, en que la Argentina vuelve sus miradas hacia el exterior y organiza su ciencia bajo direcciones europeas y norteamericanas. Es el perodo en que la gran figura de Sarmiento es smbolo y es realidad.

    En el decenio que v