Badiou - Mao El Gran Dialectico

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 Documento 272 Mao, el gran dialéctico *  Alain Badiou Tal y como podrá ver todo el mundo al leer los textos editados por Brumaria en este libro, Mao se distingue de todos los demás dirigentes revolucionarios del siglo XX por la tranquila sutileza de su pensamiento dialéctico. Sin duda alguna, es el gran dialéctico del movimiento comunista, hecho que ya señalaba en su diario Bertold Brecht a raíz de su entusiasta lectura del texto “Sobre la contradicción”. También es por ello que cuando, por aquel entonces, mi amigo Sylvain Lazarus intentó clasificar lo que él llamaba los “modos históricos de la política”, decidió dar el nombre de “modo dialéctico de la política” a la acción de los comunistas chinos bajo la dirección de Mao. Quisiera mostrar, en las líneas que siguen, usando el ejemplo fundamental de la teoría de la guerra, cómo funciona esta dialéctica. Quisiera, en suma, extraer de los conceptos estratégicos de Mao el núcleo de una filosofía “en acto”, que resultará ser de gran complejidad. Durante la guerra fría, la gran cuestión fue la transformación de la relación entre la guerra y la paz. ¿Cambiaron las armas nucleares radicalmente esta relación? Y ¿cuáles fueron las modalidades de una nueva forma de paz? La dirección que tomó el Partido Comunista Chino fue profundamente dividida en cuanto a estas cuestiones, particularmente durante y después de la Guerra de Corea. La posición de Mao puede ser resumida en tres puntos: 1. En contra de Jrushchov, debemos afirmar que estamos todavía en el período de guerras imperialistas. 2. En contra de la idea de una modernización del ejército chino basado en el modelo de los ejércitos imperialistas, debemos afirmar que estamos todavía en el período de la guerra popular y que el paradigma de las organizaciones militares es político y no técnico. 3. En contra de la teoría del uso terrorista de nuevos medios técnicos, debemos afirmar que la dialéctica de la guerra y la paz, y la subordinación del primer término al segundo, está contenida en la doctrina de la defensiva estratégica. Sabemos que estas convicciones de Mao se originan a comienzos de su vida revolucionaria. Por eso regreso ahora a las experiencias de los años veinte. Mi meta es explicar una vez más, y espero que de una nueva manera, por qué estas experiencias definieron el núcleo de lo que podemos llamar la determinación maoísta de la relación entre la guerra y la política y, finalmente, el núcleo de una consideración dialéctica de la acción revolucionaria. Llamo “cuerpo-verdad” a la existencia concreta y material del devenir de una nueva verdad en un mundo determinado. Las verdades pueden ser de * Texto de presentación redactado por Alain Badiou para el volumen de Mao-Tse-tung, Sobre la contradicción…, Madrid, Brumaria, 2012.

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Documento 272Mao, el gran dialéctico

*  

Alain Badiou

Tal y como podrá ver todo el mundo al leer los textos editados por Brumaria en este libro, Mao se distingue de todos los demás dirigentesrevolucionarios del siglo XX por la tranquila sutileza de su pensamientodialéctico. Sin duda alguna, es el gran dialéctico del movimiento comunista,hecho que ya señalaba en su diario Bertold Brecht a raíz de su entusiastalectura del texto “Sobre la contradicción”. También es por ello que cuando, por aquel entonces, mi amigo Sylvain Lazarus intentó clasificar lo que él llamabalos “modos históricos de la política”, decidió dar el nombre de “modo dialéctico

de la política” a la acción de los comunistas chinos bajo la dirección de Mao.Quisiera mostrar, en las líneas que siguen, usando el ejemplo

fundamental de la teoría de la guerra, cómo funciona esta dialéctica. Quisiera,en suma, extraer de los conceptos estratégicos de Mao el núcleo de unafilosofía “en acto”, que resultará ser de gran complejidad.

Durante la guerra fría, la gran cuestión fue la transformación de larelación entre la guerra y la paz. ¿Cambiaron las armas nucleares radicalmenteesta relación? Y ¿cuáles fueron las modalidades de una nueva forma de paz?La dirección que tomó el Partido Comunista Chino fue profundamente divididaen cuanto a estas cuestiones, particularmente durante y después de la Guerrade Corea. La posición de Mao puede ser resumida en tres puntos:

1. En contra de Jrushchov, debemos afirmar que estamos todavía en elperíodo de guerras imperialistas.

2. En contra de la idea de una modernización del ejército chino basadoen el modelo de los ejércitos imperialistas, debemos afirmar que estamostodavía en el período de la guerra popular y que el paradigma de lasorganizaciones militares es político y no técnico.

3. En contra de la teoría del uso terrorista de nuevos medios técnicos,debemos afirmar que la dialéctica de la guerra y la paz, y la subordinación delprimer término al segundo, está contenida en la doctrina de la defensiva

estratégica.

Sabemos que estas convicciones de Mao se originan a comienzos de suvida revolucionaria. Por eso regreso ahora a las experiencias de los añosveinte. Mi meta es explicar una vez más, y espero que de una nueva manera,por qué estas experiencias definieron el núcleo de lo que podemos llamar ladeterminación maoísta de la relación entre la guerra y la política y, finalmente,el núcleo de una consideración dialéctica de la acción revolucionaria.

Llamo “cuerpo-verdad” a la existencia concreta y material del devenir deuna nueva verdad en un mundo determinado. Las verdades pueden ser de

* Texto de presentación redactado por Alain Badiou para el volumen de Mao-Tse-tung, Sobre la

contradicción…, Madrid, Brumaria, 2012.

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 Es por eso que a partir de octubre de 1927, Mao instalará el embrión de suejército y los cuadros comunistas que lo siguen en las montañas Chingkangcomo un reconocimiento inmediato de los tantos episodios revolucionarios dela región (la insurrección de Nanchang en agosto de 1927, el levantamiento dela cosecha de otoño…).

 A través de sucesivas aclaraciones, la inducción subjetiva nos permitepensar el lugar donde se constituye el nuevo presente, lo que podríamos llamar el espacio del nuevo tiempo.

¿Podemos describir todos estos elementos como la constitución de uncuerpo unificado? Está claro que no. Todo lo contrario: la inducción subjetivaconcierne a la inmanente heterogeneidad del cuerpo. Lo que Mao conduce alas montañas es una cierta clase de desechos y restos, ya que lasinsurrecciones de 1927, de Cantón a Nanchang, fallaron todas, enfrentados ala determinación sangrienta de los generales blancos, incluyendo a Chiang Kai-shek. La enumeración que hace Mao de los ingredientes que, sin embargo,forman el embrión del futuro del Ejército Rojo, el cual tomará el poder en

Beijing veinte años después, es bastante pintoresca:

(1) las antiguas unidades de Ye Ting y Ho Lung, que vinieron deChaochou y Shantou; (2) el antiguo Regimiento de Guardias delGobierno Nacional de Wuchang; (3) campesinos de Pingchiang yLiuyang; (4) campesinos del Sur de Junán y obreros de Shuikoushan;(5) soldados capturados a las tropas de Su Ke-siang, Tang Sheng-chi,Pai Chung-si, Chu Pei-te, Wu Shang y Siung Shi-jui, y (6) campesinosde los diversos distritos de la Región Fronteriza.

Enfrentado a este revoltijo, Mao está preocupado, y con razón. Esconsciente de que en éste se encuentran obreros y campesinos, pero tambiénfiguras déclassé, ex convictos, gentes de muy poco fiar, básicamente lo que latradición marxista llama ‘elementos del lumpemproletariado’. Le ruega alComité del Partido que le mande obreros de las minas de carbón de Anyuan.

Sin embargo, también sabe que, en el análisis final, estos elementosdispares pueden incorporarse al Ejército Rojo, a tal medida que soncompatibles con él. Y lo que garantiza que sean compatibles es que provienende insurrecciones revolucionarias localizadas en China entre los años 1924 y1927.

¿Cómo podemos evaluar la consistencia que el nuevo cuerpo, el poder político rojo, debe supuestamente tener? Mao responde de la siguientemanera: a través de discusiones permanentes, asambleas, ‘educación política’.Lo decisivo es que ‘[los soldados, sea cual sea su origen] saben que luchan por sí mismos, por la clase obrera y los campesinos’.

Pero más sutilmente, la cohesión del cuerpo ‘Ejército Rojo’, del cualdepende el hecho de que el nuevo presente sea subjetivado como una ideacompletamente nueva sobre la política y la revolución, se basa en la capacidadde aquellos que componen este cuerpo para exponer su singularidad a otros.En otras palabras, se trata de fomentar nuevas incorporaciones. La figura queemerge aquí es la del soldado-militante, ajustado a las tesis de Mao según la

cual el Ejército Rojo —y no únicamente el Partido Comunista— ‘está encargadode las tareas políticas de la revolución’.

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 La ‘ubicación de nuestra base revolucionaria’ alude a la dimensión

topológica de todo proceso político. ¿Deben los principales órganos del poder rojo, y su ejército en particular, mantener el centro de la región montañosa, o ir al sur, donde el terreno es más favorable? Es acerca de este punto que sedesarrollará la primera rebelión abierta de Mao en contra del Partido. El Comité

del Partido de la provincia de Junán se decide por la segunda hipótesis.Convencido de que los factores subjetivos (el apoyo de los campesinos)prevalecen sobre los beneficios objetivos (la naturaleza del terreno) y sujeto aldilema ‘o ignorar las instrucciones o avanzar precipitadamente a la derrota’,Mao se decide por la desobediencia.

Desarrollemos más en detalle la estructura de dos puntos que son degran interés para una comprensión completa de la dialéctica práctica de Mao.

Con respecto a la expresión ‘la cuestión militar’, es importante entender el siguiente punto: durante los períodos de estabilización provisional del bandoenemigo —de tregua en las guerras civiles entre generales— ¿es necesarioperseverar en la idea de la división entre las fuerzas rojas y ‘avances

audaces’? ¿O se debe uno mantener decididamente apegado a una defensivaestratégica? Influenciados por el insurreccionalismo de los enviadosestalinistas de la Internacional, algunos presionan hacia una ofensiva acualquier precio. Mao, durante sus veinte años como partisano, o como el líder de una insurgencia, privilegiará efectivamente la organización de la defensiva.O, más específicamente, habiendo afirmado que ‘las reglas de la acción militar se derivan todas de un único principio fundamental: esforzarse para conservar las fuerzas y aniquilar las del enemigo’, Mao nunca deja de enfatizar queaunque la ofensiva decide el resultado de la guerra, la capacidad defensivadetermina su consistencia política. La famosa ‘Larga Marcha’ misma essimplemente una consecuencia épica de esta perspectiva. Representa unainmensa retirada, apuntando, a costa de terribles  sacrificios, hacia laconservación de lo esencial: la existencia de un cuerpo-verdad, de un EjércitoRojo político. Y ésta también debe únicamente su existencia al tratamientoconflictivo del ‘problema militar’, cuando Mao y sus partisanos se opusieron atodos aquellos que rehusaron retirarse. Mao propuso una fórmula llamativa enlo que a esto se refiere: ‘Cuando abandonamos el territorio, es para poder conservar el territorio’.

Es, ciertamente, en este contexto intelectual en el que Mao puedeafirmar, durante la guerra fría, primero que nosotros, los comunistas, noqueremos la guerra, y segundo que no le tememos a esa guerra, aunque sea

atómica. Y es porque nuestra invencibilidad no reside a nivel de los mediostécnicos o de las oportunidades de agresión, sino que está delimitada por unmarco conceptual de defensiva estratégica, y este marco es político. Laesencia misma de la guerra revolucionaria es la posibilidad de un ‘poder político rojo’.

El ‘poder político’ en el territorio donde existe el sujeto-cuerpo plantea,aunque en pequeña escala, la pregunta —la cual fue decisiva a lo largo de lahistoria de la URSS y de la República Popular de China— de los vínculosdialécticos entre el Estado y el Partido Comunista.

Esta cuestión es, ciertamente, la más importante para nosotros, despuésdel completo fracaso de la Unión Soviética, la cual estaba basada en algo

como el Partido-Estado, una fusión entre el Estado-Poder y el Partido, unafusión de la determinación política del Partido y la acción burocrática del

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 Estado. ¿Cómo puede existir una organización política del poder mismo, el cualno se identifica ni con un Estado separado ni con el Partido Comunista? Éstafue, desde el comienzo, la pregunta fundamental de Mao. Y él conocíaperfectamente las grandes dificultades en el devenir de una solución.

En las zonas liberadas, se establecen comités ejecutivos por todas

partes, ‘elegidos en algún tipo de reuniones de masas’. Ahora, estos comitésno sólo están compuestos por hábiles oradores sin ninguna convicción real(Mao dice, y yo sé por experiencia propia cuánta razón tiene, que ‘en talesreuniones los intelectuales y arribistas prevalecen fácilmente’), sino queademás ‘las organizaciones del Partido, eligiendo el camino fácil, arreglandirectamente muchos asuntos y pasan por encima de los órganos del Poder’.La ‘doble’ forma de este punto queda particularmente clara: o se concentra latotalidad de la capacidad de decisión en las manos de los líderes del Partido, ose provee al poder popular una realidad militar, en la forma concebida por Mao,en forma de ‘consejo de representantes de obreros, campesinos y soldados’.Durante cuarenta años, desde las montañas Chingkang hasta la Revolución

Cultural, desde los consejos de campesinos en las montañas (1927) hasta laComuna de obreros de Shanghái (1967), Mao, alimentando una desconfianzaprofunda de la burocracia del Partido, tratará incansablemente el punto —sinun éxito definitivo, sin embargo— sin recurrir a la opción más sencilla: laconcentración del poder en el Partido, la soberanía de los cuadros, la máximaestalinista, ‘cuando la línea es acertada, los cuadros lo deciden todo’. De ahí, elapoyo que buscaba por parte del movimiento campesino, de obreros rebeldes,de los jóvenes y también del ejército. No olvidemos que ya en 1927 Maoescribe que ‘el sistema democrático en el ejército es un arma importante paradestruir aquellos rasgos propios de los ejércitos mercenarios feudales’ yargumenta a favor de un igualitarismo militar:

oficiales y soldados reciben trato igual; los soldados gozan de libertad dereunión y de palabra; se ha terminado con las formalidades inútiles, y lasfinanzas se manejan a la vista de todos.

En el punto constituido, en la estructura de las circunstancias históricas,por la contradicción entre el Partido-Estado y el movimiento popular en elmundo ‘China en el siglo XX’, Mao casi siempre buscaba contradecir el destinoestalinista.

 A cada punto le corresponde un meticuloso examen, realizado por Mao,

de los recursos disponibles para su tratamiento en el sujeto-cuerpo al que élmismo está incorporado: el Ejército Popular, el Partido y los campesinos comocomponentes de la supervivencia paradójica del ‘poder político rojo’. Podemosver cómo esta teoría de las partes y los órganos eficaces se clarifican, puntopor punto, considerando tres ejemplos:

1. En lo que concierne al poder militar, la parte eficaz del cuerpo estácompuesta, de un lado, por el ejército regular, y de otro, por las así llamadasfuerzas locales: ‘Destacamentos de guardias rojos y destacamentosinsurreccionales de obreros y campesinos’. Por lo tanto, no posee ningunaunidad inmediata. El órgano, en el sentido propio de la palabra, es la capacidadestratégica de articulación de los dos componentes, ya que la singularidad de

este cuerpo (un ejército que no es del Estado, sino de una política) deriva delno ser reducible al simple aparecer de un poder ejecutivo unificado. El órgano

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 es, entonces, un principio para el cual Mao provee el siguiente principiogeneral: ‘El principio del Ejército Rojo es la concentración de las fuerzas, y elde la Guardia Roja, la dispersión de las fuerzas’.

2. Hemos visto que implementar un nuevo tipo de poder popular enfatiza

el hecho de que sirve de contrapeso a la fácil autoridad del Partido. La eficaciadel tratamiento de este punto está obviamente del lado de los agentespopulares y, si es necesario, en contra de los cuadros del Partido. Pero esgeneralmente inactiva, por una razón que Mao identifica con gran agudeza yque no ha perdido fuerza. Esto es: porque las masas populares tienden aacudir a las autoridades, tienen poca predilección por un compromiso políticoque devora su tiempo ya limitado:

Cuando la gente tiene algún problema que resolver, prefiere el caminofácil al "tedioso" sistema democrático [los consejos de representantes].

Hoy, las preguntas ‘¿Por qué ir a esta reunión, a esta asamblea? ¿Por qué ser militante cuando mi vida objetiva está ya tan llena de restricciones?’todavía siguen siendo el obstáculo principal para el obrero y el uso popular deuna política democrática de la cual el profesionalismo electoral y los partidosdel Capital hayan sido erradicados.

Mao presenta una solución clásica: la parte eficaz sólo puede ser orgánicamente realizada si el vínculo entre reuniones y acciones es patente.Se debe encontrar un órgano de poder popular en las condiciones delmovimiento:

[Habrá un poder del pueblo] cuando su eficacia quedé demostrada en lalucha revolucionaria y cuando las masas comprendan que es el sistemaque mejor moviliza a sus fuerzas y el que más contribuye a su lucha.

En resumen, en la visión maoísta, el cuerpo-verdad político sólo puedetratar orgánicamente el punto del poder del pueblo / poder del Partido bajo lascircunstancias del movimiento de masas, la lucha y la resistencia. Es incapazde tratarlo positivamente —con la falta de una determinación subjetivaapropiada para hacerlo— bajo las condiciones de inercia o paz. Y es posibleque aún sigamos en este punto. En cualquier caso, en este punto que quedaen sí mismo irresuelto, la política maoísta encontró el peligro de su propio

sujeto reaccionario y luego del devenir-oscuro en el cual, en sus formasextremas (los Jemeres Rojos y Sendero Luminoso) naufragó.3. El partido, como hemos dicho, se enfrenta con su escisión inmanente

entre la tendencia oportunista (si todo falla, uno se desbanda, si todo tieneéxito, se sigue adelante sin reflexionar) por un lado, y la dificultad de mantener una posición que articule la ofensiva local hacia una defensiva estratégica por otro. Ése es su punto: la parte eficaz con respecto a este punto es el fuertenúcleo de revolucionarios con experiencia. En efecto, cuando el cuerpo políticose vuelve visible y comparte el presente subjetivo que cimienta, el Partido,considerado como la expresión más refinada del sujeto, creceexponencialmente. Es al Partido al que se incorporan las masas. Pero muchos

de estos adheridos son arribistas. A la primera oportunidad, traicionan:

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  Apenas se desencadenó el terror blanco, los arribistas se pasaron alenemigo y condujeron a los reaccionarios a arrestar a nuestroscamaradas, y la mayoría de las organizaciones del Partido en las zonasblancas se derrumbaron.

Es importante, así pues, que los revolucionarios con experienciacontrolen la afiliación. Finalmente, la parte eficaz del cuerpo, con respecto alpunto bajo consideración, es la purga, con la clandestinidad que ésta conlleva,sus pruebas, sus selecciones y su educación obligatoria:

 A partir de septiembre, se llevó a cabo una enérgica depuración en elPartido, y la condición de militante fue sometida a rigurosas exigenciasen cuanto al origen de clase. [En varios distritos] [f]ueron disueltas todaslas organizaciones del Partido … y se procedió a una nueva inscripción… se [establecieron] organizaciones clandestinas para que el Partidopueda proseguir sus actividades en caso de que llegaran losreaccionarios.

De este modo, el órgano es capaz de enfocar la parte eficaz sobre símismo, para poder transmitir el punto del lado de la duración del presente,aunque sea en detrimento de la entusiasta extensión numérica: ‘Aunque elnúmero de miembros del Partido quedó notablemente reducido, la capacidadcombativa de sus organizaciones ha aumentado’.

Todos estos ejemplos muestran cómo al final, en el caso de un cuerpopolítico soporta un nuevo sujeto (en este caso el Ejército Rojo Chino) y crea,por las consecuencias de este acto, una nueva verdad (en este caso la políticamaoísta como el paradigma de la guerra popular), el tratamiento de un puntoexige restricciones corpóreas ligadas a su organicidad inmanente: el principiode concentración / dispersión, la duración de victorias locales, la subjetividad‘movimentista’ y la purgación.

Sabemos que todo eso es probablemente insuficiente para resolver losproblemas a escala mayor. Pero también sabemos que encontramos aquí, enla obra de Mao, una novedad creativa acerca de los problemas másimportantes de la política contemporánea. En términos filosóficos, sabemosque, punto por punto, un cuerpo-verdad se reorganiza, haciendo aparecer en elmundo consecuencias cada vez más singulares, las cuales subjetivamentetejen una verdad sobre la cual se puede decir que se hará eterno el presentedel presente. Y eso es, propiamente, la relación dialéctica fundamental entre

acción y pensamiento, o, si usamos términos más clásicos, entre la verdad dela teoría y la eficacia de la práctica.