Capítulo 4 | La Salvación en tiempo presente | Libro Complementario | Escuela Sabática

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Capítulo 4 - La Salvación en tiempo presente - Libro Complementario - Escuela Sabática tercer trimestre 2014 http://escuelasabatica.es/

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“De cierto, de cierto os digo: El que cree en mí, tiene vida eterna"(Juan 6:47).

g esús pasó mucho tiempo en Capernaum. Parecía am ar a la gente I d e allí y a ellos les gustaba escucharlo. Cuando Jesús estaba en l i a ciudad, la gente lo seguía por donde iba. Pareciera ser que

L , ...«»ill moraba en la casa de Pedro cuando estaba en la ciudad,y hacia ese lugar se dirigían todos para verlo.

En esta ocasión, Jesús estaba en la casa de Pedro, enseñando a la gente. Algunas de las personas habían llenado la casa, aunque la mayoría estaba afuera, mirando por las ventanas,y por la puerta, procurando acercarse tanto cuanto podían. Ninguno quería perderse nada de lo que se decía y se hacía.

Como de costumbre, la multitud que seguía a Jesús incluía a algunos que no eran sus amigos. Casi en todo lugar donde iba, los acom pañaban espías de sus enemigos.Algunas veces,los espías guardaban silencio,simplemente observando lo que Jesús decía o hacía,y lo informaban a los líderes judíos. Pero,a menudo, los sacerdotes, rabinos o dirigentes estaban allí para discutir lo que Jesús decía, para indicarle a la gente dónde se equivocaba Jesús. Estaban allí para criticar a Jesús e impedir que la gente creyera en él.

Siendo que ellos eran “importantes”, estos críticos probablemente se sentaban en la primera fila cuando Jesús hablaba. Fbr temor o por

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respeto, la gente les daba lugar para estar al frente en medio de cualquier muchedumbre. En ese día específico, debieron haber estado sentados inmediatam ente detrás de los discípulos dentro de la casa de Pedro.

Mientras seguimos esta historia, veremos un ejemplo vivido de lo que Jesús enseñó acerca de la salvación.

Capernaum tenía otros vecindarios adem ás de aquel en el que vivía Pedro. En secciones más oscuras del pueblo, uno podía encontrar excitación y peligro.Se podían encontrar maneras en que la gente destruía su salud,y aún toda su vida. Nuestra historia involucra a un joven que había perdido su relación con Dios y abandonado su fe. Se había vuelto más y más a una vida de perseguir el placer. Finalmente, perdió su salud por vivir una vida desenfrenada. Ahora estaba paralizado.

Se volvió a los sacerdotes y doctores de la ley pidiendo ayuda, pero no tenían nada para ofrecerle.“No hay cura para tu enferm edad”, declararon. “POr causa de tus pecados, Dios te ha m aldecido”.

Oyendo esto, la conciencia del hombre, la que había tratado de ahogar con bebidas y drogas, com enzó a hablarle otra vez a su corazón. Estaba profundamente angustiado por remordimientos, no por causa de su enfermedad, sino porque ahora se daba cuenta de cuán erróneamente había vivido. Muy deprimido, abandonó la esperanza.

Pero no había perdido a sus amigos, por lo menos no a todos.Se quedaron con él, lo animaron aun cuando ahora estaba paralítico.

“Ten fe”,le dijeron mientras com partían con él las historias de Jesús. Antes de mucho, su fe com enzó a crecer. Anhelaba ir a Jesús, pero estaba más interesado en el perdón que en la curación. ¿Fbdría am ar Dios todavía a uno com o él? ¿Podría Dios perdonarlo por las cosas que había hecho?

Finalmente, el hombre paralítico les pidió a cuatro de sus amigos que lo llevaran para ver a Jesús. Fueron buenos amigos, tomaron su catre y caminaron por las calles de Capernaum.

No era difícil encontrar a Jesús,solo era difícil acercarse a él. Los amigos del paralítico trataron de abrirse paso entre la multitud que se apretujaba alrededor de la casa de Pedro.

-Por favor, déjennos pasar -pid ieron-. Nuestro amigo está enfermo.

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Necesita ver a Jesús. Pero ninguno se movía. Ninguno abandonaba su oportunidad de ver a Jesús por sí mismo.

Así que estaban detenidos en la calle. Jesús estaba allí adentro, cerca, pero bien podría haber estado en Jerusalén por lo que a ellos se refería. Justo cuando estaban por abandonar el intento, el paralítico tuvo una idea. Era una idea loca, tan loca que podría resultar.

-Llévenme al techo -sugirió-. Por allí entraremos a la casa para ver a Jesús.

Así que eso hicieron. De alguna manera llevaron a su amigo encim a del techo.Y com enzaron a trabajar para bajarlo hasta donde estaba Jesús.

Dentro de la casa, ¿quién creen ustedes que miró hacia arriba primero? ¿Pedro? ¿Su esposa? Primero se oyeron ruidos, luego polvo, más tarde trozos del techo com enzaron a caer al piso. Hasta Jesús debió haber tenido dificultades para mantener la atención de la multitud, cuando el techo com enzó a abrirse y la luz del sol brilló por aquel hueco. Pero cuando el catre apareció en la abertura y un enfermo com enzó a descender, todos sabían lo que ocurría. Una persona más había llegado al extremo para alcanzar a Jesús, esperando y orando por curación.

Jesús debe haber retrocedido y mirado cóm o se desarrollaba la escena. Él ya sabía de este hombre. Él conocía la historia: el estilo de vida, los pecados.Y él sabía lo que el hombre realmente quería, en lo profundo de su corazón. Así que sabía exactamente lo que debía decir. Cuando Jesús vio la fe de estas personas, dijo al paralítico:

-Hijo, tus pecados te son perdonados (Mar.2:5).El hombre debió haberse relajado en su catre con una sonrisa en su

rostro. ¡Perdonado! Lo que había esperado de Jesús se había cumplido.Pero no todos estaban contentos. Los espías y sacerdotes presentes

conocían a este hombre.No le habían dado ninguna esperanza,ni simpatía. Le habían dicho que Dios lo había maldecido. Ahora Jesús los dejaba mal parados ante la gente. Las personas escucharon que Jesús le había dicho que el hombre estaba perdonado después de que los espías y sacerdotes habían declarado que él no podía ser perdonado.

Sin decir una palabra, se miraron entre sí y concordaron. Condenarían

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a Jesús por pretender perdonar pecados, cuando solo Dios tiene esa autoridad. “¿Quién es éste que habla blasfemias? ¿Quién puede perdonar pecados sino solo Dios?” (Luc. 5:21).

Aun cuando no lo habían dicho en voz alta, Jesús leyó sus pensamientos escritos en sus rostros. Les dijo: “¿Qué caviláis en vuestros corazones? ¿Qué es más fácil,decir:Tus pecados te son perdonados,o decir: Levántate y anda? Pues para que sepáis que el Hijo del Hombre tiene potestad en la tierra para perdonar pecados (dijo al paralítico): A ti te digo: Levántate, toma tu lecho, y vete a tu casa” (vers. 22-24).

El hombre perdonado no dudó de las palabras de Jesús. Se levantó de un salto, tomó su camilla, saludó a sus amigos que rodeaban el agujero en el techo,y atravesó la multitud con dirección a su casa.

LO QUE JESÚS ENSEÑÓ SOBRE LA SALVACIÓN¿Qué nos enseña este relato acerca de la salvación? Nos da un ejemplo

de la real de una vida destruida por el pecado, y rescatada por la salvación. Cada uno de nosotros ha luchado contra el pecado en su vida. Podemos no haber caído tan profundamente com o el hombre <iel relato. Podemos no haber destruido nuestra salud, familia o relaciones todavía. Pero hemos experimentado algo del dolor sufrido a causa de las elecciones equivocadas.de vivir fuera de la voluntad de Dios.Aprendamos lo que Jesús enseñó acerca del perdón -acerca de la salvación- en esta historia.

NADA DE LO QUE PODAMOS HACER NOS LLEVA DEMASIADO LEJOS PARA VOLVER A ÉL.

En la historia del paralítico, no hay intentos de explicar su conducta. No le echa la culpa de su enfermedad a la mala suerte o a la genética. Él no sugiere que no merecía lo que le había ocurrido. Claramente, él es el culpable de su situación. Hizo elecciones malas, siguió su propio camino, ignoró las cosas que sabía que eran correctas. O sea, había pecado y se había alejado de la gloria de Dios. Como todos nosotros.

Jesús enseña que ninguno de nosotros está dem asiado lejos com o para no poder volver. Como la historia del hijo pródigo, este relato nos enseña

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que el perdón y la aceptación están allí cuando nos volvemos de nuestros caminos de rebeldía,y pedimos ese perdón y aceptación.

El Espíritu Santo nos está atrayendo continuamente al arrepentimiento

Cuando el joven estuvo en su punto más bajo, cuando estaba listo para abandonar todo, el Espíritu Santo lo estaba trayendo de regreso a Dios. Despertó en él un deseo de ser perdonado, un deseo de saber que Dios

podía aceptarlo a pesar de las cosas malas que había hecho.Hay algo importante que debem os aprender. El Espíritu Santo está

hablándonos continuamente, trayéndonos de regreso a Dios. No importa dónde estemos o qué elecciones hayamos hecho en nuestras vidas. Dios no deja de llamarnos de regreso al hogar.

El arrepentimiento incluye un deseo de detener la conducta pecaminosa

En la historia, el joven reconoció que su estilo de vida había causado su enfermedad. No deseaba sanarse para volver a las fiestas. Lamentaba sus elecciones y su estilo de vida. Su deseo era dejar atrás esa vida, regresar a una relación con Dios.

No hay verdadero arrepentimiento sin un deseo de cam biar de conducta. No podem os estar realmente tristes por nuestras decisiones a m enos que deseemos dejar de hacerlas. No quiere decir que no caeremos alguna vez en nuestros hábitos antiguos, o repitamos malas conductas, pero el deseo de cambio debe estar en nuestro corazón. El Espíritu Santo nos habla y nos conduce, pero nosotros debem os elegir hacer el cambio, dejar nuestras antiguas vidas para recibir vidas nuevas.

El perdón está disponible para todosCuando pedimos perdón, Dios nos lo da. Esta es una oración que Dios

siempre responde con u n “Sí”.Siendo que él nos da el deseo de buscarlo,él nos da el perdón que le pedimos cuando lo encontramos.

“Cuando pedimos bendiciones terrenales, tal vez la respuesta a nuestra

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oración sea dilatada,o Dios nos dé algo diferente de lo que pedimos, pero no sucede así cuando pedimos liberación del pecado. El quiere limpiarnos del pecado, hacernos hijos suyos y habilitarnos para vivir una vida santa. Cristo ‘se dio a sí mismo por nuestros pecados para librarnos de este presente siglo malo, conforme a la voluntad de Dios y Padre nuestro’ (Gál. l:4).Y‘ésta es la confianza que tenemos en él, que si dem andáremos alguna cosa conforme a su voluntad,él nos oye.Y si sabemos que él nos oye en cualquiera cosa que demandáremos, sabemos que tenemos las peticiones que le hubiéremos dem andado’ (1 Juan 5:14,15).‘Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para que nos perdone nuestros pecados, y nos limpie de toda m aldad’ (1 Juan 1:9y (El Deseado de todas las gentes, pp. 231,232).

La salvación viene por medio de JesúsEl hombre de la historia quería volver a Dios por el perdón,y reconoció

a Dios en Jesús cuando escuchó su voz. Nunca cuestionó que Jesús pudiera perdonarlo, o que sus pecados fueran perdonados cuando Jesús habló.

Nosotros podem os tener la misma certeza. La salvación viene a nosotros por medio de Jesús. Él vino a la Tierra para “buscar y salvar lo que se había perdido” y por medio de su muerte, la salvación está disponible para todo el que cree. “Y en ningún otro hay salvación; porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podam os ser salvos” (Hech.4:12).

Los líderes judíos que estaban allí en la casa de Pedro ese día querían acusar a Jesús de blasfemia, de pretender ser Dios. No podían aceptar que él era Dios, que estaba haciendo la voluntad de su Padre. Para Jesús, el poder de sanar no era diferente del poder de perdonar.

Como el perdón, la salvación es algo que se nos da hoy, no un día en el futuro

El paralítico no recibió la prom esa de que sería sanado. Jesús lo sanó y él se levantó y salió caminando. El don de la sanidad fue instantáneo. Debemos creer que el don del perdón tam bién fue instantáneo. Cuando Jesús dijo: “Tus pecados te son perdonados”, la culpa del hom bre desapareció y él descansó en la aceptación de Dios en ese momento.

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Así com o fue perdonado, fue salvado. En ese momento, la salvación también fue suya. No quedó grabada en piedra, pues continuó siendo un hombre con libertad de elección. Podía apartarse de la voluntad de Dios otra vez, y hacer elecciones malas. Pero como lo hizo con Zaqueo, la salvación le llegó ese día. “Entonces Zaqueo, puesto en pie, dijo al Señor: He aquí, Señor, la mitad de mis bienes doy a los pobres; y si en algo he defraudado a alguno, se lo devuelvo cuadruplicado. Jesús le dijo: Hoy ha venido la salvación a esta casa; por cuanto él también es hijo de Abraham. Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido” (Luc. 19:8-10).

Tendemos a considerar la salvación com o un evento futuro, un premio para ser otorgado al final de la vida, o en la Segunda Venida. Pero la salvación es un don que se da hoy Cuando creemos y aceptam os a Jesús com o nuestro Salvador, la salvación en ese momento es nuestra.

El camino a la salvación se transita mejor en gruposEn los tres evangelios donde se cuenta esta historia, Jesús reconoció

más que solo la del paralítico. “Al ver Jesús la fe de ellos, dijo al paralítico: Hijo, tus pecados te son perdonados” (Mar. 2:5)?

Jesús vio que la fe de los amigos del hombre tuvo un impacto en la curación del hombre. Él sabía cuánto estos hombres lo habían anim ado a creer, cuántas historias le habrían contado y cuánto se interesaban en él. Jesús reconoció la fortaleza del grupo y la diferencia que hacía.

¿Qué dice esto acerca del valor de la familia y los amigos? ¿Acerca del valor de la familia de nuestra iglesia? Tal vez ninguno de nosotros puede ser tan fuerte en la fe com o todos nosotros juntos podem os serlo.

Podemos crecer en la fe al com partir unos con otros las historias personales de nuestro cam inar cotidiano con Dios. Nuestros testimonios -nuestras historiéis de alabanza y esperanza- pueden ser la herramienta espiritual de edificación más poderosa de la iglesia.

LA SALVACIÓN EN TIEMPO PRESENTECuando Jesús habló acerca de la salvación, acerca de la “vida eterna”,

habló en tiempo presente. “El que cree en el Hijo tiene vida eterna” (Juan

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3:36).Cuando creemos en Jesús, tenemos “vida eterna”ahora.Si creer en Jesús nos cambia por dentro, esto hace que nuestras vidas sean mejores desde el primer momento. La vida eterna comienza cuando comenzamos a creer.

Jesús dijo: “Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia” (Juan 10:10). Con fe en Jesús tenemos una vida más significativa, una vida gozosa. El gozo que tenemos en la familia y con los amigos se fortalece. La satisfacción que encontramos en un trabajo valioso, en ayudar a otros, adquiere una importancia más profunda.

Cuando creemos, ¡el cielo comienza hoy! El pecado y el sufrimiento no desaparecen, pero con nuestra captación limitada del am or de Dios y de su plan para nosotros, podem os ver la eternidad que Dios está preparando. Más aun, podem os descansar en el conocimiento de que nuestras vidas se viven a la luz del am or de Dios. Sin importar qué ocurra, tenemos a un Padre que se interesa por nosotros.