Carta_7 El Trabajo en Sociedad 1

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CARTA A LOS MIEMBROS 1 . 2 DE MARZO DE 1924 El trabajo en la Sociedad. En el ciclo de conferencias que actualmente estoy impartiendo en el Goetheanum para la Sociedad Antroposófica, persigo exponer las cuestiones fundamentales de la vida anímica del hombre. En la 5ª de estas cartas a los miembros, bajo el título “Líneas fundamentales”, indico el punto de partida básico de esta exposición. Ahora quisiera referirme a lo fundamental en una conferencia de Antroposofía. En ella, el oyente debe tener la sensación de que la Antroposofía trata de lo que su alma percibe y siente como lo más peculiar e íntimo de su ser. Si se encuentra la forma adecuada de hacerlo así, entre los miembros de la Sociedad se irá extendiendo la conciencia de que realmente en la Sociedad Antroposófica se comprende al ser humano. Así se alcanza a despertar aquello que es el impulso fundamental de los que quieren ser miembros: Encontrar un lugar donde se desarrolle la comprensión correcta del hombre. Cuando se busca comprender seriamente al hombre, se está ya en el camino de reconocer la esencia espiritual del mundo, ya que esta búsqueda lleva a la convicción de que la ciencia natural no puede dar soluciones, sino solamente plantear preguntas sobre el ser esencial del hombre. Apartar el alma del amor a la naturaleza en la exposición de la Antroposofía solamente puede conducir a la confusión. El punto de partida de la reflexión antroposófica no puede nunca estar basado en el menosprecio de lo que la naturaleza manifiesta al hombre. Las apariencias del mundo y de la vida son las que conducen al hombre a este menosprecio de la naturaleza, al desvío de la verdad. Su aparente belleza, las falsas metas que proponen a las aspiraciones humanas, conducen a una caricatura de la esencia de lo espiritual. Una caricatura así tiene siempre un carácter personal y, aunque no esté únicamente urdida de sueños, sin embargo es vivida como un sueño. Cuando el hombre en pleno estado de vigilia vive con otros hombres, su esfuerzo hacia la mutua comprensión debe partir de la idea de lo común. El parecer de uno debe encontrar eco en el otro. El trabajo que ocupa a uno, para el otro debe tener un valor concreto. Los hombres que viven juntos deben tener el sentimiento de que habitan una tierra común. Cuando el hombre flota en sus sueños, se aísla de este mundo común. Otro hombre en su más inmediata cercanía puede vivir en sueños totalmente distintos. En estado de vigilia, los hombres comparten una tierra común, por el contrario, en sueños, cada uno tiene su propio mundo. 1 18 Cartas a los Miembros. Publicadas en la “Hoja para los Miembros” de “Das Goetheanum”. Traducido por la Sociedad Antroposófica en España -1986. Notas de Alberto Llorca para la Rama Micael de Valencia -2011.

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CARTA A LOS MIEMBROS1.

2 DE MARZO DE 1924

El trabajo en la Sociedad.

En el ciclo de conferencias que actualmente estoy impartiendo en el Goetheanum para la

Sociedad Antroposófica, persigo exponer las cuestiones fundamentales de la vida anímica

del hombre. En la 5ª de estas cartas a los miembros, bajo el título “Líneas fundamentales”,

indico el punto de partida básico de esta exposición. Ahora quisiera referirme a lo

fundamental en una conferencia de Antroposofía. En ella, el oyente debe tener la sensación

de que la Antroposofía trata de lo que su alma percibe y siente como lo más peculiar e

íntimo de su ser. Si se encuentra la forma adecuada de hacerlo así, entre los miembros de

la Sociedad se irá extendiendo la conciencia de que realmente en la Sociedad

Antroposófica se comprende al ser humano.

Así se alcanza a despertar aquello que es el impulso fundamental de los que quieren ser

miembros: Encontrar un lugar donde se desarrolle la comprensión correcta del hombre.

Cuando se busca comprender seriamente al hombre, se está ya en el camino de reconocer

la esencia espiritual del mundo, ya que esta búsqueda lleva a la convicción de que la

ciencia natural no puede dar soluciones, sino solamente plantear preguntas sobre el ser

esencial del hombre.

Apartar el alma del amor a la naturaleza en la exposición de la Antroposofía solamente

puede conducir a la confusión. El punto de partida de la reflexión antroposófica no puede

nunca estar basado en el menosprecio de lo que la naturaleza manifiesta al hombre. Las

apariencias del mundo y de la vida son las que conducen al hombre a este menosprecio de

la naturaleza, al desvío de la verdad. Su aparente belleza, las falsas metas que proponen a

las aspiraciones humanas, conducen a una caricatura de la esencia de lo espiritual.

Una caricatura así tiene siempre un carácter personal y, aunque no esté únicamente

urdida de sueños, sin embargo es vivida como un sueño. Cuando el hombre en pleno

estado de vigilia vive con otros hombres, su esfuerzo hacia la mutua comprensión debe

partir de la idea de lo común. El parecer de uno debe encontrar eco en el otro. El trabajo

que ocupa a uno, para el otro debe tener un valor concreto. Los hombres que viven juntos

deben tener el sentimiento de que habitan una tierra común. Cuando el hombre flota en

sus sueños, se aísla de este mundo común. Otro hombre en su más inmediata cercanía

puede vivir en sueños totalmente distintos. En estado de vigilia, los hombres comparten

una tierra común, por el contrario, en sueños, cada uno tiene su propio mundo.

1 18 Cartas a los Miembros. Publicadas en la “Hoja para los Miembros” de “Das Goetheanum”. Traducido por la Sociedad Antroposófica en España -1986. Notas de Alberto Llorca para la Rama Micael de Valencia -2011.

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La Antroposofía no debe conducir de un estado de vigilia a uno de sueños, sino a una

mayor vigilia. Todo el obrar en la vida diaria es social, pero este obrar social se vivencia en

una pequeña parte de la existencia, llevando, por el contrario, en el corazón, una especie

de añoranza de una vida social plena. Continuamente se siente que la vivencia humana de

comunidad es mucho más amplia que el pequeño círculo en el que se desenvuelve la

actividad de la vida diaria. Y de igual manera que si se quiere contemplar la fuente física de

la luz hay que levantar la vista de la tierra hacia el sol, así, hay que volverse del mundo de

los sentidos hacia un contenido espiritual si se quiere conducir al alma desde lo

auténticamente humano hacia una comunidad humana satisfactoria y hacia una plena

vivencia de esa comunidad.

Y aquí es donde puede ocurrir que uno se aparte de la vida en lugar de vivir esta vida con

mayor intensidad. A este peligro sucumbe el que menosprecia la naturaleza. Se ve

arrastrado a la soledad del alma, de lo que el sueño ordinario es el mejor ejemplo. Para

captar la verdad humana, la que también es verdad objetiva en el mundo, se desarrolla el

mejor sentido estando en contacto con aquella verdad que la naturaleza manifiesta al alma

del hombre. Quien experimenta con un sentido abierto y libre la verdad de la naturaleza,

es conducido por esta experiencia a la verdad espiritual. Para quien es capaz de

percibirlas e imbuirse en ellas, la belleza, la grandiosidad y lo sublime de la naturaleza son

fuentes de sentido espiritual.

A quien abra su corazón al gesto mudo de la naturaleza que, más allá del bien y del mal, se

manifiesta en eterna inocencia, se le abre la visión para el mundo espiritual que resuena

en el gesto mudo de la palabra viva manifestando la diferencia entre el bien y el mal.

La contemplación espiritual conseguida a través del amor por la contemplación de la

naturaleza enriquece la vida con los verdaderos tesoros del alma. El estado de sueño

espiritual que se desarrolla en contradicción con la contemplación de la naturaleza

empobrece el corazón del hombre.

Quien haya profundizado en la esencia de la Antroposofía, sentirá que lo que acabamos de

indicar deberá ser el punto de partida de cualquier exposición antroposófica. Tomando tal

punto de partida, se podrá alcanzar aquel sentimiento que hará decir a cada miembro de la

Sociedad Antroposófica: Aquí reside el verdadero motivo de mi entrada en la Sociedad.

Para los miembros que quieran ser activos en el seno de la Sociedad, no es suficiente que

estén teóricamente convencidos de lo que aquí se ha indicado. Este convencimiento no

será verdaderamente vivo si no desarrollan un cálido interés por todo lo que acontece en

la Sociedad. A través del conocimiento y experiencia de lo que las personas que forman la

Sociedad experimentan y viven, recibirán el calor que necesitan para su trabajo en la

Sociedad.

Es necesario desarrollar un gran interés por los demás si se quiere trabajar

antroposóficamente con ellos. El estudio de “Qué ocurre en la Sociedad” debe ser la base

de su actividad. Precisamente los miembros que quieren ser activos en la Sociedad son los

que más necesitan de este estudio.2

2 Sólo conocemos la verdad de la naturaleza exterior cuando partimos desde la esencia espiritual del Ser Humano. Este es uno de los fundamentos de la Ciencia Espiritual. En las relaciones sociales

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vivimos un mundo común cuya coherencia descansa en la naturaleza que comparten los Seres Humanos y los demás reinos. En el mundo del espíritu somos “islas” que flotan en un océano onírico. Aquellos miembros de la Sociedad que se dedican al mundo del espíritu sin vincularse a la naturaleza de las relaciones sociales pierden el suelo bajo sus pies. Sólo un verdadero interés por lo anímico-corporal de otros miembros de la Sociedad y nuestra vinculación a ésta podrá generar una verdadera vida en el Espíritu. El amor con el que se acoge lo anímico-corporal puede generar nueva vida en la Sociedad Antroposófica. Más allá de lo que está bien o de lo que está mal, el calor del corazón revelará la palabra que nos situará en lo correcto y lo verdadero. ¿Qué ocurre en la Sociedad? Es la pregunta que mide la calidad espiritual de nuestra aspiración por la Antroposofía.