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    Diseo de portada: Editorial Sirio, S.A.

    Ramiro A. Calle, 2007

    de la presente edicin

    EDITORIAL SIRIO, S.A. Nirvana Libros S.A. de C.V. Ed. Sirio ArgentinaC/ Panaderos, 9 3 Cerrada de Minas, 501 C/ Paracas 59

    29005-Mlaga Bodega n 8 , Col. Arvide 1275- Capital Federal

    Espaa Del.: Alvaro Obregn Buenos Aires

    Mxico D.F., 01280 (Argentina)

    www.editorialsirio.com

    E-Mail: [email protected]

    I.S.B.N.: 978-84-7808-474-6

    Depsito Legal: B-19.596-2007

    Impreso en los talleres grficos de Romanya/Valls

    Verdaguer 1, 08786-Capellades (Barcelona)

    Printed in Spain

    Ninguna parte de esta publicacin, incluido el diseo de la cubierta,

    puede ser reproducida, almacenada, transmitida o utilizada en mane-

    ra alguna por ningn medio, ya sea elctrico, qumico, mecnico,

    ptico, de grabacin o electrogrfico, sin el previo consentimiento

    por escrito del editor.

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    A lo largo de ms de treinta aos y debido a miscerca de cien de viajes a Oriente, he tenido ocasin de irrecopilando incesantemente narraciones espirituales quelos maestros han ido transmitiendo a sus discpulos desdela noche de los tiempos. He seleccionado medio centenar

    para que el lector pueda reflexionar y meditar sobre ellasy, asimismo, regalrselas a otras personas, pues no haypresente ms elevado y precioso que el que es portador noslo de amor, sino tambin de sabidura.

    Estas significativas historias dicen en pocas palabrasms que tratados enteros de metafsica o filosofa.

    Admiten diversas lecturas y tambin son comprensibles enmayor o menor profundidad dependiendo del grado deentendimiento y madurez espiritual del que las lee. Nobasta con leerlas una vez, sino que es mejor hacerlo ms de

    Introduccin

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    del lector. En este libro incluyo narraciones no recogidasen las otras obras, seguidas de una reflexin que desenca-

    denar otras muchas en el lector, por lo que de algunamanera autor y lector se sentirn muy cerca indagandoconjuntamente en el amplio universo de los significadosms profundos y los sentidos ms elevados. Todas estasnarraciones son una invitacin a que despertemos ennosotros lo que hay de ms hermoso y constructivo, y nos

    ofrecen, con su peculiar caracterstica, claves para elentendimiento intuitivo y no solamente intelectivo, y pis-tas para poder seguir sin desfallecer por la senda hacia lalibertad interior, cuyo eco de infinitud palpita en todo serhumano con intenciones nobles.

    NOTA: Para contactar con el autor, dirgete a su centro de yoga

    en la calle Ayala l0, de Madrid, o a su pgina web: www.ramirocalle.com

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    Ramiro A. Calle

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    Sali de la taberna dando tumbos yde vuelta a casa tena que pasar porlas puertas de un cementerio, endonde se poda ver un cartel quedeca: Toque la campana para avi-sar al vigilante. Era de madrugada

    y el beodo se puso a tocar sin parar la campana, forman-do un gran escndalo. Al poco tiempo lleg el vigilante,malhumorado, y se dirigi al borracho para pedirle expli-caciones:

    Por qu demonios tiene que tocar la campana aesta hora de la noche?

    Y el hombre ebrio, muy indignado, replic:Y por qu tiene este cartel que obligarme a que

    toque la campana para avisar al vigilante?

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    ElBorracho y laCampana

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    Reflexin

    Una de las funciones ms preciosas de la mentehumana es el discernimiento. Discernir quiere decir des-velar, y el discernimiento bien ejercitado y claro es el quenos ayuda a ver las cosas como son, a desvelar su esenciay a proceder en consecuencia. Cuando la conciencia estembotada y el discernimiento tiende a distorsionar, la per-

    sona no ve las cosas como son y se halla incapacitada aspara llevar a cabo la accin diestra. Para esclarecer la men-te es necesario aprender a detenerla, calmarla y esclare-cerla, y tal es la misin y objetivo de la meditacin: dete-ner, calmar y esclarecer. Del sosiego y la claridad menta-les surge el discernimiento y brota la sabidura. De ese

    modo la persona puede emprender la accin diestra, loque no quiere decir que no pueda equivocarse, pero si lohace, incluso de esa equivocacin hace un aprendizaje ytransforma el error en aliado. De la ofuscacin mentalslo puede surgir ofuscacin mental y por tanto se desen-cadena la accin inapropiada y guiada por la confusin y

    el desorden. En la senda hacia la completa evolucin de laconciencia, es necesario trabajar sobre la mente para orde-narla, desarrollarla y purificarla. El desarrollo de la con-ciencia suscita sabidura y de la sabidura nace la compasin.

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    El rey pens que nada tena que perder y su avidez ledijo que por qu no probar. Llam a uno de sus asistentes

    y le orden que trajera una bolsa de monedas de oro. Unavez la tuvo en sus manos, la abri y comenz a echarmonedas en la escudilla. Ante su sorpresa, no pudo lle-narla. Exigi que le trajeran entonces un saco lleno deellas y comenz a verterlas sobre la escudilla, pero stasegua vaca. Trajeron varios sacos de monedas de oro y

    sucedi lo mismo. El monarca orden que trajeran todoslos tesoros del reino y todos los engull la escudilla.Desesperado, pregunt:

    Por qu no logro llenar tu miserable escudilla?El pordiosero se encar al monarca y le dijo:Eres ms mendigo que yo, mucho ms.

    El rey estaba estupefacto. Entonces el mendigo dio lavuelta a su escudilla y result que sta, por el otro lado,era un crneo humano.

    Te das cuenta, seor? As es el ser humano. Pormucho que le des, nunca est satisfecho y contina sin-tindose interiormente vaco. Nada puede saciar su vora-

    cidad; nada puede llenar su vaco interior.Eres un mago! vocifer el monarca. Te har

    ahorcar.Te equivocas, seor. No soy ms que un pobre

    ermitao, slo eso, pero este crneo-escudilla s es mgi-co, porque fue el crneo de un gran demiurgo. l refleja

    perfectamente cmo es la cabeza del llamado ser humano:siempre pidiendo ms, ansiando ms, esperando ms. Dequ sirve ser un monarca si tu mente es mucho ms pobre quela de un mendigo?

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    Entonces el rey tuvo un destello de comprensin pro-funda. Efectivamente, l haba sido siempre el ms men-

    digo de los mendigos.

    Reflexin

    Una de las races latentes ms persistentes y nocivas

    de la mente es la avidez en todas sus formas, que da porresultado el apego y el aferramiento, la voracidad y lainsatisfaccin.

    Por apego, la persona es capaz de recurrir a la explo-tacin y a la usura, a la violencia y al engao. Es unaenerga muy destructiva. Del mismo modo que una

    hoguera no se extingue arrojndole cada vez ms lea o lased no se sacia ingiriendo ms y ms pescado en salazn,as la avidez no tiene fin y la persona quiere poseer siem-pre ms de lo mismo y al mismo tiempo de todo.

    El entendimiento profundo de la transitoriedad, lacompletitud interior y la madurez emocional, la prctica

    de la meditacin, el recordatorio de la muerte, y el des-pliegue de las mejores energas de compasin y generosi-dad van mitigando el apego y la avidez. El apego es unaatadura mental terrible e identifica a la persona de talmodo con el objeto de apego que sta deja de ser ella mis-ma y se enceguece. El apego es manantial de miedo y de

    sufrimiento. El que se libera de la avidez, se libera tambinde mucho miedo y de mucho dolor.

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    Era un hombre que nunca haba he-cho nada por los dems, que siem-pre haba sido muy egosta y queslo se haba ocupado de s mismo.Se hizo mayor, un da se sinti indis-puesto y entonces se dirigi a Dios

    para rogarle:Seor, djame tratar de cooperar con el mundo,

    ayudar a mi familia y cambiarme a m mismo.Y Dios repuso:Ya no hay tiempo para eso. Ojal me lo hubieras

    pedido aos antes.

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    ElHombreEgosta

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    Reflexin

    La vida es corta. Transita sin cesar. Tempus fugit.Todo fluye. Se nos escapa la existencia sin darnos cuenta,salvo que estemos muy atentos y receptivos. EraRamaprasad Sen el que deca: Considera, alma ma, queno tienes nada que puedas llamar tuyo. Vano es tu errarsobre la Tierra. Dos o tres das y luego concluye esta vida

    terrena; sin embargo, todas las personas se jactan de serdueas aqu. La Muerte, duea del tiempo, vendr y des-truir tales seoros. No hay tiempo que perder. Lossabios hindes nos dicen que la vida dura menos que unguio en el ojo del Divino. Hay que procurarle un senti-do. Ms all de si tiene un sentido ltimo, cada uno puede

    conferirle a la vida el sentido, el significado y el propsi-to que uno quiera. Los hay que hacen de su vida un erial,qu terrible! Otros, por fortuna, un vergel para ellos mis-mos y los dems. Se nos han entregado unos instrumentosvitales (cuerpo, mente y energa), y van a acompaarnosun nmero limitado de aos en este escenario vital. Qu

    vamos a hacer con esos aos? Podemos ser egostas y pose-sivos o desprendidos y generosos; podemos ser hostiles ocooperantes, narcisistas o humildes, malevolentes o amo-rosos. Cada uno es el responsable de sus actos y las con-secuencias habrn de seguirnos. Podemos llenar nuestramente de estados aflictivos y nuestro corazn de emocio-

    nes insanas, o, por el contrario, embellecer la mente, sus-citar emociones beneficiosas y enviar nuestros pensamien-tos amorosos en todas las direcciones. Qu vamos a hacercon nuestra vida? Somos seres en evolucin de instante en

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    zas y mtodos que los grandes maestros espirituales noshan legado. No lo dejes demasiado. Empezamos a cambiary mejorarnos ahora o nunca, pues de otro modo incurri-mos en la enfermedad del maana y la vida se consumesin haber hecho nada por nuestro mejoramiento humanoni por los dems.

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    Era un maestro que predicaba lavacuidad e insustancialidad de todo lofenomnico e insista en que todoera ilusorio y en que haba que con-templarlo todo como transitoriopara desarrollar la visin correcta y

    el desapego. Un da unas fiebres malignas se llevaron a sunico hijo. El maestro comenz a llorar y sus lgrimasanegaban su sosegado rostro. Los discpulos le dijeron:

    Venerable maestro, pero si siempre nos has dichoque el mundo es ilusorio.

    Y as es, queridos mos, pero es tan doloroso per-

    der un hijo ilusorio en un mundo ilusorio!

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    UnMundo ilusorio

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    Reflexin

    Aun en un sueo se siente y se experimenta. Hay pla-cer y dolor, encuentro y desencuentro. Pero cuando unodespierta sabe que ha sido un sueo. La vida es muy ef-mera y en su sentido absoluto es ilusoria, pero en su sen-tido relativo es bien real. Incluso los seres ms elevadosespiritualmente han sentido, con su carga de humanidad,

    una gran pena cuando un ser querido ha muerto, porqueson ecunimes, pero humanos y sensibles, aunque exentosde aferramiento y apego. El sabio Shankaracharya deca:Este mundo es como un sueo, colmado de amores yodios. En su dimensin brilla como una realidad, pero aldespertar se transforma en irreal. Este mundo pasajero

    brilla como si fuera real, como la plata imaginada en unaconcha perlfera; es as en tanto no se conozca al Ser, quees la sustancia sin segundo de todo.

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    Un discpulo muy arrogante acudia visitar a un maestro y le dijo:Pasaba por aqu y he aprovechadopara visitarte y para que me puedasfacilitar algunas instrucciones a finde alcanzar la sabidura. Ser sufi-

    ciente con muy pocas palabras, porque yo tengo ya muchamadurez espiritual.

    Basta una palabra para asesinar la verdad dijo elmentor. Me da igual si tienes prisa o no, pero no dirnada. Mi instruccin es que recuerdes que me has pre-guntado y que no te he contestado.

    Eso no me ayuda protest el discpulo, pero sime dijeras una palabra iluminadora ello sera suficiente.

    Y entonces el maestro dijo:

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    LaArrogancia

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    Hasta una palabra es suficiente para destruir eltodo, as que no voy a decirte nada, pero puedes llevarme

    dentro de ti.

    Reflexin

    La ltima realidad, la iluminacin, es inasible a las

    palabras e irreductible a la simple lgica. Trasciende losconceptos, las ideas, las palabras... La vida no es una opi-nin, es vida. Los pensamientos y las palabras ocupan unpapel en nuestras vidas, pero lo que hace posible el pen-samiento no puede por el pensamiento ser pensado.Ramana Maharshi declaraba: El estado que trasciende la

    palabra y el pensamiento es el silencio. Es meditacin sinactividad mental. Someter la mente es meditacin. Lameditacin profunda es la palabra eterna. El silencio essiempre elocuente; es el fluir perenne del lenguaje. Elsilencio es elocuencia permanente; es el mejor idioma.En el silencio florece el ser. Para los creyentes debe ser

    toda una instruccin la de los Salmos: Permanece quietoy sabe que yo soy Dios. La palabra no es la cuestin comola descripcin no es el hecho. En la raz de la mente, msall del pensamiento, en el silencio perfecto, deslumbra elyo real.

    La arrogancia cierra todas las puertas hacia la

    Sabidura. El que busca atajos para llegar al cielo, com-probar que no existen. El trabajo sobre uno mismo paraevolucionar tiene que hacerlo uno mismo, y de ah la anti-gua enseanza que reza: Los Grandes del Espritu sealan

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    la ruta, pero uno tiene que recorrerla. En su campo, lospensamientos y las palabras son necesarios, pero la con-

    quista de lo ilusorio para alcanzar la sabidura liberadoraes a travs de la virtud, la meditacin y el entendimientocorrecto, sin dejar de revestirnos de la genuina humildadque nos alentar a seguir aprendiendo sin cesar, puesto quesomos aprendices en la senda hacia lo Inefable.

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    Era un anciano maestro que en suasctica celda slo contaba con uncatre y un manuscrito que conserva-ba en un rincn de la habitacin,envuelto primorosamente con tules.Los discpulos del maestro le haban

    preguntado a menudo por aquel manuscrito, pues habaprohibido expresamente que cualquiera de ellos lo ojeara.Cuando le preguntaban por l, se limitaba a decir:

    Todo lo que s lo he aprendido de l. Es muy sagra-do. Me lo entreg un gran sabio tras muchos aos demeditacin en una cueva. Todo lo he aprendido de l.

    Y as pasaron varios aos. Los discpulos no dejabande mirar codiciosamente el sagrado manuscrito, all deja-do en el suelo, en una esquina de la celda, envuelto entrepolvorientos tules.

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    ElManuscritoSecreto

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    Un da el maestro falleci y un instante despus, yaestaban todos los discpulos abalanzndose sobre el

    manuscrito, ansiosos por hallar las claves secretas paraencontrar la dicha interior y la sabidura, pensando que aspodran evitarse muchos esfuerzos y desvelos.

    Ansiosos, rasgaron los tules del manuscrito. Lo abrie-ron y comenzaron a pasar las hojas. Estupefactos, fueroncomprobando que todas estaban vacas. Llegaron a la lti-

    ma y slo en sta haba una frase. vidamente, la leyeron.Deca:

    Cuando estis tan vacos de ataduras mentalescomo las pginas anteriores, habris hallado la verdaderadicha, pero para llegar a ella tendris que esforzaros da ada en el adiestramiento espiritual sin desfallecer. Yo recib

    este manuscrito de mi maestro. Todas las pginas, inclusoesta ltima, estaban vacas y en seguida comprend culera su instruccin. Por si vosotros no sois tan sagaces, oshe escrito estas lneas, que seguro, anhelantemente, estisleyendo antes siquiera de amortajar mi cadver. No cejisen vuestro empeo. La liberacin no es para los holgaza-

    nes. Con amor, vuestro propio ser.Y la firma ilegible del maestro.

    Reflexin

    En la senda hacia la paz interior, queremos hallar cla-ves que aligeren la bsqueda, la hagan ms rpida e inclu-so eviten el esfuerzo personal. Eso es una quimera. Latransformacin de s mismo no es fcil y requiere poner en

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    marcha no slo nuestros potenciales internos, sino tam-bin todas las tcnicas y mtodos que los hagan posible,

    asociados a la verdadera virtud, el ejercitamiento mental,la compasin y la sabidura. A veces la bsqueda resultapenosa, inevitablemente, pero hay un adagio que reza:Justo el momento antes del amanecer es el punto msoscuro de la noche. Llegar el amanecer para la concien-cia, pero no ser sin disciplina; la disciplina debe ser insu-

    flada por la motivacin, y la sta por el anhelo de mejo-rarnos y cooperar as en el mejoramiento del mundo quenos rodea.

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    Era un discpulo que a menudo ce-da a la tentacin de hablar y criticara los otros. Acudi a ver a un maes-tro y le dijo:En estos das que corren, muchote agradecera que me dieras alguna

    instruccin mstica.El maestro repuso:Poco tengo que ensearte, pero te aconsejo que

    antes de hablar de otro, te mires a ti mismo. Y si quieresver al diablo, contempla tu propio ego.

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    Mrate a tiMismo

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    Reflexin

    Al descalificar a los otros, nos descalificamos a noso-tros mismos; al herir a los dems, a nosotros mismos nosherimos.Acaso no formamos todos parte de la gran fami-lia de los seres sintientes? Estamos prestos a injuriar, difa-mar y calumniar, pero antes de hacerlo, deberamos mirar-nos a nosotros mismos y ser ms reflexivos. La palabra

    pronunciada nos hace su cautivo; mientras no ha sidodicha, no lo somos, pero del mismo modo que nadie pue-de recuperar la flecha disparada, no es posible recobrar lapalabra pronunciada. Hay que permanecer ms vigilantesa los pensamientos, las palabras y los actos, y ser msreflexivos para no herir a los dems, del mismo modo que

    nosotros no queremos ser heridos. El descuido, la negli-gencia y la falta de atencin inducen a muchas personas adescalificar sistemticamente a los dems, no por perver-sidad consciente o malevolencia, sino por hbito negativoo inconsciente maledicencia, si bien es cierto que hay per-sonas aviesas que utilizan la lengua como una daga para

    sembrar discordia, arruinar vidas con sus calumnias ydaar intencionadamente. Hay que aprender a controlarla palabra y tambin a guardar el noble silencio. El egoincontrolado se impone a las palabras y gusta de enredar,aunque pueda causar daos irreparables. Antes de hablarhabra siempre que hacer una minscula pausa para refle-

    xionar. Buda le aconsejaba a su hijito Rahula que lo hicie-se siempre antes de hablar o actuar. En un antiguo textobudista, el Samyutta Nikaya, podemos leer: En la lenguadel ser humano hay una cuchilla con la que los necios se

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    hieren cuando profieren palabras malignas. Y tambin eneste mismo texto leemos: S, lo hueco resuena y lo pleno

    es apacible; el necio es una olla a medio llenar y el sabioes un lago.

    Hay que evitar las palabras groseras, sarcsticas,malevolentes, que siembran discordia y hieren; hay queproferir palabras amables, consoladoras y estimulantes,veraces y precisas, que traen concordia y engendran

    armona y amistad.

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    Despus de aos de peregrinacin,lleg a una localidad de la India ysus habitantes le pidieron que lesimpartiese algunas enseanzas espi-rituales. Aunque el hombre no eradado a discursos, para no desairar a

    esas buenas gentes, consinti. Al anochecer todos se reu-nieron en la plaza pblica y el asceta errante habl sobreel impulso sagrado y la bsqueda espiritual. Una vez huboimpartido enseanzas, guard silencio por si alguno de lospresentes quera formular cualquier pregunta. Se adelantla mujer ms rica de la localidad y dijo:

    Sabio asceta, todo lo que has predicado me haparecido muy interesante, pero hay algo que de verdadsiempre me ha preocupado: qu ser lo que comen lossantos en el cielo?

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    ElAscetaErrante

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    Entonces el asceta clav sus profundos ojos de fuegoen los de la dama y exclam:

    Oh necia! De manera que te preocupas por lo quecomen los santos en el cielo y ni se te ocurre preguntartesi yo tengo o no algo para alimentarme.

    Reflexin

    La mente del ser humano tiene una crnica tendenciaa extraviarse en cuestiones intiles y no atajar lo inmedia-to y necesario. Hay que reeducarla para que aprenda aencauzarse en las circunstancias que se requieren en elmomento y frenar as su propensin a enredarse con supues-

    tos y presuposiciones, conjeturas y elucubraciones que lemerman parte de su vitalidad y descarran la atencin.

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    El monarca le pidi a un buen n-mero de sabios que le realizaran unaobra fabulosa y sin precedentessobre la historia del ser humano.Pasados muchos aos, los sabios sepresentaron ante l con un centenar

    de gruesos volmenes y le dijeron:Aqu hemos incluido la historia del ser humano.El monarca hizo un gesto de desencanto y dijo:No me queda vida para leer tal nmero de vol-

    menes. Tenis que condensar este conocimiento.Pasaron tres aos ms y los sabios presentaron diez

    volmenes ante el monarca, que dijo:No, no tengo tiempo de leer tantos volmenes. Por

    favor, esforzaos ms y sintetizad.

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    LaSolicitud delMonarca

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    Pasados dos aos, regresaron los sabios con cincovolmenes.

    Ya no me queda casi tiempo se condoli el rey.La vida pasa y llevis muchos aos tratando de hacer esaobra que se refiere a la historia del hombre. No tengotiempo. Esforzaos por sintetizar ms. Si nos os dais prisa,morir antes de ver acabada esa obra.

    Entonces un desconocido se adelant y dijo:

    Seor, perdonad mi intromisin. Soy un yogui y ospuedo resumir, como deseis, en pocas palabras la historiadel ser humano.

    El rey le mir sorprendido y dijo:Si de verdad podis, hacedlo. Cunto tardaris en

    escribir la obra?

    No necesito escribirla, seor. La tengo bien pre-sente en mi cabeza.

    Habla, pues, desconocido.Y el yogui dijo:Majestad, la historia del hombre es que nace, vive

    entre el placer y el sufrimiento, y muere.

    Minutos despus de escuchar esas palabras, el monar-ca, complacido por el resumen, muri.

    Reflexin

    En mi relato espiritual El Faquir, el maestro que vier-te sus enseanzas en esas pginas nos dice que la vida escomo un alambre y que hay que aprender a caminar por lcomo un buen funmbulo lo hace por el alambre de su

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    prueba de equilibrismo: con atencin, esfuerzo bienencauzado, sosiego, ecuanimidad, confianza en uno mis-

    mo, sentido de cada momento del aqu y el ahora, elegan-cia, fluidez y una comedida intrepidez. La vida es un alam-bre que se extiende del nacimiento a la muerte, y en surecorrido encontramos placer y dolor, alegra y sufri-miento y, finalmente, la muerte inexorable, que formaparte de la vida y cuyo recordatorio debe servirnos no

    para abrumarnos, angustiarnos o deprimirnos, sino paraaprovechar la vida elevando el dintel de la conciencia yrelacionndonos mejor con nosotros y con los dems. Haymuchos eventos, menores o mayores, en la vida de unapersona, pero de hecho se nace, se vive (entre fortuna oinfortunio, contento y pesadumbre) y se muere. Pero se

    puede pasar por el alambre con compasin, concienciaclara y corazn tierno, cuidado de s y de los dems, o sepuede cruzar por l de manera mecnica, sin equilibrio nisosiego, convirtiendo la vida en una mala copia de lo quedebera ser. Hay que aprender a encarar el placer y elsufrimiento con esa ecuanimidad que nace de la visin cla-

    ra y la comprensin profunda, sin dejar de ser uno mismo,tratando de permanecer en el propio centro y sin dejarsealienar. La ecuanimidad nos ayuda a mantener el nimoestable a pesar de las vicisitudes existenciales y nos enseaa reequilibrar cada vez que tendemos a desarmonizarnosdejndonos llevar por estados extremos de nimo. Como

    se vive entre el placer y el sufrimiento, tratemos de pro-curarles dicha a los dems y evitarles el dolor. Existen tresclases de sufrimiento: el inevitable y que alcanza a todoslos seres, el que la mente ofuscada o perversa provoca en

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    otras criaturas y el que nos hacemos intilmente a noso-tros mismos. El sufrimiento inevitable hay que aceptarlo

    conscientemente, pero el que engendramos a los dems ya nosotros innecesariamente hay que ir evitndolo me-diante el esfuerzo, la transformacin interior y el mejora-miento de la mente. En ese escenario de luces y de som-bras que es la vida, hay que aprender, a pesar del placer ydel dolor, a mantener el sosiego. Son hermosas e inspira-

    doras las palabras del Yoga Vasistha que dicen: A aquelque contempla en calma el transcurso del mundo tal comose desarroll o se presenta ante l y permanece sonrientepese a las vicisitudes, se le llama yogui imperturbable.

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    Cincuenta cuentos paraMeditar yRegalar

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    Le gustaba aparentar que era unhombre muy religioso y envanecersede su rectitud moral. A veces, paraimpresionar a los dems y alardear

    de su espiritualidad, declaraba:Dara veinte aos de vida por

    alcanzar la sabidura definitiva.Y cierto da pas por all un gran maestro al que

    todos consideraban tan avanzado espiritualmente que siuno de verdad segua sus enseanzas, poda hallar en esta

    vida la realizacin espiritual definitiva. Lleg a sus odosque un hombre de la localidad iba asegurando que daraveinte aos de vida por alcanzar la liberacin, por lo quele hizo llamar y le dijo:

    Estoy deseando encontrar alguna persona que deverdad quiera iluminarse y est dispuesta a sacrificarse

    cuanto sea para ello. He escuchado que daras veinte aosde vida por alcanzar la Sabidura. Yo te aseguro, amigomo, que puedo conseguir que la consigas, pero de ver-dad ests dispuesto a dar veinte aos de vida?

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    ElDevotoCnico

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    S, por supuesto... afirm sin pausa el devoto dela vida de mi mujer.

    Reflexin

    Llenamos nuestras vidas de buenas intenciones y todaclase de propsitos y proyectos, pero adnde van a dar?

    Los dejamos sobre el abismo y la mayora de ellos no sematerializan, porque hay que distinguir entre la compren-sin de superficie, que no es tal, y la verdadera comprensin,que es la que impulsa a proceder en consecuencia. No bas-ta con proponerse un objetivo, sino que hay que poner losmedios hbiles para hacerlo posible. Decimos querer cam-

    biar, pero no hacemos nada eficiente para lograrlo. Nohay ningn caso de una persona que se acueste por lanoche de una manera y se levante de otra. El cambio inte-rior slo sobreviene mediante el esfuerzo bien dirigido, ladisciplina y el autoconocimiento. Para poder conquistar lapaz interior, hay mucho que perder: agitacin, envidia,

    celos, rabia, enfoques incorrectos, avidez, odio... Muereuna parte de uno para que aflore la ms frtil. Para libe-rarse, s, hay que dar a veces veinte aos de la propia vida:veinte aos de ejercitamiento para liberar la mente de susataduras. Buda dio seis, Jess otro tanto o ms, Mahaviratambin y lo mismo Pitgoras. La senda hacia la Libe-

    racin es gradual y, como nadie puede recorrerla por uno,no existe otra posibilidad que hollarla uno o seguir empan-tanado en el doloroso terreno de la ignorancia.

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    Un anciano maestro se estaba mu-riendo. Se haba recostado sobre lahierba, bajo un frondoso rbol. Susdiscpulos le rodeaban, compungi-dos, y algunos de ellos no lograbancontener el llanto.

    Que nadie se aflija por m musit el maestro. Loque deba ser, ser. Vida y muerte se complementan.Todava, sin embargo, tengo tiempo de deciros algunascosas.

    Tras una pausa, retomando el aliento, el moribundodijo:

    Una vida sencilla, una muerte sencilla. No hay otrosecreto. Llega el placer y disfrutas, pero sin apego; llega elsufrimiento y sufres, pero sin resentimiento. Es necesarioaprender a ser armnico en lo inarmnico y sosegado en

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    Una vidaSencilla,una muerteSencilla

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    el desasosiego. Una vida de hermosa simpleza, sin intilesresistencias. Hay tempestad y calma, pero el equilibrio tie-

    ne que estar dentro de uno. Escuchadme bien, amadosmos: una vida sencilla, una muerte sencilla.

    Y en ese momento, se hizo un silencio perfecto y elmaestro muri apaciblemente. Todos los discpulos pen-saron: Una vida sencilla, una muerte sencilla.

    Reflexin

    Tan fcil y tan difcil! La vida es un gran misterio y aveces resulta pavorosa. Es el viaje ms largo de los quehacemos en este teatro de sortilegios que es la existencia

    humana, sembrado de imprevisibilidad y donde nos topa-mos con situaciones muy diversas. La vida no es fcil, peropodemos hacerla mucho ms difcil de lo que es si nuestraactitud es inadecuada y estamos siempre aadiendo com-plicaciones a las complicaciones y creando tensiones yconflicto. Del mismo modo que un atleta puede emplear

    una prtiga para atravesar un ro, as la persona puedeaprender a servirse de su equilibrio y sentido de laarmona como de una fiable prtiga para cruzar el ro dela vida. Hay obstculos que ir venciendo y eventos que irviviendo. Si uno est fuera de su centro o de su ngulo dequietud, se siente indefenso porque no cuenta con su

    energa de armona y ecuanimidad, y aade sufrimiento alsufrimiento e incluso al placer, puesto que siempre se estdependiendo obsesivamente de lo que place y displace,generando as fricciones que roban la calma mental y la

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    Cincuenta cuentos paraMeditar yRegalar

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    paz interior. El que se ejercita espiritualmente obtiene otroestadio de conciencia que se caracteriza por su impertur-

    babilidad y porque no se deja ya afectar de igual modo porlas circunstancias y permite vivir la vida con sabidura,simplicidad y sencillez. Leemos en el Kaivalya Upanishad:Yo soy distinto del objeto del gozo, del sujeto que goza ydel gozo mismo; yo soy el Testigo, hecho nicamente deinteligencia pura, siempre imperturbable.

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    Slo tena cinco aos de edad cuan-do se qued hurfano y fue acogidoen un monasterio. Se convirti ennovicio y con los aos se hizo mon-je. Tena unas sobresalientes dotespara la bsqueda espiritual, la com-

    prensin de los textos sagrados y la concentracin de lamente. Adems de ser muy inteligente, destacaba, sobretodo, por ser una criatura siempre cariosa y afable.

    Cierto da el abad hizo llamar al monje y le dijo:La naturaleza ha sido sumamente generosa conti-

    go. Tu cuerpo es fuerte y sano, tu mente es muy brillante,

    y tu corazn es amoroso y compasivo. No me extraa quea todos les guste tu presencia en nuestro monasterio y tehayas ganado el afecto de todos los que aqu estamos.Ests capacitado para tantas actividades que de hecho no

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    ElMonje quedeseaba serLavandero

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    s qu labor encomendarte. Estoy seguro de que podrasllevar a cabo cualquiera con toda perfeccin. A veces pien-

    so que deberas dedicarte a la enseanza y otras, en cam-bio, a cotejar y traducir textos sagrados; en ocasiones con-sidero que deberas dirigir el dispensario y otras predicarla Doctrina. Eres asimismo la persona ms capacitada paraen su da sucederme. Creo que debes ser t mismo el quedecida qu tarea desempear.

    El monje, sin dudarlo un instante, dijo:Lavandero.Lavandero? pregunt el abad verdaderamente

    perplejo y sin poder creer lo que escuchaba. Lavandero?S, lavandero asever el monje. Desilusionado, el

    abad pregunt:

    Pero por qu precisamente lavandero?El monje repuso:Porque as los dems me traern su ropa para que

    la lave y luego se la llevarn. De ese modo, nada tendrque me pertenezca y ser libre. La ropa viene y la ropa seva. Nada quiero retener. Mi deseo es convertirme en el

    monje lavandero.

    Reflexin

    Una de las grandes asignaturas pendientes en la

    mayora de los seres humanos es la de saber soltar. Hayque aprender a asir cuando llega la ocasin y a soltarcuando tal es necesario. Como las olas vienen y parten ylas nubes pasan por el cielo, los acontecimientos y personas

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    Cincuenta cuentos paraMeditar yRegalar

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    surgen y se desvanecen en nuestras vidas y hay que saberdejar ir, soltar, armonizar. Todo fluye. Nadie puede dete-

    ner o empujar el ro. Hay pocas cualidades tan nocivas einnobles como la avaricia. El avaricioso slo quiere rete-ner, acumular, sumar, y pone todo su ser en esa orienta-cin de avaricia que le aleja de sus energas de coopera-cin y solidaridad. No es lo que es, sino lo que tiene. Noconfa en s mismo, sino en sus posesiones. No sabe soltar

    y, sin embargo, tendr que liberar incluso su cuerpo. Hayun modo bien distinto de acumulacin. Se trata de acu-mular sabidura, mritos, quietud y generosidad. Comono es adquirido, sino que se amontona dentro de uno, nose puede perder. Una de las peores enfermedades de lamente es la avaricia; uno de los antdotos ms eficientes es

    la esplendidez.

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    Un discpulo, desorientado, acudia visitar a su gua espiritual y le pre-gunt:Venerable maestro, debemos serricos o pobres?El maestro se qued unos instantes

    pensativo, para despus explicar:En esta vida hay dos grandes problemas sonri,

    sin dejar de clavar sus ojos profundos y sinceros en los desu discpulo. El ms importante es, con mucho, la pobre-za. Creme, amigo mo, no hay dificultad mayor. La mise-ria desola y atormenta. Pero el segundo problema es la

    riqueza, porque te ves obligado a emplear toda tu energaen conservarla, y as tambin te atormentas y no dejas deestar obsesionado.

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    DosGrandes problemas

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    Y qu se puede hacer entonces? pregunt impa-ciente e intrigado el discpulo.

    El mentor repuso sosegadamente:Evitar tanto la una como la otra.

    Reflexin

    Nos movemos en dos realidades: la externa y la inter-na. Hay que armonizar diestramente ambas. No debemossacrificar una en detrimento de la otra. Del mismo modoque es necesario equilibrar personalidad y esencia, con-trol y descontrol, introversin y extraversin, hay quehallar un equilibrio entre nuestra accin en la realidad

    exterior y nuestra accin en la interior. La mayora de laspersonas slo se activan en el plano de la realidad exteriory viven de espaldas a su universo interior. Hay que saberdistribuir nuestras energas. Con una parte de ellas trata-mos de mejorar nuestra calidad de vida externa, y con laotra nos empeamos en optimizar nuestra calidad de vida

    interior. Hay que cubrir las necesidades bsicas y celebrarlo mejor de la existencia, pero tambin es preciso cubrirnecesidades psicolgicas y espirituales, porque de otromodo, y si uno no va liberando las ataduras de su mente,ni siquiera podr disfrutarse del bienestar material.

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    modo, estos charlatanes se aprovechaban sin ningnescrpulo de la ingenuidad de sus devotos y conseguan

    pinges beneficios. Pero el destino es insondable e impre-decible, y antes o despus demuestra su inexorable poder.

    Para evidenciar an ms su santidad, los tres supues-tos maestros anunciaron a bombo y platillo una largaperegrinacin a pie y se pusieron en marcha. Iban por uncamino serpenteante, bordeando un profundo precipicio,

    cuando se produjo un desprendimiento de tierra y caye-ron al abismo encontrando la muerte. El clarividente nadahaba visto, el que poda levitar no flot en el aire y el quehaba conseguido la pcima de la inmortalidad fue el pri-mero de ellos en morir. Ninguno de los tres pcaros pudoburlar el destino.

    Reflexin

    Desafortunadamente, proliferan los falsos guas espi-rituales, en busca de poder y riquezas. As, han surgido,

    desde hace aos, tanto en Oriente como en Occidente, fal-sos maestros que se dedican a embaucar a buscadores debuena fe que no han desarrollado lo suficiente su discer-nimiento para desenmascararlos o que tienen tanta nece-sidad de ser guiados que no distinguen entre el mentorhonesto y el deshonesto. Esos falsos maestros recurren a

    toda suerte de artimaas para engatusar a sus devotos. Soncharlatanes sin escrpulos y, como no exigen verdaderadisciplina ni esfuerzos de autorrealizacin por parte deaqullos y saben embaucarlos, consiguen un gran nmero

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    Dos hombres comenzaron a discutiracaloradamente y estuvieron a pun-to de llegar a las manos, todo porquecada uno de ellos insista en habervisto de un color diferente a uncamalen que yaca en una palmera.

    Te digo que es marrn asever uno de los hombres.Pues yo te digo que es verde replic el otro.Y as, comenzaron a soliviantarse.Es marrn, o es que no tienes ojos para verlo?T s que pareces estar ciego. Es verde.Acert a pasar por all un lugareo y uno de los dis-

    cutidores le pregunt:Acaso no es marrn este camalen?Es marrn repuso el lugareo.Pero no es verde? protest el otro hombre.

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    ElCamalen

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    Es verde acord el aldeano.Los dos hombres que estaban a punto de golpearse,

    creyendo que el lugareo se burlaba de ellos, se dirigierona l hoscamente y le preguntaron:

    Nos tomas el pelo?En absoluto, amigos mos. Cada uno de vosotros

    ha visto un aspecto del camalen y por tanto ambos tenisrelativa razn. Yo he visto todos los aspectos del animali-

    llo, porque vivo al lado de la palmera en la que habita y hepodido observarle durante semanas y meses.

    Reflexin

    Una cosa es la Realidad y otra la realidad de cadauno; una la Verdad y otra el aspecto de la verdad quecada persona capta. Sabidura es evitar aferrarse a las ideasy ampliar al mximo la visin, sabiendo observar, sin pre-juicios, desde todos los ngulos posibles. Los antiguossabios aconsejaban seguir el camino del medio, pero nos

    prevenan para que ni siquiera a l nos apegsemos. No esfcil ser un verdadero librepensador y tener la capacidadde mirar ms all del ego y del apego a las propias ideas ya los estrechos puntos de vista. La mente est cuajada deerrores bsicos que falsean o distorsionan la cognicin y lapercepcin. Es la mente que vela, pero que al ser liberada

    de esos oscurecimientos comenzar a desvelar. El trabajoestriba en ir transformando la mente y superando patro-nes, esquemas y adoctrinamientos, as como toda suertede esas zonas oscuras que falsean el conocimiento y la

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    percepcin. Al aferrarnos a nuestras ideas o a nuestravisin particular, estrechamos el campo de la conciencia y

    detenemos el proceso de aprendizaje. Hay que abrirsemental y emocionalmente; en la apertura existe vitalidady plenitud. Mientras slo podamos servirnos de la mentecondicionada, no podremos disponer de visin cabal y verlas cosas como son. Las tcnicas de autorrealizacin seempean en conseguir que aflore el lado incondicionado

    de la mente que, libre de prejuicios e impresiones, estcapacitado para percibir lo que es en s mismo.

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    Fue debido a un malentendido queun hombre ret a otro en duelo. Elarma sera la pistola y el duelo secelebrara al amanecer.Apenas haba despuntado el dacuando ya los duelistas se hallaban

    uno junto al otro, de espaldas. Caminaron los veinte pasosde rigor a la seal convenida y, apenas dados stos, el reta-dor, con gran rapidez, se gir y dispar contra el adversa-rio, pero ste a su vez se estaba girando y el tiro fue fallido.

    Aterrado, el retador, una vez disparada su bala,esper tratando de controlar sus temblores. El adversario,

    ante la sorpresa del retador y de los testigos, arroj elarma al suelo sin disparar.

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    ElDuelistaJuicioso

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    Todava tembloroso y desencajado, el retador corrihasta el retado y se deshizo en agradecimientos por haber-

    le salvado la vida. Luego le pregunt:Buen hombre, por qu te has negado a disparar?Es muy sencillo y he tenido dos razones de peso

    para ello.Cules han sido?Te las dir con la condicin de que no vuelvas a

    retar a nadie. Una es de tipo metafsico y la otra de tipoprctico.

    No te entiendo adujo el retador.La primera razn es que si te mataba eso me aca-

    rreara terribles deudas morales.Y la segunda?

    La segunda es que si no lo haca, volveras a retar-me y tendramos que enfrentarnos de nuevo, con lo cualpodras matarme t a m.

    A partir de ese momento, los dos hombres se hicieronamigos para siempre.

    Reflexin

    Nadie puede escapar a las consecuencias de sus actos.Somos responsables de toda accin que llevamos a cabo ysus consecuencias nos seguirn como el carro a la pezua

    del buey que lo arrastra; pero, adems, al cuidar verdade-ramente de nosotros mismos, cuidamos de los dems,como al atender amorosamente a los dems, nos atende-mos a nosotros mismos. Lo que tenemos que comprender,

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    no slo intelectual, sino tambin vivencialmente (que es lacomprensin que transforma), es que todos somos parte

    de una sinergia y debemos protegernos los unos a losotros. Si todos pusiramos un poco de nuestra parte,podramos evitar muchas disputas e incluso conseguir quenuestros adversarios se tornasen nuestros amigos, y as noslo favoreceramos a los dems, sino tambin a nosotrosmismos. Lo que se necesita es inteligencia y no soberbia u

    orgullo desmesurado. Qu hermosas las palabras delDhammapada!: La victoria engendra enemistad. Los ven-cidos viven en la infelicidad. Renunciando tanto a la vic-toria como a la derrota, los pacficos viven felices.

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    Se trataba de un hombre que haballegado a ser fabulosamente rico;

    cuando alcanz la edad de cuarentaaos decidi donarlo todo y quedar-se slo con lo suficiente para vivirtranquilamente el resto de su exis-

    tencia. Ya no tena inters por viajar, porque haba com-probado que el viaje ms fructfero era el que le conduca

    a su propio ser. Era por igual amable y cordial con todo elmundo, si bien a nadie se acercaba ni a nadie evitaba. Si lehablaban, contestaba; si nada le decan, guardaba silencio.Su vida era sencilla y simple, pero a la vez siempre dife-rente, porque no dejaba de aprender del aire, del agua, delas flores y de su propia presencia de ser. No se apresura-

    ba, porque no haba adonde ir, puesto que ya haba llega-do. Nada le agitaba, porque haba superado los apegos.Gozaba de un excelente sentido del humor y nunca se per-turbaba. La gente le vea ir y venir, a todos lados y a ninguna

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    Imperturbable

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    parte en concreto. De vez en cuando, compraba algunasconfituras y se las ofreca a los dems, porque le gustaba

    hacer regalos.Cierto da, un curioso se le acerc y le pregunt:T que has renunciado a tantas cosas, en qu crees?Sus labios esbozaron una divertida sonrisa y repuso

    con serenidad:El sol sale, el sol se oculta. En eso creo.

    Estupefacto, el desconocido pregunt:Slo en eso?Y el hombre imperturbable repuso:Y te parece poco?

    Reflexin

    El ser humano vive tanto en las expectativas inciertasde futuro que l mismo se convierte en el caudal de laincertidumbre, la ansiedad y la desdicha. Tan lejos mira-mos que no vemos lo que sucede a cada instante y nos

    perdemos la gloria del momento, sea la salida del sol, seael anochecer, sea el trino de un pjaro o la brisa del aire.Memorias y expectativas condicionan la mente y no ledejan conectar con el instante presente. As no se fluyecon la vida, porque la mente est escapando al pasado ohuyendo hacia el futuro. Qu forma de vivir es sa? Pero

    el que logra establecerse en la esencia de la mente y no sedeja arrastrar por tendencias hacia el pasado ni hacia elfuturo se conecta, sereno y desasido, con lo que a cadamomento surge y se desvanece.

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    Se trataba de un bondadoso y sabioanciano que nunca haba deseadotener discpulos propiamente dichos,pero que era muy a menudo visitadopor las gentes que deseaban sentirsetranquilas en su presencia y recibir

    sus enseanzas. No le gustaba hablar en exceso y de vez encuando despegaba los labios para decir:

    Cuidado con la gota de miel!Ninguno de los aspirantes espirituales estaba seguro

    de comprender tal advertencia, pero les bastaba con dis-frutar de su presencia para sentir que avanzaban por el

    camino de la iluminacin.Fue transcurriendo el tiempo y un da, al atardecer,

    tras haber meditado, uno de los discpulos que quera

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    LaGota deMiel

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    saber realmente a qu se refera el sabio con tal admoni-cin, se digiri a l y le dijo:

    Venerable maestro, llevo meses oyendo cuidadocon la gota de miel; me gustara saber qu quieres real-mente significar con ello y supongo que tambin a miscompaeros les placera.

    Los otros aspirantes asintieron con la cabeza, espe-rando que el sabio se definiera.

    Se hizo un silencio total. Despus el sabio dijo:Habis de saber, queridos mos, que durante aos

    yo escuch lo mismo de mi maestro y al final tambin,como vosotros, le pregunt.

    Todos rieron complacidos. El anciano agreg:Prestad ahora atencin a la historia que voy a rela-

    taros, y eso que sabis que no me gusta hablar mucho.Hizo una breve pausa y comenz a narrar la historia.

    Dijo:Haba una vez un hombre muy pobre que decidi

    abandonar su pas en busca de fortuna. Durante das y dasno dej de caminar. Un amanecer se adentr en un fron-

    doso bosque. Tras algunas horas se dio cuenta de que sehaba perdido, no saba qu camino tomar para salir deall y tema que alguna alimaa le atacara; adems, sentahambre y sed, y su ansiedad iba en aumento. Tom uncamino y despus otro, pero no hallaba la salida.

    De sbito oy un ruido inquietante a su espalda y

    cul no sera su desagradable sorpresa cuando vio que lesegua un furioso elefante que bien podra aplastarle! Yeso no hubo de ser lo peor, pues al intentar huir se en-contr el paso cerrado por un gran nmero de demonios

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    armados hasta los dientes. El pobre hombre no saba quhacer; despavorido, intent trepar a un rbol, pero el

    tronco era tan grueso que le result imposible. La situa-cin era desesperada. Al mirar en derredor distingui unpozo a lo lejos, as que, sin pensrselo dos veces, corrihacia l y salt dentro. En su cada, y cuando ya crea quehabra de morir, sus manos lograron agarrarse a un mato-rral que creca en las paredes del pozo.

    De repente, oy un ruido sibilante. Cuando sus ojosse acostumbraron a la oscuridad, distingui un nido deserpientes venenosas que vivan en el fondo de aquelhoyo. Entre todas ellas destacaba una terrorfica pitn. Seaferr ms y ms a las ramas, ya que eran su nico sostn;pero he aqu que de pronto descubri que se encontraba

    en la madriguera de dos grandes ratas de prominentesdientes. Una era negra y la otra blanca. Ambas comenza-ron a roer sin piedad los matorrales.

    Entre tanto, qu haba sido del elefante? Al llegar alrbol y no encontrar al hombre, se enfureci y comenz agolpear los rboles con su poderosa trompa, de tal modo

    que desprendi una colmena y sta fue a caer al pozo.Miles y miles de abejas se lanzaron contra el hombre ycomenzaron a picarle. Mas he aqu que una gota de mielcay en la frente del hombre y se fue deslizando por sucara hasta alcanzar sus labios y penetrar en su boca.Cuando eso ocurri, el dulzor de la miel le embeles de tal

    modo que se olvid por completo del elefante, los demo-nios, las ratas, las abejas, las serpientes y su apurada situa-cin. En qu deba de estar pensando ese hombre? Sloen que otras gotas de miel llegasen a su boca. Por ese motivo

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    no se defendi, las ratas quebraron los matorrales, l seprecipit al fondo del pozo y muri.

    Los discpulos, impresionados, apenas se atrevan arespirar. Estaban realmente sobrecogidos. Uno de los aspi-rantes se decidi a hablar y pregunt:

    Pero puede todo eso sucederle a un ser humano?El anciano dijo:Os explicar la analoga como me la narraron a m.

    La vida de los seres humanos no es fcil. El elefante impla-cable es la muerte. El rbol es la liberacin, pero slo losms fuertes y tenaces pueden escalarlo, es decir, seguir lasenda de la iluminacin. El pozo representa la vida huma-na, en tanto que los matorrales son la duracin o exten-sin de la vida. Qu representan las ratas? Los aos que

    componen la vida: una veces blancos, es decir, agradables,y otras negros, esto es, desagradables, pero ambos condu-cen al final. Las serpientes son las tendencias perniciosas yla pitn es la ignorancia. Las picaduras de las abejas son lasenfermedades y las gotas de miel son los placeres transi-torios que encadenan y confunden al ser humano. En

    resumen, lo nico seguro es el rbol de la liberacin.Debes aprender a trepar por su tronco. Y cuidado, ama-dos mos, con la gota de miel!

    Reflexin

    Cuando toda la atencin se fija en los objetos de pla-cer y uno se obsesiona por ellos, desencadenando muchoaferramiento, pierde de vista todo lo dems, incluso la

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    Cincuenta cuentos paraMeditar yRegalar

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    realizacin de s, el autoconocimiento y el impulso delibertad interior. Pero no es fcil liberarse del apego y

    mantener ms dominados los sentidos, aplicando la ecua-nimidad y el entendimiento correcto que impidan que elnctar del disfrute se convierta en el veneno del apego. Yaleemos en un texto antiguo budista, el Majjhima Nikaya:Resulta difcil comprender el apaciguamiento de todo locondicionado, la renunciacin a toda sustancia contingen-

    te, la extincin del deseo, el desapasionamiento, la cesa-cin y la iluminacin.

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    Ramiro A. Calle

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    Era un nio de corta edad que esta-ba jugando con un barquito en elestanque. Se hallaba por completoabsorto en su juego. Un yogui quepasaba por el lugar se acerc hasta ly comenz a hablarle y a hacerle

    algunas preguntas, pero el infante estaba tan ensimismadocon las evoluciones del barquito sobre las aguas del estan-que que ni siquiera repar en la presencia del hombre.

    Al contemplar el yogui la actitud del nio, se postrante l y le dijo:

    Amiguito, t eres mi maestro. Ojal que cada vez

    que me siente a meditar pueda estar tan concentradocomo t lo ests ahora, que sea capaz de dirigir todos mispensamientos al Supremo y que, como a ti te sucede, nadapueda distraerme. S, eres mi maestro.

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    ElNio

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    El niito segua contemplando, embelesado, el bar-quito mecindose sobre las aguas cristalinas del estanque.

    Reflexin

    La mente es por naturaleza, mientras no se ejercita,muy dispersa; tanto es as que el antiguo adagio reza:

    Est en la naturaleza de la mente dispersarse como en ladel fuego quemar. Esa dispersin le roba a la mente sucapacidad de penetracin, comprensin, poder y entendi-miento. La mente est continuamente saltando de uno aotro lado, impulsada por sus deseos y aversiones, as comopor las tendencias subyacentes; se debilita e incluso deser-

    tiza con tanta fragmentacin, y la preciosa energa de laatencin se va aletargando. Una mente sin concentracines frgil e insegura y se estrella contra la superficie de lascosas sin poder ver su esencia. Es una mente sin freno,vapuleada por sus condicionamientos y en la que no ope-ra con fiabilidad el discernimiento. Pero toda persona que

    se lo proponga puede ejercitarse para conseguir una men-te concentrada y que por tanto pueda ser gobernada por elpropietario de esa mente. As como toda fuerza canaliza-da (agua, luz o calor) gana en intensidad y poder, lo mis-mo sucede con la mente. El sabio Santideva declaraba:Para vencer todos los obstculos, me entregar a la con-

    centracin, sacando la mente de todos los senderos equi-vocados y encauzndola constantemente hacia su objeti-vo. La concentracin es la atencin unificada y bien diri-gida. Una mente concentrada se previene mejor contra las

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    Cincuenta cuentos paraMeditar yRegalar

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    influencias nocivas del exterior y mantiene mejor el equi-librio ante las adversidades. La mente concentrada se

    encuentra en mejor disponibilidad para controlar los rga-nos sensoriales y desarrollar un entendimiento correcto.Es como una casa bien techada, en la que no entra la llu-via. De la virtud y la concentracin brota la sabidura.Existen muchos ejercicios de meditacin para conseguirel gobierno de la mente. En ese maravilloso libro que es el

    Dhammapada podemos leer: Es bueno controlar la men-te: difcil de dominar, voluble y tendente a posarse alldonde le place. Una mente controlada conduce a la felici-dad. Del mismo modo que una bandera se mueve porqueel viento provoca ese movimiento, si en la mente hay tan-to descontrol es porque sus tendencias latentes la agitan.

    Tambin su ignorancia bsica, que se traduce como ofus-cacin, avidez y odio, la desasosiegan y la dispersan. Eltrabajo meditativo consiste en ir eliminando esa ignoran-cia e ir logrando que la mente gane en concentracin, cla-ridad y sabidura. En el Dhyanabindu Upanishadse nosdice: Alta como una montaa, larga como mil leguas, la

    ignorancia acumulada durante la vida slo puede ser des-truida a travs de la prctica de la meditacin: no hay otromedio posible.

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    Un anciano muy religioso viajaba deun monasterio a otro a lomos de unamula. El sol era tan implacable y elcamino tan largo que sus fuerzas sedebilitaron de tal modo que perdiel conocimiento y cay de la montu-

    ra. Pasaba por all en esos momentos un bandolero triste-mente clebre por sus muchas fechoras, pero que al con-templar la situacin del viejo se apiad de l y, cogindo-le entre sus fornidos brazos, trat de darle un poco deagua. De repente el anciano volvi en s y en seguida tomconciencia de que ese hombre era el famoso bandolero,

    por lo que se sinti espantado y comenz a gritar:No, no aceptar ni una gota de agua, ya que vinien-

    do de un malhechor como t seguro que est envenenada!Quieres matarme y robarme mi mula, pero no lo conseguirs!

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    ElAnciano y elBandolero

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    Te equivocas dijo el bandolero; mi agua es demanantial, pura y fresca, y te ayudar a reponerte.

    No, no, est envenenada!Creme anciano adujo afectuosamente el bando-

    lero, esta agua es muy sana y te dar las fuerzas que aho-ra necesitas.

    Te digo que no la beber, maldito! Nada buenopuede proceder de ti. No probar ni una sola gota!

    Y, negndose a beber, el extenuado corazn delanciano fall y le sobrevino la muerte.

    Reflexin

    El antiguo y significativo adagio reza: Hasta en lanube ms oscura hay una hebra de luz. La desconfianzasistemtica no es una buena consejera. Cada noche que teacuestas a dormir, confas en que despertars... aunque talvez un da no lo hagas. La mente renovada y madura esaquella que no se deja condicionar por modelos, prejui-

    cios o patrones. Vive ms en lo que es, libre de suspicaciaso infundadas sospechas, lo que no quiere decir que seainjustificadamente imprudente. A menudo todos desarro-llamos prejuicios y preconceptos con respecto a otras per-sonas, hasta tal punto que no les damos la oportunidad deque nos demuestren su buena fe o disponibilidad si la tie-

    nen. Entonces nos comportamos injustamente y adems,en ltimo caso, nos perjudicamos a nosotros mismos. Hayque dar un voto de confianza, aunque sea desde la ade-cuada prudencia, y as nos lo daremos a nosotros mismos.

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    No debemos dejarnos influir por ideas dudosas e, inclusosi se trata de personas que resultan sospechosas por su tra-

    yectoria, podemos tratar de sopesarlas, aunque sin dejarde protegernos. Muchas personas reaccionaron positiva-mente en esta vida porque recibieron una nueva oportu-nidad de hacerlo.

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    Era una diosa de inmaculada purezapero cuyo corazn no era lo sufi-cientemente tierno y compasivo.Censuraba a todos aquellos que noeran como ella, sin tener en cuentalas circunstancias y contratiempos

    de sus vidas. Su esposo, el Divino, le dijo entonces:Eres como el ms puro de los lotos, pero no debes

    censurar o criticar a los otros porque no puedan ser como t.La diosa no le prest atencin y en verdad ni siquie-

    ra quiso escucharle. Entonces el Divino ide un plan parapropinarle la leccin que necesitaba.

    Cierta noche, cuando la diosa estaba dormida, lecort la cabeza y la coloc sobre los hombros de la ramerams depravada de la ciudad, en tanto que puso la cabeza

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    LaEstratagema delDivino

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    de la prostituta sobre los hombros de la diosa. Dejara aslas cabezas, intercambiadas, a lo largo de tres jornadas.

    Cuando la diosa despert y se vio en el cuerpo de unaimpura ramera, crey enloquecer. Pero fue as como tuvoocasin de conocer la verdadera vida de la prostituta. Lospadres de la mujer la haban obligado a prostituirse desdemuy nia y luego fue vendida a un terrateniente y se quedembarazada. El terrateniente maltrataba a la mujer y al hijo.

    Entonces huy a la ciudad. All tuvo que seguir prostituyn-dose para poder sobrevivir y alimentar al niito. A pesar detodo ello, era una ferviente devota de la diosa y nunca deja-ba de hacerle ofrendas y de elevarle sus plegarias.

    Transcurridos los tres das, la cabeza de la diosa vol-vi a ser colocada en su cuerpo. Desde entonces aprendi

    a ser mucho ms tolerante y sobre todo compasiva. En sucorazn ya no slo resplandeca la pureza, sino tambin lacomprensin y el amor.

    Reflexin

    Nunca mejor dicho que hay que ponerse no slo en ellugar de otro, sino en la cabeza de los dems, para tratarde darse cuenta de cules son sus dificultades y vicisitudes,y tratar de, sensiblemente, identificarse con ellas, experi-mentar compasin y ser ms comprensivo y generoso.

    Aquel que no sabe ver las necesidades ajenas cuntomenos podr atenderlas! El que nicamente tiene ojos paras mismo se pierde la fecunda contemplacin de las otrascriaturas. La pureza sin amor es como una flor sin aroma.

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    Un discpulo llevaba ya muchos me-ses al servicio de su mentor espiri-tual. Todos los das eran iguales: unpar de horas de meditacin, un pa-seo, preparar una taza de t, asear lacelda, hacer la cena, lavar los pla-

    tos... As pasaban los das, las semanas, los meses...Cierto atardecer, el discpulo le dijo al maestro:Venerable preceptor, pasan los das, pasan los

    meses...Y...?No me enseis nada.

    El maestro le mir muy fijamente y le pregunt:Acaso no te ense a meditar y lo haces un par de

    horas todos los das?

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    No teBasta conVivir?

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    S, es cierto, pero van pasando los das, van pasan-do los meses, y todo sigue igual.

    Empero, no preparas diariamente el t, ordenastu celda, haces la cena, lavas los cacharros y dormimos?

    Efectivamente, y pasan los das, pasan los meses, essiempre lo mismo. No hay nada ms?

    Entonces el maestro dijo:Te parece poco, amigo mo? Es la vida y te parece

    poco. Meditas, preparas el t, ordenas la celda, lavas loscacharros, te vas a dormir... Y te parece poco? Es la vida.Qu ms puedo ensearte, qu otra verdad ms elevadapuedo impartirte, qu otros mtodos puedo mostrarte?Vives. No te basta?

    Reflexin

    La vida es una sucesin de hechos y acontecimientos,muchas veces repetidos o rutinarios y otras, las menos,ms relevantes o extraordinarios; pero hay que abrazar la

    vida toda y aprender de todos los acontecimientos, puesincluso los ms triviales pueden vivirse desde la atenciny la plenitud, y convertirse en maestros de realizacin.

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    Era un gran negociante, pero tam-bin un hombre religioso. Al morirsu esposa, abandon los negocios enmanos de su hijo y pens en dedi-carse intensamente a la prctica dela meditacin, ya que a pesar de sus

    muchas riquezas no haba hallado la paz espiritual, peroantes de tomar esa decisin, quiso viajar por algunos pa-ses budistas y se desplaz hasta Tailandia. Entr en untemplo y observ que junto al altar los fieles haban pues-to dinero, una casita y un coche en miniatura.

    Qu significa todo esto? pregunt el negociante.

    Uno de los devotos presentes contest:Se trata de un funeral. Los deudos ponen dinero,

    una casita y un coche en miniatura para que el muerto, ensu prxima vida, no carezca de tales posesiones.

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    LaTentacin

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    Es lamentable hasta dnde puede llegar la supersti-cin!, se dijo para s mismo el viajero.

    El negociante regres a su hogar. Semanas despusdel viaje y mientras organizaba todos sus asuntos paradejarlos en manos de su hijo, se dijo: Y si fuera verdad?Y si as se consiguiera una vida con mayores comodidadesy lujos?. Intent olvidar la idea, pero no le resultaba posi-ble, y una y otra vez volvan los mismos pensamientos.

    Una tarde, el negociante se dirigi a su hijo para decirle:Querido hijo, cuando muera, deseo que el da de

    mi funeral coloques en el altar un coche en miniatura, unacasita y algo de dinero. De ese modo, si vuelvo a nacer,tendr una existencia confortable.

    El hijo, que no ignoraba esa supersticin, replic:

    Padre, crea que lo dejas todo para intentar alcan-zar la iluminacin definitiva que evita cualquier otro rena-cimiento. Y, sin embargo, resulta que te preocupas ahorapor asegurarte una prxima vida llena de lujos.

    El padre se dio cuenta de su debilidad y, avergonzado,le dijo a su hijo:

    Cunta razn te asiste, hijo mo! Por unos momen-tos he sido tentado. Si no logro liberarme en esta vida, teruego que en mi altar funerario, cuando muera, coloquestan slo una flor. As renacer en una flor, libre de apegos,de ego y de maldad.

    Durante aos, el hombre se dedic a la prctica de la

    meditacin y la evolucin del espritu, y consigui un esta-do de gran pureza mental, pero nadie puede saber sialcanz la liberacin definitiva. Muri apaciblemente y suhijo, cuando tuvo lugar el funeral, coloc una flor en el

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    altar funerario. Aos despus l mismo sigui el ejemplode su progenitor y le pidi a su hijo que pusiera una flor

    en su altar mortuorio cuando llegara el momento dehacerlo.

    Reflexin

    Una de las races innatas de la mente es la avidez ocodicia, tanto ms pronunciada en una sociedad que tomala direccin en ese sentido y desarrolla toda clase de deseosficticios e innecesarios y, por supuesto, antinaturales. Noes fcil de aniquilar esta raz, pero hacerlo es la nica for-ma de poder seguir en la ruta hacia el mejoramiento

    humano y la elevacin de la conciencia. Aprender a refre-nar la avidez es muy importante, pero aprender a desenrai-zarla lo es mucho ms. Hay que irse librando de la codiciamediante la prctica de la meditacin, el desarrollo de lagenerosidad y la compasin, el entendimiento claro y la per-cepcin profunda de que todo es efmero e impermanente.

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    Hijo mo, pero no te percatas de lo afortunadoque eres? El aire es puro, la atmsfera serena, la gente

    buena y pacfica, los frutos de la tierra abundantes... Nohay contaminacin, ni violencia, ni ningn tipo de fric-cin. Todo inspira e invita a la quietud, la dicha y al calma.

    Ya lo s, padre repuso el joven, pero me aburro.No puedo superar el tedio. As que no me queda msremedio, padre amado, que buscar otros lugares.

    A pesar de las splicas de su padre, el joven no desis-ti de su idea y decidi partir. Camin durante das y das,cruz montaas, desfiladeros, valles y bosques, hasta quelleg a una ciudad.

    En la ciudad a la que accedi, el ruido era espantoso,la gente hosca y malhumorada, el aire poluto y malolien-

    te. Al principio, el joven se diverta con la novedad, eincluso pareca entusiasmado. Haba estruendo, las genteshablaban incontroladamente y a voz en grito, muchosfumaban o se emborrachaban, unos peleaban contra otros,se insultaban o desdeaban, haba todo tipo de diversionesy distracciones, pero no se vea feliz a casi nadie, los ros-

    tros estaban contrados y la mirada era apagada.Paulatinamente el joven se fue dando cuenta de que el

    aire era all irrespirable y el ruido laceraba los odos; laspersonas eran en su gran mayora adustas y maleducadas;las diversiones burdas e incluso soeces y srdidas. Empeza echar de menos el valle en el que haba tenido la gran

    fortuna de nacer. Pens en volver, pero, con terror, des-cubri que no recordaba el camino de vuelta. Qu hacer?Pidi ayuda. Acudi a la polica y explic a los agentesque anhelaba volver a su valle de nacimiento, junto a su

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    familia. Los agentes enviaron patrullas en busca del valledel joven, pero todos los intentos terminaron por fracasar.

    Incluso el ejrcito prest su cooperacin, pero nadielograba dar con el minsculo lugar en la inmensidad de lacordillera de los Himalayas. Todos los intentos resultaronen vano y fueron muchos los que comenzaron a pensarque el muchacho estaba loco y no exista ese valle. Eljoven lo haba perdido para siempre.

    Reflexin

    Este cuento es una hermosa y significativa parbola.Lo que tenemos que comprender es que el valle ms sose-

    gado y dichoso es el que podemos hallar dentro de noso-tros. Tanto nos hemos exteriorizado que, como el hijoprdigo, nos hemos alejado del hogar interior al que unda tendremos que regresar para conciliarnos con nuestranaturaleza de iluminacin interior. Buscamos y buscamosen los objetos externos, sin percatarnos de que la quietud

    slo puede hallarse dentro de uno mismo. En el exteriorencontraremos, s, alegra y pesares, diversiones y distrac-ciones, pero no podremos satisfacer nuestro anhelo de pazinterior y seguiremos tratando de cubrir nuestro vacointerno con todo aquello que no est capacitado para lle-narlo. Hay que saber relacionarse con la naturaleza origi-

    nal de la mente y, mediante la prctica de la meditacin ylas tcnicas introspectivas, ir pudiendo establecerse en sufuente de calma. El sabio Padmasambhava deca: En su autn-tico estado la mente es clara, inmaculada, no est hecha de

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    Era un discpulo que haba comen-zado a estar siempre atribulado yconfuso porque no hallaba las res-puestas que anhelaba a los muchosinterrogantes existenciales que seplanteaba. Quera descubrir la esen-

    cia y el sentido de la vida a travs del intelecto, sin darsecuenta de que hay realidades que escapan al raciocinio yno pueden ser reducidas a las palabras. Tan desesperadolleg a estar que solicit un encuentro especial con sumentor espiritual.

    Al amanecer, preceptor y discpulo se sentaron apaci-

    blemente a cambiar impresiones. El discpulo, angustiado,confes:

    Venerable maestro, me hallo en una verdadera yangustiosa encrucijada. Quiero descubrir quin soy, pero

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    MsAll delEgo

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    no lo consigo. A veces siento tal desnimo que inclusocreo que lo mejor es dejar la bsqueda espiritual; otras me

    obsesiono de tal modo por descubrir quin soy que nisiquiera puede haber un instante de sosiego para mi men-te y no puedo conciliar el sueo. Tengo la impresin deque voy a enloquecer. Ideas, conceptos, pensamientos,suposiciones, doctrinas...

    As no podrs aprehender la ltima realidad ni

    hallar la paz interior sentenci el maestro.Pero qu puedo hacer? Hay tantas preguntas...!Y cul es la que ms a menudo te haces? quiso

    saber el mentor.Sin duda, respetado maestro, la que ms a menudo

    me hago es: qu o quin soy yo?

    El mentor se ech a rer y luego exclam:Oh necio! Y para qu queremos un yo?En ese momento, el atormentado discpulo tuvo un

    destello de comprensin profunda y reveladora, y consi-gui trasladarse ms all del angosto pensamiento.

    Reflexin

    Uno de los grandes escollos hacia la realizacin de ses el apego a nuestro pequeo yo y el aferramiento a nues-tro sentimiento de individualidad y separatividad, cuando

    es ste el que crea muchas zozobras y la denominada, conrazn, angustia de la separacin. Al aferrarnos al pequeoyo, ignoramos nuestra naturaleza real, pues es como si laola del ocano se creyese aparte de ste, cuando es en l

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    donde surge, persiste y se desvanece; su naturaleza no esotra que el ilimitado ocano mismo. El aferramiento al

    pequeo yo nos limita y nos impide obtener la percepcinde la pantalla csmica donde ese yo surge y viene dadopor la vinculacin con el cuerpo y la mente. Ese pequeoyo es como un reflejo que tomamos por la realidad, comosi creysemos que el sol reflejado en un cubo de agua es elverdadero sol. El pequeo yo es provisional y no debemos

    dejarnos aturdir por l, porque en ese caso es como elactor que de tal modo se identifica con el personaje queinterpreta que se aliena y deja de ser l mismo, creyndo-se el personaje. De tanto dejarnos prender por el pequeoyo, no nos damos cuenta de lo csmico que nos trascien-de, y nos dejamos atrapar por mezquindades y apegos

    bobos. El pequeo yo nos encadena y nos priva de la posi-bilidad de una experiencia de conciencia de orden supe-rior, que slo deviene cuando el pequeo yo es controla-do o por momentos disipado. En meditacin profunda,este pequeo yo se desvanece y entonces se rescata unaexperiencia de ser mucho ms profunda y donde empieza

    a brotar la esencia de la sabidura, que es la que procura laemancipacin interna. Dice el sabio Shankaracharya: Deentre todas las causas, la Sabidura es la nica que pro-porciona Libertad perfecta. As como sin fuego no hayconocimiento posible, la Libertad perfecta no puedelograrse sin Sabidura.

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    Haba una vez un discpulo que re-sultaba excesivamente individualistay que por ello consideraba que todaslas comunidades espirituales o lasescuelas eran innecesarias e inclusoabsurdas. A menudo se deca: Si

    cada uno tiene que conseguir por s mismo llegar a la ilu-minacin, para qu es necesaria la ayuda de los otros?

    Un da se entrevist con un mentor espiritual y leexpuso su punto de vista. El mentor dijo:

    Fjate, amigo mo, precisamente quera proponerteuna tarea y as ganars un poco de dinero que te puede

    venir muy bien. En mi monasterio hay una roca inmensaque no puedo mover. Me gustara que alquilases una mulay la cambiaras de sitio.

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    LasMulas

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    Lo har de sumo agrado. Pero a cambio no quieroninguna suma de dinero, sino saber si son o no necesarias

    las escuelas espirituales.De acuerdo convino el mentor. Cuando hayas

    acabado el trabajo, te contestar.El discpulo alquil la mula e intent mover la roca,

    pero era sta tan pesada que el animal no poda con ella.Por esta razn, se decidi a alquilar otra mula, pero los

    dos animales tampoco lograron acarrearla. Alquil unatercera y tampoco fue posible trasladar la pesada roca.Finalmente, alquil media docena de mulas y entre todass consiguieron transportar la colosal piedra. Despus acu-di a visitar al maestro a la espera de la anhelada respues-ta. El mentor dijo:

    Todava necesitas una respuesta cuando has tenidoque recurrir a media docena de mulas para poder mover laroca que una sola no poda?

    Al instante el discpulo comprendi. El mentoragreg:

    Cada persona es su propia va, pero hasta el ms

    intrpido escalador requiere la ayuda de los otros.

    Reflexin

    En la senda hacia la liberacin, cada uno es en ltima

    instancia su propio maestro y su propio discpulo; uno tie-ne que recorrer la senda, hallar refugio dentro de s mis-mo y encender la propia lmpara. Contamos para ello conlas enseanzas y los mtodos, pero tambin nos son de

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    Era un ro caudaloso, pero que sedeslizaba majestuoso y tranquilo,sorteando con habilidad toda suertede obstculos, sin que nada pudierafrenar su curso. Atravesaba valles,gargantas, bosques, junglas y desfi-

    laderos. Imparable, segua su curso, pero de repente llegel desierto y sus aguas comenzaron a desaparecer bajo susabrasadoras arenas. El ro se espant. No haba manera deatravesar el desierto y, sin embargo, anhelaba poderdesembocar en otro ro. Qu hacer? Cada vez que susaguas llegaban a la arena, sta se las tragaba. No habra

    otra forma de atravesar el desierto? Entonces escuch unamisteriosa voz que deca:

    Si el viento cruza el desierto, t tambin puedeshacerlo.

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    Se trataba de un gran filsofo, de tal

    modo que, a menudo, muchas per-sonas le planteaban las ms sutilescuestiones y l siempre saba hallarla respuesta precisa y satisfactoria.Se jactaba de ello. Era muy hbil con

    los conceptos y con las palabras. Se tena por dialctica-

    mente invencible.Un da se encontraba paseando apaciblemente y se

    top con dos nios que discutan exaltados. A punto esta-ban de llegar a las manos, cuando el filsofo se interpusoentre ellos y les dijo:

    Jovencitos, nada de peleas. Decidme cul es el

    motivo de tan apasionada discusin.Uno de los muchachitos respondi:Yo aseguro que el sol est cerca de nosotros cuan-

    do sale y que se aleja al medioda.

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    UnFilsofo enAprietos

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    El otro intervino para decir:Pues yo digo lo contrario. El sol est ms lejos

    cuando sale y mucho ms prximo al medioda.El filsofo les pidi que se sentaran a su lado y razo-

    naran sus puntos de vista:El nio que haba hablado en primer lugar dijo:El sol es ms grande cuando surge en el horizonte

    y se torna ms pequeo cuando trepa al centro del firma-

    mento. Acaso no se aprecian las cosas ms grandes cuan-do estn cerca y ms pequeas cuando estn lejos?

    Es un buen razonamiento convino el filsofo.Pero el otro nio replic:Acaso no calienta el sol ms al medioda que cuan-

    do nace en el horizonte? Acaso algo no calienta ms

    cuando est ms cerca que cuando est ms lejos?Otro buen razonamiento acord el filsofo.Entonces los dos nios dijeron:Tienes fama de saber mucho Era un filsofo muy

    clebre. Dinos, pues, quin de nosotros tiene la razn.El filsofo se qued estupefacto. Aquellos muchachi-

    tos le ponan en un gran aprieto.No s qu deciros confes consternado.Los nios se rieron, cambiaron de tema de conversa-

    cin y se pusieron a jugar alborozados.

    Reflexin

    La razn ejerce su funcin, desarrolla su papel, perono es omnipotente. Hay una bella instruccin: Diecisis

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    Cincuenta cuentos paraMeditar yRegalar

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    veces ms importante que la luz de la luna es la luz del sol;diecisis veces ms importante que la luz del sol es la luz

    de la mente; diecisis veces ms importante que la luz dela mente es la luz del corazn. La inteligencia racional esun lado; la sabidura emocional, otro. La sabidura no esinformacin, conocimientos, cultura, datos o ideas.Podemos encontrar muchas personas con conocimientos,pero pocas con sabidura. El conocimiento no libera de

    los impedimentos de la mente; la sabidura, s. El conoci-miento no es transformativo; la sabidura transforma. Conalguien con conocimientos, aprendemos: nos transmite suinformacin. Junto a una persona de sabidura, experi-mentamos vivencias y su presencia nos ayuda a cambiar.El que tiene conocimientos sigue siendo vctima de ape-

    gos, pero la persona sabia est libre de todo ello. El sabiono slo es inteligente, es virtuoso; el que posee muchosconocimientos puede ser un malvado. Hay personas conmuchos conocimientos que son muy doctas en su igno-rancia primordial; hay sabios de escasos conocimientos,pero que por su poder interior pueden conquistar con su

    sosiego al airado, con su amor al que odia, con su visinclara al ofuscado. Personas con muchos conocimientospueden herir y explotar a los otros, ser ofensivas y hosti-les, pero el sabio es amoroso e inofensivo, presta a coope-rar, libre de las cadenas del apego y el odio. Dondequieraque se halle, luce con luz propia; dondequiera que se

    encuentre, ser de ayuda a los que quieran hollar la sendade la realizacin interior.

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    Ramiro A. Calle

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    En el centro de una regin muy se-ca, haba florecido un frondoso yespectacular bosque. Las gentes delas localidades cercanas se acercanhabitualmente hasta esta privilegia-da rea de la naturaleza a refrescar-

    se y no pueden dejar de preguntarse, intrigados, cmo hapodido surgir un vergel as en un entorno tan rido. Sloel anciano que custodia el bosque conoce la respuesta. Sise le pide, se sentir muy dichoso de poder contar lasiguiente historia:

    rase un joven que se haba entrenado diligente y

    pacientemente hasta convertirse en un gran atleta. Seserva de una larga rama como prtiga para poder cruzarlos ros; sola competir con otros en esta prueba y siempresala victorioso. Nadie haba sido capaz de superarle: tal

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    LaVanidad delTriunfador

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    era su vigor y su destreza. Poco a poco, debido a sus con-tinuos xitos, se haba tornado sumamente vanidoso e

    incluso soberbio y no dejaba de jactarse de sus habilidades.Muy pagado de s mismo, haba hecho correr la noticia deque entregara un buen nmero de monedas de oro aaquel que fuera capaz de saltar ms longitud que l.Deseosos de obtener el premio, muchos se le enfrentaron,pero nadie lograba vencerle y l siempre sala triunfador.

    Sin embargo, se senta cada vez ms insatisfecho y no eradichoso. Ansiaba, vorazmente, seguir compitiendo, ven-ciendo y alimentando su soberbia. Desafiaba continua-mente a unos y a otros, y la competicin se haba vueltopara l una adiccin obsesiva.

    Tena un buen amigo de la infancia que sola prevenirle:

    Debes acabar con todo esto. Tu afn de competir tedevora y no piensas en otra cosa.

    Un da, el competidor dijo:Te har caso, pero debo probarme una vez ms.

    Hay un gran ro en el norte y quiero celebrar un concur-so para ver quin puede saltarlo con una prtiga. Si

    alguien me vence, le dar la mitad de mi fortuna.Se convoc la prueba. Todos los participantes fueron

    efectundola con mayor o menor acierto. Cuando le llegel turno al joven de esta historia, ste corri como ungamo, con todas sus energas, clav la prtiga en el centrodel ro y salt con su acostumbrada habilidad, pero he

    aqu que en esta ocasin la rama que le serva de prtiga sequebr, el atleta fue a dar con la cabeza contra una rocadel ro y hall la muerte al instante.

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    La rama rota brot y brot hasta que fue configuran-do con el tiempo un bosque maravilloso. El amigo del

    fallecido se convirti en el guarda de ese bosque.

    Reflexin

    Desde la perspectiva del ego todo se convierte en una

    contienda, un combate, un escenario en el que afirmarse yvencer. As es el ego. Sus tentculos son innumerables y suafn de afirmarse es inmensurable. Nunca est satisfechoy por eso nunca es feliz. Es como un estmago sin fondo.Toneladas de alimentos no pueden saciarle. Es voraz eimplacable en su voracidad. Pero no se puede vivir sin ego,

    porque ste nace de la vinculacin con el cuerpo, el senti-do de separacin, las propias necesidades, la mente, laimagen y muchos otros elementos que configuran su des-comunal burocracia; pero s se puede vivir con un egocontrolado y que no se desmesure. Cuanto ms ego, msvulnerabilidad, intranquilidad, ansia y desvelos, para final-

    mente desembocar donde todos lo hacen: el reino de lamuerte. Sin tanto ego uno comienza a ser ms dichoso.No hay tanta necesidad, ni tan compulsiva, de afirmarse,ganar consideracin, conseguir ser aprobado y respetado.Tanto se atiende el ego que deja uno de vear por su pro-pio y verdadero ser. No hay peor negocio! Mediante la

    prctica de la meditacin, el recordatorio de la muerte, elentendimiento correcto y la reflexin lcida, iremos con-trolando el ego, para que sea nuestro secretario y no nues-tro amo. Sus males son innumerables: arrogancia, fatuidad,

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    Ramiro A. Calle

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    soberbia, suspicacia y susceptibilidad, rabia, vanidad y tan-tos otros. Hay que tener un ego maduro, pero controlado,

    puesto al servicio de la razn y la compasin. Del egonacen el apego y el aborrecimiento, y cuando los actosmentales, verbales y corporales estn guiados por el ape-go y el aborrecimiento, se desencadena mucho sufrimien-to hacia uno mismo y hacia los dems. El ego crea el sen-timiento de separatividad y suscita la angustia y el miedo.

    El ego desmesurado hace que la mente se aferre a todoslos objetos, burdos o sutiles, y se crea as una gran canti-dad de sufrimiento que bien podra evitarse. Shankara-charya, el gran sabio hind, nos aconsejaba: Refuerza tuidentidad con tu Ser y rechaza al mismo tiempo el sentidodel ego con sus modificaciones, que no tienen valor algu-

    no, como no lo tiene el jarro roto.

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    mejor en uno mismo, erradicando lo ms nocivo; paraestar vigilante a la mente, la palabra y los actos; para

    seguir el sadhana (ejercitamiento espiritual); para suscitarestados mentales laudables y compartirlos con los dems,y para ejercitar el cuerpo, atender la alimentacin sana, yaprender a respirar y a dejar impresiones positivas en lamente. Un esfuerzo se requiere para cultivar la amistad ymejorar los lazos afectivos con los dems, y un esfuerzo, y

    no menor, para ir consiguiendo la realizacin de s. Dagudeca: Di