Clase2 El Fetichismo de La Mercancia y Su Secreto

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  • CLASE N 2: El fetichismo de la mercanca, y su secreto Escrito por El Arado y El MarJueves, 19 de Abril de 2012 17:24

    Autor: Carlos Marx

    Libro: El Capital

    Edicin: 1873

    A primera vista, parece como si las mercancas fuesen objetos evidentes y triviales. Pero,analizndolas, vemos, que son objetos muy intrincados, llenos de sutilezas metafsicas y deresabios teolgicos. Considerada como valorde uso, la mercanca no encierra nada de misterioso, dando lo mismo que la contemplemos desde elpunto de vista de un objeto apto para satisfacer necesidades del hombre o que enfoquemosesta propiedad suya como producto del trabajo humano. Es evidente que la actividad del hombre hace cambiar a las materiasnaturales de forma, para servirse de ellas. La forma de la madera, por ejemplo, cambia alconvertirla en una mesa. No obstante, la mesa sigue siendo madera, sigue siendo un objetofsico vulgar y corriente. Pero en cuanto empieza a comportarse como mercanca, la mesa se convierte en un objeto fsicamente metafsico. No slo se incorpora sobre sus patasencima del suelo, sino que se pone de cabeza frente a todas las dems mercancas, y de sucabeza de madera empiezan a salir antojos mucho ms peregrinos y extraos que si de prontola mesa rompiese a bailar por su propio impulso. Como vemos, el carcter mstico de la mercanca no brota de su valor de uso. Pero tampocobrota del contenido de sus determinaciones de valor. En primer lugar, porque por mucho quedifieran los trabajos tiles o actividades productivas, es una verdad fisiolgica incontrovertible que todas esas actividades son funciones del organismo humano y que cada una de ellas, cualesquiera que sean su contenido y su forma, representa un gasto

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  • CLASE N 2: El fetichismo de la mercanca, y su secreto Escrito por El Arado y El MarJueves, 19 de Abril de 2012 17:24esencial de cerebro humano, de nervios, msculos, sentidos, etc. En segundo lugar, por lo que se refiere a la magnitud devalor y a lo que sirve para determinarla, o sea, la duracin en el tiempo de aquel gasto o la cantidad de trabajo invertido, es evidente que la cantidad se distingue incluso mediante los sentidos de la calidad del trabajo. El tiempo de trabajo necesario para producir sus medios de vida, tan pronto como los hombres trabajanlos unos para los otros, de cualquier modo que lo hagan, su trabajo cobra una forma social. De dnde procede, entonces, el carcter misterioso que presenta el producto del trabajo, tanpronto como reviste forma de mercanca? Procede, evidentemente, de esta misma forma. Enlas mercancas, la igualdad de los trabajos humanos asume la forma material de unaobjetivacin igual de valor de los productos del trabajo, el grado en que se gaste la fuerzahumana de trabajo, medido por el tiempo de suduracin, reviste la forma de magnitud de valorde los productos del trabajo, y, finalmente, las relaciones entre unos y otros productores,relaciones en que se traduce la funcin social de sus trabajos, cobran la forma de una relacinsocial entre los propios productos de su trabajo. El carcter misterioso de la forma mercanca estriba, por tanto, pura y simplemente, en queproyecta ante los hombres el carcter social del trabajo de stos como si fuese un carctermaterial de los propios productos de su trabajo, un don natural social de estos objetos y comosi, por tanto, la relacin social que media entre los productores y el trabajo colectivo de lasociedad fuese una relacin social establecida entre los mismos objetos, al margen de susproductores. Este quid pro quoes lo que convierte a los productos de trabajo en mercanca, enobjetos fsicamente metafsicos o en objetos sociales. Es algo as como lo que sucede con lasensacin luminosa de un objeto en el nervio visual, que parece como si no fuese una

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  • CLASE N 2: El fetichismo de la mercanca, y su secreto Escrito por El Arado y El MarJueves, 19 de Abril de 2012 17:24excitacin subjetiva del nervio de la vista, sino la forma material de un objeto situado fuera delojo. Y, sin embargo, en este caso hay realmente un objeto, la cosa exterior, que proyecta luzsobre otro objeto, sobre el ojo. Es una relacin fsica entre objetos fsicos. En cambio, la formamercanca y la relacin de valor de los productos del trabajo en que esa forma cobra cuerpo,no tiene absolutamente nada que ver con su carcter fsico ni con las relaciones materiales quede este carcter se derivan. Lo que aqu reviste, a los ojos de los hombres, la formafantasmagrica de una relacin entre objetos materiales no es ms que una relacin socialconcreta establecida entre los mismos hombres. Por eso, si queremos encontrar una analogaa este fenmeno, tenemos que remontarnos a las regiones nebulosas del mundo de la religin,donde los productos de la mente humana semejan seres dotados de vida propia, de existenciaindependiente, y relacionados entre s y con los hombres. As acontece en el mundo de lasmercancas con los productos de la mano del hombre. A esto es a lo que yo llamo el fetichismo,bajo el que se presentan los productos del trabajo tan pronto como se crean en forma demercancas y que es inseparable, por consiguiente, de este modo de produccin. Este carcter fetichista del mundo de las mercancas responde, como lo ha puesto ya demanifiesto el anlisis anterior, al carcter social genuino y peculiar del trabajo productor demercancas. Si los objetos tiles adoptan la forma de mercancas es, pura y simplemente, porque son productos de trabajos privados independientes los unos de los otros. El conjunto de estos trabajos privados forma el trabajo colectivo de la sociedad. Como losproductores entran en contacto social al cambiar entre s los productos de su trabajo, es naturalque el carcter especficamente social de sus trabajos privados slo resalte dentro de esteintercambio. Tambin podramos decir que los trabajos privados slo funcionan comoeslabones del trabajo colectivo de la sociedad por medio de las relaciones que el cambioestablece entre los productos del trabajo y, a travs de ellos, entre los productores. Por eso,ante stos, las relaciones sociales que se establecen entre sus trabajos privados aparecen como lo que son; es decir, no como relaciones directamente sociales de las personas en sustrabajos, sino como relaciones materiales entre personas y relaciones sociales entre cosas.

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  • CLASE N 2: El fetichismo de la mercanca, y su secreto Escrito por El Arado y El MarJueves, 19 de Abril de 2012 17:24 Es en el acto de cambio donde los productos del trabajo cobran una materialidad de valorsocialmente igual e independiente de su mltiple y diversa materialidad fsica de objetos tiles.Este desdoblamiento del producto del trabajo en objeto til y materializacin de valor slo sepresenta prcticamente all donde el cambio adquiere la extensin e importancia suficientespara que se produzcan objetos tiles con vistas al cambio, donde, por tanto, el carcter devalor de los objetos se acusa ya en el momento de ser producidos. A partir de este instante, lostrabajos privados de los productores asumen, de hecho, un doble carcter social. De una parte,considerados como trabajos tiles concretos, tienen necesariamente que satisfacer unadeterminada necesidad social y encajar, por tanto, dentro del trabajo colectivo de la sociedad,dentro del sistema elemental de la divisin social del trabajo. Mas, por otra parte, slo sernaptos para satisfacer las mltiples necesidades de sus propios productores en la medida enque cada uno de esos trabajos privados y tiles concretos sea susceptible de ser cambiado porcualquier otro trabajo privado til, o lo que es lo mismo, en la medida en que represente unequivalente suyo. Para encontrar la igualdad toto coelo (13) de diversos trabajos, hay quehacer forzosamente abstraccin de su desigualdad real, reducirlos al carcter comn a todos ellos como desgaste de fuerza humana de trabajo, como trabajo humano abstracto. El cerebro de los productores privados se limita a reflejar este doble carcter socialde sus trabajos privados en aquellas formas que revela en la prctica el mercado, el cambio deproductos: el carcter socialmente til de sus trabajos privados, bajo la forma de que elproducto del trabajo ha de ser til, y til para otros; el carcter social de la igualdad de losdistintos trabajos, bajo la forma del carcter de valor comn a todos esos objetosmaterialmente diversos que son los productos del trabajo. Por tanto, los hombres no relacionan entre s los productos de su trabajo como valores porqueestos objetos les parezcan envolturas simplemente materiales de un trabajo humano igual. Es al revs. Al equiparar unos con otros en el cambio, como valores, sus diversos productos, lo que hacen es equiparar entre s sus diversos trabajos, como modalidades de trabajohumano. No lo saben, pero lo

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  • CLASE N 2: El fetichismo de la mercanca, y su secreto Escrito por El Arado y El MarJueves, 19 de Abril de 2012 17:24hacen.30 Por tanto, el valor no lleva escrito en la frente lo que es. Lejos de ello, convierte a todos los productos del trabajo en jeroglficos sociales. Luego, vienenlos hombres y se esfuerzan por descifrar el sentido de estos jeroglficos, por descubrir elsecreto de su propio producto social, pues es evidente que el concebir los objetos tiles como valores es obra social suya, ni ms ni menos que el lenguaje. El descubrimiento cientfico tardo de que los productos deltrabajo, considerados como valores, no son ms que expresiones materiales del trabajo humanoinvertido en su produccin, es un descubrimiento que hace poca en la historia del progresohumano, pero que no disipa ni mucho menos la sombra material que acompaa al carctersocial del trabajo. Y lo que slo tiene razn de ser en esta forma concreta de produccin, en laproduccin de mercancas, a saber: que el carcter especficamente social de los trabajosprivados independientes los unos de los otros reside en lo que tienen de igual comomodalidades que son de trabajo humano, revistiendo la forma del carcter de valor de los productos del trabajo, sigue siendo para losespritus cautivos en las redes de la produccin de mercancas, aun despus de hecho aqueldescubrimiento, algo tan perenne y definitivo como la tesis de que la descomposicin cientficadel aire en sus elementos deja intangible la forma del aire como forma fsica material. Lo que ante todo interesa prcticamente a los que cambian unos productos por otros, es sabercuntos productos ajenos obtendrn por el suyo propio, es decir, en qu proporciones secambiarn unos productos por otros. Tan pronto como estas proporciones cobran, por la fuerzade la costumbre, cierta fijeza, parece como si brotasen de la propia naturaleza inherente a losproductos del trabajo; como si, por ejemplo, 1 tonelada de hierro encerrase el mismo valor que2 onzas de oro, del mismo modo que 1 libra de oro y 1 libra de hierro encierran un peso igual,no obstante sus distintas propiedades fsicas y qumicas. En realidad, el carcter de valor delos productos del trabajo slo se consolida al funcionar como magnitudes de valor. Estascambian constantemente, sin que en ello intervengan la voluntad, el conocimiento previo ni losactos de las personas entre quienes se realiza el cambio. Su propio movimiento social cobra asus ojos la forma de un movimiento de cosas bajo cuyo control estn, en vez de ser ellosquienes las controlen. Y hace falta que la produccin de mercancas se desarrolle en toda suintegridad, para que de la propia experiencia nazca la conciencia cientfica de que los trabajos

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  • CLASE N 2: El fetichismo de la mercanca, y su secreto Escrito por El Arado y El MarJueves, 19 de Abril de 2012 17:24privados que se realizan independientemente los unos de los otros, aunque guarden entre s yen todos sus aspectos una relacin de mutua interdependencia, como eslabones elementalesque son de la divisin social del trabajo, pueden reducirse constantemente a su grado de proporcin social, porque en las proporciones fortuitas y sin cesar oscilantes de cambio de sus productos se impone siempre como ley natural reguladora el tiempo de trabajo socialmente necesario para su produccin, al modo como seimpone la ley de la gravedad cuando se le cae a uno la casa encima.La determinacin de la magnitud de valor por el tiempo de trabajo es, por tanto, el secreto quese esconde detrs de las oscilaciones aparentes de los valores relativos de las mercancas. Eldescubrimiento de este secreto destruye la apariencia de la determinacin puramente casualde las magnitudes de valor de los productos del trabajo, pero no destruye, ni mucho menos, suforma material. La reflexin acerca de las formas de la vida humana, incluyendo por tanto el anlisis cientficode sta, sigue en general un camino opuesto al curso real de las cosas. Comienza post festum y arranca, por tanto, de los resultados preestablecidos del proceso histrico. Las formas queconvierten a los productos del trabajo en mercancas y que, como es natural, presuponen lacirculacin de stas, poseen ya la firmeza de formas naturales de la vida social antes de quelos hombres se esfuercen por explicarse, no el carcter histrico de estas formas, queconsideran ya algo inmutable, sino su contenido. As se comprende que fuese simplemente elanlisis de los precios de las mercancas lo que llev a los hombres a investigar ladeterminacin de la magnitud del valor, y la expresin colectiva en dinero de las mercancas loque les movi a fijar su carcter valorativo. Pero esta forma acabada del mundo de lasmercancas la forma dinero , lejos de revelar el carcter social de los trabajos privados y, portanto, las relaciones sociales entre los productores privados, lo que hace es encubrirlas. Si digoque la levita, las botas, etc., se refieren al lienzo como a la materializacin general de trabajohumano abstracto, enseguida salta a la vista lo absurdo de este modo de expresarse. Y sinembargo, cuando los productores de levitas, botas, etc., refieren estas mercancas al lienzo oal oro y la plata, que para el caso es lo mismo como equivalente general, refieren sustrabajos privados al trabajo social colectivo bajo la misma forma absurda y disparatada.

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  • CLASE N 2: El fetichismo de la mercanca, y su secreto Escrito por El Arado y El MarJueves, 19 de Abril de 2012 17:24Estas formas son precisamente las que constituyen las categoras de la economa burguesa.Son formas mentales aceptadas por la sociedad, y por tanto objetivas, en que se expresan lascondiciones de produccin de este rgimen social de produccin histricamente dado que es la produccin de mercancas. Por eso, todo el misticismo del mundo de las mercancas,todo el encanto y el misterio que nimban los productos del trabajo basados en la produccin demercancas se esfuman tan pronto como los desplazamos a otras formas de produccin. Y ya que la economa poltica gusta tanto de las robinsonadas, observemos ante todo aRobinson en su isla. Pese a su innata sobriedad, Robinson tiene forzosamente que satisfacertoda una serie de necesidades que se le presentan, y esto le obliga a ejecutar diversos trabajos tiles: fabrica herramientas, construye muebles, domestica llamas, pesca, caza etc. Y no hablamosdel rezar y de otras cosas por el estilo, pues nuestro Robinson se divierte con ello y consideraesas tareas como un goce. A pesar de toda la diversidad de sus funciones productivas, l sabeque no son ms que diversas formas o modalidades del mismo Robinson, es decir, diversasmanifestaciones de trabajo humano. El mismo agobio en que vive le obliga a distribuir minuciosamente el tiempo entre sus diversas funciones. El que unas ocupan ms sitio y otras menos, dentro de suactividad total, depende de las dificultades mayores o menores que tiene que vencer paraalcanzar el resultado til apetecido. La experiencia se lo ensea as, y nuestro Robinson queha logrado salvar del naufragio reloj, libro de cuentas, tinta y pluma, se apresura, como bueningls, a contabilizar su vida. En su inventario figura una relacin de los objetos tiles queposee, de las diversas operaciones que reclama su produccin y finalmente del tiempo de trabajo que exige, por trmino medio, la elaboracin de determinadas cantidades de estos diversosproductos. Tan claras y tan sencillas son las relaciones que median entre Robinson y losobjetos que forman su riqueza, riqueza salida de sus propias manos, que hasta un seor M.Wirth podra comprenderlas sin estrujar mucho el caletre. Y, sin embargo, en esas relacionesse contienen ya todos los factores sustanciales del valor. Trasladmonos ahora de la luminosa isla de Robinson a la tenebrosa Edad Media europea.Aqu, el hombre independiente ha desaparecido; todo el mundo vive sojuzgado: siervos yseores de la gleba, vasallos y seores feudales, seglares y eclesisticos. La sujecin personalcaracteriza, en esta poca, as las condiciones sociales de la produccin material como las

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  • CLASE N 2: El fetichismo de la mercanca, y su secreto Escrito por El Arado y El MarJueves, 19 de Abril de 2012 17:24relaciones de vida cimentadas sobre ella. Pero, precisamente por tratarse de una sociedadbasada en los vnculos personales de sujecin, no es necesario que los trabajos y losproductos revistan en ella una forma fantstica distinta de su realidad. Aqu, los trabajos y losproductos se incorporan al engranaje social como servicios y prestaciones. Lo que constituye laforma directamente social del trabajo es la forma natural de ste, su carcter concreto, y no sucarcter general, como en el rgimen de produccin de mercancas. El trabajo del vasallo semide por el tiempo, ni ms ni menos que el trabajo productivo de mercancas, pero el siervosabe perfectamente que es una determinada cantidad de su fuerza personal de trabajo la queinvierte al servicio de su seor. El diezmo abonado al clrigo es harto ms claro que lasbendiciones de ste. Por tanto, cualquiera que sea el juicio que nos merezcan los papeles queaqu representan unos hombres frente a otros, el hecho es que las relaciones sociales de laspersonas en sus trabajos se revelan como relaciones personales suyas, sin disfrazarse derelaciones sociales entre las cosas, entre los productos de su trabajo. Para estudiar el trabajo comn, es decir, directamente socializado, no necesitamosremontarnos a la forma primitiva del trabajo colectivo que se alza en los umbrales histricos detodos los pueblos civilizados.33La industria rural y patriarcal de una familia campesina, de esasque producen trigo, ganado, hilados, lienzo, prendas de vestir, etc., para sus propiasnecesidades, nos brinda un ejemplo mucho ms al alcance de la mano. Todos esos artculosproducidos por ella representan para la familia otros tantos productos de su trabajo familiar,pero no guardan entre s relacin de mercancas. Los diversos trabajos que engendran estosproductos, la agricultura y la ganadera, el hilar, el tejer y el cortar, etc., son, por su formanatural, funciones sociales, puesto que son funciones de una familia en cuyo seno reina unadivisin propia y elemental del trabajo, ni mas ni menos que en la produccin de mercancas.Las diferencias de sexo y edad y las condiciones naturales del trabajo, que cambian al cambiarlas estaciones del ao, regulan la distribucin de esas funciones dentro de la familia y el tiempoque los individuos que la componen han de trabajar. Pero aqu, el gasto de las fuerzasindividuales de trabajo, graduado por su duracin en el tiempo, reviste la forma lgica y naturalde un trabajo determinado socialmente, ya que en este rgimen las fuerzas individuales detrabajo slo actan de por s corno rganos de la fuerza colectiva de trabajo de la familia. Finalmente, imaginmonos, para variar, una asociacin de hombres libres que trabajen conmedios colectivos de produccin y que desplieguen sus numerosas fuerzas individuales detrabajo, con plena conciencia de lo que hacen, como una gran fuerza de trabajo social. En esta

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  • CLASE N 2: El fetichismo de la mercanca, y su secreto Escrito por El Arado y El MarJueves, 19 de Abril de 2012 17:24sociedad se repetirn todas las normas que presiden el trabajo de un Robinson, pero concarcter social y no individual. Losproductos de Robinson eran todos producto personal y exclusivo suyo, y por tanto objetosdirectamente destinados a su uso. El producto colectivo de la asociacin a que nos referimos es un producto social. Una parte de este producto vuelve a prestar servicio bajo la forma de medios de produccin.Sigue siendo social. Otra parte es consumida por los individuos asociados, bajo forma demedios de vida. Debe, por tanto, ser distribuida. El carcter de esta distribucin variar segn el carcter especial del propio organismo social deproduccin y con arreglo al nivel histrico de los productores. Partiremos, sin embargo, aunqueslo sea a ttulo de paralelo con el rgimen de produccin de mercancas, del supuesto de quela participacin asignada a cada productor en los medios de vida depende de su tiempo de trabajo. En estas condiciones, el tiempo de trabajo representara, como se ve, una doble funcin. Sudistribucin con arreglo a un plan social servir para regular la proporcin adecuada entre lasdiversas funciones del trabajo y las distintas necesidades. De otra parte y simultneamente, eltiempo de trabajo servira para graduar la parte individual del productor en el trabajo colectivo y,por tanto, en la parte del producto tambin colectivo destinada al consumo. Como se ve, aqulas relaciones sociales de los hombres con su trabajo y los productos de su trabajo sonperfectamente claras y sencillas, tanto en lo tocante a la produccin como en lo que se refiere ala distribucin. La forma mercanca es la forma ms general y rudimentaria de la produccin burguesa, raznpor la cual aparece en la escena histrica muy pronto, aunque no con el carcter predominantey peculiar que hoy da tiene; por eso su fetichismo parece relativamente fcil de analizar. Peroal asumir formas mas concretas, se borra hasta esta apariencia de sencillez. De dndeprovienen las ilusiones del sistema monetario? El sistema monetario no vea en el oro y laplata, considerados como dinero, manifestaciones de un rgimen social de produccin, sinoobjetos naturales dotados de virtudes sociales maravillosas. Y los economistas modernos, quemiran tan por encima del hombro al sistema monetario no caen tambin, ostensiblemente, enel vicio del fetichismo, tan pronto corno tratan del capital? Acaso hacetanto tiempo que se ha des-vanecido la ilusin fisiocrtica de que la renta del suelo brotaba dela tierra, y no de la sociedad?

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  • CLASE N 2: El fetichismo de la mercanca, y su secreto Escrito por El Arado y El MarJueves, 19 de Abril de 2012 17:24Pero no nos adelantemos y limitmonos a poner aqu un ejemplo referente a la propia forma delas mercancas. Si stas pudiesen hablar, diran: es posible que nuestro valor de uso intereseal hombre, pero el valor de uso no es atributo material nuestro. Lo inherente a nosotras, comotales cosas, es nuestro valor. Nuestras propias relaciones de mercancas lo demuestran.Nosotras slo nos relacionamos las unas con las otras como valores de cambio. Oigamosahora cmo habla el economista, leyendo en el alma de la mercanca: el valor (valor de cambio) es un atributo de las cosas, la riqueza (valor de uso) un atributo del hombre. El valor, considerado en este sentido, implicanecesariamente el cambio; la riqueza, no.La riqueza (valor de uso) es atributo del hombre; el valor, atributo de las mercancas. Un hombre o una sociedad son ricos; una perla o un diamante son valiosos... Una perla o un diamante encierran valor como tal perla o diamante. Hasta hoy, ningn qumico ha logrado descubrir valor de cambio en el diamante o en la perla.Sin embargo, los descubridores econmicos de esta sustancia qumica, jactndose de su gransagacidad crtica, entienden que el valor de uso de las cosas es independiente de suscualidades materiales y, en cambio, su valor inherente a ellas. Y en esta opinin los confirma laperegrina circunstancia de que el hombre realiza el valor de uso de las cosas sin cambio, en un plano de relaciones directas con ellas, mientras que el valor slo se realiza mediante el cambio, es decir, en un proceso social. Oyendo esto, se acuerda uno de aquel buen Dogberry, cuando le deca a Seacoal, el sereno:La traza y la figura las dan las circunstancias, pero el saber leer y escribir es un don de la naturaleza.

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