Colombia Internacional No. 33

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Universidad de los Andes, Colombia Facultad de Ciencias Sociales Departamento de Ciencia Política Revista de libre acceso Consúltela y descárguela http://colombiainternacional.uniandes.edu.co/

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dencia de la misma respecto de los procesos políticos internos de un Estado. Se hará un énfasis en los conceptos de identidad nacional, imagen nacional y formas de expresar y proyectar esa imagen en el sistema in-ternacional a través de la polí-tica exterior.

Sección

Política Exterior

de Colombia

Identidad e imagen

nacional: variables internas

de la política exterior

Francisco Robles*

La política exterior de un Estado forma parte integral del conjunto de actividades que determinan su existencia y participación en el sistema internacional. Por consiguiente, el análisis de la política exterior ha sido una preocupación constante de los practicantes y académicos en la materia (Newson 1995). Los elementos o factores que contribuyen a su desarrollo igualmente han sido objeto de detallados estudios, con los que se ha buscado establecer la construcción y ejecución de la misma. La diversidad de análisis sugiere que la política exterior es producto de una variada serie de factores que confluyen en los mecanismos estatales para crearla. El objetivo de este artículo es resaltar la importancia de la dinámica interna en el desarrollo de la imagen de un Estado. Para tal efecto, se señalará la relevancia e incidencia de factores nacionales en la formulación de la política exterior, para así intentar estable-cer una relación de depen-

Política exterior y el estudio de las relaciones internacionales

Desde sus inicios, los análisis de política exterior dentro de la disciplina de las relaciones internacionales han estudiado la toma de decisiones en este campo. Este tipo de análisis parte de la premisa de que la principal fuente de cambio en el sistema internacional es el ser humano, quien actúa de una forma individual o colectiva (Hudson 1995: 210). Sin embargo, este enfoque se ha concentrado en estudiar el comportamiento de los actores principales en el proceso de toma de decisiones, tales como los jefes de Estado y de gobierno, ministros, congresistas, embajadores, personal militar, entre otros. En efecto, este tipo de análisis se ha limitado a estudiar este pequeño grupo de actores poderosos y su incidencia en los procesos de relaciones exteriores. Posteriormente, las escuelas realistas y neorrealista de las relaciones internacionales le han negado un papel significativo a la dinámica interna o doméstica de una nación en el desarrollo de la política exterior1.

Desde esta perspectiva, las relaciones internacionales de las naciones son el resultado

Profesor - investigador de la Facultad de ciencia política y relaciones internacionales de la Pontificia Universidad Javeriana. Esta apreciación también se puede hacer de la teoría de la dependencia, reconociendo las marcadas diferencias entre esta teoría y las dos escuelas mencionadas.

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de acciones y reacciones ante circunstancias y coyunturas externas. La dinámica interna de una nación, según esta visión, no incide en el proceso de formulación y ejecución de su política exterior. El enfoque realista considera que el Estado o nación es un actor racional que desarrolla una política exterior basado en un cálculo de los riesgos y oportunidades presentados por el sistema internacional (compuesto por otros actores unitarios y racionales), con el objetivo de maximizar su utilidad2.

Es necesario tomar distancia frente a esta perspectiva y re-conocer el importante papel que juega la actividad doméstica sobre la política exterior. De esta forma se podrá analizar el comportamiento de una nación asumiendo una igualdad de condiciones en el sistema internacional y contestar preguntas como las siguientes: ¿por qué dos naciones con el mismo nivel de poder responden de forma distinta a los mismos estímulos? ¿Por qué una nación altera significativamente su comportamiento sin que se observen mayores cambios en el sistema internacional? ¿En qué medida los diferentes factores internos alteran la política exterior de los Estados?

Sin duda, los factores internos de una nación contribuyen a éste y otro tipo de cambios, al igual que a la formulación misma de la política exterior. Factores internos como la política electoral, los sentimientos na-cionalistas, los conflictos étni-cos internos y la opinión públi-ca, entre otros, adquieren una

relevancia innegable en el aná-lisis moderno de las relaciones exteriores de las naciones. Es importante resaltar que, adop-tando este enfoque, no se pre-tende excluir ni minimizar el resto de elementos del sistema internacional de los procesos de toma de decisiones en política exterior. Más bien, se pretende sugerir una visión más amplia y clara de la política exterior dentro del estudio de las relaciones internacionales. Co-mo lo indica Marcelo Lasagna, "...la política interna es un factor explicativo importante no exclusivo de la conducta de política exterior de un Estado" (Lasagna 1995: 388). Cabe preguntarse, ¿qué tipos de ac-tividad interna inciden en la política exterior? En este senti-do, el presente estudio se cen-trará en el examen de la identi-dad nacional y la opinión pú-blica como contribuyentes significativos al proceso de to-ma de decisiones en política exterior.

El proceso de toma de deci-siones en política exterior re-fleja las posibilidades y limita-ciones de la dinámica interna de una nación. La capacidad de las naciones para incidir en el sistema internacional es condicionada no sólo por los otros actores internacionales, sino también por el desarrollo de la política doméstica. De esta forma, los que formulan la política exterior de una nación deben tomar en cuenta la polí-tica interna. El proceso de toma de decisiones puede consi-derarse como un juego de dos niveles. Los líderes de una na-ción simultáneamente tienen que desarrollar un juego de

Política internacional y un juego de política doméstica con cada decisión de política exterior. Más aún, "el líder puede utilizar estratégicamente los desarrollos a un nivel para afectar las decisiones tomadas en el otro" (Hudson 1995:227).

Esto permite establecer una clara dependencia en la relación entre la formulación de la política exterior y los factores internos. Efectivamente, la po-lítica exterior es una política gubernamental, y si bien es de una naturaleza distinta a las demás políticas públicas, afecta de igual forma a la población nacional. Por ejemplo, una política exterior relacionada con la imposición de sanciones comerciales o arancelarias, puede ocasionar repercusiones tan concretas para el sector productivo del país como una política pública destinada a controlar los precios internos de un producto o la oferta misma. Inclusive, la formulación e implementación de la política exterior adquiere una mayor importancia porque estas decisiones afectan a toda la nación, y no solamente a algunos sectores, como sería el caso con la mayoría de las políticas públicas.

Identidad nacional

En los últimos años, un cre-ciente número de analistas ha destacado la importancia de incluir las teorías de identidad e imagen al estudio de la política exterior de las naciones (Cottam y Shih 1992; Sampson 1987; Skidmore y Hudson 1993). Ellos han incorporado la concepción nacional y los as-

Para una discusión general del concepto del actor racional como teoría de comportamiento político, ver Losada, Rodrigo (1986), Clientelismo y elecciones. Bogotá: Pontificia Universidad Javeriana.

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pectos culturales y sociales al estudio de la política exterior. Estos avances han permitido ampliar al espectro de ñas relaciones internacionales para así incluir elementos cognoscitivos y culturales como relevantes es este campo de análisis. El concepto de nación, tanto cultural como política, encuentra una pertinencia dentro del sistema internacional. En este artículo, se considera a la nación como un pueblo caracterizado por una disimilitud hacia afuera y una semejanza hacia adentro en el terreno sociocultural y q aspira a disfrutar de una organización política propia: (Pastor 1994: 12). El termino “nación” en este estudio hace referencia a la nación política, es decir, a aquélla que ha logrado una autonomía y autodeterminación. Es incluso una realidad jurídico-social que se acerca al concepto de Estado-nación3. La teoría de identificación considera a la identificación nacional como un componente fundamental de la construcción de la nación moderna. Una de las premisas principales de esta teoría expone que al lograrse una identificación general de la nación, existiría una tendencia de comportamiento entre de los individuos que crean esa identidad (y que conforman la opinión pública) hacia la defensa y la proyección de esa identidad nacional compartida (Bloom 1990:79). En efecto, la opinión pública buscará asegurar, proteger y proyectar esa identidad. Este proceso psicológico/social mediante la cual la opinión pública puede ser movilizada en relación con

su contexto internacional se denomina la “dinámica de la identidad nacional”. La dinámica de la identidad nacional sugiere la existencia de una relación directa y estrecha entre la opinión pública masiva dentro de una nación y las relaciones internacionales de la misma. A partir de esa premisa, se entiende que la opinión pública (representada en la dinámica de la identidad nacional) se movilizará cuando perciba que la identidad nacional está amenazada o que existe la posibilidad de proyectarla. Aquí se encuentra la verdadera importancia de la dinámica de la identidad nacional: esta manifestación por sí misma tiene el potencial para incidir en las relaciones internacionales de una nación. La dinámica de la identidad nacional es un actor específico (aunque no siempre tangible), y por lo tanto un componente del proceso de toma de decisiones en política exterior. Esta afirmación pretende otorgar un reconocimiento formal y especifico a la dependencia existente entre el ámbito internacional y los factores y procesos domésticos de una nación. Incluso, la teoría de identificación señala las características estructurales de la relación entre la dinámica de la identidad nacional, los actores estatales en el proceso de forma de decisiones y el contexto internacional. Bloom plantea la naturaleza de esta relación de la siguiente manera:

El estado, en términos de sus decisiones de política exterior, puede activar, manipular, apropiarse ó ser manipulado por la dinámica de la identidad nacional. (…) la dinámica de la identidad nacional puede ser activada por imágenes internacionales manipuladas por el gobierno o por otros actores (Bloom 1990: 80)4. De esta forma se puede apreciar cómo la opinión pública masiva, a través de la dinámica de la identidad nacional, se convierte en un actor, bien sea activo o pasivo, en el proceso de formulación de política exterior. Para tal efecto, se puede afirmar que la opinión pública masiva siempre relacionará negativamente ante las políticas que puedan ser percibidas como amenazantes de la identidad nacional. Es decir, cuando una política (propuesta o implementada) vaya de alguna forma en contra de los valores o ideales de la identidad nacional, la opinión pública expresara su inconformidad y reaccionará adversamente a esta medida. De igual manera, siempre reaccionará positivamente ante las políticas que protegen o proyectan la identidad nacional. Las reacciones por parte de la opinión pública se manifiestan por medio de la dinámica de la identidad nacional, que es el resultado de la actividad y las circunstancias políticas domésticas en cada nación. Por ende, existe una competencia entre los actores de la política doméstica para definir y utilizar (y a veces, manipular) la dinámica de la identidad nacional para obtener beneficios

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electorales. Esta dinámica también funciona como agente forjador del proceso de construcción de la nación, en-tendiendo que puede ser mo-vilizada en relación con el con-texto internacional para lograr la consolidación del Estado-nación. De esta forma, se puede afirmar que ningún gobierno puede ignorar la dinámica de la identidad nacional como fuerza interna de movilización y competencia, así como factor en el proceso de formulación de política exterior. En efecto, la política exterior de un gobierno puede ser dictada tanto por las realidades políticas domésticas como por el estado actual de sus relaciones externas y el contexto internacional. ¿Cómo puede ser utilizada la dinámica de la identidad na-cional en la formulación de po-lítica exterior? De lo anterior se concluye que la política exterior puede utilizar la dinámica de la identidad nacional para aportar al proceso de construcción de la nación. La política exterior puede servir como una herramienta para crear una situación en la cual la opinión pública percibe una amenaza para esa identidad colectiva o una oportunidad para protegerla y fortalecerla.

En una situación hipotética, el gobierno de un Estado se presenta como la figura princi-pal en la defensa de la identidad nacional. En este contexto, el gobierno se funde con la nación y el sentimiento nacional en la representación de la identidad nacional. En efecto, el gobierno logra encarnar la dinámica de la identificación nacional y, por lo tanto, se convierte en su principal agente. En ese momento, la dinámica de la identidad nacional tiene la posibilidad de manifestarse

de dos formas. En la primera de ellas, puede ser utilizada por la política exterior para lograr un objetivo específico (casi siempre relacionado con la política nacional). En la segunda, condiciona la formulación de la política exterior en torno a un objetivo dentro del sistema internacional.

En el primer caso, la dinámica de la identidad nacional puede ser manipulada por un gobierno para a) sustraer la atención sobre un problema o disensión política interna, o b) lograr una integración política interna. De acuerdo con ello, no sería coincidencial el hecho de que un gobierno pretenda desviar la atención de la opinión pública de una crisis doméstica creando (o buscando) el involucramiento en una crisis internacional. En el segundo caso, se sugiere que la dinámica de la identidad na-cional en cuanto al uso y proli-feración de armas nucleares puede ser tan fuerte como para llevar a un gobierno (como en Nueva Zelanda) a adoptar una política exterior acorde con ese sentimiento.

Es imperativo anotar que la dinámica de la identidad na-cional puede ser movilizada igualmente por actores no es-tatales, debido a que es la mo-vilización más global posible dentro de una nación. En cierto sentido, incluye a toda la po-blación, independientemente de las diferencias políticas, económicas, religiosas y cultu-rales. Esta cualidad le otorga un alto nivel de importancia para cualquier esfuerzo relacionado con la identidad e imagen de una nación.

Para entender mejor la relación entre la dinámica de la identidad nacional y el proce-

so de toma de decisiones en política exterior, William Bloom (1990: 89) ofrece la si-guiente taxonomía: 1) La identidad nacional como recurso de política exterior. En esta instancia, los gobiernos evocan la dinámica de la identidad nacional para lograr objetivos específicos de la política exterior.

2) La política exterior como herramienta para la construcción de la nación. Aquí los gobiernos utilizan la política exterior para evocar la dinámica de la identidad nacional para efectos de construcción de la nación.

3) La dinámica de la identidad nacional, activada por actores no estatales, influye en la política exterior. Otros actores pueden movilizar la dinámica de la identidad nacional y, una vez lograda esta movilización, ésta influye en la toma de decisiones en política exterior de un gobierno.

Los ejemplos presentados en el Cuadro 1 permiten visualizar estas tres categorías. La política anti-imperialista (específicamente anti-Estados Unidos) del gobierno de Fidel Castro se ubica en la casilla 1. A partir de la Revolución Cu-bana, el gobierno de la isla implemento una estrategia comunicativa para movilizar la opinión pública masiva alrededor de la política exterior existente. Esto se logró invocando una aparente amenaza a la identidad nacional.

En la casilla 2, se presenta la provocación del conflicto de las Islas Malvinas en 1982 por parte del gobierno argentino. La junta militar argentina con-

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sideró el reclamo de las islas como un factor decisivo en la construcción de la nación. Evocando sentimientos nacio-nalistas en cuanto a la soberanía argentina sobre las Islas Malvinas, el gobierno, a través de la política exterior, movilizó la dinámica de la identidad na-cional para intentar construir y fortalecer el nacionalismo.

La casilla 3 presenta el senti-miento anticomunista y de contención experimentado en Estados Unidos después de la Segunda Guerra Mundial. Este sentimiento de temor penetró la dinámica de la identidad nacional norteamericana a tal punto que logró convertirse en el principal catalizador de la política exterior de Estados Unidos durante el período de la Guerra Fría.

Creación de imagen nacional

El concepto de imagen se con-sidera como "una fabricación humana impuesta sobre un surtido de atributos percibidos de un objeto, evento o persona" (Nimmo y Savage 1976: 8). Para cada individuo, una imagen representa lo que él piensa del mundo que lo rodea, y no necesariamente lo que realmente es. Como seres humanos, los hombres actúan de acuerdo con esta percepción propia del mundo, independientemente de si es acertada o no.

En el contexto internacional, las imágenes importantes son aquéllas que una nación o Es-tado tiene de sí mismo y de las demás naciones y actores que conforman el sistema interna-cional. Inmediatamente se evi-dencia una complicación en este concepto: la imagen de una nación es el conjunto de

Casilla 1

Identidad nacional como recurso de

política exterior

Política anti imperialista de Cuba post-1959

las diversas imágenes (incluso conflictivas) existentes al inte-rior de la misma. Adicional-mente, esta imagen está com-puesta por las múltiples imá-genes que existen en el exterior de la nación. En medio de esta diversidad y complejidad de imágenes de un país, no es fácil establecer cuál predominará en un momento dado, ni por qué razones. En otras palabras, ¿existe sólo una imagen de un país, o varias? Se considera pertinente es-tablecer una distinción entre la "imagen nacional" y la "imagen de un país o de un Estado". La imagen nacional es esencialmente la imagen histó-rica y propia de un pueblo; "se extiende a través del tiempo, hacia atrás, a un pasado su-puestamente documentado o quizás hacia un pasado mito-lógico y hacia adelante aun fu-turo imaginado" (Boulding 1961: 393). La imagen nacional puede ser transmitida oral e informalmente o de manera más formal por medio de la educación, así como de otros procesos y canales de sociali-zación y politización.

De esto se puede deducir que entre más consciente sea un pueblo de su historia colectiva, más fuerte será su imagen nacional. Su creación, los

Casilla 3

Dinámica de la

identidad nacional, activada por actores no estatales, influye en la política

exterior

Sentimiento anticomunista

en Estados Unidos

eventos y experiencias de gran magnitud compartidos por el pueblo, son de suma impor-tancia puesto que crean una sensación de pertenencia. Esta, a su vez, produce una iden-tificación que ayuda a diferen-ciar a una nación cultural de otras. Lo importante de estas experiencias es que son colec-tivas, así sea en la memoria co-lectiva histórica de la nación. De ello depende que la imagen nacional sea compartida por toda la población. Se puede apreciar, entonces, cómo las guerras, invasiones y conquistas han sido elementos decisivos en la creación y sostenimiento de las imágenes nacionales.

Kenneth Boulding (1961: 392) sugiere que la imagen nacional puede ser dividida en dos imágenes representativas: 1) la imagen de un grupo pequeño y poderoso de personas que toman las decisiones de política exterior, y 2) la imagen de la masa de personas ordinarias que son afectadas por estas decisiones, pero que no participan en la formulación de las políticas. Se puede establecer un paralelo entre estos dos tipos de imágenes y la dinámica de la identidad nacional mencionada anteriormente. El reconocimiento y apoyo (así sea tácito) por parte de la

CUADRO1RELACIÓN ENTRE LA DINÁMICA DE LA IDENTIDAD NACIONAL Y EL PROCESO

DE TOMA DE DECISIONES EN POLÍTICA EXTERIOR

Casilla 2

Política exterior comoherramienta para la construcción

de la nación

Perspectiva argentina del conflicto de las Islas

Malvinas

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masa al grupo pequeño y po-deroso es indispensable. Es más, el grupo pequeño está siempre obligado a representar a la masa por lo menos en un mínimo grado. Por otro lado, el grupo poderoso tiene la capacidad de manipular y orientar las imágenes de la masa para que estén conformes con la suya.

En este punto, es necesario anotar que bajo ninguna circunstancia las imágenes nacionales son impuestas por el grupo poderoso sobre la masa. Al contrario, la imagen nacional es esencialmente una imagen de la masa; el grupo poderoso adopta y comparte esa imagen mas no trata de imponerla. Esto se debe a que las percepciones de nacionalismo e identidad cultural se originan principalmente en la niñez y dentro del núcleo familiar. En cierto sentido, la imagen de la masa sirve como base para la formación de la imagen del grupo poderoso; esta última puede ser un reflejo o una variación de la imagen original. En los casos en que una imagen nacional sea impuesta por el grupo poderoso sobre la masa, esta imagen tenderá a ser frágil y temporaria.

La imagen de un Estado

En la formación de la imagen de un Estado influyen los objetivos deseados y las condiciones impuestas para la creación de este concepto. Ningún Estado cuenta con la autonomía suficiente dentro del sistema internacional para proyectar una imagen ideal sin considerar el total de condiciones dictadas por el propio sistema de naciones. En este sentido, la imagen de un país no es "creada" sino interpretada. El resultado final depende de un equi-

librio entre la proyección e im-posición de conceptos. De igual forma, los promotores de la imagen de un Estado son varios, cada cual con distintos objetivos y herramientas disponibles para su implementa-ción.

En el caso de los objetivos, éstos pueden ser de cuatro tipos. El primero se refiere al es-tablecimiento de la credibilidad de un gobierno ante sus semejantes en la comunidad de naciones. El segundo constituye la creación de una "posición" dentro del sistema internacional. Ello se refiere a la necesidad de un país de establecer relaciones con otros países tomando en cuenta el balance de poder existente. El tercer objetivo corresponde a la defensa del honor o integridad de un país ante un reclamo o acusación injusta. El cuarto implica la creación y promoción de un "nuevo" perfil para el país.

Asimismo, los promotores de la imagen de un país los principales son los gobiernos difieren en sus intereses y métodos de acción. Estos actores estatales, en su condición de representantes de una nación política, establecen estrategias y criterios para el mejor manejo de imagen del país a nivel diplomático. Otros pro-motores importantes son los actores no-estatales; éstos in-cluyen a las grandes empresas, organizaciones no-guberna-mentales e individuos. Estos actores pueden afectar la imagen de un país a través de campañas de publicidad e incluso indirectamente por medio de un reconocimiento e identificación comercial.

Al tratar el tema de la imagen de un país o Estado, nece-

sariamente se tiene que resaltar la percepción que tienen de ese Estado otros actores externos. En la sección anterior se mencionó brevemente la posibilidad de crear o interpretar una imagen. Igualmente, se estableció que son varios los actores (incluyendo los no estatales) que construyen y promueven la imagen de una nación. Se puede, entonces, considerar la proyección de la imagen de una nación y de esa forma poder entender mejor el concepto de este tipo de imagen.

Identidad nacional e imagen de un país

¿Cómo se relacionan la imagen nacional y la imagen de un país con la política exterior y la recepción de esa imagen en el exterior? Una rápida revisión de lo anteriormente expuesto permitirá entender esta relación. En primer lugar, la imagen nacional es un fenómeno doméstico, estrechamente ligado a la experiencia histórica colectiva de un pueblo. Esta imagen es una autoubicación por parte de la nación cultural y está directamente asociada con la identidad nacional. El concepto de imagen es creado por actores nacionales que buscan resaltar unas caracte-rísticas específicas, y por las condiciones y reacciones externas al país. La imagen de un país o Estado es, por naturaleza, una realidad de doble vía, en la cual características y percepciones son proyectadas e impuestas.

La política exterior se puede considerar como el "área de actividad gubernamental que es concebida como las relaciones entre el Estado y otros actores, particularmente otros Estados (pero no exclusiva-

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mente), en el sistema interna-cional" (Lasagna 1995: 389). Un componente importante de esta definición es que la política exterior es una responsabilidad de los actores estatales, en particular del gobierno. La po-lítica exterior, entonces, consti-tuye una función propia de los gobiernos, con fines y alcances bien delimitados.

Es preciso anotar que se asume que la política exterior de un Estado es propiamente una actividad gubernamental, de carácter oficial, desarrollada por las instituciones y otros agentes debidamente facultados para realizar tales funciones. Es por esta razón que se puede hablar de una sola posición estatal frente a cualquier decisión en materia de política exterior. Estas decisiones son tomadas por los agentes apropiados y representan la posición unificada de un gobierno. Sin embargo, el ejercicio de la política exterior también debe reflejar los intereses de nación en su totalidad, y por lo tanto es indispensable tomar en cuenta la dinámica doméstica en su creación.

Formas de proyectar la imagen nacional

Los actores oficiales no son los únicos con capacidad de pro-yectar la imagen de un país en el exterior. Como se señaló an-teriormente, existen varios ac-tores, así sean individuos o co-lectividades, que pueden hacerlo, y con frecuencia cum-plen esta función. Quizás el más claro ejemplo es el sector empresarial o económico de un país. Productos y empresas

con proyección internacional contribuyen sustancialmente a la creación y promoción de la imagen de un país en el exterior, mediante campañas publicitarias y un reconocimiento a nivel internacional.

La tarea desarrollada por el sector privado puede ser com-parada con la ejecución de la política exterior por parte del Estado. Ambas actividades tienen como principal objetivo una injerencia efectiva y fun-cional en sus respectivos cam-pos de acción dentro del sistema internacional; el sector privado busca penetrar y operar exitosamente en el mercado in-ternacional de sus productos, mientras que la política exterior estatal busca promover y conseguir unos objetivos que beneficien al país. Ambas acti-vidades tienen en común, así sea a nivel secundario, la con-secución de una imagen positiva del país en el plano interna-cional. Una política exterior efi-caz, al igual que una estrategia de mercadeo eficiente, logra mejorar la imagen de un Estado y todo lo relacionado con éste en el sistema internacional.

Es así como la proyección de la imagen de un país va más allá de los esfuerzos diplomáticos realizados por parte de los actores estatales. Esta imagen no puede reducirse a las políticas gubernamentales y posiciones oficiales creadas y ejecutadas por medio de una política exterior. La imagen de un país incluye los aspectos económicos, físicos, culturales y sociales, entre otros, que dis-tinguen a un Estado de los de-más actores estatales. En con-

secuencia, se puede promover la imagen de un país en estas diferentes esferas y por los agentes correspondientes. De esta forma, se puede argumentar que, efectivamente, existen varias "subimágenes" que conjuntamente crean la imagen de un país. Con esto en mente, es posible entender cómo la imagen de un país (por medio de las subimágenes) puede ser pro-yectada con técnicas y filosofías del mercadeo tradicional. Estos esfuerzos buscan lograr un posicionamiento en el sistema internacional, adaptando los principios utilizados para promover productos y servi-cios5. Es factible visualizar este concepto definiendo un país como una organización que ofrece varios productos o ser-vicios, y el sistema internacional como los consumidores de esos productos (o inclusive, del país mismo). Siguiendo este raciocinio, se puede proponer una imagen de marca de un país, siendo ésta "la percepción que tienen los consumidores directos, indirectos, reales y potenciales de los países" (Valls 1992:29). Esta imagen de marca se forma "como resultado de todas las impresiones recibidas por los consumidores... independientemente de la fuente de donde provengan" (Valls 1992: 26).

Es imperativo resaltar aquí que, de acuerdo con esta perspectiva, existen varias fuentes o actores que contribuyen a la construcción de una imagen de marca de un país. Esta relación se puede expresar en una senci-lla ecuación: (Valls 1992: 90):

5 Para una discusión general sobre la imagen y su promoción en el contexto político nacional e internacional, ver: Estrada Sanín, Luis Fernando, et. al. (1991), Asesoría de imagen. Bogotá: Polimmedial Comunicaciones; y Salazar, Carlos (1988), Marketing político. Bogotá: 365 Días Editores.

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IMP = P + PAC

CUADRO 2 PROMOCIÓN DE LA IMAGEN DE MARCA DE UN PAÍS

La imagen de marca de un país (IMP) equivale al producto o la suma de todos los elementos que componen el país (P), más la política de acción comunicativa, es decir, el conjunto de instrumentos comunicativos utilizados para proyectar las características del país (PAC)6. La ecuación presenta los dos elementos indispensables para la creación y proyección de la imagen de un país: 1) el reconocimiento de que ésta es el aglomerado de varias subimágenes; y 2) la existencia de unos mecanismos (estatales o no estatales) para la promoción de esta imagen en el exterior.

El primer elemento de esta fórmula fue desarrollado en la sección anterior. La política de acción comunicativa se refiere a todos los elementos que inciden en la proyección de la imagen creada. Estos elementos no son creadores de la imagen, sino los agentes que inducen e impulsan percepciones sobre esta imagen. Concretamente, la política de acción comunicativa incluye elementos tan diversos como entidades, instituciones, sentimientos, estereotipos y preconcepciones que, dependiendo de las cir-cunstancias, contribuyen a la proyección de una imagen de un país. El Cuadro 2 demuestra esta relación.

La política de acción comu-nicativa se manifiesta en los es-cenarios interno y externo. Es decir, los agentes promotores de la imagen de un país funcionan dentro de la dinámica interna del mismo y en el sistema

internacional. De hecho, la existencia de la PAC en ambos entornos posibilita, pero a la vez dificulta, la proyección de la imagen de un país. La posibilita porque estos mecanismos a nivel nacional e internacional facilitan el desplazamiento de imagen ya creada de un nivel a otro. La IMP sólo es efectiva cuando logra difundirse en el sistema internacional; no sirve tener una positiva imagen del país si ésta no es reconocida a nivel internacional.

Sin embargo, la existencia de la PAC en ambos entornos puede dificultar la proyección de la IMP. Esto se debe a que la PAC internacional puede impulsar los mismos sentimientos y percepciones en un sentido contrario a la PAC interna. Se puede decir, entonces, que la PAC internacional es el con-junto de elementos que no pro-yecta sino impone la imagen de un país. Lo importante en esta situación es que tanto la

PAC interna como la PAC inter-nacional sean positivas o por lo menos neutrales. Si éste es el caso, se tendrá una actitud po-sitiva hacia el país y, por conse-cuencia, una conducta positiva manifestada a través de una exitosa proyección de la imagen del país.

Conclusión: identidad, imagen y política exterior

Al inicio del artículo, se esta-bleció que las decisiones de política exterior son condicio-nadas por las posibilidades y limitaciones de los procesos internos de una nación. Estas posibilidades y limitaciones están representadas en la diná-mica de la identidad nacional, que a su vez puede considerarse como un actor específico. A ello es posible agregar que la política exterior es sólo uno de los instrumentos disponibles para proyectar la imagen de un país. ¿Cómo se relacionan estos conceptos para ofrecer

Este concepto no tiene relación con la "teoría de acción comunicativa", elaborada por Jürgen Habermas en su obra La teoría de la acción comunicativa.

CreenciasCoherentes y

Factores situacionales internos/ externos Neutrales o positivos Sentimientos

FavorablesPercepción IMP

Conducta Consumo

Actitudes Positivas

Atractiva Prejuicios Factores

coyunturales internos/ externos Neutrales o positivos

Estereotipos Sugestivos

Fuente: Valls, Josep-Francesc. 1992. La imagen de marca de los países (Madrid: McGraw-Hill): 228.

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una visión integral del papel de los factores internos en el sistema internacional? La dinámica de la identidad nacional y la política exterior confluyen en el proceso de la promoción o proyección de la imagen nacional. Esta última, según la descripción anterior, es la base de la existencia de una nación cultural. El carácter de la imagen nacional es principalmente interno, puesto que este concepto permite la auto-identificación de un pueblo y sirve como eje central para la construcción de una nación política o Estado. La imagen nacional, expresada en sentimientos, valores, creencias y cualidades culturales, puede ser movilizada por la dinámica de la identidad nacional. Ésta, a su vez, puede influenciar la política exterior o puede ser manipulada por ella, para lograr propósitos es-pecíficos. En tal caso, la imagen nacional pasaría a ser un actor activo (aunque indirecto) en la formulación de la política exterior.

A través de los agentes no estatales que promueven y proyectan la imagen de un país, la identidad nacional se manifiesta, esta vez, en un sentido pasivo. La identidad na-cional, en cierta manera, es re-flejada en los productos y servicios que provienen del país. Se puede apreciar cómo es incorporada y proyectada al evaluar el conjunto de los esfuerzos y estrategias de promoción de los actores no esta-tales. En este tipo de situación, la dinámica de la identidad nacional no es activada, pero la imagen nacional pasa de ser netamente interna a ser un fenómeno con proyección internacional.

a proyección de la imagen de un Estado, al igual que su política exterior, se pueden considerar, entonces, como variables dependientes. Estos procesos, como se ha argumentado en el estudio, son condicionados, en primera instancia, por la política interna, y en segunda, por estrategias y esfuerzos de promoción no estatales. Esta dependencia radica en el hecho de que un Estado sólo puede proyectarse en el sistema internacional en la medida en que su dinámica interna lo permita. Esta relación, entonces, resalta la im-portancia de identificar y entender los diferentes factores que, sumados, juegan un papel determinante en la inserción de un Estado en el sistema internacional.

Los factores internos que afectan la política exterior de un Estado son varios. Los conceptos de imagen nacional e identidad nacional, junto con las diferentes formas de crear y proyectar la imagen de un país, ofrecen un amplio espectro de posibilidades y restricciones para la actuación de un Estado en el sistema internacional. No es posible obtener una visión completa de este panorama si el análisis se limita a los actores estatales y a la formulación de la política exterior oficial. Las fuentes o recursos domésticos que contribuyen al posicionamiento de un Estado son muchas y muy notables. La identidad nacional y su movilización efectiva tienen una importante inci-dencia en el diseño y promoción de la imagen de un país, bien sea por medio de actores estatales o no estatales.

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11

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tual?) de los autores. Algunos de ellos tienen que ver con la falta aparente de comunicación entre la ciencia política (y sus discípulos) y la ciencia eco-nómica (y sus discípulos) y las consecuencias nefastas para la conceptualización y los esfuer-zos dirigidos a efectuar estudios interdisciplinarios en las ciencias sociales.

Sección

Relaciones Económicas

Internacionales

Integración internacional:

un marco conceptual y

teórico

Algunos comentarios acerca del artículo de Franco y Robles1

Philippe De Lombaerde*

Introducción

El punto de partida de Franco y Robles (1995:16-22), el cual comparto, es que "el término 'integración' se ha convertido en un vocablo de uso común entre periodistas y políticos, sin que por ello se sepa con exactitud la dimensión conceptual del mismo". A pesar de haber claros progresos en el nivel teórico y en la práctica, parece que desde la observación de Balassa hace más de treinta años en el mismo sentido, las ciencias sociales todavía no han logrado un marco conceptual unificado y generalmente aceptado para la integración (Balassa, 1964:1).

Franco y Robles someten a debate un intento de agrupar en un modelo teórico todas las formas de interacción estatal. En este artículo, me permito responder a la llamada y hacer algunos comentarios al respecto. Los comentarios son constructivos y son, sobre todo, sugerencias para completar el modelo teórico (¿concep-

Acerca de los conceptos concertación, coordinación y cooperación

La distinción que proponen los autores entre "cooperación en sentido amplio"2 y "cooperación en sentido estricto"3 no es totalmente satisfactoria. Parecen dos formas de cooperación de las cuales la primera (conformidad entre políticas) es más profunda que la segunda (proyectos comunes de di-ferentes tipos, acuerdos selec-tivos). Posiblemente, la "coo-peración en sentido amplio" podría ser más concreta y es-pecífica que la "cooperación en sentido estricto".

El espectro que propuso Dobson (1991:3) parece, a primera vista, más adecuado (Ver Cuadro 1). La "cooperación" en este cuadro conceptual, incluye todas las formas de acercamiento, colaboración, coordinación, etc. entre estados en el nivel económico-político, sin entrar en un esquema formal de integración. La coordinación (de políticas) es enton-

Vicedecano de la Escuela de Finanzas y Comercio Exterior I.U.S.A. e Investigador del CESA. El autor agradece a Liliana Lizarazo por la lectura crítica de una versión anterior del artículo.

En un artículo reciente de A. Franco y F. Robles, "Integración: un marco teórico", Colombia Internacional, No. 30 (Abril-Junio 1995), Universidad de los Andes, los autores someten a debate un intento de agrupar en un modelo teórico todas las formas de integración económica e interacción estatal Nos permitimos responder a la llamada, haciendo algunos comentarios, tratando de clarificar algunos conceptos, y reestructurando el esquema conceptual y teórico. La "cooperación en sentido amplio" corresponde a la definición de "cooperación" de Keohane (1984: 51) y es compartida por Franco (1995:231) y Pardo (1995:245); además, como lo indica la última autora, este término se acerca a la definición de Milner (1992:468). Definición de "cooperación" según Tokatlian (1994:54).

12

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es una forma especial de coo-peración4.

La "cooperación", como término amplio en sí, incluiría entonces: proyectos comunes y acuerdos selectivos (cfr. esquema de Franco & Robles, 1995), concertación (según la defini-ción de Tokatlian, 1994:54), re-gímenes aceptados (por ejemplo, el GATT), vigilancia multi-lateral (por ejemplo en el ramo del G-7; ver Bryant & Portes, 1987:2), y coordinación de po-líticas5.

Con esta definición menos estricta, en cualquier nivel (o forma) de cooperación, la par-ticipación activa de sectores no gubernamentales es teórica-mente posible, pero a priori no necesaria como en la definición de Tokatlian (1994:51-52), y compartida por Franco y Robles (1995:17) y Franco (1995:232)6. No constituye un elemento para diferenciar entre niveles (o formas) de cooperación.

Una definición de "coordi-nación" (de políticas) en el área económica podría ser la de Van Velden (1988:1): "la coordinación de objetivos co-munes; de la escogencia, la amplitud y el momento de la toma de medidas políticas, o del intercambio de información política, expectativas y es-tructuras económicas"7.

CUADRO 1 EL ESPECTRO DE "CONFLICTO DE POLÍTICAS - INDEPENDENCIA - INTEGRACIÓN"

COOPERACIÓN

COORDINACIÓN

INTEGRACIÓN

no multidimensional y multigradual.

En cuanto a la integración económica, no existe una defi-nición generalmente aceptada. Las divergencias tienen que ver con la pregunta de si se trata de un proceso o de un estado y con la pregunta de si se trata de eliminar barreras, reducir barreras o formular nuevas políticas comunes.

Según Salvatore, por ejemplo, la (teoría de la) integración económica "se refiere a la polí-tica comercial de reducir o eli-minar en forma discriminada barreras comerciales sólo entre países confederados" (1995:321)8. Esta definición im-plica que los acuerdos comer-ciales preferenciales también son formas de integración y que el límite entre cooperación e integración se diluye. Es pre-ferible, por razones de claridad y de diferenciación de conceptos, considerar la elimi- nación de barreras (de diferen-

4 Y no un instrumento para la cooperación, como lo presenta Franco (1995:231). 5 Una interpretación de la cooperación relativamente específica pero no compartida por la mayoría de los autores es la de

Chacholiades (1992:557): "Cooperación surge del objetivo común de política de maximizar la producción mundial total y, de esta manera, promover el mayor nivel de bienestar global". La definición propuesta no descarta la distinción útil entre cooperación acordada e inducida (Franco, 1995:232).

6 Evidentemente, en la práctica, puede ser que el éxito de la cooperación inter-estatal en áreas específicas (medio ambiente, derechos humanos y sociales, paz, etc.) dependa crucialmente de la participación de la sociedad civil.

7 Esta definición parece corresponder al tratamiento que dan Krugman & Obstfeld al fenómeno sin definirlo formalmente (1995:8,287-290).Una definición poco exigente es la de Salvatore (1995:676): "La coordinación de la política macroeconómica internacional se refiere a las modificaciones de las políticas económicas nacionales en reconocimiento de interdependencia internacional".

8 Krugman (1995:295) y Chacholiades (1992:257) también consideran las diferentes formas de integración como "acuerdos comerciales preferenciales" que no necesariamente eliminan las barreras. El último incluye en la definición de integración económica a los "clubes de comercio preferencia!", como el Sistema de Preferencias de la Mancomunidad de Gran Bretaña y sus Asociados (de 1932).

Acerca de los conceptos integración, integración económica, integración política e integración social

Integración e integración económica

En el espectro de Dobson la in-tegración es presentada como la forma más intensa de inter-acción entre estados, en la parte extrema del espectro. Aunque se puede aceptar esta presentación, se trata —como lo indican también Franco & Robles (1995) de un fenóme-

CONFLICTO INDEPENDENCIA

Fuente: Dobson (1991:3).

La cooperación y la coordi-nación implican necesariamente un grado de interdependencia (Tugores Ques, 1995:123; cfr. infra).

Finalmente, el espectro de Dobson, ya discutido, ofrece además la ventaja de incluir una forma especial de interacción estatal, como lo es el conflicto.

13

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tes tipos) como elemento esen-cial de la integración. Esto no excluye la posibilidad de que se realice a través de un proceso, pero define la meta final. La definición de Balassa es enton-ces todavía válida:"(...) la inte-gración económica como un proceso y como una situación de las actividades económicas. Considerada como un proceso, se encuentra acompañada de medidas dirigidas a abolir la discriminación entre unidades económicas pertenecientes a diferentes naciones; vista como una situación de los negocios, la integración viene a caracterizarse por la ausencia de varias formas de discriminación entre economías nacionales" (Balassa, 1964:1).

La eliminación de barreras se acompaña normalmente con la formulación de nuevas políticas comunes. En el primer caso, se habla de la "integración ne-gativa"; en el segundo, de la "in-tegración positiva".

En relación con la clasificación de la integración según los objetivos y el tema, y más específicamente según los ni-veles de integración económica (Franco y Robles, 1995:19; Cuadro 2), el espectro "área de libre comercio-unión aduanera-mercado común-unión eco-nómica" corresponde efecti-vamente a un consenso en la li-teratura9, pero se considera posible incluir la "unión tarifa-ria" en la tipología, y necesario incluir la "integración moneta-ria" como una categoría.

Por un lado, y a pesar de que efectivamente en la literatura no es muy común, se podría incluir en la tipología (entre la unión aduanera y el mercado común) la "unión tarifaria". Mientras que una unión tarifaria elimina los aranceles sobre las importaciones intra-unión, la unión aduanera armoniza también los demás impuestos indirectos (Van Meerhaeghe, 1972:124). Sin embargo, se de-be reconocer que normalmente en la literatura la unión aduanera es el concepto más común, y con un contenido que corresponde al caso de la unión tarifaria de la definición anterior10.

Por otro lado, parece oportuno contemplar la posibilidad de que la integración monetaria y la integración de políticas económicas "reales" no necesariamente progresen de manera sincronizada, ni con-lleven a la formación de una unión económica y monetaria. Winters, por ejemplo, (1991: 176) presenta la unión moneta-ria como suplemento posible de la unión económica.

Si bien parece lógico considerar la integración de políticas monetarias en una unión monetaria como parte integrante de la unión económica (total), como lo hace Lindert (1986:174), al menos se tiene que reconocer que la integración monetaria tiene una dinámica propia, como lo demuestra claramente la experiencia en Europa. Bélgica y Luxemburgo forman una unión monetaria (con una moneda úni-

ca) desde 1921 (la Unión Eco-nómica Belgo-Luxemburguesa, UEBL), pero todavía y a pesar del nombre no se pueden considerar como una unión económica, definida ésta como la unificación de todas las políticas económicas11. A nivel de la Unión Europea, los progresos en el área monetaria (estabilización de las tasas de cambio, creación de fondos de estabilización, concertación entre los Bancos Centrales, prefiguración de la moneda única a través del Ecu, etc.) se han hecho de manera relativa-mente independiente del pro-greso en el área real, y en todo caso antes del perfecciona-miento del mercado común y de la decisión de instaurar la unión económica.

Dentro de la integración monetaria, así como dentro de la integración real, se podrían considerar diferentes formas y niveles; por ejemplo, la inter-vención coordinada en los mercados cambiarios, las zonas objetivo y las bandas de fluctuación como sistemas re-gionales de estabilización de las tasas de cambio, la liberación regional de flujos de capitales y las uniones monetarias. Se pueden analizar, además, las áreas monetarias óptimas12, que no necesariamente coinciden con la delimitación de las uniones monetarias.

La mayoría de los esquemas en la literatura coinciden en considerar el espectro siguiente: "área de libre comercio-unión aduanera-mercado común-unión económica" (Cfr.

9 Chacholiades (1992:257) utiliza la "asociación de libre comercio" como sinónimo del área de libre comercio. 10 El ejemplo histórico de la unión aduanera por excelencia es el Zollverein alemán de 1834. 11 En contra del hecho de que la UEBL (Unión Económica Belgo-Luxemburguesa) es presentada en varias ocasiones como el ejemplo

por excelencia de una unión económica (ver por ej.: Lindert, 1986:174). Parece aun menos aceptable presentar el HP.NF.I.UX como unión económica (sea como estado o como proceso) como lo hacen Salvatore (1995:322) y Chacholiades (1992:259).

12 Mundell (1961). Para un resumen de la literatura más reciente ver: Winters (1991:387-390) y Krugman & Obstfeld (1995:740-754).

14

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supra). En algunas ocasiones se considera además la "inte-gración total", que se podría definir como la forma de inte-gración "(...) que surge de la unión económica y abarca los aspectos no económicos que dan entidad a un Estado supranacional. Los Estados-na-ciones pierden prácticamente todas sus funciones, ya que existe una autoridad más amplia que los aglutina" (Martínez Peinado & Vidal Villa 1995:300). De todos modos, es importante notar que, considerando cualquier esquema conceptual, no se trata de una secuencia necesaria y exclusiva en el tiempo. Mientras los países terminan una etapa ya pueden tomar medidas para preparar la próxima y el orden en esa toma de decisiones puede ser in-vertido. En la Unión Europea, por ejemplo, los primeros pasos hacia la integración monetaria han sido realizados mucho tiempo antes del perfec-cionamiento del Mercado Único. Otras ilustraciones de este fenómeno son los llamados acuerdos (de áreas de libre comercio o de preferencias arancelarias) "de segunda ge-neración" que, además de re-ducir o eliminar barreras co-merciales estrictamente ha-blando, incluyen medidas en otras áreas como la unificación de reglamentos y la liberación de otros flujos internacionales.

La integración económica puede ser de tipo homogéneo

o heterogéneo, cada uno de los cuales tiene ventajas y desven-tajas determinadas. Toda la discusión sobre la "Europe a la carie" o la "geometría varia-ble"13, la "Europa a dos veloci-dades"14, y los "círculos con-céntricos"15 ilustra muy bien esta problemática. Jacquemin y Sapir (Sapir, 1992; Tugores Ques 1995:142), hacen una distinción entre la integración "natural" y la inte-gración "estratégica". El primer concepto se refiere a bloques regionales con una política comercial exterior abierta y pareciera sinónimo del concepto de "regionalismo abierto" que se utiliza mucho en el contexto del sureste asiático (Barrera, 1994). El segundo concepto se refiere a la integración regional para obtener beneficios a expensas de otros países. Otra dimensión en la cual se pueden distinguir diferentes formas de integración (econó-mica) es la jurídico-institucional. La integración económica puede acompañarse de la formación de entidades supranacionales (ver también sección 3.2), en consecuencia de lo cual se presentan diferentes grados de pérdida de soberanía y de poder del Estado16. Teóricamente, un nivel de integración económica dado se puede lograr con diferentes grados de supranacionalidad. Se podrían considerar dos modelos de base: el modelo europeo continental (con una inclina-

ción hacia la supranacionalidad, como se ha evidenciado en la Unión Europea) y el modelo norteamericano (con una inclinación hacia órganos/co-mités multinacionales, no supranacionales, como se ha evidenciado en el NAFTA).

Para fines analíticos, parece finalmente interesante distinguir entre la formación de políticas integracionistas y la formulación de las mismas. La multitud de intereses en el proceso de formación no se refleja necesariamentre en los objetivos formulados. Los instrumentos para el análisis de la formación de políticas son ofrecidos por la Escuela del Public Cholee, la nueva economía política de la literatura económica, y la Escuela Realista de Morgenthau (1988) en la literatura política.

La integración política

El concepto "integración polí-tica" no se debe reservar para indicar la institucionalización de la integración económica a través de órganos supranacionales, ni para indicar un proceso "más ambicioso"(Franco & Robles 1995:19). La integración política puede referirse a la integración en el área política, no necesariamente con con-secuencias institucionales drásticas. Un ejemplo de ello es la política exterior común de la Unión Europea a través de un sistema de consultas y la formulación de posiciones co-munes17. Esta integración polí-

13 Un modelo de integración en el cual los miembros deciden sobre su participación en actividades o esquemas concretos de integración profundizada.

14 Un modelo de la integración europea que permite que un núcleo duro no-exclusivo busque profundizar la integración en etapas sucesivas, mientras que los demás miembros la alcanzan más tarde.

15 Un modelo de la integración europea constituido por la Unión Europea (núcleo), el Área Económica Europea (segundo círculo), y los países asociados (tercer círculo).

16 Acerca de los conceptos de "soberanía", "poder del Estado" y "supranacionalidad", ver: Palacios Mejía (1980:95-107) y Salazar Manrique (1995).

17 Aunque en la práctica esta política no ha sido muy exitosa.

15

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tica presentada, permitiría como en el caso de la integración económica distinguir diferentes niveles o grados de integración.

La integración social

Respecto de la integración so-cial, se pueden hacer comenta-rios similares al caso de la inte-gración política. El término se puede referir a la "integración de políticas sociales", sin que necesariamente ésta tenga una connotación o un significado de "legitimación" de la integración política o económica18. Es posible que un análisis de los procesos de integración resulte generalmente en este tipo de calificación, pero, al menos teóricamente, se debe dejar la posibilidad de que los procesos de integración social se realicen no como elemento de un master plan con objetivos fun-damentales de carácter econó-mico, sino por otras razones19.

Analizando los procesos de integración en términos de objetivos (Franco y Robles, 1995:19), se puede sugerir una distinción entre objetivos for-males y reales, o entre objetivos directos e indirectos, o entre objetivos explícitos e implícitos. En el caso de la integración social, la armonización de políticas sociales puede constituirla el objetivo formal, directo o explícito, mientras que los objetivos económicos serían los objetivos reales, indirectos o implícitos.

Acerca de los conceptos integración de hecho e interdependencia (y dependencia)

El antagonismo entre "integra-ción de hecho" e "integración formal" merece más atención. El uno no necesariamente inclu-ye al otro. Por ejemplo, el acuerdo sobre comercio preferencial de la ASEAN (ASEAN Preferencial Trading Arrangements), firmado en 1977, generó efectos marginales y no ha podido ampliar la integración de hecho entre los países miembros (Imada 1993: 5-7; De Lombaerde 1994:677-678)20.

En la literatura, la "integración de hecho" en muchas ocasiones parece coincidir con el concepto de "interdependencia". Esta noción, sin embargo, tiene diferentes significados según se trate de la literatura política o la literatura económica.

En la ciencia política, la in-terdependencia tiene un signi-ficado específico (Carvajal 1993:25-29; Keohane & Nye, 1988). Se trata de un concepto que se refiere a una teoría (o paradigma) y que se distingue de otras teorías (o paradigmas), como por ejemplo el "modelo realista". Las características básicas de esta teoría se podrían resumir de la siguiente manera: la duda sistemática acerca de la eficacia del uso de la fuerza física en la política in-ternacional; la existencia de una agenda política internacional multitemática sin una clara jerarquía; la existencia de

una variedad de intereses en el nivel nacional; la incorporación en el análisis de actores no tradicionales como relevantes; y una reinterpretación de la re-lación entre las políticas do-mésticas y las políticas exterio-res de los países. En la literatura económica, la referencia básica acerca del concepto de interdependencia es probablemente Cooper (1985), aunque él atribuye la primera utilización del término, en el sentido de interdependencia internacional a nivel macro-económico, a Brown (1940). Según Cooper, "interdependencia" es un caso especial de "apertura"; la apertura se convierte en inter-dependencia cuando la entidad (país) sufre los efectos de sus propias políticas sobre el resto del mundo. El caso de pequeños países abiertos no es entonces un caso de interdependencia. Sin embargo, el autor admite que el estudio de estas economías puede constituir un punto de partida interesante. Otros autores, como Bryant (1980:156-159), no hacen esta distinción. Para Cooper (1985:1198), la interde-pendencia es diferente de la "dependencia mutua", que in-dicaría una situación en la cual dos entidades (países) tienen relaciones económicas en ambas direcciones y se ocasionaría un costo económico cuando estas relaciones terminasen. La dependencia mutua, entonces, depende más de los volúmenes de las transacciones, mientras que la interde-

18 Se recomienda comparar con el concepto de "socialización" de la integración (Carvajal 1993:189-204). 19 Acerca de las políticas de integración social en la Unión Europea, ver por ejemplo Pierce & Bradley (1992) y Preston (1992). 20 Es interesante notar al respecto la nota al pie de página de Balassa (1964:1,2) que complementa su definición de la

integración económica (Cfr. supra): "Adviértase que esta definición se basa en el supuesto implícito de que la discriminación afecta realmente al movimiento económico. La supresión de barreras aduaneras entre Islandia y Nueva Zelanda, por ejemplo, no integrará, por sí sola, estas dos economías si no existe un volumen sustancial de comercio exterior, ya que sin las relaciones comerciales no habrá en modo alguno efectiva discriminación".

16

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pendencia se refiere a una de-pendencia marginal. En consecuencia, la interde-pendencia, según Cooper, no incluye tampoco formas asi-métricas de relaciones econó-micas estructurales, como la llamada "dependencia" en un contexto Norte-Sur. Sin entrar en este tema, aquí también se debe mencionar el desarrollo del tema de la dependencia en la literatura política (neo-marxista), relativamente inde-pendiente de la literatura eco-nómica sobre el comercio exte-rior y las implicaciones de una situación de dependencia (por ejemplo, visualizada por una concentración muy pronunciada de las exportaciones en productos básicos) para la política económica. Cooper (1985:1199) considera cuatro tipos de interdepen-dencia: interdependencia es-tructural a través de variables económicas, variables de "transmisión" (Tugores Ques 1995:113-123), de las cuales al-gunas son variables "compar-tidas" (Kenen 1989:3), interde-pendencia entre objetivos de la política económica, interde-pendencia a través de variables exógenas e interdependencia política.

Es probablemente aceptable asociar la "integración de he-cho" con cualquiera de los conceptos discutidos: interde-pendencia, dependencia mutua o dependencia. La "integración de hecho" se debe referir a la realidad económica, medible a través de criterios diferentes tales como grados de apertura (Tugores Ques 1995:115), y grados de vulnerabilidad y sensibilidad (Cooper 1985:1197).

La informalidad de una aso-ciación de países no garantiza,

pues, la integración de hecho. Por esta razón, es probable-mente más adecuado distinguir entre "integración de acuerdo" e "integración de hecho", donde la primera incluiría acuerdos formales e informales. Adicionalmente, la integración de hecho no corresponde necesariamente a la promoción de objetivos comunes (Franco y Robles 1995:20), sobre todo en casos de integración asimétrica. En el ejemplo de la integración liderada por el Japón en Asia del Sureste, es cuestionable si países como Malasia o Indonesia comparten los mismos objetivos que el Japón en términos de relaciones económicas internacionales.

Sobre el concepto de integración internacional

Finalmente, una dificultad re-side en el hecho de que la limi-tación de la integración inter-nacional a una interacción entre Estados-naciones parece demasiado rígida.

No es claro, por ejemplo, como las nuevas formas de integración "interregional" o "sub-regional" (pero "internacional") en diferentes partes del mundo "se integran" en el esquema conceptual. Se trata de formas de integración bajo la iniciativa de gobiernos (nacionales o regionales) o al menos apoyadas por gobiernos, y que involucran a regiones fronterizas, más que a países.

Los ejemplos más comentados son los círculos, triángulos, cuadrángulos y hexágonos de crecimiento en Asia del Sureste (Ohmae 1993; De Lombaerde 1994; Barrera 1994; Plaza Cerezo 1995), donde efecti-vamente se trata de un

fenómeno con una importancia que probablemente supera la importancia de la integración formal clásica (ASEAN PTA; Imada 1993:5-7; De Lombaerde 1994:677,678). Sin embargo, estos fenómenos no se limitan a Asia. La "Euregio" en Europa (que incluye regiones de Holanda, Alemania, Bélgica y Luxemburgo) y la zona limítrofe entre Colombia y Venezuela (Caldas 1994) son otros ejemplos.

Conclusiones

Trabajos como el artículo de Franco y Robles son importantes para clarificar, reconstruir y construir esquemas conceptuales dentro de los cuales se pueden analizar fenómenos de interacción entre estados en el área político-económica (o más generalmente: interacción entre espacios político-económicos). Sin embargo, con estos comentarios se ha tratado de demostrar que todavía se pre-sentan problemas conceptuales no resueltos. Esta contribución, por esto, quisiera ser ante todo una invitación a los autores y a otros interesados en el tema para continuar el debate y tratar de lograr un cuadro conceptual que sintetice e integre los conceptos disponibles en la literatura, que permita estudiar nuevos fenómenos de interacción fronteriza, y que pueda dejar satisfechos al menos a los politólogos y los economistas.

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Sección

Temas Globales

El nuevo orden mundial:

¿postindustrialismo o nueva

división internacional del

trabajo?1

Consuelo Ahumada"

La generalización de la llamada economía de mercado en el mundo entero guarda estrecha conexión con el fin de la Guerra Fría en las postrimerías de la década de los ochenta. Con ella concluyó la larga confrontación político-militar del viejo mundo bipolar. El derrumbe de las "democracias populares" de Europa Oriental y la disolución del imperio y la federación soviéticos, brindaron a la super-potencia estadounidense la posibilidad de afianzar su dominio global. La emergencia y consolidación de lo que se ha dado en llamar el "nuevo orden mundial", diseñado a la medida de sus intereses, fue el resultado más palpable de dichas transformaciones de la situación política internacional.

Existen dos interpretaciones opuestas sobre la nueva situa-ción mundial, y por tanto, sobre la división internacional del trabajo que le sirve de sustento. La primera de estas in-terpretaciones proviene de la economía neoclásica y corres-ponde a la visión del postin-dustrialismo. La segunda, ba-sada en el pensamiento marxista, está mejor representada

en el cuerpo de teorías que se han desarrollado en torno a la llamada "nueva división inter-nacional del trabajo".

El presente artículo intentará demostrar que la interpretación marxista proporciona el marco teórico más adecuado para explicar el orden económico y político internacional prevaleciente. Después de analizar los fundamentos teó-ricos de estas dos interpreta-ciones, se examinarán las ma-nifestaciones concretas del lla-mado libre comercio, a la luz de la visión marxista.

La visión neoclásica

Los principios de la división social y territorial del trabajo y de las ventajas comparativas, formulados por Adam Smith y David Ricardo, respectivamente, se encuentran en la base del enfoque neoclásico del orden económico internacional. Estas dos teorías proporcionan la justificación para la especialización de los países y las regiones del mundo en la producción de diferentes bienes y servicios y para la preser-vación de las relaciones políticas y económicas que resultan de dicha especialización. En el planteamiento original de Smith, la división del trabajo trae ventajas decisivas para los capitalistas. De un lado, la asignación de los trabajadores a una sola operación aumenta la productividad de la fuerza laboral; de otro, la división del trabajo permite al capitalista monopolizar el control sobre todo el proceso productivo (Froebel el al. 1980: 33).

* Ph. D. Ciencia Política New York University. Profesora-investigadora Universidad Javeriana.

1 Este artículo forma parte del libro El modelo neoliberal y su impacto en la sociedad colombiana, de próxima publicación por El Áncora Editores, Bogotá.

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Por su parte, el planteamiento de Ricardo parte de la idea de que los productores de distintos países, que están en capacidad de fabricar mercancías a diferentes costos relativos, tienen mucho que ganar al especializarse en lo que hacen relativamente mejor e inter-cambiar bienes en cuya pro-ducción disfrutan de una ventaja relativa, por bienes en la producción de los cuales tienen una desventaja también relativa. Así, se argumenta que la división internacional del trabajo permite que las personas de un país consuman mercancías que no están disponibles a nivel local o que "están por fuera de las fronteras de sus posibilidades de producción". Otro supuesto beneficio es que el comercio puede incentivar la acumulación de capital. Al permitirles a los países importar bienes que cuestan menos, en términos absolutos o relativos, ellos estarán en posibilidad de bajar los costos de la canasta de bienes para los trabajadores y, de esta forma, podrán también abaratar los salarios, con lo que se incrementarán los niveles de ganancia (Ricardo 1992: 80). Con base en estos plantea-mientos enunciados en el siglo XVIII, los economistas neoclá-sicos afirman que la especialización de las actividades productivas y el comercio, de acuerdo con el principio de costos comparativos, acarrea beneficios para todos los países. Esta visión concibe la economía política global como una red compleja de fuerzas autocorrectoras, regulada por el mercado. El estadounidense James A. Caporaso se refiere a los supuestos que resultan de tal concepción:

El resultado "final" de un mundo así concebido debe ser una elaborada división global del trabajo con riqueza para to-dos, en la que los precios de los factores confluyan globalmente hacia un equilibrio entre países y sectores (1987: 22). Así, los principios básicos que estructuran la economía global apuntan a un equilibrio generalizado, que balancea constantemente los flujos constantes de capital, mercan-cías y demandas diferenciales de fuerza de trabajo. Los eco-nomistas neoclásicos intentan explicar la diferencia de riqueza y de producción a nivel mundial con base en una supuesta asignación desigual de recursos. La teoría de las ventajas comparativas de Ricardo des-cansa en varios supuestos. Uno de ellos es que en el comercio mundial prevalece la perfecta competencia y, por tanto, se da una completa movilidad y adaptabilidad de los factores de producción dentro de cada país. El equilibrio entre el valor de las importaciones y las exportaciones de una nación se restablece rápidamente mediante el mecanismo del mercado. Otro supuesto de Ricardo es que el diferente nivel de desarrollo de dos países no genera mayores ganancias para el más desarrollado. Sin embargo, es un hecho que aquél que disfruta de una tecnología más avanzada produce con mayor eficiencia, por lo cual posee una ventaja absoluta en todas las actividades productivas y, por tanto, en el comercio internacional. Podrá exportar ambas mercancías al país menos desarrollado, el cual se verá abocado a un déficit comercial crónico y a una reducción de

sus reservas en divisas. Es decir, son las ventajas absolutas las que cuentan en el comercio internacional y no las ventajas comparativas. Al analizar el problema del comercio inter-nacional, Marx afirma: Los capitales invertidos en el comercio exterior pueden arrojar una cuota más alta de ganancia, en primer lugar porque aquí se compite con mercancías que otros países producen con menos facilidades, lo que permite al país más adelantado vender sus mercancías por encima de su valor, aunque más baratas que los países competidores. Cuando el trabajo del país más adelantado se valoriza aquí como un trabajo de peso especí-fico superior, se eleva la cuota de ganancia, ya que el trabajo no pagado como un trabajo cualita-tivamente superior se vende co-mo tal (Tomo III, 1975: 237). Con la presunción de que a nivel global opera el libre mercado, regulado por las leyes de la oferta y la demanda, los eco-nomistas neoclásicos le restan importancia a la existencia de los monopolios y multinacio-nales y a la forma como éstos manipulan el mercado mundial y el "mecanismo de los precios". Los mismos monopolios son catalogados simplemente como "imperfecciones del mercado" o "externalidades" (Friedman y Friedman 1979: 31). Al igual que los teóricos de la modernización, los economistas neoclásicos parten de ciertos supuestos básicos altamente cuestionables sobre el comportamiento de los seres humanos y de la sociedad. Las personas y los grupos sociales son vistos como unidades, bien sea como trabajadores, hogares o empresas, que adoptan decisiones y hacen escogencias de manera autónoma e

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individual, en un contexto ins-titucional dado. Estas unidades de toma de decisión son concebidas como actores ra-cionales independientes que buscan maximizar su bienestar dentro de ciertas limitaciones. Los consumidores escogen sus compras de manera que puedan obtener el máximo de "utilidad", dentro de los límites presupuéstales de sus ingresos y riqueza neta. Los economistas neoclásicos ponen mucho énfasis en la libertad de escoger que experimentan estos actores y en los rangos de escogencia de que disfrutan. Sin embargo, no dan importancia ni explican por qué, para la mayoría de los hombres, las posibilidades de elección y las opciones reales son tan limitadas. Sobre el andamiaje teórico de la economía neoclásica, nutrida con los supuestos del postmodernismo y del pensa-miento neoliberal, ha surgido y tomado cierto vuelo una visión postindustrial del mundo. Sus defensores la identifican como el paso de la producción de bienes a la de servicios. Sostienen que el mundo desarrollado se encuentra en una etapa de transición de una economía basada en la producción industrial hacia una en la cual la investigación teórica y la información entran a des-empeñar el papel fundamental. Se trata de una "sociedad del conocimiento" dominada cada vez más por una élite profesional y técnica con un alto grado de formación universitaria (Callinicos 1993: 230-31). De acuerdo con esta argumentación, la tecnología avanzada ha llevado a la constitución de una sociedad basada en la in-formación, en la que los con-flictos de clase se han vuelto

obsoletos. En palabras de Daniel Bell, el teórico más importante del postindustrialismo: Las grandes corporaciones están pasando de una actividad de tipo económico, en la que todos los aspectos de la organización están reducidos en forma muy determinada a convertirse en medios para los fines producti-vos y de ganancia, a una activi-dad más social, en la que a todos los trabajadores se les garantizan trabajos de por vida y la sa-tisfacción de la fuerza laboral se convierte en la fuente primaria de obtención de ganancias (1973: 297-8). En el campo de la ciencia po-lítica, este desdén por la im-portancia de la actividad eco-nómica y la producción material es compartido por autores como Ronald Inglehart y Samuel Huntington. Con base en un estudio comparativo adelantado entre 1970 y 1987 en seis países occidentales, el primero de ellos concluye lo siguiente: En la medida en que ha tenido lugar el reemplazo intergene-racional de la población, ha ha-bido también un cambio gradual pero profundo en los valores de estas poblaciones, y se ha pasado de prioridades pre-dominantemente materialistas a objetivos postmaterialistas. Una consecuencia de este cambio ha sido un énfasis decreciente en el crecimiento económico en estas sociedades, al paso que aumenta el énfasis en la protección ambiental y en la preservación de la calidad de vida (1988:1224). Con una dosis similar de op-timismo, otros autores han ce-lebrado el advenimiento de la llamada economía informa-cional, resultante de la revolu-ción tecnológica. Para Manuel Castells, esta nueva economía, característica de las socieda-

des capitalistas avanzadas, se refleja en varios rasgos, de los cuales se destacan aquí dos: el primero es que las principales fuentes de productividad, y por ello de crecimiento económico, dependen cada vez más de la aplicación de la ciencia y la tecnología, lo mismo que de la calidad de información y de la gerencia de los procesos de producción, distribución, co-mercio y consumo. El segundo consiste en el cambio de la pro-ducción material a las activi-dades de procesamiento de in-formación, tanto en términos de la proporción del PIB como del número de personas empleadas en tales actividades (1993:15-17). Este positivo enfoque post-industrial también se aplica a la división internacional del trabajo. Sus proponentes afirman que las naciones menos desarrolladas deben especiali-zarse en la producción de ma-nufacturas para el mercado mundial, aprovechando sus bajos costos laborales, mientras que los países industrializados avanzados se dedican a la investigación científica y a la innovación tecnológica. El énfasis exagerado que se ha venido poniendo en la transformación de la sociedad capitalista en una sociedad postindustrial o informacional tiene claras connotaciones po-líticas. De un lado, el supuesto de que la producción material y el interés en la ganancia han pasado a un segundo plano pretende ocultar la trayectoria creciente de concentración y monopolización de los procesos productivos que tiene lugar a nivel global, el cual será tratado más adelante. Pero de otro, en consonancia con los postulados del postmodernismo, se busca descalificar por

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completo la lucha de los sectores trabajadores, tanto de los países industrializados como de los países subdesarrolla-dos, en contra de las políticas neoliberales que se imponen por doquier.

Por lo demás, los planteamientos del postindustrialismo no se ajustan a la realidad. Para Callinicos, este supuesto proceso de desindustrialización ha sido primordialmente un cambio relativo, por cuanto si bien es cierto que decreció la participación de la fuerza laboral en la industria, no se redujo el número absoluto de empleados en el sector. En sus propias palabras,

El alza en el porcentaje de la producción y del empleo que hoy asumen los servicios, sin duda uno de los mayores cam-bios seculares del capitalismo del siglo XX, ha ocurrido en lo fundamental a expensas de la agricultura y no de la industria manufacturera y, en todo caso, el empleo en esta última nunca ha incluido a la mayor parte de la fuerza laboral (1993: 232).

Asimismo, agrega este autor, el hecho de que menos personas se empleen actualmente en la producción material, pre-cisamente gracias al aumento de la productividad, no modifica en manera alguna el hecho de que la sociedad no puede sobrevivir sin los bienes fabricados por esas personas. Insiste además en que la transición de la producción manufacturera a los servicios no ha sido un proceso universal ni puede considerarse como una tendencia inevitable hacia una etapa de "madurez" del capitalismo:

El Japón, la economía de mayor éxito en la época de la post-guerra, experimentó entre 1964 y 1982 una caída en la participación de los servicios en el volumen del PIB, del 51.7% al 48.8%, y un alza en la participación del sector manufacturero, del 24.1% al 39.9% (1993: 234).

Debe tenerse en cuenta también que el llamado sector de los servicios es tan amplio que incluye desde la producción de software hasta el lavado de pisos, pasando por las activi-dades más diversas, tal como lo admite el mismo Castells. En Estados Unidos, por ejemplo, tres de cada cinco empleos creados a partir de 1980 fueron del tipo de "Mcjobs", de muy discutible calidad, no sólo por el componente tecnológico de este servicio, sino por los bajísimos salarios de sus empleados (Harrison y Bluestone, 1988: 9)2.

En todo caso, el proceso de desindustrialización relativa que han experimentado los países más desarrollados no ha traído consigo los positivos resultados sociales y económicos a los que se refieren los teóricos de la sociedad postindustrial. Diversos autores han estudiado a fondo y documentado el deterioro constante de las condiciones de vida y de trabajo de importantes sectores laborales de la población, tanto nativa como inmigrante, en los Estados Unidos (Harrison y Bluestone 1988, Fernández Kelly y Sassen 1991). La tendencia negativa en cuanto a la calidad del empleo ha sido consecuencia directa de la es-trategia de desplazamiento de operaciones manufactureras, trazada por las grandes multi-

nacionales para aumentar sus ganancias a nivel global, y de la puesta en práctica de políticas neoliberales en el país a partir del gobierno de Reagan, lo que ha significado una creciente polarización de la sociedad estadounidense:

El resurgimiento en las ciudades más ricas de la tierra de los denominados "métodos sudo-rosos" de explotación de la ma-no de obra, típicos del siglo XIX, hace parte de un conjunto más amplio de cambios, uno de cuyos rasgos más importantes y, por lo general, más ignorados por los teóricos parroquiales de la sociedad postindustrial, es el desarrollo de los nuevos países industrializados del Tercer Mundo (Callinicos, 1993: 238).

La visión marxista

La interpretación marxista de la actual división internacional del trabajo parte de dos principios fundamentales. El primero es la teoría del valor, según la cual el valor de una mercancía no es el resultado de la acción del mercado, con su ley de la oferta y la demanda, sino del proceso productivo, que se genera dentro de unas relaciones sociales de producción específicas. De acuerdo con esta teoría,

La fuerza de trabajo es en nues-tra actual sociedad capitalista una mercancía; una mercancía como otra cualquiera, y sin em-bargo, muy peculiar. Esta mer-cancía tiene, en efecto, la espe-cial virtud de ser una fuerza creadora de valor, una fuente de valor y, si se le sabe emplear, da mayor valor que el que en sí misma posee (Engels 1972: 77).

El término "Mcjobs" se ha venido empleando para referirse a los empleos, muy mal pagos, generados por la proliferación de cadenas de comida rápida.

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Para entender cómo opera la ley del valor en el proceso pro-ductivo, es necesario remitirnos a las explicaciones del mismo Marx. En su análisis, el capital total se descompone en dos partes, constante y variable:

La parte del capital, pues, que se transforma en medios de pro-ducción, esto es, en materia pri-ma, materiales auxiliares e ins-trumentos de trabajo, no modifi-ca su magnitud de valor en el proceso de producción. Por eso la denomino parte constante del capital, o, con más concisión, capital constante. Por el contrario, la parte del capital convertida en fuerza de trabajo cambia su valor en el proceso de producción. Reproduce su propio equivalente y un excedente por encima del mismo, el plusvalor, que a su vez puede variar, ser mayor o menor. Esta parte del capital se convierte continuamente de magnitud constante en variable. Por eso la denomino parte variable del capital o, con más brevedad, capital variable (Tomo 11975: 252).

Es entonces en el mismo proceso de producción donde el obrero valoriza el capital, agregándole un valor que es la plusvalía, y por tanto, es allí donde se forjan las relaciones de explotación. La composición orgánica del capital es la proporción existente entre el capital constante y el capital variable. Ahora bien, entre mayor sea el capital constante con relación al variable, mayor será la composición orgánica del capital. Aquí surge la con-tradicción que afronta el capi-talista de manera permanente: para aumentar la competitividad debe aumentar la productividad y, para hacerlo, debe reducir la proporción de trabajo vivo, que es justamente su fuente de ganancia. Así, a medida que se acentúa el descen-

so relativo del capital variable con respecto al capital cons-tante, con la consecuente ele-vación de la composición or-gánica del capital, la cuota de plusvalía se expresa en una tendencia decreciente en la cuota general de ganancia, aunque permanezca invariable o incluso aumente el grado de explotación del trabajo. Lo que equivale a decir que

Es una necesidad evidente de-rivada de la misma naturaleza de la producción capitalista, que, a medida que ésta se desarrolla, la cuota general media de plusvalía tiene necesariamente que traducirse en una cuota general de ganancia decreciente (Tomo III1975: 215).

La ganancia en la sociedad capitalista proviene entonces, primordialmente, de la explo-tación del trabajo asalariado, cualquiera que sean las condi-ciones en que ésta se realice, y no del desarrollo tecnológico, tal como pregonan los propa-gadores del postindustrialismo y de la sociedad informa-cional. Como señala James A. Caporaso,

En el análisis marxista, el surgi-miento de la moderna división del trabajo no es en lo funda-mental un hecho técnico, ni se debe en primer lugar a la ad-quisición de nuevas técnicas o a la introducción de maquinaria al sitio de trabajo. Estos factores son importantes, pero ellos derivan del hecho social de que el excedente es producido en el nexo entre salario y capital y de que las presiones de competencia del mercado fo-mentan, o más bien requieren, de una continua acumulación (1987: 25).

El segundo principio que sirve de fundamento a la inter-pretación marxista de la división internacional del trabajo es la existencia del imperialis-

mo, es decir, la etapa monopólica en que se encuentra el capitalismo en la actualidad. Este principio guarda estrecha relación con el anterior. En pa-labras de Lenin,

El imperialismo ha surgido co-mo desarrollo y continuación directa de las propiedades fun-damentales del capitalismo en general. Pero el capitalismo se ha trocado en imperialismo únicamente al llegar a un cierto grado muy alto de su desarrollo, cuando algunas de las pro-piedades fundamentales del capitalismo han comenzado a convertirse en su antítesis (...) Lo que hay de fundamental en este proceso, desde el punto de vista económico, es la sustitu-ción de la libre concurrencia capitalista por los monopolios capitalistas (1975:111).

El imperialismo es descrito como la fase monopolista del capitalismo. Se caracteriza por cinco rasgos principales: 1) la concentración de la producción y del capital en un grado tan elevado que se producen los monopolios, los cuales des-empeñan un papel decisivo en la vida económica; 2) la fusión del capital bancario con el industrial para constituir el capital financiero, y la creación, sobre esa base, de la oligarquía fi-nanciera; 3) la exportación de capital como rasgo fundamental, a diferencia de la exportación de mercancías, característica del capitalismo de libre competencia; 4) la formación de asociaciones internacionales monopolistas de capitalistas, las cuales se reparten el mundo, y 5) la terminación del reparto territorial del mundo entre las potencias capitalistas más importantes (Lenin 1975: 112-3). Es decir, la libre concu-rrencia, el libre comercio tan pregonado por los economistas neoclásicos y los pensado-

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res neoliberales, quedó en el pasado. A partir de las últimas décadas del siglo XIX, el capi-talismo monopólico ha sido predominante. Su incidencia en todos los terrenos de la actividad económica y social ha sido decisiva.

El desplazamiento de ope-raciones manufactureras desde los países más industrializados hacia los menos desarrollados por parte de las grandes multinacionales, y el llamado proceso de reestructuración económica global que empezó a desarrollarse durante la década de 1960, encuentran su explicación en estos principios. Frente a la caída de la tasa de ganancia, los capitalistas recurren a la exportación de capital hacia los países en los cuales aquélla es mayor. Y éstos son precisamente los países atrasados, por cuanto la composición orgánica del capital en ellos es menor y los in-versionistas disponen de una mano de obra abundante y ba-rata.

La "teoría de la nueva división internacional del trabajo" (Froebel et al. 1980), concebida dentro de la tradición marxista, argumenta precisamente que dicho desplazamiento fue motivado por la búsqueda de mejores condiciones de inver-sión y de una fuerza de trabajo más barata por parte de las multinacionales, en una época en que las ganancias se encon-traban en declinación y los cos-tos laborales estaban en ascenso. Esta reducción en las ganancias, expresión clara de la ley de la tendencia decreciente de la cuota de ganancia, tuvo su origen en el surgimiento de una fuerte competencia económica internacional. Ello, a su turno, fue resultado de la recuperación económica de Euro-

pa Occidental y de Japón des-pués de la devastación produ-cida por la Segunda Guerra Mundial, y del creciente avance tecnológico en la producción. Como consecuencia de la nueva situación, el liderazgo económico de Estados Unidos se vio considerablemente ame-nazado. Tal como lo expresan Harrison y Bluestone,

Después de un cuarto de siglo de crecimiento sin paralelo a partir de la postguerra, las compañías estadounidenses se vieron sometidas a una compe-tencia global sin precedentes hacia finales de los años sesenta. Como resultado de ello, las ganancias se vieron severamente reducidas (...) Éstas (las compañías) empezaron a abandonar las empresas en los países del centro, a invertir en el exterior, a orientar el capital hacia operaciones abiertamente especulativas, subcontratar el trabajo con contratistas de bajos salarios, aquí y en el exterior, exigir reducciones de salarios a los empleados, y sustituir el trabajo de tiempo completo por el de tiempo parcial y por otras formas de trabajo contingente, y todo en nombre de la "reestructuración" (1988: vii-viii).

De acuerdo con la teoría de la nueva división internacional del trabajo, la separación tradicional del mundo entre unos pocos países industrializados, de un lado, y una gran mayoría de países subdesarrollados, integrados a la economía mundial exclusivamente como proveedores de materias primas y productos primarios, por el otro, ha sido modificada por la tendencia a trasladar operaciones manufactureras hacia estos últimos (Froebel et al. 1980:45). Ello a pesar del he-cho de que en la balanza co-mercial de la mayor parte de estos países los productos pri-

marios siguen teniendo un peso decisivo. El desarrollo de este proceso requirió de tres condiciones previas: primero, la existencia de una reserva prácticamente inagotable de mano de obra barata en los países en desarrollo; segundo, la división y subdivisión del proceso productivo, el cual ha llegado a un punto tal que la mayor parte de estas operacio-nes fragmentarias puede efec-tuarse con niveles mínimos de habilidad; y tercero, el desa-rrollo de técnicas de transporte y comunicación que han creado la posibilidad de que en muchos casos pueda efectuarse la producción total o parcial de los bienes en cualquier lugar del mundo. Estos factores explican la generalización de zonas de producción para la exportación (zonas francas o de libre comercio) y de las industrias de tipo maquila a lo largo y ancho del Tercer Mundo.

Además de su bajísimo costo, la mano de obra de estos países tiene otras ventajas. Puede movilizarse muy fácilmente para el proceso productivo durante prácticamente todo el año y, en muchos casos, puede alcanzar niveles de productividad comparables con los alcanzados en procesos similares en los países más industrializados; la magnitud de este ejército de reserva posibilita una selección "óptima" de la fuerza de trabajo más conveniente para el trabajo específico que se requiere (por ejemplo, mujeres jóvenes ibid: 34). Así, de acuerdo con los proponentes de dicha teoría, en la división internacional del trabajo algunos países del mundo en desarrollo pueden alcanzar algún nivel de industrialización. Todo este proceso se ha

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desarrollado sobre la base de la conformación de redes cada vez más complejas de producción industrial y de sourcing (abastecimiento de recursos), así como de nuevas formas de especialización geográfica (Gereffi 1990: 3). En este senti-do, toma forma una economía global integrada. El desarrollo industrial de importantes zonas del Tercer Mundo, como resultado de la inversión directa de los países más avanzados, se dio simul-táneamente con una profunda transformación en la organiza-ción misma de la actividad económica a nivel internacional. Básicamente, estos cambios han sido descritos como el paso de la producción masiva estandarizada hacia tipos de producción más flexibles, y de las grandes fábricas a las de ta-maño mediano y pequeño. La reducción del tamaño de las unidades de producción no contradice en manera alguna la tendencia fundamental hacia la concentración del poder económico en unos pocos con-glomerados grandes. Se trata, más bien, de que éstos descen-tralizan operaciones con el fin de sacar un mayor provecho de las posibilidades de inversión y de obtención de nuevos mercados a nivel internacional.

Los efectos concretos de esta reorganización de la producción industrial para los países implicados en el proceso han sido analizados por algunos autores como Gary Gereffi y Miguel Korzeniewicz (1990). Para ello se han valido de una categoría de análisis denomi-nada Cadenas Globales de Mercancías (Global Commodity Chains), acuñada inicial-mente por Hopkins y Waller-stein. Éstas cadenas de mer-

cancías están constituidas por un conjunto de vínculos inter-organizacionales conformados en la producción y distribución de un producto o servicio, que integran tanto las tendencias en la economía global como sus consecuencias para las regiones, naciones, distritos industriales locales, comunidades y el lugar de trabajo (Korzeniewicz y Pitts: 1994). En la construcción de estos vínculos se comienza por la operación de producción final de un bien de consumo y se sigue secuencialmente hacia atrás hasta llegar a la produc-ción de materias primas. Pero lo realmente importante de este análisis es que permite estimar la fuerza e importancia relativa de cada uno de los segmentos de la cadena y, por ende, del papel que desempeñan los distintos países en todo el proceso productivo. En este contexto, para Gereffi resulta claro que la función de los países latinoamericanos sería bá-sicamente la exportación de productos primarios, la sub-contratación internacional, el abastecimiento de componentes y su utilización como plata-formas de exportación. En este proceso de integración econó-mica a nivel mundial, las deci-siones fundamentales con res-pecto a la producción siguen adoptándose en los países del centro y, lo que es más impor-tante, la acumulación de capital y la realización de las ganancias siguen estando en su mayor parte concentradas en ellos.

En forma paralela al despla-zamiento de operaciones ma-nufactureras hacia la periferia, el proceso de fusión de grandes conglomerados y de mo-nopolización y oligopolización de la actividades produc-

tivas es cada vez más palpable en todos los sectores de la ecónomía. Ello les ha permitido a las grandes corporaciones controlar el mercado en sus diferentes etapas, diversificarse y entrar en sectores más diná-micos, reducir sus cargas im-positivas y adquirir plantas y equipos ya existentes con me-nores costos y riesgos de los que requerirían nuevas inversiones. De acuerdo con datos recopilados por Harrison y Bluestone, sólo entre 1983 y 1986, en Estados Unidos, alre-dedor de 2.200 compañías cambiaron de manos en un proceso cuyo costo aproximado fue de quinientos billones (millones de millones) de dó-lares (1988: 59). Otras cifras proporcionadas por David Harvey muestran que en 1985 las compañías de ese mismo país invirtieron 180 mil millones de dólares adquiriéndose entre sí (1990:180).

Es indiscutible que esta visión de las transformaciones en la situación económica del mundo está en abierta oposición con la que proporcionan la economía neoclásica y el postindustrialismo. Una aguda competencia económica entre los actuales centros de poder, manifestada en continuas disputas comerciales, en la re-cesión y creciente desempleo que ha golpeado a las economías más desarrolladas durante las dos últimas décadas, y en el sentimiento cada vez más fuerte en contra de los inmigrantes en estos países, para no mencionar las penurias de las naciones del mundo subdesarrollado, constituyen palpable evidencia de que los asuntos económicos constituyen hoy más que nunca el eje de las disputas a nivel global. Este panorama representa la mejor

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Refutación para los argumentos de los postindustrialistas y postmodernos acerca de la irrelevancia de los conflictos políticos y sociales en el mundo actual, y por tanto, de las re-laciones de poder a nivel inter-nacional. Pero los planteamientos de la teoría de la nueva división internacional del trabajo tam-bién han sido objeto de críticas dentro del mismo campo de la interpretación marxista. James Petras, entre muchos otros, cuestiona el significado y utili-zación del término "nueva" en esta teoría, en la medida en que considera que la relación básica de poder en el sistema económico y político interna-cional permanece inalterada (1986: 4). Por su parte, Callinicos piensa que este enfoque tiende a exagerar la importancia que han adquirido los países del Tercer Mundo en la economía y el comercio mundiales. Al respecto, proporciona los siguientes datos:

En 1984 la participación de los países menos desarrollados (los llamados LDCs, de acuerdo con su sigla inglesa) en la industria mundial era del 13,9%, marginalmente inferior al 14,0% alcanzado en 1948 como resultado de la política de sustitución de importaciones durante la Depresión y la Segunda Guerra Mundial (1993: 260-1).

Sin embargo, pese a la validez de las críticas anteriores, la teoría proporciona un marco adecuado para analizar los principales rasgos del contexto internacional en el cual ha tenido lugar la adopción gene-ralizada del modelo neoliberal en todo el mundo.

El libre comercio en el nuevo orden internacional

El enfrentamiento entre las viejas y las nuevas potencias económicas por el control de recursos y mercados en todo el mundo se encuentra actual-mente en su punto más álgido. La conformación de bloques regionales en torno a tres gran-des economías, Estados Unidos, Alemania y Japón, constituye una estrategia clave en esta guerra comercial. Un rasgo fundamental de la disputa permanente entre estos bloques ha sido la persistencia de sus viejas prácticas proteccionistas. Obligados a competir entre sí, rehusan desmantelar las barreras comerciales e incluso las fortalecen e incrementan. La paradoja principal que esta confrontación económica global pone en evidencia es que esos países pregonan las bondades del "libre mercado" y obligan a las naciones del Tercer Mundo a abrir sus economías al comercio internacional y a adoptar políticas económicas de "orientación hacia afuera", en tanto que ellos mismos restringen cada vez más el acceso a sus propios mercados de productos de los países menos desarrollados.

El resultado final de la Ronda Uruguay del desaparecido GATT, en diciembre de 1993, refleja la inclinación antes des-crita. Más aún, tras la retórica de la liberalización del comer-cio, sus conclusiones buscan precisamente afianzar estas tendencias contradictorias y nefastas para las economías débiles del mundo. Su objetivo principal fue el de abrir los mercados a diestra y siniestra con el fin de crear un "próspero ámbito para el mercado in-ternacional en el que productos y servicios se deslicen sin

Esfuerzo a través de las fronteras nacionales" (Business J.C., enero 12,1994: 29). Pero al mismo tiempo que se busca la apertura generalizada del comercio, el acuerdo final del GATT, del que surgió la actual Organización Mundial del Comercio (OMC), dio importantes pasos en lo que respecta a hacer más estricta la protección de los derechos de propiedad intelectual y las patentes en los sectores de servicios y alta tecnología, en los cuales Estados Unidos continúa teniendo la absoluta delantera.

En este mercado global, las compañías multinacionales se encuentran en una posición más privilegiada que nunca para aprovechar la liberalización de las barreras comerciales. Como ya se vio, la concentración económica se ha acentuado considerablemente a partir de la década del sesenta. En palabras de Lynn Krieger Mytelka:

El proceso de oligopolización ya se inició en numerosas industrias intensivas en conocimiento, si bien el alcance real de este proceso se ve en cierta forma velado por el hecho de que muchos de los acuerdos de cooperación que se hacen no implican movimientos de capital y nominalmente se preserva la "independencia" de los dos socios (1987: 25).

El control real de la producción y del comercio mundiales por parte de las corporaciones multinacionales de las grandes potencias, pero en especial de Estados Unidos, es enorme. En la edición de 1992 de Global Economic Prospects and the Developing Countries, del mismo Banco Mundial, se encuentran los siguientes datos:

Para comienzos de los años ochenta, el comercio al interior

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de las 350 principales corporaciones trasnacionales representó alrededor de un 40% del comercio global. Más de una tercera parte del comercio de Estados Unidos se realiza entre las subsidiarias extranjeras y sus casas matrices en ese país. De la misma manera, las subsidiarias de las empresas japonesas en el Este de Asia envían un cuarto de sus exportaciones a las casas matrices de Japón y adquieren de ellas más de un tercio de sus importaciones (Henwood 1995: 32). Un proceso similar de con-centración del poderío econó-mico es cada vez más notorio en el sector financiero. En el mundo se están imponiendo los megabancos y cada vez tienen menos espacio las instituciones financieras pequeñas. Recientemente se realizó la fusión de dos de los más importantes bancos de Estados Unidos: el Chemical Bank y el Chase Manhattan Bank. Otra fusión que recibió un despliegue publicitario mucho menor, pero que resulta aun más importante, fue la de los bancos japoneses Mitsubishi y Bank of Tokyo, cuyos activos pasaron a sumar 819.000 millones de dólares. Con ello, los dueños del capital financiero internacional refuerzan su ca-pacidad para expandirse a ni-vel global3. En síntesis, hay una tendencia cada vez más marcada hacia la concentración y mono-polización del comercio y de las actividades productivas

fundamentales en los países de mayor industrialización. ¡Tal es el paraíso del libre comercio y de la globalización en el que se pretende que las naciones latinoamericanas entren a competir exitosamente!

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"Los grandes pegan dos veces", en Portafolio, Bogotá, septiembre 25 de 1995, p. 28. Según el mismo artículo, sólo en Europa entre 1985 y 1993 se registraron 1.768 casos de fusiones o adquisiciones. De ellos, 442 fueron operaciones transnacionales y las demás locales. La mayoría de estos negocios fueron adquisiciones de pequeños bancos por cuenta de entidades más grandes.

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este último basta con que no se haya demostrado la imposibilidad de su realización para que constituya un deber.

Kant, I; Teoría y

Práctica, Tecnos, 1993, España

Sección

Política Internacional

La variable tipo de

régimen en el análisis de

las relaciones

internacionales de los

noventa

Fabián C. Calle*

...But Thucydides great book actually Í'S a penetrating analysis of the rol and weaknesses of democratic politics in formulating security policy, and of the linkage between the demos in one state and the demos of others. These influences, ignored in the realist paradigm, are more familiar in contemporary liberal institutionalist and idealist paradigms that compete with real-ism.

Russett, B; Grasping the democratic peace:

principies for a post cold war; Princeton

University Press, 1993, USA.

...la suposición deque, cuantohas-ta ahora no se ha logrado, sólo por eso tampoco se va a lograr jamás, no autoriza en modo alguno a de-sistir de propósitos pragmáticos y técnicos (como por ejemplo, el de viajar por el aire con globos aeros-táticos), y menos todavía de un propósito moral, pues respecto a

Introducción

El presente trabajo está orienta-do a explorar la influencia de la variable tipo de régimen demo-crático sobre la política interna-cional, partiendo de la premisa de que la difusión de esta forma de gobierno, en interacción con los procesos de globalización de la economía y de las comunica-ciones, está ejerciendo un cam-bio cualitativo sobre los pilares del sistema de Westphalia (Zacher, 1992). En este sentido, la obra de B. Russett (1993), uno de los esfuerzos más serios y sistemáticos por observar la interacción entre los fundamentos teóricos y empíricos de la "paz interdemocrática", se constituirá en uno de nuestros ejes arguméntales. El estudio de la variable tipo de régimen estaría en condiciones de limitar los espacios para la difusión de lo que se denominará "neorreduccionismo"1, así como de dotar al campo de análisis de la política internacional de teo-

Lic. en Ciencia Política (Universidad de Buenos Aires) y Master en RR.II. (FLACSO). Docente en el Área de RR.II. en la Universidad de Buenos Aires y la Universidad Católica Argentina y Consultor del Ministerio de RR.EE Entendemos por "noerreduccionismo" la propensión a focalizar exclusivamente la atención en la distribución de las capacidades militares y económicas y en la polaridad, descuidando los principios detectados por los teóricos de la Interdependencia Compleja, así como una radical desvalorización de la influencia del tipo de régimen en la conducta de los Estados. En este sentido cabe recurrir a textos como el de Doy le (1986) para comprobar las bases empíricas existentes tras el principio de "las democracias no guerrean entre sí". A su vez, en los últimos años se han publicado investigaciones que tienden a realizar un estudio más desagregado de la "utopía kantiana" (Russett 1993). Se hace palpable una mayor preocupación por la necesidad de progresos "cualitativos" en las democracias, así como un llamado a recordar la importancia que mayores grados de equidad (a nivel intra e interestatal) tienen en la tarea de avanzar hacia una "Sociedad Internacional" y una mayor aproximación a un verdadero "Orden Mundial", en los términos holísticos propuestos por H. Bull. Este pensador alertaba a Occidente y al "hombre blanco" sobre la necesidad de entender la particular interacción que la globalización política y económica tendría con las diversas culturas y civilizaciones, al tiempo de rechazar la idea de "cruzada civilizadora", remarcar la utilidad de la prudencia, la pluralidad y el equilibrio de poder, así como un ascendente protagonismo de los regímenes internacionales. En el caso que el eurocentrismo no fuera lo necesariamente flexible para convivir y complementarse con lo "no occidental" (que en muchos casos levanta banderas heredadas de Occidente), las posibilidades de avanzar hacia un verdadero orden se veían sustancialmente erosionadas (Bull 1977). En momentos en que las variables civilizadoras y culturales han retomado una particular fuerza, en especial luego de los recientes escritos de Huntington sobre el enfrentamiento, no dejaría de resultar útil recurrir a los escritos de Bull para comprender de una manera mucho más profunda este plano de la subjetividad, sin por ello alejarse de los principios básicos de la teoría de las relaciones internacionales.

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rías de "corto y mediano alcan-ce", tan necesarias en momentos donde las generalizaciones (por ejemplo, las efectuadas por el neorrealismo estructural o las visiones más idílicas del liberalismo) del pasado están bajo fuertes cuestiona-mientos.

Por su parte, se explorarán algunas de las reelaboraciones que, en los últimos años, se han llevado a cabo sobre el tra-dicional texto de Doyle (1986)2, evidenciando un cierto consenso sobre el rol perjudicial que los Estados en transición a la democracia vistos por diversos autores como focos potenciales de guerras, guerras preventivas u operaciones encubiertas— ejercen sobre la "utopía kantiana".

La desagregación de la variable tipo de régimen

En un detallado estudio sobre la influencia del tipo de régimen democrático en los fenómenos de la paz y la guerra en las relaciones internacionales, Russett (1993) sostiene que existe un amplio respaldo em-pírico a la afirmación según la cual "las democracias no gue-rrean entre si", aunque in-mediatamente advierte la ne-cesidad de considerar la

influencia de factores geográ-ficos, temporales, ideológicos y culturales, así como también las percepciones de los Estados y los niveles de información y conocimiento entre los mismos. El mencionado principio podía ser ya detectado en el pensamiento de Kant (1993), quien ponderaba el efecto be-néfico que las repúblicas libe-rales dotadas de gobiernos representativos, división de poderes y leyes cosmopolitas, igualdad legal de los ciudadanos y un fluido comercio ejercían sobre la paz internacional. La conformación de la "Unión Pacífica" de Repúblicas era vista como un proceso "caso por caso", no lineal ni desprovisto de guerras con los Estados no democráticos, al tiempo en que era relativizada la utilidad de las "cruzadas".

El principio de la "paz inter-democrática" adquirió particular fuerza a partir del siglo XIX, y en especial a lo largo del siglo XX, con particular énfasis en la segunda postguerra. Russett destaca que no debe confundirse esta idea con una supuesta actitud pacifista de los Estados con este tipo de régimen, dado que las democracias estables tienden a entrar en conflicto tanto con sus pa-

res no democráticos como con las democracias inestables, e inclusive, éstas últimas tienden a guerrear entre sí. Las mismas serían más agresivas y más propensas a ser el objetivo de agresiones por parte de otros Estados, ya sean democráticos o no democráticos.

El autor observa que, a fin de elaborar hipótesis mas precisas respecto de la influencia del tipo de régimen sobre las relaciones internacionales, se hace necesario definir algunos conceptos e indicadores. Por ello toma en consideración el número de bajas producido por una "guerra" número que se sitúa en, aproximadamente, mil muertes y limita los regímenes democráticos a aquellos que posean más de tres años de antigüedad. Asimismo, aplica la noción de "poliarquía" utilizada por R. Dahl (1989) para caracterizar a los Estados democráticos y concluye que, según esta conceptualización, las mismas ascenderían a sesenta casos a mediados de la década de los 80 (unos años más tarde, a partir de 1989-91, se vería una acentuación de los procesos de democratización), contra los 12 ejemplos de fines del siglo

(Continuación Nota 1)

En el intento de efectuar un estudio menos dogmático y simplista del pensamiento kantiano, recientes escritos han resaltado las limitaciones que Kant le adjudicaba a la idea de "intervención" en asuntos internos, dado que recomandaba ejecutar un estudio caso por caso, guiado, básicamente, por la conducta del Estado en cuestión (el agresor) más que por su tipo de régimen. Ello se complementaba con la admisión de la necesidad de interactuar con algunos Estados no democráticos, con el objeto de darle más estabilidad al sistema internacional. En todo momento, el filósofo alemán enfatizó la importancia de no caer en visiones lineales, homogeneizadoras, así como cuestionar la división del mundo en "zona de paz" y "zona de guerra". El desarrollo de sociedades civiles e instituciones fuertes, así como comprender la ligazón entre paz y equidad (justicia) son algunas de las herencias preponderantes de su pensamiento, así como una convocatoria para que las democracias se miren (y se cuestionen) más a ellas mismas, y que no caigan en la satanización de lo distinto. Por último, en algunos de los alegatos de Kant es notoria la intención de hacer notar los límites y las debilidades de los esquemas de seguridad internacional basados exclusivamente en el equilibrio del poder, al tiempo que se permite hallar una visión sistémica o de "Tercera Imagen", pero de carga "optimista", reflejada en su afirmación de que la razón se impondrá (luego de muchas derrotas) sobre el mal, y que la naturaleza de las cosas llevará por la fuerza a donde no todos quieren ir: la paz. El texto de Doyle lleva a cabo un estudio sobre la conducta de las democracias, llegando a la conclusión de que ellas no guerrean entre sí, pero sí lo hacen con sistemas no democráticos. Uno de los puntos que Russett le critica a Doyle es su afirmación de remarcar la agresividad de los sistemas no democráticos. No obstante, el trabajo de este último se alza como un precursor en este campo de investigación.

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XIX y los 24 de los anos cin-cuenta.

En su análisis, Russett indica que, durante los períodos en que dos "tradicionales rivales" (diadas) tuvieron regímenes "más democráticos", sus cho-ques cíclicos tendieron a ser más limitados. En cambio, cuando uno de estos Estados no era democrático, las posibilidades de guerra se multiplicaban por ocho. Los trabajos empíricos de las últimas décadas llevan al autor a afirmar que la teoría de las relaciones internacionales, y en especial las corrientes neorrealistas estructurales, deben incorporar los conocimientos adquiridos con respecto a la variable tipo de régimen, anteriormente rechazados por su reduccionismo e idealismo. Una revisión de los argumentos neo-rrealistas podría llevar a advertir la posibilidad de que la estructura del sistema internacional y las fuerzas que actúan dentro del mismo con-duzcan a algunas potencias democráticas de primer orden a confrontarse bélicamente entre sí (en especial, en un contexto post-bipolar como el actual, cercano a la "pesadilla" multipolar no deseada por los neorrealistas). Como veremos, K. Waltz (1993) relativiza la posibilidad de este enfrenta-miento, asumiendo como válidas (si bien de manera implícita) algunas proyecciones realizadas por la corriente institucionalista o interdependentista a lo largo de las últimas dos décadas. Retomando las reflexiones de Doyle (1986), con respecto a este tema Russett (1993) advierte que las democracias suelen guerrear con los regímenes no democráticos, existiendo entre los mismos una "presunción de ene-

mistad" equiparable a la "pre-sunción de amistad" entre las democracias. En esta "zona de paz", en la que las partes no centrarán sus expectativas en un presente o futuro choque armado, es po-sible avanzar hacia conductas de "seguridad común", atenuando el tradicional dilema de seguridad. El autor enfatiza la importancia que Tucídides adjudicara al análisis del tipo de régimen, así como a los abordajes de "Segunda Imagen" y a las relaciones entre las democracias, elementos que han sido desvalorizados o criticados por algunos de sus sucesores en el paradigma realista (y neorrealista) (Russett 1993). Una de las particularidades del notable trabajo realizado por Russett (1993) es la atención otorgada a las sociedades primitivas o pre-industriales, con las cuales arriba a una con-clusión orientada a resaltar la interacción entre los mayores grados de participación de los individuos y una menor ten-dencia al conflicto y a la guerra. Esta relación plantea, desde la perspectiva del autor, un interrogante acerca del impacto que el ascenso de regímenes fundamentalistas (con mayores niveles de participación respecto de los gobiernos feudales-monárquicos) tendría en los diversos países musulmanes.

Russett enfatiza el papel ocupado por el desconoci-miento, la falta de información y las percepciones como variable explicativa de las guerras. Tal como se ha visto, los institucionalistas indican que uno de los roles de los regímenes (normas y prácticas compartidas) e instituciones internacio-

nales es justamente disminuir las brechas existentes en estos aspectos. Las normas y prácticas son elevadas a un nivel de "primus inter pares", y las ins-tituciones a un nivel de segundo óptimo. En relación con ello, no estaría de más mencionar las evidencias referentes a la relación virtuosa que suele entablarse entre sociedades democráticas estables y una mejora en los niveles de infor-mación y conocimiento. Por ultimo, el autor concluye que la emergencia de regímenes democráticos en los 80 se puede transformar en un reto para el sistema internacional de una magnitud superior al de las fronteras de 1918 y 1945. En efecto, hacia 1992,91 de los 183 Estados que conformaban el sistema internacional eran de-mocráticos y otros 35 están en diversas etapas de transición y consolidación (Russett 1993).

Hacia una visión pragmática de la "paz interdemocrática"

Algunos autores, por ejemplo Mansfield y Snyder (1995), enfatizan la necesidad de realizar una revisión parcial del principio idealista que postula que "las democracias no guerrean entre sí", dado que un análisis estadístico demostraría que las "democracias inestables o en transición" presentan una tasa de involucramiento en conflictos bélicos sustancialmente mayor a la de las democracias estables, y aun que los regímenes autoritarios estables. Esta tesis motivó a los autores a advertir que, si bien la estrategia de "extensión de la democracia y del mercado" de la administración Clinton es acertada en el largo plazo, en el corto y mediano plazo se debe estar alerta frente a las elevadas posibilidades de choques arma-

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dos en diversas regiones, in-cluyendo zonas de relevancia estratégica. Una de las parti-cularidades señalada por esta investigación es la condición de excepción que presenta la América Latina de los años ochenta y noventa con respecto a la interacción entre transición democrática y guerra (con la tradicional salvedad de Ecuador y Perú, este último con un autogolpe en 1992). En una investigación acerca de los elementos centrales del diseño de política exterior de la administración Clinton (Russell 1994), se resalta la subsistencia de un marcado apego al núcleo duro del paradigma in-ternacionalista, con fuertes bases en la escuela realista y en la institucionalista. Ejemplos de estos hallazgos destacan el activismo y el pragmatismo, el estudio caso por caso de las acciones, el interés en la exten-sión de las democracias y el mercado, el control de la proli-feración (todo ello, sin repudiar la negociación con países "no democráticos" que sean claves para la seguridad nacional), el rechazo a las cruzadas ideológicas y culturales, la compatibilidad entre capaci-dades y objetivos, y el requisito de poseer recursos bélicos que permitan ganar dos guerras regionales a la vez. A ello se suma la importancia otorgada al fortalecimiento de los regímenes internacionales, el multilateralismo y la acción de las organizaciones no guber-namentales, pero preservando la capacidad de acción unilateral, todo lo cual interactúa con el ascenso jerárquico de los temas económicos, sociales y co-merciales.

Las afirmaciones de Mansfield y Snyder contribuirán a fortalecer la realización de es-

tudios más particularizados de los casos nacionales, así como a enfatizar el aspecto cualitativo de la difusión de regímenes democráticos en el sistema internacional. Asimismo, éstas se complementarían con lo dicho por Russett al momento de advertir que las democracias no consolidadas serían más propensas al uso de la fuerza y a constituirse en objetivos de las acciones bélicas (o acciones encubiertas) de otros Estados.

Las teorías centradas en el principio de la "paz interde-mocrática" no están exentas de limitaciones (Gowa 1995). Se recuerda que las bases teóricas de dicho principio se desprenden del peso de las normas, de los frenos y contrapesos y del rol del comercio, que presentarían la deficiencia de no valorar adecuadamente la importancia de los intereses, el miedo a la sanciones y los costos, los frenos existentes dentro de gobiernos no democráticos y el rol central de la acción racional. Ello explicaría que un análisis empírico no pueda demostrar que los regímenes autoritarios no tienden a intervenir en más guerras que los democráticos, o que estos últimos tienden a comerciar más entre sí. Por ejemplo, en regiones como África, regímenes como la Organización de Unidad Africana tienden a viabilizar políticas exteriores "idealistas", con el objeto de obtener un creciente control y mayores recursos para la implementa-ción de la represión interna. "Asimismo, las alianzas entre las democracias luego de 1945 y durante la Guerra Fría período donde es posible detectar una mayor base empírica a los argumentos propuestos por los autores neo-kantia-

nos se vieron consolidadas por el peso de los intereses nacionales de dichas democra cias.

En otros trabajos (Hermann y Kegley 1995) se analiza la utilidad que tendría una mayor atención a los dominios de la psicología política para el estudio de la influencia del tipo de régimen. Ello permitiría penetrar en la "caja negra", y encarar una visualización más detallada de los líderes y los mecanismos de toma de decisiones, en especial en momentos de crisis. Se propone diferenciar los diversos tipos de democracias y autoritarismos (estables, inestables, desarrollados, subdesarrollados), así como la naturaleza de los liderazgos (moderado, pragmático, militante y radical). Para ellos, los líderes "sensibles", tanto de uno como de otro régimen, tienden a acentuar las consultas. El liderazgo es una variable central dado que a menor control dentro de un régimen democrático se presentarían mayores posibilidades de escaladas con gobiernos autoritarios, en tanto que, a menor control en estos últimos, habría una propensión hacia tensiones con otros autoritarismos y con las democracias. En las relaciones entre las democracias se tendría una "visión humanizada" del "otro", más allá de las tensiones y conflictos, no viendo al otro como radicalmente diferente. Las no democracias serían vistas como "distintas y peligrosas", con lo que se conforma un patrón de "amigo-enemigo". Por todo esto, los líderes de uno y otro tipo de régimen "necesitan y usan" la idea de "enemigo y distinto" como forma de consolidar su poder interno.

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Repensando la idea de soberanía y rol del Estado

En una de sus últimas obras, Keohane (1995) advierte que en el futuro la interdependencia estará sujeta a constantes desacuerdos dentro y entre los Estados, entre intereses individuales, de grupos, empresas, entre otros, dado que la competencia mundial en los planos político y económico se seguirá expandiendo. Mientras tanto, las ciudadanías buscarán la protección de gobiernos fuertes y dinámicos frente a los intereses de grupos o empresas poderosas. El rol del Estado como mediador adquiere prioridad frente a estos conflictos entre millones de agentes. Por ello, el "Estado es y será una institución clave", lejos de su extinción. Lo expresado no es incompatible con la presencia de organizaciones y regímenes y actores transna-cionales ni con la continuidad de esquemas de integración (Keohane, 1995).

En contextos de interdepen-dencia, la "soberanía" es menos una "barrera territorial" que un recurso de negociación para adquirir un peso especifico en las pujas políticas que se desarrollan en las complejas redes, difundidas a escala global. A su vez, estos efectos no implicarán una reducción de las discordias, dado que se multiplicarían los canales y los actores, al tiempo que la opción del uso de la fuerza se vería radicalmente mitigada. Como se afirmó anteriormente, los Estados y la soberanía no deben ser vistos (al menos en el área de los países de la OCDE, con el agregado condicionado de América Latina, Europa Oriental y parte del sureste de Asia) como barreras territoriales, sino como herramientas

para las negociaciones ten-dientes a influenciar y mani-pular las redes internacionales de la Interdependencia. Las re-giones mencionadas estarán en condiciones de conformar una "zona de paz interdemocrática", donde se deberá hacer valer la destreza de desarrollar estructuras estatales capacitadas para manipular los procesos derivados de la inter-dependencia, dentro de los cuales conviven complejas ló-gicas que en nada coinciden con percepciones ingenuas o lineales del sistema internacional.

Una de las enseñanzas del primer tramo de la postguerra fría es la evidente debilidad de las instituciones internacionales, en especial si se toma en cuenta el espíritu de optimismo y euforia que existió luego de los hechos de 1989-91 (Keohane, 1994). No obstante, el autor liberal remarca que los re-gímenes y las instituciones internacionales cumplen y están llamados a cumplir un rol básico en las políticas de orden mundial, dado que su función es mejorar los niveles de infor-mación y conocimiento entre los actores (elemento considerado básico para avanzar en la paz interdemocrática de Russett), bajar los costos de las ne-gociaciones y hacer mas creíbles los acuerdos y compromisos.

Keohane (1994) destaca que lo que se debe esperar de las instituciones es de característi-cas modestas, pero no por ello menos relevantes. Asimismo, recuerda que el fenómeno de la proliferación de instituciones y regímenes internacionales no está difundido a nivel global, motivo por el cual visualiza un peligroso cóctel entre identidades nacionales dé-

bilesfuertes combinado con identidades nacionales e inse-guridad económica. Al llegar a este punto, indica que no existe una teoría amplia y de largo alcance capaz de abordar esta problemática y propone avanzar hacia explicaciones más modestas y de mediano alcance, repitiendo algunas de las reflexiones formuladas por otros autores a lo largo de este trabajo.

Al estudiar la influencia del tipo de régimen sobre las relaciones internacionales, Keohane indica que, en los noventa, la generalización del principio según el cual "las democracias no guerrean entre sí" debe estar sujeto a un análisis particu-larizado y fundamentado sóli-damente en su contexto. Como ejemplo, señala la realización de elecciones en países como Serbia (paradigma de Estado "agresivo", por su rol en la guerra balcánica) durante la presente década. Estos hechos conviven con las evidencias de fortaleza que, en el mundo de-sarrollado, conserva la visión realista de la existencia de una "paz divisible", y la formulación ad hoc de políticas, tal como lo demostró el rol de Europa Occidental y de los Estados Unidos en el tema de los Balca-nes a lo largo de cuatro años.

Por su parte, en un análisis de algunos de los "underpinnings" del orden emergente de la postguerra fría, otro autor relativiza la posibilidad (sus-tentada tanto por algunos ex-ponentes neoconservadores como por algunos neomarxistas como Ashley) de un retroceso al modelo "Estado-céntrico" existente décadas atrás, pero al mismo tiempo advierte sobre el impacto traumático que el ascenso de visiones ingenuas o simplistas tendrían

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sobre las ventajas del indivi-dualismo y la descentralización en el seno de los Estados (Rosenau 1990). Las turbulen-cias del sistema internacional no parecen ser particularmente vulnerables a ninguna de estas visiones extremas. Frente a ello, propone una visión intermedia o "pluralista" que, si bien asume el creciente protagonismo del fenómeno de la multiplicación de actores y de los canales de comunicación, enfatiza el rol estabilizante que un Estado readaptado puede ejercer frente a la complejidad del escenario internacional. (Cabría relacionar esta idea con los argumentos de Keohane sobre el rol del Estado y la concepción de la soberanía). En esta visión, el choque entre la centralización y la descentralización no se resuelve hacia ninguno de los lados, motivando la convivencia y la interacción entre ambas opciones. De este modo, y según Rosenau (1990), se estaría asistiendo a un progreso en la capacidad de entendimiento y aprendizaje del hombre, que llevaría a que éste pudiera comprender los límites del Es-tado-centrismo y de su opuesto. Esta "bifurcación" de la política mostraría una mayor capacidad para conciliar y moderar los choques entre las tendencias divergentes: crecimiento-estabilidad, cambio-continuidad, orden-libertad, bien general-individual y tecnología-cultura.

Por su parte, en el análisis de las consecuencias internacionales de la democracia y sus potenciales efectos sobre la ampliación de los espacios de paz y cooperación, Sorensen (1993) propone asumir una po-sición intermedia entre los más optimistas (o idealistas) y

los pesimistas (o realistas). El estudio retoma los dichos de Kant sobre la creciente tenden-cia hacia la formación de repú-blicas liberales, tendencia mo-tivada por la mayor eficiencia de estos regímenes y generada, a su vez, por vinculaciones pacíficas entre las mismas en el sistema internacional. Se enumera un conjunto de estudios que a lo largo de las últimas tres décadas han cuestionado la naturaleza pacifista de las democracias frente a otros Estados no democráticos, a diferencia del trato pacífico con el que encaran las relaciones con otras democracias (Sorensen, 1993). Al igual que Russett, Sorensen se pregunta hasta qué punto la combinación de este fenómeno con la ampliación del número de Estados democráticos no conduce a cuestionar o, al menos, hacer más complejos algunos de los soportes del realismo. En este sentido, una consideración de los dichos de Kant permite resaltar el peso de los campos moral y económico al momento de intentar comprender las razones de la convivencia pacífica: los valores comunes y el "espíritu del comercio" acentúan los espacios para juegos de suma absoluta.

Al estudiar el impacto del tipo de régimen democrático sobre las relaciones internacionales, se pueden encontrar numerosos textos que enfatizan la incapacidad de las democracias para llevar a cabo tareas en el ámbito de la "alta política" caracterizada por su carga de secreto, prudencia y efectividad, aun cuando se admite su mayor capacidad para operar en el campo de la "baja política", es decir, en temas económicos y sociales. Antes de proseguir con el nu-

do argumental de Sorensen, cabría reflexionar sobre el modo de relativizar o readaptar esta crítica a contextos signados por procesos de interdependencia. Se señala que sólo una visión con un cubrimiento más integral de las normas, las instituciones, la cultura política y de lo que Bull definiera como "Sociedad Internacional", puede otorgar contundencia empírica y teórica a los estudios orientados a valorar la variable tipo de régimen.

Uno de los puntos que más preocupan a Sorensen, y a otros interesados en desagregar y hacer más complejos este tipo de estudios, es el nivel de consolidación de las institu-ciones, las prácticas y la cultura democrática en numerosos países subdesarrollados. Este tema se torna particularmente relevante frente al peligro de estudios simplistas o lineales que intentan aplicar el para-digma kantiano a la periferia, desvalorizando las posibilidades de retroceso y los diversos niveles de fragilidad. En relación con este punto, el autor indica que se ha tendido a descuidar el plano de la equidad, la eficiencia y la prudencia que deben contener los regímenes democráticos para que sean compatibles con lo que Kant viera como la "Unión Pacífica". La convocatoria a elecciones y la adopción de métodos económicos capitalistas son, en este sentido, condiciones necesarias pero no suficientes para avanzar hacia espacios reales de estabilidad internacional. La falta de efi-ciencia y equidad se puede constituir en un factor perjudi-cial en el sistema internacional. En opinión de Sorensen, la "Unión Pacífica" de alcance global (o tendiente a ello) es to-

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davía un proyecto de largo plazo, y no necesariamente li-neal y homogéneo en todas las regiones.

Sorensen (1993) retoma una de las más notables reflexiones de Aron respecto de los "sub-sistemas" o espacios regionales y/o subregionales que con-forman un complejo de seguri-dad con diversos niveles de anarquía. Estos niveles pueden ser resumidos como: 1) la anarquía cruda (balance de poder y disuasión), 2) la comunidad de Seguridad (ne-gociaciones y cooperación) y 3) el "régimen de seguridad maduro" (de características in-termedias). La segunda alter-nativa, difundida en la década de los cincuenta, es asimilable a la "Unión Pacífica" de Kant, dado que si bien sigue existiendo la anarquía, las conductas son diferentes a las presentes en el dilema de seguridad, y prevalecen las agendas propias de escenarios de interde-pendencia. En la tercera situa-ción existen tanto el conflicto como canales para profundizar los niveles de consulta y confianza mutua. Para Sorensen, aun cuando no pueden descartarse casos de retorno, tampoco se debe desvalorizar la posibilidad de un avance, tal como lo demuestra el caso de la Unión Europea (¿y el Mercosur?), en un proceso ten-diente a trascender la anarquía, aunque de manera limitada en el espacio y de forma no lineal y homogénea.

En artículos recientes (Mercer 1995), es posible detectar intentos de readaptar las con-cepciones neorrealistas estruc-

turales a un contexto interna-cional en donde se hace cre-cientemente evidente la for-mación de espacios económicos y políticos regionales, que adoptan como paradigma el caso de la Unión Europea (Mercer, 1995). Esta ingeniería conceptual se basa en una hipótesis que enfatiza la supervivencia y la vigencia de la lógica de la anarquía y la autoayuda en el sistema internacional, debido a que ésta no es una institución más, sino que se basaría en la lógica consecuencia de la interacción entre grupos. Frente a ello, procesos como los de la Unión Europea implican una extensión geográfica del autointerés y la generación de un espacio ampliado para el egoísmo y la búsqueda de poder. Para esta corriente, el modelo europeo debe ser visto como un cambio cuantitativo y no cualitativo en el sistema inter-nacional. Los grupos (al igual que los nuevos regionalismos) tienen una visión de ganancias relativas (suma cero), mientras que dentro de ellos existe una ganancia absoluta. La reducción del número de unidades motivaría la acentuación del problema de la ganancias rela-tivas y el autointerés dado que el conflicto no es ahora "Francia T's. Alemania", sino "Unión Europea vs. Japón". Estos ar-gumentos dan lugar a una lla-mativa convergencia entre la continuidad de prácticas de equilibrio de poder y suma re-lativa entre los polos regionales con un posthobbesianismo al interior de los mismos. Los bloques económicos son consi-derados como desprovistos de

los principios de la Interde-pendencia Compleja3 y, al mis-mo tiempo, se desvalorizan los márgenes de heterogeneidad y competencia, la diversidad de intereses y la multiplicidad de actores dentro de los esquemas de integración (motivando un nuevo tipo de encapsulamiento de los actores internacionales, marginando los análisis efectuados sobre la tendencia a "regionalismos flexibles").

Waltz (1993) insiste en focalizar exclusivamente la problemática de difusión de poder en los Estados-naciones, siendo Alemania, Japón y China los supuestos beneficiados a partir de 1989. El principio de la "autoayuda" y el "equilibrio de poder" son detectados como temas centrales frente a un mundo "multipolar" caracte-rizado por la difusión de con-flictos (en especial en zonas periféricas). No obstante, un mayor reconocimiento de fe-nómenos (con respecto a sus textos clásicos) como la "nofungibilidad del poder militar en lo económico" (si bien no destaca el necesario revés de este principio, es decir, la no fungibilidad entre poder económico y poder militar), permite una tenue, aunque mayor, influencia del tipo de régimen político, y una desjerarquización parcial de la problemática militar con respecto a las disputas económicas y políticas, para, así, detectar un híbrido entre el neorrealismo tradicional y los principios básicos de la interdependencia compleja.

No deja de ser uno de los as-pectos más llamativos de los

Los tres principios básicos del "tipo ideal" de la Interdependencia Compleja son: 1) La existencia de agendas múltiples, así como agencias y organismos diferenciados en el manejo de las diversas áreas de cuestión; 2) La desjerarquización de las agendas y la creciente vigencia de temas de características interminables; 3) La no fungibilidad del poder.

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debates teóricos de los noventa, la poca referencia que des-tacados exponentes del neo-rrealismo, hacen con respecto al uso de la fuerza militar en las relaciones internacionales. Focalizando en cambio su atención en los juegos de suma cero o suma relativa desarro-llados a nivel inter-bloque (por ejemplo la Unión Europea vs. NAFTA) en el campo de la "baja política". Corresponde, en este sentido, reiterar las apreciaciones realizadas al momento de considerar a algunos de los autores interesados en readaptar el diagnóstico neorrealista a los nuevos espacios de integración regional. El hecho de que un neorrealista como Grieco asuma en los noventa como válida la reflexión que los institucionalistas-liberales hicieran dos décadas atrás acerca de la "desjerarquiza-ción de las agendas" (o incremento de la importancia de las cuestiones económicas) no di-ficulta la convivencia con los otros dos principios propios de escenarios de Interdependencia Compleja.

Conclusiones

En su recopilación sobre algunas de las últimas obras orientadas a criticar los límites de la visión neorrealista, Kapstein (1995), afirma que el debate teórico de las relaciones internacionales está asistiendo en los noventa a una crisis del pensamiento sistémico-estructural, si bien advierte que por el momento no se está frente a la presencia de un potencial "sucesor". Para este autor, la punta de lanza de un es-tudio más detallado de las explicaciones "de adentro hacia afuera" y "de afuera hacia adentro", estaría dada por una exploración más detallada de

la influencia del tipo de régimen democrático sobre la conducta de los Estados. El mismo Kapstein admite las verdades de algunas críticas hechas a este tipo de estudios, al cuestionar la tendencia de la acumulación de observaciones en las que se caen, sin darle un peso determinante a las relaciones causales.

No obstante, trae a la memoria la existencia de un consenso (ilustrado por neorrealistas como Waltz y Grieco) sobre la posibilidad de que un mundo multipolar de potencias de-mocráticas sea mas pacífico, lo cual implicaría (por acción u omisión) otorgarle un peso significativo a la variable tipo de régimen vis-á-vis la distri-bución de poder y la polaridad. La vinculación entre la polaridad y el tipo de régimen está llamada a ocupar el corazón del debate entre los "sistémicos" y los partidarios de otorgar un mayor énfasis a la "Segunda Imagen". En su visión, es crecientemente evidente la necesidad de teorías más complejas, que no se vean tentadas por la "parsimonia" del neorrealismo, sin que ello implique desatender la utilidad que conserva este paradigma como punto de partida. Una de las conclusiones que se pueden obtener de los argumentos de autores como Keohane (1994) y Sorensen (1993), o de la "masa crítica" de Estados democráticos detectada por Russett (1993), es la posibilidad de estar asistiendo a una "frontera histórica" tan relevante como la trazada en la segunda mitad del siglo pasado. Este momento fue visto por Morgenthau como el período de transición entre un sistema internacional (o europeo) moderado y cosmopolita

a uno en donde el "realismo político" se presentaba como hoja de ruta para los Estados en un escenario signado por la aceleración de la revolución industrial, el nacionalismo, el imperialismo y los ejércitos masivos.

En este último tramo del siglo XX, la frontera está dada por la emergencia de conceptos de soberanía y de Estado más ligados a visiones del institucionalismo liberal, llama-dos a provocar un impacto tanto cualitativo como cuantitativo en la teoría de las relaciones internacionales. En este amplio y aún en gran medida inexplorado campo de estudio, la variable tipo de régimen se constituiría en un aditamento esencial de la construcción de una ruta "realista" adaptada a la fluida y cambiante realidad.

Hendrickson (1994) convoca a recuperar algunos principios fundamentales del pensamiento "internacionalista" de las relaciones internacionales, frente a la imprudencia de ciertos paradigmas que han proliferado en los últimos años. Las bases de este llamado son: un reconocimiento de la importancia que conserva la idea de soberanía, la no—in-tervención en asuntos internos de otros Estados, así como una potencialidad del multilateralismo como forma de convivir en un mundo plural, heterogéneo y anárquico. Ello se complementa con el otorgamiento de un mayor énfasis a una "expansión cualitativa" de la democracia en relación con la expansión cuantitativa de democracias inestables o de baja intensidad. Señala también que el rechazo al espíritu de cruzada o al aislacionismo se enlaza con lo previamente

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apuntado, así como con un mayor entendimiento de prin-cipios como el equilibrio de poder y las áreas de influencia. Por último, alerta sobre el peli-gro de basar las expectativas de orden y estabilidad en el unilateralismo de los Estados Unidos, situación para la cual este país no estaría preparado ni dispuesto "a pagar" el precio que la misma implica. En alusión a la "expansión cualitativa", es factible retomar dichos de Don Chull Shin (1984) en el compendio de tex-tos dirigidos a la temática de la transición y consolidación de-mocrática, en donde concluye que se debe tomar conciencia de que la mayoría de las nuevas democracias, que emergieron a lo largo de los últimos veinte años (se pasó de 44 a 107 democracias), no evolucionará en el corto y mediano plazo ha-cia sistemas poliárquicos (pro-pios de países estables), ni retro-cederán a formas dictatoriales, sino que presentarán caracterís-ticas "congeladas" y con esen-cias "delega ti vas" (ciudadanía de baja intensidad). Esta reflexión resulta com-patible con los argumentos que este trabajo se propuso analizar. El mismo ha intentado comprender la necesidad de un análisis más desagregado (sin olvidar el nivel sistémico) de la influencia del tipo de régimen sobre el actual sistema internacional. La prudencia, la paciencia, la no linealidad y los matices señalados por Kant, al hacer referencia a su "Unión Pacífica", constituyen un antecedente clave al momento de definir el estudio del tipo de régimen co-

mo un socio en la búsqueda de una mayor capacidad explica-tiva de las teorías de las rela-ciones internacionales. Los maniqueísmos, la superficiali-dad y los clichés que han proliferado con respecto a las reflexiones de Tucídides, Kant y Maquiavelo4, constituyen, por su parte, algunos de los funda-mentos de las visiones que ten-dieron a divorciar de manera tajante y radical a estas percep-ciones complementarias, aunque en algunos casos conflictivas e incongruentes.

Cabe recordar que desde principios de los años setenta, los liberales-institucionalistas se declararon herederos críticos de las visiones realista y neorrealista estructural, pos-tulando su utilidad parcial, y proponiendo un modelo am-pliado y modificado de las mismas. En la revisión de "Po-der e Interdependencia" reali-zada por Keohane y Nye en 1987, figuraba la idea de enten-der a la matriz de su teoría como un tipo ideal, que requería de un amplio y progresivo trabajo interdisciplinario entre el campo de las relaciones inter-nacionales, la economía y los sistemas políticos comparados. Una exploración más detallada y desagregada de la variable tipo de régimen, y de su impacto sobre la paz y la guerra, no dejaría de ser complementaria a este ambicioso objetivo del establishment teórico de nuestra disciplina. Todo ello sin olvidar la necesaria exploración de la vinculación entre la variable tipo de régimen político y el campo de la "seguridad económica" (prioriza-da en "Poder e Interdependen-

cia"), así como las cuestiones ligadas al medio ambiente y al campo socioeconómico, o sea los juegos de suma relativa y absoluta en los dominios de la alguna vez llamada "baja polí-tica".

Una de las paradojas que se nos presentan, al concluir esta revisión de los debates existen-tes sobre la influencia del tipo de régimen en las relaciones internacionales, está dada por la convivencia de este consenso ascendente sobre las bases empíricas que sostienen la factibilidad de la idea de "paz interdemocrática", sustentada por la corriente liberal de nuestra disciplina con la "crisis del internacionalismo liberal" detectada por Hoffmann (1996), crisis sólo superada en su magnitud por la esclerosis que registra el paradigma realista.

El discípulo de Aron, y des-tacado exponente del establishment teórico de las relaciones internacionales, advierte que los noventa harán más evidente la ausencia (y la necesidad) de un esquema teórico y práctico para hacer frente al caos que motivan temas como la influencia de los flujos de capitales en las economías domésticas, las tensiones entre las tendencias a la globaliza-ción y al aislamiento, la pro-blemática del narcotráfico, el medio ambiente, la explosión demográfica, la tensión entre la defensa de los derechos hu-manos y el control de guerras civiles con el principio de la no-intervención en asuntos internos de los Estados (Hoffmann 1996).

Cabe recordar que Maquiavelo adjudicó al tipo de régimen un valor destacado reflejado en sus referencias y elogios a la República, la cual, en su visión, no sólo es más eficiente en la guerra y en la paz, sino que se constituye en alianzas más estables y duraderas.

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Tal vez, el reclamo de Hoffmann aliente a la disciplina a profundizar y enriquecer el rol que corresponde a variables como la de tipo de régimen en cuestiones que no están exclu-sivamente limitadas a la guerra y la paz entre los Estados. En este sentido, el libro de Russett (1993) se alza con una mayor capacidad holística, sin caer en el agregado descontrolado de variables, con sus consecuencias reduccionistas.

Para finalizar, en momentos en los que prima la necesidad de "invertir" la tradicional "utopía idealista"5 de las relaciones internacionales (es decir el transpolar las conductas internas de los Estados al ámbito internacional), dada la difusión que ha alcanzado la atenuación del uso de la fuerza militar en el plano interestatal y el ascenso de los temas económicos y comerciales, en países regidos por sistemas democráticos y dictatoriales el estudio del impacto de la variable tipo de régimen puede estar llamado a ser uno de los protagonistas en el enriquecimiento de los análisis de "dos niveles" (la interacción entre lo endógeno y lo exógeno), de una mayor fortaleza teórica y empírica.

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5 En los noventa se puede hablar de una " utopía invertida", dada la proliferación de políticas exteriores (aun en regímenes no democráticos o democracias de baja intensidad) pragmáticas y orientadas a la difusión del comercio y las inversiones, en tanto que en el plano interno se dan prácticas claramente violatorias a los derechos humanos y alejadas de las prácticas poliárquicas o pluralistas.

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Sección

Documentos

VIII Consejo Presidencial Andino

Trujillo, 9-10 de marzo de 1996 Acta de Trujillo

Los Presidentes de Bolivia, Colombia, Ecuador, Perú, y el Representante Personal del Presidente de Venezuela, junto con el Presidente de Panamá, en calidad de Observador, reunidos en la ciudad de Trujillo, los días 9 y 10 de marzo de 1996, con ocasión del VIII Consejo Presidencial Andino, evaluaron los progresos alcanzados en el proceso de la integración subregional andina desde la suscripción del Acta de Quito en la que se apro-baron las directrices para la reestructuración ins-titucional del Grupo Andino.

En tal sentido, los Presidentes andinos adoptaron el Protocolo Modificatorio del Acuerdo de Integración Subregional Andina (Acuerdo de Cartagena), en el que se crea la Comunidad Andina y el Sistema Andino de Integración, nuevo marco jurídico que responde a los retos que plantean los cambios en la economía mundial al proceso de integración subregional.

Con ese propósito, los Presidentes andinos están decididos a consolidar y promover vínculos más estrechos de cooperación a través del forta-lecimiento de sus democracias, la erradicación de la pobreza, la promoción del desarrollo sostenible y la preservación del medio ambiente, la apertura de sus mercados, así como la coordinación de posiciones en diversos foros internacionales de negociación. A tal efecto aprobaron las siguientes:

Directrices presidenciales Protocolo modificatorio que crea la comunidad andina y establece el sistema andino de integración

Los Presidentes crean la Comunidad Andina y establecen el Sistema Andino de Integración, pa-

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R.A lo cual adoptan el Protocolo Modificatorio del Acuerdo de Integración Subregional Andino (Acuerdo de Cartagena), que se acompaña como anexo y forma parte integral de la presente Acta. Exhortan a sus Parlamentos a agilizar la ratificación del mencionado Protocolo Modificatorio con el objetivo de que dichos procedimientos sean concluidos, de ser posible en sesenta días, a partir de la aprobación de la presente Acta. Instruyen al Consejo Andino de Ministros de Relaciones Exteriores a que, de inmediato, proceda a la elaboración y aprobación de su Reglamento y, a la Comisión del Acuerdo de Cartagena, para que adecúe su propio Reglamento, y elabore el correspondiente a la Secretaría General; este último para ser sometido a consideración del Consejo Andino de Ministros de Relaciones Exteriores. Asimismo, encargan al Consejo Andino de Mi-nistros de Relaciones Exteriores a que, inmedia-tamente luego de la entrada en vigencia del Pro-tocolo Modificatorio del Acuerdo de Integración Subregional Andino (Acuerdo de Cartagena) se reúna para elegir al Secretario General de la Co-munidad Andina.

Tribunal de justicia de la comunidad andina

Deciden que el Presidente del Consejo de Ministros de Relaciones Exteriores convoque, al más breve plazo, a los Plenipotenciarios que deberán conciliar el Proyecto de Protocolo Modificatorio del Tribunal de Justicia con las reformas institucionales introducidas en el Acuerdo de Cartagena por el Protocolo Modificatorio anexo a la presente Acta. Con dicha convocatoria el Presidente remitirá el documento de trabajo sobre ordenamiento jurídico del Acuerdo de Cartagena que fuera examinado en el seno del Grupo de Trabajo de Alto Nivel para la Estructuración del Sistema Andino de Integración.

Parlamento andino

Apoyar el fortalecimiento del Parlamento Andino y exhortar la realización de las elecciones por sufragio universal y directo de los representantes ante el mencionado órgano, dentro de un plazo de hasta cinco años.

Corporación andina de fomento

Destacan el crecimiento sostenido y financiera-mente sólido de la Corporación Andina de Fomento en el ámbito internacional, que la ha convertido en la principal fuente financiera de los

países andinos, apoyando proyectos de integración física, el desarrollo del sector privado, el aumento del comercio y la obtención de recursos en los mercados de capital. Asimismo, ven con satisfacción la incorporación de nuevos países de la región como accionistas de la serie "C" por las posibilidades que esto abre para financiar proyectos y actividades de interés mutuo para el Grupo Andino y dichos países. En tal sentido, manifiestan su apoyo a la eficaz gestión de la actual administración de la entidad.

Los convenios sociales

Resaltan la importancia de actualizar los objetivos y reforzar el funcionamiento de los Convenios Andrés Bello, Hipólito Unanue, Simón Rodríguez y el Programa José Celestino Mutis, a fin de adaptarlos a los fines y propósitos del Sistema Andino de Integración. En tal sentido invitan a los países no-andinos miembros de dichos Convenios a sumarse a tal esfuerzo.

Democracia y derechos humanos

Considerando que la democracia es el sistema político que mejor garantiza el estado de derecho, la participación ciudadana, el respeto a los derechos humanos y salvaguarda de la diversidad cultural, los Mandatarios andinos acuerdan continuar reforzando las instituciones democráticas, para el logro de la estabilidad, la paz y el desarrollo de sus pueblos.

Lucha contra la corrupción

Reafirman que la lucha contra la corrupción es responsabilidad primordial de cada Estado, la cual debe ser complementada con una acción conjunta a través de la cooperación internacional y la asistencia mutua. Los Mandatarios renuevan su voluntad y compromiso de enfrentar la corrupción para consolidar una sociedad democrática que propicie la justicia social y económica. Por ello apoyan decididamente la celebración de la Conferencia Especializada para adoptar el Proyecto de Convención Interamericana contra la Corrupción, que tendrá lugar en la ciudad de Caracas en el presente mes.

Narcotráfico

Reafirman la inquebrantable convicción, nacida de la voluntad soberana de las sociedades y gobiernos andinos, acerca de la necesidad de luchar de manera frontal y decidida contra el narcotrá-

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fico y los delitos conexos. En este sentido, ratifican el compromiso adoptado en el VII Consejo Presidencial Andino de estrechar los vínculos de cooperación existentes, con miras a desarrollar políticas y acciones comunes que promuevan el acercamiento hacia otros países y grupos regionales, a fin de adelantar una lucha concertada e integral frente a cada uno de los delitos relacionados con el fenómeno de las drogas y sustancias ilícitas, incluyendo su producción, distribución y consumo, el lavado de dinero, la desviación de insumos químicos y el comercio ilegal de armas ligeras. Al corroborar los avances y éxitos obtenidos en los países andinos en la lucha contra las drogas, pero conscientes de que ésta debe proseguir con energía y decisión, ratifican que ello sólo procede sobre la base de la responsabilidad compartida, el más estricto respeto al derecho internacional y la no injerencia en los asuntos internos de cada país.

Conforme al derecho internacional, consideran inapropiada y no reconocen efectos vinculantes a cualquier evaluación unilateral, basada en leyes de orden interno, que un país efectúe acerca de las políticas de otros sobre esta materia.

Conscientes de la necesidad de unificar criterios en torno a la lucha contra las drogas y los delitos conexos, deciden implementar plenamente la Declaración de Quito sobre la Lucha contra las Drogas Ilícitas y los Delitos Conexos, y la creación, dentro de un plazo de treinta días, de un Grupo Operativo de Alto Nivel, conformado por las autoridades responsables de la lucha contra las drogas en cada uno de los países andinos.

Preferencias comerciales andinas

Se congratulan con el impulso que han tomado el diálogo y la cooperación entre la Comunidad An-dina y la Unión Europea en materia de drogas y delitos conexos, y destacan la firma del Acuerdo Relativo al control de los Precursores y Sustancias Sicotrópicas, suscrito en diciembre pasado en la ciudad de Madrid, España, así como la Primera Reunión de Altos Responsables Técnicos en materia de lucha contra las drogas, que tendrá lugar en la ciudad de Roma, en el presente mes.

Reciben con satisfacción los avances en la reno-vación del Sistema Generalizado de Preferencias de la Unión Europea en su componente agrícola y pesquero, dentro del marco de la cooperación en la lucha contra el narcotráfico.

Terrorismo

Ratifican su determinación de adoptar medidas de cooperación para prevenir, sancionar y eliminar el terrorismo nacional e internacional en todas sus manifestaciones, de conformidad con las normas y principios del derecho internacional. En ese sentido acogen con beneplácito la realización de la próxima "Conferencia Especializada ínter americana sobre Terrorismo", en la ciudad de Lima, Perú, en el mes de abril del presente año.

Desarrollo sostenible

Manifiestan su satisfacción por la celebración de la Cumbre de las Américas sobre Desarrollo Sos-tenible, que se llevará a cabo en Santa Cruz de la Sierra, Bolivia, entre el 6 y 8 de diciembre de 1966. Con dicho objeto deciden participar activamente en el proceso preparatorio y brindar su decidido apoyo al Gobierno de Bolivia para lograr el éxito de tan importante evento.

Área de Libre Comercio de las Américas Respaldan el desarrollo del Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA), en el convencimiento de que la progresiva liberalización del comercio de bienes y servicios contribuirá a alcanzar niveles de crecimiento acordes con las expectativas de desarrollo de todos los pueblos del hemisferio. Teniendo en cuenta las distintas realidades de los países participantes en el ALCA, los Presidentes consideran que el avance en su implementación debe privilegiar la profundiza-ción y convergencia de los acuerdos subregionales existentes. Esta convicción se renueva en la proximidad de la celebración de la II Reunión Ministerial de Comercio y el Foro Empresarial de las Américas, que tendrá lugar en Cartagena de Indias, Colombia, el presente mes de marzo.

Unión Europea

Saludan la acogida dada por la Presidencia del Consejo Europeo, en la Cumbre de Madrid de di-ciembre de 1995, al llamado para fortalecer las re-laciones entre la Comunidad Andina y la Unión Europea. En tal sentido, instruyen al Consejo An-dino de Ministros de Relaciones Exteriores para que, con ocasión de la reunión que celebrarán con sus homólogos europeos en Cochabamba, Bolivia, en el mes de abril, adopten medidas concretas para profundizar las relaciones interregionales, así como para estrechar los vínculos de cooperación interinstitucional de la Unión Europea con los órganos e instituciones del Sistema Andi-

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no de Integración. Asimismo, los Mandatarios Andinos destacan el apoyo brindado por la Co-misión de la Unión Europea al desarrollo institu-cional del mencionado Sistema.

Comunidad andina y otros bloques

Expresan su confianza en que las negociaciones entre los países miembros del Acuerdo de Cartagena y el Mercado Común del Sur permitan incrementar los lazos económicos entre ambos esquemas de integración subregional dentro del marco de un regionalismo abierto. Los Jefes de Estado solicitan al Consejo Andino de Ministros de Relaciones Exteriores y a la Comisión evaluar la marcha de estas negociaciones en su próxima reunión.

Ratifican la importancia de afianzar vínculos con otros países o grupos de países, tales como los del bloque Asia-Pacífico, entre otros, con el propósito de profundizar el intercambio comercial. Con tal fin, instruyen al Consejo Andino de Ministros de Relaciones Exteriores y a la Comisión a iniciar las acciones pertinentes.

Tratado de cooperación amazónica

Formulan una firme invocación a las fuentes in-ternacionales de cooperación para que coadyuven al cumplimiento de los Mandatos de la Declaración de Lima. Enfatizan la importancia de intensificar la cooperación interinstitucional entre el Sistema Andino de Integración y el Tratado de Cooperación Amazónica.

Integración física

Subrayan la importancia de mejorar las redes de integración vial, los puertos y aeropuertos en la Comunidad Andina y destacan los esfuerzos que se vienen realizando en materia de infraestructura y servicios de transporte, para la concreción de corredores viales que vinculen a los países andinos con los demás países de la región.

Proyecto de satélite "Simón Bolívar"

Instruyen a la Comisión de la Comunidad Andina para que disponga la pronta adopción del "Marco Regulatorio para el Establecimiento, Operación y Explotación de Sistemas Satelitales por parte de Empresas Multinacionales de Satélites Andinos", requerido para la ejecución definitiva del Proyecto de Satélites "Simón Bolívar".

Bid: Grupo Consultivo Andino

Instruyen al Consejo Andino de Ministros de Re-laciones Exteriores el solicitar al Banco Interamericano de Desarrollo la organización de un Grupo Consultivo Andino, con la participación de organismos multilaterales, agencias internacionales y países donantes, con el propósito de apoyar a los países andinos y al Sistema Andino de Integración en la coordinación y gestión de la cooperación técnica.

UnctadlX

Recalcan que la IX UNCTAD constituye una buena oportunidad para promover los intereses de la subregión mediante al adopción de medidas en las áreas de productos básicos, facilitación del co-mercio, agricultura, servicios y eficiencia comercial. Respaldan el actual proceso de reforma de la UNCTAD.

Primera Conferencia Ministerial de la Organización Mundial del Comercio

Destacan la trascendencia de la Primera Conferencia Ministerial de la Organización Mundial del Comercio, que se celebrará en Singapur, a fines de 1996, y la importancia de convocar a una Reunión Regional Preparatoria a efectos de articular una posición latinoamericana sobre la agenda de dicha conferencia. Encargan al Consejo Andino de Ministros de Relaciones Exteriores y a la Comisión adoptar las medidas correspondientes.

Salud

Instruyen a coordinar medidas para promover el desarrollo de los sistemas y servicios de salud, combatir la mortalidad infantil y materna, fomentar la promoción y protección de la salud, así como la prevención y el control de enfermedades.

Cooperación cultural

Alientan la coordinación permanente entre sus miembros para facilitar y llevar adelante políticas y programas de intercambio cultural. Convienen en estimular una mayor relación entre los respectivos organismos nacionales, a fin de propiciar acciones concretas que promuevan un mayor acercamiento entre sus pueblos y un mejor conocimiento de sus valores y manifiestaciones culturales.

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Acuerdan adoptar medidas efectivas de protección del patrimonio cultural y preservación de los testimonios materiales de su historia cuyas raíces les son comunes, a través de la coordinación entre los respectivos sectores nacionales encargados del tema.

Encargan al Consejo Andino de Ministros de Relaciones Exteriores que convoque a una reunión de Ministros o responsables en el área cultural de los Países Miembros, para examinar medidas concretas orientadas al cumplimiento de los objetivos antes mencionados.

Ciencia y tecnología

Apoyan la celebración de la I Cumbre Hemisféricas de Responsables Gubernamentales de Ciencia y Tecnología, que se llevará a cabo durante el presente mes en la ciudad de Cartagena de Indias, Colombia.

Incorporación de Panamá

Dejan constancia del agrado con que verían la formal incorporación de Panamá a la Comunidad Andina. Expresan su complacencia por el ofrecimiento hecho por el Presidente panameño para brindar un área en su país para la instalación de un centro para la lucha integral contra el nar-cotráfico.

Sede de la próxima reunión

Acogen la invitación del Gobierno de Bolivia para celebrar en ese país la IX Reunión Ordinaria del Consejo Presidencial Andino en el primer trimestre del año 1997.

Los Presidentes de Bolivia, Colombia, Ecuador, Panamá y el Representante Personal del Presidente de Venezuela manifiestan su especial re-conocimiento al Presidente Alberto Fujimori y pueblo del Perú por la cálida hospitalidad recibida durante su estada en la ciudad de Trujillo. En fe de lo cual, suscriben la presente Acta a los diez días del mes de marzo de mil novecientos noventaiséis.

Gonzalo Sánchez De Lozada Presidente de Bolivia

Ernesto Samper Pizano Presidente de Colombia

Sixto Durán-Ballén Cordovez Presidente del Ecuador

Alberto Fujimori Fujimori Presidente del Perú

Miguel Ángel Burelli Rivas Representante personal del Presidente de Venezuela

Ernesto Pérez Balladares Presidente de Panamá

Observador

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Cumbre de las Américas. Segunda Reunión

Ministerial sobre Comercio. Cartagena,

Colombia,

marzo 21 de 1996

(Versión preliminar) Declaración conjunta

Introducción

1. Nosotros, los Ministros responsables de co-mercio, en representación de las 34 naciones que participaron en la Cumbre de las Américas, nos reunimos en Cartagena para la Segunda Reunión Ministerial sobre Comercio, de acuerdo con el mandato dado por nuestros Jefes de Estado y de Gobierno en la Cumbre de las Américas, celebrada en Miami. Continuamos el programa de trabajo el cual convinimos en forma unánime durante la Primera Reunión Ministerial sobre Comercio celebrada en Denver, para preparar el inicio de las negociaciones sobre el Área de Libre Comercio (ALCA). Reafirmamos nuestro compromiso de concluir las negociaciones, a más tardar, en el año 2005, y de lograr avances concretos para alcanzar este objetivo a finales de este siglo.

2. Los principios previamente adoptados para la construcción del ALCA incluyen: maximizar la apertura de los mercados a través de altos niveles de disciplina con base en los acuerdos existentes en el Hemisferio; plena congruencia con las disposiciones de la Organización Mundial de Comercio (OMC); que sea equilibrada y comprehensiva en su cobertura; que cubra, entre otras, todas las áreas contempladas en el Plan de Acción de la Cumbre de las Américas; que no imponga barreras a otras naciones y represente un esfuerzo único que integre todas las obligaciones y derechos mutuos.

3. Examinamos varios enfoques para alcanzar el ALCA sobre la base de los acuerdos subregionales y bilaterales existentes, a fin de ampliar y profundizar la integración económica hemisférica y hacer dichos acuerdos más pa-

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recidos. Los enfoques son variados y complejos y deben incluir su congruencia con el artículo XXIV del GATT 1994 y su Entendimiento en la Ronda Uruguay y el Artículo V del AGCS. Instruimos a nuestros Viceministros para que discutan estos enfoques y formulen recomen-daciones específicas antes de la Reunión Mi-nisterial de Comercio de 1997.

4. También consideramos la oportunidad y los medios para iniciar las negociaciones tendientes al establecimiento del ALCA. Convinimos que son necesarios trabajos preparatorios sustantivos y adicionales para lograr negociaciones productivas. También acordamos que deben ser logrados progresos concretos para el final del siglo. Tomando esto en cuenta, así como los progresos logrados en los grupos de trabajo, instruimos a nuestros Viceministros a hacer una evaluación de cuándo y cómo empezar las negociaciones del ALCA y elevamos recomendaciones sobre estos asuntos, antes de la Reunión Ministerial de 1997.

5. Mantenemos nuestro compromiso de buscar activamente los medios para proporcionar oportunidades tendientes a facilitar la integración de las economías más pequeñas y aumentar sus niveles de desarrollo. Instamos a todos los grupos de trabajo para que en sus deliberaciones tengan en cuenta este compromiso, así como las sugerencias específicas que presente el Grupo de Trabajo sobre Economías más Pequeñas. Conscientes de las diferencias en los niveles de desarrollo económico entre los países del Hemisferio, reconocemos la necesidad de asistencia técnica para facilitar la plena participación de las economías más pequeñas en el proceso de construcción del ALCA.

Grupos de trabajo

6. A la luz de las decisiones tomadas en la Cum-bre de Miami y en la Reunión de Ministros de Comercio Exterior de Denver, y en el proceso de continuar la preparación de las negociaciones, hemos recibido los informes de los presidentes de los siete Grupos de Trabajo establecidos en Denver y también las recomendaciones específicas de los Grupos de trabajo para la acción posterior. Con base en el informe de cada grupo, estamos seguros que se ha obtenido un avance sustantivo en la prepara-

ción de las negociaciones, y que el programa de trabajo inicial está cumpliéndose satisfactoriamente.

Tomamos nota de los programas de trabajo propuestos por los siete Grupos de Trabajo existentes y los instruimos a que ejecuten las tareas que se han identificado, con el fin de presentar las conclusiones y recomendaciones a nuestra consideración en 1997. Para facilitar la obtención de este objetivo, solicitamos que los presidentes de todos los Grupos de Trabajo, en consultas con todos los países participantes, hagan arreglos para reunirse y coordinar el trabajo con el propósito de evitar la duplicación de los esfuerzos, asegurarse que no haya brechas en su labor preparatoria y garantizar el uso más efectivo de los recursos disponibles, incluyendo los de la Comisión Tripartita. Para promover la participación de todos los países en todos los aspectos de la labor de preparación, los presidentes de los Grupos de Trabajo deben empeñarse en coordinar la programación y elección de las sedes de las reuniones, asegu-rando que se haga un esfuerzo ingente para im-pedir que haya una dispersión en los sitios de las reuniones de los Grupos de Trabajo. 7. Instruimos a los Viceministros a dirigir, evaluar y coordinar la labor de todos los grupos de trabajo para asegurar un avance significativo antes de nuestra reunión de 1997. Para ello, los Viceministros deberán reunirse por lo menos en tres ocasiones antes de nuestra próxima reunión. Solicitamos al país anfitrión de la Reunión Ministerial de Comercio de 1997 que presida dichas reuniones.

8. Agradecemos a los presidentes de los grupos la labor que han realizado durante el ejercicio de su cargo entre las reuniones ministeriales de Denver y Cartagena. Así mismo, agradecemos a los países su colaboración para recopilar información y sus propuestas para el trabajo futuro.

9. Para cumplir con los compromisos que contrajimos en Denver, creamos grupos de trabajo adicionales, en las siguientes áreas: Compras del Sector Público, Derechos de Propiedad Intelectual, Servicios y Política de Competencia. Estamos proporcionando una orientación general, incluidos los términos de referencia individuales para cada uno de los nuevos grupos de trabajo (Anexo I). Al mismo tiempo, acordamos establecer, en la Tercera Reunión Ministerial sobre Comercio, el Grupo de Trabajo en el área de solución de

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controversias y sus términos de referencia. Solicitamos a la OEA comenzar la recopilación de información sobre los mecanismos de solución de controversias que se utilizan en los acuerdos bilaterales y subregionales de comercio en el Hemisferio.

10. Aprobamos la lista de los países que coordinarán los once grupos de trabajo (Anexo II). Estos países se encargarán, hasta la próxima Reunión Ministerial, de coordinar la programación de las reuniones, en consulta con los representantes de los países miembros y de asegurar el logro de los términos de referencia.

11. Cada grupo de trabajo deberá identificar y examinar las medidas relacionadas con el comercio en su área respectiva, a fin de determinar los posibles enfoques para las negociaciones. Instruimos a cada uno de los grupos de trabajo a someter a los Viceministros, para su aprobación, propuestas concretas respecto de las áreas que requieren atención inmediata, antes de la reunión ministerial de 1997, dentro del mandato acordado. En la Tercera Reunión Ministerial, recibiremos los informes y decidiremos los pasos a seguir en cada área. Hoy convinimos las acciones inmediatas en las áreas que se enuncian en el Anexo III.

12. Reconocemos y agradecemos el importante trabajo analítico y técnico realizado por el Comité Tripartito en apoyo de los grupos de trabajo existentes, y también las contribuciones de otras organizaciones especializadas de carácter regional, subregional y multilateral. Solicitamos al Comité Tripartito que continúe brindando apoyo analítico, asistencia técnica y estudios pertinentes, según lo requieran los grupos de trabajo. Para respaldar esta labor, instamos a las instituciones regionales y subregionales a efectuar contribuciones adicionales, dentro de sus áreas de especialización, en la medida que los grupos lo requieran. Otros informes y contribuciones a la integración económica:

13. De conformidad con el Plan de Acción de la Cumbre de las Américas, tomamos nota de los desarrollos significativos que han tenido lugar en los diferentes foros de comercio e inversión en el Hemisferio.

El Presidente de la Comisión Especial de Comercio (CEC) de la OEA informó sobre los avances de las tareas asignadas por los líderes de la Cumbre de Miami a la CEC. Agradecimos a la CEC su versión preliminar del Compendio Analítico de los Acuerdos de Comercio e Integración del Hemisferio. Este Compendio será actualizado periódicamente, con miras a asegurar su exactitud permanente. Estamos de acuerdo en que el Compendio es un importante instrumento para entender y comparar los acuerdos regionales de comercio y, por tanto, instamos a la OEA a publicar el compendio una vez aprobada su versión definitiva. También agradecemos al BID su informe al CEC sobre "Reglas de Origen en los Acuerdos Preferenciales de Comercio en las Américas", que ha sido sometido a consideración del grupo de trabajo sobre procedimientos aduaneros y normas de origen del ALCA.

14. (Recibimos la Declaración de Buenos Aires, emanada de la Décima Conferencia Interamericana de Ministros de Trabajo y recibimos con gran interés las conclusiones a las que el sector empresarial ha llegado en torno a los 18 temas analizados en el Foro Empresarial de las Américas. Reconocemos la importancia del papel del sector privado y su participación activa en el ALCA. Hemos coincidido igualmente en la importancia de que los gobiernos consulten a sus sectores privados para la preparación de la Reunión Ministerial de Comercio de 1997. Reafirmamos nuestro compromiso con la transparencia en el proceso del ALCA. Así mismo, reafirmamos que, a medida que prosigue la integración económica del Hemisferio, acogemos la participación del sector privado y de los procesos apropiados para tratar la protección del medio ambiente y la observancia y promoción ulterior de los derechos de los trabajadores, a través de nuestros respectivos gobiernos. Encomendamos a nuestros Viceministros discutir estos temas con regularidad y hacernos recomendaciones).

15. (Recibimos con agradecimiento la Declaración de la Décima Conferencia Interamericana de Ministros de Trabajo, y recibimos con gran interés las conclusiones del sector empresarial alcanzadas en los 18 temas analizados en el Foro Empresarial de las Américas. Reconocemos la importancia del papel del sector privado y su participación activa en el proceso del ALCA. Hemos coincidido igual-

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mente en la importancia de que los gobiernos consulten a sus sectores privados en la preparación de la Reunión Ministerial de Comercio de 1997. Reafirmamos nuestro compromiso con la transparencia en el proceso del ALCA. Instruimos a nuestros Viceministros a considerar procesos apropiados para tratar la protección del medio ambiente. Consideraremos la creación de un grupo de estudio sobre este tema, basados en las recomendaciones de nuestros Viceministros. Con este fin nosotros y nuestros Viceministros consideraremos cómo proceder en la construcción del ALCA en esta área. Reconociendo la importancia de una mayor observancia y promoción de los derechos laborales y la necesidad de conside-rar procesos apropiados en esta área, hemos solicitado a nuestros Viceministros discutir esta materia en sus reuniones y con nosotros). Otros asuntos

Próximas reuniones ministeriales

17. En vista del mandato de nuestros Jefes de Es-tado y de Gobierno, y de conformidad con las decisiones adoptadas en la reunión de Den-ver, convenimos en celebrar la Tercera Reunión Ministerial en el segundo trimestre de 1997. Para la Tercera Reunión Ministerial sobre Comercio, aceptamos con agradecimiento la invitación del Gobierno de Brasil para ser el anfitrión de dicha reunión. En esa oportunidad, fijaremos la fecha y el lugar de la Cuarta Reunión Ministerial de Comercio.

ANEXOS

Términos de referencia para los nuevos grupos de trabajo

Grupo de trabajo sobre compras del sector público:

1. Recopilará, sistematizará y creará un inventario sobre la legislación, normas y procedimientos de compras del sector público en los países del Hemisferio, iniciando a nivel del Gobierno central e incluyendo, entre otros, empresas de propiedad del Estado. Con base en ese inventario, realizará el estudio de las barreras de acceso a las compras del sector público.

2. Elaborará un inventario y un análisis de las disposiciones sobre compras del sector público incluidas en los esquemas de integración y

demás acuerdos suscritos por los países del Hemisferio. [Incluyendo un análisis de las implicaciones que para las compras del sector público tiene la Convención Interamericana sobre Corrupción.] (México). 3. Recopilará la información disponible sobre compras de bienes y servicios de los Gobiernos centrales, incluyendo, entre otros, empresas de propiedad del Estado en el Hemisferio.

4. Determinará las áreas de convergencia y divergencia entre los diferentes sistemas de compras del sector público de los países del Hemisferio.

5. Recomendará métodos que promuevan la comprensión del Acuerdo de la OMC sobre Compras del Sector Público.

6. Recomendará métodos que promuevan la transparencia en las compras del sector público.

7. Formulará recomendaciones específicas sobre los pasos a seguir en la construcción del ALCA en este campo.

El grupo de trabajo sobre derechos de propiedad intelectual:

1. Creará un inventario de los convenios, tratados y arreglos relativos a la propiedad intelectual que existen en el Hemisferio, incluyendo las convenciones internacionales de las que son parte los países.

2. Compilará, de la manera más eficiente posible, un inventario de las leyes, normas sobre propiedad intelectual y las medidas para hacerlas cumplir en el Hemisferio y, sobre la base de esta información, identificará las áreas de convergencia y divergencia.

3. Recomendará métodos para promover el entendimiento y efectiva ejecución del Acuerdo de la OMC sobre los Aspectos de los Derechos de la Propiedad Intelectual Relacionados con el Comercio (ADPIC).

4. Identificará las posibles áreas de asistencia técnica que puedan solicitar los países, incluyendo tanto la administración como la aplicación de los derechos de propiedad intelectual.

5. Analizará las implicaciones de las nuevas tecnologías en relación con la protección de los derechos de propiedad intelectual en el ALCA.

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6. Formulará recomendaciones específicas sobre los pasos a seguir para la construcción del ALCA en este campo.

El grupo de trabajo sobre servicios:

1. Realizará trabajos de fondo a nivel conceptual sobre la naturaleza del comercio de servicios, incluyendo la relación con otros grupos de trabajo, entre ellos el de inversión.

2. Elaborará un inventario comprehensivo de los acuerdos, convenios y otros arreglos relativos al comercio de servicios, existentes en el Hemisferio, y determinará las áreas de convergencia y divergencia.

3. Recopilará un inventario comprehensivo de las normas que afectan el comercio de servicios de los países dentro del Hemisferio, e identificará los pasos necesarios para mejorar la transparencia y facilitar el comercio.

4. Creará una base de datos estadísticos sobre flujos de comercio de servicios en el Hemisferio.

5. Recomendará medidas para promover la comprensión y efectiva implementación del Acuerdo General sobre Comercio de Servicios (AGCS) de la Organización Mundial del Comercio (OMC), inclusive a través de la asistencia técnica.

6. Formulará recomendaciones específicas sobre los pasos a seguir para la construcción del ALCA en este campo.

El grupo de trabajo sobre política de competencia:

1. Promoverá el entendimiento de los objetivos y mecanismos de la política de competencia.

2. Preparará un inventario sobre las leyes y las normas internas sobre las prácticas anticompetencia existentes en el Hemisferio y, sobre esta base, identificará áreas de convergencia y divergencia sobre los mismos.

3. Creará un inventario de los acuerdos, tratados y otros arreglos existentes en el Hemisferio sobre la política de competencia.

4. Identificará los mecanismos de cooperación entre los gobiernos del Hemisferio diseñados para asegurar el cumplimiento efectivo de las leyes sobre la política de competencia.

Recomendará los medios para ayudar a los miembros a establecer o mejorar sus regímenes internos de la política de competencia, según éstos lo soliciten.

Intercambiará conceptos sobre la aplicación y operación de los regímenes de la política de competencia en los países del Hemisferio, y su relación con el comercio en un área de libre comercio.

Formulará recomendaciones específicas sobre los pasos a seguir en la construcción del ALCA en este campo.

5.

6.

7.

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