Comadres en Camisón

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COMADRES EN CAMISÓN FLORES MAGÓN, VERACRUZ Las Comadres en Camisón

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Señoras y sus casas en el puerto de Veracruz, México.

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FLORES MAGÓN, VERACRUZ

Las Comadres en Camisón

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Una crónica en Veracruz

de María Berns

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ºAquí esperando hasta el Señor diga cuando.º En febrero del 2008, llegué a la colonia Flores Magón.

De visitas anteriores para a t e n d e r c u e s t i o n e s familiares, recordaba el

persistente deterioro de sus casas, los muchachos

jugando fútbol en las calles u holgazaneando en las banquetas, las señoras en

camisón tomando el fresco por la tarde en la puerta de sus casas, la telenovela de las 3, 4 y 5 de la tarde

sonando en las casas mientras el calor hacía la banqueta intransitable, no para mí, los días de norte azotando los postigos, el frío de diciembre, la luz blanca de julio. Renté

un espacio, que llamé mi estudio, en una casa a tres cuadras del bulevar y empecé a caminar por el barrio con

los ojos puestos en la extravagancia de la rotura, del desperfecto, de la posibilidad truncada.

Desde temprano, las mujeres, de sesenta años y

más, deambulan por las ca l les en camisón, cuchicheaban en las esquinas, pasaban de una casa a la

otra para luego encerrarse en sus casas y desde allí dejar pasar el día.

Empecé a desayunar en los garajes abiertos donde

venden picadas y gordas por las mañanas, y empanadas por la noche. Memorizaba miradas, hablaba con la gente,

de a poco empezaba a ser parte del barrio: me reconocían, me saludaban, me preguntaban donde había estado cuando pasaban más de dos días sin verme,

recibía un saludo seco cuando ya no frecuentaba una tienda para comentar el frugal desayuno de la señora de

la tiendita, todos los martes pasaba por la sastrería esperando que Manuel cosiera el cierre a mi vestido preferido para recibir promesas de futuro arreglo. Tomé

fotos de los exteriores, luego de las salas que se abrían a la cocina y demás cuartos, alguna recámara. Un día, una

señora me preguntó: ¿No querés entrar? Las fotos te quedarán mejor si las tomas desde adentro. Entré y comenzamos a conversar, más bien la señora hablaba y

mi pregunta eventual la ayudaba a retomar el hilo de su relato que tocaba temas diversos, respetaba sus

silencios. Así, las casas empezaron a hablar. La impresión inicial de kitsch de su decoración dio lugar a la construcción de una biografía de mundos que

lentamente se extinguen en silencio detrás de las ventanas selladas con barrotes de madera o metal. Los

ambientes contaban una historia que el relato de las mujeres completaba.

Empecé a notar otro tipo de señales que sospeché eran parte de un lenguaje propio de esta ciudad añeja y fotografié manchas de humedad, las almedras sobre las

calles y las banquetas, entradas, puertas oxidadas, agujeros en las paredes, terrenos baldios, yuyo entre las

baldosas. Me concentré en la colonia Flores Magón. Algunas

veces traicioné el barrio y caminé por la Zaragoza, la

Reforma, el Centro. Por semanas, toqué en sus puertas, estoy

escribiendo un libro sobre los barrios de Veracruz, les explicaba. Algunas me dejaron pasar a sus casas, otras no. Unas sólo me miraban pasar, otras especulaban

sobre mis propósitos no bien rebasaba su mirada de pronunciado reojo. De unas grabé lo que me dijeron, a

otras sólo escuché. El encuentro se transformaba casi en una visita familiar. Fotografiaba sus intimidades: camas revueltas, ropa arrojada al descuido, agendas, baños,

platos sucios, rastros de otras personas y tiempos, sus casas completaban las historias que ellas relataban, o

relataban otras. Son solteras, viudas y divorciadas; de sesenta y algo

de años, algunas hasta de

ochenta, estas mujeres hablan de hombres, hijos,

p r o f e s i o n e s , d e s u Veracruz personal, la famil ia, los pol í t icos,

cómo perciben y viven su edad.

Casas y mujeres iban relatando una historia de Veracruz que no hace

ruido, el recuerdo de otros tiempos. Unas llevan sus nombres reales, otras inventados; he

modificado algunos detalles, agregado otros, hechos y personajes reales se mezclan con ficticios.

He aquí las casas y sus mujeres.

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La Flores Magón La colonia Flores Magón surgió

hacia el sur como una prolongación

natural de la muralla después de ser derribada. Ubicada entre los barrios p o p u l a r e s d e l C e n t r o y l o s

fraccionamientos desarrollados en los 60`s y 70`s de Reforma y Virginia

donde se asentó la clase media, ahora rebasadas por los desarrollos urbanos de Boca del Río, cobijó a la

emergente clase obrera creada a partir del desarrollo del puerto.

Estibadores, trabajadores de la construcción, dueños de pequeños negocios, fueron ocupando esta

colonia, antigua sede del matadero de la ciudad en lo que es hoy la

Escuela de Naútica Mercante y del cementerio en el actual Parque Ecológico sobre la calle 20 de

Noviembre. Todas las mañanas antes de las 8 en un loop imperturbable, la

camioneta de El Atlántico recorre los callejones y calles de la Flores Magón pregonando garrafas de gas con su

canción pegadiza. Sometido a un ritmo aletargado,

el barrio se despereza de un sueño que con los últimos veinte años

menos vecinos sueñan mientras hombres o mujeres pregonan con

una nota casi idéntica. Dic-ta-men, agregan después de una pausa, dando a entender la lejanía entre los

dos diarios.. La crisis de empleo en la entidad

h a e m p u j a d o a m i l e s d e veracruzanos hacia los Estados Unidos. Calles aun bulliciosas en los

ochentas (Uribe, Paso y Troncoso, etc.), hoy lucen desiertas. “En esta

esquina se reunían los vagos para platicar y jugar fútbol después del trabajo, hoy nada mas queda la

tiendita¨ afirma un antiguo vecino de la calle Uribe, el con su propia

h istor ia migrator ia a l hombro m i e n t r a s o b s e r v a a u n o s adolescentes jugando una cascarita

en el medio de la calle, “esto sucedía en todas las calles”, agrega.

En el centro deportivo entre Gómez Farias y 16 de septiembre, el antiguo parque España, las palomas

se acomodan sobre la línea del teléfono para esperar el calor que

inexorablemente entra una hora más tarde a pesar de las nubes y la brisa fresca que llega del mar. Unos

estudiantes de la secundaria se entretienen tirando la pelota en el aro

de básquetbol y las niñas practican la marcha para el evento del 19 de mayo. A las 9 de la mañana, las

señoras en r iguroso camisón estampado suelto, cuchichean en las

esquinas como si ocultaran un secreto o no quisiesen despertar a quienes aún duermen alentados por

la brisa fresca que entra después de la noche de calor. Las señoras se

deslizan de una casa a otra con la primicia del día o el recuento de cómo pasaron la noche: “Lupita,

Lupita, no me siento bien”, escucho a doña Pilar mientras golpea en la

ventana de mi vecina.

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GUADALUPE

Quizás, la idea del libro empezó en su casa, definitivamente. ¨¿Tú crees que una mujer necesita un hombre para ser feliz?¨ Me confronta la primera

vez que me sienta a su mesa para improvisar un desayuno de bienvenida, en realidad quiere conocerme y evaluar si me permitirá ocupar su casa porque Lupe no admite mujeres en su casa. Quizás porque llegaba de Turquía y la figura de un musulmán

envuelto en una tela blanca le trajo viejos recuerdos... ¨¡Viste que te abracé cuando te vi! Siempre se me aparece este hombre vestido de

blanco que dice venir de Turquía.¨ Es la casa de sus padres.

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Lupe ha tenido tres

novios, los tres la habrían alejado de Veracruz y llevado a Estados Unidos,

El Salvador o Tamaulipas. No quiso irse o su padre se

resistió hasta que él murió y ella se quedó con la madre quien también murió

y ella quedó sola en la casa, pasó la primera

noche sin ella y así continuó hasta hoy.

Lupe recuerda cuando

falleció su mamá, la primera noche, sola en la

casa, su papá había muerto años antes y su hermano tenía su familia.

No tuvo miedo, pero tampoco supo cuando

empezó la noche. Se demoró en su recámara que será la misma hasta el

día o noche de su muerte, lo sabe y le presta una

seguridad agria, como una amiga que la visita y la

llama comadre que le habla con dulzura apresurando la

seguidilla de oraciones para apresurarse al motivo de la visita. Lupe adorna su

recámara con muñecas y osos de peluche quizás

para procurarse aliados en el momento en que el cuarto cubra con frío su

espalda. Sin hijos, se encarga de

sus sobrinos nietos. Su hablar suena con dureza aunque se suaviza cuando

canta a Lara; su voz ocupa el espacio de la sala o el

patio por las mañanas mientras la radio le da tips para el cuidado de la salud

y el buen vivir. Ella los practica con rigurosidad.

Prodiga consejos a las vecinas cuando la buscan por inyecciones que ella

aplica por diez pesos. El olor a alcohol inunda la

sala. Estudió enfermería pero su padre no le

permitió terminar el último curso porque necesitaba

viajar a Xalapa. ¿Qué te hace falta?, le preguntó. Ir a Xalapa. ¿Qué necesitas?

Terminar la escuela. Tú no

necesitas eso, yo te puedo dar lo que necesitas. Hoy,

sus compañeras de la escuela están jubiladas y

casadas. Nunca

le alcanza el dinero que

recibe de sus inquilinos y de las ventas por

catálogo. A las pocas

semanas de llegar a su casa, Lupe me mostró

una foto de cuando era

joven, una ampliación de una foto

pequeña, ºEres un

duraznitoº, le decía su papá

cuando la veía con su pelo

trenzado amarrado sobre la cabeza.

Lupe colocó la foto de en el librero, antes no la

tenía. ¨Una vez, me corté el

pelo aun cuando mi papá

se oponía; parece que tengo otro hombre en la

casa, dijo al verme.¨ Cuando su papá supo que le quedaba poco tiempo de

vida, le pidió a Lupe que se dejase el pelo largo. Ella

cumplió su deseo, una vez que murió, se lo volvió a cortar, así lo tiene hoy.

Todas las mañanas Lupe barre el patio interior,

lo ha hecho desde que era niña, encuentra distracciones,

posibilidades de cambiar su vida, diagramas en un

pizarrón en el que se lee amor, prosperidad..., fórmulas, guiones de

posibles vidas, textos que incorpora a sus pláticas,

recetas para que otros sean felices. Vive tranquila, duerme hasta las 10

cuando no la despiertan sus sobrinos antes de las 8

para que los lleve a la escuela.

Eget Toque

Leo Praesen

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Algunas tardes, duerme siesta hasta las 5 o hasta que oscurezca, le

gusta mirar la televisión con el inquilino de turno.

Le disgustan los días de norte.

Cuenta que cuando había tormentas, su familia se unía en un rezo, se

arrodillaban en la sala, allí oraban m i e n t r a s l o s t r u e n o s y l o s relámpagos iluminaban sus caras, las

manos tomadas, los ojos como pozos flotantes.

Si bien pródiga en consejos, no lo es en limosnas. Las señoras que no gozan del beneficio de las ventas

ni de los inquilinos, algunas noches la visitan: ºes que no tengo comadrita

para darte, si tienes al menos unos cinco pesos, ay comadrita, como es.º

Anoche vi a Lupe sentada en la

banqueta de una casa junto a otros vecinos a quienes se unió para un

rezo y recitar Aves Marías. Hoy la invitaron a un Rosario.

Comadre, comadre. La amiga de la señora que

regresa de US para su vejez, la pasa

a buscar, tiene miedo por las noches, van a la iglesia.

Ya cuando había partido a los Estados Unidos, su marido la había dejado por otra mujer y ocupó la que,

por años, había sido su casa. Todas las noches se escuchan

conversaciones en la casa de Lupe, mujeres de voz grave se reúnen como las vigilantas y jueces de este

barrio o esta calle. Por la mañana antes de barrer el

patio y por la noche antes de acostarse, saluda a sus perras, Buenos día Osa, buenas noches

Peggy. Lupe, Lupita habla como si fuera una niña. Su sobrina copia su

modo de hablar. No le comas la comida a tu mamá, Osa, te voy a

pegar. Ven Peggy, come, acuéstate aquí si no re va a dar frío. Buenos días Osa, buenos días Peggy, por la

mañana, ¿por qué das tantas vueltas? Ven. Come tu comidita

Peggy. ¡Qué bonita come la Peggy! Lupe acompaña a los cantantes

que suenan en la radio y, de a ratos,

pierde el hilo de la canción, olvida la letra y espera los versos que

recuerda.

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ORQUESTA SINFÓNICA

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Cuenta que de niña era sonámbula y caminaba dormida por la casa. Su madre se percató de sus poderes especiales cuando una mañana la Lupe niña caminó al patio y con las cenizas del fuego que su padre encendía para

espantar los moscos, dibujó una cruz con la punta de pie sobre las baldosas; una vez que hubo terminado, regresó a a cama. Más tarde no recordó lo que había trazado. Ya es diciembre y Lupe ha adornado la casa de Navidad. ºEstamos llenos de Navidadº, exclama su sobrina, ºsólo

falta la puerta.º Una noche, se escuchó una voz masculina: Usted es una dama muy bonita. Para lo que se le ofrezca, aquí estamos.

Gracias Lalo. Antes de las fiestas, Lupe recorre las casas para cobrar el poquito dinero que le dejan sus ventas de diciembre, insiste con firmeza, va y viene, entra y sale de la casa, hasta casi medianoche. Hay noches que pareciera que no

regresa, pero cerca de medianoche se escucha la llave dando vuelta en el cerrojo, la puerta se abre y se vuelve echar cerrojo. Para que nadie entre, o salga.

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ENTRE CASAS

Noche de calor, no baja de los cuarenta grados. Por Gómez Farías, un hombre lleva el ventilador, se lo han prestado para el calor de la madrugada.

Dramatismo sobre Paso y Troncoso a las 8 en punto: "lo voy a matar", sentencia una vecina. Horas más tarde, una de las gemelas tiene pesadillas con Tierra Blanca. (Las gemelas administran una fondita en la esquina de Gómez Farías y Azueta. Allí almuerzo todos los días, también la mujer de pelo teñido de negro, pestañas postizas, mirada

esquiva, parece una actriz a quien le han dado corte a comer en un rodaje. Su marido era el bicicletero del barrio, siempre embadurnado en grasa, reparaba, de mal humor, las bicicletas que dejaba impecables y en perfecto

funcionamiento. Ella lo miraba desde la puerta que comunicaba el negocio con el resto de la casa, sólo miraba, parecía una figura recortada que, por un juego insensato de la historia, está allí junto y alejada de un hombre que no era su esposo pero sí su amante.) Al pasar frente a la casa en el 689, la anciana no posa como lo hace a diario y se

entretiene con algo que ocurre en el interior que ni escucho ni logro ver.

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Mi nombre es Margarita Castro, soy de Veracruz, tengo 68 años, soy g rande , ya no soy tan jovencita.

Era novia de mi esposo, salíamos a dar la vuelta y luego íbamos a bailar

a Villa del Mar, a la tertulia de mediodía. Era el baile para las muchachas, era de mucha categoría

cuando salían los cadetes de franco. Las chavas que tenían novios de

cadetes, ¡uy! Empezaba a las doce y terminaba a las dos. Ya en la tarde era otra cosa. Yo tenía trece años, iba

con mi mamá y el novio. El baile era a la orilla del mar: todo descubierto, el

salón grandote, con su techo, de este lado para la danzonera, en alto; había una terraza que bajaba al mar.

Había dos danzoneras... uno era amigo de mi abuelo que también

había sido de la Marina, el Pato Rojas, el otro... Ramírez..no me acuerdo su nombre.

Las mujeres se costuraban rosas en la cabeza e iban muy arregladitas,

se vestían con mucho color. En ese entonces, a mí me tocó ver lo que te voy a contar. Acá se hacían las

tortillas a mano, no había máquinas, había muchas tortillerías con mujeres

que las hacían, y después de terminar, habiendo agarrado tanto calor, estas mujeres se bañaban, se

arreglaban y se iban al baile, después de echarse no sé cuantas bolas de

masa de cinco kilos. Así era la vida

en Veracruz en la época en que Villa del Mar era Villa del Mar.

Ya después nos casamos y no fue tan fácil por los hijos. Pero cuando viajábamos a México,

enseguida íbamos a bailar. Luego, c u a n d o m i s h i j o s c re c i e ro n ,

bailábamos en el parque Zamora como socios del Club Bailadores de Danzón Hoy y Siempre. El 18 de julio

el club cumplió 26 años, es el primer club que se formó en Veracruz y de

este club nacieron otros como el de Tres Generaciones. Ahorita somos 18 socios, más mujeres que hombres,

creo que en todos los géneros de baile hacen falta los hombres.

MARGARITA CASTRO

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El danzón es parte de mi vida.

Tú estas aquí pero cuando vas a la pista, eres otra, cambias, no sé, no

podría explicarte bien. Yo le dije a mi esposo un día, se

había acabado el baile y regresábamos a casa. Y en ese rato me acordé tengo

que hacer esto, tengo que ver a mi hermano, y yo

misma reaccioné: ¿sabes qué viejo? mientras yo estaba bailando, no me

acordé nada, estaba en otro mundo, pero ahorita

me estoy acordando de todo lo que tengo que h a c e r , ¿ s a b e s q u é ?

m i e n t r a s D i o s m e l o permita, seguiré bailando

siempre. Él me abrazó, ya vieja. ¡Qué iba a imaginar yo que me quedaría sola?

Pero el danzón es parte de mi vida y otros géneros de

baile, swing, paso doble, lo que quieras me gusta. Mi

viejo era chilango y bailaba todo, aquí en mi tierra no

se acos tumbra ba i l a r swing, o boggie.

A mí sólo me gusta

bailar, es mi único vicio. En c a m b i o , m i v i e j o f u e

a l p i n i s t a , f u t b o l i s t a , beisbolista, basquetbolista, y aquí se enamoró del mar,

él fue hombre rana. Bajaba siete metros sin tanque,

sólo con su visor y sus aletas. Fue al Popo, al Ixtla allá por Monterrey. Ese

hombre supo mucho de altura y de profundidad.

S a l í a m o s a b a i l a r danzón, él muy de blanco y yo muy de azul. Cuarenta y

tres años viv í con mi e s p o s o , n u n c a n o s

separamos ni un día ni n u n c a d e j a m o s d e hablarnos un día. Así

vivimos, muy pobres pero muy felices, con cinco

hijos. Y ahora tengo diez nietos, 9 mujeres y un

varón, mi nieta la mayor tiene 23 años.

Yo me casé muy joven, cuando cumpl í quince años, mi hija tenía dos

meses de nacida. Tuve

cuatro mujeres y el varón. Muy pobres pero muy

f e l i c e s . M i e s p o s o trabajaba en el correo, pues son muy pocos los

dineros y muy largas las quincenas, pero

ahí la lleva uno. É l n u n c a m e faltó una noche

e n m i c a s a . C a d a q u i e n

habla como le va en la feria. Fue un señor

q u e q u i s o muchos a sus

hijos. Eso, me atrevo a decir, difícilmente lo

encuentras en u n j a r o c h o .

D e b e h a b e r, pero dificil. Los chilangos son

otra onda. Y aquí estoy, me costó

despedirlo y ni modo. Bailamos como trompos chirriadores. Yo creo que

por eso nos comprendimos tanto, por el baile.

Ahora ya tengo diez años de viuda, se sufre mucho, tengo una pareja

por el baile, eso es lo que nos une. Si no es con él, no

salgo a bailar. Mi pareja baila chilango, sin técnica para el danzón pero yo sí

bailo técnico, de colegio. Yo lo sigo, bailo cómo él

me lleve. El varón es el que te lleva, en el danzón, el varón manda, pero claro es

cuestión de entenderse. C u a n d o l l e v a s a l g ú n

tiempo, ya sabes cómo te lleva y cómo vas a mover tus pies.

No se puede comparar el amor, aquello fue el amor

de mi vida y no se puede repetir. Lo que pasó, pasó y ya no lo puedo remediar, ni

modo, ¿no?

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LUCINDA RENDÓN

Toco a la puerta de la casona amarilla sobre Xicotencatl; desde el otro lado de la calle una mujer señala a la izquierda: ºgolpee en la puerta cercana al callejónº, grita antes

de que el camión Revolución la cubra. Una mujer con un pañuelo anudado como venda alrededor de la cabeza camina desde el callejón y pasa entre la cortina y yo, parada frente a la cortina de metal, las

dos, o tres, si cuento a la mujer en el interior, ignora la espera. Vuelvo a tocar en la puerta del frente. Un vecino, el hermano de la dueña, me hace

señas, creo que es mudo, una cuerda, susurra, hace señas para que no lo delate. Jalo una vez, vuelvo a jalar con más fuerza y la pequeña campanilla tintinea e inmediatemente suena el grito desde adentro: º¿Quién es?º

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Majúas y almejear son palabras que aprendo

h o y , s u e n a n definitivamente a mar.

º A q u í e s t o y e n e l

mismo lugar y con la misma gente.

ºMe llamo Lucinda, mi nombre, que fue el de mi mamá y mi abuela, termina

conmigo porque no tuve hijos. Esta casa la heredaré

a una de mis sobrinas. Hay bombachas mías

p o r t o d o s l a d o s . N o

fotografíes mis calzones y no me saques fotos a mí,

no quiero que me saques el alma.

Yo viví toda mi vida en

la misma casa, estudié medicina en la Universidad

Veracruzana y t rabajé durante veinte años.

Nunca viví en otro país

ni en otra ciudad. Mi papa compró el terreno hace 67

años, en 1941, por 50 pesos el metro cuadrado,

no había nada, salvo en la esquina una casita de

madera donde vivía la señora que cuidaba los terrenos y el ingeniero Fitz

Morritz, aun vive su hija en un a p a r t e d e l p red io

o r i g i n a l . M i s p a d r e s dormían en el dormitorio de adelante donde yo duermo

ahora. La sala de entrada es el

p r i m e r c u a r t o q u e construyó mi papá. Cuando temblaba, mi papá nos

hacia esconder en un refugio en el patio.

Las casas se hacían de cal y arena, por eso las paredes se deshacen.

Cuando no estaba el acuario, la luz del faro

llegaba a las habitaciones de arriba, Caminábamos a la playa, descalzos con

solo el traje de baño y pescábamos majúas, mi

mama los f re ía como abanicos, les arrancaba la

cabeza, los pasaba por harina y los freía.

También almejábamos, no eran almejas de la mejor calidad, pero eran almejas

al fin; mi mamá cocinaba

u n a r r o z r o j o y l o s comíamos con arroz.

Ibamos a la isla de S a c r i fi c i o s , m i m a m a llevaba tamales y la olla

para cocinar el caldo de pescado, mira

qué seguridad de que cogerían pez. Muchas

m a ñ a n a s , m i p a p á n o s

llevaba a nadar a l a i s l a d e S a c r i fi c i o s y

regresábamos para desayunar.

Los tres suchiles en el borde del j a r d í n l o s

trajimos de la i s l a d e

Sacrificios. Los hay de cuatro co lores: ro jo ,

a m a r i l l o y rosado blanco, las tres

primeras huelen, la blanca no.

Eramos seis hermanos, el más grande, Ulises,

falleció después de mi papá en 1978 y mi mama e n 1 9 8 1 . N o s o t r o s

festejamos las fechas de nacimiento de mi papá y mi

mamá. el 2 de noviembre y e l 1 6 d e d i c i e m b r e , estamos un poco locos.

Tenemos muchas historias, cuando nos reunimos,

s a l e n y s a l e n l a s anécdotas . Todos los miércoles desayuno con mi

hermana. A q u í t o d o s n o s

c o n o c e m o s , s o m o s v e c i n o s d e s d e h a c e muchos años, enfrente vive

mi amiga de la infancia, Marisel Guadalupe, llegó de

4 años de Hidalgo, jugaba con Adela, mi hermana, y conmigo, yo tenía 6 y Adela

8. Somos como hermanas. Su mamá se llamaba

Chabelita, cuando su papa se murió, quedaron las dos.

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Con Chabelita se podía hablar de todo, ella iba con los tiempos, no

sucedía así con mi mamá, cuando e preguntaba algo ella me daba un manazo. Después de casarse, siguió

siendo la misma, pudo haber cambiado, pero su marido, Hugo, se

portó muy decentemente y no entorpeció nuestra amistad. ella, mi hermana Adela y yo somos como

hermanas. La familia de su esposo es medio extraña, entonces pasábamos

juntos las Navidades, años nuevos y cumpleaños.

Isis y Eve eran mis tías, la

llamaban el Vaticano porque eran solteras y muy religiosas, son de las

que se golpean el pecho.

M i p a d re f u e l i c e n c i a d o , abogado, fue presidente municipal de

Veracruz en los cuarentas. Mi mama se dedicó a la casa. Mi bisabuelo por parte de mi papa vino de España,

tenía su familia un barco que iba de España acá, se llamaba .....

Todo el resto de mi familia era de Veracruz, por generaciones, la familia de mi mamá era de Tlacotalpan.

Yo fui a la escuela pública Josefa de Domínguez, ahí iba todo el

mundo, las clases sociales se mezclaban, ibas con los hijos de los pescadores y los estibadores.

Dominica, una de mis mejores amigas, es hija de un pescador, aun

es una gran amiga mía. La escuela estaba en la esquina de Rayón e

Independencia, a un costado de a puerta de la Merced. Esa puerta se

abría en la mañana y se cerraba por las noches. Por allí, salían los carruaje que iban a México, cruzaban

un puentecito de madera sobre el río Tenoya y paraban en la iglesia del

Cristo del Buen Viaje para pedir por un viaje sin problemas.

Aquí tengo el altar y la urna con

las cenizas mi esposo, él murió hace un año y ellos, los de la foto, son mis

padres.

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Etsuko

Etsuko inició el jardín sin consultar con Rafael.

Simuló olvidarse por unas horas el juramento en el templo de Seúl donde

prometieron unir sus vidas, más no sus secretos, en lo

bueno y en lo malo, ni los buenos ni los malos.

Ra fae l esperaba a

quien sería su consorte, se demoraba la presentación y

él se angustiaba. El último día de la reunión, se la presentaron como su nueva

esposa. Rafael se casó con

Etsuko, tienen un hotel oriental en Díaz Aragón casi llegando al malecón. “Me

tengo que redimir, uno se

redime con los nietos, si no los tiene, tiene que

buscar un sustituto.” Si el inicio no era

promisorio tampoco el

final lo sería. Esto según Etsuko. Pero en el medio

e s t a b a l a v i d a y necesitaba entrarle de algún modo, cree pensar

Etsuko. Todas las mañanas, se

asoma a la calle y cree que las palomas posadas en el cable del teléfono la

vigilan, cómo saber su intención.

Hace dos días se fugó, no es la primera vez.

Rafael cerro las puertas

con llave y aseguró todas

las ventanas para que no pudiera entrar.

Salió en motoneta, la buscó por todos lados.

E t s u k o t o m o u n autobus y fue a

Tlacotalpan. Él luego, cuando ella regresó, le

preguntó qué había hecho,

di unas vueltas por la ciudad y t o m é e l

a u t o b ú s d e regreso, eso

me dijo que hizo. Cuando volvió, él ya

estaba en la casa.

Si quieres irte, vete, pero no te llevas nada,

repite Rafael, esto es para

toda la vida, me dice.

Etsuko ha plantado una

quintita en el fondo de la propiedad. Le crece todo,

tomate, calabaza, papaya, de todo, comenta Rafael, tiene una mano increíble

para las plantas, agrega.

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SEÑORA SUE

La señora Sue necesita remodelar su casa que fue de las abuelitas, necesita pintura, muebles, la casa. Ha cambiado los caños que comunican la casa con la calle pero la

red del interior no está instalada. Con ella, viven su hijo y su hija, inaugurada licenciada en ciencias de la comunicación. Enviudó siendo joven después que su esposo murió en un accidente carretero.

Me permite tomar fotos de los interiores, aparenta oponerse a que fotografíe las recámaras, la cocina, el baño, el comedor, el pasillo que conecta lateralmente los

cuartos. Acepta porque sabe que voy a regresar o ella se encarga de preparar mi regreso y me cuenta tres historias, dignas de largometraje. No pongas ni mi nombre, ni la calle, ni la dirección.

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COMADRES EN CAMISÓN

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Voy a contarte cómo conseguí el trabajo que tengo ahora. Regresaba

en avión a México y a mi lado se sentó un señor a quien su esposa había abandonado junto a sus

mellizas. Los tres viajaban juntos y yo ayudé al señor con las niñas en el

avión. El hombre estaba tan solo que le ofrecí mi casa para que se quedase con sus hijas mientras

encontraba un lugar...- la historia de la española con la

vida trágica que fue a Africa y los rebeldes asesinaron a su amor de la infancia. Hombre abandonado por su

mujer, la mujer huyó a África y recibe la noticia de la muerte de su amante

en un refugio.

- la historia de a sobrecargo de mexicana que viajo a India y allí dio

una limosna y se le abalanzaron los pobres, al día siguiente la fue a ver una muchacha con u bebe y le llevó

un bebe y extendió su mano, se le acerco a una distancia que fue

incomoda para ella. le habían advertido que no les diera más y sacudió la cabeza y la muchacha en

un gesto natural abrió el rebozo y dejo caer el bebe al piso que miro en

el instante. - la historia del fotografo que se

suicidio meses despues de su

exposicion de fotografia del Africa que incluía la foto del niño que

revolvía la basura y au lado un buitre esperaba el momento en en que el

niño se colapsara para formar parte de la basura.

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COMADRES EN CAMISÓN

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CASA DE SEÑORA SUE

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COMADRES EN CAMISÓN

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ORQUESTA SINFÓNICA

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Aenean iaculis laoreet arcu

CHARITO

Vamos a ver si nos recibe Charito en su casa, me dice Lucinda Rendón. Allí estaba Rosita Fitz Morritz, la única hija del Ingeniero, de 84 años, estudió

medicina e la ciudad de México en la UNAM, y ejerció en el puerto.

Charito: Vinimos de España, yo llegué de 3 años, vivimos primeramente sobre la calle

Principal, arriba de el actual café de Los Portales frente a la parroquia. Yo era de ir mucho a la parroquia.

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ORQUESTA SINFÓNICA

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Hablan y actualizan su c o n t a b i l i d a d d e

nacimientos, casamientos pero principalmente sobre separaciones, divorcios y

muertes de las familias mayormente profesionista y

comerciantes del Veracruz Antiguo.

L u c i n d a : P o r a q u í

entraron todos, hasta la religión entró por Veracruz

pero pasó de largo porque a c á n o s o m o s t a n religiosos como en otras

p a r t e s c o m o X a l a p a , Puebla, Zacatecas. Aquí

cerraron las iglesias y la Catedra l . E l entonces gobernador, el general

Adalberto Tejeda, cerró las ig lesias y no hubo ni

bautismos ni casamientos. Charito: Yo fui a tomar

la comunión a la Basílica de

Guadalupe en la ciudad de México.

Lucinda: En la vieja.

Charito: Claro, qué más daría haberlo hecho en la

nueva, sería más joven. Pero, yo soy jarocha.

Lucinda: Todas somos

jarochas por los cuatro costados.

Charito: Quien se murió es el doctor...

Lucinda: Díaz.

Rosita: Él fue el último que se murió.

C h a r i t o : J o n R e m e n e t r i a e s endoscopista, muy bueno,

para que se metió en la política? Algo le ofrecieron.

Para ser un títere de... Fidel Herrera. El que lo maneja es la mujer, Coelho. El viejo

Coelho era muy guapo, el padre, el abuelo de Ainara y

la otra hija de Jon, cómo se lama? (nadie recordaba el nombre). La vieja Coelho

era bien fea aunque él era guapo. La hija salió no tan

fea y las nietas no son

bonitas. Jon no es guapo, su primo, Julien, tampoco

lo era. Charito apunta: pero el padre era muy guapo. eran puro vasco. Odio esos

nombres vascos, para qué

se los ponen a los hijos si ya no son vascos? Charito

apunta: La madre del padre d e J o n , q u i e n m u r i ó cuando inició su gestión en

el municipio, todavía vive, tiene 110 años y

vive en España. Lucinda: Antes s e c o m p r a b a

buena carne con don Juan, ahí

compraba m i m a m á , m e mandaba y me

chocaba porque no cortaba bien

los bisteces y mi m a m á m e m a n d a b a d e

re g re s o p a r a q u e l o s

c a m b i a r a ; algunas veces don Juan no me

l o s q u e r í a cambiar y yo no podía

regresar con mi mamá con los mismos. Ahora, la única

carnicería cerca está sobre 1 de mayo pero el carnicero

da la espalda y no se puede ver la carne que te va a vender y luego te la da

la bolsa y pagas en la caja. Hablan de los maestros de

la Josefa Domínguez, de un m a e s t r o q u e f u e legendario, la maestra de

música, la maestra que les hizo leer un cuento llamado

La Única Mentira y las estudiantes la hacían enojar y d e c í a n l a p r i m e r

mentira.Charito: Yo conocí Argentina porque leía la

revista Para ti, llegaba mensualmente, era cara porque la traían de allá, me

encantaba, aun tengo números encuadernados

arriba, no sé donde están p o r q u e y a n o s u b o . Hablaba de Argentina y la

gente pensaba que había estado allí, pero nunca se

dio la ocasión, íbamos a Estados Unidos y a Europa. Mi única relación fue una

argentina que se casó con un veracruzano, pero se

divorció y ya no la volví a a v e r , a h o r a v i v e e n

Guadalajara. Ella decía que

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ORQUESTA SINFÓNICA

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Hablan de gente y de sus casas,

de remodelaciones. Charito: El problema es que ya

no quedan casas viejas, desde que

me mudé del centro, ése es mi Veracruz. Se ha desarrollado Boca

del Río, hacia allí se ha ido la gente. Hablan de calles conocidas:

Zaragoza, 5 de mayo, madero,

siempre tuvieron esos nombres, en cambio Independencia era la

Principal (y así la sigue llamando Charito).

Esta es tu casa, ven a visitarme

cuando quieras.Charito conserva una memoria

impecable, recuerda los nombres, los lugares, más no los años. Recuerda

los nombres que no son los correctos, lo tengo en la punta de la

lengua. Charito: A mí me toco el tranvía,

trac, trac, se escuchaba desde acá.

Las otras dos corean al unísono, a mí también.

Lucinda: Había varias líneas: el que pasaba por acá era el Villa del Mar, el Villa de Bravo, el panteón y el

que pasaba por el mercado. Lo esperábamos en la esquina de la

escuela el tranvía de regreso. Los días de norte, un empleado caminaba delante del tranvía para palear la

arena de las vías. Charito: Yo fui a la escuela de La Paz,

era católico, estaba en el centro, frente al Teatro Clavijero, nos decían

las ratas porque nuestro uniforme era gris, era horrible, un modelo con

faldones y las mangas apretadas en los brazos. El uniforme de gala aunque blanco y rojo también era

feísimo, por su modelo. Yo soy una católica light, apunta

Lucinda. Charito: Tu papá y mi papá eran buenos amigos, siempre se juntaban

para charlar, al final del día tu papá venía a hablar con mi papá.

Yo sé que tiene sus ideas y no las comparto pero me gusta hablar con usted, recuerda Charito, más allá de

las ideas, podemos conversar. El papá de Charito era muy católico y el

papá de Lucinda era un ateo confesado.

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COMADRES EN CAMISÓN

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COMADRES EN CAMISÓN

Sobre el callejón 12 de ocubre, hablan quienes creo son Tita y Mimí. Me concentro en Tita, quizás sea Mimí. - ¿Usted es Mimí o Tita?

- Tita está en el cielo, ya está con el Señor. - ¿Usted renta cuartos? - Es una casa de familia, mi papa compró el terreno hace 75 años, pagó 100 pesos que era mucho dinero.

- Me habían comentado que sí. - ¿Quién te dijo?

- Me dijeron que en un casa rosada del callejón rentaban cuartos a hombres. - No, acá no es, hay que tener cuidado, no se puede dejar entrar a cualquiera.- Tengo una fotografía, a lo mejor lo conoce.

- Mi sobrina me advirtió: no le agarres nada a nadie a través de la reja. - Puede verla desde donde está.

- Aquí somos cristianos. ¿Tienen la Biblia en su casa?- Sí, hay una. - Tienes que abrirte a Jesús y dejarlo en tu corazón.

- ¿No lo ha visto? - La Biblia dice: se desparramara la maldad y la ciencia, no se equivoca.

- Me ayudaría bastante si me diera algún dato. - Lea el san Mateos, ahí esta todo. Todo se está cumpliendo - Hoy estamos y mañana nos llevan a Juárez.

- ¿Juárez?- Es un decir, cosas que una inventa acá adentro. Antes se dejaba la

puerta abierta, ¿puedes creer? Íbamos a Boca del Río y era todo un viaje. Acá era todo tierra, pasaban los cangrejos; no pasaban coches sino

burros. Ahora solo pasa mucha gente mala, mucha. tenga cuidado. no acepte

nada, que no le hablen en la calle, así como usted hace conmigo.

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COMADRES EN CAMISÓN

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COMADRES EN CAMISÓN

Bai lamos ent re las mismas mujeres cuando no hay carnaval.

El carnaval ha sido una ilusión que tenemos todos.

Yo me llamo Caritina Hernández Viveros y tengo 36 años de participar en el desfile del carnaval. La

comparsa tiene 57 años. Soy la r e p re s e n t a n t e d e l a s v e i n t e

bastoneras. Todas bailamos salsa. Y van pasando los años que digo que no voy a salir pero sí salgo. A veces

me duelen las piernas, tengo 76 años y ya le pesan a uno, pero parece que

tengo 15 años. Mucha gente de nuestra comparsa se ha muerto, Sofía, la guera Kerber, el guero, doña

Aurora, doña Eloisa de Mérida, muchas han muerto y nosotras las

hemos renovado.

Tres de las integrantes de las bastoneras viven en el barrio de la

Huaca, la que me dejó la comparsa, ahí murió. Ella era del patio Tanitos. Yo soy de La Huaca, yo siempre le

hago honor al patio Tanitos. La más chica tiene 49 años, otras tienen 60,

70, 76. La más grande tiene 86 años y vende dulces, chácharas en el ADO.

Recuerdo una bastonera, ya grande la señora, no podía caminar,

andaba en una silla de ruedas. Ese día la dueña de la comparsa, Alicia alias la Peregrino, le dijo: Petrita,

¿vas a salir? y le respondió un montón de groserías porque son de

rompe y raja ahí. Aunque sea de una pata, voy, estaba enferma del

corazón, si es la última vez que voy a estar, yo quiero estar allí y la llevaron

con la silla de ruedas. Se disfrazó como reina, con una corona, a medio camino murió, se quedó como

queriendo reírse, Petrita, Petrita, le decía, estás quietecita, le dio un paro

cardíaco y quería morir en el desfile y murió en el carnaval. Fue muy sonado porque salió en primera plana

y nos tomamos una foto con ella que estaba muerta. Era como que ella ya

estaba viva pero, no, estaba muerta. Un caricaturista escribió un texto: No estaba muerta, andaba de parranda.

Y la fiesta continuó, fuimos al velorio pero no al entierro, porque al otro día

teníamos que seguir. Fuimos con un moñito negro al desfile.

Catirina Hernández

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COMADRES EN CAMISÓN

En Villa del Mar iniciaba el preludio del carnaval.

Villa del Mar era entablado, las mesas entre el agua, íbamos a la tertulia. Estaba

el Pato Rojas con sus L o b o s M a r i n o s , T i c o

Mendive, Daniel Santos, todas danzoneras. Y el tranvía Villa del Mar iba

para allá. El boleto costaba 7 centavos, en ese tiempo

corrían los centavos porque después se transformaron en pesos. Uno nada más

e s t á e s p e r a n d o e s a s fechas, es la fiesta en que

se divierte más la gente, hay vía libre, es libre para toda la gente, hace lo que

quiere, baila lo que puede. El carnaval se trata de

holanes, lentejuelas, de todo eso que brilla.

C u a n d o n o h a y carnaval, uno se dedica a su hogar, se junta otra vez

c o n l a g e n t e , h a y cumpleaños, vamos a

bailar, bailamos entre las mismas mujeres, vamos al c a f é , p l a t i c a m o s , y

tenemos salidas después de carnaval, vamos a

Alvarado, a la feria de la caña, Medel l ín, hasta mayo. Tenemos bailes un

poco más atrevidos porque cuando termina el desfile

nos ponemos a bailar ahí. Es el gusto que uno tiene en Veracruz, escucha una

un danzón o una salsa y se pone a bailar.

Yo bailaba danzón con mi esposo, a él lo conocí

bailando danzón en un concurso, en un club que se llamaba El Intermés.

B a i l a m o s e n u n s o l o ladrillo, fue el danzón de

Daniel Santos, el Son de la Puntillita, (canta) se bai la bien

despacito, en un solo ladril l ito,

seguro vas a bailar, puntillita. Y ganamos un

trofeo, por bailar e n u n s o l o

l a d r i l l o , s i n pasarnos. Él era l u c h a d o r

t a m b i é n , d e l u c h a l i b r e .

Tuvimos siete hijos, tengo 17 n i e t o s y 4

b i s n i e t o s . Gracias a mi

Dios, sigo bailando, he sido buena madre, buena para

trabajar, buena para bailar, converso con mucha gente, no soy pretenciosa, no soy

orgullosa, no sé ni como soy, pero yo soy como soy,

tal vez no me parezco a nadie, pero así soy.

Eget Toque

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COMADRES EN CAMISÓN

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COMADRES EN CAMISÓN

Domingo en el puertoSalieron el domingo a

almorzar. Comen en contra

esquina del Zócalo (mientras ella recordaba un domingo similar en Tampa

dos años antes cuando escribía unos artículos

sobre pueblos desconocidos de Florida y se encontró con el

inmigrante griego quien le propuso similar proyecto,

te voy a contar una historia, al que hoy la retiene, por unos meses, en Veracruz),

como perfectos desconocidos, sin tomarse

de la mano, ni él pone su brazo sobre los hombros de ella, ni la toma del

brazo, ni siquiera la mira, tampoco hablan durante el

almuerzo, como si hubieran ocupado dos mesas distintas, hasta pidieron

cuentas separadas, ella argumentando que podría

presentar los recibos para su reembolso al periódico, de todas maneras, el

mesero los miró con extrañeza, le disgustan

esos pedidos y no sólo por la duplicación de su trabajo, él es un

conservador y un romántico y gusta de

inventarse sus cuentos con los clientes y a esos dos les inventó una apasionada

historia de amor que el guiño desde el otro

extremo del salón de la

morenita de trenzas recientemente contratada

como galopín y también su novia desde hacía dos días interrumpió como un punto

y aparte. Cruzan la plaza de armas, son las tres y el sol

aleja hacia los portales a los pocos que toleran el bochorno. Buscan una

sombra para descargar la modorra que le sigue al

almuerzo. A ella le divierte verlo balancearse en la silla del restaurante donde logra

mantener un equilibrio hasta que la perpendicular

vence su cuerpo erecto y se quiebra para recobrar la vigilia y otros dos más

momentos de sueño que ella ya no contempla como

si fueran ramificaciones que necesitarán ser recortadas.

Una pareja, que como ellos sumidos en el letargo

del inicio de la tarde, hablaban sin quererlo, ocupaban la única sombra

del pequeño parque Álvaro Obregón. Una vez que se

levantaron, ocuparon su lugar. Y actuaron una escena similar, sin

propósito más que el de dejar pasar la tarde que se

presentaba con un vacío, similar al de su relación. Como era de esperar, una

vez que él se sentó, y sin mirarla, cerró sus ojos y se

sumió en el sueño y

traspasó las capas de una arqueología desconocida

hacia la oscuridad de un vientre que nostálgicamente sólo es

posible acceder en el sueño.

Pensó que no despertaría, era un sueño profundo que no deja lugar

al sueño. Prefería creer que no los tendría a cultivar la

curiosidad por conocerlos, no soporta la ignorancia, inevitable porque nunca se

recuerda todo lo que se sueña ni se cuenta todo lo

que se recuerda y aún menos de un sueño. La tranquilizaba engañarse

con un conjunto vacío. Frente a ellos, se elevaba

un promontorio. Una familia quitaba las

mantas e iba descubriendo

la forma trapezoide de una batería, los stands de los

micrófonos, desamarraban nudos, tendían las sogas que sujetaban una fiesta

antigua e irrepetible.

Las chanclas de plástico de la mujer la distrajeron y pensó en los

días de playa en los mares del sur y en las tardes

aburridas bajo los naranjos cuando ya no daban más fruta, y estériles creaban el

techo para la especulación mientras acababa la hora

de la siesta y los chicos

regresaban a la alberca para continuar los juegos:

quien aguantaba más tiempo debajo del agua, quien nadaba más rápido

de un lado a otro, quien salpicaba más batiendo los

pies contra el agua.

De eso hacía ya

muchos años.

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COMADRES EN CAMISÓN

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COMADRES EN CAMISÓN

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GUADALUPE GUERRERO

Han anunciado la entrada del huracán Ike que arrasó Cuba durante el pasado fin de semana. El bochorno se deja sentir y a las 12 son pocos los que caminan por a calle;

los adolescentes se sientan en los cercos mientras platican de planes y eventos del día. Nadie se prepara para el huracán que los periódicos anticipan violento.

Guadalupe se ha preparado para la entrevista; tiene experiencia, hace un año Televisa Veracruz invitó al estudio a las 30 integrantes de la comparsa y las mujeres

bailaron con los trajes del carnaval.

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COMADRES EN CAMISÓN

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¿Desayunas te? , l a v e r d a d n o h a b í a

desayunado. ¿Cómo los comes? Estrellados, no, te l o s h a g o r e v u e l t o s .

Mariquita sabes que aquí tienes tu casa, es una casa

humilde pero es tuya. Yo tomo todas las mañanas un licuado de manzana, avena

y miel. Cualquier cosa Mariquita, ya sabes, me

vienes a ver. La plática multiplica

sus preguntas acerca del

desayuno, me observa comer. Sin cubiertos, la

comida se resuelve en un malabarismo de la tortilla agarrando el huevo.

ºParticipo porque me agrada, empecé a salir en

1986. Tengo 74 años y entré cuando tenía 49 años. Yo era bastonera del 14,

l u e g o f o r m a m o s l a comparsa las guapachosas

del 60, tengo una viejita de 91 años, de 96 años, Margar i ta López, Lara

Ramí rez , Encar nac ión González, Clara Méndez y

Guadalupe Guerrero. Ellas tienen 44 años de estar saliendo en el carnaval.

Somos treinta. Ensayamos, en octubre empezamos a

ensayar, yo soy la directora y les pongo la coreografía.

Yo soy de Oaxaca, de

Santiago del Río, mi papá me trajo de diez años, mi

papá trabajaba en una pescadería, aquí me casé, tuve mis hijos,

Ahora no tengo marido, mi esposo falleció hace

trece años. Cuando mi esposo vivía, yo iba al

carnaval, me llevaba mis refrescos.

Cuando yo llegué a Veracruz, no salía porque yo trabajaba, cuando me

casé tampoco por mis niños, yo vivía en Canal

e n t r e Z a r a g o z a e Independencia. Hacía el mandado, salía a vender

mis pollos para levantar a mis criaturas. Yo

no veía nada c u a n d o s a l í a para levantar a

mis criaturas. El carnaval es

algo muy bonito, e l púb l i co l a aplaude a una

m u c h o , v o y contenta. Vamos

d e t r á s d e ferrocarriles, es la comparsa de

los pachucos, nosotras vamos

bailando con la música que ellos

llevan. C u a n d o e r a n i ñ a ,

trabajaba, Semana Santa, 16 de septiembre, carnaval, trabajaba, vendía pollos. Yo

aprendí mirando. Tengo muchas amiguitas que me

conocen. Me gusta la danzonera La Marina, bailo d a n z ó n l o s m a r t e s y

sábados. Veracruz es muy alegre,

la gente es muy alegre.

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COMADRES EN CAMISÓN

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Cehimé Cortes Bravo acaba de abrir su nuevo local sobre la avenida 16 de septiembre.

Yo empecé a estudiar desde muy pequeña en Poza Rica, a los 12 años

ya me había recibido de corte y confección. En el 71, daba clases en las rancherías, en las comunidades

porque yo iba a un centro de acción social en Poza Rica de apoyo a la

mu je r. De ah í , me fu i a una comunidad que se llama Huimandilla en Tabasco, luego fuimos a La Venta

Tabasco y regresamos a Huatusco. Y de allí, a Coatzacoalcos y de ahí a

Veracruz. En Veracruz, estuvimos en Tierra Colorada, Puerta Tule, todas comunidades donde la mujer

necesita apoyo. Tenemos ya 32 años trabajando en la costura y apoyando

a las mujeres con materiales cuando no los tienen para que ellas se

capaciten y puedan sostener a su familia que es lo más importante para que estén unidos. Usted sabe que

cuando la mujer se va a trabajar, los niños quedan a la deriva.

Tengo cuatro hijos, ya estudiaron y se recibieron, gracias a la costura.

He dado cursos en la tele

secundaria también, se l levan escuadras, cintas, en zonas en las

que los muchachos terminan la primaria y ya no pueden seguir la secundaria. Así aprender a coser, a

hacer dobladillos, cambiar cierre y así tienen para comer. Ahora estamos

v iendo de comprar máquinas

industriales para enseñarles la industria del vestido.

Yo he tenido 3,000 estudiantes, llevo un record algo grande, a donde voy, yo les digo ¿por qué no

aprenden? ¿Para qué te vas a otro lado si aquí puedes hacerlo? ¿Para

qué te vas a levantar en otro lado a las cinco de la mañana? Levántate también aquí, aquí también puedes

sacar adelante a tu gente y sobre todo trabajar y ganar. Te vas a los

Estados Unidos y ganas en dólares pero te tienes que exponer; si te vas a exponer, hazlo en tu propia patria,

lucha por lo que tienes. Hay varios talleres en Veracruz de hombres y

mujeres que han salido de aquí.

Cehemí

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COMADRES EN CAMISÓN

Pero, hay mucho sastre viejo, no hay jóvenes y los viejos no quieren enseñar. ¿Qué

hago? Me capacito, he ido a Milán, a París, a varios l u g a r e s p a r a p o d e r

enseñarle a las mujeres aunque los hombres digan

que las mujeres no pueden ser sastres. Cuando daba clases en

otros lugares, no me pagaban con dinero pero

me daban un pollo, me daban huevos y así me pagaban más. He pensado en comprar un carro grande, abrirlo poner

máquinas y dar clases en las comunidades como si fuera una escuela rodante. Porque hay gente que no puede

salir, no tienen diez pesos para el camión, parece mentira pero es así. Si tú llegas a ellos, te dan un kilo de nanches, aguacates. Si el alumno no llega a mí, yo voy a él.

Siempre Veracruz, México, es lo más importante, si no cuidas tus raíces, ¿qué vas a cuidar?”

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COMADRES EN CAMISÓN

Concha

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COMADRES EN CAMISÓN

Tengo 36 años de casada, seis de vivir acá, las pinturas son de mi suegra y mi nuera, en el medio está la foto de mi boda, hace poco la retocaron porque el

vestido blanco se estaba manchado.

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DOÑA PETRA

Comentan en la colonia sobre doña Toya que murió, la madre de la maestra, fue en la noche durante el sueño, de repente. las señoras visten de negro, comentan en la

tienda de abarrotes de La Nueva Marsellesa. Lo escuché en la pollería de doña Petra.

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SIN NOMBRE

ºMe tienen prohibido abrir la puerta; todo está descompuesto.º La mujer de 89 años empuja su silla de ruedas desde la cocina hacia el vestíbulo con las puertas abiertas

a la calle. ºAntes acá todo era muy tranquilo. Aquí enfrente había sacos con arena y piedra. Vivo con uno de mis hijos y mis nietos; mi otro hijo vive en México.

He vivido 63 años en esta casa, al principio rentábamos luego compramos. He disfrutado mucho esta casa.º

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CONTENIDO

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CONTENIDO

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Eget Toque

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María Berns

María Berns es escritora y cineasta.

Realizó estudios de posgrado en México y Estados Unidos en sociología, cine y literatura, disciplinas que combina en sus trabajos de ficción y documentales. Fue la primera latinoamericana en ser becada por cuatro años por Artes Visuales de la

Universidad de California en San Diego. Sus cuentos y artículos han sido publicados en revistas internacionales y sus películas exhibidas en festivales en los Estados

Unidos y Europa incluidos el Dresden Film Festival y el Berlin Film Festival. Ha sido galardonada con becas y premios incluido el prestigioso Premio Kodak por su película La Novia. Actualmente se encuentra desarrollando su largometraje So Long a filmarse

en el Estado de Veracruz.

BROKEN DOLL FILMSUribe 169Colonia Flores Magón

Veracruz, VeracruzMéxico

Flores MagónVeracruz, Veracruz