Comunicacion e Informacion(Paoli Antonio J.)

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A mis padres

A Pilar

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Casa abierta al tiempo

UNIVERSIDAD AUTÓNOMA METROPOLITANA

Comunicación e información Perspectivas teóricas

J. Antonio Paoli

Editorial Trillas Méx ico

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1.a presentación y disposición en conjunto de COMUNICA CIÓN E INFORMACIÓN: PERSPECTIVAS TEÓRICAS son propiedad del editor. Ninguna parte de esta obra puede ser reproducida o trasmitida, mediante ningún sistema o método, electrónico o mecánico (incluyendo el fotocopiado, la grabación, o cualquier sistema de recuperación y almacenamiento de información), sin consentimiento por escrito del editor

Derechos reservados © 1983, Editorial Trillas, S. A. de C. V. Av. Rio Churubusco 385, Col. Pedro Maná Anaya, D.eleg. Benito Juárez, 03340, México, D. K

Miembro,de la Cámara Nacional de la lndustria<Editorial. Reg. núm. 158

Primera edición, 1977 Segunda edición, 1979 Tercera edición, enero 1983 (ISBN 968-24-1284-6) (Primera publicada por Editorial Trillas, S. A. de C. V.)

Reimpresión, noviembre 1983

• S e g u n d a r e i m p r e s i ó n , enero 1 9 8 5 *

Impreso en México

iNTROduCClÓíS.

Este trabajo tiene dos objetivos:

• IntroducjJ- a los conceptos de comunicación e información, en­tendidos como instrumentos teóricos para el estudio de la so­ciedad global.

• Describir a grandes rasgos el modo en que estos conceptos han sido elaborados por tres corrientes teóricas, elegidas por ser Jas que más adeptos tienen hoy día. Esta corrientes son: el fun­cionalismo, el estructuralismo y el marxismo.

Trato de cumplir el primer objetivo, sin utilizar las definiciones que otros autores formulan sobre los conceptos de comunicación e información. Lo hago así, porque no encontré definiciones explíci­tas con las que estuviera totalmente de acuerdo. Esto no quiere decir que los conceptos que presento a la consideración de ustedes preten­dan ser originales; no, de ninguna manera. Los conceptos son viejos y quizá hasta manidos. Simplemente los retomo y los plasmo en una definición tentativa.

En este trabajo considero a la comunicación y a la información como conceptos sociológicos. No como dependientes del individuo, sino de su sociedad concreta. No niego la validez de los estudios psi­cológicos para explicar los fenómenos de la comunicación, sencilla­mente, por enfoque editorial, debo prescindir de la psicología en este pequeño escrito.

Por otra parte, me parece que tarde o temprano la psicología, sociología, antropología, historia, economía, lingüística, tenderán a unirse en una sola ciencia que explique en sus múltiples interrela-ciones al ser humano. Por ahora, nos es útil separar los campos, aun-

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6 Introducción

que esto sea un mal necesario. Aquí trataremos de explicar lo social por lo social, como escribía Durkheim. 1 Entenderemos por social o por "hecho social", algo que la colectividad le impone al individuo: costumbres, creencias, tendencias, prácticas del grupo a que perte­nece'. La lengua, el parentesco, la moneda, las ideas generalizadas, los •modos de trasmitirlas, son hechos sociales. Si el individuo no actúa conforme a ellas va contra la corriente y esto implica sanción.

La comunicación y la información serán vistas como hechos so­ciales que se estudian dentro de las corrientes sociológicas y que son fundamentales en ellas. Algunas personas al hablar de comunicación piensan en los medios masivos de difusión o en la lengua hablada. La comunicación para nosotros tiene algo que ver con todos los procesos sociales.

Pretendo cumplir el segundo objetivo presentando en rasgos gene­rales las tres corrientes señaladas. Elaboro un modelo de cada una de ellas para describirlas, ejemplificándolas con investigaciones y teorías de la comunicación elaboradas en las tres perspectivas. Entiendo el concepto modelo en el sentido weberiano de "tipo ideal", como una organización de relaciones inteligibles, propios de un conjunto histó­rico o de una realización de acontecimientos. Es, pues, un concepto analítico que nos permite ordenar uij conjunto de hechos y explicar­los en sus interrelaciones. No pretende ser un instrumento para defi­nir de una vez por todas una realidad o, como es nuestro caso, una corriente teórica. Pretende señalar rasgos generales, para confrontar­los con la realidad y así expücarla mejor. 2 Con esta salvedad pode­mos decir que el "t ipo ideal" o el modelo no es falso o verdadero, sino útil o inútil para comprender y explicar la realidad. El lector podrá criticar los modelos que yo elaboré para presentar cada una de las corrientes y añadirle o quitarle elementos. La importancia de presentar modelos, que nos expliquen las corrientes teóricas, es la de poder ubicar en una perspectiva más general el pensamiento de un autor y, en función de ello, suponer qué tipo de aportaciones puede brindarnos con su investigación y su teoría.

A l elaborar cada modelo, he procurado hacerlo como si yo pertene­ciera a la corriente que describo: primero funcionalista, luego estruc-turalista y finalmente marxista. A l menos esa ha sido mi intención, aunque uno siempre tiene sus preferencias. A pesar de la voluntad consciente de ser objetivo, pudieran haberme traicionado mis inclina­ciones. Puedo decirle al lector que me inclino más por la tercera pers-

1 Cfr. Durkheim. Las reglas del método sociológico. Editorial La Pléyade, Buenos Aires, 1972.

2 Cfr. Weber. Economía y sociedad, Fondo de Cultura Económica, México, 1969, ' caps. 1 y 3.

Weber. Sobre la teoría de las ciencias sociales. Ediciones Península, Barcelona, 1971.

Introducción' • 7

pectiva. Pero en cualquier posición personal que se esté, el'científico social debe hacer un esfuerzo por asimilar diversas corrientes, ya que en ciencia nadie posee la verdad absoluta. La ciencia exige crítica'para avanzar, y no puede haber crítica fecunda sin confrontaciones que, • sacudiendo posiciones adquiridas, obligan a profundizarlas, replan­tearlas, enriquecerlas.

La ciencia sólo se construye "en contra del conocimiento ante­rior"/' Cuando queremos encontrar respuestas en los escritos cientí­ficos, sin habernos planteado preguntas claras en funciona resolver' problemas, nuestra mente se transforma en vasija, se mata la'creatividad' y se esfuma lo aprendido. Tenemos que cuestionar al conocimiento' científico, plantearle problemas. Ver a la ciencia como algo que se está haciendo y cuya formación no es lineal y segura, sino enfrentada a obstáculos que la hacen errar y estancarse.

Es en el acto mismo de conocer, ín t imamente , donde aparecen, pot una especie de necesidad funcional, los entorpecimientos y las confusiones. Es allí donde encontramos causas de estancamiento y hasta de retrocesos, es ahí don­de discernimos causas de inercia que llamamos obstáculos ep i s t emológ icos . 4

El estudioso de la ciencia social debería plantearse qué llevó a'fula-no a pensar así antes de aceptar plenamente sus razones, aunque éstas ostenten un t í tulo científico. Porque sus concepciones están enraiza­das en las necesidades de relaciones con su sociedad y su.ambiente. Por ello, con frecuencia no son lo suficientemente abstractas para.dar respuesta a nuevas relaciones.

Aquí no pretendo señalar el contexto de las relaciones que ayuda-' ron a producir cada corriente y ésta es, ciertamente, una limitación de nuestro estudio. Pero sí parto del supuesto de que hay que relativizar siempre el conocimiento científico. El hecho de presentar corrientes que obviamente se contradicen !a una a la otra y que, aun entre sus miembros, se oponen, tiene un fin pedagógico: que el lector se plan­tee problemas respecto de una corriente apoyándose en otra y vice­versa. Pero el lector, si lo hace así, verá muy pronto que este pequeño ensayo no es suficiente para ir muy lejos. Su objetivo se agota en ser una introducción. Como introducción cumplirá su razón de ser, si puede ayudar a elaborar problemas precisos, de los qué se desprendan preguntas claras y quiza pistas para sus respuestas. *

La segunda parte de este libro está constituida por artículos que forman parte del material en el que me basé para elaborar el ensayo. El transcribirlos participo de los objetivos planteados. Se trata de ver

3 Cfr. Bachelard. La formación del espíritu científico, Ed. Siglo XXI, Buenos Aires, 1974, pág. 15.

4 Bachelard. Op. cit., pág. 15.

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8 Introducción

.diferencias en los modos de estudiar la comunicación humana, plan­tearse problemas y preguntas. Y, con un fin pedagógico, invitar a la lectura directa de los textos claves: la lectura de las fuentes ayudará al' lector, además, a discernir sobre la validez o invalidez de las inter­pretaciones, las mías y las de otros autores y, no es improbable que más de algún lector, al tomar contacto con los grandes pensadores de nuestra sociedad, encuentre que puede llevar más adelante el debate. INÜÍCE

de CONTENJdo

Introducción

Cap. 1. Comunicación e información

Comunicación, 11. Información, 15.

Cap. 2. Hacia una definición del funcionalismo en comunica ción

Acercamiento ai proceso de comunicación, 28.

Cap. 3. Hacia una definición del estructuralismo en comuni­cación

El proceso de la comunicación, 44.

Cap. 4. Hacia una definición del marxismo en comunicación 4

Teoría y práctica, 47. Estructura significativa y con­ciencia posible, 55.

Cap. 5. Selección de textos

Investigación de la comunicación en los Estados Uni­dos. 63. Bibliografía citada en este articulo, 74. La

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semiótica, 75. Bibliografía citada en este artículo, 80. La actividad estructuralista, 81. La imaginación del signo, 87. El concepto de estructura significativa en historia de la cultura, 92. Balzac: las ilusiones perdidas, 101. Los medios de comunicación de ma­sas: la ideología de la prensa liberal en Chile, 108. La mitología, 111. Las presentaciones colectivas, 114. El estereotipo social, 119.

Cap. 6. Conclusiones

Bibliografía general

índice alfabético

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133

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1 .

COMUNÍCACÍÓN I1

E ÍNFORMACÍÓN

COMUNICACIÓN . ' .•'

Entiendo la comunicación como el acto de relación entre dos o más sujetos, mediante el cual se evoca en común un significado.

Antes de entrar a desarrollar el concepto, veamos brevemente qué vamos a entender por significado. Tomaremos la terminología de Ferdinand De Saussure y "llamaremos signo a la combinación del concepto y de la imagen acústica". s Es decir, el signo e#la combina­ción de dos elementos: significado y significante. El significado e» aquello que nos representamos mentalmente al captar un significante. Para nosotros el significante podrá recibirse por cualquiera de los sen­tidos y evocará un concepto. El significante podrá ser una palabra, un gesto, un sabor, un olor, algo suave o áspero.

Para comunicarnos, necesitamos haber tenido algún tipo de expe­riencias similares evocables en común. Y para poderlas .evocar en común necesitamos significantes comunes. Cuando dos sujetos están juntos y oyen cantar un gallo, los dos pueden evocar su imagen, aun­que uno hable zapoteca y el otro inglés.

Requerimos experiencias comunes y cuanto más ricas sean éstas, más y mejor podremos comunicarnos. Es curioso q i ^ , aunque nunca hayamos compartido nada aparentemente, los fenómenos .se repiten en el mundo y podemos evocarlos en común. También, cuando, se tiene el mismo lenguaje, tenemos un mismo tipo de codificación de la realidad y, aunque éste pueda tener muy diversos matices, nos será más fácil evocar algo en común. Por otra parte, la comunicación'no

5 Curso de lingüística general, Ed. Losada, Buenos Aires, 1975, pág. 129.

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12 Cap. 1. Comunicación e información

necesariamente se da evocando al mismo tiempo los significados co-' muñes; podemos evocar lo que Shakespeare evocó, aunque quizás en un sentido distinto. Así, escribir se convierte en un lanzar mis pensa­mientos mediante una codificación, para que alguien evoque algo en común, aunque yo no sepa que lo hizo.

Roland Barthes dice que escribir es ofrecer la última palabra al otro.

L a razón de ello es que el sentido de una obra (o de un texto) no puede hacerse solo; el autor nunca llega á producir más que presunciones de sen­t ido . . . 6

Evocamos algo en común a pesar del tiempo, pero el contexto social le imprime un nuevo sentido o, si se prefiere, un nuevo uso es­piritual, según la experiencia histórica de cada tiempo y de cada pue­blo. De tal manera que lo comunicado se informa de modo distinto.

En la comunicación la pluralidad de individuos pasa a ser unidad de significados. Pero esta unidad es tan sólo en relación a los signifi­cados estricamente comunes. Entre sí, los individuos, los grupos, las clases sociales, las culturas, tienen serias diferencias en sus concepcio­nes, aun cuando tienen también posibilidades de evocar siempre algo en'común. ' Después, al relacionarlo con su contexto, vuelve a trans­formarse el sentido. Lo común se vuelve otra vez algo diferente.

' Decir que una idea o una representación tienen el mismo sentido es decir que pueden ser usadas para lo mismo.

Pongamos un ejemplo: un negro de las tribus Nuer al centro este de Africa y un ganadero de Chihuahua se encuentran. El nuer es ga­nadero también, porque todos los de su tribu lo son; ellos organizan su vida en relación al ganado vacuno que es central en su cultura; sus actividades, sus viajes, sus posibilidades de ma'rimonio, su cohesión social, tienen relación con el ganado. Ambos sujetos pueden evocar la imagen de una vaca en com in. Para el nuer cuarenta cabezas sig­nifican, por decir algo, la posioilidad de obtener una esposa y para el ganadero de Chihuahua doscientos mil pesos. La experiencia vivida es notablemente distinta. Dos nuer o dos chihuahuenses pueden evocar en común muchas más cosas sobre el ganado que los dos suje­tos de nuestro extraño encuentro.

El modo de interpretar y valorar la realidad depende del contexto social. La relación de conocimiento que tengo de una cosa no es in­mediata; siempre es mi cultura, asimilada por mí , en un contexto so­cial y un medio ambiente determinados, que me permiten conocer el objeto y darle ci rtas funciones. Esto no implica que entre los indivi­duos que forman mi grupo no hayan diferencias, sino que es más am-

6 Ensayos críticos, F.d. Scix Barral, Barcelona, 1973, pág. 9.

Comunicación 13

plio el campo de los significados comunes evocables en común y rtiás las posibilidades de que les demos un sentido similar.

Dentro de un mismo contexto también surgen diferencias: uno es el padre de la novia y otro el pretendiente, uno el que manda y otro el que obedece, uno el que produce y otro el que administra, uno el que hechiza y otro el hechizado, etc. Los individuos no pue­den, desde su posición, relacionar las cosas del mismo modo que el que está en la posición opuesta. El padre y el pretendiente pueden evocar la imagen de la muchacha, pero no tener las mismas expecta­tivas en relación a ella y, mucho menos, evocarlas en común; en ese sentido no pueden comunicarse. Pero, en otro sentido, la comunica­ción es perfectamente factible. Un sujeto al pedir la mano de una muchacha provoca una reacción esperada y esa petición significa algo socialmente.

La vida de todos los días se comparte con otros, me hace conocer las cosas y las relaciones que debo guardar con ellas y con mis seme­jantes. Cuando realizo alguna acción, como vestirme a la moda, espero que la gente de mi gmpo social diga que soy un sujeto de buen gusto; si efectivamente lo piensan así, estoy realizando una acción social," y, con ello, estoy evocando un significado común: me estoy comuni­cando.

En una guenfe civil un general tiene significados comunes con el jefe del bando, contrario, los dos quieren tomar la ciudad para ganar la guerra. Como ambos conocen el terreno, los deseos del contrincante y aproximadamente su fuerza, pueden prever con relativa certeza los movimientos del enemigo. Si el general toma la ciudad, el jefe contra­rio se considerará perdido y el general será triunfador. Obviamente hay entre ellos una relación de enemistad que depende del conjunto social y, al ganar uno, los dos saben quién es el triunfador, pero este triunfo no tiene para amqos el mismo sentido. Estamos aquí frente a una relación social* en ella hay un cierto significado común, pero interpretado de un modo muy distinto. La comunicación es más po­bre, pero de alguna manera hay representaciones comunes. Según Weber, cuando deja de existir la probabilidad de que una forma de conducta tenga algún sentido previsible para unos o posea en sentido entendible para otros, deja de ser social. Y nosotras diríamos, deja de haber comunicación humana.

Ahora, tanto la relación social como la acción social pueden evo­car una pluralidad de conceptos, esto quiere decir que no necesaria­mente son unívocas. Aquí entenderemos acción social cuando haya

7 Uso el ténnino en el sentido de Max Weber. Véase el primer capitulo de Economía y sociedad, Fondo de Cultura económica, México, 1969.

8 Ibid.

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14 Cap. 1. Comunicación e información

una idea central evocada por los sujetos, a raíz de la acción de uno o varios de ellos, con el mismo sentido. Y relación social, cuando el significado común tiene un sentido para éste y otro para aquél, pero ambos tienen alguna probabilidad de predecir cómo actuará el'otro o por qué actuó así.

, Los hombres pueden evocar en común algunas cosas y otras no; y aun lo evocado puede tener distintos sentidlos.

Tratemos de resumir un poco: los hombres pueden evocar en común algunos conceptos mediante diversos significantes. Estos sig­nificantes pueden ser palabras, gestos, etc., que evocan una pluralidad de sentidos, entre los cuales uno es preponderante y se evoca en co­mún. En algunas ocasiones lo comunicado tiene el mismo sentido para los que se comunican, y en otras tiene sentidos diferentes, pero entendibles para los que participan de la relación comunicativa. Si no hay aunque sea un mínimo de sentido comprensible para los suje­tos, no hay comunicación.

Las preguntas que le haríamos a una teoría o a una corriente socio­lógica, que estudiara lá comunicación, serían sumamente ambiciosas: ¿qué mecanismos hacen que algunos de nuestros significantes puedan ser comunes, aunque no compartamos la misma lengua?, ¿qué meca­nismos hacen que podamos compatir los mismos significados, seamos o no miembros de la misma cultura, clase social, que pertenezcamos a distintos grupos o que desempeñemos roles diferentes?, ¿qué tipos de significados y por qué no podemos evocarlos en común, si pertenece­mos a distintas culturas, o clases sociales, o a distintos grupos y roles?, ¿por qué si los significados evocables por un significante son muchos, podemos tomar uno como preponderante?, ¿por qué un mismo sig­nificado, puede tener usos o sentidos iguales y otros, aun siendo evo­cados en común, tienen sentidos diferentes?

Por otra parte preguntaríamos: ¿cómo son afectados todos estos mecanismos por los diversos medios (T. V., cine, periódico, gestos, palabras, etc.), ya que los medios no sólo son trasmisores, sino que afectan los modos de percepción y significan de modos diferentes?

Quizás un ejemplo ayude a entender mejor esta última pregunta. Georg Lukács, ya en 1913,9 pensaba que era una equivocación decir que el cine desplazaría el teatro. "Porque la raíz del efecto teatral no se encuentra en las palabras y en sino en el poder mediante el cual un hombre, el vivo deseo de un hombre vivo, se trasmite sin mediación y sin ningún conducto obstaculizador a una persona igualmente viva. El escenario es presente absoluto". 1 0 "La ausencia de la situación

' 9 En "Reflexiones, sobre una estética del cine", escrito en 1913. Publicado por Edito­rial Península, de Barcelona, en 1968, entre un conjunto de escritos de Lukács reunidos bajo el título de "Sociología de la literatura".

1 0 Ibid., pág. 71.

Información 15

presente es la característica esencial del 'cine ? . . . No se trata de un defecto del cine, sino de su límite, su principium stilisationis".n

Lukács continúa hablando de las consecuencias que se derivan de estas peculiaridades. Así, las características de los diversos medios también hacen que los significados adquieran sentidos diferentes.

Como podrá suponerse, una teoría de la comunicación así, ten­dría que concebirse junto con una teoría de la sociedad global, que responda a estas ambiciones y sería complejísima. Sin embargo, di­versas corrientes teóricas han abordado la problemática general con cierta coherencia interna. No digo que un solo individuo haya dado respuestas perfectamente estructuradas a todos los puntos de tan'am­bicioso proyecto, pero sí que diversos individuos a través de muchos' años de trabajo, manteniendo ciertos rasgos que los caracterizan como una corriente, han procurado con una relativa coherencia plan­tearse estas cuestiones. Los siguientes capítulos están dedicados, a tres de ellas, que consideramos dominantes en nuestra época. '

Antes de presentar en rasgos generales estas tres corrientes, me parece importante esbozar otro concepto muy relacionado con el de comunicación y que es, al mismo tiempo, estructurante de la comuni­cación humana. Se trata de la información.

INFORMACIÓN

Entiendo por información un conjunto de mecanismos que per­miten al individuo retomar los datos de su ambiente y estructurarlos de una manera determinada, de modo que le sirvan como guía de su acción.

No es lo mismo que comunicación, aunque la supone. .En lá in­formación no necesitamos evocar en común con otro u otros sujetos. Ahora bien, si queremos que se difunda el modo de dirigir la acción que yo diseñé a partir de los datos de mi medio ambiente, tendré que trasmitirlo en los términos de los otros, de tal modo que podamos evocarlo en común y entendernos. ' ¡ !

Pongamos un ejemplo. Cuando hablamos de la caída de los cuer­pos, hablamos de un fenómeno general, pero cuando un arquitecto habla de la plomada, se refiere a una línea recta dirigida al centro d,e la tierra. De este modo ha informado el concepto general'de grave­dad, le ha dado una forma que le ayuda a construir. Puede utilizarse como guía de verticalidad. Si al arquitecto quisiera enseñar esta guía, debe referirse a significados comunes; en este caso la gravedad como significado común pasa a constituir una novedad que dirige nuestra actividad de constructores. •

11 Ibid.vh- 72.

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16 Cap. 1. Comunicación e información

El mismo fenómeno o el mismo significado de gravedad se infor­marían de modo distinto, si habláramos del tiro parabólico.

La información del significado expresa algo en relación a un modo de actuar.

La.información periodística es tal, en tanto los datos publicados sobre la bolsa de valores indiquen a los corredores qué hacer y en tan­to la opinión del editorialista nos haga cambiar de idea respecto a algo. La historia nos informa, en tanto orienta nuestra imaginación hacia los posibles resultados de nuestro actuar sobre la realidad social. Pero con más precisión, diríamos que nosotros informamos los datos al darles una utilidad específica; la información no son los datos sino lo que hacemos con ellos.

Nuestro contexto social nos enseña formas más o menos comu­nes de usar las cosas y las relaciones; en este sentido podemos decir

•que nuestros significados comunes están informados o que'nuestra comunicación está informada, aunque en muchas ocasiones no sepa­mos exactamente por qué o para qué. Pongamos un ejemplo: cuan­do un cuento le dice a un niño que el patito puede ganar muchísimo dinero si hace tal o cual cosa, que además es muy buena moralmente

, hablando, ese cuento está trasmitiendo valores éticos que son guías •para la acción, y podemos decir que tiende a informarle sus acciones futuras. Sería muy distinto que le señalara que, para hacerse rico, se necesita usar del trabajo ajeno y que eso es muy malo. Ambos serían modos de informar la comunicación.

Cuando los significados comunes se informan de la misma mane­ra, tendemos a actuar de modo similar. Dos sujetos tienen la misma información, no cuando tienen los mismos datos, sino cuando tienen el mismo modo de orientar su acción. Y cuando evocan en común el significado de su acción, se comunican la misma información.

' Un científico, trabajando en su gabinete, está tratando de infor­mar la actividad propia o ajena, aunque su labor sea sólo descriptiva; ya que .con ello dará bases para reorientar la acción.

La comunicación humana evoluciona y con ella la acción social, gracias a las nuevas informaciones. Por otra parte, los significados comunes pueden dejar de serlo, cuando se han informado de una manera distinta. Pongamos un ejemplo: antes de Cristo, la cruz sig­nificaba castigo para los malhechores, algo así como la silla eléctrica 'de hoy; después de Cristo, el significado de la cruz cambió para los primeros cristianos, evocaba en ellos la redención del género humano; indicaba también pautas de conducta a seguir. El significado para ellos había cambiado notablemente. Para los paganos significaba lo 'mismo-qu'e antes. Cuando para unos èra señal de castigo y humilla­ción, para otros evocaba vida eterna. La comunicación, en ese sen­tido, se había roto entre los dos grupos.

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Información 17

Si en el mundo se dieran solamente procesos de información, no podría haber sociedad. Afortunadamente esto no es posible.

Una teoría de la información debería darnos instrumentos para reconocer los mecanismos sociales que posibilitan la transformación de los sentidos de la acción social que remodelan los significados de un grupo.

Cuando un partido toma el poder político tiende a informar, según sus tendencias, £ la sociedad. ¿Cómo es que puede lograrlo o no? Esta respuesta habrá que responderla en el contexto histórico concreto, según los modos peculiares en que construye y orienta sus organismos para el aprendizaje, la diversión, la hacienda, las obras públicas, efe. La información concreta habrá de analizarse en su contexto, como algo determinado y determinante que tiende a conformar el conjun­to social.

Una teoría de la información también deberá brindar instrumen­tos lógicos que nos ayuden a comprender la lógica social de las distin­tas sociedades, para conocer la guía de transformación que un grupo humano está dispuesto a seguir.

Como se ve, la comunicación y la información son fenómenos ligados, son como hermanos siameses que comparten el corazón y de­penden el uno del otro. Sin embargo, paradójicamente, se oponen. Una nueva información contradice la anterior y esta nueva informa­ción no puede hacerse social y dirigir la acción del conjunto, si no puede evocarse en común.

Así, comunicación e información son dos aspectos de la totalidad de una sociedad. La sociedad no puede ser tal sin la comunicación y no puede transformarse sin la información. Ambos conceptos no pueden separarse del estudio de la sociedad global. Si se concibieran como elementos separados perderían su razón de ser, sus raíces, el fun­damento de su sentido. En la práctica, frecuentemente, se les separa del proceso social global, pero entonces no puede entenderse el sen­tido de los significados que se evocan en común, no puede entenderse el porqué de las nuevas informaciones.

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HACIA UNA CIEFÍNÍCÍÓN del FUNCIONAIÍSMO EN COMUNÍCACiÓN

Definir el funcionalismo, como definir cualquier cosa, requiere de múltiples matices. Aquí trataremos aproximarnos a una defini­ción con la que estarían de acuerdo muchos científicos sociales, tanto funcionalistas como otros que han adoptado diferentes corrientes científicas.

Entendemos al funcionalismo como un conjunto de teorías que con diversos matices se adhieren a los siguientes conceptos:

a) Las funciones y las instituciones. Toda sociedad humana tiene un conjunto de necesidades y un conjunto de instituciones para satis-' facerlas. Así, la función de una institución social cualquiera, es sa­tisfacer alguna o algunas de estas necesidades.

Esta idea, así expresada, la compartiría desde luego, en principio, cualquier científico social, aunque harían muchísimos distingos y aclaraciones. Lo que caracteriza más propiamente al funcionalistá es que para encontrar constantes en todas las sociedades humanas y ela­borar un conjunto de leyes generales, que le den una teoría científica o un conjunto interrelacionado de leyes, elabora una serie de proble­mas funcionales comunes a toda sociedad, con el supuesto que bajo la apariencia de una gram diversidad de conductas s í ocultan los mis­mos problemas humanos: afecto, alimentación, protección, etcétera.

Para Eliceo Veron, "el funcionalismo, partiendo de una concep­ción 'instrumentalista' de las reglas sociales, busca tras la diversidad de costumbres la identidad de la función". 1 2

1 2 Conducta, estructura y comunicación, Ed. Tiempo Contemporáneo, Buenos Aires, pág. 28. '

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20 Cap. 2. Hacia una definición del funcionalismo

Charles R. Wright, al señalar diversos niveles de análisis deja teo­ría funcionalista de la comunicación, nos explícita este concepto. 1 3

En un primer nivel, Wright considera que los modos de comunica­ción con o sin medios masivos de ésta, estandarizan los fenómenos sociales. Por lo cual cumplen una función, la cual debe analizarse.

En un segundo nivel, trata de esclarecer las condiciones para una investigación funcional de los modos de comunicación masiva. Para Wright, la pregunta básica de la investigación debe establecer las fun­ciones y las disfunciones que pueden atribuirse a cada medio y la manera en que pueden aislarse a través de la investigación. Cita la in­vestigación de Kimball14 que pretende estudiar el impacto que tuvo a través del tiempo el hecho de que se cerraran los periódicos de Nue­va York. El estudio muestrai,especialmente los modos alternativos de comunicación que la gente adoptó para suplir los periódicos durante el- tiempo que dejaron de circular. Nos permite ver cómo cambian las

.funciones en un lapso, pero no estaba diseñada para mostrarnos el impacto de la prensa sobre la sociedad y las instituciones sociales.

' Nos cita también el caso del estudio de Lylei5 que muestra el im-' pacto que sufre la población de Los Angeles, cuando se fusionan dos periódicos y se reduce la circulación. También un estudio de Stei-'ner16 sobre las reacciones de la gente cuando se le descompone su te­levisor.

• En un tercer nivel del análisis funcional, pretende ver la organiza ción institucional de los medios masivos de comunicación, examinan­do las funciones de algunas operaciones repetidas dentro de alguna organización. Cita un estudio de Raíz" en el que este autor señala como tarea del análisis los problemas que presenta la introducción de

.la T. V., especialmente en naciones pequeñas y en vías de desarrollo. El trasplante de las técnicas del radio a la T. V. , sin crítica suficiente, hace que la T. V. no cumpla debidamente sus funciones. Considera tres normas de la radio profesional, que más entorpecen que ayudan ala T. V.

Una primera norma es el ideal de trasmisión sin interrupción. Esto hace que se agote el talento y convierte en trivial la T. V., la hace como el radio, fondo para otras actividades, en vez de una experien-

1 3 En Blumei y Katz (Eds.). SageAnnualReview of Comunication Research, London, 1974. vol. 3, cap. 9. "Functional analysis and mass communication revisited".

1 4 Kimball. "New York readers in a newspaper shutdown" en Joumalism Review, Fall, 1963. 47-56. '

'5 Lyle. "Audience impact of a double newspaper merge". Joumalism quarterly, Spring, 1962. 145-157. . .

1 6 Steiner. People lookat televisión, Knopf, New York, 1962. 1 7 Ketz. "Televisión as a horseless carrige". G. Gerbner, et al (Eds.). Communication

technólogy and socialpolicy, John Wiley, New York, 1973.

Hacia una definición del funcionalismo 21 i

cia distinta. Otra norma es buscar audiencias grandes y heterogéneas, de distintas edades y clases sociales, lo cual hace que nunca se llegue a las minorías. Una tercera norma es dar noticias al minuto, lo cual impide que se profundice más en los tenias.

Para Katz, estas conversiones son disfuncionales, ya que deben buscarse las funciones inherentes a la naturaleza del medio, para lo­grar una expresión cultural de más impacto.

Con estos ejemplos, volvemos a la primera idea de funcionalismo. Los medios de comunicación se convierten en instituciones que cubren ciertas necesidades. Hay que estudiar los medios de comunicación desde el punto de vista de su capacidad para cubrir diversas necesi­dades o colaborar a que realicen adecuadamente su o sus funciones. Ver qué necesidades satisface de hecho o ayuda a satisfacer, es bueno para refuncionalizarlos y prever las reacciones sociales, si los medios se acabaran o se transformaran.

Esta idea del funcionalismo podemos encontrarla con susmiati-ces en diversos textos. 1 8 Sin embargo, no vamos a decir que todo funcionalista cree que toda función producida institucionalmente es indispensable. Esta idea sería un dogma sin ninguna crítica. Robert Merton, uno de los más prestigiados funcionalistas, norteamericano, señala:

Algunos analistas funcionales han supuesto gratuitamente que todas las estructuras sociales existentes desempeñan funciones sociales indispensables. Esto es pura fe, misticismo si se quiere, y no el producto final de una inves­tigación continuada y s i s temát ica . 1 9

b) Equilibrio y conflicto. Las sociedades humanas tienden al equi­librio. Poseen mecanismos para regular sus conflictos, sus "disfuncio­nes". Las reglas con las que se conducen los individuos están fijadas y podrán cambiar según los nuevos medios con que cuente una sociedad

1 8 En Malinowski. Una teoría científica de la cultura, Ed. Suramericana, Buenos Aires, 1970.

Radcliffe-Brown. Estructura y función en las sociedades primitivas, en Península-Bar­celona.

Schramm (Ed.). Mass communication, en la parte The structuje and function of mass communication, los artículos de Lasswell y el de Learner publicado por University of Illinois Press, Urbana, 1960.

Blumer y E. Katz (Eds.). op. cit., el artículo The uses of mass communication, el ar­tículo de Cazanuve: "T. V. as a functional alternative to traditional sources for need satis-faction", pag. 213.

"Importancia y naturaleza de la comunicación", de E . L . Hartley y R. E. Hartley en los Medios de comunicación social. Steinberg y Bluem (Eds.). Ed. Roble, S. A., 1972. En el mismo libro ver el artículo de Pcterson: "¿Por qué los medios de comunicación son así?"

1 9 Robert Merton. Teoría y estructura sociales, Fondo de Cultura Económica, México, 1965, pág. 49.

4

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Cap. 2. Hacia una definición del funcionalismo

para relacionarse, pero podrán hacerlo sin necesidad de una irrupción violenta. Las sociedades humanas tienden a generar estos recursos de autorregulación.

El análisis de estos elementos tendientes al equilibrio constituye un punto de gran importancia en la ciencia funcionalista y, en par­ticular, en las teorías funcionalistas de la comunicación.

Esto es claro para Enzensberger, cuando señala que "unas crisis estructurales de antiguo origen, como en el caso de la minería del car­bón, pueden solucionarse mediante una simple recuperación de atra­sos, lo cual significa una solubilidad dentro del propio sistema".2 0

En esta perspectiva, los problemas aceleran la búsqueda de mejo­res modos de solución, y la evolución social tiende a generar nuevos modos de equilibrio, al modernizar los recursos. Así, la sociedad no permanece estática. Sus disfunciones le ayudan a perfeccionarse y, a la larga, puede acabar por transformarse mucho y esto sin necesidad de hecatombes y masacres. Los investigadores de la comunicación en Estados Unidos, donde predomina la escuela funcionalista en materia de comunicación social, según W. Schramm, "tratan de encontrar algo acerca de por qué los humanos se comportan en la forma que lo hacen y cómo puede la comunicación hacer posible que vivan juntos más feliz y productivamente. Por lo tanto, no es de sorprender que numerosos investigadores de la comunicación se hayan ocupado últi­mamente en el problema de la forma en que las naciones del mundo puedan comunicarse eficientemente y cómo puede ayudarles la co­municación a comprenderse mejor entre sí y a vivir en paz." 2 1

Sin embargo, no podemos estereotipar las teorías funcionalistas hasta el extremo de decir que siempre e invariablemente eliminan el conflicto del análisis social, ni tampoco decir que sólo conciben el conflicto como disfunción o conducta desviada que hay que regresar a su cauce. Dentro de la Sociología y dé la Antropología Social, vemos teorías que en la línea funcionalista de equilibrio tienden a conside­rar el conflicto como elemento importante y aun fundamental del análisis social. Entre estos autores, podemos considerar a Lewis Coser y Max Gluckman,2'2 que ven en la integración familiar, en las relacio­nes de subordinación, en las innovaciones, en las diferencias de socia­lización, en los ritos, verdaderos conflictos estructurales que hacen posible la vida social; donde un grupo se identifica por contraste con

2 0 H. M. Enzensbergcr. Elementos para tina teoría de los medios de comunicación, Cuadernos Anagrama, Barcelona, 1972, pág. 8.

3 1 W. Schramm. La ciencia de la comunicación humana. Editorial Roble, México, págs. 15 y 16.

2 2 Cfr. Lewis Coser. Nuevos aportes a la teoría del conflicto social, Ed. Aniorrortu, Buenos Aires, 1970.

Max Gluckman. Custom and conflict in Africa, Ed. Basil. Blackwell Oxford, 1973.

Hacia una definición del funcionalismo 23

sus enemigos; donde sí hay mecanismos para protestar contra el or­den oficial cuando éste se desvía y con ello reforzar el antiguo orden. El conflicto para estos autores es un elemento central para mantener el orden y el equilibrio.

Dentro de las teorías de la comunicación podemos decir que para algunos autores más o menos originales el conflicto se plantea como un elemento importante del análisis. Un caso ya muy difundido es el maestro Marshall Me. Luhan. Para él, el análisis de la comunicación se basa en el enfrentamiento de dos tipos de condicionamientos de la • percepción. 2 3 A los medios de comunicación, los divide en medios hot y medios cool. Los hot (calientes) son medios que dan muchos elementos o elementos muy definidos para decodificar una imagen; entre este grupo están la imagen cinematográfica, que es muy clara y el escrito que nos da conceptos claros y lineales. Los medios cool (fríos) son los que nos proveen pocos elementos para la décodifica-ción; entre ellos está la imagen de televisión, que no es tan clara corno la del cine y en la que frecuentemente vemos cosas que no está enfo­cando la cámara, ya que un dibujo sencillo lo podemos tomar por una decoración muy elaborada.

En un género de medios las cosas son muy definidas, en otros no. Sin embargo, en el cine puede haber elementos muy claros para la deco­dificación del mensaje, en cuanto a la imagen se refiere y elementos muy poco claros en relación al significado de una actitud que el es­pectador debe interpretar. Eso es, porque dentro de un medio hay muchos medios. Algunos de ellos pueden estar en pugna: los hot contra los cool. Con el dominio de la imprenta, la civilización occiden­tal logró una cultura hot; hoy en día, según Me. Luhan, tendemos a una cultura cool, porque entre los medios actuales de comunicación tien­den a preponderar los medios con pocos elementos de decodificación, que entrenan a nuestra percepción para una relación comunicativa cada vez más cool. De esta manera, antes teníamos un equilibrio so­cial basado en una cultura hot y, posteriormente, tendremos un equi­librio basado en una cultura cool.

El conflicto no se centra en los hombres, sino entre los medios qSc afectan a los hombres, por lo cual la sociedad puede'guardar cierto equilibrio, mientras los medios nos transforman y se transforman. Aun­que desde luego se tenderá a romper modos de relación social dema­siado codificados, y esto originará conflictos, pero no necesariamente con grandes enfrenamientos. Los que hayan decidido abandonar una vida exageradamente codificada en cuanto a pautas socioeconómicas, arte estereotipado, etc., dejarán que esa sociedad se pudra con sus códigos y darán paso a otra, donde la libertad individual esté menos

2 3 Cfr. Me. Luhan. La comprensión de los medios, Ed. Diana, México, 1970.

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24 Cap. 2. Hacia una definición del funcionalismo

sujeta a estereotipos.24 Así la sociedad tenderá al equilibrio, aunque .haya pugnas, pero éstas no necesariamente serán entre los hombres sino entre los medios.

• c)' La estructura social. La sociedad humana es un organismo interrelacionado, cuyos elementos forman una estructura donde cada uno. dé ellos se afecta si alguno deja de funcionar. Así, el símil o la metáfora de la interralación biológica del cuerpo humano, es útil para contrastarlo con el ser social: si el hígado se paraliza, todo el sistema biológico se ve en problemas. De esta manera, tanto la socie­dad como su símil estarán sanos mientras todos sus órganos funcio­nen bien, así como podrá mantenerse en vida en tanto sus órganos vitales continúen su actividad interrelacionada.

Esta idea organicista nos lleva de inmediato al concepto de in-terrelación. La interrelación se da entre los individuos que dentro de 'instituciones pueden desempeñar roles los unos con respecto de los otros con cierta regularidad. Las instituciones que engloban a los individuos también están interrelacionadas; unas esperan que otras se comporten de cierta manera preestablecida dentro de la sociedad: que .presten x o z servicios; y en el momento en que instituciones que prestan servicios o cubren funciones vitales para la sociedad dejan de funcionar, la sociedad total entra en crisis.

Aquí podemos vislumbrar las nociones de estructura social y de sistema social para las teorías funcionalistas. Para algunos autores,

• las relaciones de los individuos dentro de una institución forman una estructura; así, la familia, los sistemas bancarios, el transporte, for-'rnan estructuras sociales que se enlazan dentro de un sistema. Para otros, la estructura es toda la sociedad. Estas cuestiones son proble­mas de terminología que en ocasiones se convierten en problemas para la comunicación científica, aun entre los mismos funcionalistas.

Una estructura social o un sistema social puede considerarse para su estudio como un conjunto de variables interrelacionadas y cada una, de estas variables posiblemente forme escalas.25 También es fac­tible analizar las variables como causantes unas (independientes) y corrjo causadas otras (dependientes) dentro del todo estructural.

Con este concepto de organismo interrelacionado, no podemos hablar -de una corriente científica de las puras funciones, sino tam­bién rife las estructuras, y de allí que se le dé también el nombre de estru ctural- funcionalismo.

, 2 4 Ver Me. Luhan. la comprensión de los medios, Ed. Diana, México, 1971. 2 5 Entiéndase aquí variable como un conjunto de valores que pueden predicarse de una

estructura que estudiamos, formando una clasificación. (Cfr. J . Galtung. Teoría y método de la investigación social, Ed. Eudeba, Buenos Aires, 1966, tomo 1, cap. 3. '

Hacia una definición del funcionalismo 25

Eí modo de concebir la estructura entre los funcionalistas no es único. Esta corriente ha producido muchas concepciones distintas de estructura 2 6 que se acercan a los rasgos generales señalados en este inciso. No es objetivo de este libro discutir estos conceptos de ma­nera más detallada. Los miembros del estructural-funcionalismo tam­poco se han puesto de acuerdo en el nivel en el que debe estudiarse la estructura y na faltan las divisiones y los enfrentamientos internos.

Un ejemplo de estas rupturas podemos verlo en los planteamien­tos de Robert Merton que se opone tanto a los que han querido ela­borar una teoría sobre la totalidad social, como Talcott Parsons y los meros empiristas que sólo se preocupan de elaborar sus hipótesis o'pe-racionales de trabajo, como ha sido el caso de Lazarsfeld en varias de sus investigaciones. Para Merton la sociología, hoy en día, está lejos de poder producir una gran teoría, como lo ha hecho la física, pues, según dice, los físicos han trabajado mucho más tiempo que los so­ciólogos:

Creo que nuestra principal tarea hoy es formular teorías especiales, apli­cables a campos limitados de datos-teorías , por ejemplo, de dinámica de clases, de presiones de grupos antagónicos o de la corriente de poder y el ejercicio de la influencia interpersonal - y no buscar inmediatamente la estructura conceptual "integradora" suficiente para sacar de ella todas esas y otras teo­r í a s . 2 7

Merton ha llamado a este tipo de teorías "especiales" "teorías de alcance medio" y a la búsqueda y empleo de éstas se han dedicado muchos funcionalistas.

d) La historia. La sociedad puede estudiarse sincrónicamente: ver sus necesidades satisfechas por instituciones que con ello cum­plen sus funciones. Las instituciones se transforman para cumplir mejor sus funciones y para responder a las nuevas necesidades1.

Este concepto, para ser entendido, requiere de una discusión. Si contrastamos este postulado con otras posturas teóricas quizá sea mejor comprendido.

Podríamos decir, dentro de una línea funcionalista, que no nece­sitamos conocer la historia electrónica para saber £Ómo funciona un

2 6 Sobre el concepto de estructura dentro del funcionalismo véase: Merton. op. cit. T. Parsons. El sistema social. Ed. Revista de Occidente, Madrid, 1966. Radcliffe-Brown. Estructura y función en las sociedades primitivas, Ed. Península,

Barcelona, 1974. i Malinowski, op. cit. , R. Firth. Elements of social organization, Watts & Co., London, 1963.

2 7 Merton. Op. cit., pág. 19.

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26 Cap. 2. Hacia una definición del funcionalismo

radio, cómo se interrelacionan sus partes. Del mismo modo, pode­mos decir, en principio, que no necesitamos conocer la historia de una sociedad, para decir cómo funciona su sistema social y con él su sistema de comunicación.

En esta similitud metafórica, hay dos supuestos lógicos que debe­mos desentrañar. Se supone un funcionamiento dado como en un organismo. Se supone también que al científico lo que toca es decir cómo funciona.

Si formulamos sólo la pregunta ¿cómo se interrelaciona para fun­cionar? estamos dentro del modo teórico del funcionalismo. Pero si formulamos las preguntas ¿por qué y cómo la sociedad llegó a fun­cionar así?, entonces nos estamos moviendo en otra dimensión del análisis. En la primera pregunta tomamos el ser social y por ende su estructura de comunicación como algo dado, en la segunda como algo que llegó a ser así por la intervención de los hombres.

En el primer supuesto, es más difícil preguntarse por la legitimi­dad de este funcionamiento social que en el segundo. Si aceptamos el primer postulado, necesariamente limitamos más las posibilidades de criticar al sistema dado. En esta perspectiva no nos es posible exa­minar por qué se dio precisamente así y no de otra manera y, con ello, se nos coarta la posibilidad de explicarnos por qué funciona de ese modo esta sociedad y no de otro.

No quiero decir que los funcionalistas nunca usen datos del pasa­do. Sino que la realidad no se ve como un proceso evolutivo interde-pendiente donde se nos explique por qué las cosas son así y no de otra manera. Es probable, y hoy se discute mucho acerca de esto, que el funcionalismo teóricamente no rechaze el carácter evolutivo o cambiante de la historia; sin embargo, es un hecho que, a nivel meto­dológico, prescinde de esta consideración.

Pongamos un ejemplo: Schramm, al hablar del desarrollo de la • comunicación en una perspectiva histórica, dice de la imprenta:

L o más emocionante de la imprenta movida por energía no humana sur­gió aproximadamente en la misma época en la que se la necesitaba para lle­gar a la masa de nuevos lectos. 2 8

Pero si Schramm relacionara esta aplicación de energía con las necesidades de la época, con los requerimientos sociales, con las ne­cesidades crecientes de información de la revolución industrial, con la incorporación de la literatura como mercancía, etc., entonces no sólo sería algo "emocionante", sino que sería lo normal, y sería de extrañarse que no se hubiera aplicado. El escrito continúa: "Para

t 2 8 Schramm. "Su desarrollo" en el libro: Los medios de comunicación social. Stein­

berg y Blucm (Eds.). Ed. Roble. S. A., 1972, pág. 48.

Hacia una definición del funcionalismo 27

quienes no sabían leer era un incentivo... y así fue como' tuvo, una influencia definitiva en el desarrollo de la educación pública. Enton­ces, unos comerciantes hábiles se dieron cuenta de que podían . . . así fue como nació la comunicación con el público o con las masas... pubücidad; grandes organizaciones editoras...". El decir "era un incentivo" no basta, ya que también los escritos de Rousseau fue­ron un incentivo para convertirse en Robinson Crusoe, pero sólo uno que otro lo hizo. Habría que hablar de un conjunto de elementos interdependientes que nos señalaran una totalidad estructurada. Va que la imprenta con ó sin energía humana no puede'ser la causa de tantas cosas.

Con esta crítica he faltado a mi propósito de exponer él'funciona.-lismo como si yo fuera funcionalista. Pero lo hice así por dos razones: si dijera que el funcionalismo es puramente "sincrónico", ' faltaría a la verdad y sería fácil demostrarlo, puesto que frecuentemente usa datos del pasado. Si dijera que le interesa la historia, nó faltaría a la verdad, algunos teóricos del funcionalismo lo han dicho, 2 9 y en­tonces, debemos contrastar el uso que hacen de la historia con otro método que veremos en la parte final. Así que esta crítica, nos ha ayudado a ubicar más el funcionalismo, al menos, así me parece. .

A veces el funcionalismo usa la historia de un modo que podríamos llamar cronología, y esto no es por ser irreverente, sino por aclarar sus características. A pesar de que podemos decir que el estrucfural-fun-cionalismo arranca a partir de los planteamientos del Emil Durkheim, no hace, como él señalaba, una historia sociológica o una sociología histórica, ya que "cuando se intenta explicar un fenómeno es necesa­rio explicar separadamente la causa eficiente que lo produce y- la función que cumple". 3 0

Lo que sí no puede negarse es que los estudios funcionalistas uti­lizan constantemente la historia reciente. Por ejemplo, si pregunta­mos a un funcionalista: ¿por qué la iniciativa privada en México requirió en 1973, 4 500 millones de pesos31 en publicidad? .Nos res­ponderían con una investigación más o menos planteada en esta for­ma: En años pasados se ha visto que hay una correlación .promedio de 'x'. entre la inversión en publicidad y el aumento en las ventas. Si la publicidad se disminuye en una empresa, la marca competidora toma ese mercado. Esto hace que se tienda más a*umen'tar que a disminuir el volumen de publicidad. Además, si consideramos las

2 3 Malinowski. Un estudio científico de la cultura. Ed. Suramcricana. Evans Pichard. Antropología social, en Fichas de Nueva Visión, 1971. Robcrt Merton. Op. cit. 3 0 E. Durkheim. Las reglas del método sociológico, Ed. La Pléyade, Buenos Aires, 1972. 3 1 Dato tomado de: La anatomía de la publicidad en México, de Víctor Bernal Saha-

gún. Ed. Nuestro Tiempo. México, 1974.

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28'' Cap. 2. .(Hacia una definición del funcionalismo

porrelaciones pasadas, vemos que un aumento de 'y ' en la publicidad dará como resultado una ampliación en las ventas, de aproximadamen­te tanto, lo cual concuerda con el aumento habido en 1974. Y para 1979, considerando los mismos factores, las ventas aumentarán en 'z', si la publicidad aumenta en 'w'. Eso es sostenible con 'b' probabili­dades, si las tendencias actuales continúan.

Este ejemplo nos muestra un modo típico de correlacionar ten-' denoias, muy utilizado en los análisis funcionalistas. Es, de alguna manera, otro modo de utilizar los datos del pasado.

ACERCAMIENTO A L PROCESO DE COMUNICACIÓN

Wilbur Schramm, se refiere a la comunicación así: "Hoy noso­tros definimos comunicación diciendo simplemente que es el com-'

' partir' una orientación con respecto a un conjunto informacional de signos".32 Y considera información como "cualquier contenido que reduce la. incertidumbre o el número de posibles alternativas en una s i tuación". 3 3

Para que se dé este proceso de compartir información, reducien­do Ja incertidumbre, en el esquema más simplificado de la comunica­ción, deberá contemplarse por los menos:

Emisor Mensaje Receptor

El mensaje está en determinada etapa del proceso, separado del emisor y del receptor. Y el mensaje consiste en una señal o conjunto dé"señales organizadas y emitidas que el receptor interpretará. La

.interpretación para el receptor puede tener un significado más o me­nos similar o más o menos diferente que para el emisor.

Para Schramm "uno de los principios básicos de la teoría general de la comunicación" es "que los signos pueden tener solamente el sig­nificado que la experiencia del individuo le permita leer en ellos", 3 4

ya,que sólo podremos interpretar un mensaje dependiendo de los signos que conocemos y de los significados que hemos aprendido a atribuir­les. Para Schramm esto constituye un "marco de referencia" y en función a él. es cómo puede comunicarse un sujeto o una colectividad.

3 2 Schramm. "The nature of comunication between humans", en el libro: The process and effects of mass comunication. Schramm y Roberts (Eds.), University of Illinois Press Urbana, USA, 1971, pág. 13.

3 3 Ibid. 3 4 La ciencia de la comunicación humana, Editorial Roble, México, 1972, pág. 17.

Acercamiento al proceso de comunicac ión 29

En la medida en que el "marco de referencia" de dos colectivida­des sea diferente, aumentará la dificultad de comunicarse o eje com­partir un conjunto informacional.

Pero la interpretación del mensaje se complica aún más, ya que hay diferentes tipos de significados. Uno denotativo, que es común, como la palabra árbol, mesa, etc., tienen significados señalados por e! diccionario; pero también existen significados connotativos, de con­tenido emocional. Así, para todos la estrella de David puede repre­sentar al pueblo hebreo (denotación), pero para un judío connotará algo más.

Además, para Schramm el mensaje tendrá un significado manifies­to y un "significado latente". Cuando se nos trasmite el tono de la voz, el gesto, el estilo literario, nos dicen tanto o más del contenido que el mensaje mismo. Así, un "buenas tardes", con el ceño málen-carado y en tono agresivo, puede trasmitimos un mensaje distinto al solo contenido de las palabras.

Al mismo tiempo un mensaje puede tener varios.mensajes parale­los. Por ejemplo, de una frase hablad además de lo que se diga, podemos suponer por el acento el lugar de origen del sujeto errhsor, por los datos que maneja, una preparación universitaria o su adscrip­ción a una corriente ideológica, etc. En un escrito o en una película, las diferencias de colores, de composición de las imágenes, nos dicen algo más que las palabras que se escriben o se dicen.

Este conjunto de mensajes paralelos nos habla de que en el mismo-comunicado existen diversos canales de trasmisión y en cada medio de comunicación, ya sea interpersonal o masiva, existe diversidad de canales, por lo cual la comunicación se convierte en algo complejo y las posibilidades analíticas de cada uno de estos factores se hacen "nuy grandes.

Aún podemos señalar otros problemas. Los individuos que reci-' ben un mensaje lo relacionarán con grupos sociales a los que están adscritos; y considerarán negativo o positivo, aceptable o condena­ble, el mensaje, según ayude o no al buen funcionamiento de su o sus grupos de referencia. Juzgan el mensaje de acuerdo a si da valor o no a su grupo o sus grupos.

Pero como un mensaje es siempre un c o n j u n t ó l e mensajes para­lelos, los diferentes grupos de referencia pueden cribar el contenido manifiesto y. adoptar contenidos latentes o pueden hasta transformar los contenidos manifiestos. En casos de grandes prejuicios puede llegarse hasta la transformación del mensaje en su opuesto.

Ante tal variedad de problemáticas, el primer esquema simplifi­cado de la comunicación nos ayuda poco para describir e interpretar los diversos mecanismos de la comunicación, por lo cual se hace nece­sario el planteamiento de nuevos esquemas. Pero antes, vale la pena

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30 Cap. 2. Hacia una definición del funcionalismo

recordar el contexto científico funcionalista en el que nos estamos moviendo. Para ello, veamos esta cita de Schramm que nos reubica en la cuestión:

. . . los mensajes muy rara vez tendrán un propós i to singular y esto, muy frecuentemente, hace que el contenido manifiesto no sea en absoluto el con­tenido importante. Y no es nada impertinente decir que la comunicac ión hace Ib que un individuo, grupo, sociedad necesita en un momento dado para relacionarla, a, partes de su medio ambiente. L a comunicac ión es el gTan instrumento de relación. Relaciona a individuos entre sí, hace posible que los grupos funcionen y las sociedades vivan armoniosamente. Relaciona a un artista con su audiencia, a un maestro con sus alumnos, a un, l íder con su gente. Pero, sin embargo, ofrece oportunidades de peligrosas amenazas y en la comunicac ión encontramos que éstas se incrementan. 3 5

Schannon y Weaver36 complican más el esquema añadiendo tres nuevos elementos:

Fuente Mensaje Destinatario

Feedback

Aquí los nuevos elementos nos dan una categoría para construir el mensaje, otra para entender el mensaje por parte del destinatario y una respuesta del destinatario a la fuente.

Los modos en que se estudien cada uno de estos apartados puede ser muy variado y cada uno de jilos se presta a la formulación de una teoría científica al respecto o, >ara ser más preciso, la elaboración de lo que Merton ha llamado una Lcoría de alcance medio.

Osgood 7 ha elaborado un esquema, considerando a los dos po­los como emisor receptor al mismo tiempo:

3 5 Schannon. 1971, pág. 19. 3 6 Schannon y Weaver. 77ie mathematical theory of communication. Urbana: Univer­

sity of Illinois, 1949 (Citado por Schramm, 1971, pág. 23). 3 7 Cfr. Osgood. A vocabulary for talking about communication. Urbana, Illinois Press

(Citado por Schramm, 1971, pág. 24).

Acercamiento al proceso de comunicación 31

Este diagrama nos sirve para esquematizar un proceso déTelación interpersonal, aunque en principio podría ser aplicable a otros modos de comunicación. ' ,

Ahora bien, el feedback o mensaje de retorno, no sókVpuede par­tir del que lo recibe. El mensaje mismo puede ser fuente de retroali-mentación. Un escritor, al corregir su novela, encuentra elementos, según su criterio, para decir mejor las cosas.

Falta agregar los problemas de canal por el cual se envía un men­saje, con lo cual tendríamos nuevos esquemas:

Fuente — * " Codificador Mensaje Canal Decodificador Receptor

' Feedback » 1 1

Habremos de considerar entonces los problemas del canal en cuan­to portadores del mensaje y del mensaje de retorno o feedback. Las limitaciones de los canales, los ruidos u obstáculos que evitan que los mensajes lleguen a los destinatarios como era previsto po í Ja fuente.

También habrá que estudiar los "marcos de referencia" de emisor y del receptor, ya que si no hay un campo común de experiencias simi­lares, no podrá decodificarse el mensaje como el emisor lo preveía.-

La consideración de estos elementos nos situaría ante'muchos nuevos esquemas. Pero como podrá deducirse de lo que hemos dicho, la complejidad de la cuestión excede con mucho las posibilidades'de presentación mediante dibujos.

Como ya hemos señalado, cada mensaje implica varios mensajes, cada canal varios canales o medios -como veíamos en la brevísima descripción de la teoría de Me. L u h a n - , marcos de referencia y gru­pos de referencia distintos, connotaciones y denotaciones de diversas índoles, los tipos de retroalimentación, las características de cada me­dio, las relaciones interculturales, los tipos de signos, los diversos len­guajes, problemas del ruido, de la energía. Esta vastísima gama .de cuestiones hace que el organismo social y sus modos de interrelación o comunicación se revelen como una gigantesca problemática. Sobre ella, la ciencia funcionalista de la comunicación se esfuerza por pre­sentar un cuadro de su funcionamiento, mostrando relaciones aisla­das. Y no es que los teóricos de esta corriente piensen que la fisiolo­gía social es sólo una suma de estas funciones, no, para ellos se trata de un organismo integrado. Sin embargo, podemos decir que por ahora la ciencia de la comunicación funcionalista está en un momen­to de análisis, de división, para el conocimiento aislado de laspartes'y tiene pocos intentos de síntesis.

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3

HACÍA UNA (JEHNÍCÍÓN del

* ESTRUCTURAIÍSMO EN COMUNICACIÓN

Para entender qué es el estructuralismo y poder contrastarlo con otras corrientes teóricas» hay que ubicarnos en una perspectiva dis­tinta al funcionalismo.

Un elemento que nos ayudará a entender la diferencia será el se­parar realidad de modelo estructural. El modelo estructural será en el estructuralismo la elaboración teórica con la cual el científico so­cial analiza la realidad como una estructura social.

a) El modelo estructural. Veamos un modelo estructural para comprender mejor la idea y posteriormente profundizar en los con­ceptos.

Tomaremos el modelo actancial que Greimas desarrolla en su i i -bro Semántica estructural,38 El modelo pretende ser una identifica­ción de principios de organización relacional que produce significación. Se ha usado para analizar diversos tipos de relatos en base a algunos de sus elementos que le permiten significar y, en general, detectar el significado del actuar social. Obviamente presentaremos aquí el mo­delo de modo muy esquemático.

Un primer concepto dentro del modelo es la categoría átactante. El actante es un tipo o un estereotipo de personas u objetos que cum­plen determinados roles dentro de un género de relfftos, por ejemplo, villanos, príncipes, hadas buenas, princesas, que en el tipo de relato considerado siempre actúan de manera similar.

En un conjunto de relatos en los que encontramos siempre a los mismos actores tipo (al príncipe, al villano, al hada buena, etc.), que cumplen siempre las mismas funciones (el villano se roba un bien

3 8 Editado en español por Editorial Credos, Madrid, 1971.

33

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34 Cap. 3. Hacia una definición del estructuralismo

preciado, el príncipe lucha con el villano, etc.), aunque difieran las acciones concretas podemos decir que estas funciones y estos actan-tes constituyen una estructura tipo, la cual es propia de un género. Podríamos decir que todos los relatos de ese género van a tener esos actantes que tenderán a relacionarse de esa manera y no de otra. No es casual que siempre haya una distribución similar de papeles; esta distribución se debe a la estructura y podemos decir que se trata de la estructura de ese género. Hablamos de ella explícitamente cuando hemos mostrado formalmente cómo se da en la realidad y a qué re­glas obedece.

Hasta aquí podemos decir que nos movemos en la dimensión teó­rica del formalista ruso Vladimir Propp en su libro Morfología del cuento ruso. Pero para Greimas, hay que preguntarnos por las rela­ciones posibles de los actantes entre sí y formular una categorización, a fin de representar una sintaxis de actantes, suficientemente abstrac­ta y formal como para poder aplicarla a muchos tipos de relatos.

Veamos el siguiente esquema:

Destinador > Objeto • Destinatario

Oponente • Sujeto < Ayudante

Greimas considera tres ejes, en la relación de este modelo:

1 . Entre el sujeto que busca un fin o un objeto, se forma una tendencia guiada por el deseo del sujeto hacia el objeto, ya sea para él mismo, en cuyo caso se convierte también en destinatario, o para otro. Entre el sujeto y el objeto hay una relación teleológica. El sen­tido de la acción del sujeto, o la relación semántica, estará dada por el deseo. Entonces tendremos una primera categoría actancial ligada por el deseo y podremos definir un género por esta primera categoría.

2. Un segundo eje; lo forman el destinador y el destinatario; aquí el objeto es el intermediario de la comunicación entre ambos. La co­municación nos da una segunda categoría actancial. Podríamos ca­racterizar a un género también por el modo en que se realiza o no la comunicación entre los actantes.

En una relación de conquista matrimonial, en la que no aparecen padres, podría darse que el mismo actor tuviera en sí dos actantes:

él = sujeto + destinatario

ella = objeto + destinador

Las dos categorías actanciales que hemos visto parecen construir un modelo simple, centrado en el objeto que es al mismo tiempo ob­jeto de deseo y de comunicación.

Hacia una definición del estructuralismo 35

3. Existen también dos fuerzas opuestas. Unas consisten en apoiv tar ayuda operando en el sentido del deseo o facilitando la comunica­ción; otras, por el contrario, consisten en crear obstáculos, oponién­dose a la realización del deseo o a la comunicación del objeto.

De aquí, podemos distinguir dos actantes diferentes y opuestos: ayudantes y oponentes, que serán actantes circunstanciales y no los ver­daderos actantes del espectáculo. ¡. 1

El modelo actancial supone, desde luego, una descripción del uni­verso en el cual se realiza la acción. Puede ser utilizado para aclarar­nos las fuerzas que operan en un relato o en una teoría, con lo cual podemos tener una visión sintética del conjunto.

Las particularizaciones eventuales del modelo deberían, referirse, sobre todo, a la relación entre sujeto y objeto y manifestarse como una clase de variables constituidas por relaciones de significado, pro­pias del conjunto.

Greimas, para ejemplificar la operabilidad de su modelo, dice que " . . . la ideología marxista, al nivel del militante, podría ser distribui­da, gracias al deseo de ayudar al hombre..." y utiliza así los elemen-, tos de su modelo en relación a esta teoría: <

Sujeto, - Hombre Objeto - Sociedad sin clases

Destinador — Historia , ' Destinatario — Humanidad

Oponente - Clase burguesa Ayudante - Clase obrera

Cada uno de estos actantes tendría funciones específicas que cumplir y por lo mismo se darían relaciones entre sí. Describiendo estas relaciones de significado, describiríamos sincrónicamente una estructura.

Este método ha sido utilizado por algunos antropólogos y soció­logos para estudios de religiosidad popular. 3 9 Nos puede $er muy útil para estructurar las relaciones de significación entre los elementos de un relato, teoría o relación social, al ofrecernos un modelo sintáctico como instrumento para observar e interpretar la realidad. 4 0

3 9 Siguiendo este modelo estructural en México se han realizado algunos estudios: Ig­nacio Castillo escribió uno, llamado "San Pueblo" sobre un poblado del estado de Sn. Luis. El mismo modelo, junto con otros instrumentos teóricos, se han utilizado por un grupo de sociólogos de la Universidad Iberoamericana, dirigidos por Gilberto Giménez, para estudiar la religiosidad popular en el Santuario de Chalma, en el estado de México.

4 0 Cfr. Nicole Belmont. "Las creencias populares como relato mitológico". En el li­bro El proceso ideológico, de Eliceo Verón (Ed.). Editorial Tiempo Contemporáneo, Bue­nos Aires, 1973.

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36 Cap. 3. Hacia una definición del estructuralismo

• • Este modelo no nos explica el porqué de las cosas, simplemente nos muestra una estructura abstracta a la que se adaptan los relatos para significar.

• El modelo actancial de Greimas ha tenido la finalidad de introdu­cirnos al concepto de modelo estructural. Aquí entenderemos el concepto como un conjunto de categorías abstractas, interrelaciona-das unas con otras de cierta manera más o menos constante, que se especifica y nos ayuda a entender cómo es que las relaciones huma­nas significan, y, por tanto, cómo es que mueven a la acción dentro de esas estructuras de significación.

• Veamos más detenidamente algunos conceptos básicos:

, En el estructuralismo se utilizan modelos para estudiar la signifi­cación de la acción humana en su contexto. Las unidades interrela-cionadas no se consideran como un conjunto de órganos, sino como formas significantes. De aquí que tenga una diferencia de enfoque totalmente distinta a la del estructural-funcionalismo.

El estructuralismo ha derivado sus modelos de la lingüística es­tructural, a partir de Ferdinand de Saussure, y ha aportado muchos elementos a la teoría elaborada por este autor, en su libro Curso de lingüistica general.

En ésta perspectiva, los estructuralistas, interesados en desarrollar modelos para el análisis lógico de los relatos que nos ayudan a expli­carnos sus relaciones significantes, pretenden elaborar una lingüística que vaya más allá de la frase y, con ello, mostrarnos las estructuras a trav.és de las cuales, el relato se convierte en un medio de comunica­ción y sin las cuales no nos sería posible entenderlo. Estos modelos constituyen conjuntos de reglas combinatorias de los significantes que

,nos permiten evocar significados comunes, es decir, informarnos y comunicarnos. 4 1

Trabajando en estos intentos, que constituyen ya un considerable acervo científico para el análisis de la comunicación humana, encon-

4 1 Algunas obras accesibles sobre el tema:

• El análisis estructural del relato. Barthes, Greimas y otros. Editado por Tiempo Con­temporáneo, "Colecc. Comunicaciones", Buenos Aires, 1970.

'• Introducción a la literatura fantástica, de T. Todorov. En Tiempo Contemporáneo, "Co­lecc. Comunicaciones", Buenos Aires, 1974.

• Figuras retóricas y estructuralismo. G. Genette. En Córdova, Ecuador, 1970. • Análisis estructural de la novela. N. Pizarro, Siglo XXI, Madrid, 1970. • Investigaciones retóricas II. Jean Cohén, Bremond y otros. Ed. Tiempc Contemporáneo,

"Colecc. Comunicaciones", Buenos Aires. • Lo verosímil. Roland Barthes, J . Gritti, C. Metz y otros. Ed. Tiempo Contemporáneo,

"Colecc. Comunicaciones", Buenos Aires. • Estudio estructural y tipológico del cuento. Meletinsky. Ed. Rodolfo Alonso, Editor,

Buenos Aires, 1972.

Hacia una definición del estructuralismo •' 37

tramos a personalidades tan creativas como Lévi-Strauss, R. Barthes, Greimas, C. Bremond, T. Todorov, G. Genette y otros, que han ela­borado diversos modelos para el análisis estructural.

El análisis estructural se ha aplicado también a otros medios de comunicación. Umberto Eco ha elaborado un modelo acerca de las posibles articulaciones del código cinematográfico. 4 2 El señala.códi-gos o subcódigos del cine, discute los modos de la acción cinema­tográfica como un lenguaje y trata de definir sus articulaciones como una estructura que combina imágenes de distintos tipos correspon­dientes a los diversos códigos y que cuentan con varios modos de ar­ticulación. Eco toma como paradigma a la lingüística, y con ella infiere dos modos de articulaciones de los códigos del cine. Una, la relación vertical entre significante y significado: la figura que se ve (significante) nos remite a otra que podemos recordar y que está mar­cada por nuestra experiencia anterior (significado). Otra segunda ar­ticulación, derivada también de la lingüística estructural, es la que relaciona a los signos entre sí, en el contexto de una frase o de una foto; es aquello que nos hace ver en el fotograma que este señor con diez niños es su maestro y no su papá. Pero Umberto Eco oorisidera una tercera forma de articulación propia del cine, que'está en la se­cuencia de los fotogramas; nos hace ver nuevas relaciones queno estaban en las articulaciones anteriores. Esto le da una dimensión más al cine sobre la lengua: "Los diferentes significados no se sub­siguen a lo largo del eje sintagmático, sino que aparecen copresentes y reaccionan uno en relación con el otro haciendo aparecer varias connotaciones".4 3

En esta posición analítica se nos muestran diversos elementos, no como una suma sino como una totalidad, articulada en una estruc­tura propia del cine. Este modelo estructural nos da razón de un conjunto sistemático de diferencias que nos permiten comprender mejor las partes de una película y la razón profunda de su unidad, a partir de la cual pueden desarrollarse otros análisis.

b) Estructuralismo y lingüística. Decir estructura dentro del estructuralismo, es hablar de un conjunto organizado de elementos

4 4 2 Umberto Eco. "Acerca de las articulaciones del código cinematográfico". En Ideo­

logía y lenguaje cinematográfico. Editado por Comunicación 1, Madrid, 1969, pág. 137. En materia de cine, se han desarrollado diversos modelos estructurales. El artículo

de Eco viene acompañado de 14 artículos que pretenden aportar elementos para modelos y cuestionar los ya existentes. Los autores son: Pasolini, Saltini, Metz, Barthes, Baldelli, Sychre, Kosak, Struska, della Volpe, Toti.

Pueden consultarse otras obras sobre el tema: de Metz, Ensayos sobre la significación en el cine, Ed. Tiempo Contemporáneo, Buenos A¡res; 1972; Análisis de laíimágenes, Metz, Eco y otros, en Tiempo Contemporáneo, Buenos Aires', 1973.

4 3 Umberto Eco. Op. cit., pág. 168. ,

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38 Cap. 3. Hacia una definición del estructuralismo

que dan una unidad que como tal se subordina a ciertas leyes o, si se prefiere, a ciertos criterios de relación. i

Para Jean Piaget, "una estructura está formada, en verdad, por elementos, pero éstos se encuentran subordinados a leyes que carac­terizan al sistema como tal; y dichas leyes llamadas de composición no se reducen a asociaciones acumulativas, sino que confieren al todo, propiedades de conjunto distintas de las de los elementos".4 4

La totalidad, teóricamente estructurada, deberá plantearse con algún criterio de relación. Así lo más importante del planteamiento científico no será la totalidad en cuestión, ni sus elementos aislados, sino sus relaciones, sus procedimientos de composición.

Aquí todos nos formulamos una pregunta obvia: ¿Qué criterios de estructuración de sus modelos tiene el llamado "estructuralismo"? o ¿Qué relaciones estructurantes toman las teorías estructuralistas para interrelacionar sus elementos en un todo? Lévi-Strauss en el capítulo 2 de su Antropología estructural, dice:

Como hace ya veinte años decía Marcel Mauss: " L a soc io logía habría avanzado mucho más por cierto de haber procedido en todos los casos imitan­do a los lingüistas". L a estrecha analogía del m é t o d o que existe en ambas disciplinas les impone un particular deber de co laborac ión . 4 5

La lingüística se convierte entonces en el paradigma, en la brú­jula que orienta las construcciones teóricas, aunque los diferentes científicos estructuralistas, se acerquen o se alejen de los modelos clásicos de la lingüística planteados por Saussure. Para Eliceo Veron, "un modelo estructural de procesos de comunicación. . . , enuncia las relaciones sin táctico-semánticas del sistema".4 6

Siguiendo a Morris 4 7 y Carnap, 4 8 Veron dice que el campo de la sintáctica está constituido por el estudio del código y las reglas de combinación para la composición de los mensajes; si el estudio inclu­ye consideraciones acerca del referente, se trata de la semántica. Si el análisis también considera los restantes componentes del sistema de comunicación, como el receptor, los canales, los mensajes, el emi­sor, etc., forma entonces parte de la pragmática. 4 9

Lévi-Strauss en su Antropología estructural dice que para que un modelo pueda ser considerado como estructura, debe satisfacer cuatro exigencias principales: una, consiste en que sus elementos están in-terrelacionados de tal manera, que la transformación de uno de ellos

4 4 Jean Piaget. Estructuralismo, Ed. Proteo, Buenos Aires, 1971, pág. 12. 4 5 Lévi-Strauss. Antropología estructural. Ed. Eudeba, Buenos Aires, 1968, pág. 29. 4 6 Eliceo Veron. Conducta, estructura y comunicación, pág. 48. 4 7 Morris. Signs, languageand behavior, Prentice Hall, New York, 1946.

Carnap. Introduction to semantics, Harvard, University Press, Cambridge, 1946. 4 9 Eliceo Veron. Op. cit.

Hacia una definición del estructuralismo . 39

implica la modificación de los demás; esto le da un carácter de siste­ma. En segundo lugar, todo modelo está formado de otros modelos perteneciente'; al sistema, que implican un conjunto de transforma­ciones; así el modelo más complejo depende de modelos más simples, que de alterarse, cambian en mayor o menor medida la totalidad.' En tercer lugar, el modelo más complejo, permitirá predecir de qué ma­nera, reaccionará el sistema total, en caso de que uno de sus elementos se modifique; en esta perspectiva, el estructuralismo prevé o debería de prever, las posibles transformaciones estructurales y explicarlas de tal modo, que cuando e! modelo se aplique a la realidad social pueda darnos cuenta de los hechos observados. En cuarto lugar, el modelo responderá a la doble condición de utilizar sólo los hechos considera­dos por él y, con ello, dar cuenta de todos.

Estas exigencias se orientan a construir modelos que, inspirados en la lingüística, formen un conjunto de diferencias para comprender a los hechos sociales como formas de significación y, por tanto, de comunicación. Eliceo Veron considera que "el análisis estructural se presenta... como el instrumento para comprender aquellos hechos que la existencia social ha 'impregnado de significación', según la ex­presión de Lévi-Strauss. Esta frase un tanto vaga puede ser traducida en una fórmula más precisa: el fenómeno de! sentido es la expresión misma del carácter social de la conducta". 5 0

El análisis estructural no se orienta a relaciones de causalidad pri-mordialmente, sino a relaciones lógicas que estructuran 'modelos de comunicación. Los hechos sociales pueden estudiarse com'o elemen­tos de una estructura de significación, como elementos explicables por una lógica que estructura el sentido. ' .

c) Semiología. El estructuralismo, en tanto que desarrolla una teoría sociológica que pretende estudiar los hechos que la existencia social "ha impregnado de significación", se apoya en la ciencia semio-lógica, y ha colaborado grandemente a su desarrollo. Sin embargo, no podemos decir que estructuralismo y semiología sean la misma, cosa, ni que toda semiología sea estructuralista.5 1 <

i > •

5 0 Eliceo Veron. Op. cit, pág. 56v s l Para Pierre Guiraud, Saussure destaca la función social del sj no y Peirce (norteame­

ricano, contemporáneo de Saussure) su función lógica (a esta ciencia Peirce le llama semió-' tica). Peirce desarrolla sus ideas sobre esta nueva ciencia en su libro Phüosophical writings:

"En realidad no hay coincidencias en lo que respecta al dominio de nuestra ciencia' -dice Guiraud-. Algunos de los más prudentes sólo la consideran como un estudio de los sistemas de comunicación por medio de señales no lingüísticas. Otros, con'Saussure, extien­den la noción de signo y de código a formas de comunicaciones sociales tales como ritos/ce­remonias, fórmulas de cortesía, etc. Finalmente, hay quienes consideran que las artes y las literaturas son modos de comunicación basados en el empleo de los sistemaste signos deri­vados también de una teoría general del signo."

• Cfr. La semiología, de Pierre Guiraud. Siglo XXI, Buenos Aires, 1974, pág. 10. .

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40 Cap. 3. Hacia una definición del estructuralismo

.' En el siguiente texto de Saussure, citado por muchos autores, po­demos entender mejor a partir de qué ideas arranca la semiología es-tructuralista:

Se puede, pues, concebir una ciencia que estudie la vida de los signos en el seno de la vida social. . . Nosotros la llamaremos semiología (del grie-

• go sémeion "signo"). El la nos enseñará en qué consisten los signos y cuáles ' .son las leyes que los gobiernan. Puesto que todavía no existe acabadamen­

te, no se puede decir qué es lo que ella será; pero tiene derecho a la exis-{ tencia y su lugar está determinado de antemano. L a lingüística no es más

que una parte de esta ciencia general. Las leyes que la semiología descubra serán aplicadas a la lingüística y así es como la lingüística se encontrará li-

. gada a un dominio bien definido en el conjunto de los hechos humanos. 5 2

La semiología, que ya ha empezado a desarrollarse, interpreta al matrimonio, las modas del vestir, del comer, del decorar, como con­juntos estructurados que significan y que se combinan con cierta regularidad para significar. Esta nueva ciencia pretende mostrarnos modelos para comprender esas estructuras de significación que po­demos llamar lenguajes. Utilizamos estos lenguajes en nuestra acti­vidad cotidiana y en nuestras relaciones sociales. Así lo que interesa al estructuralista es la relación que guarda entre sí todo el sistema y que implica una memoria organizada que posibilita la estructuración.

• Sin embargo, los hechos sociales no deben tomarse solamente como lenguajes significantes, ya que en ese momento entraríamos al formalismo, a la ciencia que estudia sólo las formas. El matrimonio, lá economía, además de poderse estudiar como formas de significa­ción, también cumplen funciones sociales que no se agotan en la estructuración del sentido, sino que posibilitan la existencia social y la perpetuación de la especie; y si hemos de considerar la totalidad, no podemos quedarnos en la rJura significación. De aquí que el es­tructuralismo no se agote en el análisis semiológico, pero sí es un ele­mento de gran importancia, que pretende construir sus modelos a partir de la lingüística Saussuriana.

Aún. no hemos aclarado suficientemente cómo es que la lingüísti­ca, funge como un modelo que guía a otros modos de significación y nos ayudan a explicar los diversos lenguajes de la vida social.

., Roland Barthes, en su libro Elementos de semiología, pretende tomar de la lingüística "los conceptos analíticos que a priori consi­deramos idóneos, por su generalidad, para comenzar la investigación semiólógica". 5 3

' Barthes considera que, aunque el semiólogo trabaje muchas veces con elementos no lingüísticos, encontrará la lengua hablada como

• : 5 2 Saussuic. Curso de lingüística general, Ed. Losada, Buenos Aires, 1975, pág. 60. ',, 5 3 Elementos de semiología, Ed. Comunicación, "Serie B", Madrid, 1971, pág. 15.

Hacia una definición del estructuralismo 41

elemento mediador de significado. Y "para percibir lo que una sus­tancia significa, necesariamente hay que recurrir al trabajo de articu­lación llevado a cabo por la lengua: no hay sentido que no esté nombrado y el mundo de los significados no es más que el mundo del lenguaje".54

A partir de estas consideraciones, Barthes agrupa los elementos de la semiología en cuatro grandes apartados que tienen su origen en la lingüística estructural y en las teorías de la comunicación: lengua y habla, significado y significante, sintagma y sintema, denotación y connotación.

Explicar estos términos en el sentido de la lingüística estructu­ral, sería salimos del objetivo de este trabajo. Lo que pretendemos mostrar en términos generales es cómo construye teóricamente e in­vestiga un estructuralista al hacer la ciencia de la comunicación. Para ello, vale la pena citar una vez más el libro de Barthes que nos ocupa:

La investigación semiólógica se propone reconstruir el funcionamiento de los sistemas de significación diferentes de la lengua,' de acuerdo con el proyecto propio de toda actividad estructuralista: el proyecto de construir un simulacro de los objetos observados.5

Lo que nos interesa subrayar aquí es precisamente que el estruc­turalismo construye estos simulacros o modelos estructurales. Ver que el estructuralismo pretende descubrir leyes de composición que confieren al todo propiedades de conjunto significante, distintas a las de sus elementos.

El estructuralismo busca sistemas de diferencias que nos ayuden a explicar estructuras que llevan a formas de comunicación social. •

d) Estructuralismo e historia. El estructuralismo, y en especial el de Lévi-Strauss, tiende a dejar de lado la historia: resulta'"tan fasti­dioso como inútil amontonar argumentos para demostrar que toda sociedad está en la historia, y que la sociedad cambia es evidente de suyo". 5 6 »

Está de acuerdo con el hecho de que hay cadenas, de aconteci­mientos, cuyos efectos se acumulan para producir cambios económi­cos y sociales. La concepción de los sujetos se forjan, de las relaciones entre naturaleza y cultura. 5 7

Pero en la conclusión de La miel y las cenizas, en relación con . la transformación histórica, dice:

5 4 Ibid, pág. 14. 5 5 Roland Barthes. Elementos de semiología, pág. 99. 5 6 Lévi-Strauss en "El pensamiento salvaje", citado por Maurice Godelier en su obra

Economía, fetichismo y religión en las sociedades primitivas, Ed. Siglo XXI, Madrid, 1974, pág. 152.

5 7 Godelier. Op. cit., pág. 152.

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42 Cap. 3. Hacia una definición del estructuralismo

E n la sociedad griega antigua "la mi to log ía abdica en favor de la filoso­fía que emerge como la condic ión previa de la ref lexión c ient í f ica" escribe (Lévi-Strauss) que ve en ello "una circunstancia histórica que nada significa, sino que se produjo en tal lugar y en tal momento". L a historia, pese a estar

• sometida a esta ley de orden que organiza toda sociedad, queda, pues, priva­da de toda necesidad y el nacimiento de la f i losofía y de la ciencia occiden­tales se reducen a simples accidentes. 5 8

Según Godelier, nos encontramos ante una posición parecida al empirismo funcionalista con respecto a la historia. La cuestión para el científico estructuralista será diseñar modelos estructurales de signi­ficación, y ver qué tan aplicables y generalizables son, para aplicarnos el carácter social de la conducta en una o varias sociedades. Lévi-Strauss llega a decir:

A l historiador los cambios; el e tnó logo las estructuras, y esto porque los cambios, los procesos, no son objetos analít icos, sino la forma particular en que la temporalidad es vivida por un sujeto. 5 9 i

No es que Lévi-Strauss niegue la historia, sino que separa el análi­sis de las formas del análisis de las funciones y se dedica a presentar­nos esas formas, sin negar las funciones articuladas en una sociedad concreta.

Quedarnos en esta afirmación aclararía poco las cosas. A l parecer, al entrar al análisis de una estructura, no necesariamente nos estamos moviendo en una dimensión temporal. Para Greimas, "la estructura de un lenguaje cualquiera no conlleva para ella referencia temporal alguna y el término de sincronía sólo se conserva en ellas por t radic ión" . 6 0

Así, una estructura podemos considerarla ' 'anacrónica"; su des­cripción es la construcción de i -i modelo percibido en su lógica inter­na. Una estructura lingüística /os sirve para construir mensajes, lo cual ocurre i n un espacio histórico.

Decimos, pues, que una lengua estructurada puede estar en cual­quier momení o histórico, y desde luego modificarse hasta cierto punto por ello. Si separamos la estructura o el esquema de su uso, pode­mos decir que una estructura despliega ciertos usos, según el mo­mento histórico. Así, entre los múltiples usos de una estructura, la historia condiciona algunos de ellos y limita otros.

Pongamos u»? ejemplo: la lengua francesa tiene una estructura básica que puede cener diversos usos, escrituras diversas en momentos históricos distintos. Barthes muestra algunos de ellos:

5 8 Godelier. Op. cit., pág. 153. Citas del libro de Lévi-Strauss: La miel y las cenizas. 5 9 Godelier. Op. cit., pág. 154. Cita de: Los limites de la noción de estructura en

etnología, Lévi-Strauss. 6 0 Cfr. Greimas, el artículo: "Estructura e historia". En el libro Problemas del es­

tructuralismo, varios autores. Ed. Siglo XXI, México, 1975, pág. 125.

Hacia una definición del estructuralismo 43

L a diversidad de los géneros y el movimiento de estilos dentro del dog­ma clásico son datos estét icos, no de estructura;... se trata de una escritura única, a la vez instrumental y ornamental, de la que dispuso la sociedad fran­cesa durante el tiempo en que la ideología burguesa se hizo conquistadora y triunfante. Escritura instrumental, ya que la forma se suponía al servicio del fondo,... ornamental, ya que este instrumento se hallaba decorado por acci­dentes exteriores a su f u n c i ó n , . . . . 6 1

En cambio, la escritura de la revolución francesa toma un tinte de exageración a cada momento. "Lo que hoy parece exageración era entonces la medida de la realidad". "La escritura revolucionaria fue como la entelequia de la leyenda revolucionaria: intimidaba e impo­nía una consagración cívica de la sangre".62

Barthes continúa poniendo ejemplos de usos diversos de la escri­tura respondiendo a circunstancias distintas, pero podemos decir que una lengua tiene su estructura básica, su "paradigma", su .almacén de recursos, que se actualizan y se combinan de un modo peculiar en cada momento histórico. Así una misma estructura tiene diyersos usos y da lugar, en otras palabras, a la realización'de diversas estruc­turas históricas diferentes.6 3 . ' .

El estructuralismo, en esta perspectiva, no podemos decir que sea diacrónico o sincrónico, sino "acrónico" y puede ayudar a explicar-' nos un momento histórico. Lo que el estructuralismo no ha hecho y, al decir de Greimas, en el momento actual parece no estar en condi­ciones de hacer, es una metodología del pasaje entre una estructura y otra. . 1

Quizá con esta breve exposición se entienda mejor la afirmación de Lévi-Strauss, de que "al historiador los cambios; al etnólogo las estructuras".

Para Greimas, Lévi-Strauss "sin renegar de la historia, como algu-. nos pretenden, y sobre todo sin abandonar el compromiso histórico, su investigación se propone, en definitiva, integrarlos en una tipolo­gía general de las estructuras de significación. Al poner en evidencia 'lógicas concretas', dio una idea precisa de la forma en que podrían concebirse los repertorios de elementos constitutivos de estas estruc­turas históricas de contenido, condición previa... de toda descripción de sus transformaciones".6 4 / '

Entonces, entenderemos el estructuralismo comofm conjunto de modelos "acrónicos", que nos brindan elementos para interpretar los procesos de significación, en algunos momentos históricos.y que qui-

6 1 Cfr. Roland Barthes. El grado cero en la escritura. Siglo XXI, Buenos Aires, 1973, pág. 60. . • ,

6 2 R. Barthes. Op. cit., pág. 27. , % , 6 3 Greimas. Op. cit., pág. 130. 6 4 Gr.;imas. Op. cit., pág. 132.

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'44 C a p ¡ 3 . Hacia una definición del estructuralismo

zá, con el tiempo, nos llegue a brindar modelos de transformación entre una estructura y otra. ' t

i

EL PROCESO DE LA COMUNICACIÓN

' Lévi-Strauss ha planteado tres tipos de estructuras para estudiar la sociedad en su libro "Antropología estructural": estructuras de grupo, estructuras de comunicación y estructuras de subordinación.

Las primeras están constituidas en un ambiente que posibilita las relaciones sociales. Hay un espacio y un tiempo estructurados, que sirven como marco de referencia y en ese marco se piensan las rela­ciones sociales.

Las estructuras de subordinación se constituyen por relaciones de dominio.

Las estructuras de comunicación, que es lo que aquí nos interesa . fundamentalmente, operan en 3 niveles: comunicación de mujeres,

' comunicación de bienes y servicios y comunicación de mensajes. El matrimonio es susceptible de un análisis semiológico: pode-

, mos decir que al casarnos significamos algo para la sociedad. Las re­glas del matrimonio pueden entenderse como reglas sintácticas que

, nos limitan ciertas relaciones (las incestuosas, por ejemplo) y nos per­miten otras, al mismo tiempo que significan algo. Así podemos ha-

• blar de relaciones semánticas y sintácticas. Se trata, entonces, de un modo de comunicación. El hombre y la mujer se consideran como

,'uh valor y como un signo, pero el matrimonio no se reduce, como el habla, a significar, sino que forma parte de los modos concretos de la vida social; al mismo tiempo, aparece ligada indisolublemente a la co-

"municación. De esta manera pueden tratarse también los sistemas de intercam­

bio de bienes económicos: como elementos concretos para la vida social y al mismo tiempo como sistemas de comunicación.

La acción humana no puede reducirse a su dimensión significan­te, sino que tiene también que considerarse como un proceso de sig­nificación, estrechamente vinculado a las otras estructuras que for-

, man su realidad. El análisis semiológico frecuentemente se hace difícil por esta

.duplicidad: un coche sirve para transportarse y al mismo tiempo ' significa algo: estatus, eficiencia, riqueza, etc. Jean Baudrillard en su libro El sistema de los objetos nos da una larga interpretación de la significación de los objetos en la vida consumista del capitalismo contemporáneo. Para él, este sistema social nos presenta deseos que no realizamos, sino que simbolizamos realizar: " . . . hoy en día, to­dos los deseos, los proyectos, las exigencias, todas las pasiones y todas

El proceso de la comunicac ión 45

las relaciones se abstraen (o se materializan) en signos y en objetos para ser comprados y consumidos". 6 3 '

Así los diversos modos de significación de las relaciones sociales y de los objetos se estructuran en lenguajes diferentes según cada contexto social. Pero no se reducen solamente a significar, sino que tienen para sus usuarios una función práctica. Quienes tienen deter­minadas relaciones sociales y determinados objetos, la mayor parte de las veces, no son conscientes de sus significados y mucho menos de las estructuras significantes.

La semiología, entonces, nos puede ser de gran utilidad para en­tender los procesos sociales como procesos de comunicación.

Los lingüistas trabajan por presentarnos las reglas de nuestro lenguaje que nos permiten estructurar nuestras palabras y frases, dicho de otra manera, construir nuestros significantes y con ello evo­car significados. Los significados para poder, ser comunes,'y con ello lograr la comunicación, tienen que estar referidos a estructuras de la realidad, que en algún grado sean comunes a emisor y'receptor. ¿Pero en qué nos ayuda el saber las reglas de la lengua qué hablamos? Nos ayuda a comprender cómo es que podemos entendernos. Todo men­saje, incluido el codificado por la lengua, no tiene un significado in* trínseco, sino que está basado en reglas. La lingüística ha iniciado desde Saussure, un intento de manifestar esas reglas y el estructura­lismo ha retomado ese intento de manifestar esas reglas, para cons :

truir sus modelos. El estructuralismo pretende reconstruir las reglas que dan signi­

ficado a las acciones, a los objetos, a las palabras, en un proceso de comunicación social. Y el proceso es entendible gracias a la recons­trucción de los diversos códigos que se interrelacionan en un sistema.

Aquí surge otra oposición con muchos exponentes del funcioxia-lismo que pretenden explicar las relaciones sociales a través de las .normas explícitas de los sujetos de la comunicación. Los estructu­ralistas prefieren distinguir entre normas y reglas. Las reglas son inconscientes, son el fundamento de las normas. El proceso de la co­municación está basado en las reglas y son las que, en último término, estructuran el sentido de las normas.

Para los estructuralistas, la vida social es un complejo sistema de comunicación. En el matrimonio las personas significan algo, como hemos dicho, y en el habla los signos también significan algo, aunque el primero tiene otras funciones y lleva un ritmo más lento de comu­nicación y el otro tiene una función puramente significante y es de

6 5 El sistema de los objetos, Siglo XXI, México, 1975, pág. 225. Ver también: Crítica de la economía política del signo, ¡. Baudrillard, Siglo XXI,

México, 1974. Los objetos, De A. Moles, P. Boudon, J. Baudrillard y otros. En Tiempo Contemporáneo, Buenos Aires, 1973.

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46 Cap. 3. Hacia una definición del estructuralismo

ritmo más rápido. En las relaciones económicas los bienes y los ser­vicios no son personas, ni son solamente signos, pero sí son valores y además de su función de significar son algo más. Así, podemos ha­blar de este conjunto de elementos como de un proceso estructurado de 'comunicac ión social, donde las tres estructuras mencionadas se unifican en una estructura mayor, que forma un sistema de comuni­

al y en una estructura mayor que forma un sistema social. Dentro de este proceso, el estructuralismo se ha preocupado de

las estructuras significantes (llamados también "modelos mecánicos") y muy poco de las probabilidades estadísticas, con lo cual se vuelve a oponer al análisis funcionalista de la comunicación, que construye sus análisis mediante el método probabilístico. Sin embargo, algunos autores prefieren hacer combinaciones entre los dos métodos. Eliceo Veron considera que el comportamiento lingüístico verbal encierra varios niveles de determinación señalables por los modelos. A nivel fonológico, la determinación es muy grande y decrece al nivel de las estructuras sintácticas, en las cuales el sujeto puede darse mayores libertades. Ante esto, Veron considera esencial observar que el "coe­ficiente de indeterminación" de la conducta comunicacional enun­ciada por los modelos es un valor relativo y no absoluto.

"El fundamento de este coeficiente relativo de indeterminación de la conducta, con respecto a un cierto modelo del sistema de co­municación, es el hecho de que cualquier comportamiento comuni­cacional en una situación social concreta integra una multitud de sistemas semiológicos que operan simultáneamente. Toda conducta social resulta de la convergencia de una multitud de campos semán­ticos. De esto resulta que, para cualquier nivel de análisis en el. que nos coloquemos, se tratará siempre de combinar modelos mecánicos y es tadís t icos" . 6 6

f

6 6 Veron. Op. cit., pág. 61.

4

HACIA UNA CIEFÍNÍCÍÓN del MARXISMO EN COMUNICACIÓN

TEORÍA Y PRÁCTICA

El marxismo no puede entenderse como teoría pura, supone una praxis, ligada a una teoría construida con un método rigurosamente científico que se opone al estructural funcionalismo y al estructura­lismo. La teoría y la praxis se implican mutuamente, como partes de un solo movimiento, y una no puede comprenderse sin la otra. La teoría se entiende como praxis, y la praxis como el modo de confron­tar la teoría con la realidad, a fin de transformarla. Por eso resulta inútil hablar de la teoría sin hablar, aunque sea a grandes rasgos, de las líneas generales de la praxis y sus objetivos.

El marxismo se entiende como teoría de una clase social: la clase proletaria, en busca de la transformación de la realidad social, para suprimir la alienación y convertir las relaciones sociales en relaciones de comunidad y no de explotación. Se entiende alienación como la incapacidad del sujeto para reconocer sus aportes a una realidad que se le impone. Pongamos un ejemplo: los obreros-que trabajan, pro­ducen al entrar en relación con medios de producción (maquinaria, materias primas, capital en general). Su trabajo lo' capitalizan otros grupos de la sociedad y le devuelven en pago un salario que no equi-, vale a todo lo producido. La capitalización de su trabajo se utiliza para imponerle un orden social que reproduzca y anfplíe esas condi­ciones. Los medios de comunicación, la escuela, el ejército, son ele­mentos que se orientan a reproducir ese estado de cosas. El obrero se siente ajeno a ese proceso aunque participa en él. En ese sentido está alienado, ajeno a la realidad. Las riquezas que él produce se convier­ten en fuerza social que le impone una posición de desventaja con res­pecto a otros grupos sociales. Pero no se le explica de ese modo, él mismo no lo ve así. La realidad se interpreta de otras maneras, los'

47

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t 48 Cap. 4. Hacia una definición del marxismo

sujetos tienden a ver este estado de cosas como "naturales", no como procesos creados por las acciones concretas de hombres concretos,

' sino como constantes que trascienden a los individuos. Así, los hom­bres reifican la realidad: se alienan. Esta alienación conviene a los intereses de los grupos dominantes, aunque éstos también reifican

. la'realidad y, por ello, también están alienados. Sin embargo, a los 'desposeídos de los frutos de su trabajo no les conviene esta reifica-

,ción. A ellos, les conviene conocer los procesos del despojo y del encubrimiento consciente e inconsciente del suceder real; los falsos .conceptos impiden conocer la realidad para transformarla. Por eso Georg Eukács ha dicho que "es propio de'; la esencia del método dia­léctico el que en él los conceptos falsos, por su abstracta unilaterali-'dad, lleguen a su superación" . 6 7 Y por todo esto decimos que se trata de una ciencia proletaria.

'•. a) Bases materiales de la ideología. Él marxismo supone una praxis para combatir la alienación y poner las fuerzas productivas al servicio de toda la sociedad. Para ello, han de develarse y denunciarse las ideologías que, aún de buena fe, encubren los auténticos procesos. Los individuos deben tomar conciencia de los verdaderos procesos y de sus encubrimientos, para combatir las relaciones sociales que gene­ran la desigualdad al mantener a unos dueños de los medios de pro-

' ducción y a otros sólo dueños de su fuerza de trabajo. Este combate, con plena conciencia histórica de las posibilidades de triunfo y derro­ta, implica un proceso de revolución comunista.

La comunicación social, en esta perspectiva, supone una teoría de la evolución histórica de la sociedad global, que es, al mismo tiempo, parte actuante de una práctica polítipa. Esta teoría nos presenta un método para develar los verdaderos procesos y denunciarlos.

Parte del proceso social es el conjunto de opiniones más o menos estructurado que tiende a legitimar un orden de cosas y a imprimirle una tendencia. A este conjunto de opiniones lo llamamos ideología. Según Lucien Goldmann, "consiste en el hecho de que los hombres tienen con toda buena fe una tendencia a deformar sus pensamientos y sus acciones en el sentido que corresponde a los intereses del grupo social del que forman parte". 6 8

En este pequeño escrito, describiremos a grandes rasgos, la con­cepción marxista, 6 9 señalando, como hemos hecho con las corrientes

6 7 G. Lukács. Prólogo a la primera edición de su libro Historia y conciencia de clase, Editorial Grijalbo, México, 1969, pág. XLIX.

6 8 L . Goldmann. Marxismo, dialéctica y estructuralismo, Ediciones Caldcn, Buenos .Aires, 1968, pág. 25.

6 9 Del mismo modo que en las corrientes anteriores, trato de plantear tendencias gene­rales. Me he basado especialmente en planteamientos de Georg Lukács, L. Goldniann, y des­de luego de Karl Marx.

Teoría y práctica . 49

anteriores, investigaciones y teorías que ilustren los planteamientos. Las representaciones conscientes de los individups no brotan por

generación espontánea, sino que dependen de los procesos sociales reales, que condicionan su percepción y a los cuales, a sy vez, vuel­ven a determinar: '

L a conciencia no puede ser nunca otra cosa que el ser consciente y el ser de los hombres es un proceso de vida rea l . 7 0

Los individuos ven las cosas como se les aparecen en su contexto, histórico. Frecuentemente piensan que la conciencia es primero y ella organiza el ser social. Esto es falso. "No es la conciencia la que determina la vida, sino la vida la que determina la conciencia". 7 1

En el análisis marxista:

No es parte de lo que los hombres dicen, se representan o imaginan, ni tampoco del hombre predicado, pensado, representado o imaginado, para lle­gar, partiendo de aquí, al hombre de carne y hueso; se parte del hombre que realmente actúa y, arrancando de su proceso de vida real, se expone también el desarrollo de los reflejos ideológicos y de los ecos de este proceso de vida. También las formaciones nebulosas que se condensan en el cerebro de los hombres son sublimaciones necesarias de su proceso material de vida, proce­so empír icamente registrable y sujeto a condiciones materiales. L a moral, la religión, la metafís ica y cualquier otra ideología y las formas de conciencia que a ellas corresponden pierden, así, la apariencia de su propia sustarítivi-dad. No tienen su propia historia ni su propio desarrollo, sino que los hom­bres que desarrollan su producción material y su intercambio material cambian también, al cambiar esta realidad, su pensamiento y los productos de pensa­miento. No es la conciencia la que determina la vida, sino la vida la que de :

termina la conciencia. 7 2

En esta perspectiva, el material elaborado por los filósofos y los escritores, en general, pierde su aparente autonomía. Para el investi­gador marxista empieza entonces el trabajo de ordenar el material filosófico como conjuntos que reflejan los modos en que se les pre­senta la realidad social.

Aquí la teoría marxista de la comunicación enfrenta un serio pro­blema: ¿cómo abalizar los contextos sociales, para explicar los modos en que se presentan a los sujetos, generando significídos que retoman los intelectuales, los literatos o los programadores de los medios de comunicación, para presentárselos de un modo coherente a sus recep­tores?

7 0 Marx y Engels. La ideología alemana, Ediciones de Cultura Popular, México, 1974, pág. 26.

7 1 Ibid.

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50 Cap. 4. Hacia una definición del marxismo

Para Marx no puede eliminarse la dificultad metodológica de or­denar los materiales en relación a los contextos históricos mediante recetas. Ya que esas dificultades "derivan del estudio del proceso de vida real y de la acción de los individuos en cada época" . 7 3 Marx se­ñala un método general a grandes rasgos en varias de sus obras, entre ellas, La miseria de la filosofía, La ideología alemana, Introducción a la contribución de la crítica de la economía política de 1857, méto­do que retoman, exponen y aplican diversos autores entre otros: Le­nin, Lukács, Goldmann, Gramsci, Luxemburgo. Algunos de ellos: Lukács, Goldmann y otros más, elaboran una sociología de la litera­tura, que constituye una verdadera teoría de la comunicación.

La gran pregunta que debe resolver esta teoría de la comunica­ción está planteada dos párrafos arriba. Aquí trataremos de esbozar en líneas generales el método y ejemplificarlo con investigaciones de estos autores.

b) La idea de totalidad. El materialismo dialéctico tiene como idea central la totalidad, entendida como el predominio del todo so-

, bre las partes. Dentro de un conjunto social, nada está aislado, nada es por sí mismo: la T. V. , el cine, la filosofía, el dinero, el derecho, etc., etc. Estos elementos, tan dispares aparentemente, están traba­dos en una sola totalidad y si son lo que parecen ser es por el contex­to. La T. V. es un complejo circuito electrónico, pero está vinculado a un sistema que implica una política, un mercado, una legislación, etc., etc. Y sólo podemos entender lo que es, gracias a sus múltiples relaciones, y estas relaciones le dan su ser concreto en cualquier so­ciedad. Sin todas estas determinaciones la T. V. no es algo concreto.

El derecho, la política, el trabajo, la familia aisladamente conside­rados, son abstracciones, son categorías simples. Hay que definir cada una de estas ideas, en lo que tienen de común en todas las socie­dades en donde aparecen o, al menos, en un buen número de socieda­des'diversas. Seleccionar las que son más importantes en la sociedad que nos ocupa y la que es la más importante o la preponderante. Juz­gar por qué es esa la preponderante.

Entonces, hay que ver cómo esas categorías simples, abstractas, se van determinando las unas en relación con las otras, por las activida­des y relaciones de los hombres concretos. Ver cómo unas se oponen a las otras y mutuamente se transforman. Este proceso contextual nos va dando un conjunto de relaciones concretas que determinan los modos de ser de las cosas. Entonces, estamos en posibilidad de anali­zar la T. V. , el cine, el periodismo,la novela, la filosofía, el derecho, en función a ese conjunto de determinaciones peculiares, que forman

7 3 Marx y Engels. Op. cit., pág. 27. í

Teoría y práctica ' 51

una. totalidad cambiante dentro de una evolución histórica. Y no Ye-remos la T. V. o la novela como un elemento aislado que funciona de tal manera, sino como un elemento inmerso en una realidad social, que lo hace funcionar así.

Para Marx, "lo concreto es concreto, porque es la síntesis de mu­chas determinaciones, es decir, unidad de lo diverso". 7 4

Mucho se ha dicho que para Marx y los marxistas la vida económi­ca tiene un papel preponderante en la determinación de los procesos que conforman la totalidad. Ésta es una cuestión que debe matizarse. Indudablemente, Marx utiliza la producción, la distribución y él con­sumo, considerados cómo categorías abstractas, para estudiar las suce­sivas determinaciones o inter-determinaciones del contexto. Toma categorías económicas como punto de partida metodológico.

Con el objeto de aplicar el método necesitamos categorías abs­tractas, para ver el modo en que se ligan a otras; mediante ello, se hacen concretas, esto es, determinantes y determinadas en un proce­so evolutivo. La producción es una categoría abstracta-que encon­tramos en toda sociedad, por lo cual, podemos tomarla como punto de arranque para el estudio de cualquier sociedad, aunque, quizá no sea el elemento preponderante para la ordenación de la estructura. Entonces la labor del científico social será encontrar y describir, ese elemento en sus determinaciones principales^ dentro de la totalidad. Para Marx, como los individuos producen siempre en sociedad, "la producción de los individuos, socialmente determinada, es, natural­mente, el punto de partida". 7 5

Cuando algunos "marxistas" elaboran un análisis de una realidad social o, específicamente, de su arte, sus modos de comunicación; y quieren centrarse en la economía como único punto, como determi­nante que explica los procesos globales, están falseando el método de Marx, están yendo contra él, están eliminando la dialéctica..

Georg Lukács, se opone a los que cambian así el método y pre­tende señalar lo propio del marxismo y su diferencia específica, cuan­do dice:

L o que diferencia definitivamente al marxismo de la ciencia "burguesa, no es la tesis de un predominio de los motivos e c o n ó m i c o s en la expl icación de la historia, sino el punto de vista de la totalidad. La^ategoría de totali­dad, el dominio omnilateral y determinante del todo sobre las partes es la ciencia del m é t o d o que Marx t o m ó de Hegel y transformó de manera original, para hacer de él el fundamento de una nueva ciencia . . . Y el elemento bási­camente revolucionario de la ciencia proletaria no consiste sólo en contrapo-

7 4 Marx. Introducción a la critica de la economía política de 1857. Ediciones de Cul­tura Popular, México, 1974, pág. 258.

7 5 Marx. Introducción a la critica de la economía política de ¡857, pág. 235. Las cur­sivas son c.el autor de obra (N. del a.).

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52 Cap. 3. Hacia una definición del marxismo

ner a la sociedad burguesa contenidos revolucionarios, sino también y ante todo en la esencia revolucionaria del m é t o d o mismo. E l dominio de la ca­tegoría de totalidad es el portador del principio revolucionario en la ciencia. 7 6

La totalidad, descrita como proceso, nos revela los movimientos sociales reales, explicados por los aspectos preponderantes que, al en­lazarse los unos con los otros, nos dan el concreto social. Entonces, el sistema de producción determinará y al mismo tiempo será determi­nado por los planteamientos ideológicos. Esta situación de determina­ciones mutuas tienden a formar un "bloque histórico", para utilizar el lenguaje de Antonio Gramsci. Y cuando un sistema parece integrado, sus capas sociales tienden a pensar de modo tal, que todo el sistema se vea reforzado. Sus medios de comunicación, sus escuelas, su políti­ca, tienden a reforzar esta situación, a, crearla y recrearla, frente a las rupturas que amenazan desde dentro y fuera del sistema. Cuando se da este fenómeno, estamos ante una verdadera "hegemonía cultu­ral"; 1 7 la sociedad ha sido organizada en relación á los intereses de una- clase y tenderá a reforzarlos, a presentar ese estado de cosas como el camino adecuado aunque perfectible. La adhesión o no a la ideología, que legitima el sistema total en sus rasgos esenciales, tiende a'producir o no una crítica revolucionaria. Frecuentemente, el siste­ma hegemónico, tenderá a retomar esa crítica en sus propios térmi­nos, para legitimar aún más sus elementos esenciales.

De aquí que la teoría marxista de la comunicación pretenda como un objetivo muy importante, develar permanentemente la ideología y explicar las implicaciones que un contenido implica en el contexto. Las ideologías son como cemento para integrar el sistema.

c) La ideología. En esta perspectiva Georg Lukács y otros mu­chos han elaborado diversas investigaciones y planteamientos teóricos, donde pretenden descubrir las ideologías, ubicándolas en su contexto histórico. En 1934, al escribir sobre "La ideología de los intelectua­les alemanes, en el periodo imperialista", 7 8 señala una evolución del irracionalismo. Con apariencia mística, los expresionistas plantean una apologética del capitalismo, aunque mediante una polémica que apaTenta ir contra él. Critican el presente, pero nunca contemplan las bases económicas de la sociedad y, por tanto, no pueden ver la totali­dad. A l no verse la sociedad en su conjunto, no se baja a lo concreto: se mitologiza la realidad.

. . . L a mito logización de los problemas abre en parte el camino para que lo criticado no sea representado en modo alguno en relación con el capitalismo,

' 7 6 Historia y conciencia de clase, págs. 29 y 30. 7 7 Gramsci. El materialismo histórico, Ed. Lautaro, Buenos Aires 1958. 7 8 Lukács. Sociología de la literatura. Ediciones Península, Barcelona, 1968, cap. XIX.

Teoría y práctica 53

o bien dando al capitalismo una forma tan superficial, desfigurada y misti­ficada, de modo que la crítica no se convierta en una lucha, sino en un para­sitario conformarse con el sistema... y por el rodeo de esta crítica se deduce incluso una a c e p t a c i ó n . . , 7 9

Así se critica en abstracto lo burgués. Los literatos naturalistas ' y sobre todo los expresionistas alemanes de principios de siglo, al cri­ticar una abstracción de lo burgués, no sólo no ayudan a las clases oprimidas, sino que ofrecen más tarde al fascismo, un apoyo para in­troducirse en las masas de Alemania. 8 0

Lukács había señalado en 1923 que "en cuestiones de marxismo la ortodoxia se refiere al m é t o d o " 8 1 y el método implica la recons­trucción de la totalidad, para estudiar la realidad concreta, y "esta relación de la conciencia con la realidad es lo que realmente posibilita una unidad de la teoría con la práct ica" . 8 2

No debe extrañarnos que en las series de T. V. , en las películas, en los comics, en las novelas o fotonovelas, elaboradas por compañías capitalistas para las masas, se nos presenten problemas que parecen afectar al sistema capitalista. Lo que sí será difícil ver es que se con­sidere una totalidad interre la donada en sus elementos esenciales y se niegue, con fundamento en esta interrelación, la validez de los ele­mentos esenciales.

Los distintos géneros literarios o audiovisuales tendrán modos di­ferentes de presentarse. Pero si sus productores han asimilado la ideolo­gía preponderante, tenderán a presentar problemas sobre elementos que no son claves en el sistema; y aun en el caso de que lleguen a mos­trar problemas sobre elementos sustanciales, lo harán abstrayendo. Muy frecuentemente señalarán a un agente malo para el orden esta­blecido; se le verá como algo que debe combatirse y que, finalmente, será derrotado, si no, sería altamente nocivo para todos.

I

En otra obra reciente, Ariel Dorfman afirma que:

Toda obra subliteraria o producto cultural masivo que utilice la f icción como fuente de entretenimiento y dominio emocional o intelectual se des­arrolla siempre de una manera idéntica. Se plantea un problema central, lo que es posible denominar situación de crisis. Esto significa que algún ser o situación esta cuestionando ciertas leyes de funcionamiento del mundo. Pero lo fundamental, en la región de la ideología , es que ese hecho es calificado automáticamente como elemento perturbador, cr í t ico , molesto. 8 3

7 9 / i t í . , pág. 303. 8 0 Ibid., pág. 308. 8 1 Historia y conciencia de clase, Ed. Grijalbo, México, 1969, pág. 2. 8 2 Ibid., pág. -3. 8 3 Dorfman y Jofre. Superman y sus amigos del alma, Ed. Galerna. Buenos Aires,

1974, pág. 41.

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5 4 ' Cap. 4. Hacia una definición del marxismo

Aquí hay que hacer notar que las "leyes de funcionamiento del mundo" son las leyes del sistema, lo cual no se aclara y, por tanto, se mitologizan los problemas, se reifica la realidad al no mostrarse como una ley dentro de un contexto, sino como algo natural. Por otra "parte, el sujeto, que está imbuido de esa ideología y recibe un mensaje de este tipo, no se da cuenta de la reificación, retroalimenta su ideología y, en ese sentido, refuerza al sistema. Así, los comics y los medios de difusión en general se convierten en un arma pol í t ica . 8 4

Ayudan, en el sentido de Gramsci, a reforzar el bloque hegemónico dé la cultura dominante. La ideología es una parte del todo que de­termina y es determinada. No aplicar el método de la totalidad dia­léctica y genética es enmascarar tendencias reificantes y eso va contra la liberación de los hombres, en el sentido marxista.

Dorfman continúa hablando sobre la crisis que presentan este tipo de medios, frente al cuestionamiento de "ciertas leyes de funcio­namiento de ese mundo": "esa crisis va a ser derrotada en la obra, porque ha sido definida de antemano, desde un principio, como una contradicción que tiene salida en este mundo específico". Para el mundo del comic todo parece tener una feliz solución dentro de las leyes de este mundo. La historieta tiende a dar a los lectores una sen­sación de seguridad en esas leyes. El bloque hegemónico se consolida.

Para el método marxista, la comunicación no puede verse como un elemento aislado, está dentro del concreto social interrelacionado.

Resumiendo:

Si quisiéramos esbozar rasgos generales de la visión marxista de to­talidad, tendremos que hablar quizá básicamente de cuatro postulados:

1. El carácter social y activo de la vida consciente: esto es, que las ideas no nacen solas, sino que están enraizadas en la vida social, de

• la cual dependen y a la cual, a su vez, condicionan. 2. La unidad de pensamiento y acción: el empezar a aplicar el método

y a es u n a f o r m a de acción y toda práctica verdaderamente revolu­c i o n a r i a no puede separarse del método, bajo riesgo de mitificar la realidad y, por ello mismo, hacerse antirrevolucionaria.

3% La unidad del sujeto y del objeto: los individuos con su teoría y su práctica no van a actuar sobre un objeto externo, ellos mismos son los objetos a transformar, al transformar el contexto social.

8 4 Cfr. Mattelart. Comunicación masiva y revolución socialista; La cultura como em­presa transnacional; Para leer el Pato Dormid y Agresión desde el espacio.

Eliceo Veron. El proceso ideológico; Comunicación de masas y Producción de ideología.

Estructura significativa y conciencia posible / 55

4. El carácter histórico de todas las sucesivas interdeterminaciories: unas y otras se condicionan mutuamente en un proceso de :tfans-formación de la realidad. Se oponen mutuamente y sé eliminan como condicionamientos mutuos, para convertirse y con ellocon-vertir la realidad concreta, en otra cosa. Esto no es un proceso mecánico, sucede por la acción de los hombres en 'condiciones específicas.

ESTRUCTURA SIGNIFICATIVA Y CONCIENCIA POSIBLE

Ahora veremos dos conceptos básicos para la teoría marxista de la comunicación. Estos son: el concepto de estructura significativa y el de conciencia posible. \

a) El concepto de estructura significativa. Si retomamos los plan­teamientos anteriores, consideraremos a los medios de óomunicácion como una parte de la sociedad global, que condiciona y es condición •, nada por ella. Trasmitirá ideas, tomadas de la sociedad, de sus reía-\ ciones internas y de las relaciones que guarda con su medio ambiente. \ Estas ideas tenderán a reforzar algunas de esas relaciones y a eliminar otras. Se organizarán de tal modo, que tiendan a generar o a refor­zar modos de concebir el mundo. A estas organizaciones las llama­mos estructuras significativas. . , . '

El conjunto de valores y argumentos presentados por los medios de comunicación implican una finalidad: que la sociedad juzgue junto con ellos los hechos humanos. Algunos de estos hechos se'con­siderarán implícitamente buenos por los medios y otros malos. Pero ¿qué moral o derecho sirve de base a estos juicios? ¿Qué pruebas se presentan a los múltiples jueces que forman la sociedad?, Los códigos morales y las "pruebas" aceptadas por ellos constituyen estructuras significativas. Las estructuras significativas tienden a generar y a re­forzar modos sociales de comportameinto. Pueden existir diversas estructuras significativas que convivan en una sociedad y.hasta en un individuo, reforzándose y oponiéndose.

Antes de definir estructura significativa tratemos de poner un ejemplo. Al parecer, podemos hablar de la publicidad corrió una es­tructura significativa que complementa otras estructuras del, sistema y se opone a otras. El ligero esbozo que haremos de la publicidad' como estructura significativa, debe tomarse a t í tulo de hipótesis. La publicidad, a través de los medios masivos de comunicación, constan­temente da juicios sobre múltiples cuestiones. Una de ellas és la moda. Hoy nos dicen que este vestido que hace bella a la mujer y,

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56 Cap. 4. Hacia una definición del marxismo i

mañana, la misma marca de vestidos, por el mismo medio, nos afir­ma que es otro completamente distinto. Hoy nos señalan que los "muebles lecanos" son signo de tradición y distinción y mañana que no'; ahora los laqueados, después los de plástico son signo de la mo­dernidad que distingue.

• Si queremos descubrir los códigos que guían este lenguaje, partien­do del puro análisis de su coherencia interna, quizá nos perdamos en un mundo esquizofrénico. Tendremos que buscar un sentido mediante el cual concibamos todas estas oposiciones, en función a una finalidad común, y esta finalidad interrelacionada con otras circunstancias nos revelen la coherencia publicitaria, en tanto participa de una interde-terminación de factores, que constituyen una totalidad en evolución.

Un elemento que nos puede ayudar a aclarar el sentido es la econo-'mía. Es propio del capitalismo elaborar un número cada vez, mayor de mercancías, no sólo según el aumento de la población,, sino más ampliada aún, para obtener una reproducción ampliada de capital,

1 mediante el trabajo asalariado, del cual la clase capitalista extrae plus­val ía ; pero esta plusvalía no puede convertirse en ganancias, si no se .venden los productos. Ante esta situación social, empezamos a ver cierto sentido en el discurso publicitario de la moda, pero no porque ern sí sea coherente, sino porque tiene sentido para la totalidad del sistema. Por tanto, es necesario vender, es necesario convencer de que lo antes comprado ya no cumple su cometido.

Por otra parte necesitamos ver cuál es este cometido dentro del sistema. En relación al vestido y a los muebles, no sólo es cubrir la piel y tener utensilios. Es distinguirse, diferenciarse, hacerlo signo de estatus. Según Jean Baudrillard 8 5 para hacer un objeto de consumo dentro de la sociedad capitalista, hay que quitarle sus determinacio­nes psíquicas como símbolo permanente de alguna relación; hay que liberarlo de sus determinaciones que lo identifican fundamentalmente como utensilio; hay que tender a quitar de la mente de los individuos que sus objetos usados pueden venderse, que son mercancías y con­vertirlos, principalmente, en signos distintivos, en signos de estatus. Sin embargo, esto no es posible hacerlo totalmente. Entonces será co-

• múmver una lógica de la mercancía o del valor de cambio, una lógi­ca del símbolo permanente de una relación (como el anillo de boda),

. una lógica del instrumento o del valor de uso. Pero sobre todas estas lógicas tenderá a preponderar una lógica del signo distintivo.

( _ Con el fin de poder entender este predominio, habrá que ver la evolución de este proceso que ha hecho que las cosas lleguen a ese

.•estado, para determinados sectores de la población y no para otros, dependiendo de las circunstancias concretas, es decir, interdetermi-

8 5 Critica üc la economía política del signo, Ed. Siglo XXI, México, 1974. ' t

Estructura significativa y conciencia posible 57

nantes Desde luego, estos procesos tienen múltiples matices que hacen muy complejo el análisis.

Las relaciones humanas y la composición social requieren reto­mar lo que aparece a nuestras experiencias, para explicarnos el mun­do, con el propósito de orientar nuestra acción y la dirección de los acontecimientos sociales. Para ello, se necesita presentar de cierta manera "la realidad"'y constituir esta "realidad" en prueba de nues­tros juicios: "etique usa este perfume es un hombre de éxi to" .

El publicista sabe que la realidad no la perciben igual todos los grupos sociales, pero tiende a imponer esta estructura significativa de la distinción, con lo cual, mañana, el individuo podrá comprar otro nuevo artículo para distinguirse y, con ello, apoyar la compra de los productos de la reproducción ampliada de mercancías. Pode­mos decir que la publicidad es una ideología que tiende a dirigir a to­dos los sectores de la sociedad hacia los intereses de la clase capitalis­ta, para lo cual utilizan ese modo de percepción de la realidad.

Los publicistas, no son creadores que sacan las ideas de la nada, ni siquiera los grandes filósofos o los científicos. Sé diría que todos ellos son similares a Nathan, un literato que describe Balzac: "es el niás hábil cazador al vuelo de las ideas que caen sobre París,' o que París hace levantarse. Su fecundidad no es suya, sino de su época: vive de las circunstancias..." 8 6 Pero el escritor, el publicista o el filósofo, no sólo retoman las circunstancias y los problemas de su época, para tender al equilibrio y reforzar una situación tal cual está. No, aun el publicista, al buscar compradores, está buscando cambiar en alguna forma las cosas. El filósofo al plantear un sistema ético, o simplemen­te "explicar" la realidad, ya está planteando un juicio transformador: pretende, cuando menos, que la gente piense más ordenadamente; esto es ya querer cambiar la realidad. Hasta el más conservador quie­re cambiar las cosas, para que puedan conservarse mejor sus valores. Esto es una verdadera contradicción que mantiene a la sociedad en constante evolución. > '

La sociología de la literatura ha mostrado cómo los autores están condicionados y condicionan la percepción de su realidad. Lukács señala cómo Balzac retoma grandes problemas de su época y preten­de imprimirles una dirección, aunque siempre con realismo. Balzac desenmascara la caída de la nobleza frente al capitalismo y muestra también "por vez primera la trágica risa de escarnio sobre los más altos productos ideológicos del desarrollo burgués, la trágica disolu­ción de los ideales burgueses por la fuerza de su propia base econó­mica capitalista... de forma global y en su tota l idad". . . 8 7 "Los ex-

8 6 En la novela Una hija de Eva. 8 7 Cfr. Lukács. Sociología de la literatura, pág. 331.

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58 Cap. 4. Hacia una definición del marxismo

plotados son ahora los periodistas y los escritores: sus capacidades se convierten en mercancía, en objeto de especulación del capitalis­mo literario. Pero son explotados y prostituidos por el capitalismo. Ellos mismos quieren ascender a explotadores o por lo menos a inter­mediarios de la explo tac ión" . 8 8

Pierre Bourdieu nos dice:

"Para dar su objeto propio a la Soc io log ía de la creación intelectual y para establecer, al mismo tiempo, sus l ími tes , es preciso percibir y plantear que la relación que un creador sostiene con su obra y, por ello, la obra mis­ma se encuentran afectadas por el sistema de las relaciones sociales, en las cuales se realiza la creación como acto de comunicac ión o, con más preci­s ión, por la posic ión del creador en la estructura del campo intelectual". 8 9

Los individuos está inmersos en estructuras significativas y con­forme a ellas organizan sus concepciones del mundo y de las relacio­nes sociales. Sus prácticas concretas, son elementos para construir sus estructuras significativas, en un proceso de transformación perma­nente. Para entender una creación, hay que ubicarla en una organi­zación de significados determinados y determinantes del contexto, lo cual constituye una estructura significativa.

Para los marxistas es de gran importancia el estudio de las obras literarias, filosóficas, artísticas, publicitarias, en su contexto, de ma­nera que se pueda desenmascarar sus tendencias y su razón de ser. Lucien Goldmann considera que "no sólo es imposible estudiar de manera válida' ciertos elementos de la obra fuera del conjunto del que forman parte, que es lo único que determina su naturaleza y su significación objetiva, sino también que la posibilidad' de dar cuenta de la necesidad de cada elemento respecto a la estructura significativa global, constituye la más segura guía del investigador".9 0

A veces, encontrar la estructura significativa preponderante, a la que se adhieren un conjunto de obras, es una tarea difícil. En una sociedad pluralista, donde convive una estructura publicitaria con otras diversas, no.s encontramos ante el problema de analizar a cuál se adhiere principalmente una obra. Necesitamos, entonces, definir con precisión los tipos de estructuras significativas. Con ello.'no sólo podríamos entender mejor los planteamientos filosóficos, literarios, jurídicos, publicitarios, sino señalar tendencias sociales, al mostrar como interactúan entre sí las estructuras significativas y sobre todo visualizar tendencias posibles.

8 8 ibid, pág. 333. 8 9 P. Bourdieu. "Campo intelectual y proyecto creador", en el libro Problemas del es-

tructuralismo, pág. 135. 9 0 Goldmann. Marxismo, estmcturalismo y dialéctica, Ed. Calden, Buenos Aires 1968

pag. 63.

Estructura significativa y conciencia posible 59

b) El concepto de conciencia posible. El límite de la concien­cia posible de un grupo social podemos fijarlo en cuanto que, para aceptar un pensamiento, debe renunciar a sus intereses de clase. Para Goldmann "es el caso en que, para conseguir la trasmisión, el grupo en cuanto a grupo debe desaparecer o transformarse, hasta el punto de perder sus características sociales esenciales." 9 1 \ • . i

Se trata de un concepto fundamental para el estudio de la comui-nicación en la vida social, simplemente porque nos señala qué tipo de significados no pueden evocarse en común, y aunque se llegarán a en­tender, serían violentamente rechazados. '

Hay diversos motivos por los cuales no puede comunicarse una idea. Veamos tres de éstos, que no son lo que hemos llamado límite de la conciencia posible. . .

Uno es la falta de datos. Si yo no he tenido nunca Inexperiencia de conocer el mar, difícilmente puedo evocar en común una playa ma­rina, y cuando me hablen de eso, no podrá comunicarme.' ¡

Otro motivo por el que no puede pasar la información es'la estruc­tura psíquica del individuo, que puede deformar ciertos datos, o de plano es impermeable a otros.

Un tercer motivo puede ser la fuerza de la costumbre, por ' lo cual no acepta nuevos datos o formas de entender la realidad. Suce-. de, por ejemplo, con algunos científicos ubicados en cualquiera'de estas corrientes que hemos intentado describir, que no quieren cono­cer otras porque pondrían en duda la validez de sus investigaciones' anteriores.

Pero el límite de la conciencia posible es algo distinto, a 'estos tres casos, aunque se complementa con ellos. Es el caso de que no ' puede aceptarse como verdadera cierta información, porque, ello im­plicaría desaparecer como grupo. 9 2 No es sólo que falten datos o que el modo de informarlos sea distinto (esto, desde luego, puede ser cier­to) sino que los procesos que forman la vida social se cambiarían a tal punto con la nueva manera de informarlos, que los sujetos inte-

• grantes del grupo social a que se dirige esta información, no pueden aceptarla; ya que de hacerlo, el equilibrio social que han logrado, in­formando de un modo determinado su realidad, se eliminaría.

La conciencia posible no es un fenómeno directamente observa­ble, sino una elaboración teórica, que nos ayuda a entender por qué la conciencia de un grupo social puede filtrar determinada informa­ción. El máximo de conciencia posible es el conjunto de ideas; o si se prefiere, las estructuras significativas que podrían tener los miefn-

9 1 L . Goldmann: Importancia del concepto de conciencia posible paía'la comupica-ción. En El concepto de información en la ciencia contemporánea. Varios autores. Ed. Siglo XXI. México (1966), pág. 34.

9 2 Véase Goldmann. Op. cit., págs. 33 y 34. '

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60 Cap. 4. Hacia unadef inic ión del marxismo

bros de una clase, si captaran los elementos preponderantes de la "to­talidad social en la cual viven y tendieran a adaptarlos a sus intereses objetivos. 9 3

' Vamos a ejemplificar lo que acabamos de decir: la estructura sig­nificativa publicitaria que esbozamos a modo de hipótesis en el punto a), es un conjunto de categorías, racionalmente adecuada al proceso de reproducción ampliada de mercancías, ya que favorece su venta, sin la cual no tendría la clase capitalista la posibilidad, en su beneficio, de una reproducción ampliada de capital. Esta estructura significa­tiva va de acuerdo a sus intereses de clase. Se adapta a sus prácticas utilitarias y, por. tanto, les es perfectamente posible y deseable acep-

'tarla. Sin embargo, una estructura significativa que postulara que to­dos deben tener igual acceso al consumo - y para esto todos deben

'"ser trabajadores, y a la vez igualmente propietarios de los medios de p r o d u c c i ó n - no iría de acuerdo a sus prácticas utilitarias y no sería aceptable: estaría más allá de su límite de conciencia posible. ' Cuando un grupo obrero o campesino no ha logrado una con-

. ciencia de clase adecuada a sus intereses objetivos, tiene una falsa conciencia. Pero si en sus luchas concretas van viendo posibilidades

' objetivas y adecuadas a sus verdaderos intereses de clase, irá cambian­do su conciencia real y empíricamente observable en un momento determinado, por su conciencia posible, racionalmente atribuible a sus prácticas utilitarias de clase.

' El estudio de las estructuras significativas de las diversas clases puede confrontarse con sus relaciones con el "todo" socioeconómico y 'comprqbarse qué tan adecuadas son las estructuras significativas de una clase, a sus intereses objetivos. En teoría, las clases dominantes tendrán estructuras significativas más adecuadas a sus intereses, y las clases dominadas estarán más lejanas a esta adecuación. Pero su con­ciencia posible, o sus posibilidades de conciencia, son cualitativamen­te diferentes: unos estarían dispuestos a aceptar ideas, que otros no están o no estarían dispuestos a aceptar.

Ha sido un error tratar de entender qué son los intelectuales in­trínsecamente, en vez de buscar bajo qué tipo de estructuras signi­ficativas trabajan, de qué manera vienen a reforzarla y en qué senti­do se acercan o no a la conciencia posible que las prácticas utilitarias de una clase, en un momento histórico determinado, permiten des­arrollar. 9 4 A los sociólogos marxistas de la literatura les interesan especialmente las obras filosóficas, literarias y artísticas, porque se orientan a estar más cerca del máximo de conciencia posible de un grupo. Tienden a explotar al máximo sus estructuras significativas,

9 3 Lukács. Historia y concienciare clase, capítulo 3. 9 4 Gramsci, Los intelectuales y la organización de la culture. Juan Pablos Editor

México (1975).

Estructura significativa y conciencia posible 61

a globalizar, a integrar más elementos para que nos brinden una vi­sión coherente del mundo.

El concepto de estructura significativa viene a ayudarnos a com­prender y explicar los modos de captar la realidad, lo cual es distinto a el máximo de conciencia posible que, como miembros de una clase, podemos tener. Contrastemos un poco más los conceptos. Lucien Goldmann nos dice:

L a descripción de una estructura significativa y de sus enlaces internos es un f e n ó m e n o de comprensión. Pero el intento de describir la estructura más vasta.. . tiene un valor explicativo en relación con la estructura engloba­da. Si estudio los pensamientos de Pascal .como estructura significativa inter­na, procuro comprenderla; pero si después los inserto como una estructura parcial en una estructura más vasta, que es el movimiento jansenista, com­prendo el jansenismo y explico por él los pensamientos de Pascal . 9 5

Este procedimiento lo ha desarrollado Goldmann, en su ya céle­bre investigación sobre la estructura significativa de lo que él llama "visión trágica", que constituye, entre otras cosas, la esencia del jan­senismo extremista. Según dice en el prefacio, esto le ha permitido delimitar y comprender la esencia de diversas manifestaciones huma­nas de orden ideológico, teológico, filosófico y literario, y poner de manifiesto, entre todos estos hechos, un parentesco estructural. 9 6

Así, el estudio de las estructuras significativas se dirige al esclareci­miento de los procesos para informar la realidad, no de modo parcial, sino globalmente. Y está más o menos de acuerdo con la conciencia posible de una clase. La semiología puede ayudarnos a describir las categorías fundamentales de una estructura significativa para com­prenderla, y después explicarla al vincularla a su contexto social.

El concepto de conciencia posible no es algo que pueda constatar­se por observación directa del fenómeno, ni siquiera algo detectable por procedimientos semiológicos, sino un conjunto de categorías racionalmente adecuadas a los intereses objetivos de una clase. Una vez estudiados los diversos objetivos de los diversos conjuntos huma­nos, dentro de una formación social históricamente determinada, po­demos especificar, mediante análisis semiológicos, qué estructuras significativas son más adecuadas a la conciencia posible, o a la con­ciencia atribuible a una clase social.

El concepto de conciencia posible nos permite predecir si las cla­ses pueden o no aceptar un conjunto de ideas y su aplicación práctica. Pero para poder predecirlo necesitamos saber qué tan racionalmente

9 5 Goldmann: La importancia del concepto de conciencia posible en comunicación, pág. 38.

9 6 Lucien Goldmann: El hombre y lo absoluto. Ed. Península, Barcelona (1968).

y

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62 Cap. 4. Hacia una definición del marxismo

adecuadas son ese conjunto de ideas a los intereses objetivos de cada clase, dentro de una formación social concreta e históricamente de­terminada. Por otra parte, hay que preguntarse qué tanta diferencia hay entre esa conciencia posible y la conciencia reai de cada clase. Esto nos llevará a definir, más o menos certeramente, la eficiencia his­tórica de la conciencia de clase, para consolidar, en lenguaje de Grams-ci, un "bloque histórico".

5 SEIECCÍÓN

dE TEXTOS

INVESTIGACIÓN DE LA* COMUNICACIÓN EN LOS ESTADOS UNIDOS *

Wilbur Schramm

Durante los últimos treinta años, un número cada vez mayor de intelectuales de los Estados Unidos se han interesado en el"estudio del proceso y de los efectos de la comunicación. La comunicación, naturalmente, no se ha convertido en una disciplina académica, como la física o la economía; pero sí ha alcanzado a ser un campo animado de investigación y teoría. Es una de las más activas encrucijadas en el estudio del comportamiento humano lo cual es comprensible, ya que la comunicación es un proceso -quizase/proceso- socialfuridamen-tal. Sin la comunicación, no existirían los grupos humanos ,y las' so­ciedades. Difícilmente se puede teorizar o proyectar investigación en un campo cualquiera del comportamiento humano, sin hacer, algunas suposiciones acerca de la comunicación humana.

La teoría y la investigación de la comunicación han atraído, por lo tanto, el interés de los psicólogos, sociólogos, antropólogos, polí­ticos, científicos, economistas, matemáticos, historiadores ydingüis- • tas; y hombres de todas estas actividades y otras, Ufen contribuido , a una mejor comprensión de ésta ciencia. Ha sido una encrucijada académica por la cual han pasado muchos, pero pocos se han dete­nido. Ha habido psicólogos que han trabajado en los problemas de la' • comunicación durante cierto periodo y han regresado luego a pro :

* Tomado del libro La ciencia de la comunicación humana, Editorial Roble, Méxi­co, 1972.

63

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64 Cap. 5. Selección de textos

blemas más distintivamente psicológicos. Algunos matemáticos han producido una teoría de la información y luego han regresado a la teoría y a problemas más distintivamente matemáticos. Y así sucesi­vamente con las otras disciplinas: la comunicación ha sido un estudio

• auxiliar, necesario para la comprensión del comportamiento humano y social y contributiva a otra teoría. Sin embargo, de las entradas y salidas de esta encrucijada académica y del número relativamente reducido de intelectuales que han dedicado sus carreras enteras y sus energías al estudio de la comunicación humana, ha surgido un acervo

, impresionante de libros y artículos, algunos de los cuales aparecerán reflejados en los capítulos que siguen.

Cuatro hombres han sido generalmente considerados como los "padres fundadores" de la investigación de la comunicación en los Es­tados Unidos. Dos de éstos eran psicólogos, uno sociólogo, el otro político científico. Dos de ellos, nacidos y educados en Europa, pero flue llegaron a este país en las fases iniciales de sus carreras.

Uno de estos últimos fue Paul Lazarsfeld, sociólogo educado en Viena, que llegó a los Estados Unidos en 1932 y se interesó pro­fundamente en las audiencias y efectos de los nuevos medios de co­municación colectiva. Cuando se inició en la investigación de esos

, medios, las radiodifusoras y los publicistas de este país habían comen­zado ya a medir las masas de oyentes con objeto de descubrir lo bien que trabajaba la radio, los auditorios que atraía y qué opinión tenían de los que oían.

Para Lazarsfeld fue inmediatamente obvio que era igualmente fácil y mucho más importante usar las mediciones de auditorios para estu­diar el propio auditorio que para estudiar el medio. Esto es, los pro­gramas que selecciona el público nos dicen algo acerca de este público, así como acerca de los programas. El siguiente paso consistía en des­cubrir por qué elegían los oyentes lo que elegían. Y luego, descubrir cómo usaban lo que obtenían de los medios de masas y qué efecto .tenían los medios sobre sus hábitos de votación, gustos y orientación general hacia la vida y la sociedad.

Esta es la línea de investigación que persiguió Lazarsfeld -es­tudios de auditorios, estudios de votación, estudios de campañas, estudios de efectos de.los medios colectivos de comunicación y estu­dios de la influencia personal relacionada con la influencia de esos medios-. Fundó una de las instituciones más influyentes en investi­gación en este país —la Oficina de Investigación Social Aplicada de la Universidad de Columbia (Bureau of Applied Social Research)- y, durante más de /einte años, esa oficina ha continuado produciendo estudios de alta calidad y ha formado intelectuales jóvenes notables. Dos de los discípulos de Lazarsfeld, graduados de la Oficina y que actualmente son notables por derecho propio - e l Dr. Elihu Katz y

Investigación de la comunicac ión 65

el Dr. Joseph T. Klapper-, han cooperado con sus conferencias en esta serie, y el propio Dr. Lazarsfeld, en colaboración con su colega, el Dr. Herbert Menzel - o t r o de sus antiguos d i sc ípu los - , es el autor de una de las conferencias que publicamos. ,

El otro miembro de los "padres fundadores" nacido en Europa fue Kurt Lewin, el psicólogo de la escuela Gestalt, también educado en Viena, y también inmigrante a este país al principio de la década de 1930, quien ejerció una gran influencia sobre los estudiantes de la Universidad de Iowa y del Instituto de Tecnología de Massachu'setts (MIT). Lo que interesaba primordialmente a Lewin era la comuni­cación en grupos y el efecto de las presiones de grupo, normas de gru­po y papeles de grupo sobre el comportamiento y actitudes de sus miembros. Era un experimentador extraordinariamente ingenioso y tenía la capacidad de atraer a los estudiantes imaginativos y brillantes. El movimiento de Dinámica de Grupo - s i a eso se le puede llamar un movimiento- en los Estados Unidos es la sombra de Lewin. La naturaleza de su influencia sobre la investigación de la comunicación se puede juzgar de la colaboración a esta serie debida al Dr. León Festinger, uno de sus discípulos, que han desarrollado la teoría de la disonancia cognoscitiva. Lewin murió prematuramente, pero su influencia sigue viviendo.

Lazarsfeld es un sociólogo que se especializó en la investigación de público por medio de la encuesta, interesado en los efectos de los medios de masa y su relación con la influencia personal. Lewin era un psicólogo, especializado en experimentos, e interesado en el fun­cionamiento de los grupos humanos.

Un tercer miembro de los "padres fundadores" fue Harold Lass-well, político científico, educado en la Universidad de Chicago, y por muchos años maestro en esa misma Universidad'y en Yale. No fue ni un investigador de público ni un experimentador; más bien su método era analítico. Fue de los iniciadores del estudio 'de la pro­paganda, de los grandes análisis sistemáticos de la comunicación en. naciones y sociedades y en el estudio dé comunicadoreá políticos in­fluyentes. Pero quizá será recordado por mayor tiempo en este cam­po debido a su desarrollo del análisis del contenido científico. El Dr.. Lasswell, desafortunadamente, no pudo aparecer en esta serie, pero se incluye una colaboración hecha por uno de sus discípulos, el Dr. Ithiel de Sola Pool, del M. I . T.

El cuarto miembro del grupo fue Cari Kovland, educado en Yale como psicólogo. Antes de la Segunda Guerra Mundial, ya se había creado una reputación como psicólogo experimental. Llamado al programa de investigación del Ejército en 1942, se interesó profunda­mente en la comunicación y cambios de actitud. Cuando terminó la guerra, cambió en forma abrupta la dirección de su carrera, regresó a

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66 Cap. 5. Selección de textos

Yale y organizó un programa de investigación sobre comunicación y cambios de actitud. Sus colegas y estudiantes en el programa eran al­gunos de los mejores psicólogos jóvenes que existen.

El mé todo de Hovland era un método cuidadoso, hermético, expe­rimental, en el cual variaba un solo elemento cada vez, controlando los otros, y probando hipótesis tras hipótesis, estructurando lenta pero seguramente una teoría sistemática de la comunicación. Lo que, en efecto estaba haciendo era construir una retórica científica moderna. Muchos de los problemas que estudió eran tan viejos como la Retóri­ca de Aristóteles. Estudiaba, por ejemplo, el efecto de tener un co-municador digno de crédito o prestigioso, un mensaje con un sentido o un doble sentido, exhortaciones de temor intenso contra exhorta­ciones de temor débil, métodos de "vacunación" de la gente contra la propaganda, y otros fenómenos por el estilo.

Los libros que surgieron de su programa de investigación de Yale entre 1950 y 1961, representan la mayor contribución que haya he­cho un solo hombre a la teoría de la comunicación. Basta recordar los t í tu los de algunos de estos libros; Experiments on Mass Communi­cations, Communication and Persuasion, The Order of Presentation, Personality and Persuasibility, Attitude Organization and Change.

Hovland murió en 1961 de cáncer, a la edad de cuarenta y ocho años; pero sus colegas y estudiantes continúan llevando adelante la tradición de su investigación sobre la comunicación. El Dr. Irving L. Janis, que sucedió a Hovland como director del programa de Yale, ha colaborado a esta serie y el Dr. Nathan Maccoby, que era colega de Hovland en el programa de investigación del Ejército, estudia en esta misma serie el tema que ocupó a Hovland toda su vida: la teoría acer­ca de la forma de cambiar las actitudes por medio de la comunicación.

Estos cuatro caminos de influencias se encuentran aún visibles en la investigación de la comunicación en los Estados Unidos, pero cada vez más han tendido a refundirse. Los jóvenes investigadores en este campo tienden actualmente a ser eclécticos. Combinan los intereses de Hovland y Lewin o el método de Lazarsfeld con los in­tereses de Lasswell, o bien forman alguna otra combinación. Pero algunas características de la investigación sobre comunicación en este país, serán evidentes para cualesquiera personas que provengan de otra tradición. En primer término, la investigación sobre comunica­ción en los Estados Unidos es cuantitativa, más bien que especulativa. Quienes la practican se encuentran interesados fundamentalmente en la teoría, pero sólo en una teoría que puedan probar —y quieren pro­barla- . Así pues, esencialmente, son investigadores del comporta­miento: tratan de encontrar algo acerca de por qué los humanos se comportan en la forma que lo hacen y cómo puede la comunicación hacer posible que vivan juntos más feliz y productivamente. Por lo

Investigación de la comunicac ión ' 67

tanto, no es de sorprender que numerosos investigadores de la comu­nicación se hayan ocupado últimamente en el problema de la forma en que las naciones del mundo puedan comunicarse eficientemente y cómo puede ayudarles la comunicación a comprenderse mejor entre sí y a vivir en paz.

Otra característica del desarrollo de la investigación dé comuni­cación en los Estados Unidos ha sido la aparición de centros de inves­tigación. Hemos mencionado ya la Oficina de Investigación Social Aplicada de Columbia y el Programa de Comunicación y'Cambio de Actitud de Yale. Además de éstos, existen actualmente centros de in­vestigación de magnitud y productividad considerables, en Stanford, Illinois; M. I . T., Estado de Michigan, y Wisconsin, además de otros más pequeños en varias otras universidades.

Pasemos ahora de esta breve revisión del desarrollo y el estado de la investigación de la comunicación en los Estados Unidos á la sustancia de la investigación misma. En el primer artículo, parece apropiado decir algo acerca de qué es lo que significa el término co­municación y cómo trabaja el proceso de comunicación.

Me apresuro a decir que no estamos hablando simplemente acer­ca de comunicación de masas en la forma típica de los periódicos, la televisión, etc. En los estados Unidos, la investigación de comu­nicación trata de todas las formas en que se efectúa el intercambio de las ideas y en que éstas se comparten. Así, estamos hablando tan­to de comunicación de masas como interpersonal. Tratamos de la palabra hablada, de la> señal, el gesto, la imagen, la exhibición, impre­sión, radiodifusión, película - todos los signos y símbolos por medio de los cuales los humanos tratan de trasmitir significados y valor a otros humanos.

El proceso es el mismo, independientemente de que las señales sean trasmitidas sobre una onda de televisión o cuchicheadas por un jo­ven al oído de su amada. El medio de comunicación colectivo es simplemente un comunicador en el cual la relación de salida a en­trada es muy grande. En algunos individuos -maestros, conferencis­tas, chismosos y murmuradores, por ejemplo-, la relación'de salida de comunicación a entrada es también relativamente elevada; pero, aun comparada con la de estos individuos, la relación entrada-salida de un medio de masas es enorme. Además, el medio*de masas es una organización de comunicación, un grupo de trabajo, de personas pre­paradas y organizadas, - p o r así decirlo, con una sola voz- tpara'exhi-bir una especie de personalidad corporativa. Pero, salvo por .el hecho de ser más complicado, lo que sucede en el caso del medio'de masa es precisamente paralelo a lo que sucede en un individuo comunicativo. Ambos seleccionan y descifran mensajes, cifran y trasmiten mensajes y provocan respuestas.

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68 Cap. 5. Selección de textos

En su forma más simple, el proceso de comunicación consiste en un trasmisor, un mensaje y un receptor. El trasmisor y el receptor pue­den incluso ser la misma persona, como sucede cuando un individuo piensa o habla consigo mismo. Pero el mensaje está en alguna etapa del proceso, separado tanto del trasmisor como del receptor. Llega un momento en que cualquiera que sea la cosa que comunicamos es sim­plemente una señal que contiene un significado para el trasmisor y que contiene para el receptor cualquier significado que él puede leer en la señal. Esto es, en alguna etapa del proceso de comunicación, el mensaje es simplemente tinta sobre papel (como en un libro impreso) o una serie de compresiones y rarefacciones en el aire (como en el caso de la palabra hablada) o bien ondas de luz reflejadas (como en la comunicación por imagen).

Estas señales tienen splo los significados que, por convenio y experiencia, les damos nosotros. Por ejemplo, una palabra impresa •en un idioma que no conocemos, puede tener poco o ningún signifi­cado para nosotros. La mirada de la esposa al esposo puede tener un

_ significado secreto, que solamente las dos personas involucradas pue­den conocer. En cambio, una luz de tráfico roja tendrá el mismo sig­nificado para todos los conductores de automóviles, y un grito de terror es probable que tenga aproximadamente el mismo significado en cualquier parte.

Este es uno de los principios básicos de la teoría general de la co­municación: que los signos pueden tener solamente el significado que ,1a experiencia del individuo le permita leer en ellos. Podemos elabo­rar un mensaje solamente con los signos que conocemos, y podemos

> dar a esos signos solamente el significado que hemos aprendido con respecto a ellos. Podemos descifrar un mensaje solamente en función de los signos que conocemos y los significados que e n relación con ellos hemos aprendido. A esta colección de experiencias y significados le llamamos "marco de referencia", y decimos que una persona puede comunicarse solamente en función de su propio marco de referencia

Por ejemplo, si un hombre primitivo no hubiera visto ni oído nunca un aeroplano, y apareciera súbitamente uno, tendría que in­terpretarlo solamente en función de experiencias que hubiese tenido con las cosas que vuelan. Probablemente pensaría que se trataba de un gran pájaro, y del piloto que era, quizás .una figura sobrenatural capaz de domar pájaros gigantescos. Una profesora norteamericana que ejercía su misión en África me contó que las primeras veces que pasaba lista en clase, los estudiantes se reían, y trató desesperada­mente de aprender a pronunciar correctamente los nombres, porque pensó que se reían de su torpeza en la pronunciación de los mismos. Pero, aun después de que adquirió gran habilidad, se reían aún más. Finalmente, aprendió que se reían como muestra de amistad y placer

Investigación de la comunicac ión 69

por sus esfuerzos y por lo bien que lo estaba haciendo. En el cuadro de referencia de la maestra, la risa en ese punto significaba burla: en el cuadro de referencia de los alumnos, significaba algo distinto.

Si recordamos qué diferentes son las experiencias de diferentes clases de gente y especialmente qué diferentes los marcos de refe­rencia entre países alejados y con diferentes valores y culturas, po­demos fácilmente comprender por qué es difícil la comunicación entre trasmisores y receptores y por qué ocurre con frecuencia la incomprensión.

Aunque parezca simple, un mensaje es una cosa muy complicada. No solamente sus signos tienen significados diferentes para diferentes personas; tiene también dos clases diferentes de significados. Uño de éstos es el significado denotativo: el significado común o de diccio­nario, que será aproximadamente el mismo para todas Jas personas que usen el mismo diccionario o vayan a la misma escuela. El otro es connotativo: el significado emocional o evaluativo - q u é bueno, qué poderoso, qué activo y qué peligroso es algo. Esto varía notablemen­te entre los individuos y aun con el tiempo para un'mismo individuo. Es obvio que una hoz y un martillo tendrán una connotación diferen­te, aunque quizá la misma denotación, para un comunista y para un no comunista.

Además, un mensaje tiene un significado superficial y también un significado latente. Cuando decimos "buenos días" , generalmente no nos referimos al azul del cielo matinal o al brillo del sol; antes bien, estamos diciendo algo acerca de nuestra relación social respecto al receptor. Estamos diciendo en efecto: "seguimos siendo amigos" o "me alegro de verlo" o algo parecido. Muchos mensajes toman su significado importante del contexto de la relación del trasmisor y del receptor y por eso algunas veces es peligroso interpretar lo que se dice en función de lo que "significan" las palabras, sin considerar el significado latente.

Otra característica de un mensaje es que habitualmente compren­de varios mensajes paralelos. Por ejemplo, si el lector me oyera ha­blar, no estaría oyendo solamente fragmentos de lenguaje llamados palabras; estaría oyendo también las entonaciones o timbre que doy a las frases y notaría que las palabras que se pronuncian más fuerte­mente, por énfasis, así como las pausas. De mi acento, obtendría información acerca del lugar donde crecí. De la calidad de mi voz, alguna otra impresión de mí. Si me viese en televisión, obtendría aun otros mensajes paralelos de mis ademanes, de la ropa que uso, del hecho de que sonrío o frunzo el ceño, si tengo el aspecto grave o divertido.

Puede decir el lector que esto está bien si la persona está hablán-dole; pero, ¿obtiene mensajes paralelos, como el descrito, por ejem-

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70 Cap. 5. Selección de textos

pío. de una página escrita? Naturalmente que sí. Se ven signos en tinta que se interpretan como palabras. Pero estos signos tienen ca­racterísticas propias. Diferentes apariencias de tipos escritos o impre­sos tienen connotaciones diferentes. Algunas de las formas aparecen graciosas; otras fuertes: otras, ásperas y directas; otras, rápidas y lige­ras. El tamaño del tipo dice algo acerca de la importancia de lo que está leyendo. La calidad del papel dice algo. La cantidad de espacio en blanco establece diferencias en la forma que se interpreta la impre­sión. Si hay una imagen con el texto, ésta lleva un mensaje separado. Si hay un encabezado o t í tulo, ésta es una de las formas en las cuales casi toda la comunicación está clasificada para nosotros y por la cual obtenemos una idea previa de su significado.

El punto que estoy tratando de establecer es, simplemente, que el efecto de un mensaje cualquiera depende de más de un solo canal; en realidad, de muchos canales y claves, que escuchamos o vemos simultáneamente. Y con cada mensaje viene una clave especialmente importante: el conocimiento de quien lo dijo, lo que nos ayuda a determinar si es de aceptar y si actuará en consecuencia.

Consideremos ahora lo que sucede cuando se trasmite un men­saje. Supongamos que el mensaje ha sido compuesto y enviado y existe en la forma de tinta sobre papel, o de ondas de aire, o de algu­nos otros signos en los cuales el trasmisor ha tratado de comunicar ciertos significados. Debe señalarse que cada uno de nosotros está rodeado por muchos mensajes; más de lo que le es posible aceptar. La relación es, por lo menos, de cientos a uno; puede ser de millo­nes a uno. Por lo tanto, la primera interrogación es: ¿habrá de pres­tar atención el receptor al mensaje? ¿escuchará la voz, o seleccionará la historia noticiosa para su lectura, o sintonizará su radio a una cier­ta estación, en un determinado momento? Esto se determina por la asequibilidad del mensaje y por la recompensa que promete. Un amante de la música puede viajar ochenta kilómetros para escuchar una gran orquesta sinfónica, en lugar defauedarse en casa para ver el juego de fútbol en su aparato de tejevisión. En cambio, un fanático de fútbol, al que se le presenta la elección de un juego a ochenta kiló­metros y el mismo juego en la televisión de casa, probablemente to­maría el juego en televisión.

Así pues, el primer obstáculo que debe vencer el mensaje es el de ser seleccionado entre todos los mensajes competidores. Si pasa esta prueba preliminar, puede ser aceptado o rechazado de la parte del receptor. Esto dependerá de la forma en que sea interpretado. He­mos dicho ya que un mensaje puede ser interpretado solamente en función déla experiencia con que cuenta el receptor - el marco de refe­rencia- Pero no hemos dicho lo suficiente acerca de la forma en que un individuo almacena las experiencias de su vida. Desde la primera vez

Investigación ae.i.a comunicación • /1

que adquiere conciencia de su propia individualidad, almacena las cosas que cree y a las que les asigna valor, y éstas se vuelven Cada vez más apreciadas e importantes para él. Irá a casi cualquier extremo para defender las creencias y valores relacionadas con su ego. Por ejem­plo, rechazará un mensaje. Sin darse cuenta, malinterpretará un men­saje. Lo deformará. Un elemento notable de la investigación (los estudios de "Mr. Biggott") mostró que las personas con fuertes pre­juicios en un cierto tema interpretarían un ataque sobre su prejuicio exactamente en la forma opuesta en que se hubiera intentado; lo interpretaba como elogio y apoyo a sus puntos de vista. Así, la cues­tión de aceptación o rechazo depende de la forma en que se ajuste el mensaje a los valores y creencias del trasmisor y de lo eficaz que sea en procurarse un lugar entre ellos. Parte de este proceso es racional y parte se encuentra debajo del nivel del pensamiento consciente.

Pero existe todavía otro obstáculo que debe vencer el mensajej si ha de lograr algo con un individuo. Debe enfrentarse a la prueba dp las normas y creencias del grupo a que pertenece el receptor. Así como un individuo almacena sus creencias y valores, que se convierten en una parte de su personalidad y trata de defenderlos a toda costa, así llega a valorizar las afiliaciones a determinado grupo: su familia su grupo de iguales, su grupo de trabajo, organizaciones a las que desearía per­tenecer, y así sucesivamente. Casi cualquier mensaje importante que reciba será pertinente con respecto a uno de estos grupos estimados. A esto le denominamos "grupo de referencia" para este tema particu­lar. Si da valor a este grupo de referencia, tratará de comparar el mensaje con lo que el grupo cree y estima. Si está en desacuerdo con las normas del grupo, entonces será difícil que sea aceptado sin un cambio sustancial.

Hay una gran diferencia, por lo tanto, en si un mensaje entra en un territorio antiguo y fuertemente defendido; si tiene que ver con un tema, sobre el cual el receptor y su grupo de referencia man­tienen posiciones fuertes o un tema sobre el cual no ha habido aún ocasión de tomar una posición firme. En una esfera nueva, defen­dida débilmente, hay una buena probabilidad de que un mensaje bien hecho, logre lo que pretende. En una esfera en que las defensas son fuertes, probablemente logrará más, no tomando los muros por, asal­to, sino aflojando uno o dos ladrillos. A esto le llamamos actitudes de "canalización" con lo cual queremos decir qir€ con frecuencia es más eficaz tomar las actitudes existentes y tratar de reorientarlas en forma suave que tratar de atacarlas de frente. Tal es lo que suce­dió en el famoso incidente en el que Kate Smith vendió tantqs millo­nes de dólares de bonos de guerra, en sus apariciones por radio. Los que planearon la radiodifusión aprovecharon las actitudes hacia el esfuerzo de guerra, ahorro y sacrificio civil, actitudes que estaban

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72 Cap. 5. Selección de textos

i, fuertemente mantenidas y favorables, fundamentalmente, a la seño­rita Smith y "canalizaron" éstas hacia la compra de bonos. Por otra parte, cuando el drama radiofónico de Orson Wells acerca de la in-

.vasión de Marte causó pánico, la gente que sufrió de ese pánico era aquella que no contaba con defensas efectivas. Para los que se sin­tieron afectados, se trata de una experiencia real; confiaban implí­citamente en las "partes de noticias"; no tenían respuestas internas listas para una invasión de Marte y no estaban acostumbrados a co­tejar las radiodifusiones contra otra prueba. Así pues, cuando la ra­diodifusión entró en este campo nuevo y relativamente indefenso aceptaron lo que oyeron y corrieron a los cerros.

En un nuevo campo, por lo tanto, una comunicación bien hecha •procedente de una fuente fidedigna puede lograr cambios considera­bles. En un campo antiguo y bien definido es muy poco probable, que una comunicación logre un cambio pronunciado y abrupto a menos que sea acompañada por cambios igualmente considerables en la situación circundante. Por ejemplo, un soldado que prestara poca atención a un volante de rendición cuando su ejército esté intacto, puede leerlo cuidadosamente cuando su unidad se encuentra desinte­grada y vencida. Y más de un convertido ha sido ayudado a cambiar radicalmente su creencia debido a la bienvenida dispensada por un nuevo grupo con ideas radicalmente diferentes. Cada una de éstas constituye un cambio en la situación, que hace a las diferentes acti-

• tudes y opiniones más fáciles de sostener. Pero el cambio de actitud por la comunicación es un tema muy

complejo y otros varios artículos de esta serie, tratarán del mismo. Por lo tanto, permítaseme simplemente decir que, para lograr cual­quier cosa de cierta importancia con un mensaje, el trasmisor debe lograr que el receptor lo elija y lo atienda, que lo acepte y que pueda pasar la censura y las normas opuestas de los grupos apreciados.

• Permitas me llamar la atención del lector en este punto sobre un término qué probablemente se presentará en algunos de los artículos ulteriores de esta serie: "retroalimentación" ("feedback"). Por re-

' troalimentación, se entiende la información que proviene, en retroce­so, del receptor al trasmisor, y le indica a éste cómo se desarrolla su

• mensaje. Cuando yo hablo al lector y el lector mueve la cabeza en señal de asentimiento, me permite suponer que el mensaje está llegan­do y, probablemente, que es aceptado. Hay una gran cantidad de retroalimentación en la comunicación personal; muy poca en comu­nicación de medios de masas; ésta es una de las razones por la que es

.,más fácil explicar algo o convencer a una persona, frente a frente. Hasta ahora, hemos estado examinando la unidad más simple de

comunicación: la del grupo de dos personas, el trasmisor y el recep-, tor. La comunicación dentro de una sociedad se compone de circui-

Investigación de la comunicación ' 73

tos complicados y largas cadenas de trasmisores y receptores. Nada es más característico de la comunicación moderna que estas largas cadenas; por ejemplo, las cadenas que llevan las noticias-de un^ con­fín al otro del mundo. Una característica muy importante de estas cadenas es que toda persona en la cadena, excepto fa primera y la última, obra como una compuerta; esto es, puede pasar el mensaje, o no pasarlo, según decida. Puede dejar parte de él fuera o agregarle algo. Por lo tanto, tiene gran poder sobre el mensaje y sobre el cono­cimiento de los demás, después de él, en la cadena. Cuando conside j

ramos cuántas compuertas intervienen, por ejemplo, entre un evento noticioso en Asia y su publicación en un periódico en el'otro lado del mundo, deja de sorprendernos que ocurran algunas veces errores u omisiones.

¿Qué hace la comunicación en una sociedad? Mantiene las rela­ciones operantes entre individuos y entre grupos y naciones. Dirige el cambio y mantiene la tirantez a un nivel tolerable. Por lo tanto, siempre que hay un cambio inminente o problemas en la sociedad, hay mucha comunicación. Cuando un grupo descubre que tiene un miembro que se extravía, dirige la mayor parte de esa comunicación hacia él hasta que regresa al redil o hasta que se descubre que la causa está perdida. Cuando un país decide que debe industrializarse, incre­menta su comunicación debido a que la gente debe estar informada y motivada. '

Imaginemos una tribu primitiva y cómo debe haber usado la co­municación. Colocaría un vigilante para advertir del peligro o de la oportunidad - q u i z á s de la aproximación de alguna tribu enemiga o de un rebaño de animales que habrían de ser cazados para obtener alimento. Celebraría consejo para tomar decisiones y ver que éstas se lleven a cabo. Tendría alguna forma de almacenar el conocimien­to de la tribu y alguna forma de pasarlo a los niños y otros nuevos miembros; probablemente, los ancianos les enseñarían las costumbres tribales y la madre enseñaría a las niñas a cocinar y coser; el padre enseñaría a los niños a cazar y pelear. Entonces, tendrían diversio­nes - u n bardo, para narrar las viejas historias de la tribu, un trovador para entonar las canciones favoritas, danzantes para ejecutar las dan­zas rituales.

Éstas no eran, naturalmente, todas las funciotfes de la comunica­ción de la tribu, pero eran las importantes. Es interesante notar que siguen siendo funciones importantes de comunicación en la sociedad. Necesitamos todavía información acerca de nuestro medio ambiente, aunque actualmente ésta provendrá con mayor probabilidad de los servicios de noticias, periódicos y radio. Necesitamos aun maquinaria de comunicación para adoptar decisiones -para alimentar la infor­mación, averiguar el estado de la opinión p ú b l i c a - y tratar de obte-

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•74 Cap. 5. Selección de textos

ner el necesario consenso para que las decisiones sean conocidas y unir a la gente en su apoyo. Ahora esto lo hacen los gobiernos cons­tituidos valiéndose de diálogos en grupos y de los medios que contro­lan la opinión. Necesitamos todavía una forma de socializar a los nuevos miembros de la sociedad, aunque en la actualidad lo hacemos principalmente por medio de las escuelas. Y necesitamos aún la di­versión comunicada, aunque mucha de ésta, también, ha sido transfe­rida a los medios de masas.

Fuera de todas estas necesidades formales de comunicación, sin embargo, tenemos aún otras necesidades. Una de éstas consiste sen­cillamente en mantener las relaciones diarias de los seres humanos que deben vivir en proximidad y que deben ajustarse a las necesidades y particularidades recíprocas y mantener una existencia razonablemen­te eficiente y grata. ¡Qué variedad tan amplia de comunicación in­cluye esto! Hacer el amor, prestar una taza de azúcar, decir "buenos días", jugar un juego, evitar que los hijos del vecino maltraten las flo­res del propio jardín. Mientras menos eficiente sea nuestra comuni­cación, por lo menos hasta cierto punto, menos efectivas y agradables es probable que sean estas relaciones.

Y, en la misma forma que la relación interpersonal depende de la eficiencia de la comunicación, dependen también cosas mucho más vastas: el éxito de una campaña de propaganda, la adopción de un nuevo producto o práctica, el cambio de actitudes hacia los grupos minoritarios, la elección de un presidente, las relaciones entre nacio­nes. Todos éstos son, por lo menos en parte, temas de la investiga­ción de comunicación.

La investigación de comunicación, en consecuencia, trata de cómo se puede ser efectivo en la comunicación, cómo ser comprendido, cómo ser claro, cómo usa la gtnte los medios efectivos de comunica­ción, cómo pueden entenderse entre sí las naciones, cómo puede usar la sociedad los medios de masa con la mayor ventaja y, en general, cómo trabaja el proceso básico de la comunicación.

B I B L I O G R A F Í A C I T A D A E N E S T E A R T Í C U L O

B e r l % D / n

V Í d - *? °fCom^ication: An Introduction to Theory and C h , ™ r . n™L Y ° r k : H o l t ' R i n ^ a r t ™d W ^ ° n . I960. ' Lnerry, Colin, On human Communication Nueva York v I « » H — . u - - t

1

La semiótica' 75

Katz, El ihu, y Lazarsfeld, Paul F . Personal influence. Glencoe, I I I : The Free Press, 1956.

Klapper, Joseph The Effects of Mass Communication. Glencoe, I I I : The Free Press, 1960.

Schramm Wilbur. Mass Communication. Urbana, I I I : University of Illinois Press, 1960 ( 2a. ed.).

Schramm Wilbur. Process an Effects of Mass Communication. Urbana, I I I : Uni­versity of Illinois Press, 1954.

LA SEMIÓTICA*

Tzvetan Todorov

Historia

La semiótica (semiología) es la ciencia de los signos. Como los sig­nos verbales siempre representaron un papel muy importante, la re­flexión sobre los signos se confundió durante mucho tiempo con la reflexión sobre el lenguaje. Hay una teoría semiótica implícita en las especulaciones lingüísticas que la antigüedad nos ha legado': tanto en China como en la India, en Grecia como en Roma. Los modistas de la Edad Media también formulan ideas sobre el lenguaje que tienen un alcance simiótico. Pero sólo con Locke surgirá él nombre mismo de "semiótica". Durante todo este primer periodo, la semiótica no se distingue de la teoría general - o de la filosofía - del lenguaje. .

La semiótica llega a ser una disciplina independiente con lá obra • del filósofo norteamericano Charles Sanders Peirce (1839-1914). Para, él, es un marco de referencia que incluyetodo otro estudió: "Nunca me ha sido posible emprender un estudio -sea cual fuere su ámbito: las matemáticas, la moral, la metafísica, la gravitación, la termodiná­mica, la óptica, la química, la anatomía comparada, la astronomía, los hombres y las mujeres, el whist, la psicología, la fonética, la econo­mía, la historia de las ciencias, el vino, la m e t r o l o g í a - sin concebirlo como un estudio semiótico". De allí que los textos semióticos de Peirce sean tan variados como los objetos enumerados. Nunca dejó una obra coherente que resumiera las grandes líneas de su doctrina. Esto ha provocado durante mucho tiempo y aún ho^ cierto'descono­cimiento de sus doctrinas, tanto más difíciles de captar puesto que cambiaron de año en año.

La primera originalidad del sistema de Peirce consiste, en su de­finición del signo. He aquí una de sus formulaciones: "Un Signo

* Tomado del Diccionario enciclopédico de las ciencias del lenguaje, de Oswaldo Du-crot y Tzvetan Todorov, Siglo XXI, Argentina Editores, Buenos Aires, 1976.

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o Representamen, es un Primero que mantiene con su Segundo, llama­do su Objeto, tan verdadera relación triádica que es capaz de determi­nar un Tercero, llamado su Interpretante, para que éste asuma la mis­ma relación triádica con respecto al llamado Objeto que la existente entre el Signo y el Objeto." Para comprender esta definición debe recordarse que toda la experiencia humana se organiza, para Peirce, en tres niveles que él llama la Primeridad, la Secundaridad y la Ter-ceridad y que corresponden, en líneas muy generales, a las cualidades sentidas, a la experiencia del esfuerzo y a los signos. A su vez, el sig­no es una de esas relaciones de tres términos: lo que provoca el pro­ceso de eslabonamiento, su objeto y el efecto que el signo produce, es decir, el interpretante. En una aceptación vasta, el interpretan­te es, pues, el sentido del signo; en una acepción más estrecha, es la relación paradigmática entre un signo y otro: así, el interpretante es siempre un signo que tendrá su interpretante, etc.: hasta el infinito, en el caso de signos "perfectos".

Podríamos ilustrar este proceso de conversión entre el signo y el interpretante mediante las relaciones que mantiene una palabra con

'los términos que, en el diccionario, la definen: sinónimos o paráfra­sis, términos cuya definición podrá reformularse pero que siempre estará compuesta de palabras. "El signo no es un signo si no puede traducirse en otro signo en el cual se desarrolla con mayor plenitud". Es preciso subrayar que esta concepción es ajena a todo psicologis-mo: la conversión del signo en interpretante(s) se produce en el sis-

' tema de signos, no en el espíritu de los usuarios (por consiguiente, .no deben tomarse en cuenta algunas fórmulas de Peirce, como él mis­mo lo sugiere, por lo demás: "He agregado 'sobre una persona' como para echarle un hueso al perro, porque desespero de hacer entender 'mi propia concepción, que es más vasta").

El segundo aspecto notable de la actividad semiótica de Peirce es sú clasificación de las variedades de signos. Ya hemos advertido que

. la cifra tres representa aquí un papel fundamental (como el dos en Saussure); el número total de variedades que Peirce distingue es de sesenta y seis. Algunas de sus distinciones son hoy muy corrientes, como, por ejemplo, la del signo tipo y signo ocurrencia typey token, o legisign y sinsign.1

. Otra distinción conocida, pero con frecuencia mal interpretada, es la de icono, índice y símbolo. Estos tres niveles del signo todavía corresponden a l a gradación Primeridad, Secundaridad, Terceridad, y se definen de la siguiente manera: "Defino un Icono como un sig-

•no determinado por su objeto dinámico en virtud de la naturaleza

La semiót ica , 77

interna. Defino un índice como un signo determinado por su obje­to dinámico en virtud de la relación real que mantiene con él. De­fino un Símbolo como un signo determinado por su objeto dinámico solamente en el sentido en que será interpretado." El símbolo se refiere a algo por la fuerza de una ley; es, por ejemplo, el caso de las palabras de la lengua. El índice es un signo que se encuentra en con­tigüidad con el objeto denotado, por ejemplo, la aparición de un sín­toma de enfermedad, el descenso del barómetro, la veleta que indica la dirección del viento, el ademán de señalar. En la lengua, todo lo que proviene de la deixis2 es un índice: palabras tales como yo, tú, aquí, ahora, etc. (son, pues, "símbolos indicíales"). Por fin, el icono es lo que exhibe la misma cualidad, o la misma configuración de cua­lidades, que el objeto denotado, por ejemplo, una mancha negra por el color negro; las onomatopeyas; los diagramas que reproducen rela­ciones entre propiedades. Peirce esboza una subdivisión de los iconos en imágenes, diagramas y metáforas. Pero es fácil ver que en ningún caso puede asimilarse (como suele hacerse, erróneamente) la relación de icono a la de parecido entre dos significados (en términos retóri­cos, el icono es una sinécdoque, más que una metáfora: ¿puede decir­se que la manc|ia negra se parece al color negro?). Es menos posible aún identificar la relación de índice con la de contigüidad entre dos significados (en el índice, la contigüidad existe entre el signo y el refe­rente, no entre dos entidades de la misma naturaleza). Por lo demás, Peirce llama la atención contra tales identificadores.

Casi al mismo tiempo, pero de manera totalmente independiente, la semiología es anunciada por Ferdinand de Saussure, cuya actitud es de lingüística, no de filósofo, y que necesita la semiología para ins­cribir en ella la lingüística. "La lengua es un sistema de signos que expresan ideas y, por lo tanto, comparable a la escritura, al alfabeto de los sordomudos, los ritos simbólicos, las formas de cortesía, las señales militares, etc. Es posible concebir así una ciencia que estudie la vida de los signos en el seno de la vida social: tal ciencia formaría parte de la psicología social y, por consiguiente, de la psicología ge­neral. La llamaremos semiología (del griego sanción, 'signo'). Esta ciencia nos enseñaría en qué consisten los signos, que leyes los rigen. Puesto que todavía no existe, no podemos decir c¿mo será; pero tie­ne derecho de existencia y su lugar está determinado de anteniano." El aporte directo de Saussure a la semiología no lingüística se limita casi a estas frases, que sin embargo han representado un pane! muy

2 Son relaciones que suponen que ¡a definición de algo se realiza por su referencia opue*-ta. Por ejemplo, TÚ, que sólo se define en relación a un YO; el TU y el \ O se puede aplicar a los dos sujetos del diálogo, según quien enuncie y quien escuche el enunciado. Suponen relaciones deícticas, que se definen por ser términos referentes. Los ..los polos de la relación se convierten así en índices. (N. del a.) ,

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78 Cap. 5. Selección de textos

importante. A l mismo tiempo, sus definiciones del signo, del signi­ficante, del significado, aunque formuladas respecto del lenguaje ver­bal, han llamado la atención de todos los semiólogos.

Una tercera fuente de la semiótica moderna es la obra del filósofo alemán Ernst Cassirer. En su monumental Filosofía de las formas sim­bólicas formula claramente: 1. la función más que instrumental del lenguaje, que no sirve para denominar una realidad preexistente sino para articularla, para conceptualizarla. Esta función de lo simbólico -entendido aquí en el sentido amplio de todo lo que tiene sentido (cfr.'por o p o s i c i ó n ) - distingue al hombre de los animales, que sólo poseen sistemas de recepción y de acción (de primeridad y de secun-

' daridad, habría dicho Peirce), y le vale el nombre de animal symboli-cum; 2. el lenguaje verbal no es el único que disfruta de este privilegio; lo comparte con una serie de otros sistemas que constituyen la esfera de lo 'humano' y que son: el mito, la religión, el arte, la ciencia, la historia. Cada una de esas 'formas simbólicas' informa al mundo, sin reducirse a imitarlo. El mérito de Cassirer consiste en haberse interro­gado sobre las leyes específicas que rigen los sistemas simbólicos y sobre su diferencia con las reglas de la lógica: los sentidos múltiples reemplazan aquí los conceptos generales; las figuras representativas, las clases; la insistencia en las ideas (por repetición, variación, etc.), la prueba... Obsérvese que la propuesta de Cassirer es un proyecto filosófico, más que una contribución científica.

Cuarta fuente de la semiótica moderna: la lógica. Peirce había sido lógico, pero sus ideas en ese ámbito no habían gozado de mucha influencia en la época. Es preciso seguir otra filiación que parte de Frege (cuya distinción entre Sinn y Bedeutung3 es capital para la se­miótica) y pasa por Russel y Carnap: este último construye un lengua­je ideal que pronto tendrá función de modelo para la semiótica. Es el lógico y filósofo norteamericano Charles Morris quien lo aprovecha en la década del treinta de este siglo. Morris formula claramente una serie de distinciones, por ejemplo, entre designatum y denotatum: "El designatum no es una cosa, sino una especie de objetos a una cla­se de objetos; ahora bien, una clase puede tener muchos elementos, o un solo elemento, o ningún elemento. Los denótala son los elemen­tos de una clase." Morris distingue igualmente entre las dimensiones semántica, sintáctica y pragmática de un signo: es semántica la rela­ción entre los signos y los designata o denotata; sintáctica, la relación

3 Frege llama Bedeutung al referente de un signo y Sinn a su sentido, es decir un obje­to (reterente o Bedeutung) puede tener varios sentidos (Sinn). Un mismo objeto puede re­presentar, puede adoptarse como un signo en un contexto, y en otro, considerarse como un signo diferente. Por ejemplo, Hitler puede adoptarse como representante del gran estadista o como signo del autoritarismo y la antidemocracia. La materia que sustenta a los dos sig­nos es la misma pero los sentidos son muy diferentes. (N. del A.)

La semiótica 79

de los signos entre sí; pragmática, la relación entre los-signos y sus usuarios. (Las demás sugerencias de Morris no gozaron de' la misma popularidad.) ,, :

Debe señalarse otro esfuerzo por construir la semiótica en el l i ­bro de Eric Buyssens Los lenguajes y el discurso (1943), que se ins­pira en las categorías saussurianas. El autor se apoya por un lado en el lenguaje verbal y por el otro en diversos sistemas semiológicos no verbales (señales camineras, etc.) para establecer cierto numera d é nociones y distinciones (sema y acto sémico, semías intrínsecas y ex­trínsecas, semías directas y sustitutivas) que no exponemos aquí por­que ningún otro autor las ha retomado. La inspiración de Buyssens es resueltamente funcionalista: un sistema está organizado por su propia sintaxis. Por la misma época, las obras de todos los represen­tantes principales de lo que se llama la 'lingüística estructural' (Sapir, Trubetzkoy, Jakobson, Hjelmslev, Benveniste) toman en cuenta la perspectiva semiológica y procuran precisar cuál es el lugar del len­guaje en el seno de los demás sistemas de signos.

Las artes y la literatura atraen particularmente lá atención de los primeros semiólogos. En un ensayo titulado "El arte'como hecho semiológico", Jan Mukarovsky, uno de los miembros del Círculo Lin­güístico de Praga,4 declara que el estudio de las artes debe convertir­se en una de las partes de la semiótica e intenta definir la especificidad del signo estético: es un signo autónomo, que adquiere'importancia en sí mismo y no como mediador de significación. Pero junto a esta función estética, común a todas las artes, existe otra, que poseen las artes 'con tema' (literatura, pintura, escultura) y que es la del lenguaje verbal: es te función comunicativa. "Toda obra'de arte es'un signo autónomo. Las obras de arte 'con tema' (literatura, pintura, escultu­ra) tienen una segunda función semiológica, que es la comunicativa." Ch. Morris define el signo artístico a partir de una oposición basada en el icono: existen "dos clases principales de signos: los que son como aquello que denotan (es decir, los que poseen propiedades co­munes con lo denotado) y los que no son como aquello que denotan. Puede llamárselos signos icónicos y signos no ¡cónicos".' Los signos estéticos son, habitualmente, signos icónicos. Una filósofa'norteame­ricana, Suzanne Langer, sigue un camino paralelo, inspirándose en Cassirer. A l insistir sobre la diferencia entre sisterrrf lingüístico y sis­tema de las artes (aunque ambos sean 'formas simbólicas'), S. Langer la ve simultáneamente en sus propiedades formales ( 'La'música'no es un lenguaje porque no tiene vocabulario') y en la naturaleza del signi-

4 El Círculo de Praga, es una importante institución en el campo de la lingüística y la simiologia en general. Fundado en 1929, desarrolla la fonología a partir de.los,planteamien-tos de Trubetzkoy, que se ha ido modificando sustancialmente, por miembros destacados del Círculo, como Jakobson, Martinet y otros muchos. (N. del A.) ,

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80 Cap. 5. Selección de textos

ficado: "La música es una forma de significación... que, gracias a su estructura dramática, puede expresar formas de la experiencia vital para las cuales la lengua es particularmente inapropiada. Su índole (import) está constituida por los sentimientos, la vida, el movimiento y la e m o c i ó n . . . "

. Después de la Segunda Guerra Mundial se hicieron esfuerzos para ' reunir y coordinar esas tradiciones diferentes, sobre todo en los Es­tados Unidos, la Unión Soviética y Francia. En Norteamérica, la descripción de los sistemas simbólicos no lingüísticos (los gestos, la "zoosemiòtica") sigue habitualmente los procedimientos de la lingüística descriptiva.5 En la URSS, a partir de la década del sesen-

•ta, se desarrolla una intensa actividad semiótica bajo el influjo de la cibernética y de la teoría de la información; los trabajos sobre los 'sistemas secundarios' (basados en el lenguaje pero no idénticos a él) son especialmente originales.

En Francia, por impulso de Claude Lévi-Strauss, R. Barthesy A. , J. Greimas, la semiología se orientó sobre todo hacia el desarrollo de 'las formas sociales que funcionan "a la manera de un lenguaje" (sis­tema de parentesco, mitos, moda, etc.) y hacia el estudio del lenguaje

' literario. Por otra parte se desarrolló cierta crítica de las nociones • más fundamentales de la semiótica, crítica del signo y de los presu-• puestos implicados por esta noción, como ha de verse más adelante. ' ' A partir de 1969 se publica la revista Semiótica, órgano de la Aso-, ciación Internacional de Semiótica.

BIBLIOGRAFÍA CITADA EN ESTE ARTÍCULO

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* La lingüística descriptiva, tiene su pumo de partida en el behaviorismo o conductis-mo, el cual acepta, al igual que la lingüística descriptiva que los fenómenos deben estudiarse según aparecen, en vez de estudiarlas por lia estructuras conceptuales. Para el descripcionis-

'ta, lo importante es la frecuencia de los usos liri¿üísticos. Esta escuela la inició Bloomfield. En México, una de las instituciones ma's importantes que sigue sus métodos, es el Instituto Lingüístico de Verano. (N. del A.)

La actividad estructuralista 81

objets", en Essais sur le langage, París, 1969; Ogden, C h . y Richards, J . A. El significado del significado, Buenos Aires, Paidós, 1964, Carnap, R. The Logical Syntax of Language, London New York, 1937; Morris, C h . W. Foun­dations of the Theory of Signs, Chicago, 1939; idem, Signos, lenguaje y conducta, Buenos Aires, Losada, 1963 ; Buyssens, E . Les Langages et les dis­cours, Bruselas, 1943.

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J . Semeiotike, Paris, 1969; una crítica filosófica de este trabajo lo encontra­mos en Wahl, F . " L a filosofía antes y después del estructuralismo", en Du-crot O. y otros, ¿Qué es el estructuralismo?, Buenos Aires, Losada, 1971.

LA ACTIVIDAD ESTRUCTURALISTA *

Roland Barthes

¿Qué es el estructuralismo? No es una escuela ni siquiera un mo­vimiento (al menos todavía no), pues la mayoría de los autores que suelen asociarse a ese término distan mucho de sentirse ligados entie sí por una solidaridad de doctrina o de combate. Apenas es un léxico: estructura es un término ya antiguo (de origen anatómico o gramáti­co), 1 hoy muy usado: todas las ciencias sociales recurren abundante­mente a él, y el uso de la palabra no puede distinguir a nadie, a no ser que se polemice sobre el contenido que se le da; funciones, formas, signos y significaciones no son mucho más pertinentes; hoy en día son palabras de uso común a las que se solicita y de las q í e se obtiene todo lo que se quiere, en especial camuflar el viejo esquema determinista de la causa y del producto. Sin duda, hay que remontarse a empare­jamientos como los de significan te-significado y sincronía-diacronía para aproximarse a lo que distingue al estructuralismo de otros, mo-

* Tomado del libro de R. Barthes: Ensayos críticos, Editorial Seix Banal, Barcelona 1973.

lSens et usages du teme structure, Mouton í Co., La Haya, 1962.

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82 Cap. 5. Selección de textos

dos de pensamiento; el primero porque remite al modelo lingüístico, de origen saussuriano, y que al lado de la economía, la lingüística es, en el estado actual de las cosas, la ciencia misma de la estructura; el segundo, de un modo más decisivo, porque parece implicar una cierta revisión de la noción de historia, en la medida en que la idea de sin­cronía (a pesar de que en Saussure éste sea un concepto sobre todo operatorio) acredita una cierta inmovilización del tiempo, y en que la de diacronía tiende a representar el proceso histórico como una pura sucesión de formas. Este últ imo emparejamiento es tanto más distin­tivo cuanto parece que la principal resistencia al estructurálismo sea hoy de origen marxista y que se centre en torno a la noción de histo­ria (y no de estructura); de todos modos es probablemente el recurso serio del léxico de la significación (y no a la palabra misma, que, para­dójicamente, no es nada distintiva), en el que hay que ver en defini­tiva el signo hablado del estructurálismo: si vigilamos a quien emplee significante y significado, sincronía y diacronía, sabremos si la visión estructuralista está constituida.

Ello es válido para el metalenguaje intelectual, que usa explícita­mente conceptos metodológicos. Pero como el estructurálismo no es ni „una escuela ni un movimiento, no hay motivos para reducirlo a priori, ni siquiera de un modo problemático, el pensamiento cientí-•fico, y es preferible tratar de buscar su descripción más amplia (si no la definición) en un nivel distinto al del lenguaje reflexivo. En efec­to, puede presumirse que existen escritores, pintores, músicos, para

•quienes un determinado ejercicio de la estructura (y ya no solamen­t e su pensamiento) representa una experiencia distintiva, y que hay que situar a analistas y creadores bajo el signo común de lo que po­dría llamarse el hombre estructural, definido, no por. sus ideas o sus lenguajes, sino por su imaginación, o mejor aún, su imaginario, es decir, el modo con que vive mentalmente la estructura.

Puede decirse pues que, en relación con todos sus usuarios, el estructurálismo es esencialmente una actividad, es decir la sucesión regulada de un cierto número de operaciones mentales:, podría ha­blarse de actividad estructuralista como se ha hablado de actividad surrealista (por otra parte quizás el surrealismo haya producido la primera experiencia de la literatura estructural, algún día habrá que volver a tratar este punto). Pero antes de ver cuáles son estas opera­ciones, hay que decir algo acerca de su f in.

El objetivo de toda actividad estructuralista, tanto si es reflexiva como poética, es reconstruir un "objeto", de modo que en esta recons­trucción se manifiesten las reglas de funcionamiento (las "funciones") de este objeto. La estructura es pues en el fondo un simulacro del objeto, pero un simulacro dirigido, interesado, puesto que el objeto imitado hace aparecer algo que permanecía invisible, ó , si se prefiere

La actividad estructuralista.' 83

así, ininteligible en el objeto natural. El hombre estructural toma lo real, lo descompone y luego vuelve a recomponerlo; en apariencia es muy poca cosa (lo que mueve a decir a algunos que el trabajo estructu­ralista es "insignificante, carente de interés, inútil, etc."). Sin embar­go, desde otro punto de vista, esta poca cosa es decisiva; pues entre los dos objetos o los dos tiempos de la actividad estructuralista, se . produce algo nuevo, y esto nuevo es nada menos que ló inteligible general: el simulacro es el intelecto añadido al objeto, y esta adición tiene un valor antropológico, porque es el hombre mismo, su, historia, su situación, su libertad y la resistencia misma que la naturaleza opo­ne a su espíritu. '••

Vemos pues por qué hay que hablar de actividad estructuralista: la creación o la reflexión no son aquí "impresión" original del mun­do, sino fabricación verdadera de un mundo qne se asemeja al prime­ro, no para copiarlo, sino para hacerlo inteligible.' Este es el motivo de que pueda decirse que el estructurálismo es esencialmente una ac­tividad de imitación, y en este aspecto, propiamente hablando, no hay ninguna diferencia técnica entre el estructurálismo científico de una parte, y la literatura en concreto, el arte en general, de otra: am­bos proceden de una mimesis fundada no en la analogía de las* sus-' tancias (como en el arte llamado realista) sino en la de las funciones (que Lévi-Strauss llama homología). Cuando Trubetzkby, recons­truye el objeto fonético bajo la forma de un sistema de variaciones, cuando Georges Dumézil elabora una mitología funcional, cuando Propp construye un cuento popular creado por estructuración de todos los cuentos eslavos que previamente ha descompuesto, cuando Claude Lévi-Strauss reencuentra el funcionamiento homoló'gico d é l o imaginario totémico, G. G. Granger las reglas formales del pensamien­to económico o J. C. Gardin los rasgos pertinentes de los bronces pre­históricos, cuando J. P. Richard descompone el poema mallarmeáno en sus vibraciones distintivas, no hacen nada distinto de lo que hacen Mondrian, Boulez o Butor cuando ensamblan un determinado objeto, que se llamará precisamente composición, a través de'la manifesta­ción regulada de determinadas unidades y de determinadas asociacio- •, nes de estas unidades. Poco importa que el primer objeto sometido a la actividad de simulacro venga dado por el mundo de un modo ya reunido en el caso del análisis estructural que sí ejerce sobre una lengua, una sociedad o una obra constituidas) o aún disperso (en el caso de la "composición" estructural), que este objeto primero pro­ceda de la realidad social o de la realidad imaginaria: la naturaleza del objeto copiado no es lo que define un arte (prejuicio sin' embargo tenaz de todos los realistas), sino lo que el hombre le añade al recons­truirlo: la técnica es el ser mismo de toda creación. O sea, que -el ' estructurálismo existe de un modo distintivo, en relación a otros

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modos de análisis o de creación, en la medida en que los fines de la actividad- estructuralista se encuentran indisolublemente ligados a una técnica determinada: se recompone un objeto para hacer aparecer funciones, y, por decirlo así, es el camino el que hace la obra; éste es el motivo de que haya de hablar de actividad, más que de obra estruc­turalista.

La actividad estructuralista comporta dos operaciones típicas: recorte y ensamblaje. Recortar el primer objeto, el que se da a la actividad de simulacro equivalente a encontrar en el fragmentos mó­viles cuya situación diferencial engendra un determinado sentido; el fragmento en sí carece de sentido, pero es tal que la menor varia­ción aportada a su configuración produce un cambio del conjunto; un cuadrado de Mondrian, una serie de Pousseur, un versículo del Mobile. de Butor, el "mitema" en Lévi-Trauss, el fonema en los fonólogos, el "tema" en determinado crítico literario, todas estas 'unidades (sea cual sea su estructura íntima y su extensión, muy .diferentes según los casos) sólo tienen existencia significativa por sus fronteras: las que les separan de las otras unidades actuales del discurso (pero ése es un problema de ensamblaje), y también las

1 que les distinguen de otras unidades virtuales, con las que forman una determinada clase que los lingüistas llaman paradigma. Esta no­ción de paradigma parece ser esencial para comprender lo que es la visión estructuralista: el paradigma es una reserva, tan limitada como

' sea posible, de objetos (de unidades), fuera de la cual se llama, por un acto de cita, al objeto o unidad que se quiere dotar de un senti­do actual. Lo que caracteriza al objeto paradigmático es que, res­pecto a los demás objetos de su clase, está en una cierta relación de afinidad y de desemejanza: dos unidades del mismo paradigma de­ben parecerse un poco para que la diferencia que las separa tenga la evidencia de un resplandor: es preciso que s y z tengan a un tiempo un rasgo común (la dentalidad) y un rasgo distintivo (la presencia o 'la ausencia de sonoridad) para que en francés no atribuyamos el •mismo sentido a poisson (pescado) y a poison (veneno); es preciso que los cuadrados de Mondrian sean a un tiempo afínes por su for­ma de cuadrados y desemejantes por la proporción y el color; es pre­ciso que los automóviles norteamericanos (en Mobile de Butor) sean incesantemente inspeccionados del mismo modo, pero también que difieran cada vez por la marca y el color; es preciso que los episodios del mito de Edipo (en el análisis de Lévi-Strauss) sean a un tiempo idénticos y variados, para que todos estos discursos y estas obras sean inteligibles. La operación del recorte produce así un primer estado disperso del simulacro, pero las unidades de la estructura en modo

' alguno son anárquicas: antes de ser distribuidas y encerradas en la Continuidad de la composición, cada una forma con su propia reser-

La actividad estructuralista 85

va virtual un organismo inteligente, sometido a un principio motor soberano: el de la menor diferencia.

Una vez propuestas las unidades, el hombre estructural debe des­cubrirles o fijarles reglas de asociación: ésta es la actividad'del en­samblaje, que sucede a la actividad de llamada. Como es sabido, la sintaxis de las artes y de los discursos es extremadamente variada; pero lo que encontramos en toda obra de proyecto estructural es la sumisión a obligaciones regulares, cuyo formalismo, impropiamente incriminado, importa mucho menos que la estabilidad; pues l'o que se produce en este estadio segundo de la actividad de simulacro es una especie de combate contra el azar; ésta es la causa de que las obliga-ciones de recurrencia de las unidades tengan un valor casi demiúrgi-co: por el retorno regular de las unidades y de las asociaciones de unidades, la obra parece construida, es decir, dotada de sentido. Los lingüistas llaman a estas reglas de combinación formas y sería muy in­teresante mantener este empleo riguroso de una palabra demasiado empleada: la forma, se ha dicho, es lo que permite a, la contigüidad de las unidades no aparecer como un puro efecto del azar: la obra de arte es lo que el hombre arranca al azar. Ello quizá permita compren­der, de una parte, por qué las obras llamadas no figurativas son, a pe­sar de todo, obras en el mayor grado, ya que el pensamiento humano no se inscribe en la analogía de las copias y de los modelos, sino en la regularidad de los conjuntos, y, de otra parte, por qué estas mismas obras se muestran precisamente como fortuitas y por ello mismo inú­tiles a los que no advierten en ellas ninguna forma: ante un cuadro abstracto, Kruschef indiscutiblemente se equivoca al no ver más que el rastro de una cola de asno paseada por la tela; al menos sabe a su manera que ei arte es una cierta conquista al azar (olvida que toda re­gla se aprende, tanto si se quiere aplicarla como descifrarla).

El simulacro así edificado no devuelve el mundo tal como lo ha tomado, y la importancia del estructurálismo reside ahí. En primer lugar, manifiesta una categoría nueva- del objeto, que no es ni lo real ni lo racional, sino lo funcional, vinculándose así a todo un comple­jo científico que se está desarrollando en torno a investigaciones so­bre la información. En segundo lugar y sobre todo, saca a plena luz el proceso propiamente humano por el cual los hombres dan sentido a las cosas. ¿Es esto algo nuevo? En cierta medicfa, sí; evidentemente en ninguna época el mundo ha cesado de buscar el sentido de lo que-se le da y de lo que produce; lo que es nuevo es un pensamiento (o una "poética") que busca, más que asignar sentidos plenos a los obje­tos que descubre, saber cómo el sentido' es posible, a qué precio y según qué vías. Incluso podría decirse que el objeto del estructurális­mo no es el hombre rico de ciertos sentidos, sino el hombre fabrica­dor de sentidos, como si en modo alguno fuese el contenido de los •

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86 Cap. 5. Se lección de textos

sentidos lo que agotase los fines semánticos de la humanidad, sino únicamente el acto por el que se producen estos sentidos, variantes históricas, contingentes. Homo significans: éste sería el nuevo hom­bre de la investigación estructural.

Según decía Hegel,2 el antiguo griego s asombraba de lo natural de la naturaleza; le prestaba incesantemente oído, interrogaba el sen­tido de las fuentes, de las montañas, de los bosques, de las tempestades; sin saber lo que todos estos objetos le decían de un modo concreto, advertía en el orden vegetal o cósmico un inmenso temblor del senti­do, al que dio el nombre de un dios: Pan. Desde entonces a hoy, la naturaleza ha cambiado, se ha convertido en social: todo lo que se ha dado al hombre es ya humano, hasta el bosque y el río que cruzamos cuando viajamos. Pero ante esta naturaleza social que es sencillamen­te la cultura, el hombre estructural no es distinto del antiguo griego: también él presta oído a lo natural de la cultura, y percibe sin cesaren ella, más que sentidos estables, terminados, "verdaderos", el temblor de una máquina inmensa que es la humanidad- procediendo incansa­blemente a una creación del sentido, sin la cual ya no sería humana. Y es debido a que esta fabricación del sentido es a sus ojos más esen­cial que los sentidos mismos, debido a que la función es extensiva a las obras, que el estructuralismo se hace a sí mismo actividad y remi­te a una misma identidad el ejercicio de la obra y la obra misma: una composición serial o un análisis de Lévi-Strauss sólo con objetos en tanto que han sido hechos: su estado presente es su acto pasado: son habiendo sido hechos; el artista, el analista, rehace el camino del sentido, no tiene que designarlo: su función, para volver al ejemplo de Hegel, es una manteia; como el divino antiguo, dice el lugar del sentido, pero no lo nombra. Y debido a que la literatura, en concre­to, es un arte de la adivinación, es a la vez inteligible e interrogante, hablante y silenciosa, comprometida en el mundo por el camino del sentido que rehace con él, pero liberada de los sentidos contingentes que el mundo elabora: respuesta a quien la consume, y sin embargo siempre pregunta a la naturaleza, respuesta que interroga y pregunta que responde.

¿Pomo, pues, el. hombre estructural puede aceptar la acusación de irrealismo que a veces se le dirige? ¿Acaso las formas no están en el .mundo, no son responsables? Lo que ha habido de revolucionario en Brecht, ¿es verdaderamente el marxismo? ¿No ha sido más bien la decisión de vincular al marxismo, en el teatro, el lugar de un reflec­tor, o el desgaste de una prenda de ropa? El estructuralismo no retira la historia del mundo: trata de ligar a la historia, no sólo conteni­dos (lo cual se ha hecho mil veces), sino también formas, no sólo lo

2 Leçons sur la philosophie de l'historié, Vrin, 1946, pág. 212.

La imaginación dei,signo 87

material, sino también lo inteligible, no sólo lo ideológico, sino tam­bién lo estético. Y precisamente porque todo pensamiento sobre lo • inteligible histórico es también participación en este inteligible, sin duda al hombre estructural le importa poco el durar: sabe que el estructuralismo es también una determinada forma del mundo, que cambiará con el mundo; y del mismo modo que prueba su validez (pero no su verdad) en su capacidad para hablarlos antiguos lengua­jes del mundo de una manera nueva, sabe que bastará que surja de la historia un nuevo lenguaje que le hable a su vez, para que su tarea haya terminado.

Lettres Nouvelles, 1963.

LA IMAGINACIÓN DEL SIGNO *

Roland Barthes

Todo signo incluye o implica tres relaciones. Én primer lugar, una relación interior, la que une su significante a su significado; lue­go, dos relaciones exteriores: la primera es virtual, une el signo a una reserva específica de otros signos, de la que se le separa para insertar­lo en el discurso; la segunda es actual, une el signo a los otros.signos del enunciado que le preceden o le suceden. El primer tipo.de rela­ción aparece claramente en lo que suele llamarse un sínibolo; por ejemplo, la cruz "simboliza" el cristianismo, el muro de los Federa­dos "simboliza" la Commune, el rojo "simboliza" la prohibición, de pasar; llamaremos pues a esta primera relación, relación simbólica, aunque no sólo aparezca en los símbolos sino también én' los signos (que son, hablando aproximadamente, símbolos puramente conven­cionales). El segundo plano de relación implica la existencia, para cada signo, de una reserva o "memoria" organizada de forrnas'de la que se distingue gracias a la menor diferencia necesaria y suficiente para operar un cambio de sentido; en "lupum", el elemento-wm (que es un signo, y más concretamente un morfema) sólo manifiesta su sentido de acusativo, en tanto' que se opone al resto (virtual) de la declinación (-us, -i, -o, etc.); el rojo sólo significa k prohibición, en' cuanto se opone sistemáticamente al verde y al ámbar (es obvio que si no hubiera más color que ,el rojo, el rojo se opondría, a pesar de todo, a la ausencia de color); este plano de relación es pues el del sis­tema, llamado a veces paradigma; llamaremos pues este segundo tipo

* Tomado del libro de R. Barthes: Ensayos críticos, Editorial Seix Barral, Barcelona, 1973.

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88 Cap. 5. Selección de textos

dé relación, relación paradigmática. Según el tercer plano de rela­ción, el signo ya no se sitúa en relación a sus "hermanos" (virtuales), sino en relación a sus "vecinos" (actuales); en homo homini lupus,

'lupus mantiene ciertas relaciones con homo y homini;en la indumen­taria, los elementos de un atuendo se asocian según determinadas re-

• glas: ponerse un jersey, una chaqueta de cuero es crear entre estas dos piezas una asociación pasajera pero significante, análoga a la que une las palabras de una frase; este plano de asociación es el plano del sintagma, y llamaremos a la tercera relación relación sintagmática.

Ahora bien, parece que cuando nos interesamos por el fenómeno significante (y este interés puede proceder de horizontes muy dife­rentes) nos veamos irresistiblemente impulsados a centrar este interés en una de estas tres relaciones, más que en las otras dos. Tan pronto "vemos" el signo bajo su aspecto simbólico, como bajo su aspecto pa­radigmático, como bajo su aspecto sintagmático; a veces es por*igno­rancia pura y simple de las relaciones vecinas: el simbolismo durante mucho tiempo ha sido ciego a las relaciones formales del signo; inclu­so'cuando las tres relaciones han sido advertidas (en lingüística, por ejemplo), cada cual (o cada escuela) tiende a fundar su análisis en una sola de las dimensiones del signo: hay desbordamiento, de una visión sobre el conjunto del fenómeno significante, de modo que parece ser que puede hablarse de conciencias semiológicas diferentes (se trata, desde luego, de la conciencia del analista, no de la del usuario del sig­no). Ahora bien, de una parte, la elección de una relación dominante implica en cada ocasión una determinada ideología; y por otra parte diríase, que a cada concienqia del signo (simbólica, paradigmática o sintagmática), o, al menos por la primera de un lado, y las otras dos del otro, corresponde un determinado momento de la reflexión, ya sea individual, ya colectiva. El estructuralismo, en concreto, puede definirse históricamente como el paso de la conciencia simbólica a la conciencia paradigmática: hay una historia del signo, que es la histo­ria de sus "conciencias".

La conciencia simbólica ve el signo en su dimensión profunda, podríamos casi decir: geológica, puesto que para ella, el escaloña-miento del significado y del significante es lo que constituye el sím­bolo; tiene conciencia de una especie de relación vertical entre la cruz y el cristianismo: el cristianismo está bajo la cruz, como una masa profunda de creencias, de valores y de prácticas, más o menos disci­plinada al nivel de su forma. La verticalidad de la relación comporta dos consecuencias: de una parte, la relación vertical tiende a parecer solitaria: el símbolo parece mantenerse erguido en el mundo, e incluso cuando se afirma su multiplicidad es bajo la forma de un "bosque", es decir, de una yuxtaposición anárquica de relaciones profundas, que sólo se comunican, por así decirlo, por sus raíces (los significados); y

La imaginación del signo 89

de otra parte, esta relación vertical aparece forzosamente como una relación analógica: la forma se parece (más o menos, pero siempre un poco) al contenido, como si a fin de cuentas estuviera producida por él, de modo que la conciencia simbólica quizás a veces encubre un determinismo mal liquidado: hay pues privilegio masivo de la seme­janza (incluso cuando se insiste en el carácter inadecuado del signo). La conciencia simbólica ha dominado la sociología de ios símbolos, y, desde luego, una parte del sicoanálisis naciente, a pesar de que el propio Freud haya reconocido el carácter inexplicable (no analógico) de determinados símbolos; por otra parte ésa es la época en la que reina la palabra misma de símbolo; durante todo ese tiempo, el sím­bolo dispone de un prestigio mít ico, el de la "riqueza": el símbolo es rico, y éste es el motivo, se dice, de que no puede reducírsele^ un "simple signo" (hoy podemos dudar de la "simplicidad" del signo): en él la forma está incesantemente desbordada por la fuerza y el mo­vimiento del contenido: lo que ocurre es que, de hecho, para la con­ciencia simbólica, el símbolo es, más que una forma (codificada) de comunicación, sobre todo un instrumento (afectivo) de participa­ción. La palabra símbolo hoy ha envejecido un poco; suele reempla­zársela por signo o significación. Este deslizamiento terminológico traduce un cierto agotamiento de la conciencia simbólica, sobre todo en lo concerniente el carácter analógico del significante y del signifi­cado; a pesar de todo esta conciencia sigue siendo típica, mientras la mirada analítica no se interesa (sea por ignorarlas o por oponerse a ellas) por las relaciones formales de los signos entre sí, pues la con­ciencia simbólica es esencialmente negación de la forma; en el singo, lo que le interesa es el significado: para ella,' el significante nunca es más que un determinado. •

Desde el momento en que las formas de dos signos se comparan, o al menos se ven de un modo algo comparativo, se da la aparición de una cierta conciencia paradigmática. Incluso al nivel del s í m b o :

lo clásico, que es el menos desligado de los signos, si se presenta la ocasión de advertir la variación de dos formas simbólicas, las otras dimensiones del signo se descubren repentinamente; éste es por ejerm pío el caso de la oposición entre Cruz Roja y Media Luna Roja: de una parte, Cruz y Media Luna dejan de mantener una relación soli- • taria con su significado respectivo (cristianismo e islamismo), todo se incluye en un sintagma estereotipado; y de otra parte forman entre sí un juego de términos distintivos, cada uno de los cuales corresponde a un significado diferente: ha nacido el paradigma. La conciencia para­digmática define pues el sentido, no como el simple encuentro dé un

. significante y de un significado, sino, según la bella expresión de Mer-leau-Ponty, como una verdadera "modulación de coexistencia"; susti­tuye a la relación bilateral de la conciencia simbólica (incluso cuando

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90 Cap. 5. Selección de textos

esta relación está multiplicada), una relación (al menos) cuadrilateral, o más exactamente homonológica. La conciencia paradigmática es lo que ha permitido a Lévi-Strauss (entre otros resultados) renovar el problema totémico: mientras la conciencia simbólica busca en vano los caracteres "plenos", más o menos analógicos, que unen un significante (el tótem) a un significado (el clan), la conciencia para­digmática establece una homología (la expresión es de Lévi-Strauss) entre la relación de dos totems y la de dos clanes (aquí no se discute la cuestión de saber si el paradigma es forzosamente binario). Natu­ralmente, al retener del significado sólo su papel demostrativo (desig­na el significante y permite descubrir los términos dé l a oposición), la conciencia paradigmática tiende a vaciarlo: pero no por ello vacía la significación. Evidentemente es la conciencia paradigmática la que ha permitido (o expresado) el desarrollo extraordinario de la fonolo­gía, ciencia de los paradigmas ejemplares (señalado/no señalado): ella es la que, a través de la obra de Lévi-Strauss, define el umbral estructuralista.

La conciencia sintagmática es conciencia de las relaciones que unen los signos entre sí al nivel del discuráo mismo, es decir, esencial­mente obligaciones, tolerancias y libertades de asociación del signo. Esta conciencia ha marcado dos trabajos lingüísticos de la escuela de Yale, y, fuera de la lingüística, las investigaciones de la escuela for­malista rusa, especialmente las de Propp en el dominio de cuento popular eslavo (debido a lo cual puede esperarse que ilumine un día el análisis de los grandes "relatos" contemporáneos, desde el "suce­so" a la novela popular). Pero sin duda ésta no es la única orienta­ción de la conciencia sintagmática; de las tres conciencias, sin duda es ésta la que puede mejor prescindir del significado: más que una conciencia semántica es una conciencia estructural; sin duda éste es el motivo de que sea la que más se acerca a la práctica: ella es la que permite mejor imaginar conjuntos oeracionales,' dispatchings, clasi­ficaciones complejas: la conciencia paradigmática ha permitido el fecundo retorno del decimalismo al binarismo, pero es la concien­cia sintagmática la que permite verdaderamente concebir los "pro­gramas" cibernéticos, del mismo modo que permitió a Propp y a Lé­vi-Strauss reconstruir las "series" míticas.

Quizás un día sea posible reemprender la descripción de estas con­ciencias semánticas, tratar de vincularlas a una historia; quizás un día pueda hacerse la semiología de los semiólogos, el análisis estructural de los estructuralistas. Lo que aquí queríamos simplemente decires que hay probablemente una verdadera imaginación del signo; el signo no es tan sólo el objeto de un conocimiento particular, sino también el objeto de una visión, análoga a la de las esferas celestes en el Sueño de Escipión, o próxima a las representaciones moleculares de que se

La imaginación del sigilo • 91

sirven los químicos; el semiólogo ve al signo moverse en el campo de la significación, enumera sus valencias, traza su configuración: para, él el signo es una idea sensible. En las tres conciencias (aún pasable­mente técnicas) que acabamos de tratar, hay pues que suponer un ensanchamiento hacia tipos de imaginación mucho más amplios, que podríamos encontrar movilizados en otros muchos objetos distintos del signo.

La conciencia simbólica implica una imaginación' de la profundi­dad; vive el mundo como la relación de una forma superficial y de un Abgrund multiforme, masivo, poderoso, y la imagen se remata cóñ una dinámica muy fuerte: la relación de la forma y del contenido está incesantemente impulsada por el tiempo (la historia), la superes­

tructura desbordada por la infraestructura sin que nunca pueda llegar a captarse la estructura misma. La conciencia paradigmática, por el contrario, es una imaginación formal; ve el significado ligado, como de perfil, a algunos significantes virtuales, de los que es a un tiempo próximo y distinto; ya no ve (o ve menos) el signo en su profundi­dad, lo ve en su perspectiva; la dinámica vinculada a esta visión es la de una llamada: el signo es citado fuera de una reserva terminada,, ordenada, y esta llamada es el acto soberano de la significación: ima­ginación de agrimensor, de geómetra, de propietario del mundo, én el que se encuentra a gusto, puesto que el hombre, para significar, sólo, tiene que elegir entre lo que se le presenta ya preestructurado, ya sea por su cerebro (en la hipótesis binarista) ya sea por la finitud material de las formas. La imaginación sintagmática ya no ve (o ve menos) el signo en su perspectiva, sino que lo prevé en su extensión: sus víncu­los antecedentes o consecuentes, los puentes que lanza hacia otros signos; se trata de una imaginación "estemática", la de la cadena o dé la red. Lá dinámica de la imagen es también aquí la de un ensambla-miento de partes móviles, sustitutivas, cuya combinación produce sentido, o más. generalmente un objeto nuevo; se trata pues de una imaginación propiamente fabricativa, o también funcional (el térmi­no es felizmente ambiguo, puesto que remite a la vez a la idea de una relación variable y a la de un uso).

Tales son (quizá) las tres imaginaciones del signo. Sin duda es posible vincular a cada una de ellas un determinado número de crea­ciones diferentes, en los órdenes más variados, pues nada de lo que se construye hoy en el mundo escapa al sentido. Para segtiir en el orden de la creación intelectual (reciente), entre las obras de la imaginación profunda (simbólica), se podrá citar la crítica biográfica o histórica, la sociología de las "visiones", la novela realista o introspectiva, y de una manera general, las artes o los lenguajes "expresivos", postu­lando un significado soberano, extraído ya sea de una interioridad, ya de una historia. La imaginación formal (o paradigmática) implica

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92 Cap. 5. Selección de textos

una atención aguda a la variación de una serie de elementos recurren­tes; se vinculará pues a ese tipo de imaginación el sueño y los relatos oníricos, las obras fuertemente temáticas y aquellas cuya estética im­plica el juego de ciertas conmutaciones (las novelas de Robbe-Grillet, por ejemplo). La imaginación funcional (o sintagmática) alimenta finalmente todas las obras cuya fabricación, por ensamblaje de ele­mentos discontinuos y móviles, constituye el espectáculo mismo: la

•poesía, el teatro épico, la música serial y las composiciones estructu­rales, de Mondrian a Butor.

Arguments, 1962.

EL CONCEPTO DE ESTRUCTURA SIGNIFICATIVA EN HISTORIA DE LA CULTURA *

Lucien Goldmann

En el estudio de los hechos humanos en general y más precisa­mente de las obras filosóficas, literarias o artísticas (en lo sucesivo las

, designaremos con el término global de "cultura") nos parece que la diferencia esencial respecto a las ciencias fisicoquímicas y quizás a ciertos dominios parciales de las ciencias humanas (lingüística, etc.) reside en una finalidad interna de estos hechos, o si se les mira desde el ángulo de la investigación, en que se necesita, para estudiarlos, es-' pecificar el concepto general de "estructura" agregándole el califica­tivo de "significativa".

Las obras válidas en los dominios que acabamos de enumerar se caracterizan, en efecto, por la existencia de una coherencia interna de un conjunto de relaciones necesarias entre los diferentes elemen­tos que las constituyen y, en las más importantes de entre ellas, entre el contenido y la forma de suerte que no sólo es imposible estudiar de manera válida ciertos elementos de la obra fuera del conjunto del que forman parte y que es lo único que determina su naturaleza y su significación objetivas, sino también que la posibilidad de dar cuenta de lá necesidad de cada elemento respecto a la estructura significativa global constituye la más segura guía del investigador.

Hemos dicho además:

a) que esta estructuración interna de las grandes obras filosóficas, literarias y artísticas viene del hecho de que expresan al nivel

* Tomado del libro de L . Goldmann: Marxismo, estructwalismo y dialéctica, Edicio­nes Calden, Buenos Aires, 1968.

El concepto de estructura significativa ( 93

de una coherencia muy avanzada actitudes globales del hom­bre ante los problemas fundamentales que plantean las rela­ciones interhumanas y las relaciones entre los hombres y la naturaleza, actitudes globales (las hemos llamado "visiones del mundo") que son de número limitado, aunque sea imposible hacer su inventario o su tipología antes de poseer un número suficiente de estudios monográficos;

b) que la actualización de ésta o aquella visión del mundo en cier-' tas épocas precisas resulta de ¡a situación concreta en la que se encuentran los diferentes grupos humanos en el curso de la historia, y por últ imo;

c) que la coherencia estructural no es uhá'realidad estática sino una virtualidad dinámica en el interior de los grupos, una estruc­tura significativa hacia la cual tienden el pensamiento, la afecti­vidad y el comportamiento de los individuos, estructura que la mayoría de ellos no realiza sino excepcionalmente en cier­tas situaciones privilegiadas, pero que puede ser. alcanzada por individuos particulares en dominios limitados cuando coinciden con las tendencias del grupo y las llevan a su última coheren­cia. (Es el caso de ciertos jefes políticos o religiosos, de los grandes escritores, de los grandes artistas o de los grandes pen­sadores filosóficos.)

La interdependencia de los elementos constitutivos de una obra no hace sino expresar en su dominio propio la interdependencia, en el interior de una y la misma visión del mundo, de las respuestas a los diferentes problemas fundamentales planteados por las relaciones in­terhumanas y las relaciones entre los hombres y la naturaleza.

Dicho esto, quisiéramos en este estudio considerar uno de los principales problemas metodológicos que se plantea a una investiga­ción inspirada en estas comprobaciones.

En la historia de la cultura el problema de la estructura se plantea, en efecto, en varios niveles de los cuales sólo consideraremos aquí los dos más importantes.

Es evidente que un estudio serio de las grandes obras debe ante todo sacar a la luz su coherencia interna, es decir, su estructura propia.

Además, no hay aquí nada nuevo pues implícita o explícitamente este principio ha servido de guía a gran número de historiadores. Ya Pascal en el siglo xvn sabía que:

No puede hacerse una buena f i sonomía sino concillando todas nuestras contrariedades y no basta seguir una sucesión de cualidades concordantes sin conciliar los contrarios. Para atender todos los trozos contrarios.

Así , para entender las Escrituras, hay que tener un sentido en el cual to­dos los trozos contrarios se concilian. No basta tener uno que convenga in-

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94 Cap. 5. Selección de textos

cluso a varios trozos concordantes sino tener uno que concilie los trozos inclu­so contrarios.

Todo autor tiene .un sentido en el cual todos los trozos contrarios se conciban o no tienen ningún sentido (Fr. 684).

No vamos, pues, a insistir en un método de trabajo ya conocido y aplicado desde hace mucho; a lo sumo nos permitiremos mencionar que el concepto de estructura coherente y significativa tiene, en la historia de la filosofía, de la literatura y del arte, una función a la vez teórica y normativa en la medida en que es, por una parte, el princi­pal instrumento de comprensión de la naturaleza y de la significación de la obra, y por otra parte, el criterio mismo que nos permite juzgar su valor respectivamente filosófico, literario o estético.

En efecto, en la medida en que expresa una visión coherente del mundo en el plano del concepto, de la imagen verbal o sensible, es cuando la obra es filosófica, literaria o estéticamente válida y es en la medida en que logra despejar la visión que ella expresa que uno pue­de comprenderla e interpretarla de manera objetiva. (Además, ésta es la razón por la cual la interpretación de una obra es inseparable de la aclaración de su valor o de su no valor filosófico o estético).

Queda, no obstante, que el carácter a la vez teórico y normativo del concepto de estructura significativa en historia de la cultura plan­tea un problema cuya elucidación nos llevará a otro nivel, mucho me­nos conocido y menos usual, de la utilización de este concepto en el dominio que estudiamos.

En efecto, aunque el papel teórico del concepto de estructura en ciencias humanas, guardando su especificidad propia en cada dominio de la investigación, no representa, sin embargo, algo cualitativamente diferente respecto a las ciencias de la naturaleza, en cambio, su fun­ción normativa no podría explicarse sino por la existencia de una f i ­nalidad común el objeto y al sujeto del estudio que son el uno y el otro sectores de la realidad humana y social.

En las ciencias naturales el sabio busca probablemente un máxi­mo de inteligibilidad: no se le ocurrirá, sin embargo, hacer de ello una norma aplicable al objeto de su estudio. Supone al comienzo, con razón, la existencia de un mínimo de inteligibilidad sin el cual la ciencia, y con ella la vida, serían imposibles. Más aún, apuesta en su investigación al hecho de que la inteligibilidad del mundo natural sobrepasa en mucho este mínimo y se acerca a una inteligibilidad total. No obstante, su labor consiste en primer lugar en adaptar sus teorías a la realidad y no se ve un astrónomo afirmando en el plano no nativo que los planetas deberían tener una trayectoria circular o que todos deberían tener igual número de satélites.

Inversamente, cuando se trata de ciencias humanas y sobre todo de la historia de la cultura, el principal concepto de inteligibilidad,

El concepto de estructura significativa • 95

el de estructura significativa, representa a la vez una realidad y una norma precisamente porque define a la vez el motor real-y el fin ha­cia el cual tiende esa totalidad que es la sociedad humana, totalidad de la que forman parte a la vez la obra a examinar y el investigador que la estudia.

No podría suponerse que la naturaleza evoluciona progresivamen­te hacia estructuras legales, geométricas o causales, mientras que la hipótesis de una historia dominada por tendencias hacia estructuras significativas y coherentes cada vez más vastas hasta una sociedad finalmente transparente, compuesta únicamente de tales estructuras es una de las principales hipótesis positivas en el estudio de las reali­dades humanas. , .

Esto explica por qué el historiador de las obras que constituyen la cultura, o más exactamente las culturas, no podría contentarse con emplear el concepto de estructura significativa al nivel de la'interpre­tación inmanente de éstas.

Y esto, en primer lugar, porque semejante interpretación no po­dría en todo caso dar resultados satisfactorios sino para las grandes obras maestras filosóficas, literarias o artísticas, es decir, para las crea­ciones que han realizado en su dominio bropio una estructura casi coherente que el historiador podría despejar con rigor, por un azar excepcional, limitándose al estudio de la obra, y, én segundo lugar, porque aun en estos casos privilegiados la obra forma parte de todo un conjunto de estructuras significativas más vastas cuya .aclaración facilita en todo caso enormemente el trabajo del investigador.

En teoría podría negarse toda posibilidad de despejar por ejem­plo, la estructura interna de los Pensamientos de Pascal o del teatro de Ráeme con ayuda del estudio exclusivo de los textos, estudio que llegaría a una comprensión adecuada de su significación. En realidad, sin embargo, tal éxito no podría ser sino el resultado de una inteli­gencia o de una suerte excepcionales, a las que una metodología cien­tífica no podría limitarse en ningún caso.

Tal vez lo mejor sería ilustrar esto con ayuda de un ejemplo con­creto. Apelando a nuestra propia experiencia nos parece que jamás habríamos llegado a los resultados que hemos logrado enmuestro es­tudio de los textos de Pascal y de Racine si no nos hubiéramos ayu­dado con la investigación de estas estructuras signifíctftivas más vastas que han sido las diferentes corrientes jansenistas, el jansenismo en su conjunto, las clases sociales en el tiempo de Luis X I I y de Luis X I V y sus antagonismos en el plano económico, social y polít ico.

Los Pensamientos'de Pascal, piezas como Británico, Berenice, Fe-dro y Atalía son probablemente obras más o menos rigurosamente estructuradas y coherentes. Sería difícil, no obstante, decir lo mis­mo de las otras piezas racinianas y también de todos los fragmentos

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96 Cap. 5. Selección de textos

de los Pensamientos, tomados en particular. Poí otra parte, Los pro­vinciales expresan una visión del mundo diferente de la de los Pensa­mientos.

En el punto de partida de la investigación, el historiador que se encuentra ante ese conjunto de textos se ve de repente frente a dos dificultades principales:

a) cómo distinguir lo que en cada uno de estos escritos es esencial, es decir, lo que forma parte de la estructura coherente, de lo que es secundario, es decir, de lo que se encuentra en la obra por una de las innumerables razones distintas a la de la nece­sidad interna;

b) aun suponiendo - s i n que lo concedamos- que un estudio inmanente del texto pueda llegar a separar por métodos intui­tivos los elementos esenciales de los elementos secundarios, queda todavía el problema no menos difícil del deslinde en el interior de estos elementos esenciales entre los que perte­necen a la misma estructura significativa o a estructuras signi­ficativas emparentadas, y los elementos, también esenciales, pero pertenecientes a estructuras más o menos diferentes de las primeras. Así, Berenice y Británico son dos expresiones complementarias de una y la misma visión del mundo, más precisamente de uno y el mismo tipo de la visión trágica, pero Fedro expresa ya otro tipo de visión trágica que se emparenta con los Pensamientos. En cuanto a Atalía o a Los provincia­les, expresan, cada una, una visión dramática, pero, no obstan­te, emparentada con la visión trágica por su sitio en el interior

. de esta estructura signi-icativa global que podría llamarse la ideología jansenista.

• ' Se vé sin dificultad alguna que desde el punto de vista práctico se necesitaría una inteligencia y una intuición sobrehumanas para poder despejar todo este conjunto de relaciones estructurales (cuya expresión es esencial para la comprensión de las obras en cuestión) por el mero estudio de los textos, por más profundo y prolongado que éste sea.

En cambio, el problema se hace si no sumamente simple, al menos de un orden de dificultad análogo al que los investigadores encuen­tran diariamente en cualquier dominio de la investigación científica, desde el momento en que uno no se contenta con estudiar los textos •sino que aplici los mismos principios de investigación de estructuras globales significativas a totalidades más vastas de las cuales sólo cons­tituyen un elemento parcial. En el caso citado hemos llegado muy

, pronto' al primer resultado decisivo el día en que, tratando de incor-

El concepto de estructura significativa 97

porar los escritos de Racine y de Pascal en el conjunto del pensamien­to y del movimiento jansenistas, lo cual no era nada nuevo (habiendo tratado ya de hacerlo la mayoría de los historiadores antes que noso :

tros), nos hemos preguntado cuál era la estructura significativa - l a esencia- de lo que solía llamarse, sin saber muy bien en qué consis­tía, el jansenismo.

Desde luego, aquí no podría tratarse de hacer una detallada expo- , sición histórica de nuestra investigación. Contentémonos con decir que pudimos despejar muy rápidamente un tema central del jansenis­mo, "el rechazo del mundo y de la sociedad", tema cuya realidad di­námica finalizó en una estructuración interna de ese movimiento en cuatro corrientes: moderado, centrista, y dos corrientes extremistas de forma diferente, corrientes en las cuales los historiadores durante •mucho tiempo no habían visto más que una sola - l a corriente cen­t r is ta- y sólo recientemente (gracias a los trabajos del señor Orcibal) una segunda - l a corriente moderada.

Pero, entre las obras que nos interesan, solamente Los provincia­les, Esther, y hasta cierto punto Atah'a se vinculaban a la corriente centrista y ninguna se vinculaba a la corriente moderada, lo que ex­plica las dificultades encontradas por la mayoría de los historiadores de la filosofía, de la religión y de la literatura para dar cuenta del jansenismo de los Pensamientos y del teatro Racine.

Ahora bien, es aquí donde la historia de nuestro trabajo nos pa­rece metodológicamente interesante, pues, la existencia en el teatro' de Racine y en los Pensamientos de Pascal de posiciones respecto a la vida social y estatal y respecto a los problemas (lógica de la con­tradicción y moral del conflicto de los deberes), completamente di­ferentes de la encontrada en los sectores conocidos y explorados del jansenismo, es lo que nos llevó a formular la hipótesis de la exis­tencia de por lo menos otra corriente desconocida para los historia­dores en el interior de ese movimiento. Y el descubrimiento de los textos de Barcos es lo- que después aclaró no sólo toda una serie de problemas de losjmás controvertidos de la historia del jansenismo y de la vida de Pascal sino que también nos permitió ver,- casi de un solo golpe, la estructura interna de las obras literarias y filosóficas que queríamos estudiar.

Citemos una sola ilustración concreta: los historiadores discu­tían desde hacía tres siglos sobre el problema de la actitud de Pascal hacia la Iglesia durante los últimos meses de su vida, y sobre la posi­bilidad de conciliar los dos testimonios aparentemente contradicto­rios del Escrito que rehusaba toda firma del Formulario; así como la confesión de Beurier al que Pascal había afirmado, dos años antes, que se sometería a todas las decisiones de la Iglesia (la cual precisa­mente, había exigido la firma del Formulario).

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93 Cap. 5. Selección de textos

El descubrimiento del hecho de que Barcos y sus partidiarios de­fendían una posición rigurosamente coherente que implicaba a ¡a vez la sumisión a la decisión de firmar el Formulario y la negativa del fir­marlo, no sólo ha permitido aclarar el problema de los últimos años de Pascal sino hacer patente la estructura interna del teatro de Racine y de los Pensamientos.

Basta pensar en la situación análoga de Andrómaca que debe per­manecer fiel a Héctor y salvar la vida de Astianax o bien en Tito que debe permanecer como emperador y no separarse de Berenice, cuan­do cada una de estas exigencias parece contradecir a la otra.

Se ve hasta qué punto la búsqueda de estructuras significativas en el plano de la historia de los movimientos ideológicos, sociales, políticos y económicos puede tener, y generalmente tiene, una im­portancia capital cuando se trata de despejar la coherencia y la es­tructura interna de las obras literarias, artísticas o filosóficas que se vinculan a estos movimientos.

En el fondo, se trata allí de la aplicación concreta-de dos princi­pios generales que nos parece deben regir todo estudio serio en el do­minio de las ciencias históricas, a saber:

a) todo hecho humano se inserta en cierto número de estructuras significativas globales cuya aclaración es lo único que permite conocer la naturaleza y la significación objetivas de dicho hecho;

b) para deslindar en la realidad un conjunto de hechos que cons­tituyen tal estructura significativa, y para separar en el dato empírico bruto lo esencial de lo accidental, es indispensable insertar estos hechos mal conocidos todavía en otra estructu­ra más vasta que los abarca (por ejemplo, los escritos de Pascal y de Racine en el conjunto jansenista) sin olvidar nunca, no obstante que los conocimientos provisorios que se tiene de los hechos de donde se ha partido son - e n la medida precisa­mente en que constituyen un elemento de la estructura más vasta- uno de los puntos de apoyo más importantes para des­pejar esta última. (Los escritos de Pascal y de Racine como puntos de partida para la hipótesis de la existencia de un jan­senismo extremista y el descubrimiento de éste como medio esencial de comprender estas obras).

Para terminar este estudio nos queda por abordar un problema en el cual nuestros lectores seguramente ya han pensado. Si se trata de insertar las obras en una totalidad significativa más vasta, siendo esta inserción lo único que nos permite despejar su estructura y su significación ¿por qué recurrir a la totalidad tan alejada de los movi-

I

É1! concepto de estructura significativa 99

mientos intelectuales, sociales y económicos y no, como lo han he­cho, explícita o implícitamente, la mayoría de los historiadores que-no se han limitado a los textos, a esta totalidad significativa mucho más próxima y en apariencia mucho más ligada a la obra que es la' biografía y la psicología de su autor?

La respuesta, aparentemente paradójica pero en realidad rigurosa­mente fundada, es simple: por razones no de principio sino de posi­bilidad práctica, de eficacia en el trabajo de investigación.

Es cierto que el teatro de Racine y los Pensamientos de Pascal no están ligados al movimiento jansenista sino a través de las individua­lidades de sus autores y que un estudio ideal en ningún caso podría saltar un peldaño intermedio de tal importancia. Desgraciadamente, en la práctica, no poseemos ningún medio sólido y positivo de re­construir la psicología de un individuo. La mayoría de las tentativas de ese género, y prácticamente todas, son construcciones más o me­nos inteligentes e ingeniosas que tienen, sin embargo, poca relación con la ciencia positiva. En el estado actual de las ciencias humanas, la interpretación de la obra determina mucho más la imagen que uno se hace del autor que a la inversa. ' •

Por eso, nos parece que en el estado actual del pensamiento cíen-tífico en ciencias humanas puede formularse el balance siguiente:

1. El concepto de estructura significativa constituye el principal ins­trumento de investigación y de comprensión de la mayoría de los hechos humanos pasados y presentes. Empleamos conscientemen­te el término "mayor ía" dado que ciertos sectores de la realidad social parecen deber limitarse al concepto de estructura y no de estructura significativa.

2. En cada análisis concreto la aclaración de la estructura significati­va específica que rige los hechos que quieren estudiarse tropieza primero con dos problemas que son a la vez los primeros y.los mas' difíciles de resolver: el deslinde del objeto, o si se quiere,'del sec­tor de la realidad que corresponde a ese sector, de lo esencial y de lo accidental.

3. El más importante paso científico para resolver estos problemas reside en la inserción de las estructuras significativas buscadas, aun antes de que sean enteramente despejadas, en estructuras más vas­tas de las cuales constituyen elementos parciales, p&o que supone un vaivén permanente de la parte al todo e inversamente., '

4. Si el concepto de estructura significativa tiene importancia pri­mordial en el conjunto de las ciencias históricas y sociales, esta im­portancia es particularmente reforzada en el dominio de festos he­chos culturales que son las obras filosóficas, literarias y artísticas a las cuales caracteriza precisamente la coincidencia no solamen-

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100 Cap. 5. Selección de texto

te virtual sino real con esas estructuras significativas rigurosamente coherentes que son las visiones del mundo.

5. Por eso, tanto la crítica literaria como la historia de la filosofía, del arte y de la literatura no podrán superar el nivel de la reflexión más o menos inteligente y original para adquirir un estatuto real­mente positivo sino en la medida en que tomen una orientación estructuralista que trate de poner en relación las obras que estu­dian con las estructuras fundamentales de la realidad histórica y social.

6. Dado el carácter por el momento particularmente insuficiente de nuestros conocimientos psicológicos, un estudio semejante debe situarse hoy, en primer lugar, en los dos planos del análisis inmanen­te de la obra y de la inserción de ésta en las estructuras históricas

• y sociológicas de las cuales forma parte. En cuanto a la estructura intermedia, constituida por la biografía y la psicología del filóso­fo, del artista o del escritor, aunque en ningún caso se podría elimi­narla de antemano, no puede constituir por el momento más que un instrumento secundario de investigación a emplear con mucha desconfianza y el máximo de espíritu crítico.

7. Siendo incomparablemente mayor el número de situaciones histó­ricas y de obras literarias, filosóficas y artísticas que el de las vi­siones del mundo que les corresponde (lo cual, entre otras cosas, explica los renacimientos) tales investigaciones deberán orientarse naturalmente hacia la elaboración de una tipología de las visiones del mundo que constituiría en el plano de la investigación un ina­preciable instrumento de trabajo.

No sería cuestión, no obstante, establecer desde ahora una tal tipología sobre bases psicológicas (como lo ha ensayado, por ejem­plo, K!arl Jaspers). Tales tentativas pertenecen al dominio dé la "re­flexión brillante" que tanto daño ha hecho a la ciencia y que ya sería tiempo de superar.

Como todo método científico serio, el estructuralismo no es una llave universal, sino un método de trabajo que exige largas y pacien­tes investigaciones empíricas y que debe ser perfeccionado y. ajustado en el curso de éstas.

Sin duda hay una dialéctica de las relaciones entre las investiga­ciones empíricas y las ideas generales; no hay que olvidar, no obstan­te, demasiado fácilmente la prioridad de las primeras y su función indispensable en todo trabajo científico digno de ese nombre.

101

BALZAC: LAS ILUSIONES PERDIDAS *

Georg Lukács

Escrito en 1935 De: "Verlorene Illusionen"en: Balzac und der französische Realismus, Berlin 1952 (inv. Berlin 1953), págs. 46-54.

Con la presente obra -completada en la cumbre de su madurez literaria (1843) - Balzac crea un nuevo tipo de novela, que se conver­tiría en una obra de significación decisiva para todo el desarrollo del siglo xix: el tipo de la novela de la desilusión, la novela en que se des­cribe cómo las suposiciones falsas pero necesariamente aparecidas de los hombres acerca del mundo, quedan destruidas necesariamente por la fuerza brutal de la vida capitalista. Como es natural, la destrucción de ilusiones ya aparece en la novela moderna con anterioridad a Balzac. La primera gran novela Don Quijote, ya es una historia de las "ilusio­nes perdidas". Peio en el caso de Cervantes, la incipiente sociedad burguesa destruye las últimas ilusiones feudales, mientras que en Bal­zac, las suposiciones que la sociedad burguesa crea necesariamente sobre el hombre, la sociedad, el arte, etc., y los más altos productos ideológicos del desarrollo burgués revolucionario se demuestran como meras ilusiones frente a la realidad del desarrollo burgués revolucio­nario, frente a la realidad de la economía capitalista. También la no­vela del siglo xvin destruye algunas ilusiones. Pero dicha destrucción se dirige en parte contra algunos restos feudales que aún subsistían en el pensar y. en el sentir de los hombres, y en parte unas suposiciones infundadas, de bajo nivel e insuficientemente fundadas en la realidad, son superadas por una concepción más amplia y más imbuida de rea­lidad desde el mismo punto de vista. Por vez primera la trágica risa de escarnio sobre los más altos productos ideológicos del desarrollo burgués, la trágica disolución de los ideales burgueses por la fuerza de su propia base económica, capitalista, es configurada en la presen­te novela de Balzac de forma global y en su totalidad. Únicamente la inmortal obra maestra de Diderot El sobrino de Rameau puede ser considerada como antecedente ideológico de üusionefperdidas.

Balzac no es en modo alguno el único que en este periodo se ocu­pa del problema que tratamos. Le precedieron en el camino Rojo y Negro, de Stendhal, La confesión de un hijo del siglo, de Müsset, etc. El tema flotaba en el aire; no por moda literaria, sino a consecuencia

* Tomado deí libro de Lukács: Sociología de la literatura, complicación de escritos del autor, publicado por Ediciones Península, Barcelona, 1968. '

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102 Cap. 5. Selección de textos

del desarrollo social de Francia, del país ejemplar para el crecimiento político de la burguesía. El gran periodo heroico de la revolución francesa y de Napoleón había cultivado, despertado y movilizado to­das las energías dormidas de la clase burguesa. El periodo heroico dio a la mejor parte de la clase burguesa la posibilidad de aplicar los ideales heroicos de forma directa sobre la vida, de vivir y morir heroi­camente conforme.a dichos ideales. Con la caída de Napoleón, con la Restauración y también con la Revolución de Julio, finaliza el pe­riodo heroico, los ideales se convierten en ornamentos y decoraciones superficiales de la vida real: el camino para el desarrollo de capitalis­mo, despejado por la Revolución y Napoleón, se ensancha en una carretera principal de desarrollo, cómoda y accesible a todos. Los he­roicos pioneros se ven obligados a retirarse y dejar sitio a los benefi­ciarios del desarrollo y a los especuladores. "En su sobria realidad la sociedad burguesa se había creado sus verdaderos representantes y portavoces con sus Syas, Cousins, Royer-Collards, Benjamín Cons-tants y Guizots, sus verdaderos jefes militares se sentaban tras la mesa de oficina y la cabeza grasienta de Luis X V I I I era su cabeza polí t ica" (Marx). 1 El auge de los ideales, el necesario producto del periodo heroico precedente, se ha hecho socialmente superfluo; los portado­res de estos ideales, la joven generación crecida en las tradiciones del periodo heroico tuvieron que desclasificarse por necesidad.

La historia de la necesaria perdición, de la desaparición en la nada de las energías despertadas por la Revolución y el periodo napoleó­nico, constituye el tema común de las novelas de desilución de esta época, su acusación común contra la prosaica miserabilidad de la Res­tauración y de la Monarquía de Julio. Aunque políticamente es mo­nárquico y legitimista, Balzac ve con gran claridad ese carácter del pe­riodo de la Restauración. En nuestra novela dice: "No hay nada que acuse tanto al ilotismo al que la Restauración ha condenado a nuestra juventud. Los jóvenes, que no sabían cómo emplear sus fuerzas, las utilizaron no sólo en el periodismo, en las confabulaciones políticas, en la literatura y en el arte, sino que las gastaban también en excesos más ex t r años . . . Cuando trabajaban, exigían poder y placer; como artistas pedían tesoros, como ociosos pedían apasionadas excitacio­nes; de una manera o de otra exigían un lugar que la política les negó. Balzac se refiere, con sus grandes y pequeños contemporáneos, al co­nocimiento y configuración de esta situación, de esta tragedia de una generación entera.

Pero con todo su aspecto común, Ilusiones perdidas se alza a una altura histórica aislada dentro de la producción literaria de la Francia de aquel tiempo,.porque Balzac no se detiene en el conocimiento y

'Marx.Karl. Der achtzehnte Brumaire..., loe. cit., pág. 12. (Ed.)

Balzac: las ilusiones perdidas 103

configuración de las situaciones sociales trágicas o tragicómicas esbo­zadas aquí. Ve y va más allá. Ve que el fin del periodo heroico del desarrollo burgués de Francia significa al mismo tiempo el comienzo del gran auge del capitalismo francés. En casi todas sus novelas, Bal­zac narra el auge capitalista, la transformación de la primitiva artesa­nía en moderno capitalismo, el desmesurado crecimiento de la ciudad y el campo debido al capital impetuosamente creciente, la desapari­ción de todas las formas sociales y las ideologías tradicionales'ante el victorioso avance del capitalismo. Dentro de este proceso, Ilusiones perdidas constituye la epopeya tragicómica de la capitalización del espíritu. La conversión de la literatura (y con ella de cualquier ideo­logía) en mercancía, constituye el tema de esta novela y la realiza­ción total de esta capitalización del espíritu incluye la tragedia total de la generación posnapoleónica, dentro de una conexión social más profundamente captada de como pudiera haberlo hecho el mejor contemporáneo de Balzac.

Balzac desarrolla este proceso de la conversión de la literatura en mercancía en su totalidad completamente desarrollada: todo se convierte en mercancía, desde la producción de papel hasta la con­vicción, el pensamiento y las sensaciones de los escritores. Y Balzac no se contenta con la constatación general de las consecuencias ideo­lógicas de este dominio del capitalismo, sino que en todos los cam­pos (periódico, teatro, editorial, etc.), pone al descubierto el proceso concreto de la capitalización en todas las etapas y determinantes. "¿Qué es la fama?" se pregunta el editor Dauriat. " M i l doscientos francos para unos artículos y tres mil francos para banquetest.." y expone sus principios en la forma siguiente: "No me contento con poner en juego dos mil francos para un libro para ganar sólo lo mis­mo; especulo con la literatura, publico cuarenta volúmenes'con una edición de diez mil cada uno. . . Mi poder y losar t ículos .quevendo, dan lugar a un negocio de trescientos mil francos en vez de los mise­rables dos mil. El manuscrito que compro por cien mil francos es más barato que el del autor desconocido a quien pago seiscientos fran­cos". A l igual que el editor, piensa el escritor: "¿Verdaderamente cree en lo que escribe? - p r e g u n t ó con sorna Vernou Lucien'-. Pero nosotros somos comerciantes en palabras y vivimos de nuestro co­mercio .. Los artículos que hoy se leen para ser oMdados mañana, no tienen otro significado a mis ojos que el ser pagados". •

Los explotadores son ahora los periodistas y los escritores; sus'ca­pacidades se convierten en mercancía, en objeto de especulación del capitalismo literario. Pero son explotados y prostituidos por el capita­lismo. Ellos mismos quieren ascender a explotadores o por 1 Q menos a intermediarios de la explotación. Antes.de que Lucien de Rubem-prés entrase en el periodismo, su colega y mentor, Lousteau ledaunps

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104 Cap. 5. Selección de textos

consejos de comportamiento: "En resumen, querido, en la literatura el secreto del éxito no es el trabajo, sino la explotación del trabajo ajeno. Los propietarios del periódico son empresarios y nosotros somos simples peones. Por esto cuando más mediano sea un hombre, más rápidamente llega a la meta; ha de estar dispuesto a tragarse sa­pos si se lo piden, aceptarlo todo, y adular las pequeñas pasiones de los sultanes de la literatura... Hoy su conciencia aún le hace a usted riguroso, pero mañana se arrastrará bajo aquellos que le quitan a us­ted el éxito, que con una palabra podrían darle a usted la vida, pero que no la pronunciarán; porque, créame, el escritor de moda es más altanero y duro contra los nuevos que el más sanguinario editor. Allá donde el editor sólo ve una pérdida, el autor teme un contrincante: aquél sólo le rechaza, pero éste le aniquila".

Esta amplitud de contenido del tema, la capitalización de la l i -' teratura desde la producción del papel hasta el sentimiento lírico, determina, como siempre en Balzac, la forma artística de la compo­sición. La amistad entre David Séchard y Lucien Rubemprés, las des­truidas ilusiones de su común juventud entusiasta, el entrelazamiento

• de sus diferencias de carácter, determinan los grandes rasgos de la •acción. El genio de Balzac ya queda de manifiesto en este esquema ' básico de la composición. Crea personajes, en los que se expresa por .una parte la tensión interna del tema como pasión humana, como aspiración individual: David Séchard inventa un nuevo y barato pro­

cedimiento para la fabricación del papel y es estafado por los capi­talistas, mientras que Lucien lleva la lírica más sutil al mercado del capitalismo parisiense. Por otra parte se expresa de una forma huma­namente plástica y en oposición a los dos caracteres anteriores, el máximo contraste de las posibilidades: reaccionar ante la capitaliza-

' ción con todas sus asquerosidades. David Séchard es un estoico puri-. ' taño, halla su más completa encarnación en la hipersensitiva manía

del goce, el epicureismo desenfrenado y refinado de la generación p osr e voiu cionaria.

El modo de composición de Balzac no resulta nunca pedante ni tiene nunca el seco aspecto "cient íf ico" de sus seguidores. La pre-

.sentación de los problemas materiales siempre tiene lugar en él en in­divisible unión orgánica con las consecuencias de las pasiones indivi­duales de sus héroes. Y a pesar de ello, tras esta composición que en apariencia sólo parte de lo individual siempre existe un profundo co­nocimiento de las relaciones sociales, una valoración más exacta délas tendencias sociales de desarrollo que tras el pedante aspecto "cientí-

' fico" de los realistas posteriores. Balzac compone de manera tal que el destino de Lucien, y con ello la mercantilización de la literatura, aparecen en el centro de la acción, mientras que la capitalización del sustrato material de la literatura, la explotación capitalista del progre-

) ) ' ) )

Balzac: las ilusiones perdidas 105

so técnico sólo constituye un colofón episódico. Este tipo de com­posición, que en apariencia invierte la relación aparentemente lógica y objetiva de base material y superestructura material no sólo es de una gran sabiduría artística sino también crítico social. En el aspecto artístico, por ef hecho de que la variedad en el cambiante destino de la lucha de Lucien por la fama, ofrece unas posibilidades completamen­te diferentes para la presentación de una totalidad multicolor y movida, que la mezquina y picara lucha de los capitalistas provincianos que estafan con éxito al inventor Séchard; en el aspecto crítico y social, por el hecho de que en el destino de Lucien es valorada toda la cues­tión de la destrucción de la cultura por el capitalismo. El resignado Séchard siente exactamente que en lo esencial se trata de aprovecha­miento material de su invención y que el hecho de haber sido estafado sólo significa una desgracia personal. En el derrumbamiento de Lu­cien se configura simultáneamente el rebajamiento y la prostitución de la literatura por el capitalismo.

El contraste entre ambos personajes principales expresa felizmente las dos tendencias centrales de la reacción ideológica a la mercantiliza­ción de la ideología. La conducta de Séchard es la de la resignación.

La resignación desempeña un papel muy grande en la literatura burguesa del siglo xrx. El Goethe maduro es uno de los primeros en fijar este aspecto como signo del nuevo periodo del desarrollo burgués. En sus novelas didáctico-utópicas, Balzac camina por lo general por la senda que trazó Goethe: las personas, que han renunciado o tuvieron que renunciar a su felicidad personal, son las únicas en la sociedad bur­guesa que persiguen fines sociales y no egoístas. Ahora bien, la resig­nación de Séchard tiene un encanto algo distinto: abandona la lucha, renuncia a imponer cualquier meta y quiere vivir en paz y soledad su felicidad personal. El que quiera mantenerse puro, ha de retirarse del manejo del capitalismo: esto quiere decir Séchard cuando "cultiva su jardín", sin ninguna ironía, sin espíritu voltairiano.

Lucien en cambio, se lanza a la vida de París; quiere imponer allá los derechos y la fuerza de la literatura pura. La lucha le convierte en uno de los numerosos personajes de aquellos jóvenes posnapoleó-nicós que en el periodo de la Restauración sucumben y desaparecen espiritualmente o bien se alzan por adaptación a la sociedad de la época, que se ha convertido en no heroica; uno entre los Julien Sorel, Rastignac, de Marsay, Blondet, etc., pero Lucien ocupa entre ellos una posición muy particular. Balzac logra aquí con gran sensibilidad y valentía el nuevo tipo específicamente burgués del literato: 'el es­critor, como arpa de Eolo para los distintos vientos y tormentas de la sociedad, un manojo de nervios supersensible, inconstante y desorien­tado; un tipo de literato que sólo aparece esporádicamente en este periodo, pero que será típico para el desarrollo posterior de la poesía

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106 Cap. 5. Selección de textos

burguesa (desde Verlaine hasta Rilke); como tipo, el contraste diame­tral al escritor que Balzac mismo exige de la literatura, cuyo prototi­po configura en la presente novela como autorretrato, en la figura de D'Arthez. Pero esta esencia de Lucien no encierra sólo una verdad extraordinariamente típica, sino que al mismo tiempo da la mejor base de acción para el desarrollo completo de las contradicciones en la capitalización de la literatura. La contradicción interna entre las facultades literarias de Lucien y su inconstancia humana le convierte en el objeto apropiado de juego de todas las tendencias literarias y políticas aprovechadas por el capitalismo dentro de la literatura. Y esta mezcla de inconstancia y anhelo de pureza, de una vida honrada y al mismo tiempo de un desmesurado pero vacilante egoísmo y un sensible deseo de goce, determina la posibilidad de su resplandeciente subida, de su rápida autoprosti tución y su definitiva derrota vergon­zosa., Balzac no moraliza nunca sobre sus héroes, configura la dialéc­tica objetiva de su auge o decadencia y siempre motiva ambas cosas a partir de la totalidad de los personajes en un efecto de cambio con la totalidad de las circunstancias objetivas y no de la valoración aislada de unas propiedades "buenas" y "malas". Rastignac, que se impone, no es más inmoral que Lucien, pero otra mezcla de talento y de mora­lización le convierte en un inteligente aprovechador de la misma reali­dad, ante la cual Lucien fracasa tanto interna como externamente, a pesar de su maquiavelismo ingenuamente inmoral. El mordaz aforis­mo de Balzac en su novela corta Melmoth, de que los hombres o bien son cajeros o defraudadores, es decir honrados tontos o rufianes que­da'demostrado en unas variaciones infinitamente graduadas dentro de esta epopeya tragicómica de la i .telectualizaciór del espíritu.

Así pues, el principio últir o de esta novela que lo une todo, es el mismo proceso social. El av, nce y la victoria del capitalismo cons­tituyen la acción propiamente cicha. El derrumbamiento individual de Lucien recibe la última verdid por el hecho de que el derrumba­miento es el t ípico destino del escritor puro, del auténtico talento literario en eS capitalismo desarrollado. Pero a pesar de ello tampo­co aquí la composición de. Balzac es abstractamente objetiva; no se trata de una novela del "objeto", de un "sector" de la sociedad como en los escritores posteriores, aunque Balzac presenta con la más refi­nada dirección ce la acción todos los momentos de la capitalización de la literatura, lermitiendo que sólo dichos momentos del capita-

• lismo actúen sob. e el escenario. Dicho aspecto "socialmente común" no aparece minea de forma directa en un primer plano. Los perso­najes en Balz ic no son nunca "meras figuras", que expresan deter­minadas facetas de la realidad social al escribir. La totalidad de las determinantes sociales se expresa de forma irregular, complicada, enredada, contradictoria en el conjunto de pasiones personales y su-

Balzac: las ilusiones perdidas 107

cesos casuales. La determinación de los hombres y las situaciones individuales se realiza cada vez a partir de la totalidad de las fuerzas socialmente determinadoras, nunca de una forma simple y directa. De esta forma, esta novela tan profundamente general es, a la vez y de forma inseparable, la novela de un hombre único y particular, Lucien de Rubremprés actúa -aparentemente— de forma autóno­ma contra las fuerzas internas y externas que retrasan su encumbra­miento, que - a l parecer- favorecen o impiden su camino por unas circunstancias o pasiones personales y casuales, pero que siempre sur­gen de forma diferente del mismo ser social que determina sus aspi­raciones.

Dicha unidad diversa constituye lo particular en la grande'za litera­ria de Balzac. Es igualmente la expresión poética para la grandeza y la exactitud de sus opiniones sobre el movimiento de la sociedad. • En contraste con numerosos grandes novelistas, Balzac no tiene ninguna "maquinaria" (piénsese en la torre de Wilhelm Meisters L'ehrjahre). Porque cada "rueda dentada" de la "máquina" de su acción es un hombre vivo completamente perfecto, con intereses, pasiones, aspec­tos trágicos y cómicos, etc., específicamente propios. Un ejem'ento de este complejo general de ser y conciencia le pone en relación con el complejo de acción de la novela, pero partiendo enteramente de sus propias tendencias vitales. Ahora bien, puesto que esta conexión nace orgánicamente de los intereses y las pasiones del personaje, es vivo y necesario. La necesidad interna propia y amplia, convierte a l ' personaje en parte integrante de la conducción de la acción. Dicha concepción de las figuras de,Balzac determina al mismo tiempo la. necesidad de su proyección externa de la acción. Por muy amplias que estén construidas las acciones de Balzac, se mueven en ellas tal cantidad de masas de figuras —y por cierto de personajes qué poseen • esta plenitud polifacética de la v ida- , que en la acción misma-sólo pueden expresarse plenamente unas pocas al mismo tiempo. Esta aparente carencia en la composición novelística de Balzac, sobre ia que descansa por otra parte su plenitud vital, hace que la forma ne­cesaria sea el ciclo. Los personajes típicos y de importancia, que en las respectivas novelas sólo son capaces de desarrollar dé forma epi­sódica unas facetas aisladas de su ser, se proyectan hacia fuera, exigen unas configuraciones donde la acción y el tema eslfcn escogidos de tal modo que sean precisamente ellos los que se hallen en el centro para poder desarrollar la totalidad de sus posibilidades y propiedades. (Piénsese en figuras como Blondet, Rastignac, Natham, Michel Chrés-tien, etc.). De esta forma la conexión cíclica está condicionada por la necesidad de la configuración de los personajes, por lo que nunca provoca una pedantería áspera como la mayoría de los ciclos^ incluso de los escritores más famosos. Porque las partes del C Í C J Q no están

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108 Cap. 5. Selección de textos

determinadas nunca por los hombres y sus determinantes externa­mente significativas, esto es, n i por meros periodos ni límites objeti­vos. ' • '

Así pues, en Balzac lo general es siempre concreto, real, y lleno dé ser. Se basa ante todo en la profunda concepción de lo típico en cada uno de los personajes. En la profundidad que, por una parte, no hace empalidecer lo individual, que no lo suprime, sino que, por el contrario, lo subraya y con ere tiza y que, por otra parte, enreda mu­cho las relaciones entre cada figura individual y el ambiente social del que' es producto, dentro y contra el cual actúa, pero permitiéndole manifestarse de forma clara y visible. Pero ni lo típico del personaje ni su relación con el ambiente social puede quedar reducido a un es­quema. Un personaje característico completo actúa dentro de una realidad social concretamente diversa: siempre se trata de la tota­lidad del desarrollo social que está en conexión con la totalidad de un' personaje característico. La genialidad del don inventivo de Bal­zac consiste precisamente en tal selección y movimiento de los per­sonajes, que, en cada ocasión, se encuentra en el centro de la acción aquella figura cuyas propiedades individuales son más adecuadas para ilustrar con la mayor variedad la faceta decisiva del proceso social en tiara conexión con el proceso total. De este modo, las partes del ciclo- se independizan y se vivifican como historias de unos destinos individuales'.' Sin embargo, esa individualidad proyecta siempre la

' luz de lo socialmente típico, de lo socialmente general, que por otra 1 parte sólo puede ser separado de la individualidad de forma concep­

tual y por un análisis posterior. En la obra misma, ambos se encuen­tran indivisiblemente unidos, como el fuego se halla unido al calor que emana; así ocurre en Ilusiones perdidas con la unión entre el ca­rácter de Lucien y la capitalización de la literatura.

LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN DE MASAS: LA IDEOLOGÍA DE LA PRENSA L I B E R A L EN C H I L E *

A. Mattelart, M. Mattelart, M. Piccini I

La ideología -escribe Adam Schaff- designa "las opiniones re­ferentes a los problemas del objetivo deseado en el desarrollo social; opiniones que se forman sobre la base de determinados intereses de

«clase, a cuya defensa contribuyen". 1

' .* Tomado de Cuadernos de la realidad nacional, número 3, Santiago de Chile, 1970. 1 1 Adam Schaff. "Marxisme et sociologie de la connaissance", en L'homme et la société, Ediciones Anthropos, París, número 10, pág. 139.

> Los medios de comunicac ión de masas ' 109

Esta definición que nos indica la génesis de la ideología (las opinio­nes referentes a los problemas sociales, moldeadas en el sentido de los intereses de una clase social), así como la función que ella cumple (es­tas opiniones sirven para defender dichos intereses), es la que adop­taremos para situar la perspectiva global de nuestro estudio.

A diferencia de la óptica empirista, que se detiene en el análisis simplemente estadístico del contenido manifiesto que trasmite el mensaje del medio de comunicación de masas, lo que nos interesa principalmente a nosotros, es el contenido latente de estos mensa­jes. El medio de comunicación de masas es contemplado aquí como el soporte de un conjunto de mensajes implícitos y estructurados, ex­presión del sistema de valores de una clase social determinada; siste­ma que defiende los intereses de dicha clase social y da origen a com­portamientos prescritos, frente a tal o cual problema social. Con el fin de señalar el nivel ideológico de los discursos humanos, 'materia­lizados en diarios, revistas, films, emisiones de televisión, etc., Bar-thes habla de las "connotaciones" del lenguaje; leguaje secundario, por oposición a las "denotaciones" o lenguaje primario (corriente y "objetivo"). Greimas, por su parte, prefiere la expresión "nivel mí t ico" . En una palabra, el análisis ideológico del contenido del me­dio de comunicación, trata de percibir el "sistema de los significados segundos".2

Por consiguiente, el problema de solución más difícil en el estudio de los contenidos latentes, consiste en identificar las estructuras que dan coherencia al mensaje y, en último análisis, organizan en un siste­ma el cuadro interpretativo de los medios de comunicación de'masas, a propósito de los fenómenos sociales. La insuficiencia del análisis del contenido manifiesto, deriva precisamente de que el empirismo, des­embocando forzosamente en la "asociación a tomí s t i c a " 3 de unida­des nocionales, está imposibilitado para descubrir el principio que preside a la organización del discurso y, por tanto, de unificar sus diferentes elementos. De ahí sü carácter simplemente descriptivo y su alergia a la explicación.

En este sentido, la lectura ideológica permite Jescodificar el sen­tido que tienen los mensajes, los cuales, a primer vista, pueden pa­recer banales, como, por ejemplo, los contenidos en las crónicas o emisiones acerca de la dietética, la moda, las crítfcas literarias, pine-matográficas o teatrales; o los más clásicos, y a veces más explícitos,

2 J. B. Fages. Le structuralisme en procés. Ediciones Privat. Tcrulousse, 1968, pág. 46; A. J. Greimas, Semantique structurale, Ediciones Larouse, París, 1966. Ver tamHién el conjunto de los libros de Roland Barthes, a los cuales nos referimos a lo largo de todo nues­tro trabajo, especialmente: Mytholigcs, 1958: Systéme dclamode, 1967; Le degréféro de ¡'escriture, 1953.

3 Según expresión de Jean Piaget, en Le structuralisme, PUF, París,*] 968.

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Cap. 5. Selección de textos

contenidos en los editoriales de los periódicos, de la radio o de la televisión. Todo lenguaje analizado a través del filtro de la ideología, aparece preñado de sentido ideológico, ya que revela la filigrana de una sociedad aprehendida en su totalidad, así como la inmanencia de los intereses que dicha sociedad protege. Desde este punto de vista, los mensajes implícitos revelados en las revistas románticas o en los seminarios juveniles, pueden ejercer una funciqfai mucho más "repre­siva" (en el sentido mercusiano de la palabra) en los estratos socia­les sometidos intensamente a ellos, que la propaganda política más sutil. Por definición, esta última es más explícita y descubre la fina­lidad de su discruso al expresarse, llegando bajo una sola dimensión al auditorio ya advertido. Los primeros, al contrario, encuentran desprevenido al auditorio en la mayoría de los casos y cubren todos los sectores de las representaciones. De este modo, el mensaje implí­cito puede invadir libremente el campo de su subconsciente.

Los medios de comunicación de masas que consideramos en nues­tro estudio, pertenecen a la esfera de una ideología de clase dominan­te, y constituyen los soportes de la ideología llamada genéricamente burguesa. Por tanto, reflejarán "la visión del mundo" ("un punto de vista coherente y unitario acerca del conjunto de la realidad", se­gún palabras de L . Goldmann), 4 que tiene esta clase y que ella desea hacer aceptar como la única razonable, la única objetiva y, por con­siguiente, la única universal. En la medida en que esta clase monopo­liza los medios de producción y domina la estructura del poder de la información, será su visión particular del mundo, la que tenderá a im­ponerse como visión general de este mismo mundo. Pues, como dice Marx: "Los pensamientos de la clase dominante son también, en to­das las épocas, los pensamientos dominantes; en otras palabras la cla­se que es potencia material dominante en la sociedad, es también la potencia espiritual". 5 Nuestro objetivo principal ha de ser, pues, el de establecer la manera cómo la clase dominante eleva - p o r medio del periódico o la revista - su verdad y sus intereses, al rango de verdad y de intereses universales; su concepto del bien y del mal, al rango de las categorías morales atemporales del bien y del mal. En sentido más operacional, la ideología burguesa puede ser considerada - en el medjo de comunicación de masas- como un conjunto de mecanismos de reducción de los fenómenos y de los procesos sociales a la escala del sistema de valores de la clase dominante. No nos interesan las "mentiras de la prensa liberal", sino los mecanismos de su mistifica­ción. .La categoría moral de la "mentira", que algunos utilizan para juzgar tal o cual diario, depende todavía demasiado del concepto mo-

4 L . Goldman: Recherches dialectiques, Ediciones Gallimard, París, 1959, pág. 46. 5 K. Marx y F . Fngcls: L'Ideologie Allemende, Ediciones Sociales, París, 1968, pág. 74.

La mitología m

ral impuesto por la burguesía, para ser capaz de poner, al. desnudo las falacias de la ideología burguesa. Solamente la desarticulación de los significados segundos o, en otras palabras, de la racionalidad burgue­sa, como sistema total de interpretación de la realidad, puede darnos a conocer los resortes ocultos de su empresa de persuación, llevada a cabo en el periódico o la revista. Empresa que, repitiendo las pala­bras de Marx, logra hacernos ver a los hombres y sus relaciones, con la cabeza hacia abajo, como una cámara oscura.

L A MITOLOGÍA

Los mecanismos reductores de la realidad, a los que hemos aludido, pueden agruparse bajo el nombre de mitos, y constituyen la mitología burguesa.6 El mito, en esta ideología, cumple una función determina­da: sitiar a las fuerzas capaces de contrariar o desenmascararla impos­tura de la clase dominante y su sistema. Cumple esta función explicando la realidad por medio de los mismos principios que sirven de cimientos al sistema. El mito no oculta la realidad del fenómeno, no niega las cosas (la negación y el rechazo del hecho empírico, sería más bien acti­tud propia de una prensa oscurantista); hace, por el contrarió,desapa­recer el sentido indicativo de una realidad social que dicho fenómeno podría tener, asignando a este fenómeno una explicación que oculta las contradicciones del sistema. En últ imo análisis, esta explicación aparente no traspasa nunca el nivel de la constatación, ya que jamás trasciende el sistema social existente. Como escribe Barthes„el mito vacía de lo real los fenómenos sociales, deja al sistema inocente: lo purifica. En cierto modo, priva a estos fenómenos de su sentido his­tórico y los integra a la "naturaleza de las cosas". Por ejemplo, dan­do una explicación coherente con el sistema de valores de la burgue­sía a la rebelión juvenil, el mito permite dar a lo insólito'(el emerger de una fuerza de protesta) un rostro conocido o cognoscible; en upa palabra "banaliza" la información. El público -audi tor , ' lector o espectador- al recibir el fenómeno "rebelión juvenil" explicado (o mejor, constatado) con los instrumentos del sistema, por el medio de comunicación de masas, lo encontrará "natural" y no tratará,de inter­pretarlo como fenómeno que pone al descubierto las crisis que afee; tan a las estructuras de la sociedad existente y la p í n e n ' e n tela de juicio. Así por ejemplo, el beatnik o el hippie, vaciados de su con­tenido de oposición a los valores ético sexuales de la sociedad impe­rialista quedan asimilados a una corriente poética o a un grupo que cultiva la holganza. El mito, 'pues, domestica la realidad, la anexa

6 Ver Roland Barthes: Mythologies, Ediciones de Scuil, París, 1958.

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112 Cap. 5. Selección de textos

en provecho de una pseudorrealidad: la realidad impuesta por el sis­tema, la cual no es "real", sino admitiendo las bases sobre las cuales se halla edificada la ideología burguesa (la clase dominante como parámetro de objetividad y universalidad).

A nuestro parecer, y tomando en cuenta su modo de operar, así cqmo' los efectos que tienen sobre el sistema, los mecanismos 'de reducción'a los que aludimos, deben considerarse desde dos pun­tos'de vista: 1. la recuperación y 2. la dilución. Podemos hablar de 'estrategia de recuperación, cuando el procedimiento empleado por el medio de comunicación de masas, para privar de cebo al fenó­meno social, viene a alimentar la dinámica del sistema social que lo absorbe. Uno de los ejemplos más clásicos que tendremos ocasión de estudiar en lo sucesivo, es el conjunto de las estrategias empleadas, para recuperar la protesta política de la juventud, estrategias por medio de las cuales la clase dominante, promoviendo su noción del orden! asegura para si el control del proceso represivo.

Por el contrario, nos encontramos en presencia de una estrate­gia-de dilución, cuando el medio de comunicación social prive al fe­nómeno de su sentido conflictivo y lo integre en el background o fondo de representaciones estereotipadas. Uno de los casos más típi-'cos es el de la íotonovda, en la cual, el llamado "orden del corazón" disuelve lo social. En otro registro, reteniendo solamente ciertos símbolos formales de hippie (por ejemplo las flores sicodélicas) la prensa diluye la finalidad de protesta ético sexual de una parte de la sociedad tecnocrática.

Sería erróneo creer que los administradores del mito se encuen­tran solamente en la clase llamada dominante, o grupo que mono-póliza el poder económico y el poder de la información. El medio liberal de comunicación de masas, no es el único vehículo de propa­gación para los mitos. En realidad éste no hace otra cosa que ratifi­carlos, reactualizarlos diariamente; o sea, en cierto modo, expresarlos y comunicarlos, haciéndolos aflorar a la superficie de la sociedad. La sociedad -moldeada por la clase dominante- en la que se inscribe 'nuestra actividad social e individual, es una sociedad construida de acuerdo al "proyecto" burgués y, como tal, se halla marcada por la

..mitología destinada a racionalizar y justificar las instituciones ins-• tauradas por esta clase.

Los "pensamientos dominantes", en efecto, se institucionalizan; se encarnan en instituciones que, a imagen de esos pensamientos, reflejan el concepto de la clase dominante respecto a las institucio­nes capaces de conferir a su sistema todas las garantías de estabilidad y de armonía en las relaciones sociales, ambas cosas vitales para la protección de sus intereses económicos. El orden social, presenta­do como orden natural, independiente de los intereses de clase y

La milotogía 113

elaborado - c o n gran refuerzo de doctrinas morales y jurídico polí­t icas- para defender valores llamados universales (libertad, demo­cracia, justicia, etc.), es en realidad un orden burgués cuyo origen' se ha perdido de vista y que impregna todas las representaciones co­lectivas. Los componentes mismos de la idiosincrasia nacional (otro concepto al parecer unificante) son' la imagen formada por la clase dominante acerca de lo que debe ser el patrimonio idiosincrásico del país. Esta inmanencia de la burguesía al nivel de todas las institucio­nes de la sociedad, multiplica considerablemente los efectos de la función conativa (o función persuasiv;¡ del auditorio) que tiene el medio de comunicación libera!. En la medida en que el destinatario del mensaje trasmitido, se halle ya inmerso en una institucionajidad burguesa reflejada en el soporte del mensaje, la interacción receptor-mensaje, tiene todas las probabilidades de consolidar las representa­ciones colectivas que legitiman (y al mismo tiempo son creadas por ella) las estructuras de la sociedad existente. L a estrategia de persua­den del auditorio., se halla edificada en cierto modo sobre un argu­mento ad hominem por lo cual, se confunde a! auditor o al lector, oponiéndole sus propias palabras o sus propios actos. El poder dei medio liberal se halla así reforzado por una infraestructura menta! que este medio endosa, a veces subrepticiamente, pero siempre de

•manera eficaz. Porque, aunque el receptor "ideologizado" muestre clara desconfianza hacia la zona política de la ideología burguesa "y hacia las correspondientes representaciones de esa prensa, por ejem­plo, queda amplio margen de zonas aparentemente neutras, que e! consenso general admite como naturales, es decir, incontaminadas e incontaminables por ios intereses de clai-e. Ahora bien, son estas zonas intermedias, en apariencia sin peso ideológico, las que-configu-ran los rasgos de la personalidad burguesa y pactan a fin de cuentas con la determinación política de la clase dominante. A la inversa, muchos aspectos de la prensa de izquierda muestran penetración de la ideología burguesa que los ha hecho formar filas -demasiado rápi­damente - en el registro "neutro" de los dominios o de los proce­dimientos que son reflejo más sutil del orden burgués. (Véase por ejemplo, la estrategia de reducción aplicada por parte de esta pren­sa a los grupos extremistas). ^

Precisamente porque este orden burgués está internalizado en cada individuo, es decir, que penetra sus costumbres, sus gustos, sus reflejos, independientemente del estrato social del que forman pai­te, adquiere este estatus de universalidad y es promovido al rango de orden natural. 7 Para convencerse, basta referirse, a t í tulo de ejem-

7 Citemos a Barthes: "Practicadas nacionalmente, las normas burguesas son vividas como leyes evidentes de un orden social: cuando más propaga sus representaciones la clase burguesa, más se nacionalizan estas representaciones. El hecho burgués se absorbe en un

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114 Cap. 5. Se lecc ión de textos

pío, a un acontecimiento que hubiera podido quedar en el rango de sucesos. Se trata de la agresión a un periodista de Concepción. Este acontecimiento permitió calibrar hasta qué punto se produce, en pri­mera instancia, un consenso que es solamente entre representaciones colectivas. El análisis semántico de las declaraciones que siguieron directamente al atentado -demasiado precipitadas, por otra par­t e - y hechas por los diversos sectores, indican una línea de continui­dad entre las representaciones de los sectores, cualquiera que sea su determinación política. El consenso de la indignación se realiza en nombre de valores llamados universales, pero que, en realidad, no son sino valores apoyados sobre realidades burguesas y que sirven para mantenerlas. La indignación nacional se produce con mayor facili­dad por ser el hecho original de naturaleza moral, cosa que para mu­chos y de manera paradojal, es un dominio axiológicarnente neutro. Es interesante hacer notar que todas las declaraciones se creían obli­gadas -desde las primeras palabras y para no romper el consenso e incurrir en las iras de un auditorio indignado- a condenar la inmo­ralidad del atentado.

Todos caen en la trampa cuando la esfera de esta moral gira en tomo a lo sexual. (El sexo ¿no es una categoría biológica, natural, y por tanto sin implicaciones ideológicas?). }Y la puerta está abierta para que una condenación tan rápida, .en nombre de principios mo­rales, degenere en defensa de las libertades llamadas democráticas: libertad de prensa, condenación de la violencia, etc. Es el principio burgués de la defensa de la libertad de prensa que, como veremos, no es en realidad sino la defensa de la propiedad de los medios de comu­nicación social, por grupos monopolistas que, mientras estigmatizan la inmoralidad de un grupo polít ico, presunto autor de un atentado, silencia la inmoralidad de la prensa amarilla, representada por la vícti­ma de la agresión. Sólo después de reponerse y en un acto reflexivo -motivado por la violación de la autonomía universitaria fuera de algunas personas que lo hicieron en los primeros días, apareció el he­cho cargado de un "significado segundo" a los ojos de otros sectores. Más adelante se nos presentará la ocasión de volver sobre este tema.

LAS REPRESENTACIONES C O L E C T I V A S

Mientras los individuos y los diversos grupos sociales no logran diferenciar - p o r medio de un esfuerzo de desmistif icación- sus re­presentaciones y el orden que les ha dado origen, la representación

L n o X con mayor seguridad". Mythologies. Op. at., pag. 249.

Las representaciones colectivas 115

colectiva asimilada por los individuos, llega a constituir un sistema • de autorrepresión y de autocensura que la convierte en uno dé los ins­trumentos más eficaces de la dominación social. ¿Por qué?

1. El orden burgués promovido al rango de orden natural, puede ser administrado por clases que no sean la clase dominante-. Como el único poder real es el poder sobre las fuerzas de producción, la bur­guesía hegemónica puede consentir en conceder delegaciones de po­der político, ya que en las representaciones colectivas o .manera de concebir el orden, la justicia, la represión; o lo que son o deben ser el arte, la cultura, la educación, etc., la presencia burguesa se Halla laten­te y asegura el consenso fundamental. Por medio de la representa­ción colectiva indiscernible de su experiencia vivida, 8 dominado se convierte a sí mismo en agente de su al ienación 9 . Por este motivo, las burguesías manifiestan absoluto sentido de contingencia respec­to de la forma política de dominación, y pueden sentirse tan confor­mes con una democracia formal, como con un régimen dictatorial ilustrado. (Sus llamadas a la sedición se encuentran con demasiada frecuencia en la prensa liberal, para que nos engañemos sobre este punto). El nudo gordiano de los fracasos (o de sus victorias a lo Pirro) de los regímenes reformistas, se halla precisamente ahí: ' las estrate­gias neocapitalistas de desarrollo -agrupadas generalmente bajo el nombre de desarrollismo - al emprender reformas parciales, como la, reforma agraria, no ven la importancia de estas representaciones co­lectivas y, creyendo en su evolución mecánica, veri que sus esfuerzos son recuperados por el orden burgués, el cual crea entonces para el campesino emancipado, el ideal de la nueva clase media rural y el ac­ceso a la sociedad de consumo. La importancia del medio de comu­nicación de masas aparece aquí como v i t a l . 1 0 El mensaje reformista

8 Althusser precisa el significado de la "experiencia vivida" en los términos siguientes: "La ideología es sin duda, un sistema de representaciones; pero estas representaciones, en su mayoría, son imágenes y a veces conceptos; pero, sobre todo, se impenen como estructuras a la inmensa mayoría de los hombres, sin pasar por sus conciencias. Son objetos culturales percibidos -aceptados- soportados, que actúan funcionalmente sobre los hombres, me­diante un proceso que les escapa. Estos hombres "viven" su ideología como ef cartesiano' "veía o no veía" (si no la fijaba) la luna a doscientos pasos: en absoluto como una forma de conciencia, sino como un objeto de su "mundo mismo". La revolución teórica de Marx, Siglo XXI, México, 1967, cap. /.

9 Gramsci, para designar la fuerza unitaria de la ideología, hablaba de ésta en términos metafóricos, utilizando la palabra cemento, destinado a consolidar el edificio social. (Ideo­logía: "Concepción del mundo que se manifiesta implícitamente en el arte, en el derecho, en la actividad económica, en todas las manifestaciones de la vida individual y colectiva. En otras palabras el problema que se presenta es conservar la unidad ideológica en odo el con­glomerado social, el cual, precisamente, se ve cimentado y unificado por esta ideología de­terminada"). Gramsci A., Oeuvres choises, Ediciones Sociales, París, 1959, pág. 22.

1 0 A título de ejemplo, durante una encuesta realizada a comienzos de 19j69 entre cam­pesinos de la provincia de Colchagua, una zona especialmente afectada por la R. A., el 5496 de los campesinos escuchaba la radioemisora Agricultura, administrada por terratenientes.

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116 Cap. 5. Selección de textos

trasmitido en las campañas de concientización desarrolladas por los organismos oficiales, entra en conflicto con el mensaje tecnocrático del medio de comunicación social, monopolizado por la clase domi­nante (fenómeno agravado en la misma medida en que la reforma agraria es sólo un fenómeno parcial y no masivo; y en la medida, además, en que dicha reforma no corresponde a cambios paralelos de las estructuras urbanas en la industria, en la banca, etc.).

Es muy significativo que la sociología burguesa, al tratar los fenó­menos de anomía en los países del Tercer Mundo -de esa ausencia de concordancia entre la experiencia cotidiana y las normas que sirven dé cuadro a esta experiencia y debieran regularla- centre siempre su análisis causal en los cuellos de botellas provocados por las modifica­ciones de las estructuras asociadas a la modernización de la economía. Pero'el problema principal no' radica en estos inconvenientes, n i pue­de explicarse de manera total y satisfactoria por la fórmula mágica de la transición. Las contradicciones que producen en la personalidad del campesino recién emancipado, no son otra cosa que la proyección de las contradicciones de la sociedad burguesa, que deja subsistir institu-cionalmente el mecanismo de las políticas y de las teorías desarrollis-tas.. En efecto, es muy probable que esta anomía no sea un gollete de éstrangulamiento pasajero, una discontinuidad transitoria, sino un rasgo persistente, característico de la esencia misma de la sociedad burguesa, en estado puro o "remozado" por la tentativa reformista.

'•Una vez más, esta observación nos muestra claramente cuan aprisio­nada se halla la sociología burguesa dentro del cepo del statu quo; hasta qué punto se encuentra desprovista de las categorías conceptua­les más elementales cuando se trata, no ya de legitimar las estructuras de la sociedad existente y de integrar el individuo en esta sociedad "modificada", sino de transformarla radicalmente, sustituyendo los principios sobre los cuales se encuentra edificada, es decir, tratando de suprimir la fuente de los antagonismos sociales y la reificación burguesa del hombre.

2. La permanencia de estas representaciones burguesas colectivas, vividas como naturales, escinde la personalidad del hombre revolucio­nario e instala en él una personalidad conflictiva. "La forma cultural burguesa nos separa, contra nosotros mismos, desdé dentro de noso­tros mismos... La burguesía está én nosotros como un obstáculo para comprender y realizar el proceso revolucionario..." Dualismo que "divide al hombre en sensibilidad propia y racionalidad exter­na, que abre un abismo entre lo subjetivo y lo objetivo". 1 1 Siendo

1 1 L.Rozitchner: "La izquierda sin sujeto", en: Pensamiento Crítico, La Habana, ene­ro 1968, pág. 162. Este mismo autor añade: "Las soluciones capitalistas mantienen la per­sistencia en el desequilibrio y la desintegración... las soluciones ratificadas por la cultura burguesa, adecuadas a sus categorías de ordenamiento y de acción, son las que mantienen

Las representaciones colectivas 117

imposible la marginalidad absoluta, la autoalienación del individuo que vive las contradicciones de la sociedad burguesa, llega a ser una regla de supervivencia que lo inmuniza preventivamente contra otras representaciones. Esto explica el hiato inmenso que se abre entre la determinación política y las representaciones éticas y estéticas, mar­cadas por la racionalidad burguesa, en la personalidad del hombre de izquierda. De ahí la escisión entre las actitudes de determinación po­lítica y las que se observan frente a las instituciones burguesas. Esta in­congruencia entre las actitudes, ha sido estudiada ya empír icamente . 1 5

Recordemos solamente este caso flagrante, .que instala la contradic­ción en la personalidad de los jóvenes revolucionarios: la incoheren­cia entre las actitudes de radicalización política y é l concepto de la mujer y de la familia, calcado sobre el modelo más puro de familismo burgués. Es de temer que, en el dominio de la imagen dé l a culera, la autoalienación sea tanto más fuerte cuanto más haya neutralizado este dominio la burguesía, elitizándolo.

Los representantes de la sociedad burguesa explican este maniqueís-mo de la personalidad, que aisla la determinación política de las repre­sentaciones, por el asincronismo en la evolución de la personalidad, de la cultura y de la sociedad, asincronismo inherente a las sociedades en tránsito de una fase tradicional a otra moderna. Las categorías tradicionalismo-modernismo tienen nuevamente, a su parecer, la vir­tud mágica de poder explicarlo todo; pero en realidad no explican nada fundamental. No hacen más que introducir en la explicación.un nuevo maniqueísmo que desideologiza el sentido de la personalidad conflictiva. 1 3 Hemos aludido ya el hecho de que las nociones moder­no y tradicional, no son valorativamente neutras. Con anterioridad a la elección de estas categorías, existe una elección ideológica referente al tipo de sociedad en la cual dichas categorías, al insertarse en ella,

-en vez de resolverlos- estos desequilibrios. El individuo sometido al sistema de produc­ción capitalista -producción de objetos y de ideas- encuentra preformados en la culturi que recibe -en sí mismo- aquellos modelos de solución que vuelven nuevamente a sumirlo en el conflicto y acondcnarlo a la frustración y a la falta de salida", pág. 155.

Los estudiantes de la Revolución de Mayo en Francia, respondían a quienes les repro­chaban confusión en las ideas, no saber lo que querían: "Si el objetivo consiste en dar na­cimiento a "verdaderas relaciones humanas", la cuestión no es partir de dichas relaciones; en primer lugar porque no existen y, además porque nuestra imaginación alienada no nos permi­te entreverlas, sin que esta imaginación sea alienante ella misma como lo es todo idealismo. La nueva sociedad no debe ser imaginada, sino creada. Es preciso crearla c imaginarla al mis­mo tiempo en un proceso activo de dcsalienación, proceso que no debe confundirse con el desconocimiento pasivo, que sería la alienación suprema". Consúltese C. Lalive d'Epinay: "Apuntes sobre el fenómeno estudiantil europeo" en Cuadernos de la Realidad Nacional, Santiago, número 2, enero, 1970.

, J A. y M. Mattelart: Juventud chilena: rebeldía y conformismo. Editorial Universita­ria, Santiago de Chile, en prensa.

1 3 Véase, acerca del carácter bipolar de esta teoría las críticas hechas en este sentido por C. W. Mills; en: L'imagination sociologique, Ediciones l'rancois Maspero, París, 1967.

4

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118 Cap. 5. Selección de textos

adquieren reaiidad histórica. Concebido originalmente como tipo ideal que facilita las tareas del análisis de las sociedades, lo moderno ha llegado a ser un modelo teleológico de estratificación social y de cultura, sinónimo de una sociedad de abundancia, en la que domina lo tecnológico que celebra el crepúsculo de las ideologías. Nada más ambiguo, por ejemplo, que definir el "modernismo" de las actitudes respecto ai estatus de la mujer. El concepto mismo de emancipación femenina - exp re s ión de ese famoso modernismo- varía totalmente según se mire a la luz de la racionalidad burguesa, o a través del lente desmistificador de la racionalidad marxista.

Para la primera, la redistribución de los papeles en el interior de la familia y de la sociedad, desemboca fatalmente en la degeneración feminista, donde los papeles del hombre y de la mujer asumen una nueva definición a expensas del antagonismo, y donde se proyecta el principio individualista sobre el cual se halla construida la socie­dad burguesa, principio que aisla a la mujer de los demás grupos so­ciales. Para la segunda, la igualdad de los sexos no es sinónimo de asimilación ni tampoco aisla el grupo femenino del resto de los gru­pos sociales, sino que hace de él un elemento de presión tendiente a lograr la transformación de las estructuras y mentalidades de la so­ciedad.

Por otra parte, la actitud considerada moderna para la mujer de cla­se media superior, en una sociedad de estratificación rígida, no puede inscribirse en el registro de la modernidad sino de manera muy rela­tiva. Mientras la mujer realiza su emancipación, o sea, trabaja, estu­dia, etc., a costa de la explotación de otras clases, por la permanencia de servicios domésticos; y mientras la distribución de papeles no sea paralela, porque el marido no está obligado a redefinir su papel, es di­fícil afirmar que existen actitudes decididamente modernas. Este ejemplo hace ver claramente la necesidad de considerar la dimensión ideológica, si no se quiere hacer servir el modelo bipolar de la transi­ción a cualquier fin que sea precisamente el rechazo total del cambio social.

Estas pocas observaciones parecen adquirir importancia, por cuan­to, como tendremos ocasión de verlo más adelante, el medio de comu­nicación de masas liberal, pretende también por su parte - igual que la sociología burguesa- imponer la neutralidad social de la tradición y de la modernización. Estas observaciones son también fundamenta­les para situar el trabajo desmistificador que define el análisis de la ideología implícita: se trata de descubrir las contradicciones del sis­tema burgués en todos los niveles de la producción social (económico, político, jur ídico, moral) y su proyección en los individuos. En esta empresa, el examen de los mensajes trasmitidos por el medio de comunicación de masas, es solamente uno de los numerosos aspectos

El estereotipo social. 119

del trabajo para descubrir esos "núcleos de obstrucción racional"','4

que la burguesía ha instalado en la sociedad y en los individuos. Mira­do desde este punto de vista, podemos caracterizar el modo de ope­rar del periódico y de la revista liberales, como la búsqueda de una justificación y racionalización de las contradicciones inherentes a la forma de producción capitalista.

Por otra parte, veremos - a medida que las fuerzas sociales .que enjuician al sistema emprendan acciones más y más opúestas'a la insti-tucionalidad burguesa que los recursos arguméntales utilizados por el diario, la revista etc... , serán cada vez más draconianos y desenmas­cararán progresivamente la red implícita de la ideología burguesa. Se presenciará una escala de violencias y de protestas que variarán de acuerdo a su carácter más o menos revelador de las contradicciones de la sociedad, y a cada fase corresponderán estrategias de recupera­ción de la reivindicación, que se escalonarán conforme al grado de desquiciamiento que esta protesta cause a dicha institucionalidad.

EL ESTEREOTIPO SOCIAL

Último punto importante, antes de cerrar esta exposición de la ideología: la relación entre esta última y los estereotipos.

La ideología burguesa, tal como la hemos definido anteriormente, puede caracterizarse diciendo que es el establecimiento de Una racio­nalidad en el cuadro de un sistema social determinado. La ideología se halla, pues, relacionada con la formación de conceptos que tienden a presentar categorías de pensamiento lógico (lógico en la medida en que se aceptan los presupuestos epistemológicos sobre los cuales se halla edificada la ideología). Globalmente su modo de aprehensión de la realidad, se realiza por medio de proceso cognoscitivo que se conforma al criterio de objetividad que da coherencia interna al siste­ma conceptual. Los conocimientos -v i s ión del m u n d o - que crista­lizan los conceptos, condicionan y orientan los comportamientos y las actitudes de los individuos.

El estereotipo, al contrario, es la resultante de un modo de capta­ción pragmática de la realidad, en la cual interviene la actitud emo­cional y volitiva de los individuos o grupos sociales* Resulta, pues, un modo esencialmente subjetivo de aproximación; dominado por el valorativo. Por ejemplo, los estereotipos sociales que fijan cierta ima­gen de la clase obrera o de la clase superior, imagen capaz de guiar los comportamientos entre las clases sociales, se expresan en juicios de simpatía, de hostilidad^ de indiferencia.

1 4 L . Rozitchner, art.,cit.

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»120 Cap. 5. Selección de textos

'Sin embargo, es difícil separar la aparición de los estereotipos de la ideología, y viceversa. En efecto, ambos -bajo formas dife­rentes- traducen un determinado sistema de valores. Es así como lbs estereotipos sociales, tales como: "el proletario es sucio", "el negro es perezoso", pueden darse solamente en una sociedad cuya ideología institucionalizada, esté construida sobre un sistema de va­lores que admita la explotación social. Los estereotipos de la sucie­dad y de la pereza, no son otra cosa que la expresión emocional - a nivel de la r e a c c i ó n - de un conjunto de relaciones sociales racionali­zadas en el sistema de dominación. El estereotipo viene a explicar a,cjuí una situación de miseria y, por tanto, a justificar la explotación

•o marginalización del proletariado, o el empleo de la fuerza para obli­gar a trabajar al colonizado y explotar sus riquezas.

Puede verse ya el lugar que ocupará el estereotipo en el medio de comunicación social liberal, cuando se trate de hacer pasar, a clase que no tienen acceso a la captación objetiva de la realidad, el mensaje de la explotación y la consiguiente delegación de poder, para tomar el relevo en esta explotación, llegando así a constituir subconjuntos ideológicos, relacionados todos con una matriz: la ideología burguesa.

Igual que la ideología, el estereotipo social es un producto elabora­do por la clase dominante. De ahí que los estereotipos referentes a la personalidad modal de un país (por ejemplo, en Chile: el chileno, in­glés de Sudamérica) expresa la visión de una sola clase acerca de esta personalidad modal, la cual no toma en cuenta el hecho de que la existencia de una estratificación social rígida, origina subculturas muy diferentes unas de otras. Esta constatación no impide esta otra: que ciertos grupos sociales pueden crear estereotipos a n t í d o t o s 1 5 to­mados en préstamo de otras realidades sociales, diferentes a las de la clase dominante; pero en estos casos, tales estereotipos quedan cerca-

' dos por la ideología dominante. Lo que afirmaba Lenin de la cultura nacional, permanece totalmente válido: "cada cultura nacional com­porta elementos -hasta algunos no desarrollados- de una cultura de­mocrática y socialista; pero en cada nación existe, de igual modo, una cultura burguesa... no sólo en el estado de "elemento", sino bajo la forma de cultura dominante". , t

' Si tuviésemos que comparar la ideología con el estereotipo, po­dríamos recurrir a los análisis de Adam Schaff. "Hay, como parte in­tegrante de toda ideología, ciertos estereotipos de grupos humanos, de oficios, de comportamientos, etc., enlazados con el sistema de valores reinante en cada caso. La ideología no es, pues, idéntica al

1 S Esto és cierto para los subconjuntos ideológicos. ' 1 6 Citado por Nikos Poulantzas: Pouvoir politique et Classes Sociales, Ediciones F .

Maspero, París, 1968, pág. 226.

El estereotipo social 121

y estereotipo; tampoco está en relación de clase o de subclase, aunque la ideología y los estereotipos se hallen estrictamente relacionados y ejerzan influencia mutua unos sobre otros. Porque así como los este­reotipos influyen sobre la formación de los estereotipos sociales".17" Este conjunto de observaciones nos permite añadir otra variable en la lectura ideológica del medio de comunicación de masas.

En realidad, los mecanismos racionalizantes de la .dominación burguesa, no varían sustancialmente en el espacio ni en el tiempo. El análisis paralelo de las prensas liberales europea y chilena, por ejem­plo, no arroja diferencias esenciales en cuanto a los procedimientos a los cuales recurren con el fin de recuperar la protesta juvenil. Y, si leemos los precursores de la ideología burguesa, tales como Adam Smith y Malthus, encontramos ya una acabada elaboración del voca­bulario de la mistificación de una clase que decreta su cuadro concep­tual, como el único representativo de la racionalidad.

Pero es preciso admitir que el tipo de burguesía dominante, así como el sistema de producción que le da forma, es elemento determi­nante en la fijación de estos estereotipos y de su interacción coi) la ideología. Es claro que los estereotipos de grupos de hombres, de profesiones, de comportamientos, a los que se refiere Adam Schaff como parte integrante de toda ideología, difieren mucho entre una sociedad donde la burguesía conquistante ha realizado una revolu-1

ción industrial, y otra donde la burguesía dependiente ha rehusado sistemáticamente la industrialización y ha impedido el deslizamiento de la estructura social. Habrá diferencia, no sólo en las categorías de los estereotipos, sino también en su posibilidad de aterrizaje en las ac­titudes y comportamientos capaces de mayor o menor efectividad. La internalización de estos estereotipos, se halla efectivamente en rela­ción directa con el grado de conformismo y de acriticismo que exige la sociedad a los individuos o a los grupos sociales. Es evidente que no podemos agotar por el momento este tema, ya que constituye uno de los objetos de'diversas lecturas ideológicas, que aspira a disecar los estereotipos de la prensa liberal chilena, y a descubrir sus relaciones con la racionalidad burguesa. Así pues, solamente al final de este es­tudio podrán avanzarse ciertas hipótesis que precisen este punto.

1 7 Adam Schaff: "Langage et action humaine", en /. 'Homme et la Société, F.dicioncs Anthropos, Paris, numéro 3, pdg. 44.

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ó

CONCLUSÍONES

Hemos visto que el concepto de comunicación puede entenderse como el acto de relación mediante el cual dos o más sujetos evocan en común un significado. ' • '

Este significado puede o no tener el mismo sentido, el mismo "uso espiritual". Y este sentido nunca será unidimensional, podrá in­terpretarse de diversas maneras. Lo importante es que por.lo menos haya un sentido preponderante que tanto el emisor como el receptor entiendan.

Hemos definido el concepto de información como un conjunto de mecanismos que permiten al individuo retomar los datos de su am­biente y estructurarlos de una manera determinada, de modo que 1« sirvan como guías de su acción.

Estos dos conceptos se oponen y se complementan. Es de,e'ir, una nueva información se opone a las informaciones anteriores que diri­gían de una manera determinada la acción. Si este modo de informar la acción no se comparte con otros sujetos, la comunicación se rompe _

•entreellos. ' ; La comunicación cohesiona y conforma la sociedad, mientras que

la información tiende a romper con esa cohesión y a renovar las pau­tas de relación. Sin embargo, ambos conceptos son inseparables.

Estos conceptos deben estudiarse dentro de su contexto y, para hacerlo, las diversas corrientes teóricas proceden de .tfistintas'mane­ras. Un instrumento fundamental para el estudio sociológico de la comunicación-información es el de estructura social: según la con­cepción que se tenga de estructura social, habrá modos maso menos opuestos de estudiar lo que nos ocupa. Los conceptos de medios de •comunicación, de retroalimentación, de código, de emisor, de recep­tor y las formas de su evolución estarán marcados por el modo de concebir la composición de la sociedad.

123

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124 Cap. 6. Conclusiones

Los funcionalistas tienden a concebir la estructura social como una interrelación que se manifiesta a nivel fenoménico; pues todos pode­mos constatar que una institución cubre necesidades de otra y ésta a su vez, de otra, formando entre ellas un orden social. Se suelen util i­zar un símil biológico para ejemplificar este conjunto de interrelacio-¡lés ordenadas; a la manera como los órganos cubren necesidades o realizan funciones los unos con respecto de los otros, para que el or­ganismo funcione adecuadamente. Dentro del funcionalismo hay diversos conceptos de estructura; al parecer, todos ellos concuerdan en que este orden puede verse al nivel de los fenómenos si se obser­van metódica y atentamente. Los hechos, entonces, pueden ubicarse en su contexto como producto de instituciones o de individuos in­mersos en un conjunto institucional y correlacionarse, para establecer tendencias probables.

Para el científico estructuralista, las estructuras no se manifiestan a lá observación atenta y ordenada. Hay que construir "simulacros" lógicos que nos permitan comprender los hechos que la vida social ha impregnado de significación, ya que el sentido social de estos hechos nos revela el carácter social de la conducta. Estos simulacros son las estructuras, o, si se prefiere, los modelos estructurales. Éstos se han elaborado a partir de la lingüística de Saussure. Enuncian las relacio­nes sintácticas y semánticas de la vida social. Con los modelos se pre­tende descubrir las reglas inconscientes que estructuran las normas sociales.

Para la corriente marxista, el nivel de los fenómenos directamente observable es muy importante, no porque nos explique las relaciones estructurales, sino porque es precisamente lo que se debe explicar. Por otra parte hay que buscar las estructuras significativas y construir modelos lógicos, ya que la organización social no es algo que se pre­sente con claridad.. Pero también considera, y en esto es distinta a las dos corrientes anteriores, que el pensamiento de los actores sociales está condicionado por su práctica material concreta. El modo o los modos en que se enfrentan las clases sociales para constituir un tipo dé sociedad, en determinadas condiciones materiales, condiciona sus conciencias: la infraestructura condiciona de distintas maneras las superestructuras, así como está condicionada a su vez por ellas. Así, las, unas repercuten en las otras, para formar las estructuras sociales en transformación.

Los funcionalistas consideran que los medios de comunicación pueden estudiarse como instituciones que cubren ciertas necesidades de la estructura; es decir, que cumplen funciones importantes para el mantenimiento del orden social en su proceso paulatino de transfor­mación. Cuando las instituciones que realizan funciones secundarias - como podría ser el caso del periódico - dejan de existir, la organi-

Conclusiones 125

zación social se transforma de alguna manera y se inventan nuevas instituciones que cubran las necesidades.

La forma de presentar los mensajes varía según cada medio; cada uno tiene su manera peculiar de agrupar "'mensajes paralelos". Según las modalidades propias de cada medio, se definen mejor y más precisa­mente sus funciones. Así, para determinar el lugar de cada uno de ellos dentro de la estructura social, hay que conocer sus características, lo cual nos permitirá delimitar mejor sus funciones manifiestas y laten­tes, así como lograr una mejor planificación y optimización de ellos.

Para los estructuralistas, los medios son sólo modalidades de tras­misión, a través de las cuales los hechos ya cargados de significación para la sociedad, - o sea, aquello que constituye el carácter social de la conducta- se vuelven a estructurar con formas que enriquecen más o menos su fuerza de expresión. Es decir, los medios son los nue­vos condicionantes para codificar o reforzar lo que socialmente tiene ya algún sentido.

Entonces, aj| estudiar los medios de comunicación, los estructu-realistas tienen un doble problema: por una parte, especificar las es­tructuras lógicas que conforman el fenómeno del sentido y, por otra, ver las peculiaridades con que ese sentido puede trasmitirse por los distintos medios de comunicación.

Para los autores marxistas que aquí hemos seguido, hay que estu­diar cada estructura significativa como fruto de una praxis social. En esta perspectiva, cada medio de comunicación impondrá sus caracte­rísticas y ¡a estructura significativa deberá conformase a cada medio, pero también cada medió condicionará su función a la estructura, o estructuras significativas que lo dirigen, según las prácticas sociales a que los emisores se han abocado.

(En la confrontación de las tres perspectivas, que hemos queri­do esclarecer a lo largo del presente trabajo, podríamos sacar muy diversas conclusiones sobre los distintos aspectos de la comunicación humana, como el mensaje, el emisor, el receptor, el código, la retro-alimentación, la codificación, la decodificación, etc. Esta sería una tarea muy laboriosa y prolongada, que indudablemente nos UeVaría a ampliar más nuestro ensayo. Quede esta tarea para un trabajo pos­terior. Por ahora intentaremos concluir algo en relación a los concep­tos de comunicación e información y a algunas de sus relaciones.)

Como ya hemos señalado, para los funcionalistas, la comunica­ción se estudia a nivel fenoménico, esto es, a nivel de lo que aparece. Cuando Wilbur Schramm nos dice que hay que estudiar no sólo el contenido manifiesto de la comunicación, sino también su conteni­do latente, vemos que este contenido latente está expresado por un conjunto de signos que pueden observarse directamente, constatarse, tabularse, correlacionarse. No se requieren instrumentos que nos

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126 Cap. 6. Conclusiones

ayuden a trascender nuestros sentidos, basta simplemente agudizarlos y aprender a relacionar lo que hemos observado.

Cuando se nos señala que comunicación es el "compartir una orientación con respecto a un conjunto informacional de signos," de­bemos entender que ese "compartir" sucede a nivel fenoménico, a nivel de lo que aparece latente o manifiesto ante la observación aten­ta. La observación descubrirá su relación a un orden, a un conjunto de valores e instituciones o, para decirlo de una vez, a una estructura, pues es a partir de ella que los diversos mensajes de nuestra comuni­cación toman su sentido.

_ Los estructuralistas tienen otro modo de estudiar la realidad. La comunicación, como cualquier otro hecho social, no puede estudiarse satisfactoriamente a nivel de los fenómenos. Nuestros sentidos nos en-gapan. Las estructuras no se nos presentan directamente. Son meca­nismos lógicos 'que construye el científico y que nos esclarecen la manera como se interrelaciona un conjunto de hechos para producir un sentido socialmente reconocido y expresado. Sin ernbargo, este sentido reconocido y expresado es engañoso. Lo que el científico estructuraüsta tiene que descubrir es el conjunto de interrelaciones que produce ese sentido, las reglas que producen las normas sociales.

En esta perspectiva, la comunicación en cualquier sociedad, cons­tituye un conjunto estructurado de significaciones. Los hombres evo­can el sentido de las cosas según su entender. Y en la medida que ese entender sea común, se comunican. Lo importante, sin embargo, es descubrir el conjunto de interrelaciones que son las condiciones de posibilidad de ese entender, ese sentido, ese conjunto de fenómenos

. que puede leerse directamente en la conducta social. Lo fundamen­tal, pues, es el estudio de lo que permite que los fenómenos se car­guen de sentido para una sociedad y que sean evocados en común.

Para los marxistas, los dos planteamientos anteriores son necesarios pero no suficientes. Necesitamos conocer los fenómenos, verlos con claridad y delimitarlos. También debemos ver las sucesivas interde-terminaciones que condicionan la producción del sentido y que van formando estructuras significativas; pero esto no basta. Las diversas estructuras significativas se forman a partir de las prácticas sociales que originan la estructura, suceden dentro de la estructura y además cir­cunscriben límites a la conciencia. Estos límites no pueden superar­se, si no se transforman las prácticas dentro de la vida social. Estas

• prácticas pueden reconocerse dentro de un proceso de lucha de clases. La comunicación entre sujetos inmersos en distintas estructuras

significativas se posibilitará hasta cierto punto, más allá del cual no se puede evocar en común los mismos sentidos del significado.

' Una estructura de comunicación deberá entenderse, al descubrir las interrelaciones que hacen que puedan producirse significados con

Conclusiones , 127

sentido, comunes a los miembros de una sociedad;y se explicácuando puede conocerse su origen y su inserción dentro de un sistema mayor, donde están en contradicción las distintas estructuras significativas.

Dentro del funcionalismo, la información tiende a interpretarse como un conjunto de datos que disminuye la incertidumbre. Los da­tos son entonces una especie de informadores, de transformadores del individuo y la sociedad. Por lo general, los funcionalistas no intentan explicar cómo es que los datos reducen la incertidumbre; simplemen­te constatan "el hecho". Pero en esta situación, los datos mismos se personalizan. No son ya los hombres los que eliminan la incertidum­bre y de alguna manera forman la sociedad, sino los datos mismos.

Sin embargo, al hablar de grupos de referencia, se establece que los datos serán orientados por el sujeto, según convenga a los grupos a que pertenece, y serán rechazados cuando no convengan a ellos. Pero esto siempre se estudia al nivel del fenómeno tal como aparece o al nivel de las normas que se pueden descubrir a través de una ob­servación atenta y directa.

Dentro del estructuralismo la cuestión es diferente. Si la sociedad se constituye en la medida que tiene determinadas reglas o estructuras, que tienden a producir el sentido de los acontecimientos y las normas externas para juzgarlos, los datos que se nos presentan son interpreta­dos aparentemente según las normas observables directamente; pero en realidad, esas normas se constituyen o se informan por las reglas que operan en una sociedad determinada para producir el sentido. Los individuos entonces se hayan atrapados dentro de estructuras que les dan pautas para informar su acción en relación a los datos que reci­ban. El sujeto tiene interiorizadas las reglas que producen las normas, las cuales se aplican a cada caso. ,

Entonces si describimos las reglas que construyen las normas ten­dremos una guía más. segura para explicar la interpretación de I Q S -hechos en una sociedad; tendremos la posibilidad dé prever, hasta cierto punto, la transformación de las normas que aparentemente guían a los sujetos en sociedad para informar su acción ante tal o cual nuevo dato.

Según la corriente marxista, los datos del ambiente se informarán por los sujetos, según las estructuras significativas, y se opondrán a otras estructuras significativas que le son adversas. Los enfrentamién-tos de los hombres en sus luchas, les posibilitarán erfriquecer los da­tos con que cuentan, les permitirán transformar sus estructuras de interpretación y, por lo mismo, dirigir de un modo nuevo.su acción, cambiar sus estructuras significativas o, si se prefiere, sus pautas-de información.

Los sujetos en sociedad tienen patrones de interpretación sobre los datos que se les presentan, según las estructuras significativas que

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128 Cap. 6. Conclusiones

conforman en sus prácticas sociales. Éstas son guías para orientar su acción, son modos de informarlas, pero al mismo tiempo son un lími­te: los grupos sociales no pueden actuar conscientemente contra sus intereses de clase.

Finalmente nos toca concluir sobre la externa contradicción en­tre comunicación-información, la cual nosotros consideramos como las dos caras de una misma moneda.

. .Dentro del funcionalismo esta contradicción parece no existir. La comunicación y la información son dos funciones armónicas y complementarias: yo comparto cierto conjunto de signos con otros; esté conjunto tiende a reducir la incertidumbre con respecto a tal o cual cuestión. Yo no puedo evocar en común con otros ciertos da­tos y no puedo comunicarme sin una mínima información, al menos para mostrarle, aunque sea como significado latente, que me interesa continuar en comunicación con él; lo cual, aun cuando sea en grado mínimo, reduce la incertidumbre o tiende a evitarla.

Si la información se concibe como complementaria de la comunica­ción dentro de un proceso armónico, no tiene sentido el concepto de ruptura que hemos señalado entre estos dos conceptos. Tampoco lo tiene, si se concibe un conflicto social como la manera de mantener

,o reactivar el orden. Por ejemplo, cuando un grupo se rebela, porque quien posee el mando formalmente no cumple con eficiencia las nor-mas-que la sociedad ha reconocido, esta rebelión tiende a restablecerlas o reactivarlas. En realidad, el modo de informar los datos no ha cam­biado sustancialmente; la ruptura se ha dado contra un individuo, pero las pautas de información del sentido de los hechos sociales siguen básicamente inalteradas. No puede hablarse de contradicción entre comunicación e información. ' ' .Por otra parte, si sólo se /e el contenido directamente observa­ble de la comunicación y, por i onsiguiente, sólo pueden verse las nor­mas externas y no las reglas que estructuran a las normas, entonces pareciera que los informadores son los datos mismos. A este nivel, no puede separarse lo que se ha informado y se evoca en común de aquello que lo informa y que ha roto con otros modos de informar. «' Dentro, del estructuralismo, la contradicción entre la comunica­ción y la información parece no plantearse como problema. Las re­glas que los hombres han asimilado en sociedad producen normas que les permiten evocar en común los mismos significados, con más o me­nos los mismos ".entidos o con sentidos previsibles por ellos. Estas reglas estructura.i los datos, los informan, hacen que puedan evocarse en común, pero no se señalan momentos de ruptura entre diversos sentidos comunicables.

•En esta perspectiva, tiene sentido hablar de la información y de la comunicación como dos elementos distintos, uno subalterno

Conclusiones M9

al otro, pero no como opuestos. No se hable pues, de procesos de cambio, mientras aquí hemos definido la información como un me­canismo que tieide a producir la ruptura con viejas formas de comu­nicación o con modos anteriores de mantener la sociedad.'

Dentro de la corriente marxista, que hemos presentado a grandes rasgos, es donde cobra sentido la oposición entre ambos conceptos para explicar los procesos de transformación social.

Gracias a sus estructuras significativas, formados en procesos con­cretos de vida, los hombres pueden evocar en común un conjunto de significados, más o menos con el mismo sentido: pueden comunicar­se. A l enfrentarse con nuevas condiciones, los miembros de una so­ciedad, formados en determinadas estructuras significativas, empiezan a idear nuevos modos de acción. Los sujetos frente a ciertas condi­ciones, empiezan a ver que actuar igual que antes significa destruirse. Las estructuras significativas tienden a cambiar. La conciencia'em­pieza a visualizar nuevas posibilidades de informar la acción. Quie­nes se hayan quedado en las estructuras significativas anteriores, es­tán, en cierto sentido, incomunicados. La nueva sociedad tiene ahora nuevos patrones de información. Muchas de las ideas que antes se evocaban en común en un sentido, hoy tienen otro, y en la medida en que éste no sea explicable por los rezagados, no habrá comunicación con ellos. Quienes hayan seguido el proceso participando en una praxis, defendiendo los intereses de una clase social, tenderán a cam­biar sus estructuras significativas y, por tanto, sus modos de informar la acción, de interpretar los datos, y podrán evocar en común signifi­cados con un nuevo sentido.

La transformación del sentido constituye la posibilidad de un cambio más o menos sustancial de las estructuras materiales de la sociedad, pero al mismo tiempo está condicionado por ellas.

Así, los nuevos modos de informar los datos se condicionan por las estructuras materiales, y en la medida en que ambos se desarrollan, tienden a romper con los viejos sentidos de la comunicación anterior y a renovarlos; con ellos se renueva el orden social, por la acción de los hombres en condiciones sociales determinadas.

Por otra parte, en la medida en que las clases sociales, en sus prácti­cas concretas se acercan al máximo de conciencia posible, se acrecienta la dificultad de la comunicación, ya que las estructuras significativas de cada clase, que informan el sentido de su acción, serán cada vez más opuestas. ,

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i,

ÍNCJÍCF. AlÍAbÉlicO

A c c i ó n social, 13-14 y pensamiento, unidad, 54

Actante, 33. Véase también Estereo­tipo social

Actitudes de canalización, 71 Actividad estructuralista, 82-84

objetivo, 82 Alcance medio, teorías de, 25, 30 Al ienac ión, 47 -48 Althuseer, Louis, 115 Análisis

de la comunicac ión , 23 estructural, 37, 39 ideológico de los medios de comu­

nicación, 109-121 semio lóg ico , 40, 44

Animal symbolicum, 78 Aristóteles , 66 Artes, 83

función comunicativa, 79 estética, 79

sistema de las, 79 Aut'oalienación, 117

Bachelard, G . , 7 Balzac, Honorato de, 57, 101-108 Barthes, Roland, 12 ,37 ,40 ,42-43 ,80-

92, 109, 111, 113n Baudrillard, Jean, 44, 56 Bedeutung, 78n Bloque histórico, 52, 62 Bourdieu, Pierre, 58 Brecht, Bertolt, 86

Bremond, C , 37 Buyssens, E r i c , 79

Canal del mensaje, 31 Canalización, actitudes de, 71 Capitalismo, 52-53, 56 Capitalización del espíritu, 103 Carnap, Rudolf, 38, 78 Cassirer, Ernst, 78-79 Categorías

abstractas, 51 t

económicas , 51 (

simples, 50 Ciencia(s), 7

burguesa y marxismo, diferencia, 5 1 históricas, principios, 98 humanas, estructura en las, 94-95 naturales, func ión del c ient í f i co en

las, 94 origen, 42 proletaria, 48

elemento básico, 52 Cientí f ico

estructuralista, 42 , 124 función en las ciencias naturales, 94 social, 7 ,51 ^ ,

Cine, 23. característica esencial/ 14-15 códigos del, 37 > y teatro, 14-15

Círculo Lingüíst ico de Praga, 79n Clase dominante y medios de cpmuni-

cac ión de masas, 110

Código(s) 1-33

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134 Indice alfabetico

c inematográf ico, 37 morales, 55

Coeficiente de ^ d e t e r m i n a c i ó n , 46 Coherencia estructural, 93 Comics, 54 Comportamiento, investigadores del, 66 Compos ic ión , 83

leyes de, 38 Comunicac ión , 1 1-15, 29-30, 67, 123

análisis, según Me. Luhan, 23 contenido latente, 125 definición, 11, 28

• e información, 17 contradicción, 128-129

esquemas funcionalistas, 28, 30-31 • estructuras de, 44

niveles, 44 importancia, 63 medio colectivo de, 67

• modos de, 20 necesidades formales, 73-74 proceso de 68

en el estructuralismo, 44-46 en'el funcionalismo, 28-3 1

según el estructuralismo, 126 según el funcionalismo, 20,1.25-126 según el marxismo, 126 sistema de, 46

• social, 72-73 en el marxismo, 48 finalidad, 73

teoría general, principio básico, 28, 68

Comunicac ión de masas ' análisis ideológico, 109-121

finalidad, 118 medios de, 20-21, 47-48, 55, 109-

110, 112 , según el estructuralismo, 125

según el funcionalismo, 124-125 según el marxismo, 125

Conciencia, 49 de clase, 62 del signo

paradigmática, 88-90 simbólica, 88-89 sintagmática, 88, 90

falsa, 60 posible, 59-62

l ímite de la, 59 máx imo de, 59-60

Conducta

carácter social, 39 coeficiente de indeterminación, 46

Conflicto social, 22-23 Coser, Lewis, 22 Creación intelectual, 58

sociología de la, 58 Cronología, 27 Cultura, 86, 92

cool, 23 historia de la, estructura significa­

tiva en la, 93-94 hot, 23 nacional, 120

Decodif icac ión del mensaje, 23 Deixis, 77n Denotata, 78 Denotatum, 78 Desarrolíismo, 115 Designatum, 78 Diacronía, 82 Diagramas, 77 Difusión, medios de, 54 Di lución, estrategia de, 112 Disfunciones de la sociedad, 21-22 Dorfman, Ariel, 53-54 Dumézi l , Georges, 83 Durkheim, Emilio, 6, 27

Eco, Umberto, 37 E c o n o m í a , 51 Emancipación femenina, 118

según la racionalidad burguesa, 118 según la racionalidad marxista, 118

Emisor, 28 Empirismo funcionalista, 42 Engels, Federico, 49 Ensarnblaje, 84-85 Enzensberger, H . M., 22 Equilibrio social, 21-24 Escribir, 12 Escritura

instrumental, 43 ornamental, 43

Esquemas funcionalistas de la comuni­cac ión, 28, 30-31

Estatus, signo de, 56 Estereotipo social, 119. Véase también

ActanteJ e ideología 120-121

Estrategia

de dilución, 112

índice alfabetico

de persuasión, 113 de recuperación, 112

Estructura(s), .37-38,42, 81-82 anacrónica, 42 como modelo, requisitos, 38-39 de comunicac ión , 44

niveles, 44 de grupo, 44 de subordinación, 44 del lenguaje, 42 en ciencias humanas, 94 lingüística, 42 según el funcionalismo, 25, 124 significantes, 46 significativa, 55-58, 61, 92, 95, 98-

99, 124-125, 128 en historia de la cultura, 93-94 función histórica, 94

tipo, 34 Estructural-funcionalismo, 24-25, 27 Estructuralismo, 33-46, 87, 100

acrónico, 43 c ient í f ico , 83 comunicac ión según el, 126

medios de, 125 definición, 43-44, 82, 88 e historia, 41-43, 86-87 importancia, 85 información según el, 127 origen, 36 y l ingüística, 37-39 y semiología , 39-41

Experiencia humana, niveles de orga­nización según Peirce, 76

Expresionistas, 52-53

Falsa conciencia, 60 Feedback. Véase Mensaje de retorno F e n ó m e n o significante, 88 Festinger, León, 65 'Ficc ión, en una obra subliteraria, 53 Füoso f ía

del lenguaje, 75 origen, 42

F o n o l o g í a desarrollo, 90 Forma(s), 85

simbólicas, 78 Formalismo, 40 Frege .G. , 78 Freud, Sigmund, 89 Funcionalismo, 19-31, 124

características, 19-28

comunicac ión según el, 125-126 medios de, 124-125

información según el, 127 objetivos, 19

Funcionamiento del mundo, leyes de, 54

Gardin, J . C , 83 ' Género , 34 Genette, G . , 37 Gluckman, Max, 22 Godelier, Maurice, 42 Goethe, J . W., 105 Goldmann, Lucien, 48, 50, 58-59, 61,

92-100 ,110 , Gramsci, Antonio, 50, 52 ,54 ,62 ,115n Granger, G . G . , 83 Greimas, A . J . , 33-37, 42-43,' 80* 109 Grupo(s)

de referencia, 29, 71, 127 estructuras de, 44

Guiraud, Pierre, 39n

Hecho social, 6 H e g e L G . W . F . , 51 ,86 Hegemonía cultural, 52, 54 Historia

de la cultura, estructura significa­tiva en la, 93-94

y estructuralismo, 41-43,.86-87 y funcionalismo, 26-28

Historieta, 54 Hombre estructural, 82-83, 86 Homo significans, 86 H o m o l o g í a , 83, 90 Hovland, Cari , 65-66

Icono, 76-77 . . subdivisión, 77

Ideología , 52, 54, 115n, 119, • burguesa, 110, 119

precursores, 121 definición, 48, 108, 115n y estereotipo social, 120-121

Idiosincrasia nacional, 113 . Imágenes, 77 ^ Imaginación de los signos, 90-91

formal, 91-92 funcional, 91-92 profunda, 91

Imaginario, 82 Indeterminación de la conducta, coefi­

ciente de-, 46

Page 70: Comunicacion e Informacion(Paoli Antonio J.)

136 índice alfabético

índice , 77 Información, 15-17, 123

i def inición, 15,28 según el estructuralismo, 127 según el funcionalismo, 127 según el marxismo, 127 y Qomunicación, 17

contradicción, 128-129 Infraestructura, 124 Institución social, función, 19

1 Inteligibilidad en la historia de la cultura, 94-95 erl las ciencias naturales, 94

Interpretante, 76 Interrelación social, 24 Investigación

de pomunicación, 74 semiológica, 41

, Investigadores del comportamiento, 66

Janis, Irving L . , 66 Jaspers, Karl , 100

Katz, EI ihu .64 Klapper, Joseph T . , 65

Lalive d'Epinay, C , 117n , Langer, Suzanne, 79 Lasswell, Harold, 65-66 •Lazarsfeld, Paul, 25, 64-66 Lengua

definición, 77 > paradigma de la, 43

Lenguaje, 40-41, 75 estructura del, 42

' ' f i losofía del, 75 función, 78

• reglas del, 45 teoría general del, 75

•verbal, 78 Lenin, V . I . , 50, 120 Lévj-Strauss, Claude, 37-39 ,41-44 ,80 ,

83-84, 86, 90 Lewin, Kurt , 65-66 Leyes

de compos ic ión , 38 de funcionamiento del mundo, 54

Lingüística, 38, 40, 77, 82 ' descriptiva, 80n estructural, 36, 41, 79 y estructuralismo, 37-41

Literatura, 83, 86

mercanti l ización, 103-104 soc io logía de la, 57

Locke, John, 75 Lógica, 78 Lukács, Georg, 14-15, 48, 50-53, 57,

101-108 Luxemburgo, Rosa, 50

Maccoby, Nathan, 66 Malthus,T. R. 121 Marco de referencia, 28-29, 68 Marx, Karl , 49-51, 102, 110-111 Marxismo, 47-62, 124 1

comunicac ión según el, 126 medios de, 125

información según el, 127 y ciencia burguesa, diferencia, 51

Materialismo dialéctico, 50 Mattelart A. , 108-121 MattelartM., 108-121 Mauss, Marcel, 38 Me. Luhan, MarshaU, 23, 31 Medios

de difusión, 54 de producción, 47

Medios de comunicac ión masiva, 20-21, 47-48, 55, 109-110, 112

análisis ideológico, 109-121 cool, 23 finalidad, 118 hot, 23 y clase dominante, 110

Mensaje, 28-31, 42, 68, 125 aceptación o rechazo del, 70-71 característica, 45 de retorno, 30-31 decodif icación, 23 efecto, 70 interpretación del, 28-29 paralelo, 29, 69

Menzel, Herbert, 65 Mercancías, 56 Mercantilización de la literatura,

103-104 Merleau-Ponty, M., 89 Merton, Robert, 21, 25 Metáforas, 77 Metalenguaje intelectual, 82 M é t o d o

dialéctico, 48 marxista, 50-55

Indice alfabético' 137

Mito, en la ideología burguesa, 111-112 Mitología, 42

burguesa, 111 Mitologización de la realidad, 52 Moda, 55-56 Modalidades de trasmisión, 125 Modelo(s), 6

acrónicos, 43 actancial, 33-34 como estructura, requisitos, 38-39 estructura], 33, 36, 38, 124. Véase

también Simulacro, mecánicos . Véase Estructuras sig­

nificantes. Modernismo de las actitudes, 118 Modos de comunicac ión , 20 Morris, Charles, 38, 78-79 Mukarovsky, Jan, 79

Normas, 45 Novela de la desilusión, 101

Objeto, 76, 82 de consumo, elaboración, 56 paradigmático, 84 y sujeto, 54

Obra(s) de arte, 85 elementos, interdependencia, 93 no figurativas, 85 subliteraria, desarrollo, 53

Obstáculos epis temológicos , 7 Orden

burgués, 114 natural, 113-114 social, 113

Paradigma, 84, 87 de la lengua, 43 origen, 89

Parsons, Talcott, 25 Pascal, Blas, 6 1 , 6 3 , 95, 97-99 Peirce, Charles Sanders, 39n 75-78 Pensamiento(s)

dominantes, 112 y acción social, unidad, 54

Persuasión, estrategia de, 113 Piaget, Jean, 38 Piccini, M., 108-121 Plusvalía, 56 Pragmática, 38, 79 Praxis, 47

Primeridad, 76 Proceso, 52

de comunicac ión , 68 en el estructuralismo, 44-46 en el funcionalismo, 28-31'

de significación, 44 social, 48

Producción, 51-52 medios de, 47

Producto cultural masivo, desarrollo, 53 Propp, Vladimir, 34, 83, 90 Publicidad, 55-57 Publicista, 57 '

Racine, J . , 95, 97-99 Realidad, 57

mito logización, 52 Receptor, 28, 68 Recorte, 84 Recuperación, estrategia de, 112 Reglas del lenguaje, 45 Reificación de la realidad, 48 Relación(es)

entre los signos paradigmática, 76, 87-88 , s imbólica, 87 (

sintagmática, 88 semánticas, 44 • sintácticas, 44 . social, 13-14

Representaciones colectivas, 113-116 Representamen. Véase Signo » Resignación, como característica de. la

literatura burguesa del siglo xrx, 105

Retroal imentación, 72 Richard, J . P., 83 Rousseau, J . J . , 27 Rozitchner, L . , 116n Russel, Bertrand, 78

Saussure, Ferdinand de, 11, 36, 38-40, 45, 76-77, 82, 124

Schaff, Pidam, rT>8, 120-121 Schramm, Wübur, 22, 26, 28-30, 63-

75, 125 Secundaridad, 76 Semántica, 38, 78 Semiología , 39-41, 61, 77

elementos, 41 estructuralista, 40

Semiótica, 75-80

Page 71: Comunicacion e Informacion(Paoli Antonio J.)

138 Indice alfabético

antecedentes, 75 definición, 75

Shakespeare, William, 12 Significación

de objetos" de consumo, 44-45 t proceso de, 44

-significado, 11, 41, 45, 82 connotativo, 29, 69 denotativo, 29, 69 latente,, 29, 69 manifiesto, 29 ' • •

• superficial, 29 Significante, 11,82 Signo(s), 11, 39, 75

artístico, 79 conciencias del, 88 de estatus, 56 definición, 75-76 estét ico , 79 icónicos , 79 imaginación del, 90-91 no icónicos , 79 ocurrencia, 76n relaciones entre, 76, 87-88 tipo, 76n verbales, 75

Simbolismo, 88 S ímbolos , 77, 87-88

indícales, 77 sociología de los, 89

Simulacro, 41, 82-83, 124. Véase tam­bién Modelo estructural

características, 85 Sincronía, 72, 82 Sinécdoque , 77 Sinn, 78n

•Sintáctica, 38, 78-79 Sintagma, 88 Sisteraa(s),'39, 87

de 'comunicac ión, 46 de las artes, 79 de producción, 52 h e g e m ó n i c o , 52 l ingüíst ico, 79

secundarios, 80 s imból icos no l ingüísticos, 80 social, 24, 46

Situación de crisis, 53 Smith, Adam, 121 Sociedad, 17, 24

disfunciones de la, 21-22 equilibrio de la, 21-24

Socio logía , 38 burguesa, 116 de la creación intelectual, 58 de la literatura, 57 de los s ímbolos , 89 función, según Merton, 25 •

Subordinación, estructura de, 44 Sujeto y objeto, unidad, 54 Superestructura, 124 Surrealismo, 82

Técnica, 83 Teoría, 47

de alcance medio, 25, 30 funcionalista de la comunicac ión , 20

niveles de análisis, 20 general de la comunicac ión , 28, 68 general del lenguaje, 75

Terceridad, 76 Tipo ideal. Véase Modelo Todorov, T . , 37, 75-81 Totalidad, 50-52, 54 Trasmisión, modalidades de, 125 Trasmisor, 68 Trubetzkoy, N. S., 79, 83

Variables dependientes, 24 independientes, 24

Veron, Eliceo, 19, 38-39, 46 Vida consciente, carácter social y acti­

vo, 54

Weber, Max, 6, 13 Wright, Charles R. , 20

'i

Esta obra se terminó de imprimir el dia 10 de enero de 1985,

en los talleres de Litogràfica Tavera, S. A., Calle de la Salud núm. 42, loe. 5, Col. Sn. Feo. Culhuacán

Taxqueña, Deleg. Coyoacán, 04420, México, D. F., se encuadernó en Populiuro, S. A. de C. V.,

Calle 5 núm. 7-bis. Col. Alce Blanco. Edo de México, 53370,

se tiraron 5 000 ejemplares, más sobrantes de reposición