Condena Papal Y Conspiración Masónica

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http://fundacionsanvicenteferrer.blogspot.com/search/label/ Masoneria?updated-max=2012-01-02T13:41:00-08:00&max- results=20&start=21&by-date=false MARTES, 1 DE NOVIEMBRE DE 2011 «HUMANUM GENUS» SOBRE LA MASONERÍA Y OTRAS SECTAS Carta Encíclica del Papa León XIII promulgada el 20 de abril de1884 El humano linaje, después que, por envidia del demonio, se hubo, para su mayor desgracia, separado de Dios, creador y dador de los bienes celestiales, quedó dividido en dos bandos diversos y adversos: uno de ellos combate asiduamente por la verdad y la virtud, y el otro por todo cuanto es contrario a la virtud y a la verdad. El uno es el reino de Dios en la tierra, es decir, la verdadera Iglesia de Jesucristo, a la cual quien quisiere

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http://fundacionsanvicenteferrer.blogspot.com/search/label/Masoneria?updated-max=2012-01-02T13:41:00-08:00&max-results=20&start=21&by-date=false

MARTES, 1 DE NOVIEMBRE DE 2011HUMANUM GENUSSOBRE LA MASONERA Y OTRAS SECTASCarta Encclicadel Papa Len XIIIpromulgada el 20 de abril de1884

El humano linaje, despusque, por envidia del demonio, se hubo, para su mayor desgracia, separado de Dios, creador y dador de los bienes celestiales, qued dividido en dos bandos diversos y adversos: uno de ellos combate asiduamente por la verdad y la virtud, y el otro por todo cuanto es contrario a la virtud y a la verdad.El uno es el reino de Dios en la tierra, es decir, la verdadera Iglesia de Jesucristo, a la cual quien quisiere estar adherido de corazn y segn conviene para la salvacin, necesita servir a Dios y a su unignito Hijo con todo su entendimiento y toda su voluntad; el otro es el reino de Satans, bajo cuyo imperio y potestad se encuentran todos los que, siguiendo los funestos ejemplos de su caudillo y de nuestros primeros padres, rehusan obedecer a la ley divina y eterna, y obran sin cesar o como si Dios no existiera o positivamente contra Dios. Agudamente conoci y describi Agustn estos dos reinos a modo de dos ciudades contrarias en sus leyes y deseos, compendiando con sutil brevedad la causa eficiente de una y otra en estas palabras:Dos amores edificaron dos ciudades: el amor de s mismo hasta el desprecio de Dios edific la ciudad terrena; el amor de Dios hasta el desprecio de s mismo, la celestial[1].

2. En el decurso de los siglos, las dos ciudades han luchado, la una contra la otra, con armas tan distintas como los mtodos, aunque no siempre con igual mpetu y ardor. En nuestros das, todos los que favorecen la peor parte parecen conspirar a una y pelear con la mayor vehemencia, bajo la gua y auxilio de la sociedad que llaman de losMasones, por doquier dilatada y firmemente constituida.Sin disimular ya sus intentos, con la mayor audacia se revuelven contra la majestad de Dios, maquinan abiertamente y en pblico la ruina de la Santa Iglesia, y esto con el propsito de despojar, si pudiesen, enteramente a los pueblos cristianos de los beneficios conquistados por Jesucristo, nuestro Salvador.Llorando Nos estos males, y movido Nuestro nimo por la caridad, Nos sentimos impelidos a clamar con frecuencia ante el Seor:He aqu que tus enemigos vocearon; y levantaron la cabeza los que te odian. Contra tu pueblo determinaron malos consejos, discurrieron contra tus santos. Venid, dijeron, y hagmoslos desaparecer de entre las gentes[2].3. En tan inminente riesgo, en medio de tan atroz y porfiada guerra contra el nombre cristiano, es Nuestro deber indicar el peligro, sealar los adversarios, resistir cuanto podamos a sus malas artes y consejos,para que no perezcan eternamente aquellos cuya salvacin Nos est confiada, y no slo permanezca firme y entero el reino de Jesucristo que Nos hemos obligado a defender, sino que se dilate con nuevos aumentos por todo el orbe.

4. Los Romanos Pontfices Nuestros antecesores, velando solcitos por la salvacin del pueblo cristiano, conocieron muy pronto quin era y qu quera este capital enemigo, apenas asomaba entre las tinieblas de su oculta conjuracin;y como tocando a batalla les amonestaron con previsin a prncipes y pueblos que no se dejaran coger en las malas artes y asechanzas preparadas para engaarlos.Dise el primer aviso del peligro el ao 1738 por el papa Clemente XII [3] cuya Constitucin confirm y renov Benedicto XIV [4].Po VII [5] sigui las huellas de ambos, y Len XII, incluyendo en la Constitucin apostlicaQuo graviora[6] lo decretado en esta materia por los anteriores, lo ratific y confirm para siempre. Po VIII [7], Gregorio XVI [8] y Po IX [9], por cierto repetidas veces, hablaron en el mismo sentido.5. Y, en efecto, puesta en claro la naturaleza e intento de la secta masnica por indicios manifiestos, por procesos instruidos, por la publicacin de sus leyes, ritos y revistas, allegndose a ello muchas veces las declaraciones mismas de los cmplices, esta Sede Apostlica denunci y proclamabiertamente que la secta masnica, constituida contra todo derecho y conveniencia, era no menos perniciosa al Estado que a la religin cristiana, y amenazando con las ms graves penas que la Iglesia puede emplear contra los delincuentes, prohibi terminantemente a todos inscribirse en esta sociedad.Llenos de ira con esto sus secuaces, juzgando evadir o debilitar a lo menos, parte con el desprecio, parte con las calumnias, la fuerza de aquellas censuras, culparon a los Sumos Pontfices que las decretaron de haberlo hecho injustamente o de haberse excedido en el modo. As procuraron eludir el peso y autoridad de las Constituciones apostlicas de Clemente XII, Benedicto XIV, Po VII y Po IX; aunque no faltaron en aquella misma sociedad quienes confesasen, aun a pesar suyo,que lo hecho por los Romanos Pontfices, conforme a la doctrina y disciplina de la Iglesia, era segn derecho. En lo cual varios prncipes y jefes de Gobierno se hallaron muy de acuerdo con los Papas, cuidando, ya de acusar a lasociedad masnicaante la Silla Apostlica, ya de condenarla por s mismos, promulgando leyes a este propsito, como en Holanda, Austria, Suiza, Espaa, Baviera, Saboya y en algunas otras partes de Italia.

6. Pero lo que sobre todo importa es ver comprobada por los sucesos la previsin de Nuestros Antecesores. En efecto, no siempre ni en todas partes lograron el deseado xito sus cuidados prvidos y paternales; y esto, o por el fingimiento y astucia de los afiliados a esta iniquidad, o por la inconsiderada ligereza de aquellos, a quienes ms interesaba haber vigilado con diligencia en este negocio. As que en espacio de siglo y medio la secta de los Masones ha logrado unos aumentos mucho mayores de cuanto poda esperarse, e infiltrndose con tanta audacia como dolo en todas las clases sociales ha llegado a tener tanto poder que parece haberse hecho casi duea de los Estados.De tan rpido y terrible progreso se ha seguido en la Iglesia, en la potestad de los prncipes y en la salud pblica la ruina prevista muy de atrs por Nuestros Antecesores; y se ha llegado a punto de temer grandemente para lo venidero, no ciertamente por la Iglesia, cuyo fundamento es bastante firme para que pueda ser socavado por esfuerzo humano, sino por aquellas mismas naciones en que logran influencia grande la secta de que hablamos u otras semejantes que se le agregan como auxiliares y satlites.7. Por estas causas, apenas subimos al gobierno de la Iglesia, vimos y experimentamos cunto convena resistir en lo posiblea mal tan grave, interponiendo para ello Nuestra autoridad.En efecto, aprovechando repetidas veces la ocasin que se presentaba, hemos expuesto algunos de los ms importantes puntos de doctrina en que pareca haber influido en gran manera la perversidad de los errores masnicos. As, en Nuestra carta encclicaQuod apostoli munerisemprendimos demostrar con razones convincentes las enormidades de los socialistas y comunistas; despus, en otra,Arcanum, cuidamos de defender y explicar la verdadera y genuina nocin de la sociedad domstica, que tiene su fuente y origen en el matrimonio; adems, en la que comienzaDiuturnum, propusimos la forma de la potestad poltica moderada segn los principios de sabidura cristiana, tan maravillosamente acorde con la naturaleza misma de las cosas y la salud de los pueblos y prncipes. Ahora, a ejemplo de Nuestros Predecesores, hemos resuelto ocuparnos expresamente de la misma sociedad masnica, de toda su doctrina, as como de sus planes y manera de pensar y de obrar, a fin de que as llegue a conocerse,con la mayor claridad posible, su maliciosa naturaleza, y pueda evitarse el contagio de peste tan funesta.

8. Hay varias sectas que, si bien diferentes en nombre, ritos, forma y origen, unidas entre s por cierta comunin de propsitos y afinidad entre sus opiniones capitales, concuerdan de hecho con lasecta masnica, especie de centro de donde todas salen y adonde vuelven. Estas, aunque aparenten no querer en manera alguna ocultarse en las tinieblas, y tengan sus juntas a vista de todos, y publiquen sus peridicos, con todo, bien miradas, son un gnero desociedades secretas,cuyos usos conservan. Pues muchas cosas hay en ellas a manera de arcanos, las cuales hay mandato deocultar con muy exquisita diligencia, no slo a los extraos, sino a muchos de sus mismos adeptos, como son los planes ntimos y verdaderos, as como los jefes supremos de cada logia, las reuniones ms reducidas y secretas, sus deliberaciones, por qu va y con qu medios se han de llevar a cabo.A esto se dirige la mltiple diversidad de derechos, obligaciones y cargos que hay entre los socios, la distincin establecida de rdenes y grados y la severidad de la disciplina por que se rigen. Tienen que prometer los iniciados, y aun de ordinarios se obligan ajurar solemnemente, no descubrir nunca ni de modo alguno sus compaeros, sus signos, sus doctrinas. Con estas mentidas apariencias y arte constante de fingimiento, procuran los Masones con todo empeo, como en otro tiempo los maniqueos, ocultarse y no tener otros testigos que los suyos. Celebran reuniones muy ocultas, simulando sociedades eruditas de literatos y sabios, hablan continuamente de su entusiasmo por la civilizacin, y de su amor hacia los ms humildes:dicen que su nico deseo es mejorar la condicin de los pueblos y comunicar a cuantos ms puedan las ventajas de la sociedad civil. Aunque fueran verdaderos tales propsitos, no todo est en ellos. Adems, deben los afiliados dar palabra y seguridad deciega y absoluta obediencia a sus jefesy maestros, estar preparados a obedecerles a la menor seal e indicacin; y de no hacerlo as, a no rehusar los ms duros castigos ni la misma muerte. Y, en efecto, cuando se ha juzgado que algunos han traicionado al secreto o han desobedecido las rdenes, no es raro darles muerte con tal audacia y destreza, que el asesino burla muy a menudo las pesquisas de la polica y el castigo de la justicia.Ahora bien:esto de fingir y querer esconderse, de sujetar a los hombres como a esclavos con fortsimo lazo y sin causa bastante conocida, de valerse para toda maldad de hombres sujetos al capricho de otro, de armar a los asesinos procurndoles la impunidad de sus crmenes, es una monstruosidadque la misma naturaleza rechaza; y, por lo tanto, la razn y la misma verdad evidentemente demuestran que la sociedad de que hablamos pugna con la justicia y la probidad naturales.9. Singularmente, cuando hay otros argumentos, por cierto clarsimos, que ponen de manifiesto esta falta de probidad natural. Porque, por grande astucia que tengan los hombres para ocultarse, por grande que sea su costumbre de mentir, es imposible que no aparezca de algn modo en los efectos la naturaleza de la causa. No puede el rbol bueno dar malos frutos, ni el rbol malo dar buenos frutos[10]. Y los frutos de la secta masnica son, adems de daosos, muy amargos. Porque de los certsimos indicios antes mencionados resulta claro el ltimo y principal de sus intentos, a saber: destruir hasta los fundamentos todo el orden religioso y civil establecido por el cristianismo, y levantar a su manera otro nuevo con fundamentos y leyes sacadas de las entraas del naturalismo.10. Cuanto hemos dicho y diremos, debe entenderse de la secta masnica en s misma y en cuanto abraza otras con ella unidas y confederadas, pero no de cada uno de sus secuaces. Puede haberlos, en efecto, y no pocos, que, si bien no dejan de tener culpa por haberse comprometido con semejantes sociedades, con todo no participan por s mismos en sus crmenes e ignoran sus ltimas intenciones. Del mismo modo, aun entre las otras asociaciones unidas con la masonera, algunas tal vez no aprobarn ciertas conclusiones extremas que sera lgico abrazar como dimanadas de principios comunes, si no causara horror su misma torpe fealdad. Algunas tambin, por circunstancias de tiempo y lugar, no se atreven a hacer tanto como ellas mismas quisieran y suelen hacer las otras; pero no por eso se han de tener por ajenas a la confederacin masnica, pues sta no tanto ha de juzgarse por sus hechosy las cosas que lleva a cabo, cuanto por el conjunto de los principios que profesa.

11. Ahora bien: es principio capital de los que siguen el naturalismo, como lo declara su mismo nombre, que la naturaleza y razn humana ha de ser en todo maestra y soberana absoluta; y, sentado esto, descuidan los deberes para con Dios o tienen de ellos conceptos vagos y errneos. Niegan, en efecto, toda divina revelacin; no admiten dogma religioso ni verdad alguna que la razn humana no pueda comprender, ni maestro a quien precisamente deba creerse por la autoridad de su oficio. Y como, en verdad, es oficio propio de la Iglesia catlica,y que a ella sola pertenece, el guardar enteramente y defender en su incorrupta pureza el depsito de las doctrinas reveladas por Dios, la autoridad del magisterio y los dems medios sobrenaturales para la salvacin, de aqu el haberse vuelto contra ella toda la saa y el ahnco todo de estos enemigos.12. Vase ahora el proceder de la secta masnica en lo tocante a la religin, singularmente donde tiene mayor libertad para obrar, y jzguese si es o no verdad que todo su empeo est en llevar a cabo las teoras de los naturalistas. Mucho tiempo ha que trabaja tenazmente para anular en la sociedad toda influencia del magisterio y autoridad de la Iglesia; por esto proclaman y defienden doquier el principio de que"Iglesia y Estado deben estar por completo separados"y as excluyen de las leyes y administracin del Estado el muy saludable influjo de la religin catlica, de donde se sigue que los Estados se han de constituir haciendo caso omiso de las enseanzas y preceptos de la Iglesia.Ni les basta con prescindir de tan buena gua como la Iglesia, sino que la agravan con persecuciones y ofensas. Se llega, en efecto, a combatir impunemente de palabra, por escrito y en la enseanza, los mismos fundamentos de la religin catlica; se pisotean los derechos de la Iglesia; no se respetan las prerrogativas con que Dios la dot; se reduce casi a nada su libertad de accin,y esto con leyes en apariencia no muy violentas, pero en realidad expresamente hechas y acomodadas para atarle las manos. Vemos, adems, al Clero oprimido con leyes excepcionales y graves, para que cada da vaya disminuyendo en nmero y le falten las cosas ms necesarias; los restos de los bienes de la Iglesia, sujetos a todo gnero de trabas y gravmenes y enteramente puestos al arbitrio y juicio del Estado; las Ordenes religiosas, suprimidas y dispersas.

13. Pero donde, sobre todo, se extrema la rabia de los enemigos es contra la Sede Apostlica y el Romano Pontfice. Quitsele primero con fingidos pretextos el reino temporal, baluarte de su independencia y de sus derechos; en seguida se le redujo a situacin inicua, a la par que intolerable, por las dificultades que de todas partes se le oponen; hasta que, por fin, se ha llegado a punto de que los fautores de las sectas proclamen abiertamente lo que en oculto maquinaron largo tiempo, a saber, que se ha de suprimir la sagrada potestad del Pontfice y destruir por entero el Pontificado, instituido por derecho divino.Aunque faltaran otros testimonios, consta suficientemente lo dicho por el de los sectarios, muchos de los cuales, tanto en otras diversas ocasiones como ltimamente, han declarado que el propsito de los Masones es perseguir cuanto puedan a los catlicos con una enemistad implacable, y no descansar hasta lograr que sea destruido todo cuanto los Sumos Pontfices han establecido en materia de religin o por causa de ella.Y si no se obliga a los adeptos a abjurar expresamente la fe catlica, tan lejos est esto de oponerse a los intentos masnicos, que antes bien sirve a ellos. Primero, porque ste es el camino de engaar fcilmente a los sencillos e incautos y de atraer a muchos ms; y despus, porque, abriendo los brazos a cualesquiera y de cualquier religin, consiguen persuadir de hecho el grande error de estos tiempos, a saber, el indiferentismo religioso y la igualdad de todos los cultos;conducta muy a propsito para arruinar toda religin, singularmente la catlica, a la que, por ser la nica verdadera, no sin suma injuria se la iguala con las dems.

14. Pero ms lejos van los naturalistas, porque, lanzados audazmente por las sendas del error en las cosas de mayor momento, caen despeados en lo profundo, sea por la flaqueza humana, sea por un justo juicio de Dios, que castiga su soberbia. As es que en ellos pierden su certeza y fijezaaun las verdades que se conocen por luz natural de la razn, como son la existencia de Dios, la espiritualidad e inmortalidad del alma humana.Y la secta de los Masones da en estos mismos escollos del error con no menos precipitado curso. Porque, si bien confiesan, en general, que Dios existe, ellos mismos testifican no estar impresa esta verdad en la mente de cada uno con firme asentimiento y estable juicio. Ni disimulan tampoco ser entre ellos esta cuestin de Dios causa y fuente abundantsima de discordia; y aun es notorio que ltimamente hubo entre ellos, por esta misma cuestin, no leve contienda. De hecho la secta concede a los suyos libertad absoluta de defender que Dios existe o que no existe; y con la misma facilidad se recibe a los que resueltamente defienden la negativa,como a los que opinan que existe Dios, pero sienten de El perversamente, como suelen los pantestas; lo cual no es otra cosa que acabar con la verdadera nocin de la naturaleza divina, conservando de ella no se sabe qu absurdas apariencias. Destruido o debilitado este principal fundamento, sguese que han de quedar vacilantes otras verdades conocidas por la luz natural: por ejemplo, que todo existe por la libre voluntad de Dios creador; que su providencia rige el mundo; que las almas no mueren; que a esta vida ha de suceder otra sempiterna.15. Destruidos estos principios, que son como la base del orden natural, importantsimo para la conducta racional y prctica de la vida, fcilmente aparece cules han de ser las costumbres pblicas y privadas. Nada decimos de las virtudes sobrenaturales, que nadie puede alcanzar ni ejercitar sin especial gracia y don de Dios,de las cuales por fuerza no ha de quedar vestigio en los que desprecian por desconocidas la redencin del gnero humano, la gracia divina, los sacramentos, la felicidad que se ha de alcanzar en el cielo.Hablamos de las obligaciones que se deducen de la probidad natural. Un Dios creador del mundo y su prvido gobernador; una ley eterna que manda conservar el orden natural y veda el perturbarlo; un fin ltimo del hombre y mucho ms excelso que todas las cosas humanas y ms all de esta morada terrestre; stos son los principios y fuente de toda honestidad y justicia; y, suprimidos stos, como suelen hacerlo naturalistas y masones, falta inmediatamente todo fundamento y defensa a la ciencia de lo justo y de lo injusto. Y, en efecto, la nica educacin que a los Masones agrada, y con la que, segn ellos, se ha de educar a la juventud, es la que llama laica, independiente, libre; es decir, que excluya toda idea religiosa. Pero cun escasa sea sta, cun falta de firmeza y a merced del soplo de las pasiones, bien lo manifiestan los dolorosos frutos que ya se ven en parte; en dondequiera que esta educacin ha comenzado a reinar ms libremente, una vez suprimida la educacin cristiana,prontamente se han visto desaparecer las buenas y sanas costumbres, tomar cuerpo las opiniones ms monstruosas y subir de todo punto la audacia en los crmenes. Pblicamente se lamenta y deplora todo esto, y aun lo reconocen, aunque no querran, no pocos que se ven forzados a ello por la evidencia de la verdad.16. Adems, como la naturaleza humana qued inficionada con la mancha del primer pecado, y por lo tanto ms propensa al vicio que a la virtud, requirese absolutamente para obrar bien sujetar los movimientos obcecados del nimo y hacer que los apetitos obedezcan a la razn. Y para que en este combate conserve siempre su seoro la razn vencedora, se necesita muy a menudo despreciar todas las cosas humanas y pasar grandsimas molestias y trabajos. Pero los naturalistas y masones, que ninguna fe dan a las verdades reveladas por Dios, niegan que pecara nuestro primer padre, y estiman, por tanto, al libre albedro en nada amenguado en sus fuerzas ni inclinado al mal [11]. Antes, por lo contrario, exagerando las fuerzas y excelencia de la naturaleza, y poniendo en sta nicamente el principio y norma de la justicia, ni aun pensar pueden que para calmar sus mpetus y regir sus apetitos se necesite una asidua pelea y constancia suma. De aqu vemos ofrecerse pblicamente tantos estmulos a los apetitos del hombre:peridicos y revistas, sin moderacin ni vergenza alguna; obras dramticas, licenciosas en alto grado; asuntos para las artes, sacados con proterva de los principios de ese que llaman realismo; ingeniosos inventos para una vida muelle y muy regalada; rebuscados, en suma, toda suerte de halagos sensuales, a los cuales cierre los ojos la virtud adormecida. En lo cual obran perversamente, pero son en ello muy consecuentes consigo mismos, quienes quitan toda esperanza de los bienes celestiales, y ponen vilmente en cosas perecederas toda la felicidad, como si la fijaran en la tierra. Lo referido puede confirmar una cosa ms extraa de decirse que de creerse. Porque, como apenas hay tan rendidos servidores de esos hombres sagaces y astutos como los que tienen el nimo enervado y quebrantado por la tirana de las pasiones, hubo en la secta masnica quien dijo pblicamente y propuso que ha de procurarse con persuasin y maa que la multitud se sacie con la innumerable licencia de los vicios, en la seguridad que as la tendrn sujeta a su arbitrio para poder atreverse a todo en lo futuro.17. Por lo que toca a la vida domstica, he aqu casi toda la doctrina de los naturalistas. El matrimonio es un mero contrato: puede justamente rescindirse a voluntad de los contratantes; la autoridad civil tiene poder sobre el vnculo matrimonial. En el educar los hijos nada hay que ensearles como cierto y determinado en punto de religin; al llegar a la adolescencia, corre a cuenta de cada cual escoger lo que guste. Esto mismo piensan los Masones; no solamente lo piensan, sino que se empean, hace ya mucho, en reducirlo a costumbre y prctica. En muchos Estados, aun en los llamados catlicos, est establecido que fuera del matrimonio civil no hay unin legtima; en otros, la ley permite el divorcio; en otros se trabaja para que cuanto antes sea permitido. As, apresuradamente se corre a cambiar la naturalezadel matrimonio en unin inestable y pasajera, que la pasin haga o deshaga a su antojo.Tambin tiene puesta la mira, con suma conspiracin de voluntades, la secta de los Masones en arrebatar para s la educacin de los jvenes. Ven cun fcilmente pueden amoldar a su capricho esta edad tierna y flexible y torcerla hacia donde quieran, y nada ms oportuno para lograr que se forme as para la sociedad una generacin de ciudadanos tal cual ellos se la forjan. Por tanto,en punto de educacin y enseanza de los nios, nada dejan al magisterio y vigilancia de los ministros de la Iglesia, habiendo llegado ya a conseguir que en varios lugares toda la educacin de los jvenes est en manos de laicos, de suerte que, al formar sus corazones, nada se les diga de los grandes y santsimos deberes que ligan al hombre con Dios.

18. Vienen en seguida los principios de la ciencia poltica. En este gnero dogmatizan los naturalistas que los hombres todos tienen iguales derechos y son de igual condicin en todo; que todos son libres por naturaleza; que ninguno tiene derecho para mandar a otro, y el pretender que los hombres obedezcan a cualquier autoridad que no venga de ellos mismos es propiamente hacerles violencia. Todo est, pues, en manos del pueblo libre; la autoridad existe por mandato o concesin del pueblo; tanto que, mudada la voluntad popular, es lcito destronar a los prncipes aun por la fuerza.La fuente de todos los derechos y obligaciones civiles est o en la multitud o en el Gobierno de la nacin, organizado, por supuesto, segn los nuevos principios. Conviene, adems, que el Estado sea ateo; no hay razn para anteponer una a otra entre las varias religiones, pues todas deben ser igualmente consideradas.19. Y que todo esto agrade a los Masones del mismo modo, y quieran ellos constituir las naciones segn este modelo, es cosa tan conocida que no necesita demostrarse. Con todas sus fuerzas e intereses lo estn maquinando as hace mucho tiempo, y con esto dejan expedito el camino a no pocos ms audaces que se inclinan a peores opiniones, pues proyectan la igualdad y comunidad de toda la riqueza,borrando as del Estado toda diferencia de clases y fortunas.

20. De lo que sumariamente hemos referido aparece bastante claro que sea y por dnde va la secta de los Masones. Sus principales dogmas discrepan tanto y tan claramente de la razn, que nada puede ser ms perverso. Querer acabar con la religin y la Iglesia, fundada y conservada perennemente por el mismo Dios, y resucitar despus de dieciocho siglos las costumbres y doctrinas gentlicas, es necedad insigne y muy audaz impiedad. Ni es menos horrible o ms llevadero el rechazar los beneficios que con tanta bondad alcanz Jesucristo, no slo a cada hombre en particular, sino tambin en cuanto viven unidos en la familia oen la sociedad civil, beneficios sealadsimos hasta segn el juicio y testimonio de los mismos enemigos. En tan feroz e insensato propsito parece reconocerse el mismo implacable odio o sed de venganza en que arde Satans contra Jesucristo.As como el otro vehemente empeo de los Masones, el de destruir los principales fundamentos de lo justo y lo honesto, y animar as a los que, a imitacin del animal, quisiera fuera lcito cuanto agrada,no es otra cosa que empujar el gnero humano ignominiosa y vergonzosamente a su extrema ruina.21. Aumentan el mal los peligros que amenazan a la sociedad domstica y civil. Porque, como otras veces lo hemos expuesto, hay en el matrimonio, segn el comn y casi universal sentir de todos los pueblos y siglos, algo de sagrado y religioso: veda, adems, la ley divina que pueda disolverse. Pero si esto se permitiera, si el matrimonio se hace profano, necesariamenteha de seguirse en la familia la discordia y la confusin, cayendo de su dignidad la mujer y quedando incierta la prole tanto sobre sus bienes como sobre su propia vida.22. Pues el no cuidar oficialmente para nada de la religin, y en la administracin y ordenacin de la cosa pblica no tener cuenta ninguna de Dios, como si no existiese, es atrevimiento inaudito aun entre los mismos gentiles,en cuyo corazn y en cuyo entendimiento tan grabada estuvo no slo la creencia en los dioses, sino la necesidad de un culto pblico, que reputaban ms fcil encontrar una ciudad sin suelo que sin Dios.De hecho la sociedad humana a que nos sentimos naturalmente inclinados fue constituida por Dios, autor de la naturaleza; y de El emana, como de principio y fuente, la naturaleza y perenne abundancia de los bienes innumerables en que la sociedad abunda. As, pues, como la misma naturaleza ensea a cada uno en particular a dar piadosa y santamente culto a Dios por tener de El la vida y los bienes que la acompaan, as, y por idntica causa, incumbe este mismo deber a pueblos y Estados. Y los que quisieran a la sociedad civil libre de tododeber religioso, claro est que obran no slo injusta, sino ignorante y absurdamente.Si, pues, los hombres por voluntad de Dios nacen ordenados a la sociedad civil, y a sta es tan indispensable el vnculo de la autoridad que, quitando ste, por necesidad se disuelve aqulla, sguese que el mismo que cre la sociedad cre la autoridad. De aqu se ve que quien est revestido de ella, sea quien fuere, es ministro de Dios, y, por tanto, segn lo piden el fin y la naturaleza de la sociedad humana, es tan puesto en razn el obedecer a la potestad legtima cuando manda lo justo, como obedecer a la autoridad de Dios, que todo lo gobierna; y nada tan falso como el pretender que corresponda por completo a la masa del pueblo el negar la obediencia cuando le agrade. Todos los hombres son, ciertamente, iguales:nadie duda de ello, si se consideran bien la comunidad igual de origen y naturaleza, el fin ltimo cuya consecuencia se ha sealado a cada uno, y finalmente los derechos y deberes que de ellos nacen necesariamente.23. Mas como no pueden ser iguales las capacidades de los hombres, y distan mucho uno de otro por razn de las fuerzas corporales o del espritu, y son tantas las diferencias de costumbres, voluntades y temperamentos, nada ms repugnante a la razn que el pretender abarcarlo y confundirlo todo y llevar a las leyes de la vida civil tan rigurosa igualdad. As como la perfecta constitucin del cuerpo humano resulta de la juntura y composicin de miembros diversos, que, diferentes en forma y funciones, atados y puestos en sus propios lugares, constituyen un organismo hermoso a la vista, vigoroso y apto para bien funcionar, as en la humana sociedad son casi infinitas las diferencias de los individuos que la forman; y si todos fueran iguales y cada uno se rigiera a su arbitrio, nada habra ms deforme que semejante sociedad; mientras que si todos, en distinto grado de dignidad, oficios y aptitudes, armoniosamente conspiran al bien comn, retratarn la imagen de una ciudad bien constituida y segn pidela naturaleza.24. Adems, de los turbulentos errores, que ya llevamos enumerados, han de temerse los mayores peligros para los Estados. Porque, quitado el temor de Dios y el respeto a las leyes divinas, menospreciada la autoridad de los prncipes, consentida y legitimada la mana de las revoluciones, sueltas con la mayor licencia las pasiones populares, sin otro freno que el castigo, ha de seguirse necesariamente el trastorno y la ruina de todas las cosas. Y aun precisamente esta ruina y trastorno, es lo que a conciencia maquinan y expresamente proclaman unidas las masas de comunistas y socialistas, a cuyos designios no podr decirse ajena la secta de los Masones, pues favorece en gran manera sus planes y conviene con ellas en los principales dogmas. Y si de hecho no llegan inmediatamente y en todas partes a las ltimas consecuencias, no se atribuya a sus doctrinas ni a su voluntad, sino a la eficacia de la religin divina, que no puede extinguirse, y a la parte ms sana de los hombres, que, rechazando la servidumbrede las sociedades secretas, resisten con valor a sus locos conatos.25. Ojal juzgasen todos del rbol por sus frutos y conocieran la semilla y principio de los males que nos oprimen y los peligros que nos amenazan! Tenemos que habrnoslas con un enemigo astuto y doloso que,halagando los odos de pueblos y prncipes, ha cautivado a unos y otros con blandura de palabras y adulaciones.Al insinuarse entre los prncipes fingiendo amistad, pusieron la mira los Masones en lograrlos como socios y colaboradores poderosos para oprimir a la religin catlica; y para estimularles ms con insistente calumnia acusaron a la Iglesia de que, envidiosa, disputaba a los prncipes su potestad y prerrogativas reales. Lograda por tales artes la audacia y la seguridad, comenzaron a intervenir con gran influencia en el rgimen de las naciones, estando dispuestos -por lo dems-a sacudir los fundamentos de los imperios y a perseguir, calumniar y destronar a los prncipes, siempre que ellos no se mostrasen inclinados a gobernar a gusto de la secta.No de otro modo engaaron, adulndolos, a los pueblos. Voceando libertad y prosperidad pblica, haciendo ver que por culpa de la Iglesia y de los monarcas, no haba salido ya la multitud de su inicua servidumbre y de su miseria, engaaron al pueblo, y, despertada en l la sed de novedades, le incitaron a combatir contra ambas potestades. Pero ventajas tan esperadas estn ms en el deseo que en la realidad, y antes bien, ms oprimida la plebe, se ve forzada a carecer en gran parte de las mismas cosas en que esperaba el consuelo de su miseria,las cuales hubiera podido hallar con facilidad y abundancia en la sociedad cristianamente constituida. Y ste es el castigo de su soberbia, que suelen encontrar cuantos se vuelven contra el orden de la Providencia divina: que tropiezan con una suerte desoladora y msera all mismo donde, temerarios, la esperaban prspera y abundante segn sus deseos.26. La Iglesia, en cambio, como que manda obedecer primero y sobre todo a Dios, Soberano Seor de todas las cosas, no podra, sin injuria y falsedad, ser tenida por enemiga de la potestad civil, usurpadora de algn derecho de los prncipes; antes bien, quiere se de al poder civil, por dictamen y obligacin de conciencia, cuanto de derecho se le debe; y el hacer dimanar de Dios mismo, conforme hace la Iglesia, el derecho de mandar, da gran incremento a la dignidad del poder civil y no leve apoyo para captarse el respeto y benevolencia de los ciudadanos. Amiga de la paz, la misma Iglesia fomenta la concordia, abraza a todos con maternal cario y, ocupada nicamente en ayudar a los hombres, ensea que conviene unir la justicia con la clemencia, el mando con la equidad, las leyes con la moderacin; que no ha de violarseel derecho de nadie; que se ha de servir al orden y tranquilidad pblica y aliviar cuanto se pueda pblica y privadamente la necesidad de los menesterosos. Pero por esto piensan, para servirnos de las palabras mismas de San Agustn[12], o quieren que se piense no ser la doctrina de Cristo provechosa para la sociedad, porque no quieren que el Estado se asiente sobre la solidez de las virtudes, sino sobre la impunidad de los vicios. Conocido bien todo esto, sera insigne prueba de sensatez poltica y empresa conforme a lo que exige la salud pblica que prncipes y pueblos se unieran, no con los Masones para destruir la Iglesia, sino con la Iglesia para quebrantar los mpetus de los Masones.

27. Sea como quiera, ante un mal tan grave y ya tan extendido, lo que a Nos toca, Venerables Hermanos,es aplicarnos con toda el alma a la busca de remedios.Y porque sabemos que la mejor y ms firme esperanza de remedio est puesta en la virtud de la religin divina, tanto ms odiada por los Masones cuanto ms temida, juzgamos ser lo principal el servirnos contra el comn enemigo de esta virtud tan saludable. As que todo lo que decretaron los Romanos Pontfices, Nuestros Antecesores, para impedir las tentativas y los esfuerzos de la secta masnica, y todo cuanto sancionaron para alejar a los hombres de semejantes sociedades o sacarlos de ellas, todas y cada una de estas cosas las damos por ratificadas y las confirmamos con Nuestra autoridad apostlica. Y confiadsimos en la buena voluntad de los cristianos, rogamos y suplicamos a cadauno en particular por su eterna salvacin que estimen deber sagrado de conciencia el no apartarse un punto de lo que en esto tiene ordenado la Silla Apostlica.28. Y a vosotros, Venerables Hermanos, os pedimos y rogamos con la mayor instancia que, uniendo vuestros esfuerzos a los Nuestros, procuris con todo ahnco extirpar esta asquerosa peste que va serpeando por todas las venas de la sociedad. A vosotros toca defender la gloria de Diosy la salvacin de los prjimos: ante tales fines en el combate, no ha de faltaros ni el valor ni la fuerza.29. Vuestra prudencia os dictar el modo mejor de vencer los obstculos y las dificultades que se alzarn; pero como es propio de la autoridad de nuestro ministerio el indicaros Nos mismo algn plan razonable, pensad que en primer lugar se ha de procurar arrancar a los Masones su mscara, para que sean conocidos tales cuales son, que los pueblos aprendan por vuestros discursos y pastorales, dados con este fin, las malas artes de semejantes sociedades para halagar y atraer, la perversidad de sus opiniones y lo criminal de sus hechos. Que ninguno que estime en lo que debe su profesin de catlico y su salvacin juzgue serle lcito por ningn ttulo dar su nombre a la secta masnica, como repetidas veces lo prohibieron Nuestros Antecesores. Que a ninguno engae aquella honestidad fingida; puede, en efecto, parecer a algunos que nada piden los Masones abiertamente contrario a la religin y buenas costumbres; pero como toda la razn de ser y causa de la secta estriba en el vicio y en la maldad,claro es que no es lcito unirse a ellos ni ayudarles en modo alguno.30. Adems, conviene con frecuentes sermones y exhortaciones inducir a las muchedumbres a que se instruyan con todo esmero en lo tocante a la religin, y para esto recomendamos mucho que en escritos y sermones oportunos se explanen los principales y santsimos dogmas que encierran toda la filosofa cristiana. Con lo cual se llega a sanar los entendimientos por medio de la instruccin y a fortalecerlos as contra las mltiples formas del error como contra los varios modos con que se presentan atractivos los vicios en esa tan grande libertad de publicaciones y curiosidadtan grande de saber.Grande obra, sin duda; pero en ella ser vuestro primer auxiliar y colaborador de vuestros trabajos el Clero, si con vuestro esfuerzo logris que salga bien pertrechado en virtudes y en ciencia. Mas empresa tan sana e importante reclama tambin en su auxilio el celo activo de los seglares, que juntan en uno el amor de la religin y de la Patria con la probidad y el saber. Aunadas las fuerzas de una y otra clase, trabajad, Venerables Hermanos, para que todos los hombres conozcan bien y amen a la Iglesia; porque cuanto mayor fuere este conocimiento y este amor,tanto mayor ser as la repugnancia con que se mire a las sociedades secretas como el empeo en rehuirlas.

31. Y aprovechando esta oportunidad, renovamos ahora justamente Nuestro deseo, ya repetido, de que se propague y se fomente con toda diligencia la Orden Tercera de San Francisco, cuyas reglas con lenidad prudente hemos suavizado hace muy poco tiempo. El nico fin que le dio su autor es el de traer los hombres a la imitacin de Jesucristo, al amor de su Iglesia, al ejercicio de toda virtud cristiana; mucho ha de valer, por tanto, para extinguir el contagio de estas perverssimas sociedades. Y as, que cada da aumente ms esta santa Congregacin; pues, adems de otros muchos frutos, puede esperarse de ella el insigne de que vuelvan los corazones a la libertad, fraternidad e igualdad, no como absurdamente las conciben los masones, sino como las alcanz Jesucristo para el humano linaje y las sigui San Francisco: esto es, la libertad de los hijos de Dios, por la cual nos veamos libres de la servidumbre de Satans y de las pasiones, nuestrosperverssimos tiranos; la fraternidad que dimana de ser Dios nuestros Creador y Padre comn de todos; la igualdad que, teniendo por fundamento la caridad y la justicia, no borra toda diferencia entre los hombres, sino que con la variedad de condiciones, deberes e inclinaciones forma aquel admirable y armonioso concierto que aun la misma naturaleza pide para el bien y la dignidad de la vida civil.32. Viene, en tercer lugar, una institucin sabiamente establecida por nuestros mayores e interrumpida por el transcurso del tiempo, que puede valer ahora como ejemplar y forma para lograr instituciones semejantes.Hablamos de los gremios y cofradas de trabajadores con que stos, al amparo de la religin, defendan juntamente sus intereses y, a la par, las buenas costumbres.Y si con el uso y experiencia de largo tiempo vieron nuestros mayores la utilidad de estas asociaciones, tal vez la experimentaremos mejor nosotros por ser especialmente aptas para invalidar el poder de las sectas. Los que conllevan la pobreza con el trabajo de sus manos, fuera de ser dignsimos, en primer trmino, de caridad y consuelo, estn ms expuestos a las seducciones de los malvados, que todo lo invaden con fraudes y engaos. Dbeseles, por ello, ayudar con la mayor benignidad posible y atraer a sociedades honestas, no sea que los arrastren a las infames. En consecuencia, para salud del pueblo, tenemos vehementes deseos de ver restablecidas en todas partes, segn piden los tiempos, estas corporaciones bajo los auspicios y patrocinio de los Obispos. Y no es pequeo Nuestro gozo al verlas ya establecidas en diversos lugares en que tambin se han fundado sociedades protectoras, siendo propsito de unas y otras ayudar a la clase honrada de los proletarios, socorrer y custodiar sus hijos y sus familias, fomentando en ellas, con la integridad de las buenas costumbres, el amor a la piedad y el conocimiento de la religin.33. Y en este punto no dejaremos de mencionar la Sociedad llamada de San Vicente de Pal, tan benemrita de las clases pobres y tan insigne pblicamente en su ejemplaridad. Bien conocidas son su actuacin y sus aspiraciones; se emplea en adelantarse espontneamente al auxilio de los menesterosos y de los que sufren, y esto con admirable sagacidad y modestia; pues, cuanto menos quiere mostrarse, tanto es mejor para ejercer la caridad cristianay ms oportuna para consuelo de las miserias.

34. En cuarto lugar, y para obtener ms fcilmente lo que intentamos, con el mayor encarecimiento encomendamos a vuestro celo y a vuestros desvelos la juventud, esperanza de la sociedad.Poned en su educacin vuestro principal cuidado, y nunca, por ms que hiciereis, creis haber hecho bastante en el preservar a la adolescencia de aquellas escuelas y aquellos maestros, en los que pueda temerse el aliento pestilente de las sectas. Exhortad a los padres, a los directores espirituales, a los prrocos para que insistan, al ensear la doctrina cristiana, en avisar oportunamente a sus hijos y alumnos sobre la perversidad de estas sociedades, y a que aprendan desde luego a precaverse de las fraudulentas y varias artes que sus propagadores suelen emplear para enredar a los hombres. Y aun no haran mal, los que preparan a los nios para recibir bien la primera Comunin, en persuadirles que se propongany se comprometan a no ligarse nunca con sociedad alguna sin decirlo antes a sus padres o sin consultarlo con su confesor o con su prroco.35. Bien conocemos que todos nuestros comunes trabajos no bastarn a arrancar estas perniciosas semillas del campo del Seor si desde el cielo el dueo de la via no favorece benigno nuestros esfuerzos.Necesario es, por lo tanto, implorar con vehemente anhelo e instancia su poderoso auxilio, como y cuanto lo piden la extrema necesidad de las circunstancias y la grandeza del peligro. Levntase insolente y orgullosa por sus triunfos la secta de los Masones, ni parece poner ya lmites a su pertinacia. Prstanse mutuo auxilio sus sectarios, todos unidos en nefando contubernio y por comunes ocultos designios, y unos a otros se animan para todo malvado atrevimiento. Tan fiero asalto pide igual defensa, es a saber, que todos los buenos se unan en amplsima coalicin de obras y oraciones. Les pedimos, pues, por un lado que, estrechando las filas, firmes y a una, resistan contra los mpetus cada da ms violentos de los sectarios; por otro, que levanten a Dios las manos y le supliquen con grandes gemidos, para alcanzar que florezca con nuevo vigor la religin cristiana; que goce la Iglesia de la necesaria libertad; que vuelvan a la buena senda los descarriados; y que, al fin, abran paso a la verdad los errores y los vicios a la virtud.36. Como intercesora y abogada tengamos a la Virgen Mara Madre de Dios, para que, pues ya en su misma Concepcin pursima venci a Satans, sea Ella quien se muestre poderosa contra las nefandas sectas, en las que claramente se ve revivir la soberbia contumaz del demonio junto con una indmita perfidia y simulacin. Acudamos tambin al prncipe de los Angeles buenos, San Miguel, el debelador de los enemigos infernales; y a San Jos, esposo de la Virgen santsima, as como a San Pedro y San Pablo, Apstoles grandes, sembradores e invictos defensores de la fe cristiana, en cuyo patrocinio confiamos, as como en la perseverante oracin de todos, para que el Seor acuda oportuno y benigno en auxilio del gnero humano que se encuentra lanzado a peligros tantos. Sea prueba de los dones celestiales y de Nuestra benevolencia la Bendicin Apostlica, que de todo corazn os damos en el Seor, a vosotros, Venerables Hermanos, al Clero y a todo el pueblo confiado a vuestra vigilancia.Dado en Roma, junto a San Pedro, el 20 de abril de 1884,ao sptimo de Nuestro Pontificado.

[1] De civ. Dei. 14, 17.[2] Ps. 82, 2-4.[3] Const. In eminenti 24 april. 1738.[4] Const. Providas 18 mai. 1751.[5] Const. Ecclesiam a Iesu Christo 12 sept. 1821.[6] Const. 13 mart. 1825.[7] Enc. Traditi 21 mai. 1829.[8] Enc. Mirari 15 aug. 1832.[9] Enc. Qui pluribus 9 nov. 1846. -Aloc. Multiplices inter 25 sept. 1865, etctera.[10] Mat. 7, 18.[11] Conc. Trid. sess. 6 de iustif. c. 1.[12] Ep. 137 (al. 3) Ad Volusianum c. 5 n. 20.Publicado porPadre Manuelen17:520 comentariosEnviar por correo electrnicoEscribe un blogCompartir con TwitterCompartir con FacebookCompartir en PinterestEtiquetas:Cartas y Encclicas Pontificias,Leon XIII,Masoneria,Sociedades secretasReacciones:

SBADO, 8 DE ENERO DE 2011EL COMBATE DE LOS DERECHOS DEL HOMBRE CONTRA EL DECLOGOUN"MODERNIZANTE"DE ESPRITU"ILUMINISTA"SE CONVIERTE EN"PAPA"BAJO EL NOMBRE DE JUANXXIII

El NuncioLos trgicos acontecimientos en medio de los cuales Francia fue liberada de la ocupacin alemana, impusieron a PoXII, para la nunciatura de Pars, un obispo del agrado de los vencedores, tras de los cuales se perfilaba la masonera.Este fue ngel JosRoncalli, quien, a causa de sus funciones, iba a convertirse en cardenal, y, signo de los tiempos, recibira la birreta roja de manos del presidente socialista francmasn, VicenteAURIOL... El elegido de todos los que esperaban con impaciencia la muerte de PoXII, tena el"pie en el estribo". Seguro en su retaguardia, no vacila ya en mostrarse tal cual es en la carta que dirigeMarcSagnier(1), el 6 de junio de 1950. He aqu el texto:"Yo haba odo hablar por primera vez deMarcSagnier, en Roma, alrededor de 1903, en una reunin de la Juventud Catlica. La poderosa fascinacin de su palabra, de su alma, me haban encantado, yde su persona y de su actividad poltica y social guardo el recuerdo ms vivo de toda mi juventud sacerdotal. Su sobria y gran humildad en aceptar ms tarde, en 1910, la admonicin, por lo dems muy afectuosa ybenevolentedel santo papa Po X, a mis ojos da la medida de su verdadera grandeza. Almas como la suya, tan respetuosas delEvangelioy de la santa Iglesia, estn hechas para las ms altas ascensiones que aseguran la gloria aqu abajo, en medio de sus contemporneos, y en la posteridad, para la cualMarcSagnierquedar como ejemplo y estmulo.""Con motivo de su muerte, me sent muyreconfortadoal comprobar que las voces ms autorizadas, hablando en nombre de la Francia oficial, fueron unnimes en envolver aMarcSagniercomo de un manto de honor, del"Discurso sobre la montaa". No se puede rendir ms elocuente homenaje a la memoria de este insignefrancs, de quien sus contemporneos han sabido apreciar la claridad de un almaprofundamentecristiana y la noble sinceridad del corazn".Tal panegrico en favor de aqul a quien San Po X,conden, es un monumento dehipocresaque solamente la pasin deRoncallipuede disculpar, en efectoSagnierera unRevolucionario de la lnea deRobespierre, cubierto de una capa dereligiosidad. La prueba: veamos las intenciones de esta"almaprofundamentecristiana":"Llegar el da de las fiestas republicanas, y ser como un atardecersillonista, inmensamente engrandecido. Al religioso son de los himnos revolucionarios se mezclarn... los poderosos cnticos de la democraciaengendrndose... Son numerosos esos jvenes sacerdotes relegados en la sombra de los silenciosos presbiterios o en elrecogimientode vastos seminarios, que se sienten hijos de esoscuritasdel 89 que ponan su mano sacerdotal en la de los valientes plebeyos...Robespierre,Dantn,Desmoulinseranprofundamentereligiosos. Su filosofa, era la sustancia del cristianismo..."(2)El AsesorElNuncioRoncallitena un asesor, el clebreMauricioBardet, autor del libro"Mstica y Magia", francmasn,rosacruz, bajo el nombre de"Juan de la Alegra"(rplica satnica de Juan de la Cruz),miembro de la O.N.U., profesor deGnosisenPerpignan, y que, dotado de un don de"magia", encontr el cdigo de letras de la Biblia, etc.. etc.. Este hombre, excepcional en ms de un aspecto, tena las puertas abiertas en todas partes. Dotado del don de prediccin, lea el futuro, o quizs solamente sugera el porvenir, guiado por Satn... Hizo del Nuncio su alumno, lo inici en los misterios de Oriente, y en el curso de una sesin mstica, le anuncia quesera papa y que urgentemente tendra que reunir un concilio para abrir la Iglesia al mundo moderno... YO CONOC A ESE HOMBRE, MUERTO DESPUS, Y L MISMO ME CONFIRM LO QUE HE ESCRITO MAS ARRIBA.Roncalliera entonces el hombre idneo para convertirse en ese papa con el que la masonera haba soado durante largo tiempo. La prueba de esos proyectos para el futuro fue establecida por los documentos descubiertos porPoIXen las Logias italianas. El testimonio del cannigo apstataluciferianoRocca, que celebraba lasmisas negrasque describeHuysmansen su libro"All lejos", lo confirma. En efecto, esesatanistaescribe:"Creo que el culto divino tal como lo prescriben los preceptos de la iglesia romana,prximamente, gracias a un Concilio, sufrir una transformacin que le devolver la verdadera simplicidad de la poca apostlica y lo pondr en armona con el estado de lacivilizacinmoderna(he ah la apertura del mundo):ese concilio realizar algo que dejar estupefacto al mundo y lo har caer de rodillas".En la misma poca, 1910, elrosacruzRodolfoSteinerescriba:"Tenemos necesidad de un concilio y de un papa que lo convoque". Todas estas elucubraciones de los francmasones me recuerdan que la teologa ensea que Satn conoce el porvenir, sobre todo porque es l quien lo prepara.

Roncalliconvertido en JuanXXIIIConvertido en Papa,Roncalliva a revelar al mundo su iluminismo y su obediencia aBardet. Las citas que voy a hacer, estn sacadas de textos pblicos yoficalespuestos al alcance de todos, pero que muy pocos cristianos, hasta ahora, han estudiado, mientras que las masas, fascinadas por el Espritu de las Tinieblas, no se interesaban ms que por el"buen papa Juan", sin preocuparse de lo que l era... Para nosotros,escuchmosloretrospectivamente.Anunciando el Concilio, transporta a sus oyentes al pleno iluminismo"obedeciendo a una voz interior, queconsideremoscomo venida de un impulso superior... Hemos juzgado oportuno este momento para ofrecer a la Iglesia Catlica y a toda la familia humana, un nuevo Concilio ecumnico"(Bula "HumanaeSalutis")."La gnesis de tal decisin no deja de ser misteriosa... ha necesitado una reflexin prolongada, ha sido "una flor de una imprevistamavera"(pgina 45, volumen I de los Hechos de JuanXXIII)..."SATANS ENTRA AL VATICANOIIJUANXXIIIInsistiendo en expresar pblicamente sus inspiraciones, atribuidas por l al Espritu Santo, JuanXXIIIdeclara"que la idea de un Concilio le vino sin reflexin prolongada, como una flor espontnea de una imprevista primavera".Prencisandoms su pensamiento, dir que la idea de convocar un Concilio le apareci"como una humilde flor escondida en el prado..."En la baslica de San Pablo extramuros, el 25 de enero de 1959, revela que fue"con violenta intensidadque sinti el deseo de convocar a la familia catlica"(pg. 85,ib.). El 24 de enero, les dir a los miembros del Snodo romano que"mientras estaba sumido en una humilde plegaria, sinti en eltransfondode su alma simple, un llamado divino con vistas al Concilio"(pg. 69,ib).La misma fe en una inspiracin directa de Dios expresada en elOsservatoreRomanodel 23de octubre de 1959:"Escuchamos una inspiracinque sentimos espontnea... como unshocimprevisto e inesperado..."El 10 de junio 1960, vuelve, en ese peridico, a la imagen de la flor primaveral que l considera como una"inspiracin de lo Alto..."Estas citas, plantean a nuestro juicio una trgica pregunta.Cul eraeseespirituque inspiraba a JuanXXIII? El Espritu Santo o el Espritu satnico?.Presentndose Satn, segn San Pablo, como"ngel de luz", para responder tenemos que usar el criterio dado por Nuestro Seor mismo:"Un rbol se juzga por sus frutos"El VaticanoII, abri una era de santidad en la Iglesia? Sin ninguna duda fue Satn quien lo sugiri...! Podramoscontentarnoscon esta conclusin, pero vayamos ms adelante en nuestro estudio.Llamemos en nuestra ayuda a San Ignacio deLoyola. La regla de discrecin de espritus dice:"es propio del ngel malo entrar primero en los sentimientos del alma piadosa y terminar inspirndole los suyos satnicos, para hacerla consentir a sus culpables designios". Ahora bien, como dijimos en B.C. 114, pgina 4,Roncallifue iniciado en la F***M*** en Turqua y frecuentaba la Logia en Pars cuando era Nuncio. Ahora bien, LenXIIIdefini la Masonera como"la Sinagoga de Satn". Iniciado,Roncallihaba pues entrado en"la experiencia mstica del Espritu de las tinieblas". Si queremos comprender este itinerario, debemos leer el artculo del eminente JuanVaquiaparecido en"Lecture& Tradicin", en enero de 1973, del cual, lo que sigue es lo esencial:"En la experiencia mstica que ha vivido elinicidoeste no ha tenido el medio de distinguir el buen Espritu que l ha credo recibir, del mal Espritu, que l haefectivamenterecibido...El adepto tiene la impresin de una luz, porque la misma es de naturalezaanglica... El"algo de misterioso",la presencia invisible; tantas cosastranquilizadoras,euforizantesyexaltantes... El sentido del bien y del mal que el adepto ha conservado, puesto que es un hombre honesto, ya no es suficiente, no le es posible descubrir la parodia". No expresan estas citas, el estado de JuanXXIII? Adems, cuandoRoncallise haba hechodicpulodeBardet(como se vio antes)que lo inicia en lamagiay le anuncia,"a partir de una extraa prediccin",que lser papa y queseguidamentedeber convocar un concilio,no est el pobre nuncio como hechizado por su mentor? Lo queBardetda como unaprofeca, no es algo propio de un sujetosometidosicolgicamentea una ordenproveniente de poderes malficos? El proyecto de un concilio, haba sido, en efecto, largamente estudiado por PoXIIy rechazado despus de madura reflexin, como subversivo en nuestra poca.A ttulo de ilustracin, de hechos de los cuales he sido testigo, me vuelve a la memoria lo siguiente: conoc a un notario masn, que en las veladas que reciba a sus amigos, se complaca en hipnotizar a la joven sirvienta campesina de su mujer. La joven puesta por l en un estado de inconsciencia, conversaba y escriba en ingls, siendo que ella ignoraba totalmente esa lengua, y tal como un autmata, a la orden de su maestro, llevaba a cabo todos los gestos que ste le mandaba... Esta sirvienta se cas con un granjero... Pero el notario conserv su poder sobre su antigua sirvienta. Cuando l tena invitados a comer, usaba de su poder... Y su mujer vea llegar a su antigua sirvienta llevando"un ganso o un pato para la comida del seor"... De la misma forma, a la distancia, no continaBardetejerciendo su poder sobre su antiguo alumno, convertido en"papa"?En una revista italiana, le esta frase reveladora:"Desde hace largo tiempo, el Santo Padre est preocupado por una ideologa extraa a lafecatlica. Hapropiciadolos estudios de las ciencias ocultas". Estas preocupaciones concuerdanmuybien con los consejos que daba JuanXXIIIen junio de 1960:"Que losfelesprosternadosdelante de los altares de la Virgen, justamente la esposa del Espritu Santo, imploren la efusin de los dones del Parclito, para que una nueva Pentecosts venga a alegrar a la familia cristiana... que en la Iglesia se produzca con ms amplitud una nueva primavera"(O.R.n22).Transportadopor un arrebato"carismtico", ese mismo pontfice,dirigindosea los Padres conciliares deca:"Lo que importa ms, es saber que el Espritu del Seor planea sobre una asamblea tan importante como la vuestra"(O.R.nu22).Asustado por talesdivagacionesmsticas, el cardenalTardini, no pudo evitar el decirle a JuanXXIII:"Vais adesencadenaral diablo!". Un silencio glacial acogi sus palabras... No nos asombramos: un iniciado es como una pila elctrica; desparrama una especie de ceguera colectiva.Dos meses despus de su eleccin, JuanXXIIIproclama que va a"poner la Iglesia al da". En efecto, l acta comorevolucionario.Tomado de"BonumCertamen"N115; Mayo-Junio y N 116 JulioAgosto 1991.69, RuduMarechalOudinot,54000NancyFRANCIADirectorAbbHenryMOURAUX.

NOTAS1.- En Fundador del movimiento demcrata cristiano Le Silln(El Surco)condenado por San Po X enNotreChargeApostolique.2 (Cf.Ploncardd'Assac, "l'EgliseOccupe".pg. 178-179).Publicado porPadre Manuelen15:100 comentarios

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JUEVES, 15 DE MARZO DE 2012Ab Apostolici SoliiDe LEN XIIIA los Obispos, al clero y al pueblo de Italiasobre la obra de la masoneraDel 15 de octubre de 1890Venerables Hermanos: Salud y bendicin apostlicaI. El motivo: No el agravio personal sino el peligro de las almas.De lo alto de la Sede Apostlica, donde la divina Providencia Nos ha colocado para velar por la salvacin de todos los pueblos, Nuestra mirada se posa frecuentemente sobre Italia, en cuyo seno, por arte de singular predileccin puso Dios la Sede de su Vicario, y de donde, por otra par te, Nos vienen ahora mltiples y dolo rosas amarguras. No Nos contristan las ofensas personales ni las privaciones y sacrificios impuestos por la actual situacin de las cosas, ni las injurias y dicterios que una prensa procaz tiene plena libertad de lanzar contra Nos todos los das. Si se tratase slo de Nuestra persona y no visemos que Italia, amenazada en su fe marcha derecha mente a su ruina llevaramos en silencio las ofensas, contentos con repetir tambin Nos aquello que deca de s mismo uno de nuestros ms ilustres predecesores:"Si terrae meae captivitas per quotidiana momenta no excresceret, de despectione mea atque irrisione laetus tacerem"[i].Pero adems de la independencia y dignidad de la Santa Sede, se trata de la religin misma y de la salud de toda una nacin, y de nacin tal, que desde los primeros tiempos abri gozosa su seno a la fe catlica y siempre la conserv cuidadosamente.Parece increble, pero es verdad: hemos llegado al punto de temer que nuestra Italia pierda la fe. A menudo hemos dado la voz de alerta anunciando el peligro; pero no por eso creemos haber hecho bastante.Los renovados ataques obligan a hablar.Ante los continuos y cada vez ms fieros asaltos, sentamos ms poderosa la voz de la conciencia que estimulaba a hablaros de nuevo a otros, Venerables Hermanos, a vuestro clero y al pueblo italiano. Como no da tregua el enemigo, as no Nos es lcito permanecer silenciosos u ociosos ni a Nos ni a vosotros, que por divina merced fuimos constituidos en custodios y paladines de la Religin de los pueblo que nos fueron encomendados, Pastores y asiduos vigilantes de la grey de Cristo por la cual debemos estar prontos a sacrificarlo todo, si es preciso, hasta la vida.No hablaremos en modo alguno hechos nuevos; pues, los que ocurrieron antes permanecen en el mismo estado; de ellos hemos hablado oficialmente otras veces conforme lo reclamaba la ocasin. Pero aqu queremos recapitularlos en cierto modo y agruparlos como en un solo haz para que sirvan de oportuna enseanza para todas las consecuencias que de ellos se deriven. No son hechos dudosos o controvertidos sino acaecidos a la plena luz del da, y esto, no en forma aislada sino conexos entre s, de suerte tal que denotan evidentemente un sistema del cual son la realizacin y el desenvolvimiento. El sistema no es nuevo, pero es nueva la audacia, el encarnizamiento y la rapidez con que ahora se va realizando ante Nuestros ojos.II. La Masonera y Roma.Es el plan preestablecido de las sectas que con celeridad se desarrolla ahora en Italia, especialmente en la parte que toca a la Iglesia y a la Religin catlica, cuyo propsito ltimo y muy notorio es reducirla, si fuese posible, a la nada. Hoy da, huelga formar el proceso de las sectas que se dicen masnicas; el juicio sobre ellas ya est dado; los fines, los medios, sus dogmas, la accin, todo est averiguado y conocido con tanta certeza que ya no cabe controversia al respecto. Imbuidos del espritu de Satans, cuyos instrumentos son, arden, como su inspirador, el demonio de tal modo en odio mortal e implacable aJesucristo, a la Iglesia por El fundada, que tratan esforzadamente de abatirla o por lo menos coartar su accin. Esta guerra se mueve hoy ms que en otra parte cualquiera, en Italia, donde la Religin ech races ms hondas, mxime empero en la Urbe romana donde est el centro y la cabeza de la unidad catlica. v tiene su sede el Pastor de la Iglesia universal.III. Historia de los ataques sucesivos:supresin de las Ordenes religiosas y del patrimonio eclesistico.Leyes anticristianas.Conviene recordar desde el principio las diversas fases de esta guerra. Se empez arrebatando su color poltico, el principado civil de los Papas; pero su rendicin a los que realmente eran los jefes de esa secta, haba de servir conforme a los acuerdos secretos, ms tarde abiertamente declarados, a la destruccin del supremo poder espiritual de los mismos Romanos Pontfices, o por lo menos para reducirlos a una esclavitud cargada de cadenas. Y para que a nadie cupiese la menor duda adonde realmente apuntaban sus acuerdos, en seguida procedan a la supresin de las rdenes religiosas por la que disminuy considerablemente el nmero de operarios evanglicos que se destinan al sagrado ministerio y a la asistencia religiosa que se presta a esta Santa Sede, como tambin a la propagacin de la Fe entre los infieles. Luego, mediante la promulgacin de una ley, los jvenes clrigos fueron obligados a prestar servicio militar, de lo cual resultaron necesariamente muchos y muy graves obstculos para la eleccin de los clrigos, y adversos al cumplimiento conveniente aun de la instruccin del clero secular.Adems, poniendo violenta mano en el patrimonio eclesistico, en parte lo adjudicaron al Fisco, en parte, empero, lo agobiaron con enormsimos tributos, dejndolo extremadamente extenuado, naturalmente, con la intencin de reducir al clero y a la Iglesia a la miseria, de privarla de los medios que necesitan para vivir y para promover en la tierra los institutos y las obras pas que coadyuvan a su divino apostolado. As lo han declarado abiertamente los mismos adeptos de la masonera:"Para disminuir la influencia moral del clero y de las asociaciones, que ellos llaman, clericales, se ha de emplear un solo medio muy eficaz: despojarlos de todos los bienes y reducirlos a una pobreza extrema".Por lo dems, la misma accin del Poder civil se encamina directa y constantemente a borrar ntegramente de la Nacin italiana el carcter religioso y cristiano: las leyes y cuanto constituye lo que llaman la vida oficial procuran desterrar toda inspiracin e idea religiosa en forma general y constante cuando no lo combate directamente; cualquier manifestacin pblica de Fe y piedad catlica o se prohbe o, de mil modos, con razones especiosas se impide.A la familia se ha quitado su base y constitucin religiosa proclamando el as llamado matrimonio civil e imponiendo una enseanza escolar que desde los rudimentos de las primeras letras hasta las lecciones de los Colegios de superiores se ensea en forma totalmente laica, de donde resultar que las nuevas generaciones, en cuanto dependa del poder civil, se vern casi obligados a desenvolverse sin tener ideas religiosas y sin poseer las primeras y esenciales nociones de sus deberes para con Dios.Esto es poner la segur a la raz del rbol, ni cabe imaginar medio ms universal ni ms eficaz para arrancar a la influencia de la Iglesia y de la Fe, la sociedad, la familia y tambin a los individuos.Debilitar por todos los medios el clericalismo(o sea el catolicismo)en sus fundamentos y en sus mismas fuentes de vida, eso es, en la escuela y en la familia,es la declaracin autntica de los escritores masnicos.IV. En muchas regiones es un sistema de gobierno.Pero alguien dir que esto sucede no solo en Italia sino que es un sistema de gobierno, al que generalmente, se conforman hoy todas las naciones. Esto, empero, no destruye, respondemos Nosotros, sino antes bien confirma lo que decimos sobre los propsitos y accin de la masonera tal cual existe en Italia. Ciertamente aquel sistema se adopta y se pone por obra donde quiera que la Masonera ejercite su impa y nefasta accin, y como sta est tan ampliamente difundida, aquel sistema anticristiano se aplica, en toda extensin, al orden pblico, y la aplicacin se hace ms rpida y universal en aquellas regiones cuyos gobernantes se sujetan ms a la secta y secundan con mayor inters sus inicuas empresas.Y lo que consideramos un gran infortunio, en el nmero de estos pases se halla hoy da la misma nueva Italia. Sin embargo, no slo hoy comprobamos que Italia comenz a sucumbir al influjo impo y malfico de las Sectas, sino que desde hace algunos aos, stas en su prepotencia, apoderndose de las cosas en forma absoluta, y dominadora, a su antojo, a modo de tiranos las sujetan. De all que las normas de administracin pblica en cuanto a la Religin toca, favorecen casi todas y sirven a las aspiraciones de las Sectas las que para ejecutar sus designios encuentran en los gobernantes supremos del Estado sus favorecedores y dciles instrumentos. Las leyes bastante contrarias a la Iglesia que decretan y las medidas para ella ofensivas que toman, se proponen, se resuelven y definitivamente estatuyen primero en sus Congresos sectarios. Basta que cualquier cosa tenga aun la apariencia aunque dudosa de ser injuriosa o daina para la Iglesia para que en seguida la veamos adoptada y promovida.V. El nuevo Cdigo penal ofensivo para el Clero y las Obras Pas.Entre los hechos ms recientes recordaremos la aprobacin del Cdigo penal, en que haba algunos articulos de ley contrarios al Clero que constituyen, efectivamente, una ley de excepcin, la cual con la mayor pertinacia posible y pese a todas las razones en contrario plugo a los legisladores aprobar, y en que -cosa increble!- se consideran criminales algunos actos que son deberes sacrosantos de su ministerio.La ley sobre las Obras Pas, por la cual todo el patrimonio que reunieron la piedad y la Religin de nuestros abuelos, a la sombra y con la tutela de la Iglesia, queda substrado a la intervencin eclesistica; esta ley la haban insinuado ya las sectas masnicas algunos aos haca para escarnecer Iglesia, disminuir su influencia social y suprimir de una plumada las grandes sumas de los delegados, destinadas a sufragar los gastos del culto religioso.VI. Monumento al apstata.

Adase a esto la obra eminentemente sectaria de la ereccin del monumento pblico al famoso apstata de Nola, decretada desde hace mucho por la secta masnica e insistentemente promovida y, finalmente, ejecutada con la ayuda y el favor de los gobernantes.VII. Declaraciones y obras del gobierno contrarias a la Iglesia.Mucho tribuyeron a ello las declaracin explcitas y pblicas del jefe de Gobierno, que as se expresan: "La lucha real y verdadera que el Gobierno tiene el mrito de haber emprendido, es la que traba la Iglesia y el Estado, y el libre examen y la razn por otra parte".Que la Iglesia quiere obrar y encadenar de nuevo la razn y la libertad del pensamiento, es lo que se aade.El Gobierno en esta lucha se declara abiertamente en favor de la razn contra la fe, y cree su deber hacer que el Estado italiano sea el intrprete de esta razn y libertad; triste deber que vemos con repeticin afirmado en tales ocasiones.A la luz de estos hechos y declaraciones, se ve que la idea principal respecto la Religin es la que preside a la poltica italiana y forma la realizacin del programa masnico. Se ve cunto va ya realizado, se sabe cunto falta por hacer, y ciertamente puede preverse que, mientras Italia y su suerte estn en manos de jefes sectarios o siervos de las sectas, se seguir obrando ms o menos rpidamente, segn las circunstancias, hasta realizar todo el plan.Detalles del programa persecutorio del gobierno masnico.Ahora se dirige su accin a los fines siguientes, segn los votos y resoluciones de las ms autorizadas Asambleas, todo inspirado en odio mortal contra la Iglesia:"Abolicin en las escuelas de toda instruccin religiosa; fundacin de institutos en que se substraiga a los nios de toda influencia clerical, cualquiera que sea, ya que el Estado, que debe ser absolutamente ateo, tiene derecho y deber de formar el corazn y el espritu de los ciudadanos, y ninguna escuela debe substraerse a su inspiracin y vigilancia; aplicacin rigurosa de todas las leyes vigentes a asegurar la independencia absoluta de la sociedad civil de las influencias clericales, observacin estricta de las leyes que suprimen las asociaciones religiosas y el uso de los medios que puedan hacerlas eficaces; organizacin de todo el patrimonio eclesistico, partiendo del principio de que su propiedad pertenece al Estado y su administracin al poder civil; exclusin de todo elemento catlico y clerical de todas las pblicas administraciones, obras pas, hospitales, escuelas y consejos en que se preparen los destinos de la patria: de las academias, crculos asociaciones, comisiones y familia; exclusin general, eterna, en todas partes. Debe hacerse sentir la influencia masnica y hacerse duea de todo. Con esto se allanar la va para abolir el Pontificado, y quedar Italia libre de su implacable y mortal enemigo; y Roma, que antes fue el centro de la teocracia universal, ser desde hoy el centro de la secularizacin universal, y desde ella se promulgar para el mundo la magna carta de la libertad humana".Estas son las aspiraciones, declaraciones y acuerdos autnticos de los francmasones y de sus concilibulos.Sin exageracin tal es el estado presente y tal el porvenir que presentimos para la Religin en Italia.Error funesto sera el disimular tamaa gravedad. Reconocerlo tal cual es y afrontarlo con evanglica prudencia y fortaleza, deducir los deberes que esto impone a todos los catlicos y Nos especialmente, que como Pastor debemos velar sobre ellos, Nos toca conducirlos a la salvacin, vigilar por las miras de la Providencia y obrar con sabidura y celo pastoral.VIII. Enrgica protesta y llamado a los Obispos y fieles.Por lo que respecta a Nos, se Nos impone el deber apostlico de protestar de nuevo enrgicamente contra todo lo que con tanto dao de la Religin se ha hecho, se hace o se intenta llevar a cabo en Italia: defensores y tutores que somos de los sagrados derechos de la Iglesia y del Pontificado, abiertamente rechazamos y denunciamos a todo el orbe catlico las ofensas que la Iglesia y el Pontificado reciben de continuo especialmente en Roma, y que Nos hacen ms fatigoso el gobierno del Catolicismo y Nos arrastran a un estado grave e indigno de nuestra condicin.Por lo dems, estamos firmemente animados a no omitir ni dejar de hacer por Nuestra parte nada de lo que pueda ayudar a mantener viva y vigorosa la fe entre el pueblo italiano y protegerla contra los asaltos y ataques de los enemigos. Apelamos por esto, Venerables Hermanos, a todo vuestro celo y vuestro amor por la salvacin de las almas, aumentado por la gravedad del peligro, a fin de que busquis los medios que estn en nuestra mano; todos los resortes de la palabra, toda la industria de la accin, todo el tesoro y ayuda de la gracia que la Iglesia nos concede, tienen que emplearse en la formacin de un clero instruido y lleno de espritu de Jesucristo por la cristiana educacin de la juventud, por la extirpacin de las malas doctrinas, la propagacin de la verdad catlica, por la conservacin del carcter y del espritu cristiano dentro de las familias.IX. El pueblo catlico debe conocer las medidas persecutorias.En cuanto al pueblo catlico, es necesario antes que todo que conozca el verdadero estado de la Italia, la ndole esencialmente religiosa que reviste en Italia la lucha contra el Pontfice, y el fin verdadero y el propsito que persigue; que se persuada con la evidencia de los hechos, de cmo est constantemente amenazada su Religin, se convenza por fin de los riesgos que corre de ser despojado del inestimable tesoro de la fe. Llevada a los nimos tal conviccin, y seguros, por otra parte, que sin la fe es imposible servir a Dios y salvarse, comprendern que se trata de conseguir el mayor, por no decir el nico, de los intereses que cada uno por su parte tiene el deber de poner en salvo antes que todo, aun a costa de los mayores sacrificios, bajo pena de su eterna desgracia e infelicidad. Comprendern tambin fcilmente que, siendo este tiempo de lucha descarada y manifiesta, sera ignominioso y vil desertar del campo y cobardemente esconderse.X. Su deber de profesin y de defensa de su fe y de obras cristianas.Su deber es el de permanecer en el puesto, mostrarse a vistas claras verdaderos catlicos por sus creencias y obras, conforme a su fe, y esto, tanto por la gloria de la fe como por la del Sumo Jefe, cuya bandera seguimos; y para no tener la inmensa desgracia de no ser reconocidos como soldados fieles en el da final por el Jefe supremo, el cual ha dicho que el que no est con l, est contra l. Sin ostentacin y sin timidez, demos pruebas del verdadero valor que nace de la conciencia al cumplir un sagrado deber respecto a Dios y a los dems hombres. A esta franca profesin de fe deben unir los catlicos una perfecta docilidad y filial amor para con la Iglesia; su sincero cario para con los Obispos y una absoluta devocin y obediencia al Romano Pontfice.En suma: reconocern cun necesario sea abstenerse de todo aquello es obra de las sectas, o que de ellas recibe favor o impulso, y que est contaminado del espritu anticristiano que las anima, y darse luego con actividad, con valor y constancia a la obra catlica, a las asociaciones y a las instituciones bendecidas por la Iglesia, en encargadas y sostenidas por los Obispos y el Romano Pontfice. Y puesto que el principal instrumento de que se sirven los enemigos es la prensa, en gran parte inspirada y sostenida por ellos, conviene que los catlicos opongan la buena la mala prensa, para defender la verdad, para la tutela de la Religin y para el sostenimiento de los derechos de la Iglesia.XI. La prensa.Y como el deber de la prensa catlica es descubrir las prfidas intenciones de las sectas, ayudar y secundar la accin de los sagrados Pastores, defender y promover las obras catlicas, as es deber de los fieles sostenerla eficazmente, ya sea negando o retirando todo favor a los peridicos pervertidos, ya concurriendo directamente cada uno, en la medida en que pueda, a hacerla vivir y prosperar en lo cual creemos que hasta ahora no se hace bastante en Italia. A este fin, los documentos que Nos hemos dado todos los catlicos, especialmente la EncclicaHumanum genusy la otraSapientiae christianae,deben ser particularmente enseados e inculcados a los catlicos de Italia. Que si por permanecer fieles a estos deberes hubira que hacer algn sacrificio, acurddense que"desde los das de Juan, el Bautista hasta el presente, el reino de Dios padece fuerza, y hombres esforzados lo arrebatan[ii], y quien a s propio se ama y ama a sus propias cosas ms que a JESUCRISTO, noes digno de l[iii].El ejemplo de tantos invictos campeones, que generosamente y en todo tiempo lo sacrificaron todo; la ayuda singular de la gracia quehace suave el yugo de Jesucristo, y ligera su carga[iv],deben servirles poderosamente para templar el valor y sostenerles en la gloriosa campaa.XII. Los peligros de la falta de Religin en el aspecto social y poltico.No habamos considerado hasta ahora las presentes condiciones de las cosas en Italia ms que en el concepto religioso, como que ste es para Nos principalsimo y eminentemente propio por razn del oficio apostlico que sostenemos. Pero es tan necesario y propio de la obra considerarlo bajo el aspecto social y poltico, a fin de que vean los italianos que no slo es el amor de la religin, sino tambin el ms sincero y el ms noble amor de la patria el que debe movernos a oponernos a los impos conatos de las sectas. Basta observar, para convencerse, los acontecimientos que se preparan en Italia en el orden social y poltico en que las personas se empean sin disimulo en combatir sin tregua el Catolicismo y al Papado.Ya la prueba del pasado es de por s demasiado grande y muy elocuente. Esto que en este primer perodo de su nueva vida se advierte en Italia por la moralidad pblica y privada, por el orden y tranquilidad interior, por la prosperidad y riqueza nacional, es an ms notable por aquellos hechos que Nos podemos aducir. Los mismos que, aun teniendo inters en ocultarlo, por la verdad, no los ocultan.Nos diremos slo que en las condiciones presentes, por una triste pero verdadera necesidad, las cosas no podrn andar de otra manera: la secta masnica, por cuanto ostenta un espritu de beneficencia y de filantropa, no puede ejercer ms que una influencia funesta; y decimos funesta, porque combate y tiende a destruir la Religin de Cristo, verdadera bienhechora de la humanidad.Influjo benfico de la Religin.Todos saben hasta qu punto y de qu manera ha influido saludablemente la Religin en la sociedad. Es incontestable que la sana moral pblica y privada es el honor y la fuerza de los Estados; pero es igualmente incontestable que sin Religin no puede haber buena moral, ni pblica ni privada. De la familia, slidamente constituida sobre las bases naturales de una vida piadosa, nace el incremento y la fuerza de la sociedad. Sin Religin y sin moral, el consorcio domstico no tiene estabilidad, y los vnculos de la familia se relajan y disuelven. La prosperidad de los pueblos y de las naciones viene de Dios y de su bendicin.Si un pueblo no slo no la reconoce como procedente de Dios, antes bien contra l se subleva y la soberana de su espritu le dice que nada hay de nuevo fuera de l, la fortuna que obtenga no ser sino un simulacro de prosperidad condenado a desvanecerse tan pronto como plazca al Seor confundir la soberbia y la audacia de sus enemigos.XIII. Se detallan la necesidad y obra de la Religin.La Religin es la que, penetrando en el fondo de la conciencia de cada uno, le hace sentir la fuerza del deber y le impulsa a seguirlo. La Religin es la que da a los prncipes sentimiento de justicia y de amor para sus sbditos; que rinde y sujeta fiel y sinceramente a sus partidarios; que hace rectos y buenos a los legisladores, justos e incorruptibles a los magistrados, valerosos hasta el herosmo a los soldados, diligentes y probos a los administradores. La Religin es la que hace reinar la concordia y el afecto entre los cnyuges, el amor y el respeto entre los padres y los hijos, que inspira a los pobres el respeto a sus bienhechores, y a los ricos el recto uso de sus rentas. De esta sumisin a los deberes y de este respeto a los derechos de los dems nace el orden, la paz, la tranquilidad, que son tanta parte de la prosperidad de un pueblo y de un Estado. Suprimida la Religin, desapareceran con ella al mismo tiempo todos esos bienes de la sociedad.Para Italia la prdida sera mucho ms sensible. Sus mayores glorias y grandezas, por las cuales goz del primado durante largo tiempo entre las naciones cultas, son inseparables de la Religin, la cual le proporcion, le inspir, le asegur los favores y le ayud y dirigi a ese incremento. Por las pblicas franquicias hablan sus Comunes, por las glorias militares hablan tantas empresas memorables contra los enemigos declarados del nombre cristiano; por la ciencia hablan las Universidades fundadas, favorecidas y privilegiadas por la Iglesia; por las artes hablan infinitos monumentos de todos gneros, de los cuales est sembrada con profusin toda Italia; por las obras en favor de los miserables, de los desgraciados, de los obreros, hablan tantas fundaciones de la caridad cristiana, tantos asilos abiertos para toda suerte de indigencia y de infortunio, y las asociaciones y corporaciones que han crecido bajo la gida de la Religin.La virtud y la fuerza de la Religin son inmortales, porque vienen de Dios, tiene tesoros para hacer el bien, remedios eficacsimos para los necesitados de todos los tiempos y de cualquier poca, a los cuales atiende admirablemente. Lo que ha sabido y podido hacer en otros tiempos, es capaz de hacer todava con una fuerza siempre nueva y vigorosa. Quitar por tanto, a Italia la Religin, es destruir de un golpe la fuente ms fecunda de tesoros y socorros inestimables.Peligro socialista, es vencido por la Religin.Adems, uno de los ms grandes y formidables peligros que corre la sociedad presente es la agitacin socialista, que amenaza destruirla hasta en sus cimientos. No permanece inmune Italia de tanto peligro, y, si bien otras naciones estn ms infestadas que Italia de este espritu subversivo y de desorden, no es menos cierto, sin embargo, que este espritu se va esparciendo y propagando cada da con mayor intensidad. Es tal su naturaleza, tanto el poder de su organizacin, tanta la audacia y atrevimiento de sus propsitos, que se hace preciso reunir todas las fuerzas conservadoras para detener su marcha e impedir con xito su triunfo. De estas fuerzas, la primera y principalisima con que debe contarse es con la que pueden dar la Religin y la Iglesia. Sin stas, resultarn intiles o insuficientes las leyes ms severas, los rigores de los tribunales y la misma fuerza armada.XIV. Luz en las tinieblas y fuerza de la Religin para convertir.As como en otro tiempo, contra la dominacin brbara no sirvi la fuerza material, sino la virtud de la Religin cristiana, que penetrando en el espritu de los vencedores, les quit la ferocidad, y la aspereza de sus costumbres y les hizo obedientes a la voz de la verdad y de la ley evanglica; as contra las iras de la multitud desenfrenada ninguna fuerza ser eficaz sin la virtud saludable de la Religin, la cual, haciendo brillar en inteligencias la luz de la verdad, e infiltrando en los corazones los preceptos de la moral de Jesucristoles haga sentir la voz de la conciencia y del deber, y ponga freno a los mpetus de las pasiones. Combatir, por tanto, a la Religin, es privar a Italia del auxiliar ms poderoso para luchar con un enemigo que cada da es ms formidable y amenazador.Amenaza poltica.Pero no es esto todo; como en el orden social la guerra hecha a la Religin es funestisimaItalia, as en el orden poltico la enemistad con la Santa Sede y con el Romano Pontfice es para Italia fuente y origen de gravsimos daos; y aunque no sea precisa la demostracin para completar Nuestro pensamiento, resumiremos en breves frases las conclusiones. La guerra hecha al Papa quiere decir para Italia divisin profunda entre la Italia oficial y la gran parte los italianos verdaderamente catlicos, y cualquier divisin es debilidad; quiere decir, privacin del favor del concurso la parte ms genuinamente conservadora; esto es, sostener en el seno de la nacin un conflicto religioso, que no slo no contribuye al bien pblico, que lleva en s mismo los grmenes funestos de los males y de gravsimos castigos.XV. La benevolencia con la Religin redundara en provechode Italia en el exterior e interior.En cuanto al exterior, el conflicto con la Santa Sede, adems de privar a Italia del prestigio del esplendor que la circundara seguramente de vivir en paz con el Pontificado; la enemistad con todos los catlicos del mundo, la impone inmensos sacrificios, y en cualquier ocasin puede proporcionar a los enemigos un arma para volverla contra ella.He aqu el bienestar y la grandeza que esperan a Italia, que teniendo la dicha en su mano hace cuanto puede para abatir la Religin catlica y el Pontificado, siguiendo las inspiraciones de las sectas!Si, por el contrario, se rompiese toda solidaridad y conveniencia con las sectas, y se otorgara a la Religin y a la Iglesia, como la ms poderosa fuerza social, verdadera libertad y el pleno ejercicio de sus derechos, qu feliz cambio se operara en los destinos de Italia! Los daos y los peligros que lamentamos, y que son el resultado de la guerra a la Religin y a la Iglesia, no slo cesaran al terminar la lucha, sino que volveran a florecer sobre el selecto suelo de la Italia catlica la gloria y la grandeza de que la Religin y la Iglesia han sido siempre fecundas.Por su divina virtud se reformaran las costumbres pblicas y privadas, y los vnculos de la familia, y los ciudadanos, bajo el influjo religioso, experimentaran ms vivo el sentimiento del deber y mayor resolucin para cumplirle.Lascuestiones sociales,que ahora tienen tan preocupados los nimos, recibirn la mejor y ms completa de las soluciones con la aplicacin prctica de los preceptos de caridad y justicia evanglicas; la libertad pblica, imposibilitada de degenerar en licencia, servira nicamente para el bien, y llegara a ser verdaderamente digna del hombre; las ciencias, por la verdad de que la Iglesia es maestra, y las artes por la potente inspiracin que la Religin recibe de lo alto, y que tiene el secreto de comunicar a todos los espritus, recibiran nuevo impulso y nuevas excelencias.Hecha la paz con la Iglesia, quedar cimentada launidadreligiosa yconcordia civil,cesar la divisin entre los catlicos fieles a la Iglesia y a Italia, la cual adquirir de esta suerte un poderoso elemento de orden y de conservacin.Atendidas las justas demandas del Romano Pontfice, reconocidos sus soberanos derechos y colocado en condiciones de verdadera y efectiva independencia, los catlicos delas demspartes del mundo no tendran ya motivo para considerar a Italia como enemiga de su Padre comn: ellos, que, no por ajeno impuso, sino por sentimiento de fe y dictamen del deber, alzan unnimemente su voz para reivindicar la dignidad y la libertad del Pastor supremo de las almas.Crecera para Italia el respeto y consideracin de los dems pases de vivir en armona con la Sede Apostlica, la cual ha hecho experimentar a los italianos de un modo especial los beneficios de su presencia entre ellos; as, con los tesoros de la fe que se difundir siempre de este centro de bendicin y de salud, harn que tambin, se difunda entre todas las gentes grande y respetado el nombre italiano, Italia reconciliada con el Pontfice y fiel a su Religin, estara dispuesta para emular dignamente sus antiguas glorias, y en todo aquello que constituye el verdadero progreso de nuestra edad recibira nuevo estmulo para adelantar en su glorioso camino.Y Roma, ciudad catlica por excelencia, predestinada por Dios para centro de la Religin de Cristo, y Sede de su Vicario, que fue base de la estabilidad y grandeza de aqulla a travs de tantos siglos, y de tan varios acontecimientos, repuesta bajo el pacfico y paternal cetro del Romano Pontfice, volvera a ser lo que la hicieron la Providencia y los siglos, no mera capital de un Reino particular, sino dividida entre dos diversos y soberanos poderes, dualismo contrario a su historia, sino la digna capital del mundo catlico, engrandecida con la Majestad de la Religin, y maestra y ejemplo de moralidad y de civilizacin de los pueblos.XVI. Los verdaderos amigos de Italia.No son stas, Venerables Hermanos, vanas ilusiones, sino una esperanza apoyada en el ms slido y veraz fundamento. La asercin que desde hace tiempo se viene divulgando, de que los catlicos y el Pontfice son enemigos de Italia y casi otros tantos aliados de los partidos subversivos, no es ms que una gratuita injuria y grosera calumnia esparcida por arte de las sectas para facilitarse el camino y despejarlo de los obstculos que se oponen a su execranda obra de descatolizar a Italia.La verdad que resulta clarsima de cuanto hemos dicho anteriormente, es que los catlicos son los mejores amigos del propio pas y que dan prueba de fuerte y veraz amor, no solamente a su Religin, sino a su Patria, diferencindose en esto enteramente de las sectas, consagrndola su espritu y sus obras, haciendo todos los esfuerzos porque Italia no pierda, antes bien conserve vigorosamente la fe; no combata a la Iglesia, sino que sea hija fiel de ella; no hostigue al Pontificado, sino que se reconcilie con l.XVII. Exhortacin a la colaboracin de todos.Cooperad todos, Venerables Hermanos, a fin de que la luz de la verdad se haga camino en medio de la multitud, y que sta llegue a comprender finalmente dnde se encuentra todo bien y todo cuanto verdaderamente le interesa y persuadirse que slo en la fidelidad con la Religin y en la paz con la Iglesia y el Romano Pontfice, se puede esperar para Italia un porvenir digno de su glorioso pasado.A esto queremos que dirijis vuestros pensamientos; y no Nos dirigimos a los afiliados a las sectas, los cuales con propsito deliberado tratan de basar sobre la ruina de la Religin catlica el nuevo asiento de la Pennsula sino a los otros que, sin acoger esas ideas, ayudan a la obra de aquellos cooperando a su poltica, y particularmente a los jvenes, tan fciles de caer en el error por efecto de inexperiencia o por dominio del sentimiento. Queremos que todos se persuadan de que el camino que se est recorriendo es fatal para Italia y al denunciar ahora de nuevo el peligro, no Nos mueve ms que la conciencia del deber y el amor a la Patria.Invocacin y Bendicin.Mas para iluminar las inteligencias y hacer eficaces Nuestros esfuerzos, es preciso invocar, ante todo, la ayuda del cielo; a Nuestra comn accin vaya unida, Venerables Hermanos, la plegaria general, constante, fervorosa, que haga dulce violencia al Corazn de Dios y vuelva propicio a nuestra Italia, librndola de esa plaga que sera la ms terrible de todas: la prdida de la Fe. Pongamos de mediadora cerca de Dios a la gloriossima Virgen Mara, la invicta Reina del Rosario, que tanto poder tiene sobre las fuerzas del infierno y tantas veces ha hecho sentir a Italia los efectos de su maternal predileccin. Recurramos a los Santos Apstoles Pedro y Pablo, que conquistaron para la fe esta tierra bendita, que santificaron con sus esfuerzos y baaron con su sangre.Recibid, entre tanto que llega la ayuda que pedimos, en muestra de Nuestro especialsimo afecto, la Apostlica bendicin, que desde lo ntimo de Nuestra alma os enviamos a vosotros, Venerables Hermanos, a vuestro Clero y al pueblo italiano.Dado en Roma, al lado de San Pedro, el 15 de Octubre de 1890, ao decimotercero de Nuestro Pontificado.LEON XIII.

[i]S. Gregor.