Contaminacion en Cerro de Pasco

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POR: ALDAIR RAMOS KLEMBERT MINERIA

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UNIVERSIDAD PRIVADA DE TACNA

INTRODUCCIN El problema socioambiental que enfrenta La Oroya tiene tanto de antiguo como de actual. Si los primeros impactos contra el ambiente comenzaron a ser registrados en 1992, a pocos meses de entrar en operaciones la fundicin metalrgica, hoy, despus de 90 aos de actividades casi ininterrumpidas, las anomalas se han extendido ms all de la salud pblica local para convertirse en un problema socioambiental bastante complejo. Dicha complicacin se hace manifiesta a travs de la relacin de dependencia estructural de la ciudad respecto de la fundicin, apremiantes decisiones financieras y empresariales, tensas relaciones entre la poblacin, empresa, ONG y estado, as como criticas condiciones ambientales y fuertes presiones mediticas; sin olvidar denuncias judiciales y querellas contractuales pendientes de resolverse en instancias nacionales e internacionales. Pero la particularidad del caso de La Oroya no radica nicamente en su cuasi centenaria exposicin a las emisiones contaminantes provenientes de las actividades metalrgicas. Tampoco en la naturaleza atpica de la conflictividad tejida a su alrededor donde el estado es sindicado por la propietaria de la fundicin y por un sector importante de la ciudad como responsable de la situacin de entrampamiento a la que se ha llegado, y menos en la ya mencionada condicin de dependencia econmica de la poblacin respecto de la continuidad de las operaciones metalrgicas. Su peculiaridad se afinca en otro rasgo inherente a la condicin ambiental imperante hoy en La Oroya, pese a los aos transcurridos desde que la empresa privada Doe Run Peru se hizo a cargo de la fundicin (1997), cual es, la multiplicidad de propuestas orientadas a resolver o mitigar la contaminacin ambiental a la que se haya expuesta La Oroya, en un contexto nacional de mayor sensibilidad y preocupacin hacia los asuntos ambientales. Lo que acadmicamente hace La Oroya un caso pertinente y llamativo es la existencia de una situacin de contaminacin ambiental de larga data, la cual, tras un primer momento de alerta social frente a los tempranos impactos ambientales (registrados en los aos veinte y treinta del siglo pasado), se sumi en el olvido por casi sesenta aos para reaparecer a fines de la dcada de 1990 en un nuevo contexto poltico e ideolgico ms sensible y favorable a los derechos ciudadanos y ambientales.

OBJETIVO Analizar las propuestas que se han diseado para disminuir o remediar el impacto de la contaminacin ambiental en La Oroya.

ANTECEDENTES Desde que la minera fue definida como actividad econmica, se ha constituido como una fuente de recursos para su desarrollo, sin embargo desde mediados del siglo pasado la humanidad a empezado a pensar seriamente en el costo social, ambiental y de salud que generan los sistemas de explotacin y transformacin de los recursos mineros no renovables, no slo por destruir la tierra, sino especialmente por la gran cantidad de desmontes, relaves, gases txicos, polvos, aguas cidas y otros que consecuentemente destruyen los recursos naturales del planeta, sumndose a esto el deterioro de la salud y la inestabilidad emocional y social de las poblaciones que viven al entorno del trabajo minero.

La historia de la ciudad del Cerro de Pasco no es ajena a la situacin descrita, desde 1630 en que Santiago Huaricapcha dio a conocer la existencia de una riqueza argentfera en esta zona, pasando por la llegada en 1900 de la empresa norteamericana Cerro de Pasco Cooper Corporation, que en muestra clara de abuso y prepotencia no solo explot los recursos mineros, sino tambin los hdricos y ganaderos. En 1976 fue estatizada y pas a ser la Empresa Minera del Centro (CENTROMIN PERU), catalogada entonces como una de las principales de Amrica Latina en produccin minera, hasta que fue traspasada, mediante un dudoso proceso de privatizacin, a la empresa privada Volcan Cia. Minera.

En los distritos de Chaupimarca, Yanacancha, Simn Bolvar, Tinyahuarco, Huayllay y Yarusyacn, actualmente vienen operando doce empresas mineras y siete plantas de beneficio mineral, todas ellas producen una gran diversidad de agentes contaminantes que son fuentes importantes de impactos directos e indirectos para el medio ambiente y la vida humana de Cerro de Pasco y de las zonas perifricas donde se desarrollan estas actividades.

Al crecimiento irregular y desordenado de Cerro de Pasco y sus capitales distritales, hay que agregar la carencia de servicios bsicos (agua, desage) suficientes y adecuados, y los servicios de saneamiento y limpieza no son asumidos de manera prioritaria por las autoridades locales y comunales.

En el estudio realizado por CISEPA- PUCP en 1996 se menciona que todo este proceso de asentamiento de la minera en Cerro de Pasco, ha generado profundas distorsiones negativas en la identidad socio cultural de la poblacin, prdida de la memoria histrica, destruccin de smbolos y de valores ancestrales; a lo cual complementaramos que la poblacin a consecuencia de estos impactos asume como algo natural y cotidiano, y parte de si vida, convivir con la contaminacin.

Si bien es cierto que la minera como actividad econmica es significativa para el pas, lamentablemente no lo es socialmente. En todas las pocas, la actividad del trabajador minero se ha desarrollado en un ambiente signado por enfermedades ocupacionales, deterioro de las relaciones sociales, prdida de la identidad, incremento de madres adolescentes o madres solteras, aparicin de bares, cantinas y discotecas como resultado de la presencia de las contratas de gente fornea, los cules suelen emigrar a otros lares al culminar su periodo laboral. REVISION DE LITERATURAEL INFORME BRAVO Fue en 1922, que la empresa norteamericana Cerro de Pasco Cooper Corporation (CPC) instala una nueva fundicin en La Oroya, tras lo cual, casi inmediatamente, comienzan a producirse externalidades negativas, como desaparicin de pastos naturales, enfermedades en el ganado y degradacin del aire y cuerpos de agua. Los reclamos de las poblaciones y autoridades locales obligaron al aun poco constituido estado peruano a involucrarse en el asunto. Para ello en 1923, el gobierno de Augusto B. Leguia encargo al cuerpo de ingenieros de minas del ministerio de fomento la organizacin de un grupo de investigacin multidisciplinario, dirigido por el ingeniero Jose Julian Bravo, con el objetivo de conocer las causas del problema, asi como sugerir soluciones para su remediacin. Adems de inspeccionar los procesos productivos de la fundicin, Bravo recorrio esta zona de la ccuenca del Mantaro y recogio evidencias y testimonios acerca de los impactos que las emisiones originaban en tan importante ecosistema. Producto de ese trabajo de campo es el Informe sobre los humos de La Oroya, lucido documento publicado en el boletn del Cuerpo de Ingenieros de minas del Peru 108, donde se identifican las causas y se proponen soluciones para este indito problema ambiental. Entre las conclusiones a las que llega Bravo y su equipo se tienen: 1. La fundicin lanza por sus chimeneas un volumen diario de 38 millones de metros cbicos de humos (los conceptos de humos y gas son distintos en ingeniera). 2. Los humos llevan en suspensin partculas slidas y vapores condensados del orden diariamente de 80 y toneladas. 3. Las principales sustancias dainas gaseosas son el anhdrido sulfuroso, el anhdrido arsenioso y los compuestos de plomo entre los slidos. El primero se presentaba en la concentracin media de 1,08 por ciento y los segundos con 23 y 22 toneladas das, etctera. 4. Se detecta que la empresa no posee tecnologa que atenu la contaminacin generada por las emisiones. 5. Se registra presencia de plomo y arsnico en cantidades apreciables en los pastos y en el suelo, lo que produce enfermedades que diezman el ganado, tanto ovino como lanar. 6. Se proponen los medios para atenuar los efectos dainos y mortales. 7. Se plantea que. De los materiales de desecho recuperados, se podran obtener valores de sustancias de rentabilidad econmica para la empresa, que el dinero gastado resultara en una inversin provechosa de capital. 8. Se menciona el mtodo electrosttico Cottrell de reciente innovacin para precipitar polvo de los humos emitidos. 9. Por ultimo instan al gobierno a que preescriba a la CPC la aplicacin de medidas tcnicas e instalacin de nueva tecnologa para retener las partculas dainas de sus emisiones, las que debern materializarse en un plazo mximo de seis meses tras la publicacin del informe.

La CPC tomo nota de las conclusiones del informe, y los polticos lo fueron complementando con leyes de reparacin de daos o de compra de tierras que culminaron a los pocos aos en un complejo metalrgico e industrial, e inclusive, agrcola y ganadero, donde se realizaban labores experimentales y genticas para la mejora del ganado y de productos lcteos. Pero tras la consolidacin de la CPC en esta zona del pas, no se emprendieron otras investigaciones de igual o mayor envergadura que aquella encargada a Bravo, salvo los informes que daban cuenta, por ejemplo, de los conflictos laborales entre la empresa y sus trabajadores, as como de cuestiones tecnolgicas. As con todo pese a su antigedad este informe confirma que el problema se produjo desde el comienzo de las operaciones de la fundicin y se constituy en un asunto de impacto regional y de la preocupacin nacional que se ha venido arrastrando pese a las mejoras introducidas. Muestra de esto son, los llamados pasivos ambientales, el histrico acumulado de las actividades metalrgicas que continan generando impactos en el escenario actual.

ESTUDIOS CLINICOSTras la privatizacin de Centromin y la llegada de DRP a La Oroya en 1997, dos aos despus se efectan los estudios del consorcio unin para el Desarrollo Sostenible (UNES) y la DIGESA, mientras que DRP lo realiza entre 2000 y 2001. Todos ellos, con pequeas diferencias, hallaron niveles de plomo en sangre de la poblacin de La Oroya en magnitudes que superaban notablemente los estndares internacionales, tal como lo muestra la tabla 2 que consolida los resultados de los tres estudios CONCLUSIONES DE LOS ESTUDIOS DE PLOMO EN SANGRE EN HABITANTES AspectosUNES*DIGESA**DRP***

Niveles de plomo en sangre encontradosNios: 41.81 ug/dL Mujeres gestantes: 39,49 ug/dLNios: 33.6 ug/dLNios (0-3): 36.7 ug/dL Nios (4-6): 32.9 ug/dL

Zona ms afectadasLa Oroya antigua La Oroya antigua La Oroya antigua

EfectosEn nios no se encontr relacin causa efecto; en madres gestantes, los resultados no determinan relacin causa efectoNios no objetivaron signos ni sntomas de intoxicacin por plomo. El rendimiento escolar no es mayormente afectado (solo 2.6 por ciento de nios con notas inferiores a 11 puntos).En nios con menor de 45 ug/dL no se manifestaciones clnicas atribuibles al plomo

Aspectos socioeconmicos de muestraNo se considero No se considero Condiciones precarias y falta de servicios bsicos son factores determinantes para el ingreso de plomo al organismo

Fuente: Elaboracin propia a base de la informacin de los estudios de UNES (2000), DIGESA (1999) Y DRP (2001) (*) Muestra de 30 nios y 48 mujeres gestantes. (**) Muestra de 346 nios en todo el distrito. (***) Muestra de 1450 nios de La Oroya antigua.Estos resultados demuestran que, ms all de las especulaciones y posiciones extremistas, exista una situacin de riesgo ambiental en la ciudad como consecuencia del plomo, relacionada al grado de exposicin de la poblacin. De hecho, el estudio de la DIGESA hizo un muestreo en distintas zonas de la ciudad y confirmo que, de los diferentes sectores, el ms impactado por el plomo era el de La Oroya antigua, el barrio de mayor proximidad de las fuentes de emisin.

EL ANLISIS DE LA CONTAMINACIN AMBIENTAL Entre las conclusiones que se rescatan de la bibliografa encontrada se tiene: 1. El texto toma como punto de partida la experiencia internacional de la industria minero-metalrgica, que ha generado toda una casustica una suerte de jurisprudencia, se podra decir relativa a los efectos que las fundiciones metalrgicas producen en las poblaciones establecidas en sus cercanas. 2. Sobre el estado de la salud pblica local indican: la situacin crtica ha sido confirmada por estudios epidemiolgicos por plomo en la gran mayora de los nios de La Oroya. Esta emergencia de salud pblica es un problema crtico que se debe afrontar de inmediato y de manera conjunta entre las autoridades estatales, la empresa y la sociedad civil, para evitar an mayores daos a la poblacin de La Oroya. 3. En cuanto al asunto de la calidad ambiental concluyen: considerando las elevadas concentraciones de metales pesados en el ambiente y la larga historia de contaminacin no mitigada en la regin, el riesgo a la salud de la poblacin de La Oroya y sus alrededores debido a la contaminacin por metales pesados es sumamente severo. 4. Cuestionan la calidad del programa de monitoreo ambiental de la calidad del aire efectuado por DRP, las estaciones de medicin no estn debidamente ubicadas, existen vacos en el seguimiento del cadmio, el formato con que se presentan los datos impiden un adecuado seguimiento y control por parte del ministerio de energa y minas entre otros. 5. Por ultimo plantean una serie de recomendaciones a los actores involucrados (MEN, consejo nacional del ambiente, DRP y DIGESA), que se acompaa de un anlisis legal de los instrumentos de gestin ambiental aplicables al problema de La Oroya. Finalmente insertan un conjunto de anexos con informacin relevante sobre los efectos de los metales pesados en la salud, acompaados de los grficos pertinentes

CONTEXTO DEL PROBLEMA Cerro de Pasco es una ciudad del centro del Per, capital del Departamento de Pasco, situada a un poco ms de 4.330 m.s.n.m., en la Meseta del Bombn, altiplano de la Cordillera de los Andes, y culminando an a los 4.380 en el sector de Yanacancha.1 Est considerada como la capital minera del Per, por sus recursos en plata, cobre, zinc y plomo. A diferencia de otras ciudades capitales peruanas, esta ciudad naci como un asentamiento minero a finales del siglo XVI, ya que la ciudad capital, cabeza de curato y reduccin de indios fue la Villa de Pasco que fue fundada el 20 de octubre 1578 ubicada actualmente a 14 km.

La ciudad surgi a finales del siglo XVI gracias a la minera actividad con la cual inici su crecimiento por inmigracin a principios del siglo XVII. Actualmente tiene una poblacin de ms de 70.000 habitantes (Censo 2007), partidos entre los distritos de Chaupimarca (28.000 hab.), Yanacancha (28.000 hab.) y Simn Bolvar (14.000 hab.). La ciudad se ubica alrededor de la mina de tajo abierto ms alta del mundo, que se extiende sobre 2 km y casi 400 m de profundidad, amenazando ahora la ciudad, por lo que se proyecta reubicarla, tambin a causa de los problemas de contaminacin de la minera sobre la poblacin.

En 1639, durante el Gobierno del virrey Luis Fernndez y Cabrera, se le envi a la Corona Espaola cinco millones de ducados procedentes de Cerro de Pasco, por lo que mediante Real Cdula se le otorga el ttulo de " Ciudad Real de Minas " al asiento minero de San Esteban de Yauricocha.A la fama de sus minas acudan muchos espaoles interesados y entre ellos Martn Retuerto, quien trabaj la mina Lauricocha, dando un socavn que fue el primero que hubo en el mineral. Jos Maz y Arcas compr de los herederos de Retuerto la mina citada en 1740 y dirigi un socavn al mismo paraje, concluyndolo en 1760. A partir de 1760, tras el descubrimiento de las vetas de plata del "Gran Tnel de Yanacancha", Cerro de Pasco multiplic su potencial minero. La abundante riqueza que haba en estos yacimientos lleg en un contexto de extrema importancia para la Corona Espaola porque Potos, otro asentamiento minero que era explotado por la Metrpoli, haba entrado en bancarrota. Potos, tambin situado en el Virreinato de Per, pero en el territorio que actualmente ocupa Bolivia, haba sido hasta entonces la mayor productora de plata del mundo, pero, tras dos siglos de extenuante explotacin, su abrumadora riqueza haba sido exprimida definitivamente. Cerro de Pasco, la "Ciudad Real de Minas", se convirti en el sustituto natural de Potos, y cogi su relevo como principal centro minero de la Corona Espaola perteneciendo a la Intendencia de Tarma.

El minero espaol Jos Maz y Arcas fue quien descubri la mina de plata del "Gran Tnel de Yanacancha", convirtindose en uno de los hombres ms acaudalados de Cerro de Pasco. Tal era su riqueza que en 1764 solicit el ttulo de "Marqus" a la Corona Espaola, previo pago del mismo con barras de plata que haban salido de las entraas de Cerro de Pasco. En 1771, el rey Carlos III otorg a Don Jos Maz y Arcas el ttulo de "Marqus de la Real Confianza". Sin embargo, ste lleg cuando el minero espaol ya haba fallecido, lo que provoc una dramtica disputa entre sus hijos varones por la legtima herencia del mismo.

Cuando se supo que los terrenos eran ricos y productivos en metales, vinieron los Salcedos desde Puno a trabajar a Yanacancha y Pariajirca; estas propiedades pasaron despus a la familia Arrieta, de Jos Casimiro Arrieta, Minero y Antonio de Arrieta, del Oratorio San Phelipe Nieri, familia vasco espaola procedente de Tarma y de las ms importantes en toda la Sierra Central, siendo el primero Licenciado Mathas Fernndez de Arrieta casado con Mara Escolstica Munz de Llanos, esta familia tarmea se estableci en 1619 en Tarma.2

El "Gran Tnel de Yanacancha", donde los "Japiris" (capacheros aborgenes de las alturas) sacaban la plata, bajo la atenta mirada y el control frreo de los subordinados del dueo de la mina, supuso el impulso definitivo de Cerro de Pasco como realidad urbana e industrial. Cerro de Pasco aument vertiginosamente en tamao y en servicios. En 1771, el virrey Manuel Amat y Juniet concede a Cerro de Pasco el ttulo de "Distinguida Villa del Cerro de Pasco", donde se fund la "Casa de la Moneda" que acu en plata fina los "cuatro reales de Pasco". En busca de sus vetas de plata llegaban tantos empresarios y aventureros extranjeros que, a principios del siglo XIX, haba en Cerro de Pasco doce viceconsulados de pases europeos y americanos.

Sin embargo, esta poca de esplendor tambin conoci dramticos desastres, como cuando, despus de un devastador terremoto, quedaron sepultados trescientos hombres al hundirse una mina. El socavn de la tragedia recibi el nombre "mata gente".En septiembre de 1999 los capitales privados Volcn S.A.A. compran la unidad Paragsha a Centromin Per S.A.C. El cual explota en la actualidad (2007) plomo y zinc, habiendo heredado el problema social de sus antecesores.

LA LLEGADA DE DOE RUN PERU Desde el punto de vista de la salud pblica y el respeto al medio ambiente, los ltimos aos del Estado peruano a cargo de la planta de fundicin de La Oroya no fueron de los ms considerados frente a la situacin ambiental local. As como la CPC enfrent, acaso con desgano y fatiga, los arrestos antiimperialistas de la primera fase del gobierno militar, CentrominPer debi encarar el clima de tensin generado por la violencia poltica en los aos ochenta y luego, en la dcada de 1990, los vientos de la globalizacin, con sus exigencias de reformas estructurales, desregulacin y privatizacin.La otrora empresa minera estatal ms grande del pas no poda mantenerse mucho tiempo al margen de la ola privatizadora, pues, a diferencia de las dcadas anteriores, el nuevo marco ideolgico dominante de la economa de mercado determinaba la presencia de un Estado pequeo y plena libertad a la iniciativa privada en las decisiones econmicas. As, en aplicacin del Decreto Ley 674, promulgado el 25 de septiembre de 1991, se inicia el proceso de promocin de la inversin privada en Centromin Per S. A., el cual se prolong hasta 1997 (Carhuaricra 2004: 90).El proceso de privatizacin de Centromin puso en evidencia las tremendas debilidades de la gestin ambiental de las empresas estatales del sector minero-metalrgico. Este dato permite entender, en parte, asuntos que devinieron sumamente complicados tiempo ms tarde, una vez terminada la privatizacin, con la gestin del PAMA. La siguiente referencia da cuenta de dichas dificultades, La privatizacin de Centromin tuvo su punto culminante en 1997, cuando la compaa norteamericana Doe Run Company adquiere la propiedad del complejo metalrgico. Vale decir que quien gan originalmente la subasta pblica fue el grupo mexicano Industrias Peoles, que ofreci 185 millones de dlares, esto es, ms del doble del precio base. Sin embargo, al poco tiempo este grupo desisti de la adquisicin: segn un comunicado del comit encargado de llevar adelante la privatizacin de Centromin Per, luego de ganar la subasta, Peoles pretendi negociar un descuento de aproximadamente 100 millones de dlares mediante la cobranza por un paquete tecnolgico (20 millones de dlares), el pago de regalas de las ventas netas por concepto de asistencia tcnica y gerencia (3,5 por ciento), as como la distribucin del saldo de primas de emisin (57 millones de dlares). Tras esta defeccin, el segundo postor, Doe Run Company, con una oferta de 126,5 millones de dlares y un compromiso de inversin de 120 millones de dlares, es declarado ganador de la buena pro y adopta la licencia de Doe Run Per. As, DRP se instala en La Oroya e inicia un nuevo ciclo de relaciones entre actividad metalrgica, efectos contaminantes y salud pblica, en un contexto donde los tpicos ambientales y de la salud pblica haban comenzado a despertar inters en las polticas pblicas los medios de comunicacin, el mundo de la cooperacin internacional, instituciones religiosas y ciertos ncleos acadmicos.

CRONOLOGA RESUMIDA DE EVENTOS DRP EN LA OROYA 27 de enero de 1997: Se divulgan las bases del concurso pblico internacional para privatizar a Metaloroya, empresa constituida por Centromin, la cual tendra a su cargo el complejo metalrgico de La Oroya. 8 de marzo de 1997: Precalifican seis empresas para la privatizacin de Metaloroya: Glencore International; Asturiana de Zinc; Servicios Industrias Peoles; Ca. Parapanema Mineracao; Industria e Construcao; y el Consorcio Renco Group y The Doe Run Resources. 10 de julio de 1997: Se comunica a Doe Run Resources que le ha sido otorgada la buena pro para operar el CMLO, debido a la declinacin de Industrias Peoles. 16 de octubre de 1997: El MEM aprueba la reestructuracin del PAMA del CMLO, el cual qued valorizado en 131,74 millones de dlares (primera modificacin del PAMA). Se aprueba la divisin del PAMA en 24,17 millones de dlares a cargo de Centromin (lo cual inclua la remediacin de los antiguos depsitos de trixido de arsnico de Vado y Malpaso) y 107,58 millones de dlares a cargo de Metaloroya (todos los dems proyectos del PAMA original). 19 de octubre de 1999: Se produce la segunda modificacin del PAMA. Este se revaloriza a 168,3 millones de dlares. 16 de abril de 2001: Se produce la tercera modificacin del PAMA del CMLO. Este se revaloriza a 169,7 millones de dlares. 12 de setiembre de 2002: Doe Run Resources cancela la deuda de 125 millones de dlares asumida por Doe Run Mining en 1998 y, por ello, DRP firma un pagar intercompaa sin intereses por 139,1 millones de dlares a favor de Doe Run Resources. 25 de octubre de 2002: Se produce la cuarta modificacin del PAMA. Este se revaloriza a 173,9 millones de dlares. 26 de diciembre de 2003: Sunat notifica a DRP una acotacin relacionada con el Impuesto a la Renta por 9 millones de dlares. 15 de noviembre de 2004: Sunat notifica a DRP una acotacin relacionada con el IGV por 38,98 millones de dlares. 23 de diciembre de 2004: Sunat notifica a DRP una acotacin relacionada con el Impuesto a la Renta por 96,6 millones de dlares. 23 de diciembre de 2004: Se aprueba el Decreto Supremo 046-2004-EM, el cual establece disposiciones para prrrogas excepcionales para el cumplimiento de los PAMA. Diciembre de 2005: DRP presenta una solicitud de prrroga excepcional del plazo de cumplimiento para el proyecto plantas de cido sulfrico. 29 de junio de 2006: Se aprueba la Resolucin Ministerial 257-2006-MEM/DM, la cual aprueba la prrroga excepcional del PAMA. 13 de enero de 2007: Vencimiento original del PAMA. Setiembre de 2007: El Blacksmith Institute difunde un informe en el que califica a La Oroya como uno de los diez lugares ms contaminados del planeta. Octubre de 2007: Dos religiosas estadounidenses presentan una demanda en contra de Doe Run Resources, matriz de DRP en Estados Unidos, ante la Corte del Circuito de Saint Luis de Missouri por el dao a la salud de 137 nios de La Oroya contaminados por plomo (La Repblica 2008). El 31 de octubre, el congresista Jorge del Castillo, a la sazn Presidente del Consejo de Ministros (2006-2008), enva una carta al entonces embajador de Estados Unidos en Per, Michael Mckinley, solicitndole la "intervencin del Departamento de Estado" en dicho proceso judicial en Missouri en contra Doe Run Resources. Del Castillo peda al gobierno de Estados Unidos que notificara al Departamento de Justicia y a la Corte de Saint Louis, para que no se estableciera "un precedente perturbador para los inversionistas de ambos pases y que socava la seguridad jurdica". Mayo de 2008: Blacksmith Institute revela un reporte en el que da cuenta de mejoras en la situacin ambiental de La Oroya. 15 de diciembre de 2008: DRP paraliza la construccin de los proyectos Modernizacin del circuito de cobre y Planta de cido sulfrico del PAMA. 25 de febrero de 2009: DRP no puede cumplir con el pago de los concentrados a sus proveedores. Algunos das antes, uno de los tres bancos que conformaban el sindicato que le otorg una lnea de crdito revolvente de 75 millones de dlares haba mostrado reparos por el riesgo de incumplimiento de DRP. Luego los otros dos haran lo mismo. 3 de abril de 2009: Se anuncia el salvataje privado de DRP, en virtud del cual 15 mineras proveedoras del CMLO garantizaran una lnea de crdito por 75 millones de dlares y la entrega de concentrados por 100 millones de dlares a cambio de que el accionista de DRP capitalice una acreencia por 156 millones de dlares y se constituya una prenda por el 100 por ciento de las acciones de la empresa para asegurar el cumplimiento del PAMA. 5 de mayo de 2009: El ministro de Energa, Pedro Snchez, revela ante la Comisin dePueblos Indgenas, Ecologa y Ambiente del Congreso de la Repblica que se podra prorrogar el PAMA del CMLO en virtud de una disposicin del Decreto Supremo 046-2004-EM, que contempla supuestos de incumplimiento por hecho fortuito o fuerza mayor. 3 de junio de 2009: DRP comunica que el 100 por ciento de sus operaciones quedar paralizado temporalmente. 3 de agosto de 2009: DRP opta por someterse a un proceso de reestructuracin de sus pasivos ante Indecopi. 26 de setiembre de 2009: Se publica la Ley 29410, que prorroga el plazo para el financiamiento y la culminacin del Proyecto Planta de cido Sulfrico y modificacin del Circuito de Cobre del Complejo Metalrgico de La Oroya. El proyecto de ley que origin la Ley 29410 fue enviado al Parlamento por el Poder Ejecutivo y se aprob en cuatro das. Enero de 2010: La Sociedad de Minera, Petrleo y Energa decide desafiliar a DRP de su gremio. Mayo de 2010: El ministro de Energa y Minas, Pedro Snchez, consider una conchudez y una desfachatez los pedidos de ms facilidades de DRP, para que pueda reanudar sus operaciones en La Oroya. 6 de junio de 2010: El MEM seala que la empresa DRP tiene hasta julio para conseguir financiamiento y reanudar sus operaciones (El Comercio, 2010). Junio 2010: El caso DRP vuelve a ponerse en los reflectores de la opinin pblica. Los trabajadores de DRP, tras vacaciones forzadas, organizan movilizaciones orientadas a presionar a que el complejo metalrgico retome sus operaciones. El presidente Alan Garca declara que DRP ha tenido muchas golleras y excepciones a lo largo de este gobierno y del anterior. Julio de 2010: mes muy crtico para la situacin de DRP y de sus trabajadores. Mientras el Gobierno da un ultimtum de 48 horas a DRP para que certifique reanudacin de operaciones y los trabajadores acuden a la planta metalrgica, la empresa no reanuda sus operaciones, tal como se estuvo rumoreando. El 27 de julio, el Gobierno anunci un plan de cierre de DRP, luego de que la empresa no logr garantizar que completar un costoso plan ambiental o pagar su deuda. 2 de agosto de 2010: El MEM notifica a DRP el incumplimiento de las obligaciones decretadas en la Ley 29410, la cual estableca la reanudacin de sus operaciones el 27 de julio. 4 de agosto de 2010: El viceministro de Trabajo, Javier Barreda, seala que trabajadores de DRP son utilizados y chantajeados por la empresa (El Comercio 2010b). 24 de noviembre de 2010: El ministro de Energa y Minas, Pedro Snchez, indic que si DRP quiere realizar un reclamo sobre el contrato de privatizacin del Complejo Metalrgico de La Oroya, que firm con el Estado en 1997, deber recurrir a un arbitraje, tal como lo establece el contrato (El Comercio, 2010c). Diciembre de 2010: DRP inicia una campaa de comunicados a la opinin pblica en la que asegura estar haciendo todos los esfuerzos por reabrir el complejo metalrgico y posibilitar la viabilidad de la ciudad de La Oroya, afectada econmicamente por la paralizacin de las operaciones. Asimismo, seala al Estado peruano como responsable de la contaminacin histrica de la ciudad, por lo que lo insta a asumir las consecuencias legales y econmicas derivadas de las demandas presentadas por habitantes de La Oroya ante tribunales norteamericanos, por daos relacionados con la contaminacin proveniente del complejo de La Oroya. 4 de enero de 2011: La multinacional Renco, propietaria del complejo metalrgico de La Oroya a travs de DRP, anunci su intencin de iniciar un proceso de arbitraje internacional que solucione el conflicto que mantiene con el Estado por dicho complejo (La Repblica, 2011). 31 de marzo de 2011: El Ministerio del Ambiente, a travs del Organismo de Evaluacin y Fiscalizacin Ambiental, mult a DRP con dos mil Unidades Impositivas Tributarias (UIT), equivalentes a 7,1 millones de nuevos soles, debido a que incumpli con sus compromisos asumidos anteriormente (El Comercio, 2011b) 15 de abril de 2011: el Estado peruano design a dos estudios de abogados para que los represente en un arbitraje internacional interpuesto por la estadounidense Renco Group y su filial Doe Run (El Comercio, 2011c). 3-10 de enero de 2012: tras continuar la paralizacin de las operaciones metalrgicas, los trabajadores de la DRP retoman sus acciones de fuerza y se movilizan al Congreso de la Repblica para demandar la reapertura del complejo metalrgico. Tambin piden se le ample el plazo para la culminacin del PAMA. 18 de enero de 2012: la junta de acreedores aprob el Plan de Restructuracin de la empresa DRP y de Buenaventura y decidi entregar la administracin del complejo a la empresa a DRP y no a Cormin, empresa acreedora que aspiraba a obtener dicha administracin. La trayectoria de conducta presentada muestra los intentos de DRP de modificar su PAMA original, las diversas notificaciones que instancias del Estado aplicaban a DRP por impuestos y los entredichos con representantes del Estado. En suma, se trata de una recorrido bastante tenso y anmalo que grafica el tipo de relacin que la empresa ha construido con diversas instancias del Estado y de la sociedad, actitud que empez tempranamente al poco tiempo de su llegada al complejo metalrgico y que se extiende hasta el momento en que se ha culminado esta investigacin.Se permite observar cmo los intereses o posiciones declarativas formales de algunos actores (sindicato, municipio, MEM) no siempre tienen correlacin con los comportamientos concretos. De igual modo, algunas conductas pueden expresar duda, vacilacin e intermitencia, dependiendo de variables circunstanciales, alianzas, aproximaciones, clculos estratgicos, intereses polticos, modificacin de las correlaciones de fuerza, etc. Tambin ha de resaltarse la asimetra de poder de las que disponen los actores, caracterstico de muchos conflictos ambientales.

IMPLICANCIAS DEL CONFLICTO SOCIOAMBIENTAL Una de las primeras constataciones que se desprenden del conflicto generado en La Oroya es que las contradicciones no reproducen el ya clsico esquema que coloca a la empresa y a las poblaciones en posiciones antagnicas. A diferencia, por ejemplo, del caso del Cerro Quilish (que enfrent en 2004 a la minera Yanacocha con la poblacin de la ciudad de Cajamarca) o de Tambo grande (localidad de Piura que en 2002 impidi la llegada de la minera Manhattan a su valle frutcola), en La Oroya las ubicaciones y coaliciones son diferentes: por un lado, existe un importante sector de la poblacin que junto con organizaciones locales defiende la continuidad de las actividades metalrgicas y ms bien impugna el papel del Estado, al que perciben como una amenaza que podra decidir el cierre de la fundicin, lo que cortara la fuente de ingresos de la ciudad; y, por otro, est aquel sector de la poblacin local que, apoyada por algunas ONG y organizaciones sociales, cuestiona la conducta ambiental de DRP y el papel del Estado en la gestin del conflicto y en la evolucin de los impactos ambientales en La Oroya.Por supuesto que la empresa es consciente de las ventajas comparativas de las que se beneficia al tener a la poblacin dividida, con un bando a su favor (Pinto 2007: 289), y una ubicacin fsica que asegura xito a medidas de fuerza como el cierre de la Carretera Central, al ser est prcticamente la nica va de acceso a la sierra centro del pas. El Estado, que en otros conflictos es visto como un aliado encubierto de las empresas mineras, aqu, en cambio, es sealado como aquel que encarna la posibilidad de cierre de la fundicin. En cuanto a las ONG, que en otros conflictos socio ambientales se han ganado la confianza de la poblacin local gracias a su compenetracin con los reclamos comunales, en este caso son percibidas por un sector de la poblacin como extraas a sus intereses.Estos componentes contradictorios hacen difcil asimilar el caso de La Oroya al tipo de conflicto de justicia socioambiental, como lo propusieron Bebbington y Humphreys (2009: 122) al presentar su clasificacin de los tipos de ambientalismo que anidaran en los conflictos socio ambientales.El conflicto en La Oroya genera, tambin, un discurso propicio a lo polticamente correcto, en el que todos los actores dicen estar preocupados por la defensa de los derechos a la salud pblica y a un ambiente sano. Las discordancias aparecen cuando se ponderan el origen, las responsabilidades y la magnitud de cada fuente de riesgo y se discuten las medidas tendentes a enfrentar el problema: la empresa DRP sindica a los pasivos histricos ambientales (el heredado de la CPC o de Centromin Per) como la fuente de impactos; el Movimiento por la Salud de La Oroya (MOSAO) responsabiliza a las actuales fuentes de emisin contaminante (los humos y descargas de DRP), sin dejar de mencionar las peculiares condiciones climticas y geogrficas de la ciudad; las ONG Cooperacin, Andes y Cenca proponen que la empresa DRP asuma su responsabilidad, mientras que ciertos representantes del Congreso de la Repblica estimaban en su momento que es necesario declarar en emergencia la cuenca del ro Mantaro. La empresa, por su parte, considera que mientras no disponga de los recursos suficientes para adoptar innovaciones tecnolgicas, ser preferible poner en marcha un conjunto de medidas de higiene, en el marco del convenio que ha firmado con la DIGESA del MINSA.Todas estas dismiles perspectivas propician un entorno social signado por la desconfianza entre los actores, el entrampamiento de las propuestas, la pobre legitimidad de las iniciativas, cuando no el aplazamiento permanente de acciones y medidas de envergadura.En cuanto a los impactos ambientales, al igual que frente a la salud pblica, predomina el discurso polticamente correcto de la defensa del medio ambiente: los actores involucrados dicen adoptar una actitud responsable con la conservacin de los recursos naturales. Sin embargo, lo real es que la contaminacin persiste, hecho tolerado porque sera el costo a pagar a cambio de sostener el ritmo de la vida econmica y comercial en La Oroya. La filosofa de los actores que toleran el deterioro del medio ambiente local (DRP, Comit Multisectorial por la Vigencia Histrica y Econmica de La Oroya, Municipalidad de La Oroya, en la gestin de Clemente Quincho) parece consistir en reconocer que, si bien existen niveles preocupantes de contaminacin, estos son susceptibles de eficaz control. Se cree que aquello que se ha deteriorado es pasible de recuperacin: las aguas del Mantaro y su tributario Yauli, los suelos y pavimentos de La Oroya, la atmsfera circundante, aunque ostentan importantes niveles de deterioro, pueden ser revertidos segn esta visin.Por supuesto, no todos comparten esta mirada. La importancia de los impactos ambientales parece ser de mayor preocupacin para ciertas minoras activas: el MOSAO, ONG ambientalistas (Cenca, Labor, Cooperacin), ciertas autoridades regionales y medios de comunicacin. Pero su activismo no llega a refutar el hecho de que los temas ambientales constituyen un tpico de inters secundario para gobernantes nacionales, empresas, autoridades locales y comunidades (Bravo 2005: 22), sobre todo cuando de por medio estn las industrias extractivas e inversiones de gran rentabilidad, capaces de contribuir decisivamente con el producto bruto interno. Como es usual en muchos de los conflictos socioambientales en el Per, los representantes empresariales ven con desconfianza el papel de las ONG y de todo actor social que asume una postura crtica frente al desempeo ambiental de las empresas. En La Oroya, al menos en este aspecto, este esquema se reproduce de forma muy idntica: al decir del ya citado Jos Mogrovejo, Existen sectores de opinin donde predomina la falta de informacin, un tratamiento prejuicioso y la ausencia de un acercamiento propositivo a los problemas ambientales. Conocemos diversos casos de crticos nuestros que no han aceptado, por ejemplo, visitar el Complejo de La Oroya para conocer los avances de nuestro trabajo. La situacin que enfrentamos es producto de una situacin de fuerza mayor o caso fortuito. Pero el conflicto de La Oroya tambin se halla atravesado por un juego de imgenes y percepciones, ya aludidos en prrafos anteriores, que los actores manejan los unos respecto de los otros. Estas imgenes se han ido construyendo a partir de experiencias pasadas, prejuicios, actitudes, comportamientos y agendas polticas desplegadas por cada uno, pero tambin por las percepciones que cada actor maneja de los dems en funcin de sus intereses, expectativas y motivaciones. Por supuesto que no todas estas visiones dejan traslucir las reales intenciones, valoraciones y mviles de los actores. Siempre est la preocupacin por la imagen pblica como un activo a preservar. DRP, por ejemplo, quiere mostrar una conducta socialmente responsable que le permita ganar el apoyo de la poblacin local, objetivo que ha logrado en gran medida, tal como lo ratifica la defensa que hacen de ella algunas autoridades y organizaciones locales. Sin embargo, para otros grupos, DRP no quiere asumir un compromiso transparente y sincero con el medio ambiente y la salud pblica de La Oroya, por lo que la critican y presionan. Se podra aseverar con gran seguridad que en los medios capitalinos, en el Gobierno Central y en la opinin pblica nacional, DRP goza de una reputacin muy venida a menos, dada su conducta frente al problema socioambiental, sus permanentes incumplimientos frente al PAMA, sus manejos financieros y, por supuesto, la situacin ambiental de La Oroya. No es gratuito que la Sociedad Nacional de Minera, Petrleo y Energa, gremio que agrupa a las empresas extractivas del rubro, haya decidido, en enero de 2010, la expulsin de sus filas de DRP porque "la empresa y sus accionistas no han demostrado con hechos concretos su voluntad de cumplir con sus compromisos ambientales y sus obligaciones con el pas, sus trabajadores, la poblacin de La Oroya y sus acreedores. El Estado, por su parte, es percibido por aquel sector que apoya las actividades de DRP como una amenaza, ya que las normas que trata de hacer respetar tendran como resultado el cierre de las actividades minero metalrgicas, idea bien vendida por DRP, lo que le ha permitido articular un movimiento local a su favor. Pero ese mismo Estado es evaluado por otros grupos como una estructura poltica que frente a DRP no hace valer su autoridad y que, ms bien, expide normas con nombre propio, favorables a la empresa, y se desentiende del problema de salud ambiental de La Oroya, postergando las soluciones para ms adelante. Como revel una ex funcionaria del MEM: Cada vez que Doe Run entraba en problemas, iba a la direccin de Asuntos Ambientales del MEM y lograba que le modifiquen plazos, modificaciones que por cierto tienen irregularidades. As se evitaron las multas y fueron dejando todo para el final.Estas percepciones cruzadas y contradictorias contribuyen a complicar el conflicto, agudiza la desconfianza entre las partes e indispone la adopcin de salidas consensuadas, participativas e incluyentes.Pero el conflicto local tambin se refleja en el nmero y la disparidad de las propuestas que se han planteado para resolver la situacin imperante. Tales propuestas (que para efectos de este trabajo, se han clasificado en legales, participativas e institucionales) han respondido a orientaciones, nfasis, objetivos, expectativas y condiciones de viabilidades muy dismiles, propias del agente que las formula. Lejos de coincidir en respuestas.

LOS IMPACTOS EN LA SALUD AMBIENTAL Los estudios independientes constatan que la principal y ms importante fuente de contaminacin es tanto el material acumulado por las emisiones histricas del complejo metalrgico (pasivos ambientales) cuanto aquel que se sigue arrojando a la atmsfera, pese a las mejoras tcnicas introducidas en sus procesos productivos. Se considera que las emisiones del parque automotor circulante en La Oroya tambin tienen fuertes efectos contaminantes; no hay que olvidar que esta ciudad es atravesada por la Carretera Central, lo que la convierte en paso obligado y punto de acceso a la sierra y la selva central.Desde el inicio de las operaciones del complejo metalrgico de La Oroya, con la puesta en operacin del circuito de cobre, y posteriormente la fundicin de plomo, las emisiones de polvo y gases histricamente producidas impactaron a grandes distancias, abarcando en 1940 un espacio de 800 mil hectreas alrededor del complejo. En 1941 se instalaron precipitadores electrostticos en la planta de Cottrell Central, que permitieron reducir el rea impactada a 14.190 hectreas. Gracias a posteriores innovaciones, en 1971 el rea afectada disminuy a 4.170 hectreas (Doe Run Per 2001: 63).La reduccin de las emisiones de polvo permiti que en las zonas alejadas la vegetacin se recupere en forma paulatina y natural. Sin embargo, ello no signific necesariamente la eliminacin de los materiales contaminantes en los suelos, los que an pueden permanecer en la superficie. Adems, las zonas cercanas al complejo metalrgico continuaron siendo afectadas (Doe Run Per 2001: 63).Se brinda una buena idea de la secuencia contaminante por emisiones de polvo desde cuando DRP asumi el manejo de la fundicin. Presenta las correspondientes al plomo. En ambos casos, si bien hay un descenso en los ltimos aos, desde 2005 y 2006 las emisiones sobrepasaban los lmites mximos permitidos en los periodos precedentes. Aunque se conoce de explotaciones mineras en San Martn de Tucto y en Nuevo Potos (hoy Andaychagua), hacia mediados del siglo XVIII (Chuquimantari, 2002), el auge minero contemporneo de La Oroya se inicia en 1922 con el traslado de la fundicin de cobre, que hasta entonces funcionaba cerca de Cerro de Pasco.Desde entonces, la degradacin ambiental de La Oroya fue en aumento junto con el crecimiento de las operaciones mineras y metalrgicas en la zona, pues la sociedad acaso si posea alguna conciencia ambiental, el Estado careca de normas ambientales.La situacin econmica que acompa a los aos de violencia terrorista en la dcada de 1980 y los bajos precios internacionales de los metales a inicios de la dcada de 1990 propiciaron el cierre y/o abandono de operaciones mineras, con la consecuente aparicin de pasivos ambientales y del drenaje cido de minas, los cuales han degradado significativamente la cuenca del Ro Mantaro y afectado la economa y la salud a las poblaciones asentadas en ella (DIGESA, 1999) (Doe Run Per, 2001) (Cornejo et al., 2004).En el ao 2005, Doe Run Per (DRP), operador del CMLO, fue declarado: Macro Emisor por la autoridad ambiental peruana, y a partir del 2007, recibe una supervisin especializada en torno a sus obligaciones ambientales, habiendo recibido a la fecha una multa por ms de US$ 200 000 (OSINERGMIN, 2007).NIVELES DE DIXIDO DE AZUFREEl CMLO cuenta con una Red de Monitoreo de la Calidad de Aire, conformada por siete estaciones de monitoreo ambiental; en cada una de ellas se registran las concentraciones de Material Particulado con dimetro menor a 10 m (PM10) y las de Dixido de Azufre (SO2), entre otros contaminantes atmosfricos, a intervalos de tiempo preestablecida . la ubicacin de las estaciones. Las concentraciones SO2 en los meses de enero, marzo, agosto y octubre de 2008, se muestran en las figuras 2, 3, 4 y 5, respectivamente; dichas figuras se tomaron de los reportes ambientales mensuales que presenta DRP al Ministerio de Energa y Minas del Per con el aval de la empresa fiscalizadora externa designada por el Organismo Supervisor de la Inversin Privada en Energa y Minera (OSINERGMIN). (Doe Run Per, 2008) Al examinar las figuras, se observa una fuerte variacin estacional, la cual se evidencia en las diversas escalas utilizadas en las figuras; as mismo, destaca el hecho que la estacin Huanchn posea siempre las mayores concentraciones de SO2.

CONCLUSIONES El problema socioambiental que afecta a La Oroya (condicionado por la exposicin cuasi centenaria a la contaminacin originada por las operaciones metalrgicas) se expresa en un esquema de conflicto atpico y complejo marcado por: una situacin de dependencia econmica de la ciudad frente a la actividad metalrgica; presencia de mltiples actores con posiciones e intereses diferenciados; una actitud ciudadana predominante que privilegia los beneficios econmicos derivados de las operaciones metalrgicas y que pone en segundo plano los derechos a la salud y a la calidad ambiental; una gama de percepciones contradictorias sobre el papel del Estado, al que unos ven como condescendiente con DRP y otros como hostil a su desempeo al frente de la gestin del complejo metalrgico; la incorporacin al conflicto de variables empresariales y financieras, encarnadas por otras empresas y sus acreencias frente a DRP; y, sobre todo, la persistencia, al menos entre 1997 y 2010, de condiciones ambientales y de salud pblica bastante crticas. Estos componentes hacen difcil asimilar el caso de La Oroya al tipo de conflicto de justicia socioambiental, como lo propusieron Bebbington y Humphreys (2009: 122).El caso de La Oroya exige usar un enfoque que observa los problemas ambientales como derivados de una construccin social y poltica. Social, porque recin en la dcada de 1990 concurrieron las condiciones sociales e ideolgicas para que el caso se convirtiera en un problema de inters pblico, aun cuando las afecciones a la salud ya se haban registrado poco despus del inicio de las operaciones, en 1922. Poltica, porque el caso muestra la pugna entre actores (locales, nacionales y hasta internacionales) con percepciones, posiciones e intereses encontrados y con asimetras de poder bastante pronunciadas, lo que se expresa en un conflicto socioambiental en que algunos resaltan o minimizan la gravedad de la contaminacin; unos se contentan con algunas acciones como respuestas al problema; y otros amplan el escenario del conflicto involucrando a nuevos actores, como una forma de balancear las disparidades de poder El poco responsable comportamiento de DRP frente a sus compromisos ambientales (PAMA), as como las vacilaciones del Estado frente a su obligacin de hacer cumplir dicha exigencia ambiental, ameritan la revisin de las condiciones de aplicabilidad de los mecanismos de remediacin ambiental.Aunque los datos empricos derivados de los tempranos estudios de biomonitoreo han dado cuenta de un impacto consistente, que se manifiesta en la presencia de plomo, cadmio y otros metales en el organismo de las personas por encima de los estndares permitidos, la empresa ha presentado datos que sealan una tendencia posterior de relativa disminucin en sus emisiones y vertimientos que podran marcar un punto de inflexin en el grado de exposicin a la polucin que la ciudad viene sufriendo. Esta aparente mejora del desempeo ambiental de DRP no ha logrado sostenerse totalmente ni sealar una tendencia consolidada, puesto que la paralizacin de las operaciones metalrgicas, desde junio de 2009 a la fecha, cort dicha posibilidad. El cese de actividades ha contribuido, por un lado, a la disminucin ostensible de las emisiones de dixido de azufre sobre la ciudad, y por consiguiente, a una leve recuperacin ambiental; pero por otro, ha tenido un impacto social, comercial y poblacional que est haciendo de La Oroya una locacin que se despuebla, pierde recursos y quiebra su dinmica comercial y vecinal. Dicha paralizacin tambin trunc la opcin de certificar los aparentes progresos que DRP afirma haber logrado en la disminucin de sus emisiones y vertimientos contaminantes, como tambin impidi verificar su sostenibilidad en el tiempo.

BIBLIOGRAFIA https://visioncompartida.wordpress.com/tag/contaminacion-ambiental-en-cerro-de-pasco/ http://sisbib.unmsm.edu.pe/bibvirtual/publicaciones/geologia/v12_n24/pdf/a07v12n24.pdf https://es.wikipedia.org/wiki/Cerro_de_Pasco http://www.digesa.minsa.gob.pe/depa/pral2/mpca-informes/Calidad%20aire%20OROYA%20I%20octubre%202006.pdf http://es.slideshare.net/ReyderLpezGuayanay/resolucion-de-conflicto-socio-ambiental

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