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Maracay, Sábado 20 de febrero de 2010 Crónicas del Olvido Huayra: La transparencia -ALBERTO HERNÁNDEZ- (Viaje de Freddy Hernández Álvarez en una novela con Armando Reverón) 1.- U n mar verbal dilata la mi- rada de quien narra a tra- vés de una máscara de car- naval, de héroe de lucha libre, mientras en el Castillete la luz se difumina en el silencio de Ar- mando Reverón. Juanita aguarda -detenida en el tiempo, suspendida en el aire- el último relámpago de las ma- nos del loco de Macuto. Por ese tejido frecuenta Freddy Hernán- dez Álvarez, quien con Huayra: la transparencia regresa al pintor, constante en sus afanes como narrador de largo aliento y de porfiado navegar por las aguas de su costa natal. Publicada por la editorial En Ancas, esta novela de Hernández Álvarez obtuvo el Primer Premio de Narrativa de la VIII Bienal Li- teraria "José Antonio Ramos Su- cre" y fue finalista del Premio Pla- neta "Miguel Otero Silva". Lamentablemente, la difusión y la crítica en nuestro país son demasiado mezquinas y displi- centes. Sin embargo, el silencio en que la han mantenido enri- quece su vigencia, la coloca en el sitio de las buenas y extrañas novelas dedicadas al país. El narrador, que se desdobla en muchos personajes y multiplica en el tiempo, recorre el territorio de una nación desleída, un ima- ginario en el que la costa se fun- da desde un nombre de profunda sangre indígena, y en el que mora la luz de quien fragua la transpa- rencia plástica. 2.- "Juanita me dice: "Una rosa tan roja, tan roja como la san- gre, tan rojo como el amor de Ar- mando Reverón", y se acercan desde El Playón Armando y Cé- sar y yo le digo a Juanita que los dejemos solos, tienen mucha luz que decirse, que eso de hablar de la luz es muy serio. Ese sueño del globo azul fue vespertino, hay otros sueños tan azules, quizás más brillantes, los de la ciudad nocturna, los azules infinitos del neón. Es otra ciudad y también aprendemos a soñarla". En este segmento podría estar el centro de la novela de Freddy Hernández Álvarez. El sueño, una realidad que cuestiona el ol- vido, fecunda las acciones que el narrador usa como justificación para mostrarnos la pequeña ar- cadia a la orilla del Caribe: En el sueño, invadido por una in- tensa luz, los actantes de la his- toria de un territorio visible: Armando Reverón, César Rengi- fo, Juanita y las múltiples voces o personajes que estructuran este trabajo del escritor guaire- ño radicado en Puerto la Cruz. El discurso de un país por donde vemos pasar el poder en la figura de Presidentes que discurren por las páginas como manchas, como simples susurros, como un eco inin- teligible, y dejan un momento es- tático, rodeado por la efervescen- cia lúdica del niño que frecuenta las acciones. Relata el narrador sus andanzas por Macuto, el niño que aprende de un loco, que entra y sale de la mirada extraviada del barbudo. El niño -¿será el mismo Freddy?- que sube al techo del Cas- tillete, juega con el mono y con las muñecas y se imagina el mar en los colores de Reverón. Prevalido de una rica historia, el autor jue- ga con el tiempo, con su tiempo, lo traspone, carnavaliza eventos, los desubica: en esta pertinencia me- taficcional Freddy Hernández Ál- varez revisa la magia doméstica de una voz ajena que se inserta en los acontecimientos colaterales de un espacio histórico que lo atrapa, lo obsesiona, lo remueve y lo ex- trema. 3.- A esta novela se entra y se sale por el mar. El personaje crece en la medida en que el tiempo hace su labor. La Caracas de los años 50, la de los techos rojos dibuja- dos por la prosa de Enrique Ber- nardo Núñez, relata sus avata- res, sumerge a los personajes en el fárrago de una ciudad festiva, aturdida por los primeros brotes de la violencia urbana. Las referencias a la realidad de la época fortalecen el contenido de esta obra: Enrique Bernardo Núñez se revela en la transparencia de Reverón, y Guillermo Meneses es circundado por los hallazgos de su propio imaginario: la Balandra Isa- bel se libra del silencio, vacía la tripulación en los burdeles de aque- lla vieja Guaira donde una mano toca los muros de la sombra, el azul escondido en los placeres de la nocturnidad inundada por el sa- litre y el olor a pescado. Muchas son las historias que navegan en esta excelente novela de Freddy Hernández Álvarez, cuya arma- zón es una sola voz multiplicada. Coda: Hace poco se marchó el pariente, como él mismo me sa- ludaba, por aquello de venir del mismo apellido, como hacíamos con Montejo. El hígado de Freddy, su templo de la bohemia, sucum- bió, como el de Orlando, como el cerebro de Pepe Barroeta, como las entrañas de Eugenio. Una muerte que se nos anota en el alma, porque en este país de olvi- dos y desdenes el amor por los amigos, sobre todo por los poetas, se ha convertido en una navaja silenciosamente amolada. La muerte de mi pariente Freddy es también una forma de silenciar las horas. De cavilar frente al mar de su eternidad.

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  • Maracay, Sbado 20de febrero de 2010

    Crnicas del Olvido

    Huayra: La transparencia-ALBERTO HERNNDEZ-

    (Viaje de Freddy Hernndez lvarez en una novela con Armando Revern)1.-

    Un mar verbal dilata la mi-rada de quien narra a tra-vs de una mscara de car-naval, de hroe de lucha libre,mientras en el Castillete la luz sedifumina en el silencio de Ar-mando Revern.

    Juanita aguarda -detenida enel tiempo, suspendida en el aire-el ltimo relmpago de las ma-nos del loco de Macuto. Por esetejido frecuenta Freddy Hernn-dez lvarez, quien con Huayra:la transparencia regresa alpintor, constante en sus afanescomo narrador de largo aliento yde porfiado navegar por las aguasde su costa natal.

    Publicada por la editorial EnAncas, esta novela de Hernndezlvarez obtuvo el Primer Premiode Narrativa de la VIII Bienal Li-teraria "Jos Antonio Ramos Su-cre" y fue finalista del Premio Pla-neta "Miguel Otero Silva".

    Lamentablemente, la difusiny la crtica en nuestro pas sondemasiado mezquinas y displi-centes. Sin embargo, el silencioen que la han mantenido enri-quece su vigencia, la coloca en elsitio de las buenas y extraasnovelas dedicadas al pas.

    El narrador, que se desdobla enmuchos personajes y multiplicaen el tiempo, recorre el territoriode una nacin desleda, un ima-ginario en el que la costa se fun-da desde un nombre de profundasangre indgena, y en el que morala luz de quien fragua la transpa-rencia plstica.

    2.-"Juanita me dice: "Una rosa

    tan roja, tan roja como la san-gre, tan rojo como el amor de Ar-mando Revern", y se acercandesde El Playn Armando y C-sar y yo le digo a Juanita que losdejemos solos, tienen mucha luzque decirse, que eso de hablar dela luz es muy serio. Ese sueo delglobo azul fue vespertino, hayotros sueos tan azules, quizsms brillantes, los de la ciudadnocturna, los azules infinitos delnen. Es otra ciudad y tambinaprendemos a soarla".

    En este segmento podra estarel centro de la novela de FreddyHernndez lvarez. El sueo,una realidad que cuestiona el ol-vido, fecunda las acciones que elnarrador usa como justificacinpara mostrarnos la pequea ar-cadia a la orilla del Caribe: Enel sueo, invadido por una in-tensa luz, los actantes de la his-toria de un territorio visible:Armando Revern, Csar Rengi-fo, Juanita y las mltiples voceso personajes que estructuran

    este trabajo del escritor guaire-o radicado en Puerto la Cruz.

    El discurso de un pas por dondevemos pasar el poder en la figurade Presidentes que discurren porlas pginas como manchas, comosimples susurros, como un eco inin-teligible, y dejan un momento es-ttico, rodeado por la efervescen-cia ldica del nio que frecuentalas acciones. Relata el narradorsus andanzas por Macuto, el nioque aprende de un loco, que entray sale de la mirada extraviada delbarbudo. El nio -ser el mismoFreddy?- que sube al techo del Cas-tillete, juega con el mono y con lasmuecas y se imagina el mar enlos colores de Revern. Prevalidode una rica historia, el autor jue-

    ga con el tiempo, con su tiempo, lotraspone, carnavaliza eventos, losdesubica: en esta pertinencia me-taficcional Freddy Hernndez l-varez revisa la magia domsticade una voz ajena que se inserta enlos acontecimientos colaterales deun espacio histrico que lo atrapa,lo obsesiona, lo remueve y lo ex-trema.

    3.-A esta novela se entra y se sale

    por el mar. El personaje crece enla medida en que el tiempo hacesu labor. La Caracas de los aos50, la de los techos rojos dibuja-dos por la prosa de Enrique Ber-nardo Nez, relata sus avata-res, sumerge a los personajes en

    el frrago de una ciudad festiva,aturdida por los primeros brotesde la violencia urbana.

    Las referencias a la realidad dela poca fortalecen el contenido deesta obra: Enrique Bernardo Nezse revela en la transparencia deRevern, y Guillermo Meneses escircundado por los hallazgos de supropio imaginario: la Balandra Isa-bel se libra del silencio, vaca latripulacin en los burdeles de aque-lla vieja Guaira donde una manotoca los muros de la sombra, el azulescondido en los placeres de lanocturnidad inundada por el sa-litre y el olor a pescado. Muchasson las historias que navegan enesta excelente novela de FreddyHernndez lvarez, cuya arma-

    zn es una sola voz multiplicada.Coda: Hace poco se march el

    pariente, como l mismo me sa-ludaba, por aquello de venir delmismo apellido, como hacamoscon Montejo. El hgado de Freddy,su templo de la bohemia, sucum-bi, como el de Orlando, como elcerebro de Pepe Barroeta, comolas entraas de Eugenio. Unamuerte que se nos anota en elalma, porque en este pas de olvi-dos y desdenes el amor por losamigos, sobre todo por los poetas,se ha convertido en una navajasilenciosamente amolada.

    La muerte de mi parienteFreddy es tambin una forma desilenciar las horas. De cavilarfrente al mar de su eternidad.

  • Contenido Maracay, Sbado 20 de febrero de 201010

    Micromegas de Voltaire-MAIKEL A. RAMREZ A.-

    Contrario a lo que opinaba elpropio Voltaire, sus cuentos filosficos descollan hoy a lapar de sus mejores realizacionesliterarias. Como se sabe, en ellosel ilustrado francs verti su in-flujo de Las Mil y Una Noches, f-bulas de la cultura oriental queAntoine Galland introdujo enFrancia en 1704; y Los Viajes deGulliver del polemista irlands Jo-nathan Swift, a quien Voltaire co-nocera durante su ostracismo enInglaterra. Arriesgo sealar unatercera influencia: Don Quijote dela Mancha de Miguel de Cervan-tes, fuente primaria de la narra-tiva moderna.

    Se estima a Micromegas comouna de las obras fundacionales dela ciencia-ficcin, cuento que pre-figurara los brutales marcianosde la novela de H.G. Wells, LaGuerra de los Mundos y, de ma-nera genrica, el tema sobre se-res de otros parajes del universoque visitan la Tierra. El jovenMicromegas (pequeo-gigante engriego) abandona su planeta dela estrella Sirio luego de ser des-terrado, y viaja hasta Saturno,en donde encuentra al secretariode la academia de ciencias de eseplaneta, quien luego lo acompa-ar a explorar otros mundos,travesa que concluye en el marBltico de la Tierra.

    Voltaire volc en Micromegassu conocimiento del discursocientfico de la poca. Observa-mos alusiones al algebra, legadopor los rabes de su ocupacin deEspaa por siete siglos, las pro-posiciones de Euclides y de Pas-cal, las leyes de la gravedad deNewton (sobre quien trataratambin en La filosofa deNewton), las contemplacionesdel cosmos de Huyghens, los es-tudios de los espermatozoides deLeuwenhoek y Hartsoeker y lateora de las ideas innatas deDescartes, entre algunos ejem-plos que se pueden prodigar.

    En todo caso, este cuento es, enesencia, una stira social que re-cuerda al mejor Swift; aunquepalpo un tono ms asimilable ala historia del caballero de la tris-te figura que a la mordaz obra delescritor irlands, como el narra-dor reconoce cuando atena laimagen visual que sigue: "nues-tros filsofos le plantaron un granrbol en un lugar que el doctorSwift nombrara, pero al que yome guardar mucho de llamarpor su nombre a causa del granrespeto que siento por las damas".

    A Voltaire poco parece impor-tarle las inconsistencias de sunarrador (se refiere a si mismocomo humano, pero tambin serefiere a Micromegas como de suraza "en cuanto a su talento, esuno de los ms cultivados que te-nemos", por ejemplo) toda vez quecaricaturice a la raza humana,befa que recuerda el tratamien-to desdeoso hacia la humanidaddel captulo IV de Los Viajes deGulliver, en la tierra de loshouyhnhnms: "a quien tuve elhonor de conocer en el ltimoviaje que hizo a nuestro pequeo

    hormiguero", "porque nosotros,en nuestro montoncito de fan-go", "el zumbido de nuestrosinsectos", "polilla filosfica","animlculos filosficos", "des-pus de haber visto aquel char-co, casi imperceptible, que lla-man el Mediterrneo. ".

    En Micromegas, palpita unparalelismo entre la amistad delpar Micromegas/Saturnio y DonQuijote/Sancho Panza. HaroldBloom seala, en Cmo leer y porqu, la amistad del manchego ysu escudero como relacin cen-tral para la novela de Cervantes.Micromegas, como Don AlonsoQuijano, emprende un viaje ensoledad para formar su ingenio.

    El primero, como un sabio inter-estelar; el segundo, como caba-llero andante. El joven Microme-gas trae consigo una formacincientfica descubierta en los librosde ciencia; Don Quijote, los librosde caballera. Luego, ocurre queSaturnio se une a Micromegas,abandonando todo como lo haceel leal Sancho Panza.

    Bloom, de igual modo, revela"an en los momentos ms fero-ces ambos practican una corte-sa inquebrantable, y escuchn-dose aprenden constantemente";as, encontramos en el cuento deVoltaire "-pero-dijo el Sirio- haceun momento habis credo quehacan el amor; es que creis que

    es posible hacer el amor sin pen-sar y sin proferir alguna palabrao, al menos, sin hacerse enten-der? Acaso suponis que es msdifcil fabricar un argumentoque un nio? En cuanto a m,ambas cosas me parecen grandesmisterios." Otro hecho notable esque los narradores de ambasobras aspiran a que sus historiassean ledas como eventos que ocu-rrieron en el mundo real.

    Leo Micromegas y descubro labsqueda de un genial prosista ypensador francs por la certi-dumbre; l, que aor en su pasla monarqua parlamentara deInglaterra, erigi su propia igle-sia a Dios (llamaba 'la infame' a

    la iglesia catlica), despreci suspropios cuentos, lleg a vivir en-tre Francia y Suiza por ser perse-guido a ratos en un pas a ratosen el otro, y conoci el encarcela-miento en la Bastilla. No es forzo-so pensar que este cmulo de ca-lamidades lo llevaran a mofarsede la doctrina de Leibniz que con-ceba ste como el mejor de losmundos posibles.

    Sostuvo el Profesor ngel Ro-senblat que los hechos del lengua-je son pasionales; a lo que cabraagregar, tambin curiosos. Nosospechara hoy Voltaire que loacusaramos de ejercer lo que tanobstinadamente recel: el opti-mismo.

  • Maracay, Sbado 20 de febrero de 2010 Contenido 31

    El padre Chacn en Orituco-CARLOS A. LPEZ GARCS-

    Grupo de profesores y alumnos del Liceo Ramn Buenahora (1949-1950). Sentados, de izquierda a derecha, los profesores Blas Loreto Loreto, Mirtila Prat de Bonet,Jos Ramn Carballo y Rafael Chacn Soto (Padre Chacn). De pie, en el mismo orden, los estudiantes Sixto Rosa Romero, Carmen Susana Toro Alayn, Fortunato RosaArvalo, Luis Guglieta Armas, Mercedes Fernndez, Antonio Marruz, Josefina Quintana, Irma Bello y Rafael Camacho Santaella

    El centenario del padre Cha-cn es una ocasin propicia para recordar su estanciaen Altagracia de Orituco, adon-de lleg en 1948, cuando ya con-taba treinta y ocho aos de edad,procedente de Valera, estado Tru-jillo, donde ejerci la docencia.Naci el 9 de febrero de 1910, enSabana de Mendoza, municipioSucre de la entidad trujillana.Rafael ngel Chacn Soto era sunombre completo, tena el rangoeclesistico de monseor y eradoctor en Filosofa, cuyo ttuloobtuvo con la tesis La Escuela Con-fesional, que fue publicada por laTipografa Vaticana.

    Era filsofo, docente, escritor,deportista, orador, msico, compo-sitor, luchador social, crtico, etc-tera. De esa personalidad destacan:

    1.- Huella eclesisticaEjerci como cura auxiliar de

    los prrocos Alberto Laya, prime-ro, y Arstides Ruiz, despus, enla parroquia Nuestra Seora deAltagracia. Era comn verlo ofi-ciando la misa, predicando elevangelio desde el plpito, admi-nistrando el bautismo y el matri-monio o cumpliendo otro oficioreligioso, en Altagracia de Oritu-co y en otras localidades orituque-as, con esmerada organizacin.

    Acostumbraba motivar la pre-sencia de grupos muy numero-sos de jvenes en misa y de niosy nias en las jornadas de cate-cismo, mediante la realizacin derifas entre la juventud y la chi-quillera asistentes, las cualesoptaban a ganarse la entradapara ver una pelcula en el CineAyacucho o en el Teatro Liberta-dor, hoy desaparecidos. No eraextrao que el cura Chacn au-mentara de pronto la tonalidadde su voz atronadora en esas cla-ses de catecismo, que impartaacompaado de alguna catequis-ta, para estimular a los presen-tes a cantar con ms entusiasmoel Ave. Mara u otro cntico cuan-do lo hacan desanimadamente.

    Tena un genio muy tempera-mental, tanto que lo impulsaba aactuar con severidad en ciertos ca-sos, como la vez que un ciudadanole solicit hacer un bautizo en lahora no prevista, por lo que el sa-cerdote le inform que deba ajus-tarse al horario, pero el padrinosolicitante insisti en reclamaratencin y le respondi grosera-mente que para qu estaba de cura,causndole tal molestia al padreChacn que ste le propin un fuer-te golpe en la boca al solicitante,catalogndolo de irrespetuoso. Enotra oportunidad, un poblador gra-

    citano respetado y temido, con as-cendencia poltica, poder econmi-co y fama de guapo, dijo a manerade chanza que haba llegado la Vir-gen de Coomoto, cuando trasla-daron en peregrinacin a la Vir-gen de Coromoto hasta Altagraciade Orituco; el Padre Chacn supode aquel comentario soez, por lo queenfrent al comentarista, retndo-lo y reprendindolo severamentepor abusador, grosero e irrespetuo-so, en el bar de don Luis Montero,cruce de las calles Bolvar y Ron-dn, donde lo encontr cuando fuea buscarlo a dos cuadras de la CasaParroquial. Un buen da descubrique uno de los monaguillos habaescondido sendos fuertes dentro delos zapatos que portaba, los cualeshaba tomado indebidamente de lalimosna dominical, por lo que elcura Chacn oblig a los monagui-llos a usar alpargatas en sustitu-cin de los zapatos.

    2.- Huella docenteFue profesor del Liceo Ramn

    Buenahora en diferentes asigna-turas, que imparti con ampliosentido humanstico y excelentedominio pedaggico: Castellano yLiteratura, Latn y Races Grie-gas, Historia, Filosofa, Francs,Matemtica, etctera. Fue unpurista de la lengua castellana.

    Sus exalumnos gracitanos lo re-cuerdan con agrado por su capa-cidad intelectual y su empatacon los estudiantes, lo que expli-ca la influencia de las leccionesque dej en ellos. Es pertinenterepetir una opinin acerca delPadre Chacn, publicada en elperidico La Voz de Orituco N30, del 22 de enero de 2010,emitida por el poeta y crticoJuan Calzadilla, uno de aquellosex discpulos buenahoristas:

    "Otro personaje de la poca, querecuerdo con cario, era el curaRafael Chacn, vicario de la igle-sia de Altagracia y jugador debisbol, que por fortuna aceptdar la clase de Literatura Venezo-lana en el Cuarto Ao. Sobre supersonalidad expansiva y enrgi-ca circulaban en el pueblo comen-tarios perversos, pero ms all deesto el cura Chacn era un hom-bre encantador, mundano y nomuy devoto, yo creo; estaba fa-miliarizado con la literatura ve-nezolana y se ufanaba de conocerpersonalmente a su paisano Ma-rio Briceo Iragorry; haba ledode primera mano (no en los ma-nuales al uso como se estila aho-ra) las obras de prosistas y poetascomo Uslar Pietri, Pocaterra, P-rez Bonalde, Lazo Mart, entreotros autores, cuyas publicacio-

    nes eran difciles de conseguir enel pueblo y a cuya lectura tena-mos acceso consultando los librosde propiedad del cura Chacn,pues el liceo no contaba con unabiblioteca. Finalmente, estimula-do por el director Blas Loreto Lo-reto, a Chacn le dio por hacersecronista y historiador de Altagra-cia de Orituco y no paraba en con-sultar los archivos de la Iglesia yla prefectura para redactar losensayos que le publicaba Blas Lo-reto Loreto en su peridico.

    Mucho discutamos con el curaChacn sobre poesa de vanguar-dia, de la cual, si no fue compren-sivo, al menos resultaba un tole-rante divulgador, un tanto des-confiado y medianamente infor-mado de las corrientes que co-menzaban a ponerse de moda."

    3.- Huella polticaVivi prcticamente confina-

    do por razones polticas en Al-tagracia de Orituco, por ser ad-versario del rgimen dictatorialestablecido con el derrocamientode Rmulo Gallegos en noviem-bre de 1948.

    Estaba identificado con la so-cialdemocracia que propugnaba elpartido Accin Democrtica (AD).Fue visto promoviendo sublimi-nalmente la candidatura de Jvi-to Villalba, propuesta por su par-tido Unin Republicana Democr-tica (URD) en las elecciones paraDiputados de la Asamblea Nacio-nal Constituyente, celebradas el30 de noviembre de 1952. El pa-dre Chacn se paseaba por los cen-tros electorales portando un papelamarillo en la boca o dejndose veruna franela amarilla debajo de lasotana, que desabotonaba en losprimeros ojales con ese propsitoelectoral; as insinuaba el voto conla tarjeta del color representativodel partido Unin Republicana De-mocrtica (URD), el cual ganabrumadoramente aquellas elec-ciones, con el apoyo de Accin De-mocrtica (AD) y del Partido Co-munista de Venezuela (PCV), or-ganizaciones polticas que actua-ban en la clandestinidad. El resul-tado fue desconocido por la Juntade Gobierno. El 2 de diciembre de1952 fue consumado el golpe conel cual se inici la dictadura mili-tar presidida por Marcos Prez Ji-mnez, hasta el 23 de enero de1958 cuando fue derrocada.

    La postura poltica del padreChacn lo convirti en un perso-naje desagradable para el perezji-menato, lo cual fue determinan-te para que lo transfirieran deAltagracia de Orituco a La Uninde Barinas, en el estado Barinas,mediante acuerdo del gobiernocon el Obispo de la Dicesis de Ca-labozo, monseor Antonio IgnacioCamargo, quizs en 1953. Poste-riormente fue trasladado a Vallede la Pascua, ciudad guariqueaque hizo suya, donde vivi duran-te muchos aos hasta la hora desu muerte, ocurrida el 19 de abrilde 1993, a los 83 aos de edad.Fue enterrado en la CatedralNuestra Seora de la Candelaria,en atencin a su expresa solicitud.

  • Contenido Maracay, Sbado 20 de febrero de 201032

    Poemas de Freddy Hernndez lvarezTestamentoQue propaguen mi herencialo poco que dejar: gozosque no he escatimadoHaber de un desdn por la usuray una flaca envidia, nada despreciable:entusiasmo por un verso ajenoy por una mujer con prjimolo amoroso proclive a la sumisinlo que sera mi mayor sosiegoSi lo dicho me gravaes mi hermandad con lo justoy mi pasin por lo hechoNo esperen de m arrepentimientosEl verso no recuerdo biensi fue de Villon o Cavalcantiaunque lo sigo envidiandoa la mujer s, es indudabletodava cubro sus relievesuna topografa moreno y flexiblepredicadora de un trpico alucinantedesafo a la turba de mi goce insaciabley tolerancia de mis infiernos.

    (de Memoriales del ngel bastardo)

    LIIITambin he descubiertola vanidad de la muertesu piel de saurio cargada de presagiosen vano la he requeridocomo al posible amora nombre del poetay de una ciudad lejanaesa ciudad que todava no se nombra

    (de El adivinador de enigmas)

    **

    Ya ebrio comienzo la nocheportador de tirso

    La taberna inalcanzableva en astas del ciervo heridoNo caigome apuntala el verso

    me apresuroasisto a la captura de la abejaen el espejo de azafrndibujo al desgaire crculosen la mudez de un cuarzolitoral de holocausto

    (de Oh taberna)

    Freddy Hernndez lvarez: Allende el marAnte la reciente desaparicin fsica del poeta Hernndezlvarez resuenan en nuestro fuero interno, con alguna persis-tencia, los conocidos versos de Jorge Manrique:

    Nuestras vidas son los rosQue dan a la mar que es el morir

    Y es que el mar es una presencia constante en la obra de estepoeta nacido en Macuto en 1949, desde aquella Bitcora delalcatraz (1975) hasta el ms reciente Ardid del Almirante(2006), pasando por el doloroso Litoral de ausentes (2005),memorial potico de la lamentable tragedia de Vargas, sinolvidar otros ttulos entraables como El farero de Biblos

    -MANUEL CABESA-

    (1986) y El adivinador de enigmas (1990), entre los muchospoemarios que public a lo largo de su vida y de manera casisecreta fueron abrindose paso entre un puado de atentos yfieles lectores. Textos impregnados de salitre y nostalgia, deintensos azules y profundos olvidos.Ante la reciente desaparicin fsica del poeta Hernndezlvarez, slo la relectura de sus versos nos acompaa en unadespedida que a su vez es tambin un retorno, como sucede enlos conocidos versos de Paul Valry:

    La mar, la mar, siempre recomenzandoOh recompensa, luego de un pensamiento:Un largo mirar sobre la calma de los dioses!