Coraje de Vivir

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EL CORAJE DE VIVIR LUIS ALEJANDRO MARIÑO FIGUEROA Presentado a: ALEJANDRO LEMUS

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EL CORAJE DE VIVIR

LUIS ALEJANDRO MARIÑO FIGUEROA

Presentado a:

ALEJANDRO LEMUS

LICEO EMPRESARIAL DEL CAMPO

BOGOTÁ D.C.

NOVIEMBRE 2007

Page 2: Coraje de Vivir

Título: El coraje de vivir

Nº capítulos: Veinte

Autor: Fernando Ayala Poveda

RESUMEN

Capítulo 1: Escape con la vieja luna

Manuel, escapando de una casa, la cual se llamaba fortaleza, corre temiendo ser

capturado por los ogros. Al llegar a la plaza de los transportes logra colarse dentro

de una multitud de personas cuando oyó a alguien gritar –Bogotá, Bogotá- y

entonces escucho una voz que le decía – hijo recuerda, si algo llegara a pasarte ve

a buscar a tu abuelo a Bogotá- entonces, escabulléndose entre la gente logra

subirse al bus y se ubica en la parte de atrás y se tranquiliza; sí alguno de los ogros

llegara a subir al bus a atraparlo.

Cuando el bus se puso en marcha Manuel se sentía tan cansado que se quedó

dormido y la señora que estaba al lado de él le acomodo la cabeza sobre su hombro,

al llegar a Bogotá, Manuel ya no tenía ningún dolor ni preocupación alguna, Manuel

estaba impresionado por la cantidad de luces, carros y personas por todos lados. Se

sintió cansado y decidió sentarse en unas sillas donde habían un montón de

señores, con sus maletines, se estaban mirando entre sí y por esto Manuel pensaba

que en sus valijas llevaban armas; vio que la valija de un señor gordo, que estaba

jugando con una máquina inteligente, se comenzó a mover sola como por arte de

magia hasta caerse y lo único que salió de esta fue un traje y con un montón de

golosinas; el hombre gordo recogió sus pertenencias y luego se puso a jugar de

nuevo, Manuel se quedó un buen tiempo observando al hombre gordo ser vencido

una y otra vez por la maquina inteligente.

Manuel miró sus botas y notó que ya no tenía sus cordones; confundido por las

personas, con sus collares, anillos de oro y sus pertenencias le volvieron a pasar por

su mente los temores de la huída, que ya había podido burlar por un tiempo, y

asustado se esconde dentro de un escombro, mientras que el hombre gordo fue a

recoger su valija al no verla allí donde la había dejado notó la figura del chico

escondido y acercándose a él lo cogió bruscamente preguntando por sus

pertenencias y Manuel, para tranquilizarlo le dijo –mire señor, como puede ver a mi

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me han robado mis cordones, así que no me culpe por que a usted le hallan robado

su maleta- El señor avergonzado por el malentendido se puso a reír con el niño.

Capítulo 2: La noche del auto rojo

Después de un largo rato Manuel llegó al paradero de los taxis y al ver una pareja

que estaba preguntando a un taxista, sí los podía llevar a San Diego, el niño

aprovecho y se acercó a ellos preguntando si lo podían llevar a él también, con la

excusa de que su abuelo quedó en recogerlo, pero, seguramente se le presentó un

inconveniente que lo había retrasado; la muchacha se conmovió y lo dejó entrar a

pesar de que su novio le había puesto problema por el asunto. Pero, el taxista les

dijo que solo podía llevar al niño si le pagaban el doble del precio y si no debían

dejar al niño.

Los novios estuvieron discutiendo por esto; pero al final terminaron bajándose del

auto por no querer dejar al niño solo. Después de un tiempo por fin apareció un taxi

rojo, pero antiguo y allí hubo otra discusión porque el novio decía que en ese carro

no podrían llegar a ninguna parte, especialmente por lo viejo que se veía; cuando el

taxista interrumpió y dijo –por favor no juzguen este auto por su apariencia siempre

he dicho que los carros antiguos son mejores que los nuevos y además yo he

pasado muchas aventuras con mi carrito y nunca me ha dejado varado- El novio

aceptó y se subieron al carro; después llegó el hombre gordo y preguntó que, si él

podía acompañarlos; luego de una larga discusión por esto, el hombre gordo viajó

con ellos.

En el transcurso del viaje todos estaban charlando entre sí cuando el carro se varó y

comenzó otra discusión entre los novios; pero el anciano del taxi dijo que tan sólo

tocaba dejar reposar un poco al carrito y dándole algo de agua, les decía a los

pasajeros que no lo juzgaran, ya que ese día habían trabajado mucho y desde muy

temprano; esperaron unos minutos y luego probaron a ver si ya funcionaba el carro,

pero al no servir todos se pusieron a empujar y en eso al niño se le calló una de sus

botas y calló sobre el piso; entonces el taxista lo ayudó a levantarse y le puso la

bota. Cuando por fin funcionó, el carro, todos se subieron y llegaron a su destino, allí

se despidieron y el hombre gordo le preguntó al niño a donde era que se dirigía y

este le respondió que al hotel Emperador, el gordo le dijo que el lo llevaba. Pero el

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niño no quería ser descubierto en su mentira, así que se negó a ser llevado por el

hombre gordo, entonces el viejo le dijo al señor que no se preocupara, que él se

encargaba del niño y así se despidieron; el hombre gordo le dejó a Manuel su

número telefónico por si algún día llegaba a necesitarlo.

Capítulo 3: Jaque al rey

Después de esto el taxista se dirigió hacia un café-bar para averiguar donde

quedaba el hotel Emperador pero se devolvió sin tener ningún tipo de información

sobre el hotel; entonces se guió hacia Manuel para avisarle el desafortunado

acontecimiento y le preguntó si había anotado mal el nombre. Manuel nervioso por

que podría ser descubierto observó si podía huir, pero igual no le servía de nada ya

que se podía perder en ese lugar tan extraño y lleno de luces.

El taxista al ver al niño así le dijo que saliera a calentar un poco los músculos,

Manuel recorrió varias cuadras inspeccionando las casas, edificios y rascacielos;

comenzó a llover de forma brusca y el niño interesado en ver lo que estaba haciendo

el taxista se acercó al café-bar y notó que este le estaba hablando a una botella de

cerveza; cuando el taxista vio que Manuel se estaba mojando lo invitó a pasar y le

dijo a Monalisa, la camarera de bar, en quien más confiaba el taxista, que le sirviera

un café al muchacho. Manuel se lo empezó a tomar y el taxista le contó que el café

que preparaba Monalisa era el mejor que él había probado y el niño le confirmó que

estaba rico, pero que tenía hambre; el taxista le dijo al niño que por fin se le había

aguado la lengua, que ya era hora de que comiera algo, además que se le hacía

extraño que no hubiera avisado antes, con ese exquisito olor de las empanadas de

allí. Siempre que el taxista iba a ese café-bar, le daba hambre por el olor de esas

empanadas; entonces le dijo a Monalisa que le sirviera dos empanadas, otro café y

un tinto para él.

El niño se comió sus empanadas tranquilo mientras el taxista se sentía que ese día

podía comprar de todo ya que le había ido muy bien con el taxi rojo que tenía;

cuando Manuel terminó de comer sus empanadas la agradeció al taxista por todo lo

que le había ofrecido esa noche y el taxista al oírlo se sintió honrado y le dijo al

muchacho que él era un verdadero amigo. Como vieron que ya había dejado de

llover el taxista dijo que ya era hora de irse y se tomó su tinto para pasar los efectos

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del alcohol, pero sin embargo no pudo contener las ganas de hablar y le dijo al niño

que comenzaran por el principio y empezó a hacerle preguntas acerca del muchacho

de tal forma que terminó descubriendo: el nombre del niño, de donde venía, y

averiguó que los ogros de la casa eran unos empleados de allí, que cuando los

niños no hacían caso a sus órdenes los encadenaban contra las camas. Así estuvo

haciéndole preguntas y Manuel respondía, hasta que el taxista se dijo no más y no

hizo ninguna pregunta más; pues al hacerle esas preguntas comprobó que no era

ningún tipo de ladrón o algo así y cerró los ojos durante unos minutos y al abrirlos y

notar que el niño no se había ido probó que tampoco era un espejismo y le dijo que

ya se debían ir a casa, por el momento el podía ofrecer una cama en la casa de él y

que a la mañana siguiente comenzarían a buscar a su abuelo.

Capítulo 4: Los hijos de la noche

Al día siguiente Manuel se despertó muy tarde y no sabía muy bien donde se

encontraba; poco a poco se fue acordando de todo y de Santiago Solís, el taxista

que lo había llevado a descansar en la casa de él la noche anterior. Se levantó y se

acercó a la puerta, cuando la estaba abriendo oyó que tosieron de una forma muy

brusca y el niño al oír esto se asustó y, le volvieron a la mente todos los temores que

tenía por los ogros de aquella casa en la que vivía antes, aterrorizado se fue

corriendo a esconderse debajo de la cama. Llega Santiago y nota que la cama está

vacía y al ver esto pensó que el chiquito ya se había ido de la casa sin decir nada;

pero agradecía que por lo menos no se había llevado nada; de pronto oyó un ruido

debajo de la cama y al arrodillarse para ver que ocurría, vio al niño que estaba ahí,

lo cogió para ayudarlo a salir; pero el niño no respondía y después se atacó a llorar.

Santiago lo levantó y lo puso encima de la cama para tranquilizarlo y Manuel dejó de

luchar se calmó y le contó que se había asustado porque pensó que él era uno de

los ogros que lo estaban persiguiendo; el viejo interrogó al niño preguntándole donde

creía que se encontraban los ogros en ese momento y el niño respondió que podrían

estar en el terminal, en el bar o incluso en frente de la puerta de la casa; pero

Santiago lo tranquilizó diciéndole que no era posible que lo estuvieran persiguiendo

ya que si fuera así, ya lo hubieran atrapado la noche anterior.

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Ese día Santiago no pudo ir a trabajar porque se sentía muy enfermo y el carro no

quería encender; Manuel preocupado por su amigo quiso pedir ayuda al hombre

gordo de las máquinas inteligentes, pero se dio cuenta que el papelito donde tenía

anotado el número estaba todo dañado y mojado por la lluvia del día anterior; al ver

a su amigo tan enfermo decidió salir a buscar ayuda afuera pero terminó

perdiéndose en medio de todas las luces y edificios extraños.

Capítulo 5: Los hombres de humo

Manuel, sin poder hallar una solución para poder regresar a la casa del viejo

Santiago, decidió sentarse en las escaleras de una de una iglesia para descansar un

poco, pero el frío lo quemaba. Luego se vio rodeado de adolescentes que se

burlaban y le decían palabrotas, le ponían cigarrillos encendidos entre la boca y uno

de ellos le pegó una patada en la entrepierna pero este no reaccionó, pues sintió

que ya había vivido eso en algún otro momento; Manuel entre todas esas miradas

reaccionó de forma inesperada, diciéndole a los adolescentes: malditos, demonios,

malos, tontos, que si lo seguían molestando los infantes del señor se los iban a

llevar; cuando los adolescentes lo iban a golpear con sus botellas de licor y sus

varillas se detuvieron al ver a Lucho, el Chacal, otro adolescente que llevaba puesto

un gabán y venía bailando salsa con movimientos únicos; al ver a Manuel sin

zapatos le dijo al que tenía las botas que se las devolvieran y después todos,

excepto Lucho, se alejaron de allí entre maldiciones, este le dijo a Manuel que esas

calles eran de él y por eso nadie podía dormir allí sin su permiso.

Entonces Manuel le contó su historia y al terminar Lucho le dijo que se fuera de allí

para que no ocasionara más problemas; pero el chiquito le extendió la mano y le dijo

que él le había salvado de los demás y por eso le ofrecía su amistad y Lucho

respetando su valentía la aceptó y después se puso sus audífonos y se marcho

bailando; pero Manuel lo alcanzó corriendo y le dijo que sin su ayuda no podría

sobrevivir, así que los dos a travesaron un parque y Lucho le preguntó a Manuel que

si conocía a Dios; pero Manuel dijo que en los sueños y continuo Lucho

preguntándole que si quería verlo de verdad pero Manuel se negó diciéndole que

nadie podía ver a Dios de verdad; Lucho le dijo que los hombre de verdad si lo

podían ver.

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Escalaron los muros de ese lugar y se establecieron en un lugar oscuro y allí Lucho

le dijo a Manuel que con ayuda de unos caramelos que él tenía podría ver a Dios y

pedirle todo lo que quisiera; pero Manuel no quiso metérselo a la boca ya que la

fortaleza, en donde vivía, siempre le daban de esas pepitas de colores para dormirlo

así que fingió metérsela en la boca; Lucho le preguntó que como se sentía y Manuel

le contestó que como un pez en una pecera; entonces Lucho le dijo que se

concentrara en Dios para verlo y pedirle lo que quisiera y Manuel dijo a Dios que

quería una burbujita que lo pudiera proteger de todo mal; pero Lucho lo interrumpió

diciéndole que una burbujita no lo defendería de nada y que mejor le pidiera un traje

de astronauta así que el chiquito le pidió uno para vivir a salvo de todo peligro; pero

Lucho volvió a interrumpir diciéndole que un traje de astronauta no lo iba a proteger

de todo mal, entonces Manuel le pidió ondas de protección y Lucho le dijo que Dios

no hacía cosas tan complicadas y por esto termino pidiéndole un carro veloz que lo

protegiera de todo mal; después de un rato Lucho le dijo a Manuel que saliera ya

que necesitaba pedirle algo a Dios entonces este salió y se dio cuenta que el edificio

estaba botando más humo que antes y al notar que los vigilantes comenzaron a

registrar el lugar Manuel emprendió marcha para que no lo alcanzaran y se lo

llevaran.

Capítulo 6: Juego de damas

Después de estar corriendo oyó los pasos de los ogros y al ver una puerta abierta,

se metió en la casa y se escondió debajo de unas escaleras mientras se decía así

mismo que no había nada que temer, ya que este no había hecho nada malo se

tranquilizó y se acomodó hasta quedar dormido. Al amanecer, María de los Ángeles

al ver al niño comenzó a gritar que había un ladrón; pero sus hermanas la

tranquilizaron apoyándose en la idea de que el niño sólo es un pícaro que se

extravío, así que no lo despertaron. Manuel despertó y vio el rostro malhumorado de

María de los Ángeles y por esto se le salieron las lágrimas sin que produjera ningún

gemido, entonces Aura María dijo que no era justo que su hermana se levantara

temprano aterrorizando a la primera persona que viera y María Margarita la continuó

diciendo que hacer llorar a alguien era un acto que no tenía perdón; pero, sin

embargo María de los Ángeles llamó a la policía y mientras tanto María Margarita se

fue a la cocina para servirle un vaso de leche y mientras se lo servían, Aura María le

preguntó al niño que de donde venía y por qué estaba hay; Manuel le contó su

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historia negando que el era un ladrón y por esas palabras conmovió a Aura hasta

que llegó María Margarita con el vaso y se lo dio al chiquito; llegó María de los

Ángeles diciendo que la policía no había tardado en llegar y se encaminó a abrirles

la puerta. El niño dejó caer el vaso y le comenzó a sangrar la nariz así que María de

los Ángeles corrió a auxiliarlo mientras que Aura fue a decirle a los policías que todo

había sido un malentendido y que le perdonara por las molestias que había causado,

cuando acabó con los policías se dirigió hacia el niño y al notar como estaba

llamaron a la doctora Palermo para que les ayudara.

Tan pronto pudo ella, la doctora Palermo, fue a ayudar al pequeño y al examinarlo y

ver lo maltratado que estaba decidió no decirle nada a las tres Marías para no

preocuparlas, así que le dijo al niño que debía seguir unas indicaciones, que las iba

dejar en claro a las Marías para que pronto se repusiera y así le dijo a las tres

Marías; María de los Ángeles dijo que cuando se mejorara el niño se lo llevarían a la

policía para no tener líos, aunque la doctora les dijo que si no querían cuidar al niño

ella le buscaría un lugar adecuado para su bienestar; pero Margarita la interrumpió

diciendo que ellas cuidarían al niño como si fuera su propio hijo; en cuanto se fue la

doctora María Margarita le dio una cachetada a María de los Ángeles por lo mal que

se había comportado frente al niño, hasta que Aura las tranquilizó y le hizo pedir

disculpas a María Margarita.

Capítulo 7: La hechicera ante el espejo

Atender las inquietudes de este chiquito era muy placentero para María Margarita y

Aura María; al día siguiente las dos lo bañaron, lo secaron y vistieron, cuando estaba

listo el desayuno le sirvieron al pequeño; al comienzo no tocaba la comida, pero

poco a poco fue llevándose la cuchara a la boca hasta terminar, cuando acabó de

comer les expresó a las tres Marías cuanto agradecía estar con ellas y por lo bien

que lo habían tratado y por este discurso Margarita y Aura se sintieron muy

encantadas; pero no se podía decir lo mismo de María de los Ángeles ya que esta

miraba al niño como si las fuera lastimar.

Mientras revisaba la casa se dio cuenta que las Marías a pesar de que siempre

vestían igual y eran muy parecidas, tenían grandes diferencias que se resaltaban en

cada una de ellas: María de los Ángeles era la más hermosa de todas, siempre se

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ponía sus vellos vestidos y llevaba una dieta, en el pasado su esposo se murió y por

esto trató de salir con otros señores; pero siempre terminaba con ellos y poco a poco

dejaron de llevarle flores y serenatas por la noche, había noches en que salía de

casa para espiar por las ventanas a sus pretendientes y otras en que solía sacar su

vestido de novia y se ponía a llorar durante toda la noche hasta que aceptó su

amarga realidad y no volvió a salir con nadie más. Aura era una mujer curiosa,

usaba desde pequeña anteojos y nunca utilizaba falda, era una mujer exigente

consigo misma, no utilizaba cosméticos ya que sus labios eran tan rojos que le daba

vivacidad al resto de la cara y en la casa tenía instalado un salón de belleza, en el

cual todas las mujeres que atendía por la noche salían satisfechas por su grandioso

trabajo. María Margarita era la mayor, ella era quien llevaba la mayor cantidad de

responsabilidades la biblioteca de la casa era suya pues habían veces en que se

encerraba e leer en ella y duraba toda la noche leyendo, en las noches hablaba con

su difunto padre y le replicaba por no haberla dejado casar con uno de sus

anteriores pretendientes para ser madre.

Manuel nunca se imaginó que su llegada a esa casa transformaría la vida de las tres

Marías. Margarita dijo que el niño necesitaba ropa e iba a ir a comprársela; María de

los Ángeles le dijo que antes de encariñarse y comprarle todo a ese niño, primero

deberían averiguar algo sobre su historia para no meterse en ningún tipo de

problema y por esto dijo que podría averiguar con algún amigo de la Cruz Roja para

que les ayudaran con el niño y se acabó la discusión. Aura le cortó el pelo y después

se fue con Margarita a comprar la ropa pero comenzaron los chismes en el barrio y

comenzaron a decir rumores falsos explicando la presencia del niño y mientras esto

ocurría, Manuel recordaba sus viejos amigos y mantenía ocultas sus secretas

alegrías.

Capítulo 8: El ojo del huracán

Las tres Marías hicieron todo lo posible para que alguien reconociera al niño como

su hijo pero no fue así, entonces La Protección Nacional de Menores le otorgó la

custodia a María Margarita y desde entonces ella se empeño en encontrar la familia

del chico y por esto llamo a la radio, la televisión y el periódico y por eso salieron

fotos del chico, lo entrevistaron y este contó su historia en la búsqueda de su abuelo

y dentro de todo ese enredo comenzaron a inventar nuevas historias; y tanto fue el

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alboroto que ni el mismo Manuel sabía cual era la verdadera historia, hasta que

hicieron una protesta en pro del niño, porque los medios habían explotado al pobre

chiquito. Largo tiempo después de lo sucedido la doctora Palermo llevó al niño a un

circo y cuando terminaron de verlo de vuelta hacia la casa tuvieron una charla

acerca del circo y resultó que le había gustado mucho al niño; cuando llegaron a la

casa de las tres Marías, Manuel se fue a dormir y tubo un sueño muy bonito en el

que Lucho era su hermano, Santiago su padre y Palermo su madre y durmió tan

bien que cuando se despertó cogió la escoba y se puso a barrer con una delicadeza

y destreza que cuando las Marías se despertaron no lo podían creer. Mientras

desayunaban Manuel dijo que le habían gustado mucho los payasos del circo y

María de los Ángeles le preguntó que si le gustaba los caballos y Manuel dijo que le

gustaban los juegos de caballos como el ajedrez, entre todo eso quedaron en jugar

ajedrez por la tarde y por este motivo prepararon una cena esa misma noche, pero

María de los Ángeles la arruinó al encerrarse en un cuarto, triste solo porque Manuel

la había vencido.

Capítulo 9: Lobo de mar

Una tarde llegó a la casa de las Marías un almirante llamado Arturo Linares y ellas

sorprendidas por su aparición lo recibieron de muy buena forma y mientras se

acomodaba pidió hablar con Manuel, entonces Margarita lo llamó y estos dos

comenzaron a hablar. Arturo llevaba una pipa y Manuel le preguntó que quien se la

había regalado y Arturo dijo que un viejo amigo llamado Santiago, entonces Manuel

menciono también a su viejo amigo Santiago Solís; en la charla Arturo no quería

contarle a Manuel acerca de su hija perdida, quien tubo un hijo que era su mismo

retrato y que por esto había llegado a él. Sostuvieron una larga charla frente a las

Marías hasta que Manuel dijo que el mundo se estaba quemando de nuevo y el

almirante percibió el olor del fuego y se acercó a la ventana, se dio cuenta que eran

los obreros que estaban al lado de la casa y para tranquilizar al chico lo invitó a ver

tras la ventana; pero Manuel se resistió por el miedo que le habían causado los

vigilantes.

Después de un tiempo Manuel se fijó en los ojos azules de Arturo y oyó una voz

dentro de sí que le decía que ese señor era su abuelo ya que a diferencia de otras

personas no lo presionaban y se sentía mucho mejor a su lado.

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Capítulo 10: Los visitantes tienen prisa

Una tarde de lluvia llegaron dos señoras y un señor y los hicieron pasar para que

pudieran hablar con Manuel; el señor que se llamaba Mateo Zúñiga le desagrado al

niño por su aspecto y después con la aparición de su esposa Edith reforzó el

desagrado que ya le sentía a Mateo; en cambio Gloria Lucena no le daba esa

impresión pues actuaba de una forma que le agradaba a Manuel y cuando menos se

lo pensó los Zúñiga se fueron a abrazar al niño diciendo que por fin, después de

mucho tiempo volvían a estar juntos; pero Manuel los rechazó y por esto Mateo

comenzó a contar una historia en la que los tres salieron a comprarle un velero al

pequeño, pero cuando se les perdió de vista no lo volvieron a ver y que a pesar de

todos los esfuerzos que hicieron no lo pudieron encontrar.

Después de unos largos sucesos de “reencuentro” Margarita les dijo que no se lo

podían llevar sin una autorización de la Protección Nacional de Menores y por esto

los Zúñiga sacaron unas fotos y el registro de nacimiento de el niño para comprobar

que Manuel si era de ellos; pero Margarita se negaba a entregarles el niño sin una

autorización y por este asunto se formó una gran disputa y fue tan grande el

problema que amenazaron a las Marías con abogados por el simple hecho de que

Margarita no quería entregarles el niño en ese momento y se fueron; pero Gloria

todavía seguía hay para contar su historia: su hermana tenía un hijo y era enfermera

por lo cual le tocó irse a un lugar en donde estaban en guerra y a pesar de que ella

le había rogado que se devolviera a Bogotá no hizo caso y se quedó y por eso se

murió allí, Gloria desesperada fue en busca de su sobrino y después de mucho

tiempo de búsqueda hay se encontraban los dos frente a frente. Cuando terminó se

fue y Manuel tenía un montón de dudas respecto a sus verdaderos parientes.

Capítulo 11: Pequeño gran hombre

Las tres Marías estaban preocupadas por las amenazas de los Zúñiga y por esto se

formó una disputa entre las hermanas; María de los Ángeles les recordaba a cada

nada que ella les había advertido que no se encariñaran con el niño, mientras que

Aura y Margarita defendían al niño de tal forma que se quedara con ellas. Con estas

constantes disputas Manuel se confundían cada vez más y más, con todos esos

regalos que le ofrecían los supuestos parientes.

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Capítulo 12: Un laurel para el arlequín

Por todas estas disputas entre los supuestos parientes se encontraron amenazas,

engaños y peleas entre Mateo, Gloria, Arturo y las tres Marías; pero nadie tenía en

cuenta la opinión del niño así que cada uno se armaba sus planes junto con Manuel

sin ni siquiera tener al niño al lado y por culpa de todas estas riñas lo más seguro

era que la custodia de Manuel fuera de los Zúñiga y cuando tubo tiempo el niño

escapo de allí en busca de sus amigos Santiago y Lucho para que le ayudaran.

Capítulo 13: La música de Dios

Manuel no pudo encontrar a Lucho de inmediato que se fue de la casa de las

Marías, así que le tocó sobrevivir por su propia cuenta; habían momentos en que

sus temores lo confundían, pero terminó aprendiendo poco a poco como era la vida

de la ciudad. Una noche de caminata vio a Lucho sentado e las escaleras de la

iglesia Las Nieves, entonces se acerco a el y le preguntó que por que estaba triste y

todo era porque lo cogieron robándose un bolso y en la cárcel, en donde se

encontraba, le rompieron su caja de música; Manuel aprovechando que no tenía su

radio le dijo a Lucho que si le ayudaba a encontrar a Santiago él le regalaría un radio

como el que Lucho tenía pero mucho mejor y así los dos se pusieron a buscarlo en

café tras café pero no tuvieron éxito.

Una noche Lucho tubo una crisis nerviosa por exceso de alcohol y drogas, por esto

terminó confesando que un día en el que intentó robarle una cartera a una niña

llamada Sarai Salem comenzó a gritar y la golpeó; pero al caer se rompió la espalda

y desde entonces siempre oye los gritos de esa señora en su cabeza; pero, a pesar

de eso siempre estuvo al tanto de ella y la protegía de los niños porque se le

burlaban sólo por que andaba en muletas. Manuel para tranquilizarlo le dijo que él la

podía ver y así le contó que Lucho no era una mala persona y que el había

cambiado y así se fueron tranquilizando hasta quedar dormidos y al amanecer

emprendieron de nuevo su marcha en busca del viejo Santiago.

Capítulo 14: Las trampas de la ternura

Cuando por fin encontraron el Café-Bar a donde iba todas las noches el viejo

Santiago, los dos amigos se hicieron al lado de una mesa de billar a esperar a que

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apareciera Santiago hasta que Manuel reconoció la mano grande y velluda y la voz

del viejo que le contaba sus anécdotas a los demás hombres que se encontraban en

ese lugar, se acercó a él y lo llamó; Santiago dejó de reír y le pregunto que quien era

y este le dijo que era el niño con el que había estado y los demás señores se

echaron a reír; pero Santiago le dijo que si sabía quien era el y lo reconoció como un

traidor que lo había abandonado, como sus hijas hicieron con él; el niño le contó la

historia que había vivido junto a las tres Marías y le dijo que si no hubiera sido por

Lucho no hubiera podido encontrarlo; pero Joe Jack lo interrumpió diciéndole, en un

tono burlón, a Santiago que les presentara al nieto y el viejo les contó la historia que

había vivido con Manuel unas semanas antes, pero nadie le creyó y por eso le

decían que ese niño era su nieto.

Cuando llegaron a la casa, Manuel se despidió de Lucho diciéndole que tan pronto

pudiera le daba el radio prometido y durante una semana los dos estuvieron

distraídos con sus cariños sin preocupación alguna.

Capítulo 15: Los lazos del corazón

Santiago Solís se iba a ir a trabajar y Manuel lo retuvo y estuvieron hablando un rato

acerca de que Santiago ya no debería ir más a ese café, el viejo lo prometió; pero

Manuel tuvo que regresar a la casa de las Marías y cuando lo recogieron para irse,

el viejo se sitió tan sólo que se dispuso a regresar con Manuel y al día siguiente

llamó a las Marías para preguntar por el chico y le dijeron que la Protección Nacional

de Menores se lo había llevado para un hogar infantil. Santiago hablo con Lucho

sobre el tema y por esto Lucho iba a visitar constantemente a Manuel junto con

Santiago.

Capítulo 16: La bestia y el campeón

Después de haber dejado a Manuel en ese lugar Santiago iba a visitarlo

constantemente hasta que Mateo, por querer sacar de la competencia a Santiago

averiguo su vida; pero comenzó a decir en todo lugar que la familia lo había

abandonado por borracho y todo este problema se llevó hasta el juzgado donde

llevaban el caso del niño y por esto le prohibieron las visitas de Santiago a Manuel;

él triste por esto se puso a hablar en el Café-Bar con su amigo sobre el tema y

terminaron recolectando, por medio de los amigos del café, una gran suma de dinero

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para mandar a arreglar el carro rojo de Santiago y así ponerse a trabajar juicioso y

sacar de ese lugar a su querido Manuel.

Capítulo 17: El abuelo padre

Cuando Santiago se enteró que iban a adoptar a Manuel solo se interesó en el

mantenimiento del carro para salir pronto a trabajar, después fue a visitar a Manuel

pero como no lo dejaban entrar Lucho le ayudó a comunicarse y hablaron de cuanto

se querían y de los trámites de la adopción del niño. Esa noche fue al Café-Bar a

hablar con Joe sobre el tema y este para ayudarlo le ofreció la ayuda de un

abogado, amigo de él.

Capítulo 18: Santiago Protomártir

Mateo lo que hizo fue desprestigiar lo que más pudo a Santiago Solís; fue tanta la

humillación que desde los directivos del juzgado hasta los otros participantes en la

adopción del niño, estaban en contra del viejo; en esos días todos fueron a visitar al

niño para contentarlo y para convencerlo de quedarse con ellos; pero Manuel sólo

quería al viejo Santiago, mientras que los candidatos se peleaban entre ellos la

adopción.

Capítulo 19: Epílogo

Capítulo 20: viejo, mi querido viejo

Un día antes del juzgado, Lucho se acercó a donde estaba Manuel y le ofreció

escaparse con él, pero el chico rechazó su oferta; lucho no se rindió y le dio un

montón de pretextos del por qué debería irse con él; entre otros, era que Santiago

no tenía muchas posibilidades de adoptarlo; sin embargo, a pesar de los intentos

que hizo Lucho, El Chacal, el niño se quedó a esperar la decisión del juzgado.

Al día siguiente todos estaban reunidos en el juzgado, cada uno con su mejor traje.

Ya en frente al juez el abogado de Joe dijo su discurso desmintiendo a Mateo y

poniendo como el mejor candidato a Santiago Solís; pero, cuando terminó Mateo dio

otro argumento, el cual conmovió al juez y después de un tiempo dijo como veredicto

final: que le deban la adopción de Manuel a los Zúñiga, ellos se pusieron felices;

Manuel se imaginó por un momento que le habían dado la adopción a Santiago

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Solís, que se abrasaban y luego se iban en su carro rojo para disfrutar que por fin

iban a estar juntos sin que nadie los molestara; pero se pellizcó la punta del oído y

huyó hacia la terminal de Bogotá, se detuvo en el mismo lugar en donde un día le

habían robado sus cordones, vio al hombre gordo allí jugando de nuevo contra las

máquinas inteligentes y pensó en saludarlo; pero oyó los pasos de los vigilantes y se

escabulló para meterse en el primer bus que partía, el bus arrancó y Bogotá se fue

quedando atrás poco a poco mientras decía: adiós viejo Santiago, cuídate que

siempre te llevaré en mi corazón.

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SUGERENCIAS

En mi opinión el cuento estuvo muy chévere, con un final inesperado, esto es

algo nuevo y diferente a lo que siempre he leído y por eso me gusto.

A mi me hubiera gustado otro final para esta historia, pues a pesar del gran

salto que dio al final, me esperaba otro distinto. Para ser honesto, yo quería

que Santiago Solís fuera quien ganara la custodia de Manuel.

Al final no contó que fue lo que paso con Lucho, El Chacal, pues me hubiera

gustado saber que sucedió con él cuando se despidió, por última vez de

Manuel, en el hogar infantil.