Crisis 37 all_in_esp

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JUEVES, 17 MAYO 2012 OPINIÓN LA VANGUARDIA 21 JAVIER AGUILAR H ace tiempo que al Gobierno de Grecia nadie le concede créditos en condiciones razo- nables porque es insolvente y sólo los colegas del euro le prestan. Lógi- camente, los países amigos quieren recu- perar el dinero (que es de sus contribuyen- tes) y, por tanto, le exigen planes de auste- ridad y reformas que garanticen que lo va a poder devolver. Estos planes no han sa- cado al país de la crisis y han acabado por cansar a los ciudadanos. En las elecciones de la semana pasada, muchos votaron a partidos que proponen no pagar las deu- das y rechazar las ayudas europeas. Los elegidos no han podido formar un gobier- no que garantice la devolución del dinero amigo. La pregunta es: ¿cómo reaccionará Angela Merkel ante este plantón? ¿Dejará de ayudar a Grecia y la abandonará a su suerte? Si la eurozona decidiera cortar las ayu- das pasarían dos cosas. Primera, Grecia se quedaría sin euros, cosa que llevaría a al- gunos bancos a la quiebra. La gente, al ver que el sistema financiero es insolvente, co- rrería al banco a buscar sus euros. Pero este no tendría suficiente para todos, ya que el grifo del Banco Central Europeo se habría cerrado. Se produciría un pánico y, para controlarlo, el Gobierno crearía un corralito como el argentino del 2001 que impediría que la gente pudiera sacar su propio dinero del banco. Eso generaría caos y malestar. La segunda cosa que pasaría es que el Gobierno no podría gastar más de lo que ingresa y se vería obligado a reducir su dé- ficit desde el 10% del PIB que tiene ahora, no ya al 5% que le exige Europa, sino al 0%. ¡Y eso en 24 horas! Los recortes, pues, serían mucho más profundos, y eso empeoraría la crisis. El consumo, la inver- sión y el PIB sufrirían caídas del 30%. An- te la imposibilidad de pagar, el Gobierno se sacaría de la manga unos pagarés para liquidar salarios y proveedores. Eso es lo que hicieron algunas regiones argentinas unos meses antes de la gran crisis del 2001: emitieron unos bonos llamados pa- tacones. En Grecia se podrían llamar greta- cones. La gente empezaría a usar esos gretaco- nes para comprar y, ante la escasez de euros, se convertirían de facto en la mone- da griega. Serían la semilla del nuevo drac- ma. Pero como nadie se fiaría de que el Gobierno pagara el valor prometido al portador de gretacones, todo el mundo se los quitaría de encima con descuentos im- portantes. Es decir, el funcionario que re- cibiera un gretacón de 100 euros iría a la tienda pero la carnicera no le daría carne por valor de 100 euros sino, digamos, 30, ya que ella se quedaría con un papelito con alta probabilidad de no ser cobrado nunca. El poder adquisitivo de los gretaco- nes, y por ende de los salarios, caería un 70% y los trabajadores se empobrecerían. Aquellos que pudieran escaparse, emigra- rían inmediata- mente. Para salvar la situación, el Gobierno grie- go intentaría salir del euro e introducir un nuevo dracma. Es posible que ya esté im- primiendo dracmas secretamente en algún país extranjero (como hizo Eslovaquia seis meses antes de separarse de Chequia) y que los acabe introduciendo por sorpresa un fin de semana de estos. Si se hiciera, se obligaría a que todos los contratos en euros se pasaran a dracmas. A la gente, cu- yos ahorros en euros habrían estado se- cuestrados por el corralito durante sema- nas, se les devolverían en forma de drac- mas..., pero a un valor muy inferior. Perde- rían el 50%, 60% o 70% de sus ahorros. La nueva moneda se seguiría depreciando. La depreciación del dracma podría no ser mala. De hecho, algunos la ven como la única esperanza de salir del agujero: si el dracma se abaratara, también lo harían las exportaciones y el turismo griegos, por lo que muchos preferirían pasar a comprar productos griegos y a hacer turismo en Grecia (en lugar de España), y eso permiti- ría empezar la recuperación. Eso también es lo que pasó en Argentina. Pero el resulta- do podría no ser tan positivo, ya que si el Gobierno no consiguiera reducir su défi- cit, seguiría imprimiendo dracmas para pa- gar salarios y proveedores. Eso dispararía la inflación hasta el 70%, 100% o, como pasó en la propia Grecia en 1944, hasta el 8.500.000.000%. Por tanto, el abandono del euro podría ser beneficioso para Grecia (aunque, todo sea dicho de pa- so, después de una crisis de pro- porciones bíblicas), pero po- dría ser un desastre cósmico que devolviera a Grecia a la época de su gran hiperinfla- ción. No hay nada seguro. Si el no aceptar las condi- ciones de la eurozona puede tener unas consecuencias tan devastadoras para los grie- gos, ¿por qué se la juegan? Una posibilidad es que sepan que los costes para ellos serían graves, pero que serían toda- vía peores para el resto de la eurozona. Y es que una vez se diera la señal de que el euro se puede romper, el pánico y la especulación podrían invadir países como Portugal, Italia, España e incluso Francia, don- de la gente pensaría que les puede pasar lo que a los griegos. Eso que- braría bancos, generaría corralitos, pobre- za, emigración y un cataclismo económi- co se cernería sobre Europa. De hecho, el pánico ya ha empezado y mucha gente se pregunta adónde debe llevar sus ahorros. En este sentido, da la impresión de que los griegos están jugando una partida de póquer de alto riesgo con Merkel. Des- pués de subir las apuestas hasta niveles es- tratosféricos, es el turno de la canciller ale- mana: debe decidir si ve la apuesta de los griegos y les caza el farol, o tira las cartas y les sigue dando ayudas sin condiciones. Y es que los griegos acaban de poner to- das las fichas sobre la mesa. Los griegos acaban de hacer un all in.c Ciencia y medios de comunicación R etorno a la metáfora de ayer. El president Mas pare- ce el mítico Sísifo, el tortu- rado rey de Efira condena- do por Hermes a subir eternamente una pesada piedra, montaña arriba, que siempre vuelve a rodar. Y como Sísifo, ni el peso de la piedra, ni la montaña, ni la caída son decisión de Mas, sino de las variables externas y de los caprichos del Estado. Ahora ini- cia el ascenso de la tercera piedra de recortes, y nuevamente avista la cima de unos asfixiantes números que de- ben cuadrarse, pero nada permite afir- mar que en unos meses no vuelva a estar al pie de la montaña, en la mis- ma situación o peor de la que ha parti- do. ¿Seguro que el esfuerzo ingente que hace el Govern, y con él la ciuda- danía, servirá para algo? Esta es la pre- gunta del millón, porque si bien el sa- crificio es meritorio cuando se quiere alcanzar una alta cima, resulta espan- tosamente ridículo cuando se trata del esfuerzo de un hámster en un cír- culo cerrado. ¿Dónde estamos exacta- mente, esforzándonos en una carrera hacia una meta o en una rueda que no va a ningún sitio? Y entiendo lo que dice con razón el Gobierno, que si no hacemos estos esfuerzos, el desastre es seguro. Francesc Homs aseguró en Catalunya Radio que sin los recortes Catalunya podría llegar al caos griego. De acuerdo, para evitar el desastre no se puede dejar de recortar. La pregun- ta incómoda siguiente es: ¿recor- tando, evitaremos el desastre? ¿O, co- mo Sísifo, estamos atados a una conde- na inútil? Reconozco el callejón sin salida y reconozco también que el Govern es ejemplar en seriedad, sobre todo com- parado con el Estado. No creo que nin- gún Montoro nos pueda dar leccio- nes. Sin embargo, debemos analizar si hacer cuadrar una economía que nos hunden desde fuera, sin otra sobera- nía que la de hacer de contable, y so- metidos a las tormentas de las varia- bles ajenas, es una opción constructi- va. Tengo mis dudas, y cada día me pa- rece más claro que esta legislatura no podrá aguantar demasiado, que el pro- blema catalán estallará en la cara del Govern y que, para bemoles, incluso vendrán los del reino a decirnos que nos salvan, vía intervención. Antes de que todo eso pase, habrá que tomar de- cisiones. ¿Cuáles? La primera, que el president se dirija a la nación y expli- que la situación con toda su crudeza. La segunda, que replantee con urgen- cia qué alianzas políticas son decen- tes, en el contexto actual. Y la tercera, que fuerce el ritmo de la negociación fiscal –los tiempos se han acelerado– y/o convoque referéndum y eleccio- nes. O que no haga nada de esto y nos explique una estrategia alternativa lo bastante creativa como para ser con- fiable. Algo tiene que hacer y tiene que pasar, porque la Generalitat no pa- rece el gobierno de un país, sino una diputación grande condenada a gestio- nar la miseria colectiva. Estemos alerta, o al final mandará más la virreina Llanos de Luna que el propio molt honorable.c L a colaboración entre científicos y medios de comunicación nun- ca ha sido más necesaria. Debi- do, en parte, a la incapacidad de ambos para entenderse, la gente ignora hasta extremos realmente alarmantes la visión de la ciencia sobre aspectos clave de nuestra realidad cotidiana. Hoy, con su incesante actividad global, los medios ofrecen una oportunidad única para ha- cer llegar a políticos, creadores de opi- nión y público los conocimientos impres- cindibles para que sus posicionamientos y decisiones se ajusten al mínimo de racio- nalidad exigible en pleno siglo XXI. Pero el foso entre científicos y periodistas pare- ce agrandarse por momentos. No son tiempos para que los científicos nos encerremos en nuestra torre de mar- fil. Debemos trabajar junto a los profesio- nales de la comunicación para transmitir no solo lo que sabemos sino lo que desco- nocemos y lo que resulta incierto. Teórica- mente, científicos y periodistas comparti- mos un compromiso con la investigación, la búsqueda del conocimiento y su difu- sión con la máxima precisión y objetivi- dad. Los equipos de investigación que lle- van tiempo intercambiando puntos de vis- ta y experiencias con periodistas saben que los beneficios son mutuos. Los profe- sionales de la información comprenden mejor el significado real de la ciencia y su método de trabajo y adquieren mayor ca- pacidad para informar de manera respon- sable a la opinión pública. Y los científi- cos obtienen una idea más precisa sobre la temática y cuestiones que interesan a los ciudadanos, lo que resulta fundamen- tal para no aislarse de su entorno social. Las universidades tienen oficinas de prensa que pueden ser un conducto muy útil para explicar a los medios los intríngu- lis de las investigaciones. Y los equipos científicos pueden contactar directamen- te con los periodistas e invitarlos a conver- sar sobre los desafíos que ambos enfren- tan cotidianamente. Si científicos y perio- distas no se esfuerzan en aprender el len- guaje del otro, el conocimiento permane- cerá encerrado en los laboratorios, será mal entendido, no se utilizará, o, peor aún, será mal usado. Cuando esto sucede, no so- lo se defraudan las expectativas de los que quieren estar bien informados, sino que el trabajo científico pierde parte de su razón de ser: la de ser útil a la sociedad.c Sísifo Artur Mas Crisis (37): Grecia ‘all in’ M. MARZO, catedrático de Recursos Energéticos de la Universitat de Barcelona ¿Seguro que el esfuerzo ingente que hacen el Govern y la ciudadanía servirá para algo? X. SALA I MARTÍN, Columbia University, UPF y Fundació Umbele. www.salaimartin.com Mariano Marzo Pilar Rahola Xavier Sala i Martín

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JUEVES, 17 MAYO 2012 O P I N I Ó N LAVANGUARDIA 21

JAVIER AGUILAR

H ace tiempo que al Gobiernode Grecia nadie le concedecréditos en condiciones razo-nables porque es insolvente y

sólo los colegas del euro le prestan. Lógi-camente, los países amigos quieren recu-perar el dinero (que es de sus contribuyen-tes) y, por tanto, le exigen planes de auste-ridad y reformas que garanticen que lo vaa poder devolver. Estos planes no han sa-cado al país de la crisis y han acabado porcansar a los ciudadanos. En las eleccionesde la semana pasada, muchos votaron apartidos que proponen no pagar las deu-das y rechazar las ayudas europeas. Loselegidos no han podido formar un gobier-no que garantice la devolución del dineroamigo. La pregunta es: ¿cómo reaccionaráAngelaMerkel ante este plantón? ¿Dejaráde ayudar a Grecia y la abandonará a susuerte?Si la eurozona decidiera cortar las ayu-

das pasarían dos cosas. Primera, Grecia sequedaría sin euros, cosa que llevaría a al-gunos bancos a la quiebra. La gente, al verque el sistema financiero es insolvente, co-rrería al banco a buscar sus euros. Peroeste no tendría suficiente para todos, yaque el grifo del Banco Central Europeo sehabría cerrado. Se produciría un pánico y,para controlarlo, el Gobierno crearía uncorralito como el argentino del 2001 queimpediría que la gente pudiera sacar supropio dinero del banco. Eso generaríacaos y malestar.La segunda cosa que pasaría es que el

Gobierno no podría gastar más de lo queingresa y se vería obligado a reducir su dé-ficit desde el 10% del PIB que tiene ahora,no ya al 5% que le exige Europa, sino al0%. ¡Y eso en 24 horas! Los recortes,pues, serían mucho más profundos, y esoempeoraría la crisis. El consumo, la inver-sión y el PIB sufrirían caídas del 30%. An-te la imposibilidad de pagar, el Gobiernose sacaría de la manga unos pagarés paraliquidar salarios y proveedores. Eso es loque hicieron algunas regiones argentinasunos meses antes de la gran crisis del2001: emitieron unos bonos llamados pa-tacones.EnGrecia se podrían llamar greta-cones.La gente empezaría a usar esos gretaco-

nes para comprar y, ante la escasez deeuros, se convertirían de facto en lamone-da griega. Serían la semilla del nuevo drac-ma. Pero como nadie se fiaría de que elGobierno pagara el valor prometido al

portador de gretacones, todo el mundo selos quitaría de encima con descuentos im-portantes. Es decir, el funcionario que re-cibiera un gretacón de 100 euros iría a latienda pero la carnicera no le daría carnepor valor de 100 euros sino, digamos, 30,ya que ella se quedaría con un papelitocon alta probabilidad de no ser cobradonunca. El poder adquisitivo de los gretaco-nes, y por ende de los salarios, caería un70% y los trabajadores se empobrecerían.Aquellos que pudieran escaparse, emigra-

rían inmediata-mente.

Para salvar la situación, el Gobierno grie-go intentaría salir del euro e introducir unnuevo dracma. Es posible que ya esté im-primiendo dracmas secretamente en algúnpaís extranjero (como hizo Eslovaquia seismeses antes de separarse de Chequia) yque los acabe introduciendo por sorpresaun fin de semana de estos. Si se hiciera, seobligaría a que todos los contratos eneuros se pasaran a dracmas. A la gente, cu-yos ahorros en euros habrían estado se-cuestrados por el corralito durante sema-nas, se les devolverían en forma de drac-mas..., pero a un valormuy inferior. Perde-rían el 50%, 60% o 70% de sus ahorros. La

nueva moneda se seguiría depreciando.La depreciación del dracma podría no

sermala. De hecho, algunos la ven como laúnica esperanza de salir del agujero: si eldracma se abaratara, también lo harían lasexportaciones y el turismo griegos, por loque muchos preferirían pasar a comprarproductos griegos y a hacer turismo enGrecia (en lugar de España), y eso permiti-ría empezar la recuperación. Eso tambiénes lo que pasó enArgentina. Pero el resulta-do podría no ser tan positivo, ya que si elGobierno no consiguiera reducir su défi-cit, seguiría imprimiendo dracmas para pa-

gar salarios y proveedores. Esodispararía la inflación hasta el70%, 100% o, como pasó en lapropia Grecia en 1944, hastael 8.500.000.000%. Por tanto,el abandono del euro podríaser beneficioso para Grecia(aunque, todo sea dicho de pa-so, después de una crisis de pro-porciones bíblicas), pero po-dría ser un desastre cósmicoque devolviera a Grecia a laépoca de su gran hiperinfla-ción. No hay nada seguro.

Si el no aceptar las condi-ciones de la eurozona puedetener unas consecuencias tandevastadoras para los grie-gos, ¿por qué se la juegan?Una posibilidad es que sepanque los costes para ellos seríangraves, pero que serían toda-vía peores para el resto de laeurozona. Y es que una vez sediera la señal de que el euro sepuede romper, el pánico y laespeculación podrían invadirpaíses como Portugal, Italia,España e incluso Francia, don-de la gente pensaría que les

puede pasar lo que a los griegos. Eso que-braría bancos, generaría corralitos, pobre-za, emigración y un cataclismo económi-co se cernería sobre Europa. De hecho, elpánico ya ha empezado y mucha gente sepregunta adónde debe llevar sus ahorros.En este sentido, da la impresión de que

los griegos están jugando una partida depóquer de alto riesgo con Merkel. Des-pués de subir las apuestas hasta niveles es-tratosféricos, es el turno de la canciller ale-mana: debe decidir si ve la apuesta de losgriegos y les caza el farol, o tira las cartasy les sigue dando ayudas sin condiciones.Y es que los griegos acaban de poner to-das las fichas sobre la mesa. Los griegosacaban de hacer un all in.c

Cienciaymediosdecomunicación

R etorno a la metáfora deayer. El presidentMas pare-ce el mítico Sísifo, el tortu-rado rey de Efira condena-

do por Hermes a subir eternamenteuna pesada piedra, montaña arriba,que siempre vuelve a rodar. Y comoSísifo, ni el peso de la piedra, ni lamontaña, ni la caída son decisión deMas, sino de las variables externas yde los caprichos del Estado. Ahora ini-cia el ascenso de la tercera piedra derecortes, y nuevamente avista la cimade unos asfixiantes números que de-ben cuadrarse, pero nada permite afir-mar que en unos meses no vuelva aestar al pie de la montaña, en la mis-ma situación o peor de la que ha parti-do. ¿Seguro que el esfuerzo ingenteque hace el Govern, y con él la ciuda-danía, servirá para algo? Esta es la pre-gunta del millón, porque si bien el sa-crificio es meritorio cuando se quierealcanzar una alta cima, resulta espan-tosamente ridículo cuando se tratadel esfuerzo de un hámster en un cír-culo cerrado. ¿Dónde estamos exacta-mente, esforzándonos en una carrerahacia unameta o en una rueda que nova a ningún sitio? Y entiendo lo quedice con razón el Gobierno, que si no

hacemos estos esfuerzos, el desastrees seguro. Francesc Homs aseguró enCatalunya Radio que sin los recortesCatalunya podría llegar al caos griego.De acuerdo, para evitar el desastre nose puede dejar de recortar. La pregun-ta incómoda siguiente es: ¿recor-tando, evitaremos el desastre? ¿O, co-moSísifo, estamos atados a una conde-na inútil?Reconozco el callejón sin salida y

reconozco también que el Govern esejemplar en seriedad, sobre todo com-parado con el Estado. No creo que nin-gún Montoro nos pueda dar leccio-nes. Sin embargo, debemos analizar sihacer cuadrar una economía que noshunden desde fuera, sin otra sobera-nía que la de hacer de contable, y so-metidos a las tormentas de las varia-bles ajenas, es una opción constructi-va. Tengomis dudas, y cada díame pa-rece más claro que esta legislatura nopodrá aguantar demasiado, que el pro-blema catalán estallará en la cara delGovern y que, para bemoles, inclusovendrán los del reino a decirnos quenos salvan, vía intervención. Antes deque todo eso pase, habrá que tomar de-cisiones. ¿Cuáles? La primera, que elpresident se dirija a la nación y expli-que la situación con toda su crudeza.La segunda, que replantee con urgen-cia qué alianzas políticas son decen-tes, en el contexto actual. Y la tercera,que fuerce el ritmo de la negociaciónfiscal –los tiempos se han acelerado–y/o convoque referéndum y eleccio-nes. O que no haga nada de esto y nosexplique una estrategia alternativa lobastante creativa como para ser con-fiable. Algo tiene que hacer y tienequepasar, porque laGeneralitat no pa-rece el gobierno de un país, sino unadiputación grande condenada a gestio-nar la miseria colectiva.Estemos alerta, o al final mandará

más la virreina Llanos de Luna que elpropio molt honorable.c

L a colaboración entre científicosy medios de comunicación nun-ca ha sido más necesaria. Debi-do, en parte, a la incapacidad de

ambos para entenderse, la gente ignorahasta extremos realmente alarmantes lavisión de la ciencia sobre aspectos clavede nuestra realidad cotidiana.Hoy, con suincesante actividad global, los mediosofrecen una oportunidad única para ha-cer llegar a políticos, creadores de opi-nión y público los conocimientos impres-cindibles para que sus posicionamientos ydecisiones se ajusten al mínimo de racio-nalidad exigible en pleno siglo XXI. Peroel foso entre científicos y periodistas pare-ce agrandarse por momentos.

No son tiempos para que los científicosnos encerremos en nuestra torre de mar-fil. Debemos trabajar junto a los profesio-nales de la comunicación para transmitirno solo lo que sabemos sino lo que desco-nocemos y lo que resulta incierto. Teórica-mente, científicos y periodistas comparti-mos un compromiso con la investigación,la búsqueda del conocimiento y su difu-sión con la máxima precisión y objetivi-dad. Los equipos de investigación que lle-van tiempo intercambiando puntos de vis-ta y experiencias con periodistas sabenque los beneficios son mutuos. Los profe-sionales de la información comprendenmejor el significado real de la ciencia y sumétodo de trabajo y adquieren mayor ca-pacidad para informar demanera respon-sable a la opinión pública. Y los científi-cos obtienen una idea más precisa sobre

la temática y cuestiones que interesan alos ciudadanos, lo que resulta fundamen-tal para no aislarse de su entorno social.Las universidades tienen oficinas de

prensa que pueden ser un conducto muyútil para explicar a losmedios los intríngu-lis de las investigaciones. Y los equiposcientíficos pueden contactar directamen-te con los periodistas e invitarlos a conver-sar sobre los desafíos que ambos enfren-tan cotidianamente. Si científicos y perio-distas no se esfuerzan en aprender el len-guaje del otro, el conocimiento permane-cerá encerrado en los laboratorios, serámal entendido, no se utilizará, o, peor aún,serámal usado. Cuando esto sucede, no so-lo se defraudan las expectativas de los quequieren estar bien informados, sino que eltrabajo científico pierde parte de su razónde ser: la de ser útil a la sociedad.c

SísifoArturMasCrisis (37):Grecia ‘all in’

M. MARZO, catedrático de Recursos Energéticosde la Universitat de Barcelona

¿Seguro que el esfuerzoingente que hacen elGovern y la ciudadaníaservirá para algo?

X. SALA I MARTÍN, Columbia University, UPF yFundació Umbele. www.salaimartin.com

Mariano Marzo

Pilar RaholaXavier Sala i Martín