Cuento coeducativo

12
LA LAGARTIJA PEPA Y EL LAGARTIJO EMILIO

Transcript of Cuento coeducativo

LA LAGARTIJA PEPAY

EL LAGARTIJO EMILIO

La lagartija Pepa y el lagartijo Emilio se conocían desde hacía muchos años. Los dos correteaban por el campo, jugaban al escondite entre las piedras o por detrás de los matorrales, se quedaban quietos tomando el sol encima de una roca o hacían carreras con sus amigos y amigas a ver quién llegaba antes a uno de los árboles que había en aquel lugar. Ese árbol era un árbol precioso: una gran encina con unas enormes ramas que parecían estar saludando al suelo y al cielo a la vez.

Las lagartijas y lagartijos más viejos de por allí habían escuchado contar a sus abuelos y bisabuelos que aquella encina llevaba allí cientos y cientos de años y era para todos el árbol más deseado para vivir¡Todas las lagartijas y lagartijos soñaban con tener una cueva en la encina más bonita de toda la dehesa!

La lagartija Pepa, igual que su amigo Emilio, vivían cada uno en una cueva pequeña en una encina que tampoco era demasiado grande y que casi no tenía luz ni espacio suficiente. Pero… ¡claro! Irse a vivir a aquella gran encina..¡Eso era sólo un sueño!

A la lagartija Pepa le encantaba colocarse en una piedra que había muy cerca de aquel gran árbol, tomar el sol y desde allí mirarlo durante horas Además, siempre hablaba mucho tiempo con todas las lagartijas y lagartijos que pasaban por allí.Por eso, el día que la vieja

lagartija Juana –que vivía en la gran encina hacía muchos años –le dijo a Pepa que se había puesto enferma y que se iba a vivir a otra encina más pequeña con su hija, Pepa le preguntó enseguida si ella podría irse a vivir a la preciosa cueva que se quedaba libre. Juana le dijo que sí, que no había ningún problema.

Entonces Pepa-loca de contenta-corrió casi sin tocar el suelo, como hacen todas las lagartijas, hasta su casa de siempre en la otra encina muy pequeña y volvió como una exhalación cargada con todas sus cosas para colocarlas en su nueva casa.

La lagartija Pepa y el lagartijo Emilio siempre habían hablado de que algún día se irían a vivir juntos porque lo pasaban muy bien los dos y disfrutaban con las mismas cosas: tomar el sol, hacer carreras, leer libros de animales, acercarse al pueblo de al lado a ver a sus amigos que vivían por allí, charlar todos juntos, mirar juntos el atardecer, escuchar juntos el ruido de los truenos cuando llegaba una gran tormenta.

Así que la lagartija Pepa pensó que este era el momento de decirle a Emilio si quería que vivieran juntos. La cueva era preciosa pero muy grande y entre los dos sería mucho más fácil de ordenar y de limpiar y además podrían compartir los atardeceres y los amaneceres que ahora cada uno contemplaba solo desde su cueva.Emilio se trasladó a esa nueva cueva que desde ahora sería de los dos. ¡Estaban contentísimos! ¡Comenzaban una nueva vida juntos y eso era maravilloso!

Pero las cosas no fueron como la lagartija Pepa esperaba.Todas las mañanas el lagartijo Emilio salía a tomar el sol como siempre, a dar un paseo con otros lagartijos y lagartijas por la dehesa, a subirse a las encinas y a jugar al escondite como lo había hecho siempre. Lo pasaba muy bien. Pero ¡claro! Cuando llegaba a la cueva estaba tan cansado que comía cualquier cosa y salía a dormir a una de las ramas cercanas a la cueva y allí pasaba otras dos o tres horas hasta que descansaba y de nuevo se iba a jugar con sus amigos y amigas y luego, a contemplar la puesta de sol que desde que vivía allí era algo que no se perdía ni una sola tarde.

Mientras tanto, la lagartija Pepa, ordenaba la cueva y la limpiaba para que todo estuviera impecable y no hubiera nada sucio; salía a buscar provisiones y preparaba la comida para los dos. Y ¡claro! Cuando terminaba de hacer todo eso ya se había pasado toda la mañana y también se habían pasado las mejores horas de sol.

Pepa ya no podía hacer ninguna de las cosas que le gustaban y de las que antes podía disfrutar cuando tenía una cueva pequeña y vivía ella sola.Sus amigos y amigas la echaban de menos y a veces iban a visitarla para preguntarle por qué ya no hacía carrera con ellos, por qué no salía a tomar el sol a la roca grande, por qué no paseaba por la dehesa…

La lagartija Pepa les explicaba que tenía demasiado trabajo, que la cueva era demasiado grande y para que estuviera ordenada y limpia debía trabajar mucho.Un día, cuando el lagartijo Emilio se encontraba tomando el sol y Pepa estaba limpiando como siempre, el lagartijo Manuel –que siempre había sido amigo de Pepa- se acercó hasta la cueva y le dijo:-Pepa, yo creía que serías feliz cuando te vinieras a la encina grande porque ese era uno de tus sueño, pero sin embargo no eres feliz porque no te da tiempo a hacer las cosas que te gustan.¿Por qué no hablas con Emilio y le dices que él tiene que limpiar la cueva contigo y así los dos tendréis tiempo de salir a tomar el sol y a hacer carreras?

Pues sí, creo que tienes razón. Voy a hablar con él porque creo que así no quiero seguir.

Pero a Emilio prefería jugar con las demás lagartijas y no le importaba que la casa estuviera desordenada y tampoco le apetecía buscar provisiones o hacer la comida. Así que la lagartija Pepa empezó a ponerse cada vez más triste. Esa no era la vida que había soñado. Ella quería mucho al lagartijo Emilio pero no quería seguir así.

Entonces, despues de hablar con Emilio una y otra vez y viendo que todo iba a seguir igual, la lagartija Pepa tomó una decisión difícil: Pensó que lo mejor sería irse a vivir a la pequeña cueva en la que vivía antes ella sóla. Cogió su maleta y se marchó contenta por haberse dado cuenta que lo importante no era tener una cueva grande o estar acompañada, sino ser feliz. ¡Y desde ese momento lo sería!

FIN