Cursos de AUTOCONOCIMIENTO

Educar en la Felicidad Un curso dirigido a madres, padres, profesores/as y personas implicadas en la educación de niños y niñas.

Síntesis del vídeo

En el vídeo de hoy aprenderemos pautas y estrategias orientadas específicamente a niños, adolescentes y jóvenes. Serán consejos en clave masculina, mientras que en la próxima lección va a ser al revés. No podemos ignorar el hecho de que la sociedad exige roles diferentes a unos y otras.

En los círculos educativos, a menudo se alimenta la falsa fantasía de una educación igual para todos y todas, puesto que si queremos una sociedad más justa, niños y niñas tienen que educarse por igual. La realidad es que las presiones sociales son distintas y no se puede combatir la discriminación sin proveer las herramientas correspondientes en función del género para afrontar estas demandas. Además, cuando se afirma que el “trato debe ser igual”,

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con frecuencia masculinizamos la figura femenina y pasamos por alto la necesidad de que ellos, como chicos, construyan una identidad no machista. En esta lección, vamos a resumir unas cuantas pistas que ya pueden aplicar con sus hijos:

1.- Lo que las niñas asimilan de forma natural desde pequeñas y, en cambio, los niños deben potenciar urgentemente es la educación en las emociones. Eso significa atribuir un nombre a todas las emociones, para después, en segundo lugar, aceptarlas y, en una siguiente fase, aprender a gestionarlas. Primero deben distinguir sus estados anímicos: la ira de la tristeza, si están nerviosos o decepcionados, eufóricos o expectantes. En poner nombre a los sentimientos, les concienciamos de su existencia. Aquello que no tiene nombre no existe y, por lo tanto, no se puede manejar.

En esta etapa les ayudaremos a entender que todos los sentimientos son útiles porque nos ofrecen información de cómo nos movemos por el mundo, cómo vivimos y cómo sentimos. Insistiremos en este último punto, y es que tienen derecho a sentirse como quieran.

Una vez sean capaces de reconocerlos, deberemos animarles a buscar maneras de dar respuesta a estos sentimientos. Todos son legítimos, pero no todos son útiles para relacionarnos.

Algunos se contagian y otros vale la pena compartirlos, como la alegría o la solidaridad.

No hay sentimientos más masculinos que otros. No obstante, existen emociones negativas como la ira, el rencor o el odio que deben resolverse rehuyendo de la forma más primitiva, que es la violenta. En otras palabras, deben entender que no es bueno relacionarse desde la rabia, porque si lo hacen, la relación se tercia. Deberán aprender a canalizar esa ira sin agreder a nadie y después buscar su causa, pero nunca enfadarse. La violencia sólo conlleva problemas. De aquí la insistencia en otros

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vídeos de buscar un espacio o una zona de seguridad donde puedan expresarse sin herir a nadie para que cuando se hayan calmado, aborden el problema desde una posición más adulta. Tenemos que transmitirles que los hombres de verdad escuchan su corazón y honran a sus sentimientos, pero han renunciado a la agresión y han aprendido a contar hasta diez –o mil si hace falta– antes de abrir la boca. Los hombres de verdad son sensatos y escuchan sus emociones, pero no son sus esclavos, sino que actúan libremente dominando su propio interior y nunca atacan los otros.

2.- Es necesario que también muestren amor, ternura e interés por los otros, al margen de compartir diferentes actividades (como practicar deporte, ir al cine, salir de fiesta), una costumbre que tradicionalmente se ha impulsado más que plantearse su bienestar, qué les dice el corazón o simplemente escucharse. ¿Qué te preocupa? ¿De qué tienes miedo? ¿Cómo puedes demostrar amor hacia los otros? Por norma general, eso no se pregunta, corresponde a una intimidad que se les ha denegado a cambio de la imagen del eterno tipo duro que ni llora ni se altera por nimiedades, como John Wayne. Las emociones pertenecen al mundo interno, pero lo cierto es que sin este mundo, el hombre está perdido, incompleto, no será un hombre de verdad. Recuperar el amor y la atención al prójimo, la demostración de afecto y las relaciones como pilar de su masculinidad resulta fundamental para que puedan vivir una vida feliz.

3.- El tercer punto es la renuncia de la violencia, de la cual ya hemos hablado anteriormente. James Bond, los superhéroes de Marvel, Rambo y hasta el travieso de Shin chan son modelos extremadamente perjudiciales. Son los buenos de la película, los triunfadores que siempre luchan contra los más malvados para aniquilarlos. En su mundo, matar los villanos está justificado y las mujeres son meros accesorios, relegadas a un segundo plano, las relaciones íntimas y profundas no existen. No es el mismo universo de Shin chan, otro personaje de ficción que interpreta a un niño sinvergüenza de cinco

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años que enseña el culo siempre que puede, y que también maltrata a la mayoría de mujeres –a unas las persigue para tocarles los pechos y a su madre la llama gorda. En cualquier caso, son roles muy alejados de lo que necesita un hombre para ser feliz y que representan estereotipos machistas altamente negativos para las criaturas, adolescentes y jóvenes. Tenemos que enseñar a los niños a posicionarse desde la no-violencia y darles otros referentes que no sean los típicos machos alfa con aires de superioridad; referentes como el rey Christian X de Dinamarca, Malcolm X, Martin Luther King, Gandhi, Lluís Maria Xirinacs o Pepe Beuza. Este último fue el primer objetor de consciencia que en 1971 se atrevió a desafiar a los generales negándose a incorporarse a filas. Gracias a él, la mili en España paso de ser un servicio obligatorio a opcional. Es sólo el ejemplo de un hombre que vale la pena contar, y no el que parte la cara a otro para demostrar su virilidad. Se puede ser fuerte y enérgico sin ser agresivo. La violencia no significa ser poco resuelto o valiente. Al contrario, hace falta ser más intrépido para defender aquello que se quiere, sin dejarse arrastrar por las emociones y cargar contra el primero que nos lleve la contraria.

4.- Como cuarto punto, también merece especial atención que su hijo o hija vea las presiones sociales para despreciar las mujeres o los hombres que no se ajustan a este patrón machista. Enséñele que si las sigue, será injusto y generará relaciones de dolor a su alrededor. Enséñele también a respetar a las mujeres, a su madre, hermana y pareja, para que cuando vean el color rosa ni chille ni frunza el ceño; son muestras de misoginia aprendidas socialmente, como la homofobia. No son las actitudes de un hombre auténtico que respeta los otros porque ha aprendido a respetarse a él mismo. La misoginia y la homofobia no son actitudes de un verdadero hombre.

Propuestas para verificar el contenido

Compruebe como, en enseñar a los chicos a referirse a sus emociones

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por el nombre, y a aceptarlas, pero a relacionarse con ellas sólo si son positivas, sus relaciones mejorarán.

Compruebe como los chicos aumentan su autoestima, su rendimiento académico y la buena convivencia con sus compañeros cuando dejan de lado esa necesidad de demostrar que son superiores y de competir con los otros para ganar. Y se comunican con ellos, en cambio, desde la alegría o la ternura.

Ayude las criaturas y chicos adolescentes a darse cuenta de las normas sociales que dictan los comportamientos misóginos y homófobos, aquellos que transforman los hombres en robots sin sentimientos, y verá como su vida pasará de ser plana a tener tres dimensiones. Las emociones y la capacidad para detectar estas trampas los harán más inteligentes para salir al paso de críticas y dificultades.

Compruebe, por el contrario, que si los chicos no toman conciencia de las actitudes históricamente masculinas (rivalizar, vencer, pelearse, no expresar bondad… ) tenderán a tener relaciones poco harmoniosas, a generar problemas de conducta y hasta conflictos académicos. Está demostrado científicamente que el fracaso escolar es mucho más alto entre los chicos que las chicas porque los valores masculinos machistas les impiden mostrarse responsables, atentos, cuidadosos con el trabajo y los otros.

No estamos sugiriendo que le regale un tutú de bailarina en lugar de una capa de Superman, pero si puede acostumbrarlo a actuar con naturalidad y en coherencia con sus sentimientos, a mostrarse diplomático y tranquilo cuando surjan complicaciones, a no tolerar el insulto ni la agresión y a juguetes que estimulen más su inteligencia que sus ansias de batalla, lo notará unos años más tarde. Lo notará él, todo su entorno y la sociedad, pero sobretodo él. Los hombres necesitan una revolución interior que nos beneficiará a todos. Asimismo, la liberación real de la mujer es imposible si los hombres no realizan, también, un cambio interno.

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¡Os espero en la próxima lección!

Daniel Gabarró

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Y además...

Para ampliar este tema, les sugerimos que lean el libro “Transformar a los hombres. Un reto social” de Daniel Gabarró. Lo pueden descargar gratuitamente a www.boiraeditorial.com.