Devocionales Pastor - Juan C Correa

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Titulo: Vamos a acelerar Versículo o pasaje inicial: II Crónicas 29: 36 “Y Ezequías y todo el pueblo se regocijaron de que Dios hubiera preparado al pueblo para hacerlo todo con rapidez.” La humanidad en la actualidad sufre una epidemia más grande que la del SIDA, la peste negra o la viruela y se llama Postergar (del latín postergāre). Postergar significa hacer sufrir atraso, dejar atrasado algo, pero también en otro contexto significa tener en menos o apreciar a alguien o algo menos que a otra persona o cosa. Eso es lo que hacemos cuando postergamos nuestro tiempo diario de oración y alabanza con Nuestro Señor: “le decimos, no eres importante y puedes esperar. Igual siempre estás disponible”. Dando un contexto de II Crónicas 29, Salomón entrega un reino unido, que bajo el liderazgo de su hijo Roboán termina convirtiéndose en una nación dividida. Ezequías es el 13° rey de Judá, quien siempre mostró un carácter admirable y gran devoción a Dios, a pesar de que al final después de haber recibido la sanidad del Señor se llenó de orgullo. Desde el inicio de su reinado, Ezequías se inquietó por realizar reformas con los líderes religiosos, lo cual despertó una alegría inusitada entre el pueblo, por la rapidez con que se dieron las cosas, y dio paso a un gran avivamiento, representado por ejemplo en la retoma de la celebración de la pascua, vinculada con la liberación del pueblo de Dios de la plaga sobre los primogénitos egipcios y el subsiguiente éxodo, que había dejado de observarse desde antes de la división del reino, por lo menos 200 años atrás. Una pregunta sencilla. ¿Cuánto tiempo vamos a postergar las cosas de Dios? Volviendo al pasaje con el cual iniciamos, Ezequías tenía varias alternativas: hacer planes de largo plazo, que permitieran ver al cabo de los meses o años un pueblo restaurado, o arrancar haciendo ajustes inmediatos sin perder de vista el objetivo final. ¿Qué hace Ezequías? Purificó el templo, se deshizo de los ídolos, llevó sus diezmos a la casa de Dios y logró que se restableciera el culto en el templo del Señor contando con la participación de todo el pueblo que quedó gozoso por la preparación que Dios le dio al pueblo para hacer todo rápido. Dios nos prepara para ir rápido. ¿Cómo podemos ir rápido y lograr éxitos en nuestro hogar, en el trabajo, en la iglesia, en la nación? Conforme a II Crónicas 29, deberíamos aprovechar la juventud: (vers. 1), Ezequías tenia 25 años; tener modelos adecuados: (vers. 2), Ezequías tuvo a David; identificar las acciones que no dan espera y ejecutarlas: (vers. 3), puedes elaborar una lista de las cosas que tienes pendientes y urgentes colocándole además una fecha de cumplimento; reconocer que no podemos ser negligentes pues Dios nos ha escogido: (vers. 11); actuar rápido empezando por nosotros mismos, sacando lo que haya que sacar frente al altar y arrojándolo lejos: (vers. 16); invertir el tiempo requerido y no dar largas: (vers. 17-19); empezar temprano en la mañana: vers. (20- 24) y hacer uso de las armas que Dios nos da (Oración, alabanza, etc.): vers. (25- 30)¿Qué debes reconstruir hoy que ya no da más espera? Vamos a acelerar. 1 Devocionales Pastores - Juan Correa

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Titulo: Vamos a acelerar

Versículo o pasaje inicial: II Crónicas 29: 36 “Y Ezequías y todo el pueblo se regocijaron de que Dios hubiera preparado al pueblo para hacerlo todo con rapidez.”

La humanidad en la actualidad sufre una epidemia más grande que la del SIDA, la peste negra o la viruela y se llama Postergar (del latín postergāre). Postergar significa hacer sufrir atraso, dejar atrasado algo, pero también en otro contexto significa tener en menos o apreciar a alguien o algo menos que a otra persona o cosa. Eso es lo que hacemos cuando postergamos nuestro tiempo diario de oración y alabanza con Nuestro Señor: “le decimos, no eres importante y puedes esperar. Igual siempre estás disponible”. Dando un contexto de II Crónicas 29, Salomón entrega un reino unido, que bajo el liderazgo de su hijo Roboán termina convirtiéndose en una nación dividida. Ezequías es el 13° rey de Judá, quien siempre mostró un carácter admirable y gran devoción a Dios, a pesar de que al final después de haber recibido la sanidad del Señor se llenó de orgullo. Desde el inicio de su reinado, Ezequías se inquietó por realizar reformas con los líderes religiosos, lo cual despertó una alegría inusitada entre el pueblo, por la rapidez con que se dieron las cosas, y dio paso a un gran avivamiento, representado por ejemplo en la retoma de la celebración de la pascua, vinculada con la liberación del pueblo de Dios de la plaga sobre los primogénitos egipcios y el subsiguiente éxodo, que había dejado de observarse desde antes de la división del reino, por lo menos 200 años atrás. Una pregunta sencilla. ¿Cuánto tiempo vamos a postergar las cosas de Dios? Volviendo al pasaje con el cual iniciamos, Ezequías tenía varias alternativas: hacer planes de largo plazo, que permitieran ver al cabo de los meses o años un pueblo restaurado, o arrancar haciendo ajustes inmediatos sin perder de vista el objetivo final. ¿Qué hace Ezequías? Purificó el templo, se deshizo de los ídolos, llevó sus diezmos a la casa de Dios y logró que se restableciera el culto en el templo del Señor contando con la participación de todo el pueblo que quedó gozoso por la preparación que Dios le dio al pueblo para hacer todo rápido. Dios nos prepara para ir rápido. ¿Cómo podemos ir rápido y lograr éxitos en nuestro hogar, en el trabajo, en la iglesia, en la nación? Conforme a II Crónicas 29, deberíamos aprovechar la juventud: (vers. 1), Ezequías tenia 25 años; tener modelos adecuados: (vers. 2), Ezequías tuvo a David; identificar las acciones que no dan espera y ejecutarlas: (vers. 3), puedes elaborar una lista de las cosas que tienes pendientes y urgentes colocándole además una fecha de cumplimento; reconocer que no podemos ser negligentes pues Dios nos ha escogido: (vers. 11); actuar rápido empezando por nosotros mismos, sacando lo que haya que sacar frente al altar y arrojándolo lejos: (vers. 16); invertir el tiempo requerido y no dar largas: (vers. 17-19); empezar temprano en la mañana: vers. (20-24) y hacer uso de las armas que Dios nos da (Oración, alabanza, etc.): vers. (25-30)¿Qué debes reconstruir hoy que ya no da más espera? Vamos a acelerar.

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Titulo: No más indiferencia

Versículo o pasaje inicial: Deuteronomio 22: 1-4 “1 »Si ves que un buey o una oveja de tu hermano se ha extraviado, no te hagas el desentendido sino llévalo en seguida a su dueño. 2 Si el dueño no es tu vecino, o no lo conoces, lleva el animal a tu casa y cuídalo hasta que el dueño te lo reclame; entonces se lo devolverás. 3 Lo mismo harás si encuentras un burro, un manto, o cualquier otra cosa que se le haya perdido a tu hermano. No te portes con indiferencia. 4 »Si en el camino encuentras caído un burro o un buey que pertenezca a tu hermano, no te hagas el desentendido: ayúdalo a levantarlo.”

En estos versículos encontramos dos actitudes igualmente pasivas relacionadas con el reino animal: la del desentendido y la del indiferente. Pero no solo vemos dos actitudes pasivas, sino también encontramos el Solucionismo bíblico para estas dos situaciones cotidianas: Devolución, Cuidado, Ayuda, Edificación. La Palabra de Dios nos recuerda en varios pasajes que nosotros valemos más que el reino animal, por ej. Mateo 10: 29-31 “29 ¿No se venden dos gorriones por una monedita? Sin embargo, ni uno de ellos caerá a tierra sin que lo permita el Padre; 30 y él les tiene contados a ustedes aún los cabellos de la cabeza. 31 Así que no tengan miedo; ustedes valen más que muchos gorriones.” Si Dios se preocupa por los animales, mucho más le preocupan las personas. Dios no se parece en nada a algunos líderes de familias y organizaciones que proclaman que lo más importante son las personas y hacen negación de ese principio fundamental atropellándolos de diversas maneras. ¿Cómo llegamos a la indiferencia nosotros como creyentes? Ciertamente no llegamos en un solo paso, es un proceso. Pasamos por diferentes escenarios de comodidad, confort, desánimo, resignación que es estancamiento, desinterés, conformismo, liviandad, insensibilidad, todo esto producto de las vivencias diarias, de metas frustradas. Pero ojo, el enemigo nunca para de trabajar y por medio de sus artimañas, puede aprovecharse de nosotros, pues en medio de esas vivencias, encuentra una tierra fértil para destruirnos. Muchas personas concentran su atención y recursos en el perro, el carro, el ropero, la biblioteca, la colección de cuadros, la profesión, etc. descuidando las personas que le rodean, pasando por alto los resultados del inclemente clima sobre los menos favorecidos, la juventud alcoholizada que se levanta en los alrededores de las universidades y centros de formación, las practicas espirituales equivocadas y ocultistas de sus amigos, la proliferación de sitios de prostitución y distribución y consumo de drogas, los desplazados, las relaciones progresivamente deterioradas entre hermanos en la fe, las necesidades materiales y espirituales reales de las personas que los rodean, la corrupción diagnosticada y comprobada de personas cercanas y aún de compañeros de oficina, y muchas más formas sutiles de indiferencia, como quedarse callado pudiendo aportar a la solución de un problema. Al amigo hay que hablarle con la verdad. Es hora de recordar al dramaturgo y novelista irlandés, Oscar Wilde (1854-1900), quien describió el fenómeno de la indiferencia así: “Los dioses me habían dado casi todo, pero yo me deje tentar por largos encantamientos de comodidad insensata y sensual. Me hice cada vez más indiferente hacia los demás. Me complacía donde quería y seguía adelante. Me olvide de que cada pequeña acción cotidiana edifica o destruye el carácter, y que por lo tanto, lo que uno ha hecho en la cámara secreta, ha de gritarlo un día desde la azotea.” Ver Mateo 10: 27. El mismo Wilde, estuvo en prisión y murió sumergido en la indiferencia de quienes alguna vez lo aplaudieron. No más indiferencia.

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Titulo: No podemos evadir el liderazgo

Versículo o pasaje inicial: Isaías 3: 6-7 “6 Entonces un hombre agarrará a su hermano en la casa de su padre, y le dirá: «Sé nuestro líder, pues tienes un manto; ¡hazte cargo de este montón de ruinas!» 7 Pero entonces el otro protestará: «Yo no soy médico, y en mi casa no hay pan ni manto; ¡no me hagas líder del pueblo!»”

El liderazgo no es una alternativa, es una exigencia. Aunque el entorno en el que nos movamos sea de ruinas, no podemos seguir evadiendo la responsabilidad más honrosa. El pasaje de Isaías, se encuentra incluido dentro de la profecía que describe las condiciones del juicio de Dios, resultantes del comportamiento de Jerusalén y Judá, quienes hablaban y actuaban contra Dios, lo desafiaban, eran descarados, se jactaban de su pecado y ni siquiera lo disimulaban, pues se autodestruían como un pueblo extraviado. La situación era muy crítica pues el Señor había decidido remover todo líder maduro y prudente para dar paso a líderes inexpertos. Desafortunadamente muchos de nosotros hemos podido caer en actitudes como la del hombre que rechaza el hecho de estar envestido de autoridad y ve simplemente con los ojos físicos la falta de preparación profesional, la ausencia de pan y abrigo, que representan sus necesidades personales, evadiendo la responsabilidad con el entorno. Vale la pena puntualizar en el significado del manto, pues va mucho más allá de un elemento físico. Engloba el sentido de ser una persona respetable y envestida con la autoridad dada por Dios, la que debe ejercerse en los momentos requeridos, como éste, en el cual la invitación era a reconstruir. No todos los respetables están preparados, pero Dios se encarga de ello. Ahora, cualquiera de nosotros como persona prudente, podría negarse a desempeñar en la sociedad funciones de responsabilidad. Puesto que los príncipes y demás gobernantes no estaban capacitados para poner orden en tal caos, cada uno se atribuye facultades para prescribir quien ha de ejercer cargos de responsabilidad. Pero ¿por qué no nos gustaría aceptar la responsabilidad? Porque creemos que bastante tenemos con nuestros propios problemas. Por ej. ¿Cuántas veces omitimos llamar la atención a nuestros subalternos, esperando que la autoridad superior lo haga?, ¿Cuántas veces las esposas han tenido que recurrir casi a la manipulación para que sus esposos actúen sobre los hijos y tomen una acción firme ante un comportamiento equivocado? Las organizaciones en general, incluidas las familias, las iglesias, las empresas, están clamando por líderes que se pongan al frente de las situaciones del día a día y generen soluciones y dinamismo, aunque el entorno sea de ruinas. El cristiano por esencia es un líder. Sin embargo aún en los ministerios o grupos de trabajo de las iglesias muchas veces nos vemos abocados a caer en algo que es poco agradable: “los mismos con las mismas”. Un grupo pequeño que tiene que llenar la ausencia de compromiso. Y no es porque no haya espacio para participar. No, el problema es que la gente no está dispuesta a pagar el precio del discipulado: aprender para luego enseñar. Es muy triste, pero extrapolando el modelo de los 300 de Gedeón, Dios le ha permitido a muchas organizaciones, bajo circunstancias extremas, salir adelante. Finalmente debemos recordar que un líder es un hombre que sabe a dónde quiere ir, no le importa si tiene seguidores, no le importan los reconocimientos, solo le importa desarrollar una visión. No podemos evadir el liderazgo.

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Titulo: Debemos generar valor

Versículo o pasaje inicial: 1 Corintios 4: 1-2 “1 Que todos nos consideren servidores de Cristo, encargados de administrar los misterios de Dios. 2 Ahora bien, a los que reciben un encargo se les exige que demuestren ser dignos de confianza.”

En la vida de cualquier creyente existen dos elementos inseparables: El primero es el servicio a Cristo extendido a las personas que nos rodean. No puede haber cristianismo sin servicio. El segundo es el componente administrativo del servicio, el cual debe ser desarrollado bajo criterios de excelencia, calidad, optimización y de manera sostenible. No es lógico que seamos muy espirituales y malos administradores o lo contario, muy buenos para administrar y mantenernos indiferentes y lejos de una relación con Dios. Lo espiritual y lo administrativo no son incompatibles. Al hablar de administrar, el común de la gente hace referencia al área económica o empresarial. Es por eso que muchas personas, ante todo aquellas que están pasando por circunstancias económicas difíciles, cuestionan el por qué deberían administrar, si no tienen nada. Parece, que para ellas, la orden de Dios, fuera una graciosa observación más que un mandato. Pero para esas personas y para todos nosotros, el administrar va mucho más allá de los recursos económicos, pues debemos administrar nuestras vidas incluyendo la salud, la alimentación, el ejercicio físico periódico, etc.; el tiempo (todos tenemos días de 24 horas pero a algunos se les van como si fueran 5 minutos y a otros les rinde como si fueran semanas); los talentos y dones (cuantas habilidades desperdiciadas, experticia y conocimiento archivados o cuando más en un cartón colgado en la pared); las posesiones (elementos de uso diario, utensilios de hogar y de oficina, equipos, maquinaria, etc.); las finanzas propiamente dichas, en muchos casos recursos enterrados sin producir ningún rendimiento; la tecnología (es evidente el desuso en que caen algunos elementos y equipos, pero debemos buscar el uso optimo de estos recursos en muchos casos obsoletos como por ej. lo que pasa con los libros vs enciclopedias electrónicas, lápiz vs portaminas, máquina de escribir vs el computador). Ser buenos en el entorno competitivo posmoderno no es suficiente. No basta cumplir con los deberes para ser excelente (no basta con obedecer aunque es obligatorio), no podemos vivir tomando como modelos de vida a los demás, debemos tomar el tiempo requerido para planear sin caer en el eterno planeamiento recordando que el que hace las cosas más rápido no necesariamente las hace mejor, pero que el que se demora eternidades tampoco tiene garantía de entregar un producto útil. Lo que siempre debemos mantener en mente es que debemos agregar valor dando más de lo que se nos pide. Y es que definitivamente los cristianos estamos llamados a impactar. En cualquier circunstancia de la vida, en los lugares que a diario visitamos, alguien diferente de Dios nos está observando. Interactuamos con muchas personas que no tienen a Cristo en su corazón y personalmente me sorprende ver tantos que se preocupan más que uno mismo, de una manera genuina, por las personas, hasta el punto de ir más allá. No podemos seguir ocultándonos. El cristiano está llamado a desarrollar una actividad de excelencia mientras transforma su entorno muy a pesar de la crítica, el desánimo, las luchas, la demora en la obtención de los resultados. Delante de Dios somos administradores, lideres, gerentes, sacerdotes, instrumentos, vasijas para fines especiales y también para fines ordinarios. Y a pesar del tipo de actividad que cumplamos, debemos generar valor a las organizaciones donde nos movemos. Nicholas Murray Butler, ex presidente de la Universidad de Columbia, refiriéndose a diversos tipos de personas, dijo: “Hay tres clases de personas en el mundo: las que no saben lo que está ocurriendo, las que observan lo que está ocurriendo y las que hacen que ocurran cosas”. ¿Dónde estás ubicado tu? La Palabra de Dios nos muestra la existencia de tres tipos de administradores: los malos y perezosos, los inútiles o negligentes y los buenos y fieles. Los malos y perezosos descritos en Mateo 25: 24 – 29, son aquellos que destruyen valor (no mantienen el poder adquisitivo, el valor comercial de los bienes o recursos, son temerosos), no saben lo que está ocurriendo, ignoran el entorno competitivo y son fríos. Los inútiles o negligentes incluidos en Lucas 17: 7-10, son de las personas que ni agregan ni destruyen valor (como el dicho popular Colombiano: ni fu ni fa), solo se limitan a observar lo que está ocurriendo (por estar mirando a los demás no se preocupan por actualizarse, estar al tanto del desarrollo, auto estudiar, desarrollar disciplinas), son tibios pues creen que pueden vivir con la ley del menor esfuerzo, pero el Señor los vomitará de su boca. Finalmente, los buenos y fieles, descritos en Mateo 25: 14 – 17, 19 – 23, son aquellos que agregan valor, pues hacen las cosas para los demás como desearían que los demás las hicieran para ellos, aun con los enemigos. Son los que hacen que sucedan las cosas, pues reconocen que únicamente de la mano de Dios pueden lograr sus mejores resultados dado que el trabajo es una bendición, y por ello hacen las cosas con gozo pues hacen su mejor esfuerzo para agradar a Dios por encima de los hombres. Debemos generar valor.

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Título: Mañana mismo

Versículo o pasaje inicial: Éxodo 8: 6-10 “6 Aarón extendió su brazo sobre las aguas de Egipto, y las ranas llegaron a cubrir todo el país. 7 Pero, mediante sus artes secretas, los magos hicieron lo mismo, de modo que hicieron venir ranas sobre todo Egipto. 8 Entonces el faraón mandó llamar a Moisés y a Aarón, y les dijo: Ruéguenle al Señor que aleje las ranas de mí y de mi pueblo, y yo dejaré ir al pueblo para que le ofrezca sacrificios. 9 Moisés le respondió: Dime cuándo quieres que ruegue al Señor por ti, por tus funcionarios y por tu pueblo. Las ranas se quedarán sólo en el Nilo, y tú y tus casas se librarán de ellas. 10 Mañana mismo contestó el faraón. Así se hará respondió Moisés, y sabrás que no hay dios como el Señor, nuestro Dios.”

El Señor había decidido que Aarón fuera el profeta y vocero de Moisés, pues había prometido sacar al pueblo de Egipto. Por lo anterior, inició una secuencia de señales traducidas en plagas en presencia del Faraón, tales como la vara convertida en serpiente. La gama de plagas fue increíble y aunque algunas de ellas estaban presentes en la naturaleza como las ranas, mosquitos (piojos), tábanos (moscas), ulceras, granizo, langostas, tinieblas, no se conocía la intensidad que Dios desplegaría. Siete de las diez plagas fueron anunciadas de antemano e hicieron diferenciación del impacto sobre los pueblos: para Israel ningún efecto, contra Egipto, todo el poder de Dios. Las ranas y los sapos que en su etapa juvenil son acuáticos, en la metamorfosis les aparecen patas y la respiración se vuelve pulmonar. Se encuentran en prácticamente todo el mundo y sólo se ausentan de las regiones árticas y los desiertos más áridos. Se estiman unas 3800 especies de ranas y sapos viviendo en el mundo hoy en día. Las ranas gozan de mejor fama, y por medio de la industrialización procedente de países como Indonesia "las ancas" son consideradas como comestibles. Si revisamos nuevamente el pasaje de Éxodo 8: 10, Dios a través de Moisés le da al Faraón la opción de quitarse la molestia de las ranas inmediatamente, sin embargo el escoge “mañana”, “mañana mismo”. Qué ironía, a partir de aquel instante empiezan a morirse y podrirse acabando con la zona de confort del Faraón. Una vez más, un objeto de adoración llega a ser un problema para sus adoradores. El posponer agrava los problemas. Pensemos por un momento el nivel de presión que ejercería la señora del Faraón, para salir de estos animales, que se tornaban cada vez más intensos y fastidiosos. Dice el comentarista Matthew Henry al referirse al “mañana mismo” del Faraón: “Fatídica palabra en boca de muchos, pues solo sirve para aplazar una resolución firme que debería tomarse sin demora”. El Pastor Rick Warren, poniendo el pasaje en un contexto actual, señala que “son muchas las personas que plantean propuestas que señalan que un día de estos: voy a ir al dentista, me haré la operación que necesito, voy a dedicarle más tiempo a mi familia, voy a estudiar la carrera que deseo, voy a desarrollar mi proyecto de grado, haré ejercicio, empezaré a diezmar, perdonaré, volveré a amar, empezaré a ahorrar, visitaré a mi familia, tomaré más en serio el cristianismo, participaré en un ministerio de la iglesia… uno de estos días. Lo más probable es que ese día nunca llegue.” Resumiendo la Palabra de Dios enuncia las ranas exclusivamente con relación a dos eventos: primero en el libro de Éxodo 8: 13-14 cuando empiezan a morirse y producir mal olor y seguramente enfermedades para los Egipcios y segundo en Apocalipsis 16: 12 – 16 cuando la Palabra habla de las siete copas llenas del furor de Dios, las cuales incluyen epidemias, rios y mares de sangre, sol abrazador o mundo en tinieblas y las ranas asociadas con espíritus de demonios que hacen señales milagrosas. Así en este contexto, no se a quién le gustaría pasar una noche más con ellas, pues por el contrario el Señor nos exhorta a estar despiertos, atentos pues podemos ser engañados como el Faraón. Ojo con las tiernas ranas que guardan gran parecido con los espíritus de demonios. ¿Por qué tenemos que posponer en nuestras vidas aquellos cambios que van a ser provechosos, positivos, beneficiosos? ¿Cuáles son las causas de postergar? Veamos algunas de ellas. Somos complacientes y haraganes para cambiar, tenemos miedo, somos orgullosos y testarudos y con frecuencia nos dejamos llevar por la inercia proveniente del mundo, otro aspecto es la falta de compromiso y motivación y la inconsciencia del llamado por encima del impulso propio, pero además siempre encontramos buenas disculpas (cuando esté listo, cuando tenga dinero, cuando tenga tiempo..) incluyendo aquellas disculpas bíblicas: “como Dios tiene buen cuidado de mi y cada día se renuevan sus bondades mañana actuaré”. Si revisáramos algunas ranas que tenemos en nuestras vidas, ahora mismo deberíamos erradicarlas pues tenemos el Poder de Dios, que levantó a Nuestro Señor Jesucristo de entre los muertos. Podemos eliminar el abatimiento y la angustia, las objeciones a Dios, el dejar de disfrutar hoy la provisión de Dios, el no reconocer que el Señor es Dios en todo, el no conquistar la tierra que Dios nos da, el no reconocer que las bendiciones no vienen por mérito propio, podemos dejar de dudar al elegir entre lo bueno y lo malo, podemos volver a realizar un trabajo esforzado, perdonar ya mismo, dejar de incumplir nuestras promesas, no obstruir las buenas nuevas, extirpar el corazón endurecido, no desanimarnos unos a otros y evitar dejar de ayudar al prójimo. No más al mañana mismo. El día es hoy.

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Título: ¿Qué le dejaremos a los que nos siguen?

Versículo o pasaje inicial: Salmo 146: 3 – 4 “3 No pongan su confianza en gente poderosa, en simples mortales, que no pueden salvar. 4 Exhalan el espíritu y vuelven al polvo, y ese mismo día se desbaratan sus planes.”

En su libro El Reto de Dios, el Pastor Darío Silva-Silva nos habla de los proyectos de vida, anhelos, y expectativas que son esos sueños conscientes que el hombre abriga lograr. Él los clasifica en: 1. El sueño del hombre para el hombre, al mejor estilo del emperador Nabucodonosor o el incrédulo. 2. El sueño del hombre para Dios, reflejando un creyente afanoso, que anhela hacer algo para el Señor según su propio criterio y autosuficiencia; allí encontramos al rey Saúl, un creyente inmaduro. y 3. El sueño de Dios para el hombre, esto es propiamente lo que conocemos como visión, dada por el Espíritu Santo, quien me guía a cumplir lo que el Padre ha determinado que yo haga, un prototipo de este sueño es el apóstol Pablo. Volviendo al Salmo 146: 3-4 esos sueños que se desbaratarían al morir son los sueños del hombre para el hombre y los del hombre para Dios, pues suponemos que todos los creyentes deseamos alinearnos con los planes de Dios, para comprobar que su voluntad es buena, agradable y perfecta. De pronto en este momento pasan por nuestra mente decisiones que hemos tomado y aun no estamos convencidos de si eran lo que Dios deseaba.

Tres grandes escritores nacidos en el siglo XX, Erich Fromm (psicoanalista, Alemán), Abraham Harold Maslow (sicólogo judío americano, nacido en Nueva York) y Manfred Max Neef (economista Chileno, cuyos padres eran alemanes) coinciden al identificar una escala de necesidades básicas del ser humano en que la necesidad ultima del ser humano es trascender, dejar un legado, dejar algo. Este no es un proceso sencillo, pero si somos creyentes, ¿Por qué nuestros planes no podrían trascender? Básicamente por dos razones: a) Por poner nuestra confianza en simples mortales cuando fluctuamos en nuestras convicciones, cuando a pesar de creer en Dios, no le creemos a Dios y b) Por no asegurar que los que nos siguen le den continuidad a nuestros proyectos. Ahora bien, no hay otra forma de garantizar la continuidad de nuestros sueños que edificar a otros, sembrar, pagar el precio de enseñar y esto implica aprender, aplicar y transmitir. . Si es así, entonces ¿qué pasa con tantos hombres que después de haber caminado con el Señor muchos años, no dejan una herencia digna? Hay muchos ejemplos bíblicos de herencia en vida, como Moisés a Josué, pues a pesar de la infidelidad de Moisés con el Señor (Deu. 30: 51-52), y del cambio de estrategia de Dios, Moisés no bajo la guardia sino que cumplió con la parte que Dios consideró, incluida la entrega de la responsabilidad a Josué con quien había trabajado y a quien había preparado para la misión establecida. Moisés entrega la posta a Josué (Deu. 31: 7-8) y es éste quien finalmente lleva al pueblo a la tierra prometida, cumpliendo el designio providencial dado por Dios, pero al morir Josué no se identifico ningún líder que diera continuidad al plan de Dios, y fue un terreno abonado para que se desarrollara una cadena de aciertos y desaciertos del pueblo, controlados por Dios a través de los jueces (caudillos). ¿Cuánto tenemos de Moisés y Josué? Otro ejemplo es la herencia de David a Salomón. Partiendo de la base de que el Señor le había indicado a David que él no le construiría el templo sino uno de sus descendientes, David no se echó a la pena sino que siguió adelante. En I de Crónicas 28 David informa al pueblo que él tenía la intención de construir un templo, sin embargo, Dios le dijo que no por haber sido un hombre de guerra y haber derramado sangre. (Versículos 1 – 3); no obstante, de entre los muchos hijos que tenía David, el Señor escogió a Salomón para construir el templo y gobernar (versículos 4-6). David fue quien orientó a Salomón a reconocer a Dios y servirle de corazón dispuesto (versículo 9), fue quien en vida le entregó los planos, le dio instrucciones acerca de los roles de los levitas y le dio los recursos suficientes (versículos 11- 14). A pesar de la reasignación de responsabilidades David cumplió con su designio providencial como lo vemos en Hechos 13: 36 "Ciertamente David, después de servir a su propia generación conforme al propósito de Dios, murió, fue sepultado con sus antepasados, y su cuerpo sufrió la corrupción”. Salomón por su parte construye el templo, goza de esplendor y en sus años finales, después de tener un reino unificado, durante aproximadamente 100 años, entrega las condiciones para un reino dividido y en caos, gobernado por reyes pedidos por el pueblo (I Samuel 8: 4-5). Si revisamos el legado entregado por estos reyes, 20 en Judá (Jerusalén) y 19 en Israel (Samaria), algunos padres entregaron una herencia de bendición a sus hijos, pero una gran mayoría dejaron los trayectos para un encuentro con la desgracia. ¿Cuánto tenemos de David y Salomón?. Finalmente el ejemplo máximo es la herencia del Señor Jesucristo a los discípulos. El Señor Jesucristo reclutó hombres comunes y corrientes, los seleccionó pues ese era su método, se asoció y permaneció con ellos, de una manera consagrada pero exigiéndoles obediencia, se comunicó con ellos en una demostración de entrega a sí mismo, mostrándoles que el cristianismo era una forma de vida, les delegó actividades sencillas y más complejas mostrándoles el valor del trabajo, los supervisó sin cesar, con el fin máximo de lograr su reproducción, por la cual el evangelio ha llegado hasta nosotros; es por

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el mismo método que nosotros podemos extender su misericordia y plan de salvación. ¿Cuánto tenemos de Jesús y sus discípulos? ¿Qué le dejaremos a los que nos siguen?

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