DISTRIBUCIÓN ESPACIAL DE UNA NECRÓPOLIS DE LA II EDAD...

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Complutum,7, 1996: 175-194 DISTRIBUCIÓN ESPACIAL DE UNA NECRÓPOLIS DE LA II EDAD DEL HIERRO: LA ZONA 1 DE LA OSERA EN CHAMARTIN DE LA SIERRA, AVILA Isabel Baquedano*, Carlos M. Escorza ** RESUMEN.- En la provincia de Ávila se conocen tres grandes necrópolis de la II Edad del Hierro (La Osera, Las Cogotas y El Raso) con un total de unas 3800 tumbas. En este artículo se estudian los enterramientos de la Zona ¡ de la necrópolis de La Osera y se presentan las dos bases de datos empleadas y algunas aplicaciones informáticas. El análisis de la distribución espacial y la riqueza relativa de las tumbas ha ofrecido algunas conclusiones interesantes. El resultado del análisis cluster ha discriminado diferentes grupos de tumbas que claramente marcan la estratificación social de la comunidad enterrada. El patrón espacial de estos grupos re- vela diferencias significativas en la elección de lugares concretos de enterramiento para cada grupo, señalan- do un uso social y temporal del espacio que se transmite a travév de generaciones. Aasr&icr. - in the province of Avila three large late ¡ron Age cemeteries (La Osera, Las Cogotas and El Ra- so) are known with a total of about 3800 tombs. ¡viere we study tAse tombs fro,n Area lii, the cemetery of La Osera, presenting two Data Bases and some relevant applications. TAse analysis of tAse spatial distribution and relative wealth tAse tombs has shown interesting conclusions. The cluster analysts has established different groups of burials which clearly reflect the social stratífication of tAse community. The spatial pattern of these groups reveals signficant dífferences in tAse election of particular areas of burialfor each group, as if social and temporal use of space was inheritedfrom generation to generation. PAtARRAS CLAVE; Distribución espacial, Análisis cluster, Necrópolis, Edad del Hierro, Meseta. Ka’ Woxos; Spatial distribution, Cluster analysis. Cemetery~ ¡ron Age, Central Spain. A Dha. Encarnación Cabré 1. INTRODUCCIÓN En el área vettona de la Cordillera Central se han excavado tres grandes necrópolis de la II Edad del Hierro: La Osera, Las Cogotas y El Raso. Las dos primeras en la vertiente norte da la Sierra de Grados y la tercera en su vertiente meridional. En la necrópolis de La Osera se han excava- do más de 2200 sepulturas, de las que se publicaron las 517 de la Zona VI (Cabré y otros 1950); en la de Las Cogotas se publicaron 1450 sepulturas (Cabré 1932) y en El Raso se han excavado y publicado 68 sepulturas (Fernández 1986). En el año 1993, ante elgran número de da- tos, comenzamos a plantearnos la creación de bases de registros informáticos que nos ayudasen a analizar y comprender la estructura interna de estos tres gran- des conjuntos y, con ello, acercarnos a la “probable” realidad social, cultural, simbólica, religiosa, etc. da las sociedades da la denominada como fl Edad del Hierro del área abulense (Baquedano y Escorza 1995). Aunque el estudio total incluye los tres yaci- mientos, en estas páginas nos limitamos a mostrar al- gunas consideraciones sobre la distribución espacial y social de los enterramientos localizados en la Zona 1 da la necrópolis da La Osera (Sg. 1), basándonos en los resultados que estamos obteniendo del análisis estadístico y comparándolos, siempre que ha sido po- sible, con estudios específicos recientes en esta línea realizados para la necrópolis de Las Cogotas. 2. LA NECRÓPOLIS DE LA OSERA Este cementerio se asocia al castro de la Me- sa de Miranda, localizado en el término municipal de * Celtex. Mesón de Paredes, 77, ático A. 28012 Madrid. ** Museo Nacional de Ciencias Naturales. C.S.I.C. 28006 Madrid.

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Complutum,7,1996: 175-194

DISTRIBUCIÓN ESPACIAL DE UNA NECRÓPOLISDE LA II EDAD DEL HIERRO:

LA ZONA 1 DE LA OSERA EN CHAMARTIN DE LA SIERRA, AVILA

IsabelBaquedano*,CarlosM. Escorza**

RESUMEN.- Enla provinciadeÁvila seconocentresgrandes necrópolisde la II EdaddelHierro (La Osera,Las CogotasyEl Raso)con un total deunas3800tumbas.Enesteartículo se estudian losenterramientosdelaZona ¡ dela necrópolisde La Oseraysepresentanlas dosbasesdedatosempleadasy algunasaplicacionesinformáticas. El análisis dela distribución espacialy la riqueza relativa de las tumbasha ofrecidoalgunasconclusionesinteresantes.El resultado delanálisis clusterha discriminadodiferentesgrupos detumbasqueclaramentemarcan la estratificaciónsocialde la comunidadenterrada. El patrónespacialde estos gruposre-vela diferenciassignificativasenla elección de lugaresconcretosdeenterramientopara cada grupo,señalan-do un uso socialy temporaldelespacio que setransmitea travév de generaciones.

Aasr&icr. - in theprovinceof Avila three largelate ¡ron Agecemeteries(La Osera,Las CogotasandEl Ra-so) are known with a totalof about3800 tombs.¡viere we studytAse tombsfro,n Arealii, the cemeteryof LaOsera,presentingtwo Data Basesandsome relevant applications.TAseanalysisof tAsespatialdistribution andrelative wealthtAse tombs has showninterestingconclusions. The clusteranalystshas establisheddifferentgroups of burials whichclearly reflectthesocialstratífication of tAse community.The spatialpattern of thesegroups revealssignficantdífferencesin tAse electionofparticular areasof burialfor eachgroup, as if socialandtemporaluseof spacewas inheritedfromgenerationto generation.

PAtARRASCLAVE; Distribuciónespacial,Análisiscluster, Necrópolis,EdaddelHierro, Meseta.

Ka’ Woxos;Spatialdistribution, Cluster analysis.Cemetery~¡ron Age, Central Spain.

A Dha. EncarnaciónCabré

1. INTRODUCCIÓN

En el área vettonade la CordilleraCentralse han excavado tres grandes necrópolis dela II Edaddel Hierro: La Osera, Las Cogotasy El Raso.Las dosprimerasen la vertiente norteda la Sierrade Gradosy la tercera en suvertientemeridional.

En lanecrópolisdeLa Oserasehanexcava-do másde 2200 sepulturas,de las que se publicaronlas 517 de laZonaVI (Cabréy otros 1950);en la deLas Cogotasse publicaron 1450 sepulturas (Cabré1932) y en El Rasose hanexcavadoy publicado68sepulturas(Fernández1986).

En el año 1993,ante elgrannúmero deda-tos, comenzamosa plantearnosla creación de basesde registros informáticos que nos ayudasen aanalizary comprenderlaestructurainternade estos tresgran-

desconjuntos y,con ello, acercarnos a la“probable”realidad social, cultural, simbólica, religiosa, etc.dalas sociedadesda la denominadacomo fl Edad delHierro del área abulense (Baquedanoy Escorza1995).

Aunqueel estudio totalincluye los tresyaci-mientos,en estas páginas noslimitamos a mostraral-gunasconsideracionessobre la distribuciónespacialy social delos enterramientos localizadosen la Zona1 da la necrópolis da La Osera(Sg. 1), basándonosen los resultados que estamos obteniendo delanálisisestadísticoy comparándolos, siempre que ha sidopo-sible, con estudiosespecíficosrecientes en esta línearealizados para la necrópolis de Las Cogotas.

2. LA NECRÓPOLIS DE LA OSERA

Este cementeriose asociaal castro dela Me-sade Miranda, localizado enel término municipal de

* Celtex. Mesón deParedes,77, ático A.28012Madrid.

** MuseoNacional deCienciasNaturales.C.S.I.C. 28006Madrid.

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identificadoresde algunostúmulos que semencionanentexto.

Chamartinda la Sierra<Ávila). Su situación es: 40<’43’ 15” Norte, 4<’56’ 40” Oestey su altitud da1140m. El asentamiento,juntocon el de Las Cogotas, ElRasoy Ulaca,es uno de los grandesoppida serranosde la fi Edad del Hierro en la zona vettona.

Estos castrossecaracterizan,entreotros ras-gos, por or~anizar su espacio internoen dos recintosamurallados,salvo el de La Mesade Miranda queposeetres,por su extraordinariaextensión,si se com-paran con otras áreascélticaspeninsulares(La Ose-ra, 39’5 Has; Las Cogotas,14’5 Has; El Raso20 Has;

IJíaca más de60 Has; Almagro Gorbea1995: 63-65)y por una clara diferenciación deactividadeseconó-micas y religiosas dentrode los recintos murados(Ruiz Zapateroy Alvarez-Sanchís1995: tabla 1).

Del castrode la Mesa de Mirandase conoceexclusivamentesu planimetría(Cabré y otros 1950)ya que estásin excavar,salvo dos habitaciones. Porel contrario la necrópolisse excavó completamente.Los trabajos de campose llevaron a cabo en los años1932, 1933 y 1943, en cuatro campañasde excava-ción, quedandosus materiales depositados desdeen-tonces enel Museo ArqueológicoNacional de Ma-drid.

De las seis Zonas quese diferenciaron enelcementerio,la sextaes la única quepublicaron susexcavadores (Cabré yotros 1950),conviniéndosedes-

de ase momento enreferenciaobligada para cual-quierestudiosobre la II Edaddel Hierro en la Mese-ta. El resto delas Zonas continúan inéditas,cono-ciéndosealgunosmateriales excepcionalescomobro-chesda cinturón o espadas. Además, en unapublica-ción antigua (Cabréy otros sa.)se daba a conocer aldescubrimiento del yacimientoy se recogían unase-rie da materiales dascontextualizados de sunecrópo-lis (Zona1).

La Junta deCastillay León, consciente da laimportancia excepcionalde este yacimientoarqueo-lógico, viene subvencionando desde el año1986, laordenacióny catalogación detoda la necrópolis,conel fin de hacer susdatos operativos paralos estudiosarqueológicosde la II Edaddel Hierro en la Meseta.

La Osera es una necrópolis de incineraciónque se utilizó, grosso modo,entrelos siglos IV y IIIa.C. Las sepulturas,en hoyo,se depositarondirecta-mente sobreel suelosin ningún tipode protección.Excepcionalmente, aparece alguna sepulturatapadacon un adobeo un fragmento cerámico.Lo másrele-vante de asta cementerio loconstituyenuna serie deconstrucciones tumulares que aparecen en susseisZonasy los encachados tumulares que sellanincine-racionessencillasen hoyo y túmulos,en las Zonas IIIy IV.

tN

Figura 1.- Planimetría de laZona 1 de tanecrópolisde LaOsera, castrode La Mesade Miranda (Chamartinde laSierra, Ávila>. Las letrasson

Ya hemos comentadoque se diferenciaron

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seis Zonas distintas dondese agrupaban losenterra-mientos, delimitadasentresí por unaseñade mIares-paciosestérilesdentro del recinto funerario. En totalseexhumaronmásde 2200 sepulturas con ajuar,ade-másde una seriede túmulosconmemorativos, sinen-terramiento.El número depiezasencontradassupe-ran las 5000.Ante estas cifras cualquier análisis quepuedainiciarsedebe, obviamente,considerarla ayu-da de los soportes informáticos que permitenalmace-nartoda lainformaciónde formaestable,ademásdeun posteriortratamientomasivo medianteel softwareadecuado.

3. METODOLOGL4

En la Zona 1 de La Oserase realizaron252enterramientos,tres deellos con las cenizas deldi-funto depositadasen un hoyo, sin ajuar; además, hay17 construcciones tumularessin enterramiento.Enlas 249 sepulturas donde se depositó algún objeto sehallaron un total de 660 piezasde diferentestipos:cerámicas, armamento, objetos deadorno, fusayolas,etc. (Fig. 1).

Con todosestosmaterialeshemoselaboradodosbasesde datosrelacionadasentresí: unaserefie-re a laspiezas,y otraalas sepulturas.Enambashe-mos incluido lodos los datos queconocemosdel ce-menterio y estánmutuamente relacionadaspor mediode su primer campo,esdecir el número o clave queidentificala sepultura.En el segundofichero cadase-pultura sólo aparecerá una vez(estaráen una solalí-nea), mientras que en el primer fichero cadasepultu-ra estaráreferenciadatantas veces(estaráen tantaslineas de la matriz de datos) como número de piezascontenga.

La ficha de registrode las piezas consta decinco campos:el número identificalivo dela sepultu-ra en la que se encuentra, más otros tres campos quedefinen las característicasdel objeto y un últimocampo en el quese coloca lacronologíarelativadelas piezas.Los tres campos centralesse encuentranligadosentre sí en ordenjerárquico decreciente,elprimeroindica el tipo deobjeto del que se trata, porejemplo,es unacerámica;enal segundose indicaal-gunacaracterísticamásespecíficade este tipode ob-jeto (tipología); por ejemplo,esuna cerámicadeltipoide la clasificaciónde Cabré (1950)realizada a tor-no; el tercercampotodavía informade otros rasgosmásprecisos,por ejemplo,estádecoraday cuál eseltipo decorativo.

El fichero quese refiere a las sepulturaslia-na abiertos22 campos:el primar campoidentifica lasepultura;los tressiguientes marcan lascoordenadas

estratigráficas(X, Y, Z); los campos5 y 6 señalan eltipo de enterramiento y las características del mismo(en hoyo,en túmulo—cuadrado,circular, oval, exen-lo, cortado, superpuesto...—,inlertumular, en enca-chados,etc.); los campos7 a 20, quesehanengloba-do comovariablesTi (i=l,...14), recogenel tipo demateriales:TI, elementos relacionados conel fuego;T2, cerámicas; T3, fusayolas;T4, calderos y/ocascos(hemos agrupado astas piezas porque suhabitual frag-mentación imposibilita, a veces,distinguir qué tipocatalogamos);T5, espadas y/o puñales;T6, tahalíes;17, armamentoarrojadizo(lanzas,regalones,solife-rrea,pila); T8, armamento defensivo (escudosy cora-zas); T9, atalajesde caballo; TíO, piezasrelaciona-das conel guerrero queno sonarmamento(cuchillosy/o navajas,pinzasde depilar,...);TI 1, materialespé-treos;T12,adornos (cuentas decollar, colgantes,pul-seras, fíbulas, broches de cinturón,...);T13 es un gru-po muy variadoformado porlas piezasno ancuadra-blas en los parámetros antes descritosy el 114 son

fragmentosinsignificantesde hierro, bronce, clavos,etc.

Los parámetroshastaaquí relacionadossonfácilmenteconstatablescon los inventariosde las se-pulturas,no asílos siguientesdosúltimos campos.elnY 21, arquiteaura, y el n.<’ 22, riqueza quederivande un procesode cálculo.

Con la arquitecturapretendemosvalorar elgrado de complejidadarquitectónicade las tumbas y,en la medidade lo posible,evaluar ladiferenciadepreparación,ritual, y/o capacidadde trabajoque re-presentanlos distintos tipos de enterramientoscons-tatados.Pensamosque la preparacióndel espaciose-pulcral no debió de seraleatoria,ante la diversidadde formas documentadas en La Osera,y que laelec-ción deuno u otro tipo tuvounaimportanciadecisivaen los ritos funerariosy posiblementeun carácterdi-ferenciador dala moradadefinitiva de un individuo ogrupo da individuos respectode los damas.

Para reseñarde algunaforma este aspectoen la descripciónde las tumbashemosotorgadovalor1 a las sepulturasen hoyo y 2 a las localizadasen losencachados tumulares.En el caso dalas sepulturastumulares tienen distintosvaloresque dependendeltamañodel túmuloy del númeroda sepulturaslocali-zadasen su interior. Hemosdado un valor de 1.5 acada metrode túmulo construido, tomando siemprela mayorlongitud del túmulo, y al valor resultantelesumamosel punto deenterramientoen hoyo y lo di-vidimos por el númerototal de sepulturas quese lo-calizanen el túmulo cuandono sabemoslas cotases-tratigráficasde las mismas. En el casoda conocercon seguridad la sepultura o sepulturas paralas queseconstruyóel túmulo los valorestotales se dividen

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entre ellas,perosi hay algunas sepulturasquesabe-mos son superficiales (quese colocaronlevantandoalgunaspiedras da la coberturalumular), las hemosconsiderado comosi fuesensimplesen hoyo,al no es-lar la construcción del túmulo en relación directa conellas.

En la variabledel campo22 hemosvaloradoel parámetroadicional de riqueza de los ajuares. Sucontabilizaciónpuede hacersede dos maneras:tenien-do en cuanta el número total delas piezasdeposita-das enlas tumbas (sumade los campos7 a 20 in-cluidos) (Wells1988:28) o utilizando uncriteriopon-deradodel valor de dichas piezas, que atiende,entreotros datos,a lo usualde su aparición, la complejidadtécnica, el tipode material utilizado en suelabora-ción, etc. Parael cálculo de la riqueza ponderadahe-mostomadocomo base la tabla que Quesada(ap.)hautilizado paralas necrópolis ibéricas, aunquemodifi-candoalgunos valores conel fin de darle mayorco-herenciacon los materiales aparecidos enlas tumbasmeseleñas.

Como seobservaen la figura 2, las riquezascalculadas con criterios ponderados (enabcisas)muestraunadistribuciónmásdispersa,condiferentes

subáreaspeculiares sobretodo para los valoresmásaltos, que la que presenta en el eje deordenadasla ri-quezacalculadacomo simple sumalorio (ETi)de lostipos de objetos (i=l,... 14) encontradosen cadase-pultura.

Esa eficaciadiscriminatoria,su buenarela-ción con XTi y el hachoda quela tabla de pondera-ción esté yasiendoutilizadapor otros investigadoreshace que consideremossu uso como recomendableparahacerasí más fácil la comparaciónde los resul-tados con otras zonas.

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Figura 2.-Distribucióndel valorde la riquezacalculadacomosuma-tono simple! Ti (1= 1, ... t4) de tas variables que definenelconjuntodetiposde materiales(en ordenadas),halladosen cadasepultura,fren-te (en abcisas) al valor de la riquezacalcutadateniendo en cuenta latabla decriteriosponderados(Quesada,e. p.)ligeramente modificada.

es elcoeficientedecorrelaciónde lalíneatrazadaparala regresiónlineal entraambasvariables.

Si analizamosla figura 2 se compruebaqueen la mayoríade las sepulturas (GruposA y D), lautilización deuno u otro método es irrelevante. Sinembargo,el ponderarla riquezasirve para controlaralgunosvaloresque deotro mododispararíanlos cál-culos, por ejemplo, cuandoen un ajuarhay cuentasdecollar (GrupoC) lo usual es queaparezcanentre1y 5, perohaycasosqueel númeroda ellassobrepasael centenar,y utilizar un coeficienteen lugar del nú-mero de cuentasde collar depositadasen la tumbaequilibra el resultado de los cómputos globalesquequeramos realizar.Además,utilizar el cómputopon-derado ha discriminadolas sepulturasmás ricas enun grupo aparte (8).

Por último, hemos introducido en soporteinformático la planimetría da las distintas Zonas dela necrópolis creandoun “mapa básico” para cadaunade lasZonas.En estosmapasse visualizantantolas sepulturas enhoyo comolas construccionestumu-lares. En esteúltimo fichero gráficose hallan las cla-vesquepermitentrasladarlos datosde los ficheros1y 2, informándonossobre la disposiciónespacialexac-ta de cada una de las sepulturas o de los tipos de ma-teriales.Las planimetrías por Zonas informansobreel númeroda la sepultura (campo1 de los ficheros 1y 2) y da las coordenadas exactas de cadatumba(campos2 y 3 del fichero 2).

En la Zona 1 de la necrópolisde La Oserahemosdesarrolladoun primer análisisde lafrecuen-cia de determinadostipos de materialesdocumenta-dos, cerámicasy espadas, que muestran una primerautilidad básicade estosanálisis (Baquadanoy Escor-za 1995), que irán ganandoen importanciacuandosecomparanlos resultadossobrelos materialesde lasseisZonas queconstituyanel conjuntode la necrópo-lis. Peroes en el análisis espacial de la distribuciónda ciertos parámetros, donde estetipo da metodolo-gíasse hace imprescindible y muestran mayorefica-cia. No sólo antelos resultados devariaciónde pará-metros ya tipificados, sino quese abre la fácil posibi-lidad deexplorarcon nuevashipótesis.

4. LA DISTRIBUCIÓN ESPACIAL DELREGISTRO FUNERARIO

Los últimos Congresos que han tratadodeforma monográfica las necrópolisde las áreasibéri-cas (Blánquez y Antona 1992) o célticas (Burillo1990) de la II Edaddel Hierro en España,vienen acoincidir en la ideade que los cementeriosde estosámbitos carecende una organización o estructuracióninterna quepermita diferenciarespacialmenteajua-res ogrupos de población enterrados enellos. No así

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la diferenciaciónde riquezaen las tumbasy lascon-notacionesdejerarquizaciónsocial asociadas a esteconcepto,que han sido ampliamenteestudiadasenambasáreas.

Se admite que la situación topográfica delastumbases, por decirloda algunamanera, aleatoria.Lasdeposicionesse iban realizandosegún seprodu-cían las defunciones, sinun plan dedistribuciónes-pacial previaque denotela localizacióndeterminadada cada individuo enterrado.

Esta ideasehaconvertidoen los trabajosar-quaológicos en un lugar común, repitiéndose stn in-tentar nuevosplanteamientosu obviandola cuestión.Es verdad que este tipode análisis puadaresultaren-gorroso, pero pensamos queel númerode necrópolisen ambas áreas suficientemente excavadas esadecua-do para,al menos,plantearsecomo hipótesis elaser-to contrario. Cambio conceptual quepuedearrastrarademás nuevas reflexionessobre las sociedadesallíenterradas.Con asta espíritu damos a conoceralgu-nos de los resultados que del análisis microespacialde la Zona 1 de la Osera hemos obtenido.

Parael áreacéltica, en la cual se inscribenuestranecrópolis, laorganizacióninterna de losce-menteriosse ha analizado daformamuy superficial,describiéndose la señalización exteriory agrupándo-se los yacimientos según tengan estelasmás o menosalineadas, dispuestas ono en calles (Alpanseque, LaRequijada, Ucero, Carratiermes, Riba deSaelices,

Aguilar de Anguila, Luzaga,Valdenovillos,La 01-meda,Las Ruedas, LasCogotas~..);túmulos oenca-chados lumularas(Ucero, Carraliermes, Sigílenza,Molina de Aragón. La Yunta, Palenzuela,La Ose-

o las sepulturasenhoyo simplemente conpro-teccióno no de piedrasperosin formar las estructu-rasanteriormentedescritas(Osma, La Mercadera, LasErijuelas, El Raso,...).

Localizacionesde un determinadotipo deajuaro categoríasexualenlos planosdelasnecrópo-lis comienzan a ser frecuentes, y baste como ejemplola necrópolisda La Mercadera,dondesegúnel autornose observaunadistribuciónorganizadadalastum-bas(Lomo 1990: 39, Fig. 1)0, más recientemente, lanecrópolis ibérica de El Cigarralejo(Quesaday otros1995: Fig. 23.1 a 23.9), dondemuestranel métodode visualización cartográficade la necrópolis,dife-ranciando las tumbasenrazónal sexo,la riquezay la

cronología.En esteartículo presentamosunavisión pre-

liminar de la cuestión,ejamplificándoloconalgunosaspectosque nospareceninteresantes dedistribuciónespacialen la Zona 1 de la necrópolisdeLa Osera,yque ya esbozamos en anteriores trabajos (Baquedanoy Escorza1995).

5. RESULTADOS EINTERPRETACIONES

Una primeravisualización dela planimetría(Fig. 1) puedesugerirnosel carácter aleatoriode losenterramientos al que nos venimos refiriendo. Peroya en esteprimer vistazo se diferencian netamentedos zonas, una,al suroeste, marcadamente tumulary, otra, al noreste,dondese localizanenterramientosen hoyo (Baquedanoy Escorza1995:33-34).

El primerpaso dado, partiendodel segundofichero descritoanteriormente,fue la realización deun análisis clusíer de las sepulturasde la Zona 1,dondese discriminaroncinco grupos cuyasdisimili-tudes están muymarcadas.En lafigura3 se muestrasu distribuciónespacial:en elprimercluster se agru-paron sepulturas conajuaresmuy variadosperotodoscon unacaracterísticacomún, la posesiónde arma-mento.El segundocluster está formado porsepultu-ras enlas que hay algúnelementode adornoo másde unacerámica enel ajuar, este grupolo integran,en general, sepulturassin armas,aunque hayalgunaexcepción a estacaracterísticadefinitoria, al haberincluido en élalgunatumba conun regalón y/o unalanza,perono converdaderapanopliade guerra.Enel tercercluster se agrupantodas las sepulturas sinajuar, sonlas tumbas enlas que sólo se depositó laurna cinerariacomo contenedorde la cremación,laurna con algún fragmentoinsignificantemetálico,olos casos en los quelas cenizasse depositarondirec-tamente en hoyo. Elsiguientecluster unió lascons-trucciones tumulares sin enterramiento y, por último,un cluster con muy pocassepulturasdondese locali-zan los ajuaresmásimportantes dela necrópolis,con

máspiezasy mayor variedad, que tienen lodospano-pilas completas, atalajes de caballos,elementosdeprestigioy piezas importadas, como braseros de tipoibérico, etc.; se incluye en este grupo una sepulturaque, por las característicasde su ajuar, consideramosprobablemente deun sacerdote.

Lo primero que llama laatenciónen la dis-

tribución cartográficade estoscluster(Figura 3) es lasituación topográfica de los túmulosvacíosen lazo-na suroeste(cluster5). Duranteel proceso deexcava-ción se documentaron17 estructurastumularasde es-te tipo, al lado de las cuales aparecen dibujadas enlas planimetríasotras delasqueno tenemosreferen-ciasen los diariosde excavación;interpretamos, porla minuciosidadcon la queserealizó laexcavaciónypor noticiasoralesde Dña. EncarnaciónCabré (unade las tres personasencargadas de los trabajos decampo), que eranpequeños túmulos,muydeteriora-dosen el momento de realizarse los trabajos decam-po, en los queno se localizaronenterramientos,pero

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Figura3.- Localizaciónen laZona t de La Osera de lassepulturasse-paradas en elanálisisclusterencincoconjuntos:l,conarmas;2,conadornos;3, sin ajuar; 4. túmulosvacíos;5 ajuaresdeguerrerosdema-yorriqueza.

que dadaslas pésimascondicionesdel registro nosepudo discernir, comoen los otros 17 casoscontabili-zados, sinuncatuvieronenterramientoso si se per-dieronantesda producirsela excavación sistemática;por lo queestostúmulos sedibujan en la planimetríaperono secontabilizanen los cómputos.

En la zonasuroccidental(Figuras 1 y 3) si-guiendoun hipotético eje NO/SE, se colocan unase-rie de pequeñas construcciones tumularascircularesen dos grupos, pegadas unasa otras pero sin cortarse,cuyacaracterística fundamentales el estar vacias (enalgunasde ellas, con posterioridada la realizacióndel túmulo se levantó una lajapara introducir ente-rramientossuperficiales,frecuentementede los con-siderados femeninos).Continuandohaciael interiorselocalizanotros dostúmulosvacíos(Fig. 1, túmulosA a Y), esta vezde plantacuadrangular,que tambiénsiguenla mismaorientaciónNO/SE. Laexistenciadetúmulos vacíosen esta necrópolisno esun datonove-doso, y ya sus excavadoresal publicarla Zona VIse-ñalan su aparición“pues ya hemosdicho en algu-nos lugares que algunos salen vacíos, sin ningunaseñaldehabersido profanados” (Cabréy otros 1950:162).

La bibliografíaarqueológicaha hachopococaso a estas estructuras que aparecen enlas necrópo-lis, probablementepor sudifícil interpretación.En alcasode La Oserase dice: “y como no estabanpro-fanadas, no sabemosa quéatribuir dicha carencia,si a queeransepulturasreservadas parafi ¿turos en-terramientoso de honor” (Cabré y otros 1950: 62).Acabamos de señalar quela interpretaciónda estasconstruccioneses problemñtica;no obstanteno se lespuedenegarsu carácterfunerario, dadasu localiza-

ción en las necrópolis. La idea de tumbasIn Memo-riarn (cenotafios—tumbasvacíasen honor de cienospersonajes haroizados—) nos paraca sugestiva,aun-que admitimos que las explicaciones pueden sermúl-tiples. Se han localizadoen variasZonasde la ne-crópolis de La Osera siempre situadosal oestede lasmismas (Baquedanoy Escorza1995: 34).

Sin querer ser exhaustivos, intentamosbus-car este fenómenoen otros yacimientos hispanos,constatandosu aparición deformaclara, porel mo-manto, en el área ibérica (Alta Andalucíay Murcia)y en la zonavettona.

En los casosen los que se hanidentificadoestos túmulos vacíos las posiciones interpretativasson distintas.En la necrópolis da Castellonas daCealsedice “un casosingular es la estructura5/179,con-

sistente en un empedradodelimitado por grandesbloques,...Su excavaciónno reveló ningún espacio,/l4nerario interior” (Chapay Pereira1992:437).Ca-lifican la construcción como “estructura” sin darnin-guna interpretación. Lacronologíaque se otorgaa lanecrópolis,dondese diferencian tres fases,es del s.IV al II a.C.Desconocemos la fasea la que pertenecela estructura mencionaday su localización espacialdentro del cementerio.

En el Congreso dondese presentóla citadacomunicación, Olmospreguntapor la posiblidaddeque estaestructuraseaun cenotafio a lo que los co-municantes responden“La estructura5719puedeser,

en efecto,una tumbavacía,pero siemprequetenga-mosen cuentaquefue construida con estefin, yaque no presentala misma organizacióninterna quelas restantestumbas.Aquí no hay receptáculointer-no para ajuar sino queesun bloquemacizode ado-bes. Por ello, sí esuna tumba,desdeel principio serenuncióa enterrarenella fisicamentea ningúnper-sonaje” (Elánquezy Antona1992:666-667).

En la Alta Andalucía se han localizado es-tructuras tumularas vacias enlas necrópolis deBaza(Granada), La Guardia y Estacar de Robarinas, enJaén, clasificadas como enterramientoscenotáficos(Blázquez 1991: 253-260).Desconocemos tambiénellugar que ocuparían estas tumbas en sus respectivoscementerios. Respecto a la cronología quizasla másaquilatada sea lade las necrópoliscastulonensasconun desarrollo desde el s. y a mediados del IV a.C.

Además de en la Alta Andalucíase han lo-calizado cuatrotúmulos vacíosen “El Cigarralajo”(Cuadrado1987:38-40). De ellos se dice: “Hay tum-basvacíasqueno contuvieronnuncaun depósitoci-nerario o un ajuar Este sesustituyea vecespor unagruesapiedraque actúacomourna. Estoscasosha-Gensuponerenun caráctersimbólico u honor(ficoa

un personajemuerto lejos de su ciudad, tal vez en

DISTRIBUCIÓN ESPACIALDE UNA NECRÓPOLISDE LA II EDAD DEL HIERRO 181

unalejanabatalla” (Cuadrado1987:29).Lacronolo-gía dada a estos túmulos es de los siglos IV y II a.C.En el mapa de distribución del cementerio se locali-zan, igual que en La Osera, en el zona suroeste, pró-ximos entresí, aunqueno agrupados.

En la zonavaccea,en la necrópolis deLasRuedas se localizaron una serie da depósitos sin ente-rramiento, que para sus excavadoras podrían respon-dar a “una degeneracióndel rito en momentostar-dios con la pérdida de lo queparecía constituirlaparre básica e imprescindibledel enterramiento:elpropio difunto” (Sanz 1990: 164).En esta necrópolisno se han constatado estructuras tumulares, aunquese señala la aparición da algunas estalas relacionadascon los enterramientos, desconocemos si en el casoconcreto de estos depositos estarían señalizados dealguna manera.Es evidenteque lainexistenciada tú-mulo separa estas deposiciones de las aquí tratadas,aunque señalamos su aparición como otro aspecto ateneren cuenta en elplanteamientoglobal de lacues-tión tratada.

En la zona vettonase ha identificado,ade-más de en La Osera, una estructura cuadrangular enLos Castillejos de Sanchorraja de la que su excavadorseñala: “No podemosdeterminarconexactitudsi setrata de un depósitode tipo cenotafioo de un “ustri-num’% antela ausencia derestosóseosen los depó-silos, cabepensar quepuedatratarse del primero(González-Tablas1990: 26). De ser cierta lainter-prelación que se hace de la estructura, sería un prece-dantecronológicoy espacial (dadala proximidad deambos yacimientos) de primer orden para nuestras es-tructuras tumulares.

La cronologíade la necrópolisda Sancho-rreja esdel s. VII al V a.C.;en cuantoa la estructuramencionada, por la aparición en ella de algunos ma-teriales comocerámicaspaleoibéricas, podríaaquila-tarseentrelos ss. VI al V a.C. La apariciónde estetúmulo vacio con materialesdel área surorienlalpe-ninsulary el hallazgode estructurasdeeste tipo en lamisma zona, podría hacer suponer el origen de lasmismas en el área ibérica. El problema es que lascronologías en el área ibérica (ss. V al II a.C.), almanos por el momento, son posteriores a las de San-chorreja.

Además, E. Fernándezseñalapara losce-menteriosabulensesde la II Edad del Hierro:“Llamala atenciónla presenciade tumbassin restoshuma-nos,pero es un hecho constatado en todas las necró-polis. No podemos saber conseguridadsu sign<fica-do. Quizáspuedaninterpretarse. y asíse ha hechoen ocasiones,como ofrendasa desaparecidos,o apersonasmuertasy enterradaslejos de su tierra, a

de reposoentre los suyos” (Fernández 1995: 176, elsubrayado esnuestro).Dos páginasmásadelantede-fine estas tumbas como cenotafios.

En La Osera, pegadas a los túmulos vacíosse localizan una serie deestructurastumulares, queocupan una posicióncentral dentro de esta Zona dela necrópolis dondese sitúan casitodaslas sepulturasmás ricas de la Zona (Fig. 3, cluster5, túmulos C, D,E, X y Z). A partirda aquíse localizan las sepulturascon armas, en los túmulos y en hoyo (cluster 1) conadornos en hoyo (cluster 2) y sin ajuar(cluster 3),que trataremos detenidamente al comentar las figuras5 y 6.

De los datos expuestos hastaaquíintentare-mos dar una explicación alas estructurasvacias alasque nos venimos refiriendo. En la Zona 1 de la necró-polis de La Osera se constata que prácticamente to-das las sepulturas señalizadas concoberturatumularpresentanen su interior armamento. Elespaciocen-tral de la Zona 1 (túmulos A, B, C, Z, X, Y, D y Z)estáocupadopor las sepulturasmás ricas, conpano-plias completasy atalajes de caballo(Fig. 5, 2); elajuardel probablesacerdote(Fig. 5, 1) o por los dostúmulos vacíos cuadrangulares, lo que nos estaría ha-blando daun segmento poblacional con riquezayprobablemente con estatussocial elevado, marcadotanto por los contenidos de los ajuares como por lascubiertas tumulares.

Basándonosen estoshechos:cubrición tu-mular, localizaciónespacial’cenírafdelas sepulturasmás notables, ajuares de guerreros en los túmulos yseparación espacial radical entre la zona tumular alsuroeste y las estruturas en hoyo al noreste, volvemosa plantear la idea, al manos a nivel da hipótesis, desepulturas In Memoriam (cenotafios) para explicaraquellos túmulos.Sobre todo pensamosen mercena-rios o guerreros muertos lejos de su tierra pero a losque se les reserva un lugar de privilegio en la ciudadda los muertos (Baquadano y Escorza 1995:34).

Pasamosahora a señalarmásen detallequégrupo de población es el que se enterró en la Zona 1 ycuál es sudistribuciónespacial.Compararemos,cuan-do nos sea posible,los datosobtenidosdel análisisdenuestrosajuares conlos publicadosde la cercanane-crópolis de Las Cogotas; obviamos, por el momento,El Rasoya queno se han realizadoestudiosde estetipo.

Hemosseñalado,en anteriorespublicacionesreferidas al cementerio, que sus seis Zonas se utiliza-ron simultáneamentey que los materialesdeposita-dos en las defunciones son los mismos en todas ellas,aunque el porcentaje de aparición de unos tiposuotros varíaconsiderablementedependiendo de laZo-

cuyoespíritu se quiereproporcionar el debidolugar na estudiada (Baquedano, ap.).

182 ISABEL BAQUEDANO Y CARLOSM. ESCORZA

Figura 4.-Ordenaciónde lassapuliuraspor su riquezamedía(abci-sas)y restandode ~Ia cadaunael valormedio del conjunto(ordena-das), seobtieneunadistribuciónen la que esposiblediferenciargru-posda sepulturascon pocavariación(zonasb, e y 1), deollas con va-ilacionesde diversapendiente(zonas a, cy d). El valor mediode lariqueza,aquí en el punto deordenadaO. esde 5.44.

Paraal casoconcreto dela Zona 1 son losajuares con armas los más abundantes, representandoel 26’5% del total y el 52’38% da las sepulturas enlas que se deposité alguna pieza como ajuar ademásde la urna cineraria. En estos cómputos no hemos in-cluido las estructurasvacías. Las sepulturas concu-chillo y/o navajasno están contabilizadas dentro delgrupo, por no considerar estos materiales como arma-manto propiamente dicho, aunque es verdad que enmúltiplesocasionesaparecen asociadas a él.

Si comparamosestosdatos con lospublica-dos para la necrópolis de Las Cogotas, la diferenciaentre ambas es significativa. En ella aparecieron ar-mas sólo en el 3% de las sepulturas y, según distintosautores, entre un 15’5 o un 18’6% si se consideransólo las que poseían ajuar (Martín Valls 1985: 122;Kurtz 1986-87a: 445; Ruiz Zapatero y Álvarez-San-chis 1995: 222, 224, fig. 8). Además hay queteneren cuenta que en estos cómputos se estimaron cuchi-líos y/o navajas como armamento;sin sucontabiliza-ción los porcentajes descienden hastael 1 ‘85% deltotal (Castro1986: 131).

Los estudiosrealizados enlas necrópolis deLas Cogotasy La Osera reflejanclaramenteunaso-ciedadestratificadaparalas poblacionesvetlonas dela II Edaddel Hierro, independientementede quees-tos trabajosse abordendesde una perspectivatradi-cional (González-Tablas1985; Martín Valls 1985,1986-87; Kurtz 1986-87 a y b), o desde los análisismullivariantes (Castro1986; Baquedanoy Escorza1995).

Para discernir con mayor claridad los gru-posda población presentesen La Osera, partiendodelos ajuares depositados en las tumbas, hemos ordena-do los distintosvaloresobtenidosal restar la riquezade cada sepultura del valor medio da todas ellas (Fig.4). Un primer hecho relevante es la separación en dos

Figura 5.- Localización de las sepuliurasque lianen armas aexcep-ción de la desacardola,1. Con riquezaquevaría: 2, mayoro igual a34; 3, entre18y27;4, entrell

23y5.

grupos,uno por encimadel valor medio, donde seagrupanlas sepulturas con armas y, otro,por debajode este valor, donde están las sepulturas con objetosde adorno, las carentes de ajuar y los túmulos vacíos.

Las características da ambos grupos estánperfectamente definidas por la presencia o no de ar-masen sus ajuares.Las pocas excepciones a estare-gla están recogidas enla figura6 y secorrespondencon sepulturas con adornos y sin armamento que su-peran este valor medio.

En el grupo formado porlas sepulturas conarmas dela figura4 se aprecian tres gradaciones,lacentral (marcada con la letra b), es el segmento máshomogéneo, reproduce las sepulturas de guerrero conpanoplias completas y objetos de prestigio, la mayo-ría con atalajes de caballo, estas sepulturas se po-drían definir como el “ajuar tipode guerrero”. Porencimade él se sitúan las sepulturas más ricas (letraa) y por debajo el resto de sepulturas de guerreros pa-ro sin panoplias completas (letra e). Ambos segmen-tos, comose aprecia enla gráfica, presentan bastantevariabilidad por lo quees difícil elegir qué ajuareslos definirían, al menos hasta no estudiar el resto dela necrópolis.

En el grupo sin armas (con valores negati-vos en la figura 4), se diferenciannetamente otrasdos áreas planas: el primero, marca los túmulos va-cios (letra O; el segundo (letra a), agrupa a las sepul-turas sin ajuar, sólo con la urna cineraria; da ellas,las más próximas al siguiente grupo estarían decora-das (pequeña inflexión casi imperceptible en el gráfi-co); por último, las sepulturas con algún objeto deadorno (letra d). Este segmento, al igual que ocurríaen los casos anteriores (a y e) es muy heterogéneo, nopudiendo, por el momento, discernir “ajuares tipo”

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DISTRIBUCIÓN ESPACIALDE UNA NECRÓPOLISDE LA II EDAD DEL HIERRO 183

que lo definan de forma más precisa que la inexisten-cia de armasy la posesión de adornoso másde unacerámica en sus ajuares.

La falta de análisis antropológicos en LaOsera constituye un inconveniente importante a lahora de intentaradscribirlos citadossegmentosde lafigura a uno u otro sexo.Los análisisantropológicosrealizadosen yacimientossimilares dan resultadoshasta ciertopuntodisparas.En unos casos comoenEl Cigarralejoprácticamente todaslas cremacioneshancorroboradolas tesis tradicionalesarmas=hom-bre/adomos=mujer (Santonja1989: 55), mientras enotras necrópolis como La Yunta(García1989: 659-669) o Las Ruedas (Sanz 1990: 165) las relacionesajuar/sexo,en bastantes casos, soncontrarias,encon-trando por ejemplo ajuares importantes de guerrerosasociados a restosóseosfemeninos.Da todasformas,en referencia a esta última necrópolis, en una publi-cación posterior, se señala que tanto los ajuares comolos análisis osteológicos parecenconfirmar que loselementos metálicos quedan monopolizados porelvarón frente al ajuar de la mujer integrado exclusiva-menteporcerámica (Sanz1993: 373-374).

Pensamosque estas diferenciasmás que delas deposiciones analizadas objetivamente dependedel investigador que las realiza y da la cantidad deldepósito disponible,ya que al incinerarse loscadáve-resy haceruna recogidaselectivadelas cremacionesel grado de fiabilidadpuedevariar. Conéstono que-remos invalidar esta línea de investigación que nosparecefundamentalpara avanzar en el estudio dees-tas sociedades, sino llamar laatenciónen la necesi-dad decontrastarlos análisisy de que lospaleopató-logos hallen un método satisfactorio para la realiza-ción de los mismos.

Figura6.- Localizaciónde las sepulturasque sólo contienen aIgi~napieza da ajuarcon lasiguientegradaciónen el valor delariqueza:1,mayor a10: 2, de 5 a lO; 3, de375 a5; 4, de 175 a375.

Por nuestra parte y hasta que se analicen se-pulturas del área objeto de nuestroestudiocon ungrado suficiente de contraslación analítica nos incli-namospor considerar,en general,válidaslas adscn-ciones tradicionales (armas=hombre/adornos=mujer),que por otra parte han sido comprobadas con bastan-te precisión en otras áreas europeas para este mo-mento (Lorenz1985: 113-117).

Con el fin da visualizartopográficamentedónde se situarían los grupos discriminados por elvalor medio da la riqueza hamos trasladado los valo-res obtenidosa la planimetría. Los resultados, paramayor claridad,los presentamosen dosfiguras, unadonde sedisponenespacialmenlelas sepulturasmas-culinas, con armas y, otra, donde se sitúan los ajuaresfemeninos,conadornos.

En la primera,figura5, se recogeníntegra-mente los segmentos a,b y c de laFigura 4, sinem-bargo, en la segunda, figura 6,hamos“tamizado” losdatos, representado sóloel segmentode los ajuares(d). Seguimoseste criterio conel fin da “limpiar” lainformación que queremos ofrecer, suprimiendo lalocalizaciónde los otrossegmentos(quese hallan yarepresentadosen las figuras 1 y 3) y que, o bien, porel momento, no nos encontramos capaces de ponde-rar la información que aportan (sepulturas sin ajuar,e), o ya han sido tratadas de forma pormenorizada alcomentar elanálisiscluster(túmulosvacíos,1).

A lo largo de estas páginas hemos señaladoque en el estudio de las necrópolis son las sepulturascon armas las que acumulan mayor número de obje-tos en sus deposicionesy que son estos“guerreros”los que detentaríanel poder, no sólo militar sinotambién económico, ya que son prácticamente losúnicos individuos capaces de acumular el mayor nu-merode excedentes productivos (piezas)en sustum-bas. Por tanto, aelloscorresponderíala organizacióneconómicay social de estas sociedadesde la II Edaddel Hierro. Sin embargo, no todos los portadores dearmasperteneceríana estas élitesdirigentes.

Hemos distribuido espacialmenía (Figura5)estosportadores de armasdiferenciadosen los clus-ter 2, 3 y 4, separando tres grupos básicos enfunciónde la variación media de la riqueza, además señala-mos espacialmante la sepulturade sacerdote(Fig. 5,símbolo 1 y Fig. 8), ya quecreemosenormementeilustrativa su situación topográficaque comentare-mos después conmásdetalle. Los gruposdiscrimina-dos son: el cluster 4, sepulturasmás ricas (riquezasuperiora 34); sepulturas con panoplia completayatalajes de caballo(riquezaentre27 y 18 puntos);y,por último sepulturas con armamento complejo (es-padas y/o puñales) acompañadode otras piezasar-mamentísticas, sin atalajes de caballo, con panoplias

184 ISABEL BAQIJEDANO Y CARLOSM. ESCORZA

más heterogéneas(riquezaentre17’75 y 11’25 pun-tos) o sepulturascon algún tipo dearma(espada,lan-zas,regatones...).

La colocación topográfica de las sepulturascon armasen la Zona1 nospareceesclarecedora(loscomentariosson la norma generalaunquese puedenapreciaren los mapas dedistribución excepcionesaesta regla, Fig. 5).Comenzandopor el suroesteen-contramos al ladode los túmulosvacíos,ocupandoelespaciocentral da la Zona1, las sepulturas másopu-lentas (riqueza mayor de 34 puntos) y las sepulturascon panoplias completas y atalajes de caballo (tique-za entre27 y 18 puntos). Estos grupos tienen comocaracterísticacomún elestarcubiertas por estructurastumulares,aunquehay algunasexcepcionasa lanor-ma. Tras ellos,se disponen ajuaras con armamentosmuy heterogéneos,unos, en los que las panoplias(generalmente con espadas y/o puñales) están muymermadasy posean pocaspiezasde adorno personaly, otros, armadosa la ligera, fundamentalmenteconarmasarrojadizas.Tienenen común serenterramien-tos simples enhoyo (algunos estánincluidosen lasu-perficie de los túmulos, peroestasestructurasno sehicieron paracontenerlos).

Las 52 sepulturasque se presentanen la fi-gura6 representan al 20’63%del total delas sepultu-ras y el 41 ‘26% de las que portan alguna pieza daajuar. Hayademásotras7 tumbas conurnay un frag-mento insignificanteda hierroqueno se hanincluidoen el plano. Por el momento no hemos diferenciadolos objetosque integrarían estos ajuares deformapormenorizada, aunque contienen en su interior pe-queñaspiezasde ornato personal:fitulas, broches,algún colgante, brazaletes, pulsaras, cuentas de co-llar, más de una cerámica, fusayolas, cuchillos dehierro...

Por el contenido algunas tendrían una atri-bución sexual incierta, a pesar de locual, nosparecetentador señalar lo cercano, en cuanto al número desepulturas,de los depósitoscon algún tipo de anua-mantoy da este grupo,66 y 52 sepulturasrespectiva-mente.

En cuantoa su distribución espacial (Hg. 6)destacamosel hecho da que lodos son enterramientossimplesen hoyo o superficialesen los túmulos comoocurríacon los dosgrupos armadospeorpertrecha-dos.

Por último, como una primeraaproxima-ción,señalamosla relaciónentrelas sepulturasagru-padasen los clusíer 2, 3 y 4 (con armamento>, y lasintegrantes del cluster2 (representamos, básicamentelas sepulturas con adornos, con valor en la riquezamayor de 4),tratandode identificar el tipo dedispo-sición da las tumbasa partirde la técnica“del vecino

máspróximo”. La preguntaha sidocuál de todoslosajuaresde guerreros está más próximoa unasepultu-ra con adornos de las que podríamos considerar “ri-cas” dentro da este grupo. El resultado, estrictamenteespacial,se presenta en lafigura7.

No pretendemos sacarmás conclusionesdasu dispersión que la gran próximidadde ambosgru-pos, lo queayala todavíamás la no aleatoriedad delos enterramientosy podría plantear bellashipótesiscomo relaciones de consanguinaidad,matrimoniales,etc. De todasformas, espronto parasacarconclusio-nes definitivas hasta queno tengamosmásdefinidoscada uno de los cluster discriminadosmatemática-mente. Presentamos estafiguracomo una delasposi-bles líneas de investigación quela estadísticahaceaccesible.

6. CONSIDERACIONES FINALES

El objetivofundamentalal redactar esteartí-culo eradara conocerlas basesde datos utilizadaspara el análisis estructural de las necrópolis abulen-sas de la II Edad del Hierro. Hamos señalado ante-riormentela elección para explicar el funcionamientode estas bases de datos, da dos aspectos a nuestro en-tenderbastantenovedosos:la distribuciónespacialysocial delos enterramientosen la Zona 1 da la necró-polis de La Osera.

Los datos hastaaquí expuestos cambiandemanera sustancial la idea da la falta de organizacióninternaen las necrópolisceltasde la PenínsulaIbéri-ca. Entendemos quelas necrópolisvettonasde Avila,fundamentalmenteLa Oseray Las Cogotas,brindanuna oportunidad excepcional para realizar un análi-sis estructural con métodos estadísticos de las socie-dadas allí enterradas y, a través de su interpretación,podersepararpara valorarmásacertadamentequé ti-PO de sociedad habitaba los castros y, porende,seenlerróen las necrópolis.Otrosmuchoscementeriosda otras áreas caltas peninsulares presentan idénticasposibilidades,si no mejoresal estar enprocesodeex-cavacióno haberseexcavadorecientementey nuestrotrabajo es sólouno más de los que intentan analizarlas posibilidadesinterpretativasque loscontextosfu-nerarios brindan, a nivel social, religioso, ritual,etc,Porotra parte,ciertasideas aquí expresadas, comolajerarquización topográfica, no son del todo novedo-sas,ya queCerralbola señalóparaalgunasnecrópo-

lis celtibéricasen 19]] (Aguilera 1911,1V: 34ss.).Los resultados son provisionales,seránece-

sarioel análisis microespacial delas restantes Zonasdel cementerioy macroespacial(del cementerioglo-balmente como conjuntoúnico), para intentarcom-

DISTRIBUCIÓN ESPACIALDEUNA NECRÓPOLISDE LA II EDAD DEL HIERRO 185

Figura 7.- Método“del vecinomás próximo’.Las líneasunen lasse-pulturasde los clusier 1 y 4 (guerreros:puntosgmesos en la figura)conmáscercanasdelclusíer2 (sepulturas“ficas” con adornos).

prenderla estruturasocial dela población enterradaen lanecrópolisde La Osera.

Al presentarla distribuciónespacialdel re-gistro funerario ya hemos avanzado muchos datos eideas que no vamos a repetir aquí limitándonos a se-ñalar, de la manera más concisa posible, algunos as-pactos, que conla documentación aportada sepuedenenjuiciar, unas vecesda formacrítica, otras, a nivelde hipótesis.

6.1. La ordenacióndel espaciofunerario

Si se observa el plano general delemplaza-mientode la necrópolis respectodel castropublicadoen 1950 (Cabré y otros: píano 4)se puedecompro-bar, como ya hemosseñaladoal hablarde la necró-polis, la agrupación de los enterramientos enseisZo-nasseparadasporinteraspacios estériles.

Al comentarla necrópolisen general lo mássignificativo de su ordenacióninterna (respecto aotras necrópolisdel área)son los encachadostumula-res y los túmulos que aparecenen todas las Zonas.Ahora bien, unavisualizaciónmás detenidade laplanimetríaobliga adiferenciarel espaciointerno decada una.Nos vamos acentraren la Zona1 peroque-remosremarcarque losdatos no son extrapolablesdirectamentea las demás Zonasdel cementerio,puescada unapresentauna organizaciónespacialpecu-liar. Dato que habrá que valorardetenidamenteal in-terpretarglobalmentela necrópolis.

En estaZonaya hemosrepetidoqueencon-tramos dos formas de enterramiento: en hoyo simpleo en túmulo. Dada ladisposiciónespacial delos en-terramientos y el hecho da que no se corten unos aotros, a pesar de suproximidad,nos hacesuponerque lodos losenterramientosen hoyo tendríanuna

señalización aérea, probablemente de materialpere-cedero queno ha llegado hasta nosotros.En el casode los túmuloses evidentela propiaestructuracomoseñalización.

Cuando losdatos de los diarios nos lo hanpermitido,hemoscomprobadoque los túmulos, en lamayoríade los casos, serealizaronen la Zona1 paraun individuo, cuyas cenizas se depositaronen suba-se,no siempre en unaposicióncentral. Una vezde-positadaslas cenizasy sellado el túmulo, en algunasocasionesse volvió a “abrir” para colocar otrasde-funciones.Segúnla información que poseemosdife-ranciamostres supuestos:

‘el primero, esel levantamientointenciona-do de partedel túmulo paradepositarotro enterra-mientoa considerable profundidad,estecasosecons-tala en el túmulo Z (Fig. 1), donde selocalizó en labasadel túmulo unasepulturade las más ricas de laZona con unapieza de fuego (unas trébedes)y unajuar da guerrerocon espada tipo Aleácer do Sal(Fig. 9, superior)y encimade ella, paro sinprofanar-la, a bastanteprofundidad, se colocó otra sepulturamuy rica también, con dos piezasda fuego (unaspa-rrillas y unas grandespinzas)y dos puñales (uno defrontón y otro tipo La Osera,Fig. 10). Por las simili-ludes de ambosajuarasy por la cronologíarelativaqueaportatanto la superposición estratigráfica comoel armamento descrito(grossomodos. IV a.C. parael primer enterramientoy III a.C. para el segundo)podríamoscomenzara hipotetizarsobra estos datosysuponer una relación directa deparentescopadre/hi-jo; abuelo/nieto. Conjeturando con esta idealas im-plicacionesde riqueza, rangoy prestigiosocial here-dadas serían inmediatas;

el segundo casoes cuando en un túmulose

levanta alguna laja paracolocar superficialmenteotro enterramiento.En estesupuestolas relacionasdalos ajuaresno son evidentes, ya que setrataen lama-yoría de las ocasionesde sepulturaspobres,sin ajuaro conajuaresmuy modestos.A pesar de ello, nospa-rece patente laexistenciade algún tipo de relaciónentrelas sepulturas colocadas en una mismaestruc-tura tumular;

por último, en algunas ocasionesno hemospodidodiscernirla sepultura concretapara la que serealizóal túmulo, por lo quelas atribuciones en estoscasos son muycomplicadas.Si lomamos como ejem-pío las sepulturas localizadasanaltúmuloy (Fig. 1)todasson superficialesy dada la posición topográficadel túmulo no nos parece improbable quese trate deunaestructuravacía, pero alno reseñarse este hechoen los diarios deexcavaciónno lahemosconsideradocorno tal, lo que nos produce ciertasdistorsionasin-terpretativas.

186 ISABEL BAQUEDANO Y CARLOSM. ESCORZA

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Figura 8.-SepulturaII det Tómulo C. Reproducciónde los dibujosde los materialesmásrelevantesdeesta sepultura.Primera campañadccx-cavaciónen lanecrópolisde La Osera(ChamartindalaSiena,Áviia). Realizadospor E.Cabréen tos diarios decampoduranteel proceso deexcavación de laZonal (distintasescalas).

DISTRIBUCIÓN ESPACIALDE UNA NECRÓPOLISDE LA II EDAD DEL HIERRO 187

Con losdatos presentados se desprende quelo máscaracterísticode estaZona esla enormecanti-dad deestructurastumularesde formasy tamañosdi-versos sise compara conel resto delas Zonasdel ce-menterioy al abigarramientoespacialque presentan,sobre todoal suroeste,donde los túmulosse adosanunos a otros einclusose superponen.

La distribuciónde túmulosy ajuares marcannítidamente un tratamiento espacial diferenciado.Dislanciándoseclaramentedos espacios cuyasepara-ción lamarcaríaunasupuestalínea que uniría, por elnorte, los túmulos A,B, Z, D y E (Fig. 1). Al surdeesta línease sitúanlodos los túmulos vacíosy prácti-camentetodas las sepulturasde guerrerosmás ricascon panoplias completas, ítemsde prestigio y atalajesde caballo. Entreestosdos grupos se localiza en altúmulo C la sepultura dasacerdote,cuyo “cometidoyprestigio social” pareceevidente.Al norte dela líneatrazadaencontramos sepulturas simples en hoyoydostúmulos cuyos ajuares, tambiénda guerreros sonmás pobres que los que acabamos de comentar,aun-que su riqueza es alta si se compara con la riquezamedia de las sepulturas (Fig. 5).

A la luz de estos resultados la interpretaciónde las estructuras tumulares pensamos no deben valo-rase simplistamante, desde un punto de vista exclusi-vamenteeconómico(horasda trabajo utilizadasparasu construcción), sino que nos parecen necesarioplantearseotras connotaciones decarácter social,más difícilesde evaluar.En este casoy con losdatosaportadoshasta aquí,interpretamoslos túmulos co-mo posibles señalizadores da estatus.

Independientementede lainterpretaciónqueles asignemos,con los datos expuestosse deducelaexistenciade espaciosdiferenciadostopográficamen-te dentro de la Zona ¡ de la necrópolis de La Osera.A nivel general,podemos distinguirel lugar centralocupado por los personajes dirigentes del grupo ogrupos sociales aquí enterrados (túmulos C, B, X, Z,D y F). Porseguir suponiendo, podríamosdecirquesu relevanciaeconómicapodría estarrepresentadapor la riqueza de sus ajuares y su rango social por ellugar centralocupadoen la Zona y por sus cubiertaslumulares.

De aceptar esta explicación podría pensarseque las dos sepulturas muy ricas localizadas espacial-menteal norte, sin cubierta tumular,pertenecenanaindividuos con poder ecónomico elevado (una de ellascon dos espadas), pero no con el suficiente prestigiosocialparaserenterradosenel espacio tumular.

Con respecto a lostúmulos vacíosya hemostratado la cuestión ampliamente en otro lugar y seña-lado, con reservas, la interpretación de sepulturas detipo cenotáficoque pertenecerían a guerreros muer-

tos lejos, probablemente en una batalla como recogeCuadradopara elCigarralejo(Cuadrado1987:29) ya los que se les reserva un lugar de honor, atestigua-do tanto por su posición topográfica, pegados a lostúmulos de los personajes más relevantes, como porsu cubierta tumular.

Fuera de estos espacios de honor marcadospor los túmulos y colocados al suroeste de la Zona, sesituarían el resto de los enterramientos, tanto en lazona noreste como entre los túmulos o superficial-mente sobre ellos.

La importancia del suroestese refleja enotras necrópolis, aunque poral momentono se haanalizado este aspecto de manera rigurosa. Ya hemosseñalado quelos túmulos vacíos de El Cigarralejo selocalizaron en esta dirección y en el caso de La Oseraestán siempreal oeste enlas Zonas donde, por elmo-manto, hamosconstatadosupresencia.

Por otro lado, si nos fijamos en las planime-trías de otras necrópolis celtibéricas publicadas comola Mercadera (Lomo 1990: Hg. 1) a pesar deque seinsiste en la no existenciade una organizacióndelespaciosepulcralinterno, por ladiferenciacióndel ti-PO de ajuaresen el plano nosotros encontramosalmenos dos aspectos contradictorios con esta afirma-ción; el primero es que los ajuaras de guerreros tie-nen tendencia a aparecer agrupados y el segundo lapredilección por colocarse estos ajuares con arma-nenlo en la zona suroeste da la necrópolis, mientrasque los ajuaras más modestos suelen ocupar la zonanoreste. Tomando otra vezlas modernasexcavacIo-nesde Las Ruedasparececonfirmarseun cierto agru-pamientode determinadas tumbas con cerámicas(fe-meninas)en la zona norte del cementerio,separa-das de losajuaresde guerreroque permiten a suex-cavador apuntar áreas específicas en el cementeriocon un uso sexual, social y temporal durante las dis-tintas fases de ocupacióndel mismo (Sanz1993: 373-

374).Con ello queramosseñalar que la Zona1 de

la necrópolis de La Osera no sería un caso único enesta “predilección porel suroeste/oeste”. Pensamosque es un dato a tener en cuenta en próximos estu-dios que podría acercamos a algún aspecto del ritualfunerario tan deficientementeconocido.La ideade lapuesta delsol y la elección intencionada por estelu-garen el mundo delos muertos por algunosgrupossociales nosparecesugestiva.

6.2. Aproximaciónalos grupossocialesy a lajerarquizaciónenla Zona1 delanecrópolisdeLa Osera

Los estudios sobre Las Cogotas han mostra-

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Figura9.- Mitad superior:sepulturaIii del Túmulo Z; mitad inferior: sepultura1 del Túmulo D. Reproducciónde los dibujosde los materialesmás relevarnosdeestassepulturas.Primera campañadeexcavaciónen lanecrópolisde La Osera(ChamartindalaSierra,Áviia). RealizadosporE. Cabré en los diariosde campodurante el proceso de excavaciónde la Zona 1 (distintasescalas).

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do la existencia de una sociedad estratificada dondese han diferenciado: jefes militares, guerreros, artesa-nos, mujeresy un grupono determinable porel ajuarcon urna cineraria y adornos. Es una sociedad conuna marcada estructura piramidal, donde se diferen-cia unacastasuperior, que era laélile militar a la ca-baza deun grupo de guerreros más modestos.Porde-bajo de ellos los artesanos, comerciantesy mujeres,finalmente, los enterramientos sinajuares quecorres-ponderían a la gente humilde.

En la Zona 1 da la necrópolis de La Osera seratifica la estructurapiramidal de las sociedadesva-Itonas.En la cúspidese situaría estaélite militar cla-

ramentediferenciada,con ajuares de guerreros conpanoplias completas, atalajes da caballo a ítemsdeprestigio que utiliza los túmulos paraseñalizarsusenterramientos,estos individuos dirigirían lasocie-dad. Por debajo de ellos aparece un estamento mili-lar, peor pertrechado, normalmente con panoplias nocompletas, sin atalajes de caballo, que se entierran,en general, en sepulturas simples en hoyo. Son estosajuares de guerrero los más definitorios de la Zona 1,suponen más del 26% del total de la población ente-rraday más del 52% si se contabilizan sólo aquellascon algún objeto de ajuar.

El número de estos ajuaraslocalizadosenotras Zonas de la necrópolis es variable, siendo elporcentaje total similar en las Zonas 1 y III, rondandoel 15% en las Zonas II y IV y no llegando al 11% enla ZonaVI. El estudiointegralde la necrópolis podráayudarnos ainterpretarda forma más rigurosa losdatos adelantados para la Zona1. Provisionalmente,señalamos éstajunto con la Zona III como lugarespreferentes,aunqueno excluyenles, para enterrar aindividuos portadoresde annas.

El componenteguaneroparecefundamentalpara entender la organización social de las necrópolisveltonas, así en Las Cogotas losporcentajesde sepul-turas conarmasque varíanentreel 1 y 3% para suscuatro Zonas.Es esteestamentomilitar el mejordefi-nido en ambas necrópolis. La aparición de elementoscon una elevada carga simbólica de estatus como es-padas damasquinadasy atalajesde caballos quesim-bolizarianel poder, y cuyo usoestaría restringidoalos miembros más sobresalientes de “laesferaso-cial”. Con estos datos, quizás nos hallemos ante unasociedadaristocráticade caballeros quecontrolalosexcedentes productivosy amortizapartede ellos ensustumbas,enterrándose con estos objetos quesim-bolizan su posición social, remarcada con la apari-ción da piezas importadas de otras áreas, fundamen-talmente mediterráneas, que completarían sus ajuares(Baquedano 1996).

Sin embargo, si se comparan ambas necró-

polis, pase ala proximidad geográfica (apenas22Kms en línea recta)y la similitudcronológica,existeentreellas unadiferencia fundamentalmarcadaporla irrupción masiva de armas en La Osera, tantoenlos porcentajestotalesde aparición como en ladiver-sidad de los ajuares dondelas hallamoscon supost-ción topográfica o en la tiqueza muy variada.

Esta “democratización” del annamento vin-cularía a más individuos, poseedores de armas, conla clase dirigente ya que con las armas se ejercería alcontrol social y se tendría una mayor facilidad paraacumular riqueza, comosecomprueba conel análisisde los ajuaresde la Zona 1. Además,el armamentoseñalaría asusposeedores comohombreslibres (Fra-sedo yotros 1980:51). En este sentido institucionescomentadas porlas fuentes clásicas como la fidelidadal jefe “devotio’ podrían comenzar a intuirse en elregistro arqueológico.

En cuantoa la sepulturaque clasificamoscomo de sacerdote(Fig. 8), la riqueza de su ajuar, lasituación topográficacentral y la cubriciónlumularla sitúa, a nuestro entender, en el vértice da la pirá-mide, al lado de los grandes jefas guerreros y no enla segunda categoría planteada para la necrópolis deLas Cogolasjuntoa guerrerosde segundo ordeny ar-lasanos (Castro1986: 132).

Con los datos aportados parece claro que lapoblación “armada” tiene mayor facilidad para acu-mular riqueza que los demás grupos enterrados en laZona(Hg. 4), cuya escalasocial y sexual,por elmo-manto, nos es difícil valorar. Aunque por la pobrezade sus ajuares serían grupos más igualitarios.

Hemos explicadoque, en principio y hastarealizar al estudio total de la necrópolis y análisis os-teológicos fiables dalas sepulturas,las sepulturas conadornosy sin armaslas hemosconsideradofemení-nas. Esta valoración puede ser buena, sobre lodo sitenemos en cuenta su situaciónespacialy la relacióndirectadel segmento“más rico” con el grupo delasque poseen armamento (Fig. 7). La disposición espa-cial de ambos grupos nos hace pensar, al menos a ni-val dc posible interpretaciónsociológica,en sepultu-ras femeninas destacadas con lazos de parentescodi-recto con los estamentosdirigentes:esposas/madres/hijas.

Por otro lado, la complejidad social que de-nota un mundo de artesanos especializados y que sedefine en la necrópolis de Las Cogotas con la apari-ción de materiales como punzones (Martín Valls1985: 122; Castro 1986: 132)por el momento no estáclara en los materiales depositados en las tumbas deLa Osera.

Nos pareceobvia la especializacióny el ca-rácter más o menos “industrial” que algunas activi-

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Figura ío. sepulturaII delTúmulo Z. Reproduccióndelos dibujosde los materialesmásrelevantesde estasepultura.Primera campañadeex-cavaciónen lanecróplisde La Osera(Chamartinde laSierra, Ávila).RealizadosporE. Cabréen losdiariosde campoduranteel procesodeex-cavaciónde laZonal (distintasescalas).

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dadas, como laalfarería, debieronde teneren lospo-blados abulensesde la II Edaddel Hierro (Baqueda-no en prensa; RuizZapateroy Álvaraz-Sanchís1995:cuadro1), pero que esta complejidadpuedaestarmar-cada enlas necrópolis porpiezascomo los punzonesya no es tan claro. Porponerun ejemplo, en LaOse-ra los punzones estánasociadosa tumbas con armasarrojadizas(lanzas y/o regatones), lo que nos hacepensar en estas piezasmásque como ajuares dearte-sanoscomoprobablescuñas que daríanestabilidadalarmamentoligero.

Otro tanto suceda conlas fusayolas,inter-pretadas frecuentemente comosímbolo funerariofe-menino, o con las cuentasde collar de pastavitrea.En La Osera se encuentran en porcentajes no despre-ciables asociadas a panoplias guerreras, a veces conarmamento complejo.Así por ejemplo, enla Zona 1casi la mitad delas fusayolas documentadasapare-ciaron formando parte de ajuares con armas.

Estos datos tampoco tienen una fácilvalora-ción, nuevamente habrá queesperaral estudio totaldel cementerio para intentar una o varias explicacio-nes satisfactorias,aunquepensamosno invalidan losplanteamientoshechoshastaaquí.

Como hipótesis de trabajocreemosmásco-herente identificar elarmamentocon varonescomorecogen las fuentes clásicas y la ingente iconografíaibérica y celtibérica (escultura, vasos pintados,.., don-de no conocemos ninguna representación femeninaportadora de armas) que asociarlo al elemento feme-nino, como algunos análisis antropológicos podríanhacersuponer (Reyerta1986).

Por último estaríanlas sepulturascarentesde ajuar, sólo la urna como contenedor de la crema-ción, queen estecasoconcreto representanpráctica-mente el 50%de los enterramientos de laZona. Hansido interpretados como los miembros de los “lina-jes” cuya posición enlas estructuras de parentescoestaría más alejadadel rangosuperior, quizás sePo-dríaidentificaren ellos a los esclavos quelas fuentesclásicasmencionanpara el área vaccea (Castro1986:133), ligándolosal desarrollo de las faenas agrícolasy/o ganaderas,de construccióny mantenimiento delas defensas (González-Tablas1985:47).

En la Osera hemos encontrado un escalóntodavía más bajo que aparece en todas sus Zonas, sonlos enterramientoscuyas cenizasse han depositado

directamenteen un hoyo enel suelo.Paraestaausen-cia habrá que buscar otrajustificación que lossim-píes factores económicos, pues la posesión deun ob-jeto tan sencillo y elemental como una cerámica esta-ría al alcance da toda la población que podría portar-lo como urnacineraria(Baquedanoy Escorza1995:37).

Porúltimo, la zonificación que presentanlasnecrópolisde El Raso,Las Cogotasy La Oseray suuso simultáneoha sido interpretada como laexpre-sión de una sociedad delinajes en al área abulensepara la JI Edad del Hierro y las necrópolis su masclaro exponente arqueológico.

Para finalizar estas reflexiones señalamosque en la Zona1 de La Oserase empiezan avislum-brarun tipo de relaciones socialesmáscomplejas,to-davía pordefinir de forma clara, dondeprobable-mente yano sepuedan explicar estas sociedadesdes-de una ópticapreclasista,igualitaria,dondelasgenti-lidadesy las relaciones de parentesco constituiríanelejevertebradorde lasociedad.

Estamos ante una sociedad dirigidapor unreducido grupo armado, probablemente de carácteraristocrático, que acumulalos excedentesde produc-ción como lo ayala la riqueza de sus ajuares respectoal resto y la posición topográfica nuclear que ocupanen el cementerio. Tal vez estas relaciones se susten-ten en un carácter hereditario que valoraría más lopersonal frente a lacomunidad,como podríaseñalar-lo la superposiciónde sepulturasdel túmulo Z yaco-mentada. Estas dos sepulturas podrían convertirseenel paradigma, a nivel explicativo, de astas nuevas re-laciones, ya que compartenel espaciodentro del ce-menterio (utilizan el mismo túmulo), los mismos n-tos (ambas poseen elementos relacionados con elfue-go, que podrían estar señalando algún tipo de ofren-das,banquetesfunerarios,...), aidénticos símbolosdeprestigio social, de elementos que señalan su perte-nencia a la élite militar y de personajes que acumu-lan la riqueza dentro de la sociedad representada (cal-derosde bronce, suntuosos objetosde adorno, ricasarmas damasquinadas,atalajesde caballo,...).

Hemos querido plasmartanto los resultadosque estamos obteniendo con la aplicación de estosmétodos informáticos como una seriede reflexiones,todavíaparciales,que el conocimiento cada vez másprofundo de astas necrópolis abulenses nos sugieren.

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ADDENDA

En estasnotasadicionalespresentamosunaseriede sepulturas a las que hemos hecho referencia reiterada-mente en el texto con el fin de aclarar algunos conceptosutilizadoscomo “sacerdote”o “riqueza de los ajuares” yciertascuestionescronológicas reseñadas.

Descripciónde las sepulturassegún los diariosde excavación (inéditos). Texto y dibujos E. Cabré. ím cam-paña,1932.

“Sep. ni’ II del túmuloC: Lote al parecer desa-cerdotea juzgarpor el ajuarconsistenteen: dosurnaspe-queñas debarro negroa mano formada la urna (tipo III,cerámicasamanosegúnCabré y otros1950),de la otra(ti-po 1, cerámicasa manosegúnCabré yotros 1950),ademásun lote de objetos: unas trébedes de hierro, una placa decinturóncon incrustacionestal vez deoro (la pieza de aba-jo estabamuy destrozada),unas tenazasy un atizadordelfuego,unabadilade631/2 cmts. de larga, unas tijeras,unmartillo, una afiladera,doscuchillos curvosy la pieza másnotable una copa de bronce repujada, aunque rota puedededucirsela forma, aparecesin tierra negra, loshuesosba-jo las urnasqueestabancolocadasboca abajo”.

Creemosválidala adscripciónaun sacerdoteda-daporsusexcavadores.La sepulturatiene un ajuarexcep-cionaldentrode la normageneral de losaparecidosen to-daslas necrópolis de la II Edad del Hierroen la Meseta.La cantidad de piezas relacionadas con el fuego, algunascomo el morillo tipo La Téne (Fig. 8 ángulo superior iz-quierdo) muyraras enla necrópolis,la presenciade unastijerasy doscuchilloscurvosy la copadabronce repujada,la ausenciada armasy la existenciade ítems da prestigiocomolas placasde cinturóndamasquinadasen oro, ademásde la cubierta tumular nos lleva a pensar en un individuoquepodríaestardirectamente relacionadocon la prácticade ciertosritualeso sacrificios quequizáspudiesendefiniralgúntipo de funciónsacerdotal.

“Sep. Iii del túmulo7: Enla base del túmulo,so-bre la riscanatural.Lote de objetossin urna, sólo con tie-rra negray algunos huesos, teníaun calderomuy destroza-do. Unaespadatipo Alcácar do Sal ysu vaina rotalos ner-vios tambiéndeestetipo.Treslanzasdestrozadas,unama-nija de escudo, un bocado da anillas redondas, una navajay piezas de bridasy otras piezasmuy destrozadas. Unastrébedes”.

Esta sepulturala fechamosen la primera mitaddel s. IV a.C. porel tipo de armamento,sobre todo por laespadade las primeras series del tipoAlcácerdo Sal. Pre-sentamosen la mitad inferior de la figura9 la sepulturan.01 deltúmuloD, conpanopliaidéntica a lalocalizadaenas-ta sepulturay bien fachadapor importacionesibéricas.

“Sep. ¡ del túmulo D: Lote compuestopor doscalderosde bronce(alparecerdosperono muy seguropor-que estaban muy rotos) el asada uno de ellos ha salido com-plata. Debajo de estoscalderossale unamagníficaespadade antenastipo Alcácerdo Sal parocon empuñadura deseisfacetasen vez da ocho,nieladosde plala según puede

verseaúnsin limpiar, la cruz tenía elpuenteredondo, lavaina deestaespadaes también muycuriosacon caja parael cuchillo, toda ella nielada en plata. Tenía también doslanzas,una abrazaderadaescudo,un bocado muydestroza-do y varias piezas dearreosdecaballotodasmuy fundidasy destrozadas, tenía además restos de dos platitoscampa-nienses yun pequeñofragmento decoradoa peiney unaspinzasde broncecaladas,sale todo bastante más abajo delnivel de piedras del túmulo yentremucha tierranegrayhuesos”.

Comoacabamos de comentarestasepultura,cuyoajuarestácompuestoporpiezasprocedentesen su mayoríadel área ibérica, estábien fechadapor algunasde las pie-zasimportadas(Baquedano,ap. b), fundamentalmenteporlos platitos campanienses(forma 25 de Lambogliasegúnanotaciones delos diarios deexcavación)y las pinzascala-dastipo Cigarralejo tienen una cronología muy ajustada enelprimercuarto dels. IV a.C. Esta temprana cronologíapo-dría darsetambiéna la espada,con las antenastípicas delas primeras serie deltipo. Las otras piezas importadas,calderos ibéricos yabrazaderadeescudotipo Cigarralejo,tienenunacronologíamás amplia.

“Sep. U del Túmulo Z: Sin urna. Granlote conpuñal de frontóny suvaina y la hoja de otro puñal.Umbode bronce yabrazaderade hierro. Gran placade cinturón,tenazas. Bocado. Dos lanzas y otras variadas piezascomounasgandesparrillas o tedero y un hacha de hierro.Saletodo enun bloque,con las parrillasencima,casi enel cen-tro del túmulo y entrepiedras derelleno,con tierranegrayhuesecillos”.

Este conjuntolo fechamospor el armamento acomienzos dels. III a.C. Su situaciónestratigráficaya co-mentada, laexistenciaen él de clarosítems de prestigiocomo losdospuñales(uno defrontón y otro tipo La Ose-ra), las barrocas placas de cinturón damasquinadas conguerrerosenfrentados,el imbo de bronce desuescudo,losatalajesde caballoy las piezas de fuego o elhachade hie-rro(piezaextraordinariamenteraraen la necrópolis),queobienpodíainterpretarsecomo armamento, dadoel caráctereminentementemilitar del personajeenterrado,o comoins-trumental agrario, nosreseñan la capacidad de acumular ri-queza deestasélitesdirigentes.

Señalamos la coincidenciamorfológicay de di-mensionesde los túmulosC y Z y el hecho dequesea enestostúmulos cuadradosdondese localizan las piezasrela-cionadas conel fuego.Es un temapor analizar enprofun-didad con elestudiointegral de la necrópolis. Detodasfor-mas creemos que lasdiferenciasen las deposicionesdeambos túmulos sonnotables,las tumbasdel túmulo Z son,a nuestro entender, claramente de guerreros; en este casola aparición depiezasrelacionadascon el fuegono sabe-mos si estarían marcandoposiblesfunciones sacerdotalesde estos individuoso si se podríanrelacionarcon algúnti-po debanquete funerariocomoparececonstatarseenotroslugarescomoen Capote (Berrocal-Rangel1994)o enCan-choRoano (Celestinoy Jiménez1993).

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