Dossier Microrrelatos II

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Literatura Hispanoamericana II – Dra. Laura Pollastri 2015 Dossier microrrelatos ACIRCE DE JULIO TORRI ¡Circe, diosa venerable! He seguido puntualmente tus avisos. Mas no me hice amarrar al mástil cuando divisamos la isla de las sirenas, porque iba resuelto a perderme. En medio del mar silencioso estaba la pradera fatal. Parecía un cargamento de violetas errante por las aguas. ¡Circe, noble diosa de los hermosos cabellos! Mi destino es cruel. Como iba resuelto a perderme, las sirenas no cantaron para mí. DE FUSILAMIENTOS El fusilamiento es una institución que adolece de algunos inconvenientes en la actualidad. Desde luego, se practica a las primeras horas de la mañana. “Hasta para morir precisa madrugar”, me decía lúgubremente en el patíbulo un condiscípulo mío que llegó a destacarse como uno de los asesinos más notables de nuestro tiempo. El rocío de las yerbas moja lamentablemente nuestros zapatos, y el frescor del ambiente nos arromadiza. Los encantos de nuestra diáfana campiña desaparecen con las neblinas matinales. La mala educación de los jefes de escolta arrebata a los fusilamientos muchos de sus mejores partidarios. Se han ido definitivamente de entre nosotros las buenas maneras que antaño volvían dulce y noble el vivir, poniendo en el comercio diario gracia y decoro. Rudas experiencias se delatan en la cortesía peculiar de los soldados. Aun los hombres de temple más firme se sienten empequeñecidos, humillados, por el trato de quienes difícilmente se contienen un instante en la áspera ocupación de mandar y castigar. Los soldados rasos presentan a veces deplorable aspecto: los vestidos, viejos; crecidas las barbas; los zapatones cubiertos de polvo; y el mayor desaseo en las personas. Aunque sean breves instantes los que estáis ante ellos, no podéis sino sufrir atrozmente con su vista. Se explica que muchos reos sentenciados a la última pena soliciten que les venden los ojos. Por otra parte, cuando se pide como postrera gracia un tabaco, lo suministrarán de pésima calidad piadosas damas que poseen un celo admirable y una ignorancia candorosa en materia de malos hábitos. Acontece otro tanto con el vasito de aguardiente, que previene el ceremonial. La palidez de muchos en el postrer trance no procede de otra cosa sino de la baja calidad del licor que les desgarra las entrañas. El público a esta clase de diversiones es siempre numeroso; lo constituyen gente de humilde extracción, de tosca sensibilidad y de pésimo gusto en artes. Nada tan odioso como hallarse delante de tales mirones. En balde asumiréis una actitud sobria, un ademán noble y sin artificio. Nadie los estimará. Insensiblemente os veréis compelidos a las burdas frases de los embaucadores. Y luego, la carencia de especialistas de fusilamientos en la prensa periódica. Quien escribe de teatros y deportes tratará acerca de fusilamientos e incendios. ¡Perniciosa confusión de conceptos! Un fusilamiento y un incendio no son ni un deporte ni un espectáculo teatral. De

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  • Literatura Hispanoamericana II Dra. Laura Pollastri 2015

    Dossier microrrelatos

    A CIRCE DE JULIO TORRI

    Circe, diosa venerable! He seguido puntualmente tus avisos. Mas no me hice amarrar al mstilcuando divisamos la isla de las sirenas, porque iba resuelto a perderme. En medio del marsilencioso estaba la pradera fatal. Pareca un cargamento de violetas errante por las aguas.Circe, noble diosa de los hermosos cabellos! Mi destino es cruel. Como iba resuelto aperderme, las sirenas no cantaron para m.

    DE FUSILAMIENTOS

    El fusilamiento es una institucin que adolece de algunos inconvenientes en la actualidad.Desde luego, se practica a las primeras horas de la maana. Hasta para morir precisamadrugar, me deca lgubremente en el patbulo un condiscpulo mo que lleg a destacarsecomo uno de los asesinos ms notables de nuestro tiempo.El roco de las yerbas moja lamentablemente nuestros zapatos, y el frescor del ambiente nosarromadiza. Los encantos de nuestra difana campia desaparecen con las neblinas matinales.La mala educacin de los jefes de escolta arrebata a los fusilamientos muchos de sus mejorespartidarios. Se han ido definitivamente de entre nosotros las buenas maneras que antaovolvan dulce y noble el vivir, poniendo en el comercio diario gracia y decoro. Rudasexperiencias se delatan en la cortesa peculiar de los soldados. Aun los hombres de temple msfirme se sienten empequeecidos, humillados, por el trato de quienes difcilmente secontienen un instante en la spera ocupacin de mandar y castigar.Los soldados rasos presentan a veces deplorable aspecto: los vestidos, viejos; crecidas lasbarbas; los zapatones cubiertos de polvo; y el mayor desaseo en las personas. Aunque seanbreves instantes los que estis ante ellos, no podis sino sufrir atrozmente con su vista. Seexplica que muchos reos sentenciados a la ltima pena soliciten que les venden los ojos.Por otra parte, cuando se pide como postrera gracia un tabaco, lo suministrarn de psimacalidad piadosas damas que poseen un celo admirable y una ignorancia candorosa en materiade malos hbitos. Acontece otro tanto con el vasito de aguardiente, que previene elceremonial. La palidez de muchos en el postrer trance no procede de otra cosa sino de la bajacalidad del licor que les desgarra las entraas.El pblico a esta clase de diversiones es siempre numeroso; lo constituyen gente de humildeextraccin, de tosca sensibilidad y de psimo gusto en artes. Nada tan odioso como hallarsedelante de tales mirones. En balde asumiris una actitud sobria, un ademn noble y sinartificio. Nadie los estimar. Insensiblemente os veris compelidos a las burdas frases de losembaucadores.Y luego, la carencia de especialistas de fusilamientos en la prensa peridica. Quien escribe deteatros y deportes tratar acerca de fusilamientos e incendios. Perniciosa confusin deconceptos! Un fusilamiento y un incendio no son ni un deporte ni un espectculo teatral. De

  • aqu proviene ese estilo ampuloso que aflige al connaisseur, esas expresiones de tan penosalectura como visiblemente conmovido, su rostro denotaba la contricin, el terriblecastigo, etctera.Si el Estado quiere evitar eficazmente las evasiones de los condenados a la ltima pena, que noredoble las guardias, ni eleve los muros de las prisiones. Que purifique solamente depormenores enfadosos y de aparato ridculo un acto que a los ojos de algunos conservatodava cierta importancia.

    1915

    LA HUMILDAD PREMIADA

    En una Universidad poco renombrada haba un profesor pequeo de cuerpo, rubicundo,tartamudo, que como careca por completo de ideas propias era muy estimado en sociedad ytena ante s brillante porvenir en la crtica literaria.Lo que lea en los libros lo ofreca trasnochado a sus discpulos la maana siguiente. Taninaudita facultad de repetir con exactitud constitua la desesperacin de los ms consumadosconstructores de mquinas parlantes.Y as transcurrieron largos aos hasta que un da, en fuerza de repetir ideas ajenas, nuestroprofesor tuvo una propia, una pequea idea propia luciente y bella como un pececito rojo trasel irisado cristal de una pecera.

    LOS UNICORNIOS

    Creer que todas las especies animales sobrevivieron al diluvio es una tesis que ningnnaturalista serio sostiene ya. Muchas perecieron; la de los unicornios entre otras. Posean unhermoso cuerno de marfil en la frente y se humillaban ante las doncellas.Ahora bien, en el arca, triste es decirlo, no haba una sola doncella. Las mujeres de No y desus tres hijos estaban lejos de serlo. As que el arca no debi de seducir grandemente alunicornio.Adems No era un genio, y como tal, limitado y lleno de prejuicios. En lo mnimo se desvelpor hacer llevadera la estancia de una especie elegante. Hay que imaginrnoslo como fuerealmente: como un hombre de negocios de nuestros das: enrgico, grosero, con excelentescualidades de carcter en detrimento de la sensibilidad y la inteligencia. Qu significaban paral los unicornios?, qu valen a los ojos del gerente de una factora yanqui los amores de unpoeta vagabundo? No posea siquiera el patriarca esa curiosidad cientfica pura que sustituye aveces al sentido de la belleza.Y el arca era bastante pequea y encerraba un nmero crecidsimo de animales limpios einmundos. El mal olor fue intolerable. Con su silencio a este respecto el Gnesis revela unadelicadeza que no se prodiga por cierto en otros pasajes del Pentateuco.Los unicornios, antes que consentir en una turbia promiscuidad indispensable a laperpetuacin de su especie, optaron por morir. Al igual que las sirenas, los grifos, y unavariedad de dragones de cuya existencia nos conserva irrecusable testimonio la cermicachina, se negaron a entrar en el arca. Con gallarda prefirieron extinguirse. Sin aspavientos

  • perecieron noblemente. Consagrmosles un minuto de silencio, ya que los modernos de nadarespetable disponemos fuera de nuestro silencio.

    En Ensayos y poemas. (1917)LOS MONOS de Juan Jos Arreola

    Wolfgang Kohler perdi cinco aos en Tetun tratando de hacer pensar a un chimpanc. Lepropuso, como buen alemn, toda una serie de trampas mentales. Lo oblig a encontrar lasalida de complicados laberintos; lo hizo alcanzar difciles golosinas, valindose de escaleras,puertas, perchas y bastones. Despus de semejante entrenamiento, Mono lleg a ser el simioms inteligente del mundo; pero fiel a su especie distrajo todos los ocios del psiclogo yobtuvo sus raciones sin trasponer el umbral de la conciencia. Le ofrecan la libertad, peroprefiri quedarse en la jaula.Ya muchos milenios antes (cuntos?), los monos decidieron acerca de su destino

    oponindose a la tentacin de ser hombres. No cayeron en la empresa racional y siguentodava en el paraso: caricaturales, obscenos y libres a su manera. Los vemos ahora en elzoolgico, como un espejo depresivo: nos miran con sarcasmo y con pena, porque seguimosobservando su conducta animal.Atados a una dependencia invisible, danzamos al son que nos tocan, como el mono de

    organillo. Buscamos sin hallar las salidas del laberinto en que camos, y la razn fracasa en lacaptura de inalcanzables frutas metafsicas.La dilatada entrevista de Mono y Wolfgang Kohler ha cancelado para siempre toda esperanza,y acabo en otra despedida melanclica que suena a fracaso.(El homo sapiens fue a la universidad alemana para redactar el clebre tratado sobre la

    inteligencia de los antropoides, que le dio fama y fortuna, mientras Mono se quedaba parasiempre en Tetun, gozando una pensin vitalicia de frutas al alcance de su mano).

    Los monos, en Arreola, Juan Jos, Narrativa completa, Mxico: Alfaguara, 1997BABY H. P.

    Seora ama de casa: convierta usted en fuerza motriz la vitalidad de sus nios. Ya tenemos a laventa el maravilloso Baby H.P., un aparato que est llamado a revolucionar la economahogarea. El Baby H.P. es una estructura de metal muy resistente y ligera que se adapta conperfeccin al delicado cuerpo infantil, mediante cmodos cinturones, pulseras, anillos ybroches. Las ramificaciones de este esqueleto suplementario recogen cada uno de losmovimientos del nio, hacindolos converger en una botellita de Leyden que puede colocarseen la espalda o en el pecho, segn necesidad. Una aguja indicadora seala el momento en quela botella est llena. Entonces usted, seora, debe desprenderla y enchufarla en un depsitoespecial, para que se descargue automticamente. Este depsito puede colocarse en cualquierrincn de la casa, y representa una preciosa alcanca de electricidad disponible en todomomento para fines de alumbrado y calefaccin, as como para impulsar alguno de losinnumerables artefactos que invaden ahora, y para siempre, los hogares. De hoy en adelanteusted ver con otros ojos el agobiante ajetreo de sus hijos. Y ni siquiera perder la pacienciaante una rabieta convulsiva, pensando que es fuente generosa de energa. El pataleo de unnio de pecho durante las veinticuatro horas del da se transforma, gracias al Baby H. P., enunos tiles segundos de tromba licuadora, o en quince minutos de msica radiofnica. Lasfamilias numerosas pueden satisfacer todas sus demandas de electricidad instalando un BabyH.P. en cada uno de sus vstagos, y hasta realizar un pequeo y lucrativo negocio,trasmitiendo a los vecinos un poco de la energa sobrante. En los grandes edificios dedepartamentos pueden suplirse satisfactoriamente las fallas del servicio pblico, enlazando

  • todos los depsitos familiares. El Baby H.P. no causa ningn trastorno fsico ni psquico en losnios, porque no cohbe ni trastorna sus movimientos. Por el contrario, algunos mdicosopinan que contribuye al desarrollo armonioso de su cuerpo. Y por lo que toca a su espritu,puede despertarse la ambicin individual de las criaturas, otorgndoles pequeasrecompensas cuando sobrepasen sus rcords habituales. Para este fin se recomiendan lasgolosinas azucaradas, que devuelven con creces su valor. Mientras ms caloras se aadan a ladieta del nio, ms kilovatios se economizan en el contador elctrico. Los nios deben tenerpuesto da y noche su lucrativo H.P. Es importante que lo lleven siempre a la escuela, para queno se pierdan las horas preciosas del recreo, de las que ellos vuelven con el acumuladorrebosante de energa. Los rumores acerca de que algunos nios mueren electrocutados por lacorriente que ellos mismos generan son completamente irresponsables. Lo mismo debedecirse sobre el temor supersticioso de que las criaturas provistas de un Baby H.P. atraenrayos y centellas. Ningn accidente de esta naturaleza puede ocurrir, sobre todo si se siguen alpie de la letra las indicaciones contenidas en los folletos explicativos que se obsequian concada aparato. El Baby H.P. est disponible en las buenas tiendas en distintos tamaos, modelosy precios. Es un aparato moderno, durable y digno de confianza, y todas sus coyunturas sonextensibles. Lleva la garanta de fabricacin de la casa J.P. Mansfield & Sons, de Atlanta, III.

    en Arreola, Juan Jos, Narrativa completa,Mxico: Alfaguara, 1997LOS ALIMENTOS TERRESTRES

    Muy sentido estoy del descuido que ha tenido nuestro amigo de mis alimentos...Mis alimentos es justo que no padezcan ni hallen con ellos ningn fracaso o novedad...Diga V. m. qu culpa tienen mis alimentos, ni qu pecado ha cometido mi crdito para queno se paguen muy puntualmente...?Los mil reales de mis alimentos, de aqu a San Pedro...Segn esto, suplico a V. m. haga con Pedro Alonso de Baena me enve libranza junta de ochomil y quinientos reales que montan los meses de mis alimentos de aqu al fin de este ao...Con don Agustn Fiesco he acabado que escriba a Pedro Alonso de Baena d lugar a lacorrespondencia de mis alimentos. ..Tambin suplico mire que es bien advertir a nuestro amigo que seiscientos reales cada mes nopueden ser alimentos de un nio de la doctrina...Que ser gran merced para m excusarme de pesadumbre con ellos, y solicitar mis alimentosde junio por la misma va...No hay mulas de retorno para un alimentado...Por amor de Dios que V. m. trate de la satisfaccin de estos hombres y de socorrerme con losalimentos de julio...Con quinientos reales de aqu a fin de diciembre, no puede pasar una hormiga, cuanto msquien tiene honra...Maana entra enero, que da principio al ao y a mis alimentos. ..Suplico a V. m. haga con el amigo ensanche los alimentos de aqu a octubre...Pens que el amigo, con la cuaresma, mudara de condicin como de manjar, y veo queprocede aun peor con estos alimentos que con los otros, pues se conjura contra los mos,hacindome ayunar aun los domingos, que perdona la Iglesia. ..Los alimentos de este ao en la escriptura fueron pocos, pero en la dispensacin van siendomenos, porque son ningunos...Es morir no andar con alimentos anticipados...Ni es bien cansarle dos veces sobre una cosa que es la que tengo suplicada a V. m. de misalimentos...Y compongamos estos mis pobres alimentos de manera que pueda yo comer aunque nuncacene...

  • Suplico a V. m. ponga remedio en todo esto, que ya no me acuerdo de m ni de misalimentos...(Quiero ms una morcilla / que en el asador reviente...)Yo perezco, y mi crdito ms, si V. m. no me socorre como quien es, haciendo que me librenmis alimentos juntos...Deseo saber si mis alimentos son de condicin diferente que los otros o si por desdicha masoy ms glorioso que otros hombres...Nuestro amigo hace experiencias costosas de mi naturaleza, averiguando sin duda lo quetengo de anglico, pues me deja ayuno tantos das...Seor mo don Francisco: V. m., que tiene molinos, sabe que no come el molinero del ruido dela ctola, sino del trigo de la tolva...Qu culpa tiene mi comida miserable, de la concurrencia del seor don Fernando de Crdobay Cardona?Y algo ms que bastar para asegurarse los ensanches que se echaren a mis alimentos...Suplico a V. m. que se sirva de pedirle de mi parte me haga merced de los alimentos que he dehaber este ao...Es invencin suya para no slo alargar los alimentos, pero retardarlos, como lo hace...No me deje tan impamente, atenido a tan miserables alimentos...En materia de mis alimentos he padecido todo este tiempo mil necesidades...Ya caminamos a cuatro meses de alimentos sin haber visto un maraved de todos ellos...Srvase mandar se me compre a cuenta de mis alimentos cuatro arrobas de azahar seco, digode lo ya tostado en las alquitaras...Cuanto a lo que Vuestra merced me ofrece de no desampararme en los alimentos, le beso lasmanos tantas veces como ellos contienen de maraveds...Bien fuera razn que me remitiera en esa pliza lo que monta lo cado de mis alimentos, sindrmelos a sorbos...Yo quedo esperando la fianza de mis alimentos...De mis alimentos se resta ochocientos reales, digo 850, hasta fin de ste...He acabado con don Agustn Fiesco que me d aqu 2,550 reales que montan lo restante demis alimentos hasta fin de agosto, que es hoy, y el mes de setiembre, que entra maana, demanera que hasta el fin del dicho mes de setiembre estoy alimentado...Suplico a V. m. no haya falta en ello, porque va el crdito y la consecuencia para el expedientede unos alimentos...No es mucho que se me anticipen los alimentos de un mes...La paga no es muy ejecutiva, ni la seguridad menos que mis alimentos...Me ha de volver las espaldas V. m. y ha de escribir a los Fescos que me nieguen an losalimentos?Para ello es menester echar algunas ensanchas a la provisin de mis alimentos...No quiso dispensar en tres das de anticipacin de alimentos. ..Suplcole se sirva de acudirme, que no puedo pagar de ninguna manera con alimentos tancortos...Beso las manos de Vuestra merced muchas veces por la anticipacin de los alimentos...Yo suplico a Vuestra merced me haga merced de los dos meses de alimentos perdidos...Yo estoy peor que Vuestra merced me dej, y tanto, que ha sido menester vender uncontador de bano para comer estas dos semanas, que puede tardar el desengao de misalimentos...En virtud de Cristbal de Heredia, no falta quien me fe el pan, que como con un torrezno deRute...No hay luz ni aun crepsculo de comodidad: noche es en la que vivo, y, lo que peor es, sintener que cenar en ella...

  • Tengo a V. m., con quien estoy comiendo en un plato; y ojal fuera ello as, que no estoy sinodebajo de su mesa de V. m., comiendo sus meajas y pidiendo ahora que deje caer unarebanada de pan siquiera...Quejrame a Dios y al mundo, y diranme que don Luis de Gngora soy en cualquier parte, yms en Madrid, donde me mandarn dar alimentos bien pagados...Beso las manos de Vuestra merced por la que me hace de alimentarme...Porque 800 reales son flacos alimentos para un hombre de cuenta en este lugar...Y que me hallo a los umbrales del invierno sin hilo de ropa, anticipados mis alimentos mes ymedio para poder comer..."

    DON LUIS DE GNGORA Y ARGOTE, Epistolario. En Confabulario de Juan Jos Arreola

    La tela de Penlope o quin engaa a quin de Augusto Monterroso

    Hace muchos aos viva en Grecia un hombre llamado Ulises (quien a pesar de ser bastantesabio era muy astuto), casado con Penlope, mujer bella y singularmente dotada cuyo nicodefecto era su desmedida aficin a tejer, costumbre gracias a la cual pudo pasar sola largastemporadas.Dice la leyenda que en cada ocasin en que Ulises con su astucia observaba que a pesar de susprohibiciones ella se dispona una vez ms a iniciar uno de sus interminables tejidos, se lepoda ver por las noches preparando a hurtadillas sus botas y una buena barca, hasta que sindecirle nada se iba a recorrer el mundo y a buscarse a s mismo.De esta manera ella consegua mantenerlo alejado mientras coqueteaba con suspretendientes, hacindoles creer que teja mientras Ulises viajaba y no que Ulises viajabamientras ella teja, como pudo haber imaginado Homero, que, como se sabe, a veces dorma yno se daba cuenta de nada.

    Dejar de ser mono de Augusto MonterrosoEl espritu de investigacin no tiene lmites. En los Estados Unidos y en Europa han descubiertoa ltimas fechas que existe una especie de monos hispanoamericanos capaces de expresarsepor escrito, rplicas quiz del mono diligente que a fuerza de teclear una mquina termina porescribir de nuevo, azarosamente, los sonetos de Shakespeare. Tal cosa, como es natural, llenaestas buenas gentes de asombro, y no falta quien traduzca nuestros libros, ni, mucho menos,ociosos que los compren, como antes compraban las cabecitas reducidas de los jbaros. Hacems de cuatro siglos que fray Bartolom de las Casas pudo convencer a los europeos de queramos humanos y de que tenamos un alma porque nos reamos; ahora quieren convencersede lo mismo porque escribimos.

    El eclipse de Augusto Monterroso

    Cuando fray Bartolom Arrazola se sinti perdido acept que ya nada podra salvarlo. La selvapoderosa de Guatemala lo haba apresado, implacable y definitiva. Ante su ignoranciatopogrfica se sent con tranquilidad a esperar la muerte. Quiso morir all, sin ningunaesperanza, aislado, con el pensamiento fijo en la Espaa distante, particularmente en elconvento de los Abrojos, donde Carlos Quinto condescendiera una vez a bajar de su eminenciapara decirle que confiaba en el celo religioso de su labor redentora.Al despertar se encontr rodeado por un grupo de indgenas de rostro impasible que sedisponan a sacrificarlo ante un altar, un altar que a Bartolom le pareci como el lecho en quedescansara, al fin, de sus temores, de su destino, de s mismo.Tres aos en el pas le haban conferido un mediano dominio de las lenguas nativas. Intentalgo. Dijo algunas palabras que fueron comprendidas.

  • Entonces floreci en l una idea que tuvo por digna de su talento y de su cultura universal y desu arduo conocimiento de Aristteles. Record que para ese da se esperaba un eclipse totalde sol. Y dispuso, en lo ms ntimo, valerse de aquel conocimiento para engaar a susopresores y salvar la vida.-Si me matis -les dijo- puedo hacer que el sol se oscurezca en su altura.Los indgenas lo miraron fijamente y Bartolom sorprendi la incredulidad en sus ojos. Vio quese produjo un pequeo consejo, y esper confiado, no sin cierto desdn.Dos horas despus el corazn de fray Bartolom Arrazola chorreaba su sangre vehementesobre la piedra de los sacrificios (brillante bajo la opaca luz de un sol eclipsado), mientras unode los indgenas recitaba sin ninguna inflexin de voz, sin prisa, una por una, las infinitas fechasen que se produciran eclipses solares y lunares, que los astrnomos de la comunidad mayahaban previsto y anotado en sus cdices sin la valiosa ayuda de Aristteles.

    Escribir de David Lagmanovich

    Cuando era joven, escriba para llegar a ser. Hoy, ya cerca de la muerte, escribo para no ser. Mimeta es la inexistencia. Cada prrafo es un logro ms en la bsqueda de la negrura a la queaspiro. Y el ltimo prrafo, ese que quedar para siempre inconcluso, ser tambin mi ltimotriunfo, la definitiva ausencia de m mismo.

    Sin puntuacin de Sal Yurkievich

    Comienza con los pulmones plenos lee de corrido el punto no viene ni siquiera como quedapoco aire sigue sumergido las palabras se enfilan sin respeto enrojece las sienes se tensan seahoga comprimen y nada y nada nada hasta reventar.

    En Pollastri, Laura El lmite de la palabra. Antologa del microrrelato argentinocontemporneo (2007). Espaa: Menoscuarto.

    LA MANZANA de ANA MARA SHUA

    La flecha disparada por la ballesta precisa de Guillermo Tell parte en dos la manzana que est apunto de caer sobre la cabeza de Newton. Eva toma una mitad y le ofrece la otra a su consortepara regocijo de la serpiente. Es as como nunca llega a formularse la ley de gravedad.

    ESTE TIPO ES UNA MINA de LUISA VALENZUELA

    No sabemos si fue a causa de su corazn de oro, de su salud de hierro, de su temple de acero ode sus cabellos de plata. El hecho es que finalmente lo expropi el gobierno y lo estexplotando. Como a todos nosotros.

    PADRE NUESTRO QUE ESTS EN EL CIELO de JOS LEANDRO URBINA

    Mientras el sargento interrogaba a su madre y su hermana, el capitn se llev al nio, de unamano, a la otra pieza...- Dnde est tu padre? pregunt.- Est en el cielo - susurr l.- Cmo? Ha muerto? - pregunt asombrado el capitn.- No - dijo el nio -. Todas las noches baja del cielo a comer con nosotros. El capitn alz lavista y descubri la puertecilla que daba al entretecho.