Edición 126 Noviembre 2015

88
EDICIÓN 126 2015 Justicia transicional en Colombia. Las Fuerzas Militares en el postconflicto. Futuro Incierto...Editorial.

description

Editorial: Futuro incierto. Las Fuerzas Militares en el posconflicto. Justicia transicional en Colombia. ¿Cómo va el proceso de paz con las Farc? El papel de la prensa en tiempos de negociación de paz. Visibilizar a los soldados y policías víctimas del conflicto armado. Así se libró la batalla contra la mancha que indignó a Colombia. Cuando el Mira se volvió negro. La resilencia de los manglares de Nariño. Seguridad pública y posconflicto: nuevos paradigmas. La inclusión, asunto de todos. Ingeniería aeronáutica y fuerzas militares. Comando Estartegico de Transición: Centinela del honor y la integridad de las Fuerzas Armadas en el posconflicto

Transcript of Edición 126 Noviembre 2015

Page 1: Edición 126 Noviembre 2015

EDICIÓN

1262015

Justicia transicional en Colombia.

Las Fuerzas Militares en el postconflicto.

FuturoIncierto...Editorial.

Page 2: Edición 126 Noviembre 2015

Igua

na d

e Ba

rúFo

togr

afía

: TC

Ros

a M

aría

Llo

vera

Page 3: Edición 126 Noviembre 2015

EDICIÓN No. 126

1

PRESIDENTE DE ACOREBrigadier General (RA) Jaime Ruíz Barrera

JUNTA DIRECTIVA NACIONALPrimer VicepresidenteBrigadier General (RA) Rodrigo Quiñones Cárdenas

Segundo VicepresidenteCoronel (RA) Pastor Duarte Hernandez

Vocales Ejército Coronel (RA) Alfonso Borrero Mansilla Coronel (RA) Ricardo Mora GonzálezCoronel (RA) Héctor Samaca RodríguezCoronel (RA) Manuel José Santos PicoCoronel (RA) Jesús María Vivas MosqueraCoronel (RA) Enrique Luis Cotes Prado

Vocales ArmadaCapitán de Navío (RA) Luis Jaime Correa PérezCapitán de Navío (RA) Ricardo Torres Tono

Vocales Fuerza AéreaCoronel (RA) Harold Certuche CaicedoCoronel (RA) Gustavo Plazas Jiménez

Vocales Asociadas ActivasSeñora Rosita Aguilar de Quiñonez Señora Hilda Chávez de Alvarado

SECRETARIO GENERAL EJECUTIVOBrigadier General (RA) Guillermo Bastidas Ordoñez

CONSEJO EDITORIALTeniente Coronel (RA) Rosa María Llovera TerradasCoronel (RA) José Obdulio Espejo MuñozPeriodista Ángela Romero Chinchilla

COLABORADORESMayor General del Aire Juan Guillermo García Serna

General (RA)Manuel José Bonett Locarno

Geraldine Méndez Hernández

Óscar Montes

Subteniente Francisco Alejandro Chíquiza Gómez

Ecopetrol

Juan Guillermo Londoño

Ruby Marcela Pérez J.

Jairo Delgado

Comunicaciones Dirección General de Sanidad

Mayor (RA) Hernando Sáenz Bermúdez

General Javier Alberto Florez Aristizabal Comandante Comando Estratégico de Transición DISEÑO, DIAGRAMACIÓN Y CARÁTULASandra Ximena Gallego Torres COORDINACIÓN ADMINISTRATIVALeydi Liliana Romero FOTOGRAFÍADepartamento Comunicaciones

IMPRESIÓN: LEGIS

Mingobierno Resolución No. 0286 (Febrero 1982)ISSN 0124-0226

PATRIA - UNIÓN - PROGRESO

55 añosACORE

Page 4: Edición 126 Noviembre 2015

EditorialBrigadier General (RA) Jaime Ruíz Barrera

Justicia transicional en ColombiaMayor General del Aire Juan Guillermo García Serna

Las Fuerzas Militares en el postconflictoGeneral (RA) Manuel José Bonett Locarno

¿Cómo va el proceso de paz con las Farc? Geraldine Méndez Hernández

El papel de la prensa en tiempos de negociación de pazÓscar Montes

Visibilizar a los soldados y policías víctimas del conflicto armadoSubteniente Francisco Alejandro Chíquiza Gómez.

Así se libró la batalla contra la mancha que indignó a ColombiaJuan Guillermo Londoño

Cuando el Mira se volvió negroRuby Marcela Pérez J.

La resilencia de los manglares de NariñoRuby Marcela Pérez J.

Seguridad pública y posconflicto: nuevos paradigmasJairo Delgado

La inclusión, asunto de todosComunicaciones Dirección General de Sanidad

Ingeniería aeronáutica y fuerzas militaresMayor (RA) Hernando Sáenz Bermúdez

Centinela del honor y la integridad de las Fuerzas Armadas en el posconflictoGeneral Javier Alberto Florez Aristizabal

Contenido3

7

19

29

33

39

47

51

55

59

65

73

81

Page 5: Edición 126 Noviembre 2015

EDICIÓN No. 126

3

Preocupantes reparos tanto de la reserva activa de las Fuerzas Militares y de la Policía Nacional, como del

sector empresarial colombiano, al cuestionado proceso de negociaciones que se adelanta en La Habana.

Futuro incierto…

EDITORIAL

Desde la reserva activa de las Fuerzas Militares —dada nuestra experiencia en materia de

seguridad y defensa nacional y también en lo relacionado con nuestra participación directa en estos últimos años de conflicto armado que ha experimentado el país— hemos insistido en aportar juiciosas y constructivas recomendaciones, a fin de evitar la comisión de gravísimos errores del pasado y poder facilitar de alguna manera un cierre definitivo y apropiado de este proceso, dentro de las muchas expectativas que tiene la gran mayoría de los colombianos.

Estas juiciosas y constructivas recomendaciones

se han dado a conocer permanentemente en forma pública y privada, señalando de manera pormeno-rizada las principales dudas y preocupaciones fren-te al actual proceso de negociación del conflicto armado con las Farc.

Brigadier General (RA) Jaime RuÍz BarreraPresidente Nacional de ACORE

Page 6: Edición 126 Noviembre 2015

REVISTA ACORE ________ 2015

4Cabe destacar que estas asociaciones de la reser-

va activa, bajo ninguna circunstancia son enemigas de la paz, ni tampoco conforman grupos políticos de oposición, como se les ha querido señalar mal intencionalmente. Sus comentarios y opiniones a este respecto, siempre han sido de carácter emi-nentemente institucional y solo constituyen un aporte más de quienes han sido testigos de excep-ción de pretendidos acuerdos de paz que termina-ron en rotundos fracasos, particularmente con este grupo armado ilegal.

Todos estos planteamientos, han sido enmarca-

dos dentro de la libertad de opinión que otorga el ordenamiento constitucional, jurídico y demo-crático que rige en el país, y están basados princi-palmente en el gran respeto y admiración que se prodiga siempre a las propias instituciones y, parti-cularmente, a quienes en el momento actual portan el mismo uniforme, que también lucimos en defen-sa y seguridad de la patria.

Esta sana y verdadera intención, tal como ya se

dijo, es la de evitar la comisión de los mismos erro-res del pasado. El país no puede equivocarse tan-

tas veces en este tipo de negociaciones. No se trata de información tendenciosa, ni mucho

menos manipulación o alarmismo injustificado para atemorizar o confundir a la gente respecto a esta cuestionada negociación para buscar su eventual rechazo. La ambigüedad de lo que se dice y cómo se dice y los frecuentes mensajes con contenidos muy cuestionables, son los que generan esta preo-cupante situación.

Es importante destacar, que todo esto que tienen relación con el espinoso proceso de negociaciones que se adelanta, ha sido y siguen siendo, amplia y permanentemente debatido en la Mesa de Trabajo de carácter permanente que representa al Cuerpo de Oficiales de la Reserva Activa de las Fuerzas Mi-litares y la Policía Nacional. Todas estas asociacio-nes coinciden plenamente con las mismas dudas y preocupaciones que han surgido hasta el momen-to. Estas serían las principales:

1. El exceso de concesiones en este proceso, sin duda alguna, sigue constituyendo una muestra de debilidad que desfavorece al Es-

En reciente pronunciamiento del Consejo Gremial Nacional al jefe del Estado, se anuncia su respaldo a este proceso, pero se fijan también serios reparos por la forma como se están negociando algunos temas de gran valor estratégico

sobre la institucionalidad democrática del país.

Page 7: Edición 126 Noviembre 2015

EDICIÓN No. 126

5

tado, y proporciona grandes ventajas a esta organización terrorista.

2. Es preocupante no poder conocer claramen-te en este momento que tanto se ha venido entregando a cambio de las muchas preten-siones que, públicamente y en forma cons-tante, viene exigiendo este grupo armado ilegal.

3. También son preocupantes las dudas que se generan respecto a la falta de credibilidad y compromiso de esta organización, sobre la cual no existe, ni puede existir ningún tipo de garantía en relación con el cumplimiento de lo que ya se haya pactado en esta negociación.

Entre otras dudas y preocupaciones, distintas a las que ya se han formulado a raíz de la publicación de los preacuerdos ya realizados sobre el tema agra-rio, político, drogas ilícitas y salvedades por resol-ver, estas serían otras igualmente preocupantes:

1. La dejación y no entrega de las armas. En esto hay que insistir. Si no hay entrega formal de la totalidad de las armas con que cuentan, no habrá garantía alguna para asegurar la no repetición, tal como lo establece el marco jurídico para la paz en nuestra Constitución Nacional. Si en un momento dado llegaron a tener cerca de 20.000 o 26.000 hombres en armas, ese es el armamento equivalente o correspondiente que deben entregar al acor-darse su desmovilización.

2. La creación de zonas de reserva campesina

(ZRC) con autonomía especial y su eventual coincidencia con sus viejas áreas de influen-cia, donde tradicionalmente han ejercido su acción delictiva, especialmente en lo relacio-nado con cultivos de coca, marihuana o ama-pola, laboratorios de procesamiento y otras actividades de explotación minera ilegal (oro, tusteno yotros). La actual ZRC del Catatumbo es un ejemplo diciente y preocupante.

3. La sostenibilidad de un cese al fuego no

pactado, sin previa desmovilización, entrega de armas, firma de acuerdos y refrendación popular, bajo el concepto de “desescala-miento” del conflicto, no constituye ninguna

garantía. Por el contrario, tal determinación le ha otorgado grandes ventajas, permitiendo su reorganización y reestructuración de todo su aparato delictivo en lo concerniente a sus distintas fuentes de ingreso de carácter ile-gal, en todo el territorio nacional.

4. Los excesivos beneficios políticos y jurídi-

cos que se han venido anunciando en esta última etapa del proceso de negociación y que podrían ser otorgados fácilmente sin re-frendación popular, a través de una aparente constituyente, mediante acto legislativo es-pecial y ley habilitante temporal al ejecutivo. Esta excesiva generosidad, como resultante de una inexplicable capitulación, genera, a futuro, grandes riesgos y amenazas contra la institucionalidad democrática del país.

5. La acción política intimidatoria que han

venido desarrollando en algunas zonas del país, portando las armas con que cuentan, en alianza con sus distintas organizaciones urba-nas y rurales de las llamadas milicias boliva-rianas, partido comunista clandestino (PC3) y otros grupos políticos de izquierda radical que les son afines.

6. La reestructuración tanto de las FF.MM.

como de la Policía Nacional, bajo el concep-to, ya anunciado por el Gobierno, de una ne-cesaria actualización, modernización y tec-nificación, lo cual supone, como es obvio, grandes cambios en cuanto a funciones, doctrina, organización y pie de fuerza. Por otra parte, la suspensión o modificación del servicio militar obligatorio, la no exigencia de la libreta militar como requisito para conse-cución de empleo, junto con la suspensión de cuotas para incorporación de soldados profesionales, en remplazo de los que han sido licenciados por derecho a pensión, afec-ta necesariamente el pie de fuerza requerido en forma significativa. Todo lo anterior podría agravarse aún más, en caso que se persista en la creación del llamado Ministerio de Se-guridad Ciudadana, el cual ya ha sido obje-to de rechazo por parte de la misma Policía Nacional, como también de muchos sectores ciudadanos. La Policía Nacional debe mante-nerse en el Ministerio de Defensa, trabajando

Page 8: Edición 126 Noviembre 2015

REVISTA ACORE ________ 2015

6

en equipo con las FF.MM. en misiones de se-guridad y defensa nacional.

7. La reinserción de los desmovilizados, en

cuanto a la eventual creación de organizacio-nes o entidades oficiales de cualquier tipo, que los mantenga en forma concentrada y con la participación o presencia de quienes hayan sido sus respectivos cuadros de man-do o cabecillas. De ser así, constituiría un gran riesgo, por cuanto técnicamente no se realizaría ningún tipo de desmovilización. Se-ría un simple cambio de etiqueta.

8. La conformación acordada en la mesa de ne-

gociaciones, en relación con la futura Comi-sión de la Verdad, primer paso para aplicar los mecanismos de justicia transicional que sean pactados de manera definitiva, por su carácter sesgado, tal como ya hay sido de-nunciado, no constituye plena garantía para los intereses del país, de sus Fuerzas Arma-das y su Estado de Derecho.

Para terminar, y por ser coincidentes con lo que

aquí se expresa, vale la pena destacar el reciente pronunciamiento hecho por el Consejo Gremial Nacional al jefe del Estado, en el cual anuncia su respaldo a este proceso, pero fija claramente su posición frente a las serias dudas y preocupaciones que están surgiendo dentro de las negociaciones. De este importante comunicado, extractamos los siguientes apartes:

• La paz, según la Constitución Nacional, debe entenderse como un derecho y un deber de obligatorio cumplimiento.

• Esta negociación debe transcurrir dentro de la Constitución y no por fuera de sus preceptos.

• Los acuerdos que sean alcanzados, según compromiso adquirido, deben contar obliga-toriamente con la refrendación ciudadana.

• Se requiere una mayor precisión sobre pun-tos no conocidos en relación con la anuncia-da jurisdicción especial para la paz.

• Lo pactado en materia de Desarrollo Rural Integral debe ser consistente y consecuente con el respeto a la propiedad privada, la garantía de la seguridad jurídica y la econo-mía de mercado.

• El acuerdo sobre la reparación de víctimas debe asegurar que las Farc asuman su cuota de responsabilidad, tanto moral como eco-nómicamente.

• La comisión de la verdad que sea creada como resultante de este proceso, debe en-marcarse dentro del estado de derecho y las instituciones democráticas y republicana, propias de nuestra nacionalidad.

• De acuerdo con los postulados del estado de derecho, las responsabilidades por crímenes relacionados con el conflicto armado serán de tipo personal o individual y no de grupo.

• Al cierre de este proceso, debe garantizarse que la dejación de armas, constituya una en-trega total y verificable. Igualmente, el cese real y efectivo de toda actividad criminal, como también la entrega de bienes y recur-sos asociados con hechos delictivos.

En representación del sector empresarial del país firmaron un total de veinte importantes asociacio-nes de carácter gremial.

Page 9: Edición 126 Noviembre 2015

EDICIÓN No. 126

7

Justicia transicional en Colombia

Mayor General del AireJuan Guillermo García Serna1

1. Mayor General del Aire, Fuerza Aérea Colombiana. Subjefe de Estado Mayor Con-junto de Fortalecimiento Jurídico Institucional. Correo : [email protected] candi-dato a doctor en derecho, Universidad Alfonso X el Sabio.

Resumen

El propósito de este artículo es reflexionar sobre las posibilidades de generar procesos de justicia

transicional en medio del conflicto, un poco en con-travía con las premisas lógicas que la justicia transi-cional tiene implícitas. Para tal fin, es conveniente iniciar con una breve explicación de qué es la jus-ticia transicional; posteriormente tipificarla según sus clases y pilares y así establecer unas conclusio-nes que permitan reflexionar sobre su aplicabilidad en Colombia en el actual contexto de negociación (Rincón, 2010).

Para tal fin, se recurre a una estrategia metodoló-gica y expositiva basada en la construcción de tipo-logías, estructuradas bajo el cruce de dos variables: el acceso a la verdad –como derecho que permite la reparación– y la aplicación efectiva de mecanis-mos de justicia. Estas tipologías permitirán discutir, al final del artículo, sobre las posibilidades reales

Page 10: Edición 126 Noviembre 2015

REVISTA ACORE ________ 2015

8de ofrecer garantías de no repetición en el contex-to colombiano.

En el marco de la concepción del Estado Social de Derecho, la Constitución Política de 1991 insta al Estado a realizar todos los esfuerzos que garan-ticen la paz y el orden social, con el propósito de materializar las condiciones de dignidad efectiva en las personas y de manera especial a las víctimas del conflicto armado, quienes sufren las secuelas y efectos negativos del conflicto.

Para tal fin, se ha avanzado progresivamente en la conformación de un modelo de justicia transicio-nal, que permita generar procesos de verdad, justi-cia y reparación, en el marco del conflicto armado colombiano. La justicia transicional como elemento que permite lograr la paz exige la más profunda y juiciosa reflexión teórica, jurídica y sociológica, de-terminando las posibilidades reales de aplicación en el contexto colombiano, y estableciendo la per-tinencia de los marcos normativos empleados para tal fin.

Este proceso legislativo tuvo como primera expe-

riencia la formulación de las leyes 35 de 1982 y 77 de 1989, las cuales fueron diseñadas para abrir el marco jurídico para adelantar negociaciones con las guerrillas de las Farc y el M-19, bajo la premi-sa del perdón, el indulto y la amnistía de delitos asociados como políticos (rebelión, sedición, entre otros).

Dichos mecanismos fueron replanteados interna-cionalmente, en la medida en que no garantizaban procesos efectivos de justicia, no implicaron nece-sariamente el reconocimiento de las acciones que condujera a la verdad ni a la reparación de las víc-timas.

Un segundo momento inicia con la promulgación de la Ley 975 de 2005, por medio de la cual se dic-tan disposiciones para la reincorporación de miem-bros de grupos armados organizados al margen de la ley, que contribuyan de manera efectiva a la con-secución de la paz nacional y se dictan otras dis-posiciones para acuerdos humanitarios (República de Colombia, 2005). Las disposiciones anteriores se fortalecieron mediante la Ley 1592 de 2012, por medio de la cual se introducen modificaciones a

Page 11: Edición 126 Noviembre 2015

EDICIÓN No. 126

9

la Ley 975 de 2005 y se dictan otras disposiciones (República de Colombia, 2012).

Dentro de este robusto marco jurídico, encontra-mos también la Ley 1424 de 2010, por la cual se dictan disposiciones de justicia transicional que ga-ranticen verdad, justicia y reparación a las víctimas de desmovilizados de grupos organizados al mar-gen de la ley, se conceden beneficios jurídicos y se dictan otras disposiciones (República de Colombia, 2010).

En el año 2011 se expide la Ley 1448, por la cual se dictan medidas de atención, asistencia y repa-ración integral a las víctimas del conflicto armado interno y se dictan otras disposiciones.

Con miras a generar un marco que permitiera la realización de los diálogos para la búsqueda de una solución pacífica al conflicto, se expide el Acto Legislativo 01 de 2012, por medio del cual se esta-blecen instrumentos jurídicos de justicia transicio-nal en el marco del artículo 22 de la Constitución Política y se dictan otras disposiciones (República de Colombia, 2011).

Esta ruta jurídica es la evidencia de un proceso de maduración del entramado jurídico colombia-no para asumir los procesos de transición a la paz, pero también es la consecuencia de las transforma-ciones sociales y políticas que experimento el país en las últimas tres décadas.

La justicia transicional

La justicia transicional es un precepto jurídico uti-lizado para identificar a los distintos mecanismos y herramientas extraordinarias que se utilizan para la superación de conflictos armados y con los que se pretende generar transformaciones significati-vas de dinámicas de violencia, hacia un escenario de consolidación de paz con la instauración de un Estado legítimo, estructurado en torno a los prin-cipios del derecho; como tal, genera alternativas legales y jurisprudenciales para enfrentar judicial y políticamente los diversos crímenes cometidos por las partes en conflicto.

La historia reciente muestra que estas transicio-nes tienden a dirigirse a la consolidación de estruc-turas democráticas, que afiancen los procesos de

reconocimiento e integración del otro, superando las formas dictatoriales y unanimistas, condiciones que se presentaron en varios de los conflictos de la región.

Las transiciones se pueden o de un proceso de superación de reacciones a la violencia ocasionada y patrocinada por un Estado (Observatorio Legisla-tivo del Instituto de Ciencia Política, 2013).

Una muy buena definición de la justicia transicio-nal se encuentra en la obra de Tatiana Rincón Cove-lli, quien señala que la “(…) concepción de justicia vinculada a los momentos de transición política de dictadura hacia la democracia o de una situación

FOTO

: .abc.es

Un grupo de periodistas corre a la audiencia para escuchar el anuncio de las condenas a los 12 líderes nazis en el juicio de Nuremberg (1946).

Page 12: Edición 126 Noviembre 2015

REVISTA ACORE ________ 2015

10

de conflicto armado o de guerra civil hacia la paz, que busca lidiar con un pasado de graves violacio-nes a derechos humanos y/o al Derecho Internacio-nal Humanitario, enfrentando los crímenes cometi-dos bajo regímenes represores durante conflictos armados o la guerra civil” (Rincón, 2010, p. 26).

Las experiencias de algunos países que han he-cho transición de la dictadura a la democracia y del conflicto al pos conflicto, no sólo sirven para mostrar los beneficios y peligros propios de la jus-ticia transicional, sino que han generado un gran material de estudio y reflexión que ha ido, con el paso de los años, desarrollando y consolidando un marco teórico y una normatividad y jurisprudencia internacional y nacional con unos estándares que permiten garantizar el cumplimiento de los dere-chos a la justicia, la verdad, la reparación y la no repetición; derechos que a su vez constituyen de-beres para el Estado. En este sentido, la justicia transicional es un concepto dinámico que se ha ido perfeccionando con las experiencias y dificultades propias que enfrentan las sociedades en transición y con fundamento en los principios de la normati-vidad internacional en materia de derechos huma-nos (De Gamboa y Castellanos, 2010).

Durante las dos últimas décadas, con ocasión de los éxitos y fracasos de las experiencias de transi-ción de la segunda parte del siglo XX, se han ge-nerado una serie de consensos internacionales en torno a los requerimientos básicos de la justicia en períodos de transición.

Tal como lo señala el Observatorio Legislativo, podrían señalarse dos objetivos puntuales para la Justicia Transicional:

“i …que sean investigados, juzgados y sanciona-dos los delitos graves conforme al derecho inter-nacional, observando el derecho al acceso a la justicia, independencia, imparcialidad, garantía de recursos judiciales a las víctimas, entre otras disposiciones, e

ii implementar beneficios de orden procesal a quienes se comprometan a dejar la colectividad violenta, contribuyan de forma efectiva a la paz y se comprometan a la convivencia pacífica” (Ob-servatorio Legislativo del Instituto de Ciencia Po-lítica, 2013).

Sin embargo, es prioritario señalar, que según los contextos políticos y sociales que explican y de-terminan al conflicto, la justicia transicional asume objetivos específicos y particulares; ya que cada es-tructura de transición es distinta y depende de los objetivos particulares que se quieren lograr y los conflictos que se deben superar.

Tipologías de justicia transicional

De acuerdo a lo señalado por el profesor Rodrigo Uprimny Yepes (2006), podemos resumir la siguien-te clasificación de tipos o clases de justicia transi-cional, que no debe ser tomada a título exhaustivo sino simplemente nominativo.

Para poder comprender las distintas experiencias que se han dado en el marco de los procesos de justicia transicional con el juzgamiento y asignación de responsabilidades a los combatientes y partici-pantes directos en un conflicto armado, es necesa-rio presentar los contextos jurídicos y políticos en que dichas acciones judiciales se produjeron. Para tal fin, se toma la metodología propuesta por Uprin-my y Lazo (2004), en la que se asume que los desti-nos judiciales de las partes en conflicto dependen de la concepción política que se tenga del castigo o de la reparación.

Los autores consultados (Uprinmy y Teitel) mues-tran que de acuerdo al contexto histórico, la justi-cia transicional ha sido asumida de forma distinta en las sociedades en las cuales se ha aplicado este mecanismo judicial. Así, por ejemplo, en las prime-ras formas de aplicación (Tribunales de Núremberg y de Tokio) en la posguerra mundial, se asumieron posiciones punitivas en las que el castigo penal a

NOVIEMBRE 25

1960

Se constituye la Asociación.

ACORE adopta su primer escudo.

Primer boletín informativo.

MAYO 17

1961

Page 13: Edición 126 Noviembre 2015

EDICIÓN No. 126

11

los militares responsables fue el común denomina-dor. Sin embargo, cuando se quiso aplicar en los procesos de negociación en conflictos armados internos en África, América Latina y Europa, se le dio un valor central como epicentro para lograr la reconstrucción nacional, para generar procesos de reintegración y para devolver la confianza en las instituciones castrenses y estatales (Uprimmi, 2006, y Teitel, 2003).

“De ahí que la discusión se torne más centrada en lo local; esto es, en la manera en que los nuevos gobiernos democráticos restaurarán la paz nacional, someterán a los culpables de crímenes durante los regímenes anteriores, y avanzarán en la construcción de una sociedad incluyente y libre de violaciones a los Derechos Humanos” (Rodríguez, 2011, p. 54).

Si bien las discusiones no se centraron exclusi-vamente en la organización militar y la responsa-bilidad de sus máximos dirigentes, si fue una pie-dra angular del debate, ya que las tensiones que surgieron en torno al equilibrio que debería darse entre verdad, justicia y paz, estaban directamente relacionados con el trato que recibieran los secto-res militares comprometidos en violaciones de de-rechos humanos (Teitel, Uprinmy y Saffon, 2005). La conclusión de este debate llevó a entender que no se podían realizar tribunales similares a los de Núremberg, porque en esos casos ninguna de las partes se asumía como derrotada y responsable de los costos humanos, políticos y económicos de la guerra (como sucedió con Alemania), sino que por el contrario, entraban en un proceso de paz, libremente y por voluntad propia; esta condición complejizaba el proceso de aplicación de estos mecanismos.

Así, la evolución histórica de la justicia transicio-nal ha llevado a la consolidación de éste como mecanismo neutral e instancia de judicialización a los responsables de crímenes de lesa humani-dad, genocidio y crímenes de guerra (Uprinmy y Saffon, 2005) y como mecanismo político de so-

lución pacífica a conflictos internos.

Estas distintas experiencias de justicia transicional podrían ser tipificadas y clasificadas en función de la importancia dada al castigo de los responsables, y/o a los procesos de perdón y olvido dado a los mismos. A partir de esto se pueden construir cua-tro categorías históricas (Uprinmy y Lazo, 2004, pp. 90-105):

a. Procesos que podrían denominarse amné-sicos (amnistías generales sin estrategias de perdón y reconciliación), en donde los res-ponsables de las acciones irregulares son exonerados políticamente de las responsabi-lidades penales a lugar. Este modelo ha sido valorado por distintos autores como deficien-te, en la medida en que dejan vacíos históri-cos y daños sociales sin resolver ni reparar.

b. Los segundos se denominan perdones com-pensadores y están caracterizados por tratar de buscar un equilibrio entre los derechos de las víctimas y las necesidades de nego-ciación, las cuales se compensan a través de comisiones de la verdad y algunas medidas reparadoras para las víctimas, en el marco de un proceso de amnistía. Ejemplo de este mo-delo es el caso chileno de la pos dictadura y El Salvador en la finalización del conflicto, en donde se exoneró de castigos penales a los responsables (de ambos bandos) de la comi-sión de crímenes, pero exigiéndosele proce-sos públicos de reparación y de verdad.

c. El tercer modelo, llamado perdones respon-sabilizantes, es propio de los procesos de paz que buscan “garantizar los derechos de las víctimas y los deberes del Estado para el establecimiento de la verdad, el castigo de los victimarios y la reparación de los afecta-dos. La concesión de perdones, (sic) es ex-cepcional e individualizada, y se regula por los principios de proporcionalidad” (p. 92).

Se fundan las seccionales Magdalena y Valle del Cauca.

Creación del Fondo de Ayuda Mutua, hoy Avode.

1963

Se crea la medalla Rafael Reyes.

1961 1965

Page 14: Edición 126 Noviembre 2015

REVISTA ACORE ________ 2015

12

Estos principios son los siguientes:

“i A mayor gravedad del crimen, menor posibili-dad de perdón.ii A mayor responsabilidad militar (nivel de man-do) o social del victimario, menor posibilidad de perdón.iii. A mayor contribución a la paz, a la verdad y a la reparación, mayores posibilidades de perdón” (Uprimmy, 2006).

Es decir, se excluye cualquier posibilidad de indul-to total a los responsables, abriendo posibilidades de negociación (disminución de penas, casas por cárcel, etcétera).

a. Finalmente, está el modelo de transición punitiva, en el que la premisa central es que sólo el castigo ejemplar a los responsables permite la transición hacia la democracia y el Estado de Derecho. Usualmente, estos pro-cesos se realizan mediante la instauración de tribunales y suponen la inexistencia de pro-cesos de negociación. La siguiente tabla se-ñala los elementos centrales de cada uno de estos tipos, centrándose en los procesos de perdón y aplicación de justicia que cada uno tiene implícito:

Tabla N° 1. Tipología de justicia transicional.

Perdones amnésicosPerdones

compensadoresPerdones responsabilizantes Transiciones punitivas

Amnistías generales.

Buscan facilitar la nego-ciación de la paz.

No se garantiza la ver-dad, justicia ni repara-ción.

Amnistías generalesComisiones de verdad.

ReparaciónSe busca compensar el perdón otorgado con verdad y reparación.

Comisión de verdad con exigencia de confesión total.

Reparaciones.

Perdones individuales.

Equilibrio entre perdón y reconciliación.

Castigo a los responsables.

Se parte de la idea que sólo con el castigo es posible erigir un orden democrático nuevo, fundado en el respe-to a los derechos humanos.

Fuente: Observatorio Legislativo del Instituto de Ciencia Política, 2013.

1969

Se funda la seccional Antioquia.

1966 1968

Fundación de la seccional Bolívar.

ACORE adopta su segundo escudo.

Page 15: Edición 126 Noviembre 2015

EDICIÓN No. 126

13

Y en esta otra se tipifica a los mecanismos de jus-ticia según la forma en la que se concibe el proce-

so de transición y los procesos de reparación que cada uno trae implícito (Uprinmy, 2004).

Tabla N° 2. Mecanismos de justicia transicional.

Tribunales ad hoc de justicia impuesta

Amnistías e indultos plenos. Auto amnistías y perdones

recíprocos

Investigación y persecución penal ordinarias sin

comisiones de verdad

Transiciones democráticamente legitimadas

Se busca trabajar sobre el pasado para no re-petirlo.

Los castigos son ejem-plarizantes y selectivos (jefes).

Es justicia de vence-dores.

No existe contraprestación alguna.Impunidad total.

No hay garantía de la ver-dad, justicia ni la reparación integral.

Se presenta una reconci-liación negativa, pues no establece las causas del conflicto ni realiza cambios para evitar repetirlo.

Pueden generar violencia en el futuro.

Retribución por encima de la reparación.La víctima ocupa un lugar secundario.

Los juicios se llevan a cabo por medio del procedimiento ordinario, pero por lo general son susceptibles a presiones políticas.

El objetivo es recordar y perdonar.

Reconciliación con responsabilidad.

Discusiones sociales amplias.

Formas de consulta popular.

Negociaciones y acuerdos de paz.

Procedimientos especiales para juzgar los crímenes graves.

Penas inferiores condicionadas a pedir perdón, decir toda la vedad, reparar y obligarse a no repetir.

Amnistías e indultos para los delitos políticos.

Fuente: Observatorio Legislativo del Instituto de Ciencia Política, 2013.

Ahora bien, como se desprende de lo señalado anteriormente, se hace necesario tomar en cuenta los presupuestos de verdad, justicia, reparación y no repetición, como elementos necesarios e indis-pensables de la llamada justicia transicional.

Pilares de la justicia transicional

En su informe final de relator especial sobre la impunidad y conjunto de principios para la protec-ción y la promoción de los derechos humanos me-diante la lucha contra la impunidad, Louis Joinet es-tablece que los Estados tienen cuatro obligaciones inderogables y exigibles incluso en procesos de transición: la satisfacción del derecho a la justicia; la satisfacción del derecho a la verdad; la satisfac-ción del derecho a la reparación de las víctimas y

la adopción de reformas institucionales y otras ga-rantías de no repetición (Joinet, 1997).

Justicia

Con el fin de evaluar los efectos de la justicia en épocas de transición, es necesario tener en cuenta el marco temporal y las condiciones en las cuales se crea. Así, durante la fase de conflicto armado, la efectividad de la justicia se ve reducida y sus efec-tos simbólicos son mínimos. En esta etapa es mucho más probable que los únicos modelos de justicia en épocas de transición que encontremos sean los tri-bunales penales internacionales, pues éstos cuentan con la posibilidad de ejercer presión desde afuera para la regularización de la guerra y para la termina-ción del conflicto (Human Rights Watch, 2009).

1970

Primera reunión plena de la junta directiva y los presidentes de las seccionales.

En Norte de Santander se funda la seccional.

Fundación de las seccionales de Atlántico y Meta.

1972

Page 16: Edición 126 Noviembre 2015

REVISTA ACORE ________ 2015

14

El Estado colombiano está obligado, por manda-to internacional, a investigar, juzgar y condenar a los responsables de graves violaciones de los de-rechos humanos a penas acordes con las acciones realizadas. Desde la perspectiva del Sistema Inte-ramericano de Derechos Humanos, esta obligación está estructurada por los artículos XVIII y XXIV de la Declaración Americana de Derechos Humanos y de los artículos 1-1, 2, 8 y 25 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos. Así mismo, la obligación de investigar y judicializar a quienes transgredan las normas del derecho internacional humanitario, se encuentra establecida en los cuatro Convenios de Ginebra de 1949 y en el primer Pro-tocolo Adicional a los mismos (Convenio I, artículo 49; Convenio II, artículo 50; Convenio III, artículo 129; Convenio IV, artículo 146; Protocolo I, artícu-lo 85). Acorde con esta normatividad, los Estados tienen la responsabilidad y obligación inderogable de adoptar todas las medidas necesarias para com-batir la impunidad, entendida como “la falta de in-vestigación, persecución, captura, enjuiciamiento y condena de los responsables de violaciones de los derechos humanos” (Corte IDH, 1998a, párr. 173; Corte IDH, 1998b, págs. 168 y 170; Corte IDH, 2000, párr. 211; Rettberg, 2005).

Las obligaciones estatales contenidas en el princi-pio del derecho a la justicia pueden ser condensa-das en cinco (5) grandes puntos:

a. “el deber de sancionar a todo aquel que co-meta una grave violación en contra de los de-rechos humanos,

b. la obligación de imputar penas apropiadas a los responsables,

c. el compromiso del Estado de investigar to-dos los casos de graves violaciones a los de-rechos humanos,

d. la posibilidad de las víctimas de contar con el derecho de acceso a la justicia, y

e. la obligación de garantizar un debido proce-so” (Rettberg, 2005, pp. 25 y 26).

Verdad

Los principios primero a cuarto del conjunto de principios para la protección y la promoción de los derechos humanos mediante la lucha contra la impunidad (Joinet, 1997 y Reittberg, 2005) estable-cen el “derecho inalienable a la verdad”, el “deber de recordar” y el “derecho de las víctimas a saber”.

En el marco de este derecho a la verdad, se debe establecer que hay una manifestación propia de la víctima, en la que se espera que ésta acceda y co-nozca plenamente a los responsables que perpe-tuaron el hecho victimizante y los motivos que les llevaron a hacer tal cosa. Pero también, hay un com-ponente colectivo, que obedece a la necesidad de esclarecer contextualmente el porqué de las viola-ciones masivas y sistemáticas al Derecho Interna-cional Humanitario y a los Derechos Humanos en el marco del conflicto armado.

Se debe pensar en la construcción de una memo-ria histórica compartida. La verdad es la base de la justicia.

Reparación

La justicia transicional establece distintas posi-bilidades de reparar integralmente a las víctimas, dependiendo, por supuesto, del tipo de afecta-ción que éstas tienen en los distintos escenarios de conflicto, tal y como se constata en los “princi-pios 16 a 25 de los Principios y directrices básicos sobre el derecho de las víctimas de violaciones de las normas internacionales de derechos humanos y del derecho internacional humanitario a interpo-ner recursos y obtener reparaciones (ONU, 2004), originados en los trabajos de Theo van Boven y M. Cherif Bassiouni (Rettberg, 2005), en donde se es-tablecen estándares internacionales que plantean los mecanismos, principios y objetivos de la repa-ración individual a las víctimas. Vale la pena señalar que la promulgación de la Ley 1448 de 2011 se en-marca en dichos principios.

1973

Se funda la Revista Acore.

Creación del Departamento de Socios.

Creación del Departamento de Contabilidad y Auditoría Interna.

Page 17: Edición 126 Noviembre 2015

EDICIÓN No. 126

15

Angelica Rettberg (2005) establece que uno de los elementos centrales en la reparación es lograr llegar a la restitución, entendida ésta, como la ca-pacidad estatal de devolver a la víctima a la situa-ción previa al hecho victimizante, entendiendo que esa situación previa debe ser discernida de forma integral: derechos políticos, económicos y sociales.

Los mecanismos de reparación que le compete diseñar al Estado, deben velar por atender inte-gralmente a la víctima, garantizando condiciones económicas de subsistencia, estableciendo princi-pios de reparación simbólica (centrados en la di-gnidad de la víctima) y permitiendo que haya un tránsito estable a una situación posconflictual.

No repeticiónEl elemento central de la justicia transicional está

en generar garantías de no repetición y de pre-vención, tal y como lo establecen los principios de Joinet y los de Van Boven y Bassiouni y en gene-ral giran en torno a garantizar una justicia fuerte y

efectiva que minimice la percepción de impunidad y que disminuya el accionar delictivo de los actores ilegales; la minimización de las acciones armadas que realizan los grupos armados dentro de un terri-torio y toda una serie de acciones integrales reali-zadas por el Estado para evitar la continuidad del conflicto y para prevenir las acciones que transgre-da a los derechos humanos:

“las garantías de no repetición de las vulnera-ciones graves de los derechos humanos y el dere-cho internacional humanitario son de tres clases: (1) medidas encaminadas a disolver los grupos armados paraestatales; (2) medidas de derogación de las disposiciones de excepción, legislativas o de otra índole que favorezcan las violaciones; y (3) me-didas administrativas o de otra índole que deben adoptarse frente a agentes del Estado implicados en las violaciones” (Rettberg, 2005, p. 45).

Así, que cabe preguntarse: ¿Cómo garantizar la no repetición?, máxime cuando siguen presentán-

El entonces presidente Misael Pastrana Borrero inaugura la sede actual.

Se expide el Decreto Ley 1305, que concedió el 100% de la asignación de retiro a viudas, que hasta ese año era solo del 66%.

1975

Se conforma el primer Comité Femenino.

19741973

FOTO

: gui

llerm

ocra

cia.

blog

spot

.com

Douglas MacArtur acepta la rendición de Japón durante la Segunda Guerra Mundial.

Page 18: Edición 126 Noviembre 2015

REVISTA ACORE ________ 2015

16

dose el nacimiento de nuevos grupos armados y las dinámicas del conflicto no parecen tender a de-saparecer.

Aplicabilidad de la justicia transicional en Co-lombia

Las negociaciones de paz que ha entablado el Gobierno nacional con los diversos grupos al margen de la ley, buscan instaurar un proceso de justicia transicional en un contexto de conflicto, lo que conduce a pensar –como lo señala el profesor Rodrigo Uprinmy (2006)– que nos encontramos en un “proceso transicional sin transición”, ya que los resultados pueden apuntar a una “paz fragmentaria y parcial”. De ese modo, a pesar de que uno o va-rios de estos grupos armados decidan involucrarse en conversaciones de paz y comenzar a idear me-canismos transicionales, los demás persistirán en la guerra y, como tal, impedirán que la transición de aquéllos sea completa y definitiva; tal y como lo han evidenciado los distintos procesos de negocia-ción que se han desarrollado en el país.

En ese sentido, se debe velar porque las exigen-cias de verdad, justicia, reparación y no repetición sean observadas durante y después del proceso de paz, a fin de garantizar los derechos de las víctimas del conflicto e impedir que dicha negociación se convierta en consecuentes actos de impunidad.

Por ello, se podría plantear que de acuerdo a los lineamientos propuestos, la llamada justicia transi-cional prácticamente no se ha iniciado en Colom-bia, pues el conflicto armado continúa y, aunque se abrieron canales para su terminación, éstos son complejos y están en proceso de consolidación. La confianza y credibilidad del proceso emana de sus logros y del equilibrio que se logre entre justicia, verdad y caminos abonados para alcanzar la paz, a través de estrategias intermedias que contribuyen a lograr el objetivo de la justicia transicional en un clima de reconciliación (Mattes, 2012).

Los debates políticos y académicos que se han dado entorno a la aplicabilidad de la justicia tran-sicional dan cuenta de unas luchas políticas muy necesarias, derivadas de la ausencia de consensos absolutos sobre el tipo de castigo que se debe impartir, sobre las formas de reparación o sobre las variables para definir quiénes son las víctimas reales. En particular, el debate sobre la responsabi-lidad del Estado en la violación sistemática de los derechos humanos o sobre el nivel de alternativi-dad que se le debe otorgar a las Farc en el momen-to de aplicar justicia. Planteamientos que abren el debate jurídico y político sobre otros mecanismos de aplicación de justicia y formas de asumir la repa-ración por parte del Estado (De Gamboa y otros).

En lo que sí parece haber un consenso es en que las fallas que se cometan en este proceso, pueden devenir en futuras confrontaciones y en una desle-gitimación de las instituciones judiciales, militares y estatales en general. La Comisión Colombiana de Juristas señala en estos términos esta necesidad:

“Para que ese laudable propósito se convierta en realidad, es necesario que los derechos de las víc-timas del conflicto armado sean garantizados ade-cuadamente. De no ser así, además de cometerse una grave e inadmisible injusticia, se corre el riesgo de poner en peligro la estabilidad de la paz y dar lugar por el contrario a una intensificación de la violencia. Si el proceso de paz no está sólidamente sustentado en los derechos a la verdad, la justicia y la reparación, quedará expuesto a sufrir múltiples, prolongados y demoledores ataques jurídicos ante tribunales nacionales e internacionales” (2013).

Si bien la negociación implicará un proceso de aplicación transitoria de la justicia a los respon-sables de cada uno de los actores armados, ésta transitoriedad no puede pasar por encima de los marcos establecidos por la legislación internacio-nal, ni por los principios constitucionales que rigen al sistema judicial colombiano; y de hacerlo exige

1976 1979

ACORE recibe la visita de Alfonso López Michelsen, presidente de la República para aquel entonces.

Se funda la seccional de Boyacá.

1975

ACORE adquiere la casa donde funciona la sede nacional.

Page 19: Edición 126 Noviembre 2015

EDICIÓN No. 126

17

unos consensos sociales muy fuertes, que legitimen decisiones políticas y jurídicas de tal naturaleza:

“Reconocemos que el llamado Marco Jurídico para la Paz ha sido concebido con la mejor inten-ción de facilitar dicha negociación, pero con toda consideración debemos decir que en este caso el remedio puede resultar peor que la enfermedad. Esta reforma constitucional autoriza al Estado para renunciar a la persecución judicial penal de viola-ciones de derechos humanos y de graves infrac-ciones al derecho humanitario” (CCJ; 2013).

Como lo reconoce Alejo Vargas, los procesos de negociación y los debates políticos que de éste emergen, son un escenario ideal para poder discu-

tir temas neurálgicos para las democracias que se quieren instaurar, reflexionando sobre el tipo de Es-tado que se debe conformar para garantizar plena-mente la no repetición de las acciones victimizantes.

Conclusiones

Al realizarse el rastreo jurisprudencial a lo largo de la historia de Colombia, se constata que las expe-riencias de aplicación de los mecanismos de justicia transicional han sido usuales en la historia reciente del país. En los diversos procesos de negociación política que los distintos gobiernos nacionales han asumido, se han generado disposiciones normati-vas para poder avanzar en la solución pacifica de las confrontaciones.

1984

El periódico ACORE estrena nuevo formato.

1982

ACORE recibe la visita del presidente Belisario Betancourt Cuartas.

Cauca y Quindío fundan sus seccionales.

1983

Conversatorio Jurisdicción especial para la Paz , realizado en ACORE en Octubre de 2015

Page 20: Edición 126 Noviembre 2015

REVISTA ACORE ________ 2015

18

A partir de esto se pueden señalar dos conclu-siones generales puntuales: en primer lugar, la vo-cación y voluntad del Estado por resolver política y definitivamente el conflicto colombiano con los distintos grupos irregulares, evidenciado en los di-versos procesos de paz que se han llevado a cabo con las guerrillas liberales, las Farc, ELN, EPL, M-19, Movimiento Guerrillero Quintín Lame y las AUC.

En segundo lugar, pone de presente que pese a los procesos de negociación exitosos (M-19, EPL, AUC, etc.) y a las transformaciones jurispruden-ciales desarrolladas para afrontar dichas negocia-ciones (Ley 35 de 1982, Ley 77 de 1989, Ley 975 de 2005 y el reciente Marco Jurídico para la Paz) los niveles de violencia no han decrecido y de hecho se presentaron situaciones tan críticas como los al-tos niveles de acciones violentas que se produjeron a mitad de la década de los noventas, en los que se incrementaron el número de secuestros, “tomas guerrilleras” a cabeceras municipales, desplaza-miento forzado, reclutamiento de menores, entre otros indicadores de violencia (Centro Nacional de Memoria Histórica, 2011).

La tipificación realizada en este artículo, evidencia que una de las dificultades principales en el mo-mento de consolidar la paz posterior a estos proce-sos de negociación, está en que las negociaciones se centraron en lograr el desarme y la desmovili-zación de los actores irregulares, sin dar el debido peso y atención a la construcción de verdad y jus-ticia que lograran minimizar la percepción de im-punidad; y que a su vez, sería determinante para otorgar legitimidad a los resultados políticos y judi-ciales de la negociación.

Como lo muestra la construcción tipológica reali-zada, se debe garantizar procesos de negociación –basados en instrumentos de justicia transicional– que permitan un equilibrio entre verdad y olvido y entre justicia y perdón; garantizando que la socie-dad se sienta realmente reparada, y para permitir procesos de reconciliación entre las partes, transi-tando a escenarios de pos conflicto.

Finalmente, queda planteado el debate sobre cómo avanzar en procesos de verdad, justicia, re-paración integral y garantías de no repetición, en el marco de un conflicto que sigue activo y que por

ello sigue generando hechos victimizantes y afec-tación a la población civil, lo que a su vez deslegiti-ma los acuerdos de las negociaciones. Si bien, los fundamentos teóricos y conceptuales de la justicia transicional están pensados para contextos de pos conflicto, el reto de la sociedad colombiana es lo-grar consolidarlos en las circunstancias actuales.

Referencias

Congreso de la República (1982) Ley 35 de 1982, Bogotá : Con-greso de la República. Congreso de la República (1989) Ley 77 de 1989, Bogotá : Con-greso de la República. Congreso de la República (2005) Ley 975 de 2005. Bogotá : Congreso de la República.Congreso de la República. (2011). Ley 1448 de 2011. Bogotá: Congreso de la República. Recuperado de: http://www.secreta-riasenado.gov.co/senado/basedoc/ley_1448_2011.htmlCongreso de la República. (2010). Ley 1424 de 2010. Bogotá: Congreso de la República. Recuperado de: http://www.secreta-riasenado.gov.co/senado/basedoc/ley_1424_2010.htmlCongreso de la República. (2012). Acto Legislativo 01 de 2012: Por medio de la cual se modifica la Ley 975 de 2005. Constitu-ción política de Colombia. Bogotá: Legis 2014.De Gamboa Tapias Camila y Castellanos Ethel Nataly. Universi-dad de los Andes, Especialización en Resolución de Conflictos Armados, Justicia Transicional (Agenda de paz 2). Mattes, Daniel (2012) Nunca más: Trials and Judicial Capacity in Post-Transitional Argentina, Center for Democracy, Development Observatorio Legislativo del Instituto de Ciencia Política. (2011, Diciembre). “Justicia transicional, marco legal para la paz”. Bo-letín Nº 191. Recuperado de: http://issuu.com/sf4w-icp/docs/boletin_191/1Rettberg, Angélica (2005) Entre el perdón y el paredón: Pregun-tas y dilemas de la justicia transicional. Bogotá, Universidad de los Andes.Rincón Tatiana (2010). “Verdad, justicia y reparación. La justicia de la justicia transicional”. Editorial Universidad del Rosario, Bo-gotá, D.C.,Rodríguez, Gina Paola. (2011). Los límites del perdón. Notas so-bre la Justicia Transicional en Sudáfrica, Centroamérica y Colom-bia. Buenos Aires, Universidad de Buenos Aires.Teitel, R. (2003). Genealogía de la Justicia transicional. Harvard Human Rights Journal, Vol. 16, pp. 69-94. Uprimny, R y LASSO, L. (2004). “Verdad, reparación y justicia para Colombia: Algunas reflexiones y recomendaciones”, en Conflicto y seguridad democrática en Colombia. Temas críticos y propuestas. Bogotá: Fundación Social, FESCOL, Embajada de Alemania, pp. 88-101. Uprimny, R y SAFFON, M. (2005). “Justicia Transicional y Justicia Restaurativa: Tensiones y complementariedades”, en Angélica Rettberg (Edit.) Entre el perdón y el paredón. Preguntas y Dile-mas de la Justicia Transicional, Bogotá: Ediciones UNIANDES/ IDRC.Uprimny Yepes Rodrigo (2006) “Las enseñanzas del análisis comparado: procesos transicionales, formas de justicia transi-cional y el caso colombiano, en ¿justicia transicional sin transi-ción? Verdad, justicia y Reparación para Colombia”, Centro de Estudios de Derecho, Justicia y Sociedad (DeJusticia), Bogotá.

Page 21: Edición 126 Noviembre 2015

EDICIÓN No. 126

19

He tenido la oportunidad de recorrer varios países para tratar este tema del postconflicto,

reuniéndome con los militares retirados que fueron los que ejercieron la autoridad y desarrollaron las operaciones en los momentos de máxima confron-tación que precedieron a los respectivos procesos de paz. La mayoría de esos países tuvieron gobier-nos militares y también fuertes acusaciones por vio-laciones sistemáticas de los derechos humanos.

En Colombia nunca hemos incurrido en viola-ciones a la Constitución ni suplantación de la au-toridad civil y por esta razón no podemos permitir que se nos compare con otros países, porque el combate al terrorismo, la narcoguerrilla y demás agentes generadores de violencia, lo hemos eje-cutado dentro de la ley y con el apoyo y reconoci-miento de la población.

General (RA) Manuel José Bonett LocarnoDocente investigador de la Universidad del Rosario.

Las Fuerzas Militares en el postconflicto

Page 22: Edición 126 Noviembre 2015

REVISTA ACORE ________ 2015

20

La sociedad de Colombia no nos detesta como sí observé en otros países donde los militares tenían que viajar a sus oficinas vestidos de civil por que la población no los quería ver. En Colombia los mi-litares somos una institución que en las encuestas aparece con el 82% de aceptación pública, muy por encima de otras instituciones representativas de nuestra democracia. Ello demuestra el aprecio y el respeto que la sociedad colombiana le tiene a su Fuerza Pública. Algunas instituciones minoritarias se han dedicado a una campaña de desprestigio con el fin de recaudar fondos y lograr personerías internacionales mediante una estrategia de acusa-ciones con falsos testigos que no tienen otro obje-tivo que apoyar veladamente a los agentes genera-dores del conflicto y conseguir de paso dinero por las reparaciones con que se sanciona a Colombia. Gran parte del dinero de estas reparaciones, que-da en los bolsillos de los abogados que componen estos colectivos.

Hablaba uno de los expositores de la Corte en este foro sobre la fuerza pública de Guatemala. Es-tuve reunido con los militares que tuvieron respon-sabilidades sobre el proceso de paz de ese país y se manifiestan engañados por lo que decidieron los negociadores civiles y la guerrilla al presentar una ley de amnistía, de perdón y olvido. Además impusieron una Comisión de la Verdad que ter-minó culpando al Ejército de todos los males de la guerra.

Esas leyes de amnistía para los militares ya fueron derogadas en la mayoría de los países de América Latina. Faltaba la de Chile, y la presidenta Bachelet ya presentó en el congreso el proyecto de ley que deroga esa amnistía para los militares. También me reuní con militares retirados de Uruguay, que eran simplemente oficiales subalternos en la época de la violencia terrorista y la situación de ellos es muy crítica. Mi conclusión en este primer punto es que en el proceso de toma decisiones políticas después de un proceso de paz, la opinión nacional no cuen-ta como tampoco se considera el sometimiento de

los militares a la autoridad civil y mucho menos su sacrificio.

En el caso colombiano, los conflictos internos des-de los años cuarenta, han sido de carácter eminen-temente político empezando por la llamada vio-lencia que no fue sino una confrontación irracional entre los partidos liberal y conservador de esa épo-ca. Ese es el origen de la actual confrontación, pero es más rentable al final de las guerras juzgar a los militares ya que los políticos y cabecillas guerrille-ros normalmente pasan a alternarse en el poder. La clase política de América Latina nunca responde por sus pecados y parece eterna en medio de su probada insensibilidad y perversidad que 200 años después de la independencia, nos mantiene en un estado de atraso que no se corresponde con los inmensos recursos que se han gastado.

En cuanto se refiere al caso colombiano es nece-sario comenzar por el denominado postconflicto. Mucho se escucha en foros, se lee en los periódicos y se ve en la televisión sobre este tema. Podemos imaginarnos lo que se va a firmar en La Habana, que será lógicamente un acuerdo de cese bilateral del fuego con su contenido fundamental del cese de hostilidades, más unas condiciones mínimas para que el país comience a retomar la seguridad ciudadana, y las condiciones de vida permitan un mejor desempeño de la nación en todos los cam-pos sin la interferencia del terrorismo y la corrup-ción. Esta condición es necesaria y urgente en un país que como el nuestro, no conoce la paz.

En La Habana no se firmará la paz porque eso es una actitud de la Nación que requiere un proce-so más largo que incluye aspectos fundamentales como son el perdón, el olvido y la reconciliación, sin olvidar la reparación y la aceptación de las res-ponsabilidades. Además se requiere que la política haga lo que tiene que hacer, que no es otra cosa que velar por el bien común y cumplir con los fines esenciales del Estado. Colombia lo que necesita es una reconstrucción social, material, moral, econó-

Fundación de la seccional Tolima.

Se institucionaliza el Día de las Reservas de las Fuerzas Armadas.

ACORE presenta en sociedad su himno (letra del BG. Gabriel Puyana García y música del presbítero salesiano Andrés Rosa) y su bandera.

19851984 1984

Page 23: Edición 126 Noviembre 2015

EDICIÓN No. 126

21

mica, jurídica, política y muchas más. A eso lo llama-mos postconflicto, y yo calculo que puede tomar una o dos generaciones. El tema de las hostilidades no se refiere a la confrontación armada en sí, sino que contiene todos los actos contra la población, las instituciones y los recursos nacionales. Incluye el reclutamiento irregular, la extorsión, los crímenes sexuales, el narcotráfico, la minería ilegal, los trá-ficos en general y todo tipo de actividad delictiva que ponga en peligro la seguridad de la Nación.

Dos condiciones indispensables para que el proceso tenga éxito son: la previa concentración de todas las bandas que conforman las Farc en zo-nas seleccionadas por ambas partes y la entrega de armas. El gobierno colombiano debe responder por la logística y seguridad de esta concentración.

Sin estas dos condiciones, no puede haber firma de la paz.

Antes de continuar con la posible solución ne-gociada, debemos hacernos esta pregunta: ¿Qué es el conflicto colombiano?, ¿será que es una simple confrontación armada entre los actores del conflicto? Y si así fuera, ¿cuáles son esos actores del conflicto? La tendencia política interna y también la internacional prefiere afirmar que los actores se re-ducen a los guerrilleros y a los soldados; que ellos son los culpables de todo. La clase política se desli-ga hábil y malignamente de cualquier responsabi-lidad política, social, económica y, también, históri-ca, sin olvidar su participación en el paramilitarismo que en Colombia comenzó con otros nombres des-de los albores de esta guerra. En otras palabras y

Se funda la seccional Caldas.

1987

Virgilio Barco Vargas visita la sede nacional de ACORE.

1986

Carlos Lleras Restrepo, ex presidente de la República

1987

Foto

: reg

ionc

arib

e.or

g

Colombia hoy muestra índices de desarrollo social que dan vergüenza ante la opinión internacional.

Page 24: Edición 126 Noviembre 2015

REVISTA ACORE ________ 2015

22

de acuerdo con este pensamiento, si mañana de-saparecen tanto la Fuerza Pública como la guerrilla, el conflicto desaparecería de forma milagrosa. Ante esta posición simplista que comparten la academia, la clase política y gran parte de la opinión interna-cional que desconoce la realidad colombiana, nos podemos preguntar: ¿Quién es el perpetrador del despojo de tierras, del desplazamiento forzado, de la organización de grupos de autodefensa y de la inequidad rampante que afecta a nuestro país?, ¿y que podemos decir de la corrupción que ha sa-queado nuestras arcas durante siglos?

Colombia hoy muestra índices de desarrollo social que dan vergüenza ante la opinión internacional, y tenemos fama de ser uno de los países más ricos de Latino América, pero eso es gracias a la naturaleza porque el liderazgo nacional ha fallado totalmente en la conducción del estado. Estos crímenes que acabo de enunciar no son producto de la guerra sino de la asimetría social de Colombia, causa pri-maria de la confrontación. A la opinión colombiana y a los militares y policías nos gustaría escuchar al-guna vez una respuesta a este interrogante.

Cuando mi generación comenzó la carrera militar, encontramos que el país había cambiado su estruc-tura de tenencia de tierras porque el tema agrario cambió por la fuerza, el asesinato y las masacres ejecutadas durante la violencia bipartidista de los años 40 y 50. Creo que esta violencia patrocinada y originada por grandes personajes nacionales que después fueron presidentes de la República y ocu-paron la totalidad del poder político de Colombia fue la culpable del gran cambio que sufrió nuestra clase campesina y de la urbanización del país que hoy, de acuerdo con las últimas cifras del DANE, es del 80% de colombianos viviendo en las ciudades y solo un 20% en el campo.

Estos líderes que provocaron la llamada violen-cia liberal–conservadora decidieron terminar la confrontación armada cuando la situación estaba fuera de control y acordaron repartirse el poder durante el llamado Frente Nacional. Pero no todo

terminó ahí, porque en la actualidad ese mismo po-der político y económico lo detentan sus epígonos. Creo que esta es la causa de la drástica reducción de la producción agrícola debido a lo cual, nuestro país paso de ser autosuficiente en alimentos a ser hoy un neto importador. Todo esto gracias a la irra-cional confrontación ideológica entre los grandes líderes de nuestra nación, lo que posteriormente dio inicio a lo que hoy llamamos el conflicto interno armado o simplemente la guerra interna.

Para esta época, el Ejército no estaba comprome-tido en esa lucha, no teníamos una Policía Nacional profesional que respondiera por el orden público y el mantenimiento de la seguridad interna estaba a cargo de una policía política llamada “La Chula-vita” que solo servía para cumplir los designios del gobierno de turno. Tampoco existía la guerrilla y sin embargo durante esa época se cometieron las peores masacres de nuestra historia, cuya cifra ge-neralmente aceptada es de 300.000 muertos. Aquí cabe preguntarnos ¿Quién o quienes cometieron tantos asesinatos si para la época no existían fuer-zas formalmente enfrentadas en la zona de com-bate, exceptuando tal vez a las llamadas guerrillas del Llano, que muy pronto se desmovilizaron? Tam-bién serían válidas las preguntas: ¿Cuáles fueron los actores del conflicto en esa terrible confronta-ción? ¿Por qué en la actualidad se tiende a creer y se ha vendido la idea de que esta confrontación colombiana es producida por la fuerza pública y en algunos casos por la guerrilla? Pero la historia nos enseña que sus raíces están en otros frentes del po-der nacional. Mi conclusión en este primer punto es que el conflicto armado colombiano no puede reducirse a la simple confrontación de soldados y guerrilleros porque es muy amplia la participación de casi todos los sectores sociales del país por di-ferentes razones, bien sean económicas, políticas o sociales.

Entrando al caso de hoy que se refiere al postconflicto, quisiera iniciar con tres preguntas. La primera es: ¿cuál es la cantidad de conflicto que se va a desactivar en Colombia en caso de que las

1990

En Risaralda se funda una nueva seccional.

1991

El periodo presidencial en ACORE se amplía a dos años.

1994

ACORE adopta su actual escudo.

Page 25: Edición 126 Noviembre 2015

EDICIÓN No. 126

23

Farc decidan acogerse a la vida legal? En segun-do lugar nos preguntamos: ¿qué amenazas para la seguridad nacional quedan vigentes y que repre-sentan un verdadero peligro tanto para la pobla-ción como los recursos naturales y las instituciones? Finalmente el interrogante básico para mi es ¿cuál es el estado de la construcción social que tiene Colombia para afrontar el postconflicto que debe tener como ya se dijo una alta dosis de tolerancia, perdón y olvido? ¿Estamos los colombianos en ca-pacidad de perdonar y de entrar a la convivencia y el estado colombiano tiene la capacidad para lide-rar esa reconciliación?

Lo que nos debe preocupar hoy es el crucial as-pecto de la seguridad ciudadana, porque de ella dependen las demás estructuras de la Nación tales como la producción, la economía, el comporta-miento social, las relaciones internacionales y mu-chas otras variables que nos deben configurar en el futuro como un Estado viable. Nuestra genera-ción empezó su vida bajo el combate y la confron-tación descrita en párrafos anteriores y mal que bien la Fuerza Pública ha sostenido el armazón de

la República mientras otros frentes del poder nacio-nal han fallado lamentablemente en la mayoría de los puntos que se requieren para que una Nación funcione; esa es la razón por la cual la construcción social nos preocupa tanto, porque ella no será po-sible si no hay un cumplimiento de las necesidades básicas insatisfechas y el país no sigue observan-do el creciente y lamentable fenómeno de la mala política y de su hija directa, la corrupción. La solu-ción está de manera excluyente en manos de los líderes que manejan las instituciones del Estado.

Entonces, el postconflicto y las tres preguntas formuladas anteriormente, que se refieren a la cantidad de conflicto que se va a desactivar, a las amenazas que seguirán vigentes, y a la calidad de nuestra construcción social para afrontar el postconflicto, ¿nos permitirán una vez se firmen los acuerdos con las Farc vivir una vida más tran-quila y producir más? Lo que observamos hoy en la vida nacional reflejada en los medios de comu-nicación es una completa inseguridad ciudadana, representada en las ciudades por la intolerancia, la violencia intrafamiliar, los asaltos a bancos, al-macenes, buses, residencias, el tráfico humano, el narcotráfico, las violaciones a mujeres, inclusive en los buses y de más actos que perturban la vida so-cial ¿Tienen algo que ver con el combate armado que se conduce en las áreas rurales del país? Por eso es bueno repetir: no está bien creer que si se firma un acuerdo con las Farc en la Habana, vamos a lograr la paz para Colombia. El último informe del Instituto de Medicina Legal sobre la violencia y la inseguridad de Colombia, nos permite deducir que de los 25.225 casos por muertes violentas reporta-das en el país en el 2014, solo el 10% corresponde al conflicto entre los grupos armados ilegales y las fuerzas de seguridad. Habría que averiguar si ese 90% restante va a desaparecer en el caso de que se firmen los acuerdos de La Habana. Se requiere una acción del Estado mucho más profunda para que nuestra Nación alcance términos más tolerables en materia de seguridad y las decisiones deben llevar a soluciones integrales y de largo plazo.

Todo esto nos permite, a mi juicio, adelantar una conclusión inicial que parece simple pero que no es entendida por grandes sectores de la Nación y por la casi totalidad de la academia, que consiste en que el llamado conflicto colombiano no es pro-ducto simplemente de la confrontación activa entre

No podemos olvidar a nuestros vecinos que como Venezuela y Nicaragua, siempre serán hipótesis de guerra que deben ser analizadas de manera permanente.

Page 26: Edición 126 Noviembre 2015

REVISTA ACORE ________ 2015

24

la Fuerza Pública y los grupos armados ilegales. Aparentemente es así por la visibilidad de los com-bates y las bajas, producto de los mismos, pero hay otros factores mucho más delicados que aceleran el conflicto, algunos de los cuales son muy graves y casi insolubles como son el desplazamiento for-zado, el despojo de tierras, la corrupción, el crimen organizado y muchos otros que por más que de-saparezcan los agentes armados no nos van a dejar vivir en paz. Por esta razón, debemos decir que las soluciones al conflicto deben ser integrales y de lar-go plazo.

Para ilustrar un poco el caso de las amenazas que siguen vigentes podemos citar a las bandas arma-das criminales o Bacrim que, en colaboración con la narcoguerrilla, se ha apoderado de los tráficos, constituyendo así el llamado crimen organizado. Un ejemplo que ilustra el problema es la minería ilegal, particularmente el oro que les deja grandes ganan-

cias, especialmente en el área geográfica compren-dida entre los ríos Cauca y Magdalena, donde se encuentran la mayoría de los yacimientos de nues-tro país cuya explotación es en gran medida ilegal. Este tráfico no solo afecta la tranquilidad pública y la seguridad de la región sino que daña de manera irreversible al medio ambiente, porque el mercurio utilizado en la producción contamina las corrientes de agua que abastecen a las poblaciones de la re-gión, que son muchas, porque es un área grande sino que además esas corrientes finalmente termi-nan en los ríos Cauca y Magdalena, donde no solo envenenan las aguas para uso humano sino que es-tán acabando con la pesca, base fundamental de la economía de esa región.

Hoy, el oro colombiano es manejado en gran pro-porción por esas bandas criminales en detrimento de las artesanías como la joyería de Mompox y la economía de un número creciente de población.

1994

Se organiza el comité consultivo de ACORE, conformado por los expresidente de la Asociación.

Primer encuentro binacional en Cúcuta y San Cristóbal.

Se establece la cuota destinada a la defensa de derechos de los asociados.

1995

Foto: Ingenieros Militares de C

olombia

Las Fuerzas Militares son ideales como agentes de consolidación; porque lo único que tiene el estado para el postconflicto son las Fuerzas Militares.

Page 27: Edición 126 Noviembre 2015

EDICIÓN No. 126

25

Pero las Bacrim no solo se apoderaron de la minería ilegal, que según los últimos cálculos ya supera en beneficios y bajos riesgos al narcotráfico, sino que también controlan el tráfico de gasolina, el tráfico humano, el contrabando y muchos otros crímenes.

¿Cuánto nos tomará un postconflicto? Un postconflicto debe tomar generaciones para que comience a producir resultados visibles. Todavía hay postconflicto en Estados Unidos por la Guerra Civil, que este año se están conmemorando 150 años de su final y de la muerte del presidente Lin-coln por culpa de la misma guerra. Todavía hay es-tados en el sur que usan la bandera confederada, el himno y la música relativa a la confederación; varias personas tienen en su placa del carro la bandera del sur. En las emisoras del Sur suena música confe-derada relacionada con la guerra. Hablaba con un ciudadano de Texas que está dolido porque no han podido ganar la demanda para el uso de la bandera confederada en la placa del carro y me dijo “es que tenemos una población negra muy grande y una población mexicana muy grande y ellos se oponen a que ganemos esto”. Hay efectos del postconflicto todavía 150 años después. Un artículo que salió en el New York Times hace como un mes, habla de los efectos ambientales de esa guerra que nunca po-drán ser arreglados, calculan en cuatro millones de hectáreas dañadas por los bombardeos y los efec-tos que produce la guerra.

Si esto es así en una nación tan desarrollada como los Estados Unidos, ¿Qué podemos esperar de nuestro postconflicto, donde se calculan unos diez millones de hectáreas laborables expoliadas a sus dueños ancestrales y una cifra igual de personas desplazadas por la fuerza que viven hacinadas en el ambiente hostil de las ciudades. Y qué decir de los cientos de miles de hectáreas taladas para la siem-bra de coca y amapola que son un daño irreversible al medio ambiente hoy que esta tan de moda esta materia.

Ya dije que si se firma un acuerdo en La Habana será cese al fuego y en lo posible –ojalá que ven-ga rápido– un cese de hostilidades. Si esto sucede, yo creo que ya pudiéramos pensar en vivir bien, porque ya podríamos trabajar, la gente del cam-po manejar sus fincas, las empresas se pueden es-tablecer en Colombia, aumentar la inversión inter-na y externa y en términos generales incrementar la producción y el nivel de vida de los colombianos,

que hoy es uno de los más bajos de América Latina. No debemos olvidar que el sector empresarial es de los más afectados por que la ha tocado trabajar y producir en medio del secuestro, la extorsión, el desplazamiento, el asesinato y miles de amenazas más que son la causa de que nuestra competitivi-dad y capacidad de producción, sean inferiores a las capacidades de los empresarios.

Para todo lo que he expresado en este foro, me baso en el artículo segundo de la Constitución Na-cional que contiene los Fines Esenciales del Esta-do, y le asigna a la Fuerza Pública unas misiones básicas para el sostenimiento y la conservación de la república. En el Congreso Nacional se hacen debates sobre que van a hacer con las Fuerzas Mi-litares durante el postconflicto como si la Nación fuera a entrar en una paz única en el mundo. Ya se expresó anteriormente cuáles serán las amena-zas internas que siguen vigentes y no podemos olvidar a nuestros vecinos que como Venezuela y Nicaragua, siempre serán hipótesis de guerra que deben ser analizadas de manera permanente, en especial Venezuela, que no oculta su permanente actitud agresiva hacia Colombia ya que la única for-ma como Maduro puede sostenerse en el poder, es inventando amenazas foráneas pero totalmente enfocado en Colombia. El cierre de la frontera y los abusos contra la población colombiana, son solo una vía que Maduro usa para desviar la aten-ción interna de los gravísimos problemas que allá lo acosan y que, a la postre, van a acabar con su gobierno. La integridad territorial es función de las Fuerzas Militares; ¿quién más puede garantizar la independencia nacional?

A renglón seguido, siguiendo el tema de los fines esenciales, encontramos el de servir a la comuni-dad. Este es vital porque en muchas regiones de Colombia donde no hay presencia del Estado, la única entidad que puede apoyar a la comunidad es la Fuerza Pública. Esto demanda muchos esfuerzos y recursos tanto humanos como materiales y finan-cieros, y como ejemplo podemos citar lo ocurrido en Salgar, Antioquia, que fue afectado por una creciente. Todos vimos los helicópteros, a la Fuer-za Aérea, a los ingenieros militares que hicieron el acueducto y mejoraron el paso del río y además dieron seguridad. Eso es servir a la comunidad, ahí están los soldados y policías desplegados por todas las carreteras, en los desastres, trasladando

Page 28: Edición 126 Noviembre 2015

REVISTA ACORE ________ 2015

26

abastecimientos a una región aislada y ayudando a la seguridad para que la gente se pueda alimentar. Ese es el primero, o sea servir a la comunidad, pero son muchos los fines esenciales del Estado que nos dan razón de ser y que nadie puede estar diciendo ¿qué vamos a hacer con las Fuerzas Militares?, ¡está en la Constitución, artículo segundo! La nación colombiana requiere frecuentemente la presencia de la Fuerza Pública, y sin embargo la academia, la política y parte de los medios de comunicación se viven preguntando ¿y que vamos a hacer con la Fuerza Pública después de firmados los acuerdos de paz?

Con el ambiente que hay de paz, prosperidad y tranquilidad, se dice que tan pronto se firme el proceso de paz, el país va a crecer unos dos pun-tos más del PIB. En las secciones económicas de los diarios dicen que no somos competitivos para cre-cer, que la industria prefiere a otros países porque la cantidad de requisitos que hay en Colombia son grandes y que las utilidades no son tan atractivas porque no somos competitivos, porque los costos en Colombia son muy altos para producir por ejem-plo, un zapato. Dice El Tiempo –que no es un perió-dico de oposición–, que los costos de energía en Colombia, que los costos de transporte, la dificul-tad para transportar los productos a los puertos es tan grande, que por esta razón Colombia no es tan competitiva. Estados Unidos después de la guerra trasladó sus polos de desarrollo a las costas, de-sarrolló sus puertos y abrió otros nuevos y por eso es que Miami no es el mismo de los setenta ni los sesenta; es un monstruo de comercio exterior. Y así son San Francisco, Los Ángeles, San Diego, Houston y otros. Sacaron su capacidad productiva del inte-rior y la trajeron donde se necesitaba. Colombia cada día concentra más su capacidad productiva en el interior y por eso traer un contenedor desde Cartagena o Buenaventura, vale más en tiempo y en dólares que traer ese mismo contenedor desde cualquier país hasta uno de nuestros puertos.

Hace 200 años recibimos tres puertos de los es-pañoles. Fue la herencia que nos dejó la metrópolis: Santa Marta, Cartagena y Buenaventura. ¿Cuántos puertos tiene Colombia hoy? Santa Marta, Cartage-na y Buenaventura. Tenemos tres puertos, ¿cómo es posible que en 200 años de vida republicana, con 3.000 kilómetros de litoral y en una posición geo-gráfica ideal, Colombia no haya hecho un puerto

más? ¿Qué podemos decir de los ferrocarriles que son la columna vertebral del transporte interno de carga pesada y pasajeros en cualquier país? Hace 70 años teníamos una red amplia que cubría gran parte del territorio nacional y, por lo menos, los puertos estaban conectados, pero los intereses privados y la presión de los transportadores terrestres acabaron con ese gran recurso nacional. Cualquiera de no-sotros puede preguntarse ¿qué tienen que ver los puertos, los ferrocarriles y las carreteras con la segu-ridad nacional? La respuesta depende de cada uno.

¿Qué pueden hacer las Fuerzas Militares en el postconflicto? Ya lo dije, primero, seguir comba-tiendo las amenazas que van a crecer; se presen-tara una mutación en los sistemas de violencia, no solo contra la Fuerza Pública que está preparada para enfrentarlos, sino contra la población, los re-cursos y las instituciones. Las Fuerzas Militares son ideales como agentes de consolidación; porque lo único que tiene el Estado para el postconflicto son las Fuerzas Militares: ellas son bien recibidas en los pueblos, son apoyadas por la población, pueden hacer cosas que la empresa civil no puede hacer, pueden hacer carreteras, puentes y otras obras en áreas de difícil acceso, que garantizan al estado co-lombiano la presencia y la ejecución de proyectos en todo el territorio nacional.

Imagínense un mapa de Colombia. Párense en Barranquilla y caminen todas las fronteras de nues-tro país y den la vuelta hasta llegar otra vez a Barran-quilla, o sea el perímetro de Colombia. Tendrán que caminar 6.000 kilómetros. De esos ¿cuántos calcu-lan ustedes que no están protegidos? Ese períme-tro de la costa pacífica, de la frontera con Venezue-la, el río Orinoco, ¿ese trayecto, quién lo cuida? Son las fronteras. El espacio aéreo de Colombia está abierto al mundo. La red de radares y de vigilancia y detección aérea o no existe o no está totalmente conectada con los aviones de combate para reac-cionar en cualquier momento y salir a interceptar el avión intruso. No es suficiente para el territorio. Pue-do asegurarle a este auditorio, en su mayoría mili-tar, que nuestras fronteras y los espacios marítimos y aéreos tienen una protección mínima, y por esta razón el estado colombiano no puede cumplir con los fines esenciales ordenados por la Constitución y tampoco para garantizarle un tolerable margen de seguridad a la Nación. Así que no hay que aceptar el irresponsable argumento de esa minoría, en el

Page 29: Edición 126 Noviembre 2015

EDICIÓN No. 126

27

sentido de que una vez firmados los acuerdos de La Habana, hay que reducir a las Fuerzas Militares.

En el postconflicto tendremos que reforzar la Fuerza Aérea, la red de radares de vigilancia, los aviones interceptores y que Colombia por primera vez sienta alguna seguridad en su espacio aéreo.

Y ¿qué tal el espacio marítimo? El espacio maríti-mo no está controlado porque no hay una fuerza naval suficiente y tanto por el Caribe como por el Pacifico se produce todo el crimen estratégico que nos afecta, como el tráfico de armas, el narcotráfico y todos los tráficos en general. Hay que reforzar el cuerpo de guarda costas para que vigilen nuestros

Segundo encuentro binacional en Pasto y en Quito.

1995

Se funda la seccional Huila.

1996 1998

Nace el Departamento de Comunicaciones y se adquiere el primer equipo de cómputo.

FOTO

: fac.mil.co

El espacio aéreo de Colombia está abierto al mundo. La red de radares y de vigilancia y detección aérea o no existe o no está total-mente conectada con los aviones de combate para reaccionar en cualquier momento y salir a interceptar el avión intruso

Page 30: Edición 126 Noviembre 2015

REVISTA ACORE ________ 2015

28

litorales, las fuerzas navales deben recibir un mayor impulso, lo mismo que la infantería de marina que responde por la seguridad entre otras, de 12.000 kilómetros de ríos navegables en todo el territorio nacional.

Lo resta es muchísimo trabajo. Primero cuidar las fronteras; segundo cuidar los espacios terrestres del país, muchos de los cuales no tienen protección militar ni autoridad civil; tercero cuidar los espacios aéreos, mejorar la red de vigilancia aérea y aviones interceptores; cuidar los espacios marítimos, que nos han ido quitando. Algún día entenderemos que el mundo no se mira ni se gobierna desde Bogotá. Los últimos acontecimientos ocurridos en la región de Cúcuta, zona vital de la frontera Colombo-Vene-zolana con la expulsión de miles de ciudadanos co-lombianos, así como lo sucedido en la reunión de la OEA, nos señalan que Colombia debe tener una actitud geopolítica más clara y pensar más en tér-minos globales. Por ahora nuestra visión del mundo es muy provinciana y decimonónica.

Nos queda solo por analizar el componente más importante de lo que llamamos Estado, y que no es otro que la nación colombiana. Nuestra pobla-ción constituye la verdadera razón de ser de la República y por esto debemos pensar cómo vamos a mejorar su seguridad en los tiempos por venir, o sea la seguridad ciudadana, especialmente la vida, la honra y el patrimonio de los colombianos. Para esta misión vital, todos los países tienen una Policía Nacional. No podemos pensar en reducir esta ins-titución ni en debilitarla, porque en la etapa que llamamos postconflicto es cuando los colombianos vamos a necesitar más protección, ya que los miles de desmovilizados tomarán caminos hacia las ciu-dades y puede suceder lo de las autodefensas que se convirtieron en bandas criminales. La policía tie-ne que regresar a las ciudades para estar más cerca de la gente, aumentar su tecnología, la inteligen-cia, la capacidad de investigación criminal y demás especialidades que la conviertan en el verdadero brazo protector de nuestra población. De la misma manera, se debe mejorar su capacidad de reacción para hacer presencia cuando se presenten señales de alerta o de peligro.

Quiero terminar con esto. Ustedes saben que Co-lombia es el único país de la tierra que no tiene una ley de defensa y seguridad nacional y ésta no le toca a las fuerzas militares, le toca a la política porque la

política de defensa no la damos nosotros, la política de seguridad la da el Estado. Ante esto podemos preguntarnos, ¿en qué marco legal se encuentran: la actitud estratégica nacional, el concepto estraté-gico nacional, las amenazas a nuestra seguridad, la definición y seguridad de nuestras fronteras, los ob-jetivos nacionales de seguridad, las misiones especí-ficas para las Fuerzas Militares y la Policía Nacional? Y si no tenemos este marco legal que se llama Ley de Defensa y Seguridad Nacional, ¿de dónde salen entonces los frecuentes documentos, directivas y disposiciones de las cortes, el Congreso y el Gobier-no dándole misiones o recortándole capacidades a la Fuerza Pública? ¿No será esto un peligroso ejerci-cio de improvisación? ¿Está bien improvisar con la seguridad nacional? ¿No será por esto que Colom-bia es el único país de América que todavía sufre un conflicto interno, asimétrico y degradado?

Pero regresando al postconflicto y suponiendo que las Farc se van a desmovilizar en su totalidad, el país teme que sus cabecillas van a recibir puestos en el alto gobierno, en el Congreso y en el servi-cio exterior. En otras palabras que en poco tiem-po estarán gobernando a nuestra República, como sucede en gran parte de los países de América Latina. No creo que aquí suceda lo mismo, porque la Nación no los quiere mucho. Por ahora es impo-sible pensar en un cabecilla guerrillero ocupando un cargo de nivel nacional Para mi concepto, el postconflicto será territorial y el juego político entre el Estado y la guerrilla desmovilizada, se llevará a cabo en regiones donde la legalidad oficial casi no tiene presencia, y para eso no estamos preparados.

Por esta razón expresé antes que las Fuerzas Mi-litares son vitales para el postconflicto. La guerrilla desmovilizada aspirará al control territorial y bus-cará en las próximas elecciones o en las siguientes el mayor número de alcaldías posibles, para de esta forma ir consolidando su presencia en el terri-torio nacional, pero ya de manera legal. La Fuerza Publica perfectamente puede ocupar estos territo-rios si se aumenta su pie de fuerza como parte del esfuerzo nacional para el postconflicto, pero ¿qué podemos esperar del resto del Estado? ¿Llegaran las escuelas, los hospitales, las redes eléctricas, los jueces, las maestras, las carreteras y demás factores de desarrollo a todo el territorio nacional? Esto es vital para la paz y debe ser la finalidad fundamental del Estado colombiano, no solo del Gobierno.

Page 31: Edición 126 Noviembre 2015

EDICIÓN No. 126

29

Los ciudadanos del común piensan que la paz en Colombia se alcanzará con la firma de un acuer-

do final entre el Gobierno y las Farc. Nada más equi-vocado, pues la paz efectiva en el país podría tardar más de dos décadas –en el mejor de los casos– y para alcanzarla es necesario reducir a su mínima expresión otros factores y agentes generadores de violencia, verbo y gracia, el ELN, el narcotráfico y las bandas criminales.

El propósito del proceso de paz con las Farc es en-tonces la terminación del conflicto con este grupo armado al margen de la ley, para así comenzar una fase de construcción de paz. Desde esta perspecti-va, pecan de inocentes quienes piensan que el país amanecerá en paz al siguiente día de la firma del acuerdo final.

Realidades y avances de La Habana

¿Cómo va el proceso de paz con las Farc?

El Gobierno aspira que las negociaciones de La Habana le pongan fin al conflicto

armado con la guerrilla de las Farc.

Geraldine Méndez Hernández

Page 32: Edición 126 Noviembre 2015

REVISTA ACORE ________ 2015

30

En este orden de ideas, este artículo tiene un carácter meramente informativo, para lo cual ilus-trará a los lectores de la revista ACORE sobre el estado del arte del proceso de negociación que se adelanta en La Habana, sin mayores análisis, co-mentarios u opiniones.

La mesa

La sede principal de la mesa es La Habana, Cuba, pero se estableció que esta se podrá reunir en otros países. En las sesiones de la mesa pueden participar hasta diez personas por delegación, de las cuales cinco pueden tener el carácter de pleni-potenciarios que llevarán la respectiva vocería de cada una de las partes.

La mesa se reúne en períodos que se denominan “ciclos de conversaciones”, con una duración de 11 días cada uno, si bien este período puede ser ampliado o reducido para atender a situaciones coyunturales a petición expresa de cualquiera de las dos delegaciones. En el lapso que transcurre entre ciclo y ciclo, el Gobierno y las Farc definen las necesidades de reuniones y consultas internas para la preparación de los puntos que se discuten.

El proceso fue planeado en tres fases. La pri-mera, denominada exploratoria, estableció las condiciones y el intercambio de visiones sobre la terminación del conflicto con el fin de realizar las conversaciones. Terminó el 26 de agosto de 2012 con la firma en La Habana del Acuerdo general para la terminación del conflicto y la construcción de una paz estable y duradera.

Este documento plantea una agenda concre-ta alrededor de seis puntos para ponerle fin al conflicto: 1. Política de desarrollo agrario integral; 2. Participación política; 3. Fin del conflicto; 4. Solu-ción al problema de las drogas ilícitas; 5. Víctimas y 6. Implementación, verificación y refrendación.

La segunda fase (fin del conflicto) ocurre hoy en Cuba. En su ejecución se está dotando de conte-

nidos esa agenda para lograr el acuerdo final. Solo terminará hasta el día, aún incierto, en que se firme este documento, si bien el presidente Santos fijó como fecha límite el 23 de marzo de 2016.

Esta fase establece reglas primordiales para la ne-gociación: no hay despejes de territorio, tampoco cese de operaciones militares y las conversaciones se realizan bajo el principio de que “nada está acor-dado hasta que todo esté acordado”.

La tercera fase, llamada construcción de paz, se llevará a cabo tras la firma del acuerdo final. Se afirma que la paz de Colombia será territorial para que “participen los ciudadanos y las comunidades en torno a su construcción”. También que impac-tará positivamente el derechos de las víctimas y tendrá que asegurar garantías para todos los co-lombianos.

¿Qué se ha negociado?

Hasta la fecha, el Gobierno y las Farc han llegado a acuerdos concretos en relación con la política agraria, la participación política y el problema de las drogas ilícitas.

El 21 de junio de 2013 se dieron a conocer los avances en el primer punto del acuerdo general. El documento, titulado Hacia un campo colombia-no: Reforma Rural Integral (RRI), plantea la necesi-dad de mejorar las condiciones sociales del cam-po colombiano a través de la implementación de políticas de asociatividad solidaria y ejecución de proyectos como las zonas de reserva campesina.

Asimismo, busca la disminución en un 50 por ciento de la pobreza en un plazo de máximo diez años. Esta reforma se centra principalmente en cuatro pilares:

• Acceso y uso integral de la tierra.

• Planes nacionales para la RRI, orientados a te-mas de infraestructura, bienes y servicios socia-les y estímulos a la economía familiar.

1998

ACORE integra las mesas de trabajo por la paz.

Nace la tertulia cultural de ACORE.

1998

Nace la página web.

2001

Page 33: Edición 126 Noviembre 2015

EDICIÓN No. 126

31• Sistema de seguridad alimentaria.

• Programas de Desarrollo con enfoque Terri-torial (PDET), que buscan implementar planes nacionales con mayor celeridad y recursos en unos territorios priorizados.

Para su implementación, la RRI requiere de la par-ticipación activa de las comunidades y las autori-dades locales en la planeación y ejecución, tenien-do en cuenta un enfoque territorial que aglutine las particularidades de cada territorio y población.

Los avances del segundo acuerdo –Participación política: Apertura democrática para construir la paz– fueron conocidos por los colombianos el 8 de diciembre de 2013. En este documento se plantea una apertura democrática fundada en la integración y pluralización social y política, a fin de garantizar la democratización de las ideas y grupos sociales.

Igualmente plantea el diseño de un mecanismo de seguridad que garantice los derechos de parti-cipación de las organizaciones y movimientos que resulten de un escenario de posconflicto. Se sopor-

ta sobre tres pilares:

• Nueva apertura democrática: promoverá la in-clusión política y permitirá el surgimiento de nuevas voces y proyectos políticos para enri-quecer el debate.

• Mayor participación ciudadana: construyendo la paz en los territorios desde el fortalecimiento de los mecanismos de participación.

• Rompimiento del vínculo entre política y armas: se trata de dignificar y proteger el ejercicio de la política como pilar de la construcción de paz, impidiendo el uso de las armas para la promo-ción de alguna causa política.

Este acuerdo busca generar las garantías para quienes han dejado las armas, ya que la esencia de cualquier proceso de paz es facilitar el tránsito de un grupo armado a un movimiento político en de-mocracia.

Finalmente, los avances del tercer acuerdo (dado a conocer el 16 de mayo de 2014) se enfocan en

Page 34: Edición 126 Noviembre 2015

REVISTA ACORE ________ 2015

32

solucionar el problema de las drogas ilícitas, consi-deradas como el combustible del conflicto y princi-pal fuente de financiación de las Farc.

El texto de este documento establece el compro-miso por parte del Gobierno y las Farc para poner fin a un problema que es transnacional, para lo cual se formulan tres planteamientos claves –que además pretenden proteger las zonas ancestrales y el tratamiento que estos grupos aborígenes le dan a la coca–, a saber:

• La sustitución de los cultivos y la transformación de las condiciones que han favorecido su per-manencia en unos territorios, es la solución al problema de los cultivos de uso ilícito en la RRI.

• Programas de prevención del consumo y salud pública, ejerciendo la importancia que requiere en la agenda pública al problema creciente del consumo de drogas ilícitas.

• Solución al fenómeno de producción y comer-cialización de narcóticos, intensificando la lu-cha contra el narcotráfico para proteger la im-plementación de los acuerdos en los territorios de la amenaza del crimen organizado.

¿Qué falta por negociar?

El quinto punto (víctimas) aún sigue en proceso de discusión en La Habana. Muy a a pesar de las comisiones de víctimas que han viajado a la isla, todavía la opinión pública no conoce los acuerdos a los que se ha llegado en cuanto a este espinoso tema. Cabe resaltar el decálogo de principios que se planteó como base para su discusión, el cual fue dado a conocer el 7 de junio de 2014:

• Reconocimiento de las víctimas: se pretende restablecer los derechos que fueron vulnera-dos, más allá de su reconocimiento como víc-timas.

• Reconocimiento de responsabilidad.

• La satisfacción de los derechos de las víctimas, estableciendo que los derechos de las víctimas no son negociables.

• Participación de las víctimas.

• Esclarecimiento de la verdad y reconocimiento ante toda la sociedad.

• Reparación de las víctimas.

• Garantías de protección y seguridad: establece las garantías a la vida y la integralidad de los derechos básicos para las víctimas.

• Garantías de no repetición.

• Reconciliación.

• Enfoque de derechos: tiene el propósito de proteger y garantizar los derechos de todos los colombianos.

El cuarto punto de la agenda (fin del conflicto) está menos avanzado que el quinto. Ambas partes han conformado equipos técnicos para analizar este y otros temas conexos como la dejación de armas y el cese al fuego bilateral.

Verbigracia, el pasado 4 de junio las partes mani-festaron haber llegado a un acuerdo para la crea-ción de la “Comisión para el esclarecimiento de la verdad, la convivencia y la no repetición”, cuya vigencia iniciará una vez se firme el acuerdo final. Este importante anuncio se realizó al cierre del ciclo 37 de los diálogos de paz.

Cuatro meses después (23 de septiembre), el Go-bierno y las Farc notificaron al país el acuerdo de creación de una jurisdicción especial para la paz, alcanzado en el marco del punto número cinco de la agenda. El anuncio desató en el país una polémi-ca nunca antes vista en otros momentos del proce-so. Ese día, el presidente Santos también anunció que en un plazo máximo de seis meses se firmaría el acuerdo final del proceso de paz.

Aún es incierto el futuro del proceso de paz en La Habana y mucho lo que ambas partes tienen que develar a los colombianos sobre lo acordado y lo que está pendiente por acordar. Solo el tiempo dirá si las energías invertidas por los equipos nego-ciadores y la paciencia de los colombianos, rindie-ron verdaderos frutos.

Page 35: Edición 126 Noviembre 2015

EDICIÓN No. 126

33

El papel de la prensa en tiempos de negociación de paz

Óscar Montes@leydelmontes

El cubrimiento de la negociación entre el Gobier-no y las Farc en La Habana terminó poniendo en

el paredón de los acusados a los medios de comu-nicación, que se han visto desbordados no sólo por los hechos —muchos de los cuales ignoran— sino por los serios reparos que provienen de una opi-nión pública cada día más desconcertada.

Para un periodista cubrir la paz –o su negociación– es tan difícil como cubrir la guerra. Y no siempre el reportero cuenta con las herramientas, la prepa-ración y el valor para cumplir con idoneidad ese papel. Las herramientas son cada día más escasas, pese a los adelantos tecnológicos que hoy invaden las salas de redacción. Me refiero a las herramientas suministradas por el medio de comunicación, em-pezando por el desplazamiento del periodista al lu-gar de los hechos, en este caso La Habana, donde

*Oscar Montes, escritor y periodista. Columnista de El Heraldo de Barranquilla; autor de la página de análisis e investigación La Ley del Montes; coautor del libro Diario íntimo de un fracaso, historia no contada del proceso de paz con las Farc, editorial Pla-neta; Diomedes Díaz, vivir más no pude, editorial Planeta. Ha sido jefe de redacción y editor general de El Heraldo; jefe de redacción de la Revista Cambio; editor político de Semana; editor político de El Espectador; editor general de Cromos, asesor edito-rial de El Nuevo Siglo y redactor de El Tiempo.

Page 36: Edición 126 Noviembre 2015

REVISTA ACORE ________ 2015

34sólo han ido los reporteros invitados por las Farc o trasladados por el Gobierno. Unos y otros nos cuentan, obviamente, la mitad de la historia.

La preparación del reportero tiene que ver con su conocimiento del tema, que en el caso de los diálo-gos de La Habana no es nada distinto a un proce-so de negociación, que tiene unos antecedentes y que también tendrá unas consecuencias. Es decir, se trata de un asunto muy complejo que va mucho más allá de las simples declaraciones de rigor de los protagonistas, muchas de las cuales son presen-tadas sin ningún tipo de contextualización.

Y en cuanto al valor del reportero, se refiere al coraje y a la audacia para abordar con los prota-gonistas de la negociación distintos temas, aún los más escabrosos, que en el caso de las Farc tiene que ver con asesinatos, secuestros, extorsiones, re-clutamiento de menores, narcotráfico, siembra de minas antipersonales y una larga lista de etcéteras. Y en el caso del Gobierno, los mismos pasan por la responsabilidad del Estado en las prácticas cri-minales de algunos miembros de la Fuerza Pública en contra de defensores de derechos humanos o lí-

deres sindicales. Unos y otros deben ser abordados con coraje por parte de los reporteros a la hora de cubrir un proceso de negociación de paz.

Un veterano periodista decía a sus alumnos que el mejor reportero es aquel que tiene el valor de preguntarle a la viuda —delante del cadáver de su esposo, muerto a tiros— si fue ella la que accionó el gatillo. Ella —probablemente— negará su participa-ción en el crimen. Pero la obligación del reportero no es otra que la de indagar sobre la presunta res-ponsabilidad de la viuda en los hechos.

De modo que en los diálogos de La Habana es apenas natural que si el periodista tiene la oportu-nidad de preguntar sobre asuntos delicados, tanto al Gobierno como a las Farc, aproveche la ocasión para hacerlo. Y hacerlo con propiedad y conoci-miento de la materia, porque si no es así simple-mente corre el riesgo de ser utilizado como “correa de transmisión” por las partes interesadas.

Las entrevistas “exclusivas” concedidas por los jefes guerrilleros tienen la seria limitación de que, más que entrevistas de abierta confrontación, se

FOTO: nuevotiempo.org

Page 37: Edición 126 Noviembre 2015

EDICIÓN No. 126

35

trata de simples declaraciones oficiales a comu-nicadores “amigos de la negociación” en las que las contra preguntas brillan por su ausencia. Igual sucede con los periodistas —o directores de medios de comunicación— que han ido a la isla caribeña in-vitados por la delegación del Gobierno, quienes se han limitado a contar la versión gubernamental de los diálogos.

¿Por qué cubrir las negociaciones con las Farc —o con cualquier otro grupo al margen de la Ley— es una de las tareas más complejas para un periodista? Porque la verdad —que es la razón de ser de este oficio— está sujeta a múltiples interpretaciones. Las tomas a las bases del Ejército por parte de las Farc, por ejemplo, que son una de las grandes tragedias en la historia reciente de nuestras Fuerzas Militares, serán narradas de una forma por un jefe de las Farc y por otra bien distinta por parte de un oficial o un soldado del Ejército Nacional. La responsabilidad del reportero es acercarse a la verdad confrontando todas las versiones que hay sobre un mismo hecho.

Es apenas obvio que —en el caso de las tomas guerrilleras a las bases militares— la versión de las

Farc será diametralmente opuesta a las del Ejérci-to Nacional. El periodista no está obligado a creer una de las dos versiones: está obligado a buscar la verdad a partir de las versiones que recibe de las distintas fuentes que consulta.

De ahí saldrá la información que él y el medio para el cual trabaja suministrarán a sus lectores, oyentes o televidentes. No es sano para el periodista, ni para el país, ni para el proceso, ni para las partes, contar la historia desde una sola de las orillas. No es ese un ejercicio transparente y honesto del oficio al que Albert Camus y Gabriel García Márquez lla-maron —con razón— el más bello del mundo.

La experiencia del cubrimiento de los diálogos del Caguán entre el Gobierno y las Farc, durante el mandato de Andrés Pastrana, dejó muy mal parados a los medios de comunicación, que —en su mayoría— cubrieron la negociación como un “show” en el que cada día aparecían las vedettes, empezando por los jefes guerrilleros, que termina-ron convertidos en los protagonistas principales. La información que se entregó fue, pues, descontex-tualizada y en algunas oportunidades manipuladas

Page 38: Edición 126 Noviembre 2015

REVISTA ACORE ________ 2015

36

por quienes tenían interés en contar sólo su parte de la historia y los medios de comunicación caye-ron en la trampa. El “proceso” fue arrastrado por el día a día.

Del show del Caguán se pasó al secretismo de La Habana. Mientras en las selvas colombianas había noticia todos los días, en La Habana sólo hay noti-cias cuando las partes deciden hablar ante los me-dios de comunicación. La información que suminis-tran los negociadores es no sólo parcializada, sino muchas veces contradictorias. Ello —obviamente— terminó generado un “clima de incredulidad” ante la opinión pública, que terminó por afectar la confianza en el éxito de los diálogos.

Los responsables del “clima de incredulidad ge-neralizado” no son los medios de comunicación, casi todos matriculados en la causa a favor de la negociación. La intensidad de la colaboración me-diática depende no sólo de afinidades ideológicas con las partes negociadoras, sino del grado de cer-canía con el Gobierno o con las Farc.

Los boletines de prensa que dan cuenta del de-sarrollo de los diálogos de La Habana resultan muchas veces incompletos y los enviados especiales de los medios terminan haciendo informes muy simi-lares con los “voceros autorizados” por las partes. El contexto informativo —tan importante para en-tender los procesos de negociación— es escaso y

Se realiza una exposición de pintura en la sede nacional.

2002

ACORE organiza el seminario Fuerzas militares, medios de comunicación y conflicto armado.

El entonces presidente Álvaro Uribe Vélez asiste a la ceremonia de aniversario de la Asociación.

2004

FOTO

: ubu

ntu.

pe

Page 39: Edición 126 Noviembre 2015

EDICIÓN No. 126

37

por esa razón la información que deben procesar los receptores de los mensajes provenientes de los medios resulta muy pesada y de difícil digestión.

¿Qué hacer ante este panorama? “Deshabanizar” los diálogos y darle el verdadero protagonismo que merecen las víctimas, que son —¡Oh paradoja!— las grandes ausentes de la mesa de negociación con las Farc. Si la negociación con las Farc no sirve para reparar a las víctimas integralmente, entonces podría decirse que las partes fracasaron en su in-tento por encontrar una salida política al conflicto armado interno.

Las víctimas no pueden seguir marginadas de los diálogos. Y no se trata de llevar delegaciones de vícti-mas —tanto del Estado como de las Farc y grupos pa-ramilitares, como ha sucedido— sino de que el “espíri-tu de los acuerdos” sea el de la reparación, la garantía de no repetición y la reconciliación con quienes han pagado un alto precio en medio de la guerra.

Es ahí donde radica la nuez del asunto. Es ahí donde está el secreto del éxito de los diálogos de La Habana. Todo lo demás —incluyendo la dejación o la entrega de las armas por parte de las Farc— re-sultaría secundario siempre y cuando la negocia-ción concluya con la reparación integral y definitiva de las víctimas de la guerra.

Experiencias muy valiosas, como las que son ob-jeto de divulgación por parte de la Fundación Víc-timas Visibles —una de las más comprometidas con las víctimas de la guerra— deberían ser aprovecha-das por los medios de comunicación para visibilizar y ponerle rostro al conflicto. Esa valiosa experiencia –entre muchas– debería ser aprovechada por quie-nes tienen la enorme responsabilidad de contarnos lo que sucede en La Habana en materia de nego-ciación de paz del Gobierno con las Farc.

La guerra no se puede seguir contando desde la visión de los victimarios, sino desde el drama de las víctimas. Detrás de cada cifra hay una tragedia fa-

miliar, hay viudas y huérfanos, hay hogares destrui-dos. Y la única manera de contar esa guerra ausente de La Habana es mediante el testimonio de las víc-timas. “Deshabanizar la negociación” consiste en últimas en ponerles voz y rostro a las víctimas.

Si el conflicto y la negociación no han sido cubier-tos de la mejor manera por los medios de comu-nicación, el posconflicto correrá la misma suerte. Las llamadas unidades de paz —experimento que surgió de forma incipiente con los diálogos de Tlax-cala y luego tuvo mayor presencia en las conversa-ciones del Caguán— siguen sin “apoderarse y em-poderarse” de las salas de redacción.

Las voces especializadas —con contadas excep-ciones— son consultadas de forma marginal y su opinión termina relegada a unos pocos párrafos o minutos. Ocurre también que algunos de estos ex-pertos han asumido una postura parcializada con relación a los diálogos y por consiguiente su opi-nión está condicionada a su afinidad o animadver-sión con alguna de las partes negociadoras.

De forma tal que casi siempre sus conceptos re-sultan predecibles. ¿Dónde están las voces de quienes hicieron seguimiento a procesos de nego-ciación con organizaciones al margen de la ley en el mundo? ¿Dónde están los expertos del proceso de negociación surafricano? ¿O centroamericano? Todos ellos —claro está— con sus defectos y sus vir-tudes, con sus errores y sus aciertos. Esa otra visión del proceso también hace falta.

Mostrar la negociación y la guerra con todas sus complejidades es el reto de los medios de comuni-cación. Caer en la descalificación del opositor y en la exaltación de los amigos es el recurso más fácil, pero también el más peligroso. Sobre todo si de lo que se trata es de que a la hora de hacer el balance de los diálogos, los medios de comunicación y los repor-teros no sean matriculados en el equipo de quienes se rajaron al cubrir el proceso de negociación con las Farc. Ese es —ni más ni menos— el verdadero reto.

2005 2007

Fallece el secretario general de ACORE, Mayor Carlos Espinosa Arguello.

Se acoge el Manual de redacción y estilo para las publicaciones de ACORE.

Las viudas se consideran como asociadas activas.

Page 40: Edición 126 Noviembre 2015

REVISTA ACORE ________ 2015

38

Page 41: Edición 126 Noviembre 2015

EDICIÓN No. 126

39La mirada a las víctimas no puede ser sesgada o parcial

Visibilizar a los soldados y policías víctimas del conflicto armado

Subteniente Francisco Alejandro Chíquiza Gómez.

Previo al intento de moldear algunas considera-ciones, observaciones o ideas que permitan re-

conocer, enaltecer, visibilizar y sacar de esa extraña zona de penumbra social —la cual se intentará ex-plicar más adelante— en la que se encuentran los soldados y policías víctimas del conflicto armado, resulta preciso advertir que las ideas, propuestas y elucubraciones plasmadas aquí, no necesaria-mente reflejan la posición de la institución, pues la aproximación a la situación de los miembros de la Fuerza Pública víctimas del conflicto en el presente documento, sólo pretende hacer un recorrido teórico y académico que siembre una semilla al lec-tor, que lo impulse a iniciar esfuerzos que permitan sacar de la obscuridad esa afectación substancial

Page 42: Edición 126 Noviembre 2015

REVISTA ACORE ________ 2015

40 a los derechos más íntimos de los miembros de la Fuerza Pública, en el marco del conflicto armado no internacional.

Dicho lo anterior, el punto de partida será el contexto del proceso de negociación con las Farc que, eventualmente, pondrá fin a uno de los conflictos más largos que ha azotado a la sociedad colombiana y la posibilidad de un cambio en el paradigma político suscrito en 1991, con la expe-dición de la Constitución Política vigente; sobre la mesa se plantean ciertos derechos con estructura de principio como valores supremos, tales como la paz, la verdad, la justicia y la reparación, aspira-ciones sociales, cuyo proceso de negociación pre-tende satisfacer en el nivel más alto posible.

Entonces, el concepto de justicia transicional es de tal amplitud que bajo esa genérica denominación pueden encuadrarse experiencias y procesos muy disímiles, tanto como lo son los países y circuns-tancias históricas en que ellos han tenido lugar. Sin embargo, independientemente de sus particulari-dades, todos ellos coinciden en la búsqueda de ha-cer efectivos, al mayor nivel posible, los derechos a la verdad, la justicia y la reparación de las víctimas

frente a un pasado de graves y sistemáticas viola-ciones de los derechos humanos, teniendo como límite la medida de lo que resulte conducente al logro y mantenimiento de la paz social todo (Corte Constitucional, sentencia C-579/2013).

Estos derechos son imperantes para que la socie-dad colombiana alcance la paz estable y duradera deseada. No obstante, existe un grupo poblacional cuyo nivel de satisfacción de éstos derechos es ur-gente y perentorio, pues es a quienes el conflicto armado ha dejado huellas indelebles que los convierte en sujetos de especial protección; las víc-timas, durante el lapso extenso del conflicto, han soportado vejámenes y afrentas, perjuicios que es menester reparar o al menos mitigar alcanzando el nivel más alto de satisfacción de los derechos a la verdad, justicia y reparación, lo que en términos del discurso jurídico, sería procurar la pretensión de corrección más alta, con el fin de garantizar la sa-tisfacción de los valores imperantes de la sociedad, en un contexto preciso, es decir, la transición de un conflicto a la paz.

Y es que las violaciones masivas y sistemáticas a los derechos humanos, que dejan numerosas víc-

Page 43: Edición 126 Noviembre 2015

EDICIÓN No. 126

41

timas, desafían los principios de justicia y la noción de que todo aquel que sufre un perjuicio tiene de-recho a ser reparado (…), ya que éstas permanecen abandonadas, sufriendo las consecuencias de las violaciones cometidas, que impactan seriamente en su calidad de vida y en su desarrollo futuro (Co-rrea, 2014).

Corresponde entonces al Estado asumir di-cho desafío, con el fin de satisfacer los derechos a la verdad, justicia y reparación de las víctimas del conflicto. Precisamente el alto tribunal de lo constitucional, ha destacado la conexión intrínse-ca existente entre el derecho a la reparación y el derecho a la verdad y a la justicia, señalando en reiteradas oportunidades que el derecho de las víctimas a conocer lo que sucedió, los agentes de los hechos, así como el derecho a la investigación de los respectivos hechos y la sanción de los res-ponsables, hace parte integral de la reparación de las víctimas y constituye un derecho que el Estado debe satisfacer a las víctimas, a sus familiares y a la sociedad como un todo (Corte Constitucional, sen-tencia C-715/2012).

En este sentido, resulta preciso advertir que, tan-to la jurisprudencia doméstica como foránea, han sostenido que la condición de víctima del conflicto armado proviene de una situación fáctica de des-protección por lo que no es necesario “un título plasmado en una declaración administrativa para reclamar la protección especial o reforzada que el Estado debe otorgar” (Corte Constitucional, sen-tencia C-715/2012), de lo que se deriva que el re-conocimiento realizado por la Unidad para la Aten-ción y Reparación Integral a las Víctimas, Uariv, en esencia, sólo establece herramientas y mecanismos que facilitan la reparación integral de las víctimas del conflicto.

Sin embargo, no se debe olvidar que aún existe un universo de víctimas del conflicto sin reconocimien-to por parte de la Unidad de Víctimas, entre ellas, varios hombres y mujeres miembros de la Fuerza Pública, es decir, que aún son invisibles dentro del imaginario colectivo institucionalizado, pese a esa innegable afrenta a sus derechos.

Lo anterior, inter alia, porque el conflicto armado colombiano ha generado un daño a la sociedad y a ciertas personas en concreto, desencadenando

una vulneración masiva y sistemática de sus dere-chos fundamentales, dando lugar a una situación de vulnerabilidad, debilidad manifiesta, a unas condiciones de desigualdad y a la ausencia de condiciones mínimas de existencia, de donde se deriva la procedencia de la reparación del daño sufrido.

De esta manera, los parámetros fijados por el de-recho internacional y el derecho internacional de los derechos humanos, señalan que la reparación debe ser justa, suficiente, efectiva, rápida y propor-cional a la gravedad de las violaciones y a la enti-dad del daño sufrido.

En consecuencia, de conformidad con lo indica-do en los párrafos precedentes, resulta palmaria la deuda de la sociedad colombiana con las víctimas del conflicto armado, pues ellas son las que han soportado las terribles consecuencias que éste ha dejado a su paso. Dicha deuda se puede sintetizar con la satisfacción de los derechos y valores impe-rantes, en el contexto transicional, de la justicia, re-paración y verdad.

Para los efectos de este estudio, se puede sinteti-zar que, en relación con el derecho a la justicia, éste implica la obligación de prevenir y combatir la im-punidad de los hechos causantes del daño o afecta-ción a los derechos humanos y al derecho interna-cional humanitario, lo que de perogrullo se deriva, que hay una cuota de reparación al administrarse justicia y al esclarecerse la verdad, pero limitado a un escenario jurisdiccional, donde la controversia se restringe a los extremos de la relación sustancial, olvidando que los efectos del conflicto armado se ha irradiado a la sociedad en general, enmarañan-do la sustancialidad de la satisfacción de los princi-pios o derechos a la reparación y a la verdad.

En relación a la reparación, la jurisprudencia, tanto nacional como internacional ha determinado que las reparaciones tienen que ser integrales y ple-nas, de tal manera que en lo posible se garantice la restitutio in integrum, esto es, la restitución de las víctimas al estado anterior al hecho vulnerato-rio, y que de no ser posible la restitución integral y plena, se deben adoptar medidas tales como indemnizaciones compensatorias. Así mismo, la reparación debe ser justa y proporcional al daño sufrido; debe reparar tanto los daños materiales

Page 44: Edición 126 Noviembre 2015

REVISTA ACORE ________ 2015

42

como inmateriales y debe tener un carácter tanto individual como colectivo, este último referido a medidas reparatorias de carácter simbólico, consti-tuyéndose en uno de los instrumentos idóneos por excelencia, para satisfacer el principio a la verdad, esencial para materializar la reconciliación y conso-lidar la paz estable y duradera pretendida por la so-ciedad colombiana.

Respecto del derecho a la verdad, la Corte Inte-ramericana de Derechos Humanos, Cidh, ha afir-mado que este implica el derecho de las víctimas y de sus familiares a conocer la verdad real sobre lo sucedido, a saber quiénes fueron los responsables de los atentados y violaciones de los derechos hu-manos y a que se investigue y divulgue pública-mente la verdad sobre los hechos. De otra parte, el tribunal internacional ha resaltado el doble carácter del derecho a la verdad, que no solo se predica res-pecto de las víctimas y sus familiares, sino respecto de la sociedad como un todo con el fin de lograr la perpetración de la memoria histórica.

El derecho a la verdad se encuentra consagrado en los principios uno a cuatro de los dictados para la protección y promoción de los derechos huma-nos mediante la lucha contra la impunidad por la Organización de las Naciones Unidas, ONU, y en-cuentra su fundamento en el principio de digni-dad humana, en el deber de memoria histórica y de recordar y en el derecho al buen nombre y a la imagen.

Una vez observadas de manera tangencial las exi-gencias sustanciales para la materialización de es-tos principios a la verdad, justicia y reparación y sin el propósito de separar el universo de víctimas que ha dejado el conflicto armado colombiano, resulta menester indicar que para efectos del presente do-cumento sólo se hará referencia a la concreción de éstas aspiraciones por parte de los hombres y mu-jeres miembros de la Fuerza Pública que han sufri-do algún daño con ocasión del conflicto armado.

2008

Se crea el servicio Viajando con Acore.

Se establecen las separatas informativas.

Activación del servicio internet inalámbrico y correos masivos en la sede nacional.

2009

Page 45: Edición 126 Noviembre 2015

EDICIÓN No. 126

43

Y es que, tal como lo ha prescrito la denominada Ley 1448 de 2011 o ley de víctimas, refiriéndose a los miembros de la Fuerza Pública, la reparación se realizará en los términos que establezca el régimen especial, el cual se ha materializado de manera adecuada y oportuna por parte del sector defen-sa. No obstante, es aquí donde se considera que se ingresa a la zona de penumbra social, ya que la institución, pese a que hace grandes esfuerzos de reparar y visibilizar a los miembros de la Fuerza Pública y sus familias víctimas del conflicto armado y los cobija con el fin de superar el daño sufrido, la sociedad los ha mantenido en una especie de bur-buja, alejando sus historias de vida y experiencias en el conflicto, las cuales podrían contribuir sustan-cialmente a la construcción de la memoria histórica nacional y a la satisfacción del principio valor a la verdad.

Al respecto de este valor imperante, el profesor Arthur kaufmann entiende la verdad como la consi-deración de que el momento subjetivo en cada co-nocimiento procede de una fuente distinta, mien-tras el momento objetivo, por el contrario, procede del mismo ente. Contraponer los momentos sub-jetivos los debilita mutuamente o los elimina; los momentos objetivos, en cambio, se remiten todos al punto de unidad del ente y se demuestran así como fundados; entonces, la teoría convergente de la verdad no es, por tanto, como la simple acu-mulación de opiniones subjetivas, una especie de opinión dominante, sino la ordenación de diversos conocimientos, procedentes de distintos sujetos e independientes entre sí, del mismo ente. En este sentido puede decirse, que la convergencia es no solo un medio para conocimiento de lo concreto, sino también criterio de la verdad (Kaufmann, 2014), validándose la necesidad de integrar a la memoria histórica del colectivo colombiano los momentos subjetivos y objetivos de los hombres y mujeres de tierra, mar, aire y río de la Fuerza Pública.

Al respecto ha dicho la Corte Constitucional: “Sobre estas bases señala que los horrores del

2009

ACORE participa en el Primer foro sobre salud asistencial en el Capitolio Nacional.

Inician los cursos de sistemas con el Coronel Máximo Barrera.

Participación en el foro internacional Frente a socialismo siglo XXI, en Buenos Aires.

Page 46: Edición 126 Noviembre 2015

REVISTA ACORE ________ 2015

44

pasado deben ser enfrentados con mecanismos concretos, cuyo objetivo primordial sea la satisfac-ción de los “derechos de las víctimas y la garantía de no repetición de las atrocidades” (Corte Consti-tucional, sentencia C-579/2013).

Es por lo anterior que las víctimas, entre ellas los miembros de la Fuerza Pública que han sufrido un daño con ocasión del conflicto armado, según el profesor Llano Ángel, adquieren hoy, más allá de la verdad de su dolor, un valor ontológico y gno-seológico, pues son parte constitutiva de la reali-dad. Sus voces, memorias e historias tienen que ser recuperadas e incorporadas al presente, ya que sin ellas la realidad nunca será completa, nunca será verdad, confirmando la teoría de la convergencia de la verdad, propuesta por Kaufmann. De allí que sea imprescindible no sólo escuchar a todas las víc-timas, sino además contar con ellas. Sólo así se po-drá algún día compartir una realidad política común donde no existan víctimas ni verdugos, sino ciuda-danos responsables que repudian asumir o legiti-mar cualquiera de los anteriores roles (Ángel, 2009).

En ese sentido, es preciso contar con las voces de los hombres y mujeres de tierra, mar, aire y río per-tenecientes a la Fuerza Pública que han sufrido al-

gún daño a sus derechos más íntimos, con el fin de construir la memoria y la historia político-social de Colombia; ello implica la validación u oposición de narrativas construidas por otros sectores de la so-ciedad, edificando de manera sólida unas bases de memoria histórica única que permita al colectivo entender las causas, desarrollo y consecuencias de un conflicto armado insensible, indiferente y cruel, el cual se pretende superar, mediante la reconcilia-ción social, es decir, reconocimiento de verdades y de diferencias; ello implica la superación de las violentas divisiones sociales, por lo que se refiere tanto al logro exitoso del imperio de la ley como a la creación o recuperación de un nivel de confian-za social, de solidaridad que fomente una cultura política democrática que le permita a las personas superar esas horrendas experiencias de pérdida, violencia, injusticia, duelo y odio, y que se sientan capaces de convivir nuevamente unos con otros.

Esta estrategia tiene como objeto la combinación de mecanismos judiciales y extrajudiciales, enca-minada a la garantía del derecho individual de las víctimas a la verdad, así como a la satisfacción de la dimensión colectiva de este derecho, de mane-ra que tanto las víctimas, como la sociedad en su conjunto, puedan conocer la verdad sobre los pa-

Page 47: Edición 126 Noviembre 2015

EDICIÓN No. 126

45

trones y sistemas que permitieron la comisión de crímenes internacionales en el marco del conflicto armado y que todas las víctimas sean reparadas integralmente (Corte Constitucional, sentencia C-577/2014).

Tal y como se ha mencionado a lo largo del pre-sente escrito, las aspiraciones sociales a la verdad, justicia y reparación están dirigidas de manera ge-neral a la sociedad en su conjunto y puntualmente a las víctimas directas del conflicto armado, por eso la construcción de una verdad colectiva que inte-gre todas las partes resulta necesaria para la media-ción social y la satisfacción del derecho a saber; se-gún el informe Joinet (1997), se plantea el derecho de las víctimas a conocer realmente lo que pasó y la razón por la cual ocurrió. Este derecho a saber es individual y colectivo de las víctimas de origen histórico que preserva en la memoria lo que suce-dió y previene de cometer errores a futuro y evi-tar que las violaciones se vuelvan a repetir (Ángel, 2009). Se le otorga al Estado la responsabilidad del “deber de memoria” con el fin de prevenir posibles deformaciones de la historia y de promover el de-recho a saber.

En consecuencia, y apoyado en las necesarias conclusiones hechas por Jiménez Luque, se des-prende que, para las estrategias de visibilización, surge la necesidad de documentar toda esa me-moria de manera ordenada y elaborada. De este modo, adquieren una importancia relevante todas aquellas entidades gubernamentales y no guber-namentales, observatorios, institutos, centros de in-vestigación, universidades, incluso el mismo Centro Nacional de Memoria Histórica, fundaciones, enti-dades sin ánimo de lucro, entre otros, que tienen como propósito documentar las violaciones a los derechos humanos que sufren las víctimas de los conflictos, en este caso, se precisan a los miem-bros de la Fuerza Pública, con el objetivo de hacer visibles a esas personas, en primer lugar, y con la aspiración final de hacer justicia y de reconciliar las sociedades en postconflicto (Luque, 2009).

Al no visibilizar a nuestros hombres y mujeres de tierra, mar, aire y río de la Fuerza Pública se corre el peligro de caer en la distorsión de la memoria colectiva; es decir, un sesgo de la recordación y formación falaz de la misma, dado por el olvido, la negación o la conmemoración manipulada y muy

seguramente el ocultamiento del pasado que tie-nen unas víctimas que contar.

Y si hay un ocultamiento —incluso un simple disi-mulo— hay probablemente un crimen y por consi-guiente una víctima o muchas, cuya ausencia en el pasado, de hacerse imagen en el presente, se vuelve mancha de éste último; marca negativa que desvaloriza imaginaria y moralmente, re victimizan-do a los hombres y mujeres que han ofrendado sus derechos fundamentales más íntimos y hasta sus vidas por construir, edificar y consolidar una paz estable y duradera para Colombia (García, Duarte, Jiménez Becerra y Wilches Tinjacá, 2012).

De tal suerte, se convierte en imperativo categóri-

co el compromiso de toda la sociedad colombiana —actores de la sociedad civil, entidades guberna-mentales y no gubernamentales, nacionales e in-ternacionales, la academia, y todos aquellos que pretenden contribuir a la materialización de los va-lores imperantes a la verdad, justicia y reparación y la protección de los derechos humanos— contri-buir a la visibilización y reconocimiento de todas las víctimas del conflicto armado, sin olvidar que los hombres y mujeres de tierra, mar, aire y río de la Fuerza Pública corresponden a una parte formi-dable de dicho universo.

Por ellos, por la consolidación de la paz estable y duradera, por una verdadera reconciliación, la pretensión del presente documento es hacer una invitación a no olvidar, reconocer y, en lo posible, visibilizar a aquellos que han tenido que soportar las peores consecuencias del conflicto armado.

Bibliografía

ANGEL, H. L. (2009). LAS VÍCTIMAS INVISIBLES Y EL CONFLICTO EN COLOMBIA. Huygens Editorial.CORREA, C. (2014). TERRORISMO, JUSTICIA TRANSICIONAL Y GRUPOS VULNERABLES. (J. D. PORRAS, Ed.) Madrid: DYKIN-SON, S.L. Melendez Valdez.Corte Constitucional, C-577 (Corte Constitucional C-577/2014).Corte Constitucional, C-579 (Corte Constitucional C-579/2013).Corte Constitucional, Sentencia C-715 (Corte Constitucional C-715/2012).GARCÍA DUARTE, R., JIMENEZ BECERRA, A., & WILCHES TIN-JACÁ, J. (2012). LAS VÍCTIMAS ENTRE LA MEMORIA Y EL OLVI-DO. Bogotá D.C.: Universidad Distrital U.D.KAUFMANN, A. (2014). LA FILOSOFÍA DEL DERECHO EN LA POSTMODERNIDAD. Bogotá D.C.: Temis S.A.LUQUE, T. J. (2009). El Observatorio del Conflicto. Una forma de observar la memoria de las víctimas invisibles. Huygens Editorial.

Page 48: Edición 126 Noviembre 2015

REVISTA ACORE ________ 2015

46

Page 49: Edición 126 Noviembre 2015

EDICIÓN No. 126

47

Así se libró la batalla contra la mancha que indignó a Colombia

Una gigantesca mancha negra de petróleo de más de 15 kilómetros,

que avanzaba por las caudalosas aguas del río Mira, en Nariño, a mediados

de junio, se convirtió en testigo silente de uno de los peores desastres

ambientales ocurridos en Colombia en su historia reciente.

Juan Guillermo Londoño

La mancha, que apesadumbró a los tumaqueños e indignó a la mayoría de colombianos, se produjo

el 21 de junio por un atentado de la guerrilla contra un tramo del Oleoducto Trasandino (OTA) en la ve-reda El Pinde, municipio de Tumaco.

Esta emergencia se convirtió en otro capítulo de una escalada terrorista contra la infraestructura pe-trolera en Putumayo, Nariño y Norte de Santander, iniciada por la guerrilla el pasado 27 de mayo, que también afectó los oleoductos San Miguel- Orito, Churuyaco-Orito y Caño Limón-Coveñas, además de otras instalaciones petroleras en la zona del Ca-tatumbo.

Y a pesar de que las válvulas se cerraron de mane-ra automática y se suspendió el bombeo desde el

Page 50: Edición 126 Noviembre 2015

REVISTA ACORE ________ 2015

48

momento en que se registró la caída de presión en el Oleoducto Trasandino, el daño ya estaba hecho: el crudo que se encontraba en su interior —con destino al puerto de Tumaco, donde sería exporta-do— comenzó a verterse a borbotones a la quebra-da Pianulpí para llegar al río Guisa, afluente del río Mira, del cual se alimenta el acueducto de Tumaco, localizado a 55 kilómetros del sitio donde ocurrió el ataque.

Pero en ese momento apenas comenzaba la emergencia. El crudo revuelto con agua, vegeta-ción, piedras y lodo logró arribar al Océano Pacífi-co, principal fuente de sustento de miles de familias del suroccidente colombiano.

Conteniendo un desastre

Una vez se detectó la rotura, Ecopetrol puso en marcha el Plan de Contingencia, en desarrollo del cual se avisó a los consejos municipal y departa-mental para la gestión del riesgo de desastres. Inicialmente se instalaron cinco puntos de control para contener el derrame, uno de ellos destinado a proteger la bocatoma del acueducto y otros cuatro en las veredas Gualtal, Pinde, Llorente y Vaquerío.

Pero la fuerza de la naturaleza y las indomables aguas del río Mira, uno de los más caudalosos de la cuenca del Pacífico, hicieron que la mancha le im-primiera más velocidad a su desplazamiento, por lo cual fue necesario expandir el plan y establecer 22 puntos de control.

“El problema no solo es la escasez de agua para cocinar, lavar la ropa y bañarnos, sino también lo que puede pasar en el tema sanitario, de salud pública”, dijo Diana Castillo, habitante de Tumaco.

En conjunto con las autoridades locales, cuerpos de socorro y demás miembros del Comité Munici-pal de Gestión de Riesgo, se puso en marcha todo un plan para mitigar los efectos del desabasteci-miento de agua.

En otro frente de trabajo, un grupo de operarios se dedicó a recolectar y disponer del crudo vertido, logrando recoger 172 toneladas de material vege-tal impregnado, gracias a la instalación de más de 4.700 metros de barrera en diferentes puntos de las arterias fluviales afectadas.

Para que los técnicos pudieran ingresar al sitio a reparar el tubo fue necesario desplegar un disposi-

Fue necesario gestionar apoyo del vecino país de Ecuador y de una firma internacional experta en control de derrames de este tipo, con el fin de atender la emergencia y contar con más recursos,

tanto humanos como técnicos, para mitigar el eventual impacto del hidrocarburo derramado en la zona costera.

Page 51: Edición 126 Noviembre 2015

EDICIÓN No. 126

49

tivo militar para asegurar la zona, en la que suelen hallarse minas antipersona y francotiradores, como sucedió en septiembre de 2014, cuando fueron asesinados dos operarios de una retroexcavadora en una reparación del oleoducto Caño Limón-Co-veñas. El traslado de equipos pesados, maquinaria y las secciones de tubería suponen un gran esfue-rzo logístico y de coordinación entre Ecopetrol, va-rias entidades del Estado y las Fuerzas Militares.

En el caso específico de Tumaco, también se pre-sentaron dificultades debido a los bloqueos por parte de algunas personas de la comunidad que no dejaron instalar las barreras.

Las víctimas de los atentados

Los principales damnificados con la ola de aten-tados han sido las comunidades y el medio am-biente, pues en lo corrido de 2015 (al cierre de esta edición), sin contar con el volumen del último atentado al OTA, se han derramado más de 50 mil barriles de crudo por cuenta de 73 ataques a la in-fraestructura petrolera del país, afectando ríos, hu-medales y tierras fértiles.

Desde Cartagena, Coveñas y Yopal, Ecopetrol desplazó equipos de trabajo para la contención y recolección del

crudo y activó protocolos internacionales para recibir apoyo especializado en atención de emergencias marinas

En este sentido, los departamentos de Putu-mayo, Nariño, Arauca y Norte de Santander son reconocidos por su riqueza ambiental y biodiver-sidad, como lo han explicado expertos del Institu-to Alexander von Humboldt. Según el ministro de Ambiente y Desarrollo Sostenible, Gabriel Vallejo, las heridas ambientales que dejó este desastre tar-darán más de una década en repararse.

Y si bien el impacto mayor ha sido para las comu-nidades y el medio ambiente, las consecuencias para Ecopetrol y Colombia comienzan a sentirse. Los recientes atentados a los oleoductos Transandi-no y Caño Limón-Coveñas obligaron a la empresa a retrasar el despacho de más de diez cargamentos de crudo a través de los puertos de Tumaco y Co-veñas, con más de cinco millones de barriles.

“Es lamentable la situación que estamos viviendo. Ecopetrol también se configura como víctima de estos actos terroristas, que afectan a las comuni-dades y causan daños muy graves a las fuentes hí-dricas y en general al medio ambiente”, puntualizó Jaime Josué Sarmiento, gerente de oleoductos de Ecopetrol y encargado de atender la emergencia.

Page 52: Edición 126 Noviembre 2015

REVISTA ACORE ________ 2015

50

Caño Cristales, la Macarena-MetaFotografía: TC Rosa María Llovera

Macarenia ClavíjeraFotografía: TC Jaime Ernesto González Neira

Page 53: Edición 126 Noviembre 2015

EDICIÓN No. 126

51

Cuando el Mira se volvió negroCinco habitantes de caseríos por donde corrió la mancha de petróleo luego de que la guerrilla volara el Oleoducto

Transandino, a finales de junio, cuentan qué pasó en uno de sus más negros

días. De una vida simple, de pesca y agricultura, pasaron a ser víctimas

del que fue catalogado como el mayor desastre ambiental en la historia de

Colombia.

Ruby Marcela Pérez J.

Nada se oyó. Solo un olor fuerte hizo que Alicia Castillo, su marido Néstor Anchico y sus siete

hijos se percataran de que algo estaba pasando. Serían las 4:00 a.m. cuando el brazo del río Mira que pasa por el frente de su rancho palafítico (vivienda de madera sobre el río) en el caserío de Congal, al sur de Tumaco, en Nariño, se puso más negro que la noche que estaba por terminar.

La madrugada del 24 de junio, Alicia no pudo creer lo que veían sus ojos. Una nata gruesa ocu-paba de lado a lado, sobre y dentro, las aguas del río de donde ella y su familia sacan jaibas cada día, algunas para comer y otras para vender, luego de un viaje de cuatro horas a Tumaco.

De hecho, eso fue lo primero que pensó al salir de su aturdimiento ya casi al clarear el día: “¡Las jaibas!”. Como pudo, las sacó de una especie de corral de guadua donde las amontonan cerca de la

Page 54: Edición 126 Noviembre 2015

REVISTA ACORE ________ 2015

52

orilla del río, luego de atraparlas, y corrió a pasarlas a la jaula de un vecino, pueblo adentro, para que no se las comiera el crudo.

Después se supo que serían 10 mil barriles (420 mil galones) de hidrocarburo que pasaron por Congal rumbo a Terán y de ahí al océano, tras ha-cer un daño aún peor: llegar a la bocatoma del acueducto de Tumaco, que se surte de las aguas del Mira; uno de los ríos más caudalosos del de-nominado Chocó biogeográfico, que abarca am-bientalmente hablando todos los departamentos que bordean el Pacífico, desde el Tapón del Darién hasta la frontera con Ecuador.

Hoy, no menos de 180 mil personas han sido afec-tadas por esta voladura al Oleoducto Transandino. Como éste, hasta la tregua del 20 de julio, este año han ocurrido 73 atentados de la guerrilla contra líneas de transporte.

Una tragedia, muchos afectados

“¡Vamos mi gente, hay que recoger!”, le oyeron gritar a Dionisio, un pescador de Congal, y más de

40 hombres, mujeres y niños de este caserío —que no supera los 200 habitantes— agarraron baldes, palanganas, ollas y lo que tuvieran cerca para inten-tar remover la nata negra y salvar su río. Alicia su-mergía sus manos y solo alcanzaba a tocar el agua cuando la mancha pasaba del codo. “Nosotros no topábamos ninguna alternativa sino recogerlo con la mano”, cuenta esta morena pequeña, robusta, de voz dulce, brazos gruesos, manos delgadas y ojos enormes.

Y las largas horas de ese 24 de junio fueron pasan-do así, con decenas de manos tratando de despejar su río sin que el pegote negro cediera. Luego llegó Ecopetrol y el plan de contingencia alcanzó a movi-lizar a casi 500 personas para recoger el crudo, del que se recuperó el 40% y se evaporó alrededor del 38%. El 15% restante se adhirió a los bosques y otro 5% se integró a los sedimentos.

Veinte días después de que la nata recorriera sus aguas, se ven kilómetros de bordes negros de los manglares y algunas islas de buchón (maleza acuá-tica) que atraparon entre su maraña todo el crudo que pudieron, como si no quisieran que llegara al

En Washington, ACORE radica ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos el recurso jurídico Amicus Curiae.

2010

Se publica la revista de oro.

Realización del torneo de golf Copa 50 años ACORE.

Page 55: Edición 126 Noviembre 2015

EDICIÓN No. 126

53

manglar. El efecto sobre estos ecosistemas aún se sigue evaluando.

Ese día negro en Congal ningún niño fue al colegio. Varios días después fueron llegando graneados a estudiar. Ningún pescador bongó, no se podía conchar (atrapar conchas, también llama-das pianguas), ni conseguir pescados en el mar, ni jaibas en el río.

“Todo el mundo en tierra”, recordó Alicia, quien cuenta que a un vecino que fue al río “le salieron los pescados y la malla negritos y no se los pudo co-mer”. La gente en Congal vive de lo que pesca y del cacao. Cuando no es cacao, “cangrejean” para el sustento y la venta, pues en Ecuador pagan a US$8 por una malla con ocho a diez cangrejos azules.

Allí mismo les compran a las piangüeras el cen-tenar de pianguas en menos de $20.000. Ellas se entierran entre el manglar, casi hasta la cintura, des-calzas, a sacar este pequeño molusco, base de su alimentación y economía. En Nariño, las mujeres y los niños son los que más pianguan, mientras que los hombres pescan, cultivan y cangrejean.

En el “cuncho” de Colombia

Karen Sureiya Sánchez, de 30 años, es una curtida piangüera de Terán, un caserío un poco más grande que Congal, al sur de Tumaco, ubicado cerca de la desembocadura del Mira, en el Océano Pacífico.

Por día sacaba entre 50 y 200 pianguas del man-glar, para vender en Ecuador. Un mes después de la voladura, “cuando el río se puso negro”, recuerda como si describiera una foto, “los pescados muer-tos y las gallinas comiéndose las jaibas que que-daban en la playa”.

Su rancho de patas largas, como el mangle, se le ve lleno de totora (paja acuática) que seca al sol y teje para hacer esteras y petates que vende en Tu-maco a los turistas, mientras vuelve la piangua. Ella dice que estos moluscos ya poco se ven, “como si los hubiera arrastrado la mancha”.

“Nos dijeron que no fue un daño de la empresa. Fueron los malignos”, comentan un par de pes-cadores de Terán, quienes casi 20 días después del derrame no se han vuelto a embarcar en busca de

2010

Se publica la sección femenina en el periódico.

Juan Manuel Santos, presidente electo de Colombia, visita la sede nacional.

Se convoca la marcha de protesta de las reservas.

Una mancha negra le cambió la vida a los pobladores del sur del país, quienes aún siguen esperando que los

peces y las jaibas vuelvan a llenar sus mallas.

Page 56: Edición 126 Noviembre 2015

REVISTA ACORE ________ 2015

54

pescado. Se refieren a la guerrilla, que con su aten-tado provocó esta tragedia.

“Estamos en el cuncho de Colombia”, reflexiona uno de ellos, “solo es ahora, cuando pasan cosas como estas, que se ve gente visitando. Pero cuando no...”. El día negro lo recuerdan como una semana negra. “Vimos bajar crudo como una semana”, dice uno de ellos. Y lo siguen viendo así, porque notan que no hay peces. “Uno no agarra nada. No salimos porque para qué... se gasta gasolina”, agrega.

Los dos están sentados cerca de una casa donde la Cruz Roja reunió a varios pobladores de Terán para

darles alimentos y bolsas de agua. En las casas y en algunas lanchas de Terán y Congal se ven overoles amarillos impermeables que quedaron, de los que se repartieron entre quienes recogieron el crudo y fue-ron contratados para agilizar las tareas de limpieza.

Mirando a un tendedero con unos de esos ove-roles, afuera de su casa en Congal, Nicanor Marín, de 65 años, dice: “Uno mismo ni comprende lo que pasó. Uno armaba su trasmallito y cogía el pescado para parar la olla”. Esa era su vida simple antes de la llegada de la mancha. Una vida similar a la de los pescadores, Alicia o Karen, para quienes todo cam-bió ese negro y triste 24 de junio junto al río Mira.

Page 57: Edición 126 Noviembre 2015

EDICIÓN No. 126

55

La resilencia de los manglares de Nariño

Una comisión de biólogos expertos de Ecopetrol visitó los manglares del río

Mira, en Nariño, para analizar el estado de los ecosistemas luego del derrame

de crudo provocado por la voladura del Oleoducto Transandino, el pasado 21 de junio. La oportuna labor de recolección de crudo y atención de la emergencia, sumadas a la acción de la naturaleza,

facilitan su recuperación.

Ruby Marcela Pérez J.

A una hectárea de manglar se le atribuye la cap-tura de 50 veces más dióxido de carbono que

un bosque tropical, de acuerdo con los expertos. Se calcula que una sola hectárea puede capturar hasta mil toneladas de gases contaminantes. Los manglares se consideran potenciadores de la resi-liencia al cambio climático y solo ocupan 152 mil kilómetros cuadrados del planeta.

La infinidad de pequeños “habitantes” que al-bergan (moluscos, camarones, peces y demás ani-males) son provisión de alimento y energía de la tercera parte de la población pesquera del planeta. Son la base de infinidad de cadenas alimenticias. Así lo afirma Germán Corzo, biólogo marino del Instituto Alexander von Humboldt y coordinador del proyecto Planeación Ambiental para la Conser-vación de la Biodiversidad en zonas operativas de

Page 58: Edición 126 Noviembre 2015

REVISTA ACORE ________ 2015

56

Ecopetrol, que ya ha estudiado el 70% del territorio nacional.

Para Corzo, “un efecto residual acumulativo, como el de las voladuras, pone en riesgo una biodiversi-dad que el planeta aún desconoce”.

Para el ministro de Medio Ambiente y Desarrollo Sostenible, Gabriel Vallejo López, lo ocurrido en el río Mira por cuenta de la voladura del oleoducto puede traer consecuencias a toda la riqueza que alberga el bosque de manglar.

“Los manglares poseen adaptaciones particulares para sobrevivir en condiciones de alta salinidad y de permanente inundación. Entre ellas están los neumatóforos, que son raíces aéreas que al sobre-salir del agua les permiten el intercambio de gases (semejante a los pulmones). Esta función deter-minante para la supervivencia de los manglares se suspendería al entrar en contacto con el crudo derramado, poniendo en peligro tanto al manglar como a las poblaciones humanas, de crustáceos, moluscos, algas y otros mamíferos y aves, depen-dientes de estos”, dijo Corzo en su momento.

Con esos antecedentes, más los reportes diarios de la situación, una vez más Ecopetrol recogió el crudo en tiempo récord y dio el parte de limpie-za del río. Sin embargo, 22 días después, una co-misión ambiental recorrió la zona para hacer una evaluación ecológica rápida del estado de los man-glares de Nariño que recibieron el paso de algo así como 10 mil barriles de petróleo.

La valoración estuvo a cargo de Diego Luis Gil, biólogo marino, Ph.D., reconocido en el sector ambiental por haber estudiado a fondo los man-glares del Pacífico colombiano durante varios años —trabajo que lo hizo merecedor del premio Alejan-dro Ángel Escobar—, e investigador del Instituto Colombiano del Petróleo (ICP); y Fernando Del-gado, biólogo marino, investigador y especialista en gestión de riesgo de Coveñas, quien integró el equipo que atendió la emergencia.

2011

El periódico ACORE cumple 50 años.

Se realiza el foro sobre justicia penal militar.

Remodelación de la sede nacional.

FOTO: elcampesino.co

Page 59: Edición 126 Noviembre 2015

EDICIÓN No. 126

57

Volver a la vida

De acuerdo con Gil, el primer impacto fue la lle-gada del crudo, con la consecuente alteración del medio. Sin embargo, la acción de las mareas, la ri-queza en nitrógeno y fósforo del manglar, además de las poblaciones bacterianas activas, contribuyen a la biodegradación del hidrocarburo y favorecen la recuperación del sitio de una manera más rápida que si se tratara de un humedal en el interior del país, por ejemplo. Las mareas altas, características del Océano Pacífico, inundan los esteros y las zonas de baja mar, lo cual lleva aguas nuevas que “enjua-gan” los manglares. Y cuando de nuevo el agua se va, es decir, baja, arrastra los remanentes de crudo. Esto sucede dos veces al día.

En cuanto a los organismos, “no sabremos si al-canzaron a incorporar en sus tejidos el hidrocarbu-ro. Habrá que evaluar a largo plazo”, dijo Gil. Sobre la posibilidad de que se tale el manglar que que-dó impregnado con crudo, tema contemplado por algunas entidades y personas de la región, afirmó que “sería mejor permitir la recuperación natural, ya que los suelos de mangle son impermeables y el crudo que pudo quedar no penetró más de pocos centímetros, que van a terminar lavados por la marea”. La tala, en cambio, produciría graves efec-tos en el mediano y largo plazo a la estructura del ecosistema, de acuerdo con el experto.

Para el biólogo Delgado, aunque los manglares estuvieron expuestos al contacto con el crudo cerca de una semana, los procesos de descompo-

sición y biodegradación en sitios como estos son exponenciales; es decir, que inician lentamente pero se agilizan en la medida en la que el clima, la temperatura y la humedad los apoyan. “En unos 200 días o menos, los vestigios de crudo van a ser muy difíciles de detectar”, dijo.

“El efecto más dramático y más nocivo ya ocurrió. Hoy se ven hojas nuevas. Las viejas están con ves-tigios de crudo, claro, pero pudimos observar que especies como los cangrejos, por ejemplo, están creciendo a unas densidades aparentemente nor-males. Eso nos da una gran esperanza”, comple-mentó el biólogo.

A lo largo del Mira se observan las manchas de crudo en los tallos de los árboles, lo que da una especie de sombra negra sobre los bosques. Del-gado dice que si bien visualmente no es agradable, las estructuras de los manglares no absorben el hidrocarburo. “Son de soporte y conducción de nutrientes, porque estas plantas asimilan a través del suelo”. Y allí, la obra la hacen diariamente las mareas.

A mediano y largo plazo la naturaleza dará la respuesta. Por ahora, los manglares del Mira dan muestra de una resiliencia digna de uno de los eco-sistemas más completos y ricos del planeta. Una acción de la naturaleza que se integró al trabajo de recolección y limpieza del crudo que realizó Ecope-trol, como parte de su responsabilidad ambiental y del compromiso permanente con los ecosistemas donde opera.

2012

ACORE integra la comisión asesora para la reforma de la justicia penal militar.

Inician los conversatorios en ACORE.

Reinauguración de la seccional de Antioquia.

Page 60: Edición 126 Noviembre 2015

REVISTA ACORE ________ 2015

58

recuerde revisar su correo electrónico y actualizarlo en caso de que lo haya cambiado

le estamos

enviando

INFORMACIÓN IMPORTANTE

[email protected]/[email protected]

Señor (a)Acorado (a)

.........................

Amigo Acorado

¿Desea escribir para el Periódico ACORE?

Temas de interés para los Acorados y la Reserva Activa

Instrucciones:

Extensión entre una y dos cuartillas (hoja tamaño carta con márgenes según normas Icontec), letra Times New Roman, 12 puntos, espacio sencillo y sin sangrías.Título en negrilla en el mismo tipo de letra y tamaño.Contenido o cuerpo sin mayúsculas sostenidas, negrillas y subrayados.

Page 61: Edición 126 Noviembre 2015

EDICIÓN No. 126

59

Seguridad pública y posconflicto: nuevos paradigmas

Jairo DelgadoDirector de análisis Observatorio de Política y Estrategia en América Latina (Opeal).

Delimitar el concepto de posconflicto

Desde la perspectiva unidimensional de enfren-tamiento armado, el posconflicto se puede

concebir como la ausencia definitiva de una forma de confrontación armada entre el Estado (Fuerza Pública) y las guerrillas de las Farc, el ELN y el re-ducto del EPL, y de una forma de violencia contra la población civil y la infraestructura económica del país.

Al cesar un tipo de enfrentamiento armado de carácter irregular, sobre el cual ha girado parte de la formulación de estrategias de seguridad, se considera que desaparece la amenaza de la toma del poder por la vía de las armas y, por ende, será necesario reorientar las capacidades de la Fuerza

FOTO: pradera-valle.gov.co

.........................

Amigo Acorado

¿Desea escribir para el Periódico ACORE?

Temas de interés para los Acorados y la Reserva Activa

Instrucciones:

Extensión entre una y dos cuartillas (hoja tamaño carta con márgenes según normas Icontec), letra Times New Roman, 12 puntos, espacio sencillo y sin sangrías.Título en negrilla en el mismo tipo de letra y tamaño.Contenido o cuerpo sin mayúsculas sostenidas, negrillas y subrayados.

Page 62: Edición 126 Noviembre 2015

REVISTA ACORE ________ 2015

60 Pública (y en general, de los distintos operadores de seguridad) para atender el impacto de los otros factores que continuarán alterando la convivencia ciudadana.

Por otro lado, la discontinuidad de las acciones terroristas de las guerrillas, principalmente contra la infraestructura petrolera y de energía eléctrica, permitirá que un amplio componente de los dis-positivos militares y policiales dedicados hoy al control y prevención de estas infraestructuras, se pueda emplear en nuevas responsabilidades de seguridad.

Paz y seguridad ciudadana, los retos

La Constitución Nacional de 1991 provee ele-mentos fundamentales para elaborar un concepto de seguridad ciudadana, entre los que se cuenta “mantener las condiciones necesarias para el ejer-cicio de los derechos y libertades públicas y ase-gurar que los habitantes de Colombia convivan en paz” (artículo 218 CN).

En consecuencia, bajo este enfoque, Colombia llevaría 23 años estableciendo los principios rec-

tores para implementar políticas y estrategias de seguridad ciudadana, en medio de la vigencia del conflicto armado interno. Sobre esa base consti-tucional, la Policía Nacional ha estado elaborando los planes y programas de seguridad para ir res-pondiendo a los fenómenos de delincuencia que afectan a los ciudadanos.

Por consiguiente, sería impreciso aseverar que por causa del conflicto armado interno, la seguri-dad nacional subsumió la seguridad ciudadana o la desplazó a un lugar secundario durante las últi-mas dos décadas en Colombia.

Lo que sí se debe reconocer es la emergencia de una intersección crónica entre la seguridad nacio-nal y la seguridad ciudadana. La seguridad nacional bajo el concepto de protección de la soberanía, la vigencia del orden constitucional y el territorio; la seguridad ciudadana bajo el concepto de protec-ción de las personas, frente a potenciales daños, contra su integridad física y moral, provenientes de la criminalidad.

Esa intersección produjo una zona de interacción

militar-policial, dentro de la cual debieron actuar

Foto: facatativa-cundinamarca.gov.co

Page 63: Edición 126 Noviembre 2015

EDICIÓN No. 126

61

simultáneamente las Fuerzas Militares y la Policía Nacional, en procura de controlar fenómenos com-patibles de inseguridad.

Las características y la amplitud de la zona de in-tersección crónica de la seguridad es lo que de-berá transformarse en el denominado posconflicto. “En cualquier caso, ya se trate de la terminación del conflicto por victoria militar o mediante la negocia-ción, los escenarios postconflicto no son escenarios de paz, sino de construcción de la paz. En conse-cuencia, pueden evolucionar positivamente hacia la paz duradera, o por lo menos, la paz estable, o por el contrario, degradarse paulatinamente y de-rivar en nuevas situaciones de crisis e incluso de guerra (Lund, 1996)”.

Por lo tanto, no puede equipararse la terminación del conflicto con el advenimiento de la paz ni con

el restablecimiento de condiciones óptimas de se-guridad”.1

Esa evolución positiva hacia una paz estable o una degradación de las condiciones de seguridad en el posconflicto, serán dos de las variables determi-nantes para hacer una aproximación a los nuevos paradigmas de la seguridad pública.

Una amenaza intangible que tendrá que ser abor-dada es la del “estado de ánimo social con el pos-conflicto”. En la medida en que la incertidumbre y el temor con este período ocupen mayor espacio en el sentimiento ciudadano, la percepción de inse-guridad puede tender a incrementarse. El reto para la Policía Nacional es la consolidación de modelos de convivencia ciudadana que se conviertan en ver-daderos espacios de inclusión, respeto, tolerancia, protección y cohesión social positiva. Se tendrán que elaborar estrategias encaminadas a disminuir la relación social conflictiva, que produce diferentes manifestaciones de violencia comunitaria.

Otro desafío policial está relacionado con trans-formar la incidencia delictiva en el deterioro de la percepción de seguridad, respondiendo única-mente con estadísticas. El clima de seguridad o el ambiente de tranquilidad ciudadana también se relaciona con la ausencia del desorden social. En este caso se requiere gobernabilidad para la segu-ridad ciudadana integral, en donde las administra-ciones locales sean capaces y eficientes para crear condiciones de esparcimiento público, de movili-dad, de bienestar infantil y juvenil y de resolución de las disputas sociales de familia y vecindad pre-viniendo que se degraden en hechos de violencia.

La zona de intersección crónica de seguridad

Una de las características de este lugar común de seguridad, al cual han concurrido durante las dos últimas décadas las Fuerzas Militares y la Po-licía Nacional, con mayor énfasis desde 2002, en desarrollo de la Política de Defensa y Seguridad democrática, es la presencia del terrorismo, el nar-cotráfico y el accionar violento de las bandas crimi-nales (Bacrim).

1. Más allá del posconflicto y perpetuación de la violencia: diez ideas para una agen-da de investigación. Andrés Molano Rojas, abogado constitucionalista, profesor de la Universidad del Rosario, de la Academia Diplomática de San Carlos y actual Director Académico del Observatorio de Política y Estrategia de América Latina – OPEAL-

Colombia exhibe en expodefensa innovaciones militares para el posconflicto

FOTO

: col

ombi

a-in

n.co

m.c

o

Page 64: Edición 126 Noviembre 2015

REVISTA ACORE ________ 2015

62

De hecho, la Política de Defensa y Seguridad De-mocrática definió seis amenazas entre las cuales priorizó el terrorismo y el negocio de las drogas ilí-citas. A partir del 2010, en el marco de la Política In-tegral de Seguridad y Defensa para la Prosperidad, se dio una mayor especificidad identificando como amenazas a las Farc, el ELN y las Bacrim2.

Contempladas en las dos políticas de seguridad, las cinco amenazas configuraron el escenario de ac-tuación de la Fuerza Pública colombiana en gene-ral, durante los últimos 12 años. Una de las razones de esa confluencia es que ellas afectaban transver-salmente la estabilidad nacional y la tranquilidad en el cotidiano vivir de los ciudadanos. Ahora, lo que estaría sugiriendo la llegada del posconflicto es la desaparición de las Farc, del ELN y consecuente-mente del terrorismo (como está definido hoy). Con el narcotráfico y las Bacrim, no ocurriría lo mismo.

Por consiguiente, la zona de intersección crónica de seguridad continuaría vigente, conservando al-gunas características comunes para que las Fuerzas Militares y la Policía Nacional mantengan una actua-ción operativa compartida y coordinada.

Las amenazas entonces se reconfigurarían en principio a partir de tres factores. Por un lado, los

2. Siglas correspondientes a las guerrillas de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, el Ejército de Liberación Nacional y a la organización delincuencial Bandas Criminales.

cambios que se puedan dar en el narcotráfico y en la mutación de las Bacrim hacia estructuras con una mayor disponibilidad de experiencia delincuencial, principalmente por la inclusión de desmovilizados reincidentes o de un remanente de no desmovili-zados, que surgirían del proceso de negociación de La Habana. El tercer factor lo constituirá el com-portamiento que vaya adoptando la minería ilegal.

Los anteriores tres elementos se darían en el contex-to de una relativa incertidumbre social, ocasionada por las expectativas y temores sobre la implementa-ción de los acuerdos de paz, pero además por la per-manencia de unas viejas realidades de inseguridad producidas por el contrabando, el pandillismo juvenil urbano, la micro distribución de estupefacientes (en barrios y áreas de influencia en centros educativos) y los corredores fronterizos del delito.

Al anterior escenario debe adicionarse el cambio climático, cuyos efectos son tangibles en el país, comenzando a afectar críticamente la disponibili-dad de un recurso natural vital como el del agua potable.

De esta manera, tres categorías de amenazas configurarían el nuevo paradigma de seguridad pública en el posconflicto: el crimen organizado nacional y transnacional, la micro-criminalidad de la delincuencia común y la criminalidad medioam-biental. La magnitud de esos tres factores estará determinada fundamentalmente por los vectores del narcotráfico, el contrabando (mercancías, ali-mentos, tecnología, armas, biodiversidad genética y de especies, entre otros) y la minería ilegal.

Implicación de las amenazas

Un eventual desarmarme, desmovilización y reintegración de las Farc, el ELN y el reducto del EPL, producirá un vacío del monopolio ilícito de las armas en todas las áreas geográficas donde estos grupos guerrilleros ejercieron la hegemonía

El General Jorge Mora Rangel es invitado a integrar el equipo negociador del Gobierno con las Farc.

2012 2013

Se realiza reunión de ACORE con el Fiscal General de la Nación.

Inician los procesos de conciliación del IPC para los Asociados.

Figura I: La intersección crónica de la seguridad

Zona de intersección crónica de la seguridad

Seguridad nacional Seguridad ciudadana

Fuen

te: O

PEA

L (2

014)

Page 65: Edición 126 Noviembre 2015

EDICIÓN No. 126

63

delictual, principalmente en relación con el nar-cotráfico.

Pero además, terminaría la forma de asociación que por intereses de rentabilidad ilegal se dio entre las Farc, el ELN, el EPL, las Bacrim y los carteles del narcotráfico, en los departamentos del Valle, Cau-ca, Nariño, Putumayo, Meta y Norte de Santander, entre otros.

Entonces, saldrían del negocio criminal unos so-cios o enemigos (según el caso) guerrilleros, que serían reemplazados por otras estructuras delin-cuenciales.

De esta manera puede surgir una confrontación violenta por el control del negocio ilegal de es-tupefacientes entre las Bacrim, los carteles de la droga y algunos ex-guerrilleros, los cuales, apro-vechando la experiencia acumulada en esta clase de economía ilícita, se reorganizarán para mante-ner su participación en el narcotráfico.

Por otro lado, la eventual desmovilización masiva de guerrilleros puede traer consigo el síndrome de reincidencia, que va a afectar con mayor grado la seguridad ciudadana, teniendo en cuenta que se genera una disponibilidad de “mano de obra” pro-veniente del mercado de la violencia.

“A través de la creación y combinación de los ín-dices de reincidencia directa, indirecta y vulnerabi-lidad al recluta- miento, se pudo establecer que el tamaño de la población plenamente reincidente es del 24%” 3.

Micro-tráfico de estupefacientes4, extorsión, toda modalidad de hurtos y los homicidios, entre otros,

3. Retorno a la ilegalidad o reincidencia de excombatientes en Colombia: Dimensión del fenómeno y factores de riesgo. Fundación Ideas para la Paz, 2014. 4. “Los delitos registrados por las autoridades en relación con el consumo personal y el tráfico de drogas, evaluados por separado, aumentaron en el periodo 2003 -2012, lo que se contrapone a la tendencia general a la disminución de los delitos contra la propiedad y los de carácter violento”. Resumen ejecutivo, informe mundial sobre las drogas 2014. Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito.

serán modalidades que podrían incrementarse en el posconflicto temprano.

Finalmente, una “depredación medioambiental”

se estaría generalizando en las zonas auríferas del país. La conformación y el accionar de “carteles del oro”, causan violencia y grave daño a distintos re-cursos naturales.

Es necesario tener en cuenta que la minería orga-nizada ilegal a gran escala, difiere de la minería in-formal aluvial, entre otros aspectos por el empleo del tipo de herramienta que se utiliza.

El uso ilícito de retro-excavadoras, por ejemplo, caracteriza una clase de explotación “industrial” de las minas de oro que se regula por la fuerza de estructuras delincuenciales con gran capacidad de intimidación. En la aluvial, en cambio, se recurre a procesos artesanales por parte de pequeños mineros que tratan de desarrollar la actividad en terrenos “alquilados”, invadidos o baldíos.

No obstante ambos “modelos” causan daños medioambientales y producen distintos niveles de violencia.

2013

Remodelación de la sede de la seccional Valle.

Adquisición de la sede de la seccional Tolima.

Intervención del presidente de ACORE ante la comisión accidental del Congreso sobre fuero penal militar.

Page 66: Edición 126 Noviembre 2015

REVISTA ACORE ________ 2015

64

Sala de la Memoria y la Dignidad Sargento Primero Libio José Martínez Estrada

Museo Militar de BogotáCalle 10 No. 4- 92 Martes a domingo: 8:30 a 4:30Teléfonos: 2812548 - 2813086

Page 67: Edición 126 Noviembre 2015

EDICIÓN No. 126

65Apuntes sobre discapacidad

La inclusión, asunto de todos

La Clasificación Internacional del Funcionamiento de la Discapacidad y de la Salud (CIF)1, de mane-

ra genérica, define la discapacidad como el conjun-to de deficiencias, limitaciones de la actividad y res-tricciones a la participación de un individuo.

En un sentido más amplio, se entiende por disca-pacidad la interacción entre las personas que pa-decen alguna enfermedad (por ejemplo, parálisis cerebral, síndrome de Down y depresión) y factores personales y ambientales (verbigracia, actitudes negativas, transporte y edificios públicos inacce-sibles y un apoyo social limitado).

1. Clasificación Internacional del Funcionamiento de la Discapacidad y de la Salud (CIF). Organización Mundial de la Salud (OMS), 2001.

El concepto de discapacidad ha evolucionado en los últimos años. Su abordaje ya no se concibe dentro del manejo social del riesgo sino desde el enfoque de derechos. Así lo establece

la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad de

Naciones Unidas.

Militares integrantes del equipo de alpinismo, en el Aconcagua en 2009

Comunicaciones Estratégicas Dirección General de Sanidad Militar

Page 68: Edición 126 Noviembre 2015

REVISTA ACORE ________ 2015

66

Las personas con discapacidad2 son aquellas que tienen deficiencias físicas, mentales, intelectuales o sensoriales a largo plazo que, al interactuar con diversas barreras, puedan impedir su participación plena y efectiva en la sociedad, en igualdad de condiciones con las demás.

Desde esta perspectiva, los componentes3 que determinan la discapacidad son tres, a saber:

1. Las deficiencias. Son problemas en las estruc-turas y/o funciones corporales. Pedro presen-ta una deficiencia en sus piernas que no le permiten caminar

2. Las limitaciones en la actividad. Son dificulta-des que un individuo puede tener en el des-empeño o realización de sus actividades. Por su deficiencia física, Pedro tiene dificultad para asistir a su trabajo, toda vez que su ofi-cina queda en un segundo piso y no cuenta con ascensor o rampa.

3. Las restricciones en la participación social. Son problemas que un individuo puede ex-perimentar al involucrarse en situaciones vitales. A Pedro lo invitan a celebrar el cum-pleaños de un amigo, pero por la puerta del restaurante no entra su silla de ruedas.

La discapacidad de Pedro ocurre y se acentúa por la relación entre estos tres componentes y las bar-reras actitudinales, comunicativas y físicas que se presentan en la interacción del entorno.

Categorías de la discapacidad

La discapacidad de un individuo se puede catalo-gar desde las deficiencias4, como se ilustra a conti-nuación:

Física o motora. Está relacionada con las deficiencias físicas que se encuentran en personas que presentan de forma permanente debilidad muscular, pérdida o ausencia de alguna parte de su cuerpo, alteraciones en las articulaciones o movimientos involuntarios.

2. Convención sobre los derechos de las personas con discapacidad de 2006. Apro-bada en la Ley 1346 de 2009 por el Congreso de la República de Colombia.3. Clasificación Internacional del Funcionamiento de la Discapacidad y de la Salud (CIF), Op. Cit.4. Categoría de la variable de discapacidad. Ministerio de Salud y de Protección So-cial, 2008.

Las personas que tienen este tipo de deficiencias pueden presentar dificultad para caminar, despla-zarse, cambiar o mantener posiciones del cuerpo, llevar o manipular objetos y realizar actividades de cuidado personal o del hogar.

Para aumentar su grado de independencia, po-drían requerir de la asistencia de otras personas, prótesis o ayudas técnicas como sillas de ruedas, bastones, caminadores o muletas, entre otras. La forma de tratar a una persona que tiene dificul-tades para caminar es la siguiente:

• En compañía de una persona que camina des-pacio y/o utiliza muletas, procurar ajustar el paso al suyo.

• Procurar que las muletas, bastones u otras ayu-das para caminar que utilice, estén siempre cer-ca de la persona con discapacidad.

• Si da la impresión que la persona está en difi-cultades, hay que ofrecer ayuda y en caso que sea aceptada, preguntar cómo debe hacerse.

Registro de las personas con discapacidad

Registrar a las personas con discapacidad es fundamental para contribuir con una sociedad más inclusiva en la que todas y todos podamos aportar. Sin embargo, actualmente en Colombia existe un subregistro de la condición de discapacidad que no permite al Gobierno Nacional obtener la información necesaria para crear proyectos, programas y políticas acordes con las necesidades de las personas con discapacidad, que lleven al goce efectivo de sus derechos.

En consecuencia, el Ministerio de Salud y Protección Social –en coordinación con la Unidad para la Atención y Reparación Integral a las Víctimas, la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (Usaid) y la Organización Internacional para las Migraciones (OIM)– desarrolló una estrategia de comunicaciones que busca fomentar el trato digno a las personas con discapacidad y promover su registro para construir una Colombia más inclusiva.

Page 69: Edición 126 Noviembre 2015

EDICIÓN No. 126

67

Las personas tienen sus técnicas personales para subir escaleras, por ejemplo, y a veces una ayuda inadecuada puede hasta entorpecer las cosas. Otras veces la ayuda es esencial. No ofenderse si la ayuda es rechazada.

• En el caso que la persona se haya caído, hay que ofrecerle ayuda inmediatamente, pero nunca sin preguntar si es necesaria la ayuda y cómo debe hacerse.

• Evitar posibles empujones o un contacto físico mientras se está desplazando.

• Pueden necesitar ayuda a la hora de levantar o transportar objetos, ya que las manos están ocupadas sosteniendo las muletas.

Si la persona es usuaria de silla de ruedas, estos son algunos consejos para tener en cuenta:

• Dirigirse a la persona en silla de ruedas y no a su acompañante.

• Para hablar con una persona que utiliza silla de ruedas, sitúese de frente y a la misma altura (de ser posible sentados).

• No colgar cosas o apoyarse sobre una silla de ruedas, como quiera que hace parte del espa-cio corporal de la persona.

• Si se desconoce el manejo de la silla de rue-das, preguntar al usuario cómo ayudarle.

• Para subir desniveles, inclinar la silla para atrás para levantar las rueditas de adelante y apoyar-las sobre la elevación. Para descender un esca-lón, es más seguro hacerlo marcha atrás, siempre apoyando para que el descenso no produzca un fuerte impacto. Para ascender o descender más de un peldaño, en consecuencia, será mejor pe-dir ayuda a alguna otra persona.

• Siempre hay que preguntar si la persona ne-cesita ayuda, antes de brindarla. Puede no ser necesaria o requerida.

• No empujar la silla sin decírselo al usuario.

• No levantar la silla por el apoya-brazos.

• Verificar la posición de los pies en las pieseras.

• Fijarse que la ropa y frazadas no queden atra-padas en las ruedas.

El lenguaje en la discapacidad

Personas con discapacidad es el término apropiado para referirse a ellas. Existen locuciones precisas para cada caso:

Expresión incorrecta Expresión correcta

Discapacitado. Persona con discapacidad.

Defecto de nacimiento/deforme. Discapacidad congénita.

Enano.Persona con talla baja.Persona con acondroplasia.

Ciego. Persona con discapacidad visual.

Sordo/mudo/sordomudo. Persona con discapacidad auditiva.

Inválido/minusválido/tullido/lisiado/ paralitico/chueco. Persona con discapacidad física o motora.

Retardado mental/enfermo mental/ bobo/tonto/mongólico. Persona con discapacidad cognitiva.

Loco. Persona con discapacidad mental.

El reto de la sociedad es superar las barreras que restringen la participación activa de las personas con discapacidad para hacerla más incluyente.

Page 70: Edición 126 Noviembre 2015

REVISTA ACORE ________ 2015

68

Intelectual/cognitiva. En esta categoría se encuen-tran aquellas personas que podrían presentar di-ficultad en el aprendizaje y ejecución de diversas actividades. También quienes presentan dificultad para relacionarse con otras personas debido a al-teraciones permanentes en sus funciones intelec-tuales, de conciencia, orientación, atención, memo-ria y cálculo, entre otras.

Las personas con esta deficiencia poseen un po-tencial de desarrollo importante y capacidad de aprendizaje. Si disponen de los apoyos y ajustes pertinentes, su desempeño será funcional y social-mente apropiado. El trato adecuado es el siguiente:

• No ignorar a las personas con discapacidad in-telectual. Saludar y despedirse de ellas normal-mente, como con cualquier persona.

• Responder a sus preguntas, asegurándose que han comprendido. Hay que tener paciencia, pues sus reacciones pueden ser lentas y tardar en comprender lo que se le dice.

• Hablar de forma clara, con mensajes cortos y concretos, evitando palabras abstractas o men-sajes de doble sentido.

• Salvo para cuestiones intelectuales, tratarlas de acuerdo con su edad.

• Dirigirse directamente a la persona con dis-capacidad y no a su acompañante. Recuerde siempre incluirla en sus conversaciones.

• La información que brinde debe ser en mayor parte visual, con mensajes concretos y cortos.

• Mantener la calidad en la atención y el servicio prestados. El hecho que una persona con dis-capacidad intelectual no entienda los concep-tos con la velocidad y precisión que los demás, no significa que se brinde un trato de menor calidad.

• Ser paciente al hablar con una persona con discapacidad intelectual, al dar explicaciones y escucharlo.

• Evitar la sobreprotección. Dejar que ellas ha-gan o traten de hacer solas todo lo que pue-dan; ayudarlas sólo cuando sea realmente ne-cesario.

Auditiva. Se refiere a aquellas personas que po-drían presentar en el desarrollo de sus actividades cotidianas, diferentes grados de dificultad en la re-cepción y producción de mensajes verbales.

En esta categoría se pueden encontrar personas sordas sin posibilidad de escuchar sonido alguno, aun cuando estos se amplifiquen; personas con di-ficultades graves o importantes para oír sonidos de sirenas, alarmas, dispositivos de advertencia; per-sonas que debido a una pérdida o reducción de la capacidad auditiva se les dificulta entender una conversación en tono normal.

También están las personas con sordera total en un sólo oído. Para aumentar su grado de indepen-dencia podrían requerir de la ayuda de intérpretes, audífonos o implantes cocleares, entre otros.

El trato adecuado con una persona con discapa-cidad auditiva, sorda o hipoacúsica, es el siguiente:

• No cubrir nuestra cara con las manos o con otros obstáculos (bolígrafos, chicles, etcétera).

El respeto está en primer lugar y sólo existe cuando hay intercambio de ideas, informaciones y voluntades. Por mayor

que sea la discapacidad, los potenciales de la persona están ahí.

2013

ACORE entrega su concepto sobre el proyecto de fuero penal militar.

ACORE participa en el trámite legislativo sobre la Justicia penal militar.

Se establece la Mesa de Trabajo Permanente de las asociaciones de la Fuerza Pública.

Page 71: Edición 126 Noviembre 2015

EDICIÓN No. 126

69

• Hablar con un nivel de voz natural y vocalizan-do. Utilizar expresiones faciales, pero sin exa-gerar demasiado los gestos. No hablar dema-siado rápido.

• Acercarse a la persona pero no gritar. No nos va oír por mucho que gritemos, incluso, puede que consigamos el efecto contrario, pues al gri-tar, nuestro rostro se endurece, y es esto lo que el interlocutor percibe: no capta el contenido de las palabras, sólo ve un rostro hostil.

• Mirar a los ojos a nuestro interlocutor. Este ele-mento nos puede ayudar en dos sentidos: el primero es que sentirá confianza en nosotros; el segundo es que, a la vista de su expresión facial proseguiremos la conversación con la se-guridad de que nos comprende. En general, las

personas sordas son muy expresivas gestual-mente, lo que nos puede ayudar a saber si de-bemos parar y comenzar de nuevo o si estamos teniendo éxito y la comunicación es correcta.

• Aclarar con otras palabras si la persona no comprende las primeras.

• Reiterar por escrito lo concerniente a informa-ción y datos importantes.

• Evitar crear sonidos innecesarios, como agitar llaves, pasar páginas o golpear un lápiz contra la mesa.

• Para llamar su atención pueden darse un par de leves golpes en su hombro o brazo. Si se en-cuentran en una habitación grande se pueden

2013

Se conocen los compromisos del Fiscal con la Fuerza Pública.

2014

La seccional Magdalena estrena nueva sede.

Adquisición de la sede para la seccional Quindío.

Militares discapacitados en el Aconcagua en 2009

Page 72: Edición 126 Noviembre 2015

REVISTA ACORE ________ 2015

70

apagar y encender las luces intermitentemente. Otra alternativa es golpear suavemente el sue-lo o una mesa para que sientan las vibraciones.

• Si no se entiende bien algo de lo que ha dicho, hay que pedirle que lo repita y no hacer que se ha comprendido. Si la persona con limitaciones auditivas no comprende bien una información hay que repetírsela o utilizar sinónimos.

• No incomodarse o sorprenderse con la manera de hablar de la persona, el ritmo del habla o la elección de las palabras.

• Si la persona está acompañada de un intérpre-te de lengua de signos, dirigirse a la persona, no al intérprete.

• Procurar no ponerse nervioso si una persona con discapacidad auditiva no puede hablar.

• Si no conoce la lengua de señas dialogue len-tamente para que la persona sorda pueda leer sus labios.

• Si la persona no está acompañada de un intér-prete, es necesario utilizar señales básicas para que pueda comprender.

• No hay que aparentar entender los diálogos y es fundamental no alejarse de la persona con discapacidad auditiva si no han podido comu-nicarse hasta que otra persona pueda ayudarlo.

• Recuerde siempre que debe preguntar si se necesita su ayuda, antes de brindarla. Puede no ser necesaria o requerida.

• No es correcto decir que alguien es sordomu-do. Muchas personas sordas no hablan porque no aprendieron a hablar. Muchas hacen lectura labial, otras no.

• Mientras esté conversando, mantenga siempre el contacto visual. Si desvía la vista, la persona sorda puede pensar que la conversación termi-nó. No siempre la persona sorda tiene una bue-na dicción. Si tiene dificultad para comprender lo que ella está diciendo, solicítele que repita. Generalmente, las personas sordas no se inco-modan de repetir las veces que sea necesario para ser entendidas.

Visual: Se refiere a aquellas personas que po-drían presentar diferentes grados de dificultad en la realización de actividades de cuidado personal, del hogar o del trabajo, entre otras, debido a alte-raciones para percibir la luz, forma, tamaño o color de los objetos.

Es necesario cuidar el lenguaje utilizado. Algunas palabras son consideradas como ofensivas y la comunidad con

discapacidad puede considerar que atenta contra su dignidad y sus

capacidades.

Se pueden encontrar personas ciegas o aquellas que pese a usar gafas o lentes de contacto o ha-berse practicado cirugía, tienen dificultades para distinguir formas, colores, rostros, objetos en la calle, ver en la noche, ver de lejos o de cerca, inde-pendientemente de que sea por uno o ambos ojos.

Para una mayor independencia y autonomía, po-drían requerir de adecuación de espacios, bastón de orientación, señales sonoras y apoyos tecnoló-gicos, entre otros.

¿Cómo tratar a una persona con discapacidad vi-sual, ciegas o baja visión?

Se inaugura la nueva sede en Huila.

2014

ACORE participa en la mesa de trabajo por las víctimas.

ACORE asiste en Buenos Aires al foro sobre Justicia, concordia y libertad.

Page 73: Edición 126 Noviembre 2015

EDICIÓN No. 126

71

• Identificarse siempre al dirigirse a una persona con discapacidad para ver. No empezar a ha-blar sin haberse presentado primero.

• No siempre las personas ciegas o con deficien-cia visual precisan auxilio, pero si encuentra al-guna que parezca estar en dificultades, identi-fíquese y hágale notar que estás hablando con ella y ofrécele tu ayuda. Nunca ayudes sin pre-guntar antes cómo debes hacerlo.

• Háblele directamente a la persona ciega, en el mismo tono de voz que cualquier otra persona. Para enfatizar que es a él a quien le habla, pue-de tocar ligeramente su brazo.

• Si se le ofrece o indica alguna cosa, decirle de que se trata.

• Informarle en qué lugar exacto se encuentra lo indicado. Utilizar términos como: izquierda, de-recha, adelante, atrás. Debemos ser específicos y precisos en el mensaje, utilizando términos orientativos y evitando palabras como aquí, allí, eso o exclamaciones como ¡cuidado! Si es nece-sario, tomar su mano y hacerle palpar el objeto.

• Describir verbalmente escenarios y entornos.

• No dejarle sola sin advertírselo antes.

• Jamás tome el bastón del ciego sin su previa autorización. Recuerde que es un medio de in-formación fundamental para él.

• En el centro de trabajo, evitar dejar obstáculos por el camino. Cuando haya que mover o cam-biar muebles o maquinaria de sitio, avisarle.

• Los objetos que utiliza dejarlos siempre en el mismo lugar.

• Mantener las puertas o ventanas, totalmente cerradas o completamente abiertas.

• Si precisa ayuda, ofrecerle el brazo y caminar ligeramente por delante.

• Advertirle de posibles obstáculos que se en-cuentren a su paso.

• Preste su ayuda, siempre y cuando sea solicita-da. Si requiere guiar a la persona con discapaci-dad visual, pose la mano de él sobre su hombro o mano.

• Si se requiere, oriente con claridad, utilizando expresiones que faciliten la orientación espa-cial. Por ejemplo: “a su derecha encuentra...”, “al frente esta...”, entre otras.

2014

Se publica en septiembre la primera separata de medios.

2015

El expresidente Cesar Gaviria participa en la Mesa de Trabajo Permanente.

El Procurador Alejandro Ordoñez Maldonado, participa en Conversatorio Pacto por la Paz

FEBRERO 23FEBRERO 10

FOTO

:san

idad

fuer

zasm

ilitar

es.m

il.co

Nueva oportunidad de vida

Page 74: Edición 126 Noviembre 2015

REVISTA ACORE ________ 2015

72

• La mayor parte de las personas ciegas aprecian que, espontáneamente y en voz baja, le brin-den la información sobre las cosas que él no puede ver, como las características del lugar en que se encuentra o de las personas que están con él.

• Cuando la persona con discapacidad visual ten-ga perro guía, no lo separe de este, no lo jale, distraiga, consienta, de comida o sujete por el arnés y permítale entrar antes que su usuario, ya que este representa sus ojos y su seguridad.

• Informe los documentos de los cuales está ha-ciendo entrega y lo que usted está haciendo. Se sugiere utilizar expresiones como: “al frente suyo se encuentra el formato” o “hago entrega de la documentación”, “voy a sacar una fotoco-pia de...” para que la persona ciega esté debi-damente enterada.

Psicosocial/mental. En esta categoría se incluyen personas con desórdenes mentales que se mani-fiestan en comportamientos inadecuados como: dificultad para organizar rutinas, manejar el estrés y relacionarse con otras personas. Lo anterior, debido a alteraciones permanentes (de conciencia, orien-tación, energía, impulso, tensión, temperamento, memoria, personalidad, entre otras). ¿Cómo se les debe tratar?:

• Demostrar interés por la persona y su estado de salud y anímico, pero, a la vez, ser discretos.

• Evitar divulgar o insistir sobre su enfermedad, a no ser que sea estrictamente necesario.

• Soslayar las situaciones de estrés continuado, así como aquellas que puedan generar violen-cia, como discusiones o críticas.

• Tomarse un tiempo para escuchar lo que dice.

• Facilitar su participación en todas las actividades.

• Actuar naturalmente al dirigirte a una persona con deficiencia mental. Tratarla con respeto y consideración. Si fuera un niño, como a un niño. Si fuera un adolescente, como a un adolescen-te. Si fuera una persona adulta, como tal.

• No ignorarla. Saludo y despedida normal, como se hace con cualquier persona.

Discapacidad múltiple5: Presencia de dos o más deficiencias, bien sea de orden físico, sensorial, mental, emocional o de comportamiento. Estas afectan significativamente el desarrollo, las posibi-lidades funcionales, la comunicación, la interacción social y el aprendizaje, por lo que requieren para su atención de apoyos generalizados y permanentes.

Las particularidades de la discapacidad múltiple no están dadas por la sumatoria de los diferentes tipos de deficiencia, sino por la interacción que se presenta entre ellos.

Bibliografía

Modelo de rehabilitación funcional. Dirección General de Sani-dad Militar, 2013.

Convención Internacional sobre los derechos de las Personas con Discapacidad. Organización de las Naciones Unidas, 2006.

Ley 1471 de 2011, “por medio del cual se dictan las normas relacionadas con la rehabilitación integral de los miembros de la fuerza pública, alumnos de las escuelas de formación de las Fuerzas Militares y sus equivalentes en la Policía Nacional, per-sonal civil del ministerio de Defensa Nacional y de las Fuerzas Militares y personal no uniformado de la Policía Nacional”.

Ley estatutaria 1618 de 2013, “por medio de lo cual se estable-cen las disposiciones para garantizar el pleno ejercicio de los derechos de la personas con discapacidad”.

Documento Conpes 166 de 2013, política pública nacional de discapacidad e inclusión social.

Resolución 5484 de 2014, “por la cual se adopta la política de discapacidad del sector Seguridad y Defensa”.

¿Cómo tratar a una persona con discapacidad?: aspectos gene-rales. Obtenido en http://bancadis.ibv.org.

Personas con discapacidad. Obtenido en www.elcomercio.com.

Guía para entidades púbicas, servicio y atención incluyente. Programa Nacional de Servicio al Ciudadano del Departamento Nacional de Planeación, el Departamento Administrativo de la Función Pública, la fundación Saldarriaga Concha y Arquitectura e Interiores, 2012.

5. Guía de discapacidad múltiple y sordo ceguera para personal de educación espe-cial. Secretaria de Educación Pública México DF, 2011.

Page 75: Edición 126 Noviembre 2015

EDICIÓN No. 126

73

En este breve recorrido por la historia de la avia-ción mundial, usted encontrará una serie de

hechos que hacen de los avances aeronáuticos la ruta del progreso que los países tuvieron que recorrer para encontrar actualización, desarrollo industrial y, naturalmente, económico. Es decir, con los adelantos y paralelamente con la tecnolo-gía aeronáutica, se perfeccionaron las máquinas voladoras. En no pocas ocasiones esta premisa se invirtió: investigaciones y sus resultados se fueron adecuando para la aeronáutica y fines comerciales.

En este orden de ideas, los países que decidieron participar en los asuntos aeronáuticos, progresa-ron y su economía se destacó significativamente. Es que allí, donde hay una pista hay desarrollo. Los negocios empiezan a surgir de tal forma que áreas

Ingeniería aeronáutica y fuerzas militares

Mayor (RA) Hernando Sáenz BermúdezIngeniero

UH60 Black Hawk. Diseño y construcción con gran participación de colegios y universidades militares.

Page 76: Edición 126 Noviembre 2015

REVISTA ACORE ________ 2015

74como la salud y la educación, que se ofrecen como base para una sociedad, no tienen otra alternativa que contar con el avión para hacerlas realidad en las regiones más apartadas y necesitadas.

El ejemplo más significativo sobre la utilidad de las aeronaves se evidencia durante la Alemania de Hitler. El káiser construyó su edificio de guerra con la Luftwaffe (arma aérea), la más grande y mortífera del mundo en la década de los cuarenta. Con el poder aéreo y ejércitos muy bien dotados preten-dió conquistar al mundo creando frentes de gue-rra en Europa Meridional, Norte de África y Rusia. Invadió países a su antojo; solo cuando la aviación de sus rivales intervino frontalmente y la propia se debilitó, tuvo que considerar su derrota.

En esas condiciones, las academias de ingeniería aeronáutica habían nacido y crecido sorteando múltiples dificultades. Invasores e invadidos for-maron con la mayor celeridad los estudios para sa-tisfacer las necesidades del conflicto. Se requerían aeronaves más veloces y livianas que las del adver-sario y estas se construyeron con la participación de ingenieros conocedores del universo de las

matemáticas y los secretos de la aerodinámica, quienes aceptaron el reto y entendieron su gran responsabilidad al asumir por su cuenta la inves-tigación aeronáutica, proceso originado en los colegios y universidades con vocación militar. Esta política actualmente es profesada mundialmente con los mejores logros en las universidades de Es-tados Unidos y Europa.

Los resultados

Por su necesidad, el crecimiento de la industria aeronáutica fue colosal desde los inicios. Verbo y gracia, los Hermanos Wright realizaron los prime-ros vuelos en diciembre de 1903 en Kitty Hawk Carolina del Norte, y el avión se utilizó como arma durante la Primera Guerra Mundial, conflagración que comenzó en 1914 y terminó en 1918. En esta contienda se destacó con su avión triplano Fokker Dr 1, el alemán Von Manfred Ritchtofen, conocido como el ‘Barón Rojo’, quien dio buena cuenta de 86 victorias. Por elemental lógica se deduce que necesariamente su avión y el de sus adversarios, también altamente acrobáticos, contaban con una avanzada tecnología.

Bachillerato en colegios alemanes.

Page 77: Edición 126 Noviembre 2015

EDICIÓN No. 126

75

Esos resultados no se han logrado hoy en día, en nuestro país. Promediando los primeros 14 años de fecundo ejercicio ingenieril, la fabricación de aviones logró rápidamente un alto nivel de progre-so y fecundo ejercicio aerodinámico y matemático. De esa época a hoy ha pasado más un siglo. Confe-semos que en ese universo, el de los aviones, nues-tra industria, salvo individuales esfuerzos, ha tenido muy escasa participación en la aeronáutica.

Los resultados en los primeros años en Europa

no provinieron de la incuria, desidia, indolencia o total aceptación de los males administrativos. Tam-poco ocurrieron por ley de gravedad. Se requirie-ron diferentes factores siendo el principal de ellos el deseo de hacerlo en virtud de la importancia que la técnica aeronáutica representó para los países que tuvieron que sufrir los rigores del conflicto. En general, todas las naciones europeas recorrieron el mismo camino para lograr la formación de es-tas academias: se propusieron como meta a corto plazo la unión entre Estado, universidad y empre-sa privada. Esta trilogía se impuso como premisa mayor si se deseaba tener el calificativo de países constructores de aeronaves capaces de atender sus propios requerimientos.

El milagro brasileño

En épocas más recientes, un significativo ejem-plo y modelo de esta unión es evidente en Bra-sil, donde se da una muy fuerte integración del Instituto Tecnológico Aeronáutico (ITA) y la Fuerza Aérea Brasileña. Esta institución labora en cerrado equipo con la Universidad de Sao Paulo y la firma Embraer, la cual cuenta con una espectacular plan-ta de producción que entrega un avión diario, sin importar si es de combate, ejecutivo, de transporte o entrenamiento.

Las aeronaves para fumigación son producidas en la planta de Joao – Neiva, en donde se evidencian excelentes resultados de investigación, entre estos los rendimientos operacionales de las aeronaves y el uso de combustible procedente de la caña de azúcar para motores a pistón y otros logros más en todos los órdenes.

El marco de estos logros resulta ser ese infinito deseo de trabajar en equipo por el país. Allí no se escucha decir “soy el jefe de esta planta”, sino “entre

todos creamos este sistema”. Esa ejemplar filosofía impera a todo nivel. Por ejemplo, la Aeronáutica Ci-vil no es la entidad que reglamenta, juzga y san-ciona sin derecho inútiles apelaciones. La co-laboración de todos para que haya desarrollo, empleo y progreso es ejercida sin siquiera ser solicitada por los dueños de un aerodino o una compañía aérea.

En la Universidad de Sao Pablo existe una oficina de la misma aeronáutica que participa en el per-feccionamiento de la idea. Utiliza la inventiva de los estudiantes para recomendar variantes según sea el caso hasta la certificación de los proyectos. Entonces, los jóvenes profesionales pasan a ser miembros del ITA, de la universidad o de la planta de Embraer. Bonito ejemplo de trabajo en equipo, emprendi-miento industrial y muchos deseos de hacerlo.

El caso colombiano

Hay tremendas diferencias entre lo que ocurre en Brasil y en nuestro hermoso país. Si a un empresa-rio carioca los grupos al margen de la ley le dinami-tan una aeronave, por ejemplo, la autoridad aérea de ese país no le cancela la empresa ni los permi-sos para operar al resto de aviones por razones de reglamentación aplicada sin criterio. Por el contra-rio, como miembro de una cadena social, el empre-sario es apoyado; si se ha destacado como buen ciudadano, el país en forma inmediata lo indemniza sin presentar absurdos argumentos para negarle el apoyo.

Retrocediendo en el tiempo, recuerdo con cla-ridad que cuando a Colombia le correspondió la cuota de ensamble de aeronaves para los países del Grupo Andino, el Instituto de Fomento Indus-trial –con Miguel Fadul a la cabeza de AICSA, apén-dice de la CIAC con el General Raúl Alberto Pare-des como Gerente– cumplía exitosamente con dos plantas: la de Cessna y la de Piper Aircraft. Con el liderazgo de Antonio Urdaneta y Héctor Gálvez, por un lado, y James Leaver y Carlos Nivia, por el otro, se produjeron alrededor de 400 aviones mono motores y bimotores medianos. Para ese entonces, nuestros vecinos brasileños vieron con incredulidad este “milagro industrial”, lo imitaron, mejoraron y se permitieron el lujo en corto tiempo de hacerse acreedores a la tercera posición de fa-bricantes de aeronaves en el ámbito mundial.

Page 78: Edición 126 Noviembre 2015

REVISTA ACORE ________ 2015

76

Mientras esto ocurría y ocurre a la fecha, nosotros todavía profesamos provinciales sueños de tener nuestro propio desarrollo aeronáutico tratando de cambiar la filosofía de quienes piensan que todavía no estamos listos. Entonces, ¿cuándo? No se escu-cha respuesta.

No falta quien en su desconocimiento del tema formule diferentes argumentos: se requieren millo-narias inversiones del programa para ingenieros, lo cual no es cierto; esta cátedra no está incluida en el presupuesto (claro que no lo va a estar porque es un programa nuevo); no es la orientación de los estudios; no hay investigadores con afinidades con el tema (elemental, pues no existen porque no se ha creado la academia que los forme y no pueden ser afines con temas que desconocen); que no hay laboratorios (por Dios Santo, los dos primeros años son de estudios básicos y las materias de física y la química requieren en principio los mismos equi-pos por ser ciencias universales en todas las Inge-nierías; en la facultad de ingeniería no hay mecáni-ca o electrónica aunque exista la mecatrónica; en fin, un sinnúmero de argumentos irrazonables y nefastamente orientados al ¡no!

Las anteriores barreras invisibles no existirían si tuviéramos conciencia de lo que se nos avecina. Conflictos internos y externos, la responsabilidad de cuidar el agua, atender los incendios y muchos más. Existen unas aeronaves que aterrizan y de-colan en lugares donde otras no pueden operar e ingenieros colombianos que pueden diseñarlas para ser construidas económicamente en el país, a fin de cumplir los compromisos de orden social y político.

Nos acostumbramos a los escépticos, a los que todavía están en el siglo veinte y a los que no fue-ron convencidos. Nos acostumbramos a quienes no aceptan nuevos argumentos ni razonamientos juiciosos, pero que, aun viviendo en el pasado, tie-nen el poder de la determinación y les resulta más cómodo no tocar “este tema de locos”.

Surge una esperanza

En medio de este ambiente viciado y adverso al desarrollo aeronáutico, donde hemos sido des-tacados como excelentes compradores de tecno-logía y posterior a las primeras e ingratas conse- Resultado de una idea “absurda” El U.S.S Ranger, podía

almacenar hasta 72 aviones.

Page 79: Edición 126 Noviembre 2015

EDICIÓN No. 126

77

cuencias de la época del naciente narcotráfico en Colombia, aparecen tres universidades que con visión de futuro asumieron el reto: San Buenaven-tura de Bogotá con un valioso sacerdote de mente abierta, el padre Castillo; Los Libertadores cuyo rector Hernán Linares Ángel fue increíble visionario junto con el ingeniero Guillermo Hoyos, y la Univer-sidad Pontificia Bolivariana de Medellín, ¡paisas al fin y al cabo!

Generaciones de las tres universidades comen-zaron a ocupar importantes cargos en las em-presas de aviación oficiales y privadas. Ellos son conscientes de las dificultades administrativas que han de sortear los empresarios para que sus reali-zaciones no mueran. Son mirados con la esperanza para que entre ellos aparezca ese alguien que racionalice el ejercicio de las políticas actuales y desde los principales cargos de las instituciones que rigen la normatividad aeronáutica, orienten la doctrina aeronáutica nacional en respuesta a los compromisos internacionales, incluso desde la mis-ma dirección de la Unidad Administrativa Especial

de la Aeronáutica Civil, Aerocivil, constituyéndose en adalides del progreso en el país con los cambios que el tema amerita.

Para algunos jóvenes que comienzan es evidente que se requieren reformas en la normatividad. Por ejemplo, beneficioso si el país contará con aviones anfibios surcando nuestros ríos y mares. Si se re-quiere control a la operación de esta versátil her-ramienta de progreso, que se haga, pero no se justifica que su utilización esté desaparecida. Si los aviones ultralivianos (algunos de los cuales han sali-do huyendo de la categoría HK para ser UL a fin de no afrontar los engorrosos trámites de la entidad rectora) se encuentran con la prohibición de ser útiles en labores del campo, en un país con vo-cación agrícola, la pregunta que surge es: ¿así se propicia el desarrollo de la empresa aeronáutica?

Alrededor de la necesaria Investigación se necesi-ta una oficina dependiente de la Aerocivil con fran-ca y decidida misión orientada a la promoción de investigación y desarrollo aeronáutico. Todos estos

La electrónica de la aviación mundial ha tenido grandes aportes provenientes de las universidades con vocación militar.

Los diseños considerados como “locos” dieron grandes resultados a la economía de los paises

Page 80: Edición 126 Noviembre 2015

REVISTA ACORE ________ 2015

78

cuestionamientos son tema para buscar soluciones a cambio de nuevas normas sin fundamento.

En el transcurso de este análisis también surgen algunas soluciones. Aquí sí, por ley de gravedad, porque la lógica se impone en todos los actos de la vida.

Por un lado, la universidad colombiana está cum-pliendo con su gran cuota de esfuerzo en la forma-ción de profesionales. Pero dichos profesionales requieren ser entendidos por los empresarios no solo del medio aeronáutico sino de actividades diferentes porque sus valiosos conocimientos son muy útiles y aplicables. Esa cuota de soporte evita que, en muchos casos, ocurra la fuga de cerebros.

La carrera es universal como ninguna otra. Es apli-cada con procesos estandarizados en todas las ac-tividades aeronáuticas del mundo. Consecuente-mente, en cualquier país, un ingeniero aeronáutico puede desempeñarse en múltiples opciones. Pero esa ventaja en el orden personal, se convierte en gran desventaja, porque si en el país no encuentra ocupación, en otros es altamente apetecido. La cita de esta circunstancia es válida si logra que los pro-fesionales tengan la oportunidad de hacer prácti-cas empresariales y pasantías previas al grado para

obtener contactos orientados al futuro, especial-mente en los centros de producción aeronáutica.

Aquí entra de nuevo la participación de las uni-versidades y colegios con vocación militar, quienes no se pueden excluir con sacrílega indiferencia o facilismo ante la obligatoriedad que impone hacer la tarea que les corresponde por el mismo compro-miso que su país exige.

En cuanto a la importante presencia del capital privado cabe anotar el propio interés industrial que proporciona. La expansión del desarrollo en el mu-ndo de las negociaciones se logra con el avión.

La misma proyección social tan obligante presta sus beneficios si se tiene a la mano un medio aé-reo de contacto con la gente, especialmente en un país tan variado como el nuestro, donde la carencia en vías de comunicación terrestre o fluvial es tan indiscutida como evidente.

Estas consideraciones también son nuevamente válidas para las entidades del Estado que nacieron para el desarrollo de la actividad. En el caso nuestro, en mi calidad de testigo de excepción de la visión que tuvieron los redactores de la ambiciosa misión de la Corporación de la Industria Aeronáutica Co-

En 1916, un estudiante británico acciona la palanca de mando encaramado detrás del instructor en un avión de antes de la guerra.

Page 81: Edición 126 Noviembre 2015

EDICIÓN No. 126

79

lombiana, porque soñaron en grande y no fallaron. Mantenimiento con la utilización de nuestros

extraordinarios técnicos y talleres del Coman-do Aéreo de Mantenimiento (Caman); presen-cia internacional y venta de servicios a todos los países; la actividad in bond; el ensamble de aeronaves para posterior fabricación; el naci-miento de la industria de partes, componentes y aviones a gran escala. Estas fueron algunos de los anhelos y concepciones que en su momento se planearon sobre la base de una completa infraes-tructura existente.

Años más tarde se comprobó la posibilidad de hacerlo. Con la sola disposición presidencial de “no lo compren: háganlo” provino el ensamble y fabricación del avión para entrenamiento primario T-90.

Esa experiencia y otras donde el ingenio y co-nocimiento de los nuestros aflora, nos trae una enseñanza: se puede pensar en formar una gran industria en ese sentido; pero nos falta el elemento

“ganas”, determinación, creer en la capacidad del colombiano, que ha rebosado los límites de lo im-posible cuando fue necesario.

En estas elucubraciones se llega a una palpable realidad. Colombia entra en una incierta etapa para la cual debemos proyectarnos. Países inte-resados en nuestros mares y territorio se vienen preparando para dar frente a sus pretensiones. En consecuencia requerimos la producción de nues-tros propios aviones en todas las modalidades para múltiples misiones. Desde los lentos utilizados en observación con capacidad de operar desde pis-tas inexistentes, hasta grandes transportes y/o de combate.

Tal vez mis ambiciones sean demasiadas pero creo que nuestras realizaciones desde todos los ángulos hasta el momento podrían haber sido de orden superior. ¿Por qué otros lo han logrado? Aquí cabe la aplicación de lo que repetimos des-de los 17 años: “Creo en tu destino y espero verte siempre grande, respetada y libre”

UH-60 El milagro aerodinámico de los helicopteros contribuyen las universidades militares.

Page 82: Edición 126 Noviembre 2015

REVISTA ACORE ________ 2015

80 C 130. La dirección de militar fue definitiva en la fabricación de este avión

Page 83: Edición 126 Noviembre 2015

EDICIÓN No. 126

81

“La guerra es el reino de la incertidumbre, o un ejemplo extremo

de la anarquía de lenguajes que se emplean para su justificación.

Razón por la cual siempre encontrará excusas para que se perpetúe”.

Clausewitz.

Comando Estratégico de Transición

Centinela del honor y la integridad de las Fuerzas Armadas en el posconflicto

En las últimas tres décadas, en el país se han lle-vado a cabo varios procesos de paz que dejaron

valiosas lecciones. Quizá, una de las más impor-tantes está relacionada con la Fuerza Pública en su condición de garante de los acuerdos suscritos y el apoyo a las decisiones de Estado.

Los diálogos que se desarrollan entre el Gobier-no y las Farc en La Habana han mantenido viva esa constante: el apoyo de las Fuerzas Militares y la Po-licía Nacional a las decisiones del ejecutivo.

General Javier Alberto Florez Aristizabal Comandante Comando Estratégico de Transición

Page 84: Edición 126 Noviembre 2015

REVISTA ACORE ________ 2015

82

Fue así como en el marco de la mesa de conver-saciones, el 5 de agosto de 2014 se designó una subcomisión técnica del fin del conflicto1, la cual empezó a sesionar diecisiete días después. La tarea fue encargada al señor General Javier Alber-to Flórez Aristizábal. El 2 de marzo de 2015 se de-signaron cinco oficiales generales y de insignia de las diferentes Fuerzas para que entraran a formar parte de la misma.

La subcomisión tiene como misión proveer insu-mos a partir de las experiencias internacionales y nacionales sobre las buenas prácticas, lecciones aprendidas, de cese al fuego y dejación de armas, asesorar a los plenipotenciarios, así como construir puentes de confianza con respecto a la seguridad entre la Fuerza Pública y las Farc.

1. Resolución No. 227 de 22 de agosto de 2014: “por la cual se autoriza la conforma-ción e instalación de una subcomisión en el marco de la mesa de diálogo y se dictan otras disposiciones”.

Queda claro que el país cuenta con unas Fuerzas Armadas cohesionadas, fortalecidas y animadas siempre por un compromiso patriótico, además de un claro concepto de lealtad a las instituciones, a la Nación y a su destino. Conscientes de sus deberes, respaldan y acompañan el proceso de conversa-ciones con el deseo de contribuir a la terminación del conflicto.

Por tanto, la Fuerza Pública es y seguirá siendo garante de los derechos Constitucionales y de la soberanía del Estado, eje central para el desarrollo estratégico de nuevas políticas que permitan pre-parar mecanismos e instrumentos para la construc-ción de la paz2 y la transición al post-conflicto.

2. Art 22, Constitución Política de Colombia de 1991. Sentencia C-579 de 2013 del Ex-pediente D-9499. Demanda de inconstitucionalidad contra el Artículo 1°, Acto legis-lativo 01, 2012, Sentencia C-577/2014 Marco Jurídico para la Paz-Contenido, Instru-mentos Jurídicos de Justicia Transicional. Acto Legislativo No 01 de 2012, “por medio de la cual se establecen instrumentos Jurídicos de Justicia Transicional en el marco del Artículo 22, Constitución Política de Colombia y se dictan otras disposiciones”.

Fuente: Revista Semana, 5 de marzo de 2015.

Delegación del Gobierno y de la subcomisión en la mesa de La Habana.

Page 85: Edición 126 Noviembre 2015

EDICIÓN No. 126

83

Misión de honor

Pero un escenario de la complejidad como el que actualmente vive el país, requiere del inicio de un proceso de transición y transformación, razón por la cual el Ministerio de Defensa decide, a través del Comando General de las Fuerzas Militares, crear el Comando Estratégico de Transición, Coet.

Con la puesta en funcionamiento de esta organi-zación, se busca articular con responsabilidad, las estrategias, directrices y lineamientos diseñados al interior de las Fuerzas Armadas, generando un im-pacto y produciendo cambios trascendentales que permitan preservar la tradición, el honor militar y, especialmente, propender a futuro por la seguri-dad jurídica integral de los miembros de las Fuer-zas Militares y de la Policía Nacional.

En este sentido, se encomendó al Coet la misión de liderar, orientar y articular los temas institucionales en el proceso de transición hacia el fin del conflicto, a partir de una directiva emanada del propio Mi-nisterio de Defensa Nacional. El documento define tres objetivos claros: 1. Preservar la legitimidad del sector Defensa, 2. Fortalecer la seguridad jurídica integral y 3. Diseñar modelos para la transición en seis líneas estratégicas (ver gráfico 1).

El proceso de transición no es ni será una tarea fácil, pues debe partir de un trabajo conjunto de las

El Coet, como punta de lanza de la estrategia de transición para el sector Defensa, dinamiza el forta-lecimiento de la legitimidad institucional, soporte de la seguridad jurídica de los hombres y mujeres en armas de la República y orgullo del país en el exterior.

Gráfico 1. Líneas estratégicas del Coet.

Fuente: Jefatura de Planeación del Ejército Nacional, 2015.

Fuerzas Armadas, donde el esfuerzo y la confianza serán los valores que muevan sus acciones con el objeto de contribuir al fin del conflicto y abonar el terreno que aún resta por recorrer, en la construc-ción de una paz estable y duradera en Colombia.

Liderar

5. E

ducación y Doctrina Pedagogía y Didáctica

1. C

FHBD

-DDR

Cons

olida

ción t

errito

rial d

iferencial

Med

ida

y gar

antía

s d

e seguridad

4. Miembros de la Fuerza Pública

Víctimas, Militar, Policial y Civil

2. Protección y seguridad jurídica

Integral a largo plazo 3. Historia de la Fue

rza

Públ

ica

en el conflicto ar

mado

6. Comunicaciones estratégicasOrientar Articular

DirectivaMinisterial

para latransición

Equipo negociador del Gobierno de Colombia

Page 86: Edición 126 Noviembre 2015

PATRIA - UNIÓN - PROGRESO

55 añosACORE

Page 87: Edición 126 Noviembre 2015

Libélula, El Remolino-NariñoFotografía: TC Rosa María Llovera

Page 88: Edición 126 Noviembre 2015

PATRIA - UNIÓN - PROGRESO

55 añosACORE