El Asesino de Manhattan

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DISEÑO A SESI N O MANHATTAN DE Joel Rifkin Confesó que mató a dos prostitutas que jamás fueron encontradas ni identificadas, porque Rifkin descuartizó los cuerpos y arrojó los pedazos en los canales de Manhattan N ació el 20 de enero de 1959, pero sus padres eran menores de edad, por tanto fue adoptado cuando tenía tres semanas de vida por el matrimonio Ben y Jeanne Rifkin. En la escuela fue un alumno regular, a pesar de su inteligencia (128 de coeficiente intelectual). Se mostraba re- servado, ya que era el centro de todas las bromas crueles de sus compañeros, por consiguiente su personalidad se transformó en taciturna y reservada, pues no tenía amigos. Al graduarse en 1977, intentó conseguir trabajo, pero duran- te doce años nunca pudo permanecer en ningún empleo por mucho tiempo. El gran golpe de su vida llegaría en febrero de 1987, cuando su padre, víctima de un cáncer, decidió quitarse la vida. Esta situación lo trastornó. Meses después comienza a relacionarse con prostitutas y es detenido, pero el hecho no fue importante. Paralelamente comienza a interesarse por todo tipo de literatura relacionada con asesinos seriales. Entre 1989 y 1990 mató a dos prostitutas que jamás fueron en- contradas ni identificadas, porque Rifkin descuartizó los cuerpos y arrojó los pedazos en los canales de Manhattan. Ataca nueva- mente en 1991, esta vez la desafortunada es Bárbara Jacobs, a quien estrangula y luego coloca en una bolsa de plástico y en una de cartón. Su cuerpo apareció flotando en el río Hudson el 14 de julio de ese año. El 23 de septiembre también aparece, en el East River, el cuer - po de otra prostituta doblado y colocado en una caja. La misma suerte corrió Mary Ellen De Lúea, quien trabajaba en las calles, y Lorraine Oviedo, que fue golpeada hasta la muerte y arrojada en Coney Island. Rifkin no utilizaba siempre las mismas herramientas para ejecutar a sus víctimas: Jane Doe (una mujer no identificada) y Maryann Ho-lloman recibieron golpes mortales realizados con un recipiente de pintura. Tampoco desechaba los cuerpos de la misma manera, pues cuando estranguló a Iris Sánchez, en abril de 1992, la escondió debajo de un colchón y allí la encontró la policía. En mayo de ese mismo año atrapó a Anna López y arrojó su cuerpo en el bosque de Brewster. Su próxima “presa” fue Jenny Soto, quien trató desesperadamente de defenderse y rasguñó la cara de su agresor, ante lo cual Rifkin le quebró el cuello. Tres meses después asesinó a Leah Evens y dejó su cuerpo en North- Ampton. El fin de su carrera asesina llegó durante la madrugada del 28 de junio de 1993. Rifkin manejaba una camioneta a gran veloci- dad y fue interceptado por la policía. Al acercarse a la parte pos- terior, los oficiales descubrieron un envoltorio de plástico atado con cuerdas, el cual contenía un cuerpo de mujer en estado de descomposición. Joel Rifkin ayudó a la identificación: era Tiffany Bresciani, una prostituta con quien había tenido sexo, según él, y que luego asesinó. Su intención era arrojar el cuerpo cerca del aeropuerto. Una vez arrestado, éste confesó la autoría de 17 asesinatos. Con el permiso de su madre, allanaron su cuarto y allí encon- traron docenas de tarjetas de conducir, una cadena con sangre humana. Asimismo, los vecinos aseguraron que era habitual que hubiera olores fétidos provenientes de la casa de los Rifki, pero normalmente eran atribuidos a los fertilizantes que Joel usaba en sus trabajos de jardinería. En realidad, el hedor era de los cuerpos que el asesino muchas veces llevaba a su casa y luego tiraba. En la cárcel, Joel explicó al psiquiatra que tenía visiones, y sa- bía que moriría a los 64 años, igual que su padre, pues cuando mató a la última víctima, ella era la número 17, y él tenía 34 años, el doble. Su gusto por matar prostitutas se debía a que no quería que su padre estuviera sólo, entonces las mataba para que le hicieran compañía. A pesar de declararse inocente, fue sentenciado a 203 años de reclusión, condena que cumple en la prisión correccional de Attica, Nueva York.

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DISEÑO

ASESINOMANHATTAN

DE

Joel RifkinConfesó que mató

a dos prostitutas que jamás fueron

encontradas ni identificadas, porque Rifkin descuartizó los cuerpos y arrojó los

pedazos en los canales de Manhattan

Nació el 20 de enero de 1959, pero sus padres eran menores de edad, por tanto fue adoptado cuando tenía tres semanas de vida por el matrimonio Ben y Jeanne Rifkin.

En la escuela fue un alumno regular, a pesar de su inteligencia (128 de coeficiente intelectual). Se mostraba re-servado, ya que era el centro de todas las bromas crueles de sus compañeros, por consiguiente su personalidad se transformó en taciturna y reservada, pues no tenía amigos.

Al graduarse en 1977, intentó conseguir trabajo, pero duran-te doce años nunca pudo permanecer en ningún empleo por mucho tiempo. El gran golpe de su vida llegaría en febrero de 1987, cuando su padre, víctima de un cáncer, decidió quitarse la vida. Esta situación lo trastornó. Meses después comienza a relacionarse con prostitutas y es detenido, pero el hecho no fue importante. Paralelamente comienza a interesarse por todo tipo de literatura relacionada con asesinos seriales.

Entre 1989 y 1990 mató a dos prostitutas que jamás fueron en-contradas ni identificadas, porque Rifkin descuartizó los cuerpos y arrojó los pedazos en los canales de Manhattan. Ataca nueva-mente en 1991, esta vez la desafortunada es Bárbara Jacobs, a quien estrangula y luego coloca en una bolsa de plástico y en una de cartón. Su cuerpo apareció flotando en el río Hudson el 14 de julio de ese año.

El 23 de septiembre también aparece, en el East River, el cuer-po de otra prostituta doblado y colocado en una caja. La misma suerte corrió Mary Ellen De Lúea, quien trabajaba en las calles, y Lorraine Oviedo, que fue golpeada hasta la muerte y arrojada en Coney Island.

Rifkin no utilizaba siempre las mismas herramientas para ejecutar a sus víctimas: Jane Doe (una mujer no identificada) y Maryann Ho-lloman recibieron golpes mortales realizados con un recipiente de pintura. Tampoco desechaba los cuerpos de la misma manera, pues cuando estranguló a Iris Sánchez, en abril de 1992, la escondió debajo de un colchón y allí la encontró la policía.

En mayo de ese mismo año atrapó a Anna López y arrojó su cuerpo en el bosque de Brewster. Su próxima “presa” fue Jenny Soto, quien trató desesperadamente de defenderse y rasguñó la cara de su agresor, ante lo cual Rifkin le quebró el cuello. Tres meses después asesinó a Leah Evens y dejó su cuerpo en North-Ampton.

El fin de su carrera asesina llegó durante la madrugada del 28 de junio de 1993. Rifkin manejaba una camioneta a gran veloci-dad y fue interceptado por la policía. Al acercarse a la parte pos-terior, los oficiales descubrieron un envoltorio de plástico atado con cuerdas, el cual contenía un cuerpo de mujer en estado de descomposición.

Joel Rifkin ayudó a la identificación: era Tiffany Bresciani, una prostituta con quien había tenido sexo, según él, y que luego asesinó. Su intención era arrojar el cuerpo cerca del aeropuerto. Una vez arrestado, éste confesó la autoría de 17 asesinatos.

Con el permiso de su madre, allanaron su cuarto y allí encon-traron docenas de tarjetas de conducir, una cadena con sangre humana. Asimismo, los vecinos aseguraron que era habitual que hubiera olores fétidos provenientes de la casa de los Rifki, pero normalmente eran atribuidos a los fertilizantes que Joel usaba en sus trabajos de jardinería. En realidad, el hedor era de los cuerpos que el asesino muchas veces llevaba a su casa y luego tiraba.

En la cárcel, Joel explicó al psiquiatra que tenía visiones, y sa-bía que moriría a los 64 años, igual que su padre, pues cuando mató a la última víctima, ella era la número 17, y él tenía 34 años, el doble. Su gusto por matar prostitutas se debía a que no quería que su padre estuviera sólo, entonces las mataba para que le hicieran compañía.

A pesar de declararse inocente, fue sentenciado a 203 años de reclusión, condena que cumple en la prisión correccional de Attica, Nueva York.