el circo

3
El circo El traqueteo lento del carromato por la carretera (comentario por demás antojadizo: en Argentina no decimos carret e ra, decimos ruta , o camino . Lo que pasa es que se nos queda pegada al o ído por las traducciones españolas. Mi idea es que, si escribimos desde acá, pongamos las palabras que usamos nosotros . Además, carromato por la carretera, erre con erre guitarra. Se llama aliteraci ón, se puede usar, pero en dosis homeopáticas. Opinión personalísima: a mí no me gusta. ) al pueblo lo invitó a dormir. Su compañera de viaje, la vieja elefanta, se había desplomado al salir gracias a la pastillita que le diera don Cosme. Alfredo terminó el vaso de vino, aguantó la aspereza del tinto barato en la garganta, bajó la cabeza y lloró. Una vez más la mancha de sangre seca y marrón era lo último que veía antes de que el sueño lo venciera. La sangre del Gringo, alcanzado por quien sabe cuántos disparos de los veintiséis que tiraron en esa esquina, donde lo tenía que ver una hora después. Su trabajo era arreglar todo lo que se descomponía en las carretas y armatostes que formaban ese circo, que era su trabajo y hogar desde esa tarde, maldita tarde de abril. Don Cosme lo había mirado detenidamente, escudriñando casi, (sugerencia: elegí una , o lo mira detenidamente o lo escudriña) cuando le dijo que venía por el cartel de “se busca operario”. Le dio la changa para desarmar todo. Tampoco se sorprendió cuando al terminar y recibir su paga, le pidió irse con ellos y aceptó compartir el habitáculo de la elefanta. Un alivio. No podía decirle que allanaron la casa, que mataron al compañero, que era 1976 y y que corría peligro. Era 1976. Llegaron al alba. Le costó despertar a pesar de los gritos y ruidos del personal y de los animales que requerían comida

description

cuento

Transcript of el circo

Page 1: el circo

El circo

El traqueteo lento del carromato por la carretera (comentario por demás antojadizo: en Argentina no decimos carretera, decimos ruta, o camino. Lo que pasa es que se nos queda pegada al oído por las traducciones españolas. Mi idea es que, si escribimos desde acá, pongamos las palabras que usamos nosotros. Además, carromato por la carretera, erre con erre guitarra. Se llama aliteración, se puede usar, pero en dosis homeopáticas. Opinión personalísima: a mí no me gusta.) al pueblo lo invitó a dormir. Su compañera de viaje, la vieja elefanta, se había desplomado al salir gracias a la pastillita que le diera don Cosme. Alfredo terminó el vaso de vino, aguantó la aspereza del tinto barato en la garganta, bajó la cabeza y lloró. Una vez más la mancha de sangre seca y marrón era lo último que veía antes de que el sueño lo venciera. La sangre del Gringo, alcanzado por quien sabe cuántos disparos de los veintiséis que tiraron en esa esquina, donde lo tenía que ver una hora después. Su trabajo era arreglar todo lo que se descomponía en las carretas y armatostes que formaban ese circo, que era su trabajo y hogar desde esa tarde, maldita tarde de abril.Don Cosme lo había mirado detenidamente, escudriñando casi,(sugerencia: elegí una, o lo mira detenidamente o lo escudriña) cuando le dijo que venía por el cartel de “se busca operario”. Le dio la changa para desarmar todo. Tampoco se sorprendió cuando al terminar y recibir su paga, le pidió irse con ellos y aceptó compartir el habitáculo de la elefanta. Un alivio. No podía decirle que allanaron la casa, que mataron al compañero, que era 1976 y y que corría peligro. Era 1976.Llegaron al alba. Le costó despertar a pesar de los gritos y ruidos del personal y de los animales que requerían comida hambrientos (1 palabra contra 3). Bajó del carro, se mojó lavó la cara y buscó agua caliente para el mate. Las casas bajas, la plaza central frente a la iglesia, la escuela. La misma Eestructura que igualaba a de todos los pueblos que visitaron a lo largo de los 7 años que duró ese exilio interno que lo consumía. Por charlas casuales con lugareños, mientras tomaba el café en el bar, siguió las novedades del país. La marcha de la economía, el mundial, los desaparecidos, la Guerra de las Malvinas, el llamado a elecciones.Algunos carteles y pintadas en paredones de la ciudad que los recibía, lo sacudió. Las elecciones, estaban tan cerca como Rosario. Sólo unos kilómetros, un par de horas en el colectivo de las 17.Se despidió del puñado de artistas y empresarios que le hicieron el aguante en el tiempo duro. Amigos que durarán toda la vida, aunque no los vea. Ese sentimiento que se repite cuando vagando por el barrio que alguna vez fue suyo, lo ve al Gordo, que tras largos años de cárcel perdió el sobrepeso, pero no la sonrisa, ni la

Page 2: el circo

calidez del abrazo. Una picada y un vino largo, lleno de historias, de risas, de pérdidas. Todo mezclado. Después de la despedida, queda el convite. -El jueves nos comemos un asado con los muchachos, venite. Nos juntamos a las 8.Puntual, llegó con un tinto bajo el brazo, como debe ser. En la mesa del patio ya había varios hombres charlando. Saludó en general, no conocía a nadie y se ubicó en la única silla vacía. A su lado, a la derecha, un hombre canoso y con gran barba le sonrió. Devolvió el gesto por cortesía y recordó otra sonrisa cuando ganaban los leprosos. Volvió a mirarlo para entablar conversación. El Gringo largó la carcajada. … -¿Ya no me conocés?Hasta los más duros de la mesa se emocionaron mirando el abrazo de los dos hombres, que habían llorado por años la muerte de su amigo. (No me convence el final. Consejo: no cuentes como se emocionaron los otros: mostralos haciendo algo emocionante, y ya. Sugerencia: “Los hombres duros de la mesa fueron testigos del abrazo inmenso entre el Gringo y el hombre que había llorado la muerte de su amigo”, o algo así.

Muy buen trabajo! Otra cosa que se me ocurre: sin el final (terminaría en ¿Ya no me conocés? tranquilamente es una capitulito de lo que andás buscando.