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    75POSTData11,Abril / 2006, ISSN 1515-209X, (pgs. 75-102)

    EL SENTIDO DE LA POLITICAEN LA SOCIEDAD DE DIFERENCIAS

    por Diego Martn Raus*

    Introduccin

    Este trabajo intentar dar cuenta del cambiante sentido de la polticaen las sociedades contemporneas. A tal fin presupone que dicho cambiotiene como raz profunda la constitucin de sociedades cuya modalidad dereconocimiento de individuos e identidades sociales y de institucionaliza-cin poltica, ha mutado del principio de la homogeneidad propio de lassociedades de bienestar al principio de las diferencias. Esta hiptesis detrabajo tiene dos presupuestos. Por un lado entender el concepto de senti-

    do (en este caso de la poltica) como un proceso de construccin histricoque observa como punto de llegada la transformacin de la subjetividadsocial, es decir, cmo el ser social concibe su contexto de pertenencia (mun-do de vida en el clsico e iluminador concepto de Alfred Schutz). Por otrolado, enmarcar el concepto de principio de las diferencias en la idea de unaheterogeneidad constitutiva de las identidades sociales a partir de distintosestatutos y posiciones socioeconmicas, culturales, polticas, ideolgicas, lin-gsticas y normativas. As el principio de las diferencias engloba una pluri-dimensionalidad de aspectos, todos ellos constituyentes de lo social.

    El elemento histrico-estructural que sostiene esta propuesta radica enla transformacin tecnolgica y econmica que se expandi en el mundo occi-dental desde principios de los ochenta y que abarc al conjunto de pasesluego de la cada del bloque socialista. Este elemento es innegable causal deuna serie de sucesivos cambios polticos que en su desarrollo implicaron unanueva hegemona ideolgica que llev esa oleada transformadora a todos losplanos de la vida social. Este aspecto no es mencionado en este trabajo con

    * Director de la Licenciatura en Ciencia Poltica y Gobierno de la Universidad Nacionalde Lans. E-mail: [email protected]

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    carcter determinstico pero s dotado de un potencial transformador ineludi-ble para dar cuenta de nuevas situaciones sociales, cambios en la lgica de laaccin colectiva y serios desafos a la gobernabilidad poltica de las sociedades.

    De esta ltima serie de relaciones de mutua constitucin es que emergela pertinencia de analizar nuevamente los mecanismos y las modalidades enque se redefine el sentido de la poltica para los individuos e identidadessociales. La accin social y la accin colectiva, como tal orientada a la polti-ca, observa como condicin de posibilidad para su inteligibilidad compren-der el sentido que para aquellos dota a la poltica como una actividad posi-ble por un lado, y necesaria, por el otro, como herramienta de resolucin deconflictos y construccin de acuerdos.

    La cuestin de la pobreza y el empleo

    Situndonos en el tema del empleo, es un dato que los sistemas pro-ductivos de las economas capitalistas empiezan a funcionar sobre nuevas ba-ses tecnolgicas, organizacionales, culturales y laborales a partir de los proce-sos de reconversin econmica y reestructuracin industrial en Estados Unidosy Europa occidental en los aos setenta y principios de los ochenta y los

    procesos de reforma econmica en Amrica Latina a fines de los aos ochentay principios de los noventa. Concretamente, sin dejar de lado la funcionalidadde una alta tasa de desempleo en economas en reestructuracin, hay queentender analticamente qu modelo de mercado de trabajo se propone comoviable de ser articulado a sistemas econmicos caracterizados por la innovacintecnolgica y la flexibilizacin del proceso productivo.

    El patrn productivo de las economas reformadas implica, para Am-rica Latina, una cierta dosis de innovacin tecnolgica y de cambios organi-zacionales en sectores de la economa, y dentro de ellos en ciertas empresas,

    que impactan necesariamente sobre la estructura laboral de ellos y, de ma-nera ampliada, sobre el mercado de trabajo en su conjunto1.

    El primer indicador claro es la fragmentacin del mercado de trabajo,no slo por sectores y ramas econmicas sino, sobre todo, en el interior de ellas

    1 No se pretende aqu caracterizar en toda su dimensin estos cambios en el mercado detrabajo, ni tampoco, por no ser citadas, desconocer nuevas categoras de anlisis delmismo, tales como la subocupacin, la informalidad, el desempleo invisible. Slo, a losfines de este trabajo, se caracteriza el mercado de empleo en trminos genricos. Para

    precisiones rigurosas estn los trabajos de Monza (2004) y Beccaria (2002) principal-mente. Desde una perspectiva ortodoxa, los trabajos de Pessino (1996).

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    en tanto empresas o grupos econmicos ms dinmicos y menos dinmicos.El tipo de calificacin requerido y las modalidades de contratacin imple-mentadas comienzan a variar diferencialmente segn aquel criterio de corte. A

    su vez ambas variables explican una diferenciacin creciente en los mecanis-mos implementados por empresas y grupos en la provisin de mano de obra.

    Este cambio en las modalidades laborales se explica a partir de unproceso de innovacin tecnolgica que exige adecuar a ella el empleo reque-rido. El efecto principal sobre el mercado de trabajo es la alta heterogenei-dad que se introduce sobre un universo caracterizado en el modelo econ-mico anterior (keynesiano) por su alta homogeneidad y uniformidad decalificaciones laborales y modalidades de contratacin.

    Por otra parte, aquellas caractersticas implicaron una fuerte ofensivapoltica e ideolgica sobre el efecto de proteccin que el mercado de trabajohaba gozado por parte del Estado. Por ende se propone una serie de polti-cas (flexibilizacin laboral) que supone concretamente que no existan mspolticas de empleo (que por definicin son polticas de Estado), pasando laregulacin del empleo al mercado. El corolario de este diagnstico es que laeliminacin de las rigideces legales a la contratacin generara un aumentoconsiderable, por parte de las empresas, en la incorporacin de mano deobra y, por ende, en la disminucin del desempleo.

    En el caso latinoamericano, si bien existen ncleos productivos dealta innovacin tecnolgica, el desempleo tecnolgico (es decir, reemplazode mano de obra por tecnologa) no es la razn principal de las altas tasas dedesempleo, aunque ms no sea porque dicha innovacin no est extendidaen la economa latinoamericana. Por otra parte, si bien la flexibilidad laboralse registra de hecho, o si se quiere por cuestiones de mercado dado que elalto desempleo opera como un inductor concreto al relajamiento de las nor-mas de contratacin, no se han derribado todava las normas laborales vi-gentes, al menos en la dimensin que requieren los partidarios de modelos

    de flexibilizacin tipo Estados Unidos o Inglaterra.Si lo anterior es as, cmo se explica el alto desempleo? Sobre todo en

    un contexto de crecimiento relativo del PBI (parte de la dcada de los no-venta) en donde el empleo empez a decrecer, siendo significativo tambinque esas altsimas tasas de desempleo se mantengan, ms all del ciclo eco-nmico, tanto tiempo.

    Es cierto que la experiencia internacional comparada, incluso enAmrica Latina y en un caso como Chile que cruza las variables de creci-

    miento econmico y una relativamente alta tasa de desempleo, muestra queninguna economa sometida a un proceso de reformas recupera las tasas del

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    pleno empleo del modelo anterior. Es decir, existe una incidencia estruc-tural entre las reformas econmicas, el incremento de la tasa de desempleo yel cambio en la composicin del mercado de trabajo. Pero tambin es cierto

    que muy pocas economas registraron tasas de desempleo tan altas y tancontinuas como las latinoamericanas.

    Las reformas econmicasse estructuraron sobre tipos de cambio fijoso de mnima movilidad (crawling peg) cuyas paridades, ms all de las no-minales en el momento de su fijacin, prevean un ajuste definitivo una vezque se equilibraran otros precios relativos en la economa, entre ellos el de lacontratacin salarial. La viabilidad de estos esquemas resida en que una vezestabilizadas las economas control del dficit y la inflacin no existanrazones para que los precios relativos no se ajustaran a su nivel real.

    El punto es que, en general, esto no sucedi as por razones especfi-cas a cada sector que concurre a la formacin de precios. Por ende los tiposde cambio comenzaron a apreciarse progresivamente en trminos de lasmonedas nacionales, lo cual junto a las agresivas polticas de apertura co-mercial y a la resignacin por parte de los estados de instrumentos de pol-tica econmica debido a las privatizaciones y a las desregulaciones, implicuna creciente dificultad para exportar, lo que redunda en el mediano plazoen problemas de balanza comercial y de pagos2. Pero para nuestro trabajo el

    hecho ineludible es que esta contraccin de la actividad por cada de lasexportaciones junto a la recesin post-Tequila, implic un fuerte incremen-to en el desempleo junto a una cada aguda del salario y de la distribucindel ingreso (CEPAL 1999).

    En este punto es cuando se presenta la problemtica de la pobrezareferida al modelo econmico de ajuste. La particularidad de esta nuevapobreza, que como sealamos es la que incide directamente en el incre-mento de la pobreza en la Amrica Latina en los ltimos aos, es que sedefine por la mayor o menor capacidad de captar ingresos monetarios, con-

    cretamente por lo que se denomina lnea de ingreso. Dicha lnea esta con-formada por una serie de artculos de consumo bsico, por debajo de loscuales se considera una situacin de infraconsumo, o sea de pobreza. Laposibilidad de proveerse de dicho consumo mnimo esta directamente vin-culado al ingreso monetario permanente del grupo familiar, sea ese ingresoformal (salario), informal, cuentapropia o cualquier otra modalidad de per-cepcin.

    2

    Entre la sobreabundancia de bibliografa sobre algunos paradigmas y sus problemas,ver Frenkel, Damill y Fanelli (1996), Gerchunoff y Cavanese (1996) y Frenkel (1996).

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    Ahora bien, esta modalidad implica que la cuestin de la pobreza,ms all de su incremento o disminucin, se transforma en una situacinms dinmica, en el sentido de su movilidad y permanencia. Es decir, si la

    cada en la pobreza obedece a prdidas en el ingreso familiar, es cierto tam-bin que un recupero de ese ingreso, por las modalidades que sea recupe-racin del salario, conseguir otro empleo, un nuevo miembro del grupofamiliar que entra al mercado de trabajo, genera una posibilidad de cortoplazo de salir de la pobreza. Pero tambin es real que es mucho ms sencilloentrar en una situacin de pobreza que en el caso de la pobreza estructural.No hace falta ya un cataclismo en el grupo familiar para ser pobre, slo unacada de los ingresos y el lento pero progresivo descenso del consumo y elnivel de vida. A su vez es necesario recordar que la expansin de esta moda-lidad de pobreza se despliega en un contexto donde, si bien no creci (almenos hasta mediados de los aos noventa), tampoco se atenu la dimen-sin y las formas de la denominada pobreza estructural, la que en AmricaLatina se desarroll significativamente.

    Si bien este anlisis es genrico y bastante universal de dos situacionesdesempleo y pobreza cuyas caractersticas especficas son precisamentesu alta heterogeneidad y movilidad, lo cierto es que aparecen algunos deno-minadores comunes sobre ellas que se contraponen rotundamente con las

    caractersticas de ambas en el modelo sociohistrico anterior: su alto nivelde incertidumbre, o sea la poca predictibilidad e inseguridad respecto a laposibilidad de entrar en una situacin de desempleo y/o pobreza; y el tras-vasamiento socio-ocupacional con que esas situaciones atraviesan el entra-mado societal, es decir la constancia que si bien la pobreza y el desempleogolpean ms fuertemente a los sectores tradicionalmente ms vulnerablesdel orden social, otras capas sociales, histricamente ms protegidas o casi asalvo, ahora son tambin permeables a aquellas. Y esta constancia trabajaactivamente, junto a otros factores, en un proceso de desarticulacin del

    lazo social y de generacin de una extendida anomia poltica.

    La marginalidad social: un proceso institucional

    En este apartado la intencin es caracterizar con precisin la margina-lidad social. Los anlisis clsicos la definieron sobre aquellos sectores socialesque en el sistema econmico padecan una situacin de pobreza (obviamen-

    te la denominada pobreza estructural, que es la pobreza clsica de las econo-mas de mercado). Esta conceptualizacin era perfectamente acorde al mo-

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    delo de estructura social de las economas de pleno empleo y utilizacin delos recursos del modelo keynesiano. El problema es que dicha conceptuali-zacin todava es utilizada para definir a los sectores pobres (aunque ahora se

    aada una nueva caracterstica como es la nueva pobreza). Por ella la mar-ginalidad social sigue implicando a los sectores pobres aunque estos ahora,post-crisis modelo keynesiano, son ms y heterogneos. El punto a debatiraqu es que el desarrollo de las sociedades capitalistas de posguerra implicla necesidad de introducir elementos, que son ms que matices, en las con-ceptualizaciones clsicas. En el tema que aqu nos ocupa, creemos que unelemento necesario para entender y definir correctamente la marginalidadsocial, tal cual hoy aparece como sujeto social, es el institucional3.

    Esta caracterizacin de la marginalidad social intenta articular la pro-blemtica de la pobreza con las modalidades de institucionalizacin de suje-tos y relaciones sociales en que se produjo el proceso de inclusin social en

    Amrica Latina, bsicamente en pases como Uruguay, Argentina, Chile ylos centros urbanos de Brasil. Concretamente, la inclusin social necesaria ala lgica del modelo econmico sustitutivo no constituy un proceso demercado, es decir incorporacin de mano de obra sujeta a condiciones decontratacin y de identificacin social capital-trabajo, sino un proceso queel Estado, de ah la caracterizacin populista, institucionaliz progresiva-

    mente en trminos socioeconmicos sindicatos, polticas sociales y obrassociales y polticos partido y pueblo. Este proceso de institucionali-zacin configur las formas y modalidades de accin del Estado populista-desarrollista, responsable del proceso, a la vez que su desenvolvimiento legi-tim a los gobiernos y la poltica como canales de expresin social.

    Ahora bien, el elemento dinmico de este proceso de institucionaliza-cin social desde la poltica lo constituy el mercado de trabajo. Su redi-mensionamiento a partir del esfuerzo industrializador de posguerra y lascaractersticas de su conformacin hicieron de l el escenario activo donde se

    posicionaban nuevos grupos sociales, sectores obreros ya formados, inmi-grantes, migrantes internos. Luego la particular articulacin entre el merca-do de trabajo y la satisfaccin de demandas sociales, contrato de trabajo,

    3 El socilogo francs Robert Castel es uno de los autores que introduce esta variable paracaracterizar la marginalidad social (Castel 1997). Pero es cierto tambin que, dado queel contexto en el que Castel la analiza -Francia- el campo cultural opera muy fuertemen-te en su tipificacin. Creemos poder sostener que en Amrica Latina, y sobre todo en lospases de mayor modernizacin social relativa previa y en donde la crisis econmica y

    social de los aos ochenta golpe ms fuerte (entre ellos sobresale Argentina) el procesoestructural tiene predominancia sobre el cultural.

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    polticas sociales, obras sociales, aguinaldo e indemnizaciones, implic, enel proceso, al Estado. Este garantizaba no slo la continuidad en la resolu-cin de expectativas sociales sino del modelo en su conjunto tratando de no

    descuidar la racionalidad econmica desarrollo de una estructura indus-trial implcita. Este proceso institucionaliz, entonces, la articulacin entreel mercado de trabajo y la poltica, o en otra conceptualizacin, entre lossectores obreros y el Estado. La garanta de xito era el pleno empleo y lavoluntad poltica de proteccin social.

    La crisis de los aos ochenta y las polticas de reforma econmica hoyvigentes rompen con la economa de pleno empleo y la proteccin estataldel mercado de trabajo. Concretamente, como ya referimos en el apartadoanterior, la economa y la sociedad pasan a gestionarse en trminos de mer-cado. Esto, junto a las modalidades tecnolgicas del nuevo ciclo econmico,implica una fuerte desestructuracin del mercado de trabajo a la vez quesupone la funcionalidad de relativas altas tasas de desempleo para la moda-lidad de acumulacin vigente. A estas tasas de desempleo se les suma, enrealidad opera tambin como causa, una fuerte desregulacin poltica delmercado de trabajo (flexibilizacin laboral). De ah los porcentajes de des-empleo que registra Amrica Latina, los cuales si bien anormales en tantotamao, es cierto que su potencial disminucin ya no contempla la recupe-

    racin de las tasas histricas de empleo.Ahora bien, si se acuerda con lo antedicho, en el sentido que el mer-cado de trabajo fue el instrumento de incorporacin e institucionalizacinde nuevos sectores sociales, su desestructuracin opera sobre esos grupos dedos maneras: por un lado, como se seal, generando problemas de empleo,ingresos y pobreza. Por otro lado, y este es el punto que queremos enfatizaren este apartado, esta desestructuracin del mercado de trabajo acarrea unfuerte proceso de desinstitucionalizacin, es decir de prdida de lazos pol-ticos y culturales con el sistema institucional. El punto es que esos lazos, en

    un proceso histrico como el latinoamericano, constituan un incentivo a laconstruccin de la relacin Estado-sociedad de intensidad similar a la provi-sin de bienes materiales que el mercado de pleno empleo generaba.

    Concretamente, la salida del mercado laboral o la prdida de la con-dicin de formalidad dentro de l por parte de vastos grupos sociales, impli-ca la prdida de pertenencias e identificaciones institucionales de fuerte con-tencin como el sindicato, la obra social, la identidad partidaria, el sentidode pertenencia al sistema educativo y de salud estatal. Especficamente, se

    genera un proceso de prdida de relacin con el Estado y el sistema norma-tivo que l legitima. Este proceso de desinstitucionalizacin caracteriza de

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    manera ms completa la concepcin de marginalidad social, pues agrega a laprdida de recursos monetarios salario formal el elemento de conten-cin y pertenencia institucional que, incluso, aade indirectamente al sala-

    rio formal, o al menos facilita estrategias defensivas ante situaciones de ca-rencia de recursos. Esta articulacin entre elementos materiales y normati-vo-institucionales constituyen una real definicin de marginalidad social,pues se es marginal en tanto se est en los bordes, o fuera de ellos, delsistema institucional legitimado social y polticamente, reiterando en esteaspecto que ese proceso no es meramente simblico en un esquema de cons-titucin social y poltico como el latinoamericano desde el populismo.

    Entendida de esta manera la marginalidad social puede ser consideradacomo la contracara institucional de la pobreza y el desempleo en el terreno de

    lo econmico. Sus efectos desincentivadores operan sobre el sentido poltico yde articulacin social de los grupos sociales sometidos a condiciones de des-empleo y/o de pobreza estructural o nueva pobreza. En la medida en que elEstado se retira progresivamente de funciones sociales histricas, esta margi-nalidad social cobra relevancia en la conformacin de una situacin de caren-cia total, lo cual, dadas sus caractersticas polticas e institucionales, implicanun proceso de alejamiento de grupos sociales de la sociedad, proceso que a suvez debe ser dimensionado correctamente en tanto impacta sobre la legitimi-

    dad de un gobierno y, sustancialmente, del sistema democrtico.

    Cambios en la accin colectiva

    La singularidad del orden social4 de posguerra consisti en implicaruna inclusin masiva en los marcos institucionales de las sociedades. Estamodalidad inclusiva estuvo incentivada por el modelo econmico y tecnolgi-co de desarrollo. Sintticamente, la economa de demanda keynesiana supuso

    como condicin de existencia el consumo social masivo, a la vez que las econo-mas de escala consolidaron ciclos de produccin estandarizados y repetitivos.Una y otra condicionantes introdujeron al mercado de trabajo como el escena-rio de reunin de viejos y nuevos sujetos sociales, y al pleno empleo como lalgica de constitucin de ese mercado. Concretamente, existi una ntimarelacin entre el proceso de inclusin social y la estructuracin de un mercadode trabajo basado en la plena utilizacin del factor empleo.

    4 Entendiendo al orden social no como una categora poltica de autoridad y jerarquizacin,

    sino como el ordenamiento histrico de identidades sociales en especficas relaciones sociales.Obviamente la nocin de ordenamiento histrico supone una construccin social.

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    Esta situacin implic que las identidades sociales predominantes enlos modelos sociales de posguerra se construyeran bsicamente sobre la rela-cin laboral. De esa manera aparecieron las categoras socio-ocupacionales

    definiendo las formas y posiciones sociales. Tan ntidas eran stas que permi-tieron ser estratificadas, es decir clasificadas en base a claros criterios dediferenciacin. A partir de esto la sociedad, en trminos de orden social,pasa a denominarse estructura social, o sea una morfologa en base a estra-tos separados y diferenciados.

    Ahora bien, la accin colectiva de tal modalidad generalizada de or-denamiento social, empez a desarrollarse progresivamente sobre un mode-lo del tipo de suma cero, es decir, de formas de estructuracin de deman-das que implicaban necesariamente que la ganancia de un estrato social, o

    parte de l, se realizaba sobre la prdida en igual magnitud de otro estratosocial o parte de l. Este juego de suma cero se reforzaba dado el carcterdel premio a lograr en el mismo: una porcin mayor del ingreso social, elcual se defina como de propiedad de todos, dado que todos participaban ensu consecucin. Es decir se legitimaba social y polticamente el derecho alconflicto por el producto social. La accin colectiva de las sociedades occi-dentales de posguerra, en las economas desarrolladas y en las economas endesarrollo, se articul en torno a la distribucin del ingreso.

    Cabe aqu sealar que la accin colectiva en base a un juego de sumacero implica ineludiblemente el conflicto. A su vez, dado que el resultadode ese tipo de relacin define necesariamente ganadores y perdedores, elconflicto tendi a su permanencia pues lo paradjico de la economa capita-lista es que existen lmites naturales a la elevacin de la tasa de gananciacomo a la cada de los salarios5. Por ende, el conflicto se reintroduce perma-nentemente. Por otra parte es necesario tener en cuenta que el carcter in-clusivo del modelo signific que el conflicto distributivo involucraba prcti-camente a todos los sujetos (estratos) sociales. De donde se puede sustentar

    la idea que ese conflicto se potencia dada la dimensin social envuelta en l.Sealado esto queremos adelantar una hiptesis y luego desarrollarla.

    El orden social que emerge de los procesos de reestructuracin econmica ycambio poltico y cultural (los setenta/ochenta en Europa y los ochenta/noventa en Amrica Latina) es sustancialmente diferente al modelo socialanterior. De donde tambin ha de variar la naturaleza y dinmica del con-flicto social.

    5 Como seala Przeworski (1988), en una sociedad capitalista toda la sociedad depende

    en ltima instancia de la inversin de capital. Pero sta, para realizarse, necesita a su vezdel trabajo y del consumo. De ah nace la idea del compromiso estratgico.

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    Entender el orden social contemporneo requiere, y esto ya constitu-ye un punto de diferenciacin respecto al modelo de posguerra, tomar encuenta dos aspectos: por un lado los cambios estructurales en el campo de

    las economas, y por otro lado los cambios culturales y polticos. Ambosaspectos necesitan ser utilizados en igual grado de condicionamiento delorden social pero en una alta autonoma relativa uno respecto al otro.

    Por el primer aspecto, ya adelantado en puntos anteriores, se entiendeque los procesos de ajuste estructural implicaron, e implican, una alta fragmen-tacin social dado que, econmica y tecnolgicamente, desarticularon el merca-do de trabajo del pleno empleo. Sea por la introduccin de nuevas tecnologas opor los efectos que las modalidades productivas permitidas por la innovacintecnolgica flexibilizacin del proceso productivo, y que significaron lanecesidad de una similar flexibilizacin en la utilizacin y modalidad de contra-tacin del empleo, el mercado de trabajo se fragment en trminos de califica-ciones laborales (polivalencia y rotacin) y formas de contratacin (empleo tem-porario, informalizacin, subempleo, subcontratacin).

    Como sealamos, este nuevo funcionamiento de los mercados de tra-bajo resignificaron cuestiones sociales relacionadas con ellos como el ingresoy la pobreza. La flexibilizacin del trabajo y la desarticulacin del contrato(convenios colectivos de trabajo) implicaron que toda situacin de bienestar

    pasara a depender ntimamente de los niveles de ingreso. En la medida quela entrada y salida del mercado de trabajo fuese fluida a la vez que la protec-cin laboral disminuyese, result tambin fluida la capacidad de lograr mso menos cantidades de ingresos y, peor an, en perodos ms cortos de tiem-po. Luego, como la pobreza post-ajuste se define por la lnea de ingreso, lacada en situaciones de pobreza se facilit enormemente6. Sintticamente, lamnima alteracin de una situacin laboral, hoy mucho ms vulnerable queen el modelo de pleno empleo, supone una segura cada en el ingreso yluego bordear o traspasar la lnea de pobreza.

    Es necesario sealar tambin que estos procesos no tienen solamentesignificacin e impacto estructural. El horizonte de incertidumbre que traenaparejados afecta sustancialmente el equilibrio personal y social de los suje-tos involucrados, operando en el mismo sentido de desarticulacin y frag-mentacin que inhibe toda posibilidad de pensar en salidas colectivas7.

    6 Como tambin, es necesario sealar, es ms fcil salir de la pobreza en caso de conseguirun aumento del ingreso familiar o un empleo ms en el grupo familiar. Pero esta posibi-lidad, para ser socialmente significativa, exige un ciclo econmico en alta.

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    O como seala Lechner (1994), desarma los mapas cognitivos que orientaban social ypolticamente a los sujetos sociales en el modelo de posguerra.

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    El proceso descrito significa concretamente que las reformas econ-micas implicaron netos ganadores y perdedores sociales8. Si el modelo socialde posguerra gener una situacin de relaciones sociales que implic una

    negociacin de mutuos compromisos (Przeworski 1988, Offe 1984) dada lacierta paridad y necesidades compartidas, la reestructuraccin social y labo-ral de las economas post-ajuste desequilibraron sustancialmente aquellasrelaciones. Esto tuvo un efecto poltico inmediato: diluy el conflicto socialy desvaloriz significativamente su poder de amenaza, el mismo que fueratan exitosamente instrumentado por los colectivos sindicales en el modeloanterior. El conflicto estructural del nuevo orden social se diluye paralela-mente a la desarticulacin y fragmentacin de las identidades sociales cons-tituidas en torno al mercado de trabajo.

    Vayamos al aspecto cultural y poltico. Este observa un desarrollo eimpacto mayor en las sociedades europeas y de Amrica del Norte. Pero secomienza a percibir en Amrica Latina y sobretodo en pases de alta movili-dad social previa (Argentina, Uruguay, regiones de Chile y Brasil).

    Existe, a partir de los setenta/ochenta, un ntido proceso de cambiosocial. En las sociedades occidentales comienzan a aparecer nuevas deman-das sociales y stas, en la medida de su aceptacin y legitimacin social,empiezan a constituir identidades sociales que, ms all de su capacidad de

    institucionalizacin poltica, comienzan a movilizar los marcos normativosy culturales de las denominadas sociedades civiles.Estas pautas de agregacin de demandas emergen de cuestiones que

    se apartan absolutamente del sistema econmico y laboral. Son demandasque se estructuran en cambios profundos en la percepcin que los sujetossociales tienen de s mismos, de los otros sujetos, y de las relaciones que seestablecen entre ellos. De este proceso cruzado de mltiples subjetividades(como sealara Gramsci, objetividad como intersubjetividad), se validancuestiones como los derechos civiles, derechos humanos, medio ambiente,

    minoras raciales y religiosas, identidades sexuales, derechos de la mujer,derechos del nio, nacionalidades. La progresiva legitimidad de estas de-

    8 Este proceso corta incluso la lnea de clases en donde los anlisis clsicos de izquierdasitan la relacin ganadores-perdedores en el terreno de la puja econmica. En el actualproceso de cambio econmico, entre los perdedores debe incluirse tambin a sectoresempresariales vinculados a actividades econmicas no rentables o no competitivas en elnuevo modelo. Tambin grupos que se convierten en no dinmicos dado que slopueden valorizar en nichos del mercado interno sometido a fuertes fluctuaciones. Tam-

    bin desaparecen grupos econmicos rentsticos que se desarrollaron a partir de la pro-teccin estatal del modelo anterior.

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    mandas constituye identidades sociales con capacidad de generar accionescolectivas.

    El punto de diferenciacin de este tipo de conformacin de identida-

    des sociales es que se establecen sobre la lgica de las diferencias. No implicaesto diferencias sociales sino diferencias culturales y polticas en tanto co-munidades subjetivamente entrelazadas. Ahora bien, establecer una tramasocial en base a identidades sociales que se construyen y reconocen entre sen base a diferencias aceptadas, implica que la lgica de la accin colectiva serealice sobre un juego de no suma cero, es decir, constituye formas y rela-ciones sociales no mutuamente excluyentes. Este tipo de identidades socia-les posibilita la mltiple inclusin; concretamente, un individuo puede per-tenecer a dos, tres o siete de estos grupos y eso no es contradictorio como losera, en el modelo social anterior, ser asalariado y empresario (proletario yburgus) al mismo tiempo.

    Este principio de no mutua exclusin implica tambin un cambio enel escenario del conflicto, entendindose ste como el momento de intro-duccin-discusin-aceptacin/rechazo de una demanda social. El mismo yano necesariamente debe ser el Estado/sistema poltico, sino que muchasveces es exclusivamente el espacio de la sociedad civil. Muchas de estas iden-tidades sociales introducen demandas que requieren bsicamente el consen-

    so social y luego, de ser necesario, el consenso poltico-normativo9

    .Este nuevo orden social es ms fragmentado (negativamente por ladesarticulacin del mercado de trabajo; positivamente por el cambio cultu-ral) que el orden anterior. Es demasiado mvil y fluido. Sus identidadesconstituyentes son cruzadas y de mltiples pertenencias. Definitivamente,el orden social contemporneo es catico, en permanente movimiento e in-cierto. Y nadie pudo hasta el momento fundamentar si eso es bueno maloen s mismo.

    Por ltimo, lo anterior implica redefinir tambin la nocin de con-

    flicto social. Si ste se diluy en intensidad y articulacin por la fragmenta-cin del mundo laboral, a la vez que el cambio cultural posicion nuevosactores sociales y nuevas lgicas de accin colectiva, la naturaleza del conflic-to necesariamente ha de variar. No se estatuye slo por la distribucin so-cial, no separa tajantemente a grupos sociales, no enfrenta claramente y,

    9 Este proceso es claro en demandas feministas, demandas de grupos homosexuales oreligiosos. De lograr la aceptacin de la identidad social en el marco de la sociedad civil,

    torna innecesaria la regulacin jurdica-institucional del Estado porque desaparece ladiscriminacin, en esos casos motor de la demanda social.

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    quizs lo ms importante, no hay conflicto que involucre a la sociedad en suconjunto. La fragmentacin socioeconmica y las diferencias culturales (ypolticas en el sentido de aceptar la diferencia), dejan al margen de cualquier

    conflicto a muchos grupos sociales con demandas especficas y formas pro-pias de expresin.

    Pero si la naturaleza del conflicto vara tambin lo ha de hacer sudinmica. Al fragmentarse el conflicto su capacidad de impacto disminuye.

    Al no involucrar, en bandos enfrentados, al conjunto social, el sistema pol-tico, y con l la legitimidad democrtica, tienen ms capacidad de generarmecanismos de resolucin. El precio a pagar por esta sensible disminucinde la dinmica del conflicto social es una mayor movilidad de ste en elsentido que aparecen conflictos permanentes, cruzados e inesperados. Lavolatilidad del conflicto social implica un menor poder de fuego del mis-mo, pero una mayor reiteracin y diferenciacin en su expresin. Esto setraduce en nuevas exigencias al sistema poltico y a su accin ptima que esla de generar gobernabilidad social.

    Ciudadana y ciudadanizacin social

    El concepto de ciudadana ha sido recurrentemente utilizado en lapoltica, como ciencia y como prctica social, desde la formacin de losestados nacionales (Bendix 1978). El ciudadano fue, y es, la categora pol-tica que define al individuo en una formacin estatal. Es el sujeto activo quedefine la relacin Estado-sociedad en una democracia representativa. Endefinitiva, es el sujeto de derecho sobre el cual se legitiman las formas insti-tucionales y las prcticas polticas democrticas.

    En este sentido la concepcin del ciudadano est directamente vincu-lada a la idea de libertad. A su vez la libertad del ciudadano se regula entorno a los derechos civiles, o sea los derechos concedidos por el solo hechode ser ciudadano. Por eso, la ciudadana es un posicionamiento de sumaimportancia en la entificacin del sujeto.

    Esta igualacin entre ciudadana-libertad-derechos civiles, significel desarrollo del liberalismo poltico y de formas jurdicas e institucionalesque fueron relevantes, sobre todo en los pases anglosajones. La exacerbacinde los derechos civiles como derechos bsicos en esas sociedades implicaronuna valorizacin de la concepcin del individuo por sobre la concepcin

    social. Es decir, se posicion predominantemente al sujeto en tanto indivi-duo en lugar de como parte de una identidad social. As, la doctrina liberal

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    valoriz los derechos individuales como superiores a cualquier concepcinholstica de lo social. Esta valorizacin va desde las posiciones ms extremasdel individualismo (Bentham, Constant) hasta sus formas ms sociales (John

    Stuart Mill).Sin embargo, dentro de esa concepcin, T. H. Marshall gener una

    profundizacin notable al concepto de ciudadana (Marshall 1965). ParaMarshall la ciudadana es una construccin progresiva que se define por laconsecucin, por parte de los individuos, de los derechos civiles (siglo XVIII),luego los derechos polticos (siglo XIX) y por ltimo los derechos sociales(siglo XX). Cuando estos derechos, que son conquistas histricas, dan formaa las instituciones polticas y a la estructura jurdica (Welfare State), la ciuda-dana se realiza completamente en los sujetos de derecho. Pero el hechodistintivo es que, al ser conquistas histricas, estos derechos de ciudadanapertenecen a los individuos pero suponen siempre al sistema poltico comola otra condicin de existencia de los mismos. Tambin, surge de su histori-cidad, los derechos de ciudadana encarnan relaciones sociales, reglas de

    juego y, en ltima instancia, resultados contingentes de esos juegos que sonla distribucin de recursos materiales y simblicos que constituyen a lassociedades.

    Ahora bien, esta evolucin histrica de la ciudadana no se desarroll

    con idntico sentido en otros pases occidentales y mucho menos en Amri-ca Latina10. En estos pases, en trminos generales, el proceso de inclusinsocial se realiz sobre categoras de entendimiento de lo poltico que apela-ban al sujeto en tanto parte de una identidad social superadora, ms quecomo sujetos individuales de derechos11. La inclusin social (parcial)12 querealizaron algunos gobiernos liberales de orientacin filosfica positivista afines del siglo XIX, articulaba la sociedad con la integracin a la nacin. Seera sujeto de derecho en tanto se perteneca al esfuerzo de construccin eintegracin del territorio nacional. La categora englobante, y legitimadora

    de derechos, era la nacionalidad, es decir, la pertenencia al territorio. A suvez, los lmites de esos derechos, en tanto obligaciones, no estaban dadospor la ley civil en s misma sino por las posibilidades que la expansin y eldesarrollo nacional conferan al Estado que, por su parte, emerga como laestructura institucional y jurdica de la nacin. La nacin era la forma (sim-

    10 A partir de lo cual se entiende la revalorizacin del concepto de sociedad civil en la actualliteratura poltica y sociolgica en Latinoamrica.

    11

    Sobre este punto ver el anlisis de las mediaciones sociales de ODonnell (1984).12 Lo que configur la democracia restringida de Germani (1978).

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    blica) superior del individuo y el Estado. La relacin entre ellos se articula-ba en el espacio territorial de la nacin.

    Pero si el proceso de inclusin social (total)13 se realiz desde modelos

    populistas, la articulacin (mediacin en el sentido de ODonnell) imple-mentada era la nocin de pueblo, concepto abstracto que se completabacon la legitimacin nacional. La mediacin pueblo no se opona a la me-diacin nacin, por el contrario le daba a sta mayor contenido social ypoltico. Se opona s a la concepcin individual del sujeto y lo haca recha-zando la definicin del sujeto en base a los derechos individuales.

    El populismo prioriz, y era su condicin de posibilidad, los dere-chos sociales, es decir aquellos derechos conferidos por el Estado a todos losnecesitados el pueblo que pertenecan por definicin al sector trabaja-dor conformado por los nuevos incluidos. Por ende, la relacin que integra-ba a los sujetos con el Estado era la condicin de trabajador y la estructurade esa integracin estaba constituida por los derechos sociales. Como seala

    Wolfe (1980) en otro contexto, los derechos sociales implican los resulta-dos del juego (entre clases). Ms que nunca esos resultados dependan de lacapacidad poltica del Estado de sostenerlos. Por eso el pueblo se articulfuertemente al Estado, lo cual fortaleci, y legitim, la necesidad de formarparte de l. Concretamente, subsumirse en la identidad social pueblo o

    trabajador era racionalmente preferible a posicionarse, y demandar, comosujeto individual portador de derechos civiles, los cuales no estaban nega-dos, como tampoco lo estaban los derechos polticos, sino relegados por losderechos sociales.

    As la historia latinoamericana en general registra escasos, si algn,perodos en los cuales la concepcin predominante del sujeto sea la ciudada-na, ni siquiera definida sta por la asuncin igualitaria de los derechos civi-les, polticos y sociales. O se privilegiaron los derechos polticos y la catego-ra social reconocida era la nacionalidad, o se privilegiaron los derechos so-

    ciales y la categora movilizante era el pueblo. La constitucin de identida-des sociales se realiz siempre en Amrica latina sobre formas englobantes,integradoras y absolutizadoras de lo social.

    Desde la perspectiva tradicional de la teora poltica liberal, la ciuda-dana se instituye sobre un eje que separa lo pblico de lo privado y, a partirde la asuncin de esa separacin por parte de los individuos, se establece larelacin entre el Estado, visualizado como el complejo institucional queaglutina el espacio pblico, y la sociedad, definida por la sumatoria de indi-

    13 Siguiendo a Germani (1978) implica la etapa de la democracia ampliada.

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    viduos privados. El mutuo respeto entre ambas representaciones viabiliza elfuncionamiento de la sociedad en su conjunto a partir de los derechos de losciudadanos. Pero si bien se entiende la relacin, lo cierto es que la concep-

    cin ciudadana apunta bsicamente a respetar los derechos civiles del indi-viduo, los cuales precisamente se definen desde la lgica de lo privado.

    Ahora bien, si nos atenemos a esta perspectiva de anlisis, la AmricaLatina de los ltimos aos se encontr envuelta en un reflujo a lo privado,tal cual en el resto del mundo occidental. La diferencia sustancial es queen Amrica Latina ningn proceso de inclusin se realiz pensando a la socie-dad en trminos de constituir el espacio de lo privado. Por ende el crecienteproceso de individuacin poltica, social y cultural expresado en s mismo ypor la lgica progresivamente dominante del mercado econmico, tuvo unefecto cierto sobre las relaciones sociales y polticas de los actores sociales.Concretamente, estos comenzaron a expresarse desde su individuacin y des-de una lgica de demanda social basada en el reconocimiento de los derechosciviles, y dentro de stos de los derechos que constituyen el espacio privado.La lgica societal que caracteriz la historia latinoamericana y argentina desdelos aos cuarenta/cincuenta, comenz a dejar paso, sobre todo en los sectoressocioeconmicos medios y medios-altos, a una identificacin social en base alos derechos privados de los individuos. Este efecto se refleja claramente en las

    pautas de consumo adquiridas, en las preferencias econmicas y sociales ex-presadas como orientaciones positivas, en los modelos culturales adoptados yen las expresiones polticas vehiculizadas en los episodios electorales. La socie-dad se transform en un sentido novedoso para la regin.

    Pero el punto que queremos sealar aqu no es solamente el antedi-cho. La idea no es definir la ciudadana exclusivamente a partir de la expre-sin de ciertos tipos de derechos sino cuando la accin social y poltica laaccin colectiva se respalda en un tipo de derechos ms que sobre otros;en este caso privilegiando los derechos civiles ms que los derechos sociales.

    En ese sentido la ciudadana se entiende en tanto portadora de relacionessociales especficas, es decir como ciudadana social, definida sta como unconcepto que implica una modalidad de constitucin de identidades socia-les. De esta manera se intenta escapar a una definicin slo poltica de laciudadana ejercicio de los derechos polticos desde una determinada con-cepcin de lo individual y lo social, y entender esta concepcin comoportadora de valores y significados cuya realizacin material en los sujetos vaa conformar progresivamente un nuevo entendimiento y conformacin so-

    cial. Esto es posible dado que los significados que los actores confieren a suspautas individuales en la vida social terminan instituyendo comportamien-

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    tos colectivos que redefinen el sistema social en su conjunto, desde susmodalidades de agregacin a la legitimacin de conductas e identidadessociales.

    Esta ciudadana social tiene la especificidad de agregar comportamien-tos sociales y polticos en base a la valoracin individual de los derechosciviles. Esta aparente paradoja se resuelve si se piensa en un conjunto deorientaciones de la accin social en base a valoraciones individuales de lasdemandas sociales y polticas, pero que modelan el sentido de las conductascolectivas de la sociedad. Obviamente esto no pretende interpretar el con-

    junto del movimiento social en las sociedades latinoamericanas. Slo sealapautas de agregacin y accin de algunos sectores sociales (en la vieja con-cepcin de la estructura social seran los sectores medios, medios-altos yaltos), cuya particularidad no es su nmero sino el hecho de constituir unfenmeno de identificacin social novedoso en el entendimiento de las so-ciedades latinoamericanas.

    Esta modalidad de orientar la conducta social y poltica, y conformarpautas de identidad social, est bastante influenciada por las formas e ideasdel liberalismo poltico. Nuevamente, esto constituye una novedad en laconformacin social y poltica argentina. A la agregacin social pueblohegemnica en los gobiernos populistas le intent continuar una modali-

    dad de agregacin del tipo nuevos movimientos sociales privilegiada porgobiernos ms inclinados al estilo socialdemcrata. La introduccin de pau-tas ideolgicas y filosficas del liberalismo poltico puede estar causada porlos profundos cambios culturales del mundo occidental desde los aos ochen-ta14, y, en lo que atae a Amrica Latina, a la introduccin de ciertos valoresliberales y civiles a partir de la revisin de los ltimos perodos militares querealizaron los movimientos por los derechos humanos15.

    Desde una perspectiva valorativa, esta modalidad de identificacinsocial encuentra un sesgo en cierto sentido negativo en tanto obedece a una

    ponderacin del individualismo que, en ciertas etapas del proceso de cam-bio estructural (crecimiento econmico post-estabilizacin), estuvo defini-da por sus peores caractersticas: consumismo, competitividad social y, comoconceptualiz alguna vez MacPherson (1987), un ensanchamiento de lacultura del individualismo posesivo.

    14 Entindase toda la gama que va desde el posmodernismo al individualismo, pasandopor culturas alternativas, el descreimiento poltico, el consumismo. Un anlisis sugestivo

    se puede encontrar en Lipovetsky (1991).15 Ver Hedges (1998) y Cheresky (1993).

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    Desde un sentido positivo, esta pauta social a partir de la introduccinde ciertos valores del liberalismo poltico, implic la validacin de derechos yconcepciones histricamente ausentes en las sociedades latinoamericanas: los

    derechos civiles, el derecho individual a la vida y al desarrollo personal, elreconocimiento de las diferencias y el respeto a la particularidad.

    Es posible pensar que este nuevo aspecto que tambin constituye a lassociedades latinoamericanas ciudadana social merece ms espacio y msanlisis. No slo en trminos de su prximo devenir o de su relacin con losciclos econmicos, los cambios culturales a nivel mundial o la influencia de losmedios de comunicacin, sino tambin en su capacidad de redefinir estructu-ralmente la conformacin social a la vez que de proveer un sesgo orientativodistinto de los comportamientos sociales y polticos de los actores. Como muchasotras incertezas de este perodo de grandes cambios, por ahora slo queda lacertidumbre de que algo nuevo se constituy, en trminos de modalidad deidentificacin, en las sociedades latinoamericanas.

    Gobernabilidad y democracia

    Las transformaciones globales antes descriptas suponen un impacto

    cierto sobre la cuestin poltica (rgimen, sistema, representaciones, culturapoltica). En este apartado final nos referiremos a esa relacin acotando lacuestin poltica en trminos de gobernabilidad poltica y democracia.

    Se puede plantear como un hecho recurrente en la historia polticalatinoamericana que todo conflicto social causado por problemas estructu-rales registra potencialidad de cambios en el orden social, e implica razones

    justificatorias para la alteracin del rgimen democrtico. Las razones aduci-das en esos episodios eran las carencias del rgimen democrtico para asegu-rar la gobernabilidad poltica de la sociedad. De esta manera la gobernabili-

    dad la accin de gobernar y las instituciones que esa accin genera erauna variable dependiente del rgimen poltico. Este cambiaba democra-cia a autoritarismo y viceversa en razn de proveer capacidad de gobierno.No era admitida la idea que la gobernabilidad implicaba un conjunto sociala gobernar y que ste, en procesos de cambio social, era naturalmente movi-lizador de demandas, cuestionador de ciertos rdenes estatuidos y, por ende,el orden social en su conjunto devena conflictivo. Pero precisamente eseorden social en cambio es lo que validaba la accin de gobierno, y sta deba

    adaptarse en acciones e instituciones para reequilibrar el movimiento de losocial. Nunca hubo tiempo para esa adaptacin. La solucin fue la altera-

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    cin del rgimen, es decir, como seala ODonnell (1978), de los roles ycanales de definicin y acceso permitidos al gobierno.

    Pues bien, la idea que sustentaba el trabajo antes mencionado, y el

    presente, es que en la actualidad las sociedades polticas latinoamericanaspueden separar, en la resolucin de los conflictos o redefiniciones del ordensocial, la cuestin del gobierno de la cuestin democrtica. Es decir, se acep-tara ms la posibilidad de que el sistema de gobierno sea la arena, y even-tualmente el fusible, del conflicto social, mientras que la democracia es unasustancia y forma legitimada en s misma y no la variable a poner en juegoante alteraciones sociales. La posibilidad de separacin de ambos rdenespolticos estara causada por las feroces experiencias de los ltimos regme-nes militares pero tambin por los cambios en las orientaciones de la accincolectiva y las modalidades de constitucin de identidades sociales que danentidad a los derechos civiles y polticos, o sea a esa identidad social enexpansin que denominamos como ciudadana social.

    Un punto importante a discutir es el sentido que se le otorg tradi-cionalmente al concepto gobernabilidad. La sociologa poltica de los aoscincuenta/sesenta atravesada por el modelo funcionalista y por el sesgoterico de la modernizacin imprimi a la idea de gobernabilidad unmatiz conservador que iba a perdurar. Para la teora funcionalista, y su apli-

    cacin en la modernizacin en sociedades en cambio rpido, la gobernabi-lidad era la adaptacin social a pautas polticas cultural e institucionalmen-te conformadas. El sistema poltico tena como funcin canalizar y procesardemandas sociales de manera tal que stas no devinieran disruptivas delsistema social. A partir de esta consideracin la gobernabilidad fue el con-cepto ideal para el anlisis conservador del cambio social16.

    Si la gobernabilidad es pensada, en tanto concepto, como categorade no cambio, es decir una accin tendiente a funcionalizar el movimientode lo social para que todo proceso de cambio no transforme nada, es porque

    se conceptualiza a la poltica institucional como la nica gestora posible decambios, o porque se piensa que la funcin de los gobiernos es impedir losmismos. En uno u otro caso no aparece la posibilidad de pensar que loscambios provienen de la sociedad y que el sistema poltico los instituciona-liza, y redefine en un juego institucional de ida y vuelta, generando unsistema en permanente transformacin a la vez que gobernable.

    16 Ver al respecto el ttulo del documento que elaborara la Comisin Trilateral, encargada

    de evaluar las dificultades que registraba el crecimiento econmico en los pases indus-trializados a fines de los aos sesenta (Huntington, Crozier y Watanuki 1975).

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    Todo sistema poltico se sustenta en una lgica de gobernabilidad. Sufuncin (no su funcionalidad) es la de gobierno. Que esta funcin impliqueadaptacin, es decir contencin de cambios o movimientos, , por el contra-

    rio, inducir e institucionalizar cambios, es ya cuestin de la orientacinideolgica del gobierno.

    Que la cuestin poltica permita separar conceptualmente a la gober-nabilidad de la democracia implica, en el contexto de cambios estructurales,sociales y culturales actual, que la accin de gobierno debe contemplar cri-terios de legitimacin tradicionales (definidos tericamente: la consecucindel bien comn; definidos ms pragmticamente: una distribucin de re-cursos tal que las motivaciones17 sociales sean mayores que las fuentes deconflictos), y otros no tan comunes como ser criterios de eficiencia en ladistribucin de recursos, generacin de polticas en base a criterios de posi-bilidad (no inflacionarias), incumbencia sobre reas de preocupacin nue-vas como medio ambiente, discriminacin, gnero, tecnologa.

    El punto en discusin es entonces la capacidad de los gobiernos paraser efectivos en sentido global. De esa efectividad deviene la gobernabilidadpoltica, es decir la capacidad del gobierno de generar mecanismos formalespara viabilizar polticas que contemplen como posibilidad el cambio social.Lo que sucede es que la nocin de cambio social ya no es igual a la concep-

    cin tradicional, en donde se lo defina como cambio estructural. En lassociedades polticas actuales, debido a su conformacin y a las orientacionesde la accin colectiva, el movimiento social implica demandas cruzadas,acotadas, no excluyentes que, por ende, implican la posibilidad de transfor-maciones puntuales que no fracturan al todo social, ms all que esa nofractura sea buena mala en s misma.

    La heterogeneidad social y la velocidad de los intercambios en ellarealzan la factibilidad de generar gobernabilidad. Las bases de apoyo de losgobiernos son ms desestructuradas, ms difusas y por ende con menor ca-

    pacidad de impacto sobre la legitimidad de las respuestas del sistema polti-co. Si esto es as significa que tambin el rgimen poltico la democra-cia tiene una distancia mayor entre la potencial disruptividad del movi-miento social y la crisis de la misma. Esto no implica sealar la consolida-cin definitiva de la democracia. Slo las condiciones sociales y polticas quetienden a resguardarla, ms la extensin de un sentido social que la incorpo-ra como un bien pblico ms apreciado que lo que tradicionalmente fue enla regin.

    17 En el sentido que Habermas (1988) le da al concepto.

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    En ltima instancia sera posible pensar que la capacidad de gobiernogobernabilidad est en funcin directa al proceso de transformacin delEstado y a la institucionalidad estatal que surja de ese proceso. En tanto sta

    pueda dar cuenta de las nuevas demandas sociales, recomponiendo para ellofunciones, roles, y polticas de generacin de bienes pblicos y de legitimacin,la accin de gobierno tendr la eficacia que hoy los actores sociales demandan.Mientras tanto la cuestin de la democracia, si bien fortalecida o debilitada porel consenso emanado de la gobernabilidad, no se valida en las transformacionesdel Estado sino en la expansin de su significado a nivel social. Incluso de esaexpansin del sentido democrtico es que surgen presiones sociales para unatransformacin del Estado, no en el sentido de retirada sino de redefinicin desus roles, sus formas y en la conformacin de consensos que no son otra cosa que

    rearticular su relacin de mutua constitucin con la sociedad.

    El sentido de la poltica

    Constituye un lugar comn, en referencia al campo de la poltica,situar como foco especial de inters la problemtica definida como la crisisde la representacin poltica. Se entiende a sta como la prdida de capaci-dad de los sistemas de partidos para generar consensos parciales que permi-

    tan canalizar demandas sociales. A su vez, esta prdida de capacidades pol-ticas opera, en trminos generales, deslegitimando a los partidos polticoscomo instituciones generadoras de discursos y prcticas efectivas que co-constituyen la accin colectiva.

    Si bien lo antedicho aparece como un dato contundente en las socieda-des contemporneas, puede plantearse que, como diagnstico, es insuficiente.En este sentido la propuesta consiste en pensar que la crisis de representacinpoltica sucede a una crisis de los representados, es decir, una crisis del modelo

    de constitucin de identidades sociales a ser representado polticamente.Partiendo de definir al orden social como una especfica e histri-ca articulacin entre identidades sociales en un entramado de relacionessociales, con capacidad de hacer visible una dinmica social factible de seraprehendida en sus caractersticas relevantes, se evidencian tres aspectos cons-tituyentes de dicho orden:

    a) un determinado estado de las estructuras institucionales de la econo-ma, la cultura y la poltica;

    b) un sentido social extendido que subjetiviza la constitucin de la so-ciedad;

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    c) un modelo de institucionalizacin legitimado que relaciona ese ordensocial con el sistema poltico.

    Este proceso, inmerso en un perodo histrico que lo dota de sentido,presenta tanto las caractersticas generales de un modelo de organizacinsocial en un marco cultural-normativo relativamente homogneo, como losmrgenes a partir de los cuales se observan las particularidades histricasque dotan de registros especficos a cada sociedad poltica.

    Este planteo supone, entonces, que la representacin poltica consti-tuye formas institucionales dotadas de valores subjetivamente incorporadoslegitimidad social, acordes a un estado constitutivo de la sociedad. Lavalidez legitimidad y la capacidad efectividad de la representa-cin poltica residen en su conformacin como reflejo poltico-institucionalde una forma de sociedad, es decir, de una modalidad, histricamente de-terminada, en que las identidades sociales privilegian un entramado de rela-ciones sociales. Este modelo especfico emerge de situaciones objetivas y dela subjetividad con que los grupos sociales se constituyen y reconocen.

    Esta relacin entre representacin poltica y modelo de sociedad (or-den social) a ser representada, se caracteriza por su complejidad constitutivay por la historicidad de esa constitucin. Una manera de reducir ese nivel de

    complejidad puede plantearse a partir de significar, en trmino de denomi-nador comn, a la sociedad a partir del concepto de ciudadana. En unaprimera aproximacin, surge de la literatura poltica que el ciudadano es lafigura social que se relaciona, en tanto entidad irreductible, con el sistemapoltico. La figura del ciudadano se define sustancialmente por la consecu-cin y posesin de derechos jurdicamente estatuidos que le confieren unestatus innegablemente poltico. Se es ciudadano en tanto portador de dere-chos polticamente constituidos.

    Ahora bien, ms all de su definicin netamente poltica, es posible

    pensar que la ciudadana revierte en una identidad social. Quizs no en smisma, al modo de las clases o los movimientos sociales, pero s en el sentidode configurar, a partir de la posesin de derechos y el reconocimiento de lapertenencia, pautas de accin social y accin colectiva. El sentido polticoque define a la ciudadana revierte reflexividad en sentidos sociales dereconocimientos y antagonismos.

    No obstante esta reflexividad del sujeto ciudadano, su definicin po-ltica implica su entificacin en base a un sistema de derechos y a un ideal

    de justicia que, simblicamente, enmarca y otorga sentido a esos derechos.Arriesgando en la relacin se puede pensar en la posibilidad de mutacin

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    del concepto de justicia socialmente reconocido y el sistema de derechosque viabiliza a aqul, junto a la relativa permanencia del sujeto constructorde ese ideal de justicia y poseedor de derechos: el ciudadano.

    De esta manera, o as planteado, el ciudadano es el sujeto de la pol-tica, es el actor social de una sociedad poltica, y es la forma concreta a serrepresentada polticamente. La representacin poltica, sealamos, reflejaun estado de la sociedad pero su interpelacin legtima se realiza en torno alciudadano.

    El fundamento terico que atraviesa esta propuesta consiste en pensarla crisis de representacin poltica como una crisis del modelo de sociedad(orden social) a ser representado polticamente. El orden social en crisis, asu vez, se transforma a partir de cambios estructurales en las institucioneseconmicas, sociales y culturales. Este estado de cosas permite la emergen-cia de nuevas identidades sociales y relaciones sociales. Pero si bien este es elverdadero estado de la sociedad, la modalidad de interpelacin a la poltica,y, por ende al sistema de representacin poltica, se mantiene en la figura dela ciudadana. Siendo sta una constitucin histrica objetiva (sistema dederechos) y subjetiva (idea de justicia), el abordaje de aquella relacin supo-ne explorar el sentido cambiante valores a ser puestos en juego en trmi-nos de ideal de justicia para la objetivacin no cambiante de esos valores

    puestos en accin: el ciudadano.Los ejes de anlisis que permiten, a nuestro juicio, sostener la hiptesisdel sentido cambiante en la constitucin actual del sujeto ciudadano, son:

    a) Nueva economa poltica: entendido este aspecto como un sentidosuperador entre la lgica poltica de la economa de la demanda (keynesia-na) distribucin universal como derecho social y la lgica poltica de laeconoma de la oferta (neoliberalismo) apropiacin individual competiti-va. La nueva lgica poltica de la economa, aspecto ste y los subsiguien-

    tes que entenderemos como elementos que redefinen el sentido cambian-te del sujeto ciudadano inmutable, reside en un sentido que sostie-ne a los ingresos individuales como justos en trminos de capacidad y com-petitividad desde la propia actividad, pero que contenga a la vez elementosde distribucin no universal sino hacia los individuos ciudadanos queno puedan competir en la apropiacin individual. Esta situacin estara vi-sualizada no en trminos de responsabilidad del individuo sino como caren-cias inherentes a un mercado econmico reestructurado en condiciones de

    jerarquizacin, fragmentacin y exclusin. Entre el derecho social poltica-mente garantizado de los Welfare Statesy la individuacin y culpacin en

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    trminos de autorresponsabilidad por la propia vida del neoconservaduris-mo de los ochenta, surgira este nuevo sentido de la economa poltica quesintetiza los elementos ms dinmicos de aquellos dos.

    b) Desprivatizacin de lo pblico y nueva tica de lo pblico: opera-ra sobre el sentido que el neoconservadurismo hizo hegemnico en trmi-nos de una vuelta absoluta a la vida privada, y la consiguiente privatizacin,o al menos abandono, del espacio objetivo y simblico de lo pblico. Sepodra, as, pensar en la emergencia de una nueva valorizacin de lo pblico,no considerado como pblico-estatal sino como pblico-social. Este sentidopblico-social, implicara una valorizacin de espacios propios de lasociedad civil que no intersectan con el mercado (tal como se concebira aste en la nueva economa poltica caracterizada en el punto anterior) ni conel Estado. En este caso lo pblico-estatal se redefinira a partir de una retira-da del Estado como defensa de lo pblico en las ltimas dos dcadas, y enun nuevo sentido ciudadano por el cual la recuperacin y sostenimiento delo pblico debe ser una ofensiva de la sociedad civil, siendo sta, y ya no elEstado, la garanta de conservacin de lo admitido consensualmente comopblico. Reapropiacin no conflictiva no intersecta al mercado y pol-ticamente sostenida sin interpelar al Estado. Una nueva tica de lo pblico

    cuya dinmica accin colectiva de reapropiacin, conservacin y defen-sa fortalece el espacio y el sentido de la sociedad civil y, por ende, de susujeto constitutivo: el ciudadano.

    c) Poltica de las diferencias:nuevamente, entre el sentido compre-hensivo de lo social propio de los Welfare States, sea en trminos de clases,estratos, sectores, y la supravaloracin del individuo en el neoconservaduris-mo, en trminos de individuo validado por el mercado y por la virtud de suvida privada, pareciera emerger un nuevo sentido social que reconoce y legi-

    tima las diferencias. Lo novedoso sera que esta nueva legitimidad social delas diferencias surgira del reconocimiento de la eleccin individual y de laopcin por estilos de vida justificables y defendibles en trminos de uso dela libertad y la razn para hacerlo. Seran aceptables las diferencias que seestatuyen desde la capacidad de los individuos por construir sus propiossentidos y estilos culturales de vida. No se aceptan las diferencias socialescomo polticamente correctas sujetos de derechos, sino aquellas dife-rencias que tienen sentido en la construccin propia y social de la vida indi-

    vidual. Son opciones posibles y, por ende, aceptadas. El hilo comn queatraviesa el reconocimiento de las diferencias no sera el individuo como tal

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    sino en tanto ciudadano, es decir como miembro de una comunidad polti-ca y simblica que otorga pertenencia y sentido de esa pertenencia. Sera unsentido que implicara respeto por las diferencias si stas son ciudadana-

    mente instituidas en la vida personal.

    d) Nuevo sentido de la idea de justicia:habiendo propuesto a la ideaconsensuada de justicia que una sociedad tiene como el aspecto simblicosubyacente a la institucin objetiva de derechos, es un requerimiento teri-co el anlisis acerca del desplazamiento de ese sentido, tanto en el aspectoque permita dar cuenta de los cambios en la construccin subjetiva de losindividuos polticos como en el aspecto que sustenta la posibilidad de ob-servar el cambio histrico en la constitucin poltica de lo social. Desde estaperspectiva trataremos de sostener que el sentido de justicia consensuadodesarrollado en las sociedades de posguerra se fundament en la naturalezadistributiva de carcter universal de los bienes sociales. En la etapa de anli-sis en que nos situamos sostendremos que ese sentido consensuado de justi-cia se traslada, lenta pero progresivamente, a una idea por la cual se concibea la justicia como el aspecto simblico subyacente a una distribucin uni-versal de bienes comprendidos dentro del concepto de derechos humanos.Esta nueva conceptualizacin de los derechos universales derechos huma-

    nos implica el derecho bsico a bienes de naturaleza ms poltica quesocioeconmica. Los bienes a ser asegurados por este sentido de justicia re-miten a la calidad genrica de individuo y a la calidad poltica de ciudada-no, pero ya no necesariamente al aspecto que hace a la vida laboral del mis-mo. El sentido de justicia consensuado en torno a la distribucin de bienespropios de la naturaleza humana implica, por un lado una evolucin de laconcepcin iluminista de los derechos humanos y, por otro lado, una ciertaalteracin del sentido de equidad con que se definan los derechos socialesde carcter universal. El sistema de derechos que objetiva el sentido de jus-

    ticia en las actuales sociedades apunta a una distribucin de bienes quepropenden a la dignidad de la vida individual ms que a la intencin de, apartir de ellos, la igualacin de las condiciones sociales de los grupos. Co-rrespondera a una idea consensuada de justicia distributiva de bienes decarcter poltico ms que de bienes de carcter econmico. Cabe indagar siesta nueva idea consensuada de justicia emerge de un cambio en la percep-cin que los individuos tienen acerca de la constitucin legtima del ordensocial, o es un subproducto que sucede a un perodo de distribucin regre-

    siva de bienes sociales de tal dimensin que dota de un sentido de imposibi-lidad el retorno de la idea de justicia universal distributiva.

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    El sentido de la poltica en la sociedad de diferencias

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    Resumen

    Las ideas vertidas en este artculo, prelimina-

    res de una propuesta terica ms extensa, con-sisten en tratar de responder al interrogante

    acerca de cmo se constituye hoy el sentidoque la poltica tiene para los actores-ciudada-nos. Se supone un sentido poltico reconsti-

    tuido a partir de dos aspectos: por un lado lastransformaciones estructurales, sociales e ins-titucionales que emergen en las sociedades,

    sobre todo occidentales, desde la dcada de

    los 80 y 90 del siglo pasado, y, por otro lado,de una aceptacin y apreciacin de las diferen-

    cias intrasocietales, en trminos culturales y po-lticos, que generaron una ruptura con los pa-radigmas de interpretacin y construccin de

    la poltica propios del siglo XX, los cuales ten-dan a esquemas omnicomprensivos y absolu-tos de la idea y la accin poltica.

    Palabras clave

    sentido poltico - diferencia cultural - cambio institucional - actor - accin

    Abstract

    The ideas discussed in this article, beingpreliminar of a more extensive theoric

    proposal, consist on trying to answer thequestion of how is constituted the meaningthat politics have for the citizen-actors. A

    reconstituted political sense is supposedstarting from two aspects: on one hand, thesocial and institutional structural

    transformations that emerge on (mainly

    occidental) societies, from the 80s and 90s ofthe last century, and on the other hand, of an

    appreciation and acceptance of the intrasocialdifferences, in cultural and political terms,that created a scism with the politics

    interpretation and construction paradigmsof the 20th century, which had a tendencyfor omnicomprehensive and absolutive

    schemes of politic thinking and acting.

    Key words

    political sense - cultural differences - institutional change - actor - action

    Diego Raus