ENFOQUE CRIMINOLÓGICO DEL CRIMEN ORGANIZADO

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ENFOQUE CRIMINOLÓGICO DEL CRIMEN ORGANIZADO I. INTRODUCCIÓN Es de todos sabido que "el delito no muere: se transforma, pasando de ambiente en ambiente, de civilización en civilización", recordando la afortunada expresión del maestro de criminólogos, el italiano Alfredo Nicéforo. Esto quiere decir que el delito ha acompañado a la humanidad, como la sombra sigue al cuerpo, sufriendo solamente ciertas variaciones en el curso de los tiempos. De acuerdo con lo anterior, lo que implícitamente se admite es la relación íntima entre el tipo de organización social y el de la delincuencia. En total acuerdo con el pensamiento de Quetelet y el propio análisis de la moderna sociología criminal, el fenómeno delictivo se adapta siempre a las condiciones imperantes de cada época y lugar, de las cuales constituye un fiel reflejo. Actualmente, las características distintivas que reviste la delincuencia en su incesante proceso de transformación, pueden describirse a grandes rasgos con base en cuatro tendencias predominantes: La primera de ellas consiste en el surgimiento y la expansión de organizaciones criminales, cuya estrategia operativa se apoya en una eficaz distribución de actividades, que puede llegar a ser tan profesional y especializada como la puesta en práctica por la tristemente célebre mafia y otras agrupaciones similares. Así, la llamada "asociación delictuosa" alcanza ya tales proporciones, que se habla incluso de un auténtico "sindicato del crimen" y de la "delincuencia industrializada". La segunda tendencia corresponde al notable incremento de agresiones graves por parte de los criminales, quienes sin la menor consideración a la vida de personas inocentes, recurren a la violencia innecesaria con una actitud de franco desafío ante las trágicas consecuencias de su proceder.

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ENFOQUE CRIMINOLÓGICO DEL CRIMEN ORGANIZADO

I. INTRODUCCIÓN

Es de todos sabido que "el delito no muere: se transforma, pasando de ambiente en ambiente, de civilización en civilización", recordando la afortunada expresión del maestro de criminólogos, el italiano Alfredo Nicéforo. Esto quiere decir que el delito ha acompañado a la humanidad, como la sombra sigue al cuerpo, sufriendo solamente ciertas variaciones en el curso de los tiempos. De acuerdo con lo anterior, lo que implícitamente se admite es la relación íntima entre el tipo de organización social y el de la delincuencia.

En total acuerdo con el pensamiento de Quetelet y el propio análisis de la moderna sociología criminal, el fenómeno delictivo se adapta siempre a las condiciones imperantes de cada época y lugar, de las cuales constituye un fiel reflejo. Actualmente, las características distintivas que reviste la delincuencia en su incesante proceso de transformación, pueden describirse a grandes rasgos con base en cuatro tendencias predominantes:

La primera de ellas consiste en el surgimiento y la expansión de organizaciones criminales, cuya estrategia operativa se apoya en una eficaz distribución de actividades, que puede llegar a ser tan profesional y especializada como la puesta en práctica por la tristemente célebre mafia y otras agrupaciones similares. Así, la llamada "asociación delictuosa" alcanza ya tales proporciones, que se habla incluso de un auténtico "sindicato del crimen" y de la "delincuencia industrializada".

La segunda tendencia corresponde al notable incremento de agresiones graves por parte de los criminales, quienes sin la menor consideración a la vida de personas inocentes, recurren a la violencia innecesaria con una actitud de franco desafío ante las trágicas consecuencias de su proceder.

Aquí resulta muy oportuno hacer mención de los asaltos bancarios, delito característico de la criminalidad moderna, dado que requiere de una compleja organización, y desemboca, muchas veces, en actos sumamente violentos. Con otras palabras, al uso de la fuerza se añaden la planeación y la ejecución meticulosa en la comisión del delito.

La tercera tendencia estriba en la proliferación de los delitos económicos y financieros, que van desde la falsificación de cheques, las estafas y el tráfico de divisas hasta, más recientemente, los fraudes realizados mediante el uso de computadoras.Y la cuarta tendencia es la relativa a un cada vez mayor tráfico internacional, sobre todo en materia de estupefacientes, circunstancia que pone de manifiesto un fenómeno paralelo: la organización criminal con redes internacionales.

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II. ANTECEDENTES DEL "CRIMEN ORGANIZADO"

Aun cuando en sus inicios el delito aparece como resultado de una acción individual, concertada, los estudios criminológicos registran una propensión creciente hacia la complicidad en la comisión de los más variados ilícitos, ya no sólo de manera improvisada o eventual, sino también con un alto grado de sofisticación organizativa, adoptada conforme al desarrollo de la sociedad y aun propiciada por esta misma. Bajo este enfoque, acaso sean los delincuentes pasionales y los psicópatas los de menor inclinación a la asociación delictuosa.

Al respecto, las investigaciones efectuadas por Escipión Sighele1 establecen una secuencia de carácter cuantitativo que comprende la pareja o dúo criminal; la pandilla, integrada por varios; la banda, mucho más numerosa, y la organización corporativa, ya se trate de toda una entidad social o, por lo menos, de la mayoría de sus miembros.

Por cuanto se refiere al crimen organizado, propiamente dicho, cabe señalar que, como una de las últimas modalidades en el proceso de transformación delictiva, se distingue por la conformación de empresas o sindicatos, cuyos antecedentes se remontan a las mesnadas de forajidos, durante la Edad Media; las compañías de mercenarios o condotieros en los comienzos del Renacimiento; las hermandades secretas del siglo XVIII; la temida camorra napolitana que se consolida en el siglo pasado y, por supuesto, la mafia siciliana, surgida como grupo de resistencia en la isla contra los invasores extranjeros. De ahí su nombre, que responde a las iníciales del grito de guerra: "Morte Alie Francese, Inglese, Austriachf (muerte a los franceses, ingleses y austríacos).

Un hecho de capital importancia que modificaría la fisonomía original de la llamada Onorata Sozietá (Honorable Sociedad), fue el ascenso en Italia del régimen fascista, encabezado por Benito Mussolini, ya que éste asestó un golpe mortal a la mafia en 1927. Llevados a los tribunales sus principales líderes y ajusticiados muchos de sus Capos (jefes), algunos consiguieron escapar a la represión y emigraron a Estados Unidos. Otro factor que contribuyó, de manera importante, a la renovación y formidable crecimiento de la mafia, sobre todo en Nueva York y Chicago, fue la incorporación de elementos no italianos y, concretamente, judíos, convertidos muy pronto en poderosos "cabezas de familia" dentro de la Cosa Nostra, como es el caso de Jake Guzik, el consigliere (consejero) de Al Capone; Benjamín Bugsy Siegel, precursor del emporio del juego en Las Vegas; Arnold Rothstein, quien introdujo un nuevo tipo de delito: el "contrato", es decir, el homicidio por encargo, muy difícil de investigar puesto que no hay vinculo alguno entre víctima y victimario.

1 La teoría positiva de la complicidad / por Escipión Sighele ; traducida de la segunda edición italiana por P. Dorado. - Madrid : La España Moderna, s.a. : 1921

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Mención aparte merece Meyer Lansky, amigo personal del presidente Fulgencio Batista y por cuyo intermedio logró extender los intereses de la mafia a Cuba, erigiéndose como el Capo de tutti Capí en la primera mitad de la década de los sesenta, precisamente cuando se aplicó a la Cosa Nostra el apelativo de "sindicato del crimen". Por esas mismas fechas, el procurador general del gobierno de Estados Unidos, Robert F. Kennedy, emprendía un combate frontal contra el crimen organizado, no obstante que Edgar J. Hoover, fundador y director del FBI, había declarado públicamente la inexistencia del sindicato del crimen.

Sin lugar a dudas, la prohibición de la venta de alcohol en Estados Unidos, conocida como "ley seca", favoreció cual ninguna otra circunstancia el fortalecimiento de la hampa organizada que, mediante el contrabando y el comercio clandestino de licores, sentaría las bases para diversificar sus turbios pero muy lucrativos negocios: el juego, las apuestas ilegales, la trata de blancas, la venta de "protección", el narcotráfico y los "contratos de muerte". Esta verdadera bonanza dio lugar a un enorme poderío económico cuyas conexiones se ramificaron vertiginosamente hasta penetrar en los más altos niveles de la política y las finanzas, sirviéndose para ello de personajes influyentes y bajo la cobertura de consorcios y empresas libres de toda sospecha.

Al margen de la truculenta versión del "gangsterismo", difundida por el cine y la televisión, según el exitoso estereotipo hollywoodense, los recursos de estas organizaciones criminales suelen ser tan variados y eficaces que, por desgracia, muchas veces no sólo se ven anulados los intentos para contrarrestarlos sino, todavía peor, ni siquiera es posible demostrar, con pruebas fehacientes, su trasfondo delictuoso, hábilmente encubierto por una fachada de inobjetable respetabilidad pública. Por otro lado, la intrincada superposición de su estructura impide detectar los nexos que conduzcan hasta los círculos superiores y, en consecuencia, cuando la policía logra aprehender a "jefes" menores, éstos ignoran quiénes mueven los hilos desde el anonimato o, conociéndolos, se abstienen de identificarlos por temor, bien fundado, a implacables represalias.

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III. ¿QUÉ ENTENDEMOS POR CRIMINALIDAD O DELINCUENCIA ORGANIZADA?

La criminalidad organizada es, como su propio nombre indica, un tipo de actividad delictiva cuyo rasgo diferencial radica en la organización y planificación. En concreto, las principales señas de identidad de la criminalidad organizada son las siguientes:

a) La existencia de una organización o acción colectiva concertada de un número indeterminado de sujetos tendente al desarrollo de un negocio ilegal.

b) El negocio ilegal desarrollado se planifica y organiza en torno al suministro de los bienes ilegales o mercado ilegal y tiene como objetivo final la obtención de beneficios económicos o de poder.

c) Para llevar a cabo el negocio se cometen múltiples actos ilegales instrumentales y necesarios para el desarrollo de la empresa criminal cuya finalidad es proteger y asegurar la viabilidad de la organización y el negocio interna o externamente. Así, la violencia ejercida hacia el interior y el exterior de la organización, la corrupción de autoridades públicas a pequeña o gran escala, y el blanqueo de capitales serán actividades asociadas a las conductas principales tendentes a reducir el riesgo de detección y a asegurar la viabilidad y proyección del grupo criminal

En este marco y al objeto de establecer una definición operativa de organización criminal entendemos por ésta cualquier organización creada con la finalidad de obtener y acumular beneficios económicos a través de la implicación continuada en actividades predominantemente ilícitas y que asegura su supervivencia, mantenimiento y protección mediante el recurso a la violencia, la corrupción o la confusión con empresas legales.

El conjunto de actividades necesarias para el desarrollo del negocio generado por una organización criminal requiere de una infraestructura que proporcione los recursos materiales y personales adecuados. Estos recursos, a su vez, estarán condicionados por el tipo de negocio del que se trate, la capacidad económica de la organización o los contactos disponibles. Concretamente, respecto a los recursos personales, nos preguntamos si existe un perfil determinado que se adecúe mejor a este tipo de actividades o si las actividades de crimen organizado se llevan a cabo por perfiles diferentes a partir de las habilidades o puestos requeridos u otras cuestiones.

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A. DEFINICIÓN PERUANA DEL CRIMEN ORGANIZADO

"Es la comisión planificada de los hechos delictuosos cometidos por más de dos personas, que actúan sistemáticamente en un periodo de tiempo largo o indeterminado, que está orientado a la obtención de ganancias ilícitas y poder, que causa alarma social e inseguridad ciudadana; cometido por organizaciones delictivas a nivel nacional e internacional

Hacia una definición de planificación estratégica frente al Crimen Organizado y en la Seguridad Nacional

En la actualidad los Estados deben tener entre sus reglas de comportamiento contra el crimen organizado las siguientes:

Mirar hacia delante el futuro y razonar hacia atrás, para determinar las causas y efectos reales del este fenómeno.

Concentrar un efecto megapoderoso de puntos de referencia en la parte decisiva de este fenómeno que permita la reducción o su eliminación.

Es necesario reflexionar en esos puntos, por cuanto estamos en medio de un torbellino de transformaciones que vienen desarrollando en el mundo y especialmente en los países latinoamericanos entre otros, por efecto de la llamada globalización y la consolidación de la democracia liberal y es necesario que tengamos como criterios rectores los siguientes:

Debemos fortalecer la tendencia de una nueva cultura y comportamiento organizacional del Estado y las instituciones comprendidas en el sistema de justicia y seguridad ciudadana que promuevan permanentemente la alianza con la sociedad civil, quienes deben fortalecer la transparencia y control social de la función pública.

Debemos consolidar permanentemente los instrumentos del marco normativo para la lucha contra el crimen organizado, construyendo un tipo penal adaptado a la realidad criminológica y penal del país.

Establecer Políticas de Estado que permitan la generación de recursos económicos y financieros (Nacional e Internacional) de las Instituciones comprometidas contra el crimen organizado y la delincuencia común.

Debemos establecer Políticas de potenciación de la capacidad de respuestas preactivas de la población y brindarles la capacitación y perfeccionamiento del conocimiento adecuado

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B. LA NATURALEZA DEL CRIMEN ORGANIZADO Las explicaciones académicas del crimen organizado no tiene una historia demasiado larga y ha estado, por lo general, dividida conforme a las líneas que separan las distintas ciencias sociales, que han tratado de extender sus paradigmas, con algunos retoques, al estudio de los fenómeno. En ocasiones el grado de refinamiento de estas aproximaciones no supera en mucho las fuentes utilizadas, ya sean éstas procedentes de los medios de comunicación o de las agencias de seguridad. La consecuencia es que elementos fundamentales de las ciencias sociales o bien han estado ausentes durante mucho tiempo de los enfoques académicos sobre el crimen organizado o bien se han mantenido en los márgenes de la explicación como un pilar al que se recurre para otorgarle un barniz de seriedad. En conjunto estas aportaciones pueden situarse en un continuo que va un extremo en el que se presenta a las organizaciones criminales como un ente altamente jerarquizado con códigos de conducta internos desviados hasta el límite contrario en el que se sitúa una exhibición en la cual el crimen organizado sería un conjunto de relaciones laxas más o menos temporales dentro de un mundo que tiende a traspasar con extrema facilidad los mundos de la legalidad y de la ilegalidad.

En el primer límite se encontraría el Modelo Padrino de crimen organizado en el que toda la actividad delictiva del grupo estaría controlada por una estructura muy jerarquizada y una única dirección de mando que controla un mercado determinado, ya sea territorial o de servicios. Sería la presentación más típica de los denominados testigos protegidos que ha acogido la justicia penal a cambio de sus testimonio acusatorio frente a otros miembros de los grupos criminales.() La perspectiva contraria vendría avalada por análisis de tipo económico según la cual el crimen organizado, definido a través de un Modelo Empresarial estaría constituido por individuos que actúan como empresarios racionales y construyen asociaciones bastante laxas de un submundo criminal que colabora de manera informal y fluida entre grupos autónomos pero sin alianzas duraderas concretas. La paradoja de esta interpretación específica, que con posterioridad se ha desarrollado en términos más concretos, es que parte de la lectura literal del título y las intenciones de su obra fundadora, El crimen desorganizado, de Peter Reuter, que el propio texto, en cual puede encontrarse una postura mucho más moderada y consistente que retoma en términos económicos muchos de los análisis anteriores.

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El estudio más clásico sobre el crimen organizado en la época más reciente, que se extiende hasta la actualidad, son los trabajos de Donald Cressey, que constituyen asimismo el paradigma de la perspectiva tradicional o gubernamental del crimen organizado.() Su enfoque es de tipo sociológico y sus fuentes se limitan casi en exclusiva a los testimonios de antiguos miembros de la mafia italo-americana presentados ante una comisión parlamentaria. Cressey describió la estructura del crimen organizado como si se tratase de una organización burocrática, al tipo de una empresa, con una jerarquía rígida, un código de conducta que abarca a todos sus miembros y, sobre todo, que funciona como una sociedad secreta. La organización mafiosa estaba compuesta, según los testimonios que él recogió acríticamente, por veinticuatro 'familias' situadas en algunas grandes ciudades de los Estados Unidos, que estaban dirigidas por un ente crípticamente denominado 'la Comisión', que se encargaba de supervisar, planificar y coordinar las grandes estrategias delictivas. Cada familia la integraban una serie de niveles jerárquicos de mando que iban desde el jefe (boss) que se encontraba en la cúspide de la pirámide hasta la tropa denominada, como no podía ser de otro modo, los soldados, entre las que se interponen un conjunto de grados de mando como el subjefe o los lugartenientes. Los objetivos de la organización eran dispuestos por la Comisión y se transmitirían a través de la cadena de mando hasta los elementos operativos de cada célula del grupo.

La principal aportación de Cressey no fue tanto la validación de una estructura organizativa que ya había sido repetidamente explicada en los medios de comunicación y por agencias de seguridad del gobierno sino dar un poco de racionalidad (académica) a lo que hasta entonces parecía un conjunto confusa y fragmentado de datos. Cressey realizó esta tarea del modo más directo: según él, la dimensión básica que convertía a las categorías de mando del crimen organizado en algo distinguible y diferenciable dentro de un continuo jerárquico era, precisamente, la racionalidad. Por racionalidad, entiende Cressey, el grado en el que las organizaciones criminales desarrollan crecientes niveles de complejidad conforme tratan de lograr los "objetivos" criminales previstos. En consecuencia, a mayor racionalidad en el crimen organizado, más compleja y precisa será la descripción de tareas de sus miembros y más sofisticada su división del trabajo.

Los trabajos de Cressey han recibido muchas críticas a lo largo del tiempo. Los motivos han sido bastante diversos, y sobre todo han estado referidos a la utilización de las fuentes y la poca fiabilidad de las mismas. Otras están relacionadas con la utilización sesgada que de sus materiales puede hacerse para insertar una visión peculiar de la Mafia en Estados Unidos como una conspiración extranjera.() También en sus trabajos se ignoran las continuidades entre el underworld y el upperworld, con lo cual, dentro de su misma lógica, se negaría la supervivencia de la organización al someterla a tales constreñimientos de actuación. Schelling trató de remediar esta laguna incorporando algunas ideas económicas al respecto.

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Sin cuestionar la idea de la Mafia como una organización monolítica, observa que el crimen organizado posee características que lo convierten en un ente análogo al gobierno. En primer lugar, el negocio nuclear de las organizaciones criminales es imponer sus propias normas en un territorio dado, ya sea geográfico o funcional, de tal modo que puedan recaudar impuestos, aunque sea al modo de extorsión. En segundo lugar, para imponer estas reglas los grupos criminales aspiran, usurpando las funciones de los poderes públicos, a adquirir el monopolio del uso de la fuerza coactiva.

Pero, sobre todo, las críticas a este modelo se han extendido muy frecuentemente en la sobreestimación de la centralización administrativa de los grupos de la Mafia italiana. Sin embargo, su ascendencia se mantuvo no sólo en el mundo de la academia sino fuera de él, en gran medida porque cumplía, con las debidas exigencias de elaboración académica el estereotipo que reflejaban los medios de comunicación, el cine y la literatura.() Casi veinte años después otra comisión parlamentaria constituida al efecto, que de hecho recogía algunas de estas críticas y sus autores, repetía su descripción de la Mafia como un grupo criminal "muy estructurado" que, "como cualquier otro tipo de burocracia saca adelante sus propósitos durante un periodo tiempo".() Y lo que es más importante, su perspectiva se extendió como explicación a fenómenos de crimen organizado en otros lugares del mundo. A modo de resumen de esta visión preponderante escribe Anderson que,

La imagen habitual, o el tipo ideal, de crimen organizado, incorpora ciertas características definitorias. Estás son: primero, que los grupos criminales monopolizan o tratan de monopolizar ciertas actividades como la prostitución, la extorsión o el tráfico de drogas. Segundo, la violencia se utiliza de manera sistemática contra aquellos que tratan de desafiar estos monopolios, contra quienes rompen la disciplina de la organización o contra quienes dan pruebas a la policía o a los tribunales sobre estos grupos. Tercero, la organización de las familias criminales están tan profundamente insertadas en un cierto orden social que la policía puede en ocasiones atrapar a los individuos pero no puede eliminar la organización como tal: puede limitar pero no detener sus actividades. Cuarto, el crimen organizado suele tener una estructura jerárquica y burocratizada, el menos hasta el punto de que existen un buen número de funciones especializadas dentro de la organización, incluyendo las funciones de recopilación y análisis de inteligencia y la violencia. Quinto, las organizaciones criminales tienen acceso a los conocimientos legales, financieros y contables que por lo general se asocian con las actividades comerciales legítimas. Sexto, las organizaciones pueden ejercer influencia sobre el proceso político, administrativo y judicial.

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Esta teoría burocrática del crimen organizado no se mantuvo al margen del influjo del paradigma económico de la elección racional en otros aspectos de la vida social y a finales de los ochenta ya se había construido un visión crítica del crimen organizado que concluyeron los trabajos de Reuter. En lugar de observar las estructuras y funciones de los grupos criminales, se cambió el enfoque y se convirtieron los individuos y las actividades productivas que estos realizaban, en tanto que recaudan flujos monetarios, en el principal aspecto a analizar dentro del crimen organizado. Con el cambio de perspectiva se observaba un fenómeno que tenía poco que ver con la caracterización burocrática, sobre todo cuando se comparaban con las declinantes estructuras empresariales que habían nacido al calor del fordismo. Muchas de las pruebas aportadas pueden ser circunstanciales y absurdas: ni existen registros como en sus homónimas legales ni los trabajadores del crimen organizado no tienen un horario determinado. Sin embargo, la observación detallada del funcionamiento de los criminales muestra que el empresario (delictivo) para tener éxito, lejos de mantenerse fiel a la estructura jerárquica a través de la cual se monopoliza la movilidad ascendente, debe llevar una vida variada en la que se negocian continuamente tanto las actividades a realizar como las asociaciones a formar con otros individuos y grupos para obtener beneficios ilícitos.

Muchos miembros del crimen organizado ni tan siquiera pertenecen a un grupo delictivo específico que totaliza su actuación criminal y más allá sino que actúan de modo más o menos prolongado en cooperación con algunos de los miembros. Y esta situación no se da únicamente en los niveles más bajos como medio de acceso a la estructura formal, sino que también tiene lugar en otros ámbitos especializados como son el blanqueo de capitales.

En consecuencia de esta búsqueda diversificada del beneficio, las relaciones entre el mundo criminal y el ámbito legal de los negocios son mucho más fluidas de lo que sugiere el modelo burocrático.() De este modo se superaba una laguna importante de las concepciones burocráticas que ignoraban las actividades del crimen organizado en actividades y negocios legales. Las asociaciones criminales, frente a la idea de confederación única a nivel nacional o incluso internacional, son de pequeño tamaño y construidas de manera informal, aunque puedan llegar a formar un conjunto específico más amplio visible para el mundo exterior. En palabras de Iaani,

No existe una organización formal o confederación de italo-americanos en el crimen organizado llamada Mafia, Cosa Nostra o cualquier otra cosa. Existen italo-americanos que están involucrados en el crimen organizado [...] Pero no están unidos por una organización nacional con un consejo directivo.

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Esta misma idea se aplica a otras organizaciones criminales. Como Naylor refiere acerca de la especial caracterización de los traficantes de droga colombianos,La realidad es que ni siquiera 'el Cártel de Medellín' en su apogeo trato de controlar el precio de la cocaína restringiendo su oferta. Por el contrario, [...] 'el Cártel de Medellín' representó un esfuerzo cooperativo de docenas de productores independientes para utilizar la violencia en busca de objetivos específicos frente a enemigos políticos, de reducir su utilización entre los miembros y de cooperar en el movimiento de producto individualmente producidos hacia redes de distribución individualmente controladas en el extranjero.

El miembro prototipico del crimen organizado, por lo tanto, sería un empresario racional que actúa de manera independiente, pero en el mundo de la ilegalidad sólo hasta el punto en el que las ganancias obtenidas sean superiores a las de sus homónimas legales. Maximiza sus beneficios no comportándose conforme a las normas emanadas de un mando centralizado sino interactuando continuamente con otros actores dentro y fuera de la legalidad, creando y concluyendo multitud de asociaciones superpuestas sobre bases temporales más o menos prolongadas y empresas ilegales informales. Albini, aunque no niega la existencia de la mafia, sino que la ve más bien como una organización paraguas, dio una primera versión de esta perspectiva que se ha mantenido inalterable a lo largo del tiempo:

Más que componerse de una organización estructurada formalmente con reglas y regulaciones específicas, una organización criminal se describe de mejor manera [...] como un sistema de relaciones clientelares en las que los roles, las expectativas y los beneficios de los participantes se basan en el acuerdo o la obligación y cuya función y tamaño se determina [ad hoc] básicamente por la actividad en la que se involucran.Gambetta concluye este esfuerzo por insertar el crimen organizado en una perspectiva de acción racional al ampliar su acción a los consumidores de bienes y servicios ilícitos.

No sólo los miembros del crimen organizado actuarían movidos por el beneficio económico sino que pueden llegar a un nivel de eficiencia superior al del estado en el suministro de la protección necesaria para la realización de cualquier actividad económica. En este sentido, se considera que, por ejemplo, aquellos a los que extorsiona el grupo criminal están comprando a un precio inferior al del estado una mercancía específica e intangible pera imprescindible para las transacciones económicas: la confianza. En consecuencia, se desechan las explicaciones culturales como origen del crimen organizado y algunas de las características más consideradas de la Mafia, como la omertá, quedarían recluidas a la categoría de mitos.

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Durante tiempo se han tratado de integrar ambas perspectivas en nuevos modelos. Sin embargo, parece como si ambas teorías definidas laxamente hubiesen tomado caminos distintos que tratan de corroborar sus modelos en otros países y actividades, mientras dejan de lado las limitaciones de cada uno. Anderson, que sigue a Schelling en su caracterización del crimen organizado como gobierno clandestino, concede que los grupos criminales tienen una estructura jerárquica, pero no es estricta. Tan sólo los altos mandos de la organización son miembros de esta estructura mientras a su alrededor se mueven una multitud de actores que son instrumentales a la adquisición de beneficios y que mantienen con éstos una relación clientelar.

El supuesto gobierno del crimen organizado afectaría exclusivamente a estos miembros en sentido estricto, que son quienes pagan impuestos y quienes, a cambio, reciben consejo empresarial y protección del resto de sus miembros. Arlacchi también se concentra en los aspectos económicos de la Mafia, pero lo hace desde una perspectiva de la acción racional pero de un modo tal que termina insertando esta teoría en el modelo burocrático.

Considera que al miembro del crimen organizado como un representante exacerbado de la ética protestante movidos por la racionalidad y el cálculo económico. Los grupos criminales, en consecuencia, serían el arquetipo de empresario capitalista con todas características burocráticas, con jerarquizas bien establecidas, y sus empresas se constituirían en la prolongación de las tendencias más nocivas del capitalismo que, eliminando cualquier tipo de restricción legal o moral, maximiza el beneficio mediante la violencia indiscriminada. Pero, como señala, Kopp, "para Arlacchi, la mafia concentra todas las características de la empresa capitalista tal y como puede imaginarse en una pesadilla".

Ampliando un tanto los términos y agrupando a quienes se encuentran en posturas intermedias puede dividirse en el continuo que separa a ambas posturas en cuatro modelos en comparación con tipos de asociación que existen en el ámbito legal. El primer extremo lo constituiría el Modelo Iglesia en el que un grupo de crimen organizado dominaría un determinado mercado o un territorio, igualando de ese modo el tamaño de la empresa, ilegal, y el de la industria, también ilegal. Este tipo estaría caracterizado por una disciplinada estructura central de mando en el que las instrucciones fluyen de arriba hacia abajo hacia las células más pequeñas y, en sentido contrario, circulan los ingresos antes de que la dirección única, ya sea unipersonal o colegiada, redistribuya una parte en forma de salarios. Se maximizan los flujos de información en la pirámide de la estructura de mando y la iniciativa personal estaría reducida al mínimo. Un prototipo más laxo lo constituiría el Modelo Trust, que se asemejaría a las grandes asociaciones empresariales que existieron en los Estados Unidos en el siglo XIX y a principios del XX.

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En este arquetipo existe una única estructura operativa pero funciona con una distribución de la propiedad descentralizada. Los grupos concretos subordinarían sus operaciones a la estrategia global menos estricta que marcan los gerentes del trust. Éstos distribuyen las cuotas de negocio, ya sean territoriales o sectoriales, conforme al poder económico o carismático de cada uno de los representantes mientras se deja a los subordinados las decisiones con respecto al cómo ejecutar dicha estrategia sobre un campo de juego concreto con su propia entorno exterior. Los beneficios, pero únicamente éstos o una parte de éstos, fluyen hacia la cúpula, se invierten en asuntos comunes y se redistribuyen entre los componentes por decisión de la junta de dirección.

En la otra parte del continuo que divide el grado de flexibilidad del crimen organizado se encontraría, en primer lugar, el Modelo de Asociación de Comercio. Bajo este modo de actuación, los dirigentes de cada uno de los grupos, que actúan de manera independiente, se encuentran periódicamente para cooperar acerca de factores estratégicos como proyectos conjuntos de inversión que requieren un capital que supera los niveles económicos de cada uno de los grupos conjuntamente. Esta coordinación tiene lugar especialmente con el objetivo de evitar la presencia de agentes disruptivos para el buen funcionamiento conjunto del mercado como las actuaciones del estado. Pero, en todo caso, cada grupo determina autónomamente su modo de actuación, aunque teniendo en cuenta los posibles daños colaterales que para otros miembros del mercado pueden tener sus actividades. Por último, se encontraría el Modelo Fraternidad de crimen organizado, que se diferenciaría del anterior, sobre todo, en el modo en que se establece la cooperación con otros agentes del mercado común. Bajo este arquetipo no existirían ni reuniones periódicas formalmente establecidas ni, por supuesto, un cuerpo dirigente común. Lo que habría sería unas pautas de comportamiento similares que conforman una socialización común en la cual los contactos personales por asuntos no propios del negocio son frecuentes y que ayudan a la creación de vínculos ocasiones para trabajos concretos, asociaciones ad hoc muy variables entre los grupos que finalizan en el momento en que se concluye dicha actividad para la que se formaron.

No son frecuentes las tipologías del crimen organizado, en buena medida por el escaso número de grupos que alcanzan tal grado y por las dificultades para superar el entorno limitado en el que nace cada investigación y su subsecuente teoría. Lupsha trata de construir una categorización que no sólo sirva para comparaciones internacionales sino que también permita analizar la evolución de los grupos criminales.() Divide la vida de los grupos criminales en tres etapas a través de las que van desarrollándose hasta alcanzar su mayor grado de sofisticación, una de las cuales no podría considerarse como crimen organizado en sentido estricto. En una primera etapa, el grupo criminal estaría constituido básicamente por una pandilla callejera o un grupo reducido enraizado en una zona, barrio o territorio en concreto.

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La violencia que utilizan es por lo general defensiva para mantener el dominio sobre el territorio, para eliminar enemigos y para crear un monopolio sobre el uso ilícito de la fuerza. Los actos criminales suelen estar dirigidos por la recompensa inmediata que se obtiene y la satisfacción más que por objetivos bien planificados. En esta etapa el crimen organizado es instrumental, aunque ciertamente incómodo, para las elites políticas y económicas que utilizan sus conocimientos para su propio beneficio. Estos grupos pasan de la etapa predatoria a otra parasitaria cuando desarrollan una interacción corruptora con los sectores legítimos de poder. El crimen organizado entonces amasa recursos en forma de capital, información y conocimiento empresarial y extiende sus redes a los sectores legítimos de la economía. La corrupción política, que acompaña la provisión de bienes y servicios ilícitos, suministra estos nexos de unión y el crimen organizado pasa a ser un socio, más que un sirviente, del estado. La tercera fase de la evolución delictiva es la etapa simbiótica en la que los sectores políticos y económicos legítimos se hacen dependientes para su propio mantenimiento de los monopolios y las redes del crimen organizado. Sin embargo, existen algunos problemas de operatividad con este enfoque, sobre todo en lo referente a la superación de algún paso por parte de algunas organizaciones en su escalada criminal.

IV. JERARQUÍA ORGANIZADA Y FUNCIONAL DE LAS ORGANIZACIONES CRIMINALES

La racionalidad constituye el criterio que hace posible clasificar las distintas formas de asociación delictuosa, tema abordado en importantes estudios de psicología y sociología criminal que analizan el origen y la evolución de tales agrupamientos. Así, el eminente historiógrafo Guillermo Ferrero distingue dos modalidades: una, cuyo fundamento es la violencia, y otra que se sustenta en el fraude. A esta clasificación, el ya citado Sighele añade que la primera es el atavismo, y la segunda una resultante de la metamorfosis delictiva. Por su parte, Cressey describe sus "variedades de organizaciones criminales" a partir de una serie de "posiciones claves". Las organizaciones mejor estructuradas abarcan la totalidad de dichas posiciones, que se presentan en riguroso orden jerárquico.

En el más alto nivel, la variedad A incluye la función específica de "comisionados", individuos que se reúnen para coordinar las operaciones de toda una confederación o cártel de subunidades. Como ejemplos prototípicos de esta modalidad, Cressey menciona a la mafia siciliana y a la Cosa Nostra norteamericana.

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A su vez, la variedad B, de la cual son representativas las llamadas "familias", comprende la tarea de "ejecutores", encargados de castigar o eliminar a los miembros no confiables. Por cuanto se refiere a la variedad C, como la de los "ladrones profesionales" de Sutherland y Maurer, presenta una doble vertiente: la de los "corruptores" y la de los "corrompidos"; los primeros sobornan o controlan mediante influencias a funcionarios públicos; los segundos son objeto de cohecho y extorsión. La variedad ¿5 corresponde al cargo de "planificador estratégico", asignado para asuntos internos como la seguridad de la propia organización y el enlace con sus contactos. La variedad E dispone de un cargo "táctico" y, por último, la variedad F sólo cuenta con una "guía de equipo de ejecución" para efectuar el acto delictuoso.

PRINCIPALES ACTIVIDADES DEL CRIMEN ORGANIZADO

Existe una fuerte tendencia en el país por parte de las organizaciones criminales a la especialización del delito por lo que, independientemente de que las organizaciones criminales puedan mutar a otros delitos dependiendo de las circunstancias del momento, su especialidad las hace mucho más efectivas en la realización de su accionar ilegal y como resultado, sus ganancias económicas se incrementan.

Se identifican las siguientes amenazas:1) La Narcoactividad2) El tráfico ilegal de migrantes y personas3) El lavado de activos4) Tráfico de armas de fuego de tipo defensivo5) Extorsiones6) Secuestros7) Robo de vehículos8) Sicariato y otros.

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V. LA SEGURIDAD CIUDADANA DENTRO DEL MARCO JURÍDICO EN EL PERÚ Y SU RELACIÓN CON EL CRIMEN ORGANIZADO

A. ANTECEDENTES DE LA PROMULGACIÓN DE LAS LEYES DE SEGURIDAD CIUDADANA

La determinación de la situación delincuencial en el Perú, dentro del Plan Nacional del Sistema de Seguridad Ciudadana -2003 al 2005, fue un soporte importante, que es necesario recordar, en algunos puntos importantes como : La criminalidad y la violencia en el Perú constituyen en la actualidad un problema político –social de primer orden, que exige la necesidad de implementar medidas concretas para disminuir la violencia urbana en Lima y principales ciudades del país, en particular contra la delincuencia común, cuyos efectos los padece transversalmente toda la población (... .... ....). Es evidente que la percepción de la delincuencia no se basa tanto de las experiencias individuales de los ciudadanos, sino de un conjunto de elementos externos, donde las crónicas rojas de los medios de comunicación juegan un papel importante, pero en lo referente a lo internacional dentro de la caracterización problemática en los referidos Planes no incluye en su discurso la terminología de crimen organizado o crimen transnacional, hecho que sesgo de alguna manera la óptica de la realidad concreta en este ámbito!, Pese a que el Perú ha suscrito el Convenio del Crimen Organizado Transnacional, desde hace varios años.

Sin embargo como un avance importante en el año 2003, se dio ciertos pasos sobre aspectos de lucha contra la criminalidad y la inseguridad ciudadana con la promulgación de diez (10) leyes de seguridad ciudadana, que se encuentran vigentes en el país. Pero indudablemente estas citadas leyes tienes que ser consolidadas con otras leyes como la de protección de testigos, que permitan cambio de identidad, de residencia y protección de su seguridad del propio testigo y su entorno familiar, principalmente en todos los delitos violentos, por cuanto es conocido que ciudadanos honestos en las investigaciones preliminares que realiza la policía con el Ministerior Público identifican a los delincuentes mediante actas de reconocimiento de imagen y posterior reconocimiento físico de personas, previa la toma de las declaraciones policiales donde describen la descripción físicas de las personas, pero una vez que el Atestado Policial por intermedio de la Fiscalía pasa al Poder Judicial dichas personas no se presentan o se resisten a presentarse y si concurren niegan lo manifestado a nivel indagatorio, creando la duda frente a la identidad de los presuntos autores de los delitos y asimismo debían los legisladores promulgar la detención civil por una reforma constitucional o otro mecanismo legal, por cuanto dentro de la sociología del delito actúan contra ella, no solo en la actualidad la policía, sino personas que tienen actividades de serenazgo, pero para realizar sus labores no tienen el amparo legal necesario, por cuanto puede producirse posibles denuncias por presuntos abuso de autoridad y otros y lo cual debía ser extensivo a los elementos debidamente capacitados de la seguridad privada en sus dos vertientes, los detectives privados y los policías particulares, lógicamente supervisados por el Sector del Ministerio del Interior, ya Institucionalmente tiene que asumir el reto y compromiso de formar esos servidores privados para integrarlos al Sistema de Seguridad Ciudadana, etc.

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Pero volviendo a las leyes del 2003, básicamente trataron de lo siguiente y fueron examinadas muy detenidamente por la Policía Nacional para su aplicación y especialmente en la Direcciones Especializadas de la PNP, para entender su implicancia funcional:

El primero es la ley de creación del Sistema de Seguridad Ciudadana, que propone la constitución de una instancia encargada de formular las políticas de Estado en materia de Seguridad Ciudadana, de realizar los estudios e investigaciones que permitan configurar la problemática y los factores que condicionan dicha situación y que aborde las posibles alternativas de solución y su implementación para atender los fenómenos de la criminalidad y de la inseguridad ciudadana existentes en la actualidad.

PERO EN LA ACTUALIDAD DEBE INCORPORARSE DOS ESTRUCTURAS DENTRO DE SU SISTEMA:

El Departamento de coordinación contra el Crimen Organizado y el de Procesamiento de información relacionada a la Criminalidad en General, pero sub dividida en una en la Región Lima y Callao y la otra Provincias y Departamentos del interior del País.Otra es la ley de Condiciones del Ejercicio de la Legítima Defensa, que introduce la exigencia para que la Policía Nacional del Perú, el Ministerio Público y el Poder Judicial, tomen en cuenta las circunstancias concretas de cada hecho específico para determinar si se ejerció correctamente la legítima defensa.

La ley que establece el Procedimiento en Casos de Faltas, tiene por objeto generar confianza en la ciudadanía para la celeridad de los procesos y la inmediación de los magistrados en los casos de faltas, al proponer que la investigación se realice en forma sumarísima, garantizando ante todo, los principios fundamentales del Debido Proceso. Pero con relación a ello es necesario también consolidar el Código de Contravenciones de la Policía, que permita reforzar sus Autoridad para el control social en los casos de los hechos que no son delitos y faltas y modificar el aspecto de las actas de conciliación a cargo de los Comisarios y darle el mérito ejecutivo, es decir poder ejecutar ante un Juez de Paz el cumplimiento de lo acordado en caso de desobediencia civil injustificada.

Entre tanto la ley de Modificación del Régimen de Beneficios Penitenciarios, propone reforzar las condiciones para la concesión de los beneficios penitenciarios y desarrollar un procedimiento de ejecución expeditivo para su tramitación.

Otra es la ley sobre Violencia y Resistencia a la Autoridad (Modificación de los artículos 366 y 367 del Código Penal), que tiene por objeto sancionar de manera efectiva los delitos por agresión a la autoridad pública, incrementando la pena mínima a dos años y la máxima a cuatro años.

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La ley que regula la intervención de la Policía y el Ministerio Público en la investigación preliminar del delito, propone las medidas necesarias para garantizar dicha seguridad, con una actuación más efectiva de la Policía Nacional y del Ministerio Público. La Policía puede intervenir de oficio para el esclarecimiento de un hecho delictivo, pero dicha intervención es fundamentalmente preventiva, es decir, para asegurar las evidencias de la comisión del delito y neutralizar e identificar a la persona del presunto delincuente.

En lo que respecta a la ley que autoriza la asignación en uso de los bienes incautados en caso de delitos de secuestro o contra el patrimonio cometidos en banda, se indica que con ello se permitirá la incautación y posterior decomiso de los bienes que hayan sido utilizados o provengan de la comisión de delitos contra el patrimonio, cometidos en banda.

La ley que modifica artículos de la Ley 27030 "Ley de Ejecución de las penas de prestación de servicios a la comunidad y de limitación de días libres", que tiene por objeto propiciar la inscripción e entidades receptoras que puedan acoger a los sentenciados con penas de prestación de servicios a la comunidad o de días libres. Con el objeto de que las penas alternativas se cumplan efectivamente, se dispone que sea el sentenciado el que se acerque a las oficinas del INPE para el cumplimiento de la pena impuesta, bajo apercibimiento de convertirse ésta en efectiva.

B. CASUÍSTICA POLICIAL FRENTE AL CRIMEN ORGANIZADO EN EL PERÚ

A partir de la fecha de la promulgación de la diferentes leyes de seguridad ciudadana, el 12 de febrero del 2003, se obtuvo ciertos instrumentos legales para poder combatir la delincuencia organizada, en la cual recuerdo con claridad que fue utilizada con mucho eficacia en la identificación y detención de Reynaldo RODRIGUEZ LOPEZ y su banda, por cometer el delito contra el Orden Migratorio (tráfico de personas por tierra y aire) y su Organización Criminal, en el año 2003, que estuvo bajo la responsabilidad de ejecución de la Jefatura de Investigación Criminal del Callao (Órgano descentralizado de la Dirección de Investigación Criminal de la Policía Nacional del Perú), entre otras aplicaciones se ordeno la detención preventiva por un Juez Penal por 24 horas a solicitud de la Policía y tramitada por el Ministerio Público, después de evaluar los diferentes medios de prueba acumulados para la incriminación de los delitos que cometía en asociación delictiva entre otros, la cual fue publicitada por medios de comunicación social. Pero siempre con la salvedad que la Policía Nacional respeta el principio de la Presunción de Inocencia y quien finalmente va a definir la culpabilidad de la persona o personas es el órgano jurisdiccional.

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C. ENTORNO INTERNO DEL CRIMEN ORGANIZADO

En el Perú en el año 2001, después de siete (7) años después de la reunión de Nápoles y cinco (5) años después del discurso presidencial de Clinton, fue un hito trascendente para la construcción teórica de el ámbito de de Seguridad Nacional y la Seguridad ciudadana, fuera de un ámbito de la FFAA y PNP, por cuanto la Sentencia del Tribunal Constitucional en el Perú (EXP. N.° 005-2001-AI/TC), sentó desde el punto de vista de la jurisprudencia constitucional, las fronteras ambos, en ese orden de ideas, se expresan entre otros los siguientes puntos:

La Constitución, sin embargo, caracteriza a la Seguridad Nacional como un bien jurídico íntimamente vinculado a la Defensa Nacional, más que a la seguridad ciudadana o al llamado orden público interno.

Bajo el título de "De la Seguridad y de la Defensa Nacional", en efecto, el artículo 163° de la Constitución expresa: "El Estado garantiza la seguridad de la Nación mediante el sistema de Defensa Nacional". Los artículos siguientes declaran que el sistema de Defensa está dirigido por el Presidente de la República, y establecen la manera como están constituidas las Fuerzas Armadas, cuyas finalidades primordiales son garantizar la independencia, soberanía e integridad territorial de la República. Estas Fuerzas Armadas asumen el control del orden interno sólo en casos de Régimen de Excepción; es decir, para casos o situaciones que afecten la vida de la Nación, o en estado o peligro de sitio, invasión o guerra.

El concepto de Seguridad Nacional no debe confundirse con el de seguridad ciudadana. Aquélla implica un peligro grave para la integridad territorial, para el Estado de Derecho, para el orden constitucional establecido: es la violencia contra el Estado y afecta los cimientos del sistema democrático, como se expresó en la vigésima cuarta reunión de Ministros de Relaciones Exteriores de la Organización de Estados Americanos, este 20 de setiembre de 2001. Supone, pues, un elemento político o una ideología que se pretende imponer, y sólo puede equipararse a la seguridad ciudadana por excepción o emergencia, cuando ésta es perturbada gravemente. La seguridad ciudadana normalmente preserva la paz, la tranquilidad y la seguridad de los ciudadanos, sin mediar el factor político y/o el trasfondo ideológico en su vulneración. Quien delinque contra la seguridad ciudadana, no se propone derrocar o amenazar al régimen político constitucionalmente establecido, a fin de imponer uno distinto o una distinta ideología.

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VI. EFECTOS DEL CRIMEN ORGANIZADO EN EL ESTADO

1. La población demanda del Estado toda su capacidad y todo su esfuerzo para su protección ante la avalancha de la criminalidad en la comisión de estos hechos delictivos. Responsabilidad que el Estado no debe desatender porque es una de sus obligaciones primarias de acuerdo con la Constitución Política del País.

2. Se incrementa el presupuesto de la seguridad pública, ya que se tiene que destinar mayor cantidad de recursos para prevenir y combatir el crimen organizado.

3. Lo primero que se da es una pérdida de confianza en los funcionarios públicos, especialmente de aquellos encargados de la prevención, de la investigación y del juzgamiento de los hechos delictivos y, como consecuencia, se erosiona el estado de derecho, se trastoca el sistema de justicia penal a través de la corrupción, impunidad y violencia.

4. Se penetra el sistema político, al financiar las organizaciones criminales, campañas políticas, candidaturas a alcaldías y diputaciones y, en algunos casos, hasta candidaturas presidenciales, con el objetivo de mantener relaciones de poder que les asegure impunidad.

5. La criminalidad organizada produce efectos negativos sobre la democracia, porque la población achaca a la democracia ser la responsable de todos los males que aquejan a la sociedad. En el caso de la seguridad, la población percibe que las fuerzas de seguridad son empíricas, ineficientes y corruptas y, en el caso de los derechos humanos, que solo sirven para defender a los delincuentes, pero el objetivo es el mantenimiento de una crisis o un caos permanente que permite a las organizaciones criminales actuar impunemente.

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VII. EL CRIMEN ORGANIZADO, GRAVE PROBLEMÁTICA INTERNACIONAL

En todo el mundo es motivo de creciente preocupación que los sindicatos del crimen canalicen las enormes utilidades de sus ganancias ilícitas hacia los sectores más prósperos de la economía, lo cual les permite financiar negocios legalmente establecidos. De ahí que los llamados bosses o capos se hagan pasar, no pocas veces, como honorables hombres de negocios, aprovechando su privilegiada posición para actuar impunemente dentro de la criminalidad de "cuello blanco", es decir, aquélla en la que incurren personas de alto rango social, valiéndose de su poder económico y político. Cabe destacar que el delincuente de "cuello blanco" actúa, en ocasiones, de manera aislada y por iniciativa propia, pero los hay también que sirven de intermediarios a una organización criminal o quienes, inclusive, están al frente de la misma.

Sería absurdo suponer que toda corrupción administrativa tiene su origen en la delincuencia organizada; sin embargo, resulta indiscutible el hecho de que ésta la promueve con el fin de encubrir e incrementar sus múltiples actividades criminales. Estafas, desfalcos, malversaciones, quiebras ficticias de empresas oficiales o particulares, desvíos de fondos o subsidios, asignación indebida de contratos, exenciones tributarias ilegales, comisiones subrepticias a empleados y funcionarios gubernamentales, aportaciones clandestinas para financiar campañas electorales y "lavado de dinero" son formas de corrupción utilizadas, frecuentemente, por las mafias locales y transnacionales.

Esta situación no es, en modo alguno, exclusiva de los países subdesarrollados pues también afecta a los más poderosos donde, como hace notar López Rey, la única diferencia radica en las sumas ofrecidas para corromper, muy superiores en estos últimos.

Evidentemente, los índices de criminalidad distan mucho de ser un marco referencial apropiado para evaluar la magnitud de la corrupción administrativa porque, dada la jerarquía de las personas involucradas en ella, se reducen al mínimo las probabilidades de una investigación penal; sin embargo, su impacto criminológico tiene gravísimas consecuencias, ya que socava la confianza de la sociedad en las instituciones encargadas de procurar justicia y, además, deforma sus criterios de valor, al quedar en evidencia la impunidad con que se llevan a cabo ciertas acciones delictuosas.

Tampoco se puede soslayar el pésimo precedente que esto supone para niños y jóvenes, ni la irresponsable publicidad, que raya en la glorificación, que los medios de comunicación masiva suelen hacer de algunos criminales.

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VIII. LA ORGANIZACIÓN PROFESIONAL DE LA DELINCUENCIA

En alusión al poder político, económico y social que llega a concentrarse a través del crimen organizado, sirva como ejemplo ilustrativo el caso del narcotráfico, modalidad característica de la delincuencia profesionalizada y verdadero azote para la humanidad, toda vez que la producción, el tráfico y el consumo de drogas se han convertido en los más peligrosos agentes de corrupción y desestabilización a escala mundial, Consolidado ya el narcotráfico como una industria en la cual se mueven fa-bulosos capitales, no es de sorprender que sus largos tentáculos alcancen hoy tas esferas políticas y financieras, involucrando a influyentes personajes, de las más diversas nacionalidades, quienes se valen de sus encumbradas posiciones para facilitar y mantener a cubierto las maniobras de una vasta red operativa, tan hábilmente urdida que resulta casi imposible detectarla al diferir las investigaciones policiacas y neutralizar rápidamente los eventuales golpes en su contra.

Por obvias razones de tiempo y espacio, debo abstenerme de hacer aquí una prolija relación sobre la amplísima gama de procedimientos que los narcotraficantes llevan a la práctica para cumplir su inicua tarea; procedimientos siempre cambiantes y cada día más sofisticados, según las necesidades de un esquema logístico que cuenta, de manera permanente, con formidables recursos humanos y materiales.

En el complejo entramado de las organizaciones criminales dedicadas al nar-cotráfico, se combinan toda clase de funciones cuidadosamente previstas y con una inflexible articulación que responde al desarrollo de diferentes etapas: sembradío, recolección, almacenaje, procesamiento, transportación, distribución y venta. Lógicamente, tan laborioso proceso exige toda una infraestructura en la cual tienen cabida elementos muy diversos: tierras de cultivo, bodegas, laboratorios de refinamiento, equipos de intercomunicación, medios de transporte para rutas terrestres, marítimas y aéreas: verdaderos arsenales y enclaves de distribución, por sólo mencionar los más importantes.

Conviene insistir en la importancia crucial que reviste la fase de distribución, posiblemente la de máxima complejidad y, por ende, aquélla donde los esfuerzos para combatir el narcotráfico han dado mejores resultados, a corto plazo.

A manera de ejemplo, el opio o morfina base circula de Turquía a Siria o el Líbano en caravanas y automóviles, pasando de allí por vía marítima al sur de Francia, donde la droga es procesada para obtener heroína, y ésta, luego de otros procesos de refinado, se vende a las mafias que la distribuyen tanto en Europa como en América.

El contrabando de heroína, al igual que el de otras drogas, se realiza con la ayuda, voluntaria o no, de pasajeros en vuelos aéreos o, bien, a través de barcos de carga, pero, claro está, los estrategas de estos embarques jamás participan en forma directa, conscientes del grave riesgo que se corre. Prueba de ello es la aprehensión cotidiana de viajeros en cuyo equipaje se descubre un envío de droga, sin complicidad alguna de su parte.

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Sobra decir que no faltan quienes acceden a colaborar en el tráfico de estu-pefacientes, como trabajadores migratorios, personal diplomático o militar, co-merciantes, agentes viajeros o simples turistas, atraídos por la tentadora oferta de obtener una rápida y considerable ganancia. Tampoco escasean los envíos realizados a nombre de empleados deshonestos que, aprovechándose de la empresa marítima o aérea para la cual trabajan, consiguen introducir la mercancía prohibida.

El tráfico de heroína suele llevarse a cabo en automóviles que han sido modificados con ese propósito, permitiendo ocultar la droga en algún recoveco de la carrocería, en los faros, las defensas, el interior de las puertas y asientos, detrás del tablero, bajo la cubierta del techo, en una cajuela de doble fondo, en un volante hueco, e inclusive, en el tanque de gasolina, en el motor o en la llanta de repuesto, cualquier espacio puede ser utilizado como escondrijo.

Tratándose de barcos, a juzgar por los casos investigados, se calcula que hay más de tres mil lugares donde resulta factible ocultar el contrabando: cables, cuerdas, mástiles, ventiladores, depósitos de combustible, tuberías, botes, salvavidas, instrumentos de cocina, equipo de mantenimiento y un larguísimo etcétera.

Asimismo, abundan los intentos por disimular la droga en perfectas falsificaciones de pasta dental, crema de afeitar, jabones, cosméticos varios y medicamentos; o en zapatos, cinturones, sombreros, prendas con bolsas secretas, bastones, cámaras fotográficas, maletas de doble cubierta y regalos o juguetes de apariencia trivial. Por desgracia, el ingenio humano no es menos fecundo ni versátil cuando tiene como finalidad el delito.

En la guerra que entabla la delincuencia organizada contra los representantes de la justicia, cada contrario perfecciona sus técnicas para superar al otro. Así tenemos que un efecto de esto es que los delincuentes tienen que estar preparados para afrontar riesgos considerables, a menudo incluyendo los riesgos que acarrea el empleo de la violencia y la confrontación directa de la víctima. Los delitos de esta clase son forzosamente apuestas fuertes, empresas de alto riesgo, pero toda la técnica y la planificación se destinan a reducir los peligros. Los riesgos de ser reconocido en la confrontación con la víctima se reducen, por ejemplo, mediante la rapidez de la operación y con el uso de máscaras o disfraces, el peligro de que se filtre información antes de la acción o después de ella se reduce mediante una selección cuidadosa de los cómplices, reuniones que no llamen la atención, y conducta prudente; el peligro de ser sorprendido por la víctima se reduce con el empleo o la amenaza de la violencia en forma calculada; la rapidez, la sincronización y la coordinación se conciertan de antemano, y no se convierten en una rutina casi espontánea.

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El crimen de proyecto resulta así comparable a una operación militar peligrosa.Otra consecuencia del conflicto con las fuerzas de aplicación de la ley es que, por efecto de la tecnología en permanente perfeccionamiento, cada trabajo plantea sus problemas técnicos específicos. Los delincuentes necesitan ser innovadores, y cada innovación requiere su propia planificación anticipada especial, y a veces una preparación de meses.

Un caso ilustrativo de minuciosa planeación lo constituye el famoso asalto al coche expreso blindado de la compañía Brink, en Boston (Estados Unidos), por un monto aproximado de dos millones setecientas cincuenta mil libras. A raíz de las investigaciones efectuadas posteriormente, pudo averiguarse que la maquinación del atraco mantuvo ocupados a sus autores cerca de dos años, pues viéronse obligados a rehacer todos los preparativos cuando la compañía Brink trasladó sus oficinas a un nuevo establecimiento. Así, tuvieron que desechar el proyecto inicial de forzar el depósito, optando por intimidar a los empleados con metralletas automáticas para que éstos lo abrieran.

El meticuloso plan comprendía múltiples detalles tácticos y estratégicos tales como la irrupción en las instalaciones de la empresa, el estudio del sistema de alarmas, la neutralización del personal de seguridad y las posibles vías de escape. De la misma manera que en el caso del "gran robo del tren postal", ocurrido en Inglaterra, este "golpe" implicó un periodo de planeación excesivamente prolongado.

Aunque lógicamente cada crimen presenta características particulares y obedece a muy diversos procedimientos, de acuerdo con la psicología de los delincuentes, las circunstancias del caso y los factores fortuitos, puede afirmarse que, incluso tratándose de delitos menores, hay dos clases de previsiones elementales; la primera se refiere a la información general sobre el objetivo seleccionado. La segunda concierne a la recopilación de datos pormenorizados para determinar la forma más conveniente de proceder. Como queda manifiesto, el rasgo distintivo del hampa organizada es la planificación de sus acciones, necesariamente vinculada a la propia conformación del agrupamiento criminal.

Esta compleja planificación responde a una serie de requerimientos operativos y funcionales, entre los cuales cabe mencionar la integración del equipo que participará de forma directa y la asignación de tareas especializadas para cada uno de los implicados. Frecuentemente, la índole misma del proyecto exige reclutar a individuos con aptitudes muy concretas: expertos en cajas de seguridad, dispositivos de alarma, explosivos, manejo de vehículos, etcétera. En la mayoría de los casos, intervienen sujetos que carecen de un adiestramiento especial pero confiables por su experiencia conjunta en operaciones previas, quienes asumen labores específicas dé mayor o menor importancia, según sus respectivos antecedentes y los lazos de complicidad que les unen entre sí. Claro está que se busca reducir, al mínimo posible, el número de los involucrados, atendiendo tanto a razones de seguridad como al siempre conflictivo reparto del botín.

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IX. DIFERENCIAS ENTRE EL CRIMEN ORGANIZADO Y EL CRIMEN ORDINARIO/COMÚN

Diferenciar el Crimen Organizado del Crimen Ordinario/Común es un tema muy complejo de discusión jurídica para darle el tratamiento legal y de seguridad para operatividad las investigaciones criminales en el que tratadistas, analistas, investigadores y juristas no logran ponerse de acuerdo en un todo, sin embargo sí hay puntos de coincidencia en algunos rasgos que son característicos del crimen organizado.2

a) Rebasa control gubernamental. Por su compleja organización y redes de articulación se han expandido en gran parte del territorio nacional así como sus fronteras, y se han insertado en diversas instituciones del Estado, especialmente en aquellas que proveen servicios de seguridad o en las encargadas de impartir justicia

b) Estructura jerárquica. El Crimen Organizado en nuestro medio tiene una organización jerárquica (normalmente familiar) o de grandes relaciones de afinidad que les permite una estructura jerárquica sólida para planificar y definir sus objetivos basados en un sistema de tipo empresarial.

c) Cohesión interna. Para lograr un mayor grado de cohesión interna en su organización, utilizan la amenaza y la violencia, pudiendo llegar, si el caso lo amerita, hasta el asesinato para lograr la lealtad de sus miembros a sus jefes.

d) No es ideológico. Para alcanzar sus objetivos persiguen fines políticos; no buscan el poder político como tal sino incidir sobre el Estado, lo que buscan es tener influencias que les permitan tener acceso a prebendas y negocios, así como gozar de un velo de impunidad para poder desarrollar sus actividades, es la corrupción el elemento fundamental sobre el cual se sostienen para lograr coaptar a los funcionarios que más les convenga.

e) Dimensión transnacional. El Crimen Organizado tiene alta capacidad de adaptación en el nuevo contexto mundial, la creación de múltiples redes y la operatividad de las mismas en redes criminales son resultado del fenómeno de la globalización económica, tecnológica y de comunicaciones lo que les permite un manejo óptimo en el mundo para cometer diversas acciones ilícitas y a la vez fortalecer y expandir sus organizaciones criminales.

2 LICENCIADO JULIO RIVERA CLAVERÍA, EL CRIMEN ORGANIZADO, Guatemala, enero 2011.

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f) Integral. El crimen organizado es integral, es decir; ha adquirido dimensiones globales (en lo geográfico), transnacionales (en lo étnico-cultural), multiformes (en las acuerdos que forja con sectores políticos y sociales) y pluriproductivo (en cuanto al abanico de productos que comercia

CUADRO COMPARATIVO:

  CRIMEN ORGANIZADO OTROS TIPOS DE DELITO

Transacción Producción y distribución de nuevos bienes y servicios

Redistribución de la riqueza existente

Relaciones Intercambio multilateral Transferencia bilateral

Intercambio Consesual Involuntario

Víctimas ¿Sociedad? Individuos o empresas

Moralidad Ambigua No ambigua

Política pública ¿Criminalizar la asociación?

¿Interceptar los activos?

Castigar al criminal

Restaurar la propiedad

X. RASGOS PSICOLÓGICOS DEL DELINCUENTE PROFESIONAL

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Von Liszt, citado por Stephan Hurwitz, clasifica a los delincuentes profesionales en los cuatro siguientes grupos:

1) Mendigos, vagabundos, etcétera: 2) Delincuentes profesionales que emplean la violencia (salteadores); 3) Ladrones y estafadores con técnicas organizadas profesionalmente y actividades

internacionales; 4) Un grupo multiforme que en forma ilegal explota a quienes están en situación más

débil y en el cual figuran los usureros, chantajistas, tratantes de blancas (proxenetas) y semejantes, así como estafadores de bolsa y banca y otros explotadores de las altas finanzas. Ríbé, Tusquets y Bertrán, por su parte, diferencian los delincuentes profesionales rebeldes activos de los pasivos.' Los primeros planean y ejecutan sus delitos conscientes de sus fines y con energía, superando con tenacidad los obstáculos que les salen al paso. Los pasivos se dejan influir por el ambiente y son débiles, tanto frente a la instigación como frente a sus propios propósitos, siendo utilizados frecuentemente por los activos que toman el papel de "cabecillas” para los más desagradables menesteres de complicidad.

Este sometimiento de los delincuentes pasivos a los activos, nos recuerda, en el caso de la pareja criminal heterosexual, el sometimiento de la mujer al hombre. Ahora bien, dada la caracterización biológica de los sexos, y de acuerdo con sus posturas respectivas en el acto sexual, "íncubo" se le denomina al hombre y "súcubo" a la mujer, terminología usada por el autor de La teórica positiva del la complicita: Escipión Sighele.En la sociología criminal moderna de América, se concede mucha atención a los delincuentes profesionales. Se señala cómo éstos acumulan un caudal de técnicas, actitudes o filosofías criminales de la vida, cuya culminación es una carrera profesional delictiva con los mismos atributos básicos que cualquier otra profesión.

Ahora bien, en lo que respecta a los rasgos psicológicos del delincuente profesional tenemos los siguientes: hay una fuerte preponderancia del trastorno de personalidad antisocial; otros tienen sólo rasgos psicopáticos; existe una cierta proporción de psicóticos; la inteligencia muestra todas las gamas posibles, aunque no tienen buena capacidad para los conceptos abstractos. A menudo presentan un permanente sentimiento de inferioridad, yuxtapuesto a ansias de notoriedad (filotimia), para cuya satisfacción realizan, de vez en cuando, acciones temerarias encaminadas a demostrar cuánto son capaces de hacer; también por esta tendencia filotímica presentan prodigalidad, realizando gastos excesivos ante amigo y amigas a veces, prostitutas.

Se les adjudica frialdad pero unida a una cierta híperirritabilidad, y por su carácter inestable tienen tendencia al consumo de alcohol o de estupefacientes.

XI. EL COMBATE AL CRIMEN ORGANIZADO

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A la luz de todo lo anterior se desprende, como premisa básica, la imperiosa necesidad de combatir a las organizaciones criminales en igualdad de condiciones, lo cual representa un extraordinario despliegue de fuerzas conforme a una planificación global pero, al mismo tiempo, capaz de aplicar múltiples estrategias en distintos frentes. Por lo general, una sola batalla no determina fatalmente el desenlace de la guerra, más también debe recordarse que, casi siempre, quien no avanza, retrocede.Equidistante de afanes protagónicos y campañas espectaculares, la eficacia en la lucha contra la delincuencia organizada dependerá, ante todo, de una clara visión sobre la naturaleza del problema que se afronta y de la voluntad unánime para solucionarlo.

No es cuestión de hacer experimentos con supuestas innovaciones ni tampoco de secundar fórmulas radicales: éstas, por contraproducentes; aquéllas, por inoperantes.Suponer que el incremento en la gravedad de las penalizaciones contribuye a la disminución de la delincuencia es un error de perspectiva y de enfoque, según ha podido comprobarse en reiteradas ocasiones. Dicha medida de prevención, como acertadamente lo puntualiza Antón Oneca, sólo propicia "el endurecimiento de la criminalidad y el desprestigio del poder". A propósito de ello, resultan muy esclarecedoras las apreciaciones de Roxin: si un ciudadano es fiel al derecho, se apartará de una conducta, precisamente porque está amenazada con una pena. No dependerá de la medida de la pena, puesto que por lo general él no la conoce. Ocurre que cuando alguien quiere violar una ley penal, no se preocupa —como lo demuestra la experiencia— por la gravedad de la pena. En estas condiciones, el autor ejecutará el hecho cuando se crea seguro de no ser descubierto. En efecto, no es la agravación sino la intensificación de la persecución del delito lo que se presenta como medio apropiado para impedir un excesivo aumento de la criminalidad.

Así pues, el valor preventivo de la penalización no deriva de su gravedad, sino de la certeza de su aplicación, es decir, cuando prevalece el ordenamiento jurídico y con éste la garantía de que habrá sanción efectiva para toda conducta delictuosa. Argumento acorde con los planteamientos de Ancel, para quien la normatividad penal alcanza su verdadera dimensión preventiva, en el momento en que el individuo sabe que ha de responder por sus actos ante la autoridad competente.

Comenta Vérsele: "el hombre afectado por el ejemplo de una pena infligida a otro no podría acordarse eficazmente en el umbral de un acto criminal del ejemplo registrado [...]; la masa se interesa más por la rapidez con que la justicia descubre, se apodera de un criminal, que por el volumen penal que le será infligido mucho más tarde". Conforme a esta misma línea de pensamiento, se impone recordar que la finalidad esencial del sistema penal es proteger al ciudadano, mediante la preservación de sus derechos, y no cumplir tareas de represalia ni, mucho menos, satisfacer afanes de venganza.

En la mayor parte de los países se realizan esfuerzos para movilizar los recursos de la ciencia y la tecnología modernas al servicio de la seguridad pública. La mejora de los sistemas de alarma, el aumento de la movilidad de la policía, la puesta en marcha de

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un sistema de ordenadores para almacenar, clasificar y analizar las informaciones; la aplicación de programas experimentales de investigación operacional. Tales son las medidas más comúnmente recomendadas.

En tal virtud, podemos afirmar que en la lucha contra la delincuencia organizada no son suficientes un eficaz funcionamiento del sistema penal y el empleo sistemático del endurecimiento de la pena como instrumento disuasorio se necesita, más bien, un vasto programa de política criminal que atienda tanto el aspecto preventivo como el represivo de la criminalidad, siempre con estricto respeto a los derechos humanos, así como a las libertades fundamentales de toda persona interesada

CONCLUSIONES

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a) La delincuencia organizada es la última expresión del dinamismo evolutivo de la criminalidad.

b) Los más lejanos antecedentes del crimen organizado se remontan a las mes-nadas de forajidos, durante la Edad Media. Sin embargo, la cuna donde nació formalmente la criminalidad organizada, es decir la mafia, fue en Italia.

c) La racionalidad constituye el criterio que hace posible clasificar las distintas formas de asociación delictuosa.

d) El crimen organizado constituye una grave problemática internacional, debido al enorme poder político, económico y social que llega a concretar.

e) La planificación especial anticipada es el sello distintivo de los delitos or-ganizados como proyectos. Asimismo, la violencia, la astucia, la organización, la división de funciones y la especialización, como un equipo equivalente a la organización industrial en nuestros días.

f) Las organizaciones delincuenciales están comúnmente integradas por sujetos, cuya culminación es una carrera profesional delictiva con los mismos atributos básicos que cualquier otra profesión.

g) En la lucha contra las organizaciones criminales, la profesionalización de los funcionarios encargados de su persecución es fundamental, así como la de los encargados de administrar justicia. Sin embargo, amerita de un vasto programa de política criminal, entendida ésta en un amplio sentido.

Doy término a estas breves reflexiones con el siguiente pensamiento del distinguido procesalista italiano Francesco Carnelutti: "no es bastante con reprimir los delitos; es necesario prevenirlos". Y les pongo punto final con las palabras de Elias Neuman: "no creo que desde las leyes pueda frenarse el delito. Me inclino hacia la prevención y estudio crítico de carácter social, en el amplio marco que ello implica"

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