Ensayo Diplomado

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Oralidad y Pensamiento Histórico Mapuche Juan Carlos Painequeo Sánchez Concepción, 17 de marzo de 2014 Oralidad Entender la oralidad presente dentro de la cultura del pueblo mapuche es fundamental a la hora de plantear análisis tendientes a desarrollar nuevas investigaciónes en el campo de la historiografía o disciplinas afines. La historiografía oral es poca en Chile, sobre todo la que estudia la historia de pueblos que tienen la oralidad primaria como forma de trasmisión de conocimientos, lo cual genera un vacío conceptual a la hora de realizar análisis históricos. Nuestro presente ensayo no parte de la escuela de la historiografía oral, sino más bien da cuenta de la importancia de aplicar conceptos ligados al estudio de culturas orales para definir espacios comunes que sirvan para realizar análisis de discursos mapuche, sobre todo discursos transcritos a periódicos o puestos en forma de opinión en medios escritos de comunicación. A través de preguntas presentes dentro de este análisis desarrollaremos este acercamiento a “la historia de una cultura oral” y el papel del narrador mapuche (kimche, lonko, werken, etc. 1 ) como sujeto semejante al historiador occidental, con sus diferencias culturas presentes y, así cómo nosotros siendo historiadores 1 Kimche: hombre sabio, Lonko: jefe de comunidad , werken: mensajero, consejero del lonko

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Oralidad y Pensamiento Histórico Mapuche

Juan Carlos Painequeo Sánchez

Concepción, 17 de marzo de 2014

Oralidad

Entender la oralidad presente dentro de la cultura del pueblo mapuche es

fundamental a la hora de plantear análisis tendientes a desarrollar nuevas

investigaciónes en el campo de la historiografía o disciplinas afines. La historiografía

oral es poca en Chile, sobre todo la que estudia la historia de pueblos que tienen la

oralidad primaria como forma de trasmisión de conocimientos, lo cual genera un vacío

conceptual a la hora de realizar análisis históricos. Nuestro presente ensayo no parte de

la escuela de la historiografía oral, sino más bien da cuenta de la importancia de aplicar

conceptos ligados al estudio de culturas orales para definir espacios comunes que sirvan

para realizar análisis de discursos mapuche, sobre todo discursos transcritos a periódicos

o puestos en forma de opinión en medios escritos de comunicación.

A través de preguntas presentes dentro de este análisis desarrollaremos este

acercamiento a “la historia de una cultura oral” y el papel del narrador mapuche

(kimche, lonko, werken, etc.1) como sujeto semejante al historiador occidental, con sus

diferencias culturas presentes y, así cómo nosotros siendo historiadores occidentales –o

inmersos dentro de conceptualizaciones occidentales de análisis- podemos lograr este

acercamiento teórico y metodológico a la hora de hacer una investigación en esta área.

¿Cómo, o en qué condiciones, puede el historiador conocer el pasado? Ha sido la

pregunta de variados historiadores. Tal pregunta nos parece fundamental a la hora de

desarrollar la diferencia entre historia de una cultura oral e historia de una cultura

escrita. Así mismo, poner en claro “como”, el historiador siendo sujeto intelectual

occidental puede llegar a "conocer" el pasado de una cultura oral desde su presente,

visto y mediatizado por la cultura escrita.

¿Cómo podemos conocer el pasado transmitido de forma oral? No tenemos al

alcance un cronista ideal (Danto, 1989), que nos pueda dar cuenta de verdades y hechos

que no hayan sido tamizados por la mente humana o alterados en el proceso de traspaso

de información por diferentes generaciones. ¿Cómo contrastamos datos, para asumir

como históricos y verídicos relatos orales que muchas veces están envueltos por la capa

1Kimche: hombre sabio, Lonko: jefe de comunidad , werken: mensajero, consejero del lonko

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de lo mítico? Preguntas como estas, son las que nos permiten tener un primer

acercamiento a lo que entendemos como historia de una cultura oral.

El documento como fuente de datos y hechos claves para reconstruir el pasado

pierde eficacia, notoriedad e importancia cuando tratamos de historiar una cultura o

pueblos que viven bajo un código oral de transmisión del saber, y como en el caso

específico de nuestra investigación, el pueblo mapuche ¿No son acaso historiables estos

pueblos? ¿No tiene historicidad el Mapuche? La respuesta a esas preguntas es un "si"

rotundo, si son historiables, si tienen historicidad2. ¿Cómo pues, debería ser nuestro

acercamiento teórico para hacer historiografía de culturas orales?

Para responder las preguntas anteriores debemos preguntarnos primero ¿Qué es

y cómo funciona la historia en una cultura oral mapuche? Todo parte de un imaginario

colectivo, una tradición que no nace del supuesto de la inercia, un dispositivo ya

muerto, sino de una innovación constante capaz de reactivarse a sí misma, una

tradicionalidad3.

La narración en la cultura oral

Cuando hablamos de culturas orales, en particular la mapuche, tratamos

cosmovisiones que difieren de la cosmovisión occidental. Elementos tales como el

relato, cuentos, canciones y acontecimientos adquieren un significado más profundo que

se enraíza con el devenir propio de la cultura y marca a la sociedad en su conjunto.

Cada elemento de transmisión oral tiene un significado simbólico que cumple

una función dentro del desarrollo de la comunidad, es decir “La memoria histórica de

un pueblo es la base de su identidad étnica, por ello todos los pueblos conservan

registros de los acontecimientos vividos que se traspasan de generación en generación,

dando sentido a su proyección como grupo” (Mariman -Flores, 1997:3). Los que nos

interesan para entender el análisis propuesto son los relatos antiguos propios del periodo

mitológico o fundacional y los relatos de acontecimientos recientes donde los abuelos y

bisabuelos fueron actores o escucharon a los actores.

2Pregunta que también se hacen Gloria Marivil Coñoepan y Jeannete Segovia, en "El sentido de la historia de los mapuche, una aproximación al discurso histórico" :"¿Significa esto que ya no existe el discurso histórico mapuche? Pregunta a la que debemos responder que no, sigue presente como hemos tenido la oportunidad de corroborar en las entrevistas principalmente en el espacios intra hogar, de la familia, de la cotidianidad, es decir a través del epew, feyentun, pero sobre todo el nutram, formas discursivas que se recrean fundamentalmente en estos espacios.". (Marivil-Segovia, 1999. 123)3 Ricoeur, Paul. 2000. Tiempo y narración, México D.F., Siglo XXI editores. Pp. 137

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En la mayoría de las culturas orales este traspaso de saber e información recae en

la gente adulta o mayor, en el caso mapuche tenemos el Admapu – conjunto de normas

y valores que traspasan la sociedad en su totalidad- cuya transmisión recae en los

kimche (sabios). Hay un proceso de aprehensión del pasado, rescatado desde la

memoria para traerlo al presente para cumplir un rol de enseñanza y guía.

En los relatos de tipo mitológico o fundacional la narración oral, como método

de transmisión de saber histórico, nos muestra un discurso organizado a lo largo de

generaciones que toman elementos tanto físicos como metafísicos y los inscribe en una

explicación de vida necesaria para enmarcar el desarrollo de la cultura. El narrador

trasmite estos elementos, les da forma insertando los elementos principales y los

traspasa a la comunidad. Este proceso de aprehensión del pasado y retransmisión tiene

que ser vivido por toda la comunidad, componiendo así junto con otros factores el

sentido de identidad necesario para la unidad y cohesión dentro del espacio social: “el

relato particular es concebido y experimentado como un patrimonio social y no

individual” (Carrasco, 1986: 83), pues se trata en definitiva “de un hablante individual

que asume la representatividad de su comunidad para expresarse (…) mediante textos

fundados en el consenso de una tradición compartida” (idem:81)4”. Por su parte, la

narración de acontecimientos recientes en el pasado organiza un discurso más vivencial,

que apela a hechos vistos o contados y trae desde la mente del narrador las historias que

le fueron enseñadas; estableciendo como autoridad y ejemplo a quienes le trasmitieron

ese saber a él. Este proceso tiene que repetirse sucesivamente en el tiempo y a lo largo

de las generaciones. Se trae del pasado al acontecimiento, el “no-ser” propio del olvido

regresa como un “ser-ido” que existe y está presente en la memoria. Otro elemento

relevante para la transmisión oral del saber histórico oral mapuche, está dado por los

datos que proporcionan las canciones o repeticiones melódicas de historias, que

mantienen en gran parte su contenido y forma dada la secuencia fonética que las

caracteriza. Canciones para los niños, canciones de niños entre niños, etc. Sin embargo

hay un caso aparte en este tipo de transmisión de saber, esto es el canto oral mapuche, el

Ül5.

Se entiende que la idea de objetividad occidental no es la prioridad a la hora de

trasmitir las historias, sino que la importancia la tiene el concepto profundo que va 4En Gloria Marivil Coñoepan y Jeannete Segovia, en "El sentido de la historia de los mapuche, una aproximación al discurso histórico" Liwen, n°5, Temuko: Centro de estudios y documentación mapuche Liwen, 1999. Página 1255Para mayor información sobre el Ül y sus características remitirse a los trabajos realizados por Hector Painequeo en la Universidad de la Frontera.

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siendo el núcleo de saber que se quiere trasmitir. Una historia contada en diferentes

momentos puede servir para ilustrar dos cosas distintas, donde el narrador según el

contexto en que está y según lo que quiera enseñar o transmitir, elige una historia en su

mente y la trae al presente para ilustrar algo. Ahora que reflexionamos acerca de ¿Qué

es y cómo funciona? la historia en la cultura oral, nos queda volver a centrarnos en

como el historiador puede llegar a conocer el pasado en este contexto determinado.

La aprehensión del pasado oral

La fuente oral con la que cuenta el historiador nos da señales de todo un proceso

de organización discursiva que, antes de darnos pepitas de verdad relativas a hechos que

permitan re-construir una historia, nos permite adentrarnos primero en la mente del

sujeto como narrador y así conocerlo en su propia dimensión simbólica dentro de la

comunidad, estableciéndolo como testigo de su horizonte de vida lejano y próximo. Lo

que nos interesa poner en el tapete es la idea de re-significación entre el {el narrador-lo

narrado- el oyente}. Esta re-significación por parte del narrador podemos verla en

diferentes aspectos, uno de ellos es la subjetividad en la observación, hay escala de

hechos y datos que adquieren mayor relevancia unos de otros. Esto podemos apreciarlo

por el mismo discurso del narrador, no todas la vivencias son dignas de ser contadas y

no todas las historias aprendidas son dignas de ser repetidas.

Como mencionábamos anteriormente pasado, presente y futuro están enlazados

dentro de la narración oral. El pasado pierde su estado de lo "ya vivido", del "no-ser" y

vuelve a ser "re-vivido" en la mente del narrador, enmarcándose en un proceso

cognoscitivo de enseñanza para el presente-futuro. Hay una atemporalidad conducente a

establecer desarrollos sociales e históricos como un todo dentro de la sociedad. El

pasado como hecho y dato pierde la característica cronológica, o pasa a tener menor

importancia, para entrar en el estado de inmanencia propio del saber cómo un todo6.

Conocer lo "ya vivido" que fue "re-vivido" por el narrador, es donde el

historiador puede entrar a realizar el trabajo de aprehender el pasado oral, teniendo claro

las características únicas que tienen las fuentes orales en su esencia. Esta “idea” de la

6"Si hay alguna cosa que particulariza en especial los discursos históricos de nuestros entrevistados, es la noción de tiempo-espacio que recrean/movilizan en sus narraciones. Se trata de un tiempo que no es inamovible y que puede trasladarse, tiempo que inscribe una trayectoria circular en la que presente, pasado y futuro pueden coexistir en una armoniosa confusión -existir no solo paralelamente sino confundidos-. Lo que puede ser percibido tanto a nivel del movimiento discursivo, como asimismo en la noción de historia que en ellos se despliega implícitamente. El discurso oral inscribe un movimiento discursivo que desconoce toda regla del tiempo lineal-cronológico que la concepción positivista y racionalista de occidente ha impuesto en nuestras cabezas." En Gloria Marivil Coñoepan y Jeannete Segovia, en "El sentido de la historia de los mapuche, una aproximación al discurso histórico" Liwen, n°5, Temuko: Centro de estudios y documentación mapuche Liwen, 1999. Página 126

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historia se da en el narrador oral, donde elementos presentes permiten la re-asignación

de valor, significativo e histórico, a hechos ocurridos antaño. Sin embargo este proceso

de re-significación no se condice a una visión cronológica-enlazada donde ningún hecho

puede separarse de su predecesor, donde el pasado ya sucedió y no vuelve, sino que a

una conciencia histórica de enlazamiento entre el pasado-presente-futuro. ¿Cómo

entender este aspecto en particular? Si la conciencia histórica es atemporal, desde una

visión historizante occidental entramos en un problema metodológico que no se da con

las fuentes escritas. Aquí entra con fuerza el aspecto de la re-significación histórica de

los hechos, entendiéndola como un proceso cultural diferente a la sociedad escrita, lo

cual lleva a un planteamiento teórico y metodológico diferente. Donde los elementos

que más adquieren importancia son los que nos ligan con fuerza a la cosmovisión

histórica de la cultura, y no los elementos que con forma teórica occidental tratan de

encontrar pautas clasificatorias de acciones y pensamientos.

Dado el carácter resignificante - en su temporalidad- de las tradiciones orales,

nuestro acercamiento crítico comparativo para contrastar la avalancha de saberes y/o

relatos (dado el tamaño geográfico de la sociedad mapuche, así como algunas

diferencias entre sectores lejanos entre sí) tiene que tener puntos de partida, donde un

tema o hecho determinado sea nuestro cauce de trabajo. Tomando el ejemplo de los

relatos fundacionales o mitológicos, al adentrarnos hasta su profundo ser ontológico

podemos llegar a ver algunos aspectos históricos-geográficos condicionantes en el

desarrollo de la cultura. Dado que estos relatos, suponemos, tienen una base común,

son las diferencias en el envoltorio de la historia las que nos permiten vislumbrar que

aspectos van variando en la trasmisión de las historias, y así aplicar este modo de

variación en el resto de ellas. En otras palabras podemos descubrir que cambio en la

narración es relevante para la cultura oral, y que no.

En el caso de las historias vivenciales o de un pasado próximo, hay más datos

para interiorizarnos en un acontecimiento determinado. Acá los relatos aun no entran en

la psiquis colectiva tamizados o alterados por una multitud de narradores, acá la

multitud de narradores permite aprehender de manera más fehaciente un hecho u

acontecimiento determinado. Esto ayuda metodológicamente a contrastar las diferentes

visiones con más fuentes o relatos. Este acercamiento es, a nuestro juicio y dada nuestra

propia línea de investigación, el más adecuado para hacer la historia de una cultura oral.

Hay más aspectos a considerar por supuesto, pero procederemos ahora trabajar la

significación causa-efecto, presente en las reflexiones históricas occidentales.

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La idea de causa-efecto en la cultura oral esta presente en el momento que se

produce la acción narrativa, donde el sujeto asigna valores morales y fuertemente

coyunturales a la hora de explicar el porqué de lo ocurrido. Valores morales que el

narrador considera de enseñanza para alentar o disuadir, dada la carga simbólica de los

hechos transmitidos en el relato de un acontecimiento en específico. Coyunturales

porque el contexto que enmarca al hecho tiene una relación relevante con el desarrollo

de la cultura, y de ahí su importancia en ser guardado y transmitido.

La causa es dada por elementos que proporciona el mismo narrador. No hay una

significación profunda de causa, un ejercicio mental que pretende inductivamente llegar

al punto 0, o sea, regresar al principio último, que sí lo encontramos en algunas

reflexiones filosóficas-históricas de la cultura occidental. Parafraseando a Gardiner "el

sentido común es selectivo y selecciona como causas de los acontecimientos aquellos

rasgos que pueden utilizarse para su producción7". En el caso de los relatos vivenciales

o históricos a corto plazo, esta significación acerca de la causa y lo que produce la

acción tienen diferentes explicaciones pero, principalmente queda presente la que le

asigna el narrador, que puede diferir de otras significaciones dadas por otros narradores

acerca de un mismo relato. En este punto estamos de acuerdo y hacemos nuestro el

análisis propuesto por Gardiner, al tratar la idea de causa-efecto como que "el sentido

común concibe frecuentemente la causa de un acontecimiento como una especie de

instrumento a lograr, o ayudar a lograr, un fin deseado8". En este sentido el trasfondo

de causa-efecto que le asignan los narradores orales, parte del sentido común propio de

cultura y donde los hechos relatados fundan principalmente sus causas en elementos que

logran explicar a priori el porqué de tal acontecimiento. Un uso funcional del binomio

causa-efecto. Ahora bien, este aspecto funcional no permite el desarrollo de más

aspectos explicativos cuando realizamos la historia de tipo más occidental, academicista

si tenemos que clasificarla de algún modo. Pero como historiadores ¿No hacemos algo

parecido? ¿No elegimos la causa de un acontecimiento según su valor practico para

desarrollar una tesis o estudio determinado?

El relato como construcción organizada

Acercándonos un poco más a lo que pretendemos desde el comienzo el discurso

como relato organizado está fuertemente presente en quienes pasan desde la cultura oral

7 Gardiner, Patrick. 1961. La naturaleza de la explicación histórica. México D.F. Centro de estudios Filosóficos. Universidad Nacional Autónoma de México Pp. 228 Ibíd. PP. 22

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a la lecto-escritura. Dado que los códigos de pensamiento y de discurso oral han sido

supeditados o mezclados con los códigos propios de la lecto-escritura, el proceso de

desarrollo del discurso tiende a complejizarse más por la misma pertenencia intelectual

a dos mundos. Una doble sujeción del pensamiento.

Para concluir esta primera reflexión en este primer ensayo, consideramos que la

aprehensión del pasado de una cultura oral está condicionada a múltiples factores que

inciden sustancialmente en la forma que queremos preparar un estudio historiográfico,

hijo de la escuela occidental. Diferentes enfoques metodológicos y teóricos han sido

propuestos en muchas ocasiones, lo cual nos muestra -a nuestro parecer- un proceso aún

en pañales para establecer criterios comunes de estudio y análisis de datos.

Vemos que las reflexiones dan algunos elementos que permiten reconocer actos

de pensamiento y de habla que nos permiten lograr un acercamiento mayor desde la

cultura occidental escrita hacia las culturas orales.

Los autores que utilizamos tienen algunas consideraciones importantes a nuestro

entender, pero su acercamiento a la historia está condicionada por el punto de vista de la

academia y tendiente a reflexionar acerca del oficio historiográfico occidental. Sin

embargo los planteamientos de Paul Ricoeur son interesantes, dado que su perspectiva

de análisis no está solamente ligado a la construcción discursiva de un relato escrito, ni

a su análisis, sino que lleva este al proceso narrativo en general que engloba a culturas

escritas y cultura orales. Elementos tales como la re-significación del proceso narrativo,

así como la interpretación que le da el oyente, se asemejan al proceso de transmisión del

saber en las culturas orales, donde la re-significación discursiva está presente en todo el

proceso discursivo.