Entrenamiento para ancianos, libro 04:Otros asuntos cruciales con respecto a la

práctica del recobro del Señor

CONTENIDO1. Sobre el uso de los libros de consulta y otras publicaciones (1)2. Sobre el uso de los libros de consulta y otras publicaciones (2)3. La región de la obra (1)4. La región de la obra (2)5. Principios que deben seguir los que llevan la delantera y los obreros6. Recibir a los santos (1)7. Recibir a los santos (2)8. La posición y función de los ancianos9. Algunos asuntos prácticos con relación a los ancianos10. La obra entre los de habla china11. Nuestra actitud hacia los otros creyentes

PRÓLOGO

En febrero de 1984 más de trescientos cincuenta hermanos procedentes de seis continentes se reunieron con el hermano Witness Lee en la ciudad de Anaheim, California, a fin de participar por dos semanas de un entrenamiento internacional para ancianos. Los mensajes que fueron impartidos en aquella ocasión constituyen el contenido de los primeros cuatro tomos de la presente colección. El primer libro nos presenta los aspectos esenciales del ministerio del Nuevo Testamento; el segundo nos presenta la visión del recobro del Señor; el tercero trata sobre cómo llevar a cabo esta visión; y el cuarto aborda otros asuntos cruciales relacionados con la manera en que debemos poner en práctica el recobro del Señor.

Quienes estuvimos en aquellas reuniones fuimos profundamente redargüidos de nuestra necesidad de que el Señor nos ilumine aún más con respecto a la economía de Dios y a lo que constituye la esencia intrínseca del ministerio del Nuevo Testamento, cuya finalidad es que la economía divina sea realizada. Ahora que el recobro del Señor se propaga incesantemente en todo el mundo, estos mensajes resultan más cruciales y urgentemente necesarios que nunca. Tenemos la convicción de que ellos serán de gran ayuda para mantener a todos los santos en el carril central de la economía de Dios, resguardándolos de caer en desviación alguna a fin de que el plan eterno de Dios sea cumplido. Nuestra esperanza y expectativa es que estos mensajes lleguen a ser una visión que rija y regule a todos los que somos partícipes del recobro del Señor. Quiera el Señor que consideremos con mucha oración todos y cada uno de los diversos asuntos presentados en estos libros y que sepamos recibirlos todos ellos por igual.

Noviembre de 1985Benson PhillipsIrving, Texas

CAPÍTULO UNO

SOBRE EL USO DE LOS LIBROS DE CONSULTA

Y OTRAS PUBLICACIONES

(1)Me parece que ya vimos de manera suficientemente exhaustiva que necesitamos ayudar a los santos a venir al pleno conocimiento de la verdad. En este capítulo, quisiera dar inicio a nuestra comunión sobre el uso de los libros de consulta y otras publicaciones.

LA HISTORIA DE LA IGLESIAY LOS ESCRITOS CRISTIANOS

La iglesia tiene más de mil novecientos años de existencia. Incluso a partir del primer siglo, inmediatamente después del tiempo de los apóstoles, comenzaron a producirse escritos. Lucas 1:1 nos da a entender que hubieron más de cuatro personas que escribieron un recuento de la vida del Salvador aquí en la tierra. También se escribieron muchas otras epístolas además de las que hoy forman parte del Nuevo Testamento. A la postre, sin embargo, únicamente cuatro de los Evangelios escritos por los primeros creyentes fueron elegidos para formar parte de la Biblia y únicamente cierto número de epístolas fueron elegidas de entre muchas otras. Esto nos muestra que incluso los escritos del primer y segundo siglo no fueron completamente precisos con miras a estudiar o conocer la verdad. Esto, además, nos permite darnos cuenta de que no podemos tomar los escritos conocidos como cristianos sin el debido discernimiento.

Los así llamados “padres de la iglesia” también escribieron muchas cosas después que los primeros apóstoles fallecieron. Los escritos de los padres de la iglesia se han convertido en un campo de estudios muy importante en la teología de hoy. Los escritos de los padres de la iglesia, junto con los credos redactados en base a los concilios, a la postre darían lugar al catolicismo y a que el sistema del papado fuese plenamente establecido a fines del sexto siglo. El sistema del papado hizo que cesaran los concilios y sus respectivos credos, pues desde su establecimiento, el papa tenía la última palabra.

Esta clase de situación produjo lo que los historiadores conocen como la Edad de las tinieblas, la cual abarcó unos mil años. Durante ese tiempo, se limitó el acceso a la Biblia y no se permitió que ésta fuese leída por los laicos. Este período de oscurantismo obligó a algunos que eran fieles al Señor a reconsiderar la situación en general. Éste fue el inicio de la Reforma, la cual comenzó antes de Martín Lutero. Ninguno de los reformadores tenía la intención de dejar la Iglesia Católica. Ellos únicamente buscaban corregir, modificar y, por lo menos, recobrar algunas verdades básicas. No obstante, la historia nos dice que Lutero y la mayoría de reformadores tuvieron que dejar la Iglesia Católica y que, de acuerdo con la coyuntura política de aquel tiempo, la mayoría de ellos consintió en la formación de las iglesias estatales.

Desde la Reforma se han publicado muchos libros, todos los cuales son considerados como escritos protestantes. Esto también permitió que los escritores cristianos gozaran de libertad de expresión. Ellos tuvieron, entonces, la libertad de escribir sobre todo tema que fuese de su agrado y sobre aquello que se sintieran urgidos a escribir. Se publicaron más libros, los cuales fueron escritos bajo los auspicios de las iglesias estatales y de las iglesias privadas tales como la Iglesia Bautista, la Asamblea de los Hermanos, la Iglesia Presbiteriana, los Hermanos de Moravia y la Iglesia Metodista. A lo largo de la historia de la iglesia se han escrito un gran cantidad de libros. Prácticamente ningún otro campo de la cultura humana cuenta con tantos miles de publicaciones diferentes.

LA TEOLOGÍA CRISTIANA

Como ya dijimos, la así llamada teología del cristianismo actual no consiste en una sola escuela teológica; la teología cristiana comprende por lo menos cuatro corrientes teológicas principales. La teología católica es una escuela teológica importante, la cual podríamos llamar teología sacramental. Después, existe la teología reformada, que se basa mayormente en las enseñanzas de Juan Calvino. Esta clase de teología está estrechamente vinculada a la Reforma, tal como se inició bajo el liderazgo de Martín Lutero. Luego, podemos ver la teología dispensacional, que es la teología de la Asamblea de los Hermanos. La Asamblea de los Hermanos concuerda con Calvino en lo referido a la predestinación, pero no concuerda completamente con la teología reformada. Por último, tenemos lo que llamaría la teología secular, la cual no es enseñada en los seminarios teológicos ni en los institutos bíblicos sino en las facultades de teología de las universidades seculares. A mi parecer, su enseñanza teológica es de índole secular. Incluso algunas facultades de teología no están dedicadas únicamente a la teología, sino que, más bien, se desenvuelven en el ámbito literario al estudiar la Biblia. Podríamos llamar a esta clase de teología, la teología académica. Todos los libros de teología que han sido publicados y que están disponibles hoy en día pertenecen a una de estas cuatro principales escuelas teológicas. Actualmente, en los Estados Unidos, podemos detectar todas estas clases de teologías con sus respectivos seguidores.

Incluso entre las publicaciones cristianas hoy en día la situación es muy confusa. Es difícil decir cuál de estas escuelas teológicas es fundamentalista. Algunos dicen ser fundamentalistas e incluso usan el término “doctrina ortodoxa”, pero para otros la doctrina ortodoxa la conforman únicamente las enseñanzas impartidas directamente por el Señor Jesús a Sus discípulos mientras estuvo en la tierra. Si éste fuera el caso, sin embargo, más de la mitad de los libros del Nuevo Testamento tendrían que ser eliminados. Catorce de los veintisiete libros del Nuevo Testamento fueron escritos por Pablo, quien no estaba entre los doce mientras el Señor Jesús estuvo en la tierra durante los tres años y medio de Su ministerio terrenal. Esta clase de pensamiento sobre la doctrina ortodoxa es completamente errado. Hace algunos años, en cierta conferencia, un grupo de cristianos enarboló una pancarta en la que declaraban: “No seguimos a Pablo, seguimos a Cristo”. Asimismo, hace algunos años se celebró una conferencia en Chicago en la que se hizo un llamado a retornar a los primeros concilios celebrados por la iglesia antes de que se estableciera el sistema del papado.

DOS PELIGROS

Si procuramos ayudar a los creyentes en el recobro del Señor haciendo uso de estos libros, existen dos peligros. En primer lugar, sin habérnoslo propuesto, llevamos al recobro del Señor de regreso a los viejos libros que el recobro del Señor ya tomó en cuenta. Desde los tiempos del hermano Nee y pasando por nuestros sesenta años de historia, hemos revisado todos esos libros. No quiero decir que desde los días del hermano Nee hayamos podido leer todo libro;

eso es imposible. Sin embargo, principalmente gracias a la labor del hermano Nee, que consistió en revisar miles de libros espirituales y estudios expositivos de la Biblia, el recobro del Señor ha revisado todos aquellos escritos antiguos. Además, el hermano Nee también tuvo comunión conmigo con respecto a sus investigaciones, y yo aprendí mucho de él. Ciertamente, siento un gran aprecio por el hermano Nee. En toda mi vida cristiana jamás conocí a alguien que tuviese un discernimiento espiritual tan agudo como el suyo. Él verdaderamente sabía seleccionar su material de lectura, y entre los libros que leía, sabía escoger rápidamente los que eran útiles. Por eso puedo afirmar que el recobro del Señor ha revisado todos esos escritos antiguos si los consideramos como un todo colectivo. Aunque yo no estudié en un instituto bíblico ni en una escuela teológica, puedo hacer un análisis de la así llamada teología del cristianismo actual. Muchos de esos escritos antiguos son muy buenos, pero algunos no son tan buenos e inducen al error, nos distraen de la meta, nos impiden seguir avanzando e, incluso, algunos de ellos destruyen nuestra fe.

En segundo lugar, existe el peligro de hacer retroceder al recobro del Señor en lugar de hacerlo avanzar. Desde que empezamos a revisar estos libros, el Señor comenzó a mostrarnos nuevas cosas. La historia nos muestra que el recobro del Señor no comenzó con Martín Lutero, sino que en realidad comenzó en el siglo XIV. Desde entonces, el Señor ha venido recobrando la verdad de manera continua a lo largo del tiempo, y este proceso no llegó a su fin con Lutero ni con ninguna otra persona. No obstante, el problema estriba en que los seguidores de algunos de estos hermanos que fueron fieles al Señor, si bien recibieron cierta luz a través de ellos, se estancaron en aquello que habían recibido. Los seguidores de Lutero se estancaron en la fe luterana, y los seguidores de John Wesley se estancaron en la fe metodista. Incluso los seguidores de la Asamblea de los Hermanos se estancaron en las enseñanzas de Darby, pero el Señor no quiso detenerse y jamás se ha estancado. Él siguió avanzando más y más. El hermano Nee me dijo que en su época el Señor no podía avanzar en Europa ni en los Estados Unidos, por lo cual se vio obligado a ir a China, “a tierras paganas”. El hermano Nee consideraba que en aquella época, en lo concerniente al recobro del Señor, China era “tierra virgen”. Me dijo que el Señor estaba obligado a venir a tierra virgen para llevar adelante Su recobro. No cabe ninguna duda al respecto, pues cuando estuve con el hermano Nee lo que vi era algo completamente nuevo. Lo que vi no era algo nuevo en la Biblia, sino algo nuevo para nosotros en términos de lo que se había descubierto y de lo que había sido recobrado de las verdades contenidas en la Biblia. Incluso en los últimos veintidós años en los Estados Unidos han habido un número de recobros y descubrimientos cruciales con respecto a las verdades bíblicas. El recobro del Señor avanza y no retrocede.

El salón de reuniones en la ciudad de Anaheim fue diseñado originalmente para acomodar una gran biblioteca en el primer piso. Yo pensaba llenar esta biblioteca con todos los libros clásicos cristianos, desde los escritos de los padres de la iglesia hasta los libros más recientes. Además, me había propuesto contar con tres o más lectores, los cuales leerían todo lo que estos libros tienen que decir con respecto a ciertos temas principales, tales como el Dios Triuno, por ejemplo. Ellos leerían estos libros, harían anotaciones y, de ser necesario, fotocopiarían ciertos párrafos. Esto permitiría que toda vez que escribiéramos algo para alguna publicación no tendríamos que dedicar tiempo excesivo a consultar aquellos libros, sino que bastaría con que acudiéramos a nuestro cuaderno. Esto podría ahorrarnos mucho tiempo al escribir sobre tales temas. Entonces se divulgó la noticia de que entre nosotros se había suscitado cierta tendencia. Los santos pensaron que estábamos retornando a las antiguas doctrinas e incluso hubo algunos que me dijeron: “Esto es muy bueno, pues demuestra a las personas que no solamente tenemos los escritos de Witness Lee, sino también los escritos del cristianismo”. Cuando escuché esto, de inmediato decidí detener todo cuanto había planeado al respecto. Incluso había comprado una colección de escritos en latín en microficha, la cual

era bastante cara, y hasta hice construir una mesa especial donde se leerían las microfichas; pero después que tomé esta decisión, devolví dicha colección. La razón por la cual me detuve fue porque vi que existía el peligro de hacer retroceder al recobro. Entonces, no avanzaríamos, sino que retrocederíamos. Sin embargo, gradualmente, fuimos coleccionando los libros de consulta necesarios, y adquirimos así todo lo que era necesario.

LA NECESIDAD DE OBTENER EL CONOCIMIENTO BÁSICO DE LAS VERDADES BÍBLICAS

También indiqué enfáticamente que debíamos exhortar a nuestros jóvenes a aprender los lenguajes bíblicos: el hebreo y el griego. De ser posible, ellos debían aprender también el lenguaje teológico del latín. Hice tal exhortación porque sabía que, a la larga, el recobro del Señor necesita obtener el conocimiento básico de las verdades bíblicas. A fin de adquirir tal conocimiento básico de manera cabal y completa, nuestros jóvenes tienen que aprender el hebreo para estudiar el Antiguo Testamento, el griego para estudiar el Nuevo Testamento y el latín para estudiar los primeros escritos teológicos. Mi exhortación en el sentido de que debemos estudiar estos lenguajes fue también, en cierta medida, mal entendida. Además, hubo quienes pensaron que yo quería que ellos regresaran a los libros de tiempos antiguos, por lo cual comenzaron a coleccionarlos.

Hubo dos jóvenes que me manifestaron su entusiasmo por estudiar estos libros antiguos. Ellos me pidieron que les diera una lista de todos los libros de consulta y estudios expositivos que debían estudiar. De inmediato les respondí que no les daría esa lista. Les aconsejé, más bien, que se esforzaran al máximo por aprender primero el griego y después, si les era posible, el hebreo. No incluí el latín pues no es tan importante. También les dije que si ellos eran serios en lo relacionado con el Señor y Su verdad, tenían que dedicar unos cinco años al estudio de todo lo que el recobro del Señor había publicado. Les dije que debían dedicar dos horas diarias a estudiar el Estudio-vida y la Versión Recobro, incluyendo las notas de pie de página y las referencias paralelas de esta última. Finalmente, les aconsejé que volvieran a verme después de haber terminado tales estudios y les daría una lista de buenos libros de consulta. Les dije esto debido a que, para entonces, ellos habrían sido debidamente educados y se habría formado en ellos un fundamento firme en cuanto a la verdad. Entonces, ellos poseerían el mejor de los discernimientos. Ellos podrían leer aquellos libros de consulta e inmediatamente discernir si son de alguna ayuda o, más bien, representan un estorbo.

De hecho, tenemos que darnos cuenta de que en los escritos teológicos más antiguos es posible encontrar diferentes terminologías y expresiones, pero no encontramos nada nuevo en cuanto concierne a la verdad. En los últimos sesenta años, por la misericordia del Señor, hemos captado todos los elementos básicos relativos a los asuntos divinos y espirituales. Después que usted tenga una buena base en lo concerniente a las verdades básicas de la revelación divina, usted habrá sido plenamente establecido. Entonces podrá remontarse al pasado a fin de ver lo contenido en los libros antiguos. Los elementos positivos de estos libros reforzarán y confirmarán lo que usted ya ha visto y enriquecerán su vocabulario de tal modo que usted pueda mostrarles a las personas lo que es correcto. Entonces, usted ya no podrá ser inducido al error.

EL PELIGRO DE REGRESAR A LO VIEJO

Si regresamos a lo viejo sin la debida consideración, corremos el riesgo de abrir la puerta para que todos los santos retrocedan a lo viejo. Si no somos el recobro del Señor, ciertamente será necesario recurrir a todo lo viejo, pues, de otro modo, no poseeríamos nada. Los seminarios

de hoy en día enseñan a sus estudiantes a leer las viejas publicaciones. Ellos estudian la historia de la iglesia, la historia de la teología y los escritos de los padres de la iglesia. Ellos obtienen títulos en teología, hebreo, griego, historia de la iglesia y otras especialidades. Los seminarios otorgan doctorados, pero todos esos títulos son referidos a las viejas cosas. En realidad, lo que tales instituciones hacen es impedir que el Señor avance. Las enseñanzas teológicas de hoy simplemente impiden que el Señor avance en Su obra de recobro. No digo que todos los libros publicados en el pasado sean malos; algunos de ellos probablemente sean buenos, pero son viejos. Algunos de ustedes se graduaron de un seminario y pueden testificar que allí no recibieron nada avanzado ni mejorado. Todo lo que recibieron era viejo.

LA NECESIDAD DEL DISCERNIMIENTO APROPIADO

Leer los libros antiguos de otros requiere una medida significativa de discernimiento apropiado. Desde que vine a los Estados Unidos, en mis mensajes rara vez hice referencia a otros escritos. Hice esto a propósito. Sin embargo, tuve suficiente paz, y todavía la tengo, como para remitirlos a libros como The Spirit of Christ [El Espíritu de Cristo] de Andrew Murray, por ejemplo. Cuando estaba escribiendo las notas para el libro de Lucas, pedí a mis ayudantes que acudieran a Dean Alford en relación con cierto punto. Hice uso de Dean Alford con mucha frecuencia, pero una de sus interpretaciones sobre cierto pasaje es totalmente errónea. Esto nos muestra que es imprescindible que ejerzamos el discernimiento apropiado al leer los escritos teológicos de otros autores.

El primer año de mi estudio de la Biblia y de los así llamados temas teológicos fue el año 1925. Los libros que recibí primero procedían principalmente de la teología reformada. Tenía gran interés y me sentía muy urgido por conocer las siete parábolas relatadas en Mateo 13. Coleccioné los libros que los teólogos reformistas habían traducido al idioma chino. Sus enseñanzas teológicas me decían que la levadura a la que se hace referencia en Mateo 13:33 era algo muy bueno, pues afirmaban que ella representaba la influencia ejercida por el cristianismo, la influencia ejercida por las verdades bíblicas o la introducción del evangelio. A la postre dicho evangelio ejercería influencia en el mundo entero, y el mundo se convertiría en un lugar utópico. Ellos también afirmaban que el gran árbol descrito en Mateo 13:31-32 era un elemento muy positivo. Yo reflexionaba sobre tales enseñanzas.

Un año después, comencé a frecuentar la Asamblea de los Hermanos. Ellos me enseñaron justamente lo opuesto. Al comienzo, me preguntaba quién estaría en lo correcto. Los libros de teología reformada habían sido traducidos al chino por los misioneros y fueron publicados por la principal casa de publicaciones cristiana que había en Shanghai; sin embargo, la congregación local de la Asamblea de los Hermanos a la cual yo asistía, era muy pequeña. Había allí un viejo hermano británico que enseñaba todo el tiempo. Así pues, tenía que sopesar ambas enseñanzas para decidir cuál de ellas debía aceptar.

CUIDAR DE LOS JÓVENES

Yo pasé por esta etapa en la que, por un tiempo, recibí interpretaciones de la Biblia y conceptos aparentemente bíblicos que eran erróneos; así pues, esto me sirvió para aprender algo. No me gusta ver que el recobro del Señor retroceda y sea llevado de regreso a los viejos escritos. Tampoco me gusta ver que las nuevas generaciones retrocedan y sean llevadas de regreso a lo viejo, de modo que su ser sea ocupado con esas cosas. Tenemos que darnos cuenta de que únicamente tenemos una sola vida que vivir. Incluso si usted tuviera dos o tres vidas, no podría leer todos los libros cristianos que se han publicado. No me agrada ver que las personas sean dirigidas erróneamente a leer algo que les va hacer perder el tiempo.

Por la misericordia del Señor, ha habido una especie de labor experimental realizada por el hermano Nee y nosotros. Ello nos ha permitido captar los elementos más básicos y necesarios concernientes a los asuntos celestiales, espirituales y divinos. Hemos publicado todas estas cosas no en un formato académico, sino en uno que pueda ser entendido por los “legos”; de hecho, un formato así era el usado por Juan en su Evangelio.

Mi carga es brindar el mejor de los cuidados a nuestros jóvenes. No debemos exponerlos al peligro de que su ser sea ocupado por las cosas erróneas. Nosotros tenemos un sistema puro de publicaciones en el que se hallan comprendidos todos los aspectos más importantes relativos a los asuntos celestiales, espirituales y divinos. Estas publicaciones son muy adecuadas para todos los santos más jóvenes, pues les permite echar buenos cimientos y contar con una base firme y estable. Luego, ellos podrán seguir avanzando, no para aprender más cosas procedentes de los viejos libros, sino para revisar los viejos libros y ser confirmados en cuanto a sus creencias.

Es arriesgado y peligroso que nosotros, sin reflexión alguna, dirijamos a los jóvenes a leer los libros antiguos; esto no es seguro. Nuestros jóvenes pueden, más bien, hacer uso de ciertos libros de consulta, tales como los diccionarios, glosarios y concordancias. Casi todos los diccionarios tienen aportes positivos. Sin embargo, ningún diccionario es completo y no hay dos parecidos; así pues, ustedes jamás deberían sentirse satisfechos con consultar un solo diccionario. Tienen que usar más de un diccionario. Cuando ustedes investiguen una palabra, no se sientan satisfechos con la definición que le da un solo diccionario; tienen que consultar otros diccionarios. Estos son los únicos instrumentos de consulta que recomendaría para el uso de los jóvenes: los diccionarios, los diccionarios de idiomas y la concordancia de la Biblia. Ustedes deben usar todos estos libros de consulta comparándolos unos con otros. Esto sí les será de ayuda.

EL PRINCIPIO BÁSICO DE INTERPRETACIÓN

Esto no quiere decir que seamos excluyentes o estrechos. Pero sí quiere decir que no permitiremos que ustedes sufran perjuicio o daño alguno. Tengo que reiterarles que a fin de comprender la tipología bíblica, tienen que aprender primero ciertos principios, lo cual será una salvaguardia para ustedes. Asimismo, a fin de poder interpretar las profecías es imprescindible que ustedes conozcan los principios de interpretación fundamentales, y sólo entonces serán salvaguardados. A fin de interpretar cualquier versículo de la Biblia, ustedes tienen que ceñirse al principio básico acatado por todo maestro competente de la Biblia. Este principio único y fundamental consiste en que es necesaria la Biblia entera para interpretar cualquier versículo. En primer lugar, ustedes deben conocer el contexto de ese versículo, luego deben conocer el contexto de ese libro, y finalmente deberán tener una visión panorámica de toda la Biblia. Entonces ustedes serán salvaguardados al interpretar cualquier versículo.

Sin embargo, afirmar esto es fácil. Aquellos que declaran que el Padre mencionado en Isaías 9:6 es el Padre de la eternidad y no el Padre en la Deidad, también podrían afirmar lo mismo. Es decir, ellos también podrían decir que para interpretar la Biblia uno tiene que prestar atención al contexto del versículo, al contexto del libro y al contexto representado por toda la Biblia. Pero, en realidad, cuando ellos interpretan Isaías 9:6, no aplican este principio.

Al interpretar o explicar cualquier pasaje bíblico —incluso un solo versículo de la Biblia—, si no aplicamos este principio básico, no estaremos a salvo de cometer errores, incluso errores garrafales. Me gustaría poder dedicar un poco más de tiempo para mostrarles de qué manera

yo tomé en cuenta este principio fundamental al realizar un estudio adicional de Isaías 9:6, tal como detallo a continuación.

Puesto que este versículo está escrito en la manera poética que es propia del hebreo, y la poesía hebrea con frecuencia se vale de expresiones en pares, podemos percatarnos de que las primeras dos cláusulas: “un niño nos es nacido, hijo nos es dado”, forman el primer par. Si simplemente dijéramos que un niño nos es nacido, no sabríamos si es un varón o una mujer. La segunda mitad del primer par: “hijo nos es dado”, define el género del niño. Las expresiones nacido y dado también forman un par mediante el cual se nos indica que haber nacido implica haber sido dado. No obstante, aquí hay un sutil contraste. No podríamos afirmar que haber nacido es simplemente ser dado, ni tampoco que ser dado sea simplemente haber nacido. Existe, pues, un contraste que debe ser tomado en cuenta. De la misma manera hijo difiere de simplemente niño. La expresión un hijo es más rica en significado que la expresión un niño. Un hijo puede ser un niño, pero un niño no es necesariamente un hijo. Así pues, un niño nos es nacido, pero es un hijo el que nos es dado, lo cual concuerda con Juan 3:16 donde se nos dice que Dios nos dio a Su Hijo unigénito.

El hijo en este versículo tiene dos significados principales. El primero es que el hijo es nacido de una virgen humana (Is. 7:14; Mt. 1:23); el segundo, que el hijo es también el Hijo del Altísimo. El ángel Gabriel le dijo a María, en Lucas 1:32, que Aquel concebido en su vientre sería llamado Hijo del Altísimo. En este sentido, el hijo no nacería, sino que nos sería dado; pero el hecho de ser dado está en directa relación con el hecho de haber nacido. El hijo en calidad de hijo de María, y en tanto poseedor de la naturaleza humana, “nos es nacido”; y el hijo en calidad de Hijo del Altísimo, y en tanto poseedor de la naturaleza divina, “nos es dado” en virtud de que el hijo de María naciera. Este Hijo maravilloso no solamente nació de una fuente humana, sino que nos fue dado procedente de una fuente divina. Él es tanto humano como divino. Éste es el Mesías que Dios prometió a Israel (Jn. 1:41, 45), el cual es Jehová mismo, quien —en virtud de haber nacido de una virgen humana (Is. 7:14)— es el hombre llamado Jesús, es decir, Jehová el Salvador (Mt. 1:21-23), a fin de ser el Cristo en la economía neotestamentaria de Dios (v. 16). Como tal, Su nombre es: “Admirable Consejero, Dios fuerte, Padre eterno, Príncipe de paz”. Según la composición en el hebreo, Admirable Consejero [la versión Reina Valera 1960 pone una coma entre Admirable y Consejero, la cual debería omitirse] y Dios fuerte deberían conformar un solo par, mientras que Padre etern o y Príncipe de paz deberían conformar otro par. Este maravilloso Mesías, en calidad de niño nacido a los hijos de Israel y de hijo dado a ellos, es un Consejero, incluso un Admirable Consejero para ellos, el cual les da admirables consejos todo el tiempo y realiza todo cuanto ellos necesitan. Además, para ellos Él es Dios, incluso Dios fuerte, el cual puede llevar a cabo cualquier cosa que les haya aconsejado en calidad de Consejero. Él también es su Padre, el origen de ellos desde la eternidad, quien los cría y cuida todo el tiempo desde la eternidad pasada y por todas las generaciones. Él es también un Príncipe para ellos, quien es su paz, les da paz y los conduce a la paz.

La expresión Padre eterno no denota el Padre de la eternidad, sino al Padre que es eterno, y Príncipe de paz no denota al Príncipe de la paz, sino al Príncipe que es paz. El Mesías, el cual es Admirable Consejero y Dios fuerte para Su pueblo Israel, no es el Padre de la eternidad, sino Padre eterno para los Suyos. Conforme al contexto de Isaías 9:6, todo aquello que el Mesías es, lo es para Su pueblo. Él es el Admirable Consejero de Su pueblo, el Dios fuerte de Su pueblo, el Príncipe que es paz a Su pueblo y el Padre eterno para Su pueblo, no el Padre de la eternidad. Esto concuerda con el contexto del libro de Isaías y, más específicamente, con Isaías 63:16 y 64:8. Afirmar que la expresión Padre eterno significa Padre de la eternidad, o que ello indica que Él es el origen de toda creación, simplemente no coincide con el contexto

tanto de este versículo, Isaías 9:6, como de todo el libro de Isaías. Tal clase de interpretación es como un objeto extraño incrustado en un cuerpo vivo. Todo cuanto se declara en Isaías 9:6 está en directa relación con Israel, el pueblo del Mesías, y no con la creación en general. Así pues, el Padre eterno mencionado en este versículo debe necesariamente ser el Hijo a fin de poder ser el Padre eterno de Su pueblo.

Espero que esto les muestre que no es tan fácil interpretar la Biblia, especialmente un versículo como Isaías 9:6. No recurran a los libros antiguos de manera superficial ni depositen su fe en aquello que ustedes puedan captar en esos libros meramente en virtud de su actual discernimiento.

LA NECESIDAD DE MÁS DESCUBRIMIENTOS Y VISIONES

La Palabra santa de Dios es rica y profunda. Se requieren más descubrimientos y visiones con relación a nuestra búsqueda de las verdades contenidas en las santas Escrituras. Quisiera compartir con ustedes uno de mis descubrimientos adicionales.

Cuando el hermano Nee me pidió que permaneciera con él por unos meses en Shanghai a fin de empezar a laborar junto a él, así lo hice. Mientras estuve allí, el hermano Nee hizo varias cosas con el propósito de ponerme a prueba y saber dónde me encontraba yo, qué era y cuánto podía hacer. Una de las pruebas estuvo relacionada con una reunión de evangelismo especial que la iglesia en Shanghai decidió celebrar. Yo estaba feliz con esta decisión, pues quería escuchar al hermano Nee predicar el evangelio. En aquel tiempo, me alojaba en los altos del salón de reuniones y estaba lleno de expectativa por escuchar al hermano Nee predicar el evangelio aquella noche. Menos de treinta minutos antes de la cena, un hermano golpeó mi puerta y me entregó una nota de parte del hermano Nee. La nota simplemente decía: “Witness, por favor dé el mensaje esta noche”. Yo no tenía la menor idea de que se me iba a pedir dar el mensaje, y la reunión se celebraría poco después de la cena. El hermano Nee no me dijo que quería que yo predicase sino hasta el último minuto. Yo no sabía qué era lo que el Señor quería que predicara. Pero al final, sentí la carga de predicar sobre Juan 16:8-11. Estos versículos nos dicen que cuando el Espíritu venga, “convencerá al mundo de pecado, de justicia y de juicio. De pecado, por cuanto no creen en Mí; de justicia, por cuanto voy al Padre, y no me veréis más; y de juicio, por cuanto el príncipe de este mundo ha sido ya juzgado”. Cuando surgió en mí tal apremio, me sentí contento y fortalecido. Ello me dio confianza.

Aquella noche, le dije a las personas que el pecado se relaciona con Adán (Ro. 5:12). Nosotros nacimos del pecado en Adán, y mientras permanezcamos en Adán, somos pecaminosos. La justicia se relaciona con el Cristo resucitado. En Juan 16:10 el Señor dice que el Espíritu convencerá al mundo de justicia pues Él va al Padre. Esto apunta a Su resurrección y ascensión, lo cual nos da a entender que la redención ha sido plenamente lograda. Por tanto, si creemos en Él, Él es justicia para nosotros (1 Co. 1:30) y somos justificados en Él (Ro. 3:24; 4:25). Si creemos en Él, seremos trasladados de Adán, donde nos encontrábamos en nuestra condición pecaminosa, a Cristo, donde tenemos una posición de justicia. Que el Espíritu convenza al mundo de juicio, hace referencia a Satanás. Satanás ha sido juzgado y será eternamente juzgado. Así pues, si no nos arrepentimos del pecado en Adán y no creemos en Cristo, el Hijo de Dios, permaneceremos en pecado y seremos partícipes del juicio efectuado sobre Satanás por la eternidad (Mt. 25:41). Por tanto, el pecado, la justicia y el juicio en realidad se refieren a tres personas: Adán, Cristo y Satanás. Estos son los aspectos principales del evangelio. Nosotros nacimos en Adán, y ahora tenemos

que creer en Cristo para ser trasladados de Adán a Cristo. Si no lo hacemos, seremos partícipes del juicio eterno reservado para Satanás.

Cuando me puse de pie para dar el mensaje, pude notar que el hermano Nee no estaba allí. Un largo tiempo después, mientras caminábamos y conversábamos juntos, él me contó que mientras yo predicaba aquella noche sobre Juan 16, él estaba de pie escuchándome del otro lado de la puerta más cercana a mí. Apenas la puerta nos separaba, y él me dijo que había prestado atención a mi mensaje. También me dijo que en China no habían muchos maestros cristianos que conocieran la Biblia de este modo, y me alentó a proseguir en el cometido de predicar y enseñar la verdad. En aquella ocasión, tal experiencia verdaderamente constituyó un descubrimiento adicional y una visión adicional con respecto a que, en Juan 16, el pecado, la justicia y el juicio se refieren a Adán, Cristo y Satanás. Esto tuvo lugar en 1934.

CAPÍTULO DOS

SOBRE EL USO DE LOS LIBROS DE CONSULTAY OTRAS PUBLICACIONES

(2)

ADQUIRIR EL FUNDAMENTO APROPIADO

Hemos visto que no debemos introducir nada que represente una distracción u obstrucción al ministerio del Señor. No quiero decir que no tengamos la libertad de leer los libros antiguos. Ciertamente jamás debiéramos ejercer ninguna clase de control sobre los santos; esto sería completamente errado. Por favor, no piensen que al tener comunión con ustedes sobre la manera en que debemos hacer uso de los libros de consulta y otras publicaciones, mi intención sea la de ejercer control sobre los santos e impedir que ellos lean los escritos de otros; éste sería un grave error. Ustedes tienen la libertad de acudir a cualquier libro, pero si recurren a tales libros quisiera recordarles que corren cierto riesgo y que, probablemente, perderán su tiempo. Si a ustedes les interesa mi consejo, les diría que es mejor no recurrir a otros libros sino hasta después de haber terminado de estudiar todos los mensajes del Estudio-vida así como la totalidad de la Versión Recobro con sus notas de pie de página, ello con la finalidad de obtener una base firme así como el fundamento apropiado que habrá de permitirles adquirir el mejor de los discernimientos. Sólo entonces será seguro para ustedes estudiar otros libros.

LOS LIBROS ESPIRITUALES

También me gustaría darles un ejemplo con respecto a la necesidad de ejercer el discernimiento apropiado al leer los libros espirituales. El libro El progreso del peregrino, escrito por John Bunyan, un anabaptista, fue, en su tiempo, uno de los libros más vendidos, casi tanto como la Biblia. Incluso llegó a ser más popular que el folleto escrito por George Cutting con respecto a la seguridad de la salvación, titulado Seguridad, certeza y gozo de la salvación. A pesar de la popularidad de El progreso del peregrino, si ustedes examinan este libro con cierto discernimiento, podrán percatarse de que prácticamente no hace énfasis en Cristo como vida. El tema principal del libro es que los cristianos deben separarse del mundo por completo. El progreso del peregrino contribuye a que uno deje el mundo. Cuando yo asistía, en China, a una escuela primaria administrada por los bautistas, la traducción al chino de El progreso del peregrino era un libro de texto usado en las clases. Ese libro ayudó a muchos cristianos a separarse del mundo, pero en él prácticamente no se ve énfasis alguno en Cristo como vida.

LAS BIOGRAFÍAS ESPIRITUALES

También quisiera tener comunión con ustedes con respecto a la lectura de las biografías espirituales. Las mejores biografías cristianas son las de personas como Hudson Taylor, George Müller, D. L. Moody y Charles Spurgeon. Todas estas biografías son muy beneficiosas en diversos aspectos relacionados con la vida cristiana individual. Ellas son de mucha ayuda hasta cierto grado, y yo personalmente he recibido mucha ayuda a través de la lectura de tales biografías; leí la mayoría de ellas en mi juventud. Sin embargo, tenemos que darnos cuenta de que el recobro del Señor nos ha llevado completamente de regreso a la economía neotestamentaria de Dios y al ministerio del Nuevo Testamento. También tenemos que darnos cuenta de que la historia de la iglesia durante los últimos veinte siglos es la historia de las desviaciones que han hecho que la iglesia se aparte tanto de la economía

neotestamentaria como del ministerio neotestamentario. De hecho, ni una sola de las biografías espirituales conocidas se halla completamente exenta del elemento de la división.

Yo siento inmenso aprecio por la vida de Hudson Taylor, y sus experiencias me han sido de gran ayuda. No obstante, tenemos que darnos cuenta de que incluso en una vida como la de él todavía se halla presente el elemento de la división. Ciertamente no encontramos falta en él por haber tomado la responsabilidad de traer a China el evangelio, el nombre del Señor y la Biblia. Esto fue hecho por Dios mismo en todo sentido, y estoy persuadido que él recibió dicho encargo de parte de Dios. Desde mi juventud siempre sentí gran aprecio por todo esto. Al hablar sobre este tema ciertamente no lo hago con ligereza, pues siempre hemos estado muy atentos a lo que sucedía con la Misión al interior de China, que fue fundada por este amado hermano. Nosotros siempre hemos considerado que ésta es la Misión más importante que surgió para evangelizar China y que se trataba de una Misión muy apegada a las Escrituras, muy espiritual y verdaderamente evangélica. Sin embargo, después de haber visto lo que es la economía neotestamentaria de Dios y Su ministerio neotestamentario, no nos es posible decir amén a esta Misión de una manera absoluta y sin reservas.

Esto no quiere decir que nosotros lleguemos al extremo al que llegó John Nelson Darby en cuanto a nuestra consideración acerca de Hudson Taylor. A fines del siglo XIX, el Señor hizo surgir a Hudson Taylor con el encargo de llevar el evangelio a China. Esto ocurrió durante el tiempo en que la Asamblea de los Hermanos era muy prevaleciente. Aquellos fueron los años en que vivían John Nelson Darby y George Müller. Estos dos hermanos eran los más destacados entre los de la Asamblea de los Hermanos. A la postre, ellos discreparían con respecto a la manera en que se debía recibir a los creyentes. El sentir de Darby era que debido a que Pablo condenó las denominaciones como algo que procedía de la carne y que, por ende, era pecaminoso (1 Co. 1:10-17; Gá. 5:20), cualquiera que se uniese a una denominación o permaneciera en ella debía ser considerado como “compañero del pecado”. Así pues, él era de la opinión que las Asambleas de los Hermanos no podían recibir a uno que fuese “compañero del pecado”. A raíz de ello, a fin de unirse a la Asamblea de los Hermanos uno tenía que dejar las denominaciones de manera absoluta y en términos oficiales. Ellos solían pedir de las personas que escribiesen una carta a su denominación pidiéndoles que retirasen su nombre de su lista de miembros. Era algo que tenía que hacerse en términos muy formales. Éste fue el motivo por el cual a Darby se le acusó de ser excluyente, y nosotros ciertamente no podríamos estar de acuerdo con él en este aspecto.

George Müller tampoco estuvo de acuerdo con esto. Él dijo que uno no podía considerar a un hermano como Hudson Taylor un “compañero del pecado”. Hudson Taylor era muy amigo de George Müller en el Señor, y George Müller apoyó financieramente la Misión al interior de China. George Müller afirmaba que la vida cristiana de Hudson Taylor probablemente era superior a la de algunos hermanos que formaban parte de la Asamblea de los Hermanos. Como resultado de tales discrepancias, ocurrió una división en la Asamblea de los Hermanos. Éste fue el origen de lo que llegó a llamarse la Asamblea exclusiva de los Hermanos y la Asamblea abierta de los Hermanos. El líder de la Asamblea exclusiva era John Nelson Darby, y el líder de la Asamblea abierta era George Müller.

Por un lado, estoy de acuerdo con George Müller y discrepo con John Nelson Darby. Me parece que Darby se equivocó en este punto. Hudson Taylor ciertamente fue llamado por Dios, y fue Dios quien le dio el encargo de llevar el evangelio a China. ¡Esto fue maravilloso! En China yo jamás dije algo ni hice nada que pudiese desacreditar la Misión al interior de China, debido a que siempre sentí gran aprecio por la labor que ellos realizaron para llevar el evangelio al interior de China. Esa fue una obra maravillosa a la cual tengo en muy alta

estima y valoro mucho. Pero, por otro lado, no podemos negar que incluso en esta obra maravillosa subsistía un elemento de desviación.

Este elemento de desviación puede ser visto en la práctica adoptada por la Misión al interior de China con respecto a la iglesia. La Misión al interior de China consiguió reunir a muchos creyentes muy devotos, los cuales tomaron la responsabilidad de ir a las provincias del interior de China a fin de predicar allí el evangelio de Jesús, pero todos estos creyentes venían de diferentes denominaciones. Entre ellos habían episcopales, metodistas, bautistas, presbiterianos e incluso miembros de la Asamblea de los Hermanos. Hudson Taylor era muy amplio. Se decidió que si uno se unía a la Misión al interior de China, uno podía establecer iglesias conforme a la denominación de la cual viniera. Si usted venía de los metodistas, podía establecer una iglesia en el interior de China conforme a los principios metodistas. Si usted era presbiteriano, entonces podía establecer una iglesia al estilo presbiteriano en el interior de China. Por tanto, bajo el nombre de la Misión al interior de China, las formaciones divisivas propias de las denominaciones fueron preservadas.

La Misión al interior de China que se encontraba bajo el liderazgo de Hudson Taylor intentó no traer divisiones al interior de China, pero transigieron con todas las divisiones. En realidad, a los ojos de los cristianos chinos, la Misión al interior de China era una denominación más. Así que, las formaciones denominacionales fueron preservadas bajo un mismo nombre, el nombre de la Misión al interior de China.

Estoy de acuerdo en que la biografía de Hudson Taylor es de gran ayuda para llevar una vida cristiana individual apropiada. Sin embargo, una vez que un creyente ha sido ayudado al leer tal biografía, lo más probable es que le será difícil tener una visión clara y precisa con respecto a la iglesia. En la mayoría de los casos, un lector que haya recibido ayuda de dicho libro, simplemente se “tragará” el libro en su totalidad. Aun si el lector no asimiló todo el libro, sin darse cuenta habrá ingerido algo relacionado con esta desviación, dándole cabida en su interior. Algunos de los santos más jóvenes que lean este libro podrían pensar: “Un evangelista tan prominente y que fue usado tanto por Dios, ¿podría estar equivocado en lo referido a la iglesia? ¿Podría una persona así haberse equivocado en lo relacionado a la manera de establecer iglesias?”. Entonces, en la mente de este joven, se alojaría una interrogante con respecto al recobro. Esto nos sirve para detectar la presencia de la sutil serpiente. Yo pasé por tal etapa cuando era joven. Cuando leí la biografía de Hudson Taylor, me preguntaba si una persona así podría equivocarse. Me preguntaba si nosotros estábamos en lo correcto respecto a la iglesia. Por la misericordia del Señor, puesto que había experimentado muchas otras pruebas antes de leer su biografía, las interrogantes que se suscitaron no me afectaron.

Tenemos que considerar a los jóvenes que están entre nosotros. En una biografía así, todavía subsisten ciertos gérmenes. Si bien el alimento es nutritivo, ¿puede usted estar seguro de que esos gérmenes no envenenarán al que come tales alimentos? Esta biografía es muy buena, pero no es absolutamente pura. Por lo menos podemos detectar en ella cierto elemento de desviación. En honor a la verdad, también debemos estar apercibidos de quién era la señora Howard Taylor, la nuera de Hudson Taylor; ella era una buena escritora que se propuso promover ciertas cosas. Por este mismo motivo, yo todavía no he publicado la biografía de Watchman Nee que tengo escrita. Todavía estoy reflexionando sobre si procuro promover algo con ello. No quisiera que las personas tuviesen la impresión de que escribí una biografía del hermano Nee solamente para promover algo. Uno tiene que ser muy puro para escribir una biografía o una historia sin aprovecharse de ello para promover algo.

CONDUCIR A LOS SANTOS POR EL CAMINO CORRECTO

No debemos ejercer control sobre los santos, y mucho menos impedirles que lean lo que ellos prefieran. Sin embargo, por ser líderes en el recobro del Señor, debemos conducir a los santos por el camino correcto. No es necesario que les digamos que no tomen cierto camino, pero ciertamente tenemos que aconsejarles que tomen el camino correcto. Estamos aquí en pro del recobro del Señor. Las publicaciones que pueden ayudar al recobro del Señor y serle útiles en su cometido de llevar a cabo la economía neotestamentaria de Dios a fin de hacer realidad el deseo de Su corazón son, repito, el Estudio-vida y la Versión Recobro con sus notas de pie de página. Puesto que éste es el caso, ¿por qué no habríamos de conducir sabiamente a la iglesia por esta vía? Por ejemplo, si alguien nos preguntase cuál es la mejor ruta para viajar a la ciudad de Phoenix, nosotros debemos mostrarle la vía más eficaz para ello.

Nuestra comisión no consiste meramente en llevar una vida cristiana como individuos, ni en realizar una obra misionera en el extranjero, ni tampoco en llevar el nombre del Señor a tierras paganas. Todas estas cosas son muy buenas, pero ninguna de ellas es nuestra comisión. Nuestra comisión es permitir que el Señor lleve a cabo Su economía neotestamentaria mediante Su ministerio neotestamentario. Por esto, lamento mucho que en ciertos lugares el liderazgo no haya sido lo suficientemente prevaleciente o no haya sido el liderazgo apropiado. Si el liderazgo en aquella parte de la tierra hubiese sido lo suficientemente fuerte o adecuado, habría conducido a todos los santos de todas esas iglesias por el camino correcto. No debemos perder el tiempo, no debemos retrasar a nadie y no debemos permitir que la confusión sea introducida en nuestro medio. No podemos fallarle al Señor en cuanto concierne a Su economía neotestamentaria.

CAPÍTULO TRES

LA REGIÓN DE LA OBRA

(1)

LA IGLESIA ES LOCAL,Y LA OBRA ES REGIONAL

En este capítulo consideraremos la región de la obra y la relación que existe entre las regiones y las iglesias. Es necesario que poseamos una clara visión respecto a la región de la obra realizada entre nosotros en el recobro del Señor. En su libro La vida cristiana normal de la iglesia, el hermano Nee dijo algo sobre la región de la obra. Una de las afirmaciones halladas en este libro debiera causar profundo impacto en todos ustedes: el hermano Nee dijo que la iglesia es local y que la obra es regional. Toda iglesia es una entidad local, y no puede abarcar más de una localidad; sin embargo, la obra es de índole regional y no local.

DOS REGIONES, NO DOS OBRAS

El hermano Nee dijo esto basándose en que la Biblia nos revela que la obra efectuada por el Señor en esta tierra al ejercer Su ministerio neotestamentario abarcó dos regiones. La primera región era Judea, y la labor allí se efectuó mayormente entre los judíos; la segunda región se encontraba en el mundo gentil, y la labor allí estuvo orientada principalmente a las iglesias gentiles. También resulta evidente que la obra en la región de Judea, la cual estaba orientada a las iglesias de los judíos, estuvo bajo el liderazgo de Pedro, mientras que la obra entre las iglesias de los gentiles en el mundo gentil se encontraba bajo el liderazgo de Pablo (Gá. 2:7-8). Esto también se halla relatado con claridad en el libro de Hechos (1:15; 2:14; 9:15; 22:21).

Algunos podrían asumir la postura de que éstas eran dos obras: una para los judíos en tierras judías y otra para los gentiles en el mundo gentil. Una obra fue realizada por un grupo de obreros que tenía a Pedro como su líder, mientras que la otra obra fue realizada por un grupo de obreros que tenía a Pablo como su líder. Sin embargo, tenemos que comprender que el Señor no tiene un mover aquí y otro allá; Él tiene un solo mover en la tierra. Asimismo, el Señor no tiene dos cuerpos aquí en la tierra, sino un solo Cuerpo.

UN MOVER, UN CUERPO Y UN TESTIMONIO

De hecho, en este Cuerpo, el cual es uno solo y único, no hay diferencia entre judío y gentil. Todas las diferencias han desaparecido por completo en el Cuerpo. En el Cuerpo no hay regiones, ni tampoco hay judíos ni griegos. Con miras a tal Cuerpo, el Señor únicamente lleva a cabo una sola obra en esta tierra. El Nuevo Testamento nos muestra que el mover del Señor en la tierra es uno solo, y que Él posee un solo Cuerpo y un solo testimonio. Así pues, en lo referido al tiempo y al espacio, el mover neotestamentario del Señor, Su Cuerpo y Su testimonio son universales. Es imprescindible que estos tres aspectos queden grabados profundamente en nosotros. El Señor tiene un solo mover, un solo Cuerpo y un solo testimonio.

Sin embargo, al avanzar, el ministerio se extiende por diversas regiones, o sea, es de carácter regional; pero esto no significa que el Señor lleve a cabo un mover distinto en cada región, ni que Él tenga varios cuerpos ni diversos testimonios. En otras palabras, esto no quiere decir que el ministerio o la obra realizada bajo el liderazgo de Pedro en tierras judías produjo un testimonio de índole diferente al testimonio producido por la obra y el ministerio realizados

bajo el liderazgo de Pablo en el mundo gentil. En la era del Nuevo Testamento, el Señor posee un único ministerio para llevar adelante Su único mover que produce el único Cuerpo como Su único testimonio.

EL EJEMPLO DE LA DECISIÓN TOMADA EN HECHOS 15

Con base en esto podemos ver que, en tiempos de Pablo, los judaizantes, o sea los creyentes judaizantes, intentaron prevalecer sobre los creyentes gentiles y convertirlos al judaísmo. Ellos intentaron esto con todas sus fuerzas, con lo cual ocasionaron problemas. La obra regional bajo el liderazgo de Pedro está descrita en los primeros doce capítulos de Hechos. A partir de Hechos 13, el relato del ministerio neotestamentario ejercido por el Señor gira en torno a lo realizado por Pablo. Esto quiere decir que el ministerio se volvió hacia el mundo gentil partiendo de Antioquía. Entonces Pablo y sus colaboradores salieron al mundo gentil a fin de predicar el evangelio y establecer iglesias. El Señor actuó para establecer Su Cuerpo en el mundo gentil a fin de constituir un testimonio en el típico mundo pagano de entonces. Después de los capítulos 13 y 14 del libro de Hechos, surge un problema en el capítulo 15. Este problema no se suscitó en la región de los gentiles, sino en la región judía. No vino del ministerio que estaba bajo el liderazgo de Pablo, sino del ministerio que estaba bajo el liderazgo de Pedro, quien estaba bajo la fuerte influencia de Jacobo. Hechos 15 dice que los creyentes judaizantes descendieron a Antioquía, donde se había originado el ministerio para el mundo gentil, y que ellos trajeron consigo aquel problema que se había suscitado entre ellos (v. 1). Esto llegó a causar verdadero perjuicio al ministerio del Señor, a Su Cuerpo y también a Su testimonio.

Pablo no podía tolerar tal situación. Bajo tales circunstancias, a Pablo le resultaba imposible seguir adelante con el ministerio del Señor para dar continuación al testimonio del Señor entre los pueblos paganos. Por tanto, él y Bernabé subieron a Jerusalén a fin de tener comunión y resolver el problema. La decisión a la que se llegó en aquella conferencia celebrada en Jerusalén no debiera ser satisfactoria para los lectores y maestros de la Biblia que conozcan la economía neotestamentaria de Dios. Las palabras de conclusión dadas por Jacobo todavía denotan la influencia de la ley mosaica, a la cual él estaba expuesto debido a su pesado bagaje judaico. La influencia de este bagaje todavía se dejaba sentir, incluso cuando Pablo visitó por última vez Jerusalén (21:20-26). Aun así, en Jerusalén se dejó establecida una cosa: que el testimonio del Señor es uno solo, que el Cuerpo del Señor es uno solo, que el ministerio del Señor es uno solo y que el mover del Señor es uno solo. Si el mover del Señor, el ministerio del Señor, el Cuerpo del Señor y el testimonio del Señor no fuesen uno solo, no habría habido necesidad de que Pablo fuese a Jerusalén, ni tampoco hubiese sido necesario que ellos tomaran una decisión que no sólo estaba dirigida a los creyentes judíos sino también a los creyentes gentiles.

La decisión tomada en Hechos 15 no fue una decisión tomada únicamente por la región judía, ni una decisión tomada por la región gentil. En realidad, fue una decisión supraregional que no se limitaba al ámbito de una sola región. La decisión que tomaron se aplicaba a todas las iglesias, ya sean judías o gentiles. Esto no quiere decir que las iglesias en Judea podían guardar la ley, mientras que las iglesias en el mundo gentil podían ignorarla. Esto tampoco significa que las iglesias en Judea exhibieran una clase de testimonio, mientras que las iglesias en el mundo gentil manifestaban otra clase de testimonio. No es como en los Estados Unidos de América, donde cada estado tiene sus propias leyes. Según los principios básicos de la economía neotestamentaria, la decisión que se tomó en Hechos 15 no es lo suficientemente satisfactoria para nosotros. Sin embargo, nadie puede negar que fue establecido un principio que se aplicaba a todas las iglesias. La constitución de los Estados Unidos permite que cada

estado promulgue sus propias leyes, pero la decisión tomada en Jerusalén no permitió que las iglesias que estuvieran en una región diferente tuviesen sus propias leyes, pues dichas leyes redundarían en que cada región manifestara su propio testimonio. Es imprescindible que nosotros nos percatemos de esto.

LA ADMINISTRACIÓN SE EJERCE EN EL ÁMBITO LOCAL,PERO EL CUERPO ES UNO SOLO

Y MANIFIESTA UN SOLO TESTIMONIO

En los Estados Unidos, los habitantes de California pueden afirmar que ellos no tienen que ceñirse a las leyes de Nueva York o de Texas, y los habitantes de Illinois pueden decir que ellos no guardarán las leyes de California. Sin embargo, la decisión tomada en Jerusalén estableció un principio según el cual todas las iglesias debían guardar la misma clase de “leyes” y manifestar una misma clase de testimonio. Ya sea que estuviesen conformadas por judíos o gentiles, todas las iglesias conforman un solo Cuerpo y todas ellas portan un mismo testimonio. En cuanto a su administración, las iglesias pueden diferir de una localidad a otra, pero su testimonio debe seguir siendo el mismo, pues todas ellas conforman un solo Cuerpo bajo un solo ministerio y el único mover del Señor. Ésta es la carga que deseo comunicarles en este capítulo. Espero que esto quede grabado en ustedes.

La razón por la cual he querido compartirles esto ahora es la siguiente: en el recobro del Señor en toda la tierra se han manifestado ciertas señales que son indicio de que existe el concepto de que las iglesias en regiones diferentes bajo ciertas clases de obra tienen la libertad de ser diferentes. A manera de ejemplo, supongamos que los hermanos en el Lejano Oriente pensaran que el testimonio allí, así como el mover del Señor entre ellos, debiera ser diferente del que tiene lugar en los Estados Unidos. A manera de excusa, ellos podrían presentar el poderoso argumento de que no son estadounidenses, sino chinos. También podrían tener el sentir de que ellos pueden ser diferentes debido a que estuvieron en la etapa inicial del recobro del Señor y que Estados Unidos vino al recobro años después. Por otro lado, algunos de los santos estadounidenses podrían pensar que como ellos son estadounidenses, no pueden ser iguales a los hermanos y hermanas orientales en lo referente al mover del Señor con miras a Su testimonio. Quizás ustedes jamás hayan escuchado tales cosas ni las hayan dicho, pero tal concepto está escondido entre nosotros y ha sido introducido furtivamente. Éste es un ejemplo en el que se hace un contraste entre dos diferentes continentes, incluso entre el hemisferio oriental y el occidental. Así también, las iglesias en África podrían tener el sentir de que ellas jamás podrían ser iguales a las iglesias en los Estados Unidos, y las iglesias en América del Sur podrían pensar que ellas no pueden ser iguales a las iglesias en Europa.

Los Estados Unidos es una nación bastante grande, pues consta de cincuenta estados y cuenta con unas ochenta iglesias que están en el recobro del Señor. Me parece que muchos de ustedes tienen la impresión así como la tendencia a pensar que la obra está dividida en regiones y que ciertas regiones no deben inmiscuirse en los asuntos de otras y que, además, estas regiones no serán tocadas por otras regiones. Nadie ha dicho esto, pero ya existe cierta clase de situación en este sentido. Tal parece que cada región tuviese su propia jurisdicción, de la misma manera en que cada iglesia local posee su propia jurisdicción. Debemos darnos cuenta de que si bien cada iglesia tiene su propia jurisdicción local, ésta existe únicamente para efectos de la administración que se ejerce en dicha localidad, no para efectos del testimonio que allí se manifiesta ni con respecto al mover del Señor allí.

Un ejemplo de la administraciónque se ejerce en el ámbito local

Permítanme darles un ejemplo para ilustrar lo que quiero decir cuando afirmo que la legislación o la jurisdicción es para efectos administrativos. El número de reuniones que la iglesia en Anaheim debe tener no es algo que pueda ser decidido por la iglesia en Nueva York. Tampoco puede ser decidido por la iglesia en Cypress, aun cuando ella esté tan cerca de Anaheim. Esto debe ser decidido y puede ser decidido únicamente por la iglesia en Anaheim.

Algunos ejemplos de asuntosrelacionados con el Cuerpo

Algunos podrían preguntar si recibir o no a un hermano atañe a la administración local o, más bien, es algo relacionado con el Cuerpo. Debemos percatarnos de que recibir a un hermano es un asunto muy serio. Recibir a los santos es un asunto crucial, pues ello determina si uno es sectario o no. Si la manera en que usted recibe a los santos no abarca a todos los creyentes verdaderos, entonces usted es sectario en su manera de recibirlos. Esto nos muestra que el asunto de recibir a los santos no atañe meramente a la administración local, pues ello afecta a todo el Cuerpo de Cristo. Si usted recibe a todo creyente verdadero, lo hace como miembro del Cuerpo y en representación del Cuerpo, y no como una secta que se representa a sí misma. Pero si usted recibe a los santos de acuerdo con sus preferencias personales, esto es ser sectario. Así pues, no debiéramos afirmar que el asunto de recibir a los santos es meramente un asunto local.

Decidir sobre si se han de celebrar siete o cuatro reuniones por semana es un asunto que única y exclusivamente atañe a la administración local. Esto no afecta a ninguna otra iglesia local y no guarda relación alguna con el testimonio ni con el Cuerpo. Pero todo lo relacionado con recibir o excluir a los santos reviste gran importancia, pues ello afecta a todo el Cuerpo. Ustedes no debieran considerar esto como un asunto de carácter local, pues se trata de un asunto que atañe al Cuerpo. Si usted excluye a alguien de su iglesia local, usted lo excluye del Cuerpo. Si usted no recibe a alguien en su iglesia local, no lo recibe en el Cuerpo. Éste es un asunto supraregional y que también va mas allá del ámbito que corresponde a las iglesias. Éste es un asunto propio del Cuerpo y que no solamente incumbe a la iglesia local.

Permítanme citarles otro ejemplo para mostrarles que algo realizado por una iglesia local podría no ser únicamente un asunto que atañe a la iglesia local, sino que atañe por completo a todo el Cuerpo. Que una iglesia local reciba un ministerio que difiere del ministerio general que ha producido a las iglesias, las ha establecido y las viene edificando, ciertamente afecta a todo el Cuerpo de Cristo. El ministerio de Pablo era el ministerio general que produjo a las iglesias gentiles, las estableció, las edificó y contribuyó a su crecimiento. Nótese que me refiero al ministerio de Pablo como ministerio general. Después de ello, Apolos intervino con otro ministerio. Antes de recibir tal ministerio, la iglesia en Corinto tenía que haber considerado el efecto que ello tendría. Sin duda, ustedes tienen el derecho a recibir cualquier ministerio, debido a que ustedes son una iglesia local. Sin embargo, ustedes tienen que tener en cuenta que el hecho de que reciban tal ministerio no es meramente un asunto local. Esto no es como cuando ustedes deciden, por ejemplo, cuántas reuniones debe celebrar una iglesia local.

También tenemos que darnos cuenta de que el hecho de que una iglesia local imprima y distribuya publicaciones afecta el testimonio de todas las iglesias. Cuando una iglesia local publica un testimonio impreso, ello debe hacerse de manera muy cuidadosa y después de haber reflexionado mucho sobre cómo esto afectará el testimonio del Señor en el ámbito universal. Siempre tenemos que tomar en cuenta el efecto que lo que hagamos habrá de tener en todas las iglesias locales.

Estos tres ejemplos que les he dado son lo suficientemente claros y categóricos como para mostrarnos que no es correcto pensar que simplemente porque tengamos una obra regional que abarca varias iglesias tenemos plena jurisdicción para hacerlo todo conforme a nuestras preferencias y sin tener en cuenta el testimonio universal del Señor, el Cuerpo universal, el ministerio universal y el mover universal del Señor. Si pensamos de ese modo y nuestra práctica refleja tal manera de pensar, nos meteremos en problemas y generaremos problemas para otros. Toda iglesia local posee su propia jurisdicción, pero todo cuanto una iglesia local haga tiene que ser hecho habiendo considerado cuidadosamente cómo esto afectará el testimonio universal del Señor, Su Cuerpo universal, Su mover universal y Su ministeriouniversal.

Un ejemplo extraído de nuestra historia

Quisiera darles un ejemplo relatándoles algo que sucedió entre nosotros en el pasado. Había cierta iglesia local a la que yo amaba mucho, y me esforcé mucho por ayudarla y por mantenerla en el camino correcto. El Señor sabe, y algunos otros hermanos también, cuánto me esforcé por evitar que esta iglesia se desviara. Se me informó que esta localidad en particular afirmaba haber encontrado la mejor manera de practicar la vida de iglesia. Ellos decían que la iglesia en Los Ángeles era simplemente un centro de entrenamiento y que allí no se tenía la práctica apropiada de la vida de iglesia. Esta clase de comunión llegó hasta Atlanta, lo cual causó malestar entre los hermanos allí. Por tanto, los hermanos me informaron de esto.

Cierto día, el hermano que llevaba la delantera en aquella localidad, quien pensaba haber encontrado la mejor manera de poner en práctica la vida de iglesia, vino a mí. Le dije que si a él le parecía que su modo de proceder era la mejor manera de practicar la vida de iglesia, yo no diría nada al respecto. Pero además le dije que no me parecía que él actuara sabiamente al ir a otras localidades, y en especial a Atlanta, a declarar a los santos en esas localidades que Los Ángeles únicamente servía como centro de entrenamiento pero que allí no se practicaba la vida de iglesia apropiada. Le dije que no era sabio decir a las otras iglesias y a los demás santos que la mejor manera de practicar la vida de iglesia se encontraba en la localidad de ellos. También le dije que esto le acarrearía perjuicio a él y ocasionaría problemas a las iglesias.

Hasta cierto grado, este hermano me prometió dejar de hacer esto. Entonces, yo mismo visité aquella localidad a fin de ver si lo que se me había dicho era cierto o no. Mientras estaba allí me dijeron que iban a celebrar la reunión de la mesa del Señor temprano en la mañana, pues querían cuidar de los niños. Cuando asistí a su reunión de la mesa del Señor, vi que aun a los niños más pequeños se les daba a comer del pan. En cuanto vi esto pude darme cuenta de inmediato que ellos se habían desviado completamente. Sin embargo, no los critiqué ni dije nada a nadie. Guardé estas cosas en mi corazón, pensando que siempre y cuando ellos limitaran esta práctica a sí mismos solamente todo estaría bien. No quería corregirlos ni causarles molestia.

Hubo un buen número de santos de esa localidad que asistieron a los entrenamientos de verano y de invierno. Después que ellos asistieron a los entrenamientos, se sintieron turbados al retornar a su localidad. Por un lado, ellos habían estado en su localidad por medio año sometiéndose a cierta clase de práctica. Por otro, cuando ellos vinieron al entrenamiento por diez días, probaron el sabor general en el recobro del Señor. Debido a esto, cuando ellos retornaron, ya no se sentían bien con respecto a la situación particular que imperaba en su localidad. Entonces, en aquella localidad se intentó limitar el número de santos que podían

asistir a los entrenamientos. Esto causó muchos problemas, y la situación llegó a ser intolerable para los hermanos que llevaban la delantera en aquella localidad. Como resultado de ello, dos hermanos fueron excomulgados.

Cuando yo escuché esto, no dije nada. Entonces, aquellos dos hermanos vinieron a mí y me dijeron que ellos consideraban que lo que había en su localidad no era una iglesia en el recobro del Señor. En realidad, no lo era; sino que, más bien, era algo sectario. Entonces, estos hermanos me preguntaron qué debían hacer. Les pregunté cuál era su sentir, y ellos dijeron que su sentir era que debían reunirse como una iglesia en el recobro y no como un grupo sectario. Ante esto, les dije que si ese era su sentir, ellos no tenían otra opción que ser fieles a su sentir en concordancia con la dirección del Señor. Cuando comenzaron a reunirse, se sorprendieron al ver que aproximadamente la mitad de los santos que se reunían en esa ciudad se unieron inmediatamente a ellos.

¿A quién se le puede culpar por esta división? El hermano que llevaba la delantera en aquella localidad debiera asumir la culpa. Su práctica era sectaria, pues resultaban difícil de “tragar” para el Cuerpo. El Cuerpo simplemente no podía aceptar tales prácticas. No era simplemente que ellas resultaban intolerables para el ministerio, pues éste procuró tolerarlas lo más que pudo. Yo no dije nada pero, a la postre, el Cuerpo no pudo “tragar” tales prácticas.

El hermano que llevaba la delantera en aquella localidad quizás haya pensado que tales asuntos eran por completo de índole local y que la iglesia allí poseía una administración local. Admito que si bien allí había una administración local, lo que sucedió entre ellos afectó al Cuerpo y afectó el testimonio. Un número significativo de santos no estaba de acuerdo con darles de comer el pan de la mesa del Señor a niños de uno o dos años de edad. Espero que esto nos permita tener una comprensión más cabal de estos asuntos para que no tengamos el pensamiento de que la iglesia en nuestra localidad tiene plena jurisdicción para hacer cualquier cosa que pueda parecerle correcta. Ciertamente ustedes tienen el derecho de hacerlo, pero primero tienen que reflexionar sobre cuál será el resultado, el fruto, y qué efecto tendrá.

CON RESPECTO AL ÚNICO CUERPO:CUIDAR DEL TESTIMONIO DEL SEÑOR

Recuerden que ustedes no son la única iglesia local sobre la tierra. La distancia geográfica entre las iglesias no significa nada, especialmente debido al hecho de que vivimos en una era con medios de comunicación modernos. Cualquier iglesia sobre la faz de la tierra puede ser contactada en cuestión de segundos mediante una llamada telefónica. Todo cuanto usted haga en su localidad es parte del recobro del Señor. Tenemos que cuidar de las iglesias, del Cuerpo. Tenemos que preguntarnos: “¿Podrá el Cuerpo aceptar esto? ¿Podrá el Cuerpo decirnos: Amén?”.

En la práctica, habían regiones en tiempos de Pablo y Pedro. Sin embargo, tenemos que darnos cuenta de que habría sido incorrecto que los hermanos en Judea afirmaran pertenecer a una región y que Pablo, quien laboraba entre las iglesias gentiles, se encontraba en otra región y, por ende, no debía molestarlos. Es incorrecto tener la actitud de que las iglesias en otra región no guardan relación alguna con nosotros. Ya sea que estemos en Jerusalén, en Roma, en Corinto o en Antioquía, todas las iglesias conforman un solo Cuerpo y manifiestan un mismo testimonio.

Algunos de ustedes podrían pensar que por medio de mi actual comunión ahora intento implementar cierta clase de catolicismo entre nosotros y que ahora ésta es la “Iglesia

Católica”. En realidad, el término católico es un término muy positivo, pero ha sido malogrado, dañado, contaminado, corrompido y arruinado por la así llamada Iglesia Católica Romana. Todas las iglesias deberían ser católicas. Nosotros deberíamos formar parte de un solo mover de carácter católico, portando un testimonio único de índole católica. Debemos proceder así debido a que somos un solo Cuerpo. Aunque ustedes laboran en cierta región que abarca algunos estados, no debieran pensar que dicha área es su región. Damos gracias al Señor que ustedes dieron comienzo a la obra allí. Pedro también comenzó la obra en Judea, pero si él hubiera pensado que aquella era su región y no la de Pablo, ello sería erróneo. Damos gracias al Señor que Él lo haya usado a usted para dar comienzo a la obra en aquel estado o en aquellos dos estados. Damos gracias al Señor que Él me usó para dar comienzo a la obra en California. Sin embargo, si yo considerara que California es mi región y no la suya, esto sería incorrecto. No podemos hacer esto.

Estoy convencido de que Pedro jamás pensó de este modo y que Pablo nunca tuvo este concepto. Cuando Pablo se enfrentó al problema de los judaizantes, de inmediato fue a Jerusalén. Él no dijo: “Olvídense de Jerusalén. Esa no es mi región, y los hermanos de aquella región no deberán venir más aquí. Si ellos vienen, les impediremos la entrada y los excluiremos. Ellos son los judaizantes”. Ésta no fue la manera en que Pablo procedió; más bien, él fue a Jerusalén. Él no le pidió a Pedro que viniera a Antioquía a resolver el problema con base en el hecho de que Jerusalén era la fuente del problema. Tal parece que él tenía el derecho a hacer esto, pero en lugar de ello, fue humildemente a Jerusalén. Él no fue a Jerusalén para disputar ni argüir.

Lo relatado en Hechos 15 nos muestra el dulce espíritu que manifestó el apóstol Pablo durante la conferencia celebrada allí; de hecho, no dijo mucho. Después que Pedro dijo algo, Pablo testificó ante los amados santos en Jerusalén, relatándoles lo que el Señor hizo mediante su ministerio (vs. 7-12). Entonces Jacobo dijo algo a manera de conclusión de la conferencia (vs. 13-21). En realidad, a mí no me parece que aquella conclusión fuese satisfactoria para Pablo; sin embargo, Pablo acató esta decisión. Éste es un buen ejemplo que nosotros debemos seguir, pues Pablo tuvo en cuenta el hecho de que el Señor tiene un solo Cuerpo. Sea lo que fuere que ellos estaban haciendo, lo hacían únicamente como parte de un solo mover a fin de llevar a cabo un solo ministerio para producir un solo Cuerpo que manifiesta un testimonio único y singular.

No me importa qué clase de cometido usted está llevando a cabo en su localidad. No me preocupa si lo que usted hace es lo correcto o lo equivocado. Mi preocupación es que lo que usted haga tal vez cause división. Quizás usted tenga derecho a hacer tales cosas, pero el Cuerpo no podrá tragárselas; más bien, el Cuerpo escupirá o vomitará lo que usted hace. Entonces, usted sufrirá pérdida. Esto es muy serio. Tenemos que darnos cuenta de que no estamos realizando una obra cristiana ordinaria. Nuestro encargo es llevar a cabo el recobro del Señor con miras a Su único Cuerpo, que es portador de Su único testimonio.

Independientemente de lo que usted haga, debe considerar la situación de este modo. Es probable que lo que usted hace sea mejor que lo que otros hacen. Aun así, usted tiene que considerar cómo esto afectará al Cuerpo. ¿Será esto aceptado por el Cuerpo? No somos un partido político ni tampoco una organización terrenal. No tenemos armas ni es necesario combatir, pero el Espíritu del Señor, el cual opera en Su Cuerpo, tiene gran importancia. No olviden el ejemplo que les di en este capítulo. El fruto fue ingerido por los hacedores. Tenemos que tener en cuenta al Cuerpo, honrar al Cuerpo y cuidar del único testimonio del Señor.

UN SOLO MOVER MEDIANTE UN SOLO MINISTERIOA FIN DE PRODUCIR UN SOLO CUERPO,PORTADOR DE UN SOLO TESTIMONIO

Tengo que testificar que verdaderamente siento inmenso aprecio por el único mover del Señor que se lleva a cabo mediante el único ministerio a fin de producir el único Cuerpo de Cristo que es portador del único testimonio de Jesús, el cual consiste en la economía neotestamentaria de Dios. Cuanto más consideramos esto, más sentimos que es maravilloso y excelente que hoy en día, en esta tierra, pueda existir entre nosotros semejante realidad.

Hoy en día el mundo se ha hecho muy pequeño. Prácticamente puede ser comparado con una sola ciudad de tiempos antiguos. En tiempos antiguos, si usted vivía en una gran ciudad, era probable que usted no escuchara noticias de algo que sucedió en su ciudad sino hasta dos o tres días después. Hoy en día, sin embargo, todo cuanto sucede en nuestro planeta nos puede ser comunicado en cuestión de horas, ya sea por teléfono, por televisión o por radio. Podemos volar alrededor de nuestro planeta en cuestión de horas.

Debido a que la tierra hoy en día es tan pequeña, éste es el tiempo dorado para que los que aman al Señor manifiesten Su único testimonio, el testimonio del Cuerpo de Cristo. Aquí en esta tierra, las personas pueden ver tal testimonio entre las personas de toda raza y nacionalidad que pueblan la tierra entera. Adondequiera que usted vaya, estas personas hablan una misma cosa, ministran una misma cosa y son portadoras de un mismo testimonio. Ya sea que usted vaya a Japón, a Hong Kong, a Londres, a la India, a Israel o al África, usted podrá ver el mismo testimonio.

Simplemente mantener este testimonio tan maravilloso es más importante que cualquier otra cosa. Aun si yo fuese un gran maestro de la Biblia y pudiese enseñar la Biblia a multitudes, dicha obra no sería tan valiosa como la de guardar tal testimonio. Aun si yo pudiese realizar una gran obra de evangelismo y traer cientos de personas al Señor, esto no sería tan valioso como guardar tal testimonio. Espero que nuestros ojos puedan ser abiertos completamente para ver qué es lo más valioso. Si tenemos una visión clara, seremos rescatados de ser distraídos por cualquier aspecto menor. Concentrarse en asuntos tales como la manera de reunirse o la realización de cualquier otra clase de obra, no es tan valioso como guardar tal testimonio único. Tengo la convicción que la bendición del Señor verdaderamente reposa sobre nosotros. Muchos de nosotros podemos testificar que cuando tocamos otras cosas que no están directamente relacionadas con este testimonio, la unción no está con nosotros en la misma medida. Sin embargo, siempre que tocamos este testimonio, experimentamos una viva y rica unción y en nuestro interior “damos brincos”. Esto es prueba evidente que lo que el Señor desea hoy es tal testimonio. Él ha procurado obtener tal testimonio por dos mil años, y ésta es la revelación que el Nuevo Testamento contiene y nos comunica.

Tenemos que enfatizar una y otra vez que la economía neotestamentaria de Dios que se lleva a cabo mediante Su ministerio neotestamentario, es maravillosa. No es que quiera convencerlos de esto, sino que simplemente quisiera presentar tal visión ante sus ojos. Comparen ustedes. Aquí tienen un enorme diamante y un reloj de pulsera, ¿cuál elegirían? ¿Prefieren el diamante o el reloj de pulsera? Un reloj de pulsera no está mal, pero no puede compararse a un diamante. ¿Por qué habríamos de ser necios y sentirnos atraídos al reloj de pulsera mientras que desdeñamos el diamante?

Estoy tan agradecido al Señor por haberme cautivado en 1932. No puedo negar que comencé a ver algo a partir de aquel año. Jamás lamentaré haber optado por este camino y haberme

mantenido en él por más de medio siglo. Estoy tan feliz de haberlo hecho. Como hermano suyo, quisiera decirles que lo único que anhela mi corazón es este único testimonio. No me interesa tener una posición, no me importa poseer cierto status ni me importa ninguna otra cosa; lo único que desea mi corazón es este único testimonio. Yo he laborado y trabajado para esto. Cuando estaba en la pequeña ciudad de Chifú en China, laboré con miras a este único testimonio. Cuando estuve en la ciudad más grande de China, Shanghai, laboré del mismo modo. Cuando fui a Taiwán, que era una “isla primitiva” hace treinta y cinco años, laboré con miras a este único testimonio. Laboré y laboré y laboré, y el Señor bendijo tal labor. Después, vine a los Estados Unidos, la nación más poderosa sobre la faz de la tierra. También aquí laboré del mismo modo con miras a obtener el único Cuerpo de Cristo a fin de que se manifestara el único testimonio de Jesús. ¿Por qué he laborado así todos estos años? Debido a que fui cautivado por una visión. No lo puedo negar. Muchas veces mi esposa y mis hijos, debido a que me amaban y se preocupaban por mi salud, procuraron aminorar el ritmo de mi labor. Sin embargo, ellos sabían que no podrían detenerme, por lo cual fueron subyugados. Así pues, en lugar de detenerme, ellos me ayudaron en la obra del Señor. ¡Esto es maravilloso!

¡Qué misericordia el que podamos formar parte de tal testimonio a nivel mundial, el cual incluye tantas diferentes razas y nacionalidades! Si algunos de sus amigos o parientes visitasen de cinco a diez iglesias alrededor del globo y viesen tal testimonio, ciertamente optarían por este camino. Ellos estarían impresionados por semejante testimonio. Ellos dirían: “Jamás vimos semejante cosa. En Singapur, en Hong Kong, en Manila, en Taipei, en Tokio, en Los Ángeles, en Dallas, en Cleveland y en Nueva York vimos lo mismo. ¿Qué es esto?”. Éste es el único testimonio de Jesús. En los Estados Unidos, que es el país más importante para la así llamada cristiandad, estrictamente hablando, jamás ha habido semejante testimonio de Jesús. El testimonio cristiano hoy en día es un testimonio de división, confusiones, diferentes clases de enseñanzas, debates, pugnas y denominaciones. Esto es lo que la gente del mundo ve con respecto al cristianismo. Si nosotros somos fieles al Señor en todos los cincuenta estados de los Estados Unidos, dondequiera que las personas nos visiten, ellas verán una misma cosa: el testimonio de Jesús, el cual es único. ¡Esto es maravilloso!

CAPÍTULO CUATRO

LA REGIÓN DE LA OBRA

(2)

LA IGLESIA LOCALY EL CUERPO, LA IGLESIA UNIVERSAL

En la epístola a los Efesios no se nos indica claramente a cuál iglesia haya sido dirigida este libro. Este asunto ha sido muy debatido entre los que estudian la historia de la iglesia. La expresión en Éfeso del primer versículo de esta epístola no se halla en los primeros manuscritos. Subsiste la interrogante sobre cuándo se insertó la expresión en Éfeso en estos manuscritos. Algunos manuscritos en griego indican que esta epístola no fue escrita a la iglesia en Éfeso; en otras palabras, no fue dirigida específicamente a una iglesia local en particular.

En todo este libro de seis capítulos, la única referencia definida con relación a la iglesia local se halla en 2:22. La edificación a la que se hace referencia en el versículo 21 es de carácter universal, mientras que la edificación referida en el versículo 22 es de índole local. La palabra también en el versículo 22 indica que se habla de estos dos aspectos. Sin duda, este libro fue escrito a una determinada localidad, pero el concepto general de este libro concierne al Cuerpo de Cristo, la plenitud de Aquel que todo lo llena en todo. Efesios 2 en realidad trata sobre la morada universal de Dios.

En cuanto concierne a la práctica de la vida de iglesia, tenemos que enfatizar la iglesia local. Sin la iglesia local, uno no podría practicar la vida de iglesia. Sin embargo, con respecto al testimonio de la iglesia, tenemos que enfatizar el Cuerpo, el cual es el aspecto universal de la iglesia. Estos dos aspectos son revelados de manera definida y distinguible en Romanos. Los primeros ocho capítulos de Romanos abarcan dos temas principales: la justificación y la santificación. Estos temas conciernen principalmente a los creyentes individuales. Todos tienen que ser justificados y santificados. La segunda mitad de Romanos consta también de ocho capítulos. Del capítulo 9 al 12 se abarca el tema del Cuerpo, mientras que del capítulo 13 al 16 se concluye con el tema de las iglesias locales. Con respecto al testimonio de la iglesia, tenemos que hacer énfasis en el Cuerpo; con respecto al aspecto práctico de la iglesia, tenemos que hacer énfasis en la iglesia local. Sin la iglesia local, el Cuerpo sería algo que estaría en los aires. No sería nada práctico. Con respecto al testimonio de la iglesia, sin embargo, tenemos que superar el ámbito local y debemos hacer énfasis en el Cuerpo.

Algunas veces los expositores de la Biblia se han visto obligados a decir que la iglesia en una localidad es un Cuerpo local. Esto puede haber sido dicho temporalmente. Pero en realidad, ninguna iglesia local es, por sí sola, el Cuerpo. Toda iglesia local forma parte del Cuerpo. El Cuerpo jamás puede dividirse en localidades, pero en lo referido a las iglesias locales, ellas se encuentran en diferentes localidades. Hay muchas iglesias locales, pero jamás han habido muchos cuerpos. Tenemos que ver esto y ser equilibrados.

Lo lamentable es esto: cuando los cristianos debieran prestar atención a las iglesias locales, se refugian en lo dicho en el libro de Efesios para afirmar que la iglesia es una entidad universal; pero cuando debieran cuidar del testimonio universal, ellos “escapan” de Efesios y se refugian en Apocalipsis 1:11 para afirmar que toda iglesia local posee su propia jurisdicción. Las siete epístolas a las siete iglesias en Apocalipsis 2 y 3 difieren entre sí; sin embargo, los siete candeleros no difieren entre sí en absoluto. Estos siete candeleros son absolutamente iguales

en cuanto a naturaleza, forma, hechura y función. Hoy en día, cuando los cristianos hablan sobre la iglesia, ellos debieran abarcar el tema de las iglesias locales, pero escapan de Apocalipsis y se refugian en Efesios. Cuando ellos deben portar el testimonio que corresponde al único Cuerpo, ellos se refugian en Apocalipsis y le dan la espalda a Efesios. En Apocalipsis 2 y 3 toda iglesia local es diferente, pero en el capítulo uno del mismo libro los siete candeleros no difieren entre sí en ningún aspecto. Ellos son completamente iguales en tamaño, calidad, posición, forma, hechura y en cuanto a la función que ejercen.

UN SOLO MOVER MEDIANTE UN SOLO MINISTERIOA FIN DE PRODUCIR Y EDIFICAR UN SOLO CUERPO

CON MIRAS A UN SOLO TESTIMONIO

El ministerio del Nuevo Testamento fue llevado a cabo primero por la compañía de Pedro. Después, la economía neotestamentaria fue llevada a cabo por la compañía de Pablo. La compañía de Pedro tuvo como finalidad principalmente producir iglesias entre los judíos en la tierra de Judea, y la compañía de Pablo tuvo como propósito principal producir iglesias entre los gentiles en el mundo gentil. En el Nuevo Testamento, sin embargo, la revelación es muy clara en el sentido de que estas dos regiones, con iglesias conformadas por judíos y gentiles, constituían un solo mover realizado por el Señor mediante un solo ministerio a fin de producir y edificar un solo Cuerpo con miras a un solo testimonio.

Con base en el Nuevo Testamento, tenemos que ver que hoy en día, en esta tierra, el Señor tiene únicamente un solo mover que es llevado a cabo por un solo ministerio. Este ministerio no es su ministerio, ni tampoco es mi ministerio ni el ministerio de nadie, sino el ministerio del Nuevo Testamento. El ministerio del Nuevo Testamento es el único ministerio, y por Su misericordia el Señor nos lo ha mostrado.

EL PROBLEMADE LOS SABORES REGIONALES

Hay un problema básico que será necesario enfrentar y que, incluso, tal vez ya nos aqueje. Debido a ciertos entornos y ciertas situaciones políticas aquí en la tierra, el mover del Señor, si bien es llevado a cabo mediante un solo ministerio, está en diferentes regiones. Este hecho podría influenciarnos y hacernos pensar que cada región debiera ser diferente de las demás, que cada región debiera tener iglesias diferentes. Tal vez lleguemos a pensar que en Europa deben haber iglesias europeas, que en Asia deben haber iglesias asiáticas, que en Latinoamérica deben haber iglesias latinoamericanas y que en los Estados Unidos deben haber iglesias estadounidenses. Me parece que esto no solamente existe imperceptiblemente en nuestra mentalidad, sino que también podría ser expresado en nuestra práctica.

En los Estados Unidos, una parte de la nación comenzó a tener iglesias mediante la obra de cierto obrero; después, hubo otra parte de la nación que comenzó a tener iglesias locales establecidas mediante la labor de otro obrero; y luego, otra parte de la nación comenzó a tener iglesias locales mediante la obra de otro obrero. Debido a los diferentes obreros, natural, automática y espontáneamente surgieron diferentes regiones de la obra a fin de llevar a cabo el recobro del Señor en diferentes iglesias. Tenemos que darnos cuenta de que el problema escondido se halla aquí, en las diferentes regiones. Ningún colaborador ha dicho nada al respecto, pero imperceptiblemente, sin proponérnoslo e incluso subconscientemente, existe una diferencia sustancial y profunda en la situación real en que dichas iglesias se encuentran.

Permítanme valerme de cierta región para ilustrar lo que queremos decir. Esta región siempre manifiesta un sabor especial. Entre los hermanos de esta región, sin que ellos se lo hayan propuesto, existe un sentir imperceptible y subconsciente de que su región y todas las iglesias en su región manifiestan el mismo sabor. Aunque los hermanos en esta región jamás hayan dicho esto, tal cosa existe entre ellos. No solamente existe este sentir entre estos hermanos, sino que también, en cierta medida, ésta es su práctica. Cuando estos hermanos conversan juntos y otro hermano procedente de otra región se les une, ellos inmediatamente detienen tal conversación y cambian de tema. Su conversación inicial cesó debido a que un “extranjero” procedente de una “región extranjera” se unió a la conversación.

No obstante, me alegra poder decir que otra región no manifiesta ningún sabor peculiar. Los hermanos que proceden de esta región no tienen un sabor regional. Sin embargo, algunos hermanos procedentes de otras regiones ponen de manifiesto su sabor regional dondequiera que van.

El principio de lo que aquí he querido ilustrar se aplica a todo el recobro. Si bien todos estamos en el recobro, mayormente manifestamos un sabor regional. Esto no es bíblico debido a que todos los miembros en el Cuerpo de Cristo, ya sean judíos o gentiles, debieran manifestar el mismo sabor. Siempre y cuando manifestemos diferentes sabores, esto, secreta e imperceptiblemente, aniquilará el único y auténtico testimonio de Jesús, el cual es manifestado por el Cuerpo.

EL CANDELERO

En Apocalipsis 1 hay siete diferentes localidades: Éfeso, Esmirna, Pérgamo, Tiatira, Sardis, Filadelfia y Laodicea. En estas localidades hay siete diferentes iglesias, pero sus símbolos, los candeleros, son absolutamente idénticos entre sí. Cuando los siete candeleros son puestos juntos, es imposible distinguir uno de otro, a menos que usted les ponga números. Cuando están juntos, pierden su identidad debido a que son exactamente iguales. No podemos ver ningún candelero que sea “tipo Éfeso” o de cualquier otro “tipo local”. Todos los candeleros son del mismo tipo, tienen la misma apariencia y manifiestan la misma clase de resplandor. Todos los candeleros en Apocalipsis 1 son portadores del mismo testimonio, el único testimonio de Jesús (v. 9).

Eliminar las diferencias

Aunque el Señor Jesús hizo notar todas las diferencias que existían entre las siete iglesias, Él lo hizo en un tono negativo y a manera de reprensión. De hecho, todas las diferencias atentaban contra el único testimonio de Jesús. En Apocalipsis 1 el Señor Jesús se presenta como el Sumo Sacerdote que prepara las lámparas de los candeleros. En tipología, en el libro de Éxodo dice que en la mañana y en la noche el sacerdote tenía que preparar las lámparas (Éx. 30:7-8), lo cual implicaba hacer dos cosas: primero, despabilar o eliminar los pabilos quemados y, segundo, añadir aceite a las lámparas. Así pues, preparar las lámparas equivale a “podarlas” al eliminar los pabilos quemados y, después, llenar las lámparas con aceite. En todas las epístolas a las iglesias en Apocalipsis 2 y 3, el Señor elimina los pabilos quemados; en todas estas epístolas podemos percibir las tijeras con que se recorta el pabilo. Por un lado, el Señor llenaba las lámparas con el Espíritu. El Espíritu que habla a las iglesias es el aceite. Por otro, el Señor Jesús eliminaba los pabilos quemados de los candeleros. En estos dos capítulos, el Señor Jesús en Su condición de Sumo Sacerdote prepara las lámparas al eliminar los pabilos quemados y al llenar las lámparas con el Espíritu que habla a las iglesias.

Tenemos que darnos cuenta de que existen diferencias entre las iglesias. Estas diferencias, sin embargo, no nos justifican sino que nos condenan. El Señor no tiene intención alguna de mantener o conservar estas diferencias; más bien, Él desea eliminarlas. Por ejemplo, Tiatira era la única iglesia en la que estaba Jezabel. Jezabel, sin embargo, era un elemento muy negativo (Ap. 2:20). Este elemento negativo en la iglesia en Tiatira representaba la diferencia más grande entre las siete iglesias, diferencia que el Señor tenía que eliminar. En Apocalipsis 1, el estándar es que todas las iglesias tienen que ser las mismas en términos de la naturaleza de Dios, la forma de Cristo y la expresión del Espíritu. En lo que respecta al oro, la forma y las siete lámparas, todas las iglesias debían ser exactamente las mismas, pero no lo eran. Las iglesias adoptaron una serie de cosas típicas de sus respectivas localidades, las cuales se constituyeron en aquellas diferencias que el Señor tenía que juzgar y eliminar. Ésta es la manera apropiada de interpretar los tres primeros capítulos de Apocalipsis.

Por eso les dije antes que no acudieran a libros que no son dignos de confianza. Algunos libros hacen notar las diferencias que existen entre las siete iglesias mencionadas en Apocalipsis como el argumento de peso para demostrar que no debemos tratar de unificar a las iglesias ni debemos procurar que todas las iglesias sean iguales. A ellos les parece que toda iglesia tiene la libertad para predicar y enseñar todo cuanto les parezca correcto. Pero en realidad, si nuestra práctica es ésta, muchas “Jezabeles” serán introducidas en las iglesias en lugar de que tales “Jezabeles” sean destruidas por el Señor. Esta clase de enseñanza alienta las diferencias negativas, pero el Señor juzgará y eliminará todos esos elementos negativos.

No tenemos base alguna para usar las diferencias existentes entre las siete iglesias descritas en Apocalipsis 2 y 3 dándoles un sentido positivo. No podemos justificar ninguna de esas diferencias; más bien, debemos condenar todas esas diferencias. Algunos estudios expositivos, sin embargo, toman estas diferencias en un sentido positivo a fin de alentar a las iglesias locales a procurar ser diferentes entre sí. Las iglesias son alentadas a procurar deliberadamente ser diferentes. Tales estudios expositivos afirman que una iglesia local debe optar deliberadamente por un camino distinto a fin de mostrar que es una verdadera iglesia local típica, poseedora de su propia jurisdicción. Pero tenemos que darnos cuenta de que todo esto procede del yo. Ésta es una interpretación totalmente ajena a la visión celestial, completamente natural y propia de la mentalidad natural. Estos expositores olvidan que los siete candeleros, en su condición de símbolos representativos de las siete iglesias, son puros, son de oro puro, y tienen una misma forma, comparten la misma naturaleza y desempeñan la misma función.

El testimonio de Jesús

Es imprescindible ver que independientemente de cuántas regiones y cuántos obreros haya, el testimonio del Señor tiene que ser uno solo, pues no hay dos Señores ni tres, sino únicamente un solo Señor que lleva a cabo Su mover aquí en la tierra. Por tanto, hay solamente un mover llevado a cabo por un solo ministerio a fin de producir un solo Cuerpo que es portador de un solo testimonio. Tenemos que considerar la verdadera situación entre nosotros. Regionalmente, algunas de las iglesias manifiestan diferentes sabores. Las iglesias no debieran tener el sabor de su región ni debieran dar la impresión de pertenecer a cierta región. La impresión que las iglesias deben dar es que son el único y verdadero testimonio de Jesús. Ninguna región debe poseer su propia naturaleza, su propio sabor, color y forma. Las iglesias únicamente deben ser el testimonio de Jesús.

SER PROBADOS CON RESPECTOA LA PUREZA DE NUESTRO CORAZÓN

Estamos aquí en pro del recobro del Señor, y somos personas que aman al Señor y aman Su recobro. No obstante, todos tenemos que ser puestos a prueba con respecto a cuán puro es nuestro amor por Él y cuán puro es nuestro corazón en relación con Su recobro. En presencia del Señor y ante todos ustedes hermanos, quisiera testificar que yo siempre me he examinado de este modo: “¿Cuán puro es mi corazón en relación con el recobro del Señor? ¿Cuán puro es mi corazón en relación con este ministerio? ¿Soy puro en relación con este ministerio o lo uso con fines ocultos?”.

Sin duda alguna, usamos este ministerio para el recobro del Señor. Todos sabemos esto, pero ¿podríamos afirmar que nuestro corazón es puro al grado que no tenemos otras motivaciones o fines ocultos? Frecuentemente me examino hasta poder decir: “Señor, por Tu misericordia y por Tu amor es que estoy aquí. Si no soy puro, Señor, purifícame. Purifica mi corazón y purifica mis motivaciones. Señor, estoy aquí con temor y temblor pues no deseo abrigar motivaciones ocultas al tener parte en Tu ministerio”. Hermanos, todos tenemos que ser puestos a prueba. No estoy aquí predicando doctrina alguna, ni reprendiendo a nadie ni tampoco justificando a nadie. Como vuestro hermano, aunque anciano mas todavía pequeño, quiero ser honesto con ustedes al tener esta comunión. He convocado este entrenamiento de modo urgente y con un propósito firme debido a que me di cuenta de que la pureza entre nosotros era dudosa y podía ser puesta en tela de juicio. Es menester que todos comprendamos que estamos aquí en pro del recobro del Señor, y el recobro del Señor se centra en el único mover que el Señor lleva a cabo mediante Su único ministerio a fin de que se produzca Su único Cuerpo con miras a Su único testimonio.

La obra del Señor

Si intentamos justificarnos a nosotros mismos con lo que hacemos, esto no tiene valor alguno. ¿Estamos acaso en esta tierra realizando diversas obras en diferentes regiones y manifestando así diferentes colores y sabores? Si hacemos esto y, al mismo tiempo, decimos que estamos en pro del recobro del Señor, entonces ¿qué clase de recobro es éste? Hablando francamente, quisiera decirles que ninguna obra nos pertenece. La obra en California no es mía, la obra en Texas tampoco pertenece a los hermanos tejanos ni la obra en el noroeste de este país pertenece a los hermanos que laboran allí. La obra es la única obra, la obra del Señor (1 Co. 15:58; 16:10).

La iglesia de Dios, la iglesia de Cristoy la iglesia de los santos

Ninguna de las iglesias surgida como fruto de la obra nos pertenece. En el Nuevo Testamento solamente existe la iglesia de Dios (1 Co. 1:2; 10:32), la iglesia de Cristo (Ro. 16:16) y la iglesia de los santos (1 Co. 14:33; 1 Ts. 1:1). En el Nuevo Testamento no se habla de la iglesia de los apóstoles. Los apóstoles son los esclavos que sirven a las iglesias. Pablo dice en 2 Corintios 4:5: “Porque no nos predicamos a nosotros mismos, sino a Cristo Jesús como Señor, y a nosotros como vuestros esclavos por amor de Jesús”. No obstante, en relación con algunos de ustedes, subsiste la interrogante. Me temo que ustedes procuran edificarse a sí mismos y no se consideran como esclavos de las iglesias. Ninguna iglesia pertenece a apóstol u obrero alguno. Esta manera de proceder es propia de los misioneros tradicionales. Todos los misioneros que fueron a China afirmaron que lo erigido por ellos era su iglesia. Si ellos eran enviados por la Misión Bautista, establecían una Iglesia Bautista. Si era la Misión Presbiteriana la que los enviaba, establecían una Iglesia Presbiteriana. Tenemos que preguntarnos si también nosotros reclamamos para nosotros mismos las iglesias del mismo modo que lo hacían aquellos misioneros. Por supuesto, todos diríamos que jamás reclamamos

para nosotros las iglesias tal como lo hacían aquellos misioneros, pero tenemos que considerar qué es lo que pensamos subconscientemente en nuestro corazón.

Tengo la convicción que incluso los ángeles podrían dar testimonio de mí en el sentido de que yo jamás consideré iglesia alguna como mi iglesia. Algunas personas me acusan de ejercer control sobre los demás, e incluso algunos han llegado a decir que yo ejerzo control en el Lejano Oriente con una especie de “papado a distancia”. Un hermano de una de las iglesias en Taiwán testificó recientemente que el principal anciano en su localidad se opuso tajantemente a mi ministerio durante seis años. Este hermano también testificó que durante esos seis años yo no hice nada al respecto. Durante seis años, este anciano se me opuso drásticamente. Él introdujo una especie de enseñanza pentecostal y, de manera pública, en las reuniones él declaró haber encontrado contradicciones en los mensajes del Estudio-vida. Sin embargo, yo jamás hice nada para defenderme a mí mismo o vindicar el ministerio. Éste es solamente uno de los ejemplos que muestran que yo no ejerzo control alguno sobre las iglesias. Todos nosotros tenemos que reconsiderar dónde es que nos encontramos. En nuestro ser todavía se esconden muchas cosas imperceptibles y sutiles.

La ambición y el orgullo

Todos los problemas se deben a dos viejos “topos”: la ambición y el orgullo. Si nuestra ambición y nuestro orgullo hubiesen sido aniquilados, no habría problema alguno. Nos gusta tener una posición. Nos gusta recibir honores y ser tenidos en alta estima por las personas. Quizás no lo digamos, pero tenemos que ser honestos delante del Señor. ¿Qué se esconde en nuestro corazón? Si no fuéramos ambiciosos, jamás tendríamos problemas con los demás. Si no tuviéramos ambición alguna ni hubiera orgullo en nosotros, no tendríamos problemas con nadie. Cuando escuché acerca de aquel caso en Taiwán, ello no me molestó.

¿Podrían ustedes pasar esta clase de prueba? Reflexionen sobre la verdadera situación en la que se encuentran. ¿Por qué temen ser marginados? Ello se debe a la ambición que está escondida en ustedes; ustedes desean conservar su posición. Si usted no teme ser reducido a nada, jamás pensaría en que otros podrían marginarlo. Procurar conservar una posición y resguardarla es la manera en que los necios intentan mantener una posición. Esto no da resultado.

En la iglesia, la posición es como una paloma. Si usted no la busca, ella viene a usted; si usted la busca, se aleja volando. Cuando visité por primera vez la ciudad de San Francisco, vi algunas palomas en las calles. Cuando me acercaba a ellas, ellas volaban. Cuando me alejabade aquel lugar, todas ellas regresaban allí. La posición es como una paloma; si usted la busca, ella se aleja volando. Si usted está a la caza de lograr una posición y desea obtenerla, jamás lo conseguirá. Pero si usted afirma que no desea tener una posición y la rehuye, ella vendrá a usted. La mejor manera de conservar cierta posición, la manera más sabia, es no tenerla. Si usted desea asirse a una posición, ya la perdió. No le pertenece, pues usted no es apto para conservarla.

Esto es algo muy sutil que ha aniquilado a todos los cristianos en siglos pasados. ¿Por qué han habido tantas pugnas por el poder entre muchos cristianos y grupos cristianos? La razón para ello es que se ambiciona una posición. Detesto ver que esta clase de elemento se infiltre en el recobro del Señor. Sin embargo, todos tenemos que admitir que todavía somos seres humanos. Por un lado, somos santos; por otro, todavía somos humanos. Tengo que testificar que día tras día me he presentado ante el Señor lleno de temor y temblor, y mi oración ha sido: “Señor, gracias por darme otro día para vivirte. Necesito Tu misericordia y necesito ser

guardado por Tu gracia. Sin esto, Señor, Tú sabes que todavía soy una persona natural. Todavía estoy inmerso en mi yo y en la vieja creación. Señor, Tú sabes que sin Tu misericordia y Tu gracia, de inmediato viviría según mi carne. Señor, te necesito”. Si nuestro corazón no ha sido debidamente purificado sino que, además de tener como propósito principal el recobro del Señor, escondemos otros propósitos personales, todo cuanto hagamos acarreará problemas.

A. La necesidad de estar limpios y ser puros

Cuando vivía en Taiwán, hubo necesidad de que mi hija fuese operada. Un hermano estadounidense que vivía en Taipei, quien era el doctor de la familia, nos dijo que él necesitaba de un lugar limpio donde pudiese realizar tal cirugía. Él nos explicó que cierto cuarto no era apto para ser utilizado como sala de operaciones, pues mientras él efectuara la operación, algunos gérmenes podrían descender desde el techo. También me explicó que en una cirugía todos los bisturís e instrumentos utilizados en dicha operación tenían que ser completamente limpiados y esterilizados a fin de estar completamente libres de gérmenes. Si hubiese cualquier germen, tal cirugía podría causar que esos gérmenes penetren el organismo del paciente. Esa experiencia me fue de mucha ayuda. Muchas veces le dije al Señor: “Señor, tengo que estar completamente limpio. Si no lo estoy, cuando toque Tu obra mis manos sucias harán que los gérmenes afecten a los santos”.

Comencé a aprender esta lección en 1932. En el curso de aquel año me percaté de que cierta hermana necesitaba una buena Biblia. Me propuse comprarle una y dársela de regalo; pero de inmediato, fui examinado en mi interior. Esta pregunta surgió en mí: “¿Eres motivado puramente por el Espíritu?”. No me atreví a responder. No quiero decir que haya habido en mí ninguna intención pecaminosa o impura; pero simplemente no me atreví a hacer nada por varios días hasta que fui plenamente examinado por el Señor. Sólo entonces pude afirmar que estaba siendo completamente puro al regalar esta Biblia a aquella hermana sin que ella supiera de quién procedía el regalo. Éste fue el comienzo de mi aprendizaje de esta lección, la cual consiste en que todas mis motivaciones deben ser purificadas para poder involucrarme en la obra del Señor, para poder tocar la iglesia. De otro modo, sin darme cuenta traería gérmenes a la iglesia, a los santos y a la obra del Señor. En este capítulo les estoy predicando el evangelio que ustedes necesitan. Ustedes necesitan escuchar este evangelio. Incluso durante este entrenamiento me he examinado: “Ahora que vas a llevar a cabo este entrenamiento con todos los que llevan la delantera, ¿eres puro? ¿Puedes afirmar que eres lo suficientemente puro como para jamás contaminar a ningún hermano con germen alguno?”. Siempre estoy lleno de temor y temblor delante del Señor para permitir que Él me purifique tanto en mis intenciones como en mis motivaciones.

La necesidad de una visión clara

A fin de ser purificados de este modo, es necesario que tengamos una clara visión del mover del Señor, de Su ministerio neotestamentario, de Su Cuerpo y de Su testimonio. Además, también necesitamos tener una visión clara y completa con respecto a nosotros mismos. Nuestra condición tiene que ser puesta completamente al descubierto. Todo nuestro ser necesita abrirse a la luz a fin de que podamos ver dónde se encuentra nuestro corazón, nuestra mente, nuestra voluntad, nuestras intenciones y nuestras motivaciones. Tenemos que ser iluminados. Entonces tendremos temor de mantener cualquier obra como una obra meramente regional. Yo no sirvo a unas cuantas iglesias en mi región. Yo sirvo al Cuerpo del Señor. Si todos sirviéramos al Cuerpo del Señor, ninguna iglesia local diría que sus reuniones son mejores, más elevadas o más llenas de vida que en otra localidad. No pensaríamos en sugerir

a otros santos que vinieran a nuestra localidad, sino que consideraríamos que todas las iglesias son iguales, pues todas ellas forman parte del Cuerpo del Señor.

Bajo la soberanía del Señor, ustedes no han sido designados para cuidar de otras iglesias, sino que han sido designados para cuidar de las iglesias en su región. No obstante, tienen que darse cuenta de que estas iglesias no son suyas, sino que son las iglesias del Señor, las cuales forman parte de Su Cuerpo. Si usted ha comprendido esto, jamás dirá que las reuniones que se celebran en su región son más elevadas que en otras regiones. Tampoco se atrevería a decirle nunca a alguien que si no está satisfecho con la situación en su región, que por favor venga a su región. Además, jamás le diría a las personas que no vayan a otra región pues, según usted, las iglesias allí no merecen ser vistas. Siempre que usted hable así, ello es claro indicio de que usted únicamente honra las iglesias en su propia región.

Toda iglesia forma parte del Cuerpo del Señor

Todas las iglesias merecen ser vistas porque todas ellas son las iglesias del Señor. Ellas son partes de Su Cuerpo y todas merecen ser vistas. Incluso los pies físicos del Señor Jesús merecieron el afecto de aquella mujer pecaminosa (Lc. 7:37-38). Ella honró Sus dos pies enjugándolos con sus cabellos. El cabello representa la gloria de una mujer (1 Co. 11:15), la parte más sublime de su cuerpo. Con su parte más sublime, ella enjugó los pies del Salvador, la parte más humilde de Su cuerpo, demostrándole su afecto con lo que representaba la gloria de ella. Incluso Sus pies merecieron ser lavados con las lágrimas de ella. Asimismo, incluso la más débil de las iglesias merece ser vista por nosotros, pues forma parte de Su Cuerpo. Si usted no tuviese, de manera subconsciente, el concepto errado al respecto, jamás diría que las iglesias en cierta región no merecen ser vistas. Además, usted jamás intentaría convencer a las personas a mudarse de otras localidades a la localidad suya.

Ninguna iglesia nos pertenece

Tenemos que conocer nuestra carne. Quisiera que fuesen profundamente impresionados con el hecho de que ninguna iglesia es de propiedad suya o mía y quisiera que esto quede grabado en su memoria. Las iglesias son las iglesias de Dios, las iglesias de Cristo y las iglesias de los santos. Ninguna iglesia debiera ser regional. Todas las iglesias debieran ser católicas, universales. Estrictamente hablando, incluso la obra que usted realizó o que viene realizando no es suya. Yo no considero lo que hago como obra mía. Ésta es la obra del Señor, y yo soy simplemente un pequeño siervo. Conforme a Su misericordia y gracia Él me usa para realizar ciertas cosas. Ésta no es mi obra, sino la Suya. Yo soy un esclavo del Señor y un esclavo de todos ustedes. Incluso soy esclavo de los más débiles. Yo no soy el amo. No podría decir que ésta es mi obra; lo más que podría decir es que éste es mi servicio. Independientemente de cuánto haya realizado usted y cuán maravilloso sea lo que usted hizo, debe recordar que tal obra no es suya. Usted no debiera guardar “en su bolsillo” lo que usted realizó como si fuera obra suya. Usted no debiera retener todo el tiempo en sus manos lo que haya realizado.

Cuando dejé Chifú en 1944, ninguna parte de la obra ni de la iglesia estaba en “mi bolsillo”. Todo estaba en manos de los hermanos. Del mismo modo, cuando dejé Shanghai en 1949, el hermano Nee envió un telegrama y yo hice la reserva correspondiente; en cuestión de tres días, tomé un avión y dejé Shanghai. Nada en Shanghai estaba en mis manos y yo no necesité hacer nada. Así también, cuando dejé Los Ángeles, no tuve que decirles nada a los hermanos debido a que nada estaba en mis manos.

Los hermanos que llevan la delantera en Anaheim pueden testificar que es muy poco lo que yo sé sobre la iglesia en Anaheim. Yo soy simplemente un hermano que se reúne allí. Alguna veces, por supuesto, los hermanos me hacen preguntas y tengo comunión con ellos; pero esto es todo lo que hago. Además, en ciertas ocasiones los hermanos me han enviado copias de los informes financieros, pero el Señor sabe que yo jamás los he leído. Dejo tales informes en mi escritorio por unos cuantos días y, después, los arrojo a la basura. Esto no quiere decir que yo estuviese disgustado con aquellos informes, sino que simplemente no considero que tales asuntos sean de mi incumbencia. No quiero saber cuánto dinero recibe la iglesia en Anaheim y cuánto gasta. Esto no es de mi incumbencia. Por eso tengo tanta energía mental y tanto tiempo para concentrarme en la santa Palabra. Éste es el principal motivo por el cual puedo hacer tanto. No tengo que distraer mi mente ni mis energías en atender a asuntos que no son mi responsabilidad.

La bendición del Señor y nuestra utilidad

Servir al Señor y estar bajo Su bendición no es nada simple. Damos gracias al Señor que la obra, hasta aquí, ha estado bajo Su bendición. Esto no es por causa de mi persona. Esto se debe a Su misericordia, en virtud de la cual este “pequeño siervo” se esfuerza al máximo por ser puro y estar limpio. El problema entre los cristianos a lo largo de los siglos ha sido su impureza. La gran mayoría de los cristianos ha venido realizando buenas obras. No podríamos decir que los cristianos han actuado mal, pero ¿qué acerca de su pureza? Tanto su utilidad a largo plazo en las manos del Señor como el que usted disfrute la bendición por un tiempo perdurable, no dependen de lo que usted pueda hacer; todo ello depende de cuán puro es su corazón. Por tanto, la ambición tiene que ser excluida y el orgullo tiene que estar bajo sus pies. No debe haber ambición alguna, ni se debe procurar obtener posición alguna, ni tampoco debe haber orgullo, ni consideraciones personales, ni se debe procurar recibir honra.

CAPÍTULO CINCO

PRINCIPIOS QUE DEBEN SEGUIRLOS QUE LLEVAN LA DELANTERA

Y LOS OBREROS

Los siguientes catorce puntos son principios cruciales que deben seguir los que llevan la delantera y los obreros en el recobro del Señor.

1. SER PORTADORES DEL TESTIMONIODEL CUERPO DE CRISTO

Una iglesia local tiene que ser portadora del testimonio del Cuerpo de Cristo. El recobro del Señor tiene como finalidad portar el testimonio del Cuerpo de Cristo. Esta expresión: el testimonio del Cuerpo de Cristo, lo abarca todo. Una iglesia local no debiera dar la impresión de que posee su propia característica distintiva junto con su propio color o sabor. Toda iglesia local debe ser portadora del testimonio del Cuerpo de Cristo. No debemos hacer nada que sea particular o peculiar. Si lo hacemos, ello menoscaba el testimonio de la iglesia local. Todas las iglesias locales deben ser portadoras de un único testimonio, es decir, del testimonio de Jesús, el cual se ha convertido en el testimonio del Cuerpo de Cristo. Con la misericordia del Señor, debemos esforzarnos por borrar, reducir y aun eliminar cualquier característica peculiar, cualquier sabor especial o cualquier color distintivo que predomine en su localidad, en mi localidad y en la localidad de cualquier otra persona. Todas las iglesias deben exhibir una sola característica, un solo color y un solo sabor, a saber: el testimonio de Jesús, el cual es el testimonio del Cuerpo de Cristo. Si todos prestáramos atención a esto, jamás haríamos algo que solamente fuese apropiado para nuestra iglesia local. Lo que hagamos debe ser apropiado para todas las iglesias locales y no debiera menoscabar el testimonio del Cuerpo de Cristo ni hacerlo confuso.

2. SER IGUALES A LAS OTRAS IGLESIAS

En todo lo que hagamos, debemos tener en cuenta a todas las otras iglesias, procurando ser iguales a ellas. Hacer algo teniendo en cuenta solamente a la iglesia en su localidad no es adecuado. Es probable que lo que usted haga sea muy bueno para su iglesia, pero que aun así, ello menoscabe el testimonio del Cuerpo de Cristo. Siempre traten de ser iguales a los demás, no diferentes. Todos sabemos que en el caso de los seres humanos caídos y conforme a nuestra propia naturaleza, ser diferentes de los demás es motivo de orgullo, es causa para jactarse y recibir gloria de los hombres. Incluso la educación moderna promueve esta clase de diferencias que son motivo de orgullo. Sin embargo, debemos considerar que ser diferentes de las demás iglesias es una vergüenza y una afrenta para el recobro del Señor. Somos un pueblo celestial, no un pueblo terrenal. Las gentes de esta tierra, por causa de sus propósitos terrenales, se esfuerzan por ser diferentes de los demás para poder jactarse y gloriarse en ello. Sin embargo, para el pueblo celestial y por causa del propósito celestial de Dios, Dios no desea que seamos distintos de los demás ni habrá de permitírnoslo. Él lleva a cabo un solo mover mediante un único ministerio a fin de producir y edificar el único Cuerpo, el cual es portador de un único testimonio. ¿Cómo entonces podríamos ser diferentes los unos de los otros?

Los hijos de Israel nos dan un buen ejemplo de esto; más de dos millones de personas viajaron juntas, marcharon juntas, llevaron la misma arca y compartieron un mismo tabernáculo, el

cual era su centro de adoración. Entre ellos no había diferencias. Según el relato y la revelación del Antiguo Testamento respecto a la tipología, tal clase de diferencia estaba terminantemente prohibida. Cualquiera que inventase algo distinto, era raído del pueblo de Dios. A los ojos de Dios, es muy grave generar diferencias, pues Dios tiene un solo mover. Los hijos de Israel son un tipo que nos muestra que hay solamente un mover con un solo ministerio. En tipología, el ministerio del Antiguo Testamento llevó a cabo una sola cosa, saber: el tabernáculo con el arca, a fin de que esta entidad fuese portadora de un único testimonio, lo cual no es otra cosa que Dios mismo mezclado con Su pueblo.

Que su iglesia local quiera diferenciarse de todas las otras iglesias locales, aunque sea sólo un poco, constituye un grave problema. Podemos ver un ejemplo de esto al considerar nuestro propio cuerpo. Si un médico solamente se preocupara por el brazo de un paciente, tal cuidado podría causar perjuicios al cuerpo del paciente. Un buen doctor o un buen cirujano jamás actuaría de esta manera; todo cuanto él hace, lo hace regido por el cuidado o atención que se debe dar al cuerpo en su totalidad. Esto es lo que haría un doctor debidamente calificado. De otro modo, usted podría pensar que está sanando a cierta persona, pero dos horas después de haber recibido sus “cuidados”, tal persona muere debido a que usted intentó “sanarla”. Del mismo modo, en todo cuanto emprendamos, es imprescindible que tengamos en cuenta al Cuerpo en su totalidad. Además, debemos tener en cuenta qué clase de impresión habremos de causar en los otros cristianos con miras a su futuro.

3. NO PROMOVERNUESTRO PROPIO LUGAR

No promuevan sus propios lugares. Si lo hacen, ello causará perjuicios a todo el recobro. Si mi brazo buscara destacar desmedidamente por encima del resto de mi cuerpo, se convertiría en algo “monstruoso”. Esta clase de auto promoción causa perjuicios al cuerpo entero. La sangre y las células de nuestro cuerpo deben circular por todo el cuerpo en igual medida, de manera proporcionada, pero si sólo nos preocupamos por promover nuestro lugar a fin de atraer a otros a dicho lugar, ello significa que “el brazo” habrá acaparado para sí más sangre que la apropiada. Esto causa perjuicios al Cuerpo e incluso aquella parte específica del Cuerpo se enferma. Debido a que las células sanguíneas se acumulan donde no debieran, esto podría causar cáncer en ese lugar.

En el pasado, se ha realizado esta clase de “auto promoción” en ciertos lugares. Es posible que no hayan sido los ancianos los que iniciaron tal promoción, pero fue iniciada por alguna otra persona. De otro modo, nadie hubiera acudido a mí para conversar sobre ello. Al respecto, yo jamás quise darle demasiada importancia al asunto a fin de no causar mayores problemas y jamás consideré que ello debiera generar mayor preocupación entre nosotros. En general, por la misericordia del Señor, siempre traté de calmar los ánimos de aquellas personas que acudieron a mí para conversar sobre estos asuntos. Así pues, les encargué a estas personas que procurasen no pensar de este modo, sino adoptar la debida postura y no darle a este asunto excesiva importancia. No obstante, el hecho es que tales personas acudieron a mí, y ello muestra que en dicho lugar se había dado lugar a esta clase de “auto promoción”.

Todos tenemos que evitar esto. Es posible que su localidad destaque como la más excelente de todas. Aunque otros digan tales cosas, usted mismo jamás debiera hacer tal clase de afirmación e, incluso, debe vigilar que los santos de su localidad tampoco hablen de este modo. Si los santos de su localidad hicieran tales afirmaciones, usted debe exhortarlos a dejar de hablar así, pues hablar de esa manera es actuar de manera sectaria. No estamos aquí en favor de ningún lugar en particular, sino que estamos en pro de todo el recobro del Señor. Así

pues, nuestro propósito no es edificar iglesias estadounidenses, iglesias taiwanesas, iglesias filipinas ni iglesias europeas. Nuestro propósito es contribuir a la única obra de recobro que el Señor realiza en beneficio de un solo Cuerpo. Espero que de ahora en adelante ya no recibamos más informes de parte de ciertos santos que cuestionan lo que se viene realizando en cierta localidad. Por lo general, es difícil para mí tener que responder a tales cuestionamientos. Yo no podría defender ni justificar el hecho de que tal clase de “auto promoción” se esté llevando a cabo en algún lugar, pero tampoco sería tan insensato como para condenar tales cosas delante de quienes me traen los informes. Si hiciera esto último, estaría alentando a los que traen tales informes a darle excesiva importancia a estos asuntos, hasta el punto de que se generarían disturbios en el recobro del Señor. Más bien, siempre hago lo posible por calmar los ánimos de quienes traen tales informes. Es posible que incluso ellos me hayan malentendido y piensen que yo estoy a favor de tal clase de promoción. Sin embargo, yo no apruebo tal clase de promoción, y tampoco podría decirles nada a quienesacuden a mí con dichos informes a fin de alentarlos a seguir hablando al respecto. Siempre que esta clase de información llega a mis oídos, me encuentro entre la espada y la pared. Es muy difícil para mí responder a tales preguntas, debido a que no puedo actuar como un político ni tampoco puedo mentir. No solamente no ejerzo control sobre las iglesias, sino que siempre me esfuerzo por mantener el equilibrio adecuado que contribuya a mantener una situación de tranquilidad en lo que respecta a las relaciones que existen entre las diversas iglesias.

Les ruego a todos ustedes que atiendan a estas cosas. Ésta no es únicamente responsabilidad mía. Es responsabilidad de todos mantener una situación de calma y tranquilidad que sea propicia para el avance del recobro del Señor. Si hay cualquier disturbio, entonces no es posible avanzar en ningún aspecto. Un disturbio es como un ciclón que azota una nación entera y la paraliza. No hagan esta clase de cosas. Quizás a ustedes les parezca que es un asunto sin mayor importancia, pero en realidad es todo lo contrario.

Este principio que aquí abordamos tiene dos facetas. Su primera faceta consiste en que no debemos promover nuestro propio lugar, y su segunda faceta consiste en que no debemos ganar partidarios para que se queden en nuestro lugar. Esto es algo que ya ha sucedido entre nosotros. Tal vez no haya sido algo emprendido por los que llevan la delantera, sino por algunos de los santos en ciertos lugares. Estas personas viajan a fin de promover su propio lugar y pedir a las personas que las visiten, pues afirman que tienen la mejor vida de iglesia. Esto es algo que ha sucedido entre nosotros. No deben permitir que esto siga sucediendo. Esto debe cesar. Los santos tienen toda la libertad y el derecho para permanecer en su localidad o mudarse a otra ciudad. Eviten aconsejar a los santos a dónde deberían ir así como decirles dónde está la mejor vida de iglesia. Jamás hagan esto. A los ojos del Señor todas las iglesias son preciosas.

4. NO HACER QUE LAS PERSONASSE que SIENTAN ATRAÍDAS HACIA NUESTRO LUGAR

No debemos hacer las personas se sientan atraídas hacia nuestro lugar. Cuando usted vaya a algún lugar a ministrar, a hablar, a visitar o simplemente a tener comunión, no se conduzca de tal manera que las personas se sientan atraídas hacia usted o hacia su propio lugar. Todos debiéramos preocuparnos por hacer que las personas se sientan atraídas hacia el recobro del Señor. Nuestro objetivo no es atraer a las personas hacia nuestra iglesia local o nuestra obra. En realidad, no tenemos una obra que podamos llamar “nuestra”. Para nosotros sólo existe la obra del Señor. Yo no tengo mi propia iglesia local; únicamente tengo las iglesias locales del recobro del Señor. Muchos de ustedes pueden testificar de que yo jamás sugerí a nadie venir a

Anaheim. Por supuesto, muchos tuvieron que mudarse a Los Ángeles en los primeros diez años de la vida de iglesia en los Estados Unidos debido a que allí estaba lo que prácticamente constituía la única iglesia en todo el país, donde se había establecido el ministerio. Sin embargo, actualmente la situación es muy diferente. Damos gracias al Señor que la red de pesca del recobro del Señor se ha extendido por todo el país y está disponible en todos los rincones.

No debemos conducirnos de tal manera que las personas se sientan atraídas a nuestro lugar o a nuestra persona, en lugar de sentirse atraídas hacia el recobro en general. Debemos lograr que las personas sientan mayor aprecio por el recobro que por nuestro ministerio o por lo que estamos haciendo. Nuestro propósito no es llevar adelante nuestra propia obra, ni tampoco nuestra labor puede considerarse parte de la así llamada obra cristiana. En realidad, lo único que tenemos que hacer es portar el arca, y el arca es una sola y única. Sabemos que sólo hubo un tabernáculo con una sola arca; asimismo, hoy en día únicamente existe un solo Cristo y una sola iglesia universal. Ahora nosotros simplemente somos portadores de este tabernáculo con el arca. No debiéramos permitir que las personas se sientan atraídas a nuestra persona, sino únicamente hacia el tabernáculo con el arca. Éste debe ser el único centro de atracción, es decir: Cristo y la iglesia. Así pues, nuestro propósito no es hacer que las personas se sientan atraídas hacia nuestra propia obra, hacia nuestro propio lugar ni tampoco hacia nosotros mismos.

5. NO AFIRMAR QUE NUESTRA MANERADE HACER LAS COSAS ES LA MEJOR

Jamás debieran afirmar que la manera en que ustedes hacen las cosas ni que aquello que ustedes realizan sea lo mejor, aun si su manera de hacer las cosas es la mejor. No quiero decir con esto que ustedes no deban esforzarse por hacer las cosas de la mejor manera posible. Por ejemplo, la iglesia en Anaheim debería esforzarse por hacer las cosas mejor que la iglesia en Cypress, y la iglesia en Cypress también debería esforzarse por hacer las cosas de mejor manera que la iglesia en Long Beach. Esto es muy bueno, pero no debiera haber rivalidad alguna. Es absolutamente innecesario designar a nuestro lugar como el mejor o considerar siquiera que nuestro lugar es mejor que los demás. De hecho, lo más probable es que nuestra localidad no sea la mejor. Así pues, es innecesario afirmar que nosotros somos mejores o que tenemos algo mejor. Hagan lo posible por evitar tales cosas. Esto no quiere decir que usted no deba poner en práctica aquello que considera mejor. Esfuércense por realizar aquello que consideren sea mejor, siempre y cuando ello no cause perjuicio al testimonio del Cuerpo. Es posible que dicha manera de llevar adelante la vida de iglesia sea mucho mejor, más avanzada y represente una mejora; pero aun así, jamás debe decir que su vida de iglesia es la mejor ni tampoco debe procurar promocionarla, promoverla ni hablar sobre ella. Esto siempre acarreará problemas. Jamás digan que su manera de proceder representa una mejora y constituye un avance. Tampoco digan que los demás se han desviado en ciertos asuntos, mientras que usted ha encontrado una mejor manera de hacer las cosas. Esta clase de afirmaciones simplemente provoca cuestionamientos problemáticos.

6. NO EVALUAR A LAS DEMÁS IGLESIAS

No debemos evaluar a las otras iglesias y, en particular, no debemos evaluar a las personas conforme a nuestra experiencia ni conforme a nuestra manera de hacer las cosas. Nuestra manera de proceder no debe ser la norma según la cual evaluemos a las iglesias. Así pues, es muy bueno no emitir tal clase de juicios ni tampoco ir a otros lugares con el propósito de evaluar la situación allí.

7. NO CAUSAR PREOCUPACIÓN EN LOS SANTOS

Debemos evitar hacer o decir cualquier cosa que pueda causar preocupación en los santos con respecto al recobro del Señor. Varias veces se me informó que cierto hermano había hecho o dicho algo que había despertado la preocupación de los santos, en el sentido de que tales palabras o acciones podrían causar perjuicio al recobro del Señor. Así pues, debemos evitar por todos los medios hacer o decir cualquier cosa que cause preocupación en los santos con relación al recobro del Señor, al punto de hacerles pensar que estamos causando problemas. A veces las sospechas pueden llegar más lejos, de modo que algunos piensen que lo que usted dijo o hizo era un claro indicio de que usted habría de rebelarse en contra del recobro. Siempre que he recibido esta clase de informes de parte de los santos que manifestaron tales preocupaciones, me he esforzado por aplacar esta clase de sospechas. Sin embargo, debemos darnos cuenta de que lo que se ha hecho o dicho ha tenido tal efecto. Tal vez usted no haya hecho lo que hizo ni haya dicho lo que dijo con esa intención, pero lo cierto es que ello tuvo un efecto negativo. Sólo porque usted hizo algo inocentemente no quiere decir que tal acción sea excusable. Lo que importa es que en los hechos se causó algún perjuicio.

La gran mayoría de los santos fieles son muy sensibles a estas cosas debido a que aman muchísimo al recobro. Debido a que ellos tienen celo por el recobro, están constantemente en la “torre del vigía”. Aquellas ocasiones en las que estos santos me hicieron llegar tales informes, ocho de cada diez veces su información era la correcta. Pero, por la misericordia del Señor, jamás acepté tales informes ni tampoco los creí. Siempre que he recibido tal clase de informes, lo primero que he hecho ha sido tratar de tranquilizar a esa persona. Siempre les dije que no conviertan esto en un asunto problemático. Además, les dije que, de allí en adelante, no hablaran con nadie más de estos asuntos.

Nuevamente les digo: esfuércense por no hacer o decir algo que cause preocupación en los santos que son fieles al recobro. Ellos no sólo se preocupan por el recobro del Señor sino también por usted, pues consideran que usted es una persona muy útil y que es alguien muy valioso para el recobro del Señor. Por eso mismo, ellos lamentarían mucho que usted hiciera o dijera algo que no beneficiara al único testimonio. Esto despertará preocupaciones en el corazón de los santos no sólo con respecto a usted, sino también con respecto al recobro del Señor.

Toda la información que ha llegado a mí de este modo, siempre me fue presentada muy cuidadosamente. Los santos fieles que vinieron a mí con tal información, jamás acudieron a mí de manera descuidada ni superficial, sino después de mucha consideración. Por ejemplo, a comienzos de 1978 recibí algunas cartas muy extensas en las que se me informaba en detalle sobre una situación problemática en cierta localidad. Los santos que me enviaron estas cartas me explicaron que habían reflexionado sobre el asunto por mucho tiempo antes de tomar la decisión de informarme al respecto. Ellos me dijeron que habían participado en el recobro del Señor por más de treinta años y que habían sacrificado sus vidas para andar por este camino. Además, dijeron que habían contribuido financieramente para el avance del recobro del Señor y que habían apoyado con todo su ser la migración a su localidad. Ellos dijeron que habían estado observando la situación que se iba desarrollando en su localidad y que sólo después de cierto tiempo habían sentido la necesidad de informarme de estas cosas. Ellos también dijeron que a su parecer, si no me hubiesen informado al respecto, no habrían sido fieles al Señor.

Después de recibir estas cartas, yo todavía me rehusaba a creer lo que se me decía sobre esta situación problemática. Aun así, reflexioné mucho al respecto. Jamás dije nada a nadie sobre esto. Simplemente guardaba estas cosas en mi corazón. Aparentemente, no sabía nada al

respecto, pues mi intención era dejar que, por sí mismo, madurase el fruto que habría de producirse a raíz de tal situación. Después, se me pidió que visitara esta localidad para ministrar la Palabra. Cuando fui y observé la situación personalmente, pude darme cuenta que las cartas que me habían llegado apenas me informaban de un veinticinco por ciento de la situación en ese lugar. En realidad, la situación en la que se encontraban era un setenta y cinco por ciento peor que lo que se me había relatado en aquellas cartas.

Esto nos muestra que en el recobro del Señor hay algunos santos que han permanecido fieles todos estos años. El recobro del Señor no es un “bebé recién nacido”; más bien, ha estado en la tierra ya por sesenta años. El recobro vino a Estados Unidos del Lejano Oriente, y un buen número de santos fieles del Lejano Oriente vinieron también a este país. Asimismo, en Estados Unidos fueron levantados algunos santos fieles, los cuales han entregado sus vidas al recobro del Señor. Ellos están enteramente dedicados al recobro. Ciertamente ellos se sienten contentos de que usted pueda ser tan fiel y útil. Sin embargo, cuando vieron o escucharon algodiferente, esto produjo en ellos una profunda preocupación. Lo que usted dijo o hizo despertó en ellos una gran preocupación. Por ejemplo, cuando fuimos al Lejano Oriente en 1977, hubo algo que se hizo allí que despertó una profunda preocupación en los santos fieles del Lejano Oriente. Por consiguiente, no hagan nada ni digan nada que pueda despertar la preocupación de los santos con respecto a usted y con respecto al recobro del Señor; más bien, en todo lo que digan y hablen, asegúrense siempre de que los santos se sientan tranquilos.

8. NO ABRIGAR SOSPECHAS DE LOS DEMÁS

Por otro lado, no debemos abrigar sospechas de los demás. Ninguno de nosotros ha sido designado como “espía”. Todos los espías aprenden a ser suspicaces y no pueden confiar en nadie. Incluso les diría a los creyentes fieles en el recobro del Señor que no aprendan a ser espías; más bien, aprendan a confiar en las personas. Su suspicacia a veces puede generar problemas. Si todos nos comportáramos como espías, la situación ahora sería semejante a la de un “país de policías”. Es así como operan los países comunistas. Adondequiera que uno va, no se atreve a decir ni hacer nada, pues, de lo contrario, alguien podría denunciarlo. Debemos permitir que la gente tenga la libertad, el derecho, la paz y la tranquilidad para decir o hacer cualquier cosa. Deje que las personas actúen con plena libertad y no sospeche de nadie.

Hablando con franqueza, algunos ancianos actúan con suspicacia todo el tiempo. Tienen sospechas de Nueva York, Washington D. C., Dallas, Anaheim, Miami y de otras localidades. Quizás usted sienta que otros quieren perjudicarlo o que tienen la intención de expulsarlo. Incluso puede pensar que, si bien nadie tiene la intención de hacerle eso, aun así, existe tal riesgo. Sin embargo, debemos darnos cuenta de que estamos en las manos del Señor y que todo se halla bajo Su mano. Si a usted no le interesara conservar cierta posición, no actuaría con tanta suspicacia. Si a uno no le interesa una posición, no vería necesidad alguna de enviar espías ni de comportarse suspicazmente. Si el Señor quiere que yo sirva en este ministerio, Él operará a través de mí. Si el Señor quiere que yo sea un anciano, Él lo hace. No depende de mí. Por eso, cuando llegaron a mis oídos tales informes, lo primero que hice no fue prestar atención a ellos, sino a la intención del que traía el informe. En otras palabras, siempre me pregunto por qué esa persona me trae ese informe. Aun si dicho informe pareciera estar a mi favor, eso no es lo que me interesa. Esto también es una prueba para nosotros. Así que, siempre procuro percibir la intención que comunica el espíritu del que trae el informe. En otras palabras, me pregunto: “¿Cuál es la intención que usted tiene al presentarme sus sospechas?”.

Permítanme relatarles una historia para que puedan entender mejor a lo que me refiero. En 1958 fui a Inglaterra de visita. Antes de eso, en 1955, los hermanos de Taiwán habíamos invitado al hermano T. Austin-Sparks a que viniera a visitarnos. Pasamos un tiempo muy agradable con él. Después lo invitamos por segunda vez en 1957. En esa ocasión, el hermano Sparks habló algo acerca del terreno de la iglesia, haciendo lo posible por anular esta verdad. En ambas ocasiones, durante el tiempo que estuvo de visita, él me invitó para que fuera a visitarlos a Inglaterra. Inmediatamente después de su segunda visita a Taiwán, hubo un disturbio entre las iglesias en Taiwán. Al menos ocho o diez santos fueron afectados por él. Así que, sentí que debía ir a Londres a visitarlo para conocer cuál era la verdadera situación allí. Pensé que de esta manera tendría una base para regresar y ayudar a estos santos que habían sido afectados. Algunos de estos hermanos jóvenes habían sido salvos y edificados a través de mi ministerio.

Así que, le escribí al hermano Sparks diciéndole que iría a visitarlo en respuesta a la invitación que me había hecho anteriormente. Él respondió a mi carta de manera muy positiva y me extendió la bienvenida. Pese a la cálida recepción que me brindó, al mismo tiempo le preguntó a una hermana británica que había estado con él por muchos años: “¿Cuál es la razón por la que viene el hermano Lee?”. Esto nos muestra que incluso un gran ministro como él, con un ministerio tan reconocido, usaba la política. No piensen que lo que ustedes hagan permanecerá oculto. Esta hermana británica que había sido muy cercana al hermano Sparks, en ese tiempo era más cercana a mí, y me contó que el hermano Sparks había tratado de averiguar a través de ella cuál era el motivo de mi visita. Él abrigaba sospechas con respecto al motivo de mi visita. Aunque acertaba al pensar de que había un motivo, éste no era menoscabar su obra sino simplemente ver cuál era la verdadera situación allí.

Los seres humanos siguen siendo seres humanos. Si usted abriga tantas sospechas respecto a tantas cosas y personas que están a su alrededor, esto hará que otros se pregunten por qué usted actúa con tanta suspicacia. Si usted no confía en los que están en el recobro del Señor, yo ciertamente empezaría a preguntarme dónde es que usted se encuentra. Así que, no sea tan suspicaz.

Algunas veces fui culpado por confiar demasiado en la gente. En ocasiones, algunos santos me dijeron: “Hermano Lee, el único problema con usted radica en que es muy confiado; confía demasiado en la gente”. Mis hijos me aconsejaron que no fuera tan confiado. Así que, a veces usaba el ejemplo que había dado el hermano Nee acerca de Judas. El Señor Jesús confió en Judas. ¿Acaso no sabía el Señor que Judas estaba robando el dinero de la bolsa (Jn. 12:6)? El Señor era omnisciente, y, aun así, confió en Judas. Con esto les presento otro principio: confíen en los demás. No sean suspicaces.

9. LABORAR Y PREOCUPARNOSPOR EL RECOBRO DEL SEÑOR

No debemos laborar únicamente en beneficio de nuestra iglesia o de las iglesias locales en nuestro territorio, ni preocuparnos únicamente por ellas, sino por todo el recobro del Señor. Aun si usted labora en su territorio para el beneficio del recobro, el concepto suyo debe ser siempre que usted labora para el recobro del Señor. Esto nos salvará de muchos perjuicios. No labore únicamente para su iglesia o su territorio, ni tampoco muestre preocupación únicamente por su territorio. Todos debemos laborar para el recobro del Señor. Digo esto aun a los ancianos de esta localidad. Los ancianos no deben preocuparse o laborar únicamente por su localidad, sino por todo el recobro del Señor.

10. NO AISLARNOS DEL CUERPO

No debemos aislarnos del Cuerpo. Si usted pretende aislar del resto del Cuerpo a un miembro, eso significa que al menos usted mismo se ha separado del Cuerpo. Deben mantener una buena comunión con todos los miembros del Cuerpo. No piense que porque cierto hermano no es fiel a usted o porque lo haya ofendido, usted puede entonces aislarlo. Finalmente, es usted quien quedará separado del Cuerpo. Ninguna persona es perfecta. La gente puede ofenderlo intencionalmente o sin ninguna intención. No obstante, aun si lo ofendieran intencionalmente, usted debe aprender a perdonar, a olvidar y a mantenerse en una buena comunión con todos.

El Señor Jesús nos dijo en Mateo 5 que cuando vayamos a presentar alguna ofrenda a Dios, si nos acordamos de que alguien está ofendido con nosotros, es mejor que dejemos allí nuestra ofrenda y nos reconciliemos con nuestro hermano (vs. 23-24). También nos dijo que hacer tropezar a un hermano u ofenderlo es muy grave a los ojos del Señor (18:6-10). Asimismo, es extremadamente serio separar a un miembro del Cuerpo. Siempre debemos, hasta donde nos sea posible, mantenernos en buena comunión con todos.

11. MINISTRAR VIDA Y EDIFICAR LAS IGLESIAS

Debemos ministrar vida adondequiera que vayamos y edificar las iglesias dondequiera que estemos. No debemos hacer ni decir nada que sea negativo. Adondequiera que vayamos, debemos ministrar vida de una manera positiva. Asimismo, dondequiera que estemos debemos edificar la iglesia, también de una manera positiva.

12. TENER EL MISMO APRECIOPOR TODAS LAS IGLESIAS,

TODOS LOS COLABORADORES Y TODOS LOS SANTOS

Nuestro concepto debe ser que todas las iglesias, todos los colaboradores y todos los santos son iguales. No deben pensar que los hermanos que están con usted son mejores que los demás. Deben tener el mismo aprecio por todas las iglesias, todos los colaboradores y todos los santos sobre la tierra universalmente.

13. NO RODEARNOS DE UN GRUPO DE SANTOSCON EL QUE TENGAMOS UNA RELACIÓN ESPECIAL

No debemos rodearnos de un grupo de santos con el que tengamos una relación especial. Por la misericordia del Señor, puedo gloriarme de no tener “amigos”. No tengo una relación especial con cierto grupo de hermanos. Al contrario, probablemente he ofendido a muchos de ustedes. Muchos de ustedes saben que cuanto más cercanos e íntimos son a mí, con mayor franqueza les hablo.

Algunos de entre ustedes, intencionalmente o sin habérselo propuesto, tienen una relación especial con cierto grupo de hermanos. A largo plazo, esto será perjudicial, no sólo para usted, sino también para los intereses y el beneficio del Señor y Su recobro. Puedo jactarme de tener cientos de colaboradores, pero no tengo un grupo especial alrededor mío. Yo no sabría decirles cuál hermano es más cercano a mí. De hecho, a todos los considero muy cercanos. Los que traicionan a otros siempre piensan que son los más cercanos. Podemos ver este principio en el caso de Judas. Él era muy cercano al Señor, y lo traicionó con un beso. Pedro, en cambio, no hizo nada para mostrarle a los demás que era muy cercano al Señor Jesús. El

mismo principio se cumple hoy en día. Así que, les ruego que amplíen su círculo de comunión. Todos y cada uno de los santos en el recobro del Señor son su ayuda.

14. NO TRATAR DE CONVENCER A OTROS DE QUENUESTRA MANERA DE HACER LAS COSAS ES LA MEJOR

No debemos tratar de convencer a otros de que nuestra manera de hacer las cosas es la mejor. Esto es semejante al quinto principio, que dice que no debemos afirmar que nuestra manera de hacer las cosas es la mejor. He sabido de casos en los que ciertos hermanos no sólo han afirmado que la manera en que ellos hacen las cosas es la correcta o la mejor, sino que además han buscado convencer a otros de ello. Esto automática e inmediatamente generó problemas. Tal disturbio no sólo les causó perjuicio a ellos y a otros santos, sino que finalmente causó perjuicio al recobro del Señor. No me cabe ninguna duda de que todos ustedes aman al Señor y aman también Su recobro. Podemos comparar el recobro del Señor a un bebé. Así como una madre ama a su bebé, de la misma manera nosotros tenemos que amar a nuestro bebé. Debemos sacrificarlo todo por este bebé. De esta manera concluyo mi comunión sobre todos estos principios. No hagan nada ni digan nada que pueda causar perjuicio al recobro del Señor.

CAPÍTULO SEIS

RECIBIR A LOS SANTOS

(1)

RECIBIR A TODOS LOS CREYENTES

La manera en que recibimos a todos los santos determina si somos una secta o no. Meramente proclamar que estamos firmes sobre el terreno de la unidad no basta. Ciertamente debemos estar firmes sobre el terreno de la unidad, pero también tenemos que ceñirnos a ciertas condiciones y términos rectores. La primera condición que debe regirnos está relacionada con la manera en que recibimos a los santos. En principio, tenemos que recibir a todos los santos. Este tema es plenamente abarcado por el apóstol Pablo en Romanos 14 y 15. Pablo dice que tenemos que recibir a toda clase de creyentes (ciertamente él quiso decir a todo creyente que lo es en verdad), los cuales bien podrían ser diferentes a nosotros. Aun si hay creyentes que todavía guardan el sábado como día de reposo y que todavía se ciñen a la dieta que es propia de la religión judía, ello no es fundamento suficiente para rechazarlos. Si los rechazáramos, nos convertiríamos en una división.

Uno de los constituyentes básicos por los cuales cualquier grupo de cristianos llega a ser una denominación, es que ellos únicamente reciben a los santos que se conforman a sus propios gustos o creencias. Por ejemplo, los Bautistas de la Convención del Sur insisten en que el bautismo debe ser realizado por inmersión. Si usted se reúne con ellos, usted tiene que ser bautizado por inmersión y en sus bautisterios. Si usted se bautiza en otros bautisterios, ellos no reconocen tal bautismo. Así pues, ésta es una división muy prevaleciente que cuenta con millones de miembros. Sin embargo, la gran cantidad de miembros que ellos tienen no los justifica. Nadie es justificado por la cantidad de miembros que existan en su grupo, sino por las prácticas que dicho grupo adopte. Es imprescindible que nosotros recibamos a todo aquel que Cristo ha recibido (Ro. 15:7).

Implementar nuestra prácticaen conformidad con el principio apropiado

y conforme al amor del Señor

Algunos podrían decir que tenemos que recibir únicamente a los verdaderos creyentes, pues algunos creyentes no lo son de verdad. Sin embargo, debemos tener mucho cuidado cuando digamos esto. Tenemos que darnos cuenta de que no podemos discernir las cosas en toda su dimensión. Si bien es cierto que únicamente recibimos a los verdaderos creyentes, todavía es posible que cometamos un error con respecto a este asunto de discernir quién es un creyente auténtico.

Por ejemplo, he aquí una persona que ora y que cree en el Señor Jesús; no obstante, a usted le parece que esta persona no ha sido verdaderamente regenerada. Por tanto, usted querrá insistir en que debemos guardar el principio según el cual únicamente recibimos a los creyentes que lo son de verdad. Pero los otros tres ancianos con los que usted coordina quizás piensen distinto; tal vez ellos piensen que esta persona verdaderamente es salva, pues ella cree en el Señor Jesús, confiesa sus pecados y ora al Señor. Tomar una decisión en este caso simplemente por medio de votación al respecto no es la manera adecuada de proceder. Tenemos que aprender dos cosas: primero, a guardar el principio según el cual recibimos a todo creyente verdadero, y segundo, a no confiar en que el sentir de persona alguna pueda estar cien por cien en lo correcto; tenemos que poner en práctica el principio que es propio del

Cuerpo, según el cual deben ser por lo menos dos o tres personas las que tomen la decisión final al ejercitar su espíritu (1 Co. 2:14-15).

Tal vez a usted le parezca que cierta persona no ha sido verdaderamente regenerada, pero es posible que en realidad dicha persona sí haya sido regenerada. Ninguno de nosotros debiera confiar excesivamente en sí mismo e insistir en su sentir al respecto. Cuando ninguno de nosotros está seguro con respecto a su sentir sobre la autenticidad de la regeneración de cualquier persona, debemos tomar una decisión que sea positiva y que se conforme al amor de Dios, siempre y cuando esa persona nos asegure que cree en el Señor Jesús, confiese sus pecados y ore al Señor. Conforme a mi experiencia a lo largo de los años, siempre que hemos actuado según el amor de Dios y hemos recibido a aquellos sobre los cuales no nos atrevemos a afirmar definitivamente si son verdaderamente regenerados o no, la mayoría de las veces hicimos bien en recibirlos. A veces, tales personas llegaron a ser muy buenos hermanos.

Debemos ir en contra de nuestra manera de ser

Tal vez seamos personas que viven según su propia naturaleza particular y conforme a su manera peculiar de ser, y conforme a ello, tal vez uno sea una persona que siempre es muy recta e insistente. Si es así, uno será muy estricto en lo concerniente a no recibir a nadie que, según su propio parecer, no haya sido verdaderamente regenerado. Tal vez uno piense que al hacer esto se ciñe al principio apropiado, pero en realidad no hace sino mantener su manera peculiar de ser. No actúen según su propia manera de ser; más bien, deben actuar según la naturaleza de Dios, y no según su propia naturaleza.

Al recibir a las personas, uno tiene que tener en cuenta las siguientes tres cosas: (1) el principio apropiado según el cual debemos recibir a los santos; (2) no confiar excesivamente en nuestro sentir; y (3) no actuar conforme a nuestra manera de ser, sino conforme a la naturaleza de Dios, la naturaleza del amor. Recibir a las personas de las cuales usted no está seguro si han sido regeneradas o no, es más seguro que no recibirlas. Si usted no las recibe, tal vez pierda la oportunidad. Algunas de las personas que usted no reciba podrían llegar a serle de mucha utilidad al Señor. Quizás usted sienta aprecio por cierta persona y la reciba inmediatamente. Después de algún tiempo, sin embargo, tal persona podría llegar a convertirse en un problema para usted. ¿Quién podría saberlo? Tenemos que optar por el proceder más seguro, el cual es recibir a las personas. Sin embargo, esto no quiere decir que debamos recibir a todo el que viene a nosotros. Ellos tienen que creer en el Señor Jesús; tienen que confesar el nombre del Señor. Siempre y cuando ellos crean en el Señor Jesús y confiesen sus pecados, no debemos exigirles más. No apliquen este principio conforme a los gustos o preferencias de ustedes, lo cual en realidad no es mera preferencia, sino que ello denota las peculiaridades de ustedes. Ello representa su manera particular y peculiar de ser. Tenemos que ir en contra de nuestra manera de ser al recibir a los santos.

PERDER LA COMUNIÓN DE LA IGLESIA

Ahora, quisiera estudiar con ustedes ciertos pasajes de la Palabra en los que se aborda el tema de un creyente que pierde su comunión con la iglesia.

Mateo 18:15-17

El primer pasaje en el que se nos habla sobre este asunto está en Mateo 18:15-17: “Por tanto, si tu hermano peca contra ti, ve y repréndele estando a solas tú y él; si te oye, has ganado a tu hermano. Mas si no te oye, toma contigo a uno o dos más, para que por boca de dos o tres

testigos conste toda palabra. Si rehúsa oírlos a ellos, dilo a la iglesia; y si también rehúsa oír a la iglesia, tenle por gentil y recaudador de impuestos”. Si un hermano peca, no debiéramos ponerlo al descubierto delante de los demás, pero “ve y repréndele estando a solas tú y él”. Si él no te oye, no debieras comentar el asunto con muchos, sino apenas con uno o dos entre nosotros. Si este hermano rehúsa oírte así como atender a los otros contigo, debes decírselo a la iglesia. Esto es de crucial importancia y constituye el último paso que se debe dar.

Si este hermano rehúsa oír a la iglesia, el Señor Jesús nos dice “tenle”, es decir, tenle por lo que es, déjalo ser. Detrás de la palabra tenle hay un vocablo griego que es crucial saber interpretar. Este vocablo griego no es una expresión categórica, y no significa aislar a la persona, echarla ni hacerla a un lado. Incluso la expresión tenle por gentil es una traducción que resulta más enfática que el texto original. Cuando nos esforzamos por entender la Palabra santa, especialmente cuando procuramos interpretarla, no debemos hacerlo a la ligera. Tenemos que ser como un abogado que entiende la ley y la interpreta. No podemos hacerlo descuidadamente, puesto que no estamos tratando con leyes humanas sino con la constitución que rige el reino de los cielos tal como consta en Mateo. De acuerdo al griego, en el versículo 17 el significado es “déjale ser lo que es”. Esto significa verle como a un gentil que ha optado por perder la comunión. Este asunto depende de él. No es algo que usted o los ancianos hayan hecho.

Hay quienes han discutido conmigo respecto a la interpretación de este versículo, pues ellos entienden que en este versículo se nos dice que debemos excomulgar a tal hermano. Pero el Señor Jesús no quiso decir esto. Aunque un hermano quizás no lo ofenda a usted directamente, este hermano ha pecado. Usted debe ir a él en amor y procurar restaurarlo. No obstante, con el tiempo llega el momento en que deberá traer su caso a la iglesia. Si aun así esta persona se rehúsa a oírles, ¿debería por eso ser excomulgado? No. Dejen que él sea como uno que pierde la comunión, que es ajeno a ella, como si fuese un gentil o un recaudador de impuestos. La nota 3 de Mateo 18:17 en la Versión Recobro dice: “Si un creyente rehúsa oír a la iglesia, perderá la comunión de la iglesia y será como un gentil (un pagano) y como un recaudador de impuestos (un pecador), quienes están fuera de la comunión de la iglesia”. En otras palabras, este asunto dependerá de él. Es él quien pierde la comunión. Esto no quiere decir que usted lo excluya. Tenemos que ser muy cuidadosos. Tenemos que darnos cuenta de que excluir a un santo de la iglesia es un asunto extremadamente serio.

Si excluimos a las personas de la iglesia, ello indica que no valoramos apropiadamente la comunión de la iglesia. Si tenemos la comunión de la iglesia en muy alta estima, no cortaremos a nadie de esta comunión, debido a que ésta es algo muy elevado. Excluir a las personas con tanta facilidad y de manera tan amplia significa que no estimamos la comunión como un tesoro ni la valoramos debidamente. Si usted posee un tesoro de incalculable valor, deberá administrarlo con sumo cuidado. Si excluimos a alguien con tanta facilidad, esto significa que no estimamos lo suficiente la comunión y que la tratamos como algo que no tiene mucho valor. La comunión de la iglesia es algo sumamente precioso. No debemos excluir a nadie de esta comunión con ligereza. Tenemos que ser muy cuidadosos.

Romanos 16:17-18

Romanos 16:17-18 dice: “Ahora bien, os exhorto, hermanos, que os fijéis en los que causan divisiones y tropiezos en contra de la enseñanza que vosotros habéis aprendido, y que os apartéis de ellos. Porque tales personas no sirven a nuestro Señor Cristo, sino a sus propios vientres, y con suaves palabras y lisonjas engañan los corazones de los ingenuos”. Estas personas incluso causan divisiones y tropiezos en contra de la enseñanza que hemos recibido;

dicha enseñanza, sin duda alguna, compone el ministerio de la economía neotestamentaria de Dios. Esto es algo muy serio; aun así, Pablo no nos dijo que debíamos excluir a los tales; lo más que se nos permite hacer es apartarnos de ellos, incluso podríamos darles algún consejo en amor. Que nos escuchen o no dependerá de ellos, pero nosotros no debemos hacer más.

Tito 3:10

Tito 3:10 dice: “Al hombre que cause disensiones, después de una y otra amonestación deséchalo”. Aquí se hace referencia a una persona facciosa, o sea, una persona sectaria, que genera divisiones. Al respecto, la nota 2 de este versículo en la Versión Recobro dice: “A fin de mantener un buen orden en la iglesia, una persona tendenciosa debe ser desechada y rechazada después de la segunda amonestación. Esto se hace para detener el contacto con una persona contagiosamente divisiva, por el bien de la iglesia”. Sin embargo, Pablo no llegó a decir que debíamos excomulgar a dicha persona. Debemos ser cuidadosos y no interpretar este caso como si fuera un caso en que se excomulga a alguien. Rechazar a alguien no es lo mismo que expulsarlo.

3 Juan 9-10

En 3 Juan 9-10 se nos dice: “Yo he escrito a la iglesia; pero Diótrefes, el cual quiere ser el primero entre ellos, no nos recibe. Por esta causa, si yo voy, recordaré las obras que hace parloteando con palabras malignas contra nosotros; y no contento con estas cosas, no recibe a los hermanos, y a los que quieren recibirlos se lo prohíbe, y los expulsa de la iglesia”. Esta situación es muy seria pues el propio Diótrefes expulsaba hermanos de la iglesia. Sin embargo, Juan no dijo que los santos en esa localidad debían tomar la decisión de expulsar a Diótrefes, aun cuando él sí expulsaba a ciertas personas.

2 Juan 10

En 2 Juan 10 se nos dice: “Si alguno viene a vosotros, y no trae esta enseñanza, no lo recibáis en casa, ni le digáis: ¡Regocíjate!”. La enseñanza a la que se hace referencia en el versículo 10 es “la enseñanza de Cristo” mencionada en el versículo 9, la cual es la verdad con respecto a la deidad de Cristo, especialmente en relación con Su encarnación por concepción divina (1 Jn. 4:2). “Cualquiera que se extravía, y no permanece en la enseñanza de Cristo, no tiene a Dios; el que permanece en esta enseñanza, ése sí tiene al Padre y al Hijo” (v. 9). Si alguien viene a usted y no trae esta enseñanza con respecto a la deidad de Cristo, no lo reciba en casa ni le diga que se regocije; no lo salude. En este caso particular, no debemos saludar a tales personas, no debemos recibirlas en nuestra casa y, ciertamente, tampoco debemos recibirlas en las reuniones de la iglesia.

1 Corintios 5:9-13

En 1 Corintios 5:9-13 encontramos el pasaje que de manera más categórica nos habla sobre expulsar a alguien de la comunión de la iglesia: “Os he escrito por carta, que no os mezcléis con los fornicarios; no absolutamente con los fornicarios de este mundo, o con los avaros y los que viven de rapiña, o con los idólatras; pues en tal caso os sería necesario salir del mundo. Pero ahora os he escrito que no os mezcléis con ninguno que, llamándose hermano, sea fornicario, o avaro, o idólatra, o maldiciente, o borracho, o viva de rapiña; con el tal ni aun comáis. Porque ¿es asunto mío juzgar a los que están fuera de la iglesia? ¿No juzgáis vosotros a los que están dentro? Porque los que están fuera, Dios juzgará. Quitad a ese perverso de

entre vosotros”. Éste es un caso muy claro en que se expulsa, se excluye, a un perverso de la comunión de la iglesia.

1 Timoteo 1:20 y 2 Timoteo 4:14

El caso de Alejandro el calderero es mencionado en 1 Timoteo 1:20 y 2 Timoteo 4:14. Alejandro atacó al apóstol Pablo y se le opuso rotundamente. Por supuesto, tal persona no podría ser aceptada en la vida de iglesia. Todos estos pasajes de la Escritura nos presentan casos que debemos tomar en cuenta al tener comunión con respecto a cómo recibimos a los santos. No debemos expulsar, excluir, a nadie de la comunión de la iglesia con ligereza, sino que tenemos que hacerlo con sumo cuidado.

EXPULSAR A ALGUIENDE LA COMUNIÓN DE LA IGLESIA

Impedir que un santo asista a la reunión de la mesa del Señor no se debe hacer a menos que se trate de un caso de inmoralidad, de idolatría o de herejía con respecto a la persona del Señor. Supongamos que alguien no cree que el Señor es el Hijo de Dios, ni tampoco cree que Jesús es Dios; no debiéramos permitir que tal persona participe de la mesa del Señor. Alguien quizás pregunte por qué no excomulgamos a una persona que es inmoral y solamente le impedimos que participe de la mesa del Señor. Tenemos que darnos cuenta de que lo que se conoce como excomulgar involucra a las familias así como el nombre de una persona en la sociedad. Así pues, expulsar a alguien de la comunión de la iglesia es un asunto que reviste mucha seriedad, por lo cual no debiéramos hacerlo apresuradamente sino, más bien, con sumo cuidado. Además, queremos darles a las personas tiempo para arrepentirse.

Por ejemplo, puede darse el caso que, en cierta localidad, una persona cometa fornicación. No es sabio excluir inmediatamente a esta persona de la comunión de la iglesia. No obstante, se le debe pedir a tal persona que deje de asistir a la reunión de la mesa del Señor debido a su comportamiento inmoral. Además, debemos advertirle a esta persona de la necesidad de que se arrepienta y sanee tal asunto de tal manera que podamos cubrir la situación en amor a fin de rescatar a las personas involucradas así como a las familias respectivas. Por un lado, debemos impedir que tal persona asista a la mesa del Señor; por otro, debemos brindarle la debida cobertura, lo cual quiere decir que la protegemos. La protegemos al darle la oportunidad de arrepentirse y sanear la situación. A la postre, si tal persona todavía continúa viviendo en pecado y no hay indicio ni señal de que haya dejado tal pecado y se haya arrepentido a fin de dejar atrás su comportamiento inmoral, esto obligará a la iglesia a dejar de tener comunión con ella.

Repito, expulsar a alguien de la comunión de la iglesia no es algo que deba hacerse rápidamente. Tenemos que reflexionar sobre los posibles perjuicios que se pueden causar al hacer algo de esta naturaleza de manera apresurada y descuidada. En el pasado, vimos algunas cosas que sucedieron con personas que estaban en otros grupos cristianos. Fueron cosas que causaron la disolución de familias e, incluso, en algunos casos, el suicidio. Debemos tener mucho cuidado al respecto. Incluso la ley no le da al pastor de una congregación la libertad de poner al descubierto los pecados de las personas de este modo, debido a que deben preocuparse por las familias de estas personas.

Por ejemplo, si una joven esposa cometiera fornicación con otro hombre y esto fuese puesto al descubierto y dado a conocer a su esposo y parientes, ocasionaría un gran disturbio. Se requiere mucha sabiduría para tratar estos asuntos. Siempre y cuando una persona exprese

arrepentimiento y usted no pueda determinar con certeza que ella verdaderamente no se ha arrepentido, entonces debe recibirla. Si tal persona reincide en el mismo pecado después de haber sido recibida, usted nuevamente deberá impedir que dicha persona participe de la mesa. Entonces, después de algún tiempo, probablemente esta persona regrese a expresar su arrepentimiento, entonces, usted deberá recibirla nuevamente. Sin embargo, después de algún tiempo, tal vez dicha persona regrese a su viejo pecado y usted deberá detenerla nuevamente. Tenemos que considerar todas estas cosas y no hacer nada apresuradamente.

Siempre que pongamos en práctica cualquier cosa concerniente a la vida de iglesia, debemos hacerlo en amor. Recibimos a las personas en amor. Incluso si excluimos a alguien cuando ello es necesario, debemos hacerlo en amor. Por ejemplo, quizás no estemos seguros de si cierta persona que se reúne con nosotros sea salva o no. Tenemos que ceñirnos al principio divino de que solamente los que son salvos pueden unirse a la iglesia y participar de la mesa del Señor. Sin embargo, he aquí una persona sobre la cual no podemos estar seguros de si es salva o no. Es difícil afirmar lo uno o lo otro. En un caso semejante, tenemos que aplicar el principio divino en amor. Si no tenemos la seguridad de que tal persona sea salva, no debemos rechazarla. Tenemos que declarar: “Señor, no estoy claro al respecto. Según Tu corazón de amor, no tengo la confianza necesaria como para rechazar a esta persona. Señor, recibo a esta persona con Tu amor. Si estoy equivocado, que Tu sangre me limpie; ten misericordia de esta persona”. Según nuestras experiencias en el pasado, la gran mayoría de estos casos son positivos, y el Señor honra esto. Si tenemos bien en claro que una persona no es salva, debemos decirle, resueltamente pero con mucho tacto, que sería mejor que esperase un tiempo antes de participar de la mesa del Señor. Aun así, todavía debemos alentarle a venir a las reuniones y escuchar las verdades así como el evangelio. Debemos pedirle que espere, pero aun así, todavía debemos alentarle a seguir viniendo.

Si usted no tiene la certeza y la claridad necesarias para excluir a alguien de la comunión de modo tal que ello no afecte a ninguna de las partes involucradas, no debe hacerlo de una manera que ponga al descubierto a las personas. Esto también debe hacerse en amor. Esto no quiere decir que podamos pasar por alto el comportamiento inmoral; más bien, nosotros somos enteramente para el Señor y queremos mantener a la iglesia libre de toda conducta inmoral. Además, queremos salvaguardar la mesa del Señor de ser contaminada con cualquier persona de conducta inmoral. Al poner esto en práctica, sin embargo, tenemos que tener en cuenta la condición humana de las personas así como su participación en la sociedad. Hay esposos, hijos, esposas, padres y parientes que debemos tomar en cuenta. Por eso tenemos que ser tan cuidadosos.

Por supuesto, si una persona verdaderamente no se comportó inmoralmente, no debiera ser excluida. Una vez que es excluida, ello podría constituir un estigma como si se hubiese conducido inmoralmente. Entonces la sociedad creerá que tal persona manifiesta una conducta inmoral. Esto es algo muy serio. A veces una persona podría rebelarse en contra de la iglesia y hacerle un juicio debido a que fue difamada por la iglesia. No deben pensar que esto no puede suceder. Tenemos que ser muy cuidadosos, incluso a fin de proteger legalmente a la iglesia.

Todo cuanto hagamos, tenemos que hacerlo en amor. Siempre es correcto amar. Sin embargo, si usted expulsa a las personas a fin de mantener su propia posición y rango como anciano de la iglesia, esto de ninguna manera es realizado en amor. Usted simplemente se vale de tales expulsiones para generar una “cortina de humo” que proteja su posición y su rango como anciano. Esto no es correcto. Tenemos que poner en práctica la vida de iglesia conforme a la justicia y en amor. Esto es exactamente lo que el Señor realiza. No deben pensar que sea tan

correcto exigir arrepentimiento público debido a que el pecado es contagioso. Siempre es mejor cubrir el pecado. Esto no quiere decir que, al optar por cubrir asuntos pecaminosos, la iglesia sea inmoral, inmunda o no sea santa.

CONFESIÓN PÚBLICA

Hace cincuenta años, en China, algunos miembros del movimiento pentecostal exigían y promovían la confesión pública de los pecados. Algunas de estas confesiones públicas resultaron en suicidios, disputas y disturbios en la sociedad, al extremo que el gobierno estuvo a punto de intervenir para detener tal práctica. Esto nos muestra que no debemos “desenterrar” todas estas cosas pecaminosas. Ciertamente debemos esforzarnos por ayudar lo mejor posible a las personas a efectuar una confesión cabal delante del Señor. Incluso la así llamada confesión que se hace a los sacerdotes en la Iglesia Católica ha ocasionado muchos problemas. Aquel que ha sido considerado el padre de la República de las Filipinas confesó a un sacerdote católico que él había hecho algo a fin de generar una revuelta en contra del gobierno español. Este sacerdote dio tal información al gobierno, el cual arrestó y condenó a muerte a esta persona.

Estos ejemplos nos muestran nuevamente que tenemos que tratar estos asuntos con sumo cuidado. Aun si una persona se ofrece voluntariamente a efectuar una confesión pública, es mejor aconsejarle que no lo haga. Esto no edifica a nadie. Tales cosas inmundas contaminan nuestros oídos y contaminan las mentes de los jóvenes. Una vez que usted escucha tales cosas, le será difícil olvidarlas por el resto de sus días. Esto no es saludable.

Los que favorecen la confesión pública de los pecados se valen de dos pasajes de las Escrituras como fundamento para ello. Ellos afirman que cuando las personas eran bautizadas por Juan el Bautista en el río Jordán, ellas confesaban sus pecados (Mt. 3:6), y también que, según se nos relata en Hechos 19, los que creyeron confesaron sus pecados y dieron cuenta de sus prácticas (v. 18). Tenemos que darnos cuenta, sin embargo, de que estos fueron casos de reacciones espontáneas, y no constituyen enseñanzas en el sentido de que debamos practicar tales cosas.

UN LÍMITE AL CASTIGO

Cuando se ha hecho algo que causa división y es manifiesto a todos, ello, en principio, no guarda relación con la conducta moral de las personas involucradas. Incluso si hiciéramos alguna declaración al respecto, ello no constituiría ninguna clase de difamación y no contaminaría a nuestros oyentes. Sin embargo, incluso en casos de división tenemos que hacernos cargo de tales asuntos con sumo cuidado. Según la ley del Antiguo Testamento, cuando un hermano pecaminoso iba a ser castigado con cuarenta azotes, era mejor castigarlo con treinta y nueve (Dt. 25:1-3; 2 Co. 11:24). Treinta y nueve azotes eran dados a fin de tener la seguridad de que no se excediera el límite de cuarenta. Existe la posibilidad de aplicar mayor castigo que el necesario debido a que hay algo en nosotros que gusta de castigar a las personas. Cuando castigamos, castigamos más de lo necesario. Incluso cuando disciplinamos a nuestros hijos, no debemos olvidar el principio de que son mejores treinta y nueve azotes que cuarenta. Este principio sirve para resguardarnos de castigar a alguien en exceso. Por tanto, siempre debemos castigar menos de lo requerido. Si ustedes reciben el encargo de darle a un santo cuarenta dólares en amor, será mejor que le den cuarenta y uno. Amar es más seguro. Castigar más de lo debido no es seguro. Tenemos que percatarnos de este principio establecido en la Palabra.

TOMAR EN CUENTA A LAS OTRAS IGLESIAS

Además, cuando ustedes consideren la posibilidad de expulsar o excluir a algún santo de la comunión de la iglesia, tienen que tomar en cuenta lo que harán las otras iglesias al respecto. Una vez que ustedes hayan considerado minuciosamente que no tienen otra opción sino expulsar a cierta persona, entonces deberán hacerlo. Cuando tal persona vaya a otras iglesias, ellas tiene que decidir si le recibirán o no, puesto que fue excluido de la comunión en otra localidad. Cuando recibamos a tal persona, debemos hacerlo con suma consideración por las otras iglesias. Todo cuanto hagamos debemos hacerlo teniendo en cuenta a las otras iglesias. Si recibimos a alguien, ¿podrían las otras iglesias recibirlo? Si expulsamos a alguien, ¿estarían de acuerdo con ello todas las otras iglesias? Si tratamos con estos asuntos de este modo, seremos protegidos y, por lo menos, seremos equilibrados. No nos alejaremos demasiado.

ALEJANDRO EL CALDERERO

No me parece que tengamos que considerar el caso de Alejandro el calderero como un caso de la así llamada excomulgación. Él era una persona que atacaba al apóstol y procuraba causar perjuicio a su ministerio. Puesto que él ya era un enemigo y opositor, no había necesidad de expulsarlo de la comunión de la iglesia. Cuando una persona habla negativamente sobre el ministerio, uno no debe considerar ello como un ataque. Tenemos que darle a las personas la libertad de expresar lo que sienten y piensan. Sin embargo, creo que Alejandro el calderero fue mucho mas allá. De otro modo, Pablo no hubiera emitido afirmaciones tan categóricas sobre él. Criticar el ministerio, decir algo malo sobre el ministerio e incluso oponerse al mismo, no debiera ser considerado como la clase de ataque que fue perpetrado por Alejandro el calderero.

En conclusión, debo reiterarles que siempre debemos tener presente que todo cuanto pongamos en práctica conforme a la justicia, tenemos que realizarlo en amor. Además, tenemos que reducir de “cuarenta azotes” a “treinta y nueve”, tanto la extensión como la intensidad del castigo que apliquemos. Esto es lo más seguro.

CAPÍTULO SIETE

RECIBIR A LOS SANTOS

(2)

2 TESALONICENSES 3:14-15

En el capítulo anterior estudiamos aquellos pasajes de la Escritura que nos hablan sobre la exclusión de un santo de la comunión de la iglesia. En 2 Tesalonicenses 3:14-15 leemos otro pasaje de las Escrituras que se relaciona con este tema: “Si alguno no obedece a lo que decimos por medio de esta carta, a ése señaladlo, y no os asociéis con él, para que se avergüence. Mas no lo tengáis por enemigo, sino amonestadle como a hermano”. Aparentemente, las palabras de Pablo en estos dos versículos son contradictorias entre sí. En el versículo 14 Pablo dice que uno no debe asociarse con tal persona. Según nuestro entendimiento, esto significa que no debemos tener contacto con tales personas, pero en el versículo 15 Pablo dice que debemos amonestarlo como a hermano. ¿Cómo conciliar estos dos versículos?

Conforme a nuestro entendimiento natural, Pablo nos encargó rechazar a esta persona pues él dice que no debemos asociarnos con ella, lo cual, para nosotros, significa que no debemos tener nada que ver con ella. Sin embargo, el segundo versículo dice que tenemos que amonestarlo como a hermano. Aunque no podamos asociarnos con tal persona, esto no quiere decir que ya no debemos tener contacto con él. Esto quiere decir que no debemos asociarnos con tal persona como si fuera nuestra íntima compañía. No debiéramos considerarla como nuestro enemigo ni tampoco debiéramos darle la espalda, sino que, más bien, debiéramos amonestarla.

1 CORINTIOS 5:13

El pasaje más categórico de la Palabra que hasta ahora hemos visto en torno a este asunto de excluir a un santo de la comunión de la iglesia es 1 Corintios 5:13, que dice: “Quitad a ese perverso de entre vosotros”. La mayoría de maestros cristianos interpreta la palabra quitad en este versículo como “excomulgad”. En realidad, aquí no se habla de excomulgar a alguien. Pablo usa el término quitad. El hecho de que aquí no se trata de un caso en que se excomulga a alguien también es probado por la segunda epístola de Pablo a los corintios; en ella, el apóstol Pablo dijo que después de haber escrito la primera epístola, él lamentó haber tenido que exhortarlos de manera tan tajante (2 Co. 7:8). Además, este hermano que fue condenado, se arrepintió, por lo cual, en su segunda epístola, Pablo pide a la iglesia en Corinto que perdone a este hermano, lo reciba y le muestre amor (2:5-10). Pablo instó a los santos a no rechazar a este hermano; de otro modo, Satanás hubiese hallado cabida e intervenido en tal situación (v. 11). La segunda epístola a los corintios demuestra que la exhortación de Pablo en 1 Corintios 5 no consistía en excomulgar a alguien. Si nos ceñimos a las propias palabras de Pablo en 1 Corintios 5, quitar a este perverso no es excomulgarlo. En primer lugar, quitad no es un término legal. Todo lo que dijo Pablo fue: “quitad”. Si se tratase de un asunto de carácter legal, la palabra excomulgad podía ser usada. Sin embargo, Pablo no usó tal palabra. Esto nos muestra que debemos reconsiderar el entendimiento que tengamos sobre este asunto. Todos los que llevan la delantera y cargan con la responsabilidad del testimonio del Señor en las iglesias tienen que tener presente esto, pues disciplinar a un hermano no es un asunto insignificante. Tenemos que estudiar nuestra constitución, la cual es el Nuevo Testamento.

MATEO 18:17

Ya vimos que en Mateo 18:17 el Señor Jesús únicamente usó la palabra tenle. Mateo 18 nos muestra que tenemos que esforzarnos al máximo por tener comunión con un hermano que peca. Si tal hermano no hace caso de lo que le decimos, debemos traer uno o dos hermanos para ayudarle. Si aun así tal hermano no les escucha, entonces su caso deberá ser referido a la iglesia. Si pese a ello tal hermano no le hace caso a la iglesia, entonces, ¿qué debemos hacer? ¿Debiéramos expulsarlo y olvidarnos de él? Las palabras del Señor fueron tenle en el sentido de “déjalo ser”, o sea, tenle por gentil y recaudador de impuestos. Este asunto depende completamente de él. La expresión que usó el Señor fue elegida con mucho cuidado.

Los versículos precedentes en el capítulo 18 nos muestran el motivo por el cual el Señor fue tan cuidadoso. En el pasaje inmediatamente anterior, el Señor nos advierte en contra de hacer tropezar “a uno de estos pequeños que creen en Mí”, por ser algo que reviste suma seriedad (18:6). Mateo 18 es un capítulo que nos habla sobre la manera apropiada de relacionarse con los demás creyentes, nuestros hermanos. Tenemos que ser muy cuidadosos. En Mateo 18 el Señor Jesús nos exhorta, en primer lugar, a no hacer tropezar a “uno de estos pequeños que creen en Mí” (v. 6). Hacer tropezar a uno de estos pequeños reviste suma gravedad, aun cuando esta persona pueda ser una persona pecaminosa que acaba de cometer algún pecado. Cuando usted vaya a disciplinar a tal persona, debe tener sumo cuidado. No haga tropezar a un hermano pecaminoso cuando tenga que tratar con él. Si al relacionarse con él usted no actúa apropiadamente, ello podría hacerlo tropezar por el resto de sus días. Entonces, ¿quién será responsable por ello? Sí, él había pecado, pero usted no lo trató apropiadamente. Al tratarlo de manera impropia, usted hizo que él tropezara. Si él hubiese sido tratado como corresponde, ello podría haber hecho que tal persona sea llevada de regreso al Señor. Quizás usted tenía buenas intenciones cuando se dispuso a tratar con tal persona, pero el resultado fue que esa persona tropezó.

NO HAY NECESIDAD DE HACER ANUNCIOS EN PÚBLICO

Sin que nos percatemos de ello, todavía estamos bajo la influencia de las tradiciones del cristianismo, las cuales están escondidas en muchos aspectos de nuestra práctica de la vida de iglesia. Esta práctica de excomulgar tiene sus raíces en la tradición. Además, siempre hemos reflexionado sobre el momento apropiado para hacer el anuncio en público de haber excomulgado a alguien. Según nuestra manera de pensar, se hacía necesario anunciar esto públicamente; pero, en el Nuevo Testamento, no encontramos indicio alguno de que ello sea necesario. Incluso en 1 Corintios 5 Pablo no dijo que los santos de aquella localidad tenían que hacer un anuncio público al respecto. Él únicamente instó a la iglesia a quitar de en medio de ellos a aquel hermano pecaminoso.

En el pasado, todos pensábamos que un anuncio público era necesario. Sin embargo, tenemos que comprender que hacer tal clase de anuncio con respecto a haber excomulgado a alguien involucra el nombre de una persona, su posición y su status en la sociedad de hoy. Esto reviste gran seriedad y conlleva grandes riesgos. Esto involucra a las familias y las relaciones humanas de los implicados en el asunto. Al respecto, hemos estado bajo la influencia de las tradiciones del cristianismo, pero conforme a mis experiencias de los últimos cincuenta años ciertamente he aprendido que hacer un anuncio público, especialmente cuando se trata de asuntos que conciernen a casos de conducta inmoral, no es lo más seguro ni lo más provechoso. Si anunciamos en cierta reunión pública que una persona ha sido excomulgada, tal persona podría apelar a los tribunales y afirmar que hemos causado perjuicio a su buen nombre. Tal persona diría que debido a que usted afirmó que ella ha cometido un acto de inmoralidad, usted está obligado a presentar prueba de ello ante los tribunales. Esto acarrearía muchos problemas. Es posible que tal persona haya cometido tal pecado, pero conforme a la

ley, ustedes estarán obligados a presentar prueba de ello. Quizás esta persona que ha pecado no manifieste mucho crecimiento en el Señor, pero puede ser que tenga una posición de prestigio en la sociedad. Tal persona procurará vindicarse a sí misma trayendo el caso a los tribunales a fin de resguardar su buen nombre. Esto nos muestra el disturbio que tal anuncio público podría causar. Además, un anuncio de esta naturaleza podría acarrear perjuicio a las familias de los involucrados. En el caso de una mujer joven, esto también podría causar que tal persona, en términos humanos, no pueda seguir adelante con su vida, especialmente en las sociedades del Lejano Oriente.

Según nuestro conocimiento actual del Nuevo Testamento, no creo que sea necesario hacer un anuncio público. Basta con decirle a la persona que ha pecado: “Hemos estado a la espera de que usted se arrepienta y, hasta ahora, no vemos que se haya arrepentido. Puesto que usted sabe que el Señor es santo y Su mesa es santa, por favor absténgase no solamente de participar de la mesa del Señor, sino también de participar de las reuniones de la iglesia”. Bastará con tener tal clase de comunión. Si sabemos que esta persona persiste en tener contacto con ciertos hermanos o hermanas, podríamos orar para buscar la sabiduría del Señor a fin de saber enfrentar tal situación e informar apropiadamente a las partes involucradas. Tenemos que hacer tales cosas con sabiduría y con amor, y tenemos que ser muy cuidadosos. Este asunto tiene un aspecto social, por lo cual, también tiene un aspecto legal. Siempre existe la posibilidad de que alguien decida llevar a la iglesia ante los tribunales.

DEBEMOS EVITAR EL USO DEL TÉRMINO EXCOMULGAR

Además, me parece que será mejor que evitemos usar el término excomulgar o excomunión, pues tenemos que dar cabida, oportunidad, a que pueda regresar quien ha pecado. Si usamos el término excomulgar, esto es demasiado enfático. Esto podría cerrar la puerta para el que ha pecado. Debemos recordar que cuando es necesario aplicar “cuarenta azotes”, solamente debemos dar treinta y nueve (Dt. 25:3). Jamás castiguen a alguien por encima del límite establecido. Tenemos que esforzarnos al máximo por castigar lo menos posible.

LOS DESCENDIENTES DE CORÉ

Al estudiar 1 Samuel descubrí que entre los ancestros de Samuel estaba Coré. En 1 Crónicas 6:33 dice: “Estos, pues, con sus hijos, servían: de los hijos de Coat, el cantor Hemán, hijo de Joel, hijo de Samuel”. Los coatitas eran descendientes de Leví (1 Cr. 6:1). Samuel era el abuelo de Hemán, quien era un músico que estaba bajo las órdenes del rey David. El título del Salmo 88 dice: “Cántico; salmo de los hijos de Coré. Al director del coro: según el mahalat lenot. Masquil de Hemán ezraíta”. Hemán era el director del coro, y tengo la convicción de que más de una canción era cantada con sus melodías. David eligió a Hemán como líder de los cánticos. Hemán debió haber sido una persona muy devota; él era nieto de Samuel así como descendiente de Coré. En 1 Crónicas 6:37 dice: “Hijo de Tahat, hijo de Asir, hijo de Ebiasaf, hijo de Coré”. Esto afirma que no solamente Hemán sino que también Samuel eran descendientes del rebelde Coré (Nm. 16:1-50). Cuando comencé a estudiar la Biblia, yo pensaba que la tierra había tragado a la familia de Coré en su totalidad. Sin embargo, los relatos posteriores a tal suceso que aparecen en el Antiguo Testamento nos muestran que algunos de ellos escaparon (26:9-11). Se hace referencia a hijos de Coré en los subtítulos de muchos de los Salmos (42, 44—49, 84—85, 87—88). Incluso de la familia rebelde de Coré vinieron descendientes que compusieron canciones que expresaban tal devoción por Dios. Además, el gran profeta, Samuel, era un descendiente de Coré. Todos nosotros condenamos a Coré como una persona rebelde, pero, aun así, la misericordia de Dios todavía está presente. De esta familia rebelde procedió el más grande profeta que propició el advenimiento de la era

del reino con el respectivo reinado: Samuel. Esto, nuevamente, nos muestra que tenemos que ser muy cuidadosos al tratar con un pecador. Tenemos que manifestar por lo menos un poco de la misericordia de Dios y dar alguna cabida a que algunos “escapen”.

LA LABOR DE VIDA Y EN AMOR

No deben tratar a los demás ni disciplinarlos en términos absolutos. Deben amar a los demás de una manera absoluta, pero al tratar con ellos en cuanto a disciplina se debe aplicar treinta y nueve azotes y no cuarenta. Miqueas 6:6-8 indica que para Dios es muy importante la misericordia. El Señor Jesús también dijo en Mateo 9:13: “Misericordia quiero, y no sacrificio”. Esto no quiere decir que seamos descuidados en cuanto a los asuntos relacionados con la inmoralidad. No somos descuidados o irresponsables, sino que tenemos que laborar.

Una vez que haya un caso de pecado en la vida de iglesia, no debemos pasarlo por alto de manera irresponsable. Tenemos que enfrentarnos a él con mucha labor de vida. La tendencia en nuestra práctica es no enfrentar tal asunto o encargarnos del mismo apresuradamente. No obstante, la Biblia nos muestra que tenemos que tratar con estos asuntos muy cuidadosamente. Esto es como un buen médico que se vale de sus habilidades para sanar a un paciente moribundo. Él tiene que laborar en este paciente poco a poco. Pablo laboró de este modo al escribir 1 Corintios, y laboró nuevamente al escribir 2 Corintios para tomar medidas con respecto a este hermano que estaba en pecado. Tenemos que aprender de Pablo a no tratar un caso pecaminoso de manera breve ni rápida. Tenemos que laborar en amor. Al hacernos cargo de un miembro pecaminoso en la iglesia, tenemos que hacerlo en amor y con sabiduría, esperando poder ayudarle a arrepentirse y regresar al Señor. Tenemos que ministrarle vida a fin de ayudarle a recibir el suministro de vida de tal modo que él pueda recuperar su comunión con el Señor.

CON SABIDURÍA Y PACIENCIA, Y EN AMOR

Por causa del testimonio del Señor en esta tierra, tenemos que aprender a llevar a cabo el mismo ministerio y a hablar una misma cosa. Luego, en lo concerniente a casos pecaminosos en las iglesias locales, tenemos que tomar las medidas respectivas con sabiduría y paciencia, y en amor. Amamos incluso a los miembros pecaminosos, así que los tratamos en amor. Por causa de la santidad de Dios, la justicia de Dios, e incluso, el testimonio de la iglesia, tenemos que tomar ciertas medidas en relación con el miembro que ha caído en pecado, pero debemos hacerlo con sabiduría y paciencia, así como en amor.

A fin de que todos nosotros seamos saludables para el recobro del Señor, tenemos que preocuparnos por dos aspectos: el aspecto principal, que es el de ser portadores de un mismo testimonio, y el aspecto secundario de saber tratar a un hermano pecaminoso con sabiduría y en amor. Así pues, el principio que debe regirnos es: “con sabiduría y en amor”. Ésta tiene que ser la atmósfera en la iglesia. No solamente amamos a los buenos, sino también a los pecaminosos. Sin embargo, esto no quiere decir que actuemos a la ligera o de manera irresponsable. Somos muy estrictos, pero aun así tenemos que implementar toda medida disciplinaria con paciencia, con mucha sabiduría y en amor. Tenemos que recibirapropiadamente a los santos en nuestra localidad de tal modo que todas las iglesias locales puedan identificarse con nosotros. Al recibir a los santos, no debemos ser sectarios en manera alguna. Entonces, al tratar con los santos, enfrentaremos los diversos casos con sabiduría y en amor, y no permitiremos que Satanás se aproveche de la situación. No debemos negarle al hermano que pecó la oportunidad de ser recobrado, y no debemos hacer nada sin amor.

CAPÍTULO OCHO

LA POSICIÓN Y FUNCIÓN DE LOS ANCIANOS

LA POSICIÓN DE LOS ANCIANOS

En este capítulo tendremos una comunión completa en cuanto a la posición y función de los ancianos. La manera en que una iglesia progresa depende del cuerpo de ancianos. No podemos decir que los ancianos no tienen posición alguna. De hecho, toda persona tiene una posición. Todo hombre e incluso todo niño tiene una posición. Los profesores ocupan cierta posición en su escuela, e incluso los estudiantes tienen su posición. Todos debemos ver el asunto de la posición de los ancianos.

No hay rango

En primer lugar, la posición de los ancianos no se debe considerar como una posición de rango superior. Hablando con propiedad, según el Nuevo Testamento, no debe haber rangos en la iglesia. Este asunto de ambicionar posiciones y rangos estaba presente aun entre los primeros discípulos, especialmente entre los doce (Mt. 20:20-24). En Mateo 20 y 23 el Señor Jesús no permitió que se diera ningún lugar al rango. Les dijo a los discípulos que la iglesia no era como los gentiles. Entre los gentiles existen reyes y personas de alto rango que los gobiernan, pero no debe ser así entre los creyentes. Entonces el Señor Jesús dijo: “Y el que quiera ser el primero entre vosotros será vuestro esclavo” (20:27). Entre los creyentes sólo existe la hermandad; todos somos hermanos (23:8).

Cuando surgió la Asamblea de los Hermanos en Gran Bretaña, muchas personas se esforzaron por atribuirles un nombre a fin de denominarlos. No pudiendo encontrar un nombre que darles, empezaron a llamarlos los Hermanos, porque practicaban el hecho bíblico de que todos somos hermanos, sin tener rango alguno. Éste no es un nombre que ellos tomaron; más bien, era un apodo que les atribuyeron. Ellos se dieron cuenta de que entre los creyentes no debería haber rango alguno.

Además, anterior a los llamados Hermanos de Plymouth, hubo hermanos en el siglo XVII a quienes se les conocía como los Hermanos de la Gracia y los Hermanos de Moravia. En Europa había diferentes grupos de hermanos que seguían el principio de que entre los creyentes no debe haber rangos. Todos tenemos una posición, pero no debemos pensar que tenemos un rango.

Más tarde, el pensamiento episcopal invadió a la iglesia. La palabra episcopal implica que la iglesia es gobernada por medio de obispos. La palabra obispo está incluida en la palabra episcopal, que en griego es epískopos. Fue Ignacio en el segundo siglo que erróneamente enseñó que el que vigila, el obispo, ocupa un lugar más alto que el anciano. Sin embargo, en una iglesia local, el que vigila (u obispo) es un anciano (Hch. 20:17, 28). Los dos títulos se refieren a la misma persona: la palabra anciano alude a una persona de madurez; y el que vigila, denota la función de un anciano. Un anciano es un hermano de más madurez y de más experiencia. Esto no denota ningún rango. Interpretar esto en términos de rangos es conforme al concepto mundano, al concepto natural. Cuando se usa la expresión el que vigila, la mayoría de las personas no tiene el concepto de que es alguien de alto rango. Sin embargo, la palabra obispo (del latín episcopus) conlleva el concepto de un alto rango en el pensamiento religioso. Actualmente, en el catolicismo, existe la jerarquía de obispos, arzobispos, cardenales y el papa. El cristianismo organizado y degradado ha introducido el concepto de

rangos y usa términos tales como éstos. No sólo la Iglesia Católica y la Iglesia Episcopal tienen obispos, sino también los metodistas tienen obispos. Ignacio fue un querido hermano, pero cometió un gran error al enseñar que el que vigila, o sea el obispo, ocupaba un lugar más alto que los ancianos. Esto nos muestra que debemos tener cuidado al interpretar la Biblia. Según Ignacio, el que vigila, el obispo, ejerce control sobre los ancianos de las iglesias. Esto pudo haber parecido un pequeño error, pero abrió paso a la jerarquía que se ve hoy en la cristiandad.

Debemos darnos cuenta de que el concepto de rangos aún permanece en nuestro pensamiento. Este concepto no sólo es diabólico, sino aún más, es infernal. Debemos eliminar de nosotros el concepto de rangos; no debe permanecer en nuestra mentalidad. Todos tenemos una posición. Las hermanas tienen su posición, y los hermanos tienen la suya, pero no debe haber rangos. Los ancianos no son superiores a los hermanos y a las hermanas de la iglesia local; más bien, conforme a la enseñanza del Señor, los ancianos, por ser esclavos, son inferiores. Las hermanas que son esposas de ancianos no deben considerar que su esposo sea superior a otros; más bien, deben considerar que sus esposos son esclavos y que ellas son esposas de esclavos. Por otro lado, consideramos que es un verdadero honor ser un esclavo que sirve a las iglesias.

Pastorear el rebaño de Dios

Si eliminamos el concepto de rangos, nos será fácil entender el asunto de la posición. Si desaparecen los rangos, la posición no significa nada. De hecho, yo diría que, hablando con propiedad, los ancianos no deben pensar que ellos ocupan alguna posición; ellos no tienen ninguna posición. El apóstol Pedro no olvidó la enseñanza del Señor en cuanto a este asunto. En su primera epístola, Pedro le dijo a los ancianos, siendo “anciano también con ellos” (5:1), que no ejercieran señorío sobre los hermanos y hermanas, sino que fueran un ejemplo vivo, un modelo (v. 3).

En la relación que existe entre un pastor y su rebaño, el pastor realmente no puede ser un ejemplo para tal rebaño. El pastor es un hombre, y el rebaño es ganado. ¿Cómo puede un hombre ser un ejemplo para el ganado? No obstante, cuando hablamos del rebaño de la iglesia es muy diferente, porque este rebaño se compone de hombres. Los santos no son ganado sino hombres, al igual que los ancianos. Los ancianos son hombres, pero también son pastores. Ellos no deben pastorear al rebaño de hombres como se pastorearía a un rebaño de ganado. Los ancianos deben pastorear al rebaño de hombres al establecerse ellos mismos, hombres vivos, como ejemplos. Todo lo que los santos de una iglesia local deben hacer o vivir, los ancianos deben hacerlo y vivirlo primero. Entonces lo que hagan y lo que vivan será un ejemplo vivo. Ésta es la manera de pastorear. Conforme a este proceder, los ancianos no tienen rango ni posición. Su posición, si es que la tuvieran, es la misma que la de todos los santos.

En la economía de Dios el pastor y el rebaño son hombres, y todos deberían ser iguales porque el pastor debe ser un ejemplo. Si los pastores, los ancianos, son personas diferentes y extraordinarias, nunca podrían ser ejemplos para otros. El hecho de que puedan ser ejemplos para otros, muestra que son iguales. Por ejemplo, no podemos decir que el rey debe ser un ejemplo para los civiles. Tampoco podemos decir que el gobernador de un estado debe ser un ejemplo para los ciudadanos de ese estado. A diferencia de esto, Pedro, en su condición de anciano, dice que todos los ancianos deben ser ejemplos vivos del rebaño.

Sin ejercer control

Además, según lo que dijo el Señor en los evangelios y lo que expresó Pedro en su epístola, la Palabra santa no permite que el anciano ejerza ningún control. El Señor Jesús fue muy enfático acerca de esto. Los que están en el liderazgo no deben ser gobernantes, sino esclavos, siervos, personas que sirven y no ejercen control sobre otros. Luego, Pedro les dice a los ancianos que no se enseñoreen de los creyentes. La iglesia no pertenece a los ancianos; la iglesia es el rebaño de Dios. Un anciano es un pastor y un siervo y, como tal, ha de cuidar el rebaño del dueño, y el dueño es Dios mismo. En 1 Pedro 5:3, Pedro les dice a los ancianos que no se enseñoreen de “lo que se os ha asignado”. Esta expresión en el griego alude a lotes o porciones asignadas. Las iglesias son posesión de Dios, y Él las asigna a los ancianos como heredad o porción; se las encomienda para que las cuiden. Dios es el Dueño y el Amo, y los ancianos son Sus siervos; como tales, deben servirle a Dios y encargarse de lo que Él les ha asignado. El Amo le ha asignado la iglesia local a los ancianos; ellos deben cuidar del rebaño, no gobernándolo, sino sirviéndole como esclavos al establecerse como ejemplos vivos.

Conforme a la enseñanza del Nuevo Testamento, los ancianos no tienen rango ni posición. Tampoco deben ejercer control sobre nadie, pues no tienen rango ni posición para hacerlo. No tienen ningún derecho a ejercer control. La clara enseñanza del Nuevo Testamento no permite ni otorga ninguna base para que los ancianos se adjudiquen rango, posición o poder para ejercer control sobre otros.

Autoridad espiritual

Algunas personas que no se reúnen con nosotros han empleado mal el libro del hermano Nee titulado Autoridad espiritual. El hermano Nee no solamente usa el término autoridad, sino autoridad espiritual. La autoridad espiritual no alude a algo oficial, sino a algo relacionado con la vida. Cuando decimos que los ancianos tienen autoridad, no debemos olvidar que la autoridad no es oficial. Cuando algo se vuelve oficial, pierde su relación con la vida. El hermano Nee no habla de una autoridad oficial, sino de una autoridad espiritual. Puesto que la autoridad no es oficial, no existe rango ni posición. Todo lo que no es oficial no supone posición.

En el pasado, algunos jóvenes llegaron a nosotros con la actitud de que eran ancianos. Nos reprendieron, diciéndonos que no sabíamos cómo ser ancianos. Pero lo que en verdad querían decir es que no sabíamos ejercer control sobre las personas. Ellos, basándose en lo que habían entendido mal en el libro Autoridad espiritual, sí sabían controlar a los demás. En mi opinión, ese libro no debería estar en sus manos.

Si los ancianos no tienen rango, ni posición, ni poder para ejercer control sobre los demás, no hay por qué ambicionar ser anciano. No creo que nadie ambicione ser un esclavo. No es suficiente decirles a las personas que no sean ambiciosas. Debemos ver que la Palabra santa no le da rango, posición ni poder alguno a los ancianos; si viéramos esto, nadie sería ambicioso.

Hasta ahora hemos visto que en el Nuevo Testamento no se le da ningún rango a los ancianos, y en este sentido, tampoco ocupan ninguna posición especial. Además, a los ancianos realmente no se le otorga ninguna autoridad. En primer lugar, el Señor Jesús nos ordenó que fuésemos esclavos, y no amos ni señores. Un esclavo no tiene ninguna autoridad. En segundo lugar, Pedro, quien era un anciano, exhortó a los ancianos a no enseñorearse del rebaño, sino a cuidarlo al ser ejemplos del rebaño de Dios. Podríamos preguntar: “¿Acaso el pastor no tiene autoridad sobre el rebaño?”. El rebaño de Dios, sin embargo, no es un rebaño de ganado. El pastor de un rebaño de reses no necesita ser un ejemplo. Esto no tendría ningún sentido.

Supongamos que Pedro le encargara a un pastor de un rebaño de ovejas, que fuera un ejemplo para su rebaño. Si este pastor intentara decirle a su rebaño que el apóstol Pedro le había encargado que fuera su ejemplo, el rebaño no entendería nada. Debemos ver que el rebaño de Dios no es un rebaño de reses sino de hombres; así que el pastor puede, debería y tiene que ser un ejemplo.

Los pasajes de Mateo 23 y de 1 Pedro 5 no nos dan ningún indicio de que los ancianos tengan autoridad. Esto nos muestra que nuestro entendimiento de la Biblia todavía está leudado en gran medida. Todavía tenemos cierta clase de entendimiento tradicional, religioso, humano y natural. Decir que los ancianos no tienen autoridad va en contra de nuestro pensamiento natural. Sin embargo, si nos aquietamos y somos objetivos, si no nos aferramos al entendimiento viejo y permitimos que nuestra mente sea purificada y sobria, veremos la luz de una manera pura al leer la Palabra pura confiando en el Señor.

Los que llevan la delantera

Debemos volver a examinar la Biblia para ver si algún versículo indica que a los ancianos se les ha asignado autoridad. Veamos Hebreos 13:17: “Obedeced a vuestros guías, y sujetaos a ellos; porque ellos velan por vuestras almas, como quienes han de dar cuenta; para que lo hagan con gozo, y no quejándose, porque esto no os es provechoso”. Podríamos preguntar: “¿No dice el Nuevo Testamento en este versículo que los miembros de la iglesia deben obedecer a aquellos que los guían? ¿Acaso la palabra obedecer no supone cierta autoridad?”. Este versículo, sin embargo, nos dice que obedezcamos a aquellos que nos guían, no a aquellos que nos gobiernan. Obedecemos su dirección y no su autoridad. Si sólo miramos las palabras obedeced y sujetaos, podríamos entender que los ancianos tienen alguna autoridad, pero debemos ver que este versículo no nos dice que obedezcamos a los que nos gobiernan, sino a los que nos guían.

Cuando estábamos en la China continental, no usábamos la expresión los que llevan la delantera o guías. Fue cuando llegamos a Taiwán que comencé a considerar más a fondo este asunto en el Nuevo Testamento. Hebreos 13:7 y 24 también hacen mención de “vuestros guías”. Esto concuerda con la idea de ser un ejemplo. Si uno va a ser ejemplo, debe guiar, debe tomar la delantera. Para ayudar a los santos a profundizar en la Palabra de Dios, debemos hacerlo nosotros primero, o sea, debemos llevar la delantera. Obedecer a aquellos que nos guían significa obedecer su dirección. Los ancianos no deben demandar ninguna obediencia de los santos. Ellos deben preguntarse a sí mismos cuánta dirección han provisto a la iglesia, incluyendo a los débiles, a los jóvenes y a los nuevos. La realidad del caso, sin embargo, es que no ha habido mucha dirección por parte de los ancianos; ellos, más bien, han demandado, aun requerido, que los creyentes, los miembros, se les sometan.

Si en lugar de rendir la debida dirección, reclamamos, requerimos y demandamos obediencia de parte de los otros miembros, esto es una vergüenza para nosotros. Es una vergüenza, y no una gloria, que un anciano no guíe a los santos ni los ayude, y sin embargo, demande obediencia y sumisión de parte de ellos. Es muy dulce y hermoso ver que en las iglesias locales los ancianos guían a los creyentes sin demandar o reclamar de ellos obediencia ni sumisión.

No se puede negar que el encargo de Hebreos 13:17 está dirigido a los miembros de la iglesia. Pero, ¿si los ancianos no guían de alguna manera a los santos, o si su dirección es inadecuada, cómo pueden exigir que todos los miembros los obedezcan? Hebreos 13:17 no hace alusión a la autoridad de los que guían; no se trata de gobernar, sino de guiar. De hecho, en cuanto a los

ancianos de las iglesias locales, en el Nuevo Testamento no se puede encontrar una sola palabra griega que haga alusión al concepto de gobernar. Si hubiera tal versículo, estaría en contradicción con las palabras del Señor. El Señor dice que entre nosotros no debe haber amos, no debe haber personas que ejerzan señorío, y que el que quiera ser grande debe ser un esclavo.

LA FUNCIÓN DE LOS ANCIANOSAdministrar la iglesia

Ahora veremos la función de los ancianos. Según 1 Timoteo 3 y 5 podemos ver que los ancianos primero deben administrar la iglesia tal y como un padre administra su familia, su hogar. Refiriéndose a los ancianos, 1 Timoteo 3:4-5 dice: “Que gobierne bien su casa, que tenga a sus hijos en sujeción con toda dignidad (pues el que no sabe gobernar su propia casa, ¿cómo cuidará de la iglesia de Dios?)”. Puede ser que algunos de nosotros seamos administradores de un negocio. Como tales, no debemos pensar que somos los gobernantes. Si un administrador empresarial piensa así, se quedará sin trabajo y nadie le contratará. Ni siquiera un padre o un marido debe tener la actitud de que él manda en su familia. Si se comporta de esta manera, su esposa le pedirá el divorcio y sus hijos se rebelarán. Esta manera de gobernar hará que todos lo abandonen, y sólo funcionará para usted. Un padre debe gobernar bien su familia, no como si fuera un jefe, sino como un administrador. Igualmente, la iglesia es el hogar de nuestro Padre, Su casa, Su familia, y el Padre necesita que algunas personas la administren. No es cosa sencilla administrar una familia. El padre de casa debe proveer todo lo que necesiten los miembros de su familia y tenerlo todo listo.

Apto para enseñar

En 1 Timoteo 3:2 dice que un anciano debe ser “apto para enseñar”. La palabra apto conlleva la idea de ser capaz y de tener la costumbre. Uno puede ser muy listo y tener la habilidad para enseñar, pero es posible que no tenga el hábito de enseñar y que, por perezoso, no le guste enseñar. Una madre no puede dejar a la familia por media hora, no puede dejar a los hijos solos. Una madre no puede criar bien a los hijos de esta manera. Ella debe ser capaz de enseñar, debe ser apta para enseñar, y debe tener el hábito de enseñar. Si en una iglesia local hay ancianos que en su cuidado de la iglesia local son como madres que crían a sus hijos, esto sería maravilloso. Si entre las iglesias locales hay una cuyos ancianos enseñan a sus miembros como una madre cría a sus hijos, la condición de esa iglesia será muy buena.

Presidir bien y trabajar en la predicacióny en la enseñanza

En 1 Timoteo 5:17 se nos muestra otro aspecto de la función de los ancianos: “Los ancianos que presiden bien, sean tenidos por dignos de doble honor, mayormente los que trabajan en la predicación y en la enseñanza”. Este versículo dice que todos los ancianos deben presidir bien. Por tanto, los ancianos que llevan bien la delantera deben ser dignos de doble honor. El honor en este contexto alude al suministro de vida, lo cual incluye el suministro material para las necesidades diarias. Debido a que los ancianos están tan ocupados con la iglesia, no les queda tiempo para ganarse la vida; por tanto, los santos deben honrarlos al proveerles las cosas que necesiten.

En 1 Timoteo también dice que aquellos que trabajan en la predicación y en la enseñanza son especialmente dignos de doble honor. Todos los ancianos deben presidir, deben llevar la delantera. Entre los ancianos que presiden, es posible que haya algunos que tengan la carga de

enseñar y trabajar en la Palabra. Estos ancianos son especialmente dignos de doble honor. Esto se debe a que nada agota más a las personas que enseñar. Todo buen profesor universitario y todo buen maestro de escuela primaria está siempre ocupado, día y noche. Un maestro que no se dedica a la tarea de enseñar, nunca podrá ser un buen maestro. Ningún otro trabajo ocupa a las personas como el de enseñar. Si yo no tuviera que preparar los dos entrenamientos anuales para enseñar la Palabra, mi vida sería mucho más fácil. Podría dormir bien y sin ninguna preocupación. Con poca preparación, podría viajar por todo el mundo y celebrar reuniones. Sin embargo, si me piden que sea un anciano en Anaheim, esto es más difícil.

Los problemas de una iglesia local se deben principalmente a la falta de alimentación. Todas las madres saben que alimentar a una familia de ocho personas no es fácil. La madre tiene que preocuparse del apetito y de los gustos de la familia. Además, ella debe cocinar las comidas más nutritivas. Las madres tienen que alimentar a la familia, aun cuando se aburran de lo que les cocine y lo rechacen. Igualmente, puede ser que presentemos un mensaje que no les guste a los santos. Entonces tenemos que orar y laborar, y encontrar la manera de presentar los mensajes que los santos desean aceptar y por los cuales tienen apetito. Aun si usted es una madre auténtica y típica, sus hijos se irán si después de dos semanas no los alimenta adecuadamente. Si esto sucede, usted perdería su posición; nadie le daría el trato que se le da a una madre. Sus hijos necesitan ser alimentados, necesitan algo con que vivir. Sería absurdo que una madre intentase poner a sus hijos de su lado si ella no los alimenta. La manera de conquistar el corazón de una persona es alimentarla con la mejor comida.

En términos humanos, si ustedes desean mantener su “posición”, deben alimentar a los santos. Entonces su “posición” estará realmente asegurada. Si no siguen este camino, no les durará mucho su posición. Si en lugar de esto, ustedes juegan a la política y tratan de ejercer control sobre los santos para ponerlos de su lado, perderán su posición.

NO TENER EL PENSAMIENTODE ASEGURAR NUESTRA POSICIÓN

Nunca debemos tener el pensamiento de asegurar nuestra posición. Mientras que laboremos en la Palabra, enseñemos a los santos y abramos la Palabra a todos los que buscan más del Señor, no necesitamos asegurar nuestra posición. Algunos jóvenes de entre nosotros tal vez piensen que si no obtienen un grupo de creyentes con los cuales trabajar, no tendrán una fuente de sustento seguro. Quizás digan: ¿Si no tengo una iglesia para la cual trabajar, que haré? ¿Cómo me ganaré la vida y cómo seguiré sirviendo de tiempo completo?”. Les aconsejo a todos, especialmente a los jóvenes, que se olviden de ese pensamiento. Si tienen esta idea, les aconsejo que regresen y obtengan un trabajo para ganarse la vida. No se dediquen a servir de tiempo completo si tienen esta clase de pensamiento. Cuando se dediquen a servir de tiempo completo, deben encomendar su sustento al “aire”. Cuando digo esto quiero decir que nunca se morirán de hambre. El Señor les dará de comer, y Él tiene muchas formas de hacerlo. Si realmente están resueltos a seguirlo, no necesitan preocuparse de su posición ni de su sustento. El Señor les proveerá el alimento.

Esta comunión también aplica a los ancianos. Por eso, les dije a ellos que nunca consideren que la iglesia está bajo su cuidado con miras a que puedan mantener su posición. Les digo otra vez que en la iglesia, la posición es como las palomas. Si uno no les presta atención, tal vez se acerquen a uno; pero si se les presta atención y se las persigue, se irán volando. La posición funciona de la misma manera. Si la buscamos, se irá volando. Si no le prestamos atención y sólo nos importan los intereses del Señor, incluyendo la condición saludable de la

iglesia en la que estamos y el recobro del Señor, nuestra posición estará realmente asegurada. De otra manera, no importa cómo tratemos de asegurar nuestra posición, no lo lograremos. Lo único que haremos es perjudicarnos a nosotros mismos y a otros. Debido a esto sentí la necesidad urgente de tener este entrenamiento. No se adueñen de ninguna obra. No se adueñen de ninguna iglesia. No hagan nada para mantener su posición. Esto es totalmente una insensatez.

LA OBRA DEL SEÑOR

Como un hermano mayor entre ustedes, debo testificar que he andado por todos los caminos y que conozco los caminos. La mayoría de ustedes no ha viajado por todos los caminos todavía. Conozco cuál es el camino incorrecto. Si toman el camino que les he advertido no tomar, será una tragedia. No quisiera ver que les ocurra esto. Nosotros los que laboramos para el Señor no debemos adueñarnos de ninguna obra. Ésta no es nuestra obra, sino la del Señor. Nosotros simplemente somos Sus esclavos. El Señor nos dice claramente en Lucas que después de hacer nuestro trabajo, debemos venir a nuestro Amo y decir: “Esclavos inútiles somos, pues lo que debíamos hacer, hicimos” (17:10). Aun si ha hecho mucho, finalmente debe ir al Señor y decirle: “Señor, no soy útil; perdóname”. Ésta debe ser nuestra experiencia. Ninguna obra nos pertenece, y no debemos adueñarnos de ninguna obra.

LA IGLESIA ES POSESIÓN DE DIOS

Los ancianos también deben darse cuenta de que ninguna iglesia es suya. Como hemos visto, a la iglesia se le da únicamente tres definiciones: la iglesia de Dios, la iglesia de Cristo y la iglesia de los santos. La iglesia no es la iglesia de los apóstoles ni de los ancianos; más bien, los ancianos le pertenecen a la iglesia. No consideren que la iglesia que están cuidando ahora es suya. En 1 Pedro 5:2 se nos dice claramente que la iglesia es posesión de Dios, la cual Él les ha asignado para que la pastoreen. La iglesia no es posesión suya, sino de Dios. Nosotros simplemente somos unos pequeños siervos. Todos los ancianos son siervos, y todas las iglesias son un solo Cuerpo, el cual da un solo testimonio. Si éste es el caso, estamos bajo la bendición del Señor. De otra manera, erramos al blanco. Al no dar al blanco, perdemos la bendición y es cuando empezamos a luchar por nosotros mismos. Éste no es el camino correcto.

CAPÍTULO NUEVE

ALGUNOS ASUNTOS PRÁCTICOSCON RELACIÓN A LOS ANCIANOS

REPRENDER A UN ANCIANO QUE PECA

En este capítulo abarcaremos ciertos asuntos prácticos y cruciales relacionados con los ancianos. Primero, quisiéramos considerar el encargo que Pablo le hizo a Timoteo en 1 Timoteo 5:19-20 con respecto a la manera en que debía tratar a los ancianos: “Contra un anciano no admitas acusación si no está apoyada por dos o tres testigos. A los que pecan, repréndelos delante de todos, para que los demás también teman”. El versículo 20 tiene tres aspectos: a los que pecan, se refiere a los ancianos; todos, se refiere a toda la iglesia; y los demás, se refiere a los otros ancianos. Pablo le encargó a Timoteo reprender, delante de toda la iglesia, a un anciano que peca. Un anciano que peca debe ser reprendido públicamente debido a que tiene una posición pública. La reprensión en público se hace de tal modo que los demás ancianos también teman.

ADMINISTRAR SIN EJERCER SEÑORÍO

Hasta ahora hemos visto que en la Palabra no se le asigna un rango superior a los ancianos ni tampoco, en cierto sentido, se les da una posición. Por supuesto, hemos visto que incluso un niño ocupa una posición en la sociedad, pero en el sentido de que ello les conceda un rango superior, los ancianos no tienen posición alguna. Además, en cierto sentido, no se les da ninguna autoridad a los ancianos si nos basamos en lo dicho por el Señor en Mateo 20:20-28 y Mateo 23:8-12. El Señor nos dijo que entre los creyentes no deben haber amos ni señores. Todo el que quiera ser grande tiene que servir como esclavo. En términos generales, ningún esclavo tiene autoridad. Pedro también nos dijo que él era un anciano, pero aun así, le dijo a los otros ancianos como él que no se enseñoreasen de lo que pertenece a Dios, del rebaño, sino que en lugar de ello, debían ser un buen ejemplo para ellos.

En este sentido, podemos ver que el Nuevo Testamento no les da a los ancianos autoridad para ejercer señorío. Cuando afirmo que no se les dio autoridad a los ancianos, lo hago indicando que ello es en cierto sentido, pues tengo algo reservado al respecto. El Nuevo Testamento no les da a los ancianos autoridad en el sentido de que gobiernen, pero todavía falta considerar el sentido administrativo. En 1 Timoteo se nos da a entender que los ancianos deben administrar la casa de Dios. A ningún administrador se le da la autoridad de gobernar o ejercer señorío sobre sus empleados, pero un administrador ciertamente tiene que administrar los empleados a su cargo. Así pues, en el sentido administrativo, podemos considerar que se le ha dado cierta autoridad al encargado de administrar.

Además, Hebreos 13:17 se refiere a los ancianos que llevan la delantera o guían en la vida de iglesia. Los santos deben hacer caso a quienes los guían. Incluso en este sentido, en el sentido de guiar a los santos, hay cierto grado de autoridad. En este sentido, podemos ver que en una iglesia local existe cierto arreglo o provisión que mantiene a la iglesia local en buen orden. En este sentido, los ancianos tienen alguna autoridad, pero debemos tener bien en claro una sola cosa: ninguna autoridad ha sido dada a los ancianos para ejercer señorío sobre los demás. Esto es incorrecto. Como máximo, los ancianos son los administradores de una casa, sus mayordomos; ellos no son los que ejercen señorío sobre ella, no son el señor ni el amo de la misma. En el Nuevo Testamento se nos dice claramente que entre los creyentes nadie es amo

ni señor. Pedro también les dijo a los ancianos que no ejercieran señorío sobre los creyentes. Así pues, a los ancianos no se les ha dado autoridad para gobernar.

LA ENSEÑANZA DE IGNACIO Y SUS RESULTADOS

Debido a una interpretación errónea del Nuevo Testamento, se estableció un sistema de obispos —el sistema episcopal—, lo cual corrompió a toda la iglesia. Ignacio fue negligente en su enseñanza sobre estos asuntos; él entendió que la palabra obispo, o sea, aquel que vigila,se referiría a alguien que está por encima de los ancianos. El título anciano no denota, de manera alguna, el concepto de gobernar. Un anciano es una persona que manifiesta cierta madurez. Sin embargo, el término obispo,aquel que vigila, podría entenderse erróneamente como referido a una especie de supervisor. Fue por esta obvia manera de entender dicho asunto que Ignacio cometió un error que sembró la semilla que luego produciría la vasta jerarquía que ahora existe en el cristianismo. Debido a la historia del cristianismo —que incluye el catolicismo con su grandiosa jerarquía del papa, los cardenales, los arzobispos y los obispos—, he hecho gran énfasis en que ninguna autoridad ha sido dada a los ancianos.

El sistema del papado, en el cual se le otorga autoridad al papa, ha causado gran ruina a la iglesia. En la jerarquía de la Iglesia Católica está ausente la iglesia y el Cuerpo de Cristo, y lo único que hay es una organización, un sistema mundano. En el catolicismo, el Cuerpo fue aniquilado y la iglesia fue anulada. Debido a esto, los de la Reforma reaccionaron y hubo muchos que dejaron la Iglesia Católica para formar las iglesias protestantes. Ellos salieron de aquel sistema mundano, la Iglesia Católica, pero no pudieron dejar atrás por completo la levadura que había sido introducida y que se infiltró secretamente por medio de Ignacio. Por tanto, el comienzo de las iglesias protestantes fueron las iglesias estatales. Entre las iglesias estatales, la peor en lo referido al establecimiento de un sistema jerárquico es la Iglesia de Inglaterra, la cual es muy parecida a la Iglesia Católica Romana.

LOS HERMANOS DE MORAVIA

Después, el mover del Señor avanzó más por medio de los que le aman. Muchos creyentes simplemente comenzaron a adoptar como título: los hermanos o la hermandad. En realidad, este término no fue adoptado primero por la Asamblea de los Hermanos británica o por la Asamblea de los Hermanos de Plymouth. Este término fue adoptado incluso antes de los tiempos de Zinzendorf, principalmente en el norte de Europa. Cuando los hermanos de Moravia acudieron a Zinzendorf, ellos comenzaron a practicar la vida de iglesia fuera del catolicismo y completamente ajenos a la influencia de las iglesias protestantes organizadas. En aquel tiempo, los hermanos de Moravia y muchos otros padecieron persecución procedente de dos fuentes: la Iglesia Católica y las iglesias estatales. Estos hermanos fueron obligados a ir a Bohemia y acudir a Zinzendorf. Él tomó la iniciativa de establecer una vida de iglesia muy buena. Aunque la vida de iglesia en Bohemia no concordaba plenamente con la Biblia, se ajustaba mucho a ella.

LA ASAMBLEA DE LOS HERMANOS

Aproximadamente un siglo después, surgió la Asamblea de los Hermanos en Inglaterra. Ellos salieron completamente de las dos organizaciones existentes: tanto de las iglesias católicas como de las protestantes. Ellos abandonaron todo cuanto se relacionaba con las jerarquías y las denominaciones. Ésta fue una reacción muy prevaleciente en contra del sistema del papado, del sistema episcopal y del sistema protestante. Ellos hicieron gran énfasis en el Cuerpo. Sin embargo, ellos vieron muy poco en lo referido al principio que es propio de la

vida de resurrección con miras al Cuerpo. Por lo menos, ellos no vieron lo que vemos hoy con respecto a este asunto. No obstante, ellos sí vieron que la iglesia es el Cuerpo de Cristo e hicieron gran énfasis en el Cuerpo.

AUTORIDAD ESPIRITUAL

Posteriormente, surgieron cristianos buscadores que se concentraron en la vida interna. Ellos también reaccionaron en contra del sistema del papado y de la organización protestante. Como resultado, se produjo una condición de “irresponsabilidad” o “ligereza” entre los creyentes. Algunos cristianos buscadores empezaron a oponerse a toda clase de autoridad. Ellos no mostraban consideración ni respeto por nadie. Debido al surgimiento de formas democráticas de gobierno, otro factor que invadió la manera cristiana de pensar fue que la iglesia debía ser democrática.

El hermano T. Austin-Sparks comenzó a ver que la gran mayoría de cristianos descuidó el tema de la autoridad espiritual. Su entendimiento se basó en la autoridad espiritual en el contexto del Cuerpo de Cristo. Por ejemplo, en nuestro cuerpo físico existe autoridad en términos orgánicos, es decir, en términos de vida. Todos los miembros obedecen la autoridad de la cabeza. La cabeza dirige a todos los miembros del cuerpo. Comenzando con el hermano Sparks, se empezó a hacer énfasis en el tema de la autoridad espiritual. El hermano Nee también vio lo mismo; por tanto, escribió el libro titulado Autoridad espiritual. Yo jamás leí este libro, pues antes de que el hermano Nee escribiera el libro, él mismo conversó personalmente conmigo respecto a este asunto. Así pues, él conversó personalmente conmigo todo lo contenido en dicho libro.

Si recibimos cualquier enseñanza de manera descuidada, esto siempre podrá causar algún error ulterior. Muchos de los de afuera usan la enseñanza del hermano Nee con respecto al tema de la autoridad espiritual como base para ejercer no la autoridad espiritual, sino su propia autoridad en términos humanos. Ellos no ejercen autoridad alguna en términos de la vida divina, sino una autoridad basada en la organización. También entre nosotros hemos visto productos de tal error ulterior, pues en nuestro medio existe el pensamiento de que cierto hermano es el primero entre los colaboradores, o de que otro hermano es el primero entre los ancianos.

EN LA VIDA DIVINA

Debemos poner en práctica la vida de iglesia en conformidad con las instrucciones del Nuevo Testamento, no de manera legalista, sino de manera orgánica y con amor. Tenemos que darnos cuenta de que la vida de iglesia únicamente puede ser practicada correctamente en la vida divina y con amor. Cualquier instrucción dada por el Nuevo Testamento con respecto a la vida de iglesia debe ser cumplida en la vida divina. Si usted no está en la vida divina, ha dejado de ser partícipe de la vida de iglesia. La iglesia no es cuestión de organización ni de reglas, sino que ella depende completamente de la vida de resurrección.

La palabra vida, en el Nuevo Testamento y especialmente en las epístolas, significa vida de resurrección, la cual es el propio Cristo resucitado como Espíritu vivificante. Tenemos que practicar la vida de iglesia al permanecer en esta vida. Muchos cristianos yerran el blanco debido a que no le dan la debida importancia a dicha vida. A ellos les importa mucho el texto de las doctrinas e instrucciones de la Biblia. Ellos estudian las instrucciones y enseñanzas bíblicas con respecto a su religión, de la misma manera que un abogado estudia las leyes. Sin embargo, nosotros no debiéramos tomar la Palabra de Dios meramente como un escrito; más

bien, tenemos que empaparnos de su espíritu, y el espíritu del Nuevo Testamento es el propio Cristo resucitado como vida para nosotros. La constitución de la vida de iglesia no consiste en un número de reglamentos, tal como ocurre con la constitución de los Estados Unidos. La constitución de la vida de iglesia tiene como elemento constitutivo a la vida divina misma. Así pues, su elemento es la vida divina, es una cuestión de vida, y su elemento tiene que ser la vida. Cuando practicamos la vida de iglesia, tenemos que practicarla en la vida de resurrección.

EN AMOR

Además, tenemos que percatarnos de que la pequeña frase en amor es usada seis veces en el libro de Efesios (1:4; 3:17; 4:2, 15, 16; 5:2). Es posible captar los asuntos mencionados en Efesios y, aun así, no darle la debida importancia a esta breve frase: en amor. En Efesios Pablo exhorta a las esposas a sujetarse a sus esposos (v. 22). Sin embargo, Pablo no dice que las esposas deban sujetarse y que los esposos deban regir sobre ellas. Pablo dice que las esposas se sujetan y que los esposos aman (v. 25). Un esposo no debe regir sobre su esposa, sino amarla. Si lo primero que hace un esposo es regir sobre su esposa, comerá el fruto de la separación y finalmente se divorciará. La mejor manera en que un esposo puede tener la mejor esposa es amarla al máximo. Cuanto más la ame, mejor será ella. La peor de las esposas puede ser la mejor en virtud del amor que le prodigue su esposo.

La sujeción le corresponde a la esposa, pero al esposo no le corresponde regir sobre ella, sino amarla. Asimismo, la sujeción le corresponde a los creyentes, pero a los ancianos no les corresponde regir, sino amar. Cuando los ancianos tratan de gobernar, el resultado será “separación y divorcio”. Si los ancianos ejercen dominio sobre los santos de su localidad, comerán del fruto que esto les deparará en el futuro. Los ancianos tienen que aprender a amar. Cuanto más amen ellos, mejor. En la vida de familia, en la vida de iglesia y en la vida en nuestra comunidad, amar es lo mejor que podemos hacer. Tenemos que aprender esta lección: amar.

El hecho de que ellos se encargan de administrar y guiar les da a los ancianos cierta especie de autoridad para decir algo. Sin embargo, ellos tienen que recordar que no deben decir ni hacer nada sin amor. Dejen que el amor les proteja. Dejen que el amor los equilibre. Al ejercer el liderazgo que les corresponda, siempre deben hacerlo todo en amor. Al administrar, siempre díganlo y háganlo todo en amor. Esto es lo mejor. Esto protegerá la iglesia, resguardará a los santos y lo resguardará a usted.

NINGÚN GRUPO ESPECIAL

Además, los ancianos no deben dejar que ningún grupo especial se forme en la iglesia. Primero, como uno que lleva la delantera en la iglesia local, no debe ser práctica suya atraer a un pequeño número de santos para que ellos sean su gente, su grupo. Una vez que usted hace eso, abrirá la puerta para que surjan otros grupos. Nosotros, los seres humanos, somos muy proclives a hacer esto y tenemos gran capacidad para propiciar esto. El hecho de que sea uno de los ancianos y necesite de ayudantes podría servir para encubrir la formación de un pequeño grupo de seguidores. En realidad, ese grupo no solamente se convierte en un ayudante suyo, sino también en un “espía” suyo, que recolecta información para usted a fin de proteger sus intereses. Hace muchos años en China conocí una localidad en la que cinco ancianos formaron dos grupos. Esto sucede en cualquier clase de sociedad u organización, pero esto debería ser completamente desechado en la vida de iglesia. No tomen iniciativa alguna para formar un grupo. Esto corromperá la iglesia. Siempre que se produzca tal cosa en

su iglesia, de inmediato surgirán espías para cada bando. Las personas de cierto grupo siempre están recolectando información. Mientras ellos hacen esto, habrán otros que no están en grupo alguno, que también estarán recolectando información. Como resultado de ello, es probable que en la mayoría de reuniones de la iglesia, la principal ocupación de los santos sea la de recolectar información.

Todos amamos al Señor, todos amamos la iglesia y todos amamos el recobro. Es por esto que estamos en el recobro, pero como seres humanos tenemos debilidades propias de nuestra naturaleza caída. Nos gusta enterarnos de los asuntos que atañen a los demás y nos gusta mantenerlo todo en secreto. Además, nos gusta proteger nuestros propios intereses. Como resultado de ello, existe un elemento básico de competencia que nos compele a procurar ayudantes, especialmente cuando un hermano se convierte en anciano. Antes de convertirse en anciano, él no era nadie. Después, una vez que se ha convertido en anciano, esta persona piensa ser alguien. Entonces, de manera espontánea, se forma un grupo y, a veces, este grupo se forma debido a una necesidad muy positiva. Es posible que ustedes necesiten algunos ayudantes en su obra, pero cuando usted obtenga tal ayuda, tiene que esforzarse por evitar la formación de un grupo de seguidores; pues una vez que haga esto, se estará haciendo daño a usted mismo. Así, si bien usted obtiene temporalmente el beneficio y la ayuda requeridas, tal ayuda trae consigo muchos gérmenes corruptores.

Por la misericordia del Señor siempre he tenido ayudantes muy cercanos a mí, pero no he tenido un grupo íntimo de seguidores. He estado en los Estados Unidos laborando y viviendo aquí por más de veintidós años. Sin embargo, ninguno de los hermanos podría decir que es muy cercano al hermano Lee. Todo aquel que diga algo así, ha dejado el recobro. No tengo a nadie que sea muy cercano a mí. Todos los hermanos son uno conmigo “a cierta distancia”. La única persona con la cual usted debe tener tal cercanía, sin distancia alguna que los separe, debe ser su cónyuge. Si hay alguien además de su esposa con quien usted es cercano al punto de que no haya distancia entre ustedes, eso es corrupción. Dios ha dispuesto que solamente una pareja —el esposo y la esposa— deban ser absolutamente uno, incluso una sola carne, sin distancia alguna entre ellos. Entre esposo y esposa no solamente no hay distancia, sino que tampoco hay separación alguna. Un hombre y su mujer son una sola carne. Sin embargo, no debemos ser uno con nadie que no sea nuestro cónyuge, sin que haya alguna distancia.

Mantener cierta distancia de este modo, lo resguarda a usted y resguarda la obra del Señor de ser corrompida. Esto también salvaguarda la iglesia de ser arruinada y mantiene a sus ayudantes muy sanos en el Espíritu. Todos nosotros tenemos que orar: “Señor, ten misericordia de nosotros para que en la iglesia local donde estamos, no haya espía alguno”. No me refiero a los opositores, sino a los “partidos” que se forman al interior de una iglesia y que actúan como espías. Lamentablemente tengo que decir que en algunas localidades se ocupan en espiar incluso durante la reunión de la mesa del Señor. Tenemos que aniquilar tal práctica. Toda vez que alguien venga a usted a fin de hablarle de este modo, usted no debe dar lugar a tal conversación sino que, más bien, debe detenerla. Es por esto que siempre que hay chismes en la vida de iglesia, ello hace que el elemento de muerte se propague en todo lugar y a todas las personas.

También tenemos que darnos cuenta de que las hermanas, conforme a su naturaleza humana, son muy subjetivas y no pueden ser fácilmente objetivas del mismo modo que los hermanos. También tenemos que darnos cuenta de que tal subjetivismo siempre abre la puerta para que ingrese la corrupción en nuestro medio. Los hermanos no desarrollan tales amistades tan fácilmente, pero las hermanas sí. Sin habérselo propuesto, es posible que algunas hermanas formen espontáneamente un grupo. Si usted fuese a decirles a algunas de estas hermanas que

no formen tal clase de grupo en torno a ellas, ellas dirán: “¡Alabado sea el Señor! No tengo tal grupo”. En realidad, sin habérselo propuesto, ellas tienen un grupo así. Inmediatamente después de haber escuchado tales palabras de advertencia, probablemente una hermana vaya donde otra y le diga: “Los hermanos nos dieron a entender que nosotras, las hermanas, fácilmente formamos grupos. Yo no tengo ningún grupo, ¿tú tienes uno?”. Probablemente aquella hermana responda que no tiene grupo alguno. Sin embargo, en realidad, estas dos hermanas ya forman un grupo. Inmediatamente después que los hermanos comparten la palabra, esta hermana siempre irá a hablar del asunto con ciertas hermanas y no con otras. A la postre, estas dos hermanas y las otras en el grupo de ellas, comenzarán a comentar entre ellas cuán terrible es que los hermanos siempre estén menospreciando a las hermanas. Es posible que ellas incluso sostengan una “conferencia telefónica” que finalmente estará llena de comentarios negativos y chismes. Esto es corrupción y ruina. Por la misericordia del Señor, siempre debemos procurar evitar esto y ponerle fin. Esto no quiere decir que ustedes deban “declarar guerra” contra las hermanas involucradas en tal práctica. Como ancianos que llevan la delantera para pastorear la iglesia, para alimentar al rebaño, nosotros siempre debemos ministrar vida. Si mantenemos tal actitud de ejercitar nuestro espíritu a fin de ministrar vida al rebaño, la vida misma aniquilará los gérmenes.

CÓMO TRATAR A UNO QUE PRACTICA EL PECADO

Cuando los ancianos encargados de cuidar de la iglesia traten con alguien que practica el pecado, no debieran condenar a su familia. Si el que practica el pecado es un hermano, las medidas que tomemos deben afectarle únicamente a él; no debemos considerar a toda su familia como víctimas. Más bien, al tratar con un hermano que peca, tenemos que amar a su esposa y a sus hijos. Si este hermano no se arrepiente después de un largo, largo periodo de paciencia por parte de los ancianos y si él no abandona su vida de pecado, esto obligará a la iglesia a expulsarlo. No incluyan a su esposa y sus hijos en las medidas que tomen con respecto a dicho hermano; más bien, tienen que amar a su esposa e hijos aún más. No es tan fácil ni tan simple cuidar de la iglesia.

NO CONFIAR EN LOS HOMBRES SINO EN EL SEÑOR

No piensen que deben poder confiar completamente en sus ayudantes. Cuando el Señor Jesús eligió a los doce, Él escogió a Judas. Estoy convencido de que una de las lecciones que por medio de esto nos da el Señor, es que no debemos abrigar la esperanza de tener ayudantes en quienes podamos confiar plenamente. Siempre tenemos que poner nuestra confianza en el Señor (Jer. 17:5, 7). Romanos 3 también nos indica que nadie es digno de confianza y que únicamente Dios es veraz y fiel (v. 4). Únicamente Dios es fiel debido a que todos nosotros, seres humanos, somos débiles y egoístas. Quizás ustedes confíen en mí mucho, y siempre me alegra mucho que ustedes confíen en mí. Sin embargo, no pueden hacerme feliz todo el tiempo. Algo sucederá que hará que yo no esté contento con ustedes. Una vez que esto suceda, puede llegar a ser un factor que me afecte. Este pequeño factor podría crecer y crecer hasta que, finalmente, el descontento aumentará.

Esto nos muestra que no debemos poner nuestra confianza en el hombre, sino en el Señor. Esto evitará una gran cantidad de asuntos muy dañinos. Esto no solamente le protegerá, sino que además protegerá a aquel en quien usted confía. Aun cuando todos nosotros hemos sido regenerados y un número de nosotros hemos sido grandemente transformados, todavía somos humanos y todavía estamos en la vieja creación. Todos tenemos nuestras debilidades. No quisiera que ninguno de ustedes confiara absolutamente en mí. Yo no soy tan perfecto, ni apto ni capaz. Si usted confía plenamente en mí, sin reserva alguna, se estará retrasando. Además,

me destruirá, se destruirá a usted mismo y destruirá la situación entera. Ustedes tienen que considerar que yo simplemente soy un hombre. Tal vez yo sea un poco más capaz de lo que usted es, pero no soy todopoderoso. Es posible que yo sea un buen hermano, pero no soy absolutamente perfecto.

Por tanto, todos nosotros tenemos que tener cierta clase de cuidado y discernimiento. Debemos amarnos los unos a los otros y debemos confiar unos en otros; no obstante, tenemos que darnos cuenta de que todos seguimos siendo humanos. Confiar en demasía realmente hace daño. No confiar es erróneo, pero confiar completamente también es erróneo. No confiar completamente no quiere decir que usted no confíe. En la vida de iglesia, siempre debemos tener cuidado y consideración, pero esto no le da a usted ninguna base para abrigar sospechas. Todas las cosas siempre tienen dos facetas.

EL MATRIMONIO

Siempre debemos tener en mente que la función prevaleciente, la verdadera función que en los hechos desempeñan los ancianos consiste en ministrar vida, en alimentar a las personas. Con base en este principio, quisiera darles a conocer un asunto muy crucial y práctico. Los ancianos deben mantenerse alejados de los asuntos prácticos concernientes a la vida de los santos, tales como asuntos matrimoniales. Es posible que los santos, especialmente los más jóvenes, acudan a usted a fin de obtener ayuda con respecto al matrimonio, a su elección en el matrimonio, e incluso con respecto al cortejo. No quiero decir que nosotros, los de más edad, no debamos ayudarles, pero existe una gran tentación siempre que les ayudamos en estos asuntos. A la postre, podríamos terminar dirigiéndolos e, incluso, de alguna manera,controlándolos. Esto es muy peligroso.

Cuando ustedes, santos más jóvenes, acudieron a mí hace unos cuarenta y cinco años, yo siempre tenía ciertos principios y normas que quería comunicarles. Siempre tenía ciertas instrucciones listas, y confiaba plenamente en que mis principios eran verdaderamente correctos y prevalecientes. Después de cierto período de tiempo, aprendí a no hacer esto. Hoy en día, si alguien viene a mí para hablar sobre su matrimonio o su elección matrimonial, no me siento ni urgido ni interesado en aconsejarles. He aprendido a no aconsejar a los santos más jóvenes sobre la persona con la cual se deben casar. Incluso a mis parientes más cercanos les he dicho que simplemente confíen en el Señor con respecto a su matrimonio. Únicamente el Señor sabe quién es una buena pareja para otra persona. Nosotros no sabemos.

He visto muchos casos de hermanos maravillosos que se convirtieron en hermanos muy “feos” después de su matrimonio. Además, algunas hermanas muy gratas se convirtieron en personas diferentes inmediatamente después de su boda. Ha habido un buen número de casos como éste en la historia de la vida de iglesia. Hace unos cincuenta años, teníamos en China un grupo maravilloso de jóvenes estudiantes de medicina muy prometedores. Casi todos estos estudiantes de medicina fueron salvos. Un buen número de ellos se reunía con nosotros en la iglesia. Nosotros esperábamos grandes cosas de ellos, pero después de sus bodas la mayoría de ellos, gradualmente, se enfrió y no avanzó muy bien en el recobro del Señor. Esto fue debido principalmente a su matrimonio. Por tanto, en la vida de iglesia todo lo que podemos hacer con respecto al matrimonio de los jóvenes es ministrarles vida. Tenemos que ayudarles a buscar la dirección del Señor, a aprender a andar en el Espíritu, y también debemos ayudarles a no ser indulgentes consigo mismos dando lugar a sus concupiscencias, ni a sus propios gustos o preferencias. Esto es todo lo que podemos hacer. No debemos tratar de conducirlos a un matrimonio ni tratar de buscarles pareja.

Al invitar a un hermano y hermana a cenar juntos con el propósito de reunirlos, debemos hacerlo con la adecuada consideración. No hagan esto de manera descuidada ni subjetiva. Entre nosotros, no se debe ejercer ninguna clase de control con respecto al matrimonio de los santos más jóvenes. Estoy convencido de que ninguno de nosotros ejerce tal clase de control, pero existe la tentación que los de más edad entre nosotros piensen que pueden ayudar a los más jóvenes. Esto, sin embargo, es la mano del hombre, no la mano del Señor. No debemos tocar estos asuntos. Por ejemplo, una camisa blanca puede estar muy limpia, pero después que nosotros la hemos tocado por unos cinco días, se ensuciará debido a que nosotros la hemos tocado. Nuestras manos no están absolutamente limpias.

El asunto del matrimonio es muy complicado e intricado en extremo. Debemos intentar ser muy objetivos y procurar impartir vida a los más jóvenes. Jamás intente reunir a dos jóvenes sin ejercer sumo cuidado. Esto es peligroso. Tal vez a algunos de ustedes les parezca que en alguna ocasión hicieron esto y tuvieron gran éxito. Es posible que hayan tenido éxito en un matrimonio, pero ello no debe alentarlos a seguir practicando esto. No debemos abordar estos asuntos de una manera natural. Debemos dejar tales asuntos al Señor y orar por los involucrados. Debemos impartirles tanta vida como podamos a fin de ayudarles y jamás indicar qué hermano o hermana sería mejor para ellos. Si dejamos este asunto en las manos del Señor, le ahorraremos a la iglesia muchos problemas. Cuanto más los que llevan la delantera aborden el asunto del matrimonio, más se verán envueltos en tales asuntos. Esto es indicio de que la iglesia está enferma en cierto aspecto. Incluso al ayudar a los santos en sus empleos tenemos que ser muy cuidadosos. No quiero decir que no debemos ayudar a los santos en esta clase de asuntos; debemos ayudarles en todo asunto, pero tenemos que ser muy cuidadosos.

Por otro lado, cuando los ancianos se percaten de que un hermano joven y una hermana joven salen juntos de manera impropia, tienen que ayudarles. Deben decirles a los que estén involucrados que no es seguro en absoluto que un hermano joven esté con una hermana joven de manera descuidada. Además, los ancianos deben ayudarles a considerar su futuro. Ellos deben reflexionar sobre la necesidad de no comprometerse tan rápidamente antes de casarse. Ellos también tienen que considerar lo relativo a sus familias, sus padres, sus trabajos, su situación financiera y otras responsabilidades. Esto es una verdadera ayuda en lo referido a su vida humana. Algunas veces, los jóvenes son descuidados y se dejan llevar por su concupiscencia. Debemos ayudarles a aprender a orar con respecto a su matrimonio, así como a no ser indulgentes consigo mismos ni dar lugar a su concupiscencia. Tenemos que ayudarles en asuntos relacionados con la moral, la vida humana, la vida espiritual y el camino del Señor. Ellos son jóvenes en el Señor y necesitan esta clase de ayuda. Por un lado, no debemos interferir en sus vidas; por otro, tenemos que ayudarles en lo relacionado con la moral, con la vida, con su vivir humano, con respecto a cuidar de su futuro, con respecto a sus padres e, incluso, debemos ayudarles a orar y buscar al Señor con respecto a no elegir ellos mismos la persona con la cual deban casarse. Ellos deben ser ayudados a dejar este asunto en las manos del Señor. Como ancianos, debemos hacer esto debido a que pastoreamos al rebaño. Sin embargo, no debiéramos inmiscuirnos en su matrimonio ni debiéramos pensar que tenemos la capacidad requerida para buscarles pareja. Ayudar a los santos con el asunto de su boda es una “ayuda pura”; no hay nada de malo en ello. Ayudarles a firmar los documentos matrimoniales no quiere decir que nos esforcemos al máximo por reunirlos, pues el Señor ya los había reunido.

EL DINERO

Ahora trataremos el asunto de las finanzas, del dinero. No es fácil propiciar una condición financiera que sea de provecho para los santos. Siempre es bueno no reunir a los santos en torno a asuntos de dinero. El dinero es algo muy difícil de administrar. No deben pensar que simplemente debido a que somos hermanos en la vida de iglesia y que, como tales, nos amamos unos a otros, es correcto que hagamos negocios unos con otros. Como hermano de más edad, les aconsejaría no establecer relaciones financieras con otros hermanos. No se hagan socios de hermanos, ni mucho menos de hermanas. Quiero advertirles con base en mis propias experiencias del pasado.

Si usted ayuda a algún hermano a conseguir un préstamo de otro hermano, tiene que estar preparado a pagar usted mismo tal préstamo. Si usted no está preparado a pagar ese préstamo, no se inmiscuya en tales asuntos. Es mejor ser espiritual. Dígale al hermano que desea ese préstamo que usted orará por él. Es posible que dicho hermano esté convencido de que usted puede ayudarlo en ese asunto. Nuevamente les digo, sin embargo, no se involucren en asuntos relacionados con matrimonios o dinero. Debemos ayudar a los santos de modo tal que les traigamos provecho, pero ciertamente con ciertas limitaciones de orden práctico. Aun si recomendamos a cierto hermano para un trabajo, tenemos que hacerlo cuidadosamente. Estos son problemas propios de toda sociedad humana.

Somos personas regeneradas y amamos al Señor, pero los asuntos prácticos todavía nos acarrean problemas. Los asuntos más problemáticos en la sociedad humana están relacionados con el sexo, el dinero y los negocios. Si tales asuntos no formaran parte de la sociedad humana, todos los países disfrutarían de absoluta paz. Ninguno de los ancianos debiera involucrarse en estas tres cosas. No toquen los asuntos relacionados con el matrimonio, el dinero y los negocios sin ejercer sumo cuidado. Tenemos que amar a nuestros hermanos. Si podemos ayudar a cierto hermano, entonces podemos darle algo. Algunas de las iglesias ya han sufrido en estos asuntos, pero damos gracias al Señor que no han sufrido mucho. Cuanto más tiempo existe una iglesia en cierto lugar, mayores son las posibilidades de verse involucrados en estos tres asuntos. Todos estos asuntos pueden convertirse en tentaciones para los ancianos.

EN LA VERDAD, EN LA VIDA DIVINA Y EN EL AMOR

Por ser uno que lleva la delantera en la iglesia, usted siempre debe actuar, conducirse y practicarlo todo en la verdad, en la vida divina y en el amor. Esto será muy saludable. Tenemos que permanecer en estas tres cosas. Tenemos que darnos cuenta de que hay gérmenes en todo lugar. Nuestro cuerpo físico puede enfermarse fácilmente. Incluso mientras las frutas y los vegetales crecen en los cultivos, los agricultores se esfuerzan por encontrar la manera de proteger tales plantas de toda corrupción o contaminación. En la vida de iglesia ocurre lo mismo. La sociedad humana en su integridad está completamente enferma. Hay gérmenes en todo lugar. Si somos descuidados y no estamos estrictamente basados en la verdad, en la vida divina y en el amor, será muy difícil no contaminarse. Por eso debemos orar mucho, siempre ser muy cuidadosos y actuar con temor y temblor al relacionarnos con los hermanos y procurar ayudarles. Aprendan a siempre actuar con temor y temblor y hacerlo todo en la verdad, en la vida divina y en el amor. Entonces estarán protegidos. Esto no quiere decir que no tendrán problemas. Incluso una persona muy saludable puede enfermarse al ser un poco descuidada. A fin de mantenernos sanos, debemos ser muy cuidadosos todo el día. Si somos descuidados aunque sea sólo un poco, nos enfermaremos. Todos nosotros amamos al Señor, amamos Su recobro, amamos la vida de iglesia y amamos a todos los santos, pero no piensen que meramente tener un corazón amoroso es suficiente. Tenemos que ajustarnos a la

verdad, ser guardados en amor y siempre ayudar a otros en términos de la vida divina. Esto es seguro.

CAPÍTULO DIEZ

LA OBRA ENTRE LOS DE HABLA CHINA

LA INMIGRACIÓN COMO FACTOR

Desde 1983 nos hemos sentido guiados por el Señor a atender la obra entre los que hablan chino tanto en los Estados Unidos como en Canadá. Cuando vine por primera vez a los Estados Unidos, tuve el sentir claro de que no debía dedicar mucho tiempo a la obra entre los de habla china a fin de poder concentrarme en la obra de recobro entre los santos que hablan inglés. Todos hemos visto que dicha obra ha estado bajo la bendición del Señor. En 1967, sin embargo, hubo cambios en la ley de inmigración a los Estados Unidos, en virtud de los cuales se asignó una cuota anual de veinte mil inmigrantes chinos. Esto quiere decir que a partir de 1967, veinte mil personas chinas han venido a los Estados Unidos cada año. Para 1982 habrán venido aproximadamente trescientos mil chinos a los Estados Unidos. A partir de 1982, el gobierno de los Estados Unidos añadió otros veinte mil a la cuota de inmigrantes chinos. Esto se debió principalmente al restablecimiento de relaciones entre los Estados Unidos y la China comunista. Por tanto, desde 1982 han venido a los Estados Unidos unos cuarenta mil inmigrantes chinos cada año.

Algunos de estos inmigrantes chinos son estudiantes que procuran obtener un alto grado de estudios. Muchos de ellos ya poseen maestrías o doctorados en sus respectivos campos de estudio, y todos ellos ocupan altos cargos en sus respectivas profesiones. Otros inmigrantes incluyen a los parientes directos de estos profesionales, tales como sus padres, esposa, hermanos o hermanas. Además, hay otros inmigrantes que son personas ricas capaces de realizar inversiones en los Estados Unidos. A mi parecer, esta situación es una respuesta del Señor a las oraciones de tantos santos amados, incluyendo a aquellos buenos misioneros que fueron a China. Sus oraciones por el gran pueblo de China están siendo contestadas ahora. China estuvo cerrada al evangelio por muchos, muchos años. Muchas oraciones han sido ofrecidas al Señor por Sus santos fieles de tal modo que hoy, en esta tierra, los chinos son fácilmente conducidos al Señor. Esto es especialmente cierto de las personas que se encuentran en círculos universitarios, tales como las universidades y las escuelas de postgrado. Esto no solamente ocurre en un solo país, sino alrededor de toda la tierra. Incluso las personas ricas procedentes de China son fácilmente conducidas al Señor.

He estado observando la situación imperante entre los de habla china desde que vine a los Estados Unidos. Inmediatamente después que la nueva ley de inmigración entró en efecto en 1967, noté que algo sucedía con los ciudadanos o residentes de habla china en este país. Sin embargo, todavía no veía claramente que debía dedicar algún tiempo a atender este aspecto de la obra. Entonces, en 1980, se iniciaron reuniones para los de habla china en Anaheim. En 1983 comencé a percibir que el Señor nos dirigía a no perder la oportunidad de laborar entre los estudiantes de habla china que ahora se encontraban en todas estas universidades así como entre la comunidad china. Al presente, en los Estados Unidos hay aproximadamente un millón y medio de inmigrantes chinos, de los cuales aproximadamente una quinta parte, unos trescientos mil, viven en California. De éstos, aproximadamente ciento cincuenta mil viven en el área de Los Ángeles. Además, un gran número de estos se han establecido en el condado de Orange, en California. Por esto, hay muchas “iglesias chinas” en el sur de California.

NUESTRA COOPERACIÓN EN LA OBRA

A lo largo de los años, no hemos laborado mucho entre los de habla china. Debido a esto, hemos perdido un número de ellos. Entre tales inmigrantes de China que llegaron durante todos estos años, había un buen número de santos que estuvieron con nosotros en Taiwán y en Hong Kong. Cuando ellos vinieron a este país, fueron esparcidos. Debido a que no nos esforzamos mucho por cuidar de ellos, se perdieron. Todos los jóvenes entre ellos, los cuales estaban estudiando en las escuelas, se convirtieron en factores prevalecientes entre los grupos de cristianos chinos que se encuentran esparcidos en este país. Debemos percatarnos de que casi en todas las regiones de los Estados Unidos hay estudiantes oriundos de China en las universidades así como asociaciones cristianas de estudiantes chinos que se reúnen en el idioma chino. Dondequiera que haya estudiantes oriundos de China, se forma una asociación cristiana que tiene comunión en el idioma chino. Muchos de los oradores y líderes en estas asociaciones provienen de las iglesias en Taiwán o de la iglesia en Hong Kong. Esto quieredecir que ellos estuvieron con nosotros. Unos pocos entre estos son disidentes, pero la mayoría de ellos todavía están en pro del recobro del Señor.

Esta situación nos condujo a reconsiderar nuestra actitud. Comenzando en 1983, nos pareció que no podíamos continuar sin prestar la debida atención a esta parte de la obra. De otro modo, sufriríamos gran perjuicio. Durante este último año, hemos celebrado dos conferencias en el idioma chino; a la primera asistieron unas mil cien personas, y a la segunda, unas mil doscientas a mil trescientas. En el curso de ese mismo año, de 1983 a 1984, veintinueve reuniones en el idioma chino han surgido en las iglesias locales. El número de personas que asiste a estas reuniones en el idioma chino también aumenta constantemente. Un número significativo de iglesias puede dar testimonio de cómo el Señor ha bendecido esto y cómo esto ha llegado a ser de ayuda para la iglesia en sus respectivas localidades.

Me parece que nuestra cooperación con el Señor en esta obra es de crucial importancia. Por supuesto, ésta no es una obra directa con los que hablan inglés. Sin embargo, estoy persuadido que debido a que la mayoría de esta generación joven de inmigrantes chinos ha obtenido maestrías y doctorados, cuando ellos sean salvos, sean ganados por el Señor y sean entrenados en la economía neotestamentaria, la verdad del recobro será transmitida por medio de ellos a las personas que hablan inglés. La situación actual entre nosotros es que los de habla china, la comunidad en general y los estudiantes, están muy abiertos al evangelio. Además, varias de aquellas asociaciones cristianas que tienen comunión en el idioma chino utilizan nuestros materiales y tienen nuestros libros. Tenemos que darle seguimiento a lo dispuesto soberanamente por el Señor. Esta situación ha sido propiciada por el Señor en Su soberanía. Esto no quiere decir, sin embargo, que vayamos a establecer iglesias chinas; más bien, esto quiere decir que al establecer las iglesias locales tomamos en cuenta a todo pueblo y linaje.

EL PROBLEMA DEL IDIOMA

Las reuniones en el idioma chino se han hecho necesarias debido a que un número significativo de inmigrantes —que son parientes o padres de los jóvenes profesionales— no saben mucho inglés. Es posible que hablen suficiente inglés como para desenvolverse en sus negocios, pero tienen un verdadero problema cuando se trata de comprender un mensaje dado en una reunión cristiana; además, se les hace muy difícil escuchar los testimonios y no pueden alabar u orar de modo tal que expresen libremente sus sentimientos hacia el Señor. Debido a esta situación, estos cristianos oriundos de China han sufrido mucho. Como resultado de ello, ellos tuvieron que congregarse con otros en torno al idioma chino. Algunos de sus hijos continúan viniendo a nuestras reuniones, pero ellos mismos no vienen a nuestras reuniones debido a que no pueden entender nada de lo que se dice en ellas. Así pues, tales personas mayores se ven obligadas a asistir a otras reuniones cristianas que se celebran en el idioma

chino. Esto nos muestra que existe la necesidad de que confrontemos este problema que es la barrera del idioma.

Además de esto, incluso las generaciones más jóvenes conformada por aquellos que se graduaron de escuelas estadounidenses continúan teniendo problemas con el idioma. Ellos, al igual que sus mayores, también pueden desenvolverse en el idioma inglés con suficiente soltura en sus negocios o centros educativos; pero, cuando se trata de escuchar un mensaje, les resulta difícil hacerlo en el idioma inglés y, asimismo, les resulta difícil orar o alabar al Señor. Esto los hace sentir torpes o incómodos y llega a ser un impedimento para ellos. Pero en cuanto nuestras reuniones en el idioma chino comienzan a celebrarse en sus localidades, ellos de inmediato se alegran y se sienten libres. Incluso aquellos que se graduaron de universidades estadounidenses se sienten muy felices y libres. Entonces, ellos pueden decir todo lo que desean decir en sus oraciones, alabanzas y testimonios. Algunos de los santos angloparlantes que han asistido a conferencias impartidas en el idioma chino y que tuvieron que usar audífonos para recibir la traducción correspondiente, han aprendido a identificarse con sus hermanos de habla china. Ahora ellos conocen por propia experiencia el sufrimiento que representa usar audífonos en las reuniones y comprenden mejor el problema. Estos santos angloparlantes han testificado que ahora están calificados para identificarse con tantos santos de habla china que tienen que usar audífonos en todas las reuniones para recibir la traducción. Esto verdaderamente es un sufrimiento. Nuevamente, podemos ver la necesidad que hay.

REUNIONES EN EL IDIOMA CHINO,NO IGLESIAS CHINAS

Tenemos que comprender que no estamos estableciendo iglesias chinas. Estas reuniones que se celebran en el idioma chino forman parte de la iglesia local, y dichas reuniones siguen estando bajo el mismo cuerpo de ancianos. Esto forma parte integral de la iglesia local y no se trata de iglesias independientes. En algunos lugares los santos tal vez se sientan incómodos al respecto. Quizás ellos sientan que esto podría hacer que la iglesia en su localidad se convierta en una iglesia china. Además, es posible que algunos de los santos no estén contentos al ver que en un mismo edificio se celebren dos reuniones de la mesa del Señor: una en chino en el segundo piso, y otra en inglés en el primer piso. Probablemente ellos no comprendan cómo es posible que una sola iglesia pueda celebrar dos clases de reuniones de la mesa del Señor al mismo tiempo. Esto podría llegar a ser algo que cause cierta molestia a ciertos santos.

Los ancianos deben esforzarse al máximo por explicar esta situación a los santos. Esto se realiza íntegramente en beneficio de los intereses del Señor. Todas las iglesias pueden testificar que los santos que celebran sus reuniones en chino han fortalecido a las iglesias locales. Estas reuniones han sido positivas y han fortalecido a la iglesia. De hecho, esta clase de reuniones no sólo constituye una ayuda para aquellos en la iglesia que sólo hablan chino, sino que, indirectamente, es de ayuda para los santos que sólo hablan inglés. Esto es algo positivo para la iglesia en cuanto al crecimiento, a la ayuda financiera y a la función que ejercen los miembros. Esto ha significado y sigue representando una verdadera ayuda para el recobro del Señor. Tal vez convendría celebrar una vez al mes una reunión de la mesa del Señor en la que participen tanto los santos que hablan inglés como los que hablan chino. Por tanto, por lo menos una vez al mes todos deberán reunirse para mantener una atmósfera de “entremezcla”. Esto también podría ser de mucho beneficio.

Cuando hablamos de reuniones en el idioma chino, queremos recalcar la palabra idioma. No consideramos que éstas sean reuniones chinas, lo cual tendría como base el grupo étnico al que pertenecen sus participantes; más bien, esta reunión tiene como base el idioma de los que

se reúnen. Hemos dejado bien en claro que cualquier persona que pueda desenvolverse con soltura en el idioma inglés para efectos de su participación en la reunión, tiene que asistir a la reunión celebrada en el idioma inglés. Las reuniones que celebremos en el idioma chino no dependen del grupo étnico al que pertenecen sus participantes, sino del idioma que ellos hablen. Así pues, todo aquel que pueda comunicarse en el idioma chino puede asistir libremente a las reuniones en las que se habla este idioma.

LA OBRA EN LAS UNIVERSIDADES

Esperamos que el Señor haga surgir un número de jóvenes bilingües que puedan servir a tiempo completo. Estos jóvenes serían muy útiles saliendo a visitar todas las universidades. Además, si el Señor lo desea, durante el verano celebraremos conferencias y entrenamientos. Los que sirven a tiempo completo podrían salir a visitar las universidades a fin de laborar en tales “plantaciones”. Cuando el verano llegue, habrá llegado el fin del semestre escolar; entonces, todas estas personas que se hayan logrado cosechar, probablemente podrán dedicar unas dos semanas a asistir a una conferencia y a un entrenamiento sobre la vida cristiana. Entonces, ellos retornarán a las aulas universitarias como semillas que son sembradas nuevamente para producir una nueva cosecha. También esperamos poder tener un período más largo de entrenamiento, tal vez de dos a tres meses, a fin de adiestrar a los que estén dispuestos a tomar alguna responsabilidad en la obra entre los que hablan el idioma chino y en las reuniones en dicho idioma. Además, todos los que sirven a tiempo completo también necesitarán de esta clase de entrenamiento.

Debido a esta situación, sentimos que podría ser muy provechoso establecer hogares cercanos a los recintos universitarios. Quizás una de estas casas podría ser designada como “el centro estudiantil chino”. No necesitamos usar la palabra cristiano al referirnos al centro estudiantil, porque recibimos también a los incrédulos. Esta clase de centro estudiantil chino ayudaría a los nuevos estudiantes que vienen de Hong Kong y, sobre todo, de Taiwán. Ellos son nuevos en los Estados Unidos y no saben adónde ir o qué hacer con respecto a diversos asuntos prácticos. Con un centro así, cercano al recinto universitario, podríamos ayudar a estos estudiantes e incluso hospedarlos. De una manera espontánea, el anfitrión de esta casa podría suministrarles cierta ayuda con el evangelio. Esto le daría al Señor la oportunidad de cosechar a muchos de ellos. Siento que ésta es una oportunidad preciosa de seguir al Señor. Entonces podríamos hacer algo para Su mover hoy en esta tierra. Esta obra también tendrá un gran efecto sobre la comunidad de habla inglesa. Todos necesitamos orar por esto.

LA SOBERANÍA DEL SEÑOR

El Señor es verdaderamente soberano sobre la situación mundial. Debido a los cambios políticos ocurridos en la China continental, un número significativo de chinos emigraron a Taiwán y nosotros estuvimos entre ellos. El Señor llevó a cabo una obra maravillosa en aquella isla. En diez años, el Señor obtuvo unos cincuenta mil. La razón por la cual pudimos reunir a más de mil santos de habla china en una de nuestras primeras conferencias aquí, fue debido a que muchos de ellos procedían de Taiwán. El hecho de que el número de inmigrantes chinos a los Estados Unidos haya aumentado de veinte mil a cuarenta mil es otro factor que influye en el mover del Señor. Todo esto fue dispuesto por el Señor en Su soberanía. Son muchos los chinos que vienen anualmente a los Estados Unidos, y entre ellos hay muchos santos muy queridos. El Señor ha preparado soberanamente a estas personas para que vinieran a los Estados Unidos. Estoy convencido de que uno por uno, todos ellos se convertirán en un factor fortalecedor del recobro del Señor en los Estados Unidos. Reitero, esto es algo que soberanamente procede del Señor.

RECOBRAR A LOS QUE PERDIMOS

Entre los inmigrantes chinos que viven en los Estados Unidos, varios miles de ellos proceden de las iglesias locales. Entre éstos, únicamente unos dos mil están en las iglesias locales en los Estados Unidos y en Canadá. Esperamos que mediante esta obra entre los que hablan el idioma chino, muchos de ellos sean traídos de regreso al recobro del Señor. Algunos de ellos ya regresaron en el curso del año pasado. Esto es también algo por lo cual tenemos que orar.

CAPÍTULO ONCE

NUESTRA ACTITUDHACIA LOS OTROS CREYENTES

NUESTRA VISIÓN

A partir de 1920, el Señor realmente nos ha abierto Su Palabra, principalmente por medio del hermano Watchman Nee. Según lo que el Señor nos ha mostrado a través de Su Palabra santa, diría que el testimonio del Señor en la era del Nuevo Testamento es Cristo como Aquel que es todo-inclusivo. Él no sólo es la corporificación del Dios Triuno (Col. 2:9) sino también un Hombre, la Cabeza de la vieja creación (Ef. 1:22; Col. 1:15b). Como Aquel que efectuó la redención para nuestra salvación, Él es el Redentor (Jn. 1:29; 1 P. 1:18-19), y Él es también el Salvador (Lc. 2:11; Jn. 4:42). Al morir en la carne y resucitar en el Espíritu, Él llegó a ser el Espíritu vivificante (1 Co. 15:45). En resurrección, Él llegó a ser la Cabeza de la nueva creación. Él era la Cabeza de la vieja creación, pero, como el Cristo resucitado, Él produjo la iglesia y llegó a ser la Cabeza de la iglesia, que es Su Cuerpo (Col. 1:18). Él está ahora en el trono, y ha sido coronado y entronizado como el Cristo y Señor de todos (Hch. 2:36; 10:36). Con respecto a la iglesia, Él regresará como el Novio (Jn. 3:29; Ap. 19:7); con relación al mundo, Él vendrá como el Juez (2 Ti. 4:1); y con respecto al pueblo de Israel, Su pueblo escogido, Él vendrá como el Salvador (Ro. 11:26). Luego, Él será el Rey del universo entero durante el milenio (Ap. 20:6; 19:16). En esto podemos ver que Cristo es todo-inclusivo.

El propósito de Dios es forjar a este Cristo en Su pueblo escogido (Gá. 1:16a; 2:20a; 4:19) a fin de hacer de ellos Su nueva creación (2 Co. 5:17; Gá. 6:15) y otorgarles la filiación divina (Ef. 1:5; Gá. 3:26), para que sean así miembros regenerados (Jn. 3:6) y transformados (2 Co. 3:18) del Cuerpo de Cristo (1 Co. 12:27). Este Cuerpo es la iglesia en esta era (Ef. 1:22-23a) que lo expresa en la tierra en muchas ciudades como iglesias locales (Ap. 1:11), las cuales no son organizaciones ni tampoco poseen la naturaleza de la vieja creación. El Cristo resucitado es su elemento constitutivo (Col. 3:11; 1 Co. 12:12). Esto es lo que el Señor nos ha mostrado en los años pasados.

UNA GRAN DISCREPANCIA

El Señor, por Su misericordia, abrió nuestros ojos para que pudiéramos ver esta visión. Una vez que comparamos la cristiandad con la visión que el Señor nos había mostrado, vimos que había una gran discrepancia, una enorme diferencia entre ambos. Pudimos ver que hay tres categorías de cosas que no concordaban con las Escrituras ni con la visión que el Señor nos había mostrado en Su santa Palabra.

División

La primera discrepancia que vimos tenía que ver con la división. Lo que el Señor nos había mostrado en la visión de Su santa Palabra, era que el Dios único había escogido, salvado y regenerado un solo pueblo para que sea el Cuerpo único de Cristo, la única iglesia de Dios. Sin embargo, al observar la cristiandad, vimos división tras división en casi cada ciudad. En ocasiones incluso vimos divisiones en una misma calle. Cierta calle llegó a llamarse la calle del “mercado de iglesias”. Cuando comparamos lo que habíamos visto con la situación actual, la discrepancia nos estremeció. Nosotros éramos jóvenes que buscábamos al Señor de una manera pura conforme a Sus santas Escrituras, así que la discrepancia que vimos nos estremeció.

Organización

Basándonos en esto, también vimos otro asunto en la cristiandad que no encontramos en la Biblia: la organización. En la Biblia no encontramos la organización humana. Como pueblo escogido de Dios, todos hemos renacido de Dios y hemos obtenido Su filiación divina. De este modo, hemos llegado a ser el Cuerpo orgánico de Cristo. Este Cuerpo es orgánico; es un organismo en todo sentido, y no una organización. ¿Cómo podría este Cuerpo orgánico ser una organización humana? Esto nos perturbó mucho cuando lo comparamos con la revelación que habíamos recibido. Las organizaciones del cristianismo constituían la segunda categoría de cosas con las que sencillamente no podíamos estar de acuerdo, debido a la visión que habíamos recibido.

Tradiciones

El tercer asunto que no concordaba con la visión que habíamos recibido en las Escrituras, fue el asunto de las tradiciones. Por la misericordia del Señor, Él nos cautivó cuando éramos estudiantes. Amábamos al Señor y amábamos la Biblia. Profundizamos en la Biblia, y en pocos años, el Señor nos dio una visión clara. Luego, cuando volvimos a ver el cristianismo, vimos divisiones, organización humana y tradiciones. En el cristianismo escuchamos un poco acerca del nombre de Jesucristo, el Hijo de Dios, y escuchamos un poco del evangelio superficial, pero rara vez escuchamos que se enseñasen las verdades bíblicas; en lugar de ello, encontramos muchas tradiciones. Ésta es la razón por la cual el Señor nos levantó a nosotros, a fin de que actuáramos con firmeza para iniciar algo nuevo fuera de las divisiones, y sin organización humana ni tradiciones que no concuerdan con las Escrituras.

PONER EN PRÁCTICASER PORTADORES DEL TESTIMONIO DE DIOS

EN CALIDAD DE REMANENTE QUE HA RETORNADO

Entonces comenzamos a reunirnos con toda pureza y valentía en concordancia con la Biblia. Éste fue el comienzo. No sabíamos mucho, pero vimos divisiones, organizaciones y tradiciones en el cristianismo, lo cual no podíamos imitar si queríamos estar de acuerdo con la pura Palabra de Dios. Amábamos al Señor y amábamos Su Palabra. Queríamos entregarle nuestra vida a Él. Nuestro primer amor era el Señor y Su verdad. Estos fueron nuestros inicios. Entonces el Señor nos puso en contacto con algunos de los misioneros más destacados. Por medio de ellos vinimos a conocer una serie de libros cristianos, entre los cuales estaban todos los clásicos así como libros de historia de la iglesia y biografías que abarcaban desde el segundo siglo hasta el presente. Todos estos escritos sirvieron de confirmación adicional para nosotros.

Desde un principio nos dimos cuenta de que a pesar de las divisiones, organizaciones y tradiciones, había un gran número de cristianos genuinos esparcidos en esas divisiones. Comprendimos que el Cuerpo del Señor incluía a todos estos creyentes auténticos. Incluso en la Iglesia Católica vimos un número de creyentes auténticos, y también los considerábamos miembros de la iglesia así como nuestros amados hermanos y hermanas. Por un lado, comenzamos a reunirnos por nosotros mismos, estando plenamente conscientes de que los queridos creyentes genuinos esparcidos en la Iglesia Católica y en las denominaciones protestantes eran nuestros hermanos. Los reconocíamos como tales y los amábamos. Nos dimos cuenta de que el Cuerpo del Señor en calidad de iglesia de Dios no solamente estaba compuesto por nosotros, sino también por todo auténtico creyente, de entre los cuales, nosotros apenas representábamos una pequeña porción. Por otro lado, también nos dábamos

cuenta de que ellos no permanecían en la vida de iglesia apropiada. Al comienzo, no vimos el auténtico terreno de la iglesia, pero aun así comprendíamos que muchos de nuestros amados hermanos no permanecían en la vida de iglesia apropiada. Ellos habían sido esparcidos en divisiones y en sus organizaciones con todas sus respectivas tradiciones.

Ante esta coyuntura, el Señor nos mostró el tipo del Antiguo Testamento representado por los hijos de Israel que fueron esparcidos en Siria, Egipto y Babilonia. Cuando Dios vino a llamarlos de regreso a Su tierra elegida, muy pocos respondieron. La mayoría de ellos permaneció en el cautiverio. El Antiguo Testamento nos permitió darnos cuenta de que estas personas que volvieron para edificar el templo que había sido destruido, constituían el remanente del pueblo de Dios. La mayoría de los hijos de Israel permaneció en tierras paganas y únicamente un pequeño número, un remanente, retornó a la tierra elegida de Dios.

Entendimos este tipo y nos consideramos a nosotros mismos como el cumplimiento de tal tipo. Nosotros éramos el remanente del pueblo de Dios que había retornado al propósito original de Dios, mientras que tantos otros creyentes genuinos habían sido esparcidos y permanecían en el cautiverio. Amamos a nuestros hermanos y deseamos que ellos tomen este camino. Al mismo tiempo, en el Antiguo Testamento el remanente que retornó amaba a quienes todavía permanecían en cautiverio. Ellos tenían la expectativa de que muchos de los que estaban en cautiverio retornarían para unírseles por causa del testimonio de Dios. Los que retornaron comenzaron de inmediato a edificar el templo. El tamaño de este templo no era como el del templo original; no obstante, en principio, era el mismo templo y era considerado como el testimonio de Dios. Dios honró lo que ellos hicieron debido a que Él estaba con ellos y Su gloria estaba allí.

Esta visión y entendimiento fortaleció nuestra fe. Creíamos que, aun cuando éramos pocos, nosotros éramos el testimonio de Dios que había sido recobrado. Este testimonio es la morada de Dios, la cual está llena de Su gloria. Teníamos la certeza de que la gloria de Dios estaba con nosotros. Espero que podamos ver esto: que incluso en aquel tiempo, nosotros, los hermanos, estábamos claros con respecto a nuestra actitud hacia los cristianos que no se reunían con nosotros. Nosotros nos habíamos dado cuenta de que todos ellos eran miembros del Cuerpo de Cristo. Les amábamos, pero ellos estaban esparcidos y permanecían en el cautiverio. No solamente les amábamos, sino que también teníamos la expectativa de que ellos vendrían a unírsenos a fin de ser portadores del testimonio de Dios.

Éste es el segundo punto de nuestra actitud hacia los otros cristianos. El primer punto es que hemos visto la visión de Dios y, por la visión de Dios, pudimos darnos cuenta de la verdadera condición en la que se encuentra el cristianismo de hoy. Con base en esta visión, pusimos en práctica ser portadores del testimonio de Dios en calidad de remanente que ha retornado.

Sin duda alguna, Dios nos había dado Sus verdades. Al exponer cualquier versículo, nos remitíamos directamente al texto en griego. No estudiamos el griego, pero teníamos diccionarios, glosarios y concordancias que nos ayudaban en nuestro estudio. El hermano Nee tomó la iniciativa de afirmar que puesto que el Señor nos había dado las verdades en esta era, teníamos que salir y comunicar estas verdades a los de las denominaciones. Probablemente yo fui la persona que realizó esta labor más que todo el resto. Se me envió a viajar de una provincia a otra y de una ciudad a otra por todo el norte de China. Dondequiera que iba se me daba una calurosa bienvenida debido a que presentaba la verdad que la mayoría de ellos jamás había escuchado. El resultado que vi, sin embargo, no fue muy alentador. Esto era como sacar agua de un pozo muy profundo para derramarla sobre la tierra. La tierra se moja quizás por el

lapso de un día, y después, al día siguiente, toda el agua retorna al mismo lugar de donde fue sacada.

Debido a la invasión japonesa de China, muchos de nosotros fuimos esparcidos, y me di cuenta de que aquella obra no era tan beneficiosa para el recobro del Señor. Por tanto, cambié mis conceptos y no salí, sino que permanecí en mi pueblo natal Chifú por aproximadamente cinco años, de 1938 a 1943. Esto resultó en un avivamiento en Chifú. Por medio de todas estas experiencias, hemos aprendido mucho. Debido a la situación política después de laguerra, yo no podía permanecer en el norte, así que los hermanos me pidieron que fuese al sur a quedarme con ellos en Nanking y en Shanghai. En Shanghai me reuní nuevamente con el hermano Nee y le presenté todo cuanto había experimentado y visto, incluyendo todo lo concerniente al aspecto práctico de la vida de iglesia. Él confirmó plenamente todas las cosas respecto de las cuales tuve comunión con él.

Debido a que pusimos en práctica con éxito la vida de iglesia tanto en Chifú como en Shanghai, yo estaba completamente ocupado. Estuve en Shanghai durante menos de dos años y medio, desde finales de 1946 hasta comienzos de 1949. Yo permanecía principalmente en Shanghai y pasaba parte del tiempo en Nanking. Estaba tan ocupado que no tenía tiempo para realizar ninguna otra obra; no tenía tiempo para ponerme en contacto con otros cristianos que no se reunían con nosotros. Estaba completamente ocupado en predicar el evangelio, enseñar la Biblia, edificar a los santos y edificar la iglesia. En esos dos años y medio estaba completamente dedicado a desempeñar la función de un anciano, aun cuando no era un anciano. Aunque no lo hacía todo por mí mismo, también tuve que encargarme de asuntos administrativos. Así pues, estaba completamente ocupado.

Entonces, hubo un cambio en la situación política del país; dicho cambio nos obligó a dejar China e ir a Taiwán. Cuando llegamos a Taiwán, comenzamos una obra que fue muy bendecida por el Señor, así que, nuevamente estuve más que ocupado. Con frecuencia, también iba de Taiwán a las Filipinas. Pasaba aproximadamente dos tercios de mi tiempo en Taiwán, y el resto de mi tiempo lo pasaba en las Filipinas. A partir de 1950 comencé a publicar una revista en el idioma chino que se titulaba El ministerio de la palabra. Esta revista continúa siendo publicada en el presente. En aquellos días, yo mismo componía los artículos y editaba mensajes que había dado a fin de que fuesen publicados en esta revista. Además, recibí un poco de ayuda de parte de los hermanos para escribir algunos artículos sobre la historia de la iglesia así como algunos mensajes del evangelio. Esto muestra nuevamente que yo estaba completamente ocupado.

Esto no quiere decir que yo no tenía la intención de salir y tener contacto con otros cristianos, sino que, simplemente, no tenía tiempo para ello. Una vez se celebró una reunión de oración para damas en Taipei. La mayoría de esas damas eran esposas de altos funcionarios del gobierno. La esposa del presidente de la nación era quien presidía tales reuniones. Se me invitó dos veces a hablar a ese grupo. En sus oraciones, ellas clamaban al Señor con toda sinceridad. Ellas confesaban sus pecados, suplicaban la misericordia del Señor y oraban por la isla de Taiwán. Después de su reunión de oración, les dirigí algunas palabras. Debido a que estaba tan ocupado, ésta fue una de las pocas ocasiones en las que fui a hablar a un grupo de cristianos que no se reunían con nosotros. Incluso esto, sin embargo, es prueba contundente de que nosotros no cortamos toda comunicación con los otros cristianos ni tampoco los excluíamos.

Algunas personas podrían preguntar: “¿Por qué usted no es uno con ellos?”. En realidad, somos verdaderamente uno con ellos en Cristo; sin embargo, debido a las divisiones, las

organizaciones y las tradiciones, no es posible para nosotros ser uno con ellos en términos prácticos. Además, debido a que hemos visto la visión del tipo en el Antiguo Testamento concerniente a que el remanente del pueblo de Dios es portador del testimonio de Dios, no podemos retornar al cautiverio a fin de unirnos a nuestros queridos hermanos que todavía siguen en cautividad. Lo que podemos hacer —y esperamos que muchos de los hijos del Señor hagan— es tomar Su Palabra, dejar el cautiverio y retornar a fin de que seamos uno. Entonces nos regocijaremos con ellos. Ésta es la postura que hemos adoptado, ésta es la situación en la que nos encontramos y ésta es nuestra actitud al respecto.

No negamos que hay miles y miles de creyentes auténticos esparcidos entre las denominaciones; los amamos a todos y quisiéramos compartir con ellos todas las verdades que hemos recibido del Señor, si ellos estuvieran abiertos a esto. Durante el tiempo que viajé por el norte de China, en 1937, todas las denominaciones estaban dispuestas a escucharme. Las iglesias de la Misión al interior de China estaban especialmente abiertas a recibirme y escucharme. Fue con ellos que tuve mi primer estudio del libro de Hebreos basándome en el libro de Andrew Murray titulado The Holy of Holies [El Lugar Santísimo]. También se me dio la bienvenida entre los presbiterianos, los bautistas sureños y los episcopalianos. Todos ellos estaban abiertos a recibirme. Incluso hoy en día estoy muy ocupado con el ministerio a las iglesias; sin embargo, si las denominaciones estuvieran abiertas a recibirme, dedicaría algún tiempo para ir y compartir con ellos las verdades que el Señor nos ha revelado. No somos sectarios ni tenemos una mentalidad estrecha, pero lamentablemente, ellos no están abiertos a nosotros.

Ciertamente reconocemos que todo auténtico creyente es nuestro hermano o hermana en el Señor. Además, admitimos plenamente que no somos los únicos miembros del Cuerpo de Cristo. Nosotros simplemente somos una pequeña parte de dicho Cuerpo, así como los cautivos que retornaron a Jerusalén en el Antiguo Testamento eran apenas un pequeño remanente de todo el pueblo elegido de Dios. Más aún, estamos abiertos a todos los cristianos, a los cuales consideramos muy queridos. Si el tiempo nos lo permitiera y ellos estuvieran abiertos a nosotros, yo mismo tomaría la iniciativa de ir y compartir con ellos la verdad. Nosotros ciertamente amamos a todos los hijos del Señor y nos gustaría compartir con ellos todas las verdades que hemos recibido del Señor, las mismas que hemos experimentado y disfrutado.

Algunos tal vez nos pregunten: “¿Por qué no invitan a otros a venir a sus reuniones y dar mensajes?”. Nosotros hicimos esto en el pasado. Cierto hermano particular compartió la palabra en mi entrenamiento por un número de semanas. Yo le pedí a él que diera un mensaje todos los días. Esto demuestra que nosotros estamos abiertos a los demás. Además, estando en la isla de Taiwán, yo le escribí una carta de invitación a T. Austin-Sparks, quien estaba en Londres, y él nos visitó dos veces. Sin embargo, dejamos de invitarle pues en su segunda visita él intentó derribar el terreno de nuestra obra, el cual es el terreno único de la unidad para la práctica de la iglesia.

Nuestra actitud consiste en estar abiertos a todos los santos. No consideramos que solamente nosotros somos los miembros del Cuerpo de Cristo. Lo más que consideramos es que somos miembros del Cuerpo de Cristo que hemos retornado al terreno original y único de la unidad y que estamos firmemente establecidos aquí en calidad de remanente de Dios. La diferencia entre otros cristianos y nosotros es que ellos todavía permanecen en el cautiverio, mientras que nosotros hemos retornado al terreno apropiado y único de la unidad. Nosotros estamos abiertos a todos los creyentes, pero no estamos dispuestos a colocarnos en el lugar de

cautiverio donde ellos han permanecido. No podemos unirnos a ellos en aquel lugar debido a que es un lugar de cautiverio, que está lleno de divisiones, organizaciones y tradiciones.

PREDICAR EL EVANGELIO, ENSEÑAR LA VERDADY MINISTRAR VIDA

Durante estos últimos veinte años, el Señor ha establecido Su recobro en los Estados Unidos. El Señor nos ha hablado continuamente, en especial al abrirnos el Nuevo Testamento, un libro tras otro. Tenemos que tomar la responsabilidad de propagar todos estos tesoros que el Señor nos ha mostrado en Su Palabra santa. Tenemos que difundir estos tesoros al predicar el evangelio a los que no son salvos, al enseñar la verdad a los que son salvos y al ministrar la vida divina a los que buscan del Señor. Todos los santos que han retornado al terreno único y apropiado de la unidad tienen que tomar esta responsabilidad. Por esto tenemos que entrenar a todos los santos con las verdades preciosas que hemos recibido del Señor a fin de que todos ellos estén calificados y sean aptos para difundir estas verdades al predicar el evangelio, enseñar la verdad y ministrar vida a las personas. Nosotros no solamente amamos a los cristianos que no se reúnen con nosotros, sino que también amamos a todo ser humano. El Señor ama al mundo, y nosotros tenemos que ser iguales. Amamos al mundo al predicarles el evangelio y amamos a nuestros hermanos cristianos, pese a que ellos no están con nosotros, al enseñarles la verdad y ministrarles vida.

Todos debemos tener un claro panorama con respecto a la práctica establecida por el Señor en Su recobro. Entonces, podremos manifestar la actitud apropiada. Jamás debemos ser sectarios y siempre debemos estar abiertos a todas las personas. No solamente debemos estar abiertos a todos los cristianos, sino también a todos los incrédulos. Debido a que hemos recibido la misericordia del Señor y ahora somos un pueblo portador del testimonio de Dios en Su verdad y en Su vida, tenemos que aprender a estar todo el tiempo abiertos a todo cristiano, enseñándoles la verdad y ministrándoles la vida divina. Cuando usted conozca a otros cristianos, no se sienta fastidiado por el hecho de que ellos son cristianos en las divisiones. No cambie su actitud hacia ellos, sino, más bien, manténgase abierto a ellos. Presénteles las verdades y minístreles la vida divina. Procuren no considerar, pensar o sentir que ellos son diferentes de los santos que están con nosotros debido a que ellos también son nuestros compañeros como creyentes en Cristo.

Finalmente, jamás debemos procurar hacer proselitismo entre los cristianos que están en las divisiones. Por otro lado, siempre tenemos que esforzarnos al máximo por predicar el evangelio, enseñar la verdad y ministrar vida. Dejen que los otros cristianos hagan sus propias elecciones con respecto al asunto de la iglesia. El testimonio del Señor no depende de que se logre congregar un gran número, sino de la realidad en términos de Su vida. Aun cuando nosotros seamos pocos en número, si vivimos la realidad de la vida de Cristo, éste es el testimonio de Jesús. Aun si congregásemos unos veinte millones de santos, si carecemos de la realidad de la vida de Cristo, no habría testimonio alguno; tal número carecería de significado. Por esto mi sentir es que no debemos prestar excesiva atención al incremento numérico. Creo que si realmente vivimos la vida de Cristo como nuestra realidad, el incremento se producirá. Debemos vivir tal clase de testimonio. Entonces todas las iglesias en toda la tierra serán portadoras del mismo testimonio y llevarán a cabo el único ministerio del Nuevo Testamento para establecer la misma iglesia neotestamentaria como el Cuerpo de Cristo. Entonces, adondequiera que las personas vayan, verán la misma cosa. Ellos verán diversas clases de personas, diversos pueblos, diversidad de rangos y diferentes sociedades, pero todos ellos reuniéndose juntos, portando el mismo testimonio y siempre hablando una misma cosa. Ellos verán personas que hablan una misma cosa en muchos idiomas diferentes y que son

portadoras del auténtico testimonio de Jesús. Aun cuando seamos pocos, esto sigue siendo algo prevaleciente a los ojos de Dios.

Espero que esta comunión nos ayude a tener un espíritu apropiado y a tener una actitud adecuada hacia los otros creyentes. Tenemos que aprender a amarlos e, incluso, a amar a todo ser humano. Nuestra práctica debe consistir en amar a nuestros vecinos, a nuestros compañeros de escuela y a todos nuestros amigos.

Cuando otros cristianos nos pregunten dónde tenemos comunión, no debemos pretender ser alguien que no somos. Debemos ser francos y decirles quiénes somos. Depende de ellos continuar abiertos a nosotros o cerrarse a nosotros. Independientemente de su reacción, nosotros seguiremos amándolos y no disputaremos con ellos. Tenemos que tomar nuestra responsabilidad. Tenemos que aprender a predicarles el evangelio, presentarles la verdad y ministrarles vida. Si hacemos estas tres cosas, los que nos rodean recibirán algo. No necesitamos defendernos de lo que se dice en contra de nosotros. Es mejor que desde el principio les digamos a las personas que nos reunimos en una iglesia local la cual recibe mucha ayuda del ministerio de Witness Lee. Si ellos le responden con algún comentario negativo, no discuta con ellos. Ustedes tienen que presentarles un claro panorama de las verdades bíblicas que el Señor nos ha mostrado. Tal vez ustedes puedan compartir Juan 3:14 con ellos. Ustedes podrían decirles que el Señor Jesús se aplicó a Sí mismo el tipo de la serpiente de bronce, mostrando que cuando Él estaba en la carne, tenía “la semejanza de la carne de pecado” (Ro. 8:3), esto es, la forma de una serpiente de bronce. Dígales que cuando Cristo, nuestro Redentor, estaba en la cruz, Él fue levantado como una serpiente de bronce en el desierto. Su presentación de esta verdad bíblica causará gran impacto en ellos. Si usted diariamente le presenta la verdad de este modo a su colega en el trabajo, él será subyugado e iluminado. Finalmente, él estará completamente abierto al ministerio que usted recibe debido a que se dará cuenta de que la verdad está allí.

Éste es uno de los principales factores debido a los cuales convoqué este entrenamiento con carácter de urgencia. Aquellos que asumen responsabilidad en las iglesias tienen que darse cuenta de que tenemos que cambiar nuestro proceder a fin de conducir plenamente a los santos a todas las verdades de la economía neotestamentaria de Dios. Si adiestramos a los santos, ellos serán capacitados para predicar el evangelio, enseñar la verdad y ministrar vida. No tenemos que permanecer en nuestras prácticas antiguas según las cuales las personas se reúnen con nosotros por un número de años y, aun así, no logran ser perfeccionadas para ministrar a los demás. Tal vez ellos sientan aprecio por las reuniones y el ministerio, pero todavía no son capaces de presentar la verdad a otros. Quiera el Señor traer a todos los santos en todas las iglesias plenamente a toda la verdad, y que todos los santos en el recobro del Señor sean personas con la capacidad y la habilidad para predicar el evangelio, enseñar la verdad y ministrar vida a los demás a fin de llevar a cabo la economía neotestamentaria de Dios con miras a la edificación del Cuerpo de Cristo.