Estilos de desarrollo y medio ambiente en AmØrica Latina ...

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Revista Virtual REDESMA octubre 2007 Estilos de desarrollo y medio ambiente en América Latina, un cuarto de siglo después (parte II) Nicolo Gligo* División de Desarrollo Sostenible y Asentamientos Humanos CEPAL * Este documento fue preparado por Nicolo Gligo en el marco del proyecto de colaboración entre la CEPAL y la cooperación del gobierno de Suecia a través de la Agencia Sueca de Cooperación para el Desarrollo Internacional (SIDA): “Training Pro- gram for Improved Environmental Management for Latin America and the Caribbean (SWE/02/081)”. El documento que se presenta en este número cuenta con la autorización de Nicolo Gligo. En este, se presentan los capítulos 4 a 7 del trabajo “Estilos de desarrollo y medio ambiente en América Latina, un cuarto de siglo después”. Serie Medio Ambiente y Desarrollo Nro. 126. 2006. CEPAL.

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Revista Virtual REDESMAoctubre 2007

Agradecimientos a autores de artículos de laRevista

Los artículos para el presente número han sido selec-cionados en función de su contribución a una re-flexión sobre las áreas protegidas desde diferentesaristas.

En ese sentido, presentamos nuestros agradecimien-tos a Nicolo Gligo, porque la 2da parte de su artículoproporciona el contexto en el cual se desarrolla latemática ambiental y de recursos naturales en gene-ral.

A Francisco Vasquez, por su propuesta para una con-ceptualización más integradora, un lenguaje y unenfoque más apropiado para integrar desde una pers-pectiva territorial sobre la biodiversidad, las biocultu-ras y el territorio, en una diversidad que facilite unaapropiación efectiva del ecosistema y la creación defuturo.

A Francisco Fonturbel, por su contribución a enri-quecer la visión de las áreas protegidas a través de laincorporación del análisis de la fragmentación delhábitat, con categorías de manejo mixtas en Bolivia.

Asimismo, a Susan Poats y David Suárez, por loselementos enriquecedores de la gestión de áreas pro-tegidas en Ecuador, acordes con la desconcentracióny descentralización en ése país.

Al Servicio Nacional de Áreas Protegidas (SERNAP,Bolivia) por su informe sucinto de la evolución de lasáreas protegidas y la gestión compartida en éste país.

A Marcos Amend, John Reid y Claude Gascon, porcontribuir a la divulgación de experiencias concretasde los beneficios económicos generados y retenidosen áreas protegidas en una región de la amazoníabrasileña.

A Guillermo Castro, a través de la UICN, por recogery poner a disposición de gestores de éstas áreas natu-rales, la experiencia en un área protegida en el Perú.

A la UICN Regional Sur, FAN, FUNDESNAP, PU-MA, en fin, que entre otras entidades más, han puesto

a disposición de la Revista, material que contribuye acomplementar la reflexión sobre el tema.

Estilos de desarrollo y medioambiente en América Latina,un cuarto de siglo después(parte II)

Nicolo Gligo*

División de Desarrollo Sostenible y Asentamientos HumanosCEPAL

* Este documento fue preparado por Nicolo Gligo en el marco del proyecto de colaboración entre la CEPAL y la cooperacióndel gobierno de Suecia a través de la Agencia Sueca de Cooperación para el Desarrollo Internacional (SIDA): “Training Pro-gram for Improved Environmental Management for Latin America and the Caribbean (SWE/02/081)”. El documento que sepresenta en este número cuenta con la autorización de Nicolo Gligo. En este, se presentan los capítulos 4 a 7 del trabajo“Estilos de desarrollo y medio ambiente en América Latina, un cuarto de siglo después”. Serie Medio Ambiente y DesarrolloNro. 126. 2006. CEPAL.

Áreas Protegidas: Apuntes para una nueva visión [Marthadina Mendizábal]

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Estilos de desarrollo y medio ambiente en América Latina, un cuarto de siglo después (parte II) [Nicolo Gligo]

IV. Universidades de América Latinay medio ambiente: una relación defi-citaria

El proyecto “Estilos de desarrollo y medio ambienteen la América Latina” abordó muy limitadamente laproblemática del rol de la universidad latinoamerica-na en la evolución del desarrollo de la región, ni enlas particularidades derivadas de la relación de éstecon la dimensión ambiental. Un aporte muy intere-sante referido eso sí a la evolución del pensamientoecológico, lo hizo en este proyecto Jaime Hurtubiaseñalando algunos déficit en la formación universita-ria de la región derivadas de la falta de definición delo que a sea fecha se entendía por ecología y ecólogo,y la ausencia de un examen epistemológico de laecología (Hurtubia, 1980). Otro aporte lo hace Amil-kar Herrera, como se verá más adelante.

No cabe duda que el tratamiento de este tema conrelación al medio ambiente ha sido marginal, y plan-tea desafíos, partiendo de la base de la necesaria vi-sión histórica de la evolución del rol que han cumpli-do las universidades de la región. Solamente hay unserio y sostenido trabajo del módulo “Universidad yMedio Ambiente” realizado en los ochenta y parte delos noventa, y que formaba parte de los programas de

la Red de Formación Ambiental de la Oficina regio-nal de América Latina y el Caribe del PNUMA. Fue-ra de eso, nada más. La manifiesta laguna dejada porel pensamiento ambiental en este ámbito merece ana-lizarlo y profundizarlo.

Historia, evolución y medio ambiente

Salvando particularidades y reconociendo excepcio-nes, hay elementos comunes en la evolución de lasuniversidades que permiten generalizar con relacióna que sus roles han sido, en una medida importante,conformados por la estructuración dependiente de lospaíses de la región que afecta a todas las institucionesnacionales y, por ende, a la Universidad.

La consolidación de los Estados soberanos en el siglopasado indujo a buscar formas para afirmar las iden-tidades nacionales. Por ello que en la etapa de conso-lidación de nuestros países la Universidad se expan-dió y se convirtió en una institución en constantetransformación, en la búsqueda de opciones políticasy culturales que diesen viabilidad a las nacientes re-públicas. El derecho como expresión de la necesidadciudadana de plasmar las aspiraciones de la sociedadse vertió a las aulas en facultades pioneras que nosólo fueron fuentes de leyes y reglamentos, sino porsobre estas labores, se convirtieron en semilleros de

Resumen

Entre 1978 y 1980 se desarrolló un proyecto en la CEPAL denominado “Estilos de desarrollo y medio ambiente en laAmérica Latina”, orientado al análisis de la relación del desarrollo con el medio ambiente. Marcó las líneas de estu-dios y de asesorías a los países de la región de la Unidad Conjunta CEPAL/PNUMA de Desarrollo y Medio Ambiente,que durante veinte años contribuyó a la conceptualización de la relación desarrollo y medio ambiente que alimentótanto al avance del tema ambiental en los países de América Latina y el Caribe, como a la propia asesoría brindadapor la CEPAL. No obstante lo mucho que se ha hecho, el desarrollo de la región latinoamericana sigue teniendo altosgrados de insustentabilidad. Por ello que es conveniente reflexionar sobre lo que se planteó y delineó como trayecto-ria probable hace un cuarto de siglo. El continente no es el mismo, ni su desarrollo, ni su medio ambiente. Muchasiniciativas ambientales prosperaron pero otras se desvanecieron el camino. El discurso del medio ambiente, en el queaparecía éste como una dimensión contestataria y contraria a la expansión natural del sistema, muchas veces se dilu-yó, otras hizo mella, pero en no contadas ocasiones fue cooptado por el sistema. Quedan aún muchas deudas y desafí-os ambientales. Una de estas deudas es hacer la reflexión un cuarto de siglo después que el citado proyecto presentósus estudios. Ese es el objetivo de este trabajo.

políticas y lugar de encuentro de la discusión de losavatares y posibilidades de cada nación.

Paralelamente se empezaron a desarrollar las cien-cias: la medicina se expandió y a finales de siglo laagronomía recogió el conocimiento de naturalistaseuropeos que habían traído la inquietud científica deeste continente. La ingeniería se desarrolló en formaespectacular obviamente sobre la base de la influen-cia europea. Puentes, caminos, obras de riego, inge-niería urbana, etc., hicieron que la enseñanza de inge-niería sea preocupación permanente de las universi-dades de la región.

Los impresionantes avances científico–tecnológicosde fines de siglo y comienzos del actual influyeronnotoriamente en el quehacer universitario, apagándo-se paulatinamente el interés por el desarrollo de lasciencias naturales clásicas de los recursos de la floray de la fauna.

No obstante la dependencia cultural científica, expli-cable en una etapa como la descrita, las universidadesasumieron su rol de conducción del cambio de lassociedades latinoamericanas. La efervescencia segestó, en primer lugar, exigiendo el cambio desdeadentro, clamando para que sean las universidadeslas que rompan con la dependencia. Muchos plantea-mientos se debatieron en distintas universidades de laregión, pero hay uno que por su contenido, en algunamedida aún vigente, y por su lucidez y visión futuris-ta es de especial importancia: el Manifiesto Liminarde la Reforma Universitaria de Córdoba, Argentina,en 1918.

La Primera Guerra Mundial marcó un compás deespera. La fase interguerra ya hacía vislumbrar elpeso cada vez mayor del modelo tecnológico depen-diente en el cambio de la orientación y del rol que laestructura de poder nacional le trató de imponer a lasuniversidades de la región.

La expansión del dominio norteamericano se tradujoen la adopción del estilo de desarrollo de este país,basado en los paradigmas del mercado y en estructu-ras de consumo que son copiados por los estratoseconómicos altos.

No es fácil asociar la incorporación de la dimensiónambiental en el quehacer histórico de las distintasetapas vividas por las universidades de la región. Enmayor o menor medida la dimensión ambiental haestado siempre incorporada a la investigación y do-cencia universitaria, en forma dispersa, implícita ygeneralmente bajo otras denominaciones.

Las etapas pioneras de los naturalistas que tratabande entender el medio ambiente físico, aportaron sus-tanciales conocimientos del comportamiento ecosis-témico y permitieron pronosticar disturbios, adver-tencia que desafortunadamente no fue tomada encuenta.

El estilo de desarrollo dependiente permeó, transfor-mó, desestructuró formas anteriores, desintegró lasorganizaciones nacionales y aculturizó a un segmentosignificativo de la población. Este estilo basado en laespecialización del trabajo y su consecuente eficien-cia, se tradujo en la organización de la cultura, lacapacitación y la formación universitaria de alto gra-do de especificidad. Por ello que nuestras universida-des, acorde a sus grados de dependencia, adoptaronsistemas de estudios desarticulados de la realidadnacional. De esta forma también se configuraron sis-temas formales e informales de integración entre loscientíficos de América Latina y los centros de inves-tigación del norte. Las carreras académicas se gesta-ron a través de publicaciones del norte y generalmen-te en función de los intereses foráneos.

En esta etapa predominó la tendencia denominadaprofesionalizante, en donde el sistema educativo pasóa constituirse en un elemento estratégico fundamentalen la estructura de dominación y donde, a la Univer-sidad se le trató de imponer el rol de proveedora deprofesionales clásicos que demanda el mercado deuna sociedad claramente estratificada. Es la etapa enque muchas universidades se orientaron para respon-der adecuadamente a este rol que contribuyó a consti-tuir la élites intelectuales de cada país, que los incor-poró dándoles a través de leyes una serie de privile-gios por el sólo hecho de recibir un título. Estas uni-versidades, aisladas de la sociedad, encerradas en símismas y calificadas por el poder de turno en funciónde su eficiencia en la producción de profesionales, se

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Estilos de desarrollo y medio ambiente en América Latina, un cuarto de siglo después (parte II) [Nicolo Gligo]

IV. Universidades de América Latinay medio ambiente: una relación defi-citaria

El proyecto “Estilos de desarrollo y medio ambienteen la América Latina” abordó muy limitadamente laproblemática del rol de la universidad latinoamerica-na en la evolución del desarrollo de la región, ni enlas particularidades derivadas de la relación de éstecon la dimensión ambiental. Un aporte muy intere-sante referido eso sí a la evolución del pensamientoecológico, lo hizo en este proyecto Jaime Hurtubiaseñalando algunos déficit en la formación universita-ria de la región derivadas de la falta de definición delo que a sea fecha se entendía por ecología y ecólogo,y la ausencia de un examen epistemológico de laecología (Hurtubia, 1980). Otro aporte lo hace Amil-kar Herrera, como se verá más adelante.

No cabe duda que el tratamiento de este tema conrelación al medio ambiente ha sido marginal, y plan-tea desafíos, partiendo de la base de la necesaria vi-sión histórica de la evolución del rol que han cumpli-do las universidades de la región. Solamente hay unserio y sostenido trabajo del módulo “Universidad yMedio Ambiente” realizado en los ochenta y parte delos noventa, y que formaba parte de los programas de

la Red de Formación Ambiental de la Oficina regio-nal de América Latina y el Caribe del PNUMA. Fue-ra de eso, nada más. La manifiesta laguna dejada porel pensamiento ambiental en este ámbito merece ana-lizarlo y profundizarlo.

Historia, evolución y medio ambiente

Salvando particularidades y reconociendo excepcio-nes, hay elementos comunes en la evolución de lasuniversidades que permiten generalizar con relacióna que sus roles han sido, en una medida importante,conformados por la estructuración dependiente de lospaíses de la región que afecta a todas las institucionesnacionales y, por ende, a la Universidad.

La consolidación de los Estados soberanos en el siglopasado indujo a buscar formas para afirmar las iden-tidades nacionales. Por ello que en la etapa de conso-lidación de nuestros países la Universidad se expan-dió y se convirtió en una institución en constantetransformación, en la búsqueda de opciones políticasy culturales que diesen viabilidad a las nacientes re-públicas. El derecho como expresión de la necesidadciudadana de plasmar las aspiraciones de la sociedadse vertió a las aulas en facultades pioneras que nosólo fueron fuentes de leyes y reglamentos, sino porsobre estas labores, se convirtieron en semilleros de

Resumen

Entre 1978 y 1980 se desarrolló un proyecto en la CEPAL denominado “Estilos de desarrollo y medio ambiente en laAmérica Latina”, orientado al análisis de la relación del desarrollo con el medio ambiente. Marcó las líneas de estu-dios y de asesorías a los países de la región de la Unidad Conjunta CEPAL/PNUMA de Desarrollo y Medio Ambiente,que durante veinte años contribuyó a la conceptualización de la relación desarrollo y medio ambiente que alimentótanto al avance del tema ambiental en los países de América Latina y el Caribe, como a la propia asesoría brindadapor la CEPAL. No obstante lo mucho que se ha hecho, el desarrollo de la región latinoamericana sigue teniendo altosgrados de insustentabilidad. Por ello que es conveniente reflexionar sobre lo que se planteó y delineó como trayecto-ria probable hace un cuarto de siglo. El continente no es el mismo, ni su desarrollo, ni su medio ambiente. Muchasiniciativas ambientales prosperaron pero otras se desvanecieron el camino. El discurso del medio ambiente, en el queaparecía éste como una dimensión contestataria y contraria a la expansión natural del sistema, muchas veces se dilu-yó, otras hizo mella, pero en no contadas ocasiones fue cooptado por el sistema. Quedan aún muchas deudas y desafí-os ambientales. Una de estas deudas es hacer la reflexión un cuarto de siglo después que el citado proyecto presentósus estudios. Ese es el objetivo de este trabajo.

políticas y lugar de encuentro de la discusión de losavatares y posibilidades de cada nación.

Paralelamente se empezaron a desarrollar las cien-cias: la medicina se expandió y a finales de siglo laagronomía recogió el conocimiento de naturalistaseuropeos que habían traído la inquietud científica deeste continente. La ingeniería se desarrolló en formaespectacular obviamente sobre la base de la influen-cia europea. Puentes, caminos, obras de riego, inge-niería urbana, etc., hicieron que la enseñanza de inge-niería sea preocupación permanente de las universi-dades de la región.

Los impresionantes avances científico–tecnológicosde fines de siglo y comienzos del actual influyeronnotoriamente en el quehacer universitario, apagándo-se paulatinamente el interés por el desarrollo de lasciencias naturales clásicas de los recursos de la floray de la fauna.

No obstante la dependencia cultural científica, expli-cable en una etapa como la descrita, las universidadesasumieron su rol de conducción del cambio de lassociedades latinoamericanas. La efervescencia segestó, en primer lugar, exigiendo el cambio desdeadentro, clamando para que sean las universidadeslas que rompan con la dependencia. Muchos plantea-mientos se debatieron en distintas universidades de laregión, pero hay uno que por su contenido, en algunamedida aún vigente, y por su lucidez y visión futuris-ta es de especial importancia: el Manifiesto Liminarde la Reforma Universitaria de Córdoba, Argentina,en 1918.

La Primera Guerra Mundial marcó un compás deespera. La fase interguerra ya hacía vislumbrar elpeso cada vez mayor del modelo tecnológico depen-diente en el cambio de la orientación y del rol que laestructura de poder nacional le trató de imponer a lasuniversidades de la región.

La expansión del dominio norteamericano se tradujoen la adopción del estilo de desarrollo de este país,basado en los paradigmas del mercado y en estructu-ras de consumo que son copiados por los estratoseconómicos altos.

No es fácil asociar la incorporación de la dimensiónambiental en el quehacer histórico de las distintasetapas vividas por las universidades de la región. Enmayor o menor medida la dimensión ambiental haestado siempre incorporada a la investigación y do-cencia universitaria, en forma dispersa, implícita ygeneralmente bajo otras denominaciones.

Las etapas pioneras de los naturalistas que tratabande entender el medio ambiente físico, aportaron sus-tanciales conocimientos del comportamiento ecosis-témico y permitieron pronosticar disturbios, adver-tencia que desafortunadamente no fue tomada encuenta.

El estilo de desarrollo dependiente permeó, transfor-mó, desestructuró formas anteriores, desintegró lasorganizaciones nacionales y aculturizó a un segmentosignificativo de la población. Este estilo basado en laespecialización del trabajo y su consecuente eficien-cia, se tradujo en la organización de la cultura, lacapacitación y la formación universitaria de alto gra-do de especificidad. Por ello que nuestras universida-des, acorde a sus grados de dependencia, adoptaronsistemas de estudios desarticulados de la realidadnacional. De esta forma también se configuraron sis-temas formales e informales de integración entre loscientíficos de América Latina y los centros de inves-tigación del norte. Las carreras académicas se gesta-ron a través de publicaciones del norte y generalmen-te en función de los intereses foráneos.

En esta etapa predominó la tendencia denominadaprofesionalizante, en donde el sistema educativo pasóa constituirse en un elemento estratégico fundamentalen la estructura de dominación y donde, a la Univer-sidad se le trató de imponer el rol de proveedora deprofesionales clásicos que demanda el mercado deuna sociedad claramente estratificada. Es la etapa enque muchas universidades se orientaron para respon-der adecuadamente a este rol que contribuyó a consti-tuir la élites intelectuales de cada país, que los incor-poró dándoles a través de leyes una serie de privile-gios por el sólo hecho de recibir un título. Estas uni-versidades, aisladas de la sociedad, encerradas en símismas y calificadas por el poder de turno en funciónde su eficiencia en la producción de profesionales, se

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Dos procesos tuvieron especial relevancia: por unlado la revolución cubana con su marcada influenciaideológica que cuestionó el sistema capitalista, suestructuración internacional y por ende, el rol de lasinstituciones que conformaban nacional e internacio-nalmente su base de poder y, por otro lado, llegó aAmérica Latina, el oleaje de las reformas universita-rias del viejo mundo de 1967-68, especialmente lasfrancesas y californianas.

Esta “universidad crítica” fue la universidad compro-metida con los cambios estructurales para asumir elliderazgo como producto de la capacidad de sus inte-lectuales, del dominio de la ciencia y del deber bási-co de la universalización del conocimiento. Es launiversidad que debe generar la investigación denuestra cultura, que debe detectar la investigaciónrequerida que permite desligarse de la dependenciacientífica y tecnológica; la que debe traducir losavances de otras sociedades a términos útiles para laregión, la que debe transmitir la liberación y el criti-cismo en la docencia que ellos importen y la que de-be impulsar a la sociedad hacia la creatividad de nue-vos paradigmas para el desarrollo integral de ella.

Es lógico deducir que esta universidad no pudo co-existir en sociedades que le demandaban otro rol. Porello que dentro de las universidades latinoamericanasse polarizaron los planteamientos y se enfrentaronposiciones correspondientes a grupos que trataron demantener las formas de universidad profesionalizanteversus grupos que tendían claramente hacia formasde universidad crítica. Es posiblemente en el territo-rio sudamericano donde se produjo en forma másclara esta ideologización acorde a las transformacio-nes estructurales –Perú, Bolivia, Chile, Ecuador,Uruguay marcaron claramente esta etapa. Brasil sólopuede vivir la etapa de la universidad crítica. En Ar-gentina el criticismo e incluso el ideologismo se ma-nifiestó enmascarado por las dictaduras. México asu-mió las particulares formas de sus especiales condi-cionantes políticas. Venezuela con sus universidadescríticas, aunque ideologiza en alguna medida, trató deconsolidar su democracia y autonomía con el recuer-do latente de su anterior larga dictadura.

En los países centroamericanos las universidadescontinuaron su histórico rol de semillero de revolu-cionarios y libertarios, pero también de mártires yexiliados. Costa Rica y en ciertas épocas Panamáhicieron excepción con formas similares a los suda-mericanos.

Aunque en la etapa crítica se cuestionó a la universi-dad para que deje de ser instrumentalizada, aún latemática del medio ambiente no emergió con la fuer-za necesaria como para convertirse en un factor decambio importante. Sin embargo, no son pocas lasvoces que se alzaron para señalar la indiferencia aca-démica frente a la apropiación y abuso de los recur-sos naturales y a la marginalidad de las cada vez másgrandes ciudades latinoamericanas.

La universidad crítica fue seguida por un lapso máspequeño por la “universidad ideologizante”, en variospaíses de la región. Para vastos sectores de las uni-versidades estás debían jugar un rol contingente en lalucha política sobre todo en la popularización y pro-letarización en que se sumergieron varios países.

El corto período de esta “universidad ideologizante”no permitió descubrir cambios notorios en relacióncon la temática ambiental. Sin embargo, el plantea-miento de recuperación de la propiedad de los recur-sos naturales básicos de manos extranjeras posibilitóla discusión sobre el rol de los recursos naturalesrenovables y no renovables y puso sobre la mesa deanálisis, distintos e importantes temas como las tasasde extracción de los recursos naturales, las proyec-ciones de las reservas, el deterioro de los recursosnaturales renovables debido a la sobreexplotación,los términos de intercambio de las materias primas ylos efectos sociales y ambientales de la posesión ex-tranjera de los recursos.

La ideologización dejó paso en muchos países de laregión a quizás la etapa más difícil que debieron en-frentar: la etapa de la “universidad acrítica”. Fue tam-bién la época donde empezó a haber una concienciadifusa de la problemática ambiental. La poca reper-cusión de los importantes conceptos vertidos en elproyecto de CEPAL “Estilos de desarrollo y medioambiente en la América Latina” es posible que hayan

Estilos de desarrollo y medio ambiente en América Latina, un cuarto de siglo después (parte II) [Nicolo Gligo]

gestó en un medio estático, sin cuestionamiento delestilo de desarrollo inoperante.

Esta expresión del quehacer universitario se fue im-pregnando en las sociedades latinoamericanas, queaceptaron el hecho de que sus universidades debenser una máquina de producción de profesionales enfunción de la demanda del mercado. Así el estudianteingresó a la universidad para obtener un título que lesignificase un estatus económico–social superior. Laextracción de estos, generalmente de familias sinproblemas económicos, les impidió ver sus obligacio-nes para la sociedad. En esta etapa fueron los contri-buyentes los que financiaron prácticamente toda laeducación de estos estudiantes por la gratuidad de lasuniversidades estatales.

Se intensificó la dependencia, lo que evidentementerepercutió en la estructuración de currícula y en laformación de docentes. Se profundizó la formacióncientífica, pero en muchas ocasiones ésta estuvo re-ducida al periscopio necesario para apuntar haciadeterminadas tecnologías que interesaban ser difundi-das en los países. Sin embargo afloraron continua-mente las contradicciones y los conflictos propios deorganismos que reunían comunidades académicas deamplio conocimiento y que recibían año a año la re-novación producida por las nuevas hornadas estu-diantiles.

En esta etapa se expandió la investigación y, aunqueello significó un avance significativo, se tradujo, enmuchas ocasiones, en una mayor dependencia inte-lectual y tecnológica. En el decenio del 50 y parte del60 crecieron las universidades latinoamericanas;hubo más docentes, más laboratorios, más cupos deingreso, pero persistió el carácter profesionalizante,los problemas en los procesos de democratización yel ingreso discriminado de los postulantes.

En la etapa netamente profesionalizante el medioambiente sufrió un retroceso, ya que se aislaron a lasciencias en torno a cada profesión. Siendo la dimen-sión ambiental un campo intercientífico entre lasciencias sociales y las naturales que permite analizarlos conflictos y armonías de la sociedad con su entor-no físico, en esta etapa la formación predominante en

las universidades de la región no buscó la explicaciónde las formas de uso de los recursos naturales y elmedio ambiente. Sin embargo, la dramática situacióndel atraso y pobreza rural repercutió en la excepcióna esta tendencia, ya que en varios países se realizaronexhaustivos estudios universitarios sobre las estructu-ras y sistemas agrarios que permitieron argumentarcientíficamente en pro de los procesos de reformaagraria.

La tecnocratización que se sumó a la universidadprofesionalizante repercutió también para incorporaren forma inadecuada la dimensión ambiental, porque,para muchos académicos, la innovación tecnológicapasó a convertirse en la base del desarrollo. Es unaetapa en que se hipertrofió la técnica como la absolu-ta dominadora de la naturaleza sin considerar la otracara de la medalla: el deterioro del medio ambiente yel agotamiento de los recursos naturales.

Las profesiones relacionadas con tecnologías de im-portancia en el desarrollo tomaron más fuerza endetrimento de las ciencias humanas. Las universida-des enriquecieron su acervo científico y tecnológico,pero pocos medios se otorgaron para profundizar elestudio de las estructuras de tenencia de recursosnaturales o las relaciones técnicas y sociales deriva-das de los sistemas sociales inoperantes.

Por otra parte el desarrollo de la economía mundialhizo que, no obstante el poco desarrollo de las cien-cias sociales, las universidades de la región reforza-ran las formaciones en economía. Este hecho fuefundamental pues predominaron las corrientes econó-micas que privilegian el corto plazo que poco o nadatienen que ver con los horizontes ecológicos y, ade-más tienden a considerar el medio ambiental comouna externidad.

Sin embargo, las contradicciones propias de la uni-versidad latinoamericana permitieron que los para-digmas emergentes en la región tomasen fuerza. Deesta manera las universidades, cual más cual menos,desde mediados de la década del 60, entraron en unaetapa que se podría nominar como “universidad críti-ca”.

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Dos procesos tuvieron especial relevancia: por unlado la revolución cubana con su marcada influenciaideológica que cuestionó el sistema capitalista, suestructuración internacional y por ende, el rol de lasinstituciones que conformaban nacional e internacio-nalmente su base de poder y, por otro lado, llegó aAmérica Latina, el oleaje de las reformas universita-rias del viejo mundo de 1967-68, especialmente lasfrancesas y californianas.

Esta “universidad crítica” fue la universidad compro-metida con los cambios estructurales para asumir elliderazgo como producto de la capacidad de sus inte-lectuales, del dominio de la ciencia y del deber bási-co de la universalización del conocimiento. Es launiversidad que debe generar la investigación denuestra cultura, que debe detectar la investigaciónrequerida que permite desligarse de la dependenciacientífica y tecnológica; la que debe traducir losavances de otras sociedades a términos útiles para laregión, la que debe transmitir la liberación y el criti-cismo en la docencia que ellos importen y la que de-be impulsar a la sociedad hacia la creatividad de nue-vos paradigmas para el desarrollo integral de ella.

Es lógico deducir que esta universidad no pudo co-existir en sociedades que le demandaban otro rol. Porello que dentro de las universidades latinoamericanasse polarizaron los planteamientos y se enfrentaronposiciones correspondientes a grupos que trataron demantener las formas de universidad profesionalizanteversus grupos que tendían claramente hacia formasde universidad crítica. Es posiblemente en el territo-rio sudamericano donde se produjo en forma másclara esta ideologización acorde a las transformacio-nes estructurales –Perú, Bolivia, Chile, Ecuador,Uruguay marcaron claramente esta etapa. Brasil sólopuede vivir la etapa de la universidad crítica. En Ar-gentina el criticismo e incluso el ideologismo se ma-nifiestó enmascarado por las dictaduras. México asu-mió las particulares formas de sus especiales condi-cionantes políticas. Venezuela con sus universidadescríticas, aunque ideologiza en alguna medida, trató deconsolidar su democracia y autonomía con el recuer-do latente de su anterior larga dictadura.

En los países centroamericanos las universidadescontinuaron su histórico rol de semillero de revolu-cionarios y libertarios, pero también de mártires yexiliados. Costa Rica y en ciertas épocas Panamáhicieron excepción con formas similares a los suda-mericanos.

Aunque en la etapa crítica se cuestionó a la universi-dad para que deje de ser instrumentalizada, aún latemática del medio ambiente no emergió con la fuer-za necesaria como para convertirse en un factor decambio importante. Sin embargo, no son pocas lasvoces que se alzaron para señalar la indiferencia aca-démica frente a la apropiación y abuso de los recur-sos naturales y a la marginalidad de las cada vez másgrandes ciudades latinoamericanas.

La universidad crítica fue seguida por un lapso máspequeño por la “universidad ideologizante”, en variospaíses de la región. Para vastos sectores de las uni-versidades estás debían jugar un rol contingente en lalucha política sobre todo en la popularización y pro-letarización en que se sumergieron varios países.

El corto período de esta “universidad ideologizante”no permitió descubrir cambios notorios en relacióncon la temática ambiental. Sin embargo, el plantea-miento de recuperación de la propiedad de los recur-sos naturales básicos de manos extranjeras posibilitóla discusión sobre el rol de los recursos naturalesrenovables y no renovables y puso sobre la mesa deanálisis, distintos e importantes temas como las tasasde extracción de los recursos naturales, las proyec-ciones de las reservas, el deterioro de los recursosnaturales renovables debido a la sobreexplotación,los términos de intercambio de las materias primas ylos efectos sociales y ambientales de la posesión ex-tranjera de los recursos.

La ideologización dejó paso en muchos países de laregión a quizás la etapa más difícil que debieron en-frentar: la etapa de la “universidad acrítica”. Fue tam-bién la época donde empezó a haber una concienciadifusa de la problemática ambiental. La poca reper-cusión de los importantes conceptos vertidos en elproyecto de CEPAL “Estilos de desarrollo y medioambiente en la América Latina” es posible que hayan

Estilos de desarrollo y medio ambiente en América Latina, un cuarto de siglo después (parte II) [Nicolo Gligo]

gestó en un medio estático, sin cuestionamiento delestilo de desarrollo inoperante.

Esta expresión del quehacer universitario se fue im-pregnando en las sociedades latinoamericanas, queaceptaron el hecho de que sus universidades debenser una máquina de producción de profesionales enfunción de la demanda del mercado. Así el estudianteingresó a la universidad para obtener un título que lesignificase un estatus económico–social superior. Laextracción de estos, generalmente de familias sinproblemas económicos, les impidió ver sus obligacio-nes para la sociedad. En esta etapa fueron los contri-buyentes los que financiaron prácticamente toda laeducación de estos estudiantes por la gratuidad de lasuniversidades estatales.

Se intensificó la dependencia, lo que evidentementerepercutió en la estructuración de currícula y en laformación de docentes. Se profundizó la formacióncientífica, pero en muchas ocasiones ésta estuvo re-ducida al periscopio necesario para apuntar haciadeterminadas tecnologías que interesaban ser difundi-das en los países. Sin embargo afloraron continua-mente las contradicciones y los conflictos propios deorganismos que reunían comunidades académicas deamplio conocimiento y que recibían año a año la re-novación producida por las nuevas hornadas estu-diantiles.

En esta etapa se expandió la investigación y, aunqueello significó un avance significativo, se tradujo, enmuchas ocasiones, en una mayor dependencia inte-lectual y tecnológica. En el decenio del 50 y parte del60 crecieron las universidades latinoamericanas;hubo más docentes, más laboratorios, más cupos deingreso, pero persistió el carácter profesionalizante,los problemas en los procesos de democratización yel ingreso discriminado de los postulantes.

En la etapa netamente profesionalizante el medioambiente sufrió un retroceso, ya que se aislaron a lasciencias en torno a cada profesión. Siendo la dimen-sión ambiental un campo intercientífico entre lasciencias sociales y las naturales que permite analizarlos conflictos y armonías de la sociedad con su entor-no físico, en esta etapa la formación predominante en

las universidades de la región no buscó la explicaciónde las formas de uso de los recursos naturales y elmedio ambiente. Sin embargo, la dramática situacióndel atraso y pobreza rural repercutió en la excepcióna esta tendencia, ya que en varios países se realizaronexhaustivos estudios universitarios sobre las estructu-ras y sistemas agrarios que permitieron argumentarcientíficamente en pro de los procesos de reformaagraria.

La tecnocratización que se sumó a la universidadprofesionalizante repercutió también para incorporaren forma inadecuada la dimensión ambiental, porque,para muchos académicos, la innovación tecnológicapasó a convertirse en la base del desarrollo. Es unaetapa en que se hipertrofió la técnica como la absolu-ta dominadora de la naturaleza sin considerar la otracara de la medalla: el deterioro del medio ambiente yel agotamiento de los recursos naturales.

Las profesiones relacionadas con tecnologías de im-portancia en el desarrollo tomaron más fuerza endetrimento de las ciencias humanas. Las universida-des enriquecieron su acervo científico y tecnológico,pero pocos medios se otorgaron para profundizar elestudio de las estructuras de tenencia de recursosnaturales o las relaciones técnicas y sociales deriva-das de los sistemas sociales inoperantes.

Por otra parte el desarrollo de la economía mundialhizo que, no obstante el poco desarrollo de las cien-cias sociales, las universidades de la región reforza-ran las formaciones en economía. Este hecho fuefundamental pues predominaron las corrientes econó-micas que privilegian el corto plazo que poco o nadatienen que ver con los horizontes ecológicos y, ade-más tienden a considerar el medio ambiental comouna externidad.

Sin embargo, las contradicciones propias de la uni-versidad latinoamericana permitieron que los para-digmas emergentes en la región tomasen fuerza. Deesta manera las universidades, cual más cual menos,desde mediados de la década del 60, entraron en unaetapa que se podría nominar como “universidad críti-ca”.

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Centro Boliviano de Estudios Multidisciplinarios 1616 esta es una publicación de CEBEM

por sobre todo a las estatales. Pero el problema fun-damental radica en la forma que toman ciertas ideo-logías de economía social donde prima el sentido deprivatización subvencionada, desnacionalización ytransnacionalización. Obviamente que la universidadestatal constituye una carga pesada para muchas eco-nomías de la región, lo que deja paso al fomento delas universidades privadas algunas de las cuales seconvierten en excelentes negocios para sus dueños.La universidad–empresa, la universidad–consultora,la universidad–negocio toma fuerza arrinconando a launiversidad gestora de paradigmas y fuente constantede planteamientos innovativos para el desarrollo decada país.

El contexto del ajuste y la globalización unido a lasexigencias de reducción de gastos pesan más que elcambio democrático y, a la larga, hace que persistanlas universidades profesionalizantes, consultoras,autofinanciadas. El proceso de democratización quese pensaba iba ser comandado desde las universida-des, no fue impulsado por éstas, que se convierten encasi espectadoras de los cambios. El término de so-cialismo real influyó manifiestamente para que estanueva etapa no esté signada por la ideologización.

Las perspectivas ideologizantes que se estimó iban aprimar, no irrumpieron en las universidades. Paraalgunas, en especial privadas, se introdujo la nefastaideología de la “muerte de las ideologías”, transfor-mando a muchas universidades en meras fábricas alservicio del producto de consumo demandado por lospoderes dominantes.

Obviamente que se unió a este problema la crisiseconómica de las universidades de América Latinaque cercenó casi todos los esfuerzos para completarinvestigaciones y docencia en torno al medio ambien-te. Y si algún centro académico tuvo éxito se debiócasi siempre a la actuación como universidad–consultora o universidad–negocio.

En los dos últimos decenios, explota el tema ambien-tal, pero en forma anárquica y tecnocratizada. Mu-chas asignaturas y carreras cambian de nombre por-que sencillamente el medio ambiente vende. Así losantiguos ingenieros sanitarios pasan a llamarse inge-

nieros ambientales. Muchas carreras forman especia-lidades ambientales muchas de las cuales no pasan deser meros cambios de nombres. Se crean expertostécnicos, ingenieros, planificadores, urbanistas, eco-nomistas etc. ambientales. Paralelamente, un sinnú-mero de posgrados, diplomados y magíster, irrumpenen la región.

En realidad, todos estos esfuerzos son muy poco am-bientales. La mayoría no pasa de ser carreras de inge-nierías o de ciencias naturales con un leve barnizambiental. Da la impresión que se le quisiera ponerriendas a la temática para que ésta actúe claramenteen función de los análisis y propuestas técnicas paraabordar problemas de recursos naturales y de altera-ciones ecológicas.

Persiste el claro déficit epistemológico para realizarenfoques interdisciplinarios, confundiéndose la inter-disciplinaridad con la multidisciplinaridad. Hay muypocos esfuerzos de creación real de categorías deanálisis realmente interdisciplinarios y muchos es-fuerzos no son otra cosa que juntar incoherentementeuna serie de disciplinas independientes unas de otras.

Persisten los sesgos característicos en la región de losprincipales grupos de carreras universitarias de pregrado. Las ingenierías obviamente que están orienta-das a modificar el medio, construyendo obras sobrela base de un alto grado de artificialización. Algunasramas como la hidráulica, la energética y la sanitariaestán ligadas directamente a la problemática ambien-tal, pero, desafortunadamente, es poco lo que se in-vestiga y estudia y sólo se considera el medio am-biente como el entorno que hay que transformar acualquier coste ecológico y como la fuente que pro-vee insumos y espacios.

Las carreras del agro, ingeniería agronómica y fores-tal, se orientan en forma significativa a dar solucio-nes ingenieriles a agrosistemas altamente interveni-dos. Estas carreras, influenciadas primero por losavances científicos y tecnológicos de la revoluciónverde, y después por la revolución de las nuevas bio-tecnologías, por lo general, no jerarquizan el conoci-miento científico de la ecología y se orientan a lacreación de agrosistemas de alta artificialización, lo

Estilos de desarrollo y medio ambiente en América Latina, un cuarto de siglo después (parte II) [Nicolo Gligo]

tenido como explicación el hecho de enfrentar unauniversidad acrítica.

Las numerosas dictaduras, producto de la ideologíade seguridad nacional, en la mayoría de los paísescentroamericanos, y en especial en Brasil, Bolivia,Chile, Argentina y Uruguay aislaron, cercaron y jiba-rizaron a sus universidades reforzando exclusivamen-te su función profesionalizante, cercenando y repri-miendo sus movimientos estudiantiles, controlandoférreamente a las organizaciones de docentes. Lallamada década perdida del desarrollo latinoamerica-no fue perdida para las universidades de la región ycorrespondió a un período de hipoteca de sus futuros.Es posible que en cierta medida las universidades deMéxico, Venezuela y Colombia escaparon de estesino. No obstante, esta realidad no fue uniforme, puesparalelo al proceso de jibarización sobre todo en lasciencias humanas y sociales se generaron procesos dereforzamiento en la formación tecnocrática que ten-dió a recuperar las tendencias profesionalizantes. Eltecnocratismo se proyectó en todos los ámbitos uni-versitarios envolviendo no sólo las carreras ingenieri-les civiles, agronómicas, médicas y paramédicas, sinolas pedagógicas, las sociales y específicamente laseconómicas y las de las ciencias humanas.

Las tecnologías para muchos fueron más importantesque los discursos epistemiológicos y los planteamien-tos de ciencias básicas. No hubo complementacionesteórico–prácticas ni coherencias entre distintos nive-les de abstracción de ciencias y disciplinas, sino quese sacrificó la teoría filosófica y científica por el mé-todo, la receta, la copia o la repetición de las técnicasexógenas. De esta forma se exacerbó la dependenciacultural y tecnológica y la ciencia a veces se convier-tió en una pseudo–ciencia parcializada, inconexa eincoherente que sirvió de base para la introduccióntecnológica.

Al respecto Amilkar Herrera señaló: “los centroscientíficos más o menos autónomos, particularmentelas universidades, tienden a convertirse en centros dediscusión donde se cuestionan los valores fundamen-tales del orden vigente. La reacción de las clases do-minantes es bien conocida: supresión de la discusiónlibre, persecución ideológica. Selección de científicos

más por su ideología que por su capacidad intelec-tual, etc. El resultado es que la estructura científica,sometida a un régimen incompatible con la genuinacreación intelectual se degrada hasta ser incapaz deresponder aun a las limitadas demandas del siste-ma” (Herrera, 1980).

En la etapa de la “universidad acrítica” la exacerba-ción del sentido profesionalizante y tecnocratizantehicieron retroceder notoriamente la temática ambien-tal.

La sensibilización de la opinión pública mundial apartir de la Conferencia de Estocolmo y la agudiza-ción de los problemas ambientales de la región, hací-an prever un activo rol ambiental de las universida-des. Sin embargo, se manifiestaron sólo accionesaisladas en esfuerzo de docentes, en la incorporacióndel tema ambiental en algunas cátedras, en la crea-ción de cátedras ad-hoc o en la institucionalizaciónde algunos post-grados. Todos estos esfuerzos nocorrespondieron a la fuerza e importancia de la temá-tica y lucharon en un medio indiferente y a veceshostil con mínimos recursos y con la manifiesta in-comprensión de un segmento importante de los aca-démicos. La actividad intercientífica fue mirada enmenos y la dimensión ambiental para muchos es unenfoque calificado de poco definido, ambiguo e inex-acto.

El término de los gobiernos de fuerza y el adveni-miento de la democracia obviamente finalizó la etapade “universidad acrítica”, pero los problemas de re-ducción de aportes estatales hicieron que en muchospaíses de la región la situación no cambiase notoria-mente.

La irrupción del medio ambiente

Sin embargo, desde la mitad de la década del 80 has-ta la actualidad, otra tendencia viene a sumarse a laprofesionalizante y tecnocratizante. La crisis econó-mica de la región, manifestada a comienzos de esedecenio, generó políticas de ajuste que han golpeadoduramente a las universidades latinoamericanas, pero

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por sobre todo a las estatales. Pero el problema fun-damental radica en la forma que toman ciertas ideo-logías de economía social donde prima el sentido deprivatización subvencionada, desnacionalización ytransnacionalización. Obviamente que la universidadestatal constituye una carga pesada para muchas eco-nomías de la región, lo que deja paso al fomento delas universidades privadas algunas de las cuales seconvierten en excelentes negocios para sus dueños.La universidad–empresa, la universidad–consultora,la universidad–negocio toma fuerza arrinconando a launiversidad gestora de paradigmas y fuente constantede planteamientos innovativos para el desarrollo decada país.

El contexto del ajuste y la globalización unido a lasexigencias de reducción de gastos pesan más que elcambio democrático y, a la larga, hace que persistanlas universidades profesionalizantes, consultoras,autofinanciadas. El proceso de democratización quese pensaba iba ser comandado desde las universida-des, no fue impulsado por éstas, que se convierten encasi espectadoras de los cambios. El término de so-cialismo real influyó manifiestamente para que estanueva etapa no esté signada por la ideologización.

Las perspectivas ideologizantes que se estimó iban aprimar, no irrumpieron en las universidades. Paraalgunas, en especial privadas, se introdujo la nefastaideología de la “muerte de las ideologías”, transfor-mando a muchas universidades en meras fábricas alservicio del producto de consumo demandado por lospoderes dominantes.

Obviamente que se unió a este problema la crisiseconómica de las universidades de América Latinaque cercenó casi todos los esfuerzos para completarinvestigaciones y docencia en torno al medio ambien-te. Y si algún centro académico tuvo éxito se debiócasi siempre a la actuación como universidad–consultora o universidad–negocio.

En los dos últimos decenios, explota el tema ambien-tal, pero en forma anárquica y tecnocratizada. Mu-chas asignaturas y carreras cambian de nombre por-que sencillamente el medio ambiente vende. Así losantiguos ingenieros sanitarios pasan a llamarse inge-

nieros ambientales. Muchas carreras forman especia-lidades ambientales muchas de las cuales no pasan deser meros cambios de nombres. Se crean expertostécnicos, ingenieros, planificadores, urbanistas, eco-nomistas etc. ambientales. Paralelamente, un sinnú-mero de posgrados, diplomados y magíster, irrumpenen la región.

En realidad, todos estos esfuerzos son muy poco am-bientales. La mayoría no pasa de ser carreras de inge-nierías o de ciencias naturales con un leve barnizambiental. Da la impresión que se le quisiera ponerriendas a la temática para que ésta actúe claramenteen función de los análisis y propuestas técnicas paraabordar problemas de recursos naturales y de altera-ciones ecológicas.

Persiste el claro déficit epistemológico para realizarenfoques interdisciplinarios, confundiéndose la inter-disciplinaridad con la multidisciplinaridad. Hay muypocos esfuerzos de creación real de categorías deanálisis realmente interdisciplinarios y muchos es-fuerzos no son otra cosa que juntar incoherentementeuna serie de disciplinas independientes unas de otras.

Persisten los sesgos característicos en la región de losprincipales grupos de carreras universitarias de pregrado. Las ingenierías obviamente que están orienta-das a modificar el medio, construyendo obras sobrela base de un alto grado de artificialización. Algunasramas como la hidráulica, la energética y la sanitariaestán ligadas directamente a la problemática ambien-tal, pero, desafortunadamente, es poco lo que se in-vestiga y estudia y sólo se considera el medio am-biente como el entorno que hay que transformar acualquier coste ecológico y como la fuente que pro-vee insumos y espacios.

Las carreras del agro, ingeniería agronómica y fores-tal, se orientan en forma significativa a dar solucio-nes ingenieriles a agrosistemas altamente interveni-dos. Estas carreras, influenciadas primero por losavances científicos y tecnológicos de la revoluciónverde, y después por la revolución de las nuevas bio-tecnologías, por lo general, no jerarquizan el conoci-miento científico de la ecología y se orientan a lacreación de agrosistemas de alta artificialización, lo

Estilos de desarrollo y medio ambiente en América Latina, un cuarto de siglo después (parte II) [Nicolo Gligo]

tenido como explicación el hecho de enfrentar unauniversidad acrítica.

Las numerosas dictaduras, producto de la ideologíade seguridad nacional, en la mayoría de los paísescentroamericanos, y en especial en Brasil, Bolivia,Chile, Argentina y Uruguay aislaron, cercaron y jiba-rizaron a sus universidades reforzando exclusivamen-te su función profesionalizante, cercenando y repri-miendo sus movimientos estudiantiles, controlandoférreamente a las organizaciones de docentes. Lallamada década perdida del desarrollo latinoamerica-no fue perdida para las universidades de la región ycorrespondió a un período de hipoteca de sus futuros.Es posible que en cierta medida las universidades deMéxico, Venezuela y Colombia escaparon de estesino. No obstante, esta realidad no fue uniforme, puesparalelo al proceso de jibarización sobre todo en lasciencias humanas y sociales se generaron procesos dereforzamiento en la formación tecnocrática que ten-dió a recuperar las tendencias profesionalizantes. Eltecnocratismo se proyectó en todos los ámbitos uni-versitarios envolviendo no sólo las carreras ingenieri-les civiles, agronómicas, médicas y paramédicas, sinolas pedagógicas, las sociales y específicamente laseconómicas y las de las ciencias humanas.

Las tecnologías para muchos fueron más importantesque los discursos epistemiológicos y los planteamien-tos de ciencias básicas. No hubo complementacionesteórico–prácticas ni coherencias entre distintos nive-les de abstracción de ciencias y disciplinas, sino quese sacrificó la teoría filosófica y científica por el mé-todo, la receta, la copia o la repetición de las técnicasexógenas. De esta forma se exacerbó la dependenciacultural y tecnológica y la ciencia a veces se convier-tió en una pseudo–ciencia parcializada, inconexa eincoherente que sirvió de base para la introduccióntecnológica.

Al respecto Amilkar Herrera señaló: “los centroscientíficos más o menos autónomos, particularmentelas universidades, tienden a convertirse en centros dediscusión donde se cuestionan los valores fundamen-tales del orden vigente. La reacción de las clases do-minantes es bien conocida: supresión de la discusiónlibre, persecución ideológica. Selección de científicos

más por su ideología que por su capacidad intelec-tual, etc. El resultado es que la estructura científica,sometida a un régimen incompatible con la genuinacreación intelectual se degrada hasta ser incapaz deresponder aun a las limitadas demandas del siste-ma” (Herrera, 1980).

En la etapa de la “universidad acrítica” la exacerba-ción del sentido profesionalizante y tecnocratizantehicieron retroceder notoriamente la temática ambien-tal.

La sensibilización de la opinión pública mundial apartir de la Conferencia de Estocolmo y la agudiza-ción de los problemas ambientales de la región, hací-an prever un activo rol ambiental de las universida-des. Sin embargo, se manifiestaron sólo accionesaisladas en esfuerzo de docentes, en la incorporacióndel tema ambiental en algunas cátedras, en la crea-ción de cátedras ad-hoc o en la institucionalizaciónde algunos post-grados. Todos estos esfuerzos nocorrespondieron a la fuerza e importancia de la temá-tica y lucharon en un medio indiferente y a veceshostil con mínimos recursos y con la manifiesta in-comprensión de un segmento importante de los aca-démicos. La actividad intercientífica fue mirada enmenos y la dimensión ambiental para muchos es unenfoque calificado de poco definido, ambiguo e inex-acto.

El término de los gobiernos de fuerza y el adveni-miento de la democracia obviamente finalizó la etapade “universidad acrítica”, pero los problemas de re-ducción de aportes estatales hicieron que en muchospaíses de la región la situación no cambiase notoria-mente.

La irrupción del medio ambiente

Sin embargo, desde la mitad de la década del 80 has-ta la actualidad, otra tendencia viene a sumarse a laprofesionalizante y tecnocratizante. La crisis econó-mica de la región, manifestada a comienzos de esedecenio, generó políticas de ajuste que han golpeadoduramente a las universidades latinoamericanas, pero

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Centro Boliviano de Estudios Multidisciplinarios 1818 esta es una publicación de CEBEM

Estilos de desarrollo y medio ambiente en América Latina, un cuarto de siglo después (parte II) [Nicolo Gligo]

que deja un serio vacío de conocimiento de sistemasque necesitan una artificialización baja. En este con-texto sólo algunos componentes ambientales se con-sideran.

Las formaciones universitarias sobre el hombre y lasociedad teóricamente deberían poseer el conoci-miento y los métodos para entender la relación de lasociedad con su entorno físico, también presentanserios déficit en esta formación.

Las carreras de arquitectura exploran tímidamente latemática ambiental desde el ordenamiento urbanoambiental, pero los déficits en la formación científicaunidos a la baja ponderación dada a las acciones en elcampo del urbanismo ambiental, no han permitido enla región salvo excepciones, una actividad significati-va en docencia e investigación.

Similar reflexión cabe con las carreras de la salud lasque posiblemente sean las más enmarcadas dentro dela dependencia científico–tecnológica. Aunque hahabido reforzamiento del conocimiento en salud pú-blica, persiste un marcado déficit.

La economía, como se estudia en general en la re-gión, merece un acápite especial por la influencia deesta disciplina en las políticas de desarrollo. La for-mación universitaria en economía ha privilegiadofundamentos y técnicas que responden a la penetra-ción del estilo de desarrollo del norte: manejo priori-tario de las variables macroeconómicas sin ningunaconsideración del deterioro del patrimonio. Énfasis,en consecuencia, en el crecimiento económico, y enel corto plazo, entronización del mercado como rec-tor del desarrollo y como consecuencia, desestima-ción del medio ambiente, considerado una externi-dad. Además desestimación de horizontes de media-no y largo plazo. Sin embargo, se puede afirmar queen los últimos decenios y especialmente a partir de laaplicación de políticas de ajuste a la crisis económicade la región, su influencia ha sido y es fundamentaltanto en el rumbo de la economía de los países comoen la notable aceleración de los procesos de deterioroambiental y de pérdida y agotamiento de los recursosnaturales.

No todas las formaciones económicas han tenido estesesgo. En algunos centros universitarios han apareci-do las preocupaciones por incorporar líneas comoeconomía de los recursos naturales, la economía am-biental y economía ecológica, pero estos esfuerzoshan estado aislados del contexto general y sus in-fluencias han sido muy limitadas.

Por último, no se puede dejar de mencionar la reduc-ción de la investigación científica de las universida-des de la región. El efecto de las disminuciones depresupuesto afecta en primer lugar a la investigacióncientífica. Los escasos presupuestos responden a lasdemandas de la docencia y en una medida menor alas investigaciones netamente tecnológicas. Estehecho se traduce en una mayor dependencia científi-co–tecnológica y en una carencia de las fuentes inno-vadoras de la docencia que se obtienen de la investi-gación científica. En este contexto la emergencia dela problemática ambiental que exige nuevas e inge-niosas investigaciones, se hace casi imposible. Cadacentro de investigación trata de conservar al menossus investigaciones tradicionales y sólo innovan si secuenta con recursos financieros extras.

Los desafíos

No cabe duda que el desarrollo de las democracias,las contradicciones de la globalización y los proble-mas sociales derivados de la falta de crecimiento y dela marginación de sectores importantes de la pobla-ción de la región plantean la necesidad de nuevosparadigmas en torno al desarrollo.

Este desafío no es viable sin un cambio real en el rolde las universidades. Se hace necesario hacerles recu-perar su rol de centros de discusión y propuestas delos cambios globales de la sociedad. Ya parece clara-mente necesario diferenciar la universidad en su sen-tido universal como centro del pensamiento de unanación que las pseudo universidades “negocio”,“consultora”, “fábrica de profesionales”.

Los nuevos roles de esta universidad crítica y creati-va deberían plasmarse en sustanciales modificaciones

a sus instituciones a su docencia, investigación yextensión. Ello exige superar el sentido netamenteprofesionalizante proyectando egresados de sus aulasque tengan claro sus compromisos con la sociedad.El medio ambiente debe constituirse en una herra-mienta de cambio sobre la base de la innovación pa-radigmática, primeramente y después, a base de laincorporación plena de esta dimensión en todo elquehacer universitario. Por ello que la tendencia debeser mejorar el aporte de la universidad en este campo,innovando sustantivamente al enfoque reduccionistaactual.

Por otra parte, tampoco es crear nuevos paradigmasatender cuatro o cinco problemas que amenazan eco-lógicamente al planeta. Sin dejar de desconocer suimportancia, es necesario destacar que estos proble-mas mundiales pueden hacer sombra y dejar en laoscuridad a los grandes problemas ambientales de laregión producto de un estilo de desarrollo impuestosobre la base de la situación de dependencia. Y estentador para muchos científicos de la región, queviven en la indigencia de recursos financieros, podercolgarse de los circuitos internacionales de investiga-ción en torno a los problemas de desestabilizaciónecológica del planeta.

Nuevas modalidades de desarrollo ambientalmentesustentable o con menos grado de insustentabilidadexigen una investigación universitaria y una forma-ción de profesionales que sepan mirar la realidad ydescubrir nuevos recursos, revalorizar otros y podertransformarlos y utilizarlos. La identidad cultural–ambiental se convierte, en consecuencia, en la baseque debe emerger por sobre el economicismo y tec-nocratismo. No se puede contribuir a establecer nue-vos paradigmas si no se reafirma la identidad de laregión y de sus sociedades nacionales e incluso loca-les.

Y en este contexto, la cultura toma un papel prepon-derante. Las artes en todas sus manifestaciones confi-guran el alma de los pueblos. El medio ambiente ali-menta la cultura al mostrar los conflictos y armoníasentre la sociedad y la naturaleza.

Nadie previó hace un cuarto de siglo atrás que el sis-tema iba a cooptar a las universidades de tal forma dereducir sus roles e importancias. Varios autores delproyecto “Estilos de desarrollo y medio ambiente enla América Latina” pronosticaron un rol para las uni-versidades que con relación a la dimensión ambien-tal, no se cumplió.

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Estilos de desarrollo y medio ambiente en América Latina, un cuarto de siglo después (parte II) [Nicolo Gligo]

que deja un serio vacío de conocimiento de sistemasque necesitan una artificialización baja. En este con-texto sólo algunos componentes ambientales se con-sideran.

Las formaciones universitarias sobre el hombre y lasociedad teóricamente deberían poseer el conoci-miento y los métodos para entender la relación de lasociedad con su entorno físico, también presentanserios déficit en esta formación.

Las carreras de arquitectura exploran tímidamente latemática ambiental desde el ordenamiento urbanoambiental, pero los déficits en la formación científicaunidos a la baja ponderación dada a las acciones en elcampo del urbanismo ambiental, no han permitido enla región salvo excepciones, una actividad significati-va en docencia e investigación.

Similar reflexión cabe con las carreras de la salud lasque posiblemente sean las más enmarcadas dentro dela dependencia científico–tecnológica. Aunque hahabido reforzamiento del conocimiento en salud pú-blica, persiste un marcado déficit.

La economía, como se estudia en general en la re-gión, merece un acápite especial por la influencia deesta disciplina en las políticas de desarrollo. La for-mación universitaria en economía ha privilegiadofundamentos y técnicas que responden a la penetra-ción del estilo de desarrollo del norte: manejo priori-tario de las variables macroeconómicas sin ningunaconsideración del deterioro del patrimonio. Énfasis,en consecuencia, en el crecimiento económico, y enel corto plazo, entronización del mercado como rec-tor del desarrollo y como consecuencia, desestima-ción del medio ambiente, considerado una externi-dad. Además desestimación de horizontes de media-no y largo plazo. Sin embargo, se puede afirmar queen los últimos decenios y especialmente a partir de laaplicación de políticas de ajuste a la crisis económicade la región, su influencia ha sido y es fundamentaltanto en el rumbo de la economía de los países comoen la notable aceleración de los procesos de deterioroambiental y de pérdida y agotamiento de los recursosnaturales.

No todas las formaciones económicas han tenido estesesgo. En algunos centros universitarios han apareci-do las preocupaciones por incorporar líneas comoeconomía de los recursos naturales, la economía am-biental y economía ecológica, pero estos esfuerzoshan estado aislados del contexto general y sus in-fluencias han sido muy limitadas.

Por último, no se puede dejar de mencionar la reduc-ción de la investigación científica de las universida-des de la región. El efecto de las disminuciones depresupuesto afecta en primer lugar a la investigacióncientífica. Los escasos presupuestos responden a lasdemandas de la docencia y en una medida menor alas investigaciones netamente tecnológicas. Estehecho se traduce en una mayor dependencia científi-co–tecnológica y en una carencia de las fuentes inno-vadoras de la docencia que se obtienen de la investi-gación científica. En este contexto la emergencia dela problemática ambiental que exige nuevas e inge-niosas investigaciones, se hace casi imposible. Cadacentro de investigación trata de conservar al menossus investigaciones tradicionales y sólo innovan si secuenta con recursos financieros extras.

Los desafíos

No cabe duda que el desarrollo de las democracias,las contradicciones de la globalización y los proble-mas sociales derivados de la falta de crecimiento y dela marginación de sectores importantes de la pobla-ción de la región plantean la necesidad de nuevosparadigmas en torno al desarrollo.

Este desafío no es viable sin un cambio real en el rolde las universidades. Se hace necesario hacerles recu-perar su rol de centros de discusión y propuestas delos cambios globales de la sociedad. Ya parece clara-mente necesario diferenciar la universidad en su sen-tido universal como centro del pensamiento de unanación que las pseudo universidades “negocio”,“consultora”, “fábrica de profesionales”.

Los nuevos roles de esta universidad crítica y creati-va deberían plasmarse en sustanciales modificaciones

a sus instituciones a su docencia, investigación yextensión. Ello exige superar el sentido netamenteprofesionalizante proyectando egresados de sus aulasque tengan claro sus compromisos con la sociedad.El medio ambiente debe constituirse en una herra-mienta de cambio sobre la base de la innovación pa-radigmática, primeramente y después, a base de laincorporación plena de esta dimensión en todo elquehacer universitario. Por ello que la tendencia debeser mejorar el aporte de la universidad en este campo,innovando sustantivamente al enfoque reduccionistaactual.

Por otra parte, tampoco es crear nuevos paradigmasatender cuatro o cinco problemas que amenazan eco-lógicamente al planeta. Sin dejar de desconocer suimportancia, es necesario destacar que estos proble-mas mundiales pueden hacer sombra y dejar en laoscuridad a los grandes problemas ambientales de laregión producto de un estilo de desarrollo impuestosobre la base de la situación de dependencia. Y estentador para muchos científicos de la región, queviven en la indigencia de recursos financieros, podercolgarse de los circuitos internacionales de investiga-ción en torno a los problemas de desestabilizaciónecológica del planeta.

Nuevas modalidades de desarrollo ambientalmentesustentable o con menos grado de insustentabilidadexigen una investigación universitaria y una forma-ción de profesionales que sepan mirar la realidad ydescubrir nuevos recursos, revalorizar otros y podertransformarlos y utilizarlos. La identidad cultural–ambiental se convierte, en consecuencia, en la baseque debe emerger por sobre el economicismo y tec-nocratismo. No se puede contribuir a establecer nue-vos paradigmas si no se reafirma la identidad de laregión y de sus sociedades nacionales e incluso loca-les.

Y en este contexto, la cultura toma un papel prepon-derante. Las artes en todas sus manifestaciones confi-guran el alma de los pueblos. El medio ambiente ali-menta la cultura al mostrar los conflictos y armoníasentre la sociedad y la naturaleza.

Nadie previó hace un cuarto de siglo atrás que el sis-tema iba a cooptar a las universidades de tal forma dereducir sus roles e importancias. Varios autores delproyecto “Estilos de desarrollo y medio ambiente enla América Latina” pronosticaron un rol para las uni-versidades que con relación a la dimensión ambien-tal, no se cumplió.

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Estilos de desarrollo y medio ambiente en América Latina, un cuarto de siglo después (parte II) [Nicolo Gligo]

V. Ciencia, tecnología y sustentabili-dad ambiental del desarrollo

El tratamiento del tema del desarrollo tecno-lógico a fines de los setenta

Amilkar Herrera a fines de los setenta hizo un lúcidotrabajo sobre la generación de tecnologías apropiadaspara un manejo ambiental adecuado (Herrera, 1980).Profundizó el marco histórico mundial y de AméricaLatina con una visión estructural sobre el papel decaballo de Troya que cumplía la tecnología para elascenso y el dominio de un estilo de desarrollo trans-nacional. El tema, al igual que A. Herrera tambiénfue tratado por N. Gligo al abordar en esa época elproceso de la “modernización del campo” a travésdel análisis del paquete tecnológico transnacional dealta artificialización (Gligo, 1980).

En el decenio de los ochenta y los noventa, el proce-so de transnacionalización, y posteriormente el pro-ceso de globalización, influyeron para que se cuestio-ne muy poco el modelo de generación, adopción ydifusión tecnológica y en no pocas ocasiones, seplantee que la sustentabilidad ambiental del desarro-llo sólo se logra vía transferencia tecnológica.

Fue tal la penetración de estos procesos en la regiónlatinoamericana en esos decenios que prácticamenteno hubo debates sobre esos temas. Afortunadamentepartir del 2000, la CEPAL, a través de su División deDesarrollo Sostenible y Asentamientos Humanos, ymás específicamente del grupo dirigido por el AsesorRegional Gilberto Gallopín, decidió abordar la temá-tica de la ciencia y tecnología para la sustentabilidadambiental, con la profundidad requerida para impul-sar, a su vez, el debate en los diversos países de laregión.

Los avances regionales recientes

En el año 2000 en Eribergh Manor, cerca de Estocol-mo, se reunieron dos docenas de científicos prove-

nientes de las ciencias naturales y de las cienciassociales, en un taller para analizar la problemática dela ciencia y la tecnología y su relación con la susten-tabilidad. Los participantes del taller concluyeron quela actual trayectoria de desarrollo mundial no es sos-tenible y que los esfuerzos para satisfacer las necesi-dades de una población en crecimiento en un mundointerconectado pero desigual y dominado por el hom-bre, están socavando los sistemas esenciales de so-porte vital del planeta (Kates, 2001).

El encuentro de Suecia generó iniciativas de encuen-tro regionales. La CEPAL, a través de su Asesor Re-gional, Gilberto Gallopín, tomó la responsabilidad deanalizar los planteamientos de este encuentro y deespecificarlos para América Latina y el Caribe, en unencuentro realizado en Santiago de Chile en el 2002.Este evento tuvo una importancia básica en una te-mática que ha sido postergada e ignorada en los de-bates regionales y nacionales.

No obstante, siguiendo el hilo conductor de EriberghManor, no fueron novedad las preguntas centralesplanteadas. Son más o menos las mismas interrogan-tes que en los últimos veinte años se han planteadoen América Latina: interacción dinámica entre lanaturaleza y sociedad; las tendencias en el largo pla-zo de la interacción entre medio ambiente y desarro-llo y cómo éstas modifican la relación sociedad–naturaleza; determinación de la vulnerabilidad y de laresiliencia en los ecosistemas específicos; definiciónde límites y fronteras científicamente sustentados quepuedan servir de alertas a riegos graves de degrada-ción; estructura de incentivos para lograr más susten-tabilidad; ampliación de los sistemas de monitoreo einformación para pilotear una trayectoria hacia lasustentabilidad; y mejor apoyo a las decisiones ensistemas para el manejo adaptativo y el aprendizajesocial.

Mayor interés es el planteamiento de este encuentrosobre las nuevas realidades que hacen aún más com-pleja la repuesta de la ciencia y tecnología a la sus-tentabilidad del desarrollo, a partir del análisis de tresprincipales cambios, a saber:

Cambios ontológicos: Sobre el origen antrópico en larealidad física que está procediendo hoy a escalas sinprecedentes y además aumentando las conexionesentre procesos y fenómenos a diferentes niveles. Porejemplo, la génesis del cambio climático se generaactualmente de la unión del anhídrido carbónico pro-ducido por el consumo de combustible fósiles, princi-palmente en el norte, con el anhídrido carbónico libe-rado por la quema de bosques, principalmente en elsur.

Cambios epistemológicos: Sobre las modificacionesde la comprensión del mundo relacionados con lapercepción científica moderna acerca del comporta-miento de los sistemas complejos.

Cambios en la naturaleza de la toma de decisiones.Sobre los avances de la democracia que en muchaspartes del mundo ganan espacio estilos más participa-tivos. Además, ganan espacios criterios adicionalestales como el medio ambiente, los derechos humanos,el género, y otros, aunados a la emergencia de nuevosactores sociales y económicos como los organismosno-gubernamentales y las compañías transnacionales.

Estos cambios, dados a nivel mundial, se complejizanaún más en América Latina. Tal como lo plantea laCEPAL, “los grandes temas que definen la peculiari-dad de América Latina: pobreza y biodiversidad,exigen el diseño de estrategias especiales. La pobre-za, la inequidad y la violencia que ella genera, asícomo las deformaciones regionales del sistema de-mocrático y las consecuentes asimetrías en la distri-bución del poder, todo esto en contraste con la rique-za del medio biogeofísico regional”.

La reunión de la CEPAL planteó cuatro interrogantescentrales para América Latina (CEPAL, 2002), asaber:

a. Preguntas científicas centrales: ¿Cuál es elconocimiento crítico requerido para una efec-tiva contribución de la ciencia al desarrollosostenible? ¿Cuáles son las preguntas científi-cas centrales que necesitan respuesta?

b. Desafíos metodológicos y conceptuales:¿Cuáles son los desafíos planteados por laproblemática del desarrollo sostenible a loscriterios y el método de la ciencia y la tecno-logía?

c. Estrategias de investigación: ¿Con qué estrate-gias de investigación y a qué escalas se debenatacar las preguntas centrales definidas ante-riormente?

d. Innovaciones institucionales: ¿Cómo podríanorganizarse mejor las instituciones científicasy tecnológicas para desarrollar las estrategiasde investigación, incluyendo la colaboraciónentre países y sectores?

Se concluyó que las preguntas científicas centrales,sobre el conocimiento crítico requerido para unaefectiva contribución de la ciencia al desarrollo soste-nible y sobre cuáles de éstas necesitan respuesta, eranlegítimas y lo suficientemente generales para que nohubiese limitantes en su aplicación en la región lati-noamericana. Sin embargo este mismo grado de ge-neralidad las hacía poco apropiadas para derivar di-rectamente de ellas una agenda de trabajo adaptada alas peculiaridades de la región. También se percibióque en general tenían un sesgo notable hacia las cien-cias naturales. En consecuencia, se planteó que, paraaplicarse a América Latina, debería ponerse más én-fasis en aspectos éticos, socio–económicos y de dife-rentes visiones del mundo.

En consecuencia, necesariamente debían aterrizarseen función de una agenda de trabajo en que se incor-poraran las peculariedades de la región, caracterizan-do los problemas prioritarios y posteriormente laslagunas de conocimiento.

No obstante sistematizar y ordenar estas característi-cas para estudiar la problemática de la ciencia y tec-nología con relación a la sustentabilidad, el informede taller confirma de lo que se sabía en América Lati-na, sobre los niveles crecientes de pobreza extrema ycontrastes lacerantes de inequidad, marginación so-cial, y un proceso de creciente concentración de lapoblación en grandes centros urbanos. Las conse-

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Estilos de desarrollo y medio ambiente en América Latina, un cuarto de siglo después (parte II) [Nicolo Gligo]

V. Ciencia, tecnología y sustentabili-dad ambiental del desarrollo

El tratamiento del tema del desarrollo tecno-lógico a fines de los setenta

Amilkar Herrera a fines de los setenta hizo un lúcidotrabajo sobre la generación de tecnologías apropiadaspara un manejo ambiental adecuado (Herrera, 1980).Profundizó el marco histórico mundial y de AméricaLatina con una visión estructural sobre el papel decaballo de Troya que cumplía la tecnología para elascenso y el dominio de un estilo de desarrollo trans-nacional. El tema, al igual que A. Herrera tambiénfue tratado por N. Gligo al abordar en esa época elproceso de la “modernización del campo” a travésdel análisis del paquete tecnológico transnacional dealta artificialización (Gligo, 1980).

En el decenio de los ochenta y los noventa, el proce-so de transnacionalización, y posteriormente el pro-ceso de globalización, influyeron para que se cuestio-ne muy poco el modelo de generación, adopción ydifusión tecnológica y en no pocas ocasiones, seplantee que la sustentabilidad ambiental del desarro-llo sólo se logra vía transferencia tecnológica.

Fue tal la penetración de estos procesos en la regiónlatinoamericana en esos decenios que prácticamenteno hubo debates sobre esos temas. Afortunadamentepartir del 2000, la CEPAL, a través de su División deDesarrollo Sostenible y Asentamientos Humanos, ymás específicamente del grupo dirigido por el AsesorRegional Gilberto Gallopín, decidió abordar la temá-tica de la ciencia y tecnología para la sustentabilidadambiental, con la profundidad requerida para impul-sar, a su vez, el debate en los diversos países de laregión.

Los avances regionales recientes

En el año 2000 en Eribergh Manor, cerca de Estocol-mo, se reunieron dos docenas de científicos prove-

nientes de las ciencias naturales y de las cienciassociales, en un taller para analizar la problemática dela ciencia y la tecnología y su relación con la susten-tabilidad. Los participantes del taller concluyeron quela actual trayectoria de desarrollo mundial no es sos-tenible y que los esfuerzos para satisfacer las necesi-dades de una población en crecimiento en un mundointerconectado pero desigual y dominado por el hom-bre, están socavando los sistemas esenciales de so-porte vital del planeta (Kates, 2001).

El encuentro de Suecia generó iniciativas de encuen-tro regionales. La CEPAL, a través de su Asesor Re-gional, Gilberto Gallopín, tomó la responsabilidad deanalizar los planteamientos de este encuentro y deespecificarlos para América Latina y el Caribe, en unencuentro realizado en Santiago de Chile en el 2002.Este evento tuvo una importancia básica en una te-mática que ha sido postergada e ignorada en los de-bates regionales y nacionales.

No obstante, siguiendo el hilo conductor de EriberghManor, no fueron novedad las preguntas centralesplanteadas. Son más o menos las mismas interrogan-tes que en los últimos veinte años se han planteadoen América Latina: interacción dinámica entre lanaturaleza y sociedad; las tendencias en el largo pla-zo de la interacción entre medio ambiente y desarro-llo y cómo éstas modifican la relación sociedad–naturaleza; determinación de la vulnerabilidad y de laresiliencia en los ecosistemas específicos; definiciónde límites y fronteras científicamente sustentados quepuedan servir de alertas a riegos graves de degrada-ción; estructura de incentivos para lograr más susten-tabilidad; ampliación de los sistemas de monitoreo einformación para pilotear una trayectoria hacia lasustentabilidad; y mejor apoyo a las decisiones ensistemas para el manejo adaptativo y el aprendizajesocial.

Mayor interés es el planteamiento de este encuentrosobre las nuevas realidades que hacen aún más com-pleja la repuesta de la ciencia y tecnología a la sus-tentabilidad del desarrollo, a partir del análisis de tresprincipales cambios, a saber:

Cambios ontológicos: Sobre el origen antrópico en larealidad física que está procediendo hoy a escalas sinprecedentes y además aumentando las conexionesentre procesos y fenómenos a diferentes niveles. Porejemplo, la génesis del cambio climático se generaactualmente de la unión del anhídrido carbónico pro-ducido por el consumo de combustible fósiles, princi-palmente en el norte, con el anhídrido carbónico libe-rado por la quema de bosques, principalmente en elsur.

Cambios epistemológicos: Sobre las modificacionesde la comprensión del mundo relacionados con lapercepción científica moderna acerca del comporta-miento de los sistemas complejos.

Cambios en la naturaleza de la toma de decisiones.Sobre los avances de la democracia que en muchaspartes del mundo ganan espacio estilos más participa-tivos. Además, ganan espacios criterios adicionalestales como el medio ambiente, los derechos humanos,el género, y otros, aunados a la emergencia de nuevosactores sociales y económicos como los organismosno-gubernamentales y las compañías transnacionales.

Estos cambios, dados a nivel mundial, se complejizanaún más en América Latina. Tal como lo plantea laCEPAL, “los grandes temas que definen la peculiari-dad de América Latina: pobreza y biodiversidad,exigen el diseño de estrategias especiales. La pobre-za, la inequidad y la violencia que ella genera, asícomo las deformaciones regionales del sistema de-mocrático y las consecuentes asimetrías en la distri-bución del poder, todo esto en contraste con la rique-za del medio biogeofísico regional”.

La reunión de la CEPAL planteó cuatro interrogantescentrales para América Latina (CEPAL, 2002), asaber:

a. Preguntas científicas centrales: ¿Cuál es elconocimiento crítico requerido para una efec-tiva contribución de la ciencia al desarrollosostenible? ¿Cuáles son las preguntas científi-cas centrales que necesitan respuesta?

b. Desafíos metodológicos y conceptuales:¿Cuáles son los desafíos planteados por laproblemática del desarrollo sostenible a loscriterios y el método de la ciencia y la tecno-logía?

c. Estrategias de investigación: ¿Con qué estrate-gias de investigación y a qué escalas se debenatacar las preguntas centrales definidas ante-riormente?

d. Innovaciones institucionales: ¿Cómo podríanorganizarse mejor las instituciones científicasy tecnológicas para desarrollar las estrategiasde investigación, incluyendo la colaboraciónentre países y sectores?

Se concluyó que las preguntas científicas centrales,sobre el conocimiento crítico requerido para unaefectiva contribución de la ciencia al desarrollo soste-nible y sobre cuáles de éstas necesitan respuesta, eranlegítimas y lo suficientemente generales para que nohubiese limitantes en su aplicación en la región lati-noamericana. Sin embargo este mismo grado de ge-neralidad las hacía poco apropiadas para derivar di-rectamente de ellas una agenda de trabajo adaptada alas peculiaridades de la región. También se percibióque en general tenían un sesgo notable hacia las cien-cias naturales. En consecuencia, se planteó que, paraaplicarse a América Latina, debería ponerse más én-fasis en aspectos éticos, socio–económicos y de dife-rentes visiones del mundo.

En consecuencia, necesariamente debían aterrizarseen función de una agenda de trabajo en que se incor-poraran las peculariedades de la región, caracterizan-do los problemas prioritarios y posteriormente laslagunas de conocimiento.

No obstante sistematizar y ordenar estas característi-cas para estudiar la problemática de la ciencia y tec-nología con relación a la sustentabilidad, el informede taller confirma de lo que se sabía en América Lati-na, sobre los niveles crecientes de pobreza extrema ycontrastes lacerantes de inequidad, marginación so-cial, y un proceso de creciente concentración de lapoblación en grandes centros urbanos. Las conse-

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Estilos de desarrollo y medio ambiente en América Latina, un cuarto de siglo después (parte II) [Nicolo Gligo]

cuencias de estas tendencias son el aumento de lademanda de recursos y energía, y una acentuación delos procesos de pérdida de identidad cultural, juntocon la marginación y la inequidad social. Una inser-ción en el proceso de globalización de característicastales, que deja a los países con una seria vulnerabili-dad en su capacidad competitiva. Los problemas dela biodiversidad del planeta, sujeta a una de las tasasmás altas de pérdida por la conversión de los ecosis-temas naturales. Problemas seculares de tenencia dela tierra y acreditación de las propiedades rurales quelimita las posibilidades de conservación y manejosostenible de ecosistemas naturales. La frontera agrí-cola con el mayor proceso de expansión del mundo.La región de mayor concentración de agua dulce delmundo. Bajos índices de participación social en deci-siones que afectan el patrimonio natural, social yeconómico de las naciones.

Con relación a la necesidad de respuesta y de investi-gación para afrontar los desafíos del desarrollo de laciencia y tecnología para la sustentabilidad la enume-ración de problemas reafirman el listado típico que seha presentado por tantos años en la región: cómoerradicar la pobreza. Cuáles son los obstáculos políti-cos para el desarrollo del conocimiento científico ytecnologías existentes. Cuál es el valor real de losservicios ecosistémicos. Determinación de los facto-res que representan una amenaza a la biodiversidad ylos valores ecosistémicos y éticos de ésta. Cuales sonlos costos ecológicos de las plantaciones realizadaspara el secuestro de carbono. Cómo se garantiza laviabilidad de los sistemas campesinos para la conser-vación de la biodiversidad. Necesidad de recuperarlas tecnologías tradicionales. Cómo cambiar los hábi-tos de consumo que tienen alto costo ecológico. Cuá-les son los vacíos de la legislación sobre estas temáti-cas. Cuáles son los modelos y escenarios predictivosregionales. Determinación de las asimetrías campo–ciudad. Cómo lograr una agricultura sustentable ycompetitiva y cómo hacer sustentable la agriculturacampesina. Estudio de la inserción económica en elcontexto mundial.

Los últimos puntos del listado son importantes, puesintroducen temas muy poco tratados en la región queabren nuevos campos de investigación, como son:

determinantes de la vulnerabilidad (y robustez) eco-lógica, económica y social de los sistemas socio–ecológicos de la región. Este es un área de trabajointerdisciplinaria crítica para América Latina y elCaribe. Cómo transformar la heterogeneidad ecológi-ca, característica de muchos ecosistemas de la región,de obstáculo a la producción a una oportunidad, dise-ñando nuevos sistemas de comercialización y acopioque garantice una adecuada regularidad en la disponi-bilidad de los productos para el consumidor final.Cómo manejar en forma sostenible y coordinada losgrandes ciclos biogeoquímicos regionales (v.g. elciclo hidrológico en la Amazonía, cuencas hídricassupranacionales, ecosistemas compartidos, etc.) queatraviesan las fronteras políticas.

La segunda interrogante: Desafíos metodológicos yconceptuales, aborda una serie de conceptos aún muypoco claros en la región, por lo que el esfuerzo deltaller regional, llena un vacío muy importante. Partecon los desafíos epistemológicos profundizando losmétodos y criterios de la ciencia y de la tecnologíamisma y la necesidad de profundizar sobre la unidado unidades de análisis a utilizar, el tema de la integra-ción, y el tema de los criterios de verdad. Se reco-mienda que la ciencia y tecnología para el desarrollosustentable debe incluir el sistema total acoplado, o“sistema socio–ecológico” (definido a la escala quecorresponda). Esto lleva a la necesidad de adoptar unenfoque integrado en la investigación y gestión deestos sistemas para el desarrollo sostenible. Los de-más conceptos no innovan en forma importante.

Se recalcó con fuerza la necesidad de la interaccióncon otros saberes, buscando zonas de intercambio otrueque conceptual y empírico entre la investigacióncientífica y los saberes no científicos referentes atemas específicos, más allá de las diferencias profun-das que puedan existir entre ellos.

Con relación a la tercera interrogante, las metodolo-gías para desarrollar la actividad científico–tecnológica con relación al desarrollo sostenible seplantearon: los enfoques supradisciplinarios; la anti-cipación de eventos y situaciones; la vigilancia e in-dicadores de impacto; el tratamiento riguroso de va-riables cualitativas; los tipos de conocimiento; y el

establecimiento de prioridades, seguimiento y eva-luación de la ciencia y tecnología. De ellos, el mayordéficit en tratamiento se refiere a la investigación dela rigurosidad de variables cuantitativas.

Para la última interrogante, prácticamente no hubo nihay respuestas, por las dificultades que encierranrecomendaciones de estructuras institucionales enpaíses tan diversos y complejos como los latinoame-ricanos es importante la advertencia final “la condi-ción estructuralmente periférica de nuestra región hadeterminado un modelo institucional y social que hallevado a que las actividades productivas en general(con excepción de las relacionadas a lo agropecuarioy la salud) no hayan ejercido una demanda por cono-cimiento localmente producido comparable a la delos países desarrollados”.

Desafíos futuros derivados de los temas pen-dientes

¿“Políticas de ciencia y tecnología” o “política deciencia y política de tecnología”?

Uno de los temas que ha quedado pendiente y quenecesariamente habrá que incorporar en el debate serefiere a la necesidad de separar las políticas científi-cas de las políticas tecnológicas.

Cuando se leen las diversas posiciones del tema de laciencia y de la tecnología frente a la sustentabilidadambiental del desarrollo se constata que el análisis deambas temáticas se realiza sin separarlas. Se habla deplanes o de políticas científica–tecnológicas y susrelaciones con el medio ambiente.

La complejidad del tema ambiental en América Lati-na lleva a analizar los complementos y contradiccio-nes de estas dos dimensiones. Al hablar de ciencia–tecnología se encubren las tendencias, las diferencia-ciones en la asignación en cada país de recursos parafomento, la necesidad de la primera para una adecua-da política de la segunda, etc.

Los países de la región tienen, explícita o implícita-mente, estrategias de desarrollo científico y estrate-

gias de desarrollo tecnológico, amén de la necesidadde la coordinación y complementación de ambas. Latendencia predominante, derivada del proceso deexpansión capitalista y de la penetración del capitaltransnacional, es hacia la disminución de la impor-tancia y de los recursos del desarrollo científico fren-te a la potenciación del desarrollo tecnológico.

Y no podría ser e otra manera. La adopción y laadaptación tecnológica se le ha articulado con la ne-cesidad de impulsar patrones de producción y consu-mo acordes con la penetración transnacional. El mo-delo de adopción, adaptación y difusión tecnológicaresponde fundamentalmente de la respuesta a la de-manda de tecnologías en un mercado claramente do-minado por las empresas foráneas. La demanda tam-bién define la asignación de recursos para el funcio-namiento del modelo.

La tendencia del desarrollo de las ciencias está signa-da por las demandas de conocimiento científico quenacen del desarrollo tecnológico. De allí se derivatambién la asignación de recursos para el desarrollocientífico. Se hace ciencia siempre y cuando sea ne-cesaria para la adopción o adaptación de una determi-nada tecnología. Es decir, que por lo general, el mo-delo de desarrollo científico se construye a partir dela demanda del desarrollo tecnológico. Las estrate-gias de desarrollo científico de los países de la regióncada vez más se someten a estos criterios.

La pérdida de la autonomía de la estrategia de desa-rrollo científico, lleva indudablemente a someterse auna adopción, adaptación, o incluso creación tecnoló-gica sin la base científica necesaria para adecuadasdecisiones. Lo más importante en la política de desa-rrollo tecnológico es tener el necesario conocimientocientífico para la toma de decisiones que define losrumbos y los tipos tecnológicos. La tecnología esneutra, no hay tecnología buena o mala, sólo haydecisiones tecnológicas adecuadas o inadecuadas ypara ello se necesita mucha ciencia. En los países dela región la pérdida de la importancia relativa de laciencia y los recursos asignados a ella frente al augede la tecnología y sus recursos lleva irremediable-mente a errores tanto en el uso de los recursos finan-cieros como en la gestión ambiental.

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Estilos de desarrollo y medio ambiente en América Latina, un cuarto de siglo después (parte II) [Nicolo Gligo]

cuencias de estas tendencias son el aumento de lademanda de recursos y energía, y una acentuación delos procesos de pérdida de identidad cultural, juntocon la marginación y la inequidad social. Una inser-ción en el proceso de globalización de característicastales, que deja a los países con una seria vulnerabili-dad en su capacidad competitiva. Los problemas dela biodiversidad del planeta, sujeta a una de las tasasmás altas de pérdida por la conversión de los ecosis-temas naturales. Problemas seculares de tenencia dela tierra y acreditación de las propiedades rurales quelimita las posibilidades de conservación y manejosostenible de ecosistemas naturales. La frontera agrí-cola con el mayor proceso de expansión del mundo.La región de mayor concentración de agua dulce delmundo. Bajos índices de participación social en deci-siones que afectan el patrimonio natural, social yeconómico de las naciones.

Con relación a la necesidad de respuesta y de investi-gación para afrontar los desafíos del desarrollo de laciencia y tecnología para la sustentabilidad la enume-ración de problemas reafirman el listado típico que seha presentado por tantos años en la región: cómoerradicar la pobreza. Cuáles son los obstáculos políti-cos para el desarrollo del conocimiento científico ytecnologías existentes. Cuál es el valor real de losservicios ecosistémicos. Determinación de los facto-res que representan una amenaza a la biodiversidad ylos valores ecosistémicos y éticos de ésta. Cuales sonlos costos ecológicos de las plantaciones realizadaspara el secuestro de carbono. Cómo se garantiza laviabilidad de los sistemas campesinos para la conser-vación de la biodiversidad. Necesidad de recuperarlas tecnologías tradicionales. Cómo cambiar los hábi-tos de consumo que tienen alto costo ecológico. Cuá-les son los vacíos de la legislación sobre estas temáti-cas. Cuáles son los modelos y escenarios predictivosregionales. Determinación de las asimetrías campo–ciudad. Cómo lograr una agricultura sustentable ycompetitiva y cómo hacer sustentable la agriculturacampesina. Estudio de la inserción económica en elcontexto mundial.

Los últimos puntos del listado son importantes, puesintroducen temas muy poco tratados en la región queabren nuevos campos de investigación, como son:

determinantes de la vulnerabilidad (y robustez) eco-lógica, económica y social de los sistemas socio–ecológicos de la región. Este es un área de trabajointerdisciplinaria crítica para América Latina y elCaribe. Cómo transformar la heterogeneidad ecológi-ca, característica de muchos ecosistemas de la región,de obstáculo a la producción a una oportunidad, dise-ñando nuevos sistemas de comercialización y acopioque garantice una adecuada regularidad en la disponi-bilidad de los productos para el consumidor final.Cómo manejar en forma sostenible y coordinada losgrandes ciclos biogeoquímicos regionales (v.g. elciclo hidrológico en la Amazonía, cuencas hídricassupranacionales, ecosistemas compartidos, etc.) queatraviesan las fronteras políticas.

La segunda interrogante: Desafíos metodológicos yconceptuales, aborda una serie de conceptos aún muypoco claros en la región, por lo que el esfuerzo deltaller regional, llena un vacío muy importante. Partecon los desafíos epistemológicos profundizando losmétodos y criterios de la ciencia y de la tecnologíamisma y la necesidad de profundizar sobre la unidado unidades de análisis a utilizar, el tema de la integra-ción, y el tema de los criterios de verdad. Se reco-mienda que la ciencia y tecnología para el desarrollosustentable debe incluir el sistema total acoplado, o“sistema socio–ecológico” (definido a la escala quecorresponda). Esto lleva a la necesidad de adoptar unenfoque integrado en la investigación y gestión deestos sistemas para el desarrollo sostenible. Los de-más conceptos no innovan en forma importante.

Se recalcó con fuerza la necesidad de la interaccióncon otros saberes, buscando zonas de intercambio otrueque conceptual y empírico entre la investigacióncientífica y los saberes no científicos referentes atemas específicos, más allá de las diferencias profun-das que puedan existir entre ellos.

Con relación a la tercera interrogante, las metodolo-gías para desarrollar la actividad científico–tecnológica con relación al desarrollo sostenible seplantearon: los enfoques supradisciplinarios; la anti-cipación de eventos y situaciones; la vigilancia e in-dicadores de impacto; el tratamiento riguroso de va-riables cualitativas; los tipos de conocimiento; y el

establecimiento de prioridades, seguimiento y eva-luación de la ciencia y tecnología. De ellos, el mayordéficit en tratamiento se refiere a la investigación dela rigurosidad de variables cuantitativas.

Para la última interrogante, prácticamente no hubo nihay respuestas, por las dificultades que encierranrecomendaciones de estructuras institucionales enpaíses tan diversos y complejos como los latinoame-ricanos es importante la advertencia final “la condi-ción estructuralmente periférica de nuestra región hadeterminado un modelo institucional y social que hallevado a que las actividades productivas en general(con excepción de las relacionadas a lo agropecuarioy la salud) no hayan ejercido una demanda por cono-cimiento localmente producido comparable a la delos países desarrollados”.

Desafíos futuros derivados de los temas pen-dientes

¿“Políticas de ciencia y tecnología” o “política deciencia y política de tecnología”?

Uno de los temas que ha quedado pendiente y quenecesariamente habrá que incorporar en el debate serefiere a la necesidad de separar las políticas científi-cas de las políticas tecnológicas.

Cuando se leen las diversas posiciones del tema de laciencia y de la tecnología frente a la sustentabilidadambiental del desarrollo se constata que el análisis deambas temáticas se realiza sin separarlas. Se habla deplanes o de políticas científica–tecnológicas y susrelaciones con el medio ambiente.

La complejidad del tema ambiental en América Lati-na lleva a analizar los complementos y contradiccio-nes de estas dos dimensiones. Al hablar de ciencia–tecnología se encubren las tendencias, las diferencia-ciones en la asignación en cada país de recursos parafomento, la necesidad de la primera para una adecua-da política de la segunda, etc.

Los países de la región tienen, explícita o implícita-mente, estrategias de desarrollo científico y estrate-

gias de desarrollo tecnológico, amén de la necesidadde la coordinación y complementación de ambas. Latendencia predominante, derivada del proceso deexpansión capitalista y de la penetración del capitaltransnacional, es hacia la disminución de la impor-tancia y de los recursos del desarrollo científico fren-te a la potenciación del desarrollo tecnológico.

Y no podría ser e otra manera. La adopción y laadaptación tecnológica se le ha articulado con la ne-cesidad de impulsar patrones de producción y consu-mo acordes con la penetración transnacional. El mo-delo de adopción, adaptación y difusión tecnológicaresponde fundamentalmente de la respuesta a la de-manda de tecnologías en un mercado claramente do-minado por las empresas foráneas. La demanda tam-bién define la asignación de recursos para el funcio-namiento del modelo.

La tendencia del desarrollo de las ciencias está signa-da por las demandas de conocimiento científico quenacen del desarrollo tecnológico. De allí se derivatambién la asignación de recursos para el desarrollocientífico. Se hace ciencia siempre y cuando sea ne-cesaria para la adopción o adaptación de una determi-nada tecnología. Es decir, que por lo general, el mo-delo de desarrollo científico se construye a partir dela demanda del desarrollo tecnológico. Las estrate-gias de desarrollo científico de los países de la regióncada vez más se someten a estos criterios.

La pérdida de la autonomía de la estrategia de desa-rrollo científico, lleva indudablemente a someterse auna adopción, adaptación, o incluso creación tecnoló-gica sin la base científica necesaria para adecuadasdecisiones. Lo más importante en la política de desa-rrollo tecnológico es tener el necesario conocimientocientífico para la toma de decisiones que define losrumbos y los tipos tecnológicos. La tecnología esneutra, no hay tecnología buena o mala, sólo haydecisiones tecnológicas adecuadas o inadecuadas ypara ello se necesita mucha ciencia. En los países dela región la pérdida de la importancia relativa de laciencia y los recursos asignados a ella frente al augede la tecnología y sus recursos lleva irremediable-mente a errores tanto en el uso de los recursos finan-cieros como en la gestión ambiental.

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Estilos de desarrollo y medio ambiente en América Latina, un cuarto de siglo después (parte II) [Nicolo Gligo]

Los planteamientos nacionales sobre la solución delos problemas ambientales a través de una agresivaestrategia de introducción de tecnologías tienen unalectura muy simplista y están muy lejos de ser reali-dad. Las realidades derivadas de la tenencia de losrecursos naturales, de las diversas racionalidades delos distintos actores sociales, de la complejidad de lasestructuras sociales, del rol del Estado, etc. Tienenmucha más importancia que un determinado progra-ma de desarrollo tecnológico. Más aún, en la mayoríade las ocasiones, se conoce claramente la técnica parahacer un manejo ambientalmente sustentable, peroésta no puede aplicarse por los procesos socio–políticos predominantes. Quién no sabe como nocontaminar las aguas con residuos domésticos, cómono contaminar el aire, cómo evitar la erosión del sue-lo a través de cultivos en curvas de nivel, o cómo noderribar un árbol, pero las aguas siguen contaminán-dose, el aire continúa ensuciándose, el suelo sigueperdiéndose por erosión y los bosques siguen talán-dose.

Desafíos ambientales de las políticas tecnoló-gicas

La tecnología, siempre tiene un doble estándar. Nohay tecnologías buenas ni tecnologías malas, sinouna tecnología que puede ser bien o mal aplicada. Latecnología es una herramienta, es un instrumento. Yla tecnología ha jugado un rol muy importante, sobretodo en el aumento de la productividad; ha tenido ungran impacto en la producción alimentaria de paísesy en la exportación. Pero así como muestra un ladopositivo, muestra también, un lado negativo en tornoa sus consecuencias ambientales.

En mayor o menor medida, los modelos de desarrollotecnológico, han influido en la pérdida de la autono-mía de los países de América Latina, para poder defi-nir sus patrones de producción, consumo y distribu-ción. En el fondo han implicado para estos países unaracionalidad económica exógena, que puede ser muyimportante para la empresa transnacional o para elorganismo foráneo que le interesa desarrollarse, pero

que, a veces, es atentatorio para los intereses nacio-nales, incluso para los intereses locales.

Las tecnologías son instrumentos al servicio de unamodalidad de producción, y que está, en la gran ma-yoría de los casos tienen signos ambientales positivoso negativos según como se las utilice. Sin embargohay un tipo de tecnologías, que por sus repercusionesambientales, merecen ser analizadas explícitamente yello constituye otro gran tema pendiente.

Es la introducción de técnicas que aceleran la cose-cha de los ecosistemas y alteran sus funcionamientos.Ello por la alta vocación que tiene América Latinacomo productor de recursos naturales lo que le hasignificado al continente una presión sobre sus recur-sos naturales que frecuentemente los agota o deterio-ra.

La transnacionalización de muchas empresas de ex-plotación minera, agrícola, forestal o pesquera, por logeneral, se ha traducido en la introducción de técni-cas de alta eficiencia productiva que cosechan losrecursos naturales, lo que acelera el agotamiento, enel caso de los no renovables, o afecta la capacidad derenovabilidad, en el caso de los renovables.

El asunto toma ribetes muy serios en las actividadespesqueras y forestales. En las primeras, los barcosfactorías pescan generalmente por sobre la capacidadde recuperación de los ecosistemas marinos, ampara-dos por legislaciones débiles y más débiles sistemasde controles. En el caso de las segundas, las técnicasde capacidad de cosecha con maquinarias de altorendimiento se ven complementadas por las técnicasde construcción de caminos de acceso a las explota-ciones, factor que hace unos años, se constituía endefensa de las áreas de difícil acceso.

Lo más paradójico de esta situación es que en mu-chas ocasiones los centros de investigación de tecno-logías en los países de la región son los que procedena experimentar la adaptación de estas tecnologías. Elfinanciamiento llega desde los países centros porquemuchos investigadores y centros de investigación,realizan convenios de investigación en sus estrategiasde supervivencia para conseguir recursos financieros.

Las tramas de dependencia se acrecientan con losproblemas derivados de las carencias de recursosfinancieros para la investigación tecnológica.

Se han tomado, entonces, medidas y decisiones tec-nológicas que no necesariamente tienden a la susten-tabilidad ambiental y que, muchas veces, afectan almedio ambiente. Se ha creado, de esta forma, unaserie de circuitos de progresos tecnológicos, ligados aintereses foráneos, y en ello han tenido mucha impor-tancia las fuentes de financiamiento externo de laciencia, dirigido, en muchas ocasiones, al conoci-miento necesario para introducir una determinadatecnología. El desarrollo de la ciencia–periscopio hamarcado el desarrollo científico de la región. Se haperdido autonomía para definir los patrones de pro-ducción, de consumo y de distribución y los modelosde desarrollo científico y tecnológico han sido cohe-rentes con esta pérdida de autonomía.

Para tomar decisiones tecnológicas, no se debe discu-tir si la tecnología es endógena o exógena; lo impor-tante no es de dónde venga la tecnología y quién laproveyó o quién lo hizo, sino que las decisiones so-bre el uso de la tecnología sean propias. Pero, paratomar estas decisiones hay que tener un acervo ade-cuado de conocimiento científico, y para tenerlo hayque desarrollar nuevos instituciones científicas dán-dole a las universidades el rol que realmente les co-rresponde en la creación científica.

Desafíos para las políticas científicas

Los problemas típicamente regionales están ligados alos procesos de globalización–transnacionalización,que influyen en una racionalidad exógena. En estecontexto, podría ser usado el espacio latinoamericanopara investigaciones de alto riesgo ambiental en ger-moplasma o, incluso, en energía nuclear. Es posibleque se incremente el uso de los recursos naturalesrenovables históricos, por sobre sus tasas de regene-ración. Además, se vislumbran cambios en el uso delespacio por descubrimiento de nuevos recursos deimportancia, sobre todo, bióticos. Varios espacios deáreas prístinas se ven amenazados, como por ejem-

plo, la Antártida por sus reservas de recursos hídri-cos, minerales y recursos del mar.

Los principales desafíos de políticas científicas parala sustentabilidad ambiental de los países de AméricaLatina, radican en nuevas y más profundas investiga-ciones sobre el patrimonio natural, no en término dedos o tres recursos, sino en términos del pleno cono-cimiento de los atributos y comportamientos de losecosistemas, para poder detectar qué nuevas posibili-dades de desarrollo existen. Hay grandes lagunas deconocimiento científico que hay que rellenar.

Paralelamente, es necesario investigar sobre compor-tamientos sociales alternativos, en función de nuevasformas de uso de los recursos naturales que haganmás armónica la relación de la sociedad con su entor-no físico.

Otra necesidad de esta temática radica en el desarro-llo de mecanismos de potenciación de la investiga-ción local, lo que permitirá potenciar las regiones decada país reconociendo la identidad que le correspon-de a cada localidad, en función de sus condicionesespecíficas. La estrategia científica de largo alcancedebe ser la base de la creación de un modelo de gene-ración, difusión y adopción tecnológica. Eso significapotenciar la investigación de los recursos naturaleslocales e incorporar el conocimiento vernáculo deciencias empíricas de las culturas propias de la re-gión.

Hacer ciencia en América Latina es muy difícil porlos escasos recursos. Un desafío fundamental es eldesarrollo regional de programas de investigación,sobre la base de la integración académica e institu-cional. Los países de América Latina no pueden dar-se el lujo de crear instituciones científicas de escasosrecursos disgregadas y desparramadas sin tener unaadecuada integración, ya sea instituciones, o ya seade redes. La única posibilidad de que se potencien losrecursos, es que se investigue y concrete el uso ymanejo de ecosistemas compartidos, de recursoscompartidos, de culturas compartidas, de problemasfronterizos compartidos.

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Estilos de desarrollo y medio ambiente en América Latina, un cuarto de siglo después (parte II) [Nicolo Gligo]

Los planteamientos nacionales sobre la solución delos problemas ambientales a través de una agresivaestrategia de introducción de tecnologías tienen unalectura muy simplista y están muy lejos de ser reali-dad. Las realidades derivadas de la tenencia de losrecursos naturales, de las diversas racionalidades delos distintos actores sociales, de la complejidad de lasestructuras sociales, del rol del Estado, etc. Tienenmucha más importancia que un determinado progra-ma de desarrollo tecnológico. Más aún, en la mayoríade las ocasiones, se conoce claramente la técnica parahacer un manejo ambientalmente sustentable, peroésta no puede aplicarse por los procesos socio–políticos predominantes. Quién no sabe como nocontaminar las aguas con residuos domésticos, cómono contaminar el aire, cómo evitar la erosión del sue-lo a través de cultivos en curvas de nivel, o cómo noderribar un árbol, pero las aguas siguen contaminán-dose, el aire continúa ensuciándose, el suelo sigueperdiéndose por erosión y los bosques siguen talán-dose.

Desafíos ambientales de las políticas tecnoló-gicas

La tecnología, siempre tiene un doble estándar. Nohay tecnologías buenas ni tecnologías malas, sinouna tecnología que puede ser bien o mal aplicada. Latecnología es una herramienta, es un instrumento. Yla tecnología ha jugado un rol muy importante, sobretodo en el aumento de la productividad; ha tenido ungran impacto en la producción alimentaria de paísesy en la exportación. Pero así como muestra un ladopositivo, muestra también, un lado negativo en tornoa sus consecuencias ambientales.

En mayor o menor medida, los modelos de desarrollotecnológico, han influido en la pérdida de la autono-mía de los países de América Latina, para poder defi-nir sus patrones de producción, consumo y distribu-ción. En el fondo han implicado para estos países unaracionalidad económica exógena, que puede ser muyimportante para la empresa transnacional o para elorganismo foráneo que le interesa desarrollarse, pero

que, a veces, es atentatorio para los intereses nacio-nales, incluso para los intereses locales.

Las tecnologías son instrumentos al servicio de unamodalidad de producción, y que está, en la gran ma-yoría de los casos tienen signos ambientales positivoso negativos según como se las utilice. Sin embargohay un tipo de tecnologías, que por sus repercusionesambientales, merecen ser analizadas explícitamente yello constituye otro gran tema pendiente.

Es la introducción de técnicas que aceleran la cose-cha de los ecosistemas y alteran sus funcionamientos.Ello por la alta vocación que tiene América Latinacomo productor de recursos naturales lo que le hasignificado al continente una presión sobre sus recur-sos naturales que frecuentemente los agota o deterio-ra.

La transnacionalización de muchas empresas de ex-plotación minera, agrícola, forestal o pesquera, por logeneral, se ha traducido en la introducción de técni-cas de alta eficiencia productiva que cosechan losrecursos naturales, lo que acelera el agotamiento, enel caso de los no renovables, o afecta la capacidad derenovabilidad, en el caso de los renovables.

El asunto toma ribetes muy serios en las actividadespesqueras y forestales. En las primeras, los barcosfactorías pescan generalmente por sobre la capacidadde recuperación de los ecosistemas marinos, ampara-dos por legislaciones débiles y más débiles sistemasde controles. En el caso de las segundas, las técnicasde capacidad de cosecha con maquinarias de altorendimiento se ven complementadas por las técnicasde construcción de caminos de acceso a las explota-ciones, factor que hace unos años, se constituía endefensa de las áreas de difícil acceso.

Lo más paradójico de esta situación es que en mu-chas ocasiones los centros de investigación de tecno-logías en los países de la región son los que procedena experimentar la adaptación de estas tecnologías. Elfinanciamiento llega desde los países centros porquemuchos investigadores y centros de investigación,realizan convenios de investigación en sus estrategiasde supervivencia para conseguir recursos financieros.

Las tramas de dependencia se acrecientan con losproblemas derivados de las carencias de recursosfinancieros para la investigación tecnológica.

Se han tomado, entonces, medidas y decisiones tec-nológicas que no necesariamente tienden a la susten-tabilidad ambiental y que, muchas veces, afectan almedio ambiente. Se ha creado, de esta forma, unaserie de circuitos de progresos tecnológicos, ligados aintereses foráneos, y en ello han tenido mucha impor-tancia las fuentes de financiamiento externo de laciencia, dirigido, en muchas ocasiones, al conoci-miento necesario para introducir una determinadatecnología. El desarrollo de la ciencia–periscopio hamarcado el desarrollo científico de la región. Se haperdido autonomía para definir los patrones de pro-ducción, de consumo y de distribución y los modelosde desarrollo científico y tecnológico han sido cohe-rentes con esta pérdida de autonomía.

Para tomar decisiones tecnológicas, no se debe discu-tir si la tecnología es endógena o exógena; lo impor-tante no es de dónde venga la tecnología y quién laproveyó o quién lo hizo, sino que las decisiones so-bre el uso de la tecnología sean propias. Pero, paratomar estas decisiones hay que tener un acervo ade-cuado de conocimiento científico, y para tenerlo hayque desarrollar nuevos instituciones científicas dán-dole a las universidades el rol que realmente les co-rresponde en la creación científica.

Desafíos para las políticas científicas

Los problemas típicamente regionales están ligados alos procesos de globalización–transnacionalización,que influyen en una racionalidad exógena. En estecontexto, podría ser usado el espacio latinoamericanopara investigaciones de alto riesgo ambiental en ger-moplasma o, incluso, en energía nuclear. Es posibleque se incremente el uso de los recursos naturalesrenovables históricos, por sobre sus tasas de regene-ración. Además, se vislumbran cambios en el uso delespacio por descubrimiento de nuevos recursos deimportancia, sobre todo, bióticos. Varios espacios deáreas prístinas se ven amenazados, como por ejem-

plo, la Antártida por sus reservas de recursos hídri-cos, minerales y recursos del mar.

Los principales desafíos de políticas científicas parala sustentabilidad ambiental de los países de AméricaLatina, radican en nuevas y más profundas investiga-ciones sobre el patrimonio natural, no en término dedos o tres recursos, sino en términos del pleno cono-cimiento de los atributos y comportamientos de losecosistemas, para poder detectar qué nuevas posibili-dades de desarrollo existen. Hay grandes lagunas deconocimiento científico que hay que rellenar.

Paralelamente, es necesario investigar sobre compor-tamientos sociales alternativos, en función de nuevasformas de uso de los recursos naturales que haganmás armónica la relación de la sociedad con su entor-no físico.

Otra necesidad de esta temática radica en el desarro-llo de mecanismos de potenciación de la investiga-ción local, lo que permitirá potenciar las regiones decada país reconociendo la identidad que le correspon-de a cada localidad, en función de sus condicionesespecíficas. La estrategia científica de largo alcancedebe ser la base de la creación de un modelo de gene-ración, difusión y adopción tecnológica. Eso significapotenciar la investigación de los recursos naturaleslocales e incorporar el conocimiento vernáculo deciencias empíricas de las culturas propias de la re-gión.

Hacer ciencia en América Latina es muy difícil porlos escasos recursos. Un desafío fundamental es eldesarrollo regional de programas de investigación,sobre la base de la integración académica e institu-cional. Los países de América Latina no pueden dar-se el lujo de crear instituciones científicas de escasosrecursos disgregadas y desparramadas sin tener unaadecuada integración, ya sea instituciones, o ya seade redes. La única posibilidad de que se potencien losrecursos, es que se investigue y concrete el uso ymanejo de ecosistemas compartidos, de recursoscompartidos, de culturas compartidas, de problemasfronterizos compartidos.

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Estilos de desarrollo y medio ambiente en América Latina, un cuarto de siglo después (parte II) [Nicolo Gligo]

VI. La deuda de la ecología

En el proyecto “Estilos de desarrollo y medio am-biente en la América Latina” hubo dos trabajos quese refirieron específicamente al tema de la ecología:“Notas sobre la historia ecológica de la América La-tina” (Gligo y Morello, 1980) y “Ecología y desarro-llo: evolución y perspectivas del pensamiento ecoló-gico”(Hurtubia, 1980). Otros trabajos que abordarontemas ecológicos fueron los relativos a los desarro-llos agrícola, forestal y pesquero como consecuenciade que estos procesos se desarrollan alterando ecosis-temas vivos (Gligo, 1980), (Salcedo y Leyton, 1980),(Tapia, 1980). Un tercer grupo de trabajos se refirió aprocesos concretos desarrollados en las áreas rurales(Adámoli y Fernández, 1980), (Mueller, 1980),(Ortega, 1980), (Barrera y Grupo de análisis de siste-mas ecológicos, 1980).

La evolución de la ecología

El trabajo “Ecología y desarrollo: evolución y pes-pectivas del pensamiento ecológico” analizó la evo-lución del pensamiento ecológico partiendo del con-cepto de ecosistema definido como el estudio de lasinterrelaciones entre hombre, sociedad y naturaleza.El trabajo profundizó los componentes y procesos deun ecosistema y los principales enfoques que predo-minaban en los estudios de los ecosistemas, haciendouna profusa investigación bibliográfica de la época1869 a 1935 denominada “de consolidación de laecología” hasta la actualidad.

Este trabajo, didácticamente realizado, fue muy útil,ya que sirvió para aclarar las confusiones conceptua-les que había a la fecha de la publicación y que semanejan hasta hoy día. Aún hoy se confunde lo quees la ciencia de la ecología con el medio ambiente ola dimensión ambiental. Frecuentemente se leen oescuchan expresiones tan poco felices como “hay quecuidar la ecología”, en vez de proteger y cuidar losecosistemas.

La ecología es una ciencia de evolución reciente demenos de un siglo de vida. Está en constante perfec-cionamiento y apertura de ramas y líneas de pensa-miento. Sus categorías de análisis normalmente soncomplejas y se derivan de expresiones de síntesis deotras ciencias, básicamente naturales. Tal como loplanteó a fines de los setenta Jaime Hurtubia: “comoen muchas ciencias, faltó (y aún falta) un examenfilosófico de la ecología; de sus problemas, métodos,técnica, estructura lógica, resultados generales, etc.La superficialidad para mostrar la presencia de otrasciencias anuló el estudio de las implicaciones filosó-ficas de su quehacer, el examen de las categorías ehipótesis que intervienen en la investigación ecológi-ca o que emergen en la síntesis de sus resultados”.

Exploró además este autor, las perspectivas de laecología en la ciencia y la sociedad actuales definién-dola como una ciencia de síntesis e integración. Plan-teó que la principal transformación tuvo lugar a me-diados del decenio de los cincuenta por el interés dela época hacia enfoques más holísticos. Aquí searriesgó a entrar en las definiciones y nuevos camposde la ecología que la asocian a las ciencias sociales,desdibujándose la línea divisoria entre los conceptosde ecología y medio ambiente.

No fue sorpresa encontrar en el proyecto usos distin-tos del término ecología en varios otros trabajos. Va-rios autores debían haber utilizado el término medioambiente y otros sencillamente se refirieron a ecolo-gía cuando describieron componentes del ecosiste-mas sin considerar que la esencia de esta ciencia es laintegración y la interrelación.

Aportes y déficit

El aporte de la ciencia de la ecología en los últimosveinticinco años ha sido importante para el diagnósti-co de los procesos ambientales que enfrentan los paí-ses. No obstante, sus enfoques se han limitado a des-cripciones muy limitadas. En la mayoría de los estu-dios de evaluaciones de impactos ambientales, laciencia ecológica es poco lo que aporta, confundién-dose esta ciencia con descripciones de especies vege-

tales y animales, o elementos de la geología y la geo-morfología.

Pero el principal déficit radica en su marcado someti-miento a otras disciplinas como la economía. Inclusodurante este tiempo no son pocos los esfuerzos reali-zados por ecólogos de “modernizarse” tratando deinterrelacionarse con la economía mostrando lengua-jes integrados. Lo que se ha conseguido es un esfuer-zo fallido de sometimiento de las categorías y leyesde la ecología a las categorías de análisis y leyes dela economía.

Hace ya algún tiempo este autor señalaba que, noobstante el esfuerzo histórico para tratar de enrique-cer estos debates, y reconociendo los avances obteni-dos en los últimos años, persistían las dificultadesnacidas de la utilización de categorías de análisistradicionales, la mayoría provenientes de la econo-mía, que impedían la integración eficiente de otrasdisciplinas, en especial las ciencias naturales.

Sin duda que en el último siglo han habido avancessignificativos con relación a un planteamiento orgá-nico y sistémico sobre el desarrollo integral de laregión. Es cierto que la concepción global de esteplanteamiento haya estado clara en la mente de suscreadores, pero no cabe la menor duda, que su cons-trucción debió enfrentar serios problemas operacio-nales basados en la ausencia de categorías de análisissobre desarrollo integral y a la utilización de las yatradicionales categorías económicas.

La definición de las categorías que se necesitan paraconfigurar y desagregar este planteamiento incorpo-rando plenamente la dimensión ambiental, pasa, enconsecuencia, por la determinación de las especifici-dades económico-sociales y su relación con la natura-leza. La búsqueda de procesos y espacios relevantescon relación a estas interacciones debería contribuir aesta definición. No cabe duda que la ampliación delplano de la transformación productiva, que dinamizael proceso de producción, incorporando la articula-ción de éste a la dinámica social y natural, permiteexplorar las buscadas categorías de análisis de desa-rrollo integral.

Es necesario, además, tal cual se ha reiterado en losúltimos años en la CEPAL, tratar de abordar sus nue-vos planteamientos con un enfoque de sistemas parapoder manejar en forma articulada los diferentes gra-dos de complejidad. Se trata de complejizar los análi-sis del proceso de transformación productiva con lasarticulaciones que nacen de la dinámica social y ladinámica natural.

Hay un claro déficit del pensamiento encaminado aentender la jerarquía de causalidades, lo que exigepreviamente dominar el comportamiento de las leyesnaturales para poder establecer los márgenes de mo-dificaciones de la naturaleza permisibles dentro deestrategias de sustentabilidad en el largo plazo. Elreduccionismo y, además, la contradicción casi onto-lógica que conlleva el crecimiento económico conrelación al medio ambiente, llevaron a desechar estosplanteamientos y a navegar por otras posiciones.

Algunos centros de pensamiento sobre desarrolloexploraron formas de encarar el problema tratando dedarle un enfoque interdisciplinario. Por ello que seestudió cual era el comportamiento ambiental de loque a fines de los setenta de denominaba “el estilo dedesarrollo predominante” en América Latina y elCaribe. Al margen de los complejos trabajos, globa-les, sectoriales, espaciales, sobre recursos específi-cos, sobre información etc. etc. que en esa época seestudiaron, hubo algunos “descubrimientos” que vis-tos en el tiempo, tuvieron una marcada proyecciónpara el devenir del tema.

Uno de los más relevantes fue la internalización delconocimiento de la primera y de la segunda ley de latermodinámica, cuestión básica para entender losprocesos de transformación. Se aprendió de que todoproceso de transformación conlleva un costo ecológi-co, y que éste depende de la alteración del comporta-miento ecosistémico donde los grados de artificiali-zación son muy importantes.

Se entendió, en definitiva, que no se podía innovar niadentrarse en la temática del crecimiento sin teneruna base de ciencias naturales que permitiera haceresfuerzos interdisciplinarios.

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Estilos de desarrollo y medio ambiente en América Latina, un cuarto de siglo después (parte II) [Nicolo Gligo]

VI. La deuda de la ecología

En el proyecto “Estilos de desarrollo y medio am-biente en la América Latina” hubo dos trabajos quese refirieron específicamente al tema de la ecología:“Notas sobre la historia ecológica de la América La-tina” (Gligo y Morello, 1980) y “Ecología y desarro-llo: evolución y perspectivas del pensamiento ecoló-gico”(Hurtubia, 1980). Otros trabajos que abordarontemas ecológicos fueron los relativos a los desarro-llos agrícola, forestal y pesquero como consecuenciade que estos procesos se desarrollan alterando ecosis-temas vivos (Gligo, 1980), (Salcedo y Leyton, 1980),(Tapia, 1980). Un tercer grupo de trabajos se refirió aprocesos concretos desarrollados en las áreas rurales(Adámoli y Fernández, 1980), (Mueller, 1980),(Ortega, 1980), (Barrera y Grupo de análisis de siste-mas ecológicos, 1980).

La evolución de la ecología

El trabajo “Ecología y desarrollo: evolución y pes-pectivas del pensamiento ecológico” analizó la evo-lución del pensamiento ecológico partiendo del con-cepto de ecosistema definido como el estudio de lasinterrelaciones entre hombre, sociedad y naturaleza.El trabajo profundizó los componentes y procesos deun ecosistema y los principales enfoques que predo-minaban en los estudios de los ecosistemas, haciendouna profusa investigación bibliográfica de la época1869 a 1935 denominada “de consolidación de laecología” hasta la actualidad.

Este trabajo, didácticamente realizado, fue muy útil,ya que sirvió para aclarar las confusiones conceptua-les que había a la fecha de la publicación y que semanejan hasta hoy día. Aún hoy se confunde lo quees la ciencia de la ecología con el medio ambiente ola dimensión ambiental. Frecuentemente se leen oescuchan expresiones tan poco felices como “hay quecuidar la ecología”, en vez de proteger y cuidar losecosistemas.

La ecología es una ciencia de evolución reciente demenos de un siglo de vida. Está en constante perfec-cionamiento y apertura de ramas y líneas de pensa-miento. Sus categorías de análisis normalmente soncomplejas y se derivan de expresiones de síntesis deotras ciencias, básicamente naturales. Tal como loplanteó a fines de los setenta Jaime Hurtubia: “comoen muchas ciencias, faltó (y aún falta) un examenfilosófico de la ecología; de sus problemas, métodos,técnica, estructura lógica, resultados generales, etc.La superficialidad para mostrar la presencia de otrasciencias anuló el estudio de las implicaciones filosó-ficas de su quehacer, el examen de las categorías ehipótesis que intervienen en la investigación ecológi-ca o que emergen en la síntesis de sus resultados”.

Exploró además este autor, las perspectivas de laecología en la ciencia y la sociedad actuales definién-dola como una ciencia de síntesis e integración. Plan-teó que la principal transformación tuvo lugar a me-diados del decenio de los cincuenta por el interés dela época hacia enfoques más holísticos. Aquí searriesgó a entrar en las definiciones y nuevos camposde la ecología que la asocian a las ciencias sociales,desdibujándose la línea divisoria entre los conceptosde ecología y medio ambiente.

No fue sorpresa encontrar en el proyecto usos distin-tos del término ecología en varios otros trabajos. Va-rios autores debían haber utilizado el término medioambiente y otros sencillamente se refirieron a ecolo-gía cuando describieron componentes del ecosiste-mas sin considerar que la esencia de esta ciencia es laintegración y la interrelación.

Aportes y déficit

El aporte de la ciencia de la ecología en los últimosveinticinco años ha sido importante para el diagnósti-co de los procesos ambientales que enfrentan los paí-ses. No obstante, sus enfoques se han limitado a des-cripciones muy limitadas. En la mayoría de los estu-dios de evaluaciones de impactos ambientales, laciencia ecológica es poco lo que aporta, confundién-dose esta ciencia con descripciones de especies vege-

tales y animales, o elementos de la geología y la geo-morfología.

Pero el principal déficit radica en su marcado someti-miento a otras disciplinas como la economía. Inclusodurante este tiempo no son pocos los esfuerzos reali-zados por ecólogos de “modernizarse” tratando deinterrelacionarse con la economía mostrando lengua-jes integrados. Lo que se ha conseguido es un esfuer-zo fallido de sometimiento de las categorías y leyesde la ecología a las categorías de análisis y leyes dela economía.

Hace ya algún tiempo este autor señalaba que, noobstante el esfuerzo histórico para tratar de enrique-cer estos debates, y reconociendo los avances obteni-dos en los últimos años, persistían las dificultadesnacidas de la utilización de categorías de análisistradicionales, la mayoría provenientes de la econo-mía, que impedían la integración eficiente de otrasdisciplinas, en especial las ciencias naturales.

Sin duda que en el último siglo han habido avancessignificativos con relación a un planteamiento orgá-nico y sistémico sobre el desarrollo integral de laregión. Es cierto que la concepción global de esteplanteamiento haya estado clara en la mente de suscreadores, pero no cabe la menor duda, que su cons-trucción debió enfrentar serios problemas operacio-nales basados en la ausencia de categorías de análisissobre desarrollo integral y a la utilización de las yatradicionales categorías económicas.

La definición de las categorías que se necesitan paraconfigurar y desagregar este planteamiento incorpo-rando plenamente la dimensión ambiental, pasa, enconsecuencia, por la determinación de las especifici-dades económico-sociales y su relación con la natura-leza. La búsqueda de procesos y espacios relevantescon relación a estas interacciones debería contribuir aesta definición. No cabe duda que la ampliación delplano de la transformación productiva, que dinamizael proceso de producción, incorporando la articula-ción de éste a la dinámica social y natural, permiteexplorar las buscadas categorías de análisis de desa-rrollo integral.

Es necesario, además, tal cual se ha reiterado en losúltimos años en la CEPAL, tratar de abordar sus nue-vos planteamientos con un enfoque de sistemas parapoder manejar en forma articulada los diferentes gra-dos de complejidad. Se trata de complejizar los análi-sis del proceso de transformación productiva con lasarticulaciones que nacen de la dinámica social y ladinámica natural.

Hay un claro déficit del pensamiento encaminado aentender la jerarquía de causalidades, lo que exigepreviamente dominar el comportamiento de las leyesnaturales para poder establecer los márgenes de mo-dificaciones de la naturaleza permisibles dentro deestrategias de sustentabilidad en el largo plazo. Elreduccionismo y, además, la contradicción casi onto-lógica que conlleva el crecimiento económico conrelación al medio ambiente, llevaron a desechar estosplanteamientos y a navegar por otras posiciones.

Algunos centros de pensamiento sobre desarrolloexploraron formas de encarar el problema tratando dedarle un enfoque interdisciplinario. Por ello que seestudió cual era el comportamiento ambiental de loque a fines de los setenta de denominaba “el estilo dedesarrollo predominante” en América Latina y elCaribe. Al margen de los complejos trabajos, globa-les, sectoriales, espaciales, sobre recursos específi-cos, sobre información etc. etc. que en esa época seestudiaron, hubo algunos “descubrimientos” que vis-tos en el tiempo, tuvieron una marcada proyecciónpara el devenir del tema.

Uno de los más relevantes fue la internalización delconocimiento de la primera y de la segunda ley de latermodinámica, cuestión básica para entender losprocesos de transformación. Se aprendió de que todoproceso de transformación conlleva un costo ecológi-co, y que éste depende de la alteración del comporta-miento ecosistémico donde los grados de artificiali-zación son muy importantes.

Se entendió, en definitiva, que no se podía innovar niadentrarse en la temática del crecimiento sin teneruna base de ciencias naturales que permitiera haceresfuerzos interdisciplinarios.

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Estilos de desarrollo y medio ambiente en América Latina, un cuarto de siglo después (parte II) [Nicolo Gligo]

Déficit y desafíos de la ecología

No cabe duda que el pensamiento ecológico y losaportes de la ecología para enfrentar la problemáticaambiental tienen un rezago que es importante dismi-nuir. En primer lugar, es fundamental que ecólogos,biólogos, botánicos, zoólogos, edafólogos, climatólo-gos, geólogos, geomorfólogos, etc., hablen sus pro-pios idiomas científicos y sólo avancen creando lospuentes para hacer interciencia. Que no busquen len-guajes de las ciencias sociales, y específicamente dela economía. Que no se sometan a sus leyes dejandoen la penumbra sus propios resultados.

La ecología debe progresar enfrentando los estudiosde los ecosistemas en forma más integrada y sistémi-ca. Las descripciones de componentes, de nichos, decategorías de estado de conservación por especies, derepresentatividad, de singularidad, etc., siempre sonimportantes, necesarios, e indispensables en un estu-dio avanzado. Por ello, que los estudios de línea base,tan indispensables para hacer evaluaciones ambienta-les, se deben enriquecer con las complejidades quenacen de los estudios sistémicos e integrales.

Un tema que ha estado normalmente ausente de estosestudios es el que se define las características y cuali-dades de los biotopos: estabilidad, diversidad, abun-dancia y rareza, naturalidad y, sobre todo interrela-ciones.

Los estudios de estabilidad, tan poco abordados, ymuchas veces soslayados, permiten prever impactosy proyectar comportamientos. De aquí nace la necesi-dad en ecosistemas de establecer parámetros comoconstancia, o falta de variación en alguna propiedadde un sistema; y persistencia, que mide el tiempo desupervivencia de un ecosistema o de alguno de suscomponentes antes de que cambie a un nuevo valor.

Por lo general, no se constata en los estudios de esta-bilidad mediciones de resistencia, definida como laposibilidad de un ecosistema de resistir desplaza-mientos desde su estado inicial después de una altera-ción; y de resiliencia, definida como la posibilidad derecuperar el estado inicial después de una alteración.Tampoco se mide la elasticidad, en función del tiem-

po de recuperación al estado inicial, si es que es posi-ble, después de una perturbación; ni la amplitud, de-finida como el rango que abarca el estado inferido alestado inicial.

Sería una contribución valiosa conocer la histéresis oel grado de diferenciación que existe entre la posibleforma de recuperación de la forma de degradación; yla maleabilidad, definida como la diferenciación en-tre el nuevo estado establecido permanentemente y elestado inicial.

Respecto a la diversidad, es corriente encontrar estu-dios sobre ella pero en forma muy simplificada ypoco cuantificada o graficada. Pocos trabajos en lospaíses de la región muestran cuantificaciones de ladiversidad alfa o beta, que serían tan útiles en estu-dios de línea base.

Todos estos parámetros contribuyen al comporta-miento sobre la base de sus interacciones. Por estarazón que en la región es importante empezar a cons-truir modelos cuantitativos de simulación de compor-tamientos de los ecosistemas. La construcción de unmodelo exige definir sus límites. Es necesario señalarque un ecosistema tiene que tener una dimensión quegarantice incluir un conjunto completo de procesos.Los límites deben fijarse donde las entradas y salidasde material puedan medirse más fácilmente. Las si-mulaciones nos permitirían construir modelos deflujos de nutrientes, del agua y energéticos.

Para construir estos modelos es necesario recurrir auna doble fuente de información: por una parte, losmuestreos de campo, y, por otra, la revisión biblio-gráfica, en particular, la búsqueda de modelos muysimilares. De esta forma se puede determinar tantolas variables de estado como los coeficientes detransferencia.

La construcción de modelos puede ir de modeloslineales hacia otros más complejos basados en fun-ciones no lineales que poseen otros atributos. Lacomputación permite derivar estos comportamientosa gráficos generalmente tridimensionales.

Estos avances existían hace un cuarto de siglo atrás,cuando se realizó el proyecto de “Estilos de desarro-llo y medio ambiente en la América Latina” (Kucera,1978). Fueron considerados una sofisticación de paí-ses del primer mundo, pero actualmente, práctica-mente nada se ha avanzado. En América Latina fue-ron pioneros en el tema el Grupo de Estudios de Sis-temas Ecológicos, de la Fundación Bariloche, perodesafortunadamente, por falta de apoyo, este grupo sedisolvió hace ya una década.

El déficit de formación en ecología cuantitativa, de-bía suplirse con la formación de una especialidad deecología, con profundo dominio de ciencias exactas yde técnicas de modelación.

Un notable esfuerzo de avanzar en matematizaciónde la ecología fue realizado precisamente en la mis-ma época del proyecto “Estilos de desarrollo y medioambiente en la América Latina” por Roberto Novo,Roberto Armijo y Juan Gastó en la Universidad Au-tónoma Roberto Narro de México. En esta investiga-ción se hizo un estudio para establecer las bases eco-cibernéticas del estudio del ecosistema, de su estruc-tura, funcionamiento, cambio de estado y mecanis-mos sistemogénicos. Fue un esfuerzo para formularen términos precisos situaciones altamente difusas ycomplejas.

Notables aportes fueron las formulaciones de meca-nismos sistemogénicos, con relación a las graficacio-nes y ecuaciones diferenciales de la carga y descargadel ecosistema, y de los cambios de estado del indivi-duo. El estudio contiene una completa cuantificaciónde las dinámicas poblacionales, en especial en el cre-cimiento y equilibrio y cosecha. En el crecimientocomo función de la densidad de la población se cons-truyeron los gráficos de diferentes situaciones y lasecuaciones polinominales y exponenciales. Hay tam-bién un importante aporte en el cambio de estadotopológico y se profundiza allí los temas de entropía,información y arreglo topológico.

Desafortunadamente, este esfuerzo no fue continua-do. Los ecólogos, biólogos y otras formaciones deciencias naturales de la región no poseían ni poseenel mínimo de conocimientos matemáticos para enten-

der esta forma de tratamiento. Y no sólo se da enellos sino en los ingenieros tanto forestales, comoagrónomos, de alimentos etc, aunque no con tantaslimitantes, tampoco tienen el nivel de formación ma-temática como para abordar esta nueva forma de pre-cisar a la ecología. Nadie siguió por este camino queaún hoy espera ser transitado.

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Estilos de desarrollo y medio ambiente en América Latina, un cuarto de siglo después (parte II) [Nicolo Gligo]

Déficit y desafíos de la ecología

No cabe duda que el pensamiento ecológico y losaportes de la ecología para enfrentar la problemáticaambiental tienen un rezago que es importante dismi-nuir. En primer lugar, es fundamental que ecólogos,biólogos, botánicos, zoólogos, edafólogos, climatólo-gos, geólogos, geomorfólogos, etc., hablen sus pro-pios idiomas científicos y sólo avancen creando lospuentes para hacer interciencia. Que no busquen len-guajes de las ciencias sociales, y específicamente dela economía. Que no se sometan a sus leyes dejandoen la penumbra sus propios resultados.

La ecología debe progresar enfrentando los estudiosde los ecosistemas en forma más integrada y sistémi-ca. Las descripciones de componentes, de nichos, decategorías de estado de conservación por especies, derepresentatividad, de singularidad, etc., siempre sonimportantes, necesarios, e indispensables en un estu-dio avanzado. Por ello, que los estudios de línea base,tan indispensables para hacer evaluaciones ambienta-les, se deben enriquecer con las complejidades quenacen de los estudios sistémicos e integrales.

Un tema que ha estado normalmente ausente de estosestudios es el que se define las características y cuali-dades de los biotopos: estabilidad, diversidad, abun-dancia y rareza, naturalidad y, sobre todo interrela-ciones.

Los estudios de estabilidad, tan poco abordados, ymuchas veces soslayados, permiten prever impactosy proyectar comportamientos. De aquí nace la necesi-dad en ecosistemas de establecer parámetros comoconstancia, o falta de variación en alguna propiedadde un sistema; y persistencia, que mide el tiempo desupervivencia de un ecosistema o de alguno de suscomponentes antes de que cambie a un nuevo valor.

Por lo general, no se constata en los estudios de esta-bilidad mediciones de resistencia, definida como laposibilidad de un ecosistema de resistir desplaza-mientos desde su estado inicial después de una altera-ción; y de resiliencia, definida como la posibilidad derecuperar el estado inicial después de una alteración.Tampoco se mide la elasticidad, en función del tiem-

po de recuperación al estado inicial, si es que es posi-ble, después de una perturbación; ni la amplitud, de-finida como el rango que abarca el estado inferido alestado inicial.

Sería una contribución valiosa conocer la histéresis oel grado de diferenciación que existe entre la posibleforma de recuperación de la forma de degradación; yla maleabilidad, definida como la diferenciación en-tre el nuevo estado establecido permanentemente y elestado inicial.

Respecto a la diversidad, es corriente encontrar estu-dios sobre ella pero en forma muy simplificada ypoco cuantificada o graficada. Pocos trabajos en lospaíses de la región muestran cuantificaciones de ladiversidad alfa o beta, que serían tan útiles en estu-dios de línea base.

Todos estos parámetros contribuyen al comporta-miento sobre la base de sus interacciones. Por estarazón que en la región es importante empezar a cons-truir modelos cuantitativos de simulación de compor-tamientos de los ecosistemas. La construcción de unmodelo exige definir sus límites. Es necesario señalarque un ecosistema tiene que tener una dimensión quegarantice incluir un conjunto completo de procesos.Los límites deben fijarse donde las entradas y salidasde material puedan medirse más fácilmente. Las si-mulaciones nos permitirían construir modelos deflujos de nutrientes, del agua y energéticos.

Para construir estos modelos es necesario recurrir auna doble fuente de información: por una parte, losmuestreos de campo, y, por otra, la revisión biblio-gráfica, en particular, la búsqueda de modelos muysimilares. De esta forma se puede determinar tantolas variables de estado como los coeficientes detransferencia.

La construcción de modelos puede ir de modeloslineales hacia otros más complejos basados en fun-ciones no lineales que poseen otros atributos. Lacomputación permite derivar estos comportamientosa gráficos generalmente tridimensionales.

Estos avances existían hace un cuarto de siglo atrás,cuando se realizó el proyecto de “Estilos de desarro-llo y medio ambiente en la América Latina” (Kucera,1978). Fueron considerados una sofisticación de paí-ses del primer mundo, pero actualmente, práctica-mente nada se ha avanzado. En América Latina fue-ron pioneros en el tema el Grupo de Estudios de Sis-temas Ecológicos, de la Fundación Bariloche, perodesafortunadamente, por falta de apoyo, este grupo sedisolvió hace ya una década.

El déficit de formación en ecología cuantitativa, de-bía suplirse con la formación de una especialidad deecología, con profundo dominio de ciencias exactas yde técnicas de modelación.

Un notable esfuerzo de avanzar en matematizaciónde la ecología fue realizado precisamente en la mis-ma época del proyecto “Estilos de desarrollo y medioambiente en la América Latina” por Roberto Novo,Roberto Armijo y Juan Gastó en la Universidad Au-tónoma Roberto Narro de México. En esta investiga-ción se hizo un estudio para establecer las bases eco-cibernéticas del estudio del ecosistema, de su estruc-tura, funcionamiento, cambio de estado y mecanis-mos sistemogénicos. Fue un esfuerzo para formularen términos precisos situaciones altamente difusas ycomplejas.

Notables aportes fueron las formulaciones de meca-nismos sistemogénicos, con relación a las graficacio-nes y ecuaciones diferenciales de la carga y descargadel ecosistema, y de los cambios de estado del indivi-duo. El estudio contiene una completa cuantificaciónde las dinámicas poblacionales, en especial en el cre-cimiento y equilibrio y cosecha. En el crecimientocomo función de la densidad de la población se cons-truyeron los gráficos de diferentes situaciones y lasecuaciones polinominales y exponenciales. Hay tam-bién un importante aporte en el cambio de estadotopológico y se profundiza allí los temas de entropía,información y arreglo topológico.

Desafortunadamente, este esfuerzo no fue continua-do. Los ecólogos, biólogos y otras formaciones deciencias naturales de la región no poseían ni poseenel mínimo de conocimientos matemáticos para enten-

der esta forma de tratamiento. Y no sólo se da enellos sino en los ingenieros tanto forestales, comoagrónomos, de alimentos etc, aunque no con tantaslimitantes, tampoco tienen el nivel de formación ma-temática como para abordar esta nueva forma de pre-cisar a la ecología. Nadie siguió por este camino queaún hoy espera ser transitado.

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Estilos de desarrollo y medio ambiente en América Latina, un cuarto de siglo después (parte II) [Nicolo Gligo]

VII. Medio ambiente en la agricultu-ra latinoamericana: el nuevo pano-rama

El proyecto “Estilos de desarrollo y medio ambienteen la América Latina” dio un espacio muy importanteal tratamiento del tema de la agricultura y del mundorural. Y no podía ser de otra manera ya que en eldecenio de los setenta aún la región, con excepcióndel cono sur, estaba inmersa en un proceso aceleradode inmigración campo–ciudad y muchos de los paísesaún se definían como rurales.

La modernización del campo

Para entender el problema ambiental de la región eranecesario compenetrarse e investigar lo que significóla llamada “modernización del campo” y su corres-pondiente instrumento científico y tecnológico deno-minado “revolución verde”. Nicolo Gligo explora lasexplicaciones con una visión integral, política, social,antropológica, etc. El proceso de cambio agrario–rural y sus derivaciones ambientales (Gligo, 1980).Lo complementa Emiliano Ortega con una visióndesde el mundo campesino (Ortega, 1980).

Para explorar los efectos de las estrategias de desa-rrollo en el medio ambiente de estos países fue nece-sario partir del análisis de dos procesos que se dieronsimultánea y complementariamente: la aceleradamodernización del campo y la revolución verde. Es-tos se repasarán a continuación dado que en los últi-mos cinco o diez años la tendencia ha sido tratar losprocesos agrícolas en forma desagregada sin darle unenfoque global ni analizar las heterogéneas y comple-jas racionalidades de los distintos actores socialesque han actuado en el espacio rural de la región.

El impulso que se dio en particular en las áreas tradi-cionales de agricultura, la llamada “modernizacióndel campo” fue posiblemente el origen de los princi-pales problemas ambientales de la región. La intensi-ficación de algunos de estos sumados a ciertos proce-

sos históricos, explican la actual realidad ambientalde las agriculturas y sus tendencias.

Tal como lo plantea el primer autor citado, la“revolución verde” irrumpió con fuerza en la épocade post–guerra, a partir de los notables adelantos engenética vegetal. La creación de un material genéticode alta productividad exigió de un paquete tecnológi-co cimentado en una alta artificialización de los eco-sistemas. El material genético, para poder desarrollarsu potencialidad, requería de fertilizantes, pesticidas,maquinaria agrícola para la preparación de suelos einsumos y maquinarias y químicos para el tratamien-to del producto en la postcosecha. Este paquete tec-nológico no sólo era de alta productividad física sinotambién de la mano de obra. Por lo tanto, impulsadoen áreas tradicionales, se convirtió en un factor aho-rrador de mano de obra y a su vez, demandante decapital.

No cabe ninguna duda, que la penetración de esteestilo de desarrollo agrícola estuvo asociado al ascen-so de la importancia de las empresas trasnacionalesligadas al comercio de insumos, a la venta de deter-minados productos y a la venta de innovaciones tec-nológicas. La irreversibilidad del cambio de estructu-ra de ecosistemas fue determinante para que esta mo-dalidad agrícola se haga dependiente de las innova-ciones tecnológicas e insumos comercializados porlos trasnacionales.

Muchos latifundios tradicionales se transformaron aempresas modernas rompiendo su integración estruc-tural con el minifundio y con los pueblos rurales. Lamenor demanda de mano de obra, producto de lamodernización, repercutió en el sector campesino. Eldéficit de oferta de trabajo se tradujo en menos ingre-sos para el campesino que actuaba como subproleta-rio del latifundio o que participaban en el procesoproductivo a través de la explotación de formas desubtenencias ligadas al latifundio.

De esta forma, se intensificó la expulsión campesinade los sectores rurales tradicionales. Tres fueron lasopciones campesinas y las tres fueron el origen deprocesos ambientales muy negativos. En primer lu-gar, se dinamizó fuertemente el proceso de urbaniza-

ción sobre la base de una búsqueda desesperada detrabajo para sobrevivir. Crecimiento de áreas margi-nales sin la dotación mínima de servicios básicos,falta de agua, de alcantarillado, etc.; ocupación desuelos con riesgos, ya sea de anegamiento o de desli-zamiento de suelos, contaminación orgánica de todotipo, especialmente en el área agrícola contigua, pér-didas por ocupación de áreas periféricas agrícolas,etc.

En segundo lugar, un porcentaje importante de cam-pesinos que no emigraron a las ciudades lo hicieron alas áreas de frontera agropecuaria. Este tema fue pre-ocupación en el decenio de los ochenta. Todas lasnuevas ocupaciones siempre se hicieron con un altocosto ecológico, dada la vulnerabilidad de los siste-mas afectados. Dos factores contribuyeron a exacer-bar el daño ecológico. Por una parte, gran parte de laexpansión se realizó en el trópico húmedo de Brasil.Procesos de cierta significación tuvieron tambiénlugar en Colombia, Perú, Bolivia, Paraguay, Ecuador,Venezuela, Guatemala, Nicaragua, El Salvador, Hon-duras y Panamá. En dimensiones absolutas menores,en varios países isleños del Caribe. También la ex-pansión se produjo en las áreas subtropicales de Bra-sil, Bolivia, Venezuela y Argentina, territorios todosde alta vulnerabilidad.

Por otra parte, el campesino expulsado provenía ge-neralmente de áreas templadas o subtropicales dondepodían tener éxito las tecnologías básicas de la revo-lución verde. A estos dos factores hay que unir elhecho que nunca antes de esta época se dispuso deuna gama tan amplia de maquinaria e insumos quepermitían avanzar en forma significativa hacia elinterior.

Los gobiernos de los países no estuvieron ausentes dela responsabilidad de la ocupación irrestricta de losnuevos espacios. Varios crearon incentivos especia-les, generalmente sobre la base de estímulos, subsi-dios y desgravámenes para fomentar la ocupación.En algunos casos, como el de Brasil, se fomentó ungran proceso de ocupación de la Amazonía, que esti-muló la desforestación.

La tercera opción campesina se redujo a la perma-nencia en el predio. Pero esta permanencia tuvo mati-ces significativamente diferentes: el campesino dejóde percibir el complemento económico que anterior-mente recibía del latifundio tradicional. El moderni-zado predio no demandaba mano de obra o si lo hacíaera básicamente especializada. La estacionalidad,además del uso de la mano de obra, se hizo más mar-cada y limitada. Al factor de percibir menores ingre-sos se unieron los problemas de comercializaciónderivados de la especialización productiva que lamodernización del agro impuso en muchas de lastierras tradicionales. Esto, en muchos casos, no sóloprodujo menos ingresos sino que significó mayoresriesgos, producto de la disminución de la diversifica-ción productiva campesina. En este contexto al cam-pesino no le quedó otra alternativa que sobre explotarel suelo, ya sea produciendo más de lo acostumbrado,ya sea convirtiéndose a monocultivador, lo que setradujo en el incremento del principal proceso dete-riorante del espacio latinoamericano, la erosión delsuelo.

Los procesos de expulsión demográfica del campo,en consecuencia, fueron el origen de múltiples proce-sos de deterioro ambiental y pérdida de recursos na-turales. No podía haber sucedido este proceso si nose hubiesen implementado estrategias de desarrollobasados en la industrialización para la sustitución delas importaciones, donde el agro fue claramente mar-ginado y discriminado.

Efectos ambientales de la crisis y el ajusteeconómico en la agricultura

El mundo cambió a partir de fines de los ochenta, osea, hace un cuarto de siglo atrás. Al término del de-cenio de los 70 y a comienzos del de los 80, los paí-ses de América Latina, entraron en un proceso decrisis que no fue otra cosa que la explosión de fuer-zas no controladas que tuvieron un largo período deincubación. La crisis, cuya manifestación más clarafue la económica, apareció en toda la estructura de lasociedad y sus instituciones y se manifestó en lo so-cial, cultural y sobre todo en lo político, afectando

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Estilos de desarrollo y medio ambiente en América Latina, un cuarto de siglo después (parte II) [Nicolo Gligo]

VII. Medio ambiente en la agricultu-ra latinoamericana: el nuevo pano-rama

El proyecto “Estilos de desarrollo y medio ambienteen la América Latina” dio un espacio muy importanteal tratamiento del tema de la agricultura y del mundorural. Y no podía ser de otra manera ya que en eldecenio de los setenta aún la región, con excepcióndel cono sur, estaba inmersa en un proceso aceleradode inmigración campo–ciudad y muchos de los paísesaún se definían como rurales.

La modernización del campo

Para entender el problema ambiental de la región eranecesario compenetrarse e investigar lo que significóla llamada “modernización del campo” y su corres-pondiente instrumento científico y tecnológico deno-minado “revolución verde”. Nicolo Gligo explora lasexplicaciones con una visión integral, política, social,antropológica, etc. El proceso de cambio agrario–rural y sus derivaciones ambientales (Gligo, 1980).Lo complementa Emiliano Ortega con una visióndesde el mundo campesino (Ortega, 1980).

Para explorar los efectos de las estrategias de desa-rrollo en el medio ambiente de estos países fue nece-sario partir del análisis de dos procesos que se dieronsimultánea y complementariamente: la aceleradamodernización del campo y la revolución verde. Es-tos se repasarán a continuación dado que en los últi-mos cinco o diez años la tendencia ha sido tratar losprocesos agrícolas en forma desagregada sin darle unenfoque global ni analizar las heterogéneas y comple-jas racionalidades de los distintos actores socialesque han actuado en el espacio rural de la región.

El impulso que se dio en particular en las áreas tradi-cionales de agricultura, la llamada “modernizacióndel campo” fue posiblemente el origen de los princi-pales problemas ambientales de la región. La intensi-ficación de algunos de estos sumados a ciertos proce-

sos históricos, explican la actual realidad ambientalde las agriculturas y sus tendencias.

Tal como lo plantea el primer autor citado, la“revolución verde” irrumpió con fuerza en la épocade post–guerra, a partir de los notables adelantos engenética vegetal. La creación de un material genéticode alta productividad exigió de un paquete tecnológi-co cimentado en una alta artificialización de los eco-sistemas. El material genético, para poder desarrollarsu potencialidad, requería de fertilizantes, pesticidas,maquinaria agrícola para la preparación de suelos einsumos y maquinarias y químicos para el tratamien-to del producto en la postcosecha. Este paquete tec-nológico no sólo era de alta productividad física sinotambién de la mano de obra. Por lo tanto, impulsadoen áreas tradicionales, se convirtió en un factor aho-rrador de mano de obra y a su vez, demandante decapital.

No cabe ninguna duda, que la penetración de esteestilo de desarrollo agrícola estuvo asociado al ascen-so de la importancia de las empresas trasnacionalesligadas al comercio de insumos, a la venta de deter-minados productos y a la venta de innovaciones tec-nológicas. La irreversibilidad del cambio de estructu-ra de ecosistemas fue determinante para que esta mo-dalidad agrícola se haga dependiente de las innova-ciones tecnológicas e insumos comercializados porlos trasnacionales.

Muchos latifundios tradicionales se transformaron aempresas modernas rompiendo su integración estruc-tural con el minifundio y con los pueblos rurales. Lamenor demanda de mano de obra, producto de lamodernización, repercutió en el sector campesino. Eldéficit de oferta de trabajo se tradujo en menos ingre-sos para el campesino que actuaba como subproleta-rio del latifundio o que participaban en el procesoproductivo a través de la explotación de formas desubtenencias ligadas al latifundio.

De esta forma, se intensificó la expulsión campesinade los sectores rurales tradicionales. Tres fueron lasopciones campesinas y las tres fueron el origen deprocesos ambientales muy negativos. En primer lu-gar, se dinamizó fuertemente el proceso de urbaniza-

ción sobre la base de una búsqueda desesperada detrabajo para sobrevivir. Crecimiento de áreas margi-nales sin la dotación mínima de servicios básicos,falta de agua, de alcantarillado, etc.; ocupación desuelos con riesgos, ya sea de anegamiento o de desli-zamiento de suelos, contaminación orgánica de todotipo, especialmente en el área agrícola contigua, pér-didas por ocupación de áreas periféricas agrícolas,etc.

En segundo lugar, un porcentaje importante de cam-pesinos que no emigraron a las ciudades lo hicieron alas áreas de frontera agropecuaria. Este tema fue pre-ocupación en el decenio de los ochenta. Todas lasnuevas ocupaciones siempre se hicieron con un altocosto ecológico, dada la vulnerabilidad de los siste-mas afectados. Dos factores contribuyeron a exacer-bar el daño ecológico. Por una parte, gran parte de laexpansión se realizó en el trópico húmedo de Brasil.Procesos de cierta significación tuvieron tambiénlugar en Colombia, Perú, Bolivia, Paraguay, Ecuador,Venezuela, Guatemala, Nicaragua, El Salvador, Hon-duras y Panamá. En dimensiones absolutas menores,en varios países isleños del Caribe. También la ex-pansión se produjo en las áreas subtropicales de Bra-sil, Bolivia, Venezuela y Argentina, territorios todosde alta vulnerabilidad.

Por otra parte, el campesino expulsado provenía ge-neralmente de áreas templadas o subtropicales dondepodían tener éxito las tecnologías básicas de la revo-lución verde. A estos dos factores hay que unir elhecho que nunca antes de esta época se dispuso deuna gama tan amplia de maquinaria e insumos quepermitían avanzar en forma significativa hacia elinterior.

Los gobiernos de los países no estuvieron ausentes dela responsabilidad de la ocupación irrestricta de losnuevos espacios. Varios crearon incentivos especia-les, generalmente sobre la base de estímulos, subsi-dios y desgravámenes para fomentar la ocupación.En algunos casos, como el de Brasil, se fomentó ungran proceso de ocupación de la Amazonía, que esti-muló la desforestación.

La tercera opción campesina se redujo a la perma-nencia en el predio. Pero esta permanencia tuvo mati-ces significativamente diferentes: el campesino dejóde percibir el complemento económico que anterior-mente recibía del latifundio tradicional. El moderni-zado predio no demandaba mano de obra o si lo hacíaera básicamente especializada. La estacionalidad,además del uso de la mano de obra, se hizo más mar-cada y limitada. Al factor de percibir menores ingre-sos se unieron los problemas de comercializaciónderivados de la especialización productiva que lamodernización del agro impuso en muchas de lastierras tradicionales. Esto, en muchos casos, no sóloprodujo menos ingresos sino que significó mayoresriesgos, producto de la disminución de la diversifica-ción productiva campesina. En este contexto al cam-pesino no le quedó otra alternativa que sobre explotarel suelo, ya sea produciendo más de lo acostumbrado,ya sea convirtiéndose a monocultivador, lo que setradujo en el incremento del principal proceso dete-riorante del espacio latinoamericano, la erosión delsuelo.

Los procesos de expulsión demográfica del campo,en consecuencia, fueron el origen de múltiples proce-sos de deterioro ambiental y pérdida de recursos na-turales. No podía haber sucedido este proceso si nose hubiesen implementado estrategias de desarrollobasados en la industrialización para la sustitución delas importaciones, donde el agro fue claramente mar-ginado y discriminado.

Efectos ambientales de la crisis y el ajusteeconómico en la agricultura

El mundo cambió a partir de fines de los ochenta, osea, hace un cuarto de siglo atrás. Al término del de-cenio de los 70 y a comienzos del de los 80, los paí-ses de América Latina, entraron en un proceso decrisis que no fue otra cosa que la explosión de fuer-zas no controladas que tuvieron un largo período deincubación. La crisis, cuya manifestación más clarafue la económica, apareció en toda la estructura de lasociedad y sus instituciones y se manifestó en lo so-cial, cultural y sobre todo en lo político, afectando

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Estilos de desarrollo y medio ambiente en América Latina, un cuarto de siglo después (parte II) [Nicolo Gligo]

seriamente al sector agrícola y repercutiendo en elmundo rural.

Se consolidó una economía dual con sectores moder-nos que tenían acceso al consumo y otros posterga-dos y marginados, casi siempre los campesinos. Ladiferenciación social se reprodujo espacialmente,sobre todo en regiones de predominancia rural. Salvoexcepciones, el proceso de metropolización que tuvosu cara visible demográfica, se cimentó en la concen-tración de las inversiones especialmente industriales,comerciales y financieras. Las regiones, estados oprovincias siguieron siendo expoliadas por el centroo por los dos o tres polos de desarrollo de cada país.Dentro de cada región, estado o provincia se repetíael esquema de expoliación.

Todo esta problemática interna de la región se agudi-zó producto de las tendencias cada vez más negativasde los términos de intercambio. Nuevos productos,que desplazaron recursos naturales, alta producciónagrícola de los países desarrollados, nuevos produc-tores que se incorporaron al mercado mundial, pro-teccionismo abierto o encubierto de los países delprimer mundo fueron, entre otras, las causas del dete-rioro aludido.

La estructura productiva muy poco o nada tuvo quever con la dotación de recursos naturales. Si se anali-za para esa época dos mayores países Brasil y Argen-tina, en la evolución de su estructura industrial, sepuede constatar fácilmente que, no obstante tenerdiferencias notorias en su dotación de recursos natu-rales, las estructuras establecidas fueron similares.Ello porque, en mayor o menor medida, estos paísesrespondieron a las pautas del norte, ya sea a través delas inversiones trasnacionales, ya sea con esfuerzospropios para lograr una inserción en el mercado inter-nacional.

La gran disponibilidad de recursos financieros exter-nos producto de la recesión de las economías centra-les entre 1971 y 1973 indujo a los países de la regióna endeudarse peligrosamente. El servicio de la deudase hizo muy difícil, ya que consumía una fracciónmuy significativa las exportaciones, las que, en tér-minos monetarios se veían afectadas por el deterioro

de los términos de intercambio. Los desequilibriosmacroeconómicos se manifestaron con fuerza en laalta inflación, balanza de pago negativo, baja tasa deinversión, desempleo, bajo nulo o negativo PIB.

En este contexto la preocupación por el medio am-biente, si había sido sólo tibia en los decenios de laspost–guerra, en estos países, como en el resto de laregión, tendió a desaparecer. Sólo permanecieronplanteamientos aislados en las instituciones especiali-zadas de gobierno, y las denuncias y advertencias delos organismos no gubernamentales.

Si el medio ambiente estuvo ausente de las preocupa-ciones durante la crisis, lo estuvo aún más cuando sepusieron en práctica las políticas de ajuste. Las políti-cas de ajuste se dirigieron, por una parte, hacia lareducción de la demanda agregada y, por otra, a mo-dificar los precios relativos de los bienes, reasignan-do el gasto. La reducción de la demanda agregada,repercutió para que, a fines de los ochenta, se reduz-can o supriman actividades fiscalizadoras; se poster-guen, redimensionen o supriman obras de reposición;se minimicen los estudios de impacto ambiental y seplanteen reducciones o incluso eliminaciones de pro-gramas dirigidos a sectores pobres marginales. Laspolíticas para modificar los precios relativos de losbienes reasignando el gasto, influyeron notoriamenteen la intensificación de determinados productos deexportación, muchos de ellos producidos con altocosto ecológico.

En los países de la región, se llegó a la conclusiónque para reiniciar el crecimiento de la economía eranecesario lograr dos objetivos básicos: consolidar laestabilidad macroeconómica, impulsada a través delas políticas de ajuste, y manejar de la mejor maneraposible el problema de la duda externa. La agricultu-ra debió pagar un alto precio ya que hubo especialpreocupación en mantener lo más barato posible losalimentos de la población y esto tuvo obviamente unaimportante repercusión ambiental.

El manejo de la deuda externa aparecía casi como unobstáculo insalvable, ya que el servicio de la deuda,para la mayoría de los países, se hacía insostenible.Los países entraron, entonces, en largas negociacio-

nes basadas en el convencimiento de la impagabili-dad de la deuda. Pero no obstante todos estos esfuer-zos, la principal arma que se utilizó para manejar elproblema de la deuda externa se basó en la reducciónde la relación servicio de la deuda–exportaciones através del incremento de estas últimas.

Casi todos los países de la región intensificaron susesfuerzos para estimular todo tipo de exportaciones,en especial los provenientes de la agricultura. Nohubo cambios significativos que modificaran la es-tructura de exportación y las ventajas de la región enlos mercados internacionales. Las dos ventajas nomi-nadas como espúreas, los bajos salarios y la subvalo-rización de recursos naturales, siguieron siendo lasbases del auge exportador. A ello se unió una políticacambiaria que hacía énfasis en la subvaluación deltipo de cambio.

El proceso de ajuste, como se mencionó anteriormen-te, implicó importantes políticas de reducción delEstado. Ello se tradujo en una serie de políticas pri-vatizadoras que se mantienen hasta el presente. Lamoda de la privatización tuvo repercusiones ambien-tales de grave trascendencia, especialmente para elsector agrícola, ya que permitió privatizar muchosbienes ambientales y sociales, como el agua, ecosis-temas de belleza escénica, playas y litorales e inclu-so, en ciertos países, se desafectaron de parte de lossistemas de áreas protegidas.

El efecto específico en el sector silvoagropecuariofue claro: sobre explotación de los recursos naturalesrenovables, sobretodo el suelo, el agua y los bosques.En otras palabras, las negativas tendencias ambienta-les constatadas en la crisis no sólo modificaron susritmos de deterioro sino que los intensificaron. Nohay estadísticas e indicadores ambientales que seña-les lo contrario.

La evaluación hecha en 1980 por Emiliano Ortegasobre la realidad campesina, y el pronóstico sobre laexacerbación de los problemas de supervivencia delmundo campesino, dejaron nuevas tareas para pro-fundizar búsquedas de alternativas viables sociales,económica y ambientales. En la actualidad persiste laheterogeneidad de formas de tenencia, pero la dife-

renciación se acrecienta entre los sectores de intensodesarrollo capitalista, en especial orientados a la ex-portación, y el diverso y heterogéneo mundo delcampesino. Las tareas otorgadas hace un cuarto desiglo en el sentido de ahondar y profundizar los siste-mas y subsistemas de tenencia dominantes en ciertasregiones, no se han realizado y marcan desafíos futu-ros (Barrera y Grupo de análisis de sistemas ecológi-cos, 1980).

Expansión de la frontera agropecuaria

El proyecto “Estilos de desarrollo y medio ambienteen la América Latina” trató adecuadamente en sustrabajos sobre lo que estaba sucediendo en la fronteraagropecuaria y mostró alguno de los más importantesesfuerzos para redireccionar los procesos de fronteracon el objeto de disminuir el alto costo ecológico queestaban teniendo. Se abordaron trabajos en dos áreasde alta repercusión: la expansión en Brasil y en laCuenca del Plata.

Con relación a la expansión de la frontera agropecua-ria en Brasil, Charles Mueller, hizo un acabado dia-gnóstico de lo que sucedía en ese espacio, en especialen su frente reciente, en la Amazonía (Mueller,1980). Este autor destacó “la expansión promovida”de este territorio, al hacer referencia a los estímulospara su ocupación derivados de los desgravámenes enel conjunto de estados que forman la Amazonía Le-gal.

Charles Mueller concluyó diciendo “si no cambia laforma de abordar la región ni cambia la situación enotras partes del país no le queda a la nueva adminis-tración mucho margen de acción. Es fundamental quela Amazonía empiece a ser considerada como unpatrimonio valioso que debe ser conservado y usadocon prudencia. Es importante que se tenga presenteque la región posee un ecosistema magnífico, com-plejo y delicado, difícil de explotar con los métodoshabituales, pero que, dentro de una perspectiva delargo plazo, puede venir a contribuir en forma impor-tante al desarrollo brasileño”. Parece ser que en un

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Estilos de desarrollo y medio ambiente en América Latina, un cuarto de siglo después (parte II) [Nicolo Gligo]

seriamente al sector agrícola y repercutiendo en elmundo rural.

Se consolidó una economía dual con sectores moder-nos que tenían acceso al consumo y otros posterga-dos y marginados, casi siempre los campesinos. Ladiferenciación social se reprodujo espacialmente,sobre todo en regiones de predominancia rural. Salvoexcepciones, el proceso de metropolización que tuvosu cara visible demográfica, se cimentó en la concen-tración de las inversiones especialmente industriales,comerciales y financieras. Las regiones, estados oprovincias siguieron siendo expoliadas por el centroo por los dos o tres polos de desarrollo de cada país.Dentro de cada región, estado o provincia se repetíael esquema de expoliación.

Todo esta problemática interna de la región se agudi-zó producto de las tendencias cada vez más negativasde los términos de intercambio. Nuevos productos,que desplazaron recursos naturales, alta producciónagrícola de los países desarrollados, nuevos produc-tores que se incorporaron al mercado mundial, pro-teccionismo abierto o encubierto de los países delprimer mundo fueron, entre otras, las causas del dete-rioro aludido.

La estructura productiva muy poco o nada tuvo quever con la dotación de recursos naturales. Si se anali-za para esa época dos mayores países Brasil y Argen-tina, en la evolución de su estructura industrial, sepuede constatar fácilmente que, no obstante tenerdiferencias notorias en su dotación de recursos natu-rales, las estructuras establecidas fueron similares.Ello porque, en mayor o menor medida, estos paísesrespondieron a las pautas del norte, ya sea a través delas inversiones trasnacionales, ya sea con esfuerzospropios para lograr una inserción en el mercado inter-nacional.

La gran disponibilidad de recursos financieros exter-nos producto de la recesión de las economías centra-les entre 1971 y 1973 indujo a los países de la regióna endeudarse peligrosamente. El servicio de la deudase hizo muy difícil, ya que consumía una fracciónmuy significativa las exportaciones, las que, en tér-minos monetarios se veían afectadas por el deterioro

de los términos de intercambio. Los desequilibriosmacroeconómicos se manifestaron con fuerza en laalta inflación, balanza de pago negativo, baja tasa deinversión, desempleo, bajo nulo o negativo PIB.

En este contexto la preocupación por el medio am-biente, si había sido sólo tibia en los decenios de laspost–guerra, en estos países, como en el resto de laregión, tendió a desaparecer. Sólo permanecieronplanteamientos aislados en las instituciones especiali-zadas de gobierno, y las denuncias y advertencias delos organismos no gubernamentales.

Si el medio ambiente estuvo ausente de las preocupa-ciones durante la crisis, lo estuvo aún más cuando sepusieron en práctica las políticas de ajuste. Las políti-cas de ajuste se dirigieron, por una parte, hacia lareducción de la demanda agregada y, por otra, a mo-dificar los precios relativos de los bienes, reasignan-do el gasto. La reducción de la demanda agregada,repercutió para que, a fines de los ochenta, se reduz-can o supriman actividades fiscalizadoras; se poster-guen, redimensionen o supriman obras de reposición;se minimicen los estudios de impacto ambiental y seplanteen reducciones o incluso eliminaciones de pro-gramas dirigidos a sectores pobres marginales. Laspolíticas para modificar los precios relativos de losbienes reasignando el gasto, influyeron notoriamenteen la intensificación de determinados productos deexportación, muchos de ellos producidos con altocosto ecológico.

En los países de la región, se llegó a la conclusiónque para reiniciar el crecimiento de la economía eranecesario lograr dos objetivos básicos: consolidar laestabilidad macroeconómica, impulsada a través delas políticas de ajuste, y manejar de la mejor maneraposible el problema de la duda externa. La agricultu-ra debió pagar un alto precio ya que hubo especialpreocupación en mantener lo más barato posible losalimentos de la población y esto tuvo obviamente unaimportante repercusión ambiental.

El manejo de la deuda externa aparecía casi como unobstáculo insalvable, ya que el servicio de la deuda,para la mayoría de los países, se hacía insostenible.Los países entraron, entonces, en largas negociacio-

nes basadas en el convencimiento de la impagabili-dad de la deuda. Pero no obstante todos estos esfuer-zos, la principal arma que se utilizó para manejar elproblema de la deuda externa se basó en la reducciónde la relación servicio de la deuda–exportaciones através del incremento de estas últimas.

Casi todos los países de la región intensificaron susesfuerzos para estimular todo tipo de exportaciones,en especial los provenientes de la agricultura. Nohubo cambios significativos que modificaran la es-tructura de exportación y las ventajas de la región enlos mercados internacionales. Las dos ventajas nomi-nadas como espúreas, los bajos salarios y la subvalo-rización de recursos naturales, siguieron siendo lasbases del auge exportador. A ello se unió una políticacambiaria que hacía énfasis en la subvaluación deltipo de cambio.

El proceso de ajuste, como se mencionó anteriormen-te, implicó importantes políticas de reducción delEstado. Ello se tradujo en una serie de políticas pri-vatizadoras que se mantienen hasta el presente. Lamoda de la privatización tuvo repercusiones ambien-tales de grave trascendencia, especialmente para elsector agrícola, ya que permitió privatizar muchosbienes ambientales y sociales, como el agua, ecosis-temas de belleza escénica, playas y litorales e inclu-so, en ciertos países, se desafectaron de parte de lossistemas de áreas protegidas.

El efecto específico en el sector silvoagropecuariofue claro: sobre explotación de los recursos naturalesrenovables, sobretodo el suelo, el agua y los bosques.En otras palabras, las negativas tendencias ambienta-les constatadas en la crisis no sólo modificaron susritmos de deterioro sino que los intensificaron. Nohay estadísticas e indicadores ambientales que seña-les lo contrario.

La evaluación hecha en 1980 por Emiliano Ortegasobre la realidad campesina, y el pronóstico sobre laexacerbación de los problemas de supervivencia delmundo campesino, dejaron nuevas tareas para pro-fundizar búsquedas de alternativas viables sociales,económica y ambientales. En la actualidad persiste laheterogeneidad de formas de tenencia, pero la dife-

renciación se acrecienta entre los sectores de intensodesarrollo capitalista, en especial orientados a la ex-portación, y el diverso y heterogéneo mundo delcampesino. Las tareas otorgadas hace un cuarto desiglo en el sentido de ahondar y profundizar los siste-mas y subsistemas de tenencia dominantes en ciertasregiones, no se han realizado y marcan desafíos futu-ros (Barrera y Grupo de análisis de sistemas ecológi-cos, 1980).

Expansión de la frontera agropecuaria

El proyecto “Estilos de desarrollo y medio ambienteen la América Latina” trató adecuadamente en sustrabajos sobre lo que estaba sucediendo en la fronteraagropecuaria y mostró alguno de los más importantesesfuerzos para redireccionar los procesos de fronteracon el objeto de disminuir el alto costo ecológico queestaban teniendo. Se abordaron trabajos en dos áreasde alta repercusión: la expansión en Brasil y en laCuenca del Plata.

Con relación a la expansión de la frontera agropecua-ria en Brasil, Charles Mueller, hizo un acabado dia-gnóstico de lo que sucedía en ese espacio, en especialen su frente reciente, en la Amazonía (Mueller,1980). Este autor destacó “la expansión promovida”de este territorio, al hacer referencia a los estímulospara su ocupación derivados de los desgravámenes enel conjunto de estados que forman la Amazonía Le-gal.

Charles Mueller concluyó diciendo “si no cambia laforma de abordar la región ni cambia la situación enotras partes del país no le queda a la nueva adminis-tración mucho margen de acción. Es fundamental quela Amazonía empiece a ser considerada como unpatrimonio valioso que debe ser conservado y usadocon prudencia. Es importante que se tenga presenteque la región posee un ecosistema magnífico, com-plejo y delicado, difícil de explotar con los métodoshabituales, pero que, dentro de una perspectiva delargo plazo, puede venir a contribuir en forma impor-tante al desarrollo brasileño”. Parece ser que en un

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Estilos de desarrollo y medio ambiente en América Latina, un cuarto de siglo después (parte II) [Nicolo Gligo]

cuarto de siglo no ha cambiado el mensaje necesariopara las tierras de la Amazonía.

Jorge Adámoli y Patricio Fernández, en su trabajosobre la Cuenca del Plata, describieron el esfuerzodel Departamento de Desarrollo regional de la OEApara construir una planificación que considerase lasdimensiones ecológica, sociales, económicas, demo-gráficas e infraestructurales (Adámoli y Fernández,1980). Amén de la profusión de antecedentes y de laexplicitación de ellos para las áreas seleccionadas, eltrabajo es de real interés pues fue multinacional, re-cabando las condiciones propias de cada país y lasinfluencias de éstas en un ecosistema–cuenca com-partido. Varias áreas elegidas ya estaban en el proce-so de consolidación de la frontera, lo que hizo que ladescripción del proceso de expansión propiamente talpueda comparar el costo ecológico pagado vis à visuno alternativo.

La inquietud y la relevancia del impacto del procesode expansión de la frontera agropecuaria en el espa-cio latinoamericano generaron a comienzos de losochenta esfuerzos globales para analizar este procesode gran relevancia ambiental. Es así que inmediata-mente la CEPAL, en el ámbito de un proyecto CE-PAL/PNUMA nominado “Cooperación horizontal enAmérica Latina en materia de estilos de desarrollo ymedio ambiente” se elaboró el estudio de un procesorelevante denominado “Expansión de la fronteraagropecuaria y medio ambiente” que realizó seis es-tudios de Brasil y uno en Argentina, en Colombia yen Perú y otro para la región de Centro América(CEPAL/PNUMA, 1983).

Además se complementaron estos estudios con untrabajo cuantitativo realizado por Nicolo Gligo yJorge Morello, en donde se exploraba las perspecti-vas de ocupación desde 1980 a 1995, cuantificandolas áreas y estimando el grado de costo ecológico,desagregando el territorio sudamericano en 23 gran-des ecosistemas (Gligo N. y J. Morello, 1983). Lointeresante de este trabajo, que algunas estimacionesmás recientes ratificaron, es que 20 millones de hec-táreas, sobre un total estudiado de 60 millones dehectáreas, habría tenido una ocupación con un altogrado de impacto ecológico.

Lo que parece paradojal, que a partir de estos esfuer-zos, realizados en la década de los setenta y a co-mienzos del decenio de los ochenta, el tema de laexpansión de la frontera agropecuaria empezó a des-aparecer de la agenda de los países y, quizás lo quees más grave, de los estudios de las universidades einstituciones de investigación.

Sin dejar de desconocer que el ritmo del decenio delos noventa y del actual siglo ha sido menor que lasépocas señaladas, parece ser que ex profeso el temase soslaya. La frontera vuelve a convertirse en tierrade nadie, donde los problemas sociales y ambientalesno se conocen ni se computan. Los gobiernos sólo latratan cuando hay problemas geopolíticos, de guerri-llas o de producción y tráfico de drogas.

El peso del valor de la producción de las áreas defrontera a medida que los países crecen económica-mente, va perdiendo importancia. Por ello que pre-ocuparse de la frontera agropecuaria pasa a ser unproblema sin prioridad. No interesa y menos interesamostrar el posible potencial productivo que se pierdevía formas de ocupación ambientalmente insustenta-ble y menos exhibir el alto costo ecológico que sepaga por los sistemas de ocupación. El futuro no espara nada auspicioso.

El otro mundo: la marginalidad campesina

En el proyecto “Estilos de desarrollo y medio am-biente en la América Latina” Emiliano Ortega pro-nosticó las turbulencias que se veían en el horizontedel mundo campesino de la región, y al mismo tiem-po defendió el rol que cumplían en las sociedadesnacionales (Ortega, 1980).

En un cuarto de siglo se han producido muchos delos procesos anunciados. En varios países el campesi-nado ha disminuido, pero en otros ha aumentado; enla región ha subido levemente empinándose por sobrelos 130 millones.

El tamaño de las propiedades ha seguido disminuyen-do, principalmente por divisiones sucesoriales. Hacontinuado el proceso de semiproletarización y prole-

tarización y además el proceso de descampesiniza-ción. Ha habido una creciente articulación de losmercados campesinos, ya que el sector resulta fun-cional al abastecimiento de alimentos a bajo precio.

El mundo campesino no ha estado al margen de lasinnovaciones tecnológicas que ha permitido articular-se en los mercados tanto de insumos como de pro-ductos, pero que, a su vez, los ha hecho más depen-dientes de las empresas de comercialización de insu-mos y productos. Obviamente que la brecha tecnoló-gica aún sigue siendo muy alta.

La expansión de las finanzas también ha llegado a lossectores campesinos, constatándose un incrementoimportante de usuarios de crédito bancario. Sin em-bargo, salvo programas especiales para este sector, lagran mayoría del campesinado no tiene acceso alcrédito bancario por falta de garantías.

La percepción más frecuente en América Latina esalgo similar a lo que sucede con la frontera agrope-cuaria. El mundo campesino, no sólo no disminuye,sino que se mantiene o incluso crece. Hay muchosmás programas de desarrollo de áreas campesinas, yayudas que en muchas ocasiones se convierten ensubsidios. Sin embargo, en términos de su importan-cia en las economías nacionales, este mundo se redu-ce. Se reduce porcentualmente el producto agrícola,dentro de la economía global, y disminuye la impor-tancia del producto campesino dentro del productoagrícola. La revolución de las nuevas biotecnologíasalcanza sólo marginalmente al sector campesino ycuando lo beneficia es porque cumple el rol de pro-veedor de bancos genéticos.

Todos los países miran la exportación como tabla desalvación de sus alicaídas economías. Pero quienexporta es el sector capitalista de empresas medianasy grandes. Si hay campesinos, son una minoría oconstituyen parte de un eslabón productivo. Se globa-lizan determinados productos y éstos en muchos ca-sos no sólo están involucrados los grandes y media-nos productores, sino las empresas transnacionales.

El campesino, entonces, sigue luchando por la super-vivencia, sigue emigrando, sigue en muchas ocasio-

nes sobre explotando el suelo para sobrevivir. Peroya importa menos. En no pocas ocasiones en variospaíses de la región a muchas comunidades, dado suspocas posibilidades potenciales para producir, se lostrata como poblaciones marginales y se les otorga, noasistencia técnica, ni créditos, ni capacitación, sinoalgunos beneficios subsidiados en salud, educación yservicios básicos.

Los procesos de deterioro, tan frecuentes en áreasminifundistas, no se enfrentan porque perjudican auna determinada comunidad, sino porque formanparte de un determinado programa nacional de com-bate ya sea a la erosión, a la desertificación o a ladesforestación. Interesa mostrar avances en esos pro-cesos, no importando quien está y usa la tierra. Mu-chas veces estos programas de corte tecnócrata, porser enfocados así, dejan a un lado el estudio de lasracionalidades campesinas y las formas de organiza-ción de las comunidades, cruciales para tener éxito.

Desafíos: la revolución de las nuevas biotec-nologías

Los grandes cambios tecnológicos, principalmentelos derivados de la expansión de las nuevas biotecno-logías están cambiando la estructura productiva decasi todos los países y, lo que es más importante,están modificando la estructura del producto agrícola,su importancia relativa, y por ende, la importancia delos territorios rurales de los países. La produccióncampesina, en el contexto de la irrupción de transgé-nicos y otras producciones de altos rendimientos,aunque seguirá presente, pesará cada vez menos conrelación al producto agrícola total.

La región latinoamericana ha incrementado las super-ficies sembradas con organismos genéticamente mo-dificados. Una visión global de la problemática de lostransgénicos la planteó CEPAL en el año 2004(Bárcena y otros, 2004) como un debate abierto, talcomo lo dice el nombre del libro. En su primer capí-tulo, Jorge Katz y Alicia Bárcena plantean todo elproceso evolutivo para la emigración del nuevo para-digma tecnológico hacia la región. Tal como afirman

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Estilos de desarrollo y medio ambiente en América Latina, un cuarto de siglo después (parte II) [Nicolo Gligo]

cuarto de siglo no ha cambiado el mensaje necesariopara las tierras de la Amazonía.

Jorge Adámoli y Patricio Fernández, en su trabajosobre la Cuenca del Plata, describieron el esfuerzodel Departamento de Desarrollo regional de la OEApara construir una planificación que considerase lasdimensiones ecológica, sociales, económicas, demo-gráficas e infraestructurales (Adámoli y Fernández,1980). Amén de la profusión de antecedentes y de laexplicitación de ellos para las áreas seleccionadas, eltrabajo es de real interés pues fue multinacional, re-cabando las condiciones propias de cada país y lasinfluencias de éstas en un ecosistema–cuenca com-partido. Varias áreas elegidas ya estaban en el proce-so de consolidación de la frontera, lo que hizo que ladescripción del proceso de expansión propiamente talpueda comparar el costo ecológico pagado vis à visuno alternativo.

La inquietud y la relevancia del impacto del procesode expansión de la frontera agropecuaria en el espa-cio latinoamericano generaron a comienzos de losochenta esfuerzos globales para analizar este procesode gran relevancia ambiental. Es así que inmediata-mente la CEPAL, en el ámbito de un proyecto CE-PAL/PNUMA nominado “Cooperación horizontal enAmérica Latina en materia de estilos de desarrollo ymedio ambiente” se elaboró el estudio de un procesorelevante denominado “Expansión de la fronteraagropecuaria y medio ambiente” que realizó seis es-tudios de Brasil y uno en Argentina, en Colombia yen Perú y otro para la región de Centro América(CEPAL/PNUMA, 1983).

Además se complementaron estos estudios con untrabajo cuantitativo realizado por Nicolo Gligo yJorge Morello, en donde se exploraba las perspecti-vas de ocupación desde 1980 a 1995, cuantificandolas áreas y estimando el grado de costo ecológico,desagregando el territorio sudamericano en 23 gran-des ecosistemas (Gligo N. y J. Morello, 1983). Lointeresante de este trabajo, que algunas estimacionesmás recientes ratificaron, es que 20 millones de hec-táreas, sobre un total estudiado de 60 millones dehectáreas, habría tenido una ocupación con un altogrado de impacto ecológico.

Lo que parece paradojal, que a partir de estos esfuer-zos, realizados en la década de los setenta y a co-mienzos del decenio de los ochenta, el tema de laexpansión de la frontera agropecuaria empezó a des-aparecer de la agenda de los países y, quizás lo quees más grave, de los estudios de las universidades einstituciones de investigación.

Sin dejar de desconocer que el ritmo del decenio delos noventa y del actual siglo ha sido menor que lasépocas señaladas, parece ser que ex profeso el temase soslaya. La frontera vuelve a convertirse en tierrade nadie, donde los problemas sociales y ambientalesno se conocen ni se computan. Los gobiernos sólo latratan cuando hay problemas geopolíticos, de guerri-llas o de producción y tráfico de drogas.

El peso del valor de la producción de las áreas defrontera a medida que los países crecen económica-mente, va perdiendo importancia. Por ello que pre-ocuparse de la frontera agropecuaria pasa a ser unproblema sin prioridad. No interesa y menos interesamostrar el posible potencial productivo que se pierdevía formas de ocupación ambientalmente insustenta-ble y menos exhibir el alto costo ecológico que sepaga por los sistemas de ocupación. El futuro no espara nada auspicioso.

El otro mundo: la marginalidad campesina

En el proyecto “Estilos de desarrollo y medio am-biente en la América Latina” Emiliano Ortega pro-nosticó las turbulencias que se veían en el horizontedel mundo campesino de la región, y al mismo tiem-po defendió el rol que cumplían en las sociedadesnacionales (Ortega, 1980).

En un cuarto de siglo se han producido muchos delos procesos anunciados. En varios países el campesi-nado ha disminuido, pero en otros ha aumentado; enla región ha subido levemente empinándose por sobrelos 130 millones.

El tamaño de las propiedades ha seguido disminuyen-do, principalmente por divisiones sucesoriales. Hacontinuado el proceso de semiproletarización y prole-

tarización y además el proceso de descampesiniza-ción. Ha habido una creciente articulación de losmercados campesinos, ya que el sector resulta fun-cional al abastecimiento de alimentos a bajo precio.

El mundo campesino no ha estado al margen de lasinnovaciones tecnológicas que ha permitido articular-se en los mercados tanto de insumos como de pro-ductos, pero que, a su vez, los ha hecho más depen-dientes de las empresas de comercialización de insu-mos y productos. Obviamente que la brecha tecnoló-gica aún sigue siendo muy alta.

La expansión de las finanzas también ha llegado a lossectores campesinos, constatándose un incrementoimportante de usuarios de crédito bancario. Sin em-bargo, salvo programas especiales para este sector, lagran mayoría del campesinado no tiene acceso alcrédito bancario por falta de garantías.

La percepción más frecuente en América Latina esalgo similar a lo que sucede con la frontera agrope-cuaria. El mundo campesino, no sólo no disminuye,sino que se mantiene o incluso crece. Hay muchosmás programas de desarrollo de áreas campesinas, yayudas que en muchas ocasiones se convierten ensubsidios. Sin embargo, en términos de su importan-cia en las economías nacionales, este mundo se redu-ce. Se reduce porcentualmente el producto agrícola,dentro de la economía global, y disminuye la impor-tancia del producto campesino dentro del productoagrícola. La revolución de las nuevas biotecnologíasalcanza sólo marginalmente al sector campesino ycuando lo beneficia es porque cumple el rol de pro-veedor de bancos genéticos.

Todos los países miran la exportación como tabla desalvación de sus alicaídas economías. Pero quienexporta es el sector capitalista de empresas medianasy grandes. Si hay campesinos, son una minoría oconstituyen parte de un eslabón productivo. Se globa-lizan determinados productos y éstos en muchos ca-sos no sólo están involucrados los grandes y media-nos productores, sino las empresas transnacionales.

El campesino, entonces, sigue luchando por la super-vivencia, sigue emigrando, sigue en muchas ocasio-

nes sobre explotando el suelo para sobrevivir. Peroya importa menos. En no pocas ocasiones en variospaíses de la región a muchas comunidades, dado suspocas posibilidades potenciales para producir, se lostrata como poblaciones marginales y se les otorga, noasistencia técnica, ni créditos, ni capacitación, sinoalgunos beneficios subsidiados en salud, educación yservicios básicos.

Los procesos de deterioro, tan frecuentes en áreasminifundistas, no se enfrentan porque perjudican auna determinada comunidad, sino porque formanparte de un determinado programa nacional de com-bate ya sea a la erosión, a la desertificación o a ladesforestación. Interesa mostrar avances en esos pro-cesos, no importando quien está y usa la tierra. Mu-chas veces estos programas de corte tecnócrata, porser enfocados así, dejan a un lado el estudio de lasracionalidades campesinas y las formas de organiza-ción de las comunidades, cruciales para tener éxito.

Desafíos: la revolución de las nuevas biotec-nologías

Los grandes cambios tecnológicos, principalmentelos derivados de la expansión de las nuevas biotecno-logías están cambiando la estructura productiva decasi todos los países y, lo que es más importante,están modificando la estructura del producto agrícola,su importancia relativa, y por ende, la importancia delos territorios rurales de los países. La produccióncampesina, en el contexto de la irrupción de transgé-nicos y otras producciones de altos rendimientos,aunque seguirá presente, pesará cada vez menos conrelación al producto agrícola total.

La región latinoamericana ha incrementado las super-ficies sembradas con organismos genéticamente mo-dificados. Una visión global de la problemática de lostransgénicos la planteó CEPAL en el año 2004(Bárcena y otros, 2004) como un debate abierto, talcomo lo dice el nombre del libro. En su primer capí-tulo, Jorge Katz y Alicia Bárcena plantean todo elproceso evolutivo para la emigración del nuevo para-digma tecnológico hacia la región. Tal como afirman

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Reconceptualizando labiodiversidad en AméricaLatina: Una propuestabiocultural y territorial convisión de futuro

Francisco Vásquez Rodríguez *

Holon Lab, Laboratorio Territorio, Ambiente y Sociedad (TAS)Chile

Estilos de desarrollo y medio ambiente en América Latina, un cuarto de siglo después (parte II) [Nicolo Gligo]

estos autores, “es posible percibir algo que se ha re-petido a lo largo de la historia del capitalismo, a sa-ber, que los albores de todo nuevo paradigma la com-binación de incertidumbre, delimitación imperfectade los derechos de propiedad y búsqueda de nuevosnegocios pone en marcha una burbuja especulativaque termina a la larga en un proceso de adquisicionesy fusiones, en el cual las empresas más grandes seapropian de las pequeñas y medianas de alto conteni-do innovador, constituyéndose así, finalmente, unnuevo régimen tecnológico y competitivo sectorialdominado por las compañías tradicionales” (Katz yBárcena, 2004). César Morales aborda el vigente yestratégico tema de los derechos de propiedad inte-lectual de los organismos modificados (Morales,2004).

Un informe realizado en la CEPAL por MarianneSchaper y Soledad Parada da cuenta del espectacularavance de las superficies sembradas principalmenteen maíz en grano, arroz, papas, tomate, soya, caña deazúcar y algodón (Schaper y Parada, 2001). En estetrabajo se analizan con profundidad las estrategias delas grandes empresas biotecnológicas, orientadas a laoferta. Se señala que “... la estrategia de ventas de lasempresas biotecnológicas ha estado orientada princi-palmente a la oferta, es decir, a facilitar la labor delagricultor y a mejorar su rentabilidad”. Pero la men-tada mayor rentabilidad no siempre se produce; noobstante la expansión sigue. Lo que vende la empresano es sólo semilla sino, además de las complejas es-tructuras transnacionales de demanda de productos,entrega un paquete tecnológico, donde se ofrecenpesticidas específicos, tolerantes a los transgénicos.

También analizan estas autoras los debates naciona-les, en particular las posiciones de los gobiernos, delos empresarios y de los organismos no gubernamen-tales. Muestran los marcados déficit un debate cientí-fico profundo. Aportes nacionales como el estudiosobre Argentina de Walter Pengue, y de María IsabelMansur, de Chile deberían intensificarse en la región(Pengue, 2000).

No obstante la preocupación por el tema, principal-mente el relacionado con la salud humana, persistenserios déficit que dificultan tomar decisiones adecua-

das al respecto. Prácticamente no hay estudios en laregión que analicen el tema de los efectos en la saludderivados del consumo de plantas transgénicas.

Además, existe un marcado déficit de estudios sobreel efecto de los transgénicos sobre los ecosistemas ysus componentes. Los principales desafíos se centranen los efectos, a saber: sobre las malezas y sus posi-bilidades de resistencia; sobre la flora y fauna circun-dante, sobre el suelo, sobre el medio acuático, sobrelos coadyuvantes y surfactantes. Sin esas investiga-ciones es de imperiosa necesidad que en cada país seapliquen estrictas medidas políticas precautorias.

La investigación de las universidades y centros espe-cializados para abordar estos problemas no tienenprioridad, dado que invierten en investigaciones másrentables. De esta forma la región no tiene un acervode investigaciones que le permita estimar los efectosde los transgénicos en sus ecosistemas. No hay bue-nas perspectivas de invertir más recursos en ciencia.El futuro es de difícil pronóstico.

* Francisco Vásquez Rodríguez, Ingeniero en Recursos Naturales de la Universidad de Chile. Actualmente se desempeñacomo investigador y consultor en la organización Holon Lab (Chile), en temas como la gobernanza de la innovación para lasostenibilidad, construcción social de futuro en el territorio, desarrollo regional-territorial y gestión adaptativa compleja parael cambio global. Paralelamente se desempeña como investigador independiente en Pensamiento Ambiental Complejo, filo-sofía ambiental latinoamericana y diversidad [email protected]