etica profesional_Ars Brevis.pdf.pdf

download etica profesional_Ars Brevis.pdf.pdf

of 20

Transcript of etica profesional_Ars Brevis.pdf.pdf

  • 7/23/2019 etica profesional_Ars Brevis.pdf.pdf

    1/20

    ARS BREVIS

    2

    DEONrOLOGfA PRCTICA PROFESIONAL

    DEONTOLOG Y PRCTIC PROFESION L

    LIMITESY POSIBILID DES DE LOS CDIGOS

    D E O N T O L ~ G I C O S

    Jess

    Vilar

    L'anhlisi de la deontologia, dels seus lmi ts i de les seves

    possibilitats s l'eix central d'aquest article. L'autor, al

    llarg d'una acurada repexi, investiga l'estructura dels

    codis deontolhgics i les condicions de possibilitat de la

    seva aplicaci. Igualment, investiga les bases mnimes

    per a l'aplicaci d'un codi deontolbgic tot centrant la

    seva mirada en les professions d'intervenci social.

    El innegable giro del pensamiento filosfico hacia la tica puede

    ser slo el signo de que por ah anda la nica respuesta a la pre-

    gunta por el sentido de la realidad. Si la idea de u n mund o mejor

    no es suficiente estmulo para luchar por l, si esa idea, unida a la

    esperanza de que la transformacin de la realidad es posible, no

    introduce sentido en la existencia, entonces habr que concluir que

    la tica no tiene que ver nada con nosotros .

    V.

    Cam ps, La ima ginac in tica .

    1991. XVI

    ntroduccin

    En los ltimos aos, estamos asistiendo al resurgimiento,

    ms o menos sistematizado, de la reflexin sobre la tica profesio-

    nal por parte de los diversos sectores implicados en la accin

    social.1 Parece que esta preocupacin ha dejado de ser una moda

    pasajera ms para situarse en el centro del debate sobre la inter-

    Mediante esta expresin definimos, de manera genrica, el conjunto de pro-

    fesiones sociales que tie nen que ver con la m ejora de las condiciones de vida de la

  • 7/23/2019 etica profesional_Ars Brevis.pdf.pdf

    2/20

    J a s VIL R s REVIS

    2

    vencin social. Por esta razn iniciamos aqu unas reflexiones que

    creemos pueden ser tiles tanto para los profesionales de la accin

    social como para las personas que estn formndose en este mbi-

    to y que en un futuro prximo sern profesionales activos.

    Las cuestiones valorativas son el eje central del quehacer

    social y educativo y lo queramos o no siempre estn presentes.

    No debemos olvidar que toda intervencin social tiene una triple

    dimensin [Snchez

    19961:

    Existe una dimensin tcnica que ayuda a encontrar los

    materiales tericos para proponer soluciones y dar respues-

    ta a los problemas de carcter social.

    La dimensin estratgica posibilita el trnsito de una

    idea a su plasmacin operativa; es decir nos asegura la via-

    bilidad de la propuesta nos marca los pasos para su reali-

    zacin y nos indica cmo llegar a obtener resultados favo-

    rables.

    La dimensin valorativa nos sita ante la necesidad de

    decidir entre diversas acciones y de identificar los valores

    polticos e ideolgicos que nos inducen a escoger unos

    resultados que conseguir y unas formas de actuar frente a

    otras. Toda intervencin responde inevitablemente a un

    porqu ideolgico es decir tiene una estructura de valor

    que implica un cierto compromiso con unas ideas y unos

    valores aunque quizs quede disimulado por un lenguaje

    tcnico y estratgico.

    Estas tres dimensiones estn interrelacionadas pero su sin-

    gular naturaleza impide que unas puedan aportar soluciones a las

    otras de manera que las cuestiones tcnicas slo tienen respuestas

    tcnicas las cuestiones estratgicas slo tienen soluciones estrat-

    gicas e inevitablemente slo puede responderse a las cuestiones

    valorativas desde principios de valor. A menudo se ha intentado

    anular la dimensin valorativa de las cuestiones sociales bajo una

    aparente asepsia cientfica o bajo un discurso tecnolgico procedi-

    com unid ad. En este texto, se hace especial hincapi e n los grupos desfavorecidos o

    co n necesidades de proteccin y ayuda o, di ch o con otras palabras, en las personas

    co n necesidad de ser cuidadas , tan to por ser especialmente vulnerables com o por

    encontrarse en una posicin de clara indefensin ante las redes sociales y la com-

    plejidad d e la vida actual. Ancianos, nios, personas privadas d e libertad, enfermos,

    familias desorientadas y co n precarias condiciones de vida, colectivos afectados por

    los problemas qu e se derivan de la pobreza son grupos especialmente vulnerables

    a la dureza d e los sistemas de atenc in

    y

    control. En estos contextos profesionales,

    la actuac in es trictam ente tcnica n o es suficiente para abordar la problemtica. Se

    hace imprescindible incorporar eleme ntos para entend er su dimensin hu ma na.

  • 7/23/2019 etica profesional_Ars Brevis.pdf.pdf

    3/20

    RS REVIS2

    DLONTOLOG~A

    PRACTICAPROFESIONAL

    mental, pero ya va siendo hora de que reconozcamos que las cues-

    tiones valorativas implican necesariamente el posicionamiento y

    el compromiso: las intervenciones educativas y sociales no son

    neutras [Trilla, 19921. Siempre manifiestan alguna forma de beli-

    gerancia ms o menos activa y una tendencia hacia unos valores u

    otros; y siempre tienen unos efectos, intencionados o no intencio-

    nados, de los que el actor social es responsable siempre que tenga

    conciencia de ellos o est en condiciones de tenerla [Trilla, 19851.

    Desde nuestro punto de vista, conviene potenciar nueva-

    mente la reflexin tica en las profesiones sociales o de accin

    social, aprovechando que stas se encuentran en un saludable

    momento en lo que a cuestionar el sentido de su existencia y su

    funcin en la estructura social se refiere. Ya pas el tiempo de la

    seguridad de los modelos tecnocrticos y se hace imprescindible

    situar lo tico en el centro de esta reflexin porque no se trata de

    una cuestin tangencial, sino que afecta al ncleo y al sentido de

    la tarea social. Precisamente las conclusiones a las que lleve el dis-

    curso tico sern determinantes para reubicar las profesiones socia-

    les en el siglo XXI, en el que las desigualdades y los desequilibrios,

    lejos de desaparecer, sern una clara constante.

    Por otra parte, sta es una temtica ineludible para la salud

    77

    mental del profesional que trabaja en el terreno de la accin social.

    Nos encontramos con que buena parte de las situaciones de estrs

    en estas profesiones estn generadas precisamente por la incmo-

    da posicin en la que queda la persona o el equipo que han de

    tomar decisiones ante hechos de difcil solucin donde entran en

    conflicto mltiples intereses. Es lo que Esperanza Guisn [1986,

    pg. 37 y SS.]define como

    salud moral

    Se trata de aceptar que la

    toma de decisiones por parte de los profesionales ante este tipo de

    situaciones, intrnsecamente conflictivas desde el punto de vista

    tico, es precisamente una de las fuentes principales de malestar

    profesional. La exposicin frecuente a situaciones crticas puede

    generar unas vivencias subjetivas que deterioran el equilibrio men-

    tal del profesional, de manera que su salud psquica pasa a depen-

    der de su salud tica , es decir, de la capacidad de crear un siste-

    ma de valores en su profesin que atene la conflictividad impl-

    cita en todas ellas. En palabras de Esperanza Guisn [Guisn, 1986,

    pg. 421, la salud moral consiste en liberar al hombre de su fragi-

    lidad y vulnerabilidad, desarrollando capacidades incipientes que

    le hagan sentirse seguro de s mismo y seguro en la vida intersub-

    jetiva .

    No olvidemos que, en el momento de tomar una decisin,

    el profesional est en el centro de, como mnimo, seis factores o

  • 7/23/2019 etica profesional_Ars Brevis.pdf.pdf

    4/20

    fuentes de tensin [Banks,

    997]:2

    su propia ideologa y/o conjunto de creencias que le

    guan en su actuacin,

    las obligaciones hacia el usuario,

    las obligaciones hacia la profesin,

    las obligaciones hacia la entidad que lo contrata,

    las obligaciones hacia la sociedad, por lo que sta espe-

    ra de esa profesin, y finalmente

    las obligaciones hacia el grupo de colegas con los que,

    directa o indirectamente, se relaciona.

    Ante este panorama, parece obvio que en determinados

    momentos la toma de decisiones puede ser una actividad de extre-

    ma tensin porque implica valorar correctamente tanto las exi-

    gencias de cada uno de los anteriores factores como los efectos de

    las actuaciones que van a emprenderse antes de llevarlas a cabo. En

    este momento, se plantean dos cuestiones fundamentales [Conill,

    996 :

    De qu soy responsable? y jante quin soy responsable?

    As pues, ante la creciente preocupacin por las cuestiones

    valorativas en las distintas prcticas de la

    ccin soci l

    y el renaci-

    miento pblico de los cdigos deontolgicos como elementos que

    78

    regulan las profesiones, en las siguientes pginas no proponemos

    reflexionar precisamente sobre las posibilidades y los lmites de su

    existencia y su aplicacin. Posibilidades por lo que aportan a la

    regulacin de la conflictividad implcita en la profesin; pero tam-

    bin lmites por la diversidad de aspectos valorativos que, a pesar

    de los cdigos, siempre continuarn sin resolverse -porque no tie-

    nen una solucin genrica, sino que necesitan de un trato particu-

    lar. Se parte, pues, de la idea de que un cdigo deontolgico es una

    condicin necesaria pero no suficiente para la regulacin de las

    profesiones que tienen a personas como protagonistas o sujetos de

    la accin del profesional y el riesgo est, sobre todo, en considerar

    que determinadas cuestiones valorativas quedan resueltas por la

    simple existencia de un cdigo regulador.

    Para que un cdigo deontolgico pueda cumplir su funcin,

    es necesario que tenga una amplia acogida en el colectivo de pro-

    fesionales de manera que stos lo entiendan como un instrumento

    propio y no como una reflexin distante que proviene de los ncle-

    os de reflexin dura que nada tienen que ver con su realidad.

    Estos puntos de tensin se reproducen con una terminologa parecida con

    ms o menos subpuntos en los distintos cdigos deontolgicos no slo en los de

    las profesiones sociales.

  • 7/23/2019 etica profesional_Ars Brevis.pdf.pdf

    5/20

    Para que esto sea as, debe haber una formacin inicial que

    d prioridad o, como mnimo, ponga especial nfasis en las cues-

    tiones valorativas de la profesin y que incluya tambin este tipo

    de reflexiones en la cotidianidad de la prctica profesional, en el

    da a da. Es decir, el profesional debe entender que hablar de tica

    profesional no es estar tratando cuestiones intangibles sino que,

    precisamente por ser una temtica inevitable en las profesiones

    sociales, se convierte en un trabajo de identificacin de aspectos

    concretos y bien delimitados que aparecen diariamente en la

    accin profesional.

    En segundo lugar, es imprescindible la reflexin permanen-

    te de los equipos, colectivos y asociaciones profesionales sobre su

    funcin social desde el punto de vista tico. Esto implica que estas

    distintas formas de organizacin deben acoger las diversas sensibi-

    lidades que giran alrededor de esta temtica, ya sea el desencanto

    del profesional con muchos aos de dedicacin a su trabajo, las

    aspiraciones de quien se inicia en este campo profesional o los

    esfuerzos de sntesis de los distintos colectivos profesionales que

    desarrollan una debate y reflexin permanentes sobre el sentido de

    la profesin.

    partir de las ideas previas expuestas hasta el momento, las

    79

    cuestiones sobre las que pretendemos reflexionar son las siguientes:

    En primer lugar, analizaremos el sentido y la funcin de

    un cdigo deontolgico en cualquier profesin.

    continuacin, detectaremos cules son los lmites o

    mrgenes de aplicabilidad de los cdigos deontolgicos

    qu cuestiones dejan stos sin resolver.

    Para finalizar, nos proponemos reflexionar sobre las con-

    diciones mnimas necesarias para que un hipottico cdi-

    go deontolgico responda eficazmente a las necesidades

    del colectivo profesional.

    En los tres casos, tras una exposicin inicial, se identificarn

    algunas situaciones potencialmente problemticas o de alerta

    que, desde nuestro punto de vista, deberan tenerse en cuenta en

    el tratamiento de las cuestiones valorativas.

    1 Sentido funcin de los cdigos deontolgicos

    Recordemos que podemos definir la deontologa como la

    ciencia del deber o la ciencia que estudia la moralidad de la accin

    profesional [Banks,

    19971

    En este sentido, el cdigo deontolgico

    tiene como funcin orientar la excelencia de la profesin, es decir,

    crear una cierta cultura moral para garantizar que se cumple la fun-

    cin social asignada. Para ello, tiene un componente de aspiracin,

  • 7/23/2019 etica profesional_Ars Brevis.pdf.pdf

    6/20

    ] SOS

    VIL R

    ns

    Bn~vis

    esto es, declara los ideales en los que los profesionales deben orien-

    tarse, y tiene tambin un componente normativo en el sentido de

    que determina las normas de comportamiento profesional [Gichu-

    re, 19971.

    En cualquier caso, las anteriores anotaciones se pueden

    resumir en dos grandes funciones [Banks, 19971:

    Por un lado, garantizan el reconocimiento profe-

    sional porque contribuyen a construir un estatus y una

    identidad propios -por ejemplo, con el apoyo de un cole-

    gio profesional.

    Por otro, determinan las exigencias de la prctica

    profesional, esto es, orientan a los profesionales sobre las

    formas de comportamiento ms adecuadas para proteger

    a los usuarios del abuso o falta de honestidad en profe-

    siones cuyos mecanismos de actuacin pueden llegar a

    ser muy agresivos. De hecho, a menudo se trabaja con

    sectores de poblacin que no comprenden ni comparten

    las intervenciones de las que son objeto ni los circuitos

    donde stas se apoyan. En cualquier caso, y esto en fun-

    damental en las acciones sociales, son sectores sin voz

    28

    sobre los que pueden incidir, con notable impunidad, la

    inexperiencia o los errores de los actores sociales, que-

    dar en una clara situacin de indefensin ante la viola-

    cin de sus derechos fundamentales.

    Aparece aqu la primera situacin de alerta que queremos

    remarcar: ser necesario estar atentos para que el trabajo presente

    y futuro sobre los cdigos deontolgicos no olvide esta segunda

    funcin; es decir, para que, adems de garantizar un estatus profe-

    sional y delimitar una parcela laboral, se encamine tambin, real-

    mente, a proteger a los colectivos que no tienen voz de las arbitra-

    riedades y sinsentidos de la actuacin social. sta no es una cues-

    tin de paternalismo, sino de justicia social ante el posible despo-

    tismo de los modelos tecnocrticos.

    Nos preocupa alertar sobre este particular porque, lamenta-

    blemente, hasta el presente, la reflexin tica para la elaboracin

    de cdigos deontolgicos es de carcter gremial, es decir, cada uno

    de los colectivos profesionales -trabajadores sociales, psiclogos,

    pedagogos, educadores .. la han generado en diferentes momen-

    tos, cuando han sentido la necesidad vital de plantearse estas cues-

    tiones -por necesidad vital cabe entender los esfuerzos para garan-

    tizar su supervivencia o su consolidacin como profesin.

    Parece que se da por hecho que la proteccin del ciudadano

    a quien se dedica la accin social es la motivacin principal y qui-

  • 7/23/2019 etica profesional_Ars Brevis.pdf.pdf

    7/20

    zs sea conveniente manifestar alguna duda sobre esta afirmacin

    sobre todo en un momento en el que la construccin de las profe-

    siones y las controversias sobre las fronteras entre ellas y el corres-

    pondiente

    estatus profesional de sus miembros son objeto de per-

    manente debate circunstancia que supone un giro hacia la reivin-

    dicacin de las cuestiones laborales en detrimento de la reflexin

    sobre el cuid do del ciudadano.

    2.

    Lmites o mrgenes de aplicabilidad de los cdigos deonto-

    lgicos

    La segunda cuestin que se plantea a continuacin se refie-

    re a las posibilidades de uso realista de los cdigos deontolgicos

    o si se prefiere a las limitaciones de su funcin. Para ello convie-

    ne observar qu es realmente un cdigo o mejor qu no es. En pri-

    mer lugar es necesario analizar las diferencias entre un cdigo

    deontolgico y un reglamento.

    Un cdigo deontolgico es un marco de comportamiento

    moral de carcter orientativo al que el profesional se acoge de

    forma voluntaria porque comparte el compromiso que emana de

    sus postulados. Se trata de un texto que se orienta hacia la justicia

    lleva implcita la vinculacin a determinados principios morales.

    28

    Un reglamento es un conjunto de principios de carcter

    normativo y obligatorio que regula una prctica o una situacin

    determinadas Se trata de un texto que se orienta hacia la legalidad

    y lleva implcita la necesidad de orden

    y

    normativa.

    Mientras que el primero es orientativo y comporta la volun-

    tad de acogerse a l el segundo es normativo y conlleva la obliga-

    toriedad de cumplirlo. En el primero una posible sancin es de

    carcter moral mientras que en el segundo toda sancin es de

    carcter legal.

    La cuestin es que frecuentemente donde se pide un cdi-

    go deontolgico en realidad se est pidiendo una normativa o un

    reglamento y sobre este particular hay que tener en cuenta que

    legalidad y justicia no siempre caminan en la misma direccin. Es

    legal aquello que est regulado por normas mientras que es justo

    aquello que responde a principios morales. sabemos que a

    tica-moral

    Deontologa principios morales

    Se orienta hacia la justicia

    Carcter orientativo implica volunta-

    riedad

    Reglamento

    Ley normas

    y

    principios legales.

    Se orienta hacia la legalidad y el orden

    Carcter normativo implica obligato-

    riedad

  • 7/23/2019 etica profesional_Ars Brevis.pdf.pdf

    8/20

    menudo aquello que es justo no necesariamente es legal o que lo

    que es legal no es justo necesariamente.

    Aparece aqu la segunda situacin de alerta que cabe remar-

    car: el comportamiento acorde con unos principios deontolgicos

    exige un plus de volunt ried d porque se sita en lo moral en un

    terreno que no obtiene respuestas ni censuras en el mbito de los

    preceptos legales. Es decir un comportamiento moralmente

    reprobable pero que no es posible juzgar legalmente no modifica

    el estado en que queda la persona afectada por ese comportamien-

    to o conducta.3 Como puede verse la idea de buen profesional

    desde un punto de vista tico puede estar muy alejada de la misma

    idea vista desde un punto de vista legal y tcnico. Por ello este

    terreno de ambigedad slo se cubre con la voluntad de los profe-

    sionales.

    Adems el colectivo de profesionales ha de saber que la

    reflexin deontolgica no sirve para solucionar problemas inme-

    diatos ni para evitar tomar decisiones sino para construir un sis-

    tema de valores profesionales que orienten las actuaciones en el

    marco de unos principios morales. Si lo que se pretende es evitar

    la toma de decisiones es decir evitar situaciones de crisis donde

    8

    hay que escoger entonces lo que se est pidiendo es un reglamen-

    to o algn tipo de normativa disfrazada de cdigo deontolgico.

    Respecto de la relacin entre deontologa y legalidad en el

    mejor de los casos un reglamento debe derivarse de un cdigo

    deontolgico pero esto no ocurre siempre; y por otra parte tam-

    poco evitar que en determinados momentos el profesional se

    encuentre frente a la tarea poco grata de tomar decisiones difciles

    precisamente porque el cdigo deontolgico puede darle argu-

    mentos que le ayuden a decidir pero no le indicar la decisin que

    debe tomar.

    A medio camino entre el cdigo y el reglamento podemos

    encontrar algn tipo de recomendacin que se inspira en princi-

    pios de excelencia profesional pero que no llega a tener carcter

    normativo.

    4

    Au nque las victorias morales son necesarias, tam bi n lo son las victorias

    legales, porque m ientras qu e las primeras dan la tranquilidad de saber que se tiene

    razn pero no tienen repercusiones concretas en los causantes de los errores, las

    segundas reparan, de ntr o de lo posible, los efectos negativos de las actuaciones de

    los profesio nales o, al men os, exigen responsabilidades concretas a stos ltimos

    para q ue n o vuelvan a reproducir esos mismos errores.

    Son instrum entos qu e en tran de lleno e n los estudios de calidad de los servi-

    cios que ofrecen u na s determ inad as profesiones. Se concretan e n textos que hablan

    de bue nas prcticas y e n observ atorios de calidad. En el caso de las profesio-

  • 7/23/2019 etica profesional_Ars Brevis.pdf.pdf

    9/20

    RS I ~LVI S000

    DEON~OLOGIAPRAOICA

    PROFESIONAL

    En realidad, con los problemas deontolgicos ocurre algo

    similar a lo que acontece con los problemas ticos o las cuestiones

    morales en general: el profesional intenta buscar mecanismos para

    evitar la aparicin de los conflictos. Para ello, se usan diversas

    estrategias que coinciden, en lneas generales, con los grandes

    paradigmas ticos [Guisn, 19861. stos son:

    Los modelos de valores absolutos, donde la persona -en este

    caso, el profesional- evita la necesidad de decidir acogindo-

    se a mandamientos preestablecidos por una entidad supe-

    rior que representan una nica verdad. Es sta una forma de

    negar la esencia del problema moral, esto es, la necesidad de

    escoger entre diversas opciones entre las que ninguna es lo

    suficientemente buena como para solucionar el conflicto.

    Como oposicin a la opcin anterior, se encuentran los

    modelos relativistas, donde la persona -el profesional- decide

    en conciencia , sin tener que dar explicaciones a nadie, sobre

    su decisin porque los conflictos morales son personales -que

    es una forma de absolutismo moral llevado al extremo, por-

    que en realidad cada opcin personal o de pequeo grupo

    -una institucin frente a otras que tratan la misma proble-

    mtica- acta como un absolutismo moral frente a otras

    83

    opciones relativistas ante los mismos conflictos ticos.

    Finalmente, como sntesis de las posturas anteriores, apare-

    cen los modelos basados en la construccin de mnimos acor-

    dados por la colectividad -en este caso, la colectividad profe-

    sional-, que niegan la existencia de verdades absolutas y

    fijas pero que tampoco confan en las posiciones relativistas.

    Esta opcin garantiza un cierto acuerdo de partida de todos

    los profesionales sobre los grandes aspectos valorativos res-

    pecto del encargo social de la profesin pero no evita la dis-

    cusin sobre situaciones concretas debido a las diversas posi-

    bilidades de interpretacin de sus enunciados.

    En la primera opcin, un cdigo deontolgico

    y

    un regla-

    mento se confunden, son una misma cosa. En el segundo caso

    nes sociales esta temtica tiene evidentes complicaciones porque e n funcin del

    modelo terico sobre el sentido y la funcin de los servicios sociales slo tendr emo s

    indicadores de calidad q ue pued en llegar a ser opuestos entre ellos. Aqu entraram os

    en u n tema clave co m o es el de la relacin entre tica y calidad d e los servicios.

    A m od o simp leme nte de ejemplo pued e consultarse AA

    W La buena prctica en la

    proteccin social a la infancia Madrid: 1997 Ministerio d e Trabajo y Asuntos Sociales.

    O

    el estudio preliminar AA

    VV Manual de buena prctica para la atencin residencial a

    la infancia y la adolescencia

    Madrid: M inisterio de Trabajo

    y

    Asuntos Sociales.

  • 7/23/2019 etica profesional_Ars Brevis.pdf.pdf

    10/20

    puede haber distincin entre ellos a costa de la proliferacin de

    cdigos de partida circunstancia que tampoco facilita el dilogo.

    En la tercera opcin el cdigo que sirve de marco se distingue cla-

    ramente de los distintos reglamentos que tienen por objeto dar res-

    puestas especficas a los distintos casos concretos. Ahora bien

    como se indicaba anteriormente esta solucin no evita pasar por

    la toma de decisiones porque si sta no llega a producirse y se apli-

    ca una respuesta estndar entonces nos hallamos de nuevo en el

    primer modelo.

    Como es bien sabido en nuestros das la elaboracin de

    cdigos deontolgicos se inspira en la tercera opcin en sintona

    con la reflexin actual basada en los planteamientos dialogsticos

    y comunicativos para la construccin de mnimos consensuados.

    Sin embargo esta posicin dialogstica de construccin de mni-

    mos no garantiza la fluidez en el uso de este tipo de documentos.

    3. Condiciones para la eficacia mnima de un cdigo deonto

    lgico

    En esta tercera parte se expondrn algunas ideas referidas a

    la aplicabilidad real efectiva de los cdigos deontolgicos en su

    84

    doble funcin de consolidar la profesin y garantizar la excelencia

    del encargo social respecto de los derechos de los usuarios.

    Como se apuntaba anteriormente el cdigo deontolgico es

    una sntesis que recoge unas orientaciones ideolgicas previas.

    En esta situacin nos encontramos con una doble proble-

    mtica que debe ser tenida en cuenta porque afecta notablemente

    el trabajo interprofesional por un lado el trabajo entre los

    miembros de una misma profesin por otro. As en primer lugar

    veremos que los distintos cdigos de las profesiones de lo social

    pueden tener orgenes y orientaciones muy diferentes entre ellas.

    Y en segundo lugar observaremos que dentro de una misma pro-

    fesin o de un mismo equipo de profesionales pueden producirse

    interpretaciones distintas del mismo texto.

    3 1

    Las orientaciones de los cdigos deontolgicos y las interpre-

    taciones individuales

    En primer lugar podemos encontrar profesiones que estn

    en contacto pero que partan de orientaciones tericas distintas en

    la elaboracin de sus cdigos deontolgicos. En estos casos los

    cdigos de mnimos pueden estar inspirados en diferentes orienta-

    ciones tericas o en diversas combinaciones de algunas de ellas-

    positivistas kantianas utilitaristas crticas entre otras. Aunque

    siempre suele tratarse del mismo tipo de conflictos desde cada una

  • 7/23/2019 etica profesional_Ars Brevis.pdf.pdf

    11/20

    RSBREVIS

    2

    DEONTOLOC~PR CTIC PROFESION L

    de estas posibles orientaciones se interpreta de manera diferente la

    funcin social del profesional el encargo que recibe de la sociedad

    y la propia definicin del problema en el momento de decidir las

    posibles formas de tratamiento de la cuestin.

    En segundo lugar estas mismas preguntas las formas de

    entender una situacin de conflicto tico y los mecanismos para

    resolverlos tambin pueden ser interpretados de forma distinta

    dentro de un mismo equipo en funcin de las sensibilidades y las

    formaciones e ideologas de sus diferentes miembros. Vemos pues

    que ya sea desde la relacin interprofesional entre reas de traba-

    jo que actan sobre un mismo problema como desde la relacin

    interpersonal dentro de un equipo las posibilidades de interpreta-

    cin son mltiples y diversas lo que no garantiza una actuacin

    claramente compartida.

    Entre otros se pueden mostrar los siguientes ejemplos:

    La persona con la que se trabaja jse define como usuario

    como cliente como ciudadano

    El concepto de promocin social jimplica garantizar la

    supervivencia o por el contrario se plantea como mnimo lle-

    gar a cotas de bienestar ms amplias en el mbito de lo que

    Adela Cortina define como

    ciudadana social

    85

    El trabajo sobre los problemas sociales debe hacerse sola-

    mente con los colectivos que manifiestan problemticas o el

    problema social afecta a la sociedad en su conjunto y por ello

    hay que dirigir proyectos hacia todas las franjas de poblacin

    sean stas problemticas o no?

    La confidencialidad jes la misma para todo el mundo o

    depende del grado de conflictividad que presenta el colectivo

    o la persona con la que se trabaja?

    De forma resumida pasaremos revista a algunos de los enfo-

    ques para la elaboracin de cdigos deontolgicos [Banks 1997;

    Barriga 19961:

    Podemos encontrar cdigos que hacen hincapi en la

    excelencia de la profesin y que intentan superar sus dificulta-

    des de aplicacin amparndose en una pretendida neutralidad

    del mtodo cientfico y tcnico en el que se basa la profesin.

    Es frecuente encontrarlos en profesiones que estn dando un

    salto desde posiciones ms o menos intuitivas y arcaicas hacia

    la profesionalizacin la tecnificacin de las respuestas al

    encargo social tecnificacin que garantiza un rigor y por

    extensin un estatus.

    Encontramos tambin cdigos burocratizados que hacen

    hincapi en el rigor por el cumplimiento del encargo recibido

  • 7/23/2019 etica profesional_Ars Brevis.pdf.pdf

    12/20

    desde el organismo que contrata al profesional. En estos casos,

    el profesional no tiene opinin propia adopta el criterio fija-

    do, por ejemplo, por una administracin. Asimismo, se supo-

    ne que el organismo que regula la prctica profesional acta en

    aras del inters general o del bienestar pblico, con lo que

    parece quedar justificada la virtual anulacin del profesional a

    la hora de tomar decisiones la de la opinin de la persona

    afectada.

    Finalmente, pueden encontrarse cdigos de carcter crtico

    que subrayan la voluntad de cubrir la necesidad del usuario,

    dado que entienden que su situacin desfavorable es el resul-

    tado de una desigualdad social o de la presin estructural que

    debe superarse no con ayudas de carcter paternalista sino con

    cambios estructurales.

    Llevadas al extremo, cada una de estas opciones tiene sus

    riesgos:

    En el primer caso, ante una situacin valorativa se hace pre-

    valecer la rigidez del mtodo o del procedimiento frente a

    otras posibilidades de actuacin menos exactas desde el punto

    de vista tcnico pero ms aconsejables desde el punto de vista

    86

    humano, con lo que se cae en una especie de despotismo tc-

    nico .

    En el segundo caso, puede llegarse a definir la finalidad de la

    intervencin sin tener en cuenta el contexto real donde de

    produce la problemtica social, de manera que se fijan objeti-

    vos que responden ms a un espejismo de lo que debera ser

    no tanto de lo que realmente puede ser. Se cae entonces en lo

    que se conoce como moralismo fundamentalista .

    En el tercer caso, el riesgo de esta opcin se concreta en el

    hecho de considerar que todos los usuarios estn en condicio-

    nes de valorar su situacin con objetividad de decidir clara-

    mente qu problemticas deben solucionarse y de qu forma

    debe hacerse. Sin negar la necesidad de que la persona afecta-

    da participe activamente en su proceso de actuacin social,

    dejarlo todo en sus manos puede llegar a limitar notablemen-

    te el progreso hacia formas de vida ms favorables personal

    socialmente.

    Como puede verse, cada uno de los distintos enfoques tiene

    sus ventajas e inconvenientes, por lo que la prctica profesional

    debe superar las limitaciones que inevifablemente conllevan los

    modelos tericos en estado puro. Si la realidad social es compleja,

    flexible plural, la reflexin tica tambin debe serlo, aunque sin

    confundir la necesidad de flexibilidad con la urgencia de definir

  • 7/23/2019 etica profesional_Ars Brevis.pdf.pdf

    13/20

    los mnimos que deben reorientar su futuro.

    En cualquier caso se impone la necesidad de ajustar las

    aspiraciones tanto de los profesionales como de las distintas pro-

    fesiones que actan sobre una misma problemtica. Se hace

    imprescindible comprender y compartir unos fundamentos con-

    ceptuales sobre el sentido de la profesin y la visin que cada

    colectivo profesional construye sobre su funcin social.

    Conviene remarcar que el cdigo deontolgico es un resu-

    men una sntesis de aspiraciones y obligaciones que puede tener

    un amplio abanico de orientaciones ideolgicas tanto para su ela-

    boracin como para su aplicacin. Como sntesis que es deja

    abierto un notable margen de interpretacin desde diversos enfo-

    ques ideolgicos que pueden o no coincidir con el enfoque que

    quiso drsele en el momento de su elaboracin ya que el hecho de

    que un cdigo de mnimos se elabore desde una perspectiva teri-

    ca determinada no garantiza que su uso se lleve a cabo desde esa

    misma perspectiva y perfectamente puede ser ledo desde otras

    pticas. Esta circunstancia provoca que el conjunto de puntos que

    lo constituyen sea permanentemente un arma de doble filo por la

    plasticidad con que puede llegar a usarse.

    Esta situacin nos lleva inevitablemente a recomendar la

    87

    construccin de un discurso compartido y reflexionado por parte

    de los trabajadores de las profesiones sociales de manera que no

    slo se compartan los signific ntes sino tambin -y sobre todo- los

    signific dos y las implicaciones de sus enunciados y sus palabras.

    partir de este momento los cdigos deontolgicos se convierten

    en un punto de llegada de encuentro y no tanto en un punto de

    partida.

    ~e f in idol cdigo deontolgico como un punto de partida

    se presupone que el uso del instrumento se basa en el consenso de

    sus postulados. Esta cuestin es claramente insuficiente porque

    como vimos anteriormente la coincidencia en los diferentes pun-

    tos que lo constituyen no presupone que se interpreten de la

    misma forma que se compartan sus intenciones o que se coincida

    en la orientacin de la que se parta en el momento de elaborarlo.

    Por otra parte esto puede producir una cierta fractura entre

    el colectivo profesional que debe usar este instrumento y el comi-

    t o grupo de expertos que lo han elaborado. Inevitablemente

    aumentar de nuevo el distanciamiento entre teora y prctica

    cuando de acuerdo con la propia definicin actual de profesional

    reflexivo estos campos deben estar integrados armnicamente en

    formatos de investigacin accin.

    Expuesto como punto de llegada el cdigo deontolgico

  • 7/23/2019 etica profesional_Ars Brevis.pdf.pdf

    14/20

    exige un trabajo previo de discusin por parte del colectivo profe-

    sional donde se clarifican y consensan las cuestiones bsicas de la

    profesin. partir de este momento, el proceso puede cerrarse con

    la elaboracin de un cdigo que representa la sntesis de las aspi-

    raciones y autoobligaciones que el colectivo ha escogido libre-

    mente. Desde esta posibilidad se reduce la distancia entre pensa-

    dores y agentes modelo opuesto al del profesional reflexivoy la

    investigacin accin- y se trabaja conjuntamente para el progreso

    de la profesin.

    Llegados a este punto, aparece la tercera situacin de alerta:

    para que un cdigo deontolgico cumpla realmente su funcin y

    sea incorporado eficazmente como un instrumento de trabajo por

    todo el colectivo profesional, debe producirse inicialmente un

    debate amplio que lleve a un acuerdo marco sobre las cuestiones

    fundamentales a partir de las que elaborar dicho cdigo. Es bsico

    que todo el colectivo profesional participe activamente en esta dis-

    cusin, con el fin de clarificar y unificar los elementos y10 rasgos

    que definen la profesin, el papel que desempea el actor social

    frente a otros profesionales, las responsabilidades que debe asumir,

    el espacio social que ocupa, la visin que se tiene sobre la idea de

    s8

    dificultad social y las formas de abordar esta problemtica. No es

    lo mismo trabajar desde la perspectiva del educador como artesa-

    no, desde la ptica del educador tecnocrtico o desde la opcin del

    educador crtico [Vilar, 19961, tanto por la concepcin del propio

    cometido profesional que conlleva cada una de estas posibilidades

    como por el modelo explicativo de la dificultad social, los forma-

    tos de intervencin o la actitud ante el usuario que de cada una de

    ellas se deriva.5

    Slo despus de este trabajo reflexivo de construccin con-

    junta de la profesin puede aspirarse a la generalizacin y al uso

    eficaz, dentro de sus posibilidades, de un instrumento como es el

    cdigo deontolgico.

    En este caso convien e tener en cuenta q ue el posicionam iento no depe nde

    ni cam ente del profesional sino tambin del papel qu e externamen te se da a su pro-

    fesin. Por ejemplo un educador social pue de ser muy reflexivo y m uy crtico pero

    si trabaja e n un a organizacin piramidal d on de n o se le deja participar e n las discu-

    siones para decidir la actuacin que debe seguirse en una situacin concreta -por

    ejemplo si se le pide qu e adop te el papel de aplicar lo qu e deciden otros- sus posi-

    bilidades de realizacin tica sern menores o dich o de otra forma la vivencia per-

    sonal de conflicto tico permanen te pue de ser muc ho mayor.

  • 7/23/2019 etica profesional_Ars Brevis.pdf.pdf

    15/20

    RS

    BREVIS

    2

    DEON~OLOG~A

    PF ~C TIC ROFESION L

    4 Conclusiones

    En los apartados anteriores hemos intentado dejar constan-

    cia de que la complejidad intrnseca de las acciones sociales com-

    porta una permanente dificultad en el terreno de los valores que

    no puede ser eludida aunque se disponga de mecanismos de regu-

    lacin como son los cdigos deontolgicos. La conflictividad

    moral es inevitable y se convierte en un elemento constitutivo de

    la intervencin social. Los cdigos pues son de gran eficacia siem-

    pre que como mnimo se den algunas condiciones en el seno de

    los colectivos profesionales:

    1

    Los profesionales deben entender con naturalidad que la

    tica est en el centro de las profesiones sociales que preci-

    samente por ello se hace imprescindible crear espacios y

    mecanismos donde la cotidianidad de las cuestiones valorati-

    vas no resulte una traba sino un elemento ms que considerar

    en el momento de disear una accin. Adems debe enten-

    derse que es imprescindible realizar una lectura desde la tica

    de los problemas sociales que sta es una mirada especfica

    distinta de otras formas de mirar una realidad como puedan

    er la mirada tecnolgica o la antropolgica.

    289

    2

    Es imprescindible que el conjunto de personas que deben

    acogerse a un cdigo hayan participado activamente en la

    reflexin de los elementos sobre los que se basa su funcin

    social de manera que el cdigo deontolgico entendido como

    punto de encuentro de sntesis tenga un alto grado de con-

    senso no slo en su formulacin sino tambin en su aplicacin

    o en los posibles reglamentos que de l se deriven.

    3 Resulta tambin imprescindible que los profesionales

    entiendan que la limitacin principal de un cdigo es que

    orienta pero no evita la toma de decisiones -y desde nuestro

    punto de vista nunca debera evitarla. Ante situaciones com-

    plejas de dificultad no hay soluciones sencillas y lineales ni

    respuestas estereotipadas. Aunque pueda parecer una obvie-

    dad conviene que el profesional aprenda a convivir con la

    incertidumbre de no tener respuestas para muchas de las situa-

    ciones que se le presentarn a lo largo de su vida profesional.

    Precisamente las profesiones que giran alrededor de la inter-

    vencin social se caracterizan por plantear infinidad de pre-

    guntas pero muy pocas respuestas.

    4 Es fundamental que cada equipo profesional lleve a cabo un

    ejercicio de clarificacin de valores para saber exactamente

    cul es su punto de partida su posicionamiento. Si se tiene

  • 7/23/2019 etica profesional_Ars Brevis.pdf.pdf

    16/20

    claro este aspecto y con la ayuda de un cdigo deontolgico

    suficientemente reflexionado, las decisiones difciles que

    deban tomarse disminuirn notablemente su componente de

    angustia o tensin emocional, sobre todo cuando el equipo de

    profesionales es consciente de los riesgos que se corren cuan-

    do una eleccin no ha sido la correcta. En este sentido, tam-

    bin se hace fundamental analizar la naturaleza de los conflic-

    tos ticos. Por ejemplo, es bsico poder distinguir el problema

    real de las causas que los generan o diferenciar la vivencia indi-

    vidual del problema -siempre hay una vivencia individual- de

    los componentes colectivos -macrosociales, mesosociales o

    microsociales- que lo determinan.

    5

    Conviene aceptar que la toma de decisiones sobre cuestio-

    nes ticas es inevitable y que ningn instrumento externo

    puede substituirla, por lo que uno de los elementos en los que

    los profesionales deben ejercitarse es, precisamente, en la cre-

    acin de cultura profesional para la toma de decisiones, ya sea

    en pequeos grupos que coincidan con los equipos con los

    que se trabaja cotidianamente o en foros ms amplios que

    construyan profesin .

    290

    Esta cultura o bagaje de toma de decisiones es dinmica y

    permanente. En realidad, constituye la sntesis de la experien-

    cia profesional acumulada. En este sentido, en el proceso de

    formacin bsica ser fundamental insistir en los mecanismos

    que facilitan la toma decisiones porque sta ser una de las cla-

    ves de la profesin. Como indicamos anteriormente, los cdi-

    gos orientan en la toma de decisiones pero no la sustituyen.

    6

    Es preciso aceptar que las actuaciones responsables inspira-

    das en una tica profesional comportan un plus de dedicacin

    que parte del autocontrol personal, ya que se trata de cuestio-

    nes que quedan en un espacio que supera lo legal, por lo que

    no pueden ser reguladas de manera heternoma.

    7

    Es necesario que cada profesional entienda que forma parte

    de una organizacin y que sta lo limitar en mayor o menor

    medida en el momento de tomar decisiones. Puede ser que no

    disponga de ningn margen de decisin y, en ese caso, su

    comportamiento ticamente aceptable se resumir en actuar

    de la manera ms profesional posible. Adems, esta organi-

    zacin est integrada en otros sistemas de mayor tamao -la

    sociedad- e interacta con otros sistemas paralelos -los profe-

    sionales de otros mbitos, las necesidades del usuario ...- y

    todos estos elementos deben ser tenidos en cuenta en el

    momento de hace valoraciones y tomar decisiones.

  • 7/23/2019 etica profesional_Ars Brevis.pdf.pdf

    17/20

    ia

    B RE VIS2

    DEO NTO LO G ~

    PK C~IC

    PROFCSION L

    8.

    Por ltimo, tanto en la formacin bsica como en la forma-

    cin permanente, tambin es importante tomar conciencia y

    optar por una posicin ideolgica en el ejercicio profesional.

    Conviene insistir en el hecho de que la neutralidad no existe

    y de que las posturas tecnocrticas que evitan pronunciarse

    conllevan tambin una alta carga ideolgica implcita.

    Es ste un terreno muy particular pero, desde nuestro punto

    de vista, el profesional de la accin social debe tener -sobre todo

    en contextos de dificultad- una carga crtica clara porque su pro-

    fesin parte de la desigualdad crnica entre cdectivos y la finali-

    dad ltima es precisamente eliminar sta o reducirla. Como indica

    J Funes [Funes, 19951, es necesario actuar desde el derecho a ser

    persona y no desde la amenaza de llegar a ser problema .

    Precisamente, como ya indicamos con anterioridad, en la

    actuacin del agente social hay una obligacin moral de conver-

    tirse en la voz de aqullos que no la tienen, en abogado social de

    las minoras [Barriga, 19961 porque tambin forman parte de la

    ciudadana. Es precisamente la tica de la responsabilidad la que,

    en ltima instancia, opta por decantarse hacia el sujeto en dificul-

    tad frente a los restantes factores en tensin -la profesin, los cole-

    gas, la institucin que contrata o el encargo social.

    9

    1

    Optar por un modelo orientado hacia esta direccin impli-

    ca reflexionar sobre cuestiones clave como, por ejemplo, cmo

    mantener el equilibrio entre el encargo poltico y la necesidad del

    usuario, sobre todo cuando estos dos elementos van en direcciones

    opuestas? Cmo debe ser la aplicacin de un cdigo deontolgi-

    co en estructuras muy jerarquizadas y burocratizadas? Cul es el

    grado de compromiso personal que debe asumirse en la prctica

    profesional? Para que sirve la evaluacin de la intervencin, cmo

    se determinan los criterios que ayudan a definir qu hay que eva-

    luar [Barriga, 1990]? Cmo se garantiza que la evaluacin real-

    mente controla la excelencia y la eficacia del servicio que se pres-

    ta si se trabaja con poblacin sin opcin a la queja? En definitiva,

    cul es la funcin social de la evaluacin [Casas, 1997]? Como

    puede verse, ante este alud de cuestiones valorativas, el posiciona-

    miento es inevitable.

    En este sentido, siempre viene bien una cierta dosis de disi-

    dencia ante las posturas ya consolidadas en un grupo, administra-

    cin o asociacin profesional, aunque finalmente esta postura no

    tenga siempre que generar un cambio; y aunque poner en cuestin

    las restantes posturas sirva finalmente para seguir pensando con

    mayor solidez lo que ya se mantena.

    Entraramos aqu en un debate interesante sobre la

    contri-

  • 7/23/2019 etica profesional_Ars Brevis.pdf.pdf

    18/20

    bucin de los agentes sociales a la perpetuacin o eliminacin de

    las dificultades y desigualdades. Son suficientemente conocidas las

    posturas ms crticas hacia la ineficacia de las profesiones sociales

    que, lejos de disminuir la problemtica social, contribuyen -ampa-

    rndose en la complejidad de los casos que se tratan y en la falta

    crnica de medios- a aumentarla o mantenerla en unos nmeros

    estables, de manera que permiten estabilizar o incluso aumentar el

    parque de profesionales de lo social. Son opiniones que acusan a

    estas profesiones de haber hecho de la dificultad social un nicho

    laboral para la creacin de profesiones inhabilitantes [Illich,

    19851.

    En cualquier caso, si para algo ha de servir la reflexin tica,

    es para tomar conciencia de que las profesiones sociales tienen su

    origen en las desigualdades sociales y que, por ello, deben superar

    el rigor tecnolgico -que resulta imprescindible- para entrar tam-

    bin en el terreno de la justicia social. Como indica S. Barriga:

    La paradoja mxima que experimenta el interventor psi-

    cosocial radica en que el objetivo ltimo de su accin es

    poder prescindir de sus servicios profesionales. Su labor

    exitosa concluye con su desaparicin profesional. Es decir,

    9

    que su tarea debe ser considerada como provisional y

    supletoria de la autocapacitacin del ciudadano para tomar

    las riendas de su destino adoptando estilos de comporta-

    miento saludables y solidarios. [Barriga, 1997, pg.

    34

    En relacin con esta idea, queda pendiente an una refle-

    xin deontolgica global de todos los agentes sociales entendidos

    como una unidad que interviene en una accin social desde dife-

    rentes profesiones no tanto para consolidar sus diferentes orgenes

    profesionales y reivindicar su parcela como para dar respuestas efi-

    caces de carcter interdisciplinar a los problemas de los ciudada-

    nos. se es el gran reto.

    En este sentido, se produce un equvoco cuando se acepta y

    justifica que la especializacin debe tener como mal menor la

    segregacin y la prdida de visin de conjunto. La alta especializa-

    cin es fundamental para poder analizar adecuadamente los ml-

    tiples detalles que configuran una problemtica. No obstante, esta

    especializacin slo tiene sentido cuando constituye un camino de

    ida y vuelta: la ida es el estudio profundo desde las diferentes dis-

    ciplinas y la vuelta es la integracin armnica de todos esos cono-

    cimientos para explicar el problema y encontrar la mejor solucin.

    ello porque el protagonismo no debe situarse en la profesin y

    sus profesionales, sino en el usuario y su problemtica.

    Por todo lo anterior, una propuesta de futuro ser construir

  • 7/23/2019 etica profesional_Ars Brevis.pdf.pdf

    19/20

    cdigos deontolgicos no tanto desde la profesin de origen como

    desde la problemtica que se pretende erradicar. En este sentido

    no sera descabellado pensar por ejemplo en una tica de la

    accin social que incluya a todos los profesionales que participan

    en un equipo interdisciplinar en lugar de tener los cdigos deon-

    tolgicos del trabajador social del psiclogo social del educador

    social del maestro De todas formas este punto se alcanzar

    cuando la consolidacin de las distintas profesiones est asegurada

    y seamos capaces de pensar ms en el otro -el ciudadano a quien se

    ofrece un saber-que en uno m smo -los profesionales que ofrecen

    ese servicio.

    Para acabar cabe sealar que:

    El objetivo ltimo de la formacin de profesionales desde la

    reflexin deontolgica es la mejora de las condiciones de vida

    de la comunidad sobre todo en unos tiempos en los que cada

    vez hay ms colectivos sin voz El protagonista de las actuacio-

    nes sociales es el hipottico destinatario de un servicio no el

    profesional que lo ofrece ni el prestigio de la institucin for-

    madora. De hecho la profesin y las instituciones formadoras

    ganarn en prestigio y en consideracin social siempre que los

    profesionales que forman respondan de manera eficaz y justa

    93

    a las necesidades de la comunidad.

    Es responsabilidad tanto del mundo acadmico como del

    mundo profesional que este tipo de profesiones adquiera la

    relevancia social que merecen. Eso constituye ya un ejercicio

    ticamente necesario. Por este motivo vale la pena dedicar

    esfuerzos a la divulgacin de estos campos de saber.

    Desde este compromiso con la realidad se impone optimizar

    la formacin de los profesionales de la accin social. Es funda-

    mental adquirir conocimientos cientficos y tcnicos que

    muestren que son campos rigurosos aunque no infalibles por-

    que a menudo se mueven entre el arte y la ciencia.6 Pero ade-

    ms la preocupacin tica no debe ser ni una ancdota ni una

    moda pasajera sino que ha de convertirse en el reflejo de la

    voluntad de ofrecer actuaciones de calidad en las que los pro-

    fesionales adquieran una imagen rigurosa y exigente de s mis-

    mos a la vez que crtica con los condicionantes sociales y con

    la eficacia de sus actuaciones.

    En este sentido quizs valdra la pena recuperar algunas de las inspiracione s de

    los hum anistas clsicos e intentar e ncon trar un nu evo h um anism o para el siglo XXI.

  • 7/23/2019 etica profesional_Ars Brevis.pdf.pdf

    20/20

    AA VV

    La buena prctica en la Proteccin Social a la Infancia.

    Madrid: M inisterio de Tra-

    bajo y Asuntos Sociales, 1997.

    AA VV

    Codi d ktica dels Assistents Socials de Catalunya.

    Barcelona: Col.legi Oficial de

    Diplo ma ts e n Treball Social i Assistents Socials de Catalu nya, 1989.

    BANKS, S.

    tica

    y

    valores en el trabajo social.

    Barcelona: Paids, 199 7.

    BARRIGA, S. Interven cin social y eva luac in de programas: implicacio nes socio-

    polticas .

    Revista de Psicologa social,

    n m . 5. Madrid: 1990 . Pgs. 267 a 280.

    BARRIGA, S. Dilem as tico s en la inte rven cin psicosocial e n

    S NCHEZ

    VIDAL y

    MUSITU OCHOA (coords.).

    Intervencin comunitaria. Aspectos cientficos, tcnicos y

    valorativos.

    Barcelona: EUB, 1996. Pgs. 24 a 36.

    BERMEJO, Francisco (coord.)

    tica y trabajo social.

    Madrid: Publicaciones de la Uni-

    versidad Pontificia de Comillas, 1996.

    CASAS, F. Fu ncion s socia ls de l'avaluaci . Educaci social, n m . 5. Barcelona: 1997.

    Pgs.

    11

    a 24.

    CONILL, J. Aspectos ticos de la interv enc in psicosocial e n

    S NCHEZ

    VIDAL y

    MUSITU OCHOA (coords.).

    Intervencin comunitaria. Aspectos cientficos, tcnicos y

    valorativos. Barcelona : EUB, 1996. Pgs. 37 a 54.

    CORTINA, A.

    tica mnima.

    Madrid: Tecnos, 1986.

    FUNES, J. Lecturas ina da pta das sobre los ciudad anos co n dificultades sociales .

    Comunicacin, Lenguaje

    y

    Educacin, n m . 27. Madrid: 1995 . Pgs. 3 1 a 38.

    GICHURE, C. W La tica de la profesin docente. Pam plona: Ediciones de la Universi-

    da d d e Navarra S.A. (Eunsa), 1995.

    GU ISAN, E. Razn ypasin en tica. Barcelona: Antropos, 1986.

    ILLICH, I., e t al.

    Las profesiones inhabilitantes.

    Barcelona: Blume, 1981.

    PANTOJA, L. Intr od ucc in al esbozo de cdigo deontolg ico del educad or social .

    294

    Claves de Educacin social,

    nm. 3. Abril de 1998. Barcelona.

    SNCHEZVIDAL, A; MUSITU OCHOA. (coords.).

    Intervencin comunitaria. Aspectos

    cientficos, tcnicos y valorativos.

    Barcelona: EUB, 1996.

    SANCHEZ,A. Fan tasma s e n el desv n: cuestione s valorativas en la inte rve nc in psi-

    cosocial en

    S NCHEZ

    VIDAL y MUSITU OCHOA (coords.).

    Intervencin comunitaria.

    Aspectos cientficos, tcnicos y valorativos.

    Barcelona: EUB, 199 6. Pgs. 55 a 75.

    SNCHEZ VIDAL, A. tica de la intervencin social. Barcelona: Paids, 199 9.

    TRILLA, Ja um e. La educacin informal. Barcelona: PPU, 1985.

    TRILLA, J. El profesor y los valores controvertidos. Neutralidad y beligerancia en educacin.

    Barcelona: Paids, 1992.

    VILAR, J. De la planificaci a la program aci. Instru m en ts metod olbgics per al dis-

    seny de les intervenc ions educatives .

    Rw Educaci social,

    n m .

    3

    Ju ny d e 1996. Bar-

    celona.

    A b s t r a c t

    T he analys is of deonto logy, i t s l imi ts a nd poss ib i li ties is th e m ai n ar gu m en t

    of th is ar t ic le. The au tho r , th ro ug ho ut a carefu l ref lec tion , researches o n th e

    s t ructure of deonto logica l codes and the condi t ions of poss ib i l i ty for the i r

    app l ica t ion . He a l s o re sea rches o n th e m in im um bases fo r th e app l i ca t ion of a

    deonto logica l code, focus ing o n socia l in tervent io n professions.