FERRO, Marc. Como se cuenta la historia a los niños en el mundo entero

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    MARC FERRO

    CMO SE CUENTA LA HISTORIA A LOS NIOS EN EL MUNDO ENTERO

    PREFACIO

    No nos engaemos: la imagen que tenemos de otros pueblos, y hasta de nosotros mismos, estasociada a la Historia tal como se nos cont cuando ramos nios. Ella deja su huella en nosotros paratoda la existencia. Sobre esta imagen, que para cada quien es un descubrimiento del mundo y delpasado de las sociedades, se incorporan de inmediato opiniones, ideas fugitivas o duraderas, como unamor. . ., al tiempo que permanecen, indelebles, las huellas de nuestras primeras curiosidades y denuestras primeras emociones.

    Son esas huellas las que es preciso conocer, o reencontrar, las nuestras, las de los dems, en Trinidad,como en Mosc o en Yokohama. Este viaje en el espacio tambin es, naturalmente, un viaje en el

    tiempo. Posee la particularidad de refractar del pasado imgenes mviles. No solamente ese pasado noes el mismo para todos, sino que, en cada quien, el recuerdo se modifica con el tiempo: esas imgenescambian a medida que se transforman el saber y las ideologas, a medida que cambia, en las sociedades,la funcin de la historia.

    Ya es hora de confrontar hoy todas esas representaciones pues, con el crecimiento del mundo, con suunificacin econmica pero con su estallido poltico, el pasado de las sociedades es ms que nunca unode los envites de las confrontaciones entre Estados, entre naciones, entre culturas y etnias. Controlar elpasado ayuda a dominar el presente, a legitimar dominaciones e impugnaciones. Ahora bien, son laspotencias dominantes Estados, iglesias, partidos polticos o intereses privados los que poseen yfinancian medios de comunicacin masiva o mecanismos de reproduccin, libros escolares o tiras

    cmicas, filmes o emisiones de televisin. Cada vez ms frecuentemente, entregan a todos y cada unoun pasado uniforme. La revuelta brota entre aquellos para quienes su Historia est "prohibida".

    Y despus, llegado el maana, qu nacin o qu grupo humano podr todava controlar su propiahistoria?

    Los antiguos pases, sean viejas comunidades o Estados, como los khazares del Volga o el reino de Arls,ya vieron disolverse su identidad en un pasado annimo. Hace apenas muy poco, enfrentndose como aun nuevo tratado de, Versalles, historiadores franceses y alemanes se reunan para rectificar unafrontera: unos aceptando una matanza, los otros una violacin de territorio. En el Este, de Praga a UlanBator, todas las variedades tnicas y nacionales se encuentran explicadas con el mismo modelo,

    supuestamente concebido por Marx, pero revisado por Mosc. Vista desde esta capital, qu diferenciase establece ahora entre la historia de Georgia y la de Armenia, a pesar de que se reconozca la identidadde esas naciones?, lo que adems no es necesariamente el caso de todas ellas. En fin, en el resto delmundo el "Sur --, las sociedades descolonializan su historia, pero a menudo con los mismosinstrumentos que el colonizador, al construir una historia que es la inversa de la impuestaanteriormente.

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    En esta forma, para casi cada nacin se sobreponen o se confrontan hoy varias historias: en Polonia, porejemplo, la que se presenta en la escuela difiere sensiblemente de la que se cuenta en la casa. Los rusosno tienen en ella exactamente el mismo papel... La memoria colectiva y la historia oficial se enfrentan enesta forma a una verdadera prueba de fuego que da testimonio, sin duda mejor que los trabajos de loshistoriadores, de los problemas que plantea la historia.

    A condicin de no limitarse al estudio de los manuales escolares o de las tiras cmicas, ni a laformulacin actual de la ciencia histrica, la historia que se cuenta a los nios, o a los adultos, permite ala vez conocer la identidad de una sociedad y el status de sta a travs del tiempo. Por ejemplo, lahistoria del pueblo armenio, tal como se enseria en la Armenia sovitica, la que aprenden los nios de ladispora (y muchos nios de Armenia, pero en la tarde o por la noche), y la imagen que de ella presentala "vulgata" histrica universal, constituyen tres versiones diferentes, y no se tiene la seguridad de quela ltima tenga ms realidad o legitimidad que las otras.

    Independientemente de su vocacin cientfica, la historia ejerce en efecto una doble funcin,teraputica y militante. A travs del tiempo, el "signo" de esta misin ha cambiado, pero no el sentido:en la poca de Franco en Espaa, glorifica a Cristo Rey; en la poca de las repblicas en Francia, a la

    nacin y al Estado; al partido comunista en la URSS o en China, no por ello deja de ser menos misionera;el cientificismo y la metodologa sirven a lo sumo de "taparrabo" a la ideologa. Benedetto Croceescriba* a principios de siglo, que la historia plantea los problemas de su tiempo ms que los de lapoca que es objeto de su estudio. As, evocando uno y otro la Edad Media rusa, el Alexander NevskideEisentein y el Andrei Roublevde Tarkovski nos informan, uno sobre la Rusia estaliniana y su miedo porAlemania; el otro sobre la URSS de Brejnev, su lucha por la libertad y su odio por los chinos. La historiaque actualmente se ensea a los pequeos africanos nos informa tanto sobre los problemas actuales delcontinente negro como sobre su pasado. Los libros para nios son empleados para glorificar los grandesimperios del pasado africano, cuyo esplendor se pone en paralelo con la decadencia y el retraso de laEuropa feudal, en la misma poca: la funcin teraputica est expresada claramente. O bien, igualmentepor razones de actualidad, el duro litigio del conflicto con el Islam es retirado, reducido, y hasta puesto

    en duda por el empleo del condicional . . .

    En el Caribe, en donde vive una poblacin desarraigada (negros, chinos, indios, etc.), la historia que secuenta a los nios transfigura a los descendientes, de antiguos esclavos o cules, en ciudadanos delmundo que tienen la ventaja, nica, de participar en todas las culturas de la humanidad. La historia dela esclavitud se presenta en tal forma que el nio negro de Jamaica se apiada menos de la suerte de susancestros que de la de los desventurados ingleses que, en la historia, fueron los primeros esclavosenviados a Italia en tiempos del Csar.

    Para la historia "militante", se piensa antes que nada naturalmente en las manipulaciones practicadas enla URSS: durante mucho tiempo, Trotski fue condenado al olvido, y no se hablaba sino de Stalin; despusde 10 aos, Stalin ha desaparecido, o casi, y se cita frecuentemente a Trotski . . . para condenarlo. Pero,en los Estados Unidos, la evolucin de la enseanza es todava ms radical: expresa el paso de laideologa del melting-pot(la Amrica "crisol" de los pueblos), a la del salad-bowl(variado) , en donde lasculturas conservan su identidad.

    A pesar de esos cambios, persiste un modelo de la historia de cada pas: es la dominante que moldea laconciencia colectiva de cada sociedad. Por ello es importante conocer los elementos de ese modelo. Losrelatos y las creencias que lo constituyen ya se trate de elevadas acciones del hroe que combate a

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    Shivaji en la India, o las desventuras de Yoshitsune en Japn, las aventuras de Chaka, rey de los zules, ode Jeanne Hachette en Francia tienen un sabor mucho ms fuerte que todos los anlisis: es larecompensa del historiador como del lector.

    De manera que no busco aqu enunciar una verdad histrica valedera para todos, y que sera tanabsurda como imaginaria; quisiera restituir las diversas imgenes de ese pasado tal como lo viven lasmltiples sociedades de nuestro mundo. Ciertamente, puede muy bien ser que esas imgenesrepresenten exactamente el reverso de otras imgenes o bien de contraverdades: en ese caso, debeperdonrseme, cada vez que sea necesario me ver obligado a restituir la verdad, por simpledeformacin profesional.

    Sin duda, a travs de ese periplo, a travs de las primeras imgenes de la historia, no repetir, cada vez,la integridad de la historia que se cuenta a los jvenes soviticos o a los nios de Trinidad. Intentar, sinembargo, en el caso de cada colectividad o nacin, ofrecer una representacin global tan fiel como mesea posible, ya que esta visin de conjunto constituye la base de la imagen de los otros y de nosotrosmismos. Si llega el caso, no me privar de confrontar diversas interpretaciones de un mismo problema,pero no abusar de semejante prctica, pues en este libro me interesa la identidad de cada historia

    nacional, la visin del pasado que es la de cada cultura.

    Se trata entonces de una impugnacin del concepto tradicional de la "historia universal". No empiezocon los faraones para terminar con Jomeini o con los estremecimientos de Polonia, pues ese dispositivose inscribira, sin decirlo, en una visin teleolgica de la historia, ya fuera su signo cristiano, marxista omeramente ligado a la idea de Progreso. Ese dispositivo iba a ser, sin decirlo, europeo cntrico, ya quelos pueblos no "entran" a la Historia sino tras su "descubrimiento" por los europeos... En este libro, nohabr nada de eso, salvo en el captulo consagrado a la historia vista desde Europa, ya que cada culturay cada nacin se presentan en la continuidad del pasado que desde ah se percibe.

    El itinerario que he escogido, ya lo veremos, tiene su propia lgica. No me obstinar en justificarlo, pero

    deseara que el lector se dejara tomar de la mano y lo siguiera... Pero cmo podra impedirle, si as lodesea, leer primero el captulo sobre el Islam o sobre Japn? Como s que vagabundear, le hepreparado, lo ms a menudo, referencias cronolgicas es cierto que he escrito antes que debedesconfiarse, muy frecuentemente, de este tipo de recursos; sin embargo resolv colocarlas a lo largo delos captulos: constituirn un simple prontuario...

    Una palabra ms de explicacin para el lector. El proyecto de este libro es de tal manera gigantesco ymegalmano, que debo confesar y justificar sus insuficiencias.

    Seleccionar las 15 o 20 sociedades que en l figuran implicaba una investigacin sobre una cantidadtodava mayor de manuales, filmes, tiras cmicas, novelas histricas. etc., en no s cuntas lenguasextranjeras, sin mencionar el estudio de cada una de esas culturas, de las eventualidades histricas decada nacin, de las variaciones de su historiografa. No desist en el camino, sino que desist de la idea deque cada uno de esos captulos fuese una tesis de doctorado: una vida entera no habra sido suficiente,y totalmente en vano pues, por una especie de cuadratura, apenas hubiese llegado al final de mi caminocuando hubiera sido necesario volver a tomar los libros, los filmes o las dems cosas producidas duranteesta generacin, esta gnesis.

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    Hay as muy serias desigualdades de tratamiento entre los captulos, y s muy bien que ciertos anlisisson ms ligeros que otros, ciertas secciones nicamente descriptivas, los problemas pedaggicos no seabordan tanto como es deseable;1

    Que el lector tan slo sepa que experiment alegra y verdadera pasin al emprender y al escribir estelibro. Ojal te ayude, amigo, como a m, para comprender mejor a tu prjimo.

    pero al menos logr concluir este panorama sin lagunas graves (esoespero) y podra, para las prximas ediciones, transformar en captulos lo que aqu nicamente sepropone bajo la ms modesta forma de una nota.

    1La utilizacin del ndice permite encontrarlos en el caso de los pases en donde se abordan (Alemania nazi, Francia, URSS,Polonia, Estados Unidos, etc.)

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    CONCLUSIN

    EL ESPEJO ROTO

    El espejo se ha roto. La historia universal ha muerto de esta manera, ha muerto por haber sido el

    espejismo de Europa, que la meda con el rasero de su devenir. Los dems pueblos no participan de ellams que a ttulo de pasajeros, cuando Europa se pasea por ah: en Egipto, por ejemplo, antes de nacer,despus bajo Roma, en tiempos de la Cruzada o de Bonaparte, de Mehmet-Al o de Nasser. Una verdadpara Egipto, verdad tambin para la India, para Armenia, qu se yo: su historia no era Historia ms quecuando se entrecruzaba con nuestra historia.

    Una variante de esa historia es aquella que, a base de cientificidad, quera tambin ser universal, la delos marxistas; lo fue antes de ascender a marxista, es decir marxista-leninista, o marxo-lenino-maosta:al no poder determinar eras, manipul sus modos de produccin, doblegando muy pronto a la historiaentera al capricho de las periodizaciones, establecidas tambin con tanta certidumbre como lasestadsticas de los regmenes que las controlaban; hemos hablado de sus variaciones en la URSS y enChina. Como vicisitud de esta posicin dominadora, una reciente historia de Francia ha sido editada en

    Mosc; ella sirve para atestiguarlo: el tercer vo1umen principia en. . . 1917-1918, como si se hubieseiniciado una nueva fase en la historia de Francia, ilusin otoal, con el poder de Lenin.

    Ante esos intentos reduccionistas, no es sorprendente que cada colectividad haya sentido la necesidadde construirse su propia historia, a reserva de camuflarla ante los vencedores.

    De manera que vencedores y vencidos, hablando en nombre de su fe, de su iglesia, partido o sindicatopatria perdida y recuperada, todos se colocan en el centro de su mundo: rabes y armenios,europeos e indios, todos son Imperio Central. Los estereotipos de la historia occidental se repiten as portodas partes; los japoneses cantan las alabanzas de su hermosa naturaleza, al igual que la dulce Francia;la India, al igual que Grecia, afirma haber seducido siempre a sus salvajes vencedores. O bien, a veces, el

    signo del estereotipo cambia, o se invierte: se ha visto, por ejemplo, cmo, al revs de lo que ocurre enla historia vista desde Europa, el argelino y el turco glorifican la civilizacin nmada, rehabilitan elTuareg o bien a Atila; cmo la India y frica negra invirtiendo el mito del Progreso, cantan el equilibrioanterior a Europa.

    I

    A travs de las pocas y las culturas, se ha revelado que la Historia nace de varias fuentes que difunden,cada una, un discurso diferente por sus formas, normas y necesidades.

    Primeramente, la historia "institucional", que reina porque expresa o legitima una poltica, una ideologa

    oun rgimen. Al servicio de Cristo o del Sultn, de la Repblica o de una Iglesia, incluso hasta de unPartido, lucha contra la historia que est en vas de hacerse. Al igual que la historia, evoluciona enconsecuencia, al cambiar constantemente de sistema de referencias, al sufrir todas las metamorfosis, alacomodarse a todas las escrituras.

    Esa historia se basa en un sistema de fuentes bien jerarquizadas. A la cabeza sobresalen los Escritosresplandecientes de los autgrafos reales y otros manuscritos sagrados, de Mahoma, de Marx o de Mao;

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    los acompaan, menos respetables, comentarios y leyes, tratados y hadith, 2

    Sin embargo, una contrahistoria tambin institucional, puede existir paralelamente a la historia de losvencedores Iglesia, nacin, partido o Estado. Al no gozar de los mismos apoyos, a veces no puedesobrevivir ms que en forma oral o de otro modo en los casos en los que domina la cultura escrita. Esta

    historia sepultada, esta historia de los vencidos, ha sido formulada con fuerza primeramente por lospueblos coloniales, pero aparece o reaparece por doquier, ah donde el grupo social , antiguamenteautnomo, se siente dominado, explotado, despojado de su identidad, privado de historia; entonces lresucita sus trabajos y sus das: as actan los chicanos o los bretones, los naturales de Qubec, lasagrupaciones feministas, los excluidos. O bien aparece entonces una historia paralela.

    o estadsticas; en la cola delcortejo, como humilde Tercer Estado vestido de negro, documentos pblicos y papeles familiares,annimos y testimonios intervienen, en el mejor de los casos, para confirmar los actos milagrosos deaquellos que gobiernan. Esta historia, vista desde lo alto, encarna en instituciones, y ya que reproducelos actos y las decisiones del poder, ya sean de derecho o de mercanca, se deteriora cuando sedeteriora y muere la institucin que la sostiene. Los historiadores de Armenia, por ejemplo, desaparecencon el fin de la Armenia libre y reaparecen con el nacimiento de una organizacin que lleva en s mismala resurreccin de la patria, en el siglo XVIII. La historiografa juda conoce el mismo pasaje al vaco,cuando, para los judos, la historia toma un mal sesgo y se reduce la obra histrica a cronologasrabnicas o a una literatura de prediccin; no vuelve a renacer sino hasta el movimiento sionista. Seobserva el mismo fenmeno de empobrecimiento en los pases de religin chita, en donde la cronologade los signos que anuncian la llegada del Mahdi constituye el nico elemento que alimenta la historia (B.Lewis).

    Una de las caractersticas esenciales de esta historia o de esta contrahistoria institucional, es la dehaberse vuelto hacia las fronteras exteriores de su comunidad, definirse en relacin con los dems,tanto poderes como creencias o naciones, etc. El otro rasgo, ya lo hemos dicho, es el de ser cambiante,estar sujeta a variaciones, como la historia.

    II

    Individual o colectiva, la memoria de las sociedades aparece como un segundo foco de historia. Porinstantes y por zonas, este foco puede confundirse con el primero, especialmente con la contrahistoriainstitucional, cuando el grupo slo conserva su identidad mediante las tradiciones orales, de gestos,de alimentacin o de cualquier otra cosa. Ese foco difiere sin embargo del precedente en muchos desus rasgos.

    Primeramente, esa historia no cuenta con funcionarios especializados a su servicio --los historiadores;de manera que no obedece a los usos y regias de la profesin, ciertamente variables a travs del tiempoy de las culturas, pero identificados y localizados, bien definidos. Una de las particularidades de estahistoria es as el no estar sometida a la crtica; otra de ellas es el confundir a menudo diferentestemporalidades, el tiempo del mito y el tiempo de la historia, por ejemplo, en especial cuando se tratadel problema de los orgenes (de la tribu berebere, de la nacin japonesa, etctera). Esta historiasobrevive, autnoma e intacta, o bien trasplantada, y contina muy viva a pesar de todos los rechazos

    2Hadith, palabra rabe que significa conversin o narracin. Se utiliza para mencionar las acciones y las palabras

    de Mahoma (N.T.)

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    de la historia oficial y erudita. No es transmitida a la manera de una contrahistoria, pero se yuxtapone ala historia institucional que pudo ser hace mucho tiempo, pero que ha desaparecido como tal.

    Con ella, no es el contenido de la historia el que cambia esta vez, sino su estatuto.

    Algunas fiestas en Espaa, como Moros y cristianos, tambin las fiestas de los oficios, la memoria de losjudos alsacianos, tal como la ha analizado Rapal, incluso el recuerdo de los Bouvines estudiado porDuby, son otros tantos elementos de una historia particular, que posee ese rasgo, a partir de ciertomomento, de volverse inmutable, sin dejar de sufrir una disolucin inexorable la del tiempo quepasa. Vuelta hacia ella misma no hacia el exterior, esta historia se empobrece con el tiempo, dealguna forma en pie, y regresa como polvo.

    III

    Esos dos focos dominan la historia, mezclando certidumbres e ilusiones, pero sin instituir nunca una solaverdad cientfica de la cual puedan fiarse todos; as de diferentes y contradictorias son las versiones delpasado que propone, imponen y reproducen.

    En esas condiciones, hacer una "historia universal" a partir de un solo foco, o bien de una nicainstitucin, es el resultado de la impostura o de la tirana. Es propio de la Libertad dejar que coexistanvarias tradiciones histricas, incluso que se combatan.

    Pero pasar por alto esas historias sera igualmente vano y absurdo, porque constituyen una realidad,como las creencias, o la fe o el poder. Sin embargo, si se limitara uno a ellas, sera aberrante hacer lahistoria con esas historias. Eso lo comprendieron bien los fundadores de la escuela de los Annales,Bloch, Febvre y todava ms F. Braudel, quien entendi la doble necesidad de conocer la historia yreconstruirla sobre bases nuevas, estas ltimas experimentales. Hemos conocido a practicantes de estahistoria experimental, quienes a menudo parten del texto, de la cifra o de la imagen, para proceder al

    anlisis del pasado. Parcial y fragmentaria, esta historia no podra todava pretender a una explicacinuniversal de todo el desarrollo de las sociedades. Aspira a ser global, incluso total, pero no totalitaria.

    Esos practicantes llevan consigo el porvenir de una historia nueva.