Folleto Procesal Civil

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LECCIÓN I I. DERECHO PROCESAL CIVIL. 1. DERECHO, SOCIEDAD Y CONFLICTO: Durante su existencia el ser humano se relaciona con los demás, dentro de un marco de normas de conducta que posibilita la convivencia en la sociedad. De este relacionamiento, surgen conflictos de intereses que enfrenta a las personas entre sí, originándose así el conflicto. El Estado, cumpliendo sus funciones sanciona normas de conducta de cumplimiento general y obligatorio (D. objetivo) y establece facultades de las personas (D. subjetivo). Para que tales normas se tornen efectivas, la sociedad establece el modo, la forma para que se cumpla y respete el Derecho. A esto se denomina la tutela jurídica o jurisdiccional efectiva, que consiste en la facultad de recurrir al órgano jurisdiccional pidiendo tutela de sus derechos vulnerados y que éstas se hagan efectivas de manera oportuna y satisfactoria. Tutela Judicial Efectiva: La tutela jurídica, jurisdiccional o judicial efectiva constituye un derecho natural y humano. Contenido del derecho a la tutela jurisdiccional efectiva: El derecho a la tutela judicial efectiva se puede enfocar desde tres estadios del proceso: a) La libertad de acceso a la justicia, eliminado los obstáculos que pudieran impedirlo (antes del proceso); b) de obtener una sentencia de fondo, es decir motivada y fundada, en tiempo razonable ( dentro del proceso) y; c) que esta sentencia se cumpla, es decir sea ejecutoriada el fallo (después del proceso). 2. CONFLICTO DE INTERESES Y POSIBLES SOLUCIONES: El hombre para solucionar los conflictos que a menudo se producía en la sociedad, utilizó varios métodos: La fuerza del ofendido, como autodefensa (ojo por ojo, diente por diente); La autocomposición, por el cual la ofensa debe ser reparada según una tarifa (un dedo vale tanto, un brazo vale más) En la evolución de tales sistemas de solución de conflictos, en la actualidad se prohíbe la justicia por mano propia que sancionada (por el C. Penal) en caso de ser utilizada, estableciéndose a cambio la Tutela Jurídica, como un fin del Estado, es el caso de la heterocomposición.. 2.1 Autodefensa Mediante la autodefensa el afectado, por si y por la fuerza, impone a la otra parte la solución del conflicto y la sanción; Vestigios de la autodefensa, es la legitima defensa (art. 15 CN), el derecho de huelga y paro (art. 98 CN), el derecho de retención (art. 1826 CC), la defensa de la posesión (art. 1941), la guerra (en la esfera del derecho internacional). En la autodefensa no existe un tercero imparcial (juez o arbitro) a cargo de la solución del conflicto, sino que la parte más fuerte se impone sobre la parte más débil. 2.2. Autocomposición La autocomposición consiste en que las partes involucradas en el conflicto por si mismas solucionan la cuestión. Esto se produce por ejemplo en la transacción, mediante la cual las partes en virtud de concesiones recíprocas llegan a un acuerdo satisfactorio. La fuerza es sustituida aquí por el diálogo, la negociación 2.3. La heterocomposición: La heterocomposición se produce cuando el conflicto originado entre las partes se soluciona mediante la actuación de un tercero imparcial. Los casos de heterocomposición son: la mediación, la conciliación, el arbitraje y el proceso judicial. El elemento característico de esta forma de solucionar los conflictos es la imparcialidad que debe tener la persona o órgano encargado de solucionar la controversia. 3. LA MEDIACIÓN: La Mediación se produce por la intervención de un tercero que, por iniciativa propia o de otro, propone posibles soluciones del conflicto a las partes, a fin de que puedan lograr resolverlo. El Mediador es generalmente un particular, aunque puede ser un funcionario público. Las partes tienen la libertad de aceptar o rechazar las propuestas de solución que se les hagan. El acuerdo al que arriban a las partes se constituye en un contrato o en una resolución, en el que se establecen los términos del convenio dando solución al conflicto. 4. LA CONCILIACIÓN:

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LECCIÓN II. DERECHO PROCESAL CIVIL. 1. DERECHO, SOCIEDAD Y CONFLICTO:Durante su existencia el ser humano se relaciona con los demás, dentro de un marco de normas de conducta que posibilita la convivencia en la sociedad.De este relacionamiento, surgen conflictos de intereses que enfrenta a las personas entre sí, originándose así el conflicto.El Estado, cumpliendo sus funciones sanciona normas de conducta de cumplimiento general y obligatorio (D. objetivo) y establece facultades de las personas (D. subjetivo).Para que tales normas se tornen efectivas, la sociedad establece el modo, la forma para que se cumpla y respete el Derecho.A esto se denomina la tutela jurídica o jurisdiccional efectiva, que consiste en la facultad de recurrir al órgano jurisdiccional pidiendo tutela de sus derechos vulnerados y que éstas se hagan efectivas de manera oportuna y satisfactoria.Tutela Judicial Efectiva:La tutela jurídica, jurisdiccional o judicial efectiva constituye un derecho natural y humano.Contenido del derecho a la tutela jurisdiccional efectiva: El derecho a la tutela judicial efectiva se puede enfocar desde tres estadios del proceso:a) La libertad de acceso a la justicia, eliminado los obstáculos que pudieran impedirlo (antes del proceso);b) de obtener una sentencia de fondo, es decir motivada y fundada, en tiempo razonable ( dentro del proceso) y;c) que esta sentencia se cumpla, es decir sea ejecutoriada el fallo (después del proceso).2. CONFLICTO DE INTERESES Y POSIBLES SOLUCIONES: El hombre para solucionar los conflictos que a menudo se producía en la sociedad, utilizó varios métodos: La fuerza del ofendido, como autodefensa (ojo por ojo, diente por diente); La autocomposición, por el cual la ofensa debe ser reparada según una tarifa (un dedo vale tanto, un brazo vale más) En la evolución de tales sistemas de solución de conflictos, en la actualidad se prohíbe la justicia por mano propia que sancionada (por el C. Penal) en caso de ser utilizada, estableciéndose a cambio la Tutela Jurídica, como un fin del Estado, es el caso de la heterocomposición.. 2.1 AutodefensaMediante la autodefensa el afectado, por si y por la fuerza, impone a la otra parte la solución del conflicto y la sanción;Vestigios de la autodefensa, es la legitima defensa (art. 15 CN), el derecho de huelga y paro (art. 98 CN), el derecho de retención (art. 1826 CC), la defensa de la posesión (art. 1941), la guerra (en la esfera del derecho internacional).En la autodefensa no existe un tercero imparcial (juez o arbitro) a cargo de la solución del conflicto, sino que la parte más fuerte se impone sobre la parte más débil.2.2. Autocomposición La autocomposición consiste en que las partes involucradas en el conflicto por si mismas solucionan la cuestión. Esto se produce por ejemplo en la transacción, mediante la cual las partes en virtud de concesiones recíprocas llegan a un acuerdo satisfactorio. La fuerza es sustituida aquí por el diálogo, la negociación2.3. La heterocomposición: La heterocomposición se produce cuando el conflicto originado entre las partes se soluciona mediante la actuación de un tercero imparcial. Los casos de heterocomposición son: la mediación, la conciliación, el arbitraje y el proceso judicial. El elemento característico de esta forma de solucionar los conflictos es la imparcialidad que debe tener la persona o órgano encargado de solucionar la controversia.3. LA MEDIACIÓN: La Mediación se produce por la intervención de un tercero que, por iniciativa propia o de otro, propone posibles soluciones del conflicto a las partes, a fin de que puedan lograr resolverlo. El Mediador es generalmente un particular, aunque puede ser un funcionario público.  Las partes tienen la libertad de aceptar o rechazar las propuestas de solución que se les hagan. El acuerdo al que arriban a las partes se constituye en un contrato o en una resolución, en el que se establecen los términos del convenio dando solución al conflicto. 4. LA CONCILIACIÓN: La conciliación es una forma de mediación en virtud del cual un tercero imparcial, en este caso un órgano o funcionario público, intenta negociar amistosamente la solución del conflicto. La conciliación puede producirse con anterioridad al proceso, tratando de evitarlo, o durante el mismo, con el objeto de finiquitarlo.  En los juicios laborales, en el juicio de divorcio existe una fase obligatoria de conciliación.5. EL ARBITRAJE: ₪ El Arbitraje es un modo de solucionar un conflicto mediante la actuación de un tercero imparcial, denominado árbitro o arbitrador, a cuyo cargo se encuentra la decisión de la controversia, debiendo actuar conforme a derecho (árbitro) o a la equidad (arbitrador).₪ El Árbitro es un tercero imparcial, elegido por las partes:a. Se halla investido por las partes o la ley, de jurisdicción de conocer (entender) y decidir el conflicto, pero no de ejecutar su decisión.b. El arbitraje es libre para la partes, y excepcionalmente es legalmente obligatorio (impuesto por la propia ley)c. Actualmente es muy utilizado como medio de obtener la solución rápida y eficaz de los conflictosd. Nuestro país cuenta con el Centro de Conciliación y Arbitraje del Paraguay. e. El Arbitraje esta reglamentado por la ley Nº 1789/02 y la Acordada Nº 428/06 y Nº 463/07. (Desarrollo – Acta) 6. EL PROCESO:  El Proceso Judicial es la principal forma de heterocomposición de los conflictos. El Estado cumple su función jurisdiccional a través de la actuación de un tercero imparcial denominado Juez, que dirime y pone término al conflicto surgido entre las partes. El Estado, al prohibir la justicia por mano propia, establece un método para resolver los conflictos y aplicar sanciones El método regulado por la ley para resolver un conflicto de intereses se denomina proceso. La función normativa (dictar leyes) que tiene el Estado se completa con la función jurisdiccional, que tiene por objeto la conservación del orden jurídico mediante el proceso.  El Estado, a través del Poder Judicial, concede a las partes la tutela jurídica por la jurisdicción ejercida mediante el proceso.6.1 Finalidad El proceso tiene un doble fin: Hacer efectiva la voluntad de la ley (función pública del proceso) Satisfacer los legítimos intereses de las partes (función privada del proceso) 

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En términos filosóficos es posible sostener que tiene una sola finalidad, cual es: el imperio de la Justicia7. LEGISLACIÓN Y JURISDICCIÓN: El Estado regula las distintas relaciones inter-subjetivas, por medio de la función legislativa y la función jurisdiccional. Por la Legislación el Estado sanciona normas jurídicas generales y abstractas que rigen las relaciones de las personas, sin referencia especifica de determinada situación o individuo Por la Jurisdicción el Estado se propone en caso de conflicto hacer efectiva la legislación, declarando cual es la ley aplicable al caso concreto y disponiendo medidas para su cumplimiento. Los jueces cuando aplican la norma abstracta al caso concreto cumplen una actividad jurídica creadora y determinada dentro del marco general de la legislación. 8. EL DERECHO PROCESAL:8.1. Concepto: El derecho procesal es la rama autónoma de la ciencia jurídica que trata de la función jurisdiccional, así como la naturaleza, los límites, la forma y la extensión de la actividad del órgano jurisdiccional, de las partes y de los terceros en el proceso. En sentido estricto, consiste en el conjunto de normas que regulan el proceso. Cuando el Derecho sustancial (material) no es cumplido y el afectado peticiona al Estado la tutela jurisdiccional, surge el Derecho Procesal para la realización práctica del Derecho material violado. El tronco del Derecho es uno solo, y ni el derecho material ni el derecho procesal derivan uno del otro, sino que surgen de un tallo común. El proceso no tendría razón de ser sin el Derecho material, ni éste tendría fuerza para existir sin el proceso, dice CARNELUTTI. El Derecho procesal es un derecho autónomo e independiente del Derecho material o sustancial. Tiene sus propios principios, se rige por normas propias y posee institutos peculiares Se dice del Derecho procesal que tiene carácter instrumental porque es el medio, la herramienta necesaria y útil para hacer efectivos los derechos. Sin el Derecho procesal todos los otros derechos serían ineficaces. 8.2. Contenido: El contenido del derecho procesal comprende el estudio de la jurisdicción, de la acción y del proceso, que constituye la trilogía estructural de la ciencia procesal. 8.3. Carácter: No obstante la unidad del Derecho, el Derecho procesal se halla ubicado dentro de la esfera del Derecho Público al tener como objeto el servicio público de la justicia y la aplicación del Derecho. En el proceso el Estado ocupa una posición superior en relación a los sujetos que en el intervienen. 8.4 Unidad: El Derecho procesal es un solo. Autores como Golschmidt, Rocco y Florian, niegan la unidad entre el Derecho procesal civil y el Derecho procesal penal, por la diversidad de la materia y de las formas con que desarrollan y actúan los principios de uno y otro Carnelutti sostiene que el Derecho procesal es único, pero que por razones de estructura y función, los procesos pueden ser distintos. En la actualidad se halla de una Teoría General del Proceso, que estudia los principios y conceptos comunes a todo el proceso. 8.4 Unidad:  La materia procesada respecto de lo penal es naturalmente distinta de la materia de la materia procesada en los asuntos civiles Por eso la estructura procesal debe adecuarse a las distintas materias procesales, y a esto obedece la existencia de diversas formas procesales Pero ni las respectivas materias, ni las formas son esencialmente distintas En lo penal la materia es una pretensión preferentemente del Estado, que se confunde con la actuación de la voluntad de la Ley.  En lo civil la materia también es una pretensión pero en este caso preferentemente del individuo, que puede o no coincidir con la voluntad de la ley En cuanto a la forma, siempre el proceso asume la forma de un debate Es un proceso dialéctico que opera por tesis y antítesis, respectando los principios de la defensa en juicio y la bilateralidad (contradicción), que constituyen la garantía constitucional del debido procesoEL PROCESO. 8.5 Relaciones con otras ramas del Derecho:El Derecho procesal es un derecho autónomo, lo que no significa que se halle desvinculado y aislado de las otras ramas del Derecho, con las cuales el Derecho procesal mantiene una estrecha vinculación.8.5.1. Con el Derecho Constitucional: Porque regula los principios fundamentales, las garantías individuales y declara la independencia del Poder Judicial.El Derecho procesal crea y regula el mecanismo mediante el cual pueden hacerse efectivas aquellas garantías.Por este motivo Couture considera el Derecho procesal como un derecho reglamentario de las garantías constitucionales.8.5.2. Con el Derecho administrativo: Porque son de naturaleza administrativa los principios que regulan la función pública desempeñada por los órganos jurisdiccionales.• También las relaciones de jerarquía de los tribunales, conforme a las cuales los de mayor grado ejercen facultades de superintendencia sobre los de menor grado.• Conforme al Derecho administrativo se regula y delimita la atribución que tiene la Corte Suprema de Justicia para dictar normas reglamentarias, que se denominan Acordadas o Resoluciones 8.5.3. Con el Derecho civil: El Código procesal no podría ser suficientemente comprendido si no pudiera recurrir a los conceptos e instituciones regulados en el Derecho civil, por ejemplo: el domicilio, la capacidad, la representación, etc. En las normas de derecho civil, generalmente se originan el fundamento y el contenido de la pretensión procesal y, además se encuentra el criterio al que deberá recurrir el Juez para decidir el fondo del litigio8.5.4. Con el Derecho penal: Este derecho debe recurrir necesariamente al Derecho procesal para subsanar o corregir la violación del ordenamiento jurídico penal. Es sí que solo el Juez puede imponer la sanción penal y únicamente mediante un debido proceso, institución que tiene jerarquía de garantía constitucional en nuestro derecho9. NORMA PROCESALNORMA PROCESAL: es la regla jurídica que contiene las facultades, los poderes, los deberes y las cargas procesales relativas al Juez y a las partes, y que se vinculan entre sí.Según SATTA la norma procesal es la norma reguladora del proceso, lo cual es –dice- una tautología (Repetición de un mismo pensamiento expresado de distintas maneras) pero sublime. 9.1. Aplicación de la norma procesal en el espacio (eficacia espacial):  El principio de la territorialidad de la ley es el que rige en relación a las normas procesales. Estas sólo tienen vigencia en el territorio del Estado que las dictó, siendo aplicables a todos los actos procesales que se realicen en su ámbito. La ley procesal impera en el territorio del país que la dictó, con independencia del lugar donde se constituyó la relación material o la nacionalidad de las partes. Se rigen por la “Lex Fori” (ley del tribunal que entiende la causa) la organización y competencia de los órganos judiciales y los diversos actos por los que se constituye, desarrolla y extingue el proceso.  En la regulación de la función jurisdiccional que es inherente a la soberanía, se excluye –salvo casos excepcionales- la aplicación en el territorio nacional de cualquier norma extranjera. 9.1. Aplicación de la norma procesal en el espacio (eficacia espacial):

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Los actos en relación a sus formas y solemnidades deben juzgarse de acuerdo con la ley del lugar en que fueron celebrados (locus regit actuum). A veces, el proceso no logra desarrollarse por completo en un solo país, por ejemplo: notificación a demandado en el exterior, prueba testifical a ser diligenciada en el extranjero, ejecución de sentencia en otro país, etc.. En estos casos los actos procesales se rigen por la ley procesal del lugar del cumplimiento de los mismos. En este sentido existen tratados de cooperación judicial y el desarrollo a nivel internacional de la unificación de procedimientos judiciales y la constitución de tribunales internacionales. 9.2. Aplicación de la norma procesal en el tiempo (eficacia temporal):o La Constitución consagra el principio de la irretroactividad de la ley, al establecer: “NINGUNA LEY TENDRÁ EFECTO REATROACTIVO, SALVO LA QUE SEA MAS FAVORABLE AL ENCAUSADO O CONDENADO” (art. 14)o Un fenómeno que produce la ley derogada es el de su ultractividad, esto es la continuidad de su eficacia hacía el futuro en relación a situaciones anteriores, p(ejemplo: derecho adquiridoso Acerca de la eficacia temporal de la ley procesal corresponde formular algunas precisiones a continuación: 9.2. Aplicación de la norma procesal en el tiempo (eficacia temporal):9.2.1. la ley procesal nueva no puede aplicarse a aquellos procesos que a la fecha de su entrada en vigencia se encuentran finiquitados por sentencia firme. Lo contrario implicaría una violación de la garantía constitucional de la propiedad (art. 109 CN), la cual es comprensiva de los derechos reconocidos mediante sentencia pasada en autoridad de cosa juzgada.9.2.2. la nueva ley procesal debe aplicarse a los procesos que se inician con posterioridad a su entrada en vigencia, sin importar el momento en que se constituyeron las relaciones jurídicas sobre las que ellos versaren.Un caso sería la determinación de la norma procesal aplicable a un contrato celebrado cuando la ley procesal permitía se acredite por cualquier medio de prueba y luego la nueva ley sanciona la prueba de forma determinada.9.2. Aplicación de la norma procesal en el tiempo (eficacia temporal):9.2.3. La ley nueva puede afectar los procesos en trámite, siempre que ello no signifique alterar los actos procesales cumplidos y que han quedado firmes bajo la vigencia de la ley anterior, p/ejemplo: si la nueva ley suprime un recurso, ella solo puede aplicarse en el futuro trámite.• La aplicación de la nueva ley a los actos procesales cumplidos no es admisible porque con ello se afectaría el principio de preclusión.• La regla es aplicable a las leyes que rigen el procedimiento, como también a las que modifican la competencia de los órganos jurisdiccionales.• El art. 837 del Código procesal Civil (CPC) establece que sus disposiciones se aplicarán a todos los “juicios pendientes, con excepción de los trámites, diligencias y plazos que hubieren tenido principio de ejecución o empezado su curso, los cuales se regirán por las normas hasta entonces vigentes.

LECCION 2Historia del derecho procesal – Derecho procesal comparado:

1. Introducción: El estudio de las instituciones históricas tiene por finalidad principal la mejor comprensión de los institutos que se hallan actualmente vigentes.2. Generalidades: Al observar el desarrollo evolutivo del Derecho procesal, se advierte que el que nos rige tiene sus raíces remotas en el Derecho romano, en el cual aparece el origen de la mayoría de las instituciones que conocemos; otras provienen del derecho germano a través de la integración del proceso romano canónico que se gestó en la Edad Media . La revolución Francesa introdujo importantes modificaciones en este proceso intermedio, tanto en materia civil como penal, cuyos productos son los códigos franceses del proceso civil de 1.806 y del proceso penal de 1.808, que constituyeron importantes modelos para los códigos dictados posteriormente 3. ANTIGÜEDAD:  Los egipcios. Aunque de manera primitiva, conocieron instituciones procesales. Contaban con personas encargadas de administrar justicia y se utilizaban procedimientos en los cuales se practicaban pruebas. Los hebreos. Tenían un tribunal denominado Sinedrin (junta de personas sentadas) presidido por el sumo sacerdote, que utilizaba un método oral y público para juzgar los casos que erran llevados a su conocimiento. Atenas, conoció la existencia de los fueros civil y criminal. Los magistrados eran elegidos por el pueblo. Las causas criminales estaban a cargo de los tribunales Aerópago y Efetas. Las cuestiones civiles eran conocidas por el Phrintáneo y el Heliástico 4. El Proceso Romano:4.1. Generalidades: El proceso civil, tal como es conocido en la actualidad, es consecuencia de los procesos romano y germánico.  En Roma se encuentra el origen de la mayoría de los institutos que hoy rigen el Derecho procesal, sin olvidar que algunos de ellos tienen sus antecedentes en Grecia y en Oriente. El período histórico romano básicamente se divide en dos grandes etapas: el Ordo iudiciarum privatorum: desde los orígenes hasta el siglo III d.C., que a su vez se divide en el período de la legis actionis y el período del procedimiento formulario; y la Extraordinaria cognitio: desde el siglo III hasta el final.4. El Proceso Romano:4.2. Ordo iudiciarum privatorum: En esta etapa de la historia procesal romana predomina el carácter privado del proceso. Rige el principio dispositivo que pone en manos de las partes la suerte del proceso, sometido a los intereses privados más que a los públicos. En el orden civil se distinguen dos fases del proceso:  A) In iure  B) In iudicio A. El procedimiento IN IURE: Se hallaba dirigido por el Pretor: en el se propone la fijación de los hechos de la controversia y se establecen los presupuestos necesarios para el otorgamiento de la tutela jurídicaa. Se inicia con una intimación previa al demandado para que comparezca ante el magistrado (in ius vocatio), pudiendo conducirlo a la fuerza, salvo que preste fianza. b. Ante el magistrado el actor expone sus pretensiones (edictio actionis)c. Este procedimiento era formalista y requería de las partes la realización de ritos y el pronunciamiento de fórmulas orales y solmenes que debía cumplirse ajustándose estrictamente a los términos utilizados por la ley. d. Estas formulas primero eran las que estaban en las legis actiones (acciones de la ley), porque sólo podían reclamarse derechos allí contenidos. 4.3. La Extraordinaria cognitio: Esta segunda etapa del proceso romano adviene cuando el Estado afirma como autoridad ante los particulares. Consiste en un procedimiento oficial dirigido por funcionarios de carácter público.

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El proceso se sustancia íntegramente y es resuelto por un solo magistrado, el que no es un juez privado sino un funcionario del Estrado (tal como lo es en la actualidad). Como dice DEVIS ECHANDIA, el Juez en esta etapa, “deja de ser un arbitro para representar al Estado en función de administrar justicia”.  El procedimiento civil se volvió escrito, la demanda se presentaba por escrito, el demandado era citado para comparecer, debiendo contestar la demanda también por escrito (libellum contradicctionis) A la publicidad le sustituyó el secreto; la mediación suplantó la inmediación. La prueba documental adquirió mayor relevancia El impulso de parte (sistema dispositivo) fue reemplazado por el impulso de oficio. Se estableció un sistema de valoración de las pruebas, que sustituyó a la libre apreciación. Se suprimieron los Jurados y la división del proceso en dos fases. La sentencia se dictaba por escrito y era recurrible mediante el recurso de apelación (appelatio) y los recursos extraordinarios (supplicatio y restitutio in integrum); se mantuvo la nulidad (como casación). Se introdujeron las sucesivas instancias, reservándose el emperador la última.5. El Proceso Germano:El proceso Germano tuvo menos desarrollo que el proceso romano. Era simple y predominantemente oral, público y formalista. No existía separación entre el proceso civil y el penal. En el procedimiento ordinario el actor citaba personalmente al demandado ante el tribunal, fijando día de audiencia de testigos ante la asamblea popular. En ésta residía el poder jurisdiccional. Era la que pronunciaba la sentencia a propuesta, primero de peritos y luego de jueces sentenciadores permanentes (scabini). La función del juez se limitaba a dirigir el debate y a proclamar la sentencia. El juicio se iniciaba con una ceremonia religiosa, por el cual la Justicia era puesta bajo el amparo de la divinidad.6. El proceso común o Romano Canónico:En la Edad Media durante el período feudal, el proceso vuelve a tener un carácter privado y formalista.Los religioso tiñe todos los campos de la actividad y retorna el sistema germánico de la prueba, basada en la intervención de la divinidad.Los tribunales eclesiásticos se constituyen para defensa de la Iglesia, contribuyendo al menoscabo del poder real.A partir del siglo XII se implanta en el proceso penal el sistema inquisitorioSurge el Derecho canónico, inspirado en el Derecho romano y los principios que la Iglesia imponía, origina un nuevo régimen jurídico y un nuevo tipo de proceso denominado “proceso común o romano canónico”, que se impone en una gran cantidad de países de Europa. 6. El proceso común o Romano Canónico:En materia de pruebas se utilizó el sistema de tarifa legal, mediante el cual se proporcionaba a los jueces una serie de complejas reglas de valoración.La confesión se efectuaba mediante la “absolución de posiciones”, y en materia penal era obtenida mediante el uso de la tortura.Existía la prisión por deudas.Al demandado o acusado le correspondía probar su inocencia.Se partía de la presunción de culpa, no de la presunción de inocencia, como es ahora y debió ser siempre.7. El Proceso Colonial  En las colonias españolas rigió el Derecho español. La organización civil y penal eran similares a los de España La recopilación de las Indias de 1680 estableció el orden jerárquico de las leyes que regían en América:a. Normas especialmente dictadas para las Indias: cédulas, provisiones, acuerdos y despachos emanados del Rey y sus órganos metropolitanos.b. Leyes de España en general: El Fuero Juzgo (671), el Fuero Real (1254), las Partidas de Alfonso X El Sabio (1226) el Ordenamiento de Alcalá (1348). Las Ordenanzas Reales de castilla (1484), las Leyes de Toro (1505), la Nueva Recopilación (1567), las Ordenanzas de Bilbao (1737) y la Novísima Recopilación (1805) 7. El Proceso Colonial • La incorporación de vastos territorios americanos a la corona de España hizo surgir la necesidad de una legislación que rigiera los nuevos dominios. Así fue sancionada la Recopilación de las Indias (1680), que prevalecía sobre la legislación de la metrópoli (España) aunque no la excluía, ya que seguía vigente en forma supletoria. • Ambas legislaciones, la de la península y la americana, más las normas dictadas por las autoridades regionales y las costumbres autóctonas, llegaron a formar lo que se conoce como Derecho Indiano • La Partida III era la que trataba la materia procesal civil desde la demanda hasta la ejecución de la sentencia. Mantuvo la estructura del proceso romano canónico o proceso común, que consagraba un procedimiento escrito y lento, incluso con ciertos privilegios para ciertas categorías de personas (militares, eclesiásticos, nobles)7. El Proceso Colonial  Las instancias eran múltiples: tres en la colonia y la cuarta en la metropoli. Los órganos de las colonias y sus principales funcionarios eran: Los Alcaldes, ordinarios y de hermandad, eran jueces legos; ejercían sus funciones en casos de menor importancia en el interior de las Provincias. Tenías a su cargo a los Alguaciles, que ejercían las funciones de los actuales Oficiales de Justicia Los Regidores eran funcionarios que se ocupaban del gobierno económico del municipio. Estos magistrados entendían en grado de apelación en los asuntos de menor cuantía resueltos por los Alcaldes ordinarios y originalmente en ciertas cuestiones civiles y criminales 7. El Proceso Colonial  Los Gobernadores presidian los cabildos y ejercían funciones políticas y administrativas dentro de sus Provincias. En materia judicial tenían competencia para conocer en grado de apelación las resoluciones de los Alcaldes Ordinarios Los Cabildos eran juntas integradas por los Alcaldes, Regidores y demás funcionarios encargados de la administración de la ciudad. Tenían funciones administrativas, electorales y judiciales. Intervenían en asuntos de menor cuantía y funcionaban como tribunal de apelación de las decisiones que sobre sus ordenanzas dictaban los Alcaldes 7. El Proceso Colonial  Las Reales Audiencias eran los tribunales superiores de justicia de la colonia. Fungían como tribunales de segunda instancia en materia civil y criminal y entendía por apelación de las resoluciones de los Gobernadores y Alcaldes. Estaban a cargo de la protección de los indígenas y conocían en las quejas presentadas por abusos del Virrey o del Gobernador. La Real Audiencia de Buenos Aires creada en 1661 tenía competencia territorial en las Provincias del Río de la Plata, Paraguay, Tucumán y Cuyo. Estaba presidida por el Virrey e integrada por un Regente, cuatro Oidores, que eran los verdaderos jueces de esos tribunales, un Fiscal y otros funcionarios de menor rango. 7. El Proceso Colonial  Los Adelantados tenían facultades judiciales, en especial entendían en grado de apelación de las resoluciones dictadas por los Gobernadores Los Virreyes ejercían la presidencia de las Reales Audiencias. Representaban directamente al Rey y en tal carácter ejercían la más alta

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autoridad política y administrativa El Consejo Supremo de Indias funcionaba en España. Fue creado en 1524 por Carlos V y sus funciones comprendían el gobierno superior de las colonias americanas en lo político, administrativo y judicial. Como tribunal de justicia tenía competencia para conocer las apelaciones interpuestas contra la resoluciones civiles y penales dictadas por las Reales Audiencias. 8. Proceso Moderno: Con la aparición de los Estados modernos el proceso fue adquiriendo características propias den cada país. No obstante, se mantuvo la estructura básica del proceso común, con sus peculiares características: escrito, lento y formalista. Al influjo de las modernas doctrinas se pudo fin al absurdo criterio de que el demandado o acusado debía probar su inocencia, con lo que se retornó al concepto romano, que imponía al actor la carga de probar sus afirmaciones, y al demandado las efectuadas al oponer sus excepciones (defensas), en su caso. Con BECCARIA, CARRARA y otros, el proceso penal se humanizó, y se proclamó el principio de la presunción de inocencia y se rechazaron la tortura y el tormento como medios probatorios. 8. Proceso Moderno: La Revolución Francesa introdujo cambios trascendentales, sobre todo en materia penal. Se estableció la oralidad, la publicidad del procedimiento, la contradicción y el sistema de la libre convicción para apreciar la prueba; también la igualdad entre el acusador y el acusado, la libertad de la defensa, la abolición del juramento de los acusados y la tortura; la libertad bajo caución constituyó la regla general Decía MONTESQUIU: “EL PROCEDIMINETO PENAL NO ATAÑE SOLAMENTE A LOS MALECHORES, ES LA GARANTÍA DE TODAS LAS LIBERTADES”8. Proceso Moderno:• Se produjo la división entre el proceso civil y el penal. Aún cuando los principios de ambos procesos continuaran idénticos• En Francia a partir de la sanción del Code de Procédure, vigente desde 1807 con algunas reformas hasta nuestros días, el procedimiento civil se volvió más sencillo, caracterizado por la oralidad y la publicidad de los actos. • Se establecieron la doble instancia y los recursos de apelación y nulidad. • Surgieron los recursos de “tierce opposition”, es decir la posibilidad de que recurra también el tercero, y la casación que se desarrollo originariamente como una forma de controlar del Poder Judicial por el Ejecutivo, y aún antes por el Poder Legislativo.• El Código Francés sirvió de modelo a los Códigos de la mayoría de los países de Europa continental.8. Proceso Moderno: Debe también ponerse de resalto la Declaración Universal de los Derechos Humanos (1948), que contiene varias referencias al proceso, v.g.: acceso a la justicia, derecho de acción ante jueces independientes, garantías procesales, debido proceso. En América, el pacto de San José de Costa Rica, suscripto y ratificado por Paraguay, y la Corte implementación de la Corte Internacional de Derechos Humanos (CIDH) En conclusión: en la época moderna el proceso se caracteriza por la simplificación del debate, la oralidad, la vigencia de los principios de inmediación, concentración y publicidad, con el propósito de lograr un proceso más rápido y, sobre todo más justo. 9. Proceso Paraguayo En el Paraguay, el pueblo supo utilizar, con habilidad, tres principios : la prioridad de las costumbre sobre la ley, la primacía del derecho natural sobre el derecho escrito y la facultad del común, reconocido por una Real Cédula, de elegir sus propios gobernantes. Simultáneamente, usó el derecho de súplica.  Un sistema peculiar era utilizado. En su virtud, no se cumplían las providencias reales y se eludía la responsabilidad de desacato con sólo llenar un formulismo. El funcionario respectivo leí las cédulas del soberano, de pie y con cabeza descubierta, en solemne sesión del cabildo. Pero cuando su aplicación no convenía a los intereses del común, pronunciaba la formula ritual de la desobediencia –expresamente consentida por el derecho español: se acata pero no se cumple. 9. Proceso Paraguayo La prelación de las leyes, en consecuencia se estableció del siguiente modo: Las Leyes Patrias, las de Castilla las Partidas y las de Toro, aunque estas tres últimas provisionalmente “mientras la República sanciona sus Códigos”. Este Estatuto en 1844 fue incorporado a la denominada Ley que establece las Administración política de las República del Paraguay, que sustituyó el Consulado por la figura del Presidente de la República. En él se previó un juez superior de apelaciones, reemplazado más tarde por un juez de segunda instancia, que ejercía la última instancia judicial.  Existían tres instancias con los recursos ordinarios de apelación y súplica, además de un recurso extraordinario de nulidad o injusticia notoria.  Había jueces comisionados y jueces de paz. Éstos últimos atendían cuestiones civiles y comerciales de menor cuantía y en el orden penal instruían las causas, aprehendían a los delincuentes y vagos y los ponían a disposición del juez del crimen. No podían dictar condenas. 9. Proceso ParaguayoLos jueces de paz eran de dos categorías: jueces conciliadores que buscaban el avenimiento de las partes, pero no dictaban sentencias y jueces de jurisdicción contenciosa, que decidían las controversias y sus resoluciones podían ser apeladas ante el Alcalde ordinario. Los alcaldes ordinarios conocían en las causas criminales leves. En las graves instruían sumario y las remitían, junto con los procesados, al juez del crimen.En Asunción ejercían un juez en lo civil y comercial y otro en lo criminal. Sus resoluciones, en grado de apelación, eran entendidas por el juez superior de apelaciones, cuya sentencia era definitiva, salvo que fuera elevada la causa al Supremo Gobierno, en cuyo caso, éste dictaba el fallo final. 9. Proceso Paraguayo Los jueces contaban con colaboradores llamados “hombres buenos”, institución de equidad que prestó inestimables servicios en los albores de nuestra organización judicial. Para ser magistrado judicial se requería ciudadanía natural, capacidad, tener capital o industria útil, probidad y buenas costumbres.  Los jueces conservaban sus cargos mientras duraba su buena conducta y eran responsables ante la ley por mal desempeño de en su funciones. Todos ellos debían vestir de negro, llevar bastón con puño de oro los de apelaciones y los del fuero civil y criminal, y de plata los de paz. Aquellos debían llevar sobrero armado y éstos redondo. Lucían una escarapela con los colores patrios en el sombrero.9. Proceso ParaguayoEl Estatuto admitió la recusación con causa, estableció la responsabilidad de los jueces por injusticias cometidas, declaró obligatoria la motivación de las sentencias y su fundamentación legal, reguló la libertad bajo fianza en delitos sin pena corporal, abolió la prisión por deudas, la pena de tormento, la confiscación de bienes y sancionó la irretroactividad de la ley.Acabada la Guerra de la Triple Alianza, el 25 de noviembre de 1870 se sancionó la Constitución, cuyo artículo 20 proclamaba que “la ley reputa inocentes a los que aún no han sido declarados culpables o legalmente sospechosos de serlo, por auto motivado de juez competente”. De este modo quedó consagrado en nuestro derecho y con rango constitucional la presunción de inocencia.9. Proceso Paraguayo

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Por una Ley dictada el 24 de agosto de 1871 se dispuso que desde el 1º de enero de 1872 quedaban en vigencia los Códigos Civil del Dr. Dalmacio Vélez Sarsfield, penal del Dr. Carlos Tejedor y de Procedimientos del Dr. José Rodríguez.En el año 1872 el Gobierno constituyó una Comisión encargada de redactar una Ley de Organización Judiciaria y un Código de Procedimientos . Esta comisión presidida por el doctor José Falcón e integrada por Benjamín Aceval, José de León, Carlos Loizaga, José González Granada, José del Rosario Miranda y José Segundo Decoud, redactó un Código de Procedimientos Judiciales que se promulgó el 14 de agosto de 1876.Este código, que fue el primero netamente paraguayo, tenía quinientos artículos y se inspiró en el Estatuto de Administración de Justicia de 1842 (dictado por los Cánsules C.A. López y Mariano Roque Alonso).En los primeros 99 artículos se ocupaba de la organización judicial, luego continuaba con reglas de procedimiento hasta al final. 9. Proceso ParaguayoEn 1833 se sancionaron la Ley Orgánica de los Tribunales, referida a la estática procesal, que sufrió varis derogaciones hasta la promulgación del Código de Organización Judicial de 1982.El 21 de noviembre de 1883 se promulgó el Código de Procedimientos en materia Civil y Comercial, que se inspiró en la Ley de Enjuiciamiento Civil Española de 1855 que se mantuvo vigente hasta el año 1.988.El 4 de noviembre de 1.988 se promulgó el actual el Código Procesal Civil , Ley Nº 1377/88.10. Derecho Procesal Comparado:Los estudiosos del Derecho Comparado tienen una importancia relevante en la actualidad, en el sentido de que el avance de las ciencias jurídicas producido en determinados países, por efecto de la globalización alcanza y es aprovechada por otros países, y hoy día a través de la internet tenemos al nuestro alcance un sinfín de material doctrinario, legislación comparada, fallos y jurisprudencia que enriquece nuestro conocimiento actualizado del Derecho procesal CivilLa ciencia del derecho Comparado ha logrado un significativo avance con la realización de congresos, conferencias, etc., que permiten conocer las instituciones de otros países y los avances de la ciencia del jurídica en general y procesal en particular, lo que se traduce en la celebración de tratados y convenios internacionales y en el mejoramiento de la legislación interna.11. El Proceso EuropeoEl proceso europeo (CIVIL LAW) es, en general, predominantemente oral. En la realidad rige un sistema mixto. La demanda y la contestación se realizan por escrito, luego la parte fundamental se efectúa en audiencia pública, en la que se reciben las pruebas, se hacen las breves alegaciones verbales y se dicta la sentencia.Predomina el principio dispositivo. El juez se mantiene en una posición neutral, sin que ello signifique menoscabo de sus poderes en la dirección de la audiencia y materia probatoria.Rige el principio de la doble instancia. La segunda tiene competencia sólo para revisar la sentencia, no para revisar todo lo actuado en primera instancia (novum iudicio). Se admiten múltiples recursos, entre ellos la apelación de terceros (tierce opposition). Existe la casación.El procedimiento de ejecución es predominantemente escrito. El de ejecución de sentencia no admite excepciones. El de ejecución de documentos ejecutivos acepta limitadas excepciones. 11. El Proceso AnglosajónEl Proceso anglosajón (common law) es marcadamente oral y con jurado, aunque esta institución se está, paulatinamente, dejando de utilizar, especialmente en las causas no criminales. En materia penal predomina el sistema acusatorio.Se halla caracterizado por la naturaleza jurisprudencial y consuetudinaria de las normas, pese a que recientemente se va notando la primacía de la ley, como consecuencia de la separación de los tribunales de derecho y de equidad y de la existencia de los medios de apremio dirigidos a la protección de los derechos y a sancionar la desobediencia judicial (injuction, contemp of court, etc.).El proceso se desarrolla fundamentalmente en la audiencia (trial), en forma pública, concentrada y contradictoria. Allí se escucha a los testigos y a los peritos, que constituyen los principales medios de prueba, y a las partes y se dicta sentencia, las actuaciones procesales que no se realizan en la audiencia carecen de valor.11. El Proceso EuropeoLos recursos son más restringidos en el sistema del common law, porque la naturaleza del proceso con jurado determina que el juicio deba concluir en la primera instancia.No obstante, se ha impuesto la admisión de una segunda instancia en la mayoría de los juicios, lo que no obsta a la ejecución provisional de la sentencia de primera instancia, sin perjuicio de su posterior revisión.El sistema common law en su aplicación práctica denota también la excesiva demora en la realización de las audiencias debido –dicen quienes tratan de encontrar una justificación. A la escasez de tribunales. 13. El Proceso Iberoamericano:El sistema predominante en los países iberoamericanos es el que sigue el esquema y los principios del proceso romano canónico o proceso común, anterior a las reformas que introdujo la Revolución Francesa en materia procesal.Rige, en general, el principio dispositivo dentro de un procedimiento predominantemente escrito, en el cual las pruebas se recibe en audiencias separadas, por funcionarios que transcriben, por escrito las declaraciones de los testigos y de las partes.La demanda, la contestación y la excepciones, incluso los alegatos se realizan por escrito. El sistema de recursos admite la reposición, la apelación y la nulidad. La casación se halla vigente en varios países y en algunos la revisión.13. El Proceso Iberoamericano:Un buen ejemplo constituye el Código Procesal Uniforme de los Países de la Comunidad Europea.Se constata la vigencia de los llamados constitucionales, dirigidos a garantizar la vigencia de los principios constitucionales (inconstitucionalidad, amparo) y el respecto de los derechos humanos (hábeas corpus, hábeas data). Se van imponiendo la oralidad, la publicidad y el contradictorio.

Lección 3

Fuentes del Derecho Procesal Civil 

1. Fuente formal del Derecho Procesal Civil.La Fuente, se refiere al aspecto formal o de validez de la norma jurídica, p/ej.: cuando se dice que la ley es fuente del derecho se esta expresando que es obligatoria.Son fuentes formales de validez del D. Procesal: la ley en sentido amplio (lato sensu), la costumbre, la jurisprudencia y la doctrina.En nuestro Derecho la única fuente de validez es la Ley. Las demás mencionadas, sin ser obligatorias, no dejan de tener importancia, porque son utilizadas, en numerosos supuestos, para encontrar la solución jurídica del caso. 

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2. La Ley La Ley, en sentido general, es la norma jurídica dictada por el órgano competente del Estado. La más importante fuente de Derecho procesal es la Ley, y entre las numerosas leyes que integran el ordenamiento jurídico, la primera y fundamental es la Constitución: la ley suprema de la República.La Constitución contiene numerosas normas referidas a la administración de justicia y a los derechos y garantías procesales.2.1. la Constitución es la primera y más importante fuente del Derecho y, obviamente, del Derecho Procesal.El principio de la supremacía de la Constitución está consagrada en nuestro derecho positivo vigente. La ley suprema de la República es la Constitución (Art. 137, 1ª p. 1er. p. CN). 2.1. La Constitución: Este principio se encuentra fundado en que la Constitución se halla sancionada y promulgada por el pueblo paraguayo con el objeto de asegurar los valores supremos de la humanidad: la libertad, la igualdad y la justicia, para lo cual se erige en ley suprema de la República y establece, entre otros, que carecen de validez todas las disposiciones y los actos de autoridad opuestos a lo establecido en ella (Preámbulo y art. 173 CN). La Constitución legisla sobre el Poder Judicial en el título II, Capitulo II. Establece la forma de designación y remoción de los magistrados y las condiciones que éstos deben reunir.En ella constan en forma expresa ciertos principios fundamentales del proceso, tales como:- el de igualdad, enunciado como igualdad ante la ley (art. 46 CN), del que se deduce que las partes deben ser iguales en el proceso. - el que toda tiene derecho a ser juzgadas por tribunales y jueces competentes, independientes e imparciales (art. 16, 2ª p. CN)- el de la inviolabilidad de la defensa en juicio de las personas y sus derechos (art. 16, 1ª p. CN);El de la independencia del Poder Judicial (art. 248 CN)Así también, las garantías constitucionales (Art. 131 CN): inconstitucionalidad (art. 132 CN), Habeas Corpus (art. 133 CN), Amparo (art. 133 CN), Habeas data (Art. 134 CN).Dispone, también acerca de la forma de los juicios (art. 256 CN), la prohibición de hacerse justicia por sí mismo (art. 15 CN), las restricciones de la declaración (art. 18 CN), la prisión preventiva (art. 19 CN), el objeto de las penas (Art. 20 CN), la reclusión de las personas (art. 21 CN) y la publicación de los procesos (Art. 22 CN). De igual modo, establece los Derechos Procesales en el proceso penal o en cualquier otro del cual pudiera derivarse pena o sanción, entre los que se encuentran: la presunción de inocencia;El juicio público, salvo los casos contemplados por el magistrado para salvaguardar otros derechos;El juicio previo fundado en una ley anterior al hecho del proceso;La prohibición de los tribunales especiales;La prohibición de ser juzgados más de una vez por el mismo hecho;La prohibición de reabrir proceso fenecidos, salvo la revisión favorable de sentencia penales establecidas en los casos previstos en la ley procesal;La defensa en juicio por sí o asistido por defensores de su elección;La provisión de un defensor gratuito, en caso de no disponer de medios económicos para solventarlo;La comunicación previa y detallada de la imputación, así como de disponer copias, medios y plazos indispensables para la preparación de la defensa en libre comunicación;La posibilidad de ofrecer, practicar, controlar e impugnar pruebas;La prohibición de oponer pruebas obtenidas o actuaciones producidas en violación de las normas jurídicas;El acceso por sí o por intermedio de su defensor, a las actuaciones procesales, las cuales en ningún caso podrán ser secretas;El principio de transitoriedad del sumario, el cual no se prolongará más allá del plazo establecido por la ley;La indemnización por el Estado en caso de condena por error judicial (art. 17 CN). Fuentes: 2.2. Tratados Internacionales: 2.2. Tratados Internacionales, suscritos y ratificados por la República, en cuanto regulan instituciones o fenómenos procesales, p(ej.: Tratados de Montevideo, Tratado de Asunción (Mercosur), etc. 2.3. Los Códigos, que son leyes ordenadas y sistematizadas sobre una misma materia jurídica. Los principales códigos procesales son: El Código Procesal Civil ( Ley 1337/88), que regula el debate judicial. Es la Ley de la dinámica procesalEl Código de Organización Judicial (Ley 879/81), que cuenta con sus modificaciones. Organiza el Poder Judicial, regula sus órganos, establece las respectivas competencias, delimita las funciones jurisdiccionales, administrativas y disciplinarias. Se lo considera la ley de la estática procesal. El Código Procesal Penal (Ley 1286/98) regula el proceso en el fuero penal y el Código Procesal Laboral (Ley 742/61) lo hace en el fuero laboral.Fuentes: 2.4. Las Leyes: 2.4. Las Leyes especiales, en las que se encuentran diferentes normas procesales reguladoras de institutos particulares que establecen su propio tipo procesal, p/ej.: Ley de Quiebras (Ley 154/69), Ley que establece el Procedimiento Contencioso Administrativo (Ley 1462/35), etc. 2.5. Los Decretos del Poder Ejecutivo, que adquieren utilidad en cuanto explicitan la ley procesal, si bien en medida menor, dado que prácticamente no tiene incidencia, porque la jurisdicción y competencia de los tribunales y el orden y la forma de los juicios se establecen por ley.2.6. Las Acordadas y Resoluciones de la Corte Suprema de Justicia, por las cuales se regulan aspectos referidos a la organización y funcionamiento de los tribunales, p/ej.: turnos de juzgados, horarios de atención etc. 

3. Jurisprudencia La voz jurisprudencia, según la doctrina mayoritaria, tiene tres significados: a) La suma del conocimiento teórico-práctico en materia jurídica, p/ej. Doctor en jurisprudencia b) El conjunto total de las resoluciones judicialesc) La opinión concordante de los tribunales sobre casos similaresEstos pronunciamientos reiterados que resuelven cuestiones semejantes –de acuerdo con el tercer significado del vocablo- acaba por fijar criterios que son utilizados por algunos órganos juridiciales para fundar sus decisiones.Existen básicamente dos sistemas referidos al valor que tiene la resolución judicial, es decir, cuando resulta obligatoria y cuándo no.En el primer sistema, seguido por los países anglosajones, el régimen es el de la jurisprudencia obligatoria: la decisión tomada por un tribunal en un nuevo caso obliga a los que se dicten después. La jurisprudencia juega un rol preponderante porque se constituye en una fuente formal del Derecho, incluso más amplia que la propia ley.En algunos países como Francia el valor obligatorio de la jurisprudencia sólo resulta de las decisiones de un tribunal superior, en este caso la Corte de Casación, aunque puede ser variada.

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En el segundo sistema, los jueces no se hallan constreñidos por la jurisprudencia, siendo libres de pronunciarse en el sentido que consideren jurídicamente correcto, el fallo judicial sólo es obligatorio en relación al caso concreto en el que fue pronunciado. En el Paraguay, con la introducción del Recurso de Casación (art. 259, inc. 6 CN), la Corte Suprema de Justicia tiene atribución para anular las resoluciones judiciales que hayan violado la ley. Con esto se irá, de hecho, imponiendo un criterio jurídico obligatorio, aún cuando su resolución no sea obligatoria fuera del caso en el que se la dictó, al anular (casar) la sentencia por haber violado la ley de fondo o de forma. La Corte por este medio, irá señalando una manera de interpretar la ley, sobre todo si actúa con autoridad moral y científica. En esto consistirá la función unificatoria de la jurisprudencia, muy útil a los efectos de la certeza jurídica que se ira produciendo por la vigencia de al Casación. La resolución judicial, al aplicar la norma general y abstracta al caso concreto objeto del pleito, cumple, si dudas una función creadora del Derecho al interpretar e integrar las normas jurídicas.Por ello, dice ALSINA, que aunque la jurisprudencia no tiene “fuerza legal “influye den forma decisiva en la vida jurídica y constituye, como en otras ramas del Derecho, una fuente del Derecho procesal. La Justicia es el fin y el derecho es el medio, dice IHERING. El derecho envejece porque los conceptos evolucionan y llega un momento en que la Justicia se le opone; el Derecho resulta injusto. La reforma se impone, pero mientras ella llega es necesario armonizar el Derecho con el nuevo estado de hecho, y esa es la función de la jurisprudencia, concluye. El Código de Organización Judicial dispone sobre el particular, que los jueces y tribunales no podrán negarse a administrar justicia. “En caso de insuficiencia, oscuridad o silencio de la ley… tendrán en consideración los precedentes judiciales” (art. 9, 2º p. COJ). 4. La Doctrina: La doctrina es la opinión autorizada de los juristas sobre cuestiones de derecho.La doctrina no constituye una fuente formal del Derecho, sin embargo, de acuerdo a la autoridad que goza la persona que emite la opinión, se la considera fundamental en la sistematización, interpretación e integración del Derecho, al elaborar conceptos, establecer la naturaleza jurídica de las instituciones, clasificar, explicar y explicar, es decir, al producir Derecho.Cumple también un importante rol la doctrina comparada, en la modernización de las leyes y en el avance de la jurisprudencia. Señala COUTURE que “antes los fallos se apoyaban sobre otros fallos y en lacónico estilo el tribunal se remitía a sus anteriores decisiones;…hoy entre nosotros son virtualmente los autores los que conducen la labor de los jueces. …se percibe en todos los fallos de cierta importancia, que la adhesión o la reacción a una tesis, se produce siempre teniendo en cuenta la doctrina que en uno u otro sentido se ha emitido sobre el punto…”En Roma, por mandato de los emperadores, desde Augusto a Dioclesiano, determinados jurisconsultos, entre los que se destacaron Papiniano, Paulo, Ulpiano, Gayo y Modestino, tenían la potestad de evacuar consultas, adquiriendo sus opiniones fuerza de ley (ius publicae respondendi ex opiniones principiis). Los demás podía igualmente hacerlo pero sin la autoridad de aquéllos (ius publicae respondendi sine auctoritate principiis), es decir que su fuerza derivaba exclusivamente del prestigio del jurista de quien provenía la opinión. Modernamente son dos los métodos utilizados para el análisis y estudio del Derecho procesal: El método exegético que se caracteriza por los comentarios que se formulan a las normas jurídicas, siguiendo el orden en el que se encuentran en los códigos, yEl método sistemático, que explica las instituciones y las analiza en su esencia y sus conexiones. 5. La Costumbre: La costumbre es el uso que como consecuencia de su constante y reiterada repetición se erige en una norma de conducta en la comunidad que lo practica.El uso es diferente a la costumbre: El uso se caracteriza por la repetición constante de un mismo acto. La costumbre es la consecuencia del uso, y se produce cuando el uso es aceptado por la generalidad de las personas como regulador de la conducta En el Derecho procesal la costumbre judicial o forense produce normas no escritas que son generalmente aceptadas en un cierto tiempo y lugar. Nadie que haya actuado ante los juzgados y tribunales puede ignorar la importancia que tiene la práctica forense, en el sentido de la aplicación de la norma procesal de acuerdo con su uso constante que, en definitiva, constituye formas prácticas adoptadas por la rutina diaria que, a veces llegar a alterar y hasta sustituir a la norma procesal (costumbre contra legem).

Es verdad, que esa costumbre procesal “contra legem” surge la mayor de las veces, como una respuesta práctica a las necesidades o dificultades que no encuentran adecuada respuesta en el texto procesal. A su vez, algunas normas procesales caen en desuso, dejando de ser utilizadas –a veces nunca se las utiliza- de hecho (desuetudo), con el asentimiento del órgano jurisdiccional, los funcionarios y abogados, comportándose como si las mismas no existiesen (Ej. Honorarios del oficial de justicia fijados en 2 guaraníes por día, libre de todo gasto. Art. 15 Decr.-Ley Nº 3451/36)No obstante, la costumbre no es fuente formal del derecho procesal. Al respecto, el Código Civil establece: “El uso, la costumbre o práctica no pueden crear derechos, sino cuando las leyes se refieran a ellos (Art. 7, 3º p. CC).Es lo que se denomina costumbre “secundum legem”.

17.3.09Lección 4 - Principios Procesales: 1. Concepto: Toda norma tiene su fundamento en un principio jurídico del cual deriva y constituye su consagración práctica. CARNELUTTI expresa: “Los principios son las leyes de las Leyes”.Los principios son valiosos son valiosos e imprescindibles instrumentos para la interpretación de la ley. Son la luz que ilumina al intérprete.Los principios procesales son las “ideas fuerza” del proceso. Señala DIAZ que la cientificidad del Derecho procesal y la homogeneidad de su contenido, que gira en torno a instituciones que se complementan e integran recíprocamente, inducen a concebir a esta disciplina jurídica como dominada por principios fundamentales.CUOTURE dice que toda ley procesal, todo texto particular que regula un trámite del proceso es, en primer término, el desenvolvimiento de un principio procesal.Toda norma responde a un principio procesal. En el Código Procesal Civil se puede notar esto en los siguientes artículos que, a modo de ejemplo se menciona a continuación: PRINCIPIO PROCESAL NORMATIVA Doble instancia Art. 2 CPC y 11, 22 COJ Continencia de la causa Art. 2 CPC y 11 in fine COJ 

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Improrrogabilidad de la competencia Art. 3 Perpetuatio iuridictionis Arts. 4, 5, 36,, 230 Principios procesales Normativa 

Imparcialidad del Juez Arts. 15, 159 Inmediación Arts. 15, 153, 252, 264, 265Concentración Arts. 15, 153, 252, 319Economía procesal (Celeridad) Arts. 15, 89, 187, 190, 228, 319, 392, 406, 420 Igualdad (bilateralidad, contradicción) Arts. 15, 185, 220, 221, 222, 301, 442, 572, 586, 693Autoridad Art. 17Perpetuatio legitimationis Art. 50Libertad de representación Art. 57Moralidad (buena fe, lealtad, veracidad) Arts. 51, 56, 62, 120 inc. b), 190, 219, 228, 304, 305, 446, 702 Dispositivo Arts. 98, 219Supremacía de la Constitución Arts. 546, 547, 563 Transitoriedad Art. 564 

El estudio y conocimiento de los principios que rigen cada una de las ramas del Derecho se constituyen en la llave maestra que permitirá conocerla y obtener los mejores logros. No existe un criterio uniforme acerca de la cantidad y la individualización de los principios procesales2. Principio de Igualdad: El principio de igualdad procesal es una manifestación del Principio de igualdad de las personas consagradas en el art. 46 de la CN.Constituye una garantía fundamental e insoslayable para las partes en el proceso.El rango constitucional que ostenta el Principio de Igualdad surge de la Constitución que establece: “De la igualdad de las personas. Todos los habitantes de la República son iguales en dignidad y derecho. No se admiten discriminaciones. El estado removerá los obstáculos e impedirá los factores que las mantenga o propicien. Las protecciones que se establezcan sobre la desigualdades injustas no serán consideradas como factores discriminatorios son igualitarios”. “De las garantías de la igualdad. El Estado garantizará a todos los habitantes de la República:1) la igualdad para el acceso a la justicia, a cuyo efecto allanará los obstáculos que la impidiesen;2) la igualdad ante las leyes;3) la igualdad para el acceso a las funciones públicas no electivas, sin más requisitos que la idoneidad; y4) la igualdad de oportunidades en la participación de los beneficios de la naturaleza, de los bienes materiales y de la cultura” Art. 47 CNEl derecho de igualdad se encuentra establecido en el Preámbulo de la CN: “…con el fin de asegurar la libertad, la igualdad y la justicia”Para cumplir el fin del proceso es necesario colocar a las partes en un pie de igualdad.La tolerancia de cualquier desigualdad atenta contra los Principios de defensa en juicio y de moralidad.El proceso debe estar fundado e inspirado en el criterio de igualdad sustancial y no solamente formal de las partes (CARNELUTTI). 3. Principio de Bilateralidad: La igualdad en el proceso importa la necesidad ineludible de escuchar a la otra parte de acuerdo a la máxima “auditur altera pars”Toda pretensión o petición formulada por una parte debe ser debidamente comunicada a la contraria para que preste su consentimiento o manifieste su oposición.Escuchar a la otra parte es el principio que en el derecho angloamericano y alemán se denominan “bilaterailidad de la audiencia” y que se resume en la frase de cada uno debe tener “su día de tribunal”.Las aplicaciones más importantes de los principios de igualdad y bilateralidad en el proceso son: 31. La demanda debe ser necesariamente comunicada al demandado, debiendo la notificación practicarse en las formas establecidas en la ley, bajo pena de nulidad. 3.2. El demandado debe contar con un plazo razonable para comparecer y defenderse.3.3. Todo ofrecimiento de pruebas debe ser notificado a la otra parte para que tenga conocimiento de ellas antes de su producción, pudiendo las partes tener la posibilidad de fiscalizar su diligenciamiento e impugnarlas luego de su producción.3.4. Las partes deben tener iguales posibilidades de formular manifestaciones o alegatos e interponer recursos. No obstante existen situaciones procesales excepcionales en las que por motivos de política procesal no rige el Principio de bilateralidad:Las providencias cautelares se dictan sin audiencia de la contraria, pero se permite la impugnación posterior (Art. 694 CPC)Ciertos recursos se sustancian o se pueden sustanciar sin audiencia de la contraria, p/ej.: la aclaratoria (art. 383 CPC) y la reposición (art. 392 CPC)Limitación discriminada del recurso de apelación en relación a la providencia que ordena diligencia de prueba dentro del respectivo período (art. 251 CPC)4. Principio de Moralidad (Buena fe, Lealtad, Veracidad)El Principio de moralidad (comprensivo d elos principios de buena fe, lealtad, veracidad y probidad), consiste en el conjunto de reglas de conducta, presididas por el imperativo ético, a las que deben ajustar su actuación en el proceso todos los que en él intervenga: jueces, partes, terceros, abogados, procuradores, funcionarios judiciales, etc.-Una clara muestra de su vigencia es la disposición procesal que expresa: “Buena fe y ejercicio regular de los derechos. Las partes deberán actuar en juicio con buena fe, y no ejercer abusivamente los derechos que le conceden las leyes procesales” (Art. 51 CPC).El Principio de moralidad tiene como propósito adecuar el proceso a sus fines, evitando actuaciones arbitrarias, maliciosas o temerarias. Los litigantes y sus abogados tienen la obligación de actuar en juicio con buena fe y no ejercer abusivamente los derechos, por una parte; y por la otra parte, los jueces tienen también el deber de prevenir y sancionar todo acto contrario a la lealtad, probidad y buena fe. La vigencia de la regla moral en el proceso impide la utilización del mismo con fines fraudulentos.El Principio de moralidad y sus conexos de buena fe, lealtad, veracidad y probidad, han sido convertidas en normas jurídicas, estableciéndose una serie de sanciones para el su incumplimiento (art. 55 y 56 CPC), lo cual no es otra cosa que la necesaria consecuencia de concebir al proceso como un instrumento para la defensa de los derechos, que repele el propósito de pretender utilizarlo ilegítimamente para perjudicar, ocultar la verdad y dificultar la recta aplicación del Derecho. En el antecedente remoto de nuestro código procesal en el caso en la Partida 3, Tit. 22, Ley 8 es establecía. “Los que maliciosamente, sabiendo que no tienen derecho a una cosa, mueven pleitos a otros sobre ella causándoles gastos y molestias, es conveniente que no queden sin pena para escarmiento de los demás”5. Principio de Economía Procesal (celeridad)El proceso se desarrolla, como toda acción humana, dentro de un tiempo.La sentencia que se pretende en el proceso significaría un transcurrir, a veces largo, de tiempo en el que las partes y el Estado, necesariamente, deben realizar un esfuerzo, un gasto, inclusive económico.

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Con la vigencia del Principio de economía procesal se pretende evitar esa pérdida inútil de tiempo, de esfuerzos, de gastos.Enseña GUASP que el Principio de economía procesal gira en torno a tres aspectos fundamentales: - economía de tiempo,- economía de esfuerzos, y- economía de gastos.Para COUTURE es menester recordar que el tiempo en el proceso más que oro, es Justicia, por ello es un derecho de la persona obtener una decisión judicial del conflicto en un plazo razonable.Entre los medios para combatir la lentitud procesal se debe, no sólo propender a la economía de esfuerzos y gastos, sino también “in limine” los incidentes y los recursos que no tienen otro fin la dilación indebida del proceso.Muestras del Principio de Economía procesal son:- la perentoriedad de los plazos,- el impulso de oficio,- el aumento de los poderes del juzgador,- especialmente para rechazar los incidentes, recurso y pruebas de simple dilatorio.La notificación automática como regla general en materia de notificaciones.CHIOVENDA considera a este como uno de los principio que resume todos los demás. El otro es el de la igualdad. 6. Principio de Concentración:En virtud del principio de concentración, la actividad procesal, sobre todo la recepción de las pruebas, se debe efectuar en una o sucesivas audiencias, a los efectos de que el juez adquiera la visión de un conjunto que, al permitir una mejor apreciación de los hechos, influirá en la correcta decisión de la causa.Concentración es lo opuesto a dispersión, en la que cada acto procesal tiene un momento particular y las audiencias de prueba se realizan separadas e inconexas entre sí.7. Principio de Preclusión:Las diversas etapas del proceso se desarrolla en forma sucesiva mediante la clausura definitiva de cada una de ellas.No es posible regresar a etapas y momentos procesales ya extinguidos o consumados, impidiéndose con esto realizar actos propios de una etapa cuando ya se ha pasado a la siguiente.De acuerdo al Principio de preclusión, el proceso se divide en etapas p/ej.: demanda, contestación, prueba, alegatos y sentencia, cada una de las cuales supone la clausura de la anterior sin posibilidad de renovarla.La preclusión se define generalmente “como la pérdida, extinción o consumación de una facultad procesal”.La preclusión produce el efecto de que los actos cumplidos dentro de la etapa pertinente adquieren carácter firme.La preclusión en nuestro proceso se produce por imperio de la Ley, en forma automática, sin que sea necesario petición alguna ni declaración judicial al respecto.La preclusión puede operarse de tres modos distintos:7.1. Por no haberse el orden u oportunidad que la ley establece para la realización de un acto;7.2. Por haberse cumplido una actividad incompatible con el ejercicio de otra;7.3. Por haberse ejercido ya una vez, válidamente, una facultad.Los conceptos de preclusión y carga procesal se hallan estrechamente relacionados entre sí.La carga procesal es una conminación o compulsión a ejercer un derecho cuyo cumplimiento se halla impuesto como “un imperativo del propio interés”.Los conceptos de preclusión y carga procesal se hallan estrechamente relacionados entre sí.La carga procesal es una contaminación o compulsión a ejercer un derecho cuyo cumplimiento se halla impuesto como “un imperativo del propio interés”.Pero si la preclusión no tuviera vigencia, la carga procesal perdería sentido, puesto que el no ejercicio oportuno del derecho carecería de consecuencias jurídicas desfavorables.El Código procesal civil consagra este principio al estatuir: “Principio de Preclusión. Clausurada una etapa procesal, no es posible renovarla, aunque haya acuerdo de partes. Por la cosa juzgada se opera la preclusión del proceso” (art. 103 CPC).La diferencia entre la preclusión y la cosa juzgada es que la cosa juzgada produce efecto fuera del proceso y la preclusión produce sólo efecto dentro del proceso. La cosa juzgada produce supone un proceso terminado, mientras que la prelación supone un proceso en marcha. 8. Principio de Eventualidad:El Principio de eventualidad , llamado también de acumulación eventual, supone que las respectivas etapas del proceso se deben presentar y ofrecer, simultánea y subsidiariamente –no consecutivamente- todas las alegaciones y probanzas que correspondan, puesto que los contrario puede significar la pérdida de la facultad o derecho no ejercido, por preclusión. La vigencia del principio supone la necesidad de aprovechar cada ocasión procesal íntegramente, mediante la acumulación eventual de todos los medios de ataque y de defensa de que se disponga para que surtan sus efectos “ad eventum”, es decir, por si algunos de ellos no los producen.Se considera que el medio de ataque o defensa no deducido al mismo tiempo que otro u otros, ha sido renunciado implícitamente por quien pudiendo hacerlo, no lo hizo valer.Las partes deben oponer sus demandas, excepciones y defensas, pero el cierre del momento informativo no impide que puedan posteriormente se puedan oponer hechos nuevos o documentos nuevos 9. Principio Iura Novit CuriaeEl Principio “iura novit curiae” significa que el juez tiene suficiente libertad para calificar la pretensión y determinar la norma que corresponde aplicar, con independencia del criterio de las partes.En virtud de este principio se otorga al órgano judicial la facultad de calificar la relación jurídica sin atenerse a la particular apreciación de las partes y elegir la norma que resulte adecuada para decidir la cuestión planteada.10. Principio Perpetuatio Iuridicionis (improrrogabilidad de la competencia):La jurisdicción está considerada como un atributo de la soberanía, por ello no pueden quedar sometidas a la voluntad de las partes las cuestiones referentes a la competencia de los jueces y tribunales.En virtud de este Principio procesal la competencia debe mantenerse firme y es inatacable una vez que quede consentida o establecida. Esta es la razón por qué todo proceso deber ser terminado donde ha comenzado.La situación de hecho existente y la legislación vigente en el momento de la promoción de la demanda determinan la competencia del juez o tribunal, no teniendo consecuencias a su respecto los sucesivos cambios que podrían producirse en aquéllos.Ejemplo: Una vez que quede firme la resolución que desestime la excepción de incompetencia, la partes no pueden alegar incompetencia en lo sucesivo, ni puede ser declarada de oficio (art. 230 CPC). Y en el supuesto de admitirse la recusación el juicio queda radicado ante el juez subrogante aunque posteriormente desapareciera la causa que motivo la recusación (art. 36 CPC)11. Principio de Inmediación:En virtud del Principio de inmediación se pretende que el juez tenga una permanente vinculación con los sujetos y elementos que

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intervienen en el proceso, a los efectos de conocer e interiorizarse personal y directamente de todo el material de la causa.Mediante su vigencia el juez se encuentra en estrecha vinculación personal con los sujetos y con los elementos del proceso recibiendo directa y personalmente las alegaciones de las partes y las pruebas, con el objeto de conocer efectivamente todo el material del juicio desde el principio hasta el fin.Pro eso es importante que sea el mismo juez quien haya sustanciado el proceso el que pronuncie la sentencia.El juzgador no sólo debe escuchar las palabras de los testigos y de las partes, sino observarlos para apreciar el grado de verosimilitud con que se expiden.Contrario al principio de inmediación se tiene el de mediación, inspirado en el temor de que el contacto del juez con las partes pueda afectar su imparcialidad; por ello sustenta la conveniencia de que el juez observe una posición impersonal y distinta en el procesamiento de la causa. El principio de inmediación está vinculado a la oralidad, dice ALSINA, y mal se aviene a nuestro sistema escrito en el que el juez ni conoce a las partes ni recibe las prueba, sino excepcionalmente. Es así que el juez forma su criterio exclusivamente a base de las constancias de los autos, que por mucha vida que tengan, no dan casi nunca la sensación de realidad.Pero nada impide que en un proceso escrito el juez asuma indirectamente el conocimiento de las partes y de la prueba en audiencia y comparendos que permitan el contacto y la comunicación.12. Principio de Imparcialidad: El Principio de imparcialidad está consagrado en el art. 16 de la CN –el juez no puede asumir una posición de parte en el proceso, porque no sería imparcial al reunir en sí las cualidades de parte y de juez. Imparcial significa no tener ningún interés personal en la cuestión sometida a su decisión y, también, ser independiente, no subordinar su actuar a la voluntad de las partes o de terceros.La imparcialidad dice GOLDSCHMIDT, consiste en poner entre paréntesis todas las consideraciones subjetivas del juzgador.El juez debe sumergirse en el objeto, ser objetivo, olvidarse de su propia personalidad.La imparcialidad es en la esfera emocional lo que la objetividad es en la órbita intelectual. 13. Principio dispositivo: El Principio dispositivo manda que la actividad jurisdiccional no pueda funcionar de oficio y requiere siempre la actividad individual de parte para iniciar, impulsar o eventualmente terminar el proceso. De acuerdo a éste principio los jueces y tribunales, salvo excepciones, no adoptan medidas ni dictan resoluciones sin petición de parte.Constituyen casos de excepción a la vigencia de este principio en nuestro Código Procesal Civil, entre otros: Las facultades ordenatorias e introductorias (art. 18); las medidas disciplinarias (art. 17); el interrogatorio al absolvente (art. 289 in fine), la prueba testifical (art. 337); la prueba pericial (art. 350); las reproducciones y exámenes (art. 364I el reconocimiento judicial (art. 367); la prueba de informes (art. 371).El principio dispositivo es opuesto al principio inquisitivo o de oficialidad.Los mismos responden a concepciones distintas del proceso con predominio de la actividad de las partes (dispositivo) o del juez (inquisitivo o de investigación)Constituyen algunos ejemplos del régimen inquisitivo en nuestro Código las previsiones del art. 18, 289 in fine, 337, 350, 364, 367, 371, etc.Un proceso de halla regido por el Principio dispositivo cuando las partes pueden iniciarlo libremente, tienen la disponibilidad de éste y sus diversos actor. En el inquisitivo es el juez quien inicia el proceso, averigua y decide con libertad, sin estar encerrado en los límites fijados por las partes.Puede decirse que no hay proceso exclusivamente dispositivo.El principio dispositivo se manifiesta en los sigtes. Aspectos de la actividad procesal: 13.1. Iniciativa: sin iniciativa de las partes no hay demanda, y en consecuencia no ha proceso “nemo iudex sine actore”;13.2. Impulso: El proceso sólo se desarrolla a petición de parte de acuerdo con la regla “nec procedat iudex ex officio”. Consiste en la actividad procesal para avanzar en las distintas etapas del juicio para arribar a la Sentencia;13.3. Disponibilidad del derecho material: Mediante el ejercicio o no de la acción, su renuncia, desistimiento etc., es decir solicitando o renunciando a la tutela jurisdiccional del Estado.- * De este modo el actor puede desistir de la pretensión (acción) (art. 166) y, puede desistir de la instancia (procedimiento) (art.67) una vez notificada la demanda, con la conformidad del demandado.* El demandado está autorizado a allanarse a la pretensión del actor (art. 169).13.4. Delimitación del “thema decidendum”: son exclusivamente las partes quienes deciden el objeto del juicio. El juez se debe limitar a las alegaciones de las partes (art. 159 inc. e)13.5. Aportación de los hechos: Al juez le está vedado verificar la existencia de hechos no afirmados por las partes litigantes.13.6. Aportación de la prueba: A las partes les corresponden la carga procesal de aportar la prueba para acreditar los hechos controvertidos. Aunque se reconoce al Juez la facultad de producir pruebas que pueden ordenarse en cualquier estado de la causa, a través de “medidas de mejor proveer” que no se deben decretar para suplir la negligencia de las partes sino para esclarecer el derecho de los litigantes.14. Principio de la defensa en juicio: La Constitución dispone: “La defensa en juicio de las personas y de sus derechos es inviolable” (art. 16, 1ª p.)La norma Constitucional consagra el Principio de la defensa en juicio de las personas, la cual debe darse en el marco del “debido proceso” (due process of law), siendo su violación la máxima nulidad posible, la que puede ser ordenada de oficio por los jueces y tribunales al tener conocimiento de ello por cualquier motivo o razón.El Cód. Civil establece: “Cuando un acto es nulo, su nulidad debe ser declarada de oficio por el juez, si aparece manifiesta en el acto o ha sido comprobado en juicio. El Ministerio Público y todos los interesados podrán alegarla…”. 15. Principio de Continencia de la Causa:Existe conexidad dice COLOMBO, cuando causas sustancialmente diversas tienen en común el título, el objeto o ambos; o cuando el objeto o el título de una de ellas tiene con el título o con el objeto de la otra relación tal que las decisiones que hubiesen de recaer en las distintas causas deben tener un mismo fundamento, y éste no pudiera ser admitido o negado en una y viceversa, sin que exista contradicción y, eventualmente imposibilidad de ejecución. En razón de esta vinculación estas cuestiones deben corresponder a la competencia del juez que entiende en una de ellas, considera la cuestión principal.El principio que fundamenta este desplazamiento de la competencia por conexidad es el denominado Principio de Continencia de la causa, según el cual las pretensiones conexas entre sí deben debatirse en un mismo juicio y ser decididas, en un misma sentencia. Por ej.: es competente para entender en las tercerías el juez de la ejecución, aunque aquella por su cuantía corresponda a otro juez; el juicio ordinario posterior previsto en el art. 471 del CPC debe promoverse ante el mismo juez de la ejecución; la demanda reconvencional debe plantearse ante el mismo juez que conoce la demanda original (art. 238, inc. a) CPC)16. Principio de Congruencia: El Principio de congruencia consiste en la obligada conformidad de la sentencia con la demanda en cuanto a las personas, el objeto y la causa.

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El juez no puede apartarse de los términos en que ha quedado planteada la litis en la relación procesal. El juez debe resolver según lo alegado y probado en el juicio (secundum allegata et probata)La sentencia debe ser congruente consigo misma (congruencia interna) y con la litis (congruencia externa).CONGRUENTE significa, la conformidad que debe existir entre la sentencia y la pretensión o pretensiones que constituyen el objeto del proceso, más la oposición u oposiciones en cuanto delimitan el objeto. .Las pretensiones de las partes y los poderes del juez quedan fijados en la demanda y contestación, y en la reconvención, en su caso.La decisión (resolución o sentencia) debe resolver todas las pretensiones fundamentales y conducentes a la solución del pleito; es decir debe ser plena.El Principio de congruencia exige bajo pena de nulidad que la sentencia guarde rigurosa adecuación a los sujetos, objeto y la causa de la pretensión y la oposición (art. 15, inc. b) y 2º p.).El principio de congruencia se vulnera, causando la nulidad de la sentencia, cuando el Juzgado decide:16.1 Ultra petita: otorgando al actos más de lo que pidió, excediendo los límites de la controversia16.2 Citra petita: omitiendo resolver pretensiones o cuestiones que deben ser objeto del fallo16.3 Extra petita: resolviendo sobre cuestiones no alegadas, o modificando o alterando en aspectos esenciales las pretensiones de las partes. 17. Principio de Autoridad: Las facultades disciplinarias que la ley otorga al juez tiene su fundamento en el Principio de autoridad del cual se halla investido por su posición de preeminencia en desarrollo del proceso, y tiene como fundamento el buen funcionamiento de la administración de justicia.Las mismas no deben confundirse con la atribución que tienen también los jueces para sancionar la mala fe y el ejercicio abusivo del derecho. La potestad judicial se halla dirigida a sancionar la conducta indebida de las partes, los auxiliares de la justicia y demás personas en los procesos, que impliquen faltar al deber de respeto debido a la autoridad o dignidad de los magistrados, funcionarios, litigantes y abogados; como también al buen orden y el decoro que se deben guardar en los estrados judiciales.Las facultades de los jueces deben ser ejercidas prudentemente sin menoscabar el derecho de defensa.El derecho de criticar las resoluciones judiciales que se consideren injustas o erróneas tiene rango constitucional (la critica de los fallos es libre: Art. 256, inc. 2º CN)El juez no puede decretar otras sanciones disciplinarias que las establecidas en la ley, y las mismas no tienen carácter de pena; Se aplican mediante resolución fundada los litigantes, abogados o procuradores y otras personas que incurran en incorrecciones y no pueden cumplirse mientras la decisión no quede firme (cuando ya no admita recurso alguno).La apelación de las resoluciones que aplican sanciones disciplinarias de apercibimiento, multa y arresto se otorgan con efecto suspensivo (no se cumplen hasta que no quede firme la resolución que lo dispuso).Las facultades disciplinarias de los jueces están legisladas en los arts. 17 y 223 inc. a) y c) del CPC y 236 del COJ.18. Principio de Libertad de Representación: La CN, el CPC y el COJ sustentan el Principio de la libertad en materia de representación. Las personas capaces pueden hacerse representar o no en juicio.Cuando la persona física actúa por sí, en ejercicio de su propio derecho, el patrocinio de abogado es obligatorio. “ni los jueces o tribunales, ni las autoridades administrativas, darán curso a presentación alguna que no se ajuste a este artículo expresa el art. 65 de la Ley Nº 1376/88 de Arancel de Abogados y el Art. 88 del COJ, no obstante se exceptúa dicho patrocinio obligatorio en las actuaciones ante la Justicia de Paz, el Hábeas corpus. Las personas jurídicas u otras entidades colectivas aunque tiene capacidad procesal, necesariamente deber ser representadas cuando deben actuar en juicio (art. 87, 2ª p. del COJ) por procuradores y abogados matriculados.En el mismo sentido el art. 46, 2ª p. del CPC. Establece: “Las personas jurídicas sólo podrán intervenir mediante mandatario profesional matriculado”19. Principio de Legalidad: El Principio de legalidad (especificidad), manda que no ha nulidad sin ley especifica que lo establezca. Tiene amplia aplicación en materia de nulidades procesales. 20. Principio de Finalidad: En virtud de este principio no existe nulidad por la nulidad misma, es decir por el sólo beneficio de la Ley.Las formas procesales no tienen un fin den si mismas, su razón consiste en asegurar a los litigantes la libre defensa de sus derechos y una sentencia justa.En los casos en que la garantía de la defensa en juicio aparezca violada, la nulidad debe ser declarada, aun cuando no exista un texto expreso en la ley.Un acto procesal, aunque irregular no será nulo si ha cumplido su objetivo (ej. Una notificación defectuosa). 21. Principio de Trascendencia: Por el Principio de trascendencia, para que el pedido de nulidad sea procedente, al solicitarse su declaración debe expresarse el perjuicio sufrido y el interés personal de la parte en obtener su pronunciamiento. No hay nulidad sin perjuicio (pas de nullité sans grief”, es decir no puede sancionarse con la nulidad actos que, aunque irregulares porque se han apartado de los que la ley manda en relación a los mismos, no han producido un real y concreto perjuicio a quien la invoca, la declaración de nulidad en estos casos carece de utilidad; Las nulidades procesales no tienen como finalidad satisfacer meros aspectos formales, sino reparar los perjuicios efectivos producidos por el actor irregular. Por ello se debe demostrar:El perjuicio que ha sufrido, cierto, concreto e irreparableEl interés jurídico que se pretende subsanar (defensas o pruebas de las que se ha visto privado).22. Principio de Protección: En virtud de este Principio que se funda en la moralidad, la nulidad sólo será declarada a petición de la parte perjudicada por el acto viciado, si no contribuyo a éste. La declaración de nulidad debe ser la “última ratio”, a la que debe recurrirse cuando no exista modo de subsanarla, porque debe tratarse de proteger la validez del acto, en razón de que la declaración de nulidad es, como regla, disvaliosa. La vigencia del Principio de protección produce las siguientes consecuencias:22.1 No puede impugnarse por nulidad si no existe un interés legítimo que reclame protección;22.2 No puede ampararse en la nulidad el que ha contribuido al acto nulo sabiendo o debiendo saber el vicio que lo invalidaba, por la aplicación de la regla “nemo auditur turpitudinem suan allegans” (nadie escucha a quien alega su propia torpeza);22.3 El que realizó un acto nulo no puede tener el beneficio de aceptarlo si le favorece o negarlo si le es desfavorable;22.4 Las nulidades procesales deben interpretarse y aplicarse en forma restrictiva, en base al Principio de conservación.22.5 Sólo puede invocar la nulidad constituida en protección de los incapaces éstos o sus representantes legales, de conformidad con el C. Civil que dice: “La incapacidad de una de las partes no pueden ser invocada en provecho propio por la parte capaz” (art. 298, 1ª p. CC)22.6 Necesidad de la declaración judicial de la nulidad. Para que un acto procesal sea considerado nulo debe existir una resolución judicial

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que así lo declare. 23. Principio de Convalidación: Por el Principio de convalidación las nulidades procesales se subsanan por el consentimiento expreso o tácito, en razón de que no existen nulidades absolutas, siendo todas relativas. La confirmación del acto procesal nulo puede darse en forma expresa o tácita-El incidente de nulidad es la vía procesal idónea para impugnar vicios de las actuaciones procesales, el cual debe deducirse dentro de los cinco días subsiguientes al conocimiento del acto viciado; no haciéndolo así la irregularidad del acto queda cubierta por el consentimiento tácito de la parte.La nulidad, entonces, quedará convalidada porque, vencido el plazo de impugnación, entrará a operar el Principio de preclusión procesal, que impide retrogradar el proceso.Este principio de convalidación, cede ante una norma legislativa expresa que consagre la nulidad absoluta. El art. 248 de la CN., consagra un supuesto de nulidad “insanable”, vale decir absoluta, que tiene como consecuencia que la cosa juzgada carezca de virtualidad suficiente para subsanarla, al expresar: “Queda garantizada la independencia del Poder Judicial. Sólo él puede conocer y decidir en actos de carácter contencioso.En ningún caso los miembros de los otros poderes, ni otros funcionarios, podrán arrogarse atribuciones judiciales que no estén expresamente establecidas en esta Constitución, ni revivir procesos fenecidos, ni paralizar los existentes, ni intervenir de cualquier modo en los juicios. Actos de esta naturaleza conllevan nulidad insanable”.Otros supuestos de nulidad absoluta se dan en los casos de ausencia de prepuestos procesales, p/ej.: competencia del tribunal por razón de la materia, como la capacidad de las partes, o cuando está referida a los actos procesales inexistentes. 24. Principio de Adquisición Procesal: El Principio de adquisición procesal es fundamental en el rérgimen probatorio. Del hecho de que las actividades procesales pertenecen a una relación única, dice CHIOVENDA, deriva otro principio imperante y es que los resultados de las actividades procesales son comunes a las partes, p/ej.: presentado un documento, ambas partes pueden deducir contra él conclusiones en beneficio propio;La declaración de un testigo puede ser valorada libremente por el juez, incluso en contra de las pretensiones de la parte que la ofreció como prueba.25. Principio de Razonabilidad: Las líneas directrices del proceso consagran valores jurídicos que no pueden desconocerse u obviarse.Entre estos, el principal valor es el la Justicia, y el Principio de razonabilidad no es otro que el imperecedero Principio de Justicia que debe imperar en el proceso como un fin último y más elevado.26. Principio de Humanización: este principio sirve para indicar el conjunto de previsiones que deben contemplar el aspecto social y humano que se halla presente en toda actividad jurisdiccional. En aplicación de este principio el art. 710 1er. P., 2ª p. establece que el embargo debe limitarse: “a los bienes necesarios para cubrir el crédito que se reclama y las costas”.27. Principio de Transitoriedad Por el Principio de transitoriedad el proceso es transitorio, en algún momento, debe necesariamente terminar definitivamente. El Código establece. “Inimpugnabilidad de las resoluciones de la Corte Suprema de Justicia. No serán aplicables por la vía de la inconstitucionalidad las resoluciones dictadas por la Corte Suprema de Justicia (Art. 564 CPC).El conflicto que se produce entre las persoans y que es llevado ante el Estado para que sea éste quien decida, no puede eternizarse. En algún momento y más vale pronto que tarde, debe ponerse término al mismo con el fin de restablecer la paz social. 28. Principio de Oralidad: Los modos oral o escrito de expresar el pensamiento dan origen a dos tipos procesales: el proceso oral y el proceso escrito; aunque en realidad no existen tipos procesales puros. Los procesos escritos contienen una parte oral y los procesos orales tienen una parte escrita. La Constitución establece. “Los juicios podrán ser orales y públicos en la forma y en la medida que la ley los determine”. “El proceso laboral será oral y estará basado en los principios de inmediatez, economía y concentración” (Art. 256, 1ª y 3ª p. CN).En el procedimiento escrito, salvo determinadas diligencias, los actos y las actuaciones procesales son todos escrito y si son orales se los lleva a la escritura. Las comunicaciones entre las partes y el juez, o entre éste y los terceros, se hacen por medio de la escritura. En el procedimiento oral prevalece la palabra sobre la escritura. Las pretensiones de las partes, la producción de las pruebas y las alegaciones de derecho, tiene lugar en una o más audiencias con la presencia del juez, cuyo fallo sigue inmediatamente a la instrucción de la causa, de todo lo cual se levantan actas de constatación.Las ventajas e inconvenientes de ambos sistemas son: - La oralidad facilita la vinculación entre el juez y los litigantes; la escritura obliga a dar traslado a una parte de lo que la otra pide, para lo cual debe existir una providencia, su notificación y la fijación de un plazo para contestar el traslado;La oralidad permite la concentración de la actividad procesal en unas pocas audiencias y así se hace posible recibir varias declaraciones en un mismo acto, o realizar diligencias periciales, o proceder al examen de documentos, porque no es necesario dejar de todo ello constancia detallada, desde que el pronunciamiento judicial es inmediato; en el escrito esta actividad se diluye y diversifica, quebrantándose la unidad y muchas veces a pesar de lo que establece el art. 153 inc. a del CPC sobre la presencia del juez en las audiencias, las mismas se llevan a cabo ante un funcionario menor como el dactilógrafo. El juicio oral el juez va formando su convicción a medida que se produce la prueba y se desarrolla el debate; en el escrito sólo después de mucho tiempo, algunas veces años, se entera de la causa del litigio, examina las pruebas en las que no ha intervenido y dicta sentencia sin conocer ni siquiera a los litigantes y testigos. Los partidarios de la escritura sostienen que ella permite al juez, en la tranquilidad de su despacho, pesar las razones, comparar los argumentos y formar su convicción, no al calor de la fragua, que es el debate oral, sino serenamente, a solas con su conciencia. Se dice que el procedimiento oral requiere en los jueces una mejor preparación que los habilite para resolver en el acto cuestiones que van surgiendo, sin darse tiempo para consultar textos, leyes, doctrina, jurisprudencia o otras opiniones, lo que origina graves errores, a veces irreparables. Nuestro procedimiento civil es hasta ahora esencialmente escrito. Incluso las declaraciones de los testigos y de las partes deben consignarse cuidadosamente en actas, en razón de que el juez recién las va a examinar en el momento de la sentencia. En la actualidad existe un anteproyecto de Código Procesal General que establece que el proceso debe ser oral pero con partes escritas, es decir un sistema mixto. Cuando se tienen personas adecuadas como jueces, cualquier sistema funcionara bien !!! 29. Principio de la Publicidad: El proceso civil (y el penal) es público. La CN expresa: “En el proceso penal, o en cualquier otro del cual pudiera derivarse pena o sanción, toda persona tiene derecho a: …2) que se le juzgue en juicio público, salvo los casos contemplados por el magistrado para salvaguardar

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otros derechos (art. 17, inc. 2). Al tipo procesal público se le opone el tipo procesal secreto. Pero nadie hoy puede sostener seriamente la posibilidad de que el tipo procesal secreto pueda regir en ningún proceso. Nuestro proceso corresponde al tipo procesal público, permitiéndose la difusión la difusión de la actividad procesal y los actos de procedimiento, sin otras limitaciones que las derivadas de la naturaleza del proceso escrito, la protección de otros derechos, el buen orden en las audiencias y las razones de decoro y moralidad, cuando se hallan en juego ciertas cuestiones que pueden afectar el honor o la intimidad de la vida de las personas. La publicidad es, en si misma una garantía de la función jurisdiccional, porque permite controlar la actuación de los jueces. La publicidad puede servirá también para desvirtuar el fin esencial del proceso, ya que normalmente al público le interesa determinadas clases de juicios, especialmente aquellos escandalosos, y la divulgación se convierte a veces en un factor de presión ejercida sobre ciertos medios de prensa sobre los jueces, fiscales y partes. La Constitución establece. “La publicación sobre los procesos judiciales en curso debe realizarse sin prejuzgamiento. El Procesado no deberá ser presentado como culpable antes de la sentencia ejecutoriada (Art. 22 CN)

LECCCION 5 JURISDICCIÓN:

1. Concepto: la jurisdicción es la función de dirimir conflictos de intereses. COUTURE señala que es la función pública desempeñada por los órganos competentes del Estado, con las formas requeridas por la ley, en virtud de la cual se determina el derecho de las partes, con el objeto de dirimir sus conflictos y controversias de relevancia jurídica, mediante decisiones de autoridad de cosa juzgada, eventualmente factibles de ejecución. Etimológicamente jurisdicción (iuris dictio) significa decir el Derecho.Dice Alsina que el Estado no se limita a establecer el derecho, sino que garantiza su cumplimiento; éste es el contenido de la función jurisdiccional.Generalmente la función jurisdiccional se asimila al concepto de función judicial. Sin embargo, conviene aclarar que no toda la actividad jurisdiccional corresponde siempre al Poder Judicial, así como no toda función atribuida al Poder Judicial es función jurisdiccional. Conforme al concepto de la institución, ésta consiste en la función pública de dirimir conflictos, y que en nuestro ordenamiento jurídico puede también ser ejercitada por otros órganos (tribunales militares) o poderes (Ejecutivo y Legislativo) distintos al Poder Judicial.Por el contrario, ciertas actividades que cumple el Poder Judicial no son propiamente jurisdiccionales, como la llamada jurisdicción voluntaria, la de corrección disciplinaria, etc.. No obstante se acepta unánimemente que la función jurisdiccional coincide, normal y generalmente, con la función judicial.El Estado desarrolla tres funciones esenciales mediante sus tres poderes. Como legislador dicta la ley, como administrador aplica la ley, y cuando ejerce la función jurisdiccional resuelve el conflicto imponiendo la ley. Por las consecuencias que de su correcta distinción se derivan tiene importante significación práctica distinguir el acto jurisdiccional, el acto legislativo y el acto administrativo. La actividad jurisdiccional se manifiesta con propiedad en la sentencia. La actividad legislativa en la ley. La actividad administrativa en el decreto. El acto es jurisdiccional cuando juzga la conducta frente a la norma abstracta. El acto es legislativo cuando establece una norma abstracta destinada a regular la conducta humana. La ley siempre es de carácter general; en cambio la sentencia se refiere a un caso concreto y no obliga sino a quienes intervinieron en el juicio. Además, la cosa juzgada, como cualidad de la sentencia que la hace inimpugnable e inmodificable, se da sólo en la jurisdicción.Un acto es administrativo cuando importa una declaración unilateral de voluntad de la administración que crea efectos jurídicos, o cuando organiza y regula su propia conducta para el cumplimiento de sus fines, o cuando regula o juzga la conducta de terceros, actuando como parte interesada en la cuestión y no como tercero imparcial. En cambio, la jurisdicción siempre juzga como tercero imparcial la conducta ajena.La administración puede ejercer funciones jurisdiccionales válidas en ciertos tipos de conflictos, pero sus decisiones no son definitivas, porque siempre son susceptibles de ser revisadas por los órganos jurisdiccionales. CARNELUTTI describe la función procesal, cumplida por la jurisdicción, como un triángulo cuyos vértices son las partes y el órgano judicial. En cambio, la función administrativa es presentada como una línea recta, para la cual sólo existen dos términos, el particular y el órgano. Es decir, en la administración es el propio Estado el que realiza su actividad de acuerdo con los intereses que le son confiados, decidiendo en causa propia. Por el contrario, la jurisdicción resuelve conflictos ajenos, surgidos entre particulares, actuando de modo imparcial.CALAMANDREI enseña que hay dos modos posibles de producción del Derecho: el que nace para resolver cada caso concreto, y aquel en que se dicta primero una norma general y luego es aplicada, normalmente por otro órgano de la administración o jurisdicción, a los diferentes casos. El órgano judicial aplica el derecho establecido; por ello el juez debe encontrar la norma adecuada para aplicarla al caso concreto. La potestad jurisdiccional, entonces, es el poder-deber de realizar dicha tarea: aplicar la norma jurídica para resolver el litigio con el fin de lograr la paz social mediante la imposición del Derecho. El Cód. de Organización Judicial (COJ) define la jurisdicción cuando expresa: “La jurisdicción consiste en la potestad de conocer y decidir en juicio y de hacer ejecutar lo Juzgado” (art. 5 COJ).La jurisdicción judicial es la facultad conferida a los jueces para administrar justicia en las controversias con relevancia jurídica.Las jurisdicción es un atributo de la soberanía: de allí que todos los jueces integrantes del Poder Judicial tienen jurisdicción, pero no todos tienen competencia para conocer y decidir en un determinado asunto.La función jurisdiccional es indelegable, en razón de que el tribunal no puede delegar su ejercicio, salvo de manera excepcional para la realización de determinadas diligencias procesales. El estado ejerce su función jurisdiccional dentro de sus fronteras y en aquellos otros lugares en los que, según el Derecho Internacional Público, puede ser extendida, v.g.: en los buques con bandera nacional.Todas las personas nacionales o extranjeras, físicas o jurídicas, que habitan o se hallan radicadas en la República, así como también todos los bienes inmuebles o muebles que se encuentran en su territorio, se hallan sometidos a la jurisdicción nacional. Sin embargo, los Estados extranjeros y los agentes diplomáticos extranjeros no son afectados por la jurisdicción nacional, salvo que exista consentimiento expreso o tácito.Cabe señalar que en ciertos casos, reunidas las condiciones legales requeridas, los tribunales paraguayos pueden aplicar leyes extranjeras, así como ejecutar sentencias o laudos dictados en el extranjero.2. Acepciones: El lenguaje jurídico concede a la voz jurisdicción diversos significados.Se las utiliza para indicar los límites territoriales dentro de los cuales ejercen sus funciones específicas los órganos judiciales y

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administrativos del Estado. En este supuesto se habla de “jurisdicción territorial” de los jueces, identificando, indebidamente, la jurisdicción con la circunscripción espacial asignada a la repartición pública. Se usa, también de manera impropia, para señalar la aptitud reconocida a cierto juez o tribunal para conocer una determinada categoría de pretensiones, confundiendo la jurisdicción con la competencia, que es la medida en que aquella se ejerce.A su vez el término es utilizado para referirse al poder que sobre los ciudadanos ejercen los órganos estatales: el Congreso, el órgano judicial o el ente administrativo.En el lenguaje técnico la jurisdicción es la función mediante la cual los órganos judiciales del Estado administran justicia en los casos litigiosos. 3. Naturaleza:No es pacífica la discusión que en la doctrina ha generado el tema de la naturaleza jurídica del acto jurisdiccional. No obstante, hay coincidencia en admitir que existen elementos propios diferenciales que constituyen la esencia de la jurisdicción. Dos son los criterios predominantes a este respecto: el formal y el teleológico.De acuerdo con el criterio formal se deben analizar sus elementos formales para determinar su naturaleza. La jurisdicción actúa mediante el proceso. Para hablar de proceso necesariamente hay que referirse a las partes que controvierten ante un tercero imparcial: el juez. Este es el elemento esencial que caracteriza la jurisdicción. Las partes y el juez, interactuando entre sí, desarrollan un procedimiento revestido de formalidades que tienen por objeto garantizar el contradictorio, es decir, concediendo la posibilidad de probar sus afirmaciones y de ser escuchadas, la cual recibe el nombre de debido proceso. Todo esto concluye con el pronunciamiento de una sentencia con autoridad de cosa juzgada, que consiste en la cualidad que la convierte en inimpugnable e inmodificable, lo cual se da sólo en la jurisdicción.De acuerdo al criterio final o teleológico lo que interesa es el fin de la jurisdicción. Los fines de la jurisdicción son el cumplimiento de la voluntad de la ley –la actuación de la ley dice Chiovenda- y la satisfacción de los legítimos intereses de la partes.Conforme al primero de su fines, la Función jurisdiccional aparece como una función integradora del Derecho –incluso creadora, señalan alguno- porque entre la norma abstracta y la individualización para el caso concreto en la sentencia hay una diferencia, un “plus” que agrega el órgano jurisdiccional a la ley general. Este fenómeno llevo a decir a Kelsen que el derecho se produce por grados y es tan norma general, la abstracta, como la concreta. Siendo así, parece razonable pensar que el juez no es un mero aplicador de la ley, sino que cumple una función creadora, que se produce cuando analiza los hechos y dicta la sentencia conforme a Derecho. A partir de la prohibición que existe de que las personas puedan hacerse justicia por mano propia, surge para el Estado la función de administrarla. De esto provienen, el concepto de acción, como derecho del individuo de peticionar al Estado su intervención para la protección de sus derechos, y el de la jurisdicción, como potestad del Estado, para dirimir conflictos, con un criterio jurídico, y hacer cumplir sus decisiones.4. Elementos:Los elementos de la jurisdicción se hallan establecidos en la ley con prescindencia de todo caso concreto. Los uniformemente reconocidos, son: 4.1. Notio: Es el derecho de de conocer una cuestión determinada.4.2. Vocatio: Es la facultad de obligar a las partes a comparecer a juicio dentro del plazo legal.4.3. Coertio: Es la posibilidad de recurrir a la fuerza para lograr el cumplimiento de las medidas ordenadas dentro del proceso, para hacer posible su desenvolvimiento. Pueden ser sobre las personas o sobre las cosas.4.4. Iudicium:Consiste en la facultad de dictar sentencia poniendo término a la litis con carácter definitivo, es decir, con efecto de cosa juzgada.4.5. Imperium:Es el poder para ejercer las resoluciones judiciales, mediante el auxilio de la fuerza pública. También se denomina “executio”.5. Derecho a la Jurisdicción:Es la facultad que tiene toda persona para poder ocurrir ante el órgano judicial en procura de justicia, como consecuencia de la prohibición de hacerse justicia por mano propia (autotutela).Dispone la Constitución: “Nadie podrá hacer justicia por si mismo ni reclamar sus derechos con violencia. Pero se garantiza la legítima defensa” (art. 15 CN). Siendo así, el Estado debe garantizar a todas las personas un efectivo acceso a la Justicia, mediante un proceso de duración razonable que resuelva el conflicto. Los tribunales tienen la responsabilidad de hacer efectivo este derecho. El juez debe ser el juez natural, es decir, los tribunales preexistentes establecidos por la ley, en forma objetiva y con carácter permanente. Es este sentido la Constitución establece: “Toda persona tiene derecho a ser juzgada por tribunales y jueces competentes, independientes e imparciales” (Art. 16, 2º p. CN).El juez como órgano del Estado, imparcial e independiente, es el único capaz de decidir los conflictos que es requerido a instancia de parte. Para el justiciable, titular del interés en conflicto, la jurisdicción constituye el único medio permitido para obtener el reconocimiento de su derecho, como consecuencia de la prohibición de la autotutela. 6. Unidad de Jurisdicción: El concepto unitario de jurisdicción, en el sentido de que éste constituye la función pública de dirimir conflictos de intereses, significa que el estado, a través del Poder Judicial, debe tutelar el derecho subjetivo, realizando a la vez el derecho objetivo, al decidir la controversia e imponer el cumplimiento de su decisión. Los jueces tienen a su cargo la potestad jurisdiccional del Estado.La jurisdicción es única, aun cuando existen procesos especiales en razón de las peculiaridades del derecho material al cual se hallan referidos (civil, penal, laboral, electoral, etc.). 6.1. Fuero Penal:El proceso civil y el proceso penal son de naturaleza diferente; en consecuencia se rigen por principios similares.-Existe unidad entre ambos tipos procesales aún cuando existan ciertas peculiaridades propias que derivan del derecho sustancial al que se hallan vinculados. Los principales fundamentos del proceso, tales como la imparcialidad del juez, la legalidad, el derecho a la defensa en juicio, la garantía del debido proceso, etc., existen y se dan en ambos procesos. Lo que difiere es el procedimiento, ya que el trámite es diverso en el proceso civil y penal. No obstante, algunos autores no coinciden con estas ideas y sostienen la diferente naturaleza de ambos procesos. 6.2 Fuero Contencioso Administrativo:Para cumplir sus fines el Estado actúa como sujeto de derecho privado (iure gestionis) y como poder público (iure imperii). De esta distinción fundamental deriva la diversa posición del poder administrador frente a los administrados y los modos de solucionar conflictos que entre uno y otro pueden producirse. 

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Cuando el Estado actúa como persona de derecho privado, sus relaciones con los particulares están regidas por el derecho común y sometido a la jurisdicción judicial. Para saber cuando un acto del Estado corresponde a esta categoría basta determinar si está reglado por el derecho común o por el derecho administrativo, pues en el primer caso es “iure gestionis” y en el segundo “iure imperii”.En el ejercicio de sus facultades administrativas el Estado puede lesionar intereses de particulares. En tales casos el administrado debe tener garantías de justicia frente al poder administrador. Esto ha dado lugar básicamente a dos sistemas:a) El Poder Judicial es competente para entender en aquellas cuestiones donde el Estado obra en calidad de persona privada, atribuyéndose a un organismo jurisdiccional distinto al judicial la competencia para entender en lo contencioso administrativo. Este sistema es utilizado en Francia.b) El poder Judicial es competente para entender en toda cuestión contenciosa donde el Estado sea parte, sin considerar si actúa como persona de derecho privado o como persona de derecho público. Este sistema es el seguido por Gran Bretaña, los Estados Unidos de Norteamérica y nuestro país. En el fuero contencioso administrativo se juzgan las contiendas en las cuales la administración es parte. Ante el órgano contencioso administrativo el particular debe promover una acción autónoma, introductiva de instancia, con un contenido pretensional. El tribunal puede revocar el acto administrativo; excepcionalmente puede reformarlo y, en su caso, anularlo. También el tribunal tiene atribución para condenar a la administración a pagar una indemnización como consecuencia del daño que pudo producir el acto administrativo. En lo contencioso administrativo el ejercicio de la función jurisdiccional aparece en los elementos formales y, también, en la función del proceso, que tiende a resolver el conflicto entre el administrado y la administración con una sentencia que aplica la ley al caso concreto y pasa en autoridad de cosa juzgada. Además del fuero contencioso administrativo, existe una “justicia administrativa”, impartida por la propia administración en su propios asuntos, contra cuyas resoluciones se establecen diversos recurso, algunos ante sus propios órganos y otros ante los estrados jurisdiccionales. De acuerdo a nuestro ordenamiento procesal en las cuestiones en que se halla interesada la administración quedan perfiladas tres instancias: una administrativa y dos judiciales. La segunda es el tribunal de cuentas, momento en el cual se ingresa por primera vez al ámbito jurisdiccional. La tercera es la Corte Suprema de Justicia.6.3 Tribunales Militares:La justicia penal militar carece de los elementos estructurales y principios procesales básicos para poder ser considerada una auténtica jurisdicción. En efecto, los jueces, así como los fiscales, son militares y, por consiguiente sometidos a una jerarquía militar. La pretendida jurisdicción militar se encuentra en la órbita exclusiva del Poder Ejecutivo. Los jueces carecen de las garantís de la estabilidad e inamovilidad, siendo designados, trasladados y destituidos, sin expresa causa.De acuerdo a la Constitución: “Los tribunales militares sólo juzgarán delitos y faltas de carácter militar, calificados como tales por la ley, y cometidos por militares en servicio activo. Sus fallos podrán ser recurridos ante la justicia ordinaria”. Cuando se trate de un acto previsto y penado, tanto por la ley penal común como por la ley penal militar, no será considerado delito militar, salvo que hubiese sido cometido por un militar en servicio activo y en ejercicio de funciones castrenses. En caso de duda de si el delito es común o militar, se considerará delito común. Sólo en caso de conflicto armado internacional, y en la forma dispuesta por la ley, éstos tribunales podrán tener jurisdiccional sobre personas civiles y militares retirados” (Art. 174 CN). 6.4 Facultades Disciplinarias:Las facultades disciplinarias –que algunos indebidamente denominan “jurisdicción disciplinaria”- que la ley otorga al juez, tienen su fundamento en el Principio de autoridad de que se halla investigado por su posición de preeminencia en el desarrollo del proceso. La potestad judicial se halla dirigida a sancionar la conducta indebida en que pueden incurrid las partes, los auxiliares de la Justicia y demás personas en los procesos, que implique faltar al deber de respecto debido a la autoridad o dignidad de los magistrados, funcionarios, litigantes y abogados, como así también la alteración del buen orden y el decoro a los que debe subordinarse la actuación de las personas ante los estrados judiciales. Estas facultades del juez tienen en mira garantizar el buen funcionamiento de la administración de justicia. Las mismas no deben confundirse con la atribución, que también tiene para sancionar la mala fe y el ejercicio abusivo del Derecho. Las normas de carácter disciplinario tienen como contenido axiológico el orden. Se dictan para asegurar el ordenado desenvolvimiento de la función jurisdiccional. El derecho disciplinario presupone jerarquía y subordinación. Quien tiene la potestad jerárquica puede imponer formas de conducta previstas en la ley, para asegurar el cumplimiento de la misma. Pero en todo caso, la disciplina está jerárquicamente subordinada ala ley. No es posible, so pretexto de disciplina, cometer una injusticia, la jurisdicción no se justifica por el orden sino por la justicia, dice COUTURE, quien agrega: Esta jurisdicción es Derecho Administrativo o Derecho Penal. Es decir, que no estamos ni ante una típica jurisdicción, de acuerdo al concepto desarrollado, ni tampoco ante una actividad típica del Poder Judicial, aunque éste necesite realizarla para cumplir su función específica. Más precisamente, es entonces, cabría hablar de una potestad o facultad disciplinaria que las leyes acuerdan a los jueces y tribunales, y les permite imponer impone sanciones administrativas y penales correctivas a los funcionarios, las partes, los profesionales, los auxiliares de la Justicia y los terceros en el desarrollo de defensa. La determinación de la sanción o corrección disciplinaria que corresponde aplicar en casa caso, constituye una situación de hecho que el juez debe apreciar según las circunstancias.El juez no pude decretar otras sanciones disciplinarias distintas a las establecidas en la ley, y las mismas no tienen el carácter de pena con el alcance establecido por el Código Penal.La sanción se aplica mediante resolución fundada. La sanción disciplinaria no puede cumplirse mientras no quede firme la resolución que la dispuso. 7. Jurisdicción Arbitral: En la jurisdicción arbitral el órgano jurisdiccional es privado. Se lo designa por acuerdo de partes. Estas, además, deben ponerse de acuerdo para someter el conflicto a la decisión de dicho órgano, pueden también existir alguno casos de arbitraje obligatorio, es decir establecidos en la ley. Las partes tienen libertad para establecer el procedimiento y si así no lo hacen existen procedimientos tipo fijados en la ley (Libro V del Código Procesal Civil, Ley Nº 12879/02), en los reglamentos de los Centros de Arbitraje que, generalmente, forman parte de las Cámaras de Comercio, o en convenios internacionales. Esa jurisdicción privada ha tenido un renovado auge en todos los países para resolver conflictos entre personas del mismo país o de diversos países, por considerarse, muchas veces más eficiente que la justicia ordinaria. 8. Jurisdicción Voluntaria:Dice COUTURE que un texto antiguo (Digesto I, 16, 2), con más fortuna de la merecida, denominó jurisdicción voluntaria a los procedimientos judiciales seguidos sin oposición de parte y en los cuales la decisión del juez no causa perjuicio a terceros. La denominación jurisdicción voluntaria proviene de Roma, en donde se consideraba que la Justicia actuaba, en este caso, “inter volentes”,

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es decir, entre personas que no disputaban ni litigaban, sino que en principio estaban de acuerdo en lo que querían. En consecuencia, quedaba excluida la contienda, lo contencioso.El fenómeno jurisdiccional típico busca resolver un conflicto, tutelar un derecho, contra la voluntad del que supuestamente lo desconoce, mediante una decisión susceptible de pasar a autoridad de cosa juzgada. La denominada jurisdicción voluntaria no es jurisdicción, tampoco es voluntaria. No es jurisdicción porque no está dada para el cumplimiento de aquella finalidad como algo característico de ella. Tampoco es voluntaria porque la intervención del juez se halla impuesta por la ley.Los actos de la jurisdicción voluntaria son considerados actos de naturaleza administrativa, que deben ser cumplidos por los órganos de la jurisdicción judicial, p/ej.: juicio sucesorio, mensura, beneficio de litigar sin gastos, disolución de la comunidad conyugal, discernimiento de tutela, juicio de insania, rectificación de las partidas del Registro del Estado Civil, matricula de comerciantes, etc. Si se considera el llamado juicio sucesorio, se puede advertir que el que lo promueve no sostiene una pretensión dirigida contra una persona determinada. Simplemente pretende acreditar el fallecimiento del causante y el vínculo que lo une a él o el interés que tiene, de suerte que reconociéndose el vínculo o el interés el juez le adjudique ciertos bienes o derechos. Sin embargo, al notar el legislador que este juicio podría ser susceptible de originar cuestiones controvertidas, y que en él se afectan aspectos relativos al derecho de familia y al estado de las personas, atribuye su conocimiento al Poder Judicial, por estimarlo el más idóneo para el caso.En relación al aspecto formal del procedimiento, en él no existen propiamente partes procesales, sólo interesados. El peticionante no pide algo contra otro, tampoco algo que pueda ser perjudicial a alguien. El juez no decide un conflicto. Se trata sólo de un funcionario público que controla, verifica, autentica, pero no decide un litigio, una controversia, o una pretensión insatisfecha de una parte frente a la otra. La resolución que se dicta no es una sentencia. No tiene la cualidad de la cosa juzgada. Es simplemente una providencia que constituye una situación jurídica que puede ser modificada si cambian las circunstancias (rebús sic stantibus) o se suscita alguna controversia. En nuestro régimen legal se prevén casos en que el proceso voluntario puede transformarse en contencioso, si se produce alguna controversia. En la jurisdicción voluntaria se cumple una función típicamente administrativa que, dados los intereses en juego y para otorgar mayor seguridad, se confía al Poder Judicial. La razón por la que se somete al conocimiento de los órganos jurisdiccionales judiciales ciertas cuestiones, debe hallarse en motivos circunstanciales y contingentes, porque según el lugar y el momento el legislador puede estimar prudente o conveniente encomendar una determinada actividad al poder jurisdiccional judicial. En este sentido, sostiene GUASP que “solamente podría alegarse que existen justificaciones de oportunidad en cada país y en cada época aconsejan que las tareas de la jurisdicción voluntaria permanezcan, como hasta aquí, atribuidas a órganos jurisdiccionales, cuando las funciones públicas no reconocen ningún conjunto de órganos más idóneos para ocuparse de la jurisdicción voluntaria, ésta queda fundada en esa razón, puramente contingente, de la dificultad de encontrar solución mejor para su regulación”. No obstante, algunos autores, sobre todo italianos (Carnelutti, Capelletti) sostienen que el fin de la jurisdicción no es solo la composición de la litis sino también su prevención. Y ella se encuentra en el negocio que le sirve de materia, admitiendo que el proceso voluntario es tan jurisdiccional como el ejecutivo. 9. Contienda de Jurisdicción: Se denomina contienda de jurisdicción al conflicto que se suscita entre un órgano jurisdiccional y otro con jurisdiccional no judicial, en el que ambos se consideran competentes para conocer un determinado asunto.Se diferencia de la contienda de competencia porque ésta supone una controversia exclusivamente entre órganos del Poder Judicial. En el caso que se produzca una contienda de jurisdicción debe, en nuestro derecho, entender en única instancia la Corte Suprema de Justicia, conforme al art. 28 inc. e) del COJ, que en forma inapropiada y comprensivamente habla de la contienda de competencia refriéndose también a las contiendas de jurisdicción.La Constitución atribuye a la Corte Suprema de Justicia competencia para “entender en las contiendas de competencias entre el Poder Ejecutivo y los gobiernos departamentales y entre éstos y los municipios (art. 259 inc. 9 CN).Por su parte, la Ley que organiza la Corte Suprema de Justicia le otorga atribución para “conocer y decidir de conformidad con la ley, en única instancia, en los conflictos de jurisdicción; en las contiendas de competencia entre el Poder Ejecutivo y los Gobiernos Departamentales y entre estos entre sí; entre los Gobiernos Departamentales y las Municipalidades, y las suscitadas entre éstas. Igualmente decidirá las contiendas de competencia entre los fueros civil y militar” (Art. 3, inc. h) Ley 609/95).

Lección 6 ORGANOS DE LA JURISDICCION. PODER JUIDICIAL. ARBITRAJE:

Primera sección: 

1. Poder Judicial:El Poder Judicial es el poder del Estado al que se le asigna en la Constitución la función jurisdiccional. La constitución señala: “La administración de justicia está a cargo del Poder Judicial, ejercido por la Corte Suprema de Justicia, por los tribunales y por los juzgados, en la forma que establezcan esta Constitución y la Ley” (Art. 247, 2º p. CN).“El Poder Judicial es el custodio de esta Constitución. La interpreta, la cumple y la hace cumplir” (Ar. 247, 1er. P. CN).La Constitución, a semejanza de las demás constituciones americanas que se inspiraron en la de los Estados Unidos de América, instaura en el capitulo III del Título II referido a la Estructura u Organización del Estado, el Poder Judicial de la república. No obstante que la función esencial del Poder Judicial sea la jurisdiccional, éste también cumple una función administrativa en cuanto realiza nombramientos, impone sanciones, dispone compras, efectúa gastos, etc., es decir administra.Cumple, a su vez, una función legislativa, en cuanto dicta resoluciones (no jurisdiccionales), acordadas, instrucciones de servicio, etc., que, en rango inferior a la ley, obligan, con carácter generala los jueces, a los funcionarios judiciales, a los auxiliares de la Justicia, a las partes y a terceros vinculados a la jurisdicción. 2. Independencia Judicial:La Constitución consagra la independencia del Poder Judicial como una garantía para el correcto ejercicio de la función jurisdiccional. Ella establece: “Queda garantizada la independencia del Poder Judicial. Sólo éste puede conocer y decidir en actos de carácter contencioso” (Art. 248, 1º p. CN).La independencia que deben tener entre si los tres poderes clásicos del Estado, formulada por el Barón de Brede y Montesquieu, no debería ser considerada en términos absolutos. Debe hallarse signada por la mutua colaboración y el recíproco contralor entre los mismos, con el objeto de cumplir los fines del Estado.Independencia significa que los jueces y tribunales tengan la más absoluta garantía para que puedan decidir las cuestiones sometidas a su conocimiento, con total libertad de los otros poderes del Estado, de los otros funcionarios y de cualquier otra persona u organización. Sólo en estas condiciones los jueces podrán dictar una sentencia que verdaderamente sea la expresión de la Justicia. La Constitución instituye que “en ningún caso los miembros de otros poderes, ni otros funcionarios, podrán arrogarse atribuciones

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judiciales que no estén expresamente establecidas en esta Constitución, ni revivir proceso fenecidos, ni paralizar los existentes, ni intervenir de cualquier modo en los juicios. Actos de esta naturaleza conllevan la nulidad insanable” (Art. 248, 2º p. 1ª p. CN).A su vez la ley dispone: “Los que atentasen contra la independencia del Poder Judicial y a la vez de sus magistrados, quedarán inhabilitados para ejercer toda función pública por cinco años consecutivos, además de las penas que fije la ley” (Art. 248, 3º p. CN).El Poder Judicial, a través de los jueces y tribunales, tiene la facultad de interpretar y aplicar la ley al caso concreto sin intervención ni injerencia de ningún otro poder del Estado. Es más, la Corte, máximo órgano judicial, puede declarar la inaplicabilidad (inconstitucionalidad) de una ley dictada por el Congreso que sea contraria a la Constitución (art. 260, inc. 1) CN). Sin embargo, el Congreso por una ley no podría desconocer los efectos de una sentencia que tenga la cualidad de la cosa juzgada. Todos los actos del Poder Ejecutivo son susceptibles del control judicial, mientras que los actos jurisdiccionales no pueden ser revisados por aquél. La independencia no significa irresponsabilidad; por ello los jueces son pasibles de sanciones en caso de desvío de sus funciones, porque al final el motivo de dotar al Poder Judicial de independencia, así como de establecerse deberes y responsabilidades, es lograr una mejor Justicia.3. Sistemas de Selección de Magistrados:Nadie podría dudar acerca de que el ejercicio de la función judicial debe estar confiado a los mejores. Una Justicia confiable, manejada por personas probas, es la mejor garantía para los habitantes del país y para aquellos de otros países que deseen venir a trabajar e invertir en el nuestro tan necesitado de ello. Todas las personas deben contar con garantías suficientes para poder prosperar razonablemente, confiando en la seguridad que le pueda otorgar un eficiente servicio de Justicia.Siendo así, la tarea de selección de los magistrados, sin duda, es de la mayor importancia y ella ha sido constitucionalmente confiada al Consejo de la Magistratura. Este es el organismos constitucional que cumple la tarea especial de seleccionar las ternas de candidatos para ocupar cargos en el Poder Judicial de la República (Arts. 262, 263 y 264 CN).Generalmente, los países optan, para la selección de sus magistrados, por uno de estos dos sistemas: el de la carrera judicial o el de la libre elección de los jueces. 3.1. Sistema de la Carrera Judicial:En virtud del mismo el magistrado realiza una verdadera “carrera” a través de los distintos cargos de la judicatura. La persona que desee prestar servicios en la administración de justicia ingresa al Poder Judicial asumiendo las funciones de menor relevancia y, luego, con el tiempo, la experiencia y los méritos va paulatinamente ascendiendo. En esta carrera no debería obviarse la realización de evaluaciones periódicas, de tal manera que el ascenso no se produzca por el sólo paso del tiempo sino que sea el resultado de una antigüedad calificada. Este sistema, a su vez debe estar complementado con la preparación previa a través de la Escuela Judicial, que fue implantado constitucionalmente por el Art. 265 de la CN.3.2. Sistema de la Libre Elección:En este sistema se nombra magistrado a los abogados de mayor experiencia, capacidad, méritos y aptitudes morales para llenar los cargos judiciales. De este modo, se obtiene –dicen los partidarios de este sistema utilizado generalmente en los países anglosajones- una magistratura elevada y seleccionada, nada de burocracia y rígida como serían los magistrados de carrera.La elección corresponde al Ejecutivo con intervención del Congreso, lo cual podría entre nosotros dar lugar a pensar en influencias políticas lo que, sin embargo, de dichos países no existe o es menos significativa. Debe reconocerse que, aún con sus falencias, ellos tienen una mejor Justicia, aunque nosotros podamos presumir, en algunos casos, de contar con mejores técnicos.3.3. Sistema Mixto:Existen además otros sistemas denominados mixtos, como los empleados en Brasil y España, en los que no obstante una carrera de la magistratura, se reserva una parte de los cargos para ser ocupados por destacados abogados, profesores universitarios y juristas de nota. 4. El Juez:4.1. Concepto: El juez es la persona investida por el Estado con potestad jurisdiccional. Su misión, dice ALSINA, no puede ser ni más augusta ni delicada. Al juez está confiada la protección del honor, la vida y los bienes de las personas. La delicada magistratura que ejerce, le obliga al juez a cumplir puntillosamente los deberes que le son propios, bajo la responsabilidad que establecen las leyes.De acuerdo con la tradición histórica iberoamericana el título de juez fue otorgado por primera vez en el Fuero Juzgo, al magistrado con potestad de juzgar.4.2.1. Dedicación Exclusiva: Los jueces deben dedicarse a sus funciones de manera exclusiva y excluyente.La única excepción a la prohibición constituye la posibilidad del ejercicio de la docencia o la investigación científica a tiempo parcial. La Constitución prescribe: “Los magistrados no pueden ejercer, mientras duren en sus funciones, otro cargo público o privado, remunerado o no, salvo la docencia o la investigación científica, a tiempo parcial. Tampoco pueden ejercer el comercio, la industria o actividad profesional o política alguna, ni desempeñar cargos en organismos oficiales o privados, partidos, asociaciones o movimientos políticos” 8Art. 254 CN).4.2.2. Sedentarismo: Los jueces sólo pueden ejercer sus funciones dentro de la circunscripción territorial establecida como sede del respectivo juzgado o tribunal, salvo los casos de excepción establecidos para la realización de alguna determinada diligencia, v.g.: reconocimiento judicial, declaración testifical, etc.La excepción a esta regla la constituyen los jueces itinerantes que van cubriendo las vacancias temporales que se van produciendo en los juzgados y tribunales hasta que sean designados los nuevos magistrados. 4.2.3. Inamovilidad: Los magistrados, establece la Constitución, son inamovibles en cuanto al cargo, la sede, o al grado, durante el término para el cual fueron nombrados. No pueden ser trasladados ni ascendidos sin su consentimiento previo y expreso. Son designados por períodos de cinco años, a contar desde su nombramiento. Los magistrados que hubiesen sido confirmados por dos períodos siguientes al de su elección, adquirirán inamovilidad en el cargo hasta el límite de edad establecido para los ministros de la Corte Suprema de justicia (75 años9 (art. 252 CN).Todos los magistrados integrados del Poder Judicial gozan de la garantía que supone la inamovilidad. Esta puede ser relativa o absoluta. Es relativa durante el término para el cual fueron nombrados, es decir cinco años. Es absoluta cuando hayan sido confirmados por dos períodos. (arts. 252 y 8 de las Disposiciones Finales y Transitorias CN) (Art. 19 Ley 609/95 que Organiza la Corte Suprema de Justicia). 4.2.4 Permanencia: Los jueces son funcionarios permanentes, es decir, no se hallan designados para la atención sólo de determinados casos. En este sentido, debe recordarse que por la Constitución nadie, en nuestro país, puede ser juzgado por tribunales especiales (art. 17, inc. 3) in fine CN).Permanencia, sin embargo, no significa que no se pueda cambiar o sustituir a los jueces por motivos diversos, tales como jubilación, límite de edad, fallecimiento, renuncia, remoción o falta de confirmación). 4.2.5. Letrado. Constituye un requisito para la designación del juez que éste posea el título de abogado, en razón de que ello hace presumir el conocimiento de las ciencias jurídicas, que resulta indispensable para el desempeño de su labor profesional. Con relación a los jueces de la Corte Suprema de Justicia se requiere el título de Doctor en derecho. Los jueces de paz, hasta ahora, no

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necesitan título de abogado, aunque de hecho estos cargos, casi en su totalidad, se hallan cubiertos por abogados. Desde luego existe una fuerte corriente de opinión que en la próxima reforma el título profesional será un requisito para acceder al cargo de juez de paz. 4.2.6. Honorabilidad: A los jueces se le exige gozar de notoria honorabilidad. Significa que deben ser personas dignas por su moral, tanto en su vida privada como pública. Relata CALAMANDREI en su libro “Elogio a los jueces escrito por un abogado” que en alguna ciudad de Holanda viven en oscuras tiendas talladores de piedras preciosas. Todo el día trabajan, pesando en pequeñas balanzas de precisión, gemas tan raras, que bastaría una sola para sacarlos de su miseria; y cada tarde, cuando las han devuelto, fúlgidas a fuerza de pulido, a quien ansiosamente las espera, serenos comparecen ante ese mismo banco donde han pesado los tesoros de otros, ante su cena frugal y rompen sin envidia, con esas mismas manos que han lustrado ricos diamantes, el pan de la honesta pobreza. El juez vive también así”El juez debe ser digno, honesto, laborioso, prudente y sensato. ¿Significa pedir demasiado? Creo que no, los altos intereses que le son confiados no pueden exigir menos de ellos.4.2.7. Remuneración: El juez realiza un trabajo que debe ser remunerado. Esta remuneración por el desempeño de sus funciones se encuentra a cargo del Estado y no a cargo de los litigantes, como es el caso del arbitraje.La Constitución establece: “De la autarquía presupuestaria. El Poder Judicial goza de autonomía presupuestaria. En el Presupuesto General de Gastos de la Nación se le asignará una cantidad no inferior al tres por ciento del presupuesto de la Administración central. El presupuesto del Poder Judicial será aprobado por el Congreso, y la Contraloría General de la República verificará todos sus gastos e inversiones” (Art. 249 CN). 4.2.8. Funcionario Público: El juez es un funcionario público del Estado. No ejerce funciones privadas, lo cual también le diferencia del árbitro, que es nombrado por los particulares para dirimir conflictos. 5. Deberes: Si los jueces no cumplen los deberes que les impone el Código y loa Corte Suprema no ejercita a ese respecto adecuada y suficientemente su facultad –deber de Superintendencia-, el Código procesal se convierte en un instrumento perverso donde naufragan los mejores derechos, y se otorga carta de ciudanía procesal a la desidia grave, cuando no a la corrupción, dice ALLEN.Los deberes de orden general, a los que se encuentran sometidos los jueces, son: 5.1. Administrar JusticiaEl más importante deber que tiene los jueces es administrar justicia cada vez que sean requeridos al efecto.Se halla contemplado expresamente en la Constitución –aunque referido a las garantías constitucionales- cuando dispone: “Ningún magistrado que tenga competencia podrá negarse a entender en las acciones o recursos previsto en los artículos anteriores (Inconstitucionalidad, Habeas Corpus, Amparo y Habeas Data9, si lo hiciese injustificadamente, será enjuiciado y, en su caso, removido” (Art. 136, 1ª p. CN). Este deber es correlativo al derecho que tiene toda persona de acceder a la jurisdicción, a fin de que sus pretensiones sean resueltas conforme a derecho. 5.2. Juramento o Promesa: El juramento consiste en la declaración solemne que se formula responsabilizándose por su honor o por su credo religioso de cumplir bien y fielmente su cometido.En otro orden, se refiere también a la verdad de lo que dice, p/ej.: testigo.Los ministros de la Corte Suprema de Justicia prestarán juramento ante el Congreso al asumir sus cargos. Los integrantes de los demás tribunales y de los juzgados lo harán ante la Corte Suprema de justicia.El juramento o promesa es una formalidad previa cuya omisión produce la nulidad de las resoluciones. 5.3. Cumplir los Plazos:Las causas judiciales deben ser resueltas dentro de los plazos procesales establecidos en la Ley (art. 162 CPC), y en orden en que hayan quedado en estado de resolver (Art. 15 inc. a) in fine CPC)Para lograr el cumplimiento de este deber el Código regula el recurso de queja por retardo de justicia (arts. 412 y sigtes. CPC), que en la práctica no dio el resultado que se pretendió obtener mediante la innovación introducida.Un método más efectivo podría consistir en aplicar al juez moroso una multa por día de retraso, cuyo importe sea destinado, por ejemplo, al mejoramiento de los institutos penales tan faltos de recursos.5.4. Funda las Resoluciones:Los jueces deben fundar las resoluciones, definitivas e interlocutorias, en la Constitución y en las leyes, conforme a la jerarquía de las normas vigentes y al Principio de congruencia, bajo pena de nulidad. Los jueces deben cumplir inexorablemente con este imperativo que es de rango constitucional en nuestro derecho positivo, en razón de que la Constitución dispone: “Toda sentencia judicial debe estar fundada en esta Constitución y en la ley”, (Art. 256, 2º p. 1ª p. CN).Esto es consecuencia del sistema democrático de gobierno, en el cual la soberanía reside en el pueblo y los jueces administran justicia como depositarios de parte de esa soberanía.Los jueces no pueden ser irresponsables; se debe tener la posibilidad cierta de controlar sus actos, su honestidad y su capacidad y una de las formas de conseguirlo es imponiendo la motivación de las sentencias. Por ello el principio se halla consagrado en las Constituciones de los países democráticos.La decisión no sólo debe ser justa sino que debe demostrar que los es. Debe, como quiere CALAMANDREI, justificar la razonabilidad de la orden frente a los justiciables, en el sentido de que es derivación razonada del derecho vigente y no el mero producto de la voluntad discrecional del juez. El deber de fundar los fallos que tienen los jueces constituye una garantía contra la arbitrariedad judicial, sancionada con la nulidad y pasible, en su caso, de revisión por inconstitucionalidad.5.5. Resolver conforme a la Ley:Tiene fundamento en la máxima latina “dura lex sed lex”, según la cual la misión del juez es aplicar la ley, cualquiera sea su opinión particular que sobre ella pueda tener. El juez debe juzgar de acuerdo con la ley, pero no lo es dado juzgar la ley.Ello no significa que siempre deba aplicar la ley literalmente, sino interpretarla de acuerdo con los principios de hermenéutica jurídica. Pero cuando la Ley es clara y precisa no caben interpretaciones que, en tales casos, sólo sirven para desvirtuar el propósito del legislador.El juez, al aplicar la ley, debe observar lo dispuesto en la Constitución que dice: “De la Supremacía de la Constitución. La ley suprema de la República es la Constitución. Ésta, los tratados convenios y acuerdos internacionales aprobados y ratificados, las leyes dictadas por el Congreso y otras disposiciones jurídicas en inferior jerarquía, sancionadas en su consecuencia, integran el derecho positivo nacional en el orden de prelación enunciado. Quienquiera que intente cambiar dicho orden, al margen de los procedimientos previstos en esta Constitución, incurrirá en los delitos que se tipificarán y penarán en la ley. Esta Constitución no perderá su validez si dejara de observarse por actos de fuerza o fuera derogada por cualquier otro medio distinto del que ella dispone. Carecen de validez todas las disposiciones o actos de autoridad opuestos a lo establecido en esta Constitución” (Art. 137 CN).Esta norma constitucional concuerda con el C. Civil que, a su vez, expresa: “Si una cuestión no pueda resolverse por las palabras ni por el espíritu de los preceptos de este Código, se tendrán en consideración las disposiciones que regulan casos o materias análogas, y en su defecto, se acudirá los principios generales del Derecho” (Art. 6, 2º p. CC).

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5.6. Observar los Principios dispositivos y de congruencia:En virtud del principio la actividad jurisdiccional, en materia procesal civil, no puede funcionar de oficio y requiere siempre la actividad de parte para iniciar, impulsar o eventualmente terminar el proceso. El Principio dispositivo se halla expresamente consagrado en el Código Procesal Civil, al disponer: “La iniciativa del proceso incumbe a las partes. El juez sólo lo iniciará cuando la ley así lo establezca” (Art. 98 CPC).A su vez, cuando establece las formalidades que deben contener la sentencia, referidas a la decisión expresa, positiva y precisa, de conformidad a las pretensiones deducidas en juicio, calificadas según correspondiera por la Ley (Art. 159, inc. e) 1ª p. CPC).El juez debe observar el Principio de congruencia que consiste en la obligada conformidad de la sentencia con la demanda, la contestación y la reconvención, en su caso, en cuanto a las personas, el objeto y la causa. El juez no puede apartarse de los términos en que ha quedado planteada la litis en la relación procesal. Con expresa el aforismo, el juez debe resolver “secundum allegata et probata”. (Estos principios ya fueron desarrollados en la lección 4, ap. 13 y 16).5.7. Dirigir el Proceso: El juez, en términos generales, está facultado para dirigir el proceso que, como anota LASCANO, no sólo importa procurar que se observen los trámites legales, sino que se haga en forma ordenada y eficiente para que se cumpla el fin del proceso. 5.8. Asistir a las Audiencias:En virtud de la vigencia del Principio de inmediación se pretende que el juez tenga una permanente vinculación con los sujetos y elementos que intervienen en el proceso, a los efectos de conocer e interiorizarse personal y directamente de todo el material de la causa. En las audiencias se desarrolla una de las principales partes del proceso una vez trabada la litis: la prueba. LASCANO dice que la asistencia personal del juez a la audiencia tiene importancia capital, y razón tiene pues si el juez no ve ni oye directamente a las partes, a los testigos , a los peritos, etc., no puede adquirir la impresión directa y personal imprescindible para apreciar en su justo valor los elementos de convicción producidos. Pero bien se sabe que, en la realidad, la mayor de las veces se quebranta la inmediación, produciéndose una delegación indebida de atribuciones, generalmente en el actuario o en otros funcionarios inferiores, quienes son los que efectivamente llevan a cabo audiencias. De este modo, la asistencia del juez a las audiencias se convierte en excepción, no obstante, la falta sea sancionado por ley con la nulidad del acto. Como ocurre con todas las nulidades procesales se trata, sin embargo, de una nulidad relativa, razón por la cual no proceder su declaración en el supuesto que la irregularidad fuere consentida en forma expresa o tácita o porque no se promueva el respectivo incidente dentro del plazo de cinco días subsiguientes al conocimiento del acto viciado (Art. 114, inc. b) CPC).5.9. Concurrir al Despacho:Los jueces deben concurrir a sus despachos en el horario establecido para atender los asuntos a su cargo.De acuerdo con el Código de Organización Judicial los jueces deben dar audiencia todos los días hábiles, las que serán públicas, salvo que por razones de moralidad o decoro fuera necesaria o conveniente la reserva (Art. 196, 1ºp. COJ).6. Derechos: 6.1. Administrar Justicia:De la misma manera que los jueces se encuentran obligados, en virtud del deber de jurisdicción, a administrar justicia, en forma correlativa tienen el derecho de hacerlo. Esto constituye, además de un derecho del juez, una garantía para los justiciables, en razón de que de este modo funciona el principio del juez natural y se vedan los juicios especiales.Siempre que no correspondan las causas de apartamiento (recusación y excusación), deben respetarse la jurisdicción y la competencia de los jueces y tribunales, porque constituyen una garantía para las personas y para la correcta prestación del servicio de justicia. Esta garantía se completa con la posibilidad que se acuerda al juez, para plantear, cuando corresponda, una contienda de competencia, a fin de reclamar la competencia que se pretende en un asunto determinado. Consecuencia de este derecho es también la imposibilidad de confiar a órganos no jurisdiccionales la función de juzgar, lo cual sería inconstitucional.6.2. Remuneración: Los jueces tienen derecho a una remuneración adecuada, lo que significa una garantía de idoneidad y de independencia personal. El Código del Trabajo establece: “Todo trabajo debe ser remunerado. Su gratuidad no se presume” (Art. 12 CT) Gozan de la asignación que se establece en el Presupuesto General de la Nación. La remuneración debe contener todas las mejoras consiguientes, como prestaciones asistenciales, familiares, vacacionales. Etc. Esto es, las que correspondan a la moderna seguridad social, debiendo rodearse al magistrado de las condiciones de una vida digna, adecuada a la jerarquía de su cargo. Como, así también la posibilidad de la jubilación, el derecho a la vivienda y al descanso.6.3. Respeto y Consideración: Los jueces tiene derecho a ser tratados con consideración, ya que la magistratura es una dignidad, por lo que debe garantizársele el debido respeto, en especial por las partes y abogados. Para su efectivización, en caso de violación, se establecen las facultades disciplinarias (Art. 17 CPC y Arts. 236 y 232 incs. a) y c) COJ).6.4. Inmunidad: Los magistrados judiciales gozan de inmunidad, en cuya virtud por disposición constitucional, ningún magistrado podrá ser acusado o interrogado judicialmente por las opiniones emitidas en el ejercicio de sus funciones. No podrá ser detenido o arrestado sino en caso de flagrante delito que merezca pena corporal. Si asi ocurriese, la autoridad interviniente debe ponerlo bajo custodia en su residencia, comunicar de inmediato el hecho a la Corte Suprema de Justicia y remitir los antecedentes al juez competente (art. 255 CN).Los que atentasen contra la independencia del Poder Judicial y la de los magistrados, quedarán inhabilitados para ejercer toda función pública por cinco años consecutivos, además de las penas que fije la ley (Art. 248, 3º p. CN)7. Responsabilidad: 7.1. Responsabilidad civil:Se entienden por responsabilidad la situación jurídica derivada de una acción u omisión ilícitas, que consiste en el deber de reparar el daño causado.Los jueces no están excluidos de la regla en virtud de la cual todas las personas deben responder de sus actos. Los mismos no se hallan exentos de responsabilidad; antes bien son tantos o más responsables que el común de las personas, en su carácter de funcionarios públicos. La responsabilidad de los jueces deriva del incumplimiento de sus deberes o del ejercicio irregular de sus facultades. En consecuencia, no son responsables cuando su conducta se ha ajustado a lo que disponen las leyes.El incumplimiento o el ejercicio irregular, el hecho o la omisión, cualquiera de ellos pueden producir la responsabilidad. No es indispensable que exista dolo, es decir el incumplimiento deliberado; basta la simple culpa o negligencia para que se produzca la responsabilidad del juez, conforme a los principios generales de la responsabilidad civil, consagrados en nuestra legislación en los arts. 1833, 1834, 1842 y 1845 y conc. del CC)Corresponde distinguir la responsabilidad de los jueces por los actos ejecutados con motivo del ejercicio de su función pública y los que son ajenos a ella.

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En la primera hipótesis, el juez responde como funcionario público; en la segunda como simple particular. En aquella, la responsabilidad personal del funcionario es sin perjuicio de la responsabilidad subsidiaria del Estado, de acuerdo con la Constitución, que dispone: “Responsabilidad del funcionario y del empleado público. Ningún funcionario o empleado público está exento de responsabilidad, En los casos de transgresiones, delitos o faltas que cometieren en el desempeño de sus funciones, son personalmente responsables, sin perjuicio de la responsabilidad subsidiaria del Estado, con derecho de éste de repetir el pago de lo que llegase a abonar en tal concepto” (Art. 1845 CC).La disposición constitucional concuerda con lo dispuesto sobre el particular en el C. Civil, que preceptúa: “Las autoridades superiores, los funcionarios y empleados públicos del Estado, de las Municipalidades y de los entes del Derecho Público serán responsables en forma directa y personal por los actos ilícitos cometidos en el ejercicio de sus funciones. Los autores y coparticipes responderán solidariamente. El Estado, las Municipalidades y los entes de Derecho Público responderán subsidiariamente por ellos en caso de insolvencia de éstos” (Art. 1845 CC).De acuerdo con las normas mencionadas la responsabilidad del funcionario público funciona en primer término y la del Estado en forma subsidiaria, vale decir, en segundo lugar para garantizarla y hacerla efectiva en el supuesto de que aquél no pueda resarcir el daño o sea insuficiente el resarcimiento. La solución de los pleitos, la valoración de la prueba y la interpretación de la ley son materias opinables. Siendo así, no se podría hacer responsable a los jueces por una decisión razonablemente fundada en la Constitución y en la ley, de acuerdo a lo establecido en el Art. 256, 2º. P de la CN, aunque la misma haya sido objeto de recursos y revocada por errónea por el superior. Las injusticias o los errores que el juez pueda cometer en un proceso deben ser corregidos del modo indicado en el Código Procesal: mediante los recursos. Estos son los medios para impugnar las decisiones judiciales y conseguir la reparación de los agravios y perjuicios ocasionados. En estos casos, el juez no incurre en responsabilidad, haya hecho o no uso el agraviado de esos recursos. No obstante, puede acontecer que el recurso no sea el remedio apropiado en razón de que el mandato judicial ya se cumplió, p/ej.: medidas cautelares; o es improcedente porque la decisión es irrecurrible, p/ej.: resoluciones de 2ª instancia que no admiten recursos o d ela Corte Suprema de Justicia. En estos supuestos, el juez incurrirá en responsabilidad civil po0r tratarse de la primera hipótesis de un hecho consumado, o porque la autoridad de la cosa juzgada o la preclusión en su caso en la segunda, impedirán la reparación del agravio en el mismo proceso, y, en consecuencia, el juez o el tribunal, en su caso, estarán obligados a hacerlo. Si se causa un daño ilegítimo, ni la cosa juzgada, ni la preclusión serán impedimentos para que se reclame la reparación y el resarcimiento. De allí el Código Procesal Civil establece que la cosa juzgada o la preclusión no obstan a la demanda de responsabilidad (Art. 16, 2ªp. CPC).Las demandas resarcitorias deben ser promovidas ante el fuero civil y comercial, que es el tenido por competente en estos casos. El C.O.J., por su parte, dispone que en las acciones contra los funcionarios públicos, derivados del ejercicio de funciones, será competente el juez de su domicilio legal (Art. 14, 2º p. COJ).7.2. Responsabilidad Penal:Los jueces también están sujetos a la responsabilidad penal, derivada de la comisión de delitos calificados como tales en el Código Penal. Las sanciones pertinentes se hallan prescriptas en el Código penal, siendo competentes los juzgados ordinarios de la justicia criminal.7.3. Responsabilidad Disciplinaria:Lo expresado precedentemente es sin perjuicio de la responsabilidad disciplinaria a la que se hallan sometidos los jueces, en virtud de los Arts. 259 inc. 1) 1ª p. de la CN., y 232 y 234 del COJ, y que lo hacen pasibles de amonestaciones, apercibimiento, multas y suspensión temporaria que no exceda de un mes. (Ver ley de la Función Pública).8. Designación:Designar significa destinar a una persona, o cosa, para determinado fin.Los ministros de la Corte Suprema son designados a través del Consejo de la Magistratura que propone las ternas de candidatos, previa selección basada den la idoneidad, con consideración de méritos y aptitudes, que eleva a la Cámara de Senadores para que ésta los designe, con acuerdo del Poder Ejecutivo (art. 264, inc. 1) CN).Los miembros de los tribunales y juzgados de toda la República serán designados por la Corte Suprema de Justicia, a propuesta en terna del Consejo de la Magistratura (Art. 251 CN).9. Incompatibilidades:La incompatibilidad es la imposibilidad legal, basada es una prohibición, de desempeñar o hacer dos cosas a un mismo tiempo.Dispone la Constitución: “Los magistrados no pueden ejercer, mientras duren en sus funciones, otro cargo público o privado, remunerado o no, salvo la docencia o la investigación científica, a tiempo parcial. Tampoco pueden ejercer el comercio, la industria o actividad profesional o política alguna, ni desempeñar cargos en organismos oficiales o privados, partidos, asociaciones o movimientos políticos” (Art. 254 CN).10. Remoción:La remoción consiste en destituir de su cargo a un funcionario.De acuerdo con la Constitución los ministros de la Corte Suprema de Justicia sólo pueden ser removidos por juicio político (Art. 261, 1ª p. CN). Estos “sólo podrán ser sometidos a juicio político por mal desempeño de sus funciones, por delitos cometidos en el ejercicio de sus cargos o por delitos comunes. La acusación será formulada por la Cámara de Diputados por mayoría de dos tercios. Corresponderá a la Cámara de Senadores, por mayoría absoluta de dos tercios, juzgar en juicio público a los acusados por la Cámara de Diputados y, en su caso, declararlos culpables, al sólo efecto de separarlos del cargo. En los casos de supuesta comisión de delitos, se pasaran los antecedentes a la justicia ordinaria” (Art. 225 CN).Los demás magistrados judiciales, miembros de los tribunales de apelación, electorales y de cuentas, jueces y quienes ejercen el Ministerio Público como agentes fiscales, “sólo podrán ser enjuiciados y removidos por la comisión de delitos, o mal desempeño en sus funciones definidos en la ley, por decisión de un Jurado de Enjuiciamiento de Magistrados. Este será integrado por dos ministros de la Corte Suprema de Justicia, dos miembros del Consejo de la Magistratura, dos senadores y dos diputados; estos cuatro últimos serán abogados. La Ley regulará el funcionamiento del jurado de Enjuiciamiento de Magistrados” (Art. 253 CN).La Ley Nº 1084/97 regula el procedimiento para el Enjuiciamiento y Remoción de los Magistrados.11. Cesación:La cesación consiste en dejar de desempeñar algún empleo o cargo.Los ministros de la Corte Suprema de Justicia y los demás magistrados del Poder Judicial cesaran en el cargo cumplida la edad de setenta y cinco años (art. 261, 2ª p. CN).El límite de edad establecido es una cuestión de política legislativa. Algunas personas a dicha edad, sobre todo con el avance de la ciencia médica, se encuentran todavía lúcidas y sanas para ejercer su profesión; obviamente, otras no. Por ello, la realización de un examen médico completo y periódico, puede indicar, de una mejor manera y más científica, la aptitud física y mental de una persona para poder desempeñar el cargo.12. Excusación y Recusación:12.1 Conceptos:El régimen legal previsto en el Código Procesal Civil se funda en la garantía constitucional consagrada en el art. 16 de la Constitución, de

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que toda persona tiene el derecho de ser juzgada por jueces independientes e imparciales. La previsión legal está dirigida a evitar cualquier sospecha sobre l objetividad de la actuación judicial. Excusarse significa apartarse el juez espontáneamente del conocimiento de un proceso de su competencia, en razón de existir una causa de impedimento legal. La excusación constituye un deber pero también un derecho de todo juez.La excusación se encuentra tratada en primer lugar en la ley, antes de la recusación, porque debe ser el juez quien, ante todo y antes que cualquier otra persona, deba manifestar si existe alguna causa, razón o motivo que le impida actuar con absoluta independencia e imparcialidad, apartándose del caso sin esperar que la parte lo recuse. La recusación es la facultad acordada a las partes para, mediante su separación, impedir que un juez o ciertos auxiliares de la jurisdicción intervengan en un proceso. Tanto la recusación como la excusación provocan una alteración en el régimen de la competencia de los jueces por razón del turno, produciéndose un desplazamiento de la competencia.12.2. Causas:El Código Procesal Civil en el art. 20 establece los muy variados motivos que pueden dar lugar a la recusación o excusación. Las causales, según el precepto, se extienden también al cónyuge del juez, mientras no se halle divorciado y comprende a las partes, sus mandatarios o letrados.La enumeración no es taxativa ya que el art. 21 del Código Procesal Civil admite la posibilidad de otros motivos de excusación y, por extensión, de recusación. El juez deberá manifestar siempre circunstanciadamente la causa de su excusación. Si no lo hiciere, o si no fuere legal la invocada, el juez o conjuez reemplazante deberá impugnarla pasando directamente el incidente al superior, quien lo resolverá sin sustanciación en el plazo de cinco días, expresa el art. 22 del CPC.La recusación es una facultad inherente a la calidad de parte; de allí que corresponde su ejercicio a todo aquel que con dicha calidad intervenga en el proceso.Puede ser ejercido también por los apoderados o representantes legales, sin necesidad de facultad o poder especial, por cuanto el poder conferido para un juicio autoriza a ejercer todos los actos del proceso, salvo que en virtud de la ley se requiera poder especial como es el caso del art. 884 del CC.12.2.1. Parentesco: El parentesco se determina por las normas del CC. establecidas en los arts. 249 y siguientes. Debe incluirse como causal válida el parentesco por adopción. No será motivo de excusación o recusación el parentesco con otros funcionarios que intervengan en cumplimiento de su deber (Art. 21 2! P. CPC).12.2.2. Interés. Sociedad: El juez no puede ser juez y parte, es decir, debe ser imparcial. El interés en el pleito o en otro semejante puede ser directo o indirecto y existe siempre que el juez o los parientes comprendidos con él, pueden beneficiarse o perjudicarse con el resultado del mismo. La “affectio societatis” puede inducir la decisión del juez, aunque en las sociedades anónimas 8asociaciones de capital) se entiende que no existe, por ello se las excluye como causal de excusación, ya que las mismas se constituyen “intuitu rei” y no “intuitu personae”.12.2.3. Pleito Pendiente: Cualquiera sea la situación procesal del juez, o la de sus parientes, como actor demandado o tercero interesado y la naturaleza del proceso, ya que el pleito supone siempre un conflicto de intereses que puede comprometer el sentido de la decisión.12.2.4. Acreedor, deudor o fiador: las circunstancias señaladas son personales, consecuentemente no incluye a los parientes. 12.2.5. Denuncia o acusación: la denuncia o acusación debe versar sobre la autoría, complicidad o encubrimiento en la comisión de un delito, cualquiera sea su naturaleza. Sin embargo cátedra entiende que cualquier denuncia del que pudiera derivar una sanción punitiva como sería el caso de una denuncia al magistrado ante la corte suprema de justicia por mal desempeño, o ante el jurado de enjuiciamiento de magistrados por algunas de la causales previstas para el enjuiciamiento, deben ser consideradas causales validas porque sin dudas que llevan a un estado del espíritu adverso hacia la persona que le haya denunciado. 12.2.6. Prejuzgamiento: configuran esta causal el haber sido defensor, o haber emitido opinión o dictamen, o dado recomendaciones acerca del pleito, antes o después de comenzado.12.2.7. Beneficio: se refiere no sólo a beneficios de orden material sino cualesquiera otros que objetivamente apreciados puedan comprometeré la gratitud del juez.12.2.8. Tutela. Curatela. Adopción: A los supuestos mencionados expresamente en la ley, referido a ser o haber sido tutor o curador, o haber estado bajo la tutela o curatela, debe agregarse el haber sido adoptante o adoptado. 12.2.9. Amistad Intima: no basta la simple amistad consecuencia de una relación de conocimiento.12.2.10. Enemistad Manifiesta: La enemistad debe resultar de actos directos. Graves y manifiestos. 12.2.11. Decoro o Delicadeza: a los efectos de asegurar a las partes el máximo de imparcialidad, el Código Procesal Civil establece en el art. 21 otras causas fundadas en motivos graves de decoro y delicadeza.Las razones que pueden dar lugar a estos otros motivos de excusación son limitadas, pueden adquirir los más variados matices en razón de que, finalmente, serán las consecuencia de la mayor o menor sensibilidad y estimación del juez en relación con las personas y el “tema decidendum”.12.3. Recusación Sin Expresión de Causa:La recusación sin expresión de cusa constituye una garantía de imparcialidad respecto de situaciones de difícil previsión en el texto de la ley. Tiene la loable finalidad de sustraer a los litigantes de la potestad de los malos jueces que no gozan de la absoluta confianza de aquéllos.La antigua leyes españolas (Fuero Juzgo, Fuero Real, Partida III, Título IC, Ley 22) permitían la recusación sin expresión de causa, siendo suficiente que se alegara su existencia y se jurara que no se actuaba de mala fe. Procede, al igual que la recusación con causa, en toda clase de procesos sean ellos contenciosos, voluntarios, ordinarios, ejecutivos, singulares o universales. El ejercicio del derecho de recusar sin expresión de causa tiene los siguiente Límites:12.3.1. En relación a los jueces: En primera instancia y en los tribunales de apelación: sólo un juez (puede ser recusado sin expresión de causa)12.3.1.1. Inadmisibilidad: Tanto al Ley 1084/97 de Enjuiciamiento de Magistrados, como la Ley 609/95 que Organiza la Corte Suprema de Justicia y la Ley 635/95 que reglamenta la Justicia Electoral, prohíben expresamente la recusación sin expresión de causa de los Miembros del Jurado de Enjuiciamiento de Magistrados, de los ministros de la Corte Suprema de Justicia y de los magistrados del fuero electoral.Los secretarios únicamente podrán ser recusados por las causas previas en el art. 20 del CPC (art. 39 CPC). El secretario del juez recusado debe ser reemplazado por un secretario del juez subrogante. 12.3.2. En relación a los juicios: Una sola vez en cada juicio. En el juicio de Amparo no procede la recusación, sin perjuicio del deber de excusación que tiene los jueces (Art. 586, 2ª p. CPC).12.3.3. En relación a la oportunidad procesal: 12.3.3.1. Actor: deberá presentar la recusación al entablar la demanda o en su primera presentación. 12.3.3.2. Demandado: en su primera presentación antes o al tiempo de contestar la demanda o de oponer excepciones en el juicio ejecutivo, o de comparecer a la audiencia señalada como primer acto procesal. 

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La recusación sin expresión de causa es independiente de la recusación con causa. De ello resulta que no se pueda deducir cualquiera de ellas, habiéndose hecho uso o no de la otra, mientras la intervención del juzgado no esté consentida, salvo que exista alguna casual sobreviniente, que siempre autoriza la deducción de la recusación con expresión de causa. Si el recusado fuere un juez de primera instancia, el precepto procesal previene que se pasen las actuaciones (el expediente9 sin más trámite “a más tardar dentro del día siguiente”, vale decir, el juez recusado debe apartarse de seguir entendiendo en la causa donde se produjo la recusación en forma inmediata, absteniéndose de seguir entendiendo en la misma. Cuando la recusación se produce en la Corte Suprema o en el Tribunal, los autos deben pasar de inmediato al Presidente del órgano respectivo, para que se pueda cumplir con el trámite necesario para la pronta integración con el respectivo sustituto. El hecho de haberse producido la recusación no implica que se suspenda el proceso. Por ello la norma procesal previene que no se suspende el trámite de la causa, los plazos, ni el cumplimiento de las diligencias ordenadas por el juez recusado. 12.4. Recusación Con Expresión de Causa:La causal de recusación, cuando es con causa, debe ser invocada concretamente, ser real y seria y no creada artificiosamente. Los vicios procesales y los errores de hecho y de derecho de las resoluciones en que puede incurrir el juez, no constituyen causas de recusación, pudiendo dar lugar a los recursos correspondientes. En relación a la oportunidad de ejercer la recusación con expresión de causa, el Código Procesal Civil dispone: “El actor deberá ejercer la facultad de recusar al entablar la demanda o en su primera presentación; y el demandado, en su primera presentación, antes o al tiempo de contestarla, o de oponer excepciones en el juicio ejecutivo, o de comparecer a la audiencia señalada como primer acto procesal. Los jueces de la Corte Suprema y de los tribunales de apelación, únicamente podrán ser recusados dentro de tercero día desde la notificación de la primera providencia que se dicte. Si la causal fuera sobreviviente, sólo podrá hacerse valer dentro de los tres días de haber llegado a conocimiento del recusante y antes de quedar el expediente en estado de sentencia. Dentro del mismo plazo podrá recusarse al juez o miembro de un tribunal que intervenga en el proceso en sustitución de un magistrado recusado, cuya designación se hará saber por cédula” (Art. 27 CPC).La recusación se deducirá ante la Corte Suprema de Justicia o tribunal de apelación, cuando se trate de uno de sus miembros, o ante el juez recusado. En el escrito se expresará la causa de la recusación y se propondrá y acompañará, en su caso, toda la prueba de que el recusante intentara valerse (Art. 29 CPC). El “in fine” de la mencionada norma procesal dispone que no se admitirá la prueba confesoria, obviamente de manera impropia, porque lo que la ley prohíbe es la absolución de posiciones, no la confesión del recusado que podrá producirse o resultar, y será plenamente válida, en el informe que aquél debe presentar.Si el escrito de recusación no cumpliere con los requisitos pertinentes o si el mismo fuere presentado fuera de las oportunidades previstas, la recusación será rechazada sin darle curso por el tribunal competente para conocer en ella. Siendo así, el primer análisis que corresponde realizar es que el escrito de recusación haya cumplido las condiciones de oportunidad y forma, pudiendo ser rechazado “in limine” (Art. 30 CPC)Corresponde dejar en claro que la recusación con expresión de causa, a diferencia de la recusación sin expresión de causa, puede ser ejercida las veces que las mismas sobrevengan o lleguen a conocimiento de las partes en el curso del proceso. Tampoco se halla limitada en cuanto al número de veces en cada juicio o en cuanto al número de los integrantes de los órganos colegiados.Tanto ante la Corte Suprema de Justicia como ante los tribunales de apelación, la recusación de sus miembros no implica que la causa principal se paralice. La misma debe continuar su trámite con los restantes jueces hábiles, si existe mayoría absoluta. Pero el órgano judicial debe estar plenamente integrado en oportunidad de pronunciarse en el incidente de recusación o en la cuestión principal. El Código Procesal Civil establece el sistema de la subrogación legal, de modo que se sabe de antemano qué juez sustituye al que se aparta del conocimiento de un asunto. Esta sustitución automática, en virtud de la ley, que establece el pase de un juez a otro, y así sucesivamente, constituye una garantía. El Tribunal competente sólo hace lugar o no a la recusación pero no indica qué otro tribunal ha de entender, pues éste está prefijado en la ley. De este modo se respeta el principio de juez natural.En algunos países existe como causal de apartamiento del juez de la causa, el hecho de producirse el vencimiento del plazo que la ley le otorga al magistrado para dictar sentencia. Se trata de un caso de pérdida automática de competencia. En nuestro país establece la Ley N° 1.500/99 “QUE REGLAMENTA LA GARANTÍA CONSTITUCIONAL DEL HÁBEAS CORPUS”, Artículo 17.- Pérdida automática de la competencia. Cuando el Juzgado no dicte sentencia en el plazo previsto por esta ley, deberá hacerlo, de pleno derecho y en el mismo plazo, el que le siga en orden de turno, y así sucesivamente, sin trámite alguno. Igual principio regirá para la segunda instancia. La pérdida de competencia por mora en más de una oportunidad será causal de remoción”.-12.5. Ataques u Ofensas al Juez: Los ataques u ofensas inferidos al juez después que hubiera comenzado a conocer del asunto en ningún caso serán causas de recusación (art. 23, 2º p. del CPC).Se previene el supuesto de que por este deleznable medio de atacar u ofender al juez natural de la causa se pretenda maliciosamente apartarlo de su conocimiento, con el objeto de obstaculizar el proceso o encontrar otro juez más condescendiente.13. Jueces Técnicos y Jurados: Se denomina jueces técnicos aquellos que han cursado estudios de Derecho, es decir, a los que han obtenido el título de abogado. Por el contrario, los jueces no técnicos o legos son los que carecen del referido estudio.En los países regidos por el “civil law” el temperamento predominante es que los jueces deben ser técnicos en Derecho. No obstante, existen algunos legos, como en nuestro país los jueces de paz, aunque ese criterio vaya desapareciendo.La justicia lega se manifiesta sobre todo a través de la institución de los Jurados establecida para resolver cuestiones de hecho. Este sistema se halla difundido en los países del “common law”, en los que se la considera una garantía. Esta forma de administrar justicia se basa en la idea de que las personas comunes pueden apreciar los hechos sin necesidad de contar con conocimientos especializados.Se designa un jurado por cada juicio, generalmente por sorteo, y producida la confirmación o no del hecho que establece el jurado dictando su veredicto, el juez técnico aplica el Derecho en la sentencia. El sistema tuvo su razón en la época medieval como reivindicación del derecho de los señores para ser juzgados por sus pares, lo cual suponía una garantía de justicia. El juzgamiento por jurados existió en el Paraguay con la vigencia de la Constitución de 1870. Fue dejado sin efecto con la sanción de la Constitución de 1940.Por la Enmienda VII de la Constitución de los Estados Unidos de América se acuerda a las personas el derecho al juicio de jurados (trial by jury) en todos los litigios mayores de veinte dólares. El jurado funciona especialmente en materia penal. En materia civil, aun cuando hay una fuerte tendencia a ser dejada de lado, todavía se lo sigue utilizando.En los tribunales populares de los regímenes totalitarios son utilizados jueces legos sobre todo para entender en situaciones especiales, con lo que se viola el principio del juez natural que constituye una garantía fundamental de las personas. La idea de integrar ciertos tribunales con otras personas además de los jueces técnicos. p/ej.: los tribunales de menores con médicos,

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psicólogos y asistentes sociales, los tribunales laborales con representantes del grupos de interés (México, Brasil) etc., no resulta del todo conveniente, porque dichas personas no deberían actuar en el rol de jueces, sino sólo en carácter de asesores del órgano judicial.14. Tribunal Unipersonal o Colegiado: La organización de la administración de justicia puede estructurarse con tribunales unipersonales o colegiados. A favor del sistema unipersonal se argumenta que con él, se obtiene una mayor economía de tiempo, gastos y esfuerzos, y que la responsabilidad del juzgador queda bien definida y no se diluye ni confunde. Los que sostienen la prevalencia del sistema colegiado consideran que se logra una mejor justicia, con menos margen de error, lo cual es el resultado no sólo del mayor número de jueces sino también de la mayor deliberación que se produce para dictar el fallo.Lo importante, cuando se trata de un tribunal colegiado, es que éste funcione realmente como tal, de modo que todos sus integrantes tengan las mismas funciones, y la deliberación se realice efectivamente y no mediante la sola adhesión al voto de un preopinante, que es el único que se informa del expediente, o por relatores que hacen el trabajo del juez y éste sólo pina en base a los mismos. En la mayoría de los países se utiliza el sistema unipersonal para todos los tribunales de primera instancia y el sistema colegiado para los tribunales superiores y la Corte Suprema de Justicia. 15. Instancia Única o Múltiple:La administración de justicia puede ser organizada mediante un orden jerárquico de tribunales, con potestad de revisar las resoluciones dictadas por el tribunal o juez de inferior jerarquía. A su vez, puede también organizarse un orden único de jueces y tribunales cuyas resoluciones interlocutorias no sean susceptibles de revisión, en tanto que las sentencias definitivas pueden solamente ser objetos de recursos extraordinarios, p(ej.: casación.En el primer supuesto nos encontramos ante un ordenamiento jurisdiccional de instancia múltiple, y en el segundo, de instancia única. Los que sostienen la prevalencia del primer sistema se fundan en que: a) El error es propio del ser humano, por lo que la apelación es necesaria para que el error, de haber ocurrido, pueda ser corregido.b) la apelación es resuelta por jueces de mayor capacidad y experiencia.c) Los tribunales de segunda y tercera instancia están constituidos por un colegiado, vale decir por varios magistrados, lo que posibilita la discusión y mejor examen de las cuestiones litigiosas.d) la apelación da seguridad a las partes, por la intervención de otros jueces en el mismo asunto.e) la posibilidad de revisión de sus fallos vuelve circunspectos y prudentes a los jueces.La organización judicial de nuestro país se estructura sobre la base de instancia múltiple.Por su parte, los partidarios de la instancia única sostienen: a) que la razón de la instancia múltiple reside en la imperfección de la organización de la justicia, de tal manera que corregida ésta por una mayor cultura judicial, una mejor selección de los jueces, etc., la instancia múltiple carecería de razón.b) con la instancia única se obtiene mayor celeridad procesal.c) la justicia es menos onerosa con una sola instancia.d) se priva a los litigantes de mala fe de la chicana de la apelación maliciosa, tan frecuente en la práctica tribunalicia donde se la utiliza como ardid para entorpecer y dilatar los juicios.En algunos países donde la instancia única funciona debidamente, como Gran Bretaña, su éxito radica principalmente en tres motivos: a) una excelente selección de jueces de gran moralidad e incuestionable versación jurídica; b) un ambiente socio-político respetuosa de la función, persona e independencia del magistrado; y c) una adecuada remuneración de los jueces. 16. Auxiliares del Tribunal:El tribunal necesita auxiliares para cumplir acabadamente su función, que implica la realización de múltiples tareas. En virtud de lo delicado de las mismas, vinculadas al servicio de justicia, la ley previene también a éstos auxiliares de ciertos requisitos, garantías, derechos y deberes. La expresión Auxiliares del Tribunal incluye dos categorías de personas: los funcionarios y empleados judiciales, y los asesores y representantes de las partes, abogados y procuradores.Dentro de la primera categoría, es decir, los funcionarios al servicio de la Justicia, encontramos, a su vez, dos órdenes diferentes de servidores: los que componen el oficio judicial, es decir, los empleados permanentes del Poder Judicial, y los que no realizan labor permanente al servicio del tribunal, si no que son nombrados para cada caso especial: peritos, oficiales de justicia, rematadores, etc. Ninguno de éstos ejerce, obviamente, la función jurisdiccional. 16.1. Secretario: El Secretario o Actuario es el funcionario judicial que tiene como principal cometido oficiar de auxiliar del juez, refrendado y autenticando las actuaciones y ejerciendo la jefatura de la oficina judicial o secretaría. Etimológicamente el vocablo secretario deriva del latin “secretum-i” (secreto); de allí que se lo conozca como confidente, depositario de secretos. Los secretarios son los principales auxiliares de los jueces y tribunales, constituyéndose en lo colaboradores más importantes y directos de los mismos. Las funciones de los secretarios están especificadas en la ley, si bien es cierto que la mayor de las veces desempeña, indebidamente, funciones que exceden el marco de la misma, para de hecho participar de otras, p/ej.: tomar declaraciones en audiencias llevadas a cabo en las secretarías por ante sí.Los principales actos que le están encomendados son los de documentación, colaborando de este modo en la organización del proceso: recepción de escritos poniendo los cargos, notificaciones personales en el expediente, redacción de oficios, custodia de los sellos, documentos y expedientes, foliar estos últimos, etc.Le corresponde, a su vez, refrendar con su firma las actuaciones y resoluciones del órgano judicial. Esta intervención tiene por objeto certificar sobre el hecho de haber sido dictadas por los jueces y sobre la autenticidad de la firma de quien suscribe. Tiene en el ejercicio de sus funciones responsabilidad propia, y los actos en los que participa con su firma constituyen instrumentos públicos de acuerdo con el Art. 375, incs. b) y d) del C. Civil.De conformidad con los arts. 186 y 187 del COJ, (y el Manual de Funciones de la CSJ) los secretarios deben:a) asistir diariamente a su oficina, mantenerla abierta para el servicio público y permanecer en ella en las horas indicadas en el horario respectivo;b) recibir los escritos y documentos que presenten los interesados y poner los cargos con designación de fecha, hora y si llevan firma de abogado en su caso, y otorgar los recibos respectivos siempre que fuesen solicitados;c) presentar sin demora a los jueces los escritos, documentos, oficios y demás despachos referentes a la tramitación de los asuntos;d) organizar y foliar los expedientes a medida que se forman; e) asistir a las audiencias, acuerdos o informaciones orales, consignando, en su caso, el tiempo de su duración y redactando las actas, declaraciones, informes, notas y oficios; f) dar cuenta a los jueces del vencimiento de los plazos que determinan la prosecución de oficio de los asuntos o causas; g) refrendar las actuaciones, providencias, resoluciones y sentencias expedidas por los jueces y tribunales;h) hacer saber la providencia, resoluciones y sentencias a las partes que acudiesen a la oficina a tomar conocimiento de ellas, anotando en

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el expediente las notificaciones que hicieren;i) guardar la debida reserva de las actuaciones cuando lo requiera la naturaleza de la misma, o sea ordenada por los jueces y tribunales;j) dar conocimiento de los expedientes o procesos archivados en sus oficinas a las personas que, teniendo interés legítimo, lo solicitaren; k) custodiar el sello de los juzgados o tribunales, así como los documentos y expedientes que tuviesen a su cargo, siendo responsable de su pérdida, uso indebido, mutilación o deterioro;l) tener a su cargo la urna para sorteos y llevar en buen orden los libros que prevengan los reglamentos;ll) intervenir en el diligenciamiento de las ordenes judiciales referentes a la extracción de dinero u otros valores de los bancos; m) dar debido cumplimiento a las demás órdenes expedidas por los jueces o tribunales; yn) desempeñar las funciones indicadas en las leyes y acordadas. Los secretarios tienen la obligación de presentar a la Oficina de Estadística los documentos que deben anotarse en la misma. Los expedientes o escritos se presentaran en la fecha expresada en los cargos, y las sentencias definitivas o interlocutorias se presentarán inmediatamente después de firmadas y numeradas. Es también obligación del secretario en cuya oficina radiquen los autos, dar el juez o tribunal respectivo que ha transcurrido el plazo para que se produzca la caducidad de la instancia (art. 172, 2ª o. CPC).Los secretarios, al igual que los jueces, deben separarse por propia iniciativa de todos aquellos asuntos en que existan motivos de excusación. La ley pretende que los litigantes tengan absoluta garantía y tranquilidad en la tramitación de los procesos. Se aplican a los secretarios, en lo pertinente, la disposiciones del Código Procesal Civil referidas a la excusación y recusación de los jueces. La recusación contra los secretarios permitida es sólo la que lleva la expresión de la causa que lo motiva. Siendo así, no se admite la recusación sin expresión de causa de los secretarios. Deducida la recusación del secretario quedará de inmediato separado del expediente, por la aplicación analógica del art. 34 del CPC referida a los jueces, debiendo el juez informarse sumariamente sobre el hecho en que se funda, y sin más trámite dictará resolución, que será irrecurrible (art. 39 CPC).La recusación del secretario no impide la tramitación de la causa, la cual debe continuar su curso con el secretario reemplazante. La resolución que se dicta sobre la recusación del secretario será irrecurrible, pero es admisible el recurso de aclaratoria dado el fin práctico que persigue dicho remedio procesal.16.2. Ujier: Es el funcionario encargado de practicar las notificaciones en los domicilios de las personas que intervienen en los juicios. Sus obligaciones, atribuciones y funciones están previstas en los arts. 188 y 189 del COJ (y en el manual de funciones de la CSJ).En las secretarías existen otros funcionarios con categoría de ujieres llamados Oficiales de Secretaría a cuyo cargo se hallan las notificaciones efectuadas personalmente en el expediente en la secretaría (art. 133 in fine CPC)16.3. Oficial de Justicia:El Oficial de Justicia, antiguamente denominado “Alguacil”, es el ejecutor material de las ódenes del juez.Tiene a su cargo diligenciar los mandamientos de embargo y otras medidas ordenadas por los jueces, p/ej.: desalojos, desapoderamientos de bienes, etc., sus atribuciones y obligaciones se hallan enunciadas en los arts. 171 y 172 del COJ.Debe observarse que los oficiales de justicia no son funcionarios de la administración de justicia, ya que ejercitan su función como profesionales independientes, auxiliares de justicia, como así también los peritos, interventores, administradores judiciales, etc.

17. Circunscripciones Judiciales:La finalidad de contar con zonas regionales judiciales es lograr una administración de justicia que sea capaz de responder con eficiencia y rapidez a los requerimientos de las personas que habitan esos lugares, de modo tal que se cumpla un efectivo acceso a la justicia.

Ellas son los siguientes: Circunscripciones del Paraguay

• Primera CircunscripciónCapital

• Segunda CircunscripciónGuairá 

• Tercera CircunscripciónItapúa

• Cuarta CircunscripciónConcepción

• Quinta CircunscripciónAmambay

• Sexta CircunscripciónAlto Paraná

• Séptima CircunscripciónCaaguazú

• Octava CircunscripciónÑeembucú

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• Novena CircunscripciónMisiones

• Décima CircunscripciónParaguarí

• Décima Primera CircunscripciónCaazapá * 

• Décima Segunda CircunscripciónSan Pedro * 

• Décima Tercera CircunscripciónCordillera * 

• Décima Cuarta CircunscripciónPresidente Hayes * 

• Décima Quinta CircunscripciónCanindeyú * 

18. Ministerio Público.18.1. Concepto: La Constitución incorpora el Ministerio Público al Poder Judicial con las características de una magistratura particular, con autonomía funcional y administrativa. En el proceso civil cumple una función de cooperación con la función judicial coadyuvando para su mejor desenvolvimiento.En la legislación y en la doctrina, moderna la tendencia propende a la eliminación de su actuación dentro del proceso civil, porque su función estaría sobrepuesta a la judicial en razón de que los jueces tienen sus mismas facultades, salvo el Ministerio Pupilar y el de la Defensa Pública. No acontece lo mismo en el proceso penal en el cual se la considera insustituible, en razón de la estructura del proceso, la función cumple y porque los fines públicos del mismo son más trascendentes. Por ello, en el proceso penal se ha llegado prácticamente a suprimir la iniciativa privada, sustituyéndola por la actividad del Ministerio Público a través del fiscal. La actuación del fiscal en materia penal asegura la estructura contradictoria del proceso y garantiza, de este modo, la imparcialidad del juez. Los funcionarios que integran el Ministerio Público no tienen dentro del proceso facultades de decisión, ya que ellas corresponden, de manera exclusiva, al juez o tribunal. La Constitución en el capítulo III Poder Judicial, Sección IV, trata el Ministerio Público, estableciendo su función y composición: “El Ministerio Público representa a la sociedad ante los órganos jurisdiccionales del Estado, gozando de autonomía funcional y administrativa en el cumplimiento de sus deberes y atribuciones. Lo ejerce el Fiscal General del Estado y los agentes fiscales, en la forma determinada por la ley (Art. 266 CN).La Constitución establece los deberes y atribuciones del Ministerio Público:“1) velar por el respecto de los derechos y garantías constitucionales;2) promover acción penal pública para defender el patrimonio público y social, el medio ambiente y otros intereses difusos, así como los derechos de los pueblos indígenas;3) ejercer la acción penal en los casos en que, para iniciarla o proseguirla, no fuese necesaria la instancia de parte, sin perjuicio de que el juez o tribunal proceda de oficio, cuando lo determine la ley;4) recabar información de los funcionarios públicos para el mejor cumplimiento de sus funciones; y5) los demás deberes y atribuciones que fije la ley” (Art. 268 CN).El Ministerio Público es un órgano de justicia, pero no ejerce el poder jurisdiccional. Aunque pertenezca al Poder Judicial y se le reconozca a sus integrantes el carácter de magistrados no realiza función jurisdiccional. Sobre esto último existe discrepancia toda vez que se les ha negado el carácter de magistrados a la hora de adquirir la inamovilidad prevista para los magistrados, según un fallo reciente de la CSJ.Se discute la naturaleza del Ministerio Público. No hay acuerdo en saber si se trata de un órgano administrativo o judicial; así también cuál es su función dentro del proceso civil. Si el Ministerio Público es un órgano que ejerce funciones administrativas o judiciales, dependerá finalmente del ordenamiento de cada país.En varios países el Ministerio Público depende del Poder ejecutivo, precisamente del Ministerio de Justicia (Francia, Italia y casi todos los países de Iberoamérica), a diferencia de nuestro país y Argentina en los que integra el Poder Judicial.En cuanto a la función del Ministerio Público en el proceso la doctrina no ha logrado tener un criterio uniforme. Así algunos consideran que es un sustituto procesal, pues actúa en nombre propio, pero en defensa de un interés ajeno, sea del Estado, de la Sociedad o de un particular desamparado (ausente, incapaz, herencia yacente, etc.). Otros dicen que actúa deduciendo en juicio derechos sustanciales pertenecientes al Estado, por lo que en realidad no sólo es parte en el proceso, sino también en la relación sustancial que constituye el objeto de éste. Sostienen también que se trataría de un órgano especial, que no coincide ni con el juez, ni con la parte, por lo que no constituiría, entonces una parte procesal, sino una institución peculiar. CARNELUTII explica que cuando actúa como parte, se acerca a la figura del sustituto y cuando actúa como tercero, se asemeja más al interviniente, pero no coincide con ellos, manteniendo su fisonomía particular. 18.2. División: El Ministerio Público comprende: El Ministerio Fiscal, el Ministerio de la Defensa Pública y el Ministerio Pupilar.18.2.1. Ministerio Fiscal: Este ministerio tiene varias ramas: civil y comercial, penal, laboral, de la niñez y la adolescencia, de cuentas y electoral (agregándose a estos fiscalías especializadas en: medio ambiente, lavado de dinero, narcotráfico, etc.). Esta división no responde a una concepción distinta de sus funciones, sino a consideración prácticas. El Ministerio Fiscal en los Civil y Comercial debe velar por el respecto de las leyes que regulan la capacidad y el estado de las personas. También de las reglas que determinan la competencia de los jueces y otras que afectan al orden público y que, por ende, no podrían quedar

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al arbitrio de los particulares.Para las atribuciones del Discal General del Estado y de los agentes fiscales de cuentas, en lo civil y comercial, del trabajo, en lo penal y los procuradores fiscales (arts. 63 al 69 del COJ). El art. 274 de la Constitución establece las fiscalías del fuero electoral, reglamentado en los Arts. 21 al 24 de la Ley 635/95que reglamente la Justicia Electoral. El art. 218 de la Ley Nº 154/69 dispone que en caso de impedimento del Síndico General de Quiebras será sustituido por el Fiscal General del Estado. La acordada Nº 53 de fecha 26 de noviembre de 1985 establece que en las circunscripciones judiciales del interior de la República la sindicatura en las convocatorias de acreedores y quiebras es ejercida por los representantes del Ministerio Público de su respectiva jurisdicción.18.2.2. Ministerio Pupilar: se refiere a la representación de los menores e incapaces en los procesos; está a cargo velar por sus personas, sus derechos y sus bienes.18.2.3. Ministerio de la Defensa Pública: está desempeñado por los defensores y procuradores de pobres, ausentes e incapaces mayores de edad, los abogados del trabajo, los defensores de pobres en el fuero penal, y los auxiliares de la justicia de menores según el art. 70 del COJ. Los representantes del Ministerio Público son funcionarios públicos, entendiéndose por tales a toda persona que desempeña una función pública cualquiera sea su jerarquía. 18.3. Responsabilidad:Los funcionarios del Ministerio Público responden por el cumplimiento irregular de sus obligaciones legales. el incumplimiento puede ser por acción u omisión.Resulta lógico sostener que de acuerdo con los principios generales y las disposiciones legales existentes en la materia, la responsabilidad civil de los representantes del Ministerio Público se extiende, además de los casos de dolo o fraude, a los daños producidos por culpa o negligencia. Así como los sujetos están sometidos a la responsabilidad aquiliana (culpa aquiliana es la violación de un derecho ajeno, que engendra la obligación de repara el daño causado al extraño, con el cual no se tenía vinculación contractual), que es la establecida por el Código Civil como regla general, los funcionarios del Ministerio Público también lo están. Debe señalarse que la circunstancia de que el funcionario público haya obrado en cumplimiento de órdenes superiores, no excusa, en principio, su responsabilidad, pues cuando las mismas han sido impartidas en violación de la ley no obligan al subordinado, y menos aún en el caso de estos funcionarios ya que de acuerdo con el art. 266 de la Constitución, gozan de autonomía funcional y administrativa. Se extiende al Ministerio Público lo referido en cuanto sea pertinente acerca de la responsabilidad de los jueces, incluso, la responsabilidad penal y la disciplinaria.Los que ejercen el Ministerio Público como agentes fiscales pueden ser enjuiciados por ante el Jurado de Enjuiciamiento de Magistrados por la misma comisión de delitos o el mal desempeño de las funciones definidos en la Ley Nº 1084/97 de Enjuiciamiento de Magistrados.18.4. Recusación: Según el Código procesal Civil los representantes del Ministerio Público podrán ser recusados y deberán excusarse por las causas previstas para los jueces. El trámite será el establecido para la recusación de los jueces (art. 42 CPC).Al no existir normas expresas dentro del ordenamiento jurídico vigente, atributivas de la competencia para entender y decidir en las cuestiones de recusación de los miembros del Ministerio Público, por la interpretación sistemática y analógica de las normas de la Constitución, el Código de Organización Judicial y el Código Procesal Civil, la Corte Suprema de Justicia es el tribunal competente para conocer la recusación del Fiscal General, y que los tribunales de apelación de sus respectivos fueros a su vez son los competentes para entender en las recusaciones de los miembros del Ministerio Fiscal, Ministerio de la defensa Pública y Ministerio Pupilar.19. Defensa de los Intereses Difusos: Un tema que es tratado con mucho interés en el Derecho Procesal actualmente, por su amplia repercusión social, es del de protección de diversos intereses colectivos, no los públicos del Estado o de la sociedad como tal. Se conoce que existe una serie de intereses fragmentarios, de grupos intermedios que no tienen el carácter de personas jurídicas y que sin embargo actúan en la moderna sociedad caracterizada como sociedad de masas, de economía de consumo y de agresiones al medio ambiente.Este grupo de intereses no puede insertarse en una categoría precisa, porque son fragmentarios, supra-individuales y difusos, por cuya razón no responden a un grupo individualizable y jurídicamente, como sería el caso de las personas jurídicas o colectivas. Entre los intereses difusos se mencionan los del consumidor, de relevancia indudable en una época, como la actual, caracterizada como “sociedad de consumo”, los intereses espirituales, artísticos, históricos y culturales de la sociedad, y la defensa del medio ambiente.Cuestiones relevantes de orden procesal que plantea esta nueva temática se hallan referidas a la legitimación de las partes en el proceso, y a la cosa juzgada.En el Derecho comparado, dichos temas han tenido algunas respuestas. Así en la jurisprudencia del “commom law” de Estados Unidos de América se encuentra las denominadas acciones de clase (class actions), en cuya virtud se permite accionar en juicio a una persona en representación de un grupo de otros interesados de carácter colectivo o difuso. De este modo un consumidor se compró una mercadería podría promover un juicio contra una empresa, siendo su intervención considerada en “representación” de todos los que se encuentran en idéntica posición (clase) y, en consecuencia, el fallo alcance a todos aquellos, aunque efectivamente no litiguen.En Gran Bretaña se autoriza que una persona actúe como Attorney General, quien autorizado por éste, representa la causa pública o el interés general. En Francia se permite la actuación de asociaciones de interés público, inclusive en la defensa de quienes no integran la misma, lo cual constituye el aspecto innovador más importante en materia procesal. La acción popular constituye también la manifestación de este tipo de legitimación procesal. Quien la ejercita no es un legitimado por sí mismo, sino un reivindicador del interés público. En el sistema norteamericano “public interest”. En el Paraguay el Amparo es una acción popular (art. 134 CN).En Brasil esta acción, de rango constitucional, puede ser ejercida por cualquiera en defensa de un interés colectivo o difuso, el cual es calificador por Barboza Moreira como un derecho democrático de participación del ciudadano en la vida pública, basándose –dice- en el Principio de legalidad de los actos administrativos y en el concepto de que la cosa pública es patrimonio del pueblo. Este tipo de interés en el Paraguay es defendido por el Ministerio Público.En relación a la cosa juzgada como cualidad de la sentencia que se dicta en este tipo de proceso, conviene saber que valor tiene para quienes no actuaron como partes en le proceso o sólo aparecen “representados” sin su voluntad. Al respecto, se admiten que la sentencia dictada alcance a las personas que no han litigado y que se encuentra en la misma situación. El Anteproyecto de Código Procesal Modelo para Iberoamérica trata las cuestiones referidas a la legitimación y la cosa juzgada en los intereses difusos.

SEGUNDA SECCION:1. ARBITRAJE:

1.1. Concepto: El arbitraje, entendido como medio de dirimir conflictos, tiene larga data. Sin ir demasiado lejos, de la Ley de las XII Tablas en Roma pasó a las Partidas y a la Ley de Enjuiciamiento Civil de 1855 en España y de allí arribó al Río de la Plata y Paraguay. 

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En razón de que la justicia por mano propia no se halla permitida, la administración de justicia le corresponde al Estado. Pero no de manera exclusiva, porque las partes puedan someter la solución de ciertos conflictos a determinadas jueces: los jueces árbitros y arbitradores. El proceso arbitral es el que se sustancia ante los jueces y árbitros y arbitradores, quienes tienen competencia para conocer los conflictos que le son sometidos para su decisión, conforme a derecho o según la equidad. El arbitraje implica siempre un proceso desarrollado y resuelto por particulares que, como método de debate, presenta innegable ventajas respecto del proceso judicial. Las exposiciones de las partes se hacen generalmente en forma verbal y sin formalismos anacrónicos. No se exige la documentación y el acreditamiento de cada acto. La comunicación entre las partes y el juzgador es siempre directa, lo cual facilita las declaraciones, aclaraciones, revisiones de bienes en general y de documentos. Se realiza a puertas cerradas y sin acceso del público, lo que permite hablar con toda confianza llanamente sin protocolo y con cordialidad, incluso el laudo se mantiene en reserva. 1.2. Naturaleza. Fundamento Constitucional:La función que ejercen los jueces árbitros y arbitradores tiene naturaleza jurisdiccional. Dentro de nuestro ordenamiento jurídico los mismos integran el Poder Judicial de la República,En efecto, el Código de Organización Judicial establece: “El Poder Judicial ejerce la función jurisdiccional en los términos y garantías establecidos en el Capitulo IX de la Constitución Nacional” (Art. 1º, ley Nº 879/81).“El Poder Judicial será ejercido por …los Jueces Árbitros y Arbitradores” (Art. 2º, 9º p. ley 897/81).El Capitulo IX de la Constitución, que menciona la norma del COJ transcripta precedentemente, se refiere a la del año 1.967, equivalente a la Parte II, Cap. III de la Constitución actualmente vigente en la República desde el 20 de junio de 1.992.

La naturaleza jurisdiccional de la función arbitral tiene sustento constitucional en virtud de lo dispuesto en la ley suprema que estatuye: “Queda garantizada la independencia del Poder Judicial. Sólo éste puede conocer y decidir en los actos de carácter contencioso. En ningún caso los miembros de otros poderes, ni otros funcionarios, podrá arrogarse atribuciones judiciales que no estén expresamente establecidos en esta Constitución, ni revivir procesos fenecidos, ni paralizar los existentes, ni intervenir en cualquier modo en los juicios. Actos de esta naturaleza conllevan la nulidad insanable. Todo ello sin perjuicio de las decisiones arbitrales en el ámbito del derecho privado, con las modalidades que la ley determine para asegurar el derecho de defensa y las soluciones equitativas. Los que atentasen contra la independencia del Poder Judicial y la de sus magistrados, quedarán inhabilitados para ejercer toda función pública por cinco años consecutivos, además de las penas que fije la ley (Art. 248 CN).1.3. Alcance: La ley procesal ha reglamentado el alcance de la función jurisdiccional que ejercen los jueces árbitros y arbitradores. Las notas características de la mencionada reglamentación son: 1.3.1. Limitación exclusiva a conflictos de contenido patrimonial.1.3.2. Prohibición de someter ciertas contiendas a la decisión de árbitros y arbitradores, lo que constituye un complemento de la regla anterior.1.3.3. Determinación de la capacidad de las personas que pueden acudir al proceso arbitral.1.3.4. Régimen especial de recursos.1.3.5. Ejecución del laudo arbitral y resoluciones ejecutables por el juez de primera instancia en lo civil y comercial del fuero ordinario.1.4. Clases:El arbitraje puede ser de dos clases, según tenga como fuente la voluntad de las partes o la ley. 1.4.1. Arbitraje convencional: se produce cuando las partes convienen someter la decisión de sus controversias a un juicio arbitral. 1.4.2. Arbitraje legal: cuando la ley impone el arbitraje como medio de solución de un determinado conflicto, p/ej.: las cuestiones provenientes de daños causados por choques y abordajes (arts. 1624 y 1669, De los Derecho y Obligaciones que resultan de la navegación, del Código de Comercio); además ver Ley 1879/02 “De Arbitraje y Mediación”. El arbitraje convencional o el legal pueden ser ejercidos por jueces árbitros y arbitradores.2. Tribunal Arbitral: El tribunal arbitral puede estar integrado por jueces árbitros o arbitradores.2.1. Jueces árbitros: denominados árbitros de derecho (“iuris”). Deben resolver siempre conforme a Derecho.El procedimiento que deberá ser utilizado por los árbitros dependerá de lo que las partes o la autoridad nominadora hayan convenido acerca del mismo, de lo contrario se observaran las reglas prevenidas en la Ley 1879/02. Siendo así, habrá que distinguir: 2.1.1. Cuando las partes han pactado en forma expresa, deberán los árbitros utilizar el procedimiento convenido en las mismas (siempre en conformidad con la Ley 1879/02- art. 22).2.1.2. Si no existe convenio entre las partes sobre el procedimiento o éste es insuficiente, emplearan el establecido en le Ley 1879/02 (art. 22)2.2. Jueces arbitradores llamados también “amigable componedores”. Pueden resolver según la equidad (art. 248, 2º p. in fine CN).Los arbitradores o amigables componedores deberán ajustar su proceder: 2.2.1 A las reglas que pudieron haber convenido las partes.2.2.2. Cuando así no lo hubieran hecho, no estarán sujetos a reglas legales debiendo actuar de acuerdo con su ciencia y conciencia.2.3. Debido Proceso: Sean jueces árbitros o arbitradores y sea que el procedimiento se halle reglado o no, deberá respetarse la garantía constitucional del debido proceso, que consagra el derecho que tienen las partes de ser oídas y de producir prueba (art. 16 CN). 2.4. Falta de Acuerdo o Duda:Cuando las partes no hayan acordado en forma expresa las clases de jueces árbitros o arbitradores, o existiendo dudas sobre la intención de las mismas, la cuestión será sometida a un tribunal de jueces arbitradores. 2.5. Facultades:Los jueces árbitros y los arbitradores están ampliamente facultados para conocer, instruir y resolver la cuestión sometida a su decisión. También, las cuestiones incidentales y las conexas y todo lo relativo a la sustanciación de la causa. Antes de citar el laudo, en cualquier etapa del proceso arbitral, podrán intentar la conciliación de las partes.3. Objeto del Arbitraje: el art. 2º de la Ley Nº 1879/02 “De Arbitraje y Mediación” establece: “Objeto de arbitraje: Toda cuestión transigible y de contenido patrimonial podrá ser sometida a arbitraje siempre que sobre la cuestión no hubiese recaído sentencia definitiva firme y ejecutoriada. No podrán ser objeto de arbitraje aquellas en las cuales se requiera la intervención del Ministerio Público. El Estado, la entidades descentralizadas, la autárquicas y las empresas públicas, así como las municipalidades, podrán someter al arbitraje sus diferencias con los particulares, sean nacionales o extranjeros, siempre que surjan de actos jurídicos o contratos regidos por el derecho privado”.3.2. Excepciones: De acuerdo a la ley “De Arbitraje y Mediación” “..No podrán ser objeto de arbitraje aquellas en las cuales se requiera la intervención del Ministerio Público”. Lo que conlleva la nulidad en caso de su transgresión. En este sentido no se puede someter a arbitraje:3.2.1. Estado civil y capacidad de las personas: porque en estas cuestiones se halla interesado el orden público y se trata de derechos

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indisponibles, los cuales deben quedar sometidos a la justicia ordinaria del Estado.3.2.2. Bienes del Estado y las Municipalidades: sólo las cuestiones que surjan de actos jurídicos o contratos regidos por el derecho privado pueden ser sometidos al arbitraje (ver además: art. 248, 3º p. in fine CN).3.2.4. Testamentos: Fundado en que el régimen sucesorio se halla vinculado al orden público (en los juicios testamentarios tiene intervención el Ministerio Público), toda cuestión referida a la validez o nulidad de las disposiciones de última voluntad del causante, contenidas en un testamento quedan excluidas del arbitraje. 3.2.5. Transacción: El Código Civil establece: “No pueden transigirse sobre las relaciones de familia; o que se refieran a los poderes o estado derivadas de ellas, ni sobre derechos o cosas que no pueden ser objeto de los contratos, o que interesen al orden público o las buenas costumbres. Pueden ser transigidos los litigios sobre derechos patrimoniales subordinados al estado de las personas. O a los demás casos indicados, siempre que la transacción no comprenda el estado mismo o el hecho prohibido. En caso contrario, será nula por el todo” (Art. 1497 CC).-3.2.6. Código de Organización Judicial: El COJ, después de realizar la enumeración idéntica precedente agrega: “…e) en general, todas aquellas respecto de la cuales exista una prohibición especial, o en las que estén interesadas la moral y las buenas costumbres” (Art. 49, inc. e) del COJ).-4. Oportunidad: Las cuestiones que por su contenido pueden ser objeto de arbitraje podrán promoverse antes o después de haber sido deducidas en juicio ante la justicia ordinaria, cualquiera fuere el estado del mismo, mientras no se haya dictado sentencia definitiva. En el mismo sentido, el Código de Organización Judicial dispone: “Toda controversia entre partes, antes o después de deducida en juicio, y cualquiera sea el estado de éste, puede someterse a la decisión de jueces árbitros o arbitradores” (Art. 48, COJ y art. 2º ley Nº 1879/02).La regla es que en cualquier momento, siempre que exista acuerdo de partes, éstas podrán convenir, siempre que su objeto lo permita, que las controversias que puedan surgir entre las partes sean conocidas y decididas por jueces árbitros o arbitradores en un proceso arbitral. 5. Partes. Capacidad: Toda persona capaz que actúa por un derecho que le es propio puede someter a arbitraje cualquier cuestión transigible que tenga contenido patrimonial y no sea de la que expresamente se encuentran excluidas por la ley. La capacidad es la regla; la incapacidad, la excepción.El Código Civil reputa plenamente capaz a todo ser humano que tenga la mayoría de edad (18 años) y no haya sido declarado incapaz judicialmente. La incapacidad de derecho está referida al goce, a la titularidad de los derechos. La incapacidad de hecho, a su ejercicio. La incapacidad de hecho puede ser absoluta (art. 37 CC) o relativa (art. 38 CC). El Código Civil establece: “Por el contrato de transacción las partes, mediante concesiones recíprocas, ponen fin a un litigio o lo previene. Por medio de ella se pueden crear, modificar o extinguir, además, relaciones jurídicas diversas de las que fueron objeto del litigio o motivo de la controversia” (Art. 1495 CC).“Para transigir, las partes tiene que tener capacidad para disponer del derecho que es objeto de la controversia. En caso contrario la transacción será nula” (Art. 1496 CC). Para someter una cuestión a arbitraje actuando en representación de otra persona se requiere poder especial o cláusula especial (Art. 884 inc. c) CC).-6. Cláusula Compromisoria. Autoridad Nominadora:La cláusula compromisoria es el acuerdo en virtud del cual las partes se obligan a someter las eventuales diferencias que se suscitaren entre ellas a la decisión arbitral de jueces árbitros o arbitradores. Pueden incluirse en la misma otras cuestiones vinculadas a la forma y a las modalidades del arbitraje.También se podrá, y de ordinario deberán hacerse por su evidente conveniencia práctica, delegarse en un tercero, que puede ser una persona física o jurídica, todo lo referente a la designación de los árbitros y la forma de regular el arbitraje (todo ello conforme a las reglas establecidas en la ley de Arbitraje Nº 1879/02).El tercero designado por las partes que asume dichas funciones se denomina “autoridad nominadora”.Las partes pueden convenir la sujeción al juicio arbitral en el contrato que hayan suscripto reglando sus derechos, o en una cláusula especial del mismo denominada cláusula compromisoria. A su vez, podrán hacerlo en virtud de un acto separado del contrato mediante un documento en el que convengan someter la solución de sus diferencias al juicio arbitral de árbitros o arbitradores.La presentación de la demanda ante el tribunal ordinario faculta a la parte a oponer excepción de incompetencia, cuando ha sido pactada la competencia arbitral. La competencia arbitral es renunciable por las partes, la renuncia puede ser expresa o tácita; ésta última se producirá para el actor cuando promueva la demanda ante la justicia ordinaria, y para el demandado cuando no se opone en tiempo oportuno a la excepción de incompetencia.Los acuerdos de las partes relativos al arbitraje no requieren forma especial alguna, pudiendo formalizarse por instrumentos públicos o privados. También podrán hacerse por canje de cartas, telegramas colacionados, fax, correo electrónico, etc., u otros medios idóneos, de los que resulte en forma clara y fehaciente la voluntad de las parte de someterse a juicio arbitral.La validez de la cláusula compromisoria, la que no se halla sujeta a formas determinadas, puede probarse por todos los medios admitidos para la prueba de los contratos.Es importante advertir que en caso de duda sobre la competencia convenida por las partes para dirimir sus diferencias, debe primar la competencia ordinaria.7. Domicilio de los Jueces. Sede del Tribunal:Salvo acuerdo en contrario de las partes, ni la nacionalidad ni el domicilio serán obstáculos para el nombramiento de los árbitros. Para el ejercicio de sus funciones los árbitros extranjeros serán admitidos en el país como extranjeros residentes por el plazo de seis meses, pudiendo éste ser prorrogado por períodos similares (art. 13 Ley N1 1879/02);El art. 23 de la Ley de Arbitraje establece: “Lugar de arbitraje. Las partes podrán determinar libremente el lugar del arbitraje. En caso de no haber acuerdo al respecto, el tribunal arbitral determinará el lugar del arbitraje, atendidas las circunstancias del caso, inclusive las provenientes de las partes. Sin perjuicio de lo dispuesto en el párrafo precedente, el tribunal arbitral podrá, salvo acuerdo en contrario de las partes, reunirse en cualquier lugar que estime apropiado para celebrar deliberaciones entre sus miembros, para oír a los testigos, a los peritos o a las partes, o para examinar mercancías u otros bienes o documentos.8. Laudo: El laudo es el pronunciamiento definitivo dictado por el tribunal arbitral que decide el asunto sometido a su conocimiento.El art. 32 de la Ley Nº 1879/02 establece: •Normas aplicables al fondo del litigio. El tribunal arbitral decidirá el litigio de conformidad con las normas de derecho elegidas por las partes como aplicables al fondo del litigio. Se entenderá que toda indicación del derecho u ordenamiento jurídico de un estado determinado se refiere, a menos que se exprese lo contrario, al derecho sustantivo de ese estado y no a sus normas de conflicto de leyes. Si las partes no indicaran la ley aplicable, el tribunal arbitral aplicará la ley que determinen las normas de conflicto de leyes que estime aplicables. El tribunal arbitral decidirá en equidad sólo si las partes le han autorizado expresamente a hacerlo así. En el arbitraje de equidad, o de amigable composición, los árbitros no se encuentran obligados a resolver en base a las normas de derecho, sino que pueden hacerlo ”en conciencia” o “según su leal saber y entender”. En todos los casos, el tribunal decidirá con arreglo a las estipulaciones del contrato y tendrá en cuenta los usos mercantiles aplicables al caso”.

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El art. 33, establece: “Adopción de decisiones cuando haya más de un árbitro. En las actuaciones arbitrales en las cuales haya más de un árbitro, toda decisión del tribunal arbitral se adoptará, salvo acuerdo en contrario de las partes, por mayoría de votos de todos los miembros. Sin embargo, el árbitro presidente podrá decidir cuestiones de procedimiento, si así lo autorizan las partes o todos los miembros del tribunal. El Art. 34: “ Transacción y acuerdo conciliatorio. Si durante las actuaciones arbitrales, las partes llegan a una transacción o a un acuerdo conciliatorio que resuelva el litigio, el tribunal arbitral dictará un laudo o sentencia arbitral, en el que los homologará. El laudo en los términos convenidos se dictará con arreglo a lo dispuesto en el Artículo 36 y se hará constar en él que se trata de un laudo. Este laudo tiene la misma naturaleza y efecto que cualquier otro laudo dictado sobre el fondo del litigio. Las transacciones y acuerdos conciliatorios homologados por un tribunal arbitral, tendrán autoridad de cosa juzgada.Art. 35: “Suspensión de las actuaciones. Las partes tienen el derecho, en cualquier momento antes de dictarse el laudo, de decidir de común acuerdo suspender por un plazo cierto y determinado las actuaciones arbitrales.”Art. 36: “Forma y contenido del laudo o sentencia arbitral. El laudo o sentencia arbitral se dictará por escrito y será firmado por el árbitro o los árbitros. En actuaciones arbitrales con más de un árbitro bastarán las firmas de la mayoría de los miembros del tribunal arbitral, siempre que se deje constancia de las razones de la falta de una o más firmas. El laudo del tribunal arbitral deberá ser fundado, a menos que las partes hayan convenido otra cosa o que se trate de un laudo pronunciado en los términos convenidos por las partes conforme al Artículo 34. Constarán en el laudo la fecha en que ha sido dictado y el lugar del arbitraje determinado de conformidad con el Artículo 23. El laudo se considerará dictado en ese lugar. Después de dictado el laudo, el tribunal lo notificará a cada una de las partes mediante entrega de una copia firmada por los árbitros de conformidad con el presente artículo.Art. 37: Conclusión de las actuaciones. Las actuaciones arbitrales terminan: a) con el laudo o sentencia arbitral. b) por disposición del tribunal arbitral, cuando: 1. El demandante desista de su demanda, a menos que el demandado se oponga a ello y el tribunal arbitral reconozca un legítimo interés de su parte en obtener una solución definitiva del litigio. Dicha terminación impedirá al demandante reiniciar en el futuro el mismo proceso arbitral. 2. las partes acuerden dar por terminadas las actuaciones. 3. el tribunal arbitral compruebe que la prosecución de las actuaciones resultaría innecesaria o imposible. El tribunal arbitral cesará en sus funciones al terminar las actuaciones arbitrales, salvo lo dispuesto en los Artículos 38, 39 y 43 de esta ley.Ar. 38: Corrección e interpretación del laudo arbitral y laudo adicional. Dentro de los quince días siguientes a la recepción del laudo, salvo que las partes hayan acordado otro plazo, cualquiera de las partes podrá, con notificación a la otra, pedir al tribunal arbitral: 1. Que corrija en el laudo cualquier error de cálculo, de copia o tipográfico o cualquier otro error de naturaleza similar. El tribunal arbitral podrá corregir cualquiera de los errores mencionados por su propia iniciativa, dentro de los quince días siguientes a la fecha del laudo.2. Si así lo acuerdan las partes, dé una interpretación sobre un punto o una parte concreta del laudo. Si el tribunal arbitral lo estima justificado, efectuará la corrección o dará la interpretación dentro de los quince días siguientes a la recepción de la solicitud. La interpretación formará parte del laudo.Art. 39: Laudo arbitral adicional. Salvo acuerdo en contrario de las partes, dentro de los quince días siguientes a la recepción del laudo, cualquiera de las partes, con notificación a la otra parte, podrá pedir al tribunal arbitral que dicte un laudo adicional respecto de reclamaciones formuladas en las actuaciones arbitrales, pero omitidas en el laudo. Si el tribunal arbitral estima justificado el requerimiento, dictará el laudo adicional dentro de treinta días. El tribunal arbitral podrá prorrogar, de ser necesario, el plazo en el cual efectuará una corrección, dará una interpretación o dictará un laudo adicional con arreglo a lo dispuesto en el párrafo anterior o en el Artículo 38 de la presente ley. Lo dispuesto en el Artículo 36 se aplicará a las correcciones o interpretaciones del laudo o a los laudos adicionales.9. Conclusión de la jurisdicción. Ejecución:El tribunal arbitral con el dictado del laudo pone fin al juicio arbitral, concluyendo la jurisdicción del mismo, siendo así, carece de facultades de ejecutar sus resoluciones.El Art. 45 de la ley 1879/02, establece: “Reconocimiento y ejecución de laudos arbitrales. Un laudo arbitral, cualquiera sea el Estado en el cual se haya dictado, será reconocido como vinculante y, tras la presentación de una petición por escrito al órgano judicial competente, será ejecutado de conformidad a las disposiciones del presente capítulo. Será competente, a opción de la parte que pide el reconocimiento y ejecución del laudo, el Juez de Primera Instancia en lo Civil y Comercial de turno del domicilio de la persona contra quien se intente ejecutar el laudo, o, en su defecto el de la ubicación de los bienes”. El laudo tiene autoridad de cosa juzgada con relación a las partes del proceso arbitral.

Lección 7Competencia SUMARIO: 1. Concepto. -2. Caracteres. 2.1. Legalidad. 2.2. Improrrogabilidad.- 2.3. Idelegabilidad. 2.4. Inmodificabilidad.- 3. Criterios para atribuir competencia. 3.1. Competencia por razón del territorio. 3.2. Competencia por razón de la materia. 3.3. Competencia por razón del valor. 3.4. Competencia por razón del grado. 3.5. Competencia por razón de turno.- 4. Competencia relativa y absoluta.- 5. Desplazamiento de la competencia. 5.1. Prórroga expresa. 5.1.1.2. Prórroga tácita. 5.2. Conexidad. 5.3. Fuero de atracción. 5.3.1. Procedimiento sucesorio. 5.3.2. Procedimiento en quiebra. 5.3.3. Procedimiento de disolución de la comunidad conyugal. 5.4. Cambio Declinatoria. 6.1.2. Inhibitoria. 6.2. Declaración de oficio.- 7. Contienda de competencia. 7.1. Contienda positiva. 7.2. Contienda negativa.- 8. Competencia acumulativa.

CONCEPTO

La competencia consiste en el límite de la jurisdicción. El Código de Organización Judicial establece: “Los jueces y tribunales ejercerán jurisdicción dentro de los límites de su competencia” (Art. 7 COJ). LASCANO define la competencia como la capacidad reconocida a ciertos jueces para ejercer jurisdicción en determinados casos.La competencia es la porción de jurisdicción de los diversos órganos jurisdiccionales y también la aptitud que poseen para juzgar determinados casos.La competencia es el ámbito de atribuciones del órgano. La regla es que la competencia sólo puede ser ejercida por sus propios agentes, es decir, es indelegable. En consecuencia, no corresponde la representación o el mandato, salvo que la ley expresamente así lo autorice. Dentro de la competencia es un deber del agente ejercer sus atribuciones, en tanto que los derechos y las obligaciones pueden no ejercerse o no cumplirse.En virtud de diversos factores, tales como la extensión territorial, la diversidad de la materia, la cantidad de las causas, etc., existen diversos órganos judiciales entre los cuales de deben repartir los procesos. Es decir, hay algunos jueces que deben intervenir en unos asuntos y no pueden intervenir en otros. Siendo así, son competentes para los primeros e incompetentes para los segundos.Todos los jueces ejercen jurisdicción, pero solo algunos son competentes para entender en determinados juicios, mientras otros no lo son. La competencia aparece, entonces, dice MATTIROLO, como “la medida en que la jurisdicción se divide entre las diversas autoridades judiciales”.Aparece entonces clara la distinción entre jurisdicción y competencia; la primera es la potestad genérica de todo tribunal, y la segunda el poder específico, concreto, de intervenir en determinadas causas.

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La cuestión no es exclusiva del Derecho procesal, sino común al Derecho público, donde se analiza en general, el tema de la competencia como ámbito de autoridad, dentro de la cual cada órgano público puede desempeñar, válidamente, sus atribuciones (poderes-deberes). También aquí es, entonces, la medida de la función pública que desempeña cada órgano.Objetivamente, la competencia es la órbita jurídica dentro de la cual se puede ejercer el poder público por el órgano correspondiente. Subjetivamente, es el conjunto de atribuciones acordadas a dicho órgano para que ejercite sus poderes. Con respecto a los tribunales, su potestad jurisdiccional.A veces incluso en el derecho positivo se confunden estos dos conceptos considerando a la competencia por razón de la materia como jurisdicción.La competencia tiene su contrario en la incompetencia, que significa la imposibilidad del tribunal de juzgar ciertos asuntos en virtud de que le falta dicha aptitud, en razón de que la función le ha sido atribuida a otro tribunal.En cuanto a su alcance o extensión, la competencia comprende todos los poderes inherentes a la función judicial sean de conocimiento o de ejecución. En lo concerniente al conocimiento, el juez competente tiene atribuciones para conocer del objeto principal del juicio, de las excepciones previas, incluso para declararse competente o no, de la reconvención y, en general, de los incidentes y recursos que se promuevan durante el curso del proceso.En lo que atañe a la ejecución, la competencia comprende los poderes necesarios para que el juez, mediante el uso de las medidas coactivas pertinentes, haga efectivo el cumplimiento de sus resoluciones.

CARACTERESLa competencia tiene determinados caracteres que son establecidos por el legislador, en razón de que éste es quien fija las reglas de la competencia.

En general los caracteres de la competencia son:LegalidadLas reglas de competencia se fijan y modifican por la ley, entendida éstaen sentido amplio (lato sensu).ImprorrogabilidadLa competencia atribuida a los jueces y tribunales es improrrogable.Exceptúase la competencia territorial, que podrá ser prorrogada por conformidad de las partes las cuestiones referentes a la competencia de los jueces y tribunales. La competencia, por regla general, es una cuestión de orden público y tiene carácter absoluto, salvo la territorial que es relativa.IndelegabilidadEl carácter indelegable que posee la competencia es de su misma esencia y naturaleza, en razón de que emana de la soberanía.Debe ser ejercida sólo por quien se halla investido de ese poder – deber.La competencia, precisamente porque se basa en razones de orden público, no puede ser delegada por el titular del órgano al cual se atribuye. La competencia debe ejercerse por sus propios agentes y no por representación o mandato, salvo que exista expresa autorización de la ley.Excepcionalmente por razones de auxilio judicial la realización de ciertos actos procesales, que no pueden efectuar los jueces por sí mismos, pueden ser efectuados por otros jueces. Así todo lo que deba realizarse fuera de la circunscripción territorial que tiene cada tribunal, puede ser cometido al del respectivo lugar.En este caso se habla de comisión, lo cual es distinto de la delegación, porque el comisionado representa al comitente y está a lo que éste decida.Los jueces comisionados o exhortados sólo pueden realizar el acto o diligencia que se les encomienda y sin que ello suponga delegación de competencia sino simple cooperación o auxilio judicial. El juez comisionado debe limitarse a cumplir la solicitud (oficio o carta rogatoria), dentro de los límites fijados por ella y no tiene más facultades que las que el juez comisionante le delega o las que son implícitas para la útil ejecución de las medidas requeridas.

InmodificabilidadLa competencia debe mantenerse firme y es inatacable una vez que quedaconsentida o establecida. Este principio, proveniente del Derecho romano, se denomina “perpetuatio jurisdictionis”, que establece que la competencia está determinada por la situación de hecho al momento de la demanda y se mantiene en todo el curso del juicio, aun cuando dichas condiciones luego varíen.

CRITERIOS PARA ATRIBUIR COMPETENCIA

La atribución de la competencia a determinados órganos judiciales responde acriterios de política procesal. Por consiguiente, es relativa ya que puede variar con las épocas y los lugares al responder a los diversos sistemas de organización de los tribunales.

La distribución de la competencia responde a la necesidad práctica de un mejor y más eficiente servicio de justicia. Se atiende a la mayor facilidad para administrarla, y al mejor acceso de quienes deben acudir o están sometidos a ella.

Existen diferentes razones y criterios. Algunos se fundan en el orden jerárquico de los tribunales y también en la especialización de la magistratura. Otros tienen en cuenta razones prácticas consistentes en la mayor cercanía del tribunal al lugar del hecho, o al lugar donde se encuentran domiciliadas las partes. A veces el criterio es puramente objetivo, relacionado con la índole de la causa de que se trata, v.g.: pretensiones personales o reales. Puede obedecer también a razones administrativas, como la división del trabajo, v.g.: división por turnos.En algunos supuestos se tienen en cuenta factores subjetivos, relacionados con la nacionalidad de las partes procesales o con los fueros de determinadas personas v.g.: fuero eclesiástico, fuero diplomático, etc..

3.1. Competencia por razón del territorio

La competencia territorial tiene en cuenta el territorio del Estado, el cual es dividido en áreas; de allí nacen las diversas circunscripciones judiciales dentro de las cuales los jueces que la componen ejercen la plenitud de su competencia.El Art. 26 del COJ preceptúa que la Corte Suprema de Justicia ejercerá “jurisdicción” en toda la República. Cabe puntualizar que el Artículo utiliza el término jurisdicción con el sentido y alcance de competencia.La competencia territorial está determinada por los límites de cada circunscripción judicial, establece el Art. 13 del COJ.Los territorios de los países se dividen en circunscripciones territoriales, que pueden o no coincidir con la división política, en las cuales se

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instalan tribunales con idéntica competencia en cuanto al grado y la categoría.La tendencia descentralizadora, dice CARNELUTTI, aspira a realizar el proceso lo más cerca posible del lugar del litigio, para aumentar el rendimiento (eficacia) y disminuir su costo. La incomodidad de las partes es menor, la búsqueda de pruebas es más fácil, el ambiente para la apreciación más propicio, el beneficio de la sentencia más saludable, en ese sentido el ideal sería que el juez fuera al encuentro del litigio, como el médico al del enfermo. Por esto, inclusive, en algunos países –como el nuestro- y en algunas áreas (materia agraria) existen los denominados jueces itinerantes.La competencia en razón del territorio está basada en razones prácticas; por ello las personas se encuentran sometidas a la de su domicilio y las cosas a la del lugar de su situación.Para determinar cuál es el juez competente por razón del lugar se debe fijar en la clase de pretensión que se intenta promover.La pretensión, materia de la acción que se intenta, puede referirse a un derecho personal o a un derecho real. Los derechos personales son los que autorizan a una persona a exigir a otra el cumplimiento de una obligación de dar, hacer o no hacer. Los derechos reales son los que permiten usar, o gozar o disponer de una cosa propia o ajena.Dispone el Código de Organización Judicial que en las “acciones” (pretensiones) personales será competente el juez del lugar convenido para el cumplimiento de la obligación (forum solutionis), y a falta de éste, a elección del demandante, el del domicilio del demandado (forum rei), o el del lugar del contrato (forum contractus) con tal que el demandado se halle en él aunque sea accidentalmente. (Art. 17 COJ). En las “acciones” (pretensiones) reales sobre inmuebles será competente el juez del lugar de situación (forum rei sitae). Si el bien raíz estuviera ubicado en más de una circunscripción judicial, la competencia pertenecerá al juez de aquella donde se hallare su mayor parte. Si los inmuebles fueren varios y situados en distintas circunscripciones, será competente el juez del lugar de situación del inmueble de mayor valor. Cuando se ejerzan acciones (pretensiones) reales sobre muebles, será competente el juez del lugar donde se hallen (forum rei sitae), o el del domicilio del demandado (forum rei), a elección del demandante (Art. 16 COJ).

3.2. Competencia por razón de la materia

La competencia por razón de la materia: civil, comercial, penal, laboral, contencioso-administrativa, del menor, electoral, etc. está fundada en la naturaleza del derecho que se aplica a la cuestión sometida a los jueces. Esta división está determinada, dice CARNELUTTI, por el modo de ser del litigio, es decir, de acuerdo con la relación de Derecho material que da lugar a la causa. Según esto y por los motivos contingentes, se crean determinados tribunales a quienes se atribuye, en exclusividad, la posibilidad de conocer de ellos y decidirlos. 

Se nota en este aspecto una política legislativa que, en razón de la cada vez mayor y más compleja legislación en todas las ramas del Derecho, se inclina por la especializa¬ción de los tribunales, principalmente en materia laboral, de familia y menores, agrario, contencioso administrativo, etc., que ha llevado a crear tribunales especiales para estos fue¬ros. 

3.3. Competencia por razón del valor La competencia por razón del valor o cuantía tiene su razón en que los pequeños litigios no deberían sustanciarse con las formalidades y los plazos con que se sustancian inte¬reses de mayor importancia. 

De allí el límite de la competencia por el monto o cuan¬tía de la causa que origina la división, en nuestro país, entre jueces de paz, jueces letrados y jueces de primera instancia. La cuantía del juicio fija el límite de la competencia entre la justicia de paz (hasta el equivalente a 60 jornales mínimos), la de menor cuantía (entre la cantidad de 60 y 300 jornales mínimos), y la de primera instancia (desde 300 jornales mí¬nimos). Las dos primeras tienen limitada su competencia por razón de un monto máximo, y la última por un monto mínimo. Esto es sin perjuicio de señalar que los jueces de paz y de la justicia letrada también tienen restringida su com¬petencia por otras cuestiones, relacionadas con la materia del juicio. 

La Corte Suprema de Justicia podrá modificar por Acor¬dada la cuantía atendiendo a los indicadores económicos, preceptúa el Art. 685, in fine, del CPC. Las reglas de compe¬tencia por razón de la cuantía están dadas en el Art. 15 del COJ.

Algunos critican esta distinción señalando que, en rea¬lidad, no resulta justo atribuir el conocimiento de las causas de menor valor a los jueces de inferior jerarquía y prepara¬ción. 

No obstante, el criterio seguido por la mayoría de los códigos procesales es atribuir los asuntos de menor valor eco¬nómico a los jueces de rango inferior en la escala jerárqui¬ca. Dice CARNELUTTI que debe haber una relación entre la importancia del litigio y el esfuerzo necesario para su coac¬ción. 

El valor que se debe tomar en cuenta es el de la preten¬sión deducida, el interés cuya tutela se reclama. 

El criterio para atribuir la competencia debe estar dado por el valor económico del asunto, traducido en dinero, que es el denominador común que permite la división. 

Si por algún motivo con posterioridad a la demanda se altera el valor del litigio, v.g.: reconvención, otras aporta¬ciones que se devengan en el curso del proceso, costas, etc., la competencia original se mantiene en virtud de la aplica¬ción del Principio perpetuatio iurisdictionis. 

3.4. Competencia por razón del grado La competencia por razón del grado o funcional se da en los sistemas judiciales que, como el nuestro, cuentan con una doble o triple instancia. Supone la existencia de tribuna¬les superiores e inferiores, donde aquéllos - cuando se inter¬ponen los recursos pertinentes - tienen la función de revisar las resoluciones dictadas por éstos. El Código de Organización Judicial establece: "La com¬petencia en razón del grado está determinada por las instan¬cias judiciales, en la forma y medida en que están estableci¬dos los recursos en las leyes procesales" (Art. 26 COJ). En nuestra estructura jurisdiccional rige el Principio de la doble instancia, según el cual toda cuestión litigiosa puede ser examinada sucesivamente por dos órganos juris¬diccionales distintos y, eventualmente, por tres. Sólo de manera excepcional una resolución judicial no es suscepti¬ble de doble examen. La organización del Poder Judicial de la República re¬conoce tres grados: a) jueces de paz, jueces letrados y jueces de primera instancia; tribunales de apelación; y Corte Suprema de Justicia. 

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Si la cuestión radicase originalmente ante un juzgado de paz, el juez de primera instancia, en los casos pertinen¬tes, actúa como órgano jurisdiccional de segundo grado. Cabe advertir que de acuerdo con el Código Procesal Civil, el tribunal de apelación no podrá fallar en segunda instancia sobre cuestiones no propuestas en primera instancia, ni tampoco sobre aquellas que no hubiesen sido materia de recurso, de acuerdo con el aforismo "tantum appelatum quantum devolutum", sin perjuicio de las nulidades de ofi¬cio (Art. 113 CPC). No obstante, deberá resolver sobre los intereses, daños y perjuicios u otras cuestiones accesorias derivadas de la sentencia de primera instancia (Art 420 CPC). 

3.5. Competencia por razón del turno 

La competencia por razón del turno tiene su fundamen¬to en la división del trabajo y en el interés práctico, ya que la posibilidad de la actuación conjunta y a un mismo tiempo de todos los jueces derivaría, cuando menos, en un desorden ad¬ministrativo. 

Se trata de la división de los asuntos entre diversos juz¬gados que tienen idéntica competencia, v.g.: juzgados en lo civil y comercial, en razón de la cantidad de las causas que hace absolutamente imposible que sean atendidas por uno solo. Es decir, es una cuestión de proporcionalidad. contin¬gente: a mayor cantidad de juicios mayor cantidad de juzga¬dos para atenderlos. 

Es potestad de la Corte Suprema de Justicia, en virtud a lo dispuesto en los Arts. 21 y 29, inc. h) del COJ, establecer el turno de los juzgados y tribunales. 

4. COMPETENCIA RELATIVA y ABSOLUTA La competencia puede ser relativa o absoluta según ad¬mita o no ser prorrogada. La competencia territorial es relativa y por ende renunciable por las partes, en razón de que, básicamente, se halla determinada por el domicilio de la persona (forum rei) o la situación de la cosa (forum rei sitae). 

En cambio la competencia por razón de la materia, el grado, el valor y el turno es absoluta, porque está fundada en una división de funciones, que por afectar el orden público no puede ser modificada por las partes ni por el juez. 

5. DESPLAZAMIENTO DE LA COMPETENCIA 

5.1. Prórroga de la competencia Un carácter que distingue la competencia es que la mis¬ma es improrrogable. Esta regla está basada en razones de orden público, por 10 cual no puede dejarse librada a la vo¬luntad de las partes su modificación. Esto, que es absoluto en materia penal, sin embargo admite algunas excepciones en materia civil, en especial en 10 que se refiere a la competencia territorial, la que puede ser modificada por convenio de partes. En efecto, éstas pue¬den pactar expresamente la competencia del tribunal de un determinado lugar, así como también al constituir un domi-cilio especial a los efectos de un eventual litigio. 

La prórroga de la competencia territorial es procedente tratándose de pretensiones fundadas en derechos personales o reales. Conforme a la moderna doctrina procesal también alcanza a la generalidad de los juicios, salvo aquellas cues¬tiones en que la ley específicamente 10 impida como sería el caso del Art. 2449 del C. Civil para las sucesiones, por apli¬cación del fuero de atracción; la de los Arts. 2346 y 2347 del C. Civil para la Prenda con Registro y la de los Arts. 176 y 177 de la Ley 154 de Quiebras. 

5.1.1. Modalidades: Las modalidades que puede adoptar la prórroga de la competencia territorial son: 5.1.1.1. Prórroga expresa: Está fundada en la conveniencia e interés de las partes y en el supuesto de que todos los jueces de la República ofrecen idénticas garantías para los justiciables, además de que con ello no se vulnera el orden público. 

La prórroga de la competencia territorial es comúnmen¬te utilizada en ciertos tipos de contratos, como los llamados de adhesión o por la constitución de un domicilio especial a tales efectos (Art. 62 CC). 

La prórroga de la competencia territorial puede concretarse incluso una vez promovida la demanda, durante la sustanciación del proceso. El convenio en el que se pacta la prórroga de la com¬petencia debe ser escrito y expreso, con la determinación precisa del juez o tribunal a quien se someten las partes. 

El acuerdo debe ser claro de suerte que no pueda dar lugar a dudas o vacilaciones en su interpretación y aplicación. 

5.1.1.2. Prórroga tácita: Se basa en la presunción de que el actor por el hecho de promover la demanda ante un cierto juez, que no es el competente, acepta la competencia del mismo. 

En el caso del demandado, en que acepta la competen¬cia del juez si contesta la demanda, o deja de hacerlo, u opo¬ne excepciones previas sin articular la incompetencia. 

El Tratado de Derecho Civil Internacional de Montevi¬deo de 1940 en el Art. 56 admite la prórroga sólo en las ac¬ciones personales de índole patrimonial. Por Ley N° 597/95 el Paraguay aprobó el Protocolo de Buenos Aires de fecha 5 de agosto de 1994 sobre Jurisdic¬ción Internacional en Materia Contractual. Dicho Protocolo forma parte integrante del Tratado de Asunción por cuya vir¬tud fue creado el Mercosur. 

En la mencionada Ley se establece cuanto sigue: "El presente Protocolo se aplicará a la jurisdicción con¬tenciosa internacional relativa a los contratos internaciona¬les de naturaleza civil o comercial celebrados entre particu¬lares, personas físicas o jurídicas: a) Con domicilio o sede social en diferentes Estados Partes del Tratado de Asunción; b) Cuando por lo menos una de las partes del contrato tenga su domicilio o sede social en un Estado Parte del Tratado de Asunción y además se haya hecho un acuerdo de elección de foro a favor de un juez de un Estado Parte y exista una co¬nexión razonable según las normas de jurisdicción de este Protocolo" (Art. 1, Ley 597/95). 

"El ámbito de aplicación del presente Protocolo excluye: 1. Los negocios jurídicos entre los fallidos y sus acreedores y demás procedimientos análogos, especialmente los concor¬datos; 

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2. Los acuerdos en el ámbito del derecho de familia y sucesorio; Los contratos de seguridad social; Los contratos administrativos; Los contratos laborales; Los contratos de venta al consumidor; Los contratos de transporte; S. Los contratos de seguros; 9. Los derechos reales" (Art. 2, Ley 597/95). "En los conflictos que surjan en los contratos internacionales en materia civil o comercial serán competentes los tribunales del Estado Parte a cuya jurisdicción los contratantes hayan acordado someterse por escrito, siempre que tal acuerdo no haya sido obtenido en forma abusiva" (Art. 4, = ley 597/95). 

"En ausencia de acuerdo tienen jurisdicción a elección el actor: 

Los jueces del lugar de cumplimiento del contrato; Los jueces del domicilio del demandado; Los jueces de su domicilio o sede social cuando demostra¬ra que cumplió con su prestación" (Art. 7, Ley 597/95). "Las personas jurídicas con sede en un Estado Parte, que celebren contratos en otro Estado Parte, pueden ser de¬mandadas ante los jueces de este último" (Art. 11, Ley 597/ 95). En virtud de la Ley 489/95 Orgánica del Banco Central del Paraguay, en los contratos internacionales de carácter eco¬nómico o financiero en los cuales sea parte el Banco Central del Paraguay podrá someterse al derecho o a tribunales judi¬ciales o arbitral es extranjeros. 

De acuerdo con el Art. 62 del C. Civil la constitución de un domicilio especial en un acto jurídico implica la pró¬rroga de la competencia territorial. Es de advertir que el C. Civil utiliza en dicho Artículo la expresión «jurisdicción», como sinónimo de competencia. 

5.2. Conexidad 

En razón de la conexidad dos o más asuntos pueden ser conocidos y resueltos por un mismo juez, aun cuando uno de dichos asuntos no sea de su competencia. Conexidad significa la relación, ligamen, vínculo o nexo existente entre dos o más causas, lo cual determina que deban ser decididas por un mismo juez. La conexidad es una excepción a las reglas de competencia, no obstante se halla incluida como tal en el Art. 11 del COJ

De acuerdo con COLOMBO existe conexidad cuando causas sustancialmente diversas tienen en común el título, el objeto o ambos; o cuando el objeto o el título de una de ellas tiene con el título o el objeto de la otra una relación tal que las decisiones que hubiesen de recaer en las distintas causas deban tener el mismo fundamento, y éste no pudiera ser ad-mitido o negado en unas y viceversa, sin que exista contra¬dicción y, eventualmente, imposibilidad de ejecución. 

En razón de esta vinculación estas cuestiones deben co¬rresponder a la competencia del juez que entiende en una de ellas, considerada la cuestión principal, aun cuando la otra por su naturaleza o monto sea de la competencia de otro juez. 

El principio que fundamenta este desplazamiento de la competencia por conexidad es el denominado Principio de continencia de la. causa, según el cual las pretensiones conexas entre sí deben debatirse en un mismo juicio y ser decididas, en tanto sea posible, en una misma sentencia, v.g.: es competente para entender en la tercería el juez de la eje¬cución, aunque aquélla por su cuantía corresponda a otro juez; el juicio ordinario posterior al ejecutivo previsto en el Art. 471 CPC, debe promoverse ante el mismo juez que intervino en la ejecución; la demanda reconvencional debe deducirse ante el juez de la demanda original, según el Art. 238, inc. a) del CPC. 

La causa del desplazamiento de la competencia en es¬tos casos se funda en dos razones: la primera, a fin de evitar dos sentencias contradictorias en asuntos que tienen una re¬lación entre sí, produciéndose lo que se da en llamar un "es¬cándalo jurídico", es decir, una grave incoherencia, que desprestigiaría a la Justicia. 

La segunda se basa en el Principio de economía proce¬sal porque se obtendría un ahorro de tiempo, de costos y de esfuerzos, al evitar repetir los mismos actos, producir las mis¬mas pruebas, en suma, requerir idéntica actividad procesal pero en tribunales diferentes. 

La conexidad surge de la existencia de elementos co¬munes entre dos o más procesos. Se considera que en la pre¬tensión existen tres elementos que la identifican y se relacio¬nan entre sí: los sujetos, el objeto y la causa. Es decir, que existe una vinculación entre las partes (conexión subjetiva), o en la pretensión o "bien de la vida" reclamado (conexión objetiva), o respecto del hecho en que se funda la preten¬sión, la causa de pedir "causa petendi" (conexión causal). 

La conexidad aparece, entonces, cuando dos o más liti¬gios diferentes tienen, sin embargo, en común un elemento (conexidad subjetiva, conexidad objetiva, conexidad causal) o dos elementos (conexidad mixta, que puede ser: subjetiva causal u objetiva causal). 

A su vez puede existir conexidad, denominada también afinidad, cuando dos o más litigios diferentes tienen uno solo de los sujetos en común y el hecho, es decir, la causa de pe¬dir. 

Cuando se presentan estas situaciones procesales, por razones de seguridad jurídica, economía, buen orden y conveniencia práctica, las causas deben sustanciarse y resolverse ante un mismo juez, quien conocerá de los juicios median¬te la figura de la acumulación de los procesos. 

Los litigios serán idénticos si coinciden todos sus ele¬mentos. Serán conexos cuando exista similitud, es decir, la coincidencia de alguno o algunos de los mencionados ele¬mentos del litigio. Esto puede dar lugar al fenómeno del des¬plazamiento de la competencia para que un juicio que se está tramitando ante un tribunal, pueda ser llevado ante otro tri¬bunal que está conociendo de otro juicio conexo o afín con aquél. 

La conexión puede aparecer antes de iniciarse el pro¬ceso y se produce el fenómeno de la acumulación de preten¬siones. También puede darse al contestar la demanda, al plantearse reconvención, en la citación en garantía, en el llamamiento de terceros, etc. También la conexión puede darse en el curso de dos procesos, lo cual puede producir la acumula¬ción de procesos (acumulación de autos). A su vez,

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es una regla procesal que el juez de la acción es el de la excepción, por lo cual las excepciones deben deducirse en el mismo pro¬ceso. Lo propio acontece con la reconvención (Art. 237 CPC) y la intervención de terceros (Art. 76 CPC). 

La acumulación de los procesos está regulada por el Código Procesal Civil, siendo procedente cuando hubiere sido admisible la acumulación subjetiva de acciones y, en gene¬:-al, siempre que la sentencia que haya de dictarse en uno de los juicios pudiera producir efectos de cosa juzgada en otro u otros, exigiéndose, además, otros requisitos(Art. 121 CPC). 

Además de la conexión que se funda en los elementos del proceso (sujetos, objeto y causa), existe otra, llamada ins¬trumental, que se produce cuando un proceso sirve de ins¬trumento o aparece como accesorio a otro, v.g.: incidentes, las tercerías, las ejecuciones por honorarios producidos en un juicio etc., que por conexión corresponden al juez de lo principal. 

También, dentro de este tipo de conexión, se encuentran: el juicio ordinario posterior a los juicios especiales (ejecutivo, alimentos, posesorios), los daños y perjuicios derivados de un juicio, el cumplimiento de la transacción arribada en juicio, etc .. 

5.3. Fuero de atracción 

El interés de la Justicia y la conveniencia hacen que, en determinadas situaciones, sea un solo juez quien entienda en ciertas cuestiones vinculadas a los bienes que han de ser recaudados, liquidados y transmitidos bajo su dirección. De esta circunstancia deriva el denominado fuero de atracción, en cuya virtud el juez que conoce en un juicio universal, es competente para entender en las pretensiones relacionadas con el patrimonio o los derechos sobre los que versa dicho proceso. 

El fuero de atracción es una particular cualidad de los procesos universales, es decir, de aquellos en que se tratan cuestiones que afectan la universalidad de un patrimonio, a los efectos de su transmisión o liquidación, para que todas las cuestiones que se vinculan con ese patrimonio se tramiten y decidan ante el juez competente para conocer en el proce-dimiento universal. 

El fuero de atracción sólo procede en las demandas de contenido patrimonial y tiene por finalidad facilitar la orde¬nada liquidación del patrimonio en beneficio de todos los interesados y una correcta administración de justicia. 

Los procesos universales que, de acuerdo con nuestra legislación, ejercen fuero de atracción son sucesión, disolu¬ción de la comunidad conyugal y quiebra. 

Conviene aclarar que la iniciación de un juicio univer¬sal se hace sólo con una petición y no mediante el ejercicio de una acción procesal propiamente dicha, por lo que el trá¬mite no constituye técnicamente un proceso al no existir un litigio, sino solamente un procedimiento judicial. 

En estos casos, el juez se convierte en el administrador de un patrimonio, que actúa repartiéndolo adecuadamente en¬tre todos los herederos en la sucesión, o distribuyéndolo igualitaria o proporcionalmente entre todos los acreedores en la quiebra, o adjudicándolo igual o convencionalmente entre los cónyuges en la disolución de la comunidad conyu¬gal. 

5.3.1. Procedimiento sucesorio: En razón del carácter uni¬versal que tiene el juicio sucesorio, éste ejerce fuero de atrac¬ción sobre las acciones vinculadas a la persona y al patrimo¬nio del causante. 

El C.Civil establece: "La jurisdicción sobre la sucesión corresponde al juez del lugar del último domicilio del cau¬sante. Ante el mismo deben iniciarse: a) las demandas concernientes a los bienes hereditarios, hasta la partición inclusive, cuando son interpuestas por algunos de los sucesores universales contra sus coherederos; b) las demandas relativas a las garantías de las porciones he¬reditarias entre los copartícipes, las que tiendan a la reforma o nulidad de la partición, y las que tengan por objeto el cum-plimiento de la partición; c) las demandas relativas a la ejecución de las disposiciones del testador, aunque sean a título particular, como sobre la entrega de los legados; y d) las acciones personales de los acreedores del difunto, an¬tes de la división de la herencia" (Art. 2449, 2a. p. CC). De acuerdo con la norma procesal son de la competen¬cia del juez del sucesorio: las demandas sobre colación; ren¬dición de cuentas, que se relaciona con la liquidación del juicio; divergencias surgidas respecto al mejor derecho de los bienes; inclusión de bienes en el acervo hereditario; ad¬ministración de la herencia; pago de alquileres de inmuebles ocupados por algunos coherederos; reintegro de sumas pa¬gadas por cuenta del causante; simulación entre coherederos a los efectos de la colación; filiación y petición de herencia; división de condominio y la acción oblicua de terceros ten¬diente a revocar la rendición de cuentas presentada en el su¬cesorio. El fuero de atracción sólo funciona pasivamente, es de¬cir, cuando la sucesión es demandada. 

En cambio, cuando los herederos ejercen las acciones que les correspondían al causante, es decir, cuando la suce¬sión es activa, se aplican las reglas comunes de la competencia. Las excepciones al fuero de atracción en el juicio su¬cesorio son: 5.3.1.1. Acciones reales en las que la competencia se determina por el lugar de situación del bien inmueble o mueble, aunque en éste último caso el actor puede optar por el juez del domicilio (Art. 16 COJ). 

5.3 .1.2.Acciones personales activas. 

5.3.1.3. Ejecución de prenda con registro (Art. 2347 CC). 5.3 .1.4.Ejecuciones hipotecarias promovidas por las Socie¬dades de Ahorro y Préstamo para la Vivienda (Art. 115, Ley 325/71). 

5.3.1.5.Ejecuciones hipotecarias y prendarias promovidas por las entidades del sistema financiero (Art. 95, Ley 861/96). El juicio sucesorio ejerce fuero de atracción sobre las de¬mandas que se promuevan hasta la aprobación judicial de la par¬tición de los bienes. Una vez producida ésta cada heredero con-solida efectivamente la propiedad de la porción que le corres¬ponde, debiendo las demandas promoverse contra el mismo de acuerdo a las reglas que regulan la materia de la competencia. 

5.3.2. Procedimiento de quiebra: Es competente para co¬nocer de la quiebra, dice la Ley de Quiebra, el juez de "pri¬mera instancia de la justicia común del lugar donde el deu¬dor tuviese su negocio, su sede social o su domicilio. Si tuviese varios establecimientos, lo será el

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juez del lugar donde el deudor tenga la administración o negocio principal. En el caso de que no tuviese ningún establecimiento o no pudiese determinarse el lugar del asiento principal de sus negocios será competente el juez de su domicilio real o el del legal, en su caso" (Art. 176 Ley 154/69). 

Son de competencia del juez que entiende en la quie¬bra: 5.3.2.1.Las demandas contra el deudor respecto de sus bie¬nes o contra la masa, aun las ya iniciadas. 5.3.2.2. Las acciones de revocación. '5.3.2.3.Las acciones emergentes del concordato homologado. 5.3.2.4.Las acciones de restitución. "Los juicios promovidos por o contra el fallido que tengan contenido patrimonial serán continuados por el síndico o contra él. Se exceptúan los juicios relativos a bienes o derechos cuya administración y disposición conserve el fallido" (Art. 84 Ley 154/69). La quiebra no ejercerá fuero de atracción sobre el jui¬cio ejecutivo prendario (Art. 2347 CC). Las ejecuciones hi¬potecarias promovidas por las Sociedades de Ahorro y Prés¬tamo para la Vivienda no son atraídas por el fuero de atrac¬ción de la quiebra (Art. 115 de la Ley 325/71.). 

5.3.3. Procedimiento de disolución de la comunidad conyugal: El juicio de disolución de la comunidad conyugal, de acuerdo con nuestra ley procesal, ejerce fuero de atrac¬ción pasivo. Siendo así, las acciones personales o reales pasivas promovidas o que deban promoverse contra la comuni¬dad o contra cualquiera de los cónyuges en que éstos sean la parte demandada, deben ser deducidas ante el juez que se en¬cuentra entendiendo en el procedimiento de disolución. 

Cuando procede, atrae las demandas promovidas des¬pués de la iniciación del juicio como también las pendientes. 

El fuero de atracción sólo procede en las demandas de contenido patrimonial y tiene por finalidad facilitar la liqui¬dación de la comunidad, tanto en beneficio de los acreedores como de los, cónyuges. 

Las demandas que tuviera que promover la comunidad, o cualesquiera de los cónyuges, contra terceros, sean las pre¬tensiones de carácter personal o real, deberán deducirse ante el juez que corresponda, según las reglas generales que ri¬gen la competencia. 

5.4. Cambio de juez Se considera que existe desplazamiento en la compe¬tencia por cambio de juez, cuando la misma es modificada por motivos inherentes al juez, lo cual hace que el juicio se desplace hacia otro juzgado. Se produce cuando el juez se excusa o inhibe de enten¬der en una causa o cuando es recusado, por cuya razón se ve privado de actuar y, previo el procedimiento legalmente pre-visto, se remite el juicio al juez subrogante, quien en adelan¬te será el competente. 

6- CUESTIONES DE COMPETENCIA La competencia de los jueces y tribunales es un presu¬puesto de la validez del proceso. Existen situaciones en que se niega la facultad de un cierto juez de conocer y decidir en un juicio determinado. Esta circunstancia origina las denominadas cuestiones de competencia que tratan de evitar el nacimiento de un proceso que pueda ser objeto de nulidad, produciéndose, consecuen¬temente, un dispendio de la actividad jurisdiccional. Similar cuestión puede plantearse entre dos fiscales, que por motivos legales (materia, turno, etc.) controvierten acer¬ca de si tienen o no facultad para intervenir en una determina¬da causa, produciéndose de este modo un conflicto (contien¬da) entre los mismos, sea porque entienden que ambos deben intervenir, o porque se nieguen a hacerlo. Esta contienda, en nuestro derecho, debe resolver el tribunal de apelación del fuero que les corresponde a los fiscales involucrados. 

6.1. Vías procesales Las vías aptas para lograr el objetivo enunciado y po¬der plantear y resolver las cuestiones de competencia son: 

6.1.1. Declinatoria: La incompetencia por declinatoria debe promoverse como excepción previa ante el mismo juez que comenzó a conocer la causa, pidiéndole la parte que lo consi-dera incompetente que así se declare. 

6.1.2. Inhibitoria: En la incompetencia por vía inhibitoria la parte debe presentarse ante el juez que crea competente, pidiéndole que se dirija al que estima no serIo para que éste se declare incompeten¬te. 

6.2. Declaración de oficio El juez puede de oficio declararse incompetente al promoverse la demanda (Arts. 7 y 216,2°. p. CPC), porque en esta oportunidad debe verificar la existencia de este presupuesto procesal, juntamen¬te con los otros. 

También, si no fue advertida por el juez ni fue deducida por el demandado, al momento de dictar sentencia, en forma previa y al considerar la existencia de los presupuestos procesales, puede declarar su incompetencia. 

Nuestra ley procesal civil prohíbe expresamente la posibili¬dad del empleo simultáneo o sucesivo de la declaratoria e inhibitoria. Siendo así una de las vías procesales no puede posteriormente ser reemplazada por la otra, ni ser empleadas en forma sucesiva. 

7. CONTIENDA DE COMPETENCIA La cuestión de competencia puede también darse entre dos o más tribunales, en cuyo caso el conflicto se denomina contienda de competencia. La contienda de competencia se puede producir de dos ma¬neras: cuando ambos jueces se declaran competentes para entender en la causa, en este caso la contienda es positiva, o cuando ambos jueces se declaran incompetentes, en cuyo caso la contienda de competencia se denomina negativa. 

7.1. Contienda positiva La contienda de competencia positiva se produce cuan¬do en una cuestión de competencia planteada por vía inhibitoria, el juez requerido se niega a separarse del conoci¬miento de la causa. En el incidente de acumulación de pro¬cesos se plantea la contienda positiva cuando el juez reque¬rido no acepta la competencia del juez requirente (Art. 125 CPC). 

7.2. Contienda negativa La contienda de competencia es negativa cuando en una cuestión de competencia promovida por vía declinatoria ha prosperado la

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excepción, o mediando declaración de oficio del juez declarándose incompetente para conocer la causa, el actor promueve nuevamente la demanda ante otro juez, considerado por él competente, y éste también se declara in¬competente. 

8. COMPETENCIA ACUMULATIVA En algunos supuestos de hecho puede acontecer que más de un juzgado sea el competente para entender en un mismo asunto. Esto ocurre, normalmente, con la competencia por razón del territorio. 

El fenómeno procesal descripto se denomina compe¬tencia acumulativa o competencia preventiva, en cuya vir¬tud cuando dos o más tribunales son competentes para en¬tender en una misma causa el tribunal que conoce primero adquiere, por este hecho, competencia exclusiva, excluyente y definitiva, por la vigencia del Principio perpetuaría jurisdicciones.

Dice COUTURE que la competencia acumulativa consiste en la situación jurídica en que se halla un órgano del Poder Judicial, cuando ha tomado conocimiento de un asun¬to antes que los otros órganos, también competentes, Y que por ese hecho, dejan de serlo. 

Esta regla de la competencia acumulativa o preventiva se basa en razones prácticas de buen orden y es recogida en la legislación y en la jurisprudencia de casi todos los países. 

El Código de Organización Judicial establece que si hubiese varios coobligados, prevalecerá la competencia del juez ante quien se instaure la demanda (Art. l7,2a p. COJ).

CAPITULO VIII - El ProcesoPROCESO 

SUMARIO: 1. Concepto.- 2.Acepciones.- 3. Finalidad.- 4. Natu¬raleza jurídica. 4.1. Teoría del contrato. 4.2 Teoría del cuasicontrato. 4.3. Teoría de la relación jurídica. 4.4. Teoría de la situación jurídica. 4.5. Teoría de la institución. 4.6. Teoría de la naturaleza propia. 4.7. Conclusión.- 5. Clases de procesos. 5.1. De acuerdo con su estructura. 5.1.1. Procesos ordinarios. 5.1.2. Procesos especiales. 5.1.3. Procesos sumarios. 5.2. De acuerdo con la finalidad de la pretensión. 5.2.1. Procesos de declaración. 5.2.2. Procesos de ejecución. 5.2.3. Procesos cautelares. 5.3. En rela¬ción al contenido. 5.3.1. Procesos universales. 5.3.2. Procesos sin¬gulares. 5.4. En atención al medio de expresión. 5.4.1. Procesos escritos. 5.4.2. Procesos orales. 5.5. De acuerdo con el órgano interviniente. 5.5.1. Procesos judiciales. 5.5.1.1. Contenciosos. 5.5.1.2. Voluntarios. 5.5.2. Procesos arbitrales.- 6. Acumulación de procesos. 6.1. Procedencia. 6.2. Admisibilidad. 6.2.1. Unidad de instancia. 6.2.2. Unidad de competencia. 6.2.3. Unidad de trá¬mites. 6.3. Reglas. 6.4. Modos. 6.4.1. Petición de parte. 6.4.1.1. Excepción de litispendencia. 6.4.1.2. Incidente. 6.4.2. De oficio. 6.5. Efectos. 6.5.1. Suspensión del trámite del proceso más avan¬zado. 6.5.2. Sustanciación separada. 6.5.3. Sentencia única (uni¬dad de pronunciamiento).- 7. Debido proceso. 

1. CONCEPTO 

Como consecuencia de la prohibición de la autodefensa, los conflictos que se producen entre las personas (físicas o jurídicas) deben ser resueltos por medio de los órganos jurisdiccionales. La protección que se requiere del Estado, que actúa a través del Poder Judicial, determina el nacimiento del proceso. 

El proceso aparece, entonces, como el medio que tie¬ne el Estado para ejercer su función jurisdiccional. Dicho de otro modo, la función jurisdiccional del Estado se ejerce a través del proceso. 

El proceso es un instrumento para cumplir los fines del Estado al imponer a las personas una determinada con¬ducta jurídica adecuada al Derecho y, a la vez, brindarles la tutela jurídica. 

El proceso es un método de debate, regulado por la ley, para resolver un conflicto de intereses. 

El vocablo proceso deriva del latín "processus", que significa avance, progreso. Implica un desenvolvimiento, una continuidad dinámica, una sucesión de actos que se dirigen a un fin.

Destaca COUTURE su carácter teleológico, ya que se encuentra constituido por un conjunto de actos mediante los cuales se realiza la función jurisdiccional y, por consiguien¬te, persigue el fin de ésta. 

Antiguamente el proceso era confundido Con la sim¬ple sucesión de actos de procedimiento (procedimentalismo), sin entender que por encima de estos actos se hallaba un fin, y que esos actos presuponen a los tres sujetos esenciales de la relación procesal: el juez, el actor y el demandado (actum trium personarum). 

No se debe confundir el proceso con el procedimien¬to, que consiste en los trámites relativos a cada proceso. 

En todo proceso siempre habrá un procedimiento, es decir, una serie de actos que realizan las partes y el juez. El proceso va más allá, porque supone siempre la bilateralidad entre las partes y la presencia imprescindible de un tercero imparcial que decide la controversia. 

A su vez, CARNELUTTI explica que "el litigio está pre¬sente en el proceso, como la enfermedad lo está en la cura¬ción. El proceso consiste, fundamentalmente, en llevar el liti-gio ante el juez, o también desenvolverlo en su presencia. Ello explica en primer lugar, el estrechísimo contacto entre las no¬ciones del proceso y litigio, y la facilidad y la costumbre de confundirlos entre si... De ahí que entre proceso y litigio, me¬dia la misma relación que entre continente y contenido". 

2. ACEPCIONES El vocablo proceso es utilizado en ciertos casos como sinónimo de expediente, es decir, el conjunto de escritos judi¬ciales que consignan los actos procesales de las partes y del juez. El expediente judicial no es el proceso, sino su simple materialización. También se lo emplea como sinónimo de pro¬cedimiento, cuya distinción se hizo en el apartado anterior. 

En el derecho positivo se utiliza la palabra proceso en sentido multívoco, haciéndola extensiva a los juicios, cau¬sas, litigios, pleitos, asuntos, contiendas y controversias. 

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El vocablo proceso, no obstante su origen latino, es de uso reciente. Los romanos decían "iudicium", que viene de "iudicare" y significa declarar el derecho. Por eso, en sen¬tido estricto la voz juicio se refiere más bien al acto intelec¬tual del juez por el cual decide la causa, poniendo fin al pro¬ceso. 

3. FINALIDAD 

El proceso tiene un doble fin que consiste en hacer efectiva la voluntad de la ley (función pública) y satisfacer los legítimos intereses de las partes (función privada). 

Se suele decir que las normas procesales son instrumentales, en el sentido de que se hallan destinadas a hacer efectivos los derechos consagrados en la Constitución y en las leyes materiales. Dice DE LA COLINA que al apli¬carse las leyes del Código Procesal, es necesario guardarse de considerarlas como objeto principal, cuando no son sino un medio de esclarecer y facilitar la marcha de la Justicia. Las formalidades del juicio no son trampas armadas a la bue¬na fe, sino instrumentos con que se busca la seguridad de los intereses en conflicto, con lo que queda dicho que los jueces no deben ampararse en vanas sutilezas para negar su apoyo a legítimos derechos. En caso de duda, la solución que se im¬pone es la que favorece esos derechos, facilita el descubri¬miento de la verdad, tiende a la pronta terminación del plei¬to, hace económica y sencilla la práctica de una diligencia, etc. Lo mismo si se trata de llenar una laguna o suplir una deficiencia de la ley, concluye. 

En verdad, de acuerdo con CARNELUTTI, el proceso no tendría razón de ser sin el derecho material, ni éste ten¬dría fuerza para existir sin el proceso. 

El Derecho procesal es, como el derecho material, au¬tónomo, desprendido como rama del tronco común del Dere¬cho que es uno solo. 

Su finalidad expresada líneas antes, como dice ALLEN, no se halla subordinada jurídicamente a ninguna otra, salvo la común de todo el Derecho que es ser instru¬mento de valores jurídicos. O, como expresa la Constitu¬ción, al señalar que la misma se sanciona" con el fin de asegurar la libertad, la igualdad y la justicia" (Preámbulo CN). 

A veces aparece en primer plano la resolución del con¬flicto subjetivo, es decir, la satisfacción de un derecho subje¬tivo o de una situación jurídica concreta, y en segundo plano la aplicación del derecho objetivo. En otros casos es al re¬vés. Sucede lo primero en el proceso civil y lo segundo en el proceso penal. 

Finalmente, pero no por ello menos importante, como fin del proceso, junto a la verdad, debe encontrarse el bien. 

4. NATURALEZA JURIDICA 

La naturaleza es la esencia y propiedad característica de cada ser. Para determinar la naturaleza jurídica de un instituto, fi¬gura o fenómeno del Derecho, debe uno conocer su esencia. Se debe estudiar si tiene una esencia particular, pro¬pia. Si no tiene naturaleza propia hay que referirla a otra que sí la tenga para, de tal suerte, poder aplicar en caso de insu¬ficiencia legislativa, supletoriamente a aquélla las normas reguladoras de ésta. 

Diversas son las teorías que han sido propuestas por la doctrina para explicar la naturaleza jurídica del proceso. Las más conocidas, en orden cronológico, son: 

4.1. Teoría del contrato) Esta teoría asimila la naturaleza procesal a la contractual. Supone la existencia de una convención entre el actor y el demandado, en la que se fijan los puntos de la discusión y se otorga autoridad al juez. 

Su antecedente se encuentra en la "litis contestatio" del Derecho romano, que significaba un acuerdo de volunta¬des por el que se investía de poder al "iudex" (árbitro). 

En el Derecho moderno se siguen empleando dicha terminología y concepto. En efecto, se hace referencia a la "litis contestatio" y a que con la demanda y contestación se fijan los límites de la litis y los poderes del juez. Cabe señalar que el juez que interviene en el proceso no está ligado, en términos absolutos, por la voluntad de las partes, ni la fuerza de su mandato nace de tal voluntad, sino de la soberanía del Estado. Además, normalmente, no es uná¬nime el deseo de las partes de litigar. El demandado, por lo general, es llevado al litigio aun contra su voluntad. Siendo así, no podría explicarse el proceso considerándolo un con¬trato. 

4.2. Teoría del cuasicontrato 

Esta teoría es una derivación de la teoría del contrato. En efecto, al advertirse que ésta no podía explicar las situa¬ciones en las cuales el demandado concurría a litigar contra su voluntad o ésta faltaba (rebeldía), se elaboró la teoría del cuasicontrato. 

En virtud de la misma, sus sostenedores dicen que los vínculos procesales nacen de la voluntad unilateral de un su¬jeto, el actor, el cual con su conducta y bajo ciertos requisi¬tos formales, liga válidamente a otras personas distintas. Debe recordarse que la diferencia esencial que media entre los contratos y los cuasicontratos está, precisamente, en que en estas últimas faltas el acuerdo de voluntades. 

A esta teoría se le objeta que el proceso como institu¬ción de Derecho público no puede explicarse como un mero entrecruce de voluntades particulares, sean éstas unilatera¬les o bilaterales. El resultado procesal se impone a las partes por la fuerza de un mandato del Estado y por la aceptación previa que alguno de los litigantes haya hecho del mismo. El juez cumple una función pública porque ejerce, en forma de¬legada, uno de los atributos de la soberanía. 

4.3. Teoría de la relación jurídica La teoría de la relación jurídica es considerada la teo¬ría dominante. Según la misma el proceso es una relación jurídica entre determinados sujetos investidos de poderes otorgados por la ley, que actúan en vistas a un determinado fin. 

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Esta teoría tiene sus antecedentes en las ideas de Hegel. Fue expuesta, por primera vez, por Von Bülow en su libro "La teoría de las excepciones procesales y los presupues¬tos procesales" y, posteriormente, fue desarrollada especialmen¬te por la doctrina italiana. 

Afirma que la actividad de las partes y del juez está regida por la ley, y que el orden establecido para regular la condición de los sujetos dentro del proceso, determina una relación jurídica de carácter procesal, consistente en el com¬plejo de derechos y deberes a que está sujeto cada uno de ellos, tendiendo a un fin común: la actuación de la ley. La relación es la unión real o mental de dos términos, sin confusión entre si. Relación es el vínculo que aproxima una cosa a otra, permitiendo mantener entre ellas su primitiva individualidad. Cuando en el lenguaje del Derecho procesal se habla de relación jurídica, no se tiende sino a señalar el vínculo o ligamen que une entre sí a los sujetos del proceso y sus pode- I res y deberes respecto de los diversos actos procesales. 

El principal expositor de esta teoría es CHIOVENDA, que dice: "El proceso es una unidad no solamente porque los varios actos de que se compone están coligado s para un fin común. Esta unidad es propia de cualquier empresa, aunque no sea jurídica, como una obra de arte, la construcción de un edificio, un experimento científico y otras semejantes. El proceso es una unidad jurídica, una organización jurídica o. en otros términos, una relación jurídica. El proceso civil con¬tiene una relación jurídica". 

4.4. Teoría de la situación jurídica 

Esta teoría fue expuesta por GOLDSCHMIDT, quien considera que no puede hablarse de una relación jurídica en el proceso. Dice que los imperativos referidos al juez, espe¬cialmente el deber de decidir la controversia, son de natura¬leza constitucional y no procesal, y derivan de su cargo de funcionario público y no del juicio. 

Expresa que los vínculos jurídicos que nacen del pro¬ceso entre las partes no son propiamente "relaciones jurídi¬cas" (consideración estática del Derecho), es decir, no son facultades ni deberes en el sentido de poderes sobre impera¬tivos o mandatos, sino situaciones jurídicas (consideración dinámica del Derecho), esto es situaciones de expectativa, es¬peranzas de la conducta judicial que ha de producirse y, en último término, del fallo judicial futuro; en una palabra: ex¬pectativas, posibilidades y cargas. Sólo aquéllas son dere¬chos en sentido procesal - el mismo derecho a la tutela jurídica (acción procesal) no es, desde este punto de vista, más que una expectativa jurídicamente fundada - y las últimas las cargas "imperativos del propio interés", ocupan en el proceso el lugar de las obligaciones. 

El concepto de carga procesal se debe precisamente a GOLDSCHMIDT, quien la define como la realización de un imperativo del propio interés. 

4.5. Teoría de la institución El concepto de institución nos indica que consiste en una organización jurídica al servicio de una idea. 

Institución, dice GUASP quien es el creador de esta teo¬ría, es un conjunto de actividades relacionadas entre sí por el vínculo de una idea común y objetiva, a la que figuran adhe¬ridas, sea ésa o no su finalidad individual, las diversas vo¬luntades particulares de los sujetos de quienes procede aque¬lla actividad. 

Hay dos elementos fundamentales en toda institución: la idea objetiva o común y las voluntades particulares que adhieren a la misma. Consecuentemente, el proceso sería: una organización puesta al servicio de la idea de Justicia. 

4.6. Teoría de la naturaleza propia 

La teoría que le asigna al proceso naturaleza jurídica propia es sostenida, entre otros, por ALVARADO VELLOSO, quien dice: " Toda esta búsqueda (de la naturaleza del proceso) ha perdido interés académico pues, a partir de que se ha concebido a la acción procesal como una instancia ne¬cesariamente bilateral (o proyectiva), el proceso (objeto de aquélla) adquirió una categoría propia que no puede ser subsumida en otra categoría general. De tal modo, el proce¬so es proceso. Y punto. Lo que lleva a sostener que no es un contrato, que no es un cuasicontrato, que no es una relación, etcétera. 

En otras palabras: para explicar la esencia de la serie lógica y consecuencial de instancias bilaterales conectadas entre sí por la autoridad, que se utiliza como medio pacífico de debate dialéctico entre dos partes antagónicas ante un ter¬cero que es imparcial, impartial e independiente, no se pre¬cisa buscar su encuadramiento en otra figura del Derecho en razón de que es un fenómeno único en el mundo jurídico y. por ende, inconfundible por irrepetible. 

La más prestigiosa doctrina española contemporánea ya ha advertido esta circunstancia, al sostener que así de simple el proceso carece de naturaleza jurídica". 

4.7. Conclusión 

Según PRIETO CASTRO todas las teorías no se ex¬cluyen sino antes bien se complementan. Son modos distin¬tos de contemplar el fenómeno, que corresponden a diversos grados del conocimiento. 

La teoría del contrato, de la cual el cuasicontrato es una derivación, ve sólo el aspecto externo y responde a la preocupación de hallar un principio aglutinador de los actos orientados hacia la misión final: la sentencia. La teoría de la relación procesal es un examen de su contextura interna que da un sentido unitario a los actos del procedimiento. La de la situación jurídica es la fundamentación sociológica del pro¬ceso, visto éste no como unidad jurídica sino como una rea¬lidad de la vida social. Aquélla explica "cómo debe ser" el proceso cuyo fin es que quien tenga razón triunfe. Esta ex¬plica "cómo es" el proceso en la realidad, en la que triunfa quien mejor defiende su derecho mediante el cumplimiento de las cargas procesales. 

Cabe señalar que el tema de la naturaleza jurídica del proceso supera su aspecto meramente académico, al tener con¬secuencias prácticas. 

Evidentemente, si no se acepta la figura del contrato para explicar la naturaleza del proceso queda excluida la po¬sibilidad de recurrir, como fuente subsidiaria, a las normas que regulan este instituto en el Derecho civil. 

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Del igual modo, no siempre es conveniente tratar de encasillar un instituto nuevo en otro ya conocido, buscando encontrar semejanzas y diferencias con figuras típicas de otras ramas del Derecho. En este sentido, el fenómeno procesal apa¬rece como suficientemente característico y autónomo como para ser estudiado en forma separada e independiente. 

Adviértase que el proceso se presenta como un fenó¬meno jurídico complejo. Dentro del mismo se dan actos jurí¬dicos, relaciones jurídicas y situaciones jurídicas. Esos actos jurídicos constituyen la manifestación exterior de una rela¬ción jurídica que los vincula a todos. A su vez, las posicio¬nes de los sujetos en el proceso los colocan en determinadas situaciones jurídicas. 

La relación jurídica procesal tiene características pe¬culiares porque es dinámica y no estática. Es una relación continuada y progresiva, con una finalidad única. Se presen¬ta de manera dialéctica como una serie de acciones y reaccio¬nes, de ataques y defensas, de conflicto de intereses, sin per¬juicio de que esa serie tenga una unidad de fin y un objetivo común: la sentencia definitiva. Se dice que la relación jurídica procesal es única, continua y compleja. 

La posición de los sujetos en la relación procesal no es semejante a la que de ordinario tienen en la relación jurídica civil. El juez tiene el deber de fallar; en consecuencia, no se trata de una obligación con las partes, sino una atribu¬ción (poder - deber) derivada de su calidad de funcionario público investido de autoridad. Las partes no se encuentran obligadas a efectuar actos procesales, pero sí tienen la carga procesal de hacerlo, que es un concepto específico procesal. 

5. CLASES DE PROCESOS 

El proceso, si bien constituye un fenómeno jurídico único, puede ser objeto de distintas clasificaciones, atendiendo las diversas circunstancias vinculadas al mismo. 

5.1. De acuerdo con su estructura 

Los procesos se dividen en: 5.1.1. Procesos ordinarios: El proceso de conocimiento ordinario es el proceso tipo de carácter general. Es el que ofrece mayores garantías para el ejercicio de los derechos, en razón de que en él los plazos son más extensos, se permite un mayor debate, la prueba es amplia, y es libre la impugnación de las resoluciones. 

El proceso de conocimiento ordinario, siguiendo a GUASP, se estructura del siguiente modo: 5.1.1.1. La etapa introductoria o expositiva: que comienza con la promoción de la demanda. 5.1.1.2. La etapa probatoria: que es normal pero no esen¬cial, porque sólo procede cuando se alegan hechos condu¬centes y controvertidos. 5.1.1.3. La etapa decisoria: que comienza con la providencia de autos y concluye con la sentencia definitiva. Los procesos ordinarios tienen por objeto que en ellos se sustancien y decidan en forma definitiva todas las cuestio¬nes que puedan estar comprendidas en el conflicto. Son siem¬pre de conocimiento y contenciosos. Se hallan estructurados de tal modo que permiten un amplio debate y prueba. 5.1.2. Procesos especiales: Son los legislados para determi¬nados asuntos que por la simplicidad de las cuestiones o por la urgencia que requiere su solución, tienen un trámite espe¬cífico y breve, sencillo y rápido, v.g.: rendición de cuentas, desalojo, etc. 

5.1.3. Procesos sumarios: En este tipo de procesos el cono¬cimiento del juez se limita a la constatación de los requisitos exigidos por la ley para la procedencia de la acción, sin en¬trar al examen de la relación de derecho substancial en que se fundan. El conocimiento que se obtiene en esta categoría de procesos es puramente procesal, v.g.: juicio ejecutivo.

La resolución del conflicto no es definida, por lo que la sentencia que se dicta sólo tiene autoridad de cosa juzgada formal, admitiendo otro proceso posterior. El proceso o juicio sumario es un tipo dentro de los procesos especiales. 

5.2. De acuerdo con la finalidad de la pretensión 

Los procesos pueden ser: 

5.2.1. Procesos de declaración: En los cuales el juez se infor¬ma plenamente de la relación jurídica y el conflicto se resuel¬ve en forma total y definitiva. De acuerdo con el Código Procesal Civil pueden ser: de conocimiento ordinario o de conocimiento sumario. 

5.2.2. Procesos de ejecución: El conocimiento del juez se li¬mita a constatar el incumplimiento de la obligación. Pueden tener por finalidad hacer efectivo 10 resuelto en una anterior sentencia de condena cuando ésta no es voluntariamente cum¬plida (ejecución de sentencia), o que el acreedor de una obli¬gación en dinero, líquida y exigible que consta en un título ejecutivo extrajudicial, rec1amejudicialmente su cumplimiento al deudor Quicio ejecutivo). 

Los procesos de ejecución son de acuerdo a nuestra ley procesal procesos mixtos, porque tienen una parte declarativa (de conocimiento) y otra de ejecución propiamen¬te dicha. 

Como enseña CARNELUTTI, la clasificación del pro¬ceso se funda en la diferencia entre declaración y actuación de las relaciones jurídicas. Hay casos en que basta que una relación sea declarada para que se logren los fines del Dere¬cho, y otros en los cuales es necesario, en cambio, que se actúe, esto es que se ajuste a la situación jurídica la situa¬ción material. En el primer caso, el proceso tiende a que el juez declare lo que debe ser, en tanto que en el segundo, el proceso tiende a que el juez ordene que se haga lo que se debe hacer. 

5.2.3. Procesos cautelares: Estos procesos son complemen¬tarios de los demás procesos. Tienen por objeto asegurar el resultado práctico de la sentencia, de tal suerte que por el tiempo transcurrido entre la iniciación del proceso y su resolución no quede frustrado el derecho del actor. 5.3. En relación al contenido Los procesos se distinguen en: 5.3.1. Procesos universales: Son aquellos en los que a un mis¬mo tiempo se tratan diferentes pretensiones que correspon¬den a diversas

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personas, con el propósito de obtener la liquidación y distribución de un patrimonio, v.g.: sucesión, quie¬bra, disolución de la comunidad conyugal. 

5.3.2. Procesos singulares: En estos procesos se debate la pretensión de una persona contra otra persona relativa a un objeto determinado. La acumulación de acciones: por la exis¬tencia de varios actores o demandados (acumulación subje¬tiva) o de varias pretensiones (acumulación objetiva), no hace que el proceso deje de ser singular porque se lo considera como una unidad jurídica. 5.4. En atención al medio de expresión En relación al medio de expresión predominantemente utilizado, los procesos se dividen en:5.4.1. Procesos escritos: Con predominio dé la escritura sobre la oralidad, v.g.: procesos del fuero civil y comercial. 5.4.2. Procesos orales: Donde prima la oralidad sobre la escri¬tura, v.g.: procesos del fuero penal. 5.5. De acuerdo con el órgano interviniente Pueden ser: 5.5.1. Procesos judiciales: Son los procesos típicos que se sus¬tancian ante los órganos judiciales integrantes del Poder Judi¬cial. Se los divide en: 

5.5.l.l. Contenciosos: Cuando tienen por objeto la resolución de un conflicto de intereses mediante el pronunciamiento de una sentencia con autoridad de cosa juzgada. Los sujetos del proceso contencioso reciben el nombre de partes procesales. 

5.5.1.2. Voluntarios: Cuando sólo buscan otorgar autentici¬dad O eficacia a un estado o relación jurídica. Los sujetos en el proceso voluntario se denominan solicitantes o peticionarios. 

Se caracterizan porque el pronunciamiento judicial se realiza exclusivamente a favor del solicitante y no en contra de otra persona, aunque puede darse el caso que, cuando surge algún conflicto entre los peticionarios, se convierta en un proceso contencioso. 

5.5.2. Procesos arbitrales: Cuando el conflicto es sometido a la decisión de jueces privados que son denominados árbi¬tros cuando deben actuar y fallar de acuerdo a normas deter-minadas, y arbitradores o amigables componedores cuando su actuación y decisión no están sujetas a reglas determinadas sino a su leal saber y entender. 

Nuestro Código Procesal Civil, teniendo en cuenta la forma en que se estructuran los procesos, los divide en: Pro¬ceso de Conocimiento Ordinario (Libro II), Proceso de Eje-cución (Libro III), Juicios y Procedimientos Especiales (Li¬bro 1 V) Y Proceso Arbitral (Libro V). 

6. ACUMULACION DE PROCESOS La acumulación de procesos consiste en reunir dos o más procesos en trámite, con el objeto de que todos ellos constituyan un solo juicio y sean terminados por una sola sentencia. 

La acumulación se verifica por la unión material de dos o más expedientes, que por tener pretensiones conexas, no pueden ser substanciados separadamente sin correr el gra¬ve riesgo de que se dicten sentencias contradictorias o de cumplimiento imposible. 

La institución se funda en las siguientes razones: a) Evitar el dictado de decisiones contradictorias, lo cual constituirá un "escándalo jurídico" que desprestigiará a la ad¬ministración de justicia. b) Posibilitar que las sentencias puedan efectivamente ejecutarse, es decir, sean útiles. c) Cumplir con el Principio de economía procesal. 

6.1. Procedencia 

De acuerdo con nuestra legislación procesal la acumulación de procesos corresponderá cuando: 6.1.1. Sea admisible la acumulación subjetiva de pretensiones, siem¬pre que las mismas sean conexas por el título, por el objeto o por ambos elementos a la vez (Art. 101 CPC). 6. 1 .2. El actor, titular de diversas pretensiones conexas, no haya hecho uso frente al demandado de la facultad de reali¬zar la acumulación objetiva de pretensiones (Art. 100 CPC), promoviendo varias demandas 6.1.3. El demandado, en lugar de deducir reconvención en el mismo proceso, deduce otro juicio con una pretensión conexa a la promovida por el actor contra él. 

6.2. Admisibilidad 

Los requisitos de admisibilidad necesarios para que pueda producirse la acumulación de procesos, son: 6.2.1. Unidad de instancia: Todos los procesos, cuya acumu¬lación se pretende, deben encontrarse en la misma instancia, vale decir, pueden acumularse en cualquier instancia (prime¬ra, segunda), pero no será posible si estuvieren en instancias distintas. 6.2.2. Unidad de competencia: La acumulación de procesos no puede alterar la regla de la competencia en razón de la materia, porque la misma se funda en consideraciones de or¬den público, que no pueden ser soslayadas ni por las partes, aunque exista acuerdo, ni por el juez. 6.2.3. Unidad de trámites: La unidad de trámites se exige, por obvias razones de orden procesal, como condición para la debida substanciación de los procesos acumulados. 

No obstante, si se trata de procesos de ejecución, su¬jetos a distintos trámites y la sentencia que haya de dictan", en uno de los procesos sea susceptible de producir efectos de cosa juzgada en otro u otros, procederá la acumulación, en cuyo caso el juez determinará el procedimiento atendiendo u la mayor amplitud de la defensa en juicio. 

6.3. Reglas 

La acumulación de procesos, en principio, debe pro¬ducirse sobre el expediente que estuviere más avanzado. Ex¬cepcionalmente, cuando no pueda establecerse cuál es el pro¬ceso más avanzado o se encontraren en la misma etapa pro¬cesal, la acumulación se hará sobre el proceso más antiguo, debiendo entenderse por tal aquel que fue primeramente no¬tificado, porque desde ese momento quedó trabada la rela¬ción procesal. 

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En el caso de procesos en que los jueces ejercen dis¬tintas competencias por razón del valor o monto de los jui¬cios, V.g.: jueces de paz, jueces de menor cuantía, jueces de primera instancia, la acumulación se hará sobre el de mayor cuantía. 

6.4. Modos 

Los modos mediante los cuales puede obtenerse la acu¬mulación de procesos, son: a petición de parte o de oficio. 

6.4.1. Petición de parte: Cuando es a pedido de parte, las vías procesales hábiles serán la excepción de litispendencia o el incidente de acumulación. 

6.4.1.1. Excepción de litispendencia: Esta excepción guarda afinidad con la figura de la acumulación de procesos, aun¬que no se trata de la misma situación. Para que proceda la litispendencia deben concurrir las tres identidades: sujeto, ob¬jeto y causa. La excepción debe deducirse dentro del plazo para contestar la demanda o reconvención si se trata de un proceso de conocimiento ordinario (Art. 223 CPC); si es de conocimiento sumario se opondrá conjuntamente con la con¬tención, resolviéndose con carácter previo (Art. 683, inc. a) CPC); y si es en un juicio ejecutivo dentro del plazo de la citación para oponer excepciones (Art. 460 CPC). 

6.4.1.2. Incidente: El incidente de acumulación de procesos se podrá plantear después de vencido el plazo para deducir la excepción de litispendencia o cuando, aunque no se reúnan las tres identidades, la acumulación fuere posible fundada en la conexidad de los procesos. 

Podrá deducirse en cualquier instancia o etapa del pro¬ceso, pero sólo hasta el momento en que la causa quede en estado de sentencia. La norma procesal concede al interesado en obtener la acumulación de los procesos la opción para deducir el res¬pectivo incidente ante: a) El juez que estime debe conocer en definitiva. b) El juez que debe remitir el expediente. 

El juez ante quien ocurra el interesado deberá, previa¬mente, examinar los procesos de que se trate, debiendo para ello traer a la vista los mismos. Luego, siempre que "prima facie" resulte admisible el pedido, deberá oír a las partes para después pronunciar su decisión, expresando los fundamen¬tos de la misma. 

La resolución que hace lugar al pedido de acumula¬ción, debe hacerse saber al juez del otro proceso, el cual pue¬de plantear una contienda de competencia, si se creyere con derecho. 

La decisión será recurrible en cualquiera de los casos, vale decir, tanto si hiciera lugar como si desestimara el pedi¬do de acumulación. 

La promoción del pedido de acumulación de procesos produce efectos suspensivos en relaci6n al curso de todos los procesos involucrados. No obstante, debe distinguirse cuando la petición se realiza ante el mismo juez, en cuyo caso se opera desde que se la promueve, y cuando se la formula ante distintos jueces, en cuyo caso la suspensión se produce desde que se comunica el pedido de acumulación, solicitan¬do la remisión a la vista del expediente. 

La suspensión del curso de los procesos no alcanza a las medidas o diligencias de cuya omisión pudiere resultar perjuicio, vg.: medidas precautorias. 

6.4.2. De oficio: Cuando la acumulación se produce median¬te resolución del órgano judicial al efecto, en cuyo caso se aplican, en lo pertinente, las mismas reglas anteriormente mencionadas. 

6.5. Efectos 

Los efectos principales que la acumulación de proce¬sos produce, son: 6.5.l. Suspensión del trámite del proceso más avanzado: De¬cretada la acumulación, que en principio debe darse sobre el proceso más avanzado, se suspenderá la tramitación de éste hasta que el otro (u otros) proceso se encuentre en la misma etapa procesal. 6.5.2. Sustanciación separada: Cuando el trámite conjunto resulte dificultoso por la naturaleza de las cuestiones plan¬teadas, el juez podrá disponer, sin admitirse recurso alguno, la sustanciación separada de los procesos. En este caso, se suspenderá la tramitación del proceso más avanzado cuando éste se encuentre en estado de dictar sentencia, a los efectos de que el otro (u otros) proceso llegue a dicha etapa. 6.5.3. Sentencia única (unidad de pronunciamiento): Como c recto fundamental de la acumulación de procesos debe dictarse una sentencia única, la cual debe resolver la totali-dad de las cuestiones que se hayan planteado en los procesos acumulados. 

7. DEBIDO PROCESO 

Desde el siglo XIX se viene declarando por los procesalistas de todas las latitudes que el debido proceso es una garantía constitucional fundamental que tiene toda per¬sona, lo cual constituye a su vez un deber de irrestricto cum¬plimiento a cargo de la autoridad. 

El debido proceso se halla conformado por dos notas características: la audiencia y la prueba. 

La audiencia como garantía que debe tener toda per¬sona de ser escuchada-en tiempo y con tiempo suficiente-, de decir su verdad, de defenderse, en suma de tener "su día en el tribunal" como dicen los anglosajones (his day at court). 

La prueba como oportunidad razonable de poder confirma sus afirmaciones por todos los medios legítimos. 

El debido proceso se halla consagrado en la Constitu¬ción como una garantía innominada y está contenido en nu¬merosas normas: igualdad ante la ley (Arts. 46 y 47, CN), inviolabilidad de la defensa en juicio (Art. 16 CN), juez im¬parcial, competente e independiente (Art. 16 CN), etc ..

CAPITULO IX - Partes ProcesalesPARTES PROCESALES 

SUMARIO: l. Sujetos del proceso.- 2. Parte procesal. Concepto. ¬3.Capacidad para ser parte.- 4. Capacidad procesal. -5. Legitimación procesal.- 6. Deberes de las partes. 6.1. Buena fe y ejercicio regular de los derechos. 6.2. Mala fe. 6.2.1. Concepto. 6.2.2. Casos. 6.2.2.1.

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Omisión o alteración de la verdad. 6.2.2.2. Medidas cautelares. 6.2.2.3. Fraude procesal. 6.3. Abuso del derecho. 6.3.1. Concept? 6.3.2. Casos. 6.4. Declaración. 6.5. Distinción. 6.6. Responsabilidad. Sanciones.- 7. Modificación de las partes en el proceso. 7.1. Suce¬sión procesal. 7.2. Sustitución procesal.- 8. Litisconsorcio. 8.1. Con¬cepto. 8.2,. Clases. 8.3. Litisconsorcio facultativo. 8.4. Litisconsorcio necesario. Integración de la relación procesal.- 9. Deber procesal. Obligación procesal. Carga procesal. 9.1. Deber. 9.2. Obligación. 9.3. Carga. 

1. SUJETOS DEL PROCESO Los sujetos de la relación procesal son: las partes; el actor o sujeto activo (promueve la demanda), el demandado o sujeto pasivo (contesta la demanda), y el juez o tercero imparcial (encargado de resolver el conflicto). La denominación juez está tomada en sentido genéri¬co (lato sensu), es decir, como órgano jurisdiccional. El juez y las partes se hallan recíprocamente vinculados en el proce¬so mediante la relación jurídico-procesal, que es una relación de Derecho público, la cual genera derechos, deberes, largas y obligaciones recíprocos. 

2. PARTE PROCESAL. CONCEPTO De acuerdo con la opinión doctrinaria más aceptada, parte es toda persona física o jurídica que en nombre propio, o en cuyo nombre, se pretende la actuación de una norma legal y aquél respecto del cual se formula la pretensión. 

Consecuentemente, tiene calidad de parte quien como actor, demandado o tercero interviniente, comparece ante los órganos jurisdiccionales peticionando una sentencia favora¬ble a su pretensión. 

CALAMANDREI enseña: "Para entender el concep¬to de parte tal como, de conformidad con la tradición, está acogido en nuestro derecho positivo, hay que partir de esta premisa elemental: que la cualidad de parte se adquiere, con abstracción de toda referencia al derecho substancial, por el solo hecho, de naturaleza exclusivamente procesal, de la pro¬posición de una demanda ante el juez: la persona que propo¬ne la demanda, y la persona contra quien se la propone, ad¬quieren sin más, por este solo hecho, la calidad de partes del proceso que con tal proposición se inicia; aunque la deman¬da sea infundada, improponible o inadmisible (circunstan¬cias todas ellas que podrán tener efecto sobre el contenido de la providencia), basta ella para hacer que surja la relación procesal cuyos sujetos son precisamente las partes. Las par¬tes son el sujeto activo y el sujeto pasivo de la demanda judicial". 

Más adelante, agrega: "Las partes como sujetos de la relación procesal no deben confundirse con los sujetos de la relación sustancial controvertida, ni con los sujetos de la ac¬ción: si frecuentemente estas tres cualidades coinciden, toda vez que el proceso se instituye precisamente entre los sujetos de la relación sustancial controvertida, legitimados para ac¬cionar y para contradecir sobre ella, puede ocurrir que la de¬manda sea propuesta por quien (o contra quien) en realidad no esté interesado en la relación sustancial controvertida o no esté legitimado para accionar o contradecir; y, sin embar¬go, aun en ,ese caso, quien ha propuesto (o contra quien se ha propuesto) la demanda sin derecho o sin legitimación, será igualmente parte en sentido procesal". 

Posteriormente, explica: "En efecto no hay que olvi¬dar que, para proponer una demanda en juicio, no es necesa¬rio que el proponente tenga realmente el derecho que alega o la legitimación para accionar que afirma: en el momento en que se inicia el proceso, el derecho y la legitimación son sim¬ples afirmaciones, no todavía hechos comprobados, y el pro¬ceso se instruye, precisamente, para llegar a comprobar si existe el derecho afirmado y si el sujeto activo del proceso está o no legitimado para hacerlo valer. 

La relación procesal se constituye y la calidad de par¬te se adquiere independientemente de la efectiva existencia del derecho y de la acción: aun quien propone una demanda sobre una relación sustancial inexistente o sobre una relación ajena frente a la cual está él desprovisto de legitimación activo contra una persona que no es legítimo contradictor en orden a aquélla relación, da vida a una relación procesal en la cual, inde¬pendientemente de la que habrá de ser la decisión de mérito, ad¬quiere sin más calidad de parte quien propone la demanda y la persona contra la cual se propone". 

Siendo así, tiene calidad de parte quien interviene o figu¬ra en el proceso como sujeto activo (actor) o pasivo (demanda¬do) de una pretensión, independientemente de que tenga o no el carácter de sujeto legitimado para obrar o para contradecir en el concreto proceso de que se trate. La calidad de parte es fundamentalmente procesal y está dada por una determinada posición en el proceso. 

Lo que caracteriza a la parte es su sujeción a la relación procesal. Consiguientemente, no revisten calidad de parte en el proceso el representante legal o el convencional porque no ac¬túan en su interés sino en el de sus representados. 

En realidad pueden jurídicamente distinguirse tres cali¬dades distintas: las partes procesales, los sujetos (titulares) del derecho material (de la relación sustancial) y los legitimados para pretender (accionar) válidamente. 

Los sujetos del derecho material son los titulares del de¬recho sustancial (acreedor, propietario, deudor, etc.). La legiti¬mación para actuar válidamente en el proceso es diferente, por¬que el ejercicio de la acción es autónomo, independiente del de¬recho. Normalmente ambas calidades coinciden en la misma per¬sona; así el titular del derecho es el que acciona jurídicamente, pero no siempre porque también puede ser otro (no titular) el que accione V.g.: el padre por sus hijos menores, el curador por el incapaz, etc. 

Finalmente, las partes son quienes actúan en el proceso asumiendo las posiciones de actor o demandado. El actor o de¬mandante es el que promueve la demanda contra el demandado, quien asume esta posición como consecuencia de que la deman¬da le fue dirigida a él, independientemente de que la misma este mal planteado, porque él no es el deudor, el arrendatario, etc., igualmente asume la posición procesal de parte demandada. 

No obstante lo mencionado puede acontecer que en el proceso intervengan otras personas (terceros), quienes al ingre¬sar a la relación procesal también serán partes, porque en un mis¬mo proceso puede existir más de un litigio. 

Así mismo una parte procesal puede estár integrada por varias personas, como sucede en la figura del litisconsorcio. 

3. CAPACIDAD PARA SER PARTE 

La capacidad para ser parte consiste en la aptitud que tie¬ne una persona para ser titular de derechos y deberes procesales. 

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La capacidad para ser parte coincide con la capacidad de derecho. 

Tiene esta capacidad toda y cualquier persona, física o jurídica. La primera, desde su concepción hasta su muerte y la segunda, sea de derecho público o privado, desde que adquiere personalidad hasta su extinción. Cabe aclarar que algunos entes sin personalidad pueden actuar en juicio, V.g.: simples asocia¬ciones, masa de la quiebra, etc.. 

4. CAPACIDAD PROCESAL 

La capacidad procesal (legitimatio ad processum) es la aptitud para realizar personalmente o por medio de un man¬datario convencional actos procesales válidos. 

La capacidad procesal es coincidente con la capacidad de hecho. La capacidad procesal se halla referida a la aptitud del sujeto que asume el carácter de parte procesal para ejercer por sí o por apoderado los derechos y las facultades así como para asumir los deberes, las cargas y las obligaciones que se generan en el proceso. 

5. LEGITIMACION PROCESAL 

La capacidad para ser parte y la capacidad procesal constituye aptitudes jurídicas genéricas que habilitan para intervenir en cualquier proceso. No deben confundirse con la legitimación procesal (legitimatio ad causam) que es la condición jurídica específi¬ca referida a la concreta materia sobre la que versa el proce¬so. La falta de legitimación fundamenta la oposición de la excepción de falta de acción (Art. 224, inc. c) CPC), denomi¬nada en otras legislaciones procesales de la primera manera (falta de legitimación). La capacidad es una cualidad del sujeto jurídico, mien¬tras que la legitimación procesal consiste en una relación de titularidad del derecho que tiene el sujeto respecto del objeto del proceso. Es decir, la relación jurídica que tiene el sujeto que actúa en el proceso respecto del objeto controvertido que en el caso del actor le faculta a pretender en forma eficaz y en el supuesto del demandado a oponerse válidamente. Un ejemplo ayudará a comprender la cuestión: En un juicio por cobro de una suma de dinero, la legitimación es activa cuando el actor es efectiva y legalmente el acreedor que, en consecuencia, podrá pretender una resolución favo¬rable. La legitimación es pasiva, cuando el demandado es real y legalmente el deudor, y en consecuencia responsable de cumplir la obligación. 

La legitimación procesal es un concepto procesal referido al derecho sustancial discutido en el proceso. Es una condición precisa y específica vinculada a un determinado Y concreto litigio, v.g.: el actor de una demanda de desalojo debe ser la persona que legalmente puede promover su pre¬tensión por la condición que ostenta (propietario) y la pre¬tensión debe estar dirigida precisamente contra el demanda¬do, que tiene que ser efectivamente el arrendatario del bien de propiedad de aquél. 

6. DEBERES DE LAS PARTES 

6.1. Buena fe y ejercicio regular de los derechos El Código Procesal Civil establece que las partes de¬berán actuar en juicio con buena fe, y no ejercer abusivamente los derechos que les conceden las leyes procesales (Art. 51 (PC). 

La norma procesal se halla basada en el Principio de moralidad, comprensivo de los Principios de buena fe, leal¬tad, veracidad y probidad, que consiste en el conjunto de re¬glas de conducta, presididas por el imperativo ético, a que deben ajustar su actuación en el proceso todos los que en él intervengan: jueces, partes, terceros, abogados, procurado¬res, funcionarios judiciales, etc .. 

Este principio procesal tiene como propósito adecuar el proceso a la naturaleza de sus fines, evitando actuaciones arbitrarias, maliciosas o temerarias. 

Los litigantes y sus abogados tienen la obligación de actuar en juicio con buena fe y no ejercer abusivamente los derechos, por una parte, y por la otra, los jueces tienen tam¬bién el deber de prevenir y sancionar todo acto contrario a la lealtad, probidad y buena fe. 

La vigencia de la regla moral en el proceso impide la utilización del mismo con fines' fraudulentos. El Principio de la defensa en juicio, esgrimido por algunos como excusa para sus inconductas, no debe hacernos olvidar que el proce¬so es un debate dialéctico, en el cual el contendor tiene dere¬cho a utilizar todos los medios legales posibles, pero sin vio¬lar nunca el imperativo ético. Véase principio de moralidad en el Capítulo IV apartado 4.

6.2 Mala fe 

6.2.1. Concepto: La mala fe procesal consiste en la conducta legalmente sancionada del que actúa en juicio convencido de su sinrazón, en daño de la Justicia. La mala fe procesal se sintetiza en la conciencia que tiene el "improbus litigator" de su propia sinrazón. 

6.2.2. Casos: Nuestra ley procesal no ha recurrido aquí a un "standard jurídico" para precisar la figura sino que, por el contrario, en una enumeración que la califica expresamente de taxativa, expone en tres incisos los casos en que queda configurada la mala fe procesal. 

6.2.2.1. Omisión o alteración de la verdad: La omisión o al¬teración de la verdad de los hechos puede producirse en cua¬lesquiera de las distintas etapas del proceso: demanda, con¬testación, reconvención, oposición de excepciones, pruebas, incidentes, etc., v.g. la atribución de un domicilio manifies¬tamente falso o que dice ignorar (Art. 140, 2° p. CPC), la negativa de la autenticidad de la firma, que luego resulta au¬téntica (Art. 446 CPC), etc. 

6.2.2.2. Medidas cautelares: Las medidas cautelares decre¬tadas en los procesos deben estar razonablemente acordes con el fin que persiguen, sin que con ellas se ocasionen innecesa¬riamente daños que pueden ser evitados. La justa medida es aquí la regla. No debe pecarse por exceso, en cuyo caso se produciría un daño, que como tal debe ser reparado; ni tampoco pecar por omisión, en cuyo caso la medida cautelar resultaría inocua. 

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6.2.2.3. Fraude procesal: Existe fraude procesal, en términos generales, cuando se utiliza el proceso con el propósito de ob¬tener un provecho ilícito. 

En estas condiciones no puede reconocerse eficacia a la sentencia dictada en un juicio en el que se incurrió en fraude o estafa procesal, porque la institución de la cosa juzgada, como todas las instituciones legales, debe asentarse sobre bases com¬patibles con los derechos y garantías constitucionales. 

Siendo así, a toda y cualquier sentencia no puede reconocérsele, por el solo hecho de ser tal, la cualidad de reso¬lución inmutable, sino sólo a la que ha sido precedida de un proceso contradictorio, en el que las partes han tenido razona¬ble oportunidad de audiencia y prueba, es decir, cuando ha exis¬tido un debido proceso. 

6.3. Abuso del derecho 

6.3.1. Concepto: Existe abuso del derecho, en sentido procesal, cuando de manera excesiva y vejatoria, so pretexto de ejercer un derecho procesal, se causa un perjuicio, sin que ello sea ne¬cesario para el ejercicio de la defensa. 

A los litigantes no les está permitida la utilización arbi¬traria de los medios procesales que la ley les otorga, contraponiéndolas a los fines del proceso, obstaculizando su curso, dilatándolo sin fundamento o faltando a los deberes de lealtad, probidad y buena fe. 

El abuso puede darse por acción y por omisión. Lo co¬mete aquel que se resiste indebidamente a una pretensión legíti¬ma, o deduce excepciones sin exteriorizar el menor propósito de probarlas, o incidentes que tengan por único fin la obstruc¬ción sistemática del curso del proceso. 

6.3.2. Casos: La norma del Código Procesal Civil hace referen¬cia a concretas y taxativas condiciones que se deben cumplir para que la conducta del litigante pueda hallarse incursa en la causal de abuso del derecho. Dice: "Ejercicio abusivo de los derechos. Ejerce abusivamente sus derechos, la parte que en un mismo proceso: 6.3.2.1. haya promovido dos o más impugnaciones de inconsti¬tucionalidad, rechazadas con costas; 6.3.2.2. haya promovido y perdido tres incidentes con costas; 6.3.2.3. fuere sancionada más de una vez con medidas discipli¬narias; y 6.3.2.4. formule pretensiones o alegue defensas que, juzgadas, re¬sulten manifiestamente desprovistas de fundamento o innecesa¬rias para la declaración o defensa del derecho" (Art. 53 CPC). En el numeral 6.3.2.4., se establece un "standard jurídi¬co" (patrón axiológico), un elástico arbitrio librado a la in¬terpretación judicial. Debe aclararse que la inconducta, en cualquiera de las formas previstas, debe darse en un mismo proceso. 

6.4. Declaración Establece la norma procesal: "Oportunidad para solici¬tar la declaración. En cualquier etapa del proceso y en cual¬quier instancia, antes que se dicte resolución, podrá requerirse que en la decisión el magistrado se pronuncie sobre la mala fe o el ejercicio abusivo del derecho" (Art. 54 CPC). 

6.5. Distinción Deben diferenciarse dos supuestos de inconducta pro¬cesal: la prevista y sancionada en las normas que integran el Capítulo II, Título III, Libro I (Arts. 51 al 56 CPC), y la que se halla regida por el Art. 17 del CPC. La causa o motivo que ori-gina la sanción procesal o pena es distinta en ambos supuestos. 

6.5.1. En el primer supuesto, corresponde que el juez analice la conducta procesal del litigante en su conjunto (uso del proceso con el fin de conseguir un objeto o beneficio ilícito, formula¬ción de pretensiones o defensas que juzgadas resulten mani¬fiestamente desprovistas de fundamento o innecesarias para la declaración o defensa del derecho, etc.) o que constate el cum¬plimiento de las condiciones precisamente determinadas en la ley (haber promovido dos o más impugnaciones de inconstitucionalidad rechazadas con costas, haber deducido y perdido tres incidentes con costas, etc.). 

La sanción de la mala fe o abuso del derecho funciona a pedido de parte y el juez debe considerarla con motivo de resolver el incidente o la cuestión principal. 

6.5.2. En el segundo supuesto, la inconducta está referida u 1UM medidas disciplinarias, es decir, a las faltas o incorrecciones cometidas por los litigante s, sus abogados o procuradores u otras personas, contra la dignidad o autoridad del magistrado, los otros litigantes, abogados o procuradores, o funcionarios, o a la alte¬ración del buen orden y decoro que debe guardarse en las ac¬tuaciones judiciales. 

La sanción por las faltas o incorrecciones son aplicadas generalmente de oficio por el juez, si bien es cierto que las mis¬mas pueden ser denunciadas por el afectado. Por lo general, son establecidas en una resolución expresa y fundada referida exclusivamente al tema y tener apoyo en las constancias de au¬tos. Puede dictarse en cualquier etapa del proceso en forma in¬dependiente de la cuestión principal o incidental. En caso de duda el juez debe abstenerse de aplicar sanciones. 

6.6. Responsabilidad. Sanciones La firme intención del legislador nacional de moralizar el proceso se manifiesta en toda su amplitud en la normativa del Código, especialmente en el Art. 56 del CPC. De acuerdo con el primer párrafo del mencionado Ar¬tículo la inconducta procesal es fuente de convicción judi¬cial, mediante el establecimiento de una presunción "juris tantum" que afecta a la parte declarada litigante de mala fe o abusiva en el ejercicio del derecho. 

La inconducta procesal, cuando reviste las caracterís¬ticas de gravedad y ejercicio sistemático, pasa a constituirse en un fuerte indicio de la sinrazón de la pretensión sostenida y origina el funcionamiento de la presunción. Siendo así, en caso de duda sobre el derecho invocado o insuficiencia de prueba, el juez deberá resolver la materia del pleito en contra del litigante que actuó de mala fe o incurrió en el ejercicio abusivo del derecho. 

No obstante, cualquier actuación no puede ser consi¬derada inconducta. Así, no será suficiente el mero venci¬miento, ni la sola circunstancia de que una pretensión no fuere acogida para que se configure la mala fe o el ejercicio abusi¬vo del derecho, sino que es necesario haber tenido una ac¬tuación procesal sin apoyo fáctico o jurídico, que se traduzca en pretensiones o defensas cuya injusticia o

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falta de funda¬mento no puedan soslayarse de acuerdo con una mínima pauta de razonabilidad. 

La disposición procesal también consagra otra conse¬cuencia: las costas del juicio estarán a cargo del "improbus litigator", aunque el mismo sea el vencedor del pleito. 

Además, sin requerimiento de parte, al regular los ho¬norarios, el juez tiene el deber, de acuerdo a la importancia y gravedad de los hechos violatorios del Principio de morali¬dad, de imponer como agravante un aumento de hasta el cin-cuenta por ciento de los honorarios de los letrados de la par¬te contraria, cuya determinación se deja librada al arbitrio del juez o tribunal dentro del tope legal mencionado. 

Finalmente, la norma deja abierta a la parte perjudica¬da la facultad de reclamar, mediante el proceso de conoci¬miento ordinario, la fijación del monto indemnizatorio. Lo pretensión se referirá exclusivamente al «quantum», en ro¬zón de que el hecho generador del derecho quedó estableci¬do e inmutable al quedar firme la resolución condenatoria. 

Conviene aclarar que en virtud de la conexidad exis¬tente, el juez competente de la demanda de daños y perjui¬cios debe ser el de la causa en la que se declaró la mala fe o el ejercicio abusivo del derecho. 

7. MODIFICACION DE LAS PARTES DEL PROCESO 

La modificación de las partes del proceso se produce cuando se opera un cambio en la composición de las partes , originarias del proceso, como consecuencia de su reemplazo por otra persona distinta. 

A los efectos de una mayor comprensión correspondo formular el siguiente distingo. 

7.1. Sucesión procesal 

Durante la tramitación del proceso pueden producirse el fallecimiento (real o presunto) o la incapacidad de alguno de las partes, en cuyos supuestos se suspende la tramitación del mismo, sin que ello importe la interrupción del juicio. 

Ocurrida alguna de las circunstancias señaladas, el pro• ceso queda suspendido, no pudiéndose ejecutar en él actos validos, salvo los que tengan por objeto alguna medida precautoria, hasta tanto se notifique al sucesor o represen¬tante, para que dentro del plazo que el juez le fije comparez¬ca a tomar intervención asumiendo la calidad de parte. 

Producida la muerte de alguna de las partes el herede¬ro del causante ocupa su lugar en el proceso, continuándose con él la tramitación del proceso, de acuerdo con el Art. 2446 del C. Civil, que dice: "Desde la muerte del causante, sus he¬rederos le suceden en sus derechos efectivos y en los even¬tuales. Son poseedores de lo que su autor poseía aun antes de ejercer efectivamente el derecho sobre las cosas hereditarias. El heredero que sobrevive un solo instante al causante trans¬mite la herencia a sus propios herederos". Si los herederos son varios y la herencia se encuentra el estado de indivisión todos los herederos tienen el derecho de asumir la calidad de parte en lugar del causante, en este caso deben unificar su representación siempre que ello sea posible de conformidad al Art. 65 del CPC. La doctrina (CARNEL UTTI) considera que la sucesión universal tiene incidencia procesal no sólo en el caso de fa¬llecimiento, sino en general cuando se produce la extinción de la parte, v.g.: fusión de sociedades. Las personas jurídicas disueltas continúan teniendo ca¬pacidad para ser partes, porque la disolución de las mismas no produce la pérdida de su personalidad jurídica, que conti¬núa subsistiendo al solo efecto de concluir las operaciones pendientes y de liquidar el correspondiente patrimonio, de acuerdo con el Art. 1006 del C. Civil. 

Del mismo modo, si la parte se torna incapaz, le subs¬tituye su representante legal prosiguiéndose el juicio. 

Aquí se contempla sólo el caso de la parte (activa o pasiva) que actúa personalmente en el proceso, pues la muerte o incapacidad de la parte representada en juicio por apodera¬do constituye un supuesto distinto, legislado en el Art. 64, inc. e) del CPC. También es distinto el hecho de la muerte o inhabilidad del apoderado, contemplado en el mencionado Art. 64, inc. f) del CPC. 

7.2. Sustitución procesal Se produce en el caso de sustitución a título singular que se origina como consecuencia de la enajenación o cesión de la cosa o derecho en litigio. Producida la enajenación del bien objeto del pleito el enajenante o cedente continúa actuando en el proceso en nom¬bre propio y con un interés ajeno, el del adquirente. Este no puede intervenir como parte principal sin el consentimiento de la otra parte (Principio perpetuatio legitimationis), en ra¬zón de que la sentencia que se dicte debe referirse al momen¬to en que se trabó la litis por demanda y contestación, no pudiendo los hechos posteriores modificada o alterada, sal¬vo que exista conformidad de las partes originarias y se pro¬duzca la exclusión (extromisión) del sustituido por el sustituyente. En este sentido el Art. 90, 3a. p. del CPC, esta¬blece: "Mediando acuerdo de parte, podrá operarse la subs¬titución procesal del citante por el citado, cuando aquél fuere el demandado". 

En el supuesto de que la contraparte se oponga a la intervención del adquirente o cesionario como parte princi¬pal, el proceso debe continuar con el enajenante o cedente, quien asume la calidad de substituto procesal, dado que al producirse la transmisión del bien o derecho litigioso perdió su calidad de titular de la relación jurídica sustancial. Sien¬do así, carece de facultades para realizar cualquier acto pro¬cesal que importe una disposición del derecho del sustituido v.g.: allanamiento, desistimiento, confesión. 

8. LITISCONSORCIO 

8.1. Concepto Se denomina litisconsorcio a la actuación conjunta de más de dos sujetos en el proceso (proceso con pluralidad de partes). Son litisconsortes aquellos que asumen la misma po¬sición en el proceso corriendo igual suerte. 

La voz litisconsorcio deviene de la locución "litis consortium"; de "litis": pleito, litigio judicial, juicio (conflic¬to de intereses) y "consortium": comunidad de destino. De ordinario la relación procesal se desarrolla entre dos personas. Sin embargo en el litisconsorcio la relación procesal se desenvuelve con la presencia de varios sujetos. 

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8.2. Clases De acuerdo con la posición procesal en la que se en¬cuentran los litisconsortes, el litisconsorcio se denomina: Activo : Cuando existen varios actores frente a un demanda¬do. Pasivo: Cuando hay varios demandados frente a un actor. Mixto: Cuando existen varios actores frente a varios deman¬dados. 

El litisconsorcio también puede ser originario cuando la pluralidad de litigantes se produce al comienzo del pro¬ceso (acumulación objetiva de pretensiones), o sucesivo cuan¬do la pluralidad de litigantes ocurre durante el desarrollo posterior del proceso (integración de la relación procesal). 

El litisconsorcio se llama facultativo cuando su forma¬ción obedece a la libre voluntad de las partes, y necesario cuan¬do lo impone la ley o la misma naturaleza inescindible de la rela¬ción o situación jurídica que constituye la causa de la pretensión, lo cual hace que el litigio no pueda decidirse válidamente si la relación procesal no se halla integrada con todos los litisconsortes. 

8.3. Litisconsorcio facultativo 

El litisconsorcio es facultativo cuando depende de la conveniencia y voluntad de las partes. En el litisconsorcio facultativo existe una relación procesal única y autonomía de los sujetos procesales. Los litisconsortes por esta razón se denominan más propiamente aquí compartes. 

Los actos de cada uno son independientes en sus efec¬tos de los demás, sin que redunden en provecho ni en perjui¬cio de éstos. Es decir, son compartes porque tienen idéntica situación procesal, pero no son litisconsortes porque no tie¬nen comunidad de destino, no corren igual suerte en el pro¬ceso. De allí que las resoluciones que recaigan en el proce¬so puedan ser diferentes para cada uno de ellos. Los que son litisconsortes y los que son compartes ocupan una misma posición en el proceso, pero mientras para los litisconsortes los efectos de los actos procesales son idén¬ticos, para los que son compartes no lo son, porque se trata de un supuesto en que existe pluralidad de partes provenien¬te de pretensiones conexas por el título, por el objeto o por ambos elementos a la vez. 

La característica de este tipo de litisconsorcio reside en la autonomía procesal de los litisconsortes; en consecuen¬cia cada uno goza de legitimación procesal independiente, razón por la cual el resultado del proceso como el contenido de la sentencia puede ser distintos con respecto a cada uno de ellos. 

Conforme a las ideas expuestas el litisconsorcio fa¬cultativo produce diferentes efectos: El juez deberá ser com¬petente para entender en las acciones (pretensiones) que co¬rrespondan a cada litigante. 

Cada uno de ellos deberá tener capacidad procesal para actuar en el juicio. Cada uno puede adoptar una actitud distinta de la de los demás: allanarse, oponer excepciones, defensas, etc .. 

La rebeldía de uno no perjudica a los otros. 

Unos pueden apelar y otros consentir la sentencia. En la prueba de los hechos individuales debe estarse a la producida por el litigante al que se refiere; si 10 es de un hecho común debe ser examinado respecto de todos. En la prueba de confesión de acuerdo con el Art. 298 del CPC: «La confesión del litisconsorte no perjudica a sus compartes». De este regla se deduce que uno de ellos puede exigir la absolu¬ción de posiciones de su comparte. 

La caducidad de la instancia que se produzca para uno no afecta a los otros. El, proceso puede concluir para uno o algunos de los litisconsortes y continuar en relación con los restantes. Ello puede ocurrir sea por efecto de una excepción procesal que prospere tan sólo respecto de uno o algunos de los sujetos que se encuentran en la misma posición de parte, o como consecuencia de un acto de disposición realizado por uno o algunos de ellos. Los recursos interpuestos por un litisconsorte no be¬nefician a los restantes, salvo que la aplicación de esa regla conduzca al pronunciamiento de sentencias contradictorias respecto de un hecho común a todos los litisconsortes. 

8.4. Litisconsorcio necesario. Integración de la relación pro¬cesal El litisconsorcio necesario u obligatorio se produce cuando entre varios sujetos existe una relación sustancial única e inescindible. 

El litisconsorcio es necesario cuando la sentencia sólo puede dictarse útilmente frente a todos los integrantes de la relación jurídica sustancial controvertida en el proceso, de modo que la validez de éste se halla subordinada a la citación de todas aquellas personas. 

En el litisconsorcio necesario existe siempre una úni¬ca pretensión, cuya peculiaridad está dada por la circunstan¬cia de que necesariamente debe ser promovida por varios le¬gitimados o contra varios legitimados y no por o contra algu¬nos de ellos solamente, en razón de que la legitimación pro¬cesal corresponde al conjunto de personas y no a una perso¬na individualmente. 

Configuran casos de litisconsorcio necesario: 

8.4.1. Exigido por la ley: la demanda de filiación, que debe intentarse contra el padre y la madre (Art. 25 CM). 

8.4.2. Proveniente de la naturaleza de la relación contro¬vertida: la demanda por simulación de un acto jurídico, que debe promoverse contra todas las partes que lo realizaron; la demanda de nulidad de un acto jurídico, que debe intentarse contra todos sus otorgantes; la demanda de división de con¬dominio; etc .. 

El proceso debe integrarse de oficio o a solicitud de cualquiera de las partes mediante la deducción de la "exceptio plurium litisconsortium", con todos los sujetos que corres¬pondan en razón del vínculo de derecho material que los une, porque si la sentencia fuera pronunciada sólo con respecto a alguno de ellos, no resultaría útil o no sería posible obtener su ejecución. 

La integración de la litis deberá producirse antes de que se dicte la providencia de apertura a prueba, dentro del plazo que el juez señale, quedando suspendido el curso del proceso mientras se cita a quienes corresponda. 

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Si la falta de integración de la litis se advierte en el momento de dictar sentencia o hallándose el expediente en segunda o tercera instancia, la demanda debe ser rechazada, incluso de oficio y aunque la parte interesada no haya hecho petición al respecto, sin que tal decisión produzca cosa juz¬gada en cuanto al fondo de la cuestión. Si se dictó sentencia puede peticionarse su nulidad por la parte excluida mediante la promoción del incidente de nulidad o de un proceso autó¬nomo. 

En el litisconsorcio necesario los efectos que se pro¬ducen son diferentes a los del litisconsorcio facultativo (com¬partes); de allí que los actos de uno benefician o perjudican a los otros, según las prescripciones de las leyes substantivas. 

La prueba deberá analizarse en su conjunto y sólo se tendrá por acreditado un hecho cuando lo fuere respecto de todos. 

Si uno solo interpone un recurso, los demás se ven afectados por sus consecuencias. La caducidad no puede oponerse si no se produjo para todos. 

El allanamiento, desistimiento, transacción o renuncia deben ser realizados por todos. Vale decir, todos son considerados como uno solo. 

El contenido de la sentencia debe ser el mismo para todos los litisconsortes. 

La sentencia que vaya a dictarse será oponible a quie¬nes no hayan sido parte en el juicio, si a pesar de haber sido citados no han comparecido, de tal modo se evitará la nuli¬dad del proceso. 

Con relación a la competencia el Código de Organiza¬ción Judicial dispone que si hubiere varios coobligados, pre¬valecerá la competencia del juez ante quien se instaure la de¬manda (Art. 17, 2a p. COJ). 

Las costas en los casos de litisconsorcio, dice el Có¬digo Procesal Civil, se distribuirán entre los litisconsortes, salvo que por la naturaleza de la obligación correspondiere la condena solidaria. Cuando el interés que cada uno de ellos represente en el juicio ofreciere considerables diferencias, deberá el juez distribuir las costas en proporción a ese inte¬rés (Art. 201 CPC). 

DEBER PROCESAL. OBLIGACION PROCESAL. CAR¬GA PROCESAL Son tres conceptos de uso corriente en el léxico pro¬cesal que, muchas veces, son confundidos. Por ello conviene diferenciarlos debidamente: 

9.1. Deber El deber procesal es el imperativo jurídico que tienen las partes y los terceros respecto del órgano judicial o los otros intervinientes en el proceso, v.g.: las partes deben litigar conforme al Principio de moralidad; los terceros tienen el deber de testimoniar la verdad. Así también, el órgano ju¬dicial respecto de aquéllos v.g.: el juez debe resolver opor¬tunamente el litigio, el juez debe inhibirse si existe causa para ello. El incumplimiento de los deberes procesales hace pasible de sanciones al infractor. 

9.2. Obligación 

La obligación procesal es un imperativo jurídico que una parte procesal tiene respecto de la otra o del órgano ju¬dicial v.g.: el pago de las costas procesales y de las multas en carácter de sanciones comninatorias. (astreintes). 

En caso de no cumplirse voluntariamente la obliga¬ción, el acreedor puede ejecutar su crédito contra el deudor. 

9.3. Carga 

La carga procesal consiste en un imperativo del pro¬pio interés, en cuya virtud existe la necesidad de realizar una determinada actividad procesal a fin de evitar que sobreven¬ga un perjuicio. 

El concepto de carga procesal, expuesto por GOLDSCHMIDT, es propio del Derecho procesal. COUTURE la define como la situación jurídica en que se hallan los litigantes en el proceso, cuando la ley o el juez requieren de ellos una determinada conducta, de realización facultativa, dándoles por consiguiente la opción de omitirla o realizarla, trayendo la omisión aparejado un gravamen y constituyendo la realización un imperativo de su propio interés. Constitu¬yen cargas procesales comparecer en el juicio, contestar la demanda, probar una afirmación, etc .. 

En la carga, dice SENTIS MELENDO, se está en el campo de la libertad, el sujeto tiene la opción entre cumplir o no cumplir con su conducta (carga), si no lo hace no tendrá sanción, pues lo que se busca es facilitar la situación del otro sujeto, porque el fin perseguido, justamente, es proteger el propio interés. El que cumple con la carga (imperativo de su interés) favorece su posición procesal (interés) y no el ajeno, como sucede con la obligación y también con el deber. 

CARNELUTTI diferencia la carga de la obligación, expresando que aquélla es un acto necesario, en tanto que ésta es un acto debido.

CAPITULO X - Representación ProcesalREPRESENTACION PROCESAL SUMARIO: 1. Concepto.- 2. Representación convencional. 2.1. Pa¬trocinio obligatorio. 2.1.1. Excepciones a la regla.- 3. Cesación de la representación convencional. 3.1. Revocación. 3.2. Renuncia. 3.3. Cesación de la personalidad. 3.4. Conclusión de la causa. 3.5. Muerte o incapacidad del poderdante. 3.6. Muerte o inhabilidad del apode¬rado.- 4. Representación legal. 4.1. Personas jurídicas.- 5. Repre¬sentación sin mandato. 5.1. Concepto. 5.2. Requisitos. 5.2.1. Ur¬gencia. 5.2.2. Caución. 5.2.3. Plazo.- 6. Unificación de la represen¬tación. 6.1. Concepto. 6.2. Requisitos. 6.2.1. Pluralidad de litigantes. 6.2.2. Interés común. 6.2.3. Compatibilidad. 6.2.4. Igualdad. 6.3. Forma. 6.4. Revocación.- 7. Personería.- 8. Abogado- 9. Requisi¬tos.- 10. Derechos. 10.1. Ejercer la profesión. 10.2. Percibir honora¬rios. 10.3. Secreto profesional.- 11. Deberes. 11.1. Guardar el prin¬cipio de moralidad. 11.2. Proseguir el proceso. 11.3. Deberes con su cliente. 11.4. Deberes con el órgano jurisdiccional. 11.5. Deberes con la parte contraria.- 12. Responsabilidad. 12.1. Responsabilidad civil. 12.2. Responsabilidad disciplinaria. 12.3. Responsabilidad pe¬nal. 12.4. Responsabilidad especial.- 13. Incompatibilidades.- 14. Inhabi1idades.- 15. Dignidad del abogado.- 16. Procurador. 16.1. Concepto. 16.2. Requisitos. 

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1. CONCEPTO 

Representar significa actuar en nombre o por cuenta de otra persona. 

El representante realiza actos en nombre de otra persona, de¬nominada representado, sobre la cual recaen los efectos jurídicos producidos por la gestión. 

El C. Civil establece que podrán celebrarse por medio de repre¬sentantes los actos jurídicos producidos por la gestión. 

El C. Civil establece que podrán celebrarse por medio de repre¬sentantes los actos jurídicos entre vivos (Art. 343, la p. CC). 

La Constitución y los Códigos Procesal Civil y de Organiza¬ción Judicial sustentan el Principio de la libertad en materia de repre¬sentación. Siendo así, las personas capaces pueden hacerse o no re¬presentar enjuicio. 

Cuando la persona física actúa por si en ejercicio de su propio derecho, el patrocinio de abogado es obligatorio para todo asunto judicial o administrativo y "ni los jueces o tribunales, ni las autorida¬des administrativas, darán curso a presentación alguna que no se ajuste a lo dispuesto en este artículo", expresa el Art. 65 de la Ley 1376 de Arancel de Abogados y Procuradores concordante con el Art. 88 del COC, que exceptúa dicho patrocinio obligatorio a "las actuaciones ante la Justicia de Paz y las del recurso de Habeas Corpus y de Amparo y otros casos establecidos por leyes especiales". 

Toda persona tiene la facultad de comparecer personalmente en juicio, siempre que tenga capacidad procesal. Pero aun en esta hipótesis puede delegar esa intervención en un tercero. Si no tuviese capacidad procesal la ley impone la intervención de otra persona para integrar su capacidad. En el primer caso, tenemos la representación convencional, y en el segundo la representación legal. 

2. REPRESENTACION CONVENCIONAL La representación convencional queda configurada cunado la parte opta por hacerse representar por otra persona en el proceso, lo cual es jurídicamente posible en virtud de lo dispuesto en el C. Civil, que expresa: "Podrán celebrarse por medio de representantes los actos jurídicos entre vivos" (Art. 343, 1er p. CC). 

En el proceso civil se exige que la parte que comparezca en juicio deba estar representada por procurador (mandatario) o asistida por un abogado, o cumpliendo ambos requisitos a la vez. 

La representación judicial comprende dos funciones: la de representar a las partes en los actos procesales, y la de dirigir la defensa ante el tribunal. La primera la cumple el procurador; la segunda, el abogado. En la mayoría de los países europeos se debe comparecer por medio de procurador y contar además con la asistencia del abogado. En el nuestro no. 

La representación convencional supone el contrato de mandato o el poder, en cuya virtud se acredita la representa¬ción que se ejerce. 

El poder es una declaración unilateral de voluntad o man¬dato jurídico, otorgado a una persona para que pueda actuar en su nombre y representación, dentro de los límites estableci¬dos en él. 

El representante judicial obra siempre en nombre ajeno (la parte es quien actúa en nombre propio). No obstante, por razones estrictamente de orden procesal, excepcionalmente en algunos supuestos en que ha cesado el mandato, la repre-sentación continúa un cierto tiempo, v.g.:, cuando se produce la muerte del mandante o su incapacidad. (Art. 64, inc. e) CPC). 

El patrocinio letrado, que supone un conocimiento téc¬nico, se halla dado para la mejor defensa de los derechos y para tener una correcta y ordenada tramitación del proceso, lo cual redundará en beneficio de los litigantes para, de este modo, obtener un mejor servicio de la justicia. Señala REDENTI: "El procedimiento, sabido es, está fatalmente erizado de formas y de términos, de nulidades, inadmisibilidades, preclusiones, extinciones; el juez no pue¬de decidir ultra petita; el fallo absorbe lo deducido y lo de¬ducible; está el espectro de la carga de la prueba, está la di¬ficultad de reducir a términos jurídicos los hechos vulgares de la vida: la verdad y el buen derecho están siempre en pe¬ligro en ese piélago del "modus", y no cabe pensar que el juez pueda socorrer a las par¬tes sino en medida reducidísima, o remediar sus errores de táctica o de formas, ya que ello podría perturbar su impar¬cialidad y hacer que se le atribuyera responsabilidades en daño de su prestigio. De aquí la necesidad de prescribir, aun en interés mismo de la Justicia, que las partes encomienden a técnicos del Derecho". 

La representación en juicio en forma exclusiva deberá ser ejercida por abogado o procurador matriculado, de acuer¬do con los Arts. 6 de la Ley 1376/88 y 87, 2° p. del COJ Este último preceptúa: "Fuera de estos casos (se refiere al supuesto de la persona física que bajo patrocinio de abogado realiza la gestión personal de sus derechos, o de sus hijos cuya representación tenga) quien quiera comparecer ante los juzgados y tribunales de la República deberá hacerse repre¬sentar por procuradores o abogados matriculados". 

La representación convencional se halla regulada por las disposiciones que atañen al mandato en los Arts. 880 y sgtes. del C. Civil. El poder debe ser formalizado en escri¬tura pública, de conformidad al Art. 700, inc. f) la. p. del C. Civil, salvo que la ley autorice otra forma de instrumenta¬ción para determinados asuntos, v.g.: juicios laborales, con¬vocatorias de acreedores y quiebras, etc. N o es necesario el otorgamiento de poder cuando se trate de deducir la garantia constitucional del Habeas Corpus, de conformidad al Art. 133 de la Constitución.

2.1. Patrocinio obligatorio 

De acuerdo al carácter público que ostenta el proceso, la ley procesal (Arts. 58 CPC y 87 y 88 COJ) consagra, como regla, la obligatoriedad de la defensa letrada, lo cual resulta necesario y conveniente para coadyuvar al normal y eficiente desarrollo de las actuaciones procesales. 

La Ley de Arancel de Honorarios de Abogados y Pro¬curadores dispone: "Es obligatorio él patrocinio de abogado en todo asunto propio judicial o administrativo, la represen¬tación por mandato será ejercida por abogado o procurador matriculado. Ni los jueces o tribunales, ni las autoridades administrativas, darán curso a presentación alguna que no se ajuste a lo dispuesto en este artículo" (Art. 6 Ley 1376/88). 

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Expresa COUTURE que un buen abogado ahorra al juez la más enojosa de todas sus fatigas: la de desentrañar del fá¬rrago de cuestiones torpemente propuestas por el litigante, que no sabe cómo defenderse, aquellos puntos que son esenciales en la decisión. Por eso -continúa- el mejor abogado es, sin duda, aquél capaz de hacer de sus escritos lo que un autor llama "el proyecto de sentencia" que su parte espera. 

El Código Procesal Civil establece la sanción aplicable a la falta de cumplimiento del patrocinio obligatorio requerido por la ley procesal. Dispone que sin más trámite ni recurso se devuelva y se tenga por no presentado todo escrito que se presente en juicio sin firma de letrado (Art. 59 CPC). 

Su presentación en la forma apuntada, consecuentemen¬te, no producirá ningún efecto procesal, v.g.: suspensión o in¬terrupción de los plazos. La regla se aplica cuando la parte actúa personalmente y cuando lo hace mediante mandatario no abogado. 

2.1.1. Excepciones a la regla 

Se establecen, sin embargo, casos de excepción a la re¬gla del patrocinio obligatorio. Ellos son: 

2.1.1.1. Para la recepción de órdenes de pago, indebidamente denominados en nuestro medio "cheques judiciales". 

2.1.1.2. Para solicitar declaratoria de pobreza, lo que se justifi¬ca por motivos obvios (Art. 58 CPC). 

2.1.1.3. Las actuaciones ante la Justicia de Paz y las del recurso de Habeas Corpus y de Amparo y otros casos establecidos por leyes especiales (Art. 88, 2a p. COJ). 

CESACION DE LA REPRESENTACION CONVENCIONAL 

La representación convencional ejercida por los apode¬rados, puede terminar en los siguientes casos: 

3.1. Revocación La revocación se produce cuando por la voluntad unila¬teral del poderdante se priva de eficacia al mandato otorgado. 

La revocación debe ser expresa e inequívoca y debe dar¬se en el proceso. No es aplicable a la revocación judicial la revocación tácita del mandato, prevista en el Art. 914 del C. Civil. Producida la revocación el poderdante tiene el deber de comparecer personalmente o designar nuevo apoderado. Si así no lo hiciere, el juicio proseguirá en rebeldía, aplacándose las disposiciones de los Arts. 68 y sgtes. el CPC. Cuando el poder es otorgado a varios apoderados en for¬ma conjunta, separada, alternativa o indistinta la presentación de uno de ellos en eljuicio no importa la revocación del poder del otro. 

3.2. Renuncia Renunciar significa abandonar o dejar voluntariamente una cosa o derecho que se tiene. 

No obstante la renuncia, que debe notificarse por cédula en el domicilio real del mandante, el apoderado, bajo pena de daños y perjuicios, debe continuar los trámites del proceso hasta que hubiera vencido el plazo judicial fijado bajo apercibimien¬to para que el mandante reemplace al mandatario o comparez¬ca personalmente. Si así no lo hiciere el proceso continuará en rebeldía, de acuerdo con los Arts. 68 y sgtes. del CPC. 

3.3. Cesación de la personalidad La personalidad procesal es la capacidad civil de la parte para estar en juicio. La personalidad puede estar referida a las personas físicas o a las jurídicas. De la ley sustancial resulta quiénes tienen y quiénes ca¬recen de la cualidad necesaria para poder actuar en un proce¬so. 

3.4. Conclusión de la causa La causa -sinónimo de proceso, juicio, pleito, litis con¬cluye normalmente con el dictado de la sentencia. También puede terminar por otros modos distintos: allanamiento, desistimiento, caducidad de la instancia, etc .. la norma se refiere al poder otorgado para actuar en un de terminado juicio. 

3.5. Muerte o incapacidad del poderdante La muerte o incapacidad sobreviniente del poderdante pro¬duce la suspensión del proceso; la que debe estar comproba¬da en autos. 

La norma establece el deber a cargo del mandatario de haber saber al juez o tribunal de la causa el hecho producido dentro del plazo de diez días de haber tenido conocimiento del mismo. Del mismo modo, debe denunciar -si conoce- el nom¬bre y el domicilio de los herederos o del representante legal del fallecido o incapacitado. 

La omisión de los deberes enunciados precedentemente hará perder el derecho de cobrar los honorarios que se devengaren con posterioridad. 

3.6. Muerte o inhabilidad del apoderado 

La muerte o inhabilidad del apoderado es otro de los casos de suspensión del proceso. La cesación del mandato se produce "ipso facto" en razón de haber perdido capacidad pro¬cesada persona con quien debe entenderse la sustanciación de la causa. 

La suspensión de los plazos se produce desde el momen¬to en que acaeció la muerte o inhabilidad. En tales casos, se suspenderá la tramitación del juicio y el juez fijará al mandan te un plazo para que comparezca por sí o por nuevo apoderado. Si así no lo hiciera, se seguirá el juicio en rebeldía. 

4. REPRESENTACION LEGAL 

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La representación legal se produce cuando existen per¬sonas físicas procesalmente incapaces por estar sometidas a una incapacidad de hecho. 

Estas personas deben actuar en juicio a través de los representantes necesarios que la ley les otorga: padres, tutores o curadores. Se encuentran, a su vez, promiscuamente repre¬sentados por los funcionarios del Ministerio Público Pupilar: agentes fiscales de Menores y la Dirección General de Protec¬ción de Menores, de acuerdo con el Código del Menor (Ley 903, Arts. 223, 225 y 318, inc. b). Estos pueden, a su vez, designar representantes conven¬cionales. 

4.1. Personas jurídicas Las personas jurídicas y otras entidades colectivas, aun¬que tienen capacidad procesal, necesariamente deben ser re¬presentadas cuando deban actuar enjuicio (Art. 87, 2a. p. COI) por procuradores o abogados matriculados, los que deben hallares debidamente apoderados por los órganos de gestión ins¬tituidos en sus leyes o estatutos. El Código Procesal Civil dis¬pone: Las personas jurídicas sólo podrán intervenir mediante mandatario profesional matriculado (Art. 46, 23 p. CPC). 

5. REPRESENTACION SIN MANDATO 

5.1. Concepto La representación sin mandato se produce cuando una persona, denominada gestor ("falsus procurator" o gestor ofi¬cioso), sin tener mandato o siendo éste insuficiente, interviene en un proceso o realiza actos procesales en representación de otro. 

La institución tiene su antecedente en el Derecho romano en donde se la conocía con el nombre de "cautio de rato et grato" (de aprobación y agradecimiento). De allí pasó a la an¬tigua legislación española de las Partidas y actualmente es ad¬mitida en nuestro Derecho procesal, si bien ya antes la Consti¬tución de 1963 la había recepcionado en los Arts. 77 y 78 para los casos de Habeas Corpus y Amparo, lo cual se mantie¬ne en la actual Constitución en los Arts. 133 y 134. 

La representación sin mandato puede darse en cualquier clase de proceso y es aplicable a cualquier tipo de representa¬ción sea ella voluntaria o necesaria. Rige tanto para la inicia¬ción del proceso como para cualquier otro acto procesal en un proceso en marcha. 

5.2. Requisitos Los requisitos necesarios para que se produzca son: 

5.2.1. Urgencia: Sólo puede ser admitida la representación 

Sin mandato en los casos urgentes. La urgencia debe tener carácter objetivo. Debe surgir manifiesta sin que sea necesario producir prueba al respecto. La interpretación, por tratarse de una norma de excepción, debe ser restrictiva. 

5.2.2. Caución: Es requisito inexcusable el ofrecimiento de una garantía o caución suficiente, la cual será calificada por el juez quien, a su vez, fijará el plazo dentro del cual deberá efectivizarse. 

5.2.3. Plazo: En nuestro Código se establece un plazo, de trein¬ta días, para la presentación de los documentos que acrediten la personalidad y la ratificación de la gestión realizada. 

6. UNIFICACION DE LA REPRESENTACION 

6. l. Concepto La unificación de la representación se produce cuando varios actores o varios demandados vinculados por un interés común, designan un apoderado único para que éste asuma la representación de todos los que se encuentren en igual posición procesal. 

El fundamento del instituto procesal radica en obtener ce¬leridad, economía y unidad de dirección en el proceso a fin de evitar la profusión de trámites y el desorden y confusión proce¬sal. 

En cualquier momento del juicio, después de contestada la demanda, el juez, de oficio o a petición de parte, instará u la unificación de la representación. 

Producida la unificación de la representación, el repre¬sentante común tendrá respecto de sus mandantes todas las fa¬cultades y obligaciones inherentes al mandato (Arts. 61 y 62 CPC). 

6.2. Requisitos 6.2.1. Pluralidad de litigantes: Se requiere que en el proceso existan varios litigantes. 

6.2.2. Interés común: Es una condición esencial que debe exis¬tir para que sea admisible. Consiguientemente, no corresponde la unificación de la representación de los litigante s por el solo hecho de encontrarse en una misma posición procesal (com¬partes), sino que es necesario haber deducido pretensiones o defensas comunes (litisconsortes). 

6.2.3. Compatibilidad: Debe haber compatibilidad entre quie¬nes invocan el interés común, vale decir, armonía. En caso con¬trario, el juez, debe tener el arbitrio de denegar la unificación. 

6.2.4. Igualdad: Deben ser iguales el derecho invocado o el fun¬damento de la demanda o las defensas opuestas. 

La unificación se dejará sin efecto, cuando desaparecieren los requisitos en que ella se fundó (Art. 66, 2° p. CPC). 

6.3. Forma A los efectos de la unificación de la representación el juez fijará una audiencia dentro de los diez días, a la que convocará a las partes. 

Si los interesados no concurrieren, la inasistencia se ten¬drá como negativa a la unificación, continuándose la tramita¬ción de la causa como se venía haciendo. 

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Si en la audiencia no existe unanimidad, el juez podrá disponer la unificación sólo en relación a las partes que hayan manifestado su conformidad. 

No es necesario el otorgamiento de nuevo poder por cuan¬to la representación emana directamente de un precepto legal. 

6.4. Revocación 

Efectuado el nombramiento común, podrá revocárselo por acuerdo de las mismas partes o por el juez, a petición de alguna de ellas, siempre que en este último caso hubiere motivo que lo justificare. La revocación no producirá efectos mientras no tome intervención el nuevo mandatario (Art. 66 10 p. CPC). 

7. PERSONERIA 

En materia procesal se denomina personería (voz deriva¬da de "personero" que significa representante) al derecho que tiene una persona de realizar, en nombre propio o en nombre de un tercero, actos procesales válidos en un proceso. Cuando una persona se presenta en un juicio por un derecho ajeno, sea que ejerza una representación legal o con vocacional, debe acompañar con su primer escrito lo documento que acrediten el carácter que invoca, a los efectos de intervenir en representación de la parte en el proceso. 

La presentación inicial de los documentos puede ser su¬plida con la mención del lugar en el que se encuentren y el pe¬dido de que se recaben copias autenticadas, que deberán ser adjuntadas al proceso. 

8. ABOGADO 

El abogado es el profesional del derecho que se halla ha¬bilitado para dar consejo y asesoramiento en materia jurídica, así como el patrocinio en los procesos judiciales y procedimien¬tos administrativos. 

El patrocinio consiste en la dirección, asistencia y aseso¬ramiento en juicio a las personas que realiza el abogado. En Roma, el "pater familias" acompañaba al foro a las personas que se hallaban bajo su potestad, con el objeto de asistirlas y representarlas. 

La voz abogado proviene del latín "advocatus" que signi¬fica el que asiste a un litigante con su consejo o su presencia. 

Además de la labor de patrocinio o asistencia en juicio, cada vez es más generalizada la función preventiva y de aseso¬ramiento general que cumple el abogado en la sociedad, en relación a las personas físicas y jurídicas, como así también a otros colegas mediante la consulta profesional. 

El abogado tiene como tarea aconsejar, asesorar, orientar, asistir técnicamente a su cliente así como también acompañar y brindar apoyo en el plano humano. 

La abogacía siempre ha sido considerada una profesión liberal, aunque participe de una función pública dentro del pro¬ceso. Por esta última razón se la reglamenta y es, de alguna manera, controlada por el Estado, en especial por el Poder Ju¬dicial o a través de corporaciones (Ordenes o Colegios de Abo¬gados que persiguen ese fin.) 

El sistema de colegiación obligatoria ha tomado empuje últimamente en Latinoamérica, y es así que en diversos congre¬sos de la especialidad han recomendado su implantación. Es¬pecialmente con el fin de realizar un control del cumplimiento de los deberes, cargas y responsabilidades de la profesión de abogado. Incluso la autorización para ejercer la profesión es otorgada por el Colegio u Orden, como así también el retiro de dicha autorización cuando hubiese causa para ello. 

Sin embargo, la colegiación obligatoria como requisito para ejercer la abogacía y para aplicar sanciones, ha sido resis¬tida por no pocos abogados, quienes invocan como fundamen¬to la más amplia libertad de asociación, inspirados en la Decla-ración Universal de Derechos Humanos, que estatuye que nadie puede ser obligado a pertenecer a una asociación (Art. 20). 

En Paraguay, el ejercicio de la profesión es libre, obteni¬do el título y prestado juramento ante la Corte Suprema de Jus¬ticia. 

9. REQUISITOS Para ejercer la profesión de abogado se deben reunir, de ordinario, las siguientes condiciones: 

9.1. Capacidad civil Ser mayor de edad y no hallarse incapacitado de acuerdo con las leyes sustantivas. 

9.2. Moralidad Se refiere a la conducta ética del individuo, a su buena re¬putación .y honorabilidad. 

9.3. Título Es el título profesional expedido por una Universidad, de acuerdo con las exigencias legales. 

9.4. Matrícula La inscripción en la matrícula administrativa, a cargo de la Corte Suprema de Justicia. 

9.5. Juramento Que debe prestarse ante el presidente o un ministro de la Corte Suprema de Justicia. Como he señalado precedentemente, en nuestro país no se exige la colegiación obligatoria como requisito para el ejerci¬cio de la profesión. 

10. DERECHOS 

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Tanto el abogado como el procurador tienen los siguientes dere¬chos: 

10.1. Ejercer la profesión 

El primer derecho del abogado es el de ejercer su profe¬sión, para lo cual estudió y se preparó; lo que constituye una manifestación del derecho constitucional al trabajo. 

10.2. Percibir honorarios El derecho a percibir honorarios es el resultado del ejercicio de una profesión universitaria. Debe serlo conforme a las reglas de la prestación de servicios. El honorario es la justa re¬tribución por su trabajo, el cual se presume oneroso. 

10.3. Secreto profesional El secreto profesional es un derecho, pero por sobre todo constituye un deber del abogado; por ello me referiré a él en el apartado siguiente. 

11. DEBERES El abogado, también el procurador, tiene deberes de or¬den general, que son: 

11.1. Guardar el Principio de moralidad Se halla constituido por la exigencia de observar una de¬terminada conducta, en virtud de la cual el apoderado debe ac¬tuar en juicio de buena fe y no abusar del derecho; vale decir. tiene el deber de cumplir, en el ejercicio de su función, con el Principio de moralidad, el cual está compuesto por los de leal¬tad, probidad y veracidad. 

11.2. Proseguir el proceso 

El abogado tiene el deber de seguir la tramitación del pro¬ceso mientras subsista su personería. Se refiere, también, al cumplimiento de las cargas procesales como imperativo del pro¬pio interés, v.g.: interponer los recursos pertinentes contra las resoluciones que les sean desfavorables; presentar escritos con su firma; oponer excepciones cuando correspondan y sus con¬testaciones; presentar alegatos; expresar agravios; redactar los pliegos de posiciones e interrogatorios y, en general, cumplir en los plazos y con los requisitos legales los actos procesales a su cargo. 

11.3. Deberes con su cliente Debe orientar y asistir a su cliente, de acuerdo con la técni¬ca jurídica que aconseje la naturaleza de la cuestión. Debe po¬ner toda su capacidad y diligencia en la defensa de los intereses de su representado. 

La obligación del abogado con su cliente es de medio. Consiste en poner toda su ciencia y diligencia en la defensa del derecho de éste. El abogado que asume la dirección de un jui¬cio no compromete una obligación de resultado. No garantiza el resultado del pleito. 

El abogado responderá a su mandante por el mal ejerci¬cio de sus funciones profesionales, de acuerdo con los térmi¬nos del Art. 96 del COJ, que dice: "Los abogados y procurado¬res responderán a sus mandantes de los perjuicios que les causaren, por falta, descuido, negligencia o infidelidad en el desempeño de su mandato". 

El abogado debe, también, guardar el secreto profesio¬nal, que es consecuencia del deber inherente a la función que ejercen ciertas personas a quienes se impone la omisión de ha¬cer saber a otras las circunstancias relativas a las cuestiones en que intervienen y que por su naturaleza no deben ser difundi¬das. Dice GONZALEZ: "Estos sujetos por el cargo que invisten y las funciones que desempeñan son depositarios forzados de los secretos de los ciudadanos. El abuso de esta confianza por la revelación de los secretos en ellos depositados, es un grave atentado a la personalidad moral del ciudadano y una negra trai¬ción a la sociedad y a sus deberes, que la ley no puede menos que castigar severamente". 

La revelación del secreto debe ser sin motivo legítimo, es decir, sin justa causa. El Código Penal sanciona al que revelare un secreto aje¬no llegado a su conocimiento en su actuación como médico, dentista o farmacéutico; abogado, notario o escribano público, defensor en causas penales, auditor o asesor de Hacienda; o ayu¬dante profesional de los mencionados o personas formándose con ellos en la profesión. También al que viola el secreto de carácter industrial o empresarial. 

Como secreto se entenderá - dice el Código Penal - cual¬quier hecho, dato o conocimiento de acceso restringido cuya divulgación a terceros lesionaría, por sus consecuencias noci¬vas, intereses legítimos del interesado, o respecto de los cuales por ley o en base a una ley debe guardar silencio (Art. 147 CP).

11.4. Deberes con el órgano jurisdiccional 

El abogado debe observar una conducta coherente con el buen orden del proceso y la autoridad, la dignidad y el decoro debidos al órgano judicial. 

11.5. Deberes con la parte contraria El abogado debe actuar siempre con buena fe, lealtad y probidad y evitar el ejercicio abusivo de los derechos. 

12. RESPONSABILIDAD El abogado puede incurrir en reponsabilidad civil, disci¬plinaria y penal. 

12.1. Responsabilidad civil La responsabilidad civil del abogado resulta, respecto de su cliente, de la existencia de un contrato del cual emanan sus obligaciones y la consiguiente responsabilidad regida por los principios comunes. 

El abogado compromete su responsabilidad cuando la pér¬dida del juicio ha obedecido a una actuación negligente o a error inexcusable. De acuerdo con la doctrina el "error inexcusable" se produce por la ignorancia grosera de la ley o el desconoci¬miento manifiesto de una

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jurisprudencia reiterada y constante. 

La responsabilidad frente a la otra parte deriva de su ac¬tuación en el juicio (mala fe, abuso del derecho). En relación a los daños que su actuación pueda producir a terceros la respon¬sabilidad del abogado o procurador tiene carácter extracontractual. 

Como señalé precedentemente, el Código Procesal Civil, persiguiendo el loable fin de moralizar la profesión de aboga¬do, establece la responsabilidad conjunta con su representado o patrocinado por las consecuencias de la declaración de la mala fe o el ejercicio abusivo del derecho. 

Los abogados deben ser los primeros colaboradores del juez en el juzgamiento de los juicios, para que el proceso pueda efectivamente servir a la tutela de los derechos con el dictado de una sentencia justa. Siendo así, no resultaría admisible la alegación por parte del abogado del desconocimiento de la fal¬sedad o inexistencia de los hechos decisivos para la resolución de la causa. 

Todo esto sin detrimento de la misión institucional de1 abogado que es la de defender. Para ello podrá utilizar los atri¬butos de su habilidad y talento, debiendo contar con amplias oportunidades para cumplir su función. Esta es la razón por la que en caso de duda el juez debe optar por abstenerse de aplicar sanciones. 

En esta línea de moralización del ejercicio profesional del derecho se inscribe la Ley de Arancel de Honorarios de Aboga¬dos y Procuradores, cuando prescribe: "No procederá la regu¬lación de honorarios en favor del profesional apoderado o patrocinante de la parte que hubiera incurrido en plus petitio manifiesta, declarada en la sentencia. Tampoco procederá la regulación cuando por resolución fundada, el juez o tribunal califique de negligente la conducta observada por el profe¬sional, lo reputase litigante de mala fe o que hubiese ejercita¬do abusivamente los derechos. A los efectos de la regula¬ción no serán considerados los escritos o trabajos notoria¬mente inoficiosos" (Art. 31 Ley 1376/88). 

El abogado debe significar con su actuación que es una garantía para el debido ejercicio y cumplimiento de los dere¬chos y no un mero instrumento para lesionar los legítimos de¬rechos de las personas. 

La obligación que resulta de la admisión de la mala fe o del ejercicio abusivo del derecho es solidaria, de acuerdo con el Art. 1841 del C. Civil. En consecuencia, los profesio¬nales que han intervenido en el juicio - como apoderados o patrocinantes - responden solidariamente con sus representa¬dos por su pago. 

Para que los profesionales puedan quedar eximidos de la obligación son necesarias dos condiciones: a) que no le sea atribuible el motivo que sirvió de fundamen¬to a la imputación, v.g.: el abogado actuó en base a datos o documentos suministrados por su cliente que no resultaron verdaderos o auténticos; y b) que exista declaración judicial expresa que, en atención a lo anterior, así lo establezca. El que pagó la totalidad tendrá acción de repetición con¬tra los otros responsables, siendo entre éstos la obligación sim¬plemente mancomunada (Arts. 495 y sgtes. del C. Civil). 

12.2. Responsabilidad disciplinaria Esta responsabilidad resulta del deber de colaboración del abogado con la Justicia, sancionándosela en los casos en que falta a dicho deber (Arts. 17 CPC y 236 COJ). 

12.3. Responsabilidad penal La responsabilidad penal surge de la comisión de delitos calificados como tales por el Código Penal, y en especial de algunos de ellos derivados del ejercicio profesional (vio¬lación del secreto profesional, etc.). 

12.4. Responsabilidad especial 

Una peculiar responsabilidad del abogado en nuestro país se halla establecida en el recurso de queja por retardo de justicia, en el que el Código Procesal Civil elaboró un Sistema, infortunado e inconstitucional, basado en sanciones (multas y suspensiones) aplicables al abogado que, paradójicamente, padece la morosidad judicial. Ello en lugar de sancionarse al único responsable (el juez) imponiéndole a él, y no al ah01t"¬do, las sanciones (multas) por incumplimiento de sus deberes. 

13. INCOMPATIBILIDADES 

La incompatibilidad es la imposibilidad legal, basada en una prohibición, de desempeñar dos funciones o de hacer dos cosas a un mismo tiempo. 

El Código de Organización Judicial establece: "El ejer¬cicio de la profesión de abogado o procurador es incompati¬ble con la calidad de funcionario público dependiente del Poder Ejecutivo o Judicial, o miembro de las Fuerzas Arma¬das y Policiales en servicio activo. 

Esta prohibición no rige: a) Cuando se trate de asuntos propios o de sus padres, espo¬sas, hijos menores de edad, o personas bajo su tutela o curatela; para el ejercicio de la docencia; y para los asesores jurídicos del Poder Ejecutivo y de entida¬des autónomas o autárquicas, y para los abogados incorpora¬dos al servicio de la Justicia militar. No podrán matricularse como abogados quienes ejercer la profesión de notario y escribano público" (Art. 97 COJ). 

"Las incompatibilidades previstas en el Código de Orga¬nización Judicial, que afecten a los abogados y procuradores, podrán ser denunciadas al magistrado de la causa por las par¬tes, quien después de oír al afectado elevará la denuncia a la Corte Suprema de Justicia a los efectos que hubiere lugar" (Art. 98 COJ). 

14. INHABILIDADES 

Las inhabilidades son las circunstancias que impiden que un persona ejerza un derecho, cargo, oficio, profesión o empleo. 

No pueden ejercer la profesión, los abogados y procuradores: 14.1. Que se hallen suspendidos en su ejercicio, por resolu¬ción de carácter disciplinario. 

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14.2. Que no se hubiesen matriculado o su matrícula se ha¬llase en suspenso por causal de incompatibilidad y hasta tanto subsista la causal. 14.3. Cuya matricula hubiese sido casada o anulada, en virtud de lo dispuesto en el Art. 94, 1ap. C.O.J. 

14.4. Que hubiesen sido condenados por sentencia judicial firme, recaída en proceso penal, que importe inhabilitación para el ejercicio de la profesión. 

15. DIGNIDAD DEL ABOGADO El Código Procesal Civil dispone que el abogado en el ejercicio de su profesión debe exigir y se le debe guardar la misma consideración debida al órgano judicial (Art. 67 CPC). 

La disposición procesal mencionada no debe entenderse con un alcance meramente protocolar. 

Conviene, no obstante, destacar que la dignidad y el res¬peto no provienen del ejercicio del cargo o función. Sólo se accede por el estudio, el trabajo y la recta conducta. 

La función del abogado es una de las más nobles que existe. A él se le encarga defender ante los tribunales la vida, la libertad, el honor y el patrimonio de las personas. 

La utilidad e importancia de su función en la sociedad están fuera de toda duda, dada la naturaleza y complejidad de las cuestiones jurídicas y la versación especial que su aten¬ción requiere. 

No obstante, en la realidad, la norma, hasta hoy, ha te¬nido poca repercusión. La culpa también la tenemos los pro¬pios abogados, pues todo finalmente viene a ser una cuestión de educación, en los unos y en los otros, para que por este medio, se otorguen al abogado el trato, la consideración y el respeto que se merece en su actuación profesional. 

Las denuncias acerca de la violación de lo prevenido en la norma protectora de la dignidad profesional por las partes, los funcionarios judiciales o los terceros involucrados en el proceso o actuación en que se produzca, deben ser diri¬gidas al juez o tribunal de la causa o a la Corte Suprema de 

.Justicia, en su caso, para que el órgano judicial, en uso de su potestad disciplinaria, disponga las medidas o aplique las sanciones que pudieran corresponder. 

16. PROCURADOR 

16.1. Concepto 

Se denomina procurador a la persona que mediante po¬der actúa en nombre y representación de otra. 

Antiguamente se lo llamaba "personero", porque se presentaba en juicio en lugar de su mandante. 

En el plano teórico la función del abogado consistiría en pres¬tar asistencia técnica, en planificar y organizar la defensa del dere¬cho de la parte, mientras que el procurador sería el que representa a la parte en el juicio. Sin embargo, en la realidad, habitual y general¬mente, las funciones de ambos la realiza el abogado. 

16.2. Requisitos 

El Código de Organización Judicial establece los re¬quisitos para ejercer la procuración judicial: "Para ejercer la procuración judicial se requiere título de procurador judicial o notario expedido por una universidad nacional o extranje¬ra, debidamente revalidado, o haber estado matriculado con anterioridad a este Código o haber desempeñado con buena conducta el cargo de secretario de juzgado de primera instancia o de un tribunal, cuando menos por dos años" (Art. 100 COJ). 

Además los procuradores deben inscribirse en la matricula y prestar juramento ante la Corte Suprema de Justi¬cia. 

A los procuradores judiciales les son aplicables, en general, las disposiciones establecidas para los abogados.

CAPITULO XI - INTERVENCION DE TERCEROSINTERVENCION DE TERCEROS EN EL PROCESO TERCERIAS SUMARIO: l. Tercero. Concepto.- 2. Intervención del tercero.- 3. Presupuestos de la intervención.- 4. Clases de intervención. 4.1. Intervención voluntaria. 4.1.1. Intervención coadyuvante. 4.1.1.1. Intervención adherente simple o accesoria. 4.1.1.2. Intervención adherente autónoma o litisconsorcial. 4.1.2. Intervención exclu¬yente o principal. 4.2. Intervención forzosa. 4.3. Intervención ne¬cesaria.- 5. Tercerías. 5.1. Concepto. 5.2. Clases. 5.2.1. Tercería de dominio. 5.2.2. Tercería de mejor derecho.- 6. Diferencia entre tercería o intervención de terceros. 

1. TERCERO. CONCEPTO Nuestro proceso, de acuerdo con su origen romano, es singular, en el sentido que, de ordinario, se tramita entre dos partes: el actor y el demandado, y sólo a ellos se refiere y afecta la sentencia. No obstante, la complejidad de las relaciones jurídicas hace que la litis pueda afectar también a otras personas (terce¬ros), en cuyo caso éstas pueden tener un interés legítimo en el modo como dicha litis será decidida. 

Según CARNELUTTI, debe entenderse por litis un conflicto actual de intereses. Entre proceso y litis existe la misma relación que se da entre continente y contenido. De allí que un proceso puede contener una o más litis. 

Se denomina tercero, en sentido general, a quien no es parte en el proceso y, en consecuencia, no puede resultar afectado por sus efectos. 

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También se denomina tercero a aquel que sin ser ac¬tor o demandado, adquiere la calidad de parte en un proceso ya iniciado pretendiendo una sentencia favorable a su inte¬rés. 

La pretensión que deduce el tercero en el proceso pue¬de ser coincidente con la de uno de los litigantes (coadyuvan¬te) o contraria a las pretensiones de las partes originarias (ex¬cluyente). 

La intervención de terceros puede darse en toda clase de procesos y no está limitada al proceso de conocimiento ordinario. 

El tercero, cuando su intervención es procedente, pasa a actuar directamente en el proceso que siguen el actor y el demandado, sin promover otro proceso nuevo o distinto y la sentencia que se vaya a dictar en ese único proceso decidirá también la suerte de las pretensiones del tercero. 

2. INTERVENCION DEL TERCERO La intervención de terceros tiene lugar cuando durante el desarrollo del proceso, sea en forma espontáneo o pro¬vocada, se incorporan a él personas distintas a las partes ori¬ginarias, con el propósito de hacer valer derechos o intereses propios, pero vinculados con la causa o el objeto do la pretensión. 

La intervención de terceros en un proceso se admite por razones de seguridad jurídica y economía procesal, y por la conveniencia que significa extender los efectos de la cosa juzgada a todas las personas interesadas en una determinada relación jurídica o situación jurídica. 

Si bien es verdad, dice CARLOS, que la sentencia que se dicta en un proceso sólo produce sus efectos entre las par¬tes que en él han litigado (res inter iudicata tertius non nocet), se presentarán a menudo casos en que pueden tales efectos, aunque excepcionalmente, extenderse a quienes fueron extra¬ños a esa controversia. 

Declarada admisible la intervención del tercero, éste asu¬me la calidad de parte, con sus derechos, facultades, deberes, cargas y obligaciones, porque el propósito de la institución con¬siste, precisamente, en brindar a aquélla posibilidad de obte¬ner la protección judicial de un derecho o interés propio. Procesalmente acontece que como consecuencia de la intervención del tercero en el proceso original, se produce una acumulación de pretensiones. La determinación del carácter procesal de la interven¬ción del tercero en el proceso resultará, generalmente, de la ley sustancial. 

3. PRESUPUESTOS DE LA INTERVENCION 

El tercero podrá intervenir en un proceso siempre que se cumplan determinados presupuestos. Ellos son: 

3.1. Que exista un proceso pendiente sustanciándose ante el órgano jurisdiccional. 3.2. Que el interviniente sea efectivamente un tercero en la relación procesal, es decir que no sea parte originaria en el proceso. 3.3. Que el tercero demuestre tener un interés jurídico en la cuestión debatida en el proceso. 3.4. Que la pretensión del tercero sea conexa con el objeto, la causa, o ambos elementos, o exista afinidad, con el objeto de que pueda ser sustanciada y resuelta conjuntamente con las pretensiones de las partes originales. 

4. CLASES DE INTERVENCION De acuerdo con la forma en que se produce, la inter¬vención del tercero puede ser: Voluntaria, que puede ser coadyu¬vante, y ésta adherente simple o accesoria o adherente autóno¬ma o litisconsorcial o excluyente; Forzosa u obligatoria; y Necesaria. 

4.1. Intervención voluntaria Se origina por la voluntad libre y espontánea del propio tercero. A su vez, puede ser coadyuvante o excluyente. 

4.1.1. Intervención coadyuvante: La intervención CN coadyuvante cuando tiene por objeto apoyar la pretensión do una de las partes originarias (actor o demandado). La intervención coadyuvante - de acuerdo con la doctrina y la legislación comparada - puede asumir dos modalida¬des: 

4.1.1.1. Intervención adherente simple o accesoria: En la cual el tercero pretende hacer valer un derecho conexo con el debatido entre el actor y el demandado, apoyando a uno de ellos pero sin autonomía de actuación, vale decir, su actuación procesal se halla subordinada a la parte principal a la cual coadyuva. 

Puede intervenir en esta calidad el tercero para quien constituye condición favorable a su derecho la sentencia que se dicte en favor de la parte a la que coadyuva, v.g.: el fiador que interviene en la demanda que se le promueve al deudor por él afianzado; el acreedor, que interviene en la demanda que promueve su deudor (Art. 94, in fine CPC). El tercero tiene una condición accesoria y subordinada a la actuación de la parte principal a la que coadyuva, al no poder alegar ni probar lo que a ella le estuviera prohibido. 

Puede, sin embargo, ejercitar todos los actos procesa¬les que se traduzcan en asistir a la parte que él coadyuva, siempre que ésta no se oponga a ello. CARNELUTTI califica al tercero coadyuvante como parte accesoria, atendiendo al hecho de que "a diferencia de lo que ocurre en los casos de intervención excluyente o litisconsorcial, en los cuales el tercero interviene para hacer valer un derecho propio, en esta forma de intervención el tercero lo hace para sostener las razones de un derecho aje¬no". 

La actuación procesal del tercero coadyuvante se en¬cuentra limitada por la conducta del litigante principal, por¬que si bien se halla autorizado para realizar toda clase de actos procesales, éstos sólo son eficaces en la medida en que no sean incompatibles o perjudiquen el interés de aquél. 

El interviniente coadyuvante simple carece de legimación procesal para litigar contra el adversario de la parte a la que adhiere. 

4.1.1.2. Intervención adherente autónoma o Litisconsorcial: 

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Se produce cuando el tercero invoca un derecho pro¬pio frente a alguna de las partes originarias: actor o deman¬dado. El tercero actúa como litisconsorte de li parte a quien adhiere, con la consiguiente autonomía de gestión procesal. 

El tercero que interviene de este modo pudo haber sido parte principal en el proceso en que actúa como tercero, y la sentencia que se vaya a dictar en dicho proceso, haya tomado o no intervención como tercero, le afectará directamente, V.g.: demanda de nulidad de una asamblea de accionistas promo¬vida por un accionista; citación de evicción (Art. 90 CJC). 

El tercero que interviene en este carácter habría teni¬do legitimación procesal para poder demandar o ser demandado originariamente en el proceso en el cual interviene como tercero. 

El interviniente autónomo o litisconsorcial hace va¬ler un derecho propio en el proceso contra una de las partes originarias (no contra ambas), asumiendo la misma posición procesal de la otra, aunque no necesariamente coincida con el interés de ésta. 

4.1.2. Intervención excluyente o principal: La intervención voluntaria se denomina excluyente, principal o agresiva, cuando el tercero pretende un derecho frente a las partes ori¬ginarias. Su pretensión se contrapone a la de los litigantes originarios: actor y demandado, V.g.: las partes principales discuten acerca de la propiedad de un bien y el tercero inter¬viene en el proceso alegando ser el propietario de dicho bien. 

La calidad con que el tercero interviene en el proceso es distinta a la de los otros contendientes. Es una tercera par¬te. 

La intervención excluyente tiene carácter exclusivo e independiente, y está dada por la incompatibilidad del derecho del tercero con el que se ventila en el proceso. 

CHIOVENDA dice que es una simple facultad del ter¬cero concedida con el fin de prevenir el daño que', de hecho, podría recibir por la victoria de una de las partes del pleito principal, y también con el fin de evitar una duplicidad inútil de juicios y la contradicción de las sentencias. 

La demanda que promueve el tercero excluyente se dirige contra las otras partes del proceso en trámite, pretendiendo en todo o en parte el bien que constituye el objeto de la litis. 

El tercero excluyente o agresivo promueve una de¬manda independiente contra el actor y el demandado, pasan¬do las partes originarias a ser litisconsortes. 

La intervención puede sustanciarse en un mismo ex¬pediente con el proceso principal o por separado, pero siem¬pre las partes originarias y el tercero interviniente tienen el carácter de partes autónomas entre sí. Este tipo de intervención, dependiendo de la instancia en la que se encuentra sustanciándose el proceso, produce los siguientes efectos en el procedimiento, según nuestra ley pro¬cesal: a) Si se halla en primera instancia: Se suspenderá su curso, hasta que la nueva litis y la original queden en el mismo esta¬do, para continuarse conjuntamente a fin de dictarse una sola sentencia. b) Si el proceso se encuentra en segunda instancia: La nueva litis se tramitará en pieza separada con ambos litigantes, sin suspenderse el curso de la litis principal, pero se suspenderá el dictado de la sentencia para poder resolverse juntas. La sentencia que se dicte será una sola y deberá resol¬ver sobre todas las pretensiones, la originaria y la del tercero. Su eficacia se extenderá a todos los sujetos (partes y tercero) que hayan intervenido en el proceso. 

4.2. Intervención forzosa La institución procesal de la intervención forzosa u obligatoria tiene lugar cuando el juez, a pedido de parte o de oficio, ordena la citación de un tercero, a fin de que la sentencia que vaya a dictarse produzca sobre éste el efecto de In cosa juzgada. Son casos de intervención forzosa: 4.2.1. La litis denuntiatio": Se produce cuando la parte en caso de ser vencida podría tener una acción contra el terce¬ro, v.g.: evicción (Art. 1759 CC y Arts. 87 y sgtes. CPC). La evicción es un caso de intervención forzosa que se produ¬ce por el llamamiento (litis denuntiatio) que hace el deman¬dado al enajenante del bien objeto de la litis, a los efectos de ser defendido en el proceso y, subsidiariamente, dejar expe¬dita la acción regresiva de conformidad al Art. 1770, inc. a) del C. Civil. 

En consecuencia, la denuncia de la litis constituye una carga procesal que pesa sobre el adquirente y cuyo incumpli¬miento lo expone al riesgo de ser derrotado en la correspon¬diente pretensión regresiva frente al enajenante. 

4.2.2. La "laudatio auctoris": Acontece cuando el posee¬dor demandado denuncia el nombre de aquel por quien po¬see (Art. 2419 CC). Se produce cuando promovida una demanda contra el que tiene temporariamente la posesión de una cosa ajena (in¬quilino, prestatario, depositario) , el demandado denuncia el nombre y domicilio del poseedor o propietario, a fin de que el juicio continúe con éste. 

El actor, una vez conocida la denuncia formulada por el demandado, debe dirigir la demanda contra el poseedor o propietario, permitiendo la extromisión del demandado ori¬ginal, porque si así no lo hiciere su demanda podrá ser re¬chazada por falta de acción (falta de legitimación pasiva). 

4.2.3. El llamamiento del tercero pretendiente: Ocurre cuando el demandado por la entrega de una cosa o el pago de una deuda cita al tercero, que también pretende ser propieta¬rio o acreedor, con el objeto de que quede esclarecida la ver¬dadera situación jurídica (Art. 584, inc. d) CC). 

4.2.4. La llamada en garantía: Se da cuando el llamante se encuentra en el juicio por una obligación del llamado, cómo el fiador respecto del deudor (Art. 1456 CC). 

El tercero citado al proceso asume la calidad de parte, ejerciendo plenamente sus derechos procesales de la misma forma que hubiera podido hacerlo en otro proceso indepen¬diente. 

Corresponde señalar que la comparecencia del tercero, en los casos señalados, no implica un deber, sino una facultad jurídica cuya falta de ejercicio lo expone al riesgo de ser alcan¬zado por los efectos de la sentencia que se vaya a dictar en el proceso en que fue citado y que,

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pudiendo haberlo hecho, no compareció. 

4.3. Intervención necesaria La intervención necesaria se produce cuando en un pro¬ceso pendiente no actúan como partes originarias todos los su¬jetos que deben demandar o ser demandados, en relación a In legitimación que de manera imprescindible debe tenerse para que la sentencia que vaya a dictarse sea útil. Es decir, que no obstante ser partes del conflicto, no son partes del litigio. 

El litisconsorcio necesario, consecuencia de la inter¬vención necesaria, se configura cuando entre varios sujetos existe una relación jurídica sustancial única e inescindible que, como tal, sólo puede ser decidida con la intervención de todos los interesados, porque de lo contrario la sentencia que se dicte será de cumplimiento imposible. 

Este supuesto de intervención se diferencia claramente de la voluntaria y de la provocada, porque el pleito que se refiere a una relación jurídica inescindible no puede ser sus¬tanciado ni resuelto sin la citación del tercero que, debiendo haber sido actor o demandado originario, no lo fue. 

La citación del tercero, en este caso, deviene forzosa y el juez debe efectuarla, incluso de oficio, a fin de lograr una correcta integración de la relación procesal. El tercero, antes de su intervención, es parte del conflicto, pero no del litigio, por ello debe integrarse, también, como parte de él. 

Configuran casos de litisconsorcio necesario: a) Exigido por la ley: la demanda de filiación, que debe intentarse contra el padre y la madre (Art. 25 CM). 

b) Proveniente de la naturaleza de la relación controverti¬da: la demanda por simulación de un acto jurídico, que debe promoverse contra todas las partes que lo realizaron; la de¬manda de nulidad de un acto jurídico, que debe intentarse con¬tra todos sus otorgantes; la demanda de división de condomi¬nio; etc. 

El proceso en estos casos, conviene reiterar, debe in¬tegrarse, de oficio o a solicitud de cualquiera de las partes mediante la deducción de la "exceptio plurium litisconsortium" con todos los sujetos que correspondan en razón del vínculo de derecho material que los une, porque si la sentencia fuera pronunciada sólo con respecto a alguno de ellos, no resulta¬ría útil o no sería posible obtener su ejecución. Véase el Capítulo IX apartado 8.4. 

5. TERCERIAS 

5.1. Concepto Recibe el nombre de tercería la pretensión deducida por un tercero en el proceso, en cuya virtud reclama el levan¬tamiento de un embargo trabado sobre un bien de su propie¬dad, o el pago preferencial de su crédito con el producido de la venta del bien embargado. La admisibilidad de la tercería, cualquiera sea su cla¬se, se halla supeditada a la existencia de un embargo efecti¬vamente trabado, no es suficiente que se lo haya decretado. En caso contrario no existiría interés jurídico, porque de no existir la afectación del bien del tercero que el embargo su¬pone la sentencia que se dicte no le sería oponible, carecien¬do de virtualidad para despojarlo de ese bien. En la tercería el actor es el tercerista y los demanda¬dos son todas las partes del juicio principal (actor y deman¬dado) que pasan a tener el carácter de litisconsortes. Son asimilables al embargo las medidas judiciales que sean equivalentes al mismo en sus efectos, V.g.: secuestro de bienes. N o corresponde deducir tercería contra la inhibición de bienes o la anotación de la litis. En la inhibición debe demos¬trarse que el inhibido no es el deudor, lo que requiere un trámi¬te más simple. En la anotación de litis, el objeto es c1istinto, ya que en ésta se pretende que el adquirente del bien afecta¬do por la anotación de la litis no pueda ampararse en su buena fe, para tratar de evitar los efectos de la sentencia. 

5.2. Clases Las clases de tercería se configuran de acuerdo con el fundamento de la pretensión: tercería de dominio y tercería de mejor derecho. 

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5.2.1. Tercería de dominio: Es aquella en la cual el tercero pretende que se declare su dominio sobre el bien que es objeto del proceso principal, pidiendo se deje sin efecto el embargo trabado sobre el mismo, cualquiera sea éste: inmueble, mue¬ble, derechos intelectuales o industriales, etc. La promoción de la tercería de dominio no tiene carác¬ter obligatorio para el titular del dominio. Este, por el hecho de haberse transferido el bien en el juicio principal, no pierde la facultad legal que posee de reivindicarlo frente al tercer adquirente, si se cumplen las condiciones legales para el efec¬to. 5.2.2. Tercería de mejor derecho: Es aquella en la cual el tercero no pretende el dominio del bien en litigio, sino un dere¬cho preferente de pago frente al que aducen los litigantes. Su pretensión está dirigida a que con el producido de la venta del bien subastado se le pague antes que al embargante. Las tercerías, si bien es cierto que tienen un mayor ám¬bito de aplicación en los procesos de ejecución, pueden reducirse en toda clase de juicios en los que el tercero se vea afectado en sus derechos, siempre que se produzcan las condiciones requeridas por la ley, v.g.: juicio ejecutivo, juicio de quiebra donde se ordenó la venta del bien de un tercero, etc. 

La tercería, cualquiera de ellas, debe sustanciarse por el trámite establecido para los incidentes, en pieza separada con el embargante y el embargado. Por motivos excepcionales que requieran un mayor de¬bate y prueba el juez puede disponer que se sustancie la tercería por el trámite del proceso de conocimiento ordinario.

Las tercerías pueden deducirse hasta tanto no se haya efectuado la subasta de los bienes, o no se haya hecho pago al acreedor, según sea de dominio o de mejor derecho (Art. 81 CPC). 

Las dos tercerías, de dominio y de mejor derecho, pue¬den ser ejercidas conjuntamente en forma subsidiaria, en ra¬zón de que las mismas no se excluyen. 

DIFERENCIA ENTRE TERCERIA E INTERVENCION DE TERCEROS Deben distinguirse, por sus importantes efectos, los ins¬titutos procesales de la tercería y la intervención de terceros. En la tercería, el tercero promueve un juicio contra el actor y el demandado, que son partes en un proceso sustanciando entre ellos, y la sentencia que se dicte en el mismo no le va a afectar, salvo el embargo trabado. Consecuentemente, el tercerista permanece indiferente al resultado de la litis principal. En la intervención de terceros, el tercero generalmente asume la calidad de parte en el proceso y queda vinculado a la sentencia que vaya a dictarse en él.

CAPITULO XII - Acción. Pretensión. Demanda. Contestación:CAPITULO XII 

ACCION. PRETENSION. 

DEMANDA. CONTESTACION 

SUMARIO: PRIMERA SECCION. l. Prohibición de la autodefensa. Origen. Evolución.- 2. Autonomía de la acción.- 3. Orientaciones modernas. 3.1. La acción como derecho concreto de obrar. 3.2. La acción como derecho abstracto de obrar. 3.3. La acción como derecho potestativo. 3.4. La acción como función pro¬cesal. 3.5. La acción como poder jurídico. 3.6. La acción como derecho público subjetivo. 3.7. Conclusión - 4. Acción: significa¬dos. Concepto. - 5. Acción. Pretensión. Demanda. 5.1. Acción. 5.2. Pretensión. 5.3. Demanda.- 6. Condiciones para el ejercicio de la pretensión. 6.1. Posibilidad jurídica. 6.2. Interés. 6.2.1. Di-recto. 6.2.2. Legítimo. 6.2.3. Actual. 6.3. Legitimación.- 7. Ele¬mentos de la pretensión. 7.1. Sujetos. 7.2. Objeto. 7.3. Causa.- 8. Acumulación de pretensiones. 8.1. Acumulación objetiva. 8.1.1. Requisitos. 8 .1.1.1. No contradicción de las pretensiones. 8.1.1.1.1. Acumulación sucesiva. 8.1.1.1.2. Acumulación eventual. 8. 1. 1.1.3. Acumulación alternativa. 8.1.1.2. Unidad de competen¬cia. 8.1.1.3. Unidad de trámites. 8.2. Acumulación subjetiva. 8.2.1. Activa. 8.2.2. Pasiva. 8.2.3. Mixta.- 9. Clasificación de las pre¬tensiones. 9.1. Por la clase de pronunciamiento que persiguen. 9.2. Por el derecho que protegen. 9.3. Por la finalidad pretendida.- SEGUNDA SECCION. l. Demanda. Concepto.- 2. Requisitos. ¬2.1. Redacción por escrito. 2.2. Idioma castellano. 2.3. Mecanografiada o manuscrita. 2.4. Prueba documental. 2.4.1. Excepcio¬nes. 2.4.1.1. Documentos no tenidos a disposición. 2.4.1.2. Docu¬mentos posteriores o desconocidos. 2.4.1.3. Documentos anterio¬res. 2.4.1.4. Hechos no considerados en la demanda. 2.5. Firma. 2.6. Copias. 2.7. Tasa judicial.- 3. Contenido. 3.1. Nombres y do¬micilios. 3.2. Cosa demandada. 3.3. Exposición de los hechos. 3.4. Fundamento jurídico. 3.5. Petición. 3.6. Determinación del mon¬to.- 4. Efectos. 4.1. Efectos de la presentación. 4.1.1. Procesales. 4.2. Efectos de la admisión. 4.2.1. Procesales. 4.2.2. Sustancia¬les. 4.3. Efectos de la notificación. 4.3.1. Procesales. 4.3.2. Sus¬tanciales.- 5. Importancia.- 6. Contestación de la demanda. 6.1. Con¬cepto. 6.2. Importancia. 6.3. Carga procesal. 6.4. Si1encio. Res¬puestas evasivas. Negativa general de los hechos. Efectos. 6.4.1. Hechos. 6.4.2. Documentos. 6.4.3. Cartas, telegramas e instrumen¬tos.- 7. Requisitos. 7.1. Requisitos extrínsecos (forma). 7.2. Re¬quisitos intrínsecos (contenido). 7.2.1. Hechos expuestos en la de¬manda. 7.2.1.1. Expresa o tácita. 7.2.1.2. Simple o calificada. 7.2.2. Autenticidad de documentos. 7.2.3. Recepción de cartas, telegra¬mas e instrumentos.- 8. Hechos alegados como fundamento de la defensa.- 9. Documentos presentados por el demandado. 

PRIMERA SECCION PROHIBICION DE LA AUTODEFENSA. ORIGEN. EVOLUCION La acción surge como una necesaria consecuencia de la prohibición que tienen las personas de ejercer la autodefensa de sus derechos, lo cual constituye uno de los basamento del Estado moderno. Se halla consagrada en la Constitución, que expresa: "Nadie podrá hacerse justicia por sí mismo ni reclamar sus derechos con violencia, pero se garantiza la le¬gítima defensa" (Art. 15 CN). 

Enseña CALAMANDREI: "En compensación de la pro¬hibición impuesta al individuo de hacerse justicia por sí mis¬mo, le está reconocida la facultad de dirigirse al Estado para obtener justicia contra el obligado: al faltar el voluntario cum¬plimiento del obligado, el titular del derecho se dirige al Estado a fin de que, como garante de la observancia del de¬recho, convierta la obligación en sujeción. Esta facultad de invocar en beneficio propio frente al Estado la prometida ga¬rantía de la observancia del derecho es, en un cierto sentido, la acción". 

En una sociedad primitiva, en la que no existía por en¬cima de los individuos una autoridad superior capaz de decidir y de imponer su

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decisión, sólo podían haber dos maneras de resolver el conflicto surgido entre sus miembros: el acuerdo voluntario o el empleo de la fuerza. 

El empleo de la fuerza privada, como medio de defensa del derecho, constituye la negación de todo derecho y de toda pacífica convivencia social. Dejar en manos de los interesados la posibilidad de resolver los conflictos significa excluir la po-sibilidad de una decisión imparcial, en razón de que nadie pue¬de ser juez en causa propia, y también, la victoria del más fuerte sobre la razón de la justicia, porque, a no dudarlo, en estas condiciones, se impondrá la razón de la fuerza sobre la fuerza de la razón. 

La prohibición del empleo de la fuerza privada como modo de justicia, en forma general y con excepción en el caso de la legítima defensa, se encuentra por primera vez en el De¬recho Romano, hallándose consagrada en el célebre "Decretum Divi Marci" del emperador Marco Aurelio, que considera como delito castigado con la pérdida del derecho, el caso del acreedor que, sin recurrir al juez, intenta por medio de la violencia hacerse pagar la deuda. En un rescripto posterior de los emperadores Ventiniano, Teodosio y Arcadio, se hizo extensiva la prohibición respecto de los derechos reales. 

La prohibición de la autodefensa, establecida en forma general por el Derecho Romano, desaparece posteriormente en la Edad Media, situación que se prolonga hasta la primera parte de la Edad Moderna, como consecuencia de las bárbaras concepciones de origen germano vigentes por varios siglos, que utilizaban el duelo y la venganza como forma de solución de los conflictos. 

Sólo después, a través del influjo del Derecho Canóni¬co, la prohibición vuelve en forma general y absoluta, como una de las premisas fundamentales sobre las cuales se funda¬mentan el ordenamiento de la Justicia y el Estado de Derecho. 

La prohibición hecha a los individuos de recurrir a la fuerza para resolver sus conflictos y hacer valer sus derechos, significa concomitantemente la facultad de poder recurrir a la fuerza pública del Estado. 

La acción es así, dice CALAMANDREI, la respuesta jurídica a la prohibición de la autodefensa. 

La acción nace en el momento que el Estado prohíbe la autodefensa y asume la tutela jurisdiccional. 

El Estado es el que tiene a su cargo la función juris¬diccional de resolver los conflictos de intereses por medio del proceso. Pero, para que el Estado actúe, es necesario que el individuo lo pida, mediante el ejercicio de la acción. El proceso civil funciona a iniciativa de parte. 

Precisamente, el poder o derecho subjetivo de recla¬mar la tutela jurisdiccional del Estado se denomina acción. La acción consiste en el poder o derecho subjetivo (abstracto) de reclamar determinado derecho (concreto) ante la jurisdic¬ción (Poder Judicial). Ese poder, a su vez, determina el deber del órgano jurisdiccional de atenderlo, de poner en marcha el proceso. Con lo cual, en definitiva, quien ejercita la acción tendrá una respuesta: la sentencia. 

El acceso a la Justicia es tener la posibilidad cierta, real, de ser escuchado, que se tramite un proceso para resolver la cuestión planteada. Lo cual no significa que la sentencia que se vaya a dictar necesariamente tenga que ser favorable. Esto estará supeditado al contenido de la acción, que es lo que se denomina la pretensión. 

La acción se promueve en juicio por medio de la demanda. En el proceso penal mediante la acusación. Mediante el instrumento de la demanda en uso de su poder de acción, el actor ejercita su pretensión reclamando al tribunal un "bien de la vida". 

2. AUTONOMIA DE LA ACCION La doctrina inicialmente identificó a la acción y al Derecho material. Se decía que la acción era el derecho en movimiento o el derecho con casco y armado para la guerra ("armée et casquée en guerre"). 

Una célebre polémica surgida entre dos conocidos juristas respecto del contenido de la "actio" romana y de la «anspruch» germana, culminó con el reconocimiento de que la acción y el dere¬cho no eran la misma cosa. 

Windscheid, en su obra "La acción en el derecho civil ro¬mano desde el punto de vista moderno" (1856), expuso ciertas ideas que constituyeron el punto de arranque de las nuevas doctrinas pro¬cesales al distinguir la acción del derecho. Esta separación histórica del derecho y de la acción constituyó, según Couture, "un fenóme¬no análogo a lo que representó para la física la división del átomo". La "anspruch" a la que se refirió Windscheid ha sido traducida como "pretensión jurídica"

Otro jurista, Muther, publicó "La teoría de la acción roma¬na y el derecho moderno de obrar"(1857), en el que sostuvo que la acción tiene por presupuestos la existencia de un derecho privado y su violación, pero admitiendo que, aunque condicionada por el de¬recho subjetivo, es independiente de éste y su regulación corres¬ponde al Derecho público. 

Con ambas obras y las posteriores de Degenkolb "La ac¬ción en el contradictorio y naturaleza de la norma contenida en la sentencia" (1878), y Wach "Manual de Derecho Procesal" (1885) y "La acción de declaración" (1888), quedaron sentadas las bases que otorgaron definitivamente el carácter autónomo a la acción procesal frente al Derecho material. 

Esta notable distinción determinó la autonomía de toda una rama del derecho: el Derecho procesal. A partir de allí adquirió personalidad propia, desprendiéndose del viejo tronco del Derecho civil. 

3. ORIENTACIONES MODERNAS 

La acción es considerada por la moderna doctrina procesal de diversos modos; algunos de éstos son: 

3.1. La acción como derecho concreto de obrar Esta concepción, propuesta por WACH, sostiene que la ac¬ción sólo compete a los que tienen razón. La acción dice, no es el Derecho, pero no hay acción sin Derecho. 

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3.2. La acción como derecho abstracto de obrar 

La acción, según DEGENKOLB, hace abstracción del fun¬damento de la demanda; en consecuencia, está dada para el que tiene razón y aun para el que no la tiene o está equivocado. Esta es la teoría dominante entre los procesalistas. 

3.3. La acción como derecho potestativo 

Desarrollada por CHIOVENDA, quien sostiene que la ac¬ción es «el poder jurídico de dar vida a la condición para la actua¬ción de la voluntad de la ley». Considera a la acción dentro de los derechos potestativos, entendiéndose por éstos, los que tienden a la modificación del estado jurídico existente con la sola manifes¬tación de voluntad de su titular y, por tanto, sin necesidad del con¬curso de la voluntad de otro, v. g.: el derecho del mandante de revocar el mandato. 

3.4. La acción como función procesal 

Inspirada por CARNELUTTI, dice que la acción tiene por objeto provocar la actividad jurisdiccional y es independiente del derecho material, pero no es un derecho potestativo, sino derecho a una pretensión determinada: la actividad jurisdiccional. La ac¬ción sería así un derecho a la jurisdicción. 

3.5. La acción como poder jurídico 

Expuesta por COUTURE, quien define la acción como el poder jurídico que tiene todo sujeto de derecho, de acudir a los órganos jurisdiccionales para reclamarles la satisfacción de una pretensión. Sostiene que la acción como poder jurídico de acudir a la jurisdicción, existe siempre, con derecho material o sin él; con pretensión o sin ella, pues todo individuo tiene ese poder jurídico, aun antes de que nazca su pretensión concreta. 

El poder de accionar es un poder jurídico de todo indivi¬duo en cuanto tal; existe aun cuando no se ejerza efectivamente. La acción es una forma del derecho de petición, y no debe confundirse el derecho a pedir con la justicia de lo pedido. La acción civil no difiere en su esencia del derecho de petición ante la autoridad. Este es el género, aquélla es una especie. 

3.6. La acción como derecho público subjetivo 

Para ALSINA la acción es un derecho público subjetivo mediante el cual se requiere la intervención del órgano jurisdic¬cional para la protección de una pretensión jurídica. 

3.7. Conclusión De acuerdo con la evolución doctrinaria se puede concluir que existen tres definiciones fundamentales sobre el moderno con¬cepto de la acción, que se resumen en: 

3.7.1. La acción es un derecho autónomo. En consecuencia, es independiente del derecho que se reclama en el juicio. 

3.7.2. La acción es un derecho abstracto no concreto. Consiste solamente en el poder que tiene toda persona de poner en activi¬dad la función jurisdiccional mediante el proceso. 

3.7.3. La acción, como derecho público, se ejerce frente al órga¬no jurisdiccional contra el demandado. 

La acción tiene fundamento constitucional en nuestro país, en virtud de lo preceptuado en el Art. 40 1ª. p. de la Consti¬tución, que legisla el derecho de peticionar a las autoridades. 

4. ACCION: SIGNIFICADOS. CONCEPTO 

Etimológicamente acción significa obrar, actuar. El tér¬mino viene del vocablo latino "actio" y éste de "agere", en razón de que en el origen del Derecho el actor debía actuar, reproducir mímicamente ante el tribunal el hecho fundamen¬tal de su reclamación. 

De esa noción de actividad, el vocablo evolucionó al concepto del derecho a ejercer esa actividad. Es célebre el texto de CELSO, que sirvió por siglos como definición de la acción: "Nihil aliud est actio quam ius persequendi in iudicio quod sibi debetur", que traducida significa: la acción es el derecho de perseguir en juicio lo que se nos debe. 

En el Derecho procesal el vocablo acción tiene varios significados: acción como sinónimo de derecho, acción como sinónimo de pretensión, acción como sinónimo de provocar la actividad jurisdiccional, acción como sinónimo de vía procesal mediante la cual se debate un asunto sometido a la jurisdicción y acción como sinónimo de demanda. 

Para ALLEN, la acción es el derecho subjetivo de peticionar a la jurisdicción con un contenido pretensional. Y agrega, la acción puede existir sin derecho material, pero nun¬ca sin pretensión. Para ejercitar válidamente una acción la misma debe tener un contenido pretensional y cumplirse las formalidades exigidas en la ley. La acción es el derecho subjetivo (o poder) abstracto de reclamar ante el órgano jurisdiccional un determinado de¬recho. 

5. ACCION. PRETENSION. DEMANDA 

Los conceptos de acción, pretensión y demanda son co¬rrelativos y se apoyan en forma recíproca para determinar el fenómeno procesal. No obstante, suelen ser confundidos, por lo que es preciso distinguidos. 

5.1. Acción Como se señaló precedentemente, la acción es el dere¬cho subjetivo (poder) de reclamar ante el órgano jurisdic¬cional un derecho determinado. 

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5.2. Pretensión 

La pretensión es lo que se exige de otro. Como ex¬presa CARNELUTTI: "Exigencia de la subordinación de un interés ajeno al interés propio". La pretensión, dice GUASP, es una declaración de vo¬luntad, no una declaración de ciencia ni de sentimientos, por¬que en ella se expone lo que un sujeto quiere y no lo que sabe o siente. 

La pretensión es lo que el actor desea obtener, vale decir, lo que quiere y, en consecuencia, pide. Se formula contra el demandado por medio del juez. 

La pretensión para ALLEN, siguiendo a COUTURE consiste en la autoatribución de un derecho material con la alegación de que ha sido violado, desconocido, impedido, y la correspondiente manifestación de voluntad requiriendo una concreta tutela jurídica. 

La presentación de la pretensión al proceso se realiza mediante el ejercicio del derecho de acción, que se efectúa a través de la presentación de la demanda. 

La pretensión debe contener la atribución de un dere¬cho o una consecuencia jurídica derivada de determinada si¬tuación de hecho, sin importar que el derecho coincida o no con el ordenamiento jurídico vigente. De allí que la preten¬sión pueda ser fundada o infundada. 

La pretensión es admisible cuando reúne los requisitos necesarios para iniciar el proceso y el tribunal pueda pronun¬ciarse sobre el fondo del asunto. 

La pretensión es fundada cuando resulta apropiada para obtener un pronunciamiento favorable a quien la ha promovi¬do. 

El examen del cumplimiento de los requisitos de admisibilidad es necesariamente anterior, porque de no hallar¬se reunidos no podría emitirse una sentencia sobre el mérito de la pretensión. 

5.3. Demanda 

La demanda es el acto procesal de iniciación del proce¬so. Mediante ella se ejercita la acción y se deduce la preten¬sión. Concedido por el Estado el poder de acceder a la Justicia (acción), la persona puede reclamar a otro sujeto un bien de la vida (pretensión), iniciando un proceso mediante la de¬manda. Es decir, la acción se ejerce ante los órganos juris¬diccionales mediante la demanda, con el fin de obtener un pronunciamiento sobre una pretensión. 

6. CONDICIONES PARA EL EJERCICIO DE LA PRE¬TENSION 

Se dice que tres son las condiciones, generalmente admi¬tidas, para poder ejercer la acción: la posibilidad jurídica, el interés y la legitimación. 

Sin embargo, estas condiciones se refieren a la preten¬sión, esto es a la reclamación concreta que se realiza ante el juez y contra el adversario, porque, como se vio, para ejer¬cer la acción basta sólo con peticionar a la autoridad con un contenido pretensional y con las formalidades establecidas en la ley. 

6.1. Posibilidad jurídica 

Consiste en que la pretensión esté regulada por el de¬recho objetivo. Es decir, que se encuentre tutelada por el mis¬mo y no exista una prohibición legal que impida que pueda ser planteada ante el Poder Judicial para su consideración y resolución. 

La ausencia de posibilidad jurídica determina el rechazo "in limine" de la demanda, situación que la doctrina denomina "defecto absoluto en la facultad de juzgar" o "improponibilidad objetiva de la acción" 

6.2. Interés 

Se trata del motivo, la razón, el móvil que tiene la parte para ejercer la acción; por ello se dice que sin interés no hay acción. 

El interés es la medida de la acción. Consiste en el hecho de que el actor sufrirá un perjuicio sin la intervención del órgano jurisdiccional. 

El interés puede ser, y de ordinario lo es, patrimonial y, generalmente con un contenido económico, v.g.: el pago de una deuda. 

Pero, a veces, también puede ser moral o de otra índo¬le, es decir, sin un contenido patrimonial propiamente dicho, V.g.: la acción del cónyuge para que el otro deje de usar su apellido, la destrucción de una obra, etc. El interés invocado por el accionante debe ser directo, legítimo y actual. . 

6.2.1. Directo: quiere decir particular, propio de quien lo ejer¬ce. Sólo por excepción admitida por la ley, se permite que alguien ejercite un interés que no sea propio, v.g.: subroga¬ción. 

6.1.2.2. Legítimo: significa en este caso lícito, no contrario en Derecho. Debe existir un interés jurídicamente protegido, suele decir legítimo. 

6.1.2.3. Actual: es decir no eventual o futuro. Si una obligación está sujeta a un plazo no vencido o a una condición, no se la puede reclamar judicialmente. Excepcionalmente, el Código Procesal Civil admite la con¬dena de futuro, en cuya virtud se puede anticipadamente solicitar un desalojo, aunque todavía no haya vencido el plazo del arrenda¬miento, para hacerlo efectivo recién cuando venza (Art. 634 CPC). 

6.3. Legitimación 

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Es la condición jurídica en que se halla una persona con relación al concreto derecho que invoca en el proceso, en razón de su titularidad o de otra circunstancia que justifique su pretensión, V.g.: el que pretende el cobro de una suma de dinero debe ser el acreedor y la demanda debe estar dirigida precisamente contra el deudor.

La ausencia de legitimación en la causa autoriza la oposi¬ción de una excepción previa, denominada en nuestro derecho fal¬ta de acción (Art. 224 inc. c) CPC). 

7. ELEMENTOS DE LA PRETENSION 

Un tema trascendente del Derecho procesal consiste en lo que la moderna doctrina procesal denomina identifica¬ción de las pretensiones, antes llamada impropiamente iden¬tificación de las acciones. En efecto, se trata de identificar, individualizar, a través de los elementos de la pretensión el objeto del proceso. De la manera como se presenten los elementos: suje¬tos, objeto y causa, cada proceso tendrá una individualidad, el litigio se planteará entre determinadas partes(sujetos), con referencia a determinada cosa (objeto) y de acuerdo a un cierto fundamento fáctico (causa). 

Por diversas razones será necesario que los elementos subjetivos y objetivos de la pretensión sean identificados, a fin de conocer cuándo estamos ante un proceso idéntico a otro proceso y cuándo no. 

Adviértase que al concluirse el procedimiento se habrá de dictar una sentencia que tendrá autoridad de cosa juzgada, es decir será inmutable e inmodificable, y se constituirá en la verdad legal. Pero habrá de saberse precisamente, por sus consecuencias, cuáles son los límites de la cosa juzgada, qué es lo que no podrá discutirse más, qué es lo que no podrá volver a ser objeto de un nuevo proceso. Para conocer estas cuestiones habrá que recurrir a la clásica regla de las tres identidades: de los sujetos, del objeto y de la causa. 

Esto mismo acontecerá con otros fenómenos procesa¬les como la litispendencia, la acumulación de procesos, el cambio de demanda, etc. 

7.1. Sujetos 

Los sujetos constituyen el elemento subjetivo de la pre¬tensión. Son las partes del proceso. El actor, que es la per¬sona (física o jurídica) que formula la pretensión y el de¬mandado que es aquel contra quien se la deduce. 

Generalmente, las partes procesales son también los sujetos de la relación jurídica material que se debate en el pro¬ceso, v.g.: el acreedor y el deudor, el arrendador y el arrenda¬tario, etc. Pero ello no es siempre así ni es imprescindible que lo sea. 

Si la persona que ejerce la acción deduciendo la pretensión no es el titular del derecho (en el ejemplo: no es el acree¬dor, ni el arrendador), lo mismo habrá proceso. De igual modo, si la persona contra quien se dirige la demanda no es realmente el sujeto pasivo de la relación jurídica (no es el deudor o no es el inquilino), él igualmente será parte en el proceso, el sujeto pasivo de éste. 

Los sujetos de la pretensión y del proceso son los que actúan en él, aunque no sean los que hubieran debido actuar (legitimados) para que se juzgue eficazmente determinada si¬tuación jurídica. 

Las partes serán siempre dos, aunque una de ellas pue¬da ser plural como se da en el fenómeno del litisconsorcio. También, en el proceso pueden intervenir terceros, pero en ese caso habrá, generalmente, una nueva o diferente preten¬sión de la original; una nueva litis, como dice CARNELUTTI. 

No tiene el carácter de sujeto de la pretensión el órgano jurisdiccional ante quien ella se deduce. Pero sí es sujeto del proceso. 

7.2. Objeto: 

El elemento objetivo de la pretensión es el "bien de la vida" que se pretende como dice CHIOVENDA, y por lo tanto solicita el actor. 

El "petitum" que contiene la demanda. Lo que quiere el actor que la sentencia le conceda, v.g.: el pago de una suma de dinero, la entrega de una cosa, la prestación de un servicio, etc. 

Según GUASP, puede consistir en una cosa o en una conducta ajena. Es la pretensión del actor, el contenido de ella. 

7.3. Causa:

La causa invocada en la demanda, es decir la "causa petendi", consiste en la razón, el motivo, el interés material o moral de la pretensión deducida en el juicio. 

Se trata del hecho jurídico que el actor invoca como fundamento de su pretensión, v.g.: en el juicio de reivindica¬ción la causa es el dominio que invoca el actor. 

Generalmente, se distinguen el hecho y sus consecuen¬cias jurídicas, al existir una razón de hecho y una razón de derecho, v.g.: le presté a Diego una suma de dinero que se niega a devolvérmela (hecho) por lo que en virtud de mi calidad de acreedor, tengo derecho a cobrarle (afirmación jurl¬dica). 

También se menciona como causa el título en cuya vir¬tud se actúa, que consiste en el hecho constitutivo del dere¬cho, v.g.: si el actor reclama una cosa a título de locador, el juez no puede entregársela a título de dueño. 

La causa constituye un elemento de la cosa juzgada, conjuntamente con los sujetos y el objeto. 

8. ACUMULACION DE PRETENSIONES 

Por razones de economía procesal y para evitar proba¬bles pronunciamientos contradictorios, se permite en un mis¬mo proceso la acumulación de varias pretensiones. 

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La acumulación de pretensiones puede ser objetiva o subjetiva. Se denomina objetiva a la acumulación entre las mis¬mas partes procesales de pretensiones con diversos objetos. Por su parte la acumulación subjetiva, consiste en la acu¬mulación de los sujetos (activos o pasivos) del proceso. 

No debe confundirse la acumulación de pretensiones con la acumulación de procesos, que consiste en la reunión de varios procesos iniciados, en los cuales se han deducido pre¬tensiones conexas. La acumulación de procesos tiene por fi-nalidad permitir la sustanciación de varios procesos ante un mismo juez y su resolución en una misma sentencia o de acuerdo con un solo criterio. La acumulación de procesos trata de evitar el escándalo jurídico que producirá el hecho de que una misma cues¬tión sea resuelta de distinta manera en los diversos procesos. 

8.1. Acumulación objetiva 

La acumulación objetiva tiene lugar cuando el actor reúne en una misma demanda, en las condiciones estableci¬das por la ley, varias pretensiones contra el demandado. La norma procesal utiliza, de manera impropia, el vo¬cablo acción como sinónimo de pretensión (Art. 100 CPC). El demandante puede reunir en su demanda todas las pretensiones que tenga contra el demandado para que se tra¬miten en un mismo proceso y se resuelvan en una sola sen¬tencia. Del mismo modo, es admisible que el demandado en la reconvención ejerza todas las pretensiones que tenga contra el actor, que será el demandado en la reconvención (Art. 237 CPC). La acumulación objetiva de pretensiones configura el caso de un proceso con pluralidad de objetos. Es facultativa para el actor. 

8.1.1. Requisitos 

8.1.1.1. No contradicción de las pretensiones: Es preciso que las pretensiones no sean contrarias entre sí, de modo que por la elección de una quede excluida la otra, salvo el caso en que se promueva una pretensión como subsidiaria de la otra.Lo que la ley prohíbe, en realidad, es la acumulación de las pretensiones en carácter de principales, pero nada impi¬de, como la misma norma lo indica, que sean deducidas en forma subsidiaria (Art. 100 inc. a) CPC).

Siendo así, pueden distinguirse los siguientes modos de acumulación: 

8.1.1.1.1. Acumulación sucesiva: Cuando una de las pretensiones es propuesta con la condición de que antes sea acogida la otra de la que tomará vida, de modo que desestimada aquella, ésta queda de hecho excluida. 8.1.1.1.2. Acumulación eventual: Cuando la pretensión sólo será considerada por el juez cuando la otra pretensión fuere desestimada. 8.1.1.1.3 Acumulación alternativa: Cuando varias pretensiones son propuestas para que una u otra sea estimada. 

8.1.1.2 Unidad de competencia: Las pretensiones deben co¬rresponder a la competencia de un mismo juez. Se debe consi¬derar a cada pretensión tomada aisladamente, para lo cual han de tenerse en cuenta las reglas que regulan la competencia. Se considera que no procede la acumulación si toma¬das las pretensiones aisladamente corresponden por su valor a distintos jueces, v.g.: 1ª Instancia y Justicia letrada, salvo que emanen de un mismo título o relación jurídica en cuyo caso habrá conexidad. 

8.1.1.3. Unidad de trámites: Las pretensiones deben poder sustanciarse por los mismos trámites, v.g.: es improcedente la acumulación de una acción ejecutiva a una ordinaria, o de ésta a otra que se sustancie por un procedimiento especial, a menos que el actor renuncie al proceso ejecutivo o especial y opte por el proceso ordinario. La acumulación de pretensiones es procedente aun cuando las mismas tengan diverso origen. Siendo así, pue¬den emerger de un derecho original como adquirido por ce¬sión. Pero no será admisible acumular una demanda de di¬vorcio, en que es competente el juez en lo civil y una de¬manda por régimen de relacionamiento de menores en la que será competente el juez de la niñez. La acumulación objetiva de pretensiones será admisible formalmente también en los procesos sumarios, de ejecución y de menor cuantía siempre que se cumplan las condiciones re¬queridas por la ley para su procedencia. 

Cuando se hayan acumulado pretensiones en violación de las previsiones de la ley procesal (Art. 100 CPC) el demandado podrá oponer la excepción de defecto legal en la forma de deducir la demanda (Art. 224, inc. e) CPC) o la de incom¬petencia, en su caso (Art. 224, inc. a) CPC). El actor podrá formalizar la acumulación hasta antes de la notificación de la demanda. 

8.2. Acumulación subjetiva 

La acumulación subjetiva de pretensiones se produce cuando varias personas en un mismo proceso actúan unidas como actores o demandados. Lo que caracteriza a este tipo de acumulación es la exis¬tencia de varios sujetos en una misma posición procesal. Es decir, existe un proceso con partes múltiples. Tiene lugar siempre que, entre más de un actor o de¬mandado (acumulación activa y pasiva, respectivamente), o entre más de un actor y más de un demandado (acumulación mixta) se sustancien, en un mismo proceso, pretensiones conexas por la causa o por el objeto y por ambos elementos a la vez. Es decir, respectivamente, cuando se invoque como fundamento de ellas una misma relación jurídica o una misma situación de hecho o cuando medie coincidencia respecto de la clase de pronunciamiento que se pide (objeto inmediato) y la cosa, hecho o relación jurídica sobre el que dicho pronuncia¬miento debe versar (objeto mediato). Cabe advertir que el fenómeno del proceso con partes múltiples no es igual al fenómeno del litisconsorcio. La acu¬mulación subjetiva puede o no dar lugar a la formación de un litisconsorcio. Este tendrá lugar cuando exista conexidad causal o conexidad objetiva - causal. La acumulación subjetiva es el género y el litisconsorcio la especie. 

En el supuesto de que la conexidad sólo sea objetiva, no se formará un litisconsorcio, sólo habrá compartes, es decir sujetos procesales que ocupan una misma posición pro¬cesal, pero que no corren la misma suerte. Sus pretensiones serán tramitadas conjuntamente y serán resueltas en una sola sentencia, pero separadamente, a fin de evitar decisiones con¬tradictorias sobre el mismo objeto del proceso. 

En la acumulación subjetiva la relación procesal se desenvuelve con la presencia de varios sujetos. Puede ser: 

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8.2.1. Activa: Cuando existe pluralidad de actores. 8.2.2. Pasiva: Cuando hay pluralidad de demandados. 8.2.3. Mixta: Cuando existe pluralidad de actores y deman¬dados. 

La figura procesal analizada se funda en el Principio de economía procesal y sobre todo en razones de política proce¬sal a fin de evitar el pronunciamiento de sentencias contradic¬torias, lo que produciría lo que se da en llamar un "escándalo jurídico", es decir, cuando un juez dice una cosa y otro juez otra cosa distinta. Además del requisito explícito de la norma procesal, en el sentido de que las pretensiones sean conexas por el título, por el objeto, o por ambos elementos a la vez (Art. 101 CPC), corresponde para su admisibilidad procesal que puedan sustanciarse por el mismo trámite (unidad de trámite) y que la competencia corresponda al mismo juez (unidad de compe¬tencia). Las pretensiones pueden ser conexas por el título (cau¬sa), v.g.: cuando varios contribuyentes demandan por repeti¬ción de un impuesto, cuando varios damnificados por un acto ilícito o por un accidente demandan al causante del hecho, etc. Las pretensiones son conexas por el objeto, v.g., en los casos de solidaridad de la obligación o copropiedad. 

Las pretensiones son conexas por el título (causa) y el objeto, v.g.: cuando se demanda por reivindicación contra varios poseedores de un mismo inmueble, cuando el propie¬tario promueve el desalojo del inmueble ocupado por varios inquilinos, etc. 

9. CLASIFICACION DE LAS PRETENSIONES 

Los criterios de clasificación expuestos por la doctrina son diversos y, además, todos relativos. A su vez carecen de interés práctico. Utilizaré aquí como sinónimos (aunque no lo son), al solo efecto académico, los vocablos acción y pretensión, ad¬virtiendo que el concepto de acción es uno solo. En efecto, la acción es una, es un fenómeno unitario, por lo que no puede clasificarse. Lo que sí puede ser objeto de clasificación son las pretensiones, no la acción. 

9.1. Por la clase de pronunciamiento que persiguen Se dividen en de conocimiento, de ejecución y precautorias. Son las que dan origen, respectivamente, a los procesos del mismo nombre. La acción de conocimiento persigue la declaración de certeza del derecho. La de ejecución tiene por objeto obtener el cumplimiento forzado de una sentencia de conocimiento (de conde¬na) o de un título ejecutivo, mediante la ejecución. La acción precautoria previene el peligro de la demo¬ra del proceso y del dictado de la sentencia. Es siempre una pretensión accesoria de otra principal. 

Las acciones de conocimiento se subdividen, a su vez, en pretensiones de condena, constitutivas y declarativas, dan¬do lugar a las sentencias del mismo nombre. La pretensión de condena es la más común. Por ella se pretende una resolución que condene al demandado a una de¬terminada prestación que puede ser de dar, de hacer o de no hacer. La pretensión constitutiva persigue una sentencia en la que se declare el derecho modificando o creando una situa¬ción jurídica nueva, v.g.: divorcio, filiación, etc. La pretensión declarativa persigue una sentencia de pura declaración sobre una relación o situación jurídica como consecuencia de la incertidumbre que existe sobre su existen¬cia o extensión. 

9.2. Por el derecho que protegen Pueden ser acciones reales y personales. Es la clasifi¬cación más importante desde el punto de vista práctico, por¬que el Código de Organización Judicial regula la competencia, entre otros criterios, por éste.El Código Civil divide también las acciones en reales y personales. Las acciones personales derivan de los derechos personales, que son los que autorizan a exigir de una persona determinada el cumplimiento de una obligación de dar, de hacer o de no hacer. 

Las acciones reales son las que pretenden permitir usar, gozar o disponer de una cosa propia o ajena. Derivan de los derechos reales establecidos en el derecho sustancial. Las acciones reales y personales son patrimoniales y se diferencian de las acciones que protegen los derechos personalísimos (estado, nombre, etc.) que por tener dicho carácter se rigen por principios especiales (intransmisibilidad). 

9.3. Por la finalidad pretendida Las acciones se dividen en civiles y penales. La acción penal pretende, en su concepción tradicio¬nal, la imposición de la pena. La acción civil en cambio usualmente persigue una finalidad patrimonial. 

SEGUNDA SECCION 

l. DEMANDA. CONCEPTO 

La demanda es el acto por cuya presentación al tribu¬nal queda explícito el ejercicio de la acción que tiene como contenido necesario la pretensión. Para ejercer la acción no es imprescindible que en la realidad de los hechos exista o no un conflicto de intereses, sólo es preciso que se manifieste su existencia afirmándolo en la demanda, porque de no ser así ésta será abstracta y el caso no sería justiciable. 

En la demanda el actor hace una manifestación de vo¬luntad, solicitando que el tribunal dicte una sentencia que le sea favorable. 

Mediante la demanda, como resultado de la prohibición de la autotutela (Art. 15 CN), se somete un conflicto a la deci¬sión del Estado para que éste, por el órgano jurisdiccional (Po¬der Judicial) decida, mediante un debido proceso, en forma definitiva la controversia. Son incontables las definiciones que sobre la demanda han dado los autores de Derecho procesal; algunas de ellas expresan: En sentido general, demanda, dice ALSINA, es toda petición formulada por las partes al juez en cuanto traduce una manifestación de voluntad encaminada a satisfacer un interés. En sentido procesal, según COUTURE, la demanda es el acto procesal introductivo de instancia, por virtud del cual el actor somete su

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pretensión al juez, con las formas requeridas por la ley, pidiendo una sentencia favorable a su interés Es, sostiene CARNELUTTI, el acto procesal por el cual se pretende el otorgamiento de la tutela jurídica a través de la sentencia. Es el instrumento mediante el cual se expone ante el juez la pretensión, expresa SENTIS MELENDO. Mediante la demanda se ejerce la acción procesal, que contiene una pretensión y que tiene por objeto lograr la for¬mación de un proceso. De este modo se advierte que la acción tiene por objeto constituir un proceso; la demanda tiene por objeto ini¬ciar un procedimiento; y la pretensión tiene por objeto lo¬grar una sentencia favorable. Es conveniente señalar que el término demanda no de¬berá utilizarse extensivamente para designar cualquier otro acto que sólo signifique una petición, queja, reclamo, etc. Porque aquélla siempre contiene una pretensión y se la plantea para iniciar un procedimiento que concluya en una sentencia. 

2. REQUISITOS Los requisitos de la demanda son, en general, los que corresponden a todo acto procesal escrito: 

2.1. Redacción por escrito El escrito de demanda no requiere fórmulas sacramentales; basta con que sus términos sean claros y pre¬cisos (Art. 215, 1er. p. la. p. CPC). 2.2. Idioma castellano Las actuaciones judiciales deben ser redactadas en idio¬ma castellano. Esta es la denominación correcta, no español, como dice el Código Procesal Civil (Art. 105, 1 a p. CPC). La Constitución establece: "El Paraguay es un país pluricultural y bilingüe. Son idiomas oficiales el castellano y el guaraní. La ley establecerá las modalidades de utilización de uno y otro. Las lenguas indígenas, y las de otras minorías forman parte del patrimonio cultural de la Nación". (Art. 140 CN) 2.3. Mecanografiada o manuscrita El escrito de demanda debe redactarse con tinta oscura e indeleble (Art. 106, la p. CPC). Puede también imprimirse por cualquier medio mecánico o tecnológico. 2.4. Prueba documental Se debe distinguir el documento del instrumento. El documento es toda representación objetiva de una idea, la que puede ser material o literal, v.g.: un monumento. El instrumento es el documento literal, escrito, destina¬do a constatar una relación jurídica o una manifestación de voluntad susceptible de producir efectos jurídicos. Siendo así, el documento es el género y el instrumento la especie. La norma procesal prescribe, como regla general, que el actor al promover la demanda debe acompañar la prueba documental que tuviere en su poder (Art. 219, 1 a p. CPC). La misma carga procesal tiene el demandado, que ha de cumplirla cuando contesta la demanda (Art. 236 CPC) y cuando, en su caso, reconviene (Art. 237, 1 a p. CPC). Igual carga tiene quien deduce una excepción previa (Art. 227 CPC) o un incidente (Art. 183 CPC). También en el proceso de conocimiento sumario (Art. 683, inc. c) (CPC) Y en el juicio ejecutivo cuando se oponen excepciones (Art. 460, 3er. p. CPC). La prueba documental que deberá acompañarse va más allá de los instrumentos públicos o privados del C. Civil si extiende a todo objeto en el que los hechos se encuentren regis¬trados o testimoniados pudiendo ser de distintas clases y tipos. La exigencia de adjuntar al escrito de demanda – y a los escritos de contestación, reconvención, excepción e incidente ¬toda la prueba documental que se tuviere, está fundada en el Principio de moralidad y buena fe que debe regir el proceso, en cuya virtud el mismo debe substanciarse con lealtad y no puede constituirse en una trampa donde pueda sucumbir la verdad. 

2.4.1. Excepciones: Las partes tienen la carga de presentar to¬dos los documentos que tengan en su poder o a su disposición. Las excepciones a esta regla general están establecidas en la ley. Son las siguientes: 2.4.1.1. Documentos no tenidos a deposición: Deberán ser individualizados, indicando su contenido, el lugar, archivo, oficina pública o persona en cuyo poder se encuentren (Art. 219,20 p. CPC). 2.4.1.2. Documentos posteriores o desconocidos: En este supuesto se deben seguir las reglas establecidas en la norma procesal, que dispone: "Después de contestada la demanda no se admitirán al actor sino documentos de fecha posterior, o anteriores bajo juramento de no haber antes tenido conocimiento de éstos. En estos casos se dará vista a la otra parte, quien deberá cumplir la carga impuesta en el Art. 235, inc a) (Art. 221 CPC). 2.4.1.3. Documentos anteriores: Se agregarán bajo juramento de no haber antes tenido conocimiento de ellos y se seguirán las pautas del Art. 221 del CPC transcripto en el apartado anterior. 

2.4.1.4. Hechos no considerados en la demanda: Cuando en la con¬testación a la demanda o a la reconvención, en su caso, se alegan hechos no considerados en el escrito de demanda o reconvención, el actor podrá agregar documentos dentro de los cinco días de notifica¬da la providencia respectiva, sin substanciación (Art. 220 CPC). La consecuencia del incumplimiento de la carga de acompa¬ñar los documentos, en la oportunidad procesal que la ley establece, es que no deben ser admitidos posteriormente y si lo fueren debe solicitarse su desglose de los autos, oponiéndose a su agregación. Todo instrumento que no se halle redactado en idioma caste¬llano debe traducirse por traductor matriculado para que sea viable su agregación a los autos (Art. 105, in fine CPC).

2.5. Firma Un requisito de fundamental importancia es la firma. El C. Civil declara - refiriéndose a los instrumentos privados que será indispensable para su validez, sin que pueda ser sustituida por signos, ni por iníciales de los nombres o apellidos" (Art. 399 CC). La firma se define como el trazado gráfico que contiene habitual¬mente el nombre, apellido y rúbrica de una persona, con el cual se suscriben los documentos para darles autoría y obligarse a lo que en ellos se dice. Los escritos judiciales deben estar firmados por las personas que en ellos intervienen (Art. 106, la p. in fine CPC). Siendo así, el escrito carente de firma será un acto jurídicamente inexistente y aje¬no, como tal, a cualquier posibilidad de convalidación posterior. Véase el apartado. 7 del Capitulo XV. 

2.6. Copias La copia es la reproducción fiel de un documento original. La norma procesal dispone que de todo escrito de que deba darse traslado, de sus contestaciones y de los documentos con ellos agre¬gados, deberán acompañarse tantas copias firmadas como partes in¬tervengan (Art. 107, 1ª p. CPC). Véase el apartado 8.3 del Capítulo XV 

2.7. Tasa judicial 

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El pago de la tasa judicial es un requisito fiscal de cum¬plimiento necesario como condición de admisibilidad. Se halla legislada en la Ley 284/71 y su modificación Ley 1165/85 y en la Ley 669/95 que modifica los gravámenes específicos establecidos en la Ley 284/71 de Tasas Judiciales. 

3. CONTENIDO La demanda, dice la norma procesal, será deducida por escrito y contendrá (Art. 215 CPC):

3.1. Nombres y domicilios 3.1.1. Del demandante o actor: Individualización del deman¬dante con sus nombres y apellidos, denuncia del domicilio real y constitución del procesal (ad litem) a los efectos del proceso. 3.1.2. Del demandado: Individualización del mismo con sus nombres y apellidos y denuncia del domicilio real, legal o es¬pecial, según el caso. 

3.2. Cosa demandada Determinación precisa de lo que se demanda. El objeto de la pretensión. Lo que se desea que se resuelva favorable¬mente en la sentencia. El "bien de la vida" que se pretende, como dice CHIOVENDA. 

3.3. Exposición de los hechos Los hechos en que se funda la demanda explicados claramente. Los hechos son el fundamento y sustento fáctico do la pretensión. El Código sigue básicamente la teoría de la substanciación sintetizada en el aforismo «Da mihi factum, dabo tibi jus» (dame los hechos, yo te daré el derecho), diferente a la teoría de la individualización que se apoya más que en los hechos en la determinación de la relación jurídica. Ambas tienden a conseguir la individualización del objeto del litigio. La de la substan¬ciación a través de los hechos, la de la individualización a través del derecho. La demanda, dice FAIREN GUILLEN, debe ser prácticamente substanciada y jurídicamente individualizada. 

La exposición de los hechos tiene capital importancia por¬que: 

- El demandado tiene la carga de reconocer o negar categórica¬mente cada uno de los hechos expuestos en la demanda (Art. 235, inc. a) CPC). - Sobre los hechos alegados por el actor, y en su caso por el demandado, deberá versar la prueba (Art. 247, 1er. p. CPC). - La sentencia sólo podrá hacer mérito de los hechos alegados por las partes (Art. 159, incs. b) y c) CPC). - Autoriza la excepción de defecto legal, cuando no sean clara y precisamente expuestos (Art. 224, inc. e) CPC). 

3.4. Fundamento jurídico El derecho debe ser expuesto sucintamente. Se debe in¬vocar y pedir la aplicación de las normas legales que avalan la pretensión. 

3.5. Petición La petición en términos claros y positivos, formulada con precisión en la petitoria. Contribuye a determinar el objeta del litigio. Puede ser: Principal: Referente a la que se reclama al demandada. Accesoria: cama las dañas y perjuicios, las intereses, las cas¬tas. 

3.6. Determinación del monto La demanda deberá precisar el monto reclamado. Coma regla general la estimación debe ser exacta y obligatoria, salvo que al acto no le fuera pasible determinarla, al promover la demanda: a) para las circunstancias del caso; b) si la estimación dependiere de elementos aún no definiti¬vamente fijados y la promoción de la demanda fuere impres¬cindible para evitar la prescripción de la acción. En cual¬quiera de los casos de excepción mencionadas no procederá la excepción de defecto legal. Siendo así, la falta de determinación sólo puede ser admitida de manera excepcional cuando para establecerla se necesite actividad probatoria a cuando su determinación de¬rive de elementos aún no fijados y la promoción de la de¬manda sea imprescindible a fin de evitar que la acción pres¬criba. Par su parte el Art. 15, inc. g) del COJ establece que cuando el valor de la cosa objeto de la demanda no pueda ser determinado, el actor deberá manifestarla bajo juramento sin perjuicio del derecho del demandado a declinar la jurisdicción. A su vez, el C. Civil dispone: "Cuando, se hubiese jus¬tificado la existencia del perjuicio, pera no fuese pasible deter¬minar su manto, la indemnización será fijada por el juez" (Art. 452 CC). 

4. EFECTOS Cada demanda produce, en general, diversas efectos jurídicos sustanciales y procesales, sea por la presentación al tribunal, su admisión por éste a por la notificación al deman¬dado. 

4.1. Efectos de la presentación Desde el momento en que el actor presenta la deman¬da al tribunal surgen las siguientes: 

4.1.1. Procesales: 4.1.1.1. Queda abierta la instancia y el actor tiene la carga de proseguirla. 4.1.1.2. Queda fijada la competencia del juez can relación al actor. 4.1.1.3. Caduca la facultad del actor de recusar sin expresión de causa. 4. l .1.4. El juez asume el deber de: 4.1.1.4.1. Conocer la demanda o rechazada de oficio. 4.1.1.4.2. Pronunciarse sobre su competencia. 

4.2. Efectos de la admisión La demanda cuando es admitida por el juez produce los si¬guientes: 4.2.1. Procesales 4.2.1.1. Nace el estado de litispendencia. 4.2.1.2. El juez debe: 

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4.2.1.2.1. Juzgar en la sentencia la pretensión deducida. 4.2.1.2.2. Atenerse a los términos de la demanda al dictar sentencia bajo pena de nulidad, por el efecto retroactivo que tiene la sentencia que debe ser pronunciada como si hubiese sido el momento mismo de la promoción de la de¬manda. 4.2.2. Sustanciales 4.2.2.1. Determina que los magistrados, fiscales, defenso¬res de incapaces y ausentes y otros funcionarios, abogados, procuradores, escribanos, peritos que intervengan o hayan intervenido en el proceso, no puedan adquirir los bienes comprometidos en el juicio en compraventa, aunque sea en remate, por sí o por interpósita persona (Art. 739, inc. f) CC). 

4.3. Efectos de la notificación La demanda notificada produce los siguientes: 4.3.1. Procesales: 4.3.1.1. Extingue el derecho del actor de modificar la de¬manda y ampliar o restringir sus pretensiones (Art. 217 CPC). 4.3.1.2. Extingue el derecho del actor de desistir unilateralmente de la instancia (Art. 167, in fine CPC). 4.3.2. Sustanciales 4.3.2.1. Interrumpe el curso de la prescripción (adquisitiva y liberatoria), aunque el tribunal ante quien se promovió sea in¬competente (Art. 647, inc. a) CC). 4.3.2.2. Constituye en mora al demandado respecto de obli¬gaciones que carecen de plazo expresamente convenido pero resultare de la naturaleza y circunstancias de la obligación (Art. 424, 1er p. 23 p. CC). 4.3.2.3. Determina que el poseedor que haya sido condenado a restituir la cosa o a pagar su precio abone los frutos percibidos, aunque no hubieren sido solicitados (Art. 2428 CC). 4.3.2.4. Determina la prestación debida en las obligaciones alternativas, cuando la elección corresponde al actor (Art. 487, 1er P. CC). 

5. IMPORTANCIA La demanda es el acto central del proceso y el prime¬ro, salvo las diligencias preparatorias si las hubo. De los efectos señalados precedentemente, surge la fun¬damental importancia que la misma posee, dada su profunda influencia en la constitución y posterior desarrollo del pro¬ceso y en la sentencia. Por ello, su redacción y formulación requieren sumo cuidado y atención ya que constituye la base del juicio y de ella depende, en gran medida, el éxito o el fracaso de la pre¬tensión deducida. 

6. CONTESTACION DE LA DEMANDA 

6.1. Concepto La contestación de la demanda es la respuesta que da el demandado a la pretensión del actor contenida en la deman¬da. La contestación significa para el demandado la facultad de pedir la protección jurídica del Estado y el ejercicio de una acción. La contestación es la forma civilizada que asume la defensa. 6.2. Importancia La contestación tiene para el demandado similar importancia que la demanda la tiene para el actor. Con la contestación se integra la relación procesal, se fijan los hechos sobre los que versará la prueba y se especifica la carga de ella, se centran los términos de la litis y se establecen los límites de la sentencia. Por todo esto, surge la importancia que asume la demanda en la constitución y en el desarrollo del proceso. 6.3. Carga procesal Lo que distingue y caracteriza al contenido de la con¬testación de la demanda es la carga procesal que tiene el de¬mandado y que consiste en reconocer o negar categóricamente cada uno de los hechos expuestos en la demanda.Consecuencia lógica de lo anterior es también la car¬ga que pesa sobre el demandado en el sentido de tener que reconocer o negar, en la misma forma, la autenticidad de los documentos acompañados que se le atribuyen y la recep¬ción- no el contenido- de las cartas, telegramas e instrumen¬tos a él dirigidos cuyas copias se hubiesen acompañado. La negación debe ser categórica y concreta. Deben distinguirse los hechos personales y los que tiene el deber de conocer, de los que no lo son o son hechos de terceros. En estos últimos casos puede el demandado simplemente decir que no le constan. 

Las excepciones a la regla mencionada, son: 

El defensor en ejercicio de una función pública. El demandado que interviene en el proceso como sucesor a título universal de quien participó en los hechos o suscribió o recibió los documentos. Porque puede carecer de la infor¬mación necesaria para asumir una determinada conducta. No obstante, una vez producida la prueba debe dar su respuesta definitiva, a cuyo efecto el juez dictará una providencia intimándole a dar una respuesta categórica, bajo apercibi¬miento de tener por admitidos los hechos o por auténticos o por recibidos los documentos. 

6.4. Silencio. Respuestas evasivas. Negativa general de los hechos. Efectos El efecto del incumplimiento de la carga impuesta como imperativo legal es que el silencio, las respuestas evasivas o la negativa meramente general, podrán estimarse por el juez o tribunal como reconocimiento de la verdad de los hechos per¬tinentes y lícitos. En cuanto a los documentos se los tendrán por reconocidos o recibidos, en su caso. Lo mencionado con¬cuerda con el C. Civil, que dice: "El silencio será juzgado como asentimiento a un acto o a una pregunta, cuando exista deber legal de explicarse, o bien a causa de la relación entre el silen¬cio actual y la conducta anterior del agente. La manifesta¬ción de voluntad sólo se presume en los casos previstos ex¬presamente por la ley" (Art. 282, 2° p. CC). 

6.4.1. Hechos: se produce el reconocimiento, mejor la admi¬sión (tácita) de la verdad de los hechos pertinentes y lícitos alegados por el actor. 6.l.4.2.Documentos: que le son atribuidos, se los tienen por reconocidos. 6.l.4.3.Cartas, telegramas e instrumentos: dirigidos al demorado, se tendrán por recibidos.El Código Procesal Civil autoriza que durante el proce¬so podrá decretarse embargo preventivo siempre que de la con¬fesión expresa o ficta resultare la verosimilitud del derecho, o ello surgiere de la contestación de la demanda o reconvención (Art. 709, inc. b) CPC). 

7. REQUISITOS: Los requisitos de la contestación de la demanda pueden ser extrínsecos, referidos a la forma; e intrínsecos, relativos al contenido. 

7.1. Requisitos extrínsecos (forma) 

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La norma procesal establece para la contestación los mis¬mos requisitos de forma que debe contener la demanda y que se encuentran legislados en el Art. 215 del CPC. Así como tam¬bién la carga de la agregación de la prueba documental. A su vez, el demandado debe justificar la personería, caso contrario autoriza la deducción de la excepción de falta de personería, en este supuesto mediante el recurso de reposición que puede deducir el actor (Art. 224, inc. b) in fine CPC) 

7.2. Requisitos intrínsecos (contenido) El demandado tiene la carga procesal de reconocer o ne¬gar categóricamente: 7.2.1. Hechos expuestos en la demanda: El reconocimiento, o más precisamente la admisión de los hechos, puede ser: 7.2.1.1. Expresa o tácita: esta última se producirá en caso de silencio o respuestas evasivas o negativa general (Art. 208, 2° p. CC). 7.2.1.2. Simple o calificada: cuando es simple no determina tiempo, lugar o circunstancia, V.g.: se niega deber la suma de dinero reclamada. En este caso el demandado no debe probar porque es suficiente la negación. Sin embargo, el actor tiene la carga de la prueba porque los hechos no se presumen. Será calificada cuando se admite el hecho pero se le otor¬ga una distinta significación jurídica, v.g.: se admite haber reci¬bido dinero, pero en calidad de donación y no de préstamo, o cuando importa una afirmación del demandado, v.g.: no se ad¬mite haber contraído la obligación voluntariamente. Lo cual im¬porta afirmar implícitamente un hecho (error, dolo, violencia, etc.) cuya prueba corresponderá al demandado, porque impor¬ta un hecho impeditivo, modificativo o extintivo de la obliga¬ción. 

7.2.2. Autenticidad de documentos: Los documentos deben atribuirse al demandado. Por el contrario, el demandado no tiene la carga de reconocer o negar los documentos emanados de terceros. En este supuesto habrá que ofrecer a dichos terceros como testigos para obtener el reconocimiento que se pretende. 7.2.3. Recepción de cartas, telegramas e instrumentos: Deben estar dirigidos al demandado. Esta carga pesa sobre él, siempre que se acompañen las respectivas copias que el actor debe agregar. 

8. HECHOS ALEGADOS COMOFUNDAMENTO DE LA DEFENSA 

El demandado puede, a su vez, alegar hechos constituti¬vos, impeditivos o extintivos como fundamento de su defensa, los cuales debe especificar con claridad (Art. 235, inc. b) CPC), v.g.: compensación, nulidad de acto jurídico, pago, prescrip¬ción, etc. En relación a la compensación, también podrá deducirse como demanda reconvencional, en cuyo caso si el crédito del reconviniente es mayor al del actor podrá percibirlo. De lo contrario sólo podrá obtener su absolución en la misma medida del crédito del actor, pero no podrá obtener condena contra él por la diferencia a su favor. 

9. DOCUMENTOS PRESENTADOS POR EL DEMANDADO 

El demandado podrá también presentar documentos en respaldo de sus afirmaciones (Art. 236 CPC). Es más, tiene la carga procesal de hacerlo del mismo modo que el actor al promover la demanda. 

De estos documentos se dará traslado al actor por seis días, con copias, debiendo notificársele por cédula (Art. 133, inc. a) in fine CPC).

CAPITULO XIIIEXCEPCION 

SUMARIO: 1. Concepto. 1.1. Fundamento constitucional.- 2. Re¬acción. Defensa. Excepción.- 3. Posiciones procesales del demandado. 3.1. No comparecer. 3.2. Comparecer. 3.2.1. Oponerse. 3.2.2. Allanarse. 3.2.3. Reconvenir.- 4. Clases de excepciones. 4.1. Ex¬cepciones dilatorias. 4.2. Excepciones perentorias. 4.3. Excepciones mixtas.- 5. Oportunidad para oponer excepciones y defensas. 5.1. Con carácter previo. 5.2. Al contestar la demanda. 5.2.1. Defensas. 5.2.2. Excepciones.- 6. Presupuestos procesales. 6.1. Concepto. 6.2. Cla¬sificación. 6.2.1. Presupuestos de la acción. 6.2.1.1. Existencia y capacidad del actor. 6.2.1.2. Cuestión o caso justiciable. 6.2.1.3. Caducidad del derecho. 6.2.2. Presupuestos del proceso. 6.2.2.1. Existencia del tribunal. 6.2.2.2. Competencia del tribunal. 6.2.2.3. Existencia y capacidad del demandado. 6.2.2.4. Citación y empla¬zamiento válidos.- 7. Prejudicial dad. 

1. CONCEPTO La excepción, en sentido amplio y general, es toda y cualquier defensa que el demandado opone a la pretensión del actor. Siendo así, la excepción es el derecho que tiene el de¬mandado para oponerse a la acción promovida por el actor. Toda demanda, según COUTURE, es una forma de ataque y la excepción es la defensa contra ese ataque por parte del demandado. La excepción, dice ULPIANO, es la acción de demandado: "reus in exceptione actor est". 

Si el sustituto civilizado de la venganza es la acción, de igual modo el sustituto civilizado de la defensa es la excepción. 

La acción es un derecho autónomo respecto del derecho material. Se puede accionar con derecho o sin él, basta para el efecto sólo la pretensión. De igual manera, la excepción también un derecho autónomo, en razón de que el deman-dado puede defenderse sin tener ningún derecho en el cual fundarse. 

La autonomía de la excepción en relación al derecho ma¬terial es más acentuada que la autonomía de la acción, en razón de que el actor siempre debe en la pretensión atribuirse un derecho material. Por el contrario, al demandado le basta sim¬plemente con negar, sin necesidad de atribuirse ningún dere¬cho contrario al derecho del actor. 

Siendo así, el contenido pretensional de la excepción pue¬de limitarse simplemente a una expresión de voluntad contra¬ria a la del actor. Al demandado le basta con pedir que se rechace la demanda, s.in tener la necesidad, ni la carga, de atri¬buirse ningún derecho material, ni exponer siquiera otros he¬chos contrarios a los manifestados por el actor en su demanda. Indudablemente el demandado tiene la facultad de alegar hechos contrarios a los esgrimidos por el actor y atribuirse de¬rechos que enerven los invocados por el demandante .. En este caso el demandado estará realmente, en sentido técnico procesal, oponiendo una excepción. 

Por esta razón, desde el Derecho romano, los prácticos españoles y la moderna doctrina procesal, se establece una dis¬tinción entre defensa y excepción, teniendo en consideración que la defensa es la negación de los fundamentos de hecho y derecho de la demanda, y la

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excepción consiste en la afirma¬ción de hechos distintos destinados a destruir el fundamento de la pretensión del demandante, afirma CARNELUTTI. 

1.1. Fundamento constitucional La excepción en el derecho paraguayo tiene fundamento y rango constitucional, en razón de que la Constitución esta¬blece: "La defensa en juicio de las personas y de sus dere¬chos es inviolable" (Art. 16, 1 p. CN). 

2. REACCION. DEFENSA. EXCEPCION Frente al derecho de acción del actor se encuentra el derecho de reacción del demandado. 

Ambos surgen como consecuencia de la prohibición de hacer justicia por mano propia, hallándose consagrados en la Constitución. Estos derechos son autónomos y abstractos. El derecho del demandado de reaccionar ante el ejercicio de la acción (ex¬cepción en sentido amplio) lo tiene siempre, comparezca o no comparezca en el juicio. Incluido en el derecho abstracto de reaccionar que tiene el demandado, le asiste a éste, a su vez, la facultad concreta de oponerse a la pretensión contenida en la acción. 

La oposición supone una conducta activa; consiste en presentarse al tribunal y contradecir. Es decir, va más allá del hecho de no comparecer en el juicio, o compareciendo limitarse a allanarse, sometiéndose a la pretensión del actor. Esta oposición puede consistir en defensas, cuando el demandado se limita desconocer cualquiera de los requisitos de admisibilidad o fundamentabilidad de la pretensión, o ex¬cepciones, cuando el demandado invoca circunstancias impeditivas o extintivas contra la pretensión del actor con el propósito de desvirtuar el efecto jurídico pretendido, es decir deduce excepciones en sentido estricto. 

3. POSICIONES PROCESALES DEL DEMANDADO El demandado, ante la notificación de la demanda, puede: 

3.1. No comparecer El demandado puede no comparecer en el juicio, asu¬miendo una actitud pasiva frente a la demanda. No compare¬ce ni; por supuesto, contesta la demanda. En esta hipótesis habrá que tener en cuenta la clase de notificación que se le practicó. 

3.1.1. Notificación por cédula: autoriza el Proceso en Rebeldía (Art. 68 CPC). 3.1.2 Notificación por edictos: se le designa defensor en lo persona del representante del Ministerio de la Defensa Pú¬blica (Art. 141 CPC). 

3.2. Comparecer El demandado puede presentarse al tribunal a estar a de¬recho y optar por: 3.2.1. Oponerse: En este supuesto, a su vez, puede: 3.2.1.1 Contestar las afirmaciones del actor limitándose a desconocer la pretensión sin invocar nuevas circunstancias de hecho. 

3.2.1.1.1 Negar el derecho y reconocer el o los hechos, en razón de que le atribuye al hecho una significación jurídica distinta o porque discute la interpretación del derecho. Se de¬nomina cuestión de puro derecho (Art. 381 CPC). 

3.2.1.1.2 Negar los hechos y el derecho (Art. 235 CPC). 3.2.1.2. Deducir excepción (en sentido estricto) (Art. 224 CPC). 

3.2.2. Allanarse: Allanarse significa admitir las pretensiones del actor. Es decir, se allana a la demanda, consecuentemen¬te no existe oposición (Art. 169 CPC). 3.2.3. Reconvenir: Promover, junto con la oposición, uno demanda reconvencional o reconvención, que consiste en la pretensión que el demandado deduce al contestar la demanda contra el actor. 

Es una contrademanda que puede ejercer el demanda¬do al contestar la demanda (Art. 237 CPC), siempre que reúna las condiciones señaladas por la ley (Art. 238 CPC). 

4. CLASES DE EXCEPCIONES Las excepciones pueden clasificarse en: 4.1. Excepciones dilatorias Son las defensas que se fundan en la omisión de un re¬quisito procesal. Versan sobre el proceso y no sobre el dere¬cho material alegado por el actor. Por lo general, son el medio de denunciar la falta de un presupuesto procesal. 

Las excepciones dilatorias, en el supuesto de ser proce¬dentes, excluyen provisional y temporalmente la posibilidad de un pronunciamiento sobre la pretensión del actor. Siendo así, no impiden que el actor vuelva a proponer su pretensión una vez superados los defectos señalados. 

Están dirigidas: a impedir un proceso nulo (incompeten¬cia, falta de personería); o inútil (litispendencia); o a corregir errores que obstan a la decisión (defecto legal); o a asegurar el resultado del juicio (arraigo); o constituyen un obstáculo para el proceso (convenio arbitral). 

Las excepciones dilatorias se oponen como de previo y especial pronunciamiento. Vale decir, deben substanciarse y resolverse antes de proseguirse el trámite del proceso prin¬cipal, el cual queda interrumpido. Deben decidirse previa¬mente a toda cuestión. 

4.2. Excepciones perentorias 

Son aquellas en cuya virtud el demandado se opone a la pretensión del actor. No son defensas sobre el proceso, sino sobre el derecho. 

Las excepciones perentorias, en el caso de que sean de¬claradas .procedentes, extinguen definitivamente el derecho del actor. En

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consecuencia, éste no podrá volver a plantear eficaz¬mente la pretensión. 

Pueden ser opuestas como previas (Art. 224 CPC) o al contestar la demanda (Arts. 233 y 235 CPC). 

En el primer caso, son de previo y especial pronuncia¬miento y al igual que las dilatorias deben tramitarse y resolverse con carácter previo, quedando la substanciación del proce¬so principal interrumpida, v.g.: falta de acción manifiesta; pago, conciliación, desistimiento de la acción y prescripción cuando pueden resolverse como de puro derecho; y las defensas temporarias consagradas en las leyes generales. 

4.3. Excepciones mixtas Se oponen como previas y se deciden como tales: Tie¬nen en común con las excepciones dilatorias que intentan evitar un proceso nulo o inútil, y se diferencian de las perento¬rias en que no buscan un pronunciamiento sobre la existen¬cia o inexistencia del derecho, sino el reconocimiento de una situación jurídica que hace innecesario entrar a analizar el rondo mismo de la cuestión, v.g.: cosa juzgada, transacción. 

En nuestro Derecho procesal se deducen en forma pre¬via interrumpiendo el plazo del principal. Son de previo y es¬pecial pronunciamiento. 

OPORTUNIDAD PARA OPONER EXCEPCIONES Y DEFENSAS 

Dentro del régimen del Código Procesal Civil, las opor¬tunidades procesales que tiene el demandado para oponer defensas o excepciones en el Proceso de conocimiento ordinario, son: 

5.1. Con carácter previo 5.1.1. Excepciones previas: Se deducen como de previo y especial pronunciamiento dentro del plazo para contestar la demanda. Se encuentran enumeradas en el Código Procesal Civil, y son: "a) incompetencia; b) falta de persone ría en el demandante, en el demandado o sus representantes, por ca¬recer de capacidad civil para estar en juicio, o de representa¬ción suficiente. El demandante hará valer esta excepción por la vía del recurso de reposición; c) falta de acción cuando fuere manifiesta, sin perjuicio, en caso de no ocurrir con ultima circunstancia, de que el juez la considere en la sentencia definitiva; d) litispendencia; la acción intentada ante un tribunal extranjero no importa Litispendencia; e) defecto legal en la forma de deducir la demanda; f) cosa juzgada; g) pago, transacción, conciliación, desistimiento de la acción y prescripción, cuando pudieren resolverse como de puro de¬recho; h) convenio arbitral; i) arraigo" (Art. 224 incs a) al i) CPC). 

5.1.2. Defensas temporarias: Consagradas en las leyes ge¬nerales. Son, como las excepciones previas, de previo y es¬pecial pronunciamiento, debiendo deducirse dentro del pla¬zo para contestar la demanda. Se hallan mencionadas en el Art. 224 inc. j) del CPC, V.g.: beneficio de excusión. 

5.2. Al contestar la demanda 

5.2.1. Defensas: En la contestación opondrá el demandado to¬das las defensas que, según el Código Procesal Civil, no ten¬gan carácter previo, sin perjuicio de la facultad consagrada en el artículo 233, dispone el Art.235 del CPC. 5.2.2. Excepciones: El demandado deberá, al contestar la de¬manda, plantear las excepciones que, en virtud de la ley, no tengan carácter previo o que no hayan sido admitidas y juz¬gadas como previas (Art. 233 CPC), v.g.: falta de acción no manifiesta; pago, transacción, conciliación, desistimiento de la acción y prescripción, cuando no puedan resolverse como de puro derecho. 

6. PRESUPUESTOS PROCESALES 

6.1. Concepto Los presupuestos procesales son el conjunto de ante¬cedentes necesarios o supuestos condicionantes para que el proceso tenga eficacia jurídica y validez formal. 

Siendo así, los presupuestos procesales son los requisi¬tos necesarios para que pueda constituirse un proceso válido o una relación procesal válida. 

Dice CALAMANDREI que son las condiciones que de¬ben existir a fin de que pueda tenerse un pronunciamiento cual¬quiera, favorable o desfavorable sobre la demanda; esto es, a fin de que se concrete el poder-deber del juez de proveer so¬bre el mérito. 

El juez, ante todo, debe examinar previamente la regula¬ridad del proceso que se plantea ante él, como requisito in¬soslayable para poder estudiar la cuestión de fondo. Es decir, debe realizar un "juicio sobre el proceso", porque sólo si el proceso se ha constituido y desarrollado regularmente podrá decidir la cuestión de fondo (mérito), y dictar la sentencia que corresponda. Si no existen aquellas condiciones previas (presupues¬tos procesales), dice CALAMANDREI, desaparece el pode deber de proveer sobre el mérito (fondo de la cuestión).

El Código Procesal Civil no contiene ninguna norma ex¬presa que se refiera a los presupuestos procesales. No obstan¬te, son reconocidos y admitidos ampliamente, a tal punto que ante la ausencia de alguno, aun sin solicitud de parte, el juez, o tribunal debe pronunciarse de oficio. 

La vía de la excepción previa es, generalmente, el me¬canismo para denunciar la falta de algún presupuesto procesal. Sin embargo, no todos los presupuestos procesales se denuncian mediante excepciones previas, ni todas las ex¬cepciones se refieren a los presupuestos procesales. Asi, la excepción de incompetencia cuando es relativa, no constitu¬ye un presupuesto procesal, porque las partes pueden admi-tir en forma expresa o tácita la prórroga, es decir, convalidar esa incompetencia. Del mismo modo, la excepción de pres¬cripción, que puede ser opuesta como previa, tampoco cons¬tituye un presupuesto procesal. 

6.2. Clasificación 

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El tema de los presupuestos procesales surge a partir de lo que Von Bülow en su libro "La teoría de las excepcio¬nes procesales y los presupuestos procesales" (1868) llamó la atención acerca de la confusión en la que se había incurri¬do, luego del Derecho romano, entre las excepciones y los presupuestos procesales. Señaló que se confundían las ex¬cepciones, especialmente las llamadas dilatorias, que eran medios de defensa de las partes, con ciertas denuncias de la falta de algún presupuesto necesario para constituir un pro¬ceso válido. Es decir, precisó que existían ciertas condicio¬nes (existencia de las partes, capacidad de las partes, com-petencia del juez, etc.), que eran imprescindibles para que pueda constituirse una relación procesal válida. Estas condi¬ciones eran tan importantes que, aun cuando las partes no denunciaban su ausencia, el juez debía señaladas, evitando que el proceso continúe, porque en dichos supuestos en rea¬lidad no existía un verdadero proceso, un proceso válido. Los presupuestos procesales son varios y la doctrina los ha clasificado de diferentes modos. 

6.2.1. Presupuestos de la acción 

6.2.1.1. Existencia y capacidad del actor: El derecho de ejercer la acción para lograr su propósito de obtener un pro¬ceso requiere la existencia de una persona física o jurídica, que tenga capacidad. 

Lo que parece tan obvio, sin embargo, es desmentido por la realidad, porque a veces aparecen juicios promovidos por personas físicas o jurídicas fallecidas, inexistentes o extin¬guidas al tiempo de promoverse la demanda. La capacidad para ser parte en un proceso le correspon¬de a toda persona física o jurídica por el hecho de serio. 

Para actuar en un proceso por sí es necesario que la persona tenga capacidad procesal, que consiste en la 'aptitud para realizar por sí mismo actos jurídicos procesales váli¬dos. Esta capacidad en las personas físicas se asimila a la capacidad de hecho. Quien no tiene capacidad de hecho tam¬poco tiene capacidad procesal. Quien no la tiene no puede actuar por sí en juicio y sólo puede hacerlo a través de su representante. 

La persona jurídica tiene que tener existencia legal, vale de¬cir, no debe estar extinguida. Actúa enjuicio obligatoriamente a tra¬vés de procuradores o abogados matriculados (Art. 46, 2a p. CPC), quienes deben hallarse debidamente apoderados por los órganos de gestión instituidos en la ley o en el estatuto. 

6.2.1.2. Cuestión o caso justiciable: La justiciabilidad del caso sometido al conocimiento del tribunal es un presupuesto para el ejercicio de la acción que pueda tener como conse¬cuencia la actividad de la función jurisdiccional. En este senti¬do el Art. 12 de la Ley 609/95 establece que la Corte Supre¬ma de Justicia no dará trámite a la acción de inconstitucionalidad en cuestiones no justiciables. 

Lo mencionado podría parecer un contrasentido ya que el Poder Judicial se constituye, precisamente, para conocer y decidir todos y cada uno de los conflictos que tengan un con¬tenido jurídico. Sin embargo, esto que constituye la regla su¬fre excepciones cuando:6.2.1.2.1. La pretensión carece de contenido jurídico, v. g. cuando la demanda se entabla con el fin de obtener un pronun¬ciamiento exclusivamente de índole moral, científico, aca¬démico, religioso o social, no protegido por el derecho. 6.2.1.2.2. La cuestión no justiciable se halla legislada en for¬ma expresa en la Constitución o en la ley, v.g.: el Amparo no podrá promoverse en la tramitación de causas judiciales, ni contra actos de órganos judiciales, ni en el proceso de for-mación, sanción y promulgación de las leyes (Art. 134, 40. p. CN); la acción de nulidad de un matrimonio no podrá intentarse sino en vida de los esposos (Art. 188, la. p. CC); la nulidad del contrato de sociedad, para eximirse de las obli-gaciones que él les impone, no puede ser alegada por los so¬cios frente a terceros de buena fe (Art. 962 CC); las entida¬des del sistema financiero no podrán solicitar convocación de acreedores ni su quiebra, ni ser declaradas en quiebra a pedido de terceros (Art. 133, ler. p. Ley 861/96); la investi¬gación de la maternidad no se admitirá cuando tenga por objeto atribuir el hijo a una mujer casada, salvo que el hijo hubiera nacido antes del matrimonio (Art. 234, 3er. p. CC); etc .. 

6.2.1.2.3. La configuración de no justiciable surja de modo implícito de la norma constitucional o legal, v.g.: cuestiones refe¬rentes a la autonomía municipal o universitaria, cualidad de la cosa juzgada. 

La promoción ante los tribunales de una cuestión no justiciable autoriza el rechazo "in limine" de la acción, en razón de que la justiciabilidad del caso sometido al conoci¬miento de los jueces es un presupuesto para el ejercicio de la función jurisdiccional. El rechazo también deberá producirse cuando se la ad vierta en el curso del proceso o en el momento de fallar. La doctrina denomina esta situación con el nombre de "defecto absoluto en la facultad de juzgar". Si, no obstante, se inicia un "proceso" en estas condiciones, el tribunal de ofi¬cio, cuando lo advierta, deberá declarar la nulidad de todo lo actuado. A su vez, la parte puede denunciar este hecho en cual¬quier etapa del juicio a través de 10 que se denomina "improponibilidad objetiva de la acción", la cual, de admitirse, invalidará todo 10 actuado y resuelto. 

6.2.'1.3. Caducidad del derecho: En ciertos supuestos específicamente establecidos en la ley, se niega a la persona la posibilidad de ejercer el derecho por el transcurso del tiempo. Esto es así porque el derecho debe ejercerse dentro de su plazo de validez, es decir, siempre que no haya caducado. Caducidad no es lo mismo que prescripción (liberatoria); si bien ambos institutos se refieren a la pérdida de un derecho por su no ejercicio dentro del plazo legal. 

La caducidad tiene las siguientes notas características: es de orden público, no es renunciable, no se halla sujeta a sus¬pensión ni interrupción. En cambio, en nuestro derecho, está permitido que, aun prescripto el derecho, se pueda demandar su cumplimiento y, siempre que la parte no haya opuesto la ex¬cepción pertinente, obtener una sentencia válida. Si se ha producido la caducidad del derecho, no podría haber un proceso válido, lo cual podrá declararse de oficio o a petición de parte. Al respecto, el Código Civil establece: "Los derechos que en virtud de la ley o del acto jurídico constitutivo sólo existan por tiempo determinado o deban ser ejercidos dentro de él, no están sujetos a prescripción, Ca¬ducan por el vencimiento del plazo si no se dedujere la ac¬ción o se ejerciere el derecho" (Art. 634 CC). 6.2.2. Presupuestos del proceso 6.2.2.1. Existencia del tribunal: El órgano ante el cual se ejerce la acción debe tener calidad funcional suficiente para que pueda constituirse un proceso. Si la demanda se promo¬viera ante una persona que no es juez (o árbitro), el acto no podría generar un proceso. No existiría un proceso. En nuestro derecho poseen investidura jurisdiccional: todos los jueces que integran el Poder Judicial, los árbitros designados en la cláusula compromisoria o en el compromi¬so arbitral, el Senado de la Nación en el exclusivo caso del juicio político previsto por la Constitución

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para ciertos fun¬cionarios (Art. 225 CN), y el Jurado de Enjuiciamiento de Magistrados Judiciales, previsto en la Ley 1084/97. En un sistema jurídico republicano y democrático, con absoluta separación de funciones y recíproco control de po¬deres, resulta inaceptable la ampliación de esta nómina. En dicho sentido, la Constitución establece una terminante pro¬hibición en el Art. 248. 6.2.2.2. Competencia del tribunal: La competencia consis¬te en la atribución de funciones que la ley o la convención atribuyen a determinadas personas, jueces o árbitros que actúan en carácter de autoridad respecto de otras personas. El tribunal, ante quien se ejerce la acción, debe ser com¬petente para entender en el juicio, lo cual constituye un pre¬supuesto de validez del proceso. La falta de competencia Si denuncia a través de la excepción previa de incompetencia (Art. 224 inc. a) CPC). 

C.2.2.3. Existencia y capacidad del demandado: No puede existir proceso sin que exista demandado. Cuando se promue¬ve una demanda contra una persona física o jurídica inexisten¬tes no existe proceso, sólo una mera apariencia que carece de toda validez. Siendo así, puede declararse su nulidad en cual¬quier momento, de oficio o a petición de quien tenga interés legítimo. 

La sentencia dictada en un proceso contra demandado inexistente no hace cosa juzgada. 

En relación a la capacidad del demandado debe advertirse que una persona incapaz puede ser demandada pero para que exista un proceso válido la relación procesal debe integrarse con el representante necesario del incapaz demandado a quien debe notificarse la demanda. 

6.2.2.4. Citación y emplazamiento válidos: La citación y el emplazamiento, incluyendo la notificación, constituyen pre¬supuesto de validez del proceso. Ahora bien, en relación a la utilidad que puede generar su omisión o irregularidad, nuestra ley procesal en esta materia consagra la doctrina finalis¬ta. En consecuencia, si la notificación ha sido defectuosa, pero no obstante ha cumplido su finalidad, el acto se consi¬dera válido y no puede declararse su nulidad. 

7. PREJUDICIALIDAD

La prejudicialidad consiste en una cuestión que debe ser decidida previamente por el mismo tribunal o por otro, antes de que se dicte la sentencia definitiva, en razón de que la si¬tuación jurídica planteada influye de manera determinante so¬bre el pronunciamiento que debe hacerse sobre el principal. 

En razón del fenómeno jurídico conocido con el nom¬bre de "continencia de la causa", diferentes aspectos de una o de varias pretensiones, que se originan en un mismo con¬flicto o que están vinculadas a una misma relación jurídica, hacen imprescindible un tratamiento único por parte del tri¬bunal, a fin de no emitir eventuales pronunciamientos judi¬ciales contradictorios acerca de una misma o idéntica cues¬tión. 

El más elemental sentido común nos indica que si una persona acusada de la comisión de un hecho ilícito es absuelta en el fuero penal por inexistencia del mencionado hecho ¿cómo podría en el fuero civil otro juez desconocer ese pronuncia¬miento y declarar, a su vez, la existencia del hecho y ordenar, en consecuencia, la reparación del mismo? 

Siendo así, la prejudicialidad surge cuando, general- mente, en virtud del ejercicio de diferentes competencias ju¬diciales, porque los litigios corresponden por razón de la ma¬teria (civil, penal, etc.) a diferentes juzgados, no resulta posi¬ble la sustanciación conjunta de todas las pretensiones o no es posible el dictado de una sentencia única respecto de aqué¬llas. 

Cuando ello ocurre y los distintos litigios se tramitan en forma independiente por la autonomía existente entre los mismos, por la vigencia del Principio de razonabilidad o de la ley, se trata de evitar el escándalo o caos jurídico que se produciría por el dictado de sentencias antagónicas, estable¬ciendo la prioridad para el pronunciamiento de una senten¬cia en relación a la otra. 

Esa prioridad tiene el efecto de otorgar a la primera sen¬tencia que se dicte la autoridad del caso juzgado frente a la pretensión pendiente de tramitación o de decisión. Es decir, la sentencia que se dicte primero funciona como un presu¬puesto de la segunda sentencia, en cuya virtud ésta no podrá declarar algo que contraríe lo declarado en la primera. 

La prejudicialidad puede darse dentro del fuero civil, V.g.: la pretensión de declaración de reconocimiento de fi¬liación matrimonial depende de la existencia de un matrimo¬nio válido. 

También puede acontecer en el fuero penal en relación al civil, v.g.: la demanda de resarcimiento del daño causado por un delito no debe ser juzgada si existe proceso penal pen¬diente por el mismo hecho causal y hasta tanto haya senten¬cia definitiva en éste, porque si el acusado es condenado 

Probablemente no se puede discutir en sede civil la existencia del hecho principal constitutivo del delito ni puede ser con¬tradicha la culpa ya declarada del condenado. Del mismo modo, si el acusado es absuelto en el juicio penal, no se pue¬de alegar en el juicio civil la existencia del hecho sobre el cual recayó la absolución. 

El C. Civil establece al respecto: " Si la acción penal dependiera de cuestiones prejudiciales cuya decisión corres¬ponda exclusivamente al juicio civil, no se sustanciará el juicio criminal antes que la sentencia civil estuviese ejecutoriada. Se¬rán cuestiones prejudiciales las que versen sobre validez o nu¬lidad del matrimonio y las que se declaren tales por la ley" (Art. 1870 CC). "Salvo lo dispuesto en el artículo anterior, o en otros casos que sean exceptuados expresamente, la sentencia civil sobre el hecho no influirá en el juicio criminal, ni impedirá ninguna acción penal posterior intentada sobre el mismo he¬cho, o sobre otro que con él tenga relación. 

Cualquiera sea la sentencia sobre la acción criminal, el fallo anterior pronunciado en el juicio civil pasado en autori¬dad de cosa juzgada, conservará todos sus efectos" (Art. 1871 CC).

Así mismo, la Ley de Quiebras dispone: "Si el juez calificare la conducta del deudor como dolosa o culposa, la comunicará al juez en lo criminal, acompañando copias de las actuaciones pertinentes. Si antes de que el juez de la quiebra haya calificado la conducta patrimonial del deudor se comen¬zara ante la justicia penal un procedimiento sobre quiebra fraudulenta o culpable contra el deudor comerciante, por el delito que corresponda contra el deudor no comerciante, ello no obstará al procedimiento de calificación y el juez del con¬curso la hará sin otros efectos que los propiamente civiles o comerciales. Recaída en la justicia penal sentencia condenatoria con¬tra el fallido, pasada en autoridad de cosa juzgada, el juez de la quiebra estará a lo que resulte de dicho fallo para calificar la conducta patrimonial del deudor" (Art. 163, Ley 154/60).

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CAPITULO XIV - ACTOS PROCESALESCAPITULO XIV 

SUMARIO: 1. Hecho jurídico. Hecho procesal. Acto procesal.- 2. Concepto.- 3. Elementos del acto procesal. 3.1. Sujeto. 3.2. Objeto. 3.3. Acti¬vidad.- 4. Negocio o contrato procesal.- 5. Clasificación. 5.1. Actos de parte. 5.2. Actos del órgano jurisdiccional. 5.3. Actos de instrucción.- 6. Valoración de los actos procesales. 6.1. Validez. 6.2. Admisibilidad. 6.3. Fundabilidad. 6.4. Eficacia. - 7. Irregularidad del acto procesal. 

HECHO JURIDICO. HECHO PROCESAL. ACTO PROCESAL 

La vida de los hombres y su actividad en sociedad pro¬ducen necesariamente relaciones de diversa Índole. El orde¬:1amiento jurídico se encarga de regular algunas de ellas, sea prohibiéndoles o permitiéndolas, haciéndolas producir determi¬nados efectos o sometiéndolas a formas especiales. Esto significa que los hechos en general cuando afectan al Derecho reciben la denominación de hechos jurídicos y se hallan regu¬lados por una norma de Derecho. Los hechos procesales emergen de la naturaleza o pue¬den ser humanos. Los hechos de la naturaleza pueden producir efectos en el proceso.En este caso son regulados por el Derecho pro¬cesal, v.g.: el transcurso del tiempo. 

Los hechos humanos también inciden en el proceso, V.g.: el nacimiento, la muerte etc .. Los hechos humanos, a su vez, pueden ser voluntarios o involuntarios.Los hechos humanos voluntarios que crean, modifican o extinguen relaciones ju¬rídicas son los actos jurídicos. 

El acto procesal es una especie del género acto jurídico. Para COUTURE es el "acto jurídico emanado de las partes, de los agentes de la jurisdicción o aun de los terceros 1igados al proceso, susceptible de crear, modificar o extin¬guir efectos procesales". El factor voluntad, que es de la esencia del acto proce¬sal, sirve para distinguido del hecho procesal. 

La doctrina procesal contemporánea reconoce que, sin perjuicio de relacionarse con los principios, conceptos y nor¬mas de acto jurídico en general legislados en el Código Ci¬vil, los actos procesales, por integrar el proceso, tienen su peculiar reglamentación. 

Los actos procesales están destinados a la consecución de fin del proceso, lo cual determina su propio y específico contenido. 

En cuanto a su desarrollo, los actos procesales tienen, por regla general, establecido un orden; en consecuencia unos son antecedentes (presupuestos) de otros (consecuentes). 

Siendo así, la nulidad de aquellos produce obviamente la nulidad de éstos. También, clausurada una etapa procesal no puede ésta volverse a abrir, quedando extinguida la posi¬bilidad de volver atrás (preclusión). La documentación de los actos procesales en el proceso les otorga el carácter de instrumentos públicos. El C. Ci¬vil dispone que son instrumentos públicos las actuaciones judiciales practicadas con arreglo a las leyes (Art. 375, inc. d) CC). 

2. CONCEPTO 

Los actos procesales son aquellos hechos voluntarios que tienen por efecto directo e inmediato la iniciación, el desarrollo o la extinción del proceso, V.g.: la demanda, la declaración de un testigo, la sentencia, etc. El acto procesal es un acto jurídico que se caracteriza por ser procesal la situación jurídica que por él queda cons¬tituida, modificada o extinguida. Es una especie del género acto jurídico, definido en el Art. 296 del C. Civil. Lo que distingue al acto procesal -dice ALVARADO VELLOSO- es que tiene vida y eficacia sólo dentro del pro¬ceso, siendo su finalidad posibilitar el dictado de la sentencia. 

Siendo así no son actos procesales los realizados fuera del proceso, aunque puedan producir efectos en él, V.g.: el otorgamiento de un poder para asuntos judiciales, la confe¬sión extrajudicial, etc. Pero si los mismos por algún motivo son incorporados al proceso, constando en el respectivo expe¬diente, se convierten en actos procesales. 

Si el acto se produce en el proceso, continuará siendo procesal aunque también produzca consecuencias jurídicas fuera de aquél, v.g.: el desistimiento de la acción, la senten¬cia definitiva, etc. 

Se consideran, a su vez, actos procesales los que son realizados en el proceso por los terceros que intervienen en él, v.g.: testigos, peritos, intérpretes, martilleros, interven¬tores, depositarios, etc. 

3. ELEMENTOS DEL ACTO PROCESAL 

Los elementos del acto procesal son: el sujeto, el obje¬to y la actividad. Este último elemento se halla compuesto por el lugar, la forma y el tiempo. La existencia del acto proce¬sal depende y es la consecuencia de estos elementos caracte¬rísticos y fundamentales. 

3.1. Sujeto 

Los sujetos de los actos procesales son: el órgano juris¬diccional judicial o arbitral y sus auxiliares, el Ministerio Público, las partes y los terceros directamente vinculados al proceso.

Para que el acto procesal produzca efectos, es necesa¬rio que el sujeto que lo realiza tenga aptitud para ello, v.g.: el órgano debe ser competente, y las partes y sus represen¬tantes procesalmente capaces. 

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Además, constituye requisito subjetivo del acto proce¬sal la voluntad, porque consiste, precisamente, en la manifestación voluntaria de quien lo realiza. No obstante, conviene tener presente que en los actos jurídicos del Derecho privado la voluntad del sujeto determina directamente la producción de efectos jurídicos. En cambio, los actos procesales produ¬cen efectos en la medida en que se hayan cumplido los requisitos prescriptos por la ley, con prescindencia de las mo¬tivaciones internas del sujeto de quien provienen en razón de que, como señala GUASP, en el Derecho procesal prevalece la voluntad declarada sobre la voluntad real. 

Siendo así, en general, se considera que no serían apli¬cables a los actos procesales las normas del Código Civil referentes a los vicios del consentimiento (error, dolo, violen¬cia), sobre todo porque se considera que la intervención del órgano jurisdiccional y la participación de los abogados, auxilia¬res de la justicia, minimizarían la posibilidad de que los vicios mencionados interfieran la voluntad de los sujetos procesa¬les. 

En relación a las partes constituyen requisito subjetivo del acto procesal el interés que determina su cumplimiento su motivo, su finalidad, v.g.: el interés para interponer un recurso consiste en el perjuicio que ocasiona una resolución contraria. 

La omisión o el cumplimiento irregular del acto proce¬sal por el juez o el funcionario, genera la imposición de san¬ciones a los mismos. De igual modo, a los árbitros, salvo en lo que se refiere a las responsabilidades políticas y discipli¬narias que éstos no las tienen. 

Los actos de las partes sólo están sometidos al cumplimiento de las cargas procesales, que constituyen imperativos del propio interés. En relación a los actos de los terceros, dependerá del carácter de los mismos. Así, los testigos tie¬nen la carga pública de comparecer y declarar la verdad, sien¬do pasibles de sanciones penales. Los peritos son responsa¬bles penal y civilmente por sus actos, etc. 

3.2. Objeto 

El objeto es la materia sobre la cual recae el acto pro¬cesal. Puede consistir en: una cosa, v.g.: embargo de un bien mueble; una persona física o jurídica, v.g.: guarda de meno¬res, administración judicial de una sociedad; un hecho, v.g.: declaración de un testigo; o referirse a más de uno de los elementos mencionados, v.g.: orden de exhibición de un do¬cumento. 

El objeto debe ser: 

3.2.1. Idóneo: es decir, apto, eficaz para lograr la finalidad preten¬dida por quien lo realiza, v.g.: que la prueba recaiga sobre un hecho controvertido. 3.2.2. Jurídicamente posible: es decir, que no se halle prohibido por la ley, v.g. : no tendría esta condición el embargo trabado sobre un bien de familia (Art. 59 CN). 

Algunos autores como CARNELUTTI y ALSINA consideran a la causa un elemento del acto procesal. El primero identifica el interés o la necesidad de la tutela jurídica con la causa del acto pro¬cesal, vinculándolo con su aspecto teleológico. El segundo, por su parte, considera elementos del acto proce¬sal la forma y el contenido comprendiendo éste la causa, la inten¬ción y el objeto. 

3.3. Actividad 

La actividad se analiza en relación a la forma (cómo), el tiempo (cuándo) y el lugar (dónde) de los actos procesales. Estos temas serán tratados en los capítulos posteriores. 

4. NEGOCIO O CONTRATO PROCESAL 

El acto procesal, para un sector de la doctrina, admite una distinción entre el acto procesal propiamente dicho y el negocio pro¬cesal. El acto procesal típico consiste en una declaración de volun¬tad realizada por la parte en cuya virtud se compele al órgano judi¬cial a emitir un pronunciamiento sobre ella (ROCCO); en este sen¬tido son actos procesales típicos la demanda, la interposición de un recurso, etc. 

El negocio o contrato procesal consiste en una declaración de las partes que tiene por efecto constituir, modificar o extinguir derechos procesales (CHIOVENDA, ROCCO, ZANZUCHI). De este modo son negocios procesales el desistimiento de la acción, el expreso consentimiento de la sentencia, la renuncia a ejecutar actos procesales particulares, etc. ALSINA, por su parte, limita el con¬cepto del negocio jurídico procesal como él lo denomina a los actos bilaterales que implican un convenio entre las partes, V.g.: com¬promiso arbitral, prórroga de la competencia, transacción, etc.). 

Lo que caracteriza al negocio procesal, expresa CHIOVENDA, es que el efecto jurídico que produce sobre el pro¬ceso se encuentra inmediatamente vinculado por la ley a la voluntad de las partes que lo realizan. Esta característica, por el contrario, no se presentaría en el acto procesal, porque éste sólo produce efectos en la medida en que la voluntad de las partes se completa mediante una declaración de voluntad emanada del órgano ante el cual el acto procesal se dirige. Sostiene GUASP, -con razón- que la noción del negocio procesal debe circunscribirse a la esfera del Derecho priva¬do y no extenderse al Derecho procesal "puesto que los efectos ju¬rídicos de las declaraciones procesales de voluntad no se derivan inmediatamente de ésta sino mediante, a través de otra declaración de voluntad del órgano jurisdiccional, que recoge la de la parte". ROSENBERG considera que en el campo del Derecho pro¬cesal (no así en el Derecho civil) la distinción entre acto procesal y negocio procesal es dogmáticamente infructuosa "pues todos los actos de las partes tienen por principio la misma regulación y no tienen ninguna diferencia porque satisfaga, o no, una u otra las exi¬gencias de las declaraciones de voluntad de Derecho privado, por asentarse en otros caracteres la diferencia existente entre los actos de parte". 

5. CLASIFICACION 

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Los actos procesales pueden clasificarse siguiendo di¬versos criterios. La doctrina toma en cuenta diversos facto¬res para establecer clasificaciones; uno de dichos criterios, seguido por ALSINA, es el siguiente: 

5.1. Actos de parte 

Los principales actos de parte son los constitutivos de la relación procesal (demanda y contestación). Los actos de parte son generalmente unilaterales y excepcionalmente bilaterales. A las partes corresponde la afirmación de los hechos y la prueba. El conjunto de actos dirigidos a tales propósitos y realizados por aquéllas en el proceso, se denominan actos de postulación. 

5.2. Actos del órgano jurisdiccional 

El modo por el cual el órgano jurisdiccional ejerce la función jurisdiccional es la sentencia. Esta constituye el prin¬cipal acto procesal de aquél, en cuya virtud pone fin al liti¬gio. Los actos que el juez realiza ínterin llega la oportunidad de dictar la sentencia reciben el nombre de actos de de¬cisión, v.g.: providencias y autos inter1ocutorios. 

5.3. Actos de instrucción Los actos de instrucción son realizados mediante la activi¬dad de las partes, del juez y de los auxiliares del tribunal, v.g.: traslados, notificaciones, etc. 

6. VALORACION DE LOS ACTOS PROCESALES 

La doctrina, de manera no siempre coincidente, se ha ocupado de establecer los distintos grados de valor que pue¬den tener los actos procesales. Al efecto, se pueden distin¬guir: 

6.1. Validez 

La validez se refiere a los aspectos formales del acto procesal. Consecuentemente, su opuesto, la invalidez o nuli¬dad, se refiere a la falta de los requisitos formales del acto, los cuales en el proceso se encuentran dirigidos a un fin, por¬que el acto procesal no tiene un fin en sí mismo. 

6.2. Admisibilidad 

La admisibilidad apunta a la idoneidad del acto procesal para que pueda ser considerado por el órgano jurisdiccional. General¬mente se halla referida al cumplimiento de los requisitos formales del acto, v.g.: el juez antes de dar curso a la demanda debe examinar si se hallan cumplidos los requisitos procesales de admisibilidad formales (idioma, firma, etc.) y sustanciales (nombre y domicilio del demandante y demandado, cosa demandada, etc.). La falta de estos requisitos, en el ejemplo señalado, autoriza el rechazo "in limine" de la demanda, sin que ello signifique prejuzgamiento so¬bre el derecho sustancial. 

Lo opuesto de la admisibilidad es la inadmisibilidad. 

6.3. Fundabilidad 

La fundabilidad se dirige a la existencia de los requisitos ne¬cesarios que debe reunir el acto procesal para que pueda ser acogido favorablemente por el órgano jurisdiccional, v. g. : son requisitos de fundabilidad de la pretensión para que se dicte una sentencia favo¬rable: el derecho, la calidad y el interés. La fundabilidad de la demanda es examinada por el juez al dictar la sentencia definitiva. Lo opuesto a la fundabilidad es la falta de fundabilidad o de fundamento. 

6.4. Eficacia 

La eficacia se logra cuando el acto procesal obtiene el fin propuesto, perseguido, requiriéndose para ello que el mismo cum¬pla con las demás condiciones señaladas, es decir, validez, admisibilidad y fundabilidad. Lo contrario de eficacia es la inefica¬cia del acto procesal. 

7. IRREGULARIDAD DEL ACTO PROCESAL 

Al ordenamiento jurídico repugna la existencia de un acto irregular; por ello lo ataca buscando su invalidación. 

Entre el acto válido y el acto nulo, sin embargo, es posi¬ble encontrar varias gradaciones. Además, se pueden encontrar distintos grados de invalidez del acto, pudiendo distinguirse la ineficacia, la inadmisibilidad, la falta de fundabilidad y la nuli¬dad, aunque, a veces, se los confunden. Por ello conviene dis¬tinguidos. 

7.1. Hay actos irregulares que no son nulos. La simple irregularidad en el supuesto que no afecte la estructura del acto no determina su invalidez. 

7.2. El acto ilícito es diferente del acto nulo. El acto ilíci¬to es el acto contrario al Derecho y la reacción de éste contra aquél consiste en la aplicación de una sanción. 

En cambio el acto nulo, porque se ha apartado de las for¬mas, se castiga con la invalidez, sin que por ello sea necesaria¬mente ilícito. 

7.3. Deben distinguirse la validez de la eficacia y la nuli¬dad de la ineficacia. La eficacia del acto comprende un espectro mayor que la validez. Siendo así, los actos nulos son ineficaces siempre que la nulidad se declare, pero los actos ineficaces no siempre son nulos, v.g.: una sentencia no es eficaz frente al ter¬cero, pero esto no significa que sea nula a su respecto. 

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Una prueba puede no ser eficaz (conducente) para de¬mostrar algo, pero no por ello es nula. A veces la ineficacia es simplemente la consecuencia de haberse realizado el acto fuera de tiempo, V.g.: el ofrecimiento de una prueba fuera de la oportunidad procesal. Es decir, la ineficacia puede originarse tanto en un acto nulo como en un acto válido.

7.4. La inadmisibilidad es diferente de la nulidad, v.g.: una demanda promovida obviándose los requisitos estable¬cidos en la ley procesal puede ser inadmisible, pero ello no supone su nulidad. 

7.5. La falta de fundabilidad, a su vez, no siempre tiene como consecuencia la nulidad puesto que se refiere al fondo y ésta a la forma. La falta de fundamento de la demanda o de la sentencia no produce su nulidad. Siendo así se producirá el rechazo de la demanda en la sentencia en el primer caso, y la posibilidad de la interposición del recurso en el segundo supuesto. 

7.6. La nulidad es la consecuencia más trascendente e importante que puede afectar al acto procesal. Además, mu¬chas veces es la única prevista en la ley o la única efectiva, por lo que las otras quedan subsumidas en ella. 

La falta del cumplimiento de un requisito de admisibilidad de un acto procesal conduce a la declaración de inadmisibilidad, pero la nulidad generalmente es la única sanción efectiva, porque se halla establecida en la ley y pro¬duce la invalidez, V.g.: si el juez en su oportunidad no decla¬ró inadmisible la demanda y el juicio continuó, el único me¬dio que se tiene para superar la irregularidad será el recurso de nulidad de la sentencia. 

Para finalizar el tema cabe recordar a PODETTI, quien en¬seña que los vicios (irregularidades) de los actos procesales, sea en cuanto a la capacidad, legitimación y voluntad de los sujetos, sea a su licitud sea a las formas indispensables prescriptas por la ley y al tiempo de su cumplimiento, pue¬den originar la nulidad del acto.

CAPITULO XV - FORMAS PROCESALESFORMAS PROCESALES 

SUMARIO: 1. Concepto. - 2. Finalidad. 3. Sistemas. 3.1. Sistema de regulación legal. 3.2. Sistema de regulación judicial. 3.3. Siste¬ma de regulación convencional. - 4. Oralidad y escritura. - 5. Publi¬cidad y secreto. - 6. Escritos judiciales. - 6.1. Cargo. 6.2. Actas. 6.3. Copias. - 7. Idioma. - 8. Firma. - 9.Lugar de los actos procesa¬les. - 10. Audiencias. 10. 1. Reglas. 10.1.1. Presencia del juez. 10.1.2. Publicidad. 10.1.3. Plazo. 10.1.4. Asistencia. 10.1.5. Inicio. 10.1.6. Acta. - 11. Expediente judicial. - 11.1. Retiro del expedien¬te. 11.2. Reconstitución. Reglas. - 12. Domicilio. 12.1. Domicilio real. 12.2. Domicilio legal. 12.3. Domicilio especial. - 13. Domici¬lio procesal. 13. 1. Carga procesal. 13. 2. Subsistencia. 13. 3. Cam¬bio. 13.4. Casas o edificios inexistentes o desaparecidos. 

1. CONCEPTO 

La forma, según el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, en la primera acepción, es la figura o de¬terminación exterior de la materia. Y en la décimo quinta, son los requisitos externos o aspectos de expresión en los actos jurídicos. Dice CARNELUTTI que la forma es el "corpus" del acto. GUASP señala que la forma es la exteriorización de todo el acto y de su contenido; la revelación hacia fuera de su existencia.

La ley requiere un hecho exterior que materialice lo que está contenido en la voluntad y desde este punto de vista, todos los actos tienen una forma. En ciertos casos ella se halla impuesta por la ley como condición para su existencia (ad solemnitatem), en otros para su prueba (ad probationem), y en algunos queda librada al arbitrio de quien ejecuta el acto. El C. Civil preceptúa: "En la celebración de los actos jurídi¬cos deberán observarse las solemnidades prescriptas por la ley. A falta de regla especial, las partes podrán emplear las formas que estimen convenientes" (Art. 302 CC). 

Las formas se hallan establecidas por la ley. Pero, la misma ley, a veces, permite que sea el órgano jurisdiccional el que las establezca en algunos supuestos, v.g.: cuando faculta al juez para fijar plazos procesales (Art. 146 CPC). 

La forma como modo de expresión de la voluntad, del contenido del acto, tiene en el Derecho procesal una importan¬cia radical, porque mediante su cumplimiento se obtiene la vi¬gencia del debido proceso. Obviamente, me estoy refiriendo a las formas necesarias para garantizar los derechos de las par¬tes en el proceso, y consideradas indispensables para que pue¬da cumplir su finalidad trascendente, lo cual es algo diametral¬mente opuesto al formulismo estéril. 

Las formalidades judiciales, dice MONTESQUIEU, son el precio que cada ciudadano paga por su libertad. 

Las partes no pueden apartarse de las formas de los ac¬tos procesales, salvo que exista una disposición legal que así lo disponga, o que hayan sido establecidas sólo en su interés.

Esto no significa la consagración del formalismo procesal porque las formas, en ningún caso, tienen un fin en sí mis¬mas y sólo se hallan establecidas para servir, en definitivo y al final, a la Justicia. 

2. FINALIDAD La lealtad en el debate, la igualdad en la defensa y la rectitud en la decisión, expresa ALSINA, exigen que el proce¬so de desenvuelva con sujeción a reglas preestablecidas. 

Del mismo modo, ALLEN dice que, una institución como el proceso, concebida y desarrollada como el marco para la solución de conflictos, contendría en sí su propia des¬trucción si en ella no se observara lo que en lenguaje común se llama "reglas de juego". Esta necesidad de un método determinado de antemano ha sido sentida en todas las épo¬cas, y lo que los hombres han hecho es adaptar las formas a las exigencias de cada tiempo y lugar, mediante reglas que van desde las rudimentarias ceremonias de la Roma antigua hasta los más elaborados principios de la legislación moder¬na, habiendo sido caóticos los experimentos que, como en la Francia del siglo XVIII, trataron de abolir las formas procesales entonces vigentes. 

Las formas, al igual que el proceso, no tienen un fin en sí mismas. Ellas han sido concebidas para servir un valor, un ideal: la Justicia. Siendo así, debe evitarse el mal uso que a veces se hace de ellas; como dice CHIOVENDA, frecuentemente con espíritu incierto y

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formalista derivado de la me¬diocre cultura y elevación de las personas llamadas a utili¬zarlas. 

En razón de que las formas procesales no constituyen un fin en sí mismas, el sistema de nulidades procesales que el Código Procesal Civil establece, está dirigido, precisamen¬te, no a asegurar la observancia de las formas, sino el cum¬plimiento de los fines específicos a ellas confiados por la ley. 

En este orden de ideas, se considera que no importa la desviación de la forma si mediante otra forma distinta se ha logrado el fin del acto. Así mismo, se entiende que salvo el caso expresamente previsto en la ley, el acto debe realizarse de la manera más adecuada para alcanzar su fin. 

Esto significa que si bien rige el Principio de legali¬dad de las formas que impone el legislador, igualmente se proclama el Principio de libertad de las mismas, lo cual su-pone poder optar por la más adecuada al fin del acto. 

3. SISTEMAS Se conocen tres sistemas de regulación de las formas procesales. Ellos son: 3.1. Sistema de regulación legal Es conocido también con la denominación de sistema de legalidad, pues en su virtud las formas procesales se encuentran establecidas en la ley. 

3.2. Sistema de regulación judicial Este sistema denominado, a su vez, de la soberanía del juez, rige cuando las formas son establecidas por el 6r¬gano jurisdiccional (juez o árbitro), v.g. facultades ordenatorias e instructorias (Art. 18 CPC); ordenar la apertura a prueba en los incidentes y en las excepciones (Arts. 186 y 229 CPC); fijar el término ordinario de prueba dentro del plazo máximo de cuarenta días (Arts. 253 CPC) y el extraordinario (Art. 255 CPC); disponer diligencias de prueba (Arts. 337,350,362,367,371, etc., CPC); eximir de costas al vencido (Art. 193, ler. p. CPC); habilitar días feriados y ho¬ras inhábiles cuando los asuntos de su competencia así lo requieran (Art. 196, 2° p., COJ); disponer notificaciones por cédula (Art. 133, jnc. 11) CPC); etc .. 

3.3. Sistema de regulación convencional Este sistema de regulación de las formas procesales también es llamado sistema de la libertad de formas. El Có¬digo Procesal Civil dispone que las partes no puedan darse un procedimiento especial, distinto al legal, para sustanciar judicialmente el proceso en que intervengan, pero pueden renunciar a trámites o diligencias particulares, establecidos en su interés exclusivo (Art. 104 CPC). 

Este sistema es el menos frecuente, pudiendo citarse como ejemplos: la facultad de las partes para prorrogar la jurisdicción territorial (Art. 3, 2a. p. CPC); la posibilidad de las personas físicas de comparecer en juicio personalmente o por medio de representante convencional (Art. 87 COJ); pedir que la causa se falle sin abrirse a prueba, declarando la cuestión de puro derecho (Art. 245 CPC); ponerse de acuer¬do en la designación de peritos (Art. 346, inc. a) la. p. CPC); recusar a los jueces (Arts. 24 y sgtes. CPC); interponer re¬cursos (Arts. 386 Y sgtes. CPC); someter sus controversias a la decisión de jueces árbitros o arbitradores, sea que dichas controversias hayan sido o no deducidas en juicio, y cual¬quiera sea el estado de éste (Art. 48 COJ); etc. Cabe advertir que la regulación de las formas procesa¬les no queda reducida a la esfera exclusiva del legislador, del juez o de las partes. Si bien el legislador establece la mayoría de las normas regulatorias de esta materia, éstas no pueden prever todas las situaciones posibles que pueden presentarse en el proceso. Siendo así, al juez le son acordadas facultades más o menos amplias para dirigir la marcha del proceso, para poder cubrir posibles omisiones del legislador y otorgar a aquél mayor flexibilidad. No obstante, cuando media acuerdo de partes y no se lesiona el interés público, la regulación legal y la judicial de las formas procesales ceden ante la regulación convencional, en razón de que la intervención del Estado en la composición de la litis es subsidiaria, hallándose subordinada a que las mencio¬nadas condiciones no se cumplan, vale decir, acuerdo de partes y no lesión del interés público. 

Lo que no debe olvidarse, conviene recalcarlo, es que la ordenada regulación de las formas procesales constituye una manera de garantizar el adecuado cumplimiento de los fines del proceso. 

4. ORALIDAD Y ESCRITURA 

En relación a los modos de expresión, la forma de los actos procesales está determinada por los principios de oralidad o escritura que predominen en cada proceso. 

Nuestro proceso es predominantemente escrito, incluso los actos orales deben quedar documentados por escrito, gene¬ralmente mediante actas que quedan agregadas al expediente. Véase el Capítulo IV apartado 28. 

5. PUBLICIDAD Y SECRETO En nuestro Derecho procesal el sistema es el de la publi¬cidad del proceso. Esto significa que se admite y permite el conocimiento de la actividad procesal de los sujetos del proceso, el juez y las partes, sin más límite que el que determina la estructura del proceso escrito, el buen orden en las audiencias y el decoro con que deben cumplirse ciertas actuaciones procesales cuya publicidad pudiera afectar la intimidad o la dignidad de las personas. 

Se puede afirmar que en la actualidad no tiene vigencia el tipo procesal secreto. La cuestión ahora sólo pasa por lo¬grar un justo equilibrio entre el carácter público del proceso y la publicidad. 

Siendo así, cualquier persona puede asistir a las au¬diencias, examinar en las secretarías de los juzgados y tribu¬nales los expedientes, salvo que exista alguna expresa res-tricción legal o judicial. En este sentido el Código de Orga¬nización Judicial establece que los secretarios deben "guar¬dar la absoluta reserva de las actuaciones cuando lo requiera la naturaleza de las mismas o sea ordenada por los jueces o tribunales" (Art. 186 COJ). 

La publicidad del proceso, el conocimiento por el públi¬co de cómo se maneja el servicio de justicia en el país es, sin lugar a dudas, una manera eficaz de obtener mayor seguridad y garantía; en suma, una mejor Justicia, lo cual a todos inte¬resa. La norma del Código de Organización Judicial que dis¬pone como "obligación" de los secretarios "dar conocimien¬to de los expedientes o procesos archivados en sus oficinas a las personas que, teniendo interés legítimo lo solicitaren", no empecé a la publicidad que deben tener

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los procesos judi¬ciales conforme al carácter público que ostentan. Véase el Capitulo IV apartado 29. 

6. ESCRITOS JUDICIALES El lenguaje que de ordinario se utiliza en el proceso civil es el escrito. El escrito, dice COUTURE, es el documento, la pieza que contiene los signos gráficos de expresión de la volun¬tad jurídica. 

Los escritos judiciales -señala el autor mencionado- son el medio de comunicación de los litigantes con el juez o tribu¬nal, constituido por documentos, en los cuales las partes con¬signan sus proposiciones de hecho o de derecho y solicitan lo que consideran correspondiente a su pretensión. La norma procesal establece que los escritos podrán ser mecanografiados o manuscritos en tinta obscura e indeleble, debiendo ser firmados por las personas que en ellos intervie¬nen (Art. 106, 1 a p. CPC). Obviamente, aunque la ley no lo diga, los escritos pueden redactarse utilizando otros medios puestos por la tecnología al alcance del hombre, v.g.: los ordenadores (computadoras) que, hoy por hoy, son utilizados por los órga¬nos de la jurisdicción como por los profesionales y los demás intervinientes en los procesos de una manera general. 

Los escritos deben comenzar por una suma, es decir, una resumida mención del objeto, de 10 que se pide al magistrado, v.g.: Objeto: Interponer recurso de apelación. 

Luego, hay que hacer la invocación al juez o tribunal al que se dirige, v.g.: Señor Juez de la Instancia en lo Civil y Co¬mercial del 5° turno. Después, debe mencionar el nombre de quien compare¬ce, así como el respectivo expediente en el que va a ser agregado. Luego, generalmente, lo que se pide o pretende. 

Otras indicaciones peculiares deberá contener si se trata de los escritos de constitución de la causa (demanda y contesta¬ción), los que se vieron al analizar estos temas en el Capítulo XII SEGUNDA SECCION apartados 2 y 3. Deberá redactarse en idioma castellano, que es el que se debe usar en todos los actos del proceso. En caso de que el castellano no fuere conocido por la persona y ésta no pueda expresarse en guaraní el juez o tribunal designará un traductor público. Se nombrará intérprete cuando deba interrogarse a sor¬dos, mudos o sordomudos que sólo pueden darse a entender por lenguaje especializado. Únicamente podrán agregarse a los autos documentos redactados en lengua extranjera, cuando fueren vertidos al castellano por traductor público (Art. 105 CPC). El juez o tribunal puede, aunque la ley no lo diga expre¬samente, en el caso de tener dudas sobre la autenticidad de la firma, ordenar su ratificación, en uso de sus facultades ordenatorias. También puede rechazar los escritos que no correspon¬dan o los que se presenten vencidos de plazos. Así como man¬dar testar en los escritos presentados las palabras o frases ofen¬sivas o in decorosas (Art. 17 CPC). Las palabras o frases ofensi¬vas son aquéllas que persiguen una finalidad agraviante, tanto respecto de los jueces cuanto de la parte contraria, funcionarios o auxiliares. Testar significa aquí tachar, borrar con el objeto de suprimir parte de lo que se ha escrito. Los tribunales superiores tienen facultad para adoptar dicha medida en relación a escritos presentados ante los jueces inferiores. Con los escritos se deben, a veces pueden, acompañar documentos, los cuales podrán ser originales o facsímiles, esto es, fotocopias. En este último caso con certificación de autenticidad puesta por el escribano público o por el actua¬rio, salvo que el juez disponga la agregación del original. La norma procesal también dispone que tanto de los escritos como de los documentos acompañados que deban darse traslado, deberán acompañarse tantas copias firmadas como partes intervengan. Esas copias serán entregadas a las mismas al notificárseles la providencia que recaiga (Art. 107, 1 a y 2a p. CPC). 

6.1. Cargo 

6. Al escrito presentado se le debe poner el cargo, que con¬siste en la constancia firmada que el funcionario judicial com¬petente estampa al pie de los escritos presentados en su oficina dejando consignados la fecha, la hora, la persona que los sus¬cribe o remite y los recaudo s acompañados. 

Las partes tienen la facultad de solicitar un recibo, que consiste en una copia del escrito presentado a la que, también, se le pone el cargo, dejándose, en su caso, constancia de los documentos acompañados. 6.2. Actas El acta es la pieza escrita, dispuesta por la ley o por el órgano jurisdiccional, donde se deja constancia de la actividad realizada mediante el relato de la misma. Dicho relato debe ser lo más fiel y circunstanciado posible, reproduciendo todo lo expresado o acaecido. En las actas se recogen y asientan las expresiones orales vertidas en las audiencias. Además de las audiencias, también se levantan actas de las diligencias procesales, tales como re¬conocimientos judiciales, inspecciones, comprobaciones, etc. 

El acta debe estar suscripta por el funcionario competen¬te según sea el caso, v.g.: el acta de una audiencia será suscripta por el juez, cuya firma irá refrendada por la del secretario; ade¬más, podrán suscribirla todas las demás personas que intervi¬nieron en el acto y que deseen hacerlo. El acta de la notificación por cédula deberá ser redactada y firmada por el ujier notificador. La constancia de la notificación personal -que no es un acta deberá estar suscripta por el actuario o el oficial de secretaría. El acta que labra el oficial de Justicia comisionado para efec¬tuar alguna diligencia (embargo, desahucio) deberá estar firma-da por él. Ciertas resoluciones judiciales, como las providencias y autos interlocutorios pueden ser dictadas en una audiencia, en cuyo caso integran el acta. 

6.3. Copias La copia es la reproducción fiel de un documento original

La norma procesal dispone que de todo escrito de que deba darse traslado, de sus contestaciones y de los documentos con ellos agregados, deberán acompañarse tantas copias firma¬das como partes intervengan (Art. 107, 1 a p. CPC). 

La regla que establece la norma se funda en los Princi¬pios de lealtad y buena fe y constituye un arbitrio destinado a facilitar el ejercicio de la defensa en juicio. Las copias deben ser iguales al texto original de los escri¬tos o documentos a los cuales corresponden, debiendo acompañarse un número

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equivalente al de las personas que ac¬túan en calidad de parte contraria, salvo que intervengan bajo una representación común. 

Las copias pueden ser manuscritas, mecanografiadas, fo¬tocopiadas o de cualquier otra forma, siempre que reproduzcan fielmente el original. Las copias deben estar firmadas, siendo suficiente que lo sean una sola vez y no en cada una de las •fojas. Podrán ser firmadas, de manera indistinta por las partes o sus representan¬tes, apoderados o patrocinantes. 

Las copias deben entregarse al destinatario al notificársele la resolución que recaiga. Si así no fuere, la parte interesada deberá denunciar al juzgado, pidiendo la interrupción del plazo para contestar el traslado. 

La no presentación de las copias, luego de la intimación y el apercibimiento hechos de oficio por el juez o a pedido de parte, dentro del plazo de tercero día, hará que el escrito o el documento, en su caso, se tenga por no presentado. El Código Procesal Civil estatuye, entre los deberes de los secretarios: "dejar constancia de los escritos cuando éstos fueren presentados fuera de plazo o sin copias, si éstas son exigidas por la ley" (Art. 37, inc. b) CPC). En relación a los escritos presentados fuera del plazo, vale decir, ex temporariamente, no serán admitidos dispone el Art. 150 del CPC, que por ser posterior prevalece sobre la menciona¬da norma del COJ. 

7. IDIOMA Las actuaciones judiciales deben ser redactadas en idio¬ma español (castellano), dispone la norma procesal (Art. 105 CPC) en concordancia con la Constitución que establece: «El Paraguay es un país pluricultural y bilingüe. Son idiomas ofi¬ciales el castellano y el guaraní. La ley establecerá las modali¬dades de utilización de uno y otro. Las lenguas indígenas, y las de otras minorías forman parte del patrimonio cultural de la Nación» (Art. 140 CN). 

Los Códigos Civil y Procesal Civil, cuando mencio¬nan el idioma «español», indudablemente se refieren al idio¬ma castellano, originario de Castilla (España), en razón de que también los idiomas catalán, gallego, etc., son tan espa¬ñoles como el castellano. 

Las actuaciones realizadas en el proceso tienen carácter de instrumentos públicos de acuerdo con el Art. 375, incs. b) y c) del C. Civil. Como tales deben redactarse en castellano, conforme a lo dispuesto en el Art. 390, la. p., del C. Civil. 

Los instrumentos públicos o privados otorgados en otro idioma que no sea el castellano para su agregación a los au¬tos deben estar debidamente traducidos por traductor públi¬co matriculado (Art. 173 COJ). 

Cuando la persona que deba declarar no conozca el idioma castellano y no sepa expresarse en guaraní, se debe¬rán utilizar los servicios de un traductor público. Así también, será necesario un intérprete, cuando sea un lenguaje especializado, v.g.: sordomudos, sordos o mudos. 

En dichos supuestos, el intérprete o el traductor deberán contar con título habilitante y estar matriculados. El Código de Organización Judicial dispone: "Actuarán como traductores e intérpretes en los juicios las personas que se inscriban en la matrícula respectiva, habilitada por la Corte Suprema de Justi¬cia, la que determinará los requisitos de su inscripción" (Art. 173 COJ). 

8. FIRMA 

Un requisito de fundamental importancia es la firma. El C. Civil declara -refiriéndose a los instrumentos privados- que "será indispensable para su validez, sin que pueda ser substi¬tuida por signos, ni por iníciales de los nombres o apellidos" (Art. 399 CC). 

La firma se define como el trazado gráfico que contiene habitualmente el nombre, apellido y rúbrica de una persona, con el cual se suscriben los documentos para darles autoría y obligarse a lo que en ellos se dice. 

Siendo así, el escrito carente de firma será un acto ju¬rídicamente inexistente y ajeno, como tal, a cualquier posi¬bilidad de convalidación posterior. El C. Civil dispone: "Toda persona tiene derecho a sus¬cribir con su nombre sus actos públicos y privados, en la for¬ma que acostumbre a usarlo. También tiene derecho a adoptar la firma que prefiera" (Art. 43 CC). 

En relación a la firma de letrado, la norma procesal establece que se tendrá por no presentado y se devolverá al interesado, sin más trámite ni recurso, todo escrito que de¬biendo llevar firma no la tuviere (Art. 59 CPC). 

En cuanto al reconocimiento de documentos suscriptos con iníciales o signos, el C. Civil establece: "Ninguna per¬sona que hubiere suscrito con iníciales o signos un instru¬mento privado podrá ser obligada a reconocerlos como su firma, podrá, empero, reconocerlos voluntariamente, y en tal caso, las iníciales o signos valdrán como su verdadera fir¬ma" (Art. 405 CC). 

La firma a ruego es la que a pedido de quien no sabe o no puede firmar, pone un tercero, con su nombre y grafía propios, obligando con ello al solicitante, siempre que el se¬cretario certifique que el firmante - cuyo nombre expresaría sido autorizado para ello en su presencia o que la autori¬zación ha sido ratificada por el interesado. El Código de Organización Judicial se refiere a la impre¬sión digital, la cual establece es "sin perjuicio de la firma a ruego". En efecto, dispone: "Si los otorgantes no supieren fir¬mar, o se hallaren impedidos de hacerlo, deberán estampar su impresión digital, preferentemente la del pulgar derecho, en el lugar destinado a la firma, sin perjuicio de la firma a ruego que establece el Código Civil. Si existiera impedi¬mento absoluto para poner la impresión digital el Notario deberá consignarlo en el cuerpo de la escritura"(Art. 144 COJ). 

9. LUGAR DE LOS ACTOS PROCESALES La regla general es que los actos procesales deben realizarse en el lugar donde funciona el órgano jurisdiccional y en el territorio dentro del cual éste es competente. 

En principio se llevan a cabo en la sede del juzgado o tribunal, dependiendo de los sujetos que los realizan y la clase de acto que se ejecuta. Las excepciones a la regla se hallan determinadas en la ley procesal, v. g.: la realización de la de¬claración del testigo .ante el juez de su domicilio, el reconoci¬miento judicial de lugares o cosas fuera de la sede del tribunal, etc. 

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En la sede del juzgado o tribunal se dictan las resoluciones y se efectúan las demás actuaciones del proceso. Para que un acto pueda cumplirse fuera de la sede del órgano judicial es necesario que así lo imponga la naturaleza del acto o una nor¬ma expresa del derecho positivo. De no ser así habría una irre¬gularidad procesal que podría originar una nulidad. 

Cabe señalar que cuando el acto procesal debe cumplirse en otra circunscripción judicial de la República o en el extranjero, debe encomendarse por oficio o exhorto su pro¬ducción al órgano judicial competente del lugar de realiza¬ción del acto. 

En el campo internacional si el acto procesal es come¬tido a un tribunal extranjero, al cual se solicita cooperación judicial, la situación, de ordinario, se encuentra regulada por el Derecho Internacional Privado conforme a los Tratados suscriptos y ratificados por los países. 

La constancia documental de la realización del acto pro¬cesal cumplido fuera de la sede judicial debe incorporarse al expediente. 

10. AUDIENCIAS 

La audiencia es el acto mediante el cual el juez o tribu¬nal escucha las declaraciones de las partes, testigos, peritos, etc., en el proceso. 

El vocablo audiencia proviene del latín «audio» que sig¬nifica oír, escuchar. La audiencia tiene la importancia de poner en vigencia el Principio de inmediación, en virtud del cual el juez se pone en contacto directo con las partes, los testigos, peritos, etc., a fin de tener una impresión directa y de primera mano de la cues¬tión ventilada en el juicio. Con ello existe una mayor probabi¬lidad de que se dicte una decisión justa. 

El Código como regla establece, a su vez, el Principio de concentración de las audiencias (Art. 15, inc. f) 1. CPC), a fin de que las mismas en cada proceso se realicen en lo posi¬ble en un solo día y de no poder ser de este modo, en días consecutivos. 

Fundado en elementales razones de economía y celeridad procesales, dispone también que si por cualquier impe¬dimento el juez que fijó la audiencia no puede llevarla a cabo, la realizará el ese mismo día en otra hora que se habilitará u ese efecto. Si ello no fuera posible, V.g.: por ausencia del juez, el secretario debe llevar el expediente al juez que le sigue en orden de turno, a fin de que éste practique la dili¬gencia ordenada (Art. 155 CPC).

10.1. Reglas 

La norma procesal (Art. 153 CPC) establece las reglas generales a las que deben ajustarse las audiencias.

10.1.1. Presencia del juez: La presencia del juez, o trotándose de un tribunal la del presidente de éste, o el miembro que él designe, constituye una garantía para su normal desa¬rrollo y la seriedad de la que debe estar investido el acto. Las audiencias llevadas a cabo sin este requisito, en las se¬cretarías y por ante el secretario u otro funcionario de secre¬taría, pueden impugnarse por nulidad. 

10.1.2. Publicidad: La publicidad en el proceso constituye una de las mayores garantías para una buena administración de justicia, porque permite el control del público sobre el desempeño de los jueces. 

Es una consecuencia del sistema democrático de gobier¬no. El pueblo tiene el derecho de saber cómo los jueces resuel¬ven los aspectos más valiosos de la vida: el honor, la propiedad y la libertad. La excepción a la regla tiene aplicación, general¬mente, en las cuestiones de familia, v.g.: divorcio, nulidad de matrimonio, filiación, insania, etc., estando su apreciación li¬brada al criterio judicial. 

10.1.3. Plazo: El plazo de anticipación con que han de ser se¬ñaladas las audiencias debe ser razonable. En nuestro Derecho, procesal no debe ser menor de tres días, salvo resolución fundada en la que, por motivos especiales, se abrevie dicho plazo. 

10.1.4. Asistencia: Las audiencias deben llevarse a cabo con cualquiera de las partes que concurran, en razón de que ni la contraparte ni la Justicia deben cargar con la negligencia o el desinterés de la contraria, debiendo el proceso seguir su curso. 

10.1.5. Inicio: La puntualidad a todos beneficia y debe ser la regla. Los citados a las audiencias no tienen por qué soportar largas esperas. En el proceso civil tienen el deber de esperar no más de treinta minutos. Dicha tolerancia horaria está dada en beneficio exclusivo del juez o tribunal. 

10.1.6. Acta: Las declaraciones verbales producidas en ¡as au¬diencias, como regla general, deben constar en el acta corres¬pondiente. El acta deberá reproducir lo ocurrido en el acto y lo expresado por las partes o los terceros intervinientes. La re-dacción del acta estará a cargo del secretario del juzgado o tri¬bunal, debiendo ser firmada por el juez o miembro del tribunal, en su caso, el secretario y los comparecientes que quisieren hacerlo. El secretario hará constar también en el acta todo lo que se agregue y rectifique y la circunstancia, cuando oculta, de que alguien no haya querido o podido firmar. 

11. EXPEDIENTE JUDICIAL 

Se entiende por expediente el legajo de actuaciones o pie¬zas escritas que registran los actos procesales realizados en un juicio, ordenadas cronológicamente y foliadas en forma de li¬bro y provistas de una carátula destinada a su individualiza¬ción. 

En el lenguaje forense se utiliza, también, el vocablo ex¬pediente como sinónimo de proceso, juicio, litigio. 

Los actos del proceso quedan documentados en el expe¬diente: los escritos de las partes, las resoluciones del juez, las actuaciones de los auxiliares, terceros y secretarios, todo en un solo cuerpo, que puede tener varios tomos de acuerdo a la can-tidad de fojas, debiendo tener foliatura seguida. 

Su custodia y responsabilidad corresponden al secretario, de acuerdo con el Código de Organización Judicial, que dispo¬ne: "Los secretarios son los jefes de sus respectivas oficinas y tienen las siguientes obligaciones: ... k) custodiar el sello de los juzgados y tribunales, así como los documentos y expediente que tuvieren a su cargo siendo responsables de su pérdida, uso indebido, mutilación o deterioro"(Art. 186, inc k) COJ). 

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El libre acceso al expediente es un derecho que le corres¬ponde no sólo a las partes sino a cualquier persona, porque ello interesa a la buena marcha de la Justicia y porque el juicio no es secreto sino público. 

Siendo así, los ciudadanos deben poder acceder a las ac¬tuaciones de un proceso siempre que se realice en la secretaría y en presencia del funcionario judicial responsable. En un pro¬ceso casi totalmente escrito como es el nuestro, es una manera de que el pueblo pueda controlar la actuación de sus jueces. 

Así como es posible la agregación de unos expedientes a otros (acumulación, juicio universal, expedientes solicitados como prueba, etc.) puede ocurrir también que deban ser sepa¬rados, procediéndose a su segregación del expediente princi¬pal, sea porque la agregación ha cumplido su fin o por cual¬quier otra razón que deberá determinar el juez o tribunal. 

También puede ocurrir el desglose de documentos, de¬biendo en este caso dejarse constancia escrita y firmada. No obstante, la regla general, sobre todo en los asuntos contencio¬sos, es que los documentos deben quedar agregados al expe¬diente, particularmente aquéllos presentados como prueba. Por ésta razón se permite agregar una fotocopia certificada del ori¬ginal.

11.1. Retiro del expediente El retiro del expediente en algunos casos, y su exhibición en todos los casos, resultan imprescindibles para el ejercicio de la defensa en juicio. La disposición procesal señala los casos en que el expe¬diente puede ser retirado de la secretaría del juzgado o tribunal donde se halla en custodia. Esos casos son los siguientes:

11.1.1. Para alegar: A cuyo efecto, una vez agregados los cua¬dernos de prueba al expediente, el secretario 10 entregará a los letrados, por su orden y por el plazo de seis días a cada uno, sin necesidad de petición escrita y bajo su responsabilidad, para que presenten, si lo creyeren conveniente, un escrito alegando sobre el mérito de la prueba. 

El solo transcurso del tiempo sin que la parte que retiró el expediente lo haya devuelto, le hará perder el derecho de alegar, sin necesidad de intimación, porque se trata de un plazo perento¬rio e individual y una carga (imperativo de su propio interés) cuyo incumplimiento en tiempo y forma trae aparejada, como consecuencia en forma automática, la pérdida del derecho. 

11.1.2. Para fundar y contestar recursos: Las mismas conside¬raciones expresadas precedentemente son de entera aplicación en el supuesto referido a la facultad de la parte de retirar el expe¬diente cuando se trata de fundar y contestar los recursos de ape-lación y nulidad. 

11.1.3. Para realizar ciertos actos procesales: Cuando la pro¬ducción de ciertos actos procesales que por razones de compleji¬dad u otros motivos valederos, justifiquen que sean retirados de la secretaría. 

11.1.4. Por orden judicial: Los jueces o tribunales, cuando a su criterio pueda corresponder por otros motivos o razones, están facultados para ordenar, por resolución fundada, la entrega en préstamo de los expedientes. 

En todos los casos en que la ley no tenga previsto un plazo determinado, el juez deberá fijar el plazo de devolución, de acuer¬do con la importancia y complejidad de la diligencia. 

La entrega del expediente en préstamo debe hacerse bajo recibo extendido en el libro correspondiente, donde deberá cons¬tar: la fecha del retiro; datos personales del que retira (nombre y apellido, profesión, domicilio y número de cédula de identidad); individualización del expediente (carátula, juzgado o tribunal, se¬cretaría, número de fojas) y firma de la persona autorizada por la ley para efectuar el retiro. 

Acerca de las normas que deben observar los actuarios en la formación de los expedientes y en la tramitación de los mis¬mos, consúltese la Acordada N° 9 del 28 de diciembre de 1934. 

11.2. Reconstitución. Reglas 

La norma procesal regula el procedimiento de reconstitu¬ción del expediente, cuya pérdida ha quedado constatada. Los pasos a seguir son: 11.2.1. el nuevo expediente se iniciará con la providencia del juez que disponga la reconstitución; 

11.2.2. el juez intimará a las partes para que dentro del plazo de cinco días presenten las copias de los escritos, documentos y di¬ligencias que se encontraren en su poder. De ellas se darán vista en las partes, por el mismo plazo, a fin de que se expidan acerca de su autenticidad; 

11.2.3. el secretario agregará copia de todas las resoluciones co¬rrespondientes al expediente perdido, destruido o desaparecido que obren en los libros del juzgado o tribunal. El juez ordenan', la agregación de copias de los actos y diligencias que obraran en las oficinas o archivos públicos; y 

11.2.4. el juez podrá disponer, sin sustanciación ni recurso algu¬no, las medidas que considerara necesarias (Art. 120 CPC). Los expedientes finiquitados o excepcionalmente parali¬zados por algún motivo especial, deben quedar archivados por resolución judicial que así lo disponga. 

12. DOMICILIO 

El Derecho civil distingue tres clases de domicilio: el do¬micilio real, el domicilio legal y el domicilio especial. A éstos hay que agregar otro que proviene del Derecho procesal y se denomina domicilio procesal o "ad litem". 12.1. Domicilio real 

El C. Civil define el domicilio real de las personas como el lugar donde se tiene establecido el asiento principal de su residencia o de sus negocios (Art. 52 CC). 

El domicilio real debe ser denunciado por quien intervie¬ne en el proceso en nombre propio o en representación de otro, además de

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constituir el domicilio procesal. Adviértase que el domicilio real se denuncia y el domicilio procesal se constitu¬ye. 

Algunas normas relativas al domicilio que son de interés y que se hallan en el C. Civil, disponen: 

En el caso de habitación alternativa en diferentes lugares, el domicilio es el lugar donde se tenga la familia, o el princi¬pal establecimiento. Si una persona tiene establecida su fa¬milia en un lugar y sus negocios en otro, el primero es el lugar de su domicilio (Art. 55 CC). 

La residencia involuntaria en otro lugar no altera el domi¬cilio anterior, si se conserva allí la familia o se tiene el asien¬to principal de los negocios (Art. 56 CC). 

El domicilio real puede cambiarse de un lugar a otro. Esta facultad no puede ser coartada por contrato, ni por dispo¬sición de última voluntad. El cambio de domicilio se verifica por el hecho de la traslación de la residencia de un lugar a otro, con ánimo de permanecer en él (Art. 58 CC). 

El último domicilio conocido de una persona es el que prevalece, cuando no es conocido el nuevo (Art. 59 CC). 

El domicilio se conserva por la sola intención de no cambiarla, o de no adoptar otro, mientras no se haya constituido de hecho una residencia permanente (Art. 60 CC). 

El domicilio legal y el domicilio real determinan la com¬petencia de las autoridades para el ejercicio de los derechos y cumplimiento de las obligaciones (Art. 61 CC). 

12.2. Domicilio legal El C. Civil conceptúa el domicilio legal diciendo que es el lugar donde la ley presume, sin admitir prueba en contra, que una persona reside de manera permanente para el ejercicio de sus derechos y el cumplimiento de sus obligaciones (Art. 53 CC). 

Los funcionarios públicos tienen su domicilio en el lugar en que ejerzan sus funciones, no siendo éstas temporarias o periódicas; los militares en servicio activo, en el lugar don¬de presten servicio; los condenados a pena privativa de li¬bertad lo tienen en el establecimiento donde la estén cum¬pliendo; los transeúntes o las personas de ejercicio ambu¬lante, como los que no tuviesen domicilio conocido, lo tie¬nen en el lugar de su residencia actual; y los incapaces tie¬nen el domicilio de sus representantes legales (Art. 53 CC). 

La duración del domicilio legal depende del hecho que lo motive. Para que la residencia cause domicilio, debe ser permanente (Art. 54 CC). 12.3. Domicilio especial 

El C. Civil se refiere al domicilio especial, llamado tam¬bién contractual, estableciendo que se podrá elegir en los ac¬tos jurídicos un domicilio especial para determinados efec¬tos, y ello importará prorrogar la jurisdicción (Art. 62 CC). 

Adviértase que el vocablo "jurisdicción" que emplea el C. Civil se halla utilizado como sinónimo de competencia, que es la expresión correcta. 

Las tres clases de domicilios mencionados tienen im¬portantes consecuencias procesales, v.g. deben ser conside¬rados a los efectos de establecer la competencia, en el domi¬cilio real deben notificarse determinados actos procesales, v.g. absolución de posiciones, etc. 

13. DOMICILIO PROCESAL 

Diferente a los domicilios mencionados en el numeral anterior es el domicilio procesal o "ad litem". El domicilio procesal es el que se constituye a los efectos del proceso, por y para éste, teniendo validez exclusivamente para las actua¬ciones producidas en dicho proceso. 

La ley procesal establece que toda persona que litigue por su propio derecho, deberá constituir domicilio dentro del radio urbano de la ciudad o pueblo que sea asiento del juzgado o tribunal. Este requisito se cumplirá en la primera interven¬ción o presentación (Art. 47 CPC). 

La falta de cumplimiento de la carga de constituir do¬micilio procesal en la primera intervención o presentación, trae aparejada, como consecuencia, la constitución automá¬tica del domicilio en los estrados judiciales (Art. 48 CPC). En el procedimiento ante la tercera instancia, si el tribu¬nal cuya resolución es impugnada fuere de alguna de las cir¬cunscripciones judiciales del interior, el recurrente deberá cons¬tituir domicilio en la capital en el acto de recurrir y la otra parte dentro del quinto día de concedido el recurso. La parte que no cumpliere lo impuesto quedará notificada por ministe¬rio de la ley (Art. 436 CPC). 

En el juicio ejecutivo la intimación de pago importada, así mismo, el requerimiento para que el deudor dentro del pla¬zo de tres días constituya domicilio, bajo apercibimiento de tenerlo por constituido en la secretaría del juzgado (Art. 460, 4° p. CPC). 

En la subasta judicial de bienes la carga de constituir domicilio en el lugar asiento del juzgado se extiende, también, al comprador del bien subastado y al comprador en comisión (Arts. 490, ler. p. y 491, 2a p. CPC). 13.1. Carga procesal 

La constitución del domicilio procesal y la comparecencia en juicio constituyen cargas procesales cuyo incumpli¬miento trae como consecuencia la constitución automática del domicilio en los estrados judiciales (Art. 47 CPC).

No se requiere la intimación previa porque de acuerdo con la norma mencionada precedentemente, la constitución del domicilio en la secretaría del juzgado o tribunal se pro¬duce por ministerio de la ley, salvo lo dispuesto en el Art. 68 del CPC, que se refiere a la resolución que declara la rebel¬día de la parte con domicilio conocido debidamente citada, que no respondiera al emplazamiento o abandonara el juicio después de haber comparecido, la cual debe ser previamente notificada por cédula en el domicilio. 

En el domicilio que se tiene constituido en los estrados judiciales se practicarán las notificaciones de las resoluciones en forma automática,

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de acuerdo con los términos del Art. 131 del CPC. 

Resulta contrario al sentido de la ley procesal la práctica incorrecta de algunos juzgados de obligar a la contraparte de aquella que omitió la carga de constituir domicilio, que notifi¬que por cédula las resoluciones, haciendo pegar las mismas en 1as paredes o puertas de la secretaría. 

13.2. Subsistencia Los domicilios real y procesal subsisten para todos los efectos legales, hasta la terminación del juicio, mientras no se constituya o denuncie otro, en su caso. 13.3. Cambio 

La constitución o denuncia posterior de un domicilio pro¬cesal o real diferente deben ser notificadas por cédula y, ob¬viamente, deja sin efecto el domicilio anterior. Mientras no se produzca la notificación del cambio de domicilio queda subsistente el anterior. 

13.4. Casas o edificios inexistentes o desaparecidos 

Una situación particular es la de las casas y edificios inexistentes, deshabitado s o desaparecidos, o cuya numeración se alterare o suprimiera y no se hubiese constituido un nuevo domicilio, en cuyo caso, con el informe del notificador se debe observar lo dispuesto sobre la constitución del domici¬lio en la secretaría del juzgado o tribunal (Art. 54, 2a p. Pro¬yecto Mendonça). 

Lo mencionado tiene una indudable importancia prácti¬ca, que consiste en la efectiva solución de estos supuestos en que entran a tallar la negligencia o mala fe, que no deben ser óbices para la marcha normal del proceso.

CAPITULO XVI - NULIDADES PROCESALESNULIDADES PROCESALES 

SUMARIO: 1. Concepto. 1.1. Finalidad. 1.2. Carácter.- 2.Princi¬pio de legalidad. 2.1. Nulidades implícitas.- 3. Principio de tras¬cendencia. 3.1. Procedencia.- 4. Principio de finalidad.- 5. Princi¬pio de protección. 5.1. Consecuencias.- 6. Principio de convalida¬ción. 6.1. Cosa juzgada. 6.2. Preclusión.- 7. Declaración judicial.¬ 8. Declaración de oficio. 8.1. Violación del Principio de la defensa en juicio. Otros casos en que no podrá dictarse sentencia válida. 8.2. Nulidad expresa. 8.3. Intervención del Ministerio público.- 9. Efecto de la declaración de nulidad.- 10. Actos procesales ante¬riores, posteriores e independientes. Nulidad total o parcial. 10.1. Actos procesales anteriores o independientes del acto anulado. 10.2. Actos procesales posteriores al acto anulado. 10.3. Acto to¬tal o parcialmente nulo.- 11. Resoluciones posteriores al acto anu¬lado.- 12. Medios de impugnación. 12.1. Incidente. 12.1.1. Repa¬ración de la nulidad en la instancia en que se produjo. 12.1.2. Caso en que se haya dictado sentencia. 12.2. Recurso.- 13. Otras vías de impugnación de las nulidades. 13.1. Excepción. 13.2. Acción autó¬noma de nulidad. 13.3. Inconstitucionalidad de resoluciones judicia¬les. 13 .3.1. Inconstitucionalidad directa. 13.3.2. Inconstitucionalidad in¬directa.- 14. Renovación de los actos anulados. 14.1. Renovación y preclusión.- 15. Clasificación de las nulidades procesales. 15.1. Actos inexistentes. 15.2. Nulidades insanables o absolutas. 15.3. Nulidades esenciales o principales. 15.4. Nulidades secundarias. 

1. CONCEPTO La nulidad es la sanción por la cual la ley priva a un acto jurídico de sus efectos normales cuando carece de un requisito formal o material indispensable para su validez. La función específica de la nulidad no es asegurar el cumplimiento de las formas, sino de los fines asignados a éstas por el legislador. Las nulidades procesales se producen por carecer el acto de los requisitos formales indispensables o por falta de ele¬mentos esenciales que le configuran y hacen imposible que cum¬pla su objeto o fin. La evolución científica del Derecho procesal, en los últi¬mos tiempos, ha significado, entre otros, la reducción de las formas a las indispensables para garantizar los derechos de las personas que intervienen en los juicios. Así se logra compren¬der el verdadero sentido y significado de las formas en el pro¬ceso y, consecuentemente, la necesidad de sancionar su apar¬tamiento. Como enseña CARNELUTTI, la validez no es sino una condición normal para que se alcance la Justicia. La nulidad no se limita al apartamiento de las formas procesales sino, también, a los vicios sustanciales que afectan los requisitos esenciales y propios de los otros elementos pro¬cesales. En el Derecho procesal la nulidad se señala como un error "in procedendo" y no "in iudicando". Este origina el agra¬vio y sirve de fundamento del recurso de apelación, que tiene por objeto obtener la reparación de los agravios producidos por las resoluciones consideradas injustas. Aquél motiva el recurso de nulidad, que tiene por objeto reparar los defectos de las resoluciones judiciales que contienen vicios produci¬dos por la inobservancia o apartamiento de las formas o so¬lemnidades que prescriben las leyes. 

Pero, precisamente la absorción de las formas por sus propios fines hace que, en definitiva, y de acuerdo con el prin¬cipio de que no hay nulidad sin perjuicio, es decir por la nuli¬dad en sí, el agravio tiende a absorber la nulidad; de allí que en las modernas legislaciones procesales - como en el Proyec¬to de la Reforma del Código Procesal Civil redactado en nues¬tro país- va desapareciendo el recurso de nulidad quedando subsumido en el de apelación. 

1.1. Finalidad La finalidad de las nulidades procesales es asegurar la garantía constitucional de la defensa enjuicio. Como expre¬sa ALSINA: "Donde hay indefensión hay nulidad, si no hay indefensión no hay nulidad". El formalismo en el proceso tiene un sentido trascenden¬te y no meramente vacío. El simple apartamiento de las formas no genera la nulidad si en definitiva se cumple con el objetivo del acto, con el fin propuesto. 

1.2. Carácter En el proceso los actos afectados de nulidad pueden ser convalidados por el consentimiento expreso o tácito de las partes a quienes perjudique. Por ello en el Derecho procesal, a diferencia del Derecho civil, no existen nulidades absolu¬tas. La declaración de nulidad no procede si la parte intere¬sada consintió, en forma expresa o tácita, el acto irregular, en razón del carácter relativo que revisten las nulidades procesa¬les. 

2. PRINCIPIO DE LEGALIDAD Llamado también de especificidad, según el cual no hay nulidad sin ley específica que lo establezca. Proviene del de¬recho francés, que

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expresa: "Pas de nullité sans texte" (no existe nulidad sin texto legal). Siendo así, la regla es la validez del acto y la excepción la nulidad. La nulidad debe ser interpretada con sentido estric¬to. Por esta razón, no son admisibles nulidades por analogía o extensión, debiendo aplicarse a los casos estrictamente indis¬pensables. 

2.1. Nulidades implícitas La moderna doctrina procesal ha reconocido la existen¬cia de cierto tipo de nulidad que no se halla expresamente pre¬vista en la ley, sino que resulta o es la consecuencia de principios fundamentales contenidos en su texto, aunque no se encuentren de manera explícita. Provienen, generalmente, de la violación de normas prohibitivas, que trae aparejada la posibilidad de declarar la nulidad del respectivo acto (nulidad virtual), V.g.: normas legales imperativas que contienen expresiones, tales como: "en ningún caso", "es inadmisible", "no será permitido", etc. En el proceso pueden producirse irregularidades que obstaculizan el derecho fundamental de la defensa en juicio, o impiden que se cumpla la finalidad del proceso. Estos vi¬cios son impugnables, aun cuando la ley no lo establezca expresamente, por la persona de tenga interés legítimo en su declaración y, también, de oficio por el juez o tribunal. Cabe advertir que esta regla se halla atenuada por la vi¬gencia de los Principios de finalidad y de trascendencia. 

3. PRINCIPIO DE TRASCENDENCIA 

Para que el pedido de nulidad sea procedente, no será suficiente señalar solamente la infracción a la norma sino que al solicitarse su declaración deberá expresarse el perjuicio su¬frido y el interés personal de la parte en obtener su declara¬ción. 

Según la expresión francesa "Pas de nullité sans grief" (no hay nulidad sin perjuicio), no pueden sancionarse con la nulidad los actos que, aunque irregulares porque se han apar¬tado de lo que la ley manda en relación a los mismos, no han producido un real y concreto perjuicio a quien la invoca. 

La declaración de la nulidad, en estas condiciones, ca¬recería de utilidad, en razón de que las nulidades procesales no tienen por finalidad satisfacer meros aspectos formales, sino reparar los perjuicios efectivos producidos al derecho de las partes, surgidas del acto irregular. 

3.1. Procedencia 

El interesado en la declaración de la nulidad deberá de¬mostrar: 3.1.1 El perjuicio que ha sufrido, el cual debe ser cierto, con¬creto e irreparable. 3.1.2 El interés jurídico que procura subsanar con la decla¬ración de la nulidad, indicando las facultades, defensas o pruebas de las que se le habría privado. 

4. PRINCIPIO DE FINALIDAD Este Principio procesal se sobrepone al mencionado pre¬cedentemente. En su virtud no existe nulidad por la nulidad mis¬ma, vale decir, en el solo beneficio de la ley. 

El Código Procesal Civil, en el régimen de la nulidad de los actos procesales, ha incorporado el Principio de finalidad o finalista, por cuya virtud las formas procesales no tienen 'un fin en sí mismas. Su razón de ser consiste en asegurar a los litigantes la libre defensa de sus derechos y una sentencia justa. 

La misión de la nulidad no consiste en asegurar la ob¬servancia de las formas procesales, las cuales no tienen un fin en sí mismas, sino asegurar el cumplimiento de los fines a ellas confiados por la ley. 

Las formas constituyen el medio o instrumento de que el legislador se vale para hacer efectiva la garantía de la defensa en juicio. En los casos en que esa garantía aparezca violada la nulidad debe ser declarada, aunque se carezca de texto expre¬so de la ley (nulidad implícita). 

En materia de nulidades procesales campea el Principio de la instrumentalidad de las formas, en virtud del cual la posi¬bilidad de la invalidez de los actos del proceso debe juzgarse teniendo' en cuenta, en primer lugar, la finalidad que en cada caso concreto el acto está destinado a lograr, de manera que el mismo, aunque irregular, no será nulo si ha cumplido su objeto, su fin. 

5. PRINCIPIO DEPROTECCION En virtud de este Principio, que se funda en el de mora¬lidad, la nulidad sólo será declarada a petición de la parte per¬judicada por el acto viciado, si no contribuyó a éste. En el proceso existe la necesidad de obtener actos válidos y firmes, dice COUTURE. 

La declaración de la nulidad debe ser la "ultima ratio" a la que debe recurrirse cuando no exista modo de subsanarla, porque debe tratarse de proteger la validez del acto en razón de que toda declaración de nulidad es, como regla, disvaliosa. 

5.1. Consecuencias La vigencia del Principio de protección produce las si¬guientes consecuencias: 5.1.1. N o puede impugnarse por nulidad si no existe un interés legítimo que reclame protección. 5 .1.2. No puede ampararse en la nulidad el que ha contribuido al acto nulo, sabiendo o debiendo saber el vicio que lo invalidaba, por la aplicación de la regla "nemo auditur turpitudinem suam allegans" (nadie escucha a quien alega su propia torpeza). 5.1.3. De acuerdo con los Principios de buena fe y lealtad que presiden el proceso, el que realizó un acto nulo no puede tener el beneficio de aceptado si le favorece o negado si le es desfa¬vorable. 

5.1.4. Las nulidades procesales deben interpretarse y aplicarse en forma restrictiva, en base al Principio de conservación. 5.1.5. Sólo pueden invocar la nulidad constituida en protec¬ción de los incapaces éstos o sus representantes legales, de conformidad con el Art. 298, la. p. del C. Civil, que dice: "La incapacidad de una de las partes no puede ser invocada en provecho propio por la parte capaz". 

5.1.6. Necesidad de declaración judicial. Para que un acto pro¬cesal sea considerado nulo debe existir una resolución judi¬cial que así lo declare. 

6. PRINCIPIO DE CONVALIDACION 

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En virtud de este Principio las nulidades procesales se subsanan por el consentimiento expreso o tácito, en razón de que no existen en principio en materia procesal nulidades absolutas, siendo todas relativas. La confirmación del acto procesal nulo puede darse en forma expresa o tácita. La confirmación importa un nuevo acto jurídico que no es similar al anterior, sino que su contenido se agota con la ratificación del antecedente. Se denomina convalidación de la nulidad a la acepta¬ción de la misma, lo cual se produce al no impugnarse el acto en la oportunidad que corresponde, V.g.: el incidente de nuli¬dad es la vía procesal idónea para impugnar los vicios de las actuaciones procesales, el cual debe deducirse - en nuestra ley procesal- dentro de los cinco días subsiguientes al conocimien¬to del acto viciado, no haciéndolo así la irregularidad del acto queda cubierta por el consentimiento tácito de la parte. La nulidad, entonces, quedará convalidada porque vencido el pla¬zo de impugnación entrará a operar el Principio de preclusión procesal, que impide retrogradar el proceso. No obstante la vigencia, en general, del Principio de con¬validación de los actos procesales nulos, el mismo cede ante la existencia de una norma legislativa expresa que establezca la nulidad absoluta. La Constitución consagra un supuesto de nulidad "insa¬nable", vale decir, absoluta, que tiene como consecuencia que la cosa juzgada carezca de virtualidad suficiente para sub sanarla. La norma constitucional preceptúa: "Queda garan¬tizada la independencia del Poder Judicial. Sólo él puede conocer y decidir en actos de carácter contencioso. En ningún caso los miembros de los otros poderes, ni otros funcionarios, podrán arrogarse atribuciones judiciales que no estén expresamente establecidas en esta Constitución, ni revivir procesos fenecidos, ni paralizar los existentes, ni inter¬venir de cualquier modo en los juicios. Actos de esta naturale¬za conllevan nulidad insanable" (Art. 248, 1er. y 2° p. CN). 

Otro tanto puede decirse en los casos de ausencia de presupuestos procesales, como la capacidad de las partes, o cuando está referida a los actos procesales inexistentes. COUTURE dice: "La inexistencia del acto procesal plantea un problema anterior a toda consideración de validez del mismo. 

Es, en cierto modo, el problema del "ser o no ser" del acto. N o se refiere a la eficacia, sino a su vida misma. N o es posible a su respecto hablar de "desviación", ya que se trata de algo que ni siquiera ha tenido la aptitud para estar en el camino. Una sentencia dictada por quien no es juez no es una sentencia, sino una "no sentencia" (Nichturteil). N o es un acto sino un simple hecho". CARNELUTTI, por su parte, dice:"Si nulidad equiva¬le a ineficacia, difiere en cambio de inexistencia que no se refiere a los efectos jurídicos, sino al acto mismo; inexisten¬cia expresa no el acto que no produce efectos, sino un no acto, o sea negación del acto... es nulo el acto que no produ¬ce efectos jurídicos, pero que en ciertas condiciones podría producirlos; es inexistente un acto, cuando no puede producir efectos en ningún caso". En el caso de la sentencia será nula o inexistente de¬pendiendo: en el primer supuesto, si quien la dicta no tiene competencia en esa causa; en el segundo, si quien la pronun-cia carece de poder jurisdiccional. 

6.1. Cosa juzgada 

Los actos jurídicos, en general, son susceptibles de re¬vocación o de modificación cuando no responden a los fines que se tuvieron en cuenta al formularlos. Así un contrato se rescinde y se sustituye por otro; una ley se deroga y se dicta otra. Pero este pensamiento no puede ser aplicado en materia de sentencias, en razón de que su peculiar naturaleza se halla prevista para darle certeza y estabilidad a las relaciones jurídi¬cas, enseña COUTURE. 

Conviene -señala el autor mencionado- que las senten¬cias sean justas. Pero al lado de la necesidad de justicia apa¬rece la necesidad de firmeza. La necesidad de firmeza exige que se declare, de una vez por todas, cuál es la Justicia, o sea cuál es el derecho que el Estado reconoce. Las sentencias deben ser justas, pero una forma de injusticia consiste en que se invierta la vida entera para llegar a la sentencia definitiva. 

Por razones de política procesal el Código Procesal Civil otorga a la cosa juzgada el efecto de subsanar cualquier nuli¬dad procesal. Debe, sin embargo, tenerse en cuenta que en caso de indefensión absoluta la cosa juzgada no produce el efecto señalado permitiéndose su posterior cuestionamiento. Lo mismo, cuando se trata de la nulidad insanable preveni¬da en el Art. 248 de la Constitución. 

6.2. Preclusión En virtud de la vigencia en nuestro Derecho procesal del Principio de preclusión en cuya virtud cerrada una etapa del pro¬ceso, éste no puede retroceder, el consentimiento de la providen¬cia que llama autos para sentencia, tiene la virtud de convalidar los vicios procesales anteriores que se pudieron producir en el proceso, recluyendo el derecho del interesado para impugnarlos. 

Por último, cabe señalar que la norma procesal civil esta¬blece que las nulidades quedan subsanadas: a) por haber cumplido el acto su finalidad, respecto de la parte que pueda invocada; b) por confirmación expresa o tácita del respectivo litigante, sin perjuicio de lo establecido en el artículo anterior (se refiere a las nulidades declarables de oficio). Se entenderá que media confir¬mación tácita cuando no se promoviera incidente de nulidad den¬tro de los cinco días subsiguientes al conocimiento del acto vicia¬do; y 

c) por la cosa juzgada (Art. 114 CPC). 

7. DECLARACION JUDICIAL Para que un acto procesal sea considerado nulo debe existir una resolución judicial que así lo declare. Tanto la nulidad absoluta como la nulidad relativa deben ser declaradas por el juez. 

Debe aclararse que la declaración de la nulidad por resolu¬ción judicial es algo diferente de si la sentencia judicial constituyo o no la nulidad. 

La nulidad absoluta no se constituye por el juez, sino que es comprobada por él. La sentencia que pronuncia la nulidad absolu¬ta es declarativa y no constitutiva. La nulidad del acto que declara el juez en la sentencia ya existía antes, sólo se la comprueba, por-que el acto era nulo "ab initio". 

Por el contrario, la nulidad relativa se constituye por la sen¬tencia; en consecuencia, recién existe a partir de ese momento. 

Siendo así, la nulidad y también la inexistencia del acto tie¬nen que ser objeto de expresa declaración judicial. Porque si bien los actos

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absolutamente nulos o inexistentes no deberían producir efectos, de hecho los producen mientras no haya una declaración judicial al respecto. Esta es la razón por la cual la sentencia que declara la nuli¬dad o la inexistencia del acto procesal, no obstante ser declarativa, tiene efecto retroactivo, produciendo la anulación de todos los actos posteriores del declarado como tal que sean su consecuen¬cia. 

8. DECLARACION DE OFICIO 

La nulidad puede ser declarada de oficio por el juez o tribu¬nal, es decir, sin necesidad de que exista petición de parte. El Código Procesal Civil establece: "La nulidad será declarada de oficio, cuando el vicio impida que pueda dictarse váli¬damente sentencia definitiva, y en los demás casos que la ley lo prescriba (Art. 113 CPC). 

8.1. Violación del Principio de la defensa en juicio. Otros casos en que no podrá dictarse sentencia válida 

La nulidad de oficio, en primer lugar, habrá de declararse cuando el vicio impida que pueda dictarse válidamente sentencia definitiva, lo que se dará cuando se viole el Art. 16 de la Constitu¬ción, que dispone: "La defensa en juicio de las personas y de sus derechos es inviolable. Toda persona tiene derecho a ser juzgada por tribunales competentes, independientes e imparciales". La norma constitucional consagra el Principio de la defensa en juicio de los derechos de las personas, la cual debe darse en el marco de un "debido proceso" (due process of law), siendo su violación la máxima nulidad posible, la cual debe ser declarada de oficio por los jueces o tribunales al tener conocimiento de ello por cualquier motivo o razón. 

Las formas del proceso son el medio que utiliza el legisla¬dor para hacer efectiva la garantía de la defensa en juicio; conse¬cuentemente, cuando esa garantía es violada debe declararse la nulidad aunque se carezca de un texto legal expreso. 

El C. Civil, por su parte, estatuye: "Cuando el acto es nulo, su nulidad debe ser declarada de oficio por el juez, si aparece ma¬nifiesta en el acto o ha sido comprobada en juicio. 

El Ministerio Público y todos los interesados tendrán derecho para alegarla. Cuando el acto es anulable, no podrá procederse sino a instancias de las personas designadas por la ley" (Art. 359 Ce). 

Tampoco podrá dictarse una sentencia válida en los casus en que: se violen las normas referentes a la competencia, si con ello se compromete la organización del Poder Judicial, V.g.: sen¬tencia dictada por juez recusado; se altera el Principio constitucio¬nal de la jurisdicción, V.g.: sentencia dictada por quien carece de jurisdicción (Arts. 247 y 248. CN); o, en general, cuando el juez constate defectos en la constitución de la relación procesal. 

8.2. Nulidad expresa 

Cuando la ley expresamente prescribe la nulidad, ésta debe¬rá ser declarada de oficio, es decir, sin que medie petición, por el juez o tribunal. Algunos supuestos de nulidad expresa establecidos en la ley son: sentencia dictada sin fundar (Art. 15, inc. b) CPC) o no resuelta conforme a la ley o la Constitución (Art. 15, inc. c) CPC y 256, 20. p. CN); actos procesales llevados a cabo en días y horas inhábiles (Art. 109, la. p. CPC); notificación realizada en contra¬vención a las normas legales (Art. 144, la. p. CPC); resoluciones judiciales que carecen de requisitos esenciales (Art. 156, 2a. p. CPC); eximición de costas al litigante vencido sin expresar las ra¬zones en que se funda (Art. 193 CPC); etc. 8.3. Intervención del Ministerio Público La falta de intervención del representante del Ministerio Público no produce la nulidad de oficio del proceso. La nulidad en este supuesto sólo puede decretarse a su pedido y es convalidable (Art. 40, in fine CPC). 

9. EFECTO DE LA DECLARACION DE NULIDAD 

El efecto de la declaración de nulidad de un acto proce¬sal es privarle de su eficacia jurídica para el objeto que perse¬guía, teniéndolo por no realizado. Siendo así, la nulidad con¬siste en la sanción establecida en la ley en virtud de la cual se priva a un acto de sus efectos. El C. Civil, en relación al alcance de la nulidad pronun¬ciada por los jueces, dispone que vuelve las cosas al mismo original estado en que se hallaban antes del acto anulado, e impone a las partes la obligación de restituirse mutuamente todo lo que hubieren recibido en virtud de él, como si nunca hubiere existido, salvo las excepciones establecidas en este Código (Art. 361 CC). ACTOS PROCESALES ANTERIORES, POSTERIO¬RES E INDEPENDIENTES. NULIDAD TOTAL O PARCIAL El proceso se halla constituido por una serie de actos vinculados entre sí y también de algunos independientes. Siendo así, conviene distinguir los actos anteriores, poste-riores e independientes del acto nulo, y determinar los efectos que sobre los mismos produce la declaración de nulidad. 10.1. Actos procesales anteriores o independientes del acto anulado Resulta lógico que la nulidad de un acto no alcance a los actos procesales anteriores al mismo ni, de igual modo, a los que son independientes del anulado, en razón de no ser conse¬cuencia de él y de tener existencia propia, vg.: la nulidad de una audiencia de prueba no afecta a las otras audiencias. 10.2. Actos procesales posteriores al acto anulado De acuerdo con la regla "quod nullum est nullum producit effectum", la nulidad del acto procesal produce sus efectos y alcanza a todos aquellos actos posteriores o suce-sivos al acto anulado que no sean independientes del declarado nulo. 

10.3. Acto total o parcialmente nulo La nulidad del acto puede ser total o parcial. Si fuera sólo de parte del acto, no afectará a las demás partes que sean independientes. 

11. RESOLUCIONES POSTERIORES AL ACTO ANULA¬DO Dispone el Código Procesal Civil que cuando las actuacio¬nes fuesen declaradas nulas, quedarán invalidadas las resolucio¬nes que sean su consecuencia (Art. 117. 23p. CPC). Anulado un acto del procedimiento, es como si se produjera la rotura de una cadena, quedan sin efecto los actos posteriores La norma mencionada consagra una regla procesal de in¬dudable utilidad, que viene a ser consecuencia del Principio de economía

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procesal y de la regla "quod nullum est nullum producit effectum", en cuya virtud declarada la nulidad de las actuacio¬nes, quedan invalidadas también las resoluciones que sean su consecuencia. 

La dinámica del proceso trae consigo la propagación de la nulidad, denominada "nulidad en cascada", la que se halla regi¬da por las siguientes reglas: 

11.1. Que el acto sea posterior y no anterior, porque la nulidad produce sus efectos hacia adelante, no hacia atrás. 

11.2. Que el acto posterior sea dependiente del que se anuló y no independiente de éste. 

Con esta disposición, de indudable practicismo, se evitará la aberrante práctica, mucho tiempo vigente en nuestros tribuna¬les, de exigir que, al mismo tiempo de deducir el incidente de nulidad, se interponga recurso de nulidad contra las resolucio¬nes posteriores a la actuación impugnada ya que de lo contrario -según dicha teoría- ellas quedarían firmes.

12. MEDIOS DE IMPUGNACION Las nulidades procesales pueden ser impugnadas por di¬versos medios, para solicitar y obtener, en su caso, la corres¬pondiente declaración de nulidad. Estas varias vías tienen su oportunidad; en consecuencia el que no utilizó la vía correcta en el momento correcto pierde el derecho de hacerlo, v.g.: si la vía apta era el recurso de nulidad, porque se trataba de atacar la nulidad de una resolución judicial, y se utilizó el incidente; si debió deducir la excepción de nulidad y no lo hizo en su opor¬tunidad no podrá después plantear el incidente, etc. 

En definitiva, los medios de impugnación de las nulida¬des procesales tienen sus presupuestos, su oportunidad, su pro¬cedimiento y sus alcances que le son propios. 

12.1. Incidente 

El incidente es la vía idónea para impugnar las irregulari¬dades en las actuaciones procesales (Art. 117, 1 er p. 13 p. CPC). Esta regla procesal se repite en el Art. 313 del Código Procesal Civil, que dice: "La impugnación de actuaciones judiciales, in-tegrante de los autos, se hará por la vía del incidente de nuli¬dad". 

12.1.1. Reparación de la nulidad en la instancia en que se pro¬dujo: El incidente de nulidad deberá ser deducido en la instan¬cia donde el vicio se ha producido (Art. 117, 1 er. p. 23 p. CPC), en razón de que la providencia "autos para sentencia", una vez firme, produce el efecto de convalidar las eventuales nulidades procesales anteriores a su pronunciamiento. El incidente de nulidad deberá ser deducido dentro de los cinco días subsiguien¬tes al conocimiento del acto viciado (Art. 114, inc. b) 2ap. CPC). 

12.1.2. Caso en que se haya dictado sentencia: Después de ha¬ber recaído sentencia en el juicio, en primera o segunda instan¬cia, cualquiera sea la naturaleza del mismo (ordinario, sumario, especial), es procesalmente admisible el incidente de nulidad de actuaciones cuando el vicio haya impedido la defensa en jui¬cio, porque, en tal caso, la preclusión o la cosa juzgada sólo son aparentes. 

12.2. Recurso El recurso de nulidad es la vía procesal hábil cuando se trata de vicios de las resoluciones. Deberá interponerse ante el juez que dictó la resolución irregular y fundarse por ante el su¬perior (Arts. 404 al40S CPC). 

El plazo para la interposición será de cinco días para la sentencia definitiva y de tres días para las otras resoluciones (Art. 405, in fine y396 CPC). 

OTRAS VIAS DE IMPUGNACION DE LAS NULIDADES Otros medios de impugnación de las nulidades procesa¬les son: 

13. 1. Excepción Algunas excepciones pueden constituirse en medios idó¬neos para denunciar la nulidad del procedimiento. La excepción de incompetencia (Art. 224, inc. a) CPC). por medio de la cual se logra que el juez se declare incompe¬tente en el caso concreto de que se trata. La excepción de falta de personería (Art. 224, inc. b) CPC), en el demandante, en el demandado o sus representan¬tes, por carecer de capacidad civil para estar en juicio o de representación suficiente. 

En el juicio ejecutivo, la excepción de nulidad (Art. 463 CPC) tiene por objeto impugnar la validez de los actos procesales anteriores a la citación para oponer excepciones. 

13.2. Acción autónoma de nulidad El Código Procesal Civil consagra esta acción al dis¬poner: "Las resoluciones judiciales no hacen cosa juzgada respecto de los terceros a quienes perjudiquen. En caso de in¬defensión, ellos dispondrán de la acción autónoma de nuli¬dad, cuando la excepción de falsedad de la ejecutoria o la de inhabilidad de título fuese insuficiente para reparar los agra¬vios que aquellas resoluciones pudiesen haberles ocasionado" (Art. 409 CPC). 

La cosa juzgada como cualidad de la sentencia, consiste en la autoridad y eficacia que adquiere la sentencia judi¬cial cuando no proceden contra ella recursos ni otros medios de impugnación y no puede ser revisada en otro proceso pos¬terior. 

La cosa juzgada, no obstante, para su validez, debe ser• consecuencia de un proceso válido, vale decir, de un debido proceso. 

Dice TELLECHEA: "Consideramos que de la seguri¬dad debe nacer la realización plena de los principios que dan garantía al proceso. Si los propios romanos, tan apegados a las formas y solemnidades, a las que otorgaban valor tan im¬portante, fueron capaces de apreciar que en algunos casos esa "res iudicata" que surgía como conclusión de un proce¬so, había sido elaborada mediante el engaño, el dolo o la vio¬lación o despreciando principios tan sustanciales como el de la defensa en juicio, concibieron por eso mismo la posibili¬dad de la revisión de un proceso y de su restitución al estado inicial, mediante la "in integrum restitutio", nacida de la inspiración del pretor romano,

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estimulado por su convicción acerca de la "aequitas", hoy día no podríamos resistirnos a admitir que en carácter excepcional, la seguridad concebida en aquellos términos tan absolutos como lo hacía Ibañez Frocham debe ceder ante el valor Justicia". 

Puede darse el caso, expresa COUTURE, de que un ter¬cero a quien jurídicamente no alcance la sentencia, sea prác¬ticamente perjudicado por ella. Así ocurre al acreedor a pla¬zo que observa de qué manera el deudor, mediante una o va¬rias ejecuciones simuladas, va haciendo desaparecer 'su pa¬trimonio. Es indudable que a ese tercero no le estará permitido apelar de las resoluciones dictadas en esos juicios ejecuti¬vos entre su deudor y sus supuestos acreedores. Pero el perjuicio es evidente y, en apariencia, irreparable. En estos casos extraordinarios de dolo, fraude o colusión, correspon¬de una acción revocatoria autónoma. Mediante ella se des¬truyen los efectos de sentencias que de cosa juzgada sólo tienen el nombre, pues en el fondo no son sino el fruto espu¬rio del dolo y de la convivencia ilícita, concluye. 

"La solidez de la cosa juzgada es característica de la sentencia que pone fin a un proceso válidamente integrado, no de la obtenida mediante el fraude, entendiendo esta palabra en su acepción más amplia", declaró la Corte Suprema de Justi¬cia (A y S. N° 171 -20/12/82).

El valor seguridad, tan apreciado como elemento de la convivencia social, debe, en ciertos casos, ceder y subordinar¬se al supremo valor Justicia, sin el cual no son posibles la paz ni la libertad. 

La cosa juzgada, en principio, no puede afectar a los terceros que no intervinieron en el proceso (res inter al los iudicata). 

La sentencia dictada en un juicio no puede extender sus efectos a los terceros si con ello se les ocasiona un per¬juicio jurídico, dice CHIOVENDA. 

Inspirada en esta doctrina, la norma procesal consagra la facultad para que un tercero, que no ha intervenido ni par¬ticipado en un proceso cuyas consecuencias le son perjudi-ciales, pueda impugnar mediante la vía procesal creadora de una nueva instancia, denominada Acción Autónoma de Nulidad, las resoluciones jurídicas, cuando las excepciones de falsedad de la ejecutoria o la de inhabilidad de título (Art. 526, incs. a) y c) CPC) fueren insuficientes para reparar los agravios que les pudieran haberles ocasionado. 

La demanda deberá ser promovida contra todos aquellos que intervinieron en el proceso como partes. Sin embargo, las personas que intervinieron como partes en el proceso cuestio¬nado y el Ministerio Público, en su caso, carecen de la presente acción. 

Considero que en caso de indefensión - que es el presu¬puesto previsto como requisitos de admisibilidad por la norma-, el tercero no necesita previamente haber opuesto sin éxito las excepciones de falsedad de la ejecutoria o de inhabilidad de título. Al no haber sido parte en el proceso difícilmente la sentencia será ejecutada contra él. Siendo así, podrá promo¬ver la acción autónoma de nulidad en forma directa y sin otro requisito que justificar su estado de indefensión. 

La vía será el proceso de conocimiento ordinario, cuyas reglas son aplicables en las contiendas judiciales que no ten¬gan establecido un procedimiento especial (Art. 207 CPC).

El juzgado competente será, por razones de conexidad, aquél en el cual radica el proceso cuya nulidad se pretenda. No obstante, la Sala Civil y Comercial de la Corte Suprema ha dispuesto, en los A.I.N° 1321 del 5 de octubre de 1998 y A.I.N° 1306 del 5 de octubre de 1999, que el juzgado de tur¬no es el competente. 

La acción podrá ser promovida en forma conjunta con otras pretensiones subsidiarias, las cuales serán admitidas en el supuesto de que se declare la nulidad reclamada por la demanda principal. 

Cabe señalar que en algunos pocos supuestos la ley permite que los efectos de la cosa juzgada se proyecten sobre personas extrañas al proceso donde se produjo, como en las hipótesis pre¬vistas en el C. Civil en los Arts. 1652 (citación en garantía del asegurador) y 2242, inc. i) (acciones ejercidas por el usufructuario que benefician al nudo propietario). 

13.3. Inconstitucionalidad de resoluciones judiciales La inconstitucionalidad procede cuando la ley aplicada por el juez es inconstitucional o cuando, de manera independiente a la ley aplicada, el pronunciamiento que la sentencia contiene es inconstitucional. 

Siendo así, la inconstitucionalidad de las resoluciones judiciales puede producirse de modo indirecto o en forma directa. 

13.3.1. Inconstitucionalidad directa: La inconstitucionalidad es directa cuando la resolución judicial es en sí misma incons¬titucional, por violar alguna norma o principio de rango consti¬tucional. Esto se puede producir: 13.3.1.1.En el supuesto de que un juez o tribunal inferior resuelva un "caso constitucional" pronunciándose sobre materia constitu¬cional (Art. 259, inc. 6) y 260 CN). La competencia del juez o tribunal, en esta hipótesis, constituye un "caso constitucional". porque deriva directamente de la violación de normas constitucionales, los Arts. 259, inc. 6) y 260 de la Constitución, que prohíben a los órganos judiciales inferiores decidir sobre materia constitucio¬nal. 

13.3.1.2. Cuando la resolución judicial, aunque fundada en una ley que no sea contraria a la Constitución, viola principios o garantías consagrados en la Constitución, o atenta contra la garantía constitu¬cional del "debido proceso", o interpreta normas de la Constitu¬ción, o desconoce derechos o exenciones de rango constitucional. 

Cuando la resolución judicial por sí misma sea violatoria de la Constitución (Art. 556, inc. a) CPC), la acción de inconstitucionalidad sólo podrá deducirse una vez agotados los re¬cursos ordinarios que hayan podido promoverse contra la resolu¬ción judicial impugnada (Art. 561 CPC). 

13.3.2. Inconstitucionalidad indirecta: La resolución judicial es inconstitucional, en forma indirecta, cuando se funda en una ley contraria a la Constitución o la aplica. 

No basta el error de juicio; es necesario que el error configu¬re una violación de la Constitución para que sea procedente la inconstitucionalidad. 

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Existe error "in iudicando" cuando el juez aplica equivoca¬damente una ley, lo cual no hará que la resolución sea necesaria¬mente inconstitucional, si la ley aplicada no es inconstitucional. Lo mismo acontecerá si el juez yerra en la conclusión y resuelve erró¬neamente la causa. En este caso habrá error de juicio pero no inconstitucionalidad, si la resolución no viola la Constitución sino una ley ordinaria. 

La violación de una ley ordinaria -no de rango constitucio¬nal- se repara por medio de las vías ordinarias: los recursos. 

14. RENOVACION DE LOS ACTOS ANULADOS La nulidad es una sanción grave en cuya virtud se priva de eficacia a los actos realizados con violación o apartamiento de las formas o requisitos señalados en la ley para su validez. 

Por ser la nulidad disvaliosa, es preferible no declarada (Prin¬cipio de conservación de los actos procesales), pero si se tuvo que llegar a ello deberá - como lo hace la norma procesal contenida en el Art. 116 del Código procesal Civil - otorgarse al juez facultad para que, en determinadas circunstancias y de ser ello posible, or¬dene la renovación del acto nulo. Es lo que CHIOVENDA denomi¬na "remedio de la (rectificación) renovación", v.g.: hacer que se reitere, conforme a las formalidades procesales, la notificación anulada. 

La disposición se funda en el Principio de economía procesal y es aplicable siempre que con ello no se violen los superiores Principios de la defensa enjuicio y de la igualdad de las partes en el proceso. Su correcta aplicación quedará librada al prudente arbitrio judicial. 

14.1. Renovación y preclusión La renovación del acto declarado nulo no será posible cuando ha transcurrido el plazo perentorio que se tenía para hacerlo. Como señala PODETTI, cuando al declararse la nu¬lidad se haya operado la preclusión por haber expirado el plazo para ejercer dicha facultad, como sería el supuesto de la declaración de nulidad de un medio de prueba que se pro¬dujo por su ofrecimiento extemporáneo; consecuentemente el acto no podrá repetirse. 

CLASIFICACION DE LAS NULIDADES PROCESA¬LES 

En nuestro derecho vigente las nulidades procesales pue¬den clasificarse del siguiente modo: 

15.1. Actos inexistentes 

El acto es inexistente cuando carece de un elemento cons¬titutivo, esencial para su configuración jurídica, exista o no perjuicio para las partes. 

Es, en cierto modo, -dice COUTURE- el problema del "ser o no ser" del acto. No se refiere a su eficacia sino a su vida misma. Una sentencia dictada por una persona que no es juez no es una sentencia sino una "no sentencia". No es un acto, sino un simple hecho. 

El acto inexistente se caracteriza porque se halla des¬provisto de los requisitos mínimos indispensables para su configuración jurídica. En el caso del proceso, si es promo¬vido por o se promueve contra una persona inexistente es un 

"no proceso". En el supuesto de la sentencia, ésta será nula si quien la dicta carece de competencia en ese proceso y será inexistente si quien la pronuncia carece de poder jurisdic¬cional. 

Los actos inexistentes: 

15 .1.1. No pueden ser convalidados. 15.1.2. Requieren declaración judicial, porque la inexisten¬cia no excluye la realidad del acto. La inexistencia no es física sino jurídica. 

15.2. Nulidades insanables o absolutas 

Se dan cuando existe una norma expresa que consagra In nulidad absoluta, V.g.: Art. 248 ler. y 2° p. CN. Se hallan previstas por el legislador, dice COUTURE, atendiendo a las exigencias políticas y sociales de una' situación determina¬da. 

De manera, similar a los actos inexistentes, las nulida¬des insanables no pueden ser confirmadas pero, no obstante, requieren declaración judicial. 

15.3. Nulidades esenciales o principales Son las que afectan el derecho de defensa en juicio. Se caracterizan porque: 

15.3.1. Pueden declararse de oficio o a petición de parte. 15.3.2. Pueden ser convalidadas expresa o tácitamente. 15.3.3. Se presume el perjuicio. 

15.4. Nulidades secundarias Son las que privan a las partes de una facultad procesal. Las nulidades que tienen este carácter: 1504.1. Sólo son declarables a petición de parte. 1504.2. Sólo proceden cuando exista interés y se acredite el perjuicio. 1504.3. Son siempre convalidables.

CAPITULO XVII PLAZOS PROCESALESCAPITULO XVII PLAZOS PROCESALES 

SUMARIO: l. Concepto.- 2. Clasificación. 2.1. Legales. 2.2. Ju¬diciales. 2.3. Convencionales. 2.4. Perentorios 2.5. No perento¬rios 2.6.

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Prorrogables. 2.7. Improrrogables. 2.8. Individual. 2.9. COJ. 2.10. Ordinario. 2.11. Extraordinario.- 3. Carácter. 3.1. Obligación del secretario. 3.2. Alcance.- 4. Facultad del juez para fijar plazos.- 5. Terceros.- 6. Cómputo de los plazos. 6.1. Dies a quo. 6.2. Plazo individual y plazo común. 6.3. Plazo en días. 6.4. Plazo en horas. 6.5. Plazo en meses. 6.6. Normas del Código Ci¬vil.- 7. Habilitación tácita.- 8. Suspensión e interrupción. 8.1. Sus¬pensión. 8.1.1. Clases. 8.1.1.1. Suspensión por virtud de la ley. 8 .. 1.1.2. Suspensión por resolución judicial. 8.1.1.3. Suspensión por acuerdo de partes. 8.1.1.3.1. Requisitos. 8.1.1.4. Suspensión de hecho. 8.2. Interrupción. 8.3. Notificación.- 9. Días y horas há¬biles. 9.1. Días hábiles. 9.2. Horas hábiles. 9.2.1. Actuaciones en el expediente. 9.2.2. Actuaciones fuera del expediente.- 10. Feria judicial.- 11. Habilitación de horas y días inhábiles.- 12. Plazo de gracia.- 13. Ampliación del plazo en razón de la distancia. 13.1. Carácter. 13.2. Derogación. 13.3. Tabla de distancias.- 14. Abre¬viación convencional. 14.1. Requisitos. 

1. CONCEPTO Plazo es la medida de tiempo señalada para la realiza¬ción de un acto o para la producción de sus efectos jurídicos. 

Los plazos procesales son los lapsos, establecidos en la ley, fijados por los jueces o convenidos por las partes para la realización de los actos procesales. El tiempo crea, modifica y extingue derechos procesales. Dentro de los plazos deben cum-plirse las cargas procesales si no se quiere padecer las conse¬cuencias de su incumplimiento. 

La diferencia que existe entre plazo y término consiste, en que éste es el último momento de duración del plazo, el instante en que fenece: "dies ad quem". El plazo que corresponde a las partes para el ejercicio de su defensa es un elemento que integra el Principio de su invio¬labilidad. 

Todo en la vida transcurre dentro de un determinado tiem¬po. El proceso también. En éste hay que encontrar -como casi siempre en todas las cosas- el justo medio. Es decir, un proceso no demasiado largo (Principio de transitoriedad), porque la Justicia que llega tarde, muchas veces, no es Justicia. Ni de¬masiado corto que no permita a las personas tener el tiempo ", razonable (Principio de justicia) para ser escuchadas y probar, para tener, en suma, su "día en el tribunal". 

2. CLASIFICACION Los plazos pueden ser clasificados en: 

2.1. Legales Cuando expresamente los establece la ley, v.g.: plazo para contestar la demanda (Arts. 222 y 234 CPC). 

2.2. Judiciales Son los fijados por el juez o tribunal, v.g.: plazo ex¬traordinario de prueba cuando la misma haya de producirse fuera del territorio de la República (Art. 255 CPC). 

2.3. Convencionales Son los fijados en común acuerdo entre las partes, siendo necesarias petición escrita y resolución judicial, v.g.: abre¬viación convencional del plazo (Art. 148 CPC). 

2.4. Perentorios Son aquellos que vencidos producen la caducidad del derecho, sin necesidad de actividad alguna ni del juez ni de la parte contraria (Art. 145 CPC). 

2.5. No perentorios Cuando se necesita una actividad de la parte contraria para producir la caducidad del derecho procesal. El acto pue¬de ser ejecutado, no obstante la expiración del plazo, mientras no se produzca la actividad de la parte solicitando el decai¬miento del derecho, "actitud - dice ALSINA- que se concreta en la expresión no muy exacta, pero ya corriente, de acusación de la rebeldía". 

2.6. Prorrogables Cuando pueden ser prolongados por resolución judicial mediante petición oportunamente realizada, es decir, antes de haber vencido el plazo. El plazo acordado por el juez corre seguidamente al plazo originario sin solución de continuidad. 

2.7. Improrrogables Cuando no pueden extenderse expresamente. Todo pla¬zo perentorio tiene a su vez el carácter de ser improrrogable. Pero no todo plazo improrrogable es perentorio, pudiendo pro¬longarse de hecho y cumplirse el acto omitido con posteriori¬dad a su vencimiento hasta tanto la parte contraria denuncie dicho vencimiento. 

2.8. Individual Es el fijado sólo a una de las partes para realizar un determinado acto procesal, computándose independientemen¬te para cada parte a quien afecta, V.g.: plazo para contestar la demanda (Arts. 222 y 234 CPC). 

2.9. Común Cuando dentro del mismo la posibilidad de realizar actores procesales comprende a las dos partes, v.g.: plazo ordinario de prueba (Art. 253 CPC). Los plazos comunes comienzan a co¬rrer desde la última notificación efectuada, venciendo para to¬das las partes en el mismo momento. 

2.10. Ordinario Se halla fijado en la ley para los casos comunes sin en¬trar a considerar ninguna circunstancia especial, v.g.: plazo or¬dinario de prueba y plazo para su ofrecimiento (Art. 253 CPC). 2.11. Extraordinario Se otorga en atención a determinadas circunstancias de acuerdo con las cuales se establece su duración, V.g.: plazo extraordinario de prueba (Art. 255 CPC), emplazamiento a per¬sona que reside fuera del país (Art. 143 CPC). 

3. CARACTER La norma procesal establece la regla general de que para las partes los plazos legales y judiciales tienen el carácter de perentorios e improrrogables (Art. 145, ler. p: CPC). 

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Para que se produzca el efecto preclusivo que tiene el plazo perentorio no se requiere ni pedido de parte ni resolu¬ción del juez. Los plazos perentorios fenecen por su solo transcurso (Art. 145, 3er. p. CPC). Vencido el plazo ya no podrá llevarse a cabo el acto procesal para el cual estaba previsto (Principio de preclusión). Con el carácter perentorio otorgado a los plazos se bus¬ca obtener celeridad procesal; por ello el órgano judicial, sin necesidad de que medie petición alguna de parte, debe dictar seguidamente la resolución que corresponda para la marcha ininterrumpida del proceso (Art. 145, 2° p. CPC). 

3.1. Obligación del secretario El Código de Organización Judicial dispone, al refe¬rirse a las obligaciones de los secretarios, que los mismos deben "dar cuenta a los jueces del vencimiento de los plazos que determinan la prosecución de oficio de los asuntos o cau¬sas" (Art. 186, inc. f) COJ). 

3.2. Alcance Los plazos son también perentorios e improrrogables para los representantes del Ministerio Público y los funcio¬narios públicos judiciales o de cualquier naturaleza, sin dis¬tinción del título o carácter con el que intervienen en los pro¬cesos. Siendo así, las reglas del Código Procesal Civiles son enteramente aplicables, debiendo cumplir los actos procesales a su cargo dentro de los mismos plazos que las partes, salvo disposición de leyes especiales (Arts. 41 CPC). De este modo se pretende la agilización del proceso. Se funda en el Principio de igualdad que debe regir pura todos los que intervienen en el proceso sean jueces, partes, terceros, funcionarios o representantes del Ministerio Público. Dice LASCANO: "Los funcionarios públicos por 10 mismo que tienen una representación oficial, deben ser los prime¬ros en cumplir la ley. Su desidia o abandono no puede ser tolerado ni amparado so color de que directa o indirectamente defienden intereses generales". Infortunadamente hasta el presente, en nuestro proceso el carácter perentorio e improrrogable de los plazos Pro¬cesales no alcanza a los jueces, siento éste - no el único motivo de la morosidad judicial con todas sus nefastas con¬secuencias. 

4. FACULTAD DEL JUEZ PARA FIJAR PLAZOS En nuestro Derecho procesal el juez tiene atribución puna fijar plazos. Son los denominados plazos judiciales. 

En efecto, dispone que cuando el Código no fije ex¬presamente el plazo dentro del cual debe cumplirse determi¬nado acto el juez "podrá" hacerlo (Art. 146 CPC). La disposición debió haber dicho «deberá» hacerlo, en razón de que, además de ser una facultad del juez es también un deber. Facultad, en cuanto puede establecer el número de días que concede de acuerdo a la naturaleza del proceso, la importancia de la diligencia y otras circunstancias que de¬ben quedar a su prudente arbitrio evaluar. Deber, en el sen¬tido de que se trata de una imposición legal necesaria para la marcha del proceso. En los casos en que, por cualquier motivo, el juez no haya fijado el plazo, la norma mencionada, salvando la lagu¬na legislativa y la inactividad del órgano judicial establece un plazo de cinco días, como regla general, para la ejecu¬ción del acto de que se trate (Art. 146, in fine CPC). Algunos supuestos de fijación judicial del plazo, son: 4.1. Apoderado 4.1.1. Renuncia: Plazo al poderdante para reemplazar al apo¬derado o comparecer por sí (Art. 64, inc. b) CPC). 4.1.2. Muerte o inhabilidad del apoderado: Plazo para que el mandante comparezca por sí o por nuevo apoderado (Art. 64, inc. f) CPC). 

4.2. Notificación Emplazamiento a persona que reside fuera del país (Art. 143 CPC). 4.3. Expedientes Préstamo: Plazo para la devolución (Art. 118, 2°. p. CPC). 4.4. Sentencia Plazo para su cumplimiento (Art. 159, inc. f) CPC). 4.5. Demanda Plazo para que el actor exprese lo necesario a fin de es¬clarecer la competencia del juez (Art. 216, 20. p. CPC). 4.6.Arraigo Plazo dentro del cual debe arraigar el actor (Art. 225, 20. p. la. p. CPC). .4.7. Prueba 4.7.1.Fijación del plazo ordinario dentro del límite legal (Art. 253, ler. p. CPC). 4.7.2. Fijación del plazo extraordinario (Art. 255 CPC). 4.7.3. Suspensión del plazo para alegar (Art. 267 CPC). 4.7.4. Plazo probatorio en el juicio ejecutivo (Art. 468 CPC). 4.7.5. Exhibición de documentos (Art. 304, 2a. p. CPC). 4.7.6. Peritos: Plazo para expedirse (Art. 348, inc. d) la. p. CPC). 

5. TERCEROS Una cosa es el plazo procesal para las partes y los terce¬ros que intervienen en el juicio. Pero otra cosa distinta es el p lazo que afecta a los terceros propiamente dichos, es decir, a aquellas personas que no se encuentran interviniendo aún en el proceso. En relación a estas personas deben seguir otros criterios, que no son los mismos que los establecidos para aquéllos. El juez cuando fije un plazo que tenga relación con un tercero que no interviene o no se encuentra vinculado al pro¬ceso (tercero en sentido estricto), deberá: 

Precisar la naturaleza del plazo (civil o procesal). 

Determinar su carácter (perentorio, prorrogable, etc.). Establecer si es en horas, días o meses y su número. Si el juez no cumple estos extremos se entenderá que el plazo es civil y no perentorio, siendo continuo y completo por lo que se computarán también los días y las horas inhá¬biles, de acuerdo con las previsiones de los Arts. 341 y 342 del C. Civil. 

6. COMPUTO DE LOS PLAZOS El cómputo del plazo tiene una importancia fundamental en el proceso, en razón de que el ejercicio de los dere¬chos y facultades procesales debe practicarse oportunamente, vale decir, dentro del plazo establecido. 

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La duración del plazo comprende el lapso desde el co¬mienzo "dies a quo" y hasta que termina "dies ad quem". Este lapso "distancia temporis", en consecuencia, media en¬tre ambos términos: el inicial (a quo) y el final (da quem). 

6.1. "Dies a quo" Se denomina de este modo el momento desde el cual el plazo comienza a correr a los efectos de su cómputo. Tiene especial importancia su determinación precisa porque compren¬de todos los, plazos, sean ellos legales, judiciales o convencionales (Art. 147 CPC). 6.2. Plazo individual y plazo común A los efectos del cómputo la primera distinción que corresponde hacer es diferenciar el plazo individual del plazo común. 

El plazo individual corre para cada parte en forma independiente desde su respectiva notificación, v.g: plazo para con¬testar la demanda (Arts. 222 y 234 CPC), para interponer un recurso (Art. 396 CPC) o para alegar (Art. 379 CPC). El plazo común comienza a correr por igual para to¬dos, desde la última notificación practicada, venciendo igual¬mente para todos los mismos días, v.g.: plazo ordinario de prueba (Art. 253 CPC). 

6.3. Plazo en días Los plazos en días se consideran completos, comien¬zan a la medianoche del día en que se produjo la notifica¬ción y terminan a la medianoche del día de su vencimiento. En el cómputo no se tiene en cuenta el día que se practi¬ca la notificación. También quedan excluidos los días inhá¬biles, que son los fijados en la ley, v.g.: domingos y feria¬dos; los que establezca la Corte Suprema de Justicia por Acor¬dada, v.g.: los días sábados y la feria judicial del mes de enero (Arts. 362 y 363 COJ). 

6.4. Plazo en horas El plazo en horas se computa de manera diferente al plazo en días. Si se trata de un plazo en horas correrá de momento a momento, vale decir, desde la misma hora en que se produjo la notificación, venciendo al terminar la última de las horas fijadas. Si se trata de un plazo en horas en los casos de notifica¬ción automática, el plazo se computa, por razones de seguri¬dad y certeza, desde la última hora de funcionamiento de las oficinas del Poder Judicial del día martes o jueves, en su caso. El plazo en horas corre ininterrumpidamente, pero si media un día feriado no se tienen en cuenta las horas del mismo. 

6.5. Plazo en meses En los plazos por meses no se excluyen los días inhábiles porque así 10 aconsejan razones prácticas referidas a la comodidad y certeza en el cómputo, V.g.: caducidad de ins¬tancia (Art. 173 CPC). 

Los plazos fijados en meses o años terminan el día que los respectivos meses tengan el mismo número de días de su fecha. Si el mes en que ha de comenzar un plazo contare con más días que el del mes en que ha de terminar, el último día del plazo será el último día del mes (Arts. 339 y 340 CC). 

6.6. Normas del Código Civil El Código sustancial regula la materia en los Arts. 334 al 342. Tienen relevancia procesal, particularmente, los si¬guientes artículos que se transcriben: "Si el plazo se fijare por meses o por años, se contará el mes de treinta días, y el año de trescientos sesenta y cinco días, por el calendario gregoriano" (Art. 337 CC). 

"Los plazos en días se contarán desde el día siguiente al de la celebración del acto. Si el plazo está señalado por días a contar desde uno determinado, quedará éste excluido del cóm¬puto. El plazo incluye el día del vencimiento. Si fuere domin¬go o feriado, el cumplimiento tendrá lugar el primer día si¬guiente que no lo sea" (Art. 338 CC). 

"El plazo establecido por meses o por años concluirá al transcurrir el día del último mes que tenga el mismo número que aquél en que comenzó a correr el plazo" (Art. 339 CC). 

"Cuando el plazo comenzara a correr desde el último día de un mes de más días que aquél en que terminara el pla¬zo, éste vencerá el último día de este mes" (Art. 340 CC). 

"Todos los plazos serán continuos y completos, debien¬do siempre terminar en la medianoche del último día. Se com¬putarán los días domingos y feriados, salvo disposición expre¬sa en contrario"(Art. 341 CC). "Las disposiciones de los artículos anteriores serán apli¬cables a todos los plazos señalados por las leyes, por los jue¬ces o por las partes en los actos jurídicos, siempre que en las leyes o en esos actos no se disponga de otro modo" (Art. 342 CC). 

7. HABILITACION TACITA La diligencia iniciada en día y hora hábiles, podrá lle¬varse hasta su fin en horas inhábiles sin necesidad de que se decrete la habilitación. Si no pudiere terminarse en el día, continuará en el siguiente hábil, a la hora que en el mismo acto establezca el juez o tribunal, dispone la norma procesal (Art. 110 CPC). La habilitación tácita de los días y horas inhábiles se funda en el Principio de economía procesal y tiene por obje¬to la agilización del proceso y evitar los perjuicios que pu¬dieran causar la interrupción, permitiendo, de este modo, mediante la habilitación tácita, que concluya la diligencia que no pudo el día inicialmente fijado en forma automática, es decir, sin necesidad de pedido, substanciación, ni resolución. Se debe labrar acta con constancia del estado de la dili¬gencia y la fijación del día y hora habilitados para su prose¬cución, notificándose en el mismo acto a las partes intervinientes.La habilitación tácita de las horas inhábiles debe referirse y limitarse a la diligencia concreta de que se trate, v.g.: una diligencia de embargo iniciada en hora hábil puede proseguir hasta su conclusión en hora inhábil. Ç

8. SUSPENSION E INTERRUPCION La suspensión y la interrupción de los plazos son dos conceptos que deben tenerse claros por sus innegables consecuencias prácticas. 

8.1. Suspensión Un plazo se suspende cuando en determinado momento queda detenido por un lapso y luego prosigue. No se computa el período de la

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detención pero sí el anterior a ella, el cual se suma al posterior para obtener el total del plazo. Dice PODETTI, suspender implica privar temporariamente de efectos a un plazo, sin utilizar a sus fines un lapso del mismo. 

8.1.1. Clases: La suspensión de los plazos procesales puede acontecer por diversos motivos: 8.1.1.1. Suspensión por virtud de la ley: Cuando una nor¬ma así lo establezca en forma expresa, v.g.: incompetencia por inhibitoria (Art. 13 CPC), intervención excluyente (Art. 79 PC), tercería de dominio (Art. 83 CPC), citación de evicción (Art. 89 CPC), incidente de acumulación de proce¬sos (Art. 126 CPC), alegación de hechos nuevos (Art. 250 CPC), recurso de aclaratoria (Art. 388, 20. p. CPC) y, en general, la promoción de todo incidente que impida la con¬secución del proceso principal (Art. 181 CPC). 

8.1.1.2. Suspensión por resolución judicial: Ocurre cuan¬do se produce un acontecimiento previsto en la ley que de¬termina que el juez deba resolverlo, v.g.: fallecimiento o in¬capacidad de la parte que actúa personalmente en el proceso (Art. 50 CPC); muerte o inhabilidad del apoderado (Art. 64, inc. f) CPC); muerte o incapacidad sobreviniente del poderdante (Art. 64, inc. e) CPC), o cuando exista imposibi¬lidad de obrar como consecuencia de motivos graves, v.g.: guerra, revolución, huelga general, etc .. 8.1.1.3. Suspensión por acuerdo de partes: El Código Pro¬cesal Civil concede a las partes la facultad de acordar, me¬diante manifestación expresa al respecto, la suspensión de los trámites del proceso durante un tiempo máximo de seis meses. Esta suspensión podrá ser usada sólo una vez en cada instancia, procurando de este modo no prolongar en demasia la substanciación del proceso (Art. 152 CPC). 

La medida se justifica cuando es necesario obtener un paréntesis en la contienda judicial, durante el cual las partes podrían negociar con mayor calma la solución de la controversia. 

8.1.1.3.1. Requisitos: La norma procesal contiene las for¬malidades que deben cumplirse para su admisibilidad: 8.1.1.3.1.1. Constar por escrito. 8.1.1.3.1.2. Contener la conformidad de los mandantes y del Ministerio Público, en su caso.8.1.1.3.1.'3. Homologación judicial. 8.1.1.4. Suspensión de hecho: Se produce cuando materialmente resulta imposible continuar el trámite del proceso, V.g.: cuando en razón de haberse concedido un recurso de apelación, el expediente es elevado a la instancia superior; consecuentemente resulta imposi¬ble la realización de ningún acto procesal en la instancia inferior. 8.2. Interrupción Un plazo se interrumpe cuando ocurre un hecho que tie¬ne por efecto borrar la parte del plazo que ha corrido hasta ese momento. El plazo transcurrido no se computa. El plazo co¬mienza a correr de nuevo, v.g.: la deducción de una excep¬ción previa interrumpe el plazo para contestar la demanda (Art. 223, 2°. p.CPC), la declaración judicial de la nulidad de un acto procesal (notificación nula), la integración defi¬nitiva del tribunal arbitral (Art. 783, 40. p. CPC). La interrupción puede acontecer en virtud de la ley, como en los ejemplos mencionados precedentemente, por re¬solución judicial o de hecho. Será de hecho, cuando en razón de un determinado acto se purga un lapso anterior de inactividad, v.g.: interrupción del plazo de caducidad de la instancia. 

La interrupción podrá decretarse judicialmente cuando se den las circunstancias señaladas en el supuesto de la sus¬pensión del plazo, v.g.: revolución, guerra, huelga general, etc. 8.3. Notificación Las resoluciones que disponen la reanudación de los pla¬zos suspendidos o la reiniciación de los interrumpidos serán notificadas por cédula o personalmente (Art. 133, inc.e) y 2°. p. CPC). 

9. DIAS y HORAS HABILES Los actos procesales, como regla, deben llevarse a cabo en días y horas hábiles para su validez; de lo contrario po¬drían estar afectados de nulidad (Art. 109, 1 er. p. CPC). 

9.1. Días hábiles Son días hábiles todos los del año menos los exceptua¬dos por la ley y los que disponen los Acordadas de la Corte Suprema de Justicia (Art. 109, in fine CPC). Son días hábiles procesales todos los días de la semana con excepción de los sábados y los domingos. Siendo así, en el cómputo de los plazos procesales no se cuentan los días sábados, domingos y feriados nacionales o judiciales, estos úl-timos dispuestos por Acordadas de la Corte Suprema de Justicia. 9.2. Horas hábiles La norma procesal de modo inexplicable no establece cuáles son las horas hábiles. Tampoco existe una Acordada de la Corte Suprema de Justicia que regule la cuestión. Siendo así, deben tenerse por horas hábiles las compren¬didas entre la salida y la entrada del sol, porque ésta es la costumbre procesal existente en la materia, porque una inter¬pretación histórica así lo aconseja y porque ante un vacío legal debe considerarse la plenitud hermética del ordenamiento jurí¬dico, que consiste en el carácter esencial que tiene todo or¬denamiento jurídico de constituir una estructura total, conti¬nua y cerrada que excluye la posibilidad de la existencia de lagunas en la ley (Arg. Art. 6 CC). No obstante deben distinguirse: 9.2.1. Las actuaciones en el expediente: En este supuesto son hábiles las horas de funcionamiento de los tribunales, sin perjuicio de la habilitación de las horas inhábiles, la habi¬litación tácita y el plazo de gracia. 9.2.2. Las actuaciones fuera del expediente: Hasta que no se modifique el Art. 109 del CPC o se dicte la Acordada co¬rrespondiente, son hábiles las horas de los días hábiles, o de los habilitados, desde la salida hasta la puesta del sol, v.g.: diligencia que debe cumplir el secretario, el oficial de justi¬cia, el ujier notificador, el perito, etc .. El Proyecto Mendonga disponía al efecto: "Son horas hábiles las comprendidas dentro del horario establecido por la Corte Suprema de Justicia para el funcionamiento de los tribunales; pero respecto de las diligencias que los jueces, funcionarios o empleados deban practicar fuera de la ofici¬na, son horas hábiles las comprendidas entre las siete y las doce y las quince y las dieciocho" (Art. 119, 2° p. PM). 

10. FERIA JUDICIAL La feria judicial se halla legislada en el Código de Or¬ganización Judicial, que dispone: "Se establece el mes de enero como feria judicial (Art. 362 COJ). La Corte Suprema de Justicia determinará la forma en que debe atenderse du¬rante la feria el despacho de los asuntos urgentes, según las leyes de procedimientos. La feria no regirá para los jueces de Paz y de Instrucción Criminal" (Art. 363 COJ). 

La habilitación de la feria tiene carácter excepcional. 

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Se la decreta con el fin de evitar la frustración de un dere¬cho, o que se produzcan perjuicios irreparables, o para el cumplimiento de medidas ya ordenadas. Las Acordadas s/n de fecha 26 de diciembre de 1930, No. 1 del 6 de enero de 1940; No. 23 del 26 de diciembre de 1940 y 21 del 30 de diciembre de 1942, se refieren a los asun¬tos que pueden tramitarse durante la feria judicial. 11. HABILITACION DE HORAS Y DIAS INHABILES El Código de Organización Judicial dispone: "Los jue¬ces podrán habilitar días feriados y horas inhábiles cuando los asuntos de su competencia así lo requieran" (Art. 196, 2° p. COJ). Esta disposición, que constituye un complemento del Art. 109 del CPC, tiene, por objeto permitir que se practique una diligencia urgente a fin de evitar que se frustre un derecho o se ocasione un perjuicio. La habilitación requiere que el juez o la parte acredi¬ten la existencia de justa causa y peligro de producirse un perjuicio, La habilitación se otorga exclusivamente para el caso particular de que se trata. 

Cuando se produce la suspensión del plazo para ale¬gar, los jueces podrán habilitar días y horas inhábiles para la recepción oportuna de la prueba (Art. 268 CPC). 

En el juicio de Amparo, durante su sustanciación y en la ejecución de la sentencia que se vaya a dictar, quedarán habilitados días y horas inhábiles por imperio de la ley (Art. 585, 1er. p. CPC). 

12. PLAZO DE GRACIA El Código Procesal Civil dispone: "Los escritos dirigi¬dos a los jueces y tribunales podrán presentarse hasta las nue¬ve horas del día hábil siguiente al último día del plazo fija¬do. Los que se presenten después no serán admitidos" (Art. ,150 CPC). 

El cargo es la constancia firmada que el funcionario ju¬dicial competente estampa al pie de los escritos presentados en su oficina dejando consignados la fecha, la hora, la persona que lo suscribe o remite y los recaudos acompañados. La norma mencionada suple la utilización del denomina¬do "cargo notarial" (establecido por Acordada No. 22 de fe¬cha 18 de diciembre de 1908), en cuya virtud los escritos que se pretendían presentar el último día del plazo fuera del horario de oficinas del Poder Judicial, se podían presentar ante un notario público quien asentaba el cargo, comprome¬tiéndose éste a presentar el escrito en la secretaría del juzga¬do o tribunal correspondiente, pudiendo hacerlo hasta las nueve horas del día siguiente hábil, todo ello fundado en que el plazo recién se considera efectivamente vencido a la me¬dianoche del último día (Art. 341, la p. CC). 

Al establecerse expresamente el denominado plazo de gracia, se cumple igual objetivo que el mencionado preceden¬temente y, a su vez, se evitan a las partes gastos y molestias innecesarios. 

Los escritos presentados después de la hora señalada no serán admitidos, debiendo dejarse constancia -por el secreta¬rio- de su presentación tardía y rechazo. 

AMPLIACION DEL PLAZO EN RAZON DE LA DISTANCIA 

La norma procesal contempla la ampliación automática del plazo en razón de la distancia, solamente para los actos o diligencias procesales que deban cumplirse dentro del territorio de la República pero fuera, del asiento del juz¬gado o tribunal. Siendo así, este plazo ampliado no se aplica para aque¬llos actos procesales que deben cumplirse en la sede del tri¬bunal, v.g.: contestación de la demanda. La ampliación es de un día por cada cincuenta kiló¬metros en la Región oriental y un día por cada veinticinco kilómetros en la Región occidental o Chaco. 

13.1. Carácter La ampliación se produce por ministerio de la ley en forma automática, sin necesidad de petición de parte ni declaración judicial. 

No corresponde confundir el plazo de ampliación, con el plazo extraordinario de prueba. El plazo de ampliación es un plazo legal que funciona «ministerio legis». El plazo extraor¬dinario de prueba es judicial y exige el cumplimiento de deter-minados requisitos para que proceda su concesión (Arts. 255 al 260 CPC). 

13.2. Derogación 

La descentralización judicial de la República, mediante la creación y funcionamiento de las nuevas circunscripcio¬nes judiciales que abarcan todo el país, así como la amplia¬ción de las vías de comunicación hacen razonable pensar en la derogación de esta disposición procesal que tuvo su im¬portancia en otro momento histórico de la República. La Ley 635/85, que Reglamenta la Justicia Electoral, expresamente dispone en este sentido que no habrá ampliación de los pla¬zos procesales en razón de la distancia. 

13.3. Tabla de distancias 

La Corte Suprema de Justicia mandó elaborar, a través del Ministerio de Obras Públicas y Comunicaciones, una tabla de distancias, a los efectos de dar certeza sobre este impor¬tante aspecto. En la tabla se consignan las distancias existentes entre la Capital y diversas localidades del interior de la República. 

La Corte debería actualizar la tabla que cuenta con sus buenos años, al punto que varias localidades han cambiado de nombre y otras muchas ni siquiera figuran en la misma. 

14. ABREVIACION CONVENCIONAL 

Fundado en los Principios de celeridad procesal y razonabilidad, porque resulta del todo lógico suponer que las partes abrevian¬do los plazos pueden llegar cuanto antes a la conclusión de la controversia que produjo el litigio, la ley procesal concede a los litigantes la facultad de acordar la abreviación de los plazos procesales. 

14.1. Requisitos 

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La norma contenida en el Art. 148 del CPC, al conceder a las partes la facultad, establece cuáles deben ser los requisi¬tos que deben cumplirse: 

14.1.1. Acuerdo expreso manifestado al órgano judicial por escrito.

14.1.2. Resolución judicial, la que debe establecer claramente el lapso de la abreviación, por elementales razones de certeza y seguridad.

CAPITULO XVIII - COMUNICACION DE LOS ACTOS PROCESALESCAPITULO XVIII COMUNICACION DE LOS ACTOS PROCESALES 

SUMARIO: 1. Generalidades. Importancia.- 2. Notificación. 2.1. No¬tificación, citación, emplazamiento e intimación. Conceptos. 2.2. Función. 2.3. Carácter.- 3. Clasificación. 3.1. Por el lugar. 3.2. Por la forma.- 4. Notificación automática. 4.1. Regla general. 4.2. Condiciones. 4.2.1. Que sea el día indicado en la ley. 4.2.2. Que el expediente se encuentre en secretaría. 4.2.3. Notificación por cé¬dula de resoluciones que deben serlo por automática. 4.2.4. Plazo en días. 4.2.5. Plazo en horas.- 5. Notificación por cédula. 5.1. Cédula. Concepto. 5.2. Contenido. 5.3. Copias de escritos o docu¬mentos. 5.4. Ujier. 5.5. Formalidades. 5.6. Entrega de la cédula. 5.7. Aviso. 5.8. Fijación de la cédula en la puerta.- 6. Notificación personal.- 7. Notificación tácita. 8. Notificación por carta certifi¬cada o telegrama colacionado-. 8.1. Requisitos. 8.2. Formalidades. 8.3. Fecha de la notificación. 8.4. Gastos.- 9. Notificación por edictos. 9.1. Concepto. 9.2. Procedencia. 9.2.1. Personas incier¬tas. 9.2.2. Personas cuyo domicilio se ignore. 9.2.3. Cómputo del plazo. Publicación. 9.2.4. Notificación por edictos al demanda¬do.- 10. Emplazamiento a persona que reside en el extranjero. 10.1. Fijación del plazo.- 11. Notificación al Ministerio Público y a los funcionarios judiciales.- 12. Oficios. 12.1. Concepto. 12.2. Forma.- 13. Exhortos. 13.1. Concepto. 13.2. Forma.13.3. Conte¬nido. 13.4. Tratados y acuerdos internacionales. 13.5. Reglas apli¬cables a la recepción de exhortos. 13.5.1. Autenticación y legalización. 13.5.2. Diligenciamiento. 13.5.3. Designación de la per¬sona encargada.- 14. Nulidad de la notificación. 14.1. Responsabilidad del funcionario. 14.2. Impugnación. Vía procesal.- 15. Tras¬lado.- 16. Vista.- 17. Resolución inmediata. 

l. GENERALIDADES. IMPORTANCIA El proceso genera una actividad que es cumplida por diversas personas y que, además, las relaciona. Una de esas actividades consiste en las comunicaciones que se producen del tribunal hacia el exterior y del exterior hacia el tribunal, lo cual tiene una importancia trascendental en la marcha del proceso. Por la vigencia del Principio de la bilateralidad toda peti¬ción de alguna de las partes del proceso, así como toda resolu¬ción del órgano jurisdiccional, deben hacerse conocer a la contraparte para mantener el Principio de igualdad, a los efec-tos del ejercicio del derecho de defensa en juicio. Toda resolución judicial debe ser notificada por algunos de los medios previstos en la ley. Una resolución judicial, dice ALSINA, es procesalmente inexistente mientras no se la ponga en conocimiento de los interesados y, en consecuencia, ni les beneficia ni les perjudica. Esta comunicación de las resolucio¬nes judiciales se lleva a cabo a través de las notificaciones. Sólo a partir de la notificación comienza a computarse el plazo para interponer los recursos legales contra la respectiva reso¬lución judicial o para cumplir un acto procesal. 

También en el curso del proceso, por diversos moti¬vos, se puede necesitar el concurso de terceros, para lo cual hay que comunicarles a los efectos de que puedan in¬tervenir en él, v.g.: la declaración de un testigo, el informe de una repartición pública, etc. 

A su vez, en ciertos procesos se puede precisar que otro tribunal, nacional o extranjero, efectúe determinadas diligen¬cias procesales, en razón de que aquél no tiene competencia en el lugar donde deben llevarse a cabo. Esto se realiza me-diante la cooperación judicial que debe existir en el ámbito nacional e internacional para la eficacia del servicio de justicia. Es cierto que toda esa actividad comunicadora, que por lo general realiza el órgano jurisdiccional, no integra, precisa¬mente, la jurisdicción, por ello se la denomina secundaria. Pero, a nadie escapa la importante función que cumple en el proce¬so, no obstante la denominación que pueda otorgársela. El régimen de las comunicaciones procesales tiene ca¬racterísticas formales con el objeto de otorgar suficientes ga¬rantías a los justiciables. Su violación produce la nulidad. Lo dicho no significa olvidar el fin trascendental que cumplen las formas en el proceso, en cuya virtud si el acto, aunque irregular, cumplió su cometido, no debe ser invalidado. 

2. NOTIFICACION 2.1. Notificación, citación, emplazamiento e intimación. Conceptos La notificación, la citación, el emplazamiento y la inti¬mación son modos mediante los cuales se comunican los actos de proceso a las personas. Cada uno de ellos tiene una signifi¬cación jurídica determinada; por ello conviene distinguirlos. 

La notificación es el acto mediante el cual se hace saber a las partes o a los terceros una resolución judicial u otro acto de procedimiento. La citación es el acto en cuya virtud se requiere a al¬guien que concurra al tribunal a fin de realizar un acto proce¬sal determinado, en el preciso lugar, fecha y hora señalados, v.g.: audiencia de absolución de posiciones, audiencia para de¬claración testifical, etc. 

El emplazamiento consiste en un llamamiento con plazo realizado por el juez para que una persona comparezca en un proceso, a fin de ejercer su defensa o cumplir con lo que se le mandare, v.g: contestar la demanda, etc. 

La intimación es el requerimiento realizado a una per¬sona como consecuencia de un mandato judicial para que cum¬pla un acto o se abstenga de hacerlo, V.g.: intimación de pago. 

La norma procesal preceptúa que se dejará copia fiel en el expediente de toda comunicación que se libre (Art. 128, 2° p. CPC). 

2.2. Función La notificación tiene una importancia trascendental en el proceso pues cumple una doble función: 

2.2.1. Asegurar la vigencia del Principio de bilateralidad. 2.2.2. Determinar con precisión el punto de referencia para el cómputo de los plazos procesales «dies a quo», a fin de poder cumplir dentro de los mismos un acto procesal o impugnar una resolución. 

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2.3. Carácter La notificación es un acto procesal de comunicación, au¬tónomo, distinto a su contenido, que es 10 que se comunica. 

Como todo acto procesal, se halla sujeto a determina¬das formas, inclusive relativas a su documentación. Como acto procesal autónomo, su irregularidad y su eventual nulidad no trascienden a su contenido, es decir, al acto que se notifica, v.g.: la nulidad de la notificación de la sentencia no alcanza ni afecta a ésta. Mediante la notificación, por la general, se completa y perfecciona el acto procesal que es su contenido, V.g.: una vez notificada la sentencia, comienza a correr el plazo para in¬terponer los recursos, el que vencido la vuelve firme. Lo mismo acontece con la demanda que una vez noti¬ficada, el actor no puede modificarla, ni ampliar o restringir sus pretensiones (Art. 217 CPC). 

3. CLASIFICACION 

3.1. Por el lugar De acuerdo con el lugar donde la notificación se practi¬ca, ella puede ser: en la sede del tribunal, en cuyo caso la parte debe venir a la oficina a cumplir el acto; o en el domicilio de la persona, en cuyo caso es el tribunal quien se traslada. El primer supuesto implica la notificación automática, en virtud de la cual el interesado, dadas ciertas circunstancias que se verán después, se tiene por notificado en la sede del tribunal. Lo segundo acontece en la notificación por cédula en el domicilio de la persona. Las resoluciones pronunciadas en las audiencias se tie¬nen por notificadas a quienes estén presentes o hayan debido concurrir al acto. 3.2. Por la forma En atención a la forma como se efectúa la notificación, puede ser: notificación automática, notificación tácita, notifica¬ción personal, notificación por cédula, notificación por tele¬grama o carta certificada y notificación por edictos. Este criterio es el seguido por el Código Procesal Civil al regular el régimen de las notificaciones procesales. 

4. NOTIFICACION AUTOMATICA 

4.1. Regla general El Código Procesal Civil establece, como regla general en materia de notificaciones, el sistema de la notificación auto¬mática o por ministerio de la ley. 

Siendo así, por el hecho de haber tomado intervención en un proceso y sin necesidad de llenar ninguna formalidad, se produce la notificación de las resoluciones judiciales que en el mismo se pronuncien el día martes o jueves inmediatamente subsiguiente a aquel en que fueron dictadas, o el siguiente dia hábil, si alguno de ellos fuere feriado (Art. 131 CPC). Los litigantes o sus representantes, como consecuencia del sistema automático de notificación, tienen la carga proce¬sal de concurrir determinados días a informarse del estado del proceso en el que intervienen. 

4.2. Condiciones Para que una resolución judicial quede notificada en for¬ma automática deben cumplirse dos condiciones: 

4.2.1. Que sea el día indicado en la ley: martes o jueves. Si fuesen feriados, el siguiente día hábil. 

En razón de que la notificación se produce "ministerio legis" los días establecidos expresamente en la norma, no es necesaria la fijación de dichos días por el juez o tribunal como impropiamente a veces acontece. La resolución dictada en uno de los días establecidos por mandato legal: martes o jueves, quedará notificada el si¬guiente día de notificaciones, vg.: la resolución dictada el día martes queda notificada el siguiente día de notificación, es de¬cir, el jueves. Si el día indicado en la ley, martes o jueves, fuera fe¬riado, la resolución quedará notificada el siguiente día há¬bil, es decir, el miércoles o el viernes, en su caso. 

4.2.2. Que el expediente se encuentre en secretaría: La no¬tificación automática se funda en la presunción de que el expe¬diente estuvo en secretaría y pudo haber sido revisado por el interesado. 

De allí que no se considerará cumplida la notificación si el expediente no se hallare en secretaría, por el motivo que fuere, y se hiciere constar esta circunstancia en el libro que se debe llevar a ese efecto en las secretarías de los juzgados y tribunales. 

El libro mencionado sirve para dejar constancia escrita de que el expediente no se encuentra en secretaría, debiendo ser suscripta por el compareciente y el secretario, a quien co¬rresponde otorgar autenticidad a dicha diligencia, ya que él es el encargado de la custodia de los expedientes (Art. 186, inc k COJ). La notificación, en consecuencia, recién se producirá el siguiente día establecido en la ley y siempre que en dicha oca¬sión el expediente se encuentre a disposición del interesado' en secretaría o éste omita dejar constancia de lo contrario. 

4.2.3. Notificación por cédula de resoluciones que deben serlo por automática: Las resoluciones que deben notificarse por automática no pueden ser notificadas por cédula, salvo resolución judicial que así lo establezca. De lo contrario, se estarían vulnerando, sin motivo, la ley y el derecho de las partes de conocer las reglas del proceso, porque las mismas no pueden ser cambiadas sin desmedro de la igualdad y la defensa en juicio. 

El litigante debe saber qué hacer, cómo hacer y cuándo hacer. La pérdida de un derecho procesal puede traer apareja¬da la pérdida de un derecho material; por ello dicha notifica¬ción es nula de acuerdo con el Art. 144, 1er. p. CPC. Siendo así, la resolución de que se trate quedará efectivamente noti¬ficada solamente el día fijado en la ley.

4.2.4. Plazo en días: En los plazos fijados en días, aquel en que se produce la notificación no se cuenta a los efectos del cómputo. Tampoco los inhábiles (Art. 147, 1er. p. in fine CPC). 

4.2.5. Plazo en horas: Si el plazo es en horas se contará de momento a momento (Art. 147, 2° p. CPC). Si se trata de un plazo por hora en los casos de notificación automática, el pla¬zo se computa desde la última hora de funcionamiento de las oficinas del Poder Judicial del día

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martes o jueves, en su caso. 

5. NOTIFICACION POR CEDULA Es la que se practica por medio de los auxiliares judicia¬les designados por la ley, denominados ujieres, en el domicilio procesal o real de las partes o sus representantes. 

Una vez notificada la demanda, durante la tramitación del proceso rige la regla general de la notificación automática, porque la excepción es la notificación por cédula. Esta sólo debe utilizarse en los casos expresamente establecidos en la ley o cuando el juez así lo disponga, que al final es también un caso previsto en la ley. 

La norma procesal establece una enumeración taxativa de los casos en que procede la notificación por cédula, tratan¬do de evitar con ello la indebida proliferación de este tipo de notificaciones que se opone al Principio de celeridad de los procesos. 

No obstante los casos típicos de notificación por cédula establecidos en el Art. 133 del CPC, el Código en otros artícu¬los previene también este medio de notificación cuando en¬tiende que es el medio más idóneo para cumplir con la función de poner en conocimiento una resolución judicial. Algunos ejem¬plos de otros supuestos de notificación por cédula son los pre¬vistos en los Arts. 27; 49; 64, inc. b); 68; 71, 83; 88; 185; 236; 262; 548; 608; 614; 623; 631; 694; 739; 741, inc. a); 749; 759 y 768 del CPC. 

DERECHO PROCESAL CIVIL 

5.1. Cédula. Concepto La cédula es un documento emanado del órgano judi¬cial que se redacta en doble ejemplar y contiene diversas enunciaciones tendientes a individualizar a su destinatario y darle la posibilidad de adquirir un efectivo conocimiento de la resolución que se le comunica. 

5.2. Contenido La disposición procesal (Art. 135 CPC) enumera en cin¬co incisos el contenido que deberá tener la cédula de notificación: 5.2.1. Si se trata de una persona física, deberá constar el nom¬bre y el apellido. Si es una persona jurídica se debe poner su denominación o razón social. Si son varias personas se de¬berá mencionar el nombre y apellido de todas ellas. 5.2.2. Individualización del juicio, con la mención de la ca¬rátula del expediente en el que se dictó la resolución que se notifica. 5.2.3. El juzgado o tribunal y la secretaría respectiva, en que se tramita el proceso. El error en que se incurre al indicarse el juzgado, tribunal o secretaría donde radica el expediente pue¬de ser causa de nulidad de la notificación. 5.2.4. Las sentencias y autos interlocutorios se notifican trans¬cribiendo sólo la parte dispositiva de los mismos. Las provi¬dencias deben transcribirse completas o sólo la parte que con¬cierne personalmente al destinatario, en su caso. 5.2.5. El objeto debe estar claramente expresado, cuando el mis¬mo no resulta o no puede coleirse de la resolución que se transcribe. 5.3. Copias de escritos o documentos La cédula debe tener la mención precisa de los documen¬tos o copias de escritos que se acompañan con ella, con la indi¬cación del número de fojas y constancia de su entrega al destina¬tario. 

5.4. Ujier 

Las notificaciones por cédula, en nuestro Derecho proce¬sal, deben ser practicadas por los ujieres, dentro de la circuns¬cripción territorial del órgano judicial del cual emana la resolu¬ción que se notifica. El ujier es el funcionario judicial encargado de practicar las notificaciones y demás diligencias y órdenes emanadas de los jueces y secretarios. 

El Art. 188, 2° p. del COJ establece: "Los ujieres, al prac¬ticar las notificaciones, observarán estrictamente las disposicio¬nes de las leyes procesales y de este Código. Los ujieres serán responsables civil y penalmente de las irregularidades cometidas en el cumplimiento de sus funciones, sin perjuicio de ser sancio¬nados por la Corte Suprema de Justicia". 

Del mismo modo, el Art. 189 del citado Código preceptúa: "Son atribuciones y funciones de los ujieres: asistir diariamente a la oficina; recibir de los secretarios las cédulas para practicar las notifi¬caciones en el domicilio de las partes, dejando constancia de su diligenciamiento en el original de las mismas; e) devolver, debidamente diligenciadas, las cédulas recibidas para practicar las notificaciones; d) dar cuenta a los secretarios de los inconvenientes que se les presenten en el desempeño de su cargo o en el cumplimiento de las órdenes que reciban; e) anotar en un libro, con intervención de los secretarios, las cédulas recibidas o devueltas; y f) cumplir las órdenes emanadas de los jueces y secretarios". 

5.5. Formalidades El ujier encargado de diligenciar las cédulas de notifica¬ción debe observar determinadas formalidades, establecidas en la ley procesal. La cédula de notificación se expedirá por duplicado. El duplicado de la cédula reviste el mismo carácter y tiene igual presunción de autenticidad que el original. Al pie del ejemplar que será agregado al expediente, el ujier debe hacer constar el día, la hora y el lugar en que se practicó la diligencia con las firmas del destinatario y el funcionario notificador. Si el desti¬natario no quisiere o no pudiere firmar, no podrá ser compeli¬do a ello, limitándose el notificador a dejar constancia de ello en la cédula (Art. 137 CPC). 

5.6. Entrega de la cédula El ujier en el acto de la notificación debe entregar la copia de la cédula, con los documentos que se acompañen si los hubiere, al destinatario, salvo que no 10 encontrara presen¬te en su domicilio, en cuyo caso entregará la cédula a otra persona de la casa, departamento, oficina o, en su defecto, encargado del edificio (Art. 138 CPC). 

5.7. Aviso Cuando se trate de la notificación del traslado de la de¬manda, de la reconvención y de los documentos que se acom¬pañen a sus contestaciones, como así también la que ordena absolución de posiciones y no se encontrara presente el desti¬natario, el ujier suspenderá la notificación y dejará aviso de que regresará al día siguiente, precisando la hora. Sólo cuan¬do se haya cumplido con el aviso previo se podrá actuar de la manera señalada en el apartado anterior. 

Es nula la notificación practicada en ausencia del desti¬natario sin haber el ujier dejado el aviso de que volvería al día siguiente. 

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La disposición del Art. 138 del CPC mencionado tie¬ne por objeto que la cédula de notificación sea recibida per¬sonalmente por el destinatario, pero si ha mediado el aviso previo en los casos en que la ley indica, o si no estuviera presente el destinatario, la notificación se llevará a cabo con las otras personas indicadas en dicha norma, las que deben ser mayores de catorce años, que es la edad a partir de la cual los actos lícitos se reputan hechos con discernimiento, de acuerdo con el Art. 278, inc. a) del C. Civil. 

5.8. Fijación de la cédula en la puerta Si por cualquier motivo no pudiere el ujier hacer entrega de la cédula, deberá dejar fijada la copia de la misma en la puerta de acceso correspondiente. 

6. NOTIFICACION PERSONAL 

Es la que se produce voluntariamente por el interesado en el expediente, dejándose constancia escrita de la fecha, hora y resolución que se notifica, firmada por el' interesado y re¬frendada por el secretario o el oficial de secretaría. 

La notificación personal es un derecho opcional que tie¬ne el litigante. No puede ser compelido a realizarla por el funcionario. La ley le otorga la opción de notificarse personal¬mente de las resoluciones que deben notificarse por cédula. 

7. NOTIFICACION TACITA 

El retiro del expediente de la secretaría del juzgado o tribunal realizado por las partes o sus representantes o el ter¬cero, en su caso, importa la notificación de todas las actuaciones cumplidas y las resoluciones dictadas. 

La notificación tácita se funda en la presunción de que quien retira un expediente judicial se ha interiorizado Íntegra¬mente de su contenido. 

El retiro de la copia de un escrito produce el efecto y la consecuencia de la notificación del traslado del mismo, lo cual resulta del todo obvio por un elemental principio de leal¬tad y en base, además, de la presunción que mencioné, ya que si 10 hace será con el propósito de enterarse de su conte¬nido, cumpliéndose de tal suerte el fin de la institución. 

Así mismo, siempre que del expediente resultare que la parte ha tenido conocimiento de la resolución que la motivó, la notificación surtirá sus efectos desde entonces (Art. 144,2° p. CPC). 

NOTIFICACION POR CARTA CERTIFICADA O TELEGRAMA COLACIONADO 

La norma procesal dispone que las resoluciones que de¬ban notificarse por cédula, también podrán notificarse median¬te carta certificada del actuario con aviso de retorno o por despacho telegráfico colacionado, cuando así lo dispusiere el juez o tribunal a solicitud de parte, agregándose copia al expe¬diente (Art. 139 CPC). 

Siendo así, se establecen dos tipos de notificación: 

- Carta certificada del actuario con aviso de retorno. - Telegrama colacionado. 

Ambos tipos de notificación, cabe señalar, son de exclusiva utilización en los procesos. 

8.1. Requisitos 

La disposición mencionada permite la sustitución, sin limi¬taciones, del sistema de notificación por cédula, por algunos de los medios mencionados precedentemente, siempre que se cumplan las siguientes condiciones: 

8.1.1. Pedido de parte. 

8.1.2. Disposición del juez o tribunal. 

8.2. Formalidades Las formalidades que deben guardarse para ambos tipos de no¬tificación son análogas: 

8.2.1. Contener las mismas enunciaciones que la cédula (Art. 135 CPC). 

8.2.2. Redactarse en duplicado (Art. 137, 1er. p. CPC). 

8.2.3. Agregar un ejemplar al expediente, como así también el acuse de recibo de la carta, en su caso. 

8.3. Fecha de la notificación La constancia oficial de la entrega de la carta o telegrama en el domicilio del destinatario establece la fecha de la notificación. 

8.4. Gastos Los gastos de estos tipos de notificación están a cargo de quien lo solicite. Consiguientemente, no se incluyen en la condena en costas. 

9. NOTIFICACION POR EDICTOS 

9.1. Concepto La notificación por edictos es la que se practica me¬diante avisos insertos en los diarios dando difusión a una reso¬lución judicial a fin de lograr la comparecencia al proceso de personas inciertas o cuyo domicilio se ignore. La reforma procesal auspiciada propone ampliar los edictos con su difusión por radio o televisión, los que constituyen también medios

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eficaces de comunicación. Es más, en el interior de nuestro país la televisión y la radio son medios que llegan más a la gente que la prensa escrita. 9.2. Procedencia La notificación por medio de edictos es procedente cuan¬do además de los casos precisamente determinados en la ley, se trata de: 9.2.1. Personas inciertas: Entendiéndose por tales aquellas cuyos nombres y domicilios desconoce el actor, V.g.: here¬deros de determinada persona, propietario o poseedor de un cierto inmueble, etc. Los edictos sirven también para dar a conocer a un número indeterminado de personas la realización de un acto or¬denado judicialmente respecto del cual pueden tener interés, v.g.: mensuras, subastas judiciales, etc. 9.2.2. Personas cuyo domicilio se ignore: Puede darse también el caso de que se individualice a la persona que corres¬ponda notificar, pero se ignora su actual domicilio. 

Constituye un requisito de admisibilidad de la notifica¬ción por edictos de las personas cuyo domicilio se ignore que se justifique, previamente y en forma sumaria, la imposibilidad de determinar su domicilio, siendo admisible todo tipo de prue¬ba, V.g.: información sumaria de testigos. 

Si fuese falsa la afirmación de que se ignoraba el domicilio, se anulará a costa del peticionante todo lo realizado con posterioridad a la notificación y será considerado litigante de mala fe de acuerdo con el Art. 52 del CPC. Los edictos deben contener las mismas enunciaciones que las cédulas con transcripción sumaria de la resolución que se pretende notificar (Art. 142 CPC) con excepción, obviamente, del domicilio y, en su caso, del nombre de la persona. 

9.2.3. Cómputo del plazo. Publicación: La norma contiene, además, la indicación precisa del momento desde el cual co¬menzará a computarse el plazo (dies a quo): el día siguiente de la última publicación (Art. 140 CPC). 

Los edictos pueden publicarse los días hábiles como los inhábiles; en este caso corresponde tener por notificada la reso¬lución el primer día hábil inmediato a la fecha de la última publi¬cación. 

La forma de acreditar la realización de la publicación será acompañando y agregando al expediente el primer y el último ejemplar del diario donde consten las publicaciones y el recibo correspondiente. 

Es facultad de la parte proponer los dos diarios en los que habrán de hacerse las publicaciones. Dichos diarios deben ser de gran circulación, en razón de que el propósito de la leyes que llegue efectivamente a conocimiento del interesado. Corresponde al juez señalar - cuando la ley no disponga ¬el número de publicaciones y el plazo dentro del cual el acto debe cumplirse.

9.2.4. Notificación por edictos al demandado: El precepto pro¬cesal contempla la situación especial referida a la citación y em¬plazamiento del demandado por medio de edictos, cuando es la primera notificación que se produce en el proceso, para que tome intervención en el mismo con el objeto de ejercer su defensa. 

Por la importancia del acto, la norma contempla el cum¬plimiento de formalidades especiales. Dispone, en primer térmi¬no, como condición de admisibilidad, que se solicite informe al Registro de Poderes a fin de conocerse si el demandado tiene o no apoderado. Si tuviere se le dará intervención. Si el apoderado no quisiere o no pudiere intervenir, deberá manifestar, si sabe, el domicilio de su mandante. 

Cumplida la diligencia mencionada precedentemente, se ordenará la publicación de edictos por quince veces, debiendo justificarse previamente y en forma sumaria la imposibilidad de conocer el domicilio del demandado. La publicación se hará bajo apercibimiento de designarle como representante al Defensor de Ausentes, con quien se en¬tenderán las actuaciones del proceso. No corresponde, conse¬cuentemente, el juicio en rebeldía legislado en los Arts. 68 y sgtes del CPC, el cual se halla contemplado para otros supuestos legales. 

EMPLAZAMIENTO A PERSONA QUE RESIDE EN EL EXTRANJERO La notificación del emplazamiento para tomar intervención en un proceso, realizada a una persona residente fuera del país deberá hacerse por exhorto dirigido, con las normalidades re¬queridas, a la autoridad judicial del domicilio del emplazado (Art. 143 CPC). 

Los exhortos se regirán por lo dispuesto en los Tratados y Acuerdos Internacionales. A este respecto deben tenerse en cuen¬ta: a) La Convención Interamericana sobre exhorto s o cartas rogatorias, ratificada por la Ley 613/76 de la República, suscripta durante la Primera Conferencia Interamericana Especializada de Derecho Internacional Privado, convocada por la Organización de Estados Americanos (OEA), en la Ciudad de Panamá en el mes de enero de 1975, que en el Art. 2, inc. a), al establecer el alcance de la Convención, dispone su aplicación para: "La realización de actos procesales de mero trámite, como notifi¬caciones, citaciones y emplazamientos en el extranjero". b) Los Tratados de Montevideo de 1889 y 1940 suscriptos y ratificados por el Paraguay. c) El Tratado de Asunción por el cual se crea el MERCO SUR, en especial el Protocolo de Cooperación y Asistencia Jurisdic¬cional en materia civil, comercial, laboral y administrativa (Pro¬tocolo de "Las Leñas "). 

10.1. Fijación del plazo El juez está facultado para fijar un plazo judicial dentro del cual el notificado deberá comparecer a estar a juicio. Para la fijación del plazo el juez deberá tener en cuenta: 10 .1.1. La distancia. 

10.1.2. La facilidad de las comunicaciones. La previsión legal resulta lógica porque no es igual que la persona resida en una ciudad fronteriza o en un país de otro continente. 

NOTIFICACION AL MINISTERIO PÚBLICO Y A LOS FUNCIONARIOS JUDICIALES 

Los representantes del Ministerio Público y los funcio¬narios judiciales se hallan sometidos al régimen legal de notificación automática, establecido en el Art. 131 del CPC. 

Las resoluciones que deban ser notificadas personalmente o por cédula a los representantes del Ministerio Público y a los funcionarios

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judiciales, se efectuarán mediante la recepción del expediente en su despacho. Los mismos quedarán notificados del contenido íntegro del expediente el día siguiente de la recep¬ción de los autos en su despacho. 

Debe entenderse por despacho, para el caso analizado, la secretaría que depende del funcionario; de allí que la recepción del expediente en dicho lugar por el funcionario acreditado tiene el mismo efecto que hubiera tenido la recepción personal del expediente por el interesado. 

Los representantes del Ministerio Público deben cumplir los actos procesales en los mismos plazos procesales que las par¬tes, salvo disposición de leyes especiales (Art. 41 CPC). 

12. OFICIOS 

12.1. Concepto Se denominan, en forma genérica, oficios a las comunica¬ciones escritas libradas por los jueces. 

Los jueces de la República, cualquiera fuere su circuns¬cripción judicial, su fuero o su categoría, se comunican entre si mediante oficios. 

De la misma forma deberán ser hechas las comunicacio¬nes que envíen a las reparticiones públicas o privadas, cuando corresponda. 

12.2. Forma La ley procesal no prevé una forma especial que deba guardar la redacción del oficio, por lo que corresponde atenderse a lo preceptuado en el Art. 102 del CPC, que dice: "Formas de los actos procesales. Los actos del proceso para los cuales la ley no requiere formas determinadas, pueden cumplirse en el modo más idóneo para que alcancen su finalidad". 

Los oficios deben estar firmados por el juez y refrenda¬dos por el secretario (Art. 186, inc. g) COJ). 

Se deberá, además, dejar copia fiel en el expediente del oficio o del exhorto que se libre (Art. 128, 2° p. CPC). 

Por razones de política procesal tendiente a lograr cele¬ridad, la disposición prescribe también que el oficio podrá entregarse al interesado, bajo recibo en el expediente o remi¬tirse por correo, y en los casos urgentes expedirse telegráficamente. 

13. EXHORTOS 

13.1. Concepto 

Los exhorto s o cartas rogatorias -de acuerdo con nues¬tro Derecho procesal son las comunicaciones escritas que un juez dirige a otro juez extranjero requiriéndole la colaboración necesaria para el cumplimiento de una diligencia del proceso o ponie.ndo en su conocimiento determinadas reso¬luciones. 

La norma procesal precisa que las comunicaciones dirigidas a autoridades judiciales extranjeras se harán median¬te exhortos. Siendo así, esta denominación constituiría la especie del género oficio, el cual -como indica el Art. 128 del CPC- es la denominación que la ley adopta para las co¬municaciones entre jueces nacionales. 

13.2. Forma Se aplica a los exhorto s en cuanto a las formas, 10 dis¬puesto en relación a los oficios. En relación al procedimiento debe utilizarse el previsto en la legislación del país de cumplimiento del exhorto. 13.3. Contenido En relación al contenido del exhorto, éste puede consistir en una notificación, intimación, diligenciamiento de un medio de prueba o de una medida cautelar. También en la ejecución de una sentencia judicial o laudo arbitral, que reunidas ciertas condiciones, puede hacerse efecti¬va en el territorio nacional. Los requisitos se encuentran previstos en el tratado inter¬nacional respectivo; en caso de no ser así, se aplican las disposi¬ciones del Código Procesal Civil (Arts. 532 y sgtes. CPC). 

El exequatur consiste en la homologación o aproba¬ción de una sentencia o laudo extranjeros con el objeto de poder ser ejecutados en la República. 

El Paraguay tiene suscriptos y ratificados: a) Los Tra¬slados de Montevideo de 1889 y 1940 con Argentina, Bolivia, Brasil, Colombia y Uruguay; b) La Convención Internacio¬nal sobre eficacia extraterritorial de las Sentencias y Laudos arbitrales extranjeros, suscripta en la Segunda Conferencia Es¬pecializada Interamericana sobre Derecho Internacional Priva¬do llevada a cabo en Montevideo (Uruguay) ratificada por la Ley 889/91, y c) El Protocolo de Cooperación y Asistencia Internacional en materia civil, comercial, laboral y adminis¬trativo (Protocolo de Las Leñas) en el marco del Mercosur. 

13.4. Tratados y Acuerdos internacionales 

El Derecho Internacional Privado prevé la cooperación en materia jurisdiccional, lo cual se halla regulado mediante Tratados y Acuerdos internacionales que establecen el auxi¬lio judicial y la manera de solicitarlo a través del exhorto, por el cual se exhorta, ruega y solicita a un órgano jurisdic¬cional extranjero la realización de un acto procesal a ser cum¬plido en su territorio. 

La disposición del Art. 129 del CPC en su segundo pá¬rrafo realiza una remisión expresa a los Tratados y Acuerdos Internacionales firmados y ratificados por la República, a fin de aplicar sus disposiciones referidas a la materia. 

13.5. Reglas aplicables a la recepción de exhortos. 

Cuando se trata de exhortos recibidos de autoridades ex¬tranjeras y no existen Tratados o Acuerdos internacionales suscriptos por la República, se aplican las siguientes reglas pro¬cesales (Art. 129 CPC): 

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13.5.1. Autenticación y legalización: Los exhortos deben estar debidamente legalizados y autenticados por el agente diplomático o consular del Paraguay del país remitente, lo que constituye un requisito de admisibilidad del exhorto. 

13.5.2. Diligenciamiento: El diligenciamiento de los exhortos será realizado con arreglo a las leyes nacionales del tribunal exhortado; lo cual es una consecuencia de la aplica¬ción de la regla denominada "lex fori", que rige la materia. 

13.5.3. Designación de la persona encargada: Los exhorto s librados a petición de parte deben expresar el nombre de la persona encargada de su diligenciamiento, la que, a su vez, debe abonar los gastos que demande; con excepción de los librados de oficio que se harán sin costo para el exhortante, esto último, conforme a las reglas internacionales de coope¬ración y auxilio que rigen al respecto. 

14. NULIDAD DE LA NOTIFICACION 

La inobservancia de los requisitos de forma, a los cua¬les deben atenerse las distintas clases de notificaciones, trae aparejada la nulidad de las mismas. 

Cabe recordar que en materia de nulidades procesales no cabe la nulidad por la nulidad misma, vale decir, que quien alega la nulidad debe expresar el perjuicio sufrido y el interés que pretende subsanar con su declaración (Principio de tras-cendencia), señalando los derechos o defensas de los que se vio privado a raíz de la misma siempre, como indica PODETTI, que el perjuicio o el interés no se presuman, v.g.: cuando se trata de la nulidad del traslado de la demanda o de la reconvención o de una resolución susceptible de recursos. 

Además, debe tenerse en cuenta el Principio de finalidad que rige en materia de nulidades procesales, en virtud del cual no se declarará la nulidad si el acto ha alcanzado su fin, aun¬que fuere irregular (Arts. 111, in fine y 114, inc. a) CPC). Tampoco debe olvidarse que toda nulidad procesal pue¬de convalidarse por la confirmación expresa o tácita de la par¬le a quien perjudique (Principio de convalidación) (Art. 114, inc. b) CPC). 

14.1. Responsabilidad del funcionario 

El funcionario que practicó la notificación al margen de los requisitos impuestos en la ley, se haya declarado o no la nulidad, es pasible de la responsabilidad disciplinaria pudiendo, a su vez, configurarse la responsabilidad civil por los daños y perjuicios ocasionados y, si corresponde según el caso, la responsabilidad penal agravada por su condición de funcionario público. 

14.2. Impugnación. Vía procesal 

La nulidad de la notificación, por tratarse de una actua¬ción procesal, debe deducirse por la vía del incidente de nuli¬dad. La notificación por cédula es un acto ejecutado por un funcionario, público en ejercicio de sus facultades legales. Las manifestaciones vertidas por el ujier en el original y en el du¬plicado de la cédula equivalen a las mencionadas en el Art. 383 del C. Civil con relación a los instrumentos públicos. Sien¬do así, hacen plena fe hasta tanto sea declarada su falsedad de la existencia material de los hechos que el notificador afirma haber cumplido personalmente o que han pasado en su presen-cia, pero no de la veracidad de las manifestaciones que le for¬mulen terceras personas. El pedido de nulidad de la cédula de notificación debe sustanciarse por el trámite del incidente en consideración a que se trata de una actuación procesal que tiene relación con el proceso. 

La cédula de notificación es un documento producido por un funcionario judicial en el proceso y para el proceso, y no fuera de él como sería el caso de una escritura pública. En este último supuesto y no en el primero -como a veces indebidamente se hace - se deberá promover la redargución de fal¬sedad mediante un proceso autónomo o por incidente (Art. 308 CPC).

15. TRASLADO 

En materia procesal se denomina traslado al acto de co¬municar a la parte contraria o a un tercero una petición o do¬cumento para que pueda hacer valer los derechos y defensas que considere oportunos. 

El traslado se concreta mediante el dictado de una pro¬videncia que efectúa el juez o tribunal a ese efecto. 

La institución del traslado se fundamenta en la vigencia irrestricta en el proceso del Principio de bilateralidad (contra¬dicción) y de la garantía constitucional de la defensa en juicio (Art. 16, ler. p. CN). 

El traslado puede ser conferido por disposición de la ley o de oficio por el juez o tribunal. En cualquiera de los casos debe constar en una resolución que, por lo general, adopta la forma de una providencia. 

Cabe recordar que nuestra ley procesal prevé que de todo escrito del que deba darse traslado, de sus contestacio¬nes y de los documentos con ellos agregados, deberán acompañarse tantas copias firmadas como partes intervengan (Art. 107 CPC). 

A su vez, corresponde señalar que el plazo para contes¬tar cualquier traslado, siempre que no estuviera establecido alguno especial en la ley, o el juez o tribunal no lo haya fijado expresamente, será de cinco días (Art. 146, in fine CPC). 

16. VISTA 

La vista cumple en nuestro Derecho procesal similar función al traslado, es decir, comunicar. Además, la ley procesal no establece ningún distingo conceptual entre los mismos, utili¬zando ambos vocablos habitualmente como sinónimos, tal como lo hace en el Art.133, inc. h) del CPC al establecer que deben notificarse por cédula o personalmente "las resoluciones que disponen traslados o vistas de liquidaciones". 

No obstante, conviene precisar que las vistas se confie¬ren en relación a ciertas situaciones procesales especiales, V.g.: cuando un acto de una de las partes necesita la conformidad de la otra, como sería el caso de una liquidación; o cuando ambas partes deben manifestarse en relación a un acto proce¬sal de un tercero, como una tasación judicial. También, cuando los representantes del Ministerio Pú¬blico deben dictaminar en carácter de tales; pero no cuando actúan en el proceso en

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su calidad de representantes de de¬terminadas personas, v.g. : el Estado, el ausente, etc .. Un criterio diferenciador es el que se basa en la mayor o menor complejidad de la cuestión o en el carácter predomi¬nantemente jurídico o fáctico del tema, para establecer si se trata de un traslado que se otorgaría en los primeros supues¬tos, o una vista que se daría en los segundos. 

Lo dicho en el apartado 15 referente a las copias que deben acompañarse y al plazo para contestar cuando no esté explícito, es de aplicación estricta en los supuestos de las vistas.

17. RESOLUCION INMEDIATA Una contribución a la celeridad del proceso se logrará cuando los jueces y tribunales, una vez contestado el trasla¬do o la vista o vencido el término para hacerlo, y siempre que no corresponda otra actuación, dicte la resolución perti-nente sin otra sustanciación, en cumplimiento de lo dispues¬to en el Art. 145, 2° p. del CPC).